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Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). María Luisa BURGUERA NADAL. Los relatos de guerra de Ed... - Los relatos de guerra de Edgar Neville: Frente de Madrid (1941) María Luisa Burguera Nadal UNIVERSIDAD JAIME 1 DE CASTELLÓN EN ESTE ACERCAMIENTO A Edgar Neville, comenzaré haciendo una breve referencia a algo que creo muy necesario: la denominada «Otra generación del 27». A continuación, resumiré los datos biográficos del autor, mencionaré sus etapas de producción literaria, y me detendré en su segundo período de producción (1937-1951), en la colección de relatos que aparece con el título de uno de ellos, Frente de Madrid, y que se publica en el año 1941; en estos textos, fijaré mi atención en la configuración del personaje como elemento esencial en el universo narrativo del autor y propondré unas conclusiones. Comenzaré pues refiriéndome a esa generación de humoristas que surge paralela- mente a la generación poética del 27. El maestro fue sin duda, Ramón Gómez de la Serna y sus seguidores más inmediatos, Julio Camba y Wenceslao Fernández Flórez. Los componentes del grupo, Antonio de Lara, «Tono», Edgar Neville, Enrique Jardiel Poncela, José López Rubio y Miguel Mihura. José López Rubio, en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua, en 1983, titulado «La otra generación del 27», afirmaba que ellos fueron, sin duda, los que llevaron a cabo la afirmación que hizo Ortega y Gasset de que el arte aísla de la vulgaridad. El humorismo será a partir de ahora y como afirmaba W enceslao Fernández Flórez, una posición ante la vida, la sonrisa de una desilusión. El deber del humorista, según Evaristo Acevedo, es buscar la risa, pero la risa intelectual, conseguida por la sorpresa que produce la originalidad de una frase, de una observación, todo ello desde una serenidad a veces melancólica, en la mayoría de las ocasiones, escéptica. Por eso el humorismo se manifiesta en contra del sentimentalismo, del ternurismo, pero no del sentimiento ni de la ternura. Incluido todo este grupo de creadores, en cuanto autores de teatro, dentro del teatro de evasión, del teatro burgués, incluso del teatro de derechas, se les ha juzgado de modo simplista olvidando que el artista lo es no por la manifesta- ción de sus convicciones sino por la expresión de su arte. Según F. Lázaro Carreter afirmaba, en su contestación al discurso citado de López Rubio, todos ellos tuvieron en común un sentido del humor nuevo, lírico, puramente espiritual, irónico sin agresión, basado en la inteligencia, enemigo del tópico y amable con los hombres que merecen ser amados. A continuación nos detendremos en unos breves datos biográficos sobre Edgar 109 -t .. Centro Virtual Cervantes

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Los relatos de guerra de Edgar Neville: Frente de Madrid (1941)

María Luisa Burguera Nadal UNIVERSIDAD JAIME 1 DE CASTELLÓN

EN ESTE ACERCAMIENTO A Edgar Neville, comenzaré haciendo una breve referencia a algo que creo muy necesario: la denominada «Otra generación del 27». A continuación, resumiré los datos biográficos del autor, mencionaré sus etapas de producción literaria, y me detendré en su segundo período de producción (1937-1951), en la colección de relatos que aparece con el título de uno de ellos, Frente de Madrid, y que se publica en el año 1941; en estos textos, fijaré mi atención en la configuración del personaje como elemento esencial en el universo narrativo del autor y propondré unas conclusiones.

Comenzaré pues refiriéndome a esa generación de humoristas que surge paralela-mente a la generación poética del 27. El maestro fue sin duda, Ramón Gómez de la Serna y sus seguidores más inmediatos, Julio Camba y Wenceslao Fernández Flórez. Los componentes del grupo, Antonio de Lara, «Tono», Edgar Neville, Enrique Jardiel Poncela, José López Rubio y Miguel Mihura.

