Las Tertulias Literarias Del Pasado (Cafés Literarios de América Latina)

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* Los Cafés Literarios en América Latina... Diciembre 17 de 2010... [¸¸1..]

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Reseña sobre cafés literarios latinoamericanos y cuentos de usuarios de BibloRed

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    [3..]NDICE// Cuarto Encuentro de Cafs Literarios y Talleres de Creacin LiterariaPrlogo .......................................................................................................................... [Pg. 05]

    Parte ILos cafs literariosJuan Gustavo Cobo Borda -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- [Pg. 08]

    Parte IIRelatoras de los Cafs Literarios especializados -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- [Pg. 10] Argentina: Grupos Boedo y FloridaBoedo y Florida: La encrucijada de la literatura argentina en el siglo XX y su proyeccin en nuestros das-Colombia: Caf el AutomticoLas tertulias literarias del pasado y su disolucin en las nuevas dinmicas de la urbe contempornea-Cuba: La Bodeguita del MedioEl mojito literarioMxico: Generacin del CrackCaf y Crack

    Clara Lpez ObregnAlcaldesa (D) Mayor de BogotRicardo Snchez ngelSecretario de Educacin del Distrito CapitalJaime Naranjo RodrguezSubsecretario de Calidad y PertinenciaCarlos Orlando Parra RomeroDirector de Ciencias, Tecnologas y Medios EducativosMary Giraldo RengifoDirectora General BibloRedSandra Patricia Suescn BarreraCoordinadora de Promocin de Lectura y Escritura de BibloRedEdicin y compilacin de textosCarol Contreras SurezCristina Giraldo PrietoHenry Alexander Gmezscar Salamanca MartnezPromotores de lectura y escritura BibloRedPortada e IlustracionesDiego Ivn Bohrquez NovoaDiseador Grfico BibloRed

    Diagramacin y armadaMara Cristina OlivarImpresinGrficas Ducal

    Secretara de Educacin del Distrito CapitalBibloRed . Red Capital de Bibliotecas PblicasDireccin General . Biblioteca Pblica Virgilio BarcoAv. Cra. 60 N 57 . 60Telfono: 315 88 75 / 90www.biblored.edu.coBogot . Colombia2011ISBN:

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicacin puede ser reproducida, almacenada en sistema recuperable o transmitida, en ninguna forma o por ningn medio magntico, electrnico, mecnico, fotocopia, grabacin u otros, sin previo permiso escrito de los editores.

    Alcalda Mayor de Bogot Secretara de Educacin del Distrito Capital. Red Capital de Bibliotecas Pblicas BibloRed, 2011

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    [5..]PRLOGO // (Del gr. ). 1. m. En un libro de cualquier clase, escrito antepuesto al cuerpo de la obra. 2. m. Primera parte de algunas obras dramticas y novelas, desligada en cierto modo de las posteriores.

    Parte IIICreacin literaria.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- [Pg. 21]Biblioteca Pblica El Tintal Manuel Zapata Olivella -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- [Pg. 22]Monlogo de un vagabundo . Camilo CernCarta para Kafka desde el siglo XXI . Fernando AraqueEncuentro en el Tiempo . Germn Bez

    Biblioteca Pblica Julio Mario Santo Domingo -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- [Pg. 31]El chaleco, Cromticas . Amlcar Bernal CaldernEl idioma de la lluvia . Giselle Andrea Bogoya AguillnAgustina . Jorge Pontn CaroEl trato . Orlando ZambranoLa musa . Saira Carvajal

    Biblioteca Pblica Lago Timiza -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- [Pg. 41]Idili Bros, Poetariado . Carlos MayoDeliro . Daniela GutirrezMar he sido . Samuel Rojas Galvis

    Biblioteca Pblica Parque El Tunal -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- [Pg. 43]Otro/Da/Ms . Julin Cardoso Mito . Estefana Almonacid Perpetua . Juan Carlos Sandoval

    Biblioteca Pblica de Suba Francisco Jos De Caldas -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- [Pg. 47]Un buen da . Osvaldo Murillo Urueta (Amaya)

    Biblioteca Pblica Virgilio Barco .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- [Pg. 49]Pacifismo colombiano - Karonlains Alarcn Forero (Seckmet)Todo se lo lleva el fuego . Jacobo Daz AranaVelo de seda . Nahir Luca Zapata Arboleda

    Cada semana en las bibliotecas de BibloRed, se rene un nmero diverso de personas diversas que, en su singularidad, crean y habitan un espacio en donde la palabra, los textos, los discursos, y particularmente el dilogo generado, configuran un espacio social y cultural relevante en la consolidacin de espacios culturales alternativos en Bogot. Estos espacios se conocen en BibloRed como los Cafs Literarios y los Talleres de Creacin Literaria; programas de lectura y escritura que han establecido grupos autnomos que, a travs de los diez aos de existencia de la Red, han construido tejidos sociales y culturales participativos, en donde muchas personas interesadas en la lectura y en la escritura, particularmente en la literatura, pueden encontrarse para compartir percepciones, para enriquecer sus lecturas, para confrontar sus discursos, para ejercitarse en la prctica de la escritura creativa y para construir colectivamente conocimientos.

    La historia, consolidacin y repercusin de estos programas en BibloRed demuestra que los objetivos planteados en sus inicios, como la creacin de un espacio destinado a la socializacin de la lectura con variedad y riqueza temtica que respondiese a los intereses de los participantes, la consolidacin de un grupo estable y autnomo que viviese un empoderamiento en la biblioteca, la estimulacin y la promocin de la produccin de escritura creativa, o la oferta de programas dinmicos que promoviesen el dilogo y que permitiesen construir nuevos y creativos pensamientos, se han alcanzado satisfactoriamente.

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    Sin embargo, estos espacios deben seguir en construccin, deben ser pensados y proyectados teniendo en cuenta que pueden, y deben, tener una repercusin y un impacto ms amplio en los mbitos sociales y culturales de la ciudad. Por tal razn, se hace indispensable reflexionar sobre el significado de los Cafs Literarios y los Talleres de Creacin literaria en una ciudad como Bogot; pensar la singularidad de estos espacios al promoverse desde el mbito de lo pblico y, particularmente, plantear posibilidades para proyectar y potenciar estos programas en mbitos que abarquen no slo la comunidad de la cual surgen barrio o localidad, sino que puedan llegar a estadios sociales y culturales ms amplios distritales y nacionales.

    Justamente, este 4 Encuentro de Cafs Literarios y Talleres de Creacin Literaria (2010), se concibi como un espacio encaminado a la reflexin sobre la existencia, el funcionamiento y la proyeccin de estos programas en BibloRed, con el nimo de contextualizar el trabajo adelantado en cada biblioteca, identificar y reconocer los espacios desarrollados y fortalecer la capacidad propositiva de los participantes en torno a este tipo de actividades. El Encuentro gir alrededor del tema de las tertulias literarias en Amrica Latina, su contexto histrico, su significacin social y cultural, y las posibilidades que proyectan para el carcter y el funcionamiento de los Cafs Literarios y la incidencia de stos en la ciudad.

    Fue el poeta y ensayista colombiano Juan Gustavo Cobo Borda quien, con su conferencia, inici este viaje por las tertulias literarias en Amrica Latina. Esta charla contribuy a la contextualizacin sobre el origen de estas tertulias, con un recorrido

    sibilitado encuentros, descubrimientos, pasiones, creaciones que, tal como la escultura de Pigma.lin, cobrarn vida gracias a las caricias que sus ojos, en estos momentos, les propiciarn en el se.ductor acto de leer.

    Cristina Giraldo PrietoPromotora de lectura y escritura

    Franja jvenes y adultosBiblioteca Pblica Virgilio Barco

    por el mbito europeo, particularmente espaol, y un enfoque especial en Argentina, donde cobraron mucha fuerza estas reuniones en torno a temticas asociadas al arte y la literatura. El autor de La musa inclemente record diferentes tertulias latinoamericanas que han funcionado a lo largo de la historia. Centrndose en Espaa y Argentina, nichos culturales que se expandieron hacia el resto del continente, Cobo Borda seal diversas tertulias y escuelas, como el ultrasmo encabezado por el escritor espaol Ramn Gmez de la Serna, en donde milit el joven Jorge Luis Borges. Recordaremos esta conferencia sobre los cafs y las tertulias con el texto Los cafs literarios de Juan Gustavo Cobo Borda, que inaugura, tal como sucedi en el Encuentro, nuestro recorrido por estas memorias.

    En seguida, cuatro textos hablarn de las reflexio.nes conjuntas generadas en cada uno de los Ca.fs Literarios especializados que, simultneamen.te en esa tarde de viernes decembrino, disertaron sobre una tertulia o grupo literario significativo en al mbito cultural latinoamericano, y respondieron de manera crtica y reflexiva una pregunta con la que buscbamos profundizar en nuestros contex.tos, en nuestras posibilidades y en las proyeccio.nes que los Cafs Literarios y los Talleres de Crea.cin Literaria pueden tener en la ciudad.

    Por ltimo, y como ya es tradicin en estas me.morias, nos encontraremos frente a frente con los mejores exponentes de los procesos creativos de.sarrollados en los Cafs Literarios y en los Talle.res de Creacin Literaria. Cuentos y poemas de los participantes en estos espacios les narrarn no slo su historia, sino tambin la historia de una Red que ya con diez aos de existencia ha po.

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    {..8..} Los cafs literarios

    El caf es el dulce hogar de aquellos para los que el dulce hogar es un horror. As escriba Alfred Polgar en 1926 refirindose al Caf Central de Viena. Slo que desde 1650, al hablar de las coffehouses inglesas, el caf est ntimamente ligado a la literatura, al ocio, a la conspiracin, y a esa mezcla sutil entre bohemia y laboriosidad que caracteriza a los habituales del caf. Un solo dato: Jean Paul Sartre escribi un denso tratado metafsico, en la senda de Heidegger, titulado El ser y la nada, en las mesas del parisino Caf de Flore, donde incorpor al texto argumentos proporcionados por el camarero.

