LIAHONA JUNIO 2001

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LIAHONA LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS JUNIO DE 2001

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LIAHONALA IGLES IA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLT IMOS DÍAS � JUNIO DE 2001

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LIAHONALA IGLES IA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLT IMOS D ÍAS � JUNIO DE 2001

VÉASE LA PÁGINA 2

S E C C I Ó N G E N E R A L2 MENSAJE DE LA PRIMERA PRESIDENCIA: ¿QUIÉNES CREEN QUE SON? — UN

MENSAJE PARA LA JUVENTUD PRESIDENTE JAMES E. FAUST

14 LA DISPOSICIÓN A HACER LO BUENO CONTINUAMENTEÉLDER SPENCER J. CONDIE

25 MENSAJE DE LAS MAESTRAS VISITANTES: AUMENTEMOS NUESTRA ESPIRITUALIDAD POR MEDIO DEL AYUNO Y LA ORACIÓN

28 VOCES DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS: “POR TESTIMONIO Y TESTIGO”UNA VISIÓN MÁS ELEVADA HUGO IBÁÑEZHICE EL EXPERIMENTO LYDIE ZEBO BAHIEREALMENTE NO ESTABA SOLO KELLY A. HARWARD

34 LAS PALABRAS DEL PROFETA VIVIENTE

36 SEAMOS LOS MEJORES MAESTROS DE NUESTROS HIJOS RONALD L. KNIGHTON

48 CÓMO UTILIZAR LA REVISTA LIAHONA DE JUNIO DE 2001

S E C C I Ó N P A R A L O S J Ó V E N E S8 EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS JUAN CARLOS GÓMEZ FLÓREZ

10 A PRIMERA HORA DE LA MAÑANA JANET THOMAS

22 PREGUNTAS Y RESPUESTAS: ¿POR QUÉ DEBERÍA PREOCUPARME POR PAGAR EL DIEZMO?

26 LÍNEA SOBRE LÍNEA: APRECIEMOS EL SACRIFICIO DEL SALVADOR

46 “RECUERDA QUIÉN ERES”

A M I G O S2 ENTRE AMIGOS: ANGELA MILLER, DE COUNCIL BLUFFS, IOWA

JULIE D. AWERKAMP

5 PARA TU DIVERSIÓN: QUÉ LLEVAR EN EL CARRO DE MANO

6 TIEMPO PARA COMPARTIR: SOMOS BENDECIDOS CUANDO SEGUIMOS AL PROFETA DIANE S. NICHOLS

8 EL CONSEJO DEL PROFETA: SEIS PUNTOS IMPORTANTES

10 FICCIÓN: EL SAFARI DE LA NOCHE DE HOGAR JENNIFER JENSEN

12 RELATOS DEL NUEVO TESTAMENTO: JESÚS ENSEÑA SOBRE LA ORACIÓN; LA HIJA DE JAIRO ES LEVANTADA DE LOS MUERTOS

EN LA CUBIERTAIlustración fotográfica por Craig Dimond.Cubierta posterior: Ilustración fotográficapor Jerry Garns.

CUBIERTA DE AMIGOSFotografía por Julie D. Awerkamp. Véase “Angela Miller, de Council Bluffs,Iowa”, página 2.

VÉASE LA PÁGINA 10VÉASE AMIGOS, PÁGINA 5

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COMENTARIOS

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LIAHONA, junio de 2001Vol. 25, Número 6 21986-002Publicación oficial de La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días, en el idioma español.

La Primera Presidencia: Gordon B. Hinckley, Thomas S. Monson, James E. Faust

El Quórum de los Doce Apóstoles:Boyd K. Packer, L. Tom Perry, David B. Haight, Neal A. Maxwell, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks, M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott,Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, Henry B. Eyring

Editor: Dennis B. NeuenschwanderAsesores: L. Lionel Kendrick, Yoshihiko Kikuchi, John M. Madsen

Administradores del Departamento de Cursos de Estudio:Director administrativo: Ronald L. KnightonDirector de redacción: Richard M. RomneyDirector de artes gráficas: Allan R. Loyborg

Personal de redacción:Editor administrativo: Marvin K. GardnerAyudante del editor administrativo: R. Val JohnsonEditor asociado: Roger TerryColaboradora de redacción: Jenifer GreenwoodEditora ayudante: Susan BarrettAyudante de publicaciones: Collette Nebeker Aune

Personal de diseño:Gerente de artes gráficas: M. M. KawasakiDiseño artístico: Scott Van KampenDiseñadora principal: Sharri CookDiseñadores: Thomas S. Child, Randall J. PixtonGerente de producción: Jane Ann PetersProducción: Reginald J. Christensen, Kari A. Couch, Denise Kirby, Kelli Pratt, Rolland F. Sparks, Claudia E. WarnerPreimpresión digital: Jeff Martin

Personal de subscripción:Director de circulación: Kay W. BriggsGerente de distribución: Kris T. Christensen

Coordinación de Liahona: Enrique Resek

Para saber el costo de la revista y cómo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canadá, póngase en contactocon el Centro de Distribución local o con el líder del ba-rrio o de la rama.

Las colaboraciones y los manuscritos deben enviarse aLiahona, Floor 24, 50 East North Temple, Salt Lake City,UT 84150-3223, USA; o por correo electrónico a: [email protected]

Liahona (un término del Libro de Mormón que significa“brújula” o “director”) se publica en albanés, alemán,amarik, armenio, búlgaro, cebuano, coreano, checo, chi-no, danés, esloveno, español, estonio, fidji, finlandés,francés, haitiano, hiligayanón, holandés, húngaro, iloko,indonesio, inglés, islandés, italiano, japonés, kiribati, le-tón, lituano, malgache, marshallés, mongol, noruego, po-laco, portugués, rumano, ruso, samoano, sueco, tagalo,tailandés, tahitiano, tongano, ucraniano y vietnamita. (La frecuencia de las publicaciones varía de acuerdo con el idioma.)

© 2001 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los dere-chos reservados. Impreso en los Estados Unidos deAmérica.

Para los lectores de México: Certificado de Licitud detítulo número 6988 y Licitud de contenido número5199, expedidos por la Comisión Calificadora dePublicaciones y revistas ilustradas el 15 de septiembrede 1993. “Liahona” es nombre registrado en laDirección de Derechos de Autor con el número252093. Publicación registrada en la DirecciónGeneral de Correos número 100. Registro del S.P.M.0340294 características 218141210.

For readers in the United States and Canada:June 2001 Vol. 25 No. 6. LIAHONA (USPS 311-480)Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly by TheChurch of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 East NorthTemple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscription priceis $10.00 per year; Canada, $15.50 plus applicable ta-xes. Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah, andat additional mailing offices. Sixty days’ notice required forchange of address. Include address label from a recent is-sue; old and new address must be included. Send USAand Canadian subscriptions and queries to Salt LakeDistribution Center at the address below. Subscription helpline: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa,MasterCard, American Express) may be taken by phone.(Canada Poste Information: Publication Agreement#1604821)

POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368,Salt Lake City, UT 84126-0368.

“LOS MIEMBROS SON LA CLAVE”

Quiero extenderles mis más sincerasgracias por el maravilloso artículo del élderM. Russell Ballard, “Los miembros son laclave”, que apareció en el ejemplar de sep-tiembre de 2000 de la revista Liahona (eninglés). Se trata de un artículo muy necesa-rio en todo barrio y que puede ser un pode-roso instrumento para enseñar y ayudar alos miembros a fin de que participen más enla gloriosa obra de compartir el Evangelio yde hermanar a los nuevos conversos. Estoyplaneando utilizar este artículo en la capa-citación de nuestros misioneros de estaca.Ciertamente, la obra coordinada de miem-bros y misioneros es esencial para el esta-blecimiento y la edificación de la Iglesia delSeñor.

Rubén N. Ángeles, Barrio Legazpi 1, Estaca Legazpi, Filipinas

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UNA AYUDA PARA LOS MIEMBROS NUEVOS

Hace poco que soy miembro de laIglesia y soy la única miembro de mi fami-lia. La revista Liahona me ha ayudado mu-chísimo en todas las cosas que quieroaprender. Siempre la llevo en mi mochilapara poder leerla, y sé que la gente que meve hacerlo también tiene interés en ella. Larevista Liahona me llena de entusiasmo porel Evangelio.

Giuliana Aguero Pareja, Barrio Zamácola, Estaca Zamácola, Arequipa, Perú

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UNA GRAN DICHA

La primera vez que supe de la Iglesia fueen Cartagena, Bolívar, Colombia, gracias aunos vecinos. Descubrí lo maravillosa que esy sé que es la Iglesia verdadera. Ahora vivoen Bogotá, a donde me trasladé para comple-tar mi capacitación profesional en la acade-mia de policía. Llevo seis meses aquí, aunqueno he podido asistir sino unas cuantas vecesa las reuniones porque tengo pocos fines desemana libres, pero mi padre me compró unejemplar de la revista Liahona y ese regalo fuede una gran dicha. Aunque mis padres noson miembros, saben que la Iglesia es muyimportante para mí. Sé que mi PadreCelestial está conmigo y que escucha misoraciones.

Andrea Del Pilar Rojas, Rama El Socorro, Distrito Los Alpes, Cartagena, Colombia

LOS MENSAJES DE LA PRIMERA PRESIDENCIA

PROPORCIONAN FORTALEZA

La revista Liahona es una bendición denuestro Padre Celestial. Hace tres años quesoy miembro de la Iglesia y llevo dos reci-biendo la revista Liahona. Insto a los miem-bros de la Iglesia a suscribirse y a disfrutar delfestín espiritual que es la revista.

Para mí es un gran testimonio en la luchacotidiana de la vida. Los mensajes de laPrimera Presidencia, así como los de otros ar-tículos, me guían al hacer la orientación fa-miliar y en la preparación de discursoseficaces.

Eduardo E. Ortiz Picaluá, Rama El Bosque, Distrito Sincelejo, Colombia

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MENSAJE DE LA PRIMERA PRESIDENCIA

¿QUIÉNES CREENQUE SON?

UN MENSAJE PARA LA JUVENTUD

por el presidente James E. FaustSegundo Consejero de la Primera Presidencia

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Como hijos e hijas de

Dios, tenemos la obli-

gación de cultivar tan-

tos de los talentos que

Dios nos ha dado como

nos sea posible.

Ustedes serán más fe-

lices si saben quiénes

son y se sienten bien

consigo mismos.

Les felicito, jóvenes, por ser espíritus especiales y escogidos que han

sido reservados para nacer en esta generación. Están ustedes co-

menzando la lucha por descubrir quiénes son y hallar su lugar en la

vida; tienen sentimientos nuevos y fuertes; tienen grandes retos. Espero que

estén comenzando a tener éxito y a sobresalir de alguna forma especial; pue-

de que se trate de su sonrisa, su personalidad o su habilidad para edificar a los

demás; quizás estén descubriendo el talento que tienen como atletas, erudi-

tos, especialistas en computadoras, músicos, constructores, artistas o cual-

quier otra actividad. El descubrir su talento podría proporcionarles algún tipo

de reconocimiento personal, y estos logros pueden hacer que se pongan a

pensar en quiénes son ustedes en realidad.

El doctor Fred Riley, un prominente trabajador social, ha tratado a muchos

atletas que se ven a sí mismos más como atletas que como hijos de Dios, y di-

ce: “¿Qué sucede cuando no pueden jugar al básquetbol? Pierden su identi-

dad”1. Su propia estimación está relacionada más con sus habilidades físicas

que con su carácter. Muchos de los que logran un reconocimiento mundial

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tal vez no estén a gusto consigo mismos. Algunas perso-nas ricas y famosas, aun cuando tienen gran talento y ha-bilidad, se sienten inseguras y sucumben a las drogas, elalcohol o la inmoralidad, destrozando así su vida; y envez de ser felices siendo quienes son, están insatisfechasy descontentas. Miden el mérito que tienen únicamenteen términos de sus talentos y logros, en vez de por quie-nes son realmente en el interior. No siempre es cierto quecuanto más se logra, más feliz se es o más a gusto se estácon uno mismo.

Como hijos e hijas de Dios, tenemos la obligación decultivar tantos de los talentos que Dios nos ha dado co-mo nos sea posible. Todos deberíamos esforzarnos por al-canzar objetivos dignos. Debemos adquirir habilidades yobtener una educación académica. Ustedes serán más fe-lices si saben quiénes son y se sienten bien con ustedesmismos.

Así que, ¿quiénes creen que son ustedes? Quienes cre-an que son y lo que en realidad son pueden ser dos ver-siones diferentes de ustedes mismos. Desde unaperspectiva eterna, ambas versiones tienen que llegar aun mismo punto. Dios les conoce y sabe lo que ustedespueden llegar a ser porque Él les conoce desde el princi-pio, cuando eran Sus hijos e hijas espirituales. Lo que us-tedes lleguen a ser dependerá en gran medida de cómoobedezcan los principios de rectitud y hagan buenasobras.

Puede que se pregunten: “¿Cómo aprendo a gustarmea mí mismo?”. Les sugiero cinco ideas que pueden ser deutilidad.

1. CAMBIEN EL MAL COMPORTAMIENTO.

Tenemos que cambiar nuestro mal comportamiento;debemos arrepentirnos. Tal como Alma dijo a su hijoCoriantón: “…la maldad nunca fue felicidad”2. Es difícilgustarse a uno mismo si estamos haciendo cosas que sa-bemos que son malas. Los padres y los líderes de la ma-yoría de ustedes les han enseñado lo que es un buencomportamiento. También tienen las Escrituras y el folle-to La fortaleza de la juventud para guiarles.

En la búsqueda de su identidad, no caigan en la tram-pa de compararse con modelos de conducta o con apa-riencias físicas que puedan parecer muy masculinas omuy elegantes, pero que en realidad no son apropiadaspara los hijos y las hijas de nuestro amoroso PadreCelestial. Una joven de diecisiete años llegó a estar tan

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obsesionada con su figura que comenzó a dejar de comery terminó teniendo un desorden alimenticio. Cuando supadre empezó a darse cuenta, insistió en que ella comie-ra bien. En última instancia, esta confrontación le hizoentrar en razón y escribió:

“Durante toda mi vida todo lo que había hecho teníacomo fin complacer a los demás. Las notas, los modales,los premios, todo por ellos, y nada por mí. Esta cuestión dela comida, de la pérdida de peso, se había convertido en al-go mío. Me representaba a mí y a mis decisiones, y ahora mipadre estaba intentando arrebatarme también eso.

“Mientras estaba acostada en la cama aquella noche,llorando y sintiéndome gorda, sabía que precisaba ayuda.Sabía que estaba haciendo daño a la gente que amaba.

“Después de estar despierta toda la noche, llegué a laconclusión de que no era a mi padre al que odiaba, sino¡a MÍ! Me di cuenta de que había perdido el control; porprimera vez en mi vida, comprendí que ése era mi pro-blema. Tenía que retomar el control de mi vida, y no de-jar que lo hiciera una enfermedad.

“Las cosas no cambiaron de la noche a la mañana; dehecho, el camino hacia la recuperación fue muy largo.Pero a paso lento, con la ayuda de amigos y familiares, co-mencé a recuperarme. Ahora que estoy en mi peso ideal,he dejado totalmente de pesarme. Ya no leo revistas demoda y puede que no vaya ‘a la última moda’, ¡pero mesiento fenomenal!”3

El sentirse “fenomenal” con uno mismo contribuye anuestra felicidad y a nuestro sentido de identidad.

Al cambiar nuestro mal comportamiento y nos volve-mos al Señor, nos hacemos merecedores de la compañíadel Espíritu Santo, lo cual tiene un efecto profundo ennuestro bienestar. Este gran don se recibe por medio deun vivir recto, la obediencia a los mandamientos de Diosy el prestar servicio a los demás. Parley P. Pratt tenía estaperspectiva en cuanto al don del Espíritu Santo:

“Estimula todas las facultades intelectuales, incre-menta, amplía, despliega y purifica todas las pasiones ylos sentimientos naturales… Inspira virtud, amabilidad,bondad, ternura, mansedumbre y caridad… Ensanchatodas las facultades físicas e intelectuales del hombre”4.

2. PERDONÉMONOS A NOSOTROS MISMOS

Y A LOS DEMÁS.

El perdón es una parte importante del hecho de dejaratrás nuestro mal comportamiento. Cuando realizamos

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los cambios necesarios, debemos perdonarnos a nosotrosmismos, pero puede que también tengamos que perdonara los demás que hayan estado viajando con nosotros porel camino equivocado. El perdón nos ayudará a despren-dernos del mal comportamiento al que intentamos re-nunciar. El Libro de Mormón nos dice cómo podemossaber que hemos hecho el cambio de mal para bien.Después de que el rey Benjamín hubo pronunciado sumagnífico discurso sobre Cristo, los nefitas clamaron auna voz:

“…el Espíritu del Señor Omnipotente… ha efectua-do un potente cambio en nosotros, o sea, en nuestroscorazones, por lo que ya no tenemos más disposición aobrar mal, sino a hacer lo bueno continuamente…

“Y es la fe que hemos tenido en las cosas que nuestrorey nos ha hablado lo que nos ha llevado a este gran co-nocimiento, por lo que nos regocijamos con un gozo tansumamente grande”5.

Al sentir gozo y paz, sabremos quiénes somos y obra-remos de acuerdo con ese conocimiento.

3. OBTENGAN CONFIANZA AL TOMAR

BUENAS DECISIONES.

Ahora están empezando a tomar decisiones impor-tantes. Las decisiones tienen consecuencias y, hastacierto punto, éstas les afectarán no sólo por el resto desus días, sino por toda la eternidad. Recuerden, mis

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jóvenes amigos, que la fama y la fortuna no son nece-sariamente sinónimos de felicidad. Es mucho mejor te-ner confianza en uno mismo y estar conforme con loque se es, lo cual depende por entero de la habilidadque tengan ustedes para escoger lo correcto. Tambiénes importante destacarse en algún campo.

El verano pasado se celebraron los Juegos Olímpicosen Sydney, Australia. Los varios eventos olímpicos ibanacompañados de ciertas reglas y limitaciones: los corre-dores y los nadadores tenían que permanecer en sus mar-cas, los lanzadores de peso debían permanecer dentro delcírculo delimitado en el terreno y los luchadores teníanque estar sobre la lona, pues de lo contrario los atletas se-rían descalificados. Además, estaba prohibido el uso deestimulantes.

Un joven de Denver, Colorado, que ganó una medallade plata, posteriormente fue recompensado con la de orodebido a que el ganador de su prueba quedó descalificadopor utilizar un esteroide prohibido. Él respondió, aludien-do a la pérdida de la medalla por parte de su desafortuna-do competidor:

“Me da mucha lástima lo que le pasó, pero todos to-mamos decisiones… Él tomó la suya y yo la mía…

“Creo que Dios me estaba cuidando. Creo que Élcuida de todos nosotros. He aprendido muchas leccio-nes con lo que ha ocurrido; he experimentado la ago-nía de la derrota antes del éxtasis de la victoria, lo cual

me ha convertido en una personamás fuerte, tanto mental como es-piritualmente”6.

Crecemos y nos desarrollamos altomar buenas decisiones. La confian-za aumenta cuando decidimos orarcada día, asistir a las reuniones sa-cramentales, cumplir con la Palabrade Sabiduría, obedecer a nuestrospadres y líderes del sacerdocio, leerlas Escrituras y controlar los apetitosdel cuerpo.

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Al volvernos al Señor, nos

hacemos merecedores de la

compañía del Espíritu Santo, lo

cual tiene un efecto profundo en

nuestro bienestar.

