MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

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500 PRUEBA PERICIAL Y OTRAS del lapso precedentemente señalado en relación con el perito nombrado a pro- puesta de las partes. Son causas de recusación las previstas respecto de los jueces; también, la falta de título o incompetencia en la materia respectiva, cuando no hubiere en el lugar del proceso perito con título habilitante (CPN, art. 466). Dispone el art. 467 CPN (modific. por la ley 22.434) que "deducida la recu- sación se hará saber al perito para que en el acto de la notificación o dentro de ter- cero día manifieste si es o no cierta lacausal. Reconocido el hecho o guardado silen- cio, será reemplazado; si se lo negare, el incidente tramitará por separado, sin interrumpir el curso del proceso. De la resolución no habrá recurso, pero esta cir- cunstancia podrá ser considerada por la alzada al resolver sobre el principal". En virtud del sistema que la ley 22.434 adoptó en materia de designación del perito —el que fue seguido por la ley 25.488—, resulta excluida la posibi- lidad de que intervenga, en el trámite del incidente, la parte contraria a la que dedujo la recusación, aun en el supuesto de que aquél haya sido nombrado a propuesta de ambas partes en los términos del art. 462 CPN. La admisión de los hechos por el perito, en el acto de la notificación, sólo puede verificarse, como es obvio, en el caso de que ésta se practique personal- mente en el expediente. Cualquiera que sea su contenido, la resolución dictada en el incidente de recusación no sólo es irrecurrible, sino también insusceptible de replanteo, con arreglo al art. 379. Ello no obsta a que el tribunal de alzada, en el supuesto de considerar que la recusación fue mal desestimada, compute esa circunstancia como elemento de apreciación de la prueba pericial. "En caso de ser admitida la recusación —dice el art. 468 CPN—, el juez de oficio reemplazará al perito recusado, sin otra sustanciación". c) Práctica de la prueba. Dispone el art. 471 CPN que "la pericia estará a cargo del perito designado por el juez", agregando que "los consultores técni- cos, las partes y sus letrados podrán presenciar las operaciones técnicas que se realicen y formular las consideraciones que consideraren pertinentes". Los consultores técnicos, las partes y sus letrados pueden asistir a la prác- tica de la prueba pericial con el objeto de aclarar puntos de pericia o puntualizar determinadas circunstancias cuyo análisis profundizado estimen de interés. Pero la asistencia de esas personas al acto no comporta, como regla, un requisito de validez de la pericia, ni el perito está obligado a invitarlas a tal efec- to. Sin embargo, si las partes manifiestan en el expediente su interés por concu- rrir a la diligencia, y piden que se haga saber tal circunstancia al perito, consti- tuye causal de nulidad el hecho de que éste haya omitido indicar el lugar, día y hora en que se procedería al examen.

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500 PRUEBA PERICIAL Y OTRAS

del lapso precedentemente señalado en relación con el perito nombrado a pro­puesta de las partes.

Son causas de recusación las previstas respecto de los jueces; también, la falta de título o incompetencia en la materia respectiva, cuando no hubiere en el lugar del proceso perito con título habilitante (CPN, art. 466).

Dispone el art. 467 CPN (modific. por la ley 22.434) que "deducida la recu­sación se hará saber al perito para que en el acto de la notificación o dentro de ter­cero día manifieste si es o no cierta lacausal. Reconocido el hecho o guardado silen­cio, será reemplazado; si se lo negare, el incidente tramitará por separado, sin interrumpir el curso del proceso. De la resolución no habrá recurso, pero esta cir­cunstancia podrá ser considerada por la alzada al resolver sobre el principal".

En virtud del sistema que la ley 22.434 adoptó en materia de designación del perito —el que fue seguido por la ley 25.488—, resulta excluida la posibi­lidad de que intervenga, en el trámite del incidente, la parte contraria a la que dedujo la recusación, aun en el supuesto de que aquél haya sido nombrado a propuesta de ambas partes en los términos del art. 462 CPN.

La admisión de los hechos por el perito, en el acto de la notificación, sólo puede verificarse, como es obvio, en el caso de que ésta se practique personal­mente en el expediente.

Cualquiera que sea su contenido, la resolución dictada en el incidente de recusación no sólo es irrecurrible, sino también insusceptible de replanteo, con arreglo al art. 379. Ello no obsta a que el tribunal de alzada, en el supuesto de considerar que la recusación fue mal desestimada, compute esa circunstancia como elemento de apreciación de la prueba pericial.

"En caso de ser admitida la recusación —dice el art. 468 CPN—, el juez de oficio reemplazará al perito recusado, sin otra sustanciación".

c) Práctica de la prueba. Dispone el art. 471 CPN que "la pericia estará a cargo del perito designado por el juez", agregando que "los consultores técni­cos, las partes y sus letrados podrán presenciar las operaciones técnicas que se realicen y formular las consideraciones que consideraren pertinentes".

Los consultores técnicos, las partes y sus letrados pueden asistir a la prác­tica de la prueba pericial con el objeto de aclarar puntos de pericia o puntualizar determinadas circunstancias cuyo análisis profundizado estimen de interés.

Pero la asistencia de esas personas al acto no comporta, como regla, un requisito de validez de la pericia, ni el perito está obligado a invitarlas a tal efec­to. Sin embargo, si las partes manifiestan en el expediente su interés por concu­rrir a la diligencia, y piden que se haga saber tal circunstancia al perito, consti­tuye causal de nulidad el hecho de que éste haya omitido indicar el lugar, día y hora en que se procedería al examen.

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d) Obligación del perito de expedirse. "Será removido —dice el art. 470 CPN— el perito que, después de haber aceptado el cargo renunciare sin motivo atendible, rehusare dar su dictamen o no lo presentare oportunamente. El juez de oficio nombrará otro en su lugar y lo condenará a pagar los gastos de las di­ligencias frustradas y los daños y perjuicios ocasionados a las partes, si éstas lo reclamasen. El reemplazado perderá el derecho a cobrar honorarios".

Se ha visto anteriormente que el perito también puede ser reemplazado cuando no acepta el cargo o no concurre dentro del plazo fijado. Pero esta situa­ción es diferente a la que contempla la norma transcripta, pues como la acepta­ción es facultativa, la actitud del perito no lo hace incurrir en responsabilidad alguna. En cambio, en los supuestos a que se refiere el art. 470 (cuando renun­cia sin motivo atendible, rehusa dar su dictamen o no lo presenta dentro del pla­zo fijado por el juez), la conducta del perito, además de dar lugar a su remoción, origina las restantes sanciones previstas en dicha norma.

e) Dictamen pericial y puntos de pericia. Dispone el art. 472 CPN, con­forme a la modificación que le introdujo la ley 22.434, que "el perito presentará su dictamen por escrito, con copias para las partes. Contendrá la explicación detallada de las operaciones técnicas realizadas y de los principios científicos en que se funde. Los consultores técnicos de las partes dentro del plazo fijado al perito podrán presentar por separado sus respectivos informes, cumpliendo los mismos requisitos".

Este precepto coincide con el anterior art. 472 en lo que atañe a la forma de presentación del dictamen y al fundamento <¿e éste. Añade, empero, la posi­bilidad de que los consultores técnicos presenten por separado sus dictámenes, los que deben reunir los mismos requisitos exigidos al dictamen del perito.

f) Traslado, explicaciones y nueva pericia. Expresa el art. 473 CPN que "del dictamen del perito se dará traslado a las partes, que se notificará por cédu­la. De oficio o a instancia de cualquiera de ellas, el juez podrá ordenar que el perito dé las explicaciones que se consideren convenientes, en audiencia o por escrito, atendiendo a las circunstancias del caso. Si el acto se cumpliese en au­diencia y los consultores técnicos estuvieren presentes, con autorización del juez, podrán observar lo que fuere pertinente; si no comparecieren, esa facultad podrá ser ejercida por los letrados. Si las explicaciones debieran presentarse por escrito, las observaciones a las dadas por el perito podrán ser formuladas por los consultores técnicos o, en su defecto, por las partes dentro del quinto día de notificadas por ministerio de la ley. La falta de impugnaciones o pedidos de explicaciones u observaciones a las explicaciones que diere el perito, no es óbi­ce para que la eficacia probatoria del dictamen pueda ser cuestionada por los le-

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trados hasta la oportunidad de alegar, con arreglo a lo dispuesto por el artículo 477"(párrs. I°a3°).

El pedido de explicaciones tiene por objeto aclarar algún punto oscuro, completar una aseveración brevemente expuesta o suplir alguna omisión en que hubieren incurrido los peritos al redactare! dictamen, siendo facultativo para el juez acceder al mencionado pedido.

Si bien las circunstancias de no haberse impugnado la pericia, requerido explicaciones o formulado observaciones a las explicaciones dadas por el peri­to no obstan a que tales alegaciones sean articuladas en los alegatos, tal solu­ción no es aplicable cuando la prueba pericial es impugnada con fundamento en la existencia de vicios ocunidos en su producción, por cuanto en tal hipótesis la irregularidad queda consentida si no se requiere la declaración de nulidad en oportunidad de contestar el traslado del dictamen (CPN, art. 170).

También el juez se halla habilitado, dentro del mismo plazo, para declarar de oficio la nulidad de la pericia (id., art. 172).

Asimismo, en consonancia con uno de los propósitos orientadores del CPN, como es el consistente en dotar al juez de mayores poderes para el escla­recimiento de la verdad, el cuarto apartado del citado artículo autoriza a aquél a disponer, si lo estimare necesario, que se practique otra pericia, o que se per­feccione o amplíe la anterior, por los mismos peritos o por otros de su elección.

Finalmente, el art. 473 prescribe que "el perito que no concurriere a la au­diencia o no presentare el informe ampliatorio o complementario dentro del plazo, perderá su derecho a cobrar honorarios, total o parcialmente".

g) Dictamen inmediato. Al respecto dispone el art. 474 que "cuando el objeto de la diligencia pericial fuese de tal naturaleza que permita al perito dicta­minar inmediatamente, podrá dar su informe por escrito o en audiencia; en el mis­mo acto los consultores técnicos podrán formular las observaciones pertinentes".

Frente a la ausencia de los consultores técnicos, la facultad que la norma menciona puede ser ejercida por las partes o por sus letrados patrocinantes, pues la situación prevista por aquélla coincide sustancialmente con la que des­criben los arts. 471 y 473.

h) Medidas complementarias. Asimismo y de acuerdo con lo prescripto en el art. 475 CPN, "de oficio o a pedido de parte el juez podrá ordenar:

1°) Ejecución de planos, relevamientos, reproducciones fotográficas, ci­nematográficas, o de otra especie, de objetos, documentos o lugares, con em­pleo de medios o instrumentos técnicos.

2°) Exámenes científicos necesarios para el mejor esclarecimiento de los hechos controvertidos.

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3o) Reconstrucción de hechos, para comprobar si se han producido o pu­dieron realizarse de una manera determinada". La ley 22.434 ha ampliado, sin embargo, el alcance de las potestades acordadas al juez por el apartado final de la norma, que ahora expresa: "A estos efectos podrá disponer que comparezcan el perito y los testigos y hacer saber a las partes que podrán designar consulto­res técnicos o hacer comparecer a los ya designados para que participen en las tareas, en los términos de los artículos 471 y, en su caso, 473", es decir, para presenciar las operaciones técnicas que se realicen o formular las observacio­nes y requerir las explicaciones que estimen convenientes.

277. HONORARIOS Y GASTOS DE LOS PERITOS

Salvo en casos excepcionales (según ocurre con los empleados naciona­les que intervienen como peritos designados de oficio en los asuntos en que es parte el fisco), los peritos y los consultores técnicos tienen derecho a percibir honorarios por los trabajos realizados (Cód. Civ., art. 1627).

Sobre el particular prescribe el art. 478 CPN, conforme al párrafo inicial que le introdujo la ley 24.432, que los jueces deben regular los honorarios de los peritos y demás auxiliares de la justicia conforme a los respectivos arance­les, debiendo adecuarlos inclusive por debajo de sus topes mínimos a las regu­laciones que se practiquen a favor de los restantes profesionales intervinientes (abogados, procuradores, consultores técnicos, etc.) ponderando la naturaleza, complejidad, calidad y extensión en el tiempo de los respectivos trabajos.

A fin de determinar sobre cuál de los litigantes recae la obligación de pa­gar los honorarios del perito y de los consultores técnicos, es menester estable­cer, en cada caso, y en primer término, si la prueba reviste o no carácter común.

La prueba pericial es común cuando ambos litigantes participan en su ofrecimiento o producción. La jurisprudencia establecida durante la vigencia del código derogado, supeditaba aquella calificación a la circunstancia de que cada parte sometiese a la consideración pericial un cuestionario propio, o bien adhiriese expresamente al propuesto por la parte contraria. De allí que se deci­diera, por ejemplo, que carecía de relevancia para convertir en común a la prue­ba pericial, el hecho de que una de las partes concurriese a la audiencia respectiva y en ella hubiese pedido, coincidentemente con su adversario, la designación de un perito único o se hubiese limitado a controlar la prueba, manifestando, v.gr., disconformidad con el perito propuesto por la otra parte (CNCom., B, ED., 4-280).

De acuerdo con el régimen del CPN, en cambio, tales actitudes implican una "participación" en la prueba pericial que otorga a ésta carácter común y ge-

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ñera, a favor del perito y de los consultores técnicos designados, el derecho de exigir el pago de sus honorarios a cualquiera de las partes. Tal derecho es, desde luego, independiente de la forma en que se hayan impuesto las costas del pro­ceso. Si éstas son impuestas en el orden causado, la parte que ha abonado los honorarios del perito y de los consultores técnicos tendrá derecho a repetir de la contraria la correspondiente contribución en el pago. Si existe condenación en costas, la parte vencedora que pagó los honorarios los podrá repetir, contra el vencido, aunque conforme al párrafo incorporado al art. 77 CPN por la ley 24.432, los peritos pueden reclamar contra esa parte hasta el 50% de los hono­rarios que les fueron regulados.

En su anterior versión, el art. 478 CPN descartaba el carácter común de la prueba en el caso de que alguna de las partes hubiese manifestado carecer de in­terés en la pericia, absteniéndose por tal razón de participar en ella, en cuyo caso imponía el pago de los gastos y honorarios de los peritos a la parte propo­nente de la prueba, salvo cuando ésta hubiese sido necesaria para la solución del pleito.

La ley 22.434 reemplazó el art. 478 por el siguiente: "Al contestar el tras­lado a que se refiere el segundo párrafo del artículo 459, la parte contraria a la que ha ofrecido la prueba pericial podrá: Io) Impugnar su procedencia por no corresponder conforme a lo dispuesto en el artículo 457; si no obstante haber sido declarada procedente, de la sentencia resultare que no ha constituido uno de los elementos de convicción coadyuvantes para la decisión, los gastos y ho­norarios del perito y consultores técnicos serán a cargo de la parte que propuso la pericia; 2o) Manifestar que no tiene interés en la pericia, y que se abstendrá, por tal razón, de participar en ella; en este caso, los gastos y honorarios del pe­rito y consultor técnico serán siempre a cargo de quien la solicitó, excepto cuando para resolver a su favor se hiciere mérito de aquélla".

En su nueva redacción, la norma transcripta contempla dos situaciones en las cuales los gastos y honorarios del perito y de los consultores técnicos deben ser pagados por la parte que propuso la prueba pericial. Una consiste en que la parte contraria a la que ofreció la prueba haya impugnado la procedencia de ésta y a pesar de haber sido declarada procedente, de la sentencia resulte que no constituyó uno de los elementos de convicción coadyuvantes para la decisión del pleito. La otra situación se configura cuando dicha parte manifiesta que ca­rece de interés en la pericia y que por tal razón, se abstendrá de participar en ella.

Mientras que en la primera situación el perito y el consultor técnico no se ha­llan habilitados para requerir el pago de los gastos y honorarios a la parte con­traria a la que ofreció la prueba, en la segunda pueden hacerlo cuando ésta ob­tuvo el pronunciamiento de sentencia favorable que hizo mérito de la prueba pericial. Es menester aclarar que en este supuesto el derecho del perito y del

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consultor técnico puede ejercerse contra cualquiera de las partes, sin perjuicio de los reclamos que éstas pueden formularse de conformidad con el modo en que fueron impuestas las costas, si bien cabe recordar que, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 77 CPN en su actual versión, el reclamo directo a la parte que no fue condenada al pago de aquéllas no puede exceder del 50% de los ho­norarios regulados.

Cuadra¿<dvertir, finalmente, que la impugnación infructuosa de la proce­dencia de la prueba pericial no es incompatible con la posibilidad de que el im­pugnante, a todo evento, proponga puntos de pericia y designe consultor técni­co. En razón de que en este caso la prueba adquiere carácter común, el hecho de que ella haya carecido de incidencia en la solución del pleito no excluye el de­recho del perito a solicitar el pago de sus honorarios al impugnante, sin perjui­cio de los reclamos entre partes a que se ha aludido. Distinta es la situación del consultor técnico, quien en tal supuesto sólo puede requerir el pago de los ho­norarios al impugnante que lo nombró.

El CPN prevé asimismo la posibilidad de que se anticipen los gastos que demanden las diligencias que debe cumplir el perito, pues no es justo que éste se vea obligado a efectuar desembolsos cuyo reintegro recién tiene lugar en la oportunidad de percibir sus honorarios. Dispone sobre el punto el art. 463 que "si el perito lo solicitare dentro de tercero día de haber aceptado el cargo y si co­rrespondiere por la índole de la pericia, la o las partes que han ofrecido la prue­ba deberán depositar la suma que el juzgado fije para gastos de las diligencias. Dicho importe deberá ser depositado dentro de quinto día, plazo que comenza­rá a correr a partir de la notificación personal o por cédula de la providencia que lo ordena; se entregará al perito, sin perjuicio de lo que en definitiva se resuelva respecto de las costas y del pago de honorarios. La resolución sólo será suscep­tible de recurso de reposición. La falta de depósito dentro del plazo importará el desistimiento de la prueba".

278. FUERZA PROBATORIA DEL DICTAMEN PERICIAL

El CPN mantiene en este punto el sistema introducido por las leyes 4128 y 14.237, que modificaron el régimen del código derogado en tanto éste asigna­ba al dictamen de los peritos, en ciertas condiciones (título y asertividad de sus conclusiones), fuerza de prueba legal. Las citadas leyes, en cambio, al igual que el CPN, sometieron la apreciación de la prueba pericial, cualesquiera que fueren las circunstancias en que se produzca, a las reglas de la sana crítica.

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a) "La fuerza probatoria del dictamen pericial —prescribe el art. 477 CPN— será estimada por el juez teniendo en cuenta la competencia del perito, los principios científicos o técnicos en que se funda, la concordancia de su apli­cación con las reglas de la sana crítica, las observaciones formuladas por los consultores técnicos o los letrados, conforme a los artículos 473 y 470 y los de­más elementos de convicción que la causa ofrezca".

Pero la libertad judicial de apartarse de las conclusiones del perito no sig­nifica, desde luego, arbitrariedad. Aunque el apartamiento no necesita apoyarse en consideraciones de orden técnico, debe fundarse en un análisis crítico de las opiniones del perito, confrontándolas con los restantes elementos de juicio obrantes en el proceso.

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279. CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN

a) Tradicionalmente se define a las presunciones, siguiendo a POTHIER, como las consecuencias que la ley o el juez deducen de un hecho conocido para afirmar un hecho desconocido. La presunción comporta, pues, un razonamien­to que, partiendo de un hecho determinado (indicio), y de conformidad con la experiencia referente al orden normal de las cosas, permite afirmar la exis­tencia del hecho que se desea probar.

b) Las presunciones son de dos clases: legales y simples o judiciales. Las presunciones legales pueden ser, a su vez, juris tantum y juris et de

jure, según que admitan o no prueba en contrario. Unas y otras tienen en común la circunstancia de que dispensan a la parte beneficiada por la presunción de la carga de probar el hecho deducido por la ley, pero mientras que las primeras tie­nen el efecto de invertir la carga de la prueba, transfiriéndola a la parte contraria, las segundas no admiten prueba alguna. Es ejemplo de presunción juris tantum

72 ALSINA, Tratado, III. pág. 681; BONNIRR. Traite. II. pág. 383: COLOMBO, Código. II. pág. 30: COSTA. Mcinuale. pág. 309: CHIOVENDA. Principios, II, pág. 388; DL LA COLINA. Der. y leg. proe 11, pág. 115; GUASP. Derecho procesal civil, I. pág. 414; MlCHLLL Curso, II. pág. 184; PALACIO. Derecho procesal civil. V. pág. 450; PRIETO CASTRO, Derecho procesal civil A, pág. 467.

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la contenida en el art. 878 Cód. Civ., según el cual siempre que el documento original de donde resulte la deuda se halle en poder del deudor, se presume que el acreedor se lo entregó voluntariamente. Al deudor le basta en tal caso, acre­ditar la simple tenencia del documento, y no debe producir prueba alguna para demostrar que esa tenencia respondió a la entrega voluntaria por parte del acreedor, pues es a este último a quien la ley le impone la carga de probar lo contrario, o sea, que el documento no fue entregado voluntariamente. Probada en cambio una donación entre vivos hecha a un heredero forzoso que concurre a la sucesión legítima del donante, se presume que importa una anticipación de su porción hereditaria, sin admitirse prueba en contrario (Cod. civ., art. 2476).

c) Las presunciones simples, llamadas también judiciales o del hombre, se encuentran libradas, en cambio, al criterio del juez, cuyas conclusiones no se hallan sujetas a reglas preestablecidas, sino que deben ser fijadas de acuerdo con los principios de la sana crítica.

No obstante, la ley procesal enuncia diversos requisitos que condicionan la fuerza probatoria de las presunciones como garantía tendiente a evitar la ab­soluta discrecionalidad judicial.

Conforme a ese criterio, el art. 163, inc. 5o, párr. 2° CPN dispone que "las presunciones no establecidas por la ley constituirán prueba cuando se funden en hechos reales y probados y cuando por su número, precisión, gravedad y concordancia, produjeren convicción según la naturaleza del juicio, de confor­midad con las reglas de la sana crítica".

Es por lo tanto necesario, para admitir el* valor probatorio de las presun­ciones:

Io Que el hecho o indicio del cual parte el razonamiento del juez se en­cuentre debidamente comprobado.

2o Que las presunciones sean: a) varias; b) graves, es decir, aptas para producir la convicción del juez sobre la verdad de un hecho; c) precisas, es de­cir, que el hecho productor de la presunción sea susceptible de interpretarse en un único sentido, pues aquélla no puede admitirse cuando el respectivo razona­miento conduce a dos o más resultados distintos; d) concordantes, o sea que formen entre sí un todo coherente y natural.

d) En el ámbito doctrinal se discute si las presunciones constituyen, o no, verdaderos medios de prueba. En sentido afirmativo se pronuncian, entre otros, DE LA PLAZA y GUASP, aunque limitando el aserto a las presunciones simples

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y colocando el centro de gravedad del problema en el indicio y no en la deduc­ción. La mayor parte de la doctrina se expide en sentido contrario y sostiene, fundamentalmente, que: Io) Las presunciones legales no configuran medios probatorios, sino reglas jurídicas sustanciales que gravitan, en el proceso, sobre la carga de la prueba, sea por la inversión o la exención de la correspondiente actividad; 2°) Las presunciones simples tampoco constituyen medios de prueba y son, en realidad, el resultado de las operaciones intelectuales que el juez reali­za en oportunidad de dictar sentencia, basándose, para ello, en hechos indicia-rios que se han demostrado, a su vez, merced a la utilización de otros medios probatorios. Se trata, en suma, no de medios, sino de argumentos de prueba. En virtud de la ubicación sistemática acordada al tema, el CPN adhiere, con acier­to, a esta última tesis.

280. JURISPRUDENCIA

Existe una nutrida jurisprudencia demostrativa de la importancia que re­visten las presunciones simples en determinada clase de juicios, como los de simulación de actos jurídicos, divorcio, filiación, nulidad de matrimonio y da­ños y perjuicios.

Se ha decidido, así, que constituyen presunciones que justifican ¡a decla­ración de simulación de una escritura de compraventa, la amistad o el parentes­co entre adquirente y enajenante y la falta de medios del primero; la falta de en­trega de la posesión al supuesto comprador y el pago posterior de intereses de un préstamo hipotecario; la circunstancia de que el precio del inmueble objeto de la operación sea muy inferior al real de la época y la de que el vendedor, per­sona de gran fortuna, aparezca desprendiéndose de aquellos bienes que son, por motivos sentimentales, los que más hubiera debido procurar que quedaran en su poder; el exceso de precauciones en cuanto al acto, como la innecesaria pro­tocolización del boleto de compraventa y la anotación del número del cheque con que se pagó el saldo de precio, etcétera. Reiteradamente se ha resuelto, asi­mismo, que siendo el adulterio un hecho que excepcionalmente puede acreditarse mediante prueba directa, basta que concurran presunciones graves, precisas y con­cordantes para tenerlo por configurado. En materia de daños y perjuicios se ha de­cidido, por ejemplo, que en la colisión entre dos vehículos debe presumirse la cul­pa del que aparece chocando a otro por la parte trasera, etcétera.

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§ ///

RECONOCIMIENTO JUDICIAL 7?

281. CONCEPTO Y NATURALEZA

a) Denomínase reconocimiento o examen judicial la percepción senso­rial directa efectuada por el juez o tribunal sobre cosas, lugares o personas, con el objeto de verificar sus cualidades, condiciones o características.

Algunos códigos provinciales denominan a este medio probatorio "ins­pección ocular" (v.g'r. Córdoba) o "inspección judicial" (v.gr. Santa Fe y Jujuy), expresiones que, literalmente consideradas, pueden interpretarse en el sentido de que restringen la actividad del juez a una mera percepción visual de las ma­terias que constituyen el objeto de la diligencia no obstante que, según debe en­tenderse, aquél puede utilizar al efecto sus otros sentidos (v.gr. el oído o el ol­fato para comprobar, respectivamente, la existencia de ruidos molestos o de malos olores). De allí que resulte más apropiada la denominación de "recono­cimiento judicial" que utilizan el CPN, los ordenamientos que a él se han adap­tado y los códigos de Mendoza y de La Rioja.

b) El art. 479 CPN autoriza al juez o tribunal a ordenar, de oficio o a pe­dido de parte, "el reconocimiento judicial de lugares o de cosas" (inc. Io).

Sin embargo, el reconocimiento o examen judicial de personas, siempre, desde luego, que la medida no comporte el ejercicio de violencia sobre aquéllas ni entrañe un menoscabo a su dignidad, resulta corhpatible con el régimen pro­cesal vigente pese a la aparente restricción que surgiría del inc. Io del art. 479. Aparte de la norma general contenida en el art. 36, inc. 2°, de ese ordenamiento, y de la latitud del principio que en materia de admisibilidad de medios proba­torios consagra el art. 378, presta apoyo normativo a esta solución el inc. 3o del art. 479, porque en tanto éste incluye como materia del reconocimiento judicial a las medidas previstas por el art. 475, y este último, en su inc. 2o, autoriza a or­denar "los exámenes científicos necesarios para el esclarecimiento de los he­chos controvertidos", sería procedente, por ejemplo, la simultaneidad de dicho reconocimiento con un examen médico destinado a comprobar la naturaleza de las lesiones sufridas por una persona o la índole de una enfermedad.

7-1 ALS1NA, Trenado. III, pág. 651; CARNEEUTTI, La prueba civil, pág. 53; Coi.OMBO. Código. III. pág. 674: FERNÁNDEZ, Código, pág. 274: GOI.DSCHMIDT. Derecho procesal civil, pág. 265: LIEBMAN, Maníale. II, pág. 173: MOREL. Traite, pág. 381; PALACIO. Derecho procesal civil, IV. pág. 473: RODRÍGUEZ. Comentarios, I. pág. 316; ROSENBERG. Tratado. II. pág. 239: SENTÍS MEI.ENDO, "El reconocimiento judicial", en Rev. del Colegio de Ahogados de Leí Plata, año VI, n° 11. pág. 519: ZANZUCCHI, Diritto processuale civile. II. pág. 73.

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En forma simultánea con el reconocimiento judicial, asimismo, la ley ad­mite la posibilidad de que se efectúe un examen pericial o se reciba la declara­ción de uno o más testigos (art. 479, incs. 2o y 3o).

c) Algunos autores niegan al reconocimiento judicial el carácter de me­dio de prueba, sosteniendo que se trata de la apreciación de una prueba y que esta última se halla constituida por la cosa sobre la cual recae el examen. Se tra­ta empero de una tesis errónea, por cuanto la cosa sobre la que versa el recono­cimiento no configura en sí misma una prueba sino un instrumento probatorio del cual cabe extraer un dato (fuente de prueba) que, cotejado con los hechos controvertidos (objeto de prueba), permitirán al juez convencerse de la exis­tencia o inexistencia de éstos.

d) La jurisprudencia tiene decidido que el reconocimiento judicial cons­tituye una medida potestativa para el juez, que puede decretarla o denegarla aun en el supuesto de que las partes la soliciten y que, por lo mismo, no cabe recurso alguno contra la respectiva resolución. Tal doctrina, sin embargo, no se concilia con el carácter de verdadero medio de prueba que, como se ha visto, reviste el reconocimiento judicial.

282. PROCEDIMIENTO

a) Prescribe el art. 479, párr. 2o CPN que "al decretar el examen se indi­vidualizará lo que deba constituir su objeto y se determinará el lugar, fecha y hora en que se realizará. Si hubiere urgencia, la notificación se hará de oficio y con un día de anticipación". La última parte del precepto tiene en cuenta la na­turaleza de esta medida de prueba y la necesidad que puede existir de que se practique con la mayor premura.

b) La medida debe ser realizada personalmente por el juez (art. 480), pues de ello depende su eficacia. A esa razón obedece, asimismo, que el CPN autorice al juez a trasladarse a cualquier lugar de la República donde deba tener lugar la diligencia (art. 382, párr. 2o).

c) De acuerdo con el régimen adoptado por el CPN, el reconocimiento judicial también está incluido entre las medidas preliminares (art. 326, inc. 2o), lo que resulta razonable si se tiene en cuenta que aquél puede revestir, en casos de urgencia, el carácter de una medida conservatoria indispensable {supra, n° 162).

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RECONOCIMIENTO JUDICIAL 511

Fuera de este supuesto, el reconocimiento judicial debe solicitarse, como las demás medidas probatorias, dentro de los primeros diez días del plazo de prueba (art. 367, infine) en el proceso ordinario, y en los escritos de constitu­ción del proceso en el sumarísimo, pero el juez puede diferir su diligenciamien-to hasta la oportunidad en que la causa se encuentre en estado de sentencia.

d) "A la diligencia —dispone el art. 480 CPN— asistirá el juez o los miembros del tribunal que éste determine. Las partes podrán concurrir con sus representantes y letrados y formular las observaciones pertinentes, de las que se dejará constancia en acta".

La ley, como se advierte, rodea al acto de una garantía de control y publi­cidad, evitando así que aquél se convierta, eventual mente, en una simple expre­sión del conocimiento privado del juez. En el acta deben hacerse constar las im­presiones que el juez reciba (que no importen, desde luego, una valoración anticipada de la prueba), así como también las observaciones que las partes for­mulen; lo cual se justifica —como señala RODRÍGUEZ— "tanto para que al sen­tenciar se recuerde fielmente lo que se haya visto y expuesto, cuanto para que el tribunal de segunda instancia tome el conocimiento que necesite, sin perjuicio de que, a su vez, decrete otra inspección, si lo cree necesario, y el estado actual de las cosas lo permite".

e) Como ocurre con los restantes medios probatorios, el reconocimiento judicial debe valorarse de acuerdo con las reglas de la sana crítica (supra, n° 212).

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CAPÍTULO XXIV

LA SENTENCIA DEFINITIVA

SUMARIO: I. PROCEDIMIENTOS PRELIMINARES: 283. Conclusión de la causa para sen­tencia.— II. FORMA Y CONTENIDO DE LA SENTENCIA: 284. Sentencia de primera instancia.— 285. Sentencia de segunda o ulterior instancia.— 286. Retardo de justi­cia.— 287. Publicidad de las sentencias.— III. CLASIFICACIÓN DE LAS SENTEN­

CIAS: 288. Generalidades.— 289. Sentencias declarativas.— 290. Sentencias de conde­na.— 291. Sentencias determinativas o especificativas.

§ /

PROCEDIMIENTOS PRELIMINARES 74

283. CONCLUSIÓN DE LA CAUSA PARA SENTENCIA

A) Proceso ordinario

a) Los requisitos que preceden al pronunciamiento de la sentencia defi­nitiva, en el juicio ordinario, dependen de las actitudes que adopte el demanda­do en oportunidad de contestar la demanda. Ya se señaló que, cuando media allanamiento, corresponde que el juez falle la causa sin más trámite (supra, n° 184); y, asimismo, que cuando el demandado admite los hechos en que se funda la demanda, pero les asigna un sentido jurídico distinto al pretendido por el ac-

74 ALSINA, Tratado, III. pág. 701: Cot.OMBO. Código. III. pág. 632; DE LA COLINA, Der. y leg. proc, II. pág. 31: FALCÓN, Código, III, pág. 430; FENOCHJETTO-ARAZI. Código. 2, pág. 538: FERNÁNDEZ", Código, pág. 277; MORELIXT-SOSA-BERIZONCE, Códigos, V-B. pág. 537; PALACIO. Derecho procesal civil, VI. páa. 200; Estudio, pág. 231: RODRÍGUEZ, Comentarios, I, pág. 318.

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514 LA SENTENCIA DEFINITIVA

tor, procede declarar la causa como de puro derecho, en cuyo caso el proceso queda concluido para definitiva (CPN, arts. 360, inc. 3o y 481; supra, ri° 204).

b) Pero cuando, en razón de existir hechos controvertidos, se ha dis­puesto la apertura de la causa a prueba, y ésta se ha producido, es aplicable el procedimiento descripto por el art. 482 CPN, conforme al cual "producida la prueba, el prosecretario administrativo, sin necesidad de gestión alguna de los interesados, o sin sustanciarla si se hiciere, ordenará que se agregue al expe­diente. Cumplido este trámite, el prosecretario administrativo pondrá los autos en secretaría para alegar; esta providencia se notificará personalmente o por cé­dula y una vez firme se entregará el expediente a los letrados por su orden y por el plazo de seis días a cada uno, sin necesidad de petición escrita y bajo su res­ponsabilidad, para que presenten, si lo creyeren conveniente, el escrito alegan­do sobre el mérito de la prueba. Se considerará como una sola parte a quienes actúen bajo representación común. Transcurrido el plazo sin que el expediente haya sido devuelto, la parte que lo retuviere perderá el derecho de alegar sin que se requiera intimación. El plazo para presentar el alegato es común".

c) A diferencia del régimen adoptado por algunos códigos provincia­les, esta norma descarta la necesidad de certificación previa sobre la prueba producida, la que debe considerarse reemplazada por la simple agregación material de los cuadernos de prueba al expediente principal. Sin embargo, parece claro que el prosecretario administrativo debe abstenerse de dictar la providencia que pone los autos en secretaría para alegar si comprueba que existe alguna prueba pendiente de producción, porque en tal caso correspon­de hacer saber esa circunstancia para que las partes formulen las peticiones a que se creyeren con derecho.

En el caso de que, por inadvertencia o error, el prosecretario administra­tivo disponga poner el expediente en la secretaría para alegar pese a la circuns­tancia de existir prueba pendiente de producción, la parte interesada debe for­mular el pedido a que se refiere el art. 38 CPN. Por lo tanto la providencia queda firme cuando transcurre el plazo previsto por dicha norma computado desde la notificación personal o por cédula que de aquélla se practique.

Frente al supuesto de que el juez disponga la práctica de la prueba pen­diente de producción debe declarar la suspensión del plazo para alegar y, una vez producida aquélla, decretar la reanudación de dicho plazo, ordenando que la providencia respectiva se notifique por cédula (CPN, art. 135, inc. 7o).

d) El alegato es el acto mediante el cual cada una de las partes expone al juez, por escrito, las conclusiones que les sugieren las pruebas producidas en el

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PROCEDIMIENTOS PRELIMINARES 515

proceso. No procede, pues, que en él los litigantes introduzcan cuestiones o de­fensas que no fueron propuestas en oportunidad de la demanda, contestación o reconvención, debiendo limitarse a destacar el mérito o poder de convicción de los elementos probatorios, siempre en función de los hechos que fueron objeto de la litis, los cuales quedan definitivamente fijados en aquellas oportunidades.

e) El plazo para presentar el alegato reviste carácter común, es decir, que vence para todas las partes el mismo día. De allí que el actor pueda diferir su presentación hasta que venza el plazo acordado al demandado (o sea al ven­cimiento de los doce días).

Pero es menester distinguir entre el plazo para presentar el alegato y el plazo durante el cual cada una de las partes tiene el derecho de retener el expe­diente en su poder para consultarlo. Este último corre individualmente para cada una de las partes, y si vencido el plazo el expediente no es devuelto, la par­te que lo haya retenido perderá el derecho de alegar sobre la prueba, sin nece­sidad de intimación previa.

La demora en que puede incurrir el actor en devolver el expediente, afec­tará, naturalmente, y aún podrá absorber, el plazo que la ley acuerda al deman­dado para tenerlo a su vez en su poder. Por ello se ha decidido que, en tal caso, el demandado debe solicitar la suspensión del plazo para alegar hasta tanto el expediente sea devuelto, debiendo correrle aquél desde que se le notifica que el expediente se encuentra en secretaría a su disposición.

En caso de litisconsorcio, finalmente, deben computarse tantos plazos de seis días cuantos sean los litisconsortes (si, por ejerrlplo, actúan en el juicio cua­tro litigantes, el plazo será de veinticuatro días), salvo que haya mediado unifi­cación de personería, pues en tal caso, como dice el art. 482, los litisconsortes se consideran como una sola parte.

f) Transcurrido el plazo para la presentación de los alegatos, el secreta­rio, sin petición de parte, debe poner el expediente a despacho y agregar los alegatos que se hubiesen presentado. Acto continuo, el juez debe dictar la pro­videncia llamando autos para sentencia (CPN, art. 483).

Una vez dictada dicha providencia queda cerrada toda discusión y no pro­cede la presentación de nuevos escritos ni la producción de más pruebas, salvo aquéllas que el juez dispusiere diligenciar de acuerdo con la facultad que le acuerda el art. 36, inc. 2o. Sin embargo, estas pruebas deben ser ordenadas en un solo acto (CPN, art. 484).

El juez debe pronunciar sentencia en el proceso ordinario, salvo disposi­ción en contrario, dentro de los cuarenta días contados desde que queda firme el llamamiento de autos (art. 34, inc. 3o), subinc. b]).

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516 LA SENTENCIA DEFINITIVA

En caso de ordenarse prueba de oficio, no cabe computar los días que re­quiera el diligenciamiento de dicha prueba (art. 34, inc. 3o, subinc. e]). Por con­siguiente, se trata de un supuesto de suspensión de plazo (supra, n° 146).

B) Proceso suinarísiino

No procede, en este tipo de proceso, la presentación de alegatos (CPN, art. 498, inc. 5o), y el juez debe pronunciar sentencia dentro de los veinte o diez días de quedar el expediente a despacho según se trate, respectivamente, de los supuestos contemplados en los incs. Io y 3o y 2o del art. 321.

§ //

FORMA Y CONTENIDO DE LA SENTENCIA 75

284. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

a) Al referirse al contenido de la sentencia definitiva de primera instan­cia, el art. 163 CPN enuncia dos requisitos que son comunes a todas las resolu­ciones judiciales (supra, n° 151). Tales son los referentes a la mención del lugar y fecha del pronunciamiento (inc. Io) y a la firma del juez (inc. 9o). A tales re­quisitos la norma mencionada agrega otros que se han de analizar agrupándolos dentro de las tres partes en que, tradicional mente, se divide el contenido de las sentencias definitivas, o sea: los resultandos, los considerandos y la parte dis­positiva o fallo propiamente dicho.

A los resultandos se refieren los incs. 3o y 4o del art. 163 en tanto dispo­nen, respectivamente, que la sentencia debe contener "el nombre y apellido de las partes" y "la relación sucinta de las cuestiones que constituyen el objeto del juicio", es decir, la mención de los hechos alegados por las partes en sus escri­tos de demanda, contestación, reconvención y contestación de ésta, así como del objeto y de la causa de la pretensión o pretensiones deducidas.

Es costumbre, además, que entre los resultandos se incluya una breve re­lación de los trámites sustanciales cumplidos en el expediente.

75 Bibliografía citada en la nota anterior e IBÁÑEZ FROCHAM. Trenado de los recursos en el proceso civil. 3a ed., págs. 212 y 300; PALACIO. Derecho procesal civil. V, pág. 419: PODETTl, Tratado de los actos procesales, pág. 436.

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FORMA Y CONTENIDO DE LA SENTENCIA 517

A los llamados considerandos aluden los incs. 4o y 5o de dicha norma. E] primero dispone que la sentencia debe contener "la consideración, por separado, de las cuestiones a que se refiere el inciso anterior" (es decir, de las cuestiones litigiosas). El segundo exige consignar en el pronunciamiento "los fundamen­tos y la aplicación de la ley", agregando que "las presunciones no establecidas por ley constituyen prueba cuando se funden en hechos reales y probados y cuando por su número, precisión, gravedad y concordancia, produjeren convic­ción según la naturaleza del juicio, de conformidad con las reglas de la sana crí­tica" (supra, n° 279).

La ley 22.434 introdujo finalmente a dicho inciso un párrafo en cuya vir­tud "la conducta observada por las partes durante la sustanciación del proceso podrá constituir un elemento de convicción corroborante de las pruebas, para juzgar la procedencia de las respectivas pretensiones". Esta norma, que recono­ce como antecedente directo el art. 116 del código procesal italiano, otorga el carácter de argumentos de prueba a las conclusiones que el juez puede extraer de la conducta observada por las partes durante el desarrollo del proceso. Entre otros casos, tales argumentos pueden inferirse de la negativa a exhibir docu­mentos (CPN, art. 388), de la resistencia opuesta a un reconocimiento corporal o de las respuestas dadas por las partes cuando son citadas a fin de suministrar explicaciones sobre el objeto del pleito (id., art. 36, inc. 2o, a]).

Los considerandos constituyen la parte más importante de la sentencia, pues en ella el juez debe exponer los motivos o fundamentos que lo determinan a adoptar una u otra solución para resolver la causa. En este tramo del pronun­ciamiento el juez debe remitirse a los hechos nivelados por las partes, confron­tarlos con la prueba que se haya producido, apreciar el valor de ésta y aplicar, fi­nalmente, la norma o normas jurídicas mediante las cuales considera que debe resolverse el pleito. No está obligado, sin embargo, a hacerse cargo de todas las pruebas producidas ni a analizar todas las cuestiones propuestas por las partes, pudiendo desechar aquellas que considere innecesarias o inconducentes.

Interesa recordar, por lo demás, que en lo concerniente a la determinación de las normas aplicables, el juez debe atenerse exclusivamente a su conoci­miento del orden jurídico vigente, hallándose por lo tanto facultado para pres­cindir de las argumentaciones de orden legal formuladas por las partes (iura no-vit curia; supra, n° 165, ej).

Asimismo, no siempre constituye requisito indispensable la mención ex­plícita de la norma o normas que rigen el caso. La omisión de citas legales, en efecto, resulta excusable cuando la solución acordada al pleito encuentra apoyo en doctrina jurisprudencial o en principios de derecho, se halla implícitamente referida a determinados preceptos, o lo discutido en el pleito tiene predominan­te carácter fáctico.

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518 LA SENTENCIA DEFINITIVA

A la parte dispositiva, finalmente, se refieren los incs. 6o, 7o y 8o. El inc. 6o exige que la sentencia contenga "la decisión expresa, positiva y precisa, de conformidad con las pretensiones deducidas en el juicio, calificadas según co­rrespondiere por ley declarando el derecho de los litigantes y condenando o ab­solviendo de la demanda y reconvención en su caso, en todo o en parte".

La ley exige, como se advierte, una estricta correspondencia entre el con­tenido de la sentencia y las cuestiones oportunamente planteadas por las partes, lo que supone, como es obvio, la adecuación del pronunciamiento a los elemen­tos de la pretensión deducida en el juicio (sujetos, objeto y causa). Se trata de una aplicación del denominado principio de congruencia, que constituye una de las manifestaciones del principio dispositivo y que reconoce, inclusive, fun­damento constitucional, porque como lo tiene reiteradamente establecido la Corte Suprema comportan agravio a la garantía de la defensa (CN, art. 18) tanto las sentencias que omiten el examen de cuestiones oportunamente propuestas por las partes, que sean conducentes para la decisión del pleito (citra petita), como aquéllas que se pronuncian sobre pretensiones o defensas no articuladas en el proceso. En este último supuesto la sentencia incuire en el vicio llamado extra petita. También puede darse el caso de que el juez emita pronunciamiento ultra petita, el cual es igualmente violatorio de la mencionada garantía y tiene lugar cuando el fallo excede el límite cuantitativo o cualitativo de las peticiones contenidas en la pretensión o la oposición, concediendo o negando más de lo reclamado por las partes.

Desde el punto de vista cualitativo ello sucede, por ejemplo, si frente a una pretensión de rescisión de contrato la sentencia declara la rescisión y con­dena, además, a pagar una indemnización por daños y perjuicios, y cuantitati­vamente el vicio aludido se configura cuando la sentencia condena al pago de una suma que excede de la pedida por el actor en el escrito de demanda, salvo que concurra la hipótesis prevista en el art. 330, párr. 2o CPN.

La sentencia, por consiguiente, debe guardar estricta correlación con lo pretendido en la demanda o reconvención en su caso. Lo cual no obsta a que, si durante el curso del proceso ocurren hechos que extingan o consoliden el dere­cho de las partes (como son el pago, el cumplimiento de la obligación o la ex­tinción del plazo), el juez pueda hacer mérito de esos hechos sobrevinientes para rechazar o admitir la demanda. De allí que el CPN agregue, como segundo párrafo del inc. 6o, que "la sentencia podrá hacer mérito de los hechos constitu­tivos, modificativos o extintivos, producidos durante la sustanciación del juicio y debidamente probados, aunque no hubiesen sido invocados como hechos nuevos" (es decir, en la oportunidad prescripta por el art. 365). De modo que, por ejemplo, si se ha interpuesto la demanda con anterioridad al vencimiento del plazo de la obligación, cabe admitirla si tal vencimiento se produjo durante

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FORMA Y CONTENIDO DE LA SENTENCIA 519

la sustanciación del juicio, pues se trata de un hecho constitutivo que consolida el derecho del actor.

Completan la parte dispositiva la fijación del plazo que se otorgase para el cumplimiento de la sentencia, si fuese susceptible de ejecución (inc. 7o) y el pronunciamiento sobre costas y la regulación de honorarios, así como, en su caso, la declaración de temeridad o malicia en los términos del art. 34, inc. 6o, (inc. S°)(supra, n° 105).

b) "Cuando la sentencia contenga condena al pago de frutos, intereses, daños y perjuicios —dice el art. 165, párr. Io CPN— fijará su importe en can­tidad líquida o establecerá por lo menos las bases sobre que haya de hacerse la liquidación".

La norma transcripta supone: Io) Que la parte interesada haya practicado la estimación de esos rubros; 2o) Que exista prueba tanto sobre la existencia de esos rubros como de su monto.

En el supuesto de tratarse de frutos o intereses, si la fijación de su importe no fuese posible en razón de haberse omitido la correspondiente estimación, aquéllos deben ser determinados por el trámite del proceso sumarísimo (art. 165, párr. 2o).

La sentencia, finalmente, debe fijar el importe del crédito o de los perjui­cios reclamados, siempre que su existencia esté legalmente comprobada, aun­que no resulte justificado su monto (art. 165, párr. 3o).

c) "Pronunciada la sentencia—expresa el «rt. 166, párr. 1°CPN—con­cluirá la competencia del juez respecto del objeto del juicio y no podrá susti­tuirla o modificarla". La norma agrega que le corresponderá, sin embargo:

Io) Ejercer de oficio, antes de la notificación de la sentencia, la facultad que le otorga el art. 36, inc. 3o. Los errores puramente numéricos podrán ser co­rregidos aun durante el trámite de ejecución de sentencia.

2o) Corregir, a pedido de parte, formulado dentro de los tres días de la no­tificación y sin sustanciación, cualquier error material; aclarar algún concepto oscuro, sin alterar lo sustancial de la decisión y suplir cualquier omisión en que hubiese incurrido sobre alguna de las pretensiones deducidas y discutidas en el litigio. Este inciso contempla el llamado recurso de aclaratoria (infra, n° 326).

3o) Ordenar, a pedido de parte, las medidas precautorias que fueren per­tinentes.

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520 LA SENTENCIA DEFINITIVA

4o) Disponer las anotaciones establecidas por la ley y la entrega de testi­monios.

5o) Proseguir la sustanciación y decidir los incidentes que tramiten por separado.

6o) Resolver acerca de la admisibilidad de los recursos y sustanciar los que se concedan en relación y, en su caso, decidir los pedidos de rectificación a que se refiere el art. 246.

7o) Ejecutar oportunamente la sentencia.

d) La sentencia debe ser notificada de oficio, dentro de tercer día, trans­cribiéndose en la cédula la parte dispositiva. Al litigante que lo pida, debe entre­gársele una copia simple de la sentencia, firmada por el secretario o por el prosecretario administrativo (CPN, art. 485).

285. SENTENCIA DE SEGUNDA O ULTERIOR INSTANCIA

a) Las sentencias definitivas dictadas en segunda instancia, o en las ins­tancias extraordinarias, se hallan sujetas a los requisitos comunes a todas las re­soluciones judiciales (redacción por escrito, idioma, fecha y firma), y deben contener, en lo pertinente, las enunciaciones y requisitos establecidos con res­pecto a las de primera instancia. Difieren de éstas, sin embargo, en ciertas for­mas que se analizarán seguidamente.

b) Si se trata de sentencias de segunda instancia a dictarse con motivo de un recurso concedido libremente, aquéllas deben contener el voto individual de los jueces que integran el tribunal respectivo. Con carácter previo se procede al sorteo de los expedientes entre los miembros de la cámara, quienes deben ins­truirse personalmente de ellos antes de celebrar los acuerdos para pronunciar sentencia (CPN, arts. 268 y 270). El art. 269 dispone, asimismo, que en las se­cretarías de las cámaras de apelaciones se llevará un libro que podrá ser exami­nado por las partes, sus mandatarios o abogados, en el cual se hará constar la fecha del sorteo de las causas, la remisión de los expedientes a los camaristas y la de su devolución.

c) Las sentencias de las cámaras se pronuncian previa celebración de los llamados "acuerdos", que deben tener lugar los días que el presidente o el

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FORMA Y CONTENIDO DE LA SENTENCIA 521

tribunal señale (decreto-ley 1285/58, art. 11), y que constituyen las reuniones destinadas a la determinación de las cuestiones a resolver y a la discusión ver­bal de los asuntos. En la práctica, por regla general, dado que las cuestiones ya han sido acordadas en oportunidad del sorteo del expediente, y cada uno de los jueces ha formulado su voto por escrito, la reunión de éstos es innecesaria.

Con esa inteligencia debe interpretarse el art. 271 CPN en tanto dispone que "el acuerdo se realizará con la presencia de todos los miembros del tribunal y del secretario. La votación se hará en el orden en que los jueces hubiesen sido sorteados. Cada miembro fundará su voto o adherirá al de otro. La sentencia se dictará por mayoría y en ella se examinarán las cuestiones de hecho y de dere­cho sometidas a la decisión del juez de primera instancia que hubiesen sido ma­teria de agravios".

Las cuestiones de hecho y de derecho a que se refiere la norma son exa­minadas conjuntamente, en forma de respuesta al siguiente interrogante que encabeza el acto: ¿Es ajustada a derecho la sentencia apelada? (sin perjuicio de que, en su caso, la primera pregunta se halle referida a la posible nulidad de la sentencia). A continuación cada uno de los jueces de la cámara expone sus ar­gumentos acerca de cada una de las cuestiones que fueron materia de agravios, y concluye votando por la afirmativa o la negativa, es decir por la confirmación o revocación (total o parcial) de la sentencia impugnada. No es necesario, sin embar­go, que todos los componentes del tribunal enuncien sus propios fundamentos, siendo admisible, como la norma transcripta lo establece, que los jueces que votan en segundo o en tercer término adhieran al voto del juez preopinante.

d) La exigencia del voto individual rige únicamente si se trata de sentencias definitivas dictadas en procesos ordinarios y sumarios. Las sentencias interlo-cutorias de la cámara, así como las recaídas con motivo de recursos concedidos en relación, deben ser redactadas en forma impersonal.

e) "Las decisiones de las cámaras nacionales de apelaciones o de sus sa­las —dice el art. 26 del decreto-ley 1285/58— se adoptarán por el voto de la mayoría absoluta de los jueces que las integran, siempre que éstos concordaran en la solución del caso. Si hubiese desacuerdo, se requerirán los votos necesa­rios para obtener mayoría de opiniones". Cuando no se logre esa mayoría, las cámaras nacionales de apelaciones deben integrarse en la forma descripta su-pra, n° 69.

f) El art. 272 CPN prescribe que concluido el acuerdo, debe ser redacta­do en el libro correspondiente, suscripto por los jueces del tribunal y autorizado por el secretario, y que, inmediatamente, se pronunciará la sentencia en el expe-

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522 LA SENTENCIA DEFINITIVA

diente, precedida de copia íntegra del acuerdo, autorizado también por dicho funcionario. En la práctica, figuran en el expediente tanto el original del acuer­do, suscripto por el secretario, como el fallo propiamente dicho, firmado por los jueces del tribunal, incorporándose al libro correspondiente una copia de am­bos actos, el primero suscripto por los jueces y el segundo por el secretario.

g) Las sentencias de la Corte Suprema, finalmente, deben redactarse en forma impersonal, sin perjuicio de que los jueces disidentes con la opinión de la mayoría emitan su voto por separado. El original de la sentencia se agrega al expediente y una copia de ella, autorizada por el secretario, es incorporada al 1 i-bro respectivo (CPN, art. 281).

286. RETARDO DE JUSTICIA

a) De acuerdo con el régimen vigente con anterioridad a la promulga­ción de la ley 17.454, la inobservancia de los plazos establecidos para dictar sentencia definitiva autorizaba la interposición del recurso de queja por dene­gación o retardo de justicia (CPN, arts. 275 a 280), que debía deducirse ante la cámara de apelaciones correspondiente o ante la Corte Suprema según que, res­pectivamente, la demora fuere imputable a un juez de primera instancia o a una cámara de apelaciones (decreto-ley 1285/58, art. 24, inc. 5o). En ambos casos, constituía presupuesto del recurso el previo requerimiento que debía formular­se ante el juez o tribunal morosos, y el transcurso de un plazo sin que dicho re­querimiento resultare satisfecho.

La práctica evidenció la inoperancia de ese remedio, resultado que obe­deció, particularmente, a la circunstancia de que los litigantes rehuían su utili­zación frente a la perspectiva de crear en los jueces un estado anímico adverso a la satisfacción de sus intereses. Además, a la escasa agilidad del sistema se su­maba el hecho de que los tribunales competentes para conocer del recurso acos­tumbraban a requerir previamente un informe al juez o a la cámara acerca de las causas de la demora, y de que el tiempo que insumía el cumplimiento de dicho trámite era generalmente aprovechado para dictar la sentencia.

Es por ello que el CPN suprimió ese recurso e instituyó, como arbitrio tendiente a solucionar el problema de la posible morosidad judicial, el sistema consistente en la pérdida automática de la competencia de que eran pasibles los jueces que no pronunciaban sentencia dentro de los plazos correspondientes y de sus eventuales prórrogas.

El régimen, que contaba como antecedentes los arts. 61 del Código de La Rioja, 16 y 17 de la ley orgánica del Poder Judicial de dicha provincia, 91 del

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FORMA Y CONTENIDO DE LA SENTENCIA 523

Código de Mendoza y 494 y 580 del Código de procedimientos en materia pe­nal, tenía, sobre el anterior, la ventaja de que aventaba cualquier posibilidad de fricción entre jueces y partes y de que actuaba, sobre los primeros, en forma de estimular un mayor cuidado de su prestigio e incluso de su carrera. Además no menoscababa en modo alguno el decoro de los jueces (COUTURE, ODERIGO) y guardaba coherencia con los lincamientos esenciales a que respondía el CPN.

La ley 22.434 modificó el art. 167 de dicho ordenamiento, aunque, en for­ma similar a la que este precepto exhibía en su redacción originaria, comienza por prever la contingencia de que, frente a circunstancias de excepción, los tri­bunales superiores, ante el pedido formulado por el juez que no se encuentre en condiciones materiales de cumplir el plazo legal, fijen el plazo con que la sentencia debe dictarse, el cual puede ser, de acuerdo con las circunstancias, y a diferen­cia de las reglas establecidas por los antecedentes normativos anteriormente ci­tados, equivalente, mayor o menor que el doble del plazo legal. Dispone, en efecto, el art. 167 CPN, a raíz de la reforma, y siguiendo en lo sustancial el cri­terio adoptado por el precepto en su primitiva versión, que "si la sentencia de­finitiva no pudiere ser pronunciada dentro del plazo establecido en el artículo 34 u otra disposición legal, el juez o tribunal deberá hacerlo saber a la cámara de apelaciones que corresponda o, en su caso, a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con anticipación de diez días del vencimiento de aquél si se tratare de juicio ordinario, y de cinco días en los demás casos, expresando las razones que determinen la imposibilidad. Si considerare atendible la causa invocada, el superior señalará el plazo en que la sentencia debe pronunciarse, por el mismo juez o tribunal o por otro del mismo fuero cuajidocircunstancias excepcionales así lo aconsejaren". Esta última posibilidad puede'presentarse, por ejemplo, en el supuesto de que el juzgado o tribunal requirente se halle excesivamente re­cargado de tareas y otro órgano con la misma competencia se encuentre, en cambio, manifiestamente aliviado de ellas.

En lo que concierne al mecanismo de la sanción, el párrafo tercero de la disposición examinada determina que "al juez que no hubiere remitido oportu­namente la comunicación a que se refiere el primer párrafo, o que habiéndolo hecho, sin causa justificada no pronunciara la sentencia dentro del plazo que se le hubiere fijado, se le impondrá una multa que no podrá exceder del quince por ciento de su remuneración básica, y la causa podrá ser remitida, para sentencia, a otro juez del mismo fuero. Si la demora injustificada fuere de una cámara, la Corte impondrá la multa al integrante que hubiere incurrido en ella, quien po­drá ser separado del conocimiento de la causa, integrándose el tribunal en la forma que correspondiere. Si se produjere una vacancia prolongada, la cámara dispondrá la distribución de expedientes que estimare pertinente".

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524 LA SENTENCIA DEFINITIVA

Si bien la nueva redacción acordada al art. 167 clarifica debidamente la cuestión relativa a los plazos en que corresponde formular las peticiones de prórroga atendiendo al tipo de proceso de que se trate, y exhibe mayor flexibi­lidad que el texto derogado en cuanto a la justificación de la demora, la sanción imputada a ésta comporta un ostensible agravio a la dignidad y jerarquía de la función judicial, y en la práctica ha producido inconvenientes análogos e inclu­so mayores a los que presentaba el recurso de queja, ya que frente a la imposi­bilidad de que los tribunales superiores controlen oficiosamente el cumpli­miento de los plazos, la aplicación de la sanción patrimonial prevista por la norma debe ser solicitada por las partes, quienes se abstienen de hacerlo ante la posible animadversión que puede generarse en el juez sancionado con respecto al peticionante de la multa. Resulta pues preferible el sistema de la pérdida au­tomática de la competencia y la correlativa nulidad de la sentencia dictada ex­temporáneamente, tanto más cuanto que se trata de una nulidad relativa que, como tal, es susceptible de convalidarse en el caso de que las partes consientan la permanencia del expediente a despacho una vez vencido el plazo legal.

De acuerdo con lo dispuesto en el párr. 4o del art. 167 con referencia a la posibilidad de que un miembro de un órgano colegiado sea separado del cono­cimiento de la causa por razón de morosidad en la emisión del voto, debe enten­derse que la integración del tribunal, pese a los términos imperativos de la nor­ma, sólo corresponde cuando los restantes jueces no constituyan mayoría absoluta ni concuerden en la solución del juicio. En caso contrario la decisión puede ser dictada por ellos, dejándose constancia de la separación del juez mo­roso, circunstancia que configura uno de los "impedimentos" a que se refiere el RJN, art. 109.

El párr. 5o del art. 167, por último, no contempla específicamente el su­puesto de los jueces que ejercen sus funciones por sustitución a raíz de licencia acordada al titular. Debe no obstante estimarse que la sanción prevista por la norma es inaplicable al juez sustituto, por cuanto su situación configura, por sí misma, una hipótesis de justificación atendible.

b) Dispone el art. 168 CPN, en su actual redacción, que "la imposición de la multa establecida en el artículo anterior es sin perjuicio de la responsabi­lidad penal, o de la sujeción del juez al tribunal de enjuiciamiento, si correspondie­re". El precepto salva las objeciones que, si bien carentes de mayor fundamento, se formularon contra la primitiva redacción del art. 168.

