LECCIONARIO PATRISTICO,CON COMENTARIOS DE LOS SANTOS PADRES

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liturgia de las horas lecturas espirituales de la iglesia

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CON LOS COMENTARIOS DE LA LITURGIA DE LAS HORAS PARA CADA TIEMPO, COMPLETO

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  • liturgia de las horas

    lecturas espirituales de la iglesia

  • 1Liturgia de las Horas

    Lecturasespiritualesde la Iglesia

  • 2Lecturas espirituales de la Iglesia

    Los dos leccionarios de la IglesiaEl Leccionario de la Misa y el Oficio de lectura, en la Liturgia

    de las Horas, son los dos conjuntos sagrados de escritosque la Iglesia selecciona y distribuye a los cristianos cadada, como pan cotidiano espiritual. El primero reneslamente textos de la Sagrada Escritura. El segundo aa-de a las pginas bblicas otras que pertenecen a la Tradi-cin catlica y que forman una antologa maravillosa.

    El Oficio de Lectura en la Liturgia de las HorasComo es sabido, la Iglesia invita a todos los fieles para que

    recen la Liturgia de las Horas, y no slo a los sacerdotes yreligiosos que estn obligados a su rezo. De este modo, todoslos cristianos son llamados al mrito gozoso de hacer suyala oracin de Cristo y de la Iglesia.

    Esta invitacin, que el Concilio Vaticano II realiz enforma de exhortacin (SC 100), ha sido acogida, gracias aDios, por muchos cristianos individualmente o en familia,y tambin por no pocos movimientos y grupos de laicos.Sirvindose del Diurnal, bellamente impreso en lenguaverncula, lo ms comn es que estos fieles recen diaria-mente Laudes y Vsperas, que son las Horas principales(SC 89), y a veces tambin Completas. Pero es infrecuente querecen el Oficio de Lectura, para lo que necesitaran mstiempo y la edicin oficial de las Horas en cuatro tomos. Ysta es igualmente la situacin de muchas religiosas, noobligadas al rezo completo del Oficio divino.

    Pues bien, es una pena que unos y otros se priven as dela lectura de la Biblia y de los Padres, tal como viene diaria-mente ofrecida por la Liturgia eclesial. Es como si vivieranjunto a los jardines de un parque mmuy hermoso, cuyapuerta les estuviera cerrada. Estas lecturas espirituales son,en efecto, una antologa difcilmente superable de textos dela Sagrada Escritura y de la Tradicin eclesial. Como lectiodivina, constituyen ese pan salido de la boca de Dios, que dacada da a los fieles luz y vida.

    Las lecturas de la BibliaLa Ordenacin General de la Liturgia de las Horas nos dice

    que la lectura de la Sagrada Escritura, que conforme a unaantigua tradicin se hace pblicamente en la liturgia noslo en la celebracin eucarstica, sino tambin en el Oficiodivino, hade ser tenida en mxima estima por todos los cristianosporque es propuesta por la misma Iglesia, y no por eleccinindividual o mayor propensin del espritu hacia ella, sinoen orden al misterio que la Esposa de Cristo desarrolla enel crculo del ao, desde la encarnacin y la Navidad hastala Ascensin, Pentecosts y la expectacin de la dichosavenida del Seor (SC 102) (OGLH 140).

    Por dos razones, pues, han de estimar los fieles especial-mente esta antologa de lecturas bblicas. Primera, porqueno queda abandonada a la casualidad o al capricho y algusto personal, sino que es elegida por la Iglesia Madre para

    alimentar diariamente a sus hijos. Segunda, porque laIglesia, seleccionado diversos libros y textos para cadatiempo o fiesta a veces en una distribucin que tiene unavigencia tradicional de muchos siglos, ayuda aseficacsimamente a los fieles para que vivan cada da elmisterio de Cristo, que se va desplegando y ofreciendo a lolargo del Ao litrgico.

    Las lecturas de los PadresSegn la tradicin de la Iglesia Romana, en el Oficio de

    Lectura, a continuacin de la lectura bblica, tiene lugar lalectura de los Padres o de los escritores eclesisticos... Enesta lectura se proponen diversos textos... cuidando deconceder el primer lugar a los Santos Padres, que gozan enla Iglesia de una autoridad especial... La finalidad de estalectura es, ante todo, la meditacin de la Palabra de Dios talcomo es entendida por la Iglesia en su tradicin... Medianteel trato asiduo con los documentos que presenta la tradicinuniversal de la Iglesia, los lectores son llevados a unameditacin ms plena de la Sagrada Escritura y a un amorsuave y vivo hacia ella. Porque los escritos de los SantosPadres son testigos preclaros de aquella meditacin de laPalabra de Dios mediante la cual la Iglesia, que tieneconsigo el consejo y el Espritu de su Dios y Esposo, se afanapor conseguir una inteligencia ms profunda de las Sagra-das Escrituras. La lectura de los Padres conduce a loscristianos al verdadero sentido de los tiempos y de lasfestividades litrgicas, les hace accesibles las riquezasespirituales del patrimonio de la Iglesia... y pone al alcancede los predicadores ejemplos insignes (OGLH 159-165).

    Qu cristiano podra, por sus propios medios, y contanta seguridad de acierto, procurarse una comparableantologa de los ms preciosos textos de la Tradicin espi-ritual de veinte siglos? Pues bien, leer y meditar en oracinlos textos que nos da la Iglesia es sin duda uno de los mediosmejores para formar la mente y el corazn en el ms genuinosensus fidei, es decir, en el ms cierto y luminoso sensusEcclesi.

    Las lecturas espirituales de la IglesiaAs las cosas, en la presente obra ofrecemos a los cristia-

    nos especialmente a los que ya rezan en el Diurnal laudesy vsperas una ayuda prctica para que, aunque no recenel Oficio de Lectura en su forma litrgica propia, puedan almenos tener acceso fcil a sus maravillosas riquezas. Bas-tar con que tengan una Biblia a mano para que, guindosepor la cita bblica que consignamos, puedan ir leyendo lostextos sagrados que la Iglesia da para ese da. Y la lecturade Padres correspondiente, transcrita de la edicin de lasHoras litrgicas, la encontrarn en este Cuaderno.

    Por este medio tan humilde, quiera Dios iluminar a mu-chos fieles cristianos con el esplendor de su gloria, tal comosta se nos revela en Cristo por medio de la Liturgia de laIglesia.

    F.GD

    Introduccin

  • 3Adviento

    I Domingo de AdvientoIs 1,1-18

    Las dos venidas de CristoSan Cirilo de Jerusaln

    Catequesis 15,1-3

    Anunciamos la venida de Cristo, pero no una sola, sino tambin unasegunda, mucho ms magnfica que la anterior. La primera llevabaconsigo un significado de sufrimiento; esta otra, en cambio, llevar ladiadema del reino divino.

    Pues casi todas las cosas son dobles en nuestro Seor Jesucristo.Doble es su nacimiento: uno, de Dios, desde toda la eternidad; otro, dela Virgen, en la plenitud de los tiempos. Es doble tambin su descenso:el primero, silencioso, como la lluvia sobre el velln; el otro, manifiesto,todava futuro.

    En la primera venida fue envuelto con fajas en el pesebre; en lasegunda se revestir de luz como vestidura. En la primera soport lacruz, sin miedo a la ignominia; en la otra vendr glorificado, y escoltadopor un ejrcito de ngeles.

    No pensamos, pues, tan slo en la venida pasada; esperamos tambinla futura. Y, habiendo proclamado en la primera: Bendito el que vieneen nombre del Seor, diremos eso mismo en la segunda; y, saliendo alencuentro del Seor con los ngeles, aclamaremos, adorndolo: Benditoel que viene en nombre del Seor.

    El Salvador vendr, no para ser de nuevo juzgado, sino para llamara su tribunal a aquellos por quienes fue llevado a juicio. Aquel que antes,mientras era juzgado, guard silencio refrescar la memoria de losmalhechores que osaron insultarle cuando estaba en la cruz, y les dir:Esto hicisteis y yo call.

    Entonces, por razones de su clemente providencia, vino a enseara los hombres con suave persuasin; en esa otra ocasin, futura, loquieran o no, los hombres tendrn que someterse necesariamente a sureinado.

    De ambas venidas habla el profeta Malaquas: De pronto entrar enel santuario el Seor a quien vosotros buscis. He ah la primera venida.

    Respecto a la otra, dice as: El mensajero de la alianza que vosotrosdeseis: miradlo entrar dice el Seor de los ejrcitos. Quin podrresistir el da de su venida?, quin quedar en pie cuando aparezca?Ser un fuego de fundidor, una leja de lavandero: se sentar como unfundidor que refina la plata.

    Escribiendo a Tito, tambin Pablo habla de esas dos venidas, en estostrminos: Ha aparecido la gracia de, Dios que trae la salvacin paratodos los hombres; ensendonos a renunciar a la impiedad y a losdeseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honraday religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparicin gloriosadel gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Ah expresa su primeravenida, dando gracias por ella; pero tambin la segunda, la que espe-ramos.

    Por esa razn, en nuestra profesin de fe, tal como la hemos recibidopor tradicin, decimos que creemos en aquel que subi al cielo, y estsentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendr con gloria parajuzgar a vivos y muertos, y su reino no tendr fin.

    Vendr, pues, desde los cielos, nuestro Seor Jesucristo. Vendrciertamente hacia el fin de este mundo, en el ltimo da, con gloria. Serealizar entonces la consumacin de este mundo, y este mundo, quefue creado al principio, ser otra vez renovado.

    Lunes, I semana de AdvientoIsaas 1,21-27; 2,1-5

    Sobre el tiempo de AdvientoSan Carlos Borromeo

    Cartas pastorales

    Ha llegado, amadsimos hermanos, aquel tiempo tan importante ysolemne, que, como dice el Espritu Santo, es tiempo favorable, da dela salvacin, de la paz y de la reconciliacin; el tiempo que tanardientemente desearon los patriarcas y profetas y que fue objeto detantos suspiros y anhelos; el tiempo que Simen vio lleno de alegra,que la Iglesia celebra solemnemente y que tambin nosotros debemosvivir en todo momento con fervor, alabando y dando gracias al Padreeterno por la misericordia que en este misterio nos ha manifestado. ElPadre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envi a suHijo nico, para librarnos de la tirana y del poder del demonio, invi-tarnos al cielo e introducirnos en lo ms profundo de los misterios desu reino, manifestarnos la verdad, ensearnos la honestidad de costum-bres, comunicarnos el germen de las virtudes, enriquecernos con lostesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos y herederos de lavida eterna.

    La Iglesia celebra cada ao el misterio de este amor tan grande hacianosotros, exhortndonos a tenerlo siempre presente. A la vez nosensea que la venida de Cristo no slo aprovech a los que vivan enel tiempo del Salvador, sino que su eficacia contina, y an hoy se noscomunica si queremos recibir, mediante la fe y los sacramentos, la graciaque l nos prometi, y si ordenamos nuestra conducta conforme a susmandamientos.

    La Iglesia desea vivamente hacernos comprender que as comoCristo vino una vez al mundo en la carne, de la misma manera estdispuesto a volver en cualquier momento, para habitar espiritualmenteen nuestra alma con la abundancia de sus gracias, si nosotros, pornuestra parte, quitamos todo obstculo.

    Por eso, durante este tiempo, la Iglesia, como madre amantsima ycelossima de nuestra salvacin, nos ensea, a travs de himnos, cn-ticos y otras palabras del Espritu Santo y de diversos ritos, a recibirconvenientemente y con un corazn agradecido este beneficio tangrande, a enriquecernos con su fruto y a preparar nuestra alma para lavenida de nuestro Seor Jesucristo con tanta solicitud como Si hubieral de venir nuevamente al mundo. No de otra manera nos lo ensearoncon sus palabras y ejemplos los patriarcas del antiguo Testamento paraque en ello los imitramos.

