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404 LOS PRiMeROS cOnTeXTOS ROMAnOS de AUgUSTA eMeRiTA: eL VeRTedeRO de “LOS cOLUMBARiOS” JoSé raMón Bello rodriGo, Juana Márquez Pérez Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida no es mucho, todavía, lo que sabemos sobre las primeras tumbas romanas, las más antiguas, posiblemente las correspondientes a los veteranos y sus familias, verdaderos fundadores de la colonia Augusta Emerita. se han identificado muy pocas hasta ahora y los lugares de hallazgo se localizan en puntos muy alejados unos de otros (fig. 1). este hecho se debe, casi con toda seguridad, simplemente al condicionante que supone para el caso de Mérida la demanda actual de espacio para construir. se interviene arqueológicamente en los lugares donde van a realizarse la reforma de alguna construcción antigua que suponga un movimiento de tierras desde el nivel de solera hacia abajo o donde vaya a realizarse una nueva edificación. la primera tumba que se documentó (en 1956) o al menos se publicó en Mérida fue la excavada bajo el graderío sureste del anfiteatro (Marcos 1961: 91) (fig. 1.a). Fechada por su descubridor (Marcos 1961: 95) en época augustea llegando incluso hasta época de Claudio, se ha fechado recientemente por su depósito, vidrios de importación, entre la segunda mitad del s. i a.C. y principios del s. i d.C. (Corbacho 2005: 49). se trata de un enterramiento de incineración (Marcos 1961: 90-96; Bendala, durán 1994: 255-259; Mateos, Márquez 1999: 309; Corbacho 2005: 505), consistente en una fosa, simple sin revestimiento ni protección, excavada en un nivel de tierra oscura previa a la tosca. en esta fosa se había depositado una urna de cerámica común. esta olla de un asa contenía las cenizas del difunto junto a tres ungüentarios de vidrio. uno de ellos, el de mayor tamaño identificado con la forma isings 6. se trata de las primeras muestras de vidrio soplado en Augusta Emerita y por lo tanto de una pieza de importación (Corbacho 2005: 49). las otras dos piezas de vidrio podrían identificarse con la forma isings 26 a, que en la colonia se fechan en el primer y segundo cuarto del s. i d.C. (Corbacho 2005: 491). si consideramos la fecha dada hasta ahora para la construcción del anfiteatro, este enterramiento y su depósito debió ser sin duda anterior al 8 a.C. lo que supone un cierto desajuste cronológico entre la fecha del enterramiento y la de la construcción del edificio que lo amortizó. se trataría pues de uno de los enterramientos más antiguos de la ciudad. Como resultado de las primeras campañas de excavación efectuadas en 2007 en el anfiteatro, dentro del proyecto de investigación “teatro y anfiteatro de Augusta Emerita: documentación, investigación y presentación de dos edificios de espectáculos de época romana”, podemos confirmar que la fecha de edificación de dicho edificio de espectáculo debe llevarse hasta mediados del s. i d.C. (duran 1998; Bendala, duran 1995: 256; Mateos, Márquez, 1999: 309-310). la tumba se fecha ya sólo por su propio depósito como el resto del área funeraria que se genera en torno al pomerium en un primer momento, en la periferia noreste de la ciudad. debemos esperar hasta el año 1998 para conocer nuevos datos sobre esta área funeraria previa a los edificios de espectáculos. durante una intervención dentro de proyecto de valorización de la zona arqueológica de los edificios de espectáculos romanos teatro y anfiteatro, en el área entre el anfiteatro y el peristilo porticado del teatro se documentó una fase desconocida del acceso norte a la escena (Mateos, Márquez 1999: 301-320) y así una planta de un peristilo, diferente al actual, aunque con distintas soluciones según los desniveles topográficos que presenta la suave colina del teatro. Bajo las estructuras de un acceso escalonado documentamos un uso claramente funerario (Márquez 2000: 543-546) (fig. 1-B). el hallazgo consistió en varios enterramientos de incineración tumba 1, fechada en el s. i d.C. sin posibilidades de ajustar más la cronología; la tumba 2 cortada por el muro de cierre de acceso escalonado del teatro; la tumba 3 muy

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LOS PRiMeROS cOnTeXTOS ROMAnOS de AUgUSTA eMeRiTA: eL VeRTedeRO de “LOS cOLUMBARiOS”

JoSé raMón Bello rodriGo, Juana Márquez Pérez

Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida

no es mucho, todavía, lo que sabemos sobre las primeras tumbas romanas, las más antiguas, posiblemente las correspondientes a los veteranos y sus familias, verdaderos fundadores de la colonia Augusta Emerita. se han identificado muy pocas hasta ahora y los lugares de hallazgo se localizan en puntos muy alejados unos de otros (fig. 1). este hecho se debe, casi con toda seguridad, simplemente al condicionante que supone para el caso de Mérida la demanda actual de espacio para construir. se interviene arqueológicamente en los lugares donde van a realizarse la reforma de alguna construcción antigua que suponga un movimiento de tierras desde el nivel de solera hacia abajo o donde vaya a realizarse una nueva edificación.

la primera tumba que se documentó (en 1956) o al menos se publicó en Mérida fue la excavada bajo el graderío sureste del anfiteatro (Marcos 1961: 91) (fig. 1.a). Fechada por su descubridor (Marcos 1961: 95) en época augustea llegando incluso hasta época de Claudio, se ha fechado recientemente por su depósito, vidrios de importación, entre la segunda mitad del s. i a.C. y principios del s. i d.C. (Corbacho 2005: 49). se trata de un enterramiento de incineración (Marcos 1961: 90-96; Bendala, durán 1994: 255-259; Mateos, Márquez 1999: 309; Corbacho 2005: 505), consistente en una fosa, simple sin revestimiento ni protección, excavada en un nivel de tierra oscura previa a la tosca. en esta fosa se había depositado una urna de cerámica común. esta olla de un asa contenía las cenizas del difunto junto a tres ungüentarios de vidrio. uno de ellos, el de mayor tamaño identificado con la forma isings 6. se trata de las primeras muestras de vidrio soplado en Augusta Emerita y por lo tanto de una pieza de importación (Corbacho 2005: 49). las otras dos piezas de vidrio podrían identificarse con la forma isings 26 a, que en la colonia se fechan en el primer y segundo cuarto del s. i d.C. (Corbacho 2005: 491). si consideramos la fecha dada hasta ahora para la construcción del anfiteatro, este enterramiento y su depósito debió ser sin duda anterior al 8 a.C. lo que supone un cierto desajuste cronológico entre la fecha del enterramiento y la de la construcción del edificio que lo amortizó. se trataría pues de uno de los enterramientos más antiguos de la ciudad. Como resultado de las primeras campañas de excavación efectuadas en 2007 en el anfiteatro, dentro del proyecto de investigación “teatro y anfiteatro de Augusta Emerita: documentación, investigación y presentación de dos edificios de espectáculos de época romana”, podemos confirmar que la fecha de edificación de dicho edificio de espectáculo debe llevarse hasta mediados del s. i d.C. (duran 1998; Bendala, duran 1995: 256; Mateos, Márquez, 1999: 309-310). la tumba se fecha ya sólo por su propio depósito como el resto del área funeraria que se genera en torno al pomerium en un primer momento, en la periferia noreste de la ciudad.

debemos esperar hasta el año 1998 para conocer nuevos datos sobre esta área funeraria previa a los edificios de espectáculos. durante una intervención dentro de proyecto de valorización de la zona arqueológica de los edificios de espectáculos romanos teatro y anfiteatro, en el área entre el anfiteatro y el peristilo porticado del teatro se documentó una fase desconocida del acceso norte a la escena (Mateos, Márquez 1999: 301-320) y así una planta de un peristilo, diferente al actual, aunque con distintas soluciones según los desniveles topográficos que presenta la suave colina del teatro. Bajo las estructuras de un acceso escalonado documentamos un uso claramente funerario (Márquez 2000: 543-546) (fig. 1-B).

el hallazgo consistió en varios enterramientos de incineración tumba 1, fechada en el s. i d.C. sin posibilidades de ajustar más la cronología; la tumba 2 cortada por el muro de cierre de acceso escalonado del teatro; la tumba 3 muy

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arrasada pero que aportó un material entero que permitió fecharla en la primera mitad del s. i d.C.: un cuenco de terra sigillata itálica goudineau 16, numerosos fragmentos de una fíbula de bronce, algunos fragmentos correspondientes a un vaso de paredes finas difícil de identificar, una lucerna de cerámica deneauve iv F y restos de vástagos correspondientes a clavos de hierro. los tres enterramientos consistían en fosa excavada en los niveles de greda y roca natural conservando algunos restos de la acción directa del fuego en las paredes. todos los enterramientos se encontraban bastante enrasados y amortizados por un nivel uniforme que cubría toda la extensión a excavar y que se encontraba cubierto por los niveles de preparado del primer pavimento del acceso oriental al teatro. las tres tumbas se situaban en torno a la tumba 6 una estructura de la que se identificaron tres muros, unidos entre sí, fabricados con piedras de mediano tamaño trabadas con cal, con pésimos careados al exterior pero que conservaban restos de enfoscado pintado de amarillo en el interior. esto evidenciaba una clara diferencia de cota entre el nivel de tránsito al exterior de las estructuras y el que debió tener al interior (al que no llegamos), pudiéndose tratar de un edificio de carácter subterráneo o semisubterráneo y posiblemente vinculado con el uso funerario del espacio.

a bastante distancia de este punto, en torno a vía de la plata (fig. 1-C), la salida de la ciudad por el norte, dentro de un área funeraria ya conocida, se documentó otro enterramiento de incineración (tumba 14), con un depósito muy temprano, finales del s. i a.C. o principios del s. i d.C. en este caso se trató de una fosa excavada en el nivel de arcilla natural, endurecida y oscurecida por la acción directa del fuego. Contenía cenizas y carbones junto al depósito funerario. Éste se componía de una cajita cilíndrica de hueso con tapadera afectada por la acción del fuego, un cuenco de cerámica campaniense Mayet XXl, otro Mayet 2851 y un ungüentario de cerámica común oberaden 29, un cuenco de cerámica común muy fragmentado, tres clavos de hierro y un fragmento de un tubo de cerámica común junto a una pieza circular de pizarra de diámetro similar, que fue interpretado como un tubo de libaciones. el enterramiento se vio afectado por un corte contemporáneo, por lo que su planta quedó seccionada (Márquez 2000: 534).

durante la primera mitad del s. i d.C. vemos como algunos de los objetos más antiguos forman parte, de una manera residual, de los depósitos funerarios. este hecho se constata en este mismo solar de la vía de la plata (Márquez 2000: 525-547) en la que se documentaron, además del mencionado, seis enterramientos de incineración y uno de inhumación infantil. las incineraciones se caracterizaban por haberse efectuado en fosas excavadas en el nivel de arcilla natural previa a la roca. Éstas contenían bien un recipiente de cerámica común que funcionó como urna o bien una estructura simple a partir de cuatro ladrillos hincados trabados con tierra dentro de los que se depositaron los restos cremados del difunto y el depósito.

el de la tumba 1 conservaba un fragmento de fuste de bronce, un fragmento de huso de hueso trabajado y un espejo de bronce circular con borde troquelado.

el de la tumba 2 consistió en cinco objetos de hueso trabajados, dos de ellos identificados como forma Beal a-XX-15 y uno como aguja de coser, tres ungüentarios de vidrio, uno identificados con la forma isings 8, y los otros dos con la forma Caldera 61c, y una almeja. de cerámica se identificó una ollita de paredes finas, una de imitación de paredes finas y tres pequeños ungüentarios de cerámica oberaden 29, una olla de cerámica común sánchez B ii, un cuenco, una ollita y parte de una jarrita sin identificar.

el depósito de la tumba 5 lo componían una jarra de vidrio isings 56b, un cuenco de vidrio isings 12, junto a éstos una concha y dos ungüentarios de vidrio afectados por la acción del fuego cuya forma resulta difícil de identificar.

la tumba 6 conservaba parte del depósito. este consistía en un huso de mano de hueso afectado por la acción del fuego, una vieira, un ungüentario de vidrio muy afectado también por la acción del fuego, una lucerna de cerámica deneauve iv a, numerosos fragmentos correspondientes a una jarra de cerámica cuya rotura parece intencionada puesto que la incidencia del fuego fue muy irregular en los distintos fragmentos en los que se partió.

la tumba 8, contenía una urna de cerámica sánchez B ii con tapadera que contenía las cenizas del difunto acompañadas por una vieira, dos pequeñas cucharillas de bronce, un acus discriminalis Beal a XX-15, una jarra de vidrio isings 56, un ungüentario de vidrio isings 28b, un embudo de vidrio azulado, dos cuencos isings 57, un ungüentario isings 26a, otro recipiente de vidrio amarillento difícil de identificar, un ungüentario de cerámica oberaden 29, un vaso de paredes finas Mayet XXXiv y una lucerna de cerámica deneauve va. en la misma unidad estratigráfica en la que se documentó este material se recogieron numerosos fragmentos correspondientes a otros recipientes de cerámica común como una ollitas y una moledera, vasos de paredes finas, terra sigillata itálica y numerosos vástagos, clavos y remaches de hierro.

la tumba 11 se encontraba arrasada de antiguo y no identificamos ningún objeto como parte del depósito funerario.la inhumación infantil tumba 12 correspondiente a un individuo de muy corta edad no portaba depósito y fue la única

que conservaba la cubierta consistente en este caso en dos fragmentos de imbrices.

