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Trabajos y ensayos
Número 13 (enero de 2011)
ISSN: 1887-5688
Publicación del Máster Universitario y del Doctorado en Estudios Internacionales.
Departamento de Derecho Internacional Público,
Relaciones Internacionales e Historia del Derecho UPV/ EHU
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Los Prismas de la Lucha Transnacional Indígena Gabriel Andrés Arévalo Robles
1. INTRODUCCIÓN
En la última década se ha observado un creciente interés por comprender las causas y
progresos de la lucha indígena en el ámbito internacional y los impactos que ésta ha tenido en los
Estados nacionales. Aunque no podemos hablar de una masiva literatura, sí podemos afirmar que
no es poca y que ya constituye un escenario particular de estudio.
Esta particular literatura ha privilegiado ámbitos y enfoques de estudio que ponen de
manifiesto las variadas formas de abordaje del tema: “evolución” y transformación del Derecho y
las Instituciones Internacionales en materia de derechos indígenas, acciones de diplomáticos
indígenas en escenarios internacionales, formación y articulación de redes transnacionales de
actores no-estatales a favor de la causa indígena, movilización de la política de la identidad e
impacto de las acciones indígenas en los ordenamientos legales del Estado nacional. Todo esto
filtrado por autores que provienen o toman preeminencia del constructivismo, el liberalismo, el
postestructuralismo, los estudios postcoloniales o la teoría sociojurídica (entre otros) y que no sólo
se enmarcan en los Estudios Internacionales sino también en la sociología, la antropología, la
historia y los estudios intermultidisciplinarios1.
1 Una corta revisión señala que los principales trabajos han sido: a. temas jurídicos sobre la “evolución” del Derecho Internacional en temas Indígenas como los de a) J. Anaya, Los pueblos indígenas en el derecho internacional, Editorial Trotta, Madrid, 2005; R. Stavenhagen y C. Charters, (ed) El Desafio de la Declaracion: historia y futuro de la Declaración de la ONU sobre Pueblos Indígenas, Copenhague, Iwgia, 2010; b) estudios centrados en estudiar el transnacionalismo indígena a través del activismo indígena internacional y la conformación de redes transnacionales basadas en la defensa de los Derechos Indígenas: R. d. Costa, A higher authority: indigenous transnationalism and Australia, UNSW Press, Sydney, 2006; A. Brysk, De la tribu a la aldea global: derechos de los pueblos indígenas, redes transnacionales y relaciones internacionales en América Latina, Ediciones Bellaterra, Barcelona, 2009; F. Morin, R.S.U. Santana, Lo transnacional: instrumento y desafío para los pueblos indígenas, Ediciones Abya-Yala, Quito, 2003; c) Sobre un creciente campo de estudio
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La riqueza de este panorama es el propósito de este artículo. Para ello presentaré algunas
posturas referentes al emergente “cuerpo académico” que está interesado en estudiar la relación
entre la lucha transnacional de los pueblos indígenas y los escenarios internacionales a través de
tres líneas de estudio: el campo jurídico, el transnacionalismo indígena y la conformación de las
redes transnacionales y la crítica a la confianza del naciente cuerpo jurídico internacional de los
Derechos Indígenas. Aunque resulta imposible mostrar todos los matices, observar las distancias
entre posturas resulta una sugerente invitación a refinar y profundizar los estudios sobre esta
temática, evaluar las ganancias y retrocesos de la lucha indígena y comprender las formas que
adquiere el poder para mantener su patrón de dominación/explotación en el campo de la
conflictividad.
2. CONSENSO Y NATURALEZA JURÍDICA DE LOS DERECHOS INDÍGENAS
En el campo jurídico encontramos un valioso trabajo que centrado en la evolución de las
teorías del Derecho Internacional pretende demostrar la instalación de una serie de principios y
consensos sobre los Derechos Indígenas. El trabajo de James Anaya2 constituye un generoso
sobre lobbys internacionales, Diplomacia Indígena y Diplomacia de los Pueblos: Á. Santamaría, Redes transnacionales y emergencia de la diplomacia indígena: un estudio a partir del caso colombiano, Universidad del Rosario, Bogotá, 2008; J. M. Beier, Indigenous diplomacies, Palgrave Macmillan, New York, 2009; Documentos emitidos por la Academia Diplomática Plurinacional de Bolivia: Aprendiendo Nuevos Protocolos: El Akhulli, La Hoja de Coca en la Diplomacia de los Pueblo, Ministerio de Relaciones Exteriores, La Paz, 2009 y El Apthapi. El "Banquete Indígena" en la Diplomacia de los Pueblos, Ministerio de Relaciones Exteriores, La Paz 2009; d) Relacionado con posturas críticas y postcoloniales sobre el Derecho Internacional en temas indígenas y el movimiento indígena: B. Rajagopal, El derecho internacional desde abajo: el desarrollo, los movimientos sociales y la resistencia del tercer mundo, ILSA, Bogotá, 2005; B. S. Santos y G. Rodríguez, El derecho y la globalización desde abajo. Hacia una legalidad cosmpolita, Ediciones Anthropos, Bogotá, 2007; e) Sobre una versión clásica de abordaje desde las teorías de los Movimientos Sociales en escenarios internacionales: S. Marti Puig, “Sobre la emergencia e impacto de los movimientos indígenas en las arenas políticas de América Latina” en Etnicidad, autonomía y gobernabilidad en América Latina, S. M. Puig y J. M. Sanahuja, (eds.); Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2004; e) Desde el enfoque de los Movimientos Sociales y su amplio espectro resulta de gran importancia la creciente literatura en el corazón de los Andes suramericanos: R. Gutiérrez y F. Escárzaga, (eds.), Movimiento indígena en América Latina: resistencia y proyecto alternativo, vol. 1, Universidad Nacional Autónoma de México, México D. F., 2005; R. Gutiérrez y F. Escárzaga, (eds.) Movimiento Indígena en América Latina: resistencia y proyecto alternativo, vol. 2, Mexico D. F., Universidad Autónoma Metropolitana, 2006; R. Prada Celcoreza, Subversiones Indígenas. CLACSO, 2008; R. Zibechi, Dispersar el poder: los movimientos como poderes antiestatales, Preguntes Urgentes, La Paz, 2007; Á. García Linera, La potencia plebeya: acción colectiva e identidades indígenas, obreras y populares en Bolivia, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2008. Un libro de anterior producción a los citados y que describe con detalle la denominada “cuestió indígena”: J. Bengoa, La emergencia indígena en América Latina, Mexico, Fondo de Cultura Económica, 2000. Este breve panorama deja por fuera muchos estudios pero precisamente nos muestra la relevancia que ha venido tomando la acción indígena en los escenarios internacionales. 2 J. Anaya, Los pueblos indígenas en el derecho internacional, Madrid, Editorial Trotta, 2005.