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Si realmente queremos sentirnos

mejor con nosotros mismos, debe-

mos llevar a cabo obras de bon-

dad. La bondad moldea nuestro

carácter y nos hace más semejan-

tes a nuestro Padre Celestial.

4. PRESTEN SERVICIO.

Si realmente queremos sentirnos mejor con nosotrosmismos, debemos llevar a cabo obras de bondad. La bon-dad moldea nuestro carácter y nos hace más semejantes anuestro Padre Celestial. El Salvador nos enseñó: “Amarása tu prójimo como a ti mismo”7. Cuando demostramosnuestro amor por los demás, a cambio entenderemos me-jor el amor que nuestro Salvador tiene por cada uno denosotros y que somos hijos de un Padre Celestial amoro-so. De vez en cuando debiéramos buscar oportunidadesde prestar servicio público. De hecho, tal como escribióuna vez un prominente psiquiatra: “Sentimos placercuando nos relacionamos con otras personas, y cuandoellas se relacionan con nosotros; mas sentimos dolor y so-ledad cuando no lo hacemos. El sendero que conduce auna identidad aceptable en cualquier sociedad es la parti-cipación”8. Podemos recibir gran satisfacción al ayudar alpobre, al enfermo, al anciano o a cualquier otra personaque tenga necesidades especiales. Miren a su alrededor;hay todo tipo de oportunidades.

5. ESCOJAN LA FELICIDAD.

La más fundamental de todas las búsquedas del hom-bre es la de la felicidad. Cada uno escoge su propia felici-dad. Tal como dijo una vez el presidente Harold B. Lee(1899–1973): “La felicidad no depende de lo que pasefuera de uno, sino de lo que sucede en el interior. Se mi-de por el ánimo con que enfrentamos los problemas de lavida”9. A menudo será necesario que escojamos entre pa-sar un buen rato y vivir una vida buena.

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Cada uno de nosotros nace conhormonas naturales de “felicidad”,las cuales, cuando se estimulan, se-gregan en nuestro cuerpo poderosassustancias químicas. Las hay de mu-chas clases y algunas se llaman en-dorfinas. Generalmente, cuandosentimos dolor o ansiedad, las endor-

finas nos producen una sensación de bienestar. Hacetiempo que la ciencia médica sabe que nuestra actitud ynuestro bienestar mental afectan nuestra salud física. Unletrero en un gran hospital dice: “La risa es la mejor me-dicina”. Sonreír es bueno para el alma.

El sonreír proporciona a nuestro rostro un brillo queirradia a los demás. El ser amigables con nuestros vecinos,con la gente de la escuela, de la Iglesia o del trabajo es unagran forma de mostrarle al Señor que queremos guardar elconvenio que hicimos al bautizarnos de “llevar las cargaslos unos de los otros para que sean ligeras”10. Recomiendoque seamos amigables porque hay demasiada gente tími-da o solitaria necesitada de una palabra amable o de unasonrisa. El edificar a los demás nos hace crecer espiritual-mente y es también la forma de obrar del Maestro11. A se-mejanza de Anna en El Rey y yo, encuentro que el silbar“una tonadilla feliz” y el cantar (¡especialmente cuandoestoy solo!) también pueden elevarme los ánimos.

Hace muchos años, mi padre nos contó de cuando dioun paseo por el bosque con un viejo amigo, el juezBringhurst. El juez cantó tan fuerte por el camino queasustó a toda la vida animal, pero mi padre dijo que dis-frutó tanto de las canciones del juez que no se preocupópor no ver animal ni pájaro alguno. De manera que cuan-do reímos, sonreímos, cantamos, silbamos o hacemosejercicio, nos sentimos mejor. Nuestras preocupaciones,o las olvidamos o quedan en una perspectiva mejor.Cuando extendemos una mano amiga a los demás, esti-mulamos las hormonas de la felicidad y descubrimosnuestro verdadero yo.

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Recuerdo un estudio realizado hace algunos años conel fin de determinar qué influencias hacían que los jóve-nes siguieran adelante por el sendero estrecho y angosto.Naturalmente, había ciertas influencias críticas, todasellas importantes, entre las que se incluían la influenciade los padres, de los asesores del sacerdocio y de lasMujeres Jóvenes, de los líderes Scout y de los amigos.Pero me quedé sorprendido al encontrar un denominadorcomún de gran importancia a lo largo del estudio. Se tra-taba de la creencia de que un día cada uno de nosotrossería responsable ante el Señor de sus acciones. Muchoscreían que “el guardián de la puerta es el Santo de Israel;y allí él no emplea ningún sirviente, y no hay otra entra-da sino por la puerta; porque él no puede ser engañado,pues su nombre es el Señor Dios”12. Aquellos que teníanuna perspectiva eterna tenían también una porción adi-cional de fortaleza y de determinación espiritual. El sen-tir una responsabilidad personal ante el Salvador pornuestras acciones y mayordomías, y el responder por ello,nos proporciona una profunda protección espiritual.

Ralph Waldo Emerson nos dio un criterio mediante el cual podíamos medir nuestro éxito personal, cuandoescribió:

¿Qué es el éxito?Reír mucho y con frecuencia;ganar el respeto de la gente inteligentey el afecto de los niños;Merecer el aprecio de críticos honradosy superar la traición de los falsos amigos;Apreciar la belleza;Hallar lo mejor de los demás;Dejar el mundo un poco mejor, bien alcriar a un niño sano, plantar un huertoo solucionar un conflicto social;Saber que alguien se ha beneficiadoporque hemos vivido;Eso es tener éxito.(Traducción libre).

Así que, ¿quiénes creen que son? El profeta José Smithdijo: “Si los hombres no entienden el carácter de Dios, nose entienden a sí mismos”13. El saber quiénes son, quiénesson en realidad, está estrechamente ligado a conocer aDios, pues son Sus hijos. El cumplir con las sugerenciassencillas que he bosquejado les servirá para conocer a

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Dios y, por tanto, a ustedes mismos. Creo en ustedes, enque serán obedientes y valientes y que recibirán las ben-diciones del Señor en su búsqueda por establecer su iden-tidad como Sus hijos e hijas escogidos. �

NOTAS1. Citado en Sarah Jane Weaver, “Developing a Healthy

Self-Regard”, Church News, 10 de febrero de 1996, pág. 2.2. Alma 41:10.3. Gabriella Tortes, “ ‘Gabby, You’re Sooo Skinny’ ”, en

Chicken Soup for the Teenage Soul: 101 Stories of Life, Love andLearning, compilado por Jack Canfield, Mark Victor Hansen,Kimberly Kirberger, 1997, págs. 234–235; cursiva en el original.

4. Key to the Science of Theology, novena edición, 1965, pág. 101.

5. Mosíah 5:2, 4.6. Brandon Slay, citado en “U.S. Wrestler Savors Gold, Even

Though It Came Late”, Deseret News, 24 de octubre de 2000,pág. D3.

7. Mateo 22:39.8. Citado en The Teachings of Harold B. Lee, editado por

Clyde J. Williams, 1996, pág. 477.9. “A Sure Trumpet Sound: Quotations from President Lee”,

Ensign, febrero de 1974, pág. 78.10. Mosíah 18:8.11. Véase Lucas 6:31.12. 2 Nefi 9:41.13. Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 425.

IDEAS PARA LOS MAESTROS ORIENTADORES

1. Desde una perspectiva eterna, aquello que creamosser y lo que realmente somos deben llegar a ser lo mismo.

2. Los puntos siguientes nos servirán para aprender agustarnos a nosotros mismos:

� Cambien el mal comportamiento. Resulta difícil gus-tarse a uno mismo cuando estamos haciendo cosas quesabemos que están mal.

� Perdónense a ustedes y perdonen a los demás. Esteperdón nos ayuda a abandonar el comportamiento al queestamos renunciando.

� Ganen confianza al tomar buenas decisiones. Nossentimos mejor con nosotros mismos cuando escogemoslo correcto.

� Presten servicio. Se recibe gran satisfacción cuandoayudamos a los demás.

� Escojan la felicidad. Cuando reímos, sonreímos, cantamos, silbamos o hacemos ejercicio, nos sentimosmejor.

3. El saber quiénes somos en realidad está estrecha-mente ligado a conocer a Dios, pues somos Sus hijos.

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EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS

por Juan Carlos Gómez Flórez

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A la edad de quince años, me dicuenta de que algunas de las tradi-ciones religiosas que me habían

enseñado mis padres no estaban de acuer-do con lo que había leído en la Biblia.También me di cuenta de que tenía quedejar atrás ciertas actividades que estabanmalgastando mi tiempo y mi juventud, ytomé la determinación de no hacer las cosas por el sim-ple hecho de que las hicieran los demás.

Decidí que tenía que buscar la Iglesia verdadera delSeñor. Afortunadamente, una compañera de trabajo demi madre nos invitó a asistir un domingo a una reuniónde La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ÚltimosDías. Yo estaba nervioso, pero cuando llegué a la capilla,mis sentimientos cambiaron. Había una atmósfera de re-verencia y percibía un espíritu de calma en el corazón.Ese día en la Iglesia aprendí a orar.

A la semana siguiente, mi madre y yo comenzamos arecibir las charlas que nos enseñaron dos misioneras, ynos bautizamos un mes después. Aun cuando no conocíatoda la doctrina de la Iglesia antes del bautismo, ejercí lafe suficiente para saber que la Iglesia es verdadera y pararecibir un testimonio del Espíritu.

Sé que no habría sido capaz de continuar siendo unmiembro fiel de la Iglesia sin la ayuda de los miembros yde los líderes, los cuales me extendieron la mano, meofrecieron su amistad y cuidaron de mí en los momentosdifíciles. No sé qué habría sido de mí de no haber encon-trado la verdad y a esas personas buenas durante mi ju-ventud. El ejemplo de ellos me fortaleció y me sirvió parasobrellevar los momentos difíciles que estaban por venir.

A los diecinueve años me hallaba en mi quinto se-mestre de ingeniería de sistemas y mis padres me dijeron

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que si salía a la misión, al volver no iban aayudarme con los estudios.

Durante ese tiempo difícil en que teníaque tomar decisiones importantes, el presi-dente de misión de estaca compartió con-migo un pasaje de las Escrituras que jamásolvidaré: “…el que no toma su cruz y sigueen pos de mí, no es digno de mí” (Mateo

10:38). También hubo otro versículo que me llegó al co-razón y me ayudó a tomar la decisión: “Y cualquiera quehaya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, omadre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibi-rá cien veces más, y heredará la vida eterna” (Mateo19:29). Decidí obedecer la voluntad de Dios y servirledurante dos años.

La misión no fue solamente la experiencia más enri-quecedora de mi vida, sino que fue un mandamiento demi Padre Celestial; y a pesar de las dificultades que siem-pre parecen surgir, sé que cuando el Señor nos da unmandamiento, Él prepara el camino (véase 1 Nefi 3:7).

Serví en la Misión Colombia Cali. El enseñar en mipaís, en la tierra de mis antepasados y de mis parientes,no fue sólo una de las más grandes bendiciones que reci-bí gracias a mi servicio, sino que, aunque de forma pe-queña, me permitió cumplir con una profecía: “Pues heaquí, el Señor les concede a todas las naciones que, de supropia nación y lengua, enseñen su palabra, sí, con sabi-duría, cuanto él juzgue conveniente que tengan; por lotanto, vemos que el Señor aconseja en sabiduría, de con-formidad con lo que es justo y verdadero” (Alma 29:8).Cuán agradecido estoy por haber recibido y compartidoSu sabio consejo. �

Juan Carlos Gómez Flórez es miembro del Barrio La Campiña,

Estaca Suba, Bogotá, Colombia.

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por Janet Thomas

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“El que temprano me busca, me hallará, yno será abandonado” (D. y C. 88:83).

Los alumnos de seminario del Barrio Phoenix Park,de la Estaca Dublín, Irlanda, estaban un poco preo-cupados. Su presidente de estaca y su obispo les ha-

bían hablado acerca de intentar algo nuevo. ¿Serían laprimera clase de seminario de toda Irlanda en reunirsediariamente, por la mañana temprano?

Elaine O’Farrell, de 15 años, recuerda la primera reac-ción que tuvo: “Pensé que si nos veíamos un día tras otro,terminaríamos sintiendo fastidio”; también había otrapreocupación bastante obvia. Pamela Fagan, de 15 años,explica: “De ningún modo me sacarían de la cama tantemprano”. Farris Bukhatwa, de 17 años, y Louise Byrne,de 17 años, eran los alumnos que vivían más lejos. No ibaa ser fácil.

Pero no todos estaban preocupados. Jenna Gallagher,de 15 años, estaba algo animada con la idea. “Había oídohablar de las clases de seminario matutino de otros paí-ses”, dice. “Siempre había soñado con ir a seminario deesa forma y estaba realmente contenta porque íbamos ahacerlo. Sabía que si hacía el sacrificio, el Señor me ben-deciría”.

Las cosas comenzaron a funcionar. Farris pudo utilizarel coche de la familia por las mañanas y pasaba a recogera Louise. Pamela accedió levantarse más temprano parapoder salir a tiempo con su hermano Derek. Elaine cam-bió de idea y dijo que le gustaba ver a sus compañeros ca-da mañana. Jenna estaba feliz por el simple hecho de

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asistir a seminario. Brett Crowther, de 18 años, y su her-mano Brandt, de 16, los hijos del presidente de misión,estaban entusiasmados por estar cada día con otros jóve-nes de la Iglesia. Y por encima de todo, su maestra,Rosemary Richmond, era fantástica.

CONOCER LAS RESPUESTAS

Todos los estudiantes de Irlanda tienen que tomar unaclase de religión. Aun cuando van a su clase de semina-rio matutino, estos alumnos Santos de los Últimos Díasno están exentos del requisito de asistir a una clase de re-ligión en la escuela; aún así, su estudio de las Escriturasha valido la pena. Louise explica: “Los frailes francisca-nos visitaron nuestro colegio y, cuando hicieron pregun-tas, me señalaron y se llevaron el dedo a los labios comodiciendo: ‘Chitón, no respondas a las preguntas’. Sabíanque podía contestarlas”.

Elaine cuenta una historia semejante sobre su clase dereligión. “Si mi maestro pregunta el significado de unapalabra, como por ejemplo convenio, yo le doy la respues-ta”, dice. “Sabe que no importa lo que pregunte, yo sé larespuesta”.

Derek Fagan, de 17 años, se ha destacado tanto en laescuela como en seminario, y atribuye el mérito a una ex-periencia que tuvo justo antes de recibir la bendición pa-triarcal: “En seminario, habíamos estado hablando de lasbendiciones patriarcales y yo oré y pregunté si debía

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recibir la mía. En aquel tiempo nues-tra estaca no tenía patriarca, perotres días más tarde se llamó a uno.Sentí que ésa era mi respuesta y fueentonces que supe que la Iglesia esverdadera y decidí esforzarme más porhacer el bien y escoger lo correcto.

Farris Bukhatwa:

“Recibí un testimonio

e la oración y del diezmo. Oraba

bre las cosas que realmente tenía

ue saber, y luego recibía la

spuesta en seminario”.

erek Fagan: “En seminario había-

os estado hablando de las bendi-

ones patriarcales. Yo oré y

regunté si debía recibir la mía. En

quel tiempo nuestra estaca no te-

ía patriarca, pero tres días más

rde se llamó a uno.

ntí que ésa era

i respuesta”.

Mi bendición patriarcal fue sorpren-dente. La llevo conmigo a todas par-tes y desde que comenzó el seminariomatutino, todo ha estado más claro.Incluso ahora aprendo con más rapi-dez en la escuela”.

Derek se convirtió en el primeralumno de seminario de Irlanda enmemorizar todos los pasajes de domi-nio de las Escrituras; y a modo de de-safío adicional, memorizó el relato dela Primera Visión que se encuentraen José Smith—Historia.

CONVERSOS

Brandt Crowther recuerda unaexperiencia que tuvo pocos mesesdespués de que él y su familia llega-ron a Irlanda: “Había orado casi ca-da noche de mi vida, pero una nocheoré con sinceridad y pregunté alSeñor qué quería que yo hiciera enIrlanda. Tenía que saber de corazónque la Iglesia es verdadera. Averigüéque Dios sí vive y que me ama. Logréentender lo que Él quería para mí ydesde entonces he sido feliz aquí. Meencanta. Ahora estoy más cerca delSalvador”.

Brandt explica algunas de las co-sas que el Señor le dijo que debía ha-cer: “Tenía que leer las Escriturascada día y orar cada noche, así comoguardar los mandamientos. Aquellanoche el Espíritu estuvo conmigo; noquería irme a acostar”.

Las clases de seminario suelenayudar a Farris a encontrar respues-tas: “Recibí un testimonio de la ora-ción y del diezmo. Oraba sobre lascosas que realmente tenía que sabery luego recibía la respuesta en

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seminario. Entendía mejor las cosas.¿Qué se siente cuando el Espíritu teda una respuesta? Estás tranquilo yentiendes las cosas. No estás nervio-so. Sabes que es verdadero; lo sientesen el corazón”.

DIVERTIRSE LOS SÁBADOS POR

LA NOCHE

A los alumnos de esta clase de se-minario les gusta estar juntos, y aho-ra no les basta con cada mañana dela semana. También se reúnen todoslos sábados por la noche.

Todo empezó cuando la madre deLouise le dijo a Brett que los amigosde ella siempre le piden que vaya conellos al bar los sábados, pero ellanunca va. “Decidimos reunirnos to-da la clase para salir y pasárnoslobien”, dice Brett. “Nos hemos estadoreuniendo todos los sábados por lanoche y es divertido”.

¿Qué hacen? La primera semanafueron al cine, pero pronto eso seconvirtió en algo demasiado caro.Así que comenzaron a turnarse parair a casa de alguno de ellos para jugaralgún juego, ver videos o simplemen-te charlar, charlar y charlar. Elaineexplica: “Antes, no teníamos nada dequé hablar; ahora no tenemos sufi-ciente tiempo para hacerlo”.

Para Louise, el tener otra opciónpara los sábados ha fortalecido su de-terminación de permanecer fuerteen la Iglesia. “Es un motivo para nosalir con mis amigos del trabajo cadafin de semana”, explica. “A veces ibacon ellos. No hacía nada que no de-biera, pero el simple hecho de estarallí no me hacía sentir bien; termina

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Pamela Fagan:

“Las noches de los

sábados [con la clase de seminario]

son divertidas. Los valores de mis

otros amigos son completamente

diferentes de los míos. Me siento

mucho mejor al ir a las actividades

de seminario”.

por fatigar el espíritu. Me cansé mu-chísimo de tratar de defender miscreencias; pero cuando salgo con laclase de seminario, puedo ser yo ysentirme aceptada”.

Y más que nada, “las noches delos sábados son divertidas”, dicePamela. “Los valores de mis otrosamigos son completamente diferen-tes de los míos. Me siento muchomejor al ir a las actividades de semi-nario. Lo pasamos realmente bien”.

Derek añade: “El seminario matu-tino y nuestras actividades de las tar-des del sábado nos han unido más ysomos mejores amigos. Yo me heacercado a los demás de la clase, auna Pamela, mi hermana. Ni me pasaríapor la cabeza salir y emborracharmey quebrantar la Palabra deSabiduría”.

COMPROMETERSE

Por encima de todo, este curso de seminario ha enseñado a los

alumnos el significado de la fe. Lamaestra, Rosemary Richmond, lesayuda a aprender de la historia de laIglesia sobre la fe de los primerosprofetas y miembros. Su esposo,Brendan, padece un desorden pul-monar maligno y extremadamenteraro, y está confinado a una silla deruedas. Aunque ella está constante-mente preocupada por el cuidado yla salud de su esposo, también sien-te entusiasmo por preparar las lec-ciones y celebrar las clases deseminario cada mañana.

