Leyendas de San Jose

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Leyendas del Distrito de San José Los Platanos De Oro (San José) "...Sucedía que cada vez que nos tocaba regar, alguien cortaba el agua. Don Manuel, ordenó que vigilaramos la "toma". Una noche mientras cumplía mi tarea, descubrí que una señora era quien cortaba el agua. Al preguntarle, porqué desviaba el agua, me dijo: "he necesitado un poquito de agua, para mis plantitas. No te preocupes no te perjudicará en nada..." La señora era hermosisima, su voz dulce y persuasiva, sus buenos modales reflejaban entereza y dignidad de princesa, de manera que cuando me invitó a conocer su huerta no me pude negar. Caminamos un pequeño trecho, luego me dijo que cerrara los ojos, sólo por unos instantes. Así lo hice, al abrirlos, me encontré en una hermosa huerta regada por una agua cristalina. De los árboles pendían riquísimas frutas maduras. Me quedé completamente extasiado al comtemplar tanta belleza y orden en ese lugar. Después de andar un poco quise regresar. La señora, que siempre iba a mi lado, me dijo: "quédate, aquí no te faltará nada, todo tendrás... " Mientras esto sucedía observé que ni una sola hoja de los árboles se movía, me escarapeló el cuerpo. Insistí en regresar. Ella volvió ha invitarme. No, le dije, me voy. Entonces, en agradecimiento por lo que me dejas tomar un poco de agua te voy a obsequiar una cabeza de platanos. Ví que todos los platanos estaban sumamente amarillos. Así como entré cerrando los ojos volví a salir. Al regresar dejé los platanos en mi choza y seguí con mi tarea. Mi compañero vino a preguntarme dónde había estado. Le conté la historia, no me dejó acabar... dijo ese es el encanto. Le orinaste...? Se echa orines para deshacer el poder del encanto. Fuímos corriendo a la choza, cuando estábamos para llegar vimos que la cabeza de platanos se iba volando. Nunca más volví a ver a la señora ni logré encontrar la huerta Encantada". (relato de Elsa Flores Cerna) El Cerro Pitura (San José)

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Leyendas del Distrito de San José

Los Platanos De Oro (San José) 

"...Sucedía que cada vez que nos tocaba regar, alguien cortaba el agua. Don Manuel, ordenó que vigilaramos la "toma". Una noche mientras cumplía mi tarea, descubrí que una señora era quien cortaba el agua. Al preguntarle, porqué desviaba el agua, me dijo: "he necesitado un poquito de agua, para mis plantitas. No te preocupes no te perjudicará en nada..." La señora era hermosisima, su voz dulce y persuasiva, sus buenos modales reflejaban entereza y dignidad de princesa, de manera que cuando me invitó a conocer su huerta no me pude negar. Caminamos un pequeño trecho, luego me dijo que cerrara los ojos, sólo por unos instantes. Así lo hice, al abrirlos, me encontré en una hermosa huerta regada por una agua cristalina. De los árboles pendían riquísimas frutas maduras. Me quedé completamente extasiado al comtemplar tanta belleza y orden en ese lugar. 

Después de andar un poco quise regresar. La señora, que siempre iba a mi lado, me dijo: "quédate, aquí no te faltará nada, todo tendrás... " Mientras esto sucedía observé que ni una sola hoja de los árboles se movía, me escarapeló el cuerpo. Insistí en regresar. Ella volvió ha invitarme. No, le dije, me voy. Entonces, en agradecimiento por lo que me dejas tomar un poco de agua te voy a obsequiar una cabeza de platanos. Ví que todos los platanos estaban sumamente amarillos. Así como entré cerrando los ojos volví a salir. 

Al regresar dejé los platanos en mi choza y seguí con mi tarea. Mi compañero vino a preguntarme dónde había estado. Le conté la historia, no me dejó acabar... dijo ese es el encanto. Le orinaste...? Se echa orines para deshacer el poder del encanto. Fuímos corriendo a la choza, cuando estábamos para llegar vimos que la cabeza de platanos se iba volando. Nunca más volví a ver a la señora ni logré encontrar la huerta Encantada". (relato de Elsa Flores Cerna)

El Cerro Pitura (San José) 

En la cumbre del Cerro Pitura existen restos de construcciones antiguas. Parece que los primitivos pacasmayinos tenían allí un puesto de vigilancía. También se ven esparcidos restos de cerámica de fabricación rústica y piedras negras de origen volcánico. 

Se dice que en tiempos antiguos, frente al Cerro, el río Jequetepeque se dividía en dos ramas. Al brazo del norte le llamaban AÑI, y al del Sur, Jequetepeque. En 1818 se produjo un aluvión que redujo a un solo ramal. Muy cerca al Cerro esta la "Boca Toma" de la acequía de San Pedro de Lloc. Además el Cerro es la Línea divisoria entre las provincias de Contumazá y Pacasmayo. 

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Leyendas

La gente dice: "...que el Cerro toma el "ánima", que allí los diablos tocan sus tambores, que allí se ha encantado un tren. Que allí en ciertas noches se abren unas ventanas y se ven trabajando a unos "gringos", etc. etc..." Después de oir estos y otros fascinantes relatos sobre el Cerro Pitura, unas seis personas fuímos a descubrir esos misterios. El 2 de setiembre de 1972, llegamos al pie del famoso Cerro. Lástimosamente la expedición no tuvo éxito, solamente tres integrantes del grupo lograron escalar y llegar a la cumbre del Cerro, los hermanos Polo Wood, el resto no pudímos a causa de uno del grupo que tuvo una alteración emocional en la que peligraba su vida, por tal motivo tuvímos que desistir de subir a la cumbre. 

El Tren Encantado

"...cuando las cosas están para suceder, suceden ..." Dicen que ese día el señor maquinista estaba muy afanado por regresar a Pacasmayo. El tren estaba lleno de carga y además tenía muchos pasajeros, todos prósperos comerciantes de la región. A la hora indicaba salió el tren de Chilete hacia Pacasmayo. Todo el camino se le oía hacer fuertes y prolongadas pitadas. 

Testigos de aquella tragedia dicen que a unos kilometros antes de llegar al Cerro se oyeron las últimas pitadas. Era ya de noche, el tren venía a mucha velocidad y con esa fuerza se introdujo al Cerro en donde se ha encantado. Muchos lo han visto salir en ciertas noches, pero de inmediato regresa al Cerro. 

Los Tambores del Diablo

Doña Margarita Pérez, nació y vivió por muchos años en la hacienda Tecapa, vecina al Cerro. Dice: "... todo el tiempo que fuí a trabajar a las chacras de la Hacienda, oía a las doce en punto sonar los tambores y clarines. Lo oía muy claro y armonioso que a veces hasta me provocaba sacar el pañuelo y bailar. En estos últimos tiempos ya no se les oye, solo de vez en cuando..." 

Le preguntamos a doña Margarita, ¿Quiénes piensa que tocan los tambores? Responde: "...pensamos que son los diablos que a esa hora se reunen para bailar de alegría de haber hecho daño a la gente..."

El entierro de Tolón

Recordamos que allá, por el año de 1915 o antes quizás, con afanoso empeño se hablaba del entierro de Tolón. Unos con temor en la noticia y otros con cierta descreída sonrisa, pero, lo cierto es que en San José de Bellavista, no había otra conversación que la del entierro.    Y fue cierta vez, cuando don Pedro Ríos y Yépez, don José María Ascarate, don Bernardino Salcedo y don Pedro Olavarría y otros, yendo en busca de venados por la quebrada de la

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Palangana, en la hacienda vieja de Tolón, se tropezaron con un hombre que se le llamaba Gaspar Loyola, el que vivía miserablemente en una chocita de mala muerte. Como el tiempo los había adelantado, decidieron acampar en el lugar, compartiendo el abundoso fiambre que llevaban, con el extraño residente, este les explicó del motivo por el que residía en la quebrada.          Decía que no podía ausentarse del lugar. Que muchas veces había salido de ahí, con la intención de radicarse en otra parte, pero que estando ausente vivía en un desasosiego y sentía tal intranquilidad, que volviendo al lugar le volvía el sosiego  Y lo peor del caso es que casi no duermo, el paludismo me come vivo y los alimentos le escaseaban mucho. Tenía que trabajar de sol a sol. No tenia mujer ni hijos, era un solitario.