    En 1700, Londres contaba ya con tres mil establecimientos para el consumo de caf, en una ciudad de seiscientos mil habitantes. Pero en 1709, un peridico, El Charlatn (The Tatler) resume todas las noticias de la ciudad, desde la bolsa hasta los espectculos, al tener como base de su informacin lo que se dice en los cafs. Algo que los periodistas no dejarn de aprovechar desde entonces: un ltimo caf chismoso antes del cierre de la edicin.

    Richard Steele en El Charlatn (1709), y Joseph Addison con The Spectator (1711), quisieron dar a sus lectores algo ms que noticias fugaces: ensayos donde brillara el ingenio y el conocimiento.

    Pero fueron los cafs parisinos de 1780, como el Procope, el Caf de la Regence o el Caf de Fey, los que engendraron, en la caldeada atmsfera de inteligencias como las de Voltaire, Rousseau, Diderot y DAlembert, tanto la Enciclopedia como la revolucin de 1789. Pero esas manifestaciones, bruscas o incendiarias o de largo aliento, tenan races singulares. En el Procope, un da se empez a hablar de la armona y la discusin dur once meses. Ese mundo es el que nos rescata Antoni Mart Monterde en su libro Potica del caf: Un espacio de la modernidad literaria europea (Barcelona: Anagrama, 2007).

    Pero no slo de ella, de la modernidad europea, sino tambin de la nuestra, la latinoamericana. En un caf de Pars, Rubn Daro y Enrique Gmez Carrillo, como quien dice el modernismo en pleno, quieren extraer del poeta Paul Verlaine esa gota de msica y sabidura que haban paladeado en sus canciones. El encuentro, cmo no, se da en un caf y Rubn Daro, con facundia tropical, exalta su gloria. Verlaine, el fauno taciturno y borracho, slo responde: La gloire! ... La gloire! Merde!.

    Amarga leccin que Rubn Daro de seguro recordar en sus depresiones de alcohlico sin recursos, cado de su trono lrico, tal como nos lo pint Vargas Vila en el libro que le dedic.

    Por su parte, el peruano Csar Vallejo, en el Pars de 1936, con hambre y fro, se refugiar en la calidez humeante del caf, para proponernos ese soneto que titul Sombrero, abrigo, guantes:

    Enfrente a la Comedia Francesa, est el Cafde la Regencia, en l hay una piezarecndita, con una butaca y una mesa.Cuando entro, el polvo inmvil se ha puesto ya de pie.

    Por su parte, y en Madrid, el maestro exaltado por Borges, Rafael Cansinos.Assens, traductor de las Mil y Una Noches, despachar desde el Caf Colonial, mientras Ramn Gmez de la Serna lo hace desde el Caf Pombo.

    En un momento donde las ciudades se tornan elctricas y agitadas, de choques bruscos y aceleracin nerviosa, los cafs pueden ser puerto y refugio. Aguas ms quietas, e incluso estancadas, donde se cultiva, segn Gregorio Maran, la pasin ms fuerte del hombre espaol, el resentimiento. La maledicencia. Pero el caf tambin fue una suerte de universidad popular, donde muchos, por el irrisorio precio de una taza, alargada por horas, pudieron escuchar a Don Miguel de Unamuno, Don Antonio Machado, o Don Po Baroja, como debe decirse. La envidia se transformaba en coloquio, y cuando el exilio, a raz de la guerra civil, los llev a tantos a Buenos Aires como a Mxico, el caf continu siendo el gora donde las ideas cruzaban sus espadas, y los gritos, tan espaoles, trataban de imponerse sobre los rivales. As, en los cafs de la Avenida de Mayo o la Calle Salta, el Iberia y el Espaol, las mesas volaban de una acera a otra, y Mara Teresa Len, la mujer de Rafael Alberti, exiliados ambos como Ramn Gmez de la Serna, vean cmo en las mesas de los cafs se discuta y se gritaba como si an Madrid estuviese defendindose.

    El caf fue entonces poltica y poesa: soledad y compaa. Como siempre lo haba sido.

    Juan Gustavo Cobo Borda

    Parte I

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    Parte II

    Relatoras de los Cafs Literarios Especializados

    El IV Encuentro de Cafs Literarios y Talleres de Creacin Literaria, un evento que gir alrededor del tema de las tertulias literarias en Amrica Latina, se dividi en distintos espacios que abordaron los contenidos preparados desde diferentes perspectivas y metodologas. En este marco general, se desarrollaron cuatro sesiones de cafs literarios especializados en cuatro tertulias y grupos literarios respectivos, muy representativos de nuestro continente: los grupos Boedo y Florida, de Argentina; el caf El Automtico, de Colombia; la Bodeguita del Medio, de Cuba, y la Generacin del Crack, de Mxico. En cada uno de estos espacios se desarroll una charla acerca de la tertulia o grupo literario correspondiente, adems de una pregunta especializada respecto de la naturaleza, las caractersticas y las proyecciones de las tertulias literarias en el continente.

    Las cuatro preguntas seleccionadas para su discusin dentro de cada uno de los espacios fueron las siguientes: (1) Cul es el sentido de la existencia de las tertulias y los cafs literarios en relacin con las personas que los conforman, con la comunidad en que se inscriben y con la proyeccin de la literatura en la regin de la que provienen? (2) Cul es el futuro de estos espacios literarios en el presente siglo, considerando las modificaciones introducidas por las nuevas tecnologas y las dinmicas de la urbe contempornea? (3) De qu forma este Encuentro impacta el trabajo desarrollado en el Caf Literario o Taller de Creacin Literaria al cual pertenecen, en relacin con sus entornos sociales y culturales?

    (4) Adems de los objetivos ya establecidos para los cafs literarios de BibloRed, qu otras propuestas podran desarrollarse con el objeto de dinamizar y potenciar social y culturalmente estos espacios?

    Cada pregunta fue desarrollada en uno de los espacios preparados, con el fin de problematizar cuestiones relativas a las tertulias literarias ms significativas en la historia de Amrica Latina, para centrarse despus en las caractersticas y el funcionamiento de los cafs literarios de BibloRed. Este cuestionamiento se formul, desde un primer momento, como un factor clave de la realizacin del Encuentro, por cuanto se trataba de reflexionar acerca del espacio que actualmente ocupan estos grupos literarios, desde la perspectiva de su implementacin y su auge en el continente, as como su futuro en medio de una urbe que ya no los acoge de la misma manera que antes. Del mismo modo, se problematiz sobre el sentido y la existencia de los cafs literarios de BibloRed, y se plantearon lneas de accin cultural y comunitaria para su fortalecimiento en el mbito ciudadano del que forman parte.

    Las respuestas a estos interrogantes, o simple.mente las reflexiones suscitadas a su alrededor, se consignan a continuacin, en las relatoras de cada uno de los cafs especializados realizados el da del Encuentro; adems, se refiere en ellas, brevemente, los contenidos relativos a la tertulia o grupo literario que se analiz.

    Los siguientes textos representan un esfuerzo por problematizar la temtica de las tertulias literarias en Amrica Latina, considerndose especialmente las circunstancias de funcionamiento de los cafs literarios de BibloRed, en la bsqueda de un sentido para su existencia y de una apropiacin de estos espacios por parte de todos los ciudadanos que acuden a ellos.

    scar SalamancaPromotor de lectura y escritura

    Franja jvenes y adultosBiblioteca Pblica Julio Mario Santo Domingo

    Relatoras de los Cafs Literarios Especializados

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    Boedo y Florida: la encrucijada de la literatura argentina en el siglo XX y su proyeccin en nuestros das

    Argentina: Grupos Boedo y Florida

    Hablar sobre Boedo y Florida no es tarea fcil. Los grandes conocedores suelen afirmar que la divisin entre estos grupos resulta un detalle irrisorio dentro de la consolidacin de la literatura argentina del siglo XX, pues autores como Roberto Arlt, Ral Gonzlez Tun y hasta el mismo Jorge Luis Borges coincidieron literaria y polticamente muchas veces con los integrantes del otro grupo, burlndose de la clasificacin. Sin embargo, las historias literarias del pas del Sur nos la siguen presentando como la transicin definitiva de la literatura modernista a la literatura urbana y de vanguardia en la dcada de los 20 y los 30. Cmo caracterizar entonces a aquellos grupos?

    En la tarde del 17 de diciembre de 2010, durante el 4 Encuentro de Cafs Literarios y Talleres de Creacin Literaria de BibloRed, nos dimos a la tarea de responder esa pregunta y analizar los aportes de dos de los escritores ms representativos de cada grupo: Roberto Arlt y Oliverio Girondo. Para iniciar, se propuso que las diferencias radicaban en dos aspectos fundamentales: (1) la afiliacin de los integrantes a las revistas Claridad (que tena sede en la popular Calle Boedo) o Martn Fierro (que tena sede en la Calle Florida), y (2) el inters por los sectores sociales desde una postura de izquierda (para el primer grupo) o el cuestionamiento por la forma (para el segundo). De lo anterior, se derivaban cosas como la relacin directa de Boedo con el movimiento obrero y los

    Aunque las respuestas variaron entre una diversi.dad de aspectos, fueron en su mayora direcciona.das hacia la definicin de los espacios en los que participa cada usuario. De este modo, se dijo que lo ms importante de un Caf Literario es que lo.gra acoger en un mismo grupo a las personas que estn interesadas en temas literarios y a aquellos que tienen inquietudes por conocerlos, democra.tizando el conocimiento. Tambin, que permiten que eso que se lee o se escribe pueda ser ex.presado a otras personas y no quede como letra muerta; que los asistentes regulares y la comu.nidad en general construyan su sentido de perte.nencia con los espacios pblicos, cimentando las apuestas por lo alternativo y lo independiente de una manera lenta pero factible; que los espacios se adapten al entorno y las condiciones especfi.cas (sociales, culturales e intelectuales) de cada uno de los grupos incidiendo en la definicin de sus formas y recorridos de vida. Asimismo, las tertulias adelantadas en cada espacio permiten conocer otros puntos de vista y diversificar las re.flexiones que se tienen en torno a la literatura, co.nocer otras personas con las que se comparte el ncleo social, vislumbrando elementos en comn y proyectos que los hacen participantes activos de lo que los rodea como ciudadanos.

