Librillo de Cuentos

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Cuentos

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Festival Hiberoamericano de cuenteros ABRAPALABRA

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Cuentos

La Descarnada

Abundan los testigos que afirman haber tenido una experiencia tétrica con una hermosa mujer que se aparecía pidiendo ride o aventón en la carretera que conduce de Santa Ana a Chalchuapa. La mujer en primera instancia se aparecía en la orilla de la calle con una vestimenta provocativa y con una actitud sensual y audaz llamaba la atención de los incautos que eran atraídos por su belleza y coquetería. Cuando los conductores le preguntaban hacía donde se dirigía, ella les contestaba que a unos pocos kilómetros del lugar, entonces se montaba al auto y comenzaba a seducirlos. Cuando los hombres empezaban a tocarla

y besarla, entonces sucedía algo espantoso, la piel se desprendía de su cuerpo hasta quedar totalmente convertida en pocos segundos en un esqueleto humano. Minutos después sus víctimas eran encontradas en estado de total confusión y únicamente recordaban los instantes en que aquella escena tenebrosa había ocurrido. Según los moradores del lugar, el espíritu de una bruja maligna es el protagonista de la lúgubre aparición.

La PrincesaFea

Érase que se era una princesa fea.Érase que se era una malvada bruja.Érase que se era que, cierto día, la

malvada bruja lanzó un hechizo contra la fea princesa y la transformó en la princesa más hermosa del mundo.

Nadie entendía muy bien qué clase de “maldición” podía ser esa que concedía a la princesita la belleza que no tenía, la admiración de la que carecía y que la liberaba de las burlas y el rechazo.

Y ahora es cuando el listillo-a de la clase dice: “Yo lo sé, yo lo sé. Si| está claro. La maldición consiste en que la princesa se vuelve engreída, tonta y antipática y pierde el cariño de todos. Y la moraleja es que la belleza no lo es todo en este mundo”.

Pues no, listillos, no se trata de eso. Vamos, sí que era esa la intención de la malvada bruja pero… Érase que se era que la ex princesa fea y nueva hermosa princesa era una chica equilibrada y con

una cabeza muy bien amueblada. De modo que ni se le subió la belleza a la cabeza, ni dejó a sus amigos de toda la vida, ni se reía de los poco agraciados ni se dejó llevar de los halagos de quienes, ahora, se aproximaban a ella.

Así que lo único que logró la bruja fue que la princesa fuera un poco más feliz y no horriblemente desgraciada.

Y tras semejante fracaso la bruja fue pasto de burlas por parte de sus compañeras y enviada por el Gran Consejo Brujeril a seguir un cursillo de psicología para intentar que no volviera a equivocarse de manera tan estrepitosa.

El duendede la Piedra de Cuapa

En el valle de Cuapa, hay una gran piedra que dicen cayó del cielo y a una legua de ella se encontraba la hacienda La Flor. Allí vivía un matrimonio que tenía una hija muy hermosa, de la cual se habían enamorado los duendes que habitaban en la casa. Todas las noches llegaban y le ponían flores en la cama y cuando iba a traer agua le enfloraban el camino. Los duendes no querían a la Mamá de la muchacha y en lugar de flores le ponían espinas; Si iba a lavar le escondían el jabón; si iba a zurcir le escondían el hilo y en fin, que ya nadie los aguantaba. La muchacha por miedo no se atrevía a salir porque los duendes las seguían a todas partes.

El papá de la joven tenía un burro y un día de tantos no lo encontró, se puso furioso y comenzó a buscar el burro, después de varios días lo encontró arriba de la piedra rebuznando afligido porque no podía bajarse. Comprendiendo que era una zanganada de los duendes, el señor le ordeno a su hija que les fingiera cariño, correspondiendo con palabras amorosas a los regalos que le hacían.

La joven hizo caso y temblando de miedo les pidió que le bajaran el burro a su papa. Por quedar bien con ella, los duendes bajaron el burro y lo llevaron a la caballeriza.

Durante algunos días no aparecieron y el señor creyó que ya no iban a seguir molestando, pero se equivoco. Los duendes siguieron haciendo travesuras todos los días. Después de inventar miles de cosas, los dueños de la hacienda y los vecinos, se pusieron a tocar música de cuerda. Esto desagrada a los duendes porque les produce dolor de cabeza. Día y noche pasaron los señores tocando hasta que los traviesos no tuvieron más remedio que abandonar la casa.

La Madre Monte

Una tarde en que el abuelo Pedro se puso a contar historias le preguntamos porque mantenía una bolsita de tela amarrada en la cintura. Ahí fue cuando el viejo se puso serio, se nos quedó viendo en silencio y luego con su vozarrón empezó a contarnos que cuando era muchacho le dio por meterse al monte de cacería. Se quería coger un chigüiro y por allá se metió entre la ciénaga a encontrarse alguno. Se decía que animales de monte era mejor no agarrar ni hacerles trampas, porque a esos los cuidaba un encantamiento, pero él no hizo caso y se fue por entre los matorrales. Al poco rato que estuvo andando

se le apareció a lo lejos una mujer que lo llamaba, estaba vestida muy elegante, era alta y bella y con ojitos maliciosos, y el abuelo Pedro se dijo “hombre, esa mujer sola por entre estas soledades… Yo como le voy a hacer compañía…” y se fue detrás de ella. Caminó un poquito y se le perdió, así que la siguió buscando y le parecía como que otra vez se le aparecía y así, luego de mucho buscarla el que se perdió fue él. Y así estuvo perdido por entre el monte 7 días, sin comer nada, y arañado por los rastrojos que parecía que se movían, cuando al final de esos siete días se puso a rezar, se arrodilló y apenas lo hizo vió que detrás de los

rastrojos había un caminito que lo sacaba dentro del monte.

Desde entonces el abuelo nunca más se puso a perseguir los animales del monte y una vez que se enteró de que esa señora que había visto era la Madremonte, se amarró esa bolsita en la cintura que tenía todos rezos y conjuros para protegerse.

Ilustraciones: Gago VargasAdaptación de Cuentos: Harry Marín