    A las 12 de la noche, les refirió, canta una gallareta y luego se para en aquella piedra grande, que a 15 metros de la casa exhibía su terrosa panza. De ahí se levantaba una figura blanca y entraba en la choza, circunstancia en que él sentía como un airecito frío y luego, volvía a la piedra para luego desaparecer por el algarrobo.

    - Pero, hombre, eso es un entierro, en valor y búscalo...

       Y más fuerte era el miedo que tenía nuestros hombre. De regreso a la costa, Ríos y Yépez  organizó una expedición  con el objeto de buscar el entierro, que ya la fantasía popular lo hacía fabuloso. Participaron en ella aparte de los nombrados, don Hermógenes Díaz, don Héctor Sosaya y don Julío Ríos. Llegaron a la choza pero el hombre los recibió con disgusto, alegando que el muerto o el fantasma, lo torturaba cuando había con él gentes extrañas.

    Como todo, los expedicionarios prepararon su plan. Para dormir, don Pedro Ríos se acostó en la puerta del a entrada, teniendo como almohada se mauseer de tantos calibres que daba miedo  Los demás se ubicaron en otros lugares estratégicos. Y contaba don Pedro, que efectivamente a las 12 de la noche cantó la gallareta y fue, cuando Gaspar Loyola, les avisó:

    - Ya viene, señor, ya siento el aire frío...

    - Efectivamente a los pocos segundos, ya se por sugestión o por que era real, sentimos el airecito que se colaba entre las cañas...

    - Aquí está, me esta jalando, repetía Loyola.

    Ellos lo animaron a caminar y salió Gaspar, pero no pudo llegar a la piedra y cayó templando de terror. Al día siguiente, la expedición removió por todos los lugares, cavaron en torno del a piedra, e hicieron todos lo posible para dar y poner en claro el misterio. En esta tarea estuvieron entretenidos varios días, regresando a San José cuando escarcearon los alimentos.

    Pero el tiempo hace olvidarlo todo. Alguna vez, Gaspar abandonó su choza y cuentan que al fin había dado con el entierro. Que entre los objetos sacados había una yunta de oro, barras de plata, un trapichito de oro. El problema seria el comprador de semejantes objetos. Posiblemente encontró algo, porque Loyola desapareció y en el pueblo decían que el muerto sabe, a quien le entrega su secreto y que el entierro lo había encontrado al pie del algarrobo, donde desaparecía la figura que solo él veía, porque los expedicioneros no la llegaron a ver.

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    Decía don Exequiel Garcia, un viejo vecino del lugar, que ese sitio había sido palenque de ladrones, los que asaltaban a los viajeros de la sierra y en donde enterraron posiblemente, el fruto de sus faenas.

    Y don Bernardino Salceso, comentando eso decires, sonriendo, repetía para él y sus amigos:

    - Y pensar, que el sorno Ríos, dormía la siesta a la sombra del algarrobito y no oía el llamado de los muertos...

    - De la que nos hemos perdido, agrega don Pedro Olavarría, solo por la sordera de mi tío Pedro...

 Por: Nicanos de la Fuente Sifuentes "Nixa"

El Tesoro de Cupisnique

Se cuenta que cuando los Jesuitas fueron expulsados de las Colonias Españolas por el Rey de España, en 1767, los que estuvieron en Cajamarca tuvieron que abandonar el Virreynato del Perú, cogiendo la ruta de Trinidad y la quebrada de Cupisnique, para dirigirse al Puerto de Malabrigo.

Por esos años en Lima empezó a difundirse el rumor de que en algún lugar de la Iglesia San Pedro, se encontraba enterrado el “tesoro de los Jesuitas”: plata labrada, monedas de oro y plata, joyas, diamantes y otras cosas más todas en enormes cantidades. En la Iglesia San Pedro (de Lima) se hicieron más de cincuenta excavaciones con autorización del Arzobispo de Lima, a tal punto que casi lo convierten en campo de mineros, finalmente no se encontró nada, hasta que el año de 1864 el Arquitecto Miguel Trefogli opina “que se paralice la excavación por ser peligrosa”. Corrió el rumor de que en todas las Iglesias que ocuparon los Jesuitas había tesoros escondidos ya que cuando se retiraron no los vieron llevar los tan preciados tesoros.No se sabe con exactitud cuantos fueron los Jesuitas que estuvieron en Cajamarca, pero se dice que estos se trasladaban con trece mulas de carga las cuales llevaban cada una dos hurrones que contenían monedas de oro y plata así como objetos religiosos de estos metales. Luego de pernoctar en Trinidad, siguieron bajando a la costa por la quebrada de Cupisnique en donde fueron atacados por los naturales de esta zona diezmando a gran parte de los curas, pero finalmente estos se impusieron sobre los atacantes, no pudiendo continuar la marcha al ritmo que llevaban, ya el tiempo de abandonar las tierras del Virreynato expiraba, por lo que tuvieron que dejar toda la carga en lugar seguro con la esperanza que después vendrían por ella o sino los de su congregación en un futuro.

Después de enterrar todos los objetos de metal, que se dice es cuantioso, los sobrevivientes

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se dirigieron a la Caleta de Pacasmayo, puesto que calcularon que ya era inoficioso dirigirse al Puerto de Malabrigo, el barco que los llevaría habría zarpado, cuando cerca de lo que es hoy San Pedro de Lloc, fueron sorprendidos por una tormenta de arena tan fuerte que acabo casi con la vida de todos los sobrevivientes, logrando llegar a la Caleta solamente tres sacerdotes, que lograron embarcarse para las Colonias Inglesas.

De estos sacerdotes durante el trayecto, camino a las colonias del norte, murieron dos, solo uno de ellos logró llegar con vida a su destino, sintiéndose solo fue acogido por un médico de apellido Document, de quien se dice que era francés que viajaba en el mismo barco de los sacerdotes que llegaba a hacer fortuna a esta parte del planeta, quien le ayudo a bien morir y en compensación le confió donde habían enterrado el tesoro, proporcionándole un mapa en el cual se indicaba el lugar del entierro.

A finales del siglo XIX (se dice que fue en 1898), llegaron a Chepén los descendientes del médico Document, con el mapa y se hospedaron en la casa de la familia Deza, con los cuales se organizaron para encontrar el tesoro, para ello solicitaron el auxilio de un entendido en Latín Antiguo para que descifre el citado mapa.

La noticia corrió como reguero de pólvora y se organizaron múltiples expediciones por cazadores de tesoros, pero todos sin fortuna, inclusive se dice que la expedición de los gringos salió de Tecapa en varias ocasiones sin éxito, en una de estas expediciones los gringos descendientes de Document fueron asaltados y les robaron el mapa por asaltantes de caminos, perdiéndose éste para siempre, puesto que no se supo más de él. Ante tanto fracaso abandonaron las pretensiones de encontrar el tesoro, pero quedó la noticia y el entusiasmo en otros de hacerse del codiciado tesoro, aunque ya en la zona de San Pedro de Lloc, se tenía referencias de la existencia de este tesoro mucho antes de la guerra del Pacífico.

ALGUNAS REFERENCIAS POSTERIORES.

