Mandala: Filosofias Underground

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PESADILLA Y LIMPIEZAAura María

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Algunas veces, cuando Valentina ha manchado la noche con sus pesadillas, baja los pies de la cama, y toca suave y levemente el suelo con sus pulgares, se para y toma su cobija, camina por el pasillo en la oscuridad, baja las escaleras silenciosa, y los últimos cuatro escalones los cuenta: cuatro, tres, dos, uno, piso.

Al pasar por la cocina toma un puño de cereal y sigue directamente a la lavadora que está en el patio de atrás.

Es de madrugada. Mete su cobijita a lavar y siente cómo lentamente se desprende de esos miedos, mientras más piensa más clara va siendo la sensación en su mente.

Observa cómo el viento mueve una planta al otro lado del patio y piensa: ¿En realidad es tan tenebroso ese lobo?; ¿esa culebra enn verdad habrá sido venenosa?; mis pies, ¿en serio pueden volverse lodo?

El agua sigue girando dentro de la lavadora, la tela queda limpia, esos tenebrosos dibujos, esas manchas y el olor de esos sueños se desvanece con el jabón que va vaciando la máquina.

Siguiente proceso, secado. Siete minutos después una campanilla marca el término del lava-do. Para Valentina llega una nueva era de sueño, las manchas de sus pesadillas esparcidas en su cobija ya no están y esta pequeña onironauta cruza la cocina, sube las escaleras, cuatro, tres, dos, uno, piso.

Ya en su cuarto, sube los pies a la cama, apaga la lámpara que está a un lado y se cubre de pies a cabeza con un nuevo sueño.

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Fotodél icos

Moisés Lozada

Samantha Nolasco Coiffier

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J. Cracket

Meli Vera

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Hay un momento en que descubres que no hay marcha atrás, y mucho me-nos marcha adelante, la impotencia de no poder decidir entre el hacer y dejar de hacer. Hemos estado viviendo en un mundo en el que nos hemos corrompido cientos de veces, dejando la inocencia detrás, y caminamos por rumbos nue-vos, aunque no desconocidos, bien pla-neados, construidos por los preceptos ideológicos básicos –vive bien, estudia, trabaja, ten una linda familia, haz depor-te, ve el tv., da un like de vez en cuando, confía en tus amigos y en el gobierno, en tu familia, en la iglesia- sin darnos cuen-ta convertimos nuestras pasiones en insípidas ilusiones (placeres momentá-neos), y en momentos -cuando miramos el pasado- nos resultan estúpidas. Esa que observamos al mirar detrás es nues-tra infancia, nuestra inocencia, esa es la que repudiamos en algún momento, in-capaces de reconocernos en el mundo que algún día quisimos, se va diluyendo, un placer necesario, sexo por gusto, por placer, sin pasión (verdadera pasión), o revoluciones mudas, gritos ahogados, sin eco ni resonancia, ni convicción.

¿Y la infancia?, la infancia la hemos de-jado olvidada. En ese momento es posi-ble que se descubra que la vida no vale la pena ya, que ningún camino nos lleva de regreso a la infancia, y que será una pérdida de tiempo buscar en el camino que nos espera. Jamás disfrutaremos del buen placer, de disfrutar con amor lo que queríamos, lo que sentíamos. Y al pare-cer tampoco merece la pena intentar recordar esa sensación de infante retraí-

“la inocencia no terminó el día en que

Kurt se suicidó, no!, eso sucedió 4 años

antes -con “A.W.”-, sabíamos que iba a

morir, pero lo mantuvieron vivo para

poder despedirnos”

do, aislado, el de gritos inconstantes y espontáneos, porque éste ha desper-tado en un sueño, en uno que no es el nuestro. Y así, cuando eso pasa, no queremos la vida, deberíamos querer la muerte.

Hoy lo descubrí; a veces a los 23 em-piezas a dejarte morir, y ahí se ha ido la inocencia, ninguna pasión ni atracción puede ser real, vivimos indefinidamen-te en el mundo de las ficciones de la vida, de la eterna gloriosa juventud, su-frimos, mentimos y alucinamos la bue-na vida, desperdiciamos a cada perso-na, sentimos sin sentir y comenzamos a salvarnos, y desesperadas las almas que a los 23 se elevan sin conseguir ningún éxito en su escape, se aseguran de llegar a los divinos 27, donde hoy aquel cuchillo de gala intentó sin for-tuna penetrar las venas de un pequeño amigo que celebra cada abril su día del niño, y que hoy intentó adelantarnos su “vigésima séptima sorpresa”.

Como te ves me vi, como me veo te veras

como me vez te vi,

como te veo moriré…Lala Lalal

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Fotodél icos

Alma Laura Lagarde

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Fotodél icos

J. Cracket

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J. Cracket

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Cuando eres niño estas más abierto a todo tu entorno, cada situación expe-rimentada es nueva para ti y por ende aprendes más cosas de este mundo, es-tás en una etapa donde todo es nuevo y sorprendente. Pero desde edad tempra-na eres influido por los medios masivos, eres un blanco fácil, y según eso está mal, eres un hijo de la televisión.

Pero cuando creces y recuerdas, muchos de tus momentos de la infancia fueron viendo la tele, incluso para muchos es imposible describir su niñez sin mencio-nar algún programa de televisión. ¿A ver

quién no ha tenido una platica basada en algún programa televisivo? La televisión ha sido satanizada, pero pues no todo esta tan malo. Digo últimamente está de moda decir “oh sí, me gusta leer mucho” “la televisión te hace tonto” “apaga la tele y abre un li-bro”. Lo sé, esta bien que lean, pero no está chido echarle tanta mierda a la televisión. No todos los programas son “caca”, bueno, las telenovelas, los programas de concur-sos y los noticiarios sí, pero ¿qué hay de las caricaturas? Últimamente han salido al aire programas infantiles que dices “ah cabrón, está chido” Quizás yo los siga viendo con ojos de niño y me emocione, pero no creo

Mowgli420

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ser el único al que le pase esto. Programas como Avatar el último maestro aire, Hora de aventura, 31 minutos o Regular show, me hacen pasar un largo rato frente a la televisión (si, ese artefacto de Satanás que tiene toda la culpa de todo y absorbe todas mis neuronas).¿Y que hay de la música para los reyes del hogar? Cuando vamos al kínder nos comienzan a enseñar canciones o rondas infantiles, Pimpón es un muñeco, muy grande y de cartón, doña blanca está cubierta de pilares de oro y plata o a la víbora víbora de la mar, de la mar y tales canciones también sirven para salir a jugar con los amigos.

