Madrid medieval

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Origen de Madrid, La Muralla y Puertas medievales 4º CURSO , 4ª CLASE DE CONOCER MADRID

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Origen de Madrid, La Muralla y Puertas

medievales

4º CURSO , 4ª CLASE DE CONOCER MADRID

Vista de Madrid desde el Oeste, frente a la Puerta de la Vega, por Antón Van der Wyngaerde (llamado en España «Antonio de las Viñas») en 1562, encargado por Felipe II de recoger vistas de sus ciudades. Se aprecia en primer plano las riberas del Manzanares, cruzado por los antecesores del Puente de Segovia (en primer término), y el Puente de Toledo (más al sur, derecha), que se construirán en forma monumental años más tarde.

En el plano de Madrid de Pedro Teixeira (1656), se aprecian algunos restos de la muralla cristiana, caso de esta fortificación situada entre las calles del Almendro y de la Cava Baja

El Consejo de Estado y madroños en la calle Mayor

Las obras de construcción en el entorno de la antigua almudayna musulmana del Museo de las Colecciones Reales, aún inconclusas a principios de 2011, han desvelado importantes restos arqueológicos, entre ellos 70 metros de muralla árabe, cuya excavación sugiere una nueva cronología para el poblamiento de Madrid. Mientras que tradicionalmente se viene sosteniendo que Mayrit es una medina, ya que las fuentes árabes medievales así lo indican, una población que se remontaría al siglo IX, el yacimiento indicaría que la población habría tenido su origen no en una medina, una ciudad musulmana de la que no han podido hallarse restos urbanos, y sí una población nacida ya bajo mandato cristiano en el siglo XII de la que se han hallado cuatro casas y dos calles, las más antiguas encontradas hasta ahora en la zona donde nació Madrid. Los antecedentes árabes de la ciudad se limitarían a la fortaleza militar mandada a construir por el emir Muhammad I en el lugar que se cree que hoy ocupa el Palacio Real.

Dudas sobre la población musulmana de Madrid

La ciudad es repoblada con cristianos del norte, sin que por ello se expulsase a su población judía y musulmana (si bien algunos de los edificios religiosos musulmanes son requisados; de esta forma, la mezquita mayor se transforma en iglesia bajo la advocación de Santa María).De esta época temprana de dominación cristiana datan los cultos a los patrones de Madrid: la Virgen de la Almudena, de la que según la tradición se encontró una imagen en la muralla exterior el 9 de noviembre de 1085, y San Isidro Labrador, nacido hacia el año 1082 y muerto el 30 de noviembre de 1172, santo patrón de la Villa y gran devoto de la Virgen de la Almudena.

Conquista cristiana

Madrid se va consolidando como villa castellana y como municipio libre vinculado a la corona (villa de realengo) cuyos privilegios son confirmados en 1123 (Carta de Otorgamiento, dada por Alfonso VII de León) y 1202 (fuero promulgado durante el reinado de Alfonso VIII de Castilla). Este rey pone bajo la jurisdicción de Madrid tres sexmos o departamentos rurales.

De esta manera, Madrid tendrá bajo su jurisdicción las tierras y montes de Madrid hasta parte de la Sierra. En esta época se construye la segunda muralla de Madrid, conocida como muralla cristiana.

Durante la primera mitad del siglo XIV aumenta la importancia de la localidad por su estratégica situación en las vías pecuarias que comienzan a estabilizarse y que comunican las submesetas norte y sur. De hecho, en las Cortes de Alcalá de 1348, Alfonso XI de Castilla fija en veinticuatro el número de ciudades con derecho a estar representadas en las Cortes de Castilla, y la villa de Madrid es una de ellas; cuando Juan II reduce el número a dieciocho, mantiene su derecho de representación.

Durante el siglo XV, la villa sigue creciendo hasta alcanzar unos 5.000 habitantes a finales de la centuria. Los hitos más importantes de esta época serán el reconocimiento de Madrid como ciudad con representación en Cortes y la expulsión de los judíos en 1492, con la posterior destrucción de la judería de Lavapiés.