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Junto a estos enterramientos se documentaron dos ustrina, (a.4 y a. 9), uno superpuesto al otro. el más antiguo se limpió y vació colmatándose de arena para construir encima otro muy similar dentro del que sí se encontraron restos de carbones y numerosos fragmentos de piezas de cerámica común quemada y deformadas por el calor. Habían sido rotas antes de la combustión puesto que fragmentos de la misma pieza mostraban deformaciones diferentes. los fragmentos correspondían a ungüentarios de cerámica común tipos oberaden 28 y 29 (Márquez 2000: 529-530).

eL áReA FUneRARiA LOcALiZAdA en TORnO A LOS ediFiciOS cOnOcidOS cOMO “LOS cOLUMBARiOS”

en este grupo formado por los enterramientos más tempranos documentados hasta ahora incluimos algunos de las tumbas de incineración y el ustrinum excavados en el solar que ocupan los edificios funerarios conocidos como “los Columbarios” (Márquez 2006) (fig. 1-d).

se trata de un conjunto de tres recintos funerarios (fig. 2) que forman parte de un área funeraria más extensa que se genera a partir de la prolongación de la vía principal fuera de la ciudad en el eje noroeste-sureste hacia el sur. debieron existir otra serie de salidas menores desde cada una de las puertas de la muralla en esta zona de la ciudad así como vías secundarias que entrelazasen y comunicasen con las primeras. en torno a estas vías la zona periurbana sur se fue ocupando con tumbas, domus, instalaciones industriales y vertederos, como el resto de las áreas periurbanas de la ciudad (Feijoo 1998: 571-580).

topográficamente están situados al sureste de la ciudad en una zona alta del terreno con una pendiente natural más pronunciada hacia el sur y más ligera hacia el oeste.

los primeros restos documentados se fechan en la primera mitad del s. i d.C. y se amortizan en el s. ii d.C. con un potente vertedero.

la primera ocupación documentada en este solar (fig. 3) consiste en un conjunto de enterramientos correspondientes al rito de incineración y posiblemente alguna inhumación infantil. estos enterramientos responden a dos tipos de enterramiento: el efectuado en fosa pequeña en la que se deposita una urna de cerámica que contiene los restos incinerados del difunto y el depósito. a este tipo corresponden la tumba 2 cuya urna se identifica con la forma smit nolen 3 y junto a esta se recogieron fragmentos de un ungüentario de cerámica oberaden 29, el disco de una lucerna de pasta gris y engobe negro con la representación de una victoria alada, una pieza pequeña de bronce afectada por el fuego y difícil de definir y una plaquita de hierro. la tumba 3 la formaba una urna de cerámica común pintada identificada con la forma arcóbriga 2 que contenía los restos de cenizas y huesos cubierta por una tapadera de cerámica común.

el otro tipo de enterramiento de incineración documentado fue el efectuado en una fosa algo mayor que corta al estrato de la arcilla natural en la que se practica algún tipo de rito vinculado con el fuego y en la que posteriormente se depositan los restos del difunto y el depósito. incluimos aquí la tumba 1 cuyo depósito lo formaban un ungüentario de cerámica común oberaden 29, numerosos fragmentos de una pieza de cerámica común difícil de definir, cuatro cabezas de clavo de hiero y un vástago del mismo material (Márquez 2006: 104).

posiblemente a este momento debieran vincularse algunos de los enterramientos en urna depositados en las hornacinas de las paredes o suelo de uno de los edificios más antiguos, pero los datos que podemos extraer de la publicación de su excavación resultan insuficientes para poder ajustarles una cronología válida.

algunas de las incineraciones que nosotros documentamos se encontraban dentro de un recinto de adobe que acogió también un ustrinum en el que se encontró al excavarse material muy similar en uso y función al de los depósitos que acompañaban a las tumbas antes referidas, ungüentarios de cerámica común y restos de otros objetos muy fragmentados también de cerámica común.

en cuanto a los posibles monumenta que señalizarían estos sepulcrum, conocemos una tumba monumental de granito, sobre la que también se gravó el nombre del difunto (Márquez 2006: 80, 84) e indicios para suponer que al menos uno de los enterramientos se señalizó con un monumento a base de sillares de granito sobre el que se gravó el nombre del difunto (Márquez 2006: 102), para el resto no nos ha quedado nada.

en lo que se refiere a los enterramientos de inhumación antes aludidos, en casi todos los casos se trata de individuos de muy corta edad (neonatos) que no portan depósito exceptuando un individuo que estaba acompañado por su vaso de cerámica de paredes finas Mayet Xliii que contenía los restos de un pequeño animal. las seis inhumaciones infantiles documentadas que se pueden asociar a este momento se localizaron dentro de uno de los dos edificios.

en un momento posterior, a principios del s. ii d.C. se amortiza el recinto de adobe mediante la construcción de un pequeño edificio que monumentalizará un enterramiento anterior y que se utilizará a su vez como tumba para la familia

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del primer difunto. parece que a este momento debemos adscribir la construcción de una vía de carácter secundario que articula este espacio (fig. 4).

la séptima inhumación infantil, también de muy corta edad se adscribiría a este momento, ya que corta al ustrinum asociado al recinto de adobe.

vías, enterramientos y edificios fueron amortizados por un potente nivel de vertedero que los hace desparecer del paisaje y gracias a lo cual han llegado en alzado e intactos hasta nosotros.

eL VeRTedeRO LOcALiZAdO en eL áReA de “LOS cOLUMBARiOS”

la primera noticia que tenemos sobre dicho vertedero procede de la publicación de los resultados de la intervención arqueológica realizada en 1927 y publicada en 1929 por Mélida y Macias (Márquez 2006: 33-40). la descripción es muy somera, hasta llegar a los edificios se habían quitado gran cantidad de tierra que “habían sido echadas otras tierras y con ellas un sin número de fragmentos cerámicos, y aún ciertas piezas enteras, algunos bronces y objetos de otras materias. este cuantioso botín de la acampan arqueológica…” (Márquez 2006: 39-40).

será serra i ràfols quien en 1943 intervenga arqueológicamente en el solar de “los Columbarios” por primera vez con la intención clara de “determinar la naturaleza del yacimiento y su estratigrafía” (Márquez 2006: 64). según la descripción de serra previo al nivel del vertedero se documentó un primer nivel de tierra vegetal que contenía bastantes fragmentos de cerámica antigua, según el autor sin interés debido a que este material procedía de la terrera de la excavación de 1927.

el vertedero en sí se identificaría bajo esta tierra. Éste consistía en una capa de escombros antiguos, entre los que predominaban grandes trozos de estuco, pavimentos de “testaceo”, lo que hoy denominamos opus signinum, y en menor número fragmentos de ladrillos y tegulae, también ánforas y cerámica común. escasea la sigillata y los fragmentos de lucernas, agujas y muy poco vidrio, que interpreta como una escombrera en la que predominan los restos de construcción sobre los restos domésticos.

la capa inmediatamente inferior la componía un estrato delgado, de coloración negruzca, en el que escaseaban los elementos constructivos pero abundaban los útiles domésticos, todos rotos y mezclados con huesos de animales. estos restos indicaban que el espacio, aún funcionando como vertedero, sería utilizado como vertedero, sería utilizado más como estercolero que como escombrera.

Bajo dicho estercolero serra documentó un potente estrato muy irregular compuesto sobre todo de piedras sueltas, pequeñas e irregulares, con trozos sueltos de cal y yeso, en el que escaseaba el material cerámico. este nivel correspondería al derribo o hundimiento de un edificio, que él excava en esa zona, construido con materiales muy pobres y “débilmente trabados”.

la capa inferior, de poca potencia, apoyaba sobre el suelo virgen. serra la describe como una arcilla fina y muy compacta identificándola con una capa de sedimentación pluvial. encontró muy poco material asociado a este nivel (Márquez 2006: 67).

en el texto de serra leemos la discriminación que establece este la zona este del corte que abre y la zona oeste, comprobándose una disminución de grosor en las capas hacia el oeste.

en 1973 se publican los resultados de un sondeo arqueológico realizado en la “cresta” del Cerro de san albín, no lejos de “los Columbarios” (Márquez 2006: 48; lequement 1973: 149-150). los resultados que se presentan son parciales, pero confirman la cronología de la primera ocupación funeraria de la zona en la primera mitad del s. i d.C. por la descripción de los distintos niveles de tierra identificados podríamos pensar que continúa el nivel de vertedero en la zona este del solar con un espesor de algo más de un metro y que se correspondería con el desglose de los materiales en la tabla ii con la capa iii descrita como tierra gris mezclada con numerosos fragmentos de cerámica y fragmentos de huesos, suponemos que de animal.

en 1987 se abren dos cortes a y B al oeste de los edificios, en los que además de documentar una serie de estructuras murarias difíciles de identificar y un enterramiento de inhumación sin depósito se recoge gran cantidad de material que cubría a las estructuras antes descritas y que se fechan entre los s. i d.C. e inicios del s. ii d.C. (Márquez 2006: 73-75).

durante las intervenciones arqueológicas realizadas en el solar de “los Columbarios” entre 1997 y 2006 (Márquez 2006: 75-114) se pudo documentar parte de este vertedero en el sector sur de la zona a intervenir (Márquez 2006: 107-108).

la excavación de “los Columbarios” se inició en 1927 como ya se ha comentado, en torno a los años 30 se realiza alguna intervención no especificada. durante la década de los años cuarenta serra excava y documenta nuevas estructuras.

las intervenciones realizadas desde el patronato/Consorcio de Mérida, no se proyectaron como excavaciones en extensión en busca de resultados sino que se limitaron a la apertura de zanjas perimetrales en torno a los tres edificios

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para solventar el problema de acumulación de aguas en el fondo de la pequeña vaguada que se creó como consecuencia de las intervenciones anteriores. al abrir la trinchera sur, tras el edificio de los voconios pudimos intervenir de manera somera sobre el perfil y constatar y contrastar los datos sobre este vertedero (fig. 5).

Bajo la ue 52, identificada como la superficie de inicio de la excavación, documentamos la ue 51, que consistió en una importante bolsada de tierra muy cenicienta y revuelta con gran cantidad de material, que se adentraba en el perfil sur. Contenía carbones, gran cantidad de cascote, fragmentos de paramentos de cal alisada y pintada, fragmentos de opus signinum de muy buena fábrica, gran cantidad de huesos de grandes animales y pequeños, fragmentos de piezas de terra sigillata itálica, marmorata, lucernas, paredes finas, cáscara de huevo y abundante material de cerámica común.

Bajo esta unidad identificamos la ue 53, un nivel de tierras más o menos oscuras que contenían gran cantidad de carbones, cenizas, todo muy suelto similar a la ue 51 pero con menor número de material y sobre todo sin cascotes. se recogieron gran cantidad de huesos de animales de gran tamaño y menores, entre las que destacan la gran cantidad de astas de bóvidos.

Bajo esta tierra se documentaron varias unidades (ue 54, ue 68 y ue 69) correspondientes a un posible muro (cimentación, su fosa y relleno) que se adentraba bajo el perfil, como el vertedero y cuya relación física con el edificio de los voconios desconocemos al haberse abierto aquí una de las cimentaciones para los pilares de la cubierta en 1954. la ue 53 que hemos identificado con el nivel del “estercolero” sobre el que escribe serra cubría a su vez a la ue 71, una tierra amarillenta con pintas de carbón, que en parte cubría a la ue 70, una tierra arcillosa con pintas de carbón identificada con la superficie en la que se documentaron los enterramientos de incineración más antiguos. Bajo esta se identificó la ue 72 o greda, una arcilla muy naranja y estéril arqueológicamente hablando previa a la roca natural.

de los distintos niveles que pudieron conformar el vertedero, ue 51 y ue 53 hemos seleccionado la más antigua, porque era en principio la que nos podía aproximar al material augusteo.

una vez expuesta la problemática de los contextos funerarios más próximos a la época augustea (no adscritos a ésta de forma rotunda) y vista la contextualización del vertedero de “los Columbarios” con la unidad estratigráfica seleccionada para el estudio de materiales pasaremos al análisis del material propiamente dicho.

para la exposición que deseamos acometer del material de la u.e. 53 del vertedero tras proceder a su meticuloso inventario y estudio, analizaremos con profundidad la información de naturaleza cualitativa y cuantitativa, concluyendo con una valoración general al estudio.

para un buen desarrollo del trabajo examinamos la representatividad del contexto practicando en los datos una serie de filtros. el primero consistió en depurar el material inventariado de todos los elementos no cerámicos tales como los elementos de piedra, hueso trabajado, vidrio, metal, fauna, etc. Con objeto de buscar un mayor rigor en el registro cerámico general hemos optado por incluir los escasos elementos constructivos recuperados en esta unidad estratigráfica así como los pondera y dolia. de esta forma complementamos el material, que hemos dividido en categorías funcionales.

el segundo filtro consistió en diferenciar cada una de las categorías cerámicas, profundizando después en el estudio de cada una de ellas. dentro de cada categoría se han establecido tipos, subtipos y variantes, a la vez que se apuntaban los paralelos localizados en Augusta Emerita y su entorno.

presentaremos el trabajo en dos partes diferenciadas una primera dedicada al análisis cuantitativo del material localizado, dedicando especial importancia a los grupos cerámicos y categorías funcionales diferenciadas, y una segunda parte donde analizaremos con detalle cada uno de estos grupos y familias, señalando los diversos tipos, subtipos y variantes.

estudio del material procedente de la ue nº 53 de la intervención 50331 de “Los columbarios”

Análisis del material cerámico recuperadolos datos globales de que disponemos nos permiten percibir con claridad los comportamientos de fragmentación de

los diversos grupos cerámicos, observando que las cerámicas de importación representan un número total de fragmentos2

bastante inferior al número de individuos, hecho que no sucede en el caso de las ánforas donde los fragmentos representan un numero mayor al de los individuos.

Hemos inventariado un total de 1292 fragmentos que están representados por un número máximo de individuos3 de setecientos diecisiete. de esta muestra de piezas (fig. 6) llama la atención como la cerámica común alcanza más del 75% de los fragmentos inventariados con un 73.9% del total de nMi. a este cuantioso cómputo le seguirá en número la categoría de las ánforas con un 8.9% del total de fragmentos inventariados correspondiente al 4.1% del nMi, pues como

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comentábamos anteriormente cada individuo anfórico se fragmenta mucho más que las cerámicas pequeñas y compactas como observamos en la terra sigillata sudgálica que aunque está representada por algo más de un 4% del total de fragmentos inventariados computa un 7.25% del nMi representados.

tras estos valores tan altos citaríamos las producciones de engobe interno rojo pompeyano4 con sus imitaciones, conformando un 2.7% del total de fragmentos equivalente al 3.06% del nMi. Con valores muy similares tenemos las lucernas con un 2% de los fragmentos que se corresponde con el 1.8% del nMi y las cerámicas pintadas que si bien no llegan al 1% del total de fragmentos componen un nMi del 1.53%. por último tenemos que señalar las producciones de terra sigillata itálica, terracotas, pondera, materiales de construcción y miniaturas caracterizadas por no llegar al 1% en ningún caso.

Estudio pormenorizado de los grupos cerámicos y las categorías funcionales establecidasa continuación desarrollaremos el estudio del material analizando las distintas variedades localizadas, así nos haremos

una idea amplia de la riqueza numérica y tipológica de los elementos estudiados. para ello hemos diferenciado cuatro grupos distintos: cerámica de mesa, cerámica propia de otros ámbitos, ánforas y cerámica común. dentro de cada grupo podremos apuntar diversas categorías cerámicas en las que señalaremos sus particularidades.

