Letra Viva 02-10-2009

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Coro-Punto Fijo, viernes 2 de octubre de 2009 Año 3 Nº 167 Blanca Varela

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Coro-Punto Fijo, viernes 2 de octubre de 2009 Año 3 Nº 167 Coro-Punto Fijo, viernes 2 de octubre de 2009 Año 3 Nº 167

Blanca Varela

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Siete meses se cumplen el 12 de este mes de octubre del fa-llecimiento de la poeta peruana Blanca Varela, nacida en Lima el 10 de agosto de 1926, y quien supo cultivar hasta su muerte su vocación por mantenerse oculta, cuando no distante, siempre al margen de grupos y etiquetas li-

terarias.A los 17 años ingresó a la Uni-

versidad de San Marcos de Lima para estudiar Letras y Educación, logrando hacer amistad con des-tacados intelectuales de la épo-ca, incluso con quien sería luego su esposo, el pintor Fernando de Szyszlo, padre de sus dos hijos.

En 1949 se radicó en París donde conoció al escritor mexi-cano Octavio Paz, quien sería determinante en su carrera lite-raria. Posteriormente se muda a vivir a Florencia y a Washington, donde se dedica a hacer traduc-ciones y eventuales trabajos pe-riodísticos.

En 1959 publica su primer libro: Ese

puerto existe, con prólogo de

Octavio Paz. Tres años más tarde viaja de r e g r e s o a Lima para es-t a b l e -c e r s e

def ini t i -vamente .

En 1963 aparece Luz

de día y con-tinúa con Valses

y otras confesiones, editado en 1971.

A diferencia de otros escrito-res, Blanca Varela no acostum-braba a dar entrevistas y sus apa-riciones en público eran escasas y discretas. De ella diría Octavio Paz: “Blanca Varela es una poe-ta que no se complace de sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verda-dero poeta, calla a tiempo”.

Desde finales de los se-tenta y casi toda la década de los ochenta, calló. Su parquedad poética se trastocó también en par-

quedad social. Participó poco en la vida literaria limeña, optando por la huida del mundanal ruido de la ciudad letrada.

No obstante, en ese lapso, lo-gra publicar Ejercicios materia-les, El libro de barro, Concierto animal y en 1978 realiza la pri-mera recopilación fundamental de su escritura en Canto villano, para luego salir con Poesía es-cogida y su antología de 1949 a 1998 con el título de Cómo Dios en la nada, con la cual ingresa al mundo editorial de España. Allí mantiene un diálogo siempre tenso con el creador.

Otra de sus obras poéticas tra-bajadas, Donde todo termina abre las alas y El falso teclado, dan cuenta, como ella misma lo ma-nifestaba, que escribió toda su vida por impulso y necesidad.

El hecho de que algunas de sus obras hayan sido traducidas al alemán, francés, inglés, italiano, portugués y ruso, implica un reconocimien-to a su obra fuera de las f r o n t e r a s de su país natal.

E n c o n s e -cuencia, le fue otorga-do el Premio Octavio Paz de Poesía y E n s a y o en 2001, e l

premio Ciudad de Granada 2006 y los premios García Lorca y Rei-na Sofía de Poesía Iberoamerica-na en 2007.

El universo poético de Blanca Varela se nutrió de esa estirpe (de donde vino) de mujeres pe-riodistas, intelectuales, librepen-sadoras y, sobre todo, trabajado-ras convencidas de la palabra.

Manteniéndose siempre des-caradamente sincera y sabia, lo-gra definitivamente conquistar el silencio, al fallecer en la ciudad de Lima el 12 de marzo pasado a los 82 años de edad. Era necesa-rio morir entonces.

Edgar Lugo Yamarte

y otras confesiones, editado en 1971.

res, Blanca Varela no acostum-braba a dar entrevistas y sus apa-riciones en público eran escasas y discretas. De ella diría Octavio Paz: “Blanca Varela es una poe-ta que no se complace de sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verda-dero poeta, calla a tiempo”.

tenta y casi toda la década de los ochenta, calló. Su parquedad poética se trastocó también en par-

Coro - Punto FijoViernes 2 de octubre

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más tarde viaja de r e g r e s o a Lima para es-t a b l e -c e r s e

def ini t i -vamente .

En 1963 aparece Luz

de día y con-tinúa con Valses

y otras confesiones, editado en 1971.

A diferencia de otros escrito-res, Blanca Varela no acostum-braba a dar entrevistas y sus apa-riciones en público eran escasas y discretas. De ella diría Octavio Paz: “Blanca Varela es una poe-ta que no se complace de sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verda-dero poeta, calla a tiempo”.