“Los miembros aquí son muy fie-les, en especial Rosemary, con todaslas pruebas por las que ha pasado”,dice Louise. “Te hace darte cuentade lo afortunada que eres. En semi-nario leemos sobre el profeta JoséSmith y los pioneros. José Smith esun gran hombre y le amo. Su testi-monio nunca vaciló. ¿Puedes imagi-narte vivir en aquellos días? Lospioneros tuvieron que cruzar casi

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media Norteamérica para practicaraquello en lo que creían. Yo quieroese tipo de fe porque siento un granamor por la Iglesia”.

Louise está cultivando esa clasede fe. Cada día defiende sus creen-cias y, con su pequeño grupo de va-lientes amigos de seminario, no tieneque hacerlo sola; tampoco tiene quehacerlo ninguno de ellos. Han en-contrado una forma de fortalecerseunos a otros y eso ha sido una in-fluencia muy positiva en la vida deellos. �

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LA DISPOSICIÓN A HACER LO

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Puede que la mejor evidencia de la verdaderaconversión sea el no tener más la disposición a obrar mal.

por el élder Spencer J. Condiede los Setenta

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H ace más de dos mil años, unagran congregación de santos sereunió alrededor del templo en

la tierra de Zarahemla para escucharuno de los sermones más grandiososjamás registrados en las santasEscrituras. El rey Benjamín recordóvarias veces a su auditorio que ha-blaba las palabras que le habían sidodadas por un ángel de Dios (véaseMosíah 3:2; 4:1; 4:11; 5:5).

Una vez que hubo escuchado elinspirador sermón del rey Benjamín,la vasta congregación gritó al uníso-no: “¡Oh, ten misericordia, y aplicala sangre expiatoria de Cristo paraque recibamos el perdón de nuestrospecados”. En respuesta a sus súpli-cas, “el Espíritu del Señor descendiósobre ellos, y fueron llenos de gozo”

A la conclusión del inspirado dis-

curso del rey Benjamín, el pueblo

creyó todas sus palabras y experi-

mentaron un potente cambio de

corazón y “ya no [tuvieron] más

disposición a obrar mal, sino a

hacer lo bueno continuamente”.

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(Mosíah 4:2–3). Este sentimiento degozo es una de las características dehaber sido perdonados de nuestrospecados, pues, tal como declaróAlma, “la maldad nunca fue felici-dad” (Alma 41:10).

Cuando reconocieron la bondadde Dios, los del pueblo deZarahemla también experimentaronuna “paz de conciencia” y fueron“llenos del amor de Dios”, dos ma-nifestaciones más de que habían si-do perdonados (véase Mosíah 4:3,12). Aprendieron sobre otros indi-cadores del perdón: no tendrían“deseos de injuriar[se] el uno alotro” (Mosíah 4:13), ni permitiríanque sus hijos “quebrant[aran] las leyes de Dios, ni cont[endieran] yriñ[ieran] unos con otros” (Mosíah4:14). Otra indicación de la remi-sión de los pecados era su inclina-ción a ayudar al necesitado y sudeseo de “impartir[se] el uno al otrode [sus] bienes” (Mosíah 4:21).

A la conclusión del inspirado dis-curso del rey Benjamín, el pueblocreyó todas sus palabras y experi-mentaron un potente cambio de co-razón y “ya no [tuvieron] másdisposición a obrar mal, sino a hacerlo bueno continuamente” (Mosíah5:2). Puede que de todas las eviden-cias de una conversión verdadera y

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Las Bienaventuranzas fomentan el

desarrollo de una disposición que

invita a la mansedumbre, la mise-

ricordia, la pureza de corazón y

muchos otros atributos divinos.

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de la remisión de los pecados, éstasea la más significativa: el no tenermás disposición a obrar mal, sino a ha-cer lo bueno continuamente.

LA LEY DE MOISÉS Y LA LEY MAYOR

Un enfoque en la disposición cons-tituye una distinción significativa en-tre la ley de Moisés y la ley mayor queel Salvador dio a conocer en elSermón del Monte. Mientras que losDiez Mandamientos prohíben ciertoscomportamientos como el asesinato,el adulterio y el lenguaje soez, la leymayor prohíbe aun la disposición queconduce a tales comportamientosmalvados: respectivamente, la ira, lospensamientos lujuriosos y cualquiertipo de malas palabras (véase Mateo5:21–37; 3 Nefi 12:21–37). LasBienaventuranzas fomentan el desa-rrollo de una disposición que invita ala mansedumbre, la misericordia, lapureza de corazón y muchos otrosatributos divinos (véase Mateo5:3–12; 3 Nefi 12:3–12). Cuando uno

tiene la disposición a hacer lo buenocontinuamente, la consecuencia na-tural será el “[abstenerse] de toda es-pecie de mal” (1 Tesalonicenses 5:22)y no “ver el pecado sino con repug-nancia” (Alma 13:12).

El rey Benjamín advirtió a su pue-blo: “…no puedo deciros todas lascosas mediante las cuales podéis co-meter pecado… Pero esto puedo de-ciros, que si no os cuidáis a vosotrosmismos, y vuestros pensamientos, yvuestras palabras y vuestras obras, y sino observáis los mandamientos deDios ni perseveráis en la fe de lo quehabéis oído concerniente a la venidade nuestro Señor, aun hasta el fin devuestras vidas, debéis perecer”. Yluego amonestó amorosamente a lossantos a recordar y no perecer(Mosíah 4:29–30; cursiva agregada;véase Alma 12:14).

EL CULTIVO DE LA DISPOSICIÓN

La disposición de mucha gente esun reflejo de las tradiciones cultura-les que han interiorizado al crecer. Elampliamente extendido consumo dealcohol, la inmodestia en el vestir yen el comportamiento y la conviven-cia sin estar casados son sólo unoscuantos ejemplos de tradiciones cul-turales contrarias al espíritu delEvangelio. Y es así como “aquél ini-cuo viene y despoja a los hijos de loshombres de la luz y la verdad, pormedio de la desobediencia, y a causade las tradiciones de sus padres” (D. y C. 93:39).

Estas tradiciones parecen algo na-tural debido a que la mayoría de lagente de una sociedad cualquiera

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toma parte en tales comportamien-tos, pero los mandamientos de Diosse basan en la verdad revelada y noen las preferencias populares. De es-te modo, el rey Benjamín advirtió asu pueblo que “el hombre natural esenemigo de Dios”, y les exhortó adespojarse del hombre natural o, enotras palabras, a rechazar las tradi-ciones impuras y experimentar unpotente cambio en su disposición na-tural al someterse “al influjo delSanto Espíritu” (Mosíah 3:19).

En ocasiones, los miembros seapegan de tal modo a determinadastradiciones de la Iglesia que cual-quier cambio en las normas o losprocedimientos se convierte en unaprueba de fe. Creen en la revela-ción continua siempre cuando éstano implique cambio alguno. Al des-cribir a los santos de su época, elprofeta José Smith dijo una vez:“Por varios años he tratado de pre-parar la mente de los santos paraque puedan recibir las cosas deDios; pero frecuentemente vemosque algunos de ellos… estallan enpedazos como el cristal, en cuantosurge algo que se opone a sus tradi-ciones” (Enseñanzas del Profeta JoséSmith, pág. 409).

LA DISPOSICIÓN SURGE DEL DESEO

La fuente de nuestra disposiciónhacia el bien o el mal emana princi-palmente de nuestros deseos. Al en-señar a los rebeldes zoramitas cómopodían obtener un conocimiento dela verdad, Alma los amonestó a“[ejercitar] un poco de fe”, y si no te-nían “más que un deseo de creer,

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La confesión debe ir seguida del

cultivo de una disposición para no

obrar mal, la cual se evidencia

por haber desechado el pecado

por completo, y esto requiere

del paso del tiempo.

[debían dejar] que este deseoobr[ara] en [ellos]” (Alma 32:27).Lo que comienza con un deseo mi-núsculo, cuando se cultiva y se persi-gue por largo tiempo, se convierte enuna forma habitual de pensar o decomportarse. El élder Joseph FieldingSmith (1876–1972), por entoncesmiembro del Quórum de los DoceApóstoles, observó: “Resulta igual defácil crearse un hábito bueno comouno malo” (The Way to Perfection, dé-cima edición, 1953, pág. 150). El él-der James E. Talmage (1862–1933),del Quórum de los Doce Apóstoles,enseñó: “El hombre realmente verí-dico no puede mentir culpablemen-te; sin embargo, esta seguridad deque no hablará una falsedad no vie-ne por causa de una compulsión ex-terna, sino es una restricción internanacida en él como consecuencia dela asociación que ha cultivado con elespíritu de la verdad” (Jesús el Cristo,pág. 141).

Las consecuencias eternas denuestros deseos y de nuestra disposi-ción le fueron emotivamente expli-cadas a Coriantón, por su padreAlma, cuando le enseñó que “en elpostrer día le será restaurado segúnsus hechos. Si ha deseado hacer lomalo, y no se ha arrepentido durantesus días, he aquí, lo malo le será de-vuelto, según la restauración deDios” (Alma 42:27–28).

La persona que no cumple con undiezmo íntegro puede desarrollar unadisposición semejante a la del indivi-duo que roba un banco: las diferen-cias principales estriban en lasvíctimas y los métodos. El Señor

mismo pregunta: “¿Robará el hom-bre a Dios? Pues vosotros me habéisrobado. Y dijisteis: ¿En qué te hemosrobado? En vuestros diezmos y ofren-das” (Malaquías 3:8).

Las personas que demuestran unaira injusta hacia un vecino puedendesarrollar una disposición semejan-te a la de un dictador que se com-porta de forma cruel con los demás.

Los adictos a Internet y a la tele-visión que degustan las obscenidadessatánicas de la pornografía adquierenidénticas inclinaciones a las de lapersona que realmente comete esosactos inmorales; la disposición difie-re únicamente en grado.

Santiago describió ese proceso enuna secuencia de detalles: “…cadauno es tentado, cuando de su propiaconcupiscencia es atraído y seduci-do. Entonces la concupiscencia,

después que ha concebido, da a luz elpecado; y el pecado, siendo consu-mado, da a luz la muerte” (Santiago1:14–15). Por lo general, nuestra dis-posición se manifiesta en el compor-tamiento, y Santiago nos ofrece acada uno de nosotros el siguiente re-to: “…Muéstrame tu fe sin tus obras,y yo te mostraré mi fe por mis obras”(Santiago 2:18).

EL DESARROLLO DE UNA DISPOSI-

CIÓN REQUIERE TIEMPO

Algunos candidatos a misionero,así como unas pocas parejas que tie-nen planes de sellarse en el templo,de vez en cuando se quedan conster-nadas al saber que ciertas transgre-siones recientes les obligarán aaguardar un año o más antes de po-der reclamar las bendiciones de unamisión o del matrimonio en el tem-plo. Se preguntan si sus ayunos, suslágrimas y sus oraciones no valen

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para demostrar un corazón quebran-tado y un espíritu contrito, y dicen:“¿Por qué ahora se nos requiere queaguardemos tanto tiempo?”.

Ésta parece ser una pregunta jus-ta, en especial al considerar la garan-tía de las palabras del Señor quedicen: “Por esto sabréis si un hombrese arrepiente de sus pecados: Heaquí, los confesará y los abandonará”(D. y C. 58:43). La confesión es unrequisito crucial para el perdón, peroa ésta debe seguirle el cultivo de unadisposición a no obrar mal, la cual seevidencia por haber desechado el pe-cado por completo, y esto requiere elpaso del tiempo. Pedro comparó deforma gráfica a los que se arrepientenbrevemente pero que no vencen ladisposición a obrar mal, al “…perro[que] vuelve a su vómito, y la puercalavada [que se revuelca] en el cieno”(2 Pedro 2:22). En la revelación delos últimos días, el Señor hizo hinca-pié en la importancia de desarrollaruna disposición a obrar bien conti-nuamente cuando declaró: “…yo, elSeñor, en verdad os digo que no osimputaré ningún pecado; id y no pe-quéis más; pero los pecados anterio-res volverán al alma que peque, diceel Señor vuestro Dios” (D. y C.82:7).

Después de que Saulo de Tarsocontempló una cegadora luz celestialy oyó la voz de Jesucristo, su vida setransformó de forma radical y sunombre fue cambiado al de Pablo.Tras un periodo temporario de ce-guera, una bendición de manos deAnanías le restauró la vista. El autorde Hechos registró que “En seguida

predicaba a Cristo en las sinagogas,diciendo que éste era el Hijo deDios” (Hechos 9:20).

Pero el propio relato que Pablohace de su conversión es mucho másdetallado que la versión que se en-cuentra en Hechos. Pablo escribió alos gálatas que, tras su conversión,no se unió de inmediato a los demásApóstoles en Jerusalén, sino que fuea “Arabia, y [volvió] de nuevo aDamasco. Después, pasados tresaños, [subió] a Jerusalén para ver a Pedro, y [permaneció] con él quin-ce días” (Gálatas 1:17–18). Aun des-pués de predicar el Evangelio enDamasco, cuando se unió a sus her-manos en Jerusalén “todos le teníanmiedo, no creyendo que fuese discípulo” (Hechos 9:26). Dada lareputación de Pablo, quien anterior-mente había intentado destruir laIglesia, les llevó un tiempo a los de-más darse cuenta de que ahora habíadesarrollado la disposición de un dis-cípulo de Cristo.

INDICIOS DE DISPOSICIONES

Hay muchos indicios de la dispo-sición que tenemos hacia el bien o elmal. Por ejemplo, podemos vernos anosotros mismos como amables y ca-ritativos, aunque podemos tenercierta inclinación a contar chistes ra-cistas, lo cual contradice nuestracompasión. Puede que creamos quesomos pacientes y longánimes, peroentonces los demás pueden observarunos ligeros síntomas de enojo cuan-do estamos al volante y de repenteotro conductor se interpone ante no-sotros. Podemos vernos como seres

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compasivos y tolerantes entre nues-tros compañeros de trabajo y nues-tros vecinos, mientras que nuestrosfamiliares más cercanos pueden te-nernos por intolerantes y crueles.

El uso que hacemos del tiempo,en especial del tiempo libre, revela ladisposición que tenemos hacia elbien o el mal. El Señor declaró:“Porque el que es fiel y sabio en estavida es considerado digno de heredarlas mansiones preparadas para él pormi Padre” (D. y C. 72:4). Algunaspersonas llenan los fines de semana ysus tardes libres con televisión,mientras que otros acuden al templo,estudian las Escrituras y leen otros li-bros espléndidos, enseñan a sus hijospequeños a leer y a escribir, visitan alos pacientes enfermos en los hospi-tales, comparten el Evangelio consus vecinos, trabajan en su historiafamiliar y participan en proyectos demejora comunitaria, así como enotras incontables actividades respe-tables. La de éstos es la disposición ahacer el bien continuamente.

Nuestra actitud también refleja ladisposición que tenemos hacia elbien o el mal. La crítica inveterada yel pesimismo persistente, así comolas actitudes semejantes del sarcas-mo y el cinismo, con frecuencia re-flejan una falta de fe y confianza enel Señor y una constante impacien-cia porque Su gran plan de felicidadse despliegue en nuestra vida. Nefiadvirtió enérgicamente que debemos“seguir adelante con firmeza enCristo, teniendo un fulgor perfectode esperanza y amor por Dios y portodos los hombres” (2 Nefi 31:20).

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El uso que hacemos del tiempo,

en especial del tiempo libre,

revela nuestra disposición ha-

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En el capítulo final del Libro deMormón, Moroni reafirma que “debehaber fe; y si debe haber fe, tambiéndebe haber esperanza; y si debe ha-ber esperanza, debe haber caridadtambién” (Moroni 10:20). Además,enseñó que esa caridad, fe y esperan-za son esenciales para la salvación enel reino de Dios (véase Moroni10:21).

Moroni procede entonces a reali-zar una observación muy importan-te: “Y si no tenéis esperanza, oshallaréis en la desesperación; y la de-sesperación viene por causa de la ini-quidad” (Moroni 10:22). Moroni nodijo que la desesperación viene porcausa de la adversidad. Hay numero-sas personas cuyas doloridas almashan sido probadas hasta el límite, pe-ro que permanecen fieles y firmes. Esla iniquidad la que produce desespe-ración, porque la iniquidad aleja alConsolador, el cual es una gran fuen-te de fe y esperanza. La desespera-ción se manifiesta en la falta de fe, enla ausencia de esperanza y en el nodemostrar caridad hacia quienes noshayan ofendido o intentado destruirnuestros sueños. Sin la intervencióncicatrizante de la fe, la esperanza y lacaridad, la decepción pronto se tornaen pesar, y luego en desesperación.

El presidente Boyd K. Packer, ac-tualmente Presidente en Funcionesdel Quórum de los Doce Apóstoles,afirma: “Desde el principio se dispu-so que la vida nos presentaría un de-safío constante; es normal sufrir algode ansiedad, de depresión, de desilu-sión e incluso algunos fracasos”. Yluego añadió: “Enseñen a nuestros

miembros que si tienen un día des-graciado de vez en cuando, o variosconsecutivos, los enfrenten firme-mente. Las cosas se arreglarán.Existe un gran propósito para nues-tra lucha en la vida” (“That All MayBe Edified”, 1982, pág. 94). Mientrasvivamos en rectitud y continuemosnutriendo nuestro testimonio y nues-tra fe, incrementando nuestra con-fianza y esperanza en un PadreCelestial amoroso, y persistamos entratar a los demás con caridad —elamor puro de Cristo—, nuestras de-silusiones no se tornarán, en últimainstancia, en angustia, desesperanzay desesperación.

DISPOSICIONES HUMANAS Y

DIVINAS

Es bueno contrastar nuestra dis-posición humana con la disposicióndivina de Jesucristo. Durante Su mi-nisterio terrenal, el Salvador recono-ció humildemente: “…nada hagopor mí mismo, sino que según me en-señó el Padre… porque yo hagosiempre lo que le agrada” (Juan8:28–29). En el jardín de Getsemaní,en las profundidades de la agonía,oró dócilmente: “…no se haga mivoluntad, sino la tuya” (Lucas22:42), reflejando así “la voluntaddel Hijo siendo absorbida en la vo-luntad del Padre” (Mosíah 15:7).

Después de que a Abraham se lemandó sacrificar a su hijo Isaac,

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demostró al Señor y a su posteridadque tenía la disposición a hacer elbien continuamente cuando “se le-vantó muy de mañana” (Génesis 22:3;cursiva agregada) para hacer los pre-parativos necesarios para el sacrificioque preveía se requeriría de él.

José, bisnieto de Abraham, pro-porciona otro ejemplo impresionantede una disposición firme a eludir elmal y hacer lo bueno de continuo.Cuando la esposa de su señor inten-tó seducirle, José respondió indigna-do: “…¿cómo, pues, haría yo estegrande mal, y pecaría contra Dios?”(Génesis 39:9). Y luego huyó de supresencia. José había decidido mu-cho antes de conocer a la esposa dePotifar que jamás ofendería a Dios.

Una vez que Alma fue ultrajado,escupido y echado de la ciudad deAmmoníah, se le apareció un ángelque le mandó volver al mismo am-biente hostil del cual había sido ex-pulsado. Su amor por Dios antes quetemor alguno a los hombres y su

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Fortalecemos nuestra disposición

para hacer el bien cada vez que

hacemos convenios y los honramos.

