Manual de Ciencia Politica

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MIQUEL CAMINAL BADIA (Editor) MANUAL DE CIENCIA POLITICA Prólogo de JORDI CAPO GIOL Autores CESÁREO R. AGUILERA DE PRAT, JOAN ANTÓN, LUIS BOUZA-BREY, MIQUEL CAMINAL, JAUME COLOMER, ANTONI FERNÁNDEZ, ANDRÉS DE FRANCISCO, EDUARD GONZALO, JORDI GUIU, PEDRO IBARRA, JACINT JORDANA, FRANCISCO LETAMENDÍA, JOAQUIM LLEIXÁ, JAUME MAGRE, ENRIC MARTÍNEZ, JORDI MATAS, JAIME PASTOR, AMADEU RECASENS, FERRAN REQUEJO, RAFAEL RIBÓ, JORDI SÁNCHEZ, ANA SANZ, XAVIER TORRENS, PERE VILANOVA SEGUNDA EDICIÓN " : jl\ ¡ I I 1"

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M Caminal Badia

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  • MIQUEL CAMINAL BADIA (Editor)

    MANUAL ~

    DE CIENCIA POLITICA

    Prlogo de JORDI CAPO GIOL

    Autores

    CESREO R. AGUILERA DE PRAT, JOAN ANTN, LUIS BOUZA-BREY, MIQUEL CAMINAL,

    JAUME COLOMER, ANTONI FERNNDEZ, ANDRS DE FRANCISCO, EDUARD GONZALO,

    JORDI GUIU, PEDRO IBARRA, JACINT JORDANA, FRANCISCO LETAMENDA, JOAQUIM LLEIX,

    JAUME MAGRE, ENRIC MARTNEZ, JORDI MATAS, JAIME PASTOR, AMADEU RECASENS, FERRAN REQUEJO,

    RAFAEL RIB, JORDI SNCHEZ, ANA SANZ, XAVIER TORRENS, PERE VILANOVA

    SEGUNDA EDICIN

    " : jl\ I I 1"

  • Diseo de cubierta: 1. M. Domnguez y 1. Snchez Cuenca

    1.a edicin, 1996 2: edicin, 1999

    1: reimpresin, 2001 2: reimpresin, 2002 3: reimpresin, 2003 4: reimpresin, 2004 5: reimpresin, 2005

    Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por la Ley, que establece penas de prisin y/o multas, adems de las correspon-dientes indemnizaciones por daos y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren pblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cientfica, o su transformacin, interpretacin o eje-cucin artstica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a travs de

    cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.

    CSAR R. AGUILERA DE PRAT, JOAN ANTN, LUIS BOUZA-BREY, MIQUEL CAMINAL, JAUME COLOMER, ANTONI FERNNDEZ,

    ANDRS DE FRANCISCO, EDUARD GONZALO, JORDI GUIU, PEDRO IBARRA, JACINT JORDANA

    FRANCISCO LETAMENDA, JOAQUIM LLEIX, JAIME PASTOR, AMAnEU RECASENS, FERRAN REQUEJO,

    RAFAEL Rm, JORDI SNCHEZ, ANA SANZ, XAVIER TORRENS y Pere VILANOVA, 1999

    EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, S. A.), 2005 Juan Ignacio Luca de Tena, 15 - 28027 Madrid

    ISBN: 84-309-3363-8 Depsito Legal: M. 5.949-2005

    Printed in Spain. Impreso en Espaa por Murie1

  • NDICE

    PRLOGO, por lordi Capo Giol ................................................................................ Pg. 13 INTRODUCCIN: LA POLTICA COMO CIENCIA, por Miquel Caminal .................... 17

    1. La realidad poltica y el anlisis de la poltica.-II. El objeto de la ciencia polti-ca y su autonoma como ciencia sociaL-III. La poltica como ciencia.-IV. La do-ble cara de la poltica: la poltica como relacin de poderes y la poltica como gobierno. Bibliografa. ..................................................................................................................... 19

    1. EL PODER Y LOS SISTEMAS POLTICOS, por Luis Bouza-Brey ........................... 37 1. La poltica y el poder.-II. El poder y la sociedad.-II1. La evolucin del po-der. Los modelos histricos de organizacin poltica de la sociedad. l. Las formas po-lticas preestatales. A) La sociedad acfala. B) La sociedad segmentada. C) La ciudad-Estado. D) El imperio burocrtico. E) El feudalismo. 2. El Estado y su evolucin. A) La monarqua como forma de transicin desde el feudalismo a la sociedad moder-na. B) El Estado liberal. C) La crisis del Estado liberal y su transformacin. D) El Es-tado democrtico-social y su crisis.-IV. El poder poltico actuaL-V. El poder po-ltico como sistema.-VI. La teora de los sistemas en la ciencia poltica.-VII. Los lmites y componentes del sistema poltico.-VIII. La estructura, el proceso y los ti-pos de sistemas polticos.-IX. Los sistemas y el cambio poltico. 1. La moderniza-cin y el cambio poltico. 2. Las categoras del cambio poltico. Bibliografa. ............ 39

    11. LAS IDEOLOGAS POLTICAS ................................................................................ 85 l. EL LIBERALISMO, por loan Antn ................................................................................... 87

    1. Concepciones filosficas de base.-II. Del absolutismo de Hobbes a la plura-lidad de poderes de Locke. El liberalismo ingls.-I11. Kant y el Estado de dere-cho.-IV. Liberalismo y economa de mercado.-V. Los liberalismos del siglo XIX.-VI. Los liberalismos del siglo xx. Bibliografa. ............................................. 87

    2. EL CONSERVADURISMO, por loaquim Lleixa .................................................................. 106

    1. Un estilo de pensamiento.-II. Burke.-I1I. Difusin del ideario poltico anti-rrevolucionario.-IV. Los contrarrevolucionarios.-V. Otra matriz del conserva-durismo: los doctrinarios.-VI. El nacionalismo conservador.-VII. Muchedum-bres y democracia.-VIII. El perodo de entreguerras.-IX. Evoluciones recientes. Bibliografa. ............................................................. ........................................ .............. 106

    3. EL SOCIALISMO, por lordi Guiu ..................................................................................... 123

    1. Los orgenes del socialismo.-II. El primer anarquismo.-II1. El socialismo in-gls.-IV. La teora poltica de Marx. l. El primer ideario poltico de Marx. 2. La crtica de Marx a la filosofa del Estado. 3. La teora de la revolucin de Marx.-V. La socialdemocracia c1sica.-VI. El marxismo ortodoxo de Kautsky.-VII. El revisionismo de Bernstein.-VIII. Lenin y la revolucin rusa.-

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    IX. La cosificacin dogmtica del pensamiento de Marx.-X. Los marxismos del siglo xX.-XI. El socialismo en Occidente.-XII. Los ltimos desarrollos neo-marxistas. Bibliografa. .................................................................................................. 123

    4. EL MARXISMO, por Andrs de Francisco ................................................................ ....... 141

    1. Marxismo y socialismo.-I1. La posibilidad del socialismo.-I1I. La factibili-dad del socialismo.-IV. La deseabilidad del socialismo y ms all. Bibliografa. ... 141

    5. EL NACIONALISMO, por Miquel Caminal ........................................................................ 154

    1. Nacionalismo y Estado.-II. El nacionalismo como ideologa.-I11. La nacin po-ltica y la nacin culturaL-IV. La nacinjurdica.-V. El nacionalismo y la relacin entre las tres acepciones del concepto nacin.-VI. Las naciones polticas.-VII. Las fisuras de la nacin poltica.-VIII. La nacin liberal y la nacin socia-lista.-IX. Liberalismo, socialismo y nacionalismo.-X. Federalismo y naciona-lismo. Bibliografa. ........................................................................................................ 154

    III. EL ESTADO DEMOCRTICO Y SOCIAL .............................................................. 177 1. LAS DEMOCRACIAS, por Eduard Gonzalo y Ferran Requejo ......................................... 179

    1. Fundamentos histricos de la democracia. 1. La democracia en la antigedad. 2. De la democracia antigua a la teora y prctica de la democracia moderna. 3. El pa-radigma terico de la democracia liberal desde una perspectiva formal. 4. El paradig-ma terico de la democracia liberal desde una perspectiva sustantiva.-I1. Las teor-as de la democracia en el siglo xx. 1. Introduccin. 2. Las teoras sociolgicas. A) El elitismo, a) El elitismo clsico: Pareto, Mosca y Michels. b) El elitismo democrtico: Max Weber y Joseph Schumpeter. e) Nuevas perspectivas del elitismo. B) El pluralis-mo. a) Crticas al modelo pluralista. b) Nuevos enfoques pluralistas. e) Una alternati-va al pluralismo: el neocorporativismo. 3. Teoras econmicas. A) El teorema de Arrow. B) El modelo de Downs. C) Un mundo en dos dimensiones y votantes irracionales. D) El clculo del consenso de Buchanan-Tullock. E) Crticas a las teoras econmicas de la democracia. 4. Las teoras normativas. A) El liberalismo social de Rawls y Dwor-kin. B) La crtica comunitarista. C) La teora de la democracia de Jrgen Haberma~. D) El neoliberalismo de Hayek y Nozick.-I1I. Democracia y globalizacin. Biblio-grafa. ............................................................................................................................. 179

    2. EL ESTADO DE BIENESTAR, por Jordi Simehez ................................................................ 236

    1. Introduccin.-I1. Antecedentes: los orgenes del concepto.-ill. Periodizaciones. l. Ex-perimentacin (1870-1925): el ncleo histrico del Estado de Bienestar o liberal break. A) La experiencia de Bismarck. B) La Repblica de Weimar. 2. Consolidacin. A) El New Deal y el compromiso histrico en Suecia. 3. Expansin. A) El consenso alrededor de la ecuacin keynesiana. B) El debate sobre el consenso.-IV. La crisis del Estado de Bienestar.-V. El enfrentamiento ideolgico y el debate actual sobre el Estado de Bie-nestar.-VI. Los procesos polticos de legitimacin.-VII. Conflictos por la distri-bucin.-VIII. El incierto futuro.-IX. Modelos de Estado de Bienestar. Biblio-grafa. ............................................................................................................................... 236