    En este punto es preciso decir que nunca antes se haba realizado un Encuentro con una temtica si.milar, pues de lo que se trataba, a grandes rasgos, era de conectar a la gente vinculada a los Cafs Literarios y Talleres de Creacin Literaria de Biblo.Red mediante temticas que motivaran el dilogo, la interaccin y el reconocimiento como lectores y escritores de diferentes partes de la ciudad; este ao en cambio se privilegi la reflexin, la auto.crtica y la proposicin de caminos alternativos en

    la vida de dichos espacios unos recin nacidos, otros con casi diez aos y todos con buenos retos para fortalecerse, expandirse y transformarse. En ese sentido, si bien en un principio las respuestas a esa pregunta nuclear sirvieron como motor defi.nitorio de los programas, tambin dieron luces so.bre la consolidacin de discursos comunes dentro de la Red, ms all de la ubicacin de la biblioteca, en la medida en que muchos coincidieron en sus opiniones o las mediaron a travs del dilogo (he.cho que el Encuentro permite visibilizar a travs de relatoras como esta). Asimismo, las respues.tas hicieron explcitas las innovaciones en cuanto a las prcticas socioculturales dentro de algunos barrios, a partir de la construccin de bibliotecas como la Julio Mario Santo Domingo, por ejemplo, pues sta propicia la integracin entre los habitan.tes de la zona y disminuye el sentimiento de mar.ginalidad cultural. Por ltimo, la misma pregunta dej sembrados algunos cuestionamientos sobre la funcin del promotor dentro de los espacios, sobre la evolucin de los mismos, sobre la res.ponsabilidad tanto institucional como personal con los procesos y plant la idea de que esa pregunta nuclear no slo debe quedar en un encuentro, sino que debe promover articulaciones ms constantes para cotejar ciclos al interior de la Red y servir a la reflexin del da a da.

    En conclusin, un Encuentro como el desarrollado demuestra que los Cafs Literarios y Talleres de Creacin Literaria de las bibliotecas pblicas no son universos ajenos a las dinmicas de las dems bibliotecas o ciudades, sino que son grupos que comparten como otros, que tienen las mismas potencialidades para transformar realidades literarias como las que tuvieron los Grupos Boedo y Florida en su momento y lugar,

    suburbios argentinos, y de Florida con la burguesa y el centro de la ciudad respectivamente. Segn se dice, fueron los de Boedo quienes titularon a Florida para marcar la diferencia entre las ideas que los movan, usando el nombre de las calles en las que se reunan; sin embargo, la publicacin de un manifiesto de Florida en 1924 caus fuertes reacciones entre los integrantes del otro grupo y los condujo a verse como opuestos y rivales por ms de cinco aos.

    Pero para qu hablar sobre todo esto? Recorde.mos que uno de los objetivos del Encuentro era presentar diferentes tertulias o grupos literarios latinoamericanos con el fin de contrastar sus his.torias con las nuestras, con las que se viven da a da en los programas de BibloRed, y encontrar nuevas vas de accin de esa manera. Entonces, fue a partir de la profundizacin que hicimos en dos de las figuras emblemticas de la literatura argentina del ltimo siglo (Roberto Artl y Oliverio Girondo, de quienes conocimos datos biogrficos y fragmentos literarios, y a quienes entendimos como escritores cuya pertenencia a un grupo de tertuliantes, narradores y poetas les permiti pro.yectar su discurso) como se abri paso a una re.flexin ms profunda, conducida por una pregunta nuclear: de qu forma consideran los usuarios que este Encuentro impacta el trabajo desarrolla.do en el Caf Literario o Taller de Creacin Litera.ria al cual pertenecen, en relacin con sus entor.nos sociales y culturales?

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    y que incluso en ellos se construye ciudad, desde la expresin libre de las ideas, desde el respeto por el otro y el reconocimiento mutuo, desde el ejercicio de la escritura, la publicacin en revistas, peridicos o blogs, o desde el levantamiento de figuras emblema (como aquellos merecedores de premios literarios que an asisten a los programas para compartir procesos, dilogos, cafs y afectos), sin necesidad de establecer rivalidades o esas peleas tpicas entre escritores, entre unos y otros Cafs o Talleres. Un Encuentro con esta temtica, aseguran los usuarios, deja la propuesta de hacer ms nfasis en algunos temas de

    de las grandes urbanizaciones, cuestionando la memoria de una ciudad que avanza rpidamente sin tiempo para comprender y preservar el valor de los conos culturales de otra poca. El cierre de los cafs antiguos es irrevocable, las ciudades en que nacieron han dejado de existir, son ahora un tumulto gigantesco en cuyo vrtigo no tienen cabida las manifestaciones de un nimo intelectual que se recrea al calor de la conversacin, la bebida y la bohemia. Historiadores, socilogos, literatos o simples nostlgicos nos preguntamos ahora por la desaparicin de estas tertulias e intentamos descifrar la clave del olvido al que fueron sentenciadas, tratando de entender, desde una perspectiva histrica, la existencia de las tertulias literarias actuales y la deuda que stas mantienen con sus antecedentes ilustres de las pocas del farol y el tranva.

    En este contexto y bajo estas inquietudes, en el IV Encuentro de Cafs Literarios y Talleres de Crea.cin Literaria se organiz un espacio dedicado a la reflexin sobre el futuro de estas tertulias literarias en el presente siglo, considerando las modifica.ciones introducidas por las nuevas tecnologas y las dinmicas de la urbe contempornea. Con el pretexto de visualizar la existencia y la influencia del Caf El Automtico en el panorama cultural de nuestra ciudad, as como la obra y la perduracin de sus contertulios ms insignes, se examinaron las diferencias entre la poca de esplendor de esta famosa tertulia y la poca actual, en que sta y otras de sus semejantes slo producen indife.rencia y olvido. La gran mayora de los espacios y grupos literarios contemporneos han nacido lejos del centro de la ciudad, nicho ste que acogi a sus antepasados ilustres, adecundose a las di.nmicas de una urbanizacin permanentemente

    desbordada fuera de los lmites de la historia y la memoria. En este sentido, es ineludible la re.lacin entre el olvido y la modernidad, entre la racionalizacin de la vida ciudadana y la desper.sonalizacin de las instituciones sociales, entre el advenimiento universal de lo ptimamente til y la desaparicin progresiva de lo sospechosamente ocioso.

    Existen factores claves en la desaparicin y el olvi.do de las tertulias del pasado en nuestro pas, que trascienden el mbito especficamente literario y se extienden a un conjunto ms amplio de la cultura y la mentalidad colectiva, como el conflicto entre una tradicin poco consciente y una modernidad mal asumida, las dinmicas de una urbe contempor.nea dominada por el discurso de la racionalidad productiva, y la problemtica de una sociedad sin memoria que muestra indiferencia hacia los conos que constituyen pilares de su cultura.

    Las tertulias literarias del pasado son anteceden.tes fundamentales en la difusin del arte y la cul.tura, que han desaparecido bajo los avances de la ciudad en materia de urbanismo y tecnologa. Es claro que las dinmicas modernas eclipsan y so.cavan los smbolos culturales de pocas pasadas, lo cual conlleva implicaciones de diversa ndole, tanto negativas como positivas, pues si bien es cierto que las tertulias literarias han desapareci.do sin mayor resonancia en una sociedad que ha olvidado su importancia, tambin es cierto que en la actualidad son mayores las posibilidades de ac.ceso a la cultura escrita y a las manifestaciones artsticas de todo tipo, como las que brindan las nuevas tecnologas informticas respecto de un conjunto amplio de informacin en todas las reas del conocimiento.

    coyuntura, y ahondar el sentido de pertenencia no slo con los espacios ntimos sino con los espacios compartidos para transfigurar las nociones sobre lo personal, lo social y lo cultural, con el fin de que haya un fortalecimiento de lazos emocionales en un nivel micro y macro en Bogot.

    Carol Contreras SurezPromotora de lectura y escritura

    Franja jvenes y adultosBiblioteca Pblica El Tintal

    Manuel Zapata Olivella

    Las tertulias literarias del pasado y su disolucin en las nuevas dinmicas de la urbe contempornea

    Colombia: Caf El Automtico

    Las tertulias literarias de renombre entre los escritores asiduos al caf y a la polmica abundaron en nuestro pas entre el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, pero desaparecieron discretamente bajo la irrupcin de ruidosos establecimientos comerciales y el avasallante tumulto de las avenidas modernas. Como si fuera poco, los negocios de tabaco, tinto y letras, tan orgullosos en sus das de esplendor como en los de decadencia, han optado por esfumarse de la memoria colectiva que ya no los acoge con la misma ceremonia y el respeto de antes. Qu fue de La Botella de Oro, el Windsor, El Automtico?; dnde quedaron La Cuna de Venus, el Caf Victoria, La Gran Va? Sin duda, han cerrado sus puertas con cientos de recuerdos dentro, que

    prefieren oler a viejo antes que desvanecerse en el anonimato de unas calles atestadas de estrs, donde el apunte sutil e ingenioso ha sido desplazado por el gritero generalizado de la multitud. Tras aquellas puertas cerradas yacen olvidadas las tardes de msica con Garzn y Collazos, la controversia agitada sobre asuntos de poltica y los manifiestos literarios de vanguardia; los cantos populares de Flrez, los autctonos versos de Obeso y los giros surrealistas de Vidales; el grito de Zalamea, la pipa fumvora de De Greiff y la bala que mat a Rendn.

    Dcadas despus de su clausura, los ecos de las tertulias literarias del pasado se alzan sobre las chimeneas de las industrias y las terrazas

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    No obstante estas nuevas posibilidades, resulta imprescindible rememorar los espacios culturales que han sido representativos en nuestra sociedad, y valorarlos con la importancia que lograron adquirir en el mbito de la literatura y la cultura de nuestras sociedades. Considerando, sin embargo, que la desaparicin de estos espacios literarios es irrevocable, es preciso concebir y adelantar proyectos de rememoracin y valoracin de ellos,

    En el pasado Encuentro de Cafs Literarios y Ta.lleres de Creacin Literaria nos reunimos a con.versar, a intimar sobre dos asuntos que arrojaron una reflexin importante sobre las tertulias latinoa.mericanas y nuestros espacios de reunin.

    Por un lado, nos encontramos con uno de los sitios ms emblemticos de La Habana, Cuba: la popular Bodeguita del Medio.

