Letras 23 de noviembre

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Letras SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 23DENOVIEMBREDE2013| DE CAMBIO [ Letras ] El libro devorable y el vacío Jorge Bustamante escribe sobre Sergio Pitol GASPAR AGUILERA DÍAZ GASPAR AGUILERA DÍAZ GASPAR AGUILERA DÍAZ GASPAR AGUILERA DÍAZ GASPAR AGUILERA DÍAZ | PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 Un jardín para la vida GUILLERMO TOVAR Y DE TERESA | PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 Brindo por Doris Lessing ELENA PONIATOWSKA | PAG. 5 PAG. 5 PAG. 5 PAG. 5 PAG. 5 CREACIÓN. CREACIÓN. CREACIÓN. CREACIÓN. CREACIÓN. MANUEL GARCÍA URRUTIA M. | PAG. 6 PAG. 6 PAG. 6 PAG. 6 PAG. 6 MIR(Í)ADA MACO y la Bienal Rufino Tamayo. Tan lejos y tan cerca JUAN CARLOS JIMÉNEZ ABARCA | PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8

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LetrasSUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 23 DE NOVIEMBRE DE 2013 |

D E C A M B I O[Letras]El libro devorabley el vacíoJorge Bustamanteescribe sobreSergio PitolGASPAR AGUILERA DÍAZGASPAR AGUILERA DÍAZGASPAR AGUILERA DÍAZGASPAR AGUILERA DÍAZGASPAR AGUILERA DÍAZ | PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2 PAG. 2

Un jardínpara la vidaGUILLERMO TOVAR Y DE TERESA | PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4 PAG. 4

Brindo porDoris LessingELENA PONIATOWSKA | PAG. 5 PAG. 5 PAG. 5 PAG. 5 PAG. 5

CREACIÓN. CREACIÓN. CREACIÓN. CREACIÓN. CREACIÓN. MANUEL GARCÍA URRUTIA M. |PAG. 6PAG. 6PAG. 6PAG. 6PAG. 6 MIR(Í)ADA

MACO y la BienalRufino Tamayo.Tan lejos y tan cercaJUAN CARLOS JIMÉNEZ ABARCA | PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8 PAG. 8

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El libro devorable y el vacíoSobre El viaje y los sueños. Un ensayo vagabundo,de Jorge BustamantePOR GASPAR AGUILERA DÍAZPOR GASPAR AGUILERA DÍAZPOR GASPAR AGUILERA DÍAZPOR GASPAR AGUILERA DÍAZPOR GASPAR AGUILERA DÍAZ

Si un libro no se devora, no sirve, no dejanada, sólo queda el vacío.Jorge Bustamante García

(…) La literatura hace conectar todas lasépocas de mi vida y les da una unidad: lainfancia, los viajes, la escritura y la lectura,los sueños, una amplia variedad de senti-mientos, desasosiegos, victorias, lecciones,desdichas, temores, hasta llegar a la vejezy a la proximidad de la muerte.Sergio Pitol

Jorge Bustamante García (Zipaquirá,Colombia, 1951) geólogo de profe-sión, escritor y traductor por pasión,se une a una larga lista de excelentestraductores que viene desde el siglo

XVII con Edward Fitzgerald… “Santo pa-trono de los traductores de poesía”, segúnJosé María Espinasa, y que en ese siglo tra-duce los Rubayat de Omar Khayyam, Latierra baldía, de T. S. Eliot, traducida porÁngel Flores, Los cuatro cuartetos, porJosé Emilio Pachecho, La canción de amorde Alfred J. Prufock, de Jaime AugustoShelley, Las Elegías de Duino, de RainerMaría Rilke por Félix Dauajare; que se unea la traducción de las obras de este últimoque en 1967 hiciera el español José MaríaValverde y Jorge Bustamante sobre lasobras de Ana Ajmátova, El perro vaga-bundo y otras memorias de escritores ru-sos, La ironía y otros ensayos de Alexan-der Blok, Lev Tolstoi. Conversaciones yencuentros en Yásnaia Poliana publicadaen España en 2012 y La vida entera y otroscuentos raros de escritores rusos, edita-da en el 2013.

El excelente pretexto para armar estaobra, es desde luego, el entrañable librode Sergio Pitol: El viaje, en él se sumergenuestro autor a través de un personajeadmirable que al mismo tiempo es el alterego de Jorge: Miguel Triestes, y que noslleva de la mano en cada uno de los capí-tulos y anécdotas de su ensayo publicadopor Era (2000).

La gran pasión que une a Bustamantecon la literatura rusa, nos la comparte conlujo de detalles y comentarios que vanevidenciando el fino hilado contextual ylas costuras que toda gran obra literariatrae consigo.

Dice Bustamante:“Cada escritor, lo sepa o no, va cons-

truyendo su propia arca para poder nave-gar y avanzar, a veces por mares embra-v e c i d o s .

“Es un arca donde cabe todo: la expe-riencia, la propia vida, los libros leídos,los sueños, los viajes, el dolor y la alegría,las cosas fallidas, la memoria, el desencan-to, lo que todavía vendrá. En el sueño delo real eso es lo que le da unidad a su exis-tencia .