Se cuenta que llegó a Chepén un soldado que había desertado de Chocope y por esas cosas de la vida don Sandalio Otoya fue testigo excepcional, del diálogo que este sostuvo con un amigo suyo, contándole que había desertado del ejercito puesto que había matado casualmente a un compañero, y relató que cuando se dirigía a San Pedro de Lloc le cogió la noche y tuvo que refugiarse en unas cuevas, para protegerse de los osos que recorrían la zona, se cuenta que habían muchos osos por esos lugares, que venían de la zona de Cupisnique, que eran los descendientes de los osos que se escaparon del circo que se dirigía a Trujillo y al pasar por el Chilco, las carretas se voltearon produciéndose la fuga de los osos y de los leones. Al llegar el soldado a las cuevas más altas de los cerros cercanos encontró semienterrados entre la arena maletas de cuero que contenían objetos religiosos y monedas de oro y plata, para prueba de lo manifestado puso en la mesa dos monedas que le llamaba peluconas por tener grabado en ellas una figura humana con una peluca grande, la intención de éste soldado de piel negra era tener apoyo para rescatar este tesoro y negociar ante quien corresponda su delito. Se cuenta que se le ofreció estudiar su caso y en lo posible minimizar la pena que le tocaría afrontar por el crimen involuntario cometido. Convencido de que lograría su propósito fue a celebrar, ya que se celebraba por esas fechas fiestas patrias y haciendo alarde de su futura riqueza y mostrando el oro que llevaba consigo, motivó que gente de malvivir lo asaltara y le quitaran la vida.

OTRAS REFERENCIAS

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Se dice también que de una de las expediciones que salió de Tecapa cuando volvían de Cupisnique, un reducido grupo de tres aventureros se desvió de la ruta de regreso llegando a unas cuevas a las cuales ingresaron al tener la presencia cercana de osos, cuando estuvieron en las cuevas encontraron bolsas de cuero que contenían objetos religiosos y monedas de oro y plata, trataron de ponerse de acuerdo en la repartición pero la codicia de uno de ellos fue mayor y en un descuido mató a su compañero de un certero machetazo volándole la cabeza a lo que el tercero le disparo con su fusil, pero este herido de muerte logró dispararle lográndole el tiro en el abdomen, pero no lo mató en el instante, siendo conciente de lo que le ocurría y lo que vendría después inició el regreso a Tecapa dejando en el lugar un muerto y un agonizante, logrando llegar cerca del amanecer, desangrado y ardiendo en fiebre, siendo atendido por su prima a la cual confesó la historia, dándole como prueba una moneda de oro, para luego entrar en coma y morir al segundo día, siendo enterrado en el corral de la casa, se dice que los tres, eran familiares muy cercanos, por lo que guardó este secreto por mucho tiempo y a sus ochenta y tres años confesó ante la familia lo ocurrido y para ella el tesoro de Cupisnique es maldito, por haber despertado ambiciones insanas y propiciado muertes entre sus seres más queridos. Pero para el común de la gente ellos fueron a “trabajar a Lima”, a nadie le llamo la atención la desaparición de estos tres jóvenes aventureros, puesto que por esas épocas la migración a Lima en busca de trabajo estaba en su apogeo.

De San Pedro de Lloc, también se cuenta que un moreno al cual le llamaremos “Babú”, salió un día detrás de los pasos de un anciano que proveía de leña a algunas casas o panaderías de la zona y a su vuelta siempre regresaba con una moneda de oro, que le vendía a un conocido comprador de tesoros en Pacasmayo y que el señor después de la venta lo consumía en licor. Contaban que cuando el anciano llegó al sitio de donde sacaba las monedas el moreno agazapado observaba como el anciano trepaba a unas cuevas y luego de un corto tiempo bajaba contento para luego dirigirse al cercano bosque de algarrobos a cortar leña, cuando le vio que ya estaba lejos subió a las cuevas y observó semienterradas entre la arena bolsas de cuero que tenían objetos de metal, y con sus manos empezó a desenterrar a dos de ellas, estando en esa tarea sintió una sombra a sus espaldas y cuando volteo con gran habilidad pudo esquivar el machetazo que silbando paso por sobre su cabeza, era el anciano quien lo atacaba, en defensa Babú lo empujo con toda la fuerza que le permitían sus veintitrés años golpeándose el anciano su cabeza contra la roca de la cueva, no supo si lo mató o solo lo desmayo, pero luego repuesto del susto cogió el cuerpo del anciano y lo enterró en la parte baja de la cueva, para luego presuroso coger una de las bolsas de cuero y salir como alma que lleva el diablo rumbo a San Pedro de Lloc. En el camino fue pensando en lo ocurrido y decidió ir a Jatanca a la casa de un amigo y confesarle lo ocurrido a fin de que pueda tener alguna salida. Llegó a Jatanca aproximadamente las tres de la tarde y en sus hombros llevaba un esqueleto con una túnica marrón, más no la bolsa de cuero con los objetos de metal, cuando el amigo le hizo la observación Babú empezó a gritar tan fuerte para luego entrar en una crisis de nervios y entre llantos le contó a su amigo lo sucedido y posteriormente desmayarse, quedando loco. Cuando la familia supo de un curioso en el norte que podía curar a Babú, lo enviaron con un primo y el Maestro en dos mesadas lo volvió a la cordura, para Babú había sido una larga noche, pero habían transcurrido casi veinticinco años que estuvo loco. Cuerdo contó a su familia con detalles de lo ocurrido para luego un día amanecer muerto en su cuarto por envenenamiento, había tomado veneno de los que se usa para fumigar.

Se comenta, que un joven estudiante del Pedagógico de San Pedro de Lloc, el año de 1989, a quien le llamaremos “el chino”, decidió organizar una expedición para ir en busca del tesoro de

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Cupisnique, atraído y motivado por las historias que le contó Alberto Guanilo Poemape, conocido como el “chino Guanilo”, quien le dijo en una oportunidad que cuando niño acompañaba a su Padre por los desiertos de San Pedro de Lloc (al sur), ya que su papá hacía de guía de los cazadores de osos que existían por la zona normalmente en los bosques de algarrobos cercanos a San Pedro de Lloc, y que su Padre le contó que había lugares malos a los cuales no había que acercarse ni en broma ya que se podía quedar el ánima. Del lugar, describía un sitio pesado donde había cuevas en una parte media alta las cuales estaban casi cubiertas por la arena, a las cuales se accedía por una pequeña rampa y un camino bien angosto luego de pasar por una especie de callejón, el lugar en verdad hacía sentir miedo y no sabía por que, comentó cierta vez: “si salimos de San Pedro a las doce de la noche en el lugar estaremos a las cinco o seis de la mañana, llevando buen paso, es casí seguro que allí esta enterrado algo de valor”. El chino (el estudiante del Pedagógico) convocó a su hermano menor y a un amigo intimo de aquel, conocedor de la zona. Un día fueron detrás del mencionado tesoro, partiendo de Chocofán, a la una de la tarde acampando en el desierto a las seis de la tarde del mismo día, en la noche fueron cogidos por una tormenta de arena nunca antes vista en su vida, el viento era tan fuerte que los tres eran levantados dentro de la carpa con todo y cosas, la carpa era cerrada y la puerta tenía cierre, ante el temor que los iba invadiendo desesperados optaron por salir pero el viento golpeaba con la arena como si diera de chicotazos, no quedo otra más que volver dentro de la carpa y esperar. Al amanecer se dieron con la sorpresa de que estaban al borde de un hoyo de aproximadamente treinta metros de profundidad y un aproximado de cincuenta metros de diámetro, a decir de éste no nos tocó todavía. Cuándo se creía cerca del lugar el hermano vió en el suelo entre la arena un tortero de cobre de tamaño regular a lo que el amigo lo cogió diciendo “es mío”, pero el otro reclamaba la tenencia puesto que “él lo vió primero” a lo que sucedió una agria discusión inclusive se amenazaron de muerte y uno de ellos hubiera perecido sino fuera por la oportuna intervención del chino que puso fin a la discusión y al mismo tiempo a la expedición, pensando que si por un tortero de cobre quieren matarse, que sería por oro y plata?, cuando llegaron a Chocofán nadie tenía el tortero de cobre, motivo de la discusión, pero sí el cuerpo quemado por el sol.Posteriormente decidió organizar otra expedición pero con gente “tranquila” en el verano de 1990, para evitar los problemas suscitado anteriormente. Estando más próximo del posible lugar donde estaría el tesoro de Cupisnique dio a conocer a todos los participantes de cual era el objetivo y que se esperaba encontrar, causando la alegría de todos ellos, llegada la noche se prepararon para afrontar la tormenta de arena, cosa que no ocurrió. Llegada la mañana luego del desayuno no se sabe quien empezó la conversación manifestando “y si encontramos el tesoro, como nos vamos a repartir?” empezaron a hacer propuestas y alguien dijo: “de lo que se encuentre, el chino que coja la mitad de todo y el resto nos repartimos entre los que somos, puesto que por él estamos aquí y vamos a hacer historia”, eso motivo la reacción de otros que manifestaron: “por que pués todos tenemos derecho a que se nos reparta por igual puesto que todos estamos comiendo arena y nos estamos quemando como lagartijas, carajo”, situación que se fue deteriorando, ya que de las palabras fuertes pasaron a las agresiones físicas corriendo sangre entre ellos. Nuevamente se dio por finalizada la expedición, estaban a menos de un kilómetro del posible lugar.