Pero la televisión igual hace su trabajo y ven en los niños un gran target, cantantes como Tatiana, las gemelas Ivonne e Ivette (ivonive), La del Cubo de Donalú también hacen su chamba, o cualquier grupito que salía de las telenovelas para niños a las 4 en el canal de las estrellas, como Aventuras en el tiempo o Amigos por siempre. Yo la neta, nunca fui fan de esos grupos y cantantes anteriores, de quien si era fan, o al menos mis padres me ponían sus canciones eran de Cri-Cri

Hace poco tiempo, mientras gastaba mi vida frente a mi computadora navegando entre videos de youtube me encontré con una banda fenomenal, chingona, rock de huevos, de la vieja escuela dirían algunos y me refiero a “Dr. Teeth And The Electric Mayhem” (algo así como Doctor dientes y la mutilación eléctrica) conformada por: Dr. Teeth en los teclados, Animal en la batería, Sgt. Floyd Pepper en el bajo, Janice en la guitarra, Zoot en el saxofón y Lipsen la trompeta. Esta banda, es de títeres, ¡Si! Esta-mos hablando de la banda que ameniza el Show de los Muppets, una banda de rock, hecha con títeres para ser escuchada por niños (y no tan niños).

Según yo, se adelantaron a la época, en 1998 cuando salió el disco Gorillaz de la banda Gorillaz, está se volvió famosa de la noche a la mañana, era según “La primer banda virtual” porque sus integrantes eran dibujos ani-mados, pero Dr. Theeth and the Electric Mayhem hicieron su primera aparición en el año de 1976 de forma primitiva, cuando lo digital o virtual no era posible, una banda protago-nizada por títeres.

Además todos los integrantes de Doctor dientes y la mutilación eléctrica traen la actitud de rockstar que cualquiera de la escena de ahora envidiaría, los títeres se ven de los mas pachecos, con gafas pa ocultar los ojos rojos, y algunos con ojos a medio abrir, incluso cuando Zoot toca “Smoke Get in your Eyes”, su saxofón parece pipa, ya que comienza a salir humo como si en verdad estuviera fumando

Para encasillarlos en un género, ellos tocan jazz e improvisan y aunque no pueden tener muchos movimientos en la cara, parece que en realidad si sienten la música, por si no me creen adéntrense en la red y busquen “Sweet Tooth Jam”, incluso tienen un cover de Wild Thing hecho por Animal en la batería tocando como su nombre lo dice, y si son de canciones más tranquilas, Floyd Pepper interpreta While my guitar gentlyweeps o el cover instrumental que hace Zoot de “LoveStory” que la neta si te pone la piel chinita.

Pero ya basta de mucho blablabla, y si tienen la oportunidad, o si les dio curiosidad escu-char esta banda busquen sus rolas en youtube, la neta no se decepcionarán. O quizás sí, pero no es mi culpa.

En fin, no toda la programación de la tele esta tan culera, la cosa es buscarle.

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Karen Ouh

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Estaba allí sentado, viendo al mundo con las agujetas enredadas en los dedos. Domingo iba a crecer, a ser grande-grande y fuerte-fuerte, a tener un montón de dinero y un montón de esposas, como creía que tenía su abuelo. Iba a tener la barba más poblada del mundo, allí iba a hacerle una casa a su familia, a su abuela Jacinta y a Viento, el perro de sus amores. En esa casa hecha de barbas nadie podría entrar y nadie iba a lastimarlos nunca. Nadie. Y nunca.

Domingo iba a ser bueno en matemáticas, no iba a contarles a sus papás que lo sacaron de la clase por no haber hecho la tarea. Ni que el otro día tendrían que ir a la escuela a hablar con la maestra y explicar por qué había faltado dos veces a clase la semana pasada. Pero Él no quería decir nada porque sabía que tendría que trabajar toda una semana con su papá en lo de las pin-turas y eso no le gustaba, y además tendría que dar explicaciones sobre su ausencia. Tendría que decir que se escapó de la escuela porque descubrió un rincón en el mundo al lado de un árbol donde podía guardar su secreto más grande y más profundo: el cabello de Clarita.

A Domingo le gustaba la niña más fea del salón, por necia, por fea y por Clarita, decía él. Y cuan-do no se dio cuenta, una vez, en una clase, le cortó el cabello, un cachito. No podía guardarlo en su casa porque le iban a preguntar y él tendría que decir todo lo que estaba evitando. Y lo peor era tener que hacer la tarea de matemáticas.

Domingo iba a decirle a la maestra que sus papás no estaban, que lo habían abandonado con su abuela Jacinta y que ella era vieja y no podía ir a la escuela porque ocupaba una rama para caminar. Y lo hizo y entonces todos se dieron cuenta de que el muchacho era un cabroncito, así, chiquito.

Lo logró, el niño fue una araña que tejió el mejor de los argumentos y logró salir sano y salvo de todos los problemas, menos de uno. El hermano de Clarita se dio cuenta de la travesura, del ca-bello de la hermana en el rincón del mundo a un lado del árbol y le dejó un pequeño recuerdo a Domingo.

Se lo encontró en el patio de la escuela y le dejó una ventana entre los dientes, para el recuerdo, para que desde allí hiciera la casa con ese hilito de sangre escurrida para su abuela Jacinta y el perro, y así dejara a su hermana en paz.

