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LECCIÓN INAUGURAL CURSO 2003 / 2004 UNIVERSIDAD DE ALICANTE 3 de octubre de 2003

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LECCIÓN INAUGURALCURSO 2003 / 2004

UNIVERSIDAD DE ALICANTE

3 de octubre de 2003

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AlicanteISBN: 00-000-0000-0 – D. Legal: A-000-2003

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La responsabilidad de impartir lalección inaugural del curso2003-2004 en esta Universidad

de Alicante, de la que formo parte desde1981, me ha provocado sentimientosvariados. Además del agradecimiento a laautoridad académica de mi Facultad deFilosofía y Letras, y por supuesto de misatisfacción personal, la inquietud central fueelegir el tema a exponer, y sobre todotransmitirlo de forma adecuada. Así, entendíque esta lección debía conjugar miespecialidad docente e investigadora, que es laGeografía Humana, con contenidos de interéssocial para el auditorio que asiste a la aperturade este curso. Los cambios recientes,profundos, que experimenta la población deEspaña en sus principales variables, sin dudason un tema que despierta interés, y tambiénpreocupaciones en nuestro país, dados susimpactos sociales, económicos y por supuestodemográficos, tanto actuales como para elfuturo. Además, estos cambios y sus impactos,con algunas matizaciones regionales, afectanal conjunto del continente europeo. En estalección me detendré sólo en las tres variablesanunciadas en el título, precedidas de unaintroducción, es decir, los desequilibrioscrecientes en la distribución geográfica de la

población, la inmigración internacional, eldescenso de la fecundidad y el envejecimientodemográfico. Bien que las escalas de análisisgeodemográfico pueden y deben descender aldetalle, como los barrios, que son uninstrumento privilegiado para las políticasurbanas, o a segmentos demográficos, comolas poblaciones escolares, esta leccióninaugural presentará datos más globales,generalmente nacionales y provinciales.

1. Crecientesdesequilibrios en ladistribución espacial dela población española

El censo de población de España de 1-XI-2001 registra 40.847.371 habitantes1, quesuponen una notable mejoría en elcrecimiento demográfico nacional durante laúltima década: si en el intercensal 1981-91 lapoblación creció a razón de 0,31% anual,entre 1991 y 2001 lo ha hecho con 0,50%anual. Sin embargo, la novedad de esteúltimo incremento se encuentra en que se haproducido casi exclusivamente con la

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Vicente Gozálvez Pérez

Reflexiones sobre la nuevaGeodemografía de España

Inmigración. Fecundidad. EnvejecimientoVICENTE GOZÁLVEZ PÉREZ

Departamento de Geografía HumanaUniversidad de Alicante

1. Las cifras del Censo de Población de España de 1 de noviembre de 2001 están referidas exclusivamente a la población dederecho o población que tiene fijada su residencia habitual en España; en este Censo se ha suprimido la población de hechoque, junto con la de derecho, también figuraba en los censos anteriores desde 1877; la población de hecho es la que seencuentra en España en la fecha censal, con residencia habitual o no. Las cifras del último censo elaborado por el InstitutoNacional de Estadística, tienen carácter exclusivamente estadístico; el INE las considera como las que tienen «condiciones demejor aproximación posible a la población residente en España en el momento a que van referidas» (INE, 2002, p.7). Porello las cifras del Censo son las que el INE utiliza para las distintas elaboraciones estadísticas (proyecciones de población,encuestas por muestreo, cálculo de indicadores estadísticos en que intervenga la población, etc.). Sin embargo, las cifrasoficiales de la población de España y de sus distintas circunscripciones administrativas son las de las revisiones del Padrón deHabitantes a 1 de enero de cada año; su formación y actualización corresponde a los Ayuntamientos, aunque con lacoordinación del INE; como cifras oficiales, las del Padrón a 1 de enero de cada año son las que se utilizan a efectos legales,con funciones tan determinantes como designar el número de concejales u obtener la participación de los Ayuntamientos enlos tributos recaudados por el Estado, lo que a veces parece que puede provocar discordancias entre los Ayuntamientos y elInstituto Nacional de Estadística, pues los primeros pueden ofrecer cifras más altas.

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inmigración internacional (de extranjeros ytambién de españoles retornados), pues éstarepresenta el 85% de los casi 2 millones dehabitantes ganados entre 1991 y 2001. Enefecto, después del primer censo moderno deEspaña realizado en 1857, los incrementosdemográficos intercensales siempre tradujeroncon fidelidad las cifras del saldo natural(nacimientos menos defunciones). Por elcontrario, el saldo migratorio internacionalneto de los intercensales, siempre había sidonegativo hasta 1991. Así, las dinámicasnaturales y migratorias de España han tenidocomportamientos opuestos en cada uno delos dos últimos decenios: el saldo naturalalcanzó 1,5 millones de habitantes durante1981-90, contra sólo 300.000 en 1991-2000; por el contrario, el saldo migratorioneto internacional fue negativo en 1981-90 (-275.630 habitantes), mientras suma 1,7millones en 1991-2000.

La densidad demográfica de España en2001 –81 habit./km2- es muy baja entre lospaíses europeos occidentales, pero existenfuertes contrastes geográficos: Madrid y lamayor parte de las provincias litorales tienendensidades muy superiores a la medianacional, mientras en el interior de lapenínsula 19 provincias no alcanzan 40habit./km2, de las que 8 se sitúan entre 9 y20 habit./km2 (fig. 1). El vacío demográfico

más acentuado forma una gran área casicontinua en torno a Madrid, debido a queesta capital es el centro de inmigración másfuerte y persistente de España, aunque este“desierto demográfico” también fue vaciadopor la inmigración necesaria para laindustrialización del País Vasco, de Barcelonay de Valencia. Así, las 27 provincias delinterior de la península –excepto Madrid-censan una parte de la población nacionalcada vez más reducida: 44% en 1900, 38% en1960, 27,5% en 2001. Por el contrario, lasmayores densidades demográficas secorresponden con las áreas más urbanizadas, yde más antigua industrialización, sobre todolas provincias de Madrid y Barcelona, dondeactualmente se concentra más de la cuartapar te de la población española. Lasactividades turísticas litorales también hanprovocado fuertes concentraciones en losarchipiélagos y en par te del l itoralmediterráneo (urbanización, industria,agricultura intensiva).

