Lectio divina

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LECTIO DIVINA

«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que

producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura

asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite

ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios

que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada

apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de

Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005

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1. - ¿Qué es la Lectio Divina?

La expresión Lectio Divina procede del Latín y significa: “lectura de Dios”, “lectura divina”, y

expresa una práctica usada por los monjes pero que poco a poco se va difundiendo entre

muchos cristianos: la lectura orante de la Biblia. Se trata de una manera de profundizar en

la Escritura, no tanto desde el estudio sino desde la oración, para llegar a un encuentro

personal “de tu a tu” con Dios.

“desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo

San Jerónimo

2. - ¿Cuál es el camino que sigue la Lectio?

Fue un monje cartujo del S. XII, llamado Guigo, quien nos describió este proceso con estas

palabras: “cierto día, durante el trabajo, al reflexionar sobre la actividad del espíritu humano,

de repente se presentó a mi mente la escalera de los cuatro peldaños espirituales: la lectura,

la meditación, la oración y la contemplación. Esa es la escalera por la cual los monjes suben

hasta el cielo. Es cierto, la escalera tiene pocos peldaños, pero es de una altura tan inmensa y

tan increíble que, al tiempo que su extremo inferior se apoya en la tierra, la parte superior

penetra en las nubes e investiga los secretos del cielo”.

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Lo importante es buscar al Señor y

reconocer su presencia viva en su Palabra

1. Lectura: ¿Qué dice el texto?

2. Meditación: ¿Qué nos está diciendo el Señor a través del texto?

3. Contemplación: ¿Qué me hace esto querer decirle al Señor?

4. Oración: ¿Qué le digo al Señor?

5. Acción: ¿Qué va a cambiar en mí?

La «lectio divina» es una manera de entrar en diálogo con el Dios

que nos habla a través de su Palabra.

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0) Ambientar la lectura

La lectura del texto ha de ir precedida de un breve silencio o de una oración para pedir al

Señor que nos abra el entendimiento y el corazón para acoger obedientemente su Palabra.

Busquemos en casa un lugar tranquilo y como para poder orar en familia.

1) Lectio – lectura: ¿qué dice el texto?

Leer el texto en su contexto

Los textos deben leerse despacio y sin prisas.

No es una novela, ni un periódico, sino un texto muy importante para nosotros.

Necesita que le demos tiempo, que la leamos una y otra vez para estar seguros

de captar su mensaje.

La Biblia no es un libro anticuado e insignificante para nuestra vida, sino actual y significativo. Tiene mucho que decirnos sobre nosotros mismos, sobre el mundo y sobre el momento histórico que vivimos. Pero para descubrir la unión entre esa Palabra, escrita hace siglos, y nosotros, hemos de leer de forma constante y continua, perseverante y diaria la Biblia, hasta familiarizarnos con ella.

La primera pregunta que debe guiar nuestra lectura es:

¿Qué experiencia de fe aparece recogida en este texto?

Cuando leemos la Biblia buscamos precisamente eso: una experiencia creyente que nos

ayude a entender la nuestra y a ampliar el horizonte de nuestra vivencia de la fe en una

situación nueva. Para ello podemos acudir a recursos muy sencillos:

• Informarnos sobre aquella época: utilizar mapas, ambientar los textos

históricamente con ayuda de introducciones, comentarios, etc.

• Tener en cuenta que en la Biblia encontramos modos de hablar y de escribir

distintos a los nuestros (parábolas, relatos de milagros, etc.).

• Recordar siempre que la Biblia es una palabra encarnada y que en ella hay que

distinguir entre el mensaje perenne y lo que era propio sólo de aquella cultura

(matanzas, violencia, discriminación de la mujer...). El mejor criterio para saber esto

es leer todos los textos desde el mensaje y la vida de Jesús, que es el centro y la clave

para leer toda la Biblia.

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2) Meditatio – meditación: ¿qué me dice a mí?

Por la meditación se penetra en el fruto que la letra nos ha mostrado, nos ayuda a descubrir el sentido que el Espíritu quiere comunicar hoy al creyente, a la Iglesia, a través de los diversos pasajes de la Biblia. Lo fundamental sería llegar a comprender.

¿Cuál es el mensaje que este pasaje tiene para mí?

¿o para nosotros?

Esto se realiza “rumiando”, masticando, la Palabra en nuestro interior de modo que pase de la boca al corazón. Por ello es bueno resumir lo que hemos leído en una frase para repetirla en este momento, y quizás luego durante toda nuestra jornada, como una gota de agua que cae constantemente sobre la roca hasta horadarla, así debe caer la Palabra de Dios . Es aquí donde se establece el diálogo entre lo que Dios nos dice en su Palabra y lo que sucede en nuestra vida. Se medita reflexionando, nos pueden ayudar algunas preguntas como estas: ¿Qué diferencias y parecidos hay entre lo que estoy leyendo y mi vida? ¿Qué cambio debiera haber en mi vida? ¿Qué debería crecer en mí? Etc. Cuando se hace comunitariamente, la búsqueda en común hace surgir el sentido eclesial de al Biblia, fortaleciendo en todos la fe. Cuando ya vemos claro lo que Dios nos pide, también aparece clara nuestra propia incapacidad, nuestras debilidades para hacer lo que la Palabra nos está sugiriendo. Ese es el momento de pasar a la Oración, de pedir a Dios su ayuda para que podamos responder.