Y Allí estaba Domingo, viendo al mundo del pasado y agrandándose las arrugas con esa risota que le provocaba el recuerdo. Sentado en su casa de cemento y no de barbas, con la misma ventana entre los dientes donde estaba su casa, su casa de hombre y de viejo, con la mente en-raizada a la niñez, al recuerdo, con los ojos brillados por la vida que le tocó, y que vivió y que quiso. Arreglando relojes que le recordaban al tiempo, Domingo fue siempre un niño feliz.

Enid Carrillo Moedano

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Son las 5:40 pm del 11 de junio del 2011. Ella está aquí, tan cerca pero tan lejos. Me pide que no me acerque y por extraño que parezca la obe-dezco… al verla mi corazón se agita como hace ya tantos años, entonces éramos unos niños. Entonces era el 8 de mayo del año 2000, yo es-toy nervioso, ella es mi primer amor, yo soy tan tímido que apenas y le hablo, ella al parecer no sabe que yo la quiero, pero la verdad es que no he podido ocultar lo que siento por ella. Mi ami-go Alonso me anima, me dice que le diga lo que siento, yo lo pienso un rato y le digo que no voy a decirle nada, él insiste, me convence, acto se-guido yo camino hacia ella, está sola y eso no es muy común, le pregunto tartamudeando si puedo hablar con ella, ella dice que sí. Es el 8 de mayo del año 2000, en el patio de la escuelaMargarita Maza de Juárez se ensayan los festejos para el día de las madres, yo no tengo profesor de 6to año de primaria, el que teníamos resultó alcohólico, así que no tenemos clases, yo voy hacia ella, le toco el hombro izquierdo, ella voltea, la miro y le pregunto si puedo hablar con ella, caminamos hacia la parte posterior del sa-lón del grupo 6to “C”. Le hablo desde el fondo de mi corazón, con toda la pureza que tiene mi alma de niño, le digo que la quiero y no puedo dejar de mirar al piso, ella me levanta la cara y me mira con los ojos más bellos que había visto, nos be-samos, es mi primer beso, es el 8 de mayo del año 2000 y yo pierdo la noción del tiempo…

Son las 5:50 del 11 de junio de 2011, ella está aquí en la tierra que nos vio crecer cuando aún éramos unos niños, ella no es feliz, eso se nota, me mira, se sonroja, me lanza un saludo camuflado, yo sonrió, no sé que más hacer, a mis casi 23 la vida no siempre es tan clara como parece, ella no quiere irse, voltea y me mira de sosla-yo, hace todo por perder el tiempo y ve un sombrero que está horrible pero aún así finge interés en él.Yo la miro a través del cristal oscuro de mis gafas, yo siento que el pecho me explota y ella se pierde entre la gente, de la mano de alguien a quien no quiere… Me quedo postrado en la banque-ta fingiendo escuchar a un grupo de músi-ca andina que toca “Moliendo café” yo me quedo sembrado en el piso sin hacer nada y pasaran 15 minutos para que por fin pue-da levantarme.

Es el 11 de junio de 2011, son las 7:30 pm y yo estoy frente a un monitor escribiendo este derrotero, el sol se oculta entre los ce-rros del valle de Tulancingo, yo estoy con un mix de sentimientos, feliz de haberle visto, triste de no poder abrazarla y decirle todo lo que la he extrañado… ahora son las 7:38 pm y no tengo como concluir esta historia, supongo que estas cosas nunca se acaban de escribir, supongo también el porqué estoy escribiendo todo esto…

Son las 5:40 Moisés Lozada

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Fotodél icos

Alma Laura Lagarde

Alma Laura Lagarde

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Karen Ouh

Elizabeth Ramos Castillo

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Aura María

Moisés Lozada

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Todos en algún momento de nuestra niñez dijimos “yo nunca voy a ser grande” y resulta que ahora estamos rebasando las primeras dos décadas de nuestra vida sintiéndonos viejos y achacosos con cada año que pasa, anhelando regresar a aque-llos años dorados en donde la única preocupa-ción era decidir entre jugar al “stop” o a las “es-condidillas”.

Y es que ¿quién no recuerda con nostalgia su in-fancia? Ir a la escuela casi con el único propósito de ver a nuestros amigos, y esperar la hora de la salida para llegar a ver las caricaturas a casa.

Puedo mencionar que mi infancia fue un peque-ño, pequeñísimo punto en la línea del tiempo de la historia de la humanidad, intrascendente y casi insignificante como la de todos ustedes, sin em-bargo, cada historia de vida es única e irrepetible, por ende, también lo son los acontecimientos de la niñez que resguardamos celosamente en nues-tro baúl de los recuerdos que parecieran ser re-producidos ahora mismo en VHS…

Recordar cómo todo era tan simple en aparien-cia…la palabra “responsabilidad” parecía ser sólo un juego de letras incomprensible e inaplicable. Nuestro itinerario al día era sencillo mas siem-pre resultaba significativo en más de un modo… ¿Quién no recuerda cuando aprendió a andar en bicicleta? Sintiendo toda esa adrenalina por el cuerpo, con el miedo a caer pero sosteniendo fir-memente el manubrio, percibiendo el tacto de las palmas de papá o mamá en la espalda, dicién-dote “vamos tú puedes, ahora tú solo…” y así, agarrando vuelo te animabas a pedalear cada vez más y más rápido…sintiendo que habías logrado la primera hazaña importante de tu vida.

¿Quién no recuerda las tardes con los amigos de la cuadra? La consigna era terminar la tarea para poder salir a jugar, y ya cansados de tanto correr y brincar, sentarse en la ban-queta, tomar un Frutsi, y mirar cómo se iba la tarde entre risas y bromas y a la espera del grito de mamá diciendo “¡Ya métanse, hace frío y no traen suéter!”…

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Y díganme además, ¿quíén no recuerda las visitas a la casa de la abuela o abue-los, las tardes de domingo? Cuando la familia y los primos se congregaban en el patio para jugar, y en donde si habían pequeñas discusiones o peleas, todo se solucionaba con “hacer las paces”

Admito que me es casi imposible conte-ner alguna que otra lagrimita repentina, de esas que aparecen cuando invaden los recuerdos. Y es que aunque digan que todos “llevamos un niño dentro”, es imposible ver al mundo con los mismos ojos después de los 12 años.

