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LOS LAZOS DE LA CULTURA

EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID

Y LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO, 1916-1939

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COLECCIÓNTIERRA NUEVA E CIELO NUEVO

NÚMERO 46

Comité Editorial

DR. JESÚSMª GARCÍA AÑOVEROS

DRA. CONSUELONARANJO OROVIO

DRA. MÓNICA QUIJADA MAURIÑO

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LOS LAZOS DE LA CULTURA

EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID

Y LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO, 1916-1939

CENTRO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICASDE LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO, RÍO PIEDRAS

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICASINSTITUTO DE HISTORIA

Departamento de Historia de América

MADRID, 2002

CONSUELO NARANJO, MARÍA DOLORES LUQUE YMIGUEL ÁNGEL PUIG-SAMPER (Editores)

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autori-zación escrita de los titulares del Copyright, bajolas sanciones establecidas en las leyes, lareproducción total o parcial de esta obra por cual-quier medio o procedimiento, comprendidos la re-prografía y el tratamiento informático, y su distri-bución.

© CSIC© Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad de Puerto Rico, Ríos Piedras© Consuelo Naranjo, María Dolores Luque y Miguel Ángel Puig-Samper (eds.)

NIPO: 403-02-134-7ISBN: 84-00-08107-2Depósito legal: M-12713-2003

Impreso en España. Printed in SpainR.B. Servicios Editoriales, S.A.

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AGRADECIMIENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

I. POLÍTICA Y NACIÓN CULTURAL : PUERTO RICO 1898-1938 . . . . . . . . . María de los Ángeles Castro Arroyo

II. EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTO DE LAS

RELACIONES CULTURALES ENTREESPAÑA Y PUERTO RICO, 1898-1929 Jaime Pérez Rivera

III. M EMORIA Y REPRESENTACIÓN: ESPAÑA EN PUERTO RICO 1900-1930 Libia González

IV. HACIA UNA AMISTAD TRIANGULAR : LAS RELACIONES ENTREESPAÑA,ESTADOSUNIDOS Y PUERTO RICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Miguel Ángel Puig-Samper, Consuelo Naranjo y Mª Dolores Luque

V. RELACIONES CULTURALES ENTRE ELCENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRI-COS DEMADRID Y LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO . . . . . . . . . . . . Consuelo Naranjo y Miguel Ángel Puig-Samper

VI. L AS PRIMERAS DOS DÉCADAS DELDEPARTAMENTO DE ESTUDIOS HIS-PÁNICOS DE LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO: ENSAYO DE HISTORIA

INTELECTUAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Laura Rivera y Juan G. Gelpí

VII. FEDERICO DEONÍS ENTREESPAÑA Y ESTADOSUNIDOS (1920-1940) Matilde Albert Robatto

VIII. N AVARRO TOMÁS EN PUERTO RICO: CAPÍTULO DE UNA RELACIÓN ARTI-CULADA EN LOS «TÓNICOS DE LA VOLUNTAD» . . . . . . . . . . . . . . . . . . María Vaquero

ÍNDICE

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IX. L OS LAZOS DE LA CULTURA SE CONVIERTEN EN LAZOS DE SOLIDARI-DAD: LOS INICIOS DEL EXILIO ESPAÑOL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Consuelo Naranjo y Miguel Ángel Puig-Samper

APÉNDICE1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

APÉNDICE2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

BIBLIOGRAFÍA GENERAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

8 LOS LAZOS DE LA CULTURA

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SIGLAS UTILIZADAS :

— ACUPR: Archivo Central de la Universidad de Puerto Rico (Río Piedras). — AFO: Archivo Federico de Onís (Departamento de Estudios Hispánicos, Facul-

tad de Humanidades, Universidad de Puerto Rico -UPR- Río Piedras). — AGAAH: Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares (Alcalá

de Henares, Madrid).— AGPR: Archivo General de Puerto Rico (San Juan).— AJAE: Archivo de la Junta para Ampliación de Estudios de la Residencia de Es-

tudiantes (Madrid).— ALPI: Atlas Lingüístico de la Península Ibérica— AMAE: Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid).— BNJM: Biblioteca Nacional José Martí (La Habana). Fondo: Correspondencia

de Fernando Ortiz.— CSIC: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (España).— HS: The Hispanic Society of America (Nueva York).— ICCC: Instituto Caro y Cuervo de Colombia (Bogotá).— ICI: Instituto de Cooperación Iberoamericana (Madrid).— JAE: Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas de Ma-

drid.— PRI: Puerto Rico Ilustrado(San Juan).— PUCMM: Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Santiago de los

Caballeros, República Dominicana).— RFE: Revista de Filología Española(Madrid).— UPR: Universidad de Puerto Rico (Río Piedras)

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AGRADECIMIENTOS

Agradecemos la colaboración que desde un principio nos brindaron los direc-tores de diversos centros de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Pie-dras, para llevar a cabo esta investigación: el Dr. Rafael Bernabe, del SeminarioFederico de Onís, la Dra. Matilde Albert, exdirectora del Seminario Federico deOnís, y Marilia Hernández, del Archivo Central de la Universidad de Puerto Rico,así como la ayuda de las personas que trabajan en ambas instituciones; en el Cen-tro de Investigaciones Históricas de la UPR, Margarita Flores, José Cruz Arrigoi-tia, y Magalis Cintrón Butler, y en la Biblioteca General «José M. Lázaro», de laUniversidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, a Marisa Ordoñez, directorade la Colección Puertorriqueña, y Elsa Rodríguez, directora de la Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez. En Puerto Rico el trabajo de la Dra. Libia González, quiense encargó de la reproducción fotográfica, ha sido también de gran ayuda para laelaboración final del libro.

Nuestra gratitud se extiende en la vecina Cuba, en especial a Nuria Gregori, di-rectora del Instituto de Literatura y Lingüística, y al director de la Biblioteca Na-cional «José Martí», Elíades Acosta; y en España al Dr. Antonio Quilis, catedráti-co de la UNED, a Alfredo Valverde del Archivo de la Junta para Ampliación deEstudios de la Residencia de Estudiantes de Madrid, a la Dra. Mª José Albalá, delInstituto de Lengua Española del CSIC, y a Carmen Hernández-Pinzón Morenopor autorizarnos a reproducir las fotografías de Juan Ramón Jiménez.

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Este libro es el recuento de un apasionante episodio de historia cultural de al-cance transatlántico. Los hechos transcurren entre 1916 –cuando un joven profesorespañol de nombre Federico de Onís se traslada a Nueva York, por encomienda dela Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas de Madrid– y1939 –año que marca el inicio del franquismo en España y la muerte prematura deAntonio S. Pedreira, discípulo puertorriqueño de Onís. (El preámbulo de los acon-tecimientos, sin embargo, se remonta, para la mejor comprensión de los mismos, alas décadas finales del siglo XIX; y su epílogo se extiende hasta el primer lustro dela postguerra española). Además de Onís y Pedreira, los personajes principales deesta historia son, en primer plano, una enigmática profesora norteamericana de laUniversidad de Puerto Rico, de nombre Josephine Holt, un rector coyuntural y em-prendedor, Thomas Benner y el lingüista y filólogo español Tomás Navarro To-más. En segundo plano, y en grados de diversa pertinencia, aparecen, entre otros,los nombres de Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, José Padín, Rafael W.Ramírez, Concha Meléndez y Margot Arce.

Los espacios emblemáticos de la historia son el Centro de Estudios Históricos deMadrid, la Universidad de Columbia, en Nueva York y la Universidad de Puerto Rico.Las fuerzas magnéticas de dos políticas culturales, antagónicas y complementarias ala vez, animan el flujo de la compleja red de relaciones y transacciones asimétricasque dibujan los hilos de la trama: el panamericanismo, de inspiración norteamericanay el panhispanismo, fruto tardío del regeneracionismo español. Ambas corrientes depensamiento consideraron a Hispanoamérica como el objeto estratégico de su acciónexterior: Cuba, Puerto Rico, México y Argentina fueron, por razones de geopolíticacultural, los espacios privilegiados de los acontecimientos. La fundación del Departa-mento de Estudios Hispánicos, en la Universidad de Puerto Rico, constituye una delas secuencias centrales de la historia.

Diez investigadores autorizan los nueve acercamientos de este libro a los asun-tos precedentes: dos adscritos al Instituto de Historia del Consejo Superior de In-vestigaciones Científicas de Madrid (Consuelo Naranjo Orovio y Miguel Ángel

PRÓLOGO:HISTORIA DE UN TRIÁNGULO ESCALENO

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Puig-Samper); siete a diversas dependencias de la Facultad de Humanidades de laUniversidad de Puerto Rico, particularmente, el Centro de Investigaciones Históri-cas, el Departamento de Historia, el Departamento de Estudios Hispánicos y el Se-minario Federico de Onís (María de los Ángeles Castro Arroyo, María DoloresLuque, Laura Rivera, Juan Gelpí, María Vaquero y Matilde Albert Robatto); yotros dos al Departamento de Humanidades de la Facultad de Estudios Generalesde la misma universidad (Jaime Pérez Rivera y Libia González). La pluralidad denarradores y la diversidad de sus adscripciones, promociones y especialidades noimpide, en lo fundamental, la coherencia del relato que este libro ofrece, que bienpodría resumirse en el siguiente párrafo:

El envío de Federico de Onís por la JAE a Nueva York en 1916 fue el inicio de un inter-cambio cultural y científico, sólido y duradero, entre España-Estados Unidos y PuertoRico. Dicho intercambio fue posible gracias a la red de relaciones institucionales y per-sonales que Onís supo tejer entre los tres países y sus centros académicos, la JAE, elCentro de Estudios Históricos de Madrid, del que él siempre fue colaborador… La Uni-versidad de Columbia y el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad dePuerto Rico (Recinto de Río Piedras).1

Sin embargo el tono, los enfoques, las interpretaciones, las convenciones lin-güísticas, las entrelíneas, las matizaciones de las notas al calce y hasta los silenciosde estos trabajos constituyen una rica fuente de diversidad e interés, y encubrenmás de un debate. El lector podrá constatar cómo se acercan o se alejan los autoresa algunos de los tropos del discurso crítico puertorriqueño más reciente: naciona-lismo cultural vs. soberanía política, hispanofilia vs. hispanofobia, cultura patriar-cal vs. cultura popular. Mucho aportan también al entramado de este volumen losperfiles psicológicos de los sujetos históricos, según se revelan en el apéndiceepistolar que complementa los nueve ensayos del libro. La procuración del podercultural, los dones de la amistad, la pasión por el trabajo, el cultivo de la ocasión,las estrategias de la necesidad, el desamparo del exilio, los nudos de la solidaridadforman parte de la urdimbre del capítulo de historia cultural que aquí se recrea.

María de los Ángeles Castro Arroyo propone, como telón de fondo del volu-men, el ensayo titulado Política y nación cultural: Puerto Rico 1898-1938.En suspáginas explora las circunstancias históricas que determinaron la emergencia de undiscurso autonomista puertorriqueño propulsor de una identidad nacional funda-mentada en los valores culturales, al margen de la soberanía política. Jaime MoisésPérez Rivera, por su parte, se acerca a un tema poco estudiado: el papel que desem-peñaron las asociaciones cívico-culturales españolas y la prensa periódica, en ma-nos de periodistas peninsulares, en el fomento de las relaciones entre España yPuerto Rico en las tres décadas posteriores al 1898. En Memoria y representación:España en Puerto Rico 1900-1930,Libia M. González apunta a las complejidades

14 LOS LAZOS DE LA CULTURA

1 Véase el capítulo V de este libro: Consuelo Naranjo Orovio y Miguel Ángel Puig-Samper, «Rela-ciones culturales entre el Centro de Estudios Históricos de Madrid y la Universidad de Puerto Rico», p.57.

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y las contradicciones de las que habría que dar más rendida cuenta en un estudio afondo de la hispanofilia en la sociedad puertorriqueña de aquel momento.

Quizás el núcleo de este volumen lo conforman los cinco ensayos siguientesdedicados a explorar, desde diversas perspectivas, la relación triangular entre Es-paña, Estados Unidos e Hispanoamérica, y la hábil articulación de los intereses delhispanismo y del panamericanismo que dio pie, entre otras cosas, a la fundacióndel Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico. El bi-nomio ensayístico constituido por los textos Hacia una amistad triangular: las re-laciones entre España, Estados Unidos y Puerto Rico,firmado por Miguel ÁngelPuig-Samper, Consuelo Naranjo Orovio y María Dolores Luque, y Relaciones cul-turales entre el Centro de Estudios Históricos de Madrid y la Universidad dePuerto Rico,de Puig-Samper y C. Naranjo, recapitula, con amplia visión, los fe-nómenos culturales aludidos. Por su parte, Laura Rivera y Juan Gelpí reconstru-yen, de forma minuciosa, el origen de los estudios hispánicos en Puerto Rico, en eltrabajo titulado Las primeras dos décadas del Departamento de Estudios Hispáni-cos de la Universidad de Puerto Rico: ensayo de historia intelectual.El ensayo deMatilde Albert Robatto,Federico de Onís entre España y Estados Unidos (1920-1940) y el de María Vaquero,Navarro Tomás en Puerto Rico: capítulo de una re-lación articulada en los «tónicos de la voluntad», destacan, por separado, las vi-das paralelas de ambos intelectuales españoles –Onís y Navarro Tomás– y susrespectivas aportaciones a los estudios lingüísticos y literarios en Puerto Rico.

En el ensayo final,Los lazos de la cultura se convierten en lazos de solidari-dad: los inicios del exilio español,Consuelo Naranjo Orovio y Miguel ÁngelPuig-Samper, casi a manera de epílogo, se asoman a las peripecias de vida y a laaventura intelectual de algunos de los miembros del Centro de Estudios Históricosde Madrid después del comienzo de la Guerra Civil, en 1936. Una vez más, se re-salta la labor de Federico de Onís como aduanero de los hispanistas en América,procurando acomodo para sus atribulados colegas en universidades de EstadosUnidos, Puerto Rico e Hispanoamérica. Estas gestiones de solidaridad y diploma-cia cultural se constatan en los apéndices de las cartas que complementan esta pu-blicación, el primero,Correspondencia de Federico de Onís con intelectuales es-pañoles,y el segundo,Cartas durante la Guerra Civil española (1936-1939).Estacorrespondencia forma parte del acervo documental depositado en el SeminarioFederico de Onís del Departamento Estudios Hispánicos de la Universidad dePuerto Rico.

El objeto de este libro alcanza en esta hora un inusitado interés en el contextode los llamados estudios transatlánticos interesados en las interacciones culturalesentre España, Estados Unidos y América Latina. Las nuevas interacciones procu-ran constituirse al margen de las tradiciones del hispanismo y del panamericanis-mo, y de otras teorías dominantes; pero siempre aparecen proclives a las ocasionesdispuestas por las agresivas políticas culturales del Estado español contemporáneoo por las poderosas estrategias de apoyo auspiciadas por las universidades y lasfundaciones norteamericanas. Por otro lado, la debilidad y la dependencia crónicasde las economías latinoamericanas determina la base del triángulo, siempre escale-no, de las relaciones culturales entre las partes. En estas circunstancias, complejasy contradictorias, emergen nuevas inquietudes sobre, por ejemplo, las prácticas

PRÓLOGO 15

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culturales de los hispanos en los Estados Unidos, las transacciones de las identi-dades en los grandes centros urbanos multiculturales, las convergencias y los luga-res del bilingüismo, la hibridez de los modelos estéticos, los controles del tráficoelectrónico de la comunicación, el poder de los mercados culturales, entre otrasque encabezan la nómina de las recientes predicaciones de los estudios sobre lacultura. Más que antes, la relación triangular de la que trata este libro, es decir, laruta transatlántica de ida y vuelta de las ideas y los productos culturales entre Es-paña, Hispanoamérica y Estados Unidos, se complica en una difícil cartografía.Una visita a los fundamentos nunca está demás. Repasar la ruta transatlántica deFederico de Onís, por ejemplo, y los motivos de su viaje, podría ayudarnos a escla-recer nuestro rumbo, a acendrar nuestros propios motivos y a escoger a nuestroscompañeros de viaje.

El Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, deMadrid, y el Centro de Investigaciones Históricas de la Facultad de Humanidadesdel Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico han querido, con estapublicación, sumarse a la celebración del primer Centenario de la Universidad dePuerto Rico, fundada en 1903. La revisita de los asuntos aquí tratados conjura as-pectos sustanciales de la memoria de las primeras décadas de la Universidad dePuerto Rico, y el lugar y las razones del hispanismo en ella. Buen auspicio, ade-más, para el inicio de la segunda centuria de nuestra Universidad, este esfuerzoconjunto de investigadores de España y Puerto Rico por iluminar los lugares deconvergencia de la historia cultural de ambos países.

José Luis VegaDecano de la Facultad de Humanidades

Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

16 LOS LAZOS DE LA CULTURA

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I

POLÍTICA Y NACIÓN CULTURAL: PUERTO RICO 1898-1938

María de los Ángeles Castro ArroyoDepartamento de Historia, Facultad de HumanidadesUniversidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

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Las islas en las grandes crisis de las guerras y cuando llega la horade pagar indemnizaciones... son el menudo, los nickels que llevanlas grandes naciones en los bolsillos.

(Ángel Rivero Méndez, 1924)1

Ante la invasión norteamericana de 1898, la mayoría de los puertorriqueños semantuvo al margen del conflicto bélico, unos por voluntad propia –bien fuera por-que sentían ajeno el conflicto o porque no quisieron defender una metrópoli contrala que tenían inagotables quejas– y otros porque fueron orillados por las arbitrariasdecisiones de la camarilla militar que gobernaba la colonia. Del mismo modo, aespaldas del país, España y Estados Unidos zanjaron en el Tratado de París (10 dediciembre de 1898) el traspaso de la Isla al coloso norteño.2 De inmediato, la clasedirigente puertorriqueña reclamó el derecho al autogobierno dentro del marco deun protectorado ante una metrópoli renuente a conceder derechos políticos y, enci-ma, empeñada en imponer su cultura.

En este ensayo exploro un período específico del tortuoso camino recorridopor los puertorriqueños para definir y afirmar la nación, mientras negociaban, encondiciones desiguales, un pacto político justo con la nueva metrópoli. Los desa-lentadores debates políticos con Washington y las mezquinas imposiciones del go-bierno estadounidense durante las primeras décadas del siglo 20, provocaron que

1 Ángel Rivero Méndez, «En la línea de fuego. La autonomía como única solución»,El Imparcial,24 de noviembre de 1924.

2 Ángel Rivero Méndez,Crónica de la guerra hispanoamericana en Puerto Rico, 2da ed., SanJuan de Puerto Rico, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1972, p. 361; María de los Ángeles CastroArroyo, «El 98 en dos tiempos: de Los sepultureros de España a laCrónica de la guerra....»,CortésZavala, María Teresa, Naranjo, Consuelo y Uribe, Alfredo (eds.),El Caribe y América Latina. El 98 enla coyuntura imperial, 2 vols., Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo-Universi-dad de Puerto Rico-CSIC, 1998, vol. 2, pp. 225-246; de la misma autora, «‘¿A qué pelear si los de Ma-drid no quieren?’. Una versión criolla de la guerra del 98 en Puerto Rico»,Revista de Indias, vol. LVII,núm. 211, Madrid, septiembre-diciembre 1997, pp. 657-694.

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los puertorriqueños buscaran afanosamente solucionar su encrucijada política yafianzar su identidad particular frente a los rasgos culturales que pretendían impo-nerle. La dependencia económica y el convencimiento de que Estados Unidos noconcedería, por lo menos a corto ni mediano plazo, la estadidad o la independen-cia, potenciaron el discurso autonomista y propiciaron una definición nacional al-terna, centrada en valores culturales e independiente del ejercicio de la soberaníapolítica. Los difíciles períodos de la Primera Guerra Mundial (1914-19) y de laposguerra crearon coyunturas favorables para nuevas estrategias de lucha en lasque se mezclaron componendas políticas, proyecciones económicas, imaginariosculturales y expresiones nacionalistas que alcanzaron su cenit en la década de1930 y desembocaron en el proyecto populista que cristalizó en el Estado LibreAsociado de 1952.

CIUDADANÍA SIN SOBERANÍA

La legislación viola todo principio de justicia, buena fe y honradez común.(Senador Joseph Simon, de Oregón, al aprobarse la Ley Foraker en 1900)3

Ante el hecho consumado del traspaso territorial, el liderato puertorriqueño, es-peranzado de que la pujante nación norteña, demócrata y progresista, provocaría lamodernización política y económica del país, pidió de inmediato la anexión comoestado federado. Tal conducta era consecuente con el pensamiento autonomista másradical del último tercio del siglo 19 que veía en la autonomía federada la más am-plia expresión de dicha doctrina. Con ese espíritu, se mostraron dispuestos a

acatar las justas disposiciones de la Nación Americana, pero sin reconocerla como do-minadora de nuestro país, sino como amparadora de nuestros derechos autonómicos,derechos que, en lo futuro, deseamos ver ampliados en el sentido de obtener la máscompleta independencia en nuestro régimen interior; deseamos respeto absoluto a nues-tro idioma, a nuestras costumbres y a todo lo que aquí constituye nuestros carísimosafectos.4

Sin embargo, las ilusiones iniciales fueron flor de un día. Muchos de los viejosproblemas con España continuaron, a los que se sumaron otros de nuevo cuño. Enmateria de derechos políticos la situación retrocedió un siglo. El Congreso nortea-mericano, reacio a respetar la autonomía de su recién adquirida posesión, impusode inmediato un gobierno militar regido por órdenes generales. Poco después, en1900, lo sustituyó unilateralmente por uno civil, casi tan autoritario como el ante-rior, supeditado primero al Congreso y desde 1909 al Negociado de Asuntos Insu-lares, dependencia del Departamento de la Guerra, al cual la Isla estuvo adscritahasta 1934 cuando pasó a la División de Territorios y Posesiones Insulares bajo la

20 LOS LAZOS DE LA CULTURA

3 Ronald Fernández,La isla desencantada. Puerto Rico y los Estados Unidos en el siglo veinte,Trad. Daniel Rey Díaz, San Juan de Puerto Rico, Editorial Cultural, 1996, p.49.

4 Discurso de Antonio R. Barceló, juez municipal de Fajardo, ante los militares norteamericanosque ocuparon el pueblo. Citado por Ángel Rivero Méndez,Crónica..., Opus cit., p. 361.

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jurisdicción del Departamento del Interior.5 El Acta Foraker ratificó el dominio ab-soluto del Congreso sobre la colonia, aun a costa de contravenir la propia constitu-ción estadounidense al vincular, mediante el Consejo Ejecutivo, las ramas ejecuti-va y legislativa. Este organismo era una especie de cámara alta compuesta poronce miembros nombrados por el presidente de Estados Unidos por términos decuatro años. Cinco de ellos tenían que ser puertorriqueños, pero la mayoría laconstituían los seis jefes de Departamento que formaban el gabinete del goberna-dor, a quien también nombraba el presidente. El cuerpo verdaderamente represen-tativo era la Cámara de Delegados, compuesta por 35 miembros, cinco por cadauno de los siete distritos territoriales, elegidos cada dos años. Su poder legislativoquedaba subordinado al Consejo Ejecutivo, al gobernador y al Congreso. La Leyproveía además para la elección local de un Comisionado Residente en Washing-ton, sin voz ni voto en el Congreso.6

Además, para hacer énfasis en que no se vislumbraba la incorporación federa-da de Puerto Rico, la Ley Foraker lo reconoció como una entidad política y socialdistinta de la de Estados Unidos con ciudadanía propia (la puertorriqueña), sóloque al privársele de soberanía independiente, dejó a los naturales de la Isla en unlimbo jurídico para fines internacionales.7 Es decir, a los puertorriqueños no se lesadmitió como ciudadanos norteamericanos, pero tampoco se les permitió crear unestado soberano que respaldara su propia ciudadanía.

En otra acción contradictoria con sus principios democráticos, el Congreso in-cluyó a Puerto Rico en las leyes federales de cabotaje (obligándolo a usar barcosnorteamericanos en el comercio con Estados Unidos), pero contravino el principioconstitucional de uniformidad arancelaria entre los estados y territorios de laUnión al imponer una tarifa temporera del 15% a los productos comerciados entrela Isla y los puertos continentales, lo que con el tiempo ayudó a fortalecer el argu-mento que definió la Isla como territorio organizado no-incorporado, marginadode las garantías constitucionales.8 El norteamericano William Willoughby, Tesore-ro de Puerto Rico (1901-1907) y Presidente del Consejo Ejecutivo (1907-1909), lotildó de gobierno autocrático, toda vez que los poderes administrativos quedabanen manos de siete funcionarios (el gobernador y los seis jefes de Departamento)

POLÍTICA Y NACIÓN CULTURAL: PUERTO RICO 1898-1938 21

5 Jorge Rodríguez Beruff,Política militar y dominación. Puerto Rico en el contexto latinoamerica-no, Río Piedras, Ediciones Huracán, 1988, p.151; José Trías Monge,Las penas de la colonia más anti-gua del mundo, Trad. de Ángel Casares, Río Piedras, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1999,pp. 83-112.

6 Para un amplio análisis de la Ley Foraker, cf. José Trías Monge,Historia constitucional de Puer-to Rico, 4 vols., Río Piedras, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1981, vol. 1, capítulos XI-XIII; María Dolores Luque de Sánchez,La ocupación norteamericana y la Ley Foraker (la opinión pú-blica puertorriqueña) 1898-1904, Río Piedras, Editorial Universitaria, 1980. Sobre sus orígenes cf.Lyman J. Gould,La Ley Foraker: raíces de la política colonial de los Estados Unidos, Río Piedras,Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1969; Carmen I. Raffucci,El gobierno civil y la Ley Fora-ker, Río Piedras, Editorial Universitaria, 1981.

7 Reece B. Bothwell,Puerto Rico: cien años de lucha política, Río Piedras, Editorial de la Univer-sidad de Puerto Rico, 1979, 5 vols., I-1, docs. 53 y 54, pp. 301-303.

8 Rafael Bernabe,Respuestas al colonialismo en la política puertorriqueña 1899-1929,Río Pie-dras, Ediciones Huracán, Decanato de Estudios Graduados e Investigación de la Universidad de PuertoRico, 1996, pp. 21 y 25. Según Bernabe, «Para abrir espacio al colonialismo dentro del régimen consti-tucional norteamericano se formuló la hasta entonces desconocida distinción entre territorios incorpo-rados y territorios no incorporados». El libre comercio se estableció en 1901.

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nombrados por el presidente de Estados Unidos.9 Es decir, se creó un nuevo tipode relación conveniente a los intereses norteamericanos y, a la larga, favorable a lafórmula autonomista.

Los inaceptables términos de la Ley Foraker provocaron las impugnaciones derigor. Los líderes puertorriqueños reanudaron sus reclamos al Congreso para quese concediera la ciudadanía norteamericana, se separaran las ramas ejecutiva y le-gislativa, se creara un senado electivo y se permitieran municipios autónomos. Esdecir, pedían reformas mientras negociaban esperanzados una definición definitivadel estatus político. Tales medidas tardaron casi dos décadas en llegar y se necesi-tó una conjunción de factores internos y externos para que la metrópoli se decidie-ra a reformar la opresiva Ley.

En los primeros años de la dominación norteamericana las dos agrupacionesautonomistas rivales de la política finisecular se transformaron en nuevos partidosque pidieron la anexión a los Estados Unidos. Mientras el Republicano mantuvoinalterable sus convicciones estadistas, el Federal se transformó, en 1904, en elPartido Unión de Puerto Rico, primer intento de conciliar opiniones divergentesrespecto al estatus para presentar un frente unido ante el Congreso norteamerica-

22 LOS LAZOS DE LA CULTURA

Plaza de Armas de San Juan en 1915-16.(Colección Ciudad de San Juan. Puerto Rico. Centro de Investigaciones Históricas, UPR)

9 Ronald Fernández,La isla…, Opus cit.,p. 57. Algunos congresistas opuestos a la aprobación dela Ley también se expresaron duramente contra la estructura gubernamental creada para la Isla. CarmenI. Raffucci, «El Senado de Puerto Rico: la lucha por un espacio político puertorriqueño 1900-1917»,Carmen I. Raffucci,et al (eds.),Senado de Puerto Rico 1917-1922. Ensayos de historia institucional,San Juan, Senado de Puerto Rico, 1992, pp. 28-29.

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no. De ahí que incluyera en su programa las dos fórmulas permanentes de inde-pendencia o estadidad y la autonomía (self-government)como medida transitoriahacia una decisión definitiva. Esta última era la preferida de su líder principal,Luis Muñoz Rivera, y la de la amplia mayoría de sus seguidores.10 El Partido ganótodas las elecciones que se celebraron entre 1904 y 1920 a pesar de las discrepan-cias internas que afloraban continuamente.

El Congreso, fuertemente influenciado por el Departamento de la Guerra, semostraba renuente a conceder la estadidad o mayor autonomía. Se fundamentaba,sobre todo, en prejuicios étnicos (raciales y culturales) y en la arrogancia del impe-rialismo del «Destino Manifiesto» que consideraba ignorantes e inferiores a lospueblos de culturas y tradiciones políticas diferentes a la anglosajona y, por lo tan-to, necesitados de un período de aprendizaje y tutelaje antes de que pudieran go-bernarse a sí mismos. Otros argumentos denotaban el temor al desarrollo de oli-garquías locales fuertes capaces de alentar la causa independentista, opción que noestaba dispuesto a considerar por preocupaciones geopolíticas y por otros móvilesligados al capitalismo expansivo en el que estaban inmersas, en fuerte competen-cia, las naciones industrializadas. En los debates que se dieron entre grupos ane-xionistas y antianexionistas en Estados Unidos pesaban también las repercusionesque pudieran tener las decisiones que se tomaran para Puerto Rico sobre la situa-ción de las Filipinas. Poco o nada representaban para los congresistas y grupos depresión norteamericanos los deseos y los alegatos expresados de forma incesantepor los puertorriqueños, fueran republicanos, unionistas o miembros de la Federa-ción Libre de Trabajadores, fundadores del Partido Socialista en 1915.

Desairado, un sector del liderato boricua empezó a plantearse la independenciamás allá de un desideratumnebuloso y lejano. La alternativa separatista la habíadefendido siempre una fracción minoritaria, aunque importante, del PartidoUnión, pero éste, en su afán de mantener unidas facciones ideológicas discrepan-tes, aceptaba cualquiera de las tres opciones de estatus, con lo que enviaba mensa-jes contradictorios al Congreso. En 1912, poco después de una sonada crisis pro-vocada por uno de los frecuentes enfrentamientos entre el gobernadornorteamericano y la Cámara de Delegados, un grupo de disidentes unionistas fun-dó el Partido de la Independencia y pidió al Congreso aplazar toda consideraciónreferente al estatus hasta tanto se consultara al pueblo puertorriqueño mediante unplebiscito.11 Apenas unos meses más tarde, en diciembre del mismo año, nacióotra organización con fines muy parecidos, la Asociación Cívica Puertorriqueña,

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10 En un artículo publicado en La Democracia, 22 de febrero de 1904, Muñoz Rivera aclaró que laindependencia se había incluido como algo factible, pero que el verdadero credo del partido era el selfgovernment. La independencia sería el último recurso en caso de que Estados Unidos persistiese en susarbitrariedades e injusticias. Bolívar Pagán,Historia de los partidos políticos puertorriqueños. 1898-1956, 2 vols., San Juan de Puerto Rico, s.e., 1972, vol. 1, p. 115.

11 En 1909 la Cámara, molesta por el veto del gobernador Regis Post a varios proyectos de ley, de-jó expirar el término legislativo sin aprobar el presupuesto insular. Post respondió elevando el asunto alPresidente, quien consiguió que el Congreso legislara para que en caso de repetirse la situación, rigierael mismo presupuesto del año anterior. La acción congresional se convirtió en ley como la EnmiendaOlmsted (1909). El Partido de la Independencia se fundó el 8 de febrero de 1912. Reece B. Bothwell,Puerto Rico: cien años..., Opus cit., I-1, docs. 53-55, pp.301-303; Rafael Bernabe,Respuestas..., Opuscit., pp. 172-179.

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que se proponía educar al país para que, en el plazo más breve posible y tambiénprevia consulta plebiscitaria, obtuviera la independencia, con o sin protectorado deEstados Unidos.12A pesar de que ninguno de los dos cuerpos prosperó, la mera in-tención alertó al Congreso. Mientras tanto, el Partido Unión, convencido de queWashington no concedería la estadidad, la eliminó de su programa de gobierno enla asamblea celebrada en Mayagüez en septiembre de ese mismo año.13

La amenaza independentista se fortaleció, en parte, como consecuencia de unproyecto de ley del Congreso norteamericano dirigido a abolir, a partir de 1916,las tarifas proteccionistas impuestas a los azúcares extranjeros. Tal medida fueaprobada en octubre de 1913, cuando la incertidumbre dominaba a productores ycomerciantes ante la caída de los precios del azúcar, base de la economía insular.El espectro del arancel, en medio de la crisis, acentuó la amenaza que se cernía so-bre la industria puertorriqueña frente a competidores más fuertes, entre ellos Cuba.Ante esta amenaza, el Partido Unionista, cuya base social comprendía importantesrepresentantes del sector cañero, mantuvo la estadidad fuera de su plataforma, seafianzó en la ciudadanía puertorriqueña y adoptó la independencia, con o sin pro-tectorado norteamericano, aunque aceptaba un régimen autonómico transitorio.14

Estos cambios los incorporó el programa que se presentó y aprobó el 22 de no-viembre de 1913 en el que se definieron las características del gobierno autonómi-co contemplado. Llama la atención que se aceptara un gobernador nombrado porel presidente con la aprobación del Senado norteamericano, prueba del tímido al-cance de sus vuelos autonomistas. El acuerdo de luchar sólo por la autonomía co-mo estatus transitorio se ratificó en las Reglas de Miramar de 5 de septiembre de1914.15 El estallido de la Primera Guerra Mundial provocó que la controvertibleLey Underwood quedara sin efecto antes de entrar en vigor, pero ya el partido, quedominaba la Cámara de Delegados y la mayoría de los municipios desde 1904, ha-bía renunciado a pedir la anexión federada a la metrópoli.

Por su parte, el Partido Republicano Puertorriqueño, en cuyas filas también mi-litaban importantes barones del azúcar, se unió a la lluvia de impugnaciones al ré-gimen colonial. En 1913 se desafilió del Partido Republicano Nacional ante la ne-gativa de este último de apoyar la concesión de la estadidad. A partir de esemomento, los que hasta entonces habían sido colaboradores incondicionales de lasautoridades norteamericanas, asumieron una actitud más crítica ante la situaciónpolítica y económica del país.16

24 LOS LAZOS DE LA CULTURA

12 No se organizó como colectividad política con fines electorales, sino como una organización deacción social. Reece B. Bothwell,Cien años…, Opus cit., I-1, doc. 58, p.339; Rafael Bernabe,Respues-tas..., Opus cit.,p.245. Publicó la revista quincenal La Independencia, de tan corta duración como laorganización.

13 Reece B. Bothwell,Cien años…, Opus cit., I-1, doc. 56, pp. 334-336; Rafael Bernabe,Respues-tas..., Opus cit., pp.49-50.

14 Arturo Morales Carrión, «La crisis económica de 1913 y sus consecuencias ideológicas»,Op.Cit., Boletín del Centro de Investigaciones Históricas, núm. 5, Universidad de Puerto Rico, Recintode Río Piedras, 1990, pp. 153-178.

15 Reece B.Bothwell,Puerto Rico: cien años..., Opus.cit., I-1, doc. 59, pp. 340-342, doc. 62, pp.348 y doc. 63, pp. 49-351.

16 Ibidem,I-1, doc. 57, pp. 337-338; Edgardo Meléndez,Movimiento anexionista en Puerto Rico,Río Piedras, Editorial Universidad de Puerto Rico, 1993, pp. 59-60.

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A sabiendas de que Estados Unidos tampoco concedería la independencia, so-bre todo en momentos en que soplaban vientos de guerra, los unionistas también laretiraron de su plataforma en 1915 y se ciñeron a pedir la autonomía, temerosos deque mantener la opción emancipadora, aunque fuera a largo plazo, pudiera afectarnegativamente las reformas a la Ley Foraker que el Congreso consideraba por esasfechas.17Además, la subida de los precios del azúcar en el mercado mundial enfrióla militancia soberanista de los azucareros que no querían perder el derecho de en-trada al mercado norteamericano. No obstante, el Comisionado Residente en Wa-shington, Luis Muñoz Rivera, le dejó saber al presidente Woodrow Wilson que laamenaza secesionista se mantenía latente y resurgiría de no concederse las ansia-das reformas:

... an Unionist Convention at San Juan [24 de octubre de 1915] resolved to postpone allaction looking towards Insular independence and to devote the present activities of theparty solely to the self-government propaganda. Such a resolution cannot fail to create abetter understanding between the natives and the Americans residing there. In my jud-gement it depends much upon you and your powerful influence to give that movement asuccessful development. I fear that unless a desirable change is accomplished by thepresent democratic administration, our initial efforts towards a betterment of the politi-cal relations of a national character with the Island will prove a complete failure.18

En otras palabras, la opción independentista volvía a ser, como lo fue bajo Es-paña, una ficha de tranque para forzar la renegociación del pacto colonial, pero nouna meta firme.

A la par que se ventilaban tales argumentos en las esferas gubernamentales dePuerto Rico y Washington, en el horizonte insular los trabajadores mantenían unaagitación constante. Entre 1911 y 1913 los tabaqueros efectuaron alrededor de die-cisiete paros y en 1914 desataron una gran huelga que perjudicó las instalacionesde la American Tobacco Co. La huelga duró cuatro meses y paralizó más de la mi-tad de los trabajadores diestros empleados en la manufactura del tabaco. Entre1915 y 1916 se registraron otras seis huelgas en la manufactura tabacalera que seextendieron a los muelles y a otros importantes oficios e industrias, entre éstas laazucarera, la principal del país. La huelga de 1915 duró más de dos meses e invo-lucró a unos 17,625 trabajadores de veinticuatro centrales, cerca de la mitad de lasexistentes. Un año después, el conflicto escaló y en la huelga de 1916 participaron40,000 trabajadores, afectándose 35 municipios cuya producción azucarera se pa-ralizó durante cinco meses y medio. La fuerte actividad sindical de ese lustro cul-minó con la creación, en marzo de 1915, del Partido Socialista, brazo político de laFederación Libre de Trabajadores.19 Este convulso ambiente laboral, y la organiza-ción de los trabajadores en un partido que participaría en la contienda electoral,

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17 Cf. «Resolución y programa de la Unión de Puerto Rico», 6 de mayo de 1917, Reece B. Both-well, Puerto Rico: cien años..., Opus cit., I-1, doc. 65, pp. 357-361.

18 Citado por Bolívar Pagán,Historia ..., Opus cit.,II, pp. 172-173.19 Gervasio L. García y Ángel Quintero Rivera,Desafío y solidaridad. Breve historia del movi-

miento obrero puertorriqueño,Río Piedras, Ediciones Huracán, 1982, pp. 59-64.

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amedrentaba al Partido Unionista que veía peligrar su hegemonía. Muñoz Riverano le ocultó su preocupación a Antonio R. Barceló:

En la cuestión de los obreros pienso mucho. El peligro es inmediato. En las eleccionesde 1916, es posible que no llevemos la mayoría a la Cámara y es posible también quenos derroten el Resident Commisioner. La culpa corresponderá a los propietarios queabusan de los trabajadores y a la Unión que no interviene a tiempo, sinceramente y conenergía...20

Además de los conflictos y recelos de clase envueltos, los unionistas teníanotras razones para intranquilizarse con los acontecimientos. El Partido Socialistase afilió al Partido Socialista Nacional de Estados Unidos y, aunque esta filiaciónfue casi académica y terminó entre 1920 y 1924, el discurso del liderato, favorece-dor de la «americanización» y de la unión permanente con Estados Unidos, refor-zaba las aspiraciones estadistas del Partido Republicano, rival tradicional de losunionistas.21 El momento era oportuno para que la mayoría autonomista dentro elPartido Unión acallara a la fracción independentista, pero siempre era «convenien-te» mantener la opción en la trastienda por si el Congreso se trancaba en la consi-deración de las reformas autonómicas que se pedían una y otra vez.

La militancia independentista y la intranquilidad obrera en momentos en quese fortalecía el valor militar de Puerto Rico probablemente ayudaron a precipitardecisiones a las que el Congreso había dado largas.22 Después de un viaje paraevaluar las condiciones estratégicas de la zona, hecho en 1911, el Secretario de laGuerra, Henry L. Stimson, recomendó que se redefiniesen las relaciones con Puer-to Rico a fin de asegurar el dominio sobre la Isla por el papel vital que ésta desem-peñaba para la defensa del Canal de Panamá. Durante el resto de la década de1910, Estados Unidos consolidó su hegemonía en la región del Caribe medianteintervenciones en Nicaragua (1912-1925), Veracruz (1914), Cuba (1917-1923),Haití (1914-1934), República Dominicana (1916-1924) y la inauguración del Ca-nal de Panamá en 1914 (Protectorado, 1903-1936). La Guerra Mundial tambiénempujó en esa dirección. El 4 de agosto de 1916, Estados Unidos, temeroso de quelos alemanes pudieran establecer bases en el Caribe, compró las Islas Vírgenes alos daneses, quienes exigieron para los naturales la ciudadanía norteamericana.Concedida a éstos, ¿cómo justificar continuar negándola a los puertorriqueños? Lamuerte de Muñoz Rivera, acaecida poco después, el 15 de noviembre de 1916, dioel puntillazo final, pues desaparecido el principal elemento moderador dentro delas filas unionistas, cabía esperarse una mayor agitación del bando independentis-ta.23 La ciudadanía podía ser el antídoto para el reclamo de la independencia, a lapar que afianzaba el poder norteamericano sobre la Isla.24

26 LOS LAZOS DE LA CULTURA

20 Carta de Luis Muñoz Rivera a Antonio R. Barceló, 28 de junio de 1915, citada por Bolívar Pa-gán,Historia..., Opus cit., p.71.

21 Ibidem, pp. 70-71.22Arturo Morales Carrión,Puerto Rico, A Political and Cultural History, New York, Norton & Co.

Inc., 1983, pp. 197-198; Ronald Fernández,La isla...,Opus cit., p. 68.23 Ronald Fernández,La isla..., Opus cit.,p. 122.24 Edgardo Meléndez,Movimiento anexionista…, Opus cit., p.41.

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CIUDADANOS SIN DERECHOS

The performance of Haiti and Santo Domingo have convinced thepeople of the States that American control of Porto Rico is the bestthing for the island and its people, as preventing revolutions andcounter-revolutions, insurrections and rebellions and exploiting ofpeople by self-appointed ‘rulers’ for their own selfish ends.(Porto Rico Progress, 26 de mayo de 1916)

La Ley Jones, de 2 de marzo de 1917, sustituyó la Ley Foraker e impuso la ciu-dadanía norteamericana a los puertorriqueños cuando un sector unionista había de-jado de pedirla y sin que estuviera acompañada de unas verdaderas reformas auto-nómicas. No obstante, en una población de 1.2 millones de habitantes, sólo 288puertorriqueños la rechazaron.25 En realidad, la decisión resolvía el problema in-ternacional que planteaba la ciudadanía de un país sin soberanía propia. Por otrolado, renunciar a ella significaba estar desterrado en su propio país. ¿Qué opciónreal había? En lo referente al gobierno propio, era poco lo que adelantaba la nuevacarta orgánica: creaba un senado electivo, limitaba los poderes de la asamblea le-gislativa frente al ejecutivo y aumentaba el control desde Washington al establecerel doble veto (el del gobernador y el presidente). El gobernador continuaría siendonombrado por el presidente de Estados Unidos, pero se le permitía nominar, con elconsentimiento del Senado insular, al Tesorero y a los Comisionados de Salud,Agricultura y Trabajo, e Interior. El presidente retuvo la potestad para designar,con la aprobación del Senado norteamericano, al Procurador General y al Comi-sionado de Instrucción, dos puestos claves de la administración insular. Los seisjefes de Departamento constituirían el Consejo Ejecutivo, ahora circunscrito a«junta consultiva del gobernador».26

Un joven Luis Muñoz Marín, quien dominó el escenario político puertorrique-ño entre 1938 y 1968, resumió así el sentir unionista ante la Ley Jones:

La Unión de Puerto Rico acepta sin reservas la ciudadanía americana porque ella defi-ne, hoy por hoy, la personalidad política de este pueblo ante el mundo, porque nos redi-me de nuestra inferioridad de colonos,... y porque nos pone en mejores condiciones deseguir laborando por nuestra plena soberanía, de modo que podamos conseguirla por ladecisión del gobierno americano y ejercitarla sin zozobras ni quebrantos bajo la protec-ción del gran pueblo que cobija con su bandera.27

Aunque lo que se concedía era limitado, las autoridades norteamericanas esta-ban convencidas de que con el Acta Jones el Congreso había demostrado ampliagenerosidad. Sostenían que a pesar de que el Tratado de París no contenía ninguna

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25 Ronald Fernández,La isla..., Opus cit.,p. 127, Efrén Rivera Ramos,The Legal Construction ofIdentity. The Judicial and Social Legacy of American Colonialism in Puerto Rico,Washington, Ameri-can Psychological Association, 2001, p. 153.

26 José Trías Monge,Historia constitucional...,Opus cit., II, pp. 93 y 107.27 «Notas editoriales / Atavismo colonial»,La Democracia, 2 de marzo de 1917.

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promesa específica para el pueblo de Puerto Rico, éste se había beneficiado de surelación con Estados Unidos y disfrutaba del estatus más liberal que había conoci-do en toda su historia. Incluso alegaban que la carta orgánica permitía a la Isla ma-yor «soberanía» en sus asuntos internos que la que disfrutaban los estados o terri-torios de la Unión.28 Como antes la Foraker, el Acta Jones evitaba cualquiercláusula que pudiera interpretarse como un paso hacia la estadidad o la indepen-dencia, contrario a lo que había sucedido con los casos de Hawaii (declarado terri-torio incorporado) y Filipinas (que recibió promesa de independencia). Puesto quela situación varió poco, las argumentaciones respecto a mayores poderes autonó-micos y la definición del estatus continuaron en la Isla y en la metrópoli. En esosvaivenes llegó la década de 1920, cuando los puertorriqueños, en el contexto de laposguerra, exploraron otras estrategias políticas.

Mientras ocurrían los estériles debates en torno al estatus, la Isla se había con-vertido en una inmensa plantación cañera, movida por grandes corporaciones nor-teamericanas, otros capitales foráneos y centralistas y colonos puertorriqueños.29

Aunque había diversas industrias importantes, como la del tabaco, la aguja, el caféy los frutos menores, el azúcar constituía la espina dorsal de la economía insular.Cualquier disloque en la industria acarreaba serias repercusiones para el país, co-mo sucedió después de la Primera Guerra Mundial. Recién finalizado el conflictobélico, la demanda por el producto provocó que la década de 1920 abriera con pre-cios altos en el mercado internacional. Mas la bonanza dio paso, casi enseguida, auna profunda crisis deflacionaria, resultado de la sobreproducción. El precio delazúcar bajó de doce centavos la libra en 1920 a cuatro centavos en 1929, los pro-ductos de consumo importados registraron una considerable alza en los preciosmientras aumentó el desempleo y se congelaron los salarios, lo que agravó la si-tuación de las clases trabajadoras. En cambio, el panorama fue muy diferente paralas grandes corporaciones que, protegidas por el arancel impuesto sobre el azúcarextranjero, lograron mantener sus ganancias aumentando la producción. Aunque larecuperación fue lenta, las inversiones de las compañías norteamericanas y la ex-pansión del latifundio azucarero avanzaron a costa de la mediana y pequeña pro-piedad de los criollos –víctimas de quiebras, endeudamientos y ejecuciones– y lapauperización del trabajador agrícola.30

28 LOS LAZOS DE LA CULTURA

28 «Carta del presidente Calvin Coolidge en contestación al mensaje que la legislatura dirigiera alpueblo de los Estados Unidos y al mensaje que le dirigieran los señores Barceló y Tous Soto a la Con-ferencia Panamericana celebrada en La Habana, 28 de febrero de 1928», Reece B. Bothwell,Puerto Ri-co: cien años…, Opus cit., II, doc. 121, pp. 375-382.

29 Cf. Juan Giusti Cordero, «En búsqueda de la nación concreta: el ‘grupo español’ en la industriaazucarera de Puerto Rico, 1890-1920», Naranjo, Consuelo, Puig-Samper, Miguel Angel y García Mora,Luis M. (eds.),La nación soñada: Cuba, Puerto Rico y Filipinas ante el 98, Madrid, Ediciones DoceCalles, 1996, pp. 211-224, y «Hacia otro 98: el ‘grupo español’ en Puerto Rico, 1890-1930 (azúcar,banca y política)»,Op. Cit. Revista del Centro de Investigaciones Históricas, núm. 10, Universidad dePuerto Rico, Recinto de Río Piedras, 1998, pp. 75-123.

30 Emilio Pantojas, «Desarrollismo y lucha de clases: los límites del proyecto populista en PuertoRico durante la década del cuarenta»,Revista de Ciencias Sociales, vol.XXIV, Universidad de PuertoRico, Recinto de Río Piedras, julio-diciembre de 1985, p.357; Silvia Álvarez Curbelo, «Un discursoideológico olvidado: los agricultores puertorriqueños (1924-1928)»,Op.Cit. Boletín del Centro de In-vestigaciones Históricas, núm.2, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, 1986-1987,

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La crisis económica y la tarifa proteccionista fortalecieron aún más la depen-dencia económica de los Estados Unidos. A su vez, la amenaza alemana durante laGran Guerra reconfirmó a la metrópoli la utilidad de su colonia caribeña para finesde estrategia geopolítica y militar y la conveniencia de retenerla. Por ello, condi-cionaba cualquier consideración de reforma al régimen a que se mantuviera la pazinterna; es decir, silenciando a los independentistas y calmando a los trabajadores.El poder metropolitano también tenía su ficha de regateo.

En 1921, Horace M. Towner, a la sazón presidente del Comité de Asuntos Insu-lares de la Cámara de Representantes, le había hecho saber a los presidentesunionistas de las cámaras legislativas que las probabilidades de obtener una formamás amplia de gobierno propio, incluso con nombramiento de puertorriqueños pa-ra cargos elevados, se «había alejado mucho en virtud de la activa propagandaindependentista». Les indicó con toda claridad que en Washington no existía «apo-yo posible para la independencia».31 Ahora bien, ¿existía en Puerto Rico una efer-vescencia independentista de tal magnitud que justificara la preocupación del Con-greso? En verdad, los sectores independentistas dentro del Partido Uniónconstituían un bloque minoritario, pero adquirieron mayor notoriedad por los con-flictos continuos que tuvieron los unionistas con el gobernador E. MontgomeryReilly, –rebautizado Moncho Reyes por los puertorriqueños– empeñado en verindependentistas detrás de cada autonomista que evidenciara apego a su identidadcultural. No obstante, buscando ganar adeptos en el Congreso y controlar el go-bierno local, el Partido Unión ratificó en 1922 el retiro de la opción independentis-ta de su programa de gobierno. Apenas un mes antes de celebrarse la asamblea,Luis Muñoz Marín, en un artículo escrito en la revista New Republicsobre el go-bernador Reilly, anticipó la «verdadera» razón de esta decisión:

Los líderes unionistas nunca esperaron que se les tomara en serio... utilizaban la inde-pendencia como carnada para capturar los votos de la vasta mayoría quienes tienen unnatural y vago prejuicio a favor de la tierra donde nacieron y por la cual pagan alqui-ler...32

A partir de ese momento, los unionistas sólo defendieron la asociación «per-manente e indestructible con Estados Unidos» mediante el Estado Libre Asociado,fórmula inspirada en la del Estado Libre de Irlanda, establecido en 1921.33 Otromodelo estudiado por los sectores unionistas más progresistas fueron los casos de

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pp. 145-146 y n.6; de la misma autora, «La conflictividad en el discurso político de Luis Muñoz Marín:1926-1936», Silvia Álvarez-Curbelo y María Elena Rodríguez Castro (eds.),Del nacionalismo al po-pulismo: cultura y política en Puerto Rico, Río Piedras, Ediciones Huracán, 1993, pp.19-21.

31 Reece B. Puerto Rico: cien años..., Opus cit., II, doc. 110, p. 343. Towner fue luego gobernadorde Puerto Rico desde el 3 de mayo de 1923 hasta el 26 de septiembre de 1929. Tomás Sarramía,Losgobernadores de Puerto Rico, San Juan de Puerto Rico, Publicaciones Puertorriqueñas, 1993, p. 230.

32 Citado por Ronald Fernández,La isla...,Opus cit., p.147.33 Reece B. Bothwell,Puerto Rico: cien años…, Opus cit.,II, doc. 110, p. 342. De acuerdo con

Epifanio Fernández Vanga, líder unionista, la expresión «Estado Libre» se tomó ‘prestada’ al patriotairlandés Eamon de Valera (1882-1975). El participio asociado se lo añadió Juan B. Soto en el curso delos debates congresionales del proyecto Campbell.

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Canadá, Australia y Nueva Zelanda.34 El significado del nuevo concepto lo explicóel presidente del Partido, Antonio R. Barceló, en carta a Towner:

[...] La Asociación que deseamos formar con Estados Unidos, para que sea una que nospermita conservar nuestras características y nuestra personalidad, no puede ser una se-mejante a las que han formado hasta ahora los varios territorios, (tomando esta palabraen su sentido geográfico) que al cabo de algún tiempo se han convertido en Territorio(tomando esta palabra en su sentido político) y finalmente en Estados de la Confedera-ción, con la Estadidad del tipo clásico. No puede ser una semejante a esa, porque a ellase oponen las diferencias étnicas, lingüísticas e históricas que distinguen al pueblo dePuerto Rico del pueblo americano y las cuales usted conoce.Tenía que ser otra clase de Estadidad apropiada para Puerto Rico. ¿Y qué mejor nombrehabíamos de darle a esa clase de estadidad que el de LIBRE? [...] De ahí el que nosotroshayamos pensado que una clase de estadidad en la cual fuéramos LIBRES y por virtudde la cual estuviéramos ASOCIADOS de manera noble a los Estados Unidos era y de-bía de ser nuestra aspiración definitiva.[...] al Estado del tipo clásico sólo podemos llegar a través de un largo y penoso procesoen el cual perderíamos los puertorriqueños la identidad de nuestra personalidad y nues-tras características de pueblo formado ya y a esas pérdidas el Partido Unionista humil-demente pero decididamente se opone. [...][...] El Partido Unionista a lo que se opuso y se opone [...] es a que la vida, la libertad yel derecho de Puerto Rico estén siempre a merced de las autoridades de Washington.[...] El Partido Unionista quiere que nuestra presente situación de inferioridad terminepor virtud de llegar a ser nosotros asociados de ustedes en una noble ASOCIACIÓN decarácter permanente.[...]35

Lo que se proponía era una estadidad de hechura tropical, a la medida de las as-piraciones boricuas: libre, pero asociada. Tal acción provocó el desgajamiento de unsector independentista y la formación, ese mismo año, del Partido Nacionalista.

Para garantizar el vínculo de permanencia, el proyecto sugería que EstadosUnidos tuviera un Comisionado Residente en Puerto Rico con amplios poderes desupervisión sobre las tres ramas de gobierno y que el Congreso retuviera el poderpara anular o modificar cualquier ley aprobada por la asamblea legislativa insular.La propuesta, presentada como el Proyecto Campbell, no prosperó en Washington.Poco tiempo después, también fue desoída una nueva solicitud para elegir al go-bernador en las elecciones de 1928 y que éste pudiera designar los miembros de sugabinete.36 Peticiones similares se habían hecho antes, en 1923, 1924 y 1925.37

30 LOS LAZOS DE LA CULTURA

34 Rafael Bernabe,Respuestas al colonialismo..., Opus cit.,pp. 265 y ss; «Entrevista de los Sres.Roberto H.Todd, y Ángel Rivero con el Hon. Tomás Lamont, ex–alcalde de Devenport, Nueva Zelan-dia»,El Mundo,27 de agosto de 1927; «Un comentario del Lcdo. Quiñones a la entrevista que hicieranlos Sres. Todd y Rivero al ex-alcalde de Devenport»,El Mundo, 30 de agosto de 1927. Sobre el debateque suscitó el modelo de autonomía a la inglesa cf. también El Mundo, 17 y 25 de septiembre de 1927.

35 Reece B. Bothwell,Puerto Rico: cien años...,Opus cit.,II, doc. 110, pp. 346-347.36 El 5 de marzo de 1924,ibidem, II, doc. 114, pp. 360-361.37 Cabe señalar que los territorios incorporados eligieron sus gobernadores sólo después de ser ad-

mitidos como estados federados. El primer territorio no-incorporado en elegir su propio gobernador fuePuerto Rico, en 1948.

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ALIANZAS ¿EXTRAÑAS?

Creo que no será difícil que en las próximas elecciones [1924] for-men un bloc los republicanos, los socialistas y los pro-americanosen general. El Partido Unionista es un obstáculo en la marcha delpaís. El Congreso podría disolver cualquier nebulosa en cuanto a‘status’. Si el Congreso cree en la deslealtad de nuestra ciudadanía,aceptada con reservas mentales... nos dejará como estamos. Si creeen nuestro americanismo, no hallará dificultad alguna para hacerextensiva a nosotros la constitución y ampliar la ley orgánica. [ ...](José Tous Soto, abril de 1923)38

La crisis económica, exacerbada por la pobreza y las desigualdades sociales, yel convencimiento de que Estados Unidos no solucionaría a corto plazo el proble-ma del estatus, trazaron caminos irregulares en la lucha política de la década de1920, acercando rivales tradicionales. Bien temprano en el siglo algunos puertorri-queños se percataron de que para lograr avances en las incesantes negociacionescon Washington era preciso aunar esfuerzos para presentar un frente común, clara-mente mayoritario. De esa voluntad nació el Partido Unión, pero su trayectoria de-mostró, a contrapelo de los sucesivos triunfos electorales, cuán difícil resultabaconciliar intereses de clase e ideologías políticas discrepantes, a veces situadas enpolos extremos. En 1914 los unionistas intentaron brevemente un acercamientocon el Partido Republicano, su antagonista principal, para abogar por mayores po-deres autonómicos. Otro intento en 1920 también fracasó. Los mantenían aparta-dos las posiciones asumidas por cada uno en torno a la ciudadanía de los puertorri-queños y la opción independentista, que aparecía y desaparecía de la plataformaunionista.39

En cambio, los republicanos buscaron un acercamiento con los socialistas. Apesar de que los distanciaban las diferencias de clase en la base social de sus parti-dos, compartían la preferencia por el estatus político –la estadidad federada– y eldeseo de vencer a los unionistas. Los acercaron, además, las plataformas del Parti-do Republicano de 1917 y 1920, que incorporaron importantes medidas dirigidas ala clase obrera,40 y la naturaleza del Partido Socialista, pues aunque temido en elpaís por las clases propietarias era bastante conservador, algo que señaló abierta-mente Luis Muñoz Marín en 1923 con las siguientes palabras: «En el programasocialista no hay nada que pueda espantar a una mosca regularmente avanzada en

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38 Reece B. Bothwell,Puerto Rico: cien años...,Opus cit.,II, doc. 111, pp. 349-350.39 Los republicanos pedían la concesión colectiva de la ciudadanía norteamericana, mientras que

los unionistas favorecían el desarrollo de la puertorriqueña, aunque se mostraron receptivos a la conce-sión individual de la estadounidense al puertorriqueño que lo solicitara de modo particular. Reece BBothwell,Puerto Rico: cien años...,Opus cit.,I-1, docs. 60-61, pp. 343-345.

40 Entre ellas: ley para regular contratos, ocho horas de trabajo, cumplir con la ley de accidentes detrabajo, implantar un organismo para arbitrar conflictos obrero-patronales, salario mínimo, pensionespara ancianos, enfermos e impedidos, centro de cuido para hijos de madres trabajadoras, modificar unfondo del seguro del estado, pensiones para viudas pobres con hijos menores, protección maternal y deniños, y construcción de viviendas para obreros. Gonzalo F. Córdova,Luis Sánchez Morales, servidorejemplar, San Juan de Puerto Rico, Editorial Académica, 1991, p. 102.

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ideas económicas.»41 Otro factor precipitante fue el debilitamiento de la lucha sin-dical, amenazada por el alto índice de desempleo que creaba una amplia reserva detrabajadores.42 Asimismo, estaba claro que sólo un pacto electoral entre los parti-dos opositores podría derrocar a los unionistas, invictos desde 1904.

Los intentos coalicionistas de 1920 y 1923 entre republicanos y socialistasnaufragaron, pero las conversaciones intranquilizaron a los unionistas.43 Unamuestra de lo que podría ocurrir la tuvieron en Ponce durante las elecciones de1920, cuando se fusionaron exitosamente republicanos y socialistas en un partidoque se conoció popularmente como El Ligao. Éste ganó la contienda municipal,eligió al alcalde y envió dos representantes a la Cámara.44 En las elecciones gene-rales, el Partido Socialista obtuvo un 23.7% del total de los votos emitidos y el Re-publicano el 25.6%. El Partido Unión ganó con el 50.7%, pero la diferencia en vo-tos combinados de las fuerzas de oposición republicanas y socialistas fue deapenas cuatro mil votos, (0.7%). Por sí mismo, el Partido Socialista no tenía mu-chas probabilidades de alcanzar el poder, mas un entendido con alguno de los par-tidos mayoritarios le permitiría una participación efectiva en el gobierno para pro-mover medidas favorables a las clases trabajadoras.

En mayo de 1924 el Partido Unión logró concertar finalmente la Alianza Puerto-rriqueña con el sector burgués del Partido Republicano, aprensivo de los efectos quepudiera traer un pacto con los socialistas. Como éstos no eran bien vistos en Was-hington, se temía que un triunfo electoral en asociación con ellos pudiera no ser re-conocido por las autoridades metropolitanas, «exponiendo al país a serias medidaspor parte de los administradores nacionales, que considerarían ese hecho como unaamenaza para sus intereses aquí».45 La estrategia aliancista iba dirigida a presentarun frente amplio, tanto ante el Congreso como ante las fuerzas socialistas. El pacto,de corte pragmático, unía aliados de clase vinculados con la industria azucarera yaplazaba el problema del estatus para coincidir en el reclamo de la plena autonomía.Para los unionistas, que ya habían eliminado la independencia de su plataforma, elautogobierno podía ser considerado por el Congreso como una medida preparatoria,transitoria a largo plazo hacia cualquiera de los estatus finales que habían defendidotradicionalmente. Para los estadistas era parte de un proceso de integración gradual.Así, la Alianza, impulsada por los grandes intereses agrarios (insulares y norteameri-canos), se acoplaba a la política colonial evolucionista de Estados Unidos.46 Sus dis-

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41 Reece B Bothwell,Puerto Rico: cien años...,Opus cit.,II, doc.112, p. 354.42 Ángel Quintero Rivera, «La base social de la transformación ideológica del partido Popular en la

década del 40», Gerardo Navas Dávila (ed.),Cambio y desarrollo en Puerto Rico: la transformaciónideológica del Partido Popular Democrático, Río Pierdas, Editorial de la Universidad de Puerto Rico,Recinto de Río Piedras,1980, p.77.

43 Reece B Bothwell,Puerto Rico: cien años..., Opus cit.,I-1, doc.78, p. 435 y II, doc. 111, pp.349-352.

44 Federico Ribes Tovar,Historia cronológica de Puerto Rico. Desde el nacimiento de la isla hastael año 1973, Nueva York, Plus Ultra, 1973, pp. 445-446.

45 Reece B Bothwell,Puerto Rico: cien años..., Opus cit.,II, doc. 115, p. 363. El pacto lo acorda-ron en marzo de 1924 los presidentes de ambas colectividades, José Tous Soto, republicano, y AntonioR. Barceló, unionista, en el barco en que regresaban de Washington donde habían formado parte de unacomisión legislativa ante el Congreso.

46 Aarón Gamaliel Ramos (ed.),Las ideas anexionistas en Puerto Rico bajo la dominación nortea-mericana, Río Piedras, Ediciones Huracán, 1987, pp. 19, 30-34.

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cursos giraron en torno a propuestas de modernización y desarrollo del país, perosin atentar contra la estructura económica basada en el latifundismo y el ausentis-mo, ni contra las esferas tradicionales de poder.47 Dicho de otra manera, se busca-ba una modernización entendida como crecimiento económico y progreso materialsin alterar los fundamentos tradicionales de la construcción social.

El sector disidente del Partido Republicano, constituido mayormente por pro-fesionales, se separó, fundó el Partido Republicano Puro (o Constitucional Históri-co) y pactó un arreglo electoral con los socialistas, conocido como la Coalición.48

En buena medida, este entendido fue para muchos socialistas una movida defensi-va ante el bloque burgués anti-socialista de la Alianza. El líder del Partido Socia-lista, Santiago Iglesias Pantín, explicó sus razones en estos términos: «Hoy los pe-queños, cuando se rebelan, pierden y quedan mal parados. Con las fuerzas mejorrepartidas los pequeños tendrán más poder y más valor moral». Es decir, el pactoles permitiría el acceso al poder legislativo. Declaró, asimismo, que no solicitaríaninguna solución al problema del estatus político por considerar que la Ley Jonesconcedía a la legislatura insular los poderes que necesitaba para promover las re-formas sociales que requerían los trabajadores.49

En términos electorales, la Alianza triunfó ampliamente en las elecciones de1924 al obtener el 64% de los votos y dominar las cámaras legislativas. Sin embar-go, en las del 1928, para las que se repitieron los pactos electorales, tuvo una débilvictoria de apenas 5.6 % y leve mayoría en las cámaras, lo que precipitó su crisis ydisolución en 1929.50 Al desaparecer la Alianza, los antiguos unionistas, reforzadospor un grupo de líderes jóvenes, entre los que figuraba Luis Muñoz Marín, funda-ron el Partido Liberal (1932) y retomaron la demanda por la independencia políticay económica. Pero mientras en la trastienda del nuevo-viejo Partido persistían lasantiguas discrepancias internas respecto al estatus, el Partido Nacionalista, integra-do en su mayoría por profesionales e intelectuales, asumió en esa década, con uni-dad de propósitos y un vigor inusitado en la colonia, el reclamo soberanista.

PUERTORRIQUEÑOS AMERICANOS

Lo que el pueblo puertorriqueño quiere es un status obtenido por laautoridad y con la voluntad del pueblo americano, que le permitaconservar sus características y sus idiosincrasias de pueblo formadoya y que le permita a la vez desarrollar y mejorar, dentro de una na-tural evolución, esas características e idiosincrasias siempre en ar-monía, con el pueblo americano y siempre tendiendo hacia un ma-yor progreso y hacia una más alta civilización. ¿Será posible crear,enmendando la Constitución, alguna nueva forma de Estadidad den-tro de la cual podamos gozar de tal status? Si ello es posible y se

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47 Silvia Álvarez Curbelo, «La conflictividad…»,Opus cit., pp. 21-23.48 Reece B Bothwell,Puerto Rico: cien años...,Opus cit.,II, doc. 116, pp. 366-368.49 Ibidem, II, doc. 113, pp. 356-359.50 Los resultados electorales de 1924 y 1928 pueden consultarse en Fernando Bayrón Toro,Elec-

ciones y partidos políticos de Puerto Rico (1809-1976), Mayagüez, Editorial Isla, Inc., 1977, pp. 159-172.

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nos permite a nosotros conservar y desarrollar nuestras caracterís-ticas y velar por nuestros intereses, no creo que tendremos ningunaobjeción que hacer a tal estadidad. También se me ocurre preguntar:¿Sería necesario enmendar la Constitución americana para que no-sotros gocemos una clase de vida como la apuntada?(Antonio R. Barceló, febrero de 1922)51

Los resultados electorales entre 1904 y 1928 evidencian el respaldo de la ma-yoría del país a la propuesta autonomista, vislumbrada durante esos años como unestatus transitorio en lo que se creaban en la Isla condiciones apropiadas para pa-sar a ser país soberano, estado federado o estado criollo, como lo describe la citadel epígrafe. Por su parte, Estados Unidos, a pesar de su resistencia para ampliarlos límites del gobierno propio, no estaba dispuesto a conceder ni la independenciani la estadidad federada, por las razones ya expuestas. Esta preferencia de ambaspartes por la ambigüedad no puede comprenderse fuera del marco colonial y de loque representaban colonia y metrópoli, la una para la otra.

Un elemento clave que apoyó la inmovilidad política nació del problema quecrearon las idiosincrasias diferentes de uno y otro país. Si la dependencia econó-mica fue fomentada por la voluntad metropolitana y asimilada por los puertorri-queños, y en materia de gobierno, éstos estuvieron dispuestos a reproducir el mo-delo admirado de las instituciones y las prácticas democráticas norteamericanas,los intentos de «americanizar» culturalmente la Isla, provocaron reacciones muyopuestas a las anteriores. Puerto Rico, cuyas primeras fundaciones poblacionalesantecedieron por un siglo a las de la América anglosajona, defendía una identidadpropia, forjada en un proceso de siglos, que no estaba dispuesto a rendir. Las pala-bras que Antonio R. Barceló pronunció en 1898 ante los marinos que ocuparon elpueblo de Fajardo, resumieron las expectativas tras la recepción dada a los nortea-mericanos, a la vez que anticiparon, quizás sin él imaginarlo, lo que sería la luchamás consecuente de los puertorriqueños a lo largo del siglo veinte: lograr el «res-peto absoluto a nuestro idioma, a nuestras costumbres y a todo lo que aquí consti-tuye nuestras más caras afecciones».52

Mediante insensibles acciones imperialistas, opuestas a los principios que regí-an su nación, Estados Unidos impuso un burdo régimen colonial de gobierno sin elconsentimiento de los gobernados. Renuente a conceder la independencia, tampo-co creó las condiciones para incorporar gradualmente la Isla a la federación norte-americana. Por el contrario, comenzó de inmediato un proceso de militarizacióndel país, que ha continuado hasta hoy, y forzó a los puertorriqueños al regateoconstante para arrancar gradualmente medidas autonómicas que se fueron conce-diendo en coyunturas siempre favorables a los intereses estadounidenses. En claracontradicción con su resistencia a aceptar la Isla como estado clásico, la metrópolitrató de imponerle su lengua y sus patrones culturales.

Es cierto que durante las décadas de 1900 a 1930 líderes políticos de los dife-rentes partidos y otros sectores de opinión en Puerto Rico, aludieron constante-

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51 Reece B Bothwell,Puerto Rico: cien años...,Opus cit.,II, doc. 110, p. 345.52 Supranota 4.

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mente a la necesidad de «americanizar» el país. El concepto «americanización» tu-vo para la mayoría de los puertorriqueños connotaciones bastante precisas. Laacepción más divulgada fue equivalente a modernización, democratización y pro-greso, algo que se esperaba alcanzar bajo el protectorado de la nueva metrópoli.Así, el deseo de «americanizarse» nacía de la admiración que sentían por ella, porsus instituciones democráticas, por su pujanza económica y el desarrollo de susciudades e industrias. Recién llegado de un viaje que realizó a Washington en1899, Muñoz Rivera lo resumió de esta manera: «Yo sentí estímulo de llegar a esaaltura por las artes del trabajo y por los empeños del mismo. Es preciso ir con rapi-dez a la identidad’.53 Claro está, identidad con los valores señalados. Rosendo Ma-tienzo Cintrón, uno de los líderes más radicales entre los fundadores del PartidoUnión, lo resumió en 1902 en términos muy parecidos: «aceptar la americaniza-ción es aceptar la civilización».54

En términos muy parecidos opinaba Eugenio María de Hostos. Para él, ameri-canizarse conllevaba:

Modificar la organización social, cambiar el régimen económico; sustituir uno por unolos principios de organización política a la española con la organización completa delsistema americano de gobierno. Simplificar toda la administración pública, empezandopor la justicia y acabando por la tributación. Reformar la instrucción y transformar laeducación pública. Modificar las costumbres sociales y políticas; llenar de institucionesjurídicas y culturales al país.55

Por otro lado, entre los sectores estadistas más recalcitrantes –los que favore-cían la asimilación completa– el término se extendió a lo cultural, y fueron los re-publicanos, cuando dominaban la asamblea legislativa en 1902, los que aprobaronla ley de idiomas oficiales que ordenaba el uso indistinto del inglés y el español enel gobierno de Puerto Rico y consintieron que el vehículo de enseñanza en el paísfuera el inglés, con el argumento de que «Calderón y Shakespeare pueden coexis-tir, sin estorbarse mutuamente, en el cerebro puertorriqueño».56 Para los republica-nos, en general, la americanización equivalía a «la transformación total de la so-ciedad puertorriqueña» mediante «la absorción de las formas económicas,sociales, políticas y culturales de los Estados Unidos». La americanización plenaera crucial para su programa político ante la negativa del Congreso de admitir ensu federación culturas y razas diferentes a la anglosajona.57 Pero, si bien no puedenegarse que existieron dichos sectores de opinión dispuestos a hacer concesionespara acortar las distancias camino de la estadidad, es preciso reconocer que la asi-

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53 Citado por María Dolores Luque de Sánchez,La ocupación norteamericana..., Opus cit., p 79. 54 Citado por Rafael Bernabe,Respuestas al colonialismo...,Opus cit., p.34.55 Citado por María Dolores Luque de Sánchez, «El 98 en el imaginario de los profesionales puer-

torriqueños», Consuelo Naranjo Orovio y Carlos Serrano (eds.),Imágenes e imaginarios nacionales enel Ultramar español, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas -Casa de Velázquez,1999, p. 349.

56 José Celso Barbosa,Orientando al pueblo 1900-1921, Documentos para la historia, Selecciona-dos y recopilados por Pilar Barbosa de Rosario, San Juan de Puerto Rico, 1939, p. 33.

57 Edgardo Meléndez,Movimiento anexionista..., Opus cit., p. 51.

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milación cultural no fue la connotación generalizada del término americanización,ni siquiera entre la mayoría de los estadistas, que solía favorecer la incorporacióncon respeto a la cultura puertorriqueña.58 En 1923, José Tous Soto, presidente delPartido Republicano que concertó la Alianza, explicó lo que entendía por tal:

Adaptar nuestro medio político y social a las instituciones fundamentales de la demo-cracia americana: respeto a la ley, a los derechos de los demás, la libertad de opinión entodo, la práctica de la justicia popular, la conciencia de parte de los funcionarios de queson servidores del pueblo.[...] la americanización no nos llevaría a la pérdida de nuestro idioma; nos daría progre-so material y un sentido de la vida diferente del que tenemos.59

Su idea de la americanización «jíbara» cae dentro del concepto de la ‘patria re-gional’, presentado por Federico Degetau en la primera asamblea del Partido Re-publicano en 1899 y defendida por José Celso Barbosa en distintos escritos. Des-cansaba en la creencia de que la federación norteamericana permitía laindependencia o la completa autonomía en los asuntos locales. De ahí que no anti-ciparan conflictos entre el sentimiento regional y el nacional. Por el contrario, «lapatria regional garantizaría la preservación de la personalidad puertorriqueña den-tro de la estructura estadounidense».60

En cambio, los norteamericanos dieron un significado muy distinto al conceptode marras. Partían de la presunción de que la cultura angloamericana era diferentey superior a la hispana, máxime cuando ésta era en Puerto Rico un «híbrido», re-sultante del mestizaje con etnias aborígenes y africanas. Por consiguiente veían«natural» y deseable la absorción cultural y muchas veces subordinaron a ella, co-mo ya vimos, el otorgamiento de derechos políticos.61 Convencidos de que habíaque «civilizar» y rescatar a los puertorriqueños de su estado «primitivo», EstadosUnidos acometió la tarea de convertirlos en «buenos» puertorriqueños americanos.Para lograrlo lo intentó todo. Mediante el control del sistema educativo impuso elinglés como lengua oficial de enseñanza (lo que prevaleció hasta 1949) y, para ma-yor escarnio, cambió el nombre oficial de la Isla por el de Porto Rico hasta que laasamblea legislativa insular, en 1930, pidió al Congreso la restitución de su nom-bre verdadero, obteniéndola tres años más tarde, en 1933.62 Estimuló la presenciade misioneros que promulgaban creencias religiosas no-católicas y otros valoresculturales de la sociedad norteamericana. Empezaron a celebrarse festividadesvinculadas a las tradiciones norteñas, como la fecha de la independencia norte-

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58 Rafael Bernabe,Respuestas al colonialismo...,Opus cit., pp. 57-58.59 Reece B Bothwell,Puerto Rico: cien años...,Opus cit.,II, doc.111, p. 351-352.60 Edgardo Meléndez,Movimiento anexionista..., Opus cit., p. 57.61 Sobre este tema cf. Lanny Thompson,Nuestra isla y su gente. La construcción del «otro»puerto-

rriqueño en Our Islands and their People, Río Piedras, Centro de Investigaciones Sociales y Departa-mento de Historia, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras,1995.

62 Cf. Carmelo Delgado Cintrón, «La lucha por el idioma»,El español: el dilema del idioma y lanación, Santurce, Centro de Investigaciones Académicas, Universidad del Sagrado Corazón, 1993, pp.25-39; Gervasio Luis García «El otro es uno: Puerto Rico en la mirada norteamericana de 1898»,Re-vista de Indias, vol. LVII, núm. 11, Madrid, septiembre-diciembre, 1997, pp. 737-740 y n. 29.

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americana, el 4 de julio, y a transmutarse los valores simbólicos de festejos tradi-cionales, como los del 25 de julio,63 mientras los niños puertorriqueños conocíanhechos y próceres de la historia norteamericana antes que los propios.

Los símbolos nacionales, himno y bandera, estaban proscritos o eran mal vis-tos y el texto de historia de Puerto Rico que se usó en las escuelas a partir de 1922fue escrito por Paul G. Miller, un norteamericano que llegó con las tropas de ocu-pación y con el tiempo llegó a ocupar el cargo de Comisionado de Educación(1915-1921).64 Dicho texto sustituyó nada menos que a la Historia de Puerto Ricode Salvador Brau, usada desde 1904.65 Junto a las imposiciones más evidentes elproceso también se colaba en las prácticas de la cotidianidad según se iban incor-porando leyes y premisas que ajustaban el ritmo de vida a los cánones metropolita-nos. De manera que para los norteamericanos el concepto «americanización» teníaun significado mucho más amplio que para los puertorriqueños, pero nunca tanamplio como para llegar a establecer la identidad de derechos entre puertorrique-ños y norteamericanos.

Un contrasentido grande en el escenario descrito era que el propio Congresonorteamericano estableció en un principio la ciudadanía puertorriqueña (1900-1917), reconociendo y aceptando con ella, hasta cierto punto, la identidad particu-lar de los isleños. Si el Congreso no estaba dispuesto a admitir a Puerto Rico comoestado federado, ¿cuál era el propósito de asimilarlo culturalmente? Aparte de laspretensiones mesiánicas, civilizadoras, del imperio, era importante mantener la fi-delidad de la colonia para propósitos geopolíticos y militares, e incluso para finesdel capitalismo expansivo,66 todo lo cual se facilitaría si los naturales asimilabanlos rasgos y valores culturales de la metrópoli. Esta hipótesis adquiere mayor pesosi recordamos que en 1917, por decisión del Congreso norteamericano, los puerto-rriqueños perdieron su propia ciudadanía y recibieron la norteamericana sin que sehubieran alterado al unísono las actitudes del Congreso respecto a la estadidad.

AMERICANOS PUERTORRIQUEÑOS

Seamos, pues americanos, ya que así lo decretan las autoridades delNorte: pero seamos americanos portorriqueños, como son los deKentucky americanos kentuckienses; como son los de California yHawaii, americanos californianos y hawaianos, respectivamente.

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63 María M. Flores, «Invención y reinvención de tradiciones: el 4 y el 25 de julio ante el 1898»,Mario Cancel (ed.),Ponce, 1898: Panoramas, Ponce, Fundación Puertorriqueña de las Humanidades,2000, pp. 17-43.

64 Rumores orales no confirmados adjudican la autoría fantasma de este libro a Beatriz Lassalle.Ésta fue una distinguida educadora, líder cívica y trabajadora social, autora de Cuentos mitológicos(1926), libro dedicado a la niñez.

65 Loida Figueroa,Historiografía de Puerto Rico, Madrid, s.e., 1975, pp. 39-40.66 A principios de la década de 1920 Puerto Rico era el noveno comprador de productos alimenti-

cios de Estados Unidos, escalafón que seguiría subiendo. Quintero Rivera, «La base social...»,Opuscit., p. 43. En el año 2001 Puerto Rico ocupa el 7mo. lugar entre los socios comerciales de Estados Uni-dos en los renglones combinados de exportación e importación. Agradezco este último dato al Dr. JuanLara.

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Que no se olviden nuestros campesinos cómo se pulsan las cuerdasde un tiple, ni cómo se rasca un güícharo, ni lo que es una fiesta dereyes, ni lo que es un aguinaldo; que no olviden nuestras mujerescómo se baila la danza; que no olviden nuestros poetas cómo secanta al Terruño. Conservemos nuestra personalidad netamente bo-rinqueña. Seamos ante todo, criollos. Seamos jíbaros.(Luis Muñoz Marín, 1917)67

¿Qué significó la ciudadanía norteamericana para los puertorriqueños? A cortoplazo, nada, salvo facilitar su participación en las fuerzas armadas norteamerica-nas, pues a tres meses plazo de habérseles impuesto, el presidente Wilson ordenóel registro y reclutamiento de los varones entre 21 y 31 años, hubieran o no acepta-do la ciudadanía.68 Eran los tiempos de la Primera Guerra Mundial. Ese mismoaño se aprobó también la creación de la Guardia Nacional.69 En cambio, ostentarla ciudadanía no se tradujo en derechos garantizados a los conciudadanos del Nor-te, no produjo cambios en las condiciones socio-económicas existentes, ni suscitóproblemas de identidad que no se hubieran planteado antes. Sin embargo, fue im-portante en lo que respecta al discurso que fueron desarrollando los autonomistaspara definir y defender una nación cultural independiente de la soberanía política.Es decir, ostentar la ciudadanía norteamericana sin que se hubiera consumado laasimilación cultural, potenció el credo autonomista, sobre todo frente a sus rivalespolíticos. Asegurado el vínculo «permanente» mediante la ciudadanía común, losautonomistas se sintieron más cómodos, más seguros, para construir la patria cul-tural al margen de la soberanía política. En cierto modo, la situación adelantaba lameta que Luis Muñoz Rivera se había trazado para Puerto Rico desde 1900: el dis-frute del ‘pleno derecho..., la plena constitución..., la plena nacionalidad america-na y la plena personalidad puertorriqueña’.70

Norteamericanos y puertorriqueños coincidían en un punto: el escollo mayor, oal menos uno de gran peso, para la incorporación de Puerto Rico como territoriode la Unión estaba en las idiosincrasias respectivas. Por ello, el discurso en torno a

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67 Citado por Luis Agrait Betancourt, «La idea independentista de Luis Muñoz Marín (1913-1931)», Picó, Fernando (ed.),Luis Muñoz Marín: ensayos del centenario, [Trujillo Alto], FundaciónLuis Muñoz Marín, 1999, pp. 1-13. Es curiosa la cercanía con lo expresado por José Celso Barbosa, lí-der máximo del Partido Republicano, en 1907: «La americanización no es incompatible con el patrio-tismo puertorriqueño... Una de las muchas cosas buena que contiene la plataforma republicana, es... lade no hacer incompatibles el patriotismo de un puertorriqueño con el patriotismo de un americano delcontinente... ni el Neoyorquino, ni el Marilandés, ni el Texano, tienen que sacrificar un ápice de su pa-triotismo local por el hecho de formar parte de la nación americana, y de sentir y pensar a la americanaen lo que es común a la nación, sin perjuicio de pensar y de sentir como neoyorquinos, marilandeses ytexanos en lo que a New York, Maryland y Texas interesa». Barbosa,Orientando al pueblo..., Opus cit.,pp. 35 y 37. Parcialmente citado por Meléndez,Movimiento anexionista...., Opus cit., p. 57.

68 Cf. El Army Appropiation Act, de 2 de marzo de 1903, decretó que los puertorriqueños eran ele-gibles para ser reclutados por el ejército estadounidense. La ciudadanía norteamericana no era un re-quisito para el reclutamiento. Lo que es irrefutable es que la extensión de la ciudadanía obedeció a lavoluntad de Estados Unidos de retener a Puerto Rico como una posesión permanente. Efrén Rivera Ra-mos,The Legal Construction…, Opus cit., pp. 147-148.

69 Federico Ribes Tovar,Historia cronológica..., Opus cit., pp. 439-440 y 444.70 Citado por María M. Flores, «Invención y reinvención...»,Opus cit., p. 18.

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la «identidad» o la «personalidad» colectiva puertorriqueña nutrió muchos debatesde los partidos locales entre sí y de los partidos frente al Congreso, pero adquirióproporciones mayores cuando los autonomistas buscaron distanciarse de los esta-distas, sus adversarios más poderosos, a través de las propuestas culturales. Por suparte, los independentistas también repelían cualquier intento de asimilación y susargumentos se reforzaban con las manifestaciones literarias de los poetas, ensayis-tas e intelectuales que, desde movimientos como el modernismo, el criollismo, elvanguardismo y el atalayismo, levantaban, con sus alabanzas y denuncias, una ba-rrera frente a la asimilación.71 Para diferenciarse del independentismo, a fin de evi-tar problemas con Washington que pudieran afectar las siempre vivas nego-ciaciones para adelantar el gobierno propio, los autonomistas empezaron a restarimportancia al nacionalismo político que por esos años predicaba la independenciainmediata y sin titubeos. Luis Muñoz Marín lo sugirió, por lo menos, desde 1926:

más falta que el nacionalismo político, nos hace falta el nacionalismo cultural: una li-teratura que arranque de nuestras raíces; una mayor confianza en la validez de nuestrapersonalidad psicológica; menos imitación servil de los Estados Unidos.72

La propuesta de Muñoz Marín, en momentos triunfantes de la Alianza y deldespuntar del Partido Nacionalista, no debe pasar desapercibida. Planteada cuandoMuñoz apenas se iniciaba en los avatares políticos del país y se cantaba indepen-dentista, se convirtió luego en una de las estrategias más exitosas para consolidarla doctrina autonomista bajo su égida. Muchos años después, al redactar sus me-morias, expresó lo que sentía como americano puertorriqueño con un juego de pa-labras que revivía sus años de poeta:

[...] No me sentí distinto al día siguiente de aprobada el Acta Jones con ciudadanía y to-do. [...] No me siento distinto hoy, más de medio siglo después. Si me preguntan de quépaís soy, respondo que de Puerto Rico; si me preguntan qué ciudadanía tengo, digo quela de Puerto Rico y la de los Estados Unidos. Si se inquiere si estoy dispuesto a cumplircon los deberes de la ciudadanía de Puerto Rico y la de los Estados Unidos, contestaréen la afirmativa en ambos casos –con los de la de Puerto Rico porque de aquí soy y esosoy; con los de la de los Estados Unidos porque la he aceptado de buena fe. [...] El de-tector de mentiras me corroboraría en mi afirmación de buena fe hacia la ciudadanía delos Estados Unidos. No así si dijera ‘soy un americano’. Esto mismo creo le ocurriría auna gran mayoría de los puertorriqueños. [...][...] Muchos años después percibiría que para el puertorriqueño existe una gran diferen-cia entre sentirse ciudadanos de los Estados Unidos y sentirse americano. [...]73

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71 Sobre este tema puede consultarse el libro de Roberto Fernández Valledor,Identidad nacional ysociedad en la ensayística cubana y puertorriqueña. 1920-1940 (Mañach, Marinello, Pedreira y Blan-co), San Juan, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 1993, pp. 146-158.

72 Citado por Luis Agraít, «La idea...»,Opus cit., p. 6.73 Luis Muñoz Marín,Memorias: autobiografía pública, 1940-1952, San Germán, Universidad In-

teramericana de Puerto Rico, 1982, pp. 18-19.

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La contradicción que entraña ser ciudadano americano y no sentirse americanola resuelve distanciando el hecho jurídico de la realidad cultural. Por eso, cuandose refiere a la ciudadanía puertorriqueña alude, en sentido figurado, a la identidadcultural, porque en términos jurídicos sólo tiene validez la ciudadanía norteameri-cana. Americano y puertorriqueño se convierten en dos partes de un todo, con loque se obvia la paradoja que entraña ser cosas distintas a la vez.

LA NACIÓN ES LA CULTURA

En una sociedad colonial, como la puertorriqueña, el canon literariocompensa a menudo la inexistencia del Estado independiente; la li-teratura tiene aún una función política.(Juan G. Gelpí)74

Muñoz Marín no predicaba en el vacío cuando abogó por el nacionalismo cul-tural. La defensa de una cultura propia y la definición de una identidad nacionalfueron las armas más poderosas de la elite social y política puertorriqueña paracontrarrestar el fuerte intento de asimilación a que fue sometido el país desde 1898y para fortalecer el proyecto autonomista. ¿Cuál era el contexto?

A pesar de los deseos de modernización a la americana, la mayoría de la inte-lectualidad puertorriqueña rehusó renunciar a los fundamentos culturales construi-dos bajo el viejo régimen español. La resistencia a las imposiciones norteamerica-nas, sobre todo la del idioma inglés, adoptó diferentes formas y se manifestó pordistintos medios. Un sector clave del movimiento hispanófilo fueron los españolesque permanecieron en el país y los que llegaron después. No se trataba de una co-lonia muy numerosa, pero sí era importante por su poder económico, su influenciapolítica y liderato social. Mediante organizaciones propias, como la del Casino Es-pañol, empresas periodísticas (El Heraldo Español, el Boletín Mercantil, PuertoRico Ilustrado, El Imparcial) e instituciones cívicas (Sociedad Española de Auxi-lio Mutuo, Sociedad Cultural Española) mantuvieron vivo el recuerdo de España ysu labor civilizadora en América. Conmemoraban centenarios significativos comoel de la publicación del Quijote (1905), la civilización cristiana (conquista) dePuerto Rico (1908), el de las Cortes y Constitución de Cádiz (1912) y el estableci-miento de la diócesis de Puerto Rico (1913); festejaban días feriados, hacían rome-rías y celebraban otras actividades que promovían el sentido de pertenencia a unacomunidad hispánica. Constituyeron un importante apoyo para sectores dirigentespuertorriqueños que se unían a ellos en las celebraciones y en el deseo de conser-var esa herencia.75

De todos los medios que contribuyeron a la construcción de la nación cultural,quizás los más significativos fueron la literatura y el arte. Desde principios del si-

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74 Juan G. Gelpí,Literatura y paternalismo en Puerto Rico, San Juan, Editorial de la Universidadde Puerto Rico, 1993, p.101.

75 Sobre este tema cf. Jaime Pérez Rivera, «Asociacionismo, prensa y cultura entre los inmigrantesespañoles de San Juan, 1871-1913», Tesis doctoral, Departamento de Historia, Universidad de PuertoRico, Recinto de Río Piedras, 2002 (inédita); Juan Giusti Cordero, «Hacia otro 98...,» Opus cit., pp. 75-123.

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glo 20, intelectuales y políticos puertorriqueños manifestaron su apego a la lenguaespañola, convertida en el eje del debate cultural. José de Diego (1867-1918), poeta,prosista, legislador y uno de los más ardientes defensores del hispanismo, enfrentólas decisiones del Comité Ejecutivo en torno a la implantación del inglés como ve-hículo de enseñanza, proponiendo en 1915 el primer proyecto de ley para regular eluso de ambas lenguas en Puerto Rico. Declaraba «el español como idioma oficial delpueblo de Puerto Rico... [mientras que] el inglés sería el idioma oficial para las rela-ciones entre el gobierno de Puerto Rico y el de Estados Unidos y para todos los fun-cionarios del gobierno de Puerto Rico que fuesen norteamericanos con la excepciónde los de las cortes de justicia para quienes el español sería obligatorio en todos losprocesos judiciales.» Aunque el proyecto fue aprobado en la Cámara de Delegados,el Consejo Ejecutivo pospuso el asunto indefinidamente.76 De Diego, además, escri-bió ensayos y poemarios contestatarios (Cantos de rebeldíay Cantos de pitirre)en los que denunció el colonialismo y reafirmó su compromiso con el proyecto de launión antillana y la concordia latinoamericana.77 Acorde con este cometido fundóla Academia Antillana de la Lengua en 1916.78

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Plaza Ponce de León, en San Juan,(Colección Ciudad de San Juan. Puerto Rico. Centro de Investigaciones Históricas, UPR)

76 Delma S. Arrigoitia,José de Diego, el legislador: su visión de Puerto Rico en la historia (1903-1918), San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1991, pp. 296, 307-308.

77 Josefina Rivera de Álvarez,Diccionario de literatura puertorriqueña,2 tomos, 2da. ed., SanJuan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1974, II, vol.1, pp. 507-512.

78 Malena Rodríguez Castro, «Asedios centenarios: la hispanofilia en la cultura puertorriqueña»,Enrique Vivoni Farage y Silvia Álvarez Curbelo (eds.),Hispanofilia: arquitectura y vida en Puerto Ri-co, 1900-1950, San Juan, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998, pp. 277-230.

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Durante la década de 1910 y, sobre todo en la de 1920, el discurso cultural em-pezó a dibujar los contornos que la Generación del 30 fijó como el canon de laidentidad puertorriqueña. Versos y escritos de hombres de letras e intelectuales im-portantes, con sus cantos a la raza, la lengua y la heroicidad hispánica, marcaron laruta. Sobre todos destacó Luis Llorens Torres (1876-1944), aclamado en su épocacomo el ‘poeta nacional’. En su obra, Llorens rescató e inventó tradiciones y re-creó una historia mítica, útil a su proyecto político (fue unionista) y al desarrollode una conciencia nacional e hispanoamericana. Su versión idealizada del pasadocolocó al campesino –el jíbaro– en el centro de la identidad puertorriqueña y de laresistencia a las imposiciones culturales y políticas. Las imágenes de una vidacampesina paradisíaca, sin distinciones sociales, añorada por el poeta, fueron hil-vanando un pasado quimérico, libre de conflictos, que nutrió los discursos políti-cos, sobre todo de independentistas y autonomistas.79 Las imágenes de Llorens,junto con las de otros escritores, se divulgaron originalmente en revistas, periódi-cos y libros y en la bohemia y las tertulias de los cafés, desde donde pasaron gra-dualmente a la academia y a otros foros importantes, como el Ateneo y la Univer-sidad de Puerto Rico, a pesar de los debates internos que se suscitaron.80

El primer centro docente del país se fundó en 1903 bajo el signo del panameri-canismo. Este movimiento, articulado durante el Primer Congreso Panamericanis-ta, celebrado en Washington en 1889, fue reconocido por los sectores intelectualesde los países latinoamericanos como un subterfugio norteamericano para disfrazarsus intenciones imperialistas en la región. Giraba en torno a catorce puntos «cuyafinalidad era la fusión de razas en una nueva alianza». Sus costuras políticas eranvisibles, pero el liderato puertorriqueño se dividió ideológicamente para defender-lo o rechazarlo.81 Aunque algunos sectores lo repudiaron, otros, entre los cualeshubo algunos Comisionados de Educación (por ejemplo, Martín G. Brumbaugh,Samuel M. Lindsay y Edwin Dexter), siguieron la línea metropolitana y pensaronque era la oportunidad para convertir el país en punto de enlace entre el mundo an-glosajón y el hispanohablante. El momento para intentarlo llegó con el nombra-miento de Thomas E. Benner a la rectoría de la Universidad (1924-1929).82

Benner, descrito por Jaime Benítez como un «campeón de la cultura española yun defensor del español como vehículo de instrucción en las escuelas del país», sepropuso convertir la Universidad en un gran centro interamericano, lo que validó

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79 Arcadio Díaz Quiñones,El almuerzo en la hierba (Llorens Torres, Palés Matos, René Marqués),Río Piedras, Ediciones Huracán, 1982, pp. 19-70. Sobre el tema del jíbaro y la identidad puertorrique-ña se ha escrito mucho. Entre los textos más recientes cf. Juan Otero Garabís, « ‘Nuestro lujo campesi-no’: el jíbaro en Llorens Torres»,Revista de Estudios Hispánicos, año XXVII, núm. 2, Universidad dePuerto Rico, Recinto de Río Piedras, 2000, pp. 25-37.

80 María Elena Rodríguez Castro, «Tradición y modernidad: el intelectual puertorriqueño ante ladécada del treinta»,Op.Cit. Boletín del Centro de Investigaciones Históricas, núm. 3, Universidad dePuerto Rico, Recinto de Río Piedras, 1987-88, p. 47.

81 Malena Rodríguez Castro, «Asedios centenarios...»,Opus cit., p. 307. 82 Thomas E. Benner,Five Years of Foundation Building. The University of Puerto Rico 1924-

1929,Prefaced by Jaime Benítez, Río Piedras, University of Puerto Rico, 1965, p. 58; María Luisa Mo-reno, «El campus de la Universidad de Puerto Rico: apropiación y amalgama formal en su arquitectura(1903-1940)», Enrique Vivoni Farage y Silvia Álvarez Curbelo (eds.),Hispanofilia..., Opus cit.,pp.180-181, 187-189.

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la Ley Universitaria de 1925.83 En ese cometido contó con el respaldo decisivo dela Universidad de Columbia, en Nueva York, una de las entidades que dio sosténideológico al panamericanismo, y del Centro de Estudios Históricos de Madrid,soporte medular para la difusión de la cultura y la lengua hispánicas.84 Por sus au-las pasaron, entre 1925 y 1929, intelectuales distinguidos vinculados a estas dosinstituciones tales como Federico de Onís, Tomás Navarro Tomás, Samuel GiliGaya, Amado Alonso, Américo Castro, Fernando de los Ríos y Ángel ValbuenaPrat. Sobre ese fundamento se organizó en 1927 el Departamento de Estudios His-pánicos y se facilitó a jóvenes profesores, como Antonio S. Pedreira y Concha Me-léndez, que continuaran estudios posgraduados en la Universidad de Columbia ba-jo la mentoría de Federico de Onís.85

Por su parte, España, desde el último tercio del siglo 19, había iniciado el reen-cuentro con los países de su antiguo imperio mediante el vínculo cultural. Con es-te propósito creó en 1885 la Unión Ibero-Americana e impulsó, entre otras inicia-tivas que tuvieron trascendencia, los grandes festejos con motivo del CuartoCentenario del Descubrimiento de América. La pertenencia a un conglomerado denaciones unidas por la cultura compartida (con énfasis en la lengua y la raza) seríael dispositivo para hacer frente a la amenaza política, económica y cultural esta-dounidense.86Aunque pudieran diferir en sus propósitos últimos y variaran las jus-tificaciones, el panamericanismo y el panhispanismo se aprovecharon mutuamen-te. En el caso de Puerto Rico esta situación puede ilustrarla el estilo revivalespañol dominante en la arquitectura pública y privada entre 1920 y 1935. A pesarde considerársele «un mecanismo de norteamericanización cónsono con el... pro-yecto panamericano»,87 no es menos cierto que los diseños de reminiscencias his-pánicas coincidieron con las imágenes del pasado español avivadas por la literatu-ra. Hasta cierto punto, la arquitectura traducía en mampostería y barro la memoriaque los géneros literarios recreaban. Ambas, literatura y arquitectura, contribuye-ron significativamente a definir una cierta identidad puertorriqueña que institucio-nalizó la Generación del 30.88 Si por un lado el estilo revival fue un instrumento alservicio del panamericanismo y de la penetración de la cultura norteamericana,también ayudó a pensar los modos de definir la identidad puertorriqueña en la me-dida en que recordaba elementos de la hispanidad.

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83 Thomas E. Benner,Five Years…, Opus cit., Preface y pp.12-13. Sobre este tema cf. también aCarlos Rodríguez Fraticelli, «Colonial Politics and Education: The Pan- Americanization of the Uni-versity of Puerto Rico, 1923-29»,Historia y Sociedad, año IV, Universidad de Puerto Rico, Recinto deRío Piedras, 1991, pp. 138-164 y Jorge Rodríguez Beruff, «Antonio S. Pedreira, la Universidad y elproyecto populista»,Revista de Estudios Hispánicos, año XIII, 1986, pp.79-90.

84 Sobre este aspecto véanse los estudios incluidos en este libro de Consuelo Naranjo y MiguelÁngel Puig-Samper.

85 Thomas E. Benner,Five Years…, Opus cit. pp. 28-29, 86-89, 93.86 Luis Agrait, «Puerto Rico del 98 al 98: frontera de culturas/cultura de frontera» en Consuelo Na-

ranjo Orovio y Carlos Serrano, (eds.),Imágenes e imaginarios nacionales en el Ultramar español, Ma-drid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Casa de Velázquez, 1999, p. 273.

87 Enrique Vivoni Farage, «La arquitectura de la identidad puertorriqueña», Enrique Vivoni Faragey Silvia Álvarez Curbelo,Hispanofilia..., Opus cit., pp. 122-123, 127-128,130-135.

88 Juan G. Gelpí,Literatura..., Opus cit., pp.1, 8.

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Antes de que los intelectuales de la revista Índice(1929-1931) iniciaran su co-nocida búsqueda del qué y el cómo somos, se habían suscitado otros debates entorno a la definición de la identidad puertorriqueña en relación con «el otro» norte-americano. Uno de los menos recordados es el que libró en la prensa Ángel RiveroMéndez con el Comisionado de Educación, Juan B. Huyke en 1924; autonomistano afiliado el primero y republicano aliancista el segundo. El debate resumió las lí-neas argumentativas de las ideologías estadista y autonomista. Encendió la chispael discurso pronunciado por Rivero en el Ateneo durante el cual hizo una llamada alos puertorriqueños para mantener hacia Estados Unidos «la lealtad más acrisoladay a ofrecerle el esfuerzo de vuestros brazos, los fulgores de vuestra inteligencia ytodas las potencias de vuestra alma ... menos el alma colectiva de nuestra Patria,porque ella es nuestro honor...» Describe el alma colectiva en términos hispánicos:la misma lengua, religión, costumbres y tradiciones.89

Huyke, defensor de la creencia anexionista de que dentro de la unión nortea-mericana, «que agrupa a tantos estados diferentes», sería posible conservar laidentidad particular «tal cual éramos, tal cual somos», insistió en que los puertorri-queños deberían entregar también el alma, sin que esto significara variar su esen-cia. Cifraba su ideal de estadidad en la igualdad, pero «sin que para ello tengamosque sacrificar nada de lo que constituye nuestro espíritu». El meollo del debate gi-ró en torno a si para ser buenos ciudadanos se debía entregar también el «alma» ylo que constituía el alma colectiva; los razonamientos de ambos no eran muy nove-dosos y coincidían, en líneas ideológicas, con otros de la época.

No corresponde al propósito de este ensayo analizar cómo los sectores domi-nantes de la sociedad puertorriqueña de las décadas aquí estudiadas definieron laidentidad puertorriqueña, con sus aciertos, omisiones y contradicciones. Es obvioque las propuestas oscilaron entre la defensa del hispanismo a ultranza, los acomo-dos para incorporar elementos de la cultura norteamericana y las impugnaciones alas versiones de identidad que se iban perfilando. Sobre el tema se ha escrito bas-tante y amerita de por sí un análisis independiente. Tampoco entraré en el debatede si existía o no una personalidad nacional cuajada en el momento de la invasión,algo que algunos cuestionaron temprano en el siglo.90 Lo expuesto hasta aquí bas-ta para recalcar que el discurso de la identidad cultural propia, con fuerte acentohispanista, ayudó a contrarrestar el agresivo intento de americanización. Pero, so-bre todo, sirvió propósitos políticos de los autonomistas que lo usaron frente a losestadistas para demostrar que se podía tener la ciudadanía –y el apoyo– norteame-ricanos y, a la vez, preservar las culturas madres. También fue útil para combatir laindependencia al crear la ilusión de una patria cultural sin estado soberano. Na-cionalismo cultural y proyecto autonomista se nutrieron uno del otro a pesar de lascontradicciones intrínsecas. A largo plazo, la metrópoli entendió los beneficios deesta ecuación para mantener la indefinición política. Varios autores lo han señala-

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89 Cf. El Imparcial, 12, 17, 20 y 25 de noviembre de 1924. A este debate parece haberle precedidootro, más o menos similar, entre Huyke y Epifanio Fernández Vanga, cuyo origen, aparentemente, fue-ron las ideas expuestas por el primero en su libro Combatiendo. Colección de artículos políticos, SanJuan, Imp. La Primavera, 1922.

90 Cf. Roberto Fernández Valledor,Identidad nacional..., Opus cit., pp. 146-158.

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do antes, entre ellos Rafael Bernabe, quien lo expresa en los siguientes términos.«Afirmar la puertorriqueñidad y contribuir a la reproducción del régimen colonialno han sido prácticas irreconciliables: reconciliarlas, en el contexto de la relaciónde no incorporación, ha sido precisamente la mayor contribución del autonomismoa la reproducción de la relación colonial».91

Los procesos políticos y culturales que empezaron a definirse de manera algomás precisa en la década de 1920, recibieron impulsos decisivos en los años trein-ta, cuando factores coyunturales, internos y externos, sentaron las bases para lasgrandes transformaciones que se sucedieron rápidamente a partir de 1948, año enel que el Congreso aprobó la ley del gobernador electivo para Puerto Rico.

TIEMPOS DE LUCHAS

La década de 1930 fue tremenda. El país, devastado por el paso de dos podero-sos huracanes, San Felipe, en 1928, y San Ciprián, en 1932, sobrevivía en la mise-ria, recrudecida por los efectos de la Gran Depresión. Los reclamos de los trabaja-dores ante la desesperada situación (desempleo crónico, salarios miserables,deplorables condiciones de trabajo, inflación de precios, distribución desigual dela riqueza que se producía) desembocaron en paros masivos y violentos. Entre1931 y 1937 hubo alrededor de 85 huelgas que afectaron las industrias del azúcar,el tabaco y la aguja y los servicios de los muelles, ferrocarriles y choferes de ca-rros públicos. De la penosa situación de la agricultura, sólo el azúcar continuó rin-diendo dividendos favorables a las grandes corporaciones debido a la tarifa protec-cionista que Estados Unidos impuso a los azúcares extranjeros (Ley CostiganJones, 1934). Aún así, la industria empezó a dar señales de estancamiento debido,en buena medida, a la renuencia de las corporaciones ausentistas para reinvertir enla Isla.92

En la arena política las cosas no marcharon mejor. Las elecciones de 1932, enlas que las mujeres alfabetizadas votaron por primera vez, llevaron al poder local ala Coalición republicana-socialista, favorecedora de la anexión federada, frente alos partidos propulsores de la independencia, el Liberal y el Nacionalista.93 La Co-alición dominó la legislatura entre 1933 y 1940, pero los conflictos de clase y laspugnas internas afloraron de inmediato, afectando su capacidad de acción y termi-nando por deshacerla.94

Pedro Albizu Campos, líder máximo del nacionalismo, decepcionado por laaplastante derrota en las urnas (1932) y aguijoneado por la desesperante situacióneconómica del país y la falta de poderes políticos para implantar soluciones pro-pias, radicalizó su discurso abogando abiertamente por la independencia inmedia-ta, incluso por la vía revolucionaria si fuese necesario. Los temores de las autori-

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91 Rafael Bernabe,Respuestas..., Opus cit., p.134. También Juan G. Gelpí,Literatura..., Opus cit.,pp. 15, 50, 101.

92 Edgardo Meléndez,Movimiento anexionista... , Opus cit., pp, 72-73.93El Partido Nacionalista, en su primera y única participación electoral, apenas obtuvo unos 5,257

votos de un total de 450,000 depositados, menos del 2%. Ronald Fernández,La isla…, p.183; José Trí-as Monge,Las penas..., p. 117.

94 Edgardo Meléndez,Movimiento anexionista..., Opus cit., pp. 74, 79-80.

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dades norteamericanas en Puerto Rico y Washington ante la agitación política y la-boral, en un momento en que empezaban a soplar vientos de guerra en Europa, leshizo apretar la mano. La represión engendró la violencia política que culminó conla condena de Albizu Campos y otros seis nacionalistas (acusados en 1936 porconspiración para derrocar el gobierno de Estados Unidos y enviados a Atlanta conuna pena de quince años)y la Masacre de Ponce (1937), incidente en el cual la po-licía abrió fuego contra miembros del Partido Nacionalista que, desarmados, seaprestaban a iniciar un desfile. Esta vez, murieron 19 personas y más de 100 resul-taron heridas, pero el saldo de muertes en diferentes hechos ocurridos entre 1935 y1937 fue mayor.95

Ante la violencia que se había desatado en Puerto Rico, un encolerizado senador,Millard Tydings,96 con la anuencia de principales autoridades norteamericanas,97 pre-sentó un controvertible proyecto, de matiz punitivo, para conceder la independenciamediatizada (Estados Unidos retendría la supervisión sobre las relaciones exterioresde Puerto Rico, como había hecho antes para Cuba con la Enmienda Platt) y bajocondiciones económicas onerosas. El proyecto provocó intensos debates en PuertoRico que llevaron a la división del Partido Liberal, pero nunca fue considerado seria-mente por el Congreso norteamericano. Es evidente que ni la metrópoli ni la coloniaestaban preparadas en ese momento para una decisión definitiva, mucho menos en lostérminos propuestos por Tydings. Es posible que su intención fuera la de amedrentary escarmentar a los puertorriqueños en un momento de crisis económica. Sin embar-go, era difícil que su propuesta prosperara en momentos en que el valor militar de laisla aumentaba con las posibilidades de una nueva guerra europea.

Los puertorriqueños, por su parte, quedaron atrapados entre la miseria y la depen-dencia de las ayudas federales. La búsqueda de solidaridad hemisférica plasmada enla «Política del Buen Vecino» de la administración Franklin D. Roosevelt (1933-1945) y las relaciones de Luis Muñoz Marín con influyentes funcionarios en Was-hington, entre otros factores, abrieron la brecha reformista que se inició con la exten-sión a la isla de los programas del Nuevo Trato. Pero acaso, lo más significativo parael futuro político y económico del país fue un proyecto concebido por un grupo depuertorriqueños para la rehabilitación económica de Puerto Rico. Conocido como elPlan Chardón –por el apellido de su gestor principal, el agrónomo y Canciller de laUniversidad de Puerto Rico entre 1931-1936, Carlos Chardón–, la propuesta fue unaimpugnación al orden colonial prevaleciente. Replanteó los fundamentos agrarios dela economía y la sociedad insular y trazó las líneas de la modernización industrial delpaís, bases del proyecto socio-económico y político del populismo muñocista. Éstetriunfó a partir de 1938 y arrancó con fuerza en la década de 1940, en el contexto de laSegunda Guerra Mundial y el período descolonizador de la posguerra.

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95 José Trías Monge,Las penas..., pp. 118-119. Sobre el tema de la Masacre de Ponce, uno de lostrabajos más recientes es el de Manuel E. Moraza Ortiz,La Masacre de Ponce, San Juan, PublicacionesPuertorriqueñas, 2001.

96 Era íntimo amigo de Elisha Riggs, coronel de la policía insular asesinado en 1935 por dos jóve-nes nacionalistas.

97 Lo aprobaron el presidente Roosevelt, Ernest Gruening, Director de la División de Territorios yPosesiones Insulares, y Harold Ickes, Director del Departamento de lo Interior; Ronald Fernández,Laisla...,Opus cit.,pp. 200-201.

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En la esfera cultural, la actividad fue de igual trascendencia. Si en la arena po-lítica el nacionalismo, como solución al problema del estatus, no logró arraigarcon fuerza entre los puertorriqueños, en el ámbito cultural tuvo un destino muy di-ferente. La crisis generalizada intensificó las refutaciones al régimen y la necesi-dad de definir una identidad frente a los conciudadanos del Norte. En este proceso,la literatura jugó el papel rector, no sólo con sus planteamientos anticoloniales, si-no porque logró articular un proyecto aglutinador que anticipó y fundamentó elpopulismo triunfante de las décadas de 1940 y 1950.98 El texto canónico fue Insu-larismo (1934), de Antonio S. Pedreira, «libro que anuncia o prefigura el populis-mo... [y que] además, les pudo ser útil a los políticos populistas ya que la infantili-zación que en él recurre recuerda la condición infantilizada de las masa o ‘pueblo’bajo el populismo».99Aun las respuestas antagónicas que suscitaron las propuestasde Pedreira, entre ellas las de Tomás Blanco, con su Prontuario histórico de Puer-to Rico (1935) y la poesía afroantillana de Luis Palés Matos, coincidieron en la op-ción política del populismo autonomista.

EPÍLOGO

Bajo bandera norteamericana, la doctrina autonomista comenzó a redefinirse yafianzarse en la década de 1920. En los años bajo estudio fue la alternativa viable,toda vez que Estados Unidos cerró las puertas a la estadidad y a la independencia.Ante esa cruda realidad, el liderato político puertorriqueño reanudó las luchas pormedidas autonómicas que, inicialmente, se presumieron como etapas de un proce-so preparatorio hasta que llegara el momento de la resolución final, en un futuroprevisto más o menos lejano. Mientras tanto, la dependencia económica, cada vezmás fuerte, fue reforzando esta fórmula de gobierno frente a la independencia y eldiscurso de la identidad cultural hizo lo propio frente a los estadistas. El naciona-lismo cultural creó la ilusión de una patria soberana y maquilló las contradiccionesque afloraban una y otra vez.

Un promotor de la autonomía «a la inglesa», Ángel Rivero Méndez, en un de-bate sobre el tema con un joven independentista, en 1924, la defendió con los ar-gumentos siguientes:

Cuba no es libre, la enmienda Platt lo afirma; Santo Domingo no es libre, la reciente in-tervención lo recuerda; Japón no es libre, Inglaterra lo ata para que no se apodere deChina; España no es libre porque Londres no le deja fortificar a la sierra Carbonera que

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98 Sobre este tema son fuente obligada los trabajos de Arcadio Díaz Quiñones, entre ellos, «Recor-dando el futuro imaginario: la escritura histórica en la década del treinta»,Sin Nombre, vol. XIV, núm.3, San Juan de Puerto Rico, abril-junio 1984, pp. 16-35; «Tomás Blanco: la reinvención de la tradi-ción»,Op.Cit. Boletín del Centro de Investigaciones Históricas, núm. 4, Universidad de Puerto Rico,Recinto de Río Piedras, 1988-89, pp. 147-183; «Tomás Blanco: racismo, historia, esclavitud», estudiopreliminar al libro de Tomás Blanco,El prejuicio racial en Puerto Rico, Río Piedras, Ediciones Hura-cán, 1985, pp. 15-83; «El enemigo íntimo: cultura nacional y autoridad en Ramiro Guerra y Sánchez yAntonio S. Pedreira»,Op. Cit. Boletín del Centro de Investigaciones Históricas, núm. 7, Universidadde Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, 1992, pp. 9-68; La memoria rota, Río Piedras, Ediciones Hura-cán, 1993.

99 Juan G. Gelpí,Literatura..., Opus cit., p. 49.

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anula a Gibraltar; Francia no es libre porque no pudo dejar al capitán Marchand en Fas-hoda ...¿quién es libre?[...] No he dicho que autonomía sea fórmula de libertad absoluta. Sostengo que es fór-mula amplia, perfectible de libertad; que no es estatus definitivo que cierre a los futurosportorriqueños el camino a más amplios horizontes. He dicho que no es cadena, comoel Estado, sino lazo, que como todo lazo, puede aflojarse y quitarse... Autonomía es unvalor inconmensurable que no puede traducirse en un número; es algo que crece y quepuede, avanzando hacia su límite [...] del cual puede separarlo una distancia menor queotra cualquiera por pequeña que ésta sea.100

No hay duda de que la dependencia económica es fundamental para explicar laadhesión a la metrópoli. Y de que los intereses militares convierten a Puerto Rico,en lo que probablemente sea para Estados Unidos un mal necesario. Pero, quizássea esa indefinición permanente, con una difusa promesa de independencia o esta-didad siempre lejana, lo que explique el apego a la autonomía, tanto para la metró-poli como para la colonia.

48 LOS LAZOS DE LA CULTURA

100 Ángel Rivero Méndez, «En la línea de fuego. Autonomía como única solución. Contestando»,El Imparcial,28 de noviembre de 1924.

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II

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTODE LAS RELACIONES CULTURALES ENTRE ESPAÑA

Y PUERTO RICO, 1898-1929

Jaime Moisés Pérez RiveraDepartamento de Humanidades, Facultad de Estudios GeneralesUniversidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

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El estudio del papel de las asociaciones españolas es un aspecto crucial e im-portante para entender las relaciones culturales entre España y Puerto Rico en elsiglo XX. El fin de la presencia política española en la Isla conllevó una reorgani-zación de la colonia española cuyas asociaciones mantuvieron la representación deEspaña en Puerto Rico.

El presente trabajo pretende examinar este importante tema enfatizando en va-rios aspectos tales como: ¿Cuál fue el papel que desempeñaron estas asociacionesen el fomento de las relaciones? ¿Cuáles fueron los antecedentes? ¿Qué impactotuvieron en la sociedad puertorriqueña de la época? ¿Qué visión cultural y/o políti-ca desarrollaron? El trabajo se ha organizado de la siguiente manera: en primer lu-gar, se presentan los antecedentes en el contexto del último tercio del siglo XIXpara entender que el origen y primera etapa de estas asociaciones estaba estrecha-mente relacionado con la justificación política y cultural de la situación colonialde Puerto Rico con España; en segundo lugar, el proceso por el cual estas aso-ciaciones se reorganizaron en los primeros años de la ocupación estadounidensepara representar un proceso de continuidad y ruptura de las relaciones entre la an-tigua metrópoli y la Isla; en tercer lugar, el impacto que tuvo el surgimiento denuevas asociaciones como el proyecto de la Casa de España en Puerto Rico y laInstitución Cultural Española de Puerto Rico en el fomento de las relaciones cultu-rales entre España y Puerto Rico.1

1 Este trabajo es un breve resumen de algunos aspectos, especialmente relacionados con el tema delas relaciones culturales entre España y Puerto Rico, discutidos en mi tesis doctoral. Ver Jaime MoisésPérez Rivera,Asociacionismo, prensa y cultura entre los inmigrantes españoles de San Juan, 1871-1913, Tesis doctoral, Departamento de Historia, Facultad de Historia, Universidad de Puerto Rico, RíoPiedras, 2002 (inédita).

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ANTECEDENTES, 1871-1898

El asociacionismo en Puerto Rico fue un fenómeno que se masificó principal-mente en el último tercio del siglo XIX como parte de los procesos sociopolíticosy culturales de la Restauración.2 Este asociacionismo de finales del siglo XIX re-presentó una nueva manera de fomentar el nacionalismo, la religión, la moderni-dad y el progreso. Al promover nuevas actitudes hacia los asuntos políticos y cul-turales, estos grupos voluntarios alcanzaron un papel primordial en la sociedadpuertorriqueña. Además, estas asociaciones fomentaron de diferentes formas lasrelaciones culturales entre España y Puerto Rico. Ejemplo de esto es el Casino Es-pañol de San Juan (1871)3, el Centro Hispano-Ultramarino de San Juan (1871)4, laAsociación de Católicos (1873)5, el Ateneo Puertorriqueño (1876)6, la Sociedad

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2 Antes de la Restauración existieron diferentes tipos de asociaciones como fueron las cofradías,los gremios y las logias masónicas. Se puede decir que estas últimas junto a la Real Sociedad Económi-ca Amigos del País (1814) y la Academia de Buenas Letras (1850) representaron nuevos espacios pú-blicos de discusión que fomentaron cambios políticos, culturales y sociales.

3 Los casinos fueron una de las principales formas asociativas desarrolladas en el siglo XIX tantoen España, Cuba y en Puerto Rico. Fueron asociaciones de recreo pero con funciones políticas, cultura-les y sociales. En el caso de Puerto Rico, tres principales tipos de casinos surgieron: puertorriqueños,de artesanos y españoles. Los primeros fueron fundados por los sectores medios y altos en varios pue-blos de la Isla como por ejemplo en San Juan, Ponce, Manatí, Santurce, Hato Grande, Cabo Rojo yArecibo. Los segundos, tienen como socios principales a sectores medios y bajos, como fue el Casinode Artesanos fundado en San Juan en 1874. El tercer tipo de casinos fue desarrollado principalmentepor inmigrantes españoles aunque con la cooperación de algunos puertorriqueños. Éstos comenzaron aformarse tras ocurrir los acontecimientos relacionados con la Revolución Gloriosa en España comomedios culturales de los sectores políticos más conservadores. Aunque no fueron numerosos constitu-yeron el principal baluarte cultural de los inmigrantes españoles y además, tuvieron un gran peso en lavida cultural de los pueblos donde se fundaron. Algunos ejemplos de éstos fueron los siguientes: Casi-no Español de San Juan (1871), Casino Español de Arecibo (1875), Casino Español de Mayagüez(1880?) y Casino Español de Cayey (1887).

4 Los centros hispano-ultramarinos estaban estrechamente relacionados con los conflictos políticosocurridos en el proceso de formación del régimen de la Restauración. En España, en donde se origina-ron, para ser miembros de éstos tenían que haber residido en Las Antillas. En Puerto Rico existieroncentros en Agüadilla, Arecibo, Guayama, Humacao, Mayagüez, Ponce y San Juan. Estos organismosfueron utilizados por sectores liberales-conservadores relacionados con los intereses políticos y econó-micos en Las Antillas Españolas. Sobre estas asociaciones en el contexto cubano ver Tomás de Jústiz ydel Valle,Los centros hispano-ultramarinos, La Habana, Imprenta «El siglo XX», 1943.

5 Probablemente esta asociación surgió como una reacción conservadora al desarrollo de corrientesliberales identificadas con el anticlericalismo, la masonería y el espiritismo que se estaba desarrollandotanto en España como en Puerto Rico. Sobre el asociacionismo católico en Puerto Rico ver Jaime Moi-sés Pérez Rivera, «La Asociación de Católicos de Ponce (1899-1915): Una reacción al proceso de ame-ricanización»,Historia y Sociedad, año X, Río Piedras, 1998, pp. 49-70.

6 El Ateneo Puertorriqueño, fundado en 1876, fue uno de los centros culturales más importantesdesarrollados en la Isla en el siglo XIX. El Ateneo fomentó actividades como los juegos florales. Estasactividades ayudaron al fortalecimiento de las tradiciones literarias en la Isla como también al desarro-llo de un nacionalismo cultural en el sentido de fomentar la producción local de las letras. Además deestas actividades, el Ateneo colaboró en conmemoraciones como la del Centenario de Calderón de laBarca (1881), el homenaje póstumo a Rafael Cordero (1891), el Cuarto Centenario del Descubrimientode América (1892), en la organización de la Junta Central de la Exposición de Chicago (1892), la Con-memoración del Cuarto Centenario del Descubrimiento de Puerto Rico (1893) y la Conmemoración delCentenario del Ataque Inglés de 1797 (1897). Estas actividades sirvieron tanto para fomentar un senti-miento regional puertorriqueño como también una identidad hispánica.

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Española de Auxilio Mutuo y Beneficiencia (1882)7, el Centro Asturiano (1887) yel Centro Gallego (1890).8 En cierta manera estas asociaciones eran la contraparti-da de las asociaciones ilegales independentistas que luchaban en contra de España.

En este período, fueron las asociaciones españolas las que fomentaron más di-rectamente la integración de las relaciones entre España y Puerto Rico. La granmayoría de estas organizaciones utilizó el adjetivo español como una manera di-recta para identificarse con la nacionalidad española.9 Un buen ejemplo de esto se-ría la fundación del Casino Español de San Juan y de varios centros españoles.Además, estas asociaciones españolas utilizaron actividades como conciertos, bai-les, recepciones, banquetes y conferencias para identificarse con el proyecto na-cional español de la Restauración. Por último, integraron a los inmigrantes espa-ñoles a la lucha política para la justificación del sistema colonial imperante en laIsla. Muchos de los inmigrantes españoles, en el caso de San Juan, eran a la mismavez comerciantes o dependientes de comercio, socios del Casino Español de SanJuan, miembros del Cuerpo de Voluntarios e identificados con el Partido Incondi-cional Español.

El asociacionismo también estuvo estrechamente relacionado con la prensa enel proceso de formación de las relaciones políticas y culturales entre España yPuerto Rico. Un sector de la prensa utilizó sus páginas para divulgar un sentimien-to de identidad nacional española que justificara la integridad nacional, pero a lamisma vez fomentara el culto a la modernidad y al progreso. Como señala AlvarezJunco para el caso de España, la prensa fue utilizada por los intelectuales para fo-mentar en las masas «un sentido político nacional».10 En el caso de Puerto Rico, elpapel de la prensa como medio para la discusión y divulgación de nuevas ideas en-tre los sectores medios y altos de la sociedad fue determinante.

Por ejemplo, el periódico El Boletín Mercantilfue la principal voz de los libe-rales-conservadores en el último tercio del siglo XIX tras la compra del periódicopor el comerciante vasco Pablo Ubarri en 1871 y la dirección del periodista astu-riano José Pérez Moris. Desde este momento, era el órgano oficial de los liberales-

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7 Una de las sociedades españolas que más impacto tuvo en la colonia española fue la SociedadEspañola de Auxilio Mutuo y Beneficencia (1882). Esta sociedad colaboró estrechamente con el Casi-no Español de San Juan tanto en el siglo XIX como en el siglo XX. Sobre el particular ver José MaríaGarcía Rodríguez,Sociedad Española de Auxilio Mutuo. Los años fundacionales, San Juan, RamalloBros. Printing, 1983.

8 Hacia finales del siglo XIX, influenciados por los nuevos debates regionalistas en España comoen América, se fundaron estos centros regionales. Aunque su desarrollo fue limitado si se compara conel caso cubano, en el cual el surgimiento de asociaciones españolas regionalistas alcanzó un desarrolloimpresionante, tuvo su impacto en la sociedad sanjuanera y en la colonia española en general.

El liderazgo de estos centros participó activamente en los debates políticos y culturales de la épocaa través del fomento de conmemoraciones regionales como fueron las fiestas a la Virgen de la Cova-donga y a Santiago Apóstol. Además, este imaginario tuvo una gran importancia para justificar el siste-ma político de la Restauración y el régimen colonial.

9 Ser español en la sociedad decimonónica era una categoría política y cultural. Para un sector dela sociedad de la Isla, especialmente los más conservadores, ser puertorriqueño no estaba en oposiciónal ser español. Para el liderazgo intelectual de la época ser puertorriqueño era como ser gallego, astu-riano o castellano en la visión que tenían de España.

10 José Alvarez Junco, «Los intelectuales: anticlericalismo y republicanismo», Manuel Tuñón deLara (dir.),Los orígenes culturales de la II República, Madrid, Siglo XXI Editores, 1993, p. 109.

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conservadores de la Isla aunque sin perder la importancia cultural como medio deexpresiones literarias y culturales.11

Además de la experiencia de este importante periódico, apareció una prensaidentificada abiertamente con los proyectos nacionales de los políticos de la Res-tauración. Los nombres de estas publicaciones reflejaban el culto a la nacionalidadespañola.12 La gran mayoría de estos periódicos fueron editados por inmigrantesespañoles o por sus hijos. Periodistas como Casiano Balbás, Vicente Balbás Capó,Felipe Coll Cuchí, Emilio de Castaños, Arturo Guasp, Ignacio Guasp, Rafael Ló-pez Landrón y Angel Rivero, entre otros, tuvieron un papel destacado. En ciertamanera esta prensa periódica fue el órgano de divulgación de la España centralistasoñada por Cánovas del Castillo.13

El asociacionismo, y en gran medida la prensa, fueron utilizados como espa-cios interdependientes para expresar posiciones políticas, económicas y culturales.Un sector de los inmigrantes españoles supieron utilizarlas para aglutinar, influen-ciar y contrarrestar a otros sectores. Éstos fueron los medios ideológicos por exce-lencia de los intelectuales españoles de aquella época. Para el gobierno español susmejores aliados se encontraban principalmente entre los sectores medios y altos dela colonia española. Si San Juan era la principal ciudad receptora de los inmigran-tes españoles en la Isla y a la misma vez sede del gobierno y las milicias no debesorprender que fuera el principal baluarte español en Puerto Rico.