José López Rubio, en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua, en 1983, titulado «La otra generación del 27», afirmaba que ellos fueron, sin duda, los que llevaron a cabo la afirmación que hizo Ortega y Gasset de que el arte aísla de la vulgaridad. El humorismo será a partir de ahora y como afirmaba W enceslao Fernández Flórez, una posición ante la vida, la sonrisa de una desilusión. El deber del humorista, según Evaristo Acevedo, es buscar la risa, pero la risa intelectual, conseguida por la sorpresa que produce la originalidad de una frase, de una observación, todo ello desde una serenidad a veces melancólica, en la mayoría de las ocasiones, escéptica. Por eso el humorismo se manifiesta en contra del sentimentalismo, del ternurismo, pero no del sentimiento ni de la ternura. Incluido todo este grupo de creadores, en cuanto autores de teatro, dentro del teatro de evasión, del teatro burgués, incluso del teatro de derechas, se les ha juzgado de modo simplista olvidando que el artista lo es no por la manifesta-ción de sus convicciones sino por la expresión de su arte.

Según F. Lázaro Carreter afirmaba, en su contestación al discurso citado de López Rubio, todos ellos tuvieron en común un sentido del humor nuevo, lírico, puramente espiritual, irónico sin agresión, basado en la inteligencia, enemigo del tópico y amable con los hombres que merecen ser amados.

A continuación nos detendremos en unos breves datos biográficos sobre Edgar

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Neville. Edgar Neville tuvo tiempo en la vida de ejercer la carrera de diplomático, disfrutar

de los felices años, dedicarse al cine y escribir novela, teatro, cine, poesía y artículos de periódico. Nació en Madrid, el 28 de diciembre de 1899, hijo de la condesa de Berlanga del Duero y de un ingeniero inglés que había venido a Madrid para trabajar en la empresa Crosley. Su infancia transcurre entre La Granja, San Sebastián y Alfafar, pueblo cercano a Valencia donde su abuelo, el conde de Romrée poseía un magnífico palacete. Neville acudía al Colegio del Pilar. Eran los felices años y la suya fue una infancia feliz. Cuando se convierte en un adolescente, Madrid era una gran ciudad en la que competían las estrellas de variedades. Y lógicamente se sintió atraído por ese mundo; así su primera obra La Vía úictea fue un vodevil en medio acto estrenado en 1917 por la Chelito en el teatro Chantecler.

En 1921 se alista en el Regimiento de Húsares y se marcha a Marruecos. A su regreso es presentado en el café de Pombo a Ramón Gómez de la Serna, el maestro indiscutible de toda una generación de inquietos adolescentes. Comienza aquí la primera etapa del autor en la que se vincula a los movimientos vanguardistas de la época; sus colaboraciones en revistas y periódicos son frecuentes y junto con López Rubio da sus primeros pasos serios en la escena teatral. En 1925 se casa con una joven de la buena sociedad malagueña, Angeles Rubio Arguelles y Alessandri.

En aquellos años la vida de Neville transcurría de tertulia y su amistad con Ortega era ya conocida. Al poco tiempo, en 1928, es destinado como agregado diplomático a la embajada de Washington y en sus primeras vacaciones, atraído por el mundo del cine, marcha a Hollywood. Allí comienza una de las etapas más divertidas y sugestivas de la vida del autor. Se suceden los viajes a España y los éxitos en el cine, pero pronto regresa a España y es enviado, en misión diplomática, a Uxda, en el Marruecos francés. Antes del 36 viaja a Hollywood y encuentra a la mujer que influirá de manera decisiva en su vida y en su obra: Conchita Montes. Sigue publicando por entonces colecciones de relatos cortos y haciendo películas.

El 13 de julio de 1936 llega a Madrid. Al estallar la guerra presta servicios en la sección de Cifra del Ministerio. Logra marchar a la Embajada española en Londres; de allí a Bélgica y a San Juan de Luz. Cuando pudo regresar se va al frente de Madrid. Es entonces cuando comienza la segunda etapa del autor.