La vida cambia, cuando tienes pesa-dillas ya no puedes ir a refugiarte a la cama de tus papás en la madrugada porque eres un “adulto”, y sabes que los monstruos “no existen” y que tampoco viven debajo de tu cama…con los años, aprendes que esos monstruos toman otro nombre, otros cuerpos y que ade-más saben atormentarte de otras mane-ras…

Sabes también que es mentira que los amigos duran para siempre, pues cam-bias de escuela, dejas de verlos o tie-nen nuevos y “mejores amigos”…con el tiempo te acostumbrarás a invocarlos con el pensamiento, al desempolvar vie-jas cajas con cartas y objetos que com-partían…

Indudablemente extraño, y quiero pen-sar que extrañamos, muchas cosas de

la infancia, como por ejemplo poder co-mer cuánto dulce quisiera para después arrepentirme con las visitas al dentista.Estoy además consciente de que no puedo regresar el tiempo para hacer muchas cosas, ni mucho menos para decirle a esa niña de diez años que no se moleste por la muñeca que recibirá en su cumpleaños, porque cuando el pastel tenga veinte velas, querrá reci-bir algún detalle de su abuela, como un simple abrazo…O cuidar ese radio rosa que le regaló mamá y que amarraba a la bicicleta para ir de paseo con papá por las tardes, porque cuando empie-ce a tomar clases de inglés (cosa que muchos años después entenderá y agradecerá), tendrá todas las tardes ocupadas y no habrá más tiempo para paseos vespertinos ni anécdotas hasta la fecha…

En fin, antes de ponernos más melan-cólicos es preciso decir que toda etapa es linda si se disfruta lo que se tiene, no imaginando o deseando cosas que solas llegan, porque con la urgencia por crecer, olvidamos que esta vida es úni-ca y que a los veinte años no hay tiem-po para arrepentirse con las pérdidas…

No se puede volver a ser niño, es un hecho que duele, pero sería una lásti-ma no recordar esos años con cariño y por su puesto, con nostalgia.

Para ti, donde quiera que estés

Nancy Vite

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A Juan le enseñaron a jugar con armas, a ser el superior, a dominar a los otros; fue un niño serio, rencoroso y además por ser hijo único, lo berrinchudo emanaba en su calidad de primero y último, uno de aque-llos niños que recuerdan la importancia que tiene el uso del preservativo en esos momentos en que el caldo de la pasión se desborda de la olla y se convierte en un óvulo fecundado que escapa convertido en barro a los nueve meses de gestación.

Juan siempre estuvo, por alguna razón, muy cerca de algunos vecinos que busca-ron la forma de hacerle frente, sin embar-go, y a pesar de sus groserías, nunca es-tuvo sólo, al menos en su exterior siempre hubo una persona que aceptara estar do-minado y generara esa simbiosis que afec-taría más de lo que nunca se pensó.

El primero fue Adrián, quién al sentirse protegido por la compañía de Juan acep-taba ser humillado por éste durante los primeros años de su vida, y aunque esta situación fue breve, debido a que los pa-dres del vecino débil decidieron mudarse a otra ciudad, fue suficiente para que Juan comenzará a buscar la forma de mostrar su fortaleza.

Muchos pensarían que aquel niño hacía lo que quería, pero había barreras que bien sabía que no podía traspasar: sus padres. A pesar de aceptarle sus berrinches y sa-tisfacer sus caprichos siempre se mostra-ron fuertes hacia él, y siempre buscaron la mejor forma de enseñarle “a defenderse de la vida”.-Si te vuelven a pegar en la escuela cuan-do llegues a la casa yo te voy a pegar a

ti- le dijo una vez su madre, luego de que el pequeño se enfrentara a golpes con un compañero que no le había prestado su lápiz de superhéroe con luz integrada.

Pero como es natural, el niño comenzó a crecer, luego a dominar, y de un momen-to a otro logró romper las cadenas que lo ataban; lo anterior, enmarcado por el cli-ma de la vida que genera la adolescencia. No hubo amor, sólo regaños y rigidez, lo único que querían sus padres era tener un súper hijo capaz de enfrentarse al mundo.

Al crecer Juan tuvo que casarse porque así lo decía la sociedad, tenía que mandar en su casa y golpear de vez en vez a su mujer porque sino sería muy débil, y aunque fue aceptado por la belleza angelical de Mar-tha, ésta terminó por divorciarse bajo el argumento de maltrato familiar.

Una tarde ya con el peso de algunos años, Juan comprendió que había dominado a mucha gente, que había logrado tener po-der económico y político, que incluso sus padres en aquel asilo eran inferiores, y al mirar el espejo se dio cuenta de que no había hecho nada, no había vívido sufi-ciente y lo peor, que aunque había podi-do dominar a todos, nunca había logrado dominarse a sí mismo.

Aquella tarde se escuchó el disparo de un revólver, el gatillo había sido jalado por un niño que nunca creció como tal, que no se divirtió por no mancharse la ropa con arena, que nunca corrió bajo la lluvia y que aunque tuvo sexo nunca supo amar...

COSAS DE NIÑOS

Pérez Cabrera Oscar Raúl

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Fotodél icos

J. Cracket

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Cuando tenía apenas diez añitos de edad y mi vida se centraba en mi familia, la escuela, las caricaturas, los dulces y los juguetes, una bicicleta amarilla de montaña llegó a darle un plus a mi diversión. Antes andaba en la típica bicicleta de “rueditas”, ésa que, conforme cre-ces y aprendes a mantener el equilibrio, tus padres adaptan para que andes sólo sobre dos ruedas, pero aquella bicicleta ya era muy pequeña así que un 6 de enero me la cambiaron por una más grande, una con velocidades y frenos, frenos que un día me quedaron mal y resultan ser el factor detonante de esta crónica delictiva.