    Martes, I semana de AdvientoIsaas 2,6-22; 4,2-6

    Qu admirable intercambio!San Gregorio Nacianceno

    Sermn 45,9.22.26.28

    El Hijo de Dios en persona, aquel que existe desde toda la eternidad,aquel que es invisible, incomprensible, incorpreo, principio de prin-cipio, luz de luz, fuente de vida e inmortalidad expresin del supremoarquetipo, sello inmutable, imagen fidelsima, palabra y pensamientodel Padre, l mismo viene en ayuda de la criatura, que es su imagen: poramor del hombre se hace hombre, por amor a mi alma se une a un almaintelectual, para purificar a aquellos a quienes se ha hecho semejante,asumiendo todo lo humano, excepto el pecado. Fue concebido en el senode la Virgen, previamente purificada en su cuerpo y en su alma por elEspritu (ya que convena honrar el hecho de la generacin, destacandoal mismo tiempo la preeminencia de la virginidad); y as, siendo Dios,naci con la naturaleza humana que haba asumido, y uni en su personados cosas entre s contrarias, a saber, la carne y el espritu, de las cualesuna confiri la divinidad, otra la recibi

    Enriquece a los dems, hacindose pobre l mismo, ya que aceptala pobreza de mi condicin humana para que yo pueda conseguir lasriquezas de su divinidad.

    l, que posee en todo la plenitud, se anonada a s mismo, ya que, porun tiempo, se priva de su gloria, para que yo pueda ser partcipe de suplenitud.

    Adviento

  • 4Lecturas espirituales de la Iglesia

    Qu son estas riquezas de su bondad? Qu es este misterio en favormo? Yo recib la imagen divina, mas no supe conservarla. Ahora lasume mi condicin humana, para salvar aquella imagen y dar la inmor-talidad a esta condicin ma; establece con nosotros un segundo con-sorcio mucho ms admirable que el primero.

    Convena que la naturaleza humana fuera santificada mediante laasuncin de esta humanidad por Dios; as, superado el tirano por unafuerza superior, el mismo Dios nos concedera de nuevo la liberaciny nos llamara a s por mediacin del Hijo. Todo ello para gloria delPadre, a la cual vemos que subordina siempre el Hijo toda su actuacin.

    El buen Pastor que dio su vida por las ovejas sali en busca de la ovejadescarriada, por los montes y collados donde sacrificbamos a losdolos; hall a la oveja descarriada y, una vez hallada, la tom sobre sushombros, los mismos que cargaron con la cruz, y la condujo as a la vidacelestial.

    A aquella primera lmpara, que fue el Precursor, sigue esta luzclarsima; a la voz, sigue la Palabra; al amigo del esposo, el esposomismo, que prepara para el Seor un pueblo bien dispuesto, predispo-nindolo para el Espritu con la previa purificacin del agua.

    Fue necesario que Dios se hiciera hombre y muriera, para quenosotros tuviramos vida. Hemos muerto con l, para ser purificados;hemos resucitado con l, porque con l hemos muerto; hemos sidoglorificados con l, porque con l hemos resucitado.

    Mircoles,I semana de AdvientoIsaas 5,1-7

    Vendr a nosotrosla Palabra de Dios

    San BernardoSermn en el Adviento del Seor 5,1-3

    Sabemos de una triple venida del Seor. Adems de la primera y dela ltima, hay una venida intermedia. Aqullas son visibles, pero stano. En la primera, el Seor se manifest en la tierra y convivi con loshombres, cuando, como atestigua l mismo, lo vieron y lo odiaron. Enla ltima, todos vern la salvacin de Dios y mirarn al que traspa-saron. La intermedia, en cambio, es oculta, y en ella slo los elegidosven al Seor en lo ms ntimo de s mismos, y as sus almas se salvan.De manera que, en la primera venida, el Seor vino en carne y debilidad;en esta segunda, en espritu y poder; y, en la ltima, en gloria y majestad.

    Esta venida intermedia es como una senda por la que se pasa de laprimera a la ltima: en la primera, Cristo fue nuestra redencin; en laltima, aparecer como nuestra vida; en sta, es nuestro descanso ynuestro consuelo.

    Y para que nadie piense que es pura invencin lo que estamosdiciendo de esta venida intermedia, odle a l mismo: El que me ama nos dice guardar mi palabra, y mi Padre lo amar, y vendremos al. He ledo en otra parte: El que teme a Dios obrar el bien; pero piensoque se dice algo ms del que ama, porque ste guardar su palabra. Ydnde va a guardarla? En el corazn sin duda alguna, como dice elprofeta: En mi corazn escondo tus consignas, as no pecar contrati.

    As es cmo has de cumplir la palabra de Dios, porque son dichososlos que la cumplen. Es como si la palabra de Dios tuviera que pasar alas entraas de tu alma, a tus afectos y a tu conducta. Haz del bien tucomida, y tu alma disfrutar con este alimento sustancioso. Y no teolvides de comer tu pan, no sea que tu corazn se vuelva rido: por elcontrario, que tu alma rebose completamente satisfecha.

    Si es as cmo guardas la palabra de Dios, no cabe duda que ella teguardar a ti. El Hijo vendr a ti en compaa del Padre, vendr el granProfeta, que renovar Jerusaln, el que lo hace todo nuevo. Tal ser laeficacia de esta venida, que nosotros, que somos imagen del hombreterreno, seremos tambin imagen del hombre celestial. Y as como elviejo Adn se difundi por toda la humanidad y ocup al hombre entero,as es ahora preciso que Cristo lo posea todo, porque l lo cre todo,lo redimi todo, y lo glorificar todo.

    Jueves, I semana de AdvientoIsaas 16,1-5; 17,4-8

    Vigilad, pues vendr de nuevoSan Efrn

    Diatseron 18,15-17

    Para atajar toda pregunta de sus discpulos sobre el momento de suvenida, Cristo dijo: Esa hora nadie la sabe, ni los ngeles ni el Hijo.No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas. Quiso ocultar-nos esto para que permanezcamos en vela y para que cada uno denosotros pueda pensar que ese acontecimiento se producir durante suvida. Si el tiempo de su venida hubiera sido revelado, vano sera suadvenimiento, y las naciones y siglos en que se producir ya no lodesearan. Ha dicho muy claramente que vendr, pero sin precisar enqu momento. As todas las generaciones y todas las pocas lo esperanardientemente.

    Aunque el Seor haya dado a conocer las seales de su venida, no seadvierte con claridad el trmino de las mismas, pues, sometidas a uncambio constante, estas seales han aparecido y han pasado ya; msan, continan todava. La ltima venida del Seor, en efecto, sersemejante a la primera. Pues, del mismo modo que los justos y losprofetas lo deseaban, porque crean que aparecera en su tiempo, astambin cada uno de los fieles de hoy desea recibirlo en su propiotiempo, por cuanto que Cristo no ha revelado el da de su aparicin. Yno lo ha revelado para que nadie piense que l, dominador de la duraciny del tiempo, est sometido a alguna necesidad o a alguna hora. Lo queel mismo Seor ha establecido, cmo podra ocultrsele, siendo as quel mismo ha detallado las seales de su venida? Ha puesto de relieve esasseales para que, desde entonces, todos los pueblos y todas las pocaspensaran que el advenimiento de Cristo se realizara en su propiotiempo.

    Velad, pues cuando el cuerpo duerme, es la naturaleza quien nosdomina; y nuestra actividad entonces no est dirigida por la voluntad,sino por los impulsos de la naturaleza. Y cuando reina sobre el alma unpesado sopor por ejemplo, la pusilanimidad o la melancola, es elenemigo quien domina al alma y la conduce contra su propio gusto. Seaduea del cuerpo la fuerza de la naturaleza, y del alma el enemigo.

    Por eso ha hablado nuestro Seor de la vigilancia del alma y delcuerpo, para que el cuerpo no caiga en un pesado sopor ni el alma enel entorpecimiento y el temor, como dice la Escritura: Sacudos lamodorra, como es razn; y tambin: Me he levantado y estoy contigo;y todava: No os acobardis. Por todo ello, nosotros, encargados deeste ministerio, no nos acobardamos.

    Viernes, I semana de AdvientoIsaas 19,16-25

    El deseo de contemplar a DiosSan AnselmoProslogion 1

    Ea, hombrecillo, deja un momento tus ocupaciones habituales; entraun instante en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos. Arrojafuera de ti las preocupaciones agobiantes; aparta de ti tus inquietudestrabajosas. Dedcate algn rato a Dios y descansa siquiera un momentoen su presencia. Entra en el aposento de tu alma; excluye todo, exceptoDios y lo que pueda ayudarte para buscarle; y as, cerradas todas laspuertas, ve en pos de l. Di, pues, alma ma, di a Dios: Busco tu rostro;Seor, anhelo ver tu rostro.

    Y ahora, Seor, mi Dios, ensea a mi corazn dnde y cmo buscarte,dnde y cmo encontrarte.

    Seor, si no ests aqu, dnde te buscar, estando ausente? Si estspor doquier, cmo no descubro tu presencia? Cierto es que habitas enuna claridad inaccesible. Pero dnde se halla esa inaccesible claridad?,cmo me acercar a ella? Quin me conducir hasta ah para verte enella? Y luego, con qu seales, bajo qu rasgo te buscar? Nunca jamste vi, Seor, Dios mo; no conozco tu rostro.

    Qu har, altsimo Seor, ste tu desterrado tan lejos de ti? Quhar tu servidor, ansioso de tu amor, y tan lejos de tu rostro? Anhelaverte, y tu rostro est muy lejos de l. Desea acercarse a ti, y tu morada

  • 5es inaccesible. Arde en el deseo de encontrarte, e ignora dnde vives.No suspira ms que por ti, y jams ha visto tu rostro.

    Seor, t eres mi Dios, mi dueo, y con todo, nunca te vi. T me hascreado y renovado, me has concedido todos los bienes que poseo, y anno te conozco. Me creaste, en fin, para verte, y todava nada he hechode aquello para lo que fui creado.

    Entonces, Seor, hasta cundo? Hasta cundo te olvidars denosotros, apartando de nosotros tu rostro? Cundo, por fin, nosmirars y escuchars? Cundo llenars de luz nuestros ojos y nosmostrars tu rostro? Cundo volvers a nosotros?

    Mranos, Seor; escchanos, ilumnanos, mustrate a nosotros.Manifistanos de nuevo tu presencia para que todo nos vaya bien; sineso todo ser malo. Ten piedad de nuestros trabajos y esfuerzos parallegar a ti, porque sin ti nada podemos.

    Ensame a buscarte y mustrate a quien te busca; porque no puedoir en tu busca a menos que t me ensenes, y no puedo encontrarte sit no te manifiestas. Deseando te buscar, buscando te desear, amandote hallar y hallndote te amar.

    Sbado, I semana de AdvientoIsaas 21,6-12

    La esperanza nos sostieneSan Cipriano

    Sobre los bienes de la paciencia 13 y 15

    Es saludable aviso del Seor, nuestro maestro, que el que perseverehasta el final se salvar. Y tambin este otro: Si os mantenis en mipalabra, seris de verdad discpulos mos; conoceris la verdad, y laverdad os har libres.

    Hemos de tener paciencia, y perseverar, hermanos queridos, paraque, despus de haber sido admitidos a la esperanza de la verdad y dela libertad, podamos alcanzar la verdad y la libertad mismas. Porque elque seamos cristianos es por la fe y la esperanza; pero es necesaria lapaciencia, para que esta fe y esta esperanza lleguen a dar su fruto.