En los años de posguerra se dedica casi exclusivamente al cine; sigue manteniendo un espléndido nivel de vida y es un asiduo asistente a la tertulia del Lyon d'Or. Cuando comenzaba a quedarse atrás la escasez de los 40, Neville, paradójicamente, se había convertido en un obeso; a partir de entonces la inútiles curas de adelgazamiento se sucederán en su vida. Pero el gran éxito llegó en 1952 con El baile, una obra en la que el triunfo de la elegancia, la fantasía, la fina sensibilidad y el humor se hace evidente. Aquí comienza su etapa como autor de teatro. El autor concibe una estética teatral procedente tanto del pensamiento orteguiano y como de la tradición. Llega a la concepción de una pieza dramática en la que la aparece una visión desmitificadora, irónica, pero también elegante y humanizadora de la vida. El éxito de crítica y de público fue indiscutible y la Real Academia le concedió el Premio Fastenrath. Los

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estrenos teatrales se suceden y en 1955 se pone en escena Adelita, una continuación de El baile. Sigue publicando, por otra parte, relatos cortos y colaborando como articulista en publicaciones periódicas. El último estreno teatral tiene lugar en 1963 con La extraña noche de bodas.

A partir de 1964 Neville se dedica a la poesía y a la pintura. Su poesía cálida, intimista, nostálgica, andalucista, apenas si tiene repercusión. Comienza el olvido del autor, de un escritor impenitente que había odiado por encima de todo el tópico y el lugar común y que se había servido de un sentido del humor y de un ingenio poco frecuentes.

Un día de primavera, el 23 de abril de 1967, murió Edgar Neville a consecuencia de un paro cardíaco.

En la mencionada segunda etapa de la producción literaria del autor (1937-1951) existen dos vertientes paralelas: por una parte una evidente preocupación social que da lugar a un compromiso bélico el cual, lógicamente, repercute en su creación literaria; por otra parte, una supervivencia de lo vanguardista, que había cristalizado en su concepción del relato. En la primera, aparece en 1941 Frente de Madrid, colección de cuatro relatos bélicos: «Frente de Madrid», «La calle Mayor», «F.A.I», «Las muchachas de Brunete» y «Don Pedro Hambre». En la segunda vertiente, se encuentran las colaboraciones periódicas que el autor incluyó en La Ametralladora a partir de 1937; la revista era un semanario de humor compuesto por el equipo de Mihura, Tono, Álvaro de Laiglesia y Neville. El humor de La Ametralladora no era nuevo; era el humor heredado de otras revistas en las que había colaborado Neville. La Ametralladora, impuso un humor absurdo destinado a ser el método por excelencia en su heredera La Codorniz fundada en 1941 por Mihura quien reunió a los cultivadores de ese tipo de humor. A partir de 1944 y siendo director Álvaro de Laiglesia, La Codorniz adquiere una nueva tonalidad: se reduce el humor abstracto, va penetrando la crítica contemporá-nea y la revista se hace más popular e incisiva.

Nos fijaremos, como ya hemos mencionado, en la colección de relatos titulada Frente de Madrid, que se publica en el año 1941. Hasta 1965 no vuelven a aparecer en el volumen titulado El día más largo de Monsieur Marce[, que incluye «F.A.I.», con el título «Los primeros días», «La calle Mayor» y «Don Pedro Hambre». En 1969, en sus Obras Selectas, solo se incluye «La calle Mayor». Por último, en 1996 «La calle Mayor» se publica junto con El baile y Cuentos y relatos cortos del autor.

Nuestra atención se centrará en la configuración del personaje literario como elemento esencial en la nueva concepción del universo narrativo por parte del autor.

En primer lugar resumimos la historia que el narrador nos cuenta en el relato «Frente de Madrid». Javier Navarro, el protagonista, es un joven que como muchos otros había soñado con la llegada de la República; pero «vino la República, con nubes de otro contorno y color. .. aún más irrespirables que las de antes, porque había destruido todo lo que tenía de grato el vivir antiguo»( «Frente de Madrid», p. 11) Fue entonces cuando se oyeron gritos jóvenes que proclamaban la revolución al grito de «¡Arriba España!». Él se unió a ellos; había conocido a Carmen, una joven falangista y se marchó al frente. Desde allí un día el capitán le encomienda una misión: tiene que pasar a Madrid durante

