Letras Para Llevar No.2

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    Letras para llevar

    SuplementoUNIVERS

    ID

    ADM

    ICH AO C

    AAN

    DESANNICOLA

    SDEHIDALG

    O

    Ao 1, No

    Noviembre

    Publicacin ev

    laViolenciadesde la mirada de los escritores en Michoacn

    Dario Zalapa SolorioRal Casamadrid

    Gabriela Mier MartnezBeatriz Rojas vila

    Berenice Hernndez AndradeEmilio Duarte

    Pierre HerreraNorma Maritza Vzquez Domnguez

    L.Erndira RazoKaren Liro

    Armando Salgado

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    2SuplementoLetras para llevar

    DIRECTORIORectorDr. Salvador Jara Guerrero

    Secretario GeneralDr. Egberto Bedolla Becerril

    Secretario AcadmicoDr. Jos Gerardo Tinoco Ruiz

    Secretario AdministrativoMtro. Carlos Salvador Rodrguez Camarena

    Secretario de Difusin CulturalMtro. Teodoro Barajas Rodrguez

    Secretaria AuxiliarDra. Rosa Mara de la Torre Torres

    Abogado GeneralDr. Alfredo Lauro Vera Amaya

    TesoreroC.P. Horacio Guillermo Daz Mora

    ContralorDr. Jos Luis Chvez Chvez

    Coordinador de la Investigacin CientcaDr. Luis Manuel Villaseor Cendejas

    Director de la Comisin de PlaneacinUniversitariaDr. Salvador Garca Espinosa

    Coordinadora de Comunicacin SocialGeorgina Morales Gutirrez

    Director de Gaceta NicolaitaDr. Mario Chvez-Campos

    Jefe de RedaccinL.C.C. Antonio Robles Soto

    DiseoM.D.G. Ariadna Daz BarajasL.C.C. Irena Medina Sapovalova

    Auxiliar de Redaccin y distribucinSilvia Martnez lvarez

    Editor de FotografaGustavo Vega

    ReporteraNallely Soriano Tinajero

    SuplementoLetras para llevarde Gaceta Nicolaita apareceeventualmente, publicado por la Secretara General dela Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo.Ubicacin: Centro de Informacin, Arte y Cultura (CIAC).Morelia, Michoacn. Tel: 3223500 ext. 2019. Certicado delicitud de ttulo en trmite. Impresin: La Voz de Michoacn,S.A. de C.V. Av. Periodismo Jos Tocaven Lavin No. 1270,colonia Arriaga Rivera C.P. 58190, A.P. 121. Certicado de

    reserva de derechos al uso exclusivo en trmite.En la sesin ordinaria del H. Consejo Universitario llevadaa cabo el 27 de febrero de 2012, se aprob por unanimidadque la Gaceta Nicolaita fuera el rgano Informativo Ocialde la Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo.

    Editor responsableDr. Mario Chvez-Campos.

    Ao 1, No 2

    La sensibilidad de escritores y poetas recrea con mucho tino la realidad existente enuna coyuntura determinada. Su ojo experto, traduce en palabras cargadas de po-lisemia las mltiples aristas de una poca, de una cohorte en el tiempo. Sus obras

    son como una fotografa instantnea que devela lo que los otrosno queremos, o ya noshemos acostumbrado a ver.

    En este segundo nmero del suplementoLetras para llevar, pedimos a las y losescritores michoacanos que nos enviaran una obra indita sobre el tema de la violenciamanifestada en todas sus formas y expresiones. Luego, un grupo de escritores prestigio-sos, erigido en Consejo Editorial, hizo la seleccin que ahora les presentamos.

    Quisimos adems, que el doctor Juan Carlos Gonzlez Vidal, director de la Fa-cultad de Lengua y Literaturas Hispnicas, abriera este nmero con un ensayo sobre laviolencia, que nos diera elementos tericos para contextualizar las obras aqu presenta-das.

    Resulta curioso como la violencia, cuya expresin ms meditica es la originada

    por la guerra de los narcotracantes para conservar y conquistar territorios, ha pene-trado en todos los espacios, desde lo pblico a lo privado, y su impronta se expresa entodos los actores de la sociedad. As, el lector encontrar en este suplemento, que la vio-lencia se manifestar en la intimidad de la familia; en el nio que ha aprendido que pararesolver los problemas no hay nada mejor que un revlver; en la amante que decide cor-tar de raz con su placer y su pena; en la hija de una madre soltera cuya desesperanza lalleva al abandono, coctel propicio para el abuso del padrastro; en el linchamiento comojusticia por propia mano, sus excesos, errores y horrores; en los hijos que deciden mataa su madre para ser famosos, en el crimen escandalosamente impune de miles de rbo-les a manos de talamontes; en el instinto de extermino por los ms dbiles, por los quefastidian. En los miles de asesinados sin nombre, convertidos en amigos imaginarios deunos nios que nacieron y viven en una sociedad cuyos tiempos violentos, son para ellosparte de la normalidad. La violencia que nos persigue a todos, incluso a los no nacidosLa violencia psicolgica en su expresin ms sutil y duradera. El crimen convertido enun problema de geometra euclidiana de tiempo y distancia.

    Como el lector se habr dado cuenta, la violencia tiene mltiples referentes ysignicados. Esperamos que este suplemento nos permita reexionar y hacer visible loque ya casi, nos parece normal. Tal vez, como en el siglo pasado deca el escritor alemnBertolt Brecht: Cuando el delito se multiplica, nadie quiere verlo.

    Consejo editorial para esta edicin

    Luis Girarte Martnez (Sahuayo)Hctor Canales (Zamora)Ramn Lara (Secretara de Cultura del Estado de Michoacn)Hctor Alvarado Daz (Director de la Editorial Universitaria)Gustavo Ogarrio (UNAM)

    Antonio Ramos Revillas (Monterrey, Nuevo Len)Ilustraciones: Valentn Gmez Narvez

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    SuplementoLetras para llevar

    Uno de los rasgos que distingue a la poca actual es el estado de violencia

    en que vivimos. En ocasiones tenemos contacto con ella de manera direc-

    ta, a veces slo por medio de relatos de conocidos, y otras ms, a travs delos mass media. La violencia parece gozar, pues, de una omnipresencia de la que,

    adems, las sociedades hacen una apologa: hechos concretos de la vida cotidiana,

    programas televisivos, videojuegos conforman un mosaico de formas en que la

    violencia puede manifestarse. La tocamos de manera tan reiterada que al parecer

    nos vamos acostumbrado a ella, con lo que las capacidades de reaccin para com-

    batirla se hallan adormecidas o, en el mejor de los casos, no son lo sucientemente

    efectivas. En el momento en que terminemos de acostumbrarnos y la veamos como

    algo normal, como el rasgo distintivo del ser humano, nos enfrentaremos al ltimo

    de los colapsos sociales.

    Es cierto que a lo largo del desarrollo de la humanidad ha habido periodos

    difciles en este sentido, pero hasta ahora, el hombre siempre haba encontrado el

    camino para superar tales situaciones. Que se piense solamente en las Guerras M-dicas, en la Guerra del Peloponeso, en las Cruzadas, en la Inquisicin y, en periodos

    ms recientes, en las guerras mundiales, en el Holocausto, en las bombas atmicas

    arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki y en los reiterados actos de terrorismo.

    En una mirada supercial a la historia, se observa que el hombre ha sido

    capaz de cometer las peores atrocidades, sin importar credos religiosos o polticos,

    ideologas o condiciones econmicas; pero tambin ha podido practicar las accio-

    nes ms nobles en la adversidad. Lo que se pretende decir es que la violencia ha

    dado lugar a efectos compensatorios, que tienden al restablecimiento de un equili-

    brio social.

    Las sociedades actuales son ms complejas, en parte debido al desarrollo

    tecnolgico, con lo que la violencia encuentra, simultneamente, nuevos modos de

    mostrarse y de difundirse.

    Hace unos das, por ejemplo, tuve la oportunidad de observar un video-

    juego en el cual el xito consista en cometer toda clase de destrozos, incluyendo

    muertes de personajes en el papel de ciudadanos, para escapar de la polica. Lo

    ms impresionante fue que el videojuego era operado por un nio de ocho aos con

    mucha habilidad (he aqu la apologa mencionada). Con esto no armo de ningn

    modo que el menor sea un delincuente en potencia, solamente digo que desde esta

    edad, y en el mbito del entretenimiento, ya hay una convivencia (aunque sea a

    nivel representacional) con esta clase de hechos.

    Desafortunadamente no se trata de un caso aislado.

    Pese a todo, en medio de esta circunstancia crtica, la humanidad tiene la

    capacidad de expresarse en otro sentido, lo que reivindica a la especie como tal, y

    es precisamente ah donde hay muestras evidentes de esos efectos compensatorios

    a los que se haca referencia.En lo que respecta a Mxico, el estado de Michoacn de Ocampo ha sido

    uno de los ms afectados por la violencia. Sin embargo, hay quienes se han dado el

    tiempo y la calma para escribir cosas como sta: Yo soy el hombre que canta, / el

    iluso que pretende descifrar / la innita pgina de la muerte / y la diminuta pgina

    del amor (Fuentes Granados, 2012: 27). No obstante el ambiente hostil, hay espa-

    cios para la poesa y para el arte en general.

    Los efectos compensatorios de la violencia

    Ms an, frecuentemente el arte emerge como una consecuencia

    neamente, como una reaccin a las crisis sociales. Resulta satisfactorio v

    el presente se ha incrementado la produccin artstica, y la satisfaccinse considera que una buena parte de tal produccin procede de los jven

    ran los espectculos de danza, los conciertos musicales, las exposicion

    ra Esto provoca que el panorama social, aunque sea parcialmente, se p

    una mirada diferente, no exenta de optimismo. Hace unos meses, la U

    Michoacana de San Nicols de Hidalgo organiz una gira por la paz, e

    varias de sus dependencias hubo actividades artsticas que fueron muy

    das por el pblico. Es indispensable seguir aprovechando todos los esp

    que puedan vericarse estas formas de comunicacin.