EL CASINO ESPAÑOL DESAN JUAN, PRINCIPAL BALUARTE DEL FOMENTO DE LAS

RELACIONES CULTURALES Y POLÍTICAS ENTREESPAÑA Y PUERTO RICO A FINALES DEL

SIGLO XIX.

El Casino Español de San Juan se funda en 1871 como una iniciativa de ungrupo de españoles y puertorriqueños identificados principalmente con el sectorentonces autodenominado liberal-conservador de la política puertorriqueña.14 Estaprimera Junta Directiva estaba compuesta básicamente por miembros del Partido

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11 El Boletín Mercantilse publicó hasta el año 1918 y por sus imprentas pasaron editores españolesy puertorriqueños como Ignacio Díaz Caneja, Nemesio Pérez-Moris y José Pérez Losada.

12Algunos ejemplos de esta prensa periódica son los siguientes:La Voz de España(1862),El Pue-blo Español(1870),La Representación Nacional(San Juan-1870),El Español(San Juan-1871),ElCentinela Español(Mayagüez-1871),La España Radical(San Juan-1872),Las Noticias de España(San Juan-1878),Heraldo Español(Cabo Rojo-1879),La Nación(Mayagüez-1880),La Nación Espa-ñola (San Juan-1882),El Pabellón Español(Mayagüez-1883),La América Española(San Juan-1885),La Integridad Nacional(San Juan-1885),El Criterio Español(Mayagüez-1886),El Pabellón Español(Ponce-1886),El Español(Ponce-1887),La Unidad Nacional(Mayagüez-1887),La Nación(SanJuan-1890) y La Bandera Española(San Juan-1891).

13 Juan Pablo Fusi,España. La evolución de la identidad nacional, Madrid, Ediciones Temas deHoy, 2000, p. 183.

14 Esta asociación fue parte de una movilización política y social ante los sucesos ocurridos tras elGrito de Lares y la Guerra de los Diez Años en Cuba. En un artículo en el Boletín Mercantilsobre lafundación de los Centros Hispano-Ultramarinos se señalaba que «...en la asociación hallaron nuestrosenemigos los medios de hacer la guerra á España y en la asociación deben los leales buscar los mediosde arrancar de raíz la venenosa planta de traicion abundantemente sembrada en las sociedades secretasque funcionaban en Cuba y en Puerto Rico ántes de lo de Yara y de Lares y que funcionan ahora hastaen la misma Península». El Boletín Mercantil, 31 de diciembre de 1871, p. 1.

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Liberal-Conservador, muchos de los cuales habían ocupado puestos directivos enesta institución política como por ejemplo el Marqués de la Esperanza, quien fue ala vez presidente del Partido Liberal Conservador y del Casino Español de SanJuan, institución que estaba regentada por importantes comerciantes y propietariosde San Juan; aunque el presidente del Casino Español era puertorriqueño natural-mente la gran mayoría de los socios eran inmigrantes españoles.

En esta etapa el elemento político fue el factor aglutinante, dominante y carac-terístico de esta asociación.15 El origen del Casino Español de San Juan coincidecon la fundación y reorganización de una serie de instituciones políticas, culturalesy militares en Puerto Rico que estaban identificadas con el sistema sociopolíticoimperante de la época entre los años 1869 y 1872. Todo este panorama se explicamuy bien por la situación politizada y polarizada en que se encontraba la sociedadpuertorriqueña.16 Gracias a estas iniciativas, este sector estuvo mucho más activoen la vida pública y política del Puerto Rico del último tercio del siglo XIX. Comofue señalado, en el Programa del Partido Liberal-Conservador del 1871, éstos eran

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Casino Español de San Juan, 1924(Puerto Rico Ilustrado, San Juan, 25/10/24)

15 En Cuba era la misma situación. Manuel Moreno Fraginals,Cuba/España España/Cuba,Barce-lona, Editorial Crítica, 1995, p. 262.

16 Para esos años fueron fundadas o reorganizadas las siguientes instituciones en Puerto Rico: elestablecimiento de la Guardia Civil (1869), la reorganización del Cuerpo de Voluntarios (1869), la fun-dación del Partico Liberal Conservador (1871), la compra de El Boletín Mercantilpor el sector conser-vador (1871) y la fundación de los Centros Hispano-Ultramarinos (1871 en adelante). El liderazgo libe-ral-conservador visualizaba la fundación del Casino Español de San Juan como una muralla ante lainfluencia de la masonería y los sentimientos anti-españoles.

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liberales pero conservadores «...de nuestra gloriosa nacionalidad, de nuestras sa-bias leyes, de nuestro rico idioma y de nuestros usos y costumbres.»17

Por otro lado, a pesar de su origen vinculado a una postura política, sus funcio-nes rebasaron su ámbito partidista para convertirse en un centro cultural de metasmás amplias. Con este paso, esta agrupación comenzó a transformarse de un meroaparato ideológico-político del sector liberal-conservador en un casino de recreosímbolo de progreso, nacionalidad y sociabilidad formal. La localización, la facha-da exterior y los espacios internos estaban llenos de significados de poder, na-cionalismo y prestigio que hizo que se convirtiera en un importante centro culturalde la sociedad sanjuanera de la época. En cierta manera, el Casino Español de SanJuan fue convertido en un centro de creación de opinión pública, aunque favorece-dora del régimen de la Restauración. Institucionalizaron una política cultural queglorificaba la Restauración y el sistema colonial imperante en la Isla.

Esta política cultural aparece entre bailes en honor al gobernador, al Rey y alejército, recepciones en honor a invitados y utilización del local para reuniones po-líticas. Por ejemplo, los directores del Casino Español buscaron la manera de es-trechar las relaciones con los gobernadores de la Isla. Uno de los gobernadores conquien tuvo excelentes relaciones fue José Laureano Sanz.18 Además, la identifica-ción no fue meramente con la representación del gobierno español en Puerto Ricosino que fomentó una serie de actividades en donde exaltaban la figura del rey. Losbailes organizados en su honor sirvieron como medios de difusión de sentimientosnacionalistas y de apego al régimen de la Restauración. Uno de los días predilectosque se utilizaron para esto fue el día del santo del Rey. Celebraban bailes para rea-firmar la identificación con el Rey, símbolo y representación de la nacionalidad es-pañola. Entre música y bailes se manifestaran gritos de ¡Viva el Rey! y ¡Viva Es-paña! Los banquetes y los bailes en honor al monarca fueron bastante frecuentes eimportantes y sobrevivieron a los acontecimientos del 1898. Otras fechas destaca-das para la reafirmación de la nacionalidad fueron el 25 de julio, día de SantiagoApóstol, el 8 de septiembre, día de la Virgen de la Covadonga y el 8 de diciembre,día de la Inmaculada Concepción. Conmemorar estos días con actividades priva-das y públicas fue una oportunidad para reafirmar las ideas políticas y culturalesque integraban la nacionalidad española. Así por ejemplo, al conmemorar la Vir-gen de la Covadonga, y su relación con Don Pelayo, el héroe épico asturiano, sevinculaba la Reconquista y con la nacionalidad hispana.

El liderazgo del Casino Español de San Juan estuvo muy involucrado en losasuntos políticos y culturales que se estaban debatiendo tanto en Puerto Rico comoen España. Es por eso que hay que entender esta institución como un lugar en el

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17 Lidio Cruz Monclova,Historia de Puerto Rico (Siglo XIX). Tomo II. Primera Parte (1868-1874),Río Piedras, Editorial Universitaria, 1979, p. 145.

18 Además de sus dos períodos como gobernador, (1868-70) (1874-75), éste fue también represen-tante a las Cortes por San Juan (1871-72). Tras la llegada nuevamente como gobernador de la Isla enfebrero de 1874 organizaron una baile de etiqueta en honor a Sanz. Más adelante ofrecieron otro baileen honor del mismo gobernador que sirvió como pretexto para presentar un óleo de éste adquirido porel Casino Español de San Juan que sería expuesto en la sede del Casino. De esta manera el directoriodel Casino Español de San Juan participó de una forma muy activa en el proceso de exaltación de estafigura tan polémica de la historia de Puerto Rico.

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que la historia y la memoria se utilizaron para dicho fin. En su estructura organiza-tiva y en la disposición de los usos de la sede para actividades culturales se puedenentender las funciones culturales y sociales de esta institución en relación con loseñalado. El Casino Español se convirtió en un centro de la sociabilidad sanjuane-ra en donde a través de bailes, conciertos, recitales, conmemoraciones y homena-jes manifestaron la identificación con la nacionalidad y la sociedad de la época. Sepuede decir que en esta institución surgieron o se desarrollaron muchas de las vi-siones hispanófilas que se fueron utilizando en los últimos años del siglo XIX y enlas primeras décadas del siglo XX en Puerto Rico.

EL IBEROAMERICANISMO EN EL PUERTO RICO DE FINALES DEL SIGLOXIX

Una de las manifestaciones patrióticas que estaba tomando impulso era el ibero-americanismo que fue formándose gradualmente en España en las últimas décadasdel siglo XIX.19 Lengua, religión y civilización se convirtieron en las tres principalescolumnas en las que descansó esta nueva forma de establecer relaciones culturalesentre España con sus antiguas colonias americanas. Pero, esta justificación culturalera una nueva política exterior con connotaciones económicas que gradualmente fueaceptándose en las altas esferas de poder del mundo madrileño. Tres de los grandesdefensores de esta tendencia fueron los políticos españoles Emilio Castelar, Cánovasdel Castillo y Rafael María de Labra. Según Carlos Rama este pan-hispanismo fo-mentó la solidaridad de los países hispanoparlantes, la unidad racial, las relacionescomerciales y el sentimiento anti-estadounidense.20 La puesta en práctica de estanueva política cultural fue fomentada, aunque con grandes limitaciones, por unanueva asociación: la Unión Iberoamericana.21 Esta fue «...lanzada oficialmente en1884 en la Universidad de Madrid, crea comités patrocinadores en diversas capitalesy ciudades latinoamericanas,...»22 Esta mentalidad hispanófila tuvo fuertes repercu-siones en diferentes partes de la América hispana gracias al papel de algunos inmi-grantes españoles. El liderazgo incondicional de Puerto Rico no era la excepción a laregla, donde la colectividad española veía con buenos ojos estas manifestaciones; dehecho, cuando algunos de estos defensores de España residentes en las repúblicashispanoamericanas visitaban la Isla, les ofrecían un homenaje.23 Recordemos la lle-gada de Ramón Elices Montes, fundador y director del periódico El Pabellón Espa-ñol de la Ciudad de México, a mediados del mes de noviembre de 1884, para quienla directiva del Casino organizó un banquete en su honor. En esta comida los íconospatrióticos fueron la orden del día. En primer lugar, pusieron en un dosel los colores

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19 Ver María Teresa Martínez Blanco,Identidad cultural de Hispanoamérica. Europeísmo y origi-nalidad americana,Madrid, Editorial de la Universidad Complutense, 1988, pp. 75 - 78.

20 Carlos M. Rama,Historia de las relaciones culturales entre España y la América Latina. SigloXIX ,México, Fondo de Cultura Económica, 1982, pp. 174-175.

21 La inaguración de la sede de la Unión Iberoamericana en 1885 fue aplaudida por los redactoresdel Boletín Mercantil. El Boletín Mercantil, 26 de abril de 1885, p. 2.

22 Carlos M. Rama,Historia... , Opus cit., p. 180.23 Los editores del El Boletín Mercantilfueron fieles defensores del iberoamericanismo publicando

editoriales a favor y noticias de la fundación de los diferentes capítulos de la Unión Iberoamericana enla América Hispana.

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nacionales españoles, un retrato del Rey y otro del invitado. En cierta manera, lostres elementos se integraron en una manifestación del nuevo nacionalismo. Además,ofrecieron discursos patrióticos como el de Ignacio Díaz Caneja, representante delperiódico El Boletín Mercantil. 24

También el iberoamericanismo se manifestó mediante la organización de conme-moraciones en honor al Descubrimiento de América y de Puerto Rico. La figura deCristobal Colón y el descubrimiento de América y de Puerto Rico fueron elaborán-dose como símbolos de identidad en el mundo hispano de una forma gradual. En1883 la Revista Dos Mundosde Madrid invitaba a los hispanoamericanos a celebrarel 12 de octubre ya que «Es un día de verdadera fiesta; celebrémosle con júbilo, ydesde ahora en adelante hagamos los años sucesivos, en igual época, un paréntesis ála vida ordinaria, para conmemorar tan grandioso suceso.»25Años más tarde cuandoel gobierno español comenzó los preparativos de la celebración del Cuarto Centena-rio del Descubrimiento de América, recibió una buena acogida en la Isla tanto porlos inmigrantes españoles como por los puertorriqueños. Por ejemplo, en 1889 lossocios puertorriqueños y españoles del Casino Español de San Juan organizaron unagran festividad conmemorando el descubrimiento de América en donde dominaronsímbolos nacionales-regionales-españoles, puertorriqueños, colombinos y moder-nos. Probablemente esta actividad fue una de las primeras ocasiones en que celebra-ron el descubrimiento de América en Puerto Rico, que junto a las celebraciones de-sarrolladas en España y en Las Antillas en 1892, fueron el origen de lainstitucionalización de las conmemoraciones colombinas. Como diría Carlos Serra-no «Las festividades del 1892 fueron, en cierto modo, la prefiguración de lo que aca-baría institucionalizándose un cuarto de siglo más tarde.»26

En el contexto puertorriqueño el fomento de las relaciones culturales entrePuerto Rico y España tuvo su etapa de formación en el último tercio del siglo XIX.En este período, el papel de los inmigrantes españoles y sus asociaciones y perió-dicos fueron determinantes en la creación de una identificación con España. Es poreso que los sucesos ocurridos en el 1898 no se pueden analizar como una meraruptura sino que se dieron unas continuidades que son determinantes para entenderlos debates culturales de las primeras décadas del siglo XX.27

LA PRESENCIA CULTURAL DE LOS INMIGRANTES ESPAÑOLES BAJO EL DOMINIO

ESTADOUNIDENSE, 1898-1929

Los acontecimientos ocurridos en el 1898 representaron para la sociedad puer-torriqueña procesos de continuidad y ruptura. Por un lado, la ruptura se expresóprincipalmente por el cambio de metrópoli y el nuevo sistema de vida. Por otro la-

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24 El Boletín Mercantil, 19 de noviembre de 1884, p. 2.25 El Boletín Mercantil, 12 de octubre de 1883, p. 2.26 Carlos Serrano,El nacimiento de Carmen. Símbolos, mitos y nación, Madrid, Taurus, 1999, p.

318. Salvador Bernabéu Albert,1892: El Cuarto Centenario del descubrimiento de América en Espa-ña: coyuntura y celebraciones, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1987.

27 Para el caso de Cuba véase Consuelo Naranjo Orovio, «Cuba, 1898: Reflexiones en torno a lacontinuidad y a los imaginarios nacionales»,Cuadernos de Historia Contemporánea (Dossier:1898:España fin de siglo), núm. 20, 1998, pp. 221-234.

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do, la continuidad se manifestó a través de la cultura y la sociedad. Partiendo deesta perspectiva, las asociaciones voluntarias y semiestatales estaban revaluandolas relaciones entre España y sus antiguas colonias, entre ellas la Unión Iberoame-ricana, el Ateneo de Madrid y más tarde la Casa de América en Barcelona y la Ins-titución Cultural Española en Puerto Rico. Según Juan Carlos Pereira y Angel Cer-vantes, la Unión Iberoamericana inició el fomento de las relaciones culturalesentre España y sus antiguas colonias desde sus orígenes en 1885.28 El iberoameri-canismo, nacido a finales del siglo XIX, tomaba un nuevo impulso como una ex-presión moderna de afincar las relaciones políticas, económicas y culturales entreEspaña e Hispanoamérica. Este iberoamericanismo se transformó en lo que la ge-neración de Rafael Altamira llamó americanismo.

Pero, la política exterior de España hacia Hispanoamérica no había estado sis-temáticamente desarrollada antes del período entre finales del siglo XIX y princi-pios del siglo XX. Aunque España había reconocido gradualmente la independen-cia de las naciones hispanoamericanas, todavía no estaba clara la importanciapolítica, económica y cultural de la región. Rafael María de Labra fue uno de lospocos líderes españoles que entendieron la importancia de estas relaciones, a favorde las cuales desarrolló una gran actividad.29

Además, también en el lado americano escritores y organizaciones evaluabaneste sentir y lo expresaban en obras como Ariel, de José Enrique Rodó. Esta obra,publicada en 1901, «...fue el inspirador de toda esa literatura que habrá de ocuparun lugar privilegiado en el encuentro del alma hispanoamericana consigomisma.»30 Este hispanoamericanismo fue la versión regeneracionista en el ladoamericano.31 Todo este panorama hay que contextualizarlo en el ambiente políticode la época en el cual el imperialismo europeo estaba en una nueva fase expansio-nista y el estadounidense en condición de rebasar el territorio contiguo. El anglo-sajonismo era el paradigma inspirador para algunas de estas fuerzas políticas enAmérica del Norte e Inglaterra. No fue casualidad tampoco que en la sociedad es-tadounidense inventaran el panamericanismo para contrarrestar el iberoamerica-nismo y el latinoamericanismo.32

Los acontecimientos ocurridos en las primeras tres décadas del siglo XX fue-ron determinantes en la formación de una nueva nacionalidad puertorriqueña que

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28 Juan Carlos Pereira Castañares, Angel Cervantes Conejo,Las relaciones diplomáticas entre Es-paña y América, Madrid, Editorial MAPFRE, 1992, pp. 183-184.

29 Por ejemplo ver Rafael M. de Labra,Orientación americana de España,Madrid, Tipografía deAlfredo Alonso, 1909.

30 José Luis Abellán, «España e Hispanoamérica», Pedro Lain Entralgo (coord.),Historia de Espa-ña. Ramón Menéndez Pidal. XXXIX. La edad de plata de la cultura española (1898-1936). Volumen I.Identidad, pensamiento y vida, hispanidad,Madrid, Espasa Calpe, 1996, p. 729.

31 Antonio Niño Rodríguez, «Hispanoamericanismo, regeneración y defensa del prestigio nacional(1898-1931)», Pedro Pérez Herrero y Nuria Tabanera (coordinadores),España / América Latina: un si-glo de políticas culturales,Madrid, AIETI/SINTESIS - OEI, 1993, p. 15.

32 A mi entender existe una continuidad entre el Destino Manifesto y la política panamericanistadesarrollada por el gobierno estadounidense. Sobre el debate historiográfico sobre la política exteriorde EEUU ver Bárbara Southard, «¿Ruptura o continuidad?: debates historiográficos sobre la políticaexterior de Estados Unidos en la Guerra de 1898»,Op. Cit. Boletín del Centro de Investigaciones His-tóricas,número 11, Río Piedras, 1999, pp. 11-31.

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revaluó, tanto positivamente como negativamente, las relaciones culturales con Es-paña. En ese proceso el papel de los inmigrantes españoles y sus asociaciones fueimportante en la formación de un nuevo hispanismo, aunque acompañado con am-bigüedades en el campo político. Para entender los acontecimientos ocurridos enla década de 1930 es importante analizar esta época.

CONTINUIDAD DE LA PRESENCIA DE LOS INMIGRANTES ESPAÑOLES ENPUERTO RICO

1898 no representó el fin de los inmigrantes españoles en la Isla. Aunque algu-nos se fueron la gran mayoría decidió quedarse. Según Birgit Sonesson esta pre-sencia fue significativa aunque poco a poco fue disminuyendo en los siguientesaños de la ocupación estadounidense. Para 1897 había alrededor de 19,686 espa-ñoles, cifra que ya en 1899 había disminuído a 7,690. Esta tendencia continuó enlas décadas siguientes, aunque no con la misma intensidad. Por ejemplo, en 1910la estimaron en 6,630 y en el próximo censo en 4,975.33 Aunque la llegada de in-migrantes continuó, hay que señalar que el volumen fue muy bajo como conse-cuencia de las nuevas leyes inmigratorias implantadas por el gobierno estadouni-dense en Puerto Rico, y el cambio de la corriente migratoria hacia otros paísescomo Argentina, Brasil, Cuba y México que ofrecían mayores oportunidades. Laimportancia de esta presencia fue más bien cualitativa que cuantitativa. La granmayoría de éstos vivían en San Juan y es por eso que se puede decir que la ciudadcapital seguía siendo el baluarte de la colonia española en la Isla.34

Uno de los aspectos más delicados de la transición del 1898 fue el asunto de laciudadanía. El Tratado de París del 1898 estipuló que los inmigrantes españolesque decidieran residir en Puerto Rico podían conservar la nacionalidad española.35

Alrededor de 4,890 españoles decidieron conservar la nacionalidad.36 Solamenteun grupo reducido, unos 1,107, juraron fidelidad a la nueva metrópoli.37 Este com-portamiento se debió probablemente a varios factores. Si por una parte, fueron mo-mentos en los que el nacionalismo se acrecentó y la conservación de la ciudadaníales permitía conservar ciertos derechos como la pensión, por otra, hubo un grupoque, ilusionado por un futuro mejor, creyó que la mejor manera de integrarse en lanueva coyuntura era renunciar a la nacionalidad española. En ello también pudo

60 LOS LAZOS DE LA CULTURA

33 Birgit Sonesson, «La emigración española a Puerto Rico. ¿Continuidad o irrupción bajo nuevasoberanía?», Nicolás Sanchez-Albornoz (compilador),Españoles hacia América. La emigración enmasa, 1880-1930,Madrid, Alianza Editorial, 1995 , p. 305.

34 La repatriación de españoles y de puertorriqueños fue una realidad que no se puede negar y quedefinitivamente resultó en su disminución. La repatriación no fue solamente de soldados, sino que ungran número de personas regresó a España o migró a otras tierras como Cuba, Argentina, Santo Do-mingo y hasta Africa. Además, en este grupo hay que incluir a varios puertorriqueños, que todavíaidentificados como españoles, decidieron irse para España en el transcurso de los próximos años. Con-suelo Naranjo Orovio, «La emigración española a Iberoamérica: análisis cuantitativo»,Historia de laemigración española a Iberoamérica, 2 vols., Madrid, Historia 16, 1992, vol.1, pp. 177-200.

35 Libro Rojo, Tratado de París. Documentos presentados a las Cortes en la legislatura de 1898por el Ministro de Estado , Río Piedras, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1988, p. 311.

36 Birgit Sonesson, «La emigración española a Puerto Rico...»,Opus cit., p. 297.37AGPR, Justicia, «Aliens who have sworn allegiance to the government of the United States in

compliance will general order of Oct. 12 1899, Section VIII.»

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pesar el hecho de que pensaran que con esta decisión se liberaban del servicio mi-litar.38 Con el paso de los años la conservación de la nacionalidad española fueperdiendo su importancia para varios españoles que decidieron obtener la ciudada-nía de la nueva metrópoli.

PAPEL DEL CONSULADO GENERAL DE ESPAÑA EN PUERTO RICO

Otra forma en que España ejerció acto de presencia en Puerto Rico fue a travésde su Consulado General. El Consulado General de España en San Juan tuvo cier-ta importancia para España ya que no dependía totalmente de la Embajada en Was-hington sino que existía comunicación directa entre Madrid y San Juan. En térmi-nos administrativos, las principales funciones que ejerció el Consulado fueron lassiguientes: procesar asuntos administrativos relacionados con el antiguo gobiernocolonial en la Isla; circular comunicaciones, órdenes, permisos y decisiones delGobierno Español que competen a individuos residentes en Puerto Rico y procesarsolicitudes de información por parte del Ministerio de Estado.

El Consulado no solamente sirvió para proteger los intereses particulares de losinmigrantes españoles, sino que estuvo muy activo en las luchas y conflictos quefueron ocurriendo en la colonia española como también entre ésta y los puertorri-queños. En este último aspecto intentó vigilar y controlar las acciones particularesde los españoles y algunos puertorriqueños ya que varios cónsules entendieron queera más ventajoso lograr un ambiente pacífico para asegurar los intereses econó-micos de las elites españolas. Como ejemplo, insistieron en prohibir la entrada depuertorriqueños a las Juntas Directivas de los casinos o centros españoles para im-pedir el desarrollo de lazos de solidaridad entre españoles y puertorriqueños, evi-tando así alianzas políticas comprometedoras para el Consulado.39

Como señala Luis Lugo Amador, las funciones políticas del Consulado de Es-paña en Puerto Rico y en Cuba fueron básicamente resolver los problemas de re-patriación, los conflictos de la colonia española, la participación política de los es-pañoles y las relaciones con el gobierno estadounidense.40 Sin embargo, en el casode Puerto Rico, la mala gestión del Consulado en resolver el problema de los repa-triados motivó que el Casino Español de San Juan interviniera en el asunto.

LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS BAJO EL DOMINIO ESTADOUNIDENSE:RUPTURAS Y CONTINUIDADES

Como señalé anteriormente, la formación de asociaciones españolas comenzóen el último tercio del siglo XIX. El asociacionismo español no desapareció con el

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTO DE LAS RELACIONES… 61

38 Luis Alberto Lugo Amador, «El 98 de los españoles residentes en Las Antillas: la percepción delos cónsules de España en La Habana y en San Juan de Puerto Rico»,Historia y Sociedad, Año XI,1999, pp. 95-96.

39 «Consulta acerca de la dificil situación creada por el deseo mas ó menos explícito de algunoscompatriotas de intervenir en la política del pais.» , 24 de enero de 1902, Archivo del Ministerio deAsuntos Exteriores (Madrid), Correspondencia, Consulado, Puerto Rico, H2025, 1899 - 1929.

40 Luis Alberto Lugo Amador, «El 98 de los españoles...»,Opus cit. ,p. 92.

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cambio de soberanía sino que entró en una nueva etapa de reorganización y desa-rrollo ante el panorama general en que se encontraba la Isla.41

En el período colonial estadounidense, el término «español» perdió parcialmente elsignificado político que lo relacionaba con el régimen de la Restauración, para repre-sentar, principalmente, una identidad étnica que incluía a los inmigrantes españoles y,en algunas ocasiones, a los puertorriqueños hijos o nietos de éstos.42 Es interesantedestacar que el asociacionismo regionalista, representado en el Centro Gallego y elCentro Asturiano, desapareció aunque algunas manifestaciones culturales, especial-mente religiosas, sobrevivieron pero sin el mismo ímpetu que en el pasado. Una de lasformas en que la identidad regional se mantuvo fue en los nombres de los negocios,que, aunque, fue una forma simple, fue representativo de identidad regional o local.43

Los casinos y círculos españoles fueron el principal tipo de asociación que sefomentó bajo el nuevo régimen político. La gran mayoría de éstos fueron fundadoso reorganizados en los primeros años de la ocupación. El Casino Español de SanJuan y el Centro Español de Mayagüez ya se habían reorganizado para el año1899. Pero, a partir del 1900 comienza un auge de fundaciones y organizacionesde varias de estas asociaciones. Por ejemplo, en el año 1900 ya existían alrededorde siete casinos, círculos o colonias organizadas en los pueblos de Arecibo, Baya-món, Caguas, Guayama, Lares, Río Piedras y San Juan. En los próximos años sefundaron otras en pueblos como Carolina (1901), Manatí (1902), Utuado (1902),Maricao (1904), Ponce (1906), Humacao (1907) y Yauco (1912).44 Como se puede

62 LOS LAZOS DE LA CULTURA

41 En términos generales, el asociacionismo en Puerto Rico entró en un proceso de cambios. Por unlado, algunas de estas asociaciones se formaron en el último tercio del siglo XIX. Por otro, la gran ma-yoría se transformó ante la nueva situación. Por ejemplo, el caso del Ateneo Puertorriqueño. Esta aso-ciación se convirtió en el principal medio para fomentar un interés hacia la cultura e historia de PuertoRico que dejó profundas huellas entre el sector intelectual y político. También en este período surgie-ron nuevos casinos, círculos y centros de recreo los cuales algunos fueron de corta duración. Por ejem-plo, surgieron la Asociación de Católicos de Ponce (1899), el Casino Puertorriqueño (1901-02), YatchClub (1902), San Juan Fraternity (1902), Libertad Borinqueña (1904), la Asociación de Dependientes(1905), Union Club (1905), el Casino de Puerto Rico (1910), Cercle Francais (1910), City Club (1910).

42 Por otro lado, estoy consciente de lo complejo que es poder definir y diferenciar lo «español» delo «puertorriqueño» en el contexto de la sociedad puertorriqueña del siglo XX. Ser «español» implicóidentidad étnica pero a la misma vez significó identidad política y cultural para muchos puertorrique-ños como fue el caso de Vicente Balbás Capó. Sobre la complejidad de la problemática ver Juan Giusti,«En búsqueda de la nación concreta: el ‘grupo español’ en la industria azucarera de Puerto Rico, 1890-1920», Consuelo Naranjo, Miguel Angel Puig-Samper y Luis M. García Mora (eds.),La nación soña-da: Cuba, Puerto Rico y Filipinas ante el 98, Madrid, Ediciones Doce Calles, 1996, pp. 211-224; «Ha-cia otro 98: el «grupo español» en Puerto Rico, 1890-1930 (azúcar, banca y política)»,Op. Cit. Revistadel Centro de Investigaciones Históricas,, número 10, 1998, pp. 86-95.

43Algunos de los ejemplos en San Juan a principio del siglo XX fueron: «La Gran Canaria» (ferre-teria), «Las Baleares» (hotel), «Las Antiguas Baleares» (fonda y posada); «La Mallorquina» (café, res-taurant, fábrica de chocolates y dulcería), «La Euskalduna» (fábrica de pastas), «La Capital de Vizca-ya» (tejidos), «La Villa del Bilbao» (tejidos), «La Vizcaína» (tejidos), «La Flor de Asturias» (cafetín),«La Allandesa» (fábrica de tabacos), «La Segoviana» (fonda y venta de tabacos) y «La Catalana» (res-taurant, fonda y posada). José R. Díaz Valdepares,Indicador general de la ciudad de San Juan de Puer-to Rico, San Juan, Valdepares Imprenta y Litografía, 1902-03.

44 Después del Casino Español de San Juan, el Casino Español de Manatí fue sin duda el segundocasino o centro español en importancia. Este Casino tuvo un papel importante tanto en la vida culturalde Manatí como de Puerto Rico. Sobre el particular ver Luis de Arrigoitía,Manatí y Enrique Zorrilla1880-1928 ,Río Piedras, Editorial Edil, 1997, p. 104.

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apreciar, el asociacionismo español estuvo representado en diferentes regiones dePuerto Rico y no se limitó a la ciudad capital.

El Consulado entendía que este tipo de asociacionismo era la principal formaque utilizaba la colonia española para participar en la vida pública de la Isla. Decíael cónsul español en 1902 que «...la creación de Colonias y Casinos Españoles envarios puntos de la Ysla y la tendencia á favorecer gestiones cerca del Gobiernocontra Autoridades locales son hasta el presente las formas en que tales intromisio-nes ó simpatias muy marcadas se han exteriorizado.»45 Los casinos o centros espa-ñoles fueron uno de los principales medios utilizados por los inmigrantes españo-les como medio de sociabilidad formal para aglutinarse, fomentar sus interesessociales, culturales y políticos y mantenerse entre los sectores dominantes.

Pero también existieron otras formas de sociabilidad formal. Hubo además tressociedades de beneficencia: la Sociedad Española de Auxilio y Beneficencia deSan Juan, la Real Clínica Española del Dr. Ordoñez y la Unión Española de Maya-güez. La primera ya estaba reorganizada para el 1899 y la tercera para el año 1900.En Puerto Rico fueron de índole nacional y no regional como ocurrió en Cuba.46

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTO DE LAS RELACIONES… 63

45«Consulta acerca de la dificil situación creada...» , 24 de enero de 1902, Archivo del Ministeriode Asuntos Exteriores (Madrid), Correspondencia, Consulado, Puerto Rico, H2025, 1899-1929.

46 Moisés Llordén Miñambres, «Las asociaciones españolas de emigrantes», María Cruz MoralesSaro y Moisés Llordén Miñambres (eds.),Arte, cultura y sociedad en la emigración española a Améri-ca, Oviedo, Universidad de Oviedo, 1992, p. 20. Consuelo Naranjo Orovio,Del campo a la bodega.Recuerdos de gallegos en Cuba (siglo XX), A Coruña, Ediciós do Castro, 1988.

Destacados miembros de la colonia española en Puerto Rico, con el puertorriqueño ÁngelRivero, a principios del siglo XX. De izquierda a derecha: José Pérez Losada, Manuel Gon-zález, Ernesto Freire, Manuel Fernández Juncos.

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La Sociedad Española de Auxilio Mutuo y Beneficencia fue una de las princi-pales asociaciones fundadas por los españoles. Esta sociedad de beneficencia entróinmediatamente en un proceso de reorganización tras los acontecimientos del1898. Una de las primeras acciones realizadas fue añadir en el título de la sociedadel término «español» confirmando lo expuesto anteriormente sobre el sentido na-cional. «La Institución pasó a llamarse «Española», [porque ahora], más que nun-ca, tenía que ser obra de España y recuerdo de la obra de España para todos lospuertorriqueños.»47 En los próximos años planificaron la construcción de un nuevoedificio. Para el año 1907, el arquitecto e ingeniero Rafael del Valle Zeno diseñó eledificio con estilo francés, al igual que el Hospital de Medicina de Santurce y elColegio del Sagrado Corazón.48 Finalmente el edificio de Hato Rey fue inaugura-do en 1912 en una gran fiesta española que fue reseñada por la prensa del país. Elvice-cónsul español señalaba que la fiesta de inauguración fue toda una demostra-ción de españolismo. «En aquel lugar por donde desfilaron unas cuatro mil perso-nas aquel dia, todos se sentian españoles, la efervecencia de la fiesta producía tam-bién su efecto en los puertorriqueños;...».49

Las logias masónicas también fueron espacios de asociación de inmigrantes es-pañoles. El Gran Oriente Español continuó ejerciendo influencia en Puerto Ricobajo el dominio estadounidense. Este logró obtener «...la adhesión y lealtad de unnutrido grupo de españoles y puertorriqueños de la isla durante exactamente uncuarto de siglo más.»50 Su situación nunca fue lo suficientemente dominante paraconvertirse en la principal organización masónica en la Isla. Probablemente la si-tuación conflictiva que sostuvo con la Gran Logia Soberana la debilitó. De todasmaneras, sobrevivió por lo menos las primeras décadas del siglo veinte. San Juanera el baluarte del Gran Oriente Español y no es casualidad que los inmigrantes es-pañoles dominaran estas logias por lo menos hasta la década del 1910. Por ejem-plo, señala Antonio Ayala que la Logia Palafux fue una de las más importante ycon mayor prestigio.

El otro tipo de asociación española fue de índole política. El mejor ejemplo fue laLiga de Republicanos Españoles fundada en el año 1904 como fenómeno asociativoque nació entre los inmigrantes españoles de la América Hispana. Probablemente sufundación responde a una reacción de los inmigrantes españoles de Hispanoamérica-na al regeneracionismo español ofreciendo una alternativa para el futuro de España.El primer capítulo fue fundado en Buenos Aires en 1903. Para Angel Duarte ese pasorepresentó una nueva fase del asociacionismo español en la Argentina al volverse más

64 LOS LAZOS DE LA CULTURA

47 José Ma. García Rodríguez,Sociedad Española de Auxilio Mutuo. Los años fundacionales,SanJuan, Ramallo Bros. Printing, 1983, p. 221.

48 Enrique Vivoni Farage, «Lo francés en nuestra arquitectura: legitimidad y dignidad profesionalen Puerto Rico (1900 - 1918)», Enrique Vivoni Farage y Silvia Alvarez Curbelo (editores),Ilusión deFrancia: arquitectura y afrancesamiento en Puerto Rico ,San Juan, Archivo de Arquitectura y Cons-trucción de la Universidad de Puerto Rico, 1997, pp. 54 - 56.

49 «El Vice consul de España, Cónsul interino da cuenta de la fiesta española celebrada el 1o delcorriente con motivo de la inauguracion del edificio Sanatorio de la “Sociedad Española de AuxilioMutuo...”», Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid), Correspondencia, Consulado,Puerto Rico, H2025, 189-1929.

50 José Antonio Ayala,La masonería de obediencia española en Puerto Rico en el siglo XX,Mur-cia, Universidad de Murcia, 1993, p. 13.

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activos en los asuntos políticos de España. «La creación de un organismo republicanofue el corolario lógico de los cambios apuntados tanto en la colectividad española dela Argentina como en el propio republicanismo español.»51

En ese mismo año la noticia llegó a Puerto Rico y recibió el apoyo entusiastadel mallorquín y periodista Sebastián Dalmau Canet.52 Todas estas iniciativas cul-minaron con la fundación, en el mes de octubre, de un capítulo de la Liga en SanJuan.53A través de la prensa del país comenzaron a divulgar sus principales objeti-vos. En un manifiesto publicado en la prensa señalaban que éste era un movimien-to de «renacimiento español» fundado en diferentes partes de América e identifi-cado con la causa del Partido Republicano de España. Aclaraban en el manifiestoque no iban a atacar a la religión ni a participar en las luchas políticas de PuertoRico.54 Hay que recordar que Puerto Rico era un lugar adecuado para desarrollar elrepublicanismo en el exilio ya que había una tradición republicana encabezada porel asturiano Manuel Fernández Juncos y una persecución en España. Este movi-miento político tuvo mucha importancia ya que representó una alternativa políticaregeneracionista más liberal en comparación a la Unión Iberoamericana, con unprograma más conservador.

Un segundo paso organizativo fue la fundación de un medio periodístico. Parael próximo año lograron fundar un órgano de la Liga para que sirviera como mediopara divulgar y defender los ideales republicanos en Puerto Rico. Este fue nombra-do La República Españolay fue publicado durante cinco años. En su consejo di-rectivo estuvieron Manuel Fernández Juncos, Sebastián Dalmau Canet, VíctorGarcía Bermejo, José Pérez Losada y Manuel Vicente. Romualdo Real fue su di-rector hasta su renuncia en 1910.55

Todos estos pasos culminaron con una asamblea general en el Teatro Municipalque sirvió para aprobar el reglamento, una nueva directiva y un momento oportunopara expresar a los afiliados los sentimientos del republicanismo. En esta actividadofrecieron discursos los periodistas Manuel Fernández Juncos, José Pérez Losada yRomualdo Real y el Dr. Ordoñez. Este último dió un discurso en defensa del republi-canismo en el que atacó al régimen monárquico por la persecución de la que eran ob-jeto en España los republicanos.56 Lo que quizá no sabía él era que en esta actividadestaban vigilados también por representantes del Consulado de España en Puerto Ri-co, como lo revela que tras esta reunión el cónsul, Enrique de Verdía, envió un comu-nicado al ministro de Estado de España informando de las actividades desarrolladasese día y una copia no íntegra del discurso del médico español.57

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51 Angel Duarte,La república del emigrante. La cultura política de los españoles en Argentina(1875-1910),Lleida, Editorial Milenio, 1998, p. 77.

52 El Boletín Mercantil, 17 de diciembre de 1903, p. 2.53 Entre los miembros de su directiva se encontraban: Manuel Fernández Juncos (presidente), José

Pérez Losada (vice-presidente) y Sebastián Dalmau Canet (vocal). El Boletín Mercantil, 3 de octubrede 1904, p. 2.

54 El Boletín Mercanti, 26 de octubre de 1904, pp. 3 y 27 de octubre de 1904, p. 2.55Antonio S. Pedreira,El periodismo en Puerto Rico,Río Piedras, Editorial Edil, 1982, pp. 527-528.56 El Boletín Mercantil, 24 de junio de 1905, p. 1.57 «El cónsul de España. Dá cuenta de haberse reunido en el teatro de esta Capital los elementos que

forman la «liga de Republicanos Españoles, y acompaña copia del discurso leido por uno de los Sres. Pre-sidentes de la misma.», AMAE, Correspondencia, Consulado, Puerto Rico, H2025, 1899-1929.

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Una de las principales actividades organizada por esta Liga fue la conmemora-ción de la declaración de la República Española el 11 de febrero de 1873, que erala contrapartida de los banquetes organizados por los monárquicos en honor alSanto del Rey. Para la actividad adornaban el lugar con símbolos y banderas repu-blicanas y ofrecían discursos republicanos con oradores españoles, como fueronManuel Fernández Juncos, José Pérez Losada y Romualdo Real. También algunospolíticos puertorriqueños participaron esporádicamente en algunas de las conme-moraciones como por ejemplo: José de Diego, Federico Degetau, y Rosendo Ma-tienzo Cintrón. Para el 1907 dedicaron una edición especial de La República Espa-ñola en el que un gran número de escritores españoles y puertorriqueñosexpresaron palabras de admiración al gesto del 1873. Junto a este tipo de activi-dad, varios intelectuales españoles dedicaron artículos y libros al ideal de la Repú-blica Española. En 1907 Sebastián Dalmau Canet publicó un libro titulado La Re-pública en España-Castelaren donde idealiza la labor de Emilio Castelar en estemovimiento político.58

Pero no todo fueron discursos y sentimientos de solidaridad. También hubo po-lémicas con monárquicos españoles y entre facciones dentro del republicanismoespañol en la Isla. Parece que periódicamente aparecían algunos artículos de partede los sectores monárquicos criticando el republicanismo español.59 1909 fue elaño en el que la polémica interna cobró mayor fuerza, lo que hizo que el movi-miento se dividiera y no siguiera su desarrollo.

Ese año ocurrieron dos acontecimientos importantes para la España de princi-pios del siglo XX: un conflicto obrero en Barcelona y el estallido de la la Guerrade Marruecos. Estos conflictos generaron una gran discusión entre la colonia espa-ñola de la Isla y hasta entre los mismos puertorriqueños, que dieron lugar a la pu-blicación de artículos en La República Españolaatacando los atropellos ocurridosen Barcelona y criticando la política expansionista en Africa,60 y su respuesta, enla pluma de José Pérez Losada, quien había renunciado al consejo del periódicorepublicano el año anterior. Los artículos del editor de El Boletín Mercantilfueronapoyados por un gran número de españoles como, por ejemplo, Sebastian Dalmauy Elpidio de Mier.61Aunque más adelante parece que hubo un cambio en los edito-res de La República Española, todo indica que el ambiente entre los republicanosnunca fue lo mismo. Un grupo disidente exigió una reunión extraordinaria para so-licitar un voto de censura a la directiva y pedir la renuncia a los líderes.62 Pareceque finalmente la disidencia se fue alejando de la organización, aunque este hechono está totalmente claro.

66 LOS LAZOS DE LA CULTURA

58 El Boletín Mercantil, 19 de septiembre de 1907, p. 1.59 El Boletín Mercantil, 12 de junio de 1906, p. 1.60 «Copia de la República Española. Organo de la Liga de Republicanos Españoles en Puerto Rico.

Sábado 31 de julio de 1909.» Anexo de «El Cónsul de España da traslado de una comunicación envia-da a nuestra Legación en Washington sobre trabajos del partido republicano español de esta isla.»,AMAE, Correspondencia, Consulado, Puerto Rico, H2025, 1899 - 1925.

61 El Boletín Mercantil, 5 de agosto de 1909, p. 2; 9 de agosto de 1909, p. 2; 20 de agosto de 1909,p. 2.

62El Boletín Mercantil, 30 de agosto de 1909, p. 2.

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Fuera de la Liga Republicana, las acciones de las asociaciones españolas comoel Casino Español de San Juan actuaron de manera diferente al calor del senti-miento nacional que contagió a los socios y a sus directores de una forma inmedia-ta. Los directores del Casino Español enviaron un despacho telegráfico al gobiernode Maura apoyando totalmente al gobierno de España ante la situación de Marrue-cos.63 La directiva del Casino Español de San Juan logró apoyo de la Compañía deZarzuela de Miguel Gutiérrez para ofrecer una función a beneficio de los heridosde la Guerra de Marruecos y sus familiares como parte de una suscripción na-cional organizada por la Reina Victoria y la Marquesa de Esquilache en España.Para esta actividad lograron que el comercio de San Juan cerrara por la tarde y losdependientes pudieran participar de la función.64

Pero las actividades a favor de los heridos de la Guerra de Marruecos continua-ron organizándose. Antonio Alvarez Nava, presidente del Casino Español de SanJuan, pidió a través de una carta publicada en la prensa apoyo a la suscripción gene-ral que habían organizado en España. El total recaudado fue de más de $5000 dóla-res.65 El llamamiento de Antonio Alvarez motivó la organización de varias activida-des a favor de los heridos de Marruecos como fueron las carreras de caballo en elHipódromo. Allí, entre banderas de España y Puerto Rico, el circo Tartalín ofrecióun espectáculo estilo «Feria de Sevilla».66 El apoyo se extendió entre muchos puer-torriqueños que, a través del apoyo de organizaciones como el Club de Damas y laCruz Roja, brindaron su solidaridad; ayuda que creció tras la muerte del puertorri-queño, primer teniente de infantería, José Cerra Andino. La colonia española, comoun sector de la sociedad puertorriqueña, se unió al dolor de la familia celebrandohonras fúnebres en la parroquia de Santurce.67

Por el otro lado, la cuestión de Marruecos también fomentó sentimientos anti-españoles en la sociedad puertorriqueña en particular entre el liderazgo del movi-miento obrero. Hay que recordar que en la misma España las fuerzas más libera-les, identificadas muchas de ellas con el republicanismo más radical y con elmovimiento obrero internacional, habían cuestionado los acontecimientos de Bar-celona y los sucesos de Marruecos. El movimiento obrero puertorriqueño, en par-ticular la Federación Libre de Trabajadores, se sumó a las protestas organizandomanifestaciones frente a la sede del Casino Español de San Juan.68

Esta fase del asociacionismo español culminó con el nacimiento del proyectode la Casa de España en 1913. Fue el sueño de muchos españoles residentes enPuerto Rico, en particular de San Juan, de fundar un organismo que uniera a la co-lonia española en Puerto Rico. El primer intento de unir a los inmigrantes españo-les tras la ocupación estadounidense ocurrió entre 1899 y 1900, pero fue todo un

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTO DE LAS RELACIONES… 67

63 El Boletín Mercantil, 9 de agosto de 1909, p. 2.64 El Boletín Mercantil, 21 de agosto de 1909, p. 2; 24 de agosto de 1909, p. 2?; 25 de agosto de

1909, p. 2; 26 de agosto de 1909, p. 2; 27 de agosto de 1909, p. 2.65 El Boletín Mercantil, 15 de septiembre de 1909, p. 2 ; 21 de septiembre de 1909, p. 2 ; 22 de di-

ciembre de 1909, p. 2. Todavía para 1912 se estaba recorriendo dinero para la causa de la Guerra deMarruecos. El Boletín Mercantil, 4 de junio de 1912, p. 1.

66 El Boletín Mercantil, 27 de septiembre de 1909, p. 2; 28 de septiembre de 1909, p. 2.67 El Boletín Mercantil, 26 de octubre de 1909, p. 2.68 El Boletín Mercanti, 26 de octubre de 1909, p. 2.

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fracaso. Más adelante, en el año 1910, vuelve a surgir un interés de un grupo desocios del Casino Español de San Juan de fundar una nueva Colonia Española uti-lizando como modelos las creadas en Buenos Aires, La Habana y México.69 Peroaunque fue una idea que recibió apoyo por parte de varios españoles, no prosperó.Al siguiente año, la idea fue discutida en el seno del Casino Español y recomenda-ron crear una comisión compuesta por Vicente Balbás Capó, Abelardo de la Haba,José Pérez Losada y Antonio Sarmiento.70 La presidencia de la comisión fue ofre-cida a Vicente Balbás Capó, quien no aceptó por ser puertorriqueño. La nacionali-dad española de Balbás Capó fue reconocida por el gobierno español aunque toda-vía la situación no estaba totalmente clara. Los comisionados añadieron que leofrecieron la presidencia a Balbás como un deseo de que «...la semilla de la Colo-nia Española en Puerto Rico sea echada en esta generosa y próvida tierra por lamano española de un puertorriqueño.»71 Para el mes de noviembre ya la comisiónhabía terminado sus labores y entregado sus recomendaciones a la directiva delCasino Español de San Juan. Estos aprobraron los informes y enviaron un comuni-cado sobre los estatutos, reglamentos y recomendaciones a los centros españolesde la Isla. Por alguna razón que no está totalmente clara esta asamblea generalnunca se pudo lograr.

No fue hasta el 1913 en un banquete en honor al vice-Cónsul español en la Islaque volvió a discutirse la posibilidad de fundar una organización que uniera a to-dos los españoles, que llamaron «Casa de España»,72 cuyo edificio se construyó enla década del 1930.73

LA NUEVA ETAPA DEL CASINO ESPAÑOL DESAN JUAN DE PUERTO RICO:¿CONTINUIDAD O RUPTURA? 1898-1929.

Nuevamente fue el Casino Español de San Juan la principal asociación españo-la en Puerto Rico que promovió con más fuerza las relaciones culturales entrePuerto Rico y España. Tras el 1898, la Junta Directiva del Casino Español de SanJuan guardó silencio ante los acontecimientos ocurridos en Puerto Rico tras la in-vasión estadounidense. Pero del silencio pasaron a la reacción. Ricardo AlonsoBaquero, presidente del Casino Español, manifestó en una memoria presentadaante la Junta General de socios del 15 de enero de 1899, su posición ante los he-chos acontecidos en la Isla.74 El liderazgo del Casino Español, como el ave fénix,decidió resucitar de las cenizas de la guerra con una posición nacionalista y rege-neracionista.

68 LOS LAZOS DE LA CULTURA

69 El Boletín Mercantil, 23 de abril de 1910, p. 1.70 El Boletín Mercantil, 20 de marzo de 1911, p. 1.71 El Boletín Mercantil, 13 de abril de 1911, p. 2.72 Los directores del Casino Español de Filipinas utilizaron el mismo nombre para el proyecto de

construcción de un nuevo edificio en 1915. Moisés Llordén Miñambres, «Notas acerca del asociacio-nismo español en Filipinas», Consuelo Naranjo, Miguel A. Puig-Samper y Luis Miguel García Mora(eds.),La nación soñada..., Opus cit.,p. 527.

73Puerto Rico Ilustrado, 12 de abril de 1913, s/p. y El Boletín Mercantil, 29 de marzo de 1913, p.2 y 2 de abril de 1913, p. 1.

74 Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico,Libros de actas delas Juntas Generales,acta del 15 de enero de 1899.

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En la etapa estudiada la asociación tuvo tres presidentes: el gallego ManuelLomba Peña (1901-05) y los asturianos Lcdo. Antonio Alvarez Nava (1905-15) yel comerciante Rafael Fabián Fabián (1916-29). Bajo el liderazgo de Alvarez Navay de Rafael Fabián el Casino logró transformarse en una asociación con mayor im-pacto en la sociedad de la época.

Los directores del Casino Español de San Juan expresaron en varias ocasio-nes su interés de convertirse en la principal asociación española de la Isla, e in-cluso en la representación oficial de España en Puerto Rico, con un papel mayorque el propio Consulado. En 1899, tanto el presidente saliente como el nuevo,Ricardo Alonso, expresaban la idea de visualizar el Casino Español de San Juancomo la «casa de los Españoles...».75 Algo parecido sucedió en el Casino Espa-ñol de La Habana.76

En cierta manera el Casino Español de San Juan se convirtió en la representa-ción oficial de la colonia española en la Isla, posición que lo llevó a enfrentarse, enalgunas ocasiones, con la representación diplomática de España, convirtiéndosetambién en el defensor de la colonia ante los ataques recibidos desde la prensapuertorriqueña como estadounidense.

La repatriación fue uno de los primeros problemas que tuvo que enfrentar lacolonia española de la Isla y en particular el Casino Español de San Juan y el Con-sulado de España en Puerto Rico. Las iniciativas realizadas por el Casino Españolde San Juan fueron más efectivas que las llevada a cabo por la representación di-plomática. La política pública de repatriación del Casino Español de San Juan fueuno de los principales logros obtenidos por la asociación. Además del apoyo a losrepatriados, el Casino Español de San Juan inició también un fondo de beneficen-cia para ayudar a los sectores más marginados de la colonia española. Por ejemplo,comenzaron ayudar con gastos para cubrir enfermedades, entierros y transporta-ción. En 1900 acordaron, la directiva del Casino Español de San Juan y el AuxilioMutuo, pagar cada uno la mitad de los gastos de los enfermos indigentes que esta-ban en la sede de la segunda,77 programa que tuvieron que suspender a principiosdel 1901 por problemas económicos.

Una de las grandes preocupaciones del Casino Español de San Juan fue de-fender los símbolos nacionales españoles ante la nueva realidad política. Unode los primeros proyectos tras el 1898 fue adquirir un importante símbolo quelos identificara como españoles. Por ejemplo, en 1899 lograron colocar un vie-jo Escudo Español de mármol frente a la Plaza de Armas.78 Otro símbolo quequisieron adquirir los directivos del Casino Español de San Juan fue un pabe-llón nacional que fuera utilizado en los actos más importantes de la institu-

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTO DE LAS RELACIONES… 69

75 Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico,Libros de actas dela Junta Directiva,acta del 16 de enero de 1899.

76 Aurea Matilde Fernández Muñiz, «La presencia española en Cuba después de 1898. Su reflejoen el Diario de La Marina», Consuelo Naranjo, Miguel A. Puig-Samper y Luis Miguel García Mora(eds.),La nación noñada..., Opus cit., pp. 513.

77Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico,Libros de actas dela Junta Directiva, acta del 9 de marzo de 1900.

78 Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico,Libros de actas dela Junta Directiva, actas del 6 de febrero y del 8 de julio de 1899.

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ción.79 El arte fue otra manera de representar los símbolos nacionales españo-les. El arte, como anteriormente ocurrió, fue parte del uso del espacio en la se-de de la institución. Las diferentes directivas fueron adquiriendo cuadros queidentificaban antiguos líderes del Casino como autoridades y héroes españo-les.80

Aunque en muchas ocasiones los directores tomaron posiciones acomodaticiascon el régimen estadounidense esto no significó un alejamiento de las raíces hispa-nas. Los símbolos representados en banderas, pabellones y cuadros simbolizaronla reafirmación de los sentimientos hispanófilos de las Juntas Directivas del Casi-no Español de San Juan. El cambio de soberanía no representó un cambio de acti-tud más bien pasiva, sino todo lo contrario, como he señalado anteriormente.

Otra manera de fomentar la identificación con España fueron los símbolos reli-giosos. Las fiestas religiosas como Santiago Apóstol y la Virgen de la Covadongatuvieron un papel destacado como fiestas populares en los últimos años del régi-men colonial español. Es interesante destacar que la nueva situación política de laIsla fue marcada definitivamente con una fecha muy significativa para los españo-les de Puerto Rico, el 25 de julio.

El día de Santiago Apóstol, patrón del ejército español y de España, los espa-ñoles habían sido vencidos militarmente por los estadounidenses en 1898. Esta si-tuación tiene que haber sido muy dolorosa para muchos españoles de la época. Pe-ro, quizás de una manera sorpresiva, la colonia española decidió en los primerosaños de la ocupación estadounidense seguir celebrando la fecha del santo patrón.En 1900 varias colonias españolas celebraron por todo lo alto el 25 de julio. Lascolonias españolas de pueblos como Cagüas, Guayama, Lares, Mayagüez, RíoPiedras, San Juan y Santa Isabel organizaron fiestas públicas y privadas para re-cordar el santo.81

Una de la más importantes fue la organizada por el Casino Español de SanJuan para ese año. Durante tres días se sucedieron actividades públicas y privadasen distintos sitios: la Plaza de Armas y en la Plaza Colón con alborada, reparto delimosnas, retretas, fuegos artificiales, y en la sede del Casino Español de San Juandonde se celebró una velada lírico-literaria y un baile de sociedad.82 Era todo unespectáculo hispanófilo a dos años de los sucesos de la Guerra del 1898. En la ve-lada Herminio Díaz Navarro señalaba «Una firma puesta en un Tratado no puedeborrar las afinidades que existen entre los individuos de una misma raza, ni la ges-tación del tiempo en cuatrocientos años.»83

70 LOS LAZOS DE LA CULTURA

79 Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico,Libros de actas dela Junta Directiva, acta del 28 de enero de 1899.

80 Algunos fueron los siguientes: retrato de Alfonso XIII (1900), retrato de Alfonso XII (1902),cuadro al óleo del Marqués de la Esperanza (?), cuadro al óleo de Isabel II - varios (?), cuadro al óleode Juan Ponce de León (?), cuadro al óleo Escena del Quijote (?), cuadro al óleo del General Sanz (?),óleo de Pablo Ubarri por Sr. Gómez (1899) Casa de España en Puerto Rico, «Escritura de Acta Notarialotorgada por Rafael Martínez Domínguez, en su carácter de Presidente de la «Casa de España en Puer-to Rico» en 14 de marzo de 1943. San Juan, Puerto Rico.»

81 El Boletín Mercantil, 5 de julio de 1900, p. 2; 6 de julio de 1902, p. 2 ; 21 de julio de 1900, p. 2; 22de julio de 1900, p. 2; 24 de julio de 1900, p. 2; 26 de julio de 1900, pp. 1 - 2; 30 de julio de 1900, p. 2.

82El Boletín Mercantil, 21 de julio de 1900, p. 2; 24 de julio de 1900, p. 2; 26 de julio de 1900, pp. 1-2.83 Idem.

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Las fiestas tuvieron tanto impacto en la vida pública que la prensa estadouni-dense las criticó, y algunos españoles cautelosos recomendaron suspenderlas. Porejemplo,The Worldcriticaba que el gobierno estadounidenses hubiera permitido eluso de banderas españolas y cubanas en el día de Santiago celebrado en Puerto Ri-co y Cuba.84 Por otro lado, un español de Mayagüez señalaba que el 25 de julio noera una fecha para celebrar sino para llorar por la derrota sufrida en Guánica. PeroEl Boletín Mercantille ripostó señalando que el día de Santiago era una celebra-ción religiosa y patriótica.85

Parece que esta polémica repercutió de forma negativa en la celebraciones deldía de Santiago en el siguiente año. Además, decidieron suspenderlas en 1901 porcoincidir con «...el acuerdo de la Cámara de Delegados en celebrar la entrada delos americanos en esta Ysla;...».86 Pero, aunque fueron disminuyendo las celebra-ciones al pasar los años, no desaparecieron totalmente de algunas sedes de los cen-tros españoles de Bayamón, Cagüas, Carolina y Mayagüez. Ya para el 1903 loseditores de El Boletín Mercantilrecomendaban suspenderlas.87 Tampoco esto sig-nificó el fin de las celebraciones religiosas españolas, más bien enfatizaron enotras fechas que no fueran tan polémicas, como las celebraciones de la Virgen dela Covadonga y la Inmaculada Concepción.

Las fiestas populares en honor a la Virgen de la Covadonga sobrevivieron a losacontecimientos relacionados con 1898 aunque no con el mismo fervor asturianode la época del régimen colonial español. Básicamente fueron celebradas en losprimeros quince años del régimen colonial estadounidense. La gran mayoría de lasveces dominaron ceremonias religiosas celebradas en Puerta de Tierra aunque enalgunos años celebraron bailes de sociedad en la sede del Casino Español de SanJuan o fiestas públicas en San Juan y en Puerta de Tierra. Por ejemplo, tanto en1906 como en 1907, las fiestas públicas de Puerta de Tierra recordaron parcial-mente los mejores momentos de estas festividades.88

Sin embargo, fueron las fiestas religiosas de la Inmaculada Concepción las que tu-vieron mayor divulgación entre la colonia española de Puerto Rico. Estas organizarondiferentes tipos de actividades como fueron ceremonias religiosas, bailes, etc. en pue-blos como Agüadilla, Arecibo, Bayamón, Cagüas, Carolina, Ciales, Guayama, Huma-cao, Maricao, Mayagüez, Ponce, San Juan, Utuado, Vega Baja y Vieques. Es intere-sante destacar que empezaron a tener mayor divulgación pública tras la polémica deldía de Santiago en 1900. Por ejemplo, en 1901 el Casino Español de San Juan colabo-ró con la Congregación de la Purísima de San Juan para organizar unas fiestas públi-cas y religiosas. Ese año ofrecieron actividades religiosas y públicas tales como dia-nas, fuegos artificiales, música y verbena. Además, en la sede del Casino Español deSan Juan dieron un baile infantil y un baile de sociedad.89

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTO DE LAS RELACIONES… 71

84 El Boletín Mercantil, 4 de agosto de 1900, p. 1.85 El Boletín Mercantil, 13 de julio de 1900, p. 1.86 Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico, Libros de actas de

la Junta Directiva, acta del 8 de julio de 1901.87 El Boletín Mercantil, 24 de julio de 1903, p. 2.88 El Boletín Mercantil, 8 de septiembre de 1906, p. 1; 5 de septiembre de 1907, p. 2; 7 de septiem-

bre de 1907, p. 4.89 El Boletín Mercantil, 7 de diciembre de 1901, p. 1.

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En algunas ocasiones la celebración de estas fiestas religiosas originó algunapolémica, como la ocurrida en 1909 entre el periódico El Aguila de Puerto RicoyEl Boletín Mercantil. Los editores del Boletín la defendieron indicando que «...lafestividad de la Purísima, no es una fiesta española, es una fiesta PuertoRique-ña.»90

El aspecto instructivo de la asociación fue uno de los elementos que trataron dedesarrollar en esta nueva fase. Por ejemplo, trataron de ofrecer clases de español,inglés y música. Pero además de las clases, el liderato español pensó en proyectosmás ambiciosos. Para finales del 1899 surgió una nueva iniciativa originada por deLa Torriente. La idea era fundar en la Isla un Instituto de Segunda Enseñanza oCentro Docente Español. La iniciativa tuvo buena acogida y para ello se creó unacomisión para que la estudiara, que estuvo integrada por Ricardo Alonso, AntonioAlvarez Nava, Carlos Conde, Delgado, Manuel Fernández Juncos, Lomba, Anto-nio Rosell, Antonio Sarmiento y La Torriente.91 Parece que el proyecto tropezócon varios problemas y en particular los relacionados con la fundación de la Colo-nia Española de Puerto Rico en 1900. Pero la idea no murió. Siete años despuésAntonio Alvarez Nava, presidente del Casino Español de San Juan, recomendó enuna reunión elaborar un plan de enseñanza que tuviera validez en España92: «...laforma de crear escuelas y centros de enseñanza a los cuales pudieran concurrir nosolo los elementos españoles sino aquellos puertorriqueños ... compenetrados de labondad de nuestros sistemas de enseñanza...».93A pesar de sus esfuerzos, este pro-yecto no logró materializarse.

Una actividad cultural y educativa que tuvo un gran impacto en la sociedadpuertorriqueña de la época fue la celebración de un Certamen Literario y Científi-co, el 12 de agosto de 1909, como parte de las celebraciones en torno al cuartocentenario de la colonización de la Isla que celebraron desde el año anterior. Paraello se creó una comisión encargada de la organización, la cual preparó un anunciode dos mil ejemplares en donde explicaban con un tono hispanófilo, pero sin entraren conflicto con la nueva metrópoli, la necesidad de fomentar este certamen. Entrelos temas estuvieron los siguientes: España, Puerto Rico, Abraham Lincoln, Salva-dor Brau y la Educación en Puerto Rico.94

Por último, el día del santo del Rey fue utilizado principalmente para ofrecerbanquetes donde afirmaban sentimientos nacionales españoles. El Casino Españolcooperó junto al Consulado Español y el Auxilio Mutuo en las organización de es-tas actividades.

Si comparamos las actividades del Casino Español de San Juan entre el perío-do colonial español y el estadounidense podemos encontrar que en la segunda eta-

72 LOS LAZOS DE LA CULTURA

90 El Boletín Mercantil, 11 de diciembre de 1909, p. 2.91 Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico,Libros de actas de

la Junta Directiva,actas del 6 de febrero y del 6 de diciembre de 1899.92 Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico,Libros de actas de

la Junta Directiva,acta del 29 de enero de 1907.93 Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico,Libros de actas de

la Junta Directiva,acta del 29 de diciembre de 1907.94 Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico,Libros de actas de

la Junta Directiva,acta del 18 de mayo de 1909.

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pa la directiva del Casino estuvo mucho más activa cooperando con otras organiza-ciones en el desarrollo de actividades culturales de índole principalmente iberoa-mericanista. Por ejemplo, una importante actividad que fomentó la cooperaciónentre diferentes asociaciones fue la celebración del tercer centenario de la publica-ción de El Quijote,organizada por el Ateneo Puertorriqueño en 1905. Dos años an-tes, en una junta general, el liderato afirmaba la importancia de la cooperación conesta institución puertorriqueña al afirmar que «...estamos y debemos estar sincera-mente unidos al Ateneo Puerto-rriqueño, centro literario, conservador de la culturade nuestra raza y propagador de la cultura universal y de nuestro idioma.»95 Paraesta actividad la directiva del Casino Español de San Juan encargó la preparaciónde un busto de Cervantes y una edición artística del Quijote para obsequiarlo alAteneo.96 También el Casino Español apoyó otras actividades del Ateneo comofueron el Certamen Literario, de 1905, el homenaje a Manuel Fernández Juncos,en 1907 y el Certamen de Literatura y Bellas Artes, en 1911.

Para terminar esta sección debo señalar la importancia que tuvieron las activi-dades organizadas a partir del 1907 en torno a la conmemoración de fechas rela-cionadas con la conquista y colonización de Puerto Rico por España, apoyadas congran entusiasmo por el Casino: el de traslado de los restos de Juan Ponce de Leónde la Iglesia San José a la Catedral, la conmemoración del cuarto centenario de lacolonización de Puerto Rico, y la conmemoración del cuarto centenario de la dió-cesis de Puerto Rico. Por último, el Casino Español de San Juan también colaboróeconómicamente en la publicación del libro La colonización de Puerto RicodeSalvador Brau.97 En cierta manera la publicación de este libro sirvió como mediopara fomentar el culto a la herencia española.

Como mencioné anteriormente, la colonia española participó activamente en elapoyo de construcción de monumentos. La directiva del Casino Español de SanJuan apoyó varios monumentos, entre ellos el de Alfonso XII (1901), Fernando Vi-llamil (1901), Práxedes Mateo Sagasta en Madrid (1903), el dedicado a los solda-dos y marinos muertos en las guerras de Cuba y Filipinas (1903), General Martí-nez Campos en Madrid (1905), el de los soldados españoles muertos en la Guerrade 1898 en Coamo (1905-07), el monumento al músico Casimiro Duchesne enSan Juan (1907), Pi y Margall en Barcelona (1908) y una placa conmemorando elcentenario de las Cortes de Cádiz (1912).

La participación activa del Casino Español de San Juan en el desarrollo de unaserie de actividades culturales de índole iberoamericanista revela el papel desem-peñado por los intelectuales españoles residentes en la Isla en el proceso de «in-ventar tradiciones», las cuales reforzaron los sentimientos hispanófilos de un sec-tor de la sociedad puertorriqueña, e influyeron de manera notable en las siguientesgeneraciones de escritores y artistas en Puerto Rico.

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTO DE LAS RELACIONES… 73

95 Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico,Libros de actas delas Juntas Generales,acta del 27 de diciembre de 1903.

96 Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico,Memoria de la Jun-ta General del 1913.

97 Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de San Juan de Puerto Rico,Libros de actas dela Junta Directiva,acta del 31 de julio de 1907.

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PRENSA PERIÓDICA ESPAÑOLA, LITERATURA Y DEFENSA DEL IDIOMA ESPAÑOL

La presencia de los inmigrantes españoles en la prensa periódica fue significa-tiva. Este sector estuvo participando en distintos trabajos, desde periodistas, hastaeditores, directores o propietarios. Los españoles utilizaron estos medios para di-vulgar sus intereses, preocupaciones e ideales en distintos temas políticos, econó-micos, sociales y culturales. Asimismo, las asociaciones voluntarias utilizaron laprensa como principal medio de divulgación para enterar al público en general desus principales actividades.

El Boletín Mercantil, antiguo órgano de los incondicionales en el siglo XIX, seconvirtió en el principal periódico de la colonia española, lo mismo que El Diariode La Marinaen Cuba.98 Los directores del periódico fueron prominentes líderesespañoles que participaron activamente en la vida social y cultural de la Isla. Losdirectores bajo la ocupación estadounidenses fueron los siguientes: Nemesio PérezMoris (1898-1900), Cristóbal Real (1900-1902) y José Pérez Losada (1902-1916).

Este periódico fue el principal defensor de la colonia española en la Isla, delantiguo colonialismo español y de la herencia cultural española. Fue de los perió-dicos más hispanófilos de la época. La defensa del uso del idioma castellano enPuerto Rico fue uno de los aspectos que más fomentaron en sus páginas. Irónica-mente, al principio de la ocupación estadounidense este periódico fue bilingüe pe-ro la sección en inglés fue eliminada en 1902 aunque aclaraba que saldrían algu-nos artículos en ese idioma. Esta nueva política era parte de una reforma quellevaron a cabo en la estructura del periódico,99 que reflejaba la preocupaciónque tenían los editores por la supervivencia del idioma español.

Otro tema que fomentó calurosas polémicas fue la herencia española. Ante losataques de otros periódicos, especialmente los identificados con el republicanismopuertorriqueño, los editores de El Boletín Mercantildefendieron el papel que de-sempeñó España en la historia de Puerto Rico. Esta defensa se caracterizó poridealizar el período colonial español realzando varios acontecimientos como fue-ron la colonización, las Cortes de Cádiz, la abolición de la esclavitud, la Carta Au-tonómica del 1897 o las manifestaciones culturales como las fiestas de San Juan yel escudo de Puerto Rico. Pero lo importante de esta posición ideológica es que es-tuvo acompañada de la toma de una posición política sobre el futuro de Puerto Ri-co. En el período cuando José Pérez Losada era director del periódico, favorecióun régimen autonómico para la Isla.100 La cuestión política de Puerto Rico generóun fuerte debate entre los inmigrantes españoles en las primeras décadas. Aunqueen los primeros momentos de la ocupación estadounidense hubo españoles quesimpatizaron con los sectores favorables a la anexión a Estados Unidos, los inte-lectuales, editores de periódicos y líderes de asociaciones estaban más identifica-dos con el autonomismo o la independencia que con la estadidad para el país.

74 LOS LAZOS DE LA CULTURA

98 Aurea Matilde Fernández Muñiz, «La presencia española...»,Opus. cit., p. 514.99 El Boletín Mercantil, 17 de octubre de 1902, p. 1.

100 La relación entre el «grupo español» y el Partido Unión es señalado por Juan Giusti. Ver JuanGiusti, «En búsqueda de la nación concreta: “el grupo español” en la industria azucarera de Puerto Ri-co, 1890 - 1920», Consuelo Naranjo, Miguel A. Puig-Samper y Luis Miguel García Mora (eds.),La na-ción soñada..., Opus. cit.,Madrid, Doce Calles, 1996, p. 219.

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El segundo periódico en importancia fue El Heraldo Español, originado enSanto Domingo. Aunque existió un Heraldo Españolen Mayagüez a finales del si-glo XIX no tuvieron relación. El Heraldo Españolde Santo Domingo «...represen-tó los intereses españoles...» y fue «...acérrimo defensor de cuanto significase polí-tica española en ambas islas, y del prestigio de la bandera en la Repúblicadominicana, y aun intransigente y duro, al par que festivamente mordaz.»101 Poralguna razón que todavía no está clara el periódico comenzó una segunda época enSan Juan tras la ocupación estadounidense. Este periódico fue fundado por José R.Díaz Valdepares y Antonio Sarmiento en enero del 1900. Para 1903 aparece Cris-tóbal Real como director y administrador, pero no es hasta el año 1907 cuando co-menzaron los cambios más significativos e importantes de este diario. Para ese añoquedó disuelta la antigua sociedad que comprendía a Rafael Fabián, Antonio Sar-miento, Juan Saavedra y Cristóbal Real y en la nueva estarían solamente Fabián,Real y Vicente Balbás Capó. Este último fue además gerente y director.102 Bajo sudirección,El Heraldo Españolse convirtió en una voz periodística crítica del régi-men colonial estadounidense. Para Balbás Capó «lo español» significaba un senti-miento y un símbolo «...consagrado al culto ... lengua, historia y raza españo-las,...».103

Este periódico, junto a El Boletín Mercantil, fueron los grandes defensores deEspaña y los españoles en los primeros años de la ocupación estadounidense. Porejemplo, en el primer número de la segunda época del periódico señalaba que esta-ba consagrado a la «...defensa de los intereses españoles en América.» Ademásañadía que el interés era «...estrechar los vínculos de fraternidad que nos unen, porla comunidad de intereses, por identidad de costumbres, de lengua y de raza coneste pueblo hermano, en bien de los intereses de todos y de la dignidad de la viejamadre España.»104 Esta defensa de España se fue transformando en un iberoameri-canismo. Por ejemplo, en 1902, aparecía en la primera página del periódico«...diario dedicado a la defensa de España y de los pueblos iberoamericanos.»105

Según el Consulado de España en Puerto Rico era el periódico español más activoen la vida política del país.106

El Puerto Rico Ilustradofue otro ejemplo de prensa periódica española aunquetambién lo podrían clasificar como puertorriqueña con elementos hispanistas. Estefue fundado por españoles y puertorriqueños y su principal figura era el periodistae intelectual español Romualdo Real.107

Al desaparecer los periódicos El Boletín Mercantily El Heraldo Español,en lasegunda década del siglo XX, aparecen dos importantes periódicos fundados porperiodistas españoles. El primero fue El Imparcial(1918), bajo la dirección del pe-

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTO DE LAS RELACIONES… 75

101 Unión Ibero-Americana, 15 de enero de 1901, p. 2.102 El Boletín Mercantil, 5 de marzo de 1907, p. 2.103Vicente Balbás Capó,Puerto Rico a los diez años de americanización,San Juan, Tip. del Heral-

do Español, 1909, p. 7.104 El Heraldo Español, 30 de enero de 1900, p. 1.105 El Heraldo Español, 30 de julio de 1902, p. 1.106 «Consulta acerca de la dificil situación creada...», 24 de enero de 1902, AMAE, Corresponden-

cia, Consulado, Puerto Rico, H2025, 1899 - 1929.107 Puerto Rico Ilustrado, 6 de marzo de 1910, p. 1.

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riodista español José Pérez Losada, antiguo editor del periódico El Boletín Mer-cantil, e importante figura que se destacó en las diferentes asociaciones españolasen la Isla como en el exterior.108 El segundo fue El Mundo(1919), dirigido en susprimeros años por los hermanos canarios Romualdo y Cristóbal Real.

Existieron otros ejemplos de prensa periódica que podrían clasificarse comoespañoles pero fueron de corta duración. Entre ellos podemos mencionar El Espa-ñol (1899),Borinquen Ibero(1904),Cervantes(1905-10?),La República Españo-la (1905-10) y La Vanguardia Española(1908).

Otro aspecto importante en donde se destacaron algunos intelectuales españo-les residentes en la Isla fue en la defensa del español. La defensa del idioma estuvomuy ligada a la prensa periódica española. Ésta tomó impulso un año antes de lacelebración de unos Juegos Florales en San Juan en 1903. En un artículo publicadovarios días después volvían a defender el uso del idioma español, criticaban el in-tento de sustituir al español por el inglés y comparaban la situación de Puerto Ricocon otras partes del mundo como Alsacia, Lorena y Lousiana donde habían proble-mas similares. Señalaban que «el idioma español vivirá siempre en Puerto Ri-co.»109 La defensa del español en esos primeros años culminó con la celebracióndel tercer centenario de la publicación de El Quijoteque por iniciativa de los edito-res del periódico El Boletín Mercantil fue celebrada en 1905 por el Casino Españolde San Juan y el Ateneo Puertorriqueño. En la reivindicación del español se utili-zaron otras conmemoraciones como el tercer centenario de la muerte de Cervan-tes, en 1916.110 En las próximas dos décadas (1910-20) el debate del idioma toma-rá mayor fuerza gracias al papel de puertorriqueños y de varios españoles queentendieron la necesidad de defenderlo, creando el Instituto José de Diego, en1915, como una alternativa educativa «iberoamericanista», y la Academia Antilla-na de la Lengua, en 1916.

Por otro lado, otra forma que utilizó la colonia española de expresar su de-fensa del uso del español fue la publicación de obras literarias: prosa y poesía.Los escritores más activos fueron el canario Cristóbal Real, el gallego José Ma-ría Lomba y el andaluz-gallego José Pérez Losada. El primero escribió las obrasPalmas(1903) y Floralia (1907), el segundo Hojarasca(1905) y el tercero LaPatulea(1907). De esta época también son los trabajos de Pedro de Angelis Es-pañoles útiles a Puerto Rico(1902),Puerto Rico en España(1904) y Españolesen Puerto Rico(1911), el libro de Cristobal Real La Ominosa España(1904) yel trabajo del puertorriqueño-español Vicente Balbás Capó, titulado Diez añosde americanización(1907), en los que defendió la presencia española en la cul-tura e historia de Puerto Rico.

76 LOS LAZOS DE LA CULTURA

108 Este periodista andaluz aunque de antepasados gallegos se destacó en la vida intelectual dePuerto Rico. Escribió en varios periódicos en la Isla y colaboró con la prensa española como por ejem-plo A.B.C.y Vida Gallega.Políticamente hablando se identificó con varias corrientes políticas: desde elrepublicanismo de principio del siglo XX hasta el franquismo.

109 El Boletín Mercantil, 26 de marzo de 1901, p. 1.110 El Boletín Mercantil, 24 de abril de 1916, p. 1.

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EL IBEROAMERICANISMO, VIDA CULTURAL Y LA REINVENCIÓN DE TRADICIONES

La elite intelectual española en San Juan tomó la iniciativa de convertirse en lavoz pública de la colonia española a través de sus principales asociaciones y de laprensa periódica. Tras los acontecimientos de 1898, estuvo tanto a la defensiva co-mo a la ofensiva ante la nueva situación política, económica y cultural. Por un la-do, la defensa de la herencia española fue uno de los aspectos más controversialesdiscutidos públicamente. Ante los duros ataques de periódicos como The Sun, SanJuan News, El Aguila de Puerto Rico, El Tiempo, La Bandera Americana, princi-palmente identificados con el Partido Republicano Puertorriqueño, tuvieron queponerse a la defensiva, actitud que caía en la idealización del pasado o en la inven-ción de tradiciones. Por ejemplo, en 1901 la prensa republicana criticaba al gobier-no español por no haber ayudado a los sectores pobres de la población. Ante estecomentario, los editores de El Boletín Mercantilpublicaron el artículo titulado «Lagenerosidad de España y la ingratitud de unos cuantos.»111 En 1910 y 1911 las crí-ticas procedían del movimiento obrero por los acontecimientos ocurridos en Bar-celona y Marruecos. Los sentimientos anti-españoles fueron expresados con tantafrecuencia en las primeras décadas de la ocupación estadounidense que hizo que elliderazgo de la colonia española, especialmente la de San Juan, estuviera muyatenta y vigilante. Era de esperarse que este sector fomentara tanto el iberoameri-canismo como las relaciones culturales entre España y Puerto Rico.

Una de las maneras utilizadas fue la participación en congresos iberoamerica-nos. La colonia española participó en los congresos para fomentar redes de apoyoy solidaridad con otras asociaciones. Una de las primeras actividades en la cual es-tuvo involucrada fue el Congreso Iberoamericano del 1900 organizado por laUnión Iberoamericana de Madrid. Esta actividad fue apoyada por los editores deEl Boletín Mercantil, los cuales estuvieron representados por Alejandro Infiesta.112

Es interesante destacar que en un despacho consular, salido de Puerto Rico a prin-cipios del 1902, se indicaba que algunos españoles desarrollaron más interés enparticipar en la discusión pública y política tras la celebración de este congreso.113

Otro congreso importante fue el Primer Congreso del Comercio Español en Ultra-mar celebrado en 1923 en España. Las asociaciones españolas de Puerto Rico co-mo el Casino Español de San Juan, la Casa de España, la Sociedad Española Auxi-lio Mutuo fueron oficialmente invitadas para esta actividad las cuáles organizaronuna comisión.114 El intelectual y periodista José Pérez Losada fue uno de los queviajaron a este congreso. Aunque fue una actividad de índole económica, hay quedestacar que uno de los acuerdos tomados fue apoyar la enseñanza del español enla Isla.115

Otra forma de auspiciar estas relaciones fueron las visitas de intelectuales espa-ñoles e hispanoamericanos. Uno de ellos fue el poeta español Salvador Rueda, que

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111 El Boletín Mercantil, 25 de abril de 1901, p. 1.112 El Boletín Mercantil, 25 de septiembre de 1900, p. 1; 28 de septiembre de 1900, p. 1.113 «Consulta...», AMAE , Correspondencia, Consulado, Puerto Rico, H2025, 1899 - 1929.114 Memoria de la Casa de España de 1923, San Juan, Tip. Cantero Fdez. y Co., 1924.115 Unión Iberoamericana, mayo-junio 1923, pp. 47-60.

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realizó un viaje a Cuba que incluyó una breve estadía a Puerto Rico en 1910. El Ca-sino Español de San Juan organizó un «lunch» en la sede de la institución en dondeparticipó la intelectualidad española como Antonio Alvarez Nava, Vicente BalbásCapó, Manuel Fernández Juncos y José Pérez Losada. Éste también fue homenajea-do en el Ateneo Puertorriqueño y en un banquete ofrecido en el Hotel Inglaterra. Porúltimo, visitó a Salvador Brau en su lecho de enfermo.116 Este viaje por América de-jó una gran influencia en el poeta como señala Manuel Alvar.117También en ese añolos intelectuales españoles intentaron traer a Puerto Rico al famoso pensador e histo-riador español Rafael Altamira que estaba en Cuba como delegado de la Universidadde Oviedo en su viaje por Hispanoamérica. Pero, la visita de Rafael Altamira no selogró (por razones confusas) apesar de los intentos de Manuel Fernández Juncos yAntonio Alvarez Nava.118 Las visitas de intelectuales españoles a Puerto Rico toma-rá un nuevo impulso a finales de la década del 1920 con las acciones de la JAE y laInstitución Cultural Española como más adelante se analizará.

La Isla también fue visitada por marineros españoles e hispanoamericanos, locual fue aprovechado por la colonia española para alentar los sentimientos iberoame-ricanistas. Por ejemplo, cuando en 1903 visitó la Isla la fragata argentina «Sarmien-to» la colonia española organizó una serie de actividades para saludar a los oficialesde esta nave. El Boletín Mercantilaprovechó está visita para expresar sentimientosiberoamericanistas, una comisión de españoles visitó la embarcación y el Casino Es-pañol de San Juan realizó una fiesta en honor de los oficiales de la fragata en dondedominaron los símbolos argentinos y españoles.119 Para 1920 organizaron un granrecibimiento con la llegada al puerto de San Juan del acorazado español «AlfonsoXIII». 120 Estas visitas de marineros españoles e hispanoamericanos fueron utilizadaspor los sectores más hispanófilos de la sociedad puertorriqueña para manifestar sen-timientos de identidad con el mundo iberoamericano.121

Además de estas iniciativas, existieron tres asociaciones, originadas las dosprimeras en España y la tercera en Argentina, que fomentaron el iberoamericanis-mo en Puerto Rico: la Unión Iberoamericana, la Casa de América en Barcelona yla Institución Cultural Española en Puerto Rico. La Unión Iberoamericana nacióen Madrid a finales del siglo XIX. El fin principal era el fomento de las relacionesculturales entre España y sus antiguas colonias americanas. Cuando ocurrió el

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116 «El Cónsul de España da cuenta del recibimiento hecho en esta ciudad al ilustre poeta SalvadorRueda.», AMAE, Correspondencia, Consulado, Puerto Rico, H2025, 1899 – 1925, y El Boletín Mer-cantil, 29 de enero de 1910, p. 1; 31 de enero de 1910, pp. 1-2; 2 de febrero de 1910, pp. 2 y 7 de mar-zo de 1910, p. 4 ; 6 de octubre de 1910, p. 1.

117 Manuel Alvar, «Del modernismo a la generación del 98», Pedro Laín Entralgo (coordinación),Historia de España. Ramón Menéndez Pinal. XXXIX. La edad de plata de la cultura española (1898 -1936). Volumen II. Letras, ciencia, arte, sociedad y culuras,Madrid, Espasa Calpe, 1996, p. 68.

118 Puerto Rico Ilustrado, 6 de marzo de 1910, s/p y 13 de marzo de 1910, s/p.119 El Boletín Mercantil, 15 de mayo de 1903, p. 1; 16 de mayo de 1905, p. 2 y 18 de mayo de

1903, p. 2.120 Unión Iberoamericana, agosto 1920, pp. 24-29.121 Es interesante destacar que parece que desde los primeros años del siglo XX las Siervas de María

acostumbraban saludar la llegada de cualquier embarcación española con la bandera española que sacabandesde los balcones de su sede en el Viejo San Juan. Esta tradición todavía persiste en el día de hoy. Sobre elparticular ver Unión Iberoamericana, 31 de octubre de 1911, pp. 10-11 y 30 de junio de 1913, pp. 17-18.

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conflicto del 1898 esta institución desarrolló una política favorable hacia el go-bierno español y buscó apoyo de los países hispanoamericanos a través de los ca-pítulos fundados en las diferentes capitales.

Aunque en Puerto Rico no existía un capítulo en el período colonial español, va-rios residentes eran socios de ésta. Al ocurrir la invasión estadounidense, varios espa-ñoles y residentes de la Isla intentaron fundar un capítulo. Para mayo de ese año sereunió un grupo de españoles y puertorriqueños en las oficinas del Dr. Ordoñez parafundar un centro de instrucción. Fue elegido como presidente el propio Ordoñez, elpuertorriqueño-español Vicente Balbás Capó salió como vice-presidente y Félix de laTorriente como secretario.122 El Reglamento de la organización presentó un proyectoambicioso de educación alternativa al proceso de americanización. Propusieron inclu-so fundar una universidad. Uno de sus objetivos principales fue la defensa del idiomaespañol mediante certámenes literarios y la fundación de escuelas a lo largo de todo el

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTO DE LAS RELACIONES… 79

Manuel FernándezJuncos.(Revista de Antillas,1913)

122 El Boletín Mercantil, 13 de mayo de 1901, p. 3.

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país. En el Reglamento señalaban claramente estos propósitos.123 El proyecto comen-zó bien ya que ese mismo año fundaron un colegio de la Unión Iberoamericana enSan Juan. El Colegio ofrecía educación a alumnos de Puerto Rico y de Santo Domin-go; además de dar cursos de español también impartía otros de inglés, francés, pianoy religión. Parece que el proyecto tuvo posteriormente una serie de contratiempos quehicieron que entrara en decadencia.

Probablemente la decadencia de la Unión Iberoamericana en Puerto Rico tuvoque ver algo con el desarrollo de la Liga de Republicanos Españoles, ya que éstaera de tendencias más liberales y representaba una alternativa regeneracionista enla búsqueda de una nueva España. La presencia de la Unión Iberoamericana en laisla estará latente en los próximos años ya que esta asociación tendrá representan-tes tales como F. Ramirez de Arellano, que los pondrá en contacto con los aconte-cimientos políticos de la Isla. Es interesante destacar que la Unión Iberoamericanaen Madrid se fue identificando en los próximos años con la independencia dePuerto Rico.124

La Casa de América en Barcelona fue otra asociación que tuvo una inluenciadestacada. En 1910 existía en Barcelona la Sociedad Libre de Estudios America-nistas, cuyo origen está vinculado al parecer con el viaje de Altamira a la AméricaHispana. Señala Santiago Melón Fernández que para esa época se fundaron variassociedades como el Instituto Iberoamericano de Derecho, la Biblioteca América dela Universidad de Santiago de Compostela, Real Academia Hispanoamericanade Ciencias y Artes, Centro y Seminario de Estudios Hispanoamericanos de laUniversidad Central que fueron fomentados por los viajes de Altamira y las inicia-tivas de la Universidad de Oviedo. Añade Melón Fernández «...es fácilmente com-prensible que la obra de Altamira estimulara la creación de diversas sociedadesculturales orientadas hacia el horizonte americano...».125 No era extraño a los obje-tivos de la Casa de América en Barcelona «...divulgar en España el conocimientode los pueblos de la América latina y se propone realizarlo por medio de estudios,conferencias, museos, bibliotecas y exposiciones especiales,...».126 Esta sociedadcatalana auspició varios viajes por América, igual lo hizo la Universidad de Ovie-do, en donde escogieron al puertorriqueño José G. del Valle como su representanteen Puerto Rico ya que se quería constituir en esta isla y en Cuba una comisión odelegación de ésta.127

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123 «Reglamento de la Unión Iberoamericana. (Sociedad de Instrucción). Puerto Rico, Tipografíadel Heraldo Español, 1901». AGPR, Departamento de Estado, Corporaciones sin fines lucrativos, caja19, expediente 368.

124 En la revista Unión Ibero-americana,órgano oficial de la asociación en Madrid, publicaron va-rios artículos críticos hacia el colonialismo estadounidense y a favor de la independencia. Ver por ejem-plos Unión Ibero-americana, 30 de junio 1909, pp. 2-3; 30 de noviembre de 1911, pp. 17-18; marzo1913, pp. 21-26; julio 1919, pp. 1-8; diciembre 1925, pp. 61-66. Además, para la década del 1920 co-mienzan a publicar artículos sobre el nuevo movimiento nacionalista en la Isla como por ejemploUnión Iberoamericana, marzo-abril 1924, pp. 20-24 y 51 y diciembre 1925, pp. 61-66.

125 Santiago Melón Fernández,El viaje a América del profesor Altamira,Oviedo, Universidad deOviedo, 1987, pp. 84 - 85.

126 El Boletín Mercantil, 15 de septiembre de 1910, p. 2.127 Idem.

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Esta sociedad se transformó en lo que se comenzó a llamar la Casa de Américaen Barcelona. La idea de la Casa de América fue crear una sede en donde estudiarana las naciones hispanoamericanas, la política exterior estadounidense y las relacio-nes económicas. Además, fundarían una biblioteca americana, un museo cultural, unmuseo de productos, una sala de exposiciones y una sala de domicilio.128 Los direc-tores de esta institución eran destacadas personalidades de la vida política, cultural yeconómica de España tales como: Rafael Altamira, Barón de Bonet, Enrique Des-champs, Federico Rahola, José María de Labra, Luis Riera Soler, Antonio RubioLluch, Rafael Vehils y José Zulueta. Contaban con un comité de divulgación con re-presentantes de Argentina, Brasil y Cuba, y poseían un Club Americano en Barcelo-na, fundado por iniciativa del puertorriqueño José G. del Valle, encargado de fomen-tar las relaciones culturales y económicas entre americanos y españoles a través deconferencias, clases gratuitas, veladas y conciertos. La sede del Club tenía distintassalas para reuniones, conversación, lectura y biblioteca.129

En la inauguración de la Casa de América en Barcelona, en abril de 1911, par-ticiparon los cónsules americanos en la ciudad condal, incluyendo el de EstadosUnidos. En este acto se presentó a la Junta Directiva y se informó sobre los delega-dos de esta organización en América. Luis Muñoz Rivera sería el representante enWashington, D.C. y Manuel Zeno Gandía en Puerto Rico.130

El representante de Puerto Rico, José G. del Valle, viajó a la Isla en 1912 parainformar sobre el proyecto iberoamericanista de la Casa de América de Barcelona.Para ello se organizaron dos actividades, una auspiciada por la Cámara de Delega-dos y la otra por el Casino Español de San Juan. En la velada auspiciada por la Cá-mara de Delegados participaron, entre otros, el presidente del Casino Español deSan Juan Antonio Alvarez Nava, el periodista Vicente Balbás Capó, el abogadoJuan Hernández López, el cónsul español José Martínez de Pons, el comisionadoen Washington Luis Muñoz Rivera, y el delegado republicano Luis Sánchez Mora-les. Manuel Zeno Gandía no pudo estar por encontrarse enfermo. Varios de lospresentes ofrecieron discursos, como por ejemplo José G. del Valle, quien hablósobre el proyecto de la Casa de América en Barcelona. La última actividad del vi-sitante fue en la sede del Casino Español de San Juan. En esta actividad participa-ron Antonio Alvarez Nava, Vicente Balbás Capó, Juan Hernández López, RamónNegrón Flores y Manuel Zeno Gandía. Este último aprovechó la velada para criti-car el panamericanismo y alabar el iberoamericanismo.131 Tras su visita se creóuna comisión de la Casa de América en Puerto Rico, que estaba compuesta por losespañoles Antonio Alvarez Nava, Vicente Balbás Capó, Manuel Fernández Juncosy José Martínez de Pons, y por los puertorriqueños Juan Hernández López y Ma-nuel Zeno Gandía.132 La Casa de América en Barcelona fue una institución, junto ala Unión Iberoamericana, que impactó sobremanera la vida cultural y social de

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTO DE LAS RELACIONES… 81

128 El Boletín Mercantil, 17 de septiembre de 1910, p. 1.129 El Boletín Mercantil, 3 de mayo de 1911, p. 2.130 El Boletín Mercantil, 3 de junio de 1911, p. 1.131 El Boletín Mercantil, 17 de octubre de 1910, pp. 1 y 8.132 El Boletín Mercantil, 27 de septiembre de 1912, p. 8; 2 de octubre de 1912, p. 1 y 9 de octubre

de 1912, p. 1.

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Puerto Rico. Políticos como Coll Cuchí y José de Diego ofrecieran discursos en lasede de la institución dándole un matiz puertorriqueñista.133

La tercera nueva asociación que impactó la vida cultural en Puerto Rico y fo-mentó el iberoamericanismo y las relaciones culturales con España fue la Institu-ción Cultural Española en Puerto Rico. La idea de la creación de este tipo de aso-ciación surgió en Buenos Aires, Argentina en el año 1912.134 Esta Institución tuvoun gran impacto en Argentina a través de la organización de actividades culturales,visitas de profesores españoles, conferencias y conmemoraciones.135 En los próxi-mos años se fundaron capítulos de esta institución en diferentes ciudades hispano-americanas incluyendo a Puerto Rico. En 1926 el comerciante asturiano RafaelFabián Fabián recibió una invitación del Duque de Alba de la Asociación Hispano-americana para que fundara una Institución Cultural Española en la Isla. En 1928el proyecto ya era realidad.136 El objetivo de la asociación fue «...dar a conocer ydifundir en Puerto Rico los estudios e investigaciones sobre lengua, literaturay cualquier otro aspecto científico o artístico de la civilización española».137Variosde los aspectos más importantes que fomentó esta institución fue el auspicio deconferencias de pensadores españoles en Puerto Rico como fueron A. Castro, Ra-món Lavandero, Federico de Onís, Pérez Grande, Fernando de los Ríos, AngelValbuena Prat; el apoyo al Departamento de Estudios Hispánicos de la Universi-dad de Puerto Rico y la financiación de becas de estudios en España para estudian-tes puertorriqueños como fueron Margot Arce y Rubén del Rosario.138 Parece queesta institución entró en decadencia con la muerte de su presidente Rafael FabiánFabián en 1930.

LAS CONMEMORACIONES

Conmemorar fue un acto público para recordar fechas y nombres. La coloniaespañola de San Juan estuvo muy activa en este proceso de conmemorar a travésde sus asociaciones y su prensa. En algunas ocasiones fueron iniciativas de estacolonia, pero en otras fueron más bien de los puertorriqueños. Una de las formasde conmemorar fue recordando acontecimientos ocurridos en el período colonialespañol en Puerto Rico. Este período lo convirtieron en una «época dorada».139Al-

82 LOS LAZOS DE LA CULTURA

133 José De Diego,Casa de América. Conferencia de D. José de Diego,San Juan, Tip. C. Pujals,1917.

134 Sobre el particular ver Compendio Historial de la Institución Cultural Española (1912-1947) yOrientación Futura,Buenos Aires, 1947.

135 Antonio Niño Rodríguez, «Hispanoamericanismo, regeneración y defensa del prestigio na-cional (1898-1931)», Pedro Pérez Herrero y Nuria Tabanera (coord.),España / América Latina. Un si-glo de políticas culturales, Madrid, AIETSI /SINTESIS-OEL, 1993, pp. 34-38.

136Antonio Blanco Fernández,España y Puerto Rico 1820-1930, Puerto Rico, Tip. Cantero Fdez.Co., 1930, pp. 96-97.

137AGPR, Departamento de Estado, Corporaciones sin fines lucrativos, caja 31A, expediente 474,«Institución Cultural Española de Puerto Rico».

138Antonio Blanco Fernández,España y Puerto Rico 1820-1930, Puerto Rico, Tip. Cantero Fdez.Co., 1930, pp. 97-98. Véase el artículo de Consuelo Naranjo Orovio y Miguel Ángel Puig-Samper so-bre las relaciones entre el Centro de Estudios Históricos de Madrid y la Universidad de Puerto Rico, in-cluido en este libro (capítulo V).

139Véase el artículo de Libia González sobre memoria y representación incluido en este libro (cap. III).

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go parecido a lo que señalan otros estudios sobre movimientos nacionales o regio-nales en otros países en donde idealizan épocas pasadas.

La colonia española participó muy activamente en cuatro grandes conmemora-ciones relacionadas con ese pasado colonial: Cuarto Centenario de la Conquista ycolonización de Puerto Rico (1908), el Centenario de las Cortes de Cádiz celebra-do en España (1912), el Cuarto Centenario de la fundación de la Diócesis de Puer-to Rico (1913) y el Día de la Raza. Estas cuatros conmemoraciones representaronlas actividades más importantes celebradas públicamente que sirvieron para fo-mentar el iberoamericanismo, aunque irónicamente fueron también auspiciadaspor los representantes coloniales estadounidenses.

Conmemorar un nuevo centenario de la conquista y colonización de Puerto Ri-co fue una iniciativa de los puertorriqueños y en particular de Cayetano Coll y Tos-te. Éste envió una carta a José de Diego para que la Presidencia de la Cámara deDelegados auspiciara esta actividad.140Aunque fue aprobado, el proyecto de ley enla Cámara de Delegados, suscitó un caluroso debate, que continuó tras publicarsesu aprobación en inglés. Para poner en marcha las actividades, La Fortaleza creóun comité organizativo de los festejos, integrado por Cayetano Coll y Toste, Joséde Diego, Antonio Alvarez Nava representando el Casino Español de San Juan,Ferdinand R. Cestero por el Ateneo y Rafael del Valle por el Consejo Ejecutivo.141

Es importante destacar la participación de Alvarez Nava y Cestero, ya que repre-sentaban las dos principales asociaciones de la Isla.

Las actividades conmemorativas se llevaron a cabo por El Ateneo Puertorri-queño, que organizó un certamen literario y por el Casino Español de San Juan,que realizó una exhibición histórica en su sede. Las actividades públicas duraroncuatro días y se ofrecieron en el teatro, en las ruinas de Caparra, en la Plaza Colón,en el Casino Español de San Juan, en la Catedral, en el Hipódromo y finalmente enLa Fortaleza. Todos estos festejos fueron recogidos por la prensa, así, por ejemplo,El Heraldo Españolcomenzó a publicar periódicamente La Elegia de Juan deCastellanossobre Juan Ponce de León.142 En esta actividad pública, en donde par-ticiparon estadounidenses, puertorriqueños y españoles, el sentimiento hispanistafue el dominante. Pero, veamos la participación de los españoles.

En primer lugar, el certamen organizado por el Ateneo Puertorriqueño inau-guró la conmemoración. Los asturianos Manuel Fernández Juncos y AntonioAlvarez Nava tuvieron un papel destacado entre los principales dignatarios.Además de puertorriqueños y estadounidenses varios españoles recibieron pre-mios en el certamen: Rafael Colorado, Antonio Fernández Blanco, Manuel Fer-nández Juncos, Cristóbal Real, Romualdo Real y José Pérez Losada. Además,el puertorriqueño-español Vicente Balbás Capó recibió tres medallas de oro porsus colecciones arqueológicas, prehistóricas y de armas antiguas.143 En esta ac-

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140Adolfo De Hostos,Tesauro de datos históricos de Puerto Rico. Tomo I,Río Piedras, Editorial dela Universidad de Puerto Rico, 1990, p. 442.

141 La crítica a la proclama en inglés apareció en El Boletín Mercantil, 27 de abril de 1908, p. 2 y29 de abril de 1908, p. 2.

142 El Heraldo Español, 30 de abril de 1908, p. 1.143 El Boletín Mercantil,10 de agosto de 1808, p. 2.

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tividad encontramos la participación de una representación de la intelectualidadespañola de Puerto Rico tanto en el comité organizador, como entre los premia-dos. Lo significativo de esta actividad fue la oportunidad que la elite intelectualy política del país tuvo de presentar al dominador norteamericano la idea de laexistencia de una civilización, producto de la conquista y de la colonización es-pañola.

Otra de las actividades importantes fue la expedición a Pueblo Viejo, a las rui-nas de Caparra, para inaugurar un obelisco conmemorativo de mármol. Fue unaactividad cargada de simbolismo ya que el propósito era buscar e identificar lo quellamarían el origen de la civilización puertorriqueña. Los editores de El HeraldoEspañolllamaron a Ponce de León el «...fundador de la sociedad puertorri-queña.»144

Una tercera actividad que queremos resaltar fue la exhibición histórica organi-zada por el Casino Español de San Juan en su sede. En esta dominaron los objetosy no tanto las palabras: piezas arqueológicas, antigüedades, monedas, medallas,condecoraciones, autógrafos, libros, armas de fuego, obras de arte, arte de la agujay hasta la pluma con la que se firmó la autonomía para Puerto Rico.145 Con ello seintentaba presentar los objetos que evidenciaban que en Puerto Rico existía una ci-

84 LOS LAZOS DE LA CULTURA

Ateneo Puertorriqueño en San Juan, 1910.

144 El Heraldo Español, 30 de abril de 1908, p. 1.145 El Boletín Mercantil, 6 de agosto de 1908, p. 2.

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vilización y una cultura, frente a la visión fomentaban los grupos de poder esta-dounidenses sobre la Isla.146

La principal actividad de esta conmemoración fue el traslado de los restos deJuan Ponce de León de la Iglesia de San José a la Catedral de San Juan. Juan Pon-ce de León fue transformado en el nuevo héroe mitológico que fundó la «civili-zación puertorriqueña», uniendo origen y héroe para inventar un Cid o un Don Pe-layo puertorriqueño. Esta iniciativa la propusieron sobre todo los directores delCasino Español de San Juan. La procesión cívica estuvo acompañada por la músi-ca de bandas militares tanto del batallón de Puerto Rico como del destacamientode la Estación Naval de San Juan y la banda musical de la policía insular. Por otrolado, guerreros a caballos, maceros y Antonio Sarmiento, llevando la antigua ban-

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Caricatura de JoséPérez Losada(Revista Índice,año 11,núm. 19, San Juan,octubre, 1930).

146 Hay que recordar que los periodistas y fotógrafos estadounidenses lo que enfatizaban del otropuertorriqueño eran lugares exóticos y evidencia fotográfica de la pobreza. Ver Lanny Thompson,Nuestra isla y su gente. La construcción del «otro» puertorriqueño en Our Islands and Their People,Río Piedras, Centro de Investigaciones Sociales y Departamento de Historia de la Universidad de Puer-to Rico, 1995.

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dera de España, acompañaban a jóvenes que llevaban en una urna los restos delconquistador. A continuación desfilaba la comisión presidencial en la que entreotros se encontraban el presidente del Casino Español de San Juan Antonio Alva-rez Nava, Vicente Balbás Capó, Ferdinand R. Cestero, Cayetano Coll y Toste, Ma-nuel Fernández Juncos, el cónsul dominicano Juan E. Medina, Manuel Paniagua yel alcalde de San Juan Francisco del Valle Atiles. Terminaba la marcha un grupo deniños del asilo de huérfanos de Santurce. La procesión recorrió la Plaza de Armas,la calle de San Francisco, la Plaza Colón, la calle Fortaleza y la calle del Cristo pa-ra terminar en la Catedral. La actividad finalizó con una misa en donde participó elgobernador estadounidense Post.147

Varios aspectos se pueden analizar de esta actividad. En primer lugar militaresestadounidenses y puertorriqueños, con bandas musicales, rindieron respeto a unconquistador español. El dominador rinde culto a un personaje de la historia de losnativos. En segundo lugar, los jóvenes y los niños participaron activamente en la ac-tividad como si representaran la nueva generación puertorriqueña que se identificabacon un héroe del pasado, del período colonial español. Tercero, la participación de laintelectualidad española y puertorriqueña en la comitiva reivindicó el papel hegemó-nico que éstos tenían en la sociedad puertorriqueña; fue una manifestación de la im-portancia que aún tenía la colonia española en la sociedad puertorriqueña.

Para el recuerdo quedó el musoleo, contruido por el Casino Español, en honora Juan Ponce de León en el lugar donde descansan sus restos. El escultor MiguelBlay de Madrid fue el encargado de crear esta obra artística.148Además, el CasinoEspañol de San Juan autorizó que la joyería A. Saavedra pusiera a la venta una se-rie de recuerdos en honor a Juan Ponce de León como alfileres de corbata, dijes,pulseras, dormilonas, imperdibles y pendientes. Estos pendientes tenían represen-tada una moneda conmemorativa de medio peso y dos peso oro en donde por unlado tenían el busto de Ponce de León y por el otro lado una inscripción conme-morativa.149 También editaron un libro titulado Cuarto Centenario de la Coloniza-ción Cristiana de Puerto Rico,que publicado por El Boletín Mercantil.150 Estostres aspectos son representativos de cómo esta actividad sirvió como excusa paracrear objetos públicos, mausoleo y moneda conmemorativa, que hicieran recordarun héroe mitológico y una época dorada como recreación hispanófila de los «orí-genes» de la historia de Puerto Rico.

La otra gran actividad fue la celebración del Centenario de las Cortes de Cádizen España en 1912. En esta ocasión fue una iniciativa de los españoles y en parti-cular de los editores de El Boletín Mercantil, quienes acudieron a la invitación quela Junta de Festejos en Cádiz, creada en 1909, hizo a las repúblicas hispanoameri-canas. Inmediatamente los editores de El Boletín Mercantilrecomendaron que porla situación colonial de la Isla, Puerto Rico participara en estas actividades a travésde la Cámara de Delegados. Parece que en ese primer momento la iniciativa no tu-vo mucho efecto en la opinión pública con excepción de algún apoyo de la pren-

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147 El Boletín Mercantil, 13 de agosto de 1908, p. 2.148 El Boletín Mercantil, 26 de febrero de 1909, p. 2.149 El Boletín Mercantil, 30 de agosto de 1909, p. 2 y 10 de septiembre de 1909, p. 2.150 El Boletín Mercantil, 27 de abril de 1910, p. 2.

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sa.151 Dos años después, los editores de El Boletín Mercantilvolvieron a recordarla idea del centenario y en esta ocasión tuvieron el apoyo y respaldo de José deDiego desde la Cámara de Delegados, quien apoyó la idea de enviar representantesde Puerto Rico a la actividad.152

En España, la Sociedad Unión Ibero Americana tuvo un importante papel para lo-grar que Puerto Rico participara oficialmente en las actividades. Solicitó, por pedidode los puertorriqueños, al Conde de Romanones que la Isla fuera oficialmente invita-da a las actividades, quien accedió a ello.153Además, Salvador Canals, puertorriqueñodiputado a Cortes por Alicante, logró que enviaran invitación oficial a la Cámara deDelegados de Puerto Rico.154 Finalmente, Rafael María de Labra envió cartas a Ma-nuel Fernández Juncos y José de Diego para que Puerto Rico participara.155

A principios del año de 1912 comenzaron los preparativos. En primer lugar, lanueva directiva del Casino Español de San Juan nombró una comisión para reunir-se con representantes de la Cámara de Delegados y el Ateneo Puertorriqueño. Estacomisión estuvo compuesta por Antonio Avarez Nava, Vicente Balbás Capó y An-tonio Sarmiento, logrando que estuvieran integradas las tres instituciones.156 Tam-bién se unieron en la colaboración para la actividad la Sociedad de Historia y elAlcalde San Juan.157 La aprobación de una ley, con el visto bueno del gobernadorColton, permitió enviar una comisión que representara a Puerto Rico en los actosoficiales en Cádiz.158 Por inciativa de los directores del Casino Español de SanJuan mandaron preparar una lápida conmemorativa al escultor español MiguelBlay en honor a Ramón Power, que se colocó en la Iglesia de San Felipe de Cádiz.José de Diego, a nombre de la Cámara de Delegados, también donó dinero para lalápida.159 Esta lápida decía «Homenaje del Casino Español de Puerto Rico de 1912a la memoria de Ramón Power, primer Vicepresidente de las Cortes de Cádiz y Di-putado de Puerto Rico en 1810.»160 Quizás este acto sea irónico en cuanto a queuna institución cultural fundada por sectores conservadores en 1871 le rindiera unhomenaje a un recuerdo del liberalismo español.

Las actividades oficiales celebradas en Cádiz fueron toda una manifestaciónpública nacionalista e iberoamericanista. Para los editores de la Unión Iberoameri-cana de Madrid fue todo un éxito: «Para los que comulgamos en el ideal de launión de la raza ibero-americana la conmemoración del Centenario de las Cortesdel 12 fue un éxito de lo más completo.»161 Las actividades fueron variadas: recep-ción oficial en la Diputación Provincial, banquete en el Ayuntamiento, parada mi-litar, una procesión cívica y discursos por representantes de Colombia, México,

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTO DE LAS RELACIONES… 87

151 El Boletín Mercanti, 10 de octubre de 1909, p. 2 y 13 de diciembre de 1909, p. 2.152 El Boletín Mercantil, 30 de octubre de 1911, p. 1 y 11 de noviembre de 1911, p. 2.153 Unión Ibero-Americana, 31 de enero de 1912, p. 14.154 El Boletín Mercantil, 23 de diciembre de 1911, p. 1.155 Puerto Rico Ilustrado, 20 de enero de 1912, s/f.156 El Boletín Mercantil, 9 de enero de 1912, p. 6 y 17 de enero de 1912, p. 2.157 El Boletín Mercantil,3 de febrero de 1912, p. 6.158 El Boletín Mercantil, 19 de marzo de 1912, p. 1.159 El Boletín Mercantil, 28 de agosto de 1912, p. 1, 5 de septiembre de 1912, p. 1 y 16 de septiem-

bre de 1912, p. 2.160 El Boletín Mercantil, 30 de octubre de 1912, p. 2.161 Unión Iberoamericana, diciembre de 1912, pp. 2.

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Puerto Rico, Uruguay, Ecuador, y políticos españoles como Segismundo Moret,Rafael María de Labra, el Alcalde de Cádiz, el presidente del Casino Gaditano yotros. La procesión terminó en la Iglesia. Posteriormente ofrecieron también unbanquete militar, una actividad social en el Casino Gaditano y un certamen escolaren el teatro de la ciudad.162

Por último, Coll y Cuchí, jefe de la misión diplomática de Puerto Rico y futurofundador del Partido Nacionalista fue el que ofreció el discurso de la delegaciónabogando por la independencia de Puerto Rico. Éste pidió «..al sentimiento hispa-no americano, para que preste a Puerto Rico, no el concurso de las fuerzas arma-das, sino la labor de la diplomacia, para que el pueblo puertorriqueño alcalce suanclada declaración de pueblo libre e independiente; mientras Puerto Rico no seaindependiente la raza latina no lo será tampoco. No queremos ser sajones, quere-mos –dijo– ser hispanoamericanos...».163 Parece que Coll y Cuchí sustituyó a Joséde Diego ya que este último fue criticado por la prensa y por J. Ramírez de Arella-no, presidente de la Sociedad de la Historia de Puerto Rico, por ofrecer un discur-so panamericanista y no iberoamericanista en Puerto Rico.164 Es interesante desta-car que Coll y Cuchí ofreció un discurso parecido en la sede de la Casa de Américade Barcelona.165

Esta actividad conmemorativa tiene varios significados. Fomentó el iberoame-ricanismo entre la colonia española y puertorriqueña nuevamente. Nos encontra-mos ante la reinvención de un segundo héroe mitológico, Ramón Power Giralt quetendrá un papel significativo en las próximas décadas como héroe de las luchas na-cionales.166 Es significativo que la colonia española le haya rendido un homenajecon una lápida en la Iglesia de Cádiz. Por último, fue la contestación simbólica dela sociedad puertorriqueña ante la nueva situación colonial de la Isla. Como diríaRamírez de Arellano en cuanto a la publicación un texto en español y en inglés so-bre las Cortes de Cádiz para «...que sepa el pueblo invasor que hace un siglo Puer-to Rico formaba parte de la Monarquía española é intervenía en su gobierno deuna manera efectiva.»167 Es nuevamente la creación de una edad dorada para olvi-dar cuatro siglos de colonialismo e injusticia hacia la Isla.

La tercera gran conmemoración fue la celebración en la Isla del Cuarto Cente-nario de la fundación de la diócesis de Puerto Rico. La organización comenzó aprincipios del 1910. Se creó una Junta Directiva que estaba compuesta por Juan

88 LOS LAZOS DE LA CULTURA

162 Unión Iberoamericana, diciembre de 1912, pp. 2, 8-9; M.S.B.; El Centenario de las Cortes deCádiz. Las Fiestas de las Lápidas conmemorativas y decorativas de San Felipe de Neri.Madrid, Im-prenta “Sindicato de Publicidad”, 1912; El Boletín Mercantil, 16 de octubre de 1912, p. 2; 18 de octu-bre de 1912, p. 1; 19 de octubre de 1912, p. 2; 22 de octubre de 1912, p. 2; 23 de octubre de 1912, p. 2;25 de octubre de 1912, pp. 1-2; 28 de octubre de 1912, pp. 2-3, 7; 29 de octubre de 1912, pp. 1-2 y 30de octubre de 1912, p. 2.

163 El Heraldo Español, 21 de octubre de 1912, s/p.164 J. Ramírez De Arellano, «La Sociedad de la Historia de Puerto Rico y las Cortes de Cádiz»,

Unión Ibero-Americana, 30 de abril de 1912, pp. 11 - 12; Heraldo Español, 19 de julio de 1912, s/p.165 El Boletín Mercantil, 25 de noviembre de 1912, p. 5.166 Ramón Power Giralt y el obispo Alejo Arizmendi se convertirán en las próximas décadas en los

héroes originales de la nacionalidad puertorriqueña patrocinada por intelectuales y políticos puertorri-queños.

167 Unión Ibero-Americana, 30 de abril de 1912, p. 11.

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Hernández López, uno de los principales abogados de la Iglesia Católica, VicenteBalbás Capó, director del Heraldo Español, Antonio Caubet, Luis Sánchez Mora-les y Eduardo J. González.168 Las actividades, organizadas en 1913, fueron otroejemplo de manifestaciones hispanófilas en donde la presencia de los inmigrantesespañoles fue determinante. No fue coincidencia que ese mismo año organizarantambién actividades públicas el 12 de octubre, «Fiesta de la raza en América», porel Gobierno de la Isla y los Caballeros de Colón.169

Por último, el Día de la Raza como fecha conmemorativa fue una de losprincipales actividades que más fomentaron los líderes de la Unión Iberoameri-cana.170 Parece que a partir de la segunda década del siglo XX el liderazgo deeste organismo español constantemente enviaba correspondencia a los paíseshispanoamericanos, incluyendo a Puerto Rico, para que celebraran por todo loalto esta fecha.171 En Puerto Rico el Día de la Raza se institucionalizó en 1913por inciativa del puertorriqueño José de Diego, presidente de la Cámara de Re-presentantes. Ramón Pérez Moris, editor de El Boletín Mercantil, apoyó la ini-ciativa y llamó también este día «...el día de España.»172 Ese año se celebraronalgunas actividades como la celebrada por la asociación católica los Caballerosde Colón en la Catedral de San Juan y la presentación de banderas americanas ycolgaduras con los colores de España en la Mansión Ejecutiva.173 En los próxi-mos años, asociaciones como el Ateneo Puertorriqueño, los Caballeros de Co-lón, la Casa de España en Puerto Rico, el Casino Español de San Juan, el ClubLiterario Ariel de Agüadilla y el Instituto José de Diego celebraron diferentestipos de actividades para recordar esta fecha. Por ejemplo, en 1916 el CasinoEspañol de San Juan organizó un Certamen Literario y Científico con el auspi-cio de la Casa de España y el Auxilio Mutuo.174

Como último aspecto hay que señalar que los monumentos como obra artísticapública fue otra de las formas elegidas por la colonia española para expresar suiberoamericanismo e hispanofilia. En primer lugar, apoyaron varias inciativas paraconstruir monumentos en España organizando suscripciones para obtener los re-cursos económicos. Algunos monumentos se destinaron a héroes nacionales,mientras que otros eran para héroes regionales. En cuanto a los héroes nacionalesenviaron suscripciones a favor de los monumentos a Alfonso XII (1901), Cervan-tes en París (1903), los militares muertos en la guerra (1903), Pi y Margall (1908)y otra, en Madrid, a Cervantes (1913). Estas iniciativas sugieren cómo los inmi-

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168 El Boletín Mercantil, 30 de marzo de 1910, p. 2.169 Unión Iberoamericana, 30 de noviembre de 1913, pp. 7 y 36-37.170 Hay que recordar que, como se indicó anteriormente, la conmemoración del 12 de octubre co-

menzó a tomar fuerza desde finales del siglo XIX y que culminó con la celebración del Cuarto Cente-nario del Descubrimiento de América en 1892.

171 Por ejemplo, en 1914 la Junta Directiva del Casino Español de San Juan recibió corresponden-cia del liderazgo de la Unión Iberoamericana. Casa de España en Puerto Rico, Casino Español de SanJuan, Libros de actas de la Junta Directiva, acta del 20 de octubre de 1914.

172 El Boletín Mercantil, 8 de agosto de 1913, p. 1.173 Unión Iberoamericana, 30 de noviembre de 1913, pp. 7 y 36.174 El Boletín Mercantil, 3 de agosto de 1916, p. 2 y Casino Español de San Juan,Memoria en que

la Junta Directiva, al cesar en sus funciones da cuenta de sus actos a la Junta General de Socios pro-pietarios celebrada el 17 de diciembre de 1916, San Juan, Tip. Cantero, Fdez. y Co., 1917.

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grantes españoles residentes en Puerto Rico mantuvieron un contacto continuo conEspaña, atentos a los acontecimientos que allí estaban ocurriendo. En cierta mane-ra, con la participación en suscripciones a favor de monumentos nacionales, ellossentían que eran parte de su patria.175

Además de este fervor nacional, la colonia española también representaba suidentificación con las regiones en donde habían nacido. Estos apoyaron la cons-trucción de varios monumentos a héroes regionales-nacionales como por ejemplofueron los asturianos Ramón Campoamor y Fernando Villamil. Rafael Calzada re-presentó al Casino Español de San Juan en el entierro del poeta Campoamor, en1901, en Navia, Asturias. En un telegrama informaba a los directivos del Casinoque se había iniciado una suscripción para construir un monumento en su pueblonatal.176 Por otro lado, ese mismo año, también, se había comenzado una suscrip-ción para la construcción de un monumento en la Villa de Castropol, Asturias, enhonor al marino asturiano Fernando Villamil. De forma paralela, los editores de ElBoletín Mercantildecidieron preparar un número extraordinario en honor de Villa-mil para ayudar en la suscripción que se estaba realizando.177 Con el apoyo a estosmonumentos, en el que se entremezclaban sentimientos nacionalistas y regionalis-tas, la colectividad logró reforzar los sentimientos hacia el Estado Español.

Las conmemoraciones tuvieron la función de aglutinar a un sector de españolesy puertorriqueños en demostraciones públicas de hispanidad. Figuras como Anto-nio Alvarez Nava, Vicente Balbás Capó, Cayetano Coll Toste, Coll y Cuchí, Joséde Diego, Manuel Fernández Juncos, Antonio Sarmiento, Rafael del Valle y otrosparticiparon para valorizar la herencia cultural hispana en tierra puertorriqueña através de personajes como Ponce de León o acontecimientos como lo fueron la co-lonización, la evangelización y la participación puertorriqueña en las cortes «libe-rales» de Cádiz. Fue una reacción «conservadora» a la imagen del otro creada porlos estadounidenses a través de la prensa y los libros de viaje. Señala LannyThompson sobre las descripciones en Our Islands and Their People,en dondeJuan Ponce de León se presenta como un «monstruo humano» y la presencia espa-ñola en la Isla a través de fotos en donde «...asocian la colonización y dominaciónespañola con la pobreza humana y con costumbres crueles o bárbaras...».178 Enotras palabras, lo que hizo este grupo de españoles y puertorriqueños de la elite fueun contrapunteo «cultural» con los estadounidenses.

CONCLUSIÓN

La intención de este trabajo ha sido presentar de una forma breve un panoramageneral del asociacionismo español en Puerto Rico enfatizando el papel que tuvie-

90 LOS LAZOS DE LA CULTURA

175 Se debe mencionar que los españoles también colaboraron con los puertorriqueños en la crea-ción de monumentos a españoles en Puerto Rico como fueron los casos de la escuela en honor a RafaelMaría de Labra en Santurce (1916-17) y el monumento a Emilio Castelar en Río Piedras (1917). Sobreel particular ver El Boletín Mercantil, 3 de enero de 1917, p. 2; Puerto Rico Ilustrado, 4 de agosto de1917, s/p y El Boletín Mercantil, 21 de enero de 1918, p. 1.

176 El Boletín Mercantil, 8 de marzo de 1901, p. 1.177 El Boletín Mercantil, 13 de noviembre de 1901, p. 1.178 Lanny Thompson,Nuestra isla y su gente... Opus. Cit. , p. 19.

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ron el liderazgo de estas agrupaciones en el fomento del iberoamericanismo y lahispanofilia. Las asociaciones españolas en Puerto Rico fomentaron desde el sigloXIX las relaciones culturales y políticas entre España y Puerto Rico. Estas aso-ciaciones, principalmente por vías de la prensa periódica, fueron los centros aglu-tinadores de los inmigrantes españoles especialmente tras los acontecimientos de1898 y los medios utilizados por los españoles residentes en Puerto Rico para par-ticipar en los debates. Al principio justificaron la Restauración y el colonialismoespañol, y tras los sucesos de 1898 levantaron la antorcha del iberoamericanismopara alentar ideas alternas a la americanización, que fueron tanto acomodaticiascomo conflictivas al régimen. La organización de congresos, banquetes, fiestas yconmemoraciones fueron parte de este proceso.

Estos espacios no fueron totalmente cerrados y aislados del resto de la socie-dad sino todo lo contrario; fueron parte integral de los procesos históricos ocurri-dos en la sociedad puertorriqueña de entre siglos. El Casino Español de San Juan,la Liga de Republicanos Españoles,El Boletín Mercantily El Heraldo Español,entre otros, fueron parte de la realidad histórica y social del Puerto Rico estudiado.Un ejemplo es la reinvención de Juan Ponce de León como héroe y la idealizaciónde la conquista y colonización de Puerto Rico que logró institucionalizarse por va-rias décadas en Puerto Rico. El liderato español o los intelectuales españoles, conel visto bueno de algunos sectores puertorriqueños, fueron responsables de estosaspectos y por eso hay que considerarlos como un sector dinámico de los inmi-grantes. Individuos como Antonio Alvarez Nava, Vicente Balbás Capó, Rafael Fa-bián Fabián, José Pérez Moris y Nemesio Pérez Moris entre otros fueron miem-bros activos del panorama de la vida literaria, cultural y económica de la sociedadpuertorriqueña.

Para terminar, hay que señalar que el papel que desempeñó este sector fue par-te importante de los debates culturales que fueron desarrollándose entre finales delsiglo XIX y principio del siglo XX, lo cual ayuda a entender los procesos ocurri-dos en la década del 1930. A mi entender el iberoamericanismo elaborado por es-pañoles y puertorriqueños en las primeras dos décadas del siglo XX fue la fuentede referencia que utilizaron los intelectuales de la década del 1930 para crear su«hispanidad rebelde». Los procesos ocurridos en la década del 1930 no fueron unaruptura sino una continuidad de unos procesos y unas discusiones que se fuerondesarrollando gradualmente desde finales del siglo XIX.

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES ESPAÑOLAS EN EL FOMENTO DE LAS RELACIONES… 91

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III

MEMORIA Y REPRESENTACIÓN:ESPAÑA EN PUERTO RICO 1900-1930

Libia M. GonzálezDepartamento de Humanidades, Facultad de Estudios GeneralesUniversidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

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Nostalgia, lírica y panteonización de muertos ilustres acapararon la literatura,el periodismo y la historia escrita en Puerto Rico entre 1900 y 1930. Tanto en loscertámenes y veladas del Ateneo Puertorriqueño como en las revistas y los alma-naques impresos se fue creando y divulgando la memoria heroica e hispánica delos puertorriqueños. Pero si un importante grupo de la elite culta de San Juan seocupó de recopilar los símbolos, los proyectos y las glorias pasadas, otro sector nomenos significativo abrazó el porvenir con esperanzas de libertad y condenó losvestigios del pasado que le parecían nefastos, entre ellos, algunos símbolos de lahispanidad. El escritor Miguel Meléndez Muñoz admitía que al mismo tiempo enque se daban cita en el Ateneo los centinelas del patrimonio, para «los escépti-cos…» o «para la mayoría del pueblo», el Ateneo, era:

un cenotafio en que yacen los restos de una cultura apolillada, representada por una se-rie de retratos de un procerato en olvido, una biblioteca de libros viejos y pasados demoda y algunas colecciones de antiguallas. Sitio donde se reúne un grupo de intelec-tuales para saturarse de esa atmósfera de moho, de ese ambiente sepulcral, enrarecidopor la descomposición del pasado, con la fútil esperanza de que los cuelguen allí en es-tampa post-mortem.1

Para otro sector integrado por los escritores más jóvenes de los años veinte, mi-rar al pasado resultaba estéril si no se atendían las urgencias que presentaba el paísde los años veinte y treinta. Por ejemplo, en ocasión de la efeméride del 12 de oc-tubre de 1929, la revista Índiceen cuya junta editora se hallaban los protagonistasde la llamada Generación Literaria de 1930, expresaba que el 12 de octubre, cuan-do se recordaba el Descubrimiento, Colón, España y América era una «ocasión dereverencias estériles»si los puertorriqueños no llegaban a escudriñar su propia

1 Miguel Meléndez Muñoz, «El Ateneo y el pueblo puertorriqueño»,Revista del Instituto de Cultu-ra Puertorriqueña, oct.-dic. 1966, p. 43.

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esencia. Para éstos, defensores también de la cultura hispánica, el país debía pen-sar su presente, elaborar su futuro «y en vez de celebrar superficialmente con poe-mas gelatinosos y editoriales de casabe la aparición de América, hacer que el díade la raza [fuese] el recuento de nuestras capitulaciones éticas...».2

Celebramos el descubrimiento de América en un país inédito, carente de estudios poten-ciados que nos guíen para descubrir su esencia. Navegamos al garete, sueltas las velasde la inconsciencia a los volubles vientos norteños, sin rumbo fijo, por el proceloso marde nuestros problemas, y a bordo de esa nave a la aventura año tras año entonamos unhosanna a la raza que obró el milagro de convertirnos en punto físico en el mapa geo-gráfico de América.3

La memoria elaborada, los sitios del recuerdo, algunas costumbres y los sím-bolos compartidos entre españoles y puertorriqueños durante la época señaladason los temas que exploramos a continuación. En el examen de estos temas procu-ramos identificar las diversas perspectivas, los sectores en pugna, las solidaridadesy las confraternidades entre la elite culta y el sector local más vinculado al mundode los negocios. Quisiéramos destacar que el hispanismo afloró en el país muchoantes de la década del 1930 entre un pequeño pero importante grupo de intelec-

96 LOS LAZOS DE LA CULTURA

Escudo de Puerto Rico.

