Liturgia

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CARTA APOSTOLICA

“MINISTERIA QUAEDAM”La Sagrada Congregación para el Culto Divino

dispuso el Rito para la institución de Lectores y Acólitos,

para la admisión de los candidatos al Diaconado y Presbiterado.

El Sumo Pontífice Pablo VI con su autoridad aprobó estos ritos y mandó publicarlos, de manera que se usen en lengua latina

desde el 1º de Enero de 1973; en lengua vernácula a partir del día que

determinen las Conferencias Episcopales.

La evolución histórica de los ministerios es muy compleja.

En lo que afecta a los ministerios, se ha llegado a la conclusión de que existen ministerios:a) por designación expresa de Jesús: b) los doce-apóstoles: Lc 6,13; Mt 10,2; Mc 6,30;b) otros por designación del Espíritu Santo: ministerios señalados en las cartas paulinas (Rm 12,6-8; 1 Cor 12,8-11; 1 Cor 12,28; Ef 4,11);

c) y, otros, por designación de la Iglesia: ejem. los “colaboradores” de los que se habla en Ac 6,1-6; 13, 1-3 ó en las cartas paulinas (1 Cor 16,16; 1 Tes 5,12; Rm 16,1, etc).Si el ministerio apostólico enlaza con el ministerio histórico de Jesucristo, ello no debe ir en perjuicio de los otros carismas y ministerios que existen en la comunidad.

La Iglesia instituyó ya en tiempos antiquísimos

algunos Ministerios para dar debidamente a Dios el

culto sagrado y para el servicio del

pueblo de Dios, según sus necesidades;

con ellos se encontraba a los fieles

para que las ejercieran, funciones litúrgico-

religiosas y de caridad, en conformidad con las

diversas circunstancias.

En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria.Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas.Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía;a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.

Hechos 6,1-7

Estos Ministerios se conferían muchas veces con un rito especial mediante el cual el fiel, una vez obtenida la bendición de Dios, quedaba constituidos dentro de una clase o grado para desempeñar una determinada función eclesiástica.Algunos de entre estos ministerios más estrechamente vinculados con las acciones litúrgicas, fueron considerados poco a poco instituciones previas a la recepción de las Órdenes sagradas

Ostiariado Lectorado, Exorcistado Acolitado

recibieron en la Iglesia latina el nombre de Órdenes menores con relación al

Subdiaconado Diaconado Presbiterado

Que fueron llamadas Órdenes mayores reservadas generalmente, a quienes por ellas se acercaban al

sacerdocio.

El Concilio Vaticano establece que:

“en las Celebraciones litúrgicas,

cada cual, ministro o simple fiel,

al desempeñar su oficio, hará todo y sólo aquello

que le corresponde por la naturaleza de la acción

y las normas litúrgicas”.(SC, n.58).

El Papa Paulo VI, en consonancia con el espíritu

del Concilio Vaticano II hizo una revisión de estas órdenes

menores y realizó las siguientes

adaptaciones:

En la conservación y adaptación de los oficios peculiares a las necesidades actuales, se encuentran aquellos elementos que se relacionan más estrechamente con los ministerios, sobre todo, de la Palabra y del Altar, llamados en la Iglesia latina lectorado, acolitado y subdiaconado; y es conveniente conservarlos y acomodarlos, de modo que en lo sucesivo haya dos ministerios, a saber, el de lector y el de acólito, que abarque también las funciones correspondientes al subdiácono. Está más en consonancia con la realidad y con la mentalidad actual el que estos ministerios no se llamen ya Órdenes menores; que su misma colación no se llame «ordenación» sino «institución»; y además que sean propiamente clérigos, y tenidos como tales, solamente los que han recibido el diaconado. Así aparecerá también mejor la diferencia entre clérigos y seglares, entre lo que es propio y está reservado a los clérigos y lo que puede confiarse a los seglares cristianos; de este modo se verá más claramente la relación mutua, en virtud de la cual el «sacerdocio común de los fieles y sacerdocio ministerial o jerárquicocon nuestra Autoridad apostólica establecemos las siguientes normas, derogando, si es necesario y en cuanto lo sea, las prescripciones del Código de Derecho canónico hasta ahora vigente, y las promulgamos con esta Carta.

I. En adelante no se confiere ya la primera tonsura. La incorporación al estado clerical queda vinculada al diaconado.

II. Las que hasta ahora se conocían con el nombre de «Órdenes menores», se llamarán en adelante «Ministerios».

III. Los Ministerios pueden ser confiados a laicos, de modo que no se consideren como algo reservado a los candidatos al sacramento del Orden.