Cerámica de mesa (fig. 7)incluimos dentro de esta categoría a aquellas producciones, tanto de fabricación local como importadas, que configuraban

el servicio de mesa. tradicionalmente los individuos aquí incluidos han sido denominados bajo términos como “vajilla fina”, considerándose producciones de lujo con un acceso restringido a las élites pudientes, en contraposición a la vajilla que entendían como común o vulgar, basta y de fabricación local (Bello 2006: 165). Constatado el amplio acceso a las mismas y superadas las denominaciones peyorativas consideraremos dentro de esta categoría cerámica a las diferentes producciones localizadas de sigillata y a la cerámica de paredes finas, producciones que salvo en el último caso eran importadas desde diversas áreas de producción del imperio.

a) Terra sigillata itálica. iniciamos el análisis de las cerámicas de mesa por la producción más antigua de barniz rojo. no hemos obtenido más que nueve fragmentos que nos permiten individualizar cuatro formas concretas. la primera de ellas es el plato Conspectus 4.4.2 que presenta una cronología desde el año 40 al 10 a.C.; dentro de la misma clasificación encontramos el plato Cons. 20.4.4, equivalente a las formas goudineau 39 C, pucci X 17-21, 30-33, cuyo arco temporal situamos entre el año 40 y el 80 de nuestra era. por último citaremos una forma Cons. 29.1 equivalente a pucci XXXiX 1-4, producción en este caso con una amplia cronología que abarca desde los primeros años de tiberio al final de la época flavia.

por otra parte hemos localizado tres fragmentos pertenecientes a un mismo individuo de la copa Consp. 33.4 identificadas con la forma pucci XXXvii 2, 7. su cronología es amplia desarrollándose desde el cambio de era hasta el año 50 d.C.

dos fragmentos informes de páteras de las que nos es imposible identificar la forma cerrarían la reducida cuenta de individuos. desgraciadamente no hemos hallado ningún sello que pueda aportarnos información sobre los posibles talleres que suministrarían a la ciudad. la única forma decorada que hemos recuperado consiste en un fragmento informe que presenta una hoja profusamente decorada, elemento bastante común entre las representaciones de estos tipos cerámicos.

de forma general destacamos la débil representatividad de los fragmentos que no llega al 0.7% de los elementos documentados. no obstante, las formas estudiadas nos manifiestan una cronología amplia, que abarca las épocas augustea y flavia, arco temporal dilatado que nos ayudarán a calibrar producciones con una representación mayor.

el hecho de que el momento de apogeo de estas producciones se localice entre el final del siglo i a.C. y la muerte de augusto (roca 2005: 58) nos puede ayudar a calibrar la cronología propuesta para este tipo cerámico.

b) Terra sigillata sudgálica. nos encontramos ante la producción mejor representada de toda la vajilla de mesa donde sus 47 identificados constituyen el 7.25% del total estudiados.

debemos indicar en primer lugar su riqueza formal, pues hemos constatado doce formas diferentes que pasamos a enumerar. las que mayor número de individuos aglutina es la correspondiente a los platos dragendorff 18 a con un total de ocho individuos que podemos localizar entre el 15 y el 60 d.C. (lattara 1993). Con 4 cada una tenemos las copas drag. 24/25B datables entre el 40 y el 70 d.C. y la drag. 27 B con una cronología comprendida entre los años 40 y 80 d.C. otras tres formas se reparten el mismo número de individuos, concretamente los platos drag. 15 a 1 y drag. 15 a 2 propios de una cronología situada entre el cambio de era y el año 60 d.C., y la copa drag. 29 B, cuya cronología abarca el periodo comprendido entre el 40 y el 90 d.C.

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Finalmente debemos citar seis elementos representados únicamente con un ejemplar, en concreto las formas correspondientes al plato drag. 16, la copa drag. 37 a decorada, cuya datación centramos entre los años 50 y 80 d.C., el bol ritterling 5 C con una cronología comprendida entre el año 30 y el 50 d.C., la copa ritt. 8 con un arco temporal centrado en los años 30 a 80 d.C., el tintero ritt. 13 que el autor situaba entre los años 40 y 110 d.C. y la copa Hermet 31 con decoración a ruedecilla en su cara externa cuya vigencia podemos encontrar entre el 15 y el 40 d.C.

entre las formas decoradas destacaremos la drag. 29 B con dos frisos a base de guirnaldas, perlas y motivos vegetales en espiral y aves elaboradas con detalle. la drag. 37 a presenta decoración sobre friso de ovas y guirnaldas con motivos arquitectónicos y vegetales. Con estos datos podemos suponer para ambas formas decoradas una cronología situada entre el 40 y el 90 d.C.

no podemos obviar la referencia a siete individuos considerados indeterminados por corresponderse con bases de platos sobre las que hemos localizado dos sellos alfareros y un grafito.

una de las mejores fuentes de conocimiento que tenemos para esta producción son las marcas de alfarero donde señalaremos la localización de cinco marcas (fig. 8):

sobre platos indeterminados debemos destacar la leyenda mANduILmA con cartela rectangular de ángulos redondeados. dicha marca se corresponde con el alfarero Manduilus, recogido en los trabajos de oswald y polak proponiéndoles una cronología entre Claudio y vespasiano (oswald 1931) y nerón-vespasiano (polak 2000) respectivamente.

la segunda firma recogida en una copa posiblemente de la forma drag. 27 es foNdI[...] sobre cartela rectangular marcada con una incisión ovoide. sólo podemos apuntar que se tarta de un alfarero galo a la vista de la pieza pues no hemos localizado marcas similares en ningún otro repertorio de sellos.

sobre una de las piezas de la forma drag. 24/25B hemos documentado un sello retrógrado sobre cartela ovoide con la leyenda ·IV[...]· con doble círculo alrededor de la misma. Con mucha cautela podemos indicar la posibilidad de que se trate del recogido por polak como Ivlius II, alfarero de la Graufesenque cuya producción se centra entre los años 70 y 100 d.C. (polak 2000).

sobre una pieza de drag. 27 B tenemos la marca con la leyenda [...]LVANo q asociamos al alfarero sudgálico Silvanus. se trata de uno de los mejor documentados para en la península ibérica. su producción se circunscribe a la Graufesenque con una actividad constatada entre el 35 y el 60 d.C. (polak 2000).

Finalmente sobre un fragmento informe localizamos la leyenda LABIo, que se vincula al alfarero del mismo nombre. dicho productor como en los anteriores se sitúa en la graufesenque desarrollando su labor entre los reinados de tiberio y Claudio (35-55 d.C.) (polak 2000).

en resumen, una vez expuestas las diferentes piezas documentadas podemos señalar una cronología propuesta entre los reinados de tiberio y domiciano con una especial incidencia durante el segundo y tercer tercio del siglo i habida cuenta del número de individuos que ubicaríamos en este momento. dicha propuesta cronológica se enfatiza a la vista de las cronologías que apuntan los únicos sellos que hemos podido identificar con su alfarero-productor ubicados en el segundo y tercer cuarto del siglo i d.C.

c) Terra sigillata hispánica. Continuamos el recorrido por las cerámicas de mesa documentadas con el grupo menos representativo de los analizados para el marco de la sigillata. se trata de un conjunto bastante uniforme donde no nos faltan interesantes elementos.

Hemos documentado un total de 6 individuos por lo que conforma en escaso % del total de este grupo (Categoría). precisamente el primero de estos individuos se integra dentro de la denominada terra sigillata hispánica precoz o imitación tipo “peñaflor”, grupo que podríamos haber particularizado, opción descartada al corresponderse con un sólo individuo. en este caso se trata del tipo 14 de las recogidas por amores y Keay (1999: 250) correspondiente a la Martínez iib que imitaba la forma Consp. 8.3., cuya cronología podemos situar entre los reinados de tiberio y Claudio aún perdurando buena parte del siglo i. (vázquez paz et al. 2005: 321-322). ejemplares similares hemos encontrado en Astigi (vázquez paz et al. 2005: 327, lám. iii fig. 1) y el Museo nacional de arte romano de Mérida (Jerez 2004:166, lám. 1 fig. 14).

por lo que respecta a la Terra Sigillata Hispánica propiamente dicha hemos diferenciado 5 individuos correspondientes a una copa de la forma dragendorff 24-25, 3 cuencos decorados de la forma drag. 29 y finalmente un cuenco perteneciente al tipo drag. 37 a, cuya decoración está prácticamente perdida.

en general todos los ejemplares desarrollan su decoración a partir de la división en metopas los cuencos drag 29. se decoran mediante el relieve conseguido tras la utilización del molde. la parte superior está siempre metopada y

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compartimentada por líneas onduladas combinadas con hileras de ángulos. los paneles son rellenados por uno o dos punzones en su mayoría figurados. podemos encontrar elementos vegetales, animales y geométricos tales como hojas de helecho, liebres, pavos, cisnes, círculos o arquerías entre otros.

salvo una de las señaladas drag. 29 cuya procedencia encontramos en andújar el resto son de clara atribución a Tritium Megallum.

Finalmente tenemos que indicar la presencia de dos grafitos sobre los cuencos drag. 29. Concretamente uno interno consistente en X incisa y otro externo correspondiente a una e bien detallada mediante incisión. estos símbolos de posesión están bien atestiguados en estos elementos.

d) cerámica de Paredes Finas. dentro de esta producción cerámica que conforma algo mas del 4.5 y 5.8% del total de fragmentos e individuos respectivamente destacaremos que la practica totalidad de los ejemplares recuperados responde a un origen local de las piezas, que como señaló Françoise Mayet están caracterizadas por tener pastas de color ocre o blanquecino, ser menos finas y duras y estar cubiertas por un engobe castaño o anaranjado con irisaciones marrones o negras más oscuras (Mayet 1975: 142-143).

dentro de los cincuenta y nueve fragmentos inventariados hemos podido distinguir cuarenta y dos individuos que se distribuyen en diez formas fundamentalmente. la forma más representada es la Mayet Xli con diez individuos de boles o tazas con decoraciones arenosas, a barbotina con hojas de agua y a ruedecilla. también contamos con cuatro individuos de la forma Mayet XXXviii representando las variedades a y B de cuencos carenados que recogiera Mayet (1975: 73). la variante a aparece decorada con lúnulas y ruedecilla mientras que la B ofrece decoraciones a barbotina de hojas de agua. en la forma Mayet XXviii encontramos tres individuos con decoración arenosa así como variantes a y B de “cáscaras de huevo” de la forma Mayet XXXiv.

Finalmente tenemos que citar dos cuencos decorados a barbotina y ruedecilla de la forma XXv de Mayet y con un sólo representante cuatro ejemplares correspon0dientes a las formas Mayet XXi a, Xliv decorado con lúnulas, cubilete Xlv a que precisamente corresponde a un ejemplar completo de “los Columbarios” recogido por la investigadora y un asa de tapadera de pequeño formato, con pomo en forma de anilla y sección circular.

Cronológicamente nos encontramos con un conjunto bastante uniforme donde las formas Mayet XXi y Mayet XXv atribuibles al momento comprendido entre el reinado de augusto y tiberio, son las más antiguas. encontramos desde entonces las formas Mayet XXviii, Mayet Xli, Mayet XXviii B que a grandes rasgos podríamos ubicar entre la época tiberio-Claudia y el final del siglo i, hecho apoyado por las formas Mayet Xliv ubicadas en la segunda mitad del i. Ésto unido a los individuos de cáscara de huevo que hemos identificado como Mayet XXXiv nos confirma que la práctica totalidad se ubica entre tiberio y el final del siglo i d.C. encontramos un único caso discordante en la forma Mayet Xlv a que inicia su producción en época Flavia y que consideramos, dada su poca representatividad, contaminación del contexto.

no queremos cerrar este capítulo sin reflexionar sobre la alta fragmentación que dificulta notablemente la identificación de algunas formas, razón por la cual podemos observar que un total de veintinueve fragmentos entre informes y bases, correspondientes a trece individuos no han podido determinarse.

e) cerámicas pintadas de tradición indígena. dentro de este apartado tenemos que incluir siete fragmentos informes y un borde con diferentes decoraciones pintadas. la técnica decorativa en todos ellos es la decoración a bandas que encontramos combinada en bandas blancas y marrones sobre fondo rojo o anaranjado. no faltan bandas marrones o negras sobre fondos beige y rojo ladrillo, marrón y blanco.

destaca un caso perteneciente a una forma abierta, posiblemente un plato, que presenta bandas negruzcas en su interior frente al resto correspondiente con formas cerradas cuya decoración se practica en su cara exterior.

por otra parte hemos recuperado un borde de pequeño cuenco con borde recto y visera con labio ligeramente apuntado. presenta una capa de engobe blanco tanto en su parte interior como exterior decorando tanto el borde como el interior con bandas en tono rojo anaranjado. en este caso descartamos su funcionalidad como tapadera aunque se asemeje a la forma de éstas, habida cuenta de la presencia de decoración pintada en el interior del mismo.

al no tener más que un fragmento que nos permita discernir la forma no podemos concretar la procedencia de las piezas así como la cronología propuesta por los estudiosos de los diversos talleres.