(…)“El arca de Sergio Pitol contiene, no

J

obstante, otras arcas en su interior, entreellas una arca rusa capaz de navegar por símisma por ese océano de referencias pro-pias.

(…)“Con esta arca a cuestas, construida a

pulso entre viajes y lecturas, tal vez seaPitol uno de los escritores, no sólo mexi-canos, sino también latinoamericanos, quemejor ha indagado en la obra de los rusos,hasta tal punto que sería difícil entendersu obra sin las resonancias de Gogol y Push-kin, de Tolstói y Turguéniev, de Pilniak,Bulgákov, Biély y muchos otros, pero so-bre todo de Chéjov, su inspiración y aspi-ración tutelar”.

Desde luego, que no excluye la larguísi-ma lista de escritores e intelectuales quefueron hechizados por la cultura y laliteratura rusas: los españoles Juan Valera,Emilia Pardo Bazán, Rafael Alberti y sumujer María Teresa León, Picasso, Anto-nio Machado, Aragón; latinoamericanos

como Neruda, César Vallejo, Gabriela Mis-tral, Nicanor Parra, y otros poetas tam-bién latinoamericanos que se acercaroncon inusual interés por la poesía rusacomo el nicaragüense Carlos MartínezRivas, el peruano José Carlos Mariátegui,o el chileno Jorge Teillier, admirador deEsenin, quien fue amante de la célebre bai-larina Isadora Duncan. De manera tangen-cial otros escritores también se acercarona esta literatura admirable como: Borges,Carlos Fuentes, Bioy Casares y Octavio Paz,entre otros.

Bustamante nos confirma que SergioPitol visita por primera vez Rusia en 1962y posteriormente a finales de los 70 re-gresa como agregado cultural de la Emba-jada de México en Moscú, y afirma:

“Los libros de Pitol nunca se han pro-puesto celebrar certezas, sino acechar elhuidizo misterio que todos parecemos lle-var, aunque pocas veces nos demos cuen-ta de ello”.

Merecen destacarse algunas, de las mu-chas anécdotas importantes que se relatanen el libro respecto a los lugares que ser-vían de centro de reunión y de tertulia,para los escritores e intelectuales rusoscomo el de “La Torre” en Petersburgo, enla que se reunían Leonid Andréiev, AndréiBiély, el científico Berdiaev y hasta el acti-vista político Anatoly Lunacharski, quiendespués sería comisario de Cultura deLenin, o bien, La Casa en la Isla de Kokte-bel, en Crimea, en la que se reunían, Bul-gákov –autor de El Maestro y Margarita–,Ehremburg, Balmont, Zamiatin, OsipMándelstam y, desde luego, Marina Tsvie-táieva, quien pasó “el año más feliz de mi

Jorge Bustamante García.

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vida” en 1911 acompañada de MaximiliamVoloshin, propietario de esa casa.

En la obra de Pitol –como bien lo señalaJorge- también se perciben ecos de auto-res no sólo rusos, sino de otras latitudescomo Conrad, Virginia Woolf, Henry Ja-mes, Jane Austen, Gombrowicz, Kafka,Valle Inclán, Marcel Schwob, ThomasBernhard, Augusto Monterroso y VirgilioPiñera.

Los momentos de humor también apa-recen en El viaje y los sueños cuando semenciona, la anécdota grotesca del SantoNiño del Agro y que le sirve a Bustamantepara recuperar una de sus muchas trave-sías por las que pasó en sus años de estu-diante en Sinferopol, en Crimea.

En la página 14 se encuentra una de lasclaves de lo que realmente significa Ché-jov para Sergio Pitol y el propio autor deeste libro y que suscribió el cuentista ynovelista ruso Sergéi Dovlátov que vivióen Nueva York: “Se puede venerar la inte-ligencia de Tolstói. Maravillarse con laelegancia de Pushkin. Apreciar las búsque-das morales de Dostoiesvki. El humor deGógol. Y así sucesivamente. Pero sólo sequiere ser parecido a Chéjov.” Y el propioPitol lo reitera:

Para mí Chéjov no ha sido solamente unescritor importantísimo cuya lectura hayadisfrutado y que me ha llenado de emo-ción, de conocimientos. Pienso que de nohaber leído sus obras, y de no haber releídodurante muchos años sus relatos y sus pie-zas de teatro, mi vida sería más pobre, mehubiera interesado menos y me hubieraincapacitado para entender a la humani-dad, los fenómenos de la naturaleza y mu-chos otros aspectos más de la vida.

En este mismo capítulo, el propio Pitol–a partir de la opinión de Dovlátov– nosda una versión definitiva del arte poéticade Chéjov:

Pienso en un mundo sin Chéjov y sólovislumbro calles y plazas grises, desespe-ranzadas e insípidas. De un modo tran-quilo y extremadamente educado, Chéjoves uno de los escritores más profundamen-te subversivos que hayan existido. Sumoral está concentrada en una frase: ‘Laindiferencia es la parálisis del alma, lamuerte prematura’

(…) Se convierte en el mayor escritorde su país. Su obra, de modo indirecto,velado o a veces abiertamente claro, re-chaza cualquier forma de tiranía políti-ca, administrativa, familiar, profesionalo de otra especie.