    IV. EL PROCESO POLTICO EN LAS DEMOCRACIAS .............................................. 261 l. LA CULTURA POLTICA, por Jq.ume Magre Ferran y Enrie Martnez Herrera ............... 263

    1. Contexto histrico y metodolgico.-I1. El concepto de la cultura poltica. l. Las percepciones subjetivas de la poltica. A) El mbito de la subjetividad. B) Las actitu-des. C) Las orientaciones y los objetos polticos. 2. La dimensin colectiva de las orien-

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    taciones.-I11. Transmisin y cambio de la cultura poltica: la socializacin poltica. 1. La socializacin poltica. 2. Los agentes de socializacin poltica. A) La familia. B) La escuela. C) Los medios de comunicacin.-IV. El estudio de la cultura polti-ca. 1. Las orientaciones hacia el sistema poltico en general. A) Orientaciones hacia el rgimen. B) Orientaciones hacia la comunidad poltica. C) La confianza interperso-nal. 2. Orientaciones relativas al propio papel en la poltica. A) El inters poltico sub-jetivo. B) La eficacia poltica subjetiva. C) Movilizacin cognitiva. 3. Orientaciones hacia el proceso de entrada. A) La dimensin izquierda-derecha. B) La dimensin na-cionalista. C) La dimensin materialismo/postmaterialismo. 4. Orientaciones hacia el proceso de salida. A) La confianza en el gobierno.-V. El papel de la cultura polti-ca. 1. La cultura Cvica. 2. El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas. Bibliografa. ................................................................................................................... 263

    2. LA ACCIN COLECTIVA y LAS ASOCIACIONES DE INTERESES, por Jacint Jordana ............ 290

    1. Asociaciones de intereses, democracia y sociedad. 1. Introduccin. 2. Una con-textualizacin de las asociaciones de intereses. 3. Democracia y asociaciones de inte-reses.-II. Modelos de accin colectiva. l. Qu es la accin colectiva? 2. Los ni-veles de la accin colectiva: grupo, organizacin, comunidad, sociedad. 3. El modelo de Hirschman: salida, voz y lealtad. 4. El modelo de Olson: egosmo e incentivos. 5. Los lderes, los incentivos y las sanciones como refuerzo de la accin colectiva.-III. El papel poltico de las asociaciones de intereses. l. Intereses y Estados. 2. El pluralismo: la percepcin atomista de la poltica de intereses. 2. El corporativismo: una perspectiva integrada de la intermediacin de intereses. 3. El enfoque econmi-co: egosmo e intercambio como motores de la poltica de intereses. 4. La perspecti-va marxista: las cIases sociales como dimensin profunda de la articulacin de inte-reses. Bibliografa. ........................................................................................................ 290

    3. Los PARTIDOS POLTICOS Y LOS SISTEMAS DE PARTIDOS, por Jordi Matas Dalmases ...... 317

    1. Introduccin.-I1. El concepto de partido poltico.-I11. El origen de los parti-dos polticos.-IV. Las funciones de los partidos polticos.-V. Tipologas de par-tidos.-VI. La constitucionalizacin de los partidos polticos.-VII. La estructura interna de los partidos polticos.-VIII. La direccin de los partidos polticos.-IX. La financiacin de los partidos polticos.-X. El sistema de partidos. Bibliografa ........ 317

    4. Los SISTEMAS ELECTORALES, por Xavier Torrens .......................................................... 343

    1. Funciones de las elecciones.-I1. Evolucin y caractersticas del sufragio demo-crtico. 1. Universal. 2. Libre. 3. Igual. 4. Directo. 5. Secreto.-I1I. Electorado y pro-ceso electora1. 1. Condiciones para ejercer el derecho al voto. 2. Etapas del proceso electora1.-IV. Componentes del sistema electoral. 1. Circunscripcin electoral. 2. Forma de la candidatura. 3. Estructura del voto. 4. Barrera legal. 5. Frmula electo-ral. A) Frmulas mayoritarias. B) Frmulas proporcionales.-V. Tipologa de los sis-temas electorales. 1. Consecuencias polticas del sistema electoral. 2. Sistema mayori-tario. 3:Sistema proporcional. Bibliografa. ................................................................. 343

    5. Los MOVIMIENTOS SOCIALES, por Pedro [barra y Francisco Letamenda ..................... 372

    1. Primera definicin.-II. Breve historia de los movimientos sociales: repaso his-trico.-I1I. Diferencias y semejanzas con otras formas de accin colectiva. 1. Mo-vimientos sociales y partidos polticos. A) Orientaciones hacia el poder poltico. B) Re-laciones con los partidos polticos. C) Organizacin. D) Intereses y medios de representacin. 2. Movimientos y otros grupos de inters. A) Orientaciones hacia el poder poltico y relaciones con los partidos. B) Organizacin; intereses y medios de re-presentacin. 3. Una comparacin conjunta: estrategias y horizontes. A) La accin co-

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    lectiva. B) La estrategia conflictiva. C) El horizonte antisistmico.-II1. Descenso al sistema motivacional. l. El proceso decisorio. Del descontento a la accin. 2. Perfil del activista.-IV. Condiciones y contextos.-V. Una propuesta conceptual. Bibliografa... 372

    V. LA ORGANIZACIN INSTITUCIONAL Y ADMINISTRATIVA DEL ESTADO DEMOCRTICO ......................................................................................................... 403

    1. LA REPRESENTACIN Y EL PARLAMENTO, por Miquel Caminal ....................................... 405

    1. Estado moderno y representacin.-I1. Los parlamentos modernos.-II1. El mandato representativo.-IV. Parlamentos contemporneos y democracia de parti-dos.-V. Estructura y composicin de los parlamentos.-V1. Las funciones de los parlamentos. 1. La funcin representativa. 2. La funcin legitimadora. 3. La funcin de control legislativo. 4. La funcin de control poltico. Bibliografa. ......................... 405

    2. EL GOBIERNO, por Joaquim Lleixa ................................ ................................................. 427

    1. La nocin de gobierno. l. Introduccin. 2. El gobierno como direccin del poder ejecutivo. 3. El gobierno y la direccin poltica general del Estado.-II. Morfologa de las formas de gobierno. l. Una consideracin de mtodo previa. 2. El parlamenta-rismo. 3. El presidencialismo. 4. Otras formas de gobierno.-III. Organizacin del gobierno. l. Modalidades de organizacin interna. 2. La concentracin del poder de gobierno.-IV. El gobierno mediante partidos polticos. 1. Impacto de los partidos polticos y de los sistemas de partidos en la forma de gobierno. 2. Un nuevo concep-to: El gobierno mediante partidos. 3. Modalidades del gobierno por partidos. Biblio-grafa. .......................................................................................................................... 427

    3. LA ADMINISTRACiN PBLICA, por Ana Sanz .................................................................. 444

    1. Introduccin.-I1. Los modelos de administracin pblica.-III. El personal de las administraciones pblicas.-IV. La organizacin administrativa.-V. El deba-te actual en torno a la administracin pblica. Bibliografa .......................................... 444

    4. LAS POLTICAS PBLICAS, por Antoni Fernndez ........................................................... 460

    1. Un nuevo enfoque. 1. Crecimiento de los aparatos estatales y del gasto pblico. 2. Multiplicacin de las regulaciones y normas gubernamentales. 3. Confusin de los lmites entre pblico y privado. 4. La eficacia gubernamental como fuente de legitimi-dad.-II. Origen de los estudios de polticas pblicas.-II1. Qu son las polticas pblicas?-IV. Enfoques y teoras. l. Los modelos racionales. El policy analysis. 2. El incrementalismo. 3. La eleccin racional. La escuela del public choice. 4. El anli-sis de polticas pblicas.-V. Las fases del proceso de las polticas pblicas. 1. La aparicin de los problemas pblicos y su entrada en la agenda. 2. Formulacin de las alternativas. 3. La toma de decisiones. A) La decisin racional. B) La decisin no sinptica. 4. La implementacin. A) El enfoque top down. B) El enfoque bottom up. C) El papel de la burocracia. 5. La evaluacin.-VI. Terminacin y sucesin de po-lticas. Bibliografa. ....................................................................................................... 460

    5. LA ESTRUCTURA TERRITORIAL DEL ESTADO, por Rafael Rib y Jaime Pastor ................ 483 1. De la polarqua medieval al Estado-nacin.-II. La distribucin territorial del poder: motivaciones. l. Motivaciones tcnico-administrativas. 2. Motivaciones demo-crticas. 3. Motivaciones histrico-polticas.-III. Las formas de Estado segn la dis-tribucin territorial del poder. 1. El Estado unitario puro. 2. La autonoma poltica. 3. El Estado federal. 4. Estado federal y cultura poltica. 5. La financiacin. 6. Resu-men.-IV. Plurinacionalidad y estructura del Estado.-V. La doble tendencia del poder en las democracias modernas. Bibliografa. ........................................................ 483

  • NDICE 11

    6. EL PODER JUDICIAL Y EL SISTEMA DE JUSTICIA, por Amadeu Recasens ........................... 502

    1. Modelo de Estado y modelo de administracin de justicia. l. Estado liberal y po-der judicial. 2. Derecho, justicia, administracin de justicia.-II. Poder judicial y po-der de los jueces. l. El poder de los jueces. 2. El marco del poder judicial. 3. La inde-pendencia judicial. 4. Lmites del poder judicial y control de la independencia. A) El control del juez en va procesal. B) El control jerrquico. 5. Una instancia de con-trol especial: el Tribunal Constitucional. 6. La legitimacin de la actividad judicial.-111. Elementos para el estudio del sistema de justicia. l. El sistema de justicia, ms all de los jueces. A) El aparato policial, selector del sistema. B) La fiscala: una ins-titucin controvertida en el poder judicial. C) Otros operadores del sistema de justicia. 2. El jurado: modelos de participacin popular en la actividad judicial.-IV. Con-clusiones. Bibliografa................................................................................................... 502

    VI. LOS AUTORITARISMOS y LAS TRANSICIONES POLTICAS .......................... 523

    1. Los AUTORITARISMOS, por Jaume Colomer ................................... ............................ .... 525

    1. Aproximacin conceptual.-II. Origen de los sistemas autoritarios.-III An-lisis de variables. l. Nmero de actores. 2. Justificacin ideolgica. 3. Nivel de movi-lizacin. 4. Grado de institucionalizacin.-IV. Formas de gobierno autoritarias. l. For-mas de gobierno tradicionalistas. 2. Formas de gobierno teocrticas y movimientos fundamentalistas. 3. Regmenes militares. 4. Regmenes cvico-militares. 5. Regme-nes de partido nico. 6. Autoritarismos de base tnica. Bibliografa ............................ 525

    2. LAS TRANSICIONES POLTICAS, por Cesreo R. Aguilera de Prat ................................... 541

    1. Cambio, modernizacin y transicin.-II. Estabilidad, desarrollo y legitimidad.-III. Procesos y dinmica de las transiciones.-IV. Liberalizacin y democratiza-cin: principales tipologas.-V. Actores y estrategias.-VI. La consolidacin. Bi-bliografa. ..................................... ............ ............................................................ .......... 541

    VII. EL ESTADO Y EL SISTEMA INTERNACIONAL, por Pere Vilanova ................. 559

    1. Distincin y relacin entre los conceptos

  • PRLOGO

    Nacido ciudadano de un Estado libre, y miembro del so-berano, por dbil influencia que pueda tener mi voz en los asuntos pblicos, el derecho de votarlos basta para impo-nerme el deber de instruirme en ellos.