La dicotomía demográfica entre ellitoral y el interior de España es un hecho yaantiguo, pero se ha acrecentadoconsiderablemente durante la segunda mitaddel siglo XX, cuando la franja litoralconcentra proporciones crecientes de lapoblación de España, sobre todo donde unasituación económica más favorable hagenerado inmigración. No obstante, lasprovincias litorales también padecen acusadoscontrastes demográficos entre lossuperpoblados municipios costeros, llanos ode piedemontes, y sus espacios interiores, queacentúan su despoblación en beneficio de loscentros litorales muy próximos. En estascomarcas interiores el desarrollo económicosuele ser insuficiente o incluso es inexistente einatendido en las políticas de ordenación delterritorio (Gozálvez, Palazón, 1993), aunquesean bienvenidas las muy tardías políticaseuropeas a favor del mundo rural, de sudesarrollo económico equilibrado y de la

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Finalmente hay que señalar que las cifras recogidas en la operación censal de 2001 están contrastadas con los ficherospadronales de la misma fecha, al objeto de evitar tanto las duplicidades residenciales de la misma persona, como lasomisiones de residentes por no haber podido ser contactados en la recogida censal (INE, 2002, p.8). En este sentido hayque señalar que los extranjeros censados como residentes en España a 1 de noviembre de 2001 suman 1.572.017, de los que360.181 son comunitarios. Por el contrario, según el Ministro del Interior, el número de extranjeros residentes en España a31-XII-2001 es de 1.109.060, de los que 325.534 son de la U.E.; es decir el Censo de Población ofrece acusadasdiferencias positivas respecto a la estadística del Ministerio del Inerior: 34.647 extranjeros más de la UE (+10,7%) y 428.310más del resto de países (+54,7%), sobre todo de países en desarrollo.

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protección de sus valores culturales ypaisajísticos, conjunto de acciones y políticasque en la última década conocemos como«desarrollo local» (Gozálvez, 2001a:31-41).

Los mapas con las variaciones anualesmedias de las poblaciones provinciales durantelas dos últimas décadas (1981-2001) (fig. 2),muestran dos grandes espacios con dinamismosdemográficos contrapuestos. Por una parte, 17provincias de la mitad norte peninsular hanpadecido disminución demográfica, confrecuencia intensa: Castilla y León es la regiónmás afectada, así como las provincias contiguasa ésta, es decir el interior de Galicia, Cáceres,Cuenca, Teruel, Huesca, el País Vasco litoral yAsturias. Las pérdidas demográficas del PaísVasco sin duda traducen su crisis industrial,pero en el resto de provincias la disminución

de habitantes se debe tanto al éxodo rural–municipios con menos de 10.000 habitantes-(Cuadro I) como a sus saldos naturalesnegativos (fig. 3 y 4), conseguidos por la sumade una natalidad muy baja y un mortalidadalta por envejecimiento. El segundo conjuntoterritorial tiene, por el contrario, incrementosdemográficos superiores a la media nacional(16 provincias en 1991-2001): son lasprovincias de Madrid y “su expansión” enToledo y Guadalajara, la mayor parte del litoralmediterráneo, los archipiélagos y las provinciasde la cabecera del valle del Ebro, aunque eneste último caso con volúmenes absolutosescasos. En la última década, los incrementosdemográficos en las provincias de la mitadnorte de la península dependen de los saldosinmigratorios, mientras que los crecimientos

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censales registrados en la mitad sur y en losarchipiélagos se suelen repartir entre los saldosnaturales positivos y los inmigratorios, que sonmucho más voluminosos. Así, durante elúltimo intercensal los incrementosdemográficos se superponen a las áreas demayor desarrollo económico ya dibujadas enlos años 1960 y 1970.

La dicotomía en el crecimientogeodemográfico de España posterior a 1960,así como para el futuro próximo, se puedesintetizar, por una parte, en una continuadadesertificación demográfica de las áreasrurales y, por otra, en la crecientemetropolitización. Estas redistribucionesespaciales de la población, junto con lasdistintas estructuras demográficas yeconómicas que las sustentan y que a su vezprovocan, requieren resaltar, evaluar y superarproblemas opuestos, o al menos diferentes, enlos distintos territorios.

Los desequilibrios en el repar toterritorial de la población incentivados por losprocesos sociales y económicos ocurridosdespués de 1960, sin duda se acrecentarán enel futuro próximo debido a las tendenciasdemográficas y económicas hacia laurbanización creciente, a lo que ayudará lainmigración internacional que se concentra enlas grandes aglomeraciones. Las regionesurbanas extenderán sus áreas de influenciafuncional y residencial, animadas por fuerzasatractivas (precios del suelo, calidad delpaisaje) y repulsivas (aumento de lasegregación social y deterioro del medioambiente en los centros urbanos). Por el

contrario, las regiones rurales con densidadesdemográficas ya muy bajas y con indicadoreseconómicos y demográficos negativos,continuarán perdiendo población.

En conclusión, la comparación de losmapas de densidades demográficas en 2001 ylos de las variaciones de la población censal yde sus componentes –saldo natural y saldomigratorio-, subrayan altas disparidadesdemográficas crecientes en España. Es decirelevadas concentraciones de población ypoblamiento sobre Madrid y los litorales delMediterráneo y archipiélagos, mientras en elinterior peninsular se consolida ladespoblación de estas provincias ya pocopobladas, que además acumulan el resto deindicadores demográficos negativos, es decirelevado envejecimiento, balance naturalnegativo y saldo emigratorio.