También en este periodo, el arzobispo de Toledo y consejero privado del rey, don Gil de Albornoz, la convierte en cabeza de arciprestazgo, separando su administración eclesiástica de Alcalá de Henares. En la segunda mitad del siglo, los monarcas de la dinastía Trastámara (Enrique III, Juan II y Enrique IV) frecuentan la villa para practicar la caza. El último de ellos mantiene una casa (en la actual calle de Santa Clara) que se convierte durante su reinado en una de las residencias habituales del rey de Castilla. Destaca el hecho de que las Cortes de Castilla se reunieran hasta tres veces en la villa de Madrid durante este periodo, prueba de la especial predilección de la dinastía Trastámara por la ciudad.

                                                                       Restos de la muralla musulmana de Madrid (siglo IX), junto a la Cuesta de la Vega.La primera noticia histórica de lo que hoy es la ciudad de Madrid data de la época del Emirato omeya de al-Ándalus, concretamente de finales del siglo IX, cuando el emir cordobés Muhammad I (852-886) levanta una fortaleza en un promontorio junto al río Manzanares, en el lugar donde se alzan hoy la catedral de la Almudena y el arranque de la calle Mayor.

Época musulmana

La función de esta fortaleza será la vigilancia de los pasos de la sierra de Guadarrama para proteger Toledo, la antigua capital visigoda. También la de Ribat, es decir, punto de reunión e inicio de las campañas contra los reinos cristianos del norte. Por ejemplo, en el año 977, Almanzor comienza su campaña en Madrid. Cuando el califato de Córdoba se desintegra, Madrid pasa a formar parte del reino taifa de Toledo.

En los alrededores de esta fortificación, se fue creando un pequeño enclave conocido con el nombre de Mayrit (para los cristianos Magerit), cuyo significado era "tierra rica en agua", el cual fue objeto de varios ataques de los reyes cristianos durante la Reconquista, por ejemplo, Ramiro II de León la intenta ocupar en 932.Al rendirse Toledo a Alfonso VI de León y Castilla entre 1083 y 1085, la ciudad pasa a manos cristianas sin lucha, como otras varias poblaciones del reino castellano

El Viaducto de Segovia o de la calle Bailén Existió uno anterior, construido en la década de 1930 para sustituir a otro de hierro erigido en 1874. El actual es fruto de numerosas restauraciones realizadas con el objeto de acomodar sus estructuras a la creciente demanda de tráfico. La finalidad del viaducto de Segovia es la prolongación de la calle de Bailén, situada en su parte superior, y salvar el desnivel de la calle de Segovia, que discurre perpendicularmente a sus pies, uniendo la zona del Palacio Real con las Vistillas. Toma su nombre de esta última vía, aunque se le conoce popularmente como."el viaducto".

La plaza del Alamillo es un pequeño ensanche de la calle del Alamillo en el viejo Madrid, vía que corre de la Costanilla de San Andrés hasta dicha plaza, en la que se encuentra con la calle del Toro, la de Alfonso VI y la de la Morería.

Historia

Diferentes cronistas coinciden en que el origen de calle y plaza del Alamillo datan del Madrid árabe, en el que pudieron ser una de las arterias del barrio moro, donde se quedaron y residieron los vecinos musulmanes desde 1083, año de la toma de Madrid por Alfonso VI.La versión popular propone que el nombre les viene del álamo que presidía el paraje hasta que fue arrancado por un huracán, y cuya sombra pudo servir en su origen al «alamín», como espacio municipal para desempeñar sus tareas. Hay que anotar que, con la aljama como órgano de gobierno, la morería madrileña poseía su propia organización institucional, diferente a la cristiana; los cronistas proponen que en este lugar se reunía el Ayuntamiento árabe en tiempos del califato cordobés de Hixén II. Según esta hipótesis, el topónimo resultante provendría del citado vocablo árabe, que, tras el proceso de cristianización y por similitud fonética, terminó convertido en "alamillo".[

Plaza de la Paja

La plaza en un grabado de 1860. En primer término aparece la Capilla del Obispo, sobre la que asoman la torre y la cúpula de la Iglesia de San Andrés. La Plaza de la Paja se encuentra en la zona conocida como Madrid de los Austrias, en el centro histórico de la capital española y dentro del castizo barrio de La Latina. La atraviesa de norte a sur la Costanilla de San Andrés, próxima a la calle de Segovia, y en ella confluyen diferentes vías de trazado medieval: por el este desemboca la calle del Príncipe de Anglona y por el oeste las calles del Alamillo, del Toro, de Alfonso VI y de la Redondilla.