    J.-J. ROUSSEAU, Del Contrato Social o Principios de De-recho Poltico, Libro 1.

    La cita que encabeza este prlogo resume un ideal, que no siempre se consigue en nuestras sociedades, y que podramos formular con otras palabras, diciendo sim-plemente que un sistema democrtico necesita ciudadanos instruidos. Se observar, de todas maneras, que la frase de Rousseau es autorreferencial porque est llena de conceptos de contenido poltico cuyo conocimiento es indispensable para la correcta comprensin de un pensamiento que, en ltimo trmino, se dirige a estimular un ma-yor inters por los asuntos colectivos.

    Prcticamente toda la frase est formada por palabras cuyo sentido es poltico y, como se ha dicho en ocasiones, por ello mismo conflictivo. Ciudadano, Estado, libre, miembro, soberano, influencia, voz, pblico, derecho, votar, imposicin, deber son referencias directas al mundo de lo poltico, que toman su sentido en ste y de ste. Unas remiten al poder como influencia y fuerza; otras remiten a la organizacin social como Estado, con su estructura jerarquizada de derechos y deberes; algunas contraponen individuo y colectivo como ciudadano, miembro, soberano, pblico que hace pensar inmediatamente en privado.

    Cada concepto remite, sin duda, a un problema actual: Cul es la carta de ciudadana en un mundo con fuertes movimientos migratorios? La ciudadana debe basarse en una construccin abstracta del Estado-nacin o, por el contrario, en fundamentaciones de carcter etnicista? Qu ocurre hoy con el Estado en los procesos de integracin supraestatales? Dnde reside la soberana, en el voto o en los grupos de presin? Qu es la voz en el Estado democrtico que garan-tiza la libertad de expresin al mismo tiempo que permite la existencia de podero-ssimos medios de comunicacin? Qu relacin se ha de establecer entre lo p-blico y lo privado, entre el Estado y el mercado?

    Estas preguntas, y otras que pueden estar en la mente de todos, podran dar lu-gar a numerosos ensayos, propuestas polticas y libros de interpretacin, pero tambin pueden abordarse desde otra perspectiva, la de analizar los fundamentos y conceptos tericos que permiten el debate. Explicar cmo se han construido histricamente nuestros sistemas y nuestros conflictos polticos, su estructura y su funcionamiento actual y las ideologas (del campo poltico) y las teoras (del campo cientfico) que, unas y otras, los explican cientficamente y legitiman pol-

    [13]

  • 14 MANUAL DE CIENCIA POLTICA

    ticamente no significa responder directamente a los interrogantes de un mundo que evidentemente est cambiando y, por otra parte, puede ser menos brillante que lanzarse a una respuesta rpida, de stas que muchas veces exigen algunas plataformas de opinin/desinformacin pblica. Sin embargo, a la larga, puede resultar mucho ms til socialmente porque sin la existencia de un conocimiento bsico, cualquier interpretacin resultar siempre poco convincente.

    Al mismo tiempo, se aclara de esta forma lo que a veces constituye una sorpresa: la referencia a la existencia de una ciencia poltica. Sin entrar en una discusin so-bre los nombres -teora poltica, ciencia poltica, ciencia de la poltica, ciencias po-lticas, politologa, politicologa-, cada uno de ellos con algo ms de su propio ma-tiz y revelador de profundas discordancias metodolgicas, es cierto que la mencin de la posibilidad de una reflexin cientfica sobre la poltica crea en numerossimas ocasiones un cierto estupor, cuando no un profundo escepticismo puesto que se argu-menta que el mbito de lo poltico no puede someterse a una observacin cientfica porque, en lo que se refiere a su objeto (lo poltico), ste es aleatorio y dependiente de actuaciones partidistas que, por otra parte, se inmiscuyen en el mbito metodol-gico de tal forma que los discursos cientficos no seran ms que meras racionaliza-ciones del poder y de sus adversarios.

    No es ste el lugar para sealar los puntos fuertes y dbiles de una posicin de este estilo y el lector encontrar las referencias suficientes a estas crticas en la pro-pia obra como para que aqu tengamos que entretenernos en ellas. Sin embargo, ms all de las reflexiones tericas pertinentes y de los argumentos que puedan aportarse a favor o en contra de cada una de las tesis, esta obra puede ser una de-mostracin prctica de que existe un espacio para la teorizacin y la ciencia, con la elaboracin de explicaciones, hiptesis y marcos referenciales que, segn los casos, tienen apoyo emprico, lgico o heurstico. No queremos sealar las confusiones que se producen al querer comparar las ciencias duras con las ciencias sociales; tampoco queremos entrar en el debate sobre los requisitos comunes que debieran te-ner unas y otras, pero es innegable que en este libro se encontrarn suficientes ele-mentos como para observar que existen niveles distintos de conceptualizacin de lo poltico que distinguen al poltico profesional, al comentarista meditico y al profe-sor de ciencia poltica, as como una finalidad distinta en los propsitos de cada uno. El politlogo debe aportar conocimiento porque pretende realizar ciencia.

    Es importante insistir en este punto, los estudios de ciencia poltica no se diri-gen a formar directamente, aunque no por eso sea incompatible, a los futuros polticos del pas. No ofrecen, por tanto, ni recetas ni soluciones sino explica-ciones, tcnicas y mtodos que, junto a otros de tipo econmico, estadstico, jur-dico, etc., sirven como arsenal para la comprensin de y el apoyo y asesoramiento a una actividad de un tipo particular, la poltica. En este sentido, aunque lo pol-tico puede ser entendido como un mbito que afecta a todo el mundo porque na-die se escapa a sus efectos, debe tenerse en cuenta que, frente a este aspecto gene-ral, la poltica es tambin una actividad especializada, reservada de una manera predominante a un grupo de ciudadanos, profesionalizados o semiprofesionaliza-dos en la toma de decisiones vinculantes para la colectividad.

    Corresponde al poltico profesional la toma de estas decisiones (ponderando los intereses en juego en un contexto democrtico); corresponde al cientfico, por el con-trario, aportar una reflexin terica, que tiene otras reglas y otros objetivos. Pero, ad-

  • PRLOGO 15

    mitido que sea as, cules deben ser stos? Una gran corriente de la ciencia poltica ha tenido una tradicin crtica y normativa, porque denunciaba las sociedades exis-tentes y buscaba ofrecer modelos para el futuro; otra corriente, ms moderna, ha in-tentado un conocimiento ms emprico y menos orientado prescriptivamente con la creencia de que el saber, por s solo, ya cumple una funcin social sin necesidad de proponerse una transformacin poltica. Estas dos corrientes, que podran quedar acogidas respectivamente con los nombres de teora poltica y ciencia poltica, se han enfrentado duramente en los ltimos decenios. En el momento en que pareca que la balanza se haba inclinado definitivamente en favor de la segunda, las transformacio-nes ocurridas en el mundo de la poltica (crisis del Estado de bienestar, derrumba-miento de los pases del Este, internacionalizacin y movimientos nacionalistas, fun-damentalismo islmico, etc.) han vuelto a poner en primer plano cuestiones que parecan superadas y han obligado a repensar los fundamentos normativos de nues-tras sociedades, al mismo tiempo que controlar su funcionamiento ms concreto por lo que las teoras prescriptivas y las descriptivas se han visto obligadas a poner en re-lacin sus aportaciones, con la conciencia mutua de sus lmites.

    Este Manual de Ciencia Poltica se inscribe en este momento de dilogo de estas dos tradiciones y, por ello, su editor, Miquel Caminal, despus de presentar el objeto y el mtodo de la ciencia poltica (parte primera), ha procurado un tratamiento equi-librado entre el mbito de las ideologas (parte segunda), los procesos polticos (parte cuarta) y las instituciones (parte quinta), combinndolo con una reflexin sobre el modelo democrtico, su transformacin e internacionalizacin (partes tercera, quinta y sexta). Para ello se ha rodeado de un amplio equipo de profesores que, aun partien-do de distintas metodologas, han conseguido presentar una panormica integrada de los principales centros de inters de la ciencia poltica actual.

    Los enfoques variados, subordinados a un objetivo docente unitario, adems de corresponder al actual desarrollo de la ciencia poltica sealan tambin otro aspecto destacable de esta obra: la presencia de colaboradores de las tres universidades cata-lanas que imparten la licenciatura de Ciencia Poltica y de la Administracin. Pen-sado y estimulado el libro desde la Universitat de Barcelona, la participacin de in-vestigadores de las universidades Autonoma de Barcelona, Pompeu Fabra, Complutense de Madrid, UNED y Universidad del Pas Vasco-Euskal Herriko Uni-bertsitatea demuestra la progresiva institucionalizacin acadmica de nuestros tra-bajos. La realizacin de un manual es un peldao ms en esta tarea que pretende combinar la investigacin con una docencia de calidad, lo cual debe mencionarse en un contexto en el que existe una tendencia a minusvalorar los currculos docentes de los profesores en favor de otro tipo de actividades. A los estudiantes de las licen-ciaturas de Ciencia Poltica y de la Administracin, Sociologa, Derecho, Economa y Periodismo, y de la diplomatura de Gestin y Administracin Pblica va dirigido primordialmente este libro. Ellos sern los crticos ms rigurosos pero estamos se-guros de que el esfuerzo realizado ser de utilidad y provecho para todas aquellas personas interesadas en la ciencia poltica.