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unas horas y entregar una carta. Javier, con la esperanza de ver a Carmen, acepta. Aquella noche emprendió la marcha a través de un túnel y llegó hasta una chabola en la que pasó la noche. En Madrid y se dirigió a casa de Carmen. Ésta le explicó a Javier la situación en Madrid. Ambos creen que la Falange es la solución para todos. Llegan a la dirección que indica la carta: el Comisariado político del Ejército y allí pregunta por Amalio Rodríguez. Se cita con éste para las cuatro de la tarde. A esa hora acuden ambos a un piso de Rosales; desde allí se enviarían mensajes con cristales y reflejos del sol. Javier tiene que regresar pero el conducto ha quedado bloqueado. Ante esto, acude a ver al Comisario. Se van a la zona lindante con Carabanchel. Allí los cuatro guardias con fusil son cuatro frailes. Invitan a Javier a que hable por el altavoz; de ese modo, Javier envía un mensaje en clave con una cita de Shakespeare: «procura que no me tiren; me paso esta noche» y que traduce como «el poder emana del pueblo porque el pueblo crea el poder» (op. cit.,p. 71) Así salta el parapeto y llega a la otra zona. Durante los días siguientes no vio a Carmen asomarse al balcón y esto lo inquietó; además se supo que una organización de espionaje había sido descubierta; todos estos acontecimientos lo impulsaron a pasar de nuevo a Madrid.

Fue de nuevo hasta el pasadizo, pretendió dar el salto al parapeto enemigo pero no pudo. Lo han herido en el pecho y en una pierna. Junto a él llega, renqueando, un soldado de la otra zona. Está muy grave. Javier le cuenta que él es de la calle Trujillos, dice que es estudiante; el otro, el soldado rojo, es encuadernador de oficio. Javier le pregunta si es socialista o comunista. El otro dice que ahora ya no son nada de eso; pero afirma que él no cree en la Falange, no quiere que Javier le haga propaganda de la Falange. Y Javier insiste en el Madrid futuro: «Un día Madrid se cubrirá de banderas. Y desfilarán por las calles legiones de hombres jóvenes con la camisa azul; llevarán el mismo paso, la misma dirección y el mismo interés, y no se sabrá a qué clase pertenecen ni de qué lado estuvieron en esta guerra. Madrid se llenará de alegría de su felicidad de siempre ... » (op. cit., p. 81) Y el soldado le suplica que le siga hablando de Madrid y Javier así lo hace hasta que muere en sus brazos.

Poco a poco Javier también se va quedando sin fuerzas. «En aquel último trance comprendió que lo más dulce que se llevaba de esta vida, lo único que justificaba su existencia había sido el amor» (op. cit., p.85).

Y entonces pensó que «todo quedaba en orden tras de sí; su corazón y su patria. La guerra había salvado a España, uniendo a sus hijos para siempre» (op. cit., p.89). «Le complacía morirse con su carne joven y sana, sin saberla emponzoñada y cubierta de larvas como los que se mueren enfermos en la cama. Se moría porque le faltaba la sangre y nada más» Y recordó a Carmen y «le entró mucha prisa de morirse. El recuerdo de su belleza le trajo una sonrisa que se le quedó ya fija. Era de día, y las nubes pasaban sobre sus ojos inmóviles. El reloj del otro seguía en su ajetreado caminar» (op. cit., p.91).

A continuación nos fijamos en los personajes principales. Javier aparece como un joven, deseoso de reparar un error pasado: el haber creído en la República. Ahora está ya muy próximo al ideario falangista. Posee un concepto purificador de la guerra lo que no le impide pasar miedo en más de una ocasión. Enamorado profundamente de

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Carmen, la cual es el motivo de su acción en el relato, cree en la reconciliación a pesar de la dureza de la posguerra. Es un hombre culto, con sentido del humor. Ama a su tierra y es osado por su amor y por su patria. Cree que el amor ha sido el motivo de su vida. Manifiesta claramente sus deseos de reconciliación entre las dos Españas, pero para él la guerra es la salvación reconciliadora. Al final desea la muerte con el fin de unirse con Carmen.