    Por otro lado, el arte puede dignicar, por lo que denuncia exp

    plcitamente, una poca de crisis social extrema, al activar los anhelos

    de manera ms ecaz que otros medios.

    Por una inclinacin personal, voy a referirme muy brevementlas obras poticas ms importantes en lengua espaola, surgida preci

    momentos turbulentos, en el contexto de la Guerra Civil Espaola (193

    de Miguel Hernndez. Particularmente son tres libros los que interesan

    perspectiva: Viento del pueblo(1937), El hombre acecha (1938) y Ca

    romancero de ausencias(1941), porque a travs de sus poemas puede p

    evolucin del conicto desde el lado de los republicanos.

    Muchos de los poemas de Viento del pueblose caracterizan por

    tono heroico producto del conicto armado, con el que el poeta subraya

    del pueblo espaol. Se trata de una poesa vibrante en muchos aspectos,

    como temas la aspiracin a la libertad y el dolor de la gente. Es el libro

    dez que establece el punto de contacto entre su produccin potica y los

    tos colectivos. Una muestra de estas armaciones est en el poema V

    pueblo me llevan, en que se lee, en una de sus estrofas: Quin habl

    yugo / sobre el cuello de esta raza? / Quin ha puesto al huracn / jam

    ni trabas, / ni quin el rayo detuvo / prisionero en una jaula?.

    Y qu decir de los siguientes versos de El nio yuntero?:

    yugo, ha nacido / ms humillado que bello, / con el cuello perseguido /

    para el cuello. /Nace como la herramienta, / a los golpes destinado, / d

    descontenta / y un insatisfecho arado..

    EnEl hombre acecha(1938), las constantes son la desilusin

    gao, lo que se insina desde el ttulo. La crueldad de la guerra se rep

    varios de los poemas, en los cuales los signos hombre-era adquieren

    emblemtico y se implican mutuamente. En El hambre hay un ejem

    constante: Aos del hambre han sido para el pobre sus aos. / Suma

    otro su cantidad los panes. / Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaovos, de tenazas, de lobos, de alacranes.. Cuando el poema fue escrito,

    se tornaba muy difcil para los republicanos.

    Y viene al nal el Cancionero y romancero de ausencias(1941)

    ltimo libro, escrito en plena derrota republicana, Miguel Hernndez p

    una fuerza lrica verdaderamente conmovedora, el desencanto total. En

    poemas ms clebres, Nanas de la cebolla, y ante lo desesperado de

    Juan Carlos Gon

    Director de la Facultad de Lengua y Literaturas

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    Silencioso, rpido y mortalDaro Zalapa Solorio

    (Paracho, 1990)

    Autor de los librosAsfalto(COTA, 2013),Los rumores del mrra Adentro, 2012) y Persoel fondo de la laguna(SECUPremio Michoacn de Literamio Juan Rulfo de cuentoEduardo Ruiz en 2012 y menorca en el XIX Premio NaHumor Negro Jos Ceballosde los cursos de verano de la Fpara las Letras Mexicanas e2012, y del SECREA en 201mente escribe su primera obra

    social, llega a pedir a su hijo que no crezca: Despert de ser nio: / nunca despier-

    tes. / Triste llevo la boca. / Rete siempre. / Siempre en la cuna, / defendiendo la

    risa / pluma por pluma.

    El poema fue escrito en 1939, cuando Miguel Hernndez se encontraba en

    la crcel de Torrijos, en Madrid, luego de que en una carta su esposa le deca que

    solamente coma pan y cebolla. No hay mejor ejemplo de que an en la desespera-

    cin, el hombre es capaz de generar esta clase de mensajes. Justo es decir que Na-

    nas de la cebolla tuvo una gran difusin gracias a la musicalizacin que AlbertoCortez hizo del poema, con lo que contribuy (junto con Joan Manuel Serrat, quien

    lo interpret en innidad de ocasiones) a tocar muchas sensibilidades.

    Tal vez no pocos nos veramos tentados a manifestar esa idea de Hernn-

    dez, sobre todo cuando los acontecimientos negativos sobrepasan el lmite de lo

    concebible. No obstante, es consoladora la perspectiva que alguna vez tuvo Len

    Trotsky: La vida es hermosa. Dejemos que las futuras generaciones la limpien de

    todo mal, opresin y violencia y la disfruten plenamente.

    Lo importante a destacar en este contexto, es que la producci

    alicantino contenida en los libros citados, no hubiera sido posible sin

    Civil: de ella se nutri, al igual que una porcin de la poesa de Len Fe

    fael Alberti, de Jorge Guilln y de Vicente Aleixandre, por mencionar s

    casos. Aqu se percibe ntidamente uno de esos efectos compensatorio

    a pensar que siempre hay la posibilidad de que lo malo d lugar a algo b

    contrario sera relativamente sencillo sucumbir ante el desnimo.Por su

    lo deseable es que no se produzcan situaciones como sta, pero cuandquen, el arte todo el tiempo tendr cosas que expresar.

    Fuentes de informacin

    FUENTES GRANADOS, Miguel,La historia secreta de los rboles, SECUM-CONACULTA, 2012.HERNNDEZ Miguel, Obra potica completa, Madrid, Alianza Edito

    De volar toda la noche

    a dormir sobre una piedra.

    BILL CALLAHAN, TOO MANYBIRDS

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    SuplementoLetras para llevar

    Simn tena diez aos cuando en-contr el revlver de su padre, unSmith & Wesson calibre 38 espe-

    cial. El arma lleg a su casa como medidade proteccin, una garanta de seguridadguardada en el cajn de los calcetines. Noes que realmente les hiciera falta, perocada vez eran ms los casos de secuestrosa domicilio: llamaban a tu puerta, salas, y

    pasabas a ser parte de las estadsticas.Simn tom el revlver; era la pri-

    mera vez que vea uno de verdad, unocomo el de las pelculas. Tuvo que asirlocon sus dos manos para soportar el pesoy apuntar a lo primero que se cruz en suvista: sin pasar los dedos por el gatillo,ngi disparar al perchero de su madre.Le clav tres tiros rpidos, tal como ha-

    ba visto que lo haca Harry el sucio. En-tonces pens en regresarlo al cajn de loscalcetines, pero lo detuvo una sensacin

    desconocida, el instinto infantil y primiti-vo de saberse intocable, poderoso. Toda-va con sus diminutos puos aferrados almango, meti el arma bajo su playera yse fue corriendo a su habitacin. Atravessu casa sintindose un prfugo, y con la

    poca experiencia que tena en el arte delpecado, se hizo creer que algo malo habahecho y tena que ocultarlo al mundo.

    Puso seguro a la puerta y se tirsobre su cama. Examin detenidamentecada milmetro del revlver; sus dedossudorosos resbalaban del metal ya clido,negro como el vaco en el que habra deconvertirse su existencia. Practic gran

    parte de la noche apuntando a las estrellas

    fosforescentes adheridas al techo; entrenhasta que fue capaz de levantar el revlvercon una sola mano. Decidi dormir cuan-do no pudo ms, pero la imaginacin deun nio siempre est en xtasis, funcio-na con los mismos engranes que la de un

    drogadicto: Simn no paraba de ingeniarescenarios en los que se vea obligado asacar el revlver y extinguir hasta laltima bala; su mente fue invadida

    por pasajes ridculos: tristes inter-pretaciones flmicas de la muer-te. Ya con los ojos cerrados yel cuerpo exhausto, tuvo unaltima instantnea mental: cincocuerpos tendidos sobre el patio desu escuela.

    Simn despert temprano, se puso eluniforme y baj a la cocina. Ya lo espe-raba un caf con leche preparado por su

    padre, que sala una hora antes al trabajo.Su madre alistaba a ngela, la ms peque-a de la familia, para llevarla al knder.Cuando todos estuvieron listos, salieronde casa para hacer el recorrido de cadada: ellas rumbo al knder, l hacia suescuela: dos desoladoras calles que cada

    maana lo reciban con un fro puetazoen el estmago.

    Cuando son el timbre del recreo,puso su mochila bajo la butaca y toda-va la cubri con su suter. Se diriga al

    patio cuando fue detenido en el pequeocorredor que conduca a los baos. Ahestaban: Marco, Carlos, Daniel, Fabiny Vctor, los cinco cretinos que lo jo-dan diariamente. Rodendolo, jugaron agolpearle los brazos uno tras otro comosi fuera un ritual sagrado que ejecutarancon armoniosa disciplina. Simn aguantcomo un hroe hasta que el dolor lo hizollorar, entonces les rog que se detuvie-ran. Segundos despus los vea alejarse

    por el oscuro pasillo: cinco bestias ham-brientas de dolor ajeno, escoria humanaque apesta de por vida. Cinco animales en

    peligro de extincin.La golpiza an no terminaba, era

    un hecho que se encontraran de nuevo

    al terminar lasclases. El restodel da Simn perma-neci inamovible en su

    butaca, mudo comoalguien que lo ha di-cho todo. Una palpita-cin se apropi de su

    mano: el deseo de llevarla a su mochilay extraer el revlver. Pero se oblig a nohacerlo; tena que ser silencioso, rpido ymortal, como Harry el sucio.

    Saban el camino que Simn tomabay ya lo estaban esperando. l los vio a me-dia calle pero no se detuvo: avanz esoscincuenta metros que le sirvieron para sa-carse la mochila, meter la mano en ella,extraer el revlver y, como lo haba en-trenado, apuntar hacia donde estaban susvctimas, otrora verdugos. Pero al ver queno se detenan, su brazo comenz a tem-

    blar y el peso de la pistola le pareci inso-portable. Como si fuera un principiante,llev su otra mano al revlver para recu-

    perar la puntera. No pudo. Y no fue elpeso, ni la imposibilidad de apuntar bien,simplemente no pudo y se resign a ello.Tenindolos casi enfrente, guard de nue-vo el revlver, se colg la mochila, y reci-

    bi una perfecta zurra de golpes y patadasque lo dej hecho mierda, dolindose enel suelo como un perro recin atropellado.Esper a que se fueran para ponerse en piey caminar hacia su casa. El trayecto fueun inerno: cargaba el peso de las cincoalmas que no se atrevi a extinguir.