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Cerámica propia de otros ámbitosa) Lucernas (fig. 9). un primer dato a destacar dentro de este grupo cerámico es la fragmentación del conjunto,

que dificulta notablemente la identificación de los ejemplares. este hecho motiva que encontremos nueve individuos indeterminados del total de trece identificados correspondiente con el 1.8% del nMi.

a su vez la fragmentación provoca la complejidad de identificación pues aunque tengamos numerosos elementos es difícil discernir su forma cuando sólo contamos con fragmentos de disco, bases u orlas.

tenemos que destacar que salvo dos individuos de posible procedencia itálica el resto se circunscribe a la fabricación en talleres emeritenses. su pasta tiene una tonalidad blanquecina u ocre amarillento con corte rugoso y un engobe con diversas tonalidades entre el amarillento y anaranjado con irisaciones brillantes.

analizando un fragmento de rostrum identificamos una lucerna del tipo deneauve vg, ejemplar que loeschcke consideraba variante de su tipo v que correspondería a una dressel 16 cuya cronología se sitúa entre el 25 y el 100 d.C. (Celis 2004: 442).

el resto de fragmentos de que disponemos sólo nos permiten identificar tres individuos dentro del denominado grupo de lucernas de volutas que comienzan a fabricarse en el reinado de augusto, terminando más o menos a principios del siglo ii (Celis 2004: 420). el resto del contexto será en este caso el que nos indique que estas lucernas se localizan entre las primeras producciones entre los reinados de tiberio y el inicio de la época flavia. si afinamos un poco más veremos como podría tratarse de dos individuos de la lucerna dressel 14 y otro de la dressel 11 cuyas cronologías se corresponden con los reinados de augusto y la época flavia.

no se han registrado sellos y todas las bases son simples o planas. las decoraciones nos proporcionan mayor información encontrándonos cinco individuos cuyas orlas están decoradas

mediante ovas incisas marcadas en detalle conforme a dos formatos, alargadas y redondeadas. destaca un caso de orla decorada mediante grupos de haces de líneas incisas. las decoraciones en el margo con formas geométricas, a base de ovas en diversos tamaños y formatos, son bastante habituales en un grupo muy numeroso de formas no adscribiéndose a la cronología de un momento concreto. estos motivos han sido recogidos en diversas publicaciones que estudian su fabricación emeritense (rodríguez Martín 1996a), (rodríguez Martín 2002).

tenemos que referenciar un individuo decorados con ovas redondeadas bien marcadas combinado con un disco decorado con cuatro galgos a la carrera dispuestos en círculo, tema bastante común en la capital lusitana (rodríguez Martín 1996 a: 107-108; 2002: 128) y su territorium (rodríguez Martín 2005: 62).

entre la cronología que podría indicar rodríguez Martín señala su ubicación entre la mitad del siglo i y el reinado de trajano señalando sus numerosos paralelos en yacimientos y lugares donde destaca Conimbriga, santa Bárbara, viena, Berlín, Volubis, Museo de traer, august, Baden yverdon, el museo del’ermitage, Cartago, Mérida, sevilla, aragón y Mainz (rodríguez Martín 2005: 62-63).

un nuevo fragmento permite ver un disco decorado con la diosa Ceres a izquierda sedente en taburete. en la mano izquierda sujeta la cornucopia y en la derecha el arado. viste peplos o xiton drapeado, cuyos pliegues marcan el cuerpo. esta forma fue interpretada como Fortuna por rodríguez Martín, recogiéndola en la colonia y torre Águila y otorgándole una cronología situada entre la segunda mitad del siglo i y el comienzo del ii d.C. Como en el caso anterior eran numerosos sus paralelos que el autor ubica en Córdoba, granada, Cerro de los infantes (granada), sevilla, Italica, Col, Condesa de lebrija, Conimbriga, aramenha, Cartago, argelia, British Museum, viena y el Museo del’ermitage (rodríguez Martín 2005: 39-40).

a continuación apuntamos un individuo que permite entrever lo que interpretamos como la parte inferior de algunas alas bajo un elemento circular que podría ser una rueda. podría estar relacionado con diversos temas tales como aurigas dentro de la vida cotidiana, u otros como pegaso, apolo en el carro o victorias aladas dentro de aquellos temas representativos de la religión y mitos.

Finalmente destacaremos tres individuos que presentan decoración en el disco indeterminada, aventurando una presencia humana en uno de los casos.

a la vista de la información podemos indicar que la cronología de este contexto se ubica entre el reinado de tiberio y el final del siglo i d.C.

b) Terracotas. también en este apartado debemos situar el hallazgo de un fragmento informe de terracota encontrado muy rodado y del que no podemos indicar más que su posible fabricación emeritense a la vista macroscópica de su pasta.

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Caso no extraño si tenemos en cuenta los trabajos de diferentes autores en la materia que nos constatan la fabricación de terracotas en Augusta Emerita (rodríguez Martín 1996 a: 156-161; gijón, 2000: 505-524; 2004: 217-219).

Ánforas (fig. 10)esta categoría cerámica se compone de treinta individuos que integran el 4.18% del nMi identificados. este grupo

recoge una amplia diversidad de procedencias encontrando las siguientes producciones:

a) ánforas beticas. en este apartado contamos con cincuenta y cinco fragmentos correspondientes a un número máximo de trece individuos. Cuatro de ellos se corresponden con ánforas dressel 7-11, cuya cronología se sitúa entre los años 25 a.C. y 100 d.C. (lattara 1993: 24) siendo la forma mejor representada de las inventariadas. los elementos comprendidos por las formas dressel 14, con un arco temporal situado entre los años 50 y 150 de nuestra era (lattara 1993: 25; scillano, sibella 1991: 64), dressel 20 B cuya duración está encuadrada entre el año 30 y 50 d.C. (lattara 1993: 25) y Haltern 70, que podemos datar desde el 50 a.C. al 75 d.C., (lattara 1993: 27) están representados por dos elementos respectivamente. Finalmente con un sólo individuo se han localizado un ánfora del tipo dressel 9 ubicada en un arco temporal situado entre el año 50 a.C. y el 50 d.C. (lattara 1993: 24) y un tipo anfórico de la forma pompeya vii que localizamos desde el año 30 a.C. hasta el año 100 de nuestra era (scillano, sibella 1991). esta última a su vez presenta una fracción de tituli picti cercano a la boca que responde a la leyenda c·M-- sobre un enmarque rectangular. el hecho de estar fragmentado y el estado de arrasamiento del fragmento dificulta su lectura y estudio. por otra parte hemos interpretado una serie de incisiones como restos de lo que pudo ser un grafito sobre el pivote del citado ánfora Haltern 70. al estar situados junto a la línea de fractura no hemos reconocido más que una línea vertical incisa.

b) ánforas tarraconenses. este grupo está representado por treinta y cuatro fragmentos correspondientes a nueve individuos, conformándose como el segundo grupo más numeroso. el tipo mejor representado es el correspondiente a la forma pascual 1 personalizado en cuatro individuos con una cronología ubicada entre el año 50 a.C. y el 50 d.C. (lattara 1993: 86). a continuación enumeraríamos las ánforas dressel 2-4 y dressel 7-11 representadas con tres y dos individuos respectivamente. ambos tipos presentan un arco temporal situado entre el 25 a.C. y el 100 d.C. (op. cit. 85).

c) ánforas itálicas. este conjunto está únicamente representado por dos individuos identificados con la forma dressel 2-4 de amplia cronología comprendida entre el año 30 a.C. y el 150 d.C. (lattara 1993: 56; scillano, sibella 1991: 38).

d) ánforas lusitanas. al igual que para el grupo anterior nos encontramos con una muestra de dos individuos pertenecientes a la forma Beltrán B 4 a, cuya cronología podemos ubicar entre los años 20 y el 200 d.C. (lattara 1991: 59).

e) ánfora del egeo. Cerramos este grupo de la representación anfórica señalando la aparición de un ánfora precedente del egeo perteneciente a la forma dressel 35 cuyo desarrollo cronológico se centra en los tres primeros cuartos del siglo i d.C. (sciallano, sibella 1991: 91).

de este somero repaso podemos discernir dos ideas fundamentales; por una parte la riqueza de las procedencias, lo que indica unos fluidos intercambios comerciales desde un momento temprano del alto imperio. la proximidad geográfica explica que el mayor número de intercambios se lleve a cabo con las provincias Betica y Tarraconense, que comercializaban básicamente salazones y preparados de pescado en el primer caso y vino en el segundo. no faltan productos lusitanos (de desarrollo posterior a la eclosión de los productos béticos), itálicos y de áreas lejanas del imperio cuyo ejemplo se manifiesta en el ejemplar procedente del egeo.

en cuanto a la cronología, y muy en consonancia con el resto del contexto, encontramos formas ubicadas desde época augustea hasta el final del siglo i. d.C., con una incidencia especialmente intensa en la primera mitad del siglo i.

en relación con estos contenedores cerámicos se han identificado dos ejemplares de tapones de ánfora, conseguidos mediante el reciclaje de elementos cerámicos de gran tamaño. dichos tapones presentan una superficie plana aproximadamente circular conseguida mediante el retoque de sus lados y amplio grosor lo que los diferencia de las fichas discoidales.

Cerámica comúnanalizadas las cerámicas de mesa y de otros ámbitos llegamos al gran contenedor con que identificamos el convencional

término de cerámica común, concepto que ha provocado un encendido debate historiográficamente. entendemos dentro de

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este grupo a las cerámicas elaboradas en diversas técnicas, bajo distintas cocciones, que puede presentar decoraciones y acabados cuidados y que por su carácter funcional se destinan a satisfacer las necesidades de cocina, preparación de alimentos, mesa, higiene, almacenaje y transporte (Bello 2006: 12). este gran contenedor que recoge esta ingente cantidad de producciones, por el efecto de la propia trayectoria de la investigación, está diferenciando algunos tipos y conformándolos como nuevas categorías cerámicas, caso de las ánforas o las cerámicas importadas.

a) Producciones importadas. partiendo de la premisa anterior hemos optado por diferenciar en primer lugar las producciones de cerámica común importadas tanto itálicas como africanas. es obligado señalar que las importaciones conforman un total de cinco morteros y veintidós platos de eirp, lo que conforma el 3.76% del total de individuos documentados. salvo un fragmento de mortero de borde ahumado que incluiremos en las producciones africanas, el resto parece tener procedencia itálica o de otras regiones del imperio que imitan algunas formas itálicas.

• Producciones itálicas:– eiRP. esta es la importación más numerosa con un total de veinte individuos representados. en la misma hemos

diferenciado el eirp propiamente itálico de imitaciones del mismo, estando representados por once individuos los primeros y un total de nueve los segundos.

dentro del eirp itálico hemos podido diferenciar cuatro platos de la forma goudineau 15, cuya cronología situamos entre los años 25 a.C. y el 25 d.C., tres pertenecientes a la forma goud. 19 con un arco temporal entre el 10 a.C. y el 90 d.C. y una forma que estaría a medio camino entre ambas. a esto se unen bases indeterminadas que nos rebelan la existencia de tres individuos más cuya forma lamentablemente no podemos determinar.

Mercedes vegas recogió estas producciones bajo la variante C de su forma 15 dándole una cronología que se iniciaría en época augustea estando aún presente en el momento de la destrucción de pompeya (vegas 1973: 47-48, fig. 16).

para el caso de la colonia emeritense, alvarado y Molano recogieron dentro de su trabajo dedicado al vertedero de la C/ Constantino platos de este tipo dentro de un grupo dedicado a los platos de borde sencillo. la cronología que dieron al contexto se centraba en la segunda mitad del siglo i d.C. (alvarado, Molano 1995: 291, fig. 11).

en consecuencia, a la vista de las dataciones propuestas tendríamos un conjunto de producciones itálicas situadas entre la época augustea y la flavia.

en cuanto a las imitaciones, y hasta que próximos estudios arqueométricos nos confirmen o desmientan el origen local de alguno de los individuos, señalaremos que se trata de platos donde observamos pastas en las que los elementos volcánicos están ausentes, conservando engobes con unas tonalidades marrones o anaranjadas, sin perjuicio de la calidad, que en algunos casos es extraordinaria. Hemos diferenciado tres individuos de la forma goud. 19, dos formas que encontraríamos entre la goud. 15 y 19 y una goud, 15 entre aquellas de las que anteriormente indicamos su cronología. dentro de las novedades encontramos dos ejemplares del plato goud. 28 cuyo arco temporal ubicamos entre el 40 y el 60 d.C.

las imitaciones de eirp fueron recogidas bajo la forma 15 a de vegas, con un arco temporal ubicado en el tercer cuarto del siglo i d.C. (vegas 1973: 49, fig. 16).

en resumen, tanto para las producciones de eirp como para sus imitaciones podemos proponer una cronología situada entre tiberio y los últimos Flavios, muy en consonancia con la mayoría del contexto cerámico que estamos analizando.

– Morteros itálicos. dentro de este apartado incluiríamos un individuo de mortero itálico dramont d 1, mortero centroitálico cuya cronología se iniciaría en época republicana (vegas 1973: 28-34) hasta la primera mitad del i, desapareciendo a finales del i cuando los morteros dramont d 2 los hayan desplazado (aguarod 1991: 137-138).

por otra parte contamos con tres individuos de morteros dramont d 2 que ubicaríamos en la fase tercera de la propuesta de aguarod correspondiente al periodo comprendido entre tiberio y los primeros antoninos (aguarod 1991: 140-141).

• Producciones Africanas. Contamos con un mortero y tres tapaderas de borde ahumado. los morteros son una de las piezas más importadas en la ciudad, donde la cantidad de morteros béticos es abrumadora, así como la presencia de otros ejemplares que en ocasiones no acertamos a localizar. este es el caso de un ejemplar con el borde ahumado y exvasado, y labio en forma triangular que hemos interpretado como mortero africano.

no nos faltan producciones que imitan formas africanas. este es el caso de tres tapaderas de fábrica local con bordes simples redondeados, o desarrollados al exterior, con tendencias rectas o acampanadas y con el borde ahumado en los tres casos. idea no contradictoria con el contexto pues como podemos observar aguarod recoge las primeras formas de su

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estudio en contextos de época augustea-tiberio encontrando una mejor representación en la fase julio-claudia en diversos yacimientos de la Tarraconense (aguarod, 1991: 239).

b) cerámica común de producción local/regional. a lo largo de este apartado analizaremos aquellas producciones de ámbito local no necesariamente producidas en la colonia pero que obedecen a las características técnicas que definíamos para éstas.

antes de analizar cada uno de los tipos debemos indicar que la cerámica común comprende el 75.1% del total de los fragmentos inventariados, representando quinientos treinta individuos donde diferenciamos una serie de grupos funcionales.

al comprobar el comportamiento numérico de las diferentes categorías volvemos a encontrarnos con el problema de la fragmentación de los individuos al que hemos ya aludido (fig. 11). la categoría más abundante en cuanto al número de fragmentos es la comprendida por la cerámica de cocina con un 45% frente al 34% que compone la cerámica de mesa. Cuando observamos el número de individuos sorprende ver como la primera de ellas está compuesta por un 36.6% frente al 51.9% que representaría las formas de mesa. ambas comportan el 79.7% de los fragmentos y el 88.5% de los individuos, alto número evidenciado al ser los enseres con mayor utilización y desgaste dentro de las áreas domésticas. repartiéndose el porcentaje restante encontraríamos los elementos de uso versátil en la higiene, la preparación y contención de los alimentos con un 5.8%; un apartado de elementos varios con un 2.6%, elementos propios de las actividades comerciales con un 1.6%. la cerámica de almacenaje y transporte no superaría el 1% al excluirse las ánforas, elemento común que la investigación ha individualizado como objeto de estudio independiente dadas sus posibilidades a la hora de analizar las relaciones comerciales en la época romana (Bello 2006: 13). no queremos cerrar el apartado sin mencionar dos individuos englobados dentro del material de construcción localizado, muy reducido en comparación con otros contextos afines.

cerámica de cocina (fig. 12 y 13)

entrando en el estudio concreto de la cerámica de cocina analizaremos cada uno de los elementos encuadrados en éstas señalando su variedad formal siguiendo un criterio cuantitativo.

Ollas. se trata en este caso del grupo más numeroso representado en fragmentos comprendiendo una muestra de ciento cuatro individuos. dentro de este conjunto hemos podido diferenciar una tipología bastante representativa compuesta por cinco tipos de ollas entre las que podemos distinguir varios subtipos.