    La leyenda dice que en una ocasin el escritor norteamericano Ernest Hemingway, con su barba rala y su porte prominente, visit La Bodeguita del Medio. Un mojito cubano lo dej tan satisfecho que decidi dejar un pequeo recuerdo al escribir una nota de agradecimiento. La nota, un trofeo que hoy custodia con orgullo una de las paredes del establecimiento, deca: My mojito in La Bodegui.ta, My daiquiri in El Floridita. Un verso que ngel Martnez, dueo del lugar en aquel entonces, hizo enmarcar. Con ello iniciaba una leyenda y confi.guraba una clebre tradicin que consista en que cada uno de los personajes famosos que visitaran las salas de su establecimiento, dejaran un peque.o recuerdo en forma de fotografa o autgrafo.

    Ahora bien, si la Bodeguita no necesariamente es un referente de las tertulias importantes de la cultura latinoamericana, s es un lugar emblemtico donde han confluido diversos e ilustres visitantes entre los que se encuentran escritores como Gabriel Garca Mrquez, Nicols Guilln, Pablo Neruda, Alejo Carpentier; artistas como Joan Manuel Serrat, Agustn Lara, Joaqun Sabina; actores como Marlon Brando o Brigiette Bardot; y hasta el cosmonauta sovitico Yuri Gagarin.

    Cmo se puede soar un espacio o hacer de l un refugio? La taberna, la cantina, la bodega, el bar, el

    caf, la librera y la biblioteca se revelan como una fbula no imaginada, como un recinto escrito o una fortaleza gtica. En sus paredes podemos advertir el pasado como un telar de historias y fantasmas que hablan de lo que aconteci con cada copa de vino bebida, lo que sucedi con cada tertulia realiza.da. La taberna, la tertulia, al igual que un libro, debe leerse, descifrarse como un evangelio apcrifo.

    Por otro lado, La Bodeguita del Medio fue la dis.culpa para pasar a la segunda parte de nuestro conversatorio y hacernos la pregunta: Cul es el sentido de la existencia de las tertulias y los ca.fs literarios en relacin con las personas que los conforman, con la comunidad en que se inscriben y con la proyeccin de la literatura en la regin de la que provienen?

    El sentido, a mi parecer, no es tan difuso. Los asistentes coincidan en afirmar que los Cafs Literarios y los Talleres de Creacin Literaria de las bibliotecas pblicas, poco a poco, han comenzado a ser protagonistas en su localidad. Se trata de que existan espacios para el libre ejercicio y el disfrute colectivo de la lectura y la escritura; que los asistentes a estos programas no slo se apropien de una sala de literatura, sino que empiecen a ser partcipes de su comunidad, a involucrar a otros actores que confluyan en otras estancias de su localidad.

    De igual forma, los productos y publicaciones de los Cafs Literarios y los Talleres de Creacin Li.teraria que han venido saliendo a lo largo de la ltima dcada, son una muestra de que estos pro.gramas estn iniciando un episodio crucial para la historia de sus localidades. Con ellos se ha ido quebrando lentamente el mito del escritor.

    en cuanto smbolos representativos de la cultura de nuestro pas y como medios de difusin entre los pblicos interesados en el arte y la literatura.

    scar SalamancaPromotor de lectura y escritura

    Franja de jvenes y adultosBiblioteca Pblica Julio Mario Santo Domingo

    El mojito literario

    Cuba: La Bodeguita del Medio

    Colocamos el pauelosobre el cenicero para que no se vea

    el fondo de su cristal, los dientes de sus bordes,

    los colores que imitan sus dedos sacudiendo la ausencia y la presencia

    en las entraas que van a ser sopladas.Jos Lezama Lima.

    Bien lo afirmaba el escritor argentino Adolfo Bioy Casares cuando deca que lo ms importante a la hora de asistir a una tertulia literaria, o a un taller de creacin literaria, era el encontrarse con un grupo de personas que consideraban la lectura, y en s la literatura, una cosa importante. El ir rodando la palabra de mano en mano, asirla, masajearla, conversarla, con un conjunto de individuos interesados en un autor, en un tema, en un texto, es algo que le da al libro, a la manera de Bachelard, una slida autoridad que su propio autor no tendra.

    En un mundo donde lo inmediato es imperativo, en un cosmos donde lo fcil y lo superficial se mani.fiesta de una manera autoritaria a travs de im.genes y mensajes con los que nos bombardean a diario diferentes medios de comunicacin, en un universo donde la cultura est supeditada a la seccin de farndula de los noticieros televisivos, las bibliotecas emergen como una gran disyunti.va cultural, como una apuesta y una alternativa, otorgndole al libro, a su escritura, lectura y rees.critura, un nuevo significado, un protagonismo que antao, por lo menos en nuestro contexto, no se le haba dado.

    Es un hecho que los Cafs Literarios y los Talleres de Creacin Literaria de las bibliotecas pblicas, poco a poco comienzan a ser protagonistas en su localidad. Diversas personas con gustos afines por las artes, en especial la literatura, se han ido apropiando de estos espacios, generando una morada donde se disfruta de un rato ameno con la lectura a la par que se va forjando una actitud crtica frente a ella.

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    Podramos mencionar, por ejemplo, el reciente Premio Nacional de Novela de la Universidad Central, otorgado a la obra La soledad del dromedario de Daniel Andrs Villabn Borja, un escritor formado en los espacios de promocin de lectura y escritura de la Biblioteca Pblica El Tintal Manuel Zapara Olivella; o el peridico Subanidad, que tiene origen en el Caf Literario de la Biblioteca Pblica de Suba Francisco Jos de Caldas, gracias a las gestiones que realizan sus integrantes.

    Hace diez aos eran pocos los espacios en los que podamos encontrarnos con un grupo de personas interesadas en la lectura y la escritura. Hoy en da, los habitantes de Bogot podemos hallar un refugio, una morada, un mundo vido por ser soado y ledo en los Cafs Literarios y

    Talleres de Creacin Literaria de la Red Capital de Bibliotecas Pblicas BibloRed. Personalmente, como promotor de lectura y tallerista de creacin literaria en estos ltimos aos, me siento orgulloso de ser parte de este proceso. Seguramente en un futuro las bibliotecas y sus espacios de lectura y escritura, albergarn un capital simblico como el que hoy llevan a sus espaldas lugares como La Cueva de Barranquilla, El Automtico de Bogot o La Bodeguita del Medio de La Habana.

    Henry Alexander GmezPromotor de lectura y escritura

    Franja jvenes y adultosBiblioteca Pblica Parque El Tunal

    quizofrenia y escuchars otras voces; djalas ha.blar en tus pginas, con lo cual daban paso a un narrador pluridimensional que se desdobla en los hechos exacerbados que sus novelas presentan. Figuras como Jorge Volpi, tal vez el que ms vue.lo ha tenido de esta generacin, Ignacio Padilla, Elloy Urroz y Miguel ngel Palou hacen parte de este grupo literario que, aunque no haya surgido de una tertulia literaria o de reuniones en un caf, consolid una nueva apuesta en la literatura con.tempornea.

    Si esto es as, por qu hablar de la Generacin del Crack cuando el objetivo central del Encuentro era reflexionar sobre los cafs literarios? En primer lugar, porque siempre es interesante conocer nuevas alternativas para pensar el fenmeno literario; en segundo lugar, porque a partir de los espacios de reunin para dialogar sobre literatura, sean tertulias o cafs, se pueden generar esas nuevas apuestas de donde surja otro visor, otra perspectiva que alimente y nutra nuestra visin y relacin con la literatura, ese puede ser un objetivo de estos espacios de reunin, no? Ciertamente, y es aqu en donde hablar de Crack, el grupo, y los Cafs Literarios de BibloRed, encuentra su sentido, pues de stos podran surgir movimientos o grupos que planteen su posicin y originen innovaciones dentro del escenario cultural de la ciudad.

    Con este teln de fondo surgi la pregunta eje de nuestro espacio de debate en el Caf Literario Especializado: adems de los objetivos ya establecidos para los Cafs Literarios de BibloRed, qu otras propuestas podran desarrollarse con el objeto de dinamizar y potenciar social y culturalmente estos espacios?

    En principio, vale la pena sealar que los parti.cipantes de este grupo, en la contextualizacin inicial, dieron cuenta de manera personal y sig.nificativa de los objetivos que perciban deben tener y tienen los Cafs Literarios de las biblio.tecas pblicas de la ciudad. El reconocimiento de que son espacios para compartir, para escuchar y reconocer a los otros en sus diferencias, para explorar en los diversos gneros, autores y movi.mientos literarios, para retroalimentar y confrontar los propios discursos en los debates que surgen en los Cafs, para construir conjuntamente pen.samientos y conocimientos, para obtener herra.mientas que permitan descubrir el universo ml.tiple y complejo que confluye en los textos, en la cultura, y para reconstruir la memoria colectiva, nos permiti ver que los objetivos del programa se cumplen y son confirmados por las percepciones que estos participantes, que venan de Cafs de las diferentes bibliotecas pblicas, tienen sobre estos espacios.

    Ahora bien, qu otras propuestas podran desarrollarse con el objeto de dinamizar y potenciar social y culturalmente estos espacios? La discusin sobre esta pregunta, que no se cierra con una respuesta o dos, sino que debe seguir estando en la raz, en la matriz de los Cafs Literarios, para que no se estabilicen sino para que se piensen y realicen siempre en miras a una consolidacin ms fuerte de sus dinmicas y de sus posibilidades, dio como resultado dos propuestas bsicas. La primera, y que est en la base de lo que debe ser el buen desarrollo de este tipo de programas, es generar procesos de convocatoria y de visibilizacin ms fuerte acerca de lo que se hace en los Cafs Literarios para que lleguen ms participantes que puedan

    Caf y Crack

    Mxico: Generacin del Crack

    Despus de haber escuchado la lcida y entre.tenida conferencia de Juan Gustavo Cobo Borda sobre las tertulias literarias en Amrica Latina, una cuarta parte de los asistentes al Encuentro nos di.rigimos a uno de los espacios de reunin de la bi.blioteca para hablar sobre el Crack, por supuesto no la droga, aunque algunos se sintieron atrados por esa relacin, sino el grupo literario conocido como la Generacin del Crack. Este es un grupo literario mexicano contemporneo, compuesto ori.ginariamente por cinco escritores nacidos en la dcada de los 70. Con manifiesto incluido y con prolficas publicaciones, este grupo se ha dado a conocer en Amrica Latina por sus bsquedas

    formales y por la reivindicacin de los logros en la transformacin de las estructuras literarias ob.tenidas por el Boom latinoamericano. Una de las claves para comprender las posiciones y bsque.das de este grupo est en la frase: asesinar al padre para resucitar al abuelo, lo que implic el crack, la fractura o dislocacin con su herencia literaria inmediata, (el postboom), y el acercamien.to y experimentacin con una literatura compleja y exigente ms cercana a las exploraciones del tan conocido Boom literario latinoamericano. En este grupo las consignas van desde: Amars a Proust sobre todos los otros, para restituir la diversidad de las voces en la novela, hasta honrars la es.