Leer para entender la vida

Después de esta primera lectura del texto es necesario exponer

nuestra vida a la interpelación del mensaje que hemos

descubierto.

Nosotros no leemos la Biblia para saber más cosas sobre ella o por mera curiosidad. Leemos

la Biblia para entender nuestra vida. En sus páginas no hay recetas, sino pistas

fundamentales para orientar nuestra existencia. Esto supone:

• Tener una mirada penetrante sobre las cosas que pasan a nuestro alrededor: estar atentos

a las cosas que nos pasan a nosotros y a la gente que nos rodea, a los signos de cada época.

• Estar dispuestos a dejarnos interpelar por el texto y por el mensaje que se nos desvela.

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3) Oratio – oración: ¿qué me hace decirle a Dios?

La oración, provocada por la meditación, comienza con una actitud de admiración silenciosa y de adoración al Señor; es la segunda parte del diálogo que iniciamos con la meditación, y la pregunta que nos motiva en este momento sería algo así:

¿Qué me inspira decirle a Dios el pasaje que he meditado?

Si hasta ahora habíamos escuchado a Dios, ahora esa escucha nos mueve a dirigirnos a Él. En la oración entran en juego el corazón y los sentimientos. En este momento especialmente dedicado a la oración, el creyente responde a Dios, movido 4 Lectura orante

La Biblia debe ser leída en el espíritu con el que ha sido escrita.

A través de ella Dios nos habla, y para escucharle tenemos que estar en la misma sintonía. Esto significa que la lectura debe hacerse en un clima de oración, lo cual nos exige:

• Abrir sinceramente el corazón para acoger lo que Dios nos dice a través de su Palabra. • Responder a Dios a través de la súplica, la acción de gracias... completando así el diálogo que él mismo comienza. Porque escuchamos a Dios cuando leemos su Palabra y le hablamos cuando le dirigimos nuestra oración.

Una ayuda puede ser ir marcando con lápiz las palabras o frases que quiero destacar (Por ejemplo: Interrogación: duda. Subrayado: algo importante. Exclamación: punto para la meditación. Asterisco: tema 3 para la oración. Palabra al margen: Compromiso. Etc.) No se trata de un estudio en profundidad, pero si es bueno hacerse alguna de las siguientes preguntas: ¿Es un relato, un poema, una enseñanza, etc.? ¿Dónde se sitúa el pasaje bíblico: época, lugar, motivo, etc.? ¿A quienes les escribió el autor? ¿Qué nos dice sobre Dios? ¿Nos habla algo acerca del mundo de entonces, o de la historia, o de las personas? Etc. Se trata de conocer lo que dice ese pasaje bíblico, no de lo que yo pienso o de lo que me han comentado. Es decir: ¿Qué dice el texto en su contexto? No hay una norma fija para saber cuando se pasa al siguiente momento, la meditación, pero cuando ya se ha dedicado un rato suficiente para tener una idea clara del texto y sintamos el deseo de saborear el pasaje, debemos hacerlo.

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4) Contemplatio – contemplación: ¿A qué conversión me invita?

La Contemplación es el punto de llegada de la Lectio Divina; es la actitud de quien se sumerge en lo meditado para descubrir y saborear en los acontecimientos la presencia activa de Dios a través de su Palabra. Además, nos invita a comprometernos con la transformación de la historia que la Palabra de Dios provoca. Es una profundización en lo profundo de ella para descubrir cómo colaborar con Dios en su designio de Salvación para la humanidad. Podríamos entender la contemplación como “un retorno al Paraíso perdido”, como un gusto y dulzura experimentados en el corazón de quien hace de la Palabra de Dios el único punto de referencia de su vida. Pero hay que cuidar de que esta práctica no nos lleve a una piedad aislada de la vida real. También podemos entenderla como una nueva manera de ver, observar y analizar la vida, los acontecimientos y la historia personal y colectiva: mirar al mundo desde los ojos de Dios. De aquí brotará el compromiso por insertarnos en nuestro mundo y colaborar con Dios en su transformación

La Sagrada Escritura es…

PALABRA DE DIOS

escrita

INSPIRADA

por el Espíritu Santo

CONFIADA

a la Iglesia para la

salvación

Leer Meditar Orar Contemplar / practicar

¿QUÉ DICE EL

TEXTO BÍBLICO?

¿QUÉ NOS DICE EL SEÑOR POR SU PALABRA?

¿QUÉ LE

DECIMOS AL SEÑOR

MOTIVADOS POR SU PALABRA?

¿A QUÉ

CONVERSIÓN Y ACCIONES NOS

INVITA EL SEÑOR?

Comprender la Palabra…

para descubrir lo que Dios nos

enseña mediante el autor inspirado.

Actualizar la Palabra…

para interpelar la vida, conocer su sentido, mejorar nuestra misión y

fortalecer la esperanza.

Orar la Palabra…

para dialogar con Dios y celebrar nuestra fe en

familia o comunidad.

Practicar la Palabra…

para conducir la vida (practicar)

según los criterios de Dios

(conversión).