A. en primer lugar destacan cuantitativamente las ollas de boca cerrada, invasada y engrosada, a veces moldurada para encajar la tapadera. está representada por treinta y cinco individuos encontrándola mayoritariamente en pastas grises sin faltar ejemplares elaborados mediante atmósfera oxidante. se identifican diversos tamaños cuyos diámetros oscilan entre los 6 y los 13 cm.

las particularidades de las molduras nos darán diversos subtipos. encontraremos diversas fórmulas para resolver la acanaladura del asiento de la tapadera, aumentando o disminuyendo el grosor de ésta e incluso desarrollando una pestaña vertical que evite el deslizamiento de la tapadera. otras peculiaridades que podemos observar son la ausencia del acusado hombro que caracteriza a la mayoría de los ejemplares o la aparición de incisiones concéntricas decorando la carena o el cuerpo.

entre los asideros que hemos podido localizar destacan dos tipos muy característicos. el primero de ellos presenta un asa con forma de u invertida, con sus extremos fijados a la boca mediante digitaciones que a su vez facilitan su aprehensión (posible variante de las asas de orejetas o de orejas), mientras que el segundo ubica, en la parte alta del cuerpo, el asa mediante cordón aplicado, caracterizándolo por unas digitaciones circulares que aunque son de factura más cuidada responden a la misma utilidad que al anterior.

esta olla se relaciona con la forma vegas 3 a la que se añadía la moldura, difundida por todo el imperio en toda la época romana (vegas 1973: 17). paralelos de este tipo encontramos en Mérida en el vertedero de la C/ Constantino (alvarado, Molano 1995: 289, fig. 8), en las instalaciones industriales situadas junto al río Anas (Méndez, alba 2004: 314-317, fig.9) y el barrero (alba 2005: 360-361) y alfar (alba, Méndez, 2005: 392, fig. 19 y 29) vinculados a ésta.

B. olla de perfil en s con borde engrosado y boca con distintos desarrollos al exterior cuyos diferentes acabados nos delatan las diversas variantes. en este caso tenemos representados un buen número de estos ejemplares mayoritariamente elaborados sobre pastas grises o marrones, aún habiendo algún caso en pastas marrones o anaranjadas en cocciones oxidantes. Como en casos anteriores observamos una amplia variedad de formatos a la vista de los diversos diámetros que hemos localizado y el distinto grosor de las paredes.

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entre las variantes observadas hemos constatado la presencia de bordes engrosados, en mayor o menos medida desarrollados al exterior con los labios redondeados, ligeramente apuntados y levemente inclinados al exterior. Finalmente destacaremos la variante caracterizada por algunos ejemplares que desarrollan mínimamente el cuello.

dentro de esta categoría deberíamos incluir la ollas de borde vuelto recogidas en el vertedero de la C/ Constantino en Augusta Emerita (alvarado, Molano 1995: 288-289, fig. 8), las instalaciones industriales situadas junto al río Anas (Méndez, alba 2004: 314-317, fig. 9 y 16) y el barrero (alba 2005: 360-361) y alfar (alba, Méndez 2005: 392, fig. 26 y 29) asociados a ésta.

c. olla de borde engrosado o reforzado de sección rectangular. normalmente la observamos sobre pastas grises o anaranjadas. la finalización del labio es la que marca las variantes de este tipo. así encontramos labios facetados, redondeados, ligeramente apuntados y una variedad que desarrolla el borde saliente al exterior en inclinación descendiente, combinado con un hombro carenado.

las decoraciones localizadas son escasas, y se tratan de acanaladuras exteriores poco marcadas desarrolladas en el cuerpo. en cuanto a los acabados hemos constatado el bruñido en los ejemplares de menor formato.

ejemplo de este subtipo se han localizado en las instalaciones industriales situadas junto al río Anas (Méndez, alba 2004: 314-317, fig. 9) y su barrero (alba 2005: 360-361, fig. 20) y alfar (alba, Méndez 2005: 392, fig. 26 y 29).

d. ollas de perfil en s de borde horizontal y labio desarrollado al exterior redondeado o ligeramente apuntado. Contamos con un buen número de ejemplares de esta variedad en la que podemos observar la utilización de pastas rojizas o marrones en cocciones tanto oxidantes como reductoras. todos los casos se desarrollan en grandes formatos habida cuenta de los amplios diámetros que nos apuntan. al no encontrar acabados o decoraciones características las variantes las hemos fijado por la inclinación del borde y el final del labio.

individuos de este subtipo hemos hallado en las instalaciones industriales situadas junto al río Anas (Méndez, alba 2004: 314-317, fig. 9, 13 y 16) y el barrero (alba 2005: 360-361, fig. 20) y alfar (alba, Méndez 2005: 392, fig. 17) relacionados con las mismas.

e. Con tres individuos tenemos ollas de boca exvasada labio ligeramente engrosado y redondeado del que se ha observado parte un asa cilíndrica, robusta, con recorrido ascendente que corona la pieza de lado a lado. elementos de esta variante hemos localizado en el barrero y alfar vinculado con las instalaciones industriales del río Anas (alba 2005: 360-361, fig. 20; alba, Méndez 2005: 392, fig. 29).

F. ollas de perfil en s con desarrollo vertical de la boca recta y moldura o pestaña interior para adaptar la tapadera. presenta el labio ligeramente inclinado al exterior, levemente engrosado y apuntado. este tipo se elabora sobre pastas marrones, rojizas o anaranjadas estando en ocasiones recubiertas por engobe blanco. en este caso contamos con dos individuos por lo que no podemos ofrecer variantes.

ejemplares de esta olla se han localizado en las instalaciones industriales situadas junto al río Anas (Méndez, alba 2004: 314-317, fig. 9, 13 y 16) y el barrero (alba 2005: 360-361, fig. 20) y alfar (alba, Méndez 2005: 392, fig. 26 y 29) vinculados a ésta.

Tapaderas. este es otro de los grandes grupos representados en nuestro contexto conformando un porcentaje del 41.3% de los individuos. presenta una enriquecedora variedad donde hemos podido diferenciar los siguientes subtipos:

A. el más numeroso es el compuesto por tapaderas de cuerpo más o menos recto, bordes con diversos grados de engrosamiento y labios rectangulares, redondeados o ligeramente apuntados, dependiendo de las variantes y presentando habitualmente un pomo de pellizco. las piezas se elaboran en diversos formatos tanto en atmósferas oxidantes como reductoras. diferenciamos un total de cuarenta y nueve individuos donde la característica predominante es la sobriedad aunque hemos podido observar un caso que presenta una incisión tanto al interior como al exterior así como otro ejemplar con ondulaciones en el cuerpo. sus diámetros oscilan entre los 2.5 y los 5 cm. esta tipología se ajusta a la variante 1 de la forma vegas 17 cuya cronología se extiende desde la segunda mitad del siglo i d.C. hasta comienzos del ii d.C. (vegas 1973: 53-54, fig. 18).

para el caso de Augusta Emerita se han localizado un importante grupo de elementos similares en el entorno del río Anas en las instalaciones industriales situadas extramuros, al sur de la ciudad (Méndez, alba 2004: 314-317, fig. 11); así como en un barrero (alba 2005: 260-261, fig. 20 y 22) y alfar (alba, Méndez 2005: 391-392, fig. 26 y 30) localizados también en esta zona.

B. en el segundo subtipo encontramos dieciocho individuos de cuerpo con tendencia acampanada, borde vuelto o inclinado al exterior y labios redondeados o apuntados según las variantes. en este caso el asidero se conforma mediante

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un pomo de anchura variada en función del diámetro de las mismas llegando en algunos casos a asemejarse a bases invertidas. diferenciamos dentro de este subtipo dos variantes muy características, una que presenta el pomo con la impronta del hilo que separa la pieza del torno y otra que dota al pomo de una tendencia circular decorándolo. este hecho podría interpretarse, dada la notable desigualdad, como la existencia de dos talleres diferenciados o con al presencia de dos piezas distintas con idéntico uso. entre las decoraciones tenemos que destacar la presencia de incisiones sobre el cuerpo o pequeñas acanaladuras señalando la transición del labio al cuerpo. sus diámetros oscilan entre los 3 y 8.5 cm y se elaboran mayoritariamente en cocciones oxidantes no faltando ejemplares reducidos.

en este subtipo encontramos ejemplos para el trabajo desarrollado sobre la cerámica común del vertedero de la C/ Constantino (alvarado, Molano 1995: 288-289 fig. 9) en los ejemplares de la variante 5 de la forma vegas 17 cuya cronología se encuadra en el tercer cuarto del siglo i d.C. (vegas 1973: 53-54, fig. 18). por otra parte se localizaron elementos parecidos en las instalaciones industriales cercanas al río Anas (Méndez, alba 2004: 314-317, fig. 13 y 15); así como en un barrero (alba 2005: 260-261, fig. 21 y 22) y alfar (alba, Méndez 2005: 391-392, fig. 19, 26 y 30) vinculados al citado área de producción.

c. el tercer subtipo lo conforman doce individuos pertenecientes a tapaderas de gran formato con grosores amplios, factura poco cuidada y tendencia acampanada. sus bordes son engrosados con labios redondeados y como en los demás subtipos y variantes presentan huellas de fuego. referenciamos once individuos fabricados en atmósferas oxidantes con diámetros mayores a 12 cm y donde no es posible señalar variantes. a veces llevan alguna acanaladura poco destacada en el cuerpo marcando la carena hacia la parte alta.

no faltan paralelos localizados en las instalaciones industriales del entorno del río Anas siendo estos más planos y habiendo algunos con un agujero practicado en su cuerpo (Méndez, alba 2004: 314-317, fig. 13).

d. Con siete individuos encontramos un nuevo subtipo que responde a tapaderas de bordes biselados o bífidos generando una protuberancia o división final del labio para el encaje con el recipiente. los únicos ornamentos localizados fueron bandas bruñidas sobre la superficie reductora, o líneas incisas en el cuerpo de las tapaderas.

una serie de piezas presenta perforaciones en sus pomos seguramente para facilitar la salida del vapor. por otra parte destaca un caso llamativo de reciclaje, donde se ha ido retocando el borde hasta dejarlo semicircular, disminuyendo el formato previo que sería mayor.

Cerraríamos este tipo señalando la existencia de tapaderas que imitan las producciones africanas. este es el caso de tres tapaderas de fábrica local con bordes redondeados o desarrollados al exterior, con tendencias tanto rectas como acampanadas, pero con la particularidad de presentar el borde ahumado. estas tapaderas de borde ahumado se podrían agrupar en la variante número 10 de la forma vegas 16, plato tapadera con una cronología i-iii d.C. (vegas 1973: 49-52, fig. 17).

Morteros. este apartado conforma el 12.2% de los individuos ubicados dentro de la cerámica de cocina. encontramos una amplia tipología de formas y procedencias de éstos, pues la práctica totalidad lo conforman elementos exógenos.

A. Morteros de pasta calcárea. Con esta nomenclatura nos referimos a una serie de morteros caracterizados por una pasta blanca u ocre, con desgrasantes de cuarzos con el exterior e interior del mismo color, que algunos autores han identificado como originarios de la Betica aunque macroscópicamente responde a diversas tipologías (pinto 2006). en este grupo incluiríamos dieciocho individuos distribuidos entre las siguientes variantes:

tres de ellos presentan borde en sección triangular, dos más tendrían el borde exvasado y engrosado con labio en reborde interior, otros tendrían el borde moldurado al exterior, para terminar con catorce individuos que responden a un borde en forma de riñón. todos ellos llevarían estriado el interior en su mayor parte a diferencia de los señalados morteros importados que incluyen piedras incrustadas en la superficie de fricción. presentan amplios diámetros y grosores llevando bases anulares. a la espera de estudios arqueométricos planteamos la hipótesis de situar el origen de estas producciones en la Betica.

la primera referencia que tenemos dentro de la amplia bibliografía que han venido generando estos elementos es el trabajo de Mercedes vegas que los agrupaba bajo las variantes 14 y 15 del tipo 7, piezas procedentes de Munigua que presentan una cronología situada en el tercer cuarto del siglo i d.C. (vegas 1973: 28-34, fig. 10).

la misma pasta está bien documentada en Conimbriga (alarcão et al. 1976: fig. 16), Balsa (nolen 1994: fig. 13) y san Cucufate (pinto 2003: 260-262, fig. 165) cuya cronología apuntada por la autora podemos encuadrar desde mediados del siglo i hasta el siglo ii d.C. (pinto 2003: 550-552).

en Augusta Emerita piezas similares fueron ya recogidas en el estudio preliminar llevado a cabo por M. Ángeles sánchez (sánchez 1993: 25-26) precisamente procedentes de “los Columbarios” con un arco temporal comprendido entre

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el siglo i y la primera mitad del ii d.C. individuos semejantes fueron recogidos en la Betica, concretamente en el yacimiento de “los Castillones” en niveles datados en época tiberio-claudia con interesantes paralelos en Munigua, Lacipo, Itálica y sevilla (serrano 1995: 321-234, fig. 4). posteriormente la misma autora señala su aparición en niveles ibero-romanos con paralelos en numerosos yacimientos andaluces (serrano 2000: 111, fig. 27-40).

Morfológicamente los tipos de borde redondeado, arriñonado y entrante son difíciles de distinguir en la primera mitad del siglo i por lo que podemos suponer cierta homogeneidad de origen (Cuaresma 2006: 159). Cronológicamente sabemos que estas importaciones béticas parecen llegar a la Lusitania desde la época tardorrepublicana manteniendo un flujo muy significativo durante el altoimperio (pinto 2006: 179). desde la primera mitad del siglo i y sobre todo durante el siglo ii la influencia de estos productos béticos originará una importante producción de imitación de dichos modelos descendiendo el nivel de las importaciones (Cuaresma 2006: 159).

B. Morteros de posible fabricación local contando con cinco individuos. diferenciaremos por una parte morteros de borde exvasado y sección triangular, y morteros de borde exvasado y engrosado con el labio vertical por otra. estas variantes se caracterizan por estar elaboradas en pastas marrones o rojizas con un tamaño menor a los importados de la Betica y con el interior estriado. las formas se corresponderían con algunos ejemplares recogidos dentro del tipo 7 de vegas cuya cronología abarca el tercer cuarto del siglo i d.C. para los materiales de la Betica (Cuaresma 2006: 159).

entre los paralelos que hemos localizado en la capital lusitana citaremos el vertedero de la C/ Constantino donde señalaron el intento de imitación de los elementos itálicos (alvarado, Molano 1995: 289-290, fig. 10). esta forma está también presente en las instalaciones industriales situadas extramuros en el entorno del río Anas, concretamente en un barrero (alba 2005: 261-262, fig. 24) y alfar (alba, Méndez 2005: 396, fig. 33) asociados a ésta cuya cronología se circunscribe al siglo i d.C.

observamos como en este grupo tiene una procedencia tremendamente rica. donde a los ya señalados morteros béticos debemos añadir un mortero de borde ahumado posiblemente africano y los dramont d 1 y d 2 incluidos en las importaciones itálicas.