    JORD! CAPO GIOL

    Catedrtico de Ciencia Poltica y de la Administracin

    de la Universitat de Barcelona

  • INTRODUCCIN

  • LA POLTICA COMO CIENCIA MIQUEL CAMINAL BADIA

    Catedrtico de Ciencia Poltica y de la Administracin de la Universitat de Barcelona

    SUMARIO: 1. La realidad poltica y el anlisis de la poltica.-II. El objeto de la ciencia poltica y su autonoma como ciencia social.-III. La poltica como ciencia.-IY. La doble cara de la pol-tica: la poltica como relacin de poderes y la poltica como gobierno. Bibliografa.

    1. LA REALIDAD POLTICA Y EL ANLISIS DE LA POLTICA Los grandes cambios sociales y polticos han influido e influyen, sin duda,

    sobre el curso de las ciencias sociales, proyectan nuevos objetos de estudio e inves-tigacin, cuestionan metodologas que parecan consolidadas e, incluso, provocan el retomo al punto cero de la epistemologa. En nuestro caso la pregunta episte-molgica es, aparentemente, muy simple, como la planteaba Cerroni: es posible una poltica como ciencia? O bien, formulada de manera ms general: es posible un conocimiento cientfico de la realidad poltica?

    A pocos aos del siglo XXI, resulta odiosa e inquietante esta pregunta. Ms todava, si se comparan los increbles avances producidos en la tecnologa y elec-trnica, desde 1953, por citar el ao que fue publicado The Political System de David Easton, con los progresos ms modestos en las ciencias sociales. Tendremos que aceptar dos velocidades para relacionar los avances en las llamadas ciencias de la naturaleza en relacin con las ciencias de la sociedad. Las primeras lo hacen exponencialmente y en lnea recta, las segundas aritmticamente y en espiral. En poco tiempo la distancia puede ser abismal. Y, sin embargo, una sociedad tecnol-gicamente avanzada necesita una mayor capacidad de resolucin de los conflictos sociales. A la larga, puede producirse el fenmeno que Meadows y Randers (1992) definen como overshoot, para referirse al sobrepasamiento o la incapacidad de actuar a tiempo, antes del lmite a partir del cual no hay solucin o retomo.

    La realidad poltica se refiere a fenmenos sociales que han sucedido o estn sucediendo y que definimos como propios de la poltica. Daniel Belllo ha escrito con rotundidad: la poltica precede siempre a la racionalidad, y a menudo pertur-ba a la racionalidad. El anlisis racional de la poltica nos permite acercamos a la comprensin de lo sucedido y de lo que acontece, teniendo en cuenta una doble consideracin: la dependencia de la informacin y el pluralismo inherente a la interpretacin.

    A lo largo de los ltimos ciento cincuenta aos, positivismo y marxismo han sido las corrientes doctrinales y metodolgicas dominantes en el desarrollo de las ciencias sociales. Comte y Marx fueron los inspiradores de dos concepciones de la

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    sociedad que tenan la misma ambicin en cuanto al conocimiento cientfico de la misma, pero se distinguan radicalmente en funcin de su teleologa. El objetivo cientfico de descubrir las leyes de causalidad que gobiernan los procesos y los cam-bios sociales tena un horizonte bien distinto en ambas teoras. Mientras el positi-vismo tiene como objeto final la causalidad que explica la estructura y funciona-miento de una sociedad determinada, el marxismo sita esta causalidad en el contexto ms general del proceso histrico, poniendo como cuestin final la transformacin y el cambio social.

    Las dos tradiciones y sus distintas ramificaciones han seguido caminos parale-los que se han presentado como antagnicos, pero que en muchos aspectos eran complementarios. Nacen y se desarrollan con la sociedad industrial, confluyen en una similar idea de progreso y de sistema de las necesidades, tienen una concepcin esencialmente igual del Estado, padecen al mismo nivel la tendencia del eurocen-trismo o, mejor dicho, norcentrismo y mantienen una confianza ciega en la razn y la modernidad, aunque esto no excluye el pesimismo cultural de autores como Weber, Simmel o Russell (una cosa es la confianza en la razn y otra muy distinta es la concepcin optimista o pesimista de la modernidad).

    Es cierto que su esencial diferencia se encuentra en el tratamiento inverso de los dos valores fundamentales de la modernidad: la libertad individual y la igualdad so-cial, pero no en la renuncia de uno en favor del otro. Liberalismo y socialismo han sido su expresin ideolgica, y las grandes panideologas de los siglos XIX Y XX, impulsoras y legitimadoras de los cambios en la sociedad y el Estado.

    Incluso muestran, el positivismo y el marxismo, cierto paralelismo en su eclo-sin final. La obsesin cientificista llev tanto al neopositivismo como al neomar-xismo al dogmatismo metodolgico. Tena razn Popper en su crtica al dogmatis-mo historicista en The Open Society and its Enemies; la misma que le faltaba para reconocer el dogmatismo racionalista que conduce a negar la existencia de lo que no es refutable. Del mismo modo, liberalismo y socialismo han sido (y continan siendo) ideologas emancipadoras de los movimientos sociales y polticos hasta que son prisioneras del poder estatal que las monopoliza. Un Estado socialista totalita-rio, o un Estado liberal autoritario suenan a contradiccin. Pero son contradiccio-nes que existen y han existido.

    Estamos viviendo el fin de una poca, lo cual no implica olvidar que la historia es cambio pero tambin es continuidad. La desaparicin de la URSS y la reunifi-cacin de Alemania han sido los acontecimientos ms trascendentes de la segunda mitad del siglo xx. Nadie los previ hasta que se hicieron evidentes. La rapidez e incluso la facilidad con que se produjeron provocan cierto vrtigo. Lo que era im-pensable en 1987 se hizo realidad en los cuatro aos siguientes. La incapacidad para predecir lo que puede suceder a corto plazo contrasta con la audacia y precipitacin de muchos analistas en la definicin del curso futuro de .la historia. En los ltimos aos se han escrito miles de pginas con esta ambicin. The end of History and the last man, de Francis Fukuyama ha sido, probablemente, el libro que ha ido ms le-jos. El ttulo ya lo dice todo. La consideracin de que la democracia liberal puede constituir el punto final de la evolucin ideolgica de la humanidad, la forma final de gobierno y, como tal, el fin de la historia, tiene todo el cariz de un nuevo dog-matismo historicista que tanto censuraba Popper, aunque en este caso el desenlace metahistrico pudiera satisfacerle.

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    Acontecimientos histricos de la importancia de las revoluciones del este euro-peo, el desmembramiento de la URSS o la guerra del golfo Prsico, reflejan el fi-nal del equilibrio bipolar resultante de la Segunda Guerra Mundial. Pero conviene ser prudentes cuando se quieren estudiar sus efectos sobre el nuevo orden mundial, los modelos econmicos, los sistemas de gobierno, las ideologas, los valores, etc.

    El problema que debe resolver el politlogo es cmo comprender cientfica-mente la realidad poltica y sus procesos de cambio. Qu se entiende por realidad poltica? Cmo puede estudiarse y con qu metodologa? Cul es el objeto del anlisis poltico?

    11. EL OBJETO DE LA CIENCIA POLTICA Y SU AUTONOMA COMO CIENCIA SOCIAL

    Dice Sartori que el descubrimiento de la autonoma de la poltica no desembo-ca en un mtodo cientfico (Sartori, 1987). Es una frase feliz que distingue la pol-tica como objeto de anlisis de la existencia o no de una metodologa aceptada como cientfica. As, Maquiavelo podra ser considerado como fundador de la poltica como rea autnoma del conocimiento social pero sera incorrecto ir ms all.

    Su descubrimiento de la poltica no supone, al mismo tiempo, el nacimiento de la ciencia poltica.

    Esto es verdad hasta cierto punto porque la identificacin del objeto es, tam-bin, una decisin metodolgica y, al mismo tiempo, las reglas metodolgicas son determinadas respecto a objetivos epistemolgicos ms generales (Panebianco, 1989). La prehistoria y la historia de la poltica como ciencia constituyen un lar-go camino cuya continuidad de fondo es compatible con las rupturas o giros ra-dicales que se han sucedido. La pervivencia y actualidad del pensamiento polti-co clsico no deben confundir ni cuestionar los cambios radicales que han debido producirse para el nacimiento de la ciencia poltica. En razn de ello, resulta bas-tante vano hablar de una ciencia poltica perenne que se prepara con Aristte-les, nace, o renace, con Maquiavelo y se afirma con autonoma disciplinaria pro-: pia a partir del siglo XIX. Antes de aventurarnos a delinear una historia de la ciencia poltica como tal y que lo sea realmente, se requiere que la ciencia sea cien-cia y que la idea de ciencia converja de forma significativa con la idea de pol-tica (G. Sartori, 1987: p. 204).