A resultas de las evolucionesgeodemográficas divergentes que hemosseñalado, que tienden a consagrardesequilibrios agudos, cabe la interrogaciónsobre la conveniencia de activar con másefectividad políticas de ordenación delterritorio que frenen tales evoluciones, paraasí restablecer los equilibriosgeodemográficos, económicos y socialesamenazados, dentro de los valores aceptadosen la actualidad. En cualquier caso, deacuerdo con las evoluciones recientes de ladistribución geodemográfica, hay que aceptar«que ignorar la demografía es peligroso paralos planificadores», aunque los demógrafosparece que tampoco han sabido ofrecer laspropuestas esperadas para los planificadores opara los interrogantes de la sociedad(Thumerelle, 1999:3). Sin duda, amboscolectivos, planificadores y científicos de lapoblación, deben esforzarse simultáneamente,los primeros convencidos de la utilidadpráctica de los estudios de población, en susdiversas escalas y variables, y los segundos conestudios rigurosos y más cercanos a laspreocupaciones de los planificadores y de lasociedad; pues sin duda alguna, la poblaciónes el fundamento y la finalidad de todapráctica de ordenación del territorio(Etchelecou, 1999), que siempre debeproponer mejoras para las condiciones de vidaactuales y futuras. En España los estudios depoblación están defendidos (Burriel, 2002;Vinuesa, 1995) en todas las normativaslegales sobre ordenación del territorio, es6

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decir tanto en las de escala estatal como en lasautonómicas y locales, de modo queoficialmente se da protagonismo a losestudios de población cuando se acometenacciones de ordenación del territorio; sinembargo, la efectividad real de tales estudioses con frecuencia dudosa. Además de lasvariables que intervienen en el dinamismodemográfico y de las estructuras demográficasy socioeconómicas de la población, tambiénse debe ofertar a los responsables de laplanificación territorial previsionesgeodemográficas que tengan en cuenta nosólo las continuidades de loscomportamientos demográficos, sino tambiénsus posibles rupturas (Merlin, 1999), con elobjeto de que se adopten las medidas deplanificación más adecuadas.

2. La inmigraciónextranjera, entre lanecesidad y el rechazocrecientes

La inmigración extranjera en España esuna «novedad geodemográfica» que haadquirido dinamismo hace menos de dosdécadas (Cuadro II). Aunque la presencia

relativa de extranjeros sobre la población totalde España aún es baja –3,24% en 2002- en elcontexto europeo occidental (5,4% en 1998),su incremento relativo en España durante laúltima década es el más alto entre los paísesoccidentales (SOPEMI, 2000). Además, elincremento real de extranjeros es mayor queel indicado por las cifras oficiales, según se

deduce a) de los elevados contingentes queviven en España en situación irregular, talcomo han demostrado las últimasregularizaciones extraordinarias hechas en2000 y 2001 (solicitadas por 598.867inmigrantes, sc. Ministerio de Trabajo, 2002),b) de las acusadas diferencias en número deinmigrantes de países en desarrollo quemuestran las cifras del Ministerio del Interiory las del Censo de población de 2001 (vid.nota 1), o c) de las continuadas noticias sobre“pateras” cargadas de inmigrantes que llegana diario desde las costas africanas.

Por otra parte, la aún baja presenciarelativa de extranjeros en España ha de sermatizada debido a su contrastado repartogeográfico, lo que puede influir en lasdiferentes percepciones sociales que sobre losinmigrantes pueda tener la poblaciónespañola. Como muestran los mapas (fig. 5 y

6) la distribución territorial de los inmigrantesse superpone a las áreas más pobladas deEspaña y con mayor dinamismo económico,es decir Madrid, Barcelona, l itoralmediterráneo y archipiélagos. Esta desigualdistribución geográfica de los extranjeros enlas provincias de España, también se produceentre municipios e incluso entre barriosurbanos.

Entre 1991 y 2002 el número deextranjeros residentes en España se ha 7

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incrementado con una media de 12,55%anual, aunque en el último año tal aumentosubió al 19,4%. Sin embargo, los extranjerosde países poco desarrollados, que son los queprovocan las mayores inquietudes socialesentre los españoles, aumentaron un 16% anualdurante la última década y un 23% entre 2001y 2002, igual proporción que los europeosdel Este. En total, en 2002 residenlegalmente en España 1.324.001 extranjeros,de los que 832.324 –63% del total- son depaíses poco desarrollados y otros 100.000 deEuropa del Este; los africanos, que según lasencuestas realizadas a los españoles son losextranjeros más difíciles de integrar, suman366.518.

Este acelerado incremento deinmigrantes no comunitarios que soportaEspaña, se apoya fundamentalmente en lasregularizaciones extraordinarias de los que seencuentran en el país en situación irregular:así, las cinco regularizaciones que se hanrealizado en España en 1985, 1991, 1996,2000 y 2001 fueron solicitadas por 797.779inmigrantes. Estos acelerados incrementos deinmigrantes en un país que nunca habíarecibido volúmenes significativos de estosextranjeros, junto a sus frecuentesconcentraciones en hábitats marginales, tanto

en medio urbano como rural, susinestabilidades laborales, su acceso a Españafrecuentemente irregular, entre otras causas,contribuyen a alimentar cierta inquietud enla sociedad española ante esta inmigración ysu problemática integración. Estaspercepciones sociales negativas de losespañoles respecto a los inmigrantes quedancorroboradas en las encuestas hechas a losespañoles y también a los propiosinmigrantes.

2.1 Las políticas de inmigración:el control de fronteras y la integraciónde los inmigrantes

Las políticas de inmigraciónextracomunitaria de España, y también delresto de la Unión Europea, tienenactualmente dos grandes objetivos, aunquedifíciles de conseguir a satisfacción de todoslos interesados. El objetivo primero es el deregular los flujos de inmigración, de acuerdoa las necesidades y/o posibilidades de nuestromercado laboral. Los frecuentes cambios ennuestra legislación sobre inmigraciónextracomunitaria o las regularizacionesextraordinarias de inmigrantes, son biensignificativas de las dificultades que hay enEspaña para controlar la inmigraciónirregular.

Sin embargo, estas políticas de controlde flujos migratorios, que son necesarias, nosuelen alcanzar la totalidad del problemamigratorio internacional, pues éste tiene dospuntos extremos en el espacio, es decir ellugar de origen y el lugar de destino delinmigrante, y es preciso que ambos seantenidos en cuenta: es decir, no basta concontrolar la inmigración sólo en nuestrasfronteras, pues para los migrantes son muchomás determinantes para su expatriación losfactores que los expulsan de sus lugares deorigen, casi siempre las diferencias económicasexistentes y percibidas por el migrante entre ellugar de origen y el de destino.