2 Antonio S. Pedreira, Samuel R. Quiñones, Vicente Géigel Polanco, A. Collado Martell (eds.),«Aterrizajes», Índice, Mensuario de Historia Literatura y Ciencia, 13 de octubre de 1929, año I, núm.7, p.1.

3 Ibidem.

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tuales vinculados afectuosamente a un poderoso sector de comerciantes españolesde San Juan, y que este sentimiento no parecía ser compartido por otros sectoresdel pueblo puertorriqueño integrado mayormente por campesinos, artesanos, obre-ros y un nutrido grupo de profesionales liberales.

EL HISPANISMO ENAMÉRICA 1900-1920

Recordar a España, exaltar su obra colonizadora y los valores de la hispanidaden América no sólo fue misión de algunos españoles o puertorriqueños cultos trasla Guerra Hispanoamericana. Durante las primeras décadas del siglo XX, especial-mente tras la intervención de los Estados Unidos en los diferentes países de Amé-rica Latina, se produjo una afirmación de la herencia hispánica, envuelta en un am-biente de nostalgia por ese pasado. Por ejemplo, en ocasión del primer centenariode la independencia de Ecuador, un periodista describía con gran emoción la esce-na en que a su juicio, auguraba «la unión definitiva de la raza latina»:

Hace más de un siglo no más que las diferencias políticas vinieron a turbar la paz de la fa-milia ibero-americana, introduciendo la discordia entre los hermanos... Mas aquellas di-senciones no podían ser tan hondas que resistieran a la acción moderadora de los tiempos,y cien años han bastado para que torne a iniciarse la armonía entre los corazones.No ha muchos días, al celebrarse la apertura solemne de la Exposición con que Ecuadorconmemora el primer grito de independencia, un General ecuatoriano dio la nota másalta de hidalguía y gentileza cuando se dirige en elocuente apóstrofe al Encargado deNegocios de España, y con palabras de amor entrañable para la madre patria, hácese in-térprete del común sentir de los ecuatorianos que blasonan el linaje hispano... En aquelmomento solemne, en presencia de los representantes extranjeros y de multitud de ciu-dadanos que aplaudían sin cesar, el primer Magistrado de la República, con insigniassagradas de su alta investidura, se confunde solemnemente con el representante de lanación española en un significativo y prolongado abrazo ¿Qué es esto? ¿qué nos dice ensu simbólico lenguaje?...Cedamos a las leyes de la naturaleza y Dios bendiga a la razaiberoamericana unida con vínculos de solidaridad.4

El discurso del escritor argentino Manuel Ugarte en la Universidad de Colum-bia en 1912 muestra su denuncia contra la política imperialista de Estados Unidosy su convocatoria a la unión de la América hispánica, en un tejido historicista reve-lador de tiempos contradictorios:

Desde hace seis meses recorro las repúblicas latinas sin mandato de ningún gobierno...;y este viaje que empezó siendo viaje de estudio, va resultando como una emancipaciónde la conciencia colectiva, porque traduce y concreta en un gesto de vigilancia y de pro-testa, la sorda inquietud que nos conmueve a todos, desde la frontera norte de México,hasta el estrecho de Magallanes....El movimiento ha tomado proporciones especiales .

MEMORIA Y REPRESENTACIÓN: ESPAÑA EN PUERTO RICO 1900-1930 97

4 León Camarero, «Nuestros ideales en América»,Unión Ibero-Americana,31 de diciembre de1909, pp. 1-2.

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En cada capital ha quedado uno o varios centros de defensa latinoamericana que estánrelacionados entre sí, y en muchos de ellos se han celebrado después de mi partida míti-nes de protesta contra los atropellos de que son víctimas ciertos grupos de América. Esun clamor colectivo que se levanta de norte a sur de las tierras de origen hispano....Fue en esas épocas de austeridad y de lógica, cuando aprendimos los hispanoameri-canos a admirar a Norteamérica. Cuando los Estados Unidos obtuvieron de España laventa de Florida y de Francia la cesión de Luisiana no vimos en este engrandecimientoformidable más que el justo deseo de borrar los vestigios de la dominación de Europa.Nos inclinábamos ante el hermano mayor y nos enorgullecíamos de sus triunfos. Perolas víctimas de ayer tienen a menudo la tendencia a transformarse en verdugos... Laanexión de los territorios mexicanos en 1845 y 1848 fue la revelación de una políticaque debía extenderse después de una manera lamentable. Sin embargo, como una noviafiel que trata de excusar y de disimular con laboriosos silogismos las consecuencias ylas faltas que su prometido comete contra ella misma, la América latina hubiera seguidoenamorada de los Estados Unidos si lo que juzgó excepción no se hubiera transformadoen sistema. Pero las heridas y las injurias se multiplicaron. Un espectro de dominacióny de despojo empezó a flotar sobre los países indefensos... Y la injusticia se ha acentua-do de tal suerte, en los últimos tiempos, que rotos ya los vínculos de antes, nos volve-mos hoy hacia los Estados Unidos para gritarles: Las mismas injusticias que la metró-poli cometió con nosotros, las estáis cometiendo ahora con nosotros...5

El intelectual mexicano José Vasconcelos en su célebre libro La raza cósmi-ca(1925) hacía también un reclamo similar al de Ugarte, aunque admitía que partedel problema de América Latina era «la anarquía de los escudos iberoamericanos»y su falta de sentido fraternal. Su discurso además colocaba la situación en unaperspectiva racial donde contraponía los conflictos de la latinidad y las cualidadesdel sajonismo:

Atravesamos épocas de desaliento, seguimos perdiendo no solo en soberanía geográfi-ca, sino también en poderío moral... Despojados de la antigua grandeza, nos ufanamosde un patriotismo exclusivamente nacional, y ni siquiera advertimos los peligros queamenazan a nuestra raza en conjunto. Nos negamos los unos a los otros. La derrota nosha envilecido a tal punto que, sin darnos cuenta, servimos los fines de la política enemi-ga de batirnos en detalle, de ofrecer ventajas particulares a cada uno de nuestros herma-nos, mientras al otro se le sacrifica en intereses vitales. No solo nos derrotaron en elcombate; ideológicamente también nos siguen venciendo. Se perdió la mayor de las ba-tallas el día en que cada una de las repúblicas ibéricas se lanzó a hacer la vida propia,vida desligada de sus hermanos concertando tratados y recibiendo beneficios falsos, sinatender a los intereses comunes de la raza. Los creadores de nuestro nacionalismo fue-ron, sin saberlo, los mejores aliados del sajón, nuestro rival en la posesión del continen-te. El despliegue de nuestras veinte banderas en la Unión Iberoamericana de Washing-ton deberíamos verlo como una burla de enemigos hábiles.

98 LOS LAZOS DE LA CULTURA

5 Manuel Ugarte, «Los pueblos del sur ante el imperialismo norteamericano», Nieves Pinillos Igle-sias (ed.),Manuel Ugarte, Antología del pensamiento político, social y económico de América Latina,Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1989, pp. 62-63.

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Una carencia de pensamiento creador...nos lleva discusiones estériles..., pero no adver-timos que a la hora de obrar, y pese a todas las dudas de los sabios ingleses, el inglésbusca la alianza de sus hermanos de América y de Australia, y entonces el yanqui sesiente tan inglés como el inglés de Inglaterra. Nosotros no seremos grandes mientras elespañol de la América no se sienta tan español como los hijos de España.6

Nada de recriminaciones contra España –decía Ugarte–. «Los sudamericanosque reniegan de su origen son suicidas morales y parricidas a medias. España fuela cuna y el brazo de la nacionalidad».7

El hispanismo de Gabriela Mistral era cónsono al de los intelectuales antes ci-tados pero todavía más romántico. Luego de su viaje a España en 1925 declaraba:

En su aspecto sentimental la Madre patria colma todas mis ambiciones. Y dentro de míhe hecho ya una reivindicación total de ese país. La calidad moral del pueblo ibérico essuperior a todo elogio, especialmente en el campesino, cuya pobreza es heroica, muygrande su sobriedad y admirable la limpieza de sus costumbres...8

No obstante, estas ideas que convocaba en América a la unión fraternal de laraza hispánica presentaban diversos matices. Su lugar común era la convicción dela existencia de un parentesco espiritual entre todos los pueblos nacidos de la colo-nización española. En Puerto Rico, entre 1900 y 1930, esta hispanofilia se advierteen los escritos de destacados publicistas y políticos cultos, entre ellos, algunos lí-deres nacionalistas quienes evocaban en sus discursos y publicaciones la vincula-ción del puertorriqueño con los países de origen hispánico como un remedio paradetener la americanización en el país. Reunidos en círculos culturales los naciona-listas de los años 20 procuraron defender la tradición hispánica y el idioma espa-ñol en el país.9

PUERTO RICO DESPUÉS DEL1898: DILEMAS ECONÓMICOS PARA EL COMERCIO Y LA

PRODUCCIÓN LOCAL

Si el tema de la cultura y la espiritualidad de los pueblos puertorriqueño e his-panoamericano ocupó las mentes de la elite intelectual local también fue impor-tante en la escritura de la época, la incertidumbre que los cambios a raíz de 1898añadieron a la devastada economía insular.

El sistema de «haciendas» monoproductivas de café y azúcar imperante en elsiglo anterior, tuvo que enfrentar nuevas reglamentaciones y la competencia de las

MEMORIA Y REPRESENTACIÓN: ESPAÑA EN PUERTO RICO 1900-1930 99

6 José Vasconcelos,La raza cósmica,México, Aguilar editor, 1977, pp..25-267 Manuel Ugarte,El porvenir de la América Española,Valencia, Prometeo, 1910, p. 101, citado en

Antología..., Opus cit.,p. 135.8 Editorial, «Como juzgan a España los Hispanoamericanos»,Vida Española,año 1, núm. 20, 30

de octubre de 1925, p.39 Ver Luis A. Ferrao Delgado,Pedro Albizu Campos y el nacionalismo puertorriqueño,San Juan,

Editorial Cultural, 1990, pp. 40-41 y de este mismo autor, «Nacionalismo, hispanismo y elite intelec-tual en el Puerto Rico de los años treinta», Silvia Álvarez Curbelo y María Elena Rodríguez Castro(eds.),Del nacionalismo al populismo: Cultura y política en Puerto Rico,Río Piedras, Ediciones Hura-cán, 1993, pp. 37-60.

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grandes firmas de inversionistas ausentistas, con su moderna tecnología y sus vas-tos capitales especialmente para la producción azucarera. La política de acapara-miento de tierras para el cultivo trastocó el paisaje agrario y muchos antiguos pro-pietarios descendieron a otros estratos debido al endeudamiento o por la venta desus tierras.10 Los que intentaron competir tuvieron que enfrentar los infortuniosque le acarrearon los años de la depresión, la cual fue desfavorable para el merca-do internacional del azúcar.11 Para la época de 1929 solo quedaban 42 de las 133centrales azucareras que figuraban activas en 1907.12

Por otro lado, el nuevo gobierno creó barreras aduaneras que llevaron al co-merciante y al consumidor a depender casi exclusivamente de las importacionesnorteamericanas. El libre cambio entre Puerto Rico y los Estados Unidos, y losimpuestos sobre las mercancías extranjeras dio paso a que el 90% del comercioexterior se realizara con los Estados Unidos. Esta dependencia se intensificócon otra medida que limitaba también el desarrollo de los comerciantes delpaís. Se trataba de las leyes sobre el cabotaje. De acuerdo a éstas, las mercan-cías que se transportaban de un puerto a otro de la Isla y de Estados Unidos de-bían conducirse en barcos de matrícula norteamericana; así las exportacionesde Puerto Rico a Europa al tener que pasar obligatoriamente por Nueva Yorkdebían someterse al monopolio de la marina mercante de los Estados Unidos.13

Dichas regulaciones limitaban considerablemente el comercio de productos co-mo el café, uno de los principales productos que desde el siglo XIX se exporta-ban a Europa.

En la esfera de la cotidianidad y el desarrollo de la sociedad, las iglesiasprotestantes proliferaban y en las escuelas se enseñaba el inglés y los símbolos na-cionales de la nación norteamericana. En 1917, tras una intensa discusión en elCongreso se aprobó la Ley Jones mediante la cual los Estados Unidos le otorgaronla ciudadanía norteamericana a los puertorriqueños, y reajustaron los cuerpos le-gislativos en el país, aunque el gobernador seguía siendo nombrado directamentepor el presidente. Esta ley rigió la relación de Puerto Rico con Estados Unidos has-ta 1952 cuando se firmó la Constitución del Estado Libre Asociado.

En la historiografía los análisis sobre las crisis y transformaciones económicasa raíz de 1898 son numerosos. Sobre todo los trabajos de Ángel Quintero Riveraindican que la debacle de la economía imperante en el XIX se produjo debido en-tre otros asuntos a factores políticos y culturales que «debilitaron a la clase diri-gente que antes dominaba los medios de producción».14 Ciertamente merece men-cionarse que las transformaciones económicas y culturales impactaron a los

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10 Ver Humberto García Muñiz, The South Porto Rico Sugar Company: The History of a U.S. Mul-tinational Corporation in Puerto Rico and the Dominican Republic 1900-1921,Ph.D dissertation, Co-lumbia University, 1997

11 Sobre la crisis azucarera en la zona del Caribe ver B. Álvarez, «La crise des années 30 à Cuba etles alternatives proposés par le divers secteurs politiques», A. Melón, C. Serrano y P. Estrade (eds.),Lesannées 30 à Cuba,Paris, L’Harmattan, 1982, pp. 9-37.

12 Exporter and Importers Pictorial Guide and Business Directory,1907, pp. 193-19413 Ver Vicente Géigel Polanco, «El arancel de aduana: factor de pobreza en Puerto Rico»,Índice,

núm. 23, ., febrero de 1931, pp. 367-369.14 Ángel Quintero Rivera,Patricios y plebeyos: burgueses, hacendados, artesanos y obreros, las

relaciones de clase en el Puerto Rico de cambio de siglo,San Juan, Huracán, 1988, pp. 317-318.

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sectores dominantes de la economía decimonónica integrados por comerciantes yproductores de café y azúcar para la exportación. No obstante, creemos que lasafirmaciones hispánicas de españoles y puertorriqueños en los años 1900-1930 norespondían a que, como ha expresado Quintero, las elites cultas descendieran desectores de hacendados o de un medio señorial venido a menos.15 Es constatableque en la Isla se forjó una elite criolla letrada desde el siglo XIX que también ma-nifestó en sus escritos gran apego a la tradición hispánica.16

Por otro lado, hay que destacar que para la mayoría de los puertorriqueños elnuevo modelo de desarrollo económico basado en entidades financieras e inversio-nes en el azúcar, no alteró substancialmente su papel en la sociedad. Su preemi-nencia no era como empresario ni como mayorista sino que se les encontraba entreprofesionales, políticos y agricultores o como integrantes de la gran masa de obre-ros y campesinos. Para la mayoría, el campo y la agricultura siguió siendo su acti-vidad principal, y el viejo esquema de dependencia con los hacendados y comer-ciantes españoles su cotidianidad. Por ello, en este escenario prevalecieron lasdiferencias y los antagonismos sociales.

La dirección hacia una sociedad más compleja donde además se multiplica-ban los medios de expresión y se ampliaba la posibilidad de debatir públicamen-te propició una mayor definición y difusión de las opiniones mayormente entreviejos sectores encontrados. La prensa durante estas dos décadas fue vocero deno pocos puertorriqueños que lanzaron su añejada ira contra los españoles y és-tos sus temores contra los símbolos americanizantes que encantaban a muchos.La hispanofobia se dejó sentir no sólo entre el liderato anexionista sino entrepuertorriqueños que celebraron el posible fin de la inmigración española, espe-ranzados en las estrictas leyes al respecto impuestas por el gobierno norteameri-cano. Su deseo era acabar con el predominio que este sector todavía ejercía en elcomercio local.

CRIOLLISMO E HISPANOFOBIA ENPUERTO RICO 1900-1920

Como veremos, el proyecto patriótico no siempre integró símbolos hispanistas,ni abrigó incluir en su programa un rescate de la cultura y la herencia hispanas.Después del 1898 en marcados sectores de la población puertorriqueña, se levanta-ron querellas contra la presencia española en la Isla y contra algunos de sus símbo-los más arraigados como era el catolicismo. Periodistas y escritores librepensa-dores o anexionistas aprovecharon la libertad de prensa para destacar las ventajasde la libertad de cultos y de expresión y utilizaron sus editoriales para denunciar elproyecto de hispanización de la elite culta y de sus amigos los comerciantes y pe-riodistas españoles. Los editoriales del semanario La Conciencia Libredonde pu-

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15 Sobre el tema de la elite culta y profesional del país ver Libia M. González,L’Elite cultivée àPorto Rico et la construction de l’identité «Nationale» (1860-1930),Tesis de doctorado, Université deParis I, 2000.

16 Ibidem y Libia M. González, «Entre el tiempo y la memoria: Los intelectuales y la construccióndel imaginario nacional en Puerto Rico, 1860-1898», Consuelo Naranjo Orovio y Carlos Serrano(eds.),Imágenes e imaginarios nacionales en el Ultramar español,Madrid, CSIC-Casa de Velázquez,1999, pp. 281-296.

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blicaban intelectuales como Mariano Abril y Rosendo Matienzo Cintrón, fue unode estos bastiones antiespañoles. De sus páginas salieron importantes denunciassobre el hispanismo, la espiritualidad y la personalidad del puertorriqueño. Uninteresante editorial titulado El Rábano por la hojaspublicado en 1918 expresa di-cho debate.

No somos antiespañoles, si por antiespañol se entiende aquel que por sistema condena,reniega y censura todo aquello que sea de procedencia hispana…El Tiempo [otro perió-dico]colabora con la colonia que ayuda a sostener su empresa…la pretención de espa-ñoles e hispanizantes atacados de hispanofilia de perpetuar en nuestro país la influenciaespiritual española en sus diversos aspectos económico social-religioso y político …Saben que hay una preconcebida determinación de españoles e hispanizantes para man-tener y alimentar en nuestro pueblo, un estado de alma hispana, con la excusa de con-servar nuestra personalidad como pueblo. Y esta afirmación la deducimos de la laborpro-hispania llevada a cabo por la Universidad de Oviedo y por un gran número de his-panófilos…Para conservar nuestra personalidad, no es preciso se derive exclusivamente de la fuen-te matriz, pues en verdad la personalidad puertorriqueña no existe, hay que crearla y porlo tanto, preferible sería formarla tomando como modelo matrices jóvenes y saludablesen vez de moldes decrépitos y en estado de descomposición.17

Otras publicaciones denunciaban lo perjudicial que resultaba al país el comer-cio español y la importación de mano de obra española. Un manifiesto publicadopor el doctor Germánico S. Belaval, residente en la ciudad de Ponce, en abiertoataque contra la hispanofilia, señalaba cómo los españoles burlaban a las autorida-des con la excusa de traer familiares para que se educaran y, en realidad, lo que in-tentaban era emplearlos en sus negocios. En 1920, Belaval escribía:

Los españoles que se amoldan a nuestro modo de vivir, a nuestras costumbres y necesi-dades que se confunden con nosotros, que realmente forman una familia puertorrique-ña, que sinceramente se conducen como puertorriqueños, sin pretender, por exclusivis-mos injustos, acaparar los negocios todos como fuentes de explotación para losespañoles exclusivamente: esos españoles no son un estorbo para nosotros los puertorri-queños. Pero los españoles que viven en nuestro país, que han hecho de nuestro suelo yde nuestro pueblo un instrumento para enriquecerse, sin dejar beneficio alguno, puestoque todo lo que ganan es para ellos y entre ellos lo gastan y se lo gozan; los españolesque pretenden imponernos un estado de alma española para fines especulativos...; losespañoles que por combinaciones de negocio excluyen a los puertorriqueños de esos ne-gocios porque no quieren perder el control de la fuerza del capital y privan al nativo decompartir los beneficios de esos negocios: esos españoles son más que un estorbo, sonuna calamidad pública, una epidemia que tenemos que combatir...Tenemos que gritar a voz en cuello que la tolerancia de la inmigración a nuestro país deextranjeros que vienen a trabajar es un verdadero crimen de lesa patria; es una traición

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17 Germánico S. Belaval, «El Rábano por las hojas»,La Conciencia Libre,24 de marzo de 1918, p. 1.

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para con el trabajador pueblo a quien le introducimos un competidor para luego decirleque emigre porque estamos demasiado poblados.18

Belaval combatía especialmente la inmigración de jóvenes españoles y se pre-guntaba: «¿qué beneficios podía reportarnos esos inmigrantes a quienes tenemosque educar en nuestras escuelas porque no saben leer ni escribir?». A su modo dever, éstos eran «unos analfabetas de un pueblo que avergüenza la civilización conun abrumador porcentaje de seres que ni siquiera conocen el alfabeto».19

HISPANISMO, LIRISMO Y HERMANDAD CONTINENTAL:JOSÉ DEDIEGO O «EL CABALLERO DE LA RAZA»

Como en España e Hispanoamérica, la defensa de la tradición hispánica co-menzó a gestarse en Puerto Rico desde principios del siglo XX a través de lasobras de intelectuales como José de Diego (1867-1918), Rafael Hernández Usera(1888-1946)20, Luis Llorens Torres (1878-1944)21 y Cayetano Coll y Toste, entreotros.

Con todo, tal parece que el más fervoroso paladín de la herencia española y elque mayor influencia ejerció en la juventud culta de la década de 1930 fue José deDiego, hijo de inmigrantes asturianos y conocido entre los intelectuales españolesy puertorriqueños como el «Caballero de la Raza». De Diego, a pesar de haber rea-lizado sus estudios en derecho, se distinguió como poeta y periodista y su obra decorte modernista fue divulgada en los principales rotativos y revistas literarias delpaís así como en algunos círculos intelectuales en Madrid, Barcelona y Cuba. Rea-lizó su carrera universitaria en Barcelona y en La Habana entre 1890 y 1897, don-de aparentemente entró en contacto con las ideas republicanas e independentistasque inspiraron buena parte de su obra.

En el campo de la política puertorriqueña, había figurado en el gabinete del efí-mero gobierno autonomista (1897) y luego del cambio de soberanía, en el lideratodel Partido Unión, en cuyas filas se distinguió como el principal ideólogo de laindependencia de la Isla, causa que defendió hasta su muerte en 1918. Su hispanis-mo más que intentar una definición sobre lo puertorriqueño, era un intento por vin-cular a Puerto Rico al mundo cultural iberoamericano y un arma de combate de suindependentismo para distanciar al país de las influencias norteamericanas.

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18 Germánico S. Belaval,Sobre la influencia española en América, por qué hay que combatirla,Ponce, The Ponce Printing Company, 1920, p. 4.

19 Ibidem,pp. 5-6.20 Este escritor que en Puerto Rico no ha sido muy estudiado se destacó en el mundo de las letras

españolas entre 1922 y 1926, período en que residió en Madrid y publicó enDe América y de España,una serie de ensayos periodísticos prologado por el Conde de Romanones donde exaltaba los valores dela cultura hispánica. Este libro fue celebrado en el medio intelectual madrileño y citado por los princi-pales ideólogos del iberoamericanismo en España. Sobre el impacto de su obra ver Constantino Suárez,La verdad desnuda sobre las relaciones entre España y América,Madrid, 1924, p. 181. Sobre el autorver Josefina Rivera de Álvarez,Diccionario de la Literatura Puertorriqueña,2 vols., San Juan, Institu-to de Cultura Puertorriqueña, 1974, vol. 2, pp. 739-741.

21 Sobre este autor y su obra ver el estudio de Arcadio Díaz Quiñones,El almuerzo sobre la hierba,Río Piedras, Ediciones Huracán, 1982.

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Para él la personalidad más concreta y trascendente de los pueblos latinos era lahispana y Puerto Rico como «rama, flor y fruto» del tronco ibérico debía indepen-dizarse de una nación sajona y en unión a todos los pueblos hispánicos equilibrar elprogreso del mundo.22 De este modo la emancipación de Puerto Rico era a su modode ver «un desgarrado grito por el honor de la raza española».23 Su visión sobre lopuertorriqueño era continentalista y universalista: los puertorriqueños estaban vin-culados al universo de la cultura hispánica y por lo mismo la liberación política dela Isla era una causa concerniente a todos los pueblos de la raza hispana.

Digámoslo franca y resueltamente: [escribía De Diego], la causa de los puertorriqueñoses la causa ibera, la causa iberoamericana, la causa de todos los españoles en Oriente yOccidente, en Europa y América y en toda la redondez del globo...¡y, si somos absorbi-dos, si desaparecemos, si nuestra vitalidad se consume y nuestra personalidad se extin-gue, quedará patente, como un túmulo, en las últimas soledades de nuestra historia, quela raza ibérica ha perdido la aptitud para la supervivencia y el genio con que ensanchósus límites, multiplicó los pueblos y glorificó los gastos del planeta!.24

104 LOS LAZOS DE LA CULTURA

Retrato de José deDiego, por el pintorespañol Fernando DíazMac Kenna.(Catálogo de las obrasde arte de la coleccióndel AteneoPuertorriqueño, 1976).

22 José de Diego,Nuevas Campañas,Barcelona, 1916, p. 362.23 Idem.24 Ibidem,p. 358.

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Su hispanismo, por otro lado, proponía a los puertorriqueños borrar el obscuropasado colonial español. Eran tiempos de amor a España, como lo expresa el si-guiente párrafo tomado de su ensayo «De mi patria y de mi raza». 25

No es tiempo ya de hablar del yugo, sino del amor de España. Yo fui partidario siempre dela independencia de mi tierra; pero debo reconocer que España fue la única nación que pu-do ostentar sobre mi patria un derecho legítimo de soberanía. No somos ya españoles, y nopodemos ser pertenencia de otra nación, sino pura e inquebrantablemente portorriqueños.

La glorificación de España en la obra de De Diego, como madre de la razapuertorriqueña y fuente de la civilización en América, fue como en el resto de laAmérica Latina un discurso esencialmente intelectual y poético. Su libro de poe-mas Cantos de Rebeldía (1916)reune su propaganda hispánica en versos. En ellosproyecta su amor a España, su afán en favor de la independencia de Puerto Rico,su patriotismo teológico, su antimperialismo y su ilusión sobre la unión antillana.Su poema A Españaexpresa la nostalgia:

A través del Atlántico desierto,veo tu imagen, que la niebla esfuma,rígida hundirse entre la blanca espumaCristo yacente en el sepulcro abierto...

¿Quién celebra en América tu muerte?¿Quién maldice el altar de tu memoria?¿Cuál de tus hijos te injurió con saña?

¡Ah, miserable ciego, que no advierte,como río de luz sobre la historiala mirada de Dios guiando a España!...

¡Oh madre de naciones! Llega el díade tu imperio feliz: de tu alma oriundos,cien pueblos glorifican tu destino...

¡Y, centro de la luz y la armonía,gira hacia ti, como hacia el Sol los mundos,el Universo de tu sol latino!26

Del mismo modo describe el duelo de la España vencida frente a Norteaméricaen su poema Hispánica:

Roja y amarillala hispana bandera,

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25 Ibidem,p. 336.26 José de Diego,Cantos de rebeldía,San Juan, Editorial Cordillera Inc., 1971, pp. 33-34.

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parece una hogueraque cambia y que brilla.

¿Por qué maravilla,si se hunde guerrera,nace otra altaneradonde ella se humilla?

Sublime es su dueloQue deja en la historiacon nuevos pendones,

¡azules de cielo,estrellas de gloria,sangre de Naciones!27

Su exaltación de la civilización hispánica y de los emblemas hispánicos here-dados del pasado español se revelan igualmente en su encarnizada metáfora delcordero y el águila trabajada en el poema La epopeya del corderoaparentementeinspirado en La epopeya del cóndor,del colombiano Aurelio Martínez Mutis,. Serefiere De Diego al escudo de armas otorgado a Puerto Rico por España desde1511 que hace alusión a la estampa bíblica del cordero de San Juan Bautista des-cansando sobre un libro rojo que representa el Nuevo Testamento. Este escudo quepor cuatro siglos fue la enseña más emblemática de la colonización española en laIsla fue sustituido en 1905 por otro que eliminaba símbolos como el cordero, elbanderín que llevaba las letras F e I de Fernando e Isabel, los castillos, leones, ban-deras y cruces de Jerusalén que recordaban la evangelización. La nueva orla en cu-yo fondo se destacaban las franjas de la bandera norteamericana, resaltaba el po-tencial agrícola del país y una luz en el horizonte acompañada de una inscripciónque convocaba al progreso. De Diego y otros miembros de la Cámara de Delega-dos combatieron desde este consejo y la prensa el cambio de la susodicha enseñahasta lograr que permaneciera el blasón hispánico, el cual aún prevalece como unode los emblemas principales del gobierno local28.

Al igual que el asunto del blasón, desde su silla legislativa De Diego planificóotros lugares de la memoria. Trabajó afanosamente para que la lengua españolaprevaleciera como lengua vernácula, legisló en 1913 para que el día 12 de octubrefuese declarado día de la recordación puertorriqueña, le dio el nombre de Ponce deLeón a una de las principales avenidas de San Juan y logró colocar en el calendariode fiestas el día de los Reyes Magos.29

Su memoria y su obra legislativa, sin embargo, para muchos puertorriqueñosno correspondía a la memoria colectiva de la mayoría. Sobre todo porque no pocos

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27 Ibidem,p.118.28 Ver la polémica en Delma S. Arrigotía,José de Diego, el legislador: su visión de Puerto Rico en

la historia (1903-1918),San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1991, pp. 290-291.29 Ibidem,p. 312.

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pensaban que el régimen español, al menos durante el siglo XIX, significaba elatraso y el atropello. Sobre este asunto llama la atención que mientras en AméricaLatina a raíz de los sucesos de 1898, la opinión pública se adhería a la causa espa-ñola, en la Isla los puertorriqueños daban vítores al nuevo soberano y, en el mundorural, los campesinos desencadenaban su encono incendiando y saqueando las pro-piedades de los españoles.30 En 1899, por ejemplo, un numeroso grupo de españo-les enviaron en octubre de 1899 una carta a la reina regente para solicitarle su de-fensa de los intereses de los españoles en Puerto Rico «que son amenazados porlos incendios y atropellos a los negocios, fincas y propiedades de españoles y por-que las autoridades americanas son indiferentes a lo que ocurre».31

Este hecho, sin embargo, fue minimizado en el discurso histórico de algunosintelectuales que como De Diego, se desbordaron en alabanzas y simpatías por elpasado español. Ricardo Campos y Juan Flores en su ensayo Migración y culturanacional puertorriqueñas: perspectivas proletarias(1981), indican que el ideal yla exaltación de la integridad étnico-cultural de José de Diego era «irremedia-blemente místico» ya que para la masa trabajadora molesta con la política centra-lista, la retórica hispánica carecía de sentido y de proyección social.32

Empero, las expresiones de afirmación hispánica de De Diego, algunas inspira-das en el discurso iberoamericanista de su maestro José Santos Chocano,33 fueron re-tomadas por algunos miembros de la generación de las décadas del 1930 al 1950, pa-ra quienes el poeta-político fue apóstol y maestro y sus obras fuentes de inspiración.

ESPAÑOLES Y PUERTORRIQUEÑOS EN LOS ESPACIOS DE LA CULTURA:PERIODISMO, TALLERES TIPOGRÁFICOS Y CONVERGENCIAS ATENEISTAS

Después de 1898 la población española en Puerto Rico se fue reduciendo de-bido en gran medida al retorno, a la muerte de la población más anciana y al in-significante número de nuevos inmigrantes para quienes las leyes sobre inmigra-ción y ciudadanía impuestas por los Estados Unidos dificultaban suestablecimiento en el país. De modo que para los años 1930 la población espa-ñola radicada en Puerto Rico, salvo en algunos casos, llevaba varios años resi-diendo en la isla y en su mayoría ya tenía algún vínculo familiar o de parentescocon la población nativa o con los inmigrantes del siglo anterior. Por otro lado, lacuantificación de la población española se hizo más dificil ya que una buena par-te de esta población, para proteger sus intereses comerciales y financieros, re-nunció a su nacionalidad para adoptar la ciudadanía norteamericana. Los que op-

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30 Ver Fernando Picó,1898: La guerra después de la guerra,Río Piedras, Ediciones Huracán,1988.

31 Carta dirigida al ministro de Estado en Madrid por el cónsul español en Puerto Rico en represen-tación de los ciudadanos españoles que se hallaban indefensos ante los «incendios y muertes» causadaspor los hijos del país a la colonia española, en Madrid, AMAE, legajo 2025, carta del 28 de agosto de1899.

32 Ángel Quintero Riveraet al., Puerto Rico: identidad nacional y clases sociales,Río Piedras,Ediciones Huracán, 1981, pp. 88-89.

33 José Santos Chocano visitó la Isla en 1913 y en una velada realizada en su honor leyó el poemade De Diego,La epopeya del Cordero que citamos más adelante. Ver José de Diego,Cantos de..., Opuscit., p. 355.

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taron por seguir siendo ciudadanos españoles representaban en 1935 unas 2,564personas, cifra insignificante si se compara con la población española en Cuba oen México para la misma fecha. En la ciudad de México, por ejemplo, para 1930la colectividad española ascendía a unos 50,000, cifra que en el total de la pobla-ción extranjera representaban un 32%.34

Las regulaciones del gobierno norteamericano al comercio europeo no impidióa un nutrido y sólido grupo de la comunidad española permanecer en Puerto Ricoy figurar para mediados de la década del 30 entre los nombres de los comerciantes,banqueros y dueños de centrales azucareras más poderosos del país. En San Juan,por ejemplo, buena parte del comercio de víveres, textiles, zapatos, artículos de lu-jo y libros, así como las grandes empresas fundidoras de acero, importantes com-pañías aseguradoras y las principales líneas de transporte marítimo pertenecían aespañoles mayormente asturianos, catalanes, vascos y mallorquines35.

El periodista José Pérez Lozada, gaditano establecido en la Isla desde 1900, afir-maba en 1930 que la pequeña colonia española en Puerto Rico valía noventa millo-nes de dólares si se tomaban en cuenta sus propiedades y el capital que poseía. PérezLozada, orgulloso de su estirpe afirmaba además que progresos como la introduc-ción del tranvía en el siglo XIX y la construcción de la infraestructura de los grandescomercios en las principales ciudades del país aún bajo la dominación norteamerica-na, eran autoría de los miembros de esta colonia. Estos «hombres laboriosos, em-prendedores, llenos de iniciativas y de nobles ambiciones», estaban, según Pérez,vinculados a la vida del país en tal manera «que constituyen una fuerza de incalcula-ble resistencia» para que el país conservara su fisionomía hispánica.36

A la par con sus actividades financieras este grupo se destacó en el país por susobras filantrópicas y por su apoyo al estudio y divulgación de los valores hispáni-cos. Así en sus tertulias en la Casa de España o en sus casinos localizados en lasprincipales ciudades de la Isla, éstos actuaron como emisarios y custodios de latradición hispana. En el mundo de las letras y las artes, su aportación fue determi-nante sobre todo por su colaboración con el Departamento de Estudios Hispánicosde la Universidad de Puerto Rico y por auspiciar actividades culturales en las cua-les figuraban personalidades reconocidas del mundo del arte y de la literatura es-pañola. En 1928, por ejemplo, miembros de esta comunidad integrados por Segun-do Cadierno, José Pérez Lozada, Miguel Such y el Cónsul Luis Villas y Villarealformaron junto a algunos puertorriqueños y con el consentimiento del gobierno deHorace M. Towner, un comité para representar a Puerto Rico en la Exposición Ibe-roamericana de Sevilla. Esta actividad, también conocida como el «torneo interna-cional de los pueblos de la misma raza», fue organizada en España por los miem-bros de la Unión Iberoamericana entre los que figuraban Ramón Menéndez Pidal,Américo Castro, Ramiro de Maetzu, Tomás Navarro Tomás, Eugenio D’Ors y elespañol residente en Puerto Rico, Rafael Fabián, entre otros. La exposición busca-

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34 T.G. Powell,Mexico and the Spanish Civil War,University of New Mexico Press, Albuquerque,1981, p. 26.

35 Ver Antonio Blanco Fernández,España y Puerto Rico 1820-1930,Puerto Rico, Tipografía Can-tero Fernández y Co, 1930.

36 «Lo que es, lo que vale y lo que representa la colonia española en Puerto Rico»,Boletín Infor-mativo de la Cámara Oficial..., Opus cit.,1930, p. 9.

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ba perpetuar la solidaridad afectiva entre los pueblos de estirpe hispana, «median-te la conservación en la mayor pureza posible de los vínculos tradicionales e histó-ricos y propugnar el establecimiento de nuevos lazos a tono con la evolución delos tiempos».37

Dentro de la comunidad española un sector bastante ligado tanto a la elite cultacriolla como a toda la población lectora fue el vinculado a la prensa. No exagera-mos si afirmamos que para principios de la década de los 30 buena parte de las im-prentas, tipografías y librerías existentes en la Isla pertenecían a españoles. Estaseran las principales distribuidoras de las revistas y períodicos que se publicaban enEspaña y en Puerto Rico, permitiendo de este modo a la comunidad española estaral tanto de lo que ocurría en su país y a la población lectora de la Isla conocer losúltimos aconteceres políticos y literarios en ambos mundos.

Los libros, revistas y periódicos españoles que circulaban en la Isla se adquirí-an en las librerías Campos y Santa María en San Juan. En esta última se compra-ban los periódicos ABC, el Diario de Sevilla, el Semanario Gráfico de San Sebas-tián y materiales relacionados con la geografía española tales como mapas yfotografías.38 La Librería Campos, por su parte, propiedad del español republicanoFelipe Campos, además de ser la principal distribuidora de libros españoles en laisla fue la primera en editar las obras de los escritores puertorriqueños a partir de1929 y en iniciar la reedición de las obras de los autores más relevantes del sigloXIX del país. Estas publicaciones que circulaban bajo la firma de «EdicionesPuertorriqueñas» intentaban difundir «la cultura del país» en Europa y en Améri-ca, y de esta manera contribuir al proyecto de rescate y elaboración del patrimoniocultural isleño que para entonces se hallaba disperso y desconocido para la mayo-ría de los puertorriqueños.39 Más tarde, con el advenimiento del Estado Libre Aso-ciado de Puerto Rico en 1952, muchas de estas obras fueron reeditadas y converti-das en libros de texto por la Editorial del Departamento de Instrucción Públicapara ser utilizadas como parte de los programas de Español y Estudios Sociales.

Igualmente en el periodismo entre 1900 y 1940 se destacaron algunos miem-bros de la comunidad española. Aunque para principios de siglo ya existía en Puer-to Rico una tradición periodística, se trataba en la mayoría de los casos de rotati-vos comprometidos políticamente y en gran medida limitados a tratar los asuntosconcernientes al país.

Asimismo, antes de 1917 entre los españoles circulaban algunas publicacionespequeñas que atañían casi exclusivamente a los intereses de su comunidad. Entreéstas cabe mencionar los periódicos como La República Española, órgano de laLiga de Republicanos Españoles en la Isla publicado entre 1905 y 1910, y la revis-ta antimonárquica Los Quijotes, publicada en los años 20.

La circulación en 1910 de la revista gráfica Puerto Rico Ilustradofue, sin em-bargo, el primer vehículo publicitario que logró integrar a la población culta de laIsla con la comunidad española ya que ésta no se circunscribía a ningún círculo ét-

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37 Ver El Libro de oro iberoamericano, catálogo oficial y monumental de la exposición de Sevilla1929-1930,editado por la Unión Iberoamericana, Madrid, 1930, p . XXI.

38 Ver anuncio de esta librería en la revista Avance, año III, núm. 2, San Juan, febrero de 1939, p. 24. 39 Ver la revista Índice, p. 303.

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nico o político, sino que a tono con los estilos modernos y a guisa de crónica socialretrataba al mundo culto y refinado de toda la Isla. La misma fue creada por el es-pañol de origen canario, Romualdo Real, quien había llegado a Puerto Rico en1902 y, que junto a sus hermanos Cristóbal y Matías, se había dedicado al negociode la imprenta y del periodismo siguiendo la tradición de su familia en Canariasdesde el siglo anterior. Esta revista se convirtió desde sus comienzos en taller yprincipal vehículo de expresión de la intelectualidad puertorriqueña, sobre todo enlo que concernía a su producción literaria.

Tras la Primera Guerra Mundial, el periodismo cambió en el país, debido enparte a la necesidad de los lectores de seguir los eventos del conflicto. Esto dio lu-gar al surgimiento de una nueva prensa noticiosa con información local e interna-cional. Los pioneros de este periodismo fueron los españoles José Pérez Lozada yRomualdo Real quienes, respectivamente, fundaron en medio del fragor de la gue-rra los periódicos El Imparcial (1918) y El Mundo(1919).

Con todo,El Imparcial se convirtió también en el principal órgano de propa-ganda hispánica y en sus páginas no faltaban temas sobre la actualidad españolaasí como toda clase de reflexiones destinadas a resaltar los valores heredados deEspaña en Puerto Rico. La cita siguiente, publicada durante todo el mes de no-viembre de 1930, demuestra el esfuerzo de la dirección del periódico por afianzarlos vínculos afectuosos y turísticos entre la exmetrópoli y la antilla: ¡Puertorrique-ños: ningún país como España es una síntesis gloriosa de cuanto hay amable en elmundo. Una visita a España es un acto de afirmación racial!40

Estos medios y la revista Puerto Rico Ilustradofueron espacios fecundos en laformación y desarrollo intelectual de los jóvenes escritores puertorriqueños. A tra-vés de ellos pudieron no sólo iniciarse en el mundo de la creación literaria sinocultivar el español y comunicarlo a la mayoría de la población lectora en una épo-ca en que la imposición del inglés representaba un rudo golpe a la lengua materna.«Eran tiempos borrascosos» –como lo expresaba el propio Pérez Lozada–, «o elpueblo se dejaba fascinar por el espectáculo grandioso del formidable país que ve-nía en su conquista, o se reconcentraba en sí mismo y afirmaba su personalidadcon heroica resistencia».41

Ciertamente para la juventud culta puertorriqueña de las décadas de 1920 a1930 los españoles vinculados al periodismo como Manuel Fernández Juncos, Jo-sé Pérez Lozada, Sebastián Dalmau Canet y los hermanos Cristóbal y RomualdoReal eran entre otros, algunos de sus más «conspicuos mentores».42 El siguientetestimonio del cuentista Antonio Oliver Frau, titulado «Don José Pérez Lozada ynuestra generación literaria», es una manifestación fehaciente de la admiraciónque su generación profesaba al «maestro»:

Conocí personalmente a don José Pérez Lozada, una tarde lejana y emotiva del otoñodel año de 1920...

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40 El Imparcial, San Juan, nov. de 1930.41 Isabel Cuchi Coll, «Un español nuestro: José Pérez Lozada»,Puerto Rico Ilustrado, 16 de octu-

bre de 1937, pp. 20.42 Avance,año I, núm. 17, 15 de octubre de 1937, pp. 7-8.

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Me tentaba el veneno de la literatura, y lo devoraba en versos y prosas, a copas llenas,metido en las montañas de Lares43...Me recibió como a un padre a su chico, que regresa de recorrer mundo...Con un elogio tan fervoroso, tan pleno y abundante, para mi obra incipiente, que mi co-razón de rapacillo aventurero, se abrió en flores de agradecimiento...Yo casi me creí en aquella jornada, que no existían otros escritores noveles,...¡Pero los había y buenos!...Samuel R. Quiñones...Vicente Géigel Polanco, Emilio S. Belaval,... Atodos nos conocía...Nos fue catalogando; abriendo los caminos del ensueño; trazandolos rumbos certeros...Y en esa labor fue padre espiritual y orientador de toda nuestra ge-neración...Fue el último Gran Capitán de las Letras Españolas, que quedó de Centinela,como custodio de todos los tesoros de centurias y milenios de cultura, que España lega-ra a nuestra tierra.44

Como Oliver Frau, José Dávila Ricci, médico de profesión, poeta y periodista,en un emotivo duelo por la muerte de José Pérez Lozada, escribía:

Yo he venido modestamente a expresar al que ya no existe, la enorme deuda de nuestroreconocimiento: lo mismo que vosotros, poetas y escritores y periodistas puertorrique-ños, compañeros y contemporáneos míos y de los hombres de nuestra Casa(Ateneo), dequien fue Pérez Lozada inspirador modelo con su cátedra de periodismo y honesto ejer-cicio de la profesión literaria, a quienes él hizo entrever un nuevo horizonte, poblado deensueños...Puerto Rico entero llora al inolvidable creador de páginas patrióticas, la literatura puer-torriqueña al Maestro, la sociedad de periodistas al padre...45

EL ATENEO PUERTORRIQUEÑO: EL ARCHIVO DE LA MEMORIA

En el Ateneo considerado por algunos como la primera universidad puertorri-queña, también convergieron españoles y puertorriqueños. Si bien merece señalar-se que la mayor parte de sus miembros fueron profesionales e intelectuales puerto-rriqueños, entre ellos se destacaron españoles vinculados a las letras y alperiodismo que llegaron a ocupar importantes puestos en la Junta de directores yque colaboraron en los diversos programas de divulgación cultural de la institu-ción, como el periodista y escritor de origen asturiano Manuel Fernández Juncos,presidente en1903, Ángel Rivero, secretario de la Junta en 190446 y José Pérez Lo-zada, vocal de la Junta en 1905. Otros españoles, como los publicistas RomualdoReal (canario) y los mallorquines Ignacio Guasp y Sebastián Dalmau y Canet, fue-

MEMORIA Y REPRESENTACIÓN: ESPAÑA EN PUERTO RICO 1900-1930 111

43 Lares es un pueblo del centro montañoso de Puerto Rico.44 Antonio Oliver Frau,«Don José Pérez Lozada y nuestra generación literaria»,Puerto Rico Ilus-

trado, 16 de octubre de 1937, p. 22.45 Revista Avance, año I, núm. 17, 15 de octubre de 1937, p. 8A.46 Memoria de los trabajos realizados en el Ateneo Puertorriqueño durante los años 1904 y 1905

presentada a la Directiva del Ateneo y a la Junta General de Socios.

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ron colaboradores y benefactores de la institución .47 A éstos se le unió más tardeel pintor Fernando Díaz Mackenna.

Las obras de Fernández Juncos y las de Díaz Mackenna fueron muy significati-vas para el proyecto cultural de la elite culta local. Fernández Juncos, además deser uno de los periodistas más prolíficos del país, fue fundador de la Biblioteca In-sular de Puerto Rico y autor de una serie de libros claves para que los niños delpaís continuaran estudiando la lengua española después de 1898. En esta línea pu-blicó Los primeros pasos en castellano, texto que por décadas se utilizó en PuertoRico en la enseñanza del español elemental. Además, entre sus trabajos se halla elprimer cancionero ilustrado dirigido especialmente a los niños en edades escolaresde la América Meridional con temas sobre la tierra natal, la patria y España. En elmismo, todas las canciones son en español salvo el Himno Nacional de EstadosUnidos y una canción folklórica norteamericana. Este cancionero, realizado juntoal músico y compositor puertorriqueño Braulio Dueño Colón, circuló en la Isla pa-ra 1901.

Díaz Mackenna, por su parte, formó parte junto a artistas locales de los pinto-res que plasmaron en el lienzo los rostros de importantes figuras del panteón na-

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Retrato de EugenioMaría de Hostos, por elpintor españolFernando DíazMacKenna.(Catálogo de las obrasde arte de la coleccióndel AteneoPuertorriqueño, 1976).

47 Arturo Gómez Costa, «Los Lunes del Ateneo y el Modernismo en Puerto Rico»,Boletín de laSociedad de Autores Puertorriqueños,enero-diciembre 1976, p. 7.

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cional que se exhiben en la Galería de los Próceres del Ateneo. Entre ellos algunoshombres y mujeres que integraron la elite culta criolla del siglo XIX. La mayorparte de su obra fue realizada entre las décadas de 1910 y 1920 y entre sus cuadrosfiguran los retratos del historiador Salvador Brau, del poeta José de Diego, del po-lígrafo Federico Degetau, del ensayista Rafael del Valle, del educador y políticoEugenio María de Hostos, del autonomista Luis Muñoz Rivera, de la poetisa LolaRodríguez de Tió y del compositor Manuel Gregorio Tavárez.48

En el Ateneo, los lazos de hermandad entre españoles y puertorriqueños quecomponían una minoría culta en algunos círculos de San Juan fueron cultivadosdesde principios del siglo XX. Para ellos la construcción de la memoria históricadel país echaba al olvido las brechas decimonónicas entre peninsulares y criollos,las mismas que provocaron candentes debates, persecución política, duelos, encar-celamiento e incluso la tortura física de muchos puertorriqueños. Esta fraternidad–poco observable en el siglo XIX– era la misma que dio lugar a que, por ejemplo,en 1908, el historiador puertorriqueño Cayetano Coll y Toste fuera nombrado so-cio de mérito por el Casino Español de San Juan49 y la misma que motivó al ma-

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Retrato de Luis MuñozRivera, por el pintorespañol Fernando DíazMacKenna.(Catálogo de las obrasde arte de la coleccióndel AteneoPuertorriqueño, 1976).

48 Ver «Inventario de las obras pictóricas más importantes que se conservan en edificios públicosde San Juan de Puerto Rico»,Boletín de la Academia de las Artes y las Ciencias de Puerto Rico, vol. V,año de 1969, pp. 191-197.

49 Revista Cervantes, 30 sept. 1908, p. 6.

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llorquín Sebastián Dalmau Canet a publicar su obra Próceresen donde rendía tri-buto a algunos de los autonomistas criollos más destacados del siglo XIX.

PUERTORRIQUEÑOS Y ESPAÑOLES: PATRIOTISMO Y CONFRATERNIDAD1930

En la década de los 30, las aversiones que pudieran existir entre algunos puer-torriqueños como Germánico S. Belaval contra la minoría pero poderosa comuni-dad de españoles en el país parecen suavizarse. La depresión económica luego dela Primera Guerra Mundial y en el mundo local la desesperanza en que dejaron alpaís los huracanes San Felipe (1928) y San Ciprián (1932), así como los aconteci-mientos políticos españoles (la Guerra Civil española) fueron factores que contri-buyeron en cierto modo a la conciliación de algunos sectores en otro tiempo anta-gónicos. Los lazos, sin embargo, se estrecharon aún más principalmente entreespañoles y puertorriqueños cultos quienes añadieron a la lírica y a la nostalgiaque les caracterizó en las décadas de 1900 a 1920 un tono denunciatorio. A ambosles unía una especial añoranza sobre el campo sobre todo tras las crisis de bajosprecios y de financiamiento en el azúcar y el tabaco y por las pérdidas del café.

Los intelectuales divulgaron en sus escritos la crisis del país y expresaron enbuena medida las mismas quejas y demandas del sector industrial español másafectado por la incertidumbre de los mercados. En una época en que resultaba muycomplejo descifrar qué era lo puertorriqueño y qué era lo español, los reclamos so-

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Retrato de LolaRodríguez de Tío, porel pintor españolFernando DíazMacKenna.(Catálogo de las obrasde arte de la coleccióndel AteneoPuertorriqueño, 1976).

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bre lo propio cobraban matices diversos. El acento de la elite culta se colocó en de-nuncias sobre las condiciones de vida del trabajador, la pérdida de la tierra por ladeuda de contribuciones, en el monopolio ausentista de los inversionistas y en laurgencia de rescatar viejos mercados. Sobre estos temas escribieron intelectualescomo Vicente Géigel Polanco, Vicente Paniagua Picazo y Miguel Meléndez Mu-ñoz en la revista Índice, en reclamo de autonomía para decidir tratados de comer-cio con naciones extranjeras. Géigel, quien también señalaba la desorientación po-lítica del país por sus fragmentaciones ideológicas-partidistas, comentaba en undiscurso similar al de los principales comerciantes españoles en la Isla, que elprincipal factor de la pobreza en el país era el arancel de aduanas50, el cual –decía–«obstaculiza toda iniciativa industrial por la fiera competencia del productor yan-qui».51 El problema que también denunciaba Dionisio Trigo, presidente de la Cá-mara Oficial Española de Comercio en Puerto Rico, era que el mercado de PuertoRico se estaba perdiendo para las importaciones españolas y extranjeras y que el90 por ciento de la exportaciones insulares iban a parar a los Estados Unidos. Géi-gel lo explica de la siguiente manera:

En las relaciones comerciales entre Puerto Rico y Estados Unidos no rige el arancel.Prevalece el libre cambio. La tarifa sólo tiene aplicación en nuestras relaciones con losdemás países...son altos los tributos aduaneros impuestos sobre los artículos de consu-mo diario en Puerto Rico, que levantan una barrera infranqueable en nuestro intercam-bio comercial con las demás naciones, de tal suerte que más que una reglamentación, elarancel tiene el alcance de una disposición prohibitiva en lo que concierne a nuestro co-mercio extranjero.52

Del mismo modo señalaba cómo los productos de mayor consumo general en elpaís –de tradición hispánica– como el arroz, las papas, el bacalao, las habichuelas, elaceite de oliva, los tejidos de algodón debido a la encarecida protección arancelaria,se hacían excesivamente costosos para los consumidores locales. Apuntaba tambiénque la Isla se había convertido en factoría azucarera en detrimento de otros cultivos yque la falta de protección para los cultivos «genuinamente puertorriqueños», el lati-fundio y la refacción, llevaron a muchos propietarios a convertirse en jornaleros, loque, a su juicio, era la tragedia del pueblo que «de señor que era de sus tierras, ha pa-sado a la categoría de jornalero de su propia heredad».53

El lamento de Géigel Polanco –destacado en los 1930 por sus posturas de rei-vindicación social de la masa puertorriqueña54– expresaba en buena medida losmismos infortunios que alegaban algunos comerciantes y propietarios españoles aquienes la política norteamericana perjudicaba sus intereses comerciales y encare-cía sus importaciones y exportaciones entre Europa y Puerto Rico. También repre-

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50 Apartemente el arancel al que se referían Géigel y Trigo era el impuesto por los Estados Unidosa los productos de importación en la década de los veinte. Aunque no lo expresan este arancel pudo serel Fordney-McCumber Tariff (1922) o el Smoot-Hawley Tariff (1930).

51Vicente Géigel Polanco, «El arancel de aduana: factor de la pobreza en Puerto Rico»,Índice, SanJuan, febrero de 1931, p. 367.

52 Idem.53 Ibidem, p. 369.

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sentaba en cierto modo el sentir del agricultor nativo que ya desde la década de1920 mostraba desconfianza en las promesas e ilusiones de los políticos liberaleslocales55. Dionisio Trigo en una comunicación al Ministro de Comercio e Industriade España sugería la negociación de un Tratado comercial especial que fijara tari-fas arancelarias más bajas para los productos españoles:

Es una realidad que hay que afrontar, mirando el peligro cara a cara y buscándole un enér-gico remedio. Es preciso, ya que no recuperar la parte que hemos perdido, de aquel mer-cado, por lo menos conservar la parte nuestra, la que hemos de considerar indefectible-mente española, porque corresponde a una marcada deferencia del público consumidorpor los productos de nuestra agricultura y de nuestra industria.No puede achacarse todo el daño, a maniobras de países competidores para desplazarnuestros artículos, sino que tiene también como causa inmediata la prolongada crisis quesufre la Isla y que disminuye sensiblemente su capacidad adquisitiva, obligando a buscarartículos de menor precio. Esto impone el sacrificio de sus preferencias por los productosespañoles, ya que éstos tienen que luchar contra el muro del Arancel Norteamericano.56

Trigo en este documento enumeró igual que Géigel los artículos de preferenciade los consumidores puertorriqueños. Entre ellos figuraban productos españolespara la dieta, la belleza y el aseo que por tradición se empleaban en la cotidianidady hasta la religiosidad de la gente y que se hacían cada vez más inaccesibles debi-do a sus altos costos.

Los artículos españoles de mayor consumo en Puerto Rico, – indicaba– son: garbanzos,arroz brillado de Valencia, pimientos morrones en conservas, patatas, salsa de tomate,cebollas, aceite de oliva, turrones, confituras, uvas, papel de cigarrillos, pasas, jabón deCastilla, vinagre, chorizos, agua de azahar, abanicos, barajas, perfumería, mantillas, al-caparras, brandy, vinos y licores en general.57

Para la década de 1930 España figuraba entre los principales países importado-res de mercancías de Puerto Rico pero su mercado era inferior al de otros países

116 LOS LAZOS DE LA CULTURA

54 Algunos de sus trabajos para la época fueron Apuntes acerca de la legislación social de PuertoRico, San Juan, Negociado de Materiales, Imprenta y Transporte, 1936 y Legislación social de PuertoRico, San Juan, Negociado de Materiales, Imprenta y Trasporte, 1936. Su fe en las masas se recoge enel siguiente fragmento: «A estas horas de la civilización no bastan las minorías ilustradas, que siempreterminan por erigirse en usurpadoras de todos los derechos. Hemos menester de masas cultas, de mu-chedumbres conscientes de su civilidad...», «La integración nacional»,El despertar de un pueblo, SanJuan, Biblioteca de Autores Puertorriqueños, 1940, p. 57.

55 Silvia Álvarez Curbelo en su artículo «Un discurso ideológico olvidado: Los agricultores puerto-rriqueños (1924-1928)»,Op. Cit. Boletín del Centro de Investigaciones Históricas,núm. 2, Río Pie-dras, 1986-87, pp. 143-160, plantea cómo los agricultores puertorriqueños del azúcar y el tabaco sefueron organizando en torno a la Asociación de Agricultores de Puerto Rico para defender su grupo yllevar sus reclamos directamente a Washington en declarada desconfianza a los líderes, muchos de ellosabogados, que encabezaban el partido liberal aliancista, tradicionalmente autodenominado portavoz delos intereses de los puertorriqueños.

56 «Sugerencias para la negociación de un Tratado»,Boletín Informativo de la Cámara Oficial Es-pañola del Comercio en Puerto Rico, núm. 6, San Juan, junio-julio-agosto 1935, p. 5.

57 Idem.

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europeos y sobre todo al americano. El comercio insular con España, a pesar de laactividad de los españoles era poco significativo, aún en la exportación de café cu-yos principales compradores eran Alemania, Italia y Bélgica.58 Al respecto merecerecordarse que entre las trabas a este comercio se hallaban los aranceles de aduanaque pesaban también sobre los productos de Puerto Rico y Cuba en España.59 Contodo, en los años treinta las inversiones centralistas de los españoles y puertorri-queños se quebraron con la debacle de los precios y porque entre 1925 y 1926 losazucareros españoles se vieron obligados a vender a corporaciones norteamerica-nas al menos cinco de sus centrales principales.60 Esta crisis aparentemente contri-buyó a que los lazos entre españoles y puertorriqueños con intereses en el azúcarse alinearan contra los inversionistas norteamericanos.

Si la situación azucarera de los treinta animó los recuerdos de épocas mejores,también las agonías, desilusiones y pérdida de estatus de los antiguos productores,consumidores y comerciantes del café, contribuyeron a la evocación de un pasadoen el que lo hispano cobró un papel destacado. El comerciante asturiano EnriqueBlanco Fernández escribía en plena época de morriñas sobre el pasado, un emoti-vo artículo titulado,La tierra del café, ¡Cuando éramos ricos!:

Eramos ricos, por la opulenta validez y el prestigio mundial de este producto incompa-rable... No hacían falta los Bancos, porque en cada una de las poblaciones depositariasdel rico grano de oro, existían varias instituciones mercantiles de mayor prestigio y soli-dez que algunas de aquellas funestas sucursales de Bancos transhumantes, a las que elsufrido acreedor señaló con el índice amenazador, como causantes de la inolvidable ca-tástrofe que todavía estamos sufriendo y lamentando.Puerto Rico gozaba hace más de treinta y cinco años, en los famosos mercados de Euro-pa de ilimitado crédito...Era el crédito del café; era el crédito del azúcar, era el prestigio también de nuestra yaentonces afamada industria tabaquera...61

La evocación de Blanco a viejos tiempos de bonanza, armonizaba con la líri-ca de algunos intelectuales puertorriqueños como Luis LLorens Torres, abogadoy heredero de una hacienda cafetalera de 562 cuerdas en el pueblo de JuanaDíaz62, que desde la ciudad construía sueños sobre el campo, denunciaba la po-

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58 Annual Book of Statistics 1934-35, Government of Puerto Rico, Department of Agriculture andCommerce, 1935, p. 153.

59 Este era uno de los principales reclamos de los comerciantes mallorquines después de la GuerraHispanoamericana. En el 1899, Alberto Rusiñol llamaba la atención a la Junta de Comercio de Expor-tación de Madrid sobre los altos costos de los productos de las antiguas colonias con los que no existí-an tratados de comercio. Por ejemplo el café de Venezuela pagaba una tarifa inferior al de Puerto Ricodespués de 1898. Ver Boletín de la Cámara de Comercio de Palma de Mallorca, 1899, p.132.

60 Juan A. Giusti Cordero, «En búsqueda de la nación concreta: el ‘grupo español’ en la industriaazucarera de Puerto Rico, 1890-1920», Consuelo Naranjo, Miguel Ángel Puig-Samper y Luis M. Gar-cía Mora (eds.),La nación soñada: Cuba, Puerto Rico y Filipinas ante el 98, Madrid, Ediciones DoceCalles, 1996, pp. 211-224.

61 Ver Boletín Informativo de la Cámara Oficial Española de Comercio en Puerto Rico..., Opuscit., p. 12.

62 AGPR, Libros de Hacienda, Juana Díaz, 1905-1906, Inscripción 715.

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breza y cantaba al cafetal. Tres estrofas de su poema Cogedoras de caféexpre-san este idilio:

Hora de mariposas en el rosal.Ripian las cogedoras el cafetal.Todas llevan al cinto la canastillaen que rompe y desgrana cada varillasu rosario de cápsulas de coral...

Trova una anciana:-El ave del alma míava y viene con la misma melancolía;y el aroma del grano de la montaña,a la montaña vuelve, al rayar el día,con el humo que sale de la cabaña.

Así, horas. Los arbustos rinden sus granos.Los rosales silvestres rinden sus rosas.Y la tarde se engulle de empeños vanos:buscan que buscan rosas las mariposas;buscan que buscan granos las ebrias manos.63

De esta manera el poeta retrató escenas de una cotidianidad donde el café, pro-ducto que en antaño pertenecía al mercado ahora escaso, era fruto del recogido arte-sanal que con «ebrias manos» buscaban y buscaban granos para el consumo diario.64

Esta expresión que evoca al mundo cafetalero y al paisaje tierra adentro motivólos más sonoros lamentos en la música, la pintura, la poesía y en casi todas las ma-nifestaciones del mundo intelectual que con gran nostalgia señalaba las pobrescondiciones de vida del jíbaro en contraste con la belleza de los campos. La pintu-ra de Ramón Frade León y su cuadro El pan nuestro (1904) es quizás la manifesta-ción pictórica más afin a esta corriente que se observa en las diferentes expresio-nes de la creación por lo menos hasta la década de 1950.

El espíritu crítico y cambiante de la sociedad que captó el intelectual de lostreinta y el empalme de valores hispánico-puertorriqueños frente a la política eco-nómica generada por los Estados Unidos en Puerto Rico lo expresa abiertamenteel siguiente artículo de Antonio Paniagua Picazo publicado en Índiceen 1931:

Al finalizar la centuria pasada la isla de Puerto Rico por su estructura social y económi-ca era una nacionalidad. Nuestro mestizaje racial había llegado a un punto de saturacióny la economía isleña pequeña en lo atinente al numerario, tenía una segura y honda raíz.La ausencia de grandes entidades bancarias era notoria, y no había la extensión del cré-dito que hizo la estructura económica actual, aparatosa e inadecuada para nuestros mo-destos menesteres de pueblo pequeño.

118 LOS LAZOS DE LA CULTURA

63 Luis LLorens Torres,Alturas de América, San Juan, Editorial Cordillera, 1970, p. 118.64 Para un estudio sobre la obra de corte modernista de LLorens ver Arcadio Díaz Quiñónes,El al-

muerzo..., Opus cit

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El año de 1899 se hunde como una saeta envenenada en la economía puertorriqueña. Lacapacidad adquisitiva del propietario desaparece y su menudo ingreso en calidad de jorna-lero lo invierte en la tienda o central. El comercio del pueblo o villorio perece por inani-ción. La riqueza se agrupa en un sólo núcleo productor que desplaza al pequeño propieta-rio y aísla al profesional. El organismo preponderante es el latifundio. El tiene susprofesionales. Los profesionales que no ha menester la corporación se trasladan a la capi-tal de la isla donde encuentran mayor actividad. El comerciante ve la quiebra y de estemodo se limitan las posibilidades de una legión de hombres cuyas funciones estaban yadebidamente circunscritas. El proceso centralizador de la riqueza conducen a toda una co-munidad que tenía bien definida su personalidad hacia un estado social de servidumbre.65

Las afirmaciones de Paniagua sobre la definición de la personalidad social dePuerto Rico en el siglo XIX, correspondían a una sociedad donde el comerciante delpueblo, generalmente peninsular o extranjero, controlaba el crédito y las cosechas através de la refacción y la hipoteca debido a la ausencia de entidades bancarias. Lostrabajos de Fernando Picó Libertad y servidumbrey Amargo Café, prueban cómo elhacendado y el comerciante del siglo XIX a través del empréstito se hacía llegar elproducto o mano de obra atando tanto a pequeños propietarios como a jornaleros enuna relación de servidumbre disfrazada de compadrazgo. Este sector privilegiado delXIX, fue por lo tanto, uno de los más afectados por la llegada de bancos a la Isla y porel sistema capitalista de la gran empresa que debía al menos cumplir con unos salariosy derechos de los trabajadores. La centralización del comercio sobre todo en las ciu-dades y zonas portuarias atentó contra la cultura del hacendado, su dominio local ysus relaciones patriarcales y especulativas. Por ello, en la época de mayor crisis comoen la de los treinta, son éstos, antiguos comerciantes y hacendados muchos de ellospeninsulares o de origen peninsular, los que juntos a los puertorriqueños defienden elalma hispánica y pretenden recuperar el pasado.

Los treinta, años de crisis y desalojos, fueron, por otro lado, tiempos de la her-mandad y de la conciliación. José Coll Cuchí, abogado, escritor y uno de los fun-dadores del Partido Nacionalista, lo expresaba en su mensaje en ocasión de lainauguración de la Casa de España en Puerto Rico:

Después de cuatro siglos de vaivenes de la Historia, es español este pueblo por su habla,por su sangre y por su tradicional civilización, siendo el idioma el que da vida real alpensamiento... Nuestros abuelos unieron con el hilo de su existencia la península ibéri-ca, en donde se meció su cuna, y esta isla del Caribe, en donde se abrió su tumba. Eseenlace de ambos mundos echó los cimientos del pueblo puertorriqueño... La obra delpasado, cimentada por el sacrificio de nuestros abuelos, está engrandecida por los quevivimos aquende el Atlántico, para honra y gloria de las Españas de ambos mundos... Alhablar de España, mi mente concibe los conceptos superiores de raza y de civilización,que unen los pueblos separados por el solar de nacimiento. Puedo yo estar tan orgullo-sos de mi sangre como de mi patria: tan mía es la una como la otra.66

MEMORIA Y REPRESENTACIÓN: ESPAÑA EN PUERTO RICO 1900-1930 119

65 Índice, año II, núm. 24, marzo de 1931, p. 386.66 José Coll Cuchí,Discurso con motivo de la inauguración de la Casa de España en Puerto Rico,

San Juan, 1935.

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CONCLUSIÓN

Aunque para el período estudiado las fraternidades entre españoles y puertorri-queños contribuyeron a alimentar los lazos fraternos que la lírica hispanoamerica-na exaltaba, hay que tener en cuenta que en estos años la hispanofilia fue retomadacomo parte del proyecto cultural. La puertorriqueñidad rescató parte de la herenciahispana al mismo tiempo que se presentaba como un elemento propio. El proyectode rescate del pasado, si bien rememoró los valores traídos de la colonización tam-bién redundó en el olvido de los malos tiempos, a la vez que le aseguró un espacioen la historia del país a la elite criolla liberal y culta del siglo XIX. En este sentidola prensa española fue copartícipe del proyecto de memoria local. La hermandadentre españoles y puertorriqueños, sin embargo, parecía darse sobre todo en la ciu-dad y entre los que compartían los círculos de la sociedad culta y refinada del país.En los campos y en los pueblos del interior todavía persistían rasgos del viejo régi-men de haciendas y comercio como las relaciones de dependencia entre el agrega-do y el gran propietario español. En el pueblo cafetalero de Ciales, por ejemplo,para los años treinta la principal casa comercial de la Sucesión Fernando Pintuelesmantenía en sus libros viejas deudas sin saldar y todavía cobraba con frutos y pe-queños predios de tierra.67 En la misma localidad, el hacendado mallorquín JoséColom Joy aunque insistía en la producción de café, intentaba diversificar los pro-ductos de sus fincas empleando principalmente parientes de Mallorca salvando lasdistancias étnicas y sociales de antaño con los campesinos y peones locales. Para1939 el padre de Colom Joy le aconsejaba emplear personal de su confianza en lasfincas: «si puede ser mallorquín, mejor..».68

En el ámbito político, no obstante, el despertar hacia lo español y las afirma-ciones de puertorriqueñidad ya se expresaban desde principios del siglo XX a tra-vés de los manifiestos del liderato de los partidos políticos de la Unión y el Na-cionalista, donde se encontraban los herederos de la tradición liberal yautonomista del siglo XIX. Pero en los años treinta, las alusiones patrióticas, his-tóricas e hispanófilas serían más acentuadas entre los nacionalistas para quieneslas repúblicas ibero-americanas eran paradigmas y estaban «unidas a nosotros porlazos indestructibles de sangre y lengua».69

Para la elite intelectual de los treinta, la lírica hispanista fue un elemento másdentro del proyecto intelectual de construcción de la nacionalidad puertorriqueña,aunque en el mismo la «raza», España y las efemérides del pasado español integra-ban junto a otros símbolos las representaciones de la puertorriqueñidad.

120 LOS LAZOS DE LA CULTURA

67 Libia M. González, «Pintueles y Co.: Una casa asturiana en el comercio del café en Puerto Ri-co»,La Revista del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, núm. 12, enero-junio1991, pp. 96-107.

68 Carta de Antonio Colom Casasnovas del de 1939, Colección José Colom Joy, CIH, UPR.69 «Declaración de Principios del Partido Nacionalista, 1922», Bolívar Pagán,Historia de los per-

tidos politicos puertorriqueños 1898-1956, 2 vols., San Juan, 1972, vol. 1, p. 214, y el trabajo de LuisA. Ferrao,Albizu Campos..., Opus cit., 1990.

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IV

HACIA UNA AMISTAD TRIANGULAR:LAS RELACIONES ENTRE ESPAÑA, ESTADOS UNIDOS

Y PUERTO RICO1

Miguel Ángel Puig-Samper*, Consuelo Naranjo* y María Dolores Luque***Instituto de Historia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid**Centro de Investigaciones Históricas, Universidad de Puerto Rico, Recinto de

Río Piedras

1 Queremos agradecer la ayuda prestada a lo largo del proyecto de investigación a diferentes perso-nas que desde las instituciones han contribuido a su realización, así como a Nieves Gómez, del Depar-tamento de Historia de América del Instituto de Historia del CSIC y a Isabelle Bancheraud por su ayu-da en los trabajos de trascripción y búsqueda bibliográfica. Asimismo, el apoyo en Puerto Rico deGervasio García, Mª de los Ángeles Castro, Luis Sánchez Raffucci, Libia González, Luis Ferrao, y enEspaña de Loles González-Ripoll y Salvador Bernabéu ha sido, como siempre son los amigos, una granayuda durante la realización de este estudio. A Inés y Gonzalo por las horas de juego robadas.

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LAS RAÍCES REMOTAS DE UN PROYECTO CULTURAL:LA JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS EINVESTIGACIONESCIENTÍFICAS

La búsqueda del nacimiento de una idea o de un proyecto cultural como el dela Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) podríallevarnos hasta los procesos más renovadores desde el punto de vista intelectualque se dieron en el Renacimiento español y más tarde en la Ilustración, siempreque nos situemos en la obsesiva y recurrente preocupación de la inteligencia espa-ñola por acercarnos a la modernidad europea y distanciarnos de los fenómenos deaislamiento tan queridos por algunos gobernantes españoles, desde Felipe II hastaFernando VII.

Sin alejarnos tanto en el tiempo y diez años después de la muerte del últimomonarca mencionado, en 1843, se produjo un hecho aislado pero de suma impor-tancia en el panorama intelectual español como fue el viaje de Julián Sanz del Río,pensionado a Alemania para hacerse cargo de una cátedra de Historia de la Filoso-fía en la Universidad Central de Madrid. Sanz del Río importó para España la filo-sofía idealista de Krause, aunque adaptada a la idiosincrasia hispánica, de tal mo-do que esta nueva ideología penetró profundamente el alma de nuestra universidady la de muchos intelectuales, como ya indicaron en su momento Elías Díaz y Ló-pez Morillas, entre otros.2

F.J. Laporta ya avanzó cómo en la búsqueda de los orígenes culturales de laJAE había que llegar hasta Sanz del Río y sus discípulos, como Fernando de Cas-tro y especialmente Francisco Giner de los Ríos, quienes en su enseñanza universi-

2 Sobre el krausismo y la Institución Libre de Enseñanza véanse los estudios de Juan López Mori-llas,El krausismo español, México, Fondo de Cultura Económica, 1980; Elías Díaz,La filosofía socialdel krausismo español, Madrid, Edicusa, 1973; Juan José Gil Cremades,Krausistas y liberales, Ma-drid, Seminarios y Ediciones, S.A., 1975; Antonio Jiménez-Landi,La Institución Libre de Enseñanza,Madrid, Taurus, 1973; Vicente Cacho Viu,La Institución Libre de Enseñanza, Madrid, Rialp, 1962.

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taria y en su creación institucional –la Institución Libre de Enseñanza-, impusie-ron la impronta de un nuevo estilo ético antidogmático, tolerante en el terrenoideológico y religioso, aunque claramente marcados sus objetivos por la idea deque una educación integral lograría el cambio deseado en la sociedad española, pa-ra lo que evidentemente había que empezar por formar buenos profesores, unaidea que conectaría a la perfección con la del envío de pensionados al extranjerode la JAE, preocupada además por la europeización de España y la importación desaberes científicos.3 Podría parecer además que poco tendrían en común aquellalegión de metafísicos idealistas que participaron en la revolución de 1868 con losserios científicos que se agruparon en la JAE buscando la regeneración de Españatras el desastre colonial y la recuperación del prestigio cultural perdido, pero la co-nexión es evidente. Los nuevos institucionistas formaban parte de una segunda ytercera generación postgineriana, más cientifista y ciertamente apegada a una nue-va filosofía cercana al positivismo –lo que Diego Núñez llama krausopositivis-mo–4, menos revolucionaria en el sentido político y más reformista, ligada a losmovimientos liberal-progresistas, pero siempre marcados por la figura emblemáti-ca del abuelo(Francisco Giner de los Ríos) y la rígida ética institucionista, muybien representada en la JAE por la figura de su secretario, José Castillejo.

Junto a esta línea institucionista hay que destacar también que el llamado mo-vimiento regeneracionista, en el que figuraron Joaquín Costa, Ricardo Macías Pi-cavea, Lucas Mallada, etc., como portavoces más autorizados, junto a literatos co-mo Azorín, Baroja, Valle-Inclán, o científicos como Santiago Ramón y Cajal –elfuturo presidente de la JAE– o José Rodríguez Carracido, convergió en su preocu-pación por la educación y el europeismo, algo que sin duda facilitó la futura crea-ción de la JAE, llamada por Cacho Viu el «logro tardío de la Institución Libre deEnseñanza», una afirmación que parece cierta cuando revisamos la corresponden-cia entre Giner, Castillejo, Moret, Cossío, entre otros intelectuales, donde pareceestar tejida claramente la futura institución.5

De hecho José Castillejo ya ocupaba un puesto relacionado con las pensionesal extranjero en el nuevo Ministerio de Instrucción Pública (creado en 1900), cuan-do el 11 de enero de 1907 se decretó la creación de la JAE por el ministro AmalioGimeno. José Subirá destacaba en 1924 cómo en los párrafos previos del real de-creto se insistía en la importancia de terminar con el aislamiento para enlazar conla ciencia europea, además de preparar al personal encargado de las reformascon el contacto exterior, la difusión de su obra en América –algo que no era tan

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3 Francisco J. Laporta, Alfonso Ruiz Miguel, Virgilio Zapatero y Javier Solana, «Los orígenes cul-turales de la Junta para Ampliación de Estudios»,Arbor, CXXVI, nº 493, enero, 1987, pp. 17-87. Labibliografía más relevante sobre la JAE puede verse en el mismo número de Arbor en un artículo de Te-resa Rodríguez de Lecea, «Nota bibliográfica sobre la J.A.E.», pp. 89-97. Habría que añadir la impor-tante obra de José Manuel Sánchez Ron (coord.),1907-1987. La Junta para Ampliación de Estudios eInvestigaciones Científicas, 2 vols., Madrid, CSIC, 1988. Sobre la labor desarrollada por la JAE en ma-teria de relaciones culturales con el extranjero véase el libro de Justo Formentín Ibáñez y Mª José Ville-gas Sanz,Relaciones Culturales entre España y América: la Junta para la Ampliación de Estudios,Madrid, Mapfre, 1992.

4 Diego Núñez,La mentalidad positiva en España: desarrollo y crisis, Madrid, Túcar, 1975.5 David Castillejo (comp.),Epistolario de José Castillejo. Vol. I, Un puente hacia Europa (1896-

1909), 3 vols., Madrid, Editorial Castalia, 1997, pp. 307-409.

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claro en los primeros momentos– y sobre todo en considerar el esfuerzo de las re-formas como una empresa nacional, independiente por tanto de los vaivenes políti-cos y necesitada del concurso de intelectuales de diferente ideología.6

El día 15 del mismo mes se constituyó la JAE bajo la presidencia del ministrode Instrucción Pública y Bellas Artes, Amalio Gimeno, con presencia de SantiagoRamón y Cajal, que inmediatamente sería nombrado presidente de la JAE, JoaquínSorolla, Vicente Santa María de Paredes, Alejandro San Martín, Julián Calleja,Eduardo Vincenti, Luis Simarro, Ignacio Bolívar, Ramón Menéndez Pidal, JoséCasares, Adolfo Álvarez Buylla, José Rodríguez Carracido, Julián Ribera Tarragó,Leonardo Torres Quevedo, Victoriano Fernández Ascarza y José Castillejo, este úl-timo como secretario de la JAE, con ausencia de José Echegaray, Gumersindo deAzcárate, Marcelino Menéndez Pelayo, Joaquín Costa, José Marvá y José Fernán-dez Jiménez.

Las funciones que se encomendaban a la JAE, por un decreto del 22 de enero,eran las siguientes: El servicio de ampliación de estudios dentro y fuera de Espa-ña, las delegaciones en Congresos Científicos, el servicio de información extranje-ra y las relaciones internacionales en materia de enseñanza, el fomento de los tra-bajos de investigación científica y la protección de las instituciones educativas enla enseñanza secundaria y superior. Uno de los pilares básicos de la JAE fue su po-lítica de pensiones, esenciales para el desarrollo cultural y científico de España, dela que se beneficiaron –según Sánchez Ron– unas dos mil personas, que fueronpensionadas para trabajar en el interior, en Europa y en América, con dotacionesque oscilaban entre las 350 y las 650 pesetas mensuales.

Tres días después se producía un cambio de gobierno, con la presidencia delconservador Maura, quien nombraba para el Ministerio de Instrucción Pública aFaustino Rodríguez San Pedro, cuya misión respecto a la JAE fue siempre el inten-to de recortar su posible autonomía. Además, para muchos conservadores la cone-xión de la JAE con la antigua Institución Libre de Enseñanza era evidente y sospe-chosa; la mano del abueloGiner en la creación de instituciones como el MuseoPedagógico, la JAE, la Estación de Biología Marina de Santander, etc.. preocupa-ba a los grupos más reaccionarios, quienes además intentaron enfrentar a algunossectores universitarios con la JAE.7

Junto a las instituciones y entidades que fueron creándose, hay que destacar laactividad académica e intelectual surgida en el seno de la Universidad de Oviedo,donde un grupo de profesores puso en marcha un programa americanista como«una empresa de cultura y difusión del pensamiento español en América». Dichaempresa fue anunciada por el Rector de la Universidad, Dr. Canella, en las cartasque en 1908 envió a las autoridades académicas. Rafael Altamira es el hombre quellevó a cabo con mayor intensidad este programa, un programa en el que la educa-ción y la cultura eran las piezas claves para la transformación de la sociedad y elacercamiento de los pueblos. Su formación krausista y positivista marcó toda su

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6 José Subirá,Una gran obra de cultura patria. La Junta para Ampliación de Estudios, Madrid,Imp. de «Alrededor del Mundo», 1924.

7 José Manuel Sánchez Ron,Cincel, martillo y piedra. Historia de la ciencia en España (siglosXIX y XX), Madrid, Taurus, 1999, especialmente pp. 171-211.

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obra y su concepción de la educación y la historia. A pesar de que en muchos as-pectos sus postulados eran similares a los de otros intelectuales de la JAE, en estosprimeros años, cuando Altamira realiza su viaje por América y visita Cuba en1910 resalta el carácter académico de su estancia y del programa americanista, porel que se pretendía establecer un intercambio de doble dirección, indicando que nocontemplaba la españolización intelectual de América. Evocaba una «patria hispa-na común» sustentada en el espíritu común de ambos pueblos, que con un idiomacompartido debía de fomentar la unión y no el distanciamiento:

Hablamos en nombre de la España que quiere ser así, y que si no fuera así, preferiría de-jar de ser, y que apetece lavar sus culpas de imperialismos pasados y quiere ser ahora elporta-estandarte de la fraternidad entre las naciones, el mantenedor de los derechos na-cionales y del respeto á todas la independencias.8

LA CREACIÓN DEL CENTRO DEESTUDIOSHISTÓRICOS

El 18 de marzo de 1910 se creaba en el seno de la JAE el Centro de EstudiosHistóricos, dirigido por Ramón Menéndez Pidal, como uno de los pilares de la ins-titución en tanto se fueron creando el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Natu-rales, presidido por Cajal con la asistencia de Blas Cabrera, y la Residencia de Es-tudiantes. Las funciones atribuidas al nuevo Centro de Estudios Históricos, situadoen Madrid, fueron las siguientes:

• Investigar las fuentes, preparación de ediciones críticas de documentos inédi-tos, glosarios, monografías, obras filosóficas, históricas, literarias, filológi-cas, artísticas o arqueológicas.

• Organización de misiones científicas, excavaciones y exploraciones para elestudio de monumentos, documentos, dialectos, folklore, instituciones socia-les y cualquier tema fuente de conocimiento histórico.

• Organización de trabajos especiales de laboratorio en los que se iniciaría enlos métodos de investigación a un corto número de alumnos.

• Labores de apoyo a los pensionados dentro y fuera de España, con el objetivode que pudieran seguir trabajando a su regreso.

• Formación de una biblioteca para estudios históricos y establecimiento de re-laciones y cambio con centros científicos análogos en el extranjero.

El Centro de Estudios Históricos (CEH) se instaló en el Palacio de Bibliotecasy Museos, utilizando parte del local que ocupó el Museo de Ciencias Naturales,comunicando con la Biblioteca Nacional y el Archivo Histórico, hasta su trasladoa un pequeño hotel de la calle Almagro núm. 26, y el posterior de la calle Duquede Medinaceli, 4. En la Memoria de la JAE correspondiente a los años 1910-1911,aparecen como Secciones del CEH las siguientes:

• Instituciones sociales y políticas de León y Castilla, bajo la dirección deEduardo de Hinojosa.

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8 Rafael Altamira y Crevea,Mi viaje a América, Madrid, Librería General de Victoriano Suárez,1911, p. 433. Durante este viaje visitó 6 repúblicas: Uruguay, Argentina, Chile, Perú, México y Cuba;Rafael Altamira y Crevea,La huella de España en América, Madrid, Editorial Reus, 1924.

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• Trabajos sobre arte medieval español, bajo la tutela de Manuel Gómez Moreno.• Orígenes de la lengua española, bajo la dirección de Ramón Menéndez Pi-

dal. Aparecen entre sus colaboradores Américo Castro, Tomás Navarro To-más, Onís, Julián Paz, Solalinde, Gómez Ocerín, etc.

• Metodología de la Historia; trabajos de Seminario bajo la dirección de RafaelAltamira.

• Investigaciones de las fuentes para la historia de la Filosofía árabe española,dirigidas por Miguel Asín Palacios.

• Investigación de las fuentes para el estudio de las Instituciones sociales de laEspaña musulmana, bajo la dirección de Julián Ribera

• Los problemas del Derecho Civil en los principales países en el siglo XIX, di-rigido por Felipe Clemente de Diego.

A estas secciones se añadirían más tarde otras dedicadas a la historia del arte,bajo la dirección de Elías Tormo, a los estudios de filosofía contemporánea, dirigi-da por José Ortega y Gasset y a los estudios de filosofía semítica, bajo la responsa-bilidad de Abraham S. Yahuda.

Aparentemente el nuevo Centro de Estudios Históricos se volcaba especial-mente en las investigaciones históricas y filológicas propiamente españolas con unobjetivo claro: la búsqueda de la identidad española, que poco después se plasma-ría en los importantes trabajos de Menéndez Pidal y sus discípulos, así como en lacreación del Laboratorio de Fonética en 1911, por Ramón Menéndez Pidal, la Re-vista de Filología Española, en 1914, la sección de Folklore dirigida por TomásNavarro Tomás, en 1916, y Archivo de la Palabra y las Canciones Populares en1930, bajo la dirección de Tomás Navarro, con la colaboración de Eduardo Martí-nez Torner.9 El Archivo de la Palabra fue un proyecto bastante ambicioso e innova-dor con el cual se recogió y rescató un legado importante de la cultura españoladesde el punto de vista lingüístico, fonético y folklórico (romances y música popu-lar); a ello hay se suma un valor añadido ya que en él se grabaron las voces de mu-chos de los intelectuales que son objeto ahora de nuestro estudio: Azorín, Juan Ra-

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9 José-Carlos Mainer,La Edad de Plata (1902-1939). Ensayo de interpretación de un proceso cul-tural, Madrid, Cátedra, 1983; Javier Varela,La novela de España,Los intelectuales y el problema es-pañol, Madrid, Taurus, 1999; José Portolés,Medio siglo de filología española (1896-1952). Positivis-mo e idealismo, Madrid, Cátedra, 1986.

Entre la abundante bibliografía sobre Menéndez Pidal y sus discípulos pueden consultarse los tra-bajos de José Antonio Maravall,Menéndez Pidal y la historia del pensamiento, Madrid, Arial, 1960;Marcel Bataillon, «Don Ramón Menéndez Pidal (1869-1968)»,Bulletin Hispanique, t. 71, 1969, pp.441-451; José Luis Gómez-Martínez,Américo Castro y el origen de los españoles: historia de una po-lémica, Madrid, Gredos, 1975; Tomás Navarro Tomás, «Don Ramón Menéndez Pidal en el Centro deEstudios Históricos»,Anuario de Letras, vol. II, México, 1968-1969, pp.9-24; Rafael Lapesa, «Menén-dez Pidal, creador de escuela: el Centro de Estudios Históricos», VV.AA,¡Alça la voz pregonero!. Ho-menaje a Don Ramón Menéndez Pidal, Madrid, Cátedra-Seminario Menéndez Pidal, 1979, pp. 43-79;Guillermo Araya,El pensamiento de Américo Castro. Estructura intercastiza de la historia de España,Madrid, Alianza, 1983; y el Catálogo de la Exposición coordinada por Rafael Asín Vergara y MaríaGarcía Alonso,Rafael Altamira. Biografía de un intelectual (1866-1951), Madrid, Fundación Francis-co Giner de los Ríos-Residencia de Estudiantes, 2001.

Ver también las Memorias de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científi-cas; y Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas Centro de Estudios Históri-cos,Archivo de la Palabra, Madrid, 1932.

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món Jiménez, Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, Concha Espina, JoséOrtega y Gasset, Joaquín y Serafín Álvarez Quintero, Ignacio Bolívar, Pío Baroja,Jacinto Benavente, Federico de Onís, etc.10

Durante su estancia en Madrid Onís se integró en las investigaciones del Cen-tro, y bajo la dirección de Menéndez Pidal emprendió trabajos de filología, centra-dos en el estudio geográfico de los dialectos españoles, junto a su amigo TomásNavarro Tomás. En la documentación depositada en el Archivo de la Junta de Am-pliación de Estudios de la Residencia de Estudiantes, de Madrid, se encuentran ex-pedientes relacionados con el trabajo de estos investigadores; de ellos reproduci-mos uno referente a los estudios de Onís como pensionado de la JAE en el Centro,investigaciones que proseguirá en estados Unidos y Puerto Rico, lugares en losque su obra es bien conocida:

Federico de Onís. Pensión para estudiar las variedades dialectológicas que ofrece el ha-bla popular en ciertos puntos del antiguo reino de León.Pueblos recorridos:1º itinerario: Ciudad Rodrigo, Fresno, El Bordón, Robleda, Peña-parda, Villarrubias, Payo, San Martín de Orevejo, Elja, Valverde, Villamiel, Navasfrías,Albergueria de Argañan Fuenteguinaldo, Alanedilla y otros intermedios de menor im-portancia.2º itinerario: Ciudad Rodrigo, Zamarra, Jaradilla del Arroyo, Monsagro, Peña de Fran-cia, Cereceda, Nava de Francias, Silleros, Tamames, Luiares, San Esteban de la Sierra,Valdelacasa, Fuente de Bejar, Bejar, Navacarros, y otros.3º Itinerario: Ledesma, Vitigudino, Encina Sola de los Comenderos, Villabuena, Barrue-copardo, Bameropardo, Cerezal de Peñahorcada, la Zaza de Pumareda, Vilvestre,Aldeadibile de la Muera, Conparario, Mascreco, Valsalabroso y otros.Empleé en el recorrido de estos pueblos tres meses, deteniéndome más o menos segúnel interés que ofrecían.Resultados obtenidos: Quedan determinados los límites geográficos de cada fenómenodialectal. Queda terminado el límite geográfico entre el portugués y el leonés por el oc-cidente y entre éste y el castellano por el oriente en todo lo que es hoy la provincia deSalamanca y en el norte de la de Cáceres. Quedan determinados los límites específicosde los varios fenómenos dialectales que ofrece dicha región. He recogido cuantos datosencontré de fonética y vocabulario, dejando estudiados en conjunto algunos pueblosque ofrecen un dialecto particular, por ejemplo: San Martín de Erevejo, Elja y Valverdey El Payo.En Ledesma he encontrado de la Edad Media, en el Archivo Municipal y en el de laIglesia de Stª María, entre ellos un Fuero del Siglo XIII, varios privilegios reales y algu-nos documentos particulares. Copié íntegros algunos, de otros obtuve fotografías y deotros tomé notas suficientes.

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10 En el Centro de Documentación de la Residencia de Estudiantes de Madrid se encuentra el Ar-chivo de la Palabra y las canciones populares, que contienen más de mil discos conservados, regraba-dos en 1988, y algunos de ellos reeditados por la Residencia de Estudiantes. Alfredo Valverde, «El Ar-chivo de la Palabra y las canciones populares»,Boletín de la Residencia de Estudiantes, núm 6,Madrid, julio-agosto, 1998, pp. 6-7.

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Los resultados de esta pensión, se publicarán bajo la dirección de D. Ramón MenéndezPidal, en el Centro de Estudios Históricos.11

EL CENTRO DEESTUDIOSHISTÓRICOS Y LA CONCIENCIA AMERICANISTA

El objetivo americanista del Centro de Estudios Históricos no aparece tan claroa primera vista, pero la inclusión de Rafael Altamira como encargado de una de lassecciones podría indicar lo contrario. En el momento de la creación oficial delCEH, Altamira estaba regresando de su periplo americano del que volvía como elgran apóstol del hispanoamericanismo y pocos días después (14 de abril), en unaconferencia pronunciada en la Unión Ibero-Americana, sugería:

Pues bien; sabido es que hace poco se ha creado en España un Centro de estudios históri-cos, que va a ser a manera de una Escuela de altos estudios. Ese Centro, creado para or-ganizar y perfeccionar aquel género de investigaciones, podría ser un organismo oficialde comunicación. Puesto que la Historia es un campo común, en gran parte, a los ameri-canos y los españoles, cabría aquí, bajo la dirección de profesores nuestros y con la cola-boración de otros hispano-americanos, concentrar una parte de la juventud estudiosa quequisiera saber y escribir la historia de su país, la cual vendría a realizar esa labor en nues-tro territorio, en conjunción con los estudiantes españoles. Relacionado ese Centro, máso menos íntimamente, con los citados Institutos históricos americanos, ofrecería doblebase de relación entre los trabajadores intelectuales de América y España.

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11 AJAE, 107/60, doc.13.Sobre el Centro de Estudios Históricos puede además consultarse el artículo de Leoncio López-

Ocón, «El Centro de Estudios Históricos: un lugar de la memoria»,Boletín de la Institución Libre deEnseñanza,núms. 34-35, mayo de 1999, pp. 27-48. En este trabajo puede verse cómo se gestó la Es-cuela Española de Filología, no tanto los trabajos de carácter histórico del CEH, y la formación de re-des científicas por parte de los componentes del CEH. Hay también un intento de análisis de las ruptu-ras y pervivencias de la institución a nuestro juicio fallido, entre otros motivos por una confusión en laobservación de las diferentes generaciones y en la reflexión sobre las continuidades y discontinuidades.Es evidente que la Guerra Civil produjo una sobrecogedora ruptura en el trabajo de la institución por lasalida al exilio de muchos de sus componentes –cuya memoria intentamos rescatar– y quizá la recupe-ración del nombre de Centro de Estudios Históricos en 1985 fuera algo simbólica, pero es indicativa deque un nuevo espíritu caminaba por los pasillos de Menidaceli, tras los oscuros años del franquismomás gris. No puede decirse sin más, como hace López-Ocón al referirse al americanismo del CEH, quela sobrecarga ideológica de los tiempos fundacionales del Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo seconvirtió en «una especie de fardo o carga demasiado pesada» que lastró a las siguientes generacionesformadas bajo el franquismo, a las que acusa de falta de reflexión metodológica y de incapacidad paramantener a los «talentos más prometedores». Quizá para la primera generación de postguerra puedeque tenga algo de razón, pero desde luego es del todo injusta con los historiadores y americanistas quese han integrado al trabajo científico después de la transición democrática, tanto por su bagaje científi-co –muchas veces traído de los mejores centros científicos del exterior– como en algunas ocasiones porsu compromiso político antifranquista, que les conecta incluso mucho más con la generación republica-na del CEH y por eso mismo reclaman su herencia intelectual. En este sentido el ejemplo aducido porLópez-Ocón sobre la falta de un homenaje a Ramón Iglesia es puramente anecdóctico, aunque por su-puesto hubiera sido merecido y justo, y desde luego el interés de los editores de este libro es justamen-te reivindicar la obra de los antiguos investigadores del CEH y de la propia institución como un ejem-plo intelectual a seguir, aunque evidentemente los tiempos han cambiado y nuestra labor tendránecesariamente que seguir por otros derroteros.

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Coincidiendo con esta propuesta y con los preparativos del viaje de Adolfo Po-sada a la Universidad de La Plata, siguiendo la estela de Altamira en el programadiseñado por los institucionistas de la Universidad de Oviedo, se publicó la real or-den de 16 de abril de 1910 encomendando a la JAE la responsabilidad de las rela-ciones culturales y científicas con los países hispanoamericanos. Se ordenaba quese reservase cierto número de plazas a los estudiantes americanos en los centros deestudios e investigación de la JAE, dar todo tipo de facilidades a los mismos, en-viar pensionados a América y delegados con funciones de propaganda e informa-ción, establecer el intercambio de profesores y alumnos, favorecer en España lapublicación de obras científicas sobre América, fomentar el intercambio de publi-caciones de la JAE con las de otras entidades científicas americanas y hacer obrasde difusión. La real orden advertía también que las acciones a emprenderse debíaniniciarse con prudencia, tanto por la confluencia con otros organismos que ya ac-tuaban en el mismo sentido de la cooperación con el mundo hispanoamericano co-mo por la necesidad de que los encargados de las diferentes misiones tuvieran lapreparación adecuada.12

Respecto al primer asunto hay que decir que la institución más antigua era laUnión Iberoamericana, fundada en 1884 con apoyo del ministro Moret y que solíaactuar como un organismo semioficial. Según la propia Unión, ésta se había crea-do «con el fin de propugnar el desarrollo de relaciones, del orden moral, como delde los intereses materiales, entre España, Portugal y las naciones transatlánticas deorigen hispano». Publicó una revista de igual nombre, que en su segunda etapa sellamó Revista de las Españas, muy distribuida en América –con una tirada de va-rios millares de ejemplares– y se mostraba orgullosa de haber sido la organizadoradel IV Centenario del Descubrimiento de América, el Congreso Social y Económi-co de Madrid en 1900 y la Fiesta de la Raza, creada por iniciativa de la Unión apartir de 1912, además de ser la editora del libro Andrés Bellodedicado a las repú-blicas iberoamericanas al celebrar el centenario de su independencia, la Guía Es-colar de Españay la Cartilla del Emigrante.

La Unión Iberoamericanafue sin duda una de las entidades que siguió colabo-rando con la JAE en su misión hispanoamericanista; su propia propaganda desta-caba la especial atención prestada a las Instituciones Culturales Españolas quefuncionaban en varias repúblicas americanas con el expreso apoyo de las coloniasde españoles residentes en América y que en la práctica eran las interlocutoras dela JAE. Además, la doble pertenencia a la JAE y la Unión Iberoamericanaera bas-tante evidente; en un folleto de propaganda de 1927 aparecían en la vicepresiden-cia de la Unión– que presidía el duque de Alba– personajes como Ramón Menén-dez Pidal, Blas Cabrera y José Casares, y como vocales, entre otros, RafaelAltamira, Américo Castro o Tomás Navarro Tomás, algunos de los cuales figura-rían en 1929 en la Comisión de Relaciones Culturales con Hispanoaméricacreadapor la JAE.13

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12 Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas,Memoria correspondiente a losaños 1910 y 1911, Madrid, 1912, pp. 117-119.

13 BNJM, C.M. Ortiz, nº 333, Correspondencia-U, HCC-Varios, «Unión IberoAmericana».

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Incluso uno de ellos –Américo Castro– sería el impulsor de la oficial Oficinade Relaciones Culturalesen el seno del Ministerio de Estado, creada en 1921 ysustituida en 1926 por la Junta de Relaciones Culturales, iniciada por la Dictaduray reformada en tiempos de la República, casi siempre con el concurso de miem-bros destacados de la JAE, llegando a estar en esta última época presidida por Me-néndez Pidal con las vicepresidencias de Blas Cabrera y Gregorio Marañón, y lapresencia como vocales de personajes como Gustavo Pittaluga, José Castillejo,Luis de Zulueta, Alberto Jiménez Fraud, Gonzalo R. Lafora, Pío del Río Hortega,Azorín, Julio Casares, Américo Castro, Miguel Asín, Salvador de Madariaga, entreotros.14

Fruto de la segunda preocupación, la de enviar personas a América con sufi-ciente preparación, fue el viaje de Adolfo G. Posada, catedrático como Altamira dela Universidad de Oviedo y que había recibido una invitación previa de la Univer-sidad de La Plata, una de las más renovadoras de Argentina. La JAE le nombró de-legado en el viaje que emprendía a tierras americanas y el fruto de sus impresionesde viaje fue publicado por la propia Junta en 1911. Posada alababa la creación delCEH como posible centro de investigación de la común historia de España y lospaíses hispanoamericanos, y en el terreno de esta investigación de carácter históri-co comentaba:

La acción reflexiva, esa acción que tan de menos se echa en el campo de una posible ydeseable cultura hispanoamericana, tendrá mucho que hacer para precipitar el influjounificador de la historia ciencia. De una parte urge fomentar el estudio en común de es-ta historia común: la historia de España en América, y de América en relación con Es-paña en el período colonial y en los momentos determinantes de la revolución y de laindependencia, hasta conseguir la plena y justa incorporación de la historia de la Españaprecolonial, y del período colonial a las historias nacionales americanas,...15

En un terreno más político y de reflexión general sobre las relaciones de Espa-ña con los países americanos, sobre todo ante las críticas recibidas por Altamirapor algunos intelectuales cubanos como Fernando Ortiz en su Reconquista deAmérica, quien veía en este hispanoamericanismo, basado en la raza y en la len-gua, un nuevo intento de dominar América, sin intentar comprender ni mucho me-nos respetar las identidades y las culturas de los países americanos, Posada semostraba más humilde respecto a la posición cultural de España y recomendaba enprimer lugar –como lo habían hecho los institucionistas más clásicos– salir del es-tado de somnolencia, oxigenar la atmósfera de vulgaridad y ramplonería, colocar

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14 Las políticas culturales desarrolladas en España por los diferentes gobiernos han sido analizadaspor Antonio Niño, Eduardo González Calleja y Lorenzo Delgado en Denis Rolland, Lorenzo Delgado,Eduardo González, Antonio Niño y Miguel Rodríguez,L’Espagne, La France et L’Amerique Latine.Politiques culturelles, propagandes et relations internationales, XXe siècle. España, Francia y AméricaLatina. Políticas culturales, propagandas y relaciones internacionales, siglo XX, Paris, L’Harmattan,2001. Véase también el libro de Isidro Sepúlveda,Comunidad cultural e hispano-americanismo: 1885-1936,Madird, UNED, 1994.

15 Adolfo Posada, «Relaciones científicas con América (Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay)»,Anales de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Tomo III, Memoria 5ª,1911, p. 240.

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en la raíz de nuestra conducta exigencias éticas de severidad, sinceridad y trabajodesinteresado, para ofrecernos después a América como amigos y colaboradores,desechando la imposición de una reconquista espiritual.

Respecto a las labores concretas de la JAE en España, Posada aconsejaba unainteligente distribución de las publicaciones, tanto en lo referente a intercambio cien-tífico como de propaganda, el ofrecimiento de los servicios organizados por la JAE,destacando especialmente al Centro de Estudios Históricos y la Residencia de Estu-diantes, fomentando además las relaciones con los americanos que llegaban a Ma-drid. En lo concerniente al papel de la JAE en América, Adolfo Posada destacaba elintercambio científico, con el envío de personas de notoria competencia científica yla venida a España de los especialistas americanos, sin interferir en los intercambiosentre universidades que ya había propuesto Rafael Altamira.

Asimismo proponía el envío de misiones, delegados y pensionados, con ob-jeto de estudiar las «condiciones naturales, sociales y económicas de aquellospaíses», así como «el proceso histórico de la formación de aquellas jóvenes na-cionalidades», siempre con un cuidado exquisito para no crear la idea de recon-quista, aun cuando Posada reconocía que era legítimo preocuparse por los inte-reses materiales de España, como de hecho lo hacían otras potencias europeas,sobre todo teniendo en cuenta el importante número de residentes españoles enterritorio americano. La importancia de estas colectividades era tal que Posadarecomendaba a la JAE la creación de Comités que representaran los intereses dela Junta en América para todo tipo de gestiones ante los centros científicos ydocentes, tanto oficiales como privados, autoridades y particulares, que se ocu-pasen de las tareas de intercambio de publicaciones, se encargasen de la propa-ganda, se erigieran como centros de comunicación e información, gestionasentodo lo referente a misiones, representaciones y delegados de la Junta y les au-xiliasen en todo lo necesario, algo ya manifestado en su correspondencia conCajal desde Buenos Aires con el apoyo de Torres Quevedo que también se en-contraba en Argentina.16

Precisamente en esta dirección se movió la colectividad española de BuenosAires, cuando en 1912 –tras el fallecimiento de Marcelino Menéndez Pelayo– ideóla creación de una cátedra de cultura española en la universidad argentina y dosaños más tarde creaba la Institución Cultural Española, bajo la presidencia del Dr.Avelino Gutiérrez, con el propósito de mantener la primera y hacerse cargo de lasactividades de intercambio intelectual en combinación con la JAE.17 De forma si-milar se creaba en 1918 la Institución Cultural Española del Uruguay, con una cá-tedra que acogería la Universidad de Montevideo, presidida por el español ManuelSerra y también con el objetivo de combinar sus intereses con los de la JAE y laInstituciónde Buenos Aires. Ya habían pasado por Buenos Aires y Montevideo Jo-sé Ortega y Gasset y Julio Rey Pastor en 1916 y 1917, respectivamente, –precedi-

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16 David Castillejo (comp.),Epistolario de José Castillejo y de Manuel Gómez-Moreno. Vol.II, ElEspíritu de una época, 1910-1912, 3 vols., Madrid, Editorial Castalia, 1998, pp. 136-138.

17 Eduardo L. Ortiz, «Las relaciones científicas entre Argentina y España a principios de este siglo.La JAE y la Institución Cultural Española», José Manuel Sánchez Ron (coord.),1907-1987. La Juntapara Ampliación de Estudios..., Opus cit., vol. II, pp.119-158

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dos por Menéndez Pidal quien sólo había estado en Buenos Aires en 1914– y apartir de la creación de la Instituciónde Uruguay desfilaron por las cátedras deBuenos Aires y Montevideo hasta 1935 personajes como Augusto Pi-Suñer, BlasCabrera, Adolfo G. Posada, Manuel Gómez Moreno, Gonzalo R. Lafora, José Ca-sares, Pío del Río Hortega, María de Maeztu. Esteban Terradas, Enrique Moles,Eduardo García del Real, Roberto Novoa, Claudio Sánchez Albornoz, ManuelGarcía Morente, José Mª Ots Capdequí y Gustavo Pittaluga.

La misma corriente cultural se dejó sentir en otras partes de América. El 11 denoviembre de 1925 se creaba en México el Instituto Hispano Mexicano de Inter-cambio Universitario, bajo la dirección del rector de la Universidad Nacional Al-fonso Pruneda, con una secretaría a cargo del Dr. Tomás Perrín, antiguo alumno deRamón y Cajal, y con el apoyo de Avelino Gutiérrez. La JAE volvía a ser el inter-locutor para esta asociación, que entre 1926 y 1930 contó con la presencia comoconferenciantes de Fernando de los Ríos, Blas Cabrera, Luis de Zulueta, AméricoCastro, María de Maeztu, Jorge Francisco Tello y Pío del Río Ortega, algunos delos cuales pasaron también por la Institución Hispano-Cubana de Cultura, creadaen 1926 por Fernando Ortiz, quien también tuvo una relación privilegiada con laJAE.18A comienzos de 1927 se creaba el Departamento de Estudios Hispánicos enla Universidad de San Juan de Puerto Rico, dirigido por Federico de Onís, y unaño más tarde se fundaba la Institución Cultural Española de Puerto Rico, dirigidapor Rafael Fabián.

La labor iniciada en estos años se fue consolidando en los siguientes, en losque gran parte del trabajo recayó en los miembros del Centro de Estudios His-tóricos. De ello daba cuenta Américo Castro a Federico de Onís en las numero-sas cartas que los amigos y compañeros se cruzaron entre Madrid y Nueva Yorkprimero y, luego, entre Buenos Aires y Nueva York, durante la estancia de Cas-tro en Argentina. El interés por la cultura española y el impulso oficial que éstarecibió dio como resultado, además de los cursos y conferencias en el extranje-ro, la creación de Institutos de español y de Cátedras o Institutos de Filologíaespañola en distintos países como Italia (Florencia) y Argentina (Buenos Airesy La Plata). La actividad desplegada dentro y fuera de España llegó a ser en al-gunos momentos, sobre todo en la década de 1920, bastante grande, lo cual lle-gó a causar cansancio a los pocos investigadores del Centro de Estudios Histó-ricos, que se quejaban del inmenso trabajo y la falta de personal con quecontaban. En una de las cartas que Américo Castro escribía a Onís el 2 de no-viembre de 1922 le transmitía su sentir:

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18 Consuelo Naranjo Orovio y Miguel Ángel Puig-Samper, «Fernando Ortiz y las relaciones cientí-ficas hispano-cubanas, 1900-1940»,Revista de Indias, núm. 219, Madrid, 2000, pp. 477-503; «Cienciay pensamiento: La Institución Hispana-Cubana de Cultura y su relación con los intelectuales españo-les»,Cuban Counterpoints: The Legacy of Fernando Ortiz, Florida University Press, 2003 (en prensa);Miguel Ángel Puig-Samper y Consuelo Naranjo, «La acogida del exilio español en Cuba: FernandoOrtiz y la Institución Hispanocubana de Cultura»,El Caribe Hispano. Sujeto y objeto de la política in-ternacional. Suplementum de Ibero-Americana Pragensia, núm. 9, 2002, pp. 199-213; y «La forma-ción intelectual de Fernando Ortiz en España»,Cuban Counterpoints: The Legacy of Fernando Ortiz,Florida University Press, 2003 (en prensa).

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Nuestras cosas se ahogan cada vez más en este ambiente de pequeñez, y por el roce en-tre las mismas pocas personas. La carga del Centro nos agota a Navarro y a mí. Todo elpersonal apto se fue: desde ti hasta Solal [Solalinde]. Nada tendría de extraño que pormi parte cortara toda relación con el exterior, absolutamente para todo, y me recluyeraen una buhardilla del último piso, y me dedicara a acabar los libros, y a hacer cosas porel estilo.19

A pesar de sus quejas, Castro tuvo que viajar a Buenos Aires en mayo de 1923 pa-ra hacerse cargo de la dirección del Instituto de Filología Española –presidido de for-ma honoraria por Ramón Menéndez Pidal– presionado por lo que él mismo llamó envarias ocasiones «la ola del hispanoamericanismo», y consciente de que la oportuni-dad que se les presentaba, de no ser aprovechada por ellos lo sería por otra nación:«Lo de EE.UU es una tontería al lado de lo que significa nuestra acción en Américaespañola. Ahí es una gota perdida en un mar infinito; aquí hasta los golfos saben en laUniversidad de La Plata que el «filólogo» español va a dar clase tal día».20

El trabajo y tesón de estos intelectuales llegó a cuajar en un corto espacio detiempo. Las estancias de los profesores españoles en distintas universidades deAmérica Latina y Estados Unidos dan fe de los resultados positivos del proyecto.En dicho plan, sobre todo Onís, aconsejaba que en el mismo viaje los profesoresvisitaran diferentes países –Puerto Rico, Cuba, México y Estados Unidos, funda-mentalmente–. En la correspondencia cruzada de estos intelectuales encontramoscartas en las que Onís insistía en la conveniencia de hacerlo así ya que suponía un«ahorro de fuerzas, tiempo y dinero». Sobre este asunto Federico de Onís le antici-paba a Castro, en octubre de 1927, la necesidad de programar con tiempo su próxi-mo viaje a América en el verano de 1928:

Decidida ya tu venida a P.R. en el próximo verano, creo que lo mejor es que desde allí va-yas a Cuba. No sé exactamente cuando puedes empezar en Cuba, pero estoy seguro de quepuedes empezar antes que aquí. Aquí sería inútil venir antes del 15 de octubre. (Lo quequiero salvar es el período muerto que hay desde el fin de curso de P.R. hacia el 20 de agos-to hasta el principio del curso aquí o en Cuba.) Creo que podías llenarlo yendo de Cuba aSanto Domingo o quizá a Venezuela y Panamá... Podrías llegar a Cuba en septiembre... Lomás pronto que pudieras en octubre saldrías para Méjico donde, si como supongo tú quie-res no prolongar mas de lo preciso tu ausencia de España, puedes estar un mes y medio. Demodo que llegaría aquí a finales de noviembre... Podrías desde Méjico entrar en los EstadosUnidos por el Sur y el Oeste y seguir por el Middle West hasta el Este donde embarcaríasde regreso a España. Creo que terminarías a finales de enero.21

Los planes parecían ya concretados en abril de 1928, cuando Américo Castroconfirmaba a Onís su estancia en Puerto Rico del 2 de julio al 15 de agosto, en

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19 AFO, Serie Correspondencia O-MS/C-44.1320 Carta de Américo Castro a Onís desde Buenos Aires, el 11 de junio de 1923. AFO, Serie Corres-

pondencia O-MS/C-44.18; AFO, Serie Correspondencia O-MS/C-44.19.21 Carta de Federico de Onís a Américo Castro, el 8 de octubre de 1927. AFO, Serie Corresponden-

cia O.M.S/C-44.22.

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México durante septiembre y octubre, y en Cuba en noviembre y primeros de di-ciembre, sin asegurarle su paso por Estados Unidos al final de su viaje.22

Otras veces era desde Madrid desde donde se solicitaba que se arreglasen lasvisitas de los profesores españoles en su gira americana. En una de las cartas deCastro a Onís, a Navarro y a Solalinde, los tres en Nueva York, en octubre de 1927,les comentaba la posibilidad de que Enrique Díez Canedo, que se encontraba enSantiago de Chile y que viajaría a Cuba en enero de 1928, pudiera también impar-tir conferencias en Puerto Rico y en Estados Unidos, o que fuera Pérez de Ayala aEstados Unidos.23

LA IDEA DE HISTORIA Y CULTURA EN FEDERICO DEONÍS

Para comprender la obra de Federico de Onís, el sentido que para él tenía lacultura, la historia y la lengua, es necesario situarle en el ambiente intelectual enque se formó. Los círculos intelectuales frecuentados por él desde su juventudejercieron una notable influencia en su formación y concepción de la proyecciónde la cultura y la lengua españolas dentro y fuera de España. Su relación con Ra-món Menéndez Pidal se remonta a 1905 cuando viaja a Madrid a realizar sus estu-dios doctorales avalado por su maestro Miguel de Unamuno. Las cartas de reco-mendación que Unamuno remitió a Marcelino Menéndez Pelayo, RamónMenéndez Pidal, Francisco Giner, Pérez Triana, Candamo y Pedro González Bue-no abrieron las puertas de la intelectualidad madrileña a Federico de Onís. Si-guiendo los consejos de Unamuno, Onís frecuentó los círculos del Ateneo de Ma-drid, comenzó a trabajar al lado de los profesores recomendados por su viejomaestro, y entabló amistad con Marquina, Azorín, Luis de Zulueta, Fernando delos Ríos, etc.

En la carta a Menéndez Pelayo, el 16 de octubre de 1905, Unamuno le presen-taba de la manera siguiente:

Sr. D. Marcelino Menéndez PelayoMi querido maestro y amigo: Mi mejor discípulo, Federico de Onís, que le presenta es-ta desea conocerlo.Va a esa a hacer su doctorado y después hará, como becario, su viaje al extranjero.Tiene afición a los estudios lingüísticos y literarios y yo espero de él mucho.Cuanto usted le ayude con sus valiosos consejos se lo agradecerá su afmo. Amigo ycomp.24

La relación entre profesor y alumno se mantuvo a lo largo de los años en losque Unamuno no dejó de aconsejar a Onís sobre su carrera, así como de dibujarsemblanzas caricaturescas, a veces muy acertadas, sobre muchos de los personajes

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22 Carta de Américo Castro a Federico de Onís, 26 de abril de 1928. AFO, Serie CorrespondenciaO.M.S/C-44.32; AFO, Serie Noticias y Actividades O-NA/C-44.31

23 Carta de Américo Castro a Federico de Onís, Tomás Navarro Tomás y Solalinde, el 13 de octu-bre de 1927. AFO, Serie Correspondencia O.M.S/C-44.28.

24 AFO, Serie Correspondencia, O.MS/C-156.27.

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con los que Onís se codeó. Cuando en 1909 pasa a ser profesor de Lengua y Li-teratura Españolas de la Universidad de Oviedo, Unamuno le comenta a propósitodel círculo ovetense, cuyo programa americanista, como ya comentamos, es unode los primeros en despuntar en la joven España:

De ese Oviedo, de sus profesores –o digo hombres– y de sus cosas me habló algo Maríade Maeztu cuando estuvo hace poco aquí. Yo cada vez le guardo más recelo, y me lo haacrecentado la manera hipócritamente espectaculosa como se ha hecho el viaje de Alta-mira. A éste, a Altamira, porqué no he de decírtelo a ti? No lo resisto; su modestia esmentira y su corrección una máscara, Le creo hombre de mezquinas pasioncillas malencubiertas. Tan mal que yo he podido verlas...25

En 1915 participó en una nueva empresa cultural dirigida por José Ortega yGasset como fue la publicación de la revista España. Un nutrido grupo de intelec-tuales figuraban al frente de la redacción: Ramón Pérez de Ayala, Luis de Zulueta,Eugenio D’Ors, Ramiro de Maeztu, Gregorio Martínez Sierra, y Juan Dixé. Fede-rico de Onís colaboró durante ese primer año de la revista junto a figuras comoFernando de los Ríos, Antonio Machado, Luis Araquistain; Adolfo Posada, Miguelde Unamuno, Ramón de Valle-Inclán, Gustavo Pittaluga, Manuel B. Cossio..., mu-chos de ellos comprometidos con el nuevo proyecto cultural de España, partidariosde los aliados durante la Primera Guerra Mundial, y todos ellos preocupados por elproblema de la nación.26

Sin dejar de ser colaborador del Centro de Estudios Históricos de Madrid, con elque mantuvo una estrecha vinculación a lo largo de toda su vida, en 1915 Onís susti-tuyó a Ramón Menéndez Pidal en la dirección de la sección de Filología del Centro,con motivo del viaje de Don Ramón a América; ese mismo año Onís pasó a ocuparla cátedra en la Universidad de Salamanca hasta 1916, cuando viajó a New York en-viado por el Ministerio de Instrucción Pública, como pensionado de la JAE, tras serinvitado por la Columbia University como catedrático de literatura española y paradirigir y organizar los estudios de lengua, literatura y civilización españolas.27

En la carta que dirigió a Santiago Ramón y Cajal, presidente de la JAE, el 31de mayo de 1916, Onís le solicitaba que durante su estancia en la Columbia Uni-versity, durante el curso académico 1916-17, fuera considerado pensionado de laJAE. Tal designación implicaba que Onís también se hiciera cargo de estudiar elestado en que se encontraban las relaciones intelectuales entre España y EstadosUnidos, y, especialmente, los aspectos relacionados con la difusión y la enseñanzadel español.28 Finalizado el curso, Onís solicitó a la Junta para Ampliación de Es-

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25 Carta de Miguel de Unamuno a Federico de Onís, el 18 de junio de 1909. AFO, Serie Corres-pondencia, O.MS/C-156.27.

26 Manuel Tuñón de Lara,Medio siglo de cultura española (1885-1936), Madrid, Editorial Tecnos,1977, pp. 152-153.

27 Federico de Onís,Ensayo sobre el sentido de la cultura española, Madrid, Publicaciones de laResidencia de Estudiantes, 1932; y España en América. Estudios ensayos y discursos sobre temas es-pañoles e hispanoamericanos,Río Piedras, Editorial Universitaria, 1968, pp. 7-9. Ver Junta para Am-pliación de Estudios e Investigaciones Científicas,Memoria correspondiente al curso 1916-17, Ma-drid, 1918.

28 AJAE, 170/60/7.

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tudios una prórroga como pensionado en New York, la cual le fue concedida porreal orden de 5 de julio de 1917:

Excmo. Sr.El profesor de la Universidad de Salamanca, D. Federico de Onís, obtuvo el año ante-rior por Real orden del 16 de Agosto, y a propuesta de esta Junta la consideración depensionado para estudiar en los Estados Unidos el cultivo de la lengua y literatura espa-ñolas y organizar trabajos acerca de ellas en la Universidad de Columbia de NuevaYork, respondiendo éste a la invitación que había recibido de esta Universidad para en-cargarse de dirigir en ella los estudios de lengua y literatura españolas.El Sr. Onís ha comunicado a la Junta el deseo expresado por aquella Universidad Ame-ricana de que continúe su labor durante el curso próximo, para no interrumpir los resul-tados que ha obtenido en el pasado curso.El movimiento de interés hacia los estudios españoles crece rápidamente en Norteamé-rica y España no puede sustraerse, sin grave daño para su futura situación en el concier-to internacional, a los requerimientos que continuamente se le hacen para que sea ellaquien se haga cargo de encauzar y dirigir la corriente hispanista, con más títulos que lospueblos hermanos del continente americano. Los Estados Unidos, dando muestras deesta preferencia han pedido a la Junta recientemente profesores que ya ocupan las cáte-dras de algunas Universidades (Baltimore, Chicago, San Francisco).La reputación del Sr. Onís hizo que obtuviera un llamamiento de la Universidad de Co-lumbia de Nueva York, la cual intentó ponerse a la cabeza de los estudios hispánicos enAmérica. Su obra repercutirá en las escuelas del país y el nuestro puede felicitarse deque tan importante misión haya recaído en un profesor que pertenece a la Universidad yla enseñanza española.Esta Junta ha apreciado por su parte, el inmenso servicio que le ha prestado D. Federicode Onís desde su alto puesto de profesor de la Columbia, favoreciendo eficazmente laexpansión de nuestro idioma en los Estados Unidos para lo que ha estado en continuacomunicación con la Junta. En vista de todo lo cual esta Junta, considerando suficiente-mente justificadas las razones aludidas, ha acordado en sesión del día 5 del corriente,proponer a V.E. se prorrogue a D. Federico de Onís, Catedrático de la Universidad deSalamanca, la consideración de pensionado para que durante el próximo curso siga es-tudiando en los Estados Unidos el cultivo de nuestra lengua y literatura, y fomente consu labor la organización de la enseñanza del español desde la Universidad de Columbiade Nueva York.Dios guarde a V.E. muchos años.Madrid, 9 de junio de 1917El Presidente 29

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29 AJAE, 107/60 doc. 10.

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A continuación reproducimos algunas de las cartas que Federico de Onís escri-bió antes de salir para su nuevo destino, relacionadas con su viaje:

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Archivo JAE (Madrid) 107/60. Docs. 7-9.

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Desde su llegada, Onís comenta que, como enviado del Ministerio de Instruc-ción Pública de España, se había visto obligado a intervenir en las relaciones cul-turales entre España y Estados Unidos, siendo uno de los aspectos más desatendi-dos hasta entonces el dar a conocer los autores españoles contemporáneos. Enfunción de ello, en su primer año en la Columbia Onís impartió un curso sobre li-teratura española contemporánea, a la vez que preparaba un libro sobre dicho te-ma, que se publicaría en ambos países en español e inglés.30

Su proyecto fue similar al desarrollado desde la Universidad de Oviedo y laJAE por Rafael Altamira, Adolfo Posada, Ramón Menéndez Pidal, José Castillejo,etc.; todos parten de una concepción similar de la historia de España y de las rela-ciones que la España moderna tenía que establecer con otros países, y, fundamen-talmente, con Hispanoamérica. La búsqueda de la nacionalidad y la defensa de lacultura española, común a todo este grupo regeneracionista, se tiene que entendera la luz del proyecto liberal que pretendía articular un nacionalismo español porencima de los regionalismos y frente al renacimiento cultural de los mismos.31

El proyecto de estos intelectuales, al emanar del liberalismo nacionalista–que también alimentó al discurso fascista de los años treinta y cuarenta funda-mentalmente– puede confundirse en ocasiones con el hispanismo desplegadopor el régimen de Franco, en el que la hispanidad se utilizó como instrumento depropaganda, por lo que es conveniente señalar las diferencias entre ambos pro-yectos culturales que partieron de políticas culturales distintas y de ideologíasopuestas.32

El programa de renovación cultural y científica de la JAE tuvo una proyecciónexterior extraordinaria. Para salir del aislamiento no sólo se buscaron las conexio-nes con Europa y América en el pensamiento, la historia o la ciencia, sino que sedesarrolló un importante programa de becas para enviar al extranjero a estudiantesy profesores, y traer a las aulas y centros de investigación de España docentes deotros países. Como dijera Onís «... he de pensar que todo lo que contribuya a rela-cionarse con otros pueblos será fuente de bien y de vida, y que todos los males que

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30 AFO, Serie Correspondencia, O.MS/C-28.131 José-Carlos Mainer,La Edad de Plata (1902-1939), Opus cit.,pp. 264-267. El sentimiento pa-

triótico y la defensa de la misión educativa de la historia que inspiró la obra de muchos de estos inte-lectuales, como Rafael Altamira, marcados por el sentimiento de desastre del 98, aparecen analizadosen el estudio de Carmen Ortiz, «Ideas sobre el pueblo en el imaginario nacional español del 98», Con-suelo Naranjo Orovio y Carlos Serrano (eds.),Imágenes e imaginarios nacionales en el Ultramar espa-ñol, Madrid, CSIC-Casa de Velázquez, 1999, pp. 19-45. En la defensa que Altamira hace de España co-mo Estado-nación, el español es el vehículo de cohesión interna que además servía de unión conHispanoamérica.

32 Ver los libros de Denis Rolland, Lorenzo Delgado, Eduardo González, Antonio Niño y MiguelRodríguez,L’Espagne, La France et L’Amerique Latine.., Opus cit., y de Isidro Sepúlveda,Comunidadcultural…, Opus cit.Otras obras de interés son: Eduardo González Calleja,La hispanidad como instru-mento de combate. Raza e imperio en la prensa franquista durante la Guerra Civil española, Madrid,CSIC, 1988; Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla,Diplomacia franquista y política cultural haciaIberoamérica, 1939-1953,Madrid, CSIC, 1988, y El imperio de papel: acción cultural y política exte-rior durante el primer franquismo, Madrid, CSIC, 1992; Antonio Niño, «L’expansion culturelle espag-nole en Amérique hispanique (1898-1936)»,Relations Internationales, 50, 1987, pp. 201-208, e «His-panoamericanismo, regeneración y defensa del prestigio nacional», Pedro Pérez y Nuria Tabanera(eds.),La formación de la imagen de América Latina en España, 1898-1989, Madrid, OEI, 1992,pp. 23-42.