Lecheras. a la hora de analizar este tipo cerámico técnicamente podríamos pensar que se trata de un tipo de ollas, pero a la vista de los subtipos y variantes hemos decidido individualizarla en un grupo funcional diferenciado.

A. encontramos ocho recipientes con borde moldurado interiormente para asiento de la tapadera. presentan dos asas de cinta enfrentadas que arrancan del borde y descansan en el cuerpo. estas piezas se caracterizan por llevar una capa de engobe blanco en la boca que en ocasiones se ha perdido. sus labios son normalmente redondeados o ligeramente apuntados. este subtipo ya fue referenciado en el trabajo elaborado sobre el barrero emeritense al que ya hemos aludido (alba 2005: 361, fig. 20).

B. otro subtipo localizado presenta cuello recto, borde exvasado y doblado al exterior, en ocasiones creando un ensanchamiento interior para el asiento de la tapadera. en este caso sólo se ha localizado un individuo y como en el subtipo anterior su característica común es la presencia de la fina capa de engobe blanco en la boca.

c. Finalmente tenemos que indicar la existencia de dos individuos que ejemplifican un subtipo de lechera caracterizado por tener el cuello recto, alto y el borde exvasado con el labio redondeado o ligeramente apuntado.

terminaremos señalando que en todos los casos se dan una serie de caracteres comunes: elaboración bajo una atmósfera oxidante, cuerpo hemiesférico y engobe blanco en su boca tanto en el interior como el exterior, que evitarían que se impregnase la nata saliente fruto de la ebullición. parece responder a una amplia variedad de formatos con diámetros que oscilan entre 4 a los 10 cm.

no nos faltan paralelos etnográficos donde es fácil encontrar piezas destinadas a calentar y conservar la leche engobadas en blanco en su totalidad.

en la capital lusitana ya se recogieron algunos elementos de esta categoría en el vertedero de la C/ Constantino pero agrupadas en este caso bajo la denominación de jarras de boca ancha, con formas similares y el engobe blanco característico (alvarado, Molano 1995: 286-287, fig. 4). los autores destacan como desde el siglo ii d.C. estas piezas se imponen en los ajuares funerarios de Mérida y el alentejo (alvarado, Molano 1995). los primeros trabajos que indican la posibilidad de tratarse de esta categoría diferente son los desarrollados para el material localizado en un barrero y un alfar asociados con las instalaciones industriales situadas extramuros, al sur de la ciudad en el entorno del río Anas (alba 2005: 361, fig. 20) (alba, Méndez 2005: fig. 26 y 29). la cronología de la instalación se sitúa entre los inicios del siglo i y el ii d.C.

cazuela. este tipo está representado por un solo individuo consistente en una cazuela elaborada bajo atmósfera reductora con borde exvasado, engrosado y con el labio redondeado. presenta una franja negra de 5 cm decorando el borde, así como huellas de fuego en su superficie exterior. un posible paralelo de esta pieza lo encontramos entre la

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producción localizada en el alfar situado junto al río Anas en la zona sur de la ciudad (alba, Méndez 2005: 393-394, fig. 30) cuya utilización se inicia en fechas tempranas del siglo i llegando hasta el ii d.C.

Anafre. al igual que en el caso anterior contamos con un solo individuo englobado en los grandes recipientes relacionados con el fuego. se trata de una pieza de gran formato con borde exvasado y labio en sección triangular plano y desarrollado al exterior. Fue elaborada en atmósfera reductora, presenta huellas de fuego en el interior provocada por las brasas que contendría y conserva la sección de uno de los agujeros que permitiría la salida del calor. Como elemento ornamental sólo encontramos acanaladuras en su superficie.

un ejemplar similar al nuestro fue recogido por alvarado y Molano (1993: 293, fig. 18).

cerámica común de mesa (fig. 14 y 15)

este grupo funcional estaría compuesto por el 51.9% de los individuos encuadrados dentro de la cerámica común. es decir, es el grupo mayoritario aunque presente un número menor de fragmentos que la cerámica de cocina.

Botellas. Ésta es la categoría mejor representada con un 38.7% de los individuos. se trata de un grupo no sólo rico en individuos, donde contamos con un total de sesenta y uno elementos, sino también en las formas y en las pastas que como veremos obedece a una tremenda variedad de piezas que mezclan la producción local y la importada.

dentro de esta gran variedad diferenciaremos: A. Botellas de pasta calcárea con engobe ocre amarillento. dentro de este grupo de pasta característico de la Betica

observamos una amplia variedad de subtipos. es el más representativo destacando las botellas de cuello largo y estrecho con borde exvasado y labio redondeado. este está compuesto por dieciséis individuos respondiendo a diversos formatos. también en pasta ocre amarillenta encontramos dos individuos pertenecientes a botellas de boca estrecha con gollete marcado, borde exvasado y labio apuntado. Finalmente un individuo de borde invasado de gran tamaño nos marca un nuevo subtipo en esta pasta tan característica de los diversos productos béticos. algunos ejemplares característicos son los recogidos para la Betica por serrano del yacimiento de los Castillones que la propia autora ubica entre los reinados de nerón y trajano (serrano 1995: 240, fig. 10-90). por otra parte destacaremos algunos ejemplares con la pasta más clara, porosa, de color beige rosáceo que presentan una capa de engobe blanco en su superficie.

B. en pastas posiblemente locales encontramos botellas de borde recto, cuello largo y estrecho y boca moldurada en su interior para el encaje del tapón. este subtipo estaría reprensado por dos individuos. de este subtipo se localizaron elementos similares en el mismo yacimiento en las intervenciones desarrolladas en las áreas de producción del entorno del río Anas (Méndez, alba 2004: 314-317, fig. 10, 13 y 18).

c. Con cuatro nuevos ejemplares encontramos una serie de botellas de pared exvasada e inclinada al exterior. diferenciamos por una parte las botellas de boca ancha y cuello corto troncocónico con incisión bajo el labio y exvasado al exterior, identificadas con la forma 57 de M. Ángeles sánchez y por otra la jarra de boca ensanchada de corto cuello y moldurada para colocar la tapadera identificada por alba y Méndez en el trabajo destinado al alfar situado en el entorno del río Anas (alba, Méndez 2002: 395-396, fig. 33).

d. el siguiente subtipo está representado por dos individuos con borde moldurado con baquetón bien marcado. de este subtipo hemos localizado elementos similares en Augusta Emerita en las intervenciones desarrolladas en el alfar vinculado a las áreas de producción del entorno del río Anas (alba, Méndez 2005: 395-396, fig. 33) cuya cronología abarca desde el comienzo siglo i hasta el ii d.C.

e. distinguimos tres elementos que llevan el borde invasado con el labio redondeado.F. incluimos tres individuos que presentan el borde invasado, y un asa que nace en el inicio del borde presentando labio

entrante.g. las botellas con borde triangular constituyen otro subtipo que estaría representado por dos individuos. h. Finalmente encontramos una botella caracterizada por presentar el borde moldurado tanto por dentro como por fuera

creando una forma concreta para el encaje del tapón.llama poderosamente la atención la abundante cantidad de elementos indeterminados, que al tratarse de diversas

asas y bases fragmentadas podemos contabilizar en veinticinco individuos, que sólo podemos adscribir de forma genérica al grupo de las botellas.

Como hemos podido observar es muy grande la riqueza cuantitativa de variantes. estas piezas ya fueron recogidas por otros trabajos considerándolas jarras de un asa y boca estrecha o ancha (sánchez 1993: 42-50) siguiendo la

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propuesta de Mercedes vegas que consideraba jarras a estos elementos, o jarras de cuello cilíndrico (alvarado, Molano 1995: 287).

desde nuestro punto de vista es más acertado definir estos elementos como botellas ya que presentan una abertura del diámetro de la boca inferior al diámetro del cuerpo, algo ya planteado en su día por Beltrán agrupando las formas vegas 38, 39, 41 y 42 de vegas y la 15 de santrot (Beltrán 1990: 194) que para el caso de la forma 38 evocaba a una forma antigua que había desaparecido a finales del siglo i d.C. (Beltrán 1990: 92).

encontramos ejemplares de esta misma forma en Conimbriga y el alentejo, asociadas en este último a un depósito funerario cuya cronología se sitúa entre Claudio y los primeros Flavios (nolen1985: 44-45).

cuencos. este tipo conforma el 21.2% de los individuos, contando con un total de treinta y cuatro donde la práctica totalidad se corresponde con cuencos de base anular borde exvasado y labio redondeados. según estas características morfológicas encontramos un total de treinta individuos elaborados mediante atmósfera reductora, de los que en un único caso presenta una incisión exterior bajo el labio. Contamos también con dos individuos similares elaborados bajo atmósfera oxidante. un individuo engobado y otro con borde moldurado tanto por dentro como por fuera con doble incisión y labio doblado hacia el exterior, cierran las variantes localizadas en este tipo cerámico.

esta forma de amplia dispersión y cronología ya fue localizada en diferentes lugares de Augusta Emerita y su territorium en trabajos como el destinado al vertedero de la C/ Constantino (alvarado, Molano 1995: 291, fig. 13) cuya cronología se centra en la segunda mitad del siglo i, la necrópolis de santo andré en tumbas de la segunda mitad del siglo i y principios del ii d.C. (nolen1985: 95-97) así como en un barrero (alba 2005: 362, fig. 24) y alfar (alba, Méndez 2005: 394, fig. 24, 25 y 31) de la colonia cuya producción se desarrolla durante el siglo i d.C.

cántaro/cantarilla. este grupo cerámico representa el 11.25% del total de individuos y está compuesto por elementos tremendamente variados. todos son piezas de agua pero la diferencia estriba en el formato de los individuos que se nos pone de manifiesto en el diámetro de la boca. es obligado señalar que encontramos formatos que van desde los 3 a los 9.5 cm donde diferenciaremos cuatro subtipos entre sus dieciocho individuos.

A. el subtipo más representado consiste en cántaros y cantarillas con cuello recto, borde exvasado, labio inclinado al exterior y con un engobe rojo o anaranjado muy poroso recubriendo su superficie. este tipo está representado por seis individuos cuyas variantes dependerán del labio saliente o vuelto, sus diversas inclinaciones y el final del mismo que puede ser redondeado, apuntado o rectangular.

B. a continuación presentamos un subtipo similar al anterior del que hemos localizado tres ejemplares y que presenta idéntica morfología pero carencia de engobe en su superficie.

c. una nueva modalidad representada en este caso por elementos engobados con borde recto y labio apuntado. los diferentes grados de la inclinación del labio así como el final del mismo condicionarán las posibles variantes de estas piezas de agua. Hemos documentado en este apartado tres elementos.

Como en los casos anteriores la fragmentación dificulta definir el subtipo de algunos elementos estudiados agrupando seis individuos indeterminados.

son numerosos los paralelos de estas producciones de agua que ya recogía vegas bajo su forma 43 con una amplísima cronología (vegas 1973: 101-103). podemos encontrarlos en Conimbriga (alarcão 1975: 98 fig. XXvii) y las necrópolis alentejanas (nolen1985: 56 y 60). para la capital lusitana ya fueron incluidas algunas variantes en el apartado destinado a las grandes ollas del vertedero de la C/ Constantino (alvarado, Molano 1995: 291, fig., 14), las instalaciones industriales situadas extramuros en el entorno del río Anas (Méndez, alba 2004: 314-317, fig. 18) así como el alfar (alba, Méndez 2005: 395, fig. 17 y 22) asociado a ésta, cuya cronología se desarrolla a lo largo del siglo i d.C.

Vasos. este tipo cerámico está representado por el 10.6% del total de individuos, presentando los siguientes subtipos: A. vaso de cuerpo globular elaborado en atmósfera reductora con borde más o menos recto, labio apuntado o redondeado

presentando en ocasiones una incisión que marca la carena. Habitualmente en sus variantes podemos encontrar diversas soluciones para el tránsito a la decoración utilizando incisiones, acanaladuras, etc. la práctica totalidad de los ejemplares presentan la superficie bruñida con decoración a ruedecilla. normalmente son vasos de buena calidad que imita formas y decoraciones procedentes de las paredes finas.

B. Hemos localizado un caso consistente en un vaso de características similares al anterior pero con cuello alto y recto, borde exvasado y vuelto al exterior, labio apuntado y carena bien marcada.

c. por último destacaremos un vaso elaborado en atmósfera oxidante con borde recto, ligeramente engrosado y labio redondeado. la carena hacia el cuerpo globular está bien marcada, presentando la superficie exterior engobada.

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debemos anotar la interesante variedad de subtipos y variantes que observamos en estas piezas de fabricación local, en ocasiones con bastante calidad a la vista de los acabados bruñidos o engobados, decoraciones a ruedecilla, delgadez de las paredes no superando los 3 cm así como los diámetros medios comprendidos entre los 3 y los 6 cm.

estas formas están presentes en toda la Lusitania central como demuestra su localización en las necrópolis de santo andré en contextos de época Flavia (nolen1985: 114-115), en Conimbriga (alarcão 1975: 99-100) y en la necrópolis de “el pradillo” fechadas en la segunda mitad del siglo i (del amo 1973: 69, 73, 74, 78 y 86). para el caso concreto de Augusta Emerita fueron referenciadas por M. Ángeles sánchez que la consideraba junto a noleny Mariano del amo una producción local datada desde Claudio hasta el primer cuarto del siglo ii (sánchez 1993: 41). también aparecen recogidos en el vertedero de la C/ Constantino, acentuando su cuidada factura (alvarado, Molano 1995: 291-292, fig. 15).

jarras. este tipo cerámico compone el 10.6% de los individuos de la cerámica de mesa, permitiéndonos diferenciar dos subtipos.

A. el primero de ellos se corresponde con las jarras de boca trilobulada, siendo el más numeroso de los representados al estar compuesto por ocho individuos. se trata de jarras de cuello largo y tubular con borde recto y labio redondeado cuya boca adopta esta curiosa forma al presentar un torsionado pico vertedor. presentan cuello angosto y cilíndrico habiéndose elaborado bajo cocciones reductoras. debemos destacar la diversidad de formatos que encontramos con bocas que varían desde los 2 a los 4 cm de diámetro.

la cronología de este recipiente es controvertida siendo recogida bajo la forma 46 de vegas, ubicadas por la autora por la geografía de todo el imperio entre los siglos i y iv d.C. (vegas 1973: 109-111). Beltrán enumera sus ejemplares 884 y 885 desde la época de Claudio hasta el siglo iv. (Beltrán 1990: 195). está presente en Conimbriga en niveles del siglo i hasta mediados del ii (alarcão 1975: 85, fig., XXv), en contextos poco definidos de las necrópolis del alentejo (nolen1985: 58-59) y en una tumba fechada entre Claudio y vespasiano en Medellín (del amo 1973: 75). Hemos identificado como paralelo un ejemplar emeritense ubicado en el siglo i d.C. (sánchez 1993: 50).