Así, en 2001 el producto nacional brutopor habitante en paridad de poder de compraes en Marruecos de 3.500 dólares USA, entorno a 1.000 en el África Subsahariana ocercano a 7.000 en América del Sur, mientrasen España es casi de 20.000 dólares y en tornoa 25.000 en la mayor parte de los países de laUE (INED, Populations et Sociétés, nº392,8

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juillet-août, 2003). La mejora de los niveles devida en los países emisores de nuestrosinmigrantes, se ve dificultada, entre otrascausas, por sus fuertes crecimientosdemográficos a resultas de sus transicionesdemográficas. En efecto, estos países endesarrollo han conseguido reducir mucho sustasas de mortalidad –con ayuda sanitaria de lospaíses desarrollados y también por la granjuventud demográfica de su población-, perosus tasas de fecundidad permanecen muy altas–en 2003 aún es de 5,2 hijos por mujer para elconjunto de los 861 millones de africanos(INED, 2003)- o han descendido muyrecientemente, con lo que el fuertecrecimiento natural conseguido hace pocosaños son los emigrantes actuales. Además, enestos países menos desarrollados aumenta demodo extraordinario su urbanizacióndemográfica o tasas de población residente ensus ciudades, que son plataformas privilegiadaspara la emigración internacional. Así, laspolíticas de inmigración de los países másdesarrollados deben ocuparse, no sólo de lanecesaria regulación de la inmigración ennuestras fronteras, sino de lo que es muchomás importante y a la postre remedio a lasmigraciones no deseadas, el desarrolloeconómico, social y político de los países deemigración.

El segundo gran objetivo de las actualespolíticas de inmigración en los países europeosoccidentales es la integración de losinmigrantes que residen en estos países, todoscon presencia significativa de extranjeros depaíses en desarrollo y, además, en rápidocrecimiento.

El término «integración» suele estarasociado a los inmigrantes que proceden depaíses menos desarrollados. Esta integración esun hecho social difícil de delimitar y, porsupuesto, de medir. En general se acepta quela integración supone igualdad de deberes, dederechos y de oportunidades entre extranjerosresidentes y nacionales, siempre que nosrefiramos a grupos sociales homogéneos.

La complejidad que conlleva medir laintegración –o seleccionar los indicadorespara ello- se acrecienta debido a las diferentesetapas recorridas por los inmigrantes en elpaís de llegada, o por la heterogeneidad de loscolectivos extranjeros, singularmente por susdiferentes culturas, religiones, razas, etc.,como de hecho sucede entre los dos

principales colectivos que residen en España,africanos y latinoamericanos. Además, a lasnotables diferencias de grupo, se añadenacusadas diferencias individuales (p.e. eninstrucción, edad del inmigrante al llegar alpaís de acogida, número de años que vive enel país de inmigración, etc. Así, la integraciónes un proceso que necesita un periodotemporal largo del inmigrante en el país dellegada, de modo que los indicadores paramedir el grado de integración deberían seraplicados con preferencia a los hijos de losinmigrantes nacidos en el país de acogida(Garson, J.P. et Thoreau, C., 1999; Dewitte,Ph., 1999; Aparicio, R. y Tornos, A., 2001).

Las políticas de integración sonnecesarias pues se presupone que las cuantiosascolonias de inmigrantes de países en desarrolloresidentes en Europa occidental tendrán unainstalación durable, se incrementarán en elfuturo próximo –por nuevas llegadas y porcrecimiento natural- y, por el contrario, cadavez son más frecuentes las manifestaciones dediscriminación y de rechazo a estos colectivos,singularmente los africanos.

Por otra par te, la igualdad deoportunidades entre inmigrantes y nacionalesque conlleva la integración, en España pareceestar lejos de una situación satisfactoria. Lasdificultadas para la integración pueden contarentre otras causas, con lo reciente y aceleradode la inmigración en un país sin tradición deinmigrantes, con las dificultades en sumercado laboral, con la frecuente situaciónirregular del inmigrante, con su aún escasareagrupación familiar, con las diferenciasculturales y religiosas, con el frecuente trabajoy vivienda precarios del inmigrante, etc.

Las discriminaciones contra laintegración de los inmigrantes en la vidacotidiana, en el trabajo, en el acceso a lavivienda, etc., son denunciadas en todas lasencuestas realizadas a los españoles cuando seles pide opinión respecto a los extranjeros depaíses no desarrollados que residen enEspaña. Tales discriminaciones sonobviamente corroboradas en las encuestasrealizadas a los propios inmigrantes. Por otraparte, las situaciones de discriminación hacialos inmigrantes de países en desarrollo seproducen en toda Europa occidental, puesaquéllos suelen ser percibidos como difícilesde integrar, lo que se apoya en una supuesta 9

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distancia cultural, singularmente cuando setrata del islam (Dewitte, Ph., 1999:9).

Los españoles han aumentadorecientemente su rechazo hacia losinmigrantes, según se desprende de lasencuestas realizadas a los propios españoles2.Por otra parte, los inmigrantes encuestados enEspaña muestran opiniones pesimistas sobresus posibilidades de alcanzar igualdad deoportunidades respecto a los españoles, aunqueparece que han aumentado su “preparación”para alcanzar mayor integración.

Entre las cinco causas que más impidenla integración, las encuestas realizadas a cadauno de ambos colectivos, españoles einmigrantes, coinciden en destacar lassituaciones de irregularidad del inmigrante,dificultades en el dominio del idioma y elracismo de los españoles. Por su parte losinmigrantes destacan en solitario susdificultades en el trabajo y en el acceso a lavivienda, y los españoles las costumbresdiferentes y la religión musulmana de parte delos inmigrantes. A los inmigranteslatinoamericanos no les afectan, obviamente, nilas dificultades en el idioma ni la religión, conlo que sus posibilidades de integración sonmuy ventajosas frente al otro colectivo másimportante de inmigrantes en España, losafricanos, y específicamente los norteafricanos,que son los inmigrantes menos valorados y demás difícil integración según las encuestasrealizadas a los españoles (Gozálvez, 1998b), almismo tiempo que son los inmigrantes que seautocalifican como menos integrados en lasociedad española y el que se ve más rechazadopor los españoles (Díez Nicolás, 2002).