Entrando a la vieja ciudad por la Puerta de Moros, dejando a la derecha la iglesia de San Andrés, pasando en su momento incluso por debajo de un pasadizo elevado que comunicaba la tribuna de esta iglesia con el majestuoso Palacio de los Lasso —hoy derruido y sustituido por viviendas— que fuera residencia de los Reyes Católicos en Madrid; hay un estrecho paso que lleva hacia la Plaza de la Paja, un lugar que en el siglo XIII era el centro del mercado de la antigua villa y donde, ya entonces, Juan II de Castilla erigió la llamada Plaza del Arrabal, que posteriormente fue Plaza Mayor de la villa. Alrededor de la plaza se ubicaban las casas y palacios correspondientes a algunas de las más importantes familias, donde encontraban alojamiento los reyes de Castilla cuando iban a la villa de Madrid. La plaza de la Paja está presidida por la Capilla del Obispo, adosada a la trasera de la citada parroquia de San Andrés y el palacio de los Vargas —hoy Centro concertado de Educación Secundaria

Toponimia e historia

La plaza fue el centro neurálgico de Madrid durante la Edad Media. En los siglos XIII y XIV constituía el foco comercial de la ciudad, como lugar de mercado. Entró en decadencia a partir del siglo XV, cuando el rey Juan II de Castilla ordenó construir la Plaza del Arrabal (precedente de la actual Plaza Mayor), a la que se desplazó la actividad comercial de la villa.Pese a ello, mantuvo su importancia como lugar de residencia de las principales familias nobiliarias de Madrid. En su entorno estaban situados diferentes palacios (como las casas palaciegas de los Lasso de Castilla y de los marqueses de la Romana, entre otras), de los cuales sólo se conserva el Palacio de los Vargas, apellido vinculado al patriciado urbano desde la conquista cristiana de la ciudad.

El lugar también tuvo una gran relevancia desde el punto de vista religioso. En la plaza se llevaba a cabo una costumbre católica, que se encuentra en el origen de su topónimo y que fue instaurada en el siglo XVI, una vez levantada la Capilla del Obispo en la cara meridional del recinto. Los vecinos de la villa estaban obligados a entregar paja a los capellanes y cabildo de la citada capilla, con la que estos alimentaban a sus mulas.En el siglo XIX, los propietarios de los antiguos palacios cedieron sus solares para la construcción de viviendas destinadas a las clases populares, con las que obtenían rentas por alquiler

Desde la plaza de la Cebada y a través de la puerta de Moros se entraba en la ciudad por la plaza de los Carros, llamada así por la parada de carros dedicados a la distribución de mercancías procedentes del mercado. Adjunta a esta plaza está la de San Andrés, donde en el lugar de la antigua mezquita se erige la imponente Iglesia de San Andrés consagrada en honor de San Isidro, patrón de la ciudad cuyo hijo —San Illán— fue salvado milagrosamente de la caída a un pozo que puede contemplarse en la casa adjunta a la citada iglesia, casa en la que habitaba el Santo con su esposa Santa María de la Cabeza y que hoy constituye el interesante museo de San Isidro sobre la historia de la ciudad.

Poco se puede decir con certeza de la primitiva iglesia, existente ya a finales del siglo XII y levantada acaso en un solar ocupado anteriormente por la primitiva iglesia cristiana del Madrid islámico, ya que la jurisdicción de San Andrés se extendía por lo que fue el antiguo barrio mudéjar, posterior morería.

Este templo fue muy frecuentado por san Isidro Labrador y santa María de la Cabeza, feligreses de la parroquia en la que el santo fue enterrado. Junto a él se alzaba la casa de su patrón Iván de Vargas, sobre la que se levantó luego el palacio de los marqueses de Paredes, ahora reconstruido y convertido en museo de titularidad municipal. En él se encontraba el pozo, protagonista de uno de los milagros del santo, y una pequeña capilla en el lugar donde se decía que había vivido San Isidro.