B. un segundo subtipo estaría formado por jarras de boca ancha, con borde engrosado y labio redondeado. presentan un asa que arranca del mismo borde y en ocasiones puede llevar un engobe blanco en su tercio superior. en este caso contamos con tres individuos cuyas asas son de cinta de doble depresión con incisiones en su cuerpo. elementos de este tipo fueron localizados en Augusta Emerita en el alfar situado junto a las instalaciones industriales de la zona sur, en el entorno del río Anas (alba, Méndez 2005: 395, fig. 22), cuya cronología se localiza entre los inicios del siglo i y el ii d.C.

Finalmente debemos incidir en el problema de la fragmentación de estos individuos, que nos ofrecen seis bases que no es posible ubicar en un subtipo concreto.

Platos. diferenciamos diez individuos dentro de esta categoría que conforma el 6.25% de las cerámicas comunes relacionadas con el servicio de mesa. salvo un caso que presenta el borde almendrado, la tipología estudiada se corresponde con elementos elaborados en pasta muy depurada, con cuidadas superficies, en bases simples, planas o anulares, con cuerpo convexo y borde exvasado y labio desarrollado al exterior redondeado o ligeramente apuntado. otras variantes presentan el borde vuelto al exterior practicando una incisión sobre el mismo. esta tipología de platos ha sido documentada para Augusta Emerita en el vertedero de la C/ Constantino integrada en el grupo de las tapaderas (alvarado, Molano 1995: 289, fig. 9). desde nuestro punto de vista se trataría de platos ya que presentan una base plana sin asidero alguno circunstancia que nunca se da en las tapaderas tal y como pone de manifiesto el estudio que hemos efectuado.

en la capital lusitana encontramos a su vez algunos elementos localizados en un alfar altoimperial vinculado a las instalaciones industriales cercanas al río Anas (alba, Méndez 2005: 394, fig. 1) con un arco temporal situado desde los comienzos del siglo i al ii d.C.

Tazas. la aparición de asas de pequeña factura y sección circular nos lleva a considerar la posible existencia de estos elementos en el contexto que presentamos.

Pitorros. sólo un individuo nos indica la existencia de estos elementos, bien conocidos en el yacimiento emeritense. se trata de un pitorro elaborado en pasta calcárea por lo que su procedencia posiblemente se relacione con algún taller de la Betica como a los morteros y botellas citados previamente. Como sucedía con las tazas está representado por un 0.6% del total de individuos de esta categoría funcional.

María Ángeles sánchez en su estudio sobre piezas funerarias completas denomina a esta forma jarra-colador, presentando un filtro en la parte superior. se emplearía bien en el consumo de líquidos, utilizando el filtro para evitar el acceso de los insectos, bien en la preparación de tisanas o infusiones (sánchez 1993: 59). este mismo tipo lo encontramos en formas de cerámica de paredes finas procedentes de Mérida cuya cronología se ha situado en la segunda mitad

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del siglo i d.C. (Mayet 1975: 112-113). debemos señalar que se citan algunos elementos localizados en las necrópolis alentejanas apuntando una cronología entre el 50 a.C. y el 150 d.C. (nolen1985: 61-62, 135) el vertedero de la C/ Constantino de Mérida con una cronología ubicada en la segunda mitad del siglo i (alvarado, Molano 1993: 293-294, fig. 19).

a continuación analizaremos una serie de elementos recogidos dentro de la cerámica relacionada con usos varios tales como la higiene, la preparación de alimentos o el servir como contenedores.

Baños/Barreños. el único aspecto que identifica a estos elementos es su formato. dentro de los baños sólo podemos diferenciar dos individuos caracterizados por tener el borde exvasado y engrosado formando una acanaladura exterior.

Centrándonos en el análisis de los barreños contamos con un total de veintinueve individuos que dada su versatilidad de uso pudieron tener funciones muy variadas. dentro de este tipo podemos diferenciar diversos subtipos:

A. el más representado es el barreño de borde exvasado y engrosado vuelto o inclinado al exterior con labio redondeado. en todos ellos la vuelta del labio, con mayor o menor inclinación dependiendo de las variantes, genera una característica acanaladura exterior. Contamos con once elementos incluidos en este subtipo, encontrándolos elaborados tanto bajo atmósferas oxidantes como reductoras. por lo general presentan sobriedad decorativa destacando en algunos casos la presencia de alguna línea incisa en su parte exterior.

B. Hemos computado seis de diversos tamaños caracterizados por tener el borde engrosado y el labio redondeado, pudiendo presentar la acanaladura a la que hemos hecho referencia anteriormente así como incisiones en su parte exterior. estos subtipos están elaborados en cocción oxidante.

c. representado por dos individuos conocemos un nuevo subtipo con borde exvasado horizontal y labio rectangular. presenta acanaladura en la carena que da paso al cuerpo presentando en ocasiones incisiones en su parte exterior.

d. no falta el subtipo caracterizado por tener un borde reforzado con forma almendrada, bien marcada en el exterior con una incisión y con una acanaladura en la parte superior del labio para asiento de la tapadera.

e. Como único elemento correspondiente a este subtipo encontramos un barreño de forma hemiesférica con el borde exvasado con triple moldura y labio recto, roto por una acanaladura que pudiera servir para el asiento de la tapadera. el hecho de localizar elementos con estas características redunda en la idea de la amplia versatilidad de estos elementos utilizados en la cocina, el almacenaje y la higiene.

aparte de los elementos citados hemos localizado en esta categoría fragmentos pertenecientes a piezas de gran formato decoradas mediante cordones aplicados ornamentados con digitaciones. por otra parte contamos con dos asas torsionadas, la primera posiblemente de baño dado su pequeño grosor, presenta un solo giro mientras que en la segunda perteneciente a un barreño constatamos varias torsiones, aplicándose de forma horizontal al tener una cara plana.

no podemos obviar el problema de la identificación de las bases que no nos permite determinar subtipos, pero que nos ofrece siete individuos más que debemos señalar como indeterminados.

en lo referente a paralelos existen elementos de este tipo en numerosos yacimientos respondiendo a una funcionalidad cotidiana que generaba una fabricación inminentemente local. algunos de los recogidos responden a la forma 12 de vegas (vegas 1973: 39) siendo menos profundos. se localizan en Conimbriga (alarcão 1975: 31-33) y diversos yacimientos de la Betica (serrano 1995: 233, fig. 5) entre otros.

para el caso concreto de los barreños de borde vuelto u horizontal emeritenses encontramos algunos recogidos el vertedero de la C/ Constantino (alvarado, Molano 1995: 285, fig. 2), instalaciones industriales (Méndez, alba, 2004: 314-317, fig. 10, 15 y 16), barrero (alba 2005: 361, fig. 23) y alfar (alba, Méndez 2005: 390-391, fig. 18, 25 y 32) situados al sur de la ciudad junto al río Anas. en este caso la ingente cantidad localizada les ha permitido discernir entre ambas categorías indicando una interesante tipología cuya cronología se iniciaría a principios del siglo i llegando hasta el inicio del ii d.C.

cerámica común relacionada con las actividades comerciales (fig. 16 y 17)

Maceteros. Ésta es otras de las formas que hemos localizado donde contamos con cuatro individuos que representan el 1.6% de este grupo funcional. se trata de piezas abiertas y robustas con pie destacado en cuyo arranque dispone de un orificio de desagüe situado en el cuerpo y no en la base. Formalmente difiere de las tapaderas de gran tamaño en el grosor interno de la base teniendo a su vez ausencia de huellas de fuego. estas piezas ya han sido localizadas en el yacimiento emeritense en un barrero situado al sur de la ciudad en torno al río Anas, situándose entre los elementos comunes destinados a la actividad económica (alba 2005: 361-362, fig. 24). en dicho trabajo se nos indica que llevarían el

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borde engrosado reforzado hacia fuera en forma de t y su uso se centraría en el transplante de especies tanto con fines ornamentales como agrícolas (alba 2005: 363).

en el estudio dedicado a la cerámica común del vertedero de la C/ Constantino se presentaron una serie de tapaderas (alvarado, Molano 1995: 289, fig. 9) que presentan un orificio próximo a la parte superior y que nosotros consideramos maceteros. nuestra observación ha permitido constatar que las tapaderas presentan el orificio practicado en el pomo además de un perfil acampanado, mientras que los maceteros responden a una morfología distinta con rígidos perfiles troncocónicos y su característico agujero situado en su tercio inferior practicándose previamente a la cochura.

se han localizado una serie de ejemplares que presentaban la perforación en la parte central de su base, interpretándose como infundibula (embudos). Éstos facilitarían el trasvase de salsas piscícolas desde las ánforas a recipientes más pequeños, tesis avalada por la localización de grasas de pescado mediante la determinación de sus componentes orgánicos (Bernal, sáez 2006: 196-209).

sin embargo las características morfológicas de los elementos localizados en Augusta Emerita son más próximas a los maceteros referenciados por Barat y Morize para richebourg, Chartres y thillay (1999: 228, fig. nº 32-33; 222 fig. 8 nº 62 y 65).

Pondera. tenemos un total de cuatro individuos de estas pesas que tenían una funcionalidad económica. podemos indicar diversas variantes encontrando formas rectangulares con perforación lateral o perpendicular en su parte alta, así como elementos con forma trapezoidal con perforación perpendicular.

elementos similares, coronados con aspa incisa en algún caso, se han localizado en la colonia emeritense, en un alfar y barrero situados extramuros en torno al río Anas (alba 2005: 363, fig. 24; alba, Méndez 2005: 397-398, fig. 27 y 33).

cerámica de almacenaje y transporte

este apartado está compuesto por dos individuos no representan más que el 1% del total porcentaje que alcanzaría el 4.6% de incluir a las ánforas en el grupo funcional, pero la trayectoria científica las ha individualizado en un grupo cerámico distinto.

dolia. Hemos localizado tan sólo un individuo correspondiente con la forma lattara 23 (lattara 1993: 406) que presenta borde invasado, labio engrosado y redondeado. la cronología propuesta para estos grandes contenedores abarca los dos primeros siglos de nuestra era, tratándose de elementos con panza globular y base discoidal. esta forma fue recogida por otros autores (Beltrán 1990: 262 fig. 1108) destacando para la capital lusitana su hallazgo asociado a un alfar altoimperial situado extramuros junto a la zona sur de la ciudad y con una cronología centrada en el siglo i d.C. (alba, Méndez 2005: 390).

queremos señalar como dato interesante la presencia de un grafito con la marca numeral vii posiblemente alusiva a la capacidad del recipiente.

Orza.se trata de una olla de borde invasado y moldurado, para facilitar el asiento de la tapadera, y labio redondeado. Ha sido incluida en esta categoría cerámica por el gran tamaño que nos apunta su diámetro de la boca de 12.5 cm y un grosor de 2 cm en el borde y 1 cm el cuerpo. esta pieza realizada en atmósfera oxidante tendría como finalidad el almacenaje de diversos productos.

ejemplares similares se han localizado en las instalaciones industriales ubicadas en el entorno del río Anas (Méndez, alba 2004: 314-317, fig. 16) así como en el cercano alfar relacionado con éstas (alba, Méndez 2005: 390).

Varia (fig. 16 y 17)

entendemos este apartado como un aglutinador de aquellas producciones que no podemos encuadrar en las categorías funcionales anteriormente planteadas. este grupo representa el 2% del total de individuos computados. si bien está integrado por un reducido número es tremendamente rico en su variedad tipológica.

Pebeteros. Contamos con ocho individuos caracterizados por tener forma de copa grande con pie alto, hueco por el interior y base en forma de disco. sus superficies están alisadas o en algunos casos cubiertas de un engobe blanco que está casi perdido. el borde se decora con incisiones practicadas en la pasta blanda con un objeto romo. podemos ver como sus superficies presentan huellas de fuego. Formas como estas aparecieron en la C/ Constantino (alvarado, Molano 1995: 392, fig. 16) donde se indica que en todos los casos se decoraban las piezas mediante cordón aplicado y decorado con digitaciones. aunque ya las recogió vegas en su trabajo (vegas 1973: 154-155) indicando una cronología entre

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el siglo i a.C. y el i d.C. María Ángeles sánchez recoge un pebetero emeritense que sin demasiada certeza data en el siglo ii d.C. (sánchez 1992: 70-71).

Fichas discoidales. estos elementos son un característico ejemplo de reciclaje al convertir bases desechadas en fichas discoidales de distintos tamaños, posiblemente empleadas para juegos, aspecto muy llamativo del modus vivendi romano. es evidente el afán por alisar el borde de las piezas aportando el característico retoque en estos tres ejemplares. Hemos de poner estas piezas en relación con los abundantes juegos de tablero (ya sea grabado o portátiles en soportes como la pizarra) muy célebres y atestiguados tanto a lo largo de la época altoimperial (Barraca 2001: 94-96) como en la tardoantigüedad (aguado et al. 2001: 139-140).

Miniaturas. en este grupo incluimos una serie de elementos de muy reducido tamaño y cuidada factura. en concreto dos boles en cocción oxidante, con borde exvasado y prolongado al exterior con labio ligeramente engrosado y redondeado y una base simple de botellita de cuerpo globular. ambas piezas han sido interpretadas como juguetes dado su reducido tamaño. numerosos autores han abordado la materia, por ello conocemos ejemplos de miniaturas en bronce como “los juguetes de palencia” (Barraca 2001: 92-93) o de cerámica (salza prina ricotti 1995: 53-54) aunque no ha quedado clara su funcionalidad al apuntarse su posible relación cultual.