Nuestro autor mexicano-colombiano,nos comparte lo que muchos críticosopinan sobre Chéjov: “Descubrió la fic-ción de la vida ínfima, en la de los peque-ños seres de todos los días. Oculto y radi-cal espíritu innovador del relato porquerompió sin aspavientos, ni tremendismoscon toda la tradición cuentística anteriora él, al implementar historias sin tramasde suspenso ni argumentos excitantes, sinpersonajes redondeados a la maneraclásica, sin clímax, sin puntos culminantesni finales sorpresivos, como suele acon-tecer en la vida real de las personas co-munes. Pareciera que iba contra todas lasreglas del cuento tradicional y, sin em-bargo, su estilo abrió nuevas ventanas enel arte de narrar.”

En el capítulo 18, página 126, aprove-chando un pasaje de La muerte de IvánIlich de Tolstói aparece un retrato fidelí-simo de la realidad mexicana y sus perso-najes burócratas o políticos que no cono-cen la diferencia que se plantea como laprincipal moraleja en esta novela respec-

to a la coexistencia de los seres que vivenen el estado prosaico y otros en el estadocreativo, es decir “lo prosaico permitesubsistir, lo poético posibilita vivir”:

Era como si se bajase una cuesta, cuan-do se imaginaba subir. Y, en efecto, paralos demás yo subía, pero en realidad medeslizaba hacia abajo, se me escapaba lavida (…) Todo lo que te hacía vivir, todoaquello de lo que vives, no es más que unamentira que te oculta la vida y la muerte.

Otra de las cualidades de este texto deBustamante, es que al final de su lectura unose queda con la impresión de haberse in-volucrado en un libro que abarca casi to-dos los géneros literarios: crónica, sem-blanza, biografía, autobiografía, investiga-ción bio-bliográfica y desde luego, ensayo.

Concluye este sugerente y excepcionalensayo con los pasajes terribles y dramá-ticos que vivió otra extraordinaria poetarusa: Marina Tsvietáieva (Moscú,1892-Yelábuga, Unión Soviética, 1941), quiendespués de regresar a Rusia en el veranode 1939, de vivir casi dos décadas en elextranjero busca y encuentra a su esposoy a su hija quienes poco tiempo después,él es detenido y fusilado en 1941, ella so-brevive de sus traducciones y con el apo-yo de Pasternak y después de numerosashumillaciones el 31 de agosto de 1941 seahorca dejando mensajes para su hijo, parael poeta Asiev y para el dueño de casa:

“Te amo infinitamente, pero entiendeque no podía seguir viviendo así. Dile a tupadre y a tu hermana, si los ves, que yo losamé hasta el último momento y explícalesque yo caí en un callejón sin salida”.

Muere víctima de su propio tiempo,como bien afirmó otra poeta entrañable

Ana Ajmátova: “A ella la mató la época,como nos mató a todos. Nosotros gozába-mos de buena salud, pero alrededor rei-naba la locura”.

En el verano de 1985, la Asociación deEscritores Soviéticos me invitó a partici-par en el Festival Internacional de Poesíaque se celebraba anualmente en homena-je a Pushkin y tuve la oportunidad de com-probar lo que Jorge Bustamante y SergioPitol afirman respecto a la veneración casireligiosa, el interés y el respeto que el pue-blo ruso guarda hacia sus escritores. Fueuna experiencia realmente entrañable,haber conocido las ciudades de Moscú,Petersburgo, Kiev y Pskov, el pueblo natalde Alexander Pushkin.

Yuri Greidyng –presidente de la Aso-ciación de Escritores– y principal organi-zador del Festival, fue siempre amable yatento con la delegación de poetas parti-cipantes que representábamos a 15 países.

Posteriormente, en el año 2000, en elmarco de un homenaje a Jaime Sabines enla Ciudad de México tuve la oportunidadde conocer y dialogar con Pavel Grushko,quien tradujo del español al ruso a poetascomo Octavio Paz, Carlos Pellicer, JaimeSabines, José Emilio Pacheco, entre otros.Ambos encuentros terminaron por con-solidar la imagen de la sensible generosi-dad que caracteriza a esa Nación y a susartistas e intelectuales.

Morelia, Mich. / Otoño de 2013

El viaje y los sueños. Un ensayo vagabun-do, de Jorge Bustamante. Coedición Edi-ciones Sin Nombre-UNAM, Dirección deLiteratura. México, 2013.

El escritor veracruza-no Sergio Pitol.

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Un jardín para la vidaARTÍCULO ARTÍCULO ARTÍCULO ARTÍCULO ARTÍCULO :: POR GUILLERMO TOVAR Y DE TERESAPOR GUILLERMO TOVAR Y DE TERESAPOR GUILLERMO TOVAR Y DE TERESAPOR GUILLERMO TOVAR Y DE TERESAPOR GUILLERMO TOVAR Y DE TERESA

El 16 de junio de 1986, en su número 502, larevista Proceso publicó este artículo del en-tonces cronista de la Ciudad de México(fallecido el pasado domingo10), donde lanzóuna propuesta concreta: Que en el lugar don-de se encontraba el Hotel Regis y que derrum-bó el terremoto de 1985 se levantara unaplaza donde estuvo en la época colonial elhuerto del Convento de San Diego, y que tu-viera por nombre “Un jardín para la vida”.Tovar proponía que el diseño estuviera a cargodel arquitecto Luis Barragán. Las autorida-des del gobierno del Distrito Federal no le hi-cieron caso. Se levantó en su lugar la Plaza dela Solidaridad, que desde hace años es un sitiodescuidado y sucio.