    Las revoluciones metodolgicas en la prehistoria de la ciencia poltica se ca-racterizan por la delimitacin del objeto. En este sentido se producen dos rupturas esenciales: 1) la ruptura entre pensamiento poltico clsico y pensamiento poltico moderno; 2) la separacin entre pensamiento poltico y ciencia poltica. El pensa-miento poltico adquiere autonoma en la medida que se desprende de su condicio-nante filosfico y teolgico. La poltica ya no forma parte de la filosofa, de la teo-loga o, incluso, de la moral. Se hace independiente en la medida que la sociedad moderna se fundamenta en la laicidad y la individualidad, y se organiza fundndo-se en el principio de la razn. El Leviatn es la mxima expresin de este proceso. El Estado es el objeto central en torno al cual gira todo el pensamiento poltico mo-derno, desde Maquiavelo a Marx. BIBLIOTECA

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    El prncipe como sujeto constituyente del Estado (Maquiavelo); la repblica como el recto gobierno con poder soberano (Bodino); el Estado instituido por convenio o pacto entre una multitud de hombres, como unidad de poder absoluto en represen-tacin de la colectividad (Hobbes); la compatibilidad entre el Estado, como unidad de poder, y la pluralidad de instituciones de gobierno reunidas bajo la supremaca del po-der legislativo (Locke); el Estado concebido como unidad y equilibrio de poderes (Montesquieu); el derecho como conciliacin entre Estado y sociedad (Kant); el Es-tado como superacin de la sociedad dividida (Hegel); el Estado como instrumento de dominacin de una clase social (Marx). He aqu algunas de las tesis centrales que han marcado la evolucin del pensamiento poltico moderno. Todas ellas son teoras generales de metodologa individualista o bien holstica. Tienen la caracterstica co-mn de hacer de la poltica una interpretacin teleolgica de la realidad social, cuyo centro de inters se encuentra en la legitimidad del poder del Estado.

    La politologa, al igual que la economa y la sociologa, no nace y se desarrolla como ciencia hasta que no consigue acotar su objeto y, en cierta medida, distan-ciarse del Estado. No es casualidad que la economa, primero, y la sociologa, des-pus, la precedan en su desarrollo cientfico. El homo oeconomicus y la economa de mercado son las bases estructurales sobre las cuales se produce la ruptura con el mercantilismo estatal. The Wealth of Nations (1776) cierra una poca y abre el fu-turo de la economa como ciencia. Entre 1790 y 1860 la ciencia econmica sus-tanci su reivindicacin de un campo de investigacin determinado; se convirti en una especialidad perfilada; utiliz mtodos determinados; sus resultados ganaron en precisin; y los economistas, aun siendo todava personalidades fraccionales, se reconocieron sus ttulos recprocamente y fueron reconocidos todos ellos por el p-blico ms inequvocamente que hasta entonces (Schumpeter, 1971: p. 435).

    De la misma forma, el nacimiento y desarrollo de la sociologa como ciencia es-tn directamente relacionados con las transformaciones sociales inducidas por el ca-pitalismo y con el establecimiento de la sociedad industrial y urbana. A lo largo del siglo XIX, la sociologa emerge tambin como un campo de investigacin determi-nado y con mtodos propios. Desde L'organisateur (1819) de Saint-Simon, donde insert su famosa parbola sobre las actividades productivas de la sociedad, y la im-prescindibilidad de los individuos que las realizan, frente a las improductivas del Es-tado y la prescindibilidad o fcil sustitucin de sus actores, hasta la Divisin du tra-vail social (1893) de Durkheim, en la cual establece que la principal funcin de la divisin del trabajo es conseguir y asegurar la cohesin social, la sociologa avanza en su especificidad cientfica y metodolgica, teniendo en Auguste eomte y su doc-trina, el positivismo (1830-1842), las bases de la nueva ciencia social.

    La aparicin y desarrollo de la politologa como ciencia social se ha producido en mayor medida cuanto el Estado liberal ha avanzado hacia formas liberal-demo-crticas. La razn es muy simple: la poltica, y su anlisis como objeto de estudio, tiene un carcter radicalmente distinto cuando la inmensa mayora de sus miembros estan formalmente excluidos de toda accin poltica y, por supuesto, no se les re-conoce opinin en relacin al gobierno. Mientras la economa y la sociologa in-cluyen a todo el conjunto social y se hacen necesarias para la propia comprensin y desarrollo del sistema econmico y social, la politologa (que no el pensamiento poltico) no tiene un campo de investigacin determinado ms all del Estado como organizacin e institucin de gobierno.

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    El dualismo liberal entre Estado y sociedad acenta la dificultad de abrir cami-no al nacimiento de la ciencia poltica. El abstencionismo liberal y la suprema-ca de las libertades negativas situaba la poltica en otro mundo, fuera de la so-ciedad econmica y con la funcin preferente e inexcusable de proteger a sta. El mundo de la poltica empezaba y se agotaba en el Estado. El homo oeconomicus mantena una relacin inversa con la poltica: a mayor dedicacin a los negocios menor tiempo para la poltica. La consecuencia lgica era el principio de represen-tacin poltica: los gobernantes ejercen la poltica en representacin de los gober-nados para que estos puedan dedicarse a lo suyo, es decir, a lo privado.

    En la medida que aparecen y se amplan las libertades positivas la poltica se hace presente en la sociedad civil. Se reconoce y se regula su existencia. El Estado ya no es la nica institucin pblica porque las libertades pblicas extienden el m-bito de la poltica al conjunto de la sociedad. Los partidos polticos y el sufragio universal constituyen la mxima expresin de este cambio que crear las condicio-nes materiales para la delimitacin de un campo de investigacin que desborda el mundo del Estado para introducirse en la sociedad civil.

    La democratizacin del Estado liberal crea las siguientes condiciones para el nacimiento y desarrollo de una ciencia poltica: 1) la ampliacin del derecho de par-ticipacin poltica y el reconocimiento del sufragio universal masculino con inde-pendencia de la condicin social; 2) el reconocimiento del pluralismo poltico y de la posibilidad de impulsar, canalizar y organizar concepciones polticas distintas con igual legitimidad para acceder al gobierno del Estado; 3) la integracin de las clases sociales en el sistema poltico poniendo fin a la exclusin poltica de la cla-se obrera; 4) la configuracin del Estado como sistema poltico cuyos actores fun-damentales son los partidos polticos.

    El poder, el Estado o, incluso, el gobierno ya no ocupan todo el espacio del an-lisis poltico y ceden una parte del mismo a la organizacin y funcionamiento del sistema poltico, que cobrar mayor importancia con el transcurso del tiempo y en relacin directa al proceso de democratizacin. ste es el momento que da sentido al nacimiento de la ciencia poltica y a su separacin de lo que hemos dado en lla-mar pensamiento poltico moderno.

    Cuando la poltica ya no es actividad exclusiva de unos pocos, cuando se gene-raliza y se hace annima en decisiones tan trascendentes como la eleccin de los gobernantes, surge la necesidad de estudiarla de una manera distinta: haciendo uso, como en la sociologa y la economa, del mtodo emprico y las tcnicas estadsti-cas. No se trata ya de preguntarse solamente sobre el gobierno justo, ni de propo-ner o explicar teoras normativas generales sobre el Estado y el gobierno, sino de estudiar, tambin, el proceso poltico, las instituciones, la administracin y el siste-ma poltico como un conjunto cohesionado.

    III. LA POLTICA COMO CIENCIA En estas circunstancias la ciencia poltica aparece como disciplina independiente,

    se institucionaliza y nacen las primeras asociaciones que agrupan a los estudiosos y profesionales de esta materia. A lo largo del ltimo tercio del siglo XIX, y desde la fundacin por Emile Boutmy de la cole libre des Sciences Politiques (1872), sur-

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    gieron en Europa occidental y EEUU instituciones relacionadas con el estudio de la ciencia poltica. Los primeros grandes clsicos de la ciencia poltica aparecen en EEUU, pero bajo la influencia del pensamiento europeo (K. von Beyme, 1992). Son obras que mantienen una fuerte relacin con el derecho y el ordenamiento consti-tucional (P. Favre, 1985). Es el caso de T. M. Cooley, General Principies of Cons-titutional Law (1880), o de J. W. Burgess, Political Science and Comparative Cons-titutional Law (1890). Lo mismo ocurre con los primeros estudios de la administracin por F. Goodnow, Comparative Administrative Law (1893), y Politics and Adminis-tration (1900).

    Entre 1870 y 1950 se produce un lento y largo proceso de delimitacin del cam-po de investigacin de la ciencia poltica y, al mismo tiempo, de reconocimiento re-cproco y proyeccin pblica de los cultivadores de esta disciplina. Sin embargo, la ciencia poltica no tiene una gran obra fundacional o una personalidad destacada de cuyos escritos se pueda inferir su fundacin (P. Favre, 1985). Es ms, los ltimos analistas globales de la sociedad, como Tocqueville, Marx, Pareto, Mosca, o We-ber, dedican al anlisis poltico una parte muy importante de su obra (R. Dowse y J. A. Hugues, 1975).

    Esta dificultad para perfilar la disciplina y para definir suficientemente su obje-to se ha traducido en la misma controversia sobre la denominacin de la materia. Se podran distinguir dos grandes tendencias: la concepcin globalista, que vera en el anlisis poltico el punto de encuentro de otras ciencias sociales, y la concep-cin secesionista, que cree en la imposibilidad de construir una ciencia poltica sin identificar y separar su objeto especfico.

    As, Eisenmann, en Sur l' object et mthode des sciences politiques (1957) in-clua a la ciencia poltica como una ms entre las ciencias polticas. Las dems eran la doctrina poltica, la historia poltica, la sociologa poltica y la ciencia del dere-cho. En Gran Bretaa persisti durante largo tiempo la consideracin de la poltica como una materia de inevitable estudio interdisciplinario (W. Harrison, 1955). Political Studies era una denominacin ms adecuada que la de Political Science porque identificaba con mayor amplitud esta materia cuya exploracin se realizaba de forma interdependiente desde distintas ciencias sociales, como la historia, la eco-noma, la sociologa o la psicologa. Una posicin extrema en esta direccin era la de quienes propugnaban, incluso, la consideracin de la poltica como sntesis o en-crucijada de las dems ciencias sociales.

    Por otra parte, el proceso de secesin de la ciencia poltica no ha sido fcil, especialmente en Europa. Durante largos aos ha vivido sin conseguir despegarse de la filosofa poltica, la teora del Estado y el derecho pblico. Yen la medida que lo ha conseguido, ha quedado prisionera en las redes de la sociologa sin alcanzar un espacio vital suficientemente diferenciado. As opinaba Jean Meynaud, cons-ciente de las propias limitaciones de su Introduction a la science politique (1959), cuando haca notar en las conclusiones tres lagunas esenciales de la ciencia polti-ca para adquirir un estatuto cientfico: 1) la ausencia de una relacin precisa entre sus diversos elementos; 2) la falta de teora adecuada para un gran nmero de sus temas; y 3) la inexistencia de un marco general de referencia.