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esa relación nos pudiera traer no serían nunca tan malos como el mal del aisla-miento».33

Respecto a Hispanoamérica este proyecto liberal y posteriormente republica-no, hispanoamericanista, que en un primer momento surgió de la necesidad deconciliar intereses a ambos lados del Atlántico, y que posteriormente se reforzó enel ambiente regeneracionista que envolvió la España de principios del siglo XX,cargado de un fuerte componente de espiritualidad, como ya señalamos, nada teníaque ver con el concepto de hispanidad defendido por el franquismo, que hizo deésta el instrumento de expansión en América Latina. La hispanidad se convirtió enla ideología e instrumento que sirvió al régimen de Franco para exaltar el pasadohispano y legitimar los «derechos» de España sobre el continente americano, envirtud de la unidad racial y cultural de los pueblos hispanos, sin tener en cuenta lasdiferencias étnicas y culturales de cada pueblo.34

El interés de Federico de Onís por conocer la esencia de lo español, el origende la nacionalidad española, de penetrar en la historia de España, se enriquece entierras americanas con su afán por defender la permanencia de la cultura españolaen América, visible en las manifestaciones artísticas, en la cultura material y espi-ritual americanas. En su interpretación la herencia hispana se encontraba en la cul-tura americana, iberoamericana, era la cultura española transformada en propia y,por tanto, diferente. Su concepción de la historia de España como una historiamarcada continuamente por la conquista y la frontera hace que la historia de Espa-ña se traslade al Nuevo Mundo, ampliándose, enriqueciéndose y diferenciándose,siendo, en palabras de Onís, la frontera o las fronteras los lugares donde mayor vi-talidad tenía dicha cultura. Para él, la cultura española o hispana en su concepciónmás amplia sólo podía comprenderse a través de la búsqueda de la continuidad, lasrupturas, los encuentros, los desencuentros, las desigualdades y las armonías en lahistoria; una historia que como para el resto de sus compañeros del Centro de Es-tudios Históricos, enfrascados en su proyecto nacionalista, tenía sus orígenes y suesencia en Castilla, y en el idioma español35. En la historia de Castilla estos histo-riadores y filólogos encontraban los rasgos y la permanencia de lo que ellos deno-minaban el «alma española»; Castilla era el lugar de integración de otros pueblos,proceso en el cual las culturas y tradiciones se habían enriquecido mutuamente.Todo ello le confería un lugar destacado respecto a la totalidad española.36

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33 Federico de Onís,El español en los Estados Unidos, Salamanca, Imp. y Lib. de Francisco NúñezIzquierdo, 1920, p. 30.

34 Eduardo González Calleja,La hispanidad como instrumento..., Opus cit.35 El 98 motivó una crisis en la conciencia nacional que derivó en que se repensara España como

problema y como nación. En ese proceso Castilla fue elegida por muchos intelectuales como el almaque encarnaba la nacionalidad de España: Castilla austera, guerrera, idealizante, quijotesca, sobria, se-rena como la define Menéndez Pidal en sus trabajos, y poetas y novelistas como Azorín o Machado.Una Castilla cuna del idioma y de la cultura española como interpretan y defienden los alumnos de Me-néndez Pidal, entre ellos Federico de Onís. Sobre estos aspectos pueden consultarse los libros de JuanPablo Fusi,España. La evolución de la identidad nacional, Temas de Hoy. Historia, Madrid, 2000;Juan Sisinio Pérez Garzón,La gestión de la memoria. La historia de España al servicio del poder, Bar-celona, Crítica, 2000; José Álvarez Junco,Mater Dolorosa: la idea de España en el siglo XIX, Madrid,Grupo Santillana de Ediciones, 2001.

36 Centenario de Federico de Onís (1885-1966), Río Piedras, Oficina de Publicaciones e Investiga-ciones, Facultad de Humanidades, Universidad de Puerto Rico, 1985. Entre los múltiples discursos y

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Es importante comprender su idea de España, de la cultura, y de América parapoder entender la labor que desplegó Onís en Estados Unidos y en Puerto Rico apartir de 1916, cuando siendo catedrático de la Universidad de Salamanca, se tras-ladó a Estados Unidos tras la petición que realizara la Columbia University deNew York al Centro de Estudios Históricos de la JAE del envío de un profesorde español, para que organizase la enseñanza de la lengua, la literatura y la civili-zación españolas como catedrático en el Departamento de Lenguas Romances dedicha Universidad. Su viaje que en principio se programó para un año, se convirtióen un largo destino. Tras solicitar sucesivos permisos en la universidad salmantina,en 1921 pidió la excedencia como catedrático. Desde entonces Federico de Onísactuó en todo momento como delegado de la JAE y de la Junta de Relaciones Cul-turales en Estados Unidos.

EL INTERÉS DE LOSESTADOSUNIDOS POR LA CULTURA HISPANA

Lengua española. Préstale mucha atención y procura conocerla en detalle. Por nuestrasrelaciones venideras con España y la América Hispánica esa lengua llegará a ser una ad-quisición de mucho provecho. La historia antigua de gran parte de América se ha escri-to en aquel idioma: te envío un diccionario.

(Carta de Thomas Jefferson a un sobrino, 1787)37

Con estas palabras del último tercio del siglo XVIII se comenzaba a percibir enEstados Unidos la importancia de la lengua española. A partir del segundo cuartodel siglo XIX, estas primeras semillas del hispanismo en Estados Unidos, vincula-das en sus inicios a intereses económicos –particularmente la penetración comer-cial en el área antillana– empezaron a imponerse también en los círculos intelec-tuales de la joven nación. Las obras de distinguidos escritores, como WashingtonIrving, Henry Wadsworth Longfellow, George Tickner y el historiador William H.Prescott son testimonio de ello.38 Asimismo, durante esa época se pusieron en bo-ga los viajes de la elite culta a la Península Ibérica, atraida de forma particular porel exotismo de la región que representaba una mezcla de las culturas árabes y eu-ropeas. Estadistas de la talla de John Adams y James Monroe se unieron al grupode viajeros distinguidos. Sin lugar a dudas, esta actividad influyó notablemente enel quehacer literario del período:

...los primeros novelistas norteamericanos encontraron en el mundo español inspiraciónpara escenas, argumentos y personajes. Mientras que los poetas y dramaturgos preferían

146 LOS LAZOS DE LA CULTURA

conferencias en los que Onís comenta su idea de la historia de España y de América, como prolonga-ción del ser de España pueden verse los aparecidos en La Prensa, New York, 25 de enero de 1921; 15de noviembre de 1937; 16 de octubre de 1940. Muchos de estos artículos se encuentran en el AFO, Se-rie Noticias y Actividades O-NA. Como muchos intelectuales españoles y latinoamericanos, Federicode Onís consideraba que las sociedades cultas tenían una «misión hegemónica y civilizadora». Pensabaque la cultura española podía ejercer la función unificadora de las distintas tradiciones americanas. VerPedro Laín Entralgo,Menéndez Pelayo: Historia de sus problemas intelectuales,Buenos Aires, Edito-rial Juventud Argentina, 1945.

37 Citado en Frederick S. Stimson, «Pioneros del hispanismo en los Estados Unidos»,Arbor, númeroextraordinario decdicado a «El hispanismo en Estados Unidos», tomo 116, Madrid, CSIC, 1983, p. 7.

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el México y el Perú de la época de la Conquista, probablemente a causa del elementoépico inherente en la majestuosa historia del nacimiento y caída de las civilizacionesaborígenes, los escritores que cultivaban el género novelesco escogieron la España de laépoca, México y las Indias Occidentales.39

Aparte de la labor literaria comenzaron a establecerse cátedras de español endiversas universidades norteamericanas Por ejemplo, en 1830, se fundó una en laUniversidad de Columbia, institución que en el futuro jugaría un papel importanteen la difusión de los estudios hispánicos en el continente americano. Ya en la se-gunda mitad del siglo XlX, alrededor de 41 universidades norteamericanas teníancátedras en español.

Al interés por la literatura, se unió el de la historia del imperio español y lascausas de su decadencia, que se manifestó a partir de la Guerra Hispanoamericanaen 1898, con la creación de la primera cátedra sobre el tema a cargo de Roger Bi-gelow Merriman en la Universidad de Harvard:

...desde 1898 en adelante los Estados Unidos empezaron a desempeñar un papel interna-cional a gran escala. Tal acontecimiento exigía intelectualmente una necesidad para enten-der a fondo el desenvolvimiento de uno de los mayores imperios del mundo moderno contodas sus grandezas y sus fracasos. Aún más precisa fue la urgencia para analizar la heren-cia político-cultural española en la América Central y del Sur, la región donde se había ex-pansionado el poder norteamericano a raíz de la desbandada española.40

Así, pues, desde un punto de vista cultural se va a establecer un vínculo vitalentre las universidades, la sociedad y la política internacional norteamericana enrelación con Hispanoamérica.

EL PANAMERICANISMO

Durante el siglo XlX Hispanoamérica se convirtió en una pieza de incalculablevalor tanto para las naciones europeas como para los Estados Unidos ya que represen-taba un campo fértil para la exportación de mercancías y de capitales bajo formas deinversiones y créditos. La década de 1880 marcó el auge del imperialismo en la re-gión basado en el monopolismo, el dominio del sector financiero sobre los demás sec-tores y la rivalidad entre las naciones interventoras por la captación de mercados decapital y fuentes de materias primas. Además, los Estados Unidos comenzaron a des-plazar y a sustituir la influencia de Inglaterra y Francia, que hasta esa fecha se habíandestacado por ser las potencias dominantes, hasta lograr establecer su hegemonía enlas primeras décadas del siglo XX, particularmente después de la Primera GuerraMundial. La adquisición de Puerto Rico, en 1898, y cinco años más tarde la aproba-ción de la Enmienda Platt en el Congreso, estableciendo un protectorado sobre Cuba,

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38 Ibidem, p. 8.39 Ibidem,p. 10.40 Joan Connelly de Ulman, «Los estudios históricos sobre España en los Estados Unidos en el si-

glo XX», Arbor, número extraordinario decdicado a «El hispanismo en Estados Unidos», tomo 116,Madrid, CSIC, 1983, p. 141.

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seguido por la ocupación militar de Nicaragua (1912-1925 y 1926-1933), Haití(1915-1934), República Dominicana (1916-1924) y Cuba (1898-1902, 1906-1908,1917-1922), le aseguraron el control de la política interna de estos países.41

A pesar de las tensiones que estos hechos provocaron entre la nación del Norte ylos países hispanoamericanos hubo aspectos en que ambos coincidieron, como fue,por ejemplo, la importancia que atribuyeron a los procesos de modernización e in-dustrialización. Estuvieron de acuerdo en que el aumento del comercio no sólo pro-movía la prosperidad económica sino que también favorecía la armonía y el entendi-miento entre las naciones que integraban el hemisferio occidental. A tales efectos,los gobiernos de la región reconocieron la necesidad de llegar a acuerdos que promo-viesen los intercambios comerciales, la industria y la diplomacia en el área. En 1889,se llevó a cabo una histórica conferencia en Washington con el propósito de discutirlos problemas y las oportunidades hemisféricas. Esta fue la Primera ConferenciaPanamericana, propulsada por James G. Blaine, secretario de Estado de los EstadosUnidos a quien se le considera el ideólogo del panamericanismo.

Desde la perspectiva norteamericana, el concepto de una organización multila-teral de Estados americanos representaba la oportunidad de que los Estados Uni-dos pudiesen ejercer un papel tutelar sobre los países hispanoamericanos. Se aspi-raba, pues, a alcanzar dos objetivos fundamentales de índole económica uno, ypolítica el otro. En el aspecto económico Estados Unidos intentaba la creación deuna unión aduanera americana que excluyese a los países europeos y en el planopolítico se arrogaba el derecho a actuar como árbitro en los conflictos que surgie-sen entre los países hispanoamericanos.

Por su parte, los países hispanoamericanos buscaban con este acercamiento unvehículo para promover la igualdad entre los países, respeto por las leyes interna-cionales y la adhesión a los principios de soberanía y no intervención por parte depotencias extranjeras en la comunidad hemisférica. No es de extrañar que estospuntos de vistas divergentes frustraran la firma de acuerdos concretos. El único re-sultado de la reunión de 1889 fue la creación de una oficina de información co-mercial en Washington, que fue la semilla de la futura Unión Panamericana y mástarde de la Organización de los Estados Americanos. A pesar de estas dificultades,el panamericanismo permaneció como un concepto fundamentado en que a pesarde las diversidades culturales que caracterizaban a las naciones del hemisferio, és-tas compartían ideales políticos, intereses económicos, la unidad geográfica y lasprincipales corrientes culturales de la civilización occidental.42

El panamericanismo fue la punta de lanza para la penetración cultural de losEstados Unidos en Hispanoamérica. En las primeras décadas del siglo XX se suce-den los viajes a América del Sur por profesores de las universidades norteamerica-

148 LOS LAZOS DE LA CULTURA

41 Demetrio Boersner,Relaciones internacionales de América Latina. Breve historia,5ta. Edición,Caracas, Nueva Sociedad, 1996, p. 137; Thomas E. Skidmore y Peter H. Smith,Historia contemporá-nea de América Latina,Traducción castellana de Carmen Martínez Gimeno, Barcelona, Crítica, 1996,p.387.

42 Lawrence A. Clayton y Michael L. Conniff,A History of Modern Latin America, Forth Worth,Texas, Harcourt Brace College Publishers, 1999, pp. 230-234; véase también Peter H. Smith,Talons ofthe Eagle. Dynamics of U.S.-Latin American Relations,New York, Oxford, Oxford University Press,2000, pp. 93-94.

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nas, como por ejemplo, el que hizo William R. Shepherd, reconocido catedráticode historia de la Universidad de Columbia, bajo los auspicios del Departamento deEstado de los Estados Unidos y el «Bureau of American Republics». Según lo de-finía esta última entidad el propósito del mismo era:

...cultivar las relaciones personales con los estadistas, literatos y hombres denegociosdel Sur de América, y darles a conocer los recursos y condiciones de los colegios y Uni-versidades americanos, con el propósito de conseguir una más estrecha relación entrelas Repúblicas latinoamericanas y los Estados Unidos...43

Uno de los principales exponentes de estas relaciones culturales fue el Dr. LeoS. Rowe, catedrático de derecho y ciencias políticas de la Universidad de Pennsyl-vania, y presidente de la «American Academy of Political Science» (más tardeejercería el cargo de Director General de a Unión Panamericana). En la novenaconferencia anual de la Asociación de las Universidades Americanas, que se llevóa cabo en enero de 1908 en Ann Arbor, Michigan, Rowe resaltaba la dependenciaintelectual de las universidades hispanoamericanas respecto a Europa. Señaló quelas repúblicas hispanoamericanas, debido a las peculiares condiciones económicasy políticas en que se habían desarrollado, presentaban problemas diferentes a losdel continente europeo. Por consiguiente, existía interés por parte de los educado-res de Hispanoamérica en establecer contactos con las universidades norteameri-canas, oportunidad que no debía desaprovechar Estados Unidos. De manera querecomendaba, entre otras cosas, que se establecieran estrechas relaciones entre lasUniversidades del Norte y de Sur América y entre los investigadores individualesde las diversas ramas científicas. Además, que se propiciara un intercambio de laspublicaciones universitarias, la organización de trabajos científicos internacionalesy la inclusión de lecciones sobre el desarrollo de las instituciones políticas ameri-canas en las cátedras de Historia de América, Derecho constitucional, Derecho ad-ministrativo, Economía, Sociología y Legislación comparada. Por último, aconse-jaba que se favoreciese el intercambio de profesores y de estudiantes tanto de lasEscuelas Normales como de las universidades.44 Como podemos observar, estasrecomendaciones se asemejaban a algunas de las propuestas hispanoamericanistasimpulsadas desde España por la JAE y la Universidad de Oviedo. De hecho, Esta-dos Unidos también estableció acuerdos con las universidades de La Plata, Chile ySan Marcos de Lima. Rowe, aparte de diseñar este proyecto cultural, articuló lasventajas políticas del mismo:

No está lejano el momento en que las Repúblicas latinoamericnas, ó á lo menos las másimportantes de ellas, serán potencias de real importancia, cuya ayuda habrán de requerirlos Estados Unidos para la realización de los ideales de justicia internacional por quevienen luchando desde hace tanto tiempo nuestros gobiernos. No podemos esperar ese

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43 Citado en Rafael Altamira,España en América,Valencia, F. Sempere y Compañía, Editores,1908, p. 56.

44 Ibidem,pp. 57-60 (las cursivas aparecen en el texto).

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apoyo sin que hayamos establecido previamente estrechos lazos intelectuales y moralesentre ellos y los Estados Unidos…el espíritu de unidad continental que debemos tratarde establecer, no implica el menor antagonismo hacia Europa ni las instituciones euro-peas. Es el simple reconocimiento del hecho elemental de que América podrá contribuirde mejor modo al progreso del mundo, dedicándose ella misma en primer término, ycon unidad de propósito, a los problemas nacionales e internacionales que son peculia-rísimos de este continente, ó para cuya solución son especialmente favorables nuestrascondiciones.45

El panamericanismo contribuyó a acrecentar en los Estados Unidos un interéspor la lengua y la civilización españolas. La corriente popular que buscaba el idio-ma español como un instrumento de comercio y enriquecimiento se unió a aquellaotra corriente elitista, que mencionamos en páginas anteriores, formada por escri-tores, artistas y estudiosos del alma española. 46

Mientras tanto, en Hispanoamérica, ciertos círculos intelectuales rechazaronvehementemente las implicaciones del panamericanismo. Escritores prominentescomo, por ejemplo, José Enrique Rodó, Manuel Ugarte y Rubén Darío denuncia-ron la hegemonía norteamericana y sus devastadoras consecuencias. Rodó, en suconocido ensayo Ariel, advertía algunos de estos peligros:

La poderosa federación [Estados Unidos] va realizando entre nosotros una suerte deconquista moral. La admiración por su grandeza y por su fuerza es un sentimiento queavanza a grandes pasos en el espíritu de nuestros hombres dirigentes, y aún más, quizás,en el de las muchedumbres, fascinables por la impresión de la victoria. Y de admirarlase pasa por una transición facilísima a imitarla….Se imita a aquel en cuya superioridado cuyo prestigio se cree. Es así como la visión de una América «deslatinizada» por pro-pia voluntad, sin la extorsión de la conquista, y regenerada luego a imagen y semejanzadel arquetipo del Norte, flota ya sobre los sueños de muchos sinceros interesados pornuesstro porvenir, inspira la fruición con que ellos formulan a cada paso los más suges-tivos paralelos, y se manifiiesta por constantes propósitos de innovación y de reforma.Tenemos nuestra «nordomanía». Es necesario ponerle los límites que la razón y el sen-timiento señalan de consuno.47

Estas expresiones apuntan a una realidad innegable en Hispanoamérica. Si bienun nutrido grupo de intelectuales rechazaba la influencia norteamericana, otrossectores como el de los políticos y las elites socio-económicas, entendían que noera prudente ni necesario aislarse de los Estados Unidos. Por ejemplo, el presiden-te de Uruguay, Baltasar Brum, señalaba que los ideales de justicia y democraciaeran factores poderosos que fomentaban los lazos de solidaridad con América delNorte. Añadía que las diferencias de los lenguajes no constituían un obstáculo pa-ra establecer estrechos vínculos entre los pueblos y a manera de ejemplo mencio-

150 LOS LAZOS DE LA CULTURA

45 Ibidem,pp. 60-61.46 Federico de Onís, «El español en los Estados Unidos»,España en América..., Opus cit.,p. 690.47 José Enrique Rodó,Ariel, México, SEP/UNAM, 1982, pp.49-50.

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naba a Europa donde países de diversas lenguas se asociaban para propósitos de ladefensa común. Brum insistía en defender el panamericanismo como un elementonecesario para la armonía internacional. 48 Por otra parte, no se puede olvidar queel progreso material, el capital y la tecnología de los Estados Unidos ejercían unapoderosa atracción en Hispanoamérica, particularmente sobre los profesionales ylas capas medias.

Es decir, que la idea del panamericanismo fue acogida con profunda ambiva-lencia por los sectores hispanoamericanos. De igual manera, el hispanismo propul-sado desde España se miró con recelo en algunos países y por determinados inte-lectuales. Sin embargo, señala Frederick Pike que la América hispana combinócon sagacidad las dos fuerzas: la española, de carácter esencialmente espiritual, yla norteamericana, básicamente materialista. Al efecto, comenta:

Latin American appreciation of the value of the two forces in defending the status quoaccounts in part for the endurance and occasional flowering of Pan-Americanism andhispanismo. Situated at «the crossroads between two worlds», Latin Americans inge-niously managed the best of the situation and to utilize both worlds.49

Mientras tanto, en los Estados Unidos se crearon varias instituciones y bibliote-cas50 que apoyaron los estudios hispanistas, «pasando así el panamericanismo» –se-gún observaba Federico de Onís– «del terreno de la aspiración teórica o la políticapráctica al de las fuerzas hondas nacionales que mueven en una dirección a todo unpueblo.»51 Más aún, argumentaba Onís, para establecer relaciones comerciales fructí-feras con los pueblos hispanoamericanos no sólo había que conocer el español sinotambién su historia, su geografía, su literatura, su arte, su psicología, sus costumbres.Y si los pueblos hispanoamericanos eran hijos de España había pues que «ir a la fuen-te y conocer a España.»52. «De todo este rodeo» –añadía– «es capaz la mente nortea-mericana cuando quiere orientarse seriamente para la acción, y ésta es la razón de suéxito y su eficacia».53 Onís defendió y apoyó desde su puesto en la Universidad deColumbia la interrelación de los Estados Unidos con Hispanoamérica:

La unidad de América hay que hacerla con el espíritu del más amplio americanismo; hayque realizarla y establecerla sobre la base segura de los puntos de coincidencia entre las dosculturas que se dividen el continente. Las diferencias entre estas dos culturas son reales yhondas sin duda; pero es más honda y real todavía la unidad básica que hace americanos atodos los hombres que pueblan este hemisferio.54

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48 Fredrick B. Pike,Hispanismo, 1898-1936. Spanish Conservatives and Liberals and their Relationswith Spanish America, Notre Dame, Indiana-London, University of Notre Dame Press, 1971, p. 321.

49 Ibidem,p. 323.50 Para una relación detallada véase Ronald Hilton,Los estudios hispánicos en los Estados Unidos,

Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1957.51 Federico de Onís, «El español….»,España en América..., Opus cit.,p. 689.52 Ibidem,p. 690.53 Idem.54 Federico de Onís, «España y el Sudoeste de Estados Unidos»,España… Opus cit.,p. 30. Véanse

los ensayos incluidos en este libro de Consuelo Naranjo y Miguel Ángel Puig-Samper (capítulo V), y elde Matilde Albert (capítulo VII).

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No debe sorprender que a la larga se estableciera una estrecha cooperación en-tre los intelectuales españoles de la JAE, particularmente del Centro de EstudiosHistóricos de Madrid, y las instituciones norteamericanas, en un intento por conci-liar los intereses que ambas partes tenían respecto a la América Hispana. PuertoRico fue el ejemplo más significativo de esta alianza, como veremos en los ensa-yos próximos. De ahí que en un importante artículo, escrito por William Shepherd,para el primer número de la Revista de Estudios Hispánicos,del Departamento deEstudios Hispánicos de la Univerisdad de Puerto Rico, denominase a esta alianza«la amistad triangular»:

Las relaciones entre los españoles, los hispanoamericanos y los norteamericanos hacenimperiosa la necesidad de que nuestra juventud, que es la llamada a modelar nuestrosfuturos programas nacionales, conozca y aprecie mutuamente características que nosdistinguen..Nuestra juventud española, hispanoamericana y norteamericana, deberíaaprender los idiomas, la historia, las tradiciones, las costumbres, las ideas y la culturaen general de las dos Américas, uniendo así sus conceptos, a fin de poder comprender-nos los unos a los otros, empeñándonos e interesándonos por el desarrollo espiritual, in-telectual y material, contribuyendo en cuanto sea posible a solidificar y engrandecernuestra amistad triangular.55

152 LOS LAZOS DE LA CULTURA

Facultad de Humanidades, Universidad de Puerto Rico, 1931.(Revista Athenea).

55 William R. Shepherd, «Hacia la amistad triangular»,Revista de Estudios Hispánicos,tomo 1,núm. 1, enero-marzo, 1928, p. 11-12. Para un análisis del artículo véase el ensayo de Laura Rivera yJuan G. Gelpí incluido en este libro (capítulo VI).

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V

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOSHISTÓRICOS DE MADRID Y LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO

Consuelo Naranjo Orovio y Miguel Ángel Puig-SamperInstituto de Historia, CSIC

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FEDERICO DEONÍS Y LA ARTICULACIÓN DE LAS RELACIONES CULTURALES ENTRE

LA COLUMBIA UNIVERSITY Y LA JUNTA PARA LA AMPLIACIÓN

DE ESTUDIOS EINVESTIGACIONESCIENTÍFICAS

El envío de Federico de Onís por la JAE a Nueva York en 1916 fue el inicio deun intercambio cultural y científico, sólido y duradero, entre España, Estados Uni-dos y Puerto Rico. Dicho intercambio fue posible gracias a la red de relacionesinstitucionales y personales que Onís supo tejer entre los tres países y sus centrosacadémicos, la JAE, el Centro de Estudios Históricos de Madrid, del que él siem-pre fue colaborador, y figuró como tal en las Memoriasdel Centro, la Universidadde Columbia y el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad dePuerto Rico (Recinto de Río Piedras).

Su habilidad e interés por la cultura y por su difusión logró vencer cualquier re-celo que se mostrara en el establecimiento de los lazos culturales entre los tres paí-ses. Más aún cuando dichos lazos estaban basados en la defensa y difusión de lalengua española. En su tarea Federico de Onís encontró un ambiente propicio tan-to en Estados Unidos como en la Universidad de Puerto Rico y en la sociedad bo-ricua. En todo momento Onís resaltó la importancia de que en dicha empresa estu-vieran involucrados estrechamente la academia y los hispanistas americanos.1

1 El proyecto cultural español desarrollado por la JAE y por Onís en Estados Unidos y Puerto Ricorecibió algunas críticas por aquellos que consideraban que España no había alcanzado un desarrollocultural ni científico que justificase su empresa cultural. Véase por ejemplo el artículo de Tomás Nava-rro Tomas, «Las relaciones entre España y América»,Summer School News, Year III, nº 2, july 13-18,1925, pp. 1-2, que es una respuesta al ataque que otro articulista hacía a este proyecto cultural publica-do también en Summer School News, Year III, nº 1, july 6-11, 1925, pp. 4-6, titulado «La DoctrinaMonroe y el Pan Americanismo» por Collado Martell.

Estas y otras manifestaciones en contra de España y del hispanoamericanismo provocaron queOnís en todo momento manifestara su interés en involucrar a los académicos hispanistas norteameri-canos. Ello queda evidenciado en la correspondencia que, previamente al establecimiento del Departa-mento de Estudios Hispánicos en la Universidad de Puerto Rico, mantuvo con el rector de dicha Uni-versidad, Thomas Benner. AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-115.

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Asimismo, el mantenimiento de una colaboración académica estrecha entre Fede-rico de Onís y sus compañeros del Centro de Estudios Históricos, Ramón Menén-dez Pidal, Tomás Navarro Tomás, Samuel Gili Gaya, Dámaso Alonso, AmadoAlonso, entre otros, hizo posible la creación en 1926 en la Universidad de PuertoRico del Departamento de Estudios Hispánicos.

El interés creciente en Estados Unidos por España y su cultura desembocó enla creación en Nueva York de la Hispanic Society of America, en 1904 bajo el me-cenazgo de Archer M. Huntington, y del Instituto de las Españas, fundado en 1920por la Columbia University. Onís mantuvo una relación personal desde su llegadaa Nueva York con Archer M. Huntington, en virtud de la colaboración de Onís enla Hispanic Society –de la que fue nombrado miembro en 1917– como el envío delibros y revistas españolas, además de ser la persona que en muchos casos intervi-no en la invitación que la Hispanic Society cursó a intelectuales españoles. Ambasinstituciones fueron centros de difusión de la cultura de España, y junto a las es-pléndidas colecciones de literatura y arte españoles, depositadas en la HispanicSociety, se auspiciaron conferencias de los intelectuales españoles más prestigio-sos del momento como María Maeztu, Blasco Ibáñez, Ramón Menéndez Pidal,Ramón Pérez de Ayala, Fernando de los Ríos, entre otros.2

Las relaciones culturales de España con Estados Unidos fueron en todo mo-mento atendidas por la JAE, que nombró como delegado a Federico de Onís; inte-lectual comprometido en cuyos escritos y conferencias siempre intentó, por unaparte, demostrar el valor de la cultura española y el derecho que tenía su lengua, li-teratura e historia a ser estudiadas y difundidas, y por otra, resaltar el significadode España en Hispanoamérica como ente moral, y no como Estado. Como entemoral entendía «las manifestaciones del genio colectivo en los dominios de la len-gua, la ciencia y el arte que tienen una tradición multisecular que le dan esa ener-gía y espontaneidad...., el alma de España».3

Insistía, como lo hacían desde España otras voces hispanoamericanistas, en lacomunión de intereses espirituales que unían a todos los pueblos hispanos, y en elderecho moral que España tenía en América. Este derecho del que habla Onís nun-ca tuvo un matiz político, como tampoco tuvo un significado excluyente de las cul-turas americanas ya que en todo momento reconoció la variedad de culturas en laAmérica hispana, y la novedad cultural que representaba Hispanoamérica respectoa España.4

Colaboró de manera continua y desinteresada en difundir los cursos de veranopara extranjeros que comenzó a organizar la JAE en 1912, con los que se pretendíacompletar la formación de los universitarios norteamericanos en la cultura y elidioma español. Dichos cursos pasaron a ser organizados a partir de 1920 porel Centro de Estudios Históricos de Madrid, en su nueva sede de la Calle Duque deMedinaceli, hasta entonces, Palacio del Hielo. Desde mediados de julio a media-dos de agosto, entre 1912 y 1936, con excepción de 1917 y la suspensión provoca-da por la Guerra Civil en 1936, la Residencia de Estudiantes y posteriormente el

156 LOS LAZOS DE LA CULTURA

2 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-79.1 - 79.26.3 AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA-3A.2.4 La Prensa, New York, 16 de octubre de 1940.

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Centro de Estudios Históricos recibía un grupo de estudiantes y profesores extran-jeros, entre ellos una buena proporción de norteamericanos, a los que se les aloja-ba en la Residencia de Estudiantes y en el Instituto Internacional de Señoritas. Ra-món Menéndez Pidal, Américo Castro Quesada, Pedro Salinas, Dámaso Alonso yManuel Gili Gaya se encargaron de estos cursos, en los que se combinaban las cla-ses de cultura, arte, folklore, música, lengua y literatura españolas con visitas cul-turales y excursiones a distintas ciudades. Al finalizar los cursos, los alumnos reci-bían distintos diplomas en función del grado de aprovechamiento que hubierademostrado el alumno.5

Desde 1919, a través del sistema de becas, la JAE envió pensionados de distin-tas especialidades a diferentes universidades norteamericanas, aunque en númeroinferior al enviado a Europa. También en calidad de becarios fueron enviados loslectores y profesores de español, como el propio Onís fue en 1916. Columbia,Harvard, John Hopkins, Michigan, Berkeley, Pennsylvania, Rockefeller Institutefor Medical Research, fueron algunos de los centros donde se especializaron losbecarios españoles. Según algunos autores, el total ascendió a 55, de los cuales unaelevada proporción correspondía a médicos, biólogos y químicos; algunos de ellosfueron Manuel Dalmau y Matas, Francisco Durán i Reinals, Juan López Suárez,Ramón San Ricart, Mario García Banús, Santos Rubiano y Herrera, Carlos Fer-

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID…157

Federico de Onís.(Seminario de Federico de Onís, Departamento de Estudios Hispánicos, UPR).

5 Las actividades académicas desarrolladas por la JAE y el Centro de Estudios Históricos, la dota-ción de becas para estudiar en el extranjero, el intercambio con otros países, etc., fueron recogidos apartir de 1910 en las Memoriasde la JAE.

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nández Arroyo y Navarro Rodrigo, José Fernández-Nonídez y López-Calvo, CruzGallastegui, Rosendo Carrasco Formiguera, Loreto Tapia Robson, Mª Nieves Gon-zález Barrio, Ciriaco Mañes Retama, Francisco Poyanes y Fresno, Emilio JimenoGil, María Luisa Cañomeras, Concepción Lazárraga, Jorge Folch Pi, etc.. Entre loshombres y mujeres de letras que fueron profesores o conferenciantes en estos añosen las universidades americanas podemos mencionar entre otros a Federico deOnís, María de Maeztu, Juana Moreno de Sosa, Carmen Castilla Polo, Luis GarcíaGuijaro, Antonio Llorens Clariana, Cándida Cadenas Campo, Joaquín Ortega Du-rán, Fernando Cadalso y Manzano, Ángel Apraiz Buesa, Federico Blanco Trías,César Barja Carral, etc.6

Por otra parte, fue habitual que las universidades americanas además de invitara lectores españoles para la enseñanza de su idioma, recibieran las visitas de espe-cialistas en cultura, literatura o filología española. Como fuera invitado Onís en1916, también lo fueron María de Maeztu (1919), Tomás Navarro Tomás (1927-1928), Américo Castro (1924 y 1928), Antonio García Solalinde (1922-23, 1925,1927-28, y 1937), Samuel Gili Gaya (1930-32), etc. Al no cubrir la invitación losgastos del viaje, la JAE acordó en 1916 ayudar a los profesores con una cantidadque cubría parcial o totalmente los gastos, por lo que en ocasiones se les considerópensionados.7

El intercambio oficial de becas entre ambos gobiernos se inició en 1919 tras elviaje de José Castillejo, secretario de la JAE, a Estados Unidos, donde consiguióapoyo del Rockefeller Institute.8 De esta visita Castillejo nos comenta algunas desus impresiones:

Por la tarde en Columbia University. Mi primera visita a aquel reino. Creo que realmen-te ha conseguido encarnar el espíritu norteamericano de Nueva York. La instalación enestos enormes pabellones aislados bordeados de praderas que aunque estrechas parecenuna tendencia al aislamiento y a la lejanía, es lo único compatible con una gran ciudad.Los edificios en el tipo anglo-americano de solidez y comodidad.Hay, como en todas partes, una mezcla casi siempre afortunada, de eficacia alemana ybuen gusto inglés....Veo a Onís y asisto a una de sus clases, llena de gente. Habla de Pío Baroja....9

En otras de las cartas, del 1 de junio de 1919, resumía su estancia en EstadosUnidos comentando su grata visita a las universidades de Harvard, John Hopkins,Filadelfia, Yale, Princeton, Vassar College, Smith College, Fundación Rockefeller

158 LOS LAZOS DE LA CULTURA

6 El envío de los pensionados de la JAE aparece recogido en las Memoriasque publicaba esta ins-titución desde 1910, y en las Actasde la JAE. Ver la obra de Justo Formentín Ibáñez y Mª José VillegasSanz,Relaciones Culturales entre España y América..., Opus cit., p. 322. Véase también Justo Formen-tín Ibáñez y Esther Rodríguez Fraile,La Fundación Nacional para Investigaciones Científicas (1931-1939). Actas del Consejo de Administración y Estudio Preliminar, Madrid, CSIC, 2001.

7 Ibidem, pp. 201-331.8 Los objetivos del viaje de Castillejo a Estados Unidos aparecen en: Junta para la Ampliación de

Estudios e Investigaciones Científicas,Memoria correspondiente al curso 1918-19, Madrid, 1920.9 Carta fechada el 13 de mayo de 1919. David Castillejo (comp.),Epistolario de José Castillejo.

Vol. III, Fatalidad y porvenir 1913-1937, 3 vols., Madrid, Editorial Castalia, 1999, pp. 411-433.

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en Nueva York, Fundación Carnegie, Mith de Cambridge, así como su entrevistacon Archer Huntington:

Esta universidad (Princeton) es una maravilla y recogimiento en la lejanía de un pueble-cito, instalada en varios kilómetros de parque, con arbolado abundante y pradera fresca¡Y qué edificios y qué Clubs de estudiantes, y qué Biblioteca y laboratorios y estadiospara juegos! Cada una que veo me parece mejor. Esta es la del recogimiento y pulcri-tud.10

La JAE y la Junta de Relaciones Culturales por parte española, y en Norteamé-rica, el Instituto de las Españas, el Institute of International Education y el Ameri-can Council on Education fueron los principales gestores de dicho programa. Enconcreto, el Institute of International Education fue la institución que se encargabade organizar las conferencias de los invitados españoles, en primavera y en otoño.

Las instituciones americanas mantuvieron una estrecha relación con la JAEproporcionando además de becas, información sobre becas e intercambios queofrecían distintas universidades de allí. En este programa de intercambio participa-ron 47 becarios, 31 españoles y 16 norteamericanos. En 1925 el American Councilon Education envió los primeros becarios a España bajo la tutela de la JAE. Unosaños después, en 1929, el Institute of International Education propuso de maneraoficial a la JAE que se encargase del servicio de intercambio de becas con EstadosUnidos. Tras la reorganización del intercambio, la Junta de Relaciones Culturalesdel Ministerio de Estado se hizo cargo de la parte administrativa y económica, co-rrespondiéndole a la JAE la gestión académica. Algunos de los estudiantes españo-les que participaron en este intercambio de becas, que comenzó a funcionar desde1930, fueron también pensionados de la JAE, lo cual les aseguraba un ingreso ex-traordinario con el que cubrir todos los gastos.11

Asimismo, diferentes colleges de Estados Unidos mantuvieron un intercambiointenso con centros de la JAE, como el Smith College y el Bryn Mawr College conla Residencia de Señoritas de Madrid –dirigida por María de Maeztu, cuya rela-ción se estableció a raíz del viaje de ésta a Estados Unidos tras ser invitada por laColumbia University en 1919–, y otros colleges femeninos que establecieron unprograma de becas para universitarias de ambos países. Además del convenio decooperación entre la JAE y el International Institute for Girls in Spain, gestionadopor Maeztu, en 1920 se constituyó un Comité para la concesión de becas a mujeresespañolas, integrado por María Goyri de Menéndez Pidal, presidenta, ZenobiaCamprubí de Jiménez, secretaria, María de Maeztu, Trinidad Arroyo de Márquez,y José Castillejo como vocales; a partir de 1923 fue la propia Residencia de Seño-ritas la que proponía a las candidatas.

Un impulso en las relaciones hispano-norteamericanas fue la creación del Ins-tituto de las Españas, en cuya fundación colaboraron junto a la Columbia Univer-

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10 Ibidem, p. 420.11 Como apuntan algunos autores la vida de ese Comité fue muy corta. En 1923 parece ser que ya

no funcionada. Ver Justo Formentín Ibáñez y Mª José Villegas Sanz,Relaciones Culturales entre Espa-ña y América..., Opus cit., pp. 266-271.

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sity otras instituciones americanas, españolas e hispanoamericanas, con el fin dedifundir en Estados Unidos la cultura hispánica y que fuera el centro común parael desarrollo de los intereses hispánicos en que todos ellos coincidían. De nuevo lafigura de Onís fue fundamental en el mantenimiento de las relaciones, siendonombrado delegado por la JAE en 1920 tras crearse en el Instituto de las Españasuna delegación permanente de la Junta española.

Sus cuatro secciones –estudios españoles, estudios portugueses, estudios his-panoamericanos y estudios sefarditas– atendían a los fines para los que fue creado,como la celebración de reuniones semanales, conferencias, conciertos, cursos delengua y cultura españolas, viajes de estudios a España y a México, y exposicio-nes; además de contar con una biblioteca que reunía una nutrida Bibliografía His-pánica. Entre las actividades principales del centro hay que mencionar la ediciónde la Revista Hispánica Modernay la publicación de libros. En este ambiciosoproyecto cultural hay que destacar la importancia que se le concedió dentro delInstituto de las Españas a la Sección de Estudios Sefarditas a través de la cual seatrajeron a la importante comunidad de judíos sefardíes de Nueva York, que ascen-día a unos 30.000 individuos. Esta sección además de celebrar fiestas y conmemo-raciones sefarditas contó con publicaciones de libros y de una revista. A partir deenero de 1928, la Revista de Estudios Hispánicos, fundada en el Departamento deEstudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico en colaboración con la Co-lumbia y el Centro de Estudios Históricos de Madrid, fue el órgano oficial del Ins-tituto de las Españas.

Desde 1930 la sede del Instituto pasó al edificio de La Casa de las Españas, re-cayendo en Federico de Onís la dirección del mismo. La Universidad costeaba to-dos los gastos que ocasionaban el mantenimiento de la Casa de las Españas, las ac-tividades del Instituto y las investigaciones y estudios que en él se realizaban. EsteInstituto también intervino en la organización de los viajes que profesores y alum-nos realizaban a España en los meses del estío, y concedía una beca para uno delos asistentes.12

A pesar de no existir convenio alguno, el Instituto de las Españas mantuvo uncontacto estrecho con las instituciones españolas encargadas de la difusión cultu-ral, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas y la Juntade Relaciones Culturales, que a partir de 1934 destinó al Instituto la cantidad anualde 2.000 dólares. El carácter semi-oficial que los representantes diplomáticos es-pañoles en Estados Unidos dieron a este Instituto estuvo respaldado por las autori-dades académicas norteamericanas que siempre designaron al embajador de Espa-ña en Washington Presidente Honorario, y al cónsul español en Nueva Yorkmiembro del Consejo Directivo.13

Para cada curso académico el Instituto de las Españas contó con un conferen-ciante oficial, puesto que ocupó Tomás Navarro Tomás en el curso de 1927-1928;

160 LOS LAZOS DE LA CULTURA

12 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-132.49. 13 Idem. En una carta de Federico de Onís a Fernando de los Ríos, embajador de España en Was-

hington, se lamentaba de las dificultades administrativas aducidas por la Junta de Relaciones Culturalespara firmar un convenio con la Columbia University, el cual hubiera posibilitado una mayor partici-pación del gobierno español en el Instituto de las Españas.

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además del cursillo de cinco conferencias sobre aspectos fundamentales de la Fo-nética española que impartió en la Columbia University, dictó otras conferenciasen quince universidades norteamericanas.

La colaboración entre los dos países fue a menudo motivo de elogio por partede las autoridades académicas norteamericanas y españolas. Las palabras de Ra-món Menéndez Pidal dan prueba de ello:

El Instituto de las Españas en los Estados Unidos está realizando una labor espiritualdel más alto valor, ya que no sólo trabaja en pro de la cultura, sino también a favor de laaproximación y conocimiento mutuo de los pueblos de habla española, portuguesa e in-glesa. Me complazco, pues, en alentar con mayor entusiasmo esa obra patriótica, al-truista y de tan elevada idealidad.14

Federico de Onís, un gran embajador del hispanoamericanismo, resaltaba la la-bor de España y del Instituto de las Españas en el continente americano, insistien-do en la convivencia entre los hispanos que se había logrado a través del Instituto yresaltando la existencia de una comunidad de intereses espirituales, basada en unamisma lengua y cultura. Su idea y proyecto hispanoamericanista, que gira en todomomento alrededor de la fuerza espiritual que España tenía en América no tantopor haber sido la conquistadora de pueblos, sino por los valores universales y hu-manos de su cultura, lo defiende contra los que niegan cualquier valor cultural enla herencia española y en su literatura, y lo contrasta y enfrenta contra el proyectopanamericanista:

Desde el punto de vista español, creo que es de primera importancia y en cierto modo laúnica labor que el Instituto ha venido realizando para lograr el acercamiento y conoci-miento místico de los diversos países hispánicos, que tienen a España como lazo y ori-gen común. En toda Hispanoamérica se mira al Instituto como el organismo defensor ydifusor de la cultura, une con la de España, frente a la concepción panamericanista queniega y excluye a España.15

Como consecuencia del estallido de la Guerra Civil española, en febrero de 1937el gobierno republicano solicitó al embajador de España en Estados Unidos, Fernan-do de los Ríos, un informe sobre las actividades del Instituto de las Españas «indi-cando si hace labor españolista republicana» para estudiar el mantenimiento de lasubvención que el gobierno español destinaba a dicha entidad. En la carta remitidapor Fernando de los Ríos, éste recordaba al ministro de Estado español que el Insti-tuto formaba parte de la Universidad de Columbia, y que siempre había funcionadosin ayuda alguna de España hasta 1934, cuando la Junta de Relaciones Culturales

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14 Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas de Madrid,Memoria corres-pondiente a los cursos 1926-27 y 1927-28, Madrid, 1929, p. 117.

15 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-132.49. Uno de los textos en los que Onís comenta losataques lanzados por una parte de la intelectualidad norteamericana contra la cultura española, negandola existencia de una «literatura digna de tal nombre», o el valor del español como instrumento educati-vo es el discurso de apertura del curso académico 1920-21 de la Universidad de Salamanca: Federicode Onís,El español en los Estados Unidos...Opus. cit.

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acordó concederle una subvención mencionada de 2.000 dólares, renovada en 1935y 1936. Asimismo, le comentaba la negativa que el gobierno español dio a Federicode Onís para que se firmara un convenio que canalizara oficialmente las relaciones ydiera a España el derecho a intervenir en el Instituto de las Españas.

Para Fernando de los Ríos la importancia del Instituto radicaba en el acerca-miento que había venido realizando entre los pueblos de habla hispana, que teníana España como lazo y origen común, y comentaba que en toda Hispanoamérica elInstituto era el organismo difusor de cultura, además de ser el instrumento que fre-naba el panamericanismo. El peso de España en la vida del Instituto se debía, se-gún el embajador, a la excepcional eficiencia con que había llevado la direccióndel Instituto Federico de Onís. La universalidad de su concepción, similar a la delCentro de Estudios Históricos de Madrid, hacían de él, según Fernando de losRíos, «un exponente de lo mejor de la España del pasado y de la del porvenir», queno permitía encuadrarlo en el campo de las actividades políticas.16

Tras ese informe el gobierno republicano envió al embajador Fernando de losRíos un cheque por valor de 1.626’74$ correspondiente a la subvención del primersemestre de 1937, que fue transferido a Federico de Onís y comunicado al presi-dente de la Universidad de Columbia, Nicholas Murray Butler.17

Otros focos de difusión de la cultura española en New York fueron la AmericanAssociation of Teachers of Spanish, presidida por L.A. Wilkins, que publicó la re-vista Hispania, dirigida por Aurelio M. Espinosa; El Club Miguel de Unamuno; laResidencia Española de la Columbia University; el Club Centro Español; el Insti-tute of International Education, creado en 1919 por Stephen P. Duggan, tambiéndirector del Instituto de las Españas, y subvencionado por la fundación Carnegie, yla Institución Cultural Española de Estados Unidos, fundada por la JAE en NuevaYork en mayo de 1927, bajo la presidencia de Susana Huntington Venon y la se-cretaría de José Padín. En el acto de inauguración de esta institución participaronFederico de Onís, María de Maeztu y Tomás Navarro Tomás. Como las otras insti-tuciones culturales españolas creadas en América, la de Estados Unidos se pusobajo los auspicios de la JAE, brindando su apoyo para llevar profesores españolesa Norteamérica. El Instituto Internacional Americano de Madrid estrechó los lazosentre estos países.18

FEDERICO DEONÍS, DIFUSOR DE LA CULTURA Y LA LITERATURA ESPAÑOLA

EN ESTADOSUNIDOS Y AMÉRICA LATINA

En Estados Unidos Onís fue el embajador de la cultura y de los intelectualesespañoles. La nutrida correspondencia que mantuvo con la mayoría de los hom-bres de la cultura española da prueba de ello. Desde su papel de intermediario,gestor, y amigo de muchos intelectuales, Onís fue impulsor de la cultura y de lalengua española que se tradujo en la invitación a dictar conferencias en universi-dades norteamericanas y en centros de varios países de América Latina a sus

162 LOS LAZOS DE LA CULTURA

16 AFO, Fondo Correspondencia O.M.S/C 132.31.17 AFO, Fondo Correspondencia O.M.S/C 132.32 y 33.18 José Subirá,Una gran obra de cultura..., Opus cit., pp. 20-22.

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compañeros y amigos del Centro de Estudios Históricos y de universidades es-pañolas, además de actuar en ocasiones como representante de escritores espa-ñoles, aspecto también analizado en esta obra por Matilde Albert. En los prime-ros años algunos de los profesores invitados a Estados Unidos fueron VicenteBlasco Ibáñez, Tomás Navarro Tomás, Américo Castro, y Ramón del Valle-In-clán.

Estas visitas, los trabajos conjuntos, y el proyecto cultural común hicieron queOnís en todo momento mantuviera una relación viva y fluida con los nombres másdestacados de la cultura española, actuando desde 1917 en muchas ocasiones co-mo su representante en Estados Unidos: Pío Baroja, Jacinto Benavente, FedericoGarcía Lorca, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Tomás Nava-rro Tomás, Menéndez Pidal, Valle-Inclán, Unamuno, Azorín, Amado Alonso, Ra-món Gómez de la Serna, entre otros.

Uno de los invitados de Onís a Nueva York fue su antiguo compañero Améri-co Castro, quien, en la primera ocasión, en 1919, tuvo que declinar el ofreci-miento por haberse comprometido con Menéndez Pidal en una ardua y lenta la-bor, como era la elaboración de un diccionario. Las cartas entre ambos amigos y

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Retrato de Juan RamónJiménez.(Seminario Federico deOnís, Departamento deEstudios Hispánicos,UPR).

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colegas son frecuentes, durante años casi mensuales, sobre todo de Castro aOnís; a través de ellas Onís tuvo conocimiento preciso del ambiente cultural yacadémico español, de los progresos, publicaciones, rencillas y peleas. Este con-tacto aseguró la continuidad y el éxito en las relaciones culturales entre España yalgunos países americanos que, en gran parte, descansaron en el trabajo diario dealgunos hombres.

La relación de trabajo y de amistad que ambos mantuvieron, y que rescatamosa través de sus cartas, nos dan testimonio de la vinculación que Federico de Onísmantuvo con España de manera constante. Una vinculación afectiva, con sus ami-gos, con su familia y con su tierra a la que visitaba cada verano, y una relaciónprofesional. Esta última se vio reforzada y ampliada a otros colegas en la medidaque se fueron afianzando las relaciones entre ambos países, España y Estados Uni-dos, en un principio mediante los viajes de profesores españoles a Norteamérica ylas estancias de profesores y estudiantes americanos en España, y en concreto en elCentro de Estudios Históricos.

En una carta, enviada desde Madrid el 19 de agosto de 1920, Américo Castro leponía al corriente de los proyectos que albergaba para la renovación de la docenciaen la universidad española, a la vez que se lamentaba de no poder contar con Oníspara llevarlos a cabo. A partir del modelo europeo, en su afán de «introducir lascorrientes nuevas en los organismos viejos», Américo Castro propuso al Ministe-rio crear una Licenciatura en Lengua Francesa; si dicho proyecto cuajaba, su ideaera poner en marcha una Licenciatura de Letras «de tipo un poco menos absurdoque la existente», le comentaba a Onís. A su amigo en New York también le trans-mitía su sentir sobre el estado de la Universidad, y el de otros centros dedicados ala investigación pero con escasos recursos:

Es inútil pensar que la Universidad y el Ministerio van a transformarse por el mero hechode existir instituciones modernas como la Junta. Cualquier cosa que logremos llevar a laUniversidad tendrá la enorme ventaja de la oficialidad, de proporcionar salidas seguras yclaras a la juventud: la falta de esto es lo que vicia nuestra existencia en el Centro.19

Américo Castro siempre contó con Onís en sus proyectos académicos, compar-tiendo con él el entusiasmo por seguir investigando y publicando estudios de len-gua y literatura, así como por difundir la cultura y literatura española como, porejemplo, cuando le comenta a Onís en repetidas ocasiones, 1926, 1927, los planessobre la publicación de la Historia de la Literatura, que sería un reflejo de la gene-ración de ellos, en la que participarían Menéndez Pidal, Castro, Navarro, Solalin-de, Buceta, Jorge Guillén, Salinas, Alarcos, Sánchez Albornoz, Pedro Sáinz, Mi-llares, Ángel Valbuena, Alonso, entre otros, y en cuya obra esperaban que Onísparticipara en capítulos temas relacionados con el siglo XVI como La Celestina,Fray Luis de León, Cervantes, los primitivos dramaturgos, y la literatura humanís-tica en lengua vulgar; además de mantenerle al corriente y contar con su colabora-

164 LOS LAZOS DE LA CULTURA

19 AFO, Sección Correspondencia O.M.S/C-44.2.

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ción en la Revista de Estudios Hispánicos20. La correspondencia con MenéndezPidal muestra esta colaboración:

Madrid 29 de Enero del 1930Sr. Don Federico de Onís.Muy distinguido amigo:

Adjunto tengo el gusto de enviarle las normas para la «Historia de la Literatura Espa-ñola» y la lista de abreviaturas de colecciones y Revistas de uso más frecuente. Muchole agradeceré que al acusarme recibo de ellas, tenga la bondad de indicarme si llevamuy adelantada la preparación de su trabajo de colaboración en nuestra Historia y queme diga asimismo la fecha aproximada en que según sus cálculos podremos contar con

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Jorge Guillén, JuanRamón Jiménez y PedroSalinas en laUniversidad de PuertoRico. De izquierda aderecha. (SalaZenobia-Juan RamónJiménez, BibliotecaGeneral, UPR).

20 En la carta Castro se lamentaba que Onís no estuviese en Madrid para apoyarle y llevar adelanteesta Historia de la Literatura, ya que era una obra que debían hacer, a la que estaban obligados, a pesarde estar «escamado de obras enormes que se quedan en los cimientos». AFO, Sección CorrespondenciaO.M.S/C-44.25.

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su original. Este dato es para nosotros de suma importancia para poder proceder al aco-plamiento de trabajo en cada tomo. Me interesa pues sumamente no deje de enviármelo.

En espera de sus noticias se repite de Vd. Su affmo.amigo.R Menéndez Pidal 21

En todo momento Menéndez Pidal y Américo Castro contaron con Onís. Así,en 1921, a raíz de la visita del profesor argentino Guaglianone, delegado por sugobierno para contratar profesores españoles para diferentes universidades de Ar-gentina, Américo Castro le decía: «Lástima que no haya una legión de gente pre-parada; viene la ola hispanófila, pero nos sorprende sin fuerzas». El plan previstopor Guaglianone era que Américo Castro viajara el primer año, en 1922, seguidopor Federico de Onís en 1923, y por Tomás Navarro Tomás en el año siguiente.

Por otra parte, a menudo se lamentaba que Onís no estuviera en el Centro deEstudios Históricos ya que le consideraba una pieza clave en el trabajo de la insti-tución. Once años después de la marcha de Onís, en 1927, Castro le escribía las si-guientes palabras: «[Querido Onís] Siempre sales a relucir en nuestras conversa-ciones, en nuestros proyectos, como si estuvieras en el Centro. Pero la malditadistancia hace imposible que te tengamos al corriente cada día de lo que va pasan-do».22

Asimismo, Castro, al menos en un principio, mantuvo vivo el deseo de queOnís regresara a España. Así se lo manifestó tras la muerte de Pardo Bazán, alofrecerle su cátedra vacante «Literatura contemporánea de las lenguas neolatinas»,en cuyo plan estuvieron implicados otros intelectuales como José Castillejo yElías Tormo. En la misma carta Castro se lamentaba de que no haber obtenido res-puesta a los telegramas que le había enviado para conocer si Onís aceptaba la pro-puesta.23 Unos días después, el 9 de junio de 1921, la respuesta negativa de Oníscausaba gran pesimismo en Américo Castro, quien se mostraba preocupado por laimposibilidad de enviar más discípulos del Centro de Estudios Históricos al ex-tranjero, y se lamentaba de la ausencia en el Centro de algunos de sus compañeroscomo el propio Onís y Alfonso Reyes.24

Después de varias gestiones, a comienzos de 1924, Américo Castro viajó desdeBuenos Aires –en donde estaba desde mediados del año anterior como director delInstituto de Filología de Buenos Aires– a Nueva York; allí sustituyó a Onís, quiense encontraba de año sabático, en su cátedra de la Columbia University desde fe-brero a mayo. En 1928 de nuevo emprendió una gira americana, visitando Cuba,México, Puerto Rico y Estados Unidos, aunque allí sólo estuvo de paso.

De la colaboración continua entre Onís y los colegas y literatos españoles noshablan las numerosas cartas que se cruzaron a lo largo de estos años. Una selec-ción de esta correspondencia la reproducimos en el Apéndice 1.

166 LOS LAZOS DE LA CULTURA

21 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-103.5.22 Madrid, 14 de marzo de 1927. AFO, Sección Correspondencia O.M.S/C-44.25. 23 Carta de Américo Castro a Onís, el 3 de junio de 1921. AFO, Sección Correspondencia

O.M.S/C-44.4.24 Carta de Américo Castro a Onís, el 9 de junio de 1921. AFO, Sección Correspondencia

O.M.S/C-44.6.

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Uno de los casos en los que Onís actuó como mediador de escritores españolescon universidades o instituciones norteamericanas fue el que comentamos a conti-nuación referente a Vicente Blasco Ibáñez.25

En octubre de 1918, Onís escribió a Blasco Ibáñez para solicitarle autorizaciónpertinente para publicar La Barraca y/o Los cuatro jinetes del Apocalipsisen laeditorial D.C. Heath and Company, una de las mejores editoriales de textos escola-res del país, dentro de la serie Contemporary Spanish Texts, que Onís dirigía. Endiciembre de ese año, Blasco Ibáñez le envió su autorización para que le represen-tase ante la editorial. La colaboración se mantuvo y en enero de 1919 Onís comen-zó los preparativos para la gira de Vicente Blasco Ibáñez por Estados Unidos con-tando con la colaboración de Huntington y la Hispanic Society.26

De forma entusiasta y rápida Blasco Ibáñez le contestó afirmativamente desdeMontecarlo, el 18 de febrero de 1919. En su carta le comunicaba que podría viajara Estados Unidos en el otoño, ofreciendo una estancia de hasta 6 meses para visi-tar la mayor parte del país, aunque tuviera que dejar a un lado sus quehaceres lite-rarios. Al hilo de esto comenta su espíritu aventurero y su experiencia del viaje quehizo a América del Sur, donde participó en una campaña de propaganda de la cul-tura española, en donde impartió 120 conferencias en 6 ó 7 meses en Argentina,Paraguay, Uruguay y Chile. Aunque su plan era continuar dando conferencias portodas las repúblicas americanas, en donde ya había contraído compromisos, sinembargo Blasco Ibáñez optó por quedarse en Argentina como colonizador con locual, dice, «perdí la salud momentáneamente, perdí seis años de mi vida, y perdítodo lo que había ganado, y además parte de los que tenía en España. Volví de estaaventura arruinado».

Le confiesa a Onís que desde entonces mantuvo como proyecto hacer un viajepor toda la América española, y su sintonía con el pragmatismo americano, insis-tiéndole en el buen papel que podría hacer en Estados Unidos a pesar de no saberinglés. Le dice que podría dar una serie de conferencias en universidades, centroscientíficos, y sociedades españolas e hispanoamericanas, en las que pasarán «unrato agradable y aún muchos habrán aprendido algo», aunque él prefería dirigirse anorteamericanos y angloparlantes. Para salvar el «problema del idioma» comenta-ba su experiencia en Brasil y en París, en donde la puesta en escena era el factorprincipal para alcanzar el éxito entre la audiencia. En estos países un lector leía laconferencia traducida que él había escrito, haciendo una presentación previa delpropio Blasco Ibáñez, que se situaba a su lado y se disculpaba ante el público porno poder hablar directamente. Pensaba que ésta era la forma más amena y artísticapara el público norteamericano, que escucharía sus conferencias en la voz de algúnactor conocido.

Asimismo, comentaba que el éxito de su estancia también residía en la publici-dad que se diese de antemano sobre su persona y obra, y se anunciasen las confe-rencias con el debido tiempo.

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID…167

25 Sobre Blasco Ibáñez veáse el capítulo dedicado a él de Ramiro Reig en el libro de Isabel Bur-diel/Manuel Pérez Ledesma (coords.),Liberales, Agitadores y Conspiradores. Biografías heterodoxasdel siglo XIX, Madrid, Editorial Espasa Calpe, 2000, pp 331-359.

26 AFO, Fondo Correspondencia O.M.S/C-32.1, 32.2, 32.4.

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Para estas posibles conferencias que Blasco Ibáñez pensaba impartir en variasciudades norteamericanas, señalaba algunos títulos: «Cómo se ha visto desde Eu-ropa la intervención de los Estados Unidos»; «Don Quijote y el Tío Sam»; «Losdescubridores y conquistadores españoles»; «La falsa leyenda negra de España»; y«Cómo se hace una novela». A estas conferencias añade otras más dirigidas al pú-blico femenino, según él muy influyente en Estados Unidos, como: «Juana la Lo-ca»; «Isabel la Católica» y «Lucrecia Borgia».

Blasco Ibáñez se ofrecía a Onís además como mediador cultural entre las repú-blicas americanas y los Estados Unidos ya que según él la preocupación y descon-fianza ante la política norteamericana en América Latina impedía la cooperacióncultural y el conocimiento mutuo.27

El viaje de Blasco Ibáñez se realizó de acuerdo a lo previsto por él, en el otoñode 1919 bajo el patrocinio de la Hispanic Society of America.

La otra faceta de Onís como difusor de la cultura y la literatura española fue suactuación como intermediario o representante ante editoriales norteamericanas dedestacados escritores españoles como el ya señalado Vicente Blasco Ibáñez, Ra-món del Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez, Benavente, Martínez Sierra o los her-manos Álvarez Quintero, muchos de ellos amigos personales de Onís. De todosellos actuó como representante en Estados Unidos, lo cual en ocasiones le trajo al-gunas complicaciones provocadas por malentendidos, que sin duda se agravabancon la distancia. A pesar de ello, el reconocimiento a su trabajo y gestiones fuebastante general. En 1918, Juan Ramón Jiménez le contestaba a Onís, sumamenteagradecido, por la propuesta que le envió a finales de 1917 para reproducir parcialo totalmente sus textos.

¡Qué alegría me da verle trabajando en todo eso! Creo que la obra que va usted a em-prender es magnífica, y no tendremos los beneficiados agradecimiento bastante con quepagarle a usted...28

En el caso de Valle-Inclán, en 1919, Onís actuó como su representante anteHarcourt, Brace and Howe Publishers tras la propuesta de la edición en inglés delas Sonatasde Valle-Inclán en la nueva colección titulada European Library. En sucarta Onís le recomendaba a Valle-Inclán que cediese los derechos de traducción yaceptase la oferta en los términos en los que se le había hecho (un 10% en los10.000 primeros ejemplares, que disminuiría en función de los ejemplares que so-brepasasen de esa cifra).

Por otra parte, Onís le comentaba el proyecto que le había encargado la edito-rial D.C. Heath and Company, referente a la serie Contemporary Spanish Texts, ysus deseos de incluir La cabeza del Dragónde Vallé-Inclán, por ser la más apro-piada para niños.

168 LOS LAZOS DE LA CULTURA

27 Carta de Vicente Blasco Ibáñez a Federico de Onís, Montercarlo, 18 de febrero de 1919. AFO,Fondo Correspondencia O.M.S/C-32.5.

28 Carta de Juan Ramón Jiménez a Federico de Onís, Madrid, 25 de enero de 1918. AFO, SecciónCorrespondencia O-MS/C-81.6.

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La visión de Onís sobre las posibilidades del mercado norteamericano y lasformas de introducirse en él se las comentaba a Valle-Inclán con gran claridadal decirle que, a pesar de que él no recibiría remuneración alguna por ceder susderechos de autor, la publicación de su texto, que iría acompañado de una intro-ducción sobre el escritor español, era uno de los caminos para darse a conoceren Estados Unidos. La tercera propuesta de Onís a Valle-Inclán procedía de laorganización The Foreing Press Service, encargada de surtir a los medios de co-municación norteamericanos de cuentos y otros escritos de autores extranjeros;con este fin le encargaron a Federico de Onís mediara ante Valle-Inclán paraque enviara algunos cuentos, a cambio de los cuales recibiría una cantidad queoscilaba entre 150 y 5000 pesetas. Conocedor de la sociedad y la mentalidadnorteamericana, Onís le recomendó a Valle-Inclán que enviara cuentos con ar-gumentos excitantes, siempre que no hiriesen los convencionalismos sexuales yreligiosos americanos.

A fin de ganar tiempo, Onís finalizaba su carta indicándole que lo más operati-vo sería que, como con otros autores había hecho, Valle-Inclán le enviara una cartaautorizándole a contratar en su nombre todos los asuntos relacionados con la tra-ducción y publicación de sus obras. El 18 de marzo de 1920 Valle-Inclán le remitióla autorización solicitada.29

Un año después Valle-Inclán, finalizando su estancia en Nueva York, se despe-día de Federico de Onís agradeciéndole las atenciones que había tenido con él du-rante su estancia en la ciudad, así como él que fuera su representante con plenospoderes para decidir sobre sus libros, otorgándole, dice Valle-Inclán, «toda mi re-presentación para atar y desatar»:

..Aun cuando espero verle, no quiero dejar de agradecerle una vez más todas sus aten-ciones, y el interés y la amistad tan grande que durante estos días acibarados me mostró.Cuando se llega a viejo no hay cosa mejor que tener un amigo y saludarlo...30

Además de dar todos sus poderes a Onís, el escritor español también se los dioen lo referente a la traducción de sus obras a Miss Haniet Wishnieff, quien se en-cargó de verter al inglés parte de las obras de Valle-Inclán, como la titulada «Mihermana Antonia».

Onís mantuvo vivo el contacto con la realidad española, con la política, la cul-tura, y la gente no sólo a través del Centro de Estudios Históricos, como miembrode él, y como amigo de sus investigadores, sino a través de los escritores que él re-presentaba en Estados Unidos y con los que estableció una sólida amistad. Susviajes a España, y la correspondencia que mantuvo con éstos le sirvió para mante-nerse al tanto de los acontecimientos de España, y del sentir de la opinión pública.En una de las cartas que Ramón del Valle-Inclán le escribe, el 1 de agosto de 1922,

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID…169

29 Carta de Federico de Onís a Ramón del Valle-Inclán fechada el 20 de noviembre de 1919. AFO,Fondo Correspondencia O.M.S/C-160.2.

Carta de Ramón del Valle-Inclán a Onís fechada el 18 de marzo de 1920. AFO, Fondo Correspon-dencia O.M.S/C-160.3.

30 Nueva York, 19 de diciembre de 1921. AFO, Fondo Correspondencia O.M.S/C-160.4.

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le pone al tanto de los últimos hechos ocurridos, del malestar político y de la Gue-rra de Marruecos, veámoslo:

Sr: D: Federico de OnísMi querido amigo Onís:En Galicia y con el pie en el estribo, recibí su carta y el contrato, las guardé con otrospapeles en mi maletín, y en el camino para Madrid perdí el maletín. Después de milgestiones el maletín aparece. Esta es la causa de mi retraso en contestarle, agradecién-dole todo lo que hace a favor de mis traducciones.Por esta tierra estamos esperando la del Cielo. Si usted lee la prensa española habrá vis-to el horror de Marruecos. Es una merienda de negros. En vez de hacer la guerra secompran periódicos, y los corresponsales que van a Melilla se hacen ricos. Todos espe-ramos algo que no llega. El Rey en estos últimos tiempos ha dado con la flor de embo-rracharse, y cuentan que se levanta de la mesa hecho un templario. Así explican sus dis-cursos absurdos en Córdoba y en Barcelona. Todos los días ocurre un conflicto. El almase cubre de dolor viendo la catástrofe que se avecina, y que con ánimo honrado podríaevitarse. Pero aquí todos son un poco como el Burlador– ¡Qué largo me lo fiáis! Rusiano les sirve de ejemplo. Tiempo y espacio para estos gitanos de la política son una mis-ma cosa.Le abraza su amigoValle-Inclán31

El agradecimiento de los intelectuales españoles por la labor que Onís estabadesarrollando se trasluce en las numerosas cartas que le enviaron. Un ejemplo deello es la carta que Ramiro de Maeztu le mandó el 13 de junio de 1925 en respues-ta a las gestiones de Onís para su preparar su viaje a Estados Unidos:

Serrano 112, MadridMadrid, 13 de junio de 1925Sr. D. Federico de OnísSé por mi hermana María el interés que ha mostrado usted por mi viaje a América yquiero expresarle mi gratitud por el trabajo que se ha tomado buscándome algunas con-ferencias en las Universidades de ese país.Mi propósito al ir a Estados Unidos no es solo el de colaborar con ustedes a la expan-sión de nuestra lengua y literatura, sino el de conocer la vida de ese país especialmenteen su aspecto político y educativo; estudio que luego a de servirme en mis futuros traba-jos literarios.Llevo como temas principales para mis conferencias las de tres grandes figuras litera-rias españolas: La Celestina, el Quijote y D. Juan. Sobre estos tres motivos a cabo de es-cribir un libro y ello quiere decir que son temas en los que he meditado mucho y esperopresentarlos en mis conferencias en una forma nueva. Además podría dar también otraconferencia que creo que ahí representaría mucho sobre «Por qué puede interesar a unestudiante americano la cultura española».

170 LOS LAZOS DE LA CULTURA

31 AFO, Fondo Correspondencia O.M.S/C-160.7.

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Embarcaré en el Havre el día 22 de junio en el «Degrasse» que llegará a Nueva York eldos o tres de Julio. Siento mucho no ver a usted al desembarcar pues bien sé que ustedes la persona que mejor podría orientarme en los problemas de ese país que a mi me in-teresan más. Pero le ruego me escriba a Middlebury College diciéndome la fecha másoportuna para mi conferencia en Columbia, conferencia que daré con mucho gusto so-bre los temas indicados que usted prefiera.Si me invitan a dar un número suficiente de conferencias para que mi estancia en Amé-rica no sea gravosa, me quedaré ahí los meses de Octubre y Noviembre, pues ya sé queen verano será difícil conciliar mi trabajo del curso con conferencias en otras Universi-dades.Repitiéndole las gracias por cuanto hace usted por mi queda suyo buen amigoRamiro de Maeztu32

Al frente del Departamento de Lenguas Romances de la Columbia, Federicode Onís extendió sus redes a Puerto Rico a través del programa de enseñanza quetenía esta universidad en la isla, y en cuyo comité organizador estaba Federico deOnís. Dentro de este programa hay que destacar las actividades de la Escuela deVerano de Español (Summer School of Spanish), fundada en Puerto Rico en 1922.Esta Escuela contó con la revista Summer School News, e inició su relación conEspaña con la visita de Tomás Navarro Tomás (investigador del Centro de Estu-dios Históricos y director del Laboratorio de Fonética de dicho Centro) enviado aPuerto Rico por la JAE tras la petición que le cursara el director de la Escuela deVerano de Español y el rector de la Universidad a finales de 1924. Un año anteshabía sido invitado Américo Castro quien a pesar de figurar en el programa delcurso de julio a agosto de 1924, no pudo asistir33.

El proyecto de Federico Onís en Puerto Rico era aplaudido desde Madrid porsu fiel amigo Américo Castro, quien en una carta del 2 de noviembre de 1925 letransmitía su satisfacción por dicho proyecto: «Me alegro mucho –escribía Améri-co Castro– que te decidas a ir a Puerto Rico porque eso fortalecerá nuestra inter-vención en el español de esa isla. Por lo visto aquello tiene cada vez mayor impor-tancia. Creo que el verano que viene no irá Navarro, sino Amado Alonso».34

En la Escuela de Verano se impartían cursos de diferentes niveles a alumnos ymaestros norteamericanos y a maestros puertorriqueños, de lengua y literatura es-pañolas, de folklore y música, así como de historia y civilización de España y deHispanoamérica. El nivel alcanzado en los cursos de verano al contar con presti-giosos académicos norteamericanos, puertorriqueños y españoles, recordemos aTomás Navarro Tomás en 1925, y en 1926 a Federico de Onís, Josephine Holt, dela Universidad de Richmond, y José Robles Pazos, catedrático de español en laJohn Hopkins University, motivó que Thomas E. Benner, rector de la joven Uni-

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID…171

32 AFO, Sección Correspondencia O.M.S/C-93.1.33 La obra de Tomás Navarro Tomás y su estancia en Puerto Rico ha sido trabajada por María Va-

quero de Ramírez. Ver su estudio preliminar titulado «Navarro Tomás y el español de Puerto Rico. Es-tudio preliminar» al libro Tomás Navarro Tomás,El español en Puerto Rico. Contribución a la geogra-fía lingüística hispanoamericana, Río Piedras, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998, pp.xiii-lix.

34 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-44.22.

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versidad, nacida en 1903, apoyase la propuesta que Federico de Onís le presentóen 1926 para reorganizar el Departamento de Español y transformarlo en el Depar-tamento de Estudios Hispánicos.35

EL CENTRO DEESTUDIOSHISTÓRICOS DEMADRID Y EL DEPARTAMENTO DEESTUDIOS

HISPÁNICOS DEUNIVERSIDAD DE PUERTO RICO

Desde New York Federico de Onís sirvió de puente y conexión entre España,Estados Unidos y Puerto Rico; él fue el engranaje del intercambio y de las relacio-nes que en Puerto Rico comienzan el verano de 1925 en la Escuela de Verano deEspañol con la visita del filólogo, amigo y compañero de Onís, el profesor delCentro de Estudios Históricos, Tomás Navarro Tomás. El interés que su estanciasuscitó en las autoridades de la Universidad de Río Piedras, sobre todo en el rectorderivó en la creación del Departamento de Estudios Hispánicos en dicha Universi-dad ligado desde el principio con el Centro de Estudios Históricos de Madrid y laColumbia University. La idea de Federico de Onís consistía en hacer de la Univer-sidad de Puerto Rico, a través de sus Cursos de Verano y ahora del Departamentode Estudios Hispánicos, el lugar de encuentro de estudiantes de los tres países, ellugar de fusión de las dos América y España, consolidando de esta manera lo queél llamo la «triple alianza».36

Las cartas de Federico de Onís a Tomás Navarro Tomás dejan constancia delgran interés del rector de la Universidad por potenciar los estudios de español ypor vincularlos al Centro de Estudios Históricos de Madrid y a la Columbia. Sinduda en la actitud del rector influyó poderosamente Onís, quien en todo momentomanifestó la necesidad imperiosa de que el Centro de Estudios Históricos de Ma-drid fuese la contraparte española, y no se dejase la enseñanza de la literatura ycultura de España e Hispanoamérica a cualquiera de los profesores españoles quedaban clase en Estados Unidos.37

Los planes que Onís y Benner habían estado articulando en el verano de 1926rápidamente se los hizo saber a Menéndez Pidal por la carta que le envía desde Co-lumbia University, el 12 de septiembre. En ella Onís le ponía al tanto de la elec-ción de la Universidad de Puerto Rico como el mejor lugar para crear una escuelaamericana de estudios españoles, y sus deseos de que se estableciera una vincula-ción oficial con el Centro de Estudios Históricos de Madrid:

Querido Don RamónPor encargo del Dr. Benner le escribo al regresar de Puerto Rico –donde he pasado dosmeses muy felices– para darle cuenta de los planes que los dos hemos tratado acerca dela organización de los estudios españoles en la Universidad de Puerto Rico. Desea el Dr.Benner que la colaboración del Centro, empezado de manera tan seria y eficaz por Na-varro y continuada por mí este verano, se establezca de manera oficial y permanente co-

172 LOS LAZOS DE LA CULTURA

35 ACUPR, Fondo Organización y sus Funciones. F.D.O. E-3.36 AFO, Sección Noticias y Actividades. O-NA-9A.9.37 Véase la carta enviada por Onís a Navarro Tomás el 7 de septiembre de 1926. AFO, Sección Co-

rrespondencia O-MS/C-109.1.

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locando el Departamento de Español bajo la dirección técnica del Centro de estudioshistóricos.En esta forma pueden llevarse a rápida realización los principios que guían a los direc-tores de la enseñanza portorriqueña, y muy especialmente al Dr. Benner, quienes aspi-ran a que la Universidad de Puerto Rico sea un gran centro de enseñanza donde se her-mane y armonice lo mejor de los ideales americanos y españoles, prestando atenciónespecial a los problemas científicos que plantea el entrecruzamiento creciente de las dosAméricas. Así se ha establecido con la colaboración de Columbia University una Escue-la de Medicina Tropical, y con la colaboración de la Universidad de Boston una Escuelade Comercio. Y por esta misma razón, siendo Puerto Rico un país de tradición y culturaespañola, y al mismo tiempo una parte de los Estados Unidos, es el sitio indicado paracrear una escuela americana de estudios españoles, que sirva para dar a conocer a losestudiantes portorriqueños su propio espíritu y personalidad y a los norteamericanos an-glo-sajones la lengua y la civilización españolas en circunstancias muy ventajosas sobrelas demás universidades americanas. Puede atraer también esta universidad a estudian-tes de países hispanoamericanos y en todo caso puede servir de ejemplo a estos paísespara que ellos desarrollen su propio sistema de enseñanza.Para esta labor desea el Dr. Benner la colaboración del Centro de estudios históricos ha-ciéndolo constar así oficialmente y solicitando que Vd. y Navarro aparezcan como Direc-tores honorarios del Departamento de estudios españoles y mantengan en la forma que lesparezca más conveniente las relaciones entre el Centro y la Universidad mediante el envíode profesores visitantes invitados por la Universidad o por la Sociedad Cultural española(que pronto será un hecho) que contribuyan con su estancia temporal a crear y mantener vi-vo el espíritu científico del Centro en la Universidad de Puerto Rico. Al mismo tiempo de-sea el Dr. Benner que yo acepte el cargo de director efectivo del Departamento ya que laproximidad de Nueva York permitiría comunicación rápida y que yo vaya a Puerto Ricosiempre que sea necesario. Mi doble calidad de miembro del Centro y de profesor de Co-lumbia hará que la Universidad de Puerto Rico pueda mantener sus relaciones con la Uni-versidad de Columbia y en general con la enseñanza norteamericana (cosa muy importantepara ella y de perfecto acuerdo con la situación del Centro). Uno de los profesores perma-nentes de Puerto Rico actuará como jefe administrativo del Departamento.Con motivo de la venida de Navarro en 1927-28 deseamos dar un impulso definitivo ala organización del Departamento. La Universidad tiene preparado un folleto anuncian-do el curso de verano próximo en que vendrá Alonso y el curso regular siguiente en quevendrá Navarro. Adjunto le envío un esquema de la organización propuesta, que no ne-cesita para hacerse efectiva más que su autorización. Como el programa deberá estarimpreso cuanto antes, le ruego me conteste por cable dirigido a mí a Columbia Univer-sity, diciendo solamente: yes, si es que nuestro plan le parece bien en todos sus puntos,y si tiene alguna observación que hacer, le ruego la haga también por cable en tal formaque no haya que retrasar la publicación del programa.

Con el cariño y respeto de siempre le saludaF.O. 38

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID…173

38AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-103.3 Efectivamente, aparece en la correspondencia untelegrama de la Wester Union Cablegram en el que Menéndez Pidal comunicaba a Onís su aceptacióncon un lacónico «YES» Sección Correspondencia O-MS/C-103.2.

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A fin de evitar complicaciones, se acordó que la colaboración formal entre es-tas dos instituciones se realizara a través de Onís por su condición de profesor dela Columbia y colaborador del Centro madrileño. En esta carta que le remitió el 26de septiembre de 1926 Onís le comentaba la necesidad de que el Centro de Estu-dios Históricos diera su conformidad al proyecto, y autoriza que su nombre fuerausado en las universidades de Puerto Rico y Estados Unidos:

Yo no veo –escribía Onís a Navarro Tomás– ningún inconveniente en la aceptación de es-te plan por el Centro; veo por el contrario grandes ventajas. Quedará en nuestras manos ladirección completa de los estudios de español en Puerto Rico. Vosotros tendréis que hacertodo lo que se puede hacer desde España, principalmente la selección de personas que ha-yan de venir cada año... Sin una continuidad en nuestra intervención tal como la que haceposible mi proximidad a P.R., quedaría desecha muy pronto la obra que pudiéramos haceren nuestra estancia temporal. Yo creo que mi conocimiento de la enseñanza norteamerica-na me permitirá organizar el departamento (como he hecho en Columbia) en tal forma quesirviendo a todos nuestros intereses españoles satisfaga a los americanos. Mis servicios ala Universidad de P.R., salvo cuando vaya allí, serán gratuitos.39

Tras estos primeros contactos, a comienzos de octubre Benner escribía a Ra-món Menéndez Pidal manifestándole su admiración y el deseo de que se consi-guiera la cooperación que Onís había propuesto:

Octubre 5 de 1926Dr. Don Ramón Menéndez PidalCentro de Estudios HistóricosAlmagro 26,Madrid, EspañaMuy distinguido Dr. Menéndez Pidal:Por primera vez tengo el honor de dirigirme al que tiene profundo respecto y afecto detodos nosotros en la Universidad de Puerto Rico. Deseo aprovechar esta oportunidadpara extenderle nuestra expresión de admiración y decirle cuánto nos alegramos por ha-ber sido representados en la persona del profesor Rafael W. Ramírez e1 día del homena-je en honor de Ud. el año pasado.Le remito con ésta una carta del Dr. Federico de Onís, quien formó parte de nuestra fa-cultad en el verano de 1926. Espero que esta carta exprese claramente nuestro deseo deque pueda desarrollarse alguna forma íntima de cooperación entre el Centro y la Uni-versidad que nos dé el beneficio de sus experiencias y conocimientos en nuestro futurodesarrollo. Esperamos con ardiente interés su opinión sobro este plan.Permítame también darle las gracias por su especial consideración al autorizar la visitadel Profesor Amado Alonso, para el verano de 1927, y la del Dr. Navarro Tomás en el si-guiente curso universitario. Esperamos que sea posible conseguir al Dr. Américo Castropara el verano de 1928. Se me informa que él tiene la impresión de que el clima dePuerto Rico es muy caluroso y por esa razón teme venir. Quizá el Dr. Navarro y el Dr.

174 LOS LAZOS DE LA CULTURA

39 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-109.1.

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Onís podrán ayudarnos a persuadirle que esto no es cierto. ¿Podría Ud. discutir con éleste asunto con el fin de interesarle para que nos visite en el 1928 y fije las condicionesen que vendría a Puerto Rico?Envío con esta carta el saludo de la facultad tanto a Ud. como a los miembros del Cen-tro, a los que uno el saludo especial del Sr. Ramírez y el míoCon toda mi consideración,Thomas E. BennerCanciller40

El acuerdo con todas las partes se consiguió al poco tiempo; en noviembre de1926 la colaboración entre las tres instituciones era ya un hecho. En enero de 1927se fundó el Departamento de Estudios Hispánicos –tema estudiado en este libropor Laura Rivera y Juan Gelpí– en cuya plantilla figuraban Onís como director,Ramón Menéndez Pidal y Tomás Navarro Tomás, director y secretario del Centrode Estudios Históricos, y John Gerig, catedrático y director del Departamento deLenguas Romances de la Columbia, como directores honorarios; integraban elConsejo Ejecutivo profesores de diferentes centros académicos norteamericanos,Susan Huntington Vernon, presidenta de la Institución Cultural Española de Esta-dos Unidos; John D. Fitzerald, profesor de la Universidad de Indiana; Dr. Stephen;Elijah C. Hills, de la Universidad de California; D. M. Ford, profesor de Harvard;Lawrence A. Walkins, director del Programa de Lenguas Modernas de las Escue-las Superiores de New York; así como por miembros de la Unión Panamericana deWashington, D.C. (Lee S. Rowe, director de ésta) y del director del Instituto de lasEspañas, Stephen P. Duggan.41

En la articulación de esta relación triangular además de Federico de Onís, vér-tice de esta relación en calidad de colaborador del Centro de Estudios Históricos,catedrático de la Columbia University, y fundador del Departamento de EstudiosHispánicos de la Universidad de Puerto Rico, participaron otros actores desde Es-paña como Santiago Ramón y Cajal y José Castillejo, presidente y secretario de LaJunta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas; Ramón Me-néndez Pidal, director del Centro de Estudios Históricos de la JAE; en Puerto Ri-co, además de Onís y Thomas E. Benner, la Institución Cultural Española, fundadaen 1928; y desde Cuba Fernando Ortiz, presidente de la Institución Hispanocubanade Cultura, institución que desde su creación, en diciembre de 1926 en La Habana,estableció una correspondencia e intercambio activo con la JAE, a la que nombrósu representante en España a comienzos de 1927.42

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID…175

40 AFO, Sección Correspondencia, O.MS/C.104.4.41 AFO, Sección Noticias y Actividades, O-NA-9A.6 y 9A.8.Los años 1926-1927, en los que se fundó y puso en marcha el Departamento de Estudios Hispáni-

cos, son considerados por el rector de la joven Universidad, creada en 1903, los momentos de emergen-cia de ésta. En su libro, Benner menciona la presencia en la universidad de destacados profesores espa-ñoles, Federico de Onís, Tomás Navarro, Amado Alonso, Américo Castro, Fernando de los Ríos, yÁngel Valbuena Prat. Ver Thomas E. Benner,Five Years of Foundation Building. The University ofPuerto Rico 1924-1929, Río Piedras, University of Puerto Rico, 1965, pp. 67-111.

42Véanse los artículos ya citados sobre la Institución Hispanocubana de Cultura de Consuelo Na-ranjo y Miguel Ángel Puig-Samper.

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Tejida la red, la coordinación entre estos intelectuales hizo posible que la cola-boración académica y las relaciones culturales científicas prosperasen y fueranmás fluidas, salvando en ocasiones obstáculos económicos e incluso políticos quepodrían haber dificultado el intercambio. En estos intercambios participaron granparte de la intelectualidad y algunos científicos españoles. Un ejemplo de ello es elviaje a distintos países de América que Salvador de Madariaga comenzó a prepararcon Onís y Ortiz a mediados de 1928, con vista a realizarse en 1931. La propuestainicial de Onís abarcaba la visita de Madariaga a distintas Instituciones CulturalesEspañolas en México, Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo, y una estancia másprolongada en la Universidad de Nueva York. Madariaga aceptó el plan propuestoexcepto el punto referente a su estancia como profesor en la universidad neoyor-quina, ciudad en la que dictó diversas conferencias en centros como el Instituto delas Españas.43

La relativa independencia política de la JAE y la financiación de algunas de lasactividades por las Instituciones Culturales Españolas de Puerto Rico y EstadosUnidos, la Institución Hispanocubana de Cultura, la Hispanic Society, o el Institu-to de las Españas contribuyeron al mantenimiento y pujanza de las relaciones cul-turales.

Por otra parte, el contacto continuo entre Ortiz, Onís y Castillejo fue esencialpara garantizar que las redes y las relaciones fluyeran. Sus vínculos con las Institu-

176 LOS LAZOS DE LA CULTURA

Federico de Onís (a a izquierda) a su llegada a San Juan en julio de 1926, acompañado delrector Thomas Benner, el profesor Rafael Ramírez, el periodista Samuel R. Quiñónes y JoséRobles, profesor español visitante en la Isla.

43 AFO, Sección Correspondencia, O-MS/C-92.1-8.

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ciones Culturales Españolas, tanto la de Puerto Rico como la de México, tambiénayudaron a que los científicos e intelectuales españoles recorrieran diversos cen-tros de Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico, y en ocasiones México, en un únicoviaje.

En una carta de Fernando Ortiz a José Castillejo, del 21 de febrero de 1928, lecomenta la importancia de haberse establecido una amistad triangular entre Espa-ña, Estados Unidos y la América ibérica, y le manifiesta su interés en continuar fo-mentando dicha amistad. Asimismo, le anota que esta opinión ya la había hechopública en la presentación que le hizo al profesor James Brown Scott, invitado porla Institución Hispanocubana de Cultura.44 En 1927 el boletín del Departamentode Estudios Hispánicos anuncia el inicio de las relaciones entre las universidadesnorteamericanas y puertorriqueñas, el Centro de Estudios Históricos y la Institu-ción Cultural Española de San Juan.45

En Puerto Rico, los lazos entre estos países se estrecharon con la fundacióndentro del Departamento de Estudios Hispánicos, en 1927, de la Revista de Estu-dios Hispánicos46 (1927-1929) publicación cuatrimestral que aparecía con objeti-vos similares a los que tenía la revista de filología que funcionaba en el Centro deEstudios Históricos de Madrid regentado por Ramón Menéndez Pidal. Con sucreación Onís perseguía que Puerto Rico, España y Estados Unidos tuvieran unaempresa común, en la que intelectuales de los tres países se vieran implicados. Através de ella se perseguía también, como se lo confesaba Américo Castro a Fede-rico de Onís, en mayo de 1928, mantener la presencia de España en el continenteamericano y contrarrestar el avance norteamericano:

Hay que hacer en cada sitio una cosa distinta: unas cosas en España, otras en Hispanoa-mérica, y otras en los Estados Unidos. Este último es un campo que sería suicida aban-donar. ¿Es que alguien cree que si nosotros no colaboramos con los norteamericanos,éstos van a quedarse quietos? Seguirían haciendo lo suyo sin contar con nosotros, comoya hacen, y la influencia que hemos logrado ejercer para encauzar las actividades hispá-nicas-norteamericanas en un sentido favorable a nuestros intereses, será siempre unagran ventaja para nosotros. Si los franceses, italianos, ingleses o alemanes lograsen loque nosotros hemos logrado hacer en la nueva revista, tener una intervención directivaen una obra hecha con medios norteamericanos, se considerarían muy felices; porqueno escatiman sus propios medios para propagar su cultura en los Estados Unidos.47

Los objetivos científicos que animaron a Onís y a la redacción de la Revista allevar a cabo su edición aparecen en el primer número de la Revista de EstudiosHispánicos(enero-marzo de 1928), que además contiene un primer artículo –que

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44 BNJM, CM. Ortiz Nº 261. 45 ACUPR, Fondo Facultad de Humanidades. Departamento de Estudios Hispánicos.46 Dirigida por Onís, tuvo como Secretario de Redacción a Robert H. Williams (New York), y con-

tó con redactores en Madrid – Tomás Navarro Tomás, Enrique Díaz Canedo y Fernando de los Ríos-,en Puerto Rico –Ramón Lavandero, Antonio S. Pedreira, Concha Menéndez y Rafael W. Ramírez– y enNueva York –José Padín, E. Herman Hespelt y D. Ratdiff–. Ver AFO, Sección Noticias y Actividades.O-NA-9A.18

47 AFO, Sección Noticias y Actividades. O-NA/C-44.33.

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viene a ser una declaración de intenciones de lo que se pretendía con la creacióndel Departamento de Estudios Hispánicos y de la Revista– sobre las relaciones quedeberían prevalecer entre España, Hispanoamérica y Estados Unidos. Bajo el títu-lo «Hacia la amistad triangular», William R. Shepherd, catedrático de Historia dela Columbia University, alababa la nueva disposición de España, de una Españaabierta y modernizadora, a encontrarse y vincularse con las dos Américas, tratabade ahuyentar los temores que suscitaba en América hispana la penetración econó-mica y comercial norteamericana, que según él, se limitaba a esas esferas, y ani-maba a participar en la nueva empresa cultural y espiritual a los pueblos norteame-ricano, hispanoamericanos y español, señalando que la difusión de la cultura era elúnico medio para llegar al conocimiento y acercamiento entre los pueblos.48

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Federico de Onís, Fernando de los Ríos, T. Benner y Ramón Lavandero en la Universidadde Puerto Rico. De izquierda a derecha. (Seminario Federico de Onís, Departamento deEstudios Hispánicos, UPR).

48 William R. Shepherd, «Hacia la amistad triangular»,Revista de Estudios Hispánicos, t. I, núm.,1, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, enero-marzo de 1928, pp. 1-17. El autor resu-mía en catorce puntos la esencia del acercamiento cultural entre España, la América hispana y los Esta-dos Unidos: instrucción adecuada para el servicio público y privado en nuestras respectivas patrias; im-pulsar en Estados Unidos la enseñanza del castellano; fomentar en los países de habla castellana laenseñanza del inglés; recíproco estudio sistemático de la geografía, historia e instituciones hispanas ynorteamericanas; promoción de intercambio de maestros y estudiantes; estimulación del interés nortea-mericano en España e Hispanoamérica y viceversa, por medio de campañas de publicidad a través de laprensa; hacer desaparecer de los Estados Unidos todo concepto erróneo sobre los países latinos; hacerque en éstos desaparezca la desconfianza hacia los Estados Unidos; reconocimiento por los norteameri-canos de las ventajas que obtienen de los pueblos hispanos; que éstos comprendan el aspecto beneficio-so de la influencia norteamericana; reconocimiento por los norteamericanos de la individualidad de lospaíses hispanos; desarrollo de un espíritu de aproximación amistosa, más que el deseo de hacer negocio

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En 1927 el Departamento de Estudios Hispánicos comenzó a recibir a los pro-fesores españoles del Centro de Estudios Históricos; filólogos, historiadores ypoetas españoles empezaron a frecuentar como profesores visitantes las aulas uni-versitarias y el Ateneo Puertorriqueño, las mismas instituciones y centros que añosdespués, terminada la Guerra Civil española, les acogiera a muchos de ellos deforma definitiva. En 1928, a tan sólo un año de haberse creado el Departamento deEstudios Hispánicos, las relaciones entre Puerto Rico y España se habían consoli-dado. En una carta de Thomas E. Benner al presidente de la Junta de RelacionesCulturales del Ministerio de Estado español, del 5 de septiembre de 1928, el rectorle agradecía las visitas de los espléndidos profesores españoles, Federico de Onís,Tomás Navarro Tomás, Fernando de los Ríos y Américo Castro, auspiciados por laInstitución Cultural Española de Puerto Rico, fundada en mayo de 1928,49 y quealbergaba los mismos fines que las otras instituciones culturales existentes en otrospaíses americanos.

En ese mismo año, la ayuda de España tras el paso del huracán San Felipe sematerializó en el envío de Ramón Menéndez Pidal al Departamento de EstudiosHispánicos de una importante colección de publicaciones que contenían alrededorde 100 libros de estudios contemporáneos sobre el idioma español en España eHispanoamérica, y en la dotación de dos becas a estudiantes para que viajaran aEspaña. La colaboración entre el Centro español y el Departamento de EstudiosHispánicos se completaba con el intercambio bibliográfico y el envío de otros ma-teriales de trabajo como eran las colecciones de discos elaborados por Tomás Na-varro Tomás en el Archivo de la Palabra del CEH, en los que se recogieron todaslas variaciones del español en España.

Onís puso al servicio del Departamento de Estudios Hispánicos la experienciaque había adquirido en la Institución Cultural Española de Estados Unidos en laorganización de cursos con el Centro de Estudios Históricos. Intervino en todo elproceso a fin de lograr el buen funcionamiento de las relaciones y los cursos, des-de el salario que debían recibir los profesores, la revisión y corrección meticulosadel programa, hasta su envío a los medios de difusión y centros académicos puer-torriqueños y norteamericanos, con suficiente antelación.50

Los esfuerzos académicos e institucionales recibieron un fuerte respaldo de lacolectividad española mediante la creación en San Juan de Puerto Rico de la Insti-tución Cultural Española, bajo el auspicio de miembros de las colectividades espa-ñolas asentadas en esos países como fueron los casos de las Instituciones Cultura-les de Argentina, Uruguay, Chile y México. El financiamiento de los viajes yestancias de los profesores hizo posible que su magisterio se duplicara, y en oca-

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID…179

plenamente; cultivo de relaciones personales entre los pueblos hispanos y el pueblo norteamericano; yapreciación mutua de nuestra respectiva cultura e ideales.

49 En una carta del 12 de noviembre de ese año el presidente de la Junta de Relaciones Culturalesagradeció las palabras del rector de la Universidad de Puerto Rico. AGAAH, Asuntos Exteriores, Sec-ción VIII-Relaciones Culturales, Caja 1282.

50 El salario para los profesores universitarios que impartían cursos de verano era de unos 2.500$; alos más jóvenes que aún no eran profesores se les pagaba unos 2.000 dólares. Véase la correspondenciaque Onís mantuvo con el rector de la Universidad de Puerto Rico en el último trimestre de 1926. AFO,Sección Correspondencia O-MS/C-115.

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siones la visita del doctor invitado por la Universidad coincidió con la del invitadopor la Institución.

El proyecto de su fundación arranca de 1925 tras una visita a Madrid de RafaelFabián –uno de los miembros más destacados de la colectividad española de Puer-to Rico, aspesto estudiado en esta obra por Jaime Pérez–, en la que se entrevistócon un grupo de intelectuales españoles, como se desprende de la correspondenciamantenida entre Onís y Tomás Navarro.51

El carácter exclusivamente cultural de estas instituciones aparece en sus estatu-tos: conocer y difundir en Puerto Rico los estudios e investigaciones sobre lengua,literatura y cualquier otro aspecto científico y artístico de la civilización española.Para ello, financiaron las cátedras que fueron desempeñadas por profesores espa-ñoles, organizaron conferencias, y dieron becas a los universitarios puertorrique-ños para que fueran a España a cursar estudios sobre cultura española.52 Bajo lapresidencia de Rafael Fabián, esta Institución coordinó sus actividades con la JAE,con el Departamento de Estudios Hispánicos y con el Instituto de las Españas.53

En su inauguración, el 27 de abril de 1928 en el Ateneo Puertorriqueño, TomásNavarro Tomás destacó el carácter cultural y abierto de las Instituciones Culturalesde América que tenían que servir para fortalecer las relaciones culturales de Espa-ña con Hispanoamérica y que debían de hacerse a partir de la cultura y de la cien-cia y no «con exaltaciones sentimentales»:

Las Culturales Españolas de América y los Centros Hispanoamericanos de España (sedan cuenta) de que si hay pueblos que deben vivir unidos por lazos de mutua compren-sión son sobre todo éstos a quienes la historia ha dado una misma tradición y un mismoidioma.La experiencia ha demostrado que es inútil querer mantener relaciones de este génerocon exaltaciones sentimentales. Las Culturales Españolas sólo han podido empezar aexistir cuando el renacimiento científico de España, basado en rigurosos estudios técni-cos y en arduos trabajos de investigación, ha llegado a resultar digno de estimación ge-neral.54

Muy distinta era la impresión que Américo Castro, durante su estancia en Puer-to Rico en el verano de 1928, le transmitía a Federico de Onís sobre la actitud delas sociedades españolas en la isla, que enfrentadas entre sí, en nada beneficiabanla labor de difusión de los intelectuales españoles, o sobre la escasa retribuciónque recibían por sus conferencias:

180 LOS LAZOS DE LA CULTURA

51 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-109.1. Un primer intento por parte de la colonia espa-ñola y de Coll y Cuchi de llevar profesores españoles a Puerto Rico fue a comienzos de 1922, cuandose le cursó una invitación a Américo Castro, la cual finalmente tuvo que declinar debido a la situacióneconómica y política de la isla. AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-44.10.

52 Agradecemos la información facilitada al profesor Jaime Pérez Rivera. AGPR. Fondo Departa-mento de Estado, Sección Corporaciones sin fines lucrativos, exp. 474, caja 31A.

53AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA-11.7 Ver también el artículo publicado en El Impar-cial, San Juan, 8 de mayo de 1928, y La Democracia, San Juan, 9 de mayo de 1928.

54 Tomás Navarro Tomás, «Impresiones sobre el estado lingüístico de Puerto Rico»,Summer Scho-ol News, Year VI, July 2-6, nº 1, Río Piedras, 1928, pp. 9-10.

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Creo que ha sido prematura la creación de la Cultural. Las sociedades españolas, rivalesde Fabián, se inhiben de toda colaboración, indicando, con cierta tácita sorna, que ahíestá la flamante sociedad presidida por Fabián para hacer frente a todas las eventualida-des que planteen los españoles conferenciantes...Unos y otros se creían obligados a hacer algo por la cultura española en la Isla. Ahoraese honor y esa responsabilidad caen de hecho sobre Fabián y el círculo estricto de susamistades.55

VISITAS DE PROFESORES ESPAÑOLES APUERTO RICO Y SU ACOGIDA EN LA SOCIEDAD

BORICUA

Bajo la atenta mirada de Federico de Onís, el Departamento de Estudios Hispá-nicos recibió de forma ininterrumpida a muchos de sus antiguos compañeros delCentro de Estudios Históricos, alumnos todos de Ramón Menéndez Pidal, que esteprofesor y Tomás Navarro Tomás seleccionaban. En el curso de verano de 1926Federico de Onís impartió dos cursos titulados «Características del espíritu espa-ñol a través de su literatura» y «Don Quijote de la Mancha»; en agosto, José Ro-bles ofreció otros cursos sobre fonética y lengua españolas. En el verano siguienteAmado Alonso (investigador colaborador del Centro de Estudios Históricos) dictócursos sobre fonética y filología española; a él le sucedió Tomás Navarro Tomáscuya estancia en el primer semestre del curso académico de 1927-1928 la dedicó ahacer un estudio del lenguaje en la isla para incorporarlo a su Atlas Lingüístico delEspañol. El segundo semestre impartió los cursos el propio Onís.

Los españoles fueron docentes tanto en los cursos regulares como en los de ve-rano, correspondiéndole a Américo Castro Quesada (catedrático de la UniversidadCentral de Madrid y colaborador del Centro de Estudios Históricos) las clases delverano de 1928, a Ángel Valbuena Prat (catedrático de literatura de la Universida-des de La Laguna y de Barcelona, y profesor en diferentes universidades inglesas)el curso de 1928-1929, a Fernando de los Ríos (catedrático de derecho en la Uni-versidad de Granada) el curso del verano de 1929, y a Samuel Gili Gaya (catedrá-tico del Instituto Escuela y colaborador de la Sección de Filología del Centro deEstudios Históricos) el año académico 1929-1930.

Tras suspenderse las invitaciones en el verano de 1930, el siguiente profesorespañol en la universidad puertorriqueña fue Manuel García Blanco (profesor au-xiliar de la Universidad de Salamanca, colaborador del Centro de Estudios Históri-cos, y catedrático de la Universidad de Salamanca desde 1934), durante los mesesde julio y agosto de 1931, quien prolongó su estancia durante el primer semestredel curso siguiente 1932; a él lo sucedieron Gabriela Mistral, docente durante elsegundo semestre de 1932-1933, y José A. Balseiro (profesor en la Universidad deIllinois) que en una dilata estancia, que abarcó los cursos de 1933 a 1936, dictóconferencias, e impartió clases y seminarios sobre temas referentes a la novela y alteatro español en los siglos XIX y XX. Según consta en su expediente, el salarioque Balseiro recibió como catedrático visitante de Estudios Hispánicos por el cur-

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID…181

55 AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA/C-44.36.

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so de verano de 1935 fue de 583.3$; en 1936, en su nombramiento como catedráti-co permanente de español en la Universidad de Puerto Rico, figura la cantidad de3.600$ anuales. Tras la aceptación del nombramiento, el 11 de agosto de 1936,Balseiro solicitó un año de licencia sin sueldo para enseñar en su antigua Universi-dad de Illinois.56

La acogida que, tanto los cursos sobre español y como los profesores, tuvieronen la sociedad y en el alumnado de Puerto Rico aparece en algunas cartas y artícu-los de periódicos. Una muestra de simpatía hacia el profesor José A. Balseiro es lacarta que los alumnos escribieron a la Junta de Síndicos de la Universidad de Puer-to Rico el 12 de agosto de 1936, en la que dicen:

Honorable Junta de SíndicosUniversidad de Puerto RicoRío Piedras, P.R.Señores:Si para ser maestro es factor primordial la comprensión del alma juvenil, no sólo en lointelectual, sino más en función de la simpatía, un gran maestro es José A. Balseiro. Ensus clases hemos experimentado la emoción y el entusiasmo saludable que sólo despier-tan los maestros provocadores de cordiales y fecundas inquietudes. En este momento enel que se sugiere reconocer su mérito honorable por la Cancillería de nuestra Universi-dad, aplaudimos el justo intento y lo hacemos nuestro; porque sabemos que sólo inspirael afán de superación y grandeza de espíritu el que ha llevado siempre en sí mismo esehonrado anhelo y esa noble ambición. Y porque eso deseamos para nuestra universidady nuestros universitarios, rogamos respetuosamente a la honrosa Junta de Síndicos sedigne elevar a la cancillería a quien a su vez honrará ese puesto, al maestro que lo es nopor la vasta cultura que posee, sino porque primero y después sabe ser fraterno amigo,al maestro JOSÉ AGUSTÍN BALSEIRO.57

Junto a los trabajos docentes en el Departamento de Estudios Hispánicos, losprofesores españoles impartieron conferencias en diferentes ciudades y pueblos dela isla dentro del programa desarrollado por este departamento denominado Misio-nes Culturales. Estas actividades así como las conferencias dictadas en el AteneoPuertorriqueño, sociedades españolas, Rotary Club, y en otros centros académi-cos, como la Biblioteca Carnegie, fueron recogidas y reproducidas en varias revis-tas y periódicos de la isla,Summer School News, Puerto Rico Ilustrado, La Co-rrespondencia de Puerto Rico, El Mundo,y La Prensaen Estados Unidos.

En sus estancias en la isla muchos de ellos ocuparon la cátedra instaurada en laInstitución Cultural Española como Tomás Navarro Tomás en 1928; Ángel Valbue-na Prat en 1928-1929; y Samuel Gili Gaya en 1929-1930.

182 LOS LAZOS DE LA CULTURA

56 AFO, Sección Noticias y Actividades. O-NA-9A.6, y Sección Correspondencia, O-MS/C-5.1, yla correspondencia continua entre Onís y Benner en la que se planificaba el viaje y la estancia de losacadémicos españoles: AFO, Sección Correspondencia, O-MS/C-115.46,47, 50 y 51. Ver tambiénACUPR, Fondo Facultad de Humanidades, Departamento de Estudios Hispánicos. H106, Fondo Infor-mes Anuales H11, y Fondo Expedientes Personales Pasivos.

57 AFO, Fondo Informes Anuales H11, y Fondo Expedientes Personales Pasivos.

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En contraste con las conferencias y artículos escritos por estos intelectuales, lavisita de Luis Araquistain, en el último trimestre de 1926, estuvo rodeada de polé-mica. Como en Cuba y Santo Domingo, las declaraciones y valoraciones de Ara-quistain sobre la sociedad, la cultura y la política de estos países causó un hondomalestar. Su postura crítica contra Estados Unidos, sus juicios sobre la escasa li-bertad en diferentes esferas de la vida que gozaban estos países, sus opiniones so-bre el mestizaje y el futuro de la población, así como sobre el estado de decadenciade los pueblos sobre todo en el caso de Cuba, fue duramente criticado en variaspublicaciones de los países visitados por Araquistain.58 Las conferencias y artícu-los del intelectual publicados en diciembre de 1926 en la isla, algunos de los cua-les fueron reproducidos en el periódico madrileño el Sol, en torno al idioma, laamericanización de la enseñanza y de la cultura en Puerto Rico, la falta de inde-pendencia y, en general, la política de Estados Unidos contra cualquier vestigio decultura y presencia de España, provocó una fuerte respuesta en algunos periódicosy revistas en los que se le tachó de «embajador de la raza» y de «Sancho Panzaibérico».

Uno de estos artículos escritos a raíz de los comentarios de Araquistain es el deLuis Data, aparecido en diciembre en Los Quijotes, en el que denuncia la utiliza-ción de la «raza» como uno de los fundamentos principales de la política pan-ibe-ro-americanista, y el envío de determinados intelectuales, como Araquistain y Al-tamira, que, en su intento de hispanizar a América, menospreciaban las identidadesde los pueblos hispanoamericanos. En su denuncia el autor distinguía entre estos«embajadores de la raza» y los otros intelectuales españoles que establecían las re-laciones a partir de nuevos conceptos de la cultura y la ciencia.59

La difusión de la cultura y la lengua española, y la defensa del español y de lasraíces hispanas de los pueblos de Hispanoamérica fue posible tanto por la colabo-ración estrecha mantenida a lo largo de estos años entre Onís, Benner, MenéndezPidal y Navarro Tomás, y sus instituciones, como por el cambio de mentalidad y lanecesidad política que en las décadas de los veinte y treinta vivió Puerto Rico. Lalucha por el mantenimiento de su identidad dio lugar a la búsqueda de sus raícesculturales y a la reivindicación de la cultura española como una de las principalesbases de dicha identidad. Los escritores de la Generación del Treinta fueron losprotagonistas de esta nueva visión de la historia y del pueblo puertorriqueño.

La defensa de la cultura española y del intercambio cultural con España se in-tensificó en estos años, en los que se publicaron en diferentes periódicos y revistasartículos laudatorios sobre los progresos intelectuales y científicos que en Españase estaban consiguiendo, y la necesidad de mantener la presencia española en launiversidad puertorriqueña. En el nuevo contexto cultural y económico de la isla,para algunos pensadores España pasa a ejercer un nuevo papel, el de puente conEuropa, y vínculo con la civilización occidental frente a la temida absorción porNorteamérica. El conocimiento y la aproximación a España no sólo les proporcio-

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID…183

58 Luis Araquistain,La agonía antillana. El imperialismo yanqui en el mar Caribe, La Habana,Editorial Lex, 1961.

59 Luis Data, «Las embajadas de la raza»,Los Quijotes, año II, núm. 46, San Juan, 18 de diciembrede 1926.

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naría un conocimiento de ellos mismos –«conocer a España es como conocernos anosotros mismos», escribían a la altura de 1930–, era también el mejor medio inte-lectual de penetrar y conocer el alma europea: «...Por España nos bañamos en ple-na civilización occidental, y con ella y por nosotros habemos de salvar y conservarnuestra civilización, lengua, cultura y buen gusto».60

LA DEFENSA DE LA IDENTIDAD NACIONAL A PARTIR DE LA DEFENSA DE LA LENGUA

Y LA CULTURA ESPAÑOLAS

A este interés por la cultura española y por España contribuyeron en gran me-dida los intelectuales puertorriqueños, sobre todo la llamada Generación del Trein-ta, cuyo afán por sentar las bases y definir la identidad boricua, en afirmarse comonación y reivindicar su cultura hispana frente a la anglosajona, les hizo volver susojos a España. Este nacionalismo cultural será utilizado posteriormente como ins-trumento del nacionalismo político. En este proceso, la cultura hispana se erigió ensímbolo de identidad nacional.

La Generación del Treintareflejó en la literatura, la historia y la política susanhelos y temores. La debilitación de la identidad nacional, el peligro de la desin-tegración de Puerto Rico como nación, la lucha por la soberanía nacional, la de-fensa del campesino desplazado de sus tierras fueron factores que convergieron enmedio de una aguda crisis económica y que mostraron la necesidad de crear y con-solidar un proyecto cultural articulado en torno a la identidad puertorriqueña. Di-cho proyecto tendría 3 fases: definición y refuerzo de la identidad cultural; robus-tecimiento de la identidad nacional; y fortalecimiento de la conciencia nacional, dela nación.

Los intelectuales puertorriqueños de esta generación reconstruyen un pasadolimitado al siglo XIX, al ser éste el período en el que enmarcan el afianzamientode la cultura nacional en manos de una elite culta, en su mayoría hacendados, ycon posiciones autonomistas. Dicha reconstrucción le sirve a Antonio Pedreira,uno de los mayores exponentes de esta generación, para establecer el proceso deformación y diferenciación de la cultura nacional de la cultura española, y paramarcar las consecuencias de 1898 sobre la identidad y la conciencia nacional. Apesar de que la invasión norteamericana es considerada como un momento de rup-tura en la continuidad de esa identidad, Pedreira reivindica el mantenimiento de lamisma dentro del proceso evolutivo de la formación del pueblo puertorriqueño; unproceso continuo que, como la evolución, siguió, aunque a diferentes ritmos. ParaPedreira, como para otros intelectuales de su generación, el fortalecimiento de laidentidad tenía que hacerse a través de un proyecto cultural; éste fue el imperativode este grupo, que a diferencia de otros anteriores jugó un papel decisivo en el de-bate en torno a la nación, combinándose el proyecto político-nacional con el pro-yecto cultural, al aunar la nación con la cultura como rasgo de identidad.

Antonio Pedreira conocía perfectamente el ambiente cultural español, no sólopor el magisterio de los profesores españoles en Río Piedras, sino también por sus

184 LOS LAZOS DE LA CULTURA

60 Filiberto Vázquez, «La necesidad de maestros españoles en nuestra Universidad»,ABC Univer-sitario, vol. 1, núm. 8, Río Piedras, abril de 1930, pp. 5 y 8.

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estudios en España donde realizó el doctorado, en el Centro de Estudios Históricosde Madrid. Desde allí, el 2 de mayo de 1932, escribía a Julio García Díaz, decanode la Universidad de Puerto Rico de Río Piedras, comunicándole que se había doc-torado en la Universidad Central de Madrid, el 29 de abril de 1932, con sobresa-liente, y solicitarle un aumento de salario en condición de profesor y director delDepartamento de Estudios Hispánicos de dicha universidad.61

A finales de julio de 1932 le remitía otra carta al presidente de la Universidaden la que daba cuenta de sus investigaciones en Madrid sobre Hostos, que dieronlugar a la publicación en esta ciudad de Hostos, ciudadano de América, su colabo-ración en la edición completa de la Bibliografía Puertorriqueña, la publicación devarios artículos en la prensa sobre Puerto Rico y América, y de otros estudios en laRevista de Filología Española, así como de sus contactos con la intelectualidad es-pañola (Menéndez Pidal, Tomás Navarro Tomás, Américo Castro, Antonio Balles-teros, Ángel Valbuena, Samuel Gili Gaya, Homero Seris...) tanto Madrid, en elCentro de Estudios Históricos, Ateneo, Unión Ibero Americana, Academia Espa-ñola, Academia de la Historia, Biblioteca Nacional, y Biblioteca de San Isidro, co-mo en el Institut d’Estudis Catalans de Barcelona, y en el Archivo de Indias de Se-villa:

...Para tener mejor conocimiento de España que ayudara a la eficacia de mis cursos enesta Universidad, hice frecuentes viajes al norte, al centro, al sur, recorriendo las pro-vincias, capitales, pueblos y aldeas que de alguna manera han ayudado a la evolución dela historia y la cultura españolas.....logré comunicarme con muy conspicuas personalidades españolas y entablar relacio-nes que ayudarán al desarrollo del Departamento de Estudios Hispánicos que en esaUniversidad dirijo. Estas relaciones empezaron a dar frutos palpables, en una serie defolletos, cuadros y diapositivas que el Patronato Nacional del Turismo me entregó parael Departamento, y en la magnífica colección de discos fonográficos que el Archivo dela Palabra, presenta a la Universidad de Puerto Rico por mediación del que suscribe. Meenteré del funcionamiento del Centro de Estudios Históricos con el cual trabajamos encolaboración y de otras instituciones análogas como los Institutos, las Academias, lasUniversidades.62

La intensa relación que mantuvo con los miembros del Centro de EstudiosHistóricos la destaca en otra de sus obras,Aristas-Ensayos,escrita en 1930.63 Atodos ellos Pedreira los califica como hombres integrantes de la España Nueva.Este reconocimiento de la historia y de la cultura española, de sus aspectos positi-vos y renovadores está presente en toda la obra del intelectual puertorriqueño, es-crita con una intencionalidad nacionalista y política muy concreta. Ello condicio-nó su análisis del sistema colonial hispano, pese a que reconocía que uno de losmales de la cultura puertorriqueña era el estado de coloniaje continuo en el quesiempre estuvo.

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID…185

61 ACUPR, Fondo, Organización y sus Funciones. F.D.O. E-3.62 ACUPR, Fondo, Facultad de Humanidades, Departamento de Estudios Hispánicos.63 Antonio S. Pedreira,Aristas. Ensayos, Madrid, 1930.

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Desde la literatura y la historia se reivindican el idioma y la «raza» como lasseñas de identidad, mantenidas por el campesino, el jíbaro. De ahí la defensa quehacen de estos elementos, sobre todo del jíbaro, de forma dramática algunos escri-tores como por ejemplo, Enrique Laguerre en obras como La llamarada; SolarMontoya, de 1941, o La resaca, de 1949. En ellas se combinan las denuncias porla expropiación de las tierras en manos de compañías norteamericanas, la desapa-rición del pequeño agricultor y la expansión del latifundio azucarero, con las re-presentaciones de lo autóctono, que se convierte en sinónimo de la puertorriqueñi-dad64.

La inmediatez en los objetivos que tuvieron los intelectuales que desarrollaronsu obra en los años 20 y 30, su profundo sentimiento nacionalista, su preocupaciónpor el Estado, por la permanencia de la identidad, y, algunos, por alcanzar la sobe-ranía del pueblo puertorriqueño, les empujaron a afianzar su cultura como símbolode su nacionalidad. El pasado les sirvió para elaborar su proyecto nacional, aunquea veces se apeló a un pasado idealizado; asimismo, a menudo se elaboran imagina-rios excluyentes como base para redescubrir y afianzar sus identidades sometidas acambios. Los intelectuales puertorriqueños, con gran pragmatismo, eran conscien-tes que sólo podían hacer frente a dichos cambios con una base cultural sólida des-de la cual los irían incorporando, algunos de ellos incluso creyeron que la culturales conduciría a todas las formas de independencia. Apelaron a la historia como lafuente donde se encontraban los fundamentos de sus culturas con el fin, nos diceAntonio S. Pedreira (sucesor de Onís en la dirección del Departamento de Estu-dios Hispánicos de la UPR), de dar «al porvenir un sentido netamente puertorri-queño».65

Órganos de expresión de la Generación del 30 fueron las revistas aparecidas enestos años como Índice(1929-1931),Brújula (1934-1937),Ámbito(1934-1937), yAteneo Puertorriqueño(1935-1940), cuyos objetivos aparecen en la revista Índice:

Vamos a definir concretamente nuestra situación, a orientar nuestra vida... que nos per-mita conservar lo que tenemos y recuperar lo que perdimos.

En este ambiente hispanófilo la colectividad española participó de forma activano sólo a través del financiamiento de la Institución Cultural Española, sino tam-bién colaborando en otras empresas mediante las cuales veía una manera de invo-

186 LOS LAZOS DE LA CULTURA

64 Sobre la idea de nación e identidad en Puerto Rico en el siglo XIX véase el libro de Lillian Gue-rra, Popular Expression and National Identity in Puerto Rico. The Struggle for Self, Community, andNation, Gainsville, University Press of Florida, 1998.

65 Sobre la búsqueda de la identidad puertorriqueña y la generación de los treinta pueden consul-tarse algunas de las obras de Antonio S. Pedreira,La actualidad del jíbaro, 1935, eInsularismo: En-sayos de interpretación puertorriqueña, San Juan, 1942 (en 1943 se publicó en Madrid); así como lasde Arcadio Díaz Quiñones, «El enemigo íntimo: cultura nacional y autoridad en Ramiro Guerra ySánchez y Antonio S. Pedreira»,Op. cit. Revista del Centro de Investigaciones Históricas,núm. 7,Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, 1992, pp. 9-68; Juan G. Gelpí,Literatura y pa-ternalismo en Puerto Rico, San Juan, EDUPR-ICP, 1993; Pedro Álvarez Ramos, «Reflejos en torno aldiscurso histórico ‘trentista’. El siglo XIX puertorriqueño en el Insularismo de Antonio S. Pedreira»,Revista de Estudios Hispánicos, año II, núm. 15, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras,1995, pp. 237-251.

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lucrase en los asuntos relacionados con España y su cultura.66 Este interés se hizomanifiesto tras las conferencias pronunciadas en octubre de 1926 por Luis Ara-quistain y Cayetano Coll y Cuchi sobre «La España Moderna», en las que se men-cionaba la labor cultural que desde 1910 venía desarrollando en España el Centrode Estudios Históricos. Este impulso dado a la cultura por la nueva España derivóen la organización en San Juan de un Comité Pro-Centro de Estudios Históricoscon el fin de recaudar fondos para dotar a dicho Centro de un edificio propio. EsteComité, presidido por el español Manuel Cambor e integrado por 6 españoles y 3puertorriqueños, pretendía involucrar a otros españoles residentes en Cuba y enSanto Domingo. En el telegrama que envía Miguel Cambor a Ramón MenéndezPidal le mostraba «su orgullo de pertenecer a una familia de pueblos que está dan-do tan poderosas muestras de vitalidad extraordinaria en todos los órdenes de laactividad y de un modo especificado en las aquilataciones de la cultura de que espromotor el insigne nuestro Centro de Estudios Históricos de Madrid»67.

Fue en estos años cuando se sucedieron los viajes de estudiantes y profesores isle-ños a estudiar o conocer a España, como el ya comentado de Antonio S. Pedreira,Margot Arce también en el Centro de Estudios Históricos, Evaristo Ribera Chevre-mont, Bernal Díaz Caney, etc., y cuando se editaron en Madrid por el Centro de Estu-dios Históricos algunas investigaciones de puertorriqueños, como por ejemplo Folklo-re Puertorriqueñode Rafael W. Ramírez en 1928, surgieron algunas publicaciones enlas que se abogaba por la unión de los pueblos de habla hispana, y se reivindicaba elpapel de España en la difusión de su cultura, de la otra España surgida a raíz del mo-vimiento intelectual que allí se estaba produciendo en los últimos años. Los Quijotes,fundada en San Juan en enero de 1925, recoge estas inquietudes:

Con preferencia esta revista se ocupará de los altos problemas de la raza: La unidad delos pueblos de habla española, la unidad que haga del conglomerado hispanoamericano

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID…187

66 Diferentes valoraciones de la hispanofilia aparecen recogidas en el libro editado por Enrique Vi-vone Farage y Silvia Álvarez Curbelo (eds.),Hispanofilia: arquitectura y vida en Puerto en Rico,1898-1950, San Juan, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998; las Tesis Doctorales de JaimePérez,Asociacionismo, prensa y cultura entre los inmigrantes españoles de San Juan, 1871-1913, De-partamento de Historia, Facultad de Humanidades, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Pie-dras, 2002 (inédita), y la de Libia González, L’Elite cultivée à Porto Rico et la construction de l’identi-té «Nationale» (1860-1930), Paris, Université Paris I, 2000 (inédita).

67 Tras agradecer el gesto y las palabras del Presidente del Comité Pro-Centro de Estudios Históri-cos, Menéndez Pidal remitió el escrito al Secretario del Ministerio de Estado. AGAAH, Asuntos Exte-riores, Sección VIII- Relaciones Culturales, caja 1267. Esta noticia apareció en varios periódicos entreello en El Imparcial, San Juan, 21 de noviembre de 1926.

Las actividades del Centro de Estudios Históricos pueden rastrearse en algunas revistas de PuertoRico como Alma Latina, véase el artículo «Trabajos bibliográficos del Centro de Estudios Históricosde Madrid», núm. 34, San Juan, 1933, pp.4-7. La actitud de la colectividad española y la ayuda recla-mada por Araquistain y Coll y Cuchí para recaudar fondos a favor del Centro de Estudios Históricosfue atacada duramente en algunos periódicos locales en los que se acusaba a los conferenciantes depracticar una «mendicidad patriótica».

En la editorial publicada por Los Quijotes, el 20 de noviembre de 1926, -en el mismo periódicoque unos días antes se aplaudía esta iniciativa- se comentaba la incongruencia que suponía el que Espa-ña y sus intelectuales propagasen el desarrollo que en los últimos años había tenido la cultura y la cien-cia en el país, y a la vez pidieran fondos para construir un edificio destinado al CEH. Véanse los edito-riales de la revista Los Quijotes, año II, núm. 40, San Juan 30, de octubre de 1926, y núm. 42, San Juan,20 de noviembre de 1926.

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un bloque resistente en todos los órdenes, contra la feroz acometida de los despojadoresdel tesoro sagrado del idioma, costumbres, espíritu... Tendrá un profundo reconoci-miento para España, la España madre, la España creadora... Tendrá un amor profundopara Puerto Rico... Un Puerto Rico que no sea nada más que Puerto Rico, con psiquis ycuerpo puertorriqueños.68

Este discurso nacionalista, manejado por varios intelectuales de distintas ideo-logías, contenía en ocasiones la exaltación de la «raza», de la denominada «razahispana», como un baluarte de diferenciación y de identidad frente a los anglosajo-nes. Recuérdese que en España, Cuba y Puerto Rico, desde 1898, en el proceso dela creación de la memoria histórica, a través de la elaboración de las historias na-cionales en las que se fijaban además de los referentes de identidad de cada pue-blo, los hechos y figuras sobre los que descansaba la historia nacional, la «raza»ocupó un lugar principal. En estos países la mayoría de los intelectuales recurrie-ron de forma continua a la «raza» como un elemento explicativo de fenómenos so-ciales, culturales y políticos, actuando, a menudo, como eje de las relaciones polí-ticas, sociales y culturales, y como factor esencial en el diseño y constitución de lasociedad y de la nación, de tal manera que la gran mayoría de los autores, al menosdurante las dos primeras décadas del siglo XX, equipararon nación y cultura a «ra-za», reduciendo la nación a la existencia de una «raza».

Para estos intelectuales que se vieron conminados a sentar los rasgos definito-rios de las identidades nacionales, la homogeneidad racial era la condición primor-dial para que existiera una nación, el sinónimo de ésta, de ahí los intentos por de-mostrar la existencia de una «raza» común, que en la mayoría de los casos partíande concepciones exclusivistas y algunos trataron de probar que era únicamentehispana. En este proceso, también pesaron las concepciones heredadas del sigloanterior que clasificaban a los pueblos, a las llamadas «razas», en distintas catego-rías, en función de su mayor o menor proximidad al hombre civilizado, es decir alhombre blanco. De ahí que muchos de estos intelectuales también equipararon«raza» con cultura, como lo habían hecho en el siglo XIX69.

REFLEXIONES FINALES

A pesar de que el discurso racial fue común a muchos pueblos, y en concreto aespañoles y puertorriqueños, y encontró un ambiente propicio desde el noventa yocho hasta entrada la década de 1930, y a pesar de que algunos conferenciantes es-pañoles en la isla aludieron a la «raza» como elemento vertebrador de los pueblosy sus culturas, el programa desarrollado por Federico de Onís para hacer fructífe-ras y continuas las relaciones entre España y América se basaron más en conteni-

188 LOS LAZOS DE LA CULTURA

68 «Nuevo programa»,Los Quijotes, año II, núm. 37, San Juan, 1 de octubre de 1926. Ver tambiénel artículo de Gregorio Marañón, «Revolución y hombres nuevos»,Puerto Rico Ilustrado, año XXIII,núm. 1189, 17 de diciembre de 1922, pp. 57,58 y 60.

69 Consuelo Naranjo Orovio, «Cuba 1898: Reflexiones en torno a la continuidad…»,Cuadernos deHistoria contemporánea, Opus cit.

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dos culturales que en contenidos raciales, así como en el respeto y aceptación deotras culturas.

El programa científico y cultural desarrollado por la Junta para Ampliación deEstudios e Investigaciones Científicas de Madrid no sólo representó el proyectomás innovador para España desde 1907 a 1938 –año en que fue suprimida por undecreto suscrito por Pedro Sáinz Rodríguez; quien estaba al frente de nuevo Minis-terio de Educación Nacional creado en la «zona nacional»–, con la creación de la-boratorios, centros de investigación, dotación de becas para estudiar en el extranje-ro, etc., sino que puso en contacto a los principales pensadores y científicos deEspaña con los de otros países y continentes, posibilitando el acercamiento de lospueblos a través de la cultura y de la ciencia, y no de la «raza», tan aplaudida porlos defensores de los «panismos».

Para Onís, como para otros intelectuales, la cultura tenía que ser el nuevo nexoentre los pueblos. Como escribiera Onís:

Mi españolismo ha aprendido precisamente a afirmarse sin negar, a mirar cara a cara aotras formas de cultura. Siempre me ha parecido vacía de sentido la actitud de los nega-dores de una cultura nacional sin negar la cultura misma. Cada una de ellas es única einsustituible, y ni siquiera la creencia en la superioridad de alguna justificaría el desdénpor cualquiera de las demás. El intento de destrucción de la más insignificante de ellassería un atentado imperdonable contra la civilización.70

RELACIONES CULTURALES ENTRE EL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE MADRID…189

70 Federico de Onís,El sentido de la cultura española..., Opus cit., pp. 127-128.

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VI

LAS PRIMERAS DOS DÉCADAS DEL DEPARTAMENTO DEESTUDIOS HISPÁNICOS DE LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO:

ENSAYO DE HISTORIA INTELECTUAL*

Laura Rivera Díaz y Juan G. GelpíDepartamento de Estudios Hispánicos, Facultad de HumanidadesUniversidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

* Agradecemos la valiosa labor de Shayra Burgos García, nuestra ayudante de investigación, asícomo la colaboración de varios estudiantes adscritos al Seminario de Estudios Hispánicos Federico deOnís.