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disposición a hacer el bien se ponende manifiesto en el hecho de que“volvió prestamente a la tierra deAmmoníah” (Alma 8:18; cursivaagregada).

Cuando el profeta José Smith re-lató los acontecimientos relaciona-dos con la Primera Visión y laposterior aparición del ángel Moroni,confesó que, en ocasiones, había“[manifestado] las debilidades de lajuventud y las flaquezas de la natura-leza humana”, pero se apresuró aañadir: “Esta confesión no es motivopara que se me juzgue culpable decometer pecados graves o malos,porque jamás hubo en mi naturalezala disposición para hacer tal cosa”(José Smith—Historia 1:28).

La disposición natural que elProfeta tenía para hacer el bien que-dó demostrada durante el Campo deSión. En mayo de 1834, el Profeta ylos demás hermanos se hallaban enel proceso de levantar las tiendas en

las praderas de Illinois cuando, de re-pente, algunos de los hermanos des-cubrieron tres serpientes de cascabely estaban a punto de matarlas. ElProfeta intervino de inmediato, en-señando: “¡Déjenlas en paz, no leshagan daño! ¿Cómo habrá de perderel veneno la serpiente, mientras lossiervos de Dios posean la misma dis-posición y continúen haciéndole laguerra? Los hombres deben llegar aser pacíficos antes de que la creaciónbruta lo sea; y cuando los hombrespierdan su disposición maligna y ce-sen de destruir la raza animal, el leóny el cordero vivirán juntos y el niñopequeño jugará sano y salvo con eláspid” (History of the Church, tomoII, pág.71). El profeta José vivió se-gún predicó.

Tal es la disposición que nace dela admonición del Salvador, cuandodijo: “…Amad a vuestros enemigos,bendecid a los que os maldicen, ha-ced bien a los que os aborrecen, yorad por los que os ultrajan y os per-siguen… Porque si perdonáis a loshombres sus ofensas, os perdonarátambién a vosotros vuestro Padre ce-lestial” (Mateo 5:44; 6:14).

Las palabras del profeta JoséSmith se aplican al presidenteGordon B. Hinckley: “El hombreque se siente lleno del amor de Diosno se conforma con bendecir sola-mente a su familia, sino que va portodo el mundo, con el deseo de ben-decir a toda la raza humana”(Enseñanzas, pág. 208). El exhausti-vo calendario de viajes del presiden-te Gordon B. Hinckley, exhaustivopara quienes lo acompañan,

L I A H O N A

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demuestra la disposición que tienepara hacer el bien continuamente,haciendo a un lado las comodidadesdel hogar para poder bendecir a lossantos por toda la tierra.

LA “DISPOSICIÓN DE CASI TODOS

LOS HOMBRES”

El Señor nos ha advertido en larevelación moderna “que la natura-leza y disposición de casi todos loshombres, en cuanto reciben un pocode autoridad, como ellos suponen, escomenzar inmediatamente a ejercerinjusto dominio” (D. y C. 121:39).Puedo detectar el injusto dominiomás fácilmente en los demás que enmí mismo. Puedo considerarme fran-co, decidido y exigente, mientras quelos demás pueden verme como unapersona descortés, desconsiderada ypoco razonable. Una de las más gran-des salvaguardas contra la disposi-ción hacia el injusto dominio es elprincipio de presidencia y el sistema deconsejos de la Iglesia. Cuando los lí-deres humildemente buscan y escu-chan el consejo de los demás, ycuando los miembros de la familia seaconsejan entre sí, por lo general to-man decisiones que recibirán laaprobación ratificatoria del Señor(véase D. y C. 107:26–31).

Nuestra disposición para hacer elbien o el mal se refleja a menudo ennuestras interpretaciones de losmandamientos y en nuestra reacciónal consejo de las AutoridadesGenerales. Algunas personas, porejemplo, tratan de negociar una defi-nición muy estrecha del diezmo, peroprefieren una interpretación muy

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El profeta José Smith enseñó que

“cuando los hombres pierdan su

disposición maligna y cesen de

destruir la raza animal, el león y el

cordero vivirán juntos”.

amplia de la Palabra de Sabiduría. Enpalabras del élder Marion G.Romney (1897–1988), por entoncesdel Quórum de los Doce Apóstoles:“Hay aquellos entre nosotros quetratan de servir a Dios sin ofender aldiablo” (“The Price of Peace”,Speeches of the Year, 1 de marzo de1955, pág. 7). Pero hay muchos otrosSantos de los Últimos Días fieles cu-yas vidas reflejan la disposición delSalvador, quien siempre buscó haceraquellas cosas que complacían a SuPadre (véase Juan 8:29).

GUARDAS DE LOS CONVENIOS

Fortalecemos nuestra disposicióna hacer el bien cada vez que hace-mos convenios y los honramos.Cada vez que participamos en lasordenanzas del sacerdocio, descien-den los poderes de lo alto y nosacercan a los cielos. Los que partici-pan de la Santa Cena y de las orde-nanzas del templo con corazonespuros y guardan fielmente sus con-venios no precisan de largas instruc-ciones en cuanto a la modestia en elvestir, el pago de una ofrenda deayuno generosa y un diezmo ínte-gro, la obediencia a la Palabra deSabiduría y la santificación del díade reposo. No necesitan severos re-cordatorios sobre el compartir elEvangelio con los demás, asistir altemplo con frecuencia, realizar lainvestigación de historia familiar, osobre hacer sus visitas de orienta-ción familiar o de maestras visitan-tes. Tampoco se les tiene queindicar que deben visitar al enfermoy servir al necesitado.

Éstos son los santos fieles delDios Altísimo que guardan los sa-grados convenios que han concer-tado en la casa del Señor, “con ladeterminación de servirle hasta elfin, y verdaderamente [manifies-tan] por sus obras que han recibidodel Espíritu de Cristo para la remi-sión de sus pecados” (D. y C.20:37). Los que observan los con-venios “[están] dispuestos a llevarlas cargas los unos de los otros” yestán dispuestos a “llorar con losque lloran; sí, y a consolar a los quenecesitan de consuelo, y ser testigosde Dios en todo tiempo, y en todaslas cosas” (Mosíah 18:8–9). Ellosviven la ley de consagración. Todosu tiempo, sus talentos y sus recur-sos económicos pertenecen alSeñor.

El guardar sus convenios les hapermitido desarrollar la disposición ahacer lo bueno continuamente, y“están dispuestos a tomar sobre sí elnombre [del] Hijo, y a recordarlesiempre, y a guardar sus mandamien-tos que él les ha dado” (D. y C.20:77; cursiva agregada). El guardarlos convenios los hace merecedoresde recibir la bendición prometida enla oración sacramental de que “siem-pre puedan tener su Espíritu consigo”(D. y C. 20:77; cursiva agregada); yla compañía continua del Espíritucultiva una disposición a hacer lobueno.

Ruego que siempre “[sigamos]adelante con firmeza en Cristo, te-niendo un fulgor perfecto de espe-ranza y amor por Dios y por todoslos hombres” (2 Nefi 31:20). Al hacerlo, podremos llegar a ser como los del pueblo del reyBenjamín, quienes “no [tenían]más disposición a obrar mal, sino ahacer lo bueno continuamente”(Mosíah 5:2). �

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ILUSTRACIÓN FOTOGRÁFICA POR KELLI PRATT.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Estas respuestas se dan como ayuda y orientación para los miembrosde la Iglesia, y no como doctrina religiosa.

¿Por qué debería preocuparme por pagar el diezmo?Gano tan poco dinero que estoy seguro de que mi diezmono es muy importante. ¿Por qué debería preocuparme porpagar el diezmo?

LA RESPUESTA DE LIAHONA

La mayoría de los debates sobre eldiezmo giran alrededor de sus usos:la edificación de templos y centrosde reuniones, el apoyo a la obra mi-sional, la financiación de operacio-nes cotidianas de la Iglesia, etc. Loprimero que debemos entender so-bre el diezmo es que el Señor no ne-cesita nuestro dinero. Tanto estatierra como innumerables otras sonSuyas, y si lo deseara, podría finan-ciar Su obra de algún otro modo. Porejemplo, podría volver los guijarrosdel camino en diamantes y hacerque los diáconos los recogieran.Podría enviar a los líderes de laIglesia de pesca y hacerles atraparpeces que tuvieran monedas valiosasen la boca (véase Mateo 17:27). Osimplemente podría hacer que losrecursos de la Iglesia nunca se ago-taran (véase 1 Reyes 17:8–16).Podría hacer todo esto, pero no lohace, lo cual significa que la ley deldiezmo debe tener un propósito ma-yor que el de meramente financiar laobra del Señor.

¿Cuál es ese propósito mayor?Como muchos de nuestros lectoresexplican en sus respuestas, la ley deldiezmo será, no tanto para benefi-ciar a la Iglesia económicamente, si-no para bendecir espiritualmente acada uno de los que la obedezcan. Eldiezmo tiene que ver con la fe, y notanto con el dinero. Al Señor no leinteresa el número de pomos ni dehimnarios que se puede comprarcon tu diez por ciento. Más bien, leinteresa la condición de tu corazóny tu disposición para cumplir Su voluntad.

El diezmo es un mandamientofundamental, uno sobre el cual seapoyan otros temas mayores. Sóloaquellos miembros de la Iglesia quepaguen un diezmo íntegro puedenrecibir las ordenanzas del templo, yel Señor nos dice que aquellos quepaguen el diezmo no serán quemadosdurante la Segunda Venida (véase D. y C. 64:23).

El pago del diezmo parece ser unamedida espiritual del compromisoque una persona tenga hacia el

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Señor. Esta ley, dijo el presidenteJoseph F. Smith (1838–1918), prue-ba la lealtad de los Santos de losÚltimos Días: “Por este principio sepodrá saber quiénes están a favor delreino de Dios y quiénes están encontra. Por este principio se manifes-tarán aquellos cuyo corazón está dis-puesto a hacer la voluntad de Dios y a guardar Sus mandamientos… ytambién se manifestarán quienes sehayan opuesto a este principio y sehayan privado de las bendiciones deSión” (Enseñanzas de los presidentes dela Iglesia: Joseph F. Smith, 1998, pág.296).

Referente al diezmo, lo que im-porta no es la cantidad sino la acti-tud. El diezmo forma parte de unaley mayor, la ley de consagración,una ley que debemos aceptar y vivirsi deseamos obtener una herencia enel reino celestial. La consagraciónconsiste en la disposición para em-plear todo aquello con lo que elSeñor nos ha bendecido, inclusonuestra propia vida, para edificar Sureino en la tierra. El diez por ciento

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Ruth Kissi

David Lelogeais

Danuta Pullig Galvão

Élder Álvaro Yépez

Anthony L. Ekpezu

Élder Armel F. Severin Ikoue

es una parte pequeña de lo que Élnos da y, en cierta forma, es lo menosque podemos hacer.

LAS RESPUESTAS DE LOS LECTORES

Al pagar el diezmo, demostramosnuestro amor hacia nuestro PadreCelestial y edificamos Su reino. Noimporta lo mucho ni lo poco que ga-nemos; si amamos a nuestro PadreCelestial, le demostramos nuestraobediencia.Ruth Kissi,

Barrio Hägersten,

Estaca Estocolmo Sur, Suecia

Yo no gano mucho dinero, peroobedezco la ley del diezmo con gusto.El ejemplo de mis padres y mi propiotestimonio convierten en un placerel participar en la gran obra del reinode Dios en la tierra.David Lelogeais,

Barrio Salon,

Estaca Niza, Francia

No importa lo pequeño que sea eldiezmo, será de gran valor a los ojosde Dios ya que estás obedeciendo Suley. Tus bendiciones no serán más pe-queñas por causa de una cantidadpequeña. Lo poco que se recibe demuchos constituye un todo másgrande.Danuta Pullig Galvão,

Barrio Méier,

Estaca Rio de Janeiro, Brasil

Jesucristo mismo dio la respuestacuando nos dio el ejemplo de la viu-da pobre que donó dos blancas (véa-se Marcos 12:41–44). Lo másimportante es tener un corazón dis-puesto y el amor puro de Cristo. El

Señor considera la calidad y no lacantidad de nuestro donativo.Élder Álvaro Yépez,

Misión Venezuela Barcelona

Cuando pagamos un diezmo ínte-gro, recibimos bendiciones de nues-tro Padre Celestial, tal como se nospromete en Malaquías 3:10. Peropuede que esta bendición no sea elrecibir más dinero. Las bendicionesque recibimos pueden ser espiritualeso físicas.

El servir en la casa del Señor esuna de las muchas bendiciones quehe recibido por haber pagado undiezmo íntegro. Nuestros hermosostemplos son bendiciones que proce-den del pago del diezmo.Anthony L. Ekpezu,

Rama Calabar 2,

Distrito Calabar, Nigeria

El Señor nos pide que paguemosde forma honrada una décima partede nuestros ingresos, cualquiera quesea la cantidad que recibamos. Es unaprueba de nuestra fe. Él no precisa denuestras donaciones para financiarSu Iglesia, pero nosotros sí precisa-mos de Sus dones. Si pagamos undiezmo íntegro, seremos las personasmás felices de la tierra, la cosecha denuestros campos será abundante y laobra del Señor avanzará.Élder Armel F. Severin Ikoue,

Misión Costa de Marfil Abiyán

Cuando terminé la secundaria,conseguí un empleo en el que no mepagaban mucho y tenía vergüenza depagar un diezmo tan pequeño. Unode mis amigos me recordó aJesucristo cuando alabó a la viuda

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Fabián Argote Montalvo

Hermana Mustapha Tina

Ihuoma Chidiebere

Jean Pyeere Moreira

pobre (véase Lucas 21:1–4). A partirde entonces no he vuelto a pensar deesa manera. Continué pagando undiezmo íntegro y más tarde fui ben-decido al poder conseguir un empleomejor y ganar dinero para mi misión.Fabián Argote Montalvo,

Barrio Las Granjas,

Estaca Neiva, Colombia

Siempre debemos recordar la ad-monición de nuestro Salvador de nohacernos tesoros en la tierra sino enel cielo (véase Mateo 6:19–21). Nosiempre debemos esperar más dineroen forma de bendición por pagar eldiezmo. Recibimos muchas bendicio-nes de Dios por pagar el diezmo y pa-ra mí una de ellas es el poderdedicarme por entero a la edificaciónde Su reino.Hermana Mustapha Tina,

Misión Nigeria Enugu

No recibimos ninguna bendiciónde Dios si al pagar el diezmo somos dedoble ánimo. Si nos sentimos obliga-dos a pagar el diezmo o lo pagamosmotivados por el temor a lo que nospueda pasar si no lo hacemos, lo esta-mos pagando a regañadientes y quizásno debamos esperar recibir bendiciónalguna. En ocasiones somos sincerosal pagar el diezmo pero no vemos nin-guna bendición física. No es que Diosnos haya olvidado, pero tenemos queesperar. Él tiene bendiciones infinitaspara Sus hijos que obedecen Sus man-damientos, pero éstas se manifestaránen el tiempo del Señor. Debemos per-severar hasta el fin.Ihuoma Chidiebere,

Rama Umunwanwa,

Estaca Umuahia, Nigeria

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Hay varios motivos por los quedebemos pagar el diezmo. Permítememencionar tres de ellos: (1) es unmandamiento del Señor; (2) no im-porta lo poco que paguemos, estare-mos haciendo nuestra parte paraestablecer Sión en la tierra; y (3) for-talece nuestro testimonio.Jean Pyeere Moreira,

Barrio Itinga,

Estaca Joinville, Brasil

Si nuestros lectores desean que estasección de PREGUNTAS Y RES-PUESTAS sea más útil, sírvanse con-testar la pregunta que aparece acontinuación. Envíen su respuesta antesdel 1° de agosto de 2001 a: QUES-TIONS AND ANSWERS 08/01,Liahona, Floor 24, 50 East NorthTemple Street, Salt Lake City, UT84150–3223, USA; o a la dirección decorreo electrónico [email protected]. La respuestaque envíen puede estar escrita a máqui-na o con letra legible en su propio idio-ma. A fin de que su respuesta se tomeen consideración, deben incluir su nom-bre completo, edad, dirección, barrio yestaca (o rama y distrito). Si es posible,incluyan su fotografía; ésta no se devol-verá. Se hará una selección representa-tiva de todas las respuestas.

PREGUNTA: Los pocos miembros de laIglesia de mi escuela que tienen mi edadse ríen de mí o me evitan. En la iglesia escomo si no existiera y mis únicos buenosamigos no son miembros. ¿Debo siquieraintentar hacer amistades con los jóvenesde mi barrio, o debo pasar más tiempocon mis amigos que no son miembros pe-ro que son más cristianos? �

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AUMENTEMOS NUESTRA ESPIRITUALIDAD PORMEDIO DEL AYUNO Y LA ORACIÓN

MENSAJE DE LAS MAESTRAS VISITANTES

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P ara su sorpresa, Alma se en-contró con sus amigos, los hi-jos de Mosíah, cuando

regresaban de prestar servicio misio-nal entre los lamanitas durante ca-torce años. Se regocijó por la fe yfidelidad de ellos y por la devocióncon la que habían servido. Con ante-rioridad, Alma y los hijos de Mosíahhabían perseguido a los miembros dela Iglesia, pero desde su conversión,se habían convertido en “hombres desano entendimiento” porque “habíanescudriñado diligentemente lasEscrituras” y “se habían dedicado amucha oración y ayuno; por tantotenían el espíritu de profecía y el es-píritu de revelación, y cuando ense-ñaban, lo hacían con poder yautoridad de Dios” (Alma 17:2–3;véase también Mosíah 27:8–37).

OFREZCAMOS NUESTRA ALMA

ENTERA A CRISTO

Si queremos desarrollar una ma-durez espiritual semejante a la deAlma y los hijos de Mosíah, tenemosque hacer lo que hicieron ellos: obe-decer los mandamientos, estudiar lasEscrituras, servir a nuestras familias ya nuestro prójimo, y combinar todosesos esfuerzos con el ayuno y la oración.

Anteriormente en el Libro deMormón, Amalekí testificó que sivenimos a Cristo y le ofrecemos“[nuestras] almas enteras

como ofrenda, y [continuamos] ayu-nando y orando, y [perseveramos]hasta el fin;” seremos salvos (Omni1:26). Puesto que el alma consistedel cuerpo y del espíritu (véase D. y C. 88:15), ofrecemos nuestra al-ma entera cuando sometemos los de-seos tanto del cuerpo como delespíritu a la voluntad de nuestroPadre Celestial. El ayuno y la oraciónnos son de utilidad para aprender acontrolar nuestros apetitos; tambiénnos ayudan a tener “hambre y sed dejusticia” (Mateo 5:6). El ayunar du-rante dos comidas consecutivas, talcomo se nos exhorta a hacer una vezal mes durante el domingo de ayuno,puede refinar el espíritu, fortalecer elcontrol que tiene sobre el cuerpo ytraer a nuestra vida la dichosa in-fluencia del Espíritu Santo (véase D. y C. 59:12–14).

“MÁS FIRMES EN LA FE DE CRISTO”

Sheryl Condie Kempton, deOrem, Utah, describe una ocasiónen la que el ayuno y la oración le pro-porcionaron fortaleza espiritual:“Ayuné y oré a fin de poder resistircierta tentación que me había estadomolestando. Los resultados fueronmilagrosos: no solamente pude resis-tirla, sino que también cesó de seruna tentación” (“El ayuno: Un donde gozo”, Liahona, julio de 1978, pág. 30).

Para que el ayuno nos ayude a in-crementar la espiritualidad, debe iracompañado de la oración ferviente.Es más, el contribuir al fondo deofrendas de ayuno enternece el cora-zón y abre las ventanas de los cielos.