La calle del Almendro se llama así porque cuando se edificó la zona había aquí un huertecillo con almendros, los cuales fueron talados para trazar la calle. Esta vía seguía el trazado de la muralla del siglo XII y se conservan restos de los muros en un par de solares.

Calle del Almendro. En los números 15 a 17, existe un lienzo de 16 metros de largo y 11 de alto que se conserva en muy mal estado en el fondo de un solar.

La torre mudéjar de San Pedro el Viejo desde la calle del Príncipe de Anglona. A la izquierda, fachada del Palacio de Anglona

Es una de las más antiguas de Madrid. Situada primero cerca de la Plaza de Puerta Cerrada, fue trasladada a su ubicación actual en el siglo XIV. Uno de los primeros elementos del actual edificio es la torre mudéjar, que construida en ladrillo integra sencillos arcos de herradura. En el interior del templo, se guarda la imagen de Jesús el Pobre que data del siglo XVIII y fue tallada por Juan de Astorga en Sevilla.

La Iglesia de San Pedro El Viejo

Cada Jueves Santo su paso sale en procesión y si estáis en Madrid en Semana Santa esta es sin duda una de las procesiones que no hay que perderse. En efecto, su salida de la Iglesia resulta particularmente vistosa al tener que cargar los anderos la imagen de rodillas para no dañarla con la puerta. Por eso, la emoción de la multitud cuando consiguen por fin traspasar el umbral es grande y suele traducirse en un sonoro aplauso.

La plaza toma su nombre de una de las puertas de la desaparecida muralla cristiana de Madrid, la puerta Cerrada, que estuvo emplazada en este enclave durante la Edad Media y el Renacimiento. El citado acceso se llamó inicialmente puerta de la Culebra, en alusión al relieve de dragón instalado en su frontal. Esta puerta fue clausurada ante los continuos delitos que tenían lugar en su interior, formado por varios recovecos que facilitaban el escondite de ladrones y asaltantes.

Plaza de Puerta Cerrada

Casa Botín fue fundado por el francés Jean Botin y su esposa en el año 1725 como posada cerca de la Cava Baja, denominada Hostería Botín.

Presenta una fachada de ladrillos con vista clásica del siglo XVI y ocupa cuatro plantas del mismo.

Una de las placas exteriores recuerda que el gran novelista Benito Pérez Galdós en su obra Fortunata y Jacinta menciona el restaurante (publicado en 1886-1887). La placa fue puesta por la Cámara de comercio e Industria el 25 de mayo de 1971. Lugar donde comieron los protagonistas de la novela: sus protagonistas Juanito Santa Cruz y Fortunata.

La altura es el exponente más significativo del desnivel que se tuvo que salvar cuando se construyó la Plaza Mayor de Madrid. Frente a los arcos porticados que salen por su lado este, que se abren al mismo nivel de la calle, el Arco de Cuchilleros ha de salvar el gran desnivel existente con la calle Cuchilleros.

Muralla cristiana de Madrid

La tradición atribuye al rey Alfonso VII de Castilla (1126–1157) su construcción, si bien cabe suponer que las obras se iniciaron antes de su reinado, en los años inmediatamente posteriores a la conquista cristiana de Madrid (1083), en tiempos de Alfonso VI (1040–1109).A principios del siglo XIII, la muralla aún no estaba concluida, tal y como se recoge en el Fuero de Madrid de 1202: «todas las caloñas del Concejo inviértanse en la obra de la muralla hasta que se termine». Diferentes documentos municipales hacen pensar que pudo finalizarse en la segunda década del siglo XIII

La función defensiva que la muralla desempeñó tras la Reconquista, como consolidación de las plazas arrebatadas por los cristianos a los musulmanes, y durante el proceso de repoblación cristiana fue desdibujándose en los siglos XIV y, especialmente, XV.El notable crecimiento urbanístico experimentado por Madrid, con el desarrollo de nuevos arrabales más allá del recinto amurallado, motivaron su demolición, especialmente a partir del siglo XVI, con la designación de la ciudad como capital de España.

