Lectura Del Libro v de Disputaciones Tusculanas de Marco Tulio Cicerón. Borrador.Roger Avila

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LECTURA DEL LIBRO V DE DISPUTACIONES TUSCULANAS DE MARCO TULIO CICERÓN 1 Introducción Marco Tulio Cicerón, el “Arpinate” 2 , nació el año 106 y muere en el 43 a.n.e., retórico, político y filósofo ecléctico, en ese orden, fue discípulo del filósofo ecléctico Antíoco de Ascalón en la Academia Nueva, escribe en el 45 sus obras más importantes, entre ellas, Sobre el supremo bien y el supremo mal y Disputaciones tusculanas, en esta última se aborda cinco temas de debate que corresponden a una conversación con Marco Junio Bruto en Túsculo. Estos temas de conversación se corresponden con los cinco libros de Disputaciones tusculanas, el libro I, es un cuestionamiento sobre la muerte, sobre si ésta es un bien y sobre la naturaleza del alma y los argumentos que prueban que ésta es inmortal; el libro II, se centra en el dolor, en si éste puede considerarse o no el mayor mal y en la demostración de que la fuerza de voluntad, la filosofía y las virtudes cardinales son capaces de doblegarlos; los libros III y IV continúan la senda del anterior y examinan las aflicciones del alma y cómo el sabio puede superar el dolor y las pasiones a las que ésta se ve sometida; finalmente, el libro V analiza la virtud para probar que como verdad es suficiente para alcanzar la felicidad. Libro V Al igual que en los demás libros, en el libro V se comienza con un prólogo el cual ayudaría al planteamiento temático, dada la naturaleza retórica de las Disputaciones. 1 La edición a usar es: CICERÓN (2005). Disputaciones tusculanas. Introducción, traducción y notas de Alberto Medina González. Madrid: Gredos. 2 De Arpino, pequeña localidad en el país de los Volscos, a 180 millas del sudeste de Roma.

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LECTURA DEL LIBRO V DE DISPUTACIONES TUSCULANAS DE MARCO TULIO CICERÓN1

Introducción

Marco Tulio Cicerón, el “Arpinate”2, nació el año 106 y muere en el 43 a.n.e., retórico, político y filósofo ecléctico, en ese orden, fue discípulo del filósofo ecléctico Antíoco de Ascalón en la Academia Nueva, escribe en el 45 sus obras más importantes, entre ellas, Sobre el supremo bien y el supremo mal y Disputaciones tusculanas, en esta última se aborda cinco temas de debate que corresponden a una conversación con Marco Junio Bruto en Túsculo. Estos temas de conversación se corresponden con los cinco libros de Disputaciones tusculanas, el libro I, es un cuestionamiento sobre la muerte, sobre si ésta es un bien y sobre la naturaleza del alma y los argumentos que prueban que ésta es inmortal; el libro II, se centra en el dolor, en si éste puede considerarse o no el mayor mal y en la demostración de que la fuerza de voluntad, la filosofía y las virtudes cardinales son capaces de doblegarlos; los libros III y IV continúan la senda del anterior y examinan las aflicciones del alma y cómo el sabio puede superar el dolor y las pasiones a las que ésta se ve sometida; finalmente, el libro V analiza la virtud para probar que como verdad es suficiente para alcanzar la felicidad.

Libro V

Al igual que en los demás libros, en el libro V se comienza con un prólogo el cual ayudaría al planteamiento temático, dada la naturaleza retórica de las Disputaciones.

Se inicia planteando la tesis sobre la que se tratará todo el libro V, si “la virtud es en sí misma autosuficiente para una vida feliz”, se argumenta que este tema fue de principal preocupación para los filósofos antiguos y se cuestiona si la virtud depende de si misma o de otro, como la fortuna o la fragilidad de la naturaleza humana.

Se elogia la filosofía como guía de vida, en tanto es indagadora de virtud y desterradora de los vicios en el plano individual, y en tanto que formula leyes, organiza la polis y la convivencia, en el plano colectivo.

1 La edición a usar es: CICERÓN (2005). Disputaciones tusculanas. Introducción, traducción y notas de Alberto Medina González. Madrid: Gredos.2 De Arpino, pequeña localidad en el país de los Volscos, a 180 millas del sudeste de Roma.