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FORMA Y CONTENIDO DE LA SENTENCIA 525

c) La ley 25.488, pese a la circunstancia de que ningún magistrado fue pasible de la sanción prevista en esa norma frente a la demora en dictar senten­cia definitiva, agregó, como inciso Io del precepto, que "la reiteración en la de­mora en pronunciar providencias simples, interlocutorias y homologatorias será considerada falta grave y se tomará en consideración como elemento de juicio importante en la calificación de los magistrados y funcionarios responsa­bles respecto de su idoneidad en el desempeño de sus funciones", mantuvo, en el inc. 2o del art. 167, la misma solución.

Pero si, como queda dicho, no funcionó en la práctica la sanción contem­plada en el actual art. 167, inc. 2o del CPN, menos todavía podrá tenerse por configurada la "falta grave" que, a los fines de calificar la idoneidad de los ma­gistrados ante un eventual ascenso, alude el nuevo inciso Io de dicho artículo frente a la hipótesis de mediar "reiteración" en la demora en pronunciar los res­tantes tipos de resoluciones, ya que, por lo demás, no existe un registro de "jue­ces morosos", y es obvio que a los jueces de cámara no los afectará en absoluto la mentada "reiteración".

Importa añadir que, si bien los plazos para dictar sentencia definitiva con­tinuarán computándose desde que adquiere firmeza la providencia de autos o desde la fecha del sorteo del expediente, a partir de la vigencia de la ley 25.488 la primera deberá dictarse dentro del plazo de las providencias simples (vale decir en el de tres días) y el sorteo practicarse dentro del plazo de quince días de quedar la causa en estado (art. 34, inc. 3o, subinc. c]).

Pero cualquier profesional con mínima experiencia puede pronosticar, desde ya, no sólo que tales plazos se convertirán en letra muerta, sino que son, como siempre lo fueron, fácilmente soslayables, sin que ningún litigante sensa­to se haya osado a denunciar la demora.

287. PUBLICIDAD DE LAS SENTENCIAS

Las sentencias de cualquier instancia pueden ser dadas a publicidad, sal­vo que, por la naturaleza del juicio en que se dictan, razones de decoro aconse­jen su reserva, en cuyo caso debe mediar declaración expresa. En el supuesto de que la publicidad afecte la intimidad de las partes o de terceros, los nombres de és­tos deben ser eliminados de las copias para la publicidad (CPN, art. 164, pan-. 2o).

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526 LA SENTENCIA DEFINITIVA

§ ///

CLASIFICACIÓN DE LAS SENTENCIAS

288. GENERALIDADES

La sentencia definitiva, como acto decisorio que pone fin a las cuestiones de fondo planteadas en el proceso, puede ser caracterizada desde distintos pun­tos de vista. Se habla, así, de sentencias de primera y de segunda o ulterior ins­tancia, atendiendo al órgano del cual emanan y a las formalidades específicas que las rodean; de sentencias estimatorias o desestimatorias de la demanda; de sentencias que adquieren fuerza de cosa juzgada en sentido material o en sen­tido formal; etcétera.

Pero la clasificación que mayor difusión ha alcanzado en la doctrina es aquella que, atendiendo al contenido específico de las sentencias, las divide en declarativas, de condena y determinativas. Ellas serán analizadas en los núme­ros siguientes.

289. SENTENCIAS DECLARATIVAS

a) Llámanse sentencias declarativas, o de mera declaración, a aquellas que eliminan la falta de certeza acerca de la existencia, eficacia, modalidad o interpretación de una relación o estado jurídico. La declaración contenida en este tipo de sentencias puede ser positiva o negativa: es positiva cuando afirma la existencia de determinado efecto jurídico a favor del actor; es negativa cuan­do afirma, ya sea a favor del actor o del demandado, la inexistencia de un deter­minado efecto jurídico contra ellos pretendido por la contraparte.

b) En realidad toda sentencia contiene una declaración de certeza como premisa necesaria de la decisión principal, pues tanto para pronunciar una con­dena cuanto para determinar las condiciones o modalidades de una relación ju­rídica, es necesario que el juez declare la existencia, en el caso particular, de las

76 BRISEÑO SIERRA. Derecho procesal, IV, pág. 639: COUTURE, Fundamentos, pág. 315; CHIOVENDA. "Acción de declaración de mera certeza", en Ensayos, I, pág. 175; Goi.D-SCHMIDT, Derecho procesal civil, pág. 100; LlEBMAN, Manuale. I, pág. 61; MERCADER, "La sentencia constitutiva", en RDP, 1947-1-434; MORALES MOLINA, Curso, (Parte general), pág. 496; PALACIO, Derecho procesal civil, V. pág. 421; PODETTl. Tratado de los actos procesales, pág. 429: ROSENBERG, "Las sentencias constitutivas", en RDP, 1947-1-556; STROHM. "La sentencia constitutiva", en J.A., 1962-IV, pág. 130.

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CLASIFICACIÓN DE LAS SENTENCIAS 527

circunstancias que conducen a tales consecuencias. De allí que la característica fundamental de esta clase de sentencias, a las cuales remite el art. 322 CPN (supra, n° 55), reside en que la actividad del juez se agota en la declaración de certeza.

Como ejemplos de sentencias declarativas cabe mencionar a aquellas que declaran la inconstitucionalidad de una norma, la nulidad o la simulación de un acto jurídico, la falsedad de un documento, el alcance de una cláusula contrac­tual, la adquisición de la propiedad por prescripción, etcétera.

Una modalidad de las sentencias declarativas se encuentra configurada por las llamadas sentencias constitutivas, a las que cuadra definir como aque­llas que, insustituiblemente, producen los efectos precedentemente menciona­dos (declaración de incapacidad, de adopción, de divorcio, de nulidad de matri­monio, etc.).

Algún sector de la doctrina, tratando de diferenciar a las sentencias cons­titutivas de las meramente declarativas, observa que mientras que estas últimas se limitan a reconocer o hacer explícita una situación jurídica existente con an­terioridad, las primeras establecen un estado jurídico nuevo (inexistente con anterioridad al pronunciamiento de la sentencia). Pero también se ha observado que toda sentencia, como norma jurídica individual, constituye siempre la fuente de una nueva situación jurídica, en tanto sólo a través de ella existe la con­creta realidad de sus efectos (PODETTI; STROHM).

Por ello otros autores, con mayor exactitud, entienden que únicamente puede hablarse de sentencia constitutiva toda vez que el ordenamiento jurídico condicione la existencia legal de una situación determinada a su previa declara­ción por un órgano judicial, pues en tales casos —como señala COUTURE—, "los interesados no podrán lograr por acto privado, ni aun de absoluto acuerdo, los efectos jurídicos deseados". En este orden de ideas, la distinción entre las sentencias constitutivas y las declarativas no debe buscarse en un plano esen­cial, sino que debe remitirse a lo que en cada caso haya dispuesto el legislador. Es decir, que cabrá hablar de sentencia constitutiva siempre que la ley condicio­ne insustituiblemente a una declaración judicial la eliminación de la incertidumbre respecto de la existencia, validez, etcétera, de una declaración o estado jurídico.

Por lo mismo, tampoco es admisible destacar, como nota distintiva de este tipo de sentencias, la circunstancia de que sólo produzcan efectos a partir del momento en que pasan en autoridad de cosa juzgada, pues existen muchas sentencias constitutivas (como la que declara la nulidad de un matrimonio con­traído de mala fe), que retrotraen sus efectos hacia el pasado.

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528 LA SENTENCIA DEFINITIVA

290. SENTENCIAS DE CONDENA

a) Son sentencias de condena aquellas que imponen el cumplimiento de una prestación (de dar, hacer o no hacer). Es el tipo de sentencia más frecuente, y en ella fijaron primordialmente su atención quienes, en el siglo pasado, al concebir a la acción como un elemento o función del derecho subjetivo, consi­deraban que aquélla no existía si no mediaba la efectiva lesión de un derecho {supra, n° 47).

b) Además de declarar la existencia del derecho a una prestación y el in­cumplimiento de ésta por parte del obligado, las sentencias de condena aplican la sanción que la ley imputa a ese incumplimiento, y crean, por ello, a favor del titular del derecho, la acción tendiente a obtener su ejecución coactiva. "No siempre —dice CALAMANDREI— la obligación de prestación que la sentencia de condena impone al demandado se cumple voluntariamente, por solo obsequio al mandato contenido en la condena, por el obligado; y en todos aquellos casos en que la sentencia de condena no tiene la virtud de inducir al condenado a la ejecución voluntaria, la fase de cognición asegura al vencedor, en lugar de la satisfacción inmediata y final de su derecho, solamente un medio para pasar a una fase procesal ulterior, en la que se sustituya a la ejecución voluntaria, por obra del Estado, la ejecución coactiva".

c) Las leyes procesales modernas admiten la posibilidad de que se dic­ten sentencias de condena sin que medie la lesión actual de un derecho, con la finalidad de asegurar al actor el goce de un beneficio en una época determinada o de prevenir la eventual insolvencia del demandado.

Se trata de las denominadas sentencia de condena a una prestación futu­ra, sobre cuyos presupuestos ilustran elocuentemente los siguientes casos enu­merados por el Anteproyecto mexicano de Código de procedimientos civiles para el Distrito y Territorios Federales, redactado en el año 1948: Io) Cuando se pida la entrega de una cosa o cantidad de dinero o el desalojamiento de un fun­do, casa o local, pactadas para un día determinado..., siempre que se solicite que la sentencia no pueda ejecutarse sino al vencimiento de la prestación; 2°) Cuando la acción verse sobre prestaciones periódicas y se hubiere faltado al cumplimiento de alguna de ellas, para el efecto de que la sentencia se ejecute a sus respectivos vencimientos; 3o) Cuando se trate de obligación condicional y el obligado impida voluntariamente el cumplimiento de la condición; cuando después de contraída la obligación resulta el deudor insolvente, salvo que ga­rantice la deuda; cuando no otorgue al acreedor las garantías a que estuviere comprometido, o cuando por acto propio hubieran disminuido aquellas garan-

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CLASIFICACIÓN DE LAS SENTENCIAS 529

tías después de establecidas, o cuando por caso fortuito desaparecieren, a me­nos que sean inmediatamente sustituidas por otras igualmente seguras y, en ge­neral, cuando se trate de impedir un fraude.

Algunos códigos argentinos, como los de Mendoza (art. 399) y Santa Fe (art. 518), admiten asimismo la interposición de la demanda de desalojo aun cuando no hubiera vencido el plazo convencional estipulado. En la misma línea se halla ubicado el CPN, cuyo art. 688 dispone que la demanda de desalojo po­drá interponerse antes del vencimiento del plazo convenido para la restitución del bien, en cuyo caso la sentencia que ordena la desocupación deberá cumplir­se una vez vencido aquél. Las costas serán a cargo del actor cuando el deman­dado, además de allanarse a la demanda, cumpla con su obligación de desocu­par oportunamente el bien o devolverlo en la forma convenida.

291. SENTENCIAS DETERMINATIVAS O ESPECIFICATIVAS

Son aquellas mediante las cuales el juez fija los requisitos o condiciones a que deberá quedar subordinado el ejercicio de un derecho. Complementan o integran, por lo tanto, ciertas relaciones jurídicas cuyos elementos o modalida­des no se encuentran determinados por completo (supra n° 55 c]). Ejemplos de este tipo de sentencias son las que fija el plazo de cumplimiento de una obliga­ción en los términos de los arts. 618 y 751 Cód. Civ.; laque establece la forma en que deben dividirse bienes comunes (CPN, art. 676, párr. 2o); etcétera.

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CAPÍTULO XXV

LA SENTENCIA DEFINITIVA (Cont.)

SUMARIO; I. EFECTOS JURÍDICOS DE LA SENTENCIA: 292. Generalidades.— 293. Efec­tos temporales.— II. LA COSA JUZGADA: 294. Concepto, requisitos e importancia constitucional.— 295. Teorías enunciadas acerca de su fundamento.— 296. Límites ob­jetivos de la cosa juzgada.— 297. Límites subjetivos de la cosa juzgada.— 298. La cosa juzgada en las sentencias de estado.— 299. Efectos de la cosa juzgada penal en materia civil y viceversa.

§ /

EFECTOS JURÍDICOS DE LA SENTENCIA 77

292. GENERALIDADES

a) Mediante la sentencia el juez crea una norma individual (lex specia-lis) que constituye una nueva fuente reguladora de la situación jurídica contro­vertida en el proceso, y que, como manifestación trascendente que es del ejercicio de la función jurisdiccional, debe ser acatada por las partes y respeta­da por los terceros.

El efecto natural de toda sentencia consiste, por consiguiente, en su obli­gatoriedad o imperatividad, pues si así no fuese es obvio que ella carecería de objeto y de razón de ser.

77 ALSINA, Tratado, IV. pág. 110; COUTURE, Fundamentos, pág. 327; DFA'IS ECHANDÍA. Nociones Generales, pág. 529; GUASP, Derecho procesal civil. 1. pág. 526; LASCANO, Jurisdicción y competencia, pág. 190; LIF.BMAN. Corso, pág. 233; MORÓN PALOMINO. Derecho procesa! civil. pág. 332: PALACIO, Derecho procesal civil, V, pág. 491; PODETTI, Tratado de los actos procesales, pág. 456; RENGEL ROMBERG, Tratado, I!, pág. 285.

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532 LA SENTENCIA DEFINITIVA (Cont.)

b) Junto a ese efecto natural, existen efectos particulares que resultan del contenido de la sentencia: quedará así eliminada la incertidumbre sobre la existencia, eficacia, modalidad o interpretación de una relación o estado jurídi­co si se trata de una sentencia meramente declarativa (incluyendo su modalidad constitutiva); nacerá un título ejecutivo a favor del vencedor en el supuesto de que el sujeto pasivo de una sentencia de condena no se avenga a cumplir la pres­tación que aquélla le impuso y quedará integrada la correspondiente relación jurídica si se trata de una sentencia determinativa.

c) Algunos autores consideran que también constituye un efecto de la sen­tencia la extinción de la competencia del juez con respecto al objeto del proceso.

Se trata, sin embargo, de un efecto relativo, pues el juez que dictó la sen­tencia tiene atribuciones para conocer del recurso de aclaratoria, decretar medidas cautelares, decidir los incidentes que tramitan por separado, etcétera (CPN, art. 166). En rigor, como observa PODETTI, más que de una extinción de la competencia se trata de una suspensión parcial y transitoria de ella, que es reasumida por el juez, a los fines de la ejecución, una vez ejecutoriada la sentencia (art. 166, inc. 7o).

d) Aparte de los mencionados, la sentencia produce efectos secundarios o indirectos, a los cuales caracteriza el hecho de ser consecuencia directa de al­gún efecto principal o del simple pronunciamiento del fallo. Tales son, por ejemplo, la facultad de pedir el embargo preventivo (o cualquier otra medida cautelar) en el caso de obtenerse una sentencia favorable (CPN, art. 212, inc. 3o) y la imposición de las costas al vencido (CPN, art. 68).

293. EFECTOS TEMPORALES

a) La clase de sentencia de que se trate determina el alcance temporal de sus efectos. Las sentencias declarativas, como principio, proyectan sus efectos hacia el momento en que tuvieron lugar los hechos sobre los cuales versa la de­claración de certeza: declarada, por ejemplo, la nulidad absoluta de un acto ju­rídico, la declaración judicial se retrotrae a la fecha en que aquél se celebró (Cód. Civ., arts. 1038 y 1047).

Las sentencias constitutivas sólo producen efecto, como principio, hacia el futuro (ex mine). Pero la regla, como antes se advirtió, no es absoluta, y en cada caso, por consiguiente, será necesario atenerse a lo que dispongan las per­tinentes prescripciones legales.

b) Si se trata de sentencias de condena, el tema de los efectos temporales reviste importancia a los fines de determinar la fecha desde la cual corresponde

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LA COSA JUZGADA 533

abonar los intereses y frutos. En lo que atañe a los intereses, que deben ser ne­cesariamente reclamados en la demanda, cabe distinguir según se trate de obli­gaciones derivadas de contratos o de hechos ilícitos. En el primer caso, si las obligaciones son a plazo, los intereses se devengan desde el vencimiento de aquél, pues la mora se produce de pleno derecho; y si, en cambio, el plazo no estuviere expresamente convenido pero resultare tácitamente de la naturaleza y circunstancias de la obligación, los intereses corren desde que se formuló la in­terpelación extrajudicial (para la cual, como es sabido, no son exigibles formas determinadas) o, en su defecto, desde la notificación de la demanda (interpela­ción judicial) (Cód. Civ., art. 509, aps. Io y 2o).

En el segundo caso, los intereses deben liquidarse desde la fecha en que se produjeron los perjuicios sobre que versa la reparación. Con respecto a los frutos, el art. 2433 del Cód. Civ. prescribe que ellos deben restituirse desde la fecha de notificación de la demanda. Finalmente, importa señalar que la mayor parte de los precedentes judiciales se orienta, actualmente, en el sentido de que es procedente la aplicación de intereses aunque la suma reclamada fuere ilíquida, en cuyo caso aquéllos deben correr desde la fecha de notificación de la demanda.

c) Las sentencias determinativas sólo producen efectos hacia el futuro, ya que la integración de la respectiva relación jurídica se opera con motivo del fallo.

Tal es, v.gr., el supuesto contemplado en el art. 509, apartado 2o del Cód. Civ., con relación a las obligaciones sin plazo. Este, en efecto, debe ser fijado por el juez en procedimiento sumario, a menos que el acreedor opte por acumu­lar las pretensiones de fijación de plazo y cumplimiento, en cuyo caso el deudor quedará constituido en mora en la fecha indicada en la sentencia para el cum­plimiento de la obligación.

§ //

LA COSA JUZGADA 78

294. CONCEPTO, REQUISITOS E IMPORTANCIA CONSTITUCIONAL

a) La cosa juzgada significa, en general, la irrevocabilidad que adquie­ren los efectos de la sentencia cuando contra ella no procede ningún recurso

78 ALLARD, Entele sur la chose jugée, Paris, 1875; ARLAS, "Extensión de la cosa juzgada en el proceso civil", en RDP, año IX, 1951. pág. 95: COLOMBO. Código, 11-80; COSTA. Manuale, pág. 214; COUTURE, Fundamentos, pág. 399; CHIOVENDA, "Sobre la cosa juzgada".

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534 LA SENTENCIA DEFINITIVA (Cont.)

que permita modificarla. No constituye, por lo tanto, un efecto de la sentencia, sino una cualidad que se agrega a ella para aumentar su estabilidad y que igual­mente vale para todos los posibles efectos que produzca (LIEBMAN).

b) De lo dicho se sigue que la cosa juzgada supone, fundamentalmente, la inimpugnabilidad de la sentencia, o, lo que es igual, la preclusión de los re­cursos que procedan contra ella (tanto por no haberse deducido cuanto por ha­berse consumado la facultad de deducirlos). Al operarse tal preclusión, que obsta al ataque directo de la sentencia, se dice que ésta adquiere autoridad de cosa juzgada en sentido formal. Cuando en cambio la sentencia, aparte de ser insusceptible de ese ataque directo mediante la interposición de un recurso, también lo es de ataque indirecto a través de la apertura de un nuevo proceso, se dice que aquélla goza de autoridad de cosa juzgada en sentido material.

Existe, por consiguiente, cosa juzgada en sentido formal, cuando no obs­tante ser inimpugnable la sentencia dentro del proceso en el cual se dictó, existe la posibilidad de obtener, en un proceso posterior, un resultado distinto al al­canzado en aquél. Tal lo que ocurre, v.gr., en el juicio ejecutivo, en el cual cual­quiera que haya sido el contenido de la sentencia, queda a salvo al vencido, con ciertas limitaciones, el derecho de promover un proceso de conocimiento ten­diente a obtener su modificación (CPN, art. 553) y, en general, en los procesos sumarios propiamente dichos (posesorios, interdictos, etc.). Existe cosa juzga­da en sentido material cuando, a la irrecurribilidad de la sentencia, se agrega la imposibilidad de que en cualquier circunstancia y en cualquier otro proceso se juzgue de un modo contrario a lo decidido por aquélla. Como señala ROSEN-BERG, la cosa juzgada en sentido material comporta la normatividad del conte­nido de la sentencia: es decir, de la afirmación de la existencia o inexistencia de la consecuencia jurídica pretendida por una de las partes y expresada por el fa­llo, para todo procedimiento en que se cuestione la misma consecuencia jurídi­ca. De lo expuesto se desprende, asimismo, que la cosa juzgada en sentido ma­terial presupone la cosa juzgada formal; y que esta última, por consiguiente, puede existir con independencia de la primera.

en Ensayos. III. pág. 193; DEVIS ECHANDÍA. Nociones generales, pág. 545; DÍAZ DE GUIJARRO, "La cosa juzgada en materia de estado. Su efecto erga omites", en JA., 1942-11-612; GELSI BIDART, '"Bases positivas para la noción de cosa juzgada", en Estudios Jurídicos en memoria de Eduardo J. Couture, Montevideo, 1957, pág. 339; GUASP, Derecho procesal civil, I, pág. 553: IMAZ, La esencia de la cosa juzgada y otros ensayos. Buenos Aires, Arayú; LIEBMAN, Efficacia ed autorita delta sentenza. Milano. GiulTre, 1935; ''Límites de la cosa juzgada en las cuestiones de estado", en L.L., 19-1 (scc. doctr.): PALACIO, Derecho procesal civil, V. pág. 497: PALACIO-ALVARADO VELLOSO. Código. 4o, pág. 436; PODETTI, Tratado de los actos procesales, pág. 459; ROCCO (U). Derecho procesal civil, pág. 271; ROSENBERG, Derecho procesal civil, II, pág. 441: SAVIGNY, Sistema del derecho romano actual, V, pág. 160; VELLANI, Naturaleza de la cosa juzgada (Irad. SENTÍS MELENDO), Ejea, Buenos Aires.

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LA COSA JUZGADA 535

c) Como arbitrio destinado a preservar la inmodificabilidad que es pro­pia de la cosa juzgada en sentido material, la ley acuerda la llamada excepción de cosa juzgada, que debe deducirse en la forma explicada supra n° 173, aun­que corresponde recordar que la existencia de cosa juzgada puede ser declarada de oficio en cualquier estado de la causa (CPN, art. 347, infine).

d) Para que una decisión judicial adquiera autoridad de cosa juzgada, es necesario que se haya dictado en un proceso contradictorio y con carácter final.

De allí que no sean susceptibles de adquirir aquella calidad los pronun­ciamientos dictados en los procesos de jurisdicción voluntaria (supra, n° 44). Se ha decidido, asimismo, que aun tratándose de procesos contenciosos, no cabe invocar la defensa de cosa juzgada sobre la base de lo decidido en un pro­ceso anterior tramitado en rebeldía de una de las partes, porque en tal caso la re­beldía adquiere proporciones desmesuradas e injustas, incompatibles con la ga­rantía constitucional de la defensa en juicio.

Tampoco adquieren autoridad de cosa juzgada las sentencias interlocuto-rias, pues éstas sólo producen preciusión acerca de las cuestiones procesales sobre que versan, y carecen de efectos extraprocesales. (En cuanto a la diferen­cia que existe entre cosa juzgada y preciusión, véase supra, n° 30).

e) En su acepción constitucional, la palabra "propiedad" no se refiere solamente al dominio de las cosas materiales, sino que comprende, como lo ha dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación citando un concepto enunciado por el supremo tribunal estadounidense, "todos tos ietereses apreciables que un hombre pueda poseer fuera de sí mismo, fuera de su vida y de su libertad".

En ese orden de ideas, la Corte Suprema ha expresado, a través de nume­rosos precedentes, que el derecho reconocido por una sentencia pasada en auto­ridad de cosa juzgada constituye un bien que queda incorporado al patrimonio del interesado, y del cual no puede ser privado sin mengua del precepto consti­tucional que consagra la inviolabilidad de la propiedad.

Por aplicación de ese principio, se ha resuelto, entre otros casos, que in­curre en violación del art. 17 de la Constitución Nacional el fallo que deja sin efecto una sentencia consentida so pretexto de haber sido dictada por error; la resolución que modifica arbitrariamente una sentencia definitiva pasada en au­toridad de cosa juzgada y cumplida por el demandado, para privar a dos de los actores del derecho a la indemnización reconocido en ella; el fallo que declara la nulidad total de una sentencia de primera instancia que había quedado firme respecto de los codemandados; que consentida la sentencia incondicionada de desalojo y resuelto por fallo plenario, en la misma causa, que no corresponde practicar la liquidación a que se refiere el art. 20 de la ley 14.821 si no media

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536 LA SENTENCIA DEFINITIVA (Conl.)

petición del demandado formulada antes de quedar firme el fallo definitivo, la resolución que deniega el libramiento de la orden de desahucio, fundada en la ley posterior 15.331, importa prescindir de la cosa juzgada y vulnera la garantía de la propiedad; etcétera.

295. TEORÍAS ENUNCIADAS ACERCA DE SU FUNDAMENTO

a) Constituye una antigua preocupación doctrinaria la de hallar una jus­tificación racional al principio de la inmutabilidad de los pronunciamientos ju­risdiccionales definitivos.

b) Así, SAVIGNY, por ejemplo, sostuvo que toda sentencia pasada en au­toridad de cosa juzgada queda a cubierto de eventuales impugnaciones por cuanto representa una ficción de la verdad, creada frente a la conveniencia de promover la estabilidad de las relaciones jurídicas. Esta teoría—cuyo funda­mento político parece claro— es susceptible de objeción si se considera que el esclarecimiento de la verdad, en su faz objetiva, no constituye más que una meta ideal del proceso civil, y que, por lo tanto, no es necesario recurrir al ar­bitrio de la ficción para salvar aquellos casos en que esa verdad no se logra. Por otra parte, el criterio enunciado prescinde —como observa COUTURE— de los supuestos en que la sentencia no constituye una ficción de la verdad, sino la verdad real.

c) Mayor difusión alcanzó la teoría enunciada por POTHIER en el sentido de que la autoridad de la cosa juzgada responde a ¡a. presunción absoluta de ver­dad de la sentencia. Esta concepción fue recogida por el Código Napoleón y por el Código civil italiano de 1856, que ubicaron a la cosa juzgada entre las presunciones legales.

Como observa UGO ROCCO, esta tesis parte de una hipótesis opuesta a la de la ficción de la verdad, pues mientras esta última trata de legitimar el error posible de la sentencia, aquélla se funda en la probabilidad de que la sentencia no contiene error, transformando esa mera probabilidad en una presunción inris et de iure. Se­gún señala CHIOVENDA, tal conclusión es tributaria de la formación escolástica de los glosadores y postglosadores anteriores al siglo xiv, quienes al centrar su atención en el elemento lógico de la sentencia, la concibieron como la conclu­sión de un silogismo que debía ser necesariamente verdadera aun cuando no fuesen verdaderas las premisas, las que adquirirían aquel atributo a los efectos jurídicos y en virtud del simple razonamiento efectuado por el juez.

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LA COSA JUZGADA 537

Al criticar esa concepción, expresa el autor citado que la fuerza de la cosa juzgada reside en un acto de voluntad del Estado, con prescindencia del razona­miento judicial contenido en la sentencia. Como todo acto humano, la senten­cia también supone un razonamiento, del que se da la explicación en los moti­vos, para garantía de los ciudadanos; pero lo que le acuerda fuerza imperativa y vinculante es el hecho de emanar del juez, que representa la voluntad del Esta­do. "Alcanzada, al hacerse definitiva la sentencia, la declaración de certeza de la voluntad de la ley, el ordenamiento jurídico rompe y olvida el aparato lógico que sirvió para alcanzarlo, como el artista rompe y olvida la arcilla de la que primero se sirvió para la representación de su idea. Desaparece a los ojos del derecho el razonamiento y toda huella de sus posibles errores. Y es lo que eleva al juez del nivel de un lógico cualquiera a la suprema dignidad del magistrado".

d) Muchas otras teorías se han enunciado aparte de las expuestas. Así, ARTURO ROCCO entiende que la cosa juzgada deriva de la necesidad de la certe­za judicial, que equivale, en el orden humano, a la verdad objetiva; PAGENSTE-CHER sostiene que aquélla equivale a los efectos del contrato de declaración, mediante el cual dos personas obtienen la certeza jurídica con respecto a un de­recho subjetivo, aun cuando en ello mediase un error; CARNELUTTI considera que, en virtud del comando complementario que el juez ejerce, y cuya autori­dad es la misma que la de la ley general (lex generalis), la sentencia comporta una lex specialis provista de una eficacia semejante a la de aquélla; etcétera.

e) La cosa juzgada, sin embargo, no cotistiKiye un atributo esencial y necesario de la sentencia, sino una simple creación del ordenamiento jurídico, que puede o no acordar tal autoridad a los pronunciamientos judiciales defini­tivos sin que con ello quede afectado principio lógico u ontológico alguno. Como dice IMAZ, la cosa juzgada no es más que la "duración de la vigencia de las sentencias judiciales —en verdad, de cualquier norma jurídica— originada en la prohibición impuesta normativamente a los órganos de la colectividad de derogarlas por medio de otras normas jurídicas posteriores". De allí la inutili­dad de cualquier teoría que pretenda justificar la institución de la cosa juzgada fuera de un criterio estrictamente axiológico. Y en ese orden de ideas, parece obvio que son valoraciones de seguridad y de orden —más que de justicia es­tricta— las que sustentan su mantenimiento en el orden jurídico.

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538 LA SENTENCIA DEFINITIVA (Cont.)

296. LÍMITES OBJETIVOS DE LA COSA JUZGADA

a) El problema de los límites objetivos de la cosa juzgada ha sido tradi-cionalmente encarado desde dos puntos de vista. Uno, que es fundamentalmen­te procesal, atiende a la parte o partes de la sentencia que adquieren fuerza de cosa juzgada; el otro se refiere a la determinación de las cuestiones litigiosas que se hallan amparadas por esa fuerza.

b) En relación con el primero de los aspectos mencionados, ha sido am­pliamente debatido por la doctrina el problema consistente en determinar si la autoridad de la cosa juzgada comprende a la sentencia considerada como una unidad jurídica, es decir, tanto a los fundamentos como a la parte dispositiva, o si, por el contrario, es sólo esta última la que puede alcanzar aquella autoridad.

SAVIGNY se encuentra entre los principales defensores de la primera tesis. Consideraba que la comprensión del pensamiento del juez impone la necesidad de examinar los motivos en que se funda la decisión, pues de lo contrario la ex­cepción de cosa juzgada deducida en un proceso posterior no podría ser acep­tada ni rechazada. Ejemplo de tal imposibilidad es, en general, el de la senten­cia absolutoria: si el demandado ha opuesto diversas excepciones y el juez lo absuelve sobre la base de que una de ellas es fundada, la parte dispositiva se li­mita a declarar la absolución e impide determinar cuál es la excepción que ha prosperado y cuáles son las que han sido rechazadas si la pretensión del actor es rechazada en razón de prosperar una defensa temporaria (supra n° 175), el exa­men exclusivo de la parte dispositiva de la sentencia, que sólo contiene la abso­lución del demandado, impediría al actor intentar la misma pretensión en un proceso posterior, no obstante que, como es sabido, aquellas defensas carecen de efectos extintivos sobre la pretensión y únicamente impiden, mientras per­duren las circunstancias en que se fundan, un pronunciamiento sobre el fondo del asunto. También puede mediar dicha imposibilidad en el caso de las senten­cias condenatorias: si, por ejemplo, a la demandada por cobro de una obliga­ción el demandado opone la compensación, y el juez la rechaza, la parte dispo­sitiva de la sentencia sólo contiene la condena al pago y no expresa, por lo tanto, que la cantidad que fundó la compensación no era debida ni líquida ni suficien­te en los términos en que la ley admite dicha excepción.

El autor mencionado formula, además, una distinción entre los motivos que determinan la decisión: los objetivos, a los que define como los elementos constitutivos de las relaciones jurídicas invocadas por las partes, y los subjeti­vos, que son los móviles que influyen sobre el espíritu del juez llevándolo a afirmar o a negar la existencia de aquellos elementos (argumentos corroboran-

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LA COSA JUZGADA 539

tes, presunciones, etc.); siendo solamente los motivos objetivos los que pueden alcanzar autoridad de cosa juzgada.

Otros autores, en cambio, consideran que la autoridad de la cosa juzgada reside en la parte dispositiva de la sentencia. Tal, por ejemplo, la opinión de CHIO-VENDA, quien llega a esa conclusión tras afirmar que el juez no representa al Estado cuando razona sino cuando decide y que, por lo tanto, en el estudio de la cosa juz­gada debe prevalecer la afirmación de voluntad que cierra el proceso sobre el razo­namiento lógico que la precede. Sin embargo, dicho autor restringe el alcance de la tesis al expresar: "Esta exclusión de los motivos de la sentencia por la cosa juz­gada no debe entenderse en sentido formalista, en el sentido de que pase como cosa juzgada sólo lo que ha sido escrito en la parte dispositiva de la sentencia. Por el contrario, para determinar el alcance de la cosa juzgada es necesario, ge­neralmente, remontarse a los motivos para poder identificar la acción con la causa petendi. Pero es objeto de la cosa juzgada la conclusión última de los ra­zonamientos del juez y no sus premisas, el último e inmediato resultado de la decisión y no la serie de hechos, de relaciones o de estados jurídicos que en la mente de juez constituyeron los presupuestos de aquellos resultados".

De lo expuesto se desprende, sin embargo, que no se trata de tesis irre­conciliables. Lo demuestran particularmente la opinión de los autores alema­nes, que pese a sostener, sobre la base de un texto explícito de la Ordenanza Procesal Civil, que la autoridad de la cosa juzgada se circunscribe a las conclu­siones expresadas en el dispositivo acerca de la existencia o inexistencia de las consecuencias jurídicas pretendidas, en modo alguno desechan el valor de los fundamentos como factores interpretativos de lá sentencia. Dice, en efecto, Ro-SENBERG: "El que sólo sea susceptible de cosa juzgada la resolución sobre la pretensión planteada, pero no la declaración sobre sus presupuestos de hecho y de derecho y sobre las excepciones del demandado, se expresa a veces diciendo que no participan de ella los fundamentos de la sentencia, y se concluye que la parte dispositiva (el fallo) de la sentencia llegará a cosa juzgada. Ambas cosas son por lo menos engañosas. Ciertamente, puede extraerse la medida del reco­nocimiento o desconocimiento de la pretensión ejercitada sólo de la parte dis­positiva de la sentencia; pero en lo restante deben investigarse la extensión y el objeto de la cosa juzgada mediante interpretación de toda la sentencia, es decir, también del relato de los hechos y de los fundamentos". Y GOLDSCHMIDT, por su parte, expresa que "el objeto de la fuerza de cosa juzgada se induce no sólo por regla general del fallo, sino con ayuda de los fundamentos de la sentencia".

La doctrina rioplatense de derecho procesal ha asumido generalmente frente a este problema una actitud conciliadora. JOFRÉ y ALSINA, por ejemplo, entienden que cuando la parte dispositiva no se basta a sí misma, procede exa­minar los motivos a fin de precisar o interpretar su alcance, agregando, el se-

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540 LA SENTENCIA DEFINITIVA (Cont.)

gundo de los autores nombrados, que tal recurso es incluso válido para rectifi­car algún error material del dispositivo, cuando con ello no se altere la sustancia de la decisión. COUTURE considera que si bien como regla las premisas o consi­derandos del fallo no hacen cosa juzgada, por excepción adquieren esa autori­dad cuando lo dispositivo se remite a ellos en forma expresa o cuando constitu­yen un antecedente lógico absolutamente inseparable (cuestión prejudicial) de lo dispositivo.

La jurisprudencia, en general, se ha orientado en sentido concordante al de las conclusiones precedentemente enunciadas.

En un exhaustivo trabajo sobre el tema que se analiza, IMAZ ha precisado el alcance de las tesis tradicionales, demostrando que ninguna de ellas recono­ce fundamento en la esencia de la institución, pues no es esencial, ni por lo tan­to inevitable, la privación ni la extensión de la autoridad de cosa juzgada a las enunciaciones contenidas en los considerandos de la sentencia, aunque, por ra­zones de carácter axiológico, referidas principalmente al valor seguridad, pa­rezca preferible la segunda posibilidad. Y sobre la base de que el consistir de la sentencia es ser una norma individual, llega a la conclusión —acertadamente expuesta— de que el límite procesal de la cosa juzgada debe determinarse con referencia al contenido de la norma individual creada en cada caso concreto y en la medida en que su constitución sea requerida para la solución del litigio de que se trate, con prescindencia del lugar del pronunciamiento en el cual se enuncia la decisión.

c) En cuanto al segundo de los aspectos antes señalados, rige el princi­pio de que la autoridad de la cosa juzgada se extiende a todas aquellas cuestio­nes que han sido debatidas en el proceso y decididas por la sentencia. Pero ello requiere ciertas aclaraciones que se formularán seguidamente.

Interesa destacar, en primer lugar, que la cosa juzgada cubre incluso aquellas cuestiones que, pudiendo haber sido objeto de debate entre las partes, no lo fueron (tantum iudicatum quantum disputatum vel quantum disputan de-bebat). Si, v.gr., a una demanda por cumplimiento de una obligación el deman­dado opone la excepción de pago, y no la de prescripción, el pronunciamiento que hace lugar a la demanda adquiere fuerza de cosa juzgada también con res­pecto a la segunda. Tampoco podría invalidarse la cosa juzgada sobre la base de una prueba que no fue ofrecida en el primer proceso.

En cambio, no adquieren autoridad de cosa juzgada los meros argumen­tos corroborantes (tales, v.gr., los que puede formular el juez acerca del derecho de propiedad en un proceso que, como el de interdicto, versa exclusivamente sobre la posesión o la tenencia), ni las declaraciones incidentales que no sean requeridas para la solución del pleito.

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LA COSA JUZGADA 541

Pero, mediando esta última condición, también las decisiones implícitas son susceptibles de adquirir autoridad de cosa juzgada. De allí que, v.gr., se hizo lugar a la excepción de cosa juzgada en un juicio por consignación de al­quileres en razón de que en otro juicio se había declarado implícitamente que la consignación era improcedente por cuanto se consideraron no probados los tér­minos de un contrato de locación.

297. LÍMITES SUBJETIVOS DE LA COSA JUZGADA

a) Es regla, en cuanto a este problema atañe, que la cosa juzgada afecta solamente a quienes fueron partes del proceso en que se dictó la sentencia in­vestida de aquella autoridad. Ésta, por consiguiente, no puede beneficiar ni per­judicar a los terceros que han sido ajenos al proceso (res ínter alios iudicata aliis ñeque prodesse ñeque nocere potest). Por partes debe entenderse no sólo a los sujetos activo y pasivo de la pretensión procesal sino también a todas aquellas personas que, en las condiciones previstas en la ley, se han incorpora­do voluntariamente al proceso o han sido citadas para intervenir en él, y a quie­nes la sentencia afecta "como a los litigantes principales" (CPN, art. 96). La misma regla rige en materia de sustitución procesal (CPN, art. 114).

b) A los efectos de determinar los límites subjetivos de la cosa juzgada es menester atenerse a la identidad jurídica de las partes (supra, n° 51). En ese orden de ideas la cosa juzgada no se extiende a qu"ten, habiendo actuado en el primer proceso por derecho propio, lo hace en el segundo como representante legal o convencional de un tercero; ni a quien reclama como heredero benefi­ciario en un proceso y como acreedor hipotecario en otro; etcétera. Por el con­trario, no obstante el cambio de personas físicas, la cosa juzgada alcanza a los sucesores universales de quienes intervinieron en el proceso como partes.

c) El principio enunciado en a) admite, sin embargo, algunas excepcio­nes fundadas en las vinculaciones jurídicas existentes entre las partes y terce­ros. Tratándose de obligaciones solidarias, v.gr., la cosa juzgada es invocable por los coacreedores que no participaron en el proceso, así como por los codeu­dores contra el coacreedor que fue parte en el juicio (Cód. Civ., art. 715, párr. 2o); la sentencia obtenida por el usufructuario tanto en el juicio petitorio como en el posesorio beneficia al nudo propietario para la conservación de los dere­chos sobre los cuales debe velar (Cód. Civ., art. 2877), etcétera.

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542 LA SENTENCIA DEFINJT1VA (Cont.)

298. LA COSA JUZGADA EN LAS SENTENCIAS DE ESTADO

a) Tanto la jurisprudencia como la doctrina aceptan generalmente la re­gla de que las sentencias dictadas en cuestiones de estado, cualquiera que sea su naturaleza, adquieren autoridad de cosa juzgada no sólo respecto de quienes han intervenido en el respectivo proceso, sino erga omnes. El fundamento de tal conclusión suele enunciarse con referencia al carácter indivisible que reviste el estado civil de las personas y al principio de orden público que se halla com­prometido en todas las cuestiones que afecten a la organización de la familia.

b) No se trata, sin embargo, de un principio absoluto. Es indiscutible la autoridad de cosa juzgada erga omnes que reviste la sentencia de estado dictada frente a los legítimos contradictores primarios, o sea, a los sujetos directos de la relación jurídica controvertida, como serían, en un juicio de filiación, el pa­dre y el hijo. Pero no ocurre lo mismo cuando el juicio se ha sustanciado con la intervención de legítimos contradictores secundarios, como serían, en materia de filiación, los parientes del supuesto padre. El interés de éstos, en efecto, que­da desplazado por el de los legítimos contradictores primarios, pero, entre sí, gozan de una legitimación de igual grado y, como consecuencia de ello, su ac­tividad procesal no puede afectar el ejercicio de los derechos pretendidos por los restantes legitimados que se encuentren en su misma posición. En otras pa­labras, como dice LIEBMAN, si la sentencia fue pronunciada frente a un legítimo contradictor secundario, la cosa juzgada es oponible a todos los terceros, me­nos a los otros legítimos contradictores secundarios, porque éstos tienen, en comparación con quien fue parte en el juicio, un interés y un derecho igual. Si se admitiese la cosa juzgada en estos supuestos, se consagraría la injusticia de hacer recaer, sobre los que demandaron posteriormente, las consecuencias de la actuación negligente o deficiente de los que primero lo hicieron.

299. EFECTOS DE LA COSA JUZGADA PENAL EN MATERIA CIVIL Y VICEVERSA

a) "Después de la condenación del acusado en el juicio criminal —ex­presa el art. 1102 Cód. Civ.— no se podrá contestar en el juicio civil la exis­tencia del hecho principal que constituya el delito, ni impugnar la culpa del demandado".

De conformidad con los términos de esta norma, la sentencia penal con­denatoria hace cosa juzgada en el proceso civil. En consecuencia, los jueces in-tervinientes en la causa civil sobre indemnización de daños y perjuicios deriva­dos de un delito sancionado en sede penal, no se hallan habilitados para rever lo

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LA COSA JUZGADA 543

allí decidido acerca de la existencia del hecho delictuoso y de la responsabili­dad del acusado, aunque ello no impide que en el juicio civil pueda probarse la existencia de culpa concurrente de la víctima. La jurisprudencia tiene incluso resuelto que, por ser el art. 1102 una norma de orden público, puede ser aplica­da de oficio por los tribunales civiles.

b) "Después de la absolución del acusado —agrega el art. 1103 Cód. Civ.— no se podrá tampoco alegar en el juicio civil la existencia del hecho prin­cipal sobre el cual hubiere recaído la absolución".

Esta norma contempla el caso de que la sentencia penal haya declarado que el hecho imputado no existe o que, aun habiendo existido, el acusado no fue su au­tor. No es aplicable, en cambio, cuando el pronunciamiento absolutorio, no obstan­te declarar la existencia del hecho y la autoría del acusado, resuelve que aquél no constituye delito; o cuando, reconociendo la existencia de un delito, no aplica la pena por concurrir una eximente legal (Cód. Penal, art. 34). Ello es así, en el primer caso, porque un hecho puede no ser un delito del derecho penal y serlo, en cambio, del derecho civil (Cód. Civ., art. 1073 y sigs.); y, en el segundo caso, porque la exención de responsabilidad penal no obsta a que el acusado deba resarcir los da­ños ocasionados por su culpa o negligencia (Cód. Civ., arts. 1108 y sigs).

La doctrina y la jurisprudencia discrepan en cuanto a si el sobreseimiento definitivo debe equipararse a una sentencia absolutoria a los efectos de la nor­ma analizada. Por la negativa se vienen pronunciando los tribunales de la Capi­tal Federal a partir del fallo plenario de las cámaras civiles registrado en J.A., 1946-1-803, en el cual se estableció la doctrina de que el sobreseimiento defini­tivo o la sentencia absolutoria del procesado recaída en el juicio criminal, no hacen cosa juzgada en el proceso civil; el primero en absoluto, y la segunda res­pecto de la culpa del autor del hecho, en cuanto a su responsabilidad por los da­ños y perjuicios ocasionados. La Suprema Corte de la Provincia de Buenos Ai­res, en cambio, con mayor acierto, ha decidido que el sobreseimiento definitivo dictado por los tribunales represivos no obsta a la acción por el resarcimiento de los daños, en tanto no se haya fundado en la inexistencia del hecho o en que el procesado no intervino en su producción.

c) Con excepción de los casos en que medien cuestiones prejudiciales, la sentencia del juicio civil sobre el hecho no influye en el juicio criminal, ni im­pide el ejercicio de ninguna acción criminal posterior, intentada sobre el mismo hecho, o sobre otro que con él tenga relación (Cód. Civ., art. 1105). Pero cual­quiera que sea la sentencia posterior sobre la acción criminal, la sentencia ante­rior dada en el juicio civil pasada en autoridad de cosa juzgada, conserva todos sus efectos (Cód. Civ., art. 1106).

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CAPÍTULO XXVI

OTRAS FORMAS DE TERMINACIÓN DEL PROCESO

SUMARIO: 300. Generalidades.— I. DESISTIMIENTO: 301. Concepto, clases y efectos.— 302. Requisitos según se trate de desistimiento de la pretcnsión o del derecho.— 303. Capa­cidad.— 304. Forma.— 305. Curso de las costas.— 11. TRANSACCIÓN: 306. Concep­to.— 307. Forma.— 308. Efectos.— III. CONCILIACIÓN: 309. Concepto y forma.— 310. Efectos.— IV. CADUCIDAD DE LA INSTANCIA: 311. Concepto.— 312. Presu­puestos de la caducidad de la instancia.— 313. Formas en que se produce la caduci­dad.— 314. Legitimación y sustanciación.— 315. Suspensión de los plazos de la cadu­cidad.— 316. Interrupción de los plazos de caducidad.— 317. Procesos y personas a los cuales se aplica.— 318. Efectos de la caducidad de la instancia.— 319. Curso de la costas e impugnación de la resolución que declara la caducidad.— V. MEDIACIÓN:

320. Concepto, modalidades y extensión.— 321. Regla>aplicablcs.

300. GENERALIDADES

a) Frente a la sentencia definitiva que constituye, como se destacó opor­tunamente, el modo normal de terminación de todo proceso, existen diversos actos y situaciones que producen el mismo resultado, aunque algunos de ellos no afectan al derecho sustancial que puede asistir a las partes y posibilitan, pol­lo tanto, la reproducción de la pretensión en un proceso posterior.

b) Cuatro de esos modos anormales de terminación de los procesos constituyen manifestaciones expresas de voluntad de las partes. Son ellos el allanamiento (que se estudió, supra, n° 182), el desistimiento, la transacción, y la conciliación. Con excepción del desistimiento de la pretensión (o del proce­so), los restantes componen definitivamente el litigio e impiden, por lo tanto, su ulterior renovación. De allí que CARNELUTTI los haya denominado "equivalen-

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546 OTRAS FORMAS DETERMINACIÓN

tes jurisdiccionales", expresión que, sin embargo, no se adecúa estrictamente al alcance de estos actos, pues ellos se complementan, como principio, mediante un acto decisorio del juez. El allanamiento, en efecto, como se señaló oportuna­mente, no excluye la necesidad de una sentencia, y los restantes requieren, para perfeccionarse jurídicamente, una resolución homo lo gato ria.

c) Otro modo anormal de terminación de los procesos es la caducidad de la instancia, que no reviste, como los antes mencionados, el carácter de acto procesal, y se funda en la voluntad presunta de abandono del proceso por parte del litigante a quien incumbe la carga de impulsar la marcha de la instancia, sea ésta principal o incidental. En principio, además, la caducidad de la instancia no impide la renovación de la pretensión.

d) La mediación, por último, tal como se halla regulada en la ley 24.573, si bien puede culminar con la realización de un acto provisto de la misma efica­cia de la transacción y la conciliación, actúa no ya como medio anormal de ter­minación del proceso, sino como medio de evitar su promoción. No obstante, en virtud de su parcial coincidencia con la transacción y la conciliación, será examinada en el presente capítulo luego de esta última.

§ /

DESISTIMIENTO 79

301. CONCEPTO, CLASES Y EFECTOS

a) No es posible enunciar un concepto unitario del desistimiento como institución procesal, por cuanto él reviste características autónomas y nítida­mente diferenciables según sea la finalidad que persiga.

7 9 ALSINA, Tratado, IV, pág. 483; COLOMBO, Código, II, pág. 623; COSTA. Manuale, pág. 352; DE LA PLAZA, Derecho procesal civil. I. pág. 497; DÍAZ DE GUIJARRO, "El desistimiento de la instancia", en JA., 46-438; FAIRÉN GUILLEN, El desistimiento y su bilateralidad en primera instancia; FALCÓN, Código, I, pág. 485; FENOCHIETTO-ARAZI, Código, I, pág. 304; GUASP, Derecho procesal civil, pág. 544; KlSCH, Elementos, pág. 187; MORELLO-SOSA-BERIZONCE. Códigos, IV-A, pág. 8; PALACIO. Derecho procesal civil V, Pág. 535; PAYÁ-LIMA, Extinción del proceso civil por voluntad de las partes, pág. 69; PODETTl, Tratado de los actos procesales, pág. 393; REDENTI, Profili praltici, pág. 363; ROCCO (U), Derecho procesal civil, pág. 243; Ruiz, "Desistimiento", en L.L., 55-952; SCHÓNKE, Derecho procesal civil, pág. 250; SENTÍS MELENDO, El proceso civil, pág. 309; ZANZUCCHI, Dirilto processuale civile, II, pág."l 33.

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DESISTIMIENTO 547

Existen, en efecto, dos clases de desistimiento: de la pretensión (o del proceso) y del derecho.

El desistimiento de la pretensión es el acto mediante el cual el actor ma­nifiesta su voluntad de poner fin al proceso sin que se dicte una sentencia de fondo respecto del derecho material invocado como fundamento de aquélla.

Esta clase de desistimiento sólo comporta, pues, el expreso abandono del proceso y la consecuente desaparición de su objeto (pretensión), pero no afecta al derecho material que pudiere corresponder al actor. De allí que no impide el planteamiento de la misma pretensión en otro proceso ulterior, de idéntico con­tenido, salvo, naturalmente, que se haya operado la prescripción (el art. 3987 Cód. Civ. dispone, al respecto, que la interrupción de la prescripción, causada por la demanda, se tendrá por no sucedida si el demandante desiste de ella).

Como consecuencia del desistimiento de la pretensión (que el art. 304 CPN denomina desistimiento del "proceso") quedan sin efecto los actos proce­sales cumplidos; pero las pruebas incorporadas al proceso que mediante él se extingue pueden ser utilizadas —como ocurre en el caso de operarse la caduci­dad de la instancia— en el proceso posterior que se promueva.

Formulado el desistimiento de la pretensión, y cumplidos los requisitos que luego se examinarán, el juez debe disponer la extinción del proceso y el ar­chivo de las actuaciones, imponer las costas en la forma que corresponda y practicar las regulaciones de honorarios de los profesionales intervinientes.

b) El desistimiento del derecho, como^su nombre lo indica, es el acto en cuya virtud el actor abdica del derecho material invocado como fundamento de la pretensión. Como señala DE LA PLAZA, constituye un acto paralelo al allana­miento pues consiste, esencialmente, en la declaración formulada por el actor de que su pretensión es infundada. El desistimiento del derecho trae aparejado, asimismo, el desistimiento de la pretensión, pues no cabe concebir la subsisten­cia de una pretensión despojada de su fundamento sustantivo.

La institución se halla contemplada en el art. 305 CPN cuando éste se refiere al desistimiento "del derecho en que (el actor) fundó la acción (pretensión)".

El efecto de esta clase de desistimiento consiste, según lo establece el ci­tado art. 305, en que "en lo sucesivo no podrá promoverse otro proceso por el mismo objeto y causa".

El desistimiento del derecho, por consiguiente, produce efectos equiva­lentes a los de la cosa juzgada, pues constituye un impedimento a la discusión posterior del derecho material que el actor invocó como fundamento de su pre­tensión.

Debe señalarse, sin embargo, que el desistimiento del derecho no vincula necesariamente al juez, pues éste tiene la facultad de desestimarlo, no dictando

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548 OTRAS FORMAS DETERMINACIÓN

la correspondiente resolución homologatoria, en el supuesto de que aquél ver­sare sobre derechos indisponibles (cfr. CNApel. Trab., IV, L.L., 102-265, res­pecto de la ineficacia del desistimiento del derecho formulado en un juicio so­bre indemnización por accidente de trabajo; ClaCC, Mercedes, JA., 955-III-7, con relación al proceso de insania, etc.)- Por ello el art. 305 CPN dispone que "el juez debe limitarse a examinar si el acto procede por la naturaleza del derecho en litigio". En el caso de homologarse el desistimiento, la resolución que da por terminado el juicio debe contener pronunciamiento sobre las costas y en ella se deben, también, practicar las regulaciones de honorarios que correspondan.

302. REQUISITOS SEGÚN SE TRATE DE DESISTIMIENTO

DE LA PRETENSIÓN O DEL DERECHO

a) "En cualquier estado de la causa anterior a la sentencia —dice el art. 304 CPN— las partes, de común acuerdo, podrán desistir del proceso manifes­tándolo por escrito al juez, quien, sin más trámite, lo declarará extinguido y or­denará el archivo de las actuaciones".

Esta norma se refiere al desistimiento de la pretensión por acto bilateral de las partes, el que configura un verdadero convenio procesal.

El segundo apartado del mismo precepto contempla, en cambio, la hipó­tesis del desistimiento unilateral en los siguientes términos: "Cuando el actor desistiera del proceso después de notificada la demanda, deberá requerirse la conformidad del demandado, a quien se dará traslado notificándosele personal­mente o por cédula, bajo apercibimiento de tenerlo por conforme en caso de si­lencio. Si mediare oposición, el desistimiento carecerá de eficacia y proseguirá el trámite de la causa".

Del texto de la norma transcripta surge claramente que antes de la notifi­cación de la demanda no cabe requerir la conformidad de la contraparte, es de­cir, del demandado, siendo ineludible, en cambio, el cumplimiento de tal requi­sito, cuando ya ha sido notificada la demanda.

La diferencia apuntada, que resulta de la oportunidad en que se formula el desistimiento de la pretensión, se explica fácilmente si se tiene en cuenta que, al no impedir aquel acto la renovación de la misma litis en un ulterior proceso, parece razonable suponer que el demandado, ya en conocimiento de la deman­da como consecuencia de su notificación, puede tener interés en que el proceso continúe hasta obtener una sentencia final que dilucide el conflicto y, eventual-mente, lo favorezca, autorizándolo, asimismo, a valerse de la excepción de cosa juzgada. Como dice FAIRÉN GUILLEN: "La idea de la bilateralidad del desisti­miento es lógica: séanos permitido decir aquí, prima facie, que con el desistí-

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DESISTIMIENTO 549

miento del actor (renuncia a una sentencia de fondo) se produce la desaparición por parte del demandado de su expectativa de obtenerla igualmente; por lo cual es lógico que se le dé oportunidad procesal para meditar sobre ello y posibili­dad de oponerse a que se le desposea de dicha expectativa; es decir, de solicitar que continúe el proceso por tener interés en que se llegue a una sentencia defi­nitiva que en su momento quede firme".

El art. 304 CPN prescribe asimismo que si media oposición (del deman­dado), el desistimiento carecerá de eficacia y proseguirá el trámite de la causa. Es preciso aclarar que, en este caso, no incumbe al demandado la carga de justifi­car o fundamentar su oposición; basta que ella se formule para que el proceso no pueda tenerse por extinguido. Podría, no obstante, desestimarse la oposición en el supuesto de que el demandado hubiese adoptado alguna actitud procesal in­compatible con ella, como ocurriría, por ejemplo, si hubiera deducido alguna excepción dilatoria, pues éstas —al igual que el desistimiento que se analiza— tienen por objeto lograr la extinción de la pretensión, sin afectar el derecho.

Con anterioridad a la vigencia del CPN, tanto la doctrina como la juris­prudencia coincidían en que el desistimiento de la pretensión puede dejarse sin efecto mientras no haya sido aceptado por el demandado. Tal solución ha sido expresamente recogida por dicho ordenamiento, cuyo art. 306 prescribe que el desistimiento puede revocarse hasta tanto surja del expediente la conformidad de la parte contraria.

b) A diferencia de lo que ocurre con el desistimiento de la pretensión, el desistimiento del derecho no requiere la confofmicted de la contraparte. La ra­zón de esta diferencia reside en la circunstancia de que no siendo posible, en este caso, renovar el litigio en un proceso posterior, no se concibe el interés que podría tener el demandado en deducir oposición.

La solución legal resulta aparentemente contradictoria con la adoptada por el art. 868 Cód. Civ., que condiciona la '"renuncia de los derechos del acree­dor" a la aceptación del deudor. Sin embargo, aparte de la circunstancia de que las pretensiones procesales no siempre se hallan coordinadas a la satisfacción de un derecho creditorio (como sucede en el caso de las meramente declara­tivas), parece claro que una cosa es la renuncia a un derecho material cuya exis­tencia no está en tela de juicio, y otra distinta es el desistimiento del derecho, institución típicamente procesal que involucra un litigio en el cual se discute la existencia misma de ese derecho.

Corresponde agregar que el desistimiento del derecho puede revocarse hasta tanto recaiga sobre él pronunciamiento judicial (CPN, art. 306).

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550 OTRAS FORMAS DE TERMINACIÓN

303. CAPACIDAD

La capacidad para desistir, en general, coincide con la capacidad proce­sal, o sea, con la aptitud para ejecutar actos procesales válidos.

En el ámbito de la representación convencional, el desistimiento de la pretensión no requiere facultad especial contenida en el mandato. En cambio, para desistir del derecho es necesario poder especial cuando él comporta la re­nuncia gratuita de un derecho (Cód. Civ., art. 1881, inc. 4o).

Si se trata de representantes legales, toda vez que no pueden renunciar a los derechos de sus pupilos o curados, ni aun con autorización judicial (Cód. Civ., art. 450, inc. 6o), carecen de facultades para desistir del derecho judicial­mente invocado en nombre de aquéllos.

304. FORMA

Tanto el desistimiento de la pretensión como el del derecho no se presu­men. Deben por consiguiente ser expresos (CPN, art. 306), correspondiendo interpretar en forma restrictiva los actos procesales que los produzcan. Cabe, sin embargo, la posibilidad de que se formulen con carácter parcial (v.gr. en el caso de acumulación de pretensiones).

305. CURSO DE LAS COSTAS

El CPN establece, como principio general, que las costas se impondrán a quien desiste, pero exceptúa el caso de que el desistimiento obedezca exclusi­vamente a cambios de legislación o jurisprudencia y se lleve a cabo sin demora injustificada (art. 73). Esta excepción es sólo aplicable al supuesto de desisti­miento del derecho, y a través de ella se ha recogido la jurisprudencia que, ate­nuando el rígido principio que sobre el particular contenía la ley 14.237, deci­dió que correspondía eximir del pago de las costas a quien desiste de su derecho en mérito de decisiones judiciales posteriores a la fecha de interposición de la demanda, siempre que esas decisiones hayan a su vez eximido del pago de las costas. Como se advierte, el CPN contempla además los cambios de legislación que pudieran haberse producido con posterioridad a la deducción de la demanda.

El citado art. 73 deja a salvo, en todos los casos, lo que, en materia de cos­tas, las partes hubieren acordado en contrario. Debe tenerse en cuenta, sin em­bargo, que si el desistimiento se produce de común acuerdo y las partes nada es­tipulan acerca del pago de las costas, éstas deben pagarse en el orden causado.

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TRANSACCIÓN 551

§ / /

TRANSACCIÓN'so

306. CONCEPTO

La transacción constituye uno de los modos de extinción de las obligacio­nes, al que el art. 832 Cód. Civ. define como "un acto jurídico bilateral, por el cual Jas partes, haciéndose concesiones recíprocas, extinguen obligaciones liti­giosas o dudosas". Comporta, a su vez, uno de los modos anormales de extin­ción del proceso.