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    enriquecer las tertulias con sus conocimientos y sus puntos de vista sobre los temas a tratar. En este punto surgi la propuesta de buscar articulaciones con otras instituciones y entidades, como colegios o fundaciones culturales, a partir de las cuales puedan proyectarse los espacios e interesar a un mayor nmero de personas a participar activamente en nuestros Cafs. Sin embargo, esta articulacin no debe darse slo como posibilidad para atraer ms pblico, sino como plataforma a partir de la cual se empiecen a exteriorizar los procesos que se realizan en las tertulias y que puedan propiciar el enriquecimiento cultural de otros sectores desde los conocimientos y reflexiones construidos en los Cafs Literarios de las bibliotecas pblicas.

    Asimismo, y en una relacin bidireccional, estos sectores (educativos, culturales, sociales) tambin pueden aportar significativamente a los ciclos que se desarrollan en el programa, permitiendo sobre todo la construccin en red de nuevos modos de comprender y de generar pensamiento y cultura. Si bien en la discusin se pens en la articulacin con colegios y entidades educativas, creemos que la articulacin debe generarse tambin con entidades que estn abriendo espacios para crear e innovar en el campo cultural, en el campo educativo y en el campo social, pues nos pensamos siempre como una parte importante de ese complejo sistema de conocimientos que se ampla y transforma a partir de los dilogos con los textos, con las teoras; de las confrontaciones con el autor y con aquellos otros que, al tener una posicin diferente y en ocasiones dismil, permiten que los procesos intelectuales se movilicen para fundar nuevas perspectivas que transformen los modos del conocer.

    La segunda propuesta tiene que ver con crear proyectos de produccin escrita dentro de los diferentes ciclos de los Cafs Literarios que puedan compilarse y publicarse para que circulen y se exterioricen las reflexiones e ideas generadas dentro de estas tertulias. Esto contribuira a la construccin de conocimiento desde la biblioteca pblica con miras al desarrollo social, educativo y cultural de la ciudad, y a la visibilizacin de estos espacios como centros de discusin creativos e innovadores que reconocen su responsabilidad de aportar significativamente al entramado intelectual de la ciudadana. Sern entonces los ciudadanos, desde los espacios y programas pblicos, quienes creen pensamiento y conocimiento para toda la ciudadana. Esta propuesta se articula perfectamente con aquel objetivo ya propuesto en los Cafs Literarios de BibloRed de generar un programa que, al favorecer el dilogo, la crtica, la reflexin y la construccin de pensamiento, promueva la creatividad y la produccin de la palabra escrita. Por tanto esta propuesta, aunada con la anterior, se debe proyectar y ejecutar, ampliando los espacios para el ejercicio de la escritura en los ciclos semestrales temticos que realizamos. Ejercitarnos en la escritura de reseas, ensayos, crticas, permite que las discusiones y reflexiones de estos espacios de tertulia tomen cuerpo y presencia para consolidar as una voz, con sentido y experiencia, que hable a la ciudad a travs de los discursos que se han venido tejiendo en estos diez aos de reflexin.

    Cristina Giraldo PrietoPromotora de lectura y escritura

    Franja jvenes y adultosBiblioteca Pblica Virgilio Barco

    Parte III

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    Creacin literaria

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    Fernando Araque

    Asiduo al Caf Literario La conjura de los necios y el Taller de Creacin Literaria de la Biblioteca El Tintal Manuel Zapata Olivella, se reconoce como un gran lector de la obra de Shakespeare. La carta que se incluye en estas memorias es resultado de un ejercicio realizado en el Caf Literario, cuyo objetivo era comunicarse con uno de los escritores trabajados durante el segundo ciclo de 2010, abordando las coincidencias en cuanto al amor o la literatura.

    Carta para Kafka desde el siglo XXIAh, estimado maestro Franz. Cuntas veces he deseado haber vivido en aqul tiempo, para hallar la forma de acercarme a su dolor; hacer no s qu cosas legales o qu patraas para vincularme con usted. Tengo la certeza de que si as hubiera sido, habramos generado un vnculo ante los conceptos del dolor que nos producen las injusticias de la vida; nos habramos confesado como entraables amigos las locuras, los dolores y todo aquello que compete al hecho de amar a una mujer, en el esplendor del amor, en las dudas, los miedos, los odios, y todos aquellos momentos consecuentes o disparatados que nos obsequia esa fortuna.

    Tanto usted como yo hemos sufrido el amor, pero he llegado a creer que el peso de ese amor ms que el desamor en s nos doli porque la soledad no nos permiti desahogarnos a travs de la conversacin con un amigo para sobrellevar la carga. Y ese es el precio de la soledad, estimado Franz. Hacer del dolor una forma de vivir. Y en esa misma forma de vivir, engendrar ms dolor.

    No s por qu siempre he llegado a creer que a la seora Milena Yesenk le sobr amor hacia usted. Pero no fue la falta de amor de ella la que le derrot, amigo Franz, fueron las circunstancias y las adversidades que conjuraron contra los planes de ustedes dos. Fue su destino, amigo Franz. Pero tambin gracias a l, gracias a ese infortunio en el amor y en la vida misma... Nos legaste lo que conocemos de ti.

    Biblioteca Pblica El Tintal Manuel Zapata Olivella

    Monlogo de un vagabundoPobre de m que estoy en el edn que se desvanece por el matiz de la maana, lo que me recuerda la hora de entrada al desdn de mi alma, la cual se sumerge en un mar de miradas, delgadas, fras y turbias, que desaparecen cuando se diseminan las oscuras neblinas del polvo, que entre las lneas y una vista borrosa me lleva al cielo en busca de un coctel de mentiras.

    Despert entre mugre, desidia y unas cuantas miradas mientras mis pupilas dilatadas vean la tormenta, y yo como un pequeo nio recostado en el pasto, con los ojos entrecerrados, senta que las miradas cobraban vida y que las rejas de la indiferencia se convertan en indignacin de aquellos trascendentes que miran con asco y se sienten dioses a mi lado, al mismo tiempo que son uno de los tantos gusanos que pudre la fruta de mi vida, pasndome por el lado, mientras yo en una esquina, con el cartn que escucha mis plegarias y ve caer, caer y caer, me refugio de la lluvia y con una leve lgrima en mi mejilla me desahogo del diluvio de mi vida.

    Camilo Cern

    Con tan slo 13 aos, Camilo ha asistido a los programas de promocin de lectura y escritura para jvenes de la Biblioteca El Tintal Manuel Zapata Olivella, Taller de Creacin Literaria y Literatura y las Artes, donde desarroll este poema para acompaar una muestra de esculturas sobre la memoria de las vctimas en nuestro pas.

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    Germn Bez

    Usuario regular del Taller de Creacin Literaria de la Biblioteca El Tintal Manuel Zapata Olivella. En el cuento que incluimos en esta seleccin, Germn explora el universo de los dilogos a travs de un viaje por el tiempo.

    la historia. Algrese capitn Bones, usted junto con el profesor sern los primeros seres en viajar al pasado. Sus nombres quedarn escritos en la memoria colectiva de la humanidad. Este es un gran salto para la ciencia, y para la milicia

    Pero

    Pero nada, descanse bastante, unas 10 horas sern suficientes, y preprese para salir capitn. ES UNA ORDEN!

    Una orden, era una orden y por la tanto irrevocable o inevitable. De ser as lo consideraran traidor a la paz y lo condenaran al exilio en algn planetoide desrtico y olvidado. Miedo, lo que Bones tena era miedo. Miedo de morir intentando saltar en el tiempo. Hubiera preferido ser exiliado a cualquier lugar, en vez de ser enviado al pasado. Y si no volva? Eso era peor castigo que el exilio. Pero no volver no era tan preocupante como morir.

    Muchos antes que l lo haban intentado. Perecie.ron cercenados y mutilados, sus cuerpos explo.taron, se desintegraron antes de zarpar. Algunos sobrevivieron, pero nunca lograron rehacer sus vidas a causa de sus discapacidades. No quera vivir as, o morir sin mayor gloria, unindose a una lista de patticos soadores que no alcanzaron sus sueos a causa de no aceptar que la ciencia y el tiempo no se pueden vencer.

    Luego de desayunar algo ligero, Bones revis su intercomunicador personal. Un mensaje nuevo, con una luz roja titilando, resaltaba las palabras: URGENTE, ARCHIVO CLASIFICADO. Encabezaba la lista y no dejaba de emitir un leve sonido aturdidor. Bones lo ley, eran las instrucciones para su misin. Deba aceptarlas y no poda hacer nada. Agach la cabeza, en acto

    Encuentro en el Tiempo

    IBones se levant aquel da algo preocupado. La misin que le haba ordenado el Consejo Galctico no era nada fcil.

    Un viaje en el tiempo! exclam apenas le dieron la noticia.

    As es capitn. Hoy nos lleg el comunicado de que la mquina ya se encuentra lista.

    Pero, por qu yo? Debe haber alguien ms que se ofrezca a ir encantado.

    Usted capitn ha ganado todas las medallas al valor y al coraje por la institucin, sus misiones siempre fueron perfectas e irreprochables. Debido a que la misin es de extrema importancia, slo usted es el apropiado para realizarla. Se estn ultimando los preparativos. No demorarn en informarle cundo y a dnde viajara.

    Pero eso es imposible! volvi a exclamar exasperado. Por siglos se ha intentado y nunca se ha logrado.