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Después del prólogo se retoma la tesis principal, iniciándose la cuestión de cómo argumentarla

Primero, Bruto replica que “no le parece que la virtud sea suficiente para vivir feliz”, lo que implica que para él existe un apoyo o añadido, basándose en que el virtuoso puede ser sometido a tortura pero que este puede de alguna manera soportarlo gracias a algo y pudiendo ser feliz. A lo que Cicerón considera esta cualidad como propia de la virtud. Cicerón reformula la cuestión con la siguiente pregunta “¿Se puede ser feliz mientras se es sometido a tortura?”, y se responde que la virtud aloja la condición de no perturbación, por lo que el sabio está libre de toda perturbación del alma.

Segundo, se compara el método matemático frente al filosófico debido a que no es suficiente respuesta la que solo afirme sin explicación demostrativa, asimismo, se critica el método estoico que aunque concluyen que la virtud es suficiente para la felicidad, trabajan sobre la virtud y la felicidad por separado y de forma incompleta, lo cual es una clara referencia a los trabajos de Crisipo, Sobre las virtudes, y de Hecatón, Sobre los bienes.

Tercero, se inicia a plantear las discrepancias de la tesis propuesta con las opiniones de otros filósofos, admitiendo como premisas que “el supremo bien es el bien moral”, y que “la virtud es suficiente para la felicidad”.

Se crítica a la teoría de Antíoco sobre la denominación a partir del elemento prevalente, que se basa en que “la mayoría de las cosas se les nombra atendiendo a su elemento prevalente” que implicaría que “la virtud podría ser suficiente para alcanzar la vida feliz pero no la completamente feliz”, lo cual no es aceptado porque esta teoría “puede funcionar para algunos casos, pero no para todos” y porque si al hombre feliz le faltara algo, todavía no sería feliz.

Se crítica la incoherencia en Teofrasto, dado que se acoge a la tesis de que la perfección moral es suficiente para denominar al virtuoso, feliz, pero que si uno se basa en su teoría sobre la trilogía de bienes para ser feliz, que lo divide en los del alma, los del cuerpo y los dependientes de la fortuna, y este último sería justamente incoherente con la máxima escrita en su Calístenes, que sigue así: “Es la fortuna la que gobierna la vida, no la sabiduría”, con lo que afirmaría que la fortuna tiene una importancia mayor que la cordura.

Se crítica a Epicuro, dado que “no se preocupa de la coherencia y las consecuencias lógicas de lo que dice”, “elogia la comida frugal pero declara que el placer es el sumo bien”, “relaciona el placer con ser justo, honesto y sabio, y que para el sabio no cuenta la fortuna”, pero que el dolor es el supremo mal, sin tomar en cuenta que por fortuna uno puede sufrir dolor.

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Además, feliz es quien se encuentra entre la plenitud de bienes, sin males, plenitud que la virtud no puede alcanzar si existe algún bien fuera de ella. Por lo que se critica la afirmación de que el sabio es siempre feliz, aún entre males, porque es contradictorio afirmar que el dolor es el mayor y único mal, y a la vez decir que el sabio es feliz, incluso sometido a tormentos.

A partir de la coherencia, necesaria para la demostración, Cicerón explica que “los filósofos no deben ser juzgados por sus afirmaciones aisladas, sino por la continuidad y coherencia de su pensamiento” y en qué sentido su demostración será coherente, y así lo hace al recibir la crítica respecto a la aparente incoherencia de sostener una igualdad entre la doctrina de Zenón y la doctrina de los peripatéticos, pero no poder sostener que los peripatéticos también puedan afirmar que la virtud es autosuficiente para ser feliz, tal como lo aceptan los estoicos. Su respuesta manifiesta una adhesión ciceroniana al probabilismo de la Academia nueva, y versa así: “estás tratando conmigo con documentos sellados”, “actúa así… con quienes discuten leyes preestablecidas…, nosotros por el contrario, vivimos el día a día y decimos todo lo que golpea nuestra mente por su probabilidad y por esa razón somos los únicos libres”. En este sentido, para los estoicos el bien supremo es el bien moral, y bajo el principio de que el sabio es el más feliz, es posible hacer depender a la felicidad solo de la virtud. Pero parecer esto requerirá otra presentación argumentativa.