307. FORMA

"Si la transacción versare sobre derechos ya litigiosos —dispone el art. 838 Cód. Civ.—, no podrá hacerse válidamente sino presentándola al juez de la causa, firmada por los interesados. Antes que las partes se presenten al juez ex­poniendo la transacción que hubiesen hecho, o antes que acompañen la escritu­ra en que ella conste, la transacción no se tendrá por concluida y ios interesados podrán desistir de ella".

El art. 308 CPN, a su vez, prescribe que "las partes podrán hacer valer la transacción del derecho en litigio, con la presentación del convenio o suscrip­ción de acta ante el juez". Como se advierte, la ley procesal reproduce sustan-cialmente la exigencia formal contenida en el art. 838 Cód. Civ., añadiendo sólo la posibilidad —implícitamente comprendida en dicho artículo— de que la transacción se documente en acta judicial.

Conviene recordar, asimismo, que el texto de las normas citadas no auto­riza a concluir que la presentación del convenio en el expediente deba hacerse conjuntamente por ambas partes, pues el plural que ellas contienen debe inter­pretarse, razonablemente, en el sentido de que cualquiera de las partes, en con­junto o no, puede pedir la agregación al proceso del respectivo documento.

_ 80 ALSINA, Tratado, IV, pág 501: COLOMBO. Código, II, pág. 640; FALCÓN. Código, I. pág. 491; FENOCHIETTO-ÁRAZI, Código. 2, pág. 17; MORELI.O-SOSA-BERIZONCE, Códigos, IV-A; pág. 69; PALACIO. Derecho procesal civil. V, pág. 552: PAYÁ-LIMA, Extinción del proceso, Pág. 81; PODETTI, Tratado de los actos procesales, pág. 402.

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552 OTRAS FORMAS DETERMINACIÓN

308. EFECTOS

"La transacción —dice el art. 850 Cód. Civ.— extingue los derechos y obligaciones que las partes hubiesen renunciado, y tiene para con ellas la auto­ridad de la cosa juzgada".

En cuanto al momento en que ese efecto se produce, ya se ha visto que tratándose de derechos litigiosos, el Cód. Civ. lo fija en el de la presentación de la transacción ante el juez de la causa e, implícitamente, en el de su celebración verbal en presencia del juez.

Sin embargo, no puede desconocerse a este último la facultad de exami­nar la capacidad y la personería de quienes realizaron el acto, así como también la transigibilidad de los derechos de que se trate, en los términos de las distintas normas contenidas en el Cód. Civ. (éste prohibe, por ejemplo, transigir sobre cuestiones de validez o nulidad de matrimonio, sobre cosas que están 1'uera del comercio, sobre derechos eventuales a una sucesión, etc.), ni por consiguiente, la facultad de desechar la transacción presentada en el caso de que se hayan transgredido tales requisitos.

Por lo tanto, sin perjuicio de que la transacción surta sus efectos desde el mo­mento de la presentación del escrito o de la suscripción del acta ante el juez, ella se integra, procesalmente, mediante la homologación judicial. En ausencia de resolu­ción homologatoria el proceso no se extingue, y tampoco cabe la posibilidad de obtener el cumplimiento de la transacción por la vía de la ejecución de sentencia.

De acuerdo con lo expuesto, el CPN prescribe que una vez presentado el convenio o suscripta el acta ante el juez, "éste se limitara a examinar la concu­rrencia de los requisitos exigidos por la ley para la validez de la transacción, y la homologará o no. En este último caso, continuarán los procedimientos del juicio" (art. 308).

§ ///

CONCILIACIÓN^

309. CONCEPTO Y FORMA

a) La doctrina no ha logrado aún enunciar un concepto inequívoco acer­ca de la conciliación como modo anormal autónomo de terminación de los pro-

81 ALSINA, Tratado, I. pág. 259; AYARRAGARAY, '"Formas anormales de terminación de la

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CONCILIACIÓN 553

cesos. ALSINA se limita a decir que "la conciliación no importa una transacción, aunque ésta pueda ser a veces la consecuencia de aquélla". PODETTI expresa que la conciliación "no se refiere al derecho que ampara la pretensión o la resisten­cia, sino al aspecto de hecho de ambas posiciones. El que concilia —agrega— no renuncia a un derecho subjetivo, acepta o reconoce que los hechos en los cuales se funda la pretensión eran equivocados o exagerados, haciendo posible un reajus­te de lo pretendido". AYARRAGARAY, por su paite, sostiene que la diferencia funda­mental que existe entre la conciliación y la transacción reside en la circunstancia de que mientras esta última sólo cabe en materia de intereses pecuniarios (Cód. Civ., arts. 846 y 847), la.conciliación puede comprender otro género de pretensiones ju­rídicas, como podrían ser, por ejemplo, las referentes a la residencia de los cónyu­ges durante el juicio de divorcio o a la tenencia de los hijos.

Corresponde concluir, no obstante, que si cabe hablar de la conciliación como de un medio anormal amónoino de terminación de los procesos, sólo puede serlo en el sentido de que ella supone la iniciativa y la intervención del juez en la celebración de! acto. En lo que concierne a su contenido, debe esti­marse que la conciliación es susceptible de participar, eventualmente, de las ca­racterísticas de los restantes modos anormales de conclusión del juicio, pues mediante ella las partes pueden concretar un desistimiento, una transacción o un allanamiento, o una figura compleja que presente, al mismo tiempo, notas comunes a esas instituciones.

b) Entre las facultades ordenatorias que el CPN acuerda a los jueces fi­gura la de "disponer, en cualquier momento, la comparecencia personal de las partes para intentar una conciliación..." (art. 36, inc. 2o).

La tentativa de conciliación, en consecuencia, no se halla instituida, por la norma transcripta, corno un trámite previo y obligatorio, sino como una fa­cultad cuyo ejercicio queda librado al arbitrio judicial y no se encuentra subor­dinado a ninguna limitación de orden temporal, pues los jueces pueden dispo­ner la citación de las partes, con ese objeto, en cualquier momento del proceso.

No obstante, con referencia a los procesos de conocimiento, el art. 360, inc. Io del CPN, de acuerdo con la reforma que le introdujo la ley 25. 488, eleva a la tentativa de conciliación a la categoría de un acto que el juez debe realizar obligatoriamente en oportunidad de celebrarse la audiencia preliminar.

¡¡tis", en Lecciones de Derecho Procesal, pág. 117: COLOMBO, Código. II. pág. 648: MORELLO. "Nota para el estudio de la conciliación en el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación", en R.A.D.P.. 968-1-71; MORELLO-SOSA-BERIZONCE, Códigos. IV-A. pág. 86: PALACIO. Derecho procesal civil, V. pág. 556: PAYÁ-LIMA. Extinción del proceso, pág. 85; PODETTI, Tratado de los actos procesales, pág. 898.

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554 OTRAS FORMAS DETERMINACIÓN

Sin perjuicio de ello el CPN contempla además dos casos particulares de tentativa obligatoria de conciliación, los que se hallan previstos en los arts. 34, inc. Io, páix. 2o y 639.

El primero dispone que "en los juicios de divorcio, separación personal y nulidad de matrimonio, en la providencia que ordena el traslado de la demanda se fijará una audiencia a la que deberán comparecer personalmente las partes y el representante del ministerio público, en su caso. En ella el juez tratará de re­conciliar a las partes y de avenirlas sobre las cuestiones relacionadas con la te­nencia de hijos, régimen de visitas y atribución del hogar conyugal".

En el segundo, relativo al juicio de alimentos, se establece que el juez debe señalar una audiencia que tendrá lugar dentro de un plazo no mayor de diez días contado desde la fecha del pedido. En ella, a la que deberán compare­cer las partes personalmente y el representante del ministerio pupilar, si corres­pondiere, el juez procurará que lleguen a un acuerdo directo, en cuyo caso lo homologará en ese mismo acto, poniendo fin al juicio. La incomparecencia in­justificada de la persona a quien se le requieren los alimentos determina la apli­cación de una multa, a favor de la otra parte, que debe fijarse entre un importe mínimo y máximo que se establece (art. 640, inc. Io).

Como se advierte, la fijación de estas audiencias constituye un deber del juez, a quien incumbe intentar, durante su curso, una conciliación acerca de las cuestiones a que dichas normas se refieren. Es decir que, en ambos supuestos, se trata de trámites previos y obligatorios.

c) Presupuesto de la conciliación es, en todo caso, y sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 360 CPN, la citación de las partes a la audiencia que el juez fije a tal efecto. Fuera del supuesto previsto en el art. 640, la incomparecencia al acto no autoriza la aplicación de sanciones de ninguna naturaleza.

Si las partes se encuentran presentes el día fijado, la solución a que even-tualmente pueden llegar para dirimir el pleito debe quedar documentada en el acta que se levante; pero su validez y eficacia depende de la aprobación judicial exteriorizada en la resolución homologatoria.

310. EFECTOS

a) Concretado el avenimiento el juez debe, como regla general, verificar la capacidad de los intervinientes en el acto o la suficiencia del mandato de sus representantes, así como la disponibilidad de los derechos sobre los que aquél versó, y dictar, en caso afirmativo, la correspondiente resolución homologato­ria, la cual debe contener, además, la regulación de honorarios por los trabajos

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CADUCIDAD DE LA INSTANCIA 555

realizados por los profesionales. Dispone el art. 309 CPN que "los acuerdos conciliatorios celebrados por las partes ante el juez, y homologados por éste, tendrán autoridad de cosa juzgada".

b) En relación con la audiencia preliminar prevista en el art. 360 y 360 bis del CPN (incorporado por la ley 24.573), tras disponer que en ella "el juez y las partes podrán proponer fórmulas conciliatorias", agrega, incurriendo en cierta redundancia, que "si se arribase a un acuerdo conciliatorio, se labrará acta en la que conste su contenido y la homologación por el juez ínterviniente. Tendrá efecto de cosa juzgada y se ejecutará mediante el procedimiento previs­to para la ejecución de la sentencia. Si no hubiera acuerdo entre las partes, en el acta se hará constar esa circunstancia, sin expresión de causas. Los intervinien-tes no podrán ser interrogados acerca de lo acontecido en la audiencia".

§ IV

CADUCIDAD DE LA INSTANCIA 82

311. CONCEPTO

a) La caducidad o perención de la instancia constituye un modo de ex­tinción del proceso que tiene lugar cuando en él HO se.cumple acto de impulso alguno durante los plazos establecidos por la ley.

b) Una de las características del principio dispositivo reside, según se vio oportunamente, en el hecho de que el proceso civil no sólo se promueve, sino que, además, avanza y se desarrolla en sus distintas etapas a expensas de la voluntad particular (supra n° 26). De allí que la parte que da vida al proceso (o a una de sus etapas o instancias incidentales), contrae la carga de urgir su sus-tanciación y resolución, carga que se justifica tanto porque no es admisible ex-

S 2 ALSINA, Tratado. IV, pág. 423; ARAZI - ROJAS, Código, II. pág. 31; CHIOVENDA. Principios, II. pág. 386; COI.OMBO, "Caducidad de la instancia de pleno derecho"; Código, II, pág. 650; DE LA COLINA, Der. y leg. proc, II, pág. 143: EISNLR, en L.L. 106-157; FALCÓN. Código, I, pág. 496; FENOCHIETTO-ARAZI, Código. 2. pág. 21; LOUTAYF RANEA-OVEJERO LÓPEZ, Caducidad de la instancia, Buenos Aires, 1986; MERCADER, "Actos que interrumpen la perención". en JA., 1946-1 (doctr.), pág. 27; MORELLO-SOSA-BERIZONCE, Códigos. IV-A, pág. 88; PAVA-LIMA. Extinción del proceso, pág. 107; PALACIO, Derecho procesal civil, IV. pág. 216; Estudio, pág. 126; PARRY, Perención de instancia (1936); PoDETTl, Tratado de los actos procesales, pág. 337.

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556 OTRAS FORMAS DETERMINACIÓN

poner a la contraparte a la pérdida de tiempo y de dinero que importa una ins­tancia indefinidamente abierta, cuanto porque media interés público en que el Estado, después de un período de inactividad prolongada, libere a sus propios órganos de la necesidad de proveer a las demandas, así como de todos los debe­res derivados de la existencia del proceso.

c) El fundamento de esta institución estriba, desde un punto de vista subjetivo, en la presunción de renuncia de la instancia que comporta el hecho de la inactividad procesal prolongada, y en la consiguiente conveniencia de que, en tales circunstancias, el órgano judicial se desligue de los deberes que la subsistencia de la instancia le impone. Apreciada en cambio la caducidad desde un punto de vista objetivo —que es el que primordialmente interesa— parece claro que su fundamento radica en la necesidad de evitar la duración indetermi­nada de los procesos judiciales.

d) Importa empero destacar que no se concilia con el fundamento de la caducidad de la instancia ni con la vigencia del principio dispositivo la redac­ción impresa al art. 36. inc. Io del CPN por la ley 25.488 en cuanto a los jueces el deber de adoptar las "medidas tendientes a evitar la paralización del proce­so", impulsando el trámite de oficio, pues semejante imperativo aparece reñido con el mantenimiento mismo de la caducidad, a cuyo respecto, por lo demás, continuará incluso vigente su declaración de oficio (art. 316).

La incompatibilidad resulta acentuada en el inc. 6° del art. 36 (también reformado) en cuanto incluye, como deber de los órganos judiciales, el consis­tente en "impulsar de oficio el trámite, cuando existan fondos inactivos de me­nores o incapaces, a fin de que los representantes legales de éstos o, en su caso, el Asesor de Menores, efectúen las propuestas que estimen más convenientes en interés del menor o incapaz, sin perjuicio de los deberes propios de dicho funcionario con aquel objeto".

Finalmente, tampoco exhibe mayor coherencia el mantenimiento del art. 3! 4 en su versión originaria, porque según dicha norma, como se verá la cadu­cidad se opera contra "los menores y cualquier otra persona que no tuviere la li­bre administración de sus bienes".

312. PRESUPUESTOS DE LA CADUCIDAD DE LA INSTANCIA

Constituyen presupuestos de la caducidad: a) la existencia de una instan­cia, principal o incidental; b) la inactividad procesal; c) el transcurso de un pla­zo; d) una resolución judicial que la declare operada.

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CADUCIDAD DE LA INSTANCIA 557

a) Debe entenderse por instancia el conjunto de actos procesales que se suceden desde la interposición de una demanda, la petición que abre una etapa incidental del proceso o la concesión de un recurso, hasta el dictado de la sen­tencia o resolución que se persigue mediante tales actos. Se verá más adelante, sin embargo, que aun hallándose abierta la instancia hay casos en que ella no es susceptible de caducidad.

b) La inactividad procesal que es presupuesto de la caducidad significa la paralización total del trámite judicial útil, o sea, el no cumplimiento de acto idóneo alguno por ambas partes, por el juez o tribunal, o por los auxiliares de unos y otros. Pero es preciso aclarar que la caducidad no se produce cuando los juicios están pendientes de alguna resolución, y la demora en dictarla es impu­table al órgano judicial, o la prosecución del trámite depende de una actividad que el Código o los reglamentos imponen al secretario u prosecretario adminis­trativo (CPN, art. 313, inc. 3o) porque en tales supuestos las partes se hallan exi­midas de impulsar la marcha del proceso.

La inactividad debe ser continuada durante los lapsos que la ley determina. Por consiguiente, cualquier petición de las partes o actuación del tribunal o de los mencionados funcionarios que sea adecuada para impulsar el desarrollo del pro­ceso y que se verifique antes del vencimiento de los plazos pertinentes, tiene por efecto la interrupción de la caducidad y determina la iniciación del curso de un nuevo plazo, resultando neutralizado el tiempo transcurrido con anterioridad.

c) Los períodos de inactividad procesal»quevdeben transcurrir para que se produzca la caducidad se encuentran establecidos en el art. 310 CPN. Dichos plazos son los siguientes: Io) de seis meses, en primera o única instancia; 2o) de tres meses, en segunda o tercera instancia y en cualquiera de las instancias en el juicio sumarísimo, en el juicio ejecutivo, en las ejecuciones especiales y en los incidentes; 3o) en el que se opere la prescripción de la acción, si fuere menor a los indicados precedentemente (v.gr. el caso previsto en el Cód. Civ., art. 4041); 4o) de un mes en el incidente de caducidad de instancia.

"La instancia —aclara finalmente el art. 310 conforme a la redacción que le imprimió la ley 25.488— se abre con la promoción de la demanda aunque no hubiere sido notificada la resolución que dispone su traslado y termina con el dictado de la sentencia". Pero al margen de no contemplar todos los supuestos de caducidad, la solución apropiada hubiese consistido en ubicar la conclusión de las diversas instancias, al menos cuando existe legalmente la posibilidad de recu­rrir, en el acto de la notificación de la correspondiente sentencia o resolución.

"Los plazos señalados en el artículo anterior —prescribe el art. 311 CPN— se computarán desde la fecha de la última petición de las partes, o resolución o

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558 OTRAS FORMAS DETERMINACIÓN

actuación del juez, secretario u prosecretario administrativo, que tenga por efecto impulsar el procedimiento; correrán durante los días inhábiles salvo los que correspondan a las ferias judiciales. Para el cómputo de los plazos se des­contará el tiempo en que el proceso hubiere estado paralizado o suspendido por acuerdo de las partes o por disposición del juez, siempre que la reanudación del trámite no quedare supeditada a actos procesales que deba cumplir la parte a quien incumbe impulsar el proceso".

Conforme al precepto transcripto determinan el comienzo del plazo de caducidad las peticiones de las partes (demanda, contestación, oposición de ex­cepciones y, en general, los restantes actos de impulso idóneos) así como las re­soluciones judiciales, cualquiera que sea su carácter. La ley 22.434 innovó con respecto al régimen anterior en tanto incluyó, entre los actos de impulso a partir de cuya fecha debe computarse el mencionado plazo, los provenientes del se­cretario u prosecretario administrativo, a quienes el art. 38, en su actual versión, ha conferido considerables facultades en materia decisoria. Asimismo, consti­tuyen actuaciones idóneas para impulsar el procedimiento las notas de remi­sión de las causas a los ministerios públicos u otros funcionarios que interven­gan como parte (art. 38, inc. Io, subinc. b]); el envío del expediente a la cámara con motivo de la interposición de un recurso (art. 251); etcétera.

Otra innovación de la ley citada estribó en excluir, del cómputo del plazo, los días que correspondan a la feria judicial. La jurisprudencia no era uniforme so­bre el punto y los redactores de la reforma adhirieron al criterio con arreglo al cual los plazos de caducidad no corren durante el período de las ferias judiciales en ra­zón de que las partes no pueden, durante su transcurso, realizar actos de impulso, y porque la solución contraria ocasionaría una manifiesta desigualdad según el momento en que corresponda aplicar los plazos previstos por el art. 310, pues para algunos litigantes se operaría una reducción superior al término de inactividad.

El último párrafo del art. 311 contempla el caso de que el proceso haya estado paralizado o suspendido por acuerdo de las partes o por disposición del juez, en cuyo supuesto corresponde descontar el tiempo de la paralización o suspensión, salvo que la reanudación del trámite se haya subordinado a la ac­tuación de la parte a quien incumbe la carga del impulso procesal, lo que ocu­rriría, v.gr., si se hubiese dispuesto la suspensión del plazo con vistas a que la parte interesada presentase un documento cuya carencia motivó la suspensión y aquélla omitiese cumplir el acto al reanudarse el curso del plazo.

d) En el caso de litisconsorcio, finalmente, el impulso del procedimien­to por uno de los litisconsortes beneficia a los restantes (CPN, art. 312).

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CADUCIDAD DE LA INSTANCIA 559

313. FORMAS EN QUE SE PRODUCE LA CADUCIDAD

a) El art. 3o de la derogada ley 14.191 disponía que "la caducidad se opera de pleno derecho y verificado el vencimiento del plazo, debe ser declara­da de oficio, ordenándose el archivo del proceso. Las partes o los terceros inte­resados podrán pedir su declaración si no lo hiciere el tribunal".

La interpretación de esta norma dividió a la doctrina y jurisprudencia na­cionales, aunque esta última, como veremos, se orientó en determinado mo­mento hacia un criterio uniforme. Un sector de la doctrina (SPOTA, AREAL, EIS-NER, etc.) y algunos fallos judiciales, fundándose en ciertas expresiones vertidas en oportunidad del debate parlamentario que precedió a la sanción de esa ley, entendieron que los términos "de pleno derecho", utilizados en el cita­do art. 3o, significaban que la caducidad se producía ipso iure como consecuen­cia del simple transcurso de los plazos legales y que, por lo tanto, carecía de re­levancia cualquier acto de las partes o actuación del tribunal posteriores al vencimiento de aquéllos. Otros autores (PODETTI, MERCADER, PARRY y COLOM-BO), sostuvieron, en cambio, que no obstante la expresión utilizada por la ley, la caducidad era susceptible de convalidarse o de purgarse cuando, no habiendo sido declarada por el juez o tribunal en el momento oportuno, tenía lugar un acto de impulso procesal que era consentido expresa o tácitamente por la parte interesada en la declaración de caducidad. Los tribunales de la Capital y la Cor­te Suprema adhirieron unánimemente a ese criterio.

Tal solución se apoyaba, sustancialmente, en los siguientes fundamentos: Io) El consentimiento de la parte interesada »n la,declaración de caducidad comporta una presunción de renuncia a la facultad de hacerla valer; 2o) Los ac­tos posteriores a la producción de la caducidad, y su consentimiento posterior por el litigante contrario, se hallan amparados por el principio de preclusión, que impi­de retrotraer el procedimiento ya cumplido y consentido; 3o) Todas las nulidades procesales —entre las que se encontrarían los actos producidos con posterioridad a los plazos de caducidad— revisten carácter relativo, y son siempre susceptibles de convalidarse por el consentimiento expreso o presunto de la parte a quien afec­tan; 4o) La solución contraria a nadie beneficia: ni al Estado en tanto la declara­ción tardía de la caducidad vendría a desvirtuar, precisamente, los propósitos de celeridad procesal que informan a aquélla; ni a las partes, porque la conti­nuación del curso del proceso, que descarta la presunción de abandono de la instancia, impide la interposición de una nueva demanda y el consiguiente dis­pendio de gastos y actividad que tal circunstancia trae aparejada.

De conformidad con esa jurisprudencia, la expresión de "pleno derecho" se entendía en el sentido de que una vez verificado el vencimiento del plazo le­gal, el juez o tribunal debía, por lo pronto, declarar operada la caducidad, aun

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560 OTRAS FORMAS DETERMINACIÓN

en el caso de que, con posterioridad a dicho vencimiento, hubiera mediado la actividad unilateral del litigante a quien incumbía el impulso del proceso. La resolución del juez revestía carácter declarativo, pues sus efectos se retrotraían al momento en que el plazo se cumplió (ex tune). Pero, si por inadvertencia del juez o tribunal, la caducidad no se declaraba, la parte interesada en la declara­ción tenía la facultad de pedirla y, por consiguiente, de oponerse a cualquier acto de impulso realizado por la contraparte, solicitando el correspondiente pronunciamiento.

b) El CPN adoptó un sistema distinto al que instituía la derogada ley 14.191 y que coincide, en parte, con las conclusiones de la jurisprudencia arri­ba mencionada.

"La caducidad —dice el art. 316 CPN— será declarada de oficio, sin otro trámite que la comprobación del vencimiento de los plazos señalados en el ar­tículo 310, pero antes de que cualquiera de las partes impulsare el procedimien­to". Esta norma se complementa con la contenida en el segundo párrafo del art. 315, según el cual la petición de caducidad debe formularse antes de consentir el solicitante cualquier actuación del tribunal o de la parte posterior al venci­miento del plazo legal.

De ello se sigue que el CPN admite que la caducidad de la instancia se de­clare de oficio por los jueces o tribunales, pero no que aquélla se produzca de pleno derecho.

La particularidad que reviste el sistema—y que lo distingue nítidamente de la ley 14.191— reside en la circunstancia de que la caducidad se tiene por operada a partir del momento en que el juez o tribunal la declara, por lo que di­cha resolución reviste carácter constitutivo. De allí que en el régimen actual no cabe declarar la caducidad, aun cuando haya transcurrido el plazo legal, si se activa el procedimiento en virtud de algún acto de impulso cumplido por cual­quiera de las partes. Pero corresponde aclarar que esta norma sólo rige respecto del tribunal y no con relación a la parte interesada en la declaración de la caducidad, quien —como lo dispone el citado art. 315— puede pedir dicha declaración antes de consentir cualquier actuación del tribunal o de la parte posterior al venci­miento del plazo correspondiente. En otras palabras: si bien la declaración de oficio no procede cuando aun vencido el plazo legal ha mediado un acto de im­pulso proveniente de cualquiera de las partes (incluso, por lo tanto, de aquella a quien incumbe la carga respectiva), la parte interesada en la declaración pue­de solicitarla cuando, habiendo vencido el plazo, tiene lugar una actuación del tribunal o de la otra parte, y dicha actuación no se encuentra consentida.

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CADUCIDAD DE LA INSTANCIA 561

c) El Código de la Provincia de Buenos Aires ofrece la particularidad de que, vencidos los plazos legales sin que ninguna de las partes haya impulsado el procedimiento, corresponde intimar a aquéllas para que en el plazo de cinco días manifiesten su intención de continuar con el juicio y produzcan actividad procesal útil para la prosecución del trámite bajo apercibimiento, en caso de in­cumplimiento, de decretarse la caducidad de la instancia (arts. 315 y 316).

314. LEGITIIvlACIÓN Y SUSTANCIACIÓN

a) La declaración de caducidad puede ser pedida, en primera instancia, por el demandado; en los incidentes, por el contrario de quien lo hubiere pro­movido; y en los recursos, por la parte recurrida.

b) La petición debe formularse, como se ha visto, antes de consentir el solicitante cualquier actuación del tribunal o de la parte posterior al vencimien­to del plazo, y se sustancia únicamente con un traslado a la parte contraria (CPN, art. 315), siendo nula la resolución que se dicte omitiendo ese requisito. Dicho traslado debe ser notificado personalmente o por cédula (doctrina del art. 135, inc. 8o CPN).

c) Dispone por último el art. 315 CPN que "el pedido de caducidad de la segunda instancia importa el desistimiento del recurso interpuesto por el peti­cionario, en el caso de que aquél prosperase". La solución es razonable, por cuanto siendo efecto de la caducidad de las instancias ulteriores a la primera el consistente en acordar fuerza de cosa juzgada a la resolución recurrida, el pedi­do de caducidad formulado por uno de los recurrentes con respecto a la instan­cia abierta por otros debe ser tenido como un desistimiento tácito de todos los recursos interpuestos.

315. SUSPENSIÓN DE LOS PLAZOS DE CADUCIDAD

a) Desde que la caducidad de la instancia supone el abandono volunta­rio del trámite procesal, los plazos se suspenden cuando por razones de fuerza mayor o en virtud de cualquier otra causa independiente de la voluntad de las partes, éstas se encuentran en la imposibilidad de activar la marcha del proceso. La suspensión comporta la extinción de los efectos del tiempo transcurrido mientras subsisten los hechos que la motivan, pero no priva de utilidad al lapso de inactividad anterior a esos hechos, el cual es nuevamente computable cuan­do éstos desaparecen.

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562 OTRAS FORMAS DE TERMINACIÓN

b) El art. 311 CPN contempla dos casos específicos de suspensión de los plazos pertinentes: uno se refiere al descuento de los lapsos correspondien­tes a las ferias judiciales, y el otro al del tiempo en que el proceso haya estado suspendido o paralizado por acuerdo de partes o por disposición del juez (su-pra, n°312).

Pero, sin perjuicio de ello, la jurisprudencia ha decidido que constituyen causales de suspensión de los plazos de caducidad, entre otras, el fallecimiento de alguno de los litigantes o de sus apoderados hasta tanto venza el plazo acor­dado a los herederos, o al mandante, respectivamente, para que comparezcan al juicio; el extravío del expediente siempre que se hubieren practicado las dili­gencias necesarias para su búsqueda o reconstrucción; la sustanciación de un incidente suspensivo de los procedimientos; la permanencia del expediente en la justicia de instrucción o fuera de la jurisdicción del juzgado, siempre que se haya activado su devolución y no resulte que ha permanecido en el juzgado re-quirente sin objeto alguno; etcétera.

316. INTERRUPCIÓN DE LOS PLAZOS DE CADUCIDAD

a) A diferencia de lo que ocurre en el caso de suspensión, la interrup­ción de la caducidad torna ineficaz el tiempo transcurrido con anterioridad al acto interruptivo, y comienza a correr, desde que él se verifica, un nuevo plazo de caducidad.

b) Como principio general constituyen actos interruptivos de la caduci­dad toda "petición de las partes, o resolución o actuación del tribunal, secretario u prosecretario administrativo que tuviese por efecto impulsar el procedimiento" (CPN, art. 311).

Con arreglo a ese criterio, se ha resuelto que son actos interruptivos, entre otros, los siguientes: el pedido de notificación del traslado de la demanda; el pedido de nueva audiencia y la fijación de ésta; el escrito dándose por notifica­do de la providencia de apertura de la causa a prueba, siempre que vaya acom­pañado de la actividad necesaria para notificar a la otra parte; el pedido de bús­queda de un expediente extraviado; la presentación en secretaría de las cédulas necesarias para la notificación de una providencia; la providencia de prueba dictada de oficio con prescindencia de la notificación pertinente a las partes; un dictamen del ministerio público; los trámites realizados para obtener la conce­sión del beneficio de litigar sin gastos; el escrito en el cual se denuncia el domi­cilio de uno de los codemandados a los efectos de notificar el traslado de la de­manda; el pedido de que se eleve el expediente a la cámara para que ésta conozca de un recurso; etcétera.

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CADUCIDAD DE LA INSTANCIA 563

No constituyen, en cambio, actos interruptivos, por carecer de idoneidad a los efectos señalados, el pedido de desglose de un poder; la constitución de un nuevo domicilio; la presentación de copias; el escrito por el cual el profesional renuncia al mandato, pues aquél debía proseguir la causa hasta el vencimiento del plazo fijado por el art. 53, inc. 2o CPN; el pedido de medidas cautelares; las actuaciones relacionadas con los honorarios de los peritos; la mera solicitud de que el expediente se saque del legajo de paralizados para peticionar o de que el expediente sea devuelto al juzgado, si al mismo tiempo no se libra el oficio per­tinente; en general, las peticiones extemporáneas o inoperantes; etcétera.

317. PROCESOS Y PERSONAS A LOS CUALES SE APLICA

a) Con excepción de los procesos que tramitan ante la jurisdicción de los tribunales del trabajo —en los que el impulso se halla confiado, primordial-mente, a la actividad del órgano judicial— la caducidad se produce en toda cla­se de juicios, sean civiles, comerciales o contencioso-administrativos.

El art. 313 CPN (modificado por la ley 22.434) dispone, sin embargo, que "no se producirá la caducidad: Io) En los procedimientos de ejecución de sen­tencia, salvo si se tratare de incidentes que no guardaren relación estricta con la ejecución procesal forzada propiamente dicha; 2o) En los procesos sucesorios y, en general, en los voluntarios, salvo en los incidentes y juicios incidentales que en ellos se suscitaren; 3o) Cuando los procesos estuvieren pendientes de alguna resolución y la demora en dictarla fuere imputábale al tribunal, o la prosecución del trámite dependiere de una actividad que este Código o las reglamentaciones de superintendencia imponen al secretario o al prosecretario administrativo; 4o) Si se hubiere llamado autos para sentencia, salvo si se dispusiera prueba de oficio; cuando su producción dependiere de la actividad de las partes, la carga de im­pulsar el procedimiento existirá desde el momento en que éstas tomaren cono­cimiento de las medidas ordenadas".

b) Esta disposición registra, a raíz de la reforma, diversas novedades. En primer lugar aclara cuáles son los incidentes que, suscitados durante

el procedimiento de ejecución de sentencia, no son susceptibles de perimir. Para que esta contingencia se verifique es necesario que el incidente guarde es­tricta relación con la ejecución procesal forzada propiamente dicha, lo que su­cedería, v.gr., si se produjere controversia acerca de la determinación del monto de los daños derivados del incumplimiento de una condena a hacer o a entregar alguna cosa (CPN, arts. 513 y 515). Cuando aquella relación no existe, en cam­bio, la caducidad es procedente, lo que ocurre, v.gr., con respecto al incidente

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564 OTRAS FORMAS DE TERMINACIÓN

de nulidad de la ejecución, o a los que se promuevan sobre intereses, honora­rios, etcétera. Análogas consideraciones son extensivas al trámite correspon­diente al cumplimiento de la sentencia de remate.

En segundo lugar la reforma excluye del régimen de la caducidad, tal como lo hacía el art. 313 en su versión originaria, a los procesos sucesorios y, en general, a los voluntarios, no aludiendo a los procesos concúrsales por cuan­to éstos se hallan regidos por la ley 19.551 (art. 300). En cambio son suscepti­bles de perimir los incidentes y juicios incidentales (v.gr. los atraídos por el fue­ro de atracción) que en dichos procesos pueden suscitarse.

En tercer lugar, exceptúa de la caducidad no sólo el caso de que el proce­so se encuentre pendiente de alguna resolución y la demora en dictarla sea im­putable al tribunal, sino también la hipótesis de que la prosecución del trámite dependa de una actividad impuesta por el código o por las reglamentaciones de superintendencia al secretario o al prosecretario administrativo, lo que aconte­ce, entre otros supuestos, cuando la inactividad procesal obedece a la demora en remitir el proceso a los ministerios públicos u otros funcionarios, o en enviar el expediente a la cámara a raíz de la interposición de un recurso, pues se trata de actuaciones cuyo cumplimiento se halla impuesto al prosecretario administrativo. De tal manera ha perdido virtualidad la jurisprudencia establecida en forma prác­ticamente unánime en el sentido de que la demora del juzgado en la elevación del expediente a la cámara no obsta a que se declare perimida la segunda instancia, en razón de considerarse carga de las partes urgir dicha elevación. Interesa agregar que la norma es aplicable con prescindencia del tipo de decisión cuyo dictado se encuentre pendiente, y cualquiera que sea el funcionario habilitado para pro­nunciarla (juez, secretario, prosecretario administrativo o jefe de despacho).

Por último, la reforma pone fin a las discrepancias jurisprudenciales sus­citadas en torno a la hipótesis de que, con posterioridad al llamamiento de au­tos, se disponga alguna medida para mejor proveer, tomando partido por el cri­terio en cuya virtud el cumplimiento de tales medidas no excluye la carga de impulsar el procedimiento, ni, por consiguiente, la posibilidad de que se opere la caducidad de la instancia. Aclara, asimismo, que cuando la producción de la prueba dependa de la actividad de las partes (v.gr. exhibición de documentos), la carga del impulso renace a partir del momento "en que éstas tomaren cono­cimiento de las medidas ordenadas".

c) "La caducidad —dice el art. 314 CPN— se operará también contra el Estado, los establecimientos públicos, los menores y cualquier otra persona que no tuviere la libre administración de sus bienes, sin perjuicio de la responsabilidad de sus administradores y representantes. Esta disposición no se aplicará a los inca­paces o ausentes que carecieren de representación legal en el juicio".

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CADUCIDAD DE LA INSTANCIA 565

Dentro del concepto de Estado (nacional, provincial y municipal) debe en­tenderse la actuación judicial de sus reparticiones centralizadas, descentralizadas y autárquicas. En lo que se refiere a los incapaces, la regia coincide, como se advier­te, con la establecida por el art. 3966 Cód. Civ. en relación con la prescripción.

318. EFECTOS DE LA CADUCIDAD DE LA INSTANCIA

a) Distintos son los efectos de la caducidad según que se opere en pri­mera o en ulterior instancia. Con respecto al primer caso dispone el art. 318 CPN que "la caducidad operada en primera o única instancia no extingue la ac­ción, la que podrá ejercitarse en un nuevo juicio, ni perjudica las pruebas pro­ducidas, las que podrán hacerse valer en aquél".

Del mismo modo que el desistimiento de la pretensión —analizado su-pra, n° 301— la declaración de caducidad de la primera o única instancia sola­mente produce la extinción del proceso, sin afectar el derecho material invoca­do como fundamento de la pretensión. Lógico derivado de ello es, asimismo, que una vez firme la resolución que declara la caducidad, corresponde el levan­tamiento de las medidas cautelares trabadas en el proceso perimido. Indirecta­mente, sin embargo, la caducidad de la instancia puede extinguir el derecho en el supuesto del art. 3987 Cód. Civ., pues esta norma dispone que la interrupción de la prescripción causada por la demanda "se tendrá por no sucedida", entre otros casos, "si ha tenido lugar la deserción de la instancia".

b) Agrega el citado art. 318 que "la caducidad operada en instancias ul­teriores acuerda fuerza de cosa juzgada a la resolución recurrida". Están inclui­das, dentro de la norma, las instancias extraordinarias, es decir, las que se abren con motivo de los recursos extraordinarios ante la Corte y de inaplicabilidad de la ley ante las Cámaras en pleno.

c) Finalmente, el art. 318 dispone en su segundo apartado que la caduci­dad de la instancia principal comprende la reconvención y los incidentes; pero la de éstos no afecta la instancia principal. Por consiguiente, perimen con inde­pendencia del proceso principal las instancias abiertas, v.gr., por un juicio de alimentos deducido autónomamente con respecto al de divorcio; por un pedido de embargo preventivo; por una tercería; etcétera.

Corresponde advertir, asimismo, que el CPN se ha apartado del criterio jurisprudencial anterior a su promulgación, según el cual las instancias corres­pondientes a la demanda y a la reconvención perimen por separado, adhiriendo a la conclusión contraria establecida en otros precedentes.

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566 OTRAS FORMAS DE TERMINACIÓN

319. CURSO DE LAS COSTAS E IMPUGNACIÓN DE LA RESOLUCIÓN QUE DECLARA LA CADUCIDAD

a) Con anterioridad a la promulgación de la ley 22.434, el CPN guarda­ba silencio sobre esta cuestión. Dicha ley, por el contrario, adhiriendo al criterio jurisprudencial predominante, agregó, como párrafo final del art. 73, que "de­clarada la caducidad de la primera instancia, las costas del juicio serán impuestas al actor". Éste, por lo tanto, debe soportar no sólo las costas correspondientes al incidente de caducidad (salvo que el juez lo haya eximido en los términos del art. 69, párr. Io CPN), sino también las del juicio perimido.

En cambio, si la caducidad comprende a la demanda y a la reconvención, las costas deben imponerse en el orden causado.

Por último, de las reglas generales contenidas en los arts. 73 y 74 y de lo prescriptoenel art. 315 acerca de quiénes pueden pedir la declaración de cadu­cidad, se infiere que, en los incidentes, las costas deben pagarse por la parte que los hubiese promovido, y en los recursos por el recurrente.

b) Respecto de la impugnación de la resolución que declara la caduci­dad la ley formula una distinción basada en la instancia de que se trate.

En relación con la caducidad de la primera instancia el art. 317, párr. Io, prescribe que "la resolución sobre la caducidad sólo será apelable cuando ésta fuere declarada procedente". Por lo tanto, es irrecurrible la decisión que deses­tima el pedido de caducidad.

"En segunda o ulterior instancia —dice el citado precepto en su segundo párrafo— la resolución sólo será susceptible de reposición si hubiese sido dic­tada de oficio". De lo cual se sigue que es irrecurrible la declaración de caduci­dad dictada a pedido de parte.

§ V

MEDIACIÓN 83

320. CONCEPTO, MODALIDADES Y EXTENSIÓN

a) Cuadra definir a la mediación, en líneas generales, como el procedi­miento que, desarrollado con anterioridad a la iniciación o durante el curso del

83 BlANCHl, Mediación prejudicial y conciliación, Buenos Aires, 1996; CAIVANO, GOBBI y PADILLA. Negociación y Mediación, Buenos Aires. 1997; COLERIO - ROJAS. Mediación obligatoria v audiencia preliminar, Santa Fe, 1998; HlGHTON y ALVAREZ, Mediación para

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MEDIACIÓN 567

proceso, comienza con la intervención de un tercero, ajeno al órgano judicial, que a través de la aplicación de técnicas especiales de comunicación procura que se produzca el entendimiento entre las partes, y concluye, eventualmente, con la celebración, por éstas, de un acuerdo que compone el conflicto y reviste eficacia equivalente a la de una sentencia firme. Se trata, por consiguiente, de una verdadera autocomposición del litigio lograda a través del acercamiento que, entre las posiciones e intereses de las partes, lleva a cabo el mediador.

De lo dicho se sigue que a diferencia de la conciliación, que configura en todo caso un resultado susceptible de lograrse en un proceso ya promovido, la me­diación descarta no sólo la iniciativa y la intervención del juez o tribunal en la ce­lebración del acuerdo, sino también la posibilidad de que el mediador proponga fórmulas o soluciones de avenimiento. Casi obvio resulta entonces destacar que, a diferencia del arbitro, el mediador carece en absoluto de potestades de­cisorias y en modo alguno ejerce, en consecuencia, funciones jurisdiccionales.

A semejanza, en cambio, de lo que ocurre con la conciliación, el conteni­do del acuerdo con el que eventualmente puede concluir el procedimiento de mediación es susceptible de encuadrar en un desistimiento, una transacción o un allanamiento, o bien conformar un acto complejo que exhiba, al mismo tiempo, notas comunes a aquellos modos de conclusión procesal.

b) La mediación puede, por un lado, ser prepwcesal o procesal según que, respectivamente, se realice con anterioridad a la interposición de la de­manda o durante el transcurso de un proceso ya iniciado. Desde otro ángulo el procedimiento analizado es facultativo cuando su-cumplimiento obedece a la libre determinación de ambas partes, y es obligatorio cuando viene impuesto por la ley.

Conforme al régimen instituido por la ley 24.573 —aplicable en el ámbi­to de la justicia civil y comercial de la ciudad de Buenos Aires con competencia ordinaria— la mediación se halla estructurada como una etapa prepwcesal y obligatoria, por cuanto, salvo los casos exceptuados que se mencionan más adelante, es previa a la iniciación del juicio y su fracaso constituye requisito de admisibilidad de la demanda, a cuyo escrito el actor debe acompañar la docu­mentación demostrativa de que no se ha arribado a un acuerdo en la mediación intentada (ley citada, arts. Io y 14 y decreto 91/98, arts. Io y 14).

c) Para desempeñarse como mediador, de conformidad con el referido régimen legal, se requiere poseer título de abogado con tres años de antigüedad

resolver conflictos, Buenos Aires, 1995; MOORE, El proceso de mediación (írad. Aníbal Leal), Buenos Aires, 1995; WILDE y GAIBROÍS, Qué es la mediación, 3a ed., Buenos Aires, 1995.

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568 OTRAS FORMAS DE TERMINACIÓN

en aquél, haber aprobado las instancias de capacitación y evaluación que exija el Ministerio de Justicia, disponer, en la ciudad de Buenos Aires, de oficinas adecuadas al trámite de la mediación y hallarse inscripto, previa aprobación sobre idoneidad por parte de una Comisión de Selección y Contralor integrada por dos representantes de cada uno de los tres poderes del Estado, en el Registro de Media­dores que funciona en la órbita de la Secretaría de Justicia del Ministerio men­cionado (ley citada, arts. 15 a 17, 19 y 20; decreto 91/98, arts. 15, 16 y 19).

Asimismo, dentro del marco trazado por el art. Io de la ley 24.573 la me­diación puede ser oficial o privada, hallándose tales modalidades previstas, como se verá, por el decreto 91 /80.

El mediador debe excusarse de intervenir en todos los casos previstos por el CPN y puede ser recusado con expresión de causa conforme lo determina ese ordenamiento. En el supuesto de no aceptar el mediador la recusación, ésta será resuelta, sin recurso, por el juez al que se asignó el conocimiento de la causa. Asimismo el mediador se halla inhabilitado para asesorar o patrocinar a cual­quiera de las partes intervinientes en la mediación durante el lapso de un año desde que cesó su inscripción en el aludido Registro, siendo absoluta la prohi­bición respecto de la causa en que haya intervenido en aquel carácter (ley cita­da, art. 18).

El designado en calidad de mediador tiene derecho a percibir, por la tarea desempeñada, una suma fija cuyo monto y personas obligadas al pago depen­den del éxito o fracaso del procedimiento de mediación (ley citada, art. 21).

Frente a la primera hipótesis el decreto 91/98 fija, respecto de la media­ción oficial, las sumas de $ 150, $ 300 y $ 600 según que, respectivamente, se trate de asuntos en los que se encuentren involucrados montos hasta la suma de $ 3.000, superiores a ésta y hasta la de $ 6.000 y superiores a esta cantidad o no se haya determinado el monto en el formulario de requerimiento, debiendo te­nerse en cuenta, a fin de establecer la base sobre la que corresponde aplicar di­cha escala, el monto del acuerdo o el de la sentencia, comprensivo del capital y sus intereses.

Tales honorarios deben ser satisfechos al finalizar la audiencia en la que se concrete el acuerdo, debiendo dejarse establecido, en caso contrario, el lugar y fecha de pago que no puede extenderse más allá de los 30 días, en cuyo su­puesto el mediador está facultado para retener todos los ejemplares de los ins­trumentos en los que conste el acuerdo hasta tanto le sea pagada su retribución. Asimismo, los honorarios no pagados en término pueden ser ejecutados por el mediador con la sola presentación del acta en la que conste la obligación de pago, la que tiene por sí sola fuerza ejecutiva.

En las mediaciones privadas los honorarios pueden acordarse libremente, rigiendo subsidiariamente las pautas que anteceden.

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MEDIACIÓN 569

Frente, en cambio, a la segunda de las hipótesis referidas, el mediador, si se trata de una mediación oficial, debe percibir, a cuenta de los honorarios que le correspondan, la cantidad de $ 15 cuyo pago incumbe abonar al Fondo de Fi-nanciamiento creado por el art. 23 de la ley 24.573 (decreto cit., art. 23). En ra­zón, sin embargo, de que las sumas abonadas por tal concepto integran las costas del juicio que con posterioridad se promueva, aquéllas deberán ser reintegra­das, por el obligado u obligados al pago de las costas, al aludido Fondo de Fi-nanciamiento (ley citada, art. 21).

Asimismo, si promovido el procedimiento de mediación éste se inte­rrumpe o fraca.sa,,y por cualquier causa no se inicia el juicio, por el reclamante, dentro de 60 días corridos desde que se expidió el certificado negativo de me­diación, quien la promovió debe abonar al mediador, en concepto de honora­rios, la suma de $ 150 a cuenta de lo que corresponda si se interpone posterior­mente la demanda y se dicta sentencia o se arriba a un acuerdo.

En el caso de que el reclamante desista de la mediación una vez que el mediador ya haya tomado conocimiento de su designación, le corresponderá a éste la mitad de los honorarios a que hubiese tenido derecho en el supuesto de concluir el procedimiento (decreto cit., art. 21).

En virtud, finalmente, de lo dispuesto en el art. 17 de ley 24.573, el decre­to 91/98 determina, en su art. 17, las causales de suspensión y separación, pre­vio sumario, del Registro de Mediadores, y prevé las inhabilidades e incompa­tibilidades para inscribirse en aquél.

d) El procedimiento de mediación obligatoria regulado por la ley men­cionada es, conforme a su art. 2o, inaplicable: Io) en las causas penales; 2o) en las pretensiones de separación personal y divorcio, nulidad de matrimonio, fi­liación y patria potestad con excepción de las cuestiones patrimoniales emergen­tes de éstas, a cuyo fin corresponde la división de los procesos y la derivación de la parte patrimonial al mediador; 3o) en los procesos de declaración de inca­pacidad y de rehabilitación (debió decirse de "inhabilitación"); 4o) en las cau­sas en que el Estado Nacional o sus entidades descentralizadas sean parte; 5o) en los procesos de amparo, hábeas corpus e interdictos; 6o) hasta tanto se decidan, mediante el agotamiento de los recursos ordinarios, las medidas cautelares re­queridas con carácter previo; 7°) en las diligencias preliminares y prueba anti­cipada; 8o) en los juicios sucesorios y voluntarios; 9o) en los concursos y quiebras; 10°) en las causas que tramitan ante la justicia nacional del trabajo.

El régimen de mediación es en cambio optativo para el reclamante en los procesos de ejecución y de desalojo (ley cit., art. 3o).

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570 OTRAS FORMAS DETERMINACIÓN

321 . REGLAS APLICABLES

a) Desde que, como se anticipó en el número anterior, la ley 24.573 eri-<Te en requisito de toda demanda comprendida en su régimen la agregación de la prueba documental que acredite el fracaso del procedimiento de mediación ins­tituido como etapa previa a la iniciación del juicio, dicho ordenamiento norma­tivo debió diagramar una estructura preprocesal adecuadamente coordinada con la eventual intervención judicial emergente de la apuntada circunstancia.

b) Descartada en consecuencia, como acto inicial del procedimiento de mediación, la presentación de demanda, corresponde por lo pronto distinguir según se trate de mediación oficial o privada, aunque esta última no reviste, en rigor, todos los caracteres que su denominación sugiere.

En el caso de mediación oficial, el reclamante (o eventual y futuro de­mandante) debe acreditar el pago de un arancel de $ 15 y formalizar su preten­sión ante la mesa general de entradas de la Cámara del fuero que corresponda en un formulario que, aprobado por el Ministerio de Justicia, corresponde pre­sentar por cuadriplicado. Realizada la presentación —a partir de cuya fecha se suspende el plazo de prescripción durante todo el lapso que insuma el procedi­miento de mediación (ley cit., art. 29)—, debe procederse al sorteo del media­dor y a la asignación, también por sorteo, del juzgado que entenderá eventual-mente en el juicio (es decir frente al caso de que fracase el procedimiento de mediación), (ley citada, art. 4o y decreto 91/98, art. 4o).

La mesa general de entradas debe devolver al reclamante, debidamente in­tervenidos, dos ejemplares del formulario. De los restantes, uno queda archivado en dicha oficina y el otro debe remitirse al juzgado sorteado a fin de formar un le­gajo que se reservará hasta la oportunidad en que se presenten cualquiera de las ac­tuaciones derivadas del procedimiento de mediación, ejecución del acuerdo o de los honorarios del mediador (ley citada, art. 5o y decreto cit., art. 4o).

Dentro del plazo de tres días hábiles judiciales el reclamante debe concu­rrir a la oficina del mediador con los dos ejemplares del formulario que le fueron devueltos, debiendo a su vez este último —previo pago por el reclamante de la suma de $ 20 en concepto de gastos administrativos más el costo que insuma cada notificación— retener uno de los ejemplares y restituir el otro al presentante, con su sello, firma y constancia de la fecha y hora de recepción. Si el reclamante no cumple ese trámite dentro del plazo indicado debe pagar nuevamente el arancel y solicitar en la mesa general de entradas la readjudicación del mismo media­dor anteriormente sorteado (ley citada, art. 5o; decreto cit., art. 5o).

Si se trata, en cambio, de mediación privada, queda excluido el trámite ante la mesa de entradas de la Cámara y el mediador, que también debe hallarse

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MEDIACIÓN 571

registrado y habilitado por el Ministerio de Justicia, puede ser designado por acuerdo entre las partes o mediante propuesta del requirente al requerido a fin de que éste seleccione, de un listado no menor de ocho mediadores, aquel que deberá llevar adelante la mediación.

A tal fin el requirente debe notificar por medio fehaciente al requerido el listado de mediadores y sus domicilios (que deben ser distintos) para que, den­tro de los tres días de notificado, el requerido opte por cualquiera de los pro­puestos. La opción ejercida por el requerido debe ser notificada fehacientemen­te en el domicilio constituido a esos efectos por el requirente, y el mediador así elegido será considerado designado para llevar a cabo el procedimiento de me­diación. En caso de pluralidad de requeridos éstos deben unificar la elección, y en el supuesto de no lograrse conformidad el requirente puede elegir directa­mente el mediador del listado propuesto, y la misma solución es aplicable fren­te al silencio o la negativa a la elección por parte del requerido o a la hipótesis de no haberse logrado su notificación (decreto cit., art. 3o).

c) Dentro del plazo de diez días hábiles judiciales de haber tomado co­nocimiento de su designación, incumbe al mediador fijar la fecha de la audien­cia a la que deben comparecer las partes. Mientras que en el caso de mediación privada la notificación de la audiencia puede practicarse por el mediador en for­ma personal o por cualquier medio fehaciente, debiendo aquélla reunir los re­quisitos que prevé el art. 6o del decreto 91/98, en el supuesto de mediación oficial procede la notificación por cédula que puede diligenciar directamente el mediador ante la Oficina de Notificaciones del-Poder Judicial de la Nación sal­vo que el requerido se domicilie fuera de la ciudad de Buenos Aires, en cuyo caso debe ser diligenciada por el requirente con sujeción a las normas de la ley 22.172 (ley citada, art. 6o; decreto cit., art. 6o). A pedido de parte, asimismo, y en casos debidamente justificados, la cédula puede ser librada por el mediador para ser notificada en el domicilio denunciado bajo responsabilidad de la parte interesada (decreto y norma citados).

Si el mediador advierte que resulta necesaria la intervención de un tercero (v.gr., litisconsorte necesario, asegurador, codeudor, dependiente, etc.), a pedido de parte o de oficio puede citarlo, en la misma forma que a las partes, a fin de que comparezca a la instancia mediadora con carácter obligatorio, siendo en conse­cuencia aquél pasible, en caso incomparecencia, de las mismas sanciones que, como se verá, cabe aplicar a las partes (ley citada, art. 8o; decreto cit., art. 8o).

Asimismo, si ante el fracaso de la mediación el actor dirige la demanda contra una persona que no haya sido convocada a aquélla, o en el proceso se dispone la intervención de terceros interesados, es necesaria la reapertura del trámite de mediación, el que debe integrarse con la nueva parte introducida en el proceso (decreto cit., art. 14, párr. 2o).

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572 OTRAS FORMAS DETERMINACIÓN

d) El plazo para la mediación es de hasta 60 días corridos a partir de la úl­tima notificación al requerido o al tercero en su caso y de 30 días también corri­dos en el caso de mediación optativa (procesos de ejecución y de desalojo, ley citada, art. 3o), aunque en ambos supuestos es prorrogable por acuerdo de las partes que debe documentarse en acta firmada por éstas y el mediador (ley ci­tada, art. 9o; decreto cit., art. 9o).

Dentro de los referidos plazos, o sus prórrogas, el mediador se halla asi­mismo facultado para convocar a las partes a todas las audiencias que estime necesarias para el cumplimiento de los fines contemplados en la ley, debiendo las actas respectivas redactarse por escrito en tantos ejemplares como partes in­volucradas haya, más otro ejemplar que debe retener el mediador (ley citada, art. 10, párr. Io y decreto cit., art. 12, párr. Io).

Las actuaciones deben ser confidenciales y con asistencia letrada obliga­toria, y el mediador o cualquiera de los comparecientes pueden solicitar, en oportunidad de celebrarse la primera audiencia, la firma de un compromiso de confidencialidad respecto de las alternativas que ocurran durante las sesiones, y en el caso de no considerarse necesaria tal instrumentación debe dejarse constan­cia de ello en el acta respectiva (ley citada, art. 11, párr. Io; decreto cit., art. 11).

El mediador cuenta con amplia facultad para sesionar con las partes, pu­diéndolo hacer en forma conjunta o por separado y cuidando de no favorecer, con su conducta, a una de ellas y de no violar el deber de confidencialidad (ley citada, art. 11, párr. Io).

A las mencionadas sesiones deben concurrir las partes personalmente, y sólo pueden hacerlo por apoderado aquellas que tienen su domicilio a más de 150 kilómetros de la Capital Federal, o están eximidas de comparecer por razón del cargo que desempeñan, en cuyos supuestos, al igual que si se tratara de per­sonas jurídicas, incumbe al mediador verificar la personería invocada y la exis­tencia, en el poder, de la facultad de acordar transacciones. No cumplidos tales recaudos, ni subsanados dentro del plazo de 5 días que puede otorgar el media­dor, se considerará que existió incomparecencia en los términos del art. 10, párr. 2o de la ley 24.573 (ley citada, art. 11, párr. 2o y decreto cit., art. 11).

Constituye obligación del mediador celebrar las audiencias en sus ofici­nas y, si por motivos fundados y excepcionales tuviere que convocar a las partes en un lugar distinto, debe hacer constar tal circunstancia en el acta respectiva, además de los fundamentos que justificaron la excepción (decreto cit., art. 7o).

Corresponde sin embargo entender que, existiendo acuerdo entre todas las personas que intervinieren en el procedimiento para que la audiencia se lleve a cabo en lugar distinto, es suficiente que se consigne en el acta tal circunstancia.

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MEDIACIÓN 573

e) El procedimiento de mediación concluye, para dar paso a la vía judi­cial, frente a tres hipótesis alguna de las cuales, a su vez, generan efectos espe­cíficos.

La primera hipótesis concurre, conforme a lo prescripto en el art. 10, párr. 2o de la ley 24.573 y en el art. 10 del decreto 91/98, antelaincomparecenciade cualquiera de las partes a la audiencia inicial sin que hayan acreditado debida­mente, por escrito y ante el mediador, razones de fuerza mayor que justifiquen esa actitud, o en el caso de que actuando el demandado por medio de apodera­do, o tratándose de una persona jurídica, aquél no acredite la suficiencia de la personería dentro del plazo de cinco días hábiles judiciales desde la fecha en que fue intimado para ello por el mediador.

En tales supuestos cada uno de los incomparecientes o, en su caso, el pre­sunto mandante, deben abonar una multa cuyo monto equivale a dos veces la retribución básica que le corresponda percibir al mediador que actúa por sorteo (o sea la suma de $ 30), siendo aquélla ejecutable con intervención de la Secre­taría de Justicia con apoyo en el certificado de deuda expedido por ésta sobre la base de la comunicación efectuada por el mediador (ley cit., art. 13; decreto cit., art. 13).

Si bien la norma citada sólo alude a la incomparecencia a la primera au­diencia, corresponde razonablemente interpretar, atendiendo al claro sentido de cooperación en el cual se sustenta la totalidad del esquema normativo anali­zado, y a la consecuente necesidad de que las partes concurran personalmente a todas las audiencias fijadas por el mediador, que la incomparecencia injusti­ficada de una o de ambas partes a cualquiera de las audiencias posteriores a la primera determina no sólo el fracaso del procedimiento de mediación sino que autoriza también la aplicación de la sanción de multa a la que se aludió más arriba.

La segunda hipótesis de conclusión, sin éxito, del procedimiento de me­diación, resulta configurada cuando, habiendo comparecido personalmente, o por medio de apoderado en su caso, a la primera audiencia y previa interven­ción del mediador, cualquiera de las partes da "por terminado el procedimiento de mediación" (ley. cit., art. 10 in fine), o sea manifiesta expresamente su vo­luntad en el sentido de no aceptar ¡a sujeción a dicho procedimiento.

Al igual que en la primera de las hipótesis mencionadas, debe entenderse que tal declaración de voluntad puede formularse, con el mismo efecto extinti-vo del procedimiento, en cualquiera de las audiencias que se lleven a cabo con posterioridad a la inicial, por cuanto la solución contraria, si se computa la fina­lidad esencial a que tiende la mediación, carecería de todo sentido.

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574 OTRAS FORMAS DE TERMINACIÓN

La tercera hipótesis frente a la cual corresponde dar por concluido y fra­casado el procedimiento concurre, implícitamente, cuando transcurren los pla­zos legalmente previstos para la mediación, o sus prórrogas (ley cit., art. 9o), sin que las partes hayan logrado concretar un acuerdo.

En las tres hipótesis precedentemente explicadas deben redactarse actas de las audiencias en tantos ejemplares como partes involucradas haya en el pro­cedimiento, más otro ejemplar que retendrá el mediador (ley citada, art. 14; de­creto cit., art. 12), con la variante de que mientras en la primera corresponde dejar constancia, en el acta, de la incomparecencia de una o de ambas partes (decreto cit., art. 10), en las restantes el acta debe consignar únicamente la circunstancia de que las partes no arribaron a un acuerdo, quedando prohibido dejar constan­cia de los pormenores ocurridos en la o las audiencias celebradas (decreto cit., art. 14, párr.l0).

En todo caso el reclamante, acompañando el acta final, se encuentra ha­bilitado para presentar la demanda ante el juzgado sorteado, en las mediaciones oficiales, o en el que resulte sorteado al momento de radicaría, en las privadas (decreto cit., art. 14).

El procedimiento de mediación concluye, en cambio, exitosamente, cuando las partes arriban a un acuerdo que pone fin a sus diferencias, en cuyo supuesto corresponde labrar acta en la que deben constar los términos de aquél y la firma del mediador, las partes y los letrados intervinientes (ley citada, art. 12, párr. Io). Debe entenderse asimismo que, en su caso, el acta debe ser tam­bién firmada por los terceros que hubiesen comparecido al procedimiento a raíz de la citación efectuada por el mediador.