    Esta larga adolescencia, necesitada de la cobertura o tutora de otras ciencias so-ciales, se ha manifestado hasta pocas recientes en los manuales recomendados en las aulas universitarias. Autores de distintas afinidades ideolgicas y acadmicas

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    como Duverger, Abendroth, Burdeau, Lucas Verd, Mackenzie, Poulantzas, Mili-band, o Dowse y Hugues (por citar slo algunos de los libros de referencia ms re-comendados en las universidades espaolas hasta bien entrados los setenta), tenan la caracterstica comn de una ciencia poltica todava dependiente de otras reas del saber ~ocial y jurdico.

    Duverger y Abendroth constituyen dos ejemplos paradigmticos de lo dicho. La obra de Duverger se apoya en el derecho pblico para realizar el anlisis del Esta-do y las instituciones polticas, y en la sociologa poltica, como ciencia del po-den>, para el anlisis de los partidos, grupos de presin, comportamiento electoral, etc. Abendroth, como director del Instituto de Ciencias Polticas de la Universidad de Marburgo, impuls en los aos sesenta junto con Lenk, Neumann y Kammler, una concepcin de la ciencia poltica dependiente del proceso histrico-social y en-tendida como ciencia histrica de la sociedad. La politologa no era una ciencia aislada frente a su objeto, sino que se consideraba inserta en la sociedad en cuanto totalidad histrica. Partiendo del carcter histrico y social de lo poltico, la tarea constitutiva de la ciencia poltica se centraba en el anlisis de las condiciones del poder poltico, de sus formas concretas de manifestacin, as como de sus tenden-cias evolutivas. Los principales objetos de investigacin eran las relaciones entre el poder poltico y la sociedad; la consolidacin institucional del poder poltico en una forma de dominacin pblica, sobre todo en el Estado moderno; el comportamien-to poltico, en especial el proceso formativo de la voluntad poltica; as como las teoras e ideologas referidas a la dominacin ya la praxis poltica (J. Karnrnler, 1968). Es una concepcin terico-crtica de la politologa centrada en el Estado y depen-diente de la historia y de la economa, cuya justa crtica a la sociologa emprico-analtica tena la limitacin de la falta de reconocimiento de las propias opciones ideolgicas.

    Establecer cundo ha llegado a su madurez, la ciencia poltica en Europa es algo en cierto modo convencional. A este respecto, P. Favre ha formulado unas premi-sas necesarias: 1) denominacin reivindicada en comn; 2) acuerdo sobre el cam-po de investigacin de la disciplina; 3) existencia de instituciones de enseanza e investigacin concebidas como propias de la disciplina, y 4) utilizacin de medios propios y diferenciados de difusin y dilogo cientfico del rea. Si se aceptan es-tas premisas, la ciencia poltica europea slo ha cobrado un impulso definitivo en los ltimos veinte aos, y la espaola en los ltimos diez aos (R. Cotarelo, 1994).

    En este proceso europeo han contribuido de forma determinante la ciencia po-ltica norteamericana y los cambios polticos acaecidos en Europa desde la dcada de los sesenta. A partir del cambio de siglo, se produce una fuerte expansin de la ciencia poltica norteamericana en los mbitos de la enseanza universitaria y de la investigacin. En 1904 se funda la American Political Science Association (APSA) y, poco despus, aparece el primer nmero de laAmerican Political Science Review (1906). En los aos cincuenta, la American political science era ya una disciplina consolidada en EEUU, coincidiendo con la revolucin conductista e impregnando a la ciencia poltica de una concepcin emprico-analtica. Las cuatro condiciones enumeradas por Favre se cumplan con creces. Numerosos profesores e investiga-dores universitarios participaban del desarrollo cientfico de una ciencia social con perfil especfico y diferenciado de las dems y con instrumentos propios de difu-sin (Easton, 1953).

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    Poltica interior, poltica comparada y poltica internacional constituan los tres ejes a partir de los cuales se desarrollaba una rea de conocimiento que tena la slida base de un Estado-nacin en plena expansin y hegemona internacional. La ciencia poltica americana poda olvidarse del Estado para profundizar en el anlisis del sistema poltico, de los sistemas comparados y de las relaciones inter-nacionales. El gobierno (no el Estado) era el objeto central de esta ciencia poltica concebida como teora emprica. Las distintas definiciones de poltica por parte de politlogos norteamericanos tenan la comn referencia a la forma y proceso de go-bierno del sistema poltico. Dos obras clsicas de la ciencia poltica norteamerica-na, Man and his government (Friedrich, 1964) Y Politics and Government (Deutsch, 1970) sealan al gobierno como el objeto central de la poltica.

    C. J. Friedrich apuesta, bajo la influencia de Popper, por la posibilidad y utili-dad de una ciencia poltica estrictamente positiva: La bsqueda de ms verdad es tarea permanente. Lo que puede ser verdad en un momento determinado deja de ser-lo cuando aparecen nuevos descubrimientos. Estos cambios afectan profundamen-te a la poltica, al poder, a la justicia, al orden; es decir, a conceptos que dependen, todos ellos, de lo que se considera verdadero. Filosficamente hablando, la autori-dad puede enteQderse como la configuracin marginal de la verdad, pues ms all de cada verdad hay otra, un nuevo horizonte, que la convierte en parcial (Friedrich, 1964: p. 24). Ciencia poltica y filosofa poltica se hallan estrechamente ligadas, como ocurre en las dems ciencias sociales. Para Friedrich es imposible todo an-lisis de los temas bsicos de la poltica sin partir de premisas filosficas o tericas y, a su vez, el anlisis emprico de los hechos puede conducir a la modificacin de aquellas premisas.

    Fundndose en esta concepcin metodolgica, Friedrich circunscribe el obje-to nuclear de la poltica a la relacin entre persona poltica y gobierno. Desde Aristteles hasta nuestros das la pregunta poltica por excelencia ha sido: cmo gobernarse bien? Esta pregunta nace de la premisa aristotlica del hombre como ser poltico, que slo puede ser entendido en un contexto relacional con sus se-mejantes, y de su consecuencia: el gobierno de la comunidad. El hombre, dice Friedrich en una definicin de clara inspiracin aristotlica, es un ser que vive en comunidad, es un ser flexible y adaptable infinitamente, que tiene y comparte pro-yectos que especifican su funcin dentro de la comunidad y que, en fin, posee ex-periencia de s mismo como tal y que se comunica consigo y con los dems a tra-vs del lenguaje. En la medida que la comunidad es causa y efecto del hombre como ser social y poltico, constituye un sistema de funciones relacionadas entre s. Entre ellas, el gobierno adquiere especial relieve porque afecta a toda la co-munidad y est investido de la autoridad suprema para ejercer tres funciones esen-ciales: 1) creacin de normas; 2) resolucin de conflictos; 3) adopcin de medi-das prcticas.

    La generalizacin del modelo de Estado-nacin despus de la Segunda Guerra Mundial, el aumento del nmero de Estados y el creciente peso relativo de la ad-ministracin estatal y del sector pblico en las sociedades industriales avanzadas tienen una gran influencia en la definicin de la poltica y de su objeto en el pensa-miento de Deutsch. Cuando el Estado social todava estaba en auge y casi nadie dis-cuta la curva ascendente del sector pblico ni la progresiva expansin de la activi-dad pblica en la prestacin de servicios y la funcin redistribuidora de los poderes

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    pblicos para el desarrollo de los derechos econmicos y sociales, Deutsch esta-blece una relacin directa entre poltica, gobierno y decisin pblica: dado que la poltica es la toma de decisiones por medios pblicos, se ocupa primordialmente del gobierno, es decir, de la direccin y autodireccin de las grandes comunidades hu-manas. La palabra poltica~~ pone de relieve los resultados de este proceso en tr-minos del control y autocontrol de la comunidad, ya sea sta la ciudad, el Estado o el pas~~ (Deutsch, 1970: p. 20).

    Robert Dahl, por su parte, va ms all en la delimitacin del objeto de la cien-cia poltica. A partir de la teora sistmica de Easton, elabora su propia concepcin de sistema poltico, que define como un modelo constante de relaciones humanas que implican de forma significativa relaciones de poder, de gobierno o de autori-

    dad~~ (Dahl, 1970: p. 28). Es sta una definicin amplia e imprecisa, como el pro-pio autor reconoce, que pretende comprender la poltica dentro de unos lmites ms amplios que los existentes cuando se parte de la centralidad del gobierno de la co-munidad. Las grandes cuestiones que se han planteado los politlogos giran alre-dedor de la formacin, funcionamiento y cambio del sistema poltico. Para aden-trarse en ellos, piensa Dahl, es necesario contestar a preguntas acerca de la especificidad de lo poltico y del homo politicus en relacin a otros aspectos de la vida humana; la estructura y funcin del poder y la autoridad en los sistemas pol-ticos; las condiciones de estabilidad, cambio o revolucin del sistema poltico; o los criterios que permiten establecer lo que es comn y lo que distingue a los sistemas polticos.

    En Modern Political Analysis (1970), Dahl delimitaba el mbito de la poltica interseccionando las concepciones de tres autores: Aristteles, Weber y Lasswell. El punto de encuentro era la poltica entendida como relacin de poder o autoridad de carcter supremo y en un espacio territorial determinado. La concepcin ms extensiva de la poltica sera la de Lasswell, que la entenda como el conjunto de re-laciones de poder, gobierno o autoridad, en cuyo caso la ciencia poltica tendra por objeto el estudio de la formacin y divisin del poder. En el lado opuesto estara la concepcin intensiva de Aristteles, quien vinculaba poltica y gobierno de la po-lis, distinguindola de otras relaciones de autoridad, como las establecidas entre amos y esclavos. Y, a un nivel intermedio, se situara Max Weber al comprender las relaciones de poder dentro de un espacio territorial donde existe una autoridad cen-tral, el gobierno, legitimada para el uso exclusivo de la fuerza. Dahl se acerca en su definicin a las tesis de Lasswell, aunque localiza las relaciones de poder dentro del sistema poltico y, por consiguiente, las vincula al proceso o procesos polticos que permiten comprender el funcionamiento del sistema, su gobierno y, a su vez, su re-lacin con los dems sistemas polticos.