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estudio histórico al respecto de dicha inserción en el tradicional y cerrado escenario internacional.
Anaya sostiene dos tesis que se corresponden. La primera tesis es la constitución de un conjunto
de normas internacionales que reflejan un consenso por parte de los Estados y las instituciones
internacionales sobre lo que es considerado legítimo sobre los pueblos indígenas. La segunda tesis
afirma que ese consenso ha conducido a un tipo de obligación que no resulta solo moral para los
Estados, sino jurídica, es decir, que hay una tendencia a sentar un derecho consuetudinario
internacional que progresivamente deberá filtrar el ordenamiento jurídico de los Estados. El
consenso y su consecuente naturaleza jurídica de tipo consuetudinaria constituyen un cuerpo
jurídico importante e inexistente apenas hace medio siglo, siendo las tesis fundamentales que
desarrolla en su libro.
El consenso al que se refiere Anaya no significa que los Estados acepten todas las normas o que la normativa y sus instrumentos se encuentren plenamente desarrollados, sino que precisamente, anclado en el concepto de legitimidad, explica que hay un cuerpo general, un acervo de principios que cada día se instala en el derecho internacional por medio de documentos oficiales firmados por Organismos Internacionales que logran crear un manto de legitimidad por vía de la aceptación.
La teoría jurídica explica que el derecho consuetudinario es una fuente principal en la constitución del derecho internacional y en general, en la formación del derecho a nivel estatal. El derecho consuetudinario se forma de hechos que se repiten sobre una materia y que con el tiempo van adquiriendo una fuerza vinculante. En este caso, el consenso repetitivo de los Estados en escenarios internacionales sobre los derechos de los pueblos indígenas hace tránsito a este tipo de normatividad internacional. Para Anaya, las normas del derecho consuetudinario surgen “cuando Estados interesados y otros actores dotados de autoridad convergen en un entendimiento compartido sobre los contenidos de las normas y generan expectativas de comportamiento futuro en sintonía con tales normas”3. El emergente derecho internacional en materia de los derechos indígenas se vería expresando en declaraciones, convenios, conformación de grupos de trabajo oficiales, foros de debate, agenda en las cumbres regionales y mundiales y en la ratificación de documentos internacionales en las leyes estatales y en casos jurisprudenciales4.
3 J. Anaya, op. cit., p. 103. 4 Al respecto de normatividad y jurisprudencia internacional sobre Pueblos Indígenas y relacionadas: Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas (2007); Convenio N.º 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes (1989); Convenio N.º 107 de la OIT sobre poblaciones indígenas y tribuales (1957); Declaración y Plan de acción de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las formas conexas de Intolerancia (2001); Declaración sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales o étnicas, religiosas y lingüísticas (1992); Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las expresiones culturales (2005);
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A mi parecer, uno de los elementos interesantes es su dialogo histórico con las teorías
jurídicas del Derecho Internacional sobre los Pueblos Indígenas que respaldan las tesis
mencionadas. El principio de esta historia jurídica data de la conquista de América con la
aparición de dos figuras relevantes, Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria, un primer
iusnaturalismo caracterizado por un cuestionamiento de la legalidad y legitimidad sobre el
“Nuevo Mundo”. Lo clave como antecedente jurídico son las afirmaciones positivas sobre la
racionalidad de los indios que los convertiría en sujetos de derecho y dominio sobre sus tierras.
No obstante, este iusnaturalismo no sería del todo consecuente, pues como adicionará Francisco
de Vitoria, “no [s]eran [los indios] aptos para formar o administrar una República legítima en las
formas humanas y civiles”5. Pese a las críticas que De las Casas y Vitoria puedan suscitar, Anaya
considera que el Derecho Internacional en el campo de la cultura jurídica relativa a los pueblos
indígenas le debe parte a la escolástica medieval europea6.
La segunda etapa del iusnaturalismo puso sobre el derecho internacional y las poblaciones
indígenas un corte definitivo a su protagonismo y a la posibilidad de convertirse en sujetos
jurídicos. Desarrollándose a la par de la Paz de Westfalia (1648) que instauró al Estado moderno
como actor principal y único en el sistema internacional, el iusnaturalismo dio el paso de un
código moral universal a uno de tipo bicéfalo que dividió los derechos en los naturales del Estado
y los naturales de los individuos. Vale la pena recordar, a manera de ilustración, que Thomas
Hobbes (1588-1679) consideró que los hombres vivían en un estado de naturaleza antes de
convertirse en una sociedad civil representada por el Estado. Este salvaje estado de naturaleza fue
un punto central para comprender a las demás sociedades del planeta, en particular la referente a
los pueblos indígenas. En consonancia, bajo la rúbrica del Derecho de Gentes (S. XVIII)7 dedicó
sus esfuerzos a estudiar las relaciones entre las naciones y Estados, sus derechos y obligaciones, y
no contempló asociaciones humanas diferentes dejando por fuera de la historia jurídica a los
Convención Internacional sobre la represión y el castigo del crimen de Apartheid (1973). Sobre Jurisprudencia internacional algunos casos representativos: Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, 2007; Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay, Fondo, Reparaciones y Costas, 2006; Caso de la Comunidad Moiwana vs. Surinam, Interpretación de la Sentencia de Fondo, Reparaciones y Costas, 2006; Caso Comunidad indígena Yakye Axa Vs. Paraguay, Interpretación de la Sentencia de Fondo, reparaciones y Costas, 2006; Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay. Fondo Reparaciones y Costas, 2005; Caso de la Comunidad Moiwana Vs. Suriname, Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, 2005; Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni, Excepciones Preliminares, 2001. 5 Citado en J. Anaya op. cit., p. 43. 6 Ibidem, p. 40. 7 El suizo Emmerich deVattel (1714-1769) es considerado como uno de los máximos exponentes del Derecho de Gentes y Principios de la Ley Natural (1758).
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pueblos indígenas. Esta idea aún en desarrollo vino a tomar cuerpo en el siglo XIX bajo el
pensamiento positivista.
El positivismo jurídico al caracterizar el sistema internacional como básicamente estatal
puso sello a la exclusión de los pueblos indígenas como sujetos internacionales. Señala Anaya que
el positivismo definió al derecho internacional como aquel que sólo se interesaba por los derechos
y obligaciones entre Estados y la defensa de su soberanía. Los Estados quedaron a cargo de los
individuos y la estatalidad en el derecho internacional dependió del reconocimiento por parte de
los Estados europeos o de ascendencia europea. La división de Estado/individuo permitió articular
un derecho estatal o interno y un tímido derecho internacional relegado a los Estados.
Este cuadro jurídico-político nos acompaña más o menos hasta la II Guerra Mundial y hasta
la descolonización de África y Asia donde comienza a existir un tímido giro que deriva en el
inicio del consenso y la naturaleza jurídica planteadas en las tesis de James Anaya.