En lo que atañe a la eficacia y al contenido de ese acuerdo —que sólo debe ser homologado judicialmente cuando en el procedimiento se encuentren involucrados intereses de incapaces (decreto 91/89, art. 12, párr. 2o)—, cabe re­mitir a lo dicho supra, n° 320.

f) En caso de incumplimiento del acuerdo, éste puede ejecutarse, me­diante el procedimiento de ejecución de sentencia regulado por el CPN (arts. 499 y sigs.), con la variante, sin duda desproporcionada, de que en tal hipótesis el juez debe aplicar la multa prevista en el art. 45 del mencionado ordenamiento en relación con los casos de temeridad o malicia (ley citada, art. 12).

Mientras en las mediaciones oficiales debe intervenir en la ejecución el juez que haya sido oportunamente sorteado, en las mediaciones privadas debe entender el juez competente de acuerdo con la materia (decreto cit., art. 12, párr. 3o).

g) En las mediaciones oficiales el juez oportunamente sorteado es com­petente para entender en los pedidos de regulación de honorarios que pueden

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MEDIACIÓN 575

solicitar los letrados de Jas partes, en tanto que en las privadas la competencia corresponde a la justicia nacional en lo civil (decreto cit., art. 27).

h) Mientras, finalmente, en las mediaciones oficiales la suspensión de la prescripción liberatoria se cuenta desde que el reclamante formaliza su preten­sión ante la mesa general de entradas del fuero correspondiente y opera contra todos los requeridos, en las mediaciones privadas aquélla se suspende por una sola vez desde la fecha del instrumento auténtico mediante el cual se intenta no­tificar fehacientemente al requerido la audiencia de mediación y opera sólo contra quien va dirigido (ley citada, art. 29, modificado por la ley 24.573). Asi­mismo, en ambos supuestos, el plazo se suspende en los términos y con los efectos previstos en el segundo párrafo del art. 3986, Cód. Civ. (ley 24.573), es decir durante un año o el menor plazo que pudiese corresponder a la prescrip­ción de la acción.

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CAPÍTULO XXVII

LOS RECURSOS

SUMARIO: I. GENERALIDADES: 322. Concepto.— 323. Requisitos comunes.— 324. Clasi­ficación.— 325. Fundamento.— 11. RECURSO DE ACLARATORIA: 326. Concepto y naturaleza jurídica.— 327. Supuestos y trámite.— 111. RECURSO DE REPOSICIÓN:

328. Concepto, objeto y sustanciación.— IV. RECURSO DE APELACIÓN: 329. Con­cepto y objeto.— 330. Plazos para interponer el recurso.— 331. Lugar y forma de inter­posición.— 332. Formas de concesión del recurso.— 333. Efectos.— 334. Reclama­ción de las partes sobre la forma en que se ha concedido el recurso.— V. RECURSO

ORDINARIO DE APELACIÓN ANTE LA CORTE SUPREMA: 335. Concepto y obje­to.— 336. Requisitos de lugar, tiempo y forma.— 337. Sentencias recurribles.— VI. RE­

CURSO DE QUEJA POR APELACIÓN DENEGADA: 338. Concepto.— 339. Régimen legal.— VII. RECURSO DE NULIDAD: 340. Concepto y alcance.— 341. Requisitos de lugar, tiempo y forma.— 342. Efectos del recurso.

§ /

GENERALIDADES 84

322. CONCEPTO

a) Denomínase recurso al acto procesal en cuya virtud la parte que se considera agraviada por una resolución judicial pide su reforma o anulación,

84 ALSINA, Tratado, IV, pág. 183; BARBOSA MOREIRA. Comentarios ao Código de Processo Civil, Río de Janeiro, 1999, 8a, c¿. T. V. pág. 229; CARA YANTES. Tratado. IV, pág. 6: CAR.NEI.UITI, Instituciones. II, pág. 179; COLOMBO. Código. II, pág. 431; COSTA, Agustín A.. El recurso ordinario rfe apelación en el proceso civil. Buenos Aires. 1950; DE LA PLAZA, Derecho procesal civil. I, pág. 551; DE LA RÚA, El recurso de casación en el derecho positivo argentino; FERNÁNDEZ,

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578 LOS RECURSOS

total o parcial, sea al mismo juez o tribunal que la dictó o a un juez o tribunal je­rárquicamente superior.

b) Al referirse a los medios de impugnación de las sentencias, parte de la doctrina moderna formula una distinción entre remedios y recursos: mientras que los primeros tienen por objeto la reparación de errores procesales (de ahí que también se los designe vías de reparación), y su decisión se confía al pro­pio juez o tribunal que incurrió en ellos, los segundos persiguen un nuevo exa­men por parte de un tribunal jerárquicamente superior, llamado a ejercer un control sobre la "justicia" de la resolución impugnada (vías de reexamen). Tal distingo, sin embargo, no se ajusta estrictamente a las modalidades de nuestro derecho positivo, que contempla ciertos medios de impugnación de instancia única, como la reposición o revocatoria, cuyo objeto excede de la simple en­mienda de errores procesales. Más apropiado parece, por ello, caracterizar a los recursos como una especie dentro de los remedios que la legislación en general acuerda a fin de complementar, rescindir, anular, o modificar actos jurídicos (Po-DETTI). Dentro del ámbito del proceso existen, a su vez, remedios que no constitu­yen recursos en sentido estricto, como son la llamada acción de nulidad que se concede contra los laudos de los amigables componedores, el proceso de conoci­miento subsiguiente al de ejecución, el denominado recurso de revisión, etcétera.

c) Los recursos revisten dos características fundamentales que los dis­tinguen de los simples remedios procesales, a saber:

Io) No cabe, mediante ellos, proponer al respectivo tribunal el examen y decisión de cuestiones que no fueron sometidas al conocimiento del tribunal que dictó la resolución impugnada.

2°) Los recursos, tanto ordinarios como extraordinarios, no proceden cuando la resolución ha alcanzado autoridad de cosa juzgada o se encuentra preclusa. Entre los remedios procesales, en cambio, es el caso de recordare! juicio de conocimiento posterior al juicio ejecutivo, en el que cabe el plantea-

Código. 1. pág. 303; GOLDSCHMIDT. Derecho procesal civil, pág. 398: GUASP. Derecho procesal civil, II, pág. 709; HniERS, Técnica de los recursos ordinarios. La Piala, 1985: iBAÑr-y. FROCHAM, Tratado de los recursos en el proceso civil. Buenos Aires. Bibliográfica Omeba. 3a ed.; KiSCH. Elementos, pág. 285: MORELLO-SOSA-BERIZONCE. Códigos, III. pág. 4; PALACIO, Derecho procesal civil. V, pág. 27; Estudio, pág. 175; PODETTI. Tratado de los recursos, Buenos Aires, Ediar, 1958: PRIETO CASTRO. Exposición. II. pág. 128: RENGEI. ROMBERG, Tratado. U, pág. 395; RODRÍGUEZ. Comentarios, I. pág. 340: RODRÍGUEZ ROSSI. Los recursos en la Provincia de Buenos Aires. Abeledo-Perrot. 1963: ROSENBERG. Derecho procesal civil. II, pág. 349.

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GENERALIDADES 579

miento de cuestiones ajenas a este último, cuya iniciación es viable no obstante la autoridad de cosa juzgada en sentido formal alcanzada por la sentencia de remate.

323. REQUISITOS COMUNES

Constituyen requisitos comunes a todos los recursos:

Io) Que quien lo deduzca revista la calidad de parle. Dentro del concepto de parte corresponde incluir a los terceros que se incorporan al proceso en vir­tud de alguna de las formas de la intervención (voluntaria o forzosa) y a! sustituto procesal, así como a los funcionarios que desempeñan el ministerio público (fiscal o pupilar y defensores de ausentes). Excepcionalmente, sin embargo, se ha admitido el recurso extraordinario federal interpuesto por terceros ajenos al proceso, en el caso de que la sentencia afecte un interés legítimo que resulte in-susceptible de ser amparado en las instancias ordinari¿is.

2o) La existencia de un gravamen, o sea de un perjuicio concreto resul­tante de la decisión, pues no es función de los tribunales de justicia formular de­claraciones abstractas (supra, n° 52).

3°) Su interposición dentro de un plazo perentorio, que comienza a co­rrer a partir de la notificación de la resolución respectiva y que reviste, además, carácter individual.

324. CLASIFICACIÓN

a) La clasificación básica de los recursos está determinada, en nuestro derecho positivo, por el carácter ordinario o extraordinario de aquéllos.

La pauta fundamental para distinguir a los recursos ordinarios de los ex­traordinarios debe buscarse en la mayor o menor medida de conocimiento que res­pectivamente acuerdan a los tribunales competentes para conocer de ellos. Mien­tras que los primeros, en efecto, liállanse previstos para los casos corrientes y tienen por objeto reparar cualquier irregularidad procesal (error in procedencia) o error de juicio (error in indicando), los segundos se conceden con carácter ex­cepcional, respecto de cuestiones específicamente determinadas por la ley.

Así, por ejemplo, el recurso de apelación, en virtud de su carácter ordina­rio, tiende a subsanar cualquier error de juicio o juzgamiento, sea que él se haya producido al aplicar la ley o al valorar los aspectos de hecho y prueba de la cau-

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580 LOS RECURSOS

sa. Distinta es, en cambio, la finalidad de los recursos de casación —como son, por ejemplo, el extraordinario ante la Corte Suprema Nacional o de inaplicabi-lidad de ley o doctrina legal a que se refiere el art. 318 y sigs. del CPBA—, pues mediante ellos no cabe, en principio, la revisión de las conclusiones de hecho establecidas por los tribunales ordinarios, sino solamente la rectificación del juicio de derecho contenido en la sentencia recurrida (se trate, respectivamente, de una errónea aplicación o interpretación de la Constitución Nacional o norma federal o de la ley común o local). Una diferencia sustancialmente semejante media entre los recursos ordinario y extraordinario de nulidad, tal como este úl­timo ha sido previsto, por ejemplo, en la Constitución de la Provincia de Bue­nos Aires: mientras que el primero, en efecto, cabe contra cualquier error in procedendo que afecte a la sentencia, el segundo sólo es admisible en los su­puestos de irregularidades procesales específicamente contempladas por el art. 161, inc. 3o, ap. b) de dicha Constitución (omisión de pronunciamiento sobre cuestiones esenciales, falta de fundamentación, etc.).

b) Son recursos ordinarios los de aclaratoria (CPN, art. 166, inc. 2o), re­posición o revocatoria (id. arts. 238/41), apelación (id. arts. 242/52), nulidad (id. art. 253) y directo o de ¿¡neja por apelación denegada (id. arts. 282/87).

c) Teniendo en cuenta la legislación nacional y de la provincia de Bue­nos Aires, son recursos extraordinarios el federal ante la Corte Suprema Nacio­nal previsto por el art. 14 de la ley 48; el de inaplicabilidad de la ley a que se refieren los arts. 288/303 del CPN y el art. 278 y sigs. del CPBA (se verá más adelante que, no obstante su misma denominación, ambos recursos difieren en cuanto a su naturaleza y finalidad) y los de inconstitucionalidad y de nulidad previstos por art. 161, incs. Io y 3o, ap. b) de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires y reglamentados por los arts. 296 a 303 del CPBA.

325. FUNDAMENTO

La razón de ser de los recursos reside en la falibilidad del juicio humano y en la consiguiente conveniencia de que, por vía de reexamen, las decisiones judiciales se adecúen, en la mayor medida posible, a las exigencias de la justi­cia. "El Estado —dice ROSENBERG— apoya esta tendencia, porque el examen mediante el tribunal superior otorga mayor seguridad a la justicia de la resolu­ción y aumenta la confianza del pueblo en la jurisdicción estatal; y, además, le interesa al Estado porque la jurisprudencia de los tribunales superiores sirve para dirigir y formar a los inferiores, para elevar su administración de justicia

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RECURSO DE ACLARATORIA 581

y unificar la aplicación del derecho". Lo cual no significa —como el mismo autor lo señala— propiciar el escalonamiento indefinido de instancias y recur­sos, que conspira contra la mínima exigencia de celeridad que todo proceso ju­dicial requiere.

§ //

RECURSO DE A CLARA TORIA 85

326. CONCEPTO Y NATURALEZA JURÍDICA

a) El recurso de aclaratoria es el remedio que se concede a las partes para obtener que el mismo juez o tribunal que dictó una resolución subsane las deficiencias materiales o conceptuales que contenga, o la integre de conformi­dad con las peticiones oportunamente formuladas.

El concepto precedente coincide con las enunciaciones contenidas en el art. 166, inc. 2°CPN, en virtud del cual corresponde al juez, una vez pronuncia­da la sentencia, "corregir, a pedido de parte, formulado dentro de los tres días de la notificación y sin sustanciación, cualquier error material; aclarar algún concepto obscuro, sin alterar lo sustancial de la decisión y suplir cualquier omi­sión en que hubiese incurrido sobre alguna de las pretensiones deducidas y dis­cutidas en el litigio". Asimismo, mientras la resolución no haya sido notificada, el juez o tribunal puede subsanar, de oficio, esa misma clase de errores u omi­siones (CPN, arts. 36, inc. 3o y 166, inc. Io).

b) Algunos autores (SENTÍS MELENDO, GUASP), atendiendo al hecho de que mediante la aclaratoria no cabe la rescisión de la sentencia y su sustitución por otra, pues aquélla carece de aptitud para alterar la "volición judicial" expre­sada en el respectivo pronunciamiento, le niegan carácter de recurso y sostie­nen que se trata de un incidente producido durante el período de formación de la sentencia. Tal conclusión ha sido objetada —con acierto— sobre la base de que, en tanto la aclaratoria tiende a la revisión de la sentencia (aunque en lími­tes más restringidos que en el caso de los restantes recursos), y su resultado puede traducirse en una modificación de ella, participa de las características esenciales de los recursos (PODETTI, IBÁÑEZ FROCHAM).

8-"> Aparte de las obras generales citadas en la nota 84, COUTURE. Ampliación y rectificación de sentencia en Estudios, 1, pág. 327; ROSENSBUCH, "Recurso de aclaratoria", en J.A.. 74-296; SENTÍS MELENDO. "Aclaratoria'de sentencia", en RDP, 1946-11. pág. 1.

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582 LOS RECURSOS

El CPN, sin embargo, como la mayor parte de los códigos argentinos, se ocupa de la aclaratoria en el capítulo dedicado a las sentencias. Pero es obvio que la ubicación legal no altera la naturaleza de la institución.

c) No obstante que la norma anteriormente transcripta sólo pareciera re­ferirse a la sentencia definitiva, el recurso de aclaratoria cabe también contra las providencias simples y sentencias interlocutorias. Así. por lo demás, lo tie­ne resuelto la jurisprudencia.

327. SUPUESTOS Y TRÁMITE

a) Constituyen errores materiales, en los términos de la disposición an­tes recordada, los errores de copia o aritméticos, los equívocos en que hubiese incurrido el juez acerca de los nombres y calidades de las partes (como sería, por ejemplo, referirse al actor como demandado, o viceversa, atribuir carácter de locador al que era locatario), y la contradicción que pudiere existir entre los considerandos y la parte dispositiva.

Por "concepto obscuro" debe entenderse cualquier discordancia que re­sulte entre la idea y los vocablos utilizados para representarla.

El recurso de aclaratoria, finalmente, tiene también por objeto "suplir cualquier omisión en que se hubiese incurrido sobre algunas de las pretensio­nes deducidas y discutidas en el litigio". Los términos en que la norma se halla concebida autorizan a interpretar que la aclaratoria es procedente para suplir omisiones de pronunciamiento tanto sobre cuestiones accesorias (intereses y costas) cuanto sobre pretensiones principales o defensas oportunamente articu­ladas en el proceso (como serían por ejemplo, la pretensión de daños y perjui­cios acumulada a otra pretensión, la excepción de prescripción, etc.).

b) Según el art. 166, inc. 2o CPN, la aclaratoria debe deducirse dentro de los tres días de la notificación de la sentencia o resolución. Si se trata de senten­cia definitiva de segunda instancia, puede pedirse aclaratoria en el plazo de cin­co días (CPN, art. 272).

El recurso se interpone por escrito y corresponde /¿/«¿tor/o, debiendo el juez o tribunal resolverlo sin ninguna clase de sustanciación.

c) La jurisprudencia, en general, tiene resuelto que el pedido de aclara­toria no interrumpe el plazo para deducir el recurso de apelación. Tampoco cabe el recurso de apelación en subsidio del de aclaratoria, debiendo acordarse a aquél, en tal hipótesis, el alcance de una apelación directa.

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RECURSO DE REPOSICIÓN 583

§ ///

RECURSO DE REPOSICIÓN86

328. CONCEPTO, OBJETO Y SUSTANCJACIÓN

a) El recurso de reposición o revocatoria constituye el remedio procesal tendiente a que el mismo juez o tribunal que dictó una resolución subsane, "por contrario imperio", los agravios que aquélla haya inferido a alguna de las partes.

En tanto este recurso evita los gastos y demoras que siempre supone la se­gunda instancia, es claro que su fundamento estriba en razones de economía procesal.

b) "El recurso de reposición —dispone el art. 238 CPN— procederá únicamente contra las providencias simples, causen o no gravamen irreparable, a fin de que el juez o tribunal que las haya dictado las revoque por contrario im­perio". La reposición, por lo tanto, sólo procede respecto de las providencias simples, que son aquellas resoluciones judiciales que se dictan sin sustancia-ción previa, sea para impulsar el proceso o para ordenar actos de mera ejecu­ción (art. 160; supra, n° 150).

Quedan en consecuencia excluidas, del ámbito del recurso examinado, las sentencias interlocutorias (las cuales se dictan, Qpmo oportunamente se se­ñaló, mediante previa sustanciación) y las sentencias definitivas.

Las providencias simples son siempre recurribles mediante reposición, causen o no gravamen irreparable, pero a condición, desde luego, de que el re­currente tenga interés en la reconsideración de lo decidido.

c) El recurso es procedente en cualquier instancia, incluso en las ex­traordinarias, cuando la índole de la resolución lo justifique. Por consiguiente, las providencias simples dictadas por la Corte o las cámaras de apelaciones, las cuales deben ser suscriptas por los presidentes de esos tribunales, son suscepti­bles de reposición ante el respectivo tribunal, quien lo decidirá sin recurso algu­no (CPN, art. 273).

d) La jurisprudencia ha reconocido a los jueces la facultad de revocar, de oficio, las providencias simples que no hayan sido notificadas, fundándose para ello en la circunstancia de que las resoluciones judiciales pendientes de

Bibliografía citada en la nota 84.

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584 LOS RECURSOS

notificación, en tanto no constituyen actos procesales integrados, no producen efectos con relación a las partes.

Es discutible, en cambio, si tienen los jueces la facultad de revocar de ofi­cio resoluciones ya notificadas. Algunos precedentes se han inclinado hacia la solución afirmativa, siempre que no se trate de resoluciones consentidas por los litigantes. La solución justa es la consistente en reconocerá los jueces dicha fa­cultad en circunstancias excepcionales, entre las que pueden incluirse la de ha­berse dictado la resolución con visible error de hecho o con violación de formas esenciales que afecten el derecho de defensa en juicio (CPN, art. 172), pero li­mitando su ejercicio a aquellos casos en los cuales no medie el consentimiento de las partes.

e) El recurso de reposición debe deducirse dentro de tres días contados desde el siguiente al de la notificación de la respectiva providencia, y el escrito mediante el cual se lo interpone, a diferencia de lo que la ley establece, como se verá, con respecto al recurso de apelación, debe ser fundado (CPN, art. 239, párr. Io).

Si la resolución se dicta en el curso de una audiencia, el recurso debe in­terponerse verbalmente en el mismo acto (norma citada).

En ambos casos, el juez tiene la facultad de rechazar el recurso sin ningún otro trámite cuando fuese manifiestamente inadmisible (art. 239, párr. 2o).

El recurso debe decidirse previa sustanciación: "El juez dictará resolu­ción —dice el art. 240, párr. Io CPN—, previo traslado al solicitante de la pro­videncia recurrida, quien deberá contestarlo dentro del plazo de tres días si el recurso se hubiese interpuesto por escrito, y en el mismo acto si lo hubiese sido en una audiencia". Dicha norma, sin embargo, agrega, en su párrafo segundo: "La reposición de providencias dictadas de oficio o a pedido de la misma parte que recurrió, será resuelta sin sustanciación". La razón de ser de esta excepción radica en la circunstancia de que carece de justificación acordar audiencia a la parte que no peticionó la providencia impugnada, pues falta en tal supuesto la concurrencia de interés jurídico.

Asimismo, el CPN dispone que cuando la resolución dependiere de he­chos controvertidos, el juez podrá imprimir al recurso de reposición el trámite de los incidentes (art. cit., párr. 3o).

f) Expresa el art. 241 CPN, que "la resolución que recaiga hará ejecuto­ria a menos que: Io) El recurso de reposición hubiere sido acompañado del de apelación subsidiaria y la providencia impugnada reuniere las condiciones es­tablecidas en el artículo siguiente para que sea apelable. 2o) Hiciere lugar a la revocatoria, en cuyo caso podrá apelar la parte contraria si correspondiere.

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RECURSO DE APELACIÓN 585

Por aplicación del principio de eventualidad (supra, n° 31, b]), el inc. Io

del art. 241 admite que juntamente con el pedido de revocatoria se interponga el recurso de apelación, para el caso de que el primero no prospere. Pero a fin de que el juez, en el supuesto de mantener la providencia recurrida pueda conceder el recurso de apelación, aquélla debe ser de las que causen gravamen irrepara­ble. Por su parte, el inc. 2o de la norma mencionada deja correctamente aclarado que si bien la interlocutoria que desestima el recurso de reposición es inapela­ble para quien lo interpuso, no lo es en cambio con respecto a la otra parte en el supuesto de que aquél prospere, ya que la solución contraria implicaría cerce­nar el derecho de la parte a quien favorecía la resolución revocada y que, a raíz de esa circunstancia, no pudo interponer contra ella la apelación subsidiaria.

Algunos fallos han interpretado acertadamente que aun cuando la revoca­toria se haya deducido fuera del plazo de tres días, si ha sido acompañada del recurso de apelación y éste resulta deducido dentro del quinto día, corresponde no sustanciar la primera y conceder directamente el segundo, siempre, desde luego, que se trate de una resolución que cause gravamen irreparable.

§ IV

RECURSO DE APELACIÓN S7

329. CONCEPTO Y OBJETO * --

a) La apelación, que constituye el más importante y usual de los recursos ordinarios, es el remedio procesal tendiente a obtener que un tribunal jerárqui­camente superior, generalmente colegiado, revoque o modifique una resolu­ción judicial que se estima errónea en la interpretación o aplicación del derecho, o en la apreciación de los hechos o de la prueba.

Este recurso supone, en consecuencia, la doble instancia, pero no signifi­ca una revisión de la instancia anterior (ius novarían), por cuanto el tribunal de apelación debe limitarse a examinar la decisión impugnada sobre la base del material reunido en primera instancia. Lo cual no obsta, como se verá oportu­namente, a que la ley consienta, con carácter excepcional, la aportación de nue­vos elementos de juicio ante los tribunales de alzada, o la producción, ante és­tos, de prueba rechazada por el juez inferior.

87 Bibliografía citada en la nota 84.

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586 LOS RECURSOS

b) Con respecto a las resoluciones que son susceptibles del recurso de apelación, el art. 242 CPN dispone que aquél, salvo disposición en contrario, procede solamente respecto de:

Io) Las sentencias definitivas.

2o) Las sentencias interlocutorias.

3o) Las providencias simples que causen un gravamen que no pueda ser reparado por la sentencia definitiva.

La norma agrega que son inapelables las sentencias definitivas y las demás resoluciones, cualquiera que sea su naturaleza, que se dicten en procesos en los que el valor cuestionado no exceda de determinada suma, la que en cada caso debe fi­jarse atendiendo exclusivamente al capital reclamado en la demanda, actualizado si correspondiere a la fecha de la resolución, de acuerdo con los índices oficiales de variación de precios mayoristas no agropecuarios (la actualización se halla actual­mente prohibida por la ley 23.928, art. 7o). Esta disposición no es sin embargo apli­cable a los procesos en que se pretenda el desalojo de inmuebles, a los de alimentos y a aquéllos donde se discuta la aplicación de sanciones procesales.

Del texto de la norma mencionada se sigue que sólo se encuentran exclui­das del ámbito del recurso de apelación las siguientes resoluciones: Io) Las pro­videncias simples que no causen gravamen irreparable, las cuales, como opor­tunamente se destacó, únicamente son susceptibles del recurso de reposición. Determinar si una resolución causa o no gravamen irreparable es materia que —en ausencia de una definición normativa— queda librada en cada caso con­creto a la apreciación del juez, quien debe efectuarla en presencia de los ante­cedentes, naturaleza y efectos de la decisión que se trate; 2o) Las sentencias de­finitivas y las demás resoluciones que recaigan en procesos en los que el valor cuestionado no exceda de la suma que el precepto determina y no versen sobre el desalojo de inmuebles.

Es importante señalar, igualmente, que la salvedad prevista por el art. 242 respecto de los casos en que existieren disposiciones en contrario, tiene en el código un amplio margen de aplicación.

Con relación al proceso ordinario, en primer lugar, el CPN ha aumentado considerablemente el número de resoluciones inapelables. Participan de ese carác­ter, entre otras, las que admiten la intervención de terceros (art. 96, párr. Io); las que hacen lugar a la acumulación de procesos (art. 191, párr. 3o); las que admiten un he­cho nuevo (art. 365); las relativas a la producción, denegación y sustanciación de las pruebas (art. 379); las que desestiman el acuse de negligencia (art. 385); la que decide sobre la recusación de los peritos (art. 467); etcétera.

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RECURSO DE APELACIÓN 587

En el proceso sumarísimo, en cambio, sólo son apelables la sentencia de­finitiva y las providencias que decreten o denieguen medidas precautorias (art. 498, inc. 5o).

Asimismo, según se verá oportunamente, la procedencia del recurso de apelación se halla sumamente restringida en los procesos de ejecución.

c) Constituye presupuesto inexcusable del recurso, que la decisión res­pectiva cause agravio al litigante que lo deduce, debiendo entenderse por agravio la insatisfacción, total o parcial, de cualquiera de las pretensiones (principales o accesorias) planteadas en el litigio, o el rechazo de las defensas opuestas. Es, por lo tanto, la derrota total o parcial, del litigante, la circunstancia que deter­mina la existencia de agravio en cada caso concreto. Y para ello es menester atenerse, como principio, a hiparle dispositiva de la sentencia.

d) En principio, sólo las partes gozan de legitimación para apelar. Tam­bién la tienen los representantes del ministerio público (asesores de menores y agentes fiscales), con respecto a las resoluciones dictadas en los procesos en que les corresponde intervenir.

Los terceros, en tanto no pueden ser alcanzados por la cosa juzgada, ca­recen de legitimación para deducir el recurso, salvo que se incorporen al proceso mediante alguna de las formas de la intervención (voluntaria o forzosa), en cuyo caso dejan en rigor de ser terceros para constituirse en partes (supra, n° 133).

330. PLAZOS PARA INTERPONER EL RECURSO

a) El plazo para interponer el recurso de apelación, no habiendo dispo­siciones en contrario, es de cinco días.

La salvedad contenida en la norma sólo tiene aplicación, dentro del códi­go, en los procesos sumarísimos, en los cuales es de tres días el plazo para ape­lar (art. 498, inc. 2o). Significa, igualmente, que mantienen vigencia los plazos establecidos en otros ordenamientos.

b) El plazo reviste las siguientes características: Io) Es perentorio, de manera que producido su vencimiento sin haberse interpuesto el recurso, la sentencia o resolución respectiva queda firme. Las partes, sin embargo, pueden prolongarlo de común acuerdo (art. 155). La jurisprudencia, además, según se recordó anteriormente, tiene decidido que el plazo para apelar no se interrumpe con motivo de la deducción del recurso de aclaratoria; 2o) Es individual, es de-

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588 LOS RECURSOS

cir que corre separadamente para cada una de las partes, y desde el día siguiente a aquél en que tuvo lugar la notificación de la resolución.

331. LUGAR Y FORMA DE INTERPOSICIÓN

"El recurso de apelación —prescribe el art. 245 CPN— se interpondrá por escrito o verbalmente. En este último caso se hará constar por diligencia que el secretario o el prosecretario administrativo asentará en el expediente. El apelante deberá limitarse a la mera interposición del recurso y si esta regla fue­re infringida se mandará devolver el escrito, previa anotación que el secretario o el prosecretario administrativo asentará en el expediente, con indicación de la fecha de interposición del recurso y del domicilio que se hubiese constituido, en su caso".

La norma transcripta coincide, esencialmente, con la contenida en el art. 227 del código derogado, aunque con la diferencia de que admite la interposi­ción verbal del recurso y faculta al prosecretario administrativo para extender las diligencias a que se refiere.

Al igual que en ei código anterior, la apelación no puede fundarse en el acto de interposición, pues sólo ante el tribunal de segunda instancia, si se trata de recurso que debe concederse libremente (art. 259), o en primera instancia dentro de los cinco días de notificada la providencia que lo acuerda, si se trata de recurso que debe concederse en relación (sin efecto diferido) (art. 246), co­rresponde expresar los motivos en virtud de los cuales procede, ajuicio del ape­lante, revocar o modificar la resolución. En el supuesto de contravenir dicha prohibición, el litigante no pierde, sin embargo, la facultad de apelar, pues a la devolución del escrito debe preceder, como lo establecen las disposiciones an­tes citadas, la anotación del secretario u prosecretario administrativo mediante la cual se deja constancia, en el expediente, del hecho de haberse apelado y de la fecha en que tal facultad se ejercitó. Debe entenderse, sin embargo, que la de­volución del escrito no corresponde si se trata de un recurso que debe conceder­se en relación y sin efecto diferido, pues siendo en tal caso procedente la funda-mentación en primera instancia, la circunstancia de que el recurrente exprese por adelantado los motivos de la impugnación no comporta más que la renuncia a un beneficio que la ley le acuerda.

El art. 244 CPN faculta en cambio, cuando se trata de regulaciones de ho­norarios, a fundar el recurso en el acto de su interposición.

Finalmente, para los casos en que el tribunal que haya de conocer del re­curso tuviere su asiento en distinta localidad, el art. 249 CPN impone a las par­tes la carga de constituir domicilio en dicha localidad. Si el recurso procede li-

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RECURSO DE APELACIÓN 589

bremente, la mencionada carga debe cumplirse, por el apelante, en el acto de interposición del recurso, y por el apelado, dentro del quinto día de concedido aquél. Si el recurso procede en relación, las partes deben constituir domicilio en los escritos a que se refiere el ipct. 246. La consecuencia del incumplimiento de la referida carga consiste en que las sucesivas resoluciones quedan notificadas por ministerio de la ley.

332. FORMAS DE CONCESIÓN DEL RECURSO

a) Desde el punto de vista del procedimiento a observar con motivo de la interposición del recurso, la apelación puede concederse de dos formas: "li­bremente" o "en relación". Más adecuado resulta, sin embargo, hablar de ape­lación "libre" y de apelación "limitada", "restringida" o "abreviada", según lo propugna parte de la doctrina (PODETTI, IBÁÑEZ FROCHAM) y es la terminología utilizada por algunos códigos provinciales. El término "en relación", en efecto, carece actualmente de sentido jurídico, pues se halla vinculado a la función —hoy desaparecida— que la antigua legislación española asignaba a los rela­tores adscriptos a las audiencias, quienes debían informar, verbalmente o por escrito, según los casos, de los expedientes llegados a aquéllas por vía de ape­lación. El CPN, no obstante, se mantuvo fiel a la terminología tradicional, en razón del profundo arraigo con que cuenta en el ámbito profesional y judicial.

b) Entre ambas formas de concesión del returso median las siguientes diferencias:

Io) Cuando el recurso se concede libremente existe la posibilidad de que, en el procedimiento de segunda instancia, las partes aleguen hechos nuevos posteriores a la oportunidad prevista en el art. 365 (supra, n° 205), y se intercale un período instructorio que será analizado infra, n° 371. Si el recurso ha sido concedido en relación no procede en cambio admitir la apertura a prueba ni la alegación de hechos nuevos (art. 275, párr. 2o), debiendo por lo tanto el tribunal resolver sobre la base de las actuaciones producidas en primera instancia.

2o) Las sentencias que deben recaer con motivo de una apelación libre se dictan mediante el voto individual de los integrantes del tribunal (art. 271), al tiempo que las dictadas a raíz de un recurso concedido en relación deben serlo en forma impersonal.

3o) Cuando procede la apelación en relación sin efecto diferido el recur­so debe sustanciarse en primera instancia (art. 246), en tanto que la sustancia-ción de la apelación libre únicamente procede ante la cámara.

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590 LOS RECURSOS

c) El recurso de apelación debe ser concedido libremente sólo cuando se trata de sentencias definitivas dictadas enjuicies ordinarios. En todos los de­más casos, el recurso únicamente puede concederse en relación. Por lo tanto, esta última forma de concesión procede cuando se trata de providencias sim­ples que causan gravamen irreparable, sentencias interlocutorias, y sentencias definitivas dictadas en procesos sumarísimos, de ejecución y voluntarios.

333. EFECTOS

a) Los efectos del recurso de apelación se vinculan, por un lado, con la ejecución de la resolución que es objeto del recurso y, por otro lado, con la oportu­nidad en que aquél debe ser sustanciado y decidido.

En el primero de los aspectos señalados, el recurso puede tener efecto suspensivo o devolutivo, según que, respectivamente, paralice o no el cumpli­miento o ejecución de la resolución que se impugna.

La expresión "efecto devolutivo" deriva de la época del derecho romano en la que los magistrados inferiores ejercían jurisdicción como delegados del emperador, devolviéndosela en el caso de mediar un recurso de apelación. Y esa devolución de la jurisdicción traía aparejado el efecto de que la competencia del juez inferior quedaba suspendida hasta tanto recayese sentencia del supe­rior. Originariamente, por lo tanto, la apelación producía ambos efectos: devo­lutivo y suspensivo, siendo este último consecuencia del primero. Pero el dere­cho canónico —como recuerda CARAVANTES— advirtiendo que, en cierto tipo de causas, como las de alimentos, la imposibilidad de ejecutar la decisión del juez inferior era susceptible de producir perjuicios irreparables, admitió que la apelación pudiera concederse "ai solo efecto devolutivo", o sea, sin que ella suspendiese la jurisdicción del inferior.

Fiel a esa terminología, el código derogado establecía que la apelación procedía "en ambos efectos" o al "solo efecto devolutivo", para denotar, res­pectivamente, los casos en que aquél suspendía o no la ejecución de la resolu­ción impugnada. Aunque, estrictamente, la terminología adecuada sería la de apelación con y sin efecto suspensivo, el CPN habla de apelación en efecto sus­pensivo y de apelación en efecto devolutivo, manteniendo por lo tanto una ex­presión que si bien sólo tiene un fundamento histórico, está avalada por un in­veterado uso judicial que la ha dotado de una significación inequívoca.

Como principio general, el CPN establece que el recurso de apelación procede siempre en efecto suspensivo, a menos que la ley disponga que lo sea en el devolutivo (art. 243, párr. 3o). Ello significa que la concesión del recurso sólo suspende, como regla, la competencia del juez de primera instancia, y que

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RECURSO DE APELACIÓN 591

no cabe, por consiguiente, la ejecución de lo decidido, hasta tanto recaiga reso­lución definitiva del tribunal superior.

El CPN determina, en cada caso, las resoluciones respecto de las cuales el otorgamiento del recurso no impide su ejecución (recurso en efecto devoluti­vo). Con relación a las sentencias definitivas, procede la concesión del recurso en dicho efecto respecto de la que rechaza la oposición a la ejecución de senten­cia (art. 509); la sentencia de remate (art. 555) —aunque en ambos casos la concesión del recurso en efecto devolutivo se halla condicionada al requisi­to de que el ejecutante otorgue fianza de responder de lo que perciba, en el caso de que la sentencia fuese revocada por el superior—; la que concede los ali­mentos y litisexpensas (arts. 647 y 651), y las dictadas en los procesos sumarí-simos, salvo cuando el cumplimiento de la sentencia puede ocasionar un perjui­cio irreparable, en cuyo caso corresponde otorgarlo en efecto suspensivo (art. 498, inc. 4o). Respecto de las restantes resoluciones son apelables en efecto de­volutivo la que concede el beneficio de litigar sin gastos (art. 81), la que denie­ga la intervención de terceros (art. 96), o la citación de evicción (art. 105); la que concede alguna medida cautelar (art. 198); etcétera.

Distintas son las reglas a que se halla sometido el trámite del recurso se­gún que se lo haya concedido en efecto suspensivo o devolutivo.

En el primer caso, el expediente debe remitirse a la cámara dentro del quinto día desde que se concedió el recurso si éste procede libremente, o desde que se ha contestado el traslado del memorial presentado por el apelante o ha vencido el plazo para hacerlo, si el recurso procede en relación. La remisión del expediente debe hacerse mediante constancia b'ajoiíi responsabilidad del pro­secretario administrativo. En el caso de que la cámara tenga su asiento en dis­tinta localidad, la remisión debe efectuarse por correo, a costa del recurrente, y dentro del plazo de cinco días contados desde la presentación del apelado, constituyendo domicilio si se trata de recurso libre o contestando el traslado si se trata de recurso en relación, o desde que venció el plazo para cumplir tales actos (art. 251).

Si el recurso procede en efecto devolutivo, corresponde observar las si­guientes reglas, establecidas en el art. 250 CPN:

Io) Si la sentencia fuere definitiva (arts. 498, inc. 5o, 509, 555, 647 y 651), se remitirá el expediente a la cámara y quedará en el juzgado copia de lo pertinente, la que deberá ser presentada por el apelante. La providencia que concede el recurso señalará las piezas que han de copiarse.

2o) Si la sentencia fuere interlocutoria (arts. 81, 96, 105, etc.), el apelante presentará copia de lo que señale del expediente y de lo que el juez estimare ne-

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592 LOS RECURSOS

cesario. Igual derecho asistirá al apelado. Dichas copias y los memoriales serán remitidos a la cámara, salvo que el juez considere más expeditivo tenerlos para la prosecución del juicio y remitir el expediente original.

3o) Se declarará desierto el recurso si dentro del quinto día de concedido, el apelante no presentare las copias mencionadas precedentemente y que estu­vieren a su cargo. Si no lo hiciere el apelado, se prescindirá de ellas.

El expediente, en el caso de sentencia definitiva, o las actuaciones men­cionadas en el n° 2 si se trata de sentencia interlocutoria, deben remitirse a la cá­mara dentro de quinto día de formada la pieza separada. El resto del trámite se rige por las mismas reglas señaladas anteriormente con referencia al recurso en efecto suspensivo (art. 251).

b) De acuerdo con la oportunidad en que el recurso de apelación debe ser sustanciado y resuelto, aquél puede ser concedido en efecto inmediato o di­ferido.

En el primer supuesto, si el juez concede el recurso, la providencia co­rrespondiente determina la iniciación de un procedimiento tendiente a obtener una decisión del tribunal superior. Esta modalidad es independiente del efecto suspensivo o devolutivo otorgado al recurso, pues la circunstancia de que en la segunda hipótesis pueda cumplirse inmediatamente la resolución impugnada no obsta para que, en forma paralela con los trámites de la ejecución, se desa­rrolle el mencionado procedimiento.

Si, en cambio, la apelación procede en efecto diferido, la sustanciación y decisión del recurso no tienen lugar inmediatamente después de dictada la pro­videncia que lo concede, sino en oportunidad de encontrarse radicado el expe­diente en la cámara con motivo de la apelación interpuesta contra la sentencia definitiva.

El fundamento de este tipo de apelación reside en la necesidad de evitar las continuas interrupciones que, en desmedro de la celeridad procesal, sufre el trámite de primera instancia en un régimen de apelaciones inmediatas.

La apelación en efecto diferido sólo procede cuando aquélla deba ser concedida en relación y la ley, además, prevea específicamente dicho efecto con referencia a la resolución de que se trate (art. 243, párr. 4o).

De acuerdo con esa regla general, el CPN establece que deben conceder­se en efecto diferido las apelaciones deducidas contra las resoluciones sobre imposición de costas y regulación de honorarios en los incidentes (art. 69, párr. 3o); las que declaran la inadmisibilidad de un hecho nuevo invocado en primera instancia (art. 366) y las que, en general, se dicten en los procesos de ejecución,

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RECURSO DE APELACIÓN 593

con excepción de las que procedieren contra la sentencia y la providencia que denegare la apertura del proceso (arts. 509 y 557).

Cuando la apelación procede en efecto diferido, el escrito de interposi­ción del recurso debe presentarse dentro del plazo de cinco días contados desde la notificación de la resolución que se intenta impugnar. Si se trata de procesos ordinarios, las apelaciones concedidas en dicho efecto deben fundarse ante la cámara respectiva, dentro de quinto día de notificada la providencia que orde­na poner el expediente en la oficina, y ser resueltas con anterioridad a la sen­tencia definitiva. En los procesos de ejecución, deben fundarse en el escrito de interposición del.recurso deducido contra la sentencia definitiva y resolverse juntamente con aquél (CPN, art. 247).

334. RECLAMACIÓN DE LAS PARTES SOBRE LA FORMA EN QUE SE HA CONCEDIDO EL RECURSO

No obstante la claridad de las reglas contenidas en el art. 243 acerca de las formas en que debe concederse el recurso de apelación, el CPN contempla la posibilidad de que, por inadvertencia, se conceda en relación un recurso que debió serlo libremente, o viceversa, y prevé la forma en que procede rectificar la correspondiente resolución.

Establece al respecto el art. 246, párr. 2o, que si cualquiera de las partes pretendiere que el recurso ha debido otorgarse libremente, podrá solicitar, den­tro de tres días, que el juez rectifique el error. *

Si el juez, en este supuesto, hace lugar a la reclamación, corresponde que disponga la inmediata elevación del expediente a la cámara, a fin de que el re­curso se sustancie ante ésta en la forma que prescribe el art. 259.

El código prevé, asimismo, la posibilidad de que el juez persista en el error, y admite en tal hipótesis que la cámara, de oficio o a pedido de parte que debe formularse dentro del tercero día contado desde la notificación de la pro­videncia de autos, imprima al recurso el trámite previsto en el art. 260 con res­pecto a los recursos concedidos libremente (art. 276, párr. 2o). Es decir que, en tal hipótesis, la presentación de memorial y su contestación producidos en pri­mera instancia equivalen a la expresión de agravios y a su contestación, debien­do el tribunal de alzada limitarse a disponer que, dentro de los cinco días con­tados a partir de la notificación de la providencia que rectifica a la dictada en primera instancia, las partes hagan uso de las facultades que les confiere el mencionado art. 260, o sea, que funden los recursos concedidos en efecto dife­rido, replanteen las cuestiones relativas a la denegatoria de medidas de prueba, presenten nuevos documentos, etcétera (infra, n° 370).

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594 LOS RECURSOS

Si, por el contrario, cualquiera de las partes pretende que un recurso con­cedido libremente debe serlo en relación, debe también solicitar, dentro de tres días, que el juez rectifique el error (art. 246, párr. 3o).

En el supuesto de que el juez acceda a la reclamación, debe disponer que el apelante presente el correspondiente memorial en primera instancia, del cual corresponde posteriormente conferir traslado a la otra parte (art. 246).

Sin embargo, como en el caso precedentemente examinado, el error del juez es subsanable ante la cámara, por cuanto puede ésta de oficio, o a petición de parte hecha dentro de tercero día de notificada la providencia que ordena po­ner el expediente en la oficina para expresar agravios, disponer la presentación de memoriales en los términos del art. 246 (infra, n° 373).

§ V

RECURSO ORDINARIO DE APELACIÓN ANTE LA CORTE SUPREMA S8

335. CONCEPTO Y OBJETO

a) Pese a hallarse estructurado sobre el sistema de la doble instancia (supra, n° 95), el ordenamiento procesal nacional admite, excepcional mente, un tercer grado de conocimiento en la hipótesis del recurso ordinario de apela­ción ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

b) Originariamente instituido por la ley 4055 (arts. 3o y 4o), y modifica­do en cuanto a sus requisitos de admisibilidad por leyes posteriores, actualmen­te dicho recurso procede contra las sentencias definitivas de las Cámaras Nacionales de Apelaciones en los siguientes casos: 1°) Causas en que la Na­ción, directa o indirectamente, sea parte, cuando el valor disputado en último término, sin sus accesorios, sea superior a determinada suma (decreto-ley 1285/58, art. 24, inc. 6o, ap. a]); 2o) Extradición de criminales reclamados por países extranjeros; 3o) Causas a que dieren lugar los apresamientos o embargos marítimos en tiempo de guerra, sobre salvamento militar y sobre nacionalidad del buque, legitimidad de su patente o regularidad de sus papeles (decreto-ley 1285/58, art. 24, inc. 6°, aps. b] y c]).

88 MORELLO-SOSA-BERÍZONCI;. Códigos, 111, pág. 897: PALACIO, Derecho procesal civil, V. pág. 116; PoDlíTTi. Tratado de los recursos, pág. 176; TAWIL, Recurso ordinario de apelación ante la Corte Suprema de Justicia. Buenos /Circs. 1990.

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RECURSO ORDINARIO DE APELACIÓN ANTE LA CORTE 595

c) El CPN se ha limitado a reglamentar el procedimiento aplicable al mencionado recurso cuando él procediere en causa civil, es decir, en el supuesto señalado precedentemente bajo el n° 1, aunque debe considerarse extensivo a los recursos deducidos contra las sentencias definitivas de la Cámara Federal de la Seguridad Social, cualquiera fuere el monto del juicio (ley 24.463, art. 19).

-336. REQUISITOS DE LUGAR, TIEMPO Y FORMA

a) El recurso ordinario de apelación ante la Corte Suprema debe inter­ponerse dentro del plazo de cinco días contados a partir del día siguiente al de la notificación de la sentencia que se impugna (CPN, arts. 244 y 254).

b) El recurso debe deducirse ante la cámara de apelaciones que hubiese dictado la sentencia, por escrito o verbal mente. El apelante debe limitarse a la mera interposición del recurso, correspondiendo, en el caso de que esta regla sea infringida, observar el procedimiento descripto supra, n° 331.

c) En el supuesto de que el tribunal que dictó la sentencia tenga su asien­to en alguna provincia, corresponde que el apelante, en el escrito o diligencia en el cual interpone el recurso, y la otra parte dentro del quinto día de la concesión de aquél, constituyan domicilio en la Capital Federal. En caso contrario, las solucio­nes sucesivas les serán notificadas por ministerio de la ley (CPN, arts. 349 y 255).

d) Concedido el recurso, y si se trata de una cámara con asiento en la Ca­pital Federal, el expediente debe ser elevado a la Corte Suprema dentro del plazo de cinco días mediante constancia y bajo la responsabilidad del prosecretario administrativo. En el caso de que la cámara tenga su asiento fuera de la Capital Federal, la remisión debe efectuarse por correo, a costa del recurrente, dentro del plazo de cinco días contados desde la presentación del apelado constituyen­do domicilio o desde que venció el plazo para cumplir ese acto procesal (CPN, arts. 251 y 255).

337. SENTENCIAS RECURRIBLES

a) A diferencia del recurso de apelación común, este recurso sólo proce­de respecto de las sentencias definitivas, debiendo entenderse por tales a aquellas que ponen fin a! pleito e impiden su continuación. De manera que el criterio uti-lizable para la calificación de sentencia definitiva, a los efectos de la apelación ordinaria en tercera instancia es más severo que en la hipótesis del art. 14 de la

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596 LOS RECURSOS

ley 48 (recurso extraordinario federal), pues con respecto a dicha hipótesis son equiparables a la sentencia definitiva las resoluciones que causan gravamen irreparable.

De lo expuesto se sigue que no constituyen sentencias definitivas, a los efectos del recurso analizado, entre muchas otras la que se limita a declarar la nulidad de las actuaciones; la que practica una regulación de honorarios con ca­rácter provisional; la que rechaza una ejecución fiscal en el caso de que las cuestiones planteadas sean susceptibles de discutirse eficazmente en el proceso de conocimiento posterior; la que se pronuncia sobre la procedencia o improce­dencia de una medida cautelar; la que desestima la defensa de falta de acción y decreta la nulidad de lo actuado sin la intervención de la parte presuntamente legitimada; etcétera.

En cambio, son equiparables a sentencias definitivas aquellas que aun cuando no se pronuncian sobre el fondo del litigio, impiden su continuación y privan al interesado del medio legal para la tutela de su derecho. Tal lo que ocu­rre, v.gr., con el pronunciamiento de una cámara de apelaciones que declara ex­temporánea la apelación deducida para ante ella, o que resuelve tener por desis­tido el recurso de apelación en virtud de haberse presentado la expresión de agravios fuera del plazo legal.

b) Corresponde señalar, finalmente, que el "monto disputado en último término" al cual se halla condicionada la admisibilidad del recurso, no está dado por el valor discutido en la causa sino por aquel en que se pretenda la mo­dificación de la sentencia, o sea, por el monto del agravio.

§ VI

RECURSO DE QUEJA POR APELACIÓN DENEGADA 8°

338. CONCEPTO

"Si el juez denegare la apelación —dispone el art. 282, párr. Io CPN— la parte que se considere agraviada podrá recurrir directamente en queja ante la cámara, pidiendo que se otorgue el recurso denegado y se ordene la remisión del expediente".

89 Aparte de las obras generales citadas en la nota 84, SÁNCHEZ DE BUSTAMANTE. '"El recurso de hecho en la Capital Federal", en L.L., 39-1100.

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RECURSO DE QUEJA POR APELACIÓN DENEGADA 597

Si bien el juez de primera instancia (o la Cámara, en el supuesto del recur­so ante la Corte) se halla facultado para denegar la apelación (por haberse inter­puesto fuera del plazo, por ser irrecurrible la resolución, etc.), el juicio defini­tivo sobre la admisibilidad del recurso incumbe al tribunal superior, porque de otro modo quedaría en manos de los jueces o tribunales inferiores la posibilidad de frustrar la vigencia misma del sistema de la instancia plural admitido por la ley. "Si el andamiento de la apelación quedara subordinado a la voluntad del juez apelado —escribe COUTURE— lo probable es que el instituto quedara des­naturalizado. Por un lado, el amor propio excesivo conduciría a la conclusión de considerar justa la sentencia y no someterse a la autoridad de un mayor juez. Por otro, en un plano moral superior, existe la posibilidad de que el juez, sin amor propio excesivo pero con sincero convencimiento, crea que es beneficio­so para la causa de la justicia no suspender los efectos de su fallo y niegue el re­curso por sincera convicción de hacer el bien". A fin de conjurar tales eventua­lidades, el ordenamiento procesal prevé un recurso denominado de queja, directo o de hecho, que debe deducirse directamente ante el tribunal de alzada y tiene por objeto que éste, mediante una revisión del juicio de admisibilidad formulado por el juez o tribunal inferior, revoque la resolución denegatoria del recurso, lo declare, por consiguiente, admisible, y disponga sustanciarlo.

339. RÉGIMEN LEGAL

a) El recurso de queja debe interponerse dentro de cinco días de notifi­cada (por ministerio de la ley) la resolución denegatoria, con la ampliación que corresponda por razón de la distancia de acuerdo con lo dispuesto por el art. 158 (CPN, art. 282, párr. 2o).

b) En cuanto al procedimiento del recurso, la ley 22.434 reemplazó el art. 283 CPN por el siguiente: "Son requisitos de admisibilidad de la queja: Io

Acompañar copia simple suscripta por el letrado del recurrente: a) Del escrito que dio lugar a la resolución recurrida y de los correspondientes a la sustancia­ción, si ésta hubiere tenido lugar; b) De la resolución recurrida; c) Del escrito de interposición del recurso y, en su caso, de la del recurso de revocatoria si la apelación hubiese sido interpuesta en forma subsidiaria; d) De la providencia que denegó la apelación. 2° Indicar la fecha en que: a) Quedó notificada la re­solución recurrida; b) Se interpuso la apelación; c) Quedó notificada la denega­toria del recurso. La cámara podrá requerir copia de otras piezas que considere necesarias y, si fuere indispensable, la remisión del expediente. Presentada la queja en forma, la cámara decidirá, sin sustanciación alguna, si el recurso ha

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598 LOS RECURSOS

sido bien o mal denegado; en este último caso, dispondrá que se tramite. Mien­tras la cámara no conceda la apelación no se suspenderá el curso del proceso".

Si bien la nueva norma mantiene el texto anterior en lo que respecta al procedimiento aplicable en el caso del recurso de queja por apelación denegada y al efecto no suspensivo del remedio, determina con toda precisión cuáles son los "recaudos necesarios" a los que genéricamente se refería dicho texto, con lo que facilita en gran medida la actividad del recurrente y se acuerda la necesaria certeza a una cuestión que suscitó criterios no siempre coincidentes.

Aunque el código no lo dice expresamente, la naturaleza misma del re­curso impone la carga de fundarlo, o sea la de demostrar, en el escrito que se presente ante la cámara, la admisibilidad del recurso denegado.

Las mismas reglas rigen si se trata de queja por denegación del recurso ordi­nario ante la Corte, con la diferencia de que, en este caso, únicamente es obligato­ria la presentación de las copias cuando dicho tribunal lo exija (CPN, art. 285).

c) La cámara está habilitada para desestimar la queja sin más trámite en el supuesto de que el recurrente omita cumplir los requisitos de tiempo y de fonna prescriptos por los arts. 282 y 283, o resultare, de los elementos de juicio acompa­ñados, que la apelación ha sido correctamente denegada. El pedido de remisión del expediente principal constituye una medida facultativa del tribunal de alzada.

d) En el supuesto de hacerse lugar a la queja, corresponde conceder el recurso denegado y ordenar la remisión del expediente en el caso de que éste no hubiese sido requerido con anterioridad. Llegado el expediente a la cámara, ésta debe disponer la sustanciación del recurso en la forma que corresponda.

e) El recurso de queja es también admisible cuando se cuestiona el efecto con que se ha concedido el recurso de apelación (suspensivo, devolutivo o diferido).

§ VII

RECURSO DE NULIDAD °°

340. CONCEPTO Y ALCANCE

a) Oportunamente se destacó (supra, n° 155) que las nulidades ocurri­das durante el curso del proceso deben necesariamente alegarse mediante la

90 Bibliografía citada en la nota 84.

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RECURSO DE NULIDAD 599

promoción del respectivo incidente de nulidad, y que aquéllas quedan convali­dadas si la parte interesada no hace uso de ese remedio dentro del plazo que la ley prescribe, es decir, dentro de los cinco días contados desde que tuvo cono­cimiento del acto viciado.

Se indicó también entonces que la vía incidental era igualmente admisi­ble aun en el supuesto de que el pronunciamiento de alguna resolución (senten­cia definitiva o interlocutoria) hubiese estado precedido por un trámite viciado de nulidad. Tal lo que ocurriría, por ejemplo, si hubiera recaído sentencia sin que previamente se hubiese abierto la causa a prueba o declarado como de puro derecho; si se resojviese un incidente sin conferir traslado a la parte contraria; si se hubiese dictado sentencia de remate omitiéndose citar para defensa al deu­dor, o hallándose la citación afectada de nulidad; etcétera. Si, en cualquiera de esas hipótesis, el interesado no estuvo en condiciones de conocer el acto irregu­lar con anterioridad al pronunciamiento de la decisión, debe hacer valer la nu­lidad mediante incidente dentro del plazo de cinco días contados desde que tuvo conocimiento de ella (y, por ende, del acto o trámite que la precedió).

Tras algunas vacilaciones, ésa fue la conclusión a que llegó la jurispru­dencia de los tribunales de la Capital Federal con anterioridad a la sanción del CPN. Dicha jurisprudencia se fundó, para ello, en la autonomía de que goza el in­cidente de nulidad con relación a los restantes incidentes que proceden durante el curso del proceso, y en la circunstancia de que no media impedimento legal alguno para que el propio juez que dictó la sentencia conozca del respectivo incidente de nulidad, por cuanto la extinción de competencia que produce el pronuncia­miento de aquélla supone la validez de los actos- queda han precedido.

b) De lo expuesto se sigue que el ámbito del recurso de nulidad se cir­cunscribe a las impugnaciones dirigidas contra los defectos de lugar, de tiempo o de forma que pudieren afectar a alguna resolución en sí misma, quedando pol­lo tanto excluidas de dicho ámbito aquellas irregularidades que afecten a los ac­tos procesales que la precedieron. El recurso sería admisible, por ejemplo, si la sentencia omite la indicación de la fecha en que es dictada y tal omisión ocasio­na algún perjuicio a las partes; si, por contener errores sobre el nombre de los li­tigantes, no es posible ejecutarla; si se pronuncia sobre cuestiones no debatidas en el proceso o excede los límites de lo reclamado en la demanda o reconven­ción; etcétera.

Por consiguiente, el objeto del recurso de nulidad no consiste en obtener la revisión de un pronunciamiento judicial que se estima injusto (error in indi­cando), sino en lograr la rescisión o invalidación de una sentencia por haberse dictado sin sujeción a los requisitos de lugar, tiempo y forma prescriptos por la ley. De ahí que no constituyan materia del recurso de nulidad, sino del recurso

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600 LOS RECURSOS

de apelación, los agravios que hacen a la cuestión de fondo debatida en el plei­to, como son, por ejemplo, los relativos a la errónea aplicación del derecho o valoración de la prueba.

Pero si bien el objeto inmediato del recurso de nulidad consiste en la de­nuncia de defectos atinentes a la actividad que supone la sentencia, su objeto mediato no es otro que el de hacer posible un fallo ajustado a derecho, pues las nulidades procesales carecen, como se dijo, de un fin en sí mismas, y su decla­ración comporta, en definitiva, una vía indirecta para asegurar Injusticia del caso. A ello se debe que la legislación procesal haya evolucionado en el sentido de restar autonomía al recurso de nulidad, abriendo camino a la vigencia del principio que CARNELUTTI ha denominado de la absorción de la invalidación por la impugnación.

341. REQUISITOS DE LUGAR, TIEMPO Y FORMA

Si bien el código derogado subordinaba la admisibilidad del recurso de nulidad a aquellos casos en que fuera procedente el de apelación, asignaba al primero cierta autonomía formal en tanto prescribía que debía ser expresamen­te interpuesto, junto con el segundo, ante el juez de primera instancia. Por ello la jurisprudencia interpretó que los defectos formales de la sentencia no podían ser objeto de decisión en la alzada si el recurso de nulidad no hubiese sido in­terpuesto ante el juez inferior y concedido por éste.

Las normas pertinentes fueron luego modificadas por la ley 14.237, cuyo art. 39 dispuso que "el recurso de apelación comprende el de nulidad". La misma regla ha sido establecida por el art. 253 CPN, el cual, con mayor precisión agrega, luego del vocablo "nulidad", la expresión "por defectos de la sentencia".

De acuerdo con este régimen es innecesaria la interposición expresa del recurso de nulidad, pues él se halla implícito en el de apelación. Ello, sin em­bargo, no exime al apelante de la carga de invocar, ante el tribunal de segunda instancia, en el memorial o expresión de agravios, los defectos de actividad que a su juicio afecten a la sentencia, pues en caso contrario aquéllos quedan conva­lidados.

342. EFECTOS DEL RECURSO

En cuanto a los efectos del recurso de nulidad, el art. 240 del código de­rogado establecía diferencias según que la nulidad afectase a la sentencia mis­ma o al procedimiento anterior a ella, y prescribía que "si el procedimiento

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RECURSO DE NULIDAD 601

estuviese arreglado a derecho y la nulidad consistiese en las formas de la sen­tencia, el tribunal declarará ésta por nula, y mandará pasar los autos a otro juez de primera instancia para que sentencie. Si la nulidad procediese de vicio en el procedimiento, se declarará por nulo todo lo obrado desde la actuación que dé motivo a ella, y se pasarán igualmente los autos a otro juez para que conozca".

El art. 25 de la ley 4128 modificó la norma transcripta en lo que respecta a los vicios de forma de la sentencia y dispuso: "Si el procedimiento estuviese arreglado a derecho y la nulidad consistiese en la forma de la sentencia, el tri­bunal al declararla nula resolverá también sobre el fondo del litigio1'. Posterior­mente, tal principio fue ratificado por el art. 46 de la ley 14.237, que prescribía: "Si el procedimiento estuviese arreglado a derecho y el tribunal de alzada de­clarara la nulidad de la sentencia por cualquier otra causa, resolverá también sobre el fondo del litigio".

El CPN omitió contemplar expresamente el efecto imputable a una decla­ración de nulidad de sentencia por defectos inherentes a ella. Sin embargo, la marcada directiva de economía procesal que orienta a ese ordenamiento en todo sentido, el régimen adoptado en materia de nulidad de actos procesales, la supresión del recurso de nulidad como remedio autónomo, y la aplicación extensi­va del art. 278, conducía necesariamente a la conclusión de que, declarada la nuli­dad de la sentencia, correspondía que el tribunal emitiese pronunciamiento sobre el fondo del asunto. Así lo admitieron por otra parte, diversos precedentes judi­ciales e incluso un fallo plenario, y la ley 22.434 ha adherido a esta conclusión al incorporar, como segundo párrafo del art. 253, una norma que constituye re­producción prácticamente textual del art. 46 de'la derogada ley 14.237.