* * *

Si nos asomamos a la Ciudad de Méxicotomada en globo por el litógrafo Casi-miro Castro, advertiremos que variosconventos en los años inmediatos ante-riores a la piqueta de la Reforma (1861),

conservados aún completos, tenían huertasy jardines que debieron ser maravillosos. LaCapital no se caracterizaba por tener dema-siados parques públicos en tiempos virrei-nales; existía la Alameda y apenas otros cuan-tos sitios con árboles dentro de la ciudad. Losespacios verdes eran privados y la mayoríano eran sino las huertas y jardines de los con-ventos: esto, quizá, debido a la tradiciónhispanomusulmana que no mostraba al exte-rior el delicioso arte de la jardinería, a la ma-nera de la Alhambra de Granada.

Los huertos y jardines de los viejos con-ventos intentaban representar simbólica-

Spor el cultivo de la jardinería.

En la litografía de Castro se puede ver elconvento de San Diego con su hermosa huertaubicada en las actuales calles de Doctor Moray Avenida Juárez. Es más, existen dos cono-cidas pinturas de mediados del siglo XVIIIque nos muestran a la Alameda y el conventode San Diego con su jardín maravilloso.

Este sitio, en la actualidad, corresponde a

mente el paraíso, y su existencia era impor-tante, pues la contemplación de la naturale-za formaba parte necesaria de la vida espiri-tual de los frailes o religiosos que los mora-ban: espacios destinados a la serenidad y lameditación. Los conventos carmelitas fue-ron los más famosos por sus huertas, comoel Carmen de San Ángel o San Joaquín deTacuba; esa orden tenía particular afición

Foto de Diego Simón Sánchez.

El cronista de la Ciudad de México Guillermo Tovar y de Teresa, recién fallecido.

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la manzana arrasada por los efectos deltemblor del 19 de septiembre de 1985; enlos años de la Reforma el huerto del con-vento de San Diego fue fraccionado paraconvertirse mucho tiempo después en elsitio que ocuparan el desaparecido HotelRegis y los edificios colindantes queformaron esa manzana, que ha llegado aconvertirse en el símbolo del desastre: ental lugar se pretendieron realizar proyec-tos diversos, presentados en un concursoconvocado por el DDF [entonces Departa-mento del Distrito Federal] y El Colegio deArquitectos, de entre los cuales unoobtuvo el premio, pero no fue realizadodebido a la protesta generalizada de la opi-nión pública.

En ese momento de crisis, ¿es oportunogastar dinero en realizar una obra que nosrecuerda para siempre la desgracia de esosdías? ¿Es sensato consagrar el masoquismoen un momento crítico?

Tras la desdicha y las penas lo único quenos queda es encontrar serenidad; en unmomento de crisis lo único posible es lasobriedad y no el dispendio, la quietud yno la autoflagelación que significa dejar enese sitio la huella de la peor desgracia queha sucedido en nuestra capital en los últi-mos tiempos.

Existe en México un arquitecto que sabecrear espacios llenos de serenidad; unhombre que a base de muros coloridos,espejos de agua y vegetación crea el am-biente de quietud necesaria para resistirestos tiempos convulsionados; un artistaque ha recibido premios internacionalespor lograr ese prodigio, y que merece unhomenaje de los habitantes de la capital ysus autoridades. Se llama Luis Barragán yno necesita participar en concursos paraobtener un reconocimiento unánime.

Luis Barragán sería el indicado paraconvertir ese espacio desolado en un es-pacio de serenidad, que es lo que necesi-tamos en este momento, devolviéndole aese lugar su destino original: ser jardín, unhuerto, representación simbólica delparaíso, un sitio destinado a la contempla-ción que comprometiera el rescate deloculto convento de San Diego, el cual sir-ve de museo de pintura colonial y se hallaen este momento asediado de estaciona-mientos y horrendas construcciones. Estaobra no sería onerosa y sí excelente yoportuna; su realización le daría actuali-dad artística al sitio y permitiría el rescatede su uso original. Tal vez, sería ésta, unaobra que nos llevaría a meditar sobre lavida y no sobre la muerte.

Brindo porDoris LessingARTÍCULO :: POR ELENA PONIATOWSKAARTÍCULO :: POR ELENA PONIATOWSKAARTÍCULO :: POR ELENA PONIATOWSKAARTÍCULO :: POR ELENA PONIATOWSKAARTÍCULO :: POR ELENA PONIATOWSKA

evanto una taza de té en honor de DorisLessing y recuerdo la severidad de surostro (y el peinado de raya en medio ycabello pegado al cráneo que conservótoda la vida) en la desangelada comida

que le ofreció la SOGEM de los escritores enque José María Fernández Unsáin, directorde la misma, no supo ni presentarla. Más quea comer con escritores habríamos acertadoal invitarla con los mexicanos más pobres,los prietitos, los inocentes, los iletrados, losinsulares que le recordaran a sus conocidosen la granja de Rodesia, África.