Las tesis del consenso del derecho internacional sobre derechos indígenas y su naturaleza
jurídica vienen acompañadas de un tipo de giro a mediados del siglo XX que siguió a la
elaboración de la Carta de Naciones Unidas. Anaya sostiene que tanto las posturas de la
democracia occidental como las derivadas del marxismo al criticar el colonialismo europeo
crearon un nuevo contexto internacional. La descolonización derivó en la formación de nuevos
Estados independientes, y aunque trajo críticas a la lógica depredadora del progreso y la
explotación colonial, no consideró formaciones de sociedades anteriores y tampoco enfrentó las
fronteras administrativas coloniales. La legitimación del Estado como forma organizativa
mantuvo a las poblaciones indígenas ancladas a la tutela estatal y, por ende, los derechos humanos
se mantuvieron dentro de la lógica Estado/individuo. Sin embargo, afirma nuestro autor, por la vía
institucional y conceptual de los Derechos Humanos, se comienza a ganar posiciones en la agenda
internacional sobre los derechos de los pueblos indígenas.
La segunda mitad del siglo XX será testigo de los desarrollos jurídicos internacionales en
dicha temática. En términos generales podemos ver tres puntos jurídicos a gran escala. El
Convenio 107 de la OIT en 1957, el Convenio 169 de la OIT de 1969 y la Declaración de las
Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas en 2007. El Convenio 107 de la OIT
en 1957 “sobre poblaciones indígenas y tribales”8 nació como resultado de una serie de estudios y
reuniones de expertos que señalaron la vulnerabilidad de los trabajadores indígenas. Aunque no
8 Convenio 107 de 1957 - OIT, Relativo a la protección e integración de las poblaciones indígenas y de otras poblaciones tribales y semitribales en los países independientes.
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tuvo fuerza en el consenso internacional se convertiría en el antecedente del Convenio 169 de la
OIT de 1989 que durante casi veinte años fue un referente internacional al respecto de las
poblaciones indígenas hasta la Declaración de 2007. Anaya sostiene que entre estos Convenios y
la Declaración se desarrollaron una serie de procesos determinantes, seguido de Resoluciones de
Naciones Unidas9, estudios y diálogos con diferentes actores indígenas, estatales y no-estatales, y
un ambiente de gran protagonismo de las ONG a favor de la causa indígena y de los movimientos
indígenas en el escenario internacional antiguamente reservado sólo para los Estados. La
Declaración de Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas de 2007 constituiría
la evidencia del consenso sobre las normas relativas a los pueblos indígenas.
Para James Anaya, este desarrollo histórico-jurídico del derecho internacional presenta un
punto de inflexión en el momento en que la versión estatalista se “debilita” e ingresan actores no
estatales portadores de nuevos contenidos que abren el escenario mundial y permiten crear de
forma específica un núcleo inicial pero determinante sobre los derechos de los pueblos indígenas.
Aunque después Anaya va a desarrollar un cuidadoso debate jurídico sobre los principales
conceptos en disputa del actual derecho internacional y del entonces proyecto de Declaración de
Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas, para nuestros fines las tesis sobre
el consenso de los principios en materia de derechos indígenas y su posterior naturalización
jurídica son en teoría internacional las ideas fuerza que explicarían el actual momento de los
pueblos indígenas en la sociedad internacional.
Si bien estamos ante un particular fenómeno en materia jurídica internacional surgen las
siguientes preguntas: ¿Cómo se presenta este desarrollo jurídico desde la perspectiva de la acción
transnacional del movimiento por los derechos indígenas?, ¿cuáles serían las precauciones o
alertas sobre un tipo de romantización al respecto de la favorabilidad del derecho y el sistema
internacional sobre los pueblos indígenas? y ¿la construcción de nuevos cuerpos jurídicos e
incluso la inserción de muchos principios en las legislaciones de los Estados sobre los derechos
indígenas constituye un cambio en la lógica de exclusión del sistema westfaliano, hoy de corte
neoliberal?
9 Para James Anaya, la Resolución del Consejo Económico y Social de 1971 de las Naciones Unidas autorizando a la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías en Naciones Unidas a realizar un estudio sobre el “problema de la discriminación contra las poblaciones indígenas” fue un punto de inflexión que determinó el trabajo al interior de la organización sobre los pueblos indígenas y la definición del contexto internacional para la actual consecución de los escenarios ganados por los pueblos indígenas.
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3. LAS REDES Y EL TRANSNACIONALISMO INDÍGENA
Anotaba Toni Negri10 que el derecho es una expresión de los fenómenos políticos que
acaecen en el escenario mundial, pero precisamente no dejan de ser la punta del iceberg de los
fenómenos que deben ser observados en profundidad con el objetivo de no caer en
provincialismos analíticos. La experiencia ha mostrado que los desarrollos jurídicos suelen estar
más rezagados en relación a las transformaciones sociales siendo las instituciones jurídicas las
más reticentes al cambio. Con el objetivo de revisar el tema de los derechos indígenas más allá del
mismo derecho, veremos dos enfoques que intentan explicar el surgimiento del actual contexto
internacional sobre la causa indígenas desde la perspectiva de los actores y sus relaciones con
otros actores y en los escenarios internacionales.
El primer enfoque lo abordaremos bajo la rúbrica de lo que Ravi de Costa concibe como
Transnacionalismo Indígena11. Haciendo un relectura histórica de la lucha de los pueblos
aborígenes australianos, de Costa observa que su acción se ha dirigido más allá de las fronteras
del Estado nacional debido a la imposibilidad de resolver sus problemas con la administración
local. Considera que el transnacionalismo es un viejo fenómeno que antecede al Estado nacional
moderno y que puede observarse en las relaciones sostenidas entre los pueblos aborígenes más
allá sus propias comunidades. Este fenómeno se desarrolla gracias a la movilidad, el comercio y la
comunicación de las comunidades y demuestra que el Estado nacional no da cuenta de la totalidad
de la experiencia humana, aunque mantenga un poder importante sobre ella.
De Costa presenta en su libro un extenso recuento de dicho transnacionalismo indígena
desde antes de la llegada del Imperio británico a las costas de la actual Australia y sus islas y la
forma en que a través de la historia se ha acudido a traspasar las “fronteras” estatales y no
estatales para dar cuenta de la defensa del territorio y el uso y apropiación de los recursos
naturales por medio de protocolos de movilidad, prácticas de intercambio y redes de trabajo. Va a
entender que el Estado nacional australiano es un espacio entrecruzado por ideas, valores y
normas que han surgido en otros lugares, de manera tal que la cuestión nacional australiana es
también parte del activismo indígena transnacional y de las tensiones generadas dentro y fuera de
sus fronteras. Utilizando la figura de Higher Authority, De Costa dirá que los pueblos indígenas
han apelado a los poderes externos para contener a las autoridades coloniales y nacionales para
hacer escuchar sus reclamos. Así, la figura Higher Authority constituye una manifestación 10 T. Negri y M. Hart, Imperio, Barcelona, Paidos, 2005. 11 R. d. Costa, A higher authority: indigenous transnationalism and Australia, Sydney, UNSW Press, 2006.