    Decidi que no le volvera a pasar.

    Al da siguiente llegara a la escuela, iraal saln de esos imbciles, y ante todomundo sacara el revlver para matarlosuno por uno. Pero deba practicar ms,las estrellas de su techo ya no le servande nada. Necesitaba tener en la mira a

    una persona, apuntar a otro cuerpo, a algora vida. Aprovech que su mtelevisin para ir al patio, do

    jugaba a destruir ores. Se pay, como haba visto en las peln diez pasos para llegar a su zLevant la vista, ngela le dada. Apunt a su pequea ca

    bang, bang, tres disparos sonmente. Pero no, necesitaba anel dedo por el gatillo, posarlo que s podra accionarlo. Un ssuciente. Francotirador inna

    primer disparo de su vida. A ticamente le explot el cerebel peso de su cuerpo aplast lasus manos no alcanzaron a de

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    6SuplementoLetras para llevar

    E

    s un lugar muy hermoso, la zonaselvtica de dnde vienes. No he re-gresado all y no por falta de ganas.

    Slo que no se me ha dado. Ah hay unaseccin naval y aquel da me haba que-dado de ver con la doctora Areli, quienestaba realizando, por ese entonces, unestudio sobre la incidencia del dengue -laenfermedad viral transmitida por picadurade la hembra del mosquito Aedes aegyp-ti- en las poblaciones, ranchos y caserosque se hallan a todo lo largo de la CostaGrande guerrerense. El asunto se conver-ta en una epidemia que las autoridadesminimizaron: las cifras de los infectadosy de los enfermos fatales desaparecieronante el pavor que provocaba el revelar una

    pandemia. La malaria se haca presente ysuba por las riveras de los arroyos hasta

    los pueblos situados arriba de la cota delos trescientos metros de altura; traspasa-

    ba las serranas que antes obraron comobarrera natural contra la propagacin deesta enfermedad. El calentamiento globalelev las temperaturas -clidas en el ve-rano- y llev la incidencia de esta plaga azonas en donde antes no se padeca. Lossntomas del dengue se parecen a los deuna simple gripa: al principio, dan doloresde cabeza acompaados con ebres altasy cuerpo cortado; luego llega un fuertedecaimiento junto a dolores que recorrensu camino entre los msculos y las articu-laciones. La gente quiere aliviarse y tomaaspirinas o productos contra el resfriado,

    pero para cuando comienzan las hemorra-gias, las inamaciones de los ganglios ylas erupciones sanguinolentas en la piel,suele ser demasiado tarde para tomar re-medios: si no se hospitaliza al paciente,de inmediato, las consecuencias puedenser fnebres. De hecho, las aspirinas es-

    tn contraindicadas, pues al adelgazar lasangre se corre el riesgo de sufrir hemo-rragias, que son la rma de la enfermedad.Aquellos contagiados que llegan del mon-te y los pueblos alejados hasta los centrosde salud y las clnicas de las poblacionescosteras ms grandes, ya vienen prcti-camente sentenciados. Nios y viejitos,a veces, ya no alcanzan ni a llegar. Se leconocen como ebre quebrantahuesos,

    porque lo deja a uno como un ttere detrapo, con los brazos cados y ojos; singanas de comer o siquiera incorporarse.La calentura sube, el conteo de glbulos

    baja y viene una sensacin de impotenciay tristeza difcil de comunicar. Los nios,los ms chiquillos, noms pelan tama-os ojotes y apenas aciertan a decir: mesiento mal. A Areli le tocaba investigar,

    documentar y llevar la cuenta de las inci-dencias del dengue, pero le pedan tantosrequisitos en la Secretara de Salud, paracomprobar cada caso, que noms faltabaque los propios mosquitos se presentarana dar muestras de sangre y a declararseculpables de tanta moridera. Por ms quelos brigadistas repartan pastillas cloradasy naftalina para echar en los depsitos deagua potable, por ms que fumigaban du-rante las tardes por las calles, por ms queimplementaron una campaa de deschata-rrizacin, el bicho volador segua repro-ducindose y hacindose ms resistenteda con da.

    Por encargo de un mutuo amigo me

    toc llevarle un mandado a la doctora.Tito Lzaro -un rico comerciante aca-

    pulqueo, lntropo y vecino mo en elpuerto- la conoci en San Jeronimito du-rante un evento de la Cruz Roja y qued

    prendado por la bonhoma y el carisma deesta bella facultativa. De unos 25 aos,

    Si me he de morir maanaRal Cas

    esbelta y morena, natural de Cuajincuila-pa, en la Costa Chica, ella era toda alegray buena disposicin. Aunque amable y

    jovial, se notaba, a leguas, la fuerza delcarcter bravo y ancestral que caracterizaa las fminas de esta regin costera: muy

    buenas por las buenas, pero por las ma-las, todo lo contrario Ella hablaba consoltura, sonrea con dulzura, era alegre ydicharachera, ms siempre conservaba suestatura profesional. Tito, enterado de lascarencias de la clnica y subyugado por su

    belleza sin par, se comprometi a obse-quiarle una lap-topnuevecita, con todo ysu conexin inalmbrica a la Red.

    Gracias a mis continuos viajes haciaPapanoa, donde asesoraba comercialmen-te a una fbrica productora de triplay, yatendiendo al pedido de mi amigo, llegu

    cargando una hermosa Hewlett-Packard,con tapas de varios colores, estuche,funda, conexin satelital y toda la cosa.Tuve suerte, pues Areli me cit en PuertoVicente Guerrero, uno de los lugares endonde se consumen los frutos ms frescosdel mar. La doctora gozaba de toda unamaana libre; me invit a comer en un de-licioso restaurante a la orilla de la peque-sima baha. Areli result ser mucho msencantadora, como persona y como mu-

    jer, de lo que pude haber imaginado. Locierto es que gracias a ella logr quedarmecontigo, que has sido la mejor compaaque pudiera alguien soar con gozar. Tno te puedes acordar, pero nos veamos

    muy bien: ella, con su batita y sus zapatosblancos que brillaban al sol contrastandocon su piel morena y su cabellera oscu-ra; yo, con una playera magenta, feliz; yt... bueno, t siempre vistiendo de verde.

    Luego de comer opparamen-te la acompa a la clnica del Seguro

    Social, en donde, haca rato,raban un par de prostitutas d

    bigotes quienes requeran derutinaria. Ella me las presenfueran dos amigas de toda lasin cierta picarda, me comede trabajaban, como por si mvisitarlas. Para ese momento,quedado prendado de su voz sonalidad abrasadora: me hado con su sonrisa, con su cade mujer costea y con las fovestimenta mdica no lograbLa pequea clnica se ubica a

    de la carretera federal; faltabla puesta del sol y decid enhacia la playa para gozar de lay esperar en una hamaca a qusu turno. Antes de que est

    go, me prometi con la musu voz jovial y despreocupaden el horizonte, que mir desda palapa, pareca el trazo prin

    bello cuadro impresionista. Tela hamaca, mientras escuchasonido de las aves al atardeceviaj a velocidad de la luz y allumbrar un futuro promisorio en donde Areli y yo convivvez con ms alegra y mayor la mano, alegres y hacia el solRegres a la clnica cuando la Permaneca el naranja que elcon tintes carmes. En una bante al pequeo local que ocupa

    Salud, te vi: venas gritando ay tu verde ropaje sobresala elores clidos de la tarde muer

    junto a m, no pude dejar de cohombre con quien andabas lo tu belleza. Este lorito esgenmarzeo. Tu pico y tu cabeza

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    SuplementoLetras para llevar

    Incursiona en diferentes gneros. Hapublicado novela (Juegos de Saln),ensayo (Octavio Paz: la interminablerebelin del ser) cuento (Jaula de pa-labras) y poesa (Best seller). Apareceen antologas revistas y suplementos(Nexos, Revista de la Universi-dad, Sbado, Revista de Bellas

    Artes, Letra Franca) as como enpublicaciones electrnicas (MxicoArtes e Historia). Ha participado enencuentros internacionales de escrito-res, congresos, coloquios, talleres y di-plomados.

    han crecido desde entonces, se vean msgrandes, pues tenas el cuerpo chiquito,apenas de tres meses, y no acababas deemplumar. Destos ya no se consiguen

    aadi con orgullo un costeo de media-na edad, bajito, enjuto y corrioso, prietocomo de Oyantla; t te has de acordar. De

    pronto, me pregunt que si estara en laclnica la doctorcita; yo le dije que s.El hombre camin sobre sus huarachesy al cabo de unos minutos regres haciam. Te alzaba con un brazo y te acariciabala cabecita con la mano: Va a querer allorito?, pregunt. Le dije que eras her-moso, pero que no traa dinero ni tenadnde ponerte. No le hace, me dijo, yose lo doy. Le coment que cmo me loiba a regalar; que te iba a extraar mucho,

    pero contest en voz bajita, como pensan-

    do para sus adentros: el lorito era demiijo, pero ya no est, y yo pos, pa loque voy a vivir..., no lo he de cuidar.

    De pronto, tena al loro tehuano ca-beza amarilla ms bello que puede existir.Fui a comprar tu jaulita antes de que ce-rrara la tlapalera: estaba ansioso por pre-sentarte a Areli. Pero para cuando regreseya estaba muerta. Al amigo, ste, quela asesin se le haba enfermado su hijito,tu primer dueo. El que de seguro lleg yamuy enfermo a la clnica, para luego fa-llecer a causa del maldito dengue. Nadiele quit nunca de la cabeza, a su padre, lanecia idea de que la doctora pudo salvar-lo, pero que lo dej morir. Su padre crey,

    de seguro, que se lo entreg lleno de vida.El machete, que le dio muerte a Are-

    li, nunca apareci.