Recuerdo que cuando obtuvo el Nobel en2007 dijo al descender del taxi de regreso asu casa “I couldn’t care less”. También a laaustriaca Elfriede Jellinek, tres años antes, elpremio la puso de mal humor y ninguna delas dos fue a recibirlo. El Cuaderno Dorado,biblia política de feministas publicada en

L 1962 fue una puerta abierta para las mujeresquienes a partir de ella se manifestaron encontra del racismo, el sexismo y sobre todose inclinaron por todo lo que no tuviera quever con la vieja Europa y su rancio puritanis-mo. A pesar de que la propia Doris Lessingsiempre fue una buena terrorista, el comu-nismo la dejó escéptica, sus dos hijos de unprimer matrimonio se quedaron en África yel último, enfermo, la hizo declarar que lesalvó la vida porque se dedicó no sólo a simisma sino a él.

Brindo por Doris Lessing en medio delbullicio callejero de México, el de los oloresy sabores, el de los gritos en la plaza, el de losque no toman te a las cinco de la tarde ni mirana los demás desde la altura de su taza.

* Elena Poniatowska es ganadora del PremioCervantes 2013.

La escritora Doris Lessing.

Elena Poniatowska.Foto de Lola Alvarez Bravo.

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El abueloManuel García Urrutia M.

C R E A C I Ó NC R E A C I Ó NC R E A C I Ó NC R E A C I Ó NC R E A C I Ó N

o recuerdo como si fuera hoy. Él estabaparado, divertido, en el pasillo, viéndomejugar con mis soldados de plástico. En miguerra imaginaria se luchaba por causasjustas, como defender a las personas débiles

de aquellas que siempre quieren imponer y domi-nar sobre otras.

Era mi propia versión de Combate, aquella se-rie televisiva que domingo a domingo convocabaa las familias a reunirse, ya en la noche –antes dedormir-, donde los soldados estadounidenses aca-baban con los nazis en un santiamén. Los alema-nes eran tratados, esquemáticamente, como se-res humanos malos, torpes, bobos, donde un solosoldado gringo, el bueno de la película, Vic Mor-row, era suficiente para matar a casi todos los sol-dados nazis que salían en el programa. Mi idea dela muerte, entonces, tenía sentido en la medidaque el bien prevaleciera. El significado era senci-llo: el mal moría, el bien prevalecía.

Pero él pensaba en otra guerra de sus añosmozos, más real que la mía y se iba acercando consu andar lento y apoyado en su fascinante bastónhacia la zona de combate –lo veía de reojo. Separó cerca, a un lado de mis soldados que ocupa-ban una parte del pasillo del recibidor de la casa –cada fin de semana la visita a la casa de los abue-los paternos era obligada-, haciéndome sentir supresencia.

Era el papá de mi papá, así que suspendí elbarullo de mi juego, guardé silencio y levanté lavista; estaba yo hincado, en el piso, moviendo lossoldados, un ejército luchando contra otro y unascanicas en la mano izquierda, por si había quelanzar alguna granada o una bomba. Entonces él,rápidamente, con su bastón, tiró los soldados queaún seguían de pie, los aún “vivos”, y dijo breve ycontundente: “¡ganó España!”, como si fuera unpartido de fútbol. Yo no entendí nada, no sabía siquería jugar o acabar con mi juego; no compren-día que para el abuelo la guerra también tenía sen-tidos y significados, quizá más cercanos, más rea-les y vividos, a los que yo le daba al juego con miimaginación.

En su guerra tenía que haber un vencedor quedefendiera y representara a la Patria y el orden.Quizá sus muertos entrañables fueran una regre-sión, una añoranza, y una manera de consolarsepara obtener una victoria ficticia que en su pasa-do le fue negada. Era su historia, su nostalgia me-tida en mi juego. Fue la vez que más cerca estuvode mí, lo más cerca que estuve de él. Para mí, fuesiempre el papá de mi papá, no más. La autoridadde mi autoridad máxima, sí, pero un tanto ajena,distante de mí; sólo los domingos percibía su pre-sencia, levemente, y, además era evitable si esta-ba fuera de su vista, con otro agregado: con mishermanos y conmigo, con los nietos, era conde-scendiente, no cariñoso pero no enojón. Él jamásnos regañó.

Una tarde que llegaba de la escuela, pocas se-manas después de ese incidente, al entrar a la casavi a papá llorando, sentado en la cama; solo. Sentíel vacío en la panza de las malas noticias, la apre-hensión de las cosas que preocupan, pero sobretodo me impresionó el cuadro, la imagen: verllorando a mi papá, derrumbado, hecho añicos aalguien que en mi cabeza no podía ni sabía llorarni debía sufrir. Él era una roca, era duro; era ira.Mi padre era la imagen de La Autoridad, de la se-guridad, de la fortaleza. Ese momento lo ponía minivel, al nivel no sólo de un ser humano sino deun niño. Verlo así también me derrotó, me acer-

qué a él, con miedo, pausadamente, con ojosllorosos, y sin saber por qué, lo abracé e hice unapregunta balbuceante; él, con voz entrecortada,me dijo “tu abuelo ha muerto”.