IV. Los Ministerios que deben ser mantenidos en toda la Iglesia latina, adaptándolos a las necesidades actuales, son dos, a saber: el de lector y el de acólito. Las funciones desempeñadas hasta ahora por el subdiácono, quedan confiadas al lector y al acólito; deja de existir por tanto en la Iglesia latina el orden mayor del Subdiaconado

Los Ministerios que deben ser mantenidos en toda la Iglesia latina, adaptándolos a las necesidades actuales, son dos, a saber:

el del Lector y el del Acólito.

Las funciones desempeñadas hasta ahora por el Subdiácono,

quedan confiadas al Lector y al Acólito.

Deja de existir por tanto en la Iglesia latina el orden mayor del Subdiaconado.

Para los que van a recibir el Diaconado y el Sacerdocio, deben recibir los ministerios de Lector y Acólito y ejercerlos durante un tiempo adecuado, para disponerse mejor a los futuros

oficios de la Palabra y del Altar.

Estas mismas disposiciones quedaron recogidas

en el Código de Derecho Canónico, en el canon 230

donde establece lo siguiente:

“Los varones laicos que tengan la edad y las condiciones determinadas

por la Conferencia Episcopal pueden ser llamados para el ministerio

estable de lector y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo la colación

de esos ministerios no les da derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia.”

ACÓLITO(Etim. Griego akolouthos, seguidor que ayuda.)

El Acólito (ministerio del altar)

El hombre que ha recibido de la Iglesia el ministerio de servir el altar y administrar la Eucaristía como ministro extraordinario.

El ministerio del acolitado, se remonta, a la antigüedad cristiana.

Durante muchos siglos en la Iglesia Latina fue una de las órdenes menores;

Constituía el último estadio previo a las órdenes mayores del subdiaconado, diaconado y presbiterado.

El ministerio del acólito es reservado para los hombres únicamente y

es conferido por el obispo de la diócesis o, en institutos religiosos clericales,

por el superior mayor, de acuerdo a los ritos litúrgicos hechos

con este propósito por la Iglesia.

Las mujeres podrán ser delegadas para hacer algunas de las funciones de los acólitos.

El Acólito (ministerio del altar)

Queda instituido para ayudar al Diácono y prestar su servicio al Sacerdote.

Es propio de él cuidar el servicio del Altar,asistir al Diácono y al Sacerdote en las funciones litúrgicas, principalmente en la Celebración de la Eucaristía; además, distribuir, como ministro extraordinario la sagrada Comunión cuando faltan los Ministros de que habla el c. 845 del CIC o están imposibilitados por enfermedad, avanzada edad o ministerio pastoral, o también cuando el número de fieles que se acerca a la sagrada Mesa es tan elevado que se alargaría demasiado la Misa.

En las mismas circunstancias especiales se le podrá encargar que exponga públicamente a la adoración de los fieles el Sacramento de la sagrada Eucaristía y haga después la reserva; pero no puede bendecir al pueblo.

Podrá también, cuando sea necesario cuidar de la instrucción de los demás fieles, que por encargo temporal ayudan al Sacerdote o al Diácono en los actos litúrgicos llevando el Misal, la cruz, las velas, etc, o realizando otras funciones semejantes.

Tareas del Acólito

• Ayudar al diácono y servir al sacerdote en las funciones li túrgicas, principalmente en la santa misa.• Instruir a los fieles que ocasionalmente ayuden al sacerdo te o diácono en los actos litúrgicos.

Como ministro extraordinario, Distribuir la Eucaristía en las siguientes ocasiones: a) a falta o por imposibilidad, b) enfermedad o edad avanzada del ministro ordinario (presbítero o diácono), c) en ocasiones de elevado número de fieles; y exponer el Santísimo Sacramento, reservarlo, d) excluida la bendición con el mismo, en ocasiones especiales, de acuerdo con las deter minaciones de la Conferencia Episcopal.

Exigencias de vida cristiana en estos ministerios. • Ofrecerse diariamente a Dios, siendo ejemplo de seriedad y devoción en el templo.

• Estar cercano al pueblo de Dios y ser caritativo especial mente con los necesitados y enfermos.

• Aprender a captar el sentido íntimo y espiritual de todo lo que pertenece al culto público.

Con la ordenación subdiaconal se asumía pública y solemnemente el compromiso del celibato.