Debe entenderse, finalmente, que el sistema del reenvío del expediente a otro juez sólo es aplicable en el supuesto de prosperar un incidente de nulidad promovido con posterioridad al pronunciamiento de la sentencia. El fundamen­to de esta solución estriba, como señala PODETTI, en la circunstancia de que, aparte de haber prejuzgado, el juez que ha producido actos que adolecen de nu­lidad o los ha tolerado, no ofrece suficientes garantías para el afectado o agra­viado por esos actos.

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CAPÍTULO XXVIII

LOS RECURSOS (Cont.)

SUMARIO: I. RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL: 343. Concepto.— 344. Requisitos comunes.— 345. Requisitos intrínsecos.— 346. Requisitos de lugar, tiempo y forma.— 347. El recurso de queja por denegatoria de! extraordinario.— 348. La tacha de arbitra­riedad.— II. RECURSOS EXTRAORDINARIOS EN LA PROVINCIA DE BUENOS AI­

RES: 349. Generalidades.— A) Recurso de inaplicabilidad de ley o doctrina legal:

350. Concepto y naturaleza.— 351. Motivos del recurso.— 352. Sentencias recurri­bles.— 353. Requisitos de lugar, tiempo y forma.— B) Recurso extraordinario de nuli­

dad: 354. Concepto.— 355. Motivos del recurso.— 356. Sentencias recurribles.— 357. Re­quisitos de lugar, tiempo y forma.— C) Recurso de inconstilucionalidad: 358. Concepto.— 359. Requisitos del recurso.— III. RECURSO DE INAPLICABILIDAD DE LA LEY EN

EL ORDEN NACIONAL: 360. Concepto y naturaleza.— 361. Sentencias recurribles.— 362. Requisitos de lugar, tiempo y forma.— IV. LOS DENOMINADOS RECURSOS DE

REVISIÓN Y DE RESCISIÓN: 363. Revisión.— 364. Rescisión.— V. CONSULTA: 365. Regímenes legales. — 366. Régimen del CPN.

§ /

RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL 91

343. CONCEPTO

a) Con motivo de los casos concretos que se someten a su decisión, to­dos los jueces y tribunales del país, sean nacionales o provinciales, tienen la

91 Aparte de la bibliografía general citada en la nota 84. Bir.LSA. La prolección constitucional, y el recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación,

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604 LOS RECURSOS (Conl.)

atribución y el deber de abstenerse de aplicar aquellas leyes que no guarden conformidad con el texto de la Constitución Nacional. Este control judicial ele constitucionalidad comporta una facultad implícitamente derivada del princi­pio contenido en la Constitución Nacional, art. 31, según el cual: "Esta Consti­tución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación; y las autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse a ellas no obs­tante cualquier disposición en contrario que contengan las leyes o constitucio­nes provinciales...".

b) Pero la eficacia de dicho control requiere, fundamentalmente, unifor­midad de criterio; y ello hace necesario que sea un tribunal supremo quien, me­diante la correspondiente revisión de las sentencias pronunciadas por los jueces y tribunales inferiores, determine en definitiva el alcance de las cláusulas y principios contenidos en la Constitución Nacional.

c) La ley 48 —modificando el art. 21 de la ley 27, e inspirándose, como esta última, en VáJudiciary Act norteamericana del 24 de setiembre de 1789 (sección 25)—, encomendó aquella función a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, e instituyó, para hacerla efectiva, un recurso de "apelación" que la práctica y la legislación posterior denominaron, simplemente, "recurso extraordinario", y que es preferible llamar recurso extraordinario federal, no sólo por la materia que abarca, que no se circunscribe, como se verá, a preservar la supremacía constitucional, sino también para distinguirlo de los restantes recursos ex­traordinarios previstos tanto en el orden nacional como en el provincial.

d) Dispone el art. 14 de la ley 48 que "una vez radicado un juicio ante los tribunales de provincia, será sentenciado y fenecido en la jurisdicción provin­cial; y sólo podrá apelarse a la Corte Suprema de las sentencias definitivas pro­nunciadas por los tribunales superiores de provincia, en los casos siguientes:

Io) Cuando en el pleito se haya puesto en cuestión la validez de un trata­do, de una ley del Congreso, o de una autoridad ejercida en nombre de la Na­ción, y la decisión haya sido contra su validez;

Buenos Aires, 1915; GARRIÓ, Recurso extraordinario por sentencia arbitraria, 3a ed., Buenos Aires. 1983: ESPÍE. La Suprema Corte Federal x su jurisdicción extraordinaria. Buenos Aires. 1915; GOROSTIAGA, Recurso extraordinario ante la Corte Suprema de la Nación, Buenos Aires. 1944; GUASTAVINO, Recurso extraordinario de inconstitucionalidad, Buenos Aires, 1992; IMAZ-REY. El recurso extraordinario, 2a ed., Buenos Aires, 1962; LUGONES. Recurso extraordinario, Buenos Aires. 1992; MORCLI.O. /:/ recurso extraordinario, Buenos Aires, 1987: PALACIO, El recurso extraordinario federal, 2" ed., Buenos Aires. 1997; SAGÚES. Recurso extraordinario. 3a ed., Buenos Aires. 1992: STROHM. "El recurso extraordinario de hoy", en JA.. 1954, t. II, pág. 4.

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RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL 605

2o) Cuando la validez de una ley, decreto o autoridad de provincia se haya puesto en cuestión bajo la pretensión de ser repugnante a la Constitución Nacional, a los tratados o leyes del Congreso, y la decisión haya sido en favor de la validez de la ley o autoridad de provincia;

3o) Cuando la inteligencia de alguna cláusula de la Constitución o un tra­tado o ley del Congreso, o una comisión ejercida en nombre de la autoridad na­cional, haya sido cuestionada y la decisión sea contraria a la validez del título, derecho, privilegio o excepción que se funde en dicha cláusula y sea materia de litigio".

Completa la reglamentación del recurso extraordinario lo dispuesto por los arts. 15 y 16 de la ley 48,6o de la ley 4055 y 256/8 del CPN, cuyo contenido se examinará oportunamente.

e) El carácter "extraordinario" del recurso instituido por el art. 14 de la ley 48 está dado, fundamentalmente, por la circunstancia de hallarse circuns­cripta la competencia de la Corte, cuando interviene mediante esa vía procesal, al conocimiento y decisión de las "cuestiones federales" expresamente con­templadas por dicha norma. Desde que, por otra parte, tales "cuestiones federa­les" comportan, esencialmente, cuestiones de derecho, quedan en principio excluidas del examen y resolución del tribunal las cuestiones de hecho. No obs­tante, la jurisprudencia de la Corte ha debido hacer excepción a ese principio en aquellos supuestos en que los hechos de la causa se presentan tan estrechamen­te vinculados a la cuestión federal que resulta imposible su decisión separada (como cuando, por ejemplo, se alega la confiscatorie-dad de un gravamen) y en los casos en que la decisión sobre los hechos resulta insostenible y conduce a la frustración del derecho federal invocado (sentencias arbitrarias).

f) De todo lo expuesto se sigue que el recurso extraordinario no sólo tie­ne por objeto mantener la supremacía de la Constitución, sino también deter­minar la inteligencia que corresponde a las normas contenidas en las leyes federales de! Congreso (ley 48, art. 14, inc. 3o). Y como en uno y otro caso la ac­tividad del tribunal se limita a rever las conclusiones de derecho establecidas por la sentencia impugnada, cabe concluir que el recurso extraordinario es, en cuanto a su naturaleza, un recurso de casación por errores iuris in indicando.

344. REQUISITOS COMUNES

a) Constituyen requisitos comunes del recurso extraordinario los que también determinan la admisibilidad de los restantes recursos, pero que revis­ten ciertas características específicas derivadas de la índole de aquél. Son los si-

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606 LOS RECURSOS (Cont.)

guientes: Io) la intervención anterior de un tribunal de justicia; 2o) que esa inter­vención haya tenido lugar en un juicio; 3o) que en ese juicio se haya resuelto una cuestión justiciable: 4o) que la resolución cause gravamen; 5o) que los requisitos mencionados subsistan en el momento en que la Corte Suprema dicte sentencia.

b) Como principio, el recurso extraordinario sólo procede contra las re­soluciones de los tribunales de justicia, entendiéndose por tales a los órganos permanentes del Poder Judicial, sea de la Nación o de las provincias. El art. 6o

de la ley 4055 ha asimilado a aquéllos a los tribunales militares. Por consiguiente, no es dado a la Corte intervenir, mediante el recurso ex­

traordinario, respecto de decisiones dictadas por tribunales arbitrales cuando la sumisión a éstos ha sido libremente pactada por los interesados. En cambio, la ju­risprudencia del Tribuna! es reiterada en el sentido de admitir la procedencia del re­curso contra resoluciones dictadas por funcionarios u órganos administrativos, siempre que éstos hayan desempeñado, en el caso, funciones de naturaleza judi­cial, o sea, de aquellas que en el orden normal de las instituciones se encuentran encomendadas a los jueces, y lo decidido por el respectivo funcionario u orga­nismo revista carácter final, es decir, no sea susceptible de revisión judicial.

c) Constituye un "juicio", a los efectos del recurso extraordinario, todo asunto susceptible de ser llevado ante los tribunales de justicia, mediante algu­no de los procedimientos previstos por la ley. No es necesario, sin embargo, que en el juicio se ventile una controversia o un litigio entre partes. Por lo tanto, se hallan incluidos dentro del concepto los procedimientos denominados de juris­dicción voluntaria, y las actuaciones administrativas, siempre, en este último caso, que concurran las circunstancias mencionadas en la letra anterior.

d) Por "cuestión justiciable" se entiende, en concepto de la Corte, toda cuestión que, en el orden normal de las instituciones, corresponde decidirá los jueces, en el ejercicio de su específica función judicial. Dentro de los numero­sos casos resueltos por la jurisprudencia, se ha declarado, por ejemplo que no constituyen cuestiones justiciables las que significan el ejercicio de facultades privativas de los otros poderes del Estado, como son las concernientes a la promo­ción y calificación del personal militar, la declaración del estado de sitio o de uti­lidad pública de un bien a los fines expropiatorios, a la designación, ascenso o remoción de los empleados o funcionarios públicos, las decisiones adoptadas por las universidades nacionales en el orden disciplinario, administrativo y docente de ellas; etcétera, etcétera. Tampoco comportan cuestiones justiciables las re­soluciones de carácter normativo general, las consultas, etcétera.

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RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL 607

e) El recurso no procede si el recurrente carece de interés personal y ju­rídico en el asunto que somete a la decisión del tribunal.

El recurso extraordinario fundado en la presunta violación de la garantía de la defensa en juicio es inadmisible, por ejemplo, si el recurrente omite seña­lar cuáles son las defensas o pruebas de que se lo habría privado, ni demuestra que aquéllas sean conducentes para resolver el pleito. Tampoco sería admisible la impugnación fundada en la garantía constitucional de la igualdad ante la ley, si quien la formula no se halla comprendido entre los destinatarios del acto im­pugnado.

El gravamen, además, debe ser actual, no conjetural o hipotético; pero no interesa su entidad económica.

f) Finalmente, es necesario que el gravamen subsista en el momento en que la Corte deba dictar sentencia, porque de lo contrario su pronunciamiento resultaría inoficioso. Tal lo que ocurriría, por ejemplo, si cuestionada la consti-tucionalidad de un acto administrativo, éste hubiese sido dejado sin efecto en oportunidad de la sentencia.

345. REQUISITOS INTRÍNSECOS

Revisten el carácter de requisitos intrínsecos del recurso, los siguientes: Io) que en el pleito se haya resuelto una cuestión federal; 2°) que la cuestión fe­deral tenga relación directa e inmediata con la materia sobre la cual versa el juicio; 3o) que la cuestión federal haya sido decidida en forma contraria al de­recho federal invocado; 4o) que la recurrida sea una sentencia definitiva; 5°) que ésta haya sido dictada por el superior tribunal de la causa. Serán analiza­dos seguidamente.

a) Configuran cuestiones federales las que se refieren, por una parte, a la interpretación de cláusulas constitucionales o de normas o actos federales (cuestión federal simple) y, por otra parte, a los conflictos surgidos: Io) entre la Constitución y una ley o acto nacional o local (cuestiónfederal compleja direc­ta); 2o) entre una norma o acto nacional o local y otra norma o acto nacional que, según la Constitución, revista carácter preeminente (cuestiónfederal com­pleja indirecta).

Las cuestiones federales simples sólo versan, pues, sobre la "inteligencia de alguna cláusula de la Constitución o un tratado o ley del Congreso, o una co­misión ejercida en nombre de la autoridad nacional" (ley 48, art. 14, inc. 3o). Pero la norma no se refiere a todas las leyes dictadas por el Congreso de la Na-

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608 LOS RECURSOS (Cont.)

ción, sino únicamente a las llamadas "leyes federales", es decir a las que son dictadas por el Congreso en ejercicio de las potestades que le acuerda el art. 75 de la Constitución, con excepción de las incluidas en los incs. 12 y 30 de di­cha norma. En consecuencia, no da lugar al recurso extraordinario la interpre­tación hecha por los respectivos tribunales de las denominadas leyes comunes (Códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería y del Trabajo y Seguridad Social, las leyes incorporadas a esos códigos y las que los integran, modifican o am­plían), ni la de las leyes dictadas por el Congreso Nacional para ser aplicadas exclusivamente en el territorio de la Capital Federal o en los lugares adquiridos por compra o cesión en cualquiera de las provincias (leyes nacionales locales).

Aparte de la interpretación de las leyes federales, autoriza también el otorgamiento del recurso extraordinario la interpretación de las reglamentacio­nes de leyes federales y de los reglamentos e instrucciones autónomas que con­tengan disposiciones de naturaleza federal. En cambio, la jurisprudencia de la Corte tiene resuelto que no justifica la concesión del recurso la interpretación de normas meramente procesales contenidas en leyes de carácter federal, salvo cuando lo resuelto por la sentencia ocasione agravio constitucional o compro­meta las instituciones básicas de la Nación, o sea en los casos que revistan gra­vedad institucional.

Asimismo, constituye una cuestión federal la interpretación de cláusulas contenidas en un tratado internacional, excepto que las normas cuestionadas operen como disposiciones de derecho común.

Finalmente, da lugar también al recurso extraordinario la interpretación de los actos no normativos emanados de las autoridades federales mediante los cuales se constituye, reconoce, modifica o extingue algún derecho. A ellos se refieren los incs. Io y 3o del art. 14 de la ley 48, en tanto aluden, respectivamen­te, a "autoridad ejercida en nombre de la Nación" y a "comisión ejercida en nombre de la autoridad nacional". Revisten tal carácter, por ejemplo, las pro­pias sentencias de la Corte Suprema, las resoluciones dictadas por los ministros del Poder Ejecutivo, etcétera.

b) Constituyen cuestiones federales complejas directas, según se antici­pó precedentemente, aquellas que versan sobre la impugnación de una norma o de un acto que se estima incompatible con la Constitución Nacional, con pres-cindencia de otra norma o acto.

En tales supuestos la Corte Suprema debe interpretar el precepto consti­tucional que se aduce menoscabado, comparar esa interpretación de la norma o actos impugnados y resolver si estos últimos son o no compatibles con la pri­mera. Pero es menester puntualizar que la función de la Corte difiere sustan­cial mente según que la norma o acto impugnados revistan o no carácterfede-

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RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL 609

ral. En el primer caso debe el tribunal interpretar previamente el acto o norma federal impugnados y abstenerse de declarar su inconstitucionalidad si, me­diante una exégesis razonable, son susceptibles de armonizarse con la Consti­tución. Si se trata, en cambio, de normas o actos de derecho común o local, la Corte debe atenerse a la interpretación acordada a aquéllos por los tribunales de provincia—que tienen para ello facultades propias y exclusivas en virtud de lo dispuesto por los artículos 75, inc. 12, 122 y siguientes de la CN—, correspon-diéndole únicamente resolver si tal interpretación es o no compatible con los preceptos constitucionales en que se funda el recurso extraordinario.

c) Existe cuestión federal compleja indirecta, como también se destacó anteriormente, en el caso de que la inconstitucionalidad de una norma o de un acto se funde en su incompatibilidad con otra norma o acto que, según la Cons­titución, reviste carácter preeminente.

En estas hipótesis la Corte debe comenzar por comparar las normas o ac­tos en conflicto y determinar si son o no compatibles; interpretar luego, en caso negativo, la norma constitucional atributiva de preeminencia, resolver cuál es la norma o acto preeminente y declarar, por último, la inconstitucionalidad de la norma o acto inferiores. Pero aquí también corresponde señalar que la función de la Corte varía según que las normas o actos en conflicto revistan o no carác­ter federal: en el primer caso el tribunal tiene facultades para interpretarlos afín de determinar la incompatibilidad alegada (como si, por ejemplo, se adujese que al dictar un decreto reglamentario de una ley federal, el Poder Ejecutivo hu­biese excedido los límites de la facultad acordada pqr la CN, art. 99, inc. 2o).

En el caso de que las normas o actos en conflicto no revistan carácter fe­deral (o sea que se trate de normas o actos de derecho común o local), el tribu­nal debe atenerse a la interpretación que de ellos haya formulado el tribunal in­ferior, careciendo por lo tanto de facultades para revisar la declaración de compatibilidad o de incompatibilidad que respecto de esas normas o actos con­tenga la sentencia (CN, arts. 75, inc. 12, 116, 117, 122 y sigs.). No procede, pues, el recurso extraordinario si, por ejemplo, el tribunal de la causa, sobre la base de la interpretación acordada a una ley de orden común, declara que el de­creto del Poder Ejecutivo que la reglamenta ha excedido las facultades del art. 99, inc. 2o, y es por lo tanto inconstitucional; o, por el contrario, y también so­bre la base de la interpretación de una ley común y de su decreto reglamentario, llega a la conclusión de que ambos son compatibles y el segundo, por lo tanto, constitucional.

La misma regla es aplicable cuando el conflicto aparece planteado entre una norma local y una norma dictada por el Congreso en ejercicio de la facultad que le acuerda el art. 75, inc. 12 de la CN, lo que ocurriría, v.gr., si se plantease

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610 LOS RECURSOS (Cont.)

la inconstitucionalidad de una norma procesal provincial en razón de ser con­traria a preceptos contenidos en el Cód. Civ. u otra ley de fondo. La Corte, como principio, carece de atribuciones para rever la declaración de compati­bilidad o de incompatibilidad que respecto de esas normas hayan formulado los tribunales de la causa. Pero cuando lo decidido por la sentencia adolece de ar­bitrariedad o excede el ámbito de la mera interpretación de normas comunes o locales para configurar un desconocimiento directo de preceptos que revisten carácter preeminente de acuerdo con la Constitución, es admisible el recurso extraordinario. Fue así como, por ejemplo, en un caso en el que se planteó la in­constitucionalidad de la ley 2458 de la provincia de Mendoza en razón de con­siderarse que invadía atribuciones propias del Congreso Nacional en materia de derecho común, y el tribunal de provincia sostuvo, para desechar la impugna­ción, que era viable la legislación provincial "en todo cuanto no ha sido legis­lado por el Congreso de la Nación", la Corte Suprema admitió el recurso y re­vocó la sentencia con fundamento en que, en el ámbito de las relaciones privadas, propias del derecho común, una vez dictados los códigos nacionales, las provincias deben abstenerse de legislar, siendo por lo tanto inválida aquella ley provincial que, ai prorrogar la vigencia de los contratos de cultivo de viña, alteraba el régimen del despido en las relaciones laborales que regula la ley na­cional (Fallos, 252-26).

d) Para que el recurso proceda, la cuestión federal debe tener relación directa e inmediata con la materia del proceso (ley 48, art. 15: "Cuando se entable el recurso de apelación que autoriza el artículo anterior, deberá deducirse la queja con arreglo a lo prescripto en él, de tal modo que su fundamento aparezca de los autos y tenga una relación directa e inmediata a las cuestiones de validez de los arts. de la Constitución, leyes, tratados o comisiones en disputa...").

No basta, para que concurra el requisito de "relación directa e inmedia­ta", la mera invocación de cláusulas contenidas en la Constitución Nacional o en leyes especiales del Congreso: es necesario que la solución del pleito depen­da, necesariamente, de la interpretación que se acuerde a aquellas cláusulas. No existe, por ejemplo, relación directa e inmediata, si las cuestiones resueltas por la sentencia se hallan directamente regidas por normas de derecho común o local, y éstas no han sido impugnadas como inconstitucionales; o si, aun estan­do involucrada en el juicio una cuestión federal, la sentencia que lo decide tiene fundamentos de hecho o de derecho común o local que bastan para sustentarla.

e) Es también requisito del recurso extraordinario que el pronuncia­miento haya sido contrario al derecho fundado en la Constitución o en alguna ley federal (resolución contraria), pues siendo objeto de aquél asegurar la pre-

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RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL 611

lación normativa establecida por el art. 31 de la CN, no resulta viable cuando el tribunal de la causa ha consagrado la supremacía del precepto constitucional o de la norma federal cuestionados. De allí que no procede el recurso extraordi­nario cuando la sentencia se pronuncia reconociendo primacía a una ley na­cional respecto de normas provinciales. En ese sentido es claro el inc. 2o del art. 14 de la ley 48, en tanto condic iona la procedencia del recurso al caso de que "la decisión haya sido en favor de la validez de la ley o autoridad de provincia". Ello no ocurre, en cambio, en el supuesto de que la cuestión federal verse sobre la compatibilidad de una ley nacional con la Constitución Nacional, porque la declaración de tal compatibilidad puede implicar el desconocimiento de un de­recho fundado en aquélla (ley 48, art. 14, inc. 3o), y el caso inverso importa la invalidación de la norma nacional que justifica el recurso en virtud de lo dis­puesto por el inc. Io de dicha norma. En otras palabras, siempre que en el pro­ceso se haya puesto en tela de juicio la validez de una ley nacional, el recurso extraordinario procede cualquiera que sea el contenido de la decisión pronun­ciada sobre ese punto. Si, por el contrario, la impugnación se formula respecto de una ley provincial, el recurso sólo es admisible en el supuesto de que la sen­tencia declare la validez constitucional de aquélla.

f) El recurso extraordinario sólo procede contra sentencias definitivas, entendiéndose por tales aquellas que ponen fin al pleito o impiden su continua­ción. Dentro de la primera categoría se encuentran, como regla, las que dirimen un proceso de conocimiento (ordinario o plenario abreviado). Dentro de la se­gunda, aquellos pronunciamientos que versando por ejemplo sobre cuestiones previas, privan al interesado de toda posibilidad de tutela judicial ulterior (tal, v.gr., el que admite la excepción de prescripción deducida como artículo de pre­vio pronunciamiento). En ese orden de ideas, no constituyen sentencias defini­tivas Jas que producen efectos de cosa juzgada en sentido meramente formal, y no impiden, por ello, un posterior debate en otro proceso (v.gr., las sentencias dictadas en los juicios ejecutivos, posesorios, de interdictos, o de alimentos provisionales). Tampoco reúnen la calidad mencionada las resoluciones dicta­das con anterioridad al pronunciamiento de la sentencia definitiva, como son, entre otras, las referentes a medidas cautelares; las que desestiman o declaran una nulidad procesal; las que admiten o deniegan medidas probatorias, etcéte­ra, sin perjuicio de que, en la hipótesis de que tales decisiones incidan en el con­tenido de la sentencia definitiva, puedan ser examinadas por la Corte en oportunidad de conocer del recurso deducido contra aquélla.

Algunas de esas decisiones, sin embargo, han sido asimiladas por la Cor­te a las sentencias definitivas en el supuesto de que ocasionen gravamen irrepa­rable, el que puede provenir sea de la inexistencia de otra oportunidad procesal

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612 LOS RECURSOS (Cont.)

idónea para amparar al derecho de que se trata, sea de la magnitud del perjuicio económico que traen aparejadas.

g) La procedencia del recurso extraordinario requiere, finalmente, que la decisión recurrida haya sido dictada por el superior tribunal de la causa. En­tiéndese por tal a aquel cuyo fallo es insusceptible de ser revisado por otro tri­bunal en el orden local. Puede por lo tanto revestir el carácter de superior tribunal un juzgado de primera instancia si, de acuerdo con la respectiva orga­nización judicial, su fallo es irrevisable por otro tribunal (como ocurre por ejemplo con las sentencias inapelables por razón del monto cuestionado), o ac­túa como tribunal de alzada respecto de resoluciones de organismos judiciales inferiores (como ocurre por ejemplo en algunas provincias con los pronuncia­mientos que dictan los jueces letrados de primera instancia con motivo de ape­laciones deducidas contra resoluciones dictadas por los jueces de paz legos).

Una antigua y reiterada jurisprudencia de la Corte Suprema tenía decidi­do que algunos tribunales, pese a las circunstancias de revestir, en el orden pro­vincial, el carácter de órganos judiciales supremos, no eran, en cambio, los su­periores tribunales de la causa a que se refiere la ley 48, art. 14. Tal lo que sucedía, por ejemplo, con la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires en aquellos supuestos en que conocía en el pleito por vía de los recursos de incons-titucionalidad, inaplicabilidad de ley o nulidad y los desestimaba por razones de admisibilidad. Fundada en la circunstancia de que tales recursos extraordi­narios locales asignan a los respectivos tribunales una competencia limitada, ajena al examen de las cuestiones federales, la mencionada jurisprudencia se había pronunciado firmemente en el sentido de que aquellas sentencias no eran susceptibles de recurso extraordinario, el cual debía deducirse, por consiguien­te, contra la sentencia dictada por el órgano judicial provisto de competencia ordinaria (cámara de apelaciones, tribunal de instancia única o juzgado de pri­mera instancia). Tras algunos precedentes contradictorios derivados de distin­tas composiciones de la Corte Suprema, a partir del año 1986 (caso "Strada"; Fallos, 308-490), ésta modificó su doctrina tradicional y resolvió que a pesar de las eventuales limitaciones que pueden exhibir algunos recursos extraordina­rios provinciales, constituye requisito del recurso instituido por el art. 14 de la ley 48 el agotamiento de todas las instancias locales, pues aquellas limitaciones ceden frente al deber que pesa sobre todos los tribunales del país en el sentido de considerar y aplicaren su integridad la totalidad del orden jurídico del Esta­do, en cuya cúspide se encuentra la Constitución Nacional (art. 31).

El alto tribunal avanzó aún más en ese terreno, y en los casos "Christou" (19-11-1987; Fallos, 310-324) y "Di Mascio" (1°-II-1988; Fallos, 311-2478) —cuya doctrina se encuentra vigente— resolvió que la validez constitucional de las

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RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL 613

normas locales que restringen la admisibilidad de los recursos extraordinarios en virtud de la índole de las resoluciones impugnadas, el grado de la pena o el monto del juicio, se halla supeditada a que tales restricciones sean obviadas cuando en el recurso estén involucradas cuestiones federales. Por consiguiente, frente a este último supuesto configura carga del recurrente articular, juntamen­te con la interposición del correspondiente recurso local, la inconstitucionali-dad de las limitaciones de que se trate.

Tal doctrina debe sin embargo reputarse cuestionable en cuanto importa avasallar la autonomía de las provincias para regular discrecionalmente las li­mitaciones de sus propias instancias (ordinarias o extraordinarias), salvo que aquéllas resulten irrazonables o arbitrarias (SAGÜÉS).

346. REQUISITOS DE LUGAR, TIEMPO Y FORMA

a) Constituye primer requisito comprendido en esta categoría, que la cues­tión federal sea oportuna e inequívocamente planteada en el pleito, de manera tal que los tribunales de la causa estén en condiciones de pronunciarse sobre ella.

El planteamiento de la cuestión federal debe ser por lo tanto, en primer lugar, inequívoco, y no tácito o por implicancia. Si bien dicho planteamiento no requiere fórmulas especiales ni términos sacramentales, exige la mención del derecho federal que se estima desconocido y la demostración de su conexión con la materia del pleito.

Debe ser, en segundo lugar, oportuno. Como regla, y en ausencia de pro­nunciamiento sobre el punto por parte del superior tribunal de la causa, debe serlo en los escritos de demanda o de contestación, por cuanto ellos, según se ha señalado en su momento, son los que delimitan las cuestiones sometidas a de­cisión judicial. La regía admite excepción en los casos en que las leyes autori­cen expresamente el planteamiento posterior a esas etapas procesales o cuando media causa justificada que haya impedido hacerlo entonces (como ocurriría en el caso de que invocada cierta ley a! contestarse la demanda, el actor plantea­se su inconstitucionalidad al presentar el alegato, que constituye, en esa hipóte­sis, la primera oportunidad posible). Debe tenerse presente, sin embargo, que si la sentencia considera y resuelve la cuestión federal, resulta indiferente la for­ma y oportunidad de su planteamiento en la causa, pues ello equivale a decidir, implícitamente, que el tribunal se halla habilitado por la respectiva ley procesal para pronunciarse sobre el punto.

De lo expuesto se sigue que resulta tardío el planteamiento de la cuestión federal que se formula después de dictada la sentencia definitiva, y en el escrito en que se deduce el recurso extraordinario.

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614 LOS RECURSOS (Cont.)

La carga de plantear oportunamente el caso federal no es exigible, natu­ralmente, si la cuestión federal surge de los propios términos de la sentencia re­currida, pues en tal caso no existe posibilidad de preverla.

Importa destacar, finalmente, que la cuestión federal no sólo debe ser oportunamente introducida en el pleito sino que además debe ser mantenida en todas las instancias.

b) El recurso extraordinario debe interponerse y fundarse por escrito ante el juez, tribunal u organismo administrativo que dictó la resolución que lo motiva. Es decir que el recurso debe bastarse a sí mismo, de manera tal que de su simple lectura el tribunal pueda formarse juicio sobre su admisibilidad. El escrito de inter­posición del recurso extraordinario se halla fundado, en los términos del art. 15 de la ley 48, al cual remite el art. 257, párr. Io CPN, cuando menciona concretamente los hechos de la causa y demuestra la relación directa e inmediata que ellos guar­dan con las cuestiones que se intenta someterá! conocimiento de la Corte Supre­ma. Por lo tanto, el requisito analizado no concurre si, por ejemplo, el recurrente se limita a formular afirmaciones genéricas no demostradas ni referidas a los hechos de la causa o a remitirse a actuaciones anteriores.

Corresponde destacar que en ciertos casos de gravedad institucional, de­finidos por la Corte como aquellos que "exceden el interés particular de las par­tes y afectan el de la comunidad", se ha atenuado e incluso prescindido de los requisitos formales (los denominados "ápices formales frustratorios del dere­cho federal").

En ocasiones, asimismo, el Tribunal extendió dicho estándar a otros re­quisitos ajenos a los formales, como los referentes a la existencia de sentencia definitiva y al tránsito previo por el superior tribunal de la causa (el llamado re­curso per saltum).

El plazo para interponer el recurso es de diez días, que se cuenta a partir del siguiente al de la notificación de la sentencia o resolución que se impugna (CPN, art. 257). Reviste carácter individual y perentorio, de modo que no se suspende con motivo de la interposición de otros recursos declarados improcedentes por el supe­rior tribunal de la causa. Además, la jurisprudencia de la Corte tiene reiteradamente decidido que es como principio improcedente el recurso cuando se lo interpone en forma subsidiaria, o sea, condicionado al resultado de otros recursos.

347. EL RECURSO DE QUEJA POR DENEGATORIA DEL EXTRAORDINARIO

a) Denegado el recurso extraordinario por el superior tribunal de la cau­sa, la parte agraviada puede interponer recurso de queja ante la Corte Suprema (CPN, art. 285), dentro del plazo de cinco días hábiles subsiguientes al de la no­tificación (personal o por cédula) de la providencia denegatoria, con la amplia-

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RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL 615

ción que corresponda por razón de la distancia, de acuerdo con lo dispuesto en elart. 158 (CPN, art. 282).

b) El recurso de queja se deduce directamente ante la Corte Suprema mediante escrito que debe fundarse en la misma forma exigida para el recurso extraordinario. No es necesario que el recurrente agregue recaudos (copia de la sentencia apelada, del escrito en que se dedujo el recurso extraordinario, del auto denegatorio, etc.), sin perjuicio de que la Corte los exija cuando lo estime conveniente (CPN, art. 285).

El recurrente debe acompañar, al escrito de queja, un recibo del que resulte haberse depositado a la orden de la Corte en el Banco de depósitos judiciales, un determinado importe que actualmente asciende a $ 1000. Se hallan excluidos de esta carga los litigantes que estén exentos de pagar sellado o tasa de justicia confor­me a las disposiciones de las leyes nacionales respectivas (CPN, art. 286).

Agrega el art. 286 en su párrafo final, que "si se omitiere el depósito o se io efectuare en forma insuficiente, se hará saber al recurrente que deberá inte­grarlo en el término de cinco días. El auto que así lo ordene se notificará perso­nalmente o por cédula". Se acuerda de tal manera al recurrente un plazo adicio­nal para cumplir el requisito de que se trata, transcurrido el cual sin resultado, corresponde el rechazo de la queja y, en su caso, la devolución del depósito ex­temporáneo o insuficiente.

c) Presentado el recurso de queja la Corte puede, conforme a las alterna­tivas que prevé el CPN, art. 285:

Io) Desestimarlo, sea de plano cuando su improcedencia resulta de la ex­posición del recurrente, o luego de la presentación de los recaudos que la Corte estime conveniente solicitar, de la recepción del expediente principal. En esta última hipótesis se requiere, en ciertos casos, el previo dictamen del Procurador General. Incluso la Corte se halla facultada para rechazar la queja mediante la sola invocación del art. 280, párr. 2° CPN cuando, "según su sana discreción", considere que falta agravio federal suficiente o que las cuestiones planteadas resultan insustanciales o carentes de trascendencia.

2") Declarar mal denegado el recurso extraordinario, dictando ía provi­dencia de autos. Tanto en este supuesto, como en el que se enunciará bajo el n° 3, es necesario que el expediente haya sido requerido al tribunal de la causa y que él se encuentre en las oficinas de la Corte.

3o) Declarar mal denegado el recurso extraordinario y dictar al misino tiempo sentencia sobre el fondo de dicho recurso.

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616 LOS RECURSOS (Cont.)

d) En la hipótesis mencionada bajo el n° 1, o si se declarase la caducidad de la instancia, el recurrente pierde el depósito a que se refiere el art. 286 CPN (art. 287). La Corte debe disponer de las sumas que así se recaudan, para la do­tación de las bibliotecas de los tribunales nacionales de todo el país.

En los otros dos supuestos, el depósito debe devolverse al interesado (art. 287).

348. LA TACHA DE ARBITRARIEDAD 92

a) Más arriba se dijo que la interpretación que los tribunales de provin­cia efectúan de las leyes comunes y procesales, así como la apreciación de las cuestiones de hecho y prueba contenidas en sus sentencias, constituyen mate­rias ajenas al recurso extraordinario.

b) Desde antigua data, sin embargo, la Corte se viene pronunciando en el sentido de que si bien los fallos fundados en aquel tipo de razones son insus-ceptibles de revisión por la vía del recurso extraordinario, tal principio deja de ser aplicable en el caso de las llamadas sentencias arbitrarias.

En las primeras sentencias relativas al tema, la Corte definió a las senten­cias arbitrarias como aquellas que se encuentran desprovistas de todo apoyo le­gal y fundadas tan sólo en la voluntad de los jueces, y justificó la procedencia del recurso, respecto de esa clase de sentencias, en la norma constitucional que impide privar de la propiedad sin sentencia fundada en ley.

En pronunciamientos posteriores, el tribunal, ampliando el concepto, dejó establecido que existe arbitrariedad cuando se resuelve contra o con pres-cindencia de lo expresamente dispuesto por la ley respecto al caso, se prescin­de de pruebas fehacientes, regularmente traídas al juicio, o se hace mención a las que no constan en él. En algunos de esos pronunciamientos se justificó la procedencia del recurso en la garantía constitucional de la defensa enjuicio, afirmándose que toda vez que dicha garantía supone, elementalmente, la posi­bilidad de obtener el amparo judicial de los derechos lesionados, es obvio que tal "amparo" judicial no es concebible en el caso de sentencias dictadas en aquellas condiciones. El concepto de arbitrariedad ha sido completado por sen­tencias posteriores, en las cuales se estableció que es condición de validez de

1)2 GARRIÓ, "Sentencia arbitraria por falta de fundamentación normativa", en Rev. Jur. de Buenos Aires, 1959, t. [V. pág. 85; Recurso extraordinaria por semencia arbitraria: FlORiNl, -Sentencias arbitrarias y sentencias inconstitucionales", en L.L.. t. 88, pág. 921; IMAZ, "Arbitrariedad y recurso extraordinario", en L.L.. t. 67, pág, 741; LINARES, "El recurso extraordinario contra la sentencia arbitraria dictada en aplicación de normas no federales", en Rev. Colegio de Abogados de Buenos Aires, v. 27. n° 3-4, 1949, pág. 219.

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RECURSOS EXTRAORDINARIOS EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 617

los fallos judiciales que ellos sean conclusión razonada del derecho vigente, con particular referencia a las circunstancias comprobadas de la causa.

c) De acuerdo con el criterio precedentemente expuesto, la Corte ha he­cho aplicación de la doctrina sobre arbitrariedad respecto de sentencias que:

Io) Carecen de los fundamentos necesarios para sustentarlas, o se basan en afirmaciones meramente dogmáticas o en conceptos imprecisos en los cua­les no aparecen la norma aplicada ni las circunstancias del caso.

2o) Prescinden de lo expresamente dispuesto por la ley con respecto al caso o incurren en autocontradicción.

3o) Omiten pronunciarse sobre cuestiones oportunamente planteadas por las partes, y conducentes para resolver el pleito.

4o) Desconocen la prueba incorporada al proceso o la interpretan arbitra­riamente.

d) Pero corresponde dejar establecido, como la propia Corte ha cuidado de señalar, que los meros errores en la interpretación de la ley común, local o procesal o en la apreciación de la prueba, no autorizan la concesión del recurso con fundamento en la doctrina sobre arbitrariedad.

Los ejemplos antes enunciados, y la reiterada jurisprudencia de la Corte demuestran que la tacha de arbitrariedad sólo es invocable en el caso de desa­ciertos u omisiones que, en razón de su magnitud, descalifiquen a la sentencia como acto judicial.

§ //

RECURSOS EXTRAORDINARIOS EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES n

349. GENERALIDADES

a) La Constitución de la provincia de Buenos Aires (art. 161), acuerda a la Suprema Corte local competencia originaria para conocer y resolver: 1°)

93 Aparte de las obras generales citadas en la nota 84, BF.RIZONCE-NOGUEIRA. "Recursos extraordinarios provinciales y arbitrariedad: paralelos", en Temas de casación y recursos extraordinarios (en honor al doctor AUGUSTO MARIO MORELLO). pág. 357; CALAMANDREI. La casación civil (trad. SENTÍS MELENDO, Buenos Aires); CONDORELLI-MÉNDEZ, -En torno a los hechos y al derecho", en Temas, pág. 297; DE LA PLAZA, La casación civil. Madrid. 1944;

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618 LOS RECURSOS (Cont.)

Acerca de la constitucionalidad o inconstitucionalidad de leyes, decretos, orde­nanzas o reglamentos que estatuyan sobre materia regida por la Constitución provincial y se controvierta por parte interesada; 2o) En las causas de compe­tencia entre los poderes públicos de la provincia y en las que se susciten entre los tribunales de justicia con motivo de su jurisdicción respectiva. La misma norma establece, además, que dicho tribunal conoce y resuelve, en grado de apelación: Io) Respecto de la constitucionalidad o inconstitucionalidad de nor­mas locales en los términos precedentemente señalados con referencia a la competencia originaria; 2o) De la aplicabilidad de la ley en que los tribunales de justicia en última instancia, funden su sentencia sobre la cuestión que por ella deciden, con las restricciones que las leyes de procedimientos establezcan a esta clase de recursos; 3o) De la nulidad argüida contra las sentencias definiti­vas pronunciadas en última instancia por los tribunales de justicia, cuando se alegue violación de las normas contenidas en los arts. 168 y 171 de la Constitu­ción provincial.

b) En tal determinación de atribuciones el texto constitucional sigue, sustancialmente, las líneas de la Constitución provincial de 1873, aunque ésta no instituía expresamente un recurso destinado a asegurar el cumplimiento de las formalidades que condicionan la validez de los fallos judiciales. De allí que los códigos de procedimientos de 1878, 1880 y 1905 reglamentaran el recurso que la actual Constitución denomina de "nulidad", como una variante del re­curso de inconstitucionalidad. El código vigente, en cambio, ha adaptado la ter­minología al texto constitucional.

c) De acuerdo con las disposiciones constitucionales y legales vigentes, existen en la provincia de Buenos Aires tres recursos extraordinarios, de los cuales conoce la Suprema Corte de Justicia y que se estudiarán en el siguiente orden: Io) De inaplicabil idad de ley o doctrina legal (CP, art. 161, inc 3o, a] y CPBA, arts. 278 a 295); 2o) De nulidad (CP, art. 161, inc. 3o, b] y CPBA, arts. 296 a 298); 3o) De inconstitucionalidad (CP, art. 161, inc. Io y CPBA, arts. 299 a 303).

HlTTERS, Técnica de los recursos extraordinarios y de ¡a casación. La Plata. 1998; Jot-RÉ, Pío. "Recurso extraordinario en el procedimiento penal en la provincia de Buenos Aires (nulidad de sentencia por violación de normas constitucionales)", en L.L., t. 90. pág. 661; MARTOCCI, "El recurso extraordinario de nulidad en la Provincia de Buenos Aires". enJus, n° I, pág. 40; MORELLO, "Perfiles del recurso de inaplicabilidad de ley a través de la jurisprudencia de la Suprema Corte de Buenos Aires", en Rev. del Colegio de Abogados de La Plata, n° 3, pás. 205: MORELLO-SOSA-BERIZONCE, Códigos, \\\, pág. 463.

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RECURSOS EXTRAORDINARIOS EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 619

A) Recurso de iiiaplicabilidad de ley o doctrina legal

350. CONCEPTO Y NATURALEZA

a) El recurso de inaplicabilidad de ley constituye un medio de impugna­ción que se acuerda contra las sentencias definitivas de las cámaras de apelacio­nes y tribunales de instancia única de la provincia, respecto de las cuales se considera que han aplicado erróneamente la ley o la doctrina legal, a fin de que la Suprema Corte declare en definitiva cuál es Insolación jurídica que corres­ponde al caso.

b) Objeto del recurso es, por un lado, mantener la uniformidad de la ju­risprudencia en el territorio de la provincia, y asegurar además a las partes la más correcta aplicación de la ley a los hechos de la causa (IBÁÑEZ FROCHAM).

c) De lo expresado se sigue que la función de la Suprema Corte provin­cial, cuando conoce por vía de este recurso, consiste en verificar y, eventual-mente, rectificar los errores de derecho en que pudieran incurrir las cámaras de apelaciones y tribunales colegiados de instancia única, sin que le sea dado a di­cho tribunal rever las cuestiones ¿le hecho resueltas por la sentencia recurrida.

d) Desde el punto de vista de su naturaleza jurídica, el de inaplicabilidad de ley o doctrina legal constituye un verdadero recurso de casación, remedio éste que tuvo su origen en la legislación francesa de_ la Revolución y fue poste­riormente adoptado por la mayor parte de los ordenamientos jurídicos europeos. Estos, en general, admiten el recurso tanto en el caso de errores in iudicando como en el de existir determinados vicios formales que invalidan a la sentencia o al procedimiento (errores in procedendo). Como se verá más adelante, el re­curso extraordinario de nulidad en la provincia de Buenos Aires participa de las características de esta última modalidad de la casación.

La iegislación europea ha seguido dos sistemas de casación por errores in indicando. Las legislaciones francesa, italiana y alemana, por un lado, acuer­dan al tribunal de casación una competencia negativa: aquél, en efecto, previa rectificación del juicio de derecho contenido en la sentencia, se limita a anular­la (casarla) y a devolver la causa al tribunal inferior a fin de que éste aplique, a los hechos del caso, la doctrina fijada por el tribunal de casación. Según la ley española, en cambio, el tribunal de casación ejerce competencia positiva: casa la sentencia y al mismo tiempo dirime definitivamente el pleito. Éste es el sis­tema seguido por el CPBA al reglamentar el recurso de inaplicabilidad de ley o doctrina legal.

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620 LOS RECURSOS (Cont.)

35 1. MOTIVOS DEL RECURSO

a) El art. 279, párr. 2o CPBA dispone que el recurso de inaplicabilidad de ley debe fundarse, necesariamente, en alguna de las siguientes causas: Io) Que la sentencia haya violado la ley o la doctrina legal: 2o) Que la sentencia haya aplicado erróneamente la ley o la doctrina legal.

IBÁÑEZ FROCHAM, siguiendo a CALAMANDREI, expresa que concune la hi­pótesis de violación de la ley cuando media desconocimiento de una norma ju­rídica, sea en su existencia, en su validez o en su significado, y que existe falsa aplicación de ley cuando media error en la calificación de los hechos del proce­so o en la elección de la norma que le es aplicable. Cabe concluir, sin embargo, que los dos supuestos que contempla el art. 279 CPBA pueden englobarse bajo la simple denominación de "errónea aplicación de ley", pues la circunstancia que en definitiva autoriza el recurso es el error en la selección de la norma que da el sentido del caso sometido a decisión. Ese rótulo cubre tanto la prescinden-cia absoluta de la norma aplicable como la circunstancia de que se haya restringido o ampliado, en forma errónea, el significado de cualquier disposición legal.

El término "doctrina legal" se encuentra referido a aquella que emerge de los fallos dictados por la Suprema Corte provincial.

b) Mediante la expresión ley, la norma analizada se refiere a todas las le­yes vigentes en la provincia de Buenos Aires, comprendiendo por lo tanto a los códigos de fondo que menciona el art. 75, inc. 12 de la Constitución Nacional y a las leyes locales. Por medio de este recurso, asimismo, procede denunciar las infracciones a la Constitución Nacional que contenga la sentencia impugna­da. Pero la errónea aplicación e interpretación de normas contenidas en la Constitución provincial no autoriza el recurso de inaplicabilidad de ley, sino el de inconstitucionalidad local.

c) Los supuestos errores que contenga la sentencia en cuanto a la apre­ciación de los hechos, se hallan excluidos del ámbito de este recurso. La Supre­ma Corte no actúa, pues, en el caso, como un tribunal de tercera instancia, por cuanto debe tener por firmes las conclusiones que sobre los hechos haya esta­blecido la cámara o tribunal colegiado de instancia única, y limitarse a exami­nar si la ley ha sido bien o mal aplicada a tales hechos.

Los hechos, sin embargo son reyisables mediante el recurso de inaplica­bilidad de ley cuando las conclusiones que sobre ellos ha establecido la cámara o tribunal colegiado de única instancia comportan tina infracción a las normas que regulan su apreciación. Tal lo que ocurre, por ejemplo, cuando media erró­nea aplicación de las reglas de la sana crítica.

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RECURSOS EXTRAORDINARIOS EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 621

Asimismo, la Suprema Corte provincial ha admitido una excepción al principio de la irrevisibilidad de las cuestiones de hecho en los casos de las lla­madas "sentencias absurdas", que son aquéllas, por ejemplo, en que se califica de prueba a lo que realmente no lo es o no se refieren al hecho en cuestión o de­muestran lo contrario de lo que afirman, o se fundan en un hecho aislado, sin vincularlo a los demás del proceso, etcétera. Pero conforme a la jurisprudencia sólo el error palmario, notorio y fundamental de los jueces de la instancia ordi­naria puede autorizar la revisión de la prueba en la instancia extraordinaria.

352. SENTENCIAS RECURRIBLES

a) El recurso de inaplicabilidad de ley o doctrina legal procede contra las sentencias definitivas de las cámaras de apelaciones y de los tribunales co­legiados de instancia única, siempre que el valor del litigio exceda de determi­nada suma. Si existe litisconsorcio sólo procede si hacen mayoría los que, individualmente, reclamen más de esa suma (CPBA, art. 278).

El recurso analizado no procede, por consiguiente, contra las sentencias dictadas por los jueces de primera instancia, aunque ellas sean inapelables.

b) "A los efectos del recurso se entenderá por sentencia definitiva —dice el art. 278, párr. 3o CPBA— la que, aun recayendo sobre cuestión incidental, ter­mina la litis y hace imposible su continuación".

Son por lo tanto sentencias definitivas no sólo aquéllas que dirimen de manera final la controversia sobre que versa el-proqeso, sino también las que no obstante recaer sobre un incidente, hagan imposible la continuación de aquél. No constituye sentencia definitiva, por ejemplo, la que se pronuncia sobre una excepción dilatoria o la que rechaza la caducidad de la instancia. Pero revestiría aquel carácter, por ejemplo, la que declarara desierta la apelación, la que hicie­ra lugar a la caducidad de la instancia en el caso de mediar la prescripción de la acción, la que declarara o admitiera el concurso o la quiebra, etcétera.

353. REQUISITOS DE LUGAR, TIEMPO Y FORMA

a) "El recurso —dice el art. 279 CPBA— deberá interponerse por escri­to ante el tribunal que haya dictado sentencia definitiva y dentro de los diez días siguientes a la notificación". La norma adhiere al sistema tradicional vigente en nuestro país en materia de recursos extraordinarios. Los códigos de Jujuy (art. 238), La Rioja (art. 258), y Mendoza (art. 146), disponen, en cambio, que el re­curso de casación debe deducirse directamente ante el tribunal que conocerá de

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él, sistema que PODETTI considera más ventajoso en tanto evita las dilaciones que entraña el doble juicio de admisibilidad.

b) El plazo reviste carácter perentorio y no se interrumpe por un pedido de aclaratoria denegado.

c) "El escrito por el que (el recurso) se deduzca —dispone el art. 279, párr. 2o— deberá contener en términos claros y concretos la mención de la ley o de la doctrina que se repute violada o aplicada erróneamente en la sentencia, indicando igualmente en qué consiste la violación o el error".

La ley exige, por lo tanto, que el escrito de interposición del recurso se baste a sí mismo, es decir, que contenga los elementos indispensables para que produzca los efectos que le están asignados. El recurrente, por lo tanto, debe in­dicar explícitamente cual o cuáles son las normas que estima erróneamente aplicadas al caso, y demostrar, asimismo, en qué consiste el error in indicando que imputa a la sentencia. La exigencia legal no se satisface, por ejemplo, me­diante la remisión a lo expresado en escritos anteriores o por la promesa de mo­tivar el recurso en la memoria que ha de presentarse oportunamente ante la Su­prema Corte o por remisión a las opiniones vertidas por los jueces de la causa.

El recurso es asimismo insuficiente si sólo ataca uno de los fundamentos del fallo y omite impugnar otro u otros que bastan para sustentarlo o denuncia la errónea aplicación de normas distintas de las invocadas en el fallo.

d) El art. 280 CPBA prescribe que el recurrente, al interponer el recurso, debe acompañar un recibo del Banco de la Provincia del que resulte haberse de­positado a disposición del tribunal una cantidad equivalente al cinco por ciento del valor del litigio, que en ningún caso podrá ser inferior a cierta suma ni ex­ceder de otra. Si el valor del litigio fuera indeterminado o no susceptible de apreciación pecuniaria, el depósito consiste en una suma fija, y no tienen obli­gación de depositar, cuando recurren, quienes gozan del beneficio de litigar sin gastos, los representantes del Ministerio Público y las personas que intervienen en el proceso en virtud de nombramiento de oficio o por razón de un cargo público.

El requisito del depósito —que también se halla admitido por algunas le­yes europeas y por los códigos provinciales que reglamentan el recurso de ca­sación y de inaplicabilidad de ley— reconoce fundamento, según la jurispru­dencia, en la necesidad de restringir el recurso de inaplicabilidad de ley a los casos en que sea realmente necesario, constituyendo una restricción procesal y una carga económica con carácter de indemnización y sanción condicional que debe soportar el recurrente en el caso de haberse alzado sin derecho frente al pronunciamiento del tribunal con competencia ordinaria.

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RECURSOS EXTRAORDINARIOS EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 623

En el caso de omitirse el depósito o de efectuárselo en forma insuficiente, corresponde hacerle saber al recurrente que debe integrarlo en el plazo de cinco días con determinación de importe, bajo apercibimiento de declarársele desier­to el recurso (CPBA, art. 280, párr. 4o).

e) Asimismo, al interponer el recurso, debe el recurrente constituir do­micilio en la ciudad de La Plata, o ratificar el que allí ya tuviere constituido, así como acompañar copia para la parte contraria, que debe quedar a disposición de ésta en la mesa de entradas (id., art. 280, párr. 5o).

Si bien, en definitiva, el juez del recurso es la Suprema Corte (art. 283), la Cámara de Apelaciones o tribunal colegiado de instancia única debe emitir un juicio previo acerca de la admisibilidad formal de aquél. "Presentado el recurso —dispone el art. 281— el tribunal examinará sin más trámite: Io) Si la senten­cia es definitiva; 2o) Si se lo ha interpuesto en término; 3o) Si se han observado las demás prescripciones legales. Enseguida se limitará a dictar la resolución admitiendo o denegando el recurso. Esta resolución será fundada. Cuando se admita el recurso se expresará que concurren para hacerlo todas las circunstan­cias necesarias al respecto, que se referirán; cuando se deniegue, se especifica­rán con precisión ¡as circunstancias que falten".

B) Recurso extraordinario de nulidad

354. CONCEPTO

a) Si bien la Constitución provincial de 1873 establecía diversas forma­lidades a las que debían atenerse los jueces al pronunciar sentencia, no instituía en forma expresa un recurso destinado a impugnar los fallos que no las hubie­sen observado. Pero como tal recurso estaba implícitamente comprendido en el texto constitucional, porque de otra manera no hubiera mediado posibilidad al­guna de hacer efectivas las formalidades que él imponía, los códigos de proce­dimientos de 1878, 1880 y 1905 incluyeron, entre las causales que autorizaban el recurso de "inconstitucionalidad", la de que las resoluciones definitivas dic­tadas por las cámaras de apelaciones lo hubiesen sido "con violación de las for­mas y solemnidades prescriptas por la Constitución". El código vigente, en cambio, instituye expresamente, con relación a tales hipótesis, un "recurso de nulidad extraordinario".

b) El art. 161, inc. 3o de la Constitución de 1994 —reproduciendo el art. 149, inc. 3o de la promulgada en 1934—, acordó competencia a la Suprema

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Corte para conocer, en grado de apelación, de la nulidad argüida contra las sen­tencias pronunciadas en última instancia por los tribunales de justicia cuando se alegue violación de las normas contenidas en los arts. 168 y 171 de dicha Constitución. Ésta no solamente mantuvo la denominación de nulidad asigna­da al recurso analizado por la Constitución de 1934, sino que además conservó la modificación que ésta introdujo en lo que respecta a la forma de dictarse sentencia por los tribunales colegiados. En concordancia con el texto consti­tucional, el art. 296 CPBA dispone que "el recurso de nulidad extraordinario procederá cuando las sentencias definitivas de las Cámaras de Apelación o tri­bunales colegiados de instancia única hayan sido dictadas con violación de las exigencias previstas por los arts. 156 y 159 (actuales arts. 168 y 171) de la Constitución de la provincia".

c) Dice el art. 156 (actual art. 168) de la Constitución de la provincia de Buenos Aires que "los tribunales de justicia deberán resolver todas las cuestio­nes que le fueren sometidas por las partes, en la forma y plazos establecidos al efecto por las leyes procesales. Los jueces que integran los tribunales colegia­dos deberán dar su voto en todas las cuestiones esenciales a decidir: Para que exista sentencia debe concurrir mayoría de opiniones acerca de cada una de ellas". En los términos impresos en bastardilla reside la modificación anterior­mente mencionada, pues el art. 170 de la Constitución de 1873 disponía sobre el punto que "en las causas en que la prueba no se difiera al jurado, los tribunales colegiados que conozcan de ellas originariamente o en virtud de recurso, estable­cerán primero las cuestiones de hecho y en seguida las de derecho sometidas a su decisión y votarán separadamente cada una de ellas en el mismo orden".

A su vez, el art. 171 de la Constitución vigente —reproduciendo esen­cialmente el texto del art. 159 de la promulgada en 1934— expresa que "las sentencias que pronuncien los jueces y tribunales letrados, serán fundadas en el texto expreso de la ley; a falta de éste, en los principios jurídicos de la legisla­ción vigente en la materia respectiva, y en defecto de éstos en los principios ge­nerales del derecho, teniendo en consideración las circunstancias del caso".

d) De lo expuesto se sigue que el recurso extraordinario de nulidad es un medio de impugnación tendiente a que la Suprema Corte de Justicia deje sin efecto aquellas sentencias de las cámaras de apelaciones o tribunales colegia­dos de única instancia que se hayan dictado sin observar los requisitos formales prescriptos por la Constitución. Se trata de un recurso de "casación por que­brantamiento de formas", semejante al que admiten algunas leyes europeas, aunque éstas (España, Italia, Francia) no restringen el ámbito del recurso a los errores in procedendo de que adolezca la sentencia, sino que lo extienden a los ca-

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RECURSOS EXTRAORDINARIOS EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 625

sos de haberse violado formas esenciales durante el curso del proceso, y la nu­lidad, desde luego, no haya sido convalidada expresa o tácitamente. Pero, a dife­rencia de lo que ocurre con el recurso de inaplicabilidad de ley, el de nulidad constituye una casación con reenvío: la Suprema Corte, en efecto, sólo se halla do­tada, cuando conoce de él, de una competencia negativa, pues debe limitarse a de­clarar la nulidad de la respectiva resolución y disponer la devolución de la causa a otro tribunal para que pronuncie nueva sentencia (CPBA, art. 298).

355. MOTIVOS DEL RECURSO

Los motivos del recurso de nulidad han quedado enunciados al transcri­bir, en el número anterior, el texto de los arts. 168 y 171 de la Constitución pro­vincial. Corresponde ahora su desarrollo y explicación en particular.

a) Del texto del art. 168 surge, en primer lugar, que las cámaras de apela­ciones y tribunales colegiados de la provincia deben dictar sentencia mediante acuerdo previo y voto individual de los jueces que los componen, de manera que es susceptible de anulación, mediante este recurso, la sentencia dictada en forma de simple auto. La jurisprudencia, sin embargo, ha decidido invariablemente que no es nula la sentencia en la que uno de los jueces que la suscriben se remite a las ra­zones expuestas por el que le precedió en la votación (voto de adhesión).

b) Autoriza también este recurso tanto el hecho de que no hayan emitido opinión sobre las cuestiones esenciales a decidir todos los jueces integrantes del tribunal, como el de que no exista mayoría de votos concordantes en los/w/z-damentos y la decisión de aquéllas. No basta, por lo tanto, que exista mayoría de opiniones sobre la solución del caso en un determinado sentido, sino que es necesaria, además, la concordancia de fundamentos, es decir, la existencia, por lo menos, de dos votos conformes de toda conformidad.

c) Otro motivo del recurso consiste en que la sentencia definitiva de la cámara o tribunal colegiado haya omitido decidir alguna cuestión esencial que le hubiera sido sometida por las partes en la oportunidad y plazos establecidos al efecto por la ley procesal.

Por cuestión esencial debe entenderse aquella de la cual dependa o pueda depender directamente el resultado del pleito (IBÁÑEZ FROCHAM, HITTERS) O in­fluya preponderantemente en el pronunciamiento respectivo. No revisten tal carácter, en cambio, las simples argumentaciones de las partes tendientes a fun­dar las cuestiones que someten al conocimiento del tribunal, o la falta o el de­ficiente examen de la prueba. Por otra parte no existe omisión que haga viable

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626 LOS RECURSOS (Cont.)

el recurso si el tribunal declara que no examina la cuestión porque no corres­ponde y enuncia el fundamento de su opinión al respecto, o si la correspondien­te cuestión queda descartada con motivo de la solución acordada a otra anterior.

d) Finalmente, las sentencias son nulas por ausencia defundamentación legal cuando omiten totalmente la enunciación de los preceptos legales o de los principios jurídicos en que se basan. Si la sentencia aparece fundada en ley, pero se considera que ésta ha sido erróneamente aplicada, no corresponde el recurso de nulidad sino el de inaplicabilidad de ley.

356. SENTENCIAS RECURRIBLES

a) Sólo son susceptibles del recurso de nulidad las sentencias definitivas dictadas por las cámaras de apelación o tribunales colegiados de instancia única. Así lo disponen los arts. 296 y 297 CPBA, este último en tanto remite al art. 278.

b) En consecuencia habrá de tenerse presente que son sentencias defini­tivas, a los efectos de este recurso, aquellas que diriman con carácter final la controversia planteada en un proceso civil o laboral y las que, aun cuando ha­yan recaído sobre un incidente, terminen el pleito y hagan imposible su conti­nuación (CPBA, art. 278, párr. 2o), y que aquél no procede en ninguna clase de juicios sumarios, terminados los cuales puede seguirse la vía ordinaria.