Finalmente y con el único fin de enriquecer el estudio del contexto seleccionado debemos indicar la existencia de algunos elementos incluidos dentro de los materiales de construcción. se trata de un total de tres individuos identificados con una tubería de cerámica común de tendencia redondeada e interior dejado en basto y dos tegulae. no es extraño localizar en la colonia la producción de elementos de esta categoría cerámica junto a cerámicas comunes o cerámica de paredes finas. un ejemplo de ello lo tenemos en los caños para el agua elaborados en las instalaciones industriales situadas extramuros (Méndez, alba 2004: 314-317, fig. 14).

cOnSideRAciOneS A eXTRAeR deL eSTUdiO deL MATeRiAL

a modo de conclusión debemos analizar dos aspectos fundamentales. por una parte las que podríamos extraer del material analizado y por otra las alusivas a la ausencia de contextos augusteos en la capital lusitana.

en primer lugar podemos señalar que la ingente cantidad de material estudiado, donde hemos analizado mil novecientos dos fragmentos correspondientes con un total de setecientos diecisiete individuos, nos aporta un contexto cerrado que nos ofrece una extraordinaria variedad de categorías cerámicas, tipos, subtipos y variantes. proporcionalmente es drástica la mayoría de elementos pertenecientes a la cerámica común con un 73.9% de los individuos, número que se incrementa al añadirle las producciones comunes que hemos diferenciado (ánforas e importaciones). a ésta siguen las diferentes cerámicas de mesa donde las lucernas constituyen el grupo mayoritario representando el 2% del total de individuos.

dentro de la cerámica de mesa iniciábamos el estudio abordando la terra sigillata itálica donde las formas Conspectus 4.4.2 y 29.1 nos apuntaban una cronología amplia entre la época augustea y flavia.

Continuábamos nuestro repaso con los numerosos hallazgos de terra sigillata sudgálica, donde sus mayoritarias formas lisas drag. 18 a, drag. 24/25B, drag. 27 B, drag. 15 a 1, drag. 15 a 2 y drag. 29 B, unido a las formas decoradas drag. 29 B y drag. 37 a y al hallazgo de los sellos mANduILmA, OF.L·AP y ·>Vi· podrían apuntarnos un arco temporal situado entre los reinados de tiberio y domiciano con una especial incidencia durante el segundo y tercer tercio del siglo i d.C.

en cuanto a la cerámica de paredes finas encontramos un conjunto bastante uniforme donde las formas Mayet XXi y Mayet XXv nos proponen una cronología comprendida entre los reinados de augusto y tiberio. si a ello añadimos las formas Mayet XXviii, Mayet Xli, Mayet XXviii B ubicadas entre la época tiberio-claudia y el final del siglo i, las Mayet Xliv imperantes durante la segunda mitad del siglo i, y las “cáscara de huevo” Mayet XXXiv, confirmamos la adscripción de este grupo cerámico a un arco temporal encuadrado por el reinado de tiberio y el final del siglo i.

una vez cerrado el primer apartado con las cerámicas pintadas de tradición indígena iniciaríamos el análisis de la cerámica procedente de otros ámbitos. dentro de esta categoría hemos identificado una lucerna deneauve vg cuya cronología se sitúa entre el 25 y el 100 d.C., lo que unido a los fragmentos de dressel 14 y dressel 11 nos confirma una cronología para este grupo comprendida entre el reinado de augusto y la época flavia.

por último abordamos la cerámica común donde hemos distinguido siete grupos funcionales. el primero de ellos está dedicado a las producciones importadas donde entre las formas itálicas hemos localizado platos de eirp de las formas goudineau 15 y 19 e imitaciones de estos cuya cronología abarca el periodo comprendido entre el reinado de tiberio y

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los últimos Flavios. los hallazgos emeritenses del vertedero de la C/ Constantino apoyan esta propuesta al ubicarse en la segunda mitad del siglo i d.C. (alvarado, Molano 1995: 294).

un claro ejemplo de la acumulación de vertidos a lo largo del tiempo en este tipo de contextos lo encontramos en el hallazgo de morteros dramont d 1 con una cronología comprendida entre la época republicana y la primera mitad del siglo i y el dramont d 2 vigente desde el reinado de tiberio hasta los primeros antoninos.

para el caso del extenso grupo de la cerámica común de fabricación local hemos diferenciado una serie de categorías funcionales diferenciando en primer lugar la cerámica de cocina. Ésta está compuesta por diversos subtipos de ollas, tapaderas, lecheras, anafres, cazuelas y morteros. un segundo grupo comprendería la cerámica de mesa contando con botellas, vasos, cuencos, cántaros/cantarillas, jarras, platos, tazas y pitorros. los barreños y baños se incluyeron en un grupo caracterizado por elementos que se utilizan en la higiene pero también en el almacenaje y preparación de los alimentos así como las actividades industriales que estuvieron representadas por maceteros y pondera. Finalmente la cerámica de almacenaje y transporte donde incluimos las orzas, y dolia daría paso a un último grupo funcional que agrupa varias producciones no adscritas a los grupos anteriores, enumerando pebeteros, fichas discoidales y miniaturas. una breve reseña a los materiales de construcción cerraría este complejo apartado.

Como podemos observar la riqueza tipológica es notable, habiendo una buena representación de tipos y subtipos. podría llamarnos la atención la escasez de cazuelas y la ausencia ungüentarios. parece ser que las cazuelas de eirp y demás elementos destinados a la preparación de los alimentos no precisarían un mayor número de cazuelas locales mientras que no nos parece extraña la carencia de los segundos al asociarse, hasta el momento, a contextos funerarios.

en la práctica totalidad de los casos se han identificado diversos paralelos recogidos en diversas intervenciones desarrolladas en Augusta Emerita. Éstas son el vertedero de la C/ Constantino (alvarado, Molano 1995: 281-294) cuya cronología se ajustaba a la segunda mitad del siglo i como hemos referenciado (alvarado, Molano 1995: 194) y el área industrial formada por cinco hornos (Méndez, alba, 2004), barreros (alba 2005) y alfar asociado a éstos (alba, Méndez, 2005) localizados extramuros al sur de la ciudad, concretamente en el entorno del río Anas. todos ellos tuvieron una vigencia circunscrita al siglo i d.C., muy en consonancia con los datos que nos ofrecen cronológicamente el resto de materiales de este contexto.

Mayor complejidad presentan los morteros donde se identifican una de serie de elementos de procedencias alóctonas que a priori hemos localizado en la Betica. el estudio preliminar llevado a cabo por M. Ángeles sánchez (sánchez 1993: 25-26) recoge piezas similares con una cronología comprendida entre el siglo i y la primera mitad del ii d.C. a esta propuesta cronológica podemos añadir el hallazgo de individuos similares en el yacimiento de “los Castillones” propios de época tiberio-claudia con interesantes paralelos en Munigua, Lacipo, Itálica y sevilla (serrano 1995: 321-234) y la posterior proliferación de imitaciones en la Lusitania desde la primera mitad del siglo i y sobre todo durante el siglo ii d.C. (Cuaresma 2006: 159) conllevando el descenso y cese de las citadas importaciones. la mayor abundancia numérica de los morteros importados en nuestro contexto unido a la convivencia con algunas imitaciones locales confirma la fechación del mismo en el siglo i d.C. algo similar podría suceder con las botellas de pasta calcárea, donde encontramos paralelos béticos datados entre los reinados de nerón y trajano (serrano 1995: 240) y los pitorros cuya pasta se asemeja a estas producciones ubicándose a través de paralelos en la segunda mitad del siglo i d.C. (Mayet 1975: 112-113; sánchez 1993: 59; alvarado, Molano 1993: 293-294).

Cronológicamente las ausencias de producciones de terra sigillata hispánica y africana unida a la destacable representación de terra sigillata sudgálica nos muestra la inexistencia de alteraciones en el contexto situándonos en una propuesta comprendida en el siglo i d.C. siendo especialmente intensa desde el reinado de tiberio hasta la época flavia.

el proceso constante de deposiciones que vive un vertedero condiciona nuestro contexto apuntándonos una cronología relativamente amplia, por ello localizamos material augusteo junto a otros elementos que llegan hasta época Flavia.

el problema de los contextos augusteos en Mérida

posiblemente Augusta Emerita sea uno de los yacimientos peninsulares donde más intervenciones arqueológicas se han desarrollado en los últimos decenios. entre los años 2001 y 2005 el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida ha llevado a cabo en la ciudad un total de seiscientas sesenta y tres intervenciones arqueológicas de las que doscientas una han consistido en excavaciones arqueológicas en diferentes puntos de la colonia5. estas cifras son realmente abrumadoras en cuanto a la recuperación de contextos pero el hecho de no contar con material augusteo a la vista del alto número de

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intervenciones señalado, podría inducir a desconfiar de la fundación augustea de la ciudad. esta idea ha sido seguida por algunos investigadores tanto retrayéndola en el tiempo y proponiéndola como fundación cesariana entre el año 48 y 44 a.C. momento en el que se crearía un praesidium militar en este lugar (Canto 1989: 196-202), como prolongándola en el tiempo y vinculando su fundación a la presencia de agripa en Hispania entre el 19 y 18 a.C. (Marqués de Faria 1998: 166).

no obstante la propuesta de fundación emeritense en el año 25 a.C., atribuida a publio Carisio a partir de la mención expresa que se realiza en una serie de monedas, sigue siendo la defendida por la mayor parte de investigadores a la vista de la información arqueológica que nos impide encontrar edificios o cultura material anteriores al año 15-16 a.C. (Mateos 2001: 185).

Como comentábamos esta teoría se apoya básicamente en la fuente Historia Romana (53, 25, 2) por dion Cassio (155-235 d.C.) y en la que se indica que terminada la guerra con los cántabros y astures, augusto licenció a los soldados más veteranos concediéndoles la fundación de la ciudad. dichos veteranos a los que alude la palabra “emerita”, una vez señalado el solar y trazadas las calles se asentarían próximos al río procediendo a levantar la ciudad (sáenz de Buruaga 1976: 19 y 27), cuya urbanización conllevaría un amplio periodo de tiempo que debe calibrarse a la hora de valorar la información que hasta ahora hemos recuperado.

Contamos con una serie de contextos que podemos situar en época augustea que o bien nos han llegado arrasados o fueron amortizados en momentos posteriores. este es el caso de las viviendas y vías atribuibles a la etapa fundacional que se han determinado en el área arqueológica de Morerías. sabemos que las primeras viviendas de los colonos tenían modesta factura con un zócalo de mampostería sin empleo de cal (priorizándose ésta para las obras públicas) y alzados de tapial. los restos recuperados fueron muy escasos y dispersos pues en el siglo i d.C. fueron sustituidos por potentes muros de argamasa edificando viviendas más sólidas en las que aún predominaba el tapial (alba 2004: 72) lo que explica la ausencia de contextos propios de esos espacios fundacionales. algo parecido sucede con las vías donde se ha observado que en la etapa fundacional, una vez marcados los espacios viarios y delimitadas las manzanas residenciales fueron utilizadas provisionalmente. así pues, aunque se trazaron contando con las medidas que mantendrían durante siglos no se empedraron funcionando como caminos de tierra batida y tosca machacada. en fases posteriores se procedería a pavimentarlas con dioritas, labor que se haría simultáneamente a la acometida de las cloacas (alba 2001: 402-403). Como en el caso de las viviendas no contamos con material asociado a niveles constructivos de esta fase provisional ya que serían amortizados por la calzada definitiva.

una situación muy similar se ha documentado, como se expuso al inicio, en el solar de “los Columbarios”, cuyo vertedero se ha presentado aquí. el espacio funerario fundacional, inicialmente caracterizado por enterramientos de incineración asociados a un acotado del que se conservó una cimentación de cantos rodados y parte del alzado de tapial. del mismo momento es la tumba monumental de granito de niger, la tumba de voconio padre y el edificio de la familia julia. este espacio es posteriormente monumentalizado construyéndose una vía que amortizó parte de las estructuras anteriores y que organizó la nueva área funeraria. en un momento muy próximo temporalmente todo el espacio es obliterado por un potente vertedero (Márquez 2006: 127-133).

por otra parte los estudios epigráficos nos permiten situar la inauguración del teatro emeritense en el año 16-15 a.C. gracias a los hallazgos descubiertos en los paradoi de acceso a la orchestra (garcía iglesias 1973: 44-45). si a éstos añadimos las monedas fundacionales que se han localizado en la ciudad, las fuentes documentales y los restos arqueológicos que hemos puesto de manifiesto resulta irrefutable la fundación augustea de la capital lusitana.

la gestión arqueológica del patrimonio y el alto índice de intervenciones llevados a cabo en la ciudad probablemente podría proporcionar en un futuro, quizás no lejano, depósitos funerarios y áreas de habitación pertenecientes a las primeras generaciones que proyectaron, construyeron y habitaron Augusta Emerita.

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Figura 1. Situación de los contextos funerarios más antiguos localizados hasta el momento en augusta emerita: A. Anfiteatro, B. Teatro romano, C. Tabarin y D. Área funeraria de Los Columbarios.

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Figura 2. Planimetría de detalle del área funeraria de Los Columbarios: Edificios de los Vaconios, de los Julios y de Níger.

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Figura 3. Planimetría de la primera ocupación documentada en el solar de “Los Columbarios”.

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Figura 4. Plano de situación de la vía con sus dos superficies y el edificio de los Vaconios que amortiza estructuras anteriores.

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Figura 5. Localización del vertedero documentado en el sector sur del área funeraria de “Los Columbarios” y que ha aportadoel material necesario para la elaboración de este trabajo.

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Figura 6. Relación porcentual de los NTF y NMI documentados entre las categorías cerámicasdistinguidas entre el material recuperado. Cerámicas de mesa, lucernas, ánforas y cerámicas comunes.

Figura 7. Relación porcentual de los distintos tipos diferenciados dentro de la cerámica de fina: T. S. itálica, T. S. Sudgálica, T. S. Hispánica, Lucernas, cerámica de paredes finas, cerámica pintada y terracotas.

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Figura 8. Sellos de terra sigillata sudgálica localizados en el contexto estudiado.

Figura 9. Composición fotográfica de las orlas y discos decorados entre las lucernas de volutas documentadasen la ue. 53 del vertedero del área arqueológica de los Columbarios.

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Figura 10. Diferenciación del material anfórico en función de su procedencia: A. Ánfora Itálicas y tarraconenses, B. Ánforas béticas y C. Ánfora de la isla de Cos.

Figura 11. Relación porcentual de los distintos tipos diferenciados dentro de la cerámica comúnexpresados para el NTF y el NMI.

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Figura 12. Materiales cerámicos documentados dentro de la cerámica común de cocina: Ollas, tapaderas, lecheras y morteros.

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Figura 13.Composición fotográfica compuesta por los subtipos y variantes incluidos dentro de la cerámicacomún de cocina: morteros, lecheras, tapaderas y ollas.

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Figura 14. Materiales cerámicos documentados dentro de la cerámica común de mesa: Botellas, cuencos, plato, vasos y jarra.

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Figura 15. Composición fotográfica compuesta por los subtipos y variantes incluidosdentro de la cerámica común de mesa.

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Figura 16. Materiales cerámicos documentados dentro de la cerámica común destinada a la higiene, las relaciones comerciales y varia: Barreños, maceteros y pebeteros.

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Figura 17. Composición fotográfica de los subtipos incluidos dentro de la cerámica común destinada a la higiene, actividades comerciales y elementos varios: barreños, fichas discoidales, macetero, miniatura y pebetero.