Al ayunar, debemos ser prudentesy hacerlo con moderación, y no de-bemos ayunar si nuestra salud u otrascircunstancias no nos lo permiten.

Sin embargo, todos los que pue-dan hacerlo deben participar en laley del ayuno. Cuando lo hacemos,somos bendecidos al igual que los ne-fitas que “ayunaron y oraron fre-cuentemente, y se volvieron más ymás fuertes en su humildad, y másy más firmes en la fe de Cristo,hasta henchir sus almas de gozo yde consolación; sí, hasta la purifi-cación y santificación de sus co-razones, santificación que vienede entregar el corazón a Dios”

(Helamán 3:35). �

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A P R E C I E M O S E L

SACRIFICIO DEL SALVADOR

LÍNEA SOBRE LÍNEA

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“Cuando vi que la bandeja se acercaba a mi fila, nopude evitar sentirme avergonzado. Ese domingosería la primera vez en mi vida que no habría si-

do digno de participar de la Santa Cena. La bandeja seacercaba a mí con rapidez y me hallaba sobrecogido porlos sentimientos. ¿Qué pensarían mis padres cuando notomara la Santa Cena? ¿Y mis hermanos pequeños? Sesuponía que yo era su ejemplo.

“Cuando llegó la bandeja, la pasé con rapidez, incli-nando la cabeza. Sentía como si todos los que estaban enla capilla me estuvieran mirando.

“La semana anterior había hablado con mi obispo.Entré en su oficina y comencé a llorar de vergüenza in-cluso antes de sentarme. Cuando le dije todo lo que ha-bía hecho, pensé que se enojaría conmigo, que me diríaque no tenía esperanza alguna de ser perdonado. En vezde eso, me di cuenta de que también él estaba llorando.Me hizo saber que se sentía agradecido por haber acudi-do a él. Me sentía bien al saber que él había sido llamadopor el Señor para ayudarme con mis problemas. Tambiénme sentía bien al saber que tenía alguien con quien ha-blar mientras me esforzaba por aplicar los principios de laExpiación a mi vida. Sabía que podía confiar en el obis-po y que podía compartir mis sentimientos con él.

“Cuando terminé de hablar con el obispo, me dijo queme amaba. ‘Voy a ayudarte todo lo que pueda para quesoluciones estos problemas’, dijo. En ese momento supeque al final todo saldría bien.

“La primera vez que no tomé la Santa Cena fue difícil,y tengo que volver a pasar por esa experiencia cada do-mingo hasta que el obispo me diga que puedo volver a to-marla. Pero me siento agradecido por tener la bendicióndel arrepentimiento en mi vida. Sé que puedo volver a serlimpio mediante la expiación de Jesucristo. A causa de es-ta experiencia y de las pruebas por las que estoy pasando,nunca quiero volver a ser indigno. El no participar de laSanta Cena es difícil, pero me ha servido para apreciar másplenamente el sacrificio que mi Salvador hizo por mí”.

L I A

El pecado es algo malo; nos hace sentir sucios, in-dignos y avergonzados. Esos sentimientos pueden hacerque el confesar nuestros errores parezca la parte másdifícil del proceso del arrepentimiento. La mayoría delos pecados los tenemos que confesar sólo a nosotrosmismos, al Señor y a la persona o a las personas afecta-das por la transgresión. Sin embargo, otros pecados sonde naturaleza mucho más seria y se deben confesar a ladebida autoridad del sacerdocio, por lo general el obis-po o el presidente de rama. Entre esos pecados serios seincluyen “el adulterio, la fornicación y otras transgre-siones sexuales, y otros pecados de gravedad compara-ble” (Spencer W. Kimball, El milagro del perdón, 1969,pág. 179). El confesar los pecados serios al obispo o alpresidente de rama requiere humildad sincera y un de-seo de ser recto ante Dios. Es un paso necesario paravolver a estar en paz con nosotros mismos y con elSeñor.

No importa cuáles sean nuestros pecados, el Salvadorsufrió por cada uno de nosotros para que, si nos arrepen-timos, no padezcamos (véase D. y C. 19:16). Quizásnuestro amor por Él no sea completo sino hasta que nohagamos de Su sacrificio algo personal. El presidenteJames E. Faust, Segundo Consejero de la PrimeraPresidencia, explicó: “Siento Su amor y me asombra elprecio que Él pagó por cada uno de nosotros. Me pre-gunto cuántas gotas de sangre se derramaron por mí”.(“Testigos especiales de Cristo”, Liahona, abril de 2001,pág. 21).

A veces podemos sentirnos desanimados al esforzar-nos por dejar atrás nuestros pecados, pero el Señor estáahí para ayudarnos y nos concede Su tranquilizadoraconvicción:

“He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados esperdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más.

“Por esto sabréis si un hombre se arrepiente de sus pecados: He aquí, los confesará y los abandonará” (D. y C. 58:42–43). �

H O N A

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“Por testimonio y testigo”

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VOCES DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

E n una ocasión, el presidente de los

Estados Unidos preguntó al profeta José

Smith qué diferencia había entre nues-

tra religión y las demás religiones de la época, a lo

que el Profeta respondió que la diferencia se en-

contraba en “el don del Espíritu Santo… todas las

demás consideraciones estaban incluidas en el don

del Espíritu Santo” (History of the Church,

4:42). ❦ El tener el Espíritu Santo co-

mo compañero es uno de los dones

más grandes que nos ofrece nuestro

Padre Celestial. El Espíritu Santo

testifica de la verdad, santifica al

. . . . . . . . . . . . . . . . . .

Cuando toqué el timbre, acudió

un conserje, quien me invitó a

asistir a las reuniones al

domingo siguiente.

J U N I O

que verdaderamente se arrepiente, nos inviste con

dones espirituales, sana el corazón quebrantado,

revela, enseña y consuela. Fundamentalmente, el

Espíritu Santo es el Espíritu de paz. Tal como en-

seña el presidente Gordon B. Hinckley, e ilustran

los siguientes relatos, cuando tenemos la compa-

ñía del Espíritu, tendremos “felicidad en el cora-

zón” y sentiremos “esa paz que… incluso

en medio del conflicto… procede de

un testimonio de la veracidad de es-

ta obra” (“Las palabras del Profeta

viviente”, Liahona, junio de 2001,

pág. 35).

. . . . . . . . . . . . . . . . . .

Una visión más elevadapor Hugo Ibáñez

Siempre había soñado con volar,por lo que en diciembre de 1961,

a la edad de veintiún años, conseguíla licencia de piloto. Siempre que meencontraba deprimido o tenso, subíaa un avión y, luego de pasar un ratovolando, me sentía mucho mejor.

Después de un año, tras haber rea-lizado 84 horas de vuelo, dejé laaviación. Aunque volar me habíarelajado, me di cuenta de que esta-ba buscando algo más, una paz inte-rior que no podía encontrar en elvuelo.

Diez meses de vagar fueron sufi-cientes para convencerme de que talvez no encontraría tampoco en tierrafirme aquello que estaba buscando.Pensé que el trasladarme a diferentes

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29

localidades sería la respuesta, perono lo fue, así que comencé a investi-gar las diferentes filosofías religiosas.Durante los siguientes dieciochoaños, investigué muchas iglesias yllegué a ser activo en unas cuantasde ellas.

Un día visité la iglesia que se ha-llaba a tres cuadras de nuestra casa.Cuando toqué el timbre, acudió unconserje. Le dije que tenía dos hijosadolescentes que precisaban perte-necer a un grupo de jóvenes.“¿Tienen ustedes Boy Scouts?”, lepregunté, y él me dijo que sí.

Entonces le pregunté si su iglesia

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Siendo la más joven y la única

miembro soltera de la familia, es-

taba completamente asolada por

la muerte de mis padres; pero mi

Padre Celestial tenía otros planes

para mí.

se basaba en la Biblia, a lo que nue-vamente respondió que sí, que se ba-saba en la Biblia y en el Libro deMormón, y me invitó a asistir a lasreuniones al domingo siguiente.Marcelo, mi hijo de 13 años, se en-contraba viajando con unos amigos,por lo que invité a mi otro hijo,Sergio, de 15, a acompañarme. Fueconmigo, aunque no tenía muchasganas de hacerlo.

Cuando entramos en la capilla,varios miembros nos recibieron deforma amable. Un hombre mayornos presentó rápidamente a los misioneros, quienes empezaron esemismo día a enseñarnos las charlas.Cuando Marcelo regresó de su viaje, se incorporó a las charlas. El Espíritu nos tocó el corazón y el 16 de febrero de 1980 mis hijos yyo nos convertimos en miembros deLa Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días. Mi es-posa, Isabel, se bautizó un mes mástarde.

Han pasado casi cuarenta añosdesde que comencé a buscar esa paz interior en lugares que estabanfuera de mí. Hoy día, gracias al Evangelio de Jesucristo, veo mu-cho más lejos que cuando iba enavión; veo un mundo más real yhermoso que el que vi desde el aire;veo un mundo y una vida llenos del amor de Dios y creo que nosaguardan glorias aún mayores en elvenidero.

Hugo Ibáñez es miembro del Barrio

Montevideo 4, Estaca Montevideo Oeste,

Uruguay.

Hice el experimentopor Lydie Zebo Bahie

M is padres fallecieron mientrasyo todavía vivía en casa.

Siendo la más joven y la única miem-bro soltera de la familia, estaba com-pletamente asolada.

Sola y vulnerable, me quedé tanangustiada que tuve que dejar los es-tudios. Preocupados por mi estadode ánimo, mis hermanos y hermanasme llevaron a casi cada uno de loshospitales de la zona. Los médicosdijeron que estaba en estado de cho-que y que necesitaba descanso totalen un lugar tranquilo, lejos de los li-bros y de cualquier cosa que requirie-ra que pensara en cosas profundas.

La vida se hizo aún más difícil, enespecial cuando veía a mis amigoscontinuar con los estudios. El hechode que ellos todavía tenían madretambién me causaba dolor; mi madrelo había sido todo para mí. Deseabamorir para así poder reunirme conmis padres.

Pero mi Padre Celestial tenía otrosplanes para mí. En Su sabiduría yamor, inspiró a mis hermanos a llevar-me de la ciudad donde había estadoasistiendo a la escuela a otra ciudadpara estar más cerca de ellos. Me ins-talé con mi hermana Alphonsine.Ella, su esposo y sus hijos fueron tanamables conmigo que comencé a sen-tirme mejor. Más importante aún, elhijo mayor de mi hermana, FaetNadege, me dio a conocer La Iglesiade Jesucristo de los Santos de los Últi-mos Días. Fue mi relación con la

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Iglesia y el poder del Evangelio lo quefinalmente tranquilizó mi mente y sa-nó mi corazón herido.

La primera vez que asistí a laIglesia, las hermanas de la Sociedadde Socorro y de las Mujeres Jóvenesme recibieron tan calurosamente quesentía que casi había encontrado denuevo a mis padres. Continúe asis-tiendo a la Iglesia y con el tiempo em-pecé a recibir las charlas misionales.

Uno de los primeros compromisosque los élderes Hurst y Bekoin requi-rieron de mí fue el de leer el Libro deMormón. Yo les contesté que no po-día porque me habían dicho que no

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leyera ni hiciera nada que requirierademasiada concentración. Los élde-res me animaron a orar con sinceri-dad y con fe en Jesucristo sobre supetición, asegurándome que el Señorme daría la capacidad para hacer loque fuera necesario.

Seguí el consejo, hice el experi-mento y leí el Libro de Mormón (ysin dificultad alguna). Me bauticé el18 de noviembre de 1995.

Pronto recibí un llamamiento pa-ra enseñar en la Sociedad deSocorro, luego fui llamada como mi-sionera de rama, tras lo cual serví co-mo consejera de la presidencia de la

Sociedad de Socorro y luego comopresidenta de las Mujeres Jóvenes denuestra rama. Todos estos llama-mientos me fortalecieron y me ayu-daron a progresar, tanto espiritualcomo mentalmente.

El mayor crecimiento personal detodos se produjo cuando serví en laMisión República Democrática delCongo, Kinshasa. Me hallaba entrelas primeras hermanas misionerasque servían allí. Las experiencias quetuve, tanto positivas como negativas,me ayudaron a adquirir una mayorcapacidad cristiana de amor y servi-cio. Mi gozo fue completo.

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Siempre estaré agradecida a los queme amistaron la primera vez que fui ala Iglesia. Al conocerles, encontré unanueva familia, una familia grande yamorosa que ahora sé que es eterna: lafamilia de nuestro Padre Celestial. Mesiento agradecida al profeta JoséSmith, pues por medio de él el Señorrestauró Su Iglesia. Más que nada, mesiento agradecida por mi PadreCelestial y mi Señor y Salvador,Jesucristo. Cuando todo lo que podíaver era pesar, Ellos me abrieron laspuertas a la felicidad y la vida.

Lydie Zebo Bahie es miembro de la Rama

Bouaké 2, Misión Costa de Marfil Abiyán

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Realmente no estabasolopor Kelly A. Harward

A l haber terminado un viaje denegocios y conducir de regreso

por una carretera comarcal, me sen-tía a la vez agradecido y terriblemen-te solo. Pensaba en los logros de lasemana con mi nuevo empleo, peroluego sentía la soledad al dirigirmehacia mi apartamento vacío. Era laprimera vez que me encontraba lejosde casa y de mi familia desde que ser-ví en una misión.

Mi mente se remontó varios me-ses atrás, hasta la mañana en la quemetí todas mis pertenencias en el co-che y salí de casa. Con todos los de-más ya en el trabajo o la escuela, sólomi madre se encontraba allí para dar-me los últimos ánimos y consejos pa-ra vivir solo. Al salir, mi madreestaba en la puerta, lanzándome be-sos e intentando reprimir las lágri-mas.

“Contrólate”, me dije en voz alta.“Soy un hombre de veinticuatroaños”. Pensé en cuando llegué aChicago y me quedé asombrado porel tamaño de la ciudad. Desde el pi-so 110 de la Torre Sears de Chicago,había dirigido la vista hacia una delas intersecciones de la autopista másabarrotadas del mundo, para luegocontemplar uno de los aeropuertosmás congestionados del mundo. Medijeron que en Chicago y en sus alre-dedores vivían más de siete millonesde personas. Al contemplar los milesde coches, me imaginé a cada una de

las personas que había en su interiory cómo Dios les conocía. ¿Es posible?,me había preguntado. ¿Cómo es posi-ble que nos conozca a cada uno?

Mi mente regresó a la soledad delcoche en la carretera comarcal, y oréen busca de consuelo. Le dije a miPadre Celestial que había pasado dosaños como misionero testificandoque Él vive y que nos conoce a cadauno de nosotros en persona, peroque mi corazón se hallaba lleno desoledad y duda. ¿Sabía Él lo terrible-mente solo que me sentía?

Mientras oraba, me di cuenta porel retrovisor de que se acercaba uncamión grande. Disminuí la veloci-dad gradualmente y me hice a la de-recha para dejarle pasar. Elconductor aceleró y saludó con lamano al adelantarme. Una vez de-lante de mí, disminuyó la velocidad yse hizo a la derecha, tal como habíahecho yo, y ahora me invitaba a mí aadelantarle. Ésta no es la idea que ten-go de sentirme acompañado, pensé.

Cuando aceleré y adelanté al camión, el conductor volvió a saludarme y esta vez tocó el claxon, asustándome.Rápidamente dejé espacio entreambos, pero antes de que pudierareaccionar, allí estaba otra vez, a laaltura de mi coche y saludán-dome de nuevo. En esta ocasión, cuando me ade-lantaba, el conductordel camión me hizo unaseña para que me detuviese.

La parte posterior del ca-mión abarcaba toda la vista

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de mi parabrisas, y fue entonces queme percaté de la pegatina que habíaen el parachoques: La felicidad estáen la noche de hogar. “Un momen-to”, dije en voz alta. “Tiene que sermiembro de la Iglesia pero, ¿cómosabe que yo lo soy?”. Le seguí hastaun centro comercial y él se dirigióhasta un restaurante de comida rápi-da. Volví a mirar la familiar pegatinadel parachoques y sonreí a modo deasentimiento. Después de todo, erala hora de comer y tenía hambre.

“Hola, soy Jake”, dijo, extendien-do la mano mientras entrábamos enel restaurante. “Me fijé en la pegati-na de la Universidad Brigham Youngque llevas en la ventana de atrás delcoche y pensé que serías Santo de losÚltimos Días”, continuó. “Pensé quete gustaría comer algo”.

“Así es; soy Santo de los ÚltimosDías y también tengo hambre”, dije.

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“Me llamo Kelly. Vi la pegatina de lanoche de hogar en su parachoques ypensé que también usted debía sermiembro”. Afirmó que lo era, y am-bos nos sentamos ante una mesa pequeña.

“Sólo hace un año que soy miem-bro”, dijo aun antes de comenzar acomer. “Toda mi vida sentí que habíaun Dios que conocía a Sus hijos en latierra y se preocupaba por ellos, perono fue sino hasta que escuché el plan

de salvación que obtuve

un conocimiento real del amor queDios tiene para cada uno de noso-tros”. Estaba ante mí un perfectodesconocido compartiendo su testi-monio conmigo. “Cuando me acer-qué con el camión y vi la pegatinaque llevabas de la UniversidadBrigham Young, me sobrevino lafuerte impresión de que debía cono-certe”, dijo.

Después de un rato, me dijo:“¿Puedes imaginarte lo diferente quesería este mundo si todos supieran lo

que nosotros sabemos: que Dios nosconoce a cada uno, nos ama y quiereque seamos felices?”.

Qué testimonio tan maravilloso,pensé, mientras Jake me explicabaque él y su esposa tenían planeadosellarse en el templo a finales de mes.Mi mente se llenó de pensamientosde gratitud hacia él por compartir sutestimonio conmigo en un momentoen que tanto lo necesitaba; hacia laIglesia verdadera de Jesucristo, quehace que dos extraños sean amigos;hacia mi familia, que me enseñó elEvangelio; hacia la misión y la opor-tunidad que me dio de compartir mitestimonio con los demás; hacia unPadre Celestial amoroso que conocea cada uno de Sus hijos y se preocu-pa por ellos; y hacia los buenosSantos de los Últimos Días comoJake. �

Kelly A. Harward es miembro del Barrio

Country Oaks, Estaca Kays Creek, Layton,

Utah.

Allí estaba otra vez, a la altura de

mi coche y saludándome de nue-

vo. En esta ocasión, cuando me

adelantaba, el conductor del

camión me hizo una seña

para que me detuviese.

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Las palabras del Profeta vivienteR E F L E X I O N E S Y C O N S E J O S D E L P R E S I D E N T E G O R D O N B . H I N C K L E Y

CULTIVEN UN TESTIMONIO DE LA

RESTAURACIÓN

“Cultiven un testimonio de la res-tauración del Evangelio. Ustedes, aligual que yo, saben que esta obra esverdadera… pero tienen que culti-var, nutrir y alimentar su testimoniode estas cosas mediante la lectura delas Escrituras y siendo activos y fielesen la Iglesia.

“Si no tienen un testimonio,pongan manos a la obra para obte-ner uno. El Señor nos dijo cómo ha-cerlo; dijo que el que hace lavoluntad del Padre ‘conocerá si ladoctrina es de Dios, o si yo hablopor mi propia cuenta’ (Juan 7:17).Eso es tan cierto como cualquierotra cosa sobre la faz de la tierra, yes así de sencillo. Es una ley de Dios

que lleva consigo una promesa ma-ravillosa y notable”1.