    L

    a persiguen. Corre. Laesconde. La encuentra

    pan. Implora. Llora. Un sueo. Una pesadilla. SSe levanta, cae, sangra. Cucree. Pecadora. Cruz. Inedes. Temblor en desventura Hombre. Sin sonrisa. Sin ojoSin carne. Oculto. Dolor. Vvientre. Vaco en la piel. Manrotas. Vivas. Palpitantes.

    Martha. Diecinueve. manas. Pronto. Succin. Fiefra. No! Sangre. Urgenciasco silente. Vaco sonoro. Ausesos. Rea. Amordazada ent

    Pastillas pastillas pastime. Suea. Vuela. Danza ssal y viento. Luna ocre. Inmbello amoratado. Muros sinHumedad de ojos velados.Lo mira. Luis. Dieciocho. MMirada aplastada.

    Denuncia. Condena. nero. Piernas sin pies. BrazZancadas maquinales. Dedorrogan. Alientos que sentencpo. Olvido. Recuerdo. VienVivo. Uas prpura en aguislote. Noches. Das. CamGemido solitario. Huellas Pintadas en crepsculo malllos dorados. Martha. PerlaPerla negra que se desliza esu concha.

    Condena anunciaGabriela Mier M

    Sociloga y escritora. Llegu a la li-teratura marcada por una formacinautodidacta. Viv varios aos en la ciu-dad de La Habana, Cuba, donde tuvela oportunidad de conocer a destacados

    escritores, quienes fueron mis maestrosen este arte. He ledo parte de mi obraen veladas literarias y ferias del libro yla lectura. Integrante del colectivo deescritores independientes Mara LuisaPuga, fundado por el escritor -y granmaestro- Isaac Levn, en la ciudad dePtzcuaro, Michoacn; estado en elque radico desde hace 18 aos. Herecibido menciones honorcas y pre-mios de cuento en Mxico y Espaa.

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    8SuplementoLetras para llevar

    1

    Pap, dnde nacenlos alleres que anidanen ojos de los muertos?

    Quiz entre el remolino dondetristeza y polvo nos vienen paratronarnos balas en la frontera delos prpados y llevarse lejos a losque nunca volveremos a ver? Ah dondehuele a podrido y la lontananza es unadistancia cra comparada con el lo quela calle apedrea entre cejas cortadas y elllanto debajo de los automviles. Nadiesale a la calle. Ni la luz. Ni las historiasque alguna vez mam nos cont. Ahorason relatos vagabundos con placastraseras y matrculas de fantasmas ycerros. Lugares donde se alimentan lasbanquetas con cuerpos desboronados.Extrao. Extrao el crepitar de lafogata. El sonido de la noche. Tibio.Suave. Liso. Como cabellos de vidriorecordndome cerca cerca el peloplateado de la abuela. No s dndeest. Muchas personas desaparecen.Son chas enterradas donde huellas las

    sumergen como broches o dientes enninguna maceta. Pap. Entiendo quehay situaciones que sloplaticas con mimadre peroalcanzoa

    CHERANArmando Salgado

    oler tu enojo. Mltiplessiluetas de miedo. No

    absorbido. Frente a l y frente a losnuestros. Parvadas de aire porque alquererlos tocar se pierden como alleresclavados en la nuca. No sabes dnde

    empieza la bastilla de esta cabeza. Nila ruta por dnde arropamos abandono.Slo el aire. Lo hurtamos a la fuerzacon los puos porque la ausencia es lonico palpable. Y los hermanos. Y ladesaparicin de los hermanos. Noquiero estar debajo de la camani escuchar los gritos demam. Quiero dispararleal miedo. No soy uncobarde. Serlefrente y darleun puetazoen la cara.

    Cerrarlelos ojos. Noquiero ocultarmeante l. Contemplarlo

    jo. Profundo. Peroaqu. Autosmuevensilencioy

    levantano s c u r i d a d

    sobre puerta.Golpes que

    derriban templanza.Hectreas de silencio.

    Siluetas de bosques.Pap. Deseo cerrar los

    prpados de otra manera. Yque al abrirlos ya nadie golpee la

    puerta. Nadie desaparezcaotra vez.

    2Vagar fantasmas en

    Revolverlos. Sentir caolos atisbos de los primesin ordenar. Sorber la nadade un huerto donde el tiemp

    en cualquier pginavelocidad ebolsitas de p

    repur

    evaporadas. LoCerros abandonados a lapor detrs. Puetazos por La desbandada de un barrperl. Los ojos hechos crude troncos. Hojas trozadPersonas que al marcharse nMoscas. Ciudad. Caimanemscara de un rptil. La mun perro destinndote alleren el ombligo. DespuntanLo rojizo. Lo satnico.

    No dejo de recordar. NoNegarlos hasta el amanecque los sueos despiertan

    de cadveres. Llanto. Ojeo por los pueblos. Por la madr

    la rendija que se lleva a losDestejer los cuerpos de pan.orilla del lago. Los dientesson recuerdos distantes. Luna vida mejor se renta automticas. Insuciencia. Sa la calle. Los das son amarAserrn enrevesado con sabiluminoso. Placenta. Verde pmuerto. Sangre mohosa. Ladel dinero es testimonio dmanos. Ningn sujeto se levapara devolver la bala incrucabeza. Nada. Ni la saliva. Niel tiempo arremolinado en suni el crneo roto. Ellos esmente. rboles que no quieMi abuela Lupita, el abuelo JFrancisco. Joaqun. Los regresaron. Sus pmulos rey sudor en mi cara. Sus pmrostro. Pap. Deshuesadero viejos. Una Chevrolet 42. Veeran troncos que ventilabanDefendamos el palo escrito

    Un bosque

    se abre en

    la memoria

    y el olor a resina

    es til al corazn.ANTONIO

    GAMONEDA

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    SuplementoLetras para llevar

    Autor de los libros: Estancia de ni-mas (FETA, 2013; Premio Nacionalde Poesa Joven Francisco Cervan-tes Vidal, 2013), Azogue Suite (ICA,2013; Premio Nacional de Literatu-ra Joven Salvador Gallardo Dvalos,2012, poesa), Corvus Suvroc (Man-tis Editores/H. Ayuntamiento de Her-mosillo, 2012; Premio Nacional dePoesa Alonso Vidal, 2011) Liturgias(SECUM, 2011; Premio Michoacn depera Prima de Poesa, 2011), y Va-riaciones de una vida rota (SECUM,2011; Premio Michoacn pera Primade Narrativa, 2011).

    antepasados. Escrito sobre la tierra delhombre. Pero otros lean una gruta para

    alcanzar un poco de comida. Venta demadera. Un barrio que seca su lodo paradecir que nada es como la prdida. Niun tiro a los ojos. Ni una camionetadestrozada. Ni un rbol infantil conshort blanco. Slo un padre grabado enla piel. Sangre en coladera devorandomi entraa. Peleas por cortar cncerde los rboles. Murindonos la orillade esa carretera en la vejiga. El rumboa Chern. La meseta purpecha. Losque bosques tienen por brazos. Ah nose tiene que cerrar la vista. Truenan suspuertas. Nadie pide series de agrura.Slo la carretera y sus cuerpos desnudos.Troncos. Tumbas. La vieja camioneta. Y

    un silencio desgajado. Este camino. Lacara de mi padre. Pedregoso asidero deborrascas. Breve estancia. Defenda lavieja mquina que siempre nos da aire.Nuestro monte. Detrs de la camionetael bosque est de luto.

    3Rasgar un machete en la boca del suelo.Decirlo fuerte. Estornudarlo. El abueloJos cortaba historias como gajos denaranja. Luego alaba otros cuentos.Los comparta. Hablaba del respetoa la naturaleza. Deca que el bosqueno conoca el dolor. Ningn quejido

    y que las enfermedades modernasllegaron como fbricas de detergentes.Contaminaron el cuerpo y con l losros y las historias personales de losbarrios y las casas de adobe y la plazadel centro. Cajas de zapatos parasoportar la vereda. Eso venden. Tiras derboles con cdigos de barras y muletaspara prevenir la vejez como chalecossalvavidas en la autopista que detonacasetas. Los rboles tienen petrleoen el corazn y atermitan la dentadurade los gasoductos. Reverberan resinapara inar la compraventa del tiempoy la edad que nos canea. Al recordarnunca haba sido tan viejo y a la vez tannio. Ay. Abuelo. Crtame otra naranjamenos agria. Una hogaza de pan menosdura. Un vaso con charales sin lama.Una chuspata o un taco de borrego sinlimn cido. Los alimentos que anunciala bocina tienen chapopote. Muertostirados en la corteza del rbol a un ladode la autopista. Los guardabosquesvisten de azul. Usan carros con sirenas.

    Los productos televisivos no creenque los pjaros idealizan. Maldicen el

    huinumo. No piensan que es la sabiay la memoria de los ros y el carcterdel bosque. Por dnde la niebla?Abuelo. Ah la densidad es menor que laestupidez y cada trino es un corazn queencuentra un rbol para latir. Ay. Abuelo.La lluvia era un gallo que despertaba elfuego dentro de nosotros. En ese tiempola abuela viva. Tu automvil fue unaveladora para montar al cerro y regar nogasolina sino un sorbo de mezcal comoofrenda. Para los antepasados. Para nosentir averiado el motor de tu coraje.Fuiste uno ms que nunca regres.Siguen cortando los rboles. Vienen delaserradero hechos pedazos. Como si

    la tierra fuera un costal para escondersangre y crucijos. Como si este pramose arrancara cabellos para desenterrar loque queda. Abro el costal. Soy menoshombre y recorro la muerte ms rpido.Todo mi cabello est dentro de l. Todoel llanto. Daga que enterr sus muertosen mis lgrimas. Polvo que crece en ellugar de los cerros. Jaura que muerdemi silencio porque no puedo seguir nigritar. Las races de mi bosque se hanquedado mudas.