España es uno de los países europeosoccidentales que más tardíamente se haconvertido en país de inmigración, lo que sitúasu tasa de extranjeros en valores aún bajos. Sin

embargo es mucho más destacable elincremento de extranjeros en España, puesdurante la última década, éste es el más alto deEuropa. El fuerte incremento de la inmigracióna España desde países en desarrollo,previsiblemente continuará, sobre todo desdeÁfrica. Los motivos, entre otros aspectos, sedeben a que permanecerán vigentes las dosgrandes causas de esta inmigración: profundasdiferencias en desarrollo económico y social yacusada presión demográfica en los países deorigen, además de la «inmigración deseada»debido al previsible déficit de mano de obra enEspaña, según se deduce de la pirámidedemográfica actual.

Ante esta perspectiva de inmigracióncreciente y prolongada, las políticas deinmigración se vislumbran difíciles, dados loscomplejos equilibrios que han de entrelazar.Además del necesario control a la entrada deinmigrantes, las políticas de inmigración hande tener en cuenta la necesidad creciente enEspaña de mano de obra extranjera (dadosnuestros indicadores de muy baja fecundidaden situación estable y envejecimiento muyelevado y en rápido incremento), aportarsoluciones para el creciente deterioro delbinomio integración-xenofobia hacia losinmigrantes, así como cooperarinternacionalmente de modo eficaz en eldesarrollo de los países obligados a exportarparte de su mano de obra.

3. Descenso reciente yacelerado de lafecundidad

Los cambios muy recientes en lafecundidad y el envejecimiento de la

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2. Los indicadores de discriminación de los españoles contra la integración de los inmigrantes, se han obtenido de encuestasrealizadas recientemente tanto a españoles como a los propios inmigrantes. Las primeras son: 1) El «barómetro» realizadopor el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid) en febrero de 2001. 2) El Estudio nº 2.257 «Juventud eidentidad nacional» realizado por el CIS en septiembre de 1997; son 2.437 entrevistas a jóvenes españoles de ambos sexos yedades entre 15 y 29 años de edad. 3) El Estudio nº 2.214 «Actitudes ante la inmigración», realizado por el CIS en juniode 1996, son 2.500 entrevistas a españoles de ambos sexos de 18 y más años de edad, y 4) Una serie de 11 encuestas«Actitudes ante los inmigrantes», dirigidas por el Prof. J. Díez Nicolás, realizadas durante los años 1991 a 2000, sobre unamuestra de 1.200 personas de ambos sexos de 18 años y más. Las encuestas realizadas a inmigrantes que residen en España yque utilizamos en este estudio son: 1) Encuesta realizada en el año 2000 por el Dr. J. Díez Nicolás, a 750 inmigrantesagrupados en cuatro áreas de procedencia (norteafricanos, africanos de raza negra, latinoamericanos y asiáticos). 2) Dosencuestas realizadas a inmigrantes africanos residentes en ocho provincias de la España mediterránea, entre Girona yAlmería; la primera se hizo en 1991-1992 a un total de 498 marroquíes y 116 senegaleses; la segunda se hizo en 1999-2000a 540 africanos (de los que 394 marroquíes); ambas encuestas fueron realizadas por profesores del Departamento deGeografía Humana de la Universidad de Alicante. 3) Encuesta realizada por el CIS (Estudio nº2.216) en 1996 a 1.981extranjeros en situación irregular y que solicitaron ser regularizados ese año.

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población española son tan novedosos en lahistoria demográfica de España como el de lainmigración extranjera, y por supuesto son demayor importancia y trascendencia para lademografía y economía del país, aunque susefectos sean menos inmediatos y supercepción directa menor que en lainmigración. Tal vez por ello lasconsecuencias del descenso fuerte y aceleradode la fecundidad y del aumento rápido delenvejecimiento hayan merecido hasta elpresente atenciones más “tranquilas” y menosfrecuentes por parte de nuestros políticos ytambién de los medios de comunicación.Estas posiciones de cierta despreocupaciónsocial contrastan con los hechos: España esuno de los países europeos occidentales conmenor fecundidad y con mayorenvejecimiento, y sin grandes posibilidades decambios sustanciales en estas dos variablesdemográficas (INED, Population et Sociétés,nº392, juillet-août 2003).

El descenso de la fecundidad en Españase produce siguiendo una tendencia generalque afecta a todos los países de Europaoccidental, pero al igual que ocurre con otrasvariables demográficas, el descenso de lafecundidad española es algo más tardío ysobre todo mucho más intenso, con lo que seacentúan los desequilibrios entre los gruposde edades.

La fecundidad de las mujeres españolesexperimenta una ruptura en 1977: desdecifras muy altas comparadas con el entornoeuropeo, se cambia a un descenso muyacusado que mantiene a España con lafecundidad más baja de la Unión Europea. Elíndice coyuntural de fecundidad o número dehijos por mujer se situaba en torno a 2,80entre 1970 y 1976, mientras la cifra más bajase alcanza en 1998 con 1,16 hijos por mujer;en el año 2000 el índice se ha elevadoligeramente, a 1,23, pero continúa como elmás bajo de la UE. Las cifras de número dehijos de los países de la UE en 1976, 1991 y2000, reflejadas en el cuadro III, nos ilustranbien sobre el hundimiento de la fecundidadespañola durante los años 1980 y supersistencia en tal situación, tendenciaseguida muy de cerca por Italia y Grecia. Encifras absolutas, los nacimientos registrados enEspaña han disminuido desde 677.456 en1976 a 365.193 en 1998 (-46%), mientras elligero aumento de nacidos que se registran en

1999 y 2000 (397.632 nacimientos) se debeen parte a las madres extranjeras (24.644nacimientos en 2000) y tal vez al efecto decambio de milenio. La tasa de natalidad deEspaña, que era de 18,85 por 1.000habitantes en 1976, se ha reducido a 9,73 en2000, aunque el mínimo se produjo en 1996con 9,23; por su parte el aumento progresivode la tasa bruta de mortalidad a consecuenciadel envejecimiento, alcanza 8,82 por 1.000habitantes en 2000, lo que deja un saldonatural de sólo 0,91 por 1.000 ó 37.241habitantes para el conjunto de España.