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ideológica e institucional del orden moral universal de gran relevancia que ha permitido por
medio de organizaciones e instituciones internacionales propagar una conciencia y soportar los
valores sobre las poblaciones indígenas y sus derechos.
El enfoque del libro es fundamentalmente descriptivo y constituye un gran acervo de datos
cronológicos sobre el activismo indígena australiano. Aunque en una revisión del citado libro,
Carlos Salzani12 afirmará que su argumentación más débil es el desarrollo teórico sobre la
identidad, considero que De Costa deja más vacíos al no delimitar su enfoque sobre la concepción
metodológica de lo histórico, que es central en su trabajo y en la conceptualización misma de lo
que entiende por sistema mundial y que debería servir como parámetro para definir lo que es y no
es el espacio-tiempo de lo transinternacional. No obstante, la invitación de Ravi de Costa a
trascender la experiencia del activismo indígena del Estado es sugerente y motivante para los
estudios en esta temática y nos permite enlazar con la siguiente postura.
Alison Brysk desde una visión construccionista de los movimientos sociales y
constructivista de las relaciones internacionales desarrolla su estudio afirmando que los
movimientos sociales fundados en la identidad pueden reescribir las relaciones de poder del
sistema internacional13. Sostiene que los movimientos indígenas al usar símbolos, llamamientos y
reconstrucciones normativas de las fuerzas transnacionales establecieron una forma novedosa de
hacer política, lo que en la actual globalización conlleva que “como David y Goliat, los pueblos
tribales de repente se enfrentan con los Estados, los mercados y misiones que quieren aplastarles.
Lo que resulta sorprendente es el hecho de que sus escasos triunfos provengan del arsenal mismo
de Goliat”14.
¿Qué escenario permitió el creciente activismo indígena en la arena internacional? ¿Cómo
el movimiento indígena ha logrado insertarse en el escenario internacional? y ¿cuáles son sus
logros y retos? Serán las preguntas que intentará responder en su trabajo. De manera sucinta
intentaremos presentar sus argumentaciones acudiendo a dos de sus variables: la caracterización
del sistema internacional y la fundamentación del movimiento indígena en la actual globalización.
Alison Brysk considera que en la actual consolidación de una comunidad política global la
12 Una crítica similar realiza Carlo Salzani preguntándose qué parte de su argumentación explica las relaciones indígenas y la movilidad antes de la colonización europea. Crítica que me parece coherente con una ausencia de definición de lo que sería para el autor el sistema mundial. Colloquy text theory critique 13 (2007). Monash University. www.colloquy.monash.edu.au/issue13/decosta.pdf. 13 A. Brysk, De la tribu a la aldea global: derechos de los pueblos indígenas, redes transnacionales y relaciones internacionales en América Latina, Barcelona, Ediciones Bellaterra, 2009. 14 A. Brysk, op cit, p. 22.
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persuasión moral proporciona las condiciones de eficiencia para el surgimiento de un movimiento
indígena global. Esto significa que en la medida que el sistema internacional ha creado nuevos
vínculos institucionales —organizaciones internacionales, mercados integrados y redes
transnacionales— que privilegian la información y la comunicación, ha permitido el acceso al
poder de nuevos actores articulados y promovidos por la identidad. El sistema internacional para
Brysk obedece a un tipo de globalización que favorece la creciente relevancia cultural y política
de las interconexiones internacionales. Este escenario da relevancia a lo sociocultural de las
prácticas transnacionales que usan la información en las luchas nacionales e impacta las
relaciones internacionales al enviar su mensaje al pueblo global.
Este sistema internacional dinámico e inestable es constituido por tres esferas que se cruzan
entre sí: interestatales, intermercantiles e intersocietales. Estas esferas vinculan a Estados,
organismos multilaterales, empresas, instituciones financieras internacionales, individuos,
comunidades religiosas, epistémicas, ideológicas y étnicas. Tres esferas que están constituidas por
significados e identidades que se mueven constantemente y que luchan por mantener y adecuarse
a los retos de la coexistencia e interacción.
Los movimientos sociales, al ser portadores y creadores de significados, crean, articulan y
expresan nuevas identidades que entran en juego con dichas esferas modificando las normas
internacionales. Las herramientas de poder de los movimientos sociales serían las imágenes,
modelos, hechos y mensajes que se instalan en el sistema internacional por medio de mecanismos
de persuasión convencionales —como la negociación— y otros como la interrupción del orden.
Basándose en el trabajo de Keck y Sikkink sobre redes transnacionales, Brysk establece que los
mecanismos más usados de influencia son: a) las palancas, haciendo uso de las alianzas con
agentes externos más poderosos; b) la estrategia de la información como canal de influencia que
vincula directamente con su identidad; c) la rendición de cuentas, obligando a las autoridades a
respetar los compromisos adquiridos e inspirando a los movimientos a una lucha por el
reconocimiento internacional; d) la política simbólica, que privilegia a individuos carismáticos y
refuerza los mensajes que incluyen llamamientos normativos15.
Brisk considera que la lucha indígena en este escenario se define bajo una política étnica
entendida como la identidad que se forma en el tiempo y que incluye elementos estratégicos y
simbólicos. Las identidades constituyen construcciones sociales simbólicas que nacen de la
articulación del movimiento social funcionando como cohesionadoras del mismo. Los 15 A. Brysk, op cit, p. 50.
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movimientos indígenas obedecen a esta categoría ya que se caracterizan por tener un nombre
común, unos mitos fundacionales comunes, recuerdos y territorios históricos compartidos,
vínculos culturales-lingüísticos y un sentido de la solidaridad16. La identidad se articula en la
valoración de la diferencia con otras corrientes civilizatorias. Su particularidad consiste en que no
reclama fundar una patria o un Estado, sino que señala un desafío pluralista —no totalitario— que
el movimiento indígena articula a sus tácticas y metas. Podemos decir que para Brysk, la
identidad del movimiento indígena le ha permitido entrar en juego con las esferas del sistema
internacional y acumular algunos de sus logros.
Como se puede notar, el movimiento indígena se basa en una política étnica que busca
modificar algo en el sistema internacional posmoderno. Según Brysk esta articulación del
escenario internacional se ubica en la década de los sesenta y setenta con las campañas de
denuncia internacional que contaron con la fuerza y apoyo de comunidades académicas, la iglesia
y la posterior formación de organizaciones no gubernamentales. La transición a la democracia de
los años ochenta en América Latina, la formación de intelectuales indígenas urbanos, la mayor
presencia de ONG, misioneros, periodistas, ecologistas y representantes de la cooperación
internacional en sus territorios, permitió articular un tráfico del pueblo global hacia el pueblo
tribal y después una relación del pueblo tribal hacia el global. Esta articulación que se expresa en
las esferas de la globalización y su particular lucha étnica basada en la información y
comunicación, es lo que habría permitido construir un movimiento transnacional por la defensa de
los derechos indígenas.