La escultura titulada “Accidente aéreo” es una especie de “Ángel caído” situado en lo alto del edificio de la Calle Milaneses, número 3, muy cerca de la Calle Mayor, donde lleva colgado desde el año 2006. La estatua semeja un ángel de color verde (que le proporciona la pátina protectora de bronce) con las alas extendidas, los brazos retorcidos y cayendo boca abajo contra el tejado del edificio, estrellándose. Si uno conoce la historia de Ícaro, se diría que esta escultura le representa en su mítica caída por pasar cerca del sol y derretir su calor las alas de cera. Pero no es nada de eso. Su difícil equilibrio suele pasar inadvertido a la gran mayoría de los viandantes y solamente unos pocos reparan en su existencia. Miguel Ángel Ruiz, su autor, habla sencillamente de un aviador distraído, no de un ángel caído, como parece a simple vista.

En el diario El País del 11 de agosto de 2007, el escultor cuenta con desenfado la historia de esta distracción: "hace 10.000 años, un hombre alado sale a dar una vuelta, y al volver, volando tranquilamente de espaldas, mientras toma el sol, no se percata de que, en el prado que aterriza siempre, ha crecido toda una ciudad". Y claro, se estrella contra uno de los edificios que han surgido como setas donde anteriormente no existía más que un prado verde. Para Ruiz, se trata de "una escultura del despiste, una estatua pre-Samur".

.Resulta que en este lugar se alzaba una de las atalayas que los árabes colocaban, repartidas por la ciudad, para vigilar los posibles avances de las tropas enemigas. Un tipo de torre que en latín se llamaba ‘especula’, término que también significa “espejo”. De ahí viene el error. Con la conquista cristiana de la ciudad la calle pasó a ser referida entonces como Calle del Espejo pero en verdad, quería hacer referencia al ahora desaparecido torreón.

La muralla cristiana de Madrid protegía un recinto de algo más de 33 hectáreas, ocho veces mayor que el espacio comprendido dentro de la primitiva muralla musulmana, de unas 4 hectáreas. Tenía una longitud aproximada de 2.200 metros.A diferencia del recinto amurallado árabe, estructurado en torres cuadrangulares, el cristiano se articuló a partir de torreones semicirculares, sobre paños de pedernal. Las propiedades de esta piedra (que, al ser golpeada, provoca chispas) dieron origen a uno de los lemas históricos de la ciudad: «fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son».Se estima que podía haber entre 130 y 140 torres, una cada 10 o 15 metros. La muralla estaba rodeada de un foso exterior, en buena parte de su perímetro, como avala la toponimia de algunas vías madrileñas. Las calles de la Cava Alta, de la Cava Baja o de la Cava de San Miguel fueron trazadas sobre este foso o cava, una vez que quedó cegado.Constaba de cuatro accesos, construidos en recodo, cada uno de ellos protegido por la proximidad de una o varias torres fuertes. No se conserva ningún resto arqueológico de los mismos:

El hecho de estar en el corazón del Magerit medieval hace que sea uno de las mejores ubicaciones para seguir la pista a la muralla cristiana que defendió el núcleo urbano en el Siglo XII bajo el reinado de Alfonso VII. En los números 10 y 14 de la calle se pueden encontrar retazos de este muro defensivo, especialmente en el segundo, en el que se puede apreciar un fragmento de hasta 2,5 metros de altura