No dándose por vencido el chino organizó una tercera expedición el año de 1992 y seleccionó a sus más íntimos amigos (en número de cuatro) y les contó toda su experiencia anterior, a lo que se pusieron de acuerdo en todos los pormenores a fin de evitar posibles situaciones de conflicto, una vez puesto de acuerdo salieron en busca del tesoro, siguiendo la ruta de la Venturosa, ahora habían llegado al sitio, reconocieron las cuevas que se veían un poco altas

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eran conforme se lo habían descrito los parajes, los callejones, el arenal las cuevas en la parte alta del cerro, todo, todo, coincidía. Acamparon, eran las seis y media de la tarde, descansarían para al día siguiente subir a las cuevas. Esa noche nadie dormía todos presentían la presencia de algo sobrenatural el nerviosismo era general, cuando en un momento dado empezaron a escuchar un murmullo de gente, cuando presurosos salieron de su campamento para tomar una posición defensiva observaron una larga procesión de gente vestida de negro que venía en una envidiable formación de cinco a la cabeza iba un “monje” con un crucifijo y una cadena con un medallón grande que lo hacía oscilar de atrás para adelante sin mencionar una sola palabra, pasaron frente a los aventureros sin siquiera mirarlos, solo se escuchaba murmullos, todos vestían de negro, cuando se dieron cuenta y el terror ya los invadía se percataron que dentro de la procesión se apartaron un número igual de mujeres que de los aventureros y empezaron a sollozar lastimeramente, fue suficiente para que no quede uno en el sitio, saliendo disparados con destino a Jatanca, del campamento solo recuperaron la Carpa casi todos ellos eran licenciados del ejercito, todavía tenían el temple de la formación militar, pero eso no fue suficiente para afrontar esta situación. Cuando llegaron a San Pedro de Lloc uno de ellos empezó a “babear” y el resto irrumpió en llanto desolador, al “asustado” lo tuvieron que llevar a las guaringas para “limpiarlo”, los demás se refugiaron en “Iglesias Evangélicas”, hoy en día se sabe que son fervientes devotos de la religión Cristiana, del chino se sabe que no ha perdido las esperanzas de volver algún día, conversó con don Alberto Guanilo, le propuso ir los dos en busca del tesoro a lo cual éste accedió, quedando ir un viernes por la noche, el día fijado no pudieron ir por que Alberto Guanilo cayo enfermo de una extraña enfermedad, quedando que, en cuanto se reponga irian tras el tesoro, cosa que nunca ocurrió, puesto que Alberto Guanilo nunca se recupero de la extraña enfermedad que lo aquejaba, los médicos que lo atendieron nunca coincidieron en determinar cual era la enfermedad que padecía, muriendo casí al año de esta propuesta. Es posible que el tesoro siga esperando por quien quiera llevárselo o esperando por aquellos que quieran seguir engrosando las filas de los “capturados” por esta riqueza maldita.

Autor: Carlos Eduardo Diaz Abanto

LA LOCURA DE CUPISNIQUE

Fué don Ricardo Palma quien le dió dimensión nacional, al tradicionar la vieja leyenda de los tesoros enterrados por los jesuitas en fuga. En la Provincia muchos fueron atraídos por la fantasía tropical de ese relato, que animaran tanto las veladas familiares. Entre galletas y chocolate, entre barajas y dados, los viejos hablaban del tesoro. Mas atrayente, mas abultado, con la historia de los vientos traicioneros, de los médanos  que sepultaban a las personas, de los huesos encontrados pertenecientes a las mulas muertas de sed o sacrificadas de esprofeso, la fabula en general haciendo guardianía  a los zurrones con los cristos de oro y las custodias con diamantes, los doblones y los utensilios varios en la variedad de sus kilajes de oro. !Como para dar escalofríos!.

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    Es posible que el olvido guarde muchas hazañas que los hombres de Pacasmayo escribieron angustiosamente, cabalgando horas y horas en caravana y para nada. Pero la que vamos a relatar, causó impacto en toda la Provincia. Cuando de ella se hizo noticia, fue corriendo calles y camino como otra leyenda más, puesta a conversar sobre las movedizas arenas de la chismería vecinal y alborotadas mas por el viento de la fabula popular.

    Tenemos que anotar que Cupisnique, es un encadenamiento de cerros de carbón de la mas alta calidad, ceca a San Pedro de Lloc en menos de 40 kilometros. Para más influencia ejercieron en la zona los zurrones con oro de los jesuitas, que todo el valor mineral que encierra.

    Metido el hombre en esos páramos de miedo y avaricia, no hay donde voltear los ojos implorantes. No hay disculpa ni perdón para el que llega a violar la intangible adustez del misterio. Cerro aquí, cerro más allá. Entre ellos médanos traicioneros, que al menor descuido del caminante, cambian de figura y de ubicación  implacables soles al descubierto y esa charla interminable de la arena y el viento, esa conversación de piedra a piedra que cada hora, cada momento, cada instante, es más intraducible y desesperante.

    Hasta ahí fue don José Encarnación Yepez, llamado cariñosamente el "Tio Gringo", porque era blanco y fuerte, alto de cuerpo y ojos mas azules que todo el cielo de San José de Bellavista, de pelo rubio como el oro mismo que lo perdió, entre las desalmadas dunas de Cupisnique.

    Acosado por la tentación, salio un día de esos, cabalgando un hermoso potro, aparejado a tareas tan duras, como el sol y las distancias en jornadas hechas. Parece que el expedicionario se adentro entre los cerros, mas allá de su solitaria sombra. Dicen que "fue siguiendo una huella, la del diablo acaso, que se ocupa de embaucar a la gente. Llegó hasta el sitio en donde estaban los zurrones con oro, pero al hacer las escavaciones, el "Tío Gringo" no hizo la señal de la Cruz y el médano se lo tragó vivo".

    Lo cierto del caso, es que don José Encarnación Yepez, no represo a su pueblo. Tampoco su caballo, aquerenciado y dueño como se sabía de melodiosos alfalfares que lo hubieran traído de vuelta, guiado por la onda del instinto natural.

    Se organizaron comisiones que salieron de San José en su búsqueda infructuosa a todas luces. Muchos tramos fueron recorridos. Muchas jornadas se repitieron por uno y oto lado. Todo en vano. El viento se reía con sus labios de arena. Faltaba la comida y sobraban las soberbias piedras. Escaseaba el agua y las nubes pasaban cargadas ellas como benditos odres. Cupisnique defendía su tesoro. Ante lo imposible se canceló esa letra de esperanza, que era para ellos, encontrar al  "Tío Gringo", si no vivo muerto o lo que sea. Pero nada de nada...

  Y ahí quedó sepultado en la tradición misma, entre marejadas de arena, escándalos de sol, laberintos de vientos y piedras y piedras.