Fiel a sus tres esferas, Alison Brysk dirá que en la esfera interestatal, las comunidades
indígenas pueden ejercer sus demandas a la identidad y la autonomía en contra del Estado por vía
de la internacionalización y que, a su vez, el Estado es convencido por la sociedad internacional
para cambiar sus percepciones sobre el clásico interés nacional. Una conclusión que de alguna
manera desconoce algunas posturas del movimiento indígena (por ejemplo el Katarismo) donde
su lucha no se basa en que el Estado los trate mejor, sino precisamente en ir más allá del Estado,
de sus fronteras territoriales, políticas y culturales. En este caso hablamos de una lucha para el
ablandamiento y sensibilización del Estado moderno sobre temas indígenas.
En la esfera del mercado su conclusión es una cierta ambigüedad entre lo perjudicial que
pueden ser las lógicas del mercado y la forma en que la movilización indígena puede convertir a
la identidad en una entidad mediadora por vía de la inserción de sus actividades productivas con 16 A. Brysk, op cit, p. 54.
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un sello, marco o significado de lo indígena. En este caso, la identidad concibe un estatus que
puede cambiar las reglas del mercado para que pueda ser vendida mejor. Este ambigüedad es muy
interesante porque pone en juego un respeto por lo sagrado, el cuidado a los recursos naturales y
la cosmovisión indígena pero se cuestiona indirectamente si existe un afuera del mercado. En la
esfera intersocietal, basada en la información y la conducción discursiva de las identidades, el
cruce de esferas deja abierta una valiosa cuestión, a mi parecer más táctica que estratégica al
movimiento, pues en la sociedad civil los actores que la componen (si pueden agruparse en esta
categoría) no tienen ni el mismo estatus, ni representan los mismos intereses, donde claramente el
PNUD, IWGIA, USAID o COICA, CAOI17, entre muchos otros, significan, luchan y representan
intereses muy dispares.
Los desarrollos de Alison Brysk constituyen una rica aplicación constructivista y
construccionista detallada que al relacionar el movimiento indígena, las relaciones internacionales
y su creciente activismo deja entrever los retos de estudiar a profundidad este “emergente”
fenómeno como herramienta de trabajo para todos los actores inmersos en este “campo de
batalla”, en particular, para la formulación de agendas y estrategias del movimiento indígena en el
escenario global. Sin embargo, las preguntas que surgen son mayores que sus respuestas, algo que
puede observarse con nuestra siguiente postura aunque vista desde otro ángulo teórico.
4. EL DERECHO INTERNACIONAL DESDE ABAJO
Los trabajos de corte postcolonial, postoccidental o decolonial han tomado fuerza sobre
diferentes temáticas afirmando la necesidad de dar un giro sobre la perspectiva en la que se
analizan y evalúan los procesos globales. En particular tomando la idea de poder, resistencia,
subalterno, colonizado, etc., han puesto, cada uno desde su propia argumentación, un enfoque
sobre el sujeto que sufre la experiencia colonial, la articulación de esa colonización en diferentes
procesos como el desarrollo y la lucha contra el terrorismo y las formas de resistencia que
moldean el sistema mundial generalmente ignoradas por la academia.
El estudio que presentaremos es el de Balakrishnan Rajagopal quien sostiene que el derecho
y el sistema internacional sólo pudieron y pueden formarse en contra de la subalternidad y
modificarse en razón de su resistencia. Rajagopal considera que las disciplinas han olvidado el
17 PNUD-Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo; IWGIA-International Work Group for Indigenous Affairs; USAID-United States Agency for International Development; COICA-Coordinadora de las Organizaciones Indigenas de la Cuenca Amazónica; CAOI-Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas.
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discurso y práctica del desarrollo que formaron las instituciones internacionales y el derecho
internacional y las prácticas subalternas que al enfrentarse a este desarrollo dieron forma al actual
derecho internacional. Lo subalterno en su libro va a ser definido como Tercer Mundo, un lugar
que puede ser difuso por las críticas que suscita esta categoría, pero que de manera sencilla le
permite definir ampliamente los lugares geográficos, políticos, económicos, sociales y culturales
víctimas de la expansión europea. Este concepto encierra desde los Estados periféricos hasta los
movimientos sociales.
Rajagopal sostiene (consecuente con su postura postcolonial) que los estudiosos del derecho
internacional han olvidado la perspectiva de lo subalterno en la construcción de la historia ligado a
temas como la civilización y el desarrollo de gran relevancia en la formación de las instituciones
internacionales. Al contrario de lo que los positivistas creen, hay una recíproca relación entre el
desarrollo (como discurso de progreso y modernización de las sociedades periféricas), las
instituciones internacionales, el derecho internacional y su constante lucha entre el Tercer Mundo
y las entidades del poder mundial.
La tesis de Rajagopal es que la justificada resistencia del Tercer Mundo ante el desarrollo
modifica el sistema internacional cuando el poder, al intentar tramitar la resistencia, crea
instituciones internacionales para controlarla y darle trámite, haciendo a su vez que el derecho
internacional se modifique mientras se adecua a las nuevas necesidades.
¿Qué pasa cuando el poder-resistencia chocan y cómo se modifica el derecho internacional
y las instituciones internacionales? Rajagopal dirá que cuando se lucha se producen unos efectos-
instrumento que no siempre son los deseados, es decir, que la respuesta del poder crea efectos que
se vuelven instrumentos que pueden favorecer o no la lucha. Son, tomando a Foucault, las
consecuencias no buscadas de la crítica. Esto lo llama el efecto-instrumento, es decir, la
ambigüedad en la que las acciones de los subalternos pueden ser vistas como “fracasos” y
“triunfos” al mismo tiempo.
Para mayor claridad, podríamos decir que hay una relación entre resistencia y renovación,
pues la resistencia y el poder no son estáticos, precisamente se mueven, se adecuan, se moldean
unos a los otros. Dirá Rajagopal: “la relación entre renovación y resistencia es un aspecto central
del derecho internacional. Los espacios democráticos usados por los movimientos para su lucha
contra el discurso dominante también están imbricadas y hacen parte de la producción de ese
mismo discurso”; y referente a los efecto-instrumentos dirá que “los efectos son en sí y al mismo
tiempo instrumentos de lo que resulta ser un ejercicio de poder. Estos efectos no buscados, han
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probado ser tan importantes como los efectos buscados. Estos efectos-instrumento han dirigido la
expansión del derecho internacional”18.