La anterior igualdad entre peripatéticos y estoicos se debe a la opinión de Cicerón que se resume en los calificativos que usa al referirse a Zenón y los estoicos, calificativos como “advenedizos”, “intrusos en la filosofía antigua”, “al igual que ladrones hacen pasar las cosas robadas como suyas”, refiriéndose a que los estoicos de lo único que se diferencian de los peripatéticos es en el empleo de términos nuevos.

En seguida en forma de crítica a los peripatéticos, Cicerón afirma que es feliz aquel que como la naturaleza es completa su perfección, es decir no le falta nada de lo que le hace feliz, por lo que no puede desconfiar de aquello que le hace feliz. Para Cicerón los peripatéticos desconfían de sus bienes al dividirlos en bienes del alma, del cuerpo y de la fortuna y en esa división no podrá ser feliz quien tema perder alguna de ellas. Por eso, “no hay que considerar libre a quien tiene poco miedo, sino al que se halla completamente libre de él”, así como “el valor no solo es la disposición del alma para afrontar y resistir el peligro, el dolor y la fatiga, sino que se halla alejada de todo miedo”.

Asimismo, la dificultad peripatética es que al enumerar sus bienes no dicen que equivalen a la valía moral. En este sentido el sabio siempre es feliz, y dado que está libre de perturbación, todo bien procura alegría, la alegría es digna de elogio y lo elogiable posee valía moral. Ya que los bienes no permiten que uno sea infeliz, porque sea lo que sea el bien, es deseable, pero debe ser digno (de aprobación, de alabanza) por que el único bien es el bien moral, y si no fuera así llamaríamos bien a lo que cualquier indigno pueda acceder.

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Otra forma de argumentar versa así, “si se reconoce que en el vicio hay la fuerza suficiente para hacer la vida infeliz, ¿no se debe reconocer que en la virtud hay la fuerza suficiente para hacer la vida feliz?

A modo de ejemplo compara dos tipos de vida, la no feliz representada en el tirano Dionisio y la vida feliz del sabio Arquímedes, concluyendo que “es preferible sufrir injusticia a cometerla” y que “el bien de la mente es virtud”.

Se vuelve a la crítica a la tesis de Epicuro que afirma que el supremo bien es el placer, y el mayor mal el dolor, pero se contradice cuando afirma que “para hallar la paz le basta con el recuerdo de los placeres pasados”, es decir, puede ser feliz en medio de la tortura. Y la crítica ciceroniana “no ve como los placeres pasados pueden calmar los dolores presentes”.

En forma de conciliación ecléctica se asume que aún bajo la hipótesis de que sea correcto la división de los 3 bienes de los cuales depende la felicidad, quien consiga el bien debe ser feliz, que la virtud supera al dolor, que los males son los mismos, pero que hemos inficionado nuestra alma y la hemos así debilitado, con el ocio, los lujos, etc.

Ya casi finalizando se presenta la forma de proceder de la doctrina ecléctica cuando el interlocutor le dice a Cicerón:

“A ti no hay cadenas que vinculan a una escuela determinada y libas de todo lo que a ti te impresiona más por su aspecto de verosimilitud”,

Para preguntarle:

“¿Cómo es coherente con los peripatéticos y los de la Academia Antigua decir que el sabio siempre es feliz?”

A lo que Cicerón responde:

“Por discrepantes que puedan ser la opinión de los filósofos sobre el sumo bien, la virtud es suficiente para asegurar la felicidad”.

Y plantea la forma ecléctica de presentar la respuesta a partir de examinar una por una la opinión sobre la vida feliz, resumiendo que para los estoicos el bien es virtud, para los epicúreos el bien es el placer, para los peripatéticos el bien es tripartito y para los de la Academia antigua el supremo bien es el bien moral.

Concluye que así como para la mayoría de filósofos el sabio es siempre feliz, existen discrepancias al identificar la virtud como supremo bien que bien resolverán los filósofos, por ejemplo los eclécticos, al fundamentar como el sabio es siempre feliz