Las palabras me retumbaron en los oídos y enel corazón. ¿Qué era morir, más allá de tumbarsoldados en mi juego?, era la primera vez que no

se trataba de mis juguetes o de la televisión, noera un asunto de gringos y nazis, tampoco unasunto de buenos y malos. Se trataba de la pérdi-da de un ser que veía distante pero entrañable,cercano, familiar. Sentía miedo por lo que seguía,por la parte de la vida que abandonaba a mi padrey nuestras lágrimas se fundieron. Mis sentimien-

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tos eran de solidaridad hacia él, no precisamentede amor hacia una persona, mi abuelo, que no tratémucho, que no habló mucho conmigo; sentí algo,pero era un cariño que pasaba por mi papá. Miafecto real, mi llanto, era por y con mi padre –queadmiraba y se me convertía de repente en algocomo yo o yo como él; tan común y cercano; tandoliente por la muerte de su padre; de su jefe, desu guía, de su ejemplo.

Cuando sepultaron al abuelo le dije a mi papáque no quería ir al panteón, pensaba que seríadeprimente el ambiente, el lugar, y que no teníasentido ver cómo la gente, algunos parientes, des-de mi punto de vista, fingían frente al fallecimientodel abuelo. Mi papá estuvo de acuerdo y pensó quemis hermanos y yo éramos muy chicos para estaren el funeral –yo tendría como 11 ó 12 años; mihermano más pequeño 6 ó 7. Empero, aunqueevito ir a los entierros, a medida que crezco, a par-tir de ese momento, entiendo mejor la muerte yreconozco que es vana la resistencia. A nosotros,a los que queremos, a los que no y a los que nos sonindiferentes, a los buenos y malos, a los gringos ynazis, nos alcanzará el destino y el mundo seguirá,deteriorado y sin nosotros, pero seguirá.

La gente no va por gusto a velar a sus muertosni a los panteones, aún en los días santos que, enalgunos lugares, acostumbran arreglan sus tum-bas. Van para rememorar, para añorar y sentirque expían culpas –ya sea pidiendo a los muertosque los ayuden con sus gestiones ante el Todopo-deroso, para orar por ellos, para que haya indul-gencia de sus muertos por los pecados cometidosen vida o, simplemente, para acompañarlos consus gustos, sus defectos y virtudes.

No obstante, el luto, otro rito social impuesto,en mi visión, termina siendo una hipocresía –así losentía, en algunos casos, en el deceso de mi abuelocon quienes no honraban su memoria, excepto enaquellas personas que sí sentían el vacío de la pér-dida, la mutilación del ser amado como parte delcuerpo propio. Así fue el caso de mi abuelita, siem-pre de luto por los hijos idos antes que los padres,tema de injusticia divina, y ahora por su parejaimperfecta de (casi) toda la vida. Así entiendo elamor, una entrega incondicional y crítica, perosiempre con ánimo de ceder y resolver –a veces,acordar- para mantener un compromiso que secree para siempre. Esto no es para todos, no todospueden, aleguemos que es contra-natura, conven-ción social, lo que sea, pero no es para todos. Paramis abuelos, sí que lo fue y fue más allá. Seguro,donde ahora estén, estarán juntos.

El fallecimiento de mi abuelo cambió mi ideade la muerte. Mi abuelo apareció en nuestra vidacomo un anciano, una persona ya mayor, que nosimponía distancia en la relación y respeto por suedad, sí, pero sobre todo por su ascendencia conmi padre. Con su figura un tanto encorvada, consu lento andar, apoyado en el bastón, y una mira-da bonachona, de ojos dulces y vivaces color miel,que eran testimonio, con cada arruga, de una e-xistencia vivida intensamente, de largas jornadasde trabajo y sentidas y guardadas experiencias.Muchos hijos, mucho compartido con su amada,leal y solidaria compañera –y una tía soltera, lamenor de las mujeres, que sacrificó su vida paracuidar a sus padres, no sé si como sacrificio socialderivado de convenciones, de un amor fracasadoo el convencimiento propio de que así debía ser.El chiste era que la muerte no tiene nada que vercon el bien o el mal. Es la muerte, llega y lleva; lacondición humana, buena y mala, ahí se queda,en otros seres vivos en un continuo que hace pa-recer que la raza humana no acabamos de apren-der de nuestros errores y egoísmos. En todo caso,lo que más vale es que dejemos testimonio de unavida congruente, de lucha, solidaria y productivapara trascender y dejar legado.

Así, empezaba a descubrir, con mi crecimien-to, que yo me parecía al abuelo y que mi padre erano sólo herencia de su sangre sino de su pasado yde un futuro que me veía a mí con esperanza paracontinuar con la estirpe familiar –aunque mi nom-bre, irónicamente, no respondiera de maneraortodoxa al árbol genealógico y de eso tuvo laculpa mi abuelo, primero, y después mi papá, tra-tando de emularlo, o algo así, porque mis apelli-dos no corresponden a los de mis padres ni esigual a los de mis hermanos. Eso es motivo de otrahistoria y larga.