Tomando cuatro hechos históricos de poder-resistencia tratará de mostrar la coherencia de
su tesis: El Sistema de Mandato de la Sociedad de Naciones, el Nuevo Orden Económico
Internacional (NOEI) de la década de los setenta, el giro de las Instituciones de Bretton Woods
hacia la pobreza, el medio ambiente y la equidad y la agenda de la Democracia y los Derechos
Humanos en la década de los noventa. Veamos las principales características de estos hitos
históricos para poner en evidencia sus principales argumentos.
El Mandato de la Sociedad de Naciones fue conocido por la entrega de territorios y
poblaciones del Imperio alemán y antiguas provincias del Imperio otomano a las potencias
vencedoras de la I Guerra Mundial para su administración y en algunos casos, para el apoyo
civilizatorio de la eventual independencia. El Mandato en su esencia sostuvo lo siguiente:
“Los principios siguientes se aplicarán a las colonias y territorios que, a consecuencia de la
guerra, hayan dejado de estar bajo la soberanía de los Estados que las gobernaban anteriormente y
que estén habitados por pueblos aún no capacitados para dirigirse por sí mismos en las condiciones
particularmente difíciles del Mundo moderno. El bienestar y el desenvolvimiento de estos pueblos
constituye una misión sagrada de civilización, y conviene incorporar al presente Pacto garantías para
el cumplimiento de dicha misión”.
“El mejor método para realizar prácticamente este principio será el de confiar la tutela de
dichos pueblos a las naciones más adelantadas, que, por razón de sus recursos, de su experiencia o
de su posición geográfica, se hallen en mejores condiciones de asumir esta responsabilidad y
consientan en aceptarla…”19.
¿Qué elementos encuentra Rajagopal para desarrollar sus argumentos? Primero asume que
este hito representa el antecedente del tránsito del colonialismo al desarrollo y al conjunto de
instituciones internacionales que se crearán e instalarán en el escenario internacional después de la
II Guerra Mundial y que se encargarán del comercio y el desarrollo hasta la democracia y los
derechos humanos.
Bajo esta iniciativa ocurrieron varios procesos de gran valor para la “evolución” de la
administración internacional en el siglo XX. El primero de ellos fue la invención de la idea de
bienestar de los nativos y la consecuente moralización de la civilización que se amparó en el 18 B. Rajagopal, El Derecho Internacional Desde Abajo: El desarrollo, los movimientos sociales y la resistencia del Tercer Mundo, Bogotá, ILSA, 2005, pp. 104-105. 19 Apartes del artículo 22 del Tratado de Versalles, 28 de Junio de 1919. Cursiva propia.
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derecho de tutela de las potencias sobre la periferia del mundo bajo el eslogan de la “delegación
sagrada de la civilización”. La intensión resulta para Rajagopal evidente, la búsqueda de
incorporar los territorios no occidentales al sistema económico mundial evitando disputas entre
los poderes coloniales y viendo las ventajas que conllevaba transformar a los nativos en sujetos
económicos en vez de seguir por la clásica vía de la explotación, siempre y cuando se asegurara el
interés económico de los poderes coloniales.
Este proceso se fue convirtiendo en el antecedente de la profesionalización e institución del
desarrollo como disciplina y práctica política después de la II Guerra Mundial. La Comisión al ser
encargada de recoger datos, informes y estadísticas comparadas de las diferentes regiones fue
sentando las bases del gobierno global y quitando el peso administrativo colonial por medio de la
delegación progresiva a una red de agencias: “ello marcó una importante innovación puesto que la
oposición pública doméstica al colonialismo había minado los fundamentos morales de los
imperios coloniales, estos últimos estaban deseosos de encontrar una forma alternativa de
disponer de la administración de esos territorios que les permitiera seguir manteniéndolos abiertos
al comercio y la explotación”20.
El desarrollo del Mandato por la Comisión Permanente de Mandatos fue creando
“estándares” sobre la idea del bienestar que fueron el anclaje y consolidación de la distancia entre
la “realidad” de los pueblos incivilizados y los civilizados. Estos estándares se convirtieron en un
antecedente relevante para la reproducción de las instituciones internacionales porque finalmente
les dio la razón de existir, crecer y consolidarse. De tal manera concluye Rajagopal que teniendo
como centro las nuevas condiciones después de la I Guerra Mundial y la necesidad de las
potencias por gestionar su realidad local y al Tercer Mundo, el sistema internacional crea
instituciones internacionales para la consolidación de un derecho internacional basado en la
administración colonial. Así “la experiencia práctica del sistema de mandato en la recogida y
análisis de datos comparados y sin la evolución de una nueva ciencia de la administración, las
instituciones internacionales no podrían haber asumido el papel global que jugaron en el
desarrollo del Tercer Mundo tras la Segunda Guerra Mundial. El derecho internacional que
acompañó dicho proceso fue el precursor del derecho internacional que viró hacia el
pragmatismo, el funcionalismo y el institucionalismo después de la II Guerra Mundial”21.
20 Ibidem, p. 79. 21 Ibidem, p. 89.
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El segundo hito histórico fue el Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) que tuvo el
efecto paradójico de expandir y reforzar las instituciones internacionales como aparatos de
administración del Tercer Mundo y consolidar el derecho internacional en dicho sentido. Acuñada
esta expresión en la VI Asamblea de las Naciones Unidas en 1974, el NOEI representó las críticas
de los Estados del Tercer Mundo sobre las reglas de funcionamiento de la economía internacional.
Aunque suele tacharse de fracaso la iniciativa, para Rajagopal, la relación efecto-instrumento y
renovación-resistencia se hacen evidentes.
El cuestionamiento que la teoría de la dependencia hizo a las desiguales relaciones de
centro-periferia terminó reforzando la idea de desarrollo y subdesarrollo ya que nunca cuestionó
la misma idea del desarrollo. Debatía la dependencia pero compartía la mentalidad colonialista de
reformar y redimir a las masas. Pese a ello, señala nuestro autor que los “éxitos” y “fracasos” son
relativos a la resistencia-renovación que conllevó a ganar escenarios y declaraciones como la
Carta sobre Derechos y Deberes Económicos de los Estados (1974) que proporcionó estándares
en cuestiones como la nacionalización, las asociaciones de productores y acuerdos comerciales
preferenciales. Por fuera de Naciones Unidas, el Tercer Mundo continúo su ofensiva en las
conferencias del Movimiento No Alineado (MNA) y del G-77 y los intentos por establecer
instituciones internacionales más favorables. Los efectos-instrumentos de este acontecimiento
histórico muestran la respuesta de las potencias a la resistencia: “la dinámica de las instituciones
internacionales y del derecho internacional se explica mediante su habilidad interna para generar
el impulso para su propia reproducción, para construir su propio ‘campo de realidad’, más que a
través de un análisis funcionalista o de orientación política exclusivamente”22.
La misma lógica de los efectos-instrumentos y de la resistencia-renovación pueden
observarse más adelante en las Instituciones Bretton Woods (IBW), conocidas por la influencia
sobre las políticas económicas y financieras de los países del Tercer Mundo y por ser el referente
de la lucha de los movimientos sociales que las señalaron masivamente como las responsables de
las desigualdades en los territorios periféricos.