    4Mi abuelo era un gran rbol.

    5

    Abr la jaula. Todos los pjaros volaronen busca de un rbol. Queran cantarsobre l y sentir los latidos del viento.Pap. Corr tan fuerte como pude. Medesvend los ojos para quitarme latristeza. Agarr coraje y levant la tapade la caja dnde estabas. Pero. Por quno volaste para llevarnos lejos de aqu?

    Let

    rasp

    ara

    lleva

    r

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    10SuplementoLetras para llevar

    Egresada de la Escuela de Lengua yLiteraturas Hispnicas de la UMSNH.En 2010 public Noche de Muertos,

    editado por la Secretara de Culturade Michoacn y particip en lasantologas: Los nombres y las letras,2007, Jitanjfora; 2011 y Narradoresemergentes. Palabra, comunin y

    desencuentro, Jitanjfora, 2012, entreotras. Ha impartido talleres de fomentoa la lectura y fue gestora culturaldel Foro artstico y gastronmicoCalaveras y Pulquitos.

    PlapEstpidos vecinos.Tan parecidos a sus perros; tallan el pisode la banqueta, martillean, gritan y pe-lean. Sobretodo cuando el marido llegatrastabillando por las noches, entoncescae una lluvia de ropa, perros y enserespersonales por la ventana.Al amanecer, el caverncola toca el tim-bre para recuperar su ropa y pelculasporno esparcidas por el jardn.Estos engendros del ruido.Sus pulgas, moscas y cucarachas secuelan por las ventanas junto a la pes-te insecticida que rocan a la hora de lacomida.

    Los grasientos ruidosos roban el dineroque se le deja al seor de la basura.Bestias escandalosas.Un da se sintieron creativos y pintaronsu patio trasero. La ley de la gravedad,como todas las leyes, era algo que se pa-saban por el arco del triunfo.Cerdos taconeadores.

    -Ay! Se pint su patio, vecina?Ironiz, ngi vergenza, se burl, lamonstruosa vecina superior.-Tu ropa, tus plantas, tus mascotas? Note preocupes.Mostrando la apestosa sonrisa.-Es pintura de agua.

    Qu hacer ante tanto cinismo? Antetantas noches sin dormir, tantas merien-das arruinadas con su insulto oloroso enaerosol?Nada ms que cargar el arma, con si-lencioso placer, calzarse los guantes, elcasco, el chaleco, los lentes oscurossalir al patio, apuntar hacia arriba, ame-trallar.Y una vez asomada la cabecilla por laventana, acallar sus gritos de una vezpor todas con las detonaciones mientras,por n, la ltima bolita se estrella en sufrente, manchando de rojo su espantoso

    rostro y ahora s, el grito victorioso:

    -Qu se manch, vecina? Ni se apure,que es pintura de agua.

    P lap, splash, pum, bangBeatriz Rojas vila

    SplashSiempre al llegar al semforo el temor,la agresin, la ira. Al tipejo no le im-portaban los pretextos. Ya era personal.Lanzaba el chorro de agua sucia jabono-sa sin importarle la remuneracin. Erams bien una cuestin de poder, de odiociego.Esta vez, cuando lleg al semforo, notuvo miedo. Esper paciente a que elmiserable se acercara con su botella derefresco y su caminar prepotente, espe-r a tenerlo tan cerca que casi sinti sualiento, a punto de decir a pal otrajefa con su tonito burln, pero la faucequed abierta y la mandbula atascada

    cuando vio lo que traa en el regazo.Era el momento preciso, el can seacomodaba perfectamente en medio delhorrible oricio que tena por boca, asque sin dudarlo presion el gatillo queactiv el mecanismo que lanz el chorrode agua a la cara del infame limpiavi-drios.

    PumIndependientemente de quin atendiera,siempre vea en el espejo a una mujer o

    a un hombre-mujer con estilizado pei-nado, pestaas postizas y la preguntaintil: Cmo quieres tu cabello?,acompaada siempre de la sonrisa falsaen los labios llenos de gloss. Luego des-conectaban sus odos y cortaban comoles daba la gana: Ah degralado? yzim, zam, zum.No, no, no, intentaba explicar sin xi-to. Slo despunta, slo despunta! serenda, ante la aparente incomprensinde la estilista.Luego, irremediablemente, su cabellocaa al suelo, cortado de tajos, despo-jndola de su irresistible personalidaden qu cabeza engominada caba una

    crueldad semejante?Luego de aos de dejar crecer su man-cillado cabello, slo para verlo una yotra vez descuartizado en el piso de laesttica, tuvo la respuesta: esas arpasenvidiaban su sedosidad, su bello colory su tersura, pero sobretodo su longi-tud. Esas cabecitas teidas, alaciadas yrecortadas hasta la lstima, jams lle-

    garan a poseer una cabellecomo la suya.

    Pero, cmo evitar el despoque despuntarlo para que siciendo sanamente? La desesdio la respuesta.Ese da, ya en la silla del delpresteza felina se apoder dde aire, apunt a la estilista ey sentenci:

    -Despunta, S L Ota. O tu elevado peinado vue

    BangInfame marido de la casera, mcrita, avara y maliciosa.Gente mediocre, persignada que se mantiene de las rentastrabajadora y honesta.La electricidad, el agua, ltodo sobrepuesto, todo acomno pagar un centavo. Las inpor seguridad y comodidad,a cargo del inquilino.Todo a cargo del inquilino.Pero que nunca proteste, que estas, que nunca pretenda go alegrar su alma con cuadrobaile. Nunca en mi propieda

    Y que nunca escape, porquemudarse, le chuparn hastacentavo, harn alarde de susy amigos dentro del aparatotambin del que gobierna einfame marido repartir goamistades y amenazar en sulecto:

    -T, mujer sola, no puedes ctros. Te aplastaremos.

    Pero la soledad no es una ditampoco la femineidad, y y doa Melindres estaban aprenderlo.Ahora, de frente, maleta en quierda, el vejete levantandola mujer agitando un contratdo. Con la derecha accionaPIM, PUM, ahora s, de fuegformas, ya era tiempo de mu

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    SuplementoLetras para llevar

    D

    ir que me voy a morir, y no lecreer hasta que sienta sus ma-

    nos intentando asxiarme. Alver que eso no funciona, me golpearcon un martillo en la cabeza y mi sangreescurrir manchando las sbanas. Dirque todo es mi culpa; no deb estar antesque l en la vida de mam. Me echar encara que recibo ms atencin de la nece-saria, que ha gastado demasiado dineroen m y ahora tendr que cobrrselo.

    Abrir la puerta, ver sus ojos ysu pene asomndose, hinchados y furio-sos. Gritar fuerte pero me tomar delbrazo, comenzar a escupir, me lanzarsobre la cama para luego amarrarme.Antes de que lo haga, me zafar e inten-tar escapar por la ventana. Me tomar

    de los cabellos, arrancando unos cuan-tos y mostrndome que son igual de fr-giles que el resto de mi cuerpo.

    Mam tardar ms de lo habi-tual haciendo las compras. Para cuandollegue, yo estar en la cajuela del cochey l dir que me fui otra vez con esosvagos, con las zorras de mis amigas.Pero nada opacar la alegra de mam.Conar en l porque nunca le ha men-tido, porque me ha cuidado como si fue-ra su hija, porque ahora ms que nuncalo necesita a su lado.

    Sabr que siempre me odi yrecordar cuando mam deca que eraun buen tipo, me iba a querer mucho yya habra un hombre en la casa, cuidn-donos. Me burlar de lo estpida quefue al enamorarse de l e intentar su-plantar a mi padre. Hasta entonces, conel mechn de cabello arrancado frentea mi rostro, me dar cuenta de que yotambin ca en su trampa.

    Me golpear con el martillo,repitiendo insistentemente hasta que misangre se confunda con el sudor de sucuerpo. Mis uas rasgarn su ropa conlo que me quedar de fuerza. Cambiarlas sbanas y limpiar el desastre. Mellevar al auto, acomodar mi cuerpoen posicin fetal, cepillar los contados

    cabellos que tendr y sobre ellos lan-

    InstantesBerenice Hernndez Andrade

    zar, despus de olerlo, el mechn quesus dedos ensangrentados sostenan con

    ternura.Todo en instantes, luego de ha-ber visto un poco de televisin y de quemam haya ido a comprar una pruebade embarazo, sin que l siquiera lo ima-ginara.

    Am

    Nos daba risa escucharla quejarse a cadarato. Tena meses hablando de que noquera verse as, que la molestbamosqueriendo aprovecharnos de lo que lepasaba, que cmo era posible si ramossus criaturas y nos haba dado todo loque pudo, que se quit el pan de la boca

    por nosotros y as le pagbamos. Tenarazn mi am.

    Quin no habra querido teneruna madre como ella si era tan buena.Me acuerdo que ese da del accidentese traa una chilladera de los mil demo-nios. Siempre haba sido chillona, perola verdad exager. Peg el gritote cuan-do mir a mi ap todo ensangrentado.As era la vieja, hasta cuando la tenanacostada en el petate le salieron gotitasde los ojos. Chillona, la vieja, fue eso loque no nos hered: las lgrimas.

    El accidente de mi ap ni nosimport. Total que todo haba salidocomo lo queran mis hermanos. Enton-ces lo nico que nos apuraba era quenuestra jefecita reaccionara a las medi-cinas, hacernos de palabras con el doc-tor, siquiera ser odos por alguien que nofuera el bulto de mi madre ah noms,murindose.

    Los nios jugaban a copiarleel llanto a mi am, y las televisionescontaban su historia. Era bien diverti-do lo que decan de que nos iba a dejarabandonados, que cmo a nuestra edady pobrecita: pobrecitos por aqu y porall. Adems all en el rancho todos nosmiraban como la novedad, como si nollevramos toda la vida viviendo ah

    mismo, o quin sabe haya sido por lo de

    las muertes, ora que lo pienso bien.Yo slo esperaba que agarraran

    a uno de mis hermanos, paya ser comolos famosos que mirbamos en la teledel rancho. A m no, porque me da porponerme nervioso cada que hablo, ya vecomo ahorita me sudan las manos. Ire,como que medio me agarra la temblo-rina.