Entre las causas principales queexplican el descenso de la fecundidad hay queseñalar: el aumento de la edad media deacceso al matrimonio, pues entre 1979 y2000 las mujeres españoles han retrasado elacceso al matrimonio 5,13 años (28,70 añosde edad en 2000) y los varones 4,76 años(30,94 años de edad). Ello ha provocado quelos “tradicionales” grupos de edad másfecundos de la mujer, los de 25-29 años y losde 20-24 años, han sido sustituidos por los de30-34 y en parte por el de 35-39, que inclusoaumentan su tasa de fecundidad durante ladécada de los 1990, aunque estos incrementoson débiles y no se reflejan en las cifras totalesde fecundidad (Gozálvez, 2001d).

Así mismo, hay que destacar comocausas principales del descenso de lafecundidad las nuevas valoraciones de lasrelaciones entre fecundidad y vida laboral dela mujer y/o de la pareja, la educación y elbienestar esperado, tal como ponen demanifiesto las encuestas de fecundidad ynumerosos estudios (Gozálvez, 1998a;Parant, 2000b). Según la encuesta defecundidad de España de 1985, las mujeresespañolas más proclives a cambiar 11

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positivamente su fecundidad mediante lacorrección positiva de la situación económicade la familia, eran las que vivían en mediourbano, las más jóvenes, las más instruidas ylas que trabajan fuera del hogar, que sonprecisamente los colectivos más numerososdel país, o los que se encuentran en situaciónde incremento.

La mejora económica de las parejasjóvenes en los países desrrollados tiene causasque arrastran con fuerza al descenso de lafecundidad, y otras que, por el contrario,podrían incentivar la fecundidad. Así, esevidente que el trabajo femenino fuera delhogar es el principal medio para mejorar lasituación económica del hogar, y como esbien conocido esta actividad y la cualificaciónprofesional de la mujer -tan directamenterelacionada con el incremento de su nivel deinstrucción universitario o técnico- conllevanretrasar el primer hijo, lo que es conseguidomediante el uso de anticonceptivosmedicalizados. Tanto el retraso importantedel primer hijo –que reduce el periodo fértil-,como la compatibilidad de la maternidad y eltrabajo fuera del hogar, provocan la reducciónno del primer hijo, sino de los de rangosiguiente, sobre todo a partir del tercero. EnFrancia se ha valorado que la mitad de lareducción de su fecundidad proviene de ladesaparición casi total de los hijos nodeseados, y la otra mitad de la reducción delos hijos deseados (Calot, 1986). De estamanera, se puede valorar el descenso de lafecundidad, como un efecto de lamodernización de la sociedad, del aumentode la instrucción de la mujer y las aspiracioneseconómicas de las parejas jóvenes.

Sin embargo, conseguir esa mejoraeconómica que conlleva casi necesariamenteel trabajo femenino fuera del hogar, tambiénrequiere contribuciones significativas delEstado en forma de prestaciones familiares, demodo que se concilie mejor la vida familiar yla vida profesional, particularmente conayudas a la infancia. En la Unión Europeaestas prestaciones son muy desiguales segúnpaíses. Así, las prestaciones a las familias y a lainfancia medidas en porcentaje delpresupuesto total de gastos de protecciónsocial, según datos del Eurostat de 1999,tienen una media en la UE del 8,5%, mientraslos extremos se sitúan en 15,5% en

Luxemburgo y en 2,1% en España (Sullerot,2003; Chesnais, 2002).

Aunque la fecundidad es, en general,independiente de la legislación en vigor, y lascomparaciones entre nivel de fecundidad ygastos sociales a favor de la familia y los niños,no pueden dar conclusiones determinantes,de hecho estas correlaciones no parecenneutras actualmente en la UE: así, España eItalia, tienen los valores más bajos en ambasvariables, mientras Francia, Irlanda, Finlandia,Dinamarca y Luxemburgo tienen los valoresmás altos en fecundidad y en protección social(Sullerot, 2003), aunque las fecundidadesmás altas en ningún caso alcancen el nivel dereemplazo de generaciones (2,1 hijos pormujer). Así, son frecuentes los autores quehan señalado recientemente cómo lasfecundidades más altas de la UE secorresponden con los países que hanconseguido los mayores éxitos en la igualdadde sexos y en la actividad laboral femeninafuera del hogar acompañada de una políticasocial que facilita la conciliación entre la vidafamiliar y la vida profesional de la mujer(Prioux, 1998). En este sentido se solicita«repensar la política de la infancia» y adaptarlaa los cambios estructurales del último mediosiglo, cuando en términos demográficos haterminado el mundo rural y se ha modificadoprofundamente el estatus de la mujer y delniño. Esta nueva política de la infanciadebería tener en cuenta la dimensióneconómica del niño, desde su nacimientohasta su independencia, que en altaproporción está precedida de costososestudios universitarios; la dimensióntemporal, pues el recién nacido exige muchoempleo de tiempo de unos padres quefrecuentemente ambos son asalariados, y ladimensión espacial, pues el hábitat urbano esreducido y costoso, aunque la dimensiónespacial, además de la vivienda, también debeenglobar las escuelas, parques, áreas de juegosy de deportes y la dotación de personalcorrespondiente (Chesnais, 2002).

El mapa provincial de fecundidad delaño 2000 muestra cómo en España aúnpersisten las conocidas diferencias defecundidad entre el norte y el sur (Gozálvez,1989; Gozálvez, 1998a), aunque continúa elavance hacia una homogeneización de lafecundidad en valores muy bajos: si en 1976los índices extremos entre provincias daban12