 POR : NICANOR DE LA FUENTE SIFUENTES "NIXA"

Breve reseña histórica de La Campanita

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Este asentamiento humano se origino sobre la base de la hacienda “La Campanita”, que tuvo como primera propietario al rico hacendado sanjosefano José Gregorio Ríos Sisniegas, quien mando a construir una casa grande con amplios patios ,además de tenia una pequeña campana en medio del patio principal ,esta campana fue la que le dio el nombre a la hacienda. En las tierras de la hacienda moraban muchos peones que trabajaban en ella, todos ellos dispersos entre las tierras de cultivo. A la muerte de don Gregorio, su hijo Pedro ríos y Yépez heredo la hacienda, quién pronto mando a construir una torre en la casa hacienda, donde colocola campanita. Para la primera década del siglo XX los peones y sus familias se trasladaron a las partes altas, en una zona arenosa no acta para el cultivo. El nuevo poblado empezó a formarse alrededor de la casa hacienda, creciendo aceleradamente gracias a los migrantes que provenían de la sierra a trabajar de peones. Es así como empieza tomar las características de un pequeño pueblo y la pequeña campana que se ubicaba en la casa hacienda, cumplió otra importante función, esa indicaba las principales horas, como la hora de levantarse, del desayuno, del inicio de las labores, la del alimento y hasta el fin de la jornada. Los moradores empezaron a identificarse tanto con la pequeña campana que decidieron tomar el nombre que llevaba la hacienda para denominar a su poblado con el nombre de “La Campanita”. A través de los años el pueblo creció como un pueblo de peones, siendo el punto de llegada de muchas familias del norte y la sierra del país, que llegaban a habitarla y trabajar sus tierras. Años después el pueblo ya era conocido como La Campanita, nombre que heredo de la hacienda que origino el poblado, muchos de lospobladores ya tenían posesión de sus solares y también la hacienda empezó a desaparecer. En la actualidad La Campanita goza con la categoría de asentamiento humano del distrito de San José, cuenta con autoridades rurales, clubes de madre, asi como centros educativos de inicial y primaria. Aunque carece de ciertos servicios, poco a poco logra solucionarlos y cubrirlos, convirtiéndolo en uno de los pueblos más pujantes y progresistas del distrito de San José.

HISTORIA DE LA MUNICIPALIDAD DISTRITAL DE SAN JOSE

Un grupo de pobladores de Jequetepeque a principios del siglo XVII se trasladan varias leguas al oeste y se establecieron cerca a un pequeña cadena de cerros,fundado el pueblo de San José de Tecapa. Desde ese momento las autoridades del corregimiento de Trujillo y su subdivisión de Saña, habían asignado tal vez a un el varayoc o curaca, este debía representar y se la máxima autoridad de los indios, pero sin embargo como se sabe la población de indios que poblaron San José era casi extinta y muchos de los mestizos que eran la gran mayoría eran confundidos como indios, además existían un considerable número de españoles americanos o criollos. Todos ellos no se sentían representados y no estaban conformes con ser gobernados por un varayoc, pues argumentaban que el poblado de San José no tenía la categoría de “pueblo de indios”, todos los blancos o españoles podían vivir juntos con los

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indios y mestizos pero no revueltos, por ello se instalo un cabildo o consejo municipal menor, del cual se desconocen los nombres de las autoridades, por otro lado al crearse la estancia de San José de tecapa ,trajo consigo mas indios de las parcialidades y haciendas cercanas que se establecieron temporalmente en San José ,esto permitió la reposición del varayoc y este gobernaría a los indios fundadores de San José que eran un menoría y los indios forasteros ,es decir de otros pueblos parcialidades.

Años más tarde se suprime la estancia y las tierras vuelven a los sanjosefanos fundadores y luego a poder de los padres agustinos, la desaparición de la estancia significo la casi extinción de los indios y con ello se suprime al varayoc, siendo el más importante don Mateo Paira.Los agustinos pasaron a ceder las tierras de cultivo en condición de arriendo y ya solo existía un solo consejo municipal, este gobernaba a blancos, mestizos e indios, en lo que respecta a la sociedad de este pueblo, se sabe que blancos y mestizos tenían casi la misma posesión social y económica y los indios que significaban una minoría eran siervos o tenían su propia parcela.

A fines del siglo XVII y a mediados del XVIII, los mestizos eran la gran mayoría, y cabe resaltar que la población disminuyo drásticamente a consecuencia del fenómeno del niño de 1728, el poblado de San José de tecapa, sufrió severamente y sus pobladores corrían la suerte de ser reubicados en otros pueblos, sin embargo esto no sucedió, pero la población era muy baja y se habla de que la población no superaba las 500 almas.Los mestizos de San José tomaron importancia y debido a las reformas borbónicas, les concedieron ciertos derechos, con ello ya no tenían la opción de denominarse indígenas para tener algún derecho, todo esto permitió que los mestizos se convirtieran en la gran mayoría poblacional de San José y aspiraban a tener la a posición del también considerable grupo de los blancos de San José, y muchos de ellos la obtenían debido que en este poblado los blancos no eran tan ricos y poderosos ,aunque mantenían eran los únicos con derecho a ser alcaldes o autoridades.

En 1768 el pueblo de San José de tecapa, se había recuperado y exigía desde muchos años antes a las altas autoridades españolas la refundación del poblado y su reorganización, en aquella época figura por primera vez el nombre de un alcalde, este se llamaba Alfredo de Ortiz “el tuerto”, apoyados el fraile agustino Antonio Caballero de Barrera logran tener el permiso de darle una refundación simbólica a San José.

Siendo el mismo fraile Antonio Caballero de Barrera quien el fundara San José de tecapa en 1769.

Desde eso momento se formalizo y construyo la “casa del pueblo” que hoy en día es la municipalidad, sin embargo debido al reducido número de habitantes de San José, el cabildo o consejo seria menor a otras como los de las villas grandes cercanas al pueblo.

Luego gracias a algunos registros coloniales, aparecen como alcaldes en 1775 don Rosario de Arrieta, en 1781 don Augusto Sánchez y en 1777 don Pedro Sotomayor. Además se menciona a un alguacil que firma con la letra O y su apellido es Paz.

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En los siguientes años a partir de 1780, luego se logra fortalecerse la administración del pueblo de San José y poblados, muchos Padres Agustinos fueron designados y elegidos alcaldes, como el Padre Alfonso Molina, al cual se le atribuye obras como los caminos hacia ciertos terrenos, también los criollos, don Antero García, Filomeno Asían, Juan de los Ríos y José de Ortiz, y sus regidores y demás personal, todos sus nombres figuran en los libros administrativos de la colonia.

A fines del siglo XVIII, en 1793 se reorganiza el cabildo y se nombras a mas autoridades, siendo elegido alcalde don Santiago de Gástelo, escribano a don Trinidad Sifuentes, como procurador a don Agustín Asencio y otros más.

Al siguiente año 1794 el pueblo de San José protesta ante la corona española, por motivo de un mandado de deslinde y restitución de tierras, entre ellas las tierras del pueblo de San José. Todos estos acontecimientos fueron resaltados en muchos libros, en la que resalta la acción de los sanjosefanos quienes organizaron una reunión con la participación de autoridades y el pueblo, todo ello para darles una respuesta a las altas autoridades españolas y ver la maneras de hacer respetar sus derechos.

Es así como la famosa respuesta de San José fue “no obedecemos que estamos en posesión”, esta trasmitida por su alcalde don  Eugenio  de  Ahumada y también se menciona a regidores y personajes como don Alfonzo Muños, Dionisio Bazán, Trinidad Sifuentes y Catalina ahumada de los Ríos y otras personas más. Todo este acontecimientos dio claras ansias de buscar independencia y apoyo los acontecimientos que se vendrían.

Luego de esto en 1814, se crea el primer ayuntamiento formal de Guadalupe y de máxima importancia, con esto San José pazo definitivamente a depender de dicho ayuntamiento, pero como anexo de Guadalupe también tuvo San José sus autoridades, siendo elegido don Francisco Ribera Barba y luego Idelfonso Vera.