    Pues no vamos en pos de una gloria presente; buscamos la futura,conforme a la advertencia del apstol Pablo cuando dice: En esperanzafuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. Cmoseguir esperando uno aquello que se ve? Cuando esperamos lo queno vemos, aguardamos con perseverancia. As pues, la esperanza yla paciencia nos son necesarias para completar en nosotros lo quehemos empezado a ser, y para conseguir, por concesin de Dios, lo quecreemos y esperamos.

    En otra ocasin, el mismo Apstol recomienda a los justos que obranel bien y guardan sus tesoros en c! cielo, para obtener el ciento por uno,que tengan paciencia, diciendo: Mientras tenemos ocasin, trabajemospor el bien de todos, especialmente por el de la familia de la fe. No noscansemos de hacer el bien, que, si no desmayamos, a su tiempocosecharemos.

    Estas palabras exhortan a que nadie, por impaciencia, decaiga en elbien obrar o, solicitado y vencido por la tentacin, renuncie en mediode su brillante carrera, echando as a perder el fruto de lo ganado, pordejar sin terminar lo que empez.

    En fin, cuando el Apstol habla de la caridad, une inseparablementecon ella la constancia y la paciencia: La caridad es paciente, afable; notiene envidia; no presume ni se engre; no es mal educada ni egosta;no se irrita, no lleva cuentas del mal; disculpa sin limites cree sin limites,espera sin limites, aguanta sin limites. Indica pues, que la caridad puedepermanecer, porque es capaz de sufrirlo todo.

    Y en otro pasaje escribe: Sobrellevaos mutuamente con amor;esforzaos en mantener la unidad del Espritu, con el vinculo de la paz.Con esto ensea que no puede conservarse ni la unidad ni la paz si nose ayudan mutuamente los hermanos y no mantienen el vnculo de launidad, con auxilio de la paciencia.

    II Domingo de AdvientoIsaas 22,8b-23

    Una voz grita en el desiertoEusebio de Cesarea

    Sobre Isaas 40

    Una voz grita en el desierto: Preparad un camino al Seor, allanaduna calzada para nuestro Dios. El profeta declara abiertamente quesu vaticinio no ha de realizarse en Jerusaln, sino en el desierto; a saber,que se manifestar la gloria del Seor, y la salvacin de Dios llegar aconocimiento de todos los hombres.

    Y todo esto, de acuerdo con la historia y a la letra, se cumpliprecisamente cuando Juan Bautista predic el advenimiento salvadorde Dios en el desierto del Jordn, donde la salvacin de Dios se dejver. Pues Cristo y su gloria se pusieron de manifiesto para todoscuando, una vez bautizado, se abrieron los cielos y el Espritu Santodescendi en forma de paloma y se pos sobre l, mientras se oa la vozdel Padre que daba testimonio de su Hijo: ste es mi Hijo, el amado;escuchadlo.

    Todo esto se deca porque Dios haba de presentarse en el desierto,impracticable e inaccesible desde siempre. Se trataba, en efecto, detodas las gentes privadas del conocimiento de Dios, con las que nopudieron entrar en contacto los justos de Dios y los profetas.

    Por este motivo, aquella voz manda preparar un camino para laPalabra de Dios, as como allanar sus obstculos y asperezas, para quecuando venga nuestro Dios pueda caminar sin dificultad. Preparad uncamino al Seor: se trata de la predicacin evanglica y de la nuevaconsolacin, con el deseo de que la salvacin de Dios llegue a conoci-miento de todos los hombres.

    Sbete a un monte elevado, heraldo de Sin; alza fuerte la voz,heraldo de Jerusaln. Estas expresiones de los antiguos profetas en-cajan muy bien y se refieren con oportunidad a los evangelistas: ellasanuncian el advenimiento de Dios a los hombres, despus de habersehablado de la voz que grita en el desierto. Pues a la profeca de JuanBautista sigue coherentemente la mencin de los evangelistas.

    Cul es esta Sin sino aquella misma que antes se llamaba Jerusaln?Y ella misma era aquel monte al que la Escritura se refiere cuando dice:El monte Sin donde pusiste tu morada; y el Apstol: Os habisacercado al monte Sin. Acaso de esta forma se estar aludiendo alcoro apostlico, escogido de entre el primitivo pueblo de la circunci-sin?

    Y esta Sin y Jerusaln es la que recibi la salvacin de Dios, la mismaque a su vez se yergue sublime sobre el monte de Dios, es decir, sobresu Verbo unignito: a la cual Dios manda que, una vez ascendida lasublime cumbre, anuncie la palabra de salvacin. Y quin es el queevangeliza sino el coro apostlico? Y qu es evangelizar? Predicar atodos los hombres, y en primer lugar a las ciudades de Jud, que Cristoha venido a la tierra.

    Lunes, II semana de AdvientoIsaas 24,1-18

    Dios nos ha hablado en CristoSan Juan de la Cruz

    2 Subida al monte Carmelo 22, 3-4

    La principal causa por la cual en la ley antigua eran lcitas laspreguntas que se hacan a Dios, y convena que los profetas y sacer-dotes quisiesen visiones y revelaciones de Dios, era porque entoncesno estaba an fundada la fe ni establecida la ley evanglica; y as, eramenester que preguntasen a Dios y que l hablase, ahora por palabras,ahora por visiones y revelaciones, ahora en figuras y semejanzas, ahoraen otras muchas maneras de significaciones. Porque todo lo que respon-da y hablaba y obraba y revelaba eran misterios de nuestra fe y cosastocantes a ella o enderezadas a ella. Pero ya que est fundada la fe enCristo y manifiesta la ley evanglica en esta era de gracia, no hay paraqu preguntarle de aquella manera, ni para qu l hable ya ni respondacomo entonces.

    Porque en darnos, como nos dio, a su Hijo que es una Palabra suya,que no tiene otra, todo nos lo habl junto y de una vez en esta solaPalabra, y no tiene ms que hablar.

    Adviento

  • 6Lecturas espirituales de la Iglesia

    Y ste es el sentido de aquella autoridad, con que san Pablo quiereinducir a los hebreos a que se aparten de aquellos modos primeros ytratos con Dios de la ley de Moiss, y pongan los ojos en Cristosolamente, diciendo: Lo que antiguamente habl Dios en los profetasa nuestros padres de muchos modos y maneras, ahora a la postre, enestos das, nos lo ha hablado en el Hijo todo de una vez.

    En lo cual da a entender el Apstol, que Dios ha quedado ya comomudo, y no tiene ms que hablar, porque lo que hablaba antes en partesa los profetas ya lo ha hablado en l todo, dndonos el todo, que es su Hijo.

    Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios o querer algunavisin o revelacin, no slo hara una necedad, sino hara agravio a Dios,no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra cosa onovedad. Porque le podra responder Dios de esta manera: Si te tengoya hablado todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengootra cosa que te pueda revelar o responder que sea ms que eso, ponlos ojos slo en l; porque en l te lo tengo puesto todo y dicho yrevelado, y hallars en l an ms de lo que pides y deseas.

    Porque desde el da que baj con mi espritu sobre l en el monteTabor, diciendo: ste es mi amado Hijo en que me he complacido; al od, ya alc yo la mano de todas esas maneras de enseanzas yrespuestas, y se la di a el; odle a l, porque yo no tengo ms fe querevelar, ms cosas que manifestar. Que si antes hablaba, era pro-metindoos a Cristo; y si me preguntaban, eran las preguntas encami-nadas a la peticin y esperanza de Cristo, en que haban de hallar todobien, como ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistasy apstoles.

    Martes, II semana de AdvientoIsaas 24,19-25,5

    Indole escatolgicade la Iglesia peregrinante

    Vaticano IILumen Gentium 48

    La Iglesia, a la que todos hemos sido llamados en Cristo Jess y enla cual, por la gracia de Dios, conseguimos la santidad, no ser llevadaa su plena perfeccin, sino cuando llegue el tiempo de la restauracinde todas las cosas y cuando, con el gnero humano, tambin el universoentero que est ntimamente unido al hombre y por l alcanza su finser perfectamente renovado en Cristo.

    Porque Cristo, levantado en alto sobre la tierra, atrajo hacia s a todoslos hombres; habiendo resucitado de entre los muertos, envi su Esp-ritu vivificador sobre sus discpulos, y por l constituy a su cuerpo,que es la Iglesia, como sacramento universal de salvacin. Ahora,sentado a la diestra del Padre, acta sin cesar en el mundo para conducira los hombres a su Iglesia, y por ella unirlos a s ms estrechamente y,alimentndolos con su propio cuerpo y sangre, hacerlos partcipes desu vida gloriosa.

    Por tanto, la restauracin prometida que esperamos ya comenz enCristo, es impulsada con la venida del Espritu Santo y por l continaen la Iglesia, en la cual, por la fe, somos instruidos tambin acerca delsentido de nuestra vida temporal, mientras que, con la esperanza de losbienes futuros, llevamos a cabo la obra que el Padre nos ha confiado enel mundo y trabajamos por nuestra salvacin.

    La plenitud de los tiempos ha llegado, pues, hasta nosotros, y larenovacin del mundo est irrevocablemente decretada y empiezaverdaderamente a realizarse, en cierto modo, en el siglo presente, puesla Iglesia, ya en la tierra, se reviste de una verdadera, si bien imperfecta,santidad.

    Y hasta que lleguen los nuevos cielos y la nueva tierra, en los quetendr su morada la justicia, la Iglesia peregrinante en sus sacramentose instituciones, que pertenecen a este tiempo lleva consigo la imagende este mundo que pasa. Ella misma vive entre las criaturas, que gimenentre dolores de parto hasta el presente, en espera de la manifestacinde los hijos de Dios.

    Mircoles,II semana de AdvientoIsaas 25,6-26,6

    Las promesas de Diosse nos conceden por su Hijo

    San AgustnComentario sobre los salmos 109,1-3

    Dios estableci el tiempo de sus promesas y el momento de sucumplimiento.

    El perodo de las promesas se extiende desde los profetas hasta JuanBautista. El del cumplimiento, desde ste hasta el fin de los tiempos.

    Fiel es Dios, que se ha constituido en deudor nuestro, ho porquehaya recibido nada de nosotros, sino por lo mucho que nos ha prome-tido. La promesa le pareci poco, incluso; por eso, quiso obligarsemediante escritura, hacindonos, por decirlo as, un documento de suspromesas para que, cuando empezara a cumplir lo que prometi,visemos en el escrito el orden sucesivo de su cumplimiento. El tiempoproftico era, como he dicho muchas veces, el del anuncio de laspromesas.

    Prometi la salud eterna, la vida bienaventurada en la compaaeterna de los ngeles, la herencia inmarcesible, la gloria eterna, la dulzurade su rostro, la casa de su santidad en los cielos y la liberacin del miedoa la muerte, gracias a la resurreccin de los muertos. Esta ultima es comosu promesa final, a la cual se enderezan todos nuestros esfuerzos y que,una vez alcanzada, har que no deseemos ni busquemos ya cosa alguna.Pero tampoco silenci en qu orden va a suceder todo lo relativo al final,sino que lo ha anunciado y prometido.

    Prometi a los hombres la divinidad, a los mortales la inmortalidad,a los pecadores la justificacin, a los miserables la glorificacin.

