Leccion 19 2013

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IGLESIA PRESBITERIANA DE CRISTO www.iglesiapresbiterianadecristo.cl “La Iglesia que no vive para servir, no sirve para vivir” Iglesia Presbiteriana de Cristo P. Jurídica Nº 742 del 12 de julio de 2004 Chillán Viejo – Yungay – San Carlos 1 LECCIÓN N° 19/2013 22 de Septiembre de 2013 Solo Biblia Lecturas Bíblicas : 2ª Timoteo 3:14-17. Hebreos 4:12; Juan 5:39; Salmo 78:5-8 OBJETIVOS: - Reconocer que la Palabra de Dios es la única regla de fe y conducta para el creyente. - Admitir el poder de la Palabra de Dios que penetra como espada de 2 filos hasta el alma de sus hijos. - Valorar la importancia de enseñar el contenido de la Palabra de Dios a los hijos desde su más tierna infancia. 1.- LA PALABRA DE DIOS, ÚNICA REGLA DE FE Y CONDUCTA PARA EL CREYENTE. La confesión de Fe de Westminster sostiene: IV. La autoridad de Las Sagradas Escrituras por la cual debe ser creída y obedecida, no depende de persona o de iglesia alguna sino sólo de su Autor, Dios, quien es la Verdad misma; y por tanto debe ser recibida porque es la Palabra de Dios. 1 1.- 2ª Ped. 1:19, 21; 2ª Tim. 3:16; 1ª Juan 5:9; 1ª Tes. 2:13. V. El testimonio de la Iglesia puede movernos e inducirnos a tener para Las Sagradas Escrituras 1 una alta y reverente estima. Además, entre los argumentos por medio de los cuales Las Sagradas Escrituras demuestran abundantemente por sí misma ser La Palabra de Dios, están los siguientes: el carácter celestial de su contenido, la eficacia de su doctrina, su estilo majestuoso, la armonía de sus partes, el fin que se propone alcanzar de conjunto (de dar toda la gloria a Dios), el descubrimiento completo del único camino para la salvación del ser humano, sus muchas otras excelencias incomparables y su perfección completa. Sin embargo, y a pesar de ello, nuestra plena persuasión y convencimiento seguro de su verdad infalible y su autoridad divina es por la acción del Espíritu Santo quien da testimonio de ello a nuestro corazón con La Palabra y por medio de ella. 2 1.- 1ª Tim. 3:15. Es por tanto, la Palabra de Dios, la única regla de fe y conducta (práctica) para los creyentes, y ésta voluntad contenida en las Sagradas Escrituras no puede ser alterada por el juicio de hombres ni de concilios ni de ninguna instancia humana que pretenda tener alguna facultad para hacerlo. 2.- EL PODER DE LA PALABRA DE DIOS . Es necesario comprender que en este aspecto debemos reconocer la acción de la Palabra hablada y de la Palabra escrita: a) La Palabra hablada: Sal 33:6 Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca . El pasaje de los Salmos deja en evidencia el omnipotente poder de la Palabra hablada de Dios por medio de la cual fueron creados los cielos y todo lo contenido en el universo. (Hebreos 11:3; 2ª Pedro 3:5). En Lucas 7:1-10 se narra la historia de aquel centurión romano que frente a la enfermedad de uno de sus siervos envía a pedir a Jesús que lo sane, no obstante, antes de que el Señor llegue a su casa envía a algunos emisarios que le digan que él no se considera digno de que Jesús entre en su casa, ni aun él mismo se consideró digno de ir personalmente donde el Señor, por lo cual le pide que solamente diga la Palabra y su siervo será sano. Esta convicción del centurión impresionó tan gratamente al Señor por la fe contenida en ella

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“La Iglesia que no vive para servir, no sirve para vivir”

Iglesia Presbiteriana de Cristo P. Jurídica Nº 742 del 12 de julio de 2004

Chillán Viejo – Yungay – San Carlos

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LECCIÓN N° 19/2013 22 de Septiembre de 2013

Solo Biblia

Lecturas Bíblicas : 2ª Timoteo 3:14-17. Hebreos 4:12; Juan 5:39; Salmo 78:5-8

OBJETIVOS: - Reconocer que la Palabra de Dios es la única regla de fe y conducta para el creyente.

- Admitir el poder de la Palabra de Dios que penetra como espada de 2 filos hasta el alma de sus hijos. - Valorar la importancia de enseñar el contenido de la Palabra de Dios a los hijos desde su más tierna infancia.

1.- LA PALABRA DE DIOS, ÚNICA REGLA DE FE Y CONDUCTA PARA EL CREYENTE. La confesión de Fe de Westminster sostiene:

“IV. La autoridad de Las Sagradas Escrituras por la cual debe ser creída y obedecida, no depende de persona o de

iglesia alguna sino sólo de su Autor, Dios, quien es la Verdad misma; y por tanto debe ser recibida porque es la

Palabra de Dios. 1

1.- 2ª Ped. 1:19, 21; 2ª Tim. 3:16; 1ª Juan 5:9; 1ª Tes. 2:13.