Cuando Javier conoció a Carmen ella tenía 18 años. Ella fue quien le dijo a Javier que se hiciera de Falange, y ese mismo día estalló la guerra. Javier encuentra en casa de Carmen el hogar, la atmósfera en la que ya no es posible vivir. Así pues Carmen es una falangista valerosa, una activista comprometida con un ideal y no solo la novia del soldado; además es el móvil de la acción.

En cuanto a los militares aparecen dos, por un lado, los oficiales, cultos, con afición por la música (Mozart) y por la literatura (García Lorca). Por otro, los soldados de tropa, que viven igualmente en pésimas condiciones pero con ciertas concesiones a la diversión: el flamenco o las bromas. Existe en ambos bandos, un deseo, a veces tácito, de reconciliación.

La acción narrativa se desarrolla en un clima de compañerismo y amistad de manera que da la impresión al lector de que cada personaje actúa coherentemente, ocupando el lugar oportuno y con respeto a los valores en los que se cree y por los que lucha.

«La Calle Mayor» «La calle Mayor» es el segundo de los relatos incluidos en Frente de Madrid. En

él se nos relatan las vidas de unos personajes que habitan en un tranquilo pueblo, Mudela del Río; el narrador se detiene en lo que sucedió el 18 de julio de 1936. El hilo conductor del relato será la visita del cartero por las casas del pueblo para repartir la correspondencia. Ello da pie al retroceso en el tiempo y al relato de las vidas pasadas que se verán truncadas en el presente doloroso.

Las señoritas de Morenes son tres hermanas que se han reunido en su casa del pueblo para pasar tranquilamente allí su vejez: Doña Mercedes es viuda de un capitán de marina mercante. Ha viajado por lugares exóticos y conserva muchos recuerdos. Manuela es viuda de un diplomático y ha vivido en París y Londres. Femandita es la más joven y está soltera. Viaja a menudo por Europa y está al día de las modas y de las costumbres modernas.

«Mal Bicho» es la segunda visita que el cartero hace; es un comunista que ha sido liberado de la cárcel por el Frente Popular. Al final del relato aparece entre los que van en los camiones aclamando a Rusia y al soviet.

Don José es el médico del pueblo, hombre bueno y muy aficionado a la lectura Pero el personaje más curioso y original es sin duda el Conde de Mudela. Buen vividor, carlista y aficionado a todo tipo de máquinas entrañas, se retira a Mudela y convierte el caserón en una especie de palacio en el que desarrolla inventos estrafalarios que naturalmente fracasan, entre otros, la construcción de un aeroplano el cual tiene un final desastroso. Todo nos conduce a pensar que el autor se basó para este personaje en la figura de su abuelo, el conde de Romrée y en el palacio que éste se hizo construir en

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Alfafar, en Valencia. María Gaseó es la última visita del cartero: María es una recién casada con un

labrador que vive felizmente en el pueblo. María muere a causa de un disparo que se produce en el bullicio que se organiza cuando entran muchos camiones y gentes dando vivas a Rusia y al soviet.

Así pues la nostalgia y el deseo de recuperar un mundo ya perdido será el núcleo temático de este relato de tiempo detenido y finalmente precipitado hacia la muerte.

«F.A.l.» El tercero de los relatos es «F.A.I.» que luego aparecerá en ediciones posteriores

con el título de «Los primeros días». Estamos en 1936, en Madrid. El relato es la historia de Antonio, un joven

estudiante, que va en busca de un amigo; pero aquel día no encuentra a nadie en casa; la portera le dice que se los han llevado los de la F .A.I .. Luego, llama por teléfono a otra casa pero no localiza a los dueños; una criada le informa que los de la F.A.I están dentro. Se siente perseguido y se dirige al piso de una antigua niñera suya que lo esconde. Antes de dormir Antonio recordará muchas cosas: «La sola voz de Carmen le traía el recuerdo de su madre, pero no como era en la actualidad sino como en aquella época cuando venía a su cama a darle un beso, antes de salir para el Real, envuelta en tules y cintas y con una larga cola cuajada de reflejos» (p. 131 ).