357. REQUISITOS DE LUGAR, TIEMPO Y FORMA

a) El recurso de nulidad debe interponerse por escrito ante la cámara de apelación o tribunal de instancia única que dictó la sentencia que mediante él se impugna, y en el plazo de diez días contados desde la notificación de aquélla (CPBA, arts. 279 y 297). No rigen, en cambio, los requisitos referentes al mon­to del litigio y al depósito previo (art. 297).

b) El escrito respectivo debe fundarse. Corresponde, por lo tanto, enun­ciar concretamente cuáles son las formas que el recurrente considera violadas por la sentencia (CPBA, arts. 279 y 297). Interpuesto el recurso el tribunal, sin sustanciación, examinará: Io) si el caso encuadra en alguna de las causales pre­vistas por el art. 161, inc. 3o, subinc. b), de la Constitución; 2o) si se ha inter­puesto en término. En seguida otorgará o denegará el recurso en la forma descripta al examinarse el recurso de aplicabilidad de ley (arts. 281 y 297).

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RECURSOS EXTRAORDINARIOS EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 627

C) Recurso de inconstitiícionalidad

358. CONCEPTO

a) El art. 161 de la Constitución de la provincia asigna a la Suprema Corte local competencia originaria y apelada para conocer y resolver "acerca de la constitucionalidad o inconstitucionalidad de leyes, decretos, ordenanzas o reglamentos que estatuyan sobre materia regida por esta Constitución y se con­trovierta por parte interesada".

b) En concordancia con el texto constitucional, el CPBA reglamenta dos vías procesales tendientes a asegurar la supremacía de la Constitución local: una es la demanda de inconstitucionalidad que se sustancia ante la Suprema Corte en instancia originaria y procede en todos los casos en que los poderes o autoridades públicas dicten leyes, decretos, ordenanzas o reglamentos, y las partes interesadas comprendidas en sus disposiciones y a quienes deban aplicarse, se consideren agraviadas por ser contrarios a derechos, exenciones o garantías constitucionales (CPBA, art. 683); otra es el recurso de inconstitucionalidad que, como tal, sólo cabe dentro de un juicio instaurado y procede, según el art. 299 CPBA, "cuando en el proceso se haya controvertido la validez de una ley, decreto, ordenanza o reglamento, bajo la pretensión de ser contrarios a la Consti­tución de la Provincia siempre que la decisión recaiga sobre ese tema".

c) El recurso de inconstitucionalidad es-por-xonsiguiente, el remedio que se acuerda para impugnar la sentencia definitiva de última instancia que haya decidido un caso constitucional, entendiéndose por tal aquél que versa so­bre la validez de una norma impugnada como contraria a la Constitución de la provincia o sobre la inteligencia de algunas de las cláusulas contenidas en ésta. El recurso no puede fundarse, por lo tanto, en la violación de garantías consa­gradas por la Constitución Nacional, pues frente a esta hipótesis procede el re­curso de inaplicabilidad de ley.

d) Desde el punto de vista de su naturaleza es un recurso de casación por errores in iudicando, por cuanto mediante él se persigue la rectificación de los posibles "errores de juicio" que puede contener la sentencia al interpretar el al­cance de algún precepto constitucional. Lo mismo que en el caso del recurso de inaplicabilidad de ley, la Suprema Corte se halla investida de competencia po­sitiva: casa la sentencia y resuelve definitivamente el pleito.

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628 LOS RECURSOS (Cont.)

359. REQUISITOS DEL RECURSO

a) Primer requisito de este recurso es que en un litigio se haya planteado y resuelto un "caso constitucional", en los términos del art. 299 CPBA.

b) El "caso constitucional" debe introducirse en la debida oportunidad, que es, normalmente, la de entablar la demanda, la de contestarla o la de oponer excepciones. Por lo tanto resulta tardío su planteamiento en segunda instancia o con posterioridad a la sentencia definitiva, salvo que la infracción constitu­cional haya surgido con posterioridad a aquellos actos o con motivo de la sen­tencia misma, lo que ocurriría, por ejemplo, si ésta apareciese fundada en una norma que se reputa inconstitucional y que no ha sido invocada por ninguna de las partes en el curso del proceso.

c) Pero no basta el planteamiento oportuno del "caso constitucional". Para que el recurso sea admisible es necesario, además, que la sentencia impug­nada contenga decisión expresa sobre él. Por consiguiente, si la sentencia no contiene pronunciamiento sobre el punto, es necesario deducir el recurso de nulidad fundado en la causal de omisión de cuestión esencial, a la que se hizo referencia al examinar aquel recurso. Si la nulidad prospera, el recurso de in-constitucionalidad recién debe deducirse contra la sentencia del tribunal al que la Suprema Corte ha reenviado la causa a fin de que se pronuncie sobre el "caso constitucional".

d) A diferencia de lo que ocurre con los recursos de nulidad y de inapli-cabilidad de ley o doctrina, que sólo proceden, como se ha visto, contra las sen­tencias definitivas de las cámaras de apelaciones y tribunales colegiados de instancia única, el recurso de inconstitucionalidad procede contra las senten­cias definitivas de los jueces o tribunales de última o única instancia, debiendo entenderse portales a aquellas sentencias que, dirimiendo el pleito, o haciendo imposible su continuación, no son susceptibles de ningún otro recurso en el or­den provincial.

e) El recurso debe interponerse y fundarse ante el juez o tribunal que en última instancia haya decidido el "caso constitucional", dentro del plazo de diez días contados desde la notificación de la sentencia (CPBA, art. 300). Pre­vio examen acerca de si el caso encuadra en la hipótesis contemplada por el art. 299 y si el recurso ha sido deducido en término, el tribunal debe concederlo o denegarlo (art. 301). No rigen los requisitos relativos al monto mínimo del liti­gio y al depósito previo (art. 302).

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RECURSO DE INAPLICAB1LIDAD DE LA LEY EN EL ORDEN NACIONAL 629

§ ///

RECURSO DE INAPLICABILIDAD DE LA LEY EN ELORDEN NACIONAL''4

360. CONCEPTO Y NATURALEZA

a) Quedó señalado, en su oportunidad, que existen dos modos, en el or­den nacional, para obtener la uniformidad de la jurisprudencia dentro de las distintas cámaras "nacionales de apelaciones: a iniciativa de cualquiera de las salas de la cámara respectiva (CPN, art. 302), y mediante el recurso de inapli-cabilidad de la ley.

b) Respecto de este último prescribe el art. 288 CPN que "el recurso de inaplicabilidad de la ley sólo será admisible contra la sentencia definitiva que contradiga la doctrina establecida por alguna de las salas de la cámara en los diez años anteriores a la fecha del fallo recurrido y siempre que el precedente se hubiere invocado con anterioridad a su pronunciamiento". Por lo tanto, el re­curso es inadmisible en el supuesto de que la contradicción resulte de decisio­nes sucesivas emanadas de una misma sala.

La ley 22.434 introdujo al citado artículo un agregado según el cual, "si se tratare de una cámara federal, que estuviere constituida por más de una sala, el recurso será admisible cuando la contradicción .exista entre sentencias pronun­ciadas por las salas que son la alzada propia de los juzgados civiles federales o de los juzgados en lo contencioso-administrativo federal".

La situación contemplada por esta norma es ajena a la organización judi­cial de la Capital Federal, donde funcionan una cámara nacional de apelaciones en lo civil y comercial federal y una cámara nacional de apelaciones en lo con­tencioso-administrativo federal, respectivamente integradas por tres y cinco sa­las (leyes 21.628, 21.973, 22.090 y 24.384). Se refiere a las cámaras federales con asiento en las provincias que cuenten por lo menos con dos salas provistas de competencia para conocer de los recursos de apelación interpuestos contra las sentencias dictadas por los juzgados federales en materia civil, comercial ó contencioso-administrativo o por los juzgados del mismo fuero con específica competencia en esas materias, donde existieren.

94 Aparte de las obras generales citadas en la nota 84. PALACIO. "Reflexiones sobre el recurso de inaplicabilidad de lev en el orden nacional v su rcalamentación". en JA:. 1958. t. lV,pág.490.

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630 LOS RECURSOS (Cont.)

c) En lo que atañe a su naturaleza, el recurso analizado presenta ciertas notas que lo asemejan a los recursos de casación por errores in indicando, de los cuales constituyen especies, según se ha visto, los recursos de inconstitucio-nalidad (tanto nacional como provincial) y el de inaplicabilidad de ley o doctrina legal que reglamenta el CPBA. Lo mismo que en los regímenes tradicionales de casación, se halla excluida de la competencia de las cámaras en pleno, cuando conocen de este recurso, la revisión de las cuestiones de hecho resueltas por la sentencia de la sala. Ni siquiera sería posible, mediante esta vía procesal, el examen de los hechos por razón de "arbitrariedad" o de "absurdidad". Tampoco cabe, ante el tribunal plenario, la invocación de hechos nuevos ni el ofrecimien­to de pruebas o agregación de documentos (CPN, art. 291), según ocurre, asi­mismo, con los recursos de casación.

Pero el recurso de inaplicabilidad se diferencia de los recursos de casa­ción comunes por lacircunstancia de que, mientras estos últimos proceden para reparar cualquier error inris in indicando, la admisibilidad de aquél se halla condicionada a la existencia de un precedente, emanado de una de las salas de la cámara, que sea contradictorio con la doctrina establecida por la sentencia impugnada. Se advierte, por lo tanto, que la finalidad del recurso de inaplicabi­lidad de ley se ciñe a un simple aspecto del amplio control de legalidad que ejercen comúnmente los tribunales de casación; aspecto que se circunscribe aun más si se tiene en cuenta que sólo persigue lograr la uniformidad de la ju­risprudencia dentro de cada ano de los tribunales de alzada que integran la jus­ticia nacional.

d) Del texto del art. 300 CPN se desprende, asimismo, que a diferencia de lo que ocurre en el régimen del CPBA con respecto al recurso de inaplicabi­lidad de ley, el recurso examinado acuerda al tribunal plenario competencia ne­gativa, ya que éste debe limitarse a establecer la doctrina aplicable al caso, a anular el fallo impugnado en el supuesto de que su doctrina no se ajustare a aquélla, y a disponer la remisión de la causa a otra sala de la cámara a fin de que dicte nueva sentencia de conformidad con la doctrina fijada.

361. SENTENCIAS RECURRIBLES

Sólo son susceptibles de este recurso las sentencias definitivas, debiendo entenderse portales a las que terminen el pleito o hagan imposible su continua­ción (CPN, art. 289, párr. 1°). Por aplicación de ese concepto la jurisprudencia ha declarado que no revisten carácter de sentencias definitivas, entre otras, la que desestima la caducidad de la instancia; la que rechaza la acumulación de

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RECURSO DE INAPLICAB1LIDAD DE LA LEY EN EL ORDEN NACIONAL 631

procesos; la que versa sobre medidas precautorias; la que establece un régimen provisional de visitas; la que recae en los trámites tendientes a lograr la decla­ratoria de herederos; la que dispone el cese de algunas cuotas alimentarias; et­cétera.

Tampoco son definitivas, a los efectos de este recurso, las sentencias que no obstan a que pueda seguirse otro juicio sobre el mismo objeto (CPN, art. 289, párr. 2o), como sucede con las que recaen en los juicios ejecutivos o en los interdictos, ni las que regulan honorarios o aplican sanciones disciplinarias (norma citada).

362. REQUISITOS DE LUGAR, TIEMPO Y FORMA

a) A fin de que el recurso de inaplicabilidad de ley sea declarado admi­sible, es necesario, en primer lugar, que el recurrente haya cumplido con la car­ga de invocar el respectivo precedente con anterioridad al pronunciamiento de la sentencia definitiva (CPN, art. 288). Debe entenderse que la invocación pue­de inclusive formularse en segunda instancia, en oportunidad de presentar la expresión de agravios o su contestación, o el memorial, según se trate, respec­tivamente, de apelación libre o restringida, aunque alguna jurisprudencia, con dudoso acierto, ha decidido que la cita del precedente debe figurar entre las cuestiones sometidas al juez de primera instancia y que es por lo tanto extem­poránea la invocación hecha en el escrito de expresión de agravios.

Asimismo, el precedente invocado debe ftabepsido establecido dentro de los diez años anteriores a la fecha del fallo recurrido (norma citada).

b) Dispone el art. 292 CPN, a raíz de la modificación introducida por la ley 22.434, que "el recurso se interpondrá, dentro de los diez días de notificada la sentencia definitiva, ante la sala que lo pronunció. En el escrito en que se lo deduz­ca se señalará la existencia de la contradicción en términos precisos, se mencionará el escrito en que se invocó el precedente jurisprudencial y se expresarán los funda­mentos que, ajuicio de la parte, demuestren la procedencia del recurso. El in­cumplimiento de estos requisitos determinará su inadmisibilidad".

Como se advierte, el nuevo texto impone al recurrente la carga de expre­sar los fundamentos que demuestren la procedencia del recurso, la cual debe considerarse suficientemente cumplida mediante la adecuada complementa-ción de los restantes requisitos que él menciona, indicando, por lo tanto, los jui­cios en que recayeron los precedentes contradictorios, citándolos de manera tal que puedan ser fácilmente ubicados y cotejando claramente su doctrina con la que resulte del fallo recurrido.

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632 LOS RECURSOS (Cont.)

c) Los apoderados no están obligados a interponer el recurso y para de­ducirlo no requieren poder especial (CPN, art. 290).

§ IV

LOS DENOMINADOS RECURSOS DE REVISIÓN Y DE RESCISIÓN

363. REVISIÓN

a) La revisión —dice PODETTI— es "el remedio procesal extraordinario encaminado a examinar de nuevo una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, cuando se ha llegado a ella por medios ilícitos o in-egulares, sin culpa o negligencia del vencido, prescindiendo o incorporando nuevos elementos de prueba en el nuevo juicio".

b) Pese a la denominación de "recurso" que le acuerdan los códigos pro­vinciales que la regulan, la revisión carece de una de las características funda­mentales de los recursos, cual es la consistente en que la resolución o sentencia impugnada no haya alcanzado autoridad de cosa juzgada (supra, n° 322). No se trata, por lo tanto, de un recurso en sentido estricto, sino de un remedio procesal o pretensión invalidatoria autónoma que da vida a un proceso distinto de aquel en el cual recayó la sentencia firme que se persigue hacer caer.

c) La revisión se halla contemplada, entre otros, por los códigos de Cór­doba, San Luis y San Juan, y lo estaba por la derogada ley 50 de procedimientos ante los tribunales federales. Dichos ordenamientos erigen en causales típicas de revisión a las siguientes: 1 °) Que la sentencia haya recaído en virtud de documentos que al tiempo de dictarse aquélla ignorase una de las partes que estuviesen reconoci­dos o declarados falsos, o que se reconocieran o declarasen falsos después de las sentencias; 2o) Que después de pronunciada la sentencia, se recobrasen documen­tos decisivos ignorados hasta entonces, extraviados o detenidos por fuerza mayor o por obra de la parte a cuyo favor se hubiera pronunciado aquélla; 3o) Que la sentencia firme se hubiera obtenido en virtud de cohecho, violencia u otra ma­quinación fraudulenta (v.gr. Córdoba, art. 1272, incs. 7o, 8o. y 9o).

Interesa destacar, sin embargo, que los mencionados códigos incluyen como motivos de revisión la concurrencia de determinados defectos procesales (v.gr., sentencia que decide extra o ultra petita, omite pronunciamiento sobre

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LOS DENOMINADOS RECURSOS DE REVISIÓN Y DE RESCISIÓN 633

alguna cuestión, contiene disposiciones contradictorias) que son, en realidad, ajenos al objeto específico de aquélla y encuadran, técnicamente, en el ámbito de ciertos recursos extraordinarios como los de inconstitucionalidad, nulidad o casación por quebrantamiento de formas, e inclusive ordinarios como el de aclaratoria. En estos casos la revisión constituye un recurso, aunque errónea­mente denominado con aquel rótulo.

364. RESCISIÓN

a) Denomínase rescisión al remedio acordado a la parte que ha sido de­clarada en rebeldía por razones que no le son imputables, a fin de obtener la anulación de los procedimientos y de la sentencia, y la nueva sustanciación de la causa con arreglo a las formas legales.

b) Contemplan el remedio analizado, entre otros, los códigos de Córdo­ba, Mendoza y Santa Fe. Determina el primero, con el cual coinciden esencial­mente los restantes, que en cualquier estado del juicio y hasta seis meses después de concluido, puede el rebelde entablar recurso de rescisión contra el procedimiento o contra la sentencia siempre que: Io) Aquél acredite que por fuerza mayor no ha podido comparecer ni constituir apoderado, o que por causa no imputable a él no ha podido tener conocimiento del pleito; 2o) Desde la ce­sación de la fuerza mayor o desde que el rebelde tuvo noticia del pleito no transcurrió sino el máximo del término legal del emplazamiento y treinta días más; 3o) Concurran algunos de los motivos que determinan la nulidad del em­plazamiento o de la citación (arts. 460 a 462).

Con excepción del código de Mendoza, los restantes ordenamientos cita­dos fijan límites máximos para interponer el denominado recurso de rescisión (v.gr., seis meses desde la fecha de la sentencia el código de Córdoba). La solu­ción del código mendocino es, sin duda, la más justa, pues ese tipo de límites, aunque fundado en razones de seguridad jurídica, puede afectar el derecho de defensa del rebelde involuntario.

c) No obstante la calificación que le asigna la mayor parte de los orde­namientos citados, la rescisión no configura un verdadero recurso, sino un inci­dente de nulidad, tendiente a dejar sin efecto actos procesales cumplidos en detrimento del -derecho de defensa de una de las partes.

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634 LOS RECURSOS (Conl.)

§ V

CONSULTA

365. REGÍMENES LEGALES

En su mayoría, los;códigos argentinos vigentes otorgan a la interposición del recurso deducido contra la sentencia declarativa de incapacidad, el carácter de una carga procesal. Los códigos de La Pampa (art. 602) y Mendoza (art. 307, inc. 7o), por el contrario, erigen a aquel acto en un deber del representante del ministerio pupilar, aunque el primero de los citados ordenamientos lo limita al supuesto de haberse declarado la incapacidad del denunciado. El código de Ju-juy, por su parte, si bien no impone el deber de apelar prescribe que "si la sen­tencia desfavorable a la capacidad del demandado no fuera apelada por ninguna de las partes, se elevará en consulta al superior, el que resolverá dentro de veinte días de recibido el expediente, previa vista fiscal y sin sustanciación alguna (art. 426). No se trata, como se advierte, de la institución de un recurso en sen­tido propio, pues la intervención de un órgano judicial superior no se halla su­peditada a un acto de parte.

366. RÉGIMEN DEL CPN

Al régimen del código jujeño se plegó la ley 22.434, al incorporar, como art. 253 bis del CPN, cuyo texto reitera el art. 633, ¡afine, el siguiente: "En el proceso de declaración de demencia, si la sentencia que la decreta no fuera ape­lada se elevará en consulta. La cámara resolverá previa vista al asesor de meno­res e incapaces y sin otra sustanciación". Debe estimarse que el sistema impor­ta una prevención exagerada frente a las múltiples garantías que el CPN otorga al presunto incapaz durante el desarrollo del proceso, y que en todo caso hubie­se sido más conveniente adoptar el régimen previsto por el código pampeano.

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CAPÍTULO XXIX

PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

SUMARIO: I. APELACIÓN LIBREMENTE CONCEDIDA: 367. Expresión de agravios.— 368. Deserción del recurso.— 369. Contestación a la expresión de agravios.— 370. Fun-damentación de las apelaciones diferidas, replanteo de cuestiones y pedido de apertura a prueba.— 371. La prueba en segunda instancia.— II. APELACIÓN CONCEDIDA EN

RELACIÓN: 372. Generalidades.— 373. Memoriales.— III. LA SENTENCIA DE SE­

CUNDA INSTANCIA: 374. Facultades del tribunal de alzada.— 375. Constitución del tribunal de alzada y sentencia.— IV. TRÁMITE DEL RECURSO EXTRAORDINARIO

ANTE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN: 376. Concesión del re­curso y providencia de autos.— 377. Resolución.— V. TRÁMITE DEL RECURSO OR­

DINARIO DE APELACIÓN ANTE LA CORTE SUPREMA: 378. Concesión del recurso y providencia de autos.— 379. Resolución.— VI. TRÁMITE DE LOS RECURSOS EX­

TRAORDINARIOS ANTE LA SUPREMA CORTE DE t \ PROVINCIA DE BUENOS

AIRES: 380. Concesión de los recursos, emplazamiento y providencia de autos.— 381. Re­solución.— Vil. TRÁMITE DEL RECURSO DE INAPLICABILIDAD DE U\ LEY EN

EL ORDEN NACIONAL: 382. Resolución sobre admisibilidad y concesión del recur­so.— 383. Procedimiento posterior.— 384. Resolución.

§ /

APELACIÓN LIBREMENTE CONCEDIDA 95

367. EXPRESIÓN DE AGRAVIOS

a) El procedimiento a desarrollarse ante los tribunales de segunda ins­tancia difiere según que el recurso se haya concedido libremente o en relación,

95 Bibliografía citada en la nota 84.

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636 PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

modalidades éstas cuyo alcance ya se ha analizado (supra, n° 332). Habiéndose indicado, asimismo (supra, n° 334), el medio que la ley acuerda para obtener la modificación de la providencia de primera instancia que concedió el recurso, corresponde analizar en esta oportunidad los procedimientos aplicables a aque­llas dos modalidades de la apelación.

b) "Cuando el recurso se hubiese concedido respecto de sentencias defi­nitivas dictadas en procesos ordinarios —expresa el art. 259 CPN— en el día que el expediente llegue a la cámara el secretario dará cuenta y se ordenará que sea puesto en la oficina. Esta providencia se notificará a las partes, personal­mente o por cédula. El apelante deberá expresar agravios dentro del plazo de diez o de cinco días, según se trate de juicio ordinario o sumario". Llegado, pues, el expediente a la cámara de apelaciones respectiva, el presidente del tri­bunal (o de la sala) debe dictar una providencia disponiendo que el apelante presente la expresión de agravios, acto que cumple, en el procedimiento de apelación, una función sustancialmente similar a la de la demanda en primera instancia, ya que, como se verá, delimita las facultades decisorias del tribunal de alzada (infra, n° 374).

La mencionada providencia debe notificarse personalmente o por cédula, tanto al apelante como al apelado. La ley 22.434 ha suprimido la posibilidad, contemplada en la versión originaria del CPN, de notificar por ministerio de la ley la providencia que ordena poner el expediente en la oficina en el supuesto de que éste haya tenido anterior radicación en la misma sala, razón por la cual dicha providencia debe ahora notificarse, en todos los casos, personalmente o por cédula.

c) El apelante debe presentar el escrito de expresión de agravios dentro del plazo de diez o de cinco días, según se trate de proceso ordinario o sumario, contados desde el día siguiente al de la notificación de la providencia que dis­pone poner los autos en la oficina.

Se trata de un plazo individual, y no común, de manera que corre inde­pendientemente para cada uno de los apelantes (sean adversarios o litisconsortes).

d) La expresión de agravios es el escrito mediante el cual el apelante pone de manifiesto ante la cámara los errores de que, a su juicio, adolece la sen­tencia de primera instancia.

Si bien el código derogado no determinaba los requisitos que debe reunir la expresión de agravios, la jurisprudencia había decidido, en forma reiterada, que aquélla debe contener una crítica razonada y concreta del fallo de primera instancia, que puntualice y demuestre los errores de hecho o de derecho en que

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APELACIÓN LIBREMENTE CONCEDIDA 637

el juez pudo haber incurrido. De acuerdo con ese principio general, se resolvió que no constituye expresión de agravios la remisión a lo expresado en oportu­nidades anteriores de la causa; las generalizaciones y apreciaciones subjetivas que no cuestionan concretamente las conclusiones de la sentencia apelada; el simple pedido de que se revoque el fallo, sin argumentar contra él; la remisión al contenido de un dictamen agregado al proceso; etcétera.

El CPN, recogiendo tales conclusiones, prescribe que "el escrito de ex­presión de agravios deberá contener la crítica concreta y razonada de las partes del fallo que el apelante considere equivocadas. No bastará remitirse a presen­taciones anteriores" (art. 265).

La jurisprudencia ha establecido, asimismo, que la brevedad o el laconis­mo de la expresión de agravios no constituye razón suficiente para declarar la deserción del recurso si el apelante individualiza, aun en mínima medida, los motivos de su disconformidad con la sentencia impugnada, por cuanto la grave­dad de los efectos que la ley imputa a la insuficiencia de aquel acto procesal hace aconsejable aplicarla con criterio amplio, favorable al recurrente.

Por otra parte, como se verá más adelante, las reglas anteriormente enun­ciadas sufren excepción en el supuesto de agravios determinados por resolucio­nes apelables en efecto diferido.

368. DESERCIÓN DEL RECURSO

Prescribe al respecto el art. 266 CPN, a raíz de la modificación introduci­da por la ley 22.434, que "si el apelante no expresare agravios dentro del plazo o no lo hiciere en la forma prescripta en el artículo anterior, el tribunal declarará desierto ei recurso, señalando, en su caso, cuáles son las motivaciones esencia­les del pronunciamiento recurrido que no han sido eficazmente rebatidas. De­clarada la deserción del recurso la sentencia quedará firme para el recurrente".

De los términos de la norma transcripta se sigue que la deserción del re­curso de apelación, cuya consecuencia consiste en que la sentencia de primera instancia pasa en autoridad de cosa juzgada, puede producirse tanto por no ha­berse presentado la expresión de agravios dentro del plazo establecido por la ley, cuanto por no reunir aquélla los requisitos anteriormente mencionados.

La deserción, asimismo, puede ser parcial, en el supuesto de que habién­dose deducido recurso de apelación contra la totalidad de la sentencia, la expre­sión de agravios omita la objeción de alguna o algunas de sus partes, las cuales deben tenerse por consentidas y firmes.

La innovación que registra el art. 266 a raíz de su reforma, estriba en la exigencia que pesa sobre la cámara en el sentido de señalar las motivaciones esenciales de la sentencia recurrida que no fueron eficazmente rebatidas por el

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638 PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

apelante. Dicha exigencia, por otra parte, deriva del requisito de fundamenta-ción que deben reunir las sentencias definitivas e interiocutorias, el que cuenta con raigambre constitucional y se halla previsto por el art. 34, inc. 4o CPN.

369. CONTESTACIÓN A LA EXPRESIÓN DE AGRAVIOS

"Así como el apelante —dice PODETTI— tiene la carga de expresar al tri­bunal cuáles son los motivos concretos y específicos de su disconformidad con la sentencia, el apelado la tiene de defender la sentencia que ha reconocido sus derechos". De allí que la ley prescriba que del escrito de expresión de agravios debe darse traslado por diez o cinco días al apelado, según se trate de juicio or­dinario o sumario (CPN, art. 265, párr. 3o).

Los plazos a que dicha norma se refiere comienzan a correr a partir del día siguiente al de la notificación (automática o por ministerio de la ley) de la providencia que confiere el traslado. Asimismo, corresponde que se haga entre­ga al apelado de las copias del escrito de expresión de agravios, las cuales de­bieron ser acompañadas por el apelante (CPN, art. 120). En el supuesto de no agregarse las copias, o de no subsanarse la omisión dentro del plazo legal, co­rresponde declarar la deserción del recurso.

Para el supuesto de que el apelado no contestare el escrito de expresión de agravios, el art. 267 dispone que aquél no podrá hacerlo en adelante y la instan­cia seguirá su curso. Agrega el art. 268, párr. Io, que "con la expresión de agra­vios y su contestación o vencido el plazo para la presentación de ésta y, en su caso, sustanciadas y resueltas las cuestiones a que se refieren los arts. 260 y si­guientes, se llamará autos y, consentida esta providencia, el expediente pasará al acuerdo sin más trámite".

370. FUNDAMENTACIÓN DE LAS APELACIONES DIFERIDAS. REPLANTEO DE CUESTIONES Y PEDIDO DE APERTURA A PRUEBA

a) El régimen adoptado por el CPN en materia de apelaciones diferidas y de impugnabilidad de las resoluciones denegatorias de medidas de prueba, ha determinado una sensible modificación en la estructura tradicional del procedi­miento ordinario en segunda instancia, a! cual han debido incorporarse nuevas reglas acordes con las normas referentes a las mencionadas materias.

b) Establece, en efecto, el art. 260 CPN que dentro del plazo de cinco días contados desde la notificación de la providencia que ordena poner el expe­diente en la oficina, las partes deberán:

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APELACIÓN LIBREMENTE CONCEDIDA 639

Io) Fundar los recursos que se hubiesen concedido en efecto diferido. Si no lo hicieren, quedarán firmes las respectivas resoluciones.

El mecanismo de la apelación diferida, así como las providencias y resolu­ciones que son recurribles en ese efecto, fueron materia de análisis supra, n° 333.

2o) Indicar las medidas probatorias denegadas en primera instancia o res­pecto de las cuales hubiese mediado declaración de negligencia, que tengan in­terés en replantear en los términos de los arts. 379 y 385, in fine. La petición debe ser fundada, a cuyo efecto es menester demostrar concretamente la nece­sidad de la prueba, y resuelta sin sustanciación alguna.

Las normas mencionadas, como se destacó oportunamente (supra, n° 206, c), establecen el principio de la inapelabilidad de las resoluciones del juez de primera instancia sobre producción, denegación o sustanciación de las prue­bas, pero dejan a salvo el derecho de la parte interesada para solicitar a la cáma­ra que diligencie las medidas probatorias denegadas o respecto de las cuales hubiese mediado declaración de negligencia. Tal solicitud debe formularse y fundarse en la oportunidad a que se refiere el artículo analizado.

3o) Presentar los documentos de que intenten valerse, de fecha posterior a la providencia de autos para sentencia de primera instancia, o anteriores, si afirmaren no haber tenido antes conocimiento de ellos.

4o) Exigir confesión judicial a la parte contraria sobre hechos que no hu­biesen sido objeto de esa prueba en la instancia'ant&rior.

5o) Pedir que se abra a prueba cuando:

a) Se alegare un hecho nuevo posterior a la oportunidad prevista en el art. 365, o se tratare del caso a que se refiere el segundo párrafo del art. 366.

b) Se hubiese formulado el pedido a que se refiere el inc. 2o (indicación de medidas probatorias denegadas en primera instancia).

c) De las presentaciones y peticiones a que se refieren los incs. Io, 3o y 5o, inc. a) del art. 260, o sea de los escritos en los cuales se fundan las apelacio­nes diferidas, se acompañan documentos o se alega un hecho nuevo, correspon­de conferir traslado a la parte contraria quien debe contestarlo dentro del quinto día (art. 261).

Como se advierte, el CPN reglamenta, en los arts. 260 y 261, un trámite paralelo, aunque indisolublemente vinculado con la presentación de la expre­sión de agravios y su contestación.

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640 PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

Tal vinculación está dada, en primer lugar, por la circunstancia de que, aun en el supuesto de que cualquiera de las partes hubiese hecho uso de los de­rechos que le acuerda el art. 260, corresponde declarar la deserción del recurso si el apelante no presenta la expresión de agravios dentro del plazo legal.

Está claro, en segundo lugar, que las razones en que deben fundarse las apelaciones diferidas y los replanteos relativos a pruebas denegadas en primera instancia forman parte de los agravios del apelante respecto de la sentencia de primera instancia, pues con excepción de la hipótesis contemplada en el art. 69, párr. 4o, tienden, en definitiva, a obtener la modificación de dicha sentencia, cuyo contenido puede estar determinado, total o parcialmente, por las resolu­ciones que corresponde cuestionar en la oportunidad prevista en el art. 260.

Ello se advierte con toda nitidez en materia probatoria: si las pretensiones o defensas del apelante se han rechazado con fundamento en la falta o insufi­ciencia de prueba que las respaldara, y resulta que esa prueba ha sido denegada, en forma total o parcial, durante el procedimiento de primera instancia, es ob­vio que el replanteo del tema ante el tribunal de alzada tiene por finalidad últi­ma desvirtuar ese fundamento a través de un fallo revocatorio que se base, pre­cisamente, en la prueba diligenciada en segunda instancia.

De allí que, en el escrito de expresión de agravios, el apelante puede limi­tarse, con respecto a los agravios producidos por resoluciones apeladas en efec­to diferido, denegatorias de prueba o declarativas de negligencia, a remitirse a los fundamentos enunciados en el escrito aludido en el art. 260. Ello constituye una excepción a la regla en cuya virtud no procede que el apelante se remita, en la expresión de agravios, a presentaciones anteriores, pues implicaría un evi­dente exceso formal exigir que el recurrente reproduzca en ese escrito el funda­mento de las apelaciones diferidas y de los replanteos.

Tanto las apelaciones diferidas como los replanteos deben resolverse por la cámara con anterioridad al pronunciamiento de la sentencia definitiva (art. 268); las primeras, una vez contestado el traslado a que se refiere el art. 261, y los segundos inmediatamente después de formulados. Hacen excepción las apelaciones diferidas otorgadas en los procesos de ejecución, las cuales deben resolverse juntamente con la apelación deducida contra la sentencia (art. 247).

Existe un caso, finalmente, en el que la resolución sobre una apelación di­ferida puede tornar innecesario el pronunciamiento de una sentencia de fondo. Es el que se configuraría, en los procesos sumarios, si llegare a prosperar algu­na de las excepciones contempladas en los incs. 6o, 7o y 8o del art. 347 (cosa juz­gada, transacción, conciliación, desistimiento del derecho y defensas tempora­rias). Debe entenderse, asimismo, que si el único agravio del apelante radica en el rechazo de alguna de esas excepciones, la presentación del escrito en el que se funda la apelación contra la respectiva interlocutoria es suficiente para man-

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APELACIÓN LIBREMENTE CONCEDIDA 641

tener abierta la segunda instancia, aun cuando no se presente el escrito de ex­presión de agravios.

371. LA PRUEBA EN SEGUNDA INSTANCIA

a) En consonancia con el régimen que se ha explicado en el número an­terior, el CPN ha debido ampliar las excepciones al tradicional principio según el cual el procedimiento de segunda instancia debe circunscribirse al debate y decisión sobre el acierto o error de la sentencia impugnada, quedando exclui­dos de él los materiales de conocimiento no incorporados al proceso en primera instancia.

b) Las facultades instructorias que el CPN acuerda a los tribunales de al­zada pueden ejercerse respecto de: Io) Hechos invocados en primera instancia que no hubiesen sido admitidos o cuya prueba se haya declarado inadmisible o caduca en cuanto a su producción; 2o) Hechos invocados en primera instancia que se pretenda acreditar mediante elementos probatorios originariamente ofrecidos en segunda instancia; 3o) Hechos no invocados durante el procedi­miento de primera instancia.

La primera de las mencionadas hipótesis comprende, a su vez, dos casos: Io) Que en primera instancia se haya rechazado un hecho nuevo y haya prospe­rado en segunda instancia la apelación diferida interpuesta contra la respectiva resolución; 2o) Que en primera instancia se hayan denegado una o más pruebas, o hubiese mediado, respecto de ellas, declaración de negligencia, y el tribunal de alzada haya dispuesto, previo replanteo por la parte interesada, el diligencia-miento de las medidas de que se trate.

La segunda hipótesis comprende los supuestos de presentarse documen­tos de fecha posterior a la providencia de autos para sentencia de primera ins­tancia, o anteriores cuando se afirma no haberse tenido antes conocimiento de ellos, y de solicitarse confesión judicial a la parte contraria sobre hechos que no hubiesen sido objeto de esa prueba en primera instancia (art. 260, incs. 3o y 4o).

En el primer caso debe conferirse traslado a la parte contraria (CPN, art. 261), lo cual tiene por objeto acordar a esta última la posibilidad de oponerse a la agregación de los documentos (por no concurrir respecto de ellos los requi­sitos de fecha o de ignorancia exigidos por la norma citada), o de pronunciarse sobre su eficacia.

En la tercera hipótesis, finalmente, se encuentran comprendidos los he­chos que han ocurrido o llegado a conocimiento de las partes una vez transcu­rridos los cinco días de notificada la providencia de apertura a prueba en prime-

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642 PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

ra instancia (CPN, art. 365). Al igual que en la hipótesis de los documentos, de la alegación de hechos nuevos corresponde conferir traslado a la parte contraria (art. 261).

c) El procedimiento probatorio ante los tribunales de alzada, y sus inte­rioridades, se halla esencialmente sujeto a las mismas normas que rigen en pri­mera instancia: "Las pruebas que deban producirse ante la cámara se regirán, en tanto fuere compatible, por las disposiciones establecidas para la primera instancia. Para alegar sobre su mérito, las partes no podrán retirar el expediente. El plazo para presentar el alegato será de seis días" (art. 262). Dado que a raíz de la reforma introducida por la ley 25.488 corresponde que en el proceso ordi­nario (como anteriormente ocurría en el llamado proceso sumario) todas las pruebas sean ofrecidas con la demanda, o su contestación con la demanda, o su contestación, las pruebas relativas al hecho nuevo que se introduce en segunda instancia deben ser indicadas en el escrito en que aquél se invoca.

Los miembros del tribunal deben asistir a todos los actos de prueba en los supuestos que la ley lo establece (audiencia de absolución de posiciones), o cuando así lo hubiese solicitado oportunamente alguna de las partes en los tér­minos del art. 34, inc. Io, vale decir con anticipación no menor de dos días a su celebración. En dichos actos debe llevar la palabra el presidente, pero los de­más jueces, con su autorización, pueden preguntar lo que estimen oportuno (art. 263).

Establece, finalmente, el art. 264, que "si se pretendiese producir prueba en segunda instancia, dentro del quinto día de notificada la providencia a que se refiere el art. 259, las parles manifestarán si van a informar in voce. Si no hicie­ren esa manifestación, o no informaren, se resolverá sin dichos informes".

§ //

APELACIÓN CONCEDIDA EN RELACIÓN 9b

372. GENERALIDADES

Anteriormente se dijo (supra, n° 332) que cuando la apelación se concede en relación, la cámara debe resolver sobre la base de las actuaciones producidas en la instancia anterior y mediante un procedimiento más breve y expeditivo.

% Bibliografía citada en la nota 84.

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APELACIÓN CONCEDIDA EN RELACIÓN 643

Consecuencia de ello es que dicha forma del recurso no admita la posibi­lidad de que en segunda instancia se aleguen hechos nuevos, se agreguen docu­mentos o se disponga la apertura a prueba (CPN, art. 275, párr. 2o), como ocurre en el caso de la apelación libremente concedida. Ello no obsta, sin embargo, a que el tribunal de alzada haga uso de las medidas instructorias a que se refiere el art. 36 CPN.

373. MEMORIALES

a) A diferencia de lo que ocurre en el supuesto de apelación libre, que debe sustanciarse, como se vio, ante el tribunal de alzada, cuando el recurso procede en relación y sin efecto diferido el apelante debe fundar el recurso ante el juez de primera instancia, dentro de los cinco días de notificada la pro­videncia que lo acuerda (CPN, art. 246, párr. Io).

El escrito en el cual se funda el recurso concedido en relación se denomi­na memorial, y éste, al igual que la expresión de agravios, debe contener una crítica concreta y razonada de la resolución recurrida, siendo insuficiente la simple remisión a los fundamentos de escritos presentados con anterioridad.

Del memorial presentado por el apelante debe darse traslado a la otra par­te por el mismo plazo de cinco días (art. cit., párr. 2o). Dicho traslado se notifica por ministerio de la ley.

b) La presentación del memorial constituye una carga del apelante, cuyo incumplimiento trae aparejada la deserción del recurso, la cual debe ser declarada por el juez de primera instancia (art. cit., párr. 3o). También es causal de deserción la insuficiencia del memorial, pero en tal supuesto es a la cámara a quien corresponde declararla.

c) Concedido el recurso, el expediente debe ser elevado a la cámara, la que dictará pronunciamiento sin más trámite en el supuesto de que aquél tuvie­re radicación de sala. En caso contrario debe dictar la providencia de autos (art. 275, párr. Io). Tal diferencia en el trámite tiene fundamento en la necesidad de acordar a las partes, en el segundo caso, la posibilidad de recusar sin causa a uno de los jueces de la sala o tribunal, derecho que debe ejercerse al día siguien­te de la notificación de la providencia de autos (CPN, art. 14, párr. 4°).

d) Corresponde señalar, finalmente, que cuando el recurso de apelación se hubiese interpuesto subsidiariamente con el de reposición, no procede admi­tir ningún escrito para fundar la apelación (art. 248).

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644 PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

§ ///

LA SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA 91

374. FACULTADES DEL TRIBUNAL DE ALZADA

a) Las facultades decisorias de los tribunales de segunda instancia están limitadas al conocimiento de las cuestiones que: Io) Hayan sido oportunamente propuestas a la decisión del inferior; 2o) No hayan sido expresa o implícitamen­te excluidas por el apelante, sea en la expresión de agravios o en el memorial.

b) Con respecto a esa primera limitación, dispone el art. 277 CPN que "el tribunal no podrá fallar sobre capítulos no propuestos a la decisión del juez de primera instancia. No obstante deberá resolver sobre los intereses y daños y perjuicios u otras cuestiones derivadas de hechos posteriores a la sentencia de primera instancia".

La regla establecida por esta norma, que coincide con la solución del art. 163, inc. 6o, deriva de la vigencia del principio dispositivo, una de cuyas mani­festaciones se traduce, como varias veces se ha destacado, en la prohibición de que los tribunales de justicia se pronuncien sobre cuestiones que no hayan sido objeto de litigio entre las partes.

El ámbito de conocimiento de los tribunales de alzada se halla pues limi­tado por las cuestiones articuladas en el proceso, y no por lo decidido en prime­ra instancia. El régimen de la doble instancia sólo requiere, en efecto, que exis­tan dos sentencias que examinen las cuestiones propuestas en los escritos de constitución del proceso, pero no que cada una de esas cuestiones sea sometida a un doble examen.

Existen, en efecto, numerosos casos en los cuales los tribunales de alzada se hallan habilitados para resolver cuestiones que no han sido objeto de pronun­ciamiento en la instancia anterior, sea por omisión o por haberse hecho lugar a una defensa o argumento de carácter excluyente.

En relación con el primer supuesto, el CPN establece que el tribunal de alzada puede decidir sobre los puntos omitidos en la sentencia de primera ins­tancia, aunque no se hubiese pedido aclaratoria, siempre que se solicite el res­pectivo pronunciamiento en la expresión de agravios (art. 278).

Con referencia a la segunda hipótesis, corresponde ante todo destacar que el tribunal de alzada tiene facultades para pronunciarse originariamente sobre

97 Bibliocrai'ía citada en la nota 84.

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LA SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA 645

cuestiones involucradas en la demanda que no fueron objeto de examen en pri­mera instancia como consecuencia de haber prosperado una defensa del de­mandado. Revocada por la cámara, v.gr., la sentencia que rechaza una demanda por indemnización de daños y perjuicios en virtud de haberse admitido una de­fensa previa deducida por el demandado, aquélla debe proceder a fijar la in­demnización sin más trámite, no siendo necesario, por lo tanto, que el expe­diente sea devuelto al juez de primera instancia para que se pronuncie sobre el punto.

También la jurisprudencia tiene decidido que las defensas oportunamente opuestas por la parte que no apela el fallo de primera instancia por serle favora­ble, y que fueron desestimadas, quedan sometidas a la decisión del tribunal de alzada en virtud de la apelación deducida por la otra parte. Lo mismo ocurre en el caso de que ciertas defensas no hayan sido consideradas por la sentencia de primera instancia, en razón de ser innecesario su examen para resolver la causa: si, por ejemplo, se han opuesto en primera instancia las excepciones de pres­cripción y nulidad, y el juez hace lugar a la primera y omite examinar la segun­da, ésta puede ser objeto de pronunciamiento en la alzada si el tribunal declara que no existe prescripción.

Pero mientras para algunos tribunales es necesario, en tal caso, que la parte triunfadora plantee la cuestión ante el tribunal de alzada al contestar los agravios de la otra parte, o al presentar el memorial, otros consideran que aqué­lla queda implícitamente sometida a la decisión de la cámara como consecuen­cia del recurso deducido por la otra parte. Esta última solución es, ciertamente, la que mejor se adecúa a los principios que rigen eLrnecanismo de la apelación, uno de los cuales consiste en que, con excepción de las cuestiones excluidas por el apelante, el tribunal de alzada tiene, con respecto a los puntos debatidos en la causa, la misma competencia que el juez inferior.

Es importante destacar, también, que sobre la base del principio según el cual es condición de validez de los fallos judiciales el que se pronuncien sobre todas las cuestiones conducentes para la decisión de la causa, y que hayan sido oportunamente propuestas por las partes, la jurisprudencia de la Corte Suprema Nacional tiene establecido que las sentencias de los tribunales de alzada deben contener decisión sobre las defensas que, oportunamente opuestas ante el infe­rior y rechazadas por éste, son mantenidas en segunda instancia por la parte triunfadora, aun cuando la apelación hubiera sido deducida (como no puede ser de otra manera), por el litigante vencido. Para fundamentar esa solución la Cor­te ha expresado que, de otro modo, el triunfo en primera instancia cercenaría la defensa del vencedor, imposibilitado de apelar respecto de los fundamentos de una sentencia que le es favorable.

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646 PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

c) El tribunal de alzada no puede revisar aquellas cuestiones que, re­sueltas en primera instancia en contra del apelante, éste las excluye, expresa o implícitamente, en oportunidad de deducir el recurso de apelación o de presen­tar la expresión de agravios {tantuin apellatum quantum devolutuin). De allí el paralelismo anteriormente puntualizado entre la demanda y la expresión de agravios, consideradas ambas como los actos cuyo contenido determina la competencia del tribunal de primera y segunda instancia, respectivamente.

Obviamente, la competencia del tribunal de alzada tampoco se abre en los supuestos de declararse la deserción del recurso (supra, n° 368), sea por no haberse presentado la expresión de agravios dentro del plazo que fija la ley, o por carecer aquélla de la necesaria fundamentación.

d) Finalmente, es consecuencia del principio dispositivo que el tribunal de segunda instancia carezca de facultades para modificar la sentencia en perjui­cio del litigante que apeló, si su contrario no lo hizo (reformatio in peius). Si, por ejemplo, A demanda a B por cobro de la suma de $ 1.000.000; se dicta sentencia de primera instancia que condena al pago de $ 500.000, y tal sentencia es apelada únicamente por B, el tribunal de alzada no podría elevar a $ 1.000.000 el monto de la condena, pues ello comportaría un pronunciamiento dictado fuera de los límites de la apelación, que están determinados por los agravios de las partes.

La Corte Suprema tiene reiterada jurisprudencia establecida en el sentido de que la competencia de los tribunales de alzada, en materia civil, se halla li­mitada por la extensión de los recursos concedidos para ante ellos, y que la transgresión de tales límites comporta agravio a las garantías constitucionales de la propiedad y de la defensa en juicio. Y ha dicho, v.gr., en ese orden de ideas, que no siendo dado a la cámara exceder la competencia que le acuerda un recurso concedido para ante ella, es improcedente la declaración de que no co­rresponden honorarios a los procuradores por trabajos extrajudiciales si, según resulta de restricción explícita con que el memorial de agravios mantuvo el re­curso, éste sólo persiguió la reducción a justos límites de los honorarios regula­dos {Fallos, 231-279); que viola dichas garantías constitucionales la sentencia de la cámara que, con fundamento en la inspección ocular dispuesta en la alza­da y pronunciándose sobre cuestiones no comprendidas en la apelación, revoca el fallo anterior de primera instancia que ordenaba el desalojo y que se hallaba firme (Fallos, 235-171); etcétera.

375.CONST1TUCIÓN DEL TRIBUNAL DE ALZADA Y SENTENCIA

Habiendo sido tratado este punto en el número 285, corresponde remitir a lo que allí se dijo. Sólo cabe destacar aquí que, en el supuesto de que la sen-

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TRAMITE DEL RECURSO EXTRAORDINARIO 647

tencia sea revocatoria o modificatoria de la de primera instancia, el tribunal debe adecuar las costas y el monto de los honorarios al contenido de su pronun­ciamiento, aunque no hubiesen sido materia de apelación (CPN, art. 279).

§ IV

TRÁMITE DEL RECURSO EXTRAORDINARIO ANTE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

DE LAN'ACIÓN'9S

376. CONCESIÓN DEL RECURSO Y PROVIDENCIA DE AUTOS

a) La sustanciación del recurso extraordinario federal debe llevarse a cabo ante el superior tribunal de la causa mediante un traslado por el plazo de diez días que corresponde conferir, a la otra u otras partes, del escrito en el cual aquél se interpuso, correspondiendo luego emitir pronunciamiento sobre la ad­misibilidad de la impugnación (que se notifica personalmente o por cédula) y remitir el expediente a la Corte si dicho pronunciamiento es favorable al recu­rrente.

En este último supuesto, la recepción del expediente por la Corte Supre­ma implica el llamamiento de autos (art. 280 del CPN) aunque en la práctica se continúa dictando la providencia respectiva, firmada por el secretario.

Si el superior tribunal de la causa tiene su asiento fuera de la Capital Fe­deral, la parte que no constituyó domicilio en ésta queda notificada de las pro­videncias de la Corte por ministerio de la ley (art. 257, párr. 3o).

b) La concesión del recurso extraordinario tiene efecto suspensivo. El art. 258 CPN consagra empero una excepción a este principio en tanto

dispone, siguiendo el mismo criterio del art. 7° de la ley 4055, que "si la senten­cia de la cámara o tribunal fuese confirmatoria de la dictada en primera instan­cia, concedido el recurso, el apelado podrá solicitar la ejecución de aquélla, dando fianza de responder de lo que percibiese si el fallo fuese revocado por la Corte Suprema. Dicha fianza será calificada por la cámara o tribunal que hubie­se concedido el recurso y quedará cancelada si la Corte Suprema lo declarase improcedente o confirmase la sentencia recurrida. El fisco nacional está exento de la fianza a que se refiere esta disposición".

98 Bibliografía citada en las notas 84 v 91.

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648 PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

377. RESOLUCIÓN

a) La sentencia de la Corte Suprema puede ser confirmatoria o revoca­toria de la sentencia dictada por el superior tribunal de la causa (salvo, natural­mente, que el recurso hubiese sido mal concedido, en cuyo caso debe limitarse a declararlo inadmisible, sea por resolución fundada o bien mediante la sola in­vocación del art. 280, párr. 2o CPN cuando, "según su sana discreción", consi­dere que no existe agravio federal suficiente o las cuestiones planteadas por el impugnante resulten insustanciales o carentes de trascendencia).

Si la Corte confirma lo decidido por el tribunal de la causa acerca de los puntos de derecho federal sometidos a su conocimiento, la sentencia recurrida queda firme en su totalidad.

Cuando, por el contrario, la decisión de la Corte es revocatoria, corres­ponde tener en cuenta si para completar la decisión del pleito resulta o no nece­sario resolver otras cuestiones no examinadas por la sentencia recurrida. En el primer supuesto la Corte debe limitarse a hacer una declaración sobre el punto disputado y devolver la causa al respectivo tribunal a fin de que se pronuncie sobre tales cuestiones (ley 48, art. 16, Ia parte). En el segundo caso, el pronun­ciamiento revocatorio de la Corte sustituye lo resuelto por el superior tribunal de la causa acerca de los respectivos puntos de derecho federal y comporta, de tal manera, el fallo definitivo del pleito.

b) El art. 16, 2a parte de la ley 48, autoriza sin embargo a la Corte a re­solver sobre el fondo, o sea a pronunciarse sobre todas las cuestiones (federales y no federales) discutidas en el juicio, y aun ordenar la ejecución, "especial­mente si la causa hubiese sido una vez devuelta por idéntica razón". Se trata de una facultad excepcional, de la cual la Corte Suprema ha hecho uso para evitar la prolongación indefinida de las causas en las que los tribunales inferiores no adecuaron sus pronunciamientos a declaraciones contenidas en sentencias an­teriores dictadas por aquélla.

Tal facultad constituye un resabio de la primitiva avocación, la cual se sustentaba en el principio, hoy inaplicable, en cuya virtud se consideraba que la jurisdicción de los jueces inferiores era ejercida por delegación de los más altos tribunales y que éstos, por lo tanto, podían reasumirla.

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TRÁMITE DE LOS RECURSOS ANTE LA CORTE PROVINCIAL 649

§ V

TRÁMITE DEL RECURSO ORDINARIO DE APELACIÓN ANTE LA CORTE SUPREMA "

378. CONCESIÓN DEL RECURSO Y PROVIDENCIA DE AUTOS

Concedido el recurso ordinario de apelación para ante la Corte Suprema y recibido el expediente por ésta, debe ser puesto en secretaría y notificarse la providencia que así lo ordene personalmente o por cédula. El apelante debe presentar memorial dentro del plazo de diez días, y de éste corresponde confe­rir traslado a la otra parte por el mismo plazo. La falta de presentación de me­morial o su insuficiencia trae aparejada la deserción del recurso. Contestado el traslado o transcurrido el plazo para hacerlo, debe dictarse la providencia de autos, no pudiendo en ningún caso admitirse la apertura a prueba ni la alega­ción de hechos nuevos (CPN, art. 280).

379. RESOLUCIÓN

Cuando es procedente el recurso ordinario de apelación, la competencia de la Corte es equiparable a la de cualquier tribunal de alzada, y puede versar, por lo tanto, sobre todas las cuestiones de hecht) o de derecho (común o federal) que hayan sido materia de agravios.

§ VI

TRÁMITE DE LOS RECURSOS EXTRAORDINARIOS ANTE LA SUPREMA CORTE DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 10°

380. CONCESIÓN DE LOS RECURSOS, EMPLAZAMIENTO Y PROVIDENCIA DE AUTOS

a) Todos los recursos extraordinarios admitidos por el CPBA (inaplica-bilidad de ley, nulidad e inconstitucionalidad), se hallan sustancialmente suje-

99 Bibliografía citada en la nota 88. 100 Bibliografía citada en las notas 84 y 93.

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650 PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

tos al mismo trámite. Deben, en primer lugar, según se ha visto, interponerse y fundarse ante la respectiva cámara de apelaciones o tribunal colegiado de ins­tancia única, salvo el de inconstitucionalidad, que puede serlo ante el juez o tri­bunal de última o única instancia.

b) Interpuesto el recurso, puede ocurrir que el tribunal lo admita o lo de­niegue. En el primer caso, si el tribunal no tiene su asiento en la ciudad de La Plata, la resolución que admite el recurso debe emplazar al recurrente para que, dentro de cinco días, entregue en mesa de entradas y en sellos postales, el valor del franqueo que corresponda para la remisión del expediente a la Suprema Corte y su oportuna devolución por ésta, salvo que se trate de las personas a quienes el art. 280 exime del depósito. Si el recurrente omite entregar el fran­queo corresponde declarar desierto el recurso, darle por perdido el 25% del de­pósito y aplicarle las costas. Cumplido el requisito mencionado, el expediente debe ser elevado a la Corte dentro de los dos días siguientes de quedar las partes notificadas de la concesión del recurso o de quedar aquél en estado para su re­misión (CPBA, art. 282).

Llegado el expediente a la Corte el secretario debe dar cuenta y el presi­dente, previa vista, cuando corresponda, al Procurador General, dictar la provi­dencia de "autos" y mandarla notificar en el domicilio constituido por los inte­resados, debiendo las demás providencias quedar notificadas por ministerio de la ley (art. 283). La jurisprudencia tiene decidido, no obstante, que el dictado de la providencia de autos no obsta a que, por vía de interlocutoria, se declare mal concedido el recurso.

Dentro del plazo de diez días contados desde la notificación de la provi­dencia de "autos", cada pane puede presentar una memoria relativa a su recurso o al interpuesto por la contraria, quedando prohibido el ofrecimiento de prue­bas y la alegación de hechos nuevos (art. 284). Si el recurrente desiste del recur­so —lo que puede hacer en cualquier estado del trámite— pierde el 50% del de­pósito y debe pagar las costas (art. 285). La sentencia debe pronunciarse dentro de los 80 días, que empiezan a correr desde que el proceso se encuentre en es­tado. Vencido el plazo, las partes pueden solicitar despacho dentro de los diez días (art. 286). Pronunciada y notificada la sentencia, debe devolverse el expe­diente al tribunal de origen sin más trámite (art. 291).

c) En el supuesto de que la cámara o tribunal denieguen el recurso o lo declaren desierto, el interesado puede recurrir en queja ante la Corte, dentro de los cinco días, con la ampliación que corresponda en razón de la distancia,

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TRÁMITE DE LOS RECURSOS ANTE LA CORTE PROVINCIAL 65 1

acompañando: Io) Copia, certificada por el letrado del recurrente, de la senten­cia recurrida, de la de primera instancia (cuando hubiere sido revocada), del escrito de interposición del recurso y del auto que lo deniegue o lo declare desierto; 2o) Los demás recaudos necesarios para individualizare! caso y el tribunal. Presen­tada la queja la Corte debe decidir, dentro de los cinco días y sin sustanciación alsuna, si el recurso ha sido bien o mal denegado o declarado desierto. En estos dos últimos casos, corresponde imprimirle el trámite descripto en la letra ante­rior (dictado de la providencia de autos, etc.). Si, en cambio, se declara que el recurso ha sido bien denegado o declarado desierto, deben aplicarse las costas al recurrente. Mientras la Corte no conceda el recurso no se suspende la trami­tación del proceso, salvo que aquélla requiera los autos para resolver la queja y ello desde que el Tribunal reciba la requisitoria (art. 292).

d) En cuanto a la suerte del depósito que, como se vio oportunamente, constituye requisito de admisibilidad del recurso de inaplicabilidad de ley, va­ría de acuerdo con las decisiones que eventual mente se adopten. Aquél, en efec­to, debe ser devuelto al recurrente cuando: Io) Se le deniega el recurso, en cuyo caso el pedido de extracción implica consentir la denegatoria; 2o) Concedido el recurso por el tribunal o declarado por la Corte como mal denegado, el resulta­do de aquél le fuere favorable (CPBA, art. 293). En cambio, el recurrente pierde el depósito si: 1°) Concedido el recurso por el tribunal o declarado por la Corte como mal denegado, su resultado no le fuere favorable; 2°) Denegado el recur­so por el Tribunal, la Corte lo declare bien denegado. Sin embargo la Corte pue­de, en atención a la naturaleza de la cuestión resuelta, o a la forma en que ella lo ha sido, disponer la devolución al recurrente de hasta un 50% del importe del depósito (art. 294).

381. RESOLUCIÓN

a) La sentencia debe dictarse en el plazo que anteriormente se ha señala­do, correspondiendo destacar que, mientras para decidir los recursos de inaplicabi­lidad de ley y de nulidad basta que intervenga la mayoría de los jueces de la Suprema Corte (cinco), la resolución del recurso de inconstitucionalidad exi­ge la concurrencia de la totalidad de los miembros del tribunal, aunque son su­ficientes, para que exista sentencia, cinco votos conformes (ley 5827, art. 25).

b) En cuanto a los efectos de los recursos extraordinarios provinciales, se debe distinguir entre los de inaplicabilidad de ley e inconstitucionalidad, por un lado, y el de nulidad, por otro. Los dos primeros, como se expresó oportuna-

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652 PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

mente (supra, nros. 350 y 358), acuerdan a la Suprema Corte competencia po­sitiva y excluyen, por lo tanto, el régimen de reenvío.

Con respecto al recurso de inaplicabilidad de ley, dice el art. 289 CPBA que "cuando la Suprema Corte estimare que la sentencia recurrida ha violado o aplicado erróneamente la ley o doctrina, su pronunciamiento deberá contener: Io) Declaración que señale la violación o errónea aplicación de la ley o doctrina que fundamentó la sentencia; 2o) Resolución del litigio con arreglo a la ley o doctrina que se declaran aplicables". Por consiguiente, el fallo de la Suprema Corte viene a sustituir a la sentencia recurrida. Lo mismo ocurre si prospera el recurso de inconstitucionalidad, a cuyo respecto el art. 303 prescribe que "en su decisión, la Suprema Corte declarará si la disposición impugnada es o no contraria a la Constitución de la Provincia. En el segundo caso desestimará el recurso condenando al recurrente en las costas causadas".