    Y no se crea, en veces s creaque vivir de las limosnas de otros y desus lstimas no era lo ms humano, peroora veo que vali la pena porque cum-plimos nuestro sueo y el de mi am:nuestras caras se ven en los programas ygrese que salimos en sepa Dios cun-tos peridicos. A lo mejor no fue la me-jor forma, verdad?, pero dicen que uno

    debe seguir sus sueos, y que a sus apsles tiene que cumplir lo que ellos quie-ran. Pues mi am eso era lo que quera,como nosotros, ser conocida aunquefuera un poquito. Lstima que no la su-pimos pintarrajear tan bonito como a lasactrices y le tuvimos que poner las mis-mas garras que usaba diario.

    No le miento, estbamos bienfelices, aunque se nos muriera, y yacuando se muri. Nos reamos al lle-gar a la casa, reamos en la troca, en laplaza, pero sin que nos vieran. Nadie separaba a mirarnos bien, noms mi amcuando ya estaba con los doctores, perono deca nada. Por eso lloraba mirandoal techo, no por la muerte de mi ap nipor cmo estaba ella. Lloraba por noso-tros, me j. Inundaba el cuartito dondela tenan con sus gritos; ya eran sus l-timas fuerzas lo que echaba pa afuera.Deca que la dejaran para que se pudieramorir en paz.

    Ya se mora y nosotros reamos,porque la viejita ni nos dio las gracias.Su enfermedad fuimos nosotros, y acen el tutelar eso nos da risa de contento,porque siquiera nuestro sueo se hizorealidad. A si no, que usted me vino agrabar para que le cuente.

    Estudia en la Facultad de Le

    teraturas Hispnicas de la UMichoacana de San Nicolsgo. Ganadora del IV Concude Cuento Eduardo Ruzha asistido a los talleres litJess Morales Prez y JosSolrzano, y ha participadoFeria del Libro y la Lecturcn; en la 2da. y 3era. tempViernes de Escritores Michoen el 1er. Encuentro de TroCuentacuentos de la Jungler

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    12SuplementoLetras para llevar

    (Ptzcuaro, Michoacn, 1990)Narrador. Egresado de la Escuela de Lengua y Literaturas Hispnicasp en el Segundo Encuentro de Narrativa Regin Centro-Occidente,

    en la ciudad de Zacatecas.

    En medio de la multitud estaba Ge-naro, acostado. O lo que pareca serGenaro: una masa sanguinolenta

    que daba seales de vida cada vez que

    era zangoloteada por los golpes que lepropinaban. Con una camisa rada comonica prenda para cubrir su cuerpo, el en-

    juiciado se olvid de cubrir sus genitalesempequeecidos por el miedo y se pusoa temblar como si padeciera ebre. Nohaca ms de media hora que lo habancapturado, cuando la vida ya era algo quese le escapaba. Apenas trataba de adoptarla posicin fetal, la cuerda que mantenasus muecas atadas era jalada en todasdirecciones para obligarlo a incorporarse,aun cuando sus pies estaban hinchados acausa de los pisotones y las patadas que lellovan sin concesiones.

    La concurrencia ah reunida lo con-

    denaba porque haba sido descubiertohusmeando bajo la falda de una nia. Oeso dijeron; si era verdad o no, poco im-

    portaba: cuando la noticia se supo en todoel pueblo, no hubo necesidad de trmiteslegales ni de averiguaciones previas paradeslindar responsabilidades. Se dictaminsentencia en un santiamn y no hubo nadaque considerar: habra que matarlo paraevitar futuros atentados. Algunos sugirie-

    Los frutos del mrtirEmilio Duarte

    ron quemarlo vivo; otros ms sugirieronmatarlo a pedradas, pero se convino enque lo mejor era ahorcarlo.

    Se orden atraparlo, atarlo y poner-

    lo a disposicin de la aglomeracin queaguardaba impaciente en la iglesia paraejercer justicia. Y as, tan pronto estuvoa su alcance, le quitaron los pantalones,lo golpearon, lo jalonearon y lo azotaronhasta que no se pudo levantar del suelo.Luego lo condujeron a la plaza del puebloy dispusieron llevar a cabo la ejecucin enuno de los grandes rboles de moras quecircundaban la explanada central.

    Durante su traslado, Genaro fuearrastrado por las calles. Ni siquiera inten-t ponerse de pie. Se dej llevar sin opo-ner resistencia, como lo hara un cerdo decamino al matadero. La friccin ejercidaentre su cuerpo y el pavimento ocasion

    que parte de la piel de sus piernas, brazosy espalda fuera arrancada y sustituida porgruesas capas de tierra que se ennegrecanal entrar en contacto con la sangre quemanaba de sus heridas. Su torso, ahoradesnudo, mostraba grandes moretones enlas zonas laterales, donde algunas costi-llas rotas parecan luchar por atravesar lascapas de carne que les impedan asomarsea la intemperie.

    Al llegar al lugar de ejecucin, jus-to antes de que la soga fuera acomodadaen la rama ms gruesa del rbol, Genarolanz un grito agudo al que la gente res-

    pondi con injurias y burlas. Saber en qumomento se apag el aullido es imposi-

    ble, pero el palo de escoba que le introdu-jeron en el ano, como ltimo escarmiento,estuvo dentro de l por ms de diez mi-nutos, desgarrando las paredes rectales y

    perforando los intestinos. Fue, dijeron, unojo por ojo para el violador. Las ltimasmuecas de agona fueron disimuladas porla carne tumefacta; las ltimas lgrimasfueron consumidas por la tierra y las cos-tras que le cubran la cara. Nadie de losque ah estaban reunidos las not.

    Cuando extrajeron el palo, embadur-nado de mucosa, sangre y estircol, Ge-

    naro ya no se mova: estaba en shock, otal vez muerto. No haba indicios de quesiguiera con vida.

    Genaro qued colgado el resto de latarde en la plaza, con la cara partida, loshuesos rotos y el recto destrozado drenan-do sangre, como una llave de paso a me-dio cerrar, sobre el suelo que an mante-na el calor del ajetreo. Si es verdad eso deque el odo es el ltimo sentido que mue-

    re, entonces Genaro escuch, invectivas y los reproches quetodo el que pasaba cerca del

    penda como una fruta podrid

    como si tratara de esquivar laslas que era merecedor por haba un infante.

    Nadie lo sabra en mupero en realidad no hubo intlacin: la nia haba cado sobcas de nopales secos y Genaacercado a retirarle las espinmudo y no encontr las vas

    para justicar su acto ante la hejecut. La gente crey que len las piernas de la nia eran unas manos perversas y lo remiramientos.

    Su muerte, sin embargovano: a partir de ese da la co

    convirti en la zona ms pacmarca. Y su inmolacin no fuetrgico escape por donde se flas iniquidades que cada uno ddores alojaba en sus adentros.

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    SuplementoLetras para llevar

    Lees esta oracin en un peridico:Se encontr el cadver de otramujer a pocos metros de la carre-

    tera que une A con B. Parece no estardirigida a ti. No est dirigida a nadie.

    Inmediatamente supones que comola trayectoria ms corta entre un punto yotro es una lnea recta y esa lnea recta,ese camino directo entre el punto A y el

    punto B, es la carretera, entonces, la tra-yectoria ms corta entre esos dos puntos,en un mapa cualquiera, se ha interrumpi-do sbitamente por un elemento externo aella. Un elemento externo o extrao siem-

    pre provoca que aquellos que transitan esava, aquellos que por casualidad se ente-ran de la presencia de ese elemento exter-no [porque, hay que decirlo, existe genteque se dedica a investigar esos casos, a

    bardar y delimitar la zona de la presenciaextraa, a tomar fotografas para consta-tar de que verdad aconteci el hecho, aanotar la fecha y la hora exacta, a hacerinvestigaciones de la escena y del elemen-to ajeno en s; en general: hay gente quese dedica a hacer notar esa presencia, ytoda esa gente tiene una inferencia directaen el paisaje que hay entre A y B, y quees inevitable dejar de advertir si se prestaatencin] se detengan. Y el ujo, que mu-chos creen perpetuo, se interrumpa y, pormomentos, que pueden extenderse a das,meses e incluso aos, la lgica geomtricaen la que el camino ms corto entre A y B

    es esa carretera, se viene abajo.Pero te interrumpes para recordar

    que Pitgoras crea con devocin en laexistencia del vaco, y que lo haca porquela forma de explicar la existencia del mo-vimiento en el Universo es precisamentegracias a algocarente de dimensiones ycon una extensin innita que permiteque un cuerpo A pueda dejar su sitio paraque su lugar lo ocupe un cuerpo B, y vice-versa. Pero si el elemento que provoca lainterrupcin del ujo es la muerte, pien-sas, algo carente de dimensiones y deuna extensin innita no slo habr unainterrupcin en un trayecto, sino que sereevaluar, eso crees ahora, todo el mapa

    para encontrar otra ruta entre A y B.Pero la oracin que ms bien lesteen un peridico o en un libro, era: Se en-contr el cadver de otramujer a pocosmetros de la carretera que une A con B.

    Uso de cursivasPierre Herrera

    Entonces en lugar de pensar en geo-metra, de suponer interrupciones en un

    paisaje que no conoces y de recordar aPitgoras y su relacin con el vacuismo,ahora piensas en esa palabra que lo cam-

    bia todo: otra. Ya no es una, es otra. Otramuerte. No tu muerte; eso sera algo queno podras evitar buscando una ruta alter-na entre el punto A con el punto B; sino lamuerte otra. La muerte que acontece to-dos los das, la que ocurre fuera de tu casay tu trabajo, afuera de las pginas del pe-ridico y los libros, afuera de las pelculasy la televisin. La que provoca que todos

    busquen en cualquier mapa rutas alternaspara no realizar la trayectoria ms cortaentre el punto A y el B, porque esa ruta di-recta hacia dnde se dirigen todos con

    tanta prisa? est cimbrada en algo quese quiere evitar por todos los medios: laincertidumbre de que en algn punto, in-distintamente en A o en B o en algn otro

    punto, uno puede convertirse en esa causaque ocasiona que, por momentos, el ujoen un trayecto cualquiera se interrumpa.