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una diferencia de 1,8 hijos por mujer, en1985 tal diferencia se ha reducido a 0,92, en1994 a 0,73 y en 2000 a 0,59 (fig. 7,Cuadro IV). 27 provincias tienen fecundidadinferior a la media nacional, que es de 1,23

hijos por mujer, entre las que destacan las 9provincias que cubren el NW del país quetienen menos de 1 hijo por mujer, área enproceso de expansión pues las 5 provinciaslimítrofes sólo registran 1 hijo por mujer;esta amplia zona se superpone con la queacumula todos los indicadores demográficosmás negativos de España, es decir mayorenvejecimiento, saldo natural negativo,disminución demográfica. En el año 2000han desaparecido completamente lasfecundidades más altas que implantaron enlas áreas industriales las migraciones detrabajadores desde la mitad meridional de lapenínsula, que tan bien se reflejaban en elmapa de fecundidad de 1976: entoncesdestacaban las altas fecundidades de Madrid,País Vasco, Valladolid, Pontevedra, Valenciao Alicante (entre 2,8 y 3,0 hijos por mujer),aunque la actual mayor fecundidad deGuadalajara (1,32 hijos por mujer) y Toledo(1,28) sí tienen que ver con la expansiónindustrial desde Madrid y la inmigraciónjoven que acompaña. Resulta llamativa lafecundidad actual de Cataluña algo superior ala media nacional en sus 4 provincias, sobretodo en Girona (1,34) y Tarragona (1,32),sin duda ayudada por las madres extranjeras(11,2% de los nacimientos de Cataluña en2001, frente a 8,2 de media nacional (INE,Cifras INE, 2002), aunque los nacimientosde madre extranjera aún alcanzan másimportancia en Baleares (14,1% del total) yen Madrid (14,9%), lo que no impide que lafecundidad de la última provincia se quedesólo en 1,19 hijos por mujer. En lasprovincias de la mitad sur de España sesobrepasa la fecundidad media nacional,aunque la máxima sólo alcanza a 1,42 hijospor mujer en Murcia; las regionesmeridionales de España aún continúansiendo las de mentalidad más natalista, segúnqueda registrado en las encuestas defecundidad, cuando se interroga a las mujerescasadas o con pareja expuestas al riesgo deembarazo: en estas regiones es donde lasmujeres desean tener más hijos, en lo queparece influir, entre otros factores, la menorinstrucción de la mujer en edad fecunda(Gozálvez, 1998a; Gozálvez, 1989), lo queparece determinante cuando las mujeres sólotienen instrucción primaria o un nivelinferior. 13

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4. Un envejecimientodemográfico rápidoy con crecimientoprolongado

El envejecimiento demográfico es eltercer tema de los que considero másimportantes en la nueva geodemografía quepresenta España en el cambio de siglo. Noobstante, este orden en absoluto le restaimportancia respecto a la inmigraciónextranjera o a la baja natalidad, inclusoafirmaría que el envejecimiento es la variabledemográfica más importante para el futuro denuestra sociedad del bienestar.

El envejecimiento demográfico enEspaña supone elevadas y crecientesproporciones de población con 65 y más añosde edad, es decir población dependienteeconómicamente, y cada vez más tambiéndependiente físicamente dados elalargamiento de la vida, sobre todo porencima de los 75 años de edad (que ademásprovoca aumento de soledad entre los másviejos) y las nuevas estructuras familiares (máshogares monoparentales, asalariados los doscónyuges, menos posibilidades de solidaridadintergeneracional).

España, con más del 17% de supoblación con 65 y más años de edad en2001 (tal proporción era del 11,2% en 1981),se sitúa entre los países más envejecidos delplaneta; tal proporción de viejos superaampliamente a la de la población con menosde 15 años de edad que es de 14,52 %, esdecir en España en el año 2001 por cada 100personas mayores de 65 años hay sólo 85niños menores de 15 años de edad.

El envejecimiento tiene dos causas: unaes el aumento de la esperanza de vida oenvejecimiento por la cúspide de la pirámidede edades, que progresa lentamente, sobretodo en las sociedades más desarrolladas. Estees un envejecimiento por definiciónbienvenido, pues es resultado del progreso ydel bienestar, que es lo que persiguen todas lassociedades, aunque ello suponga aumentarcada vez más el gasto público en pensiones ysanidad, mientras los contribuyentes puedendisminuir. En 2003 (INED) la esperanza devida al nacer en España es de 76 años para los

varones y de 83 para las mujeres, que se sitúanentre las más altas, sobre todo en las mujeres.La segunda causa de envejecimiento, la másimportante cuantitativamente para España ytambién para el conjunto de Europa, es debidaa los cambios bruscos que ha experimentado lanatalidad durante la segunda mitad del sigloXX: En este sentido, la causa delenvejecimiento más conocida popularmente esel descenso persistente de nacimientos que seaceleró en España después de 1976 y queconlleva aumentar la proporción de ancianossobre la población total. Sin embargo, esteaumento del envejecimiento también seacelerará por la elevada natalidad que hubo enEspaña después de 1950, que en su momentohabrá de cruzar el umbral de 65 años de edad;como muestra la pirámide demográfica (fig. 8),destacan las abultadas generaciones nacidas

entre 1955 y 1976 que llegarán a población“vieja” entre 2020 y 2040, ayudadas por elaumento de la esperanza de vida que afecta atodas las edades, incluidas las más jóvenes. Esasí, cómo las natalidades elevadas del pasado,ayudadas por el progreso, se convierten, 65años después, en fuente importante delenvejecimiento acelerado.

En consecuencia, los desequilibriosentre población económicamente activa ypoblación jubilada se acentuarán en el futuro,aunque podrán ser corregidos por lascompensaciones que aporten la inmigraciónde mano de obra extranjera y el aumento de latasa de actividad laboral femenina, ya que porahora es difícil pensar en un aumento

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significativo de la fecundidad. De todosmodos hay que tener en cuenta que elfuncionamiento de los sistemas sociolaboralesactuales se ha realizado con poblaciones“progresivas”, es decir con poblaciones encrecimiento, sobre todo en su grupo deadultos (activos) y de jóvenes (futurosactivos), mientras que por el contrario, segúnmuestra el per fil de la actual pirámidedemográfica, la evolución durante el próximomedio siglo se prevé con estancamiento y/oregresión de la población en edad activa yaumento acelerado de población con más de65 años de edad. La “salud por lainmigración” a la falta de mano de obra y alenvejecimiento demográfico despierta, sinembargo, serias dudas sobre sus posibilidadesde cubrir los déficits demográficos de lospaíses europeos más envejecidos (Parant,2000a; Thumerelle, 2000).