SEAN FIELES

“A ustedes, jovencitas que se ca-sarán y se convertirán en madres ytransmitirán las cualidades de sugeneración; a ustedes, muchachosque se convertirán en padres ytransmitirán el linaje que es su másgrande posesión, a ustedes les digo:sean fieles. Sean fieles en la fe.‘Firmes creced en la fe que guarda-mos; por la verdad y justicia lucha-mos’ (Himnos, número 166). Seanleales a su gran herencia. De formaintachable, transmitan a los quevengan después de ustedes las gran-des virtudes de aquellos que les hanprecedido. Toda su herencia de

cuerpo y mente procede de sus an-tepasados. Transmitan a sus des-cendientes una herencia sinmancha y de esta forma continúenbrillantes y fuertes los eslabones desus generaciones”2.

LO QUE SE ESPERA DE LOS SANTOS

DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

“Esperamos que nuestra gente vi-va una norma muy elevada y sagra-da, y cuando se espera que la gentehaga algo, ellos lo hacen… Hacen loque se espera de ellos de forma nota-ble y maravillosa. Algunos caen jun-to al camino, es verdad, pero la granmayoría prosigue y edifica su fe y ha-ce lo que se espera de ellos comomiembros de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días.

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“Esperamos que vivan una vidalimpia y moral.

“Esta Iglesia espera que seamosfieles, verídicos y obedientes y quehagamos lo que se requiere de noso-tros; y si lo hacemos, el Señor nosbendecirá”3.

TOLERANCIA Y PAZ

“Como miembros de esta Iglesiase nos enseña a ser tolerantes, a pro-ducir buenos resultados, a no cederen nuestra doctrina ni en nuestrosvalores, sino a ser tolerantes de talforma que avancemos la causa de lapaz, la rectitud y la bondad en la

“Sean leales a su gran herencia. De

grandes virtudes de aquellos que le

nieron para tomar una fotografía co

tierra. Ruego que el Señor nos ben-diga para que lo hagamos, y que cadauno de nosotros tenga felicidad en sucorazón y esa paz que se puede tenerincluso en medio del conflicto, lacual procede de un testimonio de laveracidad de esta obra”4.

COMPARTAN EL EVANGELIO MEDIAN-

TE EL EJEMPLO

“Traigan a la gente a la Iglesia yháganlo con amor, con amabilidad ymediante el ejemplo de su propia vi-da. Vivan el Evangelio de modo talque vean en ustedes algo maravillo-so y hermoso, y sientan el deseo de

forma intachable, transmitan a los que

s han precedido”. Abajo: Los supervivie

nmemorativa cincuenta años después d

investigar, de estudiar el Evangelioy de unirse a la Iglesia”5. �

NOTAS

1. Reunión, Guam, 31 de enero de

2000.

2. Reunión espiritual, Ricks College, 7

de septiembre de 1999.

3. Reunión, centro de la Universidad

Brigham Young en Jerusalén, 21 de marzo

de 1999.

4. Reunión, centro de la Universidad

Brigham Young en Jerusalén, 21 de marzo

de 1999.

5. Reunión, Singapur, 30 de enero de

2000.

vengan después de ustedes las

ntes de los pioneros de 1847 se reu-

e su llegada al valle de Salt Lake.

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SEAMOS LOSMEJORES MAESTROSDE NUESTROS HIJOS

por Ronald L. KnightonDirector Administrativo, Departamento de Cursos de Estudio

En nuestro papel divino como maestros de nuestros hijos, como padres tenemos más apoyo del que nos damos cuenta, incluso la abundante ayuda de nuestro Padre.

La instrucción es clara.“Y además, si hay padres que tengan hijos en

Sión o en cualquiera de sus estacas organizadas, yno les enseñen a comprender la doctrina del arrepenti-miento, de la fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, delbautismo y del don del Espíritu Santo por la imposiciónde manos, al llegar a la edad de ocho años, el pecado se-rá sobre la cabeza de los padres.

“Porque ésta será una ley para los habitantes de Sión,o en cualquiera de sus estacas que se hayan organizado…

“Y también enseñarán a sus hijos a orar y a andar rec-tamente delante del Señor” (D. y C. 68:25–26, 28).

Poca duda puede haber en cuanto a que la enseñanzadel Evangelio a los hijos es primeramente la responsabili-dad de los padres. Para algunos, éste puede ser un pensa-miento aleccionador o incluso casi aterrador, pero porsupuesto que queremos que nuestroshijos amen el Evangelio y disfru-ten de las bendiciones de untestimonio. Leemos en 3 Juan 1:4: “No tengo

RECUADRO: FOTOGRAFÍA PORJED CLARK; FONDO: ILUSTRA-CIÓN FOTOGRÁFICA POR CRAIG DIMOND.

yo mayor gozo que este, el oir que mis hijos andan en laverdad”. Aun cuando el Apóstol estaba escribiendo espe-cíficamente a un amigo amado, ciertamente la esperanzay el deseo de todo padre recto es que sus hijos anden “enla verdad” y no abandonen las enseñanzas del hogar.

Pero, ¿cómo podemos instruir a nuestros hijos en elEvangelio cuando somos maestrosinexpertos?, se preguntarán los pa-dres. Nuestros hijos tienen mag-níficos instructores de seminarioademás de los ayudantes de és-tos. ¿Cómo podemos esperarofrecerles más en la cuestión dela enseñanza del Evangelio?

La realidad es que, a pesar delo bueno que puedan ser esos

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En el hogar, el

aula principal de

la vida, los hijos

aprenden muchas

de las lecciones

más sagradas e

importantes.

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maestros, todo lo que ellos hacen sigue siendo suplemen-tario para la enseñanza que tiene lugar en el hogar.Cometemos un error cuando infravaloramos la impor-tancia de los ejemplos y las experiencias diarias que pro-ceden de la vida familiar. También podemos subestimarnuestra propia capacidad para enseñar los principios delEvangelio, olvidando que esta capacidad se magnificacuando buscamos la guía del Espíritu Santo y organiza-mos nuestros esfuerzos para sacar partido de todos los re-cursos que nos ha dado nuestro Padre Celestial.

EL HOGAR: UN LUGAR SAGRADO

El hogar es el aula principal de la vida y de la Iglesia.El hogar es comparable al templo en lo sagrado que sonambos, y lo que se enseña en el hogar realiza una grancontribución a la naturaleza sagrada del mismo. El presi-dente Harold B. Lee (1899–1973) dijo que la obra másgrande que jamás llevemos a cabo será dentro de las pa-redes de nuestro propio hogar (véase “Seguid a los líde-res de la Iglesia”, Liahona, diciembre de 1973, pág. 36).

Recuerdo un día cuando tenía tres años y mi familiaestaba viviendo en una humilde casa de dos habitacionescon un tejado de tierra. Mi padre estaba en cama, deli-rando a causa de la fiebre escarlatina. Afuera se desatabauna gran tormenta y mi madre, mi hermano de cuatroaños y yo estábamos poniendo las ollas,los botes y los cubos para recoger elagua que se filtraba por el tejado.Mi hermana pequeña dormíaen un catre cerca de mi padre.

Cuando las ollas, los bo-tes y los cubos estuvieron

Cuando las ollas, los bo-

tes y los cubos estuvieron

en su sitio, nuestra ma-

dre nos llamó a mi her-

mano y a mí y nos

arrodillamos a orar. Sus

palabras de fe en los

tiernos años de mi

infancia nunca se

han borrado de mi

recuerdo.

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en su sitio, nuestra madre nos llamó a mi hermano y a míy nos arrodillamos a orar. Estoy seguro de que me habíaayudado a orar anteriormente en varias ocasiones, peroésta fue diferente. Recuerdo que me ayudó con las pala-bras de la oración, las cuales decían algo como: “PadreCelestial, necesitamos mucho tu ayuda. Necesitamos quenuestro papá mejore. Por favor, bendícele para que seponga bien. Necesitamos que el tejado deje de gotear pa-ra que él no se moje ni se enfríe y se ponga más enfermo.Te amamos, Padre Celestial, y siempre queremos servirte”.

Puede que se hayan dicho cosas adicionales en esaoración, pero aquellas palabras de fe procedentes de miquerida madre en los tiernos años de mi infancia nuncase han borrado del recuerdo. Aprendí el principio de laoración y su valor en el hogar mediante el ejemplo y lasenseñanzas de padres fieles y obedientes.

El profeta Nefi explicó el fundamento y el propósito dela enseñanza paterna:

“Porque nosotros trabajamos diligentemente… a finde persuadir a nuestros hijos… a creer en Cristo y a re-conciliarse con Dios…

“Y hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo,predicamos de Cristo… para que nuestros hijos sepan aqué fuente han de acudir para la remisión de sus peca-dos” (2 Nefi 25:23, 26).

Las oportunidades para enseñar a nuestros hijos sobreCristo y Su Evangelio parecen casi ilimitadas si pensamosen términos del ejemplo y del precepto.

EL PODER DE LOS MODELOS DE CONDUCTA

Se ha dicho que los tres maestros más grandes son elejemplo, el ejemplo y el ejemplo. Para todo padre, el ser

un modelo de vida cristiana es la mejor forma de en-señar las verdades del Evangelio a sus hijos. Nuestros

hijos aprenderán más al observar cómo vivimos,cómo actuamos y qué hacemos, que decualquier otra forma que escojamos para

enseñarles.Enseñamos a nuestros hijos a servir bien

cuando nosotros mismos servimos así; les en-señamos a perdonar cuando perdonamos; en-

señamos amor y bondad al ser amorosos yamables; gratitud y aprecio al ser agradecidos y afec-

tuosos. Cuando hacemos los convenios del Evangelio y

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Con frecuencia los

mejores momen-

tos para enseñar

suelen ser las

ocasiones menos

formales, como

las comidas o las

conversaciones a

la hora de comer.

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los cumplimos, y recibimos las ordenanzas de salvación,nuestros hijos lo verán y nacerá en ellos el deseo de buscarlas bendiciones de este tipo de obediencia. Les enseñamoslos principios de honradez e integridad al ser honrados, ve-rídicos, dignos de confianza y formales. Les enseñamos lasvirtudes de las responsabilidades y la mayordomía al serhacedores y no dudar, al aceptar las oportunidades paraparticipar y servir y al cumplir nuestra palabra. Cuando so-mos ejemplos de amor y bondad, cuando somos de buenánimo, cuando edificamos y traemos gozo, paz y felicidad alos demás, nuestros hijos aprenden por nuestro ejemplo ynuestro comportamiento a hacer lo mismo. Nosotros debe-mos ser lo que queremos que ellos sean. Si queremos quereciban en sus rostros la imagen de Cristo, primero debe-mos hacerlo nosotros mismos.

Mi abuela paterna fue viuda desde los 64 años hasta sufallecimiento a los 101. Tenía una casa sencilla y peque-ña y pocos de los bienes materiales de la vida, pero aúnasí era el arquetipo de la felicidad, la dicha y la fe, conuna actitud contagiosa de amor, bondad y esperanza.

Aunque tenía ciertas dificultades de salud y otros retosen la vida, era una eterna optimista. Siempre que cual-quiera de su familia de 10 hijos, 69 nietos, 210 bisnietos y49 tataranietos la visitaban para llevarle algo de amor yánimo, siempre recibíamos más amor y ánimo del que éra-mos capaces de dar. Fue enormemente bendecida con lascosas que de verdad importan y la mejor forma en que lascompartió fue a través de su noble ejemplo.Verdaderamente tenía la imagen deCristo en su rostro. La abuela sólorecibió ocho años de educaciónformal, pero sin embargo fue unamaestra de gran sabiduría einfluencia.

NUESTRO MEJOR COM-

PORTAMIENTO

Los padres sabioshacen todo lo posiblepor evitar ser ejemplosde actos o comporta-miento negativos. Debe-mos recordar que el odiodestruye el alma que le da

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albergue; la envidia marca el carácter del que se ve do-minado por ella; la crítica y el juzgar con severidad des-truyen amistades y la intolerancia hace disminuir nuestromundo de oportunidades. Podemos ser ejemplos de buencomportamiento ante esas tentaciones. Podemos escogerenseñar a nuestros hijos un camino mejor al evitar el ren-cor, la crítica, el fastidio, el sarcasmo, la contención, lamurmuración, la burla y el antagonismo.

Cuando perdonamos y olvidamos, concedemos a nues-tros hijos la oportunidad de experimentar el milagro delperdón. Durante mis años como poseedor del SacerdocioAarónico, una persona prominente de la estaca fue halla-do culpable de prácticas financieras ilegales y se le envió aprisión. Los miembros de la estaca hicieron muchos co-mentarios desfavorables sobre él. Mi amable y compasivopadre, que por entonces era miembro del sumo consejo dela estaca, nos reunió como familia y nos enseñó que no haynadie perfecto a quien el Señor pueda llamar, pero sí haymuchas personas buenas y maravillosas a quienes Él llamapara fortalecer a los demás y para ser fortalecidas ellas tam-bién mediante el servicio. Mi padre dijo que siempre serí-amos bendecidos al sostener a aquellos a quienes el Señorha llamado a servir y que debemos centrarnos en sus pun-tos fuertes y no en sus debilidades. Los sentimientos com-pasivos y amorosos de mi padre hacia nuestro anteriorlíder me enseñaron una poderosa lección que se ha con-

vertido en un principio clave de mi vida.

EL PODER DE LAS PALABRAS Y LOS

PRECEPTOS

Hablemos con amabilidad; di-gamos aquello que edifica. “Lablanda respuesta quita la ira;

Aunque tenía ciertas difi-

cultades de salud y otros

retos en la vida, mi

abuela era una eter-

na optimista. Fue

una maestra de

gran sabiduría e in-

fluencia que enseñaba

por medio de su noble

ejemplo.

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mas la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios15:1). Cuando, como padres, evitamos pronunciar pala-bras que degradan, critican, decepcionan o desaniman,enseñamos a nuestros hijos a evitar hábitos dañinos.Cuando escogemos y utilizamos palabras que edifican,alaban, felicitan, ensalzan y motivan, nuestros hijos severán motivados a hacer lo mismo. De este modo estaránaprendiendo hábitos cristianos y este comportamiento lesayudará a sentirse bien consigo mismos.

Cantamos “Oh, hablemos con tiernos acentos en casay en todo lugar” (Himnos, número 151). Los himnos en-señan muchos sermones sobre el Evangelio e invitan alEspíritu Santo a dar testimonio de las doctrinas y las ver-dades que en ellas se encuentran, a la par que traen con-suelo y ánimo. Podemos emplearlos en el hogar paraenseñar a nuestros hijos y para reafirmar las leccionesque enseñamos con otros medios. La música es una in-fluencia tan poderosa, que las canciones que se aprendenen la infancia permanecen en el corazón y en la mentedurante toda la vida. En forma individual o como fami-lia, en ocasiones hallaremos que merece la pena meditaren las palabras de algunos de los himnos y de las cancio-nes de la Primaria.

Cuando nos vengan oportunidades, como padres, detener conversaciones con nuestros hijos, la mejor manerade enseñarles es al invitarles a expresar sus pensamientosy de ser positivos. Para fomentar un ambiente eficaz de

J U N I O

aprendizaje, tenemos que escu-char sus puntos de vista, suspreocupaciones y sus preguntas.Una buena regla es el aplicar elprincipio: Pregúnteles, no les désermones. Haga preguntas quecomiencen por “¿Cómo te sien-tes con…?”, “¿Qué entiendespor…?”, “¿Por qué creesque…?”, o “¿Cuál crees que esel significado de…?”.

Puede que uno de sus hijosadolescentes le pida permiso para ir con sus amigos a unconcierto de rock. Si usted le dice: “No quiero que vayasporque la música y la conducta no están en armonía conlos valores del Evangelio”, podría hacer que su hijo se pu-siera a la defensiva o se sintiera humillado. Sin embargo,usted podría decir: “Gracias por pedir permiso, pero poralgún motivo no me siento bien que vayas. ¿Qué creesque puede estar causando que me sienta de esta forma?”.Entonces su hijo tiene una oportunidad para comentarlos principios del Evangelio y sus aplicaciones sin sentir-se juzgado personalmente. Como padre, he aprendidoque cuando damos respuestas y dogmas de doctrina oprincipios sin que nuestros hijos tengan la oportunidadde opinar, impedimos que descubran las verdades delEvangelio por sí mismos. La mejor forma de hacer que

Cometemos

un error cuando

infravaloramos la

importancia de

los ejemplos y las

experiencias dia-

rias que proceden

de la vida

familiar.

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nuestros hijos participen en conversaciones acerca delEvangelio que fomenten su aprendizaje es al compartirsentimientos y puntos de vista unos con otros.

LAS LECCIONES DE LA VIDA

Con frecuencia, los mejores momentos para enseñarsuelen ser las ocasiones menos formales, como las con-versaciones a la hora de comer, cuando trabajamos jun-tos o durante un viaje. Los momentos de oracióntambién pueden ser oportunidades eficaces de enseñanzamientras buscamos juntos el consejo del Señor.

También tenemos que enseñar por palabra y por pre-cepto en situaciones más formales como las noches dehogar, las charlas entre padre e hijo, los consejos familia-res o las sesiones familiares de la lectura de las Escrituras.Cuando como padres buscamos anhelosamente enseñara nuestros hijos las verdades divinas de este Evangelio yles testificamos de la bondad de Dios, de Su amor y deSus bendiciones, el Espíritu Santo inculca las conviccio-nes de estos principios en el corazón de ellos.

Las oportunidades para enseñar suelen venir de formaimprevista o bajo circunstancias poco usuales. Hace unosaños para la Navidad regalamos a nuestros dos hijos unasbicicletas deportivas de 10 velocidades. Luego, queriendoser un buen padre, tomé una de las bicicletas viejas para ircon los muchachos mientras aprendían el manejo de susnuevas bicicletas con marchas. Todo iba bien hasta que misegundo hijo, de diez años, miró hacia la rueda dentadamientras intentaba cambiar de marcha, y se dio de llenocon la parte trasera de un coche que estaba allí estaciona-do. Como me encontraba a poca distancia, pues iba un po-co por delante de él, sólo oí el choque, pero regresé deinmediato para ayudarle.

Tenía el corazón en unpuño cuando lo vi sangran-do por la boca y con undiente roto; se había gol-peado la cara con el

Cuando tomé a mi

hijo entre mis bra-

zos, me miró y dijo:

“Papá, ¿cómo es que siempre tengo que

aprender de la forma más difícil?”.

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maletero; y además, por un momento parecía que se ha-bía roto la pierna, algo que ya le había ocurrido seis añosatrás. Cuando lo tomé entre mis brazos, él me miró y di-jo: “Papá, ¿cómo es que siempre tengo que aprender de laforma más difícil?”. ¡Ése era un momento propicio para laenseñanza!

Debemos enseñar a nuestros hijos con las experienciasde la vida, tanto de la nuestra como de la de ellos. Así fuecomo enseñó el Salvador. Cuando aplicamos el Evangelioa nuestro diario vivir, éste cobra un significado real paranuestros hijos.

Tenemos que leer, estudiar y aprender constantemente.Entonces el Espíritu Santo puede ayudarnos a enseñar loque estamos aprendiendo. Y nunca debemos olvidar quepodemos pedir ayuda divina. Nuestros hijos también sonhijos de Dios. Por medio de nuestra fe y nuestras oraciones,Él puede bendecirlos, y lo hará en los momentos en quenosotros no podamos estar con ellos y en ocasiones en queno sepamos dónde ni cómo estén, aunque Él sí lo sabe.