    Sin embargo, hermanos, como a los hombres les pareca increble loprometido por Dios a saber, que los hombres haban de igualarse a losngeles de Dios, saliendo de esta mortalidad, corrupcin, bajeza, de-bilidad, polvo y ceniza, no slo entreg la escritura a los hombres paraque creyesen, sino que tambin puso un mediador de su fidelidad. Y noa cualquier prncipe, o a un ngel o arcngel sino a su Hijo nico . Pormedio de ste haba de mostrarnos y ofrecernos el camino por dondenos llevara al fin prometido.

    Poco hubiera sido para Dios haber hecho a su Hijo manifestador delcamino. Por eso, le hizo camino, para que, bajo su gua, pudieras caminarpor l.

    Deba, pues, ser anunciado el unignito Hijo de Dios en todos susdetalles: en que haba de venir a los hombres y asumir lo humano, y,por lo asumido, ser hombre, morir y resucitar, subir al cielo, sentarsea la derecha del Padre y cumplir entre las gentes lo que prometi. Y,despus del cumplimiento de sus promesas, tambin cumplira suanuncio de una segunda venida, para pedir cuentas de sus dones,discernir los vasos de ira de los de misericordia, y dar a los impos laspenas con que amenaz, y a los justos los premios que ofreci.

    Todo esto debi ser profetizado, anunciado, encomiado como ve-nidero, para que no asustase si aconteca de repente, sino que fueraesperado porque primero fue credo.

    Jueves, II semana de AdvientoIsaas 26,7-21

    El amor desea ver a DiosSan Pedro Crislogo

    Sermn 147

    Al ver Dios que el temor arruinaba el mundo, trat inmediatamentede volverlo a llamar con amor, de invitarlo con su gracia, de sostenerlocon su caridad, de vinculrselo con su afecto.

    Por eso purific la tierra, afincada en el mal, con un diluvio vengador,y llam a No padre de la nueva generacin, persuadindolo con suavespalabras, ofrecindole una confianza familiar, al mismo tiempo que loinstrua piadosamente sobre el presente y lo consolaba con su gracia,respecto al futuro. Y no le dio ya rdenes, sino que con el esfuerzo desu colaboracin encerr en el arca las criaturas de todo el mundo, de

  • 7manera que el amor que surga de esta colaboracin acabase con el temorde la servidumbre, y se conservara con el amor comn lo que se habasalvado con el comn esfuerzo.

    Por eso tambin llam a Abrahn de entre los gentiles, engrandecisu nombre, lo hizo padre de la fe, lo acompa en el camina, lo protegientre los extraos, le otorg riquezas, lo honr con triunfos, se le obligcon promesas, lo libr de injurias, se hizo su husped bondadoso, loglorific con una descendencia de la que ya desesperaba; todo ello paraque, rebosante de tantos bienes, seducido por tamaa dulzura de lacaridad divina, aprendiera a amar a Dios y no a temerlo, a venerarlo conamor y no con temor.

    Por eso tambin consol en sueos a Jacob en su huida, y a su regresolo incit a combatir y lo retuvo con el abrazo del luchador; para queamase al padre de aquel combate, y no lo temiese.

    Y as mismo interpel a Moiss en su lengua verncula, le habl conpaterna caridad y le invit a ser el liberador de su pueblo.

    Pero as que la llama del amor divino prendi en los corazoneshumanos y toda la ebriedad del amor de Dios se derram sobre loshumanos sentidos, satisfecho el espritu por todo lo que hemos recor-dado, los hombres comenzaron a querer contemplar a Dios con sus ojoscarnales

    Pero la angosta mirada humana cmo iba a poder abarcar a Dios,al que no abarca todo el mundo crea do? La exigencia del amor no atiendea lo que va a ser o a lo que debe o puede ser. El amor ignora el juicio carecede razn, no conoce la medida. El amor no se aquieta ante lo imposible,no se remedia con la dificultad.

    El amor es capaz de matar al amante si no puede alcanzar lo deseado;va a donde se siente arrastrado, no a donde debe ir.

    El amor engendra el deseo, se crece con el ardor y, por el ardor, tiendea lo inalcanzable. Y qu ms?

    El amor no puede quedarse sin ver lo que ama: por eso los santostuvieron en poco todos sus merecimientos, si no iban a poder ver a Dios.

    Moiss se atreve por ello a decir: Si he obtenido tu favor, ensametu gloria.

    Y otro dice tambin: Djame ver tu figura. Incluso lo mismos gentilesmodelaron sus dolos para poder contemplar con sus propios ojos loque veneraban en medio de sus errores.

    Viernes, II semana de AdvientoIsaas 27,1-13

    Eva y MaraSan Ireneo

    Contra los herejes 5,19,1; 20,2; 21,1

    El Seor vino y se manifest en una verdadera condicin humana quelo sostena, siendo a su vez sta su humanidad sostenida por l, y,mediante la obediencia del rbol de la cruz, llev a cabo la expiacin dela desobediencia cometida en otro rbol, al mismo tiempo que liquidabalas consecuencias de aquella seduccin con la que haba sido vilmenteengaada la virgen Eva, ya destinada a un hombre, gracias a la verdadque el ngel evangeliz a la Virgen Mara, prometida tambin a unhombre.

    Pues de la misma manera que Eva, seducida por las palabras deldiablo, se apart de Dios, desobedeciendo su mandato, as Mara fueevangelizada por las palabras del ngel, para llevar a Dios en su seno,gracias a la obediencia a su palabra. Y si aqulla se dej seducir paradesobedecer a Dios, sta se dej persuadir a obedecerle con lo que laVirgen Mara se convirti en abogada de la virgen Eva.

    As, al recapitular todas las cosas, Cristo fue constituido cabeza,pues declar la guerra a nuestro enemigo, derrot al que en un principio,por medio de Adn, nos haba hecho prisioneros, y quebrant sucabeza, como encontramos dicho por Dios a la serpiente en el Gnesis:Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya;ella te herir en la cabeza, cuando t la hieras en el taln.

    Con estas palabras, se proclama de antemano que aquel que haba denacer de una doncella y ser semejante a Adan habra de quebrantar lacabeza de la serpiente. Y esta descendencia es aquella misma de la quehabla el Apstol en su carta a los Glatas: La ley se aadi hasta quellegara el descendiente beneficiario de la promesa.

    Y lo expresa an con ms claridad en otro lugar de la misma carta,cuando dice: Pero cuando se cumpli el tiempo, envi Dios a su Hijo,nacido de una mujer. Pues el enemigo no hubiese sido derrotado conjusticia si su vencedor no hubiese sido un hombre nacido de mujer. Yaque por una mujer el enemigo haba dominado desde el principio alhombre, ponindose en contra de l.

    Por esta razn el mismo Seor se confiesa Hijo del hombre, yrecapitula en s mismo a aquel hombre primordial del que se hizo aquellaforma de mujer: para que as como nuestra raza descendi a la muertea causa de un hombre vencido, ascendamos del mismo modo a la vidagracias a un hombre vencedor.

    Sbado, II semana de AdvientoIsaas 29,1-18

    Mara y la IglesiaBeato Isaac de Stella

    Sermn 51

    El Hijo de Dios es el primognito entre muchos hermanos, y, siendopor naturaleza nico, atrajo hacia s muchos por la gracia, para quefuesen uno solo con el. Pues da poder para ser hijos de Dios a cuantoslo reciben.

    As pues, hecho hijo del hombre, hizo a muchos hijos de Dios. Atrajoa muchos hacia s, nico como es por su caridad y su poder: y todosaquellos que por la generacin carnal son muchos, por la regeneracindivina son uno solo con l.

    Cristo es, pues, uno, formando un todo la cabeza y el cuerpo: unonacido del nico Dios en los cielos y de una nica madre en la tierra;muchos hijos, a la vez que un solo Hijo.

    Pues as como la cabeza y los miembros son un hijo a la vez quemuchos hijos, asimismo Mara y la Iglesia son una madre y variasmadres; una virgen y muchas vrgenes.

    Ambas son madres, y ambas vrgenes; ambas concibieron sin volup-tuosidad por obra del mismo Espritu ambas dieron a luz sin pecadola descendencia de Dios Padre. Mara, sin pecado alguno, dio a luz lacabeza del cuerpo; la Iglesia, por la remisin de los pecados dio a luzel cuerpo de la cabeza. Ambas son la madre de Cristo, pero ninguna deellas dio a luz al Cristo total sin la otra.

    Por todo ello, en las Escrituras divinamente inspiradas se entiendecon razn como dicho en singular de la virgen Mara lo que en trminosuniversales se dice de la virgen madre Iglesia, y se entiende como dichode la virgen madre Iglesia en general lo que en especial se dice de la virgenmadre Mara; y lo mismo si se habla de una de ellas que de la otra, lodicho se entiende casi indiferente y comnmente como dicho de las dos.

    Tambin se considera con razn a cada alma fiel como esposa delVerbo de Dios, madre de Cristo, hija y hermana, virgen y madre fecunda.Todo lo cual la misma sabidura de Dios, que es el Verbo del Padre, lodice universalmente de la Iglesia, especialmente de Mara y singular-mente de cada alma fiel.

    Por eso dice la Escritura: Y habitar en la heredad del Seor.Heredad del Seor que es universalmente la Iglesia, especialmenteMara y singularmente cada alma fiel. En el tabernculo del vientre deMara habit Cristo durante nueve meses; hasta el fin del mundo, viviren el tabernculo de la fe de la Iglesia; y, por los siglos de los siglos, oraren el conocimiento y en el amor del alma fiel.

    III Domingo de AdvientoIsaas 29,13-24

    Juan era la voz,Cristo es la Palabra

    San AgustnSermn 293,3

    Juan era la voz, pero el Seor es la Palabra que en el principio yaexista. Juan era una voz provisional; Cristo, desde el principio, es laPalabra eterna.

    Adviento

  • 8Lecturas espirituales de la Iglesia

    Quita la palabra, y qu es la voz? Si no hay concepto, no hay msque un ruido vaco. La voz sin la palabra llega al odo, pero no edificael corazn.

    Pero veamos cmo suceden las cosas en la misma edificacin denuestro corazn. Cuando pienso lo que voy a decir, ya est la palabrapresente en mi corazn; pero, si quiero hablarte, busco el modo de hacerllegar a tu corazn lo que est ya en el mo.

    Al intentar que llegue hasta ti y se aposente en tu interior la palabraque hay ya en el mo, echo mano de la voz y, mediante ella, te hablo:el sonido de la voz hace Llegar hasta ti el entendimiento de la palabra;y una vez que el sonido de la voz ha llevado hasta ti el concepto, el sonidodesaparece, pero la palabra que el sonido condujo hasta ti est ya dentrode tu corazn, sin haber abandonado el mo.

    Cuando la palabra ha pasado a ti, no te parece que es el mismo sonidoel que est diciendo: Ella tiene que crecer y yo tengo que menguar? El sonidode la voz se dej sentir para cumplir su tarea y desapareci, como si dijera:Esta alegra ma est colmada. Retengamos la palabra, no perdamos lapalabra concebida en la mdula del alma. Quieres ver cmo pasa la voz,mientras que la divinidad de la Palabra permanece? Qu ha sido delbautismo de Juan? Cumpli su misin y desapareci. Ahora el que sefrecuenta es el bautismo de Cristo. Todos nosotros creemos en Cristo,esperamos la salvacin en Cristo: esto es lo que la voz hizo sonar.

    Y precisamente porque resulta difcil distinguir la palabra de la voz,tomaron a Juan por el Mesas. La voz fue confundida con la palabra: perola voz se reconoci a s misma, para no ofender a la palabra. Dijo: No soyel Mesas, ni Elas, ni el Profeta.