Al llegar los albores de la independencia y la proclama de la misma en todos los pueblos del norte, como don José Andrés Rázuri Estévez quien declara la independencia de San Pedro de Lloc el 01 de enero de 1821, y así todos los pueblos del valle y San José no fue la acepción, el pueblo de San José no expulso a ninguna autoridad española ,de hecho el poblado se declaraba americano y los criollos apoyados por el pueblo en general toma el poder desconocen a las autoridades españolas como las de Trujillo y Saña.

Es así como el alcalde don José de Santisteban Ahumada, lee la acta de independencia y repite las palabras que se exclamaron en diversas plazas del valle, todo esto frente a la casa comunal de San José donde también se decidió rebautizar al pueblo con el nombre de San José de bellavista, donde los pobladores repetían la frase, “LA VISTA DE SAN JOSÉ SERÁ AUN MÁS BELLA SI NOS ENCAMINAMOS HACIA LA LIBERTAD”.

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Luego de eso se elije a nuevas autoridades que respaldan los hemos de independencia a igual que los demás pueblos del valle Jequetepeque, sus nombre figuran en los archivos de Trujillo o del a nación.

Estos son:JUAN COLLAO, PEDRO RAMOS, ALEJANDRO SIFUENTES, SANTIAGO ASÍAN, ELISEO LA SERNA, OCTAVIO CERNA, JOSÉ MIGUEL SISNIEGAS, JUAN DE PAZ, HIGINIO ORTIZ, CARLOS SANTOS OLABARRÍA, DIEGO MUÑOZ, y siguen los nombres….

En 1825 por decreto supremo del 21 de junio de 1825 dado por el libertador SIMÓN BOLÍVAR, crea el distrito de Guadalupe y conjuntamente el de San José, siendo su primer alcalde don Luis de Ortiz y luego José Pablo Quilcate.

Al crearse el distrito de San José se fortalece la administración de estas tierras y así se elije a nuevos alcaldes, siendo los más notables: ANTONIO SISNIEGAS, JOSÉ GREGORIO RÍOS SISNIEGAS, PEDRO SIFUENTES, FELIPE ESCALANTE, CALLETANO COLLAO, MANUEL ORTIZ , JOSÉ OLABARRÍA, CARLOS NÚÑEZ, ANTONIO ÁLVAREZ Y ROGELIO ESCALANTE Y PAZ.En 1857 por Ley Nº12301 San José es ratificado como distrito, siendo alcalde don Gervasio Álvarez y los próximos años don RENATO ORTIZ , JOSÉ OLABARRÍA, ANTONIO ÁLVAREZ Y MANUEL SIFUENTES

Años más tarde en el año de 1864 se crea la provincia de Pacasmayo, San José es desanexada de la provincia de Chiclayo, para crear la Provincia de Pacasmayo con nueva jurisdicción política, conjuntamente con los distritos de Chepén, Pueblo Nuevo, Pacasmayo, Jequetepeque, Guadalupe y San Pedro de Lloc. En aquella época el alcalde era son CAYETANO COLLAO y fue quien firmo la acta de creación de la Prov. de Pacasmayo

Se sabe que en 1882 el gran incendio del pueblo de San José desapareció gran parte de los libros de actas y se demoro muchos años en reorganizar la municipalidad, abriendo otro libro formalmente de actas en 1866, es por eso que no se debemos creer que este fue el primero y que resulta obvio al leer sus primera paginas, este libro menciona a algunos alcaldes anteriores al 1866, estos son don Pedro Ríos Yépez, José Escalante y Lucas Sifuentes ,además los que abren el nuevo libro es el Alcalde don Aniceto Sisniegas Sandoval ,el teniente alcalde José de la Zavaleta y Ramos y demás miembros del consejo que mencionaremos más adelante.

También cabe resaltar que municipalidad o la llamada “casa de pueblo” estaba destruida debido a los graves daños del incendio de 1882, por ello casa alcalde elegido tenia que usar un ambiente de su vivienda como su despacho para atender al poblado, todo esto hasta que se reconstruyera totalmente.

Al ingresar al siglo XX San José fortalece su municipalidad con notables alcaldes y concejales, logrando importantes mejoras en toda la jurisdicción sanjosefana y una larga época de prosperidad y declive hasta el nuestros días.

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EL TESORO DE CUPISNIQUE

Autor: Carlos Eduardo Diaz Abanto

Se cuenta que cuando los Jesuitas fueron expulsados de las Colonias Españolas por el Rey de España, en 1767, los que estuvieron en Cajamarca tuvieron que abandonar el Virreynato del Perú, cogiendo la ruta de Trinidad y la quebrada de Cupisnique, para dirigirse al Puerto de Malabrigo.

Por esos años en Lima empezó a difundirse el rumor de que en algún lugar de la Iglesia San Pedro, se encontraba enterrado el “tesoro de los Jesuitas”: plata labrada, monedas de oro y plata, joyas, diamantes y otras cosas más todas en enormes cantidades. En la Iglesia San Pedro (de Lima) se hicieron más de cincuenta excavaciones con autorización del Arzobispo de Lima, a tal punto que casi lo convierten en campo de mineros, finalmente no se encontró nada, hasta que el año de 1864 el Arquitecto Miguel Trefogli opina “que se paralice la excavación por ser peligrosa”. Corrió el rumor de que en todas las Iglesias que ocuparon los Jesuitas había tesoros escondidos ya que cuando se retiraron no los vieron llevar los tan preciados tesoros.

No se sabe con exactitud cuantos fueron los Jesuitas que estuvieron en Cajamarca, pero se dice que estos se trasladaban con trece mulas de carga las cuales llevaban cada una dos hurrones que contenían monedas de oro y plata así como objetos religiosos de estos metales. Luego de pernoctar en Trinidad, siguieron bajando a la costa por la quebrada de Cupisnique en donde fueron atacados por los naturales de esta zona diezmando a gran parte de los curas, pero finalmente estos se impusieron sobre los atacantes, no pudiendo continuar la marcha al ritmo que llevaban, ya el tiempo de abandonar las tierras del Virreynato expiraba, por lo que tuvieron que dejar toda la carga en lugar seguro con la esperanza que después vendrían por ella o sino los de su congregación en un futuro.

Después de enterrar todos los objetos de metal, que se dice es cuantioso, los sobrevivientes se dirigieron a la Caleta de Pacasmayo, puesto que calcularon que ya era inoficioso dirigirse al Puerto de Malabrigo, el barco que los llevaría habría zarpado, cuando cerca de lo que es hoy San Pedro de Lloc, fueron sorprendidos por una tormenta de arena tan fuerte que acabo casi con la vida de todos los sobrevivientes, logrando llegar a la Caleta solamente tres sacerdotes, que lograron embarcarse para las Colonias Inglesas.

De estos sacerdotes durante el trayecto, camino a las colonias del norte, murieron dos, solo uno de ellos logró llegar con vida a su destino, sintiéndose solo fue acogido por un médico de

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apellido Document, de quien se dice que era francés que viajaba en el mismo barco de los sacerdotes que llegaba a hacer fortuna a esta parte del planeta, quien le ayudo a bien morir y en compensación le confió donde habían enterrado el tesoro, proporcionándole un mapa en el cual se indicaba el lugar del entierro.

A finales del siglo XIX (se dice que fue en 1898), llegaron a Chepén los descendientes del médico Document, con el mapa y se hospedaron en la casa de la familia Deza, con los cuales se organizaron para encontrar el tesoro, para ello solicitaron el auxilio de un entendido en Latín Antiguo para que descifre el citado mapa.

La noticia corrió como reguero de pólvora y se organizaron múltiples expediciones por cazadores de tesoros, pero todos sin fortuna, inclusive se dice que la expedición de los gringos salió de Tecapa en varias ocasiones sin éxito, en una de estas expediciones los gringos descendientes de Document fueron asaltados y les robaron el mapa por asaltantes de caminos, perdiéndose éste para siempre, puesto que no se supo más de él. Ante tanto fracaso abandonaron las pretensiones de encontrar el tesoro, pero quedó la noticia y el entusiasmo en otros de hacerse del codiciado tesoro, aunque ya en la zona de San Pedro de Lloc, se tenía referencias de la existencia de este tesoro mucho antes de la guerra del Pacífico.