    Teora poltica, poltica interior (American politics), poltica comparada y pol-tica internacional han sido durante largo tiempo las especialidades clsicas de la ciencia poltica norteamericana. En 1983, la American Political Science Associa-tion precisaba ms esta distribucin temtica al distinguir metodologa poltica y teora poltica, por una parte, y al establecer dentro de la poltica interior la dife-rencia entre comportamiento poltico (voto, opinin pblica, etc.) y proceso polti-co (partidos, parlamentos, federalismo, administracin, anlisis de polticas pbli-cas, etc.). En cualquier caso, y teniendo en cuenta las limitaciones que tiene toda clasificacin temtica como consecuencia de la interdependencia entre las distintas

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    subreas, el objeto de la ciencia poltica en EEUU ha tenido una inspiracin fun-damental desde Tocqueville hasta hoy en da: la estabilidad y permanencia del sis-tema poltico, y su capacidad de integrar, asimilar o adecuarse a los cambios pro-ducidos dentro y fuera del mismo sistema.

    No ha sido sta la situacin de Europa en los ltimos cien aos. Basta slo con reparar en los cambios geopolticos; en las revoluciones, crisis, transiciones y cam-bios de los sistemas polticos; en los escenarios de guerras civiles y mundiales; en el nacimiento, unificacin, divisin, defuncin o renacimiento de Estados. El con-texto histrico-poltico ha influido sobremanera en el hacer de los po litlogos eu-ropeos y en su definicin del objeto de la ciencia poltica. En Europa no ha sido po-sible olvidarse del Estado. La democracia e.n Europa es, en gran parte, un proyecto. Algunas democracias europeas occidentales y orientales son jvenes o re-cientes; sistemas democrticos que parecan consolidados estn en proceso de tran-sicin o cambio por razones diversas; los nuevos Estados de la Europa central y oriental pugnan por asentar su soberana territorial en un complejo y explosivo pro-ceso de desintegracin de las ya inexistentes repblicas federales de Yugoslavia y la URSS. La construccin poltica europea es, en fin, un proyecto repleto de obst-culos; de ataduras con el pasado que impiden o dificultan la superacin o debilita-cin de los nacionalismos estatales; de espacios econmicos y culturales interde-pendientes pero fragmentados y con intereses, contrapuestos; de desequilibrios territoriales y sociales; de identidades estatales o nacionales fundadas en la etnici-dad y que debilitan la proyeccin de una identidad europea.

    Este es el panorama poltico que tiene ante s la ciencia poltica europea. Y no se puede hacer abstraccin del mismo. En la teora no existen diferencias sustan-ciales con la ciencia poltica norteamericana cuando se trata de definir el objeto de la disciplina o las especialidades que la componen. Pero la diferencia aparece en la prctica investigadora, cuando se eligen y concretan los problemas polticos que merecen atencin y estudio. Los mismos temas tienen una urgencia distinta o un tratamiento dependiente de circunstancias muy diversas. El Estado-nacin, los fe-deralismos, las crisis y transiciones de los sistemas polticos, los efectos polticos del proceso de unin econmica y monetaria, la ciudadana y la diversidad cultu-ral, y tantas otras cuestiones forman parte de la especificidad de una ciencia polti-ca europea. Una ciencia poltica cuya base geopoltica es un continente en plena ebullicin y cambio histrico.

    La ciencia poltica europea debe encontrar su propio camino, y su independen-cia en relacin a la ciencia poltica norteamericana, a partir de la comunicacin y colaboracin cientficas entre los politlogos de los distintos Estados y naciones. El mbito estatal-nacional como delimitacin de la poltica interior es inadecuado para la investigacin de un elevado nmero de problemas polticos. Debido a la interde-pendencia con los dems Estados y naciones europeas, y especialmente con los Es-tados miembros de la Unin Europea, un cierto nmero de cuestiones polticas esen-ciales, como, por ejemplo, los modelos de organizacin territorial de los poderes pblicos, los sistemas de partidos o la incidencia de los medios de comunicacin en la cultura y el comportamiento poltico, son cada vez menos temas de poltica in-terior de un Estado.

    Desde los aos sesenta se ha producido en Europa occidental una gran expan-sin del nmero de profesores e investigadores de ciencia poltica y, tambin, del

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    nmero de publicaciones. La creacin de asociaciones de colaboracin cientfica -como el European Consortium for Political Research (1970), que agrupa ya a cer-ca de 200 instituciones- y, en otro plano, la generalizacin del sistema democr-tico han sido aspectos esenciales, no ya para la consolidacin definitiva del rea de ciencia poltica (Valles y Newton, 1991), sino tambin como elementos impulsores de un nuevo espacio de anlisis politolgico.

    De todos modos, las especificidades nacionales, estatales o transnacionales de la poltica y de la ciencia poltica particularizan los problemas polticos y estable-cen prioridades cientficas distintas, aunque ciertamente no cambian las grandes es-pecialidades que definen la ciencia poltica. Metodologa poltica, historia de las ideas polticas, teora poltica, poltica interior, poltica comparada, poltica inter-nacional, ciencia de la administracin y anlisis de las polticas pblicas constitu-yen las partes (con sus respectivas subreas) de un todo interdependiente que defi-nimos como ciencia poltica.

    IV. LA DOBLE CARA DE LA POLTICA: LA POLTICA COMO RELACIN DE PODERES Y LA POLTICA COMO GOBIERNO

    Esta enumeracin general de las especialidades de la ciencia poltica no debe ser la va tangencial para huir de la cuestin de fondo en la definicin de su objeto central. El dilema est en circunscribir el objeto nuclear de la ciencia poltica en la teora, accin y procesos de gobierno en uno o varios sistemas polticos compara-dos dentro del proceso poltico internacional, o bien en generalizar el objeto de la ciencia poltica considerando la poltica como un fenmeno que se manifiesta en todos los mbitos de la vida social.

    David Held y Adrian Leftwich son partidarios radicales de esta segunda opcin: En nuestra opinin, la poltica es un fenmeno que se encuentra en y entre todos los grupos, instituciones (formales e informales) y sociedades, pasando por la vida pblica y la privada. Est involucrada en todas las relaciones, instituciones y es-tructuras que estn implicadas en las actividades de produccin y reproduccin en la vida de las sociedades. Se expresa en todas las actividades de cooperacin, ne-gociacin y lucha por el uso, produccin y distribucin de los recursos que esto aca-rrea. La poltica crea y condiciona todos los aspectos de nuestra vida, y est en el centro del desarrollo de los problemas en la sociedad y de los modos colectivos de su resolucin. Por lo tanto, la poltica trata del poder; trata de las fuerzas que influ-yen y reflejan su distribucin y empleo; trata del efecto de esto sobre el empleo y la distribucin de los recursos; de la capacidad de transformacin de los agentes so-ciales, los organismos y las instituciones; no trata del gobierno, o slo del gobier-no. Donde la poltica se considera de manera ms limitada como un rea aparte de la economa o la cultura, esto es como actividad e instituciones gubernamentales, queda fuera de vista un vasto dominio de lo que consideraramos poltica. De he-cho no hay nada ms poltico que los constantes intentos de excluir cierto tipo de problemas de la poltica. Estos intentos representan estrategias de despolitizacin, esto es, estrategias para que ciertos puntos se traten como si no fueran temas ade-cuados de la poltica. Lo que en realidad estn pidiendo es que nos abstengamos de participar en la poltica, esto es, en decisiones acerca del empleo y distribucin de

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    los recursos en relacin con asuntos que son importantes para nuestras vidas. En s, no estn tratando de fomentar, defender o siquiera de aislar la poltica, estn inten-tando suprimirla (pp. 264-265).

    Es sta una larga, comprometida y rotunda cita que, a mi modo de ver, plantea dos cuestiones acertadas y, al mismo tiempo, encierra un riesgo imperialista: que-rer abarcar el todo, confundindolo con el propio objeto de conocimiento.

    El primer acierto es la crtica a la divisin moderna de lo que es poltico. La poltica se refiere, aqu, al gobierno de la sociedad y los procesos que tienen rela-cin con la formacin, mantenimiento y cambio de aqul. Es el dominio de lo que se considera pblico en contraposicin a lo privado. Por consiguiente, no formar-an parte de la poltica los dems mbitos de la vida social y de las relaciones de po-der. Desde la clsica distincin de Benjamn Constant entre las libertades de los an-tiguos y las de los modernos, la poltica, como realidad y como objeto de estudio, sera ajena al reino de las libertades positivas de los antiguos, y slo al de las nega-tivas (en el sentido de Isaiah Berlin) de los modernos. El fundado pnico de Cons-tant a la soberana absoluta (

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    (utilizando los conceptos de Dahl) sobre las decisiones polticas adoptadas para el gobierno de la sociedad o una parte de ella. Stricto sensu no son gobernantes los que presiden instituciones financieras, industriales, religiosas o de la comunicacin, ni tienen la legitimidad que otorga la eleccin, pero pueden ejercer mayor influen-cia poltica que el poltico que dirige los destinos del Estado.

    La mayora de los ciudadanos, cuando ejercen el derecho de voto, transfieren realmente a los gobernantes la capacidad de decidir en su nombre. Pero las deci-siones polticas dependern de los procesos polticos, de la composicin y correla-cin de las fuerzas intervinientes, del contexto internacional en que se produzcan, etc. Y sern pocos los ciudadanos ms influyentes, habr un nmero superior de ciudadanos menos influyentes, y una inmensa mayora de ciudadanos influidos o relegados en un nmero no despreciable a la marginacin o a la abstencin. Desde luego, la distincin jurdica entre gobernantes y gobernados no ayuda gran cosa a comprender la influencia real de los diversos ciudadanos en los procesos que con-ducen a las decisiones polticas que afectan a la sociedad en su totalidad.

    La poltica est presente en todos los mbitos de la vida econmica, social y cul-tural, en el dominio de lo pblico y, tambin, en el de lo privado. Pero no todos los ciudadanos estn en disposicin, posibilidades y condiciones de intervenir e influir de igual manera. Y, si el objeto central de la ciencia poltica est en descubrir y ex-plicar cmo se gobierna una sociedad determinada, no ser posible avanzar en esta direccin si no se trascienden las fronteras artificiales entre lo poltico y lo econ-mico, entre lo poltico y lo cultural. No existe un espacio puro de la poltica, un reino reservado a la poltica, aunque el dualismo liberal bajo el predominio de lo econmico as lo haya entendido y propagado.