Estas instituciones han sido reformadas por el papa Pablo VI en 1972 mediante la carta apostólica Ministeria quaedam; 

Esa decisión redujo a dos ministerios laicales las antiguas órdenes menores, suprimió el subdiaconado y la tonsura y vinculó al Diaconado la integración al estado clerical.

Ritual para instruir Acólitos

Los acólitos son instruidos por el Obispo, o por el superior mayor de un instituto religioso clerical, dentro de la misa.Las lecturas se toman todas o en parte de la liturgia del día o de las que se proponen en el Leccionario del apéndice.Leído el Evangelio el obispo se sienta en la sede y se pone la mitra. Un diacono o un presbítero, delegado para el caso, llama a los candidatos, diciendo:

Acérquense los que van a ser instruidos al ministerio del Acólitos

Los candidatos son llamados por su nombre. Cada uno responde:

Presente

Y se acercan al obispo, a quien hacen una reverencia.Estando todos sentados, el obispo hace la homilía, que concluye con unas palabras dirigidas a los candidatos.

Acabada la homilía todos se levantan. El obispo sin mitra, invita a los fieles a que oren, diciendo:

Pidamos, queridos hermanos, al Señor al Señor que se digne bendecir a estaos hijos tuyos, que el mismo ha elegido para el ministerio de acólitos, y que les de su fuerza para que se mantengan con fidelidad en el servicio dela Iglesia

Y todos oran en silencio durante un breve espacio de tiempo. Después el obispo prosigue:

Padre misericordioso, que por medio de tu Hijo único has dado la iglesia el pan de vida, bendice * a estos hermanos nuestros, elegidos para el ministerio de acólitos; que tu gracia, Señor, los haga asiduos en el servicio del altar, para que, distribuyendo con fidelidad el pan de vida a sus hermanos y creciendo siempre en la fe y en la caridad, contribuyan a la edificación de tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor R/AMEN

Cada uno de los acólitos se acerca al obispo, que les entrega el cáliz con vino o la patena con pan diciendo:

Recibe (según corresponda) para la celebración de la eucaristía, y vive de tal formas que seas digno de servir la mesa del Señor y a la Iglesia.

El acolito responde AMEN

En las ofrenda los acólitos presentan la patena y el cáliz con el pan y el vino. Reciben la comunión después de los diáconosEl obispo puede mandar a un acolito que ha sido hecho ministro extraordinario de la eucaristía, que le ayude, en la misa de la institución, a distribuir la comunión a los fieles.

LECTOREl lector es instituido para la función que le es propia,

leer la Palabra de Dios en la asamblea litúrgica. Con su proclamación de las lecturas,

el lector, ayuda a la comunidad a captar en las mejores condiciones posibles lo que Dios le dice.

El ministerio de leer en la asamblea no es presidencial. Proclamar el Evangelio ha sido reservado desde

antiguo a un ministro ordenado, pero las lecturas anteriores y el salmo responsorial,

así como las intenciones de la oración universal son ministerio de laicos.

PROPOSITO DEL LECTOR

A. Generalidades:

Con su proclamación de las lecturas, el lector, ayuda a la comunidad a captar en las mejores condiciones posibles lo que Dios le dice.El ministerio de leer en la asamblea no es presidencial. Proclamar el Evangelio ha sido reservado desde antiguo a un ministro ordenado, pero las lecturas anteriores y el salmo responsorial, así como las intenciones de la oración universal son ministerio de laicos.La proclamación de la palabra de Dios es verdaderamente un servicio a la Iglesia. Los lectores presentan la palabra viva de Dios a la asamblea de la comunidad de fe que se reúne.

Lo ideal es que la asamblea escuche la proclamación de las escrituras en vez de seguir las lecturas por medio de un misal. Cuando la asamblea escucha en comunidad, los fieles no solamente experimentan la unidad entre sí, sino también la misma presencia de Cristo, quien les habla en su palabra.

Al proclamar la palabra de Dios, los lectores están ejerciendo la responsabilidad de meditar en la presencia de Cristo. Dios le habla a los feligreses a través de ellos. El impacto del mensaje de Dios va a depender significativamente de la convicción, la preparación y la manera como se da el mensaje.

La Reverencia hacia las escrituras es importante porque la iglesia ve una conexión íntima entre “La mesa de la Palabra de Dios” y “La Mesa de la Eucaristía”. En una, el pacto divino se anuncia y la iglesia crece en su sabiduría; en la otra, se renueva el pacto y la Iglesia crece en santidad (LDM, no 10).