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GESTACIÓN DEL DEPARTAMENTO DEESTUDIOSHISPÁNICOS:«LO QUE ESTÁ DEBAJO»1: BUSCANDO MARCAS

Acogemos en el subtítulo, como guía para repensar la Universidad desde lacreación del Departamento de Estudios Hispánicos, la polémica frase del historia-dor español y uno de los padres del panhispanismo, Rafael Altamira Crevea, pro-nunciada en la conferencia inicial de la primera visita a la Universidad de La Ha-bana en 19102. Y repensar la Universidad es viajar de un continente a otro e irritarla memoria de aproximadamente un siglo. Este año se celebra el aniversario núme-ro setenta y cinco, de la creación de uno de los departamentos más antiguos y pres-tigiosos de la Universidad de Puerto Rico: el Departamento de Estudios Hispáni-cos. Y si las celebraciones son ocasiones especiales para pasar juicio sobre lamemoria histórica de una gesta dada, no podemos perder esta oportunidad para in-dagar y descubrir cuáles fueron, en palabras de Pierre Bourdieu,3 los campos inte-lectuales y culturales que lograron establecerse como instancias legitimadoras ycómo se fueron formando otros, que a su vez, se convertirían en nuevos legitima-dores.

El anuncio oficial de la creación del Departamento de Estudios Hispánicos, co-mo una entidad con personalidad propia, se hace en enero de 1927.4 Esta puesta en

1 Frase dicha (¿equívocamente?) por Rafael Altamira Crevea al finalizar una «oración salutatoria»en la Universidad de La Habana en 1910 y que suscitó una polémica entre él y Fernando Ortiz. Citadopor Fernando Ortiz, « Lo que está debajo»,La reconquista de América. Reflexiones sobre el panhispa-nismo,París, Librería Paul Ollendorf, 1910, pp. 64-67.

2Vicente Ramos,Rafael Altamira. Prólogo del Excmo. Sr.D. Julio F. Guillén Tato, Madrid-Barce-lona, Alfaguara, 1968, p. 135.

3 Pierre Bourdieu, «Campo intelectual y proyecto creador», Marc Barbut et al, Problemas del es-tructuralismo,traducción de Julieta Campos, Gustavo Esteva y Alberto Escurrida, México, Siglo XXIEditores, 1967, pp. 135-182.

4 Thomas Benner,Five Years of Foundation Building, Río Piedras, University of Puerto Rico, 1965,p. 82.

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escena la proclama el impecable boletín impreso del Anuncio de cursos del Depar-tamento, que circuló en los primeros meses de ese año y cuya calidad artística fuemotivo de elogio por parte de varios intelectuales del patio y del extranjero, inclu-yendo al rector Thomas Benner,5 quien felicitó a José Padín por el diseño y la im-presión del folleto. También se destaca un comentario de Tomás Navarro Tomás,en una carta enviada a Benner y que dice así:

El folleto relativo al Departamento de español de esa Universidad nos sorprendió conexcelente impresión, por su organización y por la admirable forma tipográfica. Estámuy bien hecha y con un buen gusto digno de todo aplauso.6

Lo primero que llama la atención en este folleto7 es el hecho de estar escrito eninglés y, lo segundo es la cantidad y variedad de instituciones que se adjudican unlugar en esta empresa académica. Aunque en la portada del programa aparece elDepartamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico como laúnica instancia que legitima el anuncio, cuando pasamos a las páginas de las auto-ridades oficiales, nos sorprende encontrar toda una serie de otras instancias legiti-madoras y un consejo asesor, en el cual se encuentra el nombre de Leo S. Rowe,Director de la Unión Pan-Americana, institución política con sede en Washington.

En esta misma página se destaca el nombre del Departamento con una letramás grande, quizás de un punto más, que los nombres de las otras dos entidadesque aparecen como colaboradoras: el Centro de Estudios Históricos de Madrid y laUniversidad de Columbia de Nueva York. También aparecen tres directores hono-rarios: Ramón Menéndez Pidal y Tomás Navarro Tomás, director y profesor, res-pectivamente, del Centro de Estudios Históricos y John L. Gerig, Director del De-partamento de Lenguas Romances de la Universidad de Columbia. Nos pareceraro que no haya ningún director honorario de Puerto Rico y que sea en la siguien-te página que aparece el nombre del rector y el de Antonio S. Pedreira, a quienidentifican como «Acting Faculty Chairman».8

Desde este espacio tan emblemático, nos percatamos que la tríada fue un ele-mento esencial en la gestación y la fundación del Departamento de Estudios His-pánicos y, quizás, de otras instancias de la Universidad de Puerto Rico. Las marcasque aquí encontramos nos llevan a formular unas cuantas preguntas obligadas:¿Por qué se llamó Departamento de Estudios Hispánicos? ¿A quién va dirigido eseanuncio? ¿Cuáles son todas estas instituciones y personalidades? ¿Por qué esa(¿feliz?) coincidencia, de que colaboren juntos intelectuales españoles y norteame-

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5 Thomas Benner, «Carta a José Padín», 19 de diciembre de 1926, Correspondencia Thomas Ben-ner 1926-27, Caja B-III, ACUPR.

6 Tomás Navarro Tomás, «Carta a Dr. Thomas E. Benner», 17 de marzo de 1927, Correspondenciade Rectoría, Correspondencia general 1926-27, Caja B-IV, ACUPR.

7 Véase: Folleto informativo que circuló el Departamento de Estudios Hispánicos con el anunciode los cursos para el verano de 1927 y el año escolar 1927-28, Cartapacio O-NA/C-9A, AFO.

8 Sobre la vinculación de Pedreira con la Universidad de Puerto Rico, desde su ingreso como estu-diante hasta su muerte en 1939, véase Jorge Rodríguez Beruff, «Antonio S. Pedreira, la Universidad yel proyecto populista»,Revista de Estudios HispánicosXIII, Río Piedras, 1986, pp. 79-90. RodríguezBeruff señala en Pedreira la presencia de un proyecto nacional reformista.

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ricanos en la creación de un departamento de español en la Universidad de PuertoRico? ¿Por qué solamente hay un puertorriqueño en el grupo directivo y éste re-presenta una institución hispanoamericana en Estados Unidos? ¿Quiénes, pues,gestaron este proyecto y para quién? ¿Cómo se relacionaron las diferentes instan-cias legitimadoras? ¿Pudo alguna instancia imponerse sobre las otras? Estas pre-guntas guiarán nuestro trabajo y, en la medida que encontremos respuestas a algu-nas de ellas, estamos seguros que aparecerán nuevas interrogantes.

AL CALOR DEL VERANO

Uno de los cimientos principales del Departamento de Estudios Hispánicos fuela escuela de verano, que se había iniciado en el 19219 y que continuaba ofrecien-do servicios con el propósito de acelerar la preparación de nuevos maestros y re-forzar la de los que ya ejercían. Pero es a partir del verano de 1922 que se iniciauna nueva etapa en los ofrecimientos académicos, al incorporar cursos de españolpara continentales. Ese año da comienzo la escuela de verano de Español para nor-teamericanos, cuya planificación e implantación estuvo a cargo de Josephine Holt,profesora adscrita al Departamento de Lenguas Modernas de la Universidad deVirginia.

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W. Ramírez de Arellano, Thomas Benner, Antonio S. Pedreira (arriba), junto a Federico deOnís, Josephine Holt y José Robles en la Universidad de Puerto Rico. De izquierda a dere-cha. (Seminario Federico de Onís, Departamento de Estudios Hispánicos, UPR).

9 Véanse: Informes Anuales 1920-21, El Gobernador de Puerto Rico, p.10. ACUPR.

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En el primer semestre del curso escolar de 1921-192210 la profesora Holt habíasometido a la Oficina de Asuntos del Interior («Bureau Of Insular Affairs») unapropuesta para pedir que la Universidad de Puerto Rico organizara cursos de vera-no de español para cincuenta profesores norteamericanos. Esta iniciativa fue aco-gida con entusiasmo por las autoridades pertinentes y, de inmediato, el doctorCharles W. St. John, decano-rector de la Universidad, hizo llegar la noticia de laaceptación de su propuesta a la profesora Holt.

Desde el primer momento la profesora Holt tenía un fuerte compromiso coneste programa, pues para ella representaba, mucho más que la enseñanza de cursosde español para continentales. Así lo había expresado en la respuesta que le envióal decano- rector Charles W. St. John, en enero de 1922.

The big important thing which we must keep steadily before us is to make a success ofthis summer’s work. If we can induce large numbers of teachers from the states to go toPuerto Rico it will certainly result in a better understanding of Spanish American cha-racter and that is something that can not be gotten in Spain and a thing far more impor-tant to us of this country as well as the people of Spanish America.11

La profesora Holt viaja a Puerto Rico a finales de enero de 1922 para ejercercomo profesora asistente de francés y, a la vez, se desempeña como directora de laescuela de verano de ese año. El éxito de su iniciativa se debió, en parte, a la eficazcampaña publicitaria que preparó para promover los cursos de español en los Esta-dos Unidos. Esta incluía la publicación académica The Modern Language Journalde Chicago,Hispania, la revista de la Asociación de Maestros de Español, y el pe-riódico La Prensa, de Nueva York.12

El Departamento de Educación administraba la escuela de verano, como unode los medios de acelerar la preparación de maestros, pero fueron las autoridadesuniversitarias, las que le asignaron un lugar destacado a este programa. No sola-mente contaban con un programa académico variado y competente, sino que seofrecían actividades sociales y recreativas que complementaban y hacían másatractiva la oferta del programa. Llama la atención, de manera particular, la publi-cación de un boletín semanal destinado exclusivamente a las noticias de la escuelade verano y que lleva el nombre de Summer School News.

Aunque este boletín se empezó a publicar en 1923,13 los números a los que he-mos tenido acceso comienzan en 1924. En ellos observamos, con cierto asombro,el destaque que le prestaban a todo lo relacionado con los cursos de español paracontinentales, incluyendo al profesorado. En el segundo número del volumen dos,

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10 No tenemos evidencia de la fecha exacta de esta comunicación, sin embargo, por la fecha de lacarta de Charles W. St John a J. Holt, en enero de 1922, podemos inferir que su propuesta fue enviadaen el primer semestre de 1921. Véase Carta de W. St. John a Josephine Holt, 10 de enero de 1922,ACUPR, Correspondencia Dean Charles W. St. John, p.1.

11 Ibidem, p. 212 Ibidem, p. 1.13 Entendemos que su inicio se inscribe en el verano de 1923, ya que los números de 1924 dan la

información para inferir la fecha de publicación del primer boletín. Véanse en Colección Puertorrique-ña de la Biblioteca General «José M. Lázaro», UPR, Recinto de Río Piedras.

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correspondiente a ese año de 1924, se publica el artículo «El Curso para Continen-tales» [sic], en el que se hace mención del programa de español para norteameri-canos como «la primera base de la Universidad Pan americana, que ha de funcio-nar en Puerto Rico».14 A pesar de que no aparece el nombre de quien escribe elartículo, presumimos que, por el tipo de información y por la autoridad con que seexpresa, el autor debe ser el doctor Juan José Osuna, director de la escuela de vera-no, quien afirma:

En estos tiempos en que tanto se habla del panamericanismo y en que se persigue elmás cordial acercamiento de todas las Américas; en estos tiempos en que todos los paí-ses del nuevo mundo [sic] abogan por unas relaciones más íntimas y fraternales y se tra-baja ardorosamente por hacer indestructibles los lazos de harmonía que deben apretaren un poderoso núcleo de naciones a todos los pueblos del nuevo mundo, estos cursosde español para maestros continentales que ofrece la Universidad de Puerto Rico vienena resultar una verdadera inspiración para el triunfo definitivo de esa idea de acercamien-to amistoso que vibra en el ambiente de todas las Américas.15

Este discurso revela ya un claro compromiso de este programa con el paname-ricanismo, instancia que volverá a abordarse en otros números. La mención delideal panamericanista que se hace, desde ese espacio, se da en un momento en elque en la Universidad empiezan a efectuarse una serie de cambios que fueron fun-damentales en su desarrollo posterior, especialmente, en el progreso de los próxi-mos seis años.16

Varios eventos importantes marcaron el paso del verano de 1924. A raíz de lasenmiendas aprobadas a la Ley de la Universidad en 1923 y 1924, la selección delrector estaba en la etapa final y la secuela de una huelga de estudiantes tuvo efec-tos adversos en la posible consideración y selección del doctor Juan José Osunacomo rector, único profesor puertorriqueño que poseía un doctorado17. En mediode esa controversia se hizo la selección del doctor Thomas E. Benner como Rectorde la Universidad.

AL CALOR DEL NUEVO RECTOR

El inicio del curso escolar de 1924-1925 se estrena con un nuevo rector, quientoma posesión oficial el 12 de marzo de 1925, pero que inició sus labores en agos-to de 1924. Los cambios, tanto en el personal administrativo, como docente y enlos programas académicos, no se realizaron de inmediato. Sin embargo, el rector

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14 «El curso para Continentales» Summer School News,vol. II, no. 1, Puerto Rico, 1924, p. 9.15 Ibidem,pp. 8-9.16 Véase: Thomas Benner,Five Years..., Opus cit. Para más información sobre la creación y desa-

rrollo de la Universidad, véase también, a Nelson González, «La historia de la Universidad de PuertoRico (1903-1930)», Departamento de Historia, Facultad de Humanidades, UPR, Río Piedras, Tesis deMaestría, 1982.

17 Thomas Benner,Five Years...,Opus cit.,p. 9.

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aprovecha la oportunidad para evaluar la situación general de la Universidad y em-pezar a promover su gran proyecto panamericanista.18

Mientras tanto, la profesora Holt continuaba renovando el programa de españolpara continentales y había invitado al filólogo español Américo Castro, miembrodel Centro de Estudios Históricos de Madrid, institución de prestigio interna-cional, a enseñar durante el verano del 192419, pero no pudo aceptar la invitación,ya que tenía compromisos previos con el Instituto de Filología de la Universidadde Buenos Aires, en cuya fundación había colaborado el Centro. Dos años antes, eldoctor Castro había recibido una invitación, de parte del presidente de la Cámarade Representantes de Puerto Rico, el licenciado Cayetano Coll y Cuchí, para quepronunciara unas conferencias y conociera la situación por la que atravesaba la en-señanza del español en la Isla. Esta invitación la había avalado también la Univer-sidad, pero tampoco pudo asistir en aquella ocasión.20

La profesora Holt no cesa en su afán por fortalecer este programa y convoca a in-telectuales de prestigio a dictar cursos en la Institución. Es así como le extiende unainvitación para enseñar, en el verano de 1925, a otro de los miembros del Centro deEstudios Históricos, el renombrado filólogo Tomás Navarro Tomás, quien aceptagustosamente, e inicia en Puerto Rico una nueva etapa en los estudios lingüísticos.21

El doctor Benner aprovecha la estadía de este profesor en la Universidad y empieza apreparar el plan para la transformación del Departamento de Español.

No hay que olvidar que el día 12 de marzo de 1925 fue la toma de posesión ofi-cial del nuevo rector. Dicha fecha coincidió con la festividad del vigésimo segundoaniversario de la creación de la Universidad, celebración que propició una serie dediscursos a favor del sistema panamericanista. Los oradores principales fueronHorace Towner, gobernador de Puerto Rico, Antonio R. Barceló, presidente delSenado, y William F. Russell, director auxiliar del Instituto Internacional de Edu-cación del Teachers College de la Universidad de Columbia. Los tres discursospronunciados hicieron énfasis en la transformación de la Universidad en una insti-tución panamericana.22 Así también lo proclamó el nuevo rector, quien se compro-

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18 Información más detallada sobre el proceso de la panamericanización imperialista de la Univer-sidad se puede encontrar en: Carlos Rodríguez Fraticelli, «Colonial Politics and Education: The Pan-Americanization of the University of Puerto Rico 1923-1929»,Historia y Sociedad, Año IV, Río Pie-dras, Puerto Rico, 1991, pp. 138-164 y, para ver el tema del control político, véase: Pablo NavarroRivera,Universidad de Puerto Rico: Del control político a la crisis permanente 1903-1952,Río Pie-dras, Ediciones Huracán, 2000.

19 Thomas Benner,FiveYears...,Opus cit,p. 89.20 Américo Castro, « Carta a Federico de Onís», 2 de enero de 1922, Cartapacio O-MS/C-144.10,

AFO.21La doctora María T. Vaquero recoge la aportación de este lingüista a los estudios del español

puertorriqueño en «Navarro Tomás y el español de Puerto Rico. Estudio preliminar», Tomás NavarroTomás,El español en Puerto Rico. Contribución a la geografía lingüística hispanoamericana, (Edi-ción conmemorativa al cumplirse cincuenta años de su publicación 1948-1998), San Juan, Editorial dela Universidad de Puerto Rico, 1998, pp. xiii-lviii.

22 La idea de la Universidad Panamericana la había propuesto Federico Degetau ante el CongresoPedagógico Internacional, reunido en Madrid en 1883 con motivo de las celebraciones del Cuarto Cen-tenario. Pero esta no fue su única gestión a favor de la Universidad Panamericana, sino que su luchacontinuó hasta poco antes de su muerte en 1914. Véase: Angel Mergal,Federico Degetau: Un orienta-dor del pueblo,Nueva York, Hispanic Institute, 1944, pp. 126-130.

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metió a cumplir varias metas, tales como, fortalecer el cuerpo de profesores, mejo-rar las condiciones de trabajo, reorganizar los ofrecimientos académicos y promo-ver una universidad que «aumentara el entendimiento panamericano» y «uniera lasculturas anglosajona y española seleccionando e interrelacionando lo mejor de lasdos».23

Ante este ambiente cargado de panamericanismo, el primer número del boletínSummer School Newsdel verano de 1925 publica un artículo de Alfredo ColladoMartell en el cual se defiende la doctrina Monroe y el panamericanismo frente a lapolítica neocolonizadora de España.24 Este escrito provocó una reacción del doctorNavarro Tomás, quien le responde rebatiendo su tesis, en el siguiente número delboletín, con el artículo, «Las relaciones entre España y América», publicado en laprimera página del boletín. 25 Esta polémica pone de manifiesto la lucha entre doscampos político-culturales, que venía dándose entre Estados Unidos y España des-de el siglo XIX: el panamericanismo imperialista26 y el panhispanismo de la recon-

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Campus de la Universidad de Puerto Rico.(Revista Athenea, 1930).

23 Thomas Benner,Fives Years ... ,Opus cit,. pp. 12-13. (Traducción de los autores).24 Alfredo Collado Martell, «La Doctrina Monroe y el Panamericanismo [sic]»,Summer School

News,vol. III, no. 1, Puerto Rico, 1925, pp.4-5, 9. 25 Tomás Navarro Tomás, «Las relaciones entre España y América»,Summer School News, vol. III,

no. 2, Puerto Rico, 1925, pp. 1-2.26Alonso Aguilar,Pan-Americanism from Monroe to the Present. A View from the Other Side,Trad.

Asa Zats, Nueva York y Londres, MR Press 1968, pp. 36-42.

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quista;27 instancias que marcarían, de manera definitiva, la gestación y el desarro-llo del Departamento de Estudios Hispánicos.

Es, precisamente, en la búsqueda de un nuevo espacio legitimador paname-ricanista para la Universidad de Puerto Rico, que entra en escena el Centro deEstudios Históricos de Madrid; instancia que, en cierta medida, negocia un es-pacio, aparentemente subalterno, pero con poder de convocatoria para la difu-sión de un hispanismo que pretendía contrarrestar, de algún modo, la norteame-ricanización del sistema educativo de Puerto Rico. Así, la estadía de NavarroTomás en Puerto Rico, en el verano de 1925, representa para Benner una mag-nífica oportunidad para gestar la reorganización del Departamento de Español,con miras a convertirlo «en el departamento de español y de cultura españolamás brillante de las Américas»,28 y que éste formara parte de la Universidadque él quería que fuera:

...una institución de tal fuerza cultural, que una eficazmente los estudios más elevadossobre el idioma y la cultura españoles [sic] con las facultades de ciencia, artes, comer-cio, leyes, medicina, etc., y con el estudio del idioma inglés y de la cultura americana, afin de atraer a los estudiantes de la América del Norte y del Sur, quienes encontrar[i]ánaquí el idioma y las costumbres con que ya están familiarizados y la oportunidad del es-tudio y la especialización en el campo de mayor interés, bajo la guía de catedráticoscompetentes y en una atmósfera cosmopolita..29

Vemos en las palabras del rector cómo la gran meta del ideal panamericanistase puede hacer realidad en esta institución que está desarrollando su propia perso-nalidad y necesita la ayuda de otras instituciones que puedan potenciar la legitima-ción de los diferentes campos intelectuales que se estaban desarrollando.

El empeño de Benner en convertir la Universidad en un centro de investigacióncientífica y en uno de los instrumentos principales de la difusión panamericanistaen Latinoamérica tiene un trasfondo amplio que se remonta, especialmente, a laprimera mitad del siglo XIX e involucra los intereses europeos y norteamerica-nos.30 Este contexto histórico lo abordaremos muy brevemente en la siguiente sec-ción.

CONTRAPUNTEO NORTEAMERICANO-ESPAÑOL: UN POCO DE HISTORIA

DE LA DOCTRINA MONROE AL PANAMERICANISMO

Ante la liberación de la gran mayoría de los países latinoamericanos de Españay el posible peligro que representaba para los intereses norteamericanos la actitud

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27 Fenando Ortiz,La reconquista de América..., Opus cit. Para una noción más amplia de la partici-pación de Fernando Ortiz en esta polémica véase: «Presencia de Fernando Ortiz en la polémica panhispa-nismo-panamericanismo»,Islas, vol. 44, núm. 132, Santa Clara, Cuba, abril-junio 2002, pp.48-56.

28 Thomas Benner, «Carta a R. Menéndez Pidal», 23 de enero de 1926. En R-8 Rectoría, Corres-pondencia General- Dean St. John y Thomas Benner, Caja núm. 8, años 1924, 25 y 26, ACUPR.

29 Thomas Benner, «Carta a R. Menéndez Pidal», 10 de agosto de 1925. Caja núm. 8, años 1924,25 y 26, ACUPR.

30 Alonso Aguilar,Pan-Americanism..., Opus cit.

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de Inglaterra de establecer relaciones comerciales con las nuevas repúblicas, ade-más del inicio expansivo de Francia en América Latina, el presidente James Mon-roe anuncia, en 1823, la política de que las naciones europeas, exceptuando Espa-ña, no debían interferir en los asuntos de las Américas y proclama que «Américaera para los americanos», pero entendiéndose por americanos, a los del norte. Deaquí surge la llamada Doctrina Monroe, «base ideológica del panamericanismo»,31

que, junto a la noción del Destino Manifiesto de décadas posteriores, tuvieron unefecto considerable para Hispanoamérica. Los Estados Unidos proclamaban la se-paración, del denominado sistema americano del europeo no para el desarrollo demejores y más cercanas relaciones con las naciones del continente, sino para suspropios beneficios.

Indiscutible es el hecho que la estructura política del mundo estaba cambiandoy que los Estados Unidos se habían estado moviendo demasiado rápido para acer-carse a las nuevas naciones hispanoamericanas. Luego de la expansión territorialal sur y al oeste y, ante una nueva fase de crecimiento de su capitalismo, los Esta-dos Unidos se dirigen hacia la búsqueda de nuevos mercados para sus productos.Este proyecto los llevaría a diseñar estrategias defensivas e imperialistas de todotipo, siendo las últimas dos décadas del siglo XIX el espacio adecuado para su for-mulación y avance en la ejecución. El desarrollo de la fuerza naval fue fundamen-tal para consolidarse como una potencia imperial. Ya en 1891 Hawai, Cuba y Puer-to Rico formaban parte de su plan estratégico imperialista y se hablaba claramentede la necesidad de su anexión a los Estados Unidos. Así lo afirmaba el Secretariode Estado, James Blaine, en una carta enviada ese mismo año al Presidente Harri-son: «I think there are only three places that are of value enough to be taken, thatare not continental. One is Hawaii and the others are Cuba and Porto Rico».32

La propagación del sistema americano debía darse en diferentes frentes y la ur-gencia en su implantación, como consecuencia de la transformación económicaque se estaba dando, propicia el hecho que Blaine proponga la celebración de unaconferencia Pan-americana en 1881. A pesar de que la misma no se materializahasta el 1889, cuando se celebra, en la emblemática ciudad de Washington, su tras-cendencia es evidente. En ella se da la formulación del sistema Panamericanista;33

sistema que recoge los postulados de la Doctrina Monroe y que marcaría la trayec-toria imperialista de Estados Unidos hacia Latinoamérica durante el siglo XX.

DE LA UNIÓN IBERO-AMERICANA A LA JUNTA PARA LA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS

Mientras en los Estados Unidos se estaban desarrollando todas estas estrategiasexpansionistas, España, que vivía una inestabilidad política desde principios de si-glo, buscaba la manera de reafirmar su presencia en Hispanoamérica, pero esta vezse proponía hacerlo de una manera diferente, ya que quería borrar la leyenda negra

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31Gordon Connell-Smith,The Inter-American System,Londres, Nueva York y Toronto, 1966, p. 7.32Citado por Walter Lafaber,The New Empire. An Interpretation of American Expansion. 1860-

1898,Ithaca y Londres, Cornell University Press, 1975, p. 110. Este libro ofrece un panorama ampliode la formulación de la política expansionista norteamericana de finales del siglo XIX.

33Alonso Aguilar,Pan-Americanism..., Opus cit.,pp. 39-40.

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del imaginario americano. No cabe duda que la preocupación fundamental de estanueva actitud se debe a los avances panamericanistas de los norteamericanos y, en1885, los españoles fundan la Unión Ibero-Americana con el propósito de resta-blecer relaciones con Hispanoamérica, dándole un lugar prominente al conceptode raza como eje vertebrador de esta nueva empresa.34

La creación de la Unión Ibero-Americana evidencia que la década de los ochentafue uno de los periodos más significativos para el acercamiento de España a las repú-blicas hispanoamericanas, que culmina con la celebración del Cuarto Centenario delDescubrimiento del Nuevo Mundo. Este evento sirvió para avivar el nacionalismo es-pañol y marcar, de manera definitoria, el día 12 de octubre como fiesta nacional yexaltarlo a Día de la Raza;35 hecho que tiene repercusiones en Hispanoamérica y queparece complacer demasiado a muchos españoles, especialmente al Duque de Alba,quien fue presidente de la Unión y afirmaba lo siguiente en la década del veinte:

Acierto singular de la Unión Ibero-Americana fue la fiesta de la raza, meritorio el tesóncon que abogó por difundirla y timbre quizá [sic] preclaro y perdurable de su altruísta[sic] gestión, de cerca de medio siglo, haber conseguido de los Gobiernos hispanoame-ricanos consagraran fiesta nacional cívica el 12 de octubre, con el natural resultado deque el Gobierno español la decretara en el momento oportuno... La Fiesta de la Raza esel símbolo más fiel de la aspiración internacional de los pueblos de habla española.36

Luego de esta década en la cual se mejoraron las relaciones con las repúblicaslatinoamericanas vino la época de la desilusión. Al perder las últimas colonias ul-tramarinas, España entra en un periodo de desencanto y marasmo. Sin embargo,ante esa apatía surgen voces que se reactivaron y diseñaron la política de la «re-conquista» de América desde una perspectiva cultural o «civilizada», privilegiandola raza y la lengua en un afán de restablecer el diálogo con los hispanoamericanos.Una de las instituciones que tuvo una participación destacada en este nuevo pro-yecto fue la Universidad de Oviedo, donde se encontraba Rafael Altamira Crevea,quien fue uno de los primeros que inscribió el discurso hispanista para Hispanoa-mérica porque entendía que:

el porvenir de España está en América, con la ventaja de que no es ni será nunca un por-venir imperialista, sino un porvenir de honda cordialidad, de alto respeto para todos, desolidaridad en la parte de obra que toca cumplir a los pueblos hispanos en la empresamundial de la civilización.37

202 LOS LAZOS DE LA CULTURA

34 Consuelo Naranjo y Miguel Ángel Puig-Samper Mulero, «Fernando Ortiz y las relaciones cien-tíficas hispano-cubanas»,Revista de Indias, vol. LX, núm. 219, Madrid, 2000, pp. 477-503, p. 481.

35 Salvador Bernabéu Albert, «El IV Centenario del Descubrimiento de América en la coyuntura fi-nisecular (1880-1893)»,Revista de Indias,Madrid, vol. XLV núm. 174, 1984, pp. 345-366, p. 347. Unestudio más amplio sobre esta celebración se encuentra en el libro del mismo autor:1892: El CuartoCentenario del descubrimiento de América en España: coyuntura y celebraciones,Madrid, ConsejoSuperior de Investigaciones Científicas, 1987.

36Duque de Alba, «La Unión Ibero-Americana»,Libro de Oro Iberoamericano, catálogo oficial ymonumental de la Exposición de Sevilla, Santander, Editado por la Unión Ibero-Americana, TalleresAldus, sf, p. ix.

37 Rafael Altamira,España en América,Valencia, F. Semprere y Compañía, 1908, pp. 24-25.

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Entre los proyectos más importantes propuestos por Altamira entre 1904-1905se encontraba la fundación de una Universidad Hispanoamericana en Salamancapara los estudiantes de Hispano América que se marchaban a estudiar a las univer-sidades alemanas o francesas. Esta iniciativa no tuvo éxito, pero Altamira siguióadelante, ya que estaba convencido que «los norteamericanos sustancialmenteprácticos, en toda conducta preparaban un sistema de dominación intelectual en laAmérica»,38 amenaza que él se proponía contrarrestar. La política para contenereste peligro, la llevaría a cabo a través de cuatro puntos básicos: «la población es-pañola residente en el Nuevo Mundo, la inconmensurable fuerza del idioma co-mún, la capacidad de los intelectuales emigrados y la que supone una buena difu-sión de nuestra literatura».39

Estos cuatro puntos estaban dirigidos a realizar la «misión tutelar sobre lospueblos americanos de ella nacidos»40 o, como la llama Fernando Ortiz, la políticapanhispanista que se articula en la Universidad de Oviedo y sirve de punta de lan-za para iniciar su viaje americano.41 La creación del Centro de Estudios Históri-cos, dentro de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científi-cas, como se ha estudiado por Miguel Angel Puig-Samper y Consuelo Naranjo eneste libro, potenció el programa americanista entre los intelectuales españoles.42

¿QUIÉN ENTRA?CENTRO DEESTUDIOSHISTÓRICOS DEMADRID

La inclusión del Centro de Estudios Históricos de Madrid, en la reorganizacióndel Departamento de Español de la Universidad de Puerto Rico, no aparenta seruna casualidad. Parece, más bien, una estrategia pensada y articulada por el RectorBenner, para potenciar varios campos intelectuales y el Centro le ofrecía la legiti-mación que él buscaba; sobre todo, la Escuela de Filología, instancia que gozabade mucho prestigio en el mundo académico americano y que, entre las muchasgestiones realizadas, había ayudado a fundar, en 1922, el Instituto de Filología dela Universidad de Buenos Aires, a petición de Ricardo Rojas, Decano de la Facul-tad de Filosofía y Letras.43

El Centro de Estudios Históricos se funda en 1910 como uno de los institutosde la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Pretendía«unir la investigación sistemática de la historia patria con la formación, mediantetrabajos de seminario, de jóvenes que se prepararan para el profesorado y para la

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38 Ibidem,p. 54.39 Vicente Ramos,Rafael Altamira, Opus cit., p. 12140 Frase dicha por catedráticos de la Universidad de Oviedo en el Congreso Hispano Americano

(1900) y citada por Fernando Ortiz,La reconquista..., Opus cit., p. 8. Véase Rafael Altamira,España enAmérica..., Opus cit.,pp. 30-31.

41 Altamira viaja a América de junio de 1909 a marzo de 1910. Visitó Argentina, Uruguay, Chile,Perú, Cuba y Estados Unidos, e inicia la gran campaña de hispanización en la América. Vicente Ramos,Rafael Altamira..., Opus cit.,pp. 121-138.

42 Consuelo Naranjo Orovio y Miguel Ángel Puig-Samper Mulero, «Fernando Ortiz y las relacio-nes científicas hispano-cubanas...»,Opus cit., p. 481.

43 Pablo Buchbinder,Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires,Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1997, pp. 135-136.

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producción científica».44 Las primeras secciones del Centro fueron la de Filología,la de Instituciones de la Edad Media, la de Arqueología y de Arte, la de Historia, lade Filosofía e Instituciones Árabes, y la de Filosofía Contemporánea, dirigida porel joven Ortega y Gasset.45

La Sección de Filología estaba dirigida por Ramón Menéndez Pidal y fueuna de las más conocidas y productivas de ese Centro. Esta escuela la formabanlos discípulos de Menéndez Pidal, entre los que se encontraban: Américo Cas-tro, Antonio García Solalinde, Federico de Onís, Tomás Navarro Tomás, Dáma-so y Amado Alonso, Samuel Gil y Gaya, entre otros. Su producción investigati-va era variada y monumental; pasaban de obras individuales a empresascolectivas, y a consultas varias. En la medida en que se difundían sus investiga-ciones, se potenciaba su prestigio, y esto hacía que su trabajo fuera cada díamayor. Dámaso Alonso al describir posteriormente esta gestión afirma lo si-guiente: «fue la única escuela española de investigación que ha obtenido respe-to universal, la única cuyos trabajos constantemente los encontramos publica-dos o citados como punto de apoyo o discutidos, en las revistas filológicas demateria románica de todo el mundo».46

Este difundido prestigio legitimaba la estadía de Navarro Tomás en la Univer-sidad en el verano de 1925, fama que él testimoniaba a través de su excelente y en-tusiasta labor académica; gestión que aprovecha Benner para iniciar la reorganiza-ción del Departamento de Español. Tan pronto termina el verano, el doctor Bennersolicita al director del Centro de Estudios Históricos, Ramón Menéndez Pidal, lapresencia de Navarro Tomás para el curso escolar de 1926-1927 y le pide la cola-boración del Centro en la reorganización del Departamento.47 Menéndez Pidalacoge con beneplácito el pedido y le expresa simpatía por la «reorganización y re-nacimiento de la Universidad», pero aplaza el viaje de Navarro para el año escolar1927-28, debido a los trabajos que Navarro tenía en proceso.48

UNIVERSIDAD DE COLUMBIA : FEDERICO DEONÍS.EL CENTRO SE BIFURCA

La búsqueda de profesores prestigiosos que enseñaran los cursos de españolpara Continentales de la escuela de verano de 1926 lleva a la profesora Holt, direc-tora del programa, a reclutar a uno de los profesores más reconocidos en el mundoacadémico de la cultura hispánica, el doctor Federico de Onís. La aceptación de

204 LOS LAZOS DE LA CULTURA

44 José Castillejo, «La Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas»,Librode Oro Iberoamericano. Catálogo oficial y monumental de la Exposición de Sevilla, Editado por laUnión Ibero-Americana, Santander, Talleres Aldus, sf, p. 69.

45 Memoria correspondiente a los años 1914 y 1915 de la Junta,Madrid, 1916, p. 9. Citado porFrancisco Abad, «La obra filológica del Centro de Estudios Históricos», José Manuel Sánchez Ron(coord.),1907-1987. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Ochentaaños después,II Vols., Madrid, CSIC, 1988, vol. II, pp. 503-517, p. 504.

46Dámaso Alonso, «Menéndez Pidal»,O.C. IV, Madrid, 1975, pp. 83-170, p. 128. Citado por Fran-cisco Abab,Ibidem,p. 506.

47 Idem.48Ramón Menéndez Pidal, «Carta a Thomas Benner» 12 de diciembre de 1925, Caja núm. R-8, Co-

rrespondencia General –Rectoría– Dean St. John y Dr. T. Benner, Años 24-25-26, ACUPR.

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Onís a la invitación de Holt es, quizás, el acontecimiento de mayor trascendenciaen el proceso de la reorganización del Departamento y, quién sabe, si en otras ins-tancias de la Universidad. Si la estadía de Navarro Tomás representó para Bennerla gran oportunidad para iniciar la reestructuración de los estudios de Español, lavisita de Onís significó la puesta en escena del debate de varias instancias legiti-madoras, que buscaban delimitar el espacio que les correspondía en esta determi-nada estructura de poder.

Y si el «poder está en saber» no cabe duda de que Federico de Onís era la per-sona que más poder tenía en este campo intelectual porque su autoridad estaba le-gitimada por diferentes instancias académicas y culturales y ante este proceso sehabía dado en forma ascendente. No podemos olvidar que Federico de Onís estu-dió en la paradigmática Universidad de Salamanca y fue discípulo amado de Mi-guel de Unamuno, con quien tuvo una relación muy cercana, desde los seis años.Tuvo amistad con Menéndez Pidal, quien fue su maestro y al que conocía desde1905; vínculo de amistad que continuó con la fundación del Centro de EstudiosHistóricos. Hace, en 1907, oposiciones al Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios yArqueólogos y se traslada a Oviedo. En 1911 lo nombran Catedrático de Lenguay Literatura Españolas de la Universidad de Oviedo, a la vez que era agregado del

LAS PRIMERAS DOS DÉCADAS DEL DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS HISPÁNICOS… 205

Federico de Onís(Seminario de EstudiosHispánicos Federico deOnís, UPR).

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Centro de Estudios Históricos. En 1915, se traslada como catedrático a Salamancay finalmente pasa a la Universidad de Columbia donde su prestigio y autoridad sepotencian.49

Desde su llegada a Nueva York, el profesor Onís demostró una enorme capacidadde trabajo, ya fuera en la promoción de la cultura española, en la enseñanza y crea-ción de nuevos cursos de literatura, en la presentación de textos, así como en la coor-dinación de la traducción de otros textos, en la creación de nuevas instancias cultura-les, tales como la Casa Española, y la Fiesta de la Lengua, ambas fundadas en 1920,o como colaborador de diversas asociaciones profesionales y culturales.

El contacto con estas instancias académicas, de por sí, le imprime supremacía asus intervenciones, como intelectual, pero tres de éstas son fundamentales en lasrelaciones culturales de España y América: la Universidad de Oviedo, cuna y cen-tro de difusión hispanista y de intercambio, además de ser la entidad docente en lacual se formó como profesor; el Centro de Estudios Históricos, y su Escuela deFilología, de la cual él formaba parte, y la Universidad de Columbia, institucióncomprometida con el sistema panamericanista. Ahora bien, ¿cómo puede Onís serparte de una y otra institución y promover dos programas político-culturales queson aparentemente contradictorios? ¿Qué papel jugaba entonces la creación delDepartamento en este debate? ¿Quién y desde dónde se ejercía el poder?

GESTACIÓN A SOTTOVOCE

Los meses del verano de 1926 en la Universidad de Puerto Rico se distinguie-ron por tener una actividad académica y cultural muy dinámica que comienza conla visita, en mayo, del afamado filósofo, educador e intelectual mexicano José Vas-concelos y termina con la presencia del doctor Federico de Onís, como profesorvisitante en la Escuela de Verano. Tanto la visita de Vasconcelos, quien había veni-do invitado por la Universidad a ofrecer unas conferencias sobre fundamentos dela cultura y la civilización iberoamericana50, como la estadía de Federico de Oníseran parte del plan general del rector para trasformar la Universidad de Puerto Ri-co en una institución panamericana y para ello quería invitar a intelectuales deprestigio internacional.

Todo parece indicar que no existió, anterior al 1925, pues no hemos encon-trado datos que contradigan esta percepción, una relación cercana entre Federi-co de Onís y alguno de los profesores o intelectuales puertorriqueños51. El co-

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49 Federico de Onís, «Prefacio»,España en América. Estudios, ensayos y discursos sobre temas es-pañoles e hispanoamericanos,Río Piedras, Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, 1955, pp. 7-10. Es curioso notar que el título de este libro es igual al de Rafael Altamira Crevea, que se publicó en1910.

50 Los detalles de la polémica que provocó esta serie de conferencias con los líderes nacionalistas,se pueden encontrar en: Carlos Rodríguez Fraticelli, «José Vasconcelos, el nacionalismo puertorrique-ño y la independencia de Puerto Rico (1926-27)», María Teresa Cortés (ed.),Alborada Latinoamerica-na. Albizu Campos y la nación puertorriqueña,Morelia, Michoacán, Universidad de Michoacán, 1992,pp. 50-73.

51 A pesar que Onís afirma en el prefacio de su libro España en América...,p. 9, que desde que lle-gó a la Universidad de Columbia «había tenido estrechas relaciones con la Isla», no hemos encontradoesa evidencia, que confirme esa afirmación, pues los datos encontrados, sitúan esa relación a partir de

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nocimiento que tenía Onís de la Universidad y de la situación del español enPuerto Rico era general y aunque siempre lo mencionaba como uno de los luga-res para que alguno de los miembros del Centro de Estudios Históricos lo visi-tara, parece no haber estado dentro de sus prioridades. Sabemos que varios inte-lectuales españoles52 conocían y les preocupaba la situación del español enPuerto Rico, entre ellos, Américo Castro, quien varias veces se lo comunicó alprofesor Onís. En carta del 21 de marzo de 1922 le expresa su deseo de «crearuna acción cultural hispánica en el sur de los Estados Unidos, eso podría cons-tituir un punto de partida para trabajar en Puerto Rico y en otros lugares deAmérica donde el español está en peligro o no se difunde lo bastante»53. Tam-poco hay evidencia de que conociera a Antonio S. Pedreira, quien fue a estudiara la Universidad de Columbia en 1925 y a insistencias del director del Departa-mento de Lenguas Romances, el doctor John L. Gerig, fue a visitar a Onís y, co-mo no pudo entrevistarse con él, le dejó una carta de presentación.54 Luego fuesu estudiante y se estableció entre ellos una relación de mucha afinidad y respe-to intelectual. También Concha Meléndez fue ese mismo año discípula de Onísy desarrolló una gran admiración por su maestro, a quien, entre otras cosas, de-dicó una página en el Puerto Rico Ilustrado55 con el propósito de resaltar su la-bor como profesor.

No cabe duda que la estadía de Onís en Puerto Rico causó mucho revuelo y lle-nó de entusiasmo a la elite cultural e intelectual del país, ya que sus presentacionesy conferencias en la Biblioteca Carnegie y el Ateneo fueron dignas de calurososaplausos y comentados elogios. De más está decir que la opinión pública dio ungran despliegue a estas actividades y las reseñas de las diferentes conferencias go-zaron de múltiples alabanzas.56 Sin embargo, las actividades que realizaron Ben-ner y Onís, como parte de la formulación del plan para la reorganización del De-partamento de Español parecen haberse dado en una atmósfera de gran secretismo,ya que no hemos encontrado documentos públicos que nos muestren la partici-pación en este proceso de algún otro miembro del profesorado, o de otra entidad.Llama, también, la atención, la ausencia de una crónica más detallada en el librode Benner sobre las gestiones realizadas por Onís en el verano de 1926,57 acción

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1925, con Concha Meléndez, Antonio S. Pedreira y José Padín. También de 1925, es el hecho que sunombre aparece, como miembro del Consejo Asesor, junto a varios intelectuales norteamericanos, en elfolleto del Programa de verano de ese año, véase: Folleto Summer School of Spanish, The University ofPorto Rico, Río Piedras, July 2-August 19, 1925, Caja núm. R-8. Correspondencia General -Rectoría-Dean St. John y Dr. T. Benner, Años 24-25-26, ACUPR.

52 Rafael Altamira elogia y aplaude la labor realizada a principios de siglo por Manuel FernándezJuncos en la creación de una serie textos de lectura en español, como una manera de contrarrestar la en-señanza en inglés que se había iniciado en Puerto Rico. España en América..., Opus cit., pp. 94-97.

53Américo Castro, «Carta a Federico de Onís», 21 de marzo 1922, Cartapacio, O-MS/C-44.12,AFO. Véase, en el mismo cartapacio, la carta de Castro a Onís con fecha del 2 de enero de 1922.

54Antonio S. Pedreira, «Carta a Federico de Onís», 23 de septiembre de 1925, Cartapacio O-MS/C-119.1, AFO.

55 Concha Meléndez, «El Dr. Federico de Onís»,Puerto Rico Ilustrado, Puerto Rico,20 de febrerode 1926, p. 17.

56 Véase también: Cartapacio 7A Noticias y actividades 1925-26, AFO.57 Thomas Benner,Five Years..., Opus cit., p. 92.

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que contrasta con la mención de detalles y el entusiasmo demostrado al describirel trabajo realizado por Navarro Tomás en el verano anterior.58

MEMORIA DE PODER.CREANDO UN ESPACIO DUAL

Es por ello que nos hemos propuesto reconstruir una crónica de este momentoque nos ayude a entender el proceso de la gestación del Departamento, desde lasdiferentes geografías de acción y desde los diversos espacios de debate. La recons-trucción que presentamos de la memoria del diseño y la puesta en marcha de loque sería el Departamento de Estudios Hispánicos; gestión realizada por Benner yOnís en el periodo que va del verano de 1926 hasta el verano del 1927, la extrae-mos, principalmente, de la correspondencia cursada entre las diferentes autorida-des que tomaron parte en este proyecto, cuyo centro de autorización recae en la fi-gura de Federico de Onís. Lo primero que notamos es el desplazamiento del poderque se da desde el principio en este proyecto, ya que Benner nombra a Onís direc-tor del Departamento y delega en él, desde el diseño del programa hasta la selec-ción de las diversas instancias legitimadoras.

El desplazamiento del poder nominador a la Universidad de Columbia, haceque se complete la tríada geográfica de este proyecto, que nos lleva a pensar en lopolémico del título de la conferencia «La amistad triangular», que pronunció otrointelectual de la Universidad de Columbia, William Shepherd, en la celebracióndel vigésimo quinto aniversario de la Universidad de Puerto Rico y que fue publi-cada como pórtico en el primer número de la Revista de Estudios Hispánicos, en1928,59 y al cual se hará un acercamiento crítico en la segunda parte de este traba-jo. Sobre el proyecto triangular60 se había expresado Onís anteriormente, ya queparece que la idea de unir tres espacios (el español, el norteamericano y el his-panoamericano) lo obsesionaba sobremanera. En carta que envía en 1921 a PedroHenríquez Ureña a México, con motivo de la implantación de una escuela de vera-no para norteamericanos, Onís afirmaba lo siguiente:

Lo creo de gran importancia para los Estados Unidos, para México y para España. Bienorganizado y bien anunciado ese curso tendrá centenares de alumnos; su efecto se nota-rá bien pronto en que se elevará el nivel de la enseñanza del español en los Estados Uni-dos. Además haremos un primer ensayo de colaboración de españoles e hispanoameri-canos.61

208 LOS LAZOS DE LA CULTURA

58 Ibidem,pp .89-91.Véanse, también, varias cartas entre Thomas Benner y Tomás Navarro Tomásdel año 1926-27, Caja núm. B-IV, Correspondencia General, Año 1926-27, ACUPR.

59 William Shepherd, «La amistad triangular»,Revista de Estudios Hispánicos,Tomo I, núm. 1,Puerto Rico, 1928, pp. 1-17.

60 En el Prefacio del libro España en América.., Opus cit.,de 1955, Onís hace referencia a esta fra-se: «En los Estados Unidos fundé con otros en 1920 el Instituto de las Españas para encauzar las rela-ciones triangulares entre España, Hispanoamérica y Estados Unidos», p. 9.

61 Federico de Onís, «Carta a Pedro Henríquez Ureña», 19 de julio de 1921,Cartapacio O-N/C-78.2, AFO.

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Así, el ensayo de colaboración entre españoles e hispanoamericanos, del quehablaba en 1921, con beneficio particular para los norteamericanos, se hace reali-dad con el proyecto de Puerto Rico. Por esa razón acoge con presteza y diligenciael cargo que le asignan y empieza a coordinar los diferentes aspectos del progra-ma. Tan pronto llega a Nueva York, le escribe a Navarro Tomás para informarle lospormenores de su estadía en Puerto Rico. Nos da la impresión que, de cierta mane-ra, Onís se apropia del proyecto iniciado por Navarro Tomás el verano anterior y aeso se debe, quizás, la ambigüedad reflejada en el tono de la carta al explicar a Na-varro los acuerdos hechos con Benner respecto al desarrollo del Departamento.Por un lado, parece decirle que puede contar con su ayuda para el proyecto dePuerto Rico, ya que él no ha podido ayudarlos en el de Buenos Aires,62 y, por otro,parece informarle de decisiones tomadas, en las cuales él tuvo una ingerencia des-tacada, tales como las de incorporar al Centro de Estudios Históricos, como unaentidad colaboradora, en vez de ser, como bien lo quería Benner, la instancia prin-cipal bajo la cual estuviera adscrito el Departamento.63 De esta manera, neutralizala pugna por la hegemonía del poder, al asignar a la Universidad de Columbia elmismo nivel que al Centro de Estudios Históricos.

El equilibrio de poder entre el Centro y la Universidad de Columbia, que Oníslogra, eleva su autoridad a la tercera potencia, y privilegia a la Universidad de Co-lumbia,64 como espacio representativo norteamericano, entidad comprometida conla enseñanza del español que servía muy bien a los propósitos del sistema paname-ricanista. Ejemplo del compromiso de Onís con los dos campos político-culturaleslo vemos, tan pronto como en la carta del 7 de septiembre de 1926, en la cual pre-senta su validación para ejercer su doble rol en la ejecución de este apetecido pro-yecto. Por eso se describe a sí mismo como la persona ideal para organizar el De-partamento y cito:

Sin una continuidad en nuestra intervención, tal como la que hace posible mi proximi-dad a P.R, quedaría deshecha muy pronto la obra que pudiéramos hacer en nuestra es-tancia temporal Yo creo que mi conocimiento de la enseñanza norteamericana me per-mitiría organizar el departamento (como he hecho en Columbia) en tal forma quesirviendo a todos nuestros intereses españoles satisfaga a los americanos.65

También nos causa asombro lo expresado en el segundo párrafo de la comuni-cación enviada a Ramón Menéndez Pidal, el 12 de septiembre de ese año, en laque anuncia el proyecto del Departamento. En esta carta notamos, un cambio de

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62 Federico de Onís, «Carta a Tomás Navarro Tomás», 7 de septiembre de 1926, Cartapacio,OMS/C-109.1, AFO.

63 Idem.64 Es pertinente recordar que el Presidente de la Universidad de Columbia, Nicholas Murray Bu-

tler, a quien el Presidente de Estados Unidos, Teodoro Roosevelt, llamaba Nicholas (Miraculous) Bu-tler, además de ser un renombrado educador, también fue un político influyente. Fue candidato a vice-presidente y a presidente de los Estados Unidos por el Partido Republicano y estuvo involucrado con latoma de decisiones políticas de gran importancia y comprometido con la política panamericanista. Vé-ase: Albert Marrim,Nicholas Murray Butler,Boston, Twayne, 1976.

65 Federico de Onís, «Carta a Tomás Navarro Tomás», 7 de septiembre de 1926, CartapacioOMS/C-109.1, AFO.

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tono respecto a la comunicación con Navarro y de ella se desprende su sólido com-promiso con el rector de la Universidad, que a la vez es un compromiso con el pa-namericanismo:

En esta forma pueden llevarse a rapida [sic] realizacion [sic] los principios que guian[sic] a los directores de la enseñanza portorriqueña, y muy especialmente al Dr. Benner,quienes aspiran a que la Universidad de Puerto Rico sea un gran centro de enseñanzadonde se hermane y armonice lo mejor de los ideales americanos y españoles, prestandoatención [sic] especial a los problemas científicos [sic] que plantea el entrecrucmiento[sic] de las dos Americas [sic]. Asi [sic] se ha establecido con la colaboración [sic] deColumbia University una Escuela de Medicina Tropical, y con la colaboración [sic]de la Universidad de Boston una Escuela de Comercio. Y por esta misma razon [sic],siendo Puerto Rico un pais [sic] de tradicion [sic] y cultura española, y al mismo tiempouna parte de los Estados Unidos, es el sitio indicado para crear una escuela americanade estudios españoles, que sirva para dar a conocer a los estudiantes portorriqueños supropio espiritu [sic] y personalidad y a los norteamericanos anglo-sajones la lengua y lacivilizacion [sic] españolas en circunstancias muy ventajosas sobre las demas [sic] uni-versidades americanas. Puede atraer tambien [sic] esta universidad a estudiantes de pai-ses [sic] hispanoamericanos y en todo caso puede servir de ejemplo a estos paises [sic]para que ellos desarrollen su propio sistema de enseñanza.66

Como puede verse, la ambigüedad no se manifiesta solamente en ese movi-miento pendular entre lo español y lo norteamericano, sino que también se da enla forma de abordar a las diferentes autoridades. Onís aparenta hablar como su-balterno, pero sabe colocarse muy bien como sujeto con autoridad cuando lo re-quiere la situación. Mientras que a Navarro le informa que el Departamento seestablecería en colaboración con el Centro, en vez de estar bajo su dirección, aMenéndez Pidal le comunica que Benner deseaba que se estableciera «de mane-ra oficial y permanente la colocación del Departamento bajo la dirección técnicadel Centro de Estudios Históricos».67 Además, le explica la pertinencia de la co-laboración, que podía darse mediante el envío de profesores visitantes invitadospor la Universidad de Puerto Rico por la Sociedad Cultural Española68 paramantener vivo el espíritu científico del Centro de Estudios Históricos en la Uni-versidad. Por otro lado, Federico quería dejarle claro a Menéndez Pidal su posi-ción respecto a su fidelidad con la enseñanza norteamericana,69 sentir que recogeen las siguientes palabras:

210 LOS LAZOS DE LA CULTURA

66 Federico de Onís, «Carta a Ramón Menéndez Pidal», 12 de septiembre de 1927, Cartapacio O-MS/C-104.4, AFO.

67 Idem.68 La fecha oficial de la inauguración de la Institución Cultural Española fue el 27 de abril de 1928.

Sin embargo, según afirma Tomás Navarro Tomás en el artículo «Impresiones sobre el estudio lingüís-tico de Puerto Rico» publicado en la Revista de Estudios Hispánicos, tomo I núm. 2, abril-junio 1929,p. 127, la misma venía «existiendo y actuando» desde 1925, cuando don Rafael Fabián anunció su in-tención de extender a Puerto Rico esta Institución.

69 Este aspecto se ve claramente expresado en el ensayo «El estudio del español en los EstadosUnidos» Federico de Onís,España en América..., Opus cit.,pp. 679-702. Este ensayo se lo envió Onís

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Mi doble calidad de miembro del Centro y de profesor de Columbia hara [sic] que laUniversidad de Puerto Rico pueda mantener sus relaciones con la Universidad de Co-lumbia y en general con la enseñanza norteamericana (cosa muy importante para ella yde perfecto acuerdo con la actuacion [sic] del Centro).70

INSCRIBIENDO LA AUTORIDAD

La constante validación de Onís como un «intelectual legitimador» lo lleva aactuar con un sentido de urgencia en la preparación de todo lo relacionado con lapuesta en marcha del proyecto, especialmente, con la publicidad de los cursos delverano próximo. Tan temprano como en septiembre de 1926, solicita a MenéndezPidal que le indique, con solamente un Yes, la aprobación de la participación delCentro en el proyecto, de manera que pudiera seguir adelante con los planes.71 Unade las primeras tareas que realizó fue diseñar el folleto del programa; catálogo queanunciaría el inicio del Departamento de Estudios Hispánicos. Dentro de sus ma-yores preocupaciones estaban la calidad artística del opúsculo y la distribución delmismo, ya que él aspiraba a que el programa causara una buena impresión en lasuniversidades norteamericanas.

La aprobación oficial como director del nuevo departamento de español de laUniversidad de Puerto Rico, por parte de las autoridades de la Universidad de Co-lumbia, recibida en octubre72, potencia la autoridad del profesor Onís, quien prác-ticamente, toma el poder de la creación de esta nueva instancia. En la carta del 2 denoviembre de 1926 le somete a Benner una serie de aspectos que debe consideraren la implantación del proyecto, como era hacer una cuidadosa selección del per-sonal docente, tener un buen plan de estudios, desarrollar una biblioteca y realizaruna intensa y eficiente propaganda.73 Es curioso notar cómo Onís, a través de estaextensa carta, le señala a Benner todos los pormenores referentes a los puntos se-ñalados en el plan y sugiere, desde la selección de los profesores visitantes y elsueldo que deben cobrar, hasta quién se encarga de la propaganda y cuándo debeestar lista.

Notamos que los profesores que autoriza para enseñar los cursos avanzadosson españoles y casi todos pertenecen al Centro de Estudios Históricos, que es unade las instancias, a la cual él le confiere legitimidad. Onís puede hacer alguna queotra concesión al dejar entrar a este espacio a uno o dos hispanoamericanos, comoes el caso de Arturo Torres-Ríoseco, a quien recomienda porque, a pesar que des-

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a Thomas Benner y éste lo consideró como «magnífico»; comentario que escribe en su letra como postdata a una carta. Véase: Thomas Benner, «Carta a Federico de Onís», October 21, 1926. Cartapacio O-MS/C-115.53, AFO.

70 Federico de Onís, «Carta a Menéndez Pidal», 12 de septiembre de 1927, Cartapacio O-MS/C-115.53, AFO,

71 Idem.72 Frederick Woodbridge, «Carta a Thomas Benner», 12 de octubre de 1926, Cartapacio O-NA/C-

7B.17.A, AFO.73 Federico de Onís, «Carta a Thomas Benner» (Traducción de los autores), 2 de noviembre de

1926, Cartapacio O-NA/C-7B-18A, AFO.

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conocía sus ejecutorias como maestro, era un chileno que había ganado ciertoprestigio como poeta y crítico y enseñaba en los Estados Unidos. Además, enten-día que sería bueno tenerlo porque, de acuerdo con la política del Departamento,era conveniente establecer relaciones con hispanoamericanos y el contratar los ser-vicios del profesor Torres-Ríoseco sería una muestra de dicho cumplimiento.74 Delos puertorriqueños, él distingue a la profesora Concha Meléndez y al profesor An-tonio S. Pedreira, quienes habían estudiado en la Universidad de Columbia y alprofesor de historia, Rafael Ramírez, quien venía validado por el Centro de Estu-dios Históricos, donde había realizado estudios.75

El nombre con el que designaría al nuevo Departamento era otra de las preocu-paciones de Onís. Y, una vez más, trae como modelo lo que se hacía en la Univer-sidad de Columbia76 y propone darle el nombre general, que incluya todo lo re-ferente a la Península Ibérica, como bien lo aclara en su artículo «Historia de losestudios hispánicos en la Universidad de Columbia».77 En vez de Departamento deEspañol sugiere llamarlo Departamento de Estudios Hispánicos. Así se lo explicaa Benner en una carta que le envía: «The first title conveys much better to the Spa-

212 LOS LAZOS DE LA CULTURA

Profesores de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Puerto Rico.(Revista Athenea, 1931).

74 Federico de Onís, « Carta a Thomas Benner», 23 de noviembre de 1926, Cartapacio O-NA/C-7B-26 A, AFO.

75 Federico de Onís, «Carta a Thomas Benner» [Traducción nuestra], 2 de noviembre de 1926, Car-tapacio O-NA/C-7B-18A. AFO.

76 Federico de Onís, «Historia de los Estudios Hispánicos en la Universidad de Columbia»,Españaen América..., Opus cit.,pp. 679-702.

77 Ibidem,P. 725.

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nish -Speaking people the idea of what the department really aims to be, and I cansee no disadvantage in the name of the English Speaking -people».78 No hay dudaque entre más cercano esté el diseño puertorriqueño al modelo de Columbia, mássatisfecho estaría el director de esta nueva instancia.

PROPAGANDA A LA VISTA

En cuanto a la propaganda de los cursos, como ya se comentó, Onís recomiendaque el folleto de promoción debía tener un formato atractivo y para que su divulga-ción fuera efectiva debía estar listo para diciembre de 1926. Asigna a la Universidadde Puerto Rico la promoción del programa y, recomienda a José Padín,79 quien enese momento fungía como editor de la sección de literatura hispanoamericana, deD. C. Heath, Co.,80 para que realizara esta función en Nueva York. Es así como se in-corpora el primer puertorriqueño al equipo gestor del proyecto y, aunque sus funcio-nes no estaban lo suficientemente definidas, Padín comenzó a colaborar con entu-siasmo y dedicación. Sin embargo, no estaba satisfecho con la ambigüedad de estasituación y le pide a Benner una descripción clara de sus funciones, asunto que Ben-ner81 le remite a Onís ya que tampoco él lo tenía claro y le dice:

I do not quite know what to say in answer to his request. Would it be posible for you, asour authorized spokesman on the occasion of your next conference with him , to outlineany services which in your opinion you feel he would be ready to perform and whichwithout imposing excessively we may ask him?.82

Onís resuelve esta situación al crear ,en el Instituto de las Españas, una Divi-sión de Estudios Hispanoamericanos; plataforma desde la cual se lanzaría la pro-paganda del programa. Asimismo comunica a Benner que Padín debía aparecer enel programa como miembro del Comité Asesor, en representación de la DivisiónHispanoamericana del Instituto.83

Además del folleto sobre los cursos del verano del 27 y del año escolar 1927-28, que estaba en preparación, Onís escribió un artículo informativo84 para publi-

LAS PRIMERAS DOS DÉCADAS DEL DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS HISPÁNICOS… 213

78 Federico de Onís, «Carta a Thomas Benner», 2 de noviembre de 1926, Cartapacio O-NA/C-7B-18A, AFO.

79 Idem.80 Véase el membrete de la carta de José Padín a Federico de Onís, 7 de enero de 1927, Cartapacio

O-NA/C-9B.1, AFO.81 Thomas Benner, «Carta a Federico de Onís», 26 de noviembre de 1926. Cartapacio O-MS/C-

115.64, AFO.82 Idem. 83 Federico de Onís, «Carta a Thomas Benner», 10 de diciembre de 1926, Cartapacio O-NA/C-

7B.44, AFO.84 [Federico de Onís], «Spanish Studies in the University of Porto Rico». Usamos una copia meca-

nográfica del Archivo Federico de Onís, que tiene en su letra, la anotación de la publicación del mismoen The Romanic Review,XVIII, No.1, Nueva York, 1927. Entendemos que esta anotación la hizo des-pués de publicarse el artículo. Hemos concluido, por el contenido del mismo, que el artículo lo escribióOnís. También usamos la correspondencia de Onís con Thomas Benner, en la que se cita el documento.Véase carta de Thomas Benner a Federico de Onís del 17 de noviembre de 1926, Cartapacio O-MS/C-115.60, AFO.

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carse en el número 1, volumen XVIII, correspondiente al año 1927 de la revistaRomanic Review, a la cual estaba vinculado, ya que era miembro del consejo edi-torial. Esta información se la envía a Benner para su conocimiento y aprobación;documento que fue fundamental en la publicidad de la apertura del Departamentoy sobre el cual se volverá más tarde.

¿UN NUEVO CONSEJOASESOR?

Terminado el diseño del plan de divulgación, Onís entra en la etapa final delprograma que correspondía a la selección de los miembros de Consejo Asesordel nuevo Departamento, etapa que se inicia con el envío de las cartas de invita-ción. Es curioso notar que la selección de los miembros del Comité Asesor del De-partamento recayó en el mismo grupo de intelectuales norteamericanos que repre-sentaban instituciones de mucho prestigio académico y político y habían sidomiembros del Comité Asesor del programa de la Escuela de Verano de 1925, en elque también aparecía el nombre de Onís85. Se añadió a esta lista el nombre de JoséPadín, quien, en cuanto a nacionalidad, viene a ser la excepción, ya que era puerto-rriqueño, pero representaba una institución norteamericana, pues el Instituto de lasEspañas pertenecía a la Universidad de Columbia. Tampoco había españoles en elConsejo Asesor, aunque dos de los directores honorarios pertenecían al Centro deEstudios Históricos. La ausencia de representantes españoles y puertorriqueñosevidencia la hegemonía norteamericana, incluyendo a Federico de Onís, cuya leal-tad primera era con la Universidad de Columbia.

Se cursaron invitaciones a Stephen P. Duggan, Director del Instituto de las Es-pañas, Lawrence A. Wilkins, Director de Lenguas Modernas de la Junta de Educa-ción de la Ciudad de Nueva York, Charles C. Marden, de la Universidad de Prince-ton, quien declinó la invitación por la falta de conocimiento de las condicioneseducativas de Puerto Rico y del español86, Elijan C. Hills , profesor de FilologíaRomana 87de la Universidad de California, John D. Fitzgerald, de la Universidadde Indiana, y Leo S. Rowe, Director General de la Unión Pan-Americana. Las car-tas las firmaba Benner,88 aunque no dudamos que las recomendaciones de Onísfueron bien acogidas. La invitación a Susan Huntington Vernon89 fue responsabili-dad única de Onís. Ella había sido Decana de Educación de la Universidad dePuerto Rico y en ese momento pertenecía a la Junta del Instituto Internacionalde Niñas, institución norteamericana establecida en Madrid.

214 LOS LAZOS DE LA CULTURA

85 Véase el folleto «Summer School of Spanish», The University of Porto Rico, Río Piedras, July2-August 19, 1925, Caja núm. 8, Correspondencia General, Decano C. St. John y Thomas Benner.Años 1924-25-26, ACUPR. Pudimos notar que ninguno de los demás folletos de verano (1922,1923,1924, 1926) tiene consejo asesor.

86 Charles C. Marden, «Carta a Thomas Benner», 8 de diciembre de 1926, Cartapacio O-N/AC-7B.42A, AFO. No comprendemos la razón que expone Marden, en este momento, porque su nombrehabía aparecido en el programa de la escuela de verano del 1925.

87 E. C. Hills, «Carta a Thomas Benner», 13 de diciembre de 1926, Cartapacio O-N/AC-7B.45A,AFO.

88 Véase cartas en el Cartapacio O-N/AC- 7B-30-A, 31A, 32A, 33A y 35A, AFO.89 Federico de Onís, «Carta a Benner», 10 de diciembre de 1926,O-N/AC- 7B.44A, AFO.

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De esta manera concluye el proceso de reclutar a las diversas personalidadesque formarían el cuerpo rector de este proyecto y de los profesores que dictaríanlos cursos. Una de las grandes ausentes es la profesora Josephine Holt, quien fueuna de las intelectuales que más contribuyó a potenciar el prestigio de la Escuelade Verano para Continentales. A pesar de que Onís le pregunta a Benner si iba a re-clutar a Holt90 para la propaganda, no hay respuesta de parte de éste y tampoco sehace más alusión a ella durante este proceso. Otro aspecto que hay que mencionares el nombramiento, quizás con un poco de retraso, si lo comparamos con la pron-titud del nombramiento de Onís, que le extiende Benner a Pedreira, para ejercercomo «Acting Chairman» del Departmento, función que comenzaría con el iniciodel verano del 1927.

Finalmente, se cierra el mes de diciembre con la llegada del folleto que anun-ciaba la apertura de un Departamento de Estudios Hispánicos en la Universidad dePuerto Rico, pero tampoco éste escapa a las ambigüedades y contradicciones queexhibieron sus gestores en todo este proceso. En una página se anuncia que es unDepartamento en colaboración con varias instituciones (cursiva de los autores) yen otra, se hablade un programa de colaboración entre varias instituciones,(cur-siva de los autores), lo que hace pensar que el poder no recae en la Universidad, si-no en las diversas instancias que se nombran, incluyendo a la Sociedad CulturalEspañola;91 entidad que todavía no tenía carácter oficial, ya que la fecha de inau-guración fue el 27 de abril de 1928. Tampoco nos explicamos por qué está escritoen inglés, si Onís, en un caso similar, con una escuela de verano de México le ha-bía pedido a Henríquez Ureña92 que se redactara en español.

DELIMITANDO MARCAS

Iniciamos nuestro trabajo buscando las marcas que posibilitarían ver «lo queestaba debajo» de la gestación y creación del Departamento de Estudios Hispáni-cos de la Universidad de Puerto Rico. No cabe duda que la política panamericanis-ta y el panhispanismo fueron las instancias que se pelearon nuestro espacio cultu-ral y que fueron dos instituciones académicas, las que establecieron alianzas con elfin de lograr cada una su propósito.

Si bien es cierto que el Centro de Estudios Históricos de Madrid tuvo una inge-rencia fundamental en este plan, la entidad que más repercusión tuvo fue la Uni-versidad de Columbia. El doble rol del profesor e intelectual español Federico deOnís, como miembro del Centro y Director de la División de Estudios Hispánicosdel Departamento de Lenguas Romances de la Universidad de Columbia, logródarle un rol protagónico a la universidad norteamericana, en esta gestión, aunqueno podemos dudar, que su labor cumplió con los dos propósitos.

LAS PRIMERAS DOS DÉCADAS DEL DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS HISPÁNICOS… 215

90 Federico de Onís, «Carta a Thomas Benner», 10 de diciembre de 1926, Cartapacio O-MS/C-115.73, AFO. Véase en esta carta la alusión que hace Federico de Onís a ella, pero no tuvo ningunatrascendencia.

91 Véase: Folleto informativo que circuló el Departamento de Estudios Hispánicos con el anunciode los cursos para el verano de 1927 y el año escolar 1927-28, Cartapacio O-NA/C- 9A, AFO

92 Pedro Henríquez Ureña, «Carta a Federico de Onís», 19 de julio de 1921, Cartapacio O-N/A-78.2, AFO.

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Sin embargo, nos parece que el Centro negoció un espacio y logró difundir unhispanismo que, eventualmente, en mayor o menor grado, ha marcado casi todaslas manifestaciones de la cultura puertorriqueña; tema que trata, en un extenso ar-tículo, Malena Rodríguez Castro93 y que Libia González lo estudia dentro de laGeneración del Treinta puertorriqueña.94

El hallazgo más revelador de esta investigación es el que nos lleva a concluirque la gestación y creación del Departamento de Estudios Hispánicos, tal como seconcibió en los años 1926 y 1927, la realizaron intelectuales norteamericanos y es-pañoles. En este proceso no hubo voces protagónicas puertorriqueñas, y, si huboalgunas, las mismas tenían funciones que poco tenían que ver con la toma de deci-siones. Sin embargo, entendemos que esta ausencia de intelectuales puertorrique-ños en la etapa de la gestación del Departamento, no evitó que, eventualmente, secreara un nuevo espacio para el desarrollo de un Departamento de Estudios Hispá-nicos puertorriqueño.

FUNDACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEL DEPARTAMENTO DEESTUDIOSHISPÁNICOS

DIRECCIÓN Y CUERPO DE PROFESORES

Volver sobre la historia del Departamento de Estudios Hispánicos supone fa-miliarizarse con los primeros momentos de la carrera de letras en Puerto Rico. Co-mo ya se vio en la primera parte de este ensayo, una lectura del primer catálogodel Departamento de Estudios Hispánicos revela la organización jerárquica de esaunidad académica en sus etapas iniciales. Se trata, en ese momento, de un Departa-mento cuyos puestos directivos se reparten entre españoles y norteamericanos. Pe-dreira es el único puertorriqueño cuyo nombre figura, curiosamente en el últimolugar, en la lista de oficiales que encabeza el Rector Benner y en la cual se incluyea tres directores honorarios; dos españoles (Ramón Menéndez Pidal y Tomás Na-varro Tomás) y un norteamericano (John Lawrence Gerig, Catedrático de LenguasRománicas de la Universidad de Columbia). En este catálogo se caracteriza a Fe-derico de Onís como una figura dual que se sabe manejar tanto en el mundo acadé-mico español como en el norteamericano: «His familiarity with both Americanand Spanish universities will contribute greatly to the succesful cooperation of thevarious elements in this undertaking».95 Volveremos más adelante sobre este ca-rácter polifacético de Onís como intelectual. La tríada o triángulo que se advierteen esta distribución apunta, sin embargo, a un predominio de los dos ángulos máspoderosos: el Rector y el Decano de Administración norteamericanos y un directorespañol que obrará en ausencia. A pesar de encontrarse ausente, su huella y poderde decisión se manifestarán sobre todo a partir de principios de 1928, momento enque se publica el primer número de la Revista de Estudios Hispánicos, órgano del

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93 Malena Rodríguez Castro, «Asedios centenarios. La hispanofilia en la cultura puertorriqueña»,Enrique Vivoni Farage y Silvia Alvarez Curbelo, (eds.),Hispanofilia: arquitectura y vida en Puerto Ri-co. 1900-1950, San Juan, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1998, pp. 277-327.

94 Libia González, «El hispanismo: paradigma de una generación»,Revista de Estudios Generales,año 12, núm. 12, Río Piedras, Puerto Rico, junio a julio 1998, pp. 213-227.

95 Department of Spanish Studies of the University of Porto Rico,Announcement Summer Session1927-July 5 to August 17. University Year 1927-28-August 18 to May 26, p. 8.

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Departamento y publicación que la Universidad de Puerto Rico financió casi en sutotalidad.

El cuerpo de profesores incluye un profesor emérito, Felipe Janer y Soler, asícomo tres profesores visitantes españoles (Navarro Tomás, Onís y Amado Alonso)a quienes se esperaba recibir. A continuación figuran los cinco profesores puerto-rriqueños con los cuales arranca el Departamento: Pedreira, Concepción –más tar-de Concha– Meléndez, Luis Herrera y dos historiadores: Rafael W. Ramírez y Pi-lar Barbosa. Como conferenciantes ocasionales se incluyen, entre otros, aCayetano Coll y Toste, Miguel Guerra Mondragón, Luis Lloréns Torres y LuisMuñoz Marín.

En lo que se refiere a la oferta inicial de cursos del año académico 1927-1928,se establece una clara distinción entre cursos generales y especializados. Hay trescursos generales sobre literatura española, uno sobre literatura hispanoamericana,dos sobre lingüística y lengua española y un curso sobre la literatura contemporá-nea en cuya descripción no se aclara si se trata de literatura española o hispanoa-mericana. En cuanto a los cursos especializados, predominan, de igual modo, losde literatura española: la épica, a cargo de Navarro Tomás; literatura del Renaci-miento, dictado por Onís; y un curso monográfico sobre el Don Juan de Tirso deMolina que ofrece Pedreira. Se añaden dos cursos de investigación: uno sobre pro-blemas de la lengua en Puerto Rico, a cargo de Navarro Tomás, y otro sobre méto-

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Profesores delDepartamento deEstudios Hispánicos dela Universidad dePuerto Rico, en 1931:Concha Meléndez, A.S.Pedreira, ManuelGarcía Díaz y MargotArce.(Revista Athenea,1931).

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dos de investigación que impartió Onís. No hay, en esta oferta inicial, curso algunosobre literatura puertorriqueña. Esta ausencia se corresponde, al menos en este pri-mer año, con el lugar claramente secundario que ocupan los puertorriqueños en es-te proyecto académico norteamericano-español. Al leer la correspondencia de Pe-dreira y Onís, como se verá, queda muy claro el poco poder decisional que tuvoPedreira en estos dos o tres años iniciales.

UNA RED INTERNACIONAL DE INTELECTUALES ESPAÑOLES

Ya que este ensayo se propone explorar las relaciones entre intelectuales espa-ñoles y puertorriqueños, conviene regresar brevemente a un momento anterior a lacreación del Departamento de Estudios Hispánicos para recordar la labor que lle-varon a cabo una serie de intelectuales españoles en el ámbito internacional, aprincipios de la década del veinte. En un plano internacional, existía ya una red deintelectuales españoles, la mayoría de los cuales se desempeñaba en la cátedra uni-versitaria. El grupo pequeño–pero no por ello menos influyente–que nos interesadestacar aquí estaba vinculado por esas fechas con el Centro de Estudios Históri-cos de Madrid, así como con la Universidad de Columbia. Una vez más, las cartasdel Archivo Federico de Onís, que se encuentra en el Seminario de Estudios His-pánicos de la Universidad de Puerto Rico, ayudan a recrear esa red intelectual, enla cual se destacaron, entre otros, el propio Onís, Américo Castro y Tomás NavarroTomás. Se pueden rastrear en las cartas los proyectos, así como la pasión de diri-gir–en el ámbito cultural–que movieron a algunos de estos intelectuales. La carta,ese documento aparentemente privado, se convirtió en muchos casos en espacio defundación de proyectos intelectuales, así como de diálogos y polémicas. Por suscontinuas remisiones a los procesos de constitución de los campos intelectuales,estas cartas entre intelectuales pierden su carácter meramente privado. Del episto-lario se desprende que estos intelectuales no trabajaban de manera aislada; habíaun proyecto común que los aglutinaba y que consistía en construir lo que AméricoCastro denominó «una acción cultural hispánica». (Como se recordará, ese pro-yecto se inicia en la Universidad de Oviedo y luego pasa al Centro de EstudiosHistóricos de Madrid). En una carta fechada en 1922 que le dirige Castro a Onís,desde la Junta para Ampliación de Estudios, se alude a un proyecto de plantear lacuestión del español en Nuevo México.

Nuestro punto de vista ya sabes cual [sic] es: provocar una inteligencia a base del Insti-tuto de las Españas entre el Estado de Nuevo Méjico, el gobierno mejicano y la oficinapara ver la manera de empezar una acción en ciudades importantes como Santa Fé, LasVegas y Albuquerque, a fin de que aquellas gentes vean que el español es algo más quela lengua de los peones. 96

218 LOS LAZOS DE LA CULTURA

96 Américo Castro, «Carta a Federico de Onís», 21 de marzo de 1922, Cartapacio O-MS/C-44.12,AFO.

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Para Castro, el caso de Nuevo México es significativo pues puede remitir tam-bién a otras geografías por las cuales se podría esparcir el proyecto intelectual quelos une:

Le concedo una enorme importancia a este asunto, no por la magnitud que en sí tenga, si-no por el carácter ejemplar de esta pequeña colaboración para cosas concretas y efectivasentre la América española, el Gobierno español y tu Instituto. Si obtuviésemos esto y lo-grásemos sin recelo de nadie crear una acción cultural hispánica en el Sur de los EstadosUnidos, eso podría constituir un punto de partida para trabajar en Puerto Rico y en otroslugares de América, donde el español está en peligro o no se difunde lo bastante. 97

Un año más tarde, Castro se encuentra en la capital argentina donde se le haasignado la dirección del Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires.Este Instituto se crea en junio de 1922, por voluntad de Ricardo Rojas, historiadorliterario que se desempeñaba como Decano de la Facultad de Filosofía y Letras.98

En otra misiva que le dirige a Onís desde esta ciudad se transparenta de nuevo laconcepción de una red que iban armando estos intelectuales y a la cual Castro le veuna dimensión continental.

Veo mas [sic] claro que la luz que nuestro porvenir como pais [sic] es America [sic], yque se nos pone en la mano, nada menos que el problema de la lengua nacional. Tene-mos que fabricar discipulos [sic] para dar el tono a la enseñanza de la lengua y lit. [sic]esp. [sic] no solo aqui [sic] sino en otras partes que no han de tardra [sic] en seguir elejemplo de Bs. [sic] Aires.99

Uno de esos discípulos, en el caso puertorriqueño, fue Antonio S. Pedreira,quien, como se recordará, llega a la ciudad de Nueva York a realizar estudios demaestría en el Departamento de Lenguas Romances de la Universidad de Co-lumbia en el mes de septiembre de 1925. En una misiva escrita en papel timbra-do de la residencia estudiantil «International House» de dicha institución, Pe-dreira inicia lo que sería un largo y profundo intercambio con su maestroFederico de Onís. El joven intelectual puertorriqueño, que llega a Nueva Yorkcon una carta de presentación de Navarro Tomás, le solicita una entrevista almaestro antes de que cierre el proceso de matrícula, y le expresa interés en es-pecializarse en literatura española. La relación claramente asimétrica que exis-tía entre el maestro y el futuro alumno se advierte ya en esta carta: «Si ud. mefija un sitio y la hora que ud. guste yo iré en el acto, asegurándole de antemanoque le he de molestar lo menos posible»100. Se inicia en ese momento un víncu-lo duradero que llevaría a Pedreira a constituirse en alumno predilecto y, dos

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97 Ibidem [cursiva de los autores].98 Buchbinder,Historia de la Facultad..., Opus cit., pp. 135-137.99 Américo Castro, «Carta a Federico de Onís», 18 de julio de 1923, Cartapacio O-MS/C.44.19,

AFO, p. 1.100 Antonio S. Pedreira, «Carta a Federico de Onís», 23 de septiembre de 1925, Cartapacio O-

MS/C.119.1, AFO.

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años más tarde, en Director Interino del Profesorado del Departamento de Estu-dios Hispánicos.

Como ya se ha afirmado, la estadía de Onís en Puerto Rico durante el veranode 1926 es crucial en la historia del Departamento de Estudios Hispánicos. A suregreso a la Universidad de Columbia, le dirige una carta a Navarro Tomás en lacual le participa los planes del Rector Benner de desarrollar un departamento deestudios españoles. Emerge una vez más la idea de una red intelectual española enun pasaje clave de la carta: «He afirmado todo lo que tu [sic] dejaste empezado;por todas partes encontre [sic] la huella de tu paso y me fue muy facil [sic] orien-tarme siguiendo sencillamente tu labor».101

LA REVISTA DE ESTUDIOSHISPÁNICOS: UN ÓRGANO DUAL

A los pocos meses del nacimiento del Departamento surge la Revista de Estu-dios Hispánicos. Poco antes del verano de 1927 en que se inicia el Departamento,concibe Onís esta publicación académica. En Puerto Rico, este proyecto tuvo enAntonio S. Pedreira a su gran animador y organizador, aunque queda claro que,en estas primeras etapas, el poder de decisión acerca de lo que se publica en la re-vista lo tiene Onís. Las metas de la revista en sus etapas iniciales se caracterizanpor una curiosa dualidad: por un lado, están ligadas al proyecto de la red de inte-lectuales españoles en la cual Onís ocupa un lugar protagónico y, por el otro, vienea ser una manifestación muy concreta, en el campo de las letras, del proyecto pa-namericanista que apoyaba y animaba el Rector Benner.

La Revista tendra [sic] un objeto bastante especial tanto por el publico [sic] a que va di-rigida como por el asunto. Sera [sic] una revista para los Estados Unidos principalmen-te y tratara [sic] de literatura hispanoamericana y de la española moderna. Mi intencion[sic] es que complemente asi [sic] en este aspecto especial y para este publico [sic] laRevista de Filología y que nos puede servir de organo [sic] para toda la obra que hace-mos aqui. [sic] … Pero mi deseo es que aunque la revista se escribe solo para el publico[sic] norteamericano, la escriban principalmente españoles e hispanoamericanos, quepodran [sic] dar asi [sic] a este publico [sic] su propia interpretacion [sic] de sus paises[sic] .Como la revista es el organo del Departamento de estudios [sic] Hispánicos dePuerto Rico lleva implicita [sic] la intervencion [sic] en ella del Centro [de EstudiosHistóricos] y de Columbia University…Y hemos creido [sic] que para expresar bien elcaracter [sic] de la Revista y para llevar a cabo hasta donde sea posible esta colabora-cion [sic], debe haber redactores españoles, portorriqueños y norteamericanos.102

Es significativa la doble inscripción que se obra del término «órgano» en es-ta carta: la Revista de Estudios Hispánicosera a la vez órgano del departamentoy de la red de intelectuales españoles que se ubica, de manera dispersa, en las

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101 Federico de Onís «Carta a Tomás Navarro Tomás», 7 de septiembre de 1926, Cartapacio O-MS/C.109.1, AFO.

102 Federico de Onís, «Carta a Américo Castro», 8 de octubre de 1927, Cartapacio O-MS/C.44.27,AFO.

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Américas y España. Queda claro en esta carta que la triangulación constitutivade este proyecto –«españoles, portorriqueños y norteamericanos»– resulta fun-damental en la medida en que compendia el espíritu ideológicamente armoniza-dor del discurso panamericanista que, a su vez, anima toda esta empresa intelec-tual. Unos pocos meses antes, desde el Philosophy Hall de la Universidad deColumbia, le escribe Onís a Pedreira: «La revista estará pues, sostenida sobre untrípode y se caería si le faltase cualquiera de las tres patas».103 La triangulaciónconstitutiva de este proyecto es un elemento que emerge en distintos momentosen el epistolario de Onís.

UNA UTOPÍA PANAMERICANISTA

A pesar de que su director la anuncia como una revista que tratará sobre litera-tura hispanoamericana y española moderna en la carta a Américo Castro que ya secitó, el texto con el cual se abre la Revista de Estudios Hispánicoses un ensayoque parecería ir por otro rumbo: el ensayo «Hacia la amistad triangular», del histo-riador norteamericano William Shepherd, Catedrático de Historia de Hispanoamé-rica de la Universidad de Columbia.104 En él se reproduce, esta vez en un docu-mento público, la triangulación en la cual insiste en varias cartas. Más que elestudio de un historiador basado en una investigación rigurosa de fuentes prima-rias y secundarias, el texto de Shepherd se acerca a un ensayo libre en el cual figu-ra una aproximación conciliadora de lo que deberían ser las relaciones entre Espa-ña, los países hispanoamericanos y los Estados Unidos. En esta recreación utópica,Shepherd le asigna a la Universidad de Puerto Rico la tarea de convertirse en un«verdadero eslabón espiritual que enlaza en dichosos vínculos de amistad a los in-telectuales de las tres regiones de nuestro interés común…».105 La amistad obraaquí como una estrategia conciliadora, desde el ámbito intelectual, de los antago-nismos y las diferencias del pasado y el presente, lo cual convierte este ensayo entexto ejemplar y programático de todo el discurso panamericanista bajo cuyos aus-picios se funda el Departamento de Estudios Hispánicos. En su afán por borrar oestucar los antagonismos que forman parte de las relaciones históricas entre estostres sectores, el texto de Shepherd recuerda la metáfora del trípode que empleaOnís en su carta a Pedreira. Para Shepherd las contrariedades que ha habido –unahistoria de colonialismo y el ya incipiente imperialismo norteamericano– se pue-den superar en una «verdadera simpatía»106 que debe existir entre estos pueblos. Elensayo se encarga de minimizar el colonialismo español en Hispanoamérica, aligual que niega la dimensión claramente imperial de las relaciones entre EstadosUnidos e Hispanoamérica. En varios pasajes del ensayo se produce una alusión alaspecto financiero, mercantil o comercial que ha marcado las relaciones entre Es-tados Unidos e Hispanoamérica, no para plantear la relación asimétrica que las ha

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103 Federico de Onís, «Carta a Antonio S. Pedreira», 30 de julio de 1927, Cartapacio O-MS/C.119.3, AFO.

104 Shepherd, «La amistad ...»,Opus cit., pp. 1-17.105 Ibidem, p. 1.106 Idem.

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teñido, sino para inscribir una utopía intelectual que, curiosamente, abarca tam-bién un componente mercantil y económico.

Por mi parte creo, y me consta que así cree también la gran mayoría de mis compatrio-tas, que la salvación de todos nuestros intereses estriba en que seamos capaces, los delNorte y los del Sur, de aquilatar las profundas diferencias psicológico-sociales que nosdividen, respetar esas diferencias al margen de nuestras relaciones, robustecer nuestroespíritu de tolerancia mutua, fomentar nuestras comunicaciones intelectuales y mercan-tiles, y no oír la concitación de la intriga que ha estado por tan largo tiempo provocán-donos a todos a luchas sin gloria.107

Shepherd cierra su ensayo planteando «catorce puntos de la amistad triangu-lar», no sin antes exhortar a los periodistas de todos estos países a colaborar en laforja de un entendimiento general.

«No oír la concitación» equivale aquí a no ver ni recordar un texto frente alcual, consciente o inconscientemente, se coloca el ensayo de Shepherd para refu-tarlo de manera sistemática. Me refiero al texto fundador de toda una línea del en-sayo cultural en Hispanoamérica: «Nuestra América» de José Martí. (Esta reticen-cia eficaz la practicó, por cierto, Martí, en cuyo ensayo se obra una refutacióndemoledora del proyecto liberal europeizante de Domingo Faustino Sarmiento sinmencionar en ningún momento al escritor y político argentino). La alusión pesa eneste tipo de texto mucho más que la mención explícita. Se sabe que Martí escribeeste ensayo como reacción al expansionismo norteamericano, después de celebrar-se varias conferencias de orientación panamericanista en Estados Unidos.108 Pocodespués de la publicación inicial de «Nuestra América», Martí asiste a la Confe-rencia Monetaria Internacional Americana de 1891. El texto de Martí, no hay queolvidarlo, antes de leerse como ensayo, constituyó una crónica periodística que sepublicó en la prensa mexicana; concretamente, en El Partido Liberal, en enero de1891.

«Hacia una amistad triangular» se constituye invirtiendo dos elementos funda-mentales de Nuestra América: las relaciones entre los países de América y la retó-rica de las relaciones familiares que atraviesa el texto de Martí. Como se sabe,Martí representa a América como una madre enferma cuyos hijos se dividen endos grandes grupos: los sietemesinos europeizantes y los otros que integran unahermandad de criollos, indios, negros y campesinos; dirigidos, claro está, por elsector de los criollos. Frente a esa configuración familiar, en Nuestra Américaseinscribe los Estados Unidos: un «vecino formidable».109 Esa contigüidad o vecin-dad supone una distancia, fomentada, según Martí, por el desdén amenazante deese vecino hacia el resto de los países americanos. La propuesta de Shepherd

222 LOS LAZOS DE LA CULTURA

107 Ibidem, p. 8. Cursiva de los autores.108 Dos crónicas de Martí de 1889 y 1891, reeditadas recientemente por una conocida revista cultu-

ral cubana, son fundamentales para entender su visión crítica del panamericanismo: «Congreso Interna-cional de Wáshington. Su historia, sus elementos y sus tendencias»,Casa de las Américas, vol. XLI,núm. 223, La Habana, 2001, [1889], pp. 5-15 y «La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de Amé-rica»,Casa de las Américas,vol. XLI, núm. 223, La Habana, 2001, [1891], pp. 16-22.

109 José Martí,Nuestra América, Caracas, Fundación Ayacucho, 1977, p. 32.

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deshace la línea divisoria que supone la noción de vecindad: esa cercanía en lacual, a la vez, hay distancia y cautela.

Shepherd reconfigura la familia intersubjetiva de Martí. «Hacia la amistadtriangular» desplaza la maternidad a España y la hermandad, a las relaciones entreEspaña e Hispanoamérica: «Hay que revelar más y más la visión amplísima de unconjunto de veinte pueblos, madre e hijas, asociados en la más numerosa e íntimahermandad que jamás se ha conocido….110. En cuanto a las relaciones con EstadosUnidos, se plantea que deben trascender la mera vecindad para convertirse enamistad: «Son vecinas por razones geográficas e históricas; deberían ser amigaspor el carácter de sus intereses comunes».111 De manera sistemática, se borra aquíla cautela martiana ante el panamericanismo. Además, se niega explícitamente laposibilidad de que Estados Unidos sea una potencia imperial: «El pueblo nortea-mericano no es ni puede ser imperialista».112 Fiel al impulso utópico, la penetra-ción económica se transforma aquí en fuerza constructiva: «El movimiento finan-ciero y comercial, la expansión de fuerza constructiva que los Estados Unidos handesplegado en la América española, no representan, repito, un imperialismo».113

Hacia el final de su ensayo, Shepherd presenta «Catorce puntos de la amistadtriangular» y recalca que los periodistas –como lo fue en un momento anterior, co-mo se sabe, Martí– deben fomentar el entendimiento mutuo que anima esta trian-gulación amistosa.

La utopía que se propone en el ensayo de este historiador tuvo una manifesta-ción muy concreta en la Revista de Estudios Hispánicos: «El hispanismo en Amé-rica», una de sus secciones recurrentes de noticias en la cual se daba cuenta de laactividad intelectual relacionada con la temática hispana en Puerto Rico, EstadosUnidos y los países hispanoamericanos. Su lectura permite tener una idea de loscursos que dictaban o las universidades en las cuales enseñaban o acudían a dictarconferencias los intelectuales españoles o norteamericanos afiliados al hispanis-mo. El orden en que se presentan los datos es sugerente: en primer lugar se referíael acontecer académico e intelectual del Departamento de Estudios Hispánicos,para darles paso, a continuación y en orden alfabético, a los países hispanoameri-canos. Finalmente se incluía una sección igualmente pormenorizada acerca de losEstados Unidos. Esta última sección se iniciaba con el Instituto de las Españas dela Universidad de Columbia. Atraviesa esta sección todo tipo de logros académi-cos e intelectuales del hispanismo. Encarna de ese modo el carácter intelectual dela utopía por la cual abogaba Shepherd en su ensayo. Ausentes están aquí otros as-pectos de la lucha diaria de las instituciones académicas; concretamente, se omitenlas carencias, necesidades o conflictos que se pueden identificar en esos otros do-cumentos supuestamente privados que son las cartas entre intelectuales.

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110 Shepherd, «La amistad...»,Opus cit., p. 5.111 Idem.112 Ibidem, p. 8.113 Ibidem, p. 9.

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GRIETAS DE LA UTOPÍA: ENTRE EL SILENCIAMIENTO Y LAS CARENCIAS

A pesar de que se presenta como un discurso armonizador, el panamericanismoque organiza la gestación y los primeros años del Departamento de Estudios His-pánicos suponía, en algunos casos, la borradura o el silenciamiento de desacuerdospatentes entre intelectuales. Esas diferencias, así como las luchas de poder que su-ponían, se leen en varias cartas. El Rector Benner le dirige a Onís una carta el 17de noviembre del 1926 en la cual reacciona a un borrador de un artículo publicita-rio sobre el Departamento que Onís le había sometido.114 Hay una oración queBenner considera problemática por lo cual le pide una matización a Onís.

For many years the energies of the university as well as of the general educational sys-tem were given over to the diffusion of the English language and North American cultu-re, nothing worth mentioning being done toward cultivating the Spanish language andcivilization.115

Benner le pide una matización al intelectual español que permita atenuar elcontenido de lo expuesto. Curiosamente, Onís incorpora parte de la matización,pero suprime la oración polémica. Así se puede ver en una traducción publicada enel diario La Prensade Nueva York del 5 de abril de 1927. El proyecto panamerica-nista colindó con todo un proceso (colonial) de norteamericanización cultural quese implantó a través de la educación en Puerto Rico. En ese sentido, es obvioque la fundación de la carrera de letras en Puerto Rico, hecho que se produce vein-ticuatro años después de fundarse la universidad, difiere, en sus etapas iniciales, delestablecimiento de los programas de estudio de otras universidades latinoamerica-nas, en las cuales había una orientación hacia los asuntos nacionales. Es el caso, porejemplo, de la Universidad de Chile, en cuyo momento fundacional, en el sigloXIX, destaca Andrés Bello la clara dimensión nacional de ese centro docente.

La Universidad examinará los resultados de la estadística chilena, contribuirá a formar-la, y leerá en sus guarismos la expresión de nuestros intereses materiales. Porque en és-te, como en los otros ramos, el programa de la Universidad es enteramente chileno: sitoma prestadas a la Europa las deducciones de la ciencia, es para aplicarlas a Chile.116

Como espacio en el cual se desarrolla inicialmente la carrera de letras en Puer-to Rico, el Departamento de Estudios Hispánicos desde muy temprano se dio a latarea de fortalecer los recursos bibliográficos existentes en la institución universi-taria en la cual se creó. Incluso, antes de crearse el Departamento, Navarro Tomás,en una carta de 1926, le solicita al Rector Benner que, a manera de preparativo pa-

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114 Thomas Benner, «Carta a Federico de Onís», 17 de noviembre de 1926, Cartapacio OMS/C-115.60, AFO.

115 Federico de Onís, borrador titulado «Spanish Studies in the University of Porto Rico», AFO. Enel margen derecho superior, escribe Onís a mano la fecha en que escribe o le envía a Benner este borra-dor –«Nov. 8, 1926»– así como el hecho de que se publicó en el Romanic Review,volumen XVIII, nú-mero 1, 1927.

116 Andrés Bello, «Discurso en la instalación de la Universidad de Chile. 17 de septiembre de1843»,La Universidad de Chile. 1842-1992. Cuatro textos de su historia, Santiago de Chile, EditorialUniversitaria, 1993, p. 23.

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ra su visita del año académico de 1927-1928, se adquieran una serie de libros quepuedan complementar el trabajo de las clases. Le pide, de igual modo, que se for-me lo más pronto posible una bibliografía puertorriqueña: «Se trata de reunir unainformación metódica y sistemática de todo lo que se haya publicado sobre cual-quier aspecto relativo a Puerto Rico».117 En este gesto claramente científico –el re-copilar de manera metódica y sistemáticauna serie de datos y textos– late el pro-yecto filológico que animó la obra de Navarro Tomás y la gestión del Centro deEstudios Históricos; institución en la cual se produjo un incremento gradual en elnúmero de filólogos a lo largo de la década del veinte hasta convertirse la Secciónde Filología, durante la próxima década, en la más numerosa de dicho Centro.118

Pocos años después, en un artículo que figura en la Revista de Estudios Hispáni-cos, menciona Navarro Tomás la valiosa labor de un grupo de estudiantes de laUniversidad de Puerto Rico que han armado una bibliografía sobre temas puerto-rriqueños, así como una bibliografía sobre lengua y literatura española que le donóel Centro de Estudios Históricos a la Universidad de Puerto Rico.119 De la biblio-grafía sobre Puerto Rico se encargará inicialmente el profesor de Historia RafaelW. Ramírez, y, más tarde, el propio Pedreira. Ya en diciembre de 1928, Pedreirapublica una carta-anuncio en el Puerto Rico Ilustradomediante la cual se invita alos escritores y a los familiares de escritores fallecidos a enviar datos bibliográfi-cos para este proyecto. Este proyecto bibliográfico se desarrolló en un curso de in-vestigación que impartía Pedreira.

Por cierto, el acervo bibliográfico del Departamento y sus carencias en estaetapa incipiente constituyen una preocupación recurrente en las cartas que le diri-gió Pedreira a Onís en los momentos iniciales del Departamento. El poder decisio-nal de Onís en estos asuntos queda claro en una carta de Pedreira: «Han llegado al-gunos libros de referencia para la Biblioteca pero son pocos para empezar eltrabajo graduado. No estaría demás que ud. insistiesesobre este asunto». 120 En lapostdata de una carta de septiembre de 1927, se reitera esta petición.

Siempre que escriba o vea ud. a las autoridades de esta universidad recuérdeles mi peti-ción verbal sobre la Biblioteca de español. Es una lástima la que tenemos; pobrísima;realmente una broma de Biblioteca. Sus recomendaciones tienen más fuerza que lasnuestras, y espero que insistaud. sobre el asunto.121

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117 Aclara el filólogo español cómo debe concebirse el proyecto: «…un repertorio bibliográfico,debidamente clasificado por materias, en que se halle técnicamente reunido todo lo que pueda encon-trarse en libros y revistas sobre cualquier aspecto del país, habitantes, hechos históricos, costumbres,lenguaje, actividades agrícolas e industriales, instrucción, etc». Véase Tomás Navarro Tomás, «Carta aThomas E. Benner», 4 de septiembre de 1926, Caja núm. B-IV, Rectoría, Correspondencia general,años 1926-1927, ACUPR.

118 Sobre la importania de la Sección de Filología, véase Leoncio López-Ocón, «El Centro de Estu-dios Históricos: un lugar de la memoria»,Boletín Institución Libre de Enseñanza, IInda Época, núms.34-35, 1999, pp. 33-37.

119 Tomás Navarro Tomás, «Impresiones sobre el estudio lingüístico de Puerto Rico»,Revista deEstudios Hispánicos, vol. II, núm. 2, Río Piedras, 1929, p. 131.

120 Antonio S. Pedreira, «Carta a Federico de Onís», 1 de julio de 1927, subrayado en el original,Cartapacio O-MC/C 119.2, AFO.

121 Antonio S. Pedreira, «Carta a Federico de Onís», 28 de septiembre de 1927, subrayado en eloriginal, Cartapacio OM-S / C-119.5, AFO.

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En relación con las carencias bibliográficas, le comentará Pedreira a Onís enuna carta posterior: «Como ‘acting chairman’ tengo muchos deberes y pocos dere-chos»122. Claramente, los intereses de Pedreira como director interino del profeso-rado estaban ligados a la existencia de unos recursos bibliográficos que permitie-ran desarrollar y llevar a cabo la docencia de manera satisfactoria. Esta escasez derecursos bibliográficos pasará unos años más tarde a formar parte de «Alarde y ex-presión», ensayo clave en Insularismo de Pedreira: en él leemos hoy una de lasprimeras conceptualizaciones teóricas acerca de la literatura nacional puertorri-queña.

INTERCAMBIOS: PROFESORES VISITANTES, VIAJES DE ESTUDIO

En estos años iniciales en los cuales Onís se desempeña como director, hasta elverano de 1929, se reciben, en calidad de profesores visitantes, a un grupo de des-tacados intelectuales españoles. En el verano de 1927, llega Amado Alonso. TomásNavarro Tomás, que había venido inicialmente durante el verano de 1925, vuelvepara el año académico de 1927-1928. En el verano de 1928 se produce la visita deAmérico Castro, quien dictó dos cursos en el Departamento y una serie de confe-rencias, en el Ateneo Puertorriqueño, la Biblioteca Carnegie y la Escuela Superiorde San Juan. Estas conferencias las auspició la Institución Cultural Española quepresidía Rafael Fabián, un comerciante español radicado en Puerto Rico. A lo lar-go del año de 1928-1929, el Departamento contó con la visita de Ángel ValbuenaPrat, mientras que en la sesión de verano de 1929 se recibió a Fernando de losRíos. Samuel Gili Gaya se desempeñó como profesor visitante durante el año aca-démico de 1929-1930. La presencia de estos profesores visitantes se correspondecon los viajes de estudios que hacen varios estudiantes y profesores jóvenes a Es-paña. Como señala Libia M. González, entre los jóvenes que se trasladaron a hacerestudios de doctorado en el Centro de Estudios Históricos se encuentran MargotArce (1929-1930), Rubén del Rosario (1929-1931), Antonia Sáez (1930-1931),Antonio S. Pedreira (1931-1932), Francisco Manrique Cabrera (1932-1934) y Jor-ge Luis Porras Cruz (1934-1936).123

Junto a estos profesores visitantes, el cuerpo de docentes del Departamento im-partió cursos generales de literatura y otros más específicos de literatura españolae hispanoamericana. En el Archivo Central de la Universidad de Puerto Rico noexisten informes del Departamento que abarquen la labor docente de los años ini-ciales. El primer informe que se encuentra en el archivo corresponde al año acadé-mico de 1930-1931. Sin embargo, se puede reconstruir parcialmente la oferta decursos de los primeros años consultando las noticias de hispanismo que se publica-ban en la Revista de Estudios Hispánicos. Pedreira impartió más bien cursos de li-

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122 Antonio S. Pedreira, «Carta a Federico de Onís», 18 de octubre de 1927, Cartapacio OMS/ C119.6, AFO. En esta misma carta, se transparentan las grietas de la utopía panamericanista en un pasa-je en el cual Pedreira le participa a Onís su descontento: «Confidencialmente y como director que esud. de este Departamento, le diré que hay muchas cosas fuera de su órbita, aunque teórica y aparente-mente todo marche a las mil maravillas».

123 Libia M. González, «El hispanismo: paradigma...»,Opus cit., pp. 221-222.

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teratura española (literatura del Siglo de Oro, la novela picaresca, Don Juan y tea-tro español contemporáneo), mientras que Concha Meléndez dictaba cursos sobreIntroducción a la literatura hispanoamericana, Rubén Darío y los místicos españo-les. Margot Arce asistió como alumna a los cursos de Américo Castro. Por reco-mendación de Castro, decide trasladarse a España a hacer estudios doctorales en elCentro de Estudios Históricos y la Universidad Central de Madrid.124 En la sesiónde verano de 1929, Arce dictó cursos de lengua y literatura, así como durante elaño de 1929.

1929:OTRO VERANO MEMORABLE

El verano de 1929 marca un giro importante en la historia del Departamento deEstudios Hispánicos. La Junta de Síndicos le pide la renuncia al Rector Benner yOnís, en apoyo a Benner, presenta su renuncia en junio de 1929 a Gildo Massó,quien se desempeñaba como Rector Interino. Termina en ese momento el vínculoque unió inicialmente al Departamento de Estudios Hispánicos con la Universidadde Columbia y el Centro de Estudios Históricos. Finaliza, de igual modo, la prime-ra época de la Revista de Estudios Hispánicos, ya que el financiamiento de estapublicación lo costeaba casi en su totalidad la Universidad de Puerto Rico:$4,000.00 dólares anuales le tocaban a la Universidad de Puerto Rico y $1,000, ala Universidad de Columbia. En una carta a Fernando de los Ríos fechada pocosdías antes de su dimisión, Onís menciona unos planes que se concretaron unos cin-co años más tarde: continuar con la revista «…suprimiendo enteramente a la Uni-versidad de Puerto Rico…»125 y cambiándole el nombre. En octubre de 1934 saleel primer número de la Revista Hispánica Moderna, Boletín del Instituto de las Es-pañasy actual publicación del Departamento de Español y Portugués de la Uni-versidad de Columbia. Esta nueva revista, dirigida por Onís, se abre igualmentecon el ensayo «Hacia una amistad triangular» de William Shepherd. Esta segundavez, sin embargo, se suprime la última oración del primer párrafo en la cual el his-toriador norteamericano felicitaba a la Universidad de Puerto Rico por haberseconstituido en un eslabón de los intelectuales de España, Hispanoamérica y Esta-dos Unidos.126

Para el Departamento de Estudios Hispánicos estos cambios representaron laposibilidad de comenzar a desarrollarse por cuenta propia. Se nombra entonces aPedreira Director del Departamento, puesto que ocupó hasta su muerte en 1939,con una interrupción de un año académico (1931-1932) durante el cual se trasladóa Madrid para terminar su doctorado. Hasta ahora se ha hecho énfasis en el pocopoder de decisión que tuvieron los intelectuales puertorriqueños en la creación ylos años iniciales del Departamento en aquella universidad panamericanista delRector Benner a la cual, sin duda, contribuyó mucho Onís. Incluso, las cartas de

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124 Véase una evocación de esta época en Margot Arce de Vázquez, «Américo Castro, maestro»,Sin Nombre, vol. III, núm. 3, San Juan, 1973, pp. 5-7.

125 Federico de Onís, «Carta a Fernando de los Ríos», 30 de mayo de 1929, Cartapacio O-MS/C-132.20. AFO.

126Ver Revista Hispánica Moderna, Año I, núm. 1, Nueva York, 1934, p1.

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Pedreira a Onís revelan momentos en que el maestro altera los escritos de su alum-no y colega si se van a publicar en la Revista de Estudios Hispánicos. Onís le habíapedido a Pedreira que escribiera el artículo «De los nombres de Puerto Rico». Eltexto se publicó en el primer número de la revista, no sin antes hacer que se trans-formaran unos pasajes que, en opinión de Onís, tenían un contenido político polé-mico. Le escribe Pedreira a su maestro:

Recibí su carta ayer tarde y le contesto hoy sin pérdida de tiempo, para autorizarle acambiar en la segunda parte de mi artículo las palabras y frases que pudieran dar lugar adiscusiones políticas. Cuando lo escribí, estaba lejos de suponer que pudiera provocarpolémicas de esa índole, ya que personalmente la política no me interesa. De acuerdocon ud. en mantener el carácter científico de la Revista, le ruego se sirva modificar di-cho artículo…127

RESPUESTAS/DESACATOS INICIALES AL PANAMERICANISMO

Este trabajo de archivo, con cartas e informes anuales, permite no sólo dilucidarlas relaciones asimétricas que existían en el campo intelectual, sino también leer deotro modo las producciones culturales que se estaban dando en esos años de 1927 a1929, en los cuales el discurso panamericanista atraviesa y domina en el ámbito uni-versitario. La revista Índice–mensuario cultural extrauniversitario en cuya junta edi-tora se destacaban Pedreira y más tarde Margot Arce, y en cuyas páginas colaboróConcha Meléndez–puede leerse ahora como el espacio en el que los intelectualespuertorriqueños exploraron vías alternas al discurso panamericanista universitario.En esta revista, que se publica por primera vez en abril de 1929 y hasta 1931, desdesu segundo número se produce una encuesta acerca de la cultura puertorriqueña quesupone una introspección. Es decir, se trata de un autoexamen que poco tiene que vercon el convertirse en vínculo o eslabón entre las Américas y España que predicaba ladoctrina panamericanista. Un año después del despido de Benner y la renuncia deOnís, ocurridos ambos en 1929, uno de los «Aterrizajes» de Índice, escritos en granmedida por Pedreira, difiere del discurso panamericanista.

La última moda (que aprovecha la posición geográfica y el injerto anglohispano) es pre-dicar nuestra misión de intérpretes de las dos culturas: labor de medianero que nos colo-ca como árbritos diplomáticos –amicus curiae– en el acre debate intercontinental. Lamisión es altruista siempre que no corramos el peligro de convertirnos en puente paraque todo el mundo nos pase por encima.128

Pocos años después este pasaje formará parte del ensayo «Nos coge el Holan-dés» que figura en Insularismo de Pedreira: la colección de ensayos de mayor pe-so y repercusión que se escribe en Puerto Rico en la primera mitad del siglo XX.Índice, entonces, constituye no sólo un espacio de reflexión acerca de la cultura

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127 Antonio S. Pedreira «Carta a Federico de Onís», 18 de octubre de 1927, Cartapacio O-MS/C119.6, AFO.

128 Índice, marzo de 1930, p. 2.

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puertorriqueña; es también un espacio desde el cual los intelectuales puertorrique-ños marcaron distancia frente al discurso panamericanista.

POR EL CAMINO DE LA PARADOJA: DOCENCIA Y RESISTENCIA

Sin embargo, las herramientas que emplearon los ensayistas puertorriqueñoscomo Pedreira para enfrentarse al discurso panamericanista las obtuvieron, enbuena medida, en la lectura de autores y ensayistas españoles. A partir de un estu-dio de Juan Flores de 1979, se viene estudiando el vínculo entre la ensayística deJosé Ortega y Gasset, cuya Revista de Occidentefue lectura fundamental de los in-telectuales de Índice,y la ensayística de Pedreira.129 En Ortega encuentra Pedreiraun modelo de la figura del intelectual a partir de la cual va a construir una buenaparte de su ensayística; en particular Insularismo. Ensayos de interpretación puer-torriqueña(1934). Se sabe igualmente que la ensayística de Ortega ya había sidoobjeto de estudio en conferencias durante los primeros años del Departamento deEstudios Hispánicos: en 1928, Fernando de los Ríos, invitado por la InstituciónCultural Española, dictó una conferencia titulada «Tres propulsores del pensa-miento español contemporáneo: Giner de los Ríos, Unamuno y Ortega».130 Eraasimismo lectura obligatoria en varios cursos universitarios de sociología y litera-tura a partir de la década del treinta.131 Con todo, Pedreira entabló otro tipo de in-tercambio con un ensayista español que los estudiosos de la obra del ensayistapuertorriqueño no han explorado.

En esta investigación hemos planteado que Pedreira tiende a establecer unaaparente escisión entre la práctica ensayística –dedicada casi en su totalidad aPuerto Rico, su historia y su cultura– y la práctica docente, en la cual se centró enel estudio de la literatura española. A diferencia de tantos profesores universitariosque suelen presentar de manera preliminar los atisbos y las observaciones críticasen sus cursos para luego publicarlos en libros y artículos en revistas profesionales,Pedreira parecería incurrir en una contradicción al dedicarse en su docencia al es-tudio de unos temas aparentemente ajenos a aquellos sobre los cuales más tardeescribe sus ensayos. Una vez más, las fuentes primarias nos ayudan a aclarar estaaparente contradicción. En el Seminario de Estudios Hispánicos Federio de Onísse conserva un cuaderno de curso escrito en puño y letra por Pedreira y en el cualse presenta lo que fue la preparación de un curso monográfico que él dictó sobreMiguel de Unamuno durante el año académico de 1930-1931. Se trata de un cursoen el cual Pedreira aborda la obra del maestro de su maestro Federico de Onís. Eneste cuaderno, escrito con letra bastante clara y a partir de temas o problemas de laobra ensayística, novelística y poética de Unamuno, Pedreira sigue la organización

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129 Juan Flores,Insularismo e ideología burguesa. Nueva lectura de A. S. Pedreira, Trad. AlbertoNicolás, Río Piedras, Ediciones Huracán, 1979. Flores explora igualmente la relación de este clásico dela ensayística cultural puertorriqueña con el pensamiento de Oswald Spengler.

130 Véase la sección «El hispanismo en América»,Revista de Estudios Hispánicos, vol. I, núm. 3,Río Piedras, 1928, p. 308.

131Véase las páginas introductorias de Jaime Benítez al número de La Torre. Revista general de laUniversidad de Puerto Ricoque constituye un homenaje a José Ortega y Gasset, vol. IV, núms. 15-16,Río Piedras, 1956, pp. 11-12.

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de un plan de trabajo o esquema, «I. A. B. C. 1. a. b. c. etc.», y privilegia clara-mente el género del ensayo. Añade en el cuaderno una sección de apuntes acercade los pensadores o ensayistas de la España de las primeras décadas del siglo XX:Angel Ganivet, Ortega y Gasset y Fernando de los Ríos, entre otros. Si bien Pe-dreira no se dedicó a publicar ensayos críticos sobre la ensayística española coetá-nea, cabría pensar que se familiarizó con una serie de estrategias y rasgos funda-mentales de ese género en la obra de varios ensayistas españoles, en particular enla de Unamuno.

Antes de adentrarse en la ensayística unamuniana, Pedreira valora en el ensayoel hecho de ser un género que no hace o configura un sistema y el ser afín a un es-píritu inquieto. Del Unamuno ensayista, destaca Pedreira su enfrentamiento a larazón filosófica, la lógica y a los sistemas científicos. Según el ensayista puertorri-queño, esto genera en el escritor español una «ideofobia» que se traduce en un re-chazo del método claro de los investigadores y en una práctica de la contradicción.A la hora de identificar las «cuatro ideas cardinales y profundas en torno de lascuales hace girar toda la validez de su obra», Pedreira encabeza la lista con «el te-ma de España»,132 el mismo que, en otra hoja, denomina «El Problema de Espa-ña». Como parte del carácter «idéofobo» de la ensayística de Unamuno, Pedreiramarca igualmente el tono y método conversacional de sus textos. En lo que se re-fiere al estilo, el autor de Insularismose detiene en el uso frecuente de la paradojacomo otra forma de oposición a la razón lógica. En un momento dado, Pedreiradefine la paradoja planteando que «A veces es verdad entera, pero nueva, vista connuevos ojos». La paradoja, en último término, advierte Pedreira, es una forma deantidogmatismo, así como un modo de enfrentarse a la doxaestablecida que se haconvertido en dogma. Toda la parte inicial que le dedica Pedreira al estudio de laensayística de Unamuno resulta la más amplia y acaso la más sugerente de estecuaderno.

En la obra de Ortega y Gasset, Pedreira se da con un modelo de subjetivi-dad textual que le permite construirse como intelectual moderno. En cambio,en el contacto íntimo y a la vez riguroso que supone la enseñanza de la ensa-yística de Unamuno, el intelectual puertorriqueño muy probablemente adqui-rió o afianzó un conocimiento acerca de las múltiples posibilidades del ensayocomo espacio desde el cual se puede, por un lado, tratar el problemático temade la nación sin pretender agotarlo, y, por el otro, desarrollar una reflexión so-bre éste y otros temas que no pase por el dogmatismo o por los discursos do-minantes. En el caso del ámbito universitario puertorriqueño de esos años,esos discursos dominantes remitían, en gran medida, al panamericanismo. Sesabe que, desde sus inicios con Miguel de Montaigne, el género del ensayo haestado animado por un antidogmatismo fundamental. En sus Essais, como bienapunta Claire de Obaldia, Montaigne desarrolla un claro cuestionamiento de ladoxarenacentista.133

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132 Antonio S. Pedreira, Departamento de Estudios Hispánicos, Universidad de Puerto Rico. RíoPiedras, Puerto Rico, «Miguel de Unamuno», 1930-1931. El cuaderno no tiene números de página. Es-tas observaciones se encuentran en lo que sería aproximadamente la página 32.

133 Claire de Obaldia,The Essayistic Spirit. Literature, Modern Criticism and the Essay, Oxford,Clarendon Press, 1995, pp. 66-67.

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TRANSFORMACIONES: 1929-1940

Son varios los cambios que se producen en el Departamento de Estudios His-pánicos desde 1929 hasta el 1940. Crece el cuerpo de profesores al ingresar al De-partamento Gustavo Agrait, Lidio Cruz Monclova y Cesáreo Rosa Nieves, entreotros. La oferta de cursos se transforma al comenzar a enseñarse, en el año acadé-mico de 1933-1934, una clase de literatura puertorriqueña que tuvo a su cargo unprofesor de nuevo ingreso: el historiador Lidio Cruz Monclova. A diferencia de loque había sucedido en los años iniciales, se produce una merma en los profesoresvisitantes. Una excepción notable es la de Gabriela Mistral, quien enseña duranteel año académico de 1932-1933.

Esta es la década en la cual los profesores del Departamento publican sus tesisdoctorales o libros de importancia, dándole así a esta unidad un prestigio que nodepende ya del renombre de los profesores visitantes. Es también la década en quese doctoran las tres figuras que tuvieron una producción más destacada en el De-partamento: Margot Arce, Concha Meléndez y Antonio S. Pedreira. Durante esos

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Caricatura de ConchaEspina, profesoravisitante en laUniversidad de PuertoRico, en 1930.(Revista Athenea,1930).

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años Arce publica en España su tesis sobre Garcilaso de la Vega (1930) y lleva acabo investigaciones sobre una variedad de temas: la influencia del inglés en el es-pañol de Puerto Rico, Herrera como precursor de Góngora, las metáforas de Fede-rico García Lorca, la poesía de Antonio Machado y la poesía de Camõens.134 Ense-ña de igual modo cursos sobre prosa y poesía medieval, Góngora y AntonioMachado. Comienza a dar conferencias y a publicar ensayos críticos sobre la poe-sía de Luis Palés Matos desde 1933. Concha Meléndez, egresada de la Universi-dad Nacional de México y más orientada al estudio de las letras hispanoamerica-nas, publica La novela indianista en Hispanoamérica(1934) y Signos deIberoamérica(1936) e investiga sobre el romanticismo hispanoamericano, las ar-tes en el virreinato mexicano y la poesía de César Vallejo. Inicia la enseñanza decursos monográficos sobre El Inca Garcilaso de la Vega, literatura mexicana y li-teratura chilena moderna. Por su parte, Pedreira da a la luz varios libros importan-tes en esta década:Aristas. Ensayos(1930), la Bibliografía Puertorriqueña(1932),Hostos, ciudadano de América(1932) e Insularismo(1934). Como se vio,si bien sus investigaciones y publicaciones principales tienen que ver con PuertoRico, Pedreira imparte cursos sobre literatura española que abarcan una variedadde temas: el Siglo de Oro, Miguel de Unamuno, Azorín y El Quijote.

Cabe destacar de igual modo que los años treinta vieron surgir una serie de es-tructuras arquitectónicas fundamentales en el Recinto de Río Piedras. Como ad-vierte María Luisa Moreno en un lúcido libro de reciente publicación, en esa déca-da se erigen el Cuadrángulo (entre 1935 y 1939), la Biblioteca (construida en 1935y 1936, inaugurada en 1937), la Torre (construida entre 1937 y 1939) y el Teatro(inaugurado oficialmente en 1939).135 Surgen, por un lado, las estructuras de as-pecto monumental y de riqueza ornamental, como la Torre, y, por el otro, se creaese espacio de la Biblioteca, como se vio muy anhelado por Pedreira mientras sedesempeñaba como Director Interino del Profesorado y muy necesario para el for-talecimiento de los recursos bibliográficos e investigativos que resultan imprescin-dibles para el buen funcionamiento de una carrera de letras.

Otro cambio significativo que se observa en el Departamento es una voluntadde salir del aula y difundir la cultura letrada a las escuelas de los pueblos del país.A partir del año académico de 1932-1933, el Departamento inicia las Misiones

232 LOS LAZOS DE LA CULTURA

134 El título de la tesis doctoral de Arce, tal como se publicó en la primera edición española, esGarcilaso de la Vega. Contribución al estudio de la lírica española del siglo XVI, Madrid, Imprenta dela Librería y Casa Editorial Hernando, 1930.(El estudio constituye el Anejo XIII de la Revista de Filo-logía Española, órgano del Centro de Estudios Históricos). Luce López-Baralt estudia detenidamentela contribución de Arce al estudio de la poesía de Garcilaso de la Vega en «Margot Arce, maestra degarcilasistas: haciendo patria más allá de las fronteras puertorriqueñas», Matilde Albert Robatto y EdithFaría Cancel (eds.),Margot Arce de Vázquez: Obras completas. Literatura española y literatura hispa-noamericana, vol. IV, San Juan, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2001, pp. 44-77.

135 María Luisa Moreno,La arquitectura de la Universidad de Puerto Rico. Recinto de Río Pie-dras, San Juan, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2000. Véase, en particular el capítulo III, ti-tulado «El Cuadrángulo y la euforia de renovación española, 1936-1944», pp. 67-106. Sobre el tema dela arquitectura de la Universidad de Puerto Rico, véase también Eliseo R. Colón, «…pared blanca, tejaantañona, ladrillo rojo, persiana verde…: Ciudad Universitaria de Río Piedras- Espacio, Espectáculo,Utopía»,Postdata16, San Juan, 2001, pp. 4-17.

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Culturales: un programa de conferencias «…en los pueblos de la isla que así lo so-liciten». 136 Estas misiones son un claro eco de las Misiones Culturales que institu-yó José Vasconcelos en 1923, mientras dirigía la Secretaría de Educación Públicade México y que representaron «…un esfuerzo sin precedentes por llevar la alfa-betización, el conocimiento elemental y la instrucción básica sobre las ciencias,las artes y los oficios a las más apartadas comunidades del país y a los mexicanoscon menores posibilidades de alcanzar los beneficios de la educación».137 En el ca-so del Departamento de Estudios Hispánicos, mediante estas conferencias no sepretendía alfabetizar, sino difundir a sectores amplios, principalmente a las escue-las de los pueblos, el conocimiento y las investigaciones que también se daban aconocer en las aulas universitarias. Estas misiones llevaron a Margot Arce, por

LAS PRIMERAS DOS DÉCADAS DEL DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS HISPÁNICOS… 233

Torre Roosevelt de laUniversidad de PuertoRico, 1937/39.(Colección Ciudad deSan Juan. Puerto Rico.Centro deInvestigacionesHistóricas, UPR).

136 Informe Anual del Departamento de Estudios Hispánicos, Curso 1933-1934, Informes Anuales,Caja H 11, 30 de mayo de 1934, p. 3, ACUPR.

137 «Presentación» de Rafael Tovar,Misiones culturales: los años utópicos 1920-1938, México,Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto Nacional de Bellas Artes y Museo Casa EstudioDiego Rivera y Frida Kahlo, 1999, p. 7.

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ejemplo, a dictar una conferencia sobre la poesía de Lope de Vega para la Fiesta dela Lengua Española en la Escuela Superior de Isabela en abril de 1935. En diciem-bre de 1933, y en menos de tres días, Pedreira presenta una conferencia titulada«La España Actual» en Mayagüez, Yauco y San Germán. En su Informe Anual co-mo director, comenta Pedreira sobre estas misiones: «De esta manera el Departa-mento de Estudios Hispánicos coopera para vincular en la medida de sus fuerzas, ala Universidad de Puerto Rico con el resto de la isla».138

El Departamento de Estudios Hispánicos unió esfuerzos con el Departamento deInstrucción al aportar conferencias que se difundían por radio en el programa La Es-cuela del Aire, cuyas transmisiones se inician en 1935 y se extienden hasta 1949. Eneste caso, se usaba la radio como un claro instrumento educativo.139Los programas setransmitían en emisiones diurnas o nocturnas de una o dos horas diarias y a través deemisoras comerciales en las tres ciudades principales del país: San Juan, Ponce y Ma-yagüez.140 En esta escuela radial, en la cual se empleaban la charla o conferencia y ladramatización como recursos didácticos, dictó Concha Meléndez una conferencia ti-tulada «Jorge Mañach y la inquietud cubana» en 1935. Cesáreo Rosa Nieves disertósobre la copla y la bomba de Puerto Rico en marzo de 1937, mientras que GustavoAgrait estudió un poema de Rubén Darío en abril del mismo año.

A MANERA DE EPÍLOGO

Cerca del final de la década, en 1939, se produce la muerte prematura de Pedrei-ra. Esta pérdida contrasta claramente con los múltiples logros que había alcanzadoesta unidad académica entre los cuales se encontraba el establecer, por cuenta propiay en poco más de una década, una carrera de letras bien articulada con un personaldocente entre los cuales se encontraban los intelectuales más polémicos y producti-vos del Puerto Rico de los años treinta. Sin embargo, como se sabe, no se puede en-tender esa nueva situación de mayor autonomía como una distancia total de la inte-lectualidad española. En esa Universidad de Puerto Rico de la década del treinta lospuertorriqueños ocupan puestos directivos, pero siguen leyendo a los intelectualesespañoles. Al igual que sucedió en otros países de Latinoamérica, uno de ellos, JoséOrtega y Gasset, dejaría su huella en la universidad a lo largo de varias décadas.Concretamente, la creación de la Facultad de Estudios Generales, cuyo programa deestudios ha girado en torno al fortalecimiento y desarrollo de la educación general,es un fenómeno que se produjo en el primer lustro de la década del cuarenta y que,como planteó Jaime Benítez recordando un ensayo de Domingo Marrero, se encuen-tra íntimamente ligada a la Misión de la Universidadde Ortega y Gasset.141

234 LOS LAZOS DE LA CULTURA

138 Informe Anual del Departamento de Estudios Hispánicos, Curso 1933-1934, Informes Anuales,caja H 11, 30 de mayo de 1934, p. 4, ACUPR.

139 Véase José Luis Torregrosa,Historia de la radio en Puerto Rico, Puerto Rico, Comisión Puer-torriqueña para la Celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y Asociación deRadiodifusores de Puerto Rico, 1991.

140Véase Betzaida Ramírez Alers, «La radio educativa en Puerto Rico», Tesis de maestría, Escuelade Comunicación Pública, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, 1997, pp. 12, 14-15(inédita).

141Véase Benítez,La Torre. Revista, Opus cit., p. 11.

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Desde la filología de orientación científica hasta la ensayística de las primerasdécadas del siglo XX, se establece, en el Departamento de Estudios Hispánicos dela Universidad de Puerto Rico, un intercambio rico y complejo con la intelectuali-dad española y sus centros de divulgación y legitimación. Más allá de la polaridadque podrían articular la hispanofilia y la hispanofobia, proponemos que el gestar,fundar y consolidar la carrera de letras en Puerto Rico fue una empresa complejaen la cual se produjeron relaciones de diversa índole que pasan por la alianza conlos discursos dominantes, la desigualdad, la resistencia y la búsqueda de una ex-presión cultural propia. Se trata de un caso más del diálogo cultural que se produjoentre Puerto Rico y España a lo largo del siglo XX, en el cual la creación y el de-sarrollo del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Ri-co sin duda ocupa un lugar destacado.

LAS PRIMERAS DOS DÉCADAS DEL DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS HISPÁNICOS… 235

Miembros del Círculo Cervantes organizado por el Departamento de Estudios Hispánicosde la Universidad de Puerto Rico.(Revista Athenea, 1935).