    Y cuando le preguntaron: Quin eres?, respondi: Yo soy la voz quegrita en el desierto: Allanad el camino del Seor. La voz que gritaen el desierto, la voz que rompe el silencio. Allanad el camino del Seor,como si dijera: Yo resueno para introducir la palabra en el corazn;pero sta no se dignar venir a donde yo trato de introducirla, si no leallanis el camino.

    Qu quiere decir: Allanad el camino, sino: Suplicad debidamen-te? Qu significa: Allanad el camino, sino: Pensad con humildad?Aprended del mismo Juan un ejemplo de humildad. Le tienen por elMesas, y niega serlo; no se le ocurre emplear el error ajeno en beneficiopropio.

    Si hubiera dicho: Yo soy el Mesas, cmo no lo hubieran credocon la mayor facilidad, si ya le tenan por tal antes de haberlo dicho?Pero no lo dijo: se reconoci a s mismo, no permiti que lo confundie-ran, se humill a s mismo.

    Comprendi dnde tena su salvacin; comprendi que no era msque una antorcha, y temi que el viento de la soberbia la pudiese apagar.

    Lunes, III semana de AdvientoIsaas 30,18-26

    l nos am primeroGuillermo de San Teodorico

    Tratado sobre la contemplacin de Dios9-11

    T eres en verdad el nico Seor, t, cuyo dominio sobre nosotroses nuestra salvacin; y nuestro servicio a ti no es otra cosa que sersalvados por ti.

    Cul es tu salvacin, Seor, origen de la salvacin, y cul tu ben-dicin sobre tu pueblo, sino el hecho de que hemos recibido de ti el donde amarte y de ser por ti amados?

    Por esto has querido que el Hijo de tu diestra, el hombre que hasconfirmado para ti, sea llamado Jess, es decir, Salvador, porque lsalvar a su pueblo de los pecados, y ningn otro puede salvar.

    l nos ha enseado a amarlo cuando, antes que nadie, nos ha amadohasta la muerte en la cruz. Por su amor y afecto suscita en nosotros elamor hacia l, que fue el primero en amarnos hasta el extremo.

    As es, desde luego. T nos amaste primero para que nosotros teamramos. No es que tengas necesidad de ser amado por nosotros; peronos habas hecho para algo que no podamos ser sin amarte.

    Por eso, habiendo hablado antiguamente a nuestros padres por losprofetas, en distintas ocasiones y de muchas maneras, en estos ltimosdas nos has hablado por medio del Hijo, tu Palabra, por quien los cieloshan sido consolidados y cuyo soplo produjo todos sus ejrcitos.

    Para ti, hablar por medio de tu Hijo no signific otra cosa que ponera meridiana luz, es decir, manifestar abiertamente, cunto y cmo nosamaste, t que no perdonaste a tu propio Hijo, sino que lo entregastepor todos nosotros. l tambin nos am y se entreg por nosotros.

    Tal es la Palabra que t nos dirigiste, Seor: el Verbo todopoderoso,que, en medio del silencio que mantenan todos los seres es decir, elabismo del error, vino desde el trono real de los cielos a destruirenrgicamente los errores y a hacer prevalecer dulcemente el amor.

    Y todo lo que hizo, todo lo que dijo sobre la tierra, hasta los oprobios,los salivazos y las bofetadas, hasta la cruz y el sepulcro, no fue otracosa que la palabra que t nos dirigas por medio de tu Hijo, provocandoy suscitando, con tu amor, nuestro amor hacia ti.

    Sabas, en efecto, Dios creador de las almas, que las almas de loshombres no pueden ser constreidas a ese afecto, sino que convieneestimularlo; porque donde hay coaccin, no hay libertad, y donde nohay libertad, no existe justicia tampoco.

    Quisiste, pues, que te amramos los que no podamos ser salvadospor la justicia, sino por el amor; pero no podamos tampoco amarte sinque este amor procediera de ti. As pues, Seor, como dice tu apstolpredilecto, y como tambin aqu hemos dicho, t nos amaste primeroy te adelantas en el amor a todos los que te aman.

    Nosotros, en cambio, te amamos con el afecto amoroso que t hasdepositado en nuestro interior. Por el contrario, t, el ms bueno y elsumo bien, amas con u amor que es tu bondad misma, el Espritu Santoque procede del Padre y del Hijo, el cual, desde el comienzo c la creacin,se cierne sobre las aguas, es decir, sobre las mentes fluctuantes de loshombres, ofrecindose a todos, atrayendo hacia s a todas las cosas,inspirando, aspirando, protegiendo de lo daino, favoreciendo lo be-neficioso, uniendo a Dios con nosotros y a nosotros con Dios.

    Martes, III semana de AdvientoIsaas 30,27-33; 31,4-9

    Sobre la humildad y la pazToms de Kempis

    Imitacin de Cristo 2,2-3

    No te importe mucho quin est por ti o contra ti, sino busca yprocura que est Dios contigo en todo lo que haces.

    Ten buena conciencia y Dios te defender. Al que Dios quiere ayudar no le podr daar la malicia de alguno. Si sabes callar y sufrir, sin duda vers el favor de Dios. l sabe el tiempo y el modo de librarte, y por eso te debes ofrecer

    a l. A Dios pertenece ayudar y librar de toda confusin. Algunas veces conviene mucho, para guardar mayor humildad, que

    otros sepan nuestros defectos y los reprendan. Cuando un hombre se humilla por sus defectos, entonces fcilmente

    aplaca a los otros y sin dificultad satisface a los que lo odian. Diosdefiende y libra al humilde; al humilde ama y consuela; al hombrehumilde se inclina; al humilde concede gracia, y despus de su abati-miento lo levanta a gran honra.

    Al humilde descubre sus secretos y lo atrae dulcemente a s y loconvida.

    El humilde, recibida la afrenta, est en paz, porque est en Dios y noen el mundo.

    No pienses haber aprovechado algo, si no te estimas por el msinferior a todos.

    Ponte primero a ti en paz, y despus podrs apaciguar a los otros.El hombre pacfico aprovecha ms que el muy letrado.El hombre apasionado aun el bien convierte en mal, y de ligero cree

    lo malo. El hombre bueno y pacfico todas las cosas echa a buena parte. El que est en buena paz de ninguno sospecha. El descontento y alterado, con diversas sospechas se atormenta; ni

    l sosiega ni deja descansar a los otros.

  • 9 Dice muchas veces lo que no debiera, y deja de hacer lo que ms leconvendra.

    Piensa lo que otros deben hacer, y deja l sus obligaciones. Ten, pues, primero celo contigo, y despus podrs tener buen celo

    con el prjimo. T sabes excusar y disimular muy bien tus faltas y noquieres or las disculpas ajenas.

    Ms justo sera que te acusases a ti, y excusases a tu hermano. Sufre a los otros si quieres que te sufran.

    Mircoles,III semana de AdvientoIsaas 31,1-3; 32,1-8

    Cuando venga Cristo,Dios ser visto

    por todos los hombresSan Ireneo

    Contra los herejes 4,20,4-5

    Hay un solo Dios, quien por su palabra y su sabidura ha hecho ypuesto en orden todas las cosas.

    Su Palabra, nuestro Seor Jesucristo, en los ltimos tiempos se hizohombre entre los hombres para enlazar el fin con el principio, es decir,el hombre con Dios.

    Por eso, los profetas, despus de haber recibido de esa mismaPalabra el carisma proftico, han anunciado de antemano su venidasegn la carne, mediante la cual se han realizado, como quera el bene-plcito del Padre, la unin y comunin de Dios y del hombre. Desdeel comienzo, la Palabra haba anunciado que Dios sera contempladopor los hombres, que vivira y conversara con ellos en la tierra, que sehara presente a la criatura por l modelada para salvarla y ser conocidopor ella, y, librndonos de la mano de todos los que nos odian, a saber,de todo espritu de desobediencia, hacer que le sirvamos con santidady justicia todos nuestros das, a fin de que, unido al Espritu de Dios,el hombre viva para gloria del Padre.

    Los profetas, pues, anunciaban por anticipado que Dios sera vistopor los hombres, conforme a lo que dice tambin el Seor: Dichososlos limpios de corazn, porque ellos vern a Dios.

    Ciertamente, segn su grandeza y gloria inenarrable, nadie puede vera Dios y quedar con vida, pues el Padre es incomprensible.

    Sin embargo, segn su amor, su bondad hacia los hombres y suomnipotencia, el Padre llega hasta a conceder a quienes le aman elprivilegio de ver a Dios, como profetizaban los profetas, pues lo queel hombre no puede, lo puede Dios.

    El hombre por s mismo no puede ver a Dios; pero Dios, si quiere,puede manifestarse a los hombres: a quien quiera, cuando quiera y comoquiera. Dios, que todo lo puede, fue visto en otro tiempo por losprofetas en el Espritu, ahora es visto en el Hijo gracias a la adopcinfilial y ser visto en el reino de los cielos como Padre. En efecto, elEspritu prepara al hombre para recibir al Hijo de Dios, el Hijo loconduce al Padre, y el Padre en la vida eterna le da la inmortalidad, quees la consecuencia de ver a Dios.

    Pues, del mismo modo que quienes ven la luz estn en la luz yperciben su esplendor, as tambin los que ven a Dios estn en Dios yperciben su esplendor. Ahora bien, la claridad divina es vivificante. Portanto, los que contemplan a Dios tienen parte en la vida divina.

    Jueves, III semana de AdvientoIsaas 32,15-33,6

    Cristo, plenitud de la revelacinVaticano II

    Dei Verbum 3-4

    Dios, al crear y conservar todas las cosas por su Palabra, da a loshombres testimonio perenne de s en las cosas creadas, pero, queriendoabrir el camino de la salvacin sobrenatural, se manifest, adems,personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio.

    Despus de su cada, alent en ellos la esperanza de la salvacin conla promesa de la redencin, y tuvo incesante cuidado del gnero huma-no, para dar vida eterna a todos los que buscan la salvacin con laperseverancia en las buenas obras.

    A su tiempo, llam a Abrahn para hacerlo padre de un gran pueblo,al que despus de los patriarcas instruy por Moiss y por los profetaspara que lo reconociera como Dios nico, vivo y verdadero, Padreprovidente y justo juez, y para que esperara al Salvador prometido; deesta forma, a travs de los siglos, fue preparando el camino del Evan-gelio. Despus que, en distintas ocasiones y de muchas maneras, Dioshabl por los profetas, ahora, en esta etapa final, nos ha hablado porel Hijo.

    Pues envi a su Hijo, es decir, la Palabra eterna, que ilumina a todoslos hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los secretosde Dios; Jesucristo, pues, la Palabra hecha carne, hombre enviado alos hombres, habla las palabras de Dios y lleva a cabo la obra de lasalvacin que el Padre le confi.

    Por tanto, Jesucristo ver al cual es ver al Padre, con su totalpresencia y manifestacin personal, con palabras y obras, con sealesy milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurreccin gloriosa de entrelos muertos, finalmente, con el envo del Espritu de la verdad, completala revelacin y confirma, con el testimonio divino, que Dios vive connosotros para liberarnos de las tinieblas del pecado v de la muerte yresucitarnos a la vida eterna.

    La economa cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva,nunca cesar; y no hay que esperar ya ninguna revelacin pblica antesde la gloriosa manifestacin de nuestro Seor Jesucristo.