La formación de los Lectores debe de incluir los siguientes elementos:

Preparación Espiritual: incluye oración acerca del texto y reflexión del contenido de su mensaje; esto puede hacerse solo o en grupo.Formación Bíblica: incluye el entendimiento y la interpretación del texto en forma suficiente para que despierte una respuesta de parte de la asamblea. Esta preparación incluye la lectura del pasaje en su contexto, así como también la búsqueda de ayuda por medio de

comentarios bíblicos y otros materiales.Formación LitúrgicaPreparación Técnica: incluye la pronunciación correcta de palabras dificultosas, el aprendizaje de la pronunciación correcta y la práctica de la lectura del texto en voz alta, si es posible haciéndolo en presencia de alguien que sea capaz de corregir los defectos de la lectura.

Requisitos del Lector:

Aquellos que quieren ser ministros de lectura deben de ser miembros de la parroquia y de edad adecuada y lo suficientemente competentes para emprender este ministerio.Un conocimiento básico de la Biblia, un deseo de aprender acerca de las escrituras y poseer la habilidad oral necesaria para la proclamación de la palabra, son cosas necesarias para este ministerio.El ministerio de la palabra requiere un entendimiento de las escrituras, conocimiento de los principios de la liturgia, y habilidad para leer en público.Los lectores deben ser Católicos prácticos, completamente iniciados en la Iglesia y sus vidas deben de ser un verdadero testimonio de la palabra que proclaman.Una vez que los lectores hayan sido preparados para ejercitar su ministerio, es muy recomendable que sean instituidos en su ministerio públicamente con una bendición, preferiblemente durante la Misa dominical. Esto se hace por medio de la ceremonia de “Bendición de Lectores” que se encuentran en el Libro de Bendiciones.Durante las liturgias de bodas o funerales se permite a miembros de la familia o a amigos leer, aunque no hayan sido formalmente entrenados e instalados como lectores. La parroquia es la encargada de proveer un lector con experiencia para que los guíe e instruya.En situaciones especiales y por razones pastorales, por ejemplo en liturgias de la escuela parroquial o liturgias de educación religiosa, se puede permitir proclamar la palabra a un joven o una jovencita que no esté totalmente iniciada en fe, pero debe de preparársele apropiadamente. El contacto con la palabra de Dios, ha cambiado los corazones de quienes menos nos imaginamos.

Ritual para instruir lectores

Los lectores son instruidos por el Obispo, o por el superior mayor de un instituto religioso clerical, dentro de la misa, bien en una celebración de la Palabra de Dios.Las lecturas se toman todas o en parte de la liturgia del día o de las que se proponen en el Leccionario del apéndice.Leído el Evangelio el obispo se sienta en la sede y se pone la mitra. Un diacono o un presbítero, delegado para el caso, llama a los candidatos, diciendo:

Acérquense los que van a ser instruidos al ministerio de lectores.

Los candidatos son llamados por su nombre. Cada uno responde:

Presente

Y se acercan al obispo, a quien hacen una reverencia.Estando todos sentados, el obispo hace la homilía, que concluye con unas palabras dirigidas a los candidatos.

Acabada la homilía todos se levantan. El obispo sin mitra, invita a los fieles a que oren, diciendo:

Pidamos, queridos hermanos, a Dios Padre que bendiga a estos siervos suyos, destinados al oficio de lectores, para que, cumpliendo fielmente el ministerio que se les confía, proclaman a Jesucristo ante los hombres, y den así gloria al Padre, que esta en los cielos.

Y todos oran en silencio durante un breve espacio de tiempo. Después el obispo prosigue:

¡Oh, Dios, fuente de toda luz y origen de toda bondad!, Que nos enviaste a tu hijo único, Palabra de vida, para que revelara a los hombres el misterio escondido de tu amor; bendice * a estos hermanos nuestros, elegidos para el ministerio de lectores; concédeles que, al meditar asiduamente tu palabra, se sientan penetrados y transformados por ella y sepan anunciarla, con toda fidelidad a sus hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. R/AMEN

Cada uno de los lectores se acerca al obispo, que les entrega el libro de la Sagrada Escritura diciendo:

Recibe el libro de la Sagrada Escritura y trasmite fielmente la Palabra de Dios, para que sea cada día mas viva y eficaz en el corazón de los hombres.

El acolito responde AMEN

Se puede entonar el Salmo 18Si la institución de lectores se celebra dentro de la Misa, esta continua como de costumbre. Pero si ha sido en una celebración de la Palabra, el obispo bendice al pueblo y lo despide de la manera acostumbrada.