    Imposible hasta ahora, pero vamos a cambiar

    de aceptacin y sumisin. Tom su maletn y sali en busca del profesor.

    IIManuel caminaba pensativo entre los trigales. No se poda explicar qu era lo que estaba sucediendo. Aquel da un buen sector del sembrado amaneci seco y quemado, como en otras ocasiones. Nadie en la regin se lo explicaba y los ms locos decan que era cuestin de extraterrestres.

    Extraterrestres! No puede ser se deca Manuel, es cuestin de otra clase.

    Tienes que creerlo hijo le contest el abuelo, yo los he visto.

    En serio! Mientras duermes?

    No te burles de m, Manuel. Fue cuando yo era joven

    Hace siglos

    Adems, qu otra explicacin le puedes dar?

    Qu s yo? A lo mejor, en esos sectores, la tierra es de otra cales, su alcalinidad es diferente y por eso los cultivos no prosperan.

    Qu alcalinidad ni qu diablos. Son extraterrestres Manuel, y yo no estoy loco. T mismo has visto las figuras

    Las figuras, s, Manuel haba visto las figuras. Cada vez que Manuel y su hermano menor Pedro suban al cerro, alcanzaban a divisar todo el pueblo, la hacienda de su familia y los campos de trigo. Los sectores secos tambin se divisaban y de qu manera! Formaban espirales y dibujos casi perfectos de simios y caracoles.

    Manuel haba visto las figuras, pero habra credo que al abuelo le faltaba un tornillo si la noche pasada no hubiera visto algo bastante raro. No poda dormir y sali de la cama a dar una vuelta, a ver si la noche le espantaba el desvelo. Estaba en la cocina tomando un vaso de jugo cuando la ventana, que daba al campo, se ilumin toda, con una luz tan brillante que Manuel no vio nada, y luego se volvi a apagar, casi de manera instantnea. Manuel sali corriendo al patio y alcanz a observar un disco desapareciendo en la nada. No lo poda creer. Pens que desvariaba, pero estaba seguro de haberlo visto. No soaba, estaba seguro, tanto que derram el jugo encima para verificarlo.

    Aquella noche Manuel se cambi el pijama y se fue a dormir prometiendo salir todas las noches a pescar luces y platos de colores. As como esta noche, en la cual pase en el campo. Llevaba media hora y tena entumidas las piernas. Decidi ir a dormir porque esta noche al parecer tampoco encontr nada.

    IIILa nave viajaba a gran velocidad. El Concejo Galctico tena razn, era un viaje bastante agotador. Bones y el profesor se dirigan al lugar ms desolado de la galaxia, para emprender el viaje que los llevara ms all de su infancia. Necesitaban estar lo ms alejados posible de todo rastro de vida. No podan cometer errores y sacrificarse en el olvido del espacio era parte de las precauciones a tomar.

    Capitn, levntese Capitn!

    Qu pasa Rice?Por qu me desconecta?

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    Estamos a punto de llegar. Tiene que apagar el rehabilitador antes de que nos detengamos.

    Acaso es tan peligroso?

    No es eso, la mquina necesita bastante energa para funcionar. Tenemos que apagarlo todo.

    Todo!

    S, todo.

    Hasta los intercomunicadores?

    Todo. Los intercomunicadores, los rehabilitado.res, los estabilizadores, los controles y mandos. Todo, hasta la nave.

    Pero y si nos ocurre algo?

    No va a ocurrir nada. No sea cobarde capitn.

    Bones estaba a punto de sufrir un paro fbico. Aunque la mquina temporal ya haba sido probada en varias ocasiones, nunca lo hicieron con seres vivos, y puesto que la energa de la masa corporal podra afectar la dinmica del platillo, los riesgos eran mortales. Si existiera algn modo de escapar en ese instante Bones no lo pensara ni dos veces, se alejara todo lo que pudiera de ese infernal sitio. Pero ya se haba embarcado en esa macabra aventura, no haba marcha atrs, le tocaba enfrentarse con su destino.

    Mientras apagaban todos los artefactos y preparaban el funcionamiento de la mquina, Bones pens en el profesor Rice, un don nadie que no tena ni ttulos ni reconocimiento de alguna clase. Un cientfico loco tras la bsqueda de la grandeza, que contaba con la suerte del presente. Aquel ser regordete y bajo, que bien podra pasar por un indigente, un cobarde traidor

    dispuesto a lo que fuera con tal de sobrevivir, y sin embargo no era as. Las cualidades de Rice eran excepcionales, estaba all dispuesto a cualquier peligro y amenaza, dispuesto a dar su vida con tal de ser recordado. Bones se sinti como un imbcil, haba estado actuando como un nio chiquito, caprichoso y grosero. Pero poda resarcir su error. De ninguna manera iba a dejar que el profesor lo superase. El capitn no iba a pasar como un cobarde ante nadie.

    Bones alzo su cabeza e irgui su cuerpo. Silenciosamente ambos ingresaron en el platillo. Se acomodaron en sus respectivos lugares y se amarraron cinturones por todo el cuerpo. Un salto csmico de aquella magnitud podra consumirlos. Deberan amarrarse bastante bien, sobretodo contando con la viscosidad de su cuerpo.

    Cuando estuvieron asegurados, el disco lenta.mente comenz su rotacin, luego gradualmente aceler su velocidad. Ms que una mquina del tiempo, aquello pareca un artefacto con el objeto de hacer vomitar a todo aquel que no lo lograse con el dedo en la boca.

    Por qu us una nave tan arcaica para fabricar su mquina? No pudo conseguir algo ms viejo? Uno de esos aviones prehistricos, por ejemplo.

    Quise utilizar una nave con la ltima tecnologa, pero extraamente este platillo, de los primeros modelos espaciales construidos, fue el nico que soport el salto temporal.

    Qu pas con los otros?

    Estallaron entes de funcionar, o nunca volvieron.

    Aaaahhhhhhhhhhhh!

    El platillo gir mucho ms rpido, consumi toda la energa de la nave que los llev hasta all. Pareca que tambin consuma la energa de las estrellas cercanas, porque poco a poco se fueron fundiendo. La oscuridad empez a tomar forma. El universo pareca el rincn ms oscuro de un sucio stano.

    Bones empez a cabecear, no poda creer que fuese a dormir de forma natural, nunca antes lo haba hecho. El sueo lo fue consumiendo. Las vueltas en la nave lo ponan sooliento. Rice resisti un poco ms. Bones no lo soporto, se durmi, Rice lo sigui.

    El platillo consumi la energa de los dos seres, gir mucho ms rpido que antes, pareca que iba a estallar, y de repente

    De la oscuridad surgi la luz, las estrellas se iluminaron de nuevo. El universo estaba como antes y el platillo haba desaparecido.

    IVHace poco haba anochecido. Las estrellas iluminaban la noche y el cielo despejado anunciaba que no iba a llover. Manuel an no quera volver a la casa cuando un ruido detrs de l lo asusto. Volvi rpidamente y con la voz agitada trato de gritar.

    Quin anda ah?

    Soy yo, tu abuelo. Te asust? Creste que los extraterrestres te iban a atacar?

    Tan chistoso, abuelo. No te burles de m. Ya tengo suficiente con los castigos de mi padre.

    Y te va a castigar ms fuerte si se entera de tus

    salidas por la noche. Por qu no te has ido a dormir?

    No tengo sueo, abuelo. Y por favor no le cuentes nada a pap. No quiero problemas.

    Si se entera no ser por mi boca. T mismo te buscas tu condena.

    No me sermonees abuelo.

    No es un sermn, es un consejo. Si no quieres problemas no te los busques.

    Yo no los busco, slo quiero saber por qu se queman los campos por la noche, es todo.

    Ya te lo dije, eso no est en nuestras manos. No podemos hacer nada. No trates de hacerte el hroe por algo que no vale la pena.

    Manuel estaba a punto de darle la razn al abuelo. Llevaba semanas saliendo por la noche y nada haba ocurrido. La nica noche en que no vigil fue cuando estuvieron hasta tarde en casa de su to. No pudo montar guardia. Pero era imposible que hubiese pasado algo precisamente la nica noche en que no estuvo. Crey que empezaba a enloquecer sin razn alguna. Decidi hacer caso del abuelo e ir a la cama. Sus cobijas lo esperaban en la cama y ya se encontraba cansado despus de tantos desvelos.

    Abuelo y nieto entraron en sus camas y las luces en la casa desaparecieron, como lento fue desapareciendo el brillo de las estrellas. Una por una se fueron apagando. Pareca que en el espacio sideral cada nio se hubiese puesto de acuerdo para apagar su lmpara al mismo tiempo. Oscura qued la noche, como oscuros quedaron el campo y la casa, perdidos en la lejana de las

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    grandes ciudades. La oscuridad fue an ms espesa aquella noche.

    Manuel enrollado en sus cobijas trataba de dormir. El abuelo ya dorma profundamente y sus ronquidos sobresaltaban hasta la piedra ms pequea en la granja. Manuel atento a la sinfona nocturna se extra cuando dej de orla. De pronto escuch una clase de explosin afuera. Salt rpido de la cama y en un instante estuvo listo en el patio para observar lo que suceda.

    Manuel, qu pasa? Por qu hay tanto ruido?

    Qu haces levantado, Pedro? Vete a la cama.

    No puedo dormir, aunque el abuelo ya no ronca, aqu afuera hay mucho ruido. No puedo pegar el ojo.

    Mira Pedro, si pap nos encuentra aqu afuera nos va a castigar toda una semana.

    Pero no es mi culpa. T estabas aqu primero, adems

    Adems qu?

    Pedro haba enmudecido, slo se limit a sealar detrs de Manuel. Manuel gir y tambin enmudeci. Se limit a observar la explosin de luces y humo que hubo sobre los trigales. Primero todo comenz como un pequeo punto, del tamao de una lucirnaga. Luego creci, las luces se entremezclaron y un destello luminoso ceg a los dos hermanos, momentneamente. Sus odos estuvieron a punto de estallar. El ruido aument intensamente, ms fuerte que el despegue de un avin, ms escandaloso que una sierra a toda velocidad, ms ttrico que el punto exacto en donde cay la bomba atmica en Hiroshima. El humo lo

    cubri todo. Era una argamasa espesa de materia gris, gaseosa y caliente. La luz desapareci, el ruido tambin. Las estrellas iluminaron, y el patio, la casa y el campo retornaron a su estado original en una noche despejada.