    Viernes,III semana de AdvientoIsaas 33,7-24

    Tu deseo es tu oracinSan Agustn

    Comentario sobre los salmos 37,13-14

    Los gemidos de mi corazn eran como rugidos. Hay gemidos ocultosque nadie oye; en cambio, si la violencia del deseo que se apodera delcorazn de un hombre es tan fuerte que su herida interior acaba porexpresarse con una voz ms clara, entonces se busca la causa; y unopiensa para s: Quiz gima por aquello, y quiz fue aquello lo que lesucedi. Y quin lo puede entender como no sea aquel a cuya vistay a cuyos odos llegaron los gemidos? Por eso dice que los gemidos demi corazn eran como rugidos, porque los hombres, si por casualidadse paran a escuchar los gemidos de alguien, las ms de las veces slooyen los gemidos exteriores; y en cambio no oyen los gemidos delcorazn.

    Y quin iba a poder interpretar la causa de sus gemidos? Aade porello: Todo mi deseo est en tu presencia. Por tanto, no ante los hombres,que no son capaces de ver el corazn, sino que todo mi deseo est entu presencia. Que tu deseo est en su presencia; y el Padre, que ve enlo escondido, te atender.

    Tu deseo es tu oracin; si el deseo es continuo, continua tambin esla oracin. No en vano dijo el Apstol: Orad sin cesar. Acaso sin cesarnos arrodillamos, nos prosternamos, elevamos nuestras manos, paraque pueda afirmar: Orad sin cesar? Si decimos que slo podemos oraras, creo que es imposible orar sin cesar. Pero existe otra oracin interiory continua, que es el deseo. Cualquier cosa que hagas, si deseas aquelreposo sabtico, no interrumpes la oracin. Si no quieres dejar de orar,no interrumpas el deseo.

    Tu deseo continuo es tu voz, es decir, tu oracin con tinua. Callascuando dejas de amar. Quines se han callado? Aquellos de quienes seha dicho: Al crecer la maldad, se enfriar el amor en la mayora.

    La frialdad en el amor es el silencio del corazn; el fervor del amores el clamor del corazn. Mientras la caridad permanece, ests claman-do siempre; si clamas siempre deseas siempre; y, si deseas, te acuerdasde aquel reposo.

    Todo mi deseo est en tu presencia. Qu suceder delante de Diosest el deseo y no el gemido? Pero cmo va a ocurrir esto, si el gemidoes la voz del deseo?

    Adviento

  • 10

    Lecturas espirituales de la Iglesia

    Por eso aade el salmo: No se te ocultan mis gemidos. Para ti no estnocultos; sin embargo, para muchos hombres lo estn. Algunas veces elhumilde siervo de Dios afirma: No se te ocultan mis gemidos. De veze cuando puede advertirse que tambin sonre el siervo de Dios: puedeacaso, por su risa, deducirse que muri en su corazn aquel deseo? Situ deseo est en tu interior tambin lo est el gemido; quiz el gemidono llega siempre a los odos del hombre, pero jams se aparta de los odosde Dios.

    17 de diciembreIsaas 45,1-13

    El misterio de nuestra reconciliacinSan Len Magno

    Carta 31,2-3

    De nada sirve reconocer a nuestro Seor como hijo de la bienaven-turada Virgen Mara y como hombre verdadero y perfecto, si no se lecree descendiente de aquella estirpe que en el Evangelio se le atribuye.

    Pues dice Mateo: Genealoga de Jesucristo, hijo de David, hijo deAbrahn; y a continuacin viene el orden de su origen humano hastallegar a Jos, con quien se hallaba desposada la madre del Seor.

    Lucas, por su parte, retrocede por los grados de ascendencia y seremonta hasta el mismo origen del linaje humano, con el fin de ponerde relieve que el primer y el ltimo Adn son de la misma naturaleza.

    Para ensear y justificar a los hombres, la omnipotencia del Hijo deDios poda haber aparecido, por supuesto, del mismo modo que habaaparecido ante los patriarcas y los profetas, es decir, bajo aparienciahumana: por ejemplo, cuando trab con ellos un combate o mantuvouna conversacin, cuando no rehuy la hospitalidad que se le ofrecay comi los alimentos que le presentaban.

    Pero aquellas imgenes eran indicios de este hombre; y las signifi-caciones msticas de estos indicios anunciaban que l haba de perte-necer en realidad a la estirpe de los padres que le antecedieron.

    Y, en consecuencia, ninguna de aquellas figuras era el cumplimientodel misterio de nuestra reconciliacin, dispuesto desde la eternidad,porque el Espritu Santo an no haba descendido a la Virgen ni la virtuddel Altsimo la haba cubierto con su sombra, para que la Palabra hubierapodido ya hacerse carne dentro de las virginales entraas, de modo quela Sabidura se construyera su propia casa; el Creador de los tiemposno haba nacido an en el tiempo, haciendo que la forma de Dios y lade siervo se encontraran en una sola persona; y aquel que haba creadotodas las cosas no haba sido engendrado todava en medio de ellas.

    Pues de no haber sido porque el hombre nuevo, encarnado en unacarne pecadora como la nuestra, acept nuestra antigua condicin y,consustancial como era con el Padre, se dign a su vez hacerse consus-tancial con su madre, y, siendo como era el nico que se hallaba librede pecado, uni consigo nuestra naturaleza, la humanidad hubieraseguido para siempre bajo la cautividad del demonio. Y no hubisemospodido beneficiarnos de la victoria del triunfador, si su victoria sehubiera logrado al margen de nuestra naturaleza.

    Por esta admirable participacin ha brillado para nosotros el mis-terio de la regeneracin, de tal manera que, gracias al mismo Espritupor cuya virtud Cristo fue concebido y naci, hemos nacido de nuevode un origen espiritual.

    Por lo cual, el evangelista dice de los creyentes: stos no han nacidode sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

    18 de diciembreIsaas 46,1-13

    Dios en su Hijoha revelado su caridad

    AnnimoCarta a Diogneto 8,5-9,6

    Nadie pudo ver ni dar a conocer a Dios, sino que fue l mismo quiense revel. Y lo hizo mediante la fe, nico medio de ver a Dios. Pues elSeor y Creador de todas las cosas, que lo hizo todo y dispuso cadacosa en su propio orden, no slo am a los hombres, sino que fuetambin paciente con ellos. Siempre fue, es y seguir siendo benigno,

    bueno, incapaz de ira y veraz; ms an, es el nico bueno; y cuandoconcibi en su mente algo grande e inefable, lo comunic nicamentecon su Hijo.

    Mientras mantena en lo oculto y reservaba sabiamente su designio,poda parecer que nos tena olvidados y no se preocupaba de nosotros;pero, una vez que, por medio de su Hijo querido, revel y manifesttodo lo que se hallaba preparado desde el comienzo, puso a la vez todaslas cosas a nuestra disposicin: la posibilidad de disfrutar de susbeneficios, y la posibilidad de verlos y comprenderlos. Quin denosotros se hubiera atrevido a imaginar jams tanta generosidad?

    As pues, una vez que Dios ya lo haba dispuesto todo en compaade su Hijo, permiti que, hasta la venida del Salvador, nos dejramosarrastrar, a nuestro arbitrio, por desordenados impulsos, y fusemosdesviados del recto camino por nuestros voluptuosos apetitos; noporque, en modo alguno, Dios se complaciese con nuestros pecados,sino por tolerancia; ni porque aprobase aquel tiempo de iniquidad, sinoporque era el creador del presente tiempo de justicia, de modo que, yaque en aquel tiempo habamos quedado convictos por nuestras propiasobras de ser indignos de la vida, la benignidad de Dios se dignase ahoraotorgrnosla, y una vez que habamos puesto de manifiesto que pornuestra parte no seramos capaces de tener acceso al reino de Dios, elpoder de Dios nos concediese tal posibilidad.

    Y cuando nuestra injusticia lleg a su colmo y se puso completamen-te de manifiesto que el suplicio y la muerte, su recompensa, nosamenazaban, al llegar el tiempo que Dios haba establecido de antemanopara poner de manifiesto su benignidad y poder (inmensa humanidady caridad de Dios!), no se dej llevar del odio hacia nosotros, ni nosrechaz, ni se veng, sino que soport y ech sobre s con paciencianuestros pecados, asumindolos compadecido de nosotros, y entrega su propio Hijo como precio de nuestra redencin: al santo por losinicuos, al inocente por los culpables, al justo por los injustos, alincorruptible por los corruptibles, al inmortal por los mortales. Quotra cosa que no fuera su justicia pudo cubrir nuestros pecados? Porobra de quin, que no fuera el Hijo nico de Dios, pudimos nosotrosquedar justificados, inicuos e impos como ramos?

    Feliz intercambio, disposicin fuera del alcance de nuestra inteli-gencia, insospechados beneficios: la iniquidad de muchos qued sepul-tada por un solo justo, la justicia de uno solo justific a muchos injustos!

    19 de diciembreIsaas 47,1.3b-15

    La economa dela encarnacin redentora

    San IreneoContra los herejes 3,20,2-3

    La gloria del hombre es Dios; el hombre, en cambio, es el receptculo de laactuacin de Dios, de toda su sabidura y su poder.

    De la misma manera que los enfermos demuestran cul sea el mdico,as los hombres manifiestan cul sea Dios. Por lo cual dice tambinPablo: Pues Dios nos encerr a todos en la rebelda para tener mise-ricordia de todos. Esto lo dice del hombre, que desobedeci a Dios yfue privado de la inmortalidad, pero despus alcanz misericordia y,gracias al Hijo de Dios, recibi la filiacin que es propia de ste.

    Si el hombre acoge sin vanidad ni jactancia la verdadera gloria pro-cedente de cuanto ha sido creado y de quien lo cre, que no es otro queel poderossimo Dios que hace que todo exista, y si permanece en elamor, en la sumisin y en la accin de gracias a Dios, recibir de l anms gloria, as como un acrecentamiento de su propio ser, hasta hacersesemejante a aquel que muri por l.

    Porque el Hijo de Dios se encarn en una carne pecadora como lanuestra, a fin de condenar al pecado y, una vez condenado, arrojarlofuera de la carne. Asumi la carne para incitar al hombre a hacersesemejante a l y para proponerle a Dios como modelo a quien imitar.Le impuso la obediencia al Padre para que llegara a ver a Dios, dndoleas el poder de alcanzar al Padre. La Palabra de Dios, que habit en elhombre, se hizo tambin Hijo del hombre, para habituar al hombre apercibir a Dios, y a Dios a habitar en el hombre, segn el beneplcitodel Padre.

    Por esta razn el mismo Seor nos dio como seal de nuestrasalvacin al que es Dios-con-nosotros, nacido de la Virgen, ya que era

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    el Seor mismo quien salvaba a aquellos que no tenan posibilidad desalvarse por s mismos; por lo que Pablo, al referirse a la debilidadhumana, exclama: S que no es bueno eso que habita en mi carne, dandoa entender que el bien de nuestra salvacin no proviene de nosotros, sinode Dios; y aade: Desgraciado de m! Quin me librar de estecuerpo presa de la muerte? Despus de lo cual se refiere al libertador:la gracia nuestro Seor Jesucristo.

    Tambin Isaas dice lo mismo: Fortaleced las manos dbiles, robus-teced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazn: Sedfuertes, no temis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, vieneen persona y os salvar; porque hemos de salvarnos, no por nosotrosmismos, sino con la ayuda de Dios.

    20 de diciembreIsaas 48, 1-11

    Todo el mundo esperala respuesta de Mara

    San BernardoHomila sobre las excelencias

    de la Virgen Madre 4,8-9

    Oste, Virgen, que concebirs y dars a luz a un hijo; oste que no serpor obra de varn, sino por obra del Espritu Santo. Mira que el ngelaguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Seor quelo envi. Tambin nosotros, los condenados infelizmente a muerte porla divina sentencia, esperamos, Seora, esta palabra de misericordia.

    Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvacin; en seguidaseremos librados si consientes. Por la Palabra eterna de Dios fuimostodos creados, y a pesar de eso morimos; mas por tu breve respuestaseremos ahora restablecidos para ser llamados de nuevo a la vida.