Todo padre tiene el derecho a solicitar la ayuda delSeñor para enseñar a sus hijos las verdades del Evangelio.Nuestro Padre nos ha confiado estos hijos y Él nos va aayudar. También inspirará a otras personas para que nosayuden en las aulas de la Iglesia, pero el hogar es el sitio

donde debe tener lugar la enseñanza y elaprendizaje más importante. Todos po-

demos estar agradecidos por los sabiosy buenos maestros que enseñaron a

nuestros padres, por aquellos queahora nos enseñan y por los

que nos ayudan a enseñar anuestros hijos; pero éstos noson más que ayudantes.Como padres, debemosasumir la responsabilidadde enseñar a nuestros hijoslas verdades del Evangeliomediante el ejemplo y el

precepto. Al hacerlo, hallare-mos seguridad en esta prome-

sa: “Y todos tus hijos seránenseñados por Jehová; y se mul-

tiplicará la paz de tus hijos”(Isaías 54:13). �

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Las conversacio-

nes acerca del

Evangelio fomen-

tan el aprendizaje

cuando comparti-

mos sentimientos

y puntos de vista

unos con otros.

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La enseñanza en el hogar

Las Escrituras son fundamentalespara cualquier esfuerzo de ense-

ñar el Evangelio en el hogar. ElSeñor ha incluido en ellas todos loselementos básicos del Evangelio, asícomo los ejemplos que Él mismo hadado en cuanto a la enseñanza.Podemos emplear Sus métodos comoejemplo; podemos emular Su uso delas parábolas y de los relatos de la vi-da cotidiana (como la de las diez vír-genes, véase Mateo 25:1–13; el buensamaritano, véase Lucas 10:25–37),el de las lecciones prácticas (como lamoneda del tributo, véase Mateo22:15–22), o el de los mensajes per-sonalizados (como el de la mujer sa-maritana en el pozo, véase Juan4:4–26).

A pesar de su riqueza, lasEscrituras no son los únicos recursosaprobados por la Iglesia para enseñarel Evangelio a nuestra familia.Podemos estar agradecidos de que elSeñor haya inspirado a Sus siervos aproporcionar materiales adicionalesque nos ayuden a aprender y a pro-gresar, con una amplia variedad derecursos suplementarios para la ense-ñanza de los principios del Evangelioen el hogar así como en las aulas dela Iglesia. Estos recursos se basan enlas Escrituras antiguas y de los últi-mos días y están plenamente correla-cionados con ellas.

Entre éstos se encuentra la revistaLiahona, que se distribuye mensual-mente en las zonas donde la Iglesiaestá bien establecida, y a otros inter-valos allí donde la Iglesia no está tanasentada en el idioma o donde elEvangelio ha llegado hace relativa-mente poco. Los artículos de la revis-ta Liahona se ajustan a la vida de losmiembros actuales. Todos los artícu-los, desde los mensajes de los líderesde la Iglesia hasta los testimonios delos miembros y las pequeñas sugeren-cias o ideas que se dan, se puedenadaptar a la enseñanza en el hogar.En la página 48 de cada ejemplar seencuentran sugerencias sobre cómose podrían utilizar los artículos de eseejemplar en particular en la ense-ñanza. Los ejemplares de la revistaLiahona en los que aparecen los dis-cursos de la conferencia general(enero y julio) también están dispo-nibles en muchos idiomas en la pági-na oficial de la Iglesia en Internet enwww.lds.org.

Además de la revista, hay muchoslibros, manuales y otros recursos im-presos producidos por la Iglesia queson valiosos para la enseñanza delEvangelio de Jesucristo en el hogar.Los siguientes son algunos de ellos(con sus códigos numéricos entre pa-réntesis) y que se pueden solicitar enla biblioteca del centro de reuniones,se pueden comprar en los centrosdistribución de la Iglesia o se puedenpedir al Catálogo de Materiales de laIglesia, el cual está disponible a tra-vés del secretario, del obispo o delpresidente de la rama.

� “La familia: Una proclamaciónpara el mundo” (35602 002), expedi-da por la Primera Presidencia y el

L I A H O N A

44

Quórum de los Doce Apóstoles, nosenseña y nos recuerda el designioeterno de Dios y el propósito terrenalpara la familia.

� Guía para la organización familiar(31180 002), es un folleto básico so-bre el objetivo y la organización de lafamilia.

� La enseñanza: El llamamientomás importante (36123 002), es elmanual básico para los cursos de me-joramiento del maestro de la Iglesia,y es útil para cualquiera que deseemejorar su capacidad para enseñar.

� La enseñanza/Guía (34595 002),proporciona ayuda para mejorar la enseñanza, especialmente en elhogar.

� Nuestro legado: Una breve histo-ria de La Iglesia de Jesucristo de losSantos de los Últimos Días (35448002), hace hincapié en nuestro lega-do como miembros de la Iglesia y esun recurso útil para el estudio de suhistoria.

� La fortaleza de la juventud(34285 002), resume las normas deconducta de los jóvenes Santos delos Últimos Días y también es unaguía útil para los adultos.

� Las bellas artes del Evangelio(34730 002) Incluye láminas y foto-grafías que muestran diferentesacontecimientos de las Escrituras.

� Relatos del Nuevo Testamento(31119 002) y Relatos del Libro deMormón (35666 002) ofrecen relatoshistóricos de los periodos de tiempo ylos lugares que abarcan estas obras,así como mapas y glosarios. Estos li-bros de lectura son ideales para lasfamilias con niños pequeños.

� Himnos (34832 002) y Cancionespara los niños (34831 002) animan a

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los miembros de la familia a cantaren el hogar los mismos himnos inspi-radores y las canciones que interpre-tamos en nuestras reuniones.

� El Santo Templo (30959 002) tie-ne como propósito ayudar a los líde-res del sacerdocio y a los padres a

preparar a los miembros a recibir lasordenanzas del templo. Ha sido to-mado de una obra más grande deidéntico nombre, escrita por el presi-dente Boyd K. Packer, actualmentePresidente en Funciones delQuórum de los Doce Apóstoles.

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� Templos de la Iglesia de Jesucristode los Santos de los Últimos Días(35863 002), contiene artículos ilus-trados sobre la historia, el propósito yel uso de los templos antiguos y mo-dernos.

� Principios del Evangelio (31110002), el manual de la clase dePrincipios del Evangelio, de la

Escuela Dominical, ofreceuna reseña básica de las doc-trinas y los principios del plandel Evangelio, y una seccióncon 35 himnos y 10 cancionespara niños; es una gran recur-so didáctico para las familias.

� Enseñanzas de los presidentesde la Iglesia: Joseph F. Smith(35744 002) es el segundo deuna serie de libros que contie-nen las enseñanzas de los presi-

dentes de la Iglesia de estadispensación. Además de ser el cursode estudio para las clases delSacerdocio de Melquisedec y de laSociedad de Socorro del segundo ytercer domingos de cada mes, se pue-de emplear para el estudio personal.

� Deberes y bendiciones del sacerdo-cio: Parte A y Parte B (31111 002,31112 002), son manuales que con-tienen 35 lecciones cada uno sobretemas relacionados con el sacerdocioy la rectitud personal.

� La mujer Santo de los ÚltimosDías: Parte A y Parte B (31113 002,31114 002), contiene cada uno 35lecciones que ayudan a las mujeres aaumentar su rectitud personal.

Están disponibles muchos otrosrecursos producidos por la Iglesia. Lainformación para pedir estos mate-riales se halla en el Catálogo deMateriales de la Iglesia. �

Page 48: LIAHONA JUNIO 2001

“RECUERDAQUIÉN ERES”

Más o menos cuando cumplí cator-ce años, mi madre comenzó a ha-blarme en código. En el momento

en que me disponía a salir por la puerta pa-ra tener una nueva aventura con mis ami-gos, ella solía decir: “¡Recuerda quiéneres!”.

Yo no estaba muy segura de lo que que-ría decir con eso, pero fingía entenderla y lecontestaba: “¡Muy bien, mamá. Adiós!”. Aveces pensaba en sus mensajes codificados.¿Qué quería decirme? Yo sabía quién era.¿Y qué?

Mientras crecía, la vida con mi familia nosiempre era agradable. Después de una no-che particularmente mala, recuerdo que mequedé mirándome en el espejo; apenas reco-nocía el reflejo que éste me devolvía porquetenía la cara roja a consecuencia de las bo-fetadas repetidas de mi padre. Comencéa llorar sin saber qué hacer o qué pen-sar. Pensé en escaparme. O todavíapeor, comenzaron a venir a mi con-fusa mente ideas respecto a po-ner fin a mi desdichada vida.

Nombre omitido ILUSTRADO POR STEVE KROPP.

Page 49: LIAHONA JUNIO 2001

En ninguna otra ocasión, ni antes ni después, me hesentido tan sola. Me sentía cansada, casi dispuesta a quela oscuridad que me rodeaba se apoderara de mí. Volví amirarme en el espejo. Ni siquiera sé quién soy, grité en miinterior. Entonces oí la frase de mi madre que se repetíaclaramente en mi pensamiento: ¡Recuerda quién eres!,¡Recuerda quién eres!

Por primera vez me di cuenta de lo que mi madre qui-so decir. Quería que yo recordara mi legado divino.Recordé una frase de una canción de la Primaria: “Soy unhijo de Dios” (Himnos, número196). Ese recordatorio sú-bito me ayudó a luchar contra la tentación de Satanás decometer alguna tontería. El conocimiento de que mi na-turaleza era divina me ayudaría a perseverar; mi madre loentendía y sé que tenía la esperanza de que algún díatambién yo lo hiciera.

El Señor Jesucristo es el ejemplo perfecto de alguienque entendía Su legado divino. Las Escrituras nos dicenque en Su juventud “crecía en sabiduría y en estatura, yen gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52).Cuanto más aumentaba Su entendimiento, mejor prepa-rado estaba para cumplir con Su función como Salvadordel mundo.

No se nos pedirá que suframos como Jesucristo, pe-ro para ayudarnos a vencer nuestras pruebas, nuestro

J U N I O

Padre Celestial nos ha dado unos instrumentos quepueden hacer que tengamos una mayor comprensiónde nuestro legado divino. De las Escrituras aprendemoscómo otras personas han reconocido sus papeles comohijos e hijas de Dios y han actuado de acuerdo con eseconocimiento. De los profetas vivientes aprendemossobre nuestra naturaleza y potencial divinos. Por mediodel sacerdocio podemos recibir bendiciones inspiradasque nos recuerden la relación que tenemos con nuestroPadre Celestial. En el templo recibimos instrucción amedida que participamos en ordenanzas sagradas; y pormedio de la oración, podemos recibir la ayuda que ne-cesitamos cuando olvidamos quiénes somos.

Los años posteriores a aquella noche en que descubríel código de mi madre fueron difíciles, pero el reconocermi naturaleza divina me sirvió para contemplar mis retosdesde una perspectiva eterna. Finalmente, ese conoci-miento me condujo a casarme en el templo y a trabajarcon mi esposo para criar una familia firmemente asenta-da en el Evangelio.

Todavía suelo pensar en las palabras de mi madre. Aveces me he imaginado un último momento con miPadre Celestial antes de partir para la tierra. Me gustaimaginármelo dándome un abrazo y animándome con unúltimo consejo: “¡Recuerda quién eres!”. �

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Cómo utilizar la revista Liahona de junio de 2001

L I A H O N A

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TEMAS DE ESTE NÚMERO

Amistad............................................10

Arrepentimiento ....................2, 14, 26

Ayuno ..............................................25

Convenios ........................................14

Conversión.............................8, 14, 28

Curación .................................28, A14

Diezmo.............................................22

Disposición ......................................14

Enseñanza ..................................36, 44

Espíritu Santo ..................................28

Felicidad.............................................2

Jesucristo..........................................26

Maestras visitantes ...........................25

Naturaleza divina .........................2, 46

Noche de hogar.......................48, A10

Obediencia ................................22, A6

Obra misional .....................8, 28, A10

Oración.............................25, 28, A12

Orientación familiar ...........................7

Padres...........................................36

Paz .............................................28

Pioneros...........................A2, A5

Profetas ....................34, A6, A8

Relatos del Nuevo

Testamento .............A12, A14

Santa Cena ...............................26

Seminario.........................................10

Servicio ..............................................2IL

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Puede encontrar algunas ideas útiles para la enseñanza o el análisis

en este ejemplar de la revista Liahona. (Los números de la derecha

se refieren a las páginas de este ejemplar. A=Amigos.)

IDEAS ÚTILES

� “¿Quiénes creen que son?”, presidente James E. Faust, página 2:Comenten las cinco ideas que sugiere el presidente Faust para ayudar alos jóvenes a saber quiénes son. Piensen en las aplicaciones personalesque pueden tener estas ideas.

� “La disposición a hacer lo bueno continuamente”, élder Spencer J.Condie, página 14: Si algunas de sus disposiciones no están en armoníacon una personalidad cristiana, considere que “las disposiciones surgende los deseos”. Ore para que cambien sus deseos, paraque tenga “hambre y sed de rectitud” (3 Nefi 12:6).

� “Apreciemos el sacrificio del Salvador”, página26: Lea las palabras del joven que estaba recibien-do ayuda de su obispo para arrepentirse. ¿Qué sepuede aprender de su actitud hacia el pecado, elarrepentimiento y el llegar a estar limpio anteel Señor?

� “ ‘Recuerda quién eres’ ”, página46: Cuando te encuentres en circuns-tancias difíciles, recuerda el mensajede esta joven: Recuerda quién eres.Eres un hijo de Dios y puedes vivirnuevamente con Él si eres fiel a tusconvenios.

SOLICITUD DE ARTÍCULOS DE JÓVENES

Estamos solicitando artículos de nuestros jóvenes lectores, relatos que fortalezcan la fe de los jóvenes

de todo el mundo. Le invitamos a enviar sus relatos a YOUTH ARTICLES, Liahona, Floor 24, 50 East

North Temple Street, Salt Lake City, UT 84150-3223, USA; o por correo electrónico a CUR-Liahona-

[email protected]. Tenga a bien incluir su nombre completo, dirección, número de teléfono, así co-

mo el nombre del barrio y de la estaca (o de la rama y del distrito) a los que pertenezca. De ser

posible, incluya una fotografía de usted y de cualquier otra persona importante de su artículo.

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AmigosPARA LOS NIÑOS DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS � JUNIO DE 2001

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Page 53: LIAHONA JUNIO 2001

ENTRE AMIGOS

Angela Miller,de Council Bluffs, Iowa

por Julie D. Awerkamp

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POR

JULI

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L os niños de la Primaria de todo el mundo apren-den sobre Council Bluffs, Iowa, un lugar rico enla historia de los Santos de los Últimos

Días, y sobre Winter Quarters,Nebraska, donde los pioneros se de-tuvieron en su viaje al Oeste parareparar carromatos, moler hari-na y esperar a que pasara elcrudo invierno.

Para Angela Miller, de 8años, Council Bluffs es más queun nombre en un mapa de his-toria de la Iglesia. Es su hogar.El vivir tan cerca de esos luga-res históricos le ha servido paraganar una mejor comprensióndel espíritu pionero y obtenerloen su propia vida.

Parte de ese espíritu pionero está en hacer de la fa-milia una prioridad principal. Las familias son importan-tes porque “siempre están ahí para apoyarte”, diceAngela. “Están para disciplinarte, pero también sonbuenas”. Angela recuerda con cariño el día en que sufamilia fue al templo. El sellamiento fue una experienciamuy especial de su vida. A ella le encanta pasar el tiem-po con su familia yendo de acampada, de excursión, anadar, pasear en bicicleta o simplemente jugar con suspájaros, Oliver, Kate y Tweety.

Angela ha trabajado duro para cultivar otro aspec-to del espíritu pionero: la obra misional. Al aprender

Angela (derecha) y s

del monumento de

J U N I O

de las experiencias de sus padres como misioneros deestaca, ha participado en programas misionales del ba-

rrio y ha intentado ser un buen ejemplo parasus amigos que no son miembros de la

Iglesia.Recientemente, la familia

Miller participó en un progra-ma del barrio que ayuda a losnuevos conversos a aprendermás sobre el Evangelio alasistir a noches de hogar engrupo. Angela y su padre,Dan, enseñaron una lecciónrespecto a ponerse toda la ar-madura de Dios, basada en

Doctrina y Convenios27:15–18. A medida que su pa-

dre enseñaba que cada parte dela armadura representa una cualidad que nos ayuda aresistir la tentación —como por ejemplo el escudo dela fe y la espada del Espíritu— Angela iba agregandoesa pieza a su vestuario. La parte de la lección quemás les gustó a todos fue cuando el hermano Millerhabló de los dardos encendidos de los malvados y losmisioneros lanzaron sus “dardos encendidos”, confec-cionados de papel amarillo y palomitas, hacia la “ar-madura” de Angela.

Angela se esfuerza por ser un buen ejemplo, no importa dónde se encuentre. Siempre se esfuerza porser reverente en la Iglesia “A veces cruzo los brazos

u familia delante

Winter Quarters.

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Page 54: LIAHONA JUNIO 2001

La Primaria del Barrio

Council Bluffs.

cuando voy por elpasillo desde el aula hasta el salón de la

Primaria”, dice.Como es la única miembro de la Iglesia de su es-

cuela, Angela tiene muchas oportunidades para seruna misionera. Cuando fue a una fiesta de cumplea-ños, las demás niñas comenzaron a ver una películainapropiada. “Les dije: ‘No puedo ver esto porque soymiembro de la Iglesia’ ”, recuerda. Salió del cuarto yal poco rato otra amiga que no era miembro hizo lomismo y juntas vieron una película mejor. “Cuandosalí, vi que llevaba mi anillo HLJ”, dice Angela. Sesiente feliz por haber escogido lo correcto y dar unbuen ejemplo a sus amigos.

Una tarde, Angela invitó a una amiga a su casa ycuando ambas estaban hablando, la amiga le preguntó:“¿Para qué son esos libros? Son muy grandes”. Angelaexplicó que eran el Libro de Mormón y la Biblia, y lehabló a su amiga sobre Jesucristo. Tiempo des-pués vio a su amiga leyendo las Escrituras.

La familia Miller suele visitar los lugareshistóricos cercanos, como el cementeriopionero y el centro de visitantes de WinterQuarters, o el tabernáculo de Council Bluffs. Este ta-bernáculo es una réplica de la estructura que los pione-ros construyeron en apenas unas pocas semanas.Brigham Young fue sostenido allí como Presidente de laIglesia en 1847. Angela ha aprendido cuánto trabajaronlos pioneros y cómo utilizaron sus talentos para bende-cir a los demás. También ella trata de compartir sus ta-lentos al aprender a tocar el piano, tomar clases deballet y actuar en obras locales de ballet.

Angela y su hermano Jake, de 13 años, tienen tare-as que hacer en casa. La tarea favorita de Angela esayudar a cuidar de los pájaros de la familia. Ella y Jake

cambian el agua de las jaulas ca-da día y se aseguran de quelos pájaros tengan suficientecomida.

A M

A Angela le encanta aprender. Pasa el tiempo en lasala de lectura infantil de la biblioteca de la ciudad, tra-baja duro con las tareas escolares y le gusta hablar conJake de las cosas que ha aprendido. Sabe el nombre decasi cualquier pájaro de su zoológico favorito.

El presidente Hinckley visitóla zona de Council Bluffs en1996 para dedicar la réplica del

tabernáculo y celebrar la fe y la dedicación de los pione-ros que sirvieron en el Batallón Mormón. Los Miller ymuchas otras familias se vistieron de pioneros y disfruta-ron de las actividades. Angela cantó en un coro de ni-ños. Cuando se pone su traje y sombrero de pionera,siente un aprecio aún mayor por los pioneros.