Recuerdo que era un domingo por la mañana cuando aquel incidente ocurrió. Desde muy temprano una prima y yo habíamos salido a andar en bicicleta y desacatando la condición de nuestros padres de no irnos más allá de la colonia en la que estábamos, casi atravesa-mos el municipio sobre dos ruedas. Sin importarnos recorrimos un par de kilómetros hasta llegar a un corredor llamado “la ciclopista”, el cual une dos municipios de Hidalgo, Tulancin-go y Santiago. En dicho corredor las personas salen a caminar, correr o andar en bicicleta como fue mi caso.

Recorrimos de principio a fin el tramo pavimentado y parte del tramo en terracería; las llantas de mi bicicleta parecía que no pararían de rodar pero mis piernas ya comenzaban a cansarse y me pedían parar a descansar, entonces decidimos regresar.

Crónica de una niña delincuente

Karen Alfaro

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Bajo un sol que en cualquier momento podía derretir el caucho de las llantas de mi bicicleta, el regreso a casa parecía ser un castigo, pero aún no me rendía, sabía que si aceleraba pronto podría descansar. A pie de carretera y siguiendo con la mecánica del pedaleo “pierna izquierda-pierna derecha”, no faltaba mucho para terminar el recorrido y de repente, como espejismo, a lo lejos un puesto de cocteles de fruta comenzaba a aparecerse en mi camino, cada vez se veía más cerca y yo no dejaba de pedalear hasta que un mal cálculo y unos frenos tronados por tanto calor, me hicieron estamparme justo en él tirando casi todos los cocteles preparados. La dueña, una señora de unos 45 años me quería cobrar la cantidad de 300 pesos por el daño ocasionado, obviamente yo no llevaba dicha cantidad, ¿qué niña de 10 años anda cargando 300 pesos cuando sale a andar en bicicleta?, la señora me de-cía que quería el dinero o que si no me iba a quitar mi bicicleta, pero mi prima (quien era un poco más grande que yo), iba más adelante, al darse cuenta de que no la alcanzaba se regresó y vio lo que yo había causado, al ser un poco más grande intentó negociar con la señora, pero ésta no accedía y en un descuido de la señora, quien ya iba por el marido para cobrarnos o quitarnos la bicicleta, escuché un incitador: “vámonos” y sin pensarlo, tomé mi bicicleta amarilla con cachos de naranja, papaya, sandía y demás frutas y pedaleé; pedaleé lo más fuerte que pude pero mis piernas cansadas no parecían responder, yo veía cómo mi prima se alejaba y yo no podía, no podía más, volteé y vi que la camioneta en la que estaba el esposo de la señora venía detrás de mí.

Estaba en extremo atemorizada, mi corazón parecía que se me iba a salir; por mi frente corrían ríos de sudor, pero no sé cómo pedaleé y pedaleé hasta llegar a casa de mis tíos donde mi prima ya estaba. En cuanto llegué, me metí lo más rápido que pude y sin decir nada me subí a la recámara de mi prima y desde su ventana vimos como la camioneta se dirigía a su casa, otra vez sentí que el corazón se me salía, pero nada pasó, la camioneta tomó otra dirección y dio vueltas por la zona por un par de minutos.

Tenía miedo de salir, miedo de volverme a subir a la bicicleta, miedo de hablar, miedo de volver a pasar por el puesto de los cocteles y ver a la señora y que quisiera cobrarme, peor aún, que me acusara con mi mamá y ella me regañara.

Afortunadamente mi prima no contó nada de lo sucedido hasta después, cuando yo me atreví a hablar y confesé mi delito: tirar el puesto de los cocteles, no pagar y huir a toda velocidad sobre mi bicicleta amarilla con los frenos descompuestos.

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Fotodél icos

Meli Vera

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ES FÁCIL DECIR QUE LOS DEDOS

VUELVEN A CRECER

ES FÁCIL DECIR QUE LOS DEDOS

VUELVEN A CRECER

Nuko

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AMORES

Vendo mi primer amor columpiándose en el kínder,Mi primer beso bajo la lluvia

Y un chocolate derritiéndose en mi mochila.

Vendo una película romántica, Y varias lágrimas silenciosas en la azotea.

El amor a oscuras.

Vendo mi cara sonrojada y mi amor adolescente,La sensación de tomarse de las manos con cariño,

Y mis primeras mariposas en el estómago.

Vendo mi juventud también, Y una obsesionada serenata.

El amor maduro.

Vendo la preocupación de mi madre, los celos de mi padre, El amor que enojado se sentía en las manos,

Y varias cartas de amor con faltas de ortografía.

Vendo las zapatillas rojas que nunca use, porque nunca tuve,Un beso precoz y el sexo verde, tonto y prematuro.

El amor salvaje.

Vendo las paletas de corazón y su amor de a peso, La costumbre no entendida,

Y el poema que leí a los catorce y que ahora no puedo recordar.

Vendo el anhelo de un beso en París, un incástico abrazo, Y mis piernas flacas asomándose debajo de algún vestido.

El amor prohibido.

Vendo el acné de mi cara puberta,La vanidad de unos labios gordamente rojos

Y seis novios de tres meses.

Vendo amores platónicos,Amores verdugos,

De colores.

Vendo amores estrellados,Amores verdaderos,

De noche.

Vendo amores amargos,Amores imposibles,

Salados.

Vendo muchos amores, están todos en el alhajero.

VESTIDOS

Vendo el vestido rojo que mi abuela paterna nunca me heredó,El muñeco esclavo de mis instintos maternos,

Y mi primer cigarro a escondidas.

Un vestido verde tristeza.

Vendo la falda de cuadros escoceses que recitaba una poesía junto a mí,Vendo una vida desobediente e insegura,

Y muchas ganas de comer hielo.

Un vestido morado vanidad.

Vendo un traje de azul satín que me hacía sentir Mónica Naranjo,La seguridad bajo vestidos de cortos cinco años,Y las tareas hechas bolita en el bote de la basura.