    Sin embargo, lo que es ms difcilaceptar, has pensado en ello hoy, es elhecho de que cualquier interrupcin, porms tiempo que se extienda, das-meses-aos, nunca dejar de ser slo eso unainterrupcin, un parntesis (este parnte-sis)-. Y seguir siendo as mientras se siga

    pensando en la naturaleza del hecho comoalgo ajeno, como algo extrao y externo;

    en concreto: de que la muerte es otra, esajena, est fuera. Por supuesto, t no eresla muerte. La muerte es nadie, es comoun vaco que permite la vida, que permiteque puedas, y todos puedan, seguir mo-vindote indiferente de A a B en cualquierruta que elijas, o elijan. Es esa interrup-cin vaca, ese llegar a un abismo del queno se puede regresar, que permite que lavida exista, pero tambin que se prolongaen la vida, otromuere y su presencia se

    prolonga en tu memoria, sus palabra sontus palabras, estas palabras. Etctera.

    Pero todo te es ajeno. Todo es ajeno.As que posiblemente cuando llegaste aesa oracin, a ese punto en el peridico o

    el libro o la revista, te saltaste sin ms lapgina entera; y, por lo tanto, no pudisteleer la oracin que segua inmediatamentedespus: El asesino o los asesinos no semolestaron en cavar ninguna tumba.

    (Morelia, 1988)

    Autor de El equvoco cervantino(SECUM, 2012) con el que fueacreedor del Premio Michoacn deLiteratura 2012 en el rubro de en-sayo. Ganador del XIVPremio deEnsayo Filosofa y Letras de la Be-nemrita Universidad Autnoma dePuebla (BUAP) 2013. Ha colabora-do en las revistasPunto de Partida,Crculo de Poesa,Anders BehringBreivik,Rojo Sienaentre otras. Ac-tualmente cursa la Maestra en Li-

    teratura Mexicana por la BUAP yes miembro de la Sociedad de Es-critores Michoacanos.

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    E

    n la maana, por descuido, tirun billete de doscientos pesosporque no lo encontr en ninguna

    parte, ms tarde olvid mi bolso en elmostrador de la ocina de correos. Me-dia hora despus regres y la encargadame lo devolvi. Qued agradecida. Lue-go decid caminar hasta el departamen-to. El aire fro de la tarde inspiraba parapensar. En el trayecto, cont los baresde la avenida Madero; una chica me en-treg un volante, lo guard en la bolsade la chaqueta, mismo sitio del billetedesaparecido y contine mi camino.Mientras andaba, record a la abuela,ella sola mirar el piso al caminar, decaque tal vez, con suerte, se encontraraun billetito. Siempre me pareci inge-

    nuo este pensamiento. Ahora lo saba,la abuela no tena un pelo de ingenua,uno anda, vuelve por el camino comobuscando lo extraviado, a veces uno loencuentra, otras veces no. Por eso pue-de ser triste un divorcio me interrumpcon el pensamiento en cierta forma esun extravi del amor, del deseo. Cont33 bares, luego llegu tiritando de fro aldepartamento.

    Arrend el departamento de Pau-la por una suerte de casualidad. Ella seira a Austria a continuar sus estudiosde pera y yo estara temporalmente enesta ciudad. Me gustaba el lugar, es-taba amueblado y acondicionado con

    excepcional gusto y sentido prctico,amplia terraza y una vista inmejorablede la ciudad. Adems resguardaba unsilbido imaginario del tiempo. Yo esta-ra aqu con mis secretos, mis desorde-nes y, claro con las preguntas sobre misextravos.

    Era un departamento que hablaba,hablaba. bla, bla, bla. A l tambin lohaban abandonado. De la mujer que lodej, slo quedaban ecos y sombras desus risas y cantos, de sus aromas deli-

    El blues es para los hombresNorma Maritza Vzquez Domnguez

    ciosos y de sus prolijos cuidados. Nisiquiera ella me hizo el contrato, loacordamos por telfono y su madre fue

    quien me dict el inventario para que lovericara.

    Cmo reposar mis cansancios enun departamento en donde las paredesse leen? Retablos de guraciones, me-lodas quedas, fortsimas y silenciosas,versos de intimidades y mentiras, ale-gras embriagadas, recetas para sanarla vida, fraseos de amantes; y una camadesolada con sbanas pobladas de hue-llas de caminos sin brjula, cubierta porun edredn blanco de plumas sin vue-los. Una cama donde acurrucarme yabandonarme en su abrazo de padre pro-tector. Habra que pedir permiso paraentrar en el lecho marital y llorar comonia por el susto de una pesadilla, parasentirme arropada, protegida? Y desper-tar siendo adulta, sola, en una inmensacama matrimonial.

    Uno se va, a veces huye, creo quebuscando lo extraviado, este par quefuimos, el departamento y yo, nos tocpermanecer. Hallaramos lo deseado,lo ignorado? Con mirada inquieta mequed observando la cafetera en puntode ebullicin, el aroma me empa lospensamientos y en un parpadeo estabade vuelta. Denitivamente los divor-cios o mejor dicho, mi divorcio, to-dava me entristece, pens. Mientras

    beba el caf met la mano en el bolso demi chaqueta y apareci el volante, anun-ciaba un concierto, Robert Johnson enla Casa del Blues, sonre.

    Cuando conoc a mi ex, deb intuirque las cosas entre l y yo no iran bien.En la primera cita, mientras convers-bamos animadamente le dije: Adoro elblues.

    -El blues? cmo te gusta? El blues espara los hombres- me dijo

    Luego todo ocurri demasiado r-pido, como la corriente elctrica que en-

    ciende estas bombillas y las hace esta-llar por sobrecarga, l y yo nos casamosy nos divorciamos.

    Volv a leer el volante y dese asis-tir al concierto. Saba que quiz no meatrevera a ir sola a un bar, menos enuna ciudad ajena. Y eso me caus mo-lestia. En el anuncio se lea un nmerocelular y un contacto deFacebook. En-cend el iPody busqu el contacto, conel dedo ndice di un toquecito en agre-gar a mis amigos y casi al instante apa-reci la noticacin: Robert Johnson teha aceptado en su grupo de amigos. lestaba conectado al chat. Escribmos:

    - Hola, Robert, gracias por el add,puedes decirme a qu hora inicia elconcierto de hoy?

    - 9:30- Empezar puntual?- S, iniciaremos puntual, ser un

    buen concierto.- Me gustara que se me quitara el

    fro y animarme a ir.- Prndete, jaja.- S, eso espero, ponermeplay.- Jaja, te vienes aunque sea de au-

    tostop, como en el libro de Kundera.- El de los amores ridculos?, jaja.

    - S.- Ok, entonces nos vemos por ah,

    pero en autoplay.- Ok.- Bye.- ByeApagu el iPod, tom mi bolso,

    busqu el labial y escrib en el espejodel tocador: Sweet home Morelia.

    En ese momento un abismo lqui-do hundi mi mano y mi cuerpo, suc-cionando al mismo tiempo toda la habi-

    tacin dentro del espejo. Dey los cajones emanaron siey descomunales lenguas, qui

    sono enunciaban imperativadnde crees que vas? El blhombres!, Waar daenk jij datgaat? Blues is voor de herenta kere ku bo ta bay? Bleusde hombre!, O vas-tu? Lpour les hommes, Dove pensblues esolo per gli uominiyou going? The blues is foglaubst du dass du hingehstes fr manner.

    Aterrada, ca de rodilldome los odos me fui hasta quedar en el piso, emlgrimas y casi inconscientensordecedor ruido. De repedel mundo, escuch una dbme nombraba. En ese momentraas de la tierra, sent nfuerza de mil volcanes, un gcado en mi pecho:

    AHHHHHHGGGRRUn silencio fnebre inv

    tante, las lenguas retornarojones y los closets; y el espla habitacin al departamenabr los ojos, todo aparentabma, parada frente al espejo me delineaba los labios debuesa. Sweet home Moreen la mesita de noche, un des

    forma de cuernitos fosforecenda y apagaba sus luces iseal de alarma a las 9:00 pmdebera tener estas ondas enmento, y no me reero al dedije en voz baja, desconect me march al concierto.

    (Distrito Federal, 1966)

    Bailarina con formacin en tap en Imperial Society of Teachers of Dancing (ISTD) y profesional de la educacin,estudi la Maestra en Sexologa Educativa (IMESEX), la Maestra en Psicologa Educativa vertiente Psicoanaltica(IMCED) y la Maestra en Educacin-Diversidad Sociocultural y Lingstica (UPN AJUSCO). Ha publicado en Archi-vos Hispanoamericanos de Sexologa. Premio en el 4 Concurso de Cuaderno de Experimentos de CONACYT (2003)Particip en el Segundo Encuentro Internacional de Escritores del Nevado de Toluca (2013). Actualmente es miembroactivo de la Sociedad de Escritores Michoacanos.

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    C

    ada tarde recorra el mismo ca-mino para llegar a Zopilote #14,

    donde se encontraba ese rincn,nuestro escondite, en el que no habalugar para nadie ms. Regularmentecoincidamos una o dos horas a medianoche cuando nadie nos vea. Tu familiate esperaba como todos los das, yo slotena mi trabajo: no haba ms.

    Hoy se me hizo eterno, no logrollegar a la estacin del Metro. Paso una,dos, tres, cuatro, perd la cuenta; no lo-gro recordar cuntas calles empinadasdebo subir para alcanzar la meta.