    VCuando el humo se disip revel la figura de un gigantesco plato con patas. Una espacie de compuerta se abri y aparecieron dos figuras extraas que surgieron del interior del aparato. Manuel se haba desmayado del susto. Pedro observaba atento a los extraos seres. Uno de ellos era bastante alto. Su cuello delgado y largo sostena una cabeza bastante grande, como grande deberan tener el cerebro, porque no posean pelo y su cara casi toda era frente. Sus extremidades tambin eran largas, al igual que sus dedos. El otro tipo era ms bajo y regordete, pero su cabeza era mucho ms gigantesca que la de su compaero.

    Hola pequeo se adelant a decir el profesor. Cul es tu nombre?

    Hola respondi Pedro, con tranquilidad. Me llamo Pedro. Y ustedes quines son?

    Mucho gusto Pedro. Yo soy el profesor Rice y mi compaero es el capitn Bones.

    Ah Mucho gusto.

    Mucho gusto contest Bones de mala gana, pues no le gustaban los nios y menos los del pasado.

    Ahora Pedro continu Rice serias tan gentil de decirme en qu ao nos encontramos?

    S, es el 2005.

    2005! Perfecto, la mquina funcion a la perfeccin.

    La mquina?Ustedes son extraterrestres?

    Claro que no, nio! Contest Bones. Los extraterrestres no existen, todo el mundo lo sabe. Adems, ese es un trmino muy despectivo.

    No pequeo, continu Rice nosotros somos hombres como t, o como l dijo sealando a Manuel, quien dormido en el piso, ahora comenz a roncar como su abuelo.

    Y por qu se ven diferentes?

    Lo que pasa es que nosotros venimos del futuro. Somos de millones de aos adelante. Y en el futuro los hombres evolucionamos, todos nos vemos as.

    Ah Como los micos y nosotros.

    Exacto, algo as!

    Y cmo es eso del futuro? Cmo se ve todo all?

    Es fantstico! Vers

    Mientras el capitn recoga pruebas de su viaje y escriba una especie de bitcora en su intercomunicador personal, sobre el avance de la misin, el profesor Rice conversaba con Pedro y la daba clase de historia. Con su peculiar manera de narrar las cosas, las demasiadas preguntas de Pedro a cada momento y la sinfona de ronquidos de Manuel, que ya amenazaba con superar a la de su abuelo, le explic que en el futuro el hombre colonizara el espacio exterior. Fabricara platillos

    voladores, como en el que llegaron, viajara a diferentes planetas y descubrira algunos con condiciones parecidas a las de la Tierra, en donde iniciaran puertos espaciales. Con el tiempo la tecnologa avanzara y por lo tanto la fisionoma del hombre tambin. La masa cerebral aumentara, y por lo tanto la cabeza tambin. El manejo tctil de las computadoras ayudaran a alargar los dedos de las manos y a desaparecer uas. Las extremidades tambin se estiraran y el hombre seria ms alto. Alguien como el propio profesor, bajito y gordo, sera considerado feo. La viscosidad en el cuerpo aparecera como medio de proteger la piel. El hombre al estar expuesto a nuevos y diferentes tipos de climas necesitara refrescarse, calentarse o protegerse de las adversidades cutneas, por lo que la viscosidad sera un gran alivio. Sus ojos tambin aumentaran, al mejorar la vista y la necesidad de usarla. Las orejas tendan a desaparecer, pero el odo se afinara mucho ms, parecido al de las ballenas. Los avances tecnolgicos los ayudaran a evolucionar, pero la colonizacin espacial tambin.

    Termin comentndole que el platillo que estaban viendo era muy antiguo, pero fue lo nico que le permiti hacer un viaje as. Eso era un gran avan.ce, con el tiempo su mquina se perfeccionara y no producira tanto miedo al llegar. Despus de conversar largo y tendido, Pedro y el profe.sor parecan viejos amigos, que se reencontraron despus de mucho tiempo. Bones estaba impa.ciente.

    Ah! Y por eso se sec el trigo.

    S, no saba en donde aparecera la mquina, y cuando la probamos por primera vez, al llegar aqu, se sec el trigo.

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    Pero no volver a ocurrir. Verdad?

    No, por supuesto que no. Voy a reprogramar las coordenadas, y sus campos no se quemarn nuevamente.

    Muchas gracias profesor!

    Qu pena interrumpirlos dijo Bones, pero ya debemos irnos doctor.

    Tiene razn Capitn. Pedro fue un gusto conocerte. Ahora debemos partir.

    Espero volver a verlo pronto, profesor.

    As ser. Cudate y se un chico bueno.

    Entre Bones y Rice alzaron a Manuel y, con ayuda de Pedro, lo llevaron hasta su cama. Se despidieron de Pedro y le hicieron prometer que no saldra de la casa, porque podra ser peligroso. Subieron al platillo y repitieron la ceremoniosa operacin de arranque de la mquina. Nuevamente se repitieron las vueltas, los giros, el sueo y la desaparicin.

    Pedro observ todo desde la cocina, observ a las estrellas apagarse una por una, a la oscuridad aparecer una vez ms, al plato girar hasta casi estallar, y de repenteDe la oscuridad surgi la luz, las estrellas brillaron de nuevo. El platillo desapareci y el campo de nuevo descans.

    VIPedro volvi a la cama algo excitado por la aventura que acababa de vivir y Manuel finalmente logr dormir aquella noche. El capitn Bones y el profesor Rice fueron recibidos con honores por el Concejo Galctico. La Comunidad de Cientficos por fin le otorg un reconocimiento al profesor y lo nombro el nuevo director del Departamento de Viajes Espacio.Temporales. El Consejo Galctico le ofreci al Capitn lo que fuera y Bones se limit a pedir que nunca lo enviaran de nuevo al pasado. Cambiar de poca lo atemorizaba.

    A la maana siguiente Pedro le cont todo a Manuel, pero l no le crey nada y le dijo que no se acordaba ni de las luces, ni del ruido, ni del humo. De todas maneras no volvi a salir por las noches, puesto que el trigo no volvi a amanecer seco. Pedro se conform con saber que su aventura era cierta, pero no la coment nunca ms a nadie, y el abuelo se extra mucho al encontrar viscosidades en la cocina, pues nunca supo de donde provenan.

    Biblioteca Pblica Julio Mario Santo Domingo

    armar un conflicto. Es slo que el fro de ahora ha cambiado de gusto, de sol en el aire, de luz en el viento, y vine a pedirle que ordene que tejan marrn el chaleco, o gris? Mejor dicho, el ao que viene regreso y le digo de qu color quiero pensar el futuro.

    CromticasLa diferencia entre el negro y el grises slo una pincelada de tristeza,entre el rojo y la sangrees slo una guerra,entre el amarillo y el soltan slo una gota de sudor,entre el anaranjado y la sedslo existe una fruta de distancia,entre el verde y la alegraapenas un desierto.

    Entre el azul y el cielola diferencia son las mentiras sobre Dios,entre el ocre y el ladrillola casa de un pueblo,entre el marrn y el cafun cigarrillo despus de almorzado el medioda,entre la transparencia y el vacola pus de andar solo.

    La diferencia entre pintar y pensares el color.

    Amlcar Bernal Caldern

    Tiene 60 aos, es ingeniero mecnico y con.sultor independiente. Estado civil: enamora.do de su esposa. Aficionado a la literatura, lector. Se han publicado sus poemarios So.los de retrucano, primer puesto en el VII Concurso Nacional de Poesa Ciudad de Chiquinquir, 1999, y La sal de los hoteles, segundo puesto en el concurso internacio.nal de poesa Miguel de Cervantes, Armilla, Espaa, 2001. Finalista en varios concursos nacionales e internacionales de relato y poe.sa. Cuentos y poemas han sido publicados en revistas literarias, peridicos y en Internet.

    El chalecoRecuerda usted, seor, que hace unos dos aos, 26 de mayo, lo dice el recibo, vine a su negocio para que me hiciera un chaleco azul? El recibo indica que mi recuerdo dej en anticipo diez mil pesos, qued pendiente un saldo y usted pas a deberle un chaleco de lana a mi talla de entonces. Le consta a mi fro. Despus, no lo dice el recibo, vine muchas veces por l, vano intento, y usted siempre dijo que el man que le suele tejer los chalecos an no lo traa, que lo perdonara y volviera otro da, que no era su idea romper compromisos, que no era su culpa, perdones y olvidos.

    Han pasado dos aos, seor, dos aos de fro, dos aos de culpa, dos aos de agujas que no tejen lana, perdones y olvidos. Y aqu estoy de nuevo. Pero no se preocupe: no vengo a cobrarle ni a

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    Giselle Andrea Bogoya Aguilln

    Estudiante de dcimo semestre de Trabajo Social en la Universidad de La Salle. Naci en Bogot el 8 de agosto de 1987. Desde hace 6 meses asiste al Caf Literario y al Taller de Creacin Literaria de la Biblioteca Pblica Julio Mario Santo Domingo. Desde que entr a la universidad ama la lectura, y fue all donde descubri su pasin por escribir. Adems, en la biblioteca ha encontrado un espacio propicio para seguir escribiendo y para poder mejorar da tras da.

    de la lluvia, no podra entender aquello que las nubes trataban de decirle.

    Por qu no haba pensado en eso antes? Todo tiene su idioma, no? Todo tiene su forma de escribir. Si los animales tienen sus propios sonidos, sus propios colores, y sus particulares olores con los que escriben y dejan mensajes en la tierra o en los troncos de los arboles, por qu el cielo no tendra una forma de escribir sobre el pavimento, los tejados, las sombrillas o las pieles?

    Qu se necesitaba para comprender la literatura de la lluvia que cae en su pelo?, pens Helena; se necesitar, tal vez, un sentido sumamente es.pecial, sensible, pero sobre todo abierto a lo des.conocido.

    Empez a escribir garabatos en los cuadernos que le regal su padre la Navidad anterior, empez como un capricho, una curiosidad, trataba de desarrollar ms su idea, trataba de encontrar algn cdigo comn entre la escritura de la lluvia y la del sol en los atardeceres. Captur algunos resfriados y se insol algunas veces tratando de descifrar, tratando de entender Poco a poco se olvid de s misma, se olvid de su propio idioma, ya no paseaba con su padre los jueves en la tarde y empez a faltar a clases.