El recurso de nulidad, en cambio, se halla sujeto al régimen de reenvío: "Cuando la Suprema Corte lo acogiera —dice el art. 298 CPBA— se declarará nula la sentencia recurrida y se remitirá la causa a otro tribunal para que la de­cida nuevamente. En este supuesto se aplicará a cada juez del tribunal una mul­ta idéntica a la establecida por el art. 45 siempre que, ajuicio del tribunal, existiera manifiesta o inexcusable infracción a los preceptos constitucionales aludidos. Cuando la Corte estimare que no ha existido infracción a las precitadas dispo­siciones de la Constitución, así lo declarará desestimando la impugnación y condenando al recurrente en las costas causadas".

c) Cabe por último recordar que la ley provincial 12.961 incorporó, como art. 31 bis de la ley 5827, una norma en cuya virtud "en cualquier estado de su tramitación, si la Suprema Corte de Justicia considerase que el recurso extraordinario no reúne los requisitos esenciales, o que ha sido insuficiente­mente fundado, o que el mismo tribunal ha desestimado otros recursos sustan­cial mente análogos, podrá rechazarlo con la sola invocación de cualquiera de las circunstancias precedentemente expuestas".

Como fácilmente se percibe, el precepto transcripto adoptó un criterio si­milar al consagrado en el art. 280 del CPN con respecto al recurso extraordina­rio federal, aunque no obstante su confusa y hasta contradictoria redacción se diferencia de aquél en que no basta, para desestimar el recurso, la mera invoca­ción de la norma, sino que la Suprema Corte debe indicar, en cada caso, cuál es el requisito legal transgredido por el impugnante.

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TRÁMITE DEL RECURSO DE INAPLICABILIDAD DE LEY 653

§ Vil

TRÁMITE DEL RECURSO DE INAPLICABILIDAD DE LA LEY EN EL ORDEN NACIONAL m

382. RESOLUCIÓN SOBRE ADMISIBILIDAD Y CONCESIÓN DEL RECURSO

a) Interpuesto el recurso, corresponde acordar a la parte contraria la po­sibilidad de ser oída con anterioridad a la declaración de admisibilidad o inad-misibilidad de aquél. Dispone, en efecto, el art. 292, párrafo final CPN que del "escrito de recurso se dará traslado a la otra parte, por el plazo de diez días", agregando el art. 293, en su párrafo primero, que "contestado el traslado a que se refiere el artículo anterior o, en su caso, vencido el plazo para hacerlo, el pre­sidente de la sala ante la cual se ha interpuesto el recurso remitirá el expediente al presidente de la que le siga en el orden del turno...".

El citado artículo continúa expresando que dicha sala "determinará si concurren los requisitos de admisibilidad, si existe contradicción y si las alega­ciones que se refieren a la procedencia del recurso son suficientemente funda­das. Si lo declarare inadmisible o insuficiente, devolverá el expediente a la sala de origen; si lo estimare admisible concederá el recurso en efecto suspensivo y remitirá los autos al presidente del tribunal. En ambos casos la resolución es irrecurrible".

La intervención de la sala que le sigue eji el_orden del turno a la que dictó la sentencia no debe, por lo tanto, circunscribirse a verificar si concurren, en el caso, los requisitos objetivos y subjetivos así como los de lugar, tiempo y forma a los que la ley supedita la admisibilidad del recurso (v.gr. si se trata de senten­cia definitiva, si el escrito de interposición se halla debidamente fundado, si el precedente que se estima contradictorio fue objeto de oportuna invocación en el juicio), sino que también dicha sala se encuentra habilitada para pronunciarse acerca de la existencia o inexistencia de contradicción, extremo éste cuyo aná­lisis, con anterioridad a la vigencia de la ley 22.434, incumbía en forma priva­tiva a la cámara en pleno.

b) Sea positivo o negativo, el juicio de admisibilidad formulado por la sala reviste carácter definitivo, y en el primer supuesto el recurso debe otorgar­se en efecto suspensivo, lo cual implica que la sentencia impugnada no puede ser objeto de ejecución hasta tanto recaiga pronunciamiento de la cámara en

Bibliografía citada en las notas 84 y 94.

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654 PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

pleno sobre el fondo del asunto. De ello se sigue que, de acuerdo con el régimen actual, el juicio de admisibilidad compete, en todos sus aspectos, a la sala que si­gue en el orden del tumo, en tanto que el juicio de fundabilidad incumbe exclusi­vamente u la cámara en pleno, la cual, como juez del recurso, puede sin embargo declararlo inadmisible no obstante la decisión de la sala en sentido contrario.

383. PROCEDIMIENTO POSTERIOR

a) Prescribe el art. 294 CPN que "recibido el expediente, el presidente del tribunal dictará la providencia de autos y, firme ésta, determinará la cues­tión a resolver; si fueran varias deberán ser formuladas separadamente y, en to­dos los casos, de manera que permita contestar por sí o por no".

Por lo tanto, concedido el recurso por la sala que le sigue en el orden del turno a aquélla que dictó la sentencia, y recibido el expediente por el presidente de la Cámara, éste debe dictar la providencia de autos, la que adquiere carácter firme una vez transcurrido el plazo de tres días sin que contra ella se deduzca el recurso de reposición (CPN, arts. 239 y 273). Firme la providencia de autos, el presidente del tribunal debe determinar cuál o cuáles son las cuestiones que co­rresponde decidir a la cámara reunida en pleno, aunque se trata, como se verá, de una determinación provisional.

b) El procedimiento a observar para la determinación de dichas cuestio­nes se halla reglamentado por los arts. 295 y 296. Dispone el primero que "el presidente hará llegar en forma simultánea a cada uno de los integrantes del tri­bunal copias del memorial y de su contestación, si la hubiere, y un pliego que contenga la o las cuestiones a decidir, requiriéndole para que dentro del plazo de diez días exprese conformidad o, en su caso, formule objeciones respecto a la forma como han sido redactadas11. Agrega el art. 296, que "vencido el plazo a que se refiere el artículo anterior, el presidente mantendrá las cuestiones o, si a su juicio correspondiere, las modificará atendiendo a las sugerencias que le hubieren sido formuladas. Su decisión es obligatoria".

Según fácilmente se percibe, se trata de un procedimiento interno de la cámara, cuyo desarrollo resulta manifiestamente facilitado porque excluye la necesidad de que se practique sorteo alguno y la posibilidad de que el expedien­te circule entre los distintos jueces que integran el tribunal.

c) "Fijadas definitivamente las cuestiones —prescribe el art. 297 CPN—, el presidente convocará a un acuerdo, dentro del plazo de cuarenta días, para determinar si media unanimidad de opiniones o, en su caso, cómo quedarán constituidas la mayoría y minoría".

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TRÁMITE DEL RECURSO DE 1NAPLICAB1LIDAD DE LEY 655

El acuerdo a que alude esta norma constituye la única reunión plenaria que exise el CPN, y su finalidad se circunscribe a determinar si media unanimidad de opiniones entre los integrantes del tribunal acerca de la solución de las cuestiones ya definitivamente fijadas, y, en caso contrario, quiénes son ios jueces que votarán por la afirmativa o por la negativa con respecto a dichas cuestiones.

d) "La mayoría y la minoría —dispone el art. 298 CPN— expresarán en voto conjunto e impersonal y dentro del plazo de cincuenta días la respectiva fundamentación. Los jueces de cámara que estimaren pertinente ampliar los fundamentos, podrán hacerlo dentro del plazo de diez días, computado desde el vencimiento del plazo anterior".

Esta norma se refiere al proyecto de sentencia que debe remitirse al pre­sidente del tribunal, e innova, con respecto al régimen anteriora la ley 22.434, en tanto no exige el voto individual de los jueces de la cámara y sólo contempla la posibilidad de que éste se redacte en forma conjunta e impersonal, haciéndo­lo separadamente los magistrados que integran la mayoría y la minoría, sin per­juicio de la ampliación de fundamentos que pueden efectuar aquéllos dentro del plazo fijado por la disposición transcripta.

e) Finalmente, la ley 22.434 sustituyó el texto del art. 301 CPN por el si­guiente: "Declarada la admisibilidad del recurso de conformidad con lo estableci­do en el artículo 293, el presidente notificará a las salas para que suspendan el pronunciamiento definitivo en las causas en que se debaten las mismas cuestio­nes de derecho; el plazo para dictar sentencia se reanudará cuando recaiga el fa­llo plenario. Si la mayoría de las salas de la cámara hubiere sentado doctrina coincidente sobre la cuestión de derecho objeto del plenario, no se suspenderá el pronunciamiento y se dictará sentencia de conformidad con esa doctrina. Los miembros del tribunal podrán dejar a salvo su opinión personal".

La norma transcripta coincide sustancialmente con el contenido del art. 301 en su anterior versión, con las únicas diferencias de que la notificación a las salas debe efectuarse, no con motivo de la convocatoria del tribunal, sino cuan­do el expediente llega al presidente de la cámara a raíz de haber sido declarado admisible el recurso, y de que se aclara que el plazo para dictar sentencia debe reanudarse una vez pronunciado el fallo plenario.

384. RESOLUCIÓN

a) El art. 299 CPN prescribe que "la decisión se adoptará por el voto de la mayoría de los jueces que integran la cámara. En caso de empate decidirá el presidente".

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656 PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

Aunque la norma transcripta no califica a la mayoría necesaria para emi­tir pronunciamiento, cuadra entender que aquélla debe computarse en relación con la totalidad de los jueces que integran la cámara y no con respecto al núme­ro de miembros presentes en oportunidad de dictarse la sentencia.

El empate a que alude el art. 299 supone, por lo tanto, que ha intervenido en la votación la totalidad de los miembros del tribunal. En caso contrario, se impone la integración de la cámara en la forma prescripta por el art. 31 del de­creto-ley 1285/58, y si aun así existe el empate de opiniones es el doble voto del presidente el que decide.

b) En cuanto al contenido y efectos de la sentencia recaída con motivo de este recurso, el art. 300 CPN dispone que aquélla "establecerá la doctrina le­gal aplicable"; y agrega: "Cuando dejase sin efecto el fallo que motivó el recur­so, se pasarán las actuaciones a la sala que resulte sorteada para que pronuncie nueva sentencia, de acuerdo con la doctrina plenaria establecida". Rige en con­secuencia, el sistema del reenvío, con la variante de que el fallo definitivo del pleito, que debe adecuarse a la doctrina establecida por el tribunal plenario, es dictado, no por la sala que pronunció la sentencia dejada sin efecto, sino por la que resulte sorteada en cada caso.

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CAPÍTULO xxx

PROCESOS DE EJECUCIÓN

SUMARIO: I. GENERALIDADES: 385. Concepto el proceso de ejecución.— 386. Anteceden­tes históricos.— 387. El proceso de ejecución en la legislación comparada.— 388. Clases de ejecución.— 389. Las "astreintes".— 390. Personas y cosas ejecutables.— II. EL EMBARCO: 391. Concepto, clases y efectos.— 392. La preferencia del primer embar­gante.— 393. Formas de practicar el embargo.— 394. Sustitución, levantamiento, limi­tación y ampliación del embargo.— 395. Bienes susceptibles de embargo.

§ /

GENERALIDADES 102

385. CONCEPTO DEL PROCESO DE EJECUCIÓN

a) De acuerdo con las nociones expuestas en su momento (supra, núms. 34 y 157), el proceso puede ser, atendiendo a la finalidad de la pretensión que lo origina, de conocimiento o de ejecución.

102 Al.SlNA, Tratado, V, pág. 21: ALLORIO, Esecuzione forzata, Torino, 1950; AYARRA-GARAY, Introducción a la ejecución de sentencia, Buenos Aires. 1943; "Límites legales, procesales, políticos, sociales y económicos de la ejecución de sentencia", en Lecciones de Derecho Procesal, pág. 291; BARRIOS DE ANGELIS, Teoría del proceso, pág. 288; BORDA. "Las astreintes", en ED.. 4-963; CALAMANDREI, El procedimiento monitorio (trad. SENTÍS MELENDO); CARNELUTTI, Sistema, 1, pág. 213; Instituciones, I, pág. 75; COLOMBO, Código, III, pág. 823; COUTURE, Fundamentos, pág. 437; DENTE L'esecuzione forzata informa specifica, Milano, 1953; FALCÓN, Código, III, pág. 479; FENECH, Derecho procesal civil. Madrid, 1980, pág. 279; FENOCHIETTO-ARAZI, Código, 2, pág. 593; GUASP, Derecho procesal civil, II, pág. 193; LIEBMAN, Manuale, Milano, 1955, II, pág. 273: MORALES MOLINA. Curso de Derecho procesal civil (Parte especial), Bogotá, 1983, pág. 153; MORELLO, Juicios sumarios, I. 39;

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658 PROCESOS DE EJECUCIÓN

El primero es aquel que tiene como objeto una pretensión tendiente a lo­grar que el órgano judicial (o arbitral) dilucide y declare, mediante la aplicación de las normas pertinentes a los hechos planteados y (eventualmente) discutidos, el contenido y alcance de la situación jurídica existente entre las partes.

Tal finalidad incide en la estructura de ese proceso, que consta, funda­mentalmente, de una etapa de índole informativa, durante cuyo desarrollo las partes, según las reglas del contradictorio, procuran al juez el conocimiento de los hechos en que fundan sus pretensiones y defensas, proporcionándole, eventual­mente, la prueba de los hechos controvertidos, y de una etapa en la cual, sobre la base de esos elementos de juicio, el juez individualiza, con respecto a la con­troversia del caso, alguna de las menciones contenidas en una norma general.

b) Cuando la sentencia es meramente declarativa o determinativa, el in­terés del vencedor queda satisfecho mediante el simple pronunciamiento de aquélla. Pero cuando se trata de una sentencia de condena, que, como tal, impo­ne el cumplimiento de una prestación (de dar, de hacer o de no hacer), y ésta no es voluntariamente cumplida por el obligado, el ordenamiento jurídico prevé la posibilidad de que se lleve a cabo una ulterior actividad judicial encaminada a asegurar la integral satisfacción del interés del vencedor.

Tal actividad se desarrolla en el denominado proceso de ejecución, el cual, frente a la hipótesis de incumplimiento de la sentencia por parte de! ven­cido, no es más que un medio para que, por obra de los órganos judiciales del Estado, se sustituya la ejecución forzada a la ejecución voluntaria. Desde este punto de vista resulta claro que el proceso de conocimiento y el proceso de eje­cución se hallan, como observa SATTA, en un mismo plano jurídico, pues ambos coinciden en la esencial finalidad de procurar la plena tutela de los derechos del acreedor. Ambos representan, en otras palabras, distintos momentos o etapas dentro de la unidad del fenómeno jurisdiccional. De allí que CALAMANDREI, re­curriendo a un parangón que repula "algo burdo pero muy claro", haya dicho que el proceso de conocimiento se puede considerar como la llave indispensa­ble para abrir la puerta de la ejecución, o mejor, como la tarjeta de entrada sin la cual no es posible atravesar el umbral del proceso ejecutivo.

c) Dentro de esa línea de reflexiones, el proceso de ejecución podría de­finirse como aquel cuyo objeto consiste en hacer efectiva la sanción impuesta por una sentencia de condena. Pero como también se hizo notar en su oportuni­dad (supra n° 37), el proceso de ejecución puede agotar autónomamente el co-

PAI.ACIO. Derecho procesal civil. Vil. pág. 207; PODETTI, Tratado de las ejecuciones (2a cd.j. actualizada por VÍCTOR GUERRERO LECONTE, pág. 17; RAMOS MÉNDEZ, Derecho procesal civil. II, pág. 1001; SATTA. Diritlo procésale civile. pág. 425.

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GENERALIDADES 659

metido de la función jurisdiccional, o seaque, en ciertos casos, es posible llevar a cabo la ejecución forzada sin que ella haya sido precedida por un proceso de conocimiento. Tal es el supuesto de los títulos ejecutivos extrajucliciales, a los que la ley asigna efectos equivalentes a los de una sentencia de condena, regu­lando a su respecto un procedimiento autónomo, aunque suslancialmente aná­logo al que rige en materia de ejecución de sentencias.

Existen dos clases de títulos ejecutivos extrajudiciales: los convenciona­les y los administrativos. La ley, como arbitrio encaminado a resguardar en la forma más adecuada posible cierta clase de créditos, ha incluido en la primera categoría a determinados documentos que comprueban el reconocimiento, por parte del deudor, de una obligación cierta y exigible y que, en razón de las for­malidades de que se hallan rodeados, cuentan con una presunción favorable respecto de la legitimidad del derecho del acreedor (instrumentos públicos o privados reconocidos, letras de cambio, pagarés, cheques, etc.). Constituyen tí­tulos ejecutivos administrativos ciertas constancias y certificaciones expedidas por la administración, de las cuales surge la existencia de una deuda exigible, y cuyo cobro por la vía ejecutiva obedece a la necesidad de simplificar los proce­dimientos tendientes a la más expedita recaudación de la renta pública.

En la medida en que el título ejecutivo judicial (llamado también título ejecutorio) se halla representado por una sentencia que ha declarado la legiti­midad del derecho del acreedor, es obvio que su certeza supera a la de los títulos ejecutivos extrajudiciales. Y esa circunstancia incide, corno se destacará más adelante, en la índole de las defensas que el deudor puede oponer en el proce­so de conocimiento posterior a la ejecución. En efecto^mientras que el proceso de conocimiento posterior a la ejecución de sentencia sólo puede fundarse en he­chos sobrevinientes al pronunciamiento de aquélla, por cuanto los anteriores se hallan a cubierto de toda discusión como consecuencia de la cosa juzgada, en el proceso de conocimiento posterior al juicio ejecutivo el deudor puede invocar, con las limitaciones que oportunamente se indicarán, cualquier hecho que acre­dite la inexistencia o la extinción del derecho del acreedor.

d) El CPN, siguiendo sustancialmente las líneas de la legislación dero­gada, que a su vez no son otras que las del antiguo proceso común europeo, ha instituido procedimientos diversos según se trate de ejecución de sentencia o de títulos ejecutivos extrajudiciales. Dicho código, en efecto, dedica a las prime­ras el Título I del Libro III ("Ejecución de sentencias"), y a las segundas el Tí­tulo II del mismo libro ("Juicio ejecutivo"). No obstante, existen numerosas normas del juicio ejecutivo que la ley declara aplicables al procedimiento de ejecución de sentencia. Tal, por ejemplo, la relativa a la forma de precederse en el caso de que se mande llevar adelante la ejecución (CPN, art. 510)

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660 PROCESOS DE EJECUCIÓN

e) De lo expresado se desprende que el objeto del proceso de ejecución consiste, fundamentalmente, en modificar una situación de hecho existente a fin de adecuarla a una situación jurídica resultante, sea de una declaración judi­cial o de un reconocimiento consignado en un documento al que la ley asigna fuerza ejecutiva. Ya no se trata, como en el proceso de conocimiento, de obtener un pronunciamiento acerca de un derecho discutido, sino de actuar, de traducir en hechos reales un derecho que, pese a haber sido judicialmente declarado, o vo­luntariamente reconocido, ha quedado insatisfecho.

En otras palabras, puede decirse que en la base de todo proceso de ejecución se encuentra un derecho ya cierto o presumiblemente cierto, cuya satisfacción se tiende a asegurar mediante el empleo de la fuerza. De modo que la coacción, como elemento de la actividad jurisdiccional, desempeña en este tipo de proceso un pa­pel preponderante. CARNELUTTI lo ha destacado con claridad al poner de manifies­to la diversa materia del proceso de conocimiento y del proceso ejecutivo. "No sería temerario subrayar esta diferencia —dice— mediante la antítesis entre la razón y \nfuerza: en realidad, aquélla es el instrumento del proceso jurisdiccio­nal (de conocimiento), y ésta, el del proceso ejecutivo. De ese modo —agre­ga— se comprende también la subordinación normal del segundo al primero: hasta que no se haya establecido la razón, no debe ser usada la fuerza".

f) La pretensión ejecutiva reviste, por ello, en cuanto a sus efectos, una característica que la diferencia de la pretensión que origina un proceso de cono­cimiento. Mientras que esta última produce, como efecto inmediato, la posibi­lidad de que el sujeto pasivo la contradiga mediante el planteamiento de oposiciones de cualquier índole, la pretensión ejecutiva incide inmediatamente sobre el patrimonio del deudor, sin que sea necesaria la previa provocación del contradictorio. De manera que el mero planteamiento de la pretensión ejecutiva es susceptible de provocar el empleo de medidas coactivas sobre los bienes del sujeto pasivo, sin perjuicio de que éste, en una etapa ulterior de conocimiento, deduzca ciertas y determinadas oposiciones al progreso de la ejecución.

386. ANTECEDENTES HISTÓRICOS

a) En el derecho romano, la ejecución forzada presenta caracteres dis­tintos según el período histórico que se considere.

Durante el período de las legis actiones la ejecución comporta una clara manifestación del ejercicio de la justicia privada y se dirige, no sobre los bie­nes, sino contra la persona del deudor. Transcurridos treinta días desde el pro­nunciamiento de la sentencia sin que el deudor condenado satisfaga la obliga-

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GENERALIDADES 661

ción (tempus iudicati), el acreedor se halla facultado para llevar a aquél ante el magistrado y ejercer la mamts iniectio iudicati. Mediante ésta el acreedor toma posesión de la persona del deudor, de quien puede convertirse en patrono cuan­do transcurren sesenta días sin que se presente un vindex con el cual discutir la legitimidad de la mamts iniectio. Una ley Poetellia (probablemente del año 441 de Roma) suprime aquel procedimiento, que incluso acuerda al acreedor el de­recho de disponer de la vida del deudor, aunque, mediante el pedido de la ad­dictio, mantiene la facultad de proceder a su detención y de retenerlo a los fines de cobrar la deuda. Pero esta ley permite al deudor liberarse de la addictio, con el juramento de tener bienes suficientes (bonam capiam jurare).

La ejecución contra la persona subsiste en parte de la época correspon­diente al procedimiento formulario. Pero ahora, transcurrido el tempus iudica­ti, el acreedor debe reclamar el cumplimiento de la condena mediante el ejerci­cio de la actio iudicati, que constituye una acción derivada de la sentencia misma y tiene por objeto promover un nuevo proceso en el cual el deudor puede acreditar la existencia de alguna causal de liberación (nulidad de la sentencia, pago, etc.). Si no media oposición del deudor, el magistrado libra el decreto de ejecución. En caso contrario, y en la hipótesis de ser aquélla infundada, se lo condena a pagar una suma equivalente al doble de la suma inicial (condemnatio in duplum). Luego de sucesivas condenas cabe la posibilidad de proceder a la ejecución procesal.

Aproximadamente en el año 649 de Roma, por obra del derecho pretorio, la ejecución adquiere carácter patrimonial. Su primera manifestación es la bono-ruin venditio, que constituye un procedimiento de ejecución colectiva rodeado de características semejantes al proceso concursal contemporáneo. Más tarde se ate­núan los efectos de la bonorum venditio y se permite al deudor, para sustraerse a la infamia que aquélla trae aparejada, hacer cesión de sus bienes mediante la cessio ex lege Iulia. Posteriormente, el procedimiento de la bonorum distractio ya no recae sobre la universalidad del patrimonio y autoriza la venta parcial de los bienes del deudor hasta cubrir el monto adeudado a los acreedores.

El período perteneciente al procedimiento extraordinario marca la defini­tiva desaparición de las medidas ejecutivas contra la persona del deudor, si bien el arresto personal subsiste para cierta clase de deudas (especialmente fiscales) y, en algunos casos, para asegurar la ejecución patrimonial. Durante este período apare­ce una forma de ejecución semejante a la actual: lapignoris cctpio. Fundamental­mente, consiste en la aprehensión, por orden del magistrado, de objetos particula­res del deudor, los cuales quedan afectados a una prenda durante un plazo de dos meses, en cuyo transcurso cabe la posibilidad de levantarla mediante el pago de la obligación. Transcurrido ese plazo, se procede a la venta de los bienes en pú­blica subasta, que se realiza en forma análoga a la actual.

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662 PROCESOS DE EJECUCIÓN

b) En el primitivo derecho germánico, el incumplimiento de la senten­cia es considerado como una injuria inferida al acreedor, quien se halla autori­zado para proceder a la ejecución en forma privada, con total prescindencia de la intervención judicial. Más tarde, el edicto de Teodorico y la legislación caro-lingia eliminan la ejecución directa y requieren que las medidas correspondien­tes sean peticionadas al juez, quien debe acordarlas sin ninguna clase de conocimiento. Este tiene lugar con posterioridad a la ejecución, y en el respec­tivo período el deudor puede plantear ciertas defensas que se sustancian y deci­den con arreglo al régimen de la prueba legal.

c) De la fusión entre los sistemas de ejecución romano y germánico —que traducen, como se ha visto, concepciones antagónicas acerca de la defensa de los derechos— nace el processiis executivus del derecho común, cuyos caracte­res fundamentales han sido recogidos por nuestra legislación a través de los an­tecedentes hispánicos.

Por influencia romana, en este nuevo tipo de proceso ejecutivo se admite la existencia de un período de conocimiento. Pero él no ha de tener —y aquí la influencia germánica— la amplitud de la actio ludicati: se limitará, por el con­trario, a posibilitar al ejecutado el planteamiento de oposiciones fundadas en hechos posteriores al pronunciamiento de la sentencia. No cabe oponer defensa alguna tendiente a demostrar la inexistencia de la obligación.

Desaparece, de tal manera, \aactio indican, que sólo subsiste para el caso de tener que hacerse valer la sentencia ante un juez de distinta jurisdicción, y se abre camino el concepto de que, dentro del oficio judicial (officium iudicis) se halla comprendida la facultad consistente en hacer efectivo el cumplimiento de sus decisiones.

Es también una característica del período del derecho común la asimila­ción, a la sentencia judicial, de aquellos documentos que comprueban la confe­sión de deuda formulada ante notario. Entonces nacen los instrumenta guaren-tigiata, así llamados por la cláusula (guarentigia) en cuya virtud el notario que extiende el instrumento ordena al deudor el oportuno pago de la obligación re­conocida en dicho instrumento. Por extensión del principio de que el confesan­te debe equipararse al condenado (confessns pro iudicato est), se acuerda a este tipo de instrumentos el mismo efecto de las sentencias, con la consiguiente po­sibilidad de abrir, con ellos, el proceso ejecutivo. Posteriormente, tales efectos han de beneficiar también a las letras de cambio.

d) En Francia, a diferencia de lo que ocurre en los restantes países euro­peos, no se adopta el tipo de proceso ejecutivo precedentemente descripto. Si­guiendo la tradición germánica, la ejecución del derecho francés es llevada a

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GENERALIDADES 663

cabo por el propio acreedor, con el auxilio de los sergents clu Roí (más tarde los huissiers), que son los funcionarios encargados de intimar el pago al deudor y de disponer las correspondientes medidas sobre el patrimonio de aquél. El pro­ceso ejecutivo se desenvuelve, por lo tanto, sin intervención judicial, y no existe en él, como en el processus executiviis del derecho común, un período de cono­cimiento en el cual el deudor puede articular ciertas defensas. La autoridad ju­dicial interviene en la oposición a la ejecución, que constituye un juicio de conocimiento que tramita independientemente de ésta y que, salvo en casos ex­cepcionales, no la suspende. La suspensión, en el supuesto de ser procedente, requiere el previo depósito de la suma reclamada.

e) La influencia francesa se advierte, posteriormente, en las legislacio­nes de otros países, a raíz de la invasión napoleónica. España, sin embargo, per­manece fiel a las líneas del procesas executivus. Así resulta, en primer lugar, de la pragmática dada por ENRIQUE III en el año 1396, en la cual el proceso de eje­cución aparece estructurado con un estadio de conocimiento durante cuyo transcurso el deudor puede oponer la excepción de pago u otra "legítima excep­ción". La pragmática de ENRIQUE IV (1458) contiene una enumeración taxativa de excepciones (pago, espera, falsedad, usura, temor y fuerza), aunque poste­riormente las necesidades de la vida jurídica conducen a la admisión de otras, como las que tienden a afirmar la inexistencia de presupuestos procesales, y aquéllas que los prácticos llaman excepciones "útiles" (compensación, transac­ción, prescripción, etc.).

La ley de enjuiciamiento de negocios de comercio, dictada en el año 1830, retorna al sistema de la enumeración taxativa, incluyendo en ella a mu­chas de las que habían sido admitidas, al margen de las específicamente previs­tas por la pragmática de ENRIQUE IV.

Constituye una característica común a todos estos ordenamientos, la de admitir ciertas excepciones que, como las de temor, fuerza o usura, resultan ajenas al título ejecutivo en sí mismo, y se relacionan con la obligación que éste comprueba.

387. EL PROCESO DE EJECUCIÓN EN LA LEGISLACIÓN COMPARADA

a) El code de procédiire consagra el sistema de ejecución pura que es característico del derecho francés a partir de la época del derecho común. Man­tiene, por lo tanto, la estricta separación entre proceso ejecutivo, el cual está a cargo de un huissier que actúa en nombre del acreedor, y la oposición a la eje­cución, que se sustancia ante el tribunal civil competente (art. 553) y sólo sus­pende aquélla cuando el tribunal lo dispone por motivos fundados.

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664 PROCESOS DE EJECUCIÓN

b) Ese sistema, en sus líneas esenciales, inspira a las legislaciones italia­na y alemana. El código procesal italiano de 1865 reglamenta un procedimiento de ejecución que es común a las sentencias y a los títulos convencionales, el cual es sustanciado por un oficial público con prescindencia de la intervención judicial. Igual que en el régimen francés, el deudor tiene el camino de la oposi­ción, que debe plantearse ante el tribunal competente, y que, como principio, no suspende la ejecución. Las mismas reglas ha adoptado el código de 1940 (arts. 615, 623 y 624), aunque éste, apartándose del sistema administrativo francés, encomienda al juez la dirección del proceso ejecutivo (art. 484). Sus-tancialmente semejante es el procedimiento vigente en Alemania: el proceso ejecutivo tramita ante un tribunal de ejecución y el deudor puede oponerse a él mediante demanda ante el tribunal competente.

c) La ley de enjuiciamiento civil española de 1855, tomada como mode­lo por la legislación procesal argentina, legisla por separado la ejecución de sentencias (art. 891) y el juicio ejecutivo (art. 941). Según su art. 963, las únicas excepciones admisibles en este último son: falsedad del título ejecutivo; pres­cripción; fuerza o miedo, de los que con arreglo a la ley hacen nulo el consen­timiento; falta de personalidad en el ejecutante; pago o compensación de crédito líquido, que resulte de documento que tenga fuerza ejecutiva; quita, es­pera, y pacto o promesa de no pedir; novación; transacción o compromiso. De acuerdo con la tradición, por consiguiente, esta ley mantiene la existencia de un período de conocimiento dentro de la ejecución, y admite excepciones ajenas al título ejecutivo en sí mismo (fuerza o miedo).

388. CLASES DE EJECUCIÓN

Las medidas coactivas que pueden utilizarse para hacer efectiva la ejecu­ción de la sentencia, dependen de la índole de las prestaciones cuyo cumpli­miento aquélla impone.

Si la sentencia establece la obligación de dar una suma de dinero, corres­ponde distinguir según que ésta se encuentre o no visiblemente en poder del deudor. En el primer caso, la ejecución se llevará a cabo desapoderando al deu­dor de la suma correspondiente y entregándola al acreedor. En el segundo, se procederá al embargo de algún bien que se halle en el patrimonio del deudor a fin de que, por conducto de su enajenación judicial, se cubra el importe del cré­dito respectivo.

Si la prestación impuesta por la sentencia consiste en dar cosas que no sean dinero "se librará el correspondiente mandamiento para desapoderar de

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GENERALIDADES 665

ella al vencido" (CPN, art. 515). Si se trata de cosas muebles, el desapodera­miento se realiza mediante el secuestro (o eventualmente embargo) de la cosa, y si fueren cosas inmuebles, mediante el desahucio del obligado, pudiendo en ambos supuestos vencerse la resistencia de éste acudiendo al auxilio de la fuer­za pública. Pero en el caso de que, por cualquier motivo, el desapoderamiento no pudiere verificarse, "se le obligará (al deudor) a la entrega del equivalente de su valor, previa determinación si fuere necesaria, con ¡os daños y perjuicios a que hubiere lugar" (CPN, art. 515).

Cuando, finalmente, la obligación consista en hacer o no hacer, el art. 629 Cód. Civ. dispone que "si el deudor no quisiere o no pudiere ejecutar el hecho, el acreedor puede exigirle la ejecución forzada, a no ser que fuese necesario violencia contra la persona del deudor. En este caso, el acreedor podrá pedir perjuicios e intereses". Sin embargo, en el supuesto de que el hecho pudiere ser ejecutado por otro, el acreedor está facultado para optar entre esa solución y la de pedir autorización a fin de ejecutar el hecho por cuenta del deudor, por sí o por un tercero (Cód. Civ., art. 630 y CPN, art. 513). Con relación a las obliga­ciones de no hacer, establece el Cód. Civ., art. 633, "Si el hecho fuere ejecutado por culpa del deudor, el acreedor tendrá derecho a exigir que se destruya lo que se hubiese hecho, o que se le autorice a destruirlo a costa del deudor"; agregan­do el art. 634 del mismo código: "Si no fuere posible destruir lo que se hubiese hecho, el acreedor tendrá derecho a pedir los perjuicios e intereses que le trajere la ejecución del hecho" (En el mismo sentido el CPN, art. 514).

389. LAS -ASTREINTES"

Existen ciertas situaciones en las cuales la falta de puntual cumplimiento de la prestación impuesta por la sentencia puede hacer prácticamente inefica­ces las formas de ejecución anteriormente mencionadas. Tales los casos en que, dependiendo el cumplimiento de la prestación de la exclusiva voluntad del obligado, la actitud renuente de éste ocasiona perjuicios que no son suscepti­bles de repararse mediante la simple indemnización de daños que las normas antes analizadas prevén como remedio subsidiario.

Fue para hacer frente a semejantes contingencias que la jurisprudencia francesa arbitró un peculiar procedimiento denominado astreinte (constric­ción), que constituye un medio indirecto de coacción destinado a obtener el cumplimiento in natura de las prestaciones impuestas por la sentencia, y que opera mediante la aplicación de una condena pecuniaria establecida por días u otro período de tiempo hasta tanto el deudor cumpla la obligación. El juez pue­de, a su arbitrio, disminuir o aumentar el monto de las astreintes, siendo en de­finitiva el acreedor el beneficiario de ellas.

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666 PROCESOS DE EJECUCIÓN

Antes de la sanción del CPN la doctrina nacional ya se había pronuncia­do, casi unánimemente, en favor de la procedencia de las astreintes (COLMO,

LAFAILLE, GALLI, REZZÓNICO, ALSINA, REIMUNDÍN, BORDA, AYARRAGARAY, JO-

FRÉ, etc.), y existían diversos precedentes judiciales que. como veremos, se orientaron en el mismo sentido.

Las astreintes revisten, fundamentalmente, los siguientes caracteres:

Io) Constituyen un medio de coacción psicológico tendiente a vencer la voluntad del deudor contumaz.

2o) Dependen del arbitrio del juez, quien puede imponerlas o no, según las circunstancias de cada caso.

3°) Son provisionales, por cuanto el mismo juez que las decretó puede, de acuerdo con las circunstancias, suspenderlas o dejarlas sin efecto. Aquél, asimismo, puede aumentarlas o disminuirlas atendiendo a la conducta que ob­servare el obligado.

4o) Carecen de relación con el efectivo perjuicio material o moral sufrido por el acreedor.

5o) Son aplicables a cualquier obligación de dar, hacer o no hacer, espe­cialmente a estas dos últimas, para cuyo cumplimiento in natura la ley proscri­be el empleo de la fuerza sobre la persona del deudor.

En lo que concierne a su naturaleza, BORDA señala, con acierto, dos notas esenciales:

1°) No son una indemnización de daños y perjuicios, porque a diferencia de ésta, no sustituyen a la prestación incumplida, no fijan definitivamente los daños sufridos por el acreedor y no son resarcitorias. Por el contrario, las as­treintes persiguen el cumplimiento de la prestación, son provisionales y su monto no se fija en la medida del daño, sino en función de la fortuna del deudor.

2o) No son una pena civil, por cuanto mientras ésta comporta una san­ción por el incumplimiento, las astreintes constituyen un procedimiento intimi-datorio para obligar al deudor a cumplir. De ello se sigue que las astreintes constituyen un medio de coacción ínsito en la función jurisdiccional, utilizable por los jueces para hacer cumplir, en circunstancias excepcionales, ciertas pres­taciones impuestas en una sentencia de condena.

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GENERALIDADES 667

En el régimen procesal derogado por el CPN no existía un texto normati­vo expreso con respecto a las astreintes, motivo por el cual la jurisprudencia se mostró generalmente reacia a admitir su imposición. Sin embargo, en los últi­mos tiempos anteriores a la promulgación de dicho ordenamiento, comenzó a abrirse camino una orientación distinta, fundada, esencialmente, en el texto del art. 19 de la Constitución Nacional y en la consideración de que dichas medidas conminatorias constituyen un arbitrio implícitamente comprendido en la potes­tad de los jueces para asegurar la eficacia de sus decisiones, siempre que, por las circunstancias del caso, resulten inoperantes o no hayan dado resultado las formas comunes de ejecución. Entre otros supuestos, se declaró procedente la aplicación de astreintes para hacer efectiva la sentencia que condenó a la entre­ga de la documentación relacionada con un contrato de locación de servicios consistente en los planos de construcción de una casa habitación (C2aCC, La Plata, III, Jas II-135); para obtener el cumplimiento de la sentencia que ordenó poner "a disposición del juzgado la plantación objeto de la sociedad existente al día de la interposición de la demanda", no siendo óbice para ello el hecho de que, ante el incumplimiento de los demandados, el juez los haya declarado res­ponsables por los daños y perjuicios ocasionados, ya que las astreintes no com­portan un medio de reparación, sino una medida conminatoria que se mide so­lamente por la fuerza de resistencia del obligado (CNCiv., E., E.D. 4-911): para conminar al propietario, que se obligó por convenio homologado a entregar un pre­dio en aparcería, a cumplir su prestación (TTrab. Junín, JA, 968-VI-308), etcétera. Incluso se ha extendido el alcance de tales medidas para hacer efectivo el cumpli­miento de obligaciones carentes de contenido patrimonial, como son las que se re­fieren exclusivamente a las relaciones familiares. Se ha resuelto, por ello que co­rresponde aplicarlas para obligar a la madre a cumplir el régimen de visitas a los hijos acordado en favor del padre (CNCiv., D, E.D, 2-754), o para obligar al marido acumplircon un régimen de visitas a los menores establecido en favor de la ma­dre, si existe evidencia de que aquéllos han sido sacados de la jurisdicción del juez, impidiendo de tal manera la adopción de medidas compulsivas directas o el auxilio de la fuerza pública (C2aCC. La Plata, E.D, 2-759).

El CPN, recogiendo esa elaboración jurisprudencial y doctrinaria, consa­gra explícitamente la institución de las astreintes, y dispone, en el art. 37, que "los jueces y tribunales podrán imponer sanciones pecuniarias compulsivas y progresivas tendientes a que las partes cumplan sus mandatos, cuyo importe será a favor del litigante perjudicado por el incumplimiento. Podrán aplicarse sanciones conminatorias a terceros, en los casos en que la ley lo establece. Las condenas se graduarán en proporción al caudal económico de quien debe satis­facerlas y podrán ser dejadas sin efecto, o ser objeto de reajuste, si aquél desiste de su resistencia y justifica total o parcialmente su proceder".

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668 PROCESOS DE EJECUCIÓN

Una norma similar ha sido incorporada como art. 666 bis del Cód. Civ. por la ley 17.711.

Con posterioridad a la vigencia de estas normas la jurisprudencia ha rei­terado los criterios precedentemente expuestos, siendo asimismo de destacar que, entre los casos en que corresponde aplicar sanciones a terceros, se encuen­tran los contemplados en los arts. 329 infine y 403, párr. 3o CPN en tanto, res­pectivamente, autorizan a imponerlas a quienes obstruyan el diligenciamiento de medidas preliminares dispuestas en un proceso de conocimiento y a las en­tidades privadas que no cumplieren los requerimientos formulados por los jue­ces en los oficios que les dirijan.

390. PERSONAS Y COSAS EJECUTABLES

a) Son susceptibles de ejecución forzada tanto las personas físicas como las personas jurídicas y las simples asociaciones. La regla, sin embargo, admite excepción en el caso de sentencias de condena dictadas contra la Nación, pues el art. 1° de la ley 3952 establece que esa clase de decisiones "tendrán carácter meramente declaratorio, limitándose al simple reconocimiento del derecho que se pretende". El precepto ha sido interpretado en el sentido de que comprende cualquier clase de prestaciones (dar, hacer o no hacer), y de que el respectivo pronunciamiento debe limitarse a declarar la obligación que debe cumplir el Estado nacional, sin determinar plazo para ello. El fundamento de la solución normativa contenida en el art. 1° de la ley 3952 reside —según ha tenido opor­tunidad de señalarlo la Corte Suprema— en las cláusulas constitucionales que acuerdan al Poder Legislativo la facultad de crear recursos y determinar el des­tino de las rentas públicas, así como en las exigencias propias de la buena mar­cha de los poderes y su independencia en el ejercicio de sus funciones {Fallos, 100-292; 127-126; 186-151; 253-312; 263-554). Desde antiguo, sin embargo, la jurisprudencia de la Corte Suprema tiene decidido que la regla mencionada no impide la ejecución de las sentencias dictadas en juicios de expropiación, y tal excepción ha sido fundada, sustancialmente, en la circunstancia de que esta­bleciendo el art. 17 de la Constitución que la propiedad es inviolable y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella sino en virtud de sentencia fun­dada en ley, debiendo la expropiación ser previamente indemnizada, tal garan­tía quedaría desvirtuada si mediando desapoderamiento del propietario en los casos de urgencia admitidos por la ley, la oportunidad del pago de la indemni­zación fijada judicialmente quedara librada a la determinación del expropiador (Fallos, 186-151; 211-1547; 243-237; 251-98).

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GENERALIDADES 669

Tal excepción se ha considerado extensiva a los casos en que la aplicación del art. 7o de la ley 3952 produzca o pueda producir el efecto de frustrar la ga­rantía de la propiedad, por lo menos mientras no se hallen comprometidos los principios en que se sustenta el privilegio estatal. Y en ese orden de conside­raciones se fundó la Corte Suprema para declarar la inaplicabilidad de aquella disposición en el caso de una sentencia firme recaída en un interdicto de reco­brar, en la cual se había reconocido la existencia de un acto estatal de despojo que involucra detrimento del derecho de propiedad latu sensu que investía el particular despojado (Fallos, 247-190).

b) En relación con los bienes sobre los cuales puede seguirse ejecución, rige el principio de que el patrimonio del deudor constituye la prenda común de los acreedores. De allí que, en tanto no medie alguna excepción establecida pol­la ley, todos los objetos corporales e inmateriales de una persona susceptibles de tener un valor (Cód. Civ., arts. 2311 y 2312), se hallan afectados a aquella garantía y son, por lo tanto, ejecutables.

Son inembargables, y no pueden por consiguiente ejecutarse, los bienes públicos y privados de la Nación: los primeros, porque así resulta de las pres­cripciones contenidas en los arts. 2337 y 2340 Cód. Civ.; y los segundos, en ra­zón de la índole declarativa de las sentencias de condena dictadas contra aqué­lla (ley 3952, art. 7o).

Tampoco son ejecutables los bienes públicos de las provincias (Cód. Civ., art. 2340); pero sí lo son, en cambio, los bienes privados de aquéllas aun cuan­do provengan de impuestos, salvo que las rentas correspondientes se hallen afectadas a un servicio público determinado, que se interrumpiría si los recur­sos destinados a financiarlos fuesen susceptibles de otra aplicación, o resulten in­dispensables para su desenvolvimiento normal, extremos éstos que en cada caso deben determinar los jueces, así como, eventualmente, la medida cuantita­tiva en que procede el embargo.

La misma regla rige tratándose de bienes particulares de las municipali­dades (muebles, inmuebles, rentas, etc.). Son, pues, como principio, embarga-bles, salvo que se demuestre su real afectación a un servicio público o que sean imprescindibles para satisfacer impostergables necesidades públicas.

Importa destacar, finalmente, que la Corte Suprema, haciendo mérito de que es facultad privativa del Congreso de la Nación determinar los bienes afec­tados a la responsabilidad del deudor, así como la de establecer excepciones al principio de la ejecución forzosa, se ha pronunciado reiteradamente por la in-constitucionalidad de las normas contenidas en constituciones y leyes provin­ciales que disponen la inembargabilidad de las rentas provinciales o municipa­les o supeditan la ejecutabilidad de las respectivas sentencias al cumplimiento de determinados requisitos (Fallos, 121-250; 133-161; 171-431: 190-120; 284-458).

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670 PROCESOS DE EJECUCIÓN

§ //

EL EMBARGO ""

391. CONCEPTOS, CLASES Y EFECTOS

a) Llámase embargo a la afectación, por orden judicial, de uno o varios bienes del deudor, o presunto deudor, al pago del crédito sobre que versa la eje­cución o de un crédito que se reclama o ha de ser reclamado en un proceso de conocimiento.

El embargo cumple, en cierto sentido, un papel semejante al de la afecta­ción convencional de determinados bienes emergentes de la constitución de un derecho real de garantía (hipoteca, prenda), pero la característica que funda­mentalmente lo distingue de esa situación consiste en que aquél requiere, ine­ludiblemente, una resolución judicial.

b) Existen tres clases de embargo: preventivo, ejecutivo, y ejecutorio. El embargo preventivo reviste el carácter de una medida cautelar (CPN,

art. 209) que puede solicitarse con miras a asegurar la eficacia o el resultado práctico de un eventual proceso de conocimiento o de ejecución, hasta tanto, en este último caso, el acreedor no cuente con un título ejecutivo completo. Como ocurre con todas las medidas cautelares, el embargo preventivo se acuerda so­bre la base de la prueba de la simple verosimilitud del derecho y requiere, asi­mismo, que quien lo pida preste la correspondiente contracautela (infra, n° 455). Es, además, susceptible de caducidad, en el supuesto de que el solicitante no entable la demanda dentro de cierto plazo contado desde la fecha de la traba (CPN, art. 207) sin perjuicio de su posible levantamiento, aun hallándose pen­diente el proceso principal, frente a la hipótesis de desaparecer o de modificar­se las circunstancias de hecho en cuya virtud se lo concedió.

El embargo ejecutivo es la medida que el juez debe acordar, como prime­ra providencia, cuando se promueve una ejecución en virtud de un título ejecu­tivo judicial (CPN, art. 502) o extrajudicial (CPN, art. 531). Dada la presunción de certeza que tales títulos ostentan, el otorgamiento de esta clase de embargo no requiere la prestación de contracautela. Tampoco se halla sometido al régi­men de caducidad que es propio del embargo preventivo, y sólo puede ser le­vantado cuando el bien es inembargable o en el supuesto de que haya prospera­do alguna de las excepciones que la ley autoriza a oponer al progreso de la

103 Bibliografía citada en la nota 102.

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EL EMBARGO 671

ejecución (CPN, arts. 544 y 506). De allí que ni por sus presupuestos, ni por sus consecuencias, sea admisible asignar al embargo ejecutivo el carácter de una medida cautelar.

El embargo ejecutorio, finalmente, es el que resulta de la circunstancia de no haberse opuesto excepciones al progreso de la ejecución, o de haber sido ellas desestimadas por sentencia firme. El embargo ejecutivo se convierte, pues, en ejecutorio cuando se verifica cualquiera de ias situaciones precedente­mente mencionadas. De donde resulta, asimismo, que adquiriendo el embargo carácter ejecutorio por simple conversión, no es necesaria resolución judicial alguna que le confiera expresamente tal carácter.

Lo que interesa destacar es que al convertirse en ejecutorio, el embargo se transforma en definitivo. En efecto, mientras que el embargo preventivo y el embargo ejecutivo constituyen, aunque con distinto alcance, medidas provisio­nales, cuando el segundo se convierte en ejecutorio se procede inmediatamente al pago del acreedor o a la realización de los bienes respectivos mediante la venta judicial, según sea el caso.

c) En cuanto a sus efectos el embargo produce, en primer lugar, el de in­dividualizar e inmovilizar uno o más bienes del deudor, asegurando que el im­porte resultante de su eventual realización se destine a la satisfacción del derecho del acreedor. Pero el bien o bienes embargados continúan siendo de propiedad del deudor hasta el momento de su realización, aunque aquél se halla impedido de ejecutar actos que impliquen disminuir la garantía que tales bienes representan.

Además, el embargo no excluye totalmente las facultades de disposición sobre los bienes afectados por la medida. Las cosas embargadas, en efecto, pue­den ser objeto de los contratos siempre que se declare la existencia del embargo (Cód. Civ., arts. 1 174 y 1 179). Pero en razón de que el embargo afecta a la cosa en sí, y se transmite con ella, ocurre que el contrato es inoponible al embargan­te, y los derechos del adquirente quedan supeditados a las resultas del proceso en el que se trabó la medida, sin perjuicio de que, mediando autorización judi­cial, el embargo se traslade al precio de venta {pretium sacceclit loco rei).

392. LA PREFERENCIA DEL PRIMER EMBARGANTE

a) Con anterioridad a la sanción del CPN, se había elaborado una juris­prudencia firme sobre la base de lo dispuesto por los arts. 736 del Cód. Civ., y 527 del código de procedimiento derogado, conforme a la cual cuando un mis­mo bien es objeto de embargos sucesivos, el primer embargante tiene prioridad

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672 PROCESOS DE EJECUCIÓN

para el pago de su crédito con respecto a los embargantes posteriores, y que tal prioridad —que se determina por la fecha en la cual se traba la medida (inscrip­ción en el Registro tratándose de inmuebles; notificación en el caso de créditos, etc.), con prescindencia de la fecha de iniciación de los juicios— sólo cesa en los casos de concurso (en los que rige, respecto de los acreedores quirografa­rios, el principio de igualdad y de distribución a prorrata), y cede ante los privi­legios especiales.

b) El principio ha sido expresamente recogido por el art. 218 CPN en tanto prescribe que "el acreedor que ha obtenido el embargo de bienes de su deudor, no afectados a créditos privilegiados, tendrá derecho a cobrar íntegra­mente su crédito, intereses y costas, con preferencia a otros acreedores, salvo en el caso de concurso. Los embargos posteriores afectarán únicamente el so­brante que quedare después de pagados los créditos que hayan obtenido embar­gos anteriores".

c) Aunque el tema ha sido discutido y existen sobre él soluciones judi­ciales dispares, la jurisprudencia predominante se inclina en el sentido de que la inhibición no acuerda prioridad alguna en el pago con respecto a embargan­tes posteriores, por cuanto aquella medida, a diferencia del embargo, no afecta ni individualiza ningún bien determinado y sólo tiende a impedir la disposición de los bienes del deudor. Corresponde destacar, asimismo, que la hipoteca ins­cripta tardíamente (o sea transcurridos los seis días siguientes a su otorgamien­to), no puede oponerse a un embargo anotado con anterioridad.

Por el contrario, el embargo anotado sobre un inmueble con posterioridad a la escritura traslativa de dominio pero con anterioridad a su inscripción en el Registro de la Propiedad, no tiene preferencia sobre ésta en el supuesto de que la escritura se haya otorgado durante el plazo de vigencia de la certificación y presentado para su inscripción dentro del plazo legal (ley 17.801, art. 5o).

d) En el caso de embargos sucesivos, la preferencia en el pago debe ser discutida y resuelta en ei proceso donde se vendieron los bienes, sea a iniciativa de los embargantes o del ejecutante, quien en tal caso debe pedir la citación de aquéllos a fin de que comparezcan a ejercer sus derechos.

393. FORMAS DE PRACTICAR EL EMBARGO

a) Las formas de practicar el embargo difieren según la naturaleza de los bienes sobre los cuales ha recaído la medida.

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EL EMBARGO 673

Tratándose de bienes inmuebles o muebles registrables bastará, previa denuncia del ejecutante y libramiento del correspondiente oficio, la anotación del embargo en el Registro de Ja Propiedad (CPN, art. 538). En ciertos casos, como cuando existe peligro de que el deudor realice actos en detrimento del va­lor del inmueble (v.gr., explotación abusiva de un bosque), la medida puede complementarse mediante la designación de un depositario.

Si el embargo recae sobre bienes del ejecutado que se hallen en poder de un tercero (dinero efectivo, créditos, salarios, etc.), corresponde notificar de la medida a aquél, personalmente o por cédula (CPN, art. 533, párr. Io). Esta norma agrega que "en el caso del artículo 736 del Código Civil, si el notificado del embargo pa­gase indebidamente al deudor embargado, el juez hará efectiva su responsabilidad en el mismo expediente por el trámite de los incidentes o del juicio sumario, se­gún correspondiere, atendiendo a las circunstancias del caso".

El embargo de cosas muebles, en general, se practica mediante depósito de ellas a la orden del juez (CPN, art. 216). Si se tratase de dinero efectivo o de valores, se depositarán en el banco de depósitos judiciales dentro del primer día hábil siguiente (CPN, art. 531, inc. Io).

b) Dispone el art. 536 CPN que "el oficial de justicia dejará los bienes embargados en poder de un depositario provisional que podrá ser el deudor si resultase conveniente, salvo que aquéllos se encontraren en poder de un tercero y éste requiriere el nombramiento a su favor". Agrega el art. 537, que "cuando las cosas embargadas fueren de difícil o costosa conservación o hubiere peligro de pérdida o desvalorización, el depositario defrerá -poner el hecho oportuna­mente en conocimiento del juez, si no lo hubiere expresado ante el oficial de justicia, lo que se hará saber a las partes a los fines del art. 205", o sea para que se ordene la venta de aquéllas en la forma más conveniente.

En cuanto a los bienes muebles de la casa en que vive el embargado, cuando fuesen susceptibles de embargo, se constituirá a aquél en depositario, salvo que por circunstancias especiales no fuese posible (CPN, art. 216).

"El depositario de objetos embargados a la orden judicial deberá presen­tarlos dentro del día siguiente al de la intimación judicial. No podrá eludir la en­trega invocando el derecho de retención. Si no lo hiciere, el juez remitirá los an­tecedentes al tribunal penal competente, pudiendo asimismo ordenar la detención del depositario hasta el momento en que dicho tribunal comenzare a actuar" (CPN, art. 217).

El depositario, por lo demás, es responsable por los daños que sufran los bienes y por las pérdidas e intereses derivados del incumplimiento de la obliga­ción impuesta por el art. 2204 Cód. Civ. Tiene derecho a percibir honorarios y al reintegro de los gastos efectuados.

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674 PROCESOS DE EJECUCIÓN

El embargo puede practicarse aun cuando el deudor no se encuentre pre­sente. Pero en este caso corresponde, además de dejar constancia en la diligen­cia, que se le notifique la medida dentro de los tres días siguientes al de la traba; y en el supuesto de ignorarse su domicilio se nombrará al defensor oficial, pre­via citación por edictos que se publicarán por una sola vez (CPN, art. 531, inc. 2o). Esta notificación tiene por objeto acordar al deudor la posibilidad de satis­facer la deuda o la de ejercer la facultad de impugnar la medida en sí misma o en sus alcances, sea interponiendo algún recurso o promoviendo incidente de sustitución, disminución o levantamiento del embargo.

La presencia del acreedor, en la diligencia, resulta innecesaria cuando aquél ha denunciado los bienes sobre los cuales ha de trabarse el embargo, y la enunciación de éstos consta en el mandamiento. En caso contrario )a presencia del acreedor es necesaria, en principio, por cuanto es él quien debe prestar con­formidad con los bienes que ofrezca el deudor o, en defecto de ofrecimiento y conformidad, formular la correspondiente denuncia. Pero no media inconve­niente legal alguno en que, al no concurrir el acreedor, el oficial de justicia trabe embargo sobre los bienes que ofrezca el deudor, pues en tal caso cabe interpre­tar que aquél se halla conforme con el ofrecimiento.

394. SUSTITUCIÓN, LEVANTAMIENTO, LIMITACIÓN Y AMPLIACIÓN DEL EMBARGO

a) "El acreedor —prescribe el art. 535 CPN— no podrá exigir que el embargo recaiga sobre determinados bienes con perjuicio grave para el deudor, si hubiese otros disponibles. Serán aplicables, además, las normas establecidas en el capítulo relativo a las medidas cautelares en cuanto fueren pertinentes. Si los bienes muebles embargados formaren parte de un establecimiento comer­cial o industrial o fueren los de uso de la casa habitación del deudor, éste podrá exonerarlos del embargo presentando otros bienes no gravados, o que aun cuan­do lo estuviesen, bastaren manifiestamente para cubrir el crédito reclamado".

Aunque el tercer párrafo de la norma transcripta coincide con la conteni­da en el art. 477 del código anterior, el párrafo inicial enuncia un principio ge­neral en materia de sustitución del embargo que ya había sido admitido por la jurisprudencia, según la cual cuando los bienes ofrecidos por el deudor resulten suficientes para cubrir el crédito reclamado y sean realizables en iguales o me­jores condiciones que los bienes embargados, debe accederse a la petición, por cuanto lo contrario significaría convalidar un abuso de derecho por parte del ejecutante. No cabe denegar, v.gr., la sustitución del embargo por depósito en dinero efectivo, por cuanto de ello no se sigue ningún perjuicio al acreedor.

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EL EMBARGO 675

b) El pedido de levantamiento del embargo puede formularse por el pro­pio deudor, fundado en la circunstancia de haberse trabado la medida sobre bie­nes inembargables, o por un tercero que sostenga ser el propietario de la cosa o cosas embargadas.

En el primer caso, cabe solicitar el levantamiento en cualquier estado de la causa anterior a la venta de los bienes, aunque la resolución que decretó el embargo se halle consentida (CPN, art. 220). En el segundo, en cambio, el ter­cero debe promover juicio de tercena de dominio antes de que se otorgue la po­sesión de los bienes (CPN, art. 97), aunque cabe prescindir de dicho juicio y ob­tener el levantamiento del embargo por vía incidental si el tercero acredita en forma efectiva y fehaciente, mediante prueba instrumental, el dominio de los bienes embargados (CPN, art. 104; supra, n° 140).

c) La limitación o reducción del embargo procede cuando la medida se ha trabado sobre bienes cuyo valor excede notoriamente el monto del crédito reclamado. Si, por ejemplo, se traba embargo sobre varias cuentas corrientes del deudor y luego resulta que el saldo de una de ellas basta para cubrir el cré­dito, corresponde limitar la medida a esa sola cuenta, con exclusión de las otras.

d) El acreedor, finalmente, se halla facultado para pedir la ampliación del embargo acreditando la insuficiencia o la pérdida del valor experimentado por los bienes sobre los cuales recayó la medida o en los supuestos en que hu­biese obtenido la ampliación de la ejecución (CPN, arts. 540 y 541), o se hubie­re deducido una tercería de mejor derecho (id., art. H)2).

395. BIENES SUSCEPTIBLES DE EMBARCO

a) En el número 390 se mencionaron ciertos bienes que no pueden ser objeto de ejecución y que son en consecuencia inembargables. Pero esta última calidad ha sido extendida a otros bienes, total o parcialmente, tanto por el CPN como por numerosas leyes.

b) Establece al respecto el art. 219 CPN que "no se trabará nunca em­bargo: Io) En el lecho cotidiano del deudor, de su mujer e hijos, en las ropas y muebles de su indispensable uso, ni en los instrumentos necesarios para su pro­fesión, arte u oficio que ejerza. 2o) Sobre los sepulcros, salvo que el crédito co­rresponda a su precio de venta, construcción o suministro de materiales. 3°) En los demás bienes exceptuados de embargo por ley. Ningún otro bien quedará exceptuado".

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676 PROCESOS DE EJECUCIÓN

La determinación en cada caso particular, de la indispensabilidad de los bienes embargados, ha generado una abundante y variada jurisprudencia, no siempre concordante en cuanto al criterio general que debe regir aquella deter­minación. Los fallos dictados en los últimos tiempos desechan, en general, como pauta rectora, la posición social y el modo de vida del deudor, y se atie­nen al nivel medio de vida alcanzado por la población. Es ilustrativo, como aplicación práctica de ese criterio, el hecho de que se venga declarando, inva­riablemente, la inembargabilidad de ciertos enseres domésticos que, no obstan­te su costo generalmente apreciable, contribuyen a proporcionar un mínimo de bienestar y facilitan las tareas diarias de un hogar modesto, como las heladeras y lavarropas eléctricos. Pero el beneficio de la inembargabilidad no alcanza desde luego, a ciertos bienes que, no obstante la difusión de su uso, cumplen una finalidad de mero esparcimiento y no son, por lo tanto, indispensables, ta­les como los aparatos de televisión y los equipos de audio. Son asimismo em-bargables los muebles que constituyen elementos de simple adorno u ornato, como los cuadros y las estatuas; no siendo tampoco admisible computar, en esta materia, factores de índole sentimental.