Un vestido amarillo primaria.

Vendo tres vestidos de boda que nunca me pondría,El flotante columpio en “la lomita”,

Y el atinado y joven divorcio de mis padres.

Vendo un vestido de flores, color blanco ternura,Y otro de cuadros, color café locura;

Vendo un vestido de rayas, color gris cordura,Y otro de color azul dulzura.

SEVENDE

Karen Ouh

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VESTIDOS

Vendo el vestido rojo que mi abuela paterna nunca me heredó,El muñeco esclavo de mis instintos maternos,

Y mi primer cigarro a escondidas.

Un vestido verde tristeza.

Vendo la falda de cuadros escoceses que recitaba una poesía junto a mí,Vendo una vida desobediente e insegura,

Y muchas ganas de comer hielo.

Un vestido morado vanidad.

Vendo un traje de azul satín que me hacía sentir Mónica Naranjo,La seguridad bajo vestidos de cortos cinco años,Y las tareas hechas bolita en el bote de la basura.

Un vestido amarillo primaria.

Vendo tres vestidos de boda que nunca me pondría,El flotante columpio en “la lomita”,

Y el atinado y joven divorcio de mis padres.

Vendo un vestido de flores, color blanco ternura,Y otro de cuadros, color café locura;

Vendo un vestido de rayas, color gris cordura,Y otro de color azul dulzura.

TRISTEZAS

Vendo el amor de mis abuelos que después de varios años se volvió una hermosa costumbre con quince hijos,

La tristeza de un pájaro muerto, las hojas secas de un paseo en el bosque,

Y una tarde de lluvia con sol.

Una laguna y un desierto.

Vendo las infantiles ganas de que mi madre me maquillara,Mis ojos de canica, siempre tristes,

Y el extraño gusto de las tías de hablarle a las flores.

Hermosas ventanas, que lloraban con la lluvia.

Vendo los recuerdos empolvados en cajas en el zarzo de la casa de mis abuelos,

La piadosa bala en el corazón de mi perro enfermo,Y las tardes en el río, con pelotas que se robaba la corriente.

Las esperanzas de un invierno con nieve.

Vendo la tristeza borracha de mi padre,La muerte del caballo de mi abuelo César,

Y la siempre silenciosa mirada de mi madre enojada.

Vendo una tarde de zarzamoras,La desilusión de saber que mis padres no son héroes,

El miedo a la oscuridad Y las noches en que mojé la cama.

Vendo el dolor de los piquetes de hormigas,Las hadas y los duendes que pensé reales,

Los libros de Alan Poe Y las ganas de devorar una biblioteca.

Vendo dos mejores amigas, con dos trágicas historias, con dos fonditas, con dos abuelas Mary,

Y el fantasma de la maestra Leila,Y tardes de recuerdos del Porfiriato con una de las Mary.

OFERTAS

Vendo todos mis recuerdos de la infancia, que aún no ter-minan de jugar y columpiarse y que de vez en cuando se

asoman y se azotan, se caen, se pierden en el juego de las escondidas, se quejan, se lastiman y esperan todavía junto a

los bambús al primer amor con un vestido rojo travieso.

SEVENDE

Karen Ouh

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Fotodél icos

Moisés Lozada

J. Cracket

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Karen Alfaro

Meli Vera

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Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro.Resulta ahora una experiencia fastidiosa el volver a escuchar este presupuesto, sin em-bargo, este mismo carácter con el que damos por sentado, por aceptado y reconocido un postulado social sin pasarlo por nuestros ojos críticos empapados de una duda consciente y reflexiva, es una de las principales preocupaciones de la filosofía. La infancia vista sólo como un “futuro”, como aquellos que “vienen”, viene acompañada con una necesidad de crear el “futuro”, de moldear a los que vienen. Esta aseveración podría unificar a la multi-plicidad de discursos creados acerca de la infancia, puesto que todos y cada uno son dis-cursos creados para los niños, pero desde la visión adulta. No es mi intención negar que los niños y las niñas sean los sujetos del futuro, que sean la posibilidad de la continuidad (pues se trata de un postulado que difícilmente será sometido a duda alguna), pero es de vital importancia recalcar que también son la proyección de una escala de valores y de una subjetividad que quiere verse mañana, que pretendemos construir hoy en relación con un proyecto futuro, bajo una mirada disciplinada y disciplinaria; la infancia es un fenómeno a ser controlado. Y esto requiere para su explicación un análisis sobre la posición del “yo” (adulto) con el “otro” (niñ@). En un sentido Foucaultiano, la relación de poder ejercida por el “yo” inherente a la naturaleza de su “ser” es factor determinante para la posición y el de-sarrollo del “otro”. Hablar sobre los “otros”, pensar sobre ellos nos puede llevar a dejar que el “otro” pregunte, hable.Y puesto que se ha estado hablando de una política y una cultura, y la posibilidad de poder hacerla y rehacerla ¿No es que la historia del conocimiento es una historia de la política y la cultura para nombrar al otro? Es decir, ¿estaremos dejando “ser” realmente como “son” a los “otros”? La respuesta tal vez sea un contundente NO. Y si así fuera, ¿El camino por el que llevamos a los otros, de verdad será el único e inequívoco?

La Filosofía es un juego de niños

Omar Rodríguez Cerón

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Yéndonos radicalmente a territorios de la psicología, algunas veces pensamos en cuando fuimos niños, pero ahora desde una visión adulta; y lo que antes parecía un sin-fín de travesías llenas de adrenalina emo-cionante, pensamientos y deducciones lle-nas de incertidumbre y reflexión en cuanto al “ser” (tanto nuestro como de las cosas), ahora nos parecen (en tonos sarcásticos) unas verdaderas estupideces.