Los cambios que experimenta Españaen la inmigración extranjera es un hecho quela sociedad percibe a diario, ayudada por losmedios de comunicación; también es bienconocida nuestro hundimiento repentino ypersistente de la fecundidad, pero no lo estanto sus consecuencias en el envejecimientoacelerado, que además cuenta como aliado laselevadas natalidades que tuvo España hasta1976 y el crecimiento de la esperanza de vida,que al afectar a todas las edades hace quelleguen a la edad de jubilación generacionescada vez más “intactas” y permanezcan mástiempo como población jubilada. Así, elprogreso y la búsqueda de mayor bienestar esla causa más directa del envejecimiento,aunque éste se ha acelerado por la rupturabrusca en los comportamientos de lafecundidad después de 1976. Así, al liderazgode España entre los países europeosoccidentales en tasas de crecimiento deinmigración y en descenso de fecundidad, seañade el liderazgo en envejecimiento, queprevisiblemente se prolongará, como hemosdicho, hasta casi la mitad de este siglo XXI.

El mapa de la población con 65 y másaños de edad en 2001 muestra fuer tescontrastes regionales en España (fig. 9), puesun envejecimiento superior a la medianacional (17,05% de la población total) afectaa 36 provincias, de las que 17 pueden sercalificadas de “muy viejas”, ya que alcanzanproporciones de viejos entre 20 y 28% de suscensos. Tres causas principales se superponen

para llegar a esta situación: a) emigraciónantigua e intensa de jóvenes trabajadores, b)una fecundidad inferior a la media nacional,c) el retorno como jubilados de antiguosemigrantes. El envejecimiento resultaespecialmente intenso en toda la mitad nortede la península, donde se suman otrosindicadores demográficos y económicosnegativos para revitalizar su envejecimiento,como son sus densidades demográficas muybajas o sus elevadas proporciones deempleados en el sector primario, ... . Lasprovincias que tienen menor envejecimientolo deben a su mayor natalidad, Andalucía yCanarias, o bien por haber sido centros deinmigración joven interior hasta fechasrecientes, como Madrid, Álava, Barcelona,Baleares, Valencia y Alicante.

5. ConclusionesHace más de una década, con motivo

de un congreso internacional sobre «Elcapital humano europeo en vísperas del sigloXXI» organizado por Eurostat, en suconferencia de clausura Jacques Delors,entonces Presidente de las ComunidadesEuropeas, resaltaba la necesidad de queEuropa hiciera frente a sus miedosdemográficos, es decir a la inmigración y alenvejecimiento. Como hemos indicado enesta lección, el crecimiento de la inmigracióny del envejecimiento y el hundimientopersistente de la fecundidad, se confirman enEspaña con una intensidad desconocida en

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nuestra historia demográfica, aunque enparalelo con el resto de Europa como en sudía sucedió con otros cambios demográficosigualmente trascendentes, como la transicióndemográfica o la emigración ultramarina quecolonizó América y Oceanía.

Las tres variables que hemos tratadotienen estrechas relaciones en sus causas y ensu desarrollo futuro. Así, el progresoeconómico y social de las sociedades europeashistóricamente ha provocado el descenso defecundidad, primero con la transicióndemográfica, que en España se inició con elsiglo XX, es decir casi un siglo después que enlos Estados pioneros. Durante el últimocuarto de siglo, cuando se intensifican lasmejoras económicas y sociales, que incluyenel cambio del estatus de la mujer, el descensode la fecundidad se ha precipitado. Elhundimiento de la fecundidad y supersistencia en cifras muy bajas, ha acelerado asu vez el proceso de envejecimientodemográfico, también iniciado con fuerzahace más de un siglo gracias a los avanceseconómicos, sanitarios y sociales; así laesperanza de vida se sitúa actualmente en 76años para los varones españoles y en 83 paralas mujeres, cuando en 1900 la vida media enEspaña era sólo de 34 años para los varones yde 36 para las mujeres. La inmigración desdelos países en desarrollo es a su vez,absolutamente esperada e inevitable enEspaña y en cualquier otro país desarrollado,mientras persistan las brutales diferenciaseconómicas, sociales y políticas entre lamayoría de países pobres y la minoría de losricos. La intensificación de los medios decomunicación y de transporte, de lainstrucción o de la urbanización sonexponentes del desarrollo que facilitan lasmigraciones internacionales.

En consecuencia, los cambios que seproducen en las tres variables demográficas,inmigración, fecundidad y envejecimiento, sesustentan principalmente en el desarrolloeconómico y social de las sociedades, y a suvez están relacionados entre sí al tratar decompensar déficits con superávitsdemográficos. La parte novedosa de estoscambios, es decir su parte problemática parael statu quo actual de la organización socialde los países desarrollados, se encuentra en laceleridad con que se producen desde hace uncuarto de siglo, situación que parece se

prolongará durante varias décadas si persistenlas tendencias demográficas y económicasactuales. Así, la nueva sociedad que seconfigura para el siglo XXI, debe asumir estoscambios demográficos y sus implicacioneseconómicas y sociales, buscando soluciones oalternativas a las establecidas hasta ahora, paralo que es necesario se profundice en suconocimiento por parte de los especialistas yque se establezcan debates y diálogosconstructivos en los que deberán estarimplicados todos los agentes de la sociedad.

Obviamente, se deberán asumir conrealismo las inversiones sociales y económicasque sin duda requieren los cambiosaceptados, como el control de fronteras, laintegración de los inmigrantes o la ayuda aldesarrollo de los países exportadores de manode obra. Las políticas en materia defecundidad sin duda no pueden ser directas,pues la fecundidad pertenece al ámbitoprivado de la pareja, pero sí son aceptados lamejora económica para las parejas jóvenes ylos apoyos a la familia y a la infancia por partedel Estado y la sociedad; estos apoyos aún sontitubeantes en los países de la UniónEuropea, especialmente en España. Elenvejecimiento, al que debe adaptarse nuestrasociedad tanto en los aspectos económicoscomo sociales, no puede esperar de lainmigración la solución a sus problemas, puesesto requeriría una inmigración masiva yparticularmente joven, lo que parece difícil deaceptar por la opinión pública europea. Lasmedidas de adaptación de nuestra sociedadactual a otra con mayor envejecimiento, es elcambio que sin duda precisa de mayorconocimiento y debate, pues además de sermás inciertas, son las más arriesgadas por suslógicas implicaciones económicas, sociales eincluso políticas.

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