    El riesgo de esta concepcin de la poltica es su propensin a caer en una visin imperialista, invadiendo desde una presunta superioridad de la ciencia poltica a las dems ciencias sociales. El reconocimiento de que no es posible una parcelacin de la sociedad, una divisin en dominios seoriales pertenecientes a la economa, la poltica, el derecho o la sociologa, no implica la generalizacin de lo poltico sino, ms bien, la interrelacin e interdependencia entre todas las ciencias sociales, conformando una ciencia de la sociedad.

    La poltica influye en casi todos los submbitos autnomos, pero el reconoci-miento de que todo es poltica confunde cuando no se complementa con la percep-cin de que todo es tambin economa o cultura (Von Beyme, 1991: p. 331). Se trata, principalmente, de recuperar la poltica en la sociedad civil; de liberarla del Estado y de las instituciones polticas, y ampliar as su radio de accin; de extender la pregunta de C. J. Friedrich qu gobierno?, a los distintos mbitos y submbitos sociales.

    En Civil Society and Political Theory (1992), J. L. Cohen y A. Arato distinguen entre sociedad civil, sociedad econmica y sociedad poltica. La poltica est pre-sente en los tres mbitos autnomos e interdependientes, pero se manifiesta defor-ma diferente en cada uno de ellos. La sociedad civil se refiere a las estructuras de socializacin y formas organizativas de comunicacin que son institucionalizadas o estn en proceso de institucionalizacin. Constituye un sistema de interaccin so- . cial, de auto-creacin y auto-movilizacin de aS0ciaciones, movimientos sociales y otras formas de comunicacin pblica que influyen en la cultura y procesos polti-cos. Se diferencia, desde luego, de la sociedad econmica de los grupos y organi-

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    zaciones de inters. Y se diferencia asimismo de la sociedad poltica de los parti-dos y dems instituciones polticas, porque su papel poltico no est directamente relacionado con la conquista, acceso o influencia directa sobre los poderes del Es-tado. La sociedad civil tiene que ver con la generacin de influencia a travs de la vida de las asociaciones democrticas y de la esfera pblica cultural.

    Esta diversificacin de la poltica o politizacin de la sociedad civil no debe hacemos olvidar que todo sistema (y por tanto los sistemas o subsistemas polticos) tiene una estructura de gobierno que organiza y filtra los procesos decisionales, unas fuerzas sociales, econmicas o polticas que influyen en estos procesos, una cultura de autorreferencia que le da identidad y lo diferencia de otros, una relacin de competencia o colaboracin con otros sistemas o subsistemas, etc. La poltica est presente en todos los mbitos de la sociedad pero se manifiesta de forma dis-tinta en cada uno de ellos.

    La centralidad de la poltica como gobierno reside en el conjunto de institucio-nes pblicas y polticas. Los poderes pblicos del Estado, los partidos polticos, las instituciones polticas internacionales o los gobiernos de otros Estados son prota-gonistas, influyen o contribuyen, en mayor o menor grado, a la formacin de los procesos decisionales y a la adopcin de decisiones polticas que vinculan al con-junto de la sociedad civil. Las personas que dirigen o actan dentro de estas insti-tuciones son actores polticos pblicos porque estn investidos de autoridad para defender o tomar decisiones de gobierno en el marco y lmites de sus funciones es-tablecidas por ley. As, el presidente del Gobierno, el lder de la oposicin parla-mentaria, un magistrado del Tribunal Constitucional, un alto cargo de la adminis-tracin, un senador, un alcalde, etc., constituyen ejemplos de personas que actan en la poltica con unas atribuciones explcitas y pblicas.

    La sociedad moderna slo es concebible como un mbito territorial y social in-terorganizativo dentro del cual el Estado-organizacin tiene un papel dominante (Theda Skocpol, 1985). Nadie discute hoy la importancia y la necesidad de las in-vestigaciones sobre el Estado-organizacin o estructura de gobierno. Incluso, se est produciendo un resurgir de estudios sobre las instituciones estatales, la crisis par-lamentaria, la independencia de la administracin de la justicia, la organizacin te-rritorial de los poderes del Estado, etc. Un especial auge est teniendo la ciencia de la administracin y las investigaciones en tomo a la administracin y a las polticas pblicas. Tampoco se mantienen ya las posiciones minimalistas del Estado (el mis-mo Nozick, quiz el exponente ms inteligente del Estado mnimo, ha rectifica-do y moderado sus postulados favorables a un capitalismo libertario salvaje), lo cual no es incompatible con el reconocimiento de la necesaria resituacin histrica del Estado, como una organizacin democrtica y eficiente que debe adecuarse a los cambios estructurales de la sociedad y al fenmeno de la mundializacin de la eco-noma, la cultura y la poltica.

    El riesgo neohegeliano de una teora palito lgica centrada en el Estado no est en la intencin de establecer una concepcin sistemtica del Estado en la his-toria y en especificar los modos en que los Estados interactan con otras fuentes de poder (J. A. Hall y G. J. Ikenberry, 1991), sino en la posibilidad de hacerlo sin con-tar con la premisa de que el Estado-organizacin o estructura de gobierno, que in-fluye en la vida y conducta de los individuos, es tambin resultado y reflejo de las estructuras de poder, de accin individual, institucional e interinstitucional en un

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    contexto social determinado, y de las contradicciones que se producen en esta so-ciedad y en mundo que la envuelve.

    En el mundo actual es tan absurdo mantener la opinin de Easton: ni el Esta-do ni el poder son conceptos que sirvan para llevar a cabola investigacin poltica (1953: p. 106), como sostener la contraria: toda la investigacin poltica es poder y es Estado. Habr que buscarse un punto de encuentro que explique la relativa autonoma del Estado-organizacin.

    Un segundo nivel de manifestacin de la poltica lo forman un conjunto de ac-tores formalmente no polticos que influyen, a veces de forma decisiva, en el pro-ceso poltico. Los grandes medios de comunicacin, las organizaciones empresa-riales y sindicales, los grupos financieros e industriales, las multinacionales, las instituciones religiosas, culturales o deportivas de gran proyeccin pblica, las or-ganizaciones no gubernamentales, etc., son instituciones cuyos miembros dirigen-tes, o pblicamente ms relevantes, tienen un peso poltico indiscutible a pesar de que no ejercen formalmente ninguna funcin poltica. Son instituciones intermedias que inciden tanto sobre el gobierno en su sentido amplio como sobre la misma or-ganizacin de la sociedad econmica y cultural, la formacin de la cultura poltica y su traduccin en la opinin pblica. Todas ellas constituyen la poliarqua moder-na frente a la poliarqua medieval. Las elites polticas, entendidas como el conjun-to de actores que influyen en el proceso poltico, tanto si ejercen como si no ejer-cen la profesin de la poltica, proceden o forman parte de estos dos primeros niveles de manifestacin de la poltica.

    El tercer nivel que incluye los dos anteriores, lo forma la propia sociedad civil como conjunto interinstitucional (Friedland y Alford, 1991). Toda persona tiene la opcin de ser un actor poltico y slo la persona es el sujeto real de la poltica, pero la persona acta en el marco de las instituciones, sean la familia, la empresa, el mer-cado, la universidad o cualquier otra (Elster, 1989). La ciencia poltica necesita de las dems ciencias sociales para el conocimiento de la sociedad como una estruc-tura interinstitucional, y como paso previo a la delimitacin de los procesos polti-cos que permitan comprender el gobierno de la misma. En este sentido, toda per-sona est necesariamente dentro de la poltica en cuanto ser social, pero ello no comporta que sea tambin un actor de la poltica.

    La mayora de los ciudadanos son receptores de la poltica que hacen otros pero nunca pierden la opcin de implicarse en uno u otro nivel. En cierto modo, todos participan de la poltica entendida como relacin de poder en sus respectivos m-bitos institucionales de realizacin social, profesional, cvica, etc. (Hirschman, 1977). Toda institucin tiene una poltica concebida como el modo, arte o habilidad de con-ducir un asunto para conseguir el fin deseado, y esta poltica es resultado tanto de su estructura interna de relaciones de conflicto o cooperacin entre sus miembros, como de su ubicacin y fuerza relativa en la sociedad interinstitucional.

    Al mismo tiempo, todos los ciudadanos forman parte de la institucin Estado como organizacin social. Su implicacin en la poltica general puede quedar cir-cunscrita al hecho de ser miembros de una sociedad civil con unos valores y una cultura poltica determinada. Esto ya es importante para comprender la continuidad o el cambio de los gobiernos o de los sistemas polticos. El derecho fundamental de participacin poltica y la condicin de electores de los ciudadanos mayores de edad

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    en las democracias liberales son elementos esenciales de legitimacin de estos sis-temas polticos.

    Los ciudadanos deciden libremente su nivel de accin poltica y si sta se rea-liza con la finalidad de defender unas ideas por medio de los partidos polticos, or-ganizaciones no gubernamentales, movimientos sociales u otras formas de partici-pacin e implicacin poltica, o bien si va ms all a travs de un ejercicio profesional de la poltica. En cualquier caso, nunca pierden en democracia su derecho a parti-cipar en la poltica, a elegir y a ser elegidos por sus conciudadanos. sta es una di-ferencia clave con los sistemas no democrticos donde la poltica est reservada a una minora y a la aceptacin por imposicin de unas normas fuera de las cuales toda accin poltica es ilegal y, por consiguiente, es perseguida.

    En ambos sistemas polticos, democrticos y no democrticos, la poltica es una profesin que ejercen unos pocos para que la mayora de la poblacin pueda dedi-carse a otras actividades profesionales. Esto no implica la renuncia a la accin po-ltica como conviccin, al margen de si se ejerce o no como actividad profesional. Sin embargo, el problema que surge ante esta divisin es la posibilidad de que la poltica profesional vaya alejndose, e incluso pueda subordinar los valores y las ideas generales a la lgica de los intereses y de las necesidades en juego. La polti-ca y la tica pueden ser coincidentes pero la poltica de los modernos es ante todo independiente de la tica.

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