La vida es muy diferente para Angela de lo que era pa-ra un niño pionero, pero al aprender de las dificultades ylos valores que ellos tuvieron, se ha convertido en unejemplo moderno del espíritu pionero. Angela parece se-guir al pie de la letra el lema del presidente John Taylor(1808–1887), y que se cita en uno de sus cuadros favori-tos de Winter Quarters: “El reino de Dios o nada”. �

Angela enfrente de

una representación

de un carro de ma-

no en el tabernácu-

lo de Council Bluffs.

I G O S

4

Page 55: LIAHONA JUNIO 2001

Algunos pioneros tiraron de carros de mano por las llanuras.

Los carros no podían llevar todo lo que la gente quería poner en

ellos, por lo que tuvieron que escoger las cosas más importantes.

Encierra en un círculo las cinco cosas más importantes que tú ha-

brías llevado si hubieras sido pionero. ¿Qué diez cosas habrías

escogido? Traza líneas desde el carro de mano hasta las diez co-

sas que tú habrías llevado.

É LLEVAR EN EL CARRO DE MANO

PARA TU DIVERSIÓN

ILUSTRADO POR JULIE F. YOUNG.

QU

Page 56: LIAHONA JUNIO 2001

TIEMPO PARA COMPARTIR

Somos bendecidos cuandoseguimos al profeta

por Diane S. Nichols

“…habló por boca de sus santos profetas que fueron

desde el principio” (Lucas 1:70).

LA F

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.

§¿Te gusta el lugar donde vives? ¿Tienes allí

amigos especiales? ¿Tienes un juguete o unlibro favorito? Imagina que tu familia tu-

viera que dejar atrás sus posesiones favoritas y viajar auna tierra nueva. ¿Crees que sería difícil hacerlo?

Lehi, el padre de Nefi, fue un profeta, y el Señor leavisó que Jerusalén iba a ser destruida y que él y su fa-milia tenían que irse. El Señor le dijo que había prepa-rado una nueva tierra para su familia. Cuando partieronde Jerusalén y viajaron por el desierto, los hermanos deNefi, Lamán y Lemuel, se quejaban constantemente.No querían dejar todo atrás y no creían que Jerusalénfuera a ser destruida. Nefi y su hermano Sam no se que-jaron, pues sabían que su padre era un profeta de Dios yle obedecieron. Debido a la fe y a la obediencia de Nefi,

A M

el Señor le hizo una promesa maravillosa: mientras losdescendientes de Nefi obedecieran al Padre Celestial,serían bendecidos en la nueva tierra.

Cuando estudiamos el Libro de Mormón, vemos queel Señor guardó la promesa que le hizo a Nefi. Siempreque el pueblo siguió al profeta y obedeció los manda-mientos, fueron bendecidos, mas cuando no escucharona los profetas y fueron desobedientes, vinieron los tiem-pos difíciles y el pueblo y no fue feliz.

Nuestro Padre Celestial nos ama a todos y quiere queseamos felices. Si seguimos a Sus profetas, seremos ben-decidos. El presidente Gordon B. Hinckley nos ha pedi-do que leamos las Escrituras diariamente, quesantifiquemos el día de reposo, que compartamos elEvangelio con nuestros amigos y que defendamos lo co-rrecto. No siempre es fácil hacer lo que nos pide el pro-feta, pero cuando lo hacemos, nuestro Padre Celestialnos bendice y encontramos la verdadera felicidad.

I G O S

6

Page 57: LIAHONA JUNIO 2001

D. Adán

C. Alma

A. José Smith

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E. Gordon B. Hinckley

F. Noé

G. Enoc

B. El rey Benjamín

Ideas para el Tiempo para compartir1. Asigne a varios adultos para que represen-

ten diferentes profetas. Por ejemplo: Adán(Moisés 5:4–12, 58–59), Enoc (Moisés6:26–28; 7:13–21), Noé (Génesis 6–8), Moisés(Éxodo 3; Números 14), Daniel (Daniel 6).Distribuya los adultos en diferentes lugares delaula. Divida los niños en grupos y pídales queentrevisten a los “profetas”. Sugiera las preguntasque les ayuden a descubrir quién es cada profeta,qué mandó hacer al pueblo y cómo el pueblo queobedeció sus enseñanzas fue bendecido. Rote losgrupos y pida a cada niño que dibuje a uno delos profetas. Pida a algunos niños que relaten loque enseñó su profeta y cómo fueron bendecidaslas personas que le obedecieron. Pregunte a losniños qué nos ha pedido hacer nuestro profeta vi-viente. Comparta su testimonio de que al obede-cer al profeta, somos bendecidos de la mismaforma que lo fueron las personas de épocas antiguas.

2. Recorte un corazón grande de papel en di-versas piezas como si fuera un rompecabezas.Con cinta adhesiva, pegue las piezas debajo dealgunas de las sillas antes de que los niños entrenen la Primaria. Invite a un poseedor del sacerdo-cio a representar al profeta Alma y pídale quehable a los niños acerca de lo que Alma enseñóen las aguas de Mormón (véase Mosíah 18).Pídale que explique lo que se enseña en Mosíah18:21. Pida a los niños que miren debajo de lassillas en busca de la pieza del rompecabezas y pi-da a los que las encuentren que digan cómo po-demos tener entrelazados nuestros corazones.Según vayan respondiendo, invíteles a poner supieza del rompecabezas en la pared. Dígales queel profeta quiere hoy día que nuestros corazonesestén entrelazados por el amor tal como Almadijo en su época. �

J U N I O D E 2 0 0 1

7

__

__

__

__

__

__

__

InstruccionesIdentifica a cada uno de los pro-

fetas de la izquierda (A–G) con suenseñanza correspondiente (1–7).

1. El primer profeta enseñó a sus hijos

a orar y les prometió que si lo hacían,

serían guiados por el espíritu de ins-

piración (véase Moisés 5:4–5, 12;

6:4–5).

2. Enseñó al pueblo a arrepentirse y a

guardar los mandamientos y les

prometió que si lo hacían, prosperarían

y serían protegidos de sus enemigos

(véase Moisés 6:32–33, 57–58;

7:10,13–17).

3. Advirtió al pueblo que si no se

arrepentían, serían destruidos con un

diluvio (véase Moisés 8:20–24).

4. Enseñó al pueblo que si se amaban y

servían los unos a los otros, prospera-

rían en la tierra y serían bendecidos

(véase Mosíah 2:17–24, 41).

5. Enseñó al pueblo que si se bautiza-

ban y guardaban sus convenios, el

Señor derramaría Su Espíritu sobre ellos

para enseñarles y guiarles (véase

Mosíah 18:8–10).

6. Enseñó que los que guarden la

Palabra de Sabiduría recibirán salud,

sabiduría y tesoros de conocimiento, y

que el ángel destructor pasará de ellos

(véase D. y C. 89).

7. Él nos ha prometido que si estudia-

mos las Escrituras y defendemos lo cor-

recto, recibiremos un testimonio de

Jesucristo y las demás personas se in-

teresarán en la Iglesia gracias a nuestro

ejemplo (véase “Apacienta mis ovejas”,

Liahona, julio de 1999,

págs. 118–124).

Respuestas: (1) d, (2) g, (3) f, (4) b,

(5) c, (6) a, (7) e.

Page 58: LIAHONA JUNIO 2001

2

1

3

EL CONSEJO DEL PROFETA:

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Selecciones de un discurso del presidente Gordon B.Hinckley pronunciado en una charla fogonera celebra-da el 12 de noviembre de 2000.

SEAN AGRADECIDOS

“Anden con gratitud en su corazón; estén agradecidos por las mara-villosas bendiciones que poseen; estén agradecidos por las tremendasoportunidades que tienen; estén agradecidos a sus padres, quienes sepreocupan tanto por ustedes y quienes han trabajado tanto para soste-nerles. Háganles saber que están agradecidos; den las gracias a su ma-dre y a su padre; den las gracias a sus amigos; den las gracias a susmaestros; expresen agradecimiento a quienquiera les haga un favor oles ayude de cualquier modo.

“Den gracias al Señor por Su bondad hacia ustedes”.

SEAN INTELIGENTES

“El Señor desea que eduquen su mente y sus manos. Cualesquierasea el campo que elijan, ya sea reparando refrigeradores, o el trabajo deun diestro cirujano, deben capacitarse. Procuren la mejor educaciónacadémica posible; conviértanse en obreros de integridad en el mundoque yace adelante. Repito, ustedes traerán honor a la Iglesia y serángenerosamente bendecidos debido a esa capacitación”.

SEAN LIMPIOS

“Eviten el hablar depravado; no tomen el nombre del Señor en vano…

“Elijan a sus amigos con detenimiento…“Aunque deben ser amigables con todas las personas, seleccionen

con mucho cuidado a aquellos que deseen tener cerca de ustedes…“Sean limpios. No desperdicien su tiempo en diversiones

destructivas…“¡Qué verdaderamente bella es la jovencita bien arreglada que es

limpia en cuerpo y mente! Ella es una hija de Dios de quien su PadreEterno se siente orgulloso. ¡Qué apuesto es el jovencito bien arreglado!Él es un hijo de Dios, considerado digno de poseer el santo sacerdociode Dios; no debe tener tatuajes ni aretes en ninguna parte de su cuer-po ni dentro de él. La Primera Presidencia y el Quórum de los Doceestán unidos en impartir consejo en contra de estas cosas…

A M I G O S

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4

5

6

SEIS PUNTOS IMPORTANTES

“…No hay necesidad de que ningún niño o niña Santo de los Últi-mos Días, o jovencito o jovencita, siquiera intente probarlas [las dro-gas]. Consérvense limpios de estas adicciones que alteran la mente yforman hábitos”.

SEAN VERÍDICOS

“Sean leales a la Iglesia bajo toda circunstancia. Les hago la promesade que las autoridades de esta Iglesia nunca les llevarán por el mal ca-mino. Les llevarán por los senderos de la felicidad…

“Sean verídicos a sus propias convicciones; ustedes saben lo que es locorrecto y lo que no lo es; ustedes saben cuando están haciendo lo co-rrecto; saben cuando están dando de su fuerza a una causa justa. Seanleales. Sean fieles. Sean verídicos”.

SEAN HUMILDES

“El Señor ha dicho: “Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará de lamano y dará respuesta a tus oraciones” (D. y C. 112:10)…

“Creo que los mansos y los humildes son aquellos que son enseña-bles; están dispuestos a aprender; están dispuestos a escuchar los susu-rros de la voz quieta y apacible para recibir guía en sus vidas. Ellosconsideran la sabiduría del Señor superior a la de ellos mismos”.

SEAN DEDICADOS A LA ORACIÓN

“Ustedes necesitan Su ayuda, y saben que la necesitan. No puedensalir adelante solos. Ustedes llegarán a darse cuenta de ello y a recono-cerlo más y más con el transcurso de los años. De modo que vivan a finde que con una conciencia tranquila puedan hablar con el Señor.Pónganse de rodillas y agradézcanle Su bondad para con ustedes y ex-présenle los justos deseos de sus corazones. Lo milagroso de todo ello esque Él escucha; Él responde; Él contesta. No siempre lo hace como nosgustaría que lo hiciera, pero no tengo duda de que contesta”. �

Para el texto completo véase “El consejo y la oración de un profeta en beneficio de la

juventud”, Liahona, abril de 2001, págs. 30–41.

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EL SAFEL SAFARI DE LA NOCHE DE HOGARARI DE LA NOCHE DE HOGARpor Jennifer Jensen

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“VV amos a tener un ‘safari’ contrarre-loj”, anunció mamá en la no-che de hogar.

Ana, de 10 años, ysus hermanos, Natán yCarlos, sonrieron.

Mamá prosiguió: “Estanoche serán capaces de en-contrar la mayoría de las co-sas que van a ‘cazar’ y queestán en la lista que les voy adar, pero algunas nos pueden llevaruna semana. Nuestro Padre Celestial lesayudará si se lo piden”, y pasó la lista acada persona.

Ana estudió la página: (1) una lámina de Jesucristo;(2) un relato de una experiencia misional; (3) un verda-dero relato pionero; (4) el nombre de un antepasadoque tenga tu primer o segundo nombre de pila.

“Muy bien”, dijo mamá, antes de que Ana pudieraterminar de leer la lista, “regresen dentro de una hora.Intentaremos completar la lista durante la semana ycompartiremos las experiencias que tengamos la semanasiguiente”.

Ana leyó el resto de la lista: (5) un relato acerca delpresidente Hinckley de cuando era joven; (6) un pasajede las Escrituras sobre la fe; (7) una lámina de un tem-plo; (8) alguien a quien dar un ejemplar del Libro deMormón.

Ana emitió un quejido. Las primeras siete no erantan difíciles pero, ¿a quién le iba a dar un ejemplar delLibro de Mormón?

“La primera es fácil”, dijo Ana para sí mientras saca-ba una lámina pequeña de Jesucristo de su diario.

A M

Su clase de la Primaria había leídoAlma 32:21 la semana ante-rior y parecía un buen pasa-je sobre la fe, así que laanotó. El segundo nombrede Ana era Rosa, y tam-bién era el nombre de subisabuela.

Después buscó enunos ejemplares deAmigos y encontró unalámina del Templo deTokio, Japón, un relato

sobre la infancia del presidente Hinckley yvarios relatos verídicos de pioneros; y se pasó

la hora.Nadie de la familia había pensado en alguien a quien

dar un ejemplar del Libro de Mormón, y al ofrecer la úl-tima oración pidieron ayuda para encontrar a alguienque estuviera buscando el Evangelio.

Los hermanos Martínez acababan de regresar de unamisión, así que el martes Ana les preguntó sobre ello;pero aún no conocía a nadie a quien darle un ejemplardel Libro de Mormón.

Ana pensó y oró durante toda la semana. ¿Quién querría un Libro de Mormón? ¿Qué le diría aesa persona? “Estamos celebrando un safari contrarreloj.¿Aceptaría un Libro de Mormón?”. Se reirían.

No quería que se rieran de ella. El Libro de Mormónno era una cosa graciosa, sino un libro especial; ella loamaba y amaba a Jesucristo. ¡Ahí estaba la clave! ¡Eraun libro para personas que aman a Jesucristo! Ana yasabía a quién dárselo.

Se arrodilló y pidió ayuda a su Padre Celestial. Se

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sentía tranquila y cómoda en su interior mientras mane-jaba la bicicleta hasta la casa de su amiga Sara. Pero elsentimiento de calma desapareció cuando se acercó a lapuerta. Oró en silencio y pulsó el timbre.

“Hola, Ana”, dijo la señora Morales. “Esta semanaSara está en casa de su abuela”.

“Vine a hablar con usted”, dijo Ana. Tomó aire y seapresuró a decir: “Señora Morales, usted ama mucho aJesucristo, ¿no es cierto?”

“Mucho”, dijo la señora Morales con una sonrisa.“¿Le gustaría tener otro libro sobre Él?”, dijo Ana,

mientras sostenía un ejemplar del Libro de Mormón.“El Libro de Mormón”, leyó la señora Morales. “Otro

testamento de Jesucristo”.“Cuenta algunas cosas realmente maravillosas sobre

Jesucristo”, dijo Ana. “Sobre Su visita a las Américas ylo que le enseñó a la gente de allí. Y tiene uno de mispasajes favoritos de las Escrituras: ‘…cuando os halláisal servicio de vuestros semejantes, sólo estáis al serviciode vuestro Dios’ ” (Mosíah 2:17).

“Otro testamento de Jesucristo”, repitió la señoraMorales suavemente. “Sí, Ana, me gustaría leerlo.Gracias”.

Ana sonrió; la sensación cálida volvió. “Me gusta todo, pero 3 Nefi habla de la visita del Salvador a lasAméricas. Especialmente me gusta cuando bendice a los niños”.

Ana ayudó a la señora Morales a buscar 3 Nefi.Ana sonrió y se fue mientras la señora Morales

se sentó en la escalera y comenzó a leer. Todavía llena de esa sensación cálida, Ana sabía que había ganado el verdadero premio del safari contrarreloj, y esperaba que los demás de su familia también lo ganaran. �

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RELATOS DEL NUEVO TESTAMENTO

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JESÚS ENSEÑASOBRE LAORACIÓN

A M I G O S

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Jesús enseñó a Sus discípulos a orar. Dijo que algunaspersonas quieren que otros las vean orar, pero Jesúsenseñó que debemos decir nuestras oraciones persona-les en un lugar donde podamos estar solos, de ser posible.

Mateo 6:5–6

Dijo que algunas personas repiten las mismas palabras una y otra vez cuando oran, y que en realidad no se dan cuenta de lo que están diciendo. Pero la gente sí debe pensar en lo que dice. Deben orar con sinceridad por lo quenecesitan.

Mateo 6:7–8

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El Salvador ofreció una oración a modo de ejemplo para Sus discípulos, y comenzó diciendo: “Padre nuestro que es-tás en los cielos”. Dio gracias a nuestro Padre Celestial y le pidió ayuda. Dijo “amén” al final de la oración y luego lesdijo a los discípulos que oraran en Su nombre. Les prometió que nuestro Padre Celestial daría respuesta a sus ora-ciones y los bendeciría.

Mateo 6:9–13; 21:22; Lucas 11:5–10; Juan 16:23

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RELATOS DEL NUEVO TESTAMENTO

LA HIJA DEJAIRO ES LEVANTADA DELOS MUERTOS

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Jesús salió de una barca y lo rodeó una gran multitud.Jairo, uno de los principales de la sinagoga, se postró aSus pies.

Marcos 5:21–22

Jairo dijo que su hija de doce años estaba muy enferma y le suplicó a Jesús que acudiera y le diera una bendiciónpara que se mejorara y no muriera.

Marcos 5:23

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Jesús preguntó por qué estaban haciendo tanto ruido.Les dijo que la niña no estaba muerta sino que dormía.La gente se rió de Él porque estaban seguros de que laniña había muerto.

Marcos 5:39–40

Entonces Él, Pedro, Santiago y Juan fueron a casa deJairo, la cual estaba llena de gente que lloraba y gemíaa causa de la muerte de la pequeña.

Marcos 5:37–38

Jesús oyó lo que decían y le dijo a Jairo que no estu-viera triste sino que creyera en Él.

Marcos 5:36

Cuando Jesús empezó a seguir a Jairo camino de sucasa, otras personas se le acercaron para pedirle unabendición. El Salvador se detuvo para sanar a una mu-jer y, mientras hablaba con ella, alguien se acercó aJairo y le dijo que era demasiado tarde, que su hija es-taba muerta.

Marcos 5:24–35

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A M I G O S

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Tomando a la pequeña de la mano, Jesús le mandó que se pusiera de pie. Ella se levantó y caminó. Sus padres esta-ban maravillados. Jesús les dijo que no le dijeran a nadie nada de lo ocurrido, y mandó que dieran algo de comer a lapequeña.

Marcos 5:41–43

El Salvador pidió que todos se fueran, excepto Jairo, su esposa y los discípulos, y se fueron al cuarto donde yacía lapequeña.

Marcos 5:40

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Avancemos con valor, por Glen S. Hopkinson.“Hacia el sol, do Dios lo preparó, buscaremos lugar do, libres ya de miedo y dolor, nos permitan morar”

(“¡Oh, está todo bien!”, Himnos, número 17).

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“La enseñanza del Evangelio a los hijos es

primeramente la responsabilidad de los padres…

El hogar es el aula fundamental de la vida y de la Iglesia”.

Véase “Seamos los mejores maestros de nuestros hijos”,

página 36.