    Esto te suplica, oh piadosa Virgen, el triste Adn, desterrado delparaso con toda su miserable posteridad. Esto Abrahn, esto David,con todos los santos antecesores tuyos, que estn detenidos en la reginde la sombra de la muerte; esto mismo te pide el mundo todo, postradoa tus pies.

    Y no sin motivo aguarda con ansia tu respuesta, porque de tu palabradepende el consuelo de los miserables, la redencin de los cautivos, lalibertad de los condenados, la salvacin, finalmente, de todos los hijosde Adn, de todo tu linaje.

    Da pronto tu respuesta. Responde presto al ngel, o, por mejordecir, al Seor por medio del ngel; responde una palabra y recibe al quees la Palabra; pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabrafugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna.

    Por qu tardas? Qu recelas? Cree, di que s y recibe.Que tu humildad se revista de audacia, y tu modestia de confianza.

    De ningn modo conviene que tu sencillez virginal se olvide aqu de laprudencia. En este asunto no temas, Virgen prudente, la presuncin;porque, aunque es buena la modestia en el silencio, ms necesaria esahora la piedad en las palabras.

    Abre, Virgen dichosa, el corazn a la fe, los labios al consentimiento,las castas entraas al Criador. Mira que el deseado de todas las gentesest llamando a tu puerta. Si te demoras en abrirle, pasar adelante, ydespus volvers con dolor a buscar al amado de tu alma. Levntate,corre, abre. Levntate por la fe, corre por la devocin, abre por elconsentimiento.

    Aqu est dice la Virgen la esclava del Seor; hgase en m segntu palabra.

    21 de diciembreIsaas 48,12-21; 49,9b-13

    La visitacin de santa Mara VirgenSan Ambrosio

    Exposicin sobre evangelio de San Lucas 2,19.22-23.26-27

    El ngel que anunciaba los misterios, para llevar a la fe mediante algnejemplo, anunci a la Virgen Mara la maternidad de una mujer estrily ya entrada en aos, manifestando as que Dios puede hacer todo

    cuanto le place. Desde que lo supo, Mara, no por falta de fe en la profeca, no por

    incertidumbre respecto al anuncio, no por duda acerca del ejemploindicado por el ngel, sino con el regocijo de su deseo, como quiencumple un piadoso deber, presurosa por el gozo, se dirigi a lasmontaas.

    Llena de Dios de ahora en adelante, cmo no iba a elevarse apre-suradamente hacia las alturas? La lentitud en el esfuerzo es extraa ala gracia del Espritu. Bien pronto se manifiestan los beneficios de lallegada de Mara y de la presencia del Seor; pues en el momento mismoen que Isabel oy el saludo de Mara, salt la criatura en su vientre,y ella se llen del Espritu Santo.

    Considera la precisin y exactitud de cada una de las palabras: Isabelfue la primera en or la voz, pero Juan fue el primero en experimentarla gracia, porque Isabel escuch segn las facultades de la naturaleza,pero Juan, en cambio, se alegr a causa del misterio. Isabel sinti laproximidad de Mara, Juan la del Seor; la mujer oy la salutacin dela mujer, el hijo sinti la presencia del Hijo; ellas proclaman la gracia,ellos, vivindola interiormente, logran que sus madres se aprovechende este don hasta tal punto que, con un doble milagro, ambas empiezana profetizar por inspiracin de sus propios hijos.

    El nio salt de gozo y la madre fue llena del Espritu Santo, perono fue enriquecida la madre antes que el hijo, sino que, despus que fuerepleto el hijo, qued tambin colmada la madre. Juan salta de gozo yMara se alegra en su espritu. En el momento que Juan salta de gozo,Isabel se llena del Espritu, pero, si observas bien, de Mara no se diceque fuera llena del Espritu, sino que se afirma nicamente que se alegren su espritu (pues en ella actuaba ya el Espritu de una maneraincomprensible); en efecto: Isabel fue llena del Espritu despus deconcebir; Mara, en cambio, lo fue ya antes de concebir porque de ellase dice: Dichosa t que has credo!

    Pero dichosos tambin vosotros, porque habis odo credo; puestoda alma creyente concibe y engendra la Palabra de Dios y reconocesus obras.

    Que en todos resida el alma de Mara para glorificar al Seor; que entodos est el espritu de Mara para alegrarse en Dios. Porque sicorporalmente no hay ms que una madre de Cristo, en cambio, por lafe, Cristo es el fruto de todos; pues toda alma recibe la Palabra de Dios,a condicin de que, sin mancha y preservada de los vicios, guarde lacastidad con una pureza intachable.

    Toda alma, pues, que llega a tal estado proclama la grandeza delSeor, igual que el alma de Mara la ha proclamado, y su espritu se haalegrado en Dios Salvador.

    El Seor, en efecto, es engrandecido, segn puede leerse en otro lugar:Proclamad conmigo la grandeza del Seor. No porque con la palabrahumana pueda aadirse algo a Dios, sino porque l queda engrandecidoen nosotros. Pues Cristo es la imagen de Dios y, por esto, el alma queobra justa y religiosamente engrandece esa imagen de Dios, a cuyasemejanza ha sido creada, y, al engrandecerla, tambin la misma almaqueda engrandecida por una mayor participacin de la grandeza divina.

    22 de diciembreIsaas 49,14-50,1

    MagnificatSan Beda el Venerable

    Sobre el evangelio de san Lucas 1,46-55

    Mara dijo: Proclama mi alma la grandeza del Seor, se alegra miEspritu en Dios, mi salvador.

    El Seor, dice, me ha engrandecido con un don tan inmenso y taninaudito, que no hay posibilidad de explicarlo con palabras, ni apenasel afecto ms profundo del corazn es capaz de comprenderlo; por elloofrezco todas las fuerzas del alma en accin de gracias, y me dedico contodo mi ser, mis sentidos y mi inteligencia a contemplar con agradeci-miento la grandeza de aquel que no tiene fin, ya que mi espritu secomplace en la eterna divinidad de Jess, mi salvador, con cuya tem-poral concepcin ha quedado fecundada mi carne.

    Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por m: su nombre essanto.

    Adviento

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    Lecturas espirituales de la Iglesia

    Se refiere al comienzo del himno, donde haba dicho: Proclama mialma la grandeza del Seor. Porque slo aquella alma a la que el Seorse digna hacer grandes favores puede proclamar la grandeza del Seorcon dignas alabanzas y dirigir a quienes comparten los mismos votosy propsitos una exhortacin como sta: Proclamad conmigo la gran-deza del Seor, ensalcemos juntos su nombre.

    Pues quien, una vez que haya conocido al Seor, tenga en menos elproclamar su grandeza y santificar su nombre en la medida de susfuerzas ser el menos importante en el reino de los cielos. Ya que elnombre del Seor se llama santo, porque con su singular poder trascien-de a toda creatura y dista ampliamente de todas las cosas que ha hecho.

    Auxilia a Israel, su siervo, acordndose de la misericordia. Bella-mente llama a Israel siervo del Seor, ya que efectivamente el Seor loha acogido para salvarlo por ser obediente y humilde, de acuerdo conlo que dice Oseas: Israel es mi siervo, y yo lo amo.

    Porque quien rechaza la humillacin tampoco puede acoger la sal-vacin, ni exclamar con el profeta: Dios es mi auxilio, el Seor sostienemi vida, y el que se haga pequeo como este nio, se es el ms grandeen el reino de los cielos.

    Como lo haba prometido a nuestros padres, en favor de Abrahny su descendencia por siempre. No se refiere a la descendencia carnalde Abrahn, sino a la espiritual, o sea, no habla de los nacidos solamentede su carne, sino de los que siguieron las huellas de su fe, lo mismo dentroque fuera de Israel. Pues Abrahn haba credo antes de la circuncisin,y su fe le fue tenida en cuenta para la justificacin.

    De modo que el advenimiento del Salvador se le prometi a Abrahny a su descendencia por siempre, o sea, a los hijos de la promesa, delos que se dice: Si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahn yherederos de la promesa.

    Con razn, pues, fueron ambas madres quienes anunciaron con susprofecas los nacimientos del Seor y de Juan, para que, as como elpecado empez por medio de las mujeres, tambin los bienes comiencenpor ellas, y la vida que pereci por el engao de una sola mujer seadevuelta al mundo por la proclamacin de dos mujeres que compitenpor anunciar la salvacin.

    23 de diciembreIsaas 51,1-11

    Manifestacindel misterio escondido

    San HiplitoContra la hereja de Noeto 9-12

    Hay un nico Dios, hermanos, que slo puede ser conocido a travsde las Escrituras santas. Por ello debemos esforzarnos por penetrar entodas las cosas que nos anuncian las divinas Escrituras y procurarprofundizar en lo que nos ensean. Debemos conocer al Padre comoe desea ser conocido, debemos glorificar al Hijo como el Padre desea quelo glorifiquemos, debemos recibir al Espritu Santo como el Padre deseadrnoslo. En todo debemos proceder no segn nuestro arbitrio ni segnnuestros propios sentimientos ni haciendo violencia a los deseos deDios, sino segn los caminos que el mismo Seor nos ha dado a conoceren las santas Escrituras.

    Cuando slo exista Dios y nada haba an que coexistiera con l, elSeor quiso crear al mundo. Lo cre por su inteligencia, por su voluntady por su palabra; y el mundo lleg a la existencia tal como l lo quisoy cuando el lo quiso. Nos basta, por tanto, saber que, al principio, nadacoexista con Dios, nada haba fuera de l. Pero Dios, siendo nico, eratambin mltiple. Porque con l estaba su sabidura, su razn, su podery su consejo; todo esto estaba en l, y l era todas estas cosas. Y, cuandoquiso y como quiso, y en el tiempo por l mismo predeterminado,manifest al mundo su Palabra, por quien fueron hechas todas las cosas.

    Y como Dios contena en s mismo a la Palabra, aunque ella fuerainvisible para el mundo creado, cuando Dios hizo or su voz, la Palabrase hizo entonces visible; as, de la luz que es el Padre sali la luz quees el Hijo, y la imagen del Seor fue como reproducida en el ser de lacreatura; de esta manera el que al principio era slo visible para el Padreempez a ser visible tambin para el mundo, para que ste, al contem-plarlo, pudiera alcanzar la salvacin.

    El sentido de todo esto es que, al entrar en el mundo, la Palabra quisoaparecer como hijo de Dios; pues, en efecto todas las cosas fueronhechas por el Hijo, pero l es engendrado nicamente por el Padre.

    Dios dio la ley y los profetas, impulsando a stos a hablar bajo la

    mocin del Espritu Santo, para que, habiendo recibido la inspiracindel poder del Padre, anunciaran su consejo y su voluntad.

    La Palabra, pues, se hizo visible, como dice san Juan. Y repiti ensntesis todo lo que dijeron los profetas, de mostrando as que esrealmente la Palabra por quien fueron hechas todas las cosas. Dice: Enel principio ya exista la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, yla Palabra era Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ellano se hizo nada de lo que se ha hecho. Y ms adelante: El mundo se hizopor medio de ella, y el mundo no la conoci. Vino a su casa, y los suyosno la recibieron.

    24 de diciembreIsaas 51,17-52,2.7-10

    La fidelidad brota de la tierray la justicia mira desde el cielo

    San AgustnSermn 185

    Despirtate: Dios se ha hecho hombre por ti. Despierta, t queduermes, levntate de entre los muertos, y Cristo ser tu luz. Por tiprecisamente, Dios se ha hecho hombre.