“Lucien tomo la costumbre de jugar al huer-fanito. Se sentaba en medio del césped, lle-naba sus manos de tierra y pensaba <<Soy huérfano, me llamo Louis y llevo 6 días sin comer”. Durante la comida siguió jugando. Papa y mamá no se daban cuenta de nada. Él había sido recogido por unos ladrones que querían hacer de él un carterista… Era divertido porque todos estaban jugando. Papa y mamá jugaban a ser papa y mamá. Mamá jugaba a atormentarse porque su te-soro (botín) comía muy poco, y papá jugaba a leer el periódico y agitar de vez en cuan-do su dedo ante la cara de Lucien diciendo <<Bumbum, monigote>>. Y él jugaba tam-bién, pero acabó no sabiendo muy bien a qué ¿Al huerfanito? ¿O a ser Lucien?

La mirada siempre amenazante del adulto se resiste a soltar su herencia, la del cono-cimiento, la del lenguaje, y es mediante la cultura (esa fuerza descomunal y a veces terrorífica) que se aprenden y asimilan ac-titudes, rechazando otras, que compitieron en un juego de valoración, ética y temor al ostracismo social y al aislamiento, actitudes aprendidas también.

“Lucien dejó pronto de hacer fuerzas y, un poco sofocado, le preguntó,<<¿Pero tú eres mi verdadera mamá?>>. Ella dijo <<Calla, tonto>> y le preguntó si iba a venirle. A par-tir de ese día, Lucien estuvo convencido de que ella representaba una comedia y ya no volvió nunca a decirle que se casaría con ella cuando fuese mayor… Desde aquel día, Lucien comprendió que no quería a su mamá. No se sintió culpable, pero multiplicó sus manifestaciones de cariño por que pen-saba que había que aparentar el amor a los

padres durante toda la vida, porque si no, se era un mal chico”.

Tal vez es el “ser” verdadero lo que se mues-tra en la infancia, tal vez los adultos lo reduci-mos a la razón por las razones equivocadas. ¿Por qué este cuestionamiento? Porque para muchos de los adultos, lo único que hace esta sociedad es hacer volver la nostalgia por aquel mundo edénico e inocentemente salvaje de la infancia, y es a este estado de pensamiento e instintos irracionales al que un hombre con aspiraciones filosóficas debe recurrir, antes de todo: al de la niñez.

Lucien se convirtió en un destrozón. Rompía todos sus juguetes para ver cómo estaban hechos, rajó el brazo de un sillón con una vieja navaja de afeitar de papá, dejó caer al suelo la figurita de tanagra del salón para sa-ber si estaba hueca o si tenía algo adentro… y en cada ocasión se sentía profundamente defraudado. Las cosas eran estúpidas, no existían de verdad. Mamá le preguntaba a menudo, mostrándole las flores y los árbo-les, cómo se llamaban. Lucien meneaba la cabeza y respondía: <<Eso no es nada, no tiene nombre>>”

Ya sé lo que quiero llegar a ser de grande: un niño.(Anónimo)

Un pedazo de poesía que vista desde esta perspectiva, adquiere un significado total-mente alternativo. Tal vez la alteridad de es-tos dos discursos (adulto y niño) liberada de política y cultura nos lleve por un camino di-ferente: salir del “sí” y dejar que el “otro”, lo otro que nos altera, tenga su espacio desde “sí”.

(Con fragmentos de La infancia de un jefe, de Jean Paul Sartre)

¿El camino por el que llevamos a los otros, de verdad será el único e inequívoco?

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Fotodél icos

Samantha Nolasco Coiffier

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Samantha Nolasco Coiffier

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Muchas personas dicen que una de las etapas más chidas de la vida es la niñez, y ¿cómo no? En primer lugar no vas a la escuela, no te preocupas por buscar tra-bajo, no realizas tareas domésticas y una larga lista de cosas más de las cuales nos desentendemos. El mundo en los prime-ros años de la vida está lleno de sueños, muchos de ellos encaminados principal-mente por la interacción que se tiene con las caricaturas. Todos tuvimos alguna vez la esperanza de tener una serie de pode-res sobrenaturales como nuestros héroes en la infancia, llamesé Goku, Spider Man, Batman, Superman, entre otros.

Una cualidad que ubico en las series ani-madas es que incentivan al chamaco a imaginar, pensar, crear mundos. Todo lo vemos con buenos ojos y uno de los ob-jetivos centrales o finales en la mayoría de las ocasiones es combatir el mal. En los primero años de nuestra vida siempre tratamos de ayudar a los demás, aunque siempre, al menos eso creo, con la fina-lidad de llevarse el crédito final, el reco-nocimiento. El ser héroes o protagonistas siempre viste, sobre todo cuando el re-sultado sea un final feliz, de lo contrario todo el esfuerzo realizado no tendrá cré-dito.

El paso fatídico a la realidad siempre llega de golpe en la mayoría de las ocasiones, o al menos a mí, cuando se cursa el ba-chillerato. Años antes el desmadre propio de la secundaria e incluso de la prepara-toria se disfrutaba y se veía al mundo de la misma manera. Ahora bien, cuando te comienzas a preocupar por la elección de

un posible futuro, ya sea en el ámbito es-colar o laboral, llega el trágico golpe titu-lado realidad. Todo aquello que de niño soñabas llevar a la realidad cuando “fue-ras grande” prácticamente se convierte en imposible.

Todos aquellos escenarios posibles que nos imaginamos en nuestra niñez se vie-nen abajo en unos cuantos segundos. Ahora si quieres ayudar alguien, te tachan de mamón y oportunista, que sólo estas en busca de algo. Por otro lado, sino ayu-das, de apático fresa y ojete no te bajan. En otras palabras la realidad está culera, pareciera que ningún poder sobrenatural como los que nuestros más grandes súper héroes poseen puede ayudar a cambiar precisamente esa trágica realidad. Ahora todo lo que haces es sometido a cuestión, no como en la niñez que todo era festeja-do y eso en realidad era lo chingón.

