Lógica y ethos de la sociedad laboral

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Lógica y ethos de la sociedad laboral En el sistema productor de mercancías de la modernidad, […] las fuerzas productivas han hecho pedazos, con la industrialización y cientificismo, la coerción de la "primera naturaleza", se ven sometidas a una nueva coerción secundaria producida inconscientemente. La forma de la reproducción social de la mercancía se convierte en la "segunda naturaleza", cuya necesidad se yergue ante los individuos tan ciega y exigente la de la "primera naturaleza", a pesar de ser una simple creación social. Que el trabajo vivo se transforme, como producción de mercancías, en trabajo muerto, "representado" (como decía Marx) en la encarnación del dinero, aparece como algo evidente a la conciencia moderna. De hecho, el dinero es una categoría de lo real, que se ha acuñado a través de muchas formaciones históricas, aunque la categoría básica del valor, que le subyace, no sea, de modo significativo, reflejada de modo sistemático hasta las teorías económicas modernas. Como mercancías, los productos son cosas-valor abstractas, vaciadas de todo contenido sensible, y sólo en esta extraña forma son mediatizadas socialmente. En oposición total con esto, sin embargo, la teoría burguesa ha tomado, ya desde sus clásicos, esta forma como un a priori y, finalmente, ha renunciado a explicarla siquiera. Justamente su evidencia parecía ser la prueba de su carácter ontológico, el cual ya no precisaba ser explicado teoréticamente. Pero, con ello, se perpetra la inversión en la que se transpone la "primera" y la "segunda" naturaleza: esa inversión, sin la cual no se habría constituido ninguna de las sociedades de la modernidad. Precisamente en ella, sin embargo, está enraizado ese carácter de fin en sí mismo del trabajo moderno. […] el fetichismo ha devenido auto reflexivo y, por medio de él se ha constituido el trabajo abstracto como mecanismo con fin en sí mismo. Ahora ya no se "agota" en el valor de uso, sino que se presenta como auto movimiento del dinero, como transformación de un cuanto de trabajo abstracto y muerto en otro cuanto, mayor, de trabajo abstracto y muerto (plusvalor) y, así, como movimiento tautológico de reproducción y autorreflexión del dinero; el cual sólo de esta forma deviene capital y, por tanto, moderno. En este ser del dinero como capital, sin embargo, el gasto de trabajo es arrancado del contexto de la creación de valores de uso sensibles y se transforma en aquel abstracto fin en sí mismo. El trabajo vivo sólo aparece ya como expresión del trabajo muerto independizado, con ello, el producto concreto, sensible, sólo como expresión de la abstracción del dinero. Los recursos humanos y materiales (fuerza de trabajo, herramientas, máquinas, materias primas y materiales) ya no pueden ser utilizados en la "simbiosis con la naturaleza" con la finalidad de satisfacer necesidades. Sólo sirven ya a la autoreflexión tautológica del dinero como "más dinero". Las necesidades sensibles, por tanto, sólo pueden satisfacerse a través de la producción no-sensible de plusvalor, que se realiza inconscientemente como abstracta producción de beneficios económico-industrial. El cambio, en el mercado, ya no sirve a la mediación social de bienes de uso, sino a la realización del beneficio, es decir, a la transformación de trabajo muerto en dinero y la mediación de bienes de uso tiene lugar sólo como manifestación secundaria de este auténtico proceso al nivel del dinero. Con ello, todo el proceso vital social e individual resulta sometido a la espantosa banalidad del dinero y a su auto- movimiento tautológico, cuya superficie, bajo diversas variaciones históricas, firma como la famosa economía moderna de mercado. El sometimiento del contenido sensible del trabajo y de las necesidades a la ciega autoreflexión del dinero tiene en sí algo de monstruoso.

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Kurz ethos trabajo

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Lógica y ethos de la sociedad laboral

En el sistema productor de mercancías de la modernidad, […] las fuerzas productivas han hecho pedazos, con la industrialización y cientificismo, la coerción de la "primera naturaleza", se ven sometidas a una nueva coerción secundaria producida inconscientemente. La forma de la reproducción social de la mercancía se convierte en la "segunda naturaleza", cuya necesidad se yergue ante los individuos tan ciega y exigente la de la "primera naturaleza", a pesar de ser una simple creación social.

Que el trabajo vivo se transforme, como producción de mercancías, en trabajo muerto, "representado" (como decía Marx) en la encarnación del dinero, aparece como algo evidente a la conciencia moderna. De hecho, el dinero es una categoría de lo real, que se ha acuñado a través de muchas formaciones históricas, aunque la categoría básica del valor, que le subyace, no sea, de modo significativo, reflejada de modo sistemático hasta las teorías económicas modernas. Como mercancías, los productos son cosas-valor abstractas, vaciadas de todo contenido sensible, y sólo en esta extraña forma son mediatizadas socialmente.

En oposición total con esto, sin embargo, la teoría burguesa ha tomado, ya desde sus clásicos, esta forma como un a priori y, finalmente, ha renunciado a explicarla siquiera. Justamente su evidencia parecía ser la prueba de su carácter ontológico, el cual ya no precisaba ser explicado teoréticamente. Pero, con ello, se perpetra la inversión en la que se transpone la "primera" y la "segunda" naturaleza: esa inversión, sin la cual no se habría constituido ninguna de las sociedades de la modernidad. Precisamente en ella, sin embargo, está enraizado ese carácter de fin en sí mismo del trabajo moderno.

[…] el fetichismo ha devenido auto reflexivo y, por medio de él se ha constituido el trabajo abstracto como mecanismo con fin en sí mismo. Ahora ya no se "agota" en el valor de uso, sino que se presenta como auto movimiento del dinero, como transformación de un cuanto de trabajo abstracto y muerto en otro cuanto, mayor, de trabajo abstracto y muerto (plusvalor) y, así, como movimiento tautológico de reproducción y autorreflexión del dinero; el cual sólo de esta forma deviene capital y, por tanto, moderno. En este ser del dinero como capital, sin embargo, el gasto de trabajo es arrancado del contexto de la creación de valores de uso sensibles y se transforma en aquel abstracto fin en sí mismo. El trabajo vivo sólo aparece ya como expresión del trabajo muerto independizado, con ello, el producto concreto, sensible, sólo como expresión de la abstracción del dinero.

Los recursos humanos y materiales (fuerza de trabajo, herramientas, máquinas, materias primas y materiales) ya no pueden ser utilizados en la "simbiosis con la naturaleza" con la finalidad de satisfacer necesidades. Sólo sirven ya a la autoreflexión tautológica del dinero como "más dinero". Las necesidades sensibles, por tanto, sólo pueden satisfacerse a través de la producción no-sensible de plusvalor, que se realiza inconscientemente como abstracta producción de beneficios económico-industrial. El cambio, en el mercado, ya no sirve a la mediación social de bienes de uso, sino a la realización del beneficio, es decir, a la transformación de trabajo muerto en dinero y la mediación de bienes de uso tiene lugar sólo como manifestación secundaria de este auténtico proceso al nivel del dinero.

Con ello, todo el proceso vital social e individual resulta sometido a la espantosa banalidad del dinero y a su auto-movimiento tautológico, cuya superficie, bajo diversas variaciones históricas, firma como la famosa economía moderna de mercado.

El sometimiento del contenido sensible del trabajo y de las necesidades a la ciega autoreflexión del dinero tiene en sí algo de monstruoso.