    La ms tonta y ridcula obsesin le dijo su pa.dre a la trabajadora social de la universidad en la primera reunin familiar que tuvieron para resolver el problema de poca concentracin que presenta.ba Helena en cada semana que transcurra.

    La trabajadora social explic a Luis, el padre de Helena, que su hija, adems de no atender a las

    El idioma de la lluviaHelena iba para su casa en el autobs, afuera las nubes descargaban toda su rabia en forma de lgrimas, o eso pensaba ella, el cielo gris, como de pavimento, pareca hermtico e indescifrable.

    En una parada, mientras observaba a la nada, ensimismada en la msica, vio cmo en uno de los peldaos de metal de la estacin las gotas de lluvia se arrumaban en un movimiento extrao para ella, como si las gotas se atrajeran o repelieran mutuamente por razones ya predichas.

    Cada gota de lluvia hacia las veces de una letra, los grupos de gotas amontonadas formaban un prrafo y todo en su conjunto acompaado del sonido sordo del exterior formaba una hoja, cada calle un capitulo, cada ciudad un libro, todo el mundo una biblioteca.

    Era un manuscrito del cielo para los terrestres. Qu lstima que Helena no supiera leer el idioma

    clases y bajar su promedio, tena dificultades para entenderse con sus compaeros de clase. Segn relatos de algunos compaeros de Helena, a quienes la trabajadora social haba entrevistado, no le gustaba que hablaran ni hicieran ruidos, porque necesitaba escuchar el sonido de las hojas y el goteo de los grifos en los baos. Al principio pensaron que slo era una broma, algo para llamar la atencin, pero poco a poco se alejaron, dejndola sumida en su silencio profundo para escuchar lo que las cosas tuvieran que decirle.

    A pesar de los extremos a los que recurri Luis, los cientos de lugares a donde la llev a pasear, los siete muchachos apuestos que le present, Helena no prestaba mayor atencin a nada que no fuera desarrollar su idea. Ocho meses despus del viaje en el autobs, Helena dej de comer, por alguna razn oculta que no le confesaba a su padre ni a la trabajadora social.

    Cinco meses despus de dejar de comer, Helena muri en una clnica de reposo. Luis comenz a leer los cuadernos de su hija uno por uno, doce cuadernos completos pgina a pgina, escritos a puo y letra de su hija.

    En ellos hablaba del idioma de los cultivos de algodn, la electricidad y los mares, hablaba del deseo de las frutas por no ser comidas, slo deseaban madurar hasta pudrirse y caer al csped para morir a los pies de los rboles que les dieron la vida. Sera esa la razn por la que dej de comer?

    En los primeros renglones del primer cuaderno, Helena escribi: Cada chinita en los charcos del pavimento pareca el grito de una gota que se haca

    una con el charco. Cientos, miles, millones de chinitas gritando como una multitud agonizante. Luis se dej caer al suelo en la habitacin de su hija, apret fuertemente su pecho y comenz a llorar. Recordaba claramente, en un da de lluvia, mientras salan de un centro comercial, la historia de las chinitas que le cont a su hija; as le llamaban en el campo donde l creci a las gotas de agua que caen en los charcos y forman cientos de pequeas ondulaciones en el agua. Le haba dicho que para saber cundo dejara de llover trataban de contar cuntas chinitas caan; cuando stas tuvieran menos intensidad y cayeran en menor cantidad, pronto dejara de llover.

    En los cuadernos ella traduca lnea a lnea lo poco que logr comprender de lo que la lluvia le comunicaba. Segn el tamao de la gota, el lugar donde caa, la direccin de deslizamiento, el brillo y la rapidez con que absorba a otras gotas, podra traducirse como consonante o vocal; reunidas las gotas, a veces formaban figuras en las ventanas, en los abrigos mojados o en el pavimento, que podran ser desde un corazn hasta un gato montando en bicicleta.

    A Luis siempre le pareci ridcula aquella obsesin, maldijo a la madre de Helena por dejarlo solo criando a un ser tan complicado, un ser tan especial, tan sensible, que l nunca lograra comprender.

    En los ltimos cuadernos, Helena trat de desarrollar una teora que hablara sobre las consecuencias de la separacin de los cuerpos que cada vez reforzbamos ms los humanos; por causa de ello nunca entenderamos el idioma de todo lo que es diferente a nosotros mismos, incluso

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    ni siquiera entenderamos completamente los libros, cartas y ensayos de los dems humanos, as estuvieran escritos en el mismo idioma. Esto, debido a que todo lo que existe en el mundo, todo lo que llega a nuestros cinco sentidos, es filtrado inconscientemente con nuestras vivencias, lo amarramos a nuestro dolor y lo pintamos del mismo color de nuestra alegra.

    As mismo, cada letra en un libro, cada palabra impresa en la hoja grita un sentimiento distinto, una ecuacin nica en el mundo, todo un libro podra ser una multitud de historias desesperadas por hablar, pero que nadie entendera completamente, ni siquiera el mismo ser que las ha escrito, ya que la escritura tiene vida propia.

    Esa escritura que Helena nunca lleg a comprender le absorbi la vida, pero no fue en vano; en el ultimo cuaderno Helena dej una carta para su padre, una nota de despedida escrita con puo tembloroso En ella le deca a su padre que su muerte slo era un sacrificio ms para terminar de comprender el idioma de la lluvia; una vez muerta, su cuerpo ya no sera un estorbo, se fundira con la vida misma, podra encontrarse en una posicin ventajosa que le permitiese entenderlo todo, hablar todos los idiomas existentes, y entender incluso la forma extraa que l siempre tuvo de demostrarle su amor y dedicacin.

    Le pidi que no hiciera esfuerzos por entenderla, nunca lo lograra, y se le ira la vida en ello. Helena le escribi: deja que la vida fluya dentro de ti, deja que lo malo se evapore y que lo bueno eche races, deja que me quede eternamente dentro de ti, tatuada en tus venas con letras de amor, incomprensibles, pero sagradas.

    Jorge Pontn Caro

    Asistente al Taller de Creacin Literaria de la Biblioteca Pblica Julio Mario Santo Domingo. Con 69 aos de edad, haca mucho tiempo quera escribir, pero las ocupaciones laborales siempre se lo impidieron. Desde que se pension, hace unos ocho aos, se dedic a leer todo aquello que haba acumulado durante mucho tiempo, y adems a escribir. Aparte de algunos cuentos, actualmente trabaja en una novela.

    Agustinaque toda la vida es sueo

    Y los sueos, sueos son.Pedro Caldern de la Barca.

    Agustina Matiz de Pieschacn, desde muy nia, amaba entraablemente los animales. No llevaba el de por asunto matrimonial alguno, pues paradjicamente no tena relacin de matiz semejante, sino porque as era el apellido de su madre, y porque siempre lo prefiri al Mateus de su padre. Si por ella hubiera sido, habra comprado, para ella sola, un zoolgico completo, pero sus posibilidades econmicas, casi siempre rayanas en lo pauprrimo, se lo impidieron. Precisamente por esa precariedad permanente, nunca pudo, tampoco, tener animales domsticos, pues los lugares en que viva, habitaciones de inquilinato, se lo impedan inexorablemente. A su edad no haba conocido hombre alguno; es decir, s los haba conocido, pero nunca los haba usado. Cuando cumpli los 50 aos se hizo un regalo especial: fue a un concierto donde la orquesta de

    turno tocara unas obras cuyos nombres llamaron poderosamente su atencin: El Carnaval de los animales, de Camile Saint.Senz; la Sinfona La Gallina, de Joseph Haydn, y el concierto para flauta El Cardelino, de Antonio Vivaldi. Y como ella amaba los animales y el concierto le ofreca la oportunidad de escucharlos sinfnicamente, no dud un momento en comprar su boleta.

    Tanto el concierto como la sinfona, que escuch con atencin, no le complacieron mucho, pero el Carnaval, ese s que le gust. Eso s era msica! Eso s eran animales! Nunca pudo explicarse, sin embargo, por qu estaban ah los pianistas. Es que acaso son animales? Adems, le dieron un pequeo folleto (dizque programa de mano, lo llamaban, como si eso fuera un cine de novios), que le responda lo que quera saber sobre la msica: describa algunos animales como el cisne, la gallina, el canguro y algunos hemiones (estos s que le dieron duro a Agustina, que ni siquiera haba visto uno en su vida; ella que veneraba a los animales!). Los pjaros fueron claramente identificados por su fino odo, tal vez porque el ruiseor y los canarios eran los nicos animalitos que se poda dar el lujo de tener en su pequea alcoba con bao del barrio Lijac. Recordaba que una vez, haca muchos aos, un estudiante de acorden, obviamente costeo, haba llegado a vivir a la misma casa. Cuando el msico iniciaba sus ensayos, el diminuto canario empezaba a sobresaltarse, dando muestras de un claro disgusto. A esto se sum el hecho de que, sin lugar a dudas, Ass, el canario, comenz a cantar de una manera extraa y desagradable. A tal punto lleg esta situacin, que un da a Agustina se le llen la copa, y decidida fue a hacerle el reclamo al acordeonista.

    Seor Arregocs! Dijo iracunda, haciendo jarras con sus brazos en la cintura, como cualquier futbolista mamao a los 70 minutos del partido. Le ruego al favor de no seguir tocando ese horrible instrumento. No ve que me est desafinando el canario?

    El costeo se limit a cerrarle la puerta y el asunto termin ah. Bueno, en realidad, una semana despus, cuando el acordeonista se mud quien sabe para dnde. Das despus, Ass retomaba las tonalidades exactas en su canto de melancola.

    Fue al tercer da de haber estado en el concierto que Agustina empez a soar con El Carnaval de los animales. Y en esos sueos descubri que tena una memoria prodigiosa para la msica, pues recordaba exactamente cmo era la que corresponda a cada animal. La primera noche so con el len y su marcha majestuosa; se vio desfilando junto al melenudo felino, oronda y solemne como cualquier emperatriz. A la noche siguiente, so que se iniciaba, con el claro golpeteo de los macillos sobre el xilfono (ma