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VII

FEDERICO DE ONÍS ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNIDOS (1920-1940)

Matilde Albert RobattoDepartamento de Estudios Hispánicos, Facultad de HumanidadesUniversidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

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La misión de Federico de Onís a lo largo de su vida fue difundir los valores de lacultura hispánica en donde quiera que se encontrara. En España, ya fuera en la Uni-versidad, ya en el Centro de Estudios Históricos o en otros centros afines, este incan-sable hombre de letras dedicaba sus horas a la investigación y posterior escritura desus estudios filológicos, literarios, ensayos humanísticos y artículos diversos. Para1916 había desarrollado una brillante trayectoria académica: catedrático de la Univer-sidad de Salamanca, investigador y autor de uno de los libros más emblemáticos de suobra y de su momento históricoDisciplina y Rebeldía, además de editar las obras yescribir unas eruditas introducciones a Vida, de Diego de Torres Villarroel y De losnombres de Cristo, de Fray Luis de León, ediciones ya clásicas por su información ycuidado; y en 1932 publicará otro importante libro Ensayos sobre el sentido de la cul-tura española.1 También formaba parte del equipo de trabajo del Centro de EstudiosHistóricos y figuraba como tutor de la Residencia de Estudiantes. En fin, una relevan-te figura, con méritos propios, muy respetada en el mundo intelectual español.

Ahora bien, ¿ por qué este reconocido catedrático, si en España tenía su centrointelectual, en 1921 solicita la excedencia como catedrático en la Universidad deSalamanca y ya para 1924 decide fijar su residencia en los Estados Unidos, conti-nuar su vida académica en Columbia University y dedicar todos sus esfuerzos a ladifusión de la cultura hispánica en el mundo anglosajón, en el cual en términos ge-

1 Federico de Onís,Disciplina y Rebeldía, Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes,1915, 51 p.; 4ª ed., Nueva York, Instituto de las Españas, 1929, 51 p. Federico de Onís,Ensayos sobreel sentido de la cultura española, serie II, vol. 18, Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudian-tes, 1932.

Diego de Torres Villarroel,Vida, Ed. introd. y notas de Federico de Onís, Madrid, Editorial La Lec-tura, 1912 (Editorial Espasa-Calpe, Clásicos Castellanos, 1954, pp. VII-XXVI); Federido de Onís, «To-rres Villarroel»,España en América, Río Piedras, Editorial Universitaria, Universidad de Puerto Rico,1955, pp. 342-352.

Fray Luis de León,De los nombres de Cristo, Ed., introd. y notas de Federico de Onís, 3 vols., Ma-drid, Editorial La Lectura, 1914, 1917, 1922; «Luis de León»,España ..., Opus cit.,pp. 296-312.

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nerales, además de los prejuicios existentes, había un gran desconocimiento de loque culturalmente se relacionara con el mundo hispánico? A lo largo de este ensa-yo intentaremos contestar esta pregunta –para nosotros esencial en la evolución dela vida personal y profesional de Federico de Onís– aunque siempre quede un mar-gen de duda, el cual sólo podría despejar la persona misma.

Todo parece indicar que el presidente de Columbia University, Nicholas Mu-rray Butler, quería reestructurar los estudios hispánicos, debido al incremento en elestudio del español durante y después de la Primera Guerra Mundial, de acuerdocon lo que el propio Onís relata en «Historia de los Estudios Hispánicos en la Uni-versidad de Columbia»:

Esta situación cambió radicalmente, no en 1929, cuando los estudios hispánicos adquirie-ron vida independiente al dividirse el Departamento de Lenguas Romances, sino en 1916,cuando Nicholas Murray Butler, presidente de la Universidad, decidió traer de España unprofesor para organizar los estudios hispánicos sobre nueva base. Mr. Archer M. Hunting-ton, presidente de la Sociedad Hispánica de América, a petición de Butler, se encargó debuscar el profesor y su elección cayó sobre Federico de Onís, profesor de Lengua y Li-teratura españolas de la Universidad de Salamanca y del Centro de Estudios Históricos, deMadrid, quien fue invitado para ocupar la nueva cátedra. Desde su llegada, en septiembrede 1916, el profesor Onís tuvo a su cargo los estudios hispánicos en el Departamento deLenguas Romances, y desde 1929 fue jefe del Departamento Hispánico independiente.2

Esta selección –que recae en uno de los más destacados colaboradores de Me-néndez Pidal y del Centro de Estudios Históricos– si bien significaba una distin-ción, también debió de suponer una decisión nada fácil para Federico de Onís,quien desde un principio accede, pero por un período limitado de tiempo. Dejar su

240 LOS LAZOS DE LA CULTURA

2 Federico de Onís, «Historia de los estudios hispánicos en la Universidad de Columbia»,Espa-ña..., Opus cit.,pp. 725-734

Archer M. Huntington (1870-1955 ) fue el presidente y fundador de «The Hispanic Society ofAmerica» en 1904. Este distinguido hispanista era un admirador de la cultura española. La SociedadHispánica, en Nueva York, ha sido un centro de estudio e investigación de la cultura hispánica, en su bi-blioteca y archivos se encuentran importantes manuscritos, incunables y libros antiguos de gran valor.En la actualidad esta Institución, su biblioteca y archivos, por la importante documentación que allí seencuentra y el buen estado en que se mantiene, es una fuente de referencia obligada para estudiosos einvestigadores.

Federico de Onís fue miembro de «The Hispanic Society of America» y obtuvo la Medalla de Pla-ta, según consta en el documento del 22 de junio de 1917, depositado en el cartapacio correspondientea cartas y documentos de Federico de Onís –Members File– en los archivos de esta Institución en NewYork; así como también se guardan en dicho cartapacio, además de cartas entre Onís y Huntington, unatarjeta de presentación de Ramón Menéndez Pidal en la cual saluda a Mr. Huntington y: «tiene el honorde recomendar a su amistad al profesor Federico de Onís», HS, Department of Manuscripts and RareBook, New York La relación de Onís con esta Institución y con su presidente fue extensa y enriquece-dora. En la sección de «Correspondencia» del AFO hay varias cartas entre ambos hispanistas, que po-nen de manifiesto su gran amistad y relación profesional. Onís en 1920 hace una mención especial y dael debido reconocimiento a Huntington y The Hispanic Society of América en «El español en los Esta-dos Unidos»,España ..., Opus cit.,pp. 685-687. Con motivo del homenaje que la Organización de Es-tados Americanos y la Biblioteca del Congreso dedicaron a la memoria de este distinguido bibliófilo,erudito y humanista, Federico de Onís escribió un elogioso artículo sobre la figura y obra de este mece-nas de la cultura hispánica, «Huntington y la cultura hispánica»,Huntington, (1870-1955), Washing-ton, D.C., Pan American Union, 1957, pp. 18-34.

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país, su familia y su brillante carrera como catedrático tuvo que representar para elelegido un cambio cualitativo en su estilo de vida, aunque acepta su nueva misióny lo hace con entusiasmo a la luz de cómo se desempeña en su nuevo trabajo.

En Nueva York, además de sus colegas claustrales y de sus alumnos, con quienessupo mantener a lo largo de su vida una gran cordialidad y respeto hacia su obra, val-ga mencionar a: Germán Arciniegas, Tomás Navarro, María Teresa Babín, LawrenceA. Wilkins, Emilio González López, Eugenio Fernández Granell, Uslar Pietri, Fer-nando de los Ríos, Gabriela Mistral, Francisco García Lorca, Jorge Mañach, LuisAlberto Sánchez, Concha Meléndez, Mariano Picón Salas, Antonio S. Pedreira, An-drés Iduarte, entre otros; estableció también estrechos lazos cordiales con otras per-sonas fuera de las aulas académicas, como José Camprubí –hermano de ZenobiaCamprubí de Jiménez y propietario de La Prensa,el más importante periódico en es-pañol en los Estados Unidos– con quien colaboró en actos culturales y con artículospara el periódico; de hecho,La Prensa siempre estaba al tanto de las noticias que po-dían referirse a Onís directamente o a otras actividades relacionadas con los mediosacadémicos del mundo hispánico. Mención especial merece la amistad y entendi-miento intelectual con Archer M. Huntigton, persona con autoridad, de gran influen-cia en los medios académicos y culturales neoyorkinos por su posición y prestigio enThe Hispanic Society y, a juzgar por la correspondencia que hemos podido ver, exis-tió entre ambos una comunicación muy fluida, Onís le consultaba, estimaba en mu-cho su opinión; veamos como ejemplo esta larga carta del 28 de marzo de 1920 en laciudad de Nueva York donde ambos vivían y se veían en diversos actos culturales,la misma es una respuesta de Onís a las recomendaciones que le hiciera Huntington:

...Debe usted comprender que si yo no tomo la alternativa de verlo es porque temo dis-traerle e interrumpirle teniendo como tiene usted tantas y tan importantes ocupaciones.Pero creo que le he dado pruebas suficientes de adhesión incondicional a su persona y asu obra para que usted pueda disponer de mí y de mi tiempo en la forma que le parezcamás conveniente. Al mimo tiempo ( como le he dicho en una de mis cartas anteriores)por respeto y por agradecimiento a usted me creo obligado a darle cuenta periodicamen-te de todas mis actividades, buscando su aprobación y su consejo que hasta ahora nuncame han faltado. No le extrañe, pues, que reclame ahora su atención sobre esta larga car-ta, en la que quiero explicarle mis trabajos y proyectos actuales, muchos de ellos deriva-dos de nuestra última conversación. En lo que le voy a decir encontrará usted la pruebade lo que pesan y significan para mí sus consejos e indicaciones. Le escribo con com-pleta sinceridad y confianza: alguna vez me ha dicho usted que me hablaba como un pa-dre; ahora que he perdido el mío para siempre comprendo lo que significa el privilegiode poder acudir a otro hombre confiadamente en demanda de consejo. En nuesta última conversación me aconsejó usted apartarme de toda actividad que nofuera la estrictamente literaria y científica. Mi decisión en este sentido ha sido radical.Mi deseo de ayudar en lo posible todo lo que tendiese a dar a conocer a España en estepaís me había llevado a sumarme con diversos elementos y a emprender distintas activi-dades, de todos los cuales me he apartado ahora radicalmente…3

FEDERICO DE ONÍS ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNICOS (1920-1940) 241

3 HS, cartapacio Federico de Onís; copia en cartapacio de Archer M. Huntington, Corresponden-cia, AFO.

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A continuación le detalla que minimizará su participación en la Unión Benéfi-ca Española, el Foreing Press Services, la Junta para la Ampliación de Estudios,los literatos españoles; y le menciona los libros o proyectos en los que está traba-jando: la edición de De los nombres de Cristo,de Fray Luis de León,El dialectoleonés, La universidad española, Manual bibliográfico de la literatura española,entre otros. Ante estos planteamientos, Huntington le contesta con rapidez en lacarta del 3 de abril del mismo año:

Dear Professor Onís:Your letter is very welcome and I hasten to write in reply to tell you how pleased I am

at what you have decide to do in the various matters you have discussed. I sincerily trustthat nothing may occur to change excellent and admirable plan. Yo are a scholar and allthis other, outside work has done little to aid in what you can produce. It never will.I completed the reading of the list of proposed publications with real pleasure and con-gratulated you upon it. It is, and will be, my great hope that nothing may arise to divertyou. If I can at any time be of aid, do not hesitate to come and talk with me. I am, as youknow, perhaps more than any other person, most keenly alive to the value of you work,and anxious that nothing should interfere with it.

Always faithfully yours,Archer M. Huntington [Firma] 4

En tierras americanas se dedicó a dar a conocer los valores de la literatura espa-ñola y de la literatura hispanoamericana por medio de conferencias, coloquios, ar-tículos periodísticos, ensayos y, sobre todo, a través de sus cursos y seminarios en laUniversidad de Columbia y en otros centros universitarios del nuevo continente, tan-to en el norte como en el sur. Desde que llegó a los Estados Unidos en 1916, mantu-vo correspondencia con reconocidos escritores, aunque ya con algunos la había ini-ciado con anterioridad, entre estos: Antonio Machado, Fernando de los Ríos,Alfonso Reyes, Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Ciro Alegría, AmadoAlonso, Pío Baroja, Claudio Sánchez Albornoz, Tomás Blanco, Américo Castro, Jo-sé Martínez Ruiz «Azorín», Vicente Blasco Ibañez, Carolina Michaelis de Vaconce-los, Ramón Menéndez Pidal, Pablo Neruda, Tomás Navarro, Antonio S. Pedreira,Arturo Torres-Rioseco, Evaristo Ribera Chevremont, Ramón Gómez de la Serna,Enrique Díez Canedo, Salvador de Madariaga, Gabriela Mistral, José de Diego, Ra-món María del Valle-Inclán, José Vasconcelos, María Zambrano, entre otros. Ya quela difusión de la literatura española e hispanoamericana contemporánea fue, desdeun principio, uno de sus objetivos prioritarios, la relación epistolar con sus colegas yamigos, además de mantener los lazos afectivos, facilitaba el proceso de las invita-ciones a dar conferencias así como el de las ediciones y traduciones de las obras dealgunos de estos escritores y sus correspondientes permisos. 5

242 LOS LAZOS DE LA CULTURA

4 AFO, Sección Correspondencia, Cartapacio de Archer Huntington. Existen otras cartas en el Ar-chivo de Huntington a Onís en que le muestra una gran deferencia: «... the most distinguished Spaniardin America...»,13 de noviembre de 1922.

5 Numerosa correspondencia de estos y otros autores con Onís se encuentra en AFO, Sección Co-rrespondencia.

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Si bien Onís se dedicó todo su esfuerzo a la renovación de los estudios hispáni-cos en Columbia University, como profesor del programa graduado y director delDepartamento Hispánico (Hispanic Department), es conveniente recalcar quemantuvo un vínculo permanente con España; de hecho, era el representante en Es-tados Unidos de la Junta para la Ampliación de Estudios, que era el organismo demayor autoridad en España en todo lo relacionado con la ciencia y la enseñanza.Su colaboración con el Centro de Estudios Históricos continuó, aunque debido alas circunstancias hubo de modificarse; trabajó en los proyectos que eran factibles,colectivos unos individuales otros. Uno de estos proyectos, quizá el más importan-te en su momento y fundamental en el conjunto de su obra, es la Antología de lapoesía española e hispanoamericana,publicada por el Centro de Estudios Históri-cos en 1934, después de solucionar algunas discrepancias relativas a la extensión ydiseño de la misma. En carta del 12 de diciembre de 1933, Menéndez Pidal –luegode previa consulta con Américo Castro y Tomás Navarro– le explica a Onís losproblemas que plantea la publicación de esta Antología: dificultades con la im-prenta, extensión y costo de la obra, retraso en el envío de las partes restantes deltexto; ante tal situación, le sugiere este cambio:

FEDERICO DE ONÍS ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNICOS (1920-1940) 243

Federico de Onís y suesposa en Puerto Rico,1928.(Seminario Federico deOnís, Departamento deEstudios Hispánicos,UPR).

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... Creemos, por consiguiente, que lo mejor sería terminar el volumen con lo que ya haycompuesto, dejando fuera la parte correspondiente al postmodernismo, que aún está sincomponer. Para esto sería necesario que usted enviase, en el plazo más breve posible,las introducciones que faltan para los textos compuestos y aún sin ajustar. ...La sección postmodernista puede constituir obra aparte, perfectamente independiente, yganará con un pequeño retraso, pues se trata de autores cuya personalidad está sin defi-nir completamente por no haber dado aún sus frutos principales.

Con saludos de Castro y Navarro, sabe es suyo buen amigoR. Menédez Pidal [sic, firma ]6

La respuesta por parte de Federico de Onís fue contundente pues defendía unode sus más queridos proyectos. La Antología de la poesía española e hispanoame-ricana –dedicada a Antonio Machado– era un libro pensado y compuesto mayor-mente en América y no sólo la respaldaba la sensibilidad del antólogo hacia el gé-nero, el estudio extenso de unas épocas y de determinados autores españoles, sinoque ahora contaba también con una experiencia más directa: la proximidad y el en-torno de los poetas hispanoamericanos, que si bien ya conocía la poesía de algu-nos, quizá no conociera tan de cerca la de otros, como bien pudo ser el caso delpuertorriqueño Luis Palés Matos; veamos su decisiva defensa, en la extensa cartadel 14 de marzo de 1934, año en que se publica la Antología:

Querido Don Ramón:Recibí su carta del 12 de diciembre y me propuse contestarla en un breve plazo de la

única manera completamente satisfactoria para Vd. y para mí, es decir, enviando con micontestación el resto de la Antología terminado. Pero las circunstancias me han sido ad-versas y no puedo retrasar el escribirle aunque no pueda enviar mas que la parte quehasta ahora tengo dispuesta para la imprenta. Enfermedades y cambios en el personalque me ayuda aquí en el trabajo del Instituto [Hispánico] y la Universidad, [de Colum-bia] han sido causa de un gran trastorno... Esto no es una excusa, es una desgracia quesólo puede apreciarse conociendo mis obligaciones y las circunstancias todas de mi tra-bajo aquí.

Por desgracia también tengo que estar separado de Vd. y del Centro, y lo mismo quemis dificultades tampoco puede interpretarse bien la naturaleza de los trabajos que parael Centro estoy haciendo. Si hubiera sido posible, como yo me proponía, pasar en Espa-ña una buena parte de cada año, el contacto constante le hubiera mantenido informadode mis ideas acerca de mis trabajos y creo que tendría Vd. confianza en su necesidad yen su seriedad científica. Digo esto porque, aparte de las molestias que contra toda mivoluntad he causado con motivo de la impresión de la Antología,me ha parecido notardesde el principio una reserva o indiferencia hacia este ensayo mío de estudio hispanoa-mericano, que creo está hecho con máxima seriedad y precaución científicas. Creo, ade-más, que es muy propio del Centro y de los tiempos nuevos que el Centro abra el cami-no del estudio de la literatura hispanoamericana, y creo también que mis puntos de vistahacen resaltar la unidad hispánica frente a tanto error parcial, negativo y separatista co-mo hay en América y España.

244 LOS LAZOS DE LA CULTURA

6 AFO, Sección Correspondencia, Cartapacio de Ramón Menéndez Pidal.

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Si yo pudiera explicarle la estructura de la Antología,a la que he llegado con gran es-fuerzo y cuidado de todos los detalles, vería que la obra es una unidad indivisible y que ladivisión de ella en dos obras distintas es imposible sin destruir el valor de cada una de ellas.Las divisiones cronológicas que hay en ella no se refieren a los autores ni a las obras, sinoal momento de predominio de una cierta tendencia o movimiento literario; los autores in-cluidos en cada sección pueden ser anteriores o posteriores a los límites cronológicos [de]la sección. En un periodo de cincuenta años, que es todo lo que abarca la antología, todoslos autores son más o menos contemporáneos y muchos han pasado por las diversas fasesrepresentadas en las diversas secciones: cada autor se pone en la sección a la que pertenecesu obra mejor o más característica. Todo esto se explica en la introducción general y en laparticular de cada autor. El carácter común de esta época está en esa misma variedad y lu-cha de tendencias. Las dos secciones últimas llamadas postmodernismoy ultramodernismoson, mas que dos épocas sucesivas, dos modos paralelos y contradictorios de terminacióndel modernismo: uno reaccionando contra él, otro llevándolo más allá hasta sus últimasconsecuencias. Hay en la última sección poetas desaparecidos y en las anteriores poetasmuy jóvenes. No está formada la sección ultramodernista, como Vd. piensa, por autorescuya personalidad está sin definir por no haber dado aún sus frutos principales. Los autoresjóvenes que se encuentran en esta última categoría han sido totalmente excluidos de la An-tología. Al final, en la última subsección se da una representación de la nueva literatura dehoy, reducida a cinco españoles y a siete americanos que entre los centenares que escribenpoesía hoy son los que quedarían aunque no escribieran más.

Esta es la concepción que yo tengo de esta época y conforme a ella está hecha la obra.Para mí quedaría ésta destruida si se rompe su estructura y unidad. No veo, por lo tanto,más que dos cuestiones por resolver: 1) la pronta terminación de la obra por mi parte; 2) lamanera de publicación de la obra íntegra.

Respecto a la segunda cuestión, sigo creyendo que la obra debería aparecer en un tomo.Según mis cálculos, que son los mismos que hice al planear la obra, esta tendrá unas 1300páginas. ...

Al revisar el texto de la sección de Ultramodernismocreo que podré reducir el texto pro-curando que el total de páginas se acerque lo más posible a 1200. No me parece que ese nú-mero de páginas sea excesivo para un libro de esta naturaleza, ni creo que el tamaño y elprecio consiguiente dificulten la venta de quien quiera poseerlo, siendo como es un libroque no puede sustituirse con otro y de materia moderna que interesa a un público extenso.La pérdida económica que pudiera haber en este libro, si para su difusión conviniera fijarun precio menor que el de coste, no creo que pueda ser mayor que la de muchas otras pu-blicaciones del Centro. Si por la apariencia se creyera más conveniente publicar la obra endos tomos, podían éstos dividirse por el número de páginas; pero en todo caso los dos to-mos deberían aparecer al mismo tiempo, para que pudiera compararse y juzgarse la obracompleta.

En resumen, que yo creo que no hay más cuestión que la primera, o sea, que yo termineel libro cuanto antes, que es lo que me propongo hacer en la confianza de que Vd. tendrá enconsideración mis razones y sabrá perdonar mis faltas « y volverme a la estimación que demí se tenía»…7

FEDERICO DE ONÍS ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNICOS (1920-1940) 245

7 Ibidem; Antología de la poesía española e hispanoamericana (1882-1923),Edición, introduc-ción general e introducciones particulares de Federico de Onís, Madrid, Centro de Estudios Históricos,

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Salta a primera vista un primer planteamiento y es que en 1934 todavía Oníssiente un cierto extrañamiento que causa la distancia, y no quiere que lo aparten,que lo vean extraño a ellos, a su grupo de trabajo del Centro de Estudios Históricos–Américo Castro, Antonio G. Solalinde, Tomás Navarro bajo la dirección de Ra-món Menéndez Pidal– , puesto que desde Nueva York, con todas las obligacionescontraídas con la Universidad y con ser él entonces en el ámbito cultural el españolde mayor renombre en los Estados Unidos, continúa su colaboración con el Cen-tro, la Antologíamisma es un ejemplo de ello. Este alejamiento le había impedidoexponer un plan detallado de su proyecto, el cual intenta hacer en la carta; en ladespedida pide que se tengan en cuenta las razones de su atraso en la entrega deoriginales y se le restituya la confianza: «volverme a la estimación que de mí se te-

246 LOS LAZOS DE LA CULTURA

1934 (New York, Las Américas Publishing Co., 1961); «Historia de la poesía modernista» (1882-1923),España ..., Opus cit., pp. 182-279. En los viajes de Don Federico a España, en 1931 y 1934,consultó a Juan Ramón Jiménez sobre algunos aspectos de Antología de la poesía hispanoamericana,cuya revisión estuvo a cargo de Juan Guerrero, por petición expresa del autor; Guerrero era gran amigode Juan Ramón y conocedor de su obra, véase, Juan Guerrero,Juan Ramón de viva voz, prólogo de Ri-cardo Gullón, Madrid, Editorial Insula, 1961, pp. 137-138, 141,143,-145, 147, entre otras.

Federico de Onís yJuan de Onís.(Seminario Federico deOnís, Departamento deEstudios Hispánicos,UPR).

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nía». No dudamos que tanto don Ramón como sus otros compañeros valoraron losméritos de su propuesta y confiaron en su capacidad y experiencia para llevarla acabo; sin embargo, el distanciamiento trajo consigo la falta de comunicación, undiálogo de preguntas y respuestas, de dudas, objeciones y defensas que se requiereen este tipo de empresa; diríamos que se dio una situación difícil para ambas par-tes debido a una circunstancia inevitable: la distancia.

El segundo planteamiento de la carta –la razón de la misma– es la defensa delconcepto y diseño de la Antología. Es importante notar cómo aquí aflora ya la po-sición americanista de Onís tantas veces expuesta en su obra y defendida ahora: «... Creo, ... que el Centro abra el camino del estudio de la literatura hispanoameri-cana, y creo también que mis puntos de vista hacen resaltar la unidad hispánicafrente a tanto error parcial, negativo y separatista como hay en América y España».Su decidido americanismo no deja dudas sobre la firme defensa de sus ideas, suconocimiento del tema, ampliado ahora con una experiencia de primera mano. Enla Introducción de la obra reconoce las profundas diferencias entre las literaturasamericanas y la literatura española; no obstante, defiende la conveniencia de unalectura conjunta: « De esta manera no solo resaltará la unidad, sino la variedad dela literatura de nuestra lengua común. ...».8

No le inquietaban a Onís estas diferencias entre lo español y lo americano, másbien las veía como la consecuencia lógica de una independencia política y cultu-ral: «...Y será más patente y valiosa la tradición española de América si la encon-tramos en las creaciones americanas que más se diferencian de las españolas.9 Es-ta Antología, por fuerza, era producto de su nuevo entorno político y cultural, y deello se benefició con creces. Ya en un ensayo anterior confirmé esta posición ame-ricanista de Don Federico: «Defendió como pocos europeos lo hayan hecho antes,la originalidad de la cultura americana ...».10

Con gran lucidez explica en la carta a Menéndez Pidal y apunta en la Antologíaque en un periodo de tan sólo cincuenta años la obra de los autores seleccionadosmuy bien puede haber pasado por diversos momentos literarios, y esto sí es decisivo,y no el criterio cronológico de autores y obras; por lo cual la división cronológica es-tá en función de las «tendencias literarias», así lo especifica en la Introducción:

Quizá sea necesario advertir, como observación general, que las unidades cronológicascorrespondientes a las secciones en que está dividida esta antología representan las va-

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8 Onís,Antología ..., Opus cit.,Introducción p. XXIII9 Federico de Onís, «La eternidad de España en América»,España ..., Opus cit.,p. 15

10 Matilde Albert Robatto, «La querencia americana de Federico de Onís»,El reino de la memoria,San Juan, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1997, pp.86-117. Entre los diversos artículos so-bre el americanismo de Federico de Onís, véanse los siguientes: Germán Arciniegas, «Onís el hombre.Madurez»; Luis Alberto Sánchez, «El hispanismo de don Federico»,La Torre, Homenaje a Federico deOnís, Universidad de Puerto Rico, núms. 127, 128, 129, 130, Río Piedras, 1985, XXXIII, pp.37- 45 pp.325-329; María Teresa Babín, «Don Federico en mi recuerdo»; Andrés Iduarte, « Don Federico de Onísen vida y en muerte»; Enrique Laguerre, «La España de don Federico de Onís»; Concha Mélendez,«Federico de Onís y la América Hispánica»; Hugo Rodríguez Alcalá, «Sobre el americanismo de Fede-rico de Onís»; Luis Alberto Sánchez, «Don Federico (Recuerdo)»,Revista Hispánica Moderna, Home-naje a Federico de Onís, Hispanic Institute, Columbia University, vol. I, núms. 1-2, New York, 1968,XXXIV, pp. 11-12; 20-24; 25-30; 31-36; 71-84; 85-87.

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rias fases por que ha pasado la poesía de esta época en su evolución y desarrollo, comohemos tratado de explicar, sin que esto signifique que los autores incluidos en dichassecciones correspondan a ellas en la totalidad de su vida y su producción…11

Defiende con autoridad y gran intuición crítica la obra de unos autores que, deacuerdo con su criterio, los cinco españoles y los siete americanos incluidos, de to-dos los poetas jóvenes de entonces:«... son los que quedarían aunque no escribie-ran más». El tiempo ha confirmado su apreciación y la muestra poética incluida enla Antología anticipaba ya lo que sería con el correr de los años la poesía de: PedroSalinas, Jorge Guillén, Gerardo de Diego, Federico García Lorca, Rafael Alberti,Vicente Huidobro, César Vallejo, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Jorge CarreraAndrade, entre otros, además de los nombres incluidos en las extensas seccionesde «Postmodernismo»y «Ultramodernismo». Si bien es cierto que la nómina depoetas con sus selecciones resulta bastante extensa; también hay que reconocerque una obra de esta naturaleza, por su misma conceptualización, tiene que seramplia para recoger toda la gama posible de variaciones líricas dentro de un perío-do relativamente corto sí, pero en un espacio extenso y variado como lo es el mun-do hispánico. A Don Federico, en esta defensa, le asistía un gran conocimiento dela materia, además de la proximidad geográfica, en unos casos, y del contacto di-recto o epistolar en otros.

Resulta también innovadora la visión del postmodernismo y el ultramodernismo:«... dos modos paralelos y contradictorios de terminación del modernismo: uno reac-cionando contra él, otro llevándolo más allá hasta sus últimas consecuencias…», se-gún expone en su carta, tesis que amplía en la Introdución donde califica de «conser-vador» al postmodernismo y de «audaz y original» al ultramodernismo.12 La posicióncrítica de Onís con respecto del modernismo y las reacciones a éste, han influido enotras lecturas posteriores sobre este período literario; tanto en estudios panorámicoscomo especializados se puede notar la huella de su pensamiento.

La Antologíatuvo una gran acogida por parte de la crítica, tanto de España comode América; para el Centro de Estudios Históricos su publicación fue todo un éxito,valió la pena para ambas partes solucionar las diferencias expuestas en las respectivascartas; desde Nueva York, no olvidaba Onís su estrecho vínculo de colaboración inte-lectual con el Centro. A nuestro juicio, bien puede ser esta obra un ejemplo de trabajocompartido entre dos mundos, la síntesis de un proceso de reflexión, estudio y expe-riencia; sobre todo, sorprende el conocimiento, el acierto y la sensibilidad lírica en lasselecciones poéticas. Lo cual nos hace pensar que el autor de esta Antologíapodía ar-monizar con plena comodidad el estudio de poéticas distintas y también distantes; yala Antologíamisma era una muestra de la unidad en la pluralidad y riqueza de la cul-tura hispánica, tema sobre el que escribió páginas fundacionales.13 En el Archivo Fe-

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11 Federico de Onís,Antología ..., Opus cit., Introducción, pp. XXI-XXII.12 Ibidem,pp. XVIII-XIX.13 Onís escribió artículos, ensayos y dictó conferencias, habló en entrevistas sobre el tema, en él re-

currente, de España y América; parte de esta obra no está recogida como libro, pero se encuentra en«Onís: Obra y crítica» - la parte de Obra- AFO. Véanse también los siguientes artículos y ensayos: «Laeternidad de España en América», «Unidad y variedad hispánicas», «La originalidad de la literaturahispanoamericana», «América Hispana y la Ilustración», «Españoles en la Nueva España», «Cultismo

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derico de Onís se encuentran numerosas reseñas y artículos muy favorables a estaobra.14

En realidad, Onís siempre mantuvo un contacto directo con el Centro de Es-tudios Históricos, tanto en lo que se refiere a proyectos académicos y de inves-tigación como a la amistad, en el Archivo Federico de Onís se guarda la corres-pondencia entre sus colegas y también amigos, como lo fueron Tomás Navarroy Américo Castro, las cartas muestran los planes personales y conjuntos que losunían, la colaboración entre ellos. Tomás Navarro enseñó cursos de lingüísticaen el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Ricodurante el verano de 1925 y el curso académico 1927-28, desde 1939 fue profe-sor de la Universidad de Columbia. Por su parte, Américo Castro fue profesor

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y popularismo en México», «Lo mero principal», «Sarmiento y los Estados Unidos»: Federico de Onís,España ..., Opus cit.,pp. 13-19,20-24, 115-128,129-131, 132-134, 135-137, 138-139, 140-150.

14 Véase, Guillermo de Torre, «Una gran antología poética»,Revista de Occidente, Madrid, 1935,XLVII, pp. 222-232; «Onís: Obra y crítica», AFO.

Federico de Onís. (Seminario Federico deOnís, Departamento deEstudios Hispánicos,UPR).

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de literatura española en el Department of Romance Languages de la Universi-dad de Columbia durante la sesión académica de febrero a mayo de 1924 y enel Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico en elcurso de verano de 1928; además de dar ambos conferencias en otros centrosdocentes de Puerto Rico o Estados Unidos. Ramón Menéndez Pidal tambiéndictó cursos y dio conferencias en la Universidad de Columbia; de hecho de1937 a 1938 se encontraba en esta Universidad como profesor. Como se puedeinferir, el interés de Federico de Onís por ayudar a sus amigos para que pudie-ran visitar otras universidades y, a su vez, éstas se beneficiaran de tener en susaulas a catedráticos de gran conocimiento y prestigio, era manifiesto. Sin em-bargo, Américo Castro, con quien sostuvo Onís una extensa correspondencia, sesolía quejar en sus cartas de la tardanza de éste en contestarlas; en una del 2 demarzo de 1922, Onís responde a los amistosos reproches:

Tengo poco tiempo y no debo perderlo en comunicaros todo lo que hago. Debéis estarseguros de que no dejo de hacer todo lo que os importe. ... Te he contestado siempreampliamente cuando me has consultado cualquier cosa. A veces lo que me dices en car-tas posteriores estaba ya contestado en otras anteriores ...No debéis de dudar de mi interés por todo y cada uno de vosotros por una carta más o me-nos (cuando la carta además no es necesaria). ¿Qué he dejado de hacer cuando ha llegadola ocasión? Los hechos valen más que las palabras que podría escribir. Te abraza.15

En verdad no era ésta una mera disculpa para quedar bien ante sus amigos.Cuando se ha tenido la oportunidad –como es mi caso– de organizar el ArchivoFederico de Onís, leer sus cartas, artículos, ensayos, libros, proyectos, investiga-ciones; examinar la parte correspondiente a «Noticias y actividades» del Archivo,comprobar la comunicación frecuente con algunos escritores, quienes le pedíanopinión sobre sus obras o sencillamente le enviaban una copia de alguna en especí-fico para que emitiera un juicio, no dejamos de asombrarnos de su extraordinariacapacidad de trabajo; sumado a todo esto el que realizaba en la Universidad de Co-lumbia como director del Departamento Hispánico y como director del Instituto delas Españas.

Pues bien, entre sus numerosas actividades fuera del campus universitario, ca-be mencionar la que llevó a cabo con la editorial norteamericana Heat & Com-pany; desde 1920 Federico de Onís será el editor «General Editor» de la serie Spa-nish Contemporary Texts. Para esta época se publicaron obras de JacintoBenavente, Pío Baroja, Azorín, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Vicente Blas-co Ibáñez, Manuel Linares Rivas, Gregorio Martínez Sierra, Eduardo Marquina,una Antología de cuentos españoles, una Antología de cuentos americanos, entreotros. A Onís le correspondía solicitar el permiso de los autores para publicar suobra o fragmentos de la misma en esta serie, así como revisar el trabajo de los

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15 La correspondencia de Federico de Onís con Américo Castro, Ramón Menéndez Pidal y TomásNavarro, se encuentra en los correspondientes cartapacios de la sección de Correspondencia de AFO.En la próxima publicación de mi libro Federico de Onís: cartas con el exilio, A Coruña, Ediciós doCastro, he dedicado una parte a la correspondencia entre Américo Castro y Federico de Onís.

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otros editores; como era de esperar, en ocasiones se tuvo que enfrentar a las difi-cultades inherentes a este tipo de trabajo.16

Una de las gestiones culturales de mayor relieve realizadas por Federico deOnís en aquel momento fue la venida de Federico García Lorca a Nueva York,desde el verano de 1929 hasta la primavera de 1930. De acuerdo con María Te-resa Babín –profesora y escritora puertorriqueña especializada en la obra lor-quiana– la presencia de Onís en la gran urbe resultó ser determinante en esteviaje:

... Don Federico fue el imán que atrajo al joven granadino a los predios neoyorkinosdel Instituto de las Españas, donde se instaló con todos los requisitos de matrícula y deresidencia, conviviendo con profesores, artistas, escritores y estudiantes españoles, his-panoamericanos y norteamericanos que ensancharon su círculo de amigos y en quienesLorca dejó la huella de su recuerdo y de su presencia... 17

García Lorca tuvo una importante participación en la vida cultural de laUniversidad de Columbia; dio conferencias, recitales poéticos y musicales en elInstituto de las Españas, además de compartir sus horas de descanso con la fa-milia Onís en la residencia de éstos en Claremont Av. y en el «farm» de New-burgh. Es importante anotar que ante el Servicio de Immigración de los EstadosUnidos (U. S. Department of Labor, Immigration Service ) Onís era la personaque representaba y respondía por García Lorca en territorio norteamericano, ladirección oficial de Lorca era la de Don Federico, según consta en la documen-tación existente en el Achivo Federico de Onís. Por ello a Onís se dirige el De-partamento de Immigración, en carta del 30 de julio de 1930, en la cual le pre-gunta sobre el paradero del poeta granadino; carta que contesta de inmediato–el 31 de julio de 1930– en la que informa sobre el viaje de Lorca en marzo aCuba para dar unas conferencias, y aclara que ya había partido en junio paraEspaña por barco vía Nueva York, pero que no se le permitió desembarcar; datoconfirmado en el telegrama siguiente: «Professor Onís = Phisosophy Hall Co-lumbia University New York NY= Estoy Manuelarnus [Manuel Arnús] muelletransatlántica. Imposible desembarcar avise Rubio. Vengan a verme Abrazos =Federico».18 La relación amistosa y profesional entre Lorca y Onís habrá decontinuar, así se refleja en esta carta:

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16 Ibidem. En este libro hago una extensa referencia sobre el trabajo realizado por Federico deOnís, como «General Editor» en la serie Spanish Contemporary Texts en la nota 2; sobre la edición dePlatero y yoen esta serie, véanse las cartas de Onís a Zenobia, 27 de agosto de 1921; de Zenobia a Fe-derico de Onís, 12 de septiembre de 1921; de Onís a Zenobia, 3 de enero de 1923; de Zenobia a Onís, 2de febrero de 1923; además de las correspondientes notas 27, 28, 29, 30, 33, 35, 47.

17 María Teresa Babín, «Federico García Lorca»,La Torre, Homenaje a Federico de Onís, núms.127, 128, 129, 130, Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, 1985, XXXIII, p. 199.

18 AFO, Sección Correspondencia. Las cartas citadas, el telegrama y otros documentos relaciona-dos se encuentran en el cartapacio de Federico García Lorca. Para mayor información sobre la visita deGarcía Lorca a Nueva York, véase Matilde Albert Robatto, «Federico de Onís, compañero de exilio»,Xosé Luis Axeitos y Charo Portela Yánez (eds.),Sesenta años después. Os Escritores do Exilio Repu-blicano, Sada, A Coruña, Ediciós do Castro, 1999, pp. 239-240, notas 7, 8.

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¿1933?] [sic]Sr. D. Federico de Onís.

Queridísimo Onís: Al empezar el año tengo gran alegría en desearle felicidad encompañía de los suyos y muy especialmente de mi ahijado Juan (ahí está papá).

... Ahora trabajo mucho. Estamos creando el Teatro Universitario, donde pienso mon-tar gran número de obras clásicas y preparo algunos libros, que ya le mandaré, y algu-nos estrenos.

Deseo muy pronto darle un abrazo. Adios. Recuerdos cariñosos a su mujer y besos a mi ahijado. Un saludo cordial de su siempre,

Federico García Lorca19

En Nueva York, durante esta época que ahora estudiamos –de 1920 a 1940– Fe-derico de Onís participó en numerosos actos académicos y culturales de diversa na-turaleza: conferencias, charlas, discursos, artículos en la prensa; fue el invitado dehonor o el conferenciante de distintas asociaciones y universidades como: la Socie-dad Americana de Maestros de Español, la Sociedad Española de Beneficencia, elAteneo Hispano de Nueva York, el Instituto de las Españas, Columbia University,The Hispanic Society of America, New York University, New York School for SocialResearch y otras. Entre los temas que este ilustre intelectual desarrolló figuran: la so-lidaridad con la República española, la unidad y variedad hispánicas, la nueva signi-ficación de Hispanoamérica, Lope de Vega y el teatro español, Miguel de Unamuno,Ramón del Valle Inclán, Rubén Darío, Antonio Machado, Pío Baroja, Juan RamónJiménez, el día de Cervantes –la Fiesta de la Lengua–, la vitalidad y grandeza de lalengua española, el folklore hispano, las escuelas literarias, etc. Por lo general, losperiódicos neoyorkinos y algunos españoles, puertorriqueños, cubanos y de otros pa-íses hispanoamericanos, recogían en sus páginas toda o parte de la información ofre-cida en estos actos; La Prensa, La Tribuna, Plus Ultra, España Republicana y Espa-ña Libre, casi siempre informaron sobre ellos; también se encuentran algunasnoticias sobre Onís en:New York Evening Post, The New York Times, Wellesley Co-llege News, Barnard Bulletin, New York Herald Tribune, La Voz, Diario de la Mari-na, Repertorio Americano, La Opinión, El Mundo, El Imparcial, Summer SchoolNews, La Democracia, La Correspondencia, La voz de Cantabria, El Sol; incluso ElAdelanto, de Salamanca, se hacía eco con natural orgullo de la labor que realizaba enlos Estados Unidos este ilustre profesor, ahora de la Universidad de Columbia y an-tes catedrático de la Universidad de Salamanca, y le llamaba «Adelantado Mayor dela cultura hispánica en Norteamérica».20 Con motivo de la publicación de Ensayossobre el sentido de la cultura española,Azorín le da una buena acogida al libro y di-ce de su autor: «Federico de Onís es una de las más simpáticas y cultas personalida-des españolas. Vive en el extranjero desde hace muchos años; en el extranjero, Esta-

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19 Federico García Lorca, «A Federico de Onís», «Cartas de Federico García Lorca»,Obras Com-pletas, 16 ed., Recopilación y notas de Arturo del Hoyo, Prólogo de Jorge Guillén, Epílogo de VicenteAleixandre, Madrid, Editorial Aguilar, 1971 pp. 1669-1670.

20 R. Aguirre,El Adelanto, Salamanca 8 de junio, 1934; todos los artículos publicados en los perió-dicos citados de esta época, se encuentran en la Sección Noticias y Actividades, AFO.

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dos Unidos, explica literatura y lengua españolas; su profesorado es fecundo en re-sultados positivos para el buen nombre de España. ...»21 Su amigo, José Moreno Vi-lla, afirma: « ... Todos sabemos que viene a ser nuestro verdadero adelantado, nues-tro ministro permanente en Columbia University».22 Juan Ramón Jiménez, en 1935,hace en pocas palabras un penetrante retrato del joven salmantino: « ... Siempre esOnís igual al sí de ayer y al de hace un año, igual por fuera y por dentro; y creo queseguirá siendo igual hasta su fin español o americano. ...».23

Por su parte, Don Federico enviaba con cierta regularidad sus colaboraciones aperiódicos como El Sol, El Adelanto, La Tribuna, La Prensa, en las cuales infor-maba sobre algunas actividades, expresaba sus opiniones en torno a temas de li-teratura y cultura española e hispanoamericana o sobre el estilo de vida norteame-ricana. Vale la pena detenernos aquí en esa visión el hombre europeo e hispanoante una sociedad poderosa, rica y de indiscutible influencia mundial; una socie-dad que admiraba en algunos aspectos, no en otros, pero que con el tiempo pudocomprenderla; una sociedad, además, en la que tuvo que luchar para lograr el reco-

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21 Azorín, José Martínez Ruiz, «El parecer de Azorín»,Repertorio Americano, San José de CostaRica, 14 de enero, 1933.

22 José Moreno Villa, «Federico de Onís o el fronterizo de la cultura»,Residencia, núm. 3, Madrid,1931, II, p.174, en el Archivo José Moreno Villa, Residencia de Estudiantes, Madrid.

23 Juan Ramón Jiménez, «Federico de Onís»,El Sol, Madrid, 15 de diciembre, 1935, véase tam-bién el elogioso artículo del profesor y crítico Angel Flores, «Spain’s Envoy of Good Will: Federico deOnís,New York Herald Tribune,20 de agosto, 1933; traducido y reproducido en El Adelanto,Salaman-ca, 24 de marzo 1934.

Desde luego de esta labor suya, como hemos podido ver, se tenía entonces noticia en España; porel contrario, pienso que ahora éste no es el caso, pues, dentro del mundo académico y cultural españolde hoy día - la que esto escribe lo ha podido comprobar - es Federico de Onís el gran desconocido paralas generaciones más jóvenes y hasta no tan jóvenes. Como también pude constatar en mi reciente visi-ta - 23 de mayo de 2002 - a Columbia University, en particular al Hispanic Department y al HispanicInstitute, el olvido de su obra y la decadencia en que se encontraban ambas dependencias, que él fundóy a las que dedicó todo su entusiasmo: los muebles antiguos llenos de polvo, la famosa Dama de Elcheen un rincón, el estado de deterioro de los archivos - en un sótano cerca del río - el lector podrá suponerel grado de humedad que se sentía en el ambiente, el hongo había invadido ya algunos documentos va-liosos, como me ocurrió al no poder revisar el cartapacio de Méndez Pidal, cubierto de limo y hongo;por no mencionar la precaria organización de los mismos archivos; gracias a la ayuda de un amable es-tudiante graduado, Christian Rivera, pude ver los referidos archivos. Es lamentable que se pierda la la-bor y el legado de toda una vida dedicada a dar a conocer los valores de la cultura hispánica en los Es-tados Unidos; que en la propia España y en Hispanoamérica haya universitarios, profesores, genterelacionada con los departamentos de literatura española que ignoran que fue Federico de Onís quien,en los Estados Unidos, rompió barreras para que se reconociera y se le diera el lugar que le correspon-de a la lengua española y su literatura, así como también la literatura hispanoamericana. No tuve laoportunidad de ver - debido a diferencias cronológicas - lo que fue el Hispanic Institute ya con su sedefísica en el Instituto o la Casa de las Españas en su momento de esplendor, cuando se daban actos cul-turales todos los lunes y cuando este lugar era el punto de encuentro de lo más granado de la culturahispánica en los Estados Unidos; allí dieron sus conferencias, leyeron y hablaron de su poesía, reflexio-naron sobre temas culturales y políticos figuras de la talla de: Fernando de los Ríos, Américo Castro,Lawrence Wilkins, Federico García Lorca, Angel del Río, Frank Callcott, Archer M. Huntington, Clau-dio Sánchez Albornoz, Juan Ramón Jiménez, Concha Meléndez, Eduardo Mallea, Enrique Laguerre,Luis Alberto Sánchez, Tomás Navarro, Angel Flores, Gilberto Freyre, Arturo Uslar Pietri, Germán Ar-ciniegas, Gabriela Mistral, Pedro Salinas, Jorge Guillén, entre otros. Don Federico confió a ZenobiaCamprubí de Jiménez toda la decoración y arreglos de la Casa de las Españas; ella era también la re-presentante oficial de esta entidad ante la Junta para la Ampliación de Estudios; sobre este tema en es-pecífico, véanse el artículo de Matilde Albert Robatto, «La querencia americana...»,Opus cit.,y la pró-xima publicación del libroFederico de Onís: cartas..., Opus cit.

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nocimiento de los valores de su propia cultura, que él con tanto orgullo representa-ba. Ya en el «Discurso» de apertura del curso de la Universidad de Salamanca,Onís ve en la sociedad norteamericana una necesidad de cambio, de apertura, quese hizo inevitable a partir de la primera Guerra Mundial; desde el punto de vistapolítico y comercial también los Estados Unidos necesitaban esa expansión, aun-que algunos sectores de esta sociedad se mostraran renuentes al cambio; pero elnuevo orden mundial lo imponía; el «panamericanismo» se había iniciado en sufase preliminar, y así lo confirmaba Onís:

... La posición tomada se ha traducido en dos órdenes de hechos: una política general deestrechamiento de los lazos económicos y morales entre los pueblos todos de Américapara ayudarse a realizar sus fines comunes, es decir, la política llamada panamericanis-mo, y la intervención concreta de los Estados Unidos, en diversos momentos y con mo-tivos y fines de muy diferente carácter, en la vida interior de ciertos pueblos hispanoa-mericanos, como, por ejemplo, Cuba, Puerto Rico, Méjico, los países centroamerica-nos, Panamá y Santo Domingo. La primera tendencia, o sea el panamericanismo, puedeconsiderarse como un movimiento nacional que va definiéndose e identificándose dedía en día y que encuentra acogida y aplauso en todos los corazones norteamericanos;los hechos de la segunda clase, como son muy distintos entre sí, son juzgados de muydiferente manera por los ciudadanos de este pueblo y algunos de ellos están en francacontradicción con los sentimientos dominantes en la mayoría de los norteamericanos.Pero yo no voy a hablaros ahora de la política de los Estados Unidos, que, para ser en-tendida, necesitaría ser estudiada extensa y cuidadosamente; yo quiero simplementemostraros las consecuencias que esa política haya podido tener para desarrollar en estepaís el estudio y difusión de nuestra lengua y nuestra cultura. La tendencia de acercamiento a los pueblos hispanoamericanos y las relaciones comer-ciales cada día crecientes con ellos, han contribuido a crear un interés, cada día crecien-te también, por la lengua y civilización españolas....Los Estados Unidos, quiéranlo o no,han entrado en una nueva fase de su historia, francamente expansiva e internacional; yano pueden vivir dentro de sus fronteras ni sentirse ajenos a nada que en el mundo ocu-rra; el papel directivo que, por la fuerza de los hechos, han asumido desde los días de laguerra, les obliga, si han de vivir, a contar con todo el mundo como todo el mundocuenta con ellos, y a desarrollar, como lo vienen haciendo, no sólo una política interna-cional hispanoamericana, sino una política europea y una política asiática... Entonces empezó a desarrollarse, como una fiebre colectiva, el ansia de conocer el es-pañol y todo lo referente a los pueblos donde el español se habla. El español era el ins-trumento para entenderse con ellos y con ellos comerciar. Pero comerciar, si ha de ha-cerse bien, es una actividad difícil: no basta con conocer la lengua; hay que conocer alos hombres que la hablan, sus gustos, su carácter, sus costumbres, su psicología, susideales; para lograrlo hay que conocer su historia, su geografía, su literatura, su arte.24

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24 Federico de Onís, «El español en los Estados Unidos», Discurso escrito para la apertura del cur-so de la Universidad de Salmanca, 1 de octubre de 1920; publicado sin permiso del autor - según lo ha-ce constar de su puño y letra - en el ejemplar del periódico La Tribuna,18 de diciembre, 1920; Ensayos..., Opus cit.,y España ..., Opus cit.,pp. 679-702; relacionado con el «panamericanismo», véase, Wi-lliam R. Shepherd, «Hacia la amistad triangular»,Revista Hispánica Moderna, Boletín del Instituto deLas Españas, núm. I, Nueva York, 1934, I, pp.1-10.

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Es interesante notar como Don Federico percibe unos cambios en la sociedadnorteamericana, se esfuerza en interpretarlos, pero, sobre todo, toma una posicióndiplomática al referirse a la inevitable convivencia –impuesta por razones geográ-ficas e históricas– de ambas culturas: la norteamericana y la hispánica, a sabiendasde las diferencias políticas, sociales y culturales entre ellas; aunque recordemosque de él son estas palabras: «... No nos entendemos los hombres de los distintospueblos por aquello que hay de igual entre nosotros, sino por lo que más genuina-mente nos diferencia y separa. ...».25

Mas en esta referencia a la cultura hispánica, le duele el menosprecio que sehace del español al considerarlo solamente como una lengua de interés comer-cial, para negocios, con un precario fin utilitario; esta actitud hacia un idioma esper seminusvalorativa, ignora la riqueza que entraña la relación lengua-cultura.No es raro escuchar opiniones similares entre personas dedicadas al comercio oa profesiones con fines meramente prácticos, sin embargo, resulta inexplicableoírlas de personas relacionadas con la enseñanza de idiomas; y así le ocurría aDon Federico cuando se refiere a todas estas gentes como enemigos del español.Contra ellos lucha con todas sus fuerzas, recomienda en la Universidad de Co-lumbia –en el Departamento Hispánico– una mayor variedad de cursos de len-gua y de las literaturas española, hispanoamericana, portuguesa y brasileña.26

Federico de Onís, que no sólo conocía muy bien, sino que explicaba de formaúnica Don Quijote de la Mancha,tenía él también mucho de «Quijote», y claroestá, es de suponer, con bastante probabilidad de acierto, que tuviera que desha-cer entuertos y pelear con gigantes o molinos; porque entre sus propios colegasexistían ciertos prejuicios hacia la lengua española y también hacia la misma li-teratura hispanoamericana; prejuicios que habría de desenmascarar, de su propiapalabra los conocemos:

... Las palabras que yo empleo son suaves, puesto que, no gente de la calle, sino profe-sores de lenguas romances, que deben saber algo de España, se han expresado publica-mente en formas mucho más violentas, y se han atrevido a presentar a discusión en reu-niones de sociedades sabias la tesis de que la lengua española no tiene literatura dignade tal nombre. Y estos hombres honestos se han preguntado publicamente: entonces¿para qué estudiarla? Claro está que los norteamericanos amigos y conocedores de lacultura española no han dejado sin contestación esa pregunta airada, y han tenido querecordar que Cervantes sólo con Shakespeare puede emparejarse en la historia de la li-teratura universal; que nuestro Romancero es el monumento de poesía popular másgrande y más vivo que ofrece ningún pueblo; que nuestra novela clásica creó para elmundo los diversos tipos de la novela moderna; que nuestra literatura mística es única;que nuestra comedia clásica es el primer teatro popular y romántico de Europa; ... queVelázquez y Goya, siendo tan grandes como los más grandes pintores del mundo, sonlos padres de la pintura moderna; ... que hoy mismo, el todo inseparable que forman los

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25 Ibidem, p. 681.26 Sobre la historia y renovación de los estudios hispánicos en la Universidad de Columbia, véase,

Federico de Onís, «Historia de los estudios Hispánicos en la Universidad de Columbia»,España...,Opus cit.,pp. 725-734.

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pueblos que hablan español ofrece al mundo manifestaciones de vitalidad cuyo valor noes menor que el de ninguno de los pueblos que se consideran directores de la civili-zación.27

A esta altura del ensayo podemos preguntarnos si Federico de Onís siguió decerca el consejo de su amigo Archer M. Huntington –como hemos visto en páginasanteriores– cuando le recomendaba abandonar todas las actividades que no fueranlas académicas y de investigación pues él era un scholar; sin duda que lo era, perotambién es verdad que al lado del scholarestaba el hombre de acción que le im-pulsaba a llevar a cabo otras tareas como diseñar, organizar, dirigir; funciones quellevó a cabo con todo éxito, pues estamos ante una personalidad con un gran lide-rato, lo que era muy importante para poder ejercer con efectividad en un puesto ytambién a la hora de tomar decisiones. Después de haber leído y repensado su obraescrita, de reconocer su valor de pionero en lo que se refiere al estudio de las li-teraturas hispánicas, hay que admitir que, gracias al hombre de acción, se pudieronrealizar tan importantes proyectos como los que mencionaremos a continuación.

En 1920 las autoridades de Columbia lo nombran director del Instituto Hispá-nico, Hispanic Institute o Instituto de las Españas; si bien la fundación del Institu-to es obra del esfuerzo colectivo de unos hispanistas, la presencia de Federico deOnís fue determinante para el éxito de esta Institución, la cual contaba no sólo conel auspicio de la Universidad de Columbia, sino también con el respaldo de la Jun-ta para la Ampliación de Estudios, la Junta de Relaciones Culturales, el Centro deEstudios Históricos, en España, y con el Instituto de Educación Internacional deNueva York, la Asociación de Maestros de Español y Portugués de los EstadosUnidos y la Cámara de Comercio Española de Nueva York, además de otras uni-versidades. Esta entidad tenía como fin dar actividades relacionadas con el Depar-tamento Hispánico de la Universidad y también servir de enlace cultural entre Es-paña, Hispanoamérica y los Estados Unidos. En 1930 el Dr. Butler, presidente deColumbia University, le comunica al director, Dr. Onís, la necesidad de tener un lu-gar para las actividades del Instituto Hispánico, que hasta entonces se celebraban enel campusuniversitario; de esta manera nace lo que fue la La Casa de las Españas,esto es, la sede física del Instituto, que desde el principio tuvo el apoyo económicode la Universidad de Columbia, y en 1934, 1935 y 1936 la Junta de Relaciones Cul-turales le concedió al Instituto la subvención de dos mil dólares. Don Federico con-fió en el buen gusto de Zenobia Camprubí de Jiménez para la decoración y arreglode La Casa de las Españas; el esplendor de esta Institución se recuerda con gran ad-miración y cierta nostalgia por los que conocieron aquella época.

El Instituto de las Españas hacía también una labor editorial en español y en in-glés; se publicaban tesis doctorales, conferencias y otros textos de interés para es-tudiosos de las literaturas hispánicas; se llegaron a publicar alrededor de cien li-bros. Ligada estrechamente al Instituto Hispánico y a la Universidad de Columbiaestá la Revista Hispánica Moderna,voz representativa de ambas instituciones.Onís fue su fundador y director desde 1934 hasta 1954; el prestigio de la misma,

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27 Federico de Onís, «El español en los Estados Unidos»,España ..., Opus cit.,p. 694.

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desde sus inicios, lo ha confirmado la calidad de sus publicaciones, así como elpropio diseño de la revista.28

Puerto Rico ha sido un país de gran significado en la vida de Onís, aunque tam-bién se podría decir que esto ha sido recíproco. En 1925 Don Federico recibe unainvitación del presidente, Dr. Thomas E. Benner, para enseñar en la Universidad dePuerto Rico durante la sesión de verano de 1926; después se le encomendará lafundación del Departamento de Estudios Hispánicos.29 Desde sus inicios, el De-partamento contó con el apoyo de la Universidad de Columbia y con el Centro deEstudios Históricos de Madrid; era un buen comienzo para crear un joven departa-mento que, andando el tiempo, llegaría a ser uno de los mejores departamentos deestudios hispánicos en los Estados Unidos. La Universidad de Columbia autorizaal profesor Federico de Onís, para que lleve a cabo las funciones de director delDepartamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico; valga lapena aclarar que dichas funciones las realiza el director de forma gratuita; anteciertas observaciones, el propio Dr. Benner puntualizó:

... parece que hay muchos que equivocadamente creen que esta cooperación es costosa ala Universidad de Puerto Rico. No nos cuesta un centavo y en muchos casos nos ha aho-rrado grandes sumas de dinero. Don Ramón Menéndez Pidal y don Tomás Navarro To-más del Centro de Estudios Históricos, por ejemplo, al servir sin sueldo como direc-tores de nuestro Departamento de Estudios Hispánicos, han puesto a nuestradisposición sin costo alguno la sabiduría y la experiencia que todo el mundo reconoceen ellos. Igualmente , Don Federico de Onís de la Universidad de Columbia, nos prestasus brillantes servicios como director de este departamento sin sueldo u otra recompen-sa que la que vendrá del reconocimiento público de la parte que él tome en las laboresque muy propiamente podemos esperar. ¿Qué nos costaría emplear hombres como es-tos? Más, ciertamente, que lo que la Universidad puede pagar».30

El Centro de Estudios Históricos envía al nuevo Departamento profesores es-pañoles de prestigio por las investigaciones y publicaciones en su especialidad,

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28 Para mayor información sobre este tema, véanse Fernando de los Ríos, «Sobre actividades delInstituto de las Españas», descripción del embajador de España en Washington al ministro de Estado enValencia, el 11 de febrero de 1937, cartapacio de Fernando de los Ríos, Sección Correspondencia,AFO; Federico de Onís, «Historia de los Estudios Hispánicos en la Universidad de Columbia», « LaCasa de las Españas»,España ..., Opus cit.,pp. 724-734, 735-736; Federico de Onís, «Memoria delCurso 1920-1921 presentada al Consejo General Ejecutivo, Junta para la Ampliación de Estudios, Ins-tituto de las Españas en los Estados Unidos, Madrid- Nueva York, 1921, «Onís: Obra y crítica», AFO;La Prensa, Nueva York, 12 de octubre, 1931; Yvonne Barret, « La Casa de las Españas en los EstadosUnidos»,La Torre, Homenaje a Federico de Onís, Revista de la Universidad de Puerto Rico, núms.127, 128, 129, 130, Río Piedras, 1985, XXXIII, pp. 307-317; Matilde Albert Robatto, «La querenciaamericana...»,Opus cit.,pp. 86-117, y Federico de Onís ... Opus cit.,la cita 23 de este ensayo.

29 Carta del 12 de noviembre de 1925, cartapacio núm. 7 B, cartas administrativas, Sección Noti-cias y Actividades, AFO.

30 «Federico de Onís nos presta sus servicios sin sueldo ni otra recompensa» La Democracia, 10 demayo, 1927, «Onís: crítica», AFO; para más información sobre la creación del Departamento de Estu-dios Hispánicos, véase los siguientes cartapacios núm. 7A y 7B, 1925-1926; núm. 8, 1926, núm. 9A y9B, 1927; núm. 10A y 10B, 1928; núm. 11, 1928-PR; núm. 12A y 12B, 1929-1930, Sección Noticias yActividades, AFO; cartapacio de Antonio S. Pedreira, Sección Correspondencia, AFO.

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Tomás Navarro, Amado Alonso, Américo Castro, Fernando de los Ríos, entreotros, y el propio Onís; ellos habrán de ser los que ayuden a formar a la generaciónjoven de profesores puertorriqueños que unos años más tarde –así lo pensabaOnís– tomarían las riendas del Departamento, como: Antonio S. Pedreira, ConchaMélendez, Enrique Laguerre –alumnos de Onís en Columbia– , Margot Arce, cuyatesis doctoral sobre Garcilaso de la Vega la publicó el Centro de Estudios Históri-cos en 1930, Jorge Luis Porras Cruz, Manuel García Díaz, Pablo García Díaz, en-tre otros

En 1928 Onís funda la Revista de Estudios Hispánicos, organo oficial del De-partamento; la misma cuenta también con el apoyo del Centro de Estudios Históri-cos, con la ayuda económica de la Universidad de Puerto Rico y la Universidad deColumbia y la cooperación de la oficina del Instituto de las Españas. Los editoresy colaboradores de la revista son personas de reconocidos méritos: Robert H. Wi-lliams, Tomás Navarro, José Padín, Ricardo Rojas, Pedro Henríquez Ureña, JoséVasconcelos, William R. Shepherd, Antonio S. Pedreira, Ramón Lavandero, Rafa-el W. Ramírez, Concha Meléndez, Fernando de los Ríos, Gabriela Mistral, Miguelde Unamuno, E. C. Hills, Fidelino de Figueirido, Antonio G. Solalinde, AméricoCastro, José María Chacón y Calvo, Alfonso Reyes, Arturo Torres Rioseco, Salva-dor de Madariaga, María de Maeztu, Ramiro de Maeztu, John G. Underhill, entreotros. La Revista fue muy bien recibida en los círculos intelectuales dentro y fueradel país; Don Federico estaba orgulloso de la misma, así se lo manifiesta a Améri-co Castro en una carta del 17 de mayo de 1928: «... Me alegra saber que la Revistade Estudios Hispánicos te parece bien, que estás deseoso de colaborar activamenteen ella y que condenas la actitud de Olariaga. ...Por lo demás la revista marchamuy bien, encontrando calurosa aprobación en todas partes, especialmente en His-panoamérica. ...».31

Para 1929 Federico de Onís renuncia a la dirección del Departamento de Estu-dios Hispánicos y de la Revista. Los motivos, como he podido comprobar a la luz delos documentos leídos al respecto, no están del todo claros pues la renuncia de Onís,al parecer, es una respuesta a la destitución del Dr. Benner por parte de la Junta deSíndicos de la Universidad, aunque podrían existir otras razones que se dejan leerentre líneas; la prensa del país pide una explicación. Onís, por su parte, en ese mismoaño de 1929 asumirá la dirección del Departamento Hispánico de Columbia Univer-sity, pero no se desligará de la Universidad de Puerto Rico ni de sus estudiantes; asílo asegura en carta al Sr. Gildo Massó, Presidente Interino, después de señalarle lasdificultades enfrentadas por el cambio de actitud de las autoridades universitarias yde aclararle que, con su renuncia, terminaba la colaboración de Columbia University

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31 Cartapacio de Américo Castro, Sección Correspondencia, AFO; Luis Olariaga escribió un breveartículo «La propaganda española en América» en El Sol, Madrid,12-IV-1928, sobre la nueva Revistade Estudios Hispánicos, en términos generales de una manera positiva, aunque le señala lo que, a sujuicio, podría suponer algún riesgo para la Revista, sobre esto Onís le escribe a Castro en la citada car-ta: « ... Somos como niños mal educados y obramos con una ligereza inconcebible ante la gravedad deeste problema de América, que habría que tratar con tanto cuidado. ... Hay que hacer en cada sitio unacosa distinta: unas cosas en España, otras en Hispanoamérica y otras en los Estados Unidos.» Para ma-yor información sobre la Revista de Estudios Hispánicos, se pueden revisar las fuentes mencionadas enla nota 30.

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y del Centro de Estudios Históricos con la Universidad de Puerto Rico: « Siento mu-cho verme en la imposibilidad de continuar una labor en la que he puesto todo el en-tusiasmo y la fe que logró despertar en mí la juventud puertorriqueña, a la cual con-tinuaré sirviendo desde aquí [Columbia University] en la forma que pueda»32. Nodebe pasar inadvertida la negativa por parte de las autoridades de la Universidad, an-tes de 1926, a invitar al entonces catedrático de la Universidad de Granada, Fernandode los Ríos, por pertenecer éste al Partido Socialista. Onís, en una carta del 11 deseptiembre de 1926, al presidente de la Universidad Dr. Benner, le solicita su ayudapara volver a gestionar esta invitación:

Dr. Fernando de los Ríos, professor of University of Granada, has just come to thiscountry as a delegate to the Congress of Philosophy to be held in Boston next week.He will give lectures at several American universities, and in November will leave forMexico, where he is to inaugurate the Sociedad Cultural Española ... It has, however,seemed to me that perhaps the University of Porto Rico could take advantage of theproximity of Dr. de los Ríos to invite him there for the second semester. If this couldbe arranged it would mean a great deal to the University. Fernando de los Ríospossesses in an unusual degreee the best qualities of the Spanish gentleman, and hewould make an excellent impression on everybody. Although his chair if of PoliticalScience, he has specialized in the political history of Spain and Spanish-America, andnobody could give a better course than he in the history of Spanish civilization. Likehis distinguished uncle, D. Francisco Giner de los Ríos, he has always been keenlyinterested in pedagogical questions, and he has made especial studies of tem in En-gland and Germany.Several years ago the Centro and I recommended Dr. de los Ríos for Porto Rico, and itseems that his name was rejected on the ground that he was a Socialist congressman.This was a mistake in judgement: for a Socialist in Spain is very different from beingone in the United States, and besides Dr. de los Ríos is a gentleman of such tact andmental superiority that it is out of the question to think that his work in Porto Rico couldtake on the slightest political tinge.33

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32 AFO, Sección Noticias y Actividades, cartapacio núm. 12B, 1929-1930. 33 Sobre este asunto véase también la carta de Onís a Benner del 11 de septiembre, 1926, cartapa-

cio núm. 7B, Sección Noticias y Actividades, AFO. Fernando de los Ríos fue invitado por la Universi-dad en 1928, 1929, 1939 y 1942.

Hay que recordar que en Estados Unidos, en aquella y otras épocas ha existido cierta desconfianzahacia quienes, de alguna forma, se han identificado con el socialismo en sus diversas interpretaciones.Federico de Onís era un hombre liberal y simpatizante de la República; los profesores españoles invita-dos a Puerto Rico y los Estados Unidos –personas con excelentes credenciales académicas– tambiénestaban del lado republicano, y entonces la política isleña seguía las pautas de la metrópoli. Me inclinoa pensar que la invitación a Salvador de Madariaga –véase cartapacio núm. 12B, ya citado– debió deser objeto de censura por parte de la administración universitaria puertorriqueña; habría que esperarotro tiempo para que en los Estados Unidos se entendiera en toda su amplitud lo que era el socialismo,el republicanismo e incluso el liberalismo de posguerra española. Años más tarde La Universidad dePuerto Rico y su entonces rector, Lcdo. Jaime Benítez, abriría sus puertas al exilio español, como biense pudo constatar en el Congreso «Cincuenta años del exilio español en Puerto Rico y el Caribe 1939-1989», celebrado en la Universidad, Recinto de Río Piedras, sobre esto véase Cincuenta años de exilioespañol en Puerto Rico y el Caribe 1939-1989, editora Charo Portela Yáñez, Sada, A Coruña, Ediciósdo Castro, 1991.

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A nuestro modo ver, todo parece indicar que se dieron unos cambios inespera-dos por parte de la administración universitaria, de naturaleza política y académi-ca; se percibe en algunas cartas ciertos desacuerdos y oposición hacia la labor quellevaba a cabo Onís, quien, hay que recordar, fue el fundador del Departamento yde la Revista; todo esto debió de ofender la sensibilidad de Don Federico, pero, so-bre todo, estaba en conflicto con la visión que él tenía de lo debería llegar a ser elDepartamento de Estudios Hispánicos y la Revista; y también con su firme defen-sa del respeto y la tolerancia ante la diferencia de ideas que debe prevalecer en to-da universidad. Nos apoyamos para esto en la carta del 30 de mayo de 1929 de Fe-derico de Onís a Fernando de los Ríos, en la cual le informa sobre unos hechosirregulares llevados a cabo por la Junta de Síndicos de la Universidad de PuertoRico, que dice así:

Mi propuesta de Salvador de Madariaga como profesor visitante ha sido rechazada y seque en la Junta de Síndicos donde se tomó ese acuerdo se hizo a propuesta de [Juan B.Huyke, comisionado de Instrucción] Huyke quien dijo que habían hecho hasta ahorademasiado por el español y que de ahora en adelante they ought to stress the English.Ante estas cosas yo me he confirmado en la idea que hace tiempo tenía y voy a rompertoda conexión con la Universidad de Puerto Rico. Desde luego Columbia Universitytermina también su colaboración en el Departamento de Estudios Hispánicos....34

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Federico de Onís y Jorge Guillén en el Seminario Federico de Onís.(Seminario Federico de Onís, Departamento de Estudios Hispánicos, UPR).

34 Cartapacio Fernando de los Ríos, Sección Correspondencia, AFO.

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Durante sus periódicas visitas a la Isla, Onís dio conferencias en la Universidady en otros centros culturales como el Ateneo Puertorriqueño y la Biblioteca Carne-gie, donde disertó sobre temas de literatura española, hispanoamericana y puerto-rriqueña; siempre insistiendo en la importancia de las diferencias entre estas litera-turas, en cómo Hispanoamérica debía crear obras diferentes que respondieran a laoriginalidad de su cultura. Los periódicos del país,El Mundo, La Corresponden-cia, El Imparcial, La Democracia, informaron sobre estos actos.35 Es tambiénOnís, con la ayuda de otros profesores y destacadas figuras en el mundo culturalespañol y puertorriqueño, el iniciador del proyecto «La Institución Cultural Espa-ñola» en Puerto Rico, entidad que tendría entre sus objetivos la difusión de la cul-tura hispánica así como mantener lazos de confraternidad entre los países america-nos; instituciones similares se crearon en otros países hispanoamericanos.

En honor a la verdad, hay que consignar que Don Federico tuvo en Columbiatres alumnos puertorriqueños de excepción, me refiero a Antonio S. Pedreira, Con-cha Meléndez y Enrique Laguerre; estos distinguidos alumnos, luego colegas yamigos, se referían a don Federico con gran admiración y cariño: Antonio S. Pe-dreira lo calificaba como «un admirable sembrador de ideas»;36 Concha Meléndezafirmaba: «En su cátedra, sus palabras geniales llevan a los alumnos por caminos aveces imprevistos de arte y de ideal. ... El Dr. de Onís es más que todo esto, el co-mentador más emocionante que he conocido de la belleza literaria que España hadado al mundo. ...» ;37 Enrique Laguerre, en su programa radial «Puntos de parti-da», describe así el trato de Don Federico con sus alumnos:« Mientras estuve en laUniversidad de Columbia, el estudiante puertorriqueño encontró en don Federico aun amigo y a un maestro cordial. Esa fue mi experiencia personal mientras estuveallí». Pregunta el entrevistador al entrevistado cómo logró identificarse con la vidaamericana, su interés y afecto por la cultura hispanoamericana; Don Federico, lue-go de dar una extensa explicación en la que alude a su inicial curiosidad por elmundo americano y a la influencia que en esto tuvo su maestro Miguel de Unamu-no, quien lo inició en el conocimiento de la lengua y literatura inglesa y tambiénde la norteamericana, especifica lo siguiente:

... Cuando vine a Columbia University en 1916 para organizar en ella los estudios espa-ñoles, la razón principal de que me quedase allí definitivamente fue mi interés en la otraAmérica, la española, y el Brasil. Nueva York era el mejor observatorio para conocerlaen su integridad y el centro de comunicación con todos sus países. En Nueva York con-vivíamos todos los hispanos como si fuésemos unos: ante otra cultura adquiríamosconciencia de la unidad profunda de la nuestra.

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35 Para mayor información sobre los artículos periodísticos, véanse los cartapacios: núm. 7A,1925-1926; núm. 8, 1926; núm. 9A, 1927; núm.10A, 1928; núm. 11, 1928-PR; núm.12A, 1929-1930,Sección Noticias y Actividades, AFO.

36 Antonio S. Pedreira, «De Salamanca a Columbia»,El Mundo, Puerto Rico, 20 de diciembre,1925, p. 3.

37 Concha Meléndez, «El Dr. Federico de Onís»,Puerto Rico Ilustrado, San Juan, septiembre,1926, p. 17.

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Además he visitado casi todos los países hispanoamericanos y en cada uno de ellos seha confirmado mi convicción de la amplitud y riqueza de nuestra cultura, a la vez una ydiferente. Así he aprendido a entender y amar a América y a España. ...38

En otro programa radial realizado en 1957, Enrique Laguerre habla del ma-estro y recuerda sus palabras: « ... Cuando el otro día, en justo reconocimiento,le recordaba mis agradables experiencias estudiantiles en Columbia, sin ningúnempaque me dijo: La responsabilidad del maestro es ayudar a su discípulo. ...»Y así lo retrata Laguerre: « Diría que don Federico es de los que saben obser-var, escuchar, comprender. ...». El reconocido novelista puertorriqueño, quesiempre recibió el apoyo caluroso del maestro cuando se publicaban sus nove-las, conocedor también de su profundo americanismo, así nos lo confirma: «Con esa disposición suya para comprender lo americano ha servido don Federi-co la mejor causa española. No es extraño, pues, que lo sintamos nuestro sinque haya sido desleal a España; al contrario, su lealtad a España se manifiestavivamente en su amor por América».39

Sin duda que Puerto Rico ocupó para Don Federico un lugar de privilegio enel mundo de sus afectos. Cuando en 1954 se acoge a la jubilación en ColumbiaUniversity, el rector de la Universidad de Puerto Rico, Lcdo. Jaime Benítez, lecursa una invitación para que se incorpore a la Academia en calidad de directordel Departamento de Estudios Hispánicos, que él mismo había fundado añosatrás; invitación que acepta; desde esa fecha fija su residencia en la Isla con ca-rácter permanente. Se quedará como director del Departamento hasta 1957; en1958 crea y dirige el Seminario de Investigación del Departamento, que hoy lle-va su nombre. A la Universidad de Puerto Rico le hace donación de su Bibliote-ca y Archivo, legado importantísimo por la diversidad de libros y el valor de al-gunas ediciones que se catalogan como «libros raros», además de los librosantiguos, entre los que se encuentran dos del siglo XVI y otros de los siglosXVII, XVIII y XIX; en la «Bibliografía de libros antiguos», proyecto que llevéa cabo con la colaboración de unos estudiantes graduados del Departamento, serecogen todos los títulos de estos valiosísimos ejemplares, en su mayoría proce-dentes de la Biblioteca de Don Federico.40 Hoy día el Archivo Onís es una va-liosa fuente documental sobre literatura española, hispanoamericana y puerto-rriqueña; a modo de ejemplo podemos informar que, en la sección de «Noticias

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38 Enrique Laguerre, «Puntos de partida», «Entrevista con el Dr. Federico de Onís», Programa ra-dial, WIPR-Radio, estación del Gobierno, San Juan, Puerto Rico, 3 de octubre, 1954.

39 Enrique Laguerre, «Puntos de partida», «El profesor Federico de Onís», Programa radial, WIPR-Radio, estación del Gobierno, San Juan, Puerto Rico, 19 de mayo, 1957.

40 Matilde Albert Robatto, «Bibliografía de Libros Antiguos: S.XVI, XVII, XVIII, XIX del Semi-nario Federico de Onís»,Revista de Estudios Hispánicos, Universidad de Puerto Rico, Río Piedras,núm. 2, 1997, XXIV, pp. 197-208; trabajé en este proyecto en el curso académico 1995-1996, cuandoera directora del Seminario Federico de Onís; también como directora de este proyecto, tuve a mi cargola orientación y entrenamiento primero y luego la valiosa colaboración de los siguientes ayudantes deinvestigación, pertenecientes al Programa Graduado de Estudios Hispánicos: Aura Colón, Angela Gon-zález, Gladis Ortiz de Jesús, Reginald Pierce y Jorge Jiménez Emanuelli. Separatas de esta publicaciónse encuentran en la Biblioteca del Congreso y en The Hispanic Society of America.

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y Actividades», se se han registrado más de seiscientas (600) entradas –quecomprenden desde 1915 hasta 1963– y corresponden a la actividad cultural de-sarrollada por Onís; asimismo, la correspondencia sostenida con numerosos es-critores, críticos profesores, amigos y otras cartas administrativas asciende amás de mil quinientas cartas (1,500).41

Siempre me ha sorprendido la lectura del artículo «Los ojos puertorrique-ños»,42 escrito por Don Federico en 1926; esto es, en los inicios de su encuentrocon Puerto Rico y, en especial, con sus estudiantes. Lo he leído en varias ocasio-nes, siempre me sorprende el tono personal y afectivo, que no es tan común en susescritos; como ya señalé anteriormente: «... está escrito con el corazón más quecon la razón, ...».43 El mismo recuerda su conferencia en la Residencia de Estu-diantes cuando afirmaba: «... sólo es digno de llamarse maestro quien sea capaz dedar a sus discípulos, una vez siquiera, una lección de amor y de intimidad senti-mental. Por eso ahora, al escribir estas líneas para mis estudiantes puertorriqueños,no me importa hablarles en tono tan sincero y personal. Y sólo a ellos he de decir-les lo que íntimamente siento acerca de su país».44 Es curioso por demás que no leescribió un artículo de esta naturaleza a sus estudiantes de Columbia, sin que estareflexión menoscabe el afecto del maestro por sus alumnos. Quiere decir –y es miinterpretación– que se produjo una buena sintonía desde el comienzo y así lo con-signó en este pequeño pero importante ensayo, en el cual afirma el conocimientopor vía de la intuición y del sentimiento que percibe en los ojos puertorriqueños.El maestro sabe que las vivencias profundas, las que tocan el centro del alma delhombre, se expresan mejor en los registros líricos correspondientes. A Don Federi-co le intriga la adaptación instantánea, sobre todo al pensar en las diferencias entrePuerto Rio y España, pese a esto afirma:

... hace más difícil de explicar mi adaptación instantánea al ambiente puertorriqueño detal manera que me parece que al llegar a él he vuelto a mi país. ... Es en los ojos –que nada ni nadie puede cambiar– donde leemos el fondo del alma hu-mana. Y yo, desde que llegué a Puerto Rico, veo por todas partes, en la calle, en mis cla-ses, unos ojos negros, castaños o garzos, alegres o tristes, a través de los cuales yo veoun alma que no tiene secretos para mí. Hay en ellos una mirada familiar y conocida, lamisma con que se encontraron mis ojos cuando empezaron a ver.45

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41 Todos los documentos del Archivo Onís se encuentran guardados en el Seminario, en las mejorescondiciones posibles. Cuando en 1995 me inicié como directora del Seminario Federico de Onís, unade mis prioridades fue la reorganización del Archivo; para poder realizar esto de la mejor manera posi-ble, me orienté con especialistas en este campo en la Universidad de Puerto Rico y también visité laOficina de Conservación de la Biblioteca del Congreso, con el propósito de tener el conocimiento ade-cuado. En este trabajo de lectura, organización, catalogación y automatización del Archivo conté con lagran ayuda de mis ayudantes de investigación: Lilliam Alicea, Profa. Elba Figueroa, Angela González,Mariaurely Rivera, mención especial merece la destacada colaboración de la ayudante de investigaciónProfa. Aura Colón.

42 Federico de Onís, «Los ojos puertorriqueños»,Summer School News,Río Piedras, Universidadde Puerto Rico, july, 1926; España ..., Opus cit.,pp. 36-38.

43 Matilde Albert, «La querencia americana...»,Opus cit.,p. 100.44 Federico de Onís, «Los ojos puertorriqueños»,España ... Opus cit.,p. 36.45 Ibidem, pp. 37-38.

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Juzgue el lector por sí mismo el grado de intimidad, empatía y cariño que con-tienen estas líneas. No creo que fuera la invitación del rector Benítez la razón prin-cipal que movió a Don Federico a tomar la decisión de pasar en Puerto Rico el úl-timo tramo de su viaje –tiempo tan importante en la vida del ser humano– piensoque ésa fue una gran motivación, pero quizá esa decisión ya la había tomado mu-cho antes.

Como hemos podido ver, estos años de Federico de Onís fueron muy producti-vos en su vida profesional pues, aparte de toda la actividad aquí registrada, tam-bién tuvo tiempo para hacer algunos viajes personales o de trabajo, a España envarias ocasiones, uno a México y otro a Oxford. Además, a partir de 1936, dedica-rá parte de su ocupado tiempo en atender las demandas de ayuda por parte de losexiliados españoles. El distinguido profesor de Columbia fue un exiliado volunta-rio, las manifestaciones verbales y escritas de su lealtad a la República así lo con-firman. En Nueva York asistía a los actos en apoyo al gobierno y, sobre todo, se so-lidarizaba con el pueblo español que luchaba en el campo de batalla o que partíapara el exilio. Secundó la iniciativa de Juan Ramón Jiménez para solicitar ayuda afavor de los intelectuales españoles en los campos de concentración de Francia; hi-zo programas de radio y escribió en los periódicos para crear conciencia del dramade España. Desde su prestigiosa posición académica pudo dar su apoyo o resolverlos problemas urgentes de quienes en situaciones penosas tocaban a su puerta; per-sonalidades como Jorge Guillén, Pedro Salinas, Claudio Sánchez Albornoz, Fer-nando de los Ríos, Joaquín Machado, Cipriano Rivas Cherif, Eugenio FernándezGranell, Américo Castro, entre otros, tuvieron para él palabras de gratitud. A Luis

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Busto de Federico de Onís, obra del escultor exiliado español en Puerto Rico, FranciscoVázquez, «Compostela».(Seminario Federico de Onís, Departamento de Estudios Hispánicos, UPR).

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Alberto Sánchez le expresaba así su abierta solidaridad con la República: «... Yono soy político, ... pero tengo conciencia de mis propias ideas. No puedo ser mo-nárquico, porque soy hombre de pueblo... no puedo estar con una dictadura cas-trense por las mismas razones por las que no soy monárquico... por tanto estoy conla República, sin necesidad de pegar gritos».46

Ya al término de este trabajo volvemos a preguntarnos ¿ por qué Federico deOnís desde 1916 viene a Estados Unidos, conoce Hispanoamérica y, desde su últi-mo viaje a España en 1935, pasará el resto de su vida en tierras americanas? Amé-rico Castro, en una carta del 9 de junio de 1921, hace referencia a otra suya ante-rior del 3 de junio de 1921, en la cual comunicaba a Onís que, con el fallecimientode Emilia Pardo Bazán, quedaba libre la cátedra en la Universidad, y animaba a sucolega para que hiciera la gestión oportuna; sin embargo recibirá una contestaciónno deseada: « ... Ayer llegó tu respuesta que nos ha producido tristeza; ya está vis-to que no volverás más por aquí, pues será difícil que se presente una oportunidadmejor que ésta: una vacante en el doctorado. Me doy clara cuenta, sin embargo, delos motivos de tu decisión, de índole absolutamente objetiva, tan independiente detu voluntad como de la nuestra».47 En 1925 su amigo y colega Antonio S. Pedreira,en una entrevista que le hace para el periódico puertorriqueño El Mundo,al repon-derle Onís a su pregunta sobre su permanencia en Estados Unidos, señalando lo si-guiente:« ... Aquí nuestra lengua, nuestra literatura, nuestro arte, nuestros valoresintelectuales necesitaban de gente preparada para su propagación, y era un deberpatriótico de todo buen español cooperar en tan magna empresa». Pedreira, por suparte, hace esta perceptiva reflexión:

El señor Onís está muy contento con su decisión. Pero el señor Onís está muy equivoca-do. No fue él quien quiso quedarse: fue la Universidad de Columbia, hoy la más grandedel mundo, la que se quedó con él. Conoció bien al notable catedrático, comprobó su in-discutible preparación y prestigio, y decidió por todos los medios a su alcance retenerpara siempre al seño Onís. Me atrevo a asegurar, sin miedo a equivocarme, que jamásvolverá a Salamanca.48

La lectura de este ensayo creo que ha dado varias pistas sobre la pregunta ini-cial que pueden ser ciertas. Por mi parte, me atrevo a aventurar que se dieron unaserie de circunstancias que propiciaron una decisión equilibrada. El indiscutibleapoyo de la Universidad de Columbia a sus iniciativas académicas, así como el re-conocimiento generoso de su excelente labor en el Departamento Hispánico y elInstituto de las Españas, su prestigio intelectual, su obra publicada, lo hacían unapersona muy respetada en los círculos universitarios; la Universidad necesitaba alprofesor Federico de Onís y, por su parte, el profesor conocía bien ese sistema uni-versitario, allí podía trabajar con la debida libertad y la tranquilidad necesaria; to-do esto, por supuesto, debió de ser determinante a la hora de tomar una decisión.Poderosas razones de índole familiar en España, pudieron inclinarlo a distanciarse,

FEDERICO DE ONÍS ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNICOS (1920-1940) 265

46 Luis Alberto Sánchez, «El hispanismo de...»,La Torre, Opus cit., p. 325.47 Cartapacio de Américo Castro, Sección Correspondencia, AFO.48 Pedreira, «De Salamanca a...»,Opus cit.

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aunque en un principio fuera temporalmente; su posterior matrimonio en 1924 conHarriet haría mucho más fácil su integración en tierra americana, adaptación queen realidad ya se había empezado a dar de una manera paulatina. Luego habría quetomar en consideración los lazos de amistad hechos en los Estados Unidos y enHispanoamérica, y ya más adelante –cómo no pensarlo también– Onís había mani-festado en diversas ocasiones a sus amigos y en entrevistas que no regresaría a Es-paña mientras estuviera en el poder la dictadura militar; además, ya para 1940,gran parte de sus colegas y amigos exiliados estaban en América.

«Don Federico de Onís o el conquistador conquistado», como lo describía Ger-mán Arciniegas,49 permaneció en la tierra elegida por él; en Nueva York realizóuna obra grande, fue como una misión; así también lo entendió su amigo José Mo-reno Villa:

... Hemos creído siempre que hacía falta en España y que sobre su solar daría sus mejo-res frutos. Pero él parece convencido de que es allí, en aquel punto del globo donde eldestino le llama y donde puede hacer algo verdaderamente eficaz y sin ostentación. ... Y,en efecto, con tenacidad y tacto va Onís sumando voluntades, afinando los propósitosde unos y otros, engarzando el esfuerzo cultural, múltiple y disgregado de las Repúbli-cas sudamericanas con Norteamérica y España... 509

266 LOS LAZOS DE LA CULTURA

49 Germán Arciniegas, «Don Federico, o el conquistador conquistado»,La Torre, Homenaje a Fe-derico de Onís, Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, núm. 59, 1968, XVI, pp.37-44.

50 José Moreno Villa, «Federico de Onís...»,Opus. cit.

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VIII

NAVARRO TOMÁS EN PUERTO RICO:CAPÍTULO DE UNA RELACIÓN ARTICULADA

EN LOS «TÓNICOS DE LA VOLUNTAD»1

María VaqueroDepartamento de Estudios Hispánicos, Facultad de HumanidadesUniversidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

1 Expresión tomada de Santiago Ramón y Cajal,Los tónicos de la voluntad(Discurso de ingresoen la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, sesión del 5 de diciembre de1897), Madrid, CSIC [1898], 1982. Puede decirse que este libro es la más crítica y honesta reflexiónsobre el panorama científico en la España de la época, sobre el oficio de la investigación responsable ysobre el papel decisivo de la elevación cultural colectiva como motora del progreso social.

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INTRODUCCIÓN

La presencia de Navarro Tomás en Puerto Rico, si consideramos la acogida quesu persona y su obra recibieron en el país, no sólo orientó las preocupaciones so-bre el idioma por caminos científicos, sino que validó la cuestión lingüística comouno de los elementos significativos de la identidad puertorriqueña, identidad polé-mica en el debate sobre la existencia de continuidades en el sincretismo de lo hete-rogéneo.

La coyuntura histórica que permitíría este encuentro fue capaz de articular dosvoluntades en un proyecto de relación cultural, nunca hasta entonces llevado a ca-bo entre España y Puerto Rico: por un lado, la voluntad académica de acercarse aEspaña como aliada, en el proyecto de organizar lo que iniciaría, en la Isla, los es-tudios humanísticos de su joven Universidad; en España, por su parte, y a raíz desus desastres, había ido madurando la voluntad de acercarse al mundo hispanoa-mericano para interesarlo en los planes de renovación científica interna que algu-nos de sus intelectuales proponían como necesarios, después de haber reconocidola abulia y el retraso nacionales. En las especiales circunstancias puertorriqueñasde los años veinte, este acercamiento cultural, de inmediatos resultados, prepara-ría, también, importantes contactos personales del futuro, sobre todo después de laGuerra Civil española.2

2 Estas especiales circunstancias explican, en parte, la participación activa, en los orígenes de esteencuentro cultural, de organismos norteamericanos, como la Universidad de Columbia, que, al apoyar-lo, lo favorecieron, en beneficio de Puerto Rico, por más que estos organismos estuvieran comprometi-dos con políticas expansionistas de otro alcance. A D. Federico de Onís se debe gran parte de la delica-da labor negociadora entre instituciones de tan diferente talante a uno y otro lado del mar, con elpropósito de lograr la creación de los estudios hispánicos en la Isla. Esta difícil y diplomática gestiónde D. Federico, comprometida, a mi modo de interpretar la documentación disponible, con propósitosestrictamente académicos, nada tiene que ver con la actitud ambigua que se ha querido descubrir en loque, sin duda, puede interpretarse como estrategia en beneficio de los puertorriqueños y de la cultura

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El propósito de este trabajo es colocar la obra de Navarro Tomás en Puerto Ri-co como resultado de la coyuntura histórica aludida, en la cual se dan la mano unaserie de proyectos que facilitaron la importante relación cultural entre Puerto Ricoy España. Considerando, por otro lado, que el idioma y la «cuestión del idioma»,con sus variantes temporales, puede verse como una constante histórica de PuertoRico, la presencia de nuestro autor, efectivamente, marcó un «después» en estacontinuidad, con los modos de acercarse,enPuero Rico, al idioma dePuerto Rico.Al margen, sin embargo, de la importancia indiscutible de sus investigaciones, losresultados obtenidos adquieren, además del científico, otro significado que, pro-yectado en el ámbito de las continuidades, trasciende teorías y métodos estricta-mente lingüísticos y se proyecta en el ámbito de la historia cultural. Acercarse aesta otra significación, más abarcadora y no identificada hasta ahora, puede serotro de los propósitos de este trabajo.

El texto consta de tres partes: en la primera se hace una síntesis de las actitudesante el idioma en el siglo XIX, enraizadas en la compleja trayectoria que el espa-ñol había seguido en Puerto Rico: muestra, a grandes rasgos, el ideario lingüísticoque encuentra Navarro en el país, ideario construido desde complejas actitudes,más o menos documentadas. La segunda parte colocará la obra de nuestro autor enla coyuntura histórica a que se ha hecho referencia más arriba. La tercera se deten-drá a considerar el proyecto lingüístico de Navarro Tomás en Puerto Rico y la sig-nificación científica y sociocultural de los resultados obtenidos.

APUNTES SOBRE EL IDEARIO LINGÜÍSTICO PUERTORRIQUEÑO EN EL SIGLOXIX

Si consideramos la enseñanza como una ventana abierta hacia las actitudes lin-güísticas oficiales, podemos aceptar que la política educativa revela de alguna ma-nera el ideario lingüístico, motivador, en un momento dado, de los criterios peda-gógicos. La enseñanza de la lengua en el siglo XIX puertorriqueño, a partir de losinformes y datos disponibles,3 se apoyó exclusivamente en la gramática y sus cri-terios, siguiendo fielmente los principios peninsulares y los modelos históricamen-te prestigiados del castellano central. Así lo demuestra Manuel Álvarez Nazario4 alhacer referencia a una serie considerable de libros de texto decimonónicos, cuyafiliación castellanizante se hace evidente en los títulos mismos, sin que los conte-

270 LOS LAZOS DE LA CULTURA

hispánica, cultura que él defendió desde su primera juventud. Para no caer en valoraciones injustas, talvez sea oportuno sopesar las aparentes ambigüedades que se le han atribuido a D. Federico, no sólo a laluz de las circunstancias en que, irremediablemente se insertan, sino en lo que es evidente, por docu-mentado: sus mismos resultados, a corto y largo plazo. Para los esfuerzos de D. Federico de Onís a fa-vor de la formación científica de los primeros puertorriqueños que pudieran tomar (como así fue) el re-levo inmediato de la dirección extranjera en el Departamento de Estudios Hispánicos, véase la nota 73de este trabajo.

3 José Osuna,A History of Education in Puerto Rico, Río Piedras, Editorial de la Universidad dePuerto Rico, 1949, pp. 75-102.

4 Manuel Álvarez Nazario, «Visión en el tiempo de los trabajos de enseñanza e investigación delespañol en Puerto Rico»,La Torre, vol. XXIV, núms. 93-94, Universidad de Puerto Rico, 1976, pp. 39-65. Para la importante contribución de este autor a los estudios lingüísticos: María Vaquero, «ManuelÁlvarez Nazario y la lingüística puertorriqueña»,Actas del Homenaje a Manuel Álvarez Nazario, Uni-versidad de Mayagüez, abril de 2002 (en prensa).

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nidos hagan concesiones de ningún tipo a los usos locales. No es difícil suponerlas confusiones en la enseñanza puertorriqueña de una lengua reglamentada, sinmatizaciones, a partir de los usos castellanos, pero los criterios didácticos eran loscastizos, explícitamente adoptados: todavía en 1919 aparecerá en Puerto Rico unlibro de texto5 cuyo tercer ejercicio propone que los niños practiquen la distinciónfonética entre las parejas de palabras que se escriben abrazar/abrasar,acecinar/asesinar, cien/sien, gayo/gallo, poyo/polloo varón /barón.6 Y no es elúnico ejemplo. Ante la proliferación y uso de textos con estos mismos principios,sin olvidar el conjunto de opiniones vertidas en la prensa, no hay duda de que lossectores beneficiados con la enseñanza, capitalinos o no, aceptarían estas prácticasdocentes como garantía de buen hablar. También parece razonablemente cierto quela docencia del idioma, al respaldar las formas castizas de la lengua, ponía en pri-mer plano lo español-peninsular como rasgo de cultura y aseguraba el prestigio dela norma castellana, por muy ajena que fuese. Al mismo tiempo, y por otra parte,

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Tomás Navarro Tomás.

5 Isaías Rodríguez,Tratado de Ortofonía Española, Ponce, Puerto Rico, Imprenta «El Día», 1919.6 Ibidem, p. 13.

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fomentaba la actitud purista ante el lenguaje, con las inseguridades expresivas queel purismo implica. Todas estas consideraciones merecen una breve digresión.

La existencia de un reducido sector beneficiado por la enseñanza pública era, en elsiglo XIX, el resultado de una trayectoria histórica, aunque no exclusiva de un deter-minado país ni del mundo hispánico, incluida la metrópoli, donde los índices de anal-fabetismo eran tan altos, o más, que en sus colonias. A pesar de varios planes y pro-yectos oficiales de extender la educación (para cuyo éxito habría hecho falta uncambio de plataforma en la política educativa, impensable en las circunstancias), y sinque pueda negarse la labor ejemplar y constante de la instrucción particular y privada,parece claro que a la enseñanza pública, en el siglo XIX, seguían teniendo accesoefectivo determinados grupos de la sociedad,7 capitalinos sobre todo.8 Este contextosin duda pudo favorecer en Puerto Rico, a su manera, el desarrollo de lo que CarlosRama identificó en Hispanoamérica como «la ciudad letrada»,9 poblada por gentescultas, viajeras e influyentes, que compartían el espacio con amplias mayorías analfa-betas. Silvia Álvarez Curbelo ha trazado el perfil de esta ciudad letrada de Puerto Ri-co,10 cuya presencia destacada en el país durante los «interludios de 1809-1814 y1820-1823», favoreció la fundación de instituciones importantes, como la «SociedadEconómica de Amigos del País», además de los primeros periódicos y las cátedrasprotouniversitarias. Si traigo esto a colación, de forma apresurada, para cuyos detallesremito a la estudiosa citada, es sólo en un intento de articular los criterios docentes dela lengua, presentes en los textos academicistas a ultranza, dentro del ideario de undeterminado sector culto, constituyente decisivo de la imagen cultural del país dentrode su evidente complejidad social. Como elementos de esta complejidad, mucho másopaca que la vertida en una oposición binaria, tienen sentido, incluso, las voces disi-dentes, incluidas en el mismo sector letrado al cual ambas pertenecen, de Santiago Vi-darte o de Manuel Alonso, éste último con su velada crítica, amparada en el costum-brismo, al «sistema educativo vigente en la colonia».11 Las disidencias estaban ahí,

272 LOS LAZOS DE LA CULTURA

7 La documentación más temprana ya ofrece noticias sobre las instrucciones dadas por la Coronaa los gobernadores antillanos para asegurar la educación de «todos lo niños», [según un documento fe-chado en Alcalá de Henares el 20 de marzo de 1503], y hay referencias concretas a los centros antiguosde enseñanza en la Memoria de Melgarejo(1582, Caps. 35 y 37), además de contar con muchas alusio-nes documentales a la labor de los dominicos. A las medidas tomadas por Carlos V para generalizar laenseñanza, abriendo los «estudios secundarios» al pueblo, se debió precisamente la orientación popularque los dominicos dieron a la llamada «Casa del Noviciado» de San Juan; sin embargo, la enseñanzadel pueblo seguiría durante mucho tiempo en manos de las parroquias y de particulares. Por su parte, laLey XVI de Burgos, de 1512, especifica que se enseñe a «los hijos de los caciques». Para detalles: Fran-cisco de Solano,Documentos sobre la política lingüística en Hispanoamérica 1492-1800, Madrid,CSIC, 1992, pp. 6-8. Para la labor didáctica de los dominicos en el siglo XVI: Luis Padilla d’Onís, «Laprimera universidad de América»,Boletín de la Academia de la Historia, vol. 6, San Juan, Puerto Rico,1972, pp. 13-77.

8 Jaime R. Colón, «La campaña de escolarización de los sectores populares en el Puerto Rico delúltimo tercio del siglo XIX»,OP. CIT, Revista del Centro de Investigaciones Históricas, núm. 11, Uni-versidad de Puerto Rico, 1999, pp. 191-218.

9 Carlos Rama,La ciudad letrada, Hannover, Ediciones del Norte, 1984.10 Silvia Álvarez Curbelo,Un país del porvenir. El afán de modernidad en Puerto Rico (siglo XIX),

San Juan, Ediciones Callejón, 2001, pp. 222 y ss.11 Ibidem,p. 226. Esta misma estudiosa, al dejar constancia de la sociedad «desordenada, mestiza,

heterogénea», paralela de la sociedad oficial o letrada, explica los rasgos normativos que defiende la se-gunda como resultado de una actitud defensiva y de control, desarrollada en su propia defensa.

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aunque el distanciamiento entre realidad social y criterios oficiales educativos, porlas razones que fueran, se neutralizasen, o pasasen inadvertidas, por la relevanciavisible del sector culto a ultranza, complejo también en sí mismo y de ninguna ma-nera uniforme. Ahora bien, que el relieve de este sector, como grupo más o menosdestacado según las épocas, pueda ser una de las continuidades reconocibles de lahistoria cultural, no quiere decir que dicha relevancia signifique existencia en soli-tario (sociedad monolítica), o antagonismo lingüístico-cultural frente a otros sec-tores totalmente ajenos (sociedad bipartita);12 podría explicarse, tal vez, como lamanifestación de «lo prestigiado» en un conjunto de formas variables en conviven-cia no bien delimitadas, esto es, como parte de un todo en el cual ningún compo-nente opera de forma aislada o autónoma. La secular incultura masiva,13 como entodas partes, había ido generando y extendiendo, dentro de la lengua común, unaexpresión oral paralela a los usos coloquiales de todos los territorios hispánicos,usos populares especialmente favorecidos en territorios de variadas convivenciaslingüístico-culturales; muchos de ellos, perpetuados en las hablas rústicas, hancontinuado hasta nuestros días. Siglos de ajustes, discrepancias e integracionesmutuas, nunca detenidas, madurarán por fin, en el Caribe insular hispánico, en unaoralidad integradora de tendencias y adaptada al medio, desarrollada en el contac-to entre los distintos grupos sociales. Cuando Manuel Álvarez Nazario aseguraque el español de Puerto Rico, a fines del siglo XIX, ya es una modalidad acriolla-da de la lengua española,14 se refiere a que, en este momento, el español isleño halogrado su madurez en la total adaptación al medio (geografía y población), comoresultado de un lento proceso en el que había servido de enlace secular entre losindividuos y las instituciones reguladoras de la vida comunitaria: las corporacio-nes municipales, los patrones de organización familiar y jurídica, las relaciones

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12 La sociedad bipartita, claramente presente en otros contextos caribeños, habría desarrollado enel Caribe hispánico, sin duda, una nueva lengua, un créolede base hispánica (como el haitiano lo esrespecto al francés). El español del Caribe no es un créole, en ninguno de sus territorios, sino un con-junto de variedades del mismo idioma histórico, productos de la adaptación secular, con poquísimos fe-nómenos exclusivos de la zona, puesto que sus rasgos –hoy lo sabemos por la investigación actual- es-tán presentes en la mayoría de los territorios atlánticos. El español del Caribe es una variedad«acriollada» del español moderno, en el sentido de ‘adaptada’ al medio, igual que el español del restode todos los países hispanohablantes, cada uno con sus características propias (el andaluz es el españoladaptado al sur peninsular, etc.), pero esto no quiere decir que sea, en ningún territorio, una lengua«criolla», o créole. Que en los primeros siglos coloniales, y hasta después, existieran en el Caribe co-munidades con formas de hablar cercanas a un créole(el habla de los bozales, por ejemplo) es una rea-lidad sociolingüística que hay que incluir en la complejidad social de la colonia española. Estas formas,por variados factores, ni se desarrollaron ni se propagaron, sino que fueron perdiéndose en las genera-ciones siguientes de las mismas comunidades, en la medida que sus descendientes adquirían el idiomageneral (No fue éste el caso de los bozales de Haití, por ejemplo, que desarrollaron la lengua nueva,junto al francés estándar). La persistencia artística o folklórica de estas formas es otro capítulo de lacultura, importante en sí mismo.

13 Es verdad que el analfabetismo llegaba en Puerto Rico al 79%, según el censo de 1899, pero es-te índice, que concuerda con los de otros países en esta época, incluida España, no significa nada a lahora de identificar el grado de cohesión lingüística de una determinada comunidad de habla: con altosporcentajes de analfabetos que comparten el mismo sistema de comunicación, por muy variable quesea socialmente, una comunidad puede ser lingüísticamente homogénea, con las variedades sociocultu-rales que toda homogeneidad lingüística implica.

14 Manuel Álvarez Nazario, «El estado lingüístico de Puerto Rico al comenzar el siglo XX»,La To-rre, vol. XXI, núm. 121, Universidad de Puerto Rico, 1983, pp. 11-27.

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eclesiásticas, o la escolaridad y sus patrones.15 En síntesis: más que el desarrollode una sociedad de evolución lineal y monolítica, ajena a los vaivenes de la mareasocial, y frente a la hipótesis de una sociedad escindida en dos mundos ajenos, lasconsideraciones lingüísticas proyectadas en el tiempo nos confirman, en los resul-tados que se han obtenido hasta ahora, la convivencia efectiva, con sus luces y sussombras, de conjuntos de individuos e intereses inter- e intrarrelacionados. Esto nosignifica ignorar acusadas preeminencias, y hasta imposiciones, de ciertos gruposen determinadas sincronías, o las resistencias lógicas de quienes se enfrentaron ala necesidad de adoptar los patrones de los demás, por ser más generales. Distintosfactores extralingüísticos irán condicionando, en este contexto nada simplificado otransparente, el desarrollo de la convergencia cultural, integradora de factores di-versos y base de la modalidad que hoy llamamos español puertorriqueño.16

Desde la hipótesis de la convergencia, lejos de las simplicidades lineales y delas rupturas discutibles, pienso que al «país de cuatro pisos» se le podría imaginar,al menos, una escalera interior como respiradero obligado del edificio.17 ÁngelQuintero Rivera, al volver no hace mucho sobre el debatido problema de la identi-dad cultural,18 transita, si lo entiendo bien, por esta escalera imaginada cuandopropone para Puerto Rico una «hispanidad paradójica» como resultado de la fu-sión progresiva de elementos diversos. Este proceso de trasvase interrupto vertical(que yo extendería al nivel horizontal entre los variados compartimientos de cada«piso»), es paralelo a la adaptación o acriollamiento incesante de la lengua penin-sular, activos, uno y otra, al margen de evidencias explícitas. La «hispanidad para-dójica» de Quintero, a mi modo de ver, apunta a la propia identidad puertorrique-ña, templada en la búsqueda secular de su propio carácter. Por su parte, y conreferencia directa a la lengua española como a «uno de los elementos constituti-vos» de las «complejas construcciones de identidades» de América, el Caribe yPuerto Rico, Arcadio Díaz Quiñones ya había señalado que «cualquier intento re-duccionista empobrecería esa riqueza [la obtenida en el concurso de variadas pre-sencias culturales], y sería, en consecuencia, inadmisible».19 Cuando Díaz Quiño-nes habla aquí de «lengua española» no se aparta de la teoría de los lingüistas másautorizados; si lo interpreto bien, su «lengua española» es aquí la «lengua históri-ca» de Eugenio Coseriu o «la lengua unitaria en lo variable» de Manuel Alvar, es-to es, el idioma español como complejo de variedades regionales, una de las cua-les, la puertorriqueña, es, como las demás, el resultado de complejos y lentos

274 LOS LAZOS DE LA CULTURA

15 Ibidem, p. 18.16 Escrito desde la mejor historiografía crítica, por su ponderada actitud ante la compleja realidad

de los hechos y de las actuaciones humanas en sus circunstancias, me parece indispensable, para cer-carse a la realidad puertorriqueña, la colección de trabajos de Gervasio Luis García,Historia crítica,historia sin coartadas. Algunos problemas de la historia de Puerto Rico, San Juan, Ediciones Huracán,1989.

17 Hago referencia, como es obvio, a José Luis González,El país de cuatro pisos y otros ensayos,San Juan, Ediciones Huracán, [1ª ed. 1980], 9ª ed. 2001.

18 Ángel G. Quintero Rivera, «Vueltita, con mantilla, al primer piso», Enrique Vivoni Farage y Sil-via Álvarez Curbelo (eds.),Hispanofilia: arquitectura y vida en Puerto Rico, 1900-1950, San Juan,Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1997, pp. 250-274.

19 Arcadio Díaz Quiñones, «La política del olvido»,La memoria rota, San Juan, Ediciones Hura-cán [1ª ed. 1993], 2ª ed. 1996, pp. 137-174.

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procesos de elaboración particular. Estamos, por tanto, ante una modalidad localdel idioma español con las manifestaciones propias del espectro socioculturalconstitutivo de toda sincronía: lengua oral, vulgar o culta, y lengua escrita, literariao no literaria. La modalidad interna, con sus registros, fue lo que no supo ver, nientender, el Dr. Clark en su histórico informe sobre la educación de Puerto Rico,20

cuando en 1899, como Presidente del Insular Board of Education, sección dedica-da a «Remarks and Recommendations», y fijándose exclusivamente en determina-dos estratos sociolingüísticos, describió el español de la Isla como un patois.21 Elerror es evidente: Clark, sólo vio una manifestación de la lengua, dentro del con-junto total: de espaldas a la literatura que había ido construyendo el pueblo puerto-rriqueño en la tradición oral, no pudo escuchar las coplas, los romances, las déci-mas, las narraciones y leyendas, el refranero, las creaciones léxicas, los giros; porotra parte, al desconocer las manifestaciones locales de la lengua culta, pasó poralto el discurso argumentativo de Ramón Power, de Baldorioty de Castro, de Eu-genio María de Hostos. Leal a sus motivaciones ideológicas, Clark no pudo, tam-poco, percatarse de sus limitaciones.

En el siglo XIX, como es bien sabido, se habían abierto nuevos caminos deacercamiento al lenguaje, pero, lamentablemente, pasarían inadvertidos en las An-tillas. Los nuevos conocimientos, debidos al desarrollo del comparatismo alemán,sí permitieron a Rufino José Cuervo dar el salto desde el cerrado refugio gramati-cal al horizonte abierto de la «interpretación filológica». Debemos a GuillermoGuitarte22 el análisis de este cambio en Cuervo, a partir del estudio comparado delas cuatro ediciones iniciales de sus Apuntaciones críticas al lenguaje bogotano(1867, 1876, 1881 y 1885). En su importante Castellano popular y castellano lite-rario, aparecido después de la cuarta edición de sus Apuntaciones(1885), Cuervoya recoge una nueva visión del español de América. El sabio colombiano, apoyadoen la reflexión científica, fue dándose cuenta de que el uso, en primer lugar, estásobre la regla gramatical, y, en segundo lugar, de que no hay uso, por vulgar que seconsidere en un momento dado, ajeno a las tendencias del idioma. La investiga-ción filológica, que permitió a Cuervo dignificar los provincialismos como objetode estudio,23 le permitió alcanzar otro concepto de la corrección; su importante tra-bajo El castellano en América,24 es el resultado de este proceso, único en la Amé-rica hispánica del momento.

No se da, en las Antillas de la época, un salto como el de Cuervo. Una vez más,nuestro Álvarez Nazario25 ofrece un valioso testimonio de la ausencia general de

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20 Víctor S. Clark,Report of the Commisioner of Education, 1901, p. 65.21 Pedro A. Cebollero, A School Language Policy for Puerto Rico,San Juan, Superior Educational

Council, 1945, p.6, y Juan José Osuna,A History…, Opus cit.,p.197.22 Guillermo Guitarte, «El camino de Cuervo en América»,Philologica Hispaniensia in Honorem

Manuel Alvar,vol. I, Dialectología, Madrid, Gredos, 1983, pp. 243-318.23 Muchos años después, Tomás Navarro Tomás elevaría a estudio científico el español rural y po-

pular puertorriqueño, dentro de la mejor tradición románica. Sobre este punto volveré más adelante.24 Rufino José Cuervo, «El castellano en América 1899-1903», [Prólogo al poema Nastasiode

Francisco Soto y Calvo, Chartres, Imprenta de Durand, 1899],Obras Completas, 2ª ed., vol. III, Bogo-tá, ICCC, 1987, pp. 518-586.

25 A. Nazario, «Visión en el tiempo…»,Opus. cit., p. 47.

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interés antillano en los estudios científicos de las hablas locales, consideradas poramplios sectores de la sociedad letrada como desvíos sin valor. Álvarez Nazarioilustra este desinterés cuando se refiere al silencio de Puerto Rico y de Santo Do-mingo ante la solicitud de Hugo Schuchard, quien, en 1882, necesitaba datos sobreel afroantillano, para sus estudios sobre las lenguas criollas. En cuanto a la colabo-ración de Cuba, es posible que la respuesta al sabio alemán sea el trabajo de Ba-chiller y Morales cuyo título recoge, sin fisuras, la actitud esencialmente ajena alos estudios de Schuchard y de la filología: «Desfiguración a que está expuesto elidioma castellano al contacto y mezcla de razas».26 Hostos, por su parte, que llama«distracciones lingüísticas» a sus propias reflexiones sobre el estudio del lenguaje–escritas probablemente en Chile, entre 1889 y 199027- sí se acercó a las nuevascorrientes, aunque, condicionado por su visión logicista, ve el lenguaje como tra-ducción del pensamiento, evidencia de un ideario lingüístico propio del sigloXVIII que no le permite aprovecharse mejor de las corrientes contemporáneas. Suagudeza y conocimiento del medio permitieron a Hostos reconocer, sin embargo,la personalidad variable del español de América, algo totalmente ajeno a su época,lo que le llevó a distinguir el carácter dialectal del Caribe mucho antes de que Pe-dro Henríquez Ureña hablara de zonas dialectales. Sus criterios de corrección, sinembargo, caen en determinismos externos, como cuando rechaza la «erre velar»puertorriqueña por deberse a «la anemia jíbara del régimen colonial». Hostos, co-mo el gran Henríquez Ureña ante la teoría andalucista, pagaría el tributo a su leal-tad patriótica con este tipo de deslices ante los usos regionales. Hostos, sin embar-go, más cerca de Sarmiento que de Bello, es, sin duda, una excepción en elpanorama antillano del siglo XIX, al defender una enseñanza de la lengua basada,no en la gramática y sus conceptos, sino en los «hechos gramaticales» del lengua-je, que es otra cosa muy diferente. Estos principios hostosianos, extraordinaria-mente actuales, no cristalizaron en un proyecto aplicado a la enseñanza del idiomaen Puerto Rico. Me atrevo a afirmar que todavía están esperando su aplicación enel país actual.

Lo que sobre la lengua llegaba explícitamente a la atención pública en PuertoRico, a finales del XIX, a través de periódicos y revistas era, o consideracionespintorescas sobre el lenguaje en general, o valoraciones de la enseñanza de la gra-mática como panacea de todos los males. Para citar un ejemplo del primer tipo depublicaciones, podemos recordar que, a finales del siglo, aparece una serie de ar-tículos de Enrique Álvarez Pérez,28 donde, en nombre de la ciencia del lenguaje, sehace relación de los humanistas más notables de Oriente y Occidente, sin otra alu-sión a la lingüística moderna que la enumeración arbitraria de nombres ligados alcomparatismo alemán. En cuanto a las preocupaciones didácticas, nunca ausentes,es importante destacar la abierta actitud de defensa del vernáculo, surgida después

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26 Antonio Bachiller y Morales, «Desfiguración a que está expuesto el idioma castellano al contac-to y mezcla de razas»,Revista de Cuba, vol. XIV, La Habana, 1883, pp. 97-104.

27 Guillermo Guitarte, «Los trabajos lingüísticos de Hostos»,Filología, vol. XXI, núm. 2, BuenosAires, 1986, pp. 80-115.

28 Enrique Álvarez Pérez, «Ciencia del lenguaje»,Revista Puertorriqueña, vol. I, núm. 1, SanJuan, 1887, pp. 153-156.

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del 1898, acompañada de panegíricos exaltados y vibrantes. Este es el caso de unartículo apasionado de Manuel Fernández Juncos, donde el idioma español se re-trata con todos los atributos de las grandes lenguas de cultura, sin ningún defectoposible:

Tiene nuestra lengua tanta dulzura como la italiana, sin sus extremados afeminamien-tos; es tan enérgica y cortés como la francesa, aventajándola mucho en soltura y ritmo;tiene ventajas notables sobre la alemana en punto a suavidad y elegancia, y llega en mu-chos casos sin esfuerzo a la sobriedad de la inglesa, siendo más que ella flexible, gran-dilocuente y armoniosa. 29

El entusiasmo desbordante de Fernández Juncos no le impide aceptar la conve-niencia de que el inglés y el español vivan en buena vecindad, ni que ambas len-guas «puedan coexistir en provecho del país y con favorable influencia en sus des-tinos futuros»,30 aceptando, incluso, que «Puerto Rico puede ser dentro de poco unpueblo bilingüe, y derivar todo provecho posible de esta afortunada cualidad».31

Contradictorio parecería el pensamiento de Fernández Juncos si no tuviéramospresente la actitud autonomista de finales del XIX, por él defendida en una de susversiones,32 identificada con la igualdad política que los Estados Unidos garantiza-ban: «Seremos americanos sin dejar de ser lo que somos», diría el autonomista yliberal Matienzo Cintrón en un famoso discurso político de 1902.33 Como explicaAgrait,34 pronto empezarían los recelos, pues la «Ley del Idioma» de aquel mismoaño 1902, que oficializó el inglés, no caería en el vacío. Con todo, la paradoja im-plícita en las palabras de Fernández Juncos no debe sorprender en absoluto; si in-terpreto bien los análisis de Astrid Cubano,35 nuestro autor bien podía formar partede un ideario autonomista en que, además de contar más la ideología que el origen,se perseguía el encuentro de la igualdad política sin traicionar la propia herenciacultural.36 «Lo cortés no quita lo valiente», parece decir nuestro autor, y el textoque me sirve de referencia es testimonio de esta actitud: para Fernández Juncos la

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29 Manuel Fernández Juncos,La lengua castellana en Puerto Rico. Su importancia y utilidad enPuerto Rico. Medios recomendables para enseñarla, Texto del Discurso ante la «Exposición Escolar dePuerto Rico» celebrada en San Juan, Imprenta El País, 1903, p. 7.

30 Ibidem, p. 11.31 Ibidem, pp. 11-12.32 Mª de los Ángeles Castro Arroyo y Mª Dolores Luque de Sánchez, «Raíz y desarrollo del pensa-

miento autonomista»,Puerto Rico en su historia. El rescate de la memoria, San Juan, Editorial La Bi-blioteca, 2001, pp. 221 y ss.

33 Sigo a Luis A. Agrait, «Puerto Rico en el vórtice del 98, “A prisa, a toda prisa, formemos la pa-tria”», Consuelo Naranjo, Miguel Ángel Puig-Samper y Luis M. García (eds.),La nación soñada: Cu-ba, Puerto Rico y Filipinas ante el 98, Madrid, Ediciones Doce Calles, 1996, pp. 98-107.

34 Ibidem, p. 102.35 Astrid Cubano, «Criollos ante el 98: la cambiante imagen del dominio español durante su crisis

y caída en Puerto Rico 1889-1899»,Revista de Indias, vol. LVI, núm. 211, Madrid, CSIC, 1997, pp.637-655.

36 Sobre los anexionismos antillanos decimonónicos, sus actitudes y complejidades, véase: Gerva-sio L. García, «José Julio Henna Pérez: tema del traidor y el héroe (o los bordes dentados del fin de si-glo)»,Op. Cit. Revista del Centro de Investigaciones Históricas,núm. 11, Universidad de Puerto Rico,1999, pp. 73-108.

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lengua vernácula debe enseñarse de forma rigurosa, constante y progresiva. El dis-curso acaba con estas palabras, que no necesitan glosa:

No permitáis que se extinga ni decaiga entre vosotros la lengua más grandilocuente quehablan hoy los humanos; […] y la única en que está escrito el inventario de los progre-sos aquí realizados durante cuatro centurias y el testimonio mismo de la cultura puerto-rriqueña.37

El siglo XIX, oficialmente castizo y académico, ventiló el armario y desem-polvó la bien guardada veta local. Y lo hizo, no sólo al amparo de un costumbris-mo irónico e inofensivo, sino también a la vanguardia de un discurso de resisten-cia, poco estudiado a mi entender, que arremetía contra la retórica oficial desdeel ensayo crítico o el artículo de opinión. Así es como se instala el lenguaje colo-quial, por ejemplo, en los textos de Nemesio R. Canales, para quien el Puerto Ri-co real, sin exclusiones, es el punto obligado de toda referencia; este lenguajedeliberadamente cercano podría servir como trampolín hacia lo propio, desde unmodernismo de vuelta.38 Es el momento de la «puertorriqueñización de la pro-sa», en palabras de la estudiosa Ortiz Lugo,39 para quien el discurso de Canalestiene dos propósitos: a) la búsqueda de la identidad lingüística dentro de unagran cultura compartida, frente al inglés, y b) la oposición a una expresión ofi-cial incomprensible para el pueblo. Esta estudiosa nos lleva de la mano a la com-prensión de un Canales que rescata y pone sobre el tapete el tipo de expresiónconversacional que tanto admiraba en Matienzo, «que no hablaba en párrafos»,40

y que hubiera deseado en De Diego. En otras palabras: si Alonso «habló por eljíbaro», «Canales se propuso hablar con él»;41 no hay duda de que la actitud deCanales retoñará mucho más tarde en los textos de Luis Rafael Sánchez.42 El si-glo XIX, en fin, a la luz de lo que aquí, con toda la cautela que el asunto merece,sólo aparece esbozado con algunos testimonios importantes, fue poniendo sobreel tapete la posibilidad conciliatoria de una línea convergente, capaz de acoger larealidad lingüística del país.

A principios del XX, a manera de torrente que ha ido tajando su propio cau-ce, el español de Puerto Rico se revela como la lengua construida en la tensiónde dos líneas igualmente tercas, orillas cercanas o próximas, con sus mutuostrasvases y distanciamientos. De ambas, directa o indirectamente, tenemos

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37 Manuel Fernández Juncos,La lengua castellana…, Opus cit., p. 7. Cursiva de la autora.38 Antonio Crespo prepara en este momento su tesis doctoral sobre Nemesio R. Canales y su dis-

curso de resistencia en La leyenda benaventina(Departamento de Estudios Hispánicos de la Universi-dad de Puerto Rico).

39 Julia Cristina Ortiz Lugo,Modernismo y estética de lo cercano en los artículos periodísticos deNemesio R. Canales, Tesis doctoral, Tulane University, Ann Arbor, 1989, pp. 155 y ss. (Debo esta fichabibliográfica a Antonio Crespo, citado en la nota anterior).

40 Ibidem, p. 164. Cita tomada de Canales,Glosario, 43.41 Ibidem, p. 165.42 Sobre este asunto: Efraín Barradas,Para leer en puertorriqueño. Acercamiento a la obra de Luis

Rafael Sánchez, Río Piedras, Puerto Rico, Editorial Cultural, 1981. María Vaquero, «Interpretación deun código lingüístico:La guaracha del Macho Camacho», Revista de Estudios Hispánicos, vol. 5, Uni-versidad de Puerto Rico, 1978, pp. 51-70.

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testimonios,43 propios de una situación lingüística compleja. Si a finales del sigloXX, se podrá poner en duda, no sin debate, que esta lenguasea signo de identidad,por los años veinte, en el contexto que encontró Navarro Tomás en Puerto Rico, lapreocupación estaba, precisamente, en que, al perderla, se perdería la propia iden-tidad. Esto era así porque la lengua española que estaba en juego ya no era «la len-gua del otro», cercano o distante, sino una lengua española de todos los puertorri-queños, más o menos cortada a la medida, donde cabían, convertidos ya en carnepropia, purismos y provocaciones. Que esta misma lengua convertida en sangrepropia pueda, a finales del XX, ponerse en solfa como signo de identidad cultural,merece otras reflexiones de indudable interés que no pueden abordarse aquí.44

ESPAÑA Y PUERTO RICO ENTRE DOS SIGLOS: COYUNTURA HISTÓRICA

PARA UNA RELACIÓN CULTURAL

Los intelectuales españoles del último cuarto del siglo XIX sintieron la necesi-dad de reflexionar sobre la imagen que la nación tenía de sí misma, con el propósitode comprender lo que puede llamarse «conciencia histórica», asumida por la colecti-vidad de forma más o menos intuitiva. Una serie de factores, podríamos decir de«historia interna» (la tradición oral, el ideario transmitido por los libros de texto opor la prensa, la propia experiencia vital e intransferible de cada uno)45 van configu-rando poco a poco esta conciencia colectiva, de efectos decisivos en la sociedad, porcuanto es capaz de condicionar sensibilidades y comportamientos. Cánovas del Cas-tillo, eslabón en una tradición de pensadores importantes, al proponerla como un he-cho, ya había usado, en 1854, el término decadenciapara arropar la imagen que Es-paña se había ido construyendo de sí misma a partir del siglo XVII.46 Años más

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43 De la oficial, basten las referencias hechas. Como testimonio importante de la segunda, ademásde los textos y autores aquí aludidos, vale la pena recordar las primeras observaciones sobre el hablacampesina del país que aparecen en Federico Pajeken,Gramática del español, Bremen, 1868, o el mis-mo testimonio de Hostos, citado más arriba, sobre pronunciaciones estigmatizadas en su época y recha-zadas por él mismo (la «erre velar», por ejemplo).

44 Hasta ahora, en la documentación revisada sobre el proyecto de creación de los estudios hispáni-cos en la Universidad de Puerto Rico, no he encontrado preocupación alguna por identificar el tipo delengua, general o local, que sería modelo para la enseñanza. No debe interpretarse, esta ausencia, comoindiferencia o rechazo de lo propio, pues no creo se pueda pedir, en épocas anteriores, incluso, al es-tructuralismo, la consideración y aplicación de los criterios y postulados de la sociolingüística o de lalingüística aplicada, nacidos muchísimo después y mal conocidos en el mundo hispánico, todavía, a fi-nales del siglo XX. Es oportuno recordar, en relación con la variedad dialectal y su lugar en la enseñan-za, el trabajo pionero en este aspecto de Margot Arce Blanco, «Sobre la enseñanza de la pronunciaciónespañola en Puerto Rico»,Índice, vol. I, núm. 24. pp. 389 y ss., uno de los textos más sensatos que sehan escrito en el país sobre la didáctica del idioma en uno de sus niveles más importantes, el de la foné-tica, del cual hoy se ha llegado a afirmar que su conocimiento no le es necesario al maestro de españolpara enseñar a los niños a leer y escribir el idioma (!) . (Véase el documento (abril de 2002)Reacciónde la Facultad de Educación a laPropuesta de Creación de un Certificado de Lingüística Aplicada a laEnseñanza de la Lengua Materna, presentada por el Programa Graduado de Lingüística de la Facultadde Humanidades ante las autoridades académicas del Recinto de Río Piedras, 2002).

45 José María Jover Zamora, «Restauración y conciencia histórica»,España. Reflexiones sobre elser de España, Madrid, Real Academia de la Historia, 1997, pp. 331-363.

46 Antonio Cánovas del Castillo,Historia de la decadencia de España desde el advenimiento altrono de Don Felipe III hasta la muerte de Don Carlos II, Madrid, 1854.

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tarde, retoma la hipótesis47 para ampliarla, proyectándola hacia el futuro: para elCánovas de 1870, la decadencia españolano era circunstancial sino esencial, den-tro del destino reservado a las naciones latinas. La hipótesis inicial es, ahora, para-lizante, por cuanto cierra el camino a la renovación: Cánovas «invita a asumir ladecadencia»48 desde una actitud derrotista, aunque vestida de dignidad y decoro;pero los mismos acontecimientos históricos europeos (Francia adquiere protago-nismo político-militar e Italia accede a la Triple Alianza) le obligarán a revisar suteoría de la decadencia como componente esencial de los pueblos latinos, si bienla mantiene en pie para el propio país. La noción de Cánovas tenía un arraigo con-siderable (la defendían otros intelectuales de paralelo prestigio y estaba enraizadaen el desengaño popular), pero el ambiente de finales de siglo, incluida la expe-riencia del 98, iba a poner en duda muchas ideas arraigadas, entre ellas la acepta-ción del determinismo histórico-cultural. Poco a poco, como ha explicado JoverZamora, se empezó a relacionar la noción de decadencia con la situación social ensu conjunto, desplazando hacia lo circunstancial las razones de su existencia. Estecambio de perspectiva representó un giro radical: la paulatina aceptación de queno hay decadencias esenciales ni determinadas, sino situaciones deficientes quefavorecen su desarrollo, como la paupérrima situación del campesinado, de la ins-trucción pública, de las instituciones, de la administración del Estado, del sufragio,del nivel científico…, etc., que España había arrastrado durante mucho tiempo. Esel conjunto de todas estas deficiencias lo que produce una «ciudadanía incapaz»,que puede hacerse «solvente» tan pronto como cambien las situaciones. La nociónde decadencia no desapareció de la conciencia colectiva, de la noche a la mañana,pero el cambio de visión abrió el camino a nuevas actitudes.