Conforme avanza el tiempo los héroes cambian, se llaman libros, música, cine, arte, teatro, fútbol, etc. Pero son pre-cisamente esos nuevos héroes los que cambian tu perspectiva, los que te crean nuevos mundos, te incentivan a imagi-nar, pensar, debatir, refutar y sobre todo emputarte de lo culero que está el mun-do cuando “se es grande”. Ese paso que todo niño sueña con llegar a hacer es un golpe duro, el cual en lo particular qui-siera deshacer, no hay nada como hacer todo lo que acabo de decir pero desde la perspectiva de un infante soñador, de lo contrario lo que alguna vez llamamos sueños se convierten en pachequeces in-alcanzables.

LA VIDA EN SUEÑOS, AHORA ¿PACHEQUECES?Viko del Real

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Fotodél icos

J. Cracket

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Qué tal mis estimados mandalectores ya que en esta ocasión nos toca recordar esos bellos y tan simples tiempos donde nuestra única preocupación era qué hacer para no aburrirnos y entre juegos, casca-ritas, travesuras y demás, estaban las ca-ricaturas y me atrevo a decir que ninguna nos marcó más ---por lo menos a la gene-ración de los 80’s y 90’s--- que el sr. Gokú y compañía, así es me refiero a nada más y nada menos que Dragon ball.

Recuerdan llegar de la primaria a casa con todo y ese mochilón de shit y lo primero que hacían, bueno después de quitarte el uniforme por órdenes -para no decir gritos- de tu jefa, era prender la tele y esperar a ver el siguiente capítulo de Dragon Ball y me refiero a Dragon Ball!! Con el Gokú gordito y sumamente ingenuo que luchaba miles de veces en contra de la patrulla roja o cuando Gokú estaba luchando fervientemente en el torneo de artes marciales y ¡¡Madres!! Te regresaban a otra temporada y te tocaba echarte de nuevo a Pilaf y sus secua-ces hasta volver a donde te habías quedado pero aun así te los echabas de nuevo sin bronca alguna. Y mientras seguías creciendo, tu fiel amigo Gokú lo hacía también, como olvidar ese momento cuando vuelve después de su entrenamiento con Kamisama, justo a tiempo para inscribirse al torneo de artes marciales y chan chan… no sólo Bulma era la impresionada de ver a Gokú Ya crecidito!! dando pie a una nueva ola de aventuras para proteger a la tierra y sus terrícolas mal agradecidos.

Así llegamos a Dragon Ball Z la cual nos llenaría aún más de emociones y momentos memo-rables que permanecerán en nuestras mentes por siempre y le contaremos a nuestros nietos que alguna vez existió un sayajin llamado Gokú y sus grandes hazañas como cuando se trans-formó en súper sayajin por primera vez!!! Ohh my fucking good!!, o cuando Trunks llega del futuro y le pone bien en su madre a Freezer en tan sólo segundos, o que tal cuando Gohan!!! Gohan!!! El niñito chillón y sentimental que parecía no ser digno hijo de Gokú, nos demuestra

Larga vida al

SaiyajinRe-Pacheco

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todo lo contrario convirtiéndose en el sú-per sayajin más poderoso (por el momen-to) pero que por su prepotencia Kakaroto se ve obligado a sacrificar su vida una vez más por todos nosotros y ni que decir de las demás facetas de Gokú, súper saya 2 y 3, las fusiones, los romances, las tris-tezas, las clases de manejo, las batallas de 20 episodios, los openings y endings que cantábamos con tanto orgullo, gloria y sentimiento ---y me refiero a los doblados al español que pasaban por canal 5--- to-dos esos maravillosos momentos que lle-naron nuestra infancia de tanta alegría, a poco no hasta cargaban su bonche de es-tampas repetidas con hologramas y todo para cambiarlas en el recreo y así poder llenar los tan afamados álbumes de Dra-gon Ball.

Y ahora a más o menos 27 años de con-vivir y compartir experiencias con este sa-yajin, la mente detrás de este maravilloso anime, Akira Toriyama, nos ofrece la más reciente aventura de Gokú y los guerre-ros Z , la decimocuarta película de Dragon Ball Z: The Battle of Gods.

La historia se desarrolla varios años des-pués de la batalla con Majin Buu. Birusu, el dios de la destrucción que ha mantenido el equilibrio del universo, ha despertado de un largo sueño. Escucha rumores de que un Saiyan (Saiya-jin) derrotó a Free-zer, Birusu (Bills) llega en busca de Gokú.

Emocionado porque un oponente podero-so ha aparecido después de tanto tiempo, Gokú ignora a Kaiosama y desafía Biru-su en una batalla. Sin embargo, Gokú no es rival para el poder abrumador Birusu y es derrotado. Birusu se aleja después de pronunciar un mensaje ominoso: "¿Hay al-guien en la Tierra más digno de destruir?" Podrán Gokú y los demás realmente ser capaces de detener al Dios de la Destruc-ción?!

Creo lo que llama la atención de varios fans de la saga es que se dice que en la movie Gokú junto con la ayuda de otros

sayajin se ve obligado a transformarse en la última y más grande fase de los súper sayajin, el súper sayajin nivel dios!! Ahhh no mames, agárrense!!!. Si bien la pelícu-la ya fue estrenada en Japón ---qué raro--- el pasado 30 de marzo, los fieles y fer-vientes seguidores de Gokú seguimos en la espera de que llegue a nuestras salas de cine pero claro con las voces que re-cordamos y dieron vida a esta saga pues sería una total y completa mierda que le cambiarán la voz a Gokú, no?

Pero crucemos los dedos y levantemos las manos para brindarle nuestra energía a Gokú y nos hagan el milagro de traer-la a las salas de cine de nuestro querido país que siempre ha demostrado ser fiel seguidor de Dragon Ball ya que estoy se-guro que no hay ningún mandalector ---no importa el sexo--- que no haya alzado las manos aunque sea un vez para ayudar a Gokú a formar la genkidama y también todos hemos puesto las manos en posi-ción de Kame-hame-ha y lo hemos grita-do a todo pulmón!! Larga vida a Gokú!!! Amén!!!

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Portada: Aymer GálvezContraportada: Mowgli420