V. El testimonio de la Iglesia puede movernos e inducirnos a tener para Las Sagradas Escrituras 1 una alta y

reverente estima. Además, entre los argumentos por medio de los cuales Las Sagradas Escrituras demuestran abundantemente por sí misma ser La Palabra de Dios, están los siguientes: el carácter celestial de su contenido, la eficacia de su doctrina, su estilo majestuoso, la armonía de sus partes, el fin que se propone alcanzar de conjunto (de dar toda la gloria a Dios), el descubrimiento completo del único camino para la salvación del ser humano, sus muchas otras excelencias incomparables y su perfección completa. Sin embargo, y a pesar de ello, nuestra plena persuasión y convencimiento seguro de su verdad infalible y su autoridad divina es por la acción del Espíritu Santo quien da testimonio de ello a nuestro corazón con La Palabra y por medio de ella.2

1.- 1ª Tim. 3:15.

Es por tanto, la Palabra de Dios, la única regla de fe y conducta (práctica) para los creyentes, y ésta voluntad

contenida en las Sagradas Escrituras no puede ser alterada por el juicio de hombres ni de concilios ni de ninguna

instancia humana que pretenda tener alguna facultad para hacerlo.

2.- EL PODER DE LA PALABRA DE DIOS. Es necesario comprender que en este aspecto debemos reconocer la acción de la Palabra hablada y de la Palabra escrita:

a) La Palabra hablada: Sal 33:6 Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca. El pasaje de los Salmos deja en evidencia el omnipotente poder de la Palabra hablada de Dios por medio de la cual fueron creados los cielos y todo lo contenido en el universo. (Hebreos 11:3; 2ª Pedro 3:5). En Lucas 7:1-10 se narra la historia de aquel centurión romano que frente a la enfermedad de uno de sus siervos envía a pedir a Jesús que lo sane, no obstante, antes de que el Señor llegue a su casa envía a algunos emisarios que le digan que él no se considera digno de que Jesús entre en su casa, ni aun él mismo se consideró digno de ir personalmente donde el Señor, por lo cual le pide que solamente diga la Palabra y su siervo será sano. Esta convicción del centurión impresionó tan gratamente al Señor por la fe contenida en ella

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“La Iglesia que no vive para servir, no sirve para vivir”

Iglesia Presbiteriana de Cristo P. Jurídica Nº 742 del 12 de julio de 2004

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que pronunció sin duda la Palabra que causó la sanidad del siervo y motivó su comentario de que no había hallado en Israel tanta fe. A través de solo 2 testimonios: uno relativo al Antiguo Testamento donde se relata la creación del Universo, y otro del Nuevo Testamento donde se da testimonio del ministerio de Jesús, queda claramente establecido el poder de la Palabra hablada.

b) La Palabra Escrita: La Palabra escrita no es menor en poder a la Palabra hablada, los siguientes pasajes bíblicos

nos hablan del Poder maravilloso de la Palabra escrita: Efe 6:17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; Heb 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Llama la atención que en la descripción de la armadura del creyente que se da en el capítulo 6 de la Epístola a los Efesios, prácticamente todas las armas descrita tienen una aplicación defensiva, esto es, cumplen a misión de defender al creyente. Sin embargo, la espada es un arma que además del uso defensivo que puede prestar, tiene aparejado al mismo tiempo un uso ofensivo, es decir, sirve para infligir daño al enemigo. La Palabra de Dios nos habla de sí misma como una espada de 2 filos capaz de provocar un grave daño a quienes son sus enemigos, penetrando hasta lo más profundo del alma del ser humano, y es que cuando la Biblia nos muestra la fatídica realidad del pecado y sus terribles consecuencias nuestro espíritu se constriñe y se siente conmovido al tomar conciencia de que Cristo haya tenido que morir en la cruz del Calvario por nuestras culpas. Solo el poder de la Palabra de Dios es capaz de producir la conversión del pecado hacia una vida de arrepentimiento y de entrega a Dios.

3.- TRANSMITIENDO LA PALABRA DE DIOS A LAS NUEVAS GENERACIONES. Sal 78:5 Él estableció testimonio en Jacob, Y puso ley en Israel, La cual mandó a nuestros padres Que la notificasen a sus hijos; Sal 78:6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, Sal 78:7 A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios; Que guarden sus mandamientos. Los versículos anteriores dejan claramente el mandato de Dios de obedecer su Ley, que se refiere a la Palabra Escrita, la cual debe ser comunicada oportunamente a las nuevas generaciones con el propósito que los descendientes de los hijos de Dios pongan en Dios toda su confianza y no se olviden que Él ha acompañado siempre a su pueblo y lo seguirá haciendo hasta el fin de los tiempos. Este mandato de Dios contiene el deseo divino de que haya bendición en sus hijos que comprenden la necesidad de obedecer la voluntad de Dios contenida en las Sagradas Escrituras.

TALLER

1.- Comentar los artículos IV y V del capítulo 1 de la Confesión de fe de Westminster en cuanto a la autoridad de la Palabra de Dios. ¿Pueden los seres humanos agregar o quitar algo del contenido de las Sagradas Escrituras, modificando la voluntad explícita revelada por Dios en su Palabra? Apocalipsis 22:18-19.

2.- Destacar el Poder de la Palabra hablada y de la Palabra escrita. Señalar algunos ejemplos bíblicos no mencionados en la presente lección.

3.- Dar testimonio de la medida en la cual cumplimos en la actualidad este mandato divino de transmitir la Palabra de Dios a nuestros hijos desde su más tierna infancia. ¿Qué situaciones impiden el fiel cumplimiento de este mandato? ¿Cuál ha sido el resultado en los hijos que no recibieron a tiempo la instrucción de poner toda su confianza en el Señor?