    Hubieses muerto para siempre, si l no hubiera nacido en el tiempo.Nunca te hubieses visto libre de la carne del pecado, si l no hubieraaceptado la semejanza de la carne del pecado. Una inacabable miseriase hubiera apoderado ti, si no se hubiera llevado a cabo esta misericordia.Nunca hubieras vuelto a la vida, si l no hubiera venido al encuentro detu muerte. Te hubieras derrumbado, si no te hubiera ayudado. Hubierasperecido, si l no hubiera venido.

    Celebremos con alegra el advenimiento de nuestra salvacin yredencin. Celebremos el da afortunado en el que quien era el inmensoy eterno da, que proceda del inmenso y eterno da, descendi hastaeste da nuestro tan breve v temporal. Este se convirti para nosotrosen justicia, santificacin y redencin: y as como dice la Escritura: El que se glore, que se glore en el Seor.

    Pues la verdad brota de la tierra: Cristo, que dijo: Yo soy la verdad,naci de una virgen. Y la justicia mira desde el cielo: puesto que, al creeren el que ha nacido, el hombre no se ha encontrado justificado por smismo, sino por Dios.

    La verdad brota de la tierra: porque la Palabra se hizo carne. Y lajusticia mira desde el cielo: porque todo beneficio y todo don perfectoviene de arriba. La verdad brota de la tierra: la carne, de Mara. Y lajusticia mira desde el cielo: porque el hombre no puede recibir nada,si no se lo dan desde el cielo.

    Ya que hemos recibido la justificacin por la fe, estamos en paz conDios, porque la justicia y la paz se besan. Por medio de nuestro SeorJesucristo, porque la verdad brota de la tierra. Por l hemos obtenidocon la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamosapoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. No dice:Nuestra gloria, sino: La gloria de Dios; porque la justicia no procedede nosotros, sino que mira desde el cielo. Por tanto, el que se glore,que se glore en el Seor, y no en s mismo.

    Por eso, despus que la Virgen dio a luz al Seor, el pregn de lasvoces anglicas fue as: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz alos hombres que ama el Seor. Por qu la paz en la tierra, sino porquela verdad brota de la tierra, o sea, Cristo ha nacido de la carne? Y l esnuestra paz; l ha hecho de los dos pueblos una sola cosa: para quefusemos hombres que ama el Seor, unidos suavemente con vnculosde unidad.

    Alegrmonos, por tanto, con esta gracia, para que el testimonio denuestra conciencia constituya nuestra gloria: y no nos gloriemos ennosotros mismos, sino en Dios. Por eso se ha dicho: T eres mi gloria,t mantienes alto mi cabeza. Pues qu gracia de Dios pudo brillar msintensamente para nosotros que sta: teniendo un Hijo unignito,hacerlo hijo del hombre, para, a su vez, hacer al hijo del hombre hijo deDios? Busca mritos, busca justicia, busca motivos; y a ver si encuen-tras algo que no sea gracia.

  • 13

    Navidad

    Natividad del Seor,25 de diciembreIsaas 11,1-10

    Reconoce, cristiano, tu dignidadSan Len Magno

    Sermn en la Natividad del Seor 1,1-3

    Hoy, queridos hermanos, ha nacido nuestro Salvador; alegrmonos.No puede haber lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida;la misma que acaba con el tenor de la mortalidad, y nos infunde la alegrade la eternidad prometida.

    Nadie tiene por qu sentirse alejado de la participacin de semejantegozo, a todos es comn la razn para el jbilo: porque nuestro Seor,destructor del pecado y de la muerte, como no ha encontrado a nadielibre de culpa, ha venido para liberarnos a todos. Algrese el santo,puesto que se acerca a la victoria; regocjese el pecador, puesto que sele invita al perdn; anmese el gentil, ya que se le llama a la vida.

    Pues el Hijo de Dios, al cumplirse la plenitud de los tiempos,establecidos por los inescrutables y supremos designios divinos, asu-mi la naturaleza del gnero humano para reconciliarla con su Creador,de modo que el demonio, autor de la muerte, se viera vencido por lamisma naturaleza gracias a la cual haba vencido.

    Por eso, cuando nace el Seor, los ngeles cantan jubilosos: Gloriaa Dios en el cielo, y anuncian: y en la tierra paz a los hombres que amael Seor. Pues estn viendo cmo la Jerusaln celestial se construye congentes de todo el mundo; cmo, pues, no habr de alegrarse la humildadde los hombres con tan sublime accin de la piedad divina, cuando tantose entusiasma la sublimidad de los ngeles?

    Demos, por tanto, queridos hermanos, gracias a Dios Padre pormedio de su Hijo, en el Espritu Santo, puesto que se apiad de nosotrosa causa de la inmensa misericordia con que nos am; estando nosotrosmuertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo, para que graciasa l fusemos una nueva creatura, una nueva creacin.

    Despojmonos, por tanto, del hombre viejo con todas sus obras y,ya que hemos recibido la participacin de la generacin de Cristo,renunciemos a las obras de la carne.

    Reconoce, cristiano, tu dignidad y, puesto que has sido hecho par-tcipe de la naturaleza divina, no pienses en volver con un comporta-miento indigno a las antiguas vilezas. Piensa de qu cabeza y de qucuerpo eres miembro. No olvides que fuiste liberado del poder de lastinieblas y trasladado a la luz y al reino de Dios.

    Gracias al sacramento del bautismo te has convertido en templo delEspritu Santo; no se te ocurra ahuyentar con tus malas acciones a tannoble husped, ni volver a someterte a la servidumbre del demonio:porque tu precio es la sangre de Cristo.

    Domingo de la Sagrada Familia,infractoava de NavidadEfesios 5,21-6,4

    El ejemplo de NazaretPablo VI

    Alocucin en Nazaret 5-I-1964

    Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jess,es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. cual los mensajeros de paz lloraban amargamente, diciendo: Seor,

    Aqu aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en elsentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadoramanifestacin del Hijo de Dios entre los hombres. Aqu se aprendeincluso, quiz e una manera casi insensible, a imitar esta vida.

    Aqu se nos revela el mtodo que nos har descubrir quin es Cristo.Aqu comprendemos la importancia que tiene el ambiente que rode suvida durante su estancia entre nosotros, y lo necesario que es el cono-cimiento de los lugares, los tiempos, las costumbres, el lenguaje, lasprcticas religiosas, en una palabra, de todo aquello de que Jess sesirvi para revelarse al mundo. Aqu todo habla, todo tiene un sentido.

    Aqu, en esta escuela, comprendemos la necesidad de la disciplinaespiritual si queremos seguir las enseanzas del Evangelio y ser disc-pulos de Cristo.

    Cmo quisiramos ser otra vez nios y volver a esta humilde perosublime escuela de Nazaret! Cmo quisiramos volver a empezar,junto a Mara, nuestra iniciacin a la verdadera ciencia de la vida y a lams alta sabidura de la verdad divina!

    Pero estamos aqu como peregrinos y debemos renunciar al deseo decontinuar en esta casa el estudio, nunca terminado, del conocimientodel Evangelio. Mas no partiremos de aqu sin recoger rpida, casifurtivamente, algunas enseanzas de la leccin de Nazaret.

    Su primera leccin es el silencio. Cmo desearamos que se renovaray fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispen-sable hbito del espritu, tan necesario para nosotros, que estamosaturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestraruidosa y en extremo agitada vida moderna. Silencio de Nazaret, ens-anos el recogimiento y la interioridad, ensanos a estar siempredispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de losverdaderos maestros. Ensanos la necesidad y el valor de una conve-niente formacin, del estudio, de la meditacin, de una vida interiorintensa, de la oracin personal que slo Dios ve.

    Se nos ofrece adems una leccin de vida familiar. Que Nazaret nosensee el significado de la familia, su comunin de amor, su sencilla yaustera belleza, su carcter sagrado e inviolable, lo dulce e irreempla-zable que es su pedagoga y lo fundamental e incomparable que es sufuncin en el plano social.

    Finalmente, aqu aprendemos tambin la leccin del trabajo. Nazaret,la casa del hijo del artesano: cmo deseamos comprender ms en estelugar la austera pero redentora ley del trabajo humano y exaltarladebidamente; restablecer la conciencia de su dignidad, de manera quefuera a todos patente; recordar aqu, bajo este techo, que el trabajo nopuede ser un fin en s mismo, y que su dignidad y la libertad paraejercerlo no provienen tan slo de sus motivos econmicos, sinotambin de aquellos otros valores que lo encauzan hacia un fin msnoble.

    Queremos finalmente saludar desde aqu a todos los trabajadores delmundo y sealarles al gran modelo, al hermano divino, al defensor detodas sus causas justas, es decir: a Cristo, nuestro Seor.

    29 de diciembreColosenses 1,1-14

    En la plenitud de los tiemposvino la plenitud de la divinidad

    San BernardoSermn en la Epifana del Seor 1,1-2

    Ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor alhombre. Gracias sean dadas a Dios, que ha hecho abundar en nosotrosel consuelo en medio de esta peregrinacin, de este destierro, de estamiseria.

    Antes de que apareciese la humanidad de nuestro Salvador, subondad se hallaba tambin oculta, aunque sta ya exista, pues lamisericordia del Seor es eterna. Pero cmo, a pesar de ser tan inmensa,iba a poder ser reconocida? Estaba prometida, pero no se la alcanzabaa ver; por lo que muchos no crean en ella. Efectivamente, en distintasocasiones y de muchas maneras habl Dios por lo profetas. Y deca:Yo tengo designios de paz y no de afliccin. Pero qu poda responderel hombre que slo experimentaba la afliccin e ignoraba la paz? Hastacundo vais a estar diciendo: Paz, paz, y no hay paz? A causa de lo

    Navidad

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    Lecturas espirituales de la Iglesia

    quin crey nuestro anuncio? Pero ahora los hombres tendrn quecreer a sus propios ojos, y que los testimonios de Dios se han vueltoabsolutamente crebles. Pues para que ni una vista perturbada puededejar de verlo, puso su tienda al sol.

    Pero de lo que se trata ahora no es de la promesa de la paz, sino desu envo; no de la dilatacin de su entrega, sino de su realidad; no de suanuncio proftico, sino de su presencia. Es como si Dios hubieravaciado sobre la tierra un saco lleno de su misericordia; un saco quehabra de desfondarse en la pasin, para que se derramara nuestroprecio, oculto en l; un saco pequeo, pero lleno. Y que un nio se nosha dado, pero en quien habita toda la plenitud de la divinidad. Ya que,cuando lleg la plenitud del tiempo, hizo tambin su aparicin laplenitud de la divinidad. Vino en carne mortal para que, al presentarseas ante quienes eran carnales, en la aparicin de su humanidad sereconociese su bondad. Porque, cuando se pone de manifiesto la huma-nidad de Dios, ya no puede mantenerse oculta su bondad. De qumanera poda manifestar mejor su bondad que asumiendo mi carne? Lama, no la de Adn, es decir, no la que Adn tuvo antes del pecado.

    Hay algo que pueda declarar ms inequvocamente la misericordiade Dios que el hecho de haber aceptado nuestra miseria? Qu hay msrebosante de piedad que la Palabra de Dios convertida en tan poca cosapor nosotros? Seor, qu es el hombre, para que te acuerdes de l,el ser humano, para darle poder? Que deduzcan de aqu los hombreslo grande que es el cuidado que Dios tiene de ellos; que se enteren delo que Dios piensa y siente sobre ellos. No te preguntes, t, que ereshombre, por que has sufrido, sino por lo que sufri l. Deduce de todolo que sufri por ti, en cunto te tas, y as su bondad se te har evidentepor su humanidad. Cuanto ms b