Al día siguiente, instintivamente se dirigió hacia su casa familiar. «A la casa en donde transcurrió su infancia, por el mismo camino que tantas veces había seguido al volver del colegio y, al desembocar en las Descalzas, buscaba esa sensación de felicidad y de apetito identificados con aquel paisaje urbano y con su regreso a la hora del almuerzo. Entrar en la travesía de Trujillos era como retroceder en el tiempo, volver a empezar su vida, borrar los últimos años como se borra un mal sueño al despertar. Oliendo su propio cadáver, vivo aún, se dirigió al portal. .. A Antonio le importaba menos que le matasen allí. Aquella muerte sería como volver a nacer» (p.139). Se dirige a una emisora de radio clandestina, lo detienen y lo llevan a la Modelo y más tarde a darle el «paseíto». Ya todo era irremediable. Pero una perra de caza se cruzó en el camino y Antonio se tiró del coche, salió rápidamente y bajó al metro.

Al salir se encontró con Pepa «la cordobesa», una antigua conocida, que le ofreció su casa. Antonio pide ayuda y logra que un auto lo espere para huir al día siguiente. En aquella incipiente mañana, Pepa se asomó al balcón y no pudo distinguir las letras de la F.A.I., en el coche que estaba esperando. Solo pensó «un Rolls», y se quedó contemplando el paisaje. «La atmósfera densa del alba comenzaba a transparentarse a medida que crecía la luz; los tejados adquirían brillos, y las formas lejanas, concreción. A lo lejos la sierra prendía los primeros reflejos de sol; todo era rosa y azul, como en Goya, y, como en Goya, comenzaron a oírse descargas que venían de la Moncloa y de la Dehesa de la Villa, descargas seguidas del tiro de gracia. A lo lejos la sierra se iluminaba, el día llegaba francamente; en España empezaba a amanecer. .. »(p. 160).

Antonio aparece como un muchacho con una tremenda nostalgia por la niñez, por el paraíso perdido que es para él la infancia, el hogar, el barrio en el que vivía, la madre.

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Siente miedo, presiente la muerte, está solo. Adopta decisiones heroicas y rápidas y posee conciencia del sacrificio por la idea de la patria lo que no le impide actuar rápidamente para salvar la vida; pero no lo consigue y las predicciones se cumplen: la F.A.I. es la duena de su destino.

«Las muchachas de Brunete» El cuarto relato de Frente de Madrid comienza en Brunete; allí, en un hospital

militar, una enfermera asiste a un soldado herido. Afuera se oye el fragor de las ametralladoras rusas. Dan la orden de evacuar al hospital pero las dos hermanas enfermeras se niegan a marchar. Cuando los soldados llegan, las suben en un camión y emprenden la marcha hacia Madrid. Desde la carretera todos presenciaron el bombardeo aéreo de Brunete.

En Madrid hacen amistad con un oficial ruso, confiesan que pertenecen a Falange y las llevan ante el general Miaja el cual ordena que sufran la suerte de los demás prisioneros; ellas sin embargo no perderán nunca su sentido del humor. Las dejan en los sótanos de Hacienda, temen ser fusiladas, protagonizan varios intentos de huida, son detenidas y finalmente en Valencia toman un barco que las conducirá a la otra zona. A bordo las saluda el oficial ruso. Había cogido el mismo barco. Eran felices.

Esas dos muchachas de Brunete se muestran como unas valerosas enfermeras en época de guerra; pero, ¿cómo son los oponentes? Prieto dice: «Falta algo, nos falta algo difícil de definir, algo que tienen ellos, que tienen los del Alcázar, los de Oviedo. Nos faltan aunque parezca mentira, ganas de vencer ... Ellos han debido presentir algo, un motivo lo bastante elevado para jugarse la vida por él. Si solo fuera para defender a duques y a banqueros no irían a la muerte como van. En el campo enemigo hay una presencia inmaterial de un futuro. De otro modo no estarían muriendo juntos en las trincheras. Ellos se baten no por el pasado, se baten por un porvenir que han adivina-do ... » (op. cit.,p. 209)

Pero ¿y los soldados? Seres en situaciones límite, carentes de afecto, presentan una fijación por la imagen de la mujer enfermera, la admiran e incluso la aman. Procedentes de medios rurales o de estratos sociales humildes, esa admiración se ve aumentada cuando se dan cuenta de que la persona que dedica a ellos sus cuidados es alguien que pertenece a una clase social superior. Son indudablemente personajes más tipificados aunque sin duda coherentes en las estructura narrativa.