Desde finales de los se-tenta y casi toda la década de los ochenta, calló. Su parquedad poética se trastocó también en par-

sus obras hayan sido traducidas al alemán, francés, inglés, italiano, portugués y ruso, implica un reconocimien-to a su obra fuera de las f r o n t e r a s de su país natal.

E n c o n s e -cuencia, le fue otorga-do el Premio Octavio Paz de Poesía y E n s a y o en 2001, e l

y otras confesiones, editado en 1971.

res, Blanca Varela no acostum-braba a dar entrevistas y sus apa-riciones en público eran escasas y discretas. De ella diría Octavio Paz: “Blanca Varela es una poe-ta que no se complace de sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verda-dero poeta, calla a tiempo”.

tenta y casi toda la década de los ochenta, calló. Su parquedad poética se trastocó también en par-

Blanca Varela: la poesía como conquista del silencio

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Curriculum Vitae

Digamos que ganaste la carreray que el premioera otra carreraque no bebiste el vinode la victoriasino tu propia salque jamás escuchaste vítoressino ladridos de perrosy que tu sombratu propia sombra fue tu únicay desleal competidora.

Flores para el oído

En todas partes hay floresacabo de descubrirlo escuchandoflores para el oídolentas silenciosas apresuradasflorespara el oídocaminando por la calleque un hombre rompe con un taladrosentí el horror de la primaverade tantas flores abriéndose en el airey cerrándosede tantos ecos negros rizados pétalosarrastrándose hasta el borde del mar de tierra recién abiertosé que un día de estos acabaré en la boca de alguna flor

3Coro - Punto Fijo

Viernes 2 de octubrede 2009

Blanca Varela

acabaré en la boca de alguna flor

33Vals del Ángelus

Ve lo que has hecho de mí, la santa más pobre del museo, la de la última sala, junto a las letrinas, la de la herida negra como un ojo bajo el seno izquierdo.

Ve lo que has hecho de mí, la madre que devora sus crías, la que se traga sus lágrimas y engorda, la que debe abortar en cada luna, la que sangra todos los días del año.

Así te he visto, vertiendo plomo derreti-do en las orejas inocentes, castrando bue-yes, arrastrando tu azucena, tu inmaculado miembro, en la sangre de los mataderos. Disfrazado de mago o proxeneta en la plaza de la Bastilla —Jules te llamabas ese día y tus besos hedían a fósforo y cebolla. De ge-neral en Bolivia, de tanquista en Vietnam, de eunuco en la puerta de los burdeles de la plaza México.

Formidable pelele frente al tablero de control; grand chef de la desgracia revol-viendo catástrofes en la inmensa marmita celeste.

Ve lo que has hecho de mí.Aquí estoy por tu mano en esta ineludi-

ble cámara de tortura, guiándome con san-gre y con gemidos, ciega por obra y gracia de tu divina baba.

Mira mi piel de santa envejecida al paso de tu aliento, mira el tambor estéril de mi vientre que sólo conoce el ritmo de la an-gustia, el golpe sordo de tu vientre que hace silbar al prisionero, al feto, a la mentira.

Escucha las trompetas de tu reino. Noé naufraga cada mañana, todo mar es terrible, todo sol es de hielo, todo cielo es de piedra.

¿Qué más quieres de mí?Quieres que ciega, irremediablemente a

oscuras deje de ser el alacrán en su nido, la tortuga desollada, el árbol bajo el hacha, la serpiente sin piel, el que vende a su madre con el primer vagido, el que sólo es espalda y jamás frente el que siempre tropieza, el que nace de rodillas, el viperino, el potroso, el que enterró sus piernas y está vivo, el dueño de la otra mejilla, el que no sabe amar como a si mismo porque siempre está solo. Ve lo que has hecho de mí. Predestinado estiércol, cieno de ojos vaciados.

Tu imagen en el espejo de la feria me ha-bla de una terrible semejanza.

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Sola, casi en la muerte, Blanca Varela, la poeta, la mujer, husmeó su esplendor como siempre lo hizo, con esa suerte de crispación y respuesta súbita. Atisbó su huella, sus restos, todo para decir que alguna vez estu-vo atenta y desarmada. Esa atención suya fue siempre para la poesía, ese mirar suyo, ese sentir, esa gran luz que hacía retroceder las puertas de lo imposible haciéndola presentir la claridad total, el sueño, volcado en sus páginas escritas como melodía ar-diente, canto villano le nombró ella, canto pleno de escatologías, como trozo de carne viva en sus manos, carne sensual y putrefacta que en sus inflexiones metafóricas de pronto se enciende, porque fueron sus palabras abiertas al mayor alumbramiento poético que en ella vivió “tan roído y tan duro como el hueso del amor”.