    La gente me mira sorprendida, losperros ladran a mi andar. Yo continoen calma, algunos siguen mis pasos,otros se abalanzan sobre m, olindome,

    tratando de atacarme, pero despus dealgunos minutos me abandonan y sigosola. No me percato que mi ropa estcompletamente roja. Mi cabello lacioluce crespo, el cuerpo morado de tantogolpe, la mente en ratos me abandona,sigo caminando, una sonrisa se dibujaen mi rostro.

    Deambulo, como quien despus deuna larga condena por n es liberado ysale al mundo, y todo lo que mira lo sor-prende y le da esperanza.

    Te busco en mis recuerdos, perono logro aterrizar en las imgenes; tratointilmente de reconstruirte, pero soloencuentro tus pedazos. Por n arrastran-do mis pasos lleg al Metro. El policade la entrada me pregunta qu me suce-di; lo ignoro. Me sigue, trato de per-derme entre la gente, logra tomarme delbrazo, siento que ste se desprende porel zarandeo que me propina. Mi mentevuelve al blanco, se confunde con losmurmullos de la multitud. Gente quecontina observando lastimosamente,cuchicheando. El polica trata de inte-rrogarme, imposible pronunciar palabraalguna, enmudezco, mi mente vuelveal blanco, mantengo la mirada ja enel piso, no logro, no quiero escuchar lo

    que me dicen, me pierdo en mis pensa-mientos; como lo haca de nia.

    Me traslada a la ocina del Jefede Seguridad, intento escapar, no tengofuerzas, me arrastran, la mente vuelve ami cuerpo, algo me dice que tengo quesalir antes de que me descubran; levantola mirada, me desbordo en llanto. Mi-nutos despus trato de tranquilizarme,mantengo la calma, tomo aire profunda-mente. Le explico al Jefe que escap demis secuestradores, me mira sorprendi-do, le coneso que fui cruelmente abu-sada, le muestro los moretones, le repitouna y otra vez que la sangre en la ropaes debido a que en mi huida, her a unode esos hombres que me mantenan cau-tiva. Fue tanta la intensidad que le di a

    la narracin sobre el supuesto secuestroque tanto el Jefe de la estacin del Metrocomo el Ministerio Pblico me creye-ron. Levant la denuncia despus de es-perar un poco ms de tres horas, ya quehaba cambio de turno. Aguard que lasecretaria del mdulo terminara de salu-dar a sus compaeros, el Ministerio P-blico daba la ltima mordida a su torta,mientras lo haca me dijo: Usted ha dedisculpar seora, tuve una reunin queno me dej comer en casa, pero ya en unmomento le tomamos su declaracin.La espera se alarg media hora ms,esper paciente, aliviada, mi mente se-gua ah. Una, dos, tres veces la mismapregunta: Reconoce a sus agresores?Logr ver sus rostros? Ubica el lugara dnde la llevaron?. Contestaba unay otra vez que no, que me tomaron porsorpresa cuando caminaba por una ca-lle vaca, me amarraron las manos juntocon los pies, como si fuera un cerdo queva directo al matadero, me taparon losojos con una venda y me encerraron enla cajuela de cualquier vehculo, era ob-vio que no puede ver nada comentabairritada una y otra vez con lgrimas enlos ojos, fastidiada por sus preguntas,pero mantena mis respuestas rmes.

    Est bien, clmese, me dijo el Minis-terio Pblico. En ese momento se acer-

    c un hombre con bata de mdico, porltimo, aqu el doctor Robles le har elexamen para vericar su estado de saludy determinar si usted efectivamente su-fri abuso sexual. Callada, muda, slologre mover la cabeza armativamente.Eran tantos los golpes que molieron micuerpo que no hubo duda de lo que ha-ba declarado. Sal con la copia en lasmanos, me sent ligera, haba obtenidola libertad de mi alma.

    Llegu a casa, me di una ducha quedur cerca de una hora, como si con estoquisiera borrar los seis aos que perd atu lado. Le llamo al nico amigo quesoport mi abandono, slo pude decir

    todo acabo. Le pido que vaya a micasa, que necesito hablar con l comohace mucho no lo hacamos, acepta.Me visto y peino como si fuera a salira escena, como antes de l; atractiva yfemenina, pero el maquillaje no logracubrirme los moretones en el cuerpo.l llega, me mira y no emite comentarioalguno, slo me abraza. Yo me aferra l como si fuera una balsa en mediodel mar, logro restablecerme; afuera hayuna fuerte tormenta, me cuesta tanto nollorar y confesarle lo que hice. Mien-tras preparo chocolate caliente, l pren-de la televisin.

    Justo en el momento en el que sal-go de la cocina el reportero informa queen la calle Zopilote #14 han encontradoun cuerpo de un hombre de aproxima-damente cincuenta aos, no identica-do, con seis pualadas, no hay rastrodel agresor. l me mira atando cabos,njo tranquilidad, esquivo su mirada yle digo que ya est servido.

    T, ltimo daL. Erndira Razo

    (Morelia, 1979)

    Empleada en el Gobierno dde Michoacn. De formacidacta para la literatura, ha sitora de estilo en el sello editUniversidad de La Cinega dde Michoacn, integrante de Narrativa del Centro CulUN AM. Son temas recurrencuentos, la desesperanza, el la violencia, la crueldad, el suma; la miseria humana.

    etras para llevar

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    Creo que existen pocas cosas alas cuales realmente temer. Yo,

    por ejemplo, creo que se debetemer a los tsunamis, a quedarse pa-rapljico tras un horrible accidente ya los vampiros. A esta ltima ms quea las anteriores, despus de todo res-

    pecto a las dos primeras uno no puedehacer nada.

    El tema de los vampiros me haestado obsesionando desde que leDrcula hace un par de meses. As queayer, al salir de la escuela decid hacerun mapa de mi cuadra para trazar to-das las posibles rutas que un vampiro

    pudiera tomar para venir a chuparmela sangre por la noche. Fue entoncesque me encontr con un hecho per-turbador. Frente al baldo de mi casaencontraron un cuerpo, es muy triste

    referirse a una persona muerta comocuerpo cuando se desconoce su iden-tidad, as que decid llamarlo Georgie,y como es an ms triste pensar quela razn de su muerte no anunciada

    por los forenses- es un asesinato, deci-d inventarle un suicidio, hasta que la

    prensa diga lo contrario.

    Llegu cuando Georgie estabasiendo retirado de debajo de la male-za y llantas abandonadas, el perro dedoa Lola lo haba encontrado ah.Doa Lola llam a Lucas muchas ve-ces para que saliera del baldo y cuan-do l se le acerc meneando la colita,

    le dej un dedo putrefacto en los pies.Y as encontraron a Georgie. Las lucesintermitentes de la ambulancia me gol-

    peaban el rostro, mientras vea comodos paramdicos metan a Georgie enuna bolsa negra y un perito con unaCoca Cola en la mano se acercaba amirarlo de cerca. Y mientras tanto, yo

    pensaba en que los vampiros puedenacercarse a mi casa yendo desde el ce-menterio que est a dos cuadras unahermosa vista desde mi habitacin-,hasta la tierra profanada de la tumbade un suicida.

    Esa noche elabor el mapa, Vlad

    que es el nombre que le puse al vam-piro que hipotticamente vendra achuparme la sangre-, entrara por elmuelle del pueblo, ira por la nochehasta el cementerio y luego en la ma-drugada se parara frente a mi casa,en la cruz de madera que pondran las

    Breves anotaciones sobre la tumba de GeorgKaren Liro

    personas en el lugar donde encontraron aGeorgie. Esa no es su tumba, lo s. Pero siLucas se qued con uno de sus dedos, se-guramente sangre, carne y uidos fuerona parar a esa tierra y ah reposan como uncuerpo en una tumba.

    No dorm en toda la noche, asomn-dome por la ventana esperando que al

    parpadear surgiera de repente una siluetaoscura entre las llantas, y Vlad, con susojos rojos, me mirara directo a la cara. No

    pas tal cosa, pero a la hora del desayuno,que fue ms tarde de lo habitual porqueese da mam no nos llev a la escuela,coment que alguien haba puesto ores yuna cruz en el baldo. Sent como mis te-mores empezaban a materializarse, y queahora con una seal, como una parada deautobs, Vlad vera la cruz y sabra qu

    puede esperar de madrugada ah. Mam

    dijo que Georgie haba sido golpeado,quemado y arrojado justo ah y que no

    podamos seguir viviendo en esta colonia.Le pregunt a pap si Georgie se habasuicidado porque lo haban golpeado yquemado, que si haba decidido quemarseel mismo para que no lo volvieran a gol-

    pear. Pero pap dijo que no, que eso se lohicieron personas malas y que yo no tenaque preocuparme de eso porque el sbadonos iramos a la casa de la abuela a vivirun tiempo.

    Aunque me dio mucha pena saberque al pobre de Georgie lo haban golpea-do y quemado, y que l ni siquiera pudo

    matarse para librarse de todo eso, me ali-vi saber que no hay tumba de suicidadonde pueda pararse Vlad.

    Ya es de noche, aunque les he ex-plicado a mis paps que ya no tenemosporque irnos a casa de la abuela, piensanen hacerlo. Creo que a ellos les dan msmiedo los vampiros. Ya tranquila subo ami cuarto y miro por la ventana. Piensoen Georgie, mam dijo que tena 17, si tu-viera un hermano mayor podra ser de sumisma edad y podran haber sido amigos.Cuando la luna est muy alta y pienso enirme a la cama veo una trada de gurasoscuras lanzando un bulto a las llantas del

    baldo, el bulto gime y yo voy a la cama.Deben ser vampiros.

    (Ario de Rosales,21 de febrero, 1992)

    Actualmente es estudiante universita-ria en la Ciudad de Morelia. Ha cursa-do talleres de creacin literaria, entre

    ellos el impartido por el escritor Alfre-do Carrera. Escribe cuento y relato.