El último de los textos incluidos en Frente de Madrid es el titulado «Don Pedro Hambre». Es un relato sobre el tema del exiliado que desea regresar a la patria, a la tierra, a la madre. Don Pedro es un caballero que malvive en París y frecuenta las tertulias de los cafés de refugiados españoles. Pudo salir por Alicante en un barco francés pero nadie sabía ni quien era ni de donde venía. Don Pedro recogía los pedacitos de pan que sobraban de las meriendas de los demás, se los daba a las palomas y aprovechando la coyuntura cogía alguna que otra; así tenía que seguir viviendo. En el café de la Regence estaba su tertulia predilecta. Allí le dijeron que estaban a la derecha de Don Pedro el Cruel. El tema central de la tertulia era el salvoconducto: el que lo poseía prometía, al llegar a Burgos, hacer todo lo posible por sus amistades. Los

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contertulios eran variados. Pasaron los días y por fin llegó el salvoconducto para Alicante y para Don Pedro. Entonces Rodríguez, su amigo, «el perenne confortador de tertulias y emigrados» (op. cit., p. 291) tuvo que disimular su pena y los despidió con sus mejores y sinceros deseos. Él tenía que esperar. Cuando fue a despedir a Don Pedro Hambre y les vio alejarse «se hubiera cambiado por el último maletero francés que tenía el privilegio de pisar unos metros de tierra de España» (op. cit., p. 297) ... Pero «adoptando un tono casual, respondió -No. Hoy no quiero pasar. Dentro de unos días ... » (op. cit., p. 297). La guerra, los salvoconductos configuran los destinos de los contertulios que se ven apresados por el informe, ese papel tan apreciado, tan deseado por todos.

Hemos podido observar que en esta segunda etapa del autor el compromiso ideológico y bélico del mismo da lugar a la configuración de un nuevo universo narrativo en el que si es evidente la mitificación necesaria, también lo es el vanguardis-mo inicial, presente sobre todo en la estructura narrativa, en muchos casos en absoluto tradicional, en el modo de configuración de las imágenes literarias, tan influenciadas por la visión surrealista y sin duda en la configuración de los personajes.

Y así hemos observado que si la configuración más tradicional los lleva a un actuar lineal con un objetivo determinado, aunque con ambigüedades y contradicciones, también en esa acción vitalista observamos una visión iconoclasta, original e innovadora, tan propia por otra parte de la vanguardia. Ante estos relatos de guerra de Edgar Neville no podemos olvidar que, en aquella búsqueda del nuevo amanecer de España, aquellos personajes nevillescos desvelaban una verdad literaria: impulsados por su amor a España y en la conquista de su propia libertad encontraron en muchas ocasiones en la muerte el sentido de su existencia. La mirada hacia Neville, como la mirada de todo creador, será siempre un encuentro con una época pasada con sus contradicciones y ambigüedades, con sus esperanzas y sus desesperanzas; hoy nos queda su creación artística, sus imágenes, sus palabras, su obra que ha permanecido y permanecerá en nuestra memoria.

BIBLIOGRAFÍA

Burguera Nada!, M. L., Edgar Neville. Entre el humor y la nostalgia, Institució Alfons el Magnánim, Valencia, 1999

Neville, Edgar, Frente de Madrid (Novelas de guerra), Madrid, Espasa-Calpe, 1941. Contiene «Frente de Madrid», «La Calle Mayor», «F.A.L», «La muchachas de Brunete» y «Don Pedro Hambre»

Neville, Edgar, El día más largo de Monsieur Marce[, Madrid, Afrodisio Aguado, 1965. Contiene entre otros «Los primeros días» y «Don Pedro Hambre»

Neville, Edgar, «La calle Mayor», en Obras Selectas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1969 Neville, Edgar, «La calle Mayor», en El baile y Cuentos y relatos cortos, Edición de M. L.

Burguera Nada!, Madrid, Castalia, 1996

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