Comprendía que él moría, pero nacía en mí. Yoera parte de él, de lo bueno y lo malo, y ahora, consu partida, lo hacía consciente. Pero la muerte te-

nía también otro sentido más difícil de aquilatarque el orgullo de pertenencia e identidad, de sen-tirse parte de una familia o de la raza humana. Lamuerte es ausencia. Era no volver a verlo. Podem-os reconfortarnos con la idea de imaginar, de re-cordar momentos, de ver una fotografía para noolvidar rostros, de orar o platicar con el éter –esun recurso, un remedio muy humano para conso-larse-, pero vamos aceptando el vacío. No es unaresignación –me niego a ello-, se trata simplemen-te de pasar a otra instancia con el fin de mantenerel ánimo, las ganas, la motivación, con un nuevoingrediente. Podemos hablar con nuestros muer-tos y sentir que nos protegen y nos acompañansolidariamente en nuestros problemas, a pesar deldolor de no volverlos a ver, de no haber sido mejorcon ellos en vida o de habernos esforzado por co-nocerlos y tratarlos más. Sentí la ausencia de él, lapalpé cada vez que llegué a casa de los abuelos has-ta la otra ausencia de la abuelita, donde una de lasmaneras de evitar el dolor y rebelarse al designiode Dios, fue no volver a esa casa; aplicar el olvido yel “no me acuerdo” para (re)construir otro recuer-do lleno de momentos gratos, de ratos que nos per-miten mitigar la pena. La muerte era algo pegado ala vida, a todas las vidas. Hoy lo sabía, de verdad,con toda su crudeza.

La partida de mi abuelo fue, como el de laabuelita, un viaje donde en algún momento todosnos volveremos a encontrar. Así le gustaba pen-sar a mi papá para aliviar su dolor y a nosotrosnos venía bien porque él se animaba. Esta muertetuvo un efecto colateral: me hizo descubrir quecon ella también me hacía más grande y que a mipapá, de alguna forma, también había quecuidarlo; seguía necesitando, ahora que su padreno estaba cerca, de alguien que de vez en vez lerecordara su realidad. Tuvimos muchos desen-cuentros mi papá y yo por ello, pero tambiénmucha cercanía, mucha comprensión y afecto depadre a hijo y viceversa.

Mi padre escribió, con relación al abuelo, queel sello familiar era algo así:

El olvido al agravante,sin resquicio de rencor,sea nuestra virtud o errores de nuestra pureza causante.Al desprecio, indiferencia,al engaño, indulgencia,al enemigo, el perdón,al amigo, el corazóny en amor, con amor,nuestra presencia.

La gente no va por gusto a velar a susmuertos ni a los panteones, aún en losdías santos que, en algunos lugares,acostumbran arreglan sus tumbas.Van para rememorar, para añorar ysentir que expían culpas

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8 8 8 8 8 | LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN SÁBADO 23 DE NOVIEMBRE DE 2013

poráneo de Oaxaca. La primera nosólo experimenta modificacionesen sus procesos de invitación, se-lección y premiación, sino que tam-bién recibirá un aumento consid-erable en la inversión que requierepara ser posible. El segundo, elmuseo, ha sido otra historia: la faltade recursos y la indiferencia insti-tucional le ha llevado al endeuda-miento con sus proveedores de ser-vicios, a pesar de haber cumplidocon sus obligaciones en cuanto apago de salarios de trabajadores yla superación de expectativas encuanto a exposiciones montadaspor año.

En ambas situaciones se involu-cran cuestiones de dinero y situa-ciones de operatividad. ¿Cómo secomprende esto? ¿Un concursobianual aumenta su inversión peroun museo no tiene recursos parafuncionar? ¿Debe tener mayorholgura una institución que suce-de una vez cada dos años que otraque funciona todos los años, todoel tiempo? Al leer con cuidado lasnotas periodísticas, la situación seaclara un poco, sin que por ellopermanezca el asombro por reco-nocer que se pueden vivir dos rea-lidades muy distintas estando tancerca… como aquellas realidadescotidianas de las zonas urbanas deedificios inteligentes y clubes cam-pestres, rodeados por comunida-des rurales o zonas populares depobreza y marginación. Algo asícomo Santa Fe en la ciudad de Mé-xico, o Altozano en la ciudad deMorelia.

El portal Oaxaca Digital publicóla nota “Museo de Arte Contempo-ráneo de Oaxaca (MACO), cierrapor desinterés gubernamental”donde se reportaba que el MACOno recibía subsidio suficiente des-de hace 11 meses, sosteniéndoseúnicamente de las “aportaciones deAmigos del MACO, el pequeñosubsidio del Instituto Nacional deBellas Artes (INBA) y donativos através de la tienda del museo”. Enun comunicado agregado a la nota,la Asociación Civil Amigos delMACO informa a la ciudadanía quela situación financiera del museo esinsostenible y por ello plantean elcierre del lugar.

Para el jueves 21 de noviembre,

El Universal publicó la nota “MACOrecibe cheque por 2mdd de gobier-no de Oaxaca”, que inicia diciendoque el “Museo de Arte Contempo-ráneo de Oaxaca logra en unas ho-ras lo que en 11 meses de peticio-nes no había sido posible y recibióel presupuesto que evita el cierredel recinto.” Ahí la información esmás abundante: se detalla que losacuerdos para el presupuesto delmuseo ascendían a tres millones depesos, los cuales no recibieron. Trasel comunicado del cierre, recibie-ron dos millones de pesos. CeciliaMinguer, coordinadora del MACO,aclara que el museo es administra-do por la Asociación Civil Amigosdel Museo y que el subsidio delINBA asciende a 500 mil pesos. Conéstos y otras aportaciones, pudie-ron ascender el promedio de 16exposiciones por año a 26, peroquedando en una situación finan-ciera insostenible.