De forma sintética diremos que las IBW para las décadas de los setenta y ochenta ya no se
encontraron con una aglomeración de Estados, sino con un escenario candente y problemático de
campesinos, mujeres, medioambientalistas, activistas de los derechos humanos, pueblos
indígenas, activistas religiosos, entre otros, que desafiaron la lógica económica y política. ¿Qué
sucede entonces? La resistencia se encuentra con una respuesta que insertó dentro de la propia 22 Ibidem, p. 123.
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agenda Bretton Woods las consignas de la lucha popular: la pobreza, el medio ambiente y la
equidad.
Según Rakagopal, la resistencia-renovación consistió en una especie de negociación
compleja derivada de la tensión, donde el intento de gestionar la resistencia hizo que las
instituciones internacionales y el Derecho Internacional tuvieran que modificarse. “La afirmación
básica ha sido que son los procesos mediante los cuales las IBW han tratado con esa resistencia y
no tanto la resistencia en sí, lo que demuestra la centralidad de la resistencia en la formación de
las agendas institucionales cambiantes de las IBW. En concreto, la invención de la pobreza y del
medio ambiente como ámbitos de intervención muestra cómo la resistencia del Tercer Mundo
alimentó la proliferación y la expansión de las IBW, y cómo simultáneamente en ese proceso, la
resistencia del Tercer Mundo viene moderada y controlada”23. Los tratadistas suelen referirse a
esta nueva agenda como resultado de una postura funcionalistas de las IBW de aprendizaje
gradual y no una respuesta a la resistencia. Esta dialéctica entre resistencia y cambio institucional
apenas ha sido reconocida.
El último hito histórico que trata de la resistencia-renovación nos coloca a las puertas del
movimiento por los derechos indígenas por vía de los derechos humanos que tiene que ver con la
agenda del desarrollo y la democracia posterior a la Guerra Fría. La tesis de Rajagopal es que la
democracia reemplazó a la modernización, “si la teoría de la modernización estaba basada en la
idea del atraso económico del Tercer Mundo, la teoría de la democratización está basada en el
atraso político”24. El resultado de este proceso se evidencia en relaciones internacionales de una
nueva cultura política de legitimidad basada en derechos humanos, nuevo régimen económico
privado en las áreas del comercio y las finanzas con implicaciones en la soberanía; nuevas
nociones de sostenibilidad y uso de recursos naturales y una vasta red de actores internacionales
estatales y no estatales como la sociedad civil.
La democratización y no la democracia se volvió el centro de trabajo de las instituciones
internacionales, fundamentalmente amparadas en los términos de los Derechos Humanos. La
gestión de la geopolítica mundial y de la resistencia es articulada bajo los conceptos de Paz,
Democracia y Desarrollo. En este sentido, para Rajagopal, la adecuación de los discursos es la
respuesta a las tensiones globales y la nueva administración del colonialismo que inició en el
Sistema de Mandato.
23 Ibidem, p. 124. 24 Ibidem, p. 166.
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Las operaciones de paz y los procesos de apoyo a la democratización han servido para
incrementar la presencia de las instituciones internacionales en los ámbitos locales, aumentar el
presupuesto militar y promover intervenciones para “apoyar” a los Estados fallidos o aquellos
nuevos o restaurados. De manera tal “si la descolonización fue la precursora de la modernización,
la democracia es la precursora de la globalización neoliberal”25.
Este panorama histórico que hemos presentado lo más general posible y que escapa a
detalles importantes nos permite entrar al tercer eje propuesto al inicio de este documento:
cuestionar la confianza que por vía de los Derechos Humanos se ha instalado en el cuerpo jurídico
internacional de los Derechos Indígenas. Como ya se puede intuir, hablar de un triunfo de los
derechos indígenas debe ponerse entrecomillado. Si resulta cierta la tesis de efecto-instrumento,
¿hasta dónde ha sido un triunfo la proclamación de los derechos indígenas por parte del
movimiento indígenas y hasta donde el derecho internacional y las instituciones han gestionado la
resistencia? La respuesta es doble, en efecto las instituciones internacionales han administrado la
resistencia de alguna manera, pero también la resistencia ha logrado ganar posiciones y avanzar
en diferentes frentes de lucha.
Lo primero que debemos anotar es que la creación del cuerpo de derechos indígenas ingresa
a través de los Derechos Humanos que se ha ido especializando por la relativa apertura del
sistema internacional. Alisons Brysk señalaba que lo que modificaba el sistema internacional era
el cruce de las esferas del mercado, la sociedad civil y las relaciones interestatales, dando un cierto
tipo de racionalidad funcional al sistema. Como hemos visto, Rajagopal se apartará de esta tesis
porque considera que es la lucha y no la racionalidad de los significados lo que permite cambiar el
derecho internacional.
El discurso de los derechos humanos ha sido un camino innegable para la resistencia del
Tercer Mundo y en particular de los derechos indígenas pero a su vez ha sido convertido por las
instituciones internacionales y el derecho internacional en el discurso y praxis oficial de la
resistencia. ¿Cómo dichas instituciones ha logrado aprovechar el discurso de los derechos
humanos como una resistencia oficial? Los internacionalistas afirman que la lucha de los derechos
humanos es la lucha por la democratización occidental, convirtiéndolo en un triunfo de la
racionalidad del sistema y no de los subalternos. A su vez, al ignorar las concepciones de la lucha
de los movimientos sociales sobre el territorio, la autodeterminación, la autonomía y la identidad,
el poder logra llenar de contenido moderno las luchas que quieren ir más allá de la modernidad. 25 Ibidem, p. 267.
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Rajagopal señala que esta estrategia no es nueva, sino la vieja práctica de representación de lo que
es “mejor” para el Tercer Mundo manipulando de sus demandas. Rajagopal llama la atención
sobre la oficialización de la resistencia por considerarla una renovación del poder, el producto
efecto-instrumento no deseado. No descarta que los derechos indígenas constituyan un “triunfo”
pero a su vez reconoce que hacen parte de una forma de gestionar la lucha del movimiento
transnacional por parte de las instituciones internacionales.
Concluye Rajagopal afirmando que las instituciones y el derecho internacional
proporcionan un espacio para la resistencia. Los movimientos sociales se convierten en actores
creadores de la realidad internacional a través de la resistencia que a su vez implica su propia
transformación. Sin embargo, queda en el aire una sensación de encierro en la que la resistencia se
mantiene de alguna forma gerenciada por el poder. ¿Hasta dónde la resistencia juega
indirectamente a fortalecer el poder? ¿De tanto resistir y ensanchar el poder puede reventarse
definitivamente las formas de dominación-gestión? Supongo que estos debates se irán resolviendo
con los trabajos que tanto la teoría postcolonial como sus críticos realizan al entendimiento de la
formación y consolidación del sistema internacional.