La vida nunca se muestra de mane-ra única. Nos toca entrever en tantas la nuestra en su distinción distinta, eso lo sabe el poeta, lo supo bien esta alta señora de la poesía. A ella, con

mayor somnolencia y abismamiento que a otros, la vida pudo mostrárse-le como un plato vacío con un magro trozo de cerdo en que bien podía ella observarse a sí misma mirando que sus ojos la miraban, abiertos ya a esa comunión cambiante del instante únicamente librado de la realidad por la poesía y fueron esos instantes sus “negros indigeribles milagros”, que para la poeta eran “gana del alma”, de su sed de aprehenderla en su infre-cuente verso; de aprehender el alma cuando más huidiza es. He aquí su poderosa resonancia y su certeza:

“Acepta la espera que no siempre hay lugar en el caos.

Acepta la puerta cerrada, el muro cada vez más alto, el saltito,

la imagen que te saca la lengua.…En el centro de todoestá el poema intacto…la sombra animal de sus pala-

bras…”Blanca Varela concibió al poema

como “una gran batalla” que la arroja-ba por sobre sí misma, sin más enemi-go y rumor que ella, mientras “el gran aire de las palabras” la penetraba, la poseía en un arrebato lúcido que no quería probar otra cosa que “la sagra-da inexactitud”, porque sabía bien que sólo en la poesía se vence al tiem-po, “se borra al mundo y se vuelve a escribir”. Ella afirmó: “El poema es mi

cuerpo” y era esta “la ternu-ra de la bestia” que la habitaba, poética-mente digo, por-que cualquier intento por i g u a l a r realidad y escritura en Blan-ca Va-rela es r e d u c -c i ó n , p e r o también cualquier intento de separación es imposible y allí están sus versos para hacérnoslo saber: “Tal vez el otro lado existe/ Y es también la mirada/ Y todo esto es lo otro/ Y aquello esto/ Y somos una forma que cambia con la luz/ hasta ser sólo luz, sólo sombra”.

Blanca Varela vivió resguardada del fasto del ego, esto pese a que bien temprano el esplendor oscuro de su poesía iluminó a otros poetas y tuvie-se el amparo poético de Octavio Paz. Sólo al final de sus días obtuvo reco-nocimiento público de su obra, los premios alcanzaron sus manos mere-cidamente, pero el deslumbramiento

suyo fue siempre para su propia som-bra, como bien lo dice en Curriculum vitae:

“Digamos que ganaste la carrera/ y que el premio/ era otra carrera/ que no bebiste el vino de la victoria/ sino tu propia sal/ que jamás escuchaste ví-tores/ sino ladridos de perros/ y que tu sombra/ tu propia sombra/ fue tu única/ y desleal competidora”.

César Seco

Blanca Varela, ese esplendor oscuroCoro - Punto Fijo

Viernes 2 de octubrede 2009

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Testimonios

Olimpio Galicia (Ingeniero)

Blanca Valera representa una de las voces más importantes dentro de la literatura. Sus planteamientos están ligados a una tenden-cia emocional que cautiva a los lectores, por lo que muchas de sus ideas las he puesto en práctica en mi vida.Gracias a sus obras cargadas de sentimiento y estética, me interesé en leer e investigar so-bre la literatura femenina, las cuales me moti-varon a escribir mis propios poemas, por eso pienso que por encima de cualquier cosa la literatura es arte.

Yolimar Delgado (poeta trujillana)

Blanca Varela fue una gran poeta peruana mere-cedora de todos los premios que recibió en vida. Ella muestra en su poesía un halo de madurez poética, escribía con fuerza, su búsqueda interior se fue matizando a lo largo de toda su obra. La poesía de Varela se me dispara por la piel, me ha marcado mucho el poema Casa de Cuervos, ese poema es un despertar, un despojarse del ego, un mirarse profundamente “y el color de tus ojos/ es también el color de mi ceguera”

Simón Petit (Presidente de Incudef)

Es una poesía discreta, existencial,explosiva y osada en sus palabras, absolutamente or-gánicas. Ella solía decir que había intentado que la poesía desapareciese en la primera línea porque en ella está todo, y que no hu-biese final, que el silencio lo llenase todo.