Finalmente, el portal de la revis-ta Proceso da en el clavo con sunota “Oaxaca: autorizan recursos amuseo tras anuncio de su cierre”: apesar que se diluyó la posibilidaddel cierre definitivo del recinto, seprofundizaron las diferencias entrela Asociación Civil Amigos delMACO y el patronato del mismo,siendo uno de sus integrantes Fran-

cisco Toledo, fundador el museo en1992. No fueron consultados acer-ca del posible cierre del MACO nisobre la autorización de recursos,los cuales fueron entregados a laMesa Directiva de la AsociaciónAmigos del MACO.

Resumen: el Museo de Arte Con-temporáneo de Oaxaca NO es unmuseo del Estado. Fue fundandopor un Patronato y es administra-do por una Asociación Civil, quetiene la capacidad de generar re-cursos propios, pero que tambiénnegocia con el Gobierno del Estadode Oaxaca y su Secretaría de lasCulturas y Artes para la obtenciónde dinero público, al igual que coninstancias federales (INBA y/o CO-NACULTA). Es por esta condiciónde museo fincado en una organiza-ción civil que el Gobierno del Esta-do puede decidir si otorgarle unsubsidio (o no), por ello puede des-cuidar el trámite de aportación apesar de ciertos acuerdos. No esalgo correcto, pero sucede, y enestos términos hay que entenderlopara no volarnos la cabeza al mo-mento de intentar comprender estasituación en el contexto del aumen-to de inversión a tres millones depesos para la Bienal de PinturaRufino Tamayo, aunado al cambioen su funcionamiento.

El sábado 16 de noviembre,Avelina Lésper escribía en su co-lumna del suplemento Laberinto(Milenio diario) que la Bienal Ta-mayo estaba acabada: sería para uncomité curatorial que, en lugar deconvocar a concurso abierto, ten-dría la facultad de invitar a artistasen concreto, realizar visitas a ta-lleres y proponerles su participa-ción. Posteriormente un juradopodría calificar la selección deobra y declarar tres ganadores consendos premios de 150,000 pesos.

Es un formato que no se com-prende, pues se queda a medio ca-mino entre el formato de los salo-nes del siglo XIX (herencia que lasbienales en México reciben) y lasbienales a nivel internacional, queen general pueden ser descritascomo exposiciones que incluyen,sólo a veces y en una parte de todoel evento, obras en concurso.

Hay que decirlo: que se haga unaconvocatoria, se haga una selecciónde todo lo propuesto y que de ahí sehaga una exposición para mostrarlos premios de adquisición y men-ciones honoríficas, todo ello repre-senta la huella de la cultura decimo-nónica en nuestro presente. Se es-tablece el criterio de premiación apartir del “mérito artístico” (a ve-ces técnico, otras veces poético, al-gunas conceptual, entre otras), as-pecto que en sí ya se desplaza de losdebates acerca de la cultura con-temporánea en las artes.

Rufino Tamayo instituyó la Bie-nal de Pintura con su nombre paraapoyar el desarrollo de la pintura,acrecentar el acervo del Museo deArte Contemporáneo de Oaxaca(MACO) y apuntalar la carrera delos artistas plásticos en México. Yesto es importante tomarlo encuenta, precisamente porque loscambios en la Bienal no fueronpropuestos por el MACO sino porla Coordinación Nacional de ArtesVisuales del INBA. Así, ese museoque no es del Estado, acrecienta suacervo y es sede de una bienal queno administra. Y la bienal desarro-lla sus estatutos a través de una ins-tancia federal.

Así, dos cosas que parecen par-te de lo mismo (el MACO y la Bienalde Pintura Rufino Tamayo) son di-ferentes a pesar de estar tan cerca.

MACO y la Bienal Rufino Tamayo.Tan lejos y tan cerca

JUAN CARLOS JIMÉNEZ [email protected] miriadacolumna.blogspot.com

MIR(Í)ADAMIR(Í)ADAMIR(Í)ADAMIR(Í)ADAMIR(Í)ADA

n las últimas semanas el estado de Oaxacaha sido motivo de una intensa discusión entérminos de instituciones culturales y las

condiciones en que trabajan (o trabajarán) deacuerdo a sus vocaciones. Atendiendo a notas

periodísticas y columnas de opinión de diver-sos medios, hay situaciones que no se compren-den del todo si no se separan unas cosas deotras, que al nivel de la información parecenparte de lo mismo aunque no lo sean.

Dos eventos particularmente han sido impor-tantes en el transcurso de las últimas dos sema-nas: el cambio en el estatuto de funcionamientode la Bienal de Pintura “Rufino Tamayo” y elconnato de cierre del Museo de Arte Contem-

E

El Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca NO esun museo del Estado. Fue fundando por un Patronatoy es administrado por una Asociación Civil, que tienela capacidad de generar recursos propios...