Todos los generacionistas, con distintos matices, participaron en los nuevosdebates. Me aparto de estos autores, muy conocidos, para detenerme en un textoinclasificable y de excepción,Los tónicos de la voluntad, de Santiago Ramón yCajal,49 poco conocido, creo, pero fundamental para los propósitos de esta expo-sición, por cuanto es uno de los pocos trabajos dedicados a justificar que la ele-vación científica y cultural de un país, responsabilidad del Estado, se traduce,automáticamente, en avance político, social y económico. Ramón y Cajal, hom-bre de reflexión probada en la investigación más exigente, sabe que la voluntadindividual necesita «tónicos», esto es ‘reconstituyentes’, que garanticen su »sa-lud». Los «tónicos» que Ramón y Cajal incluye en el título feliz de su Discursode Ingreso a la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, además deconsejos invaluables, son los estímulos, apoyos y medios con los cuales el Esta-do puede vencer el atraso, la abulia o la indiferencia colectiva. Para Ramón yCajal, España era, y había sido, «un país intelectualmente atrasado, no decaden-te», «un pueblo ineducado, no degenerado»50; lo sería, si, con los cambios de si-

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47 Antonio Cánovas del Castillo,«La cuestión de Roma» [Discurso pronunciado el día 26 de no-viembre de 1870, en el Ateneo de Madrid],Obras Completas, vol. I: Discursos en el Ateneo, Madrid,Fundación Cánovas del Castillo, 1981. Referencia tomada de José M. Jover [a quien sigo en este pun-to], Restauración y conciencia…, Opus cit.,p. 335, n. 4.

48 Ibidem, p. 339.49 Santiago Ramón y Cajal,Los tónicos…, Opus. cit.50 Ibidem, pp. 139 y 140.

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tuación hacia lo positivo, continuase indefinidamente en el atraso secular. A Ra-món y Cajal, con la fe en el pueblo español y la mirada en el futuro, le interesa-ba más proponer remedios concretos que lamentarse de un pasado irreparable,razón de que su proyecto de elevación cultural y científica exigiera un ambientepropicio y adecuado, donde se respirase un aire nuevo que habría que buscarfuera del país, puesto que la renovación profunda de la vida intelectual siempreha exigido nuevas cabezas, sólo posibles si pueden distanciarse del ámbito cir-cundante. Dirá, la vista puesta en el blanco:

…No reside, pues, el daño en los que aprenden, ni en el Estado que, en la medida de loposible, sufraga los gastos, sino en los que enseñan. De unos salen los otros. Ideal deldiscípulo será siempre parecerse a su maestro, ¿cómo superarse si no halla cerca de sítérmino más alto de comparación? Y pues es fuerza romper la cadena de hierro de nues-tro atraso, rómpase por el anillo docente, único sobre el cual puede obrar directa y efi-cazmente el Estado.51

Desde la aristocracia del saber, y en su característica modestia personal, a Ra-món y Cajal no le basta con denunciar el atraso o la abulia si no se vivifica la inte-ligencia dormida y se tonifica la voluntad enferma: diagnóstico y terapéutica. Granafinidad existe entre las ideas y planteamientos de Ramón y Cajal y el ideario queFederico de Onís expondrá después públicamente, en otro discurso memorable,pronunciado en la sesión de apertura del curso académico de 1912, en la Universi-dad de Oviedo. Para Federico de Onís la elevación cultural sólo sería realidad enun porvenir de trabajo y esperanza.52

El problema de Puerto Rico era diferente. Aquí, mientras tanto, ante los nuevosdueños progresistas, que tenían, también, su propia tradición (no dispuestos a trai-cionar), se iba desdibujando el sueño autonomista de construir el progreso en lapropia tradición cultural. Las reservas se convirtieron en alerta y la enseñanza aca-demicista respondió ya, abiertamente, al freno del «deterioro idiomático», comourgente postura de defensa y protección. Baste recordar a Teófilo Marxuach,53 consu intención de corregir errores, lo cual le permite, por otra parte, y a manera de unAppendix Probi moderno, dejar constancia de los usos populares. O a EpifanioFernández Vanga, que, preocupado por las interferencias del inglés en el español,ofrece una serie de artículos publicados en la revistaPuerto Rico Ilustrado,en loscuales no falta la fina y demoledora ironía al referirse a la facilidad con que los es-tudiantes del momento leían el inglés con buen acento sin enterarse del contenido.Las anécdotas que le permiten hacer las reflexiones correspondientes54 valen máspor sí mismas que todo cuanto se diga en defensa de las teorías más autorizadas en

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51 Ibidem, p. 161.52 Federico de Onís, «El problema histórico de la Universidad española»,España en América, Es-

tudios, ensayos y discursos sobre temas españoles e hispanoamericanos, San Juan, Editorial de la Uni-versidad de Puerto Rico, 1968, pp. 53-90.

53 Teófilo Marxuach,El lenguaje castellano en Puerto Rico; mecanismo del lenguaje, vicios dedicción,San Juan, San Juan News, 1903.

54 Epifanio Fernández Vanga, «La nueva hornada. Cómo lee la actual generación a causa del usodel inglés y el español»,Puerto Rico Ilustrado, núm. 208, 21 de febrero de 1914.

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el aprendizaje de segundas lenguas.55 Si, como se ha dicho arriba, el siglo se abríaen España hacia la renovación de la conciencia colectiva, con instituciones organi-zadas y proyectos concretos de elevación cultural, en Puerto Rico surgía poco apoco el recelo ante su más importante institución, la joven Universidad que, funda-da en 1903 como la realización de un sueño reiteradamente pospuesto, parecía máspreocupada ahora por la enseñanza del inglés que del español, aunque la verdadera (como ocurre a principios del siglo XXI) que las dos lenguas recibían enseñan-za inadecuada.56 De esta primera Universidad, nacida en «la tradición norteameri-cana de los colegios y universidades»57 alejados de los centros urbanos, y al abrigode las Escuelas Normales,58 saldría, más adelante, la renovación intelectual del pa-ís, pero, en estos años, la Institución no parecía dispuesta a orientarse en la tradi-ción local. Fue necesario esperar algún tiempo para que, con un rector en dedica-ción exclusiva, recibiera toda la atención necesaria, cumpliendo así el propósitofundamental de educar a los maestros del país. Este primer canciller sería ThomasE. Benner, un liberal norteamericano capacitado para desentenderse de la políticade adoctrinamiento vigente en los Estados Unidos, asumiendo el compromiso desu cargo al servicio de la comunidad. Muchos años después, Jaime Benítez lo re-cordaría con estas justas palabras:

Thomas E. Benner started the basic academic orientations which distinguish our Uni-versity to this day. He moved institutional leadership away from its Normal School tra-dition and led it towards its present day emphasis on the humanities and the sciences.

Asimismo, destaca su labor, como

…champion of Spanish culture and an advocate of Spanish as a vehicle of Instruction inthe Schools.59

Baste el siguiente dato para juzgar a Benner como persona comprometida conel presente y con el futuro: llegó a Puero Rico en agosto de 1924, y, apenas pasa-dos cuatro meses, en enero de 1925, aparece su texto «Nuestra Universidad»,60

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55 Estos artículos de Fernández Vanga fueron reunidos y publicados más tarde con el título de Elidioma de Puerto Rico y el idioma escolar de Puerto Rico, San Juan, Ed. Cantero y Fernández, 1931.

56 Constante ha sido, desde principios de siglo, la miopía de no ver que la enseñanza deficiente delespañol, al margen de sus épocas de marginación oficial, es un problema de la enseñanza y del diseñocurricular que suele afectar a todas las demás disciplinas. Las investigaciones serias en este sentidosiempre han demostrado que la enseñanza deficiente, por las razones que sean, nunca se manifiesta ais-lada en una sola área del currículo escolar.

57 María Luisa Moreno,La Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico. Recinto de Río Piedras,San Juan, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2002. Este libro es imprescindible para conocerla historia de la Universidad, con datos de primera mano; interesa aquí, sobre todo, el Capítulo I (1903-1923).

58 La primera de las cuales empezó a funcionar en 1891, precedida de los esfuerzos fallidos delAteneo y de las cátedras aisladas de principios del XIX. El antecedente inmediato fue la Escuela Nor-mal Industrial de Fajardo, de 1901, trasladada a Río Piedras y declarada Universidad, por ley, en 1903.

59 Jaime Benítez (ed.), «Preface», Thomas E. Benner,Five Years of Foundation Building. The Uni-versity of Puerto Rico, 1923-1929,Río Piedras, University of Puerto Rico, 1965.

60 ACUPR, Caja B-1 «Organización y sus funciones».

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donde presenta la situación del Recinto, la enumeración de sus necesidades con-cretas y los proyectos de necesario apoyo oficial. La Universidad de Río Piedrasentraba, así, en la etapa brillante que le daría prestigio internacional, basado, sobretodo, en el nacimiento y desarrollo de las Humanidades.

Ramón y Cajal había expuesto sus «tónicos de la voluntad» en 1897, publicadosen 1898 por primera vez. En 1912, fecha de la tercera edición, el autor añade al textooriginal algunos capítulos nuevos, de los cuales nos interesa ahora el Capítulo XI. Eneste último capítulo añadido, seguido de un Post Scriptum, el autor presenta los«Órganos sociales encargados de nuestra reconstrucción» existentes ya en ese mo-mento, dejando constancia de que su ideario, basado en la elevación cultural y com-partido sin duda por otros muchos intelectuales, -sólo se hace, más arriba, referencia aFederico de Onís por ser especialmente significativo para nosotros- no había caído enel vacío. Efectivamente, cuando Ramón y Cajal añade este capítulo a su texto, quinceaños después, ya funcionaban en España instituciones como la Junta de Ampliaciónde Estudios y Pensionesy el Patronato de ingenieros y obreros, cuyo propósito eraeducar a la juventud intelectual y obrera, dentro y fuera del país, sosteniéndola «en losgrandes focos de producción científica e industrial de Europa y América».61 Por suparte, la Junta de Ampliación de Estudios, fundada en 1907 (de la cual fue Ramón yCajal su primer director), además de enviar pensionados al extranjero como medidade renovación intelectual interna, creaba centros de investigación científica de alto ni-vel, tres de los cuales ya funcionaban en 1912: el Centro de Estudios Históricos, elInstituto Nacional de Ciencias Físiconaturalesy la Escuela de Roma para Arqueolo-gía e Historia. Y junto a ellos, iba apareciendo una serie de instituciones educativasadecuadas y liberales, como la famosa Residencia de Estudiantes, ligada a las figurasmás significativas de la cultura en las décadas posteriores. La cosecha positiva de to-dos estos centros fue rápida y espléndida, razón de que, en 1912, Ramón y Cajal yapueda referirse al cambio de actitud de los docentes, uno de los efectos más importan-tes de la aplicación de estas reformas:

…en la nueva generación, el tipo mental del maestro declamador y meramente co-mentarista disminuye visiblemente, y de día en día aumenta el número de revistas cien-tíficas nacionales, de laboratorios y seminarios de investigación y de entusiastas profe-sores entregados a pesquisas originales.62

Una de las instituciones dependientes de la Junta de Ampliación de Estudiosesespecialmente importante para el tema que nos ocupa: el Centro de Estudios His-tóricosde Madrid –analizado en este libro por Miguel Angel Puig-Samper y Con-suelo Naranjo Orovio–.63

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61 Santiago Ramón y Cajal,Los tónicos…, Opus cit., p.163.62 Ibidem, p. 165.63 Tanto de la Juntacomo del Centro de Estudios Históricossólo se hacen aquí las referencias ne-

cesarias en función de la línea de exposición. Para detalles, véase el trabajo dedicado a estas institucio-nes en este mismo volumen. Para noticias muy importantes, y de primera mano, sobre el Centro,es im-prescindible el trabajo de Rafael Lapesa, «Menéndez Pidal, creador de escuela: el Centro de EstudiosHistóricos»,¡Alça la voz, pregonero! Homenaje a Don Ramón Menéndez Pidal,Madrid, Cátedra-Se-minario Menéndez Pidal y Corporación de Antiguos Alumnos de la Institución Libre de Enseñanza,1979, pp. 43-79.

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No podemos olvidar la presencia en el Centrode investigadores y estudiosospuertorriqueños como Margot Arce y Rubén del Rosario,64 que pronto llegarían aser figuras de relieve en la Universidad de Puerto Rico y en la cultura hispánica.Si, por los años veinte, el Centro de Estudios Históricosse había convertido enuno de los focos de investigación más prestigiosos para el estudio de la cultura his-pánica, no debe llamar la atención que la profesora Josephine W. Holt,65 en 1923,propusiera a la Junta de Administradores de la Universidad de Puerto Rico66 suplan de un programa en lengua y literatura hispánicas, con la invitación expresa aD. Américo Castro, uno de los miembros de dicho Centro. Según este programa,67

el profesor invitado se haría cargo de los cursos de lengua y literatura hispánicasdirigidos a profesores norteamericanos que, sin poder trasladarse a Madrid, pudie-ran perfeccionar sus conocimientos en un país hispanohablante. No pudo venirAmérico Castro en esta ocasión, pero las iniciativas de la profesora Holt, que se-rían la base de una relación cultural decisiva entre España y Puerto Rico, motivaronla invitación a Tomás Navarro en 1925, determinada por su prestigio de fonetista.

Desde 1916 Navarro Tomás publicaba sus trabajos sobre los sonidos del español,a partir de análisis hechos en el laboratorio del Centro de Estudios Históricos;prepa-raba, además, materiales didácticos para actualizar la enseñanza del nivel fónico dellenguaje (así redactó su Manual de pronunciación española68), o transcribía incansa-

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64 Es entrañable la relación de recuerdos que hace Rafael Lapesa, «Menéndez Pidal, creador…»,Opus. cit., pp. 57-y 58, de los tiempos compartidos con los dos profesores puertorriqueños en Madrid,cuando el Centroestaba en la calle de Almagro, época de 1920 a 1930 (después pasó a la calle Medina-celi, hasta 1938; en sus años iniciales, 1910-1920, había ocupado un espacio de la Biblioteca Na-cional). Lapesa relata las dificultades de los antillanos ante el clima madrileño, en el ambiente pococonfortable de la época, y destaca la excelencia de sus trabajos e investigaciones. Los dos serían, des-pués, figuras decisivas para la elevación cultural de Puerto Rico, puesto que sus nombres están ligadosa una de las épocas más brillantes del Recinto de Río Piedras y a la llamada «Generación del 30», com-prometida con la búsqueda de la controvertida identidad nacional, junto a Antonio S. Pedreira y a otrosincansables estudiosos.

65 Pocas son las noticias, todas indirectas, que he podido allegar hasta ahora sobre Josephine W.Holt; alguna referencia epistolar de la época me permite suponer que esta profesora tenía a su cargo laorganización y dirección administrativa del programa hispánico que ella misma había promovido, ajuzgar por las referencias al respecto que hace don Federico de Onís en carta dirigida al canciller Ben-ner, el 11 de diciembre de 1925: «I sent Miss Holt some time ago the titles of my courses for next sum-mer», ACUPR, R-3.

66 Rafael W. Ramírez, «El doctor Navarro Tomás y su viaje a Puerto Rico»,Revista de Archivos,Bibliotecas y Museos, vol. I, núm. 1, Madrid, 1925, p. 1.

67 En carta del 2 de febrero de 1924, Samuel R. Quiñones y Vicente Géigel Polanco, «Estudiantesde Derecho», envían una carta a la Junta de Síndicos de la Universidad de Puerto Rico en la cual, des-pués de haber notado «la ausencia de la literatura nativa», en el nuevo Programa de Estudios de la Uni-versidad, solicitan «la creación de una cátedra de Literatura Puertorriqueña». Los autores se refieren aléxito obtenido por Concha Meléndez en sus conferencias sobre Literatura hispanoamericana, como in-dicio del entusiasmo que generaría la literatura puertorriqueña. ACUPR, R-3.

68 Tomás Navarro Tomás,Manual de pronunciación española, Madrid, Junta para la Ampliaciónde Estudios, Centro de Estudios Históricos, Publicaciones de la Revista de Filología Española, Sucs. deHernando, 1918. Además de sus más de veinte ediciones, apareció un resumen de esta obra en inglésque fue, durante décadas, la referencia fonética obligada del español en los Estados Unidos: Tomás Na-varro Tomás y Aurelio Espinosa,A Primer of Spanish Pronunciation, Boston, Sanborn and Co., 1926.Aunque sus estudios sobre la prosodia son muy tempranos, su tratado de entonación es más tardío, pe-ro igualmente prestigioso durante mucho tiempo: Tomás Navarro,Manual de entonación española,New York, Hispanic Institute on the United States, 1944.

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blemente textos medievales que luego formarían el gran corpus de Documentos Lin-güísticos de Castilla (1919) y los Documentos Lingüísticos del Alto Aragón, inéditoshasta 1957. Su estancia en Hamburgo, dentro de los planes del Centrode enviar a susinvestigadores a los focos de prestigio del extranjero, lo habían puesto en contactocon nuevas teorías y técnicas de investigación, y de Alemania había regresado conlos nuevos acercamientos de la joven Geografía Lingüística, método de trabajo conque iniciaría el estudio científico del idioma español en Puerto Rico, pocos años des-pués. Para un pueblo como Puerto Rico que

…no quiere desprenderse de la más grande herencia que le legaron sus antepasados,

y que, por amar la lengua española, quiere conservarla

en el mayor grado de pureza, pues a pesar de los esfuerzos de los profesores, la influen-cia de la lengua oficial, el inglés, se nota ya en el habla de aquellos que tienen que em-plear ambos idiomas,

era necesaria una persona que,

libre de prejuicios raciales o políticos, presentara ante las autoridades del país, y sobretodo ante el cuerpo estudiantil, el desarrollo de la lengua española, empezando, poraquellas partes que tanto interés tienen hoy para los puertorriqueños: la pronunciaciónespañola.69

Los trámites de permiso de salida, gestionados ante las autoridades españolasdesde Puerto Rico, se iniciaron a principios del año 1925.70 Concedido el permisooficial y en regla todos los procedimientos, Navarro Tomás llegó a Puerto Rico el29 de junio de 1925. Antes, incluso, de hacer este primer viaje, Benner quiso com-prometerlo también para el curso siguiente, como demuestra una carta de Navarro,del 14 de mayo del mismo año, en respuesta a dicha invitación, enviada el siete deabril; pero este segundo viaje tendría que esperar.71 Al fin, y equipado con la he-rencia de D. Ramón Menéndez Pidal, Navarro vendría dos veces a Puerto Rico;traía, del viejo maestro, «la entrega cordial, el tesón contagioso, el don de consejo,el sentido del trabajo solidario».72 La Universidad de Río Piedras lo recibió como

NAVARRO TOMÁS EN PUERTO RICO: CAPÍTULO DE UNA RELACIÓN ARTICULADA EN… 285

69 Rafael W. Ramírez, «El doctor Navarro Tomás…»,Opus cit. pp. 1-6.70 Benner escribe al Subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, Paseo de Atocha, Madrid,

el 21 de enero de 1925, solicitando «le conceda permiso al Dr. Tomás Navarro para venir a Puerto Ricoa dar un curso de conferencias en la escuela de verano de Español de la Universidad de Puerto Rico».ACUPR, R-3.

71 En esta carta de respuesta a Benner, del 14 de mayo, Navarro Tomás explica la imposibilidad deaceptar la segunda invitación, por tener comprometido el año 1926 con el Instituto de Filología de Bue-nos Aires. Ante la imposibilidad de que viniera Américo Castro (los dos no podrían faltar al mismotiempo del Centro), en esta misma carta propone que se invite a D. Antonio G. Solalinde, entonces enWisconsin, con la aclaración de que, si éste tampoco pudiese, y de no encontrar a otra persona, podríaaceptar. No se encontró profesor, razón de que Tomás Navarro aceptase al fin esta segunda invitaciónde Benner para el año 1927-28. ACUPR, R-3.

72 Rafael Lapesa, «Menéndez Pidal, creador…»,Opus. cit.,p. 61.

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recibe el país a los embajadores de buena voluntad, junto a un grupo excepcionalde jóvenes puertorriqueños, personalmente comprometidos con la elevación cultu-ral como herramienta de progreso (Antonio S. Pedreira, Concha Meléndez,73 Mar-got Arce o Rubén del Rosario), que eran, en aquel momento, la promesa de un fu-turo brillante para las Humanidades del Recinto; años más tarde, serían, junto aotros nombres puertorriqueños, el centro de su prestigio internacional.

NAVARRO TOMÁS EN PUERTO RICO

De acuerdo con su especialidad, Tomás Navarro dictó dos cursos en el veranode 1925, uno sobre Fonéticay otro sobre Lírica Popular. El éxito y la importanciade Navarro no pasaron inadvertidos al recién nombrado canciller Benner, que ini-ció rápidamente las gestiones para ampliar y oficializar la continuidad de aquelloscursos, germen de los estudios humanísticos en la Universidad de Puerto Rico. Aeste propósito responde la siguiente carta telegráfica enviada a D. Ramón Menén-dez Pidal, director del Centro de Estudios Históricos de Madrid, en la cual se re-conoce que Puerto Rico, inicia una «nueva vida» intelectual:

MENÉNDEZ PIDAL,CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS,MADRID.Universidad de Puerto Rico, dotada medios amplio desarrollo, empieza nueva vida y sa-luda ese Centro, deseando íntima colaboración. País y Universidad agradecen presenciadoctor Navarro. Encantados su gran labor. Esperamos pueda volver curso completo1926-1927. Recibirá carta sobre esto.BENNER, CANCILLER74

Efectivamente, la labor de Navarro había sido ejemplar aquel verano, más allá,incluso, de la cátedra. En este sentido, merece la pena destacar su colaboracióncon otras instituciones culturales del país, no ya por su disponibilidad para dictarlas conferencias que se le pedían, sino porque, además, los temas seleccionados lepermitían presentar una imagen de la España revitalizada y comprometida connuevas actitudes. Nunca pagará España a Navarro Tomás, y a otros como él, la la-

286 LOS LAZOS DE LA CULTURA

73 El testimonio de lo que prometía la muy conocida después Dra. Concha Meléndez, consta en unacarta del propio canciller Benner a don Federico de Onís, entonces en Columbia University, fechada el4 de agosto de 1925. En esta carta, Benner solicita acogida y ayuda para la joven Concepción Melén-dez, «Instructor in Spanish at this institution, who intends to study under your direction next year. MissMeléndez is a young woman of brilliant promise we believe». No se equivocó el canciller Benner en suvaloración de la joven estudiante, como tampoco se equivocó en su valoración de Pedreira, según cons-ta en otra carta escrita a Onís, el 13 de agosto del mismo año, en que le recomienda a «Mr. Pedreira. Heis a young man of promise who has a quick mind, a good personality and an enthusiatic interest in thissubject». El 21 de agosto Onís contesta a Benner con una larga carta en la cual explica lo que pensabahacer por los jóvenes puertorriqueños (les buscaría acomodo y trabajo, además de apoyo y orientaciónacadémica). Benner, a su vez, agradece lo hecho por Onís, en otra carta del 9 de septiembre del mismoaño, en la cual le dice: «The University feals greatly under obligations to you.» Cartas posteriores de-muestran el interés continuo de D. Federico en los estudios y progresos de Meléndez y Pedreira, así co-mo su preocupación en asegurarles becas y ayudas. Todas las cartas citadas, en ACUPR, R-3.

74 Tomada de Rafael W. Ramírez, « El doctor Navarro Tomás…»,Opus cit.,p. 3.

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bor ejemplar de ir desmontando en el extranjero, al margen de la retórica gastada yde la política de turno, tantos errores y prejuicios del pasado. Conferencias comola dictada en la Biblioteca Carnegie sobre los Precursores españoles de la lingüís-tica moderna, con importantes observaciones sobre la investigación española so-bre los sordomudos, por ejemplo, o las ofrecidas en el Ateneo Puertorriqueño so-bre los Problemas y métodos de la fonética experimentaly sobre El movimientocientífico de la España actual, ponían, ante un auditorio sorprendido, la España re-novada y confiable que se empeñaba, ahora, en la conquista más difícil, la de«conquistarse a sí misma».

La colaboración de Navarro Tomás con las instituciones culturales del país, almargen de sus compromisos universitarios, no fue casualidad. Desde antes del1898 había ido apareciendo en Puerto Rico una serie de asociaciones, fundadaspor emigrantes españoles,75 que, no sólo sirvieron para que los peninsulares parti-ciparan en los debates culturales y políticos del país, sino que desempeñaron unpapel decisivo a la hora de perfilar los fundamentos de «la modernidad y la na-cionalidad puertorriqueña».76 De acuerdo con Jaime M. Pérez Rivera, a quien sigoen este punto, la ausencia de una política exterior efectiva de España hacia Hispa-noamérica, a raíz de las independencias, hizo que estas asociaciones, unidas a laprensa, desempeñaran un papel decisivo en las relaciones culturales de ambos paí-ses. En este contexto, una de las asociaciones de Puerto Rico, el Casino Español deSan Juan (SESJ), fundado en 1871, al tanto de los nuevos programas universitariosen beneficio de la cultura hispánica, no vacilaría en felicitar con entusiasmo alcanciller Benner por:

la meritoria labor que el departamento de Español de la Universidad de Puerto Rico vie-ne desarrollando; labor trascendental que ha tenido una acentuación digna de todos losencomios desde que usted asume la alta dirección de nuestro primer centro docente.77

Asimismo, y después de reconocer

con legítimo entusiasmo, la participación valiosa que en este movimiento cultural ha to-mado el eminente lingüista Dr. Tomás Navarro, uno de los más sólidos prestigios de lacátedra española…78

NAVARRO TOMÁS EN PUERTO RICO: CAPÍTULO DE UNA RELACIÓN ARTICULADA EN… 287

75 Sobre los españoles en Puerto Rico a raíz del 98: Jaime M. Pérez Rivera, «¿Qué pasó con los es-pañoles en Puerto Rico después del 98?», Ivonne Acosta Lespuer, (ed.),El 98. Cuadernos del 98, SanJuan, Ateneo Puertorriqueño, Editorial LEA, 1999, pp. 235-254.

76 Jaime M. Pérez Rivera,Asociacionismo, prensa y cultura entre los inmigrantes españoles de SanJuan, 1871-1913, Tesis doctoral, Departamento de Historia, de la Facultad de Humanidades de la Uni-versidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, 2002, p. iii (inédita). Esta investigación es fundamen-tal para el tema que nos ocupa y para conocer el contexto cultural y político condicionante de las reac-ciones adoptadas por los españoles residentes en la Isla antes y después de los acontecimientos del1898.

77 Carta del «Presidente Accidental» del Casino Español de San Juan, de firma ilegible, dirigida alHon. Thomas Benner, Canciller de la Universidad de Puerto Rico, con fecha del 24 de agosto de 1925,ACUPR, R-3.

78 Idem.

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le hace saber el deseo del Casino de colaborar en el proyecto cultural iniciado,ofreciendo al Profesor Don Rafael W. Ramírez,

un modesto presente: quinientos dollars [sic] para ayudarle en la realización de suproyectado viaje a España a fin de obtener el doctorado en Letras y asimilar, para be-neficio de los estudiantes portorriqueños [sic], los métodos del Centro de EstudiosHistóricos de Madrid, que nos ha dado a conocer con tan rara perfección el Dr. Nava-rro Tomás.79

La conservación del español («castellano» en algunos documentos de la épo-ca) fue una de las responsabilidades de estas asociaciones, alguna, incluso, conespecial interés en establecer relaciones con la Real Academia Española, comoLa Unión Iberoamericana80, idea retomada en 1915 por D. José de Diego cuan-do propuso en Puerto Rico la fundación de una Academia Antillana de la LenguaEspañola, sin éxito en su momento pero con tres resultados positivos más tarde:la Academia Cubana se fundó en 1926, la Dominicana en 1927 y la Puertorri-queña en 1955. En palabras de Jaime M. Pérez, ni antes ni después del 98 repre-sentan, estas asociaciones de españoles, ni los periódicos y revistas dirigidos porlos mismos grupos, «un sector derrotado», sino más bien «una épica hispánicaque sirvió de símbolo aglutinador»81. Esta voluntad de colaboración cultural ex-plica la presencia de Navarro Tomás en estas asociaciones y sus continuas par-ticipaciones en los actos por ellas organizados durante el poco tiempo que estu-vo en el país.

Navarro Tomás no pudo volver, como se ha dicho arriba, en 1926-27,82 porestar ya comprometido para ir a Buenos Aires, donde se había puesto en marchael «Instituto de Filología», dirigido por su discípulo Amado Alonso. Sí pudo re-gresar para el año académico 1927-28, prestigiado por su estancia anterior, decuyo éxito hay testimonios coetáneos y posteriores,83 y fue desde aquí, en estasegunda estancia, cuando llevó a cabo su gran obra de renovación científica dela dialectología hispanoamericana. No abandonó, sin embargo, otros intereses,como el de «reunir una bibliografía metódica de todo lo que se ha publicado enlibros y revistas acerca de la isla y sus habitantes»;84 este magno proyecto bi-bliográfico fue magistralmente completado y publicado después por Antonio S.Pedreira, a quien Navarro entregó todas las fichas bibliográficas que él había re-

288 LOS LAZOS DE LA CULTURA

79 Idem.80 Jaime M. Pérez, Asociacionismo…, Opus cit.,«Introducción». 81 Idem.82 En 1926, y también en el segundo semestre del año 1927-28, dictó cátedra Federico de Onís;

Amado Alonso lo hizo en 1927; Américo Castro y Fernando de los Ríos en 1928; Ángel BalbuenaPratt, durante el año 1928-29. Para más detalles, Thomas Benner,Five years…, Opus. cit.,p. 93. Paradetalles sobre Federico de Onís, véase el trabajo que se le dedica en este mismo volumen.

83 Rafael W. Ramírez, «El doctor Navarro Tomás…»,Opus cit.,p. 3, da cuenta de la actitud de Na-varro ante los alumnos y ante la cátedra y Mª Teresa Babín, «Alrededor del lenguaje de Puerto Rico»,Asomante, vol. II, núm. 4, Universidad de Puerto Rico, 1946, pp. 82-90, p. 84, evoca la figura de Nava-rro, siempre atento al destino de la lengua española en el país.

84 Tomás Navarro, «Impresiones sobre el estudio lingüístico de Puerto Rico»,Revista de EstudiosHispánicos, vol. II, núm. 2, Universidad de Puerto Rico, 1929, 127-147, p. 130.

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copilado.85 Asimismo, no se limitó a Puerto Rico; desde aquí viajó a Venezuelay al entonces llamado Santo Domingo, donde, en 1926, elaborados y publica-dos treinta años más tarde, recogió los materiales que le permitieron ofrecer losrasgos característicos del español dominicano, primer estudio de esta variedadantillana,86 puesto que la investigación de Henríquez Ureña es muy posterior.87

Estos rasgos dominicanos, modestamente identificados por su autor como«apuntes», representan, por su semejanza con los obtenidos para Puerto Rico enla misma época, el único testimonio de la unidad dialectal antillana a fines delsiglo XIX y principios del XX. Testimonian, por otra parte, la única aplicaciónde la investigación geolingüística en tierras dominicanas, puesto que HenríquezUreña usaría, años después, otros criterios de investigación.88

LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA DE NAVARRO TOMÁS EN PUERTO RICO

Las investigaciones de campo habían ido tomando forma en España,89 por ini-ciativa de don Ramón Menéndez Pidal, que había concebido el gran proyecto deun Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI),90 semejante al de Francia, queencargó, al fin, a Navarro Tomás, quien, por los años 20, diseñó la investigación,marcó los puntos de encuesta, redactó los cuestionarios y seleccionó a sus ayudan-tes. Los primeros estudios a partir de estos materiales son de 1935 y 1936, pero loimportante es que, desde mucho antes de estas fechas, Navarro Tomás estaba fami-liarizado con los métodos y principios de la nueva geolingüística. La Guerra Civildejó lamentablemente inconclusa esta obra, que sin duda habría rescatado un mun-do ya irrecuperable, esto es, la situación lingüística de España antes de la «moder-nización de las técnicas agrarias, el creciente abandono del campo y la influenciade los grandes medios de comunicación».91 Desparecido el Centro de EstudiosHistóricosen 1938, y dispersos sus miembros por toda la geografía de América, lageolingüística no murió: como si de un sustrato latente se tratara, reaparecería denuevo varias décadas después, con los modernos atlas peninsulares de Alvar, el

NAVARRO TOMÁS EN PUERTO RICO: CAPÍTULO DE UNA RELACIÓN ARTICULADA EN… 289

85 Antonio S. Pedreira,Bibliografía Puertorriqueña (1493-1930).Monografías de la Universidadde Puerto Rico, Serie A., Estudios Hispánicos, núm. 1, Madrid, Imprenta de la Librería y Casa EditorialHernando (SA), 1932, 707 pp.

86 Tomás Navarro, «Apuntes sobre el español dominicano»,Revista Iberoamericana, vol. XXI,1956, pp. 417-428.

87 Pedro Henríquez Ureña,El español en Santo Domingo, Buenos Aires, Biblioteca de Dialectolo-gía Hispanoamericana, 1940. [Hay cinco reimpresiones posteriores: Santo Domingo, Ediciones de Ta-ller. La última es de 1987].

88 María, Vaquero, «La géolinguistique hispanique aux Caraibes»,La géolinguistique en AmériqueLatine, Geolinguistique, Université Stendhal-Grenoble III, Hors série nº 2 de Géoloinguistique 2001-2002, pp. 7-31.

89 Para detalles sobre la investigación lingüística románica en tiempo de Navarro, especialmentesobre la geolingüística, véase: María Vaquero (ed.), «Navarro Tomás y el español de Puerto Rico. Estu-dio preliminar», Tomás Navarro Tomás,El español en Puerto Rico, Edición conmemorativa al cumplir-se los cincuenta años de su aparición, 1948-1998, San Juan, Editorial de la Universidad de Puerto Rico,y Comité del Centenario del 1898, 1999, pp. I-LIX.

90 Para detalles sobre la elaboración del ALPI: Lorenzo Rodríguez Castellanos, «El Atlas lingüísti-co de la Península Ibérica»,Archivum,vol. 2, Oviedo, 1953, 272-282, y Manuel Sanchis Guarner,Lacartografía lingüística en la actualidad y el Atlas de la Península Ibérica, Palma de Mallorca, 1953.

91 Rafael Lapesa, «Menéndez Pidal, creador…»,Opus cit., p. 70.

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de Andalucía a la cabeza92 y, actualmente, con el monumental Atlas Lingüístico deHispanoamérica.93

En su segunda estancia en Puerto Rico, durante el año académico 1927-28, Na-varro Tomás dedica todo el tiempo que le dejan libre los cursos de la Universidad adiseñar y poner en práctica el proyecto de investigación que le permitiría recogerlos materiales destinados a la elaboración del Atlas Lingüístico de Puerto Rico,primero de Hispanoamérica, de acuerdo con los criterios teórico-metodológicos dela geografía lingüística vigente en su momento y aplicada por él mismo en el dise-ño del ALPI. La recogida de los materiales puertorriqueños duró cinco meses, des-de octubre de 1927 a marzo de 1928,94 pero la elaboración del atlas, con la inter-pretación de los datos recogidos en sus 73 mapas (a los cuales hay que añadir eldedicado a los municipios de Puerto Rico, y otro a los lugares visitados, 1º y 2º delconjunto, respectivamente) tuvo que esperar a 1948, fecha de la primera edición dela obra,95 cuidada y encuadernada en tela. La caja tipográfica mide 10.5 por 17centímetros, y la proporción de los márgenes consigue una composición y tamañode página que delatan el buen oficio de la casa editora. En 1966 aparece la segun-da edición,96 con la única novedad de un PRÓLOGO del autor en el que se lamen-ta de no haber podido volver a Puerto Rico para observar la marcha de algunos fe-nómenos importantes registrados en 1927. Esta reimpresión altera la medida yproporción de los márgenes, con la evidente reducción del tamaño de página y lasconsecuencias correspondientes en el formato del libro. En 1974 aparece la terceraedición,97 reimpresión exacta de la segunda. En 1999 aparece la cuarta edición,facsimilar de la primera y conmemorativa de sus cincuenta años (1948-1998).98

290 LOS LAZOS DE LA CULTURA

92 Manuel Alvar,Atlas Lingüístico Etnográfico de Andalucía (ALEA),6 Ts., con la colaboración deA. Llorente y G. Salvador, Universidad de Granada-CSIC, 1961-1973; Atlas Lingüístico-Etnográficode las Islas Canarias (ALEICan),3 tomos, Las Palmas, Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de GranCanaria, 1975-1978; El Atlas Lingüístico-Etnográfico de Aragón, Navarra y Rioja (ALEAR),12 tomos,con la colaboración de A. Llorente, T. Buesa y E. Alvar, Madrid, Edit. La Muralla, 1979-1983; El AtlasLingüístico y Etnográfico de Cantabria, 2 tomos, Madrid, Arco/Libros, 1995. Recientemente, y conmateriales recogidos para el Atlas Lingüístico de Hispanoamérica, han aparecido, del mismo Alvar,cuatro espléndidos volúmenes:El español en la República Dominicana, Universidad de Alcalá, 2000, yEl español en el sur de los Estados Unidos, Universidad de Alcalá, 2001,El español de Venezuela,Uni-versidad de Alcalá, 2002, y El español en Paraguay,Univ. de Alcalá, 2002.

93 Manuel Alvar y Antonio Quilis, Atlas Lingüístico de Hispanoamérica.Estudios introductoriosde Manuel Alvar, Madrid, ICI, 1984.

94 En la conferencia leída ante la «Institución Cultural Española de Puerto Rico», antes de irse delpaís, el 27 de abril de 1928, Navarro explica y da cuenta del trabajo realizado al respecto, además deofrecer muchos detalles sobre la forma de hacer las encuestas de campo, la solución de problemas im-previstos, etc. Remito, para detalles, al texto publicado correspondiente, Tomás Navarro, «Impresio-nes…»,Opus cit., p. 134, donde asegura haber visitado cuarenta pueblos distintos, en cada uno de loscuales aplicó un cuestionario de 450 preguntas relativas a pronunciación, morfología, sintaxis y voca-bulario, con un total de 18.000 contestaciones transcritas. En la obra, sin embargo, se enumeran cua-renta y tres lugares, con sus nombres y la relación de los sujetos entrevistados en cada uno; se haceconstar, asimismo, que el cuestionario constaba de 445 preguntas.

95 Tomás Navarro,El español en Puerto Rico, New York, Manufactured in The United States byGanis and Harris, 1948, 346 pp.

96 México, Editorial Cvltura, T.G., S.A., con «Derechos asegurados conforme a la ley por la Uni-versidad de Puerto Rico, 1966.

97 Barcelona, Talleres Gráficos de Manuel Pareja, 1974.98 Fue publicado en San Juan, Editorial de la Universidad de Puerto Rico y Comité del Centenario

de 1898,Opus cit.

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La realidad geográfica de Puerto Rico –isla de 5.500 km2, equivalentes a unas3.435 millas, con una población, en 1927, de 2.000.000 de habitantes– hizo posi-ble la realización de un atlas nacional con las características que ni siquiera hoy sehan podido igualar en los mejores atlas regionales, en lo que a densidad de los lu-gares de encuesta se refiere. Si tenemos en cuenta que los 528 puntos selecciona-dos para el atlas lingüístico de toda la Península Ibérica, el ALPI , representan unlugar de encuesta por cada 1.100 km2 y 68.000 habitantes,99 o que, en el Atlas deFrancia, el ALF, hay un punto de encuesta por cada 830 km2 y 64.000 habitantes,el Atlas de Puerto Ricoofrece una densidad muy alta: una localidad investigadapor cada 127 km2 y 364 habitantes. Esta riqueza de puntos hace de este atlas unaobra de excepción, con posibilidades de aplicar técnicas no ensayadas antes en es-te tipo de trabajos,100 dentro de la geolingüística de aquel momento.101 A esta in-discutible superioridad del Atlas de Puerto Ricose puede añadir otra ventaja, rela-tiva a la rapidez con que se recogieron sus materiales. Si tenemos en cuenta que elgran enemigo de los atlas lingüísticos fue, y sigue siendo, el tiempo,102 no hay du-da de que el de Puerto Rico ganó esta batalla, relacionada con la reducida exten-sión del territorio. En cinco meses, un solo explorador, Navarro Tomás, pudo reco-rrerlo completo y hacer las encuestas en los 43 lugares visitados, lo cual garantiza,por otra parte, la ideal unidad de transcripción a la que se sigue aspirando en estetipo de trabajos.

Otra cosa muy distinta es la relativa a la importancia dada por Navarro a losmedios rurales, según los criterios de su escuela, con escasa presencia de losnúcleos urbanos. La geolingüística del momento, no sólo intentaba rescatar lashablas locales, sino que pretendía recogerlas en su estado más puro, sin la con-taminación a que pueden estar expuestas en los medios urbanos. Navarro, fiel aestos principios de método, no sólo dio preferencia a los barrios sobre los pue-blos o cabezas de municipio,103 sino que, con la excepción de cinco, todos susinformantes eran analfabetos, rasgo que garantizaba, aún más, la pureza de lashablas recogidas, refugiadas en el uso rústico.104 Estos principios de escuela seavienen con un hecho, detectado por Navarro en Puerto Rico y expuesto a raízde sus encuestas; se refiere a que las verdaderas peculiaridades del español de

NAVARRO TOMÁS EN PUERTO RICO: CAPÍTULO DE UNA RELACIÓN ARTICULADA EN… 291

99 Datos ofrecidos por Manuel Alvar, «Los atlas lingüísticos de España»,Presente y futuro de lalengua española, Madrid, OFINES, 1964, vol. 1, pp. 417-426, p 5. Se calculó a razón de los 600.000km2 de superficie peninsular y los 36.000.000 millones de habitantes de la época.

100 Así lo reconoce Humberto López Morales, «Un capítulo de la historia lingüística antillana; Elespañol en Puerto Rico, de Navarro Tomás»,Revista de Estudios Hispánicos, Universidad de PuertoRico, vol. 3, 1973, 5-21, reproducido en Dialectología y sociolingüística. Temas puertorriqueños, Ma-drid- Miami-Nueva York-San Juan, Hispanova de Ediciones, S. A. 1979, pp. 41-50.

101 Navarro Tomás era consciente de la superioridad de la red de Puerto Rico, como consta en lanota 1 de la página 16 de su obra, donde la compara con las de las islas de Córcega y Cerdeña, en losatlas de Gillièron y Jaberg respectivamente.

102 Para detalles sobre este punto: Manuel Alvar, «La cartografía lingüística. Los exploradores»,Estructuralismo, Geografía Lingüística y Dialectología actual,Madrid, Gredos, 1969, p. 130.

103 Cada municipio de Puerto Rico encierra en su término, además del centro o cabeza de la juris-dicción (el pueblopropiamente dicho, identificado con el mismo nombre), una serie de barrios o núcle-os rurales, en número diferente para cada municipio.

104 Tomás Navarro,El español…, Opus cit.,pp. 16-19.

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la Isla se dan en el nivel popular,105 puesto que «el español [...] de las personascultas se diferencia del de España mucho menos de lo que los mismos puerto-rriqueño creen».106Y si tenemos en cuenta que el principal propósito de Nava-rro fue buscar, precisamente, las peculiaridades del español isleño,107 no debesorprender, por varios motivos, su atención exclusiva a la lengua popular. Noolvidemos, por otra parte, que la población puertorriqueña se ha concentradocon preferencia en los campos, a lo largo de la historia, razón de que la escasarepresentación urbana en la muestra de Navarro no se aparte en exceso de la re-alidad isleña.108 En cuanto a la escasa presencia de las mujeres en su muestra,se explica dado el carácter del cuestionario, cuyas preguntas se referían, casi ensu totalidad, a aspectos de la vida agrícola y a las faenas del campo, propias delos hombres. Tampoco debe llamar la atención el predominio de informantesblancos en la muestra, teniendo en cuenta que la mayoría de los lugares visita-dos pertenecen al interior del país, regiones de menor concentración africana,frente a las costas. En resumen, si bien Navarro, en la composición de la mues-tra y en la selección de los puntos, trató de justificar los criterios seguidos, ba-sándose en las realidades del país y en las tendencias seculares de su población,no hay duda de que siguió fielmente los principios metodológicos de la geogra-fía lingüística en boga. Superados hoy estos principios de escuela, Navarro To-más es un clásico, por una razón fundamental: por su interés genuino, dentro deun determinado marco teórico, en salvar de la muerte a los dialectos, más o me-nos marginados, como etapas indispensables en el conocimiento de las lenguasy en su evolución. Esta ha sido, al fin y al cabo, la vieja y clásica preocupaciónde los lingüistas, proyectada en las sucesivas escuelas y metodologías.109

En la geolingüística es fundamental el uso del cuestionario para allegar los ma-teriales. Navarro, que, como se ha dicho, había colaborado en el del Atlas de la Pe-nínsula Ibérica (ALPI), publica su Cuestionario,con el título de Cuestionario lin-güístico hispano-americano,110 antes de la aparición de su libro sobre Puerto Rico,que, no lo olvidemos, tiene como subtítulo Contribución a la Geografía Lingüísti-ca Hispanoamericana. Graves cuestiones metodológicas se han venido planteandoante la aplicación de un único cuestionario general en un dominio nacional exten-

292 LOS LAZOS DE LA CULTURA

105 Es sumamente importante, por otra parte, esta observación de Navarro, en momentos en que sesometía a revisión la pretendida uniformidad del español de América, revisión iniciada por Pedro Hen-ríquez Ureña en su trabajo «Observaciones sobre el español de América»,RFE,vol. VIII, Madrid,1921, 357-390, uniformidad aceptada hasta entonces, precisamente, porque se partía de las hablas cul-tas y de la escritura, únicas que trascendían las fronteras regionales. Hoy sabemos que lo característicodel español americano es «la variedad en la unidad», haciendo de él un conjunto de modalidades regio-nales, cada una con su propia estratificación social interna.

106 Tomás Navarro, «Impresiones…»,Opus cit., pp. 132 y ss.107 Ibidem.108 El mismo Navarro recuerda la observación del historiador Fray Iñigo Abbad y Lasierra, del si-

glo XVIII, cuando se refiere a la arraigada preferencia de los puertorriqueños por el campo: Tomás Na-varro,El español…, Opus cit.,p. 17 y p. 18 n.1, con datos sobre censos de población de la época.

109 Para detalles: Manuel Alvar,Estructuralismo, Geografía Lingüística…, Opus cit., pp. 162 y ss.110Aparece en 1943, estando ya Navarro en Nueva York, reeditado en 1945, y publicado, en las dos

fechas, por el Instituto de Filología de Buenos Aires. Para detalles sobre la trascendencia de este cues-tionario en las investigaciones dialectales de Hispanoamérica, véase: H. López Morales, «Un capítu-lo…», Opus cit.pp. 31-50.

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so, con el riesgo de que pueden quedar sin recoger muchos aspectos, propios dedeterminadas regiones dentro del territorio. No es el caso de Puerto Rico, donde, almargen del escaso número de preguntas que hizo Navarro (445 a cada informante),se recogió, con un solo cuestionario, lo general y peculiar del territorio estudiado,en lo que se refiere a la vida rural campesina.111

Es evidente la preferencia que dio Navarro al análisis fonético en su investiga-ción, con el 33% del total de páginas (229) dedicadas a la interpretación de los da-tos fonéticos recogidos. La preferencia no debe llamar la atención, por dos razonesfundamentales: de un lado, el interés personal de Navarro en la fonética, con aten-ción específica a los análisis instrumentales, y, por otro, la tradición foneticista quepesaba sobre la geografía lingüística, nacida a la sombra de los problemas que de-jaban sin resolver las leyes fonéticas de los neogramáticos.

Navarro recoge sus materiales en 1927-28, época del foneticismo a ultranza,época de descripciones articulatorias aisladas y atomistas, como corresponde almomento preestructural, sin referencia a los valores de las unidades en el sistema.En 1948, sin embargo, cuando interpreta los materiales recogidos, ya eran bien co-nocidos los trabajos de la Escuela de Praga, y los Principios de Fonologíade Trou-betzkoy,112 pero la dialectología española, y la románica en general, con alguna ex-cepción en Italia y Francia,113 siguieron fieles a los principios tradicionales.114 Enotras palabras, Navarro interpreta sus materiales en 1948, en general, como si nadahubiera pasado desde 1927; sin embargo, y entre otras cosas, había nacido unanueva ciencia, la fonología, que reconocía invariantes funcionales en las realiza-ciones infinitas del habla.115

Pero una cosa es la interpretación de los datos y otra los criterios seguidos paradejar constancia de ellos. Está claro que Navarro se atiene a la precisión cartográ-fica del registro fonético, en el cual era un verdadero maestro, razón, por otra par-te, de que sigan teniendo importancia sus minuciosas descripciones, por atomistasque sean, como referencias obligadas y puntos de comparación. Navarro no entróen las interpretaciones fonológicas de sus materiales puertorriqueños, aunque estáclaro su conocimiento de las nuevas tendencias sistemáticas, pues no de otra formapuede explicarse su referencia indirecta a la teoría del desdoblamiento fonológicovocálico, con su cautelosa aceptación para Puerto Rico. En su obra, por otra parte,y al final de su ANÁLISIS FONÉTICO, dedica un apartado a «Modificaciones fo-nológicas», donde aparecen explícitos sus criterios en cuanto a la función de la fo-

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111 Sobre la conveniencia de usar un solo cuestionario en territorios de extensión abarcable, que re-coja las particularidades de la zona, véase: Manuel Alvar, «Los atlas lingüísticos de España»,Presentey Futuro de la Lengua Española..., Opus cit., vol. 1, pp. 417-126.

112 Obra aparecida en alemán, en 1931, con traducción francesa de J. Cantineau,Principes de Pho-nologie, París, 1949, de bastante difusión en el ámbito hispánico.

113En Italia, Tagliavini aplicó enseguida estos principios en sus Modificazioni del linguaggio nellaparlata delle done, Milán 1938, y en Francia, lo hacía André Martinet,Description phonologique duparler franco-provençal d’Hauteville, París, 1939.

114Sobre la aplicación de las nuevas teorías a la dialectología iberrománica, véase M. Alvar, «Foné-tica y Fonología»,Estructuralismo, Geografía Lingüística...,Opus cit.,pp. 35 y ss.

115Véase, sobre el desarrollo de las nuevas corrientes en el mundo hispánico, el pionero y ya clási-co trabajo de Antonio Quilis, «Hacia un nuevo concepto de la ciencia fonética española»,Problemas yprincipios del estructuralismo lingüístico. Madrid, CSIC, 1967, pp. 30-42.

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nogía en la geolingüística, dando por hecho que una cosa es el registro fonéticocartográfico y otra la interpretación a posteriori. Dice así:

Las observaciones fonéticas reunidas en las anteriores páginas [...] representan princi-palmente un trabajo descriptivo de las particularidades articulatorias y acústicas de lapronunciación puertorriqueña. La reducción de las variantes fonéticas a sus tipos bási-cos y funcionales corresponde a la fonología.116

Al margen de Navarro, y respecto a la discusión actual sobre si, en las encues-tas, debe transcribirse con criterios fonéticos o fonógicos, Manuel Alvar ha hechoobservaciones definitivas, que transcribo:

De la exactitud de las descripciones formales que obtengamos dependerá la interpreta-ción sistemática que en el cuarto de trabajo podamos hacer. [...]. ...veo difícil la aplica-ción de un método estrictamente fonológico a las encuestas dialectales: los rasgos perti-nentes de cada sonido no se perciben inmediatamente y ya depurados; el fonema no selimita sino con un preciso conocimiento del habla explorada. Justamente, tal conoci-miento es a posteriori.117

Dos fueron los instrumentos usados por Navarro como complementos de susanálisis auditivos en Puerto Rico, aplicados por primera vez a la lengua oral deHispanoamérica: el quimógrafoy el paladar artificial. Muy lejos, todavía, de laelectroacústica actual, encargada de la descomposición de la onda sonora en suscomponentes acústicos, con la posibilidad de identificar los rasgos de cada sonido,en 1927 sólo se podía contar con aparatos, primitivos para nosotros, que detecta-ban la vibración vocálica o la nasalidad (el quimógrafo, activado por un mecanis-mo de relojería), o que permitían identificar las zonas de contacto articulatorio en-tre la lengua y el paladar (el paladar artificial). Las descripciones fonéticas dealgunos sonidos del español de Puerto Rico parten, en la obra de Navarro, de losquimogramasy palatogramas correspondientes, encargados de hacer patentes lasarticulaciones cuyos rasgos, perceptibles auditivamente, no están al alcance de laobservación visual. Véanse, entre otras, las páginas 96 y 97 de su obra. Este interésen la experimentación, por otra parte, explica que, en 1927, ya estuviera instaladoen el «Edificio Janer» de la Universidad de Puerto Rico, bajo su estímulo y direc-ción, el primer laboratorio de fonética en el mundo hispanoamericano.118A este la-boratorio llegó el primer aparato de fonética experimental construido en España,aparato que, fabricado para el Centro de Estudios Históricosde Madrid, se enviódefinitivamente a Puerto Rico. Con este aparato se llevaron a cabo, entre otros, losanálisis fonéticos que realizó Rubén del Rosario para una minuciosa investigacióncomparada entre el ritmo del habla puertorriqueña y el del castellano peninsular.119

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116 Tomás. Navarro,El español en…, Opus cit.,pp. 103 y ss.117 Manuel Alvar,Estructuralismo, Geografía Lingüística..., Opus cit. , pp. 116-117.118 La prensa madrileña de la época informó ampliamente sobre la fundación de este laboratorio,

sobre todo el periódico El Sol. Thomas Benner,Five Years…, Opus cit.,p. 132.119 Tomás Navarro, «Impresiones…»,Opus cit., p. 132.

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Navarro se auxilió de estos instrumentos para precisar, por ejemplo, las zonasarticulatorias exactas de las consonantes alveólopalatales, las duraciones de losmomentos oclusivos y fricativos de la africada sorda /c/, o la intervención de la vi-bración laríngea en determinadas realizaciones. Sus análisis, que descansaron fun-damentalmente en la percepción auditiva, muy desarrollada, y en el dominio de latranscripción, aparecen respaldados por estos experimentos, a pesar de que hoy senos aparecen como extremadamente rudimentarios. Representaban entonces, sinembargo, la única posibilidad de experimentación, y se debían a la imaginación y ala habilidad manual del gran fonetista francés Rousselot, fundador del primer la-boratorio de fonética, en París, en el siglo XIX, y autor del primer manual de foné-tica experimental.120

El español en Puerto Ricode Navarro Tomás consta de 346 páginas, divididasen bloques de contenido (a los que llamaré «partes»). La «primera parte» incluyelas siguientes secciones:

ASPECTOS DE LA LENGUA (pp. 7-38), con todos los datos relativos a laelaboración del trabajo, la relación de los informantes y de los lugares visitados, y

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Quimógrafo del Laboratorio de Fonética del Centro de Estudios Históricos de Madrid.

120 J. P. Rousselot,Principes de phonétique experiméntale, Paris, 1897-1908. Rousselot, estudiosoconstante de la fonética, había sido colaborador de Gillièron en sus trabajos dialectales. En su famosotratado sorprende la minuciosidad con que describe los materiales con que él mismo construía sus apa-ratos, así como las formas más idóneas para entrenar a los estudiantes, o los métodos para obtener me-jores resultados. Estas raras cualidades son, por sus consecuencias científicas, las que hacen de Rosse-lot un nombre memorable en la disciplina fonética.

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la referencia a los documentos histórico-lingüísticos más relevantes de Puerto Ri-co, a partir del siglo XVI.

ANÁLISIS FONÉTICO (pp. 39-114), la sección más larga, con descripcionesdetalladas de vocales y consonantes, y atención al acento.

OBSERVACIONES GRAMATICALES (pp. 115-134), referencia, poco deta-llada, como su nombre indica, a las peculiaridades morfosintácticas más relevan-tes.

MATERIALES LEXICOGRÁFICOS (pp. 135-162), con las interpretacionesdel vocabulario recogido en los siguientes campos léxicos: ‘plantas y frutas’, ‘ani-males’ y ‘trabajo’.

ZONAS LINGÜÍSTICAS (pp. 163-176), donde se ofrece la variedad internadel territorio, motivada por factores topográficos e históricos, muestra antillanaque corrobora, a su vez, la complejidad dialectal de Hispanoamérica.

CORRIENTES Y TENDENCIAS (pp. 177-225), donde se caracteriza el voca-bulario recogido y la vitalidad del componente léxico indígena, el patrimonial, consus adaptaciones y pervivencias, los procedimientos para nuevas creaciones, launidad en la variedad y la influencia del inglés.

La «primera parte» acaba con un RESUMEN (pp. 226-232). La «segunda parte», dedicada a TEXTOS (pp. 235-247), ofrece la transcrip-

ción fonética, seguida de la transliteración correspondiente, de cinco textos orales,recogidos en distintos puntos.

El ATLAS, o lo que podría considerarse la «tercera parte», (pp. 251-327), reco-ge el conjunto de los 75 mapas, precedido de una breve ADVERTENCIA.

296 LOS LAZOS DE LA CULTURA

Quimógrafo de campo, con estuche de madera, utilizado en las encuestas dialectales.Centro de Estudios Históricos de Madrid.

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La obra se completa con un ÍNDICE DE PALABRAS (pp. 331-342) y el ÍNDI-CE GENERAL (pp. 343-346)

La investigación de Tomás Navarro da respuesta a las siguientes preguntas:¿Cuáles son las características del habla popular de la Isla? ¿Tiene más influenciade Andalucía que de otras regiones peninsulares? ¿Hay diferencias entre unas zo-nas y otras, dentro de Puerto Rico? ¿Coincide con las demás hablas antillanas deCuba y Santo Domingo? ¿Qué es lo exclusivamente puertorriqueño?121

A las cinco preguntas dieron respuestas sus datos, que ofrecen un español ruraly familiar de principios de siglo cuyas características se reducen a unos cuantos fe-nómenos exclusivos, pocos, unidos a la gran cantidad de rasgos presentes en todaslas hablas rústicas del mundo hispánico (vacilaciones vocálicas, reducción de hia-tos, ultracorrecciones de todo tipo, discordancias y vacilaciones de género y núme-ro), junto a los compartidos con las regiones lingüísticamente innovadoras (el má-ximo relajamiento articulatorio general de las consonantes, sobre todo en posiciónimplosiva, con variadas soluciones).122 Como fenómenos caracterizadores dePuerto Rico, Navarro Tomás destaca, en la pronunciación, la especial pronun-ciación velar de la «RR», con varias y complejas realizaciones, que él describeacertadamente por primera vez; se equivoca, sin embargo, al explicarla por in-fluencia indígena, con evidente aceptación de las motivaciones externas del sustra-to, propias de la época.123 En la morfosintaxis, es característico el avance de algu-nas tendencias generales del idioma español, como las relativas a la creaciónanalógica de ciertas formas léxicas (yerna, ovejo, cabro), o a las perífrasis (másmejor, palo de china/de mangó,etc.). En el léxico, tal vez lo característico o propioestá en la riqueza de los recursos creativos y en la frecuencia de formas compues-tas y derivadas, con distinto valor afectivo (sangrigordo, boquiduro, reguerete, ta-jureo,etc.).

La discusión sobre la influencia de las hablas meridionales de España en el es-pañol de América y de las Antillas, basada, sobre todo, en la evidencia de rasgosfónicos compartidos (el seseo, el más importante), alcanzaba su punto culminantepor los años en que Navarro Tomás emprendía sus investigaciones en Puerto Rico.No tiene nada de particular que uno de sus propósitos fuera comprobar, sobre el te-rreno, hasta qué punto tenían validez los argumentos encontrados de quienes sos-tenían acaloradamente la polémica del andalucismo. Eran tiempos en que hasta las

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121 Tomás Navarro, «Impresiones…»,Opus cit., p. 135.122 Hoy sabemos que los mismos fenómenos lingüísticos, integrados a conjuntos diferentes de ras-

gos, adquieren valores distintos, razón de que lo exclusivo, en sí mismo, no sea característica dialectal.Este principio, desarrollado mucho más tarde, no puede estar presente en Tomás Navarro.

123 Las explicaciones dadas a la pronunciación velar de la RR, tanto las debidas a causas externas(sustrato indígena, influencia francesa y base africana, defendidas en el pasado), como las que partende la aceptación de fallas fisiológicas de los hablantes, han dejado paso en nuestra época a las explica-ciones lingüísticas internas. La velarización de RR, como hecho de fonética general, es una de las posi-bles manifestaciones de la evolución de la vibrante, a partir de las lenguas indoeuropeas y dentro de lasrománicas. Puerto Rico presenta, con alcance colectivo, esta realización velar de la / r¯/, una más dentrode la variedad de realizaciones que presenta en Hispanoamérica, desde la alveolar (vibrante o fricativa), o la asibilada, hasta la velar mixta y la uvular. Véase, al respecto: María Vaquero y Antonio Quilis,«Datos acústicos de /¯r/ en el español de Puerto Rico»,Revista de Estudios Hispánicos, vol. XIII, Uni-versidad de Puerto Rico, 1986, pp. 121-154.

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mentes más equilibradas –la de Henríquez Ureña, por ejemplo– podían pagar sutributo de lealtad a lo propio, confundiendo «orígenes» y «originalidad», esto es,las bases andaluzas que sirvieron para el primer acriollamiento del español enAmérica (problema de orígenes), con la personalidad moderna del español ameri-cano, resultado de la integración de aquellos primeros rasgos en la totalidad de losque hoy le dan su fisonomía propia.124 Los datos recogidos por Navarro en PuertoRico no son favorables precisamente, a los antiandalucistas, si nos atenemos al re-gistro que él mismo hace de las pronunciaciones relevantes:seseo, aspiración, ye-ísmo, neutralizacionesde líquidas y vibrantes implosivas,relajamiento consonán-tico general, etc. Navarro adopta una actitud de cautela ante sus propiosmateriales, y, sin rechazar abiertamente el andalucismo, propone también la posi-ble influencia de otras modalidades del Norte peninsular, que explicarían el cierrede -e, -ofinales en -i, -u (lechi, puenti, poti, nudu, hechu), característico de los dia-lectos noroccidentales de España y encontrados en el interior de la Isla. (Véanselas formas extremas recogidas en Jayuya para veintey nudo, y el oscurecimientode estas vocales en toda la zona centra, en sus mapas 11 y 13). Al respecto, escribeNavarro:

298 LOS LAZOS DE LA CULTURA

Quimógrafo de campo utilizado en las encuestas dialectales.Centro de Estudios Históricos de Madrid.

124 Es abundantísima la bibliografía al respecto. Véase, como somera síntesis, María Vaquero,«Orígenes y formación del español de América. Período antillano»,Historia y presente del español deAmérica, César Hernández (coord.), Valladolid, Junta de Castilla y León, 1992, pp. 251-265.

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A primera vista, la impresión de las vocales en San Juan y sus contornos puede sugerircorrespondencias con la fonética andaluza. Los efectos son diferentes cuando se tieneen cuenta el conjunto del país. 125

«La impresión andaluza a primera vista», a la que se refiere Navarro, incluye,desde luego, el rasgo de abertura vocálica por pérdida de «ese» final, que es lo quellama su atención, único rasgo fonético que él mismo interpreta fonológicamente,a la manera andaluza oriental, como índice de desdoblamiento funcional.126 Con-viene recordar, ante estos hechos, que el cierre de las vocales finales en lechi, poti,puenti, lejos de invalidar la importancia del andaluz, la corrobora, si tenemos encuenta que estas formas, de uso rústico, no tenían prestigio en la capital. Enten-diendo por «andalucismo» la ‘nivelación de distintas modalidades dialectales enconvivencia, bajo el signo meridional’, no hay duda de que una de dichas modali-dades haya sido la noroccidental, que bien pudo refugiarse en las montañas del in-terior, mientras la lengua del país se nivelaba con los rasgos del sur.

Navarro también plantea en su obra la convivencia de «andalucismo» y «oc-cidentalismo peninsular» en Puerto Rico, a propósito del vocabulario recogido.Señala como occidentalismos piquiña o chifle, y como andalucismos o canaris-mos toda una serie de nombres relacionados con los productos básicos de laagricultura, del azúcar, sobre todo, cultivo iniciado en el país por isleños:baga-zo, trapiche, guarapo, y tantos otros. En síntesis, a la pregunta planteada sobre lainfluncia andaluza en el español isleño, da una contestación cautelosa y coheren-te, por un lado, con sus acercamientos atomistas a los materiales recogidos, y,por otro, acorde con los criterios de datación de fenómenos en que se había basa-do la polémica andalucista, esto es, los relativos a la fecha de documentación delos rasgos compartidos. Ahora bien, si es cierto, como dice, que los cambiospueden haberse desarrollado paralelamente en «ambos campos», ¿por qué, enlas Antillas, por ejemplo (y esto sí lo demuestran sus propios materiales de Puer-to Rico), se desarrollan, precisamente, los fenómenos del Sur? No hay duda deque Navarro, en 1948, ha superado el antiandalucismo a ultranza, que había de-fendido antes, más o menos abiertamente, si bien su nueva postura, que será ladefinitiva, es más bien conciliatoria.

Otro de los problemas que motivó la atención de los estudiosos de la época, yque Navarro somete a investigación empírica en Puerto Rico, se refiere a la preten-dida uniformidad del español de América. La hipótesis de Henríquez Ureña, con-traria a la uniformidad, lo llevó a postular, en 1921, la conocida división del espa-ñol americano en cinco zonas dialectales,127 provisional y hoy totalmente

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125 Tomás Navarro,El español…,Opus cit.,p. 52.126 Ibidem, pp. 46 y 48. El desdoblamiento fonológico vocálico, aceptado sin reservas, desde 1946,

para el español de Puerto Rico por Rubén del Rosario,La lengua de Puerto Rico, 6ª ed., San Juan, Edi-torial Cultural, 1985, pp. 8 y 9, ha perdido validez después de los análisis acústicos llevados a cabo, yde los estudios de percepción y reconocimiento de los índices de superficie que se encargan de repre-sentar, en el discurso, los morfemas subyacentes de número o de persona verbal. Para detalles: MaríaVaquero, «Estudios fonológicos de Puerto Rico: estado de la cuestión y revisión crítica»,Voz y Letra(Revista de la Universidad de Málaga), vol.1, 1991, pp.111-127.

127 Pedro Henríquez Ureña, «Observaciones…»,Opus cit., pp. 357-390.

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superada, pero con el mérito de haber planteado y divulgado las reflexiones sobrela variedad dialectal de Hispanoamérica. En este contexto es en el que tiene senti-do la pregunta que se hace Navarro en 1927, sobre la posibilidad de identificar varie-dades lingüísticas internas en Puerto Rico, primer territorio sometido a la investiga-ción científica y posible microcosmos representativo de la complejidad general.

Catorce apretadas páginas de su obra dedica Navarro a la presentación delas ZONAS DIALECTALES de Puerto Rico (pp. 163-176). Los materiales re-cogidos le permiten proyectar los datos de acuerdo con cuatro tipos de divisio-nes geográficas (diagonal, central, laterales y parciales), a partir de la distribu-ción de variantes fonéticas y léxicas claramente delimitadas en el territorio.Pronunciaciones como nieta/ñetao palmiyo/parmiyo, y designaciones comopenca/rama, amapola/pavonao papaya/lechosa, se repartían, en diagonal, elnorte y el sur de la Cordillera Central, el este y el oeste por el centro, o exten-siones incluso más reducidas. Los mapas 71, 72 ó 74 muestran la distribuciónde las formas recogidas.

Que hoy no se oiga ñeta, no quiere decir nada, para el caso que nos ocupa: en se-tenta años, esta pronunciación rústica, propia del sur, ha desaparecido, junto a otrosmuchos usos, frente al prestigio del norte y de la capital. El vocabulario, con la mo-derna movilidad de la gente, ha ido adquiriendo a lo largo del siglo un talante menosespecífico de cada lugar, a pesar de las variantes que perduran («así se dice en Pon-ce», «eso es de Mayagüez», puede oírse con frecuencia, hoy todavía, pero, cada día,las diferencias son menores). Ahora bien, con todas las nivelaciones ocurridas des-pués, con tantos olvidos de palabras campesinas,128 una cosa quedó clara en el estu-dio de Navarro Tomás: si en un territorio reducido y sin barreras naturales comoPuerto Rico, se podía documentar tanta variación, la uniformidad del español deAmérica pasaba a ser creencia del pasado. Navarro, sin embargo, ante estos hechos,buen cuidado tiene de aclarar que estas zonas no implican la existencia de dialectosinternos en el país, o sea, de conjuntos de fenómenos propios de cada una frente a lasdemás; estamos, simplemente, ante ejemplos léxicos o fonéticos de la variedad, den-tro de una única y bien perfilada modalidad del español, la puertorriqueña, caracteri-zada, como todas las del Caribe, por su gran riqueza polimórfica.

Seis páginas dedica Navarro en su obra a la situación de contacto entre el in-glés y el español en Puerto Rico, motivadas por los resultados obtenidos en suinvestigación (pp. 220-225). Teniendo en cuenta los criterios aplicados en laconfiguración de su muestra (sujetos analfabetos de las zonas rurales), era lógi-co que la influencia inglesa se revelara nula, o mínima, en sus resultados. Elmismo Navarro reconoce que su marco teórico (diseñado con otros propósitos),no había sido el idóneo para medir las posibles interferencias del inglés en elespañol de la Isla, ya que estos resultados no se avenían bien con un hecho: en

300 LOS LAZOS DE LA CULTURA

128 Basta repasar las investigaciones léxicas dirigidas por Humberto López Morales desde el Insti-tuto de Lingüística de la Universidad de Puerto Rico, encaminadas a actualizar el Vocabulario de Puer-to Rico, de Augusto Malaret (1937), con porcentajes significativos sobre desconocimiento de tantas desus entradas en los municipios estudiados hasta ahora, para darse cuenta de la mortandad léxica del vo-cabulario recogido por Navarro y presente en Malaret. Para detalles: Humberto López Morales, «Des-gaste léxico en el español de Puerto Rico. El Proyecto Malaret»,Investigaciones léxicas sobre el espa-ñol antillano, Santiago de los Caballeros, República Dominicana, PUCMM, 1991, pp. 169-177.

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1927, hacía tiempo que el inglés era la lengua de la enseñanza en el país, razónde que su influencia se dejara sentir entre las personas de cultura media y supe-rior. Por eso dirá, en 1948:

Hace veinte años el inglés no había alcanzado aún ningún progreso apreciable entre la cla-se campesina a que este estudio se refiere. Sólo los sujetos de Algarrobo, Dajaos y San Lo-renzo, más jóvenes e instruidos que los restantes, poseían algunos conocimientos de la ci-tada lengua. La influencia del inglés quedaba en realidad fuera del plan de investigación,aunque las manifestaciones de asunto tan importante, observadas en otros sectores del país,reclamaran la atención con poderoso interés. Resultaría extraño, en todo caso, que un libroen que se trata del español en Puerto Rico no se dedicara alguna mención a un problemalingüístico que es motivo de tantas preocupaciones y controversias.129

Al margen, por lo tanto, de sus datos, Navarro anota la abundancia de vocablosingleses entre las personas instruidas, unas veces crudos («sin adaptación fonética ni

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Portada de la primeraedición, en Nueva York,en 1948, del libro deTomás Navarro Tomás,El español en PuertoRico.

129 Tomás Navarro,El español…, Opus cit.,pp. 220 y 221 (Cursiva de la autora).

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ortográfica»), otras como anglicismos semánticos (aplicaciónpor solicitud,plantapor fábrica, etc.), los cuales, disimulados en su apariencia, son, para él, los más noci-vos. La aparición, por aquellos años, de los artículos de Rubén del Rosario, con suactitud tranquilizadora frente al anglicismo en el español de Puerto Rico,130hace queNavarro añada una larga nota en la cual aclara sus puntos de vista al respecto.131 Lasideas encontradas de los dos maestros serán el punto de partida del desarrollo de dosactitudes distintas entre los intelectuales del país, mantenidas a lo largo de varias dé-cadas: la actitud de vigilancia, acorde con Navarro, defendida, entre otros intelec-tuales, por Margot Arce, y la actitud del propio Rubén del Rosario y de algunos desus discípulos, para quienes el anglicismo en Puerto Rico no debe ser motivo de alar-ma.132Ante la situación específica de Puerto Rico, Navarro, en 1948, lejos del positi-vismo, y dentro de los principios de la escuela idealista española, presidida por D.Ramón Menéndez Pidal, se declara abiertamente defensor de la intervención decisi-va del hablante en la marcha de la lengua. Por si los resultados a los cuales llegó suinvestigación (que no era idónea para medir estos problemas), pudieran confundir allector, respecto a lo que él, como lingüista, opinaba, dejó escrito lo siguiente:

Es error poner confianza en que la lengua, por su propia virtud, salvará obstáculos y di-ficultades, para cumplir, como suele decirse, el destino que le esté reservado. La lenguano tiene otro destino que aquel a donde la conducen las gentes que de ella se sirven.133

Asimismo, trata, con toda la cautela que el caso requiere, la errada políticaeducativa del momento, con la enseñanza en lengua extranjera, hecho que la pres-tigia frente al vernáculo, disminuido y marginado al ámbito familiar.134

¿Lo característico de Puerto Rico, en su contexto antillano? Lo propiamentepuertorriqueño se puede obtener, para la época que nos ocupa, sólo en compara-ción con el español dominicano, y de forma muy general, pues sólo disponemos delos datos recogidos en 1926 por el propio Navarro en la república vecina, y publi-cados muchos años después.135 Bien es verdad que, en 1948, el español dominica-no tenía ya la obra clásica de Henríquez Ureña,136 pero ya se ha señalado que susdatos, obtenidos al margen de la geolingüística, y con otros propósitos, no soncomparables con los puertorriqueños de Navarro. En cuanto a Cuba, nada aprove-chable puede ofrecer en este momento: Cuba saltó, desde las nóminas intuitivas defenómenos aislados, heredadas del siglo XIX, o desde las valoraciones pintorescas

302 LOS LAZOS DE LA CULTURA

130 Rubén del Rosario, «Anglicismos generales», «Localismo y arcaísmo», «Anglicismos fantas-mas» y «Nacionalidad y lengua»,La lengua de Puerto Rico, San Juan, Editorial Cultural, 1955.

131 Me refiero a la nota de la página 222, donde Navarro precisa las diferencias entre las situacionesde contacto lingüístico por las que atravesó la historia peninsular y la situación de Puerto Rico, situa-ciones que Rubén del Rosario interpreta como semejantes.

132 María Vaquero, «Algunas reflexiones sobre las polémicas lingüísticas del siglo XX en PuertoRico»,Revista de Estudios Hispánicos, vol. XXVII, núm. 1 [Volumen especial sobre El español dePuerto Rico en el siglo XX. Estudios y Bibliografía, María Vaquero y Amparo Morales (eds.)], Univer-sidad de Puerto Rico, 2000, pp. 339-348.

133 Tomás Navarro,El español en Puerto…, Opus cit.,p. 225.134 Ibidem, p. 224.135 Tomás Navarro, «Apuntes…»,Opus cit.pp. 417-428.136 Pedro Henríquez Ureña,El español de Santo Domingo..., Opus cit.

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de los hechos lingüísticos observados,137 a los métodos y principios estructuralis-tas,138 sin pasar por la geografía lingüística.139

Ateniéndonos a rasgos generales, se puede decir que el español puertorriqueñode principios de siglo compartía los fenómenos esenciales dominicanos, lo cualpermite proponer la hipótesis de una modalidad hispano-antillana bien definida.Navarro registra en Santo Domingo las mismas formas puertorriqueñas lechi,dienti, nudu; el mismo relajamiento consonántico general, la misma escasez de«efe» labiodental, la neutralización de las líquidas implosivas o la aspiración de -sfinal, aunque con la tendencia significativa a la pérdida total, que sigue siendo sucaracterística. Como rasgos propios de Puerto Rico se revelan, en esta compara-ción, además de determinadas palabras, el uso colectivo de la RR velar o posterior,muy rara en Santo Domingo, y la especial pronunciación que tenía la «che» puer-torriqueña en 1927,140 a la manera canaria, ausente en la modalidad dominicana.Ambos territorios comparten la variedad léxica y el polimorfismo extremo, locual, no sólo era propio de estas islas en los primeros años del siglo, sino en los úl-timos. Hoy, el español dominicano, el más innovador del Caribe, ha llevado a lasúltimas etapas los procesos de cambio. Frente a él, Cuba y Puerto Rico, dentro dela zona, presentan etapas más conservadoras.141

ÚLTIMAS REFLEXIONES

Si por investigación científica se entiende la búsqueda y avance del conocimientoen un determinado campo del saber, mediante la aplicación del método que haga po-sible la obtención de datos confiables y accesibles a la interpretación cualitativa, nohay duda que la investigación lingüística se inicia en Puerto Rico con Tomás Navarro.Antes de él, la lengua de Puerto Rico era objeto de enseñanza o de preocupación, pe-

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137 En las primeras décadas del siglo, Cuba seguía, sin desviarse, la tradición que había iniciadoEsteban Pichardo, en el «Prólogo» a su Diccionario provincial de voces cubanas, 1ª edición. Matanzas,1836; o la que arrancaba de Antonio Bachiller y Morales,Cuba primitiva. Origen, lenguas, tradicionese historias de los indios de las Antillas mayores y las Lucayas, La Habana, 1883. Remito, para másfuentes, a Humberto López Morales,El Español de América. Cuadernos Bibliográficos. LAS ANTI-LLAS,Madrid, Arco/Libros, 1994, pp. 41-97.

138 Humberto López Morales,Estudios sobre el español de Cuba, New York, Las Americas Publis-hing Co., 1971 (con trabajos de fechas inmediatas anteriores), y Cristina Isbasescu,El español en Cuba.Observaciones fonéticas y fonológicas, Bucarest, Sociedad Rumana de Lingüística Románica, 1968.

139 Para la geolingüística cubana hay que esperar a tiempos recientes, con los trabajos de JesúsAbascal y, más recientemente, con los de Raquel García Riverón, colaboradora en el moderno AtlasLingüístico de Hispanoamérica, iniciado en Cuba con las encuestas hechas por M. Alvar y A. Quilis en1985. Véase: Humberto. López Morales,Cuadernos bibliográficos..., Opus cit.,p. 93.

140 Era una «che adherente», con mayor duración del momento oclusivo. Después de 70 años, la«ch» actual puertorriqueña, debilitada y polimórfica, tiende a las realizaciones fricativas andaluzas:María Vaquero, «Hacia una espectrografía dialectal: el fonema /c/ en Puerto Rico», Humberto LópezMorales (ed.),Corrientes actuales en la Dialectología del Caribe Hispánico[Actas del «I Simposio deDialectología», 1976], San Juan, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1978, pp. 239-246.

141Basta recordar los altos índices de ausencia de «ese» final dominicana, en contextos en los cua-les Cuba y Puerto Rico mantienen hoy la aspiración, o la sibilante. Véase: María Vaquero, «El españolde Puerto Rico en su contexto antillano», César Hernández et al,(eds.),El Español de América III. Ac-tas del II Congreso Internacional sobre el Español de América, Valladolid, Junta de Castilla y León,1991, pp. 117-140. Véanse, asimismo, los trabajos de Tracy Terrell sobre el español cubano, HumbertoLópez Morales,Cuadernos bibliográficos..., Opus cit., pp. 42-97.

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ro no objeto de estudio, razón de que las perspectivas ante la lengua estuvieran aleja-das de su propia realidad. A partir de su presencia en Puerto Rico, el español isleñoadquiere valor en sí mismo y en su originalidad y carácter, por lo que su estudio abriólos horizontes de la investigación científica. Bien es verdad que la geolingüística deNavarro es cosa del pasado, pero cada estudioso es hijo de su tiempo y sólo en él tie-ne sentido el método que practica. Lo que importa señalar es que Navarro no depen-dió de la observación espontánea, de la intuición ni de las preocupaciones didácticas oideológicas, sino que partió de un modelo riguroso de análisis, de un plan de trabajocuidadosamente diseñado, que representa un eslabón, excepcional, en la cadena con-tinua de esfuerzos hacia la mejor comprensión del español de Puerto Rico.

Esta obra, en su presente y para su futuro, fue el resultado de una relación cul-tural surgida en la coyuntura histórica de acercamiento entre dos países, España yPuerto Rico, comprometido, el primero, con lograr la elevación cultural colectivacomo garantía del progreso, y decidido, el segundo, a lograr este progreso dentrode su tradición cultural.

El programa de trabajo y esperanza propuesto en España por Santiago Ramóny Cajal y secundado por tantos otros intelectuales, como Federico de Onís en1912, llegaba a Puerto Rico, en los años veinte, limpio de retórica y dispuesto a lacolaboración. Lo traía, con su voluntad sin fisuras, un grupo de personas creyentesen el valor personal y en el compromiso genuino; lo recibían en Puerto Rico otras,de igual talante y actitud, al margen de diferencias profundas y de motivaciones di-ferentes. Pocas veces se dan estas coincidencias personales.

Este intercambio cultural, en momentos críticos para ambos países, trascendió supresente y garantizó apoyos y confianzas mutuas para el futuro. Gracias a esta rela-ción cultural sin precedentes, Navarro Tomás pudo hacer, de la lengua oral y popularde Puerto Rico, el objeto de estudio a salvo de prejuicios. Después de haberse refu-giado en la ficción costumbrista o de haberse instalado en el palco de la resistenciadiscursiva, con Navarro Tomás, la lengua popular del país, recogida paso a paso porcostas y montaña, ocupó la escena sin disfraces y a cuerpo limpio, con la verdad desus pronunciaciones, de sus giros sintácticos, de sus préstamos, de sus piruetas léxi-cas, de su vitalidad provocadora. El científico la buscó y la sorprendió tranquila, ensu mestizaje robusto y ajena a toda teoría, instrumento hábilmente compartido porrurales y urbanos, cultos y letrados: todos guares en la expresión y el acento. A prin-cipios del siglo XX, el español que Navarro recogió metódicamente por todo el terri-torio isleño, no pertenece, en la fibra de su esencia, a ningún registro o grupo en par-ticular del país, ni se desvía, tampoco, de la savia hispánica; es la voz acordada enque todos los puertorriqueños pueden reconocerse, desde sus propias diferencias. Siel reconocimiento de afinidades esenciales es un reactivo de la identidad compartida,la literatura del país es, hoy, su mejor testimonio.

Gris, querido amigo, es toda teoría,/ pero es verde el árbol dorado de la vida...estos versos de Goethe, hace algunas décadas, abrían las puertas de un recinto ne-cesario para los estudiosos de la Lingüística Románica.142

304 LOS LAZOS DE LA CULTURA

142 «Grau, teurer Freund, ist alie Theorie, / Doch grün des Lebens goldner Baum». (Faust, I.), KarlVossler,Gesammelte Aufsätze zur Sprachphilosophie[1923], Amado Alonso, (trad.),Filosofía del len-guaje, Buenos Aires, Editorial Losada, 4ª ed., 1963, p. 27.

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Bajo el «verde árbol dorado» de Fausto, siguen habitando, intocadas, las pala-bras de Vossler: «…la historia de la cultura no puede ser rival de la historia lin-güística».143

NAVARRO TOMÁS EN PUERTO RICO: CAPÍTULO DE UNA RELACIÓN ARTICULADA EN… 305

143 Karl Vossler,Filosofía…, Opus cit.,p. 49.

Antonio S. Pedreira, Juan Ramón Jiménez, Carmen Gómez Tejera, Zenobia Camprubí, Mu-na Lee, Concha Meléndez, Seontine Camprubí y Rafael W. Ramírez en la Universidad dePuerto Rico. De izquierda a derecha. (Indiferente General. Diversos Asuntos. Centro de In-vestigaciones Históricas, UPR).

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IX

LOS LAZOS DE LA CULTURA SE CONVIERTEN EN LAZOS DESOLIDARIDAD: LOS INICIOS DEL EXILIO ESPAÑOL

Consuelo Naranjo Orovio y Miguel Ángel Puig-SamperInstituto de Historia, CSIC

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A pesar del cierre impuesto al Centro de Estudios Históricos en 1938 por el esta-llido de la Guerra Civil el 18 de julio de 1936, muchos de los miembros del Centro si-guieron cultivando los estudios que habían emprendido en 1910. Las relaciones demuchos de ellos con intelectuales e instituciones del extranjero, sus investigacionessólidas y comunes que habían alcanzado un nivel extraordinario, fueron los elementosque hicieron posible, dentro de la ruptura y el dolor, la continuidad. La tragedia trun-có la historia, la ciencia, la literatura...., y las vidas de millares de personas dentro delpaís. Sin embargo, la labor que sus máximos gestores habían emprendido algunas dé-cadas atrás hizo posible que estos hombres y mujeres, y la ciencia y la cultura en ge-neral siguieran en tierras americanas. No fue casual que ello sucediera en los paísesque ellos antes habían visitado y en los que habían impartido conferencias y cursos,en los mismos lugares que los intelectuales americanos habían creado instituciones si-milares al Centro de Estudios Históricos de Madrid, como la Casa de España en Mé-xico, y que habían mantenido unas sólidas relaciones académicas y humanas. Asisti-mos a un momento en el que los lazos de la cultura se convirtieron en lazos desolidaridad.

Federico de Onís fue una vez más el que ayudó a que muchos de sus compañe-ros encontraran un acomodo en Estados Unidos y Puerto Rico. Tomás Navarro To-más, después de permanecer durante la guerra en Valencia, se integró en la Colum-bia University; Amado Alonso fue profesor de Harvard a partir de 1947 tras serdestituido de su puesto en la Universidad de Buenos Aires, la docencia la compati-bilizó con la dirección de Revista de Filología Hispánica, en Argentina, y despuéscon la Nueva Revista de Filología Hispánica, del Colegio de México; AntonioGarcía Solalinde fue profesor en la Universidad de Wisconsin, donde murió en1937; Américo Castro fue profesor en el Instituto de Filología de Buenos Aires, en1936, pasando tras el fallecimiento de Solalinde a la Universidad de Wisconsin,después a la Universidad de Texas, en 1939, y más tarde de la de Princeton, hastajubilarse en 1953; Fernando de los Ríos tras abandonar su cargo de embajador enEstados Unidos, también fue acogido en la academia norteamericana.1

1 Homenaje a Américo Castro, Madrid, Universidad Complutense, 1987.

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Desde sus nuevos puestos continuaron apoyando a otros intelectuales que aúnse encontraban en los campos de concentración de Francia. Uno de ellos fue To-más Navarro Tomás, que ya trabajaba en Columbia en marzo de 1939. Desde allíescribe a Juan Ramón Jiménez –que desde Miami había iniciado una campaña deayuda económica para los intelectuales españoles– contándole cómo se estaba or-ganizando esta ayuda a nivel internacional a partir de la fundación de un ComitéCentral en París y sus delegaciones en diferentes países. En la carta también le co-menta los últimos momentos que pasó con Antonio Machado:

Pasamos juntos la frontera de Prot-Bou a Cerbére. Corpus Barga y yo pusimos todonuestro esfuerzo en ayudar a Machado, para hacerle menos dolorosas aquellas horas te-rribles. No estuvo en campo de concentración. Le dejamos instalado con su madre y suhermano José en un pueblecito de Colliure (Pirineos Orientales). Tan pronto como yollegué a París, la Embajada de España envió a Machado una cantidad suficiente para ha-cer frente a los gastos de algunas semanas. Estoy seguro que no ha muerto de necesidad,

310 LOS LAZOS DE LA CULTURA

Retrato de Juan RamónJiménez durante suestancia en Puerto Ricoen 1936, en su viaje aLa Habana. (SalaZenobia-Juan RamónJiménez, BibliotecaGeneral, UPR).

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ni de abandono, sino de dolor insoportable ante el espectáculo de la ruina y miseria deEspaña. Hacía tiempo que su salud estaba muy quebrantada. De todos modos su vidapudiera haberse prolongado sino hubiera pasado tan profundas impresiones.Antes de salir yo de París quedó organizado un Comité de ayuda a los intelectuales es-pañoles, en el que figuran varios de nuestros amigos franceses, entre ellos Jules Roman,Benjamin Cremieux, Marcel Bataillon, Jean Sarrailh y otros. Tenía que ocuparse de sa-car a los intelectuales de los campos de concentración, arreglar su situación con la Poli-cía francesa, proporcionarles medios de subsistencia y ayudarles a buscar colocación,donde ganarse la vida. El número de amigos y compañeros que se encuentran sin el me-nor recurso en el extranjero constituye una enorme empresa para las tareas de este Co-mité, en las cuales debemos colaborar todos en la mayor medida que alcance nuestro es-fuerzo.Dentro de pocos días, se constituirá en Nueva York, otro Comité con el mismo objeto,que trabajará en relación con el de París. Sería necesario, que en cada país y en cadaciudad importante hubiera un Sub-Comité que aportara su esfuerzo a la empresa co-mún. La iniciativa, expresada por Vd. en las cuartillas enviadas a Camprubí, es suma-mente valiosa. Como Vd. se dirige a los españoles y a los hispano-americanos residen-tes en los Estados Unidos, nos parece que sería oportuno unir a su firma la de GabrielaMistral, que nos ha autorizado para ello.2

La desolación, el pesimismo y la diáspora causada por la guerra se la hacíasentir Américo Castro a Federico de Onís en la carta que le escribió camino de Ar-gentina, en agosto de 1936, donde pudo refugiarse al ser invitado por la InstituciónCultural Española de Buenos Aires. En ella no puede ocultar su estado de ánimo–«Estoy hecho polvo..., la vida rota... todo perdido...», dice con toda franquezaAmérico a su amigo-, haciéndole partícipe de su preocupación por la familia, loscolegas, el futuro de España, y por todo lo dejado atrás –trabajo, apuntes, casa...– ysu incomprensión ante la locura desatada en España:

Señas: Instituto de FilologíaReconquista, 475Bs. AiresQuerido Onís: Te escribo camino de Buenos Aires, adonde voy invitado por la Cultural.En dos palabras te diré: Estuve en San Sebastián desde comienzos de la Revoluciónhasta el 26 de agosto, en que pude salir con mi familia. Durante unos días estuve enHendaya, encargado de intentar alguna armonía entre los diplomáticos que estaban enSan Sebastián y el Gobierno, a efectos sobre todo de conseguir suavizar algo la actitudrespecto de los rehenes, niños, etc. No fue posible, porque en este caos demencial nadiete oye. Con el gobierno socialista mi breve e infructífera misión, y claro está, no volví aEspaña, porque nada tenía que hacer en Madrid, de donde tal vez no habría podido salir.Ya fue bastante escapar del horror de San Sebastián. Así las cosas, acepté como únicorecurso venir a Buenos Aires, por dos o tres meses. Mi mujer y Luis están en Zurcí, yCarmencita y su marido (Zubiri), en el Colegio de España en París. Como me negaron

LOS LAZOS DE LA CULTURA MSE CONVIERTEN EN LAZOS DE SOLIADRIDAD… 311

2 Carta de Tomás Navarro Tomás a Juan Ramón Jiménez desde New York el 3 de marzo de 1939.AFO, Serie Correspondencia O-MS/C-109.5.

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licencia para ir a Buenos Aires, supongo que me habrán quitado la cátedra cuyo sueldodestinaba a que mi madre y mi hermana vivieran en Madrid, hasta tanto que la tomenlos militares. No sé qué será de mi casa, de mis libros y de mis trabajos. Como es natu-ral no podré vivir en España ni con la anarquía sangrienta de hoy, ni con lo que vengadespués; -lo mismo con signo contrario. No siendo político de ningún partido, nada ten-dría que temer, ni hoy ni mañana. Pero como todo es locura, eso no podrá ser, al menosen bastante tiempo. Ignoro si en la Argentina me podrán dar algo estable, por si acasono, dime si hay alguna esperanza de encontrar trabajo para mi en Estados Unidos. Miplan, no sé si podré realizarlo, será subir dando conferencias, desde Argentina hasta ahí.Yo sé enseñar francés muy bien. ¿No habría algo en alguna parte? Te ruego tomes estocon interés, y que hables a los amigos.Temo por D. Ramón y por Navarro, al cual encargaron de muchas cosas. Hemos intentadosacarlo de Madrid con invitaciones, y hasta el día que yo salí de París (30 de octubre) nofue posible. Por lo visto pretenden allí que se queden éstos en la trágica ratonera.Están en Inglaterra Castillejo, Alberto Jiménez, Zururiaga y Prieto Bauces. En Greno-ble, Ortega muy enfermo; en Francia, Sánchez Román; en París, González de la Calle ydel Río Hortega, amén de gente de menor importancia.Una catástrofe así no podía esperarse. Estoy hecho polvo, y así están todos. La vidarota, todo perdido, y teniendo que empezar de nuevo o que acabar de una vez. Unabrazo

Américo Castro3

La tragedia española llegaba a Onís de forma descarnada. Las cartas de suscompañeros y amigos le mostraban la realidad, la persecución, la desesperanza yel futuro que se avecinaba con toda crudeza. En otra carta fecha en Buenos Airesen mayo de 1937, donde Américo Castro había logrado una Cátedra provisional enla Universidad de Buenos Aires, y otra Cátedra estable en La Plata, le comentaba aOnís la locura producida por la guerra española –desafectos, traiciones, odios...–,y la situación de algunos de sus compañeros:

En esta catástrofe sin antecedentes (Don Ramón me dice que sólo es comparable a la dela invasión musulmana), se han hundido hasta las mejores amistades, como si entre losque tienen obligación de morar en los templos serenos se hubiera desencadenado tam-bién un frenesí confusionario. Yo estoy alejado de toda política, no abro la boca, y sobretodo mantengo mi pluma a mil leguas de todo lo que huela a política. Y sin embargoamigos de la infancia no me tratan, y parientes de reciente fecha piensan que tener rela-ción conmigo es peligroso para ellos, para él. Cómo va a extrañar así que los que care-cen de cabeza, se dejen llevar a extremos de barbarie...[....]Mis libros y mis papeles y mis papeletas, fruto de veinte años de esfuerzo incesante, es-tán en Madrid, y no se qué va a ser de lo que tengo en casa y de lo que hay en el Centro.A lo mejor se lo han llevado todo una bomba mientras escribo esto. No sé, y a pesar detodo hay que trabajar....4

312 LOS LAZOS DE LA CULTURA

3 AFO, Serie Noticias y Actividades O-NA/C-44.77.4 AFO, Serie Noticias y Actividades O-NA/C 44.42.

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En la carta que a continuación reproducimos Américo Castro agradecía a Oníssu mediación ante Fernando Ortiz, que le había invitado a ir a La Habana, así co-mo todas las gestiones para ayudar a escapar a otros intelectuales de «aquel hor-no». Asimismo, le comentaba la imposibilidad de sacar a Tomás Navarro, aferradoa sus tareas en Valencia, a Dámaso Alonso, y a Claudio Sánchez Albornoz, deseo-sos de salir de España.

En otra carta de Américo Castro (Madison, 22 de abril de 1938) le decía:

Mi querido Onís: Aunque no dices ni pío, voy a escribirte yo. Te decía en una carta quepensaras en algo para mi hija; pero ahora resulta que no quiere –no quieren– venir porestas tierras.Me dice Don Ramón que se va a Europa. En otro caso, le habría hecho algunas adver-tencias, pero ahora no le digo nada. Me parece que no debía romper sus amarras conColumbia; porque él se las prometerá muy felices y pensará que enseguida se va a veren Madrid, etc. Ahora bien, la actitud de esas gentes se revela en varios hechos. Espasa-Calpe de Buenos Aires ha roto conmigo, Alonso, Rey Pastor, por indicación expresa delagente franquista. Hasta ahora eso es normal. Pero además, Espasa renuncia a sacar a lacalle ediciones listas (y arrostra la pérdida que eso supone) de lo siguientes autores:Marañón, Ortega, (Tema nro. tiempo), Chesterton, Valle Inclán, etc. En suma, han traza-do una raya divisoria, y en la España de ellos no queda sino literatura jesuítica o cosaparecida. Esos hombres, algunos de los cuales han dado sus hijos a la causa de Franco,son mirados como enemigos. No perdonan el pasado, ni el tener sesos. Es la Españafernandina, pero sin que sea metáfora. El ABChabla del Santo Tribunal de la Inquisi-ción. Por otra parte, en un libro de W. Gz. Oliveros, Falange y Requeté (1937, seg. edi-ción), hay unas páginas infectas contra D. Ramón, y –en tono menos soez- contra Orte-ga. Ahora desaguan todos los rencores contra las personas inteligentes: no las quieren,no las necesitan. Siempre me río cuando oigo que tendrán que llamar a este y a aquel,porque no tienen gente, etc. No. No llamarán a nadie, porque lo que pretenden es que nohaya quien marque desniveles; quieren estar en familia. Si esos hombres llegan a poderentrar en España, vivirán en la sombra y como los penitenciados del Santo Oficio querecobraban la libertad.-[....]Y como por otro lado, toda esperanza de luz se apaga, pues no hay sino hacerse unamentalidad cisatlántica y disponerse a que le pongan a uno una lápida con el consabidoborn in. Pero a mí ni siquiera me pueden poner lo de in Spain.5

El dolor y la barbarie causaron huella en Federico de Onís, quien en carta pu-blicada en un periódico de Montevideo, en1938, dirigida a Antonio Machado y To-más Navarro Tomás, manifestaba su solidaridad con la República –de cuyo gobier-no había sido agregado en Misión Cultural en la Embajada de España enWashington entre 1932 y 1934– y el apoyo a sus amigos:

Aunque no soy político, soy, he sido, y seré siempre un hombre que pone la libertad, lademocracia y la justicia social por encima de todo. Nunca he hecho una declaración de

LOS LAZOS DE LA CULTURA MSE CONVIERTEN EN LAZOS DE SOLIADRIDAD… 313

5 AFO, Serie Noticias y Actividades O-NA/C-44.55.

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adhesión a ningún régimen o partido político durante la Monarquía y la República; peroen el momento crítico actual en que se encuentra en peligro un Gobierno que, en cir-cunstancias dificilísimas ha logrado organizar a un pueblo heroico, que está muriendopor las ideas en que yo creo, yo declaro mi solidaridad completa con ese pueblo y suGobierno.Después amigos míos, si el Gobierno triunfa, yo volveré a mi independencia y aleja-miento de toda actitud política; pero si el gobierno fuera derrotado, seguiré vuestrasuerte y sufriré lo que me toque por pensar lo mismo que vosotros. Nadie sabe cuál seráel provenir del mundo y de nuestras ideas, pero pase lo que pase, yo seguiré creyendoen la libertad, la justicia y la democracia, y me sentiré incompatible con todos los siste-mas llamados hoy «totalitarios» que pretenden destruirlas.6

En la ruptura, Onís y Navarro Tomás desde Columbia se esforzaron en que laobra intelectual desarrollada por el Centro de Estudios Históricos tuviera una con-tinuidad. Tanto Onís como Tomás Navarro se dieron a la tarea de reformar la Re-vista Hispánica Moderna, del Instituto de la Españas, en una publicación más am-plia que cubriera los aspectos que abarcaba la desaparecida Revista de FilologíaEspañolaque editaba el Centro de Estudios Históricos.7 Es más, Onís pensó inclu-so en volver a crear el Centro de Estudios Históricos en el exilio, en Buenos Aires,México, Cuba, Chile, Colombia, Estados Unidos. En Buenos Aires, La Habana yNueva York estarían la dirección y secretaría del Centro. Esta idea, así como la defundar una cátedra para profesores españoles en Estados Unidos y diferentes paí-ses latinoamericanos aparece en la carta que Onís escribió a Américo Castro el 13de abril de 1937. En ella dice así:

Hice gestiones con el Institute of International Education, la Carnegie Foundation, elInstituto Rockefeller, etc. para que se crease un comité que se encargase de proveer fon-dos y buscar la ayuda de las universidades para crear cátedras en ellas para los variosprofesores españoles emigrados. Esto lo hice pensando que era más factible resolver loscasos individuales mediante una organización de carácter general. El Dr. Duggan, direc-tor del Institute of International Education, se ha ocupado activamente del desarrollo deeste plan y ha adelantado mucho en él aunque sin llegar todavía a resultados positivos.Pero de aquí saldrá algo.Cuando tú llegaste a Buenos Aires, la primera idea que se me ocurrió fue la de tratar dereorganizar el Centro de Estudios Históricos en América, mediante la creación de pues-tos en Buenos Aires, Méjico, Cuba, Chile, Colombia, Estados Unidos, la colaboracióncon las instituciones existentes en dichos países, y el establecimiento de una base (Bue-nos Aires. Habana. Nueva York.) donde estuviera la dirección, secretaría y centro de pu-blicaciones. Comuniqué este proyecto a Cuba y fue bien acogido; pero aun no sé lo queDon Ramón ha decidido acerca de él.Otro proyecto de carácter general que considero factible es la creación de una cátedrapara profesores españoles en varias universidades de los Estados Unidos y de la Améri-

314 LOS LAZOS DE LA CULTURA

6 AFO, Serie Noticias y Actividades O-NA-20.6.7 Carta de Federico de Onís a Pedro Salinas, profesor de Wellesley College, en Massachusetts, des-

de New York el 31 de marzo de 1939. AFO, Serie Correspondencia O-MS/C-109.7.

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ca española para que los profesores turnasen en ellas en alguna forma. La Universidadde Puerto Rico, según me ha dicho José Padín, quiere tomar la iniciativa en este proyec-to. He escrito a Chacón, en Cuba, y aún no me ha contestado. Creo que si dos o tres uni-versidades hispanoamericanas estableciesen dicha cátedra, algunas universidades norte-americanas se decidirían a hacer lo mismo.8

La idea de crear un Centro de Estudios Históricos fue retomada por AméricoCastro, quien, en carta de 8 de mayo de 1937, le contestaba desde Buenos Airescomentándole la dificultad de crear allí una base del Centro de Estudios Históri-cos, debido a que los recursos disponibles se destinaban al Instituto de Filología; apesar de ello, le confesaba a Onís que se podría organizar un Centro si llegaran re-cursos desde el extranjero, contando con la colaboración de Amado Alonso, quiendirigía en esa ciudad el Instituto de Filología, y con otros intelectuales dispersospor otras ciudades americanas como el propio Menéndez Pidal, Salinas o DámasoAlonso; en su plan contemplaba la posibilidad de que Huntington apoyase econó-micamente el proyecto.9

La preocupación por los acontecimientos españoles y por la suerte de los ami-gos y colegas ha quedado impresa en la correspondencia que Onís mantuvo conmuchos de ellos. En carta de Américo Castro a Onís, el 29 de marzo de 1937,Américo le comentaba:

Querido Onís: me piden de Texas nombres para un lingüista(piensan en A. Alonso) ypara un conocedor de literatura hispanoamericana. Me temo que Amado no pueda venir.Vamos a ver si andamos listos entonces. Ya he propuesto a R. Iglesia para otra cosa enN. México, que no sé si cuajará. Cualquiera de las dos cosas en Texas podría servir para Dámaso Alonso; pero ahora nolo dejarán salir éstos que dominan en España, lo mismo que antes lo bloquearon losotros. Desventurado Dámaso.Si Jorge Guillén no tiene nada, pudiera ir para lo de la LiteraturaHispanoamericana.¿Qué nombres se os ocurren ahí? Contéstame en una Night letter.[.....]Lo grave es que se acabó España para rato. Errores, brutalidades, antisinfecundos, atavis-mos salvajes, ilusionismos pueriles y dañinos –todo eso que es pura negación, ha reducidolo que fue país a un NIHIL horrendo. Qué le vamos a hacer. Todos somos culpables.A ver si colocamos al mayor número de desventurados que podamos.10

La situación de los intelectuales españoles dispersos por el mundo en busca detrabajo causó desde el principio una honda preocupación en Onís, cuya solidaridadse demostró en la acogida de muchos de sus compañeros, y en las múltiples reco-mendaciones que de ellos hizo a universidades americanas. La situación que des-

LOS LAZOS DE LA CULTURA MSE CONVIERTEN EN LAZOS DE SOLIADRIDAD… 315

8 Carta de Federico de Onís a Américo Castro el 13 de abril de 1937 (Fragmento). AFO, Serie No-ticias y Actividades O-NA/C. 44. 41.

9 AFO, Serie Noticias y Actividades O-NA/C 44.4210 Carta de Américo Castro a Federico de Onís desde Madison el 29 de marzo de 1937 (Fragmen-

to). AFO, Serie, Noticias y Actividades O-NA/C.44.40.

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cribe Claudio Sánchez Albornoz en mayo de 1937 recoge la experiencia y el sentirde la diáspora de los intelectuales españoles:

Mi querido amigo y compañero:He recibido su carta de primeros y le agradezco mucho sus noticias y excelente disposi-ción y gestiones en Cuba. Por cierto que me extraña el silencio de Don Ramón a quienhe escrito y cablegrafiado sobre mi posible trabajo allá. Le escribo de nuevo, pero leagradeceré que también lo haga V. Estoy inquieto. Mi trabajo aquí acabará el 15 Julio; ydespués? Tenía empezadas negociaciones en Perú y Argentina y han fracasado. Y laguerra de España va a ser larguísima. No se ve el fin. Tardamos ocho siglos en la Re-conquista y ahora se trata de conquistar una mitad de España, por los unos o por losotros. No veo salida a la guerra. Me parecen equilibradas las fuerzas y ningún frentepuede hundirse porque saben en cada bando que su derrota es su exterminio. Es angus-tiosa la situación de España. ¿Qué va a quedar de nuestra patria al cabo de unos años debombardeos, destrucciones y gastos enormes de un lado y de otro. No se podría haceralgo para poner fin a la matanza y a la ruina?Y los españoles dispersos hoy por Europa! Mi caso con tres hijos, mis viejos padres yun hermano pequeño es poco agradable y aun hay otros peores! No habrá manera deconseguir algunas conferencias en los Estados Unidos para mí?11

Federico de Onís no tardó en contestar a Sánchez Albornoz. Tras comunicarlela disposición de Fernando Ortiz de pagarle en Cuba un cursillo en la InstituciónHispanocubana y la imposibilidad de sufragarle el pasaje desde Europa, aunque sídesde Nueva York, Onís sugería que se pusiese en contacto con Chacón y Calvo,entonces al frente de la Dirección de Cultura de Cuba. Además le indicaba:

En los Estados Unidos es imposible organizar conferencias suficientes para costear losgastos de viaje. Aquí, la solución sería un curso en una universidad. El Institute of In-ternational Education escribió a las universidades y la mayoría contestaron que no po-drían nombrar a nadie; pero algunas han pedido los nombres de los profesores que estándispuestos a venir si hay posibilidad de traerlos. He enviado a dicho Instituto datos acer-ca de usted, y esperaremos a ver lo que contestan. Pero convendría que, si usted tieneamistad con algunos profesores norteamericanos, les escriba.Todo esto es inmediato y además es dudoso. Las soluciones de Hispanoamérica puedenser más rápidas. Gabriela Mistral me dice que Daniel Cosío Villegas está contratando enParís profesores para llevarlos a Méjico. Cosío debe estar en comunicación con Esta-blier, del Colegio de España de la Sorbona. Es otra cosa que debe usted intentar ense-guida, si le agrada ir a Méjico.Continuaré con mis gestiones y le tendré al tanto de los que ocurra. Ojalá lo de Españatermine pronto y bien, y así se resolvería todo. Pero esto es tan dudoso!.12

316 LOS LAZOS DE LA CULTURA

11 Carta de Claudio Sánchez Albornoz a F. de Onís, fechada en Burdeos el 21 de mayo de 1937(Fragmento). AFO, Serie Correspondencia O-MS/C.144.2.

12 Carta de Federico de Onís a Claudio Sánchez Albornoz, de 24 de junio de 1937 (Fragmento).AFO, Serie Correspondencia, O-MS/C. 144.3.

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En la correspondencia mantenida por Federico de Onís y Fernando de los Ríosse recogen las llegadas a América de muchos intelectuales y científicos españolescomo José Castillejo y Claudio Sánchez Albornoz, se anunciaban las de otros co-mo José Gaos, y las solicitudes de ayudas para otros profesores como Odón deBuen, muy delicado tras su prisión en Mallorca. La disposición de Onís a recibir-los y a ayudar a la causa republicana la refleja con claridad en la carta que envió aFernando de los Ríos, embajador español en Washington, el 4 de abril de 1938:

Mi querido amigo:

Se ha iniciado una campaña en La Vozcontra el Instituto y contra mí, motivada por unacarta mía de la que le envío copia para su conocimiento. Hay debajo de todo esto moti-vos personales e interesados de baja índole pero esto no es lo que me importa ni le pidoque haga nada en ello.Lo que sí me importa es que el Instituto quede limpio de toda sospecha de deslealtadhacia el Gobierno legítimo de España que aprobó su actitud de independencia en la rea-lización de sus fines propios y le ayudó económicamente a realizarlos. El Instituto se-guirá manteniendo a la misma posición siempre, lo cual le impedirá tener relación algu-na con ningún gobierno que se establezca en España en el caso de que el Gobierno seaderrotado. Como esto parece ahora casi seguro e inminente, creo que ha llegado la horade que el Instituto, sin salir de su posición y como consecuencia de ella, se convierta enel centro de organización en este país de los elementos que aquí lleguen de las activida-des culturales españolas que quedarán interrumpidas por la derrota del Gobierno. Laindependencia del Instituto y de la Universidad serán una garantía y una fuerza para lle-var a cabo con éxito esta labor, buscando para ello la colaboración con las institucionesy personas norteamericanas afectas al Gobierno o ajenas a toda significación política.13

Su apoyo constante fue reconocido en múltiples ocasiones por sus amigos enafectuosas cartas. En una de ellas Pedro Salinas, ya establecido en Estados Unidos,en el Wellesley College, Massachusetts, en abril de 1938, le dice:

Vienen tiempos muy difíciles. Su decisión de V. de seguir trabajando por nuestra Espa-ña, no por la de ellos, nos tiene que dar ánimos a todos. España no está sólo dentro desus fronteras: vive España allí donde haya españoles que la vivan, con verdad y fe. V. havivido España, en New York, con encendimiento y lealtad, muchos años. Yo ahora em-piezo a pasar por el mismo trance, en momentos más trágicos, y por eso acojo con tantaalegría esa decisión de V. que tan fecunda puede ser en resultados, por su personalidad ypor la influencia del Instituto.14

Otros testimonios de estos primeros años del exilio, en el que la desesperanza yel desgarro afloran en los escritos, son los de María Zambrano y de Claudio Sán-chez Albornoz en las cartas que remitieron a Onís. María Zambrano, establecida

LOS LAZOS DE LA CULTURA MSE CONVIERTEN EN LAZOS DE SOLIADRIDAD… 317

13 AFO, Serie Correspondencia O-MS/C.132.39.14 Carta de Pedro Salinas a F. De Onís el 26 de abril de 1938 (Fragmento). AFO, Serie Correspon-

dencia O-MS/C-143.29.

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en la ciudad michoacana de Morelia, el 25 de julio de 1939, le comenta su aisla-miento con las siguientes palabras:

Le dábamos a Vd. noticias de nuestra estancia por estas tierras; enseguida comencé atrabajar; doy doce horas a la semana de Filosofía en la Universidad y aún así me quedatiempo para escribir; al principio la soledad era aterradora, después hemos hecho de lanecesidad virtud y es mucho mejor, puesto que trabajamos.La vida aquí es terrible... pero al menos trabajo y tengo un sueldo; quizá nos marche-mos a Chile pues nos mandó decir el poeta Neruda, amigo nuestro y cónsul actual de supaís en París, que teníamos los pasajes a nuestra disposición.15

Parecida sensación es la que trasmite Claudio Sánchez Albornoz en la carta fe-chada el 31 de enero de 1941, en Mendoza-Argentina, donde fue profesor de laUniversidad Nacional de Cuyo:

Por verdadero milagro me salvé de caer en manos de los alemanes en Burdeos y trasmuchos meses malos, en que me vi forzado a separarme de mis hijos y a enviarles a Es-paña, los Rockefeller me han traído a esta universidad, aún en formación. Para llegar aBuenos Aires he tenido que hacer un viaje endiablado, en torno a España, y en un vele-

318 LOS LAZOS DE LA CULTURA

15 AFO, Serie Correspondencia O-MS/C.169.3.

Antonio S. Pedreira, director del Departamento de Estudios Hispánicos y Juan Ramón Ji-ménez en San Juan (Caja 1, cart. 2, núm. 4, Centro de Investigaciones Históricas, UPR).

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ro de 350 toneladas buena parte. Y aquí estoy, soñando con poder traer a mis hijos undía y con la desesperación de no poder trabajar, por no tener materiales ni elementos ypor haber de proveer a ganarme el pan de mil maneras.16

La correspondencia mantenida entre Federico de Onís y muchos de los intelec-tuales españoles a lo largo del conflicto español nos acercan al drama de aquellosaños. Una pequeña selección de ésta aparece reproducida en el Apéndice 2.

El escepticismo y pesimismo de Onís y de otros intelectuales españoles sobreel desenlace de los acontecimientos y el futuro de España se cumplió. El viaje queemprendieron durante la guerra o terminada ésta se tornó, en muchos casos, per-manente.17

Los lazos establecidos con instituciones y hombres de otros países como Puer-to Rico, Cuba, Estados Unidos, México, Argentina, Venezuela, Colombia... sirvie-ron de ancla para estos hombres y mujeres, quienes emprendieron una nueva vida,retomaron sus investigaciones, e iniciaron nuevos proyectos con la mirada puestaen el lugar dejado.

LOS LAZOS DE LA CULTURA MSE CONVIERTEN EN LAZOS DE SOLIADRIDAD… 319

16 AFO, Serie Correspondencia O-MS/C.144.12.17 Sobre el caso del exilio en Puerto Rico véanse los libros Cincuenta años de exilio español en

Puerto Rico y el Caribe, 1939-1989, A Coruña, Ediciós do Castro, 1991; María del Pilar González La-mela,El exilio artístico español en el Caribe: Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico, 1939-1960, A Co-ruña, Ediciós do Castro, 1999.

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APÉNDICE 1

SELECCIÓN DE LA CORRESPONDENCIA DE FEDERICO DE ONÍS CON INTELECTUALES ESPAÑOLES

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Federico de Onís, Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí

Madrid, 25 de enero 1918

Mi querido Onís:

Acabo de recibir sus cartas. Mañana mismo pienso ir a entregar las que me man-da usted para Benavente, Martínez Sierra y los Quintero, y puede usted estar segurode que les diré todo lo que debo decirles de usted y de su propósito. –- En cuanto a loque a mí se refiere, con esta carta le doy a usted cuantos permisos necesite y puedanecesitar de mí para todo lo que vaya siendo conveniente. La selección de «Platero»hágala usted a su gusto, sin consultarme más; la de mis poesías para la «Antología depoetas contemporáneos», lo mismo. No tengo advertencia que hacerle ni limitaciónque ponerle. Únicamente le diré que me gustaría que, en general, tuviera usted pre-sente el tomo de «Poesías escogidas» de la Hispánica. Pero esto no es más que unruego, nunca una imposición –ridícula además, tratándose de usted.– –-Aparte le en-vío las cartas de autorización que me pide usted. Y además les escribo hoy a los Ca-lleja dándoles cuenta de estas autorizaciones –porque también mi contrato con ellosme obliga a pedirles permiso para publicar por mi cuenta cualquier selección de loslibros de versos que he publicado en su casa-. Pero usted no tiene que ocuparse deesto, que es asunto mío. –- ¡Que alegría me da verle trabajando en todo eso¡ Creoque la obra que va usted a emprender es magnífica, y no tendremos los beneficiadosagradecimiento bastante con que pagarle a usted. No deje de enviarme ejemplares delo que vaya saliendo –no sólo de lo mío, sino de lo de los demás–, uno de cada libro.Y si los editores no los dieran, deles mi nombre como suscriptor a esas series. Perono lo olvide ¿eh? ... Le envío hoy nuevos temas de Tagore. Pronto irán otros míos:«Eternidades», que está en la imprenta, «La Colina de los Chopos», casi terminado,y «Poemas en prosa», de los temas antiguos. Todo esto, antes del verano. Y antes defin de año, «Primeras poesías», «Arias tristes» y «El silencio de oro», de lo anterior,

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y «Piedra y cielo», de lo nuevo. Este último es un nuevo libro de versos que conti-núa, en cierto modo, el espíritu y la forma de «Eternidades», aunque, naturalmente,con cosas nuevas. ¡Siempre más allá¡ También marchan, por su paso, otros dos librosde versos: «La realidad invisible» y «Luz de la atención», de carácter muy distinto;y, del tipo que inicia «La Colina», esto es, ensayo esquemático –retratos, crítica,exaltación, paisajes nuestros-, otros dos: «Elegía a la muerte de un hombre» y «Sevi-lla». ¡Pero nada en ilusión, sino en el papel ya, «vivito y coleando» –- Cada día meencuentro más lleno, con más «proa», más ramificado. Mi entusiasmo se renueva,crecido, cada amanecer, y me faltan horas para lo que quiero. Porque, aparte de lo di-cho, me preparo para otras obras, y estudio idiomas. De esto le hablaré más adelante,pues es un proyecto vasto y colectivo. He decidido no colaborar más en estos asque-rosos periódicos, gusanera de mediocres y envidiosos, órganos del «medro comosea». Da pena ver estos flamantes diarios nuevos hechos con los elementos caídos delos otros andamios podridos. ¡Qué hoja literaria la de «El Sol»¡. Dicen: «¡Pero si us-tedes no mandan nada¡» Contestamos: «¡Naturalmente¡». Yo no contribuyo más anada mezclado o dudoso. Pierdo con gusto ese dinero, que me hace falta. ¡El libro, ellibro¡ Y a fin de año, un volumen, que será mi índice del año, es decir, una revistaanual donde se defina, se deslinde y se permanezca. Creo que es mi obligación: so-plar, hacia delante, lo que traiga fuego y sentimiento. ¡Y lo muerto, lo frío, lo parado,abajo¡ –-Está aquí Mr. Huntington. Las dificultades que surgieron con motivo de milibro, quedaron resueltas. Es un hombre caprichoso y olvidadizo, pero no terco. Ycuando él se da cuanta de las cosas, procede, por lo menos, con justicia. –-¡Ya le hevolcado mi urna¡ No sea usted menos. ¿Y su hijo? Recuerdos cariñosos de Zenobia.Y un abrazo fuerte de su verdadero y agradecido amigo

(Firmado) Juan Ramón

¿Cómo va la trad. De «Platero y yo», de Mr. Uderhill? –- Pensamos ir a N.Y.este año. –- Un beso al pequeño Onís.

Si además de mi carta general, necesita usted otros permisos míos para la «An-tología» o cualquier otro libro, dígamelo, pero no es preciso que detenga la marchade nada mientras tanto, porque mi respuesta será siempre favorable. –-Creo queMr. Underhill pensaba dar «Platero» con Scribner, y supongo que usted está en re-lación con él. Quiero decir que, si en cualquier momento, él le habla del asunto,usted está autorizado para tratar de las condiciones. Mr. Underhill es muy buenamigo mío, un perfecto caballero y un entusiasta de nuestra literatura, y, llegado elcaso de hacer traducciones de algo mío, me gustaría contar siempre con su concur-so –siempre que él quiera.

En la carta de permiso para «Platero», he puesto lo de los derechos en la formaque usted me indica. Pero si la casa Heath no quiere pagar, que no sea eso obstáculo.

(Firmado) J.R.1

* * *

324 LOS LAZOS DE LA CULTURA

1 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-81.6.

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Copy Translation

Sr. Dn. Federico de OnísColumbia UniversityNew York

My dear friend:

In reply to your letter of December 16th ult. I am writing to give you permis-sion to publish in the United States, as school text books, with notes in English, aselection of my work PLATERO Y YO. I am leaving to you the selection of theeditorial house and the American authors who should prepare the edition. Paymentof royalty can be made in the usual manner.

I am granting you authorization also to make arrangements with any Americaneditorial house for the translation into English of my books, to determine theamount of compensation which I should receive for this concession, and to settledetails of publication.

Yours very truly

Signed: Juan Ramón Jiménez2

Madrid, January 25, 1918

* * *

June 25, 1918

Sr. D. Juan Ramón Jiménez

Mi querido Juan Ramón:

He tardado mucho tiempo en darle las gracias por su última carta tan llena debuena y noble amistad. Más tarde recibí también carta de Calleja acerca del permi-so para su libro. El editor que se ha encargado de él trabaja en la edición hace me-ses, y espero que pronto podremos empezar imprimirlo. El tomo primero de la se-rie, Tres Comedias de Benavente, está ya impreso y dentro de poco se lo enviaré aVd. así como todo lo que vaya saliendo.

Como Vd. me decía que iban a venir este año, muchas veces me hago la ilusiónde pensar que esto sea pronto verdad. Yo seguiré aquí todo el verano y todo el añoque viene sin volver a España. Probablemente seguiré así hasta el fin de la guerra.Mucho más ahora que mi familia está viniendo (y esta frase no es un anglicismosino la expresión exacta de la situación, pues en este momento vienen por la mitad

APÉNDICE 1 325

2 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-81.8.

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del camino próximamente. Espero que quizá su venida, la de Vd. y su mujer seamás tarde, en el otoño. Mucho me alegraría de ello.

Mr. Huntington acaba de llegar de Europa donde ha estado todo el año. Habla-mos de Vd. y me ha parecido que de las dificultades que Vds. han tenido no le haquedado mas que un respeto y una estimación para Vd. mayores aún que antes. Es-tá realmente satisfecho de su libro de Vd. sobre todo, conforme va viendo y oyen-do los elogios unánimes que todo el mundo hace de él. Realmente, el libro es estu-pendo; cuanto más lo leo, más fuerte impresión me produce. Figúrese Vd. quéimpaciencia e ilusión tendré por ver los nuevos libros que Vd. me anuncia en sucarta.

Underhill me ha dicho que ha trabajado en la traducción de Platero y yo, peroque no se da prisa a concluirla, porque Scribner no la publicará inmediatamente.Realmente, los editores tienen aquí ahora grandes dificultades para publicar los li-bros. Publicaron un tomo de Benavente y no han vendido todo lo que deseaban.Esto no quiere decir que no publiquen más libros españoles sino que no lo harántan deprisa. Pero Underhill se ocupa de ello con entusiasmo y no desaprovecharátoda ocasión que se presente.

No le escribo más hoy; las cosas van un tanto apresuradas. Tengo demasiadotrabajo y preocupaciones, pero sigo muy contento de estar aquí. El tono de vida deeste país ahora es sano y confortante; creo sinceramente que los Estados Unidosofrecen ahora uno de los ejemplos más admirables de energía, de eficacia, de sere-nidad, y de fuerza ideal que la humanidad haya nunca dado.

Mis recuerdos afectuosos para Zenobia, y para Vd. Un abrazo de su amigo quetanto le quiere y admira.3

* * *

East Wolfeboro, N.H.27 agosto, 1921

Srª. Doña Zenobia Camprubí de JiménezConde de Aranda 16Madrid, Spain

Mi distinguida amiga:

Gracias por su carta del 18 de junio en la que me informa de las actividades delComité de Becas en el extranjero. Excuso decirle que estoy a su servicio en esa la-bor; la mejor prueba de mi interés la tienen ustedes en el hecho de que aún sin ha-ber recibido noticia alguna de su organización y sus planes expuse a Miss New-comb lo que indirectamente sabía de ellos y la sugerí la conveniencia de hacer suviaje a España para ponerse al habla con ustedes y llegar a un acuerdo para la cola-boración en el porvenir. Mi idea era, y así se la expuse al Profesor Duggan y aMiss Newcomb, que todas las actividades del Bureau de Felloships y Scholerships

326 LOS LAZOS DE LA CULTURA

3 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-81.10.

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y del Spanish Bureau, ambos pertenecientes a nuestro Institute of InternationalEducation, referentes a becas de mujeres españolas deberían desarrollarse siemprea través de su Comité y de acuerdo con él. En este sentido escribió Miss Newcomba María de Maeztu. Comuniqué también estos planes a Mrs. Vernon, la cual se pu-so al habla con Miss Newcomb. Y en fin he tenido la satisfacción de ver que misgestiones han sido acertadas y empiezan a dar los resultados apetecidos. De ahoraen adelante el Spanish Bureau referirá al Bureau de Miss Newcomb todos losasuntos que a él lleguen referentes a Becas para estudiantes españolas y estandocomo están ambos bureaus pared por medio será muy fácil establecer una estrechacooperación entre ambos. Miss Newcomb por su parte mantendrá un estrecho con-tacto con ustedes y con su comité de aquí, y en esta forma estoy seguro de que esaactividad habrá encontrado adecuado cauce.

Otro asunto que no tiene nada que ver con éste. He recibido una carta de Mr.Pulsifer en la que éste me comunica otra que ha recibido de usted referente a laedición de Platero y yo. Como según mi contrato con D.C. Heath & Company co-mo editor general de la serie de Contemporary Spanish Texts es obligación míaobtener los derechos de publicación en los Estados Unidos de las obras que apa-rezcan, el punto que usted discute en su carta acerca del pago de derechos a JuanRamón es algo que me compite a mí y no a D.C. Heath and Co. En todo caso, aunsin saber esto, parecía natural que usted o Juan Ramón se hubieran dirigido a míacerca de este asunto, ya que Juan Ramón había puesto su resolución enteramenteen mis manos sin limitación alguna. En las cartas que Juan Ramón me ha escritome daba amplísimos poderes para contratar la publicación de su Platero y yo y latraducción de cualquiera de sus obras. Esta prueba de confianza la encontraba yocompletamente natural dada nuestra entrañable amistad, y nuestro conocimientomutuo. Veamos cómo he respondido yo a esa prueba de confianza.

Informé a Juan Ramón extensamente acerca de las condiciones en que talestextos escolares se publican, haciéndole saber que la costumbre es que los autorescedan gratuitamente el derecho de publicación. Las casas entienden que una edi-ción escolar es un gran anuncio del autor y sus obras, con lo cual resulta beneficia-do sin que resulte ningún perjuicio ni competencia para las obras originales del au-tor. Además las condiciones económicas de publicación y venta de esas obras nopermiten pagar nada por derechos de autor, puesto que el 10% destinado a los de-rechos intelectuales de la obra lo percibe íntegramente el editor del texto. No seríaposible encontrar quien tomase sobre sí el trabajo penoso de editar el texto y com-poner la introducción, notas y vocabulario sin alguna compensación; y ese 10%que cobran los editores es ordinariamente una compensación sumamente escasa.Es un error creer que estos textos literarios, que ordinariamente no se usan hasta eltercer año y muy poco en el segundo, alcanzan las grandes tiradas que se hacen delas gramáticas y readers artificiales que se usan en el primer año. El númerode textos que existen y que se publican diariamente es muy grande y a consecuen-cia de la competencia la mayoría de esos textos, salvo unos pocos que se han he-cho populares alcanzan tiradas muy pequeñas y su producto para la casa editorial ypara el autor es muy escaso. Por todas estas razones las casas editoras no puedenrecargar el costo de estos libros con derechos de autor y exigen que el editor deltexto se encargue de obtener el derecho de publicación cuando éste sea necesario.