5. RETOS A MANERA DE CONCLUSIÓN
Este creciente “cuerpo académico” viene consolidándose y nutriendo de reflexiones al
movimiento social, esto indudablemente es un punto valioso. Precisamente por ser un trabajo
incipiente, es inevitable que los retos más que las conclusiones aparezcan de inmediato. Con la
presentación de cinco retos a manera de conclusión cierro el presente documento.
El primer reto de corte metodológico hace referencia a los saberes que se ponen en juego a
la hora de estudiar estas temáticas. Un tema como la lucha indígena hace necesario poner en juego
saberes que la decimonónica comunidad académica deja fuera, estos son los saberes indígenas.
Los estudios sobre la frontera, el Estado nacional, el desarrollo, entre muchos otros, no ponen en
juego bases para interpretar el mundo como la relacionalidad, complementariedad,
correlacionalidad y reciprocidad andina, una matriz de pensamiento y cosmovisión valiosa para
estudiar y ubicar horizontes en el sistema mundial. Veamos un ejemplo.
La frontera para un estudioso de las relaciones internacionales se ancla en la soberanía
estatal moderna y esto le permite definir lo interno y lo externo del sistema internacional. Desde el
pensamiento y lucha indígena esto no tiene el mismo valor. Pablo Mamani afirma que las
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comunidades ancestrales al rememorar simbólicamente la unión del cuerpo de los líderes indios
de Tupac Katari y Bartolina Sisa hablan de un nuevo espacio-tiempo que a la vez de rememorar el
territorio del Tahuantinsuyo plantea un reto geopolítico de la lucha indígena. Con esto dirá que el
territorio en el cual se plantea la acción de los movimientos no son las fronteras nacionales sino
los antiguos espacios descuartizados por la conquista de España y sostenidos por las Repúblicas.
Esta visión geopolítica de la resistencia y del poder es un llamado a nombrar y hacer la historia
desde contextos simbólicos y sociopolíticos diferentes y existentes en el pensamiento indígena. La
reconstitución de los cuerpos es diseñado en base a la mitología andina de la serpiente, anfibio
que no muere fácil y si muere revive dentro de la tierra. El sentido radica en la referencia de la
lucha y los levantamientos indígenas que se instalan en la comprensión de las montañas de los
Andes como una serpiente que culebrea por debajo de las Repúblicas de Bolivia, Perú, Ecuador,
Chile, Colombia y parte de Argentina. En el referente de la lucha andina la idea del Estado
nacional es apenas secundaria. Como señala Mamani “sostenemos que a través de estos procesos
de lucha simbólica y conceptual hay una re-emergencia de una historia invisible y litigante frente
a la republicana y modernidad/colonialidad dominante. La reconstitución de Katari-Sisa, y la
narrativa-concepto de la wiphala como territorios de saberes prácticos y conceptuales, es una
nueva “lucha epistémica”, “simbólica” y “política””26.
El segundo reto tiene que ver con el concepto de la multiculturalidad, los Estados y el
derecho internacional. Alison Brysk mostraba que la modificación de las constituciones
nacionales a favor del reconocimiento de los derechos indígenas era un logro. No obstante, la
presión en la década de los noventa sobre las modificaciones constitucionales tiene más que ver
con la instalación del paradigma de la democratización y la gobernanza. Es evidentemente un
avance en la lucha del movimiento indígena, pero hay que reconocer que nadie está buscando que
el Estado y las instituciones internacionales reconozcan la diferencia, algo que ya resulta ridículo,
sino que se reconozcan las formas de poder que amparadas en la diferencia han marginado y
marginan a los pueblos indígenas, afro y la mayoría mestiza. El Estado reconoció la diferencia de
manera banalizante a cambio de establecer una aceptación por parte de los movimientos indígenas
dentro de sus paradigmas modernos de gestión política y administrativa de la realidad. Podemos
decir que un estudio al respecto tiene que considerar las tensiones entre lo multicultural
—reconocimiento banalizante de lo diferente— y la interculturalidad —como el reconocimiento y
26 P. Mamani, "El Katari-Amaru Como Territorios Epistémicos. Los Andes Vértebra Civilizatoria Del Sur Del Mundo", Revista Willka, La Paz-El Alto, 2010, p. 13.
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transformación de las relaciones de poder basadas en la idea de raza que articularon un patrón de
poder global. ¿Hasta donde estarían dispuestas a llegar las instituciones internacionales al
respecto?
El tercer reto tiene que ver con las redes trasnacionales por los derechos indígenas (ONG,
Iglesia, redes, colectivos de abogados y profesionales, etc). La mayoría de autores asumen dichas
redes como aquellas que impulsaron y gestionaron la resistencia en las instancias internacionales.
Esto en parte es cierto, pero también es verdad que muchos de estos actores que conformaron
estas redes pertenecen y trabajan mancomunadamente con las instituciones internacionales que
representan el poder y buscan gestionar la resistencia. Vale la pena observar con detenimiento
cuáles fueron los avances de estas redes, pero también los retrocesos o estancamientos que
procuraron al proceso de resistencia local indigena. Los actores no estatales obedecen a una gama
bastante amplia de relaciones e intereses y no es correcto valorarlos a todos de la misma manera
sólo con la idea de “red transnacional que crea puentes”, sino que también son actores que asumen
discursos, roles, posturas y dependencias con el movimiento social, pero también con el capital
global.
El cuarto reto puede verse con la definición del espacio-tiempo, es decir, que para las teorías
expuestas la lucha indígena aparece en el siglo XX como si los anteriores siglos estuvieran
durmiendo sobre la espera de la globalización, la era de la tecnología y las comunicaciones. Los
pueblos indígenas y los pueblos afrodescendientes fueron los primeros que movilizaron de
diferentes formas la resistencia. Un proceso de larga duración indica que desde el proceso de
conquista y la posterior instauración de la colonia, los pueblos ancestrales han creado procesos de
resistencia y negociación a lo largo del territorio colonizado y con/contra las potencias europeas.
Finalmente, vale la pena señalar un reto adicional para una historia decolonial del sistema
internacional: las visiones producidas desde el pensamiento indígena. La visión del mundo en un
proceso de larga duración debe no sólo contar con el pensamiento y las “protestas” de Las Casas y
Vitoria, sino con la concepción del mundo de Huaman Poma de Ayala, Tupac Katari, Bartolina
Sisa y muchos otros. Si queremos referirnos a la lucha indígena como aquella que fue más allá de
lo estrictamente local, los ejemplos cunden desde la llegada de Colón a las islas del Caribe hasta
la caída de los aztecas, mayas e incas y se extiende a través de las formación de las Repúblicas
hasta el actual tiempo. Es necesario revisar el pensamiento histórico indígena que ha producido la
resistencia por 519 años.
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