ALGUNAS REFERENCIAS POSTERIORES.

Se cuenta que llegó a Chepén un soldado que había desertado de Chocope y por esas cosas de la vida don Sandalio Otoya fue testigo excepcional, del diálogo que este sostuvo con un amigo suyo, contándole que había desertado del ejercito puesto que había matado casualmente a un compañero, y relató que cuando se dirigía a San Pedro de Lloc le cogió la noche y tuvo que refugiarse en unas cuevas, para protegerse de los osos que recorrían la zona, se cuenta que habían muchos osos por esos lugares, que venían de la zona de Cupisnique, que eran los descendientes de los osos que se escaparon del circo que se dirigía a Trujillo y al pasar por el Chilco, las carretas se voltearon produciéndose la fuga de los osos y de los leones. Al llegar el soldado a las cuevas más altas de los cerros cercanos encontró semienterrados entre la arena maletas de cuero que contenían objetos religiosos y monedas de oro y plata, para prueba de lo manifestado puso en la mesa dos monedas que le llamaba peluconas por tener grabado en ellas una figura humana con una peluca grande, la intención de éste soldado de piel negra era tener apoyo para rescatar este tesoro y negociar ante quien corresponda su delito. Se cuenta que se le ofreció estudiar su caso y en lo posible minimizar la pena que le tocaría afrontar por el crimen involuntario cometido. Convencido de que lograría su propósito fue a celebrar, ya que se celebraba por esas fechas fiestas patrias y haciendo alarde de su futura riqueza y mostrando el oro que llevaba consigo, motivó que gente de malvivir lo asaltara y le quitaran la vida.

OTRAS REFERENCIAS

Se dice también que de una de las expediciones que salió de Tecapa cuando volvían de

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Cupisnique, un reducido grupo de tres aventureros se desvió de la ruta de regreso llegando a unas cuevas a las cuales ingresaron al tener la presencia cercana de osos, cuando estuvieron en las cuevas encontraron bolsas de cuero que contenían objetos religiosos y monedas de oro y plata, trataron de ponerse de acuerdo en la repartición pero la codicia de uno de ellos fue mayor y en un descuido mató a su compañero de un certero machetazo volándole la cabeza a lo que el tercero le disparo con su fusil, pero este herido de muerte logró dispararle lográndole el tiro en el abdomen, pero no lo mató en el instante, siendo conciente de lo que le ocurría y lo que vendría después inició el regreso a Tecapa dejando en el lugar un muerto y un agonizante, logrando llegar cerca del amanecer, desangrado y ardiendo en fiebre, siendo atendido por su prima a la cual confesó la historia, dándole como prueba una moneda de oro, para luego entrar en coma y morir al segundo día, siendo enterrado en el corral de la casa, se dice que los tres, eran familiares muy cercanos, por lo que guardó este secreto por mucho tiempo y a sus ochenta y tres años confesó ante la familia lo ocurrido y para ella el tesoro de Cupisnique es maldito, por haber despertado ambiciones insanas y propiciado muertes entre sus seres más queridos. Pero para el común de la gente ellos fueron a “trabajar a Lima”, a nadie le llamo la atención la desaparición de estos tres jóvenes aventureros, puesto que por esas épocas la migración a Lima en busca de trabajo estaba en su apogeo.

De San Pedro de Lloc, también se cuenta que un moreno al cual le llamaremos “Babú”, salió un día detrás de los pasos de un anciano que proveía de leña a algunas casas o panaderías de la zona y a su vuelta siempre regresaba con una moneda de oro, que le vendía a un conocido comprador de tesoros en Pacasmayo y que el señor después de la venta lo consumía en licor. Contaban que cuando el anciano llegó al sitio de donde sacaba las monedas el moreno agazapado observaba como el anciano trepaba a unas cuevas y luego de un corto tiempo bajaba contento para luego dirigirse al cercano bosque de algarrobos a cortar leña, cuando le vio que ya estaba lejos subió a las cuevas y observó semienterradas entre la arena bolsas de cuero que tenían objetos de metal, y con sus manos empezó a desenterrar a dos de ellas, estando en esa tarea sintió una sombra a sus espaldas y cuando volteo con gran habilidad pudo esquivar el machetazo que silbando paso por sobre su cabeza, era el anciano quien lo atacaba, en defensa Babú lo empujo con toda la fuerza que le permitían sus veintitrés años golpeándose el anciano su cabeza contra la roca de la cueva, no supo si lo mató o solo lo desmayo, pero luego repuesto del susto cogió el cuerpo del anciano y lo enterró en la parte baja de la cueva, para luego presuroso coger una de las bolsas de cuero y salir como alma que lleva el diablo rumbo a San Pedro de Lloc. En el camino fue pensando en lo ocurrido y decidió ir a Jatanca a la casa de un amigo y confesarle lo ocurrido a fin de que pueda tener alguna salida. Llegó a Jatanca aproximadamente las tres de la tarde y en sus hombros llevaba un esqueleto con una túnica marrón, más no la bolsa de cuero con los objetos de metal, cuando el amigo le hizo la observación Babú empezó a gritar tan fuerte para luego entrar en una crisis de nervios y entre llantos le contó a su amigo lo sucedido y posteriormente desmayarse, quedando loco. Cuando la familia supo de un curioso en el norte que podía curar a Babú, lo enviaron con un primo y el Maestro en dos mesadas lo volvió a la cordura, para Babú había sido una larga noche, pero habían transcurrido casi veinticinco años que estuvo loco. Cuerdo contó a su familia con detalles de lo ocurrido para luego un día amanecer muerto en su cuarto por envenenamiento, había tomado veneno de los que se usa para fumigar.

Se comenta, que un joven estudiante del Pedagógico de San Pedro de Lloc, el año de 1989, a quien le llamaremos “el chino”, decidió organizar una expedición para ir en busca del tesoro de Cupisnique, atraído y motivado por las historias que le contó Alberto Guanilo Poemape, conocido como el “chino Guanilo”, quien le dijo en una oportunidad que cuando niño acompañaba a su Padre por los desiertos de San Pedro de Lloc (al sur), ya que su papá hacía de guía de los cazadores de osos que existían por la zona normalmente en los bosques de algarrobos cercanos a San Pedro de Lloc, y que su Padre le contó que había lugares malos a los cuales no había que acercarse ni en broma ya que se podía quedar el ánima. Del lugar,

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describía un sitio pesado donde había cuevas en una parte media alta las cuales estaban casi cubiertas por la arena, a las cuales se accedía por una pequeña rampa y un camino bien angosto luego de pasar por una especie de callejón, el lugar en verdad hacía sentir miedo y no sabía por que, comentó cierta vez: “si salimos de San Pedro a las doce de la noche en el lugar estaremos a las cinco o seis de la mañana, llevando buen paso, es casí seguro que allí esta enterrado algo de valor”. El chino (el estudiante del Pedagógico) convocó a su hermano menor y a un amigo intimo de aquel, conocedor de la zona. Un día fueron detrás del mencionado tesoro, partiendo de Chocofán, a la una de la tarde acampando en el desierto a las seis de la tarde del mismo día, en la noche fueron cogidos por una tormenta de arena nunca antes vista en su vida, el viento era tan fuerte que los tres eran levantados dentro de la carpa con todo y cosas, la carpa era cerrada y la puerta tenía cierre, ante el temor que los iba invadiendo desesperados optaron por salir pero el viento golpeaba con la arena como si diera de chicotazos, no quedo otra más que volver dentro de la carpa y esperar. Al amanecer se dieron con la sorpresa de que estaban al borde de un hoyo de aproximadamente treinta metros de profundidad y un aproximado de cincuenta metros de diámetro, a decir de éste no nos tocó todavía. Cuándo se creía cerca del lugar el hermano vió en el suelo entre la arena un tortero de cobre de tamaño regular a lo que el amigo lo cogió diciendo “es mío”, pero el otro reclamaba la tenencia puesto que “él lo vió primero” a lo que sucedió una agria discusión inclusive se amenazaron de muerte y uno de ellos hubiera perecido sino fuera por la oportuna intervención del chino que puso fin a la discusión y al mismo tiempo a la expedición, pensando que si por un tortero de cobre quieren matarse, que sería por oro y plata?, cuando llegaron a Chocofán nadie tenía el tortero de cobre, motivo de la discusión, pero sí el cuerpo quemado por el sol.