Vestigios más relevantes

Los restos más relevantes de la muralla cristiana de Madrid están integrados en diversos edificios e infraestructuras urbanas. En la mayoría de los casos, su acceso es muy restringido, dado el carácter privado de los bloques de viviendas donde se localizan:Cava Baja. En el número 30 de esta vía, puede verse un fragmento de la muralla cristiana de aproximadamente 20 m de largo por 11 m de alto. Está en el patio interior de una finca y sólo se mantiene en pie la mitad intramuros de la fábrica. A la altura de los números 22 y 24 de la misma calle, se sitúan un tramo de cimentación y el arranque de un torreón semicircular. Sin salir de la Cava Baja, en el número 10, existe un lienzo de 7 m de longitud y una altura variable entre 1 y 4 m, además de las ruinas de un torreón semicilíndrico.Calle del Almendro. De 16 m de largo por 11 m de ancho es el tramo que se conserva en el número 17 de esta vía. Está ubicado al fondo de un solar y es visible desde la calle, a través de una verja.Plaza de Puerta Cerrada. En los números 4 y 6 de la plaza, se encuentra un trozo de muralla. Se trata del fragmento más completo que se conserva, pues llega hasta la coronación. Incluso son visibles el adarve y el pretil. También hay restos de una torre.Plaza de Isabel II. En el número 3 puede contemplarse un lienzo en el sótano de un restaurante de cocina americana, que se exhibe al público dentro de los horarios comerciales del establecimiento. Descubierto en 1991, presenta mampostería de sílex, con dos arcos de ladrillo, probablemente correspondientes a una reforma tardo medieval. En 1990 fue excavada la base de la Torre de Alzapierna o de Gaona, dentro de la estación de metro existente en la citada plaza, pero fue destruida.los números 11, 13 y 15 aparecieron en 1956 diversos restos, muy mal conservados, ya que se procedió a su derribo parcial. Calle de la Escalinata. Entre 1943 y 1945 se hallaron diferentes vestigios de una torre y de un trozo de muralla en los números 9 y 11 de esta calle, cercana a la plaza de Isabel II.

Calle de los Mancebos. En los números 3 y 5 se encuentran los restos de un silo, con materiales islámicos. Aunque forman parte de la estructura de un edificio, pueden verse desde la calle, a través de una verja de protección.Calle del Espejo. En el número 14 se conserva un muro de sillarejo de sílex, de 2'5 m de alto, ubicado en el interior de un garaje, accesible desde la calle de la Escalinata. En el número 10 de la calle del Espejo, también hay restos de un torreón semicircular, en su medianería.Plaza de Oriente. La base de la Torre de los Huesos, de origen musulmán e integrada por los cristianos en su muralla, se exhibe en el aparcamiento subterráneo de esta plaza, construido en 1996.

La Puerta de Guadalajara era la principal de la villa y la más suntuosa, dada su ubicación en un lugar de gran tránsito comercial, a la altura del número 49 de la actual calle Mayor. Estaba integrada por dos grandes torres, entre las cuales se extendía el arco de acceso. El emperador Carlos I (1500–1558) ordenó, hacia 1535, la demolición de la primitiva puerta medieval y su sustitución por una nueva, con tres arcos y más ornamental, que desapareció en un incendio acaecido el 2 de septiembre de 1582.

La Puerta de Valnadú (en otras tipografías, Balnadú) estaba posiblemente situada en el centro de la manzana definida por las calles de Lepanto, Carlos III y Vergara, en las proximidades del Teatro Real.

La Puerta de Moros se abría al sur sobre la actual plaza del Humilladero, entre las calles del Almendro y la Cava Baja. Fue destruida en 1412 durante una sublevación.

La Puerta Cerrada, localizada en la plaza homónima, se llamó inicialmente de la Culebra, por el relieve de dragón esculpido en la misma. La denominación que ha llegado a nuestros días surgió tras ser clausurada, dados los frecuentes delitos y asaltos que tenían lugar en su interior. Estaba flanqueada por la Torre del Vinagre y fue demolida en 1569, con ocasión de la entrada en la ciudad de Isabel de Valois, esposa de Felipe II.

A estos cuatro accesos se le añadían los tres de la primitiva muralla musulmana: el Arco de Santa María, la Puerta de la Vega y la Puerta de la Sagra.

Junto a la muralla, fueron levantadas varias torres albarrana y atalayas, que tenían una ubicación estratégica. Entre ellas, cabe destacar la Torre de Alzapierna o de Gaona, que tenía como función vigilar las fuentes de los Caños del Peral (en la actual plaza de Isabel II). La Torre de los Huesos, erigida en el siglo XI por la población musulmana, fue incorporada en la muralla cristiana, para proteger la Puerta de Valnadú. Los restos de esta última se exhiben en el aparcamiento subterráneo de la plaza de Oriente

Puertas de la muralla cristiana

Placa conmemorativa situada en la confluencia de las calles de la Unión y de Vergara, en la que se recuerda que, en torno a ese lugar, estuvo la Puerta de Valnadú.

MADRID23-10-2014

UN SALUDO, SARA