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Ordinariamente se publican textos que no están copyright. Y cuando un autor mo-derno exige el pago de derechos por la publicación, como han tratado de hacer al-gunos autores franceses, los editores prefieren no publicar sus obras y publican encambio las innumerables que o por haberse publicado hace tiempo o por no estarcopyright son del dominio público o aquellas otras que los autores voluntariamen-te están dispuestos a autorizar gratuitamente. Esta es la situación, y con estas o conotras palabras (pues por estar en el campo no tengo ningún antecedente) se la ex-pliqué a Juan Ramón, aconsejándole sin embargo que autorizase la publicacióngratuita de su obra porque en todo caso le convenía moralmente y convenía ade-más a la difusión de nuestra literatura en el extranjero. Esto mismo dije a otros au-tores, y todos los que figuran o figurarán en la serie, entre ellos Azorín, Baroja, Be-navente, Unamuno, Martínez Sierra, Linares Rivas, han dado gratuitamente suautorización. Recuerdo, sin embargo, que mi interés por Juan Ramón era tan espe-cial que al escribirlo le dije que haría todo lo posible para que a pesar de todos losobstáculos recibiera él alguna compensación por la publicación de su obra. Y has-ta creo que le indiqué que al dar la autorización dijera que el pago de derechos seharía en la forma acostumbrada. Contaba yo para lograr mis deseos de que JuanRamón obtuviera alguna ventaja económica de su libro, la mayor que se pudieselograr, con dos posibilidades, una insegura y otra completamente segura. La pri-mera era que por entonces y precisamente pensando en Juan Ramón principalmen-te planteé a D. C. Heath la cuestión del pago a los autores, ya que había oído quealguna vez se había pagado algo a alguno.

Con esta gestión lo único que pude lograr fue una promesa vaga de que en al-gún caso excepcional podrían llegar a pagar una suma de $50 dollars al autor. Perodada la manera de ser de estos hombres de negocios norteamericanos, creo que se-rá sumamente difícil lograr que lleguen a aceptar que ningún caso es excepcional yesas promesas de palabra quedarán inutilizadas cuando quieran por la letra delcontrato según el cual debo ser yo y no la casa quien obtenga el permiso de los au-tores. La otra posibilidad segura con que contaba es la del tanto por ciento que yocobro en esos textos en calidad de editor general. El 10% que la casa paga se divi-de así: 8% para el editor especial del libro y 3% para mí como editor general. Esobligación mía obtener el permiso de los autores, escoger los textos que han de pu-blicarse, hacer la selección de pasajes cuando sea necesaria, mantener la corres-pondencia con los editores especiales y ayudarles en la resolución de dudas, revi-sar las notas y vocabulario, y escribir una introducción en castellano sobre el autory la obra. Pues bien yo pensaba cuando llegase el momento entregar a Juan Ramónla cantidad que Mr. Pulsifer me ha dicho que como máximum se ha pagado en sucasa al autor de un texto editado por otro y el máximum que según él se puede pa-gar que es $100. Como yo no sé si la totalidad de lo que a mí me correspondiesepor ese royalty de 3% ascendería a esa suma, hubiera propuesto a Juan Ramón quecobrase el royalty hasta llegar a ella, percibiendo yo lo demás si se pasaba de ella,lo cual es muy dudoso. Ahora en vista del sesgo que han tomado las cosas, prefie-ro no ganar ni un céntimo en ese libro, y que Juan Ramón cobre el tres por ciento,que es lo único a que podemos aspirar. Porque es seguro que Heath no pagará na-da: en primer lugar porque no tiene obligación, y en segundo lugar, porque si la tu-viera, sería yo el responsable y no ellos. No cabe tampoco no publicar el libro,

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porque estando ya hecho, al no publicarse, tendría yo que responder a Heath e in-demnizarles de todos los gastos hechos. En una palabra, que los efectos de su car-ta reclamando un 10% para Juan Ramón seré en cualquier caso yo el que los sufray no Heath and Company.

Pero además es para mí inexplicable tal carta por ser completamente contradic-toria con lo que Juan Ramón y yo hemos acordado. Jamás me ha escrito él ni ustednada acerca de esa condición; por el contrario me ha dejado Juan Ramón en com-pleta libertad para obrar como mejor me pareciera, y la cláusula de la autorizaciónque alude al pago de derechos en la forma acostumbrada se puso a indicación míapara dejar a salvo el derecho de Juan Ramón a percibir lo que se pagase a quienmás se pagase, se entiende en la serie. Y ya digo que ese pago sería a mi cuenta yriesgo. En ningún caso pude yo pensar que Juan Ramón pudiera obtener el 10%porque eso es un absurdo. Cuando Mr. Pulsifer, según dice usted en su carta, le ci-tó un royalty del 10% como el que su casa acostumbra pagar por un libro, se refe-ría al royalty total que cobra el autor de un libro original o el editor de un libro aje-no. De modo que en el mejor de los casos el autor de un libro literario editadocomo texto de escuela sólo podría percibir una parte del total, es decir, tendría quedividirse ese 10% entre el editor del texto y el autor. Y sería muy difícil encontrarun editor que estuviera dispuesto a hacer el trabajo de edición por menos del 10%(en mi serie se resignan al 7% por el prestigio de la Serie y porque yo les ahorro deescribir la introducción, que es lo más difícil para ellos, y les presto además unagran ayuda que como usted comprende, por tratarse de la solución de los puntosdifíciles, les ahorra una gran parte de tiempo y esfuerzo).

Estoy seguro de que comprenderá usted y comprenderá Juan Ramón que en es-ta carta yo no estoy discutiendo una cosa de negocio. Ni antes, ni ahora ni nuncahe mirado yo con esos ojos esa edición ni toda la serie de Contemporary SpanishTexts. Cuando la casa Heath me pidió que les hiciera algún trabajo y que les sugi-riera una serie de libros para ser hecha bajo mi dirección, propuse esa serie no conafán de lucro, que yo sabía no había de obtener, sino con objeto de dar a conocer alos mejores autores contemporáneos, con lo cual creía que les hacía un servicio aellos, algunos muy amigos míos, y a la cultura española. He trabajo en esa seriecon toda la honradez y conciencia de que soy capaz y creo que el nivel de los tex-tos de escuela se ha elevado gracias a esos textos dirigidos y corregidos por mí. Hetenido que luchar con mil prejuicios: por ejemplo, Platero y yo fue rechazado porun adviser de la casa a quien se sometió mi lista y si se publica es por imposiciónmía. Fue rechazado por ser demasiado literario, poético y sentimental para el gus-to de los muchachos norteamericanos. He devuelto el manuscrito a Miss Walshdos veces para que saliera perfecta la edición. He escrito una introducción en laque he puesto verdadero amor. Y todo esto lo hacía yo por nada. Sencillamente poramor al libro y a su autor. Quería que conocieran a Juan Ramón los niños de las es-cuelas desde que empiezan a estudiar el español, como he querido que lo conozcanlos maestros y todo el mundo para lo cual constantemente en mis clases y en misconferencias he hablado de él, como él se merece, sí, pero guiado por algo másque la admiración del crítico.

Pues bien, quiere usted saber lo que yo he ganado con esa serie?. Llevo cuatroaños trabajando en ella y no poco, se han publicado ya varios tomos, y a estas fe-

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chas yo no he recibido ni un solo centavo de ella ni en ningún concepto de D.C.Heath. No sé si alguna vez recibiré algo; pero creo que será bien poco. Con lasoportunidades que yo tengo aquí, si hubiera pensado en mí mismo y no en los de-más hubiera podido ganar mucho dinero en el tiempo que he empleado en esa seriey en otras cosas por el estilo. En cambio he ganado mil disgustos y muy amargos.Aunque yo no haya ganado nada, sin quererlo he hecho la competencia a otras per-sonas que se dedican a la fabricación de libros con propósitos comerciales, y mehe ganado la enemistad de esas personas que se ha manifestado con la ferocidad yla vileza habituales aquí apenas media competencia de intereses. Es posible quelos efectos de esas campañas insidiosas y viles que algunos miserables han hechocontra mí hayan llegado hasta ahí; y sin duda alguna se habrá intentado que lle-guen porque es más fácil que tuvieran éxito lejos, por aquello del «mentir de lasestrellas». Y es posible que hasta mis mejores amigos hayan dudado de mí. En es-te caso no me queda ya más que ver y que sufrir en este mundo.

Esta es la situación. Espero que se darán ustedes dos cuenta clara de todo loque significa y significará para mí este asunto a menos que me dejen terminarlo enla forma que lo empecé, es decir, a base de la más pura amistad y de la más com-pleta confianza. Yo he puesto toda mi amistad y ningún interés en los trabajos ygestiones que he hecho para que se publique esa edición, como les he puesto parala traducción que hará Doubleday, Page & Co., como la pondré para todo lo quepueda interesar personal o literariamente a Juan Ramón. Yo he creído que valía lapena de que la edición se publique aunque sea gratuitamente o ganando muy poco.Yo estoy seguro de que Juan Ramón va a obtener por su libro lo más que un autorha podido obtener nunca; puesto que va a obtener el 3%, y ordinariamente no ob-tienen nada. Si me he equivocado en algo y no he realizado a perfección la misiónque Juan Ramón me encomendó y para la que me autorizó debidamente (cosa quesólo por error y desconocimiento pueden ustedes pensar, error del que algún díasaldrán si no salen al leer esta carta), el deber más elemental de la amistad y aun dela equidad les exigirá que acepten como bueno lo que yo haya hecho con todas susconsecuencias.

Añadiré ahora dos letras a Juan Ramón. Y ya sabe usted es su buen amigo

Querido Juan Ramón

Naturalmente, toda la carta anterior o por lo menos la mayor parte de ella estambién para usted; pero quiero añadirle unas palabras más íntimas aún. El aleja-miento produce efectos monstruosos. Entre usted y yo ha habido un día no muy le-jano la relación más pura que puede haber entre dos hombres. Valía la pena de vi-vir entonces. Yo salí de ahí con aquel resplandor en el alma y desde que estoy aquíveo que cada día aquello que era vida se va apagando. Yo no sé lo que ha pasadoentre nosotros: quizá el alejamiento me hace a mí también ver cosas monstruosas.Tengamos una hora de sinceridad y deshagamos esto, que no es digno de nosotros.Yo no he cambiado en nada; sería capaz de todo con tal de recobrar la intimidadque entre nosotros existía. Le he escrito varias cartas y usted no me ha contestado.Zenobia me habla de una revista que usted parece publicar o inspirar, y yo no ten-go de ella la menor noticia. Si hubiera yo estado en España como antes, cuando te-

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níamos ideales comunes, hubiera usted contado conmigo. Por qué no ahora queprecisamente por estar lejos puedo ser más útil? Yo en cambio, debido a estas mis-mas circunstancias, estoy empeñado en una obra para la que querría contar siem-pre con usted. En todos mis trabajos de difusión de la cultura española en el ex-tranjero, el valor literario de usted no puede menos de acompañarme siempre. Peroademás necesitaría su colaboración personal. Yo he propuesto por ejemplo que sehaga una revista; si hubiéramos estado en comunicación probablemente hubiéra-mos encontrado un punto de coincidencia. Siempre he estado soñando con que us-ted viniera un día a los Estados Unidos. Por qué se ha roto la relación que existíaentre nosotros?. No lo sé: quizá no sea nada, solo dejadez, pereza, la fatalidad delalejamiento; pero sea lo que quiera es terrible.

Ese asunto de Heath tiene que producirme como usted comprenderá granamargura. Sin duda ni usted ni Zenobia se dan bien cuenta de las circunstancias.Usted no sabe lo que yo he tenido que sufrir luchando con esta gente. Usted no sa-be el trabajo que yo he puesto en esa serie. Y usted no sabe qué grado de abnega-ción he tenido yo que poner en ese y otros trabajos que aquí he emprendido. Me esmuy duro pensar que después de tantos sacrificios me falte la aprobación y la ayu-da de los hombres a quien más estimo. Eso no debe ser, Juan Ramón.

Escríbame usted y hágalo con toda sinceridad. Hagamos planes para el porve-nir. Si usted no puede hacerlo, afortunadamente para usted tiene en Zenobia unacolaboradora incomparable que puede hacerlo y querrá hacerlo por usted. Hay mu-chas actividades en las que, aunque alejados, podemos convivir estrechamente uni-dos por lo que más une, que es lo ideal. Escríbame y no olvide que le quiere masque nunca su amigo.4

Federico de Onís y Pedro Salinas

August 21 1928

Sr. D. Pedro SalinasCentro de Estudios HistóricosAlmagro 26Madrid

Mi querido amigo

Un discípulo y amigo mío, Mr. M. Benardete, profesor de español en HunterCollege de esta ciudad, tiene gran interés en editar, con notas y vocabulario ingle-ses, su versión poética del Cantar de Mío Cid. Me ha pedido que haga yo un prólo-go para dicha edición y que le escriba a Vd. para pedirle, en su nombre, el permisopara hacer la edición. Está dispuesto a dividir con Vd. el tanto por ciento que el ha-ya de percibir, lo cual constara así en el contrato que él hará con la casa editorial yque le enviará cuando sepa su conformidad.

APÉNDICE 1 331

4 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-81.11.

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Benardete es hombre competente que hará una buena anotación y preparará sutrabajo con cariño. Las condiciones que le ofrece son muy generosas. Y como con-viene que el Poema del Cid se divulgue entre los estudiantes de español, me pare-ce por todos estos motivos que sería bueno que les autorizase Vd. para hacer estaedición escolar norteamericana.

Sabe es su afmo amigo.5

* * *

Altet (Alicante) a 14 de septiembre de 1928

Sr. D. Federico de Onís.

Mi querido amigo:

Al campo donde estoy descansando llega su grata carta del 28 pasado. Bastaque me diga V. que el Sr Benardete es amigo y discípulo de V. para que yo accedagustoso y agradecido a dar el permiso que él desea. Por mi parte pues no hay in-conveniente alguno. Ahora bien, hay otro factor: la «Revista de Occidente «, edito-ra de mi versión, y cuya conformidad necesito para dar una seguridad plena a eseseñor. Cuando hablé con ellos de ese asunto, hace unos meses, se mostraron muypoco propicios y por eso no escribí al Sr. Benardete. Ahora, dentro de una semana,en cuanto vuelva a Madrid, insistiré con el mayor interés para que den su autoriza-ción. Y si la logro, como espero, el Sr. Benardete podrá hacer la edición en las con-diciones que acuerde con V. y que quedan aceptadas de antemano por mí, si V. estan amable que me hace ese favor. Así pues dentro de ocho días le escribiré de nue-vo con el resultado de la gestión. Y por mi parte agradecidísimo a su benévola me-diación en este asunto.

Me es siempre muy grato, querido Onís, tener noticias directas de un amigo co-mo V. cuyos trabajos y actividades sigo siempre con la atención que se merecen yque aunque lejos es siempre recordado y admirado. Ya sabe V. en qué empresa andoahora metido junto a D. Ramón y cuanto esperamos del consejo y ayuda de V.

Tenga siempre por muy suyas la mejor consideración y la buena amistad de suafm.

Pedro Salinas6

Príncipe de Vergara 64, Madrid

* * *

332 LOS LAZOS DE LA CULTURA

5 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.2.6 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.3.

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JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS Almagro 26, hotel Teléfono 30.735CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOSMADRID

Madrid 15 de Octubre de 1928

Sr. Don Federico de Onís.

Mi querido amigo:

He hablado con García Morente, encargado de las ediciones de la Revista de Occi-dente. No ve inconveniente alguno en que se haga la edición adaptada a las necesida-des de la enseñanza en los colegios norte-americanos, conforme desea el Sr. Bernade-te. Puede Vd. decirle por consiguiente, si me hace ese favor, que quede autorizado paraeditar mi versión del «Poema del Cid» en la forma y condiciones que me indicó. Des-de luego esta autorización se limita a una sola edición, con destino al público escolar.Si alguna formalidad más se requiriera, que el Sr. Benardete, escriba ya directamente ysi Vd. por su parte cree que debo poner algunas otras condiciones a mi autorización,tenga la bondad de decírmelo. Yo en estas cosas editoriales ignoro por completo el as-pecto contractual e interesado y no sé cuales son las costumbres americanas.

Muchas gracias de nuevo, mi querido Onís por su amable mediación y sabe sonmuy suyas la mejor consideración y estima de su affmo. amigo

Pedro Salinas7

* * *

HENRY HOLT AND COMPANYIncorporated

Publishers New YorkOne Park Avenue

April 11, 1929

Professor Federico de OnísPhilosophy HallColumbia UniversityNew York City

Dear Sir:

In response to a letter from Mr. Benardete, we are sending him today three co-pies of a contract, to be signed by Mr.Benardete and yourself, for your edition ofthe Poema de mio Cid.

APÉNDICE 1 333

7 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.4.

Page 316: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

We are enclosing herewith a copy of a separate contract we have drawn up forPedro Salinas. Do you wish to send this contract to him yourself, or to have us sendit to him directly? In the latter case, please send us his address. We are holding thecopies of this contract that are to be signed by Mr. Salinas until we hear from you.

Very truly yours,

HENRY HOLT AND COMPANY Inc.

Foreign Language Department

FSM

New York City, April 11, 1929

PEDRO SALINAS, hereinafter described as the author, and HENRY HOLT ANDCOMPANY Incorporated, hereinafter described as the publishers, agree as follows:1. The author hereby grants to the publishers full and exlusive rights to publish an

edition of his POEMA DE MIO CIDPrepared for use in English speaking schools. Federico de Onís and M.J. Ber-

nadete have entered into agreement with the publishers to edit such an edition.2. The publishers shall, within reasonable time, publish said work at their own ex-

pense in such style and manner, and shall keep it in print as long, and at such ti-mes, as they shall deem expedient. The publishers shall pay the author, on allcopies which they sell, a royalty of three (3) per cent computed on the publishedprice. Provided, however, that no royalty shall be paid on copies given away foradvertising purposes, or on those partly paid for by old books in cases of intro-duction where second-hand copies of the displaces book are taken in exchange.

3. Settlements of accounts, up to each January and July, shall be had on thetwenty-fith day of each April and October respectively subsequent. The balanceto the author´s credit at any settlement shall be paid one-half in cash and the re-mainder in sixty days. Whenever the semi-annual sales fall below fifty copies,no accounting shall be had until the next semi-annual settlement after the salesunaccounted for aggregate one hundred copies. The interest, property, and lin-bilities of either party under this contract can be assigned without responsabilityfor any act or failure of the assignes, but can be assigned only in entirety.

HENRY HOLT AND COMPANY Incorporated,

––––––––––––––––––––– Vice-president––––––––––––––––––––– Secretary 8

* * *

334 LOS LAZOS DE LA CULTURA

8 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.5.

Page 317: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

April 13 1929

Mrs. Frences S.MorrillHenry Holt & Co

1 Park AvenueNew York City

Dear Mrs. Merrill

I am in receipt of your note of April 11, containing the copy of the contract youhave drawn up for Pedro Salinas. I think the better plan will be for you to send thecontracts to me, and let me send them to him, with a letter. I shall let you know assoon as I hear from him, and return to you the signed contracts.

In case you wish his address for your files, it is:

Príncipe de Vergara, 64MadridSpain

Sincerely yours 9

* * *

INDIANA UNIVERSITYBLOOMINGTON, INDIANA

Abril 14, 1929

DEPARTMENT OF ROMANCE LANGUAGES

Sr. D. Federico de OnísColumbia UniversityNew York City

Querido señor de Onís: Mi amigo Ortega y yo teníamos el propósito de prepa-rar una edición escolar de la versión del Sr. Salinas del «Poema del mío Cid». Alpedirle autorización nos contesta que ya se la tiene dada al señor Bernadete, y quetiene puesto el asunto en las manos de usted. No se lo avanzado que estará el señorBenardete en el trabajo, si es que lo ha comenzado, ni si se propone hacerlo solo.Usted sabe mejor que nadie aquí lo que debe hacerse en cuestión de ediciones.

Usted conoce a fondo las cualidades críticas que reúne nuestro amigo Ortega.Se me ocurre pensar que quizá pudiera usted proponerle al señor Benardete que hi-

APÉNDICE 1 335

9 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.6.

Page 318: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

ciese la edición con Ortega. Creo que entre los dos pueden sacar un trabajo esme-rado. Yo me retiro, desde luego.

Sin más por ésta, disponga como guste de suAfmo. Amigo y s. s

Agapito Rey 10

* * *

HENRY HOLT AND COMPANYIncorporated

Publishers New York

One Park Avenue

April 15, 1929

Sr. D. Federico de OnísColumbia UniversityNew York City

Dear Professor Onis:

In accordance with your letter of April 13, we are sending you herewith twocopies of the contract for Pedro Salinas, one copy for which is to be returned to usafter he has signed.

Thank you for sending us his address for our records, and also for your kind of-fices in forwarding him the contract.

Very truly yours,

HENRY HOLT AND COMPANY Inc.11

FSM29 de Mayo de 1929

* * *

336 LOS LAZOS DE LA CULTURA

10 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.7.11 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.8.

Page 319: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

Sr. D. Pedro SalinasCentro de Estudios HistóricosAlmagro 26Madrid

Mi querido amigo:

Adjunto le envío el contrato por duplicado para la publicación de la edición del«Poema de Mío Cid», por la Casa editorial Henry Hold and Co. Esta casa es una delas más importantes de los Estados Unidos. Bernardete ha querido que yo escriba laintroducción de la obra y que le ayude con las notas. Lo haré con mucho gusto. Eltrabajo de Bernardete está muy adelantado y el libro no tardará en publicarse.

El objeto del contrato que le envío es el de que usted reciba directamente de laCasa editorial el producto que corresponda a su tanto por ciento. Le ruego me de-vuelva una de las copias firmada y se quede con la otra.

Estoy trabajando muy intensamente en el estudio sobre Cervantes que Don Ra-món me asignó como mi parte en la Historia de la Literatura. La Universidad meha dado cierta ayuda económica para poder adquirir libros y pagar ayuda en las in-vestigaciones que necesite hacer para esta obra y para otra en que me ocupo.

Dentro de pocos días escribiré a Don Ramón y a Castro sobre algunos asuntosque nos interesan a todos.

Felicitándole por su último libro, que he leído con el mayor placer, se despidepor ahora su afmo. Amigo 12

FO/EG

* * *

29 de Mayo de 1929

Sr.D. Agapito ReyDepartment of Romance LanguagesIndiana UniversityBloomington, Indiana

Mi distinguido amigo:

No me ha sido posible contestar antes a su carta del 14 de abril.La edición del «Poema del Mío Cid», que prepara el señor Bernardete está

contratada hace tiempo con la Casa Holt y se encuentra muy adelantada.Queda de usted afmo. Amigo 13

FO/EG

* * *

APÉNDICE 1 337

12 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.9.13 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.10.

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JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS Almagro 26, hotel Teléfono 30.735CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOSMADRID

13 de Junio de 1929

Sr. Don Federico de Onís.

Mi querido amigo: He recibido su grata carta del 29 de Mayo y me alegro mu-cho de que la ed. americana del Poema de Mío Cid puesto por mí en verso moder-no se avalore con un ensayo introductivo suyo. He tenido carta de Bernardete enque me dice que tiene casi acabado el trabajo y celebraré que el libro salga cuantoantes. Adjunto le envío el contrato firmado, quedándome yo con una copia segúnusted me indica.

Mucho esperamos de su estudio sobre Cervantes, y me alegro de que trabajeusted intensamente en él. Por aquí seguimos preparando la salida de esa magnaobra que esperamos produzca su primer tomo a primeros del año próximo.

Le agradezco sus amables palabras sobre mi último libro y le envío un ejem-plar dedicado; no lo hice antes, porque apenas publicado tuve que salir a dar con-ferencias en algunas universidades inglesas y alemanas y con este motivo se demo-raron los envíos.

Sabe es siempre su muy afmo. Amigo y compañero

Pedro Salinas 14

P.S. Le agradeceré me envíe algunos ejemplares del «Poema» en cuanto se pu-blique.

* * *

JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOS Almagro 26, hotel Teléfono 30.735CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS

MADRID 19-6-29

Sr. Don Federico de Onís.

Mi querido amigo:

Perdóneme que le vuelva a molestar de nuevo. En la edición española del MíoCid, por una precipitación de última hora, se olvidaron de poner la dedicatoria demi versión a Don Ramón. Como deseo que este olvido sea reparado, le envío ad-

338 LOS LAZOS DE LA CULTURA

14 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.11.

Page 321: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

junta esta dedicatoria, con mi ruego de que la inserte al comienzo del texto de miversión. Muchas gracias.

Ayer salió mi «Seguro Azar» que me permito enviarle dedicado.Sabe siempre es su muy afectísimo y amigo

Pedro Salinas15

* * *

Diciembre 9 1930

Sr. D. Pedro SalinasCentro de Estudios HistóricosAlmagro 26Madrid

Querido Salinas:

En el mes de junio escribí a Don Ramón diciéndole que mi estudio sobre Cer-vantes para la Historia de la literatura estaría terminado dentro de seis meses. Co-mo este plazo va acercándose a su fin y veo que me será imposible cumplir lo ofre-cido, y tengo otros trabajos pendientes a que atender, le ruego me diga cual es lasituación de dicha Historia de la Literatura y cual es el máximum de tiempo que yopodría dedicar a la terminación de mi trabajo sin retrasar la publicación de la obra.

Le hago esta pregunta porque aunque se ha anunciado varias veces la salida delTomo Primero, éste no ha aparecido todavía. Esto implica, supongo, un cierto re-traso en la publicación de toda la obra. Como deben aparecer bastantes tomos an-tes que el de Cervantes y usted conocerá la situación en que dichos tomos se en-cuentran y podrá calcular el tiempo en que han de publicarse, podrá decirmeaproximadamente cual es la fecha en que realmente se necesita mi trabajo sobreCervantes.

Esto no quiere decir que yo piense en posponer o demorar la terminación de di-cho estudio; de hecho he estado y continuaré trabajando en él constante y princi-palmente; pero como tengo otras cosas que hacer al mismo tiempo, querría sabercuáles son más urgentes.

Una de ellas es la antología de la Poesía Contemporánea, de la cual envié en elmes de junio la primera parte, pensando que se iba a componer mientras yo iba ter-minando las partes sucesivas. Como no he recibido las pruebas he pensado queprefieren en el Centro tener todo el manuscrito antes de enviarlo a la imprenta ypor eso no he enviado nuevas partes hasta que envíe el libro completo. Es poco loque falta que hacer y me estoy esforzando para terminarlo antes de mi salida paraEuropa. Pero son tantos los detalles que hay que completar, no solo en la selecciónsino en la compilación de las biografías y bibliografías, que siempre se tarda másde lo que se piensa.

APÉNDICE 1 339

15 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.12.

Page 322: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

Saldré para Oxford el 10 de enero; el tiempo que me queda de estar aquí escorto y muy lleno de ocupaciones para dejar en buena situación los asuntos de laUniversidad y otros. Si la Antología no está terminada antes de que yo me marche,como todavía espero, será muy poco lo que quede que hacer y lo terminaré en Ox-ford. Espero tener allí más tranquilidad y quietud que aquí. Allí estaré más cercade ustedes y tendremos comunicación más frecuente. Probablemente yo mismopodré ir a España en abril y seguramente en junio. Mi propósito en este viaje esaprovechar los seis meses de estancia en Oxford y los tres que pasaré en España yen Portugal, para dar cima a esos trabajos del Centro y al Estudio sobre Cervantes.

Le ruego comunique todo esto a Don Ramón, a quien saludo así como a los de-más amigos del Centro. Y para usted un abrazo afectuoso de 16

FO/EZ

* * *

MINISTERIO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICAUNIVERSIDAD INTERNACIONALDE VERANO EN SANTANDER

–––––––––-25 de noviembre de 1932

Mi querido Onís:

Recibo una carta de Miss Waite, secretaria del Instituto de Educación Interna-cional, en que me indica las gestiones que han hecho para poder preparar un viajemío a los Estados Unidos, y la imposibilidad con que se presenta por el momento.Me dice Miss Waite los favorables términos en que V. ha tenido la bondad de ex-presarse al ser consultado respecto a mi candidatura. Muchas y muy sinceras gra-cias. Y cuanto al futuro, ya conoce V. mis vivísimos deseos de ir a América y elmotivo que hacia allí me impulsa: curiosidad de conocer un país, que no sé porquese me antoja ha de ser muy fecundo en mi vida espiritual. No otra cosa. Y le digoesto, querido Onís, (porque V. parece ser, según Miss Waite, el único posible intro-ductor mío en estas tierras) para que en cualquier ocasión de viaje, que V. vea pa-sar por delante, la aproveche, aunque sea en condiciones que a su bondadosa amis-tad por mí pudieran parecer insuficientes. Dentro de mis planes inmediatos, elperíodo septiembre 1933, junio 1934, sería el ideal para mi viaje. Como sé que lascosas allí se hacen muy anticipadamente, se lo digo ahora, para si el Instituto delas Españas tiene ocasión de invitarme en cualquier forma, como «official lectu-rer» como «visiting professor» (no distingo bien estas calidades) aunque sea porun corto número de conferencias. Esto no me importa, porque esta invitación seríaya mi estación de partida y de liberación por unos meses de esta agobiadora situa-ción actual. Porque es el caso que la República quiere organizar España a base de

340 LOS LAZOS DE LA CULTURA

16 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.13.

Page 323: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

desorganizar a cada uno de los Españoles encargados de organizarla a ella. Y yosoy, en mi modesto rango, uno de los organizadores desorganizados.

En este concepto de organizador, y este es el objeto principal de esta carta, tengoque dirigirme a V. Estamos montando la Universidad Internacional de Verano enSantander, y a ella queremos traer para los cursos generales a la gente mejor de Es-paña y a algunos de fuera. Muy pronto le escribiré oficialmente para rogarle se en-cargue de un cursillo sobre un tema de vida cultural (Universidad, o cosa parecida dela España del XVI). Queremos estudiar ese período en todos sus aspectos. Castro ha-rá la literatura. Propónganos tema si algo mejor se le ocurre y díganos fechas conve-nientes en cualquier semana de julio o agosto. Vaya V. pensando en el tema y no nosrehúse su colaboración, que tan indispensable nos es en el primer año de nuestra em-presa. Ya puede V. figurarse como estoy de trabajo con esta nueva tarea que me caesobre los hombros y sin poder desprenderme de ninguna de las anteriores.

Gracias de nuevo y los más cordiales recuerdos de afmo.

Pedro Salinas17

* * *

Diciembre 30, 1932Sr. D. Pedro SalinasMedinaceli 4Madrid

Querido Salinas:

Recibo su carta del 25 de noviembre y puede usted estar seguro de que los pla-nes de su venida aquí de que hablamos en España se llevarán a cabo a la primeraoportunidad que se presente. Habíamos pensado en el verano próximo, en caso deque yo me fuera a España; pero como desgraciadamente y contra toda mi voluntadtendré que quedarme aquí por no tener seguridad de que ciertos asuntos privadosestén arreglados para entonces, no será posible que venga usted a sustituirme. Esteverano vendrá en cambio Aurelio Viñas a tomar el puesto de del Río, sustituciónque ya teníamos acordada hace tiempo y que en cualquier caso a usted no le hubie-ra convenido económicamente.

Para dar conferencias en diversas universidades es mejor, como usted dice, ve-nir en el invierno, pues en el verano no es posible hacer otra cosa que dar los cur-sos de la universidad donde se venga a enseñar. Pero no es posible ni costear losgastos de viaje solo con conferencias sueltas. Estas hay que darlas en combinacióncon un nombramiento de Visiting professor en una Universidad durante cuatro oseis meses. En Columbia es esto posible solo cuando uno de nosotros se marchacon licencia por ese mismo tiempo, cosa que puede ocurrir, pero que no ocurrirá alcurso que viene.

APÉNDICE 1 341

17 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.15.

Page 324: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

Cuando mis asuntos se arreglen en España, yo iré allá sin duda todos los vera-nos, y en este caso podría usted venir aquí en el verano de 1934. También es posi-ble que me conviniera estar en España alguna vez durante el invierno. Mientrasuna de estas dos posibilidades no llegue, tenemos solo que esperar que alguna otraUniversidad solicite un Visiting professor, y en ese caso (como ya he dicho al Ins-titute of International Education) debe usted ser propuesto en primer lugar y sernombrado al mismo tiempo conferenciante oficial del Instituto de las Españas.

No es seguro que se presente esta oportunidad para el curso que viene, porquetodas las Universidades están pasando una gran crisis económica. Pero no es im-posible. En cualquier caso yo le avisaré apenas sepa de algo, y si usted o el Centrosaben de alguna oportunidad debe usted aceptarla contando con que tendrá la ayu-da del Instituto de las Españas y del Institute of International Education para la or-ganización de tour de conferencias.

Los dos números primeros del Índice literario, publicados durante mi estanciaen España, nunca llegaron a mi poder. He visto después el número primero con suartículo sobre mi libro de «Ensayos» escrito con un cariño y comprensión queagradezco mucho.

Le agradezco también su invitación para enseñar en le Universidad interna-cional; pero como le he dicho al principio me será imposible hacerlo el veranopróximo. Pero tendré mucho gusto en hacerlo otro verano.

Le abraza su buen amigoDirector 18

Fdo/EZ

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Octubre 23, 1933

Sr. D. Pedro SalinasCentro de Estudios históricosMedinaceli, 4Madrid

Querido Salinas:

Como le anuncié el año pasado, le escribo para invitarle a enseñar en esta Univer-sidad el próximo curso de verano, del 9 de julio al 17 de agosto. Su trabajo consis-tirá en dos cursos de clase diaria (excepto los sábados) o sea dos cursos de treintaclases cada uno. El salario máximo que se pagará se ha fijado en $850 y es el querecibirá usted en dos mitades pagaderas el 30 de julio y el 1 de agosto. Quiere estodecir que deberá traer dinero suficiente para sus gastos de viaje y estancia en Nue-va York hasta que cobre su primer cheque el 30 de julio. Como sus gastos de viajeno deben costarle más de $250, suponiendo que no haya modo de que arregle us-

342 LOS LAZOS DE LA CULTURA

18 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.16.

Page 325: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

ted en España algún modo aún más económico, y los gastos de estancia aquí pue-den no exceder de otros $250 y aún no llegar a esta cifra, puede usted estar tran-quilo respecto a la parte económica. En años anteriores los sueldos eran algo ma-yores; pero la crisis actual ha obligado a reducirlos.

En cuanto a los cursos yo le propondría que diera uno sobre Literatura contem-poráneay otro sobre un asunto que usted elija, advirtiéndole que debe ser un asun-to de amplitud o de importancia, por ejemplo, una época de la literatura o un géne-ro o escuela, o un autor individual si es de primera importancia.

Debíamos haber hablado antes de los cursos, porque el caso es que ahora nece-sito contestación inmediata de usted no solo sobre su aceptación sino sobre loscursos que ha de dar usted y que deben salir en el catálogo que se imprime duranteel mes de noviembre. Por eso le ruego que al recibo de esta me envíe un cable di-ciéndome: sí o noy en caso afirmativo añadir de forma breve el tema del otro cur-so (por ejemplo : Renacimiento, comedia, clásica, mística, novela del siglo XIX,Lope de Vega, Ruben Darío, etc.). En caso de que no esté usted seguro de que pue-de venir, será mejor decir : no, y dejar su venida para otro año.

Como le dije, esta invitación está basada en el hecho de que yo iré a España elverano próximo. Pueden por lo tanto contar conmigo para los cursos de Santandersi puede usted repetir la invitación que no pude aceptar el verano pasado.

Le abraza

Director 19

Fdo/ez

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MINISTERIO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICAUNIVERSIDAD INTERNACIONALDE VERANO EN SANTANDER

9 de noviembre de 1933

Mi querido Onís:

Muchas gracias por su invitación para ir el próximo verano a Columbia. Ya sa-be V. que el conocer América es uno de mis más vehementes deseos, y quizá poreso constantemente contrariado. También en esta ocasión; porque desgraciada-mente no puedo aceptar su oferta. Estoy sujeto indisolublemente por el veranopróximo a la Universidad Internacional, cuyo primer curso ha sido, aunque muytrabajoso para mí, un gran éxito, y hace concebir las mejores esperanzas para elpróximo. Precisamente las fechas que V. me propone comprenden la parte centralde ese curso. De no haber sido tan urgente la necesidad de la respuesta, podría ha-ber intentado un arreglo, de esta manera no. Reciba pues mis más sinceras gracias,mi amigo Onís, y apúnteme como primero en la cola para un curso, no de verano si

APÉNDICE 1 343

19 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.17.

Page 326: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

es posible, y en todo caso, y si no hay otro remedio, para el curso estival de 1935,si todavía siguen Vdes. invitándome y yo sobrevivo.

Mucho me alegro de que venga Vd. a España este verano. El Comité de Estu-dios de la Universidad Internacional está en estos momentos elaborando el progra-ma para 1934. El curso que le ofrecimos a Vd. el año pasado no se puede dar éste,porque estaba incluido en un tema «el siglo XVI», que no figurará en el programade este año; pero no hay que decir que pondré el mayor interés en que Vd. enseñeen nuestra Universidad, incorporándose, aunque solo sea por unos días a la univer-sidad española, en que tanta falta haría Vd. Ya trataré de la cuestión con el Comitéde Estudios y escribiré a Vd. de lo que haya.

¿Y esta antología? Los aficionados a la poesía y amigos de Vd. la esperamoscon impaciencia. En el Centro aún con más, como Vd. sabe. Ya que hablamos depoesía le anuncio para pronto el envío de un nuevo libro mío, que ha sido milagro-samente posible entre este torbellino de quehaceres y preocupaciones diarias.

Gracias de nuevo y un abrazo de su afmo.

Pedro Salinas 20

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MINISTERIO DE INSTRUCCIÓN PUBLICAUNIVERSIDAD INTERNACIONALDE VERANO EN SANTANDER

7 diciembre 1933

Mi querido amigo:

Hemos ultimado, Navarro y yo, el programa del Curso de Extranjeros de San-tander. No quiero que al venir a España, deje Vd. de visitarnos y ayudarnos con sucolaboración y consejo en nuestra empresa. Hemos hablado Navarro y yo de loque podría Vd. hacer, y se nos ocurre que lo mejor serían dos conferencias sobre li-teratura hispano-americana con toda libertad por parte de Vd. para tratar el temaque desee y como quiera. Por consiguiente hemos anunciado en el programa: «LaLiteratura hispano-americana moderna.-Aspectos generales». Perdone Vd. esteabuso de confianza: el programa está en la imprenta y nos causaría grave trastornoesperar una respuesta suya. Acepte pues, le ruego, y luego haga dentro de esa for-ma titular de sus conferencias, lo que crea más oportuno. La Universidad Interna-cional ofrecerá a Vd. alojamiento durante la semana en que se desarrollan sus con-ferencias, y la suma de Ptas.500. como módica indemnización. En cuanto al viaje,las Compañías, esperamos concedan como el año pasado una bonificación de un40% sobre el precio ordinario de los billetes.

Le repito que nuestro deseo es que asista Vd. A nuestro trabajo y vea lo que esla flamante Universidad, con su mucha experiencia de estas cosas.

344 LOS LAZOS DE LA CULTURA

20 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.18.

Page 327: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

Gracias anticipadas y en espera de su respuesta sabe es siempre su muy afectí-simo.

Pedro Salinas 21

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Abril 11, 1934Sr. D. Pedro SalinasMedinaceli, 4Madrid

Mi querido amigo

Debía haberle escrito aceptando su invitación del 7 de diciembre para dar dosconferencias en el curso de Santander pero como ya antes le había manifestado mideseo de enseñar en dicho curso, creí que estaba implícita mi aceptación. Por esono le escribí entonces; pero lo hago ahora porque ha llegado a mis manos un pro-grama de curso en el que veo que empieza el 1 de agosto y no el 15 de junio comoyo había supuesto a juzgar por las fechas que se dan en el membrete de sus cartas.Conforme a esta idea equivocada pensé que podía dar mis conferencias a fines dejunio, antes de regresar a Nueva York a donde debo volver el 9 de julio. Como us-ted no pudo aceptar nuestra invitación para venir este año y era tarde para encon-trar otro profesor, tuve que decidir quedarme yo en el verano, cosa que por otrosmotivos además tenía ciertas ventajas para mí. En esta situación me será imposibleasistir al curso de verano de Santander. Espero que la supresión de dos conferen-cias no causará trastorno de importancia y que les será fácil llenar ese vacío.

No necesito decirle que siento mucho no poder realizar el deseo de estar conustedes este verano en Santander. Pasaré en España el mes de junio y espero tenerentonces el gusto de verle.

Recibí su nuevo libro y con el agobio de trabajo que tengo sobre mí, no he podi-do escribirle y darle las gracias por el placer que he tenido al leerlo. Pues aun mequeda algún tiempo para leer, aunque no tenga todo el que necesitaría para escribir.

Le abraza22

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21 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.19.22 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.20.

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MINISTERIO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICAUNIVERSIDAD INTERNACIONALDE VERANO EN SANTANDER

3 de mayo 1934

Sr. Don Federico de Onís.

Mi querido amigo:

Recibo su carta y siento muchísimo que no podamos contar con sus dos confe-rencias y con su presencia en nuestra Universidad que tan útil nos hubiera sido pa-ra conocer el juicio que a V. tan experto en cosas de organización, le merecía lo deSantander. Por lo menos tendré el gusto de verle en el mes de junio y de hablar conV. de eso y de muchas cosas más.

Sigo en mi idea de ir a New-York si Vds. me necesitan en el verano de 1935.Piénselo, y en junio ya hablaremos y dejaremos las cosas arregladas.

Gracias por las palabras con que V. acusa recibo de mi libro, verdadero milagrocaído no sé cómo ni de qué cielo en medio del período más ajetreado de mi vida.

No deje de avisarme cuando viene y entretanto reciba los cordiales saludos desu afectísimo

Pedro Salinas23

* * *

Sr. D. Pedro SalinasCentro de Estudios históricosMedinaceli, 4Madrid

4 de octubre de 1934

Querido Salinas:

He esperado la carta que me prometió en Madrid sobre su venida el veranopróximo. Como el programa tiene que estar hecho antes del 29 de octubre, escribohoy a Pastor invitándole. Siento que no haya usted podido arreglar sus cosas demodo que le permitiera venir como usted y yo deseábamos.

Le abraza

FDO*B24

346 LOS LAZOS DE LA CULTURA

23 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.21.24 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.22.

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Federico de Onís y Rafael Altamira

RAFAEL ALTAMIRA Lagasca, 101Tel 50562

3-X-34

Sr Director del Boletín del Instituto de las Españas.Nueva York.

Muy Sr. mío y de mi consideración: Por no haber regresado a Madrid hasta ha-ce dos días, contesto con retraso a la tarjeta postal del 2 de agosto.

Tendría mucho gusto en enviarle a V. el libro que desea para el Boletín, perotengo que renunciar a ello por las razones siguientes: primera, el texto de la edi-ción inglesa a que V. se refiere, publicado en 1930, está ya superado científicamen-te por el de la edición italiana que está a punto de salir.

Es natural que yo prefiera, dado este último hecho, que sea conocido mi librocon las mejoras hechas últimamente, que no en una edición que no ha podido te-nerlas. Segundo: porque la traducción inglesa se imprimió sin someter a mi revi-sión el manuscrito, ni siquiera enviarme pruebas, por lo cual sufre de algunas erra-tas garrafales que, a pesar de haber advertido yo de ellas, no he conseguido que seremedien en la impresión última. Naturalmente, y en lo que de mi dependa, quieroevitar el ser responsable de unas faltas que no he cometido.

Cuando salga la edición italiana, tendré mucho gusto en avisar al editor paraque se la envié a V.

De V. muy afmo y s.s.q.e.s.m

Rafael Altamira25

* * *

RAFAEL ALTAMIRA MADRID12-12-35

D. Federico de OnísNueva York

Mi distinguido compañero y amigo: en un periódico de Madrid, que hoy mecomunican, leo un telegrama de Nueva York según el cual V. tuvo la atención derepresentarme, en Columbia University, en el acto de la concesión del gradode Doctor honoris causa.

Me apresuro a expresarle a V. mi más sincero reconocimiento por ese hecho, ya excusarme por no haberle precedido gestión personal mía. Supongo que sabía V.que yo ignoraba completamente que aquella concesión pudiera hacerse por repre-

APÉNDICE 1 347

25 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-7.1.

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sentación, y ya me había resignado a perderla en aras del cumplimiento de mi deberde juez, que me impedía ausentarme de La Haya. Pero eso hace todavía mayor la es-timación del servicio que V, ha tenido la gentileza de prestarme con ese motivo.

A la vez tengo el gusto de anunciarle que doy orden a mi librero para que le re-mita a V. un ejemplar de la edición italiana de mi Historia de la civilización espa-ñola, que le prometí hace tiempo, en vez del ejemplar de la edición (2º) inglesa queV. me pedía para la Revista: y esto, porque el editor inglés ha reimpreso aquella sinenviarme pruebas (que tampoco me envió respecto de la 1ª edición), de donde laserratas, algunas de gran entidad histórica, que el traductor cometió en esta, queda-ron sin corregir.

Aprovecho la ocasión para reiterarme de V. affmo y antiguo compañero y amigo.

Rafael Altamira26

Federico de Onís y Amado Alonso

Profesor Amado AlonsoCentro de Estudios HistóricosAlmagro 26Madrid, España

Octubre 4 de 1926Muy señor mío:

Esta contestación a su muy amable carta se ha retrasado, no por falta de interésni de cortesía por mi parte, sino a causa de varios asuntos relacionados con el cur-so de verano de 1927, acerca de los cuales quería escribirle después de ser final-mente determinados.

El aceptar nuestra invitación ha sido objeto de gran alegría para nosotros y es-tamos muy ansiosos de asegurarle que su visita será igualmente, dentro de los po-sible, agradable para Vd.

Desearía preguntarle si podría Vd. hacer un pequeño cambio en los cursos quedará aquí. Nos gustaría, si es conveniente, que diese las 30 horas de fonética indi-cadas por Vd., pero que en lugar de la literatura española diera Vd. (siempre condeferencia a sus deseos personales) 30 horas de filología.

¿Tendría Vd. la amabilidad de comunicar al Dr. Menéndez Pidal nuestra sinceraapreciación del sacrificio que hace el Centro al concederle a Vd. Licencia para venir?

Reiterándole nuevamente nuestros respetos y gratitud, y con sinceros deseospara Vd. y sus colegas del Centro, me repito

Muy sinceramente,Thomas E.Henner Canciller 27

* * *

348 LOS LAZOS DE LA CULTURA

26 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-7.2.27 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-5.1.

Page 331: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRESFACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

INSTITUTO DE FILOLOGÍA24 Vanbrugh ParkBlackheath SE3 London

1.1.1928

Querido Onís: Temporadas de tareas urgentes, y temporadas de olvido, han he-cho que todavía no tenga V. los ejemplos prometidos. Ahí van. Pensaba haberlospreparado un poco más en cuanto a los gráficos, pero así es cosa clara y sencilla.Esas líneas las hace cualquier imprenta : un filete recto sobre la pareja de líneasdel texto terminado con otra línea corta en ángulo obtuso hacia arriba o hacia aba-jo semejante a los gráficos de Navarro. Es preciso que todas las líneas marcadascon 1º lleven un tipo común de letra y otro distinto las marcadas con 2º. Faltan losdos ejemplos de Azorín: uno es el comienzo de Doña Inés, las 4 o cinco primeraslíneas (este el 2º) y el otro un párrafo breve que V. mismo puede escoger al acerodel tipo conocido : «Entramos en este cuarto. En el cuarto hay una mesa; sobre lamesa hay un libro. Abramos el libro...»etc. Hubiera querido corregir una vez laspruebas. Aquel artículo fue redactado a todo correr en dos mañanas en N.Y. No sécuando piensa V. publicarlo. Si hay tiempo de que corrija una pruebas mándelas aMadrid, a donde llegaré el 1º de febrero para pasar un mes.

He venido a Inglaterra a casarme y lo voy a hacer el día 10 de este mes. Mi no-via es inglesa y se llama Joan Evans, hija de un médico de aquí. Ya recibirá V. unaparte del pastel de boda.

Feliz año nuevo para V. y los suyos. Saludos a su señora. Un fuerte apretón demano de un siempre amigo

Amado Alonso 28

Federico de Onís y Dámaso Alonso

El Escorial 9 de abril 1929Sr D. Federico de OnísMuy señor mío y distinguido amigo:

Hace ya muchos años que, por mi parte, me considero amigo suyo, pues sunombre de V. ocurre a cada paso - y siempre pronunciado con cariño- en las con-versaciones del Centro y ahora le tengo que agradecer a V. sus gestiones con moti-vo de la próxima ida a América y especialmente el haber dado mi nombre a HunterCollege.

El puesto de Profesor Visitante, que me ofrecen es, por una parte, tentador. Pe-ro tiene el inconveniente de exigir 3 horas de clase diarias y además corrección de

APÉNDICE 1 349

28 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-5.2.

Page 332: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

ejercicios escritos. Yo he contestado aceptando en principio, pero rogando que medisminuyan un poco las horas de trabajo. No sé si mi respuesta parecerá salida dequicio a esas gentes, pero sí sé que el ir en las condiciones propuestas estropearíadurante un año mis trabajos particulares. Pero, me tienta tanto el pasar un año enNueva York!

¿Podría V. hacerle alguna indicación a la Sra. (o Srta.) Gray, ¿o sería indiscreto?Mucho le agradecería a V. que caso de presentarse otro puesto en Nueva York

(o en otra ciudad interesante y no muy alejada) en el que el trabajo fuera de carác-ter universitario, se acordará V. de mí.

Perdóneme estas molestias. Espero conocer a V. dentro de poco en Nueva York.Mientras tanto me ofrezco a V. como ss. y amigo

Dámaso Alonso 29

Señas hasta el 15 de Mayo:Arts SchoolCambridge

El verano lo pasaré en la Universidad de Stanford.

* * *

24 de abril de 1929Sr. D. Dámaso AlonsoArts SchoolCambridge UniversityCambridge England

Mi querido amigo

Muchas gracias por su carta. Desde que supe su venida a los Estados Unidos, pornuestros amigos comunes, me he interesado porque su estancia aquí dé los mayoresfrutos. La invitación de Hunter College me parece de especial importancia. Podrá V.pasar un curso en Nueva York y hacer muchas cosas interesantes para Vd. y para to-dos. Hunter College es muy importante; la cátedra que le ofrecen a Vd. ha sido du-rante muchos años ocupada por profesores visitantes de Alemania y de Francia; porprimera vez ahora traen a un español. Su presencia allí al año que viene afirmará pa-ra siempre el español de Hunter, donde dos o tres mil muchachas de Nueva York re-ciben su educación. El trabajo que tiene Vd. que hacer será sencillo y le dejará bas-tante tiempo libre. He hablado con las autoridades del colegio para que les denbuenas horas. Quiero arreglarle también que dé Vd. un curso en Columbia, un día ala semana, sobre la literatura contemporánea o sobre la lírica del siglo de oro. Cuan-do Vd. llegue aquí precisaremos todos estos planes. Dígame cuando llegue. Es posi-ble que no esté yo en Nueva York a su llegada; pero estaré cerca, y si Vd. me avisa,buscaré el modo de que nos veamos antes de que salga Vd. para el Oeste.

350 LOS LAZOS DE LA CULTURA

29 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-6.1.

Page 333: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

El Instituto de las Españas le ha designado official lecturer y ha anunciado ya alas universidades su venida.

Tengo grandes deseos de conocerle personalmente, después de haber oído tan-to de Vd. y sintiendo tanta admiración por su labor.

Suyo afmo. 30

* * *

STANFORD UNIVERSITY 16 de julio de 1929

Sr D. Federico de Onís

Mi distinguido amigo:

Ya estoy trabajando en Stanford. Muy contento y con admirable temperatura.Estoy preocupado por el curso de Columbia. Son muchas conferencias...dema-

siadas. Además, la literatura joven es muy difícil, en España como en todas partes.Difícil, para los mismos españoles que no le acaban de hincar el diente, más aúnpara extranjeros. Esta dificultad imposibilita casi las lecturas con comentarios,único modo de sacar a flote un curso tan largo. Se me ha ocurrido una cosa :

¿Sabe V. de alguna casa editorial capaz de publicar una antología de literaturaespañola novísima? Se podría comenzar por hacer un tomo de verso, y si esto dabaresultado otro de prosa. Se conseguiría :

a. que los asistentes a mi curso pudieran seguir con facilidad mis lecturas y co-mentarios.

b. Dar en un tomo lo mejor de la poesía nueva a todo el público americano. Im-portante si se tiene en cuenta que muchos de los libros de poesía de los jóve-nes son difícilmente hallables o están agotados o fuera de comercio.

No creo una locura el publicar esta antología poética; la obra de Salinas, Die-go, Lorca, Alberti, Jorge Guillen...es una cosa ya muy seria dentro de la literaturaespañola.

Sé (lo sabía ya y lo palpo ahora) que la enseñanza del español aquí (como entodas partes, pero más que en todas partes) vive en un ambiente de sórdida estupi-dez (no me diga V. que no). Es odioso tener que hablar para el libro del maestro deescuela. Y más aún tener que convivir con el profesor universitario que habla de li-teratura como podría hablar del arte de hacer calderos. Sé todo esto. Y que es inú-til querer interesar a esta gente en algo que le salga de la rutina de su vida.

Pero los Estados Unidos son grandes y ¿no ha de haber un puñado de personasque se interesen por los recientes experimentos poéticos en lengua española?

Y en el caso peor, el libro se podría vender (¿habría que ponerle un vocabula-rio?). Como se vende tanta basura que en forma manejable y con las notas e intro-ducciones ha sido publicada por las universidades americanas.

APÉNDICE 1 351

30 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-6.2.

Page 334: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

Si Vd. cree que se puede publicar el libro, dígamelo. Yo le tendría preparadopara principios de octubre y se podría imprimir en seguida.Suyo afmo. y siempre agradecido

Dámaso Alonso 31

* * *

STANFORD UNIVERSITY 18 de agosto 29

Sr D Federico de Onís

Querido señor y amigo:

Hace casi un mes le escribí a V. una carta. Le contaba en ella mis dudas acercadel éxito de mi curso en Columbia. Y le pedía su parecer sobre la posibilidad deeditar una antología de lírica novísima. V. calla, y yo creo que mi proposición leparece absurda. A mi me lo va pareciendo también. ¿Cómo es posible que alrede-dor del español se produzca tanta basura literaria? Me van diciendo los libros demás venta ¡Dios mío. Dios mío!

De todos modos, insisto en creer que una colección de textos nuevos podría serinteresante. Aunque no lo fuera más que para los que enseñan. Ahora hablan ya deAzorín, Baroja etc. Tal vez dentro de 25 años hablen de Guillén, Lorca, Alberti,Salinas etc. (si se los empezamos a meter por los ojos ahora).

Me han dicho aquí que V. tiene una antología de literatura moderna (¿publicada oen preparación?). Sabía que estaba V. escribiendo una Historia, pero no tengo noti-cias de la Antología. Le digo esto porque pienso que, de no ser verdad que V. hayapublicado o vaya a publicar una moderna, tal vez podría yo ampliar mi proyecto e in-cluir en él a poetas desde Ruben acá (algo como el libro de Montesinos, pero menosolla podrida). Dígame lo que le parece y si sería posible encontrar editor.

Lo que me preocupa es el curso de Columbia. Son demasiadas conferenciaspara el asunto. Demasiadas y demasiado pocas al mismo tiempo, dada la dificultadde la nueva lírica y de la nueva prosa. Resultaría muy útil el análisis detenido de laobra de cada autor. Pero para ello hacía falta que los alumnos pudieran manejar enla misma clase textos comentados (es lo que trataba de resolver con mi proyecto deantología). El plan de conferencias a palo seco, me parece irrealizable, e inútil.

Hasta el 27 de éste estaremos en Stanford. Después iremos a los Ángeles, Ca-ñón del Colorado, Pueblos Indios etc, etc. Llegaremos a N.Y hacia el 17 de sep-tiembre. Ignoro qué día empiezan las clases. Dígamelo, se lo ruego. Todavía le es-cribiré a V. para recordar que me prometió una habitación para los primeros díasen N.Y. Muchas gracias por todo .Suyo aftimo S y amigo

Dámaso Alonso 32

352 LOS LAZOS DE LA CULTURA

31 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-6.4.32 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-6.5.

Page 335: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

STANFORD UNIVERSITY 3 de septiembre 29

Sr D Federico de Onís

Querido señor y amigo :

Le he escrito a V. dos cartas. No he tenido el gusto de recibir contestación de ellas.Pasado mañana salimos para N.Y, pero no llegaremos hasta el día 16 porque

iremos parando por el camino.V. me ofreció buscarme una habitación para pasar los primeros días y evitarme

los gastos de hotel a la llegada. Le ruego lo haga. Repito que llegaremos el día 16.Me interesa que la casa esté cerca de Hunter College (o tenga buena comunicacióncon él). Puede V. escribirme a General Delivery, Chicago. Pienso llegar a Chicagoel día 14.

Ah, se me olvidaba que en la casa no vivan españoles. A lo mejor me tengo quequedar allí más tiempo del que ahora pensamos. No quiero hablar español, sinopracticar inglés.

Muchas gracias. Escribo a Ángel del Río, haciéndole el mismo encargo. Vs. sepondrían de acuerdo.Su aftmo. s. y amigo

Dámaso Alonso 33

Federico de Onís y Enrique Díez Canedo

December 30 1918

Sr D Enrique Diez-CanedoMadrid

Mi querido Canedo

Ya hace bastante días le envié el librito que me pidió. Lo supongo en su poder.Recordaré su ofrecimiento de pagármelo con otra cosa análoga cuando la necesite.Lo que si desearía por ahora es que me concediera V. permiso por escrito para re-producir algunas poesías suyas en una Antología que se va a publicar bajo mi di-rección.

No pienso quedarme por aquí como V. piensa de un modo definitivo; mi estan-cia aquí será temporal e indefinida. Seguiré aquí sin propósito fijo en cuanto altiempo hasta que cualquier día decida volver.

Hubiera deseado escribir el año pasado para El Sol, pero un exceso de trabajo yde preocupaciones unido a falta de salud me impidieron hacerlo. Ya he enviado al-gunas cosas y pienso seguir mi colaboración con cierta regularidad.

APÉNDICE 1 353

33 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-6.6.

Page 336: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

Mucho me alegraré de tener noticias suyas de vez en cuando, espero que yotendré que escribirle a menudo porque ahora que entraremos en nueva actividadtendré que apretar mis lazos con España y seguramente necesitaré de Vd.

Felicidades para Vd. y los suyos en el nuevo año y ya sabe que le quiere de ve-ras su buen amigo 34

* * *

10 de octubre de 1927Sr D Enrique Diez-Canedo

Mi querido amigo

En enero próximo vamos a empezar la publicación de una Revista de EstudiosHispánicos, en la que colaboran la Universidad de Puerto Rico, el Centro de Estu-dios Históricos y Columbia University. Tendrá como objeto especial dar a conoceren los Estados Unidos la literatura hispanoamericana y la moderna de España. Esalgo que aquí hace mucha falta, y que con los elementos de que disponemos tieneasegurados el éxito y la continuidad. Mi deseo es que el público de esta revista seaprincipal o exclusivamente norteamericanos; pero que sus colaboradores sean prin-cipalmente hispanoamericanos y españoles. Así estos tendrán en la revista un me-dio para llegar al público que en muchos sentidos les interesa más y darle su propiainterpretación de sus respectivos países. Los redactores de España con que conta-mos hasta ahora son Tomás Navarro, Américo Castro y Fernando de los Ríos, quepor diversos motivos están ya conexionados con esta obra; pero yo desearía muchoque V., por otros motivos, y mientras llega a relacionarse más directamente connuestros trabajos aquí como esperamos que ocurra pronto, nos preste su colabora-ción figurando como uno de los redactores de la Revista. Vd. está reconocido muyjustamente entre todos los españoles como la mayor autoridad en literatura hispa-noamericana y en la española moderna, esto es, en el campo propio de la Revista.Su intervención en ella es la más justificada y la más deseable de todas, y en nues-tro deseo no tendrá más límite que el que le impongan sus ocupaciones y obligacio-nes. Si estas no le permiten escribir nada por ahora para la Revista, queremos sinembargo que Vd. la considere como suya, que aparezca Vd. junto con nosotros enesta empresa y que no deje de darnos consejo. Por eso me he tomado la libertad deañadir su nombre al de nuestros otros tres amigos por no haber tiempo para recibirsu contestación. Mi antigua y entrañable amistad con Vd. me ha movido a hacerlocontando de antemano con su aprobación; y espero no haber abusado de ella.

He leído en algún periódico que ha salido Vd. para Chile y por eso le envío es-ta carta duplicada a su casa de Madrid y a Chile, por medio de mi admirado amigoEduardo Barrios.

Le saluda con mucho afecto su buen amigo 35

* * *

354 LOS LAZOS DE LA CULTURA

34 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-52.2.35 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-52.4.

Page 337: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

ENRIQUE DIEZ CANEDO

S.D. Federico de Onís

Mi querido Onís: recibí la comunicación oficial y hoy contesto aceptando. Co-mo le dije, ahí va el retrato que es todavía de los de Chile. No tengo otro más re-ciente. Le ruego que me dé todas las indicaciones prácticas que quiera para mi go-bierno, y que me diga hasta qué día está usted ahí, me gustaría que nos viésemosen persona. Si viene directamente a España aquí tal vez nos encontremos aun. Enel folleto de la Universidad veo que está ahí Ángel del Río, durante el verano, yque también estará Prerzolini, a quien conocí en Paris, Sobre todo me interesaríasaber si hay ahí proyecciones de cosas españolas o si debo yo llevarme todas lasplacas que hayan de servirme en mis conferencias. Mucho tengo, para otras cosastendría que prepararlas. Siempre muy suyo.

He recibido su libro de Ensayos. Nada sé de la Antología.

E. Diez Canedo 36

* * *

LEGACIÓN DE ESPAÑA

S. D. Federico de Onís

Mi querido amigo: no desde Madrid, sino desde Montevideo, a donde, comousted sabe, me han traído los hechos, le escribo, con el retraso usual en los españo-les y agudísimo en mí. No se me olvida Nueva York, y el despacho suyo de Philo-sophy Hall, tan calentito cuando yo iba a dar mi clase. Lo tengo por uno de losbuenos lugares del mundo. El viaje me ha proporcionado la satisfacción de pasarmás horas en Río con Alfonso Reyes. Aquí me han recibido muy bien y voy empe-zando a relacionarme con la gente de letras, a la vez que con las de esas otras esfe-ras que he de frecuentar ahora, no sé si divertidas o no. Como decirle que me tienea su disposición en todo. No desespero de volver a dar en Columbia un curso deverano, si no tienen de mí un recuerdo malo del todo. Esto de ahora me parecetransitorio; por de pronto conveniente y aun agradable, pero tengo la curiosidaddel futuro. Téngame el favor de saludar a su esposa, con el mayor afecto, y mandea su amigo que le abrazo

E. Diez Canedo 37

Montevideo 23.II.33

* * *

APÉNDICE 1 355

36 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-52.4.37 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-52.7.

Page 338: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

Marzo 30, 1933Sr. D. Enrique Diez-CanedoLegación de EspañaMontevideo, Uruguay

Mi querido amigo:

Le agradezco mucho su cariñosa carta. Me alegro mucho por usted y por la Re-pública española el saber que había sido usted designado para esa representacióndiplomática en América. Nadie tiene la autoridad que usted para ejercer nuestra re-presentación en todo el continente.

También yo tengo siempre la esperanza de que vuelva usted a Columbia, dondedejó en todo el mundo tan grato recuerdo.

Le agradeceré mucho que durante su estancia en Montevideo no nos olvide.Usted puede ayudarnos mucho haciéndolo saber a los escritores de ahí para quenos envíen sus libros de los que se dará cuenta en el Boletín. Este va a crecer y aconvertirse en una verdadera revista cuyo objeto principal será reseñar la produc-ción literaria de Hispanoamérica. También desearíamos recibir con destino a estaBiblioteca las publicaciones de instituciones uruguayas o argentinas a las cualesenviaríamos en cambio las nuestras. Cualquier cosa que haga usted en este sentidose lo agradeceremos mucho. Si alguna vez tiene usted tiempo de escribir algún ar-tículo para el Boletín sobre algún punto que crea usted que puede interesar aquí oque pueda servir a su labor allá nos honraremos mucho publicándole.

Le abraza con mucho afecto

Director 38

Fdo/ez

Federico de Onís y Ramón de Valle-Inclán

June 24 1918Sr. D. Ramón del Valle-Inclán

Mi querido Don Ramón

Perdone Vd. que le moleste para pedirle desde aquí un favor. La revista, Hispa-nia, órgano de los profesores de español de los Estados Unidos me ha encargadoque escriba para cada uno de sus números una reseña del movimiento literario enEspaña. Adjunto le envío la tirada aparte del publicado en el primer número. En élcito una obra de Vd. y no hablo de ella porque no he podido verla. Si Vd. me en-viase las obras que publique en lo sucesivo, me ayudaría mucho en esta labor. En-

356 LOS LAZOS DE LA CULTURA

38 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-52.11.

Page 339: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

terarme yo aquí de la publicación de una obra española, pedirla a España, y espe-rar su envío supone una enorme pérdida de tiempo. En cambio, enviada por Vd. se-rá recibida por mí pocas semanas después.

Voy a publicar además un libro sobre la literatura española contemporánea; es-tá casi terminado y se publicará pronto en español en España y aquí en inglés. Es-ta obra irá acompañada de una antología. Supongo que no tendrá Vd. inconvenien-te en que yo incluya en ella las partes de sus obras que he seleccionado.

Dándole las gracias anticipadas por estos favores, deseando que esta carta leencuentre bien, queda de Vd.

Sincero amigo y admirador 39

* * *

Nueva York 19 diciembre 1921

Sr D. Federico de Onís:

Mi querido amigo: hace dos días -sábado y domingo- que no puedo comunicarcon usted. Espero, sin embargo, verle antes de mi partida para España, que es ma-ñana día 20 ¡Dios mediante!

Muy vivamente le agradezco que acepte mi representación y poderes plenos,para todo lo atañedero a mis libros.

Miss Wishnieff haría encantada la traducción de las Sonatas, y si los obstáculosno fuesen infranqueables, yo tendría en ello una verdadera satisfacción.

La traducción de miss Wishnieff sería muy justa y muy feliz. Podría ser la tra-ducción ideal. Nuestra amiga me ha prometido pasar el próximo verano en la Mer-ced, la Merced es el predio que yo cultivo. Miss Wishnieff tendría no solamentepor las palabras sino por los ojos la sensación del medio y en la interpretación deciertas alusiones y sutilezas, yo podría ayudarla. Y mi mujer, que sabe inglés, po-dría ayudarla. Pero usted tiene toda mi representación para atar y desatar.

Aun cuando espero verle, no quiero dejar de agradecerle una vez más todas susatenciones, y el interés y la amistad tan grande que durante estos días acibarados memostró. Cuando se llega a viejo no hay cosa mejor que tener un amigo y saberlo.

Hasta que le vea: Adiós

Valle-Inclán 40

APÉNDICE 1 357

39 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-160.1.40 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-160.4.

Page 340: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

Federico de Onís y Salvador de Madariaga

Oxford, junio 4 28

Querido Onís:

La Revista: está muy bien. Quiero apoyarla. En mi situación actual, de excesi-vo trabajo, lo mejor que puedo hacer es ofrecerle el adjunto MS que es mi leccióninaugural. El tema se presta a reproducido en la Revista. Haga lo que le parezca, ysi no utiliza el MS no se moleste en devolverlo.

También quiero hacer que se suscriba la Universidad, pero para ello hay quepresentar un número y no me gusta presentar precisamente uno en que va un ar-tículo mío. Mándeme Vd. otro número de otra fecha y creo poder asegurarle unasuscripción.

Plan de viaje: su proposición tiene tres partes que conviene discutir por separado:Su venida aquí en su año sabático de 1930-31 la creo posible y en cuanto me

concierne muy agradable bajo todos extremos. Habría de ser no de febrero a mayosino de 20 de enero (aprox.) a fines de junio.

Mi ida a Puerto Rico, Méjico, Cuba y demás culturales españolas de la zonanorte, me parece de perlas y si alguna de ellas, como la de P.R ha de prepararsecon suficiente antelación estoy dispuesto a negociar desde ahora aquí para que searregle allá.

En cuanto a mi aceptación de un puesto universitario en Nueva York, ya es ha-rina de otro costal. Francamente, me arredra un poco el ir a encerrarme en una au-la universitaria norteamericana. Mi plan sería otro. Ya hace tiempo que me persi-gue una agencia de conferencias que opina que yo soy mercancía de buena salidaen USA. Yo preferiría pues ir a América en vez de Vd. pero con entera libertad demovimientos, a no ser que Vd. al revelarme sus planes columbianos me convencie-se que la Universidad me dejaría amplios movimientos. Le he expuesto a Vd. elfondo de mi pensamiento. La gira de agencia me gusta no solo porque sería pro-ductiva –y ya sabe Vd., que es intelectual español, la importancia MORAL que tie-ne para un español tratar de independizarse con su trabajo,– sino también porqueme daría más libertad para tratar de omniare scibile (que es sobre lo que soy com-petente, como Vd. sabe). De modo que tiene Vd. la palabra. ¿Qué margen de liber-tad física y moral me dejaría Columbia? Si suficiente, entro en sus planes de lleno.Si no, los acepto en sus dos primeras partes y dejo sin ocupar la silla que Vd. hon-ra con sus ilustres posaderas.

Si ve a Fernando, un abrazo.Le quiere,

Madariaga 41

* * *

358 LOS LAZOS DE LA CULTURA

41 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-92.1.

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22 de agosto de 1928Sr. D. Salvador de Madariaga

Mi querido amigo

Gracias por su carta a la que no he contestado antes por haber estado muy ocu-pado con el curso de verano. Gracias también por el envío de su lección inaugural,que se publicará en uno de los próximos números de la revista. Como me interesamucho el predominio del espíritu español en la revista y en España hay poca genteque sienta estas cosas internacionales, tengo que confiar en que personas comoVd. y Fernando de los Ríos mantengan el equilibrio de la revista poniendo su pesoen el platillo español. Por eso, cuando quiera Vd. decir algo de un libro que hayaleído, puede mandarme una reseña, aunque sea breve, de unas líneas y nos hará unseñalado servicio.

Por correo aparte se le envía el ejemplar de la Revista que me pide Vd. para in-teresar a la Biblioteca.

Me parece bien su plan de viaje, y es aun más fácil arreglándolo en la formaque Vd. propone, es decir, sin venir a Columbia durante un semestre. Realmente,si va Vd. a Cuba, México, Santo Domingo y Puerto Rico, y hace Vd. un tour ex-tenso de conferencias en los EE.UU, creo que ha aprovechado Vd. bien el tiempo.El plan que se me ocurre como el mejor para su viaje sería:

1. 20 de enero, 1931- 15 marzo. Estados Unidos. Conferencias arregladas porla agencia de conferencias y suplementadas por el Instituto de las Españas.

2. 15 marzo-abril. México (cultural)3. Mayo. Cuba (Cultural)4. Junio (primeros). Discurso de Apertura de la Universidad de Puerto Rico5. Junio. Santo Domingo (cultural)6. Julio-15 agosto. Puerto Rico. Curso de verano y conferencias de la Cultural.El tiempo como ve Vd. está bastante lleno y tendrá Vd. que moverse un poco;

pero será un tiempo bien aprovechado en todos sentidos. Económicamente, si todoeso se arregla, ganará Vd. como mínimo $10 000.

Para arreglar todos esos puntos del programa habrá que hacer una porción degestiones y no es seguro que todas tengan éxito. Por eso hay que preparar la cosacon tiempo; y si a Vd. le parece bien todo el plan, las iré haciendo cada una en elmomento oportuno.

Por lo que a mi se refiere estoy dispuesto a ir a Oxford desde el 20 de enerohasta fines de junio. Yo tendré que pedir mi licencia en Columbia en diciembre de1929; para entonces deberá haberse arreglado para mí lo de Oxford. El nombra-miento de Vd. para Puerto Rico tendrá que estar hecho hacia mayo de 1930. Demodo que por ahora no tenemos que hacer nada.

Planear con esta anticipación no es muy propio de nuestra psicología. Pero esel único modo de que un plan como éste resulte bien.

Le abraza 42

APÉNDICE 1 359

42 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-92.2.

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UNION INTERNATIONALE DES ETUDIANTS

Genéve, septiembre 1928Querido Onís

Le presento a Vd a una de mis estudiantes de Ginebra (donde estoy dirigiendoun seminario de política internacional) porque creo que le será Vd. muy útil y quemerece su ayuda. Trátase de Miss Pinsdorf, de origen germano brasileña, y que,por sus conocimientos lingüísticos, en particular del español, puede ser de granutilidad en los E.U. Quiere hacer una tesis de historia contemporánea sobre PuertoRico desde la anexión acá y me ha parecido que nadie más indicado que Vd paraaconsejar bibliografía, personas, etc.

Yo regreso a Oxford en octubre. Y espero verle en N.Y en enero.Su amigo

Madariaga 43

* * *

BoxtreesOld HeadingtonOxford

29.10.30Mi querido Onís:

Recibo sus cartas del 16 y del 17 que se cruzaron con otras mías y le agradezcosu gestión para con Ortiz. En mi carta anterior le decía los nombres de los cursos.Al comunicarlos al registro pienso cambiar ligeramente estos títulos en dos casos afin de darles mayor amplitud porque es costumbre aquí tomar los asuntos con unpoco de generalidad histórica muy necesaria a los estudiantes. Así pues los títulosdefinitivos serán: Historia de la lengua; Los hermanos Valdés y el renacimiento es-pañol; Ruben Darío y la poesía moderna en España.

En cuanto a casa, escribo hoy a varios agentes para que me manden proposicio-nes, las cuales le remitiremos con nuestros comentarios a fin de facilitar su elec-ción. Vd. puede telegrafiarnos su decisión, poniendo bien en claro si nos da plenospoderes para decidir en firme. Supongo que el contrato ha de hacerse por seis me-ses. El último trimestre de Vd. termina el domingo 21 de junio.

El primer trimestre empieza el domingo 18 de enero y su primer conferenciaserá el miércoles 21, probablemente a las once de la mañana. Yo le recomiendomucho que llegue lo más tarde el lunes 19 y que se ponga inmediatamente en con-tacto con mi amigo y lecturer Sr. Kolkhorst, que vive 38, Beaumont Street, y conJorge Guillén que estará de auxiliar también todo el tiempo que Vd. resida aquí.

Su afmo. Amigo

Madariaga 44

360 LOS LAZOS DE LA CULTURA

43 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-92.3.44 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-92.4.

Page 343: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

BoxtreesOld HeadingtonOxford

Diciembre 9 1930

Querido Onís:

Bienvenido aquí.Sus dos compañeros son: George Kolkhorst, lecturer, inglés, que vive en 38

Beaumont Street; Jorge Guillén, lecturer temporal, hasta junio, que vive en 5, Cla-rendon Villas, Hollywood, cerca de donde Vd. se ha instalado.

Sus conferencias empiezan el miércoles 21 de enero a las 11 en el edificio de laInstitución Taylor, frente al hotel Randolph, donde hallará Vd. todo lo necesario.Adjunto el programa de conferencias con sus fechas.

He calculado que según nuestro acuerdo, le corresponden a Vd. de mi sueldo151 libras por trimestre, que hacen 302 en total. Si Vd. lo prefiere, mi mujer le ha-rá entrega en dos cheques uno al fin de cada uno de los trimestres. Pero a mi meconviene más pagárselo yo a Vd., directamente en cheques sobre su banco de Nue-va York. Mándeme su preferencia sobre este punto en carta dirigida a Feakins.

No olvide que a principios de su primer trimestre tiene Vd. que establecer ofi-cialmente las conferencias que dará en el segundo. Para esto, entiéndase con Kolk-horst que es buen amigo y persona de criterio y conocedor del trabajo.

Que la esta[ncia] le sea grata y hasta que nos veamos

Madariaga 45

* * *

Nueva York, 14 de marzo de 1931

Querido Onís:

Hoy mismo escribo para que se pague a su cuenta corriente aquí los setecientoscincuenta y cinco dólares. En cuanto a la conferencia, como no la tengo escrita, nopodremos tomar decisión alguna por ahora. Estoy pasando aquí un día muy lleno,camino de España donde voy a hablar con el Gobierno antes de encargarme de es-ta Embajada. No sé si me será posible ir por Oxford.

Recuerdos a esos amigos y hasta pronto

Madariaga 46

* * *

APÉNDICE 1 361

45 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-92.5.46 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-92.6.

Page 344: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

4 de mayo de 1931

Querido Madariaga

He escrito a Feakins pidiéndole que le recuerde a Vd. el envío del segundo pla-zo de mi sueldo ($755). Pero como pienso que esta carta aún llegará a sus manosantes de su regreso, le escribo para decirle que he recibido muchas cartas hablán-dome de la admirable conferencia que dio Vd. en la recepción del Instituto de lasEspañas en Columbia University. He pensado que, si a Vd. le parece bien, debería-mos publicar dicha conferencia, juntamente con un estudio acerca de Vd. porÁngel del Río sobre «Estados y Religión en la España del siglo XVI». Es costum-bre del Instituto publicar en forma de libro las conferencias y actos de valor per-manente. Además del libro de Fernando de los Ríos se publicó otro, que quizás havisto Vd. sobre la Argentina y otro sobre Benavente, con motivo de las recepcionesque el Instituto les dio. Si Vd. tiene escrita o puede escribir su conferencia en espa-ñol, tendremos mucho gusto en publicarla en la misma forma. Vd. recibiría comoautor de ella el 10% como royalty.

He estado en España durante las vacaciones y he podido apreciar la enormesignificación del advenimiento casi milagroso de la República. España vuelve aser España. Aunque yo estuve alejado de los centros políticos, sí se que se pensabaen Vd. para puestos internacionales y concretamente para Washington. Como su-pongo que estarán en comunicación con Vd., Vd. sabrá más que yo. En cualquiercaso, aunque para Vd. probablemente representará un sacrificio, la importancia delmomento exigirá ayudar a la República en su política internacional, siendo Vd. co-mo es, el español más capacitado para ello, cosa de la que no estoy seguro que sedé todo el mundo cuenta en España.

He visto a menudo a su familia, ayer la última vez, y están muy bien. El traba-jo de la universidad ha transcurrido feliz y agradablemente. Cuando termine estesemestre iré a España y Portugal a pasar el verano.

Deseando que termine Vd. su viaje con toda felicidad, le abraza 47

Federico de Onís y Ramón Menéndez Pidal

JUNTA PARA AMPLIACIÓN DE ESTUDIOSCENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOSMADRID

12 de diciembre de 1933

Querido Onís: al reanudar los trabajos del curso y hacer revisión de las obrasque se están imprimiendo, he podido darme cuenta del estado en que se encuentrasu Antología de Poetas Hispanoamericanos. Además la imprenta Hernando, a lacual hemos queridos encargar otros trabajos, nos ha hecho ver las dificultades quele representaba, para emprender obras nuevas, el tener paralizada una gran canti-

362 LOS LAZOS DE LA CULTURA

47 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-92.7.

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dad de material dedicado desde hace tiempo a los textos de la Antología. Por estohe reunido los pliegos tirados de la Antología, las galeradas compuestas y el origi-nal sin componer, y después de hablar con Castro y Navarro para ver lo más con-veniente, me he decidido a manifestar a Vd. nuestra opinión.

Los 40 pliegos tirados más los 28 ya compuestos representan un coste de unas17.000 pesetas y 1080 páginas. Por otra parte el original que tenemos en nuestropoder, sin haber sido aún compuesto, suma 399 cuartillas, cuya composición pasa-rá probablemente de 450 páginas, y si a esto se añaden las introducciones de másde 100 autores de los comprendidos en estas cuartillas, bien se puede calcular queel conjunto de la obra pasará de las 1.500 páginas.

Seguramente se dará Vd. cuenta de que por la extensión que su trabajo ha adquiri-do es imposible presentarlo en un solo volumen. Hacer un volumen de 1 000 páginasy otro de 500, no solo rompería los cálculos y el presupuesto que teníamos hechos, si-no que perjudicaría a la presentación de la obra por estar tan mal repartida en dos vo-lúmenes muy desiguales. Creemos por consiguiente, que lo mejor sería terminar elvolumen con lo que ya hay compuesto, dejando fuera la parte correspondiente alpostmodernismo, que aún está sin componer. Para esto sería necesario que usted en-viase, en el plazo más breve posible, las introducciones que faltan para los textoscompuestos y aún sin ajustar. Cualquier retraso en el envío de estas introduccionesaumentará el coste del libro, ya bastante encarecido por la tardanza con que se ha idocomponiendo y por las galeradas que ha habido que inutilizar. El impresor carga en lafactura intereses por material detenido y corrección extraordinaria.

Le ruego que se haga cargo de estas consideraciones y que nos envíe urgente-mente las introducciones necesarias para no detener más tiempo esta publicación.

La sección postmodernista puede constituir obra aparte, perfectamente inde-pendiente, y ganará con un pequeño retraso, pues se trata de autores cuya persona-lidad está sin definir completamente por no haber dado aún sus frutos principales.

Con saludos de Castro y Navarro, sabe es suyo buen amigo

R Menéndez Pidal 48

* * *

14 de marzo de 1934Sr. D. Ramón Menéndez PidalMedinaceli 4Madrid

Querido Don Ramón:

Recibí su carta del 12 de diciembre y me propuse contestarla en un breve plazo dela única manera completamente satisfactoria para Vd. y para mí, es decir, enviandocon mi contestación el resto de la Antología terminado. Pero las circunstancias mehan sido adversas y no puedo retrasar el escribirle aunque no puedo enviar más que la

APÉNDICE 1 363

48 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-103.6.

Page 346: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

parte que hasta ahora tengo dispuesta para la imprenta. Enfermedades y cambios en elpersonal que me ayuda aquí en el trabajo del Instituto y la Universidad, han sido cau-sa de un gran trastorno en éste durante los meses de enero y febrero y me he visto for-zado a perder mucho tiempo de que hubiera dispuesto en circunstancias normales. Es-to no es una excusa, es una desgracia que solo puede apreciarse conociendo misobligaciones y las circunstancias todas de mi trabajo aquí.

Por desgracia también tengo que estar separado de Vd. y del Centro, y lo mismoque mis dificultades, tampoco puede interpretarse bien la naturaleza de los trabajosque para el Centro estoy haciendo. Si hubiera sido posible, como yo me proponía pa-sar en España una buena parte de cada año, el contacto constante le hubiera manteni-do informado de mis ideas acerca de mis trabajos y creo que tendría Vd. confianza ensu necesidad y en seriedad científica. Digo esto porque aparte de las molestias quecontra toda mi voluntad he causado con motivo de la impresión de la Antología, meha parecido notar desde el principio una reserva o indiferencia hacia este ensayo míode estudio hispanoamericano, que creo está hecho con máxima seriedad y precaucióncientífica. Creo, además, que es muy propio del Centro y de los tiempos nuevos que elCentro abra el camino del estudio de la literatura hispanoamericana, y creo tambiénque mis puntos de vista hacen resaltar la unidad hispánica frente a tanto error parcial,negativo y separatista como hay en América y España.

Si yo pudiera explicarle la estructura de la Antología, a la que he llegado congran esfuerzo y cuidado de todos los detalles, vería que la obra es una unidad indi-visible y que la división de ella en dos obras distintas es imposible sin destruir elvalor de cada una de ellas. Las divisiones cronológicas que hay en ella no se re-fieren a los autores ni a las obras sino al momento de predominio de una cierta ten-dencia o movimiento literario: los autores incluidos en cada sección pueden seranteriores o posteriores a los límites cronológicos de la sección. En un período decincuenta años, que es todo lo que abarca la Antología, todos los autores son más omenos contemporáneos y muchos han pasado por las diversas fases representadasen las diversas secciones: cada autor se pone en la sección a la que pertenece suobra mejor o más característica. Todo esto se explica en la introducción general yen la particular de cada autor. El carácter común de esta época está en esa mismavariedad y lucha de tendencias. Las dos secciones últimas llamadas postmodernis-mo y ultramodernismoson, más que dos épocas sucesivas, dos modos paralelos ycontradictorios de terminación del modernismo: uno reaccionando contra él, otrollevándolo más allá hasta sus últimas consecuencias. Hay en la última sección po-etas desaparecidos y en las anteriores poetas muy jóvenes. No está formada la sec-ción ultramodernista, como Vd. piensa, por autores cuya personalidad está sin de-finir por no haber dado aún sus frutos principales. Los autores jóvenes que seencuentran en esta última categoría han sido totalmente excluidos de la Antología.Al final, en la última subsección se da una representación de la nueva literatura dehoy, reducida a cinco españoles y a siete americanos que entre los centenares queescriben poesía hoy son los que quedarían aunque nos escribieran más.

Esta es la concepción que yo tengo de esta época y conforma a ella está hechala obra. Para mí quedaría ésta destruida si se rompe su estructura y unidad. No veo,por lo tanto, más que dos cuestiones a resolver: 1. La pronta terminación de la obrapor mi parte. 2. La manera de publicación de la obra íntegra.

364 LOS LAZOS DE LA CULTURA

Page 347: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

Respecto a la primera cuestión lo único que puedo decir es que enviaré la obracompleta cuanto antes me sea posible. Seguiré enviando lo que está compuesto pa-ra que la imprenta lo tire y pueda disponer del material y enviaré lo que aún faltapor componer todo junto y dispuesto para ser impreso de modo que la imprentapueda componerlo y tirarlo de una vez. Enviaré el manuscrito tan bien preparadoque las pruebas puedan ser corregidas en vista del manuscrito por una persona ahí.Si no se ha hecho antes esto, puedo hacerlo yo mismo durante mi estancia en Es-paña en el mes de junio.

Respecto a la segunda cuestión, sigo creyendo que la obra debería aparecer en untomo. Según mis cálculos, que son los mismos que hice al planear la obra, ésta tendráunas 1300 páginas. Este total de páginas en la situación actual se divide así:

Páginas impresas 688« compuestas ( texto) 182« « (bibliografía) 20« sin componer (introducciones

postmodernismo) 34

ULTRAMODERNISMOTexto 300Introducciones 25Bibliografías (compuestas) 10

Introducción y bibliografía general 30Índices 11

–––----Total 1300

Al revisar el texto de la sección de Ultramodernismocreo que podré reducir eltexto procurando que el total de páginas se acerque lo más posible a 1200. No meparece excesivo para un libro de esta naturaleza, ni creo que el tamaño y el precioconsiguiente dificulten la venta de quien quiera poseerlo, siendo como es un libroque no puede sustituirse con otro y de materia moderna que interesa a un públicoextenso. La pérdida económica que pudiera haber en este libro, si para su difusiónconviniera fijar un precio menor que el de coste, no creo que pueda ser mayor quela de muchas otras publicaciones del Centro. Si por la apariencia se creyera másconveniente publicar la obra en dos tomos, podían éstos dividirse por el número depáginas; pero en todo caso los dos tomos deberían aparecer al mismo tiempo paraque pudiera compararse y juzgarse la obra completa.

En resumen, que yo creo que no hay más cuestión que la primera, o sea, que yotermine el libro cuanto antes, que es lo que me propongo hacer en la confianza queVd. tendrá en consideración mis razones y sabrá perdonar mis faltas «y volverme ala estimación que de mi se tenía».

Con mis recuerdos para todos, queda suyo con el afecto y el respeto de siempre.49

APÉNDICE 1 365

49 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-103.7.

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APÉNDICE 2

SELECCIÓN DE CARTAS DE FEDERICO DE ONÍS CON INTELECTUALES ESPAÑOLES DURANTE LA GUERRA

CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)

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Federico de Onís y Américo Castro

Madison, Wis. 14 de noviembre de 1937

Mi querido Onís: Recibí ayer tu carta con el telegrama, que en efecto, es paramí, y me trae la buena nueva de que mi hijo ha salido con éxito de un difícil exa-men, esencial para el adelanto en su carrera. Por ese lado va bien la cosa.

Supongo en tu poder una carta con el programa de cinco conferencias, en laque te refiero cosas íntimas. Las vacaciones aquí son del 18 de diciembre al 3 deenero; yo podría salir el 17, después de mi clase a primera hora de la tarde. Comoel 3 de enero no tengo clase, puedo estar aquí el mismo 3 por la noche. Tú verás sien tal marco caben tus proyectos, tan útiles para mí, y que te agradezco.

Por aquí van las cosas bien, e irán mejor cuando sepa si voy o no a quedarme. Eléxito depende de una serie de detalles, y de hacerlo todo con sumo tacto. Ya se verá.

Da muchos recuerdos a todos, y un gran abrazo de tu amigo.Os mando, para que lo veáis, eso que estamos preparando en Buenos Aires. Si

el Senado vota 300 mil pesos, será una gran cosa. Devuélvemelos, porque no ten-go copia.

Esto más para D. Ramón: Uno de aquí ha hecho un diccionario de palabras fecha-das hasta 1220. Solalinde lo emprendió con vistas al léxico de Alf. X. Se limita amencionar la palabra y el documento y fecha en que aparece. Como hasta esa fechahay poco impreso, y no utiliza sino textos con fecha determinada, el trabajo con servalioso es pobre. No tiene, claro está, ni comparación con lo de Vds. Si lo de Vd. yLapesa no se ha perdido y puede publicarse, lo de Oeschläger (que así se llama el au-tor) tendría poca importancia; pero si lo de Vds. está en España, y ha de aguardaraños, mejor sería publicar esto. Mucho agradecería una opinión. Incluso puedo en-viarle un pedazo del libro para que juzgue. Es una tarea de enorme paciencia, hechaen 4 años de trabajo intenso. No me atrevo por tanto a descorazonar mucho a este jo-ven profesor. Yo trataré de corregirlo como pueda, sin los avíos de Madrid.

Muchas gracias

Page 350: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

TEMAS DE CONFERENCIASpor el Profesor Américo Castro

1. Lo barroco en la literatura: su origen y su sentido.2. Cómo era un gran señor en el siglo XV.3. La represión erótica en la época de la Contrarreforma.4. La poesía de Jorge Guillén5. Por qué es varia en nacionalidades Hispanoamérica, por qué son unos políti-

camente los Estados Unidos y el Brasil.1

Madison, Wis. 14 de noviembre de 1937

Mi querido Onís: Recibí ayer tu carta con el telegrama, que en efecto, es paramí, y me trae la buena nueva de que mi hijo ha salido con éxito de un difícil exa-men, esencial para el adelanto en su carrera. Por ese lado va bien la cosa.

Supongo en tu poder una carta con el programa de cinco conferencias, en laque te refiero cosas íntimas. Las vacaciones aquí son del 18 de diciembre al 3 deenero; yo podría salir el 17, después de mi clase a primera hora de la tarde. Comoel 3 de enero no tengo clase, puedo estar aquí el mismo 3 por la noche. Tú verás sien tal marco caben tus proyectos, tan útiles para mí, y que te agradezco.

Por aquí van las cosas bien, e irán mejor cuando sepa si voy o no a quedarme. Eléxito depende de una serie de detalles, y de hacerlo todo con sumo tacto. Ya se verá.

Da muchos recuerdos a todos, y un gran abrazo de tu amigo.Os mando, para que lo veáis, eso que estamos preparando en Buenos Aires. Si

el Senado vota 300 mil pesos, será una gran cosa. Devuélvemelos, porque no ten-go copia.

Esto más para D. Ramón: Uno de aquí ha hecho un diccionario de palabras fe-chadas hasta 1220. Solalinde lo emprendió con vistas al léxico de Alf. X. Se limitaa mencionar la palabra y el documento y fecha en que aparece. Como hasta esa fe-cha hay poco impreso, y no utiliza sino textos con fecha determinada, el trabajocon ser valioso es pobre. No tiene, claro está, ni comparación con lo de Vds. Si lode Vd. Y Lapesa no se ha perdido y puede publicarse, lo de Oeschläger (que así sellama el autor) tendría poca importancia; pero si lo de Vds. está en España, y ha deaguardar años, mejor sería publicar esto. Mucho agradecería una opinión. Inclusopuedo enviarle un pedazo del libro para que juzgue. Es una tarea de enormepaciencia, hecha en 4 años de trabajo intenso. No me atrevo por tanto a descorazo-nar mucho a este joven profesor. Yo trataré de corregirlo como pueda, sin los avíosde Madrid.

Muchas graciasAmérico Castro 2

* * *

370 LOS LAZOS DE LA CULTURA

1 AFO, Sección Noticias y Actividades O.NA/C-44.44.2 AFO, Sección Noticias y Actividades/C-44.44.

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Nov. 22, 1937Profesor Américo Castro330 N. Carroll StreetMadison, Wisconsin

Querido Américo:

He recibido tus dos cartas y he leído con el mayor interés todo lo que me dices detus problemas personales y de tus trabajos para ayudar a nuestros amigos españoles aresolver los suyos. Es tan grande y tan general la tragedia que no sabe uno que hacer.Pero aunque me toca muy a lo hondo todo lo que me dices, te hablaré solo de lo in-mediato que tenemos delante, para que no se retrase la salida de esta carta.

Muy bien los temas de tus conferencias; pero aún no me has dado la informa-ción que te pedía acerca de fechas disponibles. Solo me das las de las vacacionesde Navidad. Este dato me permite resolver lo de tu conferencia en el Instituto, por-que puedes darla el 20 de diciembre, fecha de nuestra última reunión antes de lasvacaciones. Escogemos el tema: «La poesía de Jorge Guillén», porque cae dentrodel campo de nuestra revista y tenemos la costumbre de publicar en ella las confe-rencias. Por eso nos agradaría que la escribieses.

Como ya te he dicho te pagaremos $200; pero te encargo al mismo tiempo queno digas nada de esto porque nos puede crear conflictos con otros conferenciantesa los que no pagamos nada, y aun con otras instituciones que, según la costumbrede aquí, no pagan más que $50 ó $75. Ese dinero sale de un donativo especial quetiene el Instituto para profesores españoles distinguidos que han tenido que salir deEspaña a causa de la guerra.

Pero sí se arregla la conferencia del Instituto, no así las que puedas dar en otrasuniversidades, porque en todas coinciden las vacaciones de Navidad, y no se pue-den dar conferencias en vacaciones. Para poder escribir a las universidades, tienesque decirme qué días de cada semana no tienes clase. En esos días podrías ir a lasuniversidades próximas a Wisconsin en el Middle West, y también qué días tieneslibres al terminar el curso ahí. Claro está que esto depende de si vas a continuar ahío vas a volver a Buenos Aires, y eso que esto no lo sabes ahora. Por eso creo queahora solo podremos escribir a las universidades próximas a Wisconsin, y que hayque dejar para más tarde los arreglos en el Este, el Sur y el Oeste.

Nuestra conferencia el 20 de diciembre será a las 8:15 de la noche. Te digo es-to para que sepas que tienes que estar aquí el 20 por la mañana lo más tarde. Comoel programa de nuestras conferencias de diciembre se enviará a la imprenta esta se-mana, contaremos con la seguridad de tu venida si no me dices nada en contra avuelta de correo.

Me alegra pensar que pasaremos varios días juntos en Navidad. Entonces ha-blaremos todo lo que no pudimos cuando llegaste.

Te abraza3

* * *

APÉNDICE 2 371

3 AFO, Sección Noticias y actividades/C-44.45.

Page 352: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

330 N. Carroll St.Madison 25 nov. 37

Mi querido Onís: Te he puesto un telegrama para decirte que no es posible ha-blar sobre el asunto elegido, y que tanto me seduce. Por lo mismo que tengo queponderar mucho el valor esencial de la poesía de J.G., me doy cuenta de que a esose le puede sacar punta. Ese desventurado está en Sevilla, figurando entre aquellagente como una alto valor. En las condiciones actuales, que tan bien conoces ahoraen lo que a mí respecta, eso iba a servir seguramente a aumentar los disgustos quepesan sobre mí. Y para qué buscarme mayores amarguras. Hay tanta cosa de quehablar. No me había fijado en ese riesgo, porque en materias objetivas no hay quepensar más que en ellas mismas. Pero los demás no observan la misma conducta.

Sobre Unamuno tengo algo que creo serviría. Publiqué 2 artículos en La Na-ción; si ahí no se conoce eso (las cosas de La Nación se esfuman enseguida), po-dría modificarlos y exponerlos ahí cambiándolos algo. Yo pensaba llevar a un vo-lumen eso con otras cosas. Unamuno ya no pertenece a las miserias feroces de lovivo. Podría titular la conferencia:

UNAMUNO, SI Y NO

Lamento mucho mi descuido, bien involuntario; pero qué culpa tengo yo deque las cosas sean como son.Un gran abrazo de

Américo Castro 4

* * *

10 de diciembre, 1937 Professor Américo Castro330 N. Carrol StreetMadison, Wisconsin

Querido Américo:

Perdona mi retraso en escribirte. Estoy siempre muy ocupado y ya sabes quesoy muy mal corresponsal.

Te esperamos el 20. Dime cuando llegas y si quieres te reservaremos un cuartoen el King’s Crown Hotel que está al lado de la Universidad y es más cómodo ybarato que otros hoteles.

No sé nada de la reunión de la Asociación de Maestros de Español. Yo no pien-so ir. Lo lógico y natural sería que te invitasen y que tú aceptases en tu calidad deprofesor y crítico español. Espero que así sea. Pero si cometen la incorrecciónde no invitarte, creo que no debes hacer caso.

Hasta muy pronto, te abrazaF.O.5

372 LOS LAZOS DE LA CULTURA

4 AFO, Sección Noticias y Actividades/C-44.46.5 AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA/C-44.46.

Page 353: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

Chicago, 31 diciembre 1937

Mi querido Federico:

Como te había contado el lío de mi cheque a París, te diré que por fin llega unacarta de ese señor, en que me dice que no lo ha recibido. Es decir, que las cartascertificadas se pierden, o lo que es más probable, alguien en el camino se quedacon ellas. Personalmente, no me importa, porque vaya a un lado a otro, mi cartadecía lo que pienso y tenía que decir. Se añade a todo ello que los cables que lemandé, llegaron desfigurados. Por lo visto, hoy falla todo en el mundo. Pero es deun absurdo tal todo ello, que se explica el que los cálculos más acertados se pier-dan en el vacío. Pasa, por lo que se ve, en París lo que en Bs. As: que hay interven-ción en los correos, en las cartas certificadas incluso. En París, o aquí, no lo sé.

Los asuntos de aquí han estado muy bien. Personalmente he quedado en buenapostura en este ambiente que ya conoces. He hecho bien en venir. Me han invitadoa ir el verano a cuatro o cinco sitios. No podré ir sino a ver a mi familia, espero.Por fin tuve que mandar allá una carta (dada la actitud de Fernando no podía serotro cosa), diciendo que tengo ahora un compromiso, y que hasta que no lo cumplano me puedo poner a la disposición de los que me reclaman. Lo más a que se pue-de aspirar en el presente caos, es a decir en cada momento lo que se puede hacer.No tenía sentido ni podía romper violentamente con todo. El haber llevado hastaahora mis asuntos con cierta calma, ha ido siendo lo menos malo. En marzo vere-mos. Además me he encontrado con un íntimo que va allá, que dice que de ningúnmodo debo ir, y él se va a enterar de lo que pasa conmigo. Entretanto ya ves el ses-go que toman los sucesos. Con razón ni tú ni yo nos salíamos del marco de lo queestaba pasando entonces; y hay que estar siempre atento a lo que esté pasando,porque lo demás es barata filosofía, y ligerezas. Calma y aguardar.

Afectos a D. Ramón, muchos cariños a ese encanto de chico, y a vosotros unbuen abrazo, y happy new year de vuestro

Américo Castro6

* * *

9 de febrero, 1938Professor Américo Castro330 N, CarrollMadison, Wisconsin

Querido Américo:

Recibo tu carta del 6 referente al envío de dinero a tu familia. Careaga no pue-de hacer esto nada mas que cualquiera de nosotros.

Se puede girar dinero por medio de algunos bancos de Nueva York en dollars

APÉNDICE 2 373

6 AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA/C 44.50.

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que en España cambiarán en pesetas con arreglo al cambio oficial o en pesetas conarreglo al cambio que haga aquí el banco. Pero según me dicen es mucho más ven-tajoso girar a Francia a alguien que desde allí gire en pesetas a España.

Creo que esto último es lo que más te conviene, teniendo como tendrás segura-mente amigos de confianza en Francia. Pero si quieres que yo haga el giro desdeNueva York, puedes enviarme el dinero y lo haré enseguida. Hay barcos que salenconstantemente para Francia.

En tu carta anterior dejabas en duda tu continuación aquí durante el segundosemestre y no estaba seguro acerca de las fechas en que podías dar conferencias.Don Ramón ha dejado de dar varias para las que fue invitado y no piensa dar nin-guna. El Instituto de Educación Internacional, que arregla eso de las conferencias,ha quedado mal con las instituciones que invitaron a Don Ramón a través de suanuncio. Por eso no harán nada si no les damos fechas seguras. Como ahora me di-ces que continuarás aquí, sería oportuno proponer al Instituto de Educación Inter-nacional que anuncie tus conferencias. Para ello querría que me enviases datosexactos de los días disponibles durante el curso y de las vacaciones.

Pasó por aquí Sánchez Albornoz en dirección a Cuba y ha llegado Castillejo.Me alegro de saber que sigues bien, y con recuerdos de toda esta familia y ale-

daños, te abraza.Federico de Onís7

* * *

6.1.1938HOTEL SchroederMilwaukeWisconsin

Querido Onís:

Vine a pasar aquí el domingo y te pongo unas líneas para pedirte un favor. Des-de aquí no puedo mandar dinero a mi madre, porque los bancos de Chicago noaceptan giros. Supongo que desde ahí, el Cónsul, nuestro amigo, tendrá medio dehacerlo. Si es posible, dale $50 para que los mande, a ver si llegan. Las señas: Lu-cinda Castro, Ranubla de Casselar 10, Mataró, Barcelona.

El miércoles sale el Queen Mary. Como ignoro el cambio, lo mejor es que Ca-reaga gire dólares. No tengo idea de cómo están las finanzas allá.

Nada nuevo por Madison. La vida prevista: solo normal y haciéndome a la ideade pasar aquí mucho tiempo. No hay remedio.

Afectos a Ramón, y a ti un gran abrazo de En cuanto me escribas, te giraré los 50 dólares.

Américo Castro 8

* * *

374 LOS LAZOS DE LA CULTURA

7 AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA/C-44.53.8 AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA/C-44.51.

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Mayo 24, 1938Professor Américo Castro330 N. CarrollMadison, Wisconsin

Querido Américo:

No te he escrito en tanto tiempo porque he estado ahogado de trabajo. A lostrabajos ordinarios se han agregado este año otras muchas cosas, entre ellas lasocasionadas por la guerra que inevitablemente nos afecta a todos directa o indirec-tamente. Tengo atrasados tres números de la Revista. He tenido muchas tesis yotras incumbencias. Ahora hemos acabado los exámenes y tendré un mes de des-canso en el campo donde me repondré físicamente y me pondré al día con la co-rrespondencia. Me dice del Río que vendrás el 31. Yo estaré entonces en New-burgh. Pero vendré el 4 a ver a Bergamin y entonces podemos vernos. Llegaré a micasa (35 Claremont Avenue) el viernes 3 por la noche y si te parece puedes ir porallí a las 9. Así tendremos la noche para hablar.

Los asuntos de que me hablabas en tus cartas se han resuelto solos o no tienensolución. Por eso es difícil hacer nada en ellos. Lo que importa es lo que podamoshacer aquí, donde algunas cosas tienen solución. Por ejemplo lo de la continuaciónde tu estancia aquí, que se ha alegrado mucho.

Tienes a tu disposición nuestros medios de información para tu trabajo: libros,bibliografía, etc. No hemos pensado en publicar la bibliografía española, porquepara ello es necesario que deje de publicarse la Revista de Filología, cosa que noha ocurrido hasta ahora. Nosotros hacemos la bibliografía general y por lo tantonos será muy fácil continuar la bibliografía de la Revista de Filología de acuerdocon los del Centro que estén aún en España. Cuando se acabe la guerra, según co-mo acabe, nos pondremos de acuerdo todos para la que haya que hacer. De todoesto quiero hablar contigo cuando vengas.

Don Ramón se marchó y esperará en Francia hasta recuperar lo que pueda desu pasado. Castillejo se marcha el día 4 y aún podrás verle.

Hasta muy pronto, pues, te abraza con el cariño de siempre

Federico de Onís 9

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7 de julio, 1938330 N. Carroll

Mi querido Sachs:

Vea la carta que le mando a Onís. No sé si está ahora en Newburgh o en N.Y.¿Me haría el favor de hacérsela llegar por special delivery si está en el campo?. De

APÉNDICE 2 375

9 AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA/C-44.56.

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todos modos, póngame, por favor, unas líneas con special delivery, para que antesde salir para Cuba sepa, por lo menos, cuales son las señas de Onís. Si Vd. va a es-tar ahí todo el verano, me parece que las mejores señas que puedo dar a mi mujer,son las de Vd. Puede ser que necesitemos cambiar algunos cables, y de ese modotendremos un punto seguro de referencia.

Vea cómo lo fastidio con mis encargos. Nada sé aún sobre el dinero enviado ami hermana. Hay que armarse de paciencia.

Muchos saludos y un abrazo de su amigo.A. Castro 10

* * *

7 de julio, 1938

The University of Wisconsin330 N. CarrollMadison

Mi querido Onís: El domingo 10 salgo para la Habana, para arreglar mi inmi-grant visa. No se ha podido hallar arreglo que sea más cómodo; el Canadá, no eraposible. No sé cuanto tiempo tardaré en esas diligencias. A mi vuelta, se me va aplantear un pequeño problema. Estoy tratando de que mi mujer venga a pasar unatemporada conmigo, y es probable que llegue a N. York el 8 de agosto, si consiguearreglar la prolongación de su pasaporte. En España se pone de nuevo en vigor lanorma burocrática de Felipe II, y todos los pasaportes de todos los españoles queanden por el mundo han de ser renovados o concedidos en Barcelona, lo cual quie-re decir que el Gobierno no se fía de sus cónsules o ministros en el extranjero. Elresultado de tal sistema es que tarda siglos el lograr una ampliación o un pasapor-te. Si a pesar de todo eso mi mujer consigue que le den el suyo, entonces vendrá aN. York y luego aquí. Pero en el entretanto, me parece absurdo volverme a Wis-consin para estar unos días y volver enseguida a N. York. Me imagino que vosotrosestaréis en el campo, y en ese caso me podría ir yo a algún lugar cerca de New-burgh, o a Newburgh mismo, y de vez en cuando os haría visitas. Irme a vuestrofarm. No digo; ya sé que sois muchos de familia, y por lo mismo que hay «con-fianza», no os quiero ir a dar lata.

Como te digo, salgo de aquí el domingo próximo a las cinco tarde. Si ésta tellega a tiempo, es decir mañana viernes, me podrías contestar con special deliveryy air mail, y sabría yo si era o no posible ese arreglo. En otro caso, si por cualquierrazón ésta no te alcanza, escríbeme a la Habana por air mail, al Hotel Florida. Yoestaré allá el menor tiempo posible, porque supongo que no podré arreglar ningunaconferencia en esta mala sazón; llegaré el 13, y si puedo, me volveré a los dos otres días. Tengo muy trabajado el asunto con el Cónsul americano (hace mes y me-dio que me trae fastidiado el american red tape), y supongo que ahora todo irábien.

376 LOS LAZOS DE LA CULTURA

10 AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA/C-44.59.

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De todos modos, sea que mi mujer venga o no, me tendré que detener ahí a lavuelta de Cuba, porque no sabré hasta finales de julio si Carmen consigue o no susdocumentos. Un gran abrazo, afectos a todos de

Américo 11

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Julio 13, 1938Sr. D. Américo CastroHotel FloridaHabana, Cuba

Querido Américo:

Te he puesto hoy un cable, y te escribo además por si aún llega a tu poder estacarta.

Estoy en Nueva York desde el lunes hasta la una del viernes, que es cuando voya Newburgh con del Río, en su automóvil, para pasar el week-end.

Me agrada mucho tu idea de pasar una temporada en Newburgh. Cuando lle-gues a Nueva York, vete a mi casa (35 Claremont Avenue), donde puedes quedartehasta que vayamos a Newburgh. Tengo sitio en ella y también del Río en la suyaporque nuestras familias están en el campo. Si llegas a N.Y. durante el week-end,puedes también ir a mi casa porque está en ella la madre de mi mujer. Pero con-vendría que me avisases el día de tu llegada para que ella esté en casa o deje la lla-ve al elevator boy,

Usa la dirección del Instituto para la comunicación con tu mujer; pero ten encuenta que los sábados y domingos la casa está cerrada y Sachs no está allí.

Dime todo lo que quieras que haga en relación con el viaje de tu mujer. Yo es-taré en N.Y. toda la semana del 8 de agosto.

Te abrazaFederico de Onís 12

* * *

Diciembre 6, 1938Professor Américo CastroUniversity of WisconsinMadison, Wiconsin

Querido Américo:

Sentí no verte a tu paso por Nueva York y te agradecí que me escribieras a tullegada.

APÉNDICE 2 377

11 AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA/C-44.58.12 AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA/C-44.60.

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No me extraña lo que me dices de la actitud de don Ramón. Se fue disparadocuando en abril creyó que la guerra iba a terminar enseguida, y ahora estará sorda-mente frenético en París creyendo que Franco le ha timado.

Espero que nos veamos en las vacaciones de Navidad, si vienes a las reunionesde las Asociaciones.

Nada nuevo ocurre que tenga que decirte. Sigo la rutina del trabajo diario queya conoces, muy ocupado siempre. No necesito decirte que nuestra revista y lasdemás cosas que hacemos aquí, están a tu disposición y que me alegraría muchoque colaborases en nuestras actividades en la forma que más te guste.

Saluda a Ortega y recibe un abrazo de Federico de Onís 13

* * *

Abril, 1939

Professor Américo CastroUniversity of WisconsinMadison, Wisconsin

Querido Américo:

Recibo tu carta y te contesto con poco tiempo para decirte que Guillén tiene unpuesto en Montreal.

En cuanto a los puestos de Nuevo México, Texas y otros que están vacantes,convendría en lo posible unificar los esfuerzos y recomendaciones. Las universida-des escriben a diversas personas y por lo común todos tenemos noticia de las mis-mas vacantes. Todos debemos contestar y hacer nuestra recomendación aunque re-comendemos a distintas personas. Pero como aquí estamos haciendo un censo deemigrados para el Comité del Institute of International Education, convendría quenos enviases la dirección de los que te hayan escrito a ti para incluirles en el censosi no lo están ya. También convendría que tu y Ortega nos enviaseis noticia detalla-da de las vacantes que conozcáis. Igualmente sería importante que trataseis de cre-ar nuevos puestos en los centros donde podáis ejercer influencia.

Respecto a la publicación de tus trabajos sobre el barroco en inglés, te diré quenuestra revista se publica íntegramente en español, y nuestros libros en inglés (queson tesis doctorales) se publican a costa de los autores.

Ha llegado Sánchez Román con su familia; otros muchos van llegando cadadía. Cada uno trae su problema. Ante tal cúmulo de desgracias, creo que no haymás camino que la solidaridad para el porvenir olvidando todas las diferencias.

Te abraza

Federico de Onís 14

378 LOS LAZOS DE LA CULTURA

13 AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA/C-44.64.14 AFO, Sección Noticias y Actividades O-NA/C-44.65.

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Federico de Onís y Pedro Salinas

WELLESLEY COLLEGEWELLESLEY, MASSACHUSETTS

16, noviembre, 1937.Department of SpanishSr .D. Federico de Onís.

Mi querido amigo:

Estuve con los míos en New York día y medio. Y no telefoneé a Vs. porque mifamilia era paleta primeriza en la ciudad y no quería cargar ni sobre Harriet ni so-bre V. esas obligaciones hacia el forastero, tan latosas. Me limité a enseñarles loque pude y nos vinimos corriendo a Wellesley. Cuando vayamos a New York escri-biré a V, para que puedan encontrarse nuestras mujeres, lo cual deseo vivamente.

Gracias por transmitirme la invitación del Sr.Alfaro. Haga V. el favor de decirleque acepto con mucho gusto, y en las condiciones económicas que sean usuales enesa sección de Washington. Mi única observación es respecto al día. Acabo mi claseen Johns Hopkins a las once de la mañana, de sábados alternos. Podría, pues, dar laconferencia un sábado por la tarde, o noche. Es el único día disponible. En este año, yantes de las vacaciones, veo que me corresponde ir el 4 de diciembre. ¿Les convieneesa fecha? Si no, podemos dejarlo para después de Navidad, en enero o febrero. Encuanto a tema creo que conviene elegir uno de tipo general, por ejemplo:

LA NOVELA DEL SIGLO XVI Y EL SENTIDO HUMANISTA DE ESPAÑA.Le agradeceré diga al Sr.Alfaro que si se deciden por el 4 de diciembre me es-

criba enseguida.Mi familia está muy contenta de América. Los chicos ya han empezado a ir a la

escuela. Creo que se aclimatarán bien.Mis saludos a su señora, y muchos recuerdos a Don Ramón.Para V. los recuerdos cordiales de su amigo.

Pedro Salinas15

* * *

16 de noviembre, 1937Professor Pedro SalinasWellesley CollegeWellesley, Massachusetts

Mi querido amigo:Sentí mucho no poder ver a usted y a su familia; pero no volvió usted a comu-

nicarse conmigo y yo, al tratar de hacerlo con usted, me equivoque de hotel, por-

APÉNDICE 2 379

15 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.26.

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que se me había metido en la cabeza que estaba usted en el Biltmore y no en elCommodore, como me han dicho después.

Le envío la adjunta carta que he recibido del Dr. Alfaro, Ministro de Panamá ydirector del Instituto de Washington. Le ruego me diga si le es posible aceptar esainvitación y detenerse en Washington un día en su viaje semanal a Baltimore.

He escrito al Sr. Alfaro preguntándole cuál es la cantidad máxima que puedenpagar por la conferencia, porque según entiendo el Instituto de Washington nopuede pagar lo mismo que las universidades. Pero es posible que si le es fácil pararallí este usted dispuesto a dar una conferencia por la remuneración que le puedanpagar.

Deseando que su familia este bien, le saluda su amigo.

FO: gwg 16

* * *

WELLESLEY COLLEGEWELLESLEY, MASSACHUSETTS

28 de noviembre de 1937.

Department of Spanish

Mi querido Onís:

Creo que conoce V. a Miss Edith Fishtine, antigua discípula mía de Madrid,que tiene publicado un trabajo sobre «Juan Valera, como crítico literario». Esprofesora de Simmons College, Boston, y una de las personas más inteligentesy mejor conocedoras de España que hay por estas tierras. Se propone ahora es-cribir un libro sobre «Clarín», para el que tiene tomadas muchas notas. Unavance de ese libro es el artículo que envío a V. por este mismo correo, sobre loscomienzos de la carrera literaria de Clarín. Como verá V. ha aprovechado mu-chos escritos de Alas, perdidos en periódicos viejos, y hoy casi inaccesibles. Nosólo desde este punto de vista documental, sino en sus juicios sobre la forma-ción intelectual de Clarín, me parece este artículo de mérito sobrado para mere-cer la publicación. Y me permito mandárselo a V, con el ruego de que si abundaV. en mi parecer apadrine este trabajo con the Romanic Review, de la que es V.consejero. Muchas gracias anticipadas.

Por aquí no hay novedad. He escrito a Don Ramón invitándole en nombre delDepartamento, a venir en enero. Haga V. lo posible por animarle. Espero que suproyecto de V. en favor de la formación de un grupo de amigos de Don Ramón va-ya por buen camino. Aquí cuenta V. con todos nosotros.

Yo no sé aun si iré a México en las vacaciones de Navidad. De no ir pasaré

380 LOS LAZOS DE LA CULTURA

16 AFO, Serir Correspondencia O-MS/C-143.27.

Page 361: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

unos días en New York con mi gente y aprovecharé la ocasión para que se conoz-can nuestras familias.

Entretanto reciba V. los cordiales saludos de su amigo y compañero

Pedro Salinas17

Supongo que llegaría a su poder en debido tiempo mi respuesta a la carta sobre laconferencia en Washington. No he recibido noticias de allí.

* * *

WELLESLEY COLLEGEWELLESLEY, MASSACHUSETTS

26 de abril de 1938.

Department of Spanish

Mi querido Onís:

¡Que alegría me ha dado leer su carta en «La Prensa»! Claro es, decisiones co-mo la de V. nacidas en lo hondo de la conciencia, no necesitan aprobación mas quede uno mismo. Por eso sería indelicado quizá darle a V. ninguna forma de enhora-buena por su acto. Pero permítame que le exprese, sencillamente, la alegría que hesentido ante su noble y clara actitud.

Vienen tiempos muy difíciles. Su decisión de V. de seguir trabajando por nues-tra España, no por la de ellos, nos tiene que dar ánimos a todos. España no está só-lo dentro de sus fronteras: vive España allí donde haya españoles que la vivan, enverdad y fe. V. ha vivido España, en New York, con encendimiento y lealtad, mu-chos años. Yo ahora empiezo a pasar por el mismo trance, en momentos más trági-cos, y por eso acojo con tanta alegría esa decisión de V. que tan fecunda puede seren resultados, por su personalidad y por la influencia del Instituto.

Un abrazo de su amigo.Salinas18

* * *

Wellesley 12 de marzo de 1939

Mis queridos Onís y Navarro:

Dirijo esta carta a Vs. dos porque con los dos hablé del tema en cuestión y por-que supongo que trabajarán Vs. en estrecha relación y contacto en todas estas cosas.

APÉNDICE 2 381

17 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.28.18 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.29.

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Sigo pensando en la revista, y en las razones que alegó V., Onís, y en las que yoexpuse. Y veo como insuperables las dificultades que tiene el proyecto en gran es-cala, de una revista que buscase una gran masa de lectores hispano-americanos, encifras de treinta o cuarenta mil lectores.

1. Dificultades económicas. Por requerir un presupuesto de lanzamiento y sos-tenimiento muy elevado sería más difícil hallar los fondos necesarios, tantomás cuanto que los presuntos donantes van a verse muy solicitados paraotras necesidades apremiantes de los emigrados españoles.

2. Dificultades de organización. Como decía Onís, con mucha razón, para queesta revista en grande alcanzara la difusión y éxito necesarios sería menestercrear un organismo de administración editorial que hoy no existe aun. Muyventajoso sería el dar vida a ese organismo; pero no muy fácil. Y con eso, alhacer la vida de la revista dependiente del órgano administrativo crearíamosuna dificultad más en el camino de sur realización.

3. Razones de orden intrínseco. Creo que aquí es donde quizá podamos enten-dernos ahora mejor que el otro día. A mi juicio, los españoles que quedenfuera de España, necesitarán varias revistas o periódicos, de muy diversospropósitos : desde luego, y por lo menos un semanario político y general, decuestiones del día, de información, etc., que sea en general el periódico delpueblo español libre en el extranjero. Pero mi idea se ciñe a lo más delicadoy débil de toda producción literaria, al pensamiento creador en verso o pro-sa, que se desentiende de circunstancia y número, y trabaja en una atmósferamás reducida. Son dos necesidades, dos esferas, y deben tener dos órganosdistintos. Una revista escrita por gente como Juan Ramón, Bergamín, Cernu-da, Miguel Hernández, Aleixandre, etc., no podría ser jamás una revista degran público. Intentar que ese grupo conquistara una masa enorme de lecto-res sería sacarlos de sus casillas, o desnaturalizar su ser literario. No olvide-mos que, aunque indecisas, las fronteras entre periodismo y literatura, sonreales. El gran periódico hace falta, sí, pero yo no pensé al hablar a Vs. en él,porque no soy periodista, ni entiendo de eso, y porque estoy seguro de quelos que deben hacerlo lo harán. Mi idea ha sido siempre la de defender la po-sibilidad de expresión y agrupación del grupo de escritores que, no por gus-to, sino por fatal modo de ser, nunca pertenecerán a los llamados valores pe-riodísticos, y que sin embargo, son quizá los que están contribuyendo desdesu independencia literaria, a la continuidad y futuro de las letras españolas.Esos son los que necesitan más protección. El proyecto de Onís se aproximaa la empresa periodística, de alto rango, claro y de dignidad literaria, perosiempre encaminada, so pena de morir, al éxito numérico; revista que debeser hecha por periodistas sin otra consideración que ese éxito. El mío, lo veoahora claro, es otro: es el órgano de reunión de los valores más avanzados,finos e innovadores de nuestra literatura, donde al lado de autores consagra-dos como Jiménez, pueda el joven que empieza hacer su tentativa o su locu-ra, sin miedo al juicio de un público de tipo medio.

Por todo esto mi proyecto se plasmaría en una revista mensual, de unas 120 pá-ginas, tamaño corriente, con aspiración a tener de dos a tres mil lectores en Hispa-no América y Europa, muy amplia de criterio, y que se acoja a todo el que tenga

382 LOS LAZOS DE LA CULTURA

Page 363: Los lazos de la cultura. El Centro de Estudios Históricos de Madrid y ...

algo bueno o nuevo que decir, sin capillismo, aunque con criterio, claro. Habríaque encontrar fondos para lanzarla y sostenerla en su primera etapa aquí, en Esta-dos Unidos. Pero sería mejor imprimirla y confeccionarla en Cuba, en Méjico, enBuenos Aires. En Méjico, por ejemplo, hay una persona a quién todos queremos yrespetamos, que sería un excelente autor: Canedo. Si a Canedo se le dan $1000americanos, que se convierten en $5000 mejicanos, le ayudaremos mucho, y le po-dremos pedir que consagre tiempo y atención a la obra. Porque claro, con este pro-yecto no sería posible traer a nadie de Europa, ni montar la redacción o adminis-tración aquí. Yo creo que ese tipo de revista podría estar en la calle dentro de dos otres meses. Lo defiendo, entre otras cosas, porque la misma limitación natural desu objetivo, lo hace más viable. Y la viabilidad de cualquier proyecto me pareceesencial.

En fín, Vs. verán. Lo que no tengo que decir, es que lo escrito no es más queuna opinión y un voto. Pero que si Vs. y las demás personas a quienes se puedaconsultar, creyeran que no tengo razón, y adoptaran otro camino, yo retiro mi votoy estoy dispuesto a ayudarles, si me necesitan, con el mayor entusiasmo, en lo quesea. Lo importante es que la revista, grande o limitada, se haga.

Ah, creo que esa revista debía tener un Comité de dirección, en que estuvieranrepresentadas gentes de Paris, Buenos Aires, Estados Unidos (españoles, quierodecir) y un Secretario de redacción: Canedo. Así nos evitamos el delicado proble-ma del director, y podemos dar representación a varios grupos. Algo así como unFrente Literario Español Libre.

Procuraré pararme en New York en uno de mis próximos viajes a Baltimore, ydesde luego les buscaré enseguida.

Entretanto ya saben Vs. que quiero lo que Vs: que nos reunamos los españoleslibres, cada uno en su esfera, para ayudarnos y ayudar, sobretodo a los compañe-ros, a poder seguir su labor creadora, que es lo único que nos podrá ser vencidopor19 ningún Franco.

Perdonen Vs. mi ardorproyectista y reciban ambos un abrazo de

Salinas20

* * *

Marzo 31, 1939Profesor Pedro SalinasWellesley CollegeWellesley, Massachusetts

Querido Salinas:

Recibí su carta del 12 de marzo 20 (sic) a la que no he podido contestar antespor la acumulación de trabajo en estos días. Hay que atender antes a los asuntos

APÉNDICE 2 383

19 La palabra «por» estaba tachada por «xxx» / Carta de Salinas del 12/03/39.20 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.30.

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urgentes que surgen cada día y a los proyectos que caen más dentro de nuestrocampo. El proyecto de revista literaria, sobre el que da usted tan buenas ideas en sucarta, nos cae un poco lejos a Navarro y a mi, y por eso pensábamos siempre enque otros lo realizasen. Esperamos que con el tiempo vaya cuajando la idea y quellegue a realizarse cuando se forme el grupo de personas que puedan llevarlo a ca-bo.

Navarro y yo nos hemos ocupado en cambio en organizar la transformación dela «Revista Moderna» en una revista más amplia que atienda a las necesidades fi-lológicas y críticas que se han creado al desaparecer la «Revista de Filología Espa-ñola». Cuando estos planes se lleven a ejecución, que será pronto, esperamos con-tar con su colaboración.

Le abraza

OF.: Wu21

* * *

Wellesley 3 de noviembre de 1939

Querido Onís:

¿Podría V. proporcionarme una lista de los españoles que aspiran a algún pues-to en la enseñanza, en este país? Supongo que no le será difícil y le agradecería lohiciese lo antes posible. Ya le diré de viva voz, cuando le vea en New York, paraque la necesito.

Hace tres semanas no logré verle. Ya le contaría Santullano que le escribí paraque nos citáramos por intermedio suyo, pero resultó que salía V. ese week end a sufinca. Tengo grandes deseos de que charlemos.

No les escribo más hoy porque salgo para Baltimore dentro de media hora yando deprisa y corriendo.

Gracias anticipadas, saludos a Harriet, y recuerdos a Navarro y Santullano.Un abrazo de su affmo.

Salinas22

384 LOS LAZOS DE LA CULTURA

21 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.31.22 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-143.32.

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Federico de Onís y Salvador de Madariaga

21, Hampstead Hill Gardens,Londres, N.W.3

El 18 de enero, 1939Prof. Federico de Onís,Philosophy Hall,Columbia UniversityNew York

Mi querido Onís,

Tengo en cartera un ensayo sobre LA CELESTINA, o mejor dicho, según sos-tengo en él que debe decirse, sobre Melibea, destinado a ser el primer capítulo deun libro sobre la obra de Rojas. Como les escribí en junio de 1936, durante cuatrodías que pasé contemplando desde un cigarral la destrucción de Toledo por la gue-rra civil, y desde entonces no he tenido un minuto para escribir el segundo capítu-lo, se me ocurre que les puede interesar para la Revista que dirige Vd. en NuevaYork y, si así fuere, póngame dos letras y se lo remitiré. Vienen a ser unas 25 pági-nas a razón de mil palabras cada cuatro, o sea de seis a siete mil palabras.

Su afectísimo,

Madariaga 23

* * *

Enero 31, 1939Sr. Don Salvador Madariaga21, Hampstand Hill Gardens,Londres, N.W.3

Querido Madariaga:

Me agradará mucho publicar en la «Revista Hispánica Moderna» su ensayo so-bre la «Celestina», que le ruego me envíe.

Esperando verle cuando vuelvan por aquí y deseando siga bien, queda su buenamigo

FO:gwg 24

* * *

APÉNDICE 2 385

23 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-92.11.24 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-92.12.

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21, Hampstead Hill GardensLondres, N.W.3

El 1 de abril, 1939Señor Federico de OnísInstituto de las Españas435 West 117th Street,New York City

Querido Onís,

Desde su carta del 31 de enero, se me han complicado las cosas y para salir deuna situación que no vale la pena de explicarle en detalle, he tenido que mandarleese manuscrito de Melibea a la revista de Buenos Aires SUR. Espero que no le ha-ya causado con esto ninguno inconveniente. Por esta vez no puedo ir a esas tierras,por estar metido de hoz y de coz en un libro que estoy haciendo sobre Colon y queespero salga en el otoño.

Su afmo.

Madariaga 25

386 LOS LAZOS DE LA CULTURA

25 AFO, Sección Correspondencia O-MS/C-92.13.

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BIBLIOGRAFÍA GENERAL

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ACOSTA LESPIER, IVONNE (ed.),El 98. Debates y análisis sobre el Centenarioen las Tertulias Sabatinas. Ateneo Puertorriqueño, Cuadernos del 98 núm. 8,San Juan, Editorial LEA, 1999.

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