Posteriormente decidió organizar otra expedición pero con gente “tranquila” en el verano de 1990, para evitar los problemas suscitado anteriormente. Estando más próximo del posible lugar donde estaría el tesoro de Cupisnique dio a conocer a todos los participantes de cual era el objetivo y que se esperaba encontrar, causando la alegría de todos ellos, llegada la noche se prepararon para afrontar la tormenta de arena, cosa que no ocurrió. Llegada la mañana luego del desayuno no se sabe quien empezó la conversación manifestando “y si encontramos el tesoro, como nos vamos a repartir?” empezaron a hacer propuestas y alguien dijo: “de lo que se encuentre, el chino que coja la mitad de todo y el resto nos repartimos entre los que somos, puesto que por él estamos aquí y vamos a hacer historia”, eso motivo la reacción de otros que manifestaron: “por que pués todos tenemos derecho a que se nos reparta por igual puesto que todos estamos comiendo arena y nos estamos quemando como lagartijas, carajo”, situación que se fue deteriorando, ya que de las palabras fuertes pasaron a las agresiones físicas corriendo sangre entre ellos. Nuevamente se dio por finalizada la expedición, estaban a menos de un kilómetro del posible lugar.

No dándose por vencido el chino organizó una tercera expedición el año de 1992 y seleccionó a sus más íntimos amigos (en número de cuatro) y les contó toda su experiencia anterior, a lo que se pusieron de acuerdo en todos los pormenores a fin de evitar posibles situaciones de conflicto, una vez puesto de acuerdo salieron en busca del tesoro, siguiendo la ruta de la Venturosa, ahora habían llegado al sitio, reconocieron las cuevas que se veían un poco altas eran conforme se lo habían descrito los parajes, los callejones, el arenal las cuevas en la parte alta del cerro, todo, todo, coincidía. Acamparon, eran las seis y media de la tarde, descansarían para al día siguiente subir a las cuevas. Esa noche nadie dormía todos presentían la presencia de algo sobrenatural el nerviosismo era general, cuando en un momento dado empezaron a escuchar un murmullo de gente, cuando presurosos salieron de su campamento para tomar una posición defensiva observaron una larga procesión de gente vestida de negro que venía en una envidiable formación de cinco a la cabeza iba un “monje” con un crucifijo y una cadena con un medallón grande que lo hacía oscilar de atrás para adelante sin mencionar una sola palabra, pasaron frente a los aventureros sin siquiera

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mirarlos, solo se escuchaba murmullos, todos vestían de negro, cuando se dieron cuenta y el terror ya los invadía se percataron que dentro de la procesión se apartaron un número igual de mujeres que de los aventureros y empezaron a sollozar lastimeramente, fue suficiente para que no quede uno en el sitio, saliendo disparados con destino a Jatanca, del campamento solo recuperaron la Carpa casi todos ellos eran licenciados del ejercito, todavía tenían el temple de la formación militar, pero eso no fue suficiente para afrontar esta situación. Cuando llegaron a San Pedro de Lloc uno de ellos empezó a “babear” y el resto irrumpió en llanto desolador, al “asustado” lo tuvieron que llevar a las guaringas para “limpiarlo”, los demás se refugiaron en “Iglesias Evangélicas”, hoy en día se sabe que son fervientes devotos de la religión Cristiana, del chino se sabe que no ha perdido las esperanzas de volver algún día, conversó con don Alberto Guanilo, le propuso ir los dos en busca del tesoro a lo cual éste accedió, quedando ir un viernes por la noche, el día fijado no pudieron ir por que Alberto Guanilo cayo enfermo de una extraña enfermedad, quedando que, en cuanto se reponga irian tras el tesoro, cosa que nunca ocurrió, puesto que Alberto Guanilo nunca se recupero de la extraña enfermedad que lo aquejaba, los médicos que lo atendieron nunca coincidieron en determinar cual era la enfermedad que padecía, muriendo casí al año de esta propuesta. Es posible que el tesoro siga esperando por quien quiera llevárselo o esperando por aquellos que quieran seguir engrosando las filas de los “capturados” por esta riqueza maldita.

Apellidos Sanjosefanos

Los apellidos son un aporte de la tradición española y europea en el Perú, en este listado estamos señalando los apellidos autóctonos de San José y los que llegaron de fuera a lo largo de nuestra historia.

Como se sabe los fundadores de San José provenían del pueblo de jequetepeque y eran pobladores del mismo, pero todos ellos en casi en su totalidad ya tenían apellidos hispanos, la gran mayoría habían perdido sus apellidos nativos o indígenas y muy pocos aun lo conservaban pero era notorio que al pasar los años lo perderían.Para poder tener información de los primeros apellidos en San José sin duda recurrimos a la historia y los libros de actas, como los de bautizo matrimonio y defunción.

En el registro de los españoles del siglo XVII casados encontramos la reiteración de apellidos como:

Alvarado, Ortiz, Ríos, Ahumada, Sifuentes, Gástelo, Uribe, Márquez, Arrieta, Figueroa, La Rosa, Rivera, La Serna, Paz, Collao, Sisniegas, Castro, García, Ribera, Cortez ,Cisneros , Asencio, Milla, Arana, Salinas entre otros. El de indios casados nos da los apellidos de Paira, Quispe, Yengle, Chayhuaque, Pairazamán.

Pero sin duda de todos los apellidos mencionados, Ortiz es el más mencionado y por ello reafirma la creencia de que fueron la familia más numerosa e importante de la época.

Al ingresar al siglo XVIII muchos de los apellidos sanjosefanos son únicos en todo el valle, al contraer vínculo muchas de las familias en San José, pronto la mayoría obtuvieron un parentesco con cada una de las personas y familias del poblado, pero también otras en emparentaron con familias de las villas y pueblos cercanos, como las San Pedro de Lloc y Guadalupe.

Los apellidos en esta época son los mismos de épocas pasadas, muchos de ellos aun existen

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hasta la actualidad, aunque ya han desaparecido la mayoría de los apellidos más antiguos 

En el XIX y XX aparecen nuevos apellidos, como los provenientes de Cajamarca, siendo apellidos castellanos en su totalidad. Como También aparecen en menor medida apellidos de origen asiático y de Otras nacionalidades.

A continuación un listado de apellidos que aparecen el siglo XIX y XX:

Cerna, Núñez, de los Ríos, Yépez, Quilcate, Escalante, Reyes, Sandoval, Pajares, Saavedra, Parra, Celis, Vallejos, Asían, Portillo, Vera, Solano, Pretel, Vertiz, Sosaya, León, Noriega, Rodríguez, Andavisa, Martell, Olabarría, Muñoz, Mena, Deza, Parodi, Fernández, Collado, Maradiegue, Chávez, Gonzales, Mendoza, Guanilo, Miranda, etc.…

Cabe mencionar a los apellidos de las familias y ciudadanos de distintas nacionalidades, que muchos de ellos ya no existen en la actualidad.

Por ello vale la pena mencionarlos debido al aporte que dieron a nuestra historia. De ente ellos recordamos a los ingleses: Monttner y Wood . A los italianos: Bitti, Biffi y Galante. A los vascos: Zavaleta, Yturria y Echevarría. A los chinos: Lisung, Chung, Joy, Mau, Tay, Jong, Wong, Lau, Lung, Li y Joy .A los japoneses: Nakamura, kano y Yasuda. A los croatas: Sverko.

Todos los mencionados forman parte de nuestra historia y tal vez hace falta mencionar otros.