La inembargabilidad establecida respecto de los instrumentos necesarios para la profesión, arte u oficio que ejerza el deudor, comprende las herramien­tas, implementos y útiles de trabajo indispensables para el desenvolvimiento de aquellas actividades. Tal lo que ocurre, por ejemplo, con el instrumental de un consultorio médico, con los repertorios jurisprudenciales de un estudio jurídi­co, con las prensas de madera de quien ejerce el oficio de carpintero, etcétera. Pero no alcanza, según lo tiene decidido reiteradamente la jurisprudencia, a las instalaciones, instrumental mecánico, maquinarias que forman el patrimonio de un establecimiento comercial o industrial, porque en tal caso aparece confi­gurada una acumulación de capital o una empresa mercantil que excede el mar­co delineado por el art. 219 CPN.

c) Fuera de los mencionados por el art. 219, existen numerosos bienes que han sido declarados inembargables por leyes nacionales.

En materia de bienes inmuebles, cabe recordar la ley 14.349, art. 38, que declara la inembargabilidad del "bien de familia" por deudas posteriores a su inscripción como tal, con excepción de las obligaciones provenientes de im­puestos o tasas que graven directamente el inmueble, gravámenes constituidos con arreglo al art. 37 (conformidad del cónyuge), o créditos por construcción o mejoras introducidas en la finca, y el art. 39 del mismo ordenamiento, que limi­ta al 50% de los frutos producidos por el bien el embargo que sobre tales frutos se trabe; la ley 22.232, art. 35, que dispone la inembargabilidad de los inmue­bles gravados a favor del Banco Hipotecario Nacional para única vivienda pro-

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EL EMBARGO 677

pia, hasta los límites que se fijen por vía reglamentaria, mientras que la vivien­da mantenga su categoría originaria, etcétera.

En materia de sueldos, salarios, jubilaciones y pensiones rige la ley 14.443, cuyo art. Io excluye del embargo los salarios, sueldos, jubilaciones y pensiones que no excedan de determinada cantidad, con la salvedad de las cuo­tas por alimentos y litisexpensas, que deben ser fijadas dentro de un mínimo que permita la subsistencia del alimentante. En el caso de los sueldos, jubila­ciones y pensiones que excedan de aquella suma, el embargo podrá efectuarse, de acuerdo con el art. 2° de dicha ley, hasta llegar a un porcentaje del 20% sobre el importe mensual percibido. En lo que respecta a sueldos y salarios de la ac­tividad privada, las proporciones fueron modificadas por el decreto 484/87, re­glamentario de la ley 20.744 (ley de contrato de trabajo).

En cuanto a los sueldos, salarios, pensiones y jubilaciones de los emplea­dos y obreros de la administración nacional, provincial y municipal y de las en­tidades autárquicas, son inembargables por obligaciones emergentes de préstamos en dinero o de compra de mercaderías, salvo en la proporción y condiciones es­tablecidas por el decreto 6754/43, ratificado por la ley 13.894. El art. 2° de este ordenamiento faculta a las personas mencionadas, previo el cumplimiento de ciertos requisitos (documentación de la deuda, intereses no superiores al 8% anual) a garantizar las obligaciones del referido origen mediante la afectación, a su cumplimiento, hasta del 20% de su remuneración nominal mensual, y de­termina que los créditos así privilegiados no entrarán en prorrateo en caso de concurso, no quedarán liberados por la carta de pago, ni sufrirán perjuicio por ningún embargo. En cuanto a las deudas contraídas por tales personas sin afec­tación de haberes, el art. 11 de la ley establece la siguiente distinción: Io) Las que no tengan su origen en préstamos en dinero o en suministro de mercaderías (provenientes de servicios profesionales, créditos del Fisco, alimentos, etc.), son ejecutables de acuerdo con las normas vigentes; 2o) Las que tengan su ori­gen en suministro de mercaderías, sólo pueden hacerse efectivas mediante jui­cio ordinario y no dan lugar a embargo, salvo que exista sentencia firme que condene al deudor al pago de la deuda. Pero los embargos que se decreten no pueden exceder del 10% del sueldo del empleado, o de la cuota prescripta por la ley 14.443 cuando esta sea inferior a dicho porcentaje.

Existen, finalmente, ciertos créditos y derechos que son inembargables: la ley 24.028, art. 13, inc. 2o, prescribe la inembargabilidad de la indemnización acordada por accidente del trabajo; el Cód. Civ., art. 292, excluye del embargo el goce del usufructo legal de los padres; el art. 374 del citado código acuerda el mismo beneficio a la pensión alimentaria, etcétera.

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CAPÍTULO XXXI

EJECUCIÓN DE SENTENCIAS

SUMARIO: I. PROCEDIMIENTO DE EJECUCIÓN DE SENTENCIAS: 396. Sentencias eje­cutables.— 397. Presupuestos de la ejecución.— 398. Competencia.— A) Sentencia

que condena al pago de cantidad líquida:.399. Concepto de cantidad líquida.— 400. Embargo.— 401. Citación de venta.— 402. Trámite de las excepciones.— B) Sentencia

que condena al pago de cantidad ilíquida.— C) Sentencia que condena a hacer o a no

hacer.— D) Sentencia que condena a dar.— E) Rendiciones de cuentas v liquidaciones

complicadas.— II. EJECUCIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS: 403. Concepto. Sistemas legales.— 404. Requisitos sustanciales.— 405. Procedimiento.— 406. Ejecu­ción de laudos extranjeros.

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PROCEDIMIENTO DE EJECUCIÓN DE SENTENCIAS 104

396. SENTENCIAS EJECUTABLES

a) Se dijo, en su momento (stipra, n° 37), que el proceso de ejecución es aquel que tiene por objeto asegurar la eficacia de las sentencias de condena, es decir de los pronunciamientos judiciales que imponen e! cumplimiento de

104 ALSINA, Tratado, V, pág. 1 10; AYARRAGARAY. Introducción a la ejecución de sentencia; Coi.OMBO, Código, III, pág. 773: F.ALCÓN, Código, III. pág. 479; FENECH, Derecho procesal civil, pág. 531; FERNÁNDEZ, Código, pág. 491; MONTERO AROCA-ORTEELS RAMOS-GÓMEZ COI.OMER"-IV1ONTÓN REDONDO. Derecho jurisdiccional, II, 2. pág. 39; MORELLO-SOSA-BERIZONCE, Códigos, VI-A, pág. 71; PALACIO, Derecho procesal civil. Vil, pág. 261; PODETTI, Tratado de las ejecuciones, VÍÍ-B, pág. 253; RODRÍGUEZ, Comentarios, III, pág. 7; VEIERBO. "Del cumplimiento o ejecución de las sentencias judiciales civiles", en RDP, 1947,1. pág. 150.

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680 EJECUCIÓN DE SENTENCIAS

alguna prestación (de dar, de hacer, o de no hacer). Pero ello significa, simple­mente, que sólo respecto de esa clase de sentencias rige el procedimiento espe­cífico que se ha de examinar en este capítulo, y no excluye, por lo tanto, la posibilidad de que también las sentencias declarativas y determinativas se eje­cuten, en sentido amplio, mediante el cumplimiento de los actos que general­mente las complementan (v.gr. inscripción, en el Registro de las Personas, de la sentencia de adopción).

b) En razón de que los arbitros (sean de derecho o amigables componedo­res) no cuentan con impertían para ordenar el cumplimiento del laudo que emitan, la ejecución de éste debe pedirse al juez a quien hubiera correspondido conocer del litigio de no haberse sometido éste al arbitraje (CPN, arts. 499, 753 y 763).

397. PRESUPUESTOS DE LA EJECUCIÓN

a) Conforme con lo dispuesto en el art. 499, párr. Io CPN, "consentida o ejecutoriada la sentencia de un tribunal judicial o arbitral y vencido el plazo fi­jado para su cumplimiento, se procederá a ejecutarla, a instancia de parte, de conformidad con las reglas que se establecen en este capítulo".

b) De acuerdo con los términos de la norma transcripta, constituye pri­mer presupuesto para la ejecución de una sentencia el de que ésta se encuentre consentida o ejecutoriada. Ocurre lo primero cuando Jas partes, luego de noti­ficadas, dejan transcurrir los plazos sin interponer recurso alguno; cuando, pese a haberse deducido y otorgado un recurso, se lo declara desierto en virtud de no haberse cumplido con la carga de expresar agravios o de presentar el memorial; o cuando se opera !a caducidad de la segunda instancia. Una sentencia se en­cuentra ejecutoriada, en cambio, cuando ha mediado confirmación, por el tri­bunal superior, de un fallo condenatorio de primera instancia, o cuando, siendo éste absolutorio, ha sido revocado en segunda instancia.

c) El segundo presupuesto de la ejecución consiste en que haya vencido ei plazo que la sentencia hubiese fijado para su cumplimiento. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que tratándose de condenaciones de dar, la fijación de pla­zo no constituye más que un beneficio que la sentencia puede conceder por la naturaleza de la obligación. No es, por consiguiente, un derecho del vencido. De allí que cuando el pronunciamiento no señala plazo para su cumplimiento es susceptible de ejecución inmediatamente después de quedar consentido o eje­cutoriado. Distinto es el caso de que la sentencia contenga condena de hacer al-

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PROCEDIMIENTO DE EJECUCIÓN DE SENTENCIAS 681

<mna cosa, pues el art. 513 CPN exige que en ella el juez señale plazo para la ejecución.

d) Asimismo, y en concordancia con el principio dispositivo que rige en materia civil (supra, n° 26), la ejecución de la sentencia sólo puede llevarse a cabo a pedido del vencedor.

e) Prescribe finalmente el art. 499 CPN (párrs. 2o y 3o) que "podrá eje­cutarse parcialmente la sentencia aunque se hubiere interpuesto recurso ordina­rio o extraordinario contra ella, por los importes correspondientes a la parte de la condena que hubiere quedado firme. El título ejecutorio consistirá, en este caso, en testimonio que deberá expresar que ha recaído sentencia firme respec­to del rubro que se pretende ejecutar por haber sido consentido. Si hubiere duda acerca de la existencia de ese requisito se denegará ei testimonio; ía resolución del juez que lo acuerde o, en su caso, lo deniegue, es irrealrrible".

Esta norma, como se advierte, contempla la posibilidad de que, habiendo re­caído sentencia que condena al cumplimiento de una obligación de carácter divisi­ble, y mediando recurso del demandado tendiente a la modificación parcial del pronunciamiento, éste se ejecute de inmediato con relación a la parte de la con­dena que adquirió carácter firme a raíz del alcance limitado de la impugnación.

Aunque el precepto alude a "los importes correspondientes a la parte de la condena que hubiere quedado firme", debe entenderse que aquélla es aplica­ble respecto de los fallos que imponen el cumplimiento de obligaciones de en­tregar cosas o de hacer, siempre, desde luego, qu,e éste sea susceptible de frac­cionarse.

La misma solución es extensiva al caso de que la sentencia imponga el cumplimiento de prestaciones de distinta naturaleza (de dar, de hacer y de no hacer), y el demandado impugne una sola de ellas.

398. COMPETENCIA

a) La legislación vigente con anterioridad a la promulgación del CPN no contenía ninguna norma que determinara cuál era el juez competente para entender en el procedimiento de ejecución de sentencia. Sin embargo, sobre la base de que éste constituye una etapa del mismo proceso en que se dictó la sen­tencia, ¡a mayor parte de la doctrina (CASTRO, JOFRÉ, RODRÍGUEZ, FERNÁNDEZ, PODETTI), entendió que era competente el juez que conoció en dicho proceso y que debía, incluso, tramitar en el mismo expediente. Igual solución admitió, en general, la jurisprudencia.

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682 EJECUCIÓN DE SENTENCIAS

El principio reconoció algunas excepciones: tal la de que, en razón de la naturaleza de la obligación impuesta por la sentencia, ella deba cumplirse, ne­cesariamente, en el lugar en donde se encuentran las cosas sobre las cuales ver­sa; o de las ejecuciones seguidas por letrados, apoderados o peritos, por hono­rarios devengados en causas tramitadas ante la Corte Suprema en instancia originaria, las cuales no pueden sustanciarse ante dicho tribunal si no concurren los extremos necesarios para que surja su competencia.

El CPN recoge las conclusiones de esa jurisprudencia y determina, en el art. 501, que "será juez competente para la ejecución: 1°) El que pronunció la sentencia. 2o) El de otra competencia territorial si así lo impusiere el objeto de la ejecución, total o parcialmente. 3o) El que haya intervenido en el proceso principal si mediare conexión directa entre causas sucesivas".

b) Corresponde señalar, asimismo, que las disposiciones sobre ejecu­ción de sentencia son también aplicables a: Io) la ejecución de transacciones o acuerdos homologados; 2o) la ejecución de multas procesales; 3o) el cobro de honorarios regulados en concepto de costas (art. 500). En todos esos casos, es juez competente para entender en la ejecución, el del proceso principal (CPN, art. 6o, inc. Io).

c) El CPN reglamenta procedimientos diferentes para la ejecución de las sentencias, atendiendo a la índole de las obligaciones que aquéllas imponen. Las reglas procesales pertinentes varían, pues, según que la sentencia condene: Io) al pago de cantidad líquida; 2o) al pago de cantidad ilíquida; 3o) a hacer o no hacer o a escriturar, y 4o) a entregar cosas. Estos distintos supuestos serán ana­lizados en los parágrafos que siguen.

A) Sentencia que condena al pago de cantidad líquida

399. CONCEPTO DE CANTIDAD LÍQUIDA

a) Prescribe el art. 502 CPN que "si la sentencia contuviere condena al pago de cantidad líquida y determinada o hubiese liquidación aprobada a ins­tancia de parte se procederá al embargo de bienes, de conformidad con las nor­mas establecidas para el juicio ejecutivo. Se entenderá que hay condena al pago de cantidad líquida siempre que de la sentencia se infiera el monto de la liqui­dación, aun cuando aquél no estuviese expresado numéricamente".

De conformidad con los términos de esta norma, existirá por consiguien­te cantidad líquida cuando: Io) La sentencia condene al pago de una suma de-

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PROCEDIMIENTO DE EJECUCIÓN DE SENTENCIAS 683

terminada; 2°) La cantidad a pagarse por el vencido sea susceptible de determi­nación mediante una simple operación aritmética y con arreglo a las bases es­tablecidas por la sentencia: 3o) El vencedor haya presentado liquidación de ca­pital, intereses y costas y el juez, previo traslado al deudor, la haya aprobado, salvo que el objeto de la ejecución consista en las cantidades ya determinadas que contenga la sentencia.

Cuando la sentencia no establece el tipo de interés a pagar, debe enten­derse que es el que cobra el Banco de la Nación por sus descuentos ordinarios en los períodos dentro de los cuales deben liquidarse.

b) Dice el último apartado del art. 502 CPN que "si la sentencia conde­nare a una misma parte al pago de cantidad líquida y de otra ilíquida, podrán procederse a ¡a ejecución de la primera, sin esperar a que se liquide la segunda". La norma, por lo tanto, confiere al vencedor el derecho de pedir la ejecución in­mediata de la condena de importe líquido sin necesidad de aguardar la termina­ción de los trámites procesales tendientes a la liquidación de las restantes condenaciones. De la misma manera podrá procederse en la hipótesis de que la sentencia imponga el cumplimiento de obligaciones distintas (de dar, hacer o no hacer): el acreedor podrá ejecutar una de ellas y solicitar con posterioridad la ejecución de las otras.

400. EMBARGO

a) Se ha visto que si la sentencia contuviese condena al pago de cantidad líquida y determinada, o hubiese liquidación aprobada, se procederá al embar­go de bienes, de conformidad con las normas establecidas para el juicio ejecu­tivo (CPN, art. 502, párr. Io).

b) A diferencia de lo que ocurre en el juicio ejecutivo, en el cual el em­bargo debe hallarse inevitablemente precedido por la intimación de pago (in-fra, n° 413), este trámite resulta innecesario en el procedimiento de ejecución de sentencia, pues la notificación de ésta es equivalente y sustituye al requeri­miento. Pero el embargo configura un trámite esencial y necesariamente previo a la citación de venta, por cuanto el procedimiento se cumple en función de la realización de los bienes para el pago del crédito reconocido por la sentencia.

c) Prescribe el art. 504, infine CPN que "sin perjuicio de lo dispuesto en este artículo y en los dos anteriores, el acreedor podrá solicitar se intime por cé­dula al ejecutado el pago de lo adeudado, cuando se trate de cantidad líquida y

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684 EJECUCIÓN DE SENTENCIAS

determinada, o hubiere liquidación aprobada". De tal manera se acuerda al eje­cutante, como medio de evitar la traba del embargo y el ulterior trámite de la ejecución, la mera facultad de solicitar la intimación de pago cuando exista, to­tal o parcialmente, cantidad líquida y determinada o bien liquidación aprobada. Si, dentro del quinto día de notificado, el deudor no realiza el pago, el ejecutan­te debe solicitar la traba del embargo.

401. CITACIÓN DE VENTA

a) "Trabado el embargo —dice el art. 505 CPN— se citará al deudor para la venta de los bienes embargados. Las excepciones deberá oponerlas y probarlas dentro de quinto día".

Mediante la llamada citación de venta, que debe notificarse por cédula, se abre un período de conocimiento, de carácter limitado, durante el cual se sustancian y examinan las excepciones que el deudor puede oponer al progreso de la ejecución.

b) Según el art. 506 CPN "sólo se considerarán legítimas las siguientes excepciones: Io) Falsedad de la ejecutoria. 2o) Prescripción de la ejecutoria. 3o) Pago. 4o) Quita, espera o remisión".

La legislación derogada contenía una norma análoga a la transcripta, en torno de la cual se elaboró una nutrida jurisprudencia que resulta aplicable den­tro del régimen procesal actual. Si bien dicha jurisprudencia, atendiendo a la índole de los procedimientos analizados, declaró que la enunciación de excep­ciones contenidas en el precepto reviste carácter taxativo, numerosos fallos se pronunciaron a favor de la admisibilidad de las excepciones de índole estricta­mente procesal, como la de falta de personería en el supuesto de que el ejecu­tante haya perdido la capacidad procesal con posterioridad al pronunciamiento de la sentencia en ejecución, o sea insuficiente el poder invocado por un nuevo representante, o la de nulidad de la ejecución originada en la violación de las formas substanciales de aquélla. Con acierto, la mayor parte de la doctrina na­cional considera que también es admisible la excepción de incompetencia, pues constituye presupuesto procesal de la ejecución de sentencia el de que ella se deduzca ante juez competente (ALSINA, FERNÁNDEZ, PODETTI, COLOMBO). La ju­risprudencia, asimismo, fundada en que se halla virtualmente comprendida en la excepción de pago, siendo procesalmente equiparable a ella, ha declarado admisible la excepción de compensación.

Pero el criterio general al que es menester atenerse para determinar el ámbito de aplicación del art. 506 CPN es el de que las excepciones oponibles en

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el procedimiento de ejecución de sentencia sólo pueden fundarse en circuns­tancias sobrevinientes al pronunciamiento de aquélla (art. 507), puesto que lo contrario significaría una reapertura del proceso de conocimiento que no es po­sible como consecuencia de la cosa juzgada.

Se examinará seguidamente el alcance de las excepciones contempladas en el art. 506 CPN.

Io) Falsedad de la ejecutoria. Se admite, sin discrepancias, que esta ex­cepción puede fundarse únicamente en la adulteración o falsificación material de la sentencia o de la copia que la reproduce, sea que la adulteración o falsifi­cación afecte el todo o parte de aquélla. La excepción sería admisible, por lo tanto, si se negase autenticidad a las firmas atribuidas al juez o jueces que la suscriben, o se adujese que se han alterado las cantidades de la condena o los términos de la decisión.

En el procedimiento de ejecución de sentencia se halla excluida, como principio, la excepción de inhabilidad de título. Sin embargo la jurisprudencia la ha declarado admisible, considerándola implícita dentro de la excepción de falsedad, en aquellos casos en que falta alguno de los requisitos del título ejecu­torio. Tal, por ejemplo, el de que no haya transcurrido el plazo fijado por la sen­tencia para el cumplimiento de la condena, o el de que se pretenda seguir la eje­cución contra quien no resulte deudor de acuerdo con los términos de la sentencia, y carezca, por lo tanto, de legitimación procesal pasiva.

2°) Prescripción de la ejecutoria. En ausencia.de un texto legal expreso, y por tratarse de una pretensión personal, a la prescripción de la ejecutoria le es aplicable el plazo de diez años establecido por el art. 4023 Cód. Civ.

3o) Pago. Debe tratarse de un pago efectuado con posterioridad a la sen­tencia. Como el CPN, según se verá, establece que las excepciones en la ejecu­ción de sentencia se probarán "por las constancias del juicio o por documentos emanados del ejecutante que se acompañarán al deducirlas", en el caso de que el deudor pretendiese acreditar el pago con un documento privado y el ejecu­tante lo desconociese, no será procedente la autenticación de aquél en los tér­minos de los arts. 1026 y 1028 Cód. Civ., debiendo probarse la autenticidad en el correspondiente proceso de conocimiento. Sin embargo debe entenderse, con COLOMBO, que el rigor de la solución normativa no debe extenderse a aque­llos supuestos en los cuales la existencia del pago es susceptible de fácil e in­mediata comprobación (por ejemplo el oficio a un banco para acreditar que se ha efectuado un depósito). El pago, finalmente, debe ser total.

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4o) Quita, espera o remisión. Como ocurre con las excepciones antes analizadas, éstas también deben fundarse en hechos posteriores a la sentencia, salvo que la quita o espera resulte de un acuerdo homologado con anterioridad (ley 19.551, art. 67).

402. TRÁMITE DE LAS EXCEPCIONES

a) Las excepciones deben oponerse y probarse dentro de quinto día con­tado desde la citación de venta (CPN, art. 505).

b) Asimismo, conforme a lo prescripto en el art. 507, "las excepciones deberán fundarse en hechos posteriores a la sentencia o laudo. Se probarán por las constancias del juicio o por documentos emanados del ejecutante que se acompañarán al deducirlas, con exclusión de todo otro medio probatorio. Si no se acompañasen los documentos, el juez rechazará la excepción sin sustanciar­la. La resolución será irrecurrible".

Antes de resolver las excepciones el juez debe oír, como principio gene­ral, al ejecutante, a quien corresponde conferir traslado por el plazo de cinco días (CPN, art. 508). Aquéllas deben empero rechazarse in limine cuando, no fundándose en hechos que surgen de las constancias del expediente —como su­cede, v.gr., con las de inhabilidad de título, prescripción, falta de personería y nulidad del procedimiento— el ejecutado no acompaña, al escrito correspon­diente, los documentos que los acreditan.

La implícita proscripción legal de un período probatorio dentro de la eje­cución no excluye la posibilidad de que, en casos excepcionales, como sería el que se recordó respecto de la excepción de pago, el juez disponga la realización de alguna diligencia complementaria que no desvirtúe la sumariedad del proce­dimiento. De todas maneras existen dos casos en los cuales procede la apertura a prueba y que se configuran cuando: Io) se opone la excepción de falsedad de la ejecutoria y resulta necesario complementar las constancias del juicio me­diante otros elementos probatorios (v.gr. prueba pericial); 2o) lo pide el ejecu­tante con el objeto de destruir el valor probatorio del o de los documentos acompañados por el deudor. En tales hipótesis, el plazo de prueba debe fijarse con arreglo a lo establecido para el juicio ejecutivo en el art. 549 CPN.

c) Dispone el art. 508 CPN que "vencidos los cinco días sin que se de­dujere oposición, se mandará continuar la ejecución sin recurso alguno. Si se hubiese deducido oposición, el juez, previo traslado al ejecutante por cinco

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PROCEDIMIENTO DE EJECUCIÓN DE SENTENCIAS 687

días, mandará continuar la ejecución o si declarase procedente la excepción opuesta, levantará el embargo".

La sentencia pronunciada en el procedimiento de ejecución de sentencia carece de eficacia de cosa juzgada material con respecto a las defensas que se hallen sujetas a limitaciones probatorias; pero en el proceso de conocimiento posteriores inadmisible el debatey decisión acerca de cualquier defensa funda­da en hechos anteriores al pronunciamiento de la sentencia que fue objeto de ejecución o ajena a las excepciones enunciadas en el art. 506 CPN.

Con respecto a los recursos, establece el art. 509 CPN que "la resolución que desestime las excepciones será apelable en efecto devolutivo, siempre que el ejecutante diese fianza o caución suficiente. Todas las apelaciones que fueren admisibles en las diligencias para la ejecución de la sentencia, se concederán en efecto diferido". Corresponde sin embargo aclarar, como ahora lo hace el art. 247 CPN, que sólo deben concederse en efecto diferido las apelaciones deduci­das respecto de resoluciones anteriores a la mencionada en el art. 508.

d) Consentida o ejecutoriada la resolución que mande llevar adelante la ejecución debe procederse según las reglas establecidas para el cumplimiento de la sentencia de remate, hasta hacerse pago al acreedor (CPN, art. 510).

e) "A pedido de parte —dice el art. 511 CPN— el juez establecerá las modalidades de la ejecución o ampliará o adecuará las que contenga la senten­cia, dentro de los límites de ésta".

Esta norma, que guarda íntima correlación con la contenida en el art. 558 bis del CPN, autoriza al juez, entre otras cosas, pará'disponer medidas sustitu-tivas de la ejecución en forma específica, precisar el alcance de un apercibi­miento decretado en la sentencia, e incluso imponer el cumplimiento de obliga­ciones implícitamente reconocidas por aquélla, siempre, desde luego, que se atenga a los límites del fallo, pues lo contrario implicaría desvirtuar la eficacia de cosa juzgada que reviste el pronunciamiento y menoscabar el precepto cons­titucional que asegura la inviolabilidad de la propiedad.

B) Sentencia que condena al pago de cantidad ilíquida

Como se indicó oportunamente (supra, n° 284 bj), el art. 165 CPN dispo­ne que cuando la sentencia contenga condena al pago de frutos, intereses, daños y perjuicios, fijará su importe en cantidad líquida, o establecerá por lo menos las bases sobre que haya de hacerse la liquidación.

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688 EJECUCIÓN DE SENTENCIAS

Por consiguiente, establecidas por la sentencia dichas bases, que repre­sentan el an debeatur, resulta necesario determinar, a través de la liquidación, la suma que específicamente debe abonar el vencido al vencedor {quantum de­beatur), a cuyo fin se requiere una estricta correspondencia entre dicho acto y el contenido del fallo.

"Cuando la sentencia —dispone el art. 503 CPN— condenare al pago de cantidad ilíquida y el vencedor no hubiese presentado la liquidación dentro de diez días contados desde que aquella fuere ejecutable, podrá hacerlo el venci­do. En ambos casos se procederá de conformidad con las bases que en la sen­tencia se hubiesen fijado. Presentada la liquidación, se dará traslado a la otra parte por cinco días".

De tal modo la ley concede al acreedor un plazo de diez días para que practique la liquidación y sólo después de haber transcurrido dicho plazo sin que la hubiere efectuado, el cumplimiento de esa carga se desplaza hacia el deudor. En cualquiera de los dos supuestos, se confiere traslado de la liquida­ción a la otra parte.

Prescribe el art. 504 CPN que "expresada la conformidad por el deudor, o transcurrido el plazo sin que se hubiese contestado el traslado, se procederá a la ejecución por la suma que resultare, en la forma prescripta por el art. 502", es decir, como si se tratare de sentencia que contiene condena al pago de cantidad líquida y determinada. Agrega el mismo artículo que "si mediare impugnación se aplicarán las normas establecidas para los incidentes en los arts. 178 y si­guientes". La norma es obviamente extensiva al caso de que la liquidación hu­biese sido presentada por el deudor, y la consecuencia de la conformidad o el si­lencio (aunque éste no vincula al juez en virtud de lo dispuesto en el art. 150, párr. 2o CPN) consiste en que debe procederse a librar mandamiento de embar­go por la suma resultante y a citar de venta al deudor una vez que aquella me­dida ha sido trabada.

C) Sentencia que condena a hacer o a no hacer

a) "En caso de que la sentencia contuviese condena a hacer alguna cosa —dice el art. 513 CPN— si la parte no cumpliese con lo que se le ordenó para su ejecución dentro del plazo señalado por el juez, se hará a su costa o se le obli­gará a resarcir los daños y perjuicios provenientes de la inejecución, a elección dei acreedor. Podrán imponerse las sanciones conminatorias que autoriza el art. 37. La obligación se resolverá también en la forma que establece este artículo cuando no fuere posible el cumplimiento por el deudor. Para hacer efectiva la indemnización se aplicarán las reglas establecidas según que la sentencia haya

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PROCEDIMIENTO DE EJECUCIÓN DE SENTENCIAS 689

fijado o no su monto para el caso de inejecución. La determinación del monto de los daños tramitará ante el mismo juez por las normas de los arts. 503 y 504 (es decir, de conformidad con el trámite previsto para las sentencias que conde­nan al pago de cantidad ilíquida), o por juicio ordinario, según aquél lo esta­blezca. La resolución será irrecurrible".

b) Esta norma coincide con el principio recordado precedentemente (supra, n° 388), de que las obligaciones de hacer pueden ejecutarse forzada­mente siempre que no fuere necesario emplear violencia contra la persona del deudor, pues en tal caso el acreedor puede pedir autorización para ejecutar el hecho por cuenta del deudor, por sí o por un tercero (salvo que la persona del deudor hubiese sido elegida para hacerlo por su industria, arte o cualidades per­sonales), o bien que la obligación se resuelva en el pago de daños y perjuicios (Cód. Civ., arts. 626, 629, 630 y concordantes).

En el supuesto de que el acreedor opte por la ejecución a través de la ac­tividad de un tercero no sólo debe, con carácter previo, requerir autorización ju­dicial (Cód. Civ., art. 630), sino también proceder a la determinación del costo de la obra, ya que éste corre por cuenta del deudor (norma citada) y no puede imponérsele el pago de erogaciones desproporcionadas a la naturaleza del he­cho que se comprometió a realizar.

c) El régimen legal anterior a la vigencia del CPN no contenía ninguna previsión con respecto a las sentencias que imponen al vendedor la obligación de otorgar la escritura traslativa de dominio, la que constituye una de las espe­cies de las obligaciones de hacer. Sin embargo, los precedentes judiciales llena­ron ese vacío legislativo a través de numerosos fallos, llegando a resolverse, mediante jurisprudencia plenaria, que el juez se hallaba facultado para firmar la correspondiente escritura en el supuesto de que no lo hiciere el obligado.

El CPN ha recogido esa elaboración jurisprudencial disponiendo, en el art. 512, que "la sentencia que condenare al otorgamiento de escritura pública contendrá el apercibimiento de que si el obligado no cumpliere dentro del plazo fijado, el juez la suscribirá por él y a su costa".

Debe entenderse que no es necesario que el apercibimiento haya sido pe­dido en la demanda, pues la ejecución del hecho por un tercero (en este caso el juez), constituye una alternativa implícitamente contenida en toda pretensión que persigue el cumplimiento de una obligación de hacer.

Agrega el artículo mencionado que "la escritura se otorgará ante el regis­tro del escribano que proponga el ejecutante, si aquél no estuviere designado en el contrato. El juez ordenará las medidas complementarias que correspondan".

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690 EJECUCIÓN DE SENTENCIAS

d) Antes de la sanción del CPN se suscitó con frecuencia el problema consistente en saber si, consumada durante el pleito por escrituración la enaje­nación del inmueble a un tercero, y no habiendo el comprador propuesto subsi­diariamente la pretensión tendiente al resarcimiento de los daños ocasionados por el incumplimiento del vendedor, corresponde dictar sentencia condenando al otorgamiento de la escritura, o, por el contrario, el pronunciamiento judicial debe hacerse cargo de aquel hecho impeditivo del cumplimiento y declarar di­rectamente la conversión de la primitiva obligación en la de pagar daños y per­juicios, a determinarse en proceso aparte.

Hacia la primera solución se inclinaron algunos precedentes, fundados sustancial mente en que la condena a la ejecución específica de la obligación no comporta, como principio, imposibilidad física o legal para cumplir el contrato (el deudor, v.gr., podría ulteriormente adquirir del tercero la cosa prometida en venta) sin perjuicio, desde luego, de que el tema pudiera ser debatido en el pe­ríodo de ejecución de sentencia.

La mayor parte de la jurisprudencia, sin embargo, se orientó en el sentido de que, constituyendo !a enajenación del inmueble a favor de un tercero un su­puesto de imposibilidad de cumplir la obligación de escriturar, la segunda solu­ción es la que mejor se adecúa a las normas contenidas en el Cód. Civ., arts. 511, 576, 625, 628 y concordantes.

Es ésta la solución que corresponde considerar correcta. Porque, como bien lo demuestra LLAMBÍAS, si la obligación de escriturar no es más que el me­dio instrumental de satisfacer la prestación contraída por el vendedor de trans­mitir el dominio de la cosa vendida (Cód. Civ., art. 1323), y si esa prestación su­pone, para su validez, que quien la cumple sea el propietario de la cosa (Cód. Civ., art. 738), la sentencia que impusiese al vendedor el cumplimiento especí­fico de la obligación colocaría a éste "en la necesidad jurídica incomprensible de vender una cosa ajena". Y tras recordar la posibilidad que los jueces tienen en el sentido de computar en la sentencia hechos impeditivos o extintivos acae­cidos durante la tramitación del proceso (supra, n° 284, a]), concluye el men­cionado autor afirmando que la enajenación del inmueble a favor de un tercero "tiene su sanción adecuada en el art. 889 del Cód. Civ., que convierte ministerio legis la obligación primitiva, sea de dar o de hacer, en la de pagar daños y per­juicios. Para este cometido no es indispensable una petición explícita del acree­dor, ya que se ha decidido que toda demanda por cumplimiento específico de la obligación lleva implícita la de su equivalente (LLAMBÍAS, "La obligación de es­criturar", E.D., 2-1065).

El CPN como se ha visto, contempla asimismo esta hipótesis en el tercer párrafo del art. 513 que prescribe: "La obligación se resolverá también en la

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PROCEDIMIENTO DE EJECUCIÓN DE SENTENCIAS 691

forma que establece este artículo (resarcimiento de daños y perjuicios), cuando no fuere posible el cumplimiento por el deudor".

e) "Si la sentencia condenare a no hacer alguna cosa, y el obligado la quebrantase—expresad art. 514CPN—, el acreedor tendrá opción para pedir que se repongan las cosas al estado en que se hallaban, si fuese posible, y a cos­ta del deudor, o que se le indemnicen los daños y perjuicios, conforme a lo pres-cripto en el artículo anterior". Como se advierte, la norma transcripta reproduce sustancialmente las disposiciones de los arts. 633 y 634 Cód. Civ. (supra, n° 338), y remite al art. 513 en cuanto a la forma de hacerse efectiva la indemniza­ción por daños y perjuicios. Cuadra aclarar que la sentencia de condena a que alude el art. 514 no es tal, en rigor, sino una sentencia que se ha limitado, en ra­zón de mediar un estado de incertidumbre, a declarar la existencia de la obliga­ción de no hacer, aunque en el caso existe la particularidad de que, frente al quebrantamiento de esa obligación, el acreedor no ha de verse precisado a in­terponer una pretensión condenatoria y se halla facultado para requerir, en el mismo proceso en el cual aquella sentencia fue dictada, sea la destrucción de lo hecho, a costa del deudor, o el pago de los daños y perjuicios.

D) Sentencia que condena a dar

Con respecto a la sentencia que condena a entregar cosas, establece el art. 515 CPN que "se librará mandamiento para desapoderar de ella al vencido, quien podrá oponer las excepciones a que se refiere el art. 506, en lo pertinente. Si la condena no pudiere cumplirse, se le obligará a la entrega del equivalente de su valor, previa determinación si fuere necesaria, con los daños y perjuicios a que hubiere lugar. La fijación de su monto se hará ante el mismo juez, por las normas de los arts. 503 ó 504 o por juicio sumario, según aquél lo establezca. La resolución será irrecurrible".

Si bien la norma transcripta sólo contempla, frente a la imposibilidad del desapoderamiento de la cosa debida, el pago de su valor, ello no implica negar al acreedor el derecho que le acuerda el art. 505, inc. 2o Cód. Civ. en el sentido de obtener el cumplimiento de la obligación por un tercero, a costa del deudor. El acreedor se halla por lo tanto habilitado para pedir que se lo autorice a adqui­rir la cosa de un tercero, por el precio corriente en la plaza al tiempo de la adqui­sición, a cuyo fin corresponde la designación de un perito.

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692 EJECUCIÓN DE SENTENCIAS

E) Rendiciones de cuentas y liquidaciones complicadas

Prescribe el art. 516 CPN que "siempre que las liquidaciones o cuentas fueren muy complicadas y de lenta y difícil justificación o requirieren conoci­mientos especiales, serán sometidas a la decisión de peritos arbitros o, si hubie­re conformidad de partes, a la de amigables componedores. La liquidación de sociedades, incluida la determinación del carácter propio o ganancial de los bienes de la sociedad conyugal, impuesta por sentencia, se sustanciará por jui­cio ordinario, sumario o incidente, según establezca el juez de acuerdo con las modalidades de la causa".

La norma transcripta se refiere tanto al caso de que en oportunidad de dic­tar sentencia condenatoria a rendir cuentas, o una vez agotada la controversia sobre éstas, se halle pendiente la resolución sobre su aprobación o rechazo, cuanto al de que al emitir fallo que condena al pago de cantidad ilíquida proce­dente de frutos o intereses, o concluido el trámite de liquidación previsto por los arts. 503 y 504, el juez advierta la conveniencia de someter la decisión per­tinente a personas que posean conocimientos técnicos especiales con respecto a la materia de que se trate.

En lo que concierne a la liquidación de sociedades, la vía incidental pre­vista en el art. 516 como uno de los procedimientos que puede el juez establecer sería aplicable, por ejemplo, si sólo se tratase de interpretar una cláusula conte­nida en el convenio de liquidación de la sociedad conyugal.

§ //

EJECUCIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS l05

403. CONCEPTO. SISTEMAS LEGALES

a) Por razones de conveniencia y de solidaridad, casi todas las leyes pro­cesales vigentes en el mundo, entre las cuales se encuentran las argentinas, re-

103 ALSINA, Tratado. V. pág. 161: BOGGlANO. Derecho internacional privado. Buenos Aires. 1978, pág. 141: CAPPELLETTI, Las sentencia1; y las normas extranjeras en el proceso civil (trad. SENTÍS MELENDO): COLOMBO, Código. III, pág. 807: DE LA COLÍNA. Derecho y legislación procesal. II, pág. 353; GOLDSCHMIDT, Suma del derecho internacional privado. pág. 227: LAZCANO, Derecho internacional privado, pág. 647; Luco. Manuale. pág. 368; MORELLI. Derecho procesal civil internacional, pág. 277; MORELLO-PASSI LANZA-SOSA-BERIZONCE. Códigos. VI-1. pág. 95: PALACIO. Derecho procesal civil. Vil, pág. 312; PODETTI, Tratado de las ejecuciones. VIL B, pág 293; ROMERO DEL PRADO, "Ejecución de sentencias extranjeras. El art. 559 del Código de Procedimientos de la Capital Federal", en L.L.. t. 50, pág. 965; SENTÍS MELENDO, La sentencia extranjera (exequátur).

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EJECUCIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS 693

conocen, bajo ciertas condiciones, la eficacia de las sentencias pronunciadas en el extranjero, y autorizan a promover su ejecución dentro de los respectivos te­rritorios.

b) Pero de acuerdo con el sistema generalmente aceptado, a la ejecución de las sentencias extranjeras antecede un trámite preparatorio que culmina con el exequátur, que es la declaración en cuya virtud se acuerda a aquéllas ía mis­ma eficacia que revisten las sentencias dictadas por los jueces nacionales. Ese prev'iojuicio de reconocimiento no versa sobre la relación sustancial controver­tida en el proceso que motivó la sentencia cuya ejecución se solicita. Su objeto, por el contrario, consiste en verificar, por un lado, aparte de la competencia del órgano judicial extranjero y del tipo de pretensión deducida, si el contenido del pronunciamiento se ajusta a las reglas fundamentales de orden público y si en el procedimiento seguido en el extranjero se ha respetado la garantía del debido proceso (requisitos intrínsecos); y, por otro lado, si la sentencia reúne los recau­dos de legalización y autenticación exigibles a todo instrumento extranjero (re­quisitos extrínsecos).

En tanto la sentencia de exequátur resulta ineludible para que la sentencia extranjera adquiera la eficacia de una sentencia nacional, es acertada la opinión de la mayor parte de la doctrina en el sentido de que ella reviste carácter cons­titutivo (CHIOVENDA, MORELLI, etc.). Pero, además, en la medida en que también constituye en elemento complementario de la sentencia que homologa, partici­pa asimismo de la naturaleza de ésta.

c) Según que sea el poder ejecutivo o un tribunal de justicia la autoridad competente para la concesión del exequátur, se conocen en la legislación com­parada dos sistemas, denominados respectivamente administrativo y judicial, siendo este último el más difundido. Dentro del sistema judicial, a su vez, exis­ten diferencias relativas a la índole del tribunal competente: mientras que en al­gunos países el exequátur debe solicitarse ante un tribunal superior (Supremo Tribunal Federal en el Brasil, alguna de las Cortes de Apelación en Italia, etc.), en otros —como ocurre en la República Argentina—, la competencia corres­ponde a los jueces de primera instancia.

Las diversas leyes difieren, además, desde el punto de vista de las condi­ciones a que supeditan la homologación de las sentencias extranjeras. En Fran­cia, v.gr., la ejecución de una sentencia dictada en otro país contra un nacional sólo puede llevarse a cabo en el supuesto de que un tribunal francés la confirme, mediante revisión de su forma y contenido. Otros países se atienen al principio de reciprocidad (Alemania, Estados Unidos de América, Gran Bretaña). El CPN admite la ejecución de las sentencias extranjeras aun en ausencia de reci-

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694 EJECUCIÓN DE SENTENCIAS

procidad y tal es, por lo demás, el sistema seguido por la mayor parte de las le­yes argentinas.

d) Corresponde destacar, finalmente, que una sentencia extranjera pue­de invocarse en tres aspectos primordiales: como fundamento de una preten­sión de ejecución, como fundamento de una excepción de cosa juzgada y como elemento probatorio. Aunque PODETTI entiende que en los tres casos la senten­cia carece de eficacia "sin el añadido de la voluntad consagratoria de un juez ar­gentino", por cuanto las leyes procesales no formulan distingo alguno, debe entenderse que el exequátur sólo es necesario en el primer caso, al que caracte­riza el hecho de requerirse un acto de compulsión contra la parte (ALSINA). Si la sentencia extranjera es invocada como fundamento de una excepción de cosa juz­gada no es en cambio exigible el exequátur pero sí el denominado reconocimiento incidental, el cual requiere, conforme lo dispone el art. 519 CPN, la comprobación de la concurrencia de los mismos requisitos mencionados en el art. 517. Cuando la sentencia extranjera, finalmente, se hace valer como elemento probatorio, debe ser considerada como prueba documental de hechos que incumbe al juez valorar de conformidad con las reglas de la sana crítica (CAPPELLETTI), no sien­do necesarios ni el exequátur ni el reconocimiento incidental.

404. REQUISITOS SUSTANCIALES

a) El art. 517 CPN establece que "las sentencias de los tribunales ex­tranjeros tendrán fuerza ejecutoria en los términos de los tratados celebrados con el país de que provengan". Y con referencia a los requisitos sustanciales que condicionan la eficacia de tales sentencias, el mismo artículo dispone: "Cuando no hubiere tratados, serán ejecutables si concurriesen los siguientes requisitos: Io) Que la sentencia con autoridad de cosa juzgada en el Estado en que se ha pronunciado, emane de tribunal competente según las normas argen­tinas de jurisdicción internacional y sea consecuencia del ejercicio de una acción personal o de una acción real sobre un bien mueble, si éste ha sido trasladado a la República durante o después del juicio tramitado en el extranjero: 2o) Que la parte demandada contra la que se pretende ejecutar la sentencia hubiese sido personalmente citada y se haya garantizado su defensa; 3o) Que la sentencia reúna los requisitos necesarios para ser considerada como tal en el lugar que hubiere sido dictada y las condiciones de autenticidad exigidas por la ley nacio­nal; 4o) Que la sentencia no afecte los principios de orden público del derecho argentino; 5o) Que la sentencia no sea incompatible con otra pronunciada, con anterioridad o simultáneamente, por un tribunal argentino".

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EJECUCIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS 695

b) Nuestro país ha celebrado tres tratados sobre la materia: los de Mon­tevideo de 1889 y 1940, con Uruguay, Paraguay, Bolivia y Perú el primero (aprobado por ley 3192) y con esos mismos países, Brasil y Colombia el segun­do (aprobado por decreto-ley 7771/56). El otro fue celebrado con Italia el Io de agosto de 1887, y luego aprobado por ley 3983. La Argentina, asimismo, ratifi­có la Convención Interamericana sobre eficacia extraterritorial de las senten­cias y laudos arbitrales extranjeros hecha en Montevideo el 6 de mayo de 1979. Algunas de las disposiciones contenidas en tales tratados y convenciones han de ser analizadas a continuación, juntamente con los requisitos mencionados por el art. 517 CPN.

c) De loprescriptoen el inc. Io del art. 517, se sigue que la concesión del exequátur o del reconocimiento de la sentencia extranjera, en su caso, depende ante todo de la circunstancia de que el tribunal que la dictó se halle provisto de competencia con arreglo a las disposiciones contenidas en el derecho argentino vigente al tiempo de su pronunciamiento. Pero este requisito no tiende a la pre­servación exclusiva de la propia jurisdicción internacional, de manera que el re­chazo de la eficacia extraterritorial de la sentencia extranjera no sólo procede cuando se invade la jurisdicción de los tribunales argentinos, sino también cuando afecta la de un tercer país cuya legislación coincide con la argentina en lo que atañe a la reglamentación de la jurisdicción internacional. En otras pala­bras, la admisión de la eficacia de la sentencia extranjera depende del hecho de que el tribunal que la dictó sea competente no sólo de acuerdo con las normas vigentes en el Estado a que pertenece, sino también de conformidad con las normas atributivas de competencia internacional contenidas en nuestra propia legislación.

La calidad de cosa juzgada material atribuida a la sentencia extranjera debe juzgarse con arreglo a las normas vigentes en el Estado en que aquélla se haya pronunciado. La prueba de esta circunstancia debe surgir de la copia au­téntica de la resolución que declare que la sentencia tiene el carácter de ejecu­toriada o pasada en autoridad de cosa juzgada, así como de las leyes en que di­cha resolución se funda (art. 6o del Tratado de Montevideo de 1940), o bien del informe consular.

d) En el mismo inc. Io del art. 517, el CPN requiere que la sentencia ex­tranjera "sea consecuencia del ejercicio de una acción personal, o de una acción real sobre un bien mueble, si éste ha sido trasladado a la República durante o después del juicio tramitado en el extranjero". La legislación anterior, en cam­bio, limitaba la exigencia a las pretensiones personales; y la restricción obede­cía a la circunstancia de que los bienes raíces situados en la República, así

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696 EJECUCIÓN DE SENTENCIAS

como los bienes muebles que tienen en ella situación permanente, se hallan ex­clusivamente regidos por las leyes argentinas (Cód. Civ., arts. 10 y 11) siendo asimismo los jueces del país quienes tienen competencia para conocer de las pretensiones reales que versen sobre tales bienes (CPN, art. 5, incs. Io y 2o). Sin embargo, como observa GOLDSCHMIDT, no se trata de un principio absoluto, pues existen por un lado pretensiones personales, como la de divorcio, a cuyo respecto rige, en ciertas circunstancias, la competencia exclusiva de los jueces argentinos; y puede darse el caso, por otro lado, de que la situación de las cosas sobre las cuales versa una pretensión real se haya modificado durante o después del proceso tramitado en el extranjero, hipótesis en la cual no media inconve­niente en el otorgamiento del exequátur. Frente a la omisión de que adolecía en ese sentido el régimen procesal derogado, el Congreso Nacional de Ciencias Procesales reunido en Córdoba en 1939 aconsejó la ampliación de las normas respectivas al caso de pretensiones reales sobre bienes muebles trasladados a la República Argentina en las oportunidades precedentemente mencionadas. La solución fue adoptada, primeramente, por el código procesal civil de la provin­cia de Jujuy, y luego lo fue por el CPN y numerosos códigos provinciales.

e) A diferencia de algunos códigos provinciales, que sólo se refieren al caso de que la parte condenada tenga su domicilio en la República, el inc. 2o del art. 517 exige la notificación personal aun en el supuesto de que dicha parte ten­ga su domicilio en el extranjero, incluyendo al país en el cual se dictó la senten­cia. En este aspecto la norma adhiere al criterio adoptado por el art. 5o, inc. c) de los Tratados de Montevideo y por el art. 8, inc. 2o) del Tratado celebrado con Italia, posteriormente recogido, en el ámbito interno, por el código procesal de la provincia de Jujuy.

En tanto el inciso examinado requiere la notificación personal, excluye la posibilidad de computar la admisibilidad de aquellos actos de transmisión que, como ocurre con las notificaciones practicadas por edictos o por radiodifusión, sólo generan una presunción de conocimiento, por parte del interesado, de la resolución que se pretende ejecutar. Pero colocado el demandado en aptitud de ser oído, y asegurado por ende el derecho de defensa, el requisito legal debe considerarse cumplido si aquél se abstuvo de comparecer al proceso, pues la declaración de rebeldía que puede proceder en esa hipótesis no implica la vul­neración del mencionado derecho y sólo es consecuencia de la propia voluntad discrecional del interesado.

Si la forma en que se practicó la notificación no surge de los términos de la sentencia cuya ejecución se pide, corresponde agregar un informe consular relativo al procedimiento aplicable.

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EJECUCIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS 697

f) En su redacción anterior a la sanción de la ley 22.434, el inc. 4o del art. 517 exigía que la sentencia extranjera no contuviese "disposiciones contra­rias al orden público interno", en tanto que en su actual versión, dicho inciso, con mayor corrección aunque sin introducir una reforma esencial, requiere que "la sentencia no afecte los principios de orden público del derecho argentino" lo que ocurre si el fallo se funda en normas incompatibles con el "espíritu de la legislación" a que se refiere el art. 14, inc. 2o Cód. Civ. (BOGGIANO). Por otra parte este precepto, en virtud de su generalidad, torna innecesaria la inclusión del requi­sito que exigía el inc. 3o del anterior art. 517, en el sentido de que "la obligación que haya constituido el objeto del juicio sea válida según nuestras leyes".

g) Tanto el inc. 5o del art. 517, como el art. 5o, inc. b) de los tratados de Montevideo, disponen que la ejecutoria debe reunir los requisitos necesarios para ser considerada como tal en el lugar en que hubiere sido dictada, agregan­do el CPN que también debe reunir las condiciones de autenticidad exigidas por la ley nacional. El juez argentino ante quien se pide la ejecución de una sen­tencia extranjera debe, pues, examinar si concurren estas circunstancias, las que surgirán de los testimonios que el interesado exhiba, o, eventualmente, de las constancias del informe consular.

h) El inc. 6o del art. 517, en tanto establece la preeminencia de la senten­cia dictada por los jueces nacionales sobre la de los jueces extranjeros, supone que los fallos en pugna se han pronunciado a raíz de pretensiones idénticas en sus elementos subjetivo y objetivo o bien que,-por-tazones de conexión por la causa o por el objeto, la sentencia argentina resulte de imposible cumplimiento con motivo de la eficacia de cosa juzgada adquirida por la sentencia extranjera.

405. PROCEDIMIENTO

a) "La ejecución de la sentencia dictada por un tribunal extranjero —dice el art. 518 CPN—, se pedirá ante el juez de primera instancia que corresponda, acompañando su testimonio legalizado y traducido y de las actuaciones que acrediten que ha quedado ejecutoriada y que se han cumplido los demás requi­sitos, si no resultaren de la sentencia misma". Una norma similar contiene el art. 6 de los Tratados de Montevideo. La legalización del respectivo instrumen­to debe efectuarse en la forma prescripta por el decreto del 24 de julio de 1918.

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b) La ejecución de la sentencia extranjera debe pedirse, conforme lo dis­pone la norma transcripta, ante el juez de primera instancia, quien para el trámi­te del exequátur aplicará las reglas de los incidentes (CPN, art. 518, párr. 2o). Formulada, pues, la solicitud, el juez debe oirá ¡aparte contra quien se dirige la sentencia y al agente fiscal, a quienes les conferirá respectivamente traslado y vista de aquélla por cinco días (CPN, art. 180), a fin de que se expidan sobre la procedencia del exequátur, es decir, acerca de si la sentencia cuya ejecución se pide reúne los requisitos que se han analizado anteriormente. En el caso de de­ducirse oposición por cualquiera de las personas mencionadas, el juez debe conferir traslado al interesado en la ejecutoria y resolver luego la cuestión, ha­ciendo o no lugar a la homologación (CPN, art. 185). Excepcionalmente puede ser necesaria la apertura a prueba, en cuyo caso se aplicarán, como se ha visto, las normas establecidas para los incidentes. De la resolución que se dicte podrá apelarse en relación.

c) "Si se dispusiera la ejecución, se procederá en la forma establecida para las sentencias pronunciadas por tribunales argentinos" (CPN, art. 518, párr. 3o). Por consiguiente deben observarse las reglas que el CPN establece de acuerdo con la naturaleza de la obligación, las cuales han sido analizadas en el presente capítulo.

d) El CPN prevé también la invocación que pudiera hacerse en juicio de una sentencia extranjera, en cuyo caso ésta sólo tendrá eficacia si reúne los re­quisitos del art. 517 (art. 519). Se trata del denominado "reconocimiento inci­dental" al que ya se ha aludido (supra, n° 403).

406. EJECUCIÓN DE LAUDOS EXTRANJEROS

A diferencia de los Tratados de Montevideo, con anterioridad a la refor­ma introducida por la ley 22.434 el CPN no contemplaba expresamente la eje­cución de los laudos dictados en el extranjero por arbitros o amigables compo­nedores, aunque no mediaban razones válidas para impedir su asimilación a la sentencia extranjera.

El vacío fue llenado por la ley mencionada que incorporó, como art. 519 bis del CPN, el siguiente: "Los laudos pronunciados por tribunales arbitrales extranjeros podrán ser ejecutados por el procedimiento establecido en los ar­tículos anteriores, siempre que: 1°) Se cumplieren los recaudos del art. 517 en

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EJECUCIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS 699

lo pertinente, y, en su caso, la prórroga de jurisdicción hubiese sido admisible en los términos del art. Io; 2o) Las cuestiones que hayan constituido el objeto del compromiso no se encuentren excluidas del arbitraje conforme a lo estable­cido por el art. 737".

En consecuencia, los laudos pronunciados por tribunales extranjeros pue­den ser objeto de exequátur o de reconocimiento incidental, en los términos, respectivamente, de los arts. 518 y 519 si: Io) reúnen los requisitos examinados en el n° 404; 2o) en el caso de prórroga no afectan la jurisdicción internacional exclusiva de los tribunales argentinos o una prohibición legal, y 3o) no versan sobre cuestiones que, de acuerdo con el derecho argentino, no pueden ser ma­teria de transacción.

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CAPÍTULO XXXíl

JUICIO EJECUTIVO

SUMARIO: I. GENERALIDADES: 407. Concepto, naturaleza y caracteres del juicio ejecuti­vo.— 408. Requisitos de la pretensión ejecutiva.— 409. Etapas del juicio ejecutivo.— II. TÍTULOS QUE TRAEN APAREJADA EJECUCIÓN: 410. Enumeración legal.— 411. Estudio de los títulos ejecutivos en particular.— 412. Preparación de la vía ejecuti­va.— III. INTIMACIÓN DE PAGO, EMBARGO Y CITACIÓN PARA DEFENSA: 413. Despacho del mandamiento.— 414. Forma y lugar de la intimación de pago.— 415. El embargo.— 416. Citación para defensa.— 417. Renuncia a los trámites del juicio eje­cutivo.— 418. Ampliación de la ejecución.— IV. OPOSICIÓN A L\ PRETENSIÓN

EJECUTIVA: 419. Clase de oposiciones.— 420. Examen de las excepciones en particu­lar.— V. SUSTANCIACIÓN DE LAS EXCEPCIONES: 421. Examen previo y trasla­do.— 422. Prueba de las excepciones.— 423. Sentencia.— 424. Recursos.— 425. Cos­tas.— VI. CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE: 425 bis. Generalidades.— 426. Caso de embargo de dinero, títulos o acciones.— 427. La subasta.— 428. El martilie­ro.— 429. Reglas comunes a la subasta.— 430. Subasta de muebles o semovientes.— 431. Subasta de inmuebles.— 432. Liquidación, pago, fianza y preferencia.

§ /

GENERALIDADES ,06

407. CONCEPTO, NATURALEZA Y CARACTERES DEL JUICIO EJECUTIVO

a) Denomínase juicio ejecutivo al proceso especial, sumario (en sentido estricto) y de ejecución, tendiente a hacer efectivo el cumplimiento de una obli-

106 ALSINA, Tratado, V. pág. 184; COLOMBO. Código, III, pág. 830; COUTURL, Fundamen­tos, pág. 437; DE LA COLINA. Derecho y leg. procesal, II. pág. 266; FALCÓN, Código, III, pág.

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702 JUICIO EJECUTIVO

gación documentada en alguno de los títulos extrajudiciales (convencionales o administrativos) legalmente dotados de fehaciencia o autenticidad.

b) El carácter especial de este proceso deriva de la circunstancia de ha­llarse sometido a trámites específicos, distintos a los del proceso ordinario (su-pra, n° 38). Su sumariedad está dada por la circunstancia de que, en tanto el conocimiento del juez debe eventualmente circunscribirse al examen de un nú­mero limitado de defensas, el juicio ejecutivo carece de aptitud para el examen y solución total del conflicto, y la sentencia que en él se dicta sólo produce, en principio, eficacia de cosa juzgada en sentido formal. Y es, finalmente, un pro­ceso de ejecución por cuanto: Io) Su objeto no consiste en obtener un pronun­ciamiento judicial que declare la existencia o inexistencia de un derecho sustancial incierto, sino en lograr la satisfacción de un crédito que la ley presu­me existente en virtud de la peculiar modalidad que reviste el documento que lo comprueba; 2o) A diferencia de lo que ocurre, en general, con las pretensiones de conocimiento, el efecto inmediato de la pretensión ejecutiva consiste en un acto conminatorio (intimación de pago) y en un acto coactivo sobre el patrimo­nio del deudor (embargo).

Debe tenerse en cuenta, no obstante, que el juicio ejecutivo, tal como apa­rece reglamentado en el ordenamiento procesal vigente, no constituye una eje­cución pura o un simple procedimiento de ejecución como el que organizan las leyes europeas que siguieron el sistema del code de procédure francés de 1806. Mientras que de acuerdo con el sistema adoptado por esas leyes no cabe al deu­dor posibilidad alguna de plantear defensas tendientes a desvirtuar o enervar la fuerza del título en cuya virtud se procede, limitándose el procedimiento a la realización de actos compulsorios sobre su patrimonio, nuestro juicio ejecutivo tiene una etapa de conocimiento durante la cual el deudor se halla facultado para alegar y probar la ineficacia del título, mediante la oposición de ciertas de­fensas que deben fundarse en hechos contemporáneos o posteriores a la crea­ción de aquél. Se trata, pues, de un proceso mixto de ejecución y de conoci­miento limitado.

591; FLNECH. Derecho procesal civil, pág. 291; FENOCHIETTO-ARAZI. Código, 2. pág. 656; FERNÁNDEZ. Código. II. pág. 397; GUASP, Derecho procesal civil. II. pág. 130; LASCANO. Hacia un nuevo tipo de proceso, en RDP. 1942. I. pág. 80; LIEBMAN. Mamulle. I. pág. 79: MERCADER. Esludios de derecho procesal, pág. 525; MORALES MOLINA, Curso de derecho procesal civil, (Parte especial), pág. 153; MOREI.I.O, Juicios sumarios. I. pág. 61: MORELLO-SOSA-BERIZONCE. Códigos. VI-i. pág. 129: PALACIO. Derecho procesal civil. VII. pág. 331; Estudio, pág. 303: PODETTI, Tratado de las ejecuciones. VII-A, pág. 99; RAMOS MÉNDEZ, Derecho procesal civil. II. pág. 1110.

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GENERALIDADES 703

c) Fundado en esas características de nuestro juicio ejecutivo. PODETTI considera inadmisible reunir, bajo el rótulo común de "ejecuciones", al juicio ejecutivo y al procedimiento de ejecución de sentencias, y critica el método ge­neralmente adoptado por la doctrina nacional en el sentido de hacer preceder el estudio del juicio ejecutivo por una teoría general de la ejecución forzada.

Los argumentos que el ilustre procesalista enuncia en apoyo de tal con­clusión pueden resumirse, sustancialmente, de la siguiente manera: Io) Resulta jurídicamente inadmisible equiparar la sentencia a los títulos ejecutivos, por cuanto existen, entre la primera y los segundos, diferencias de origen, de forma, de sustancia y de efecto que se oponen a tal equiparación. Importancia funda­mental revestirían las diferencias sustanciales, puesto que la sentencia, por su origen (público) y por su forma (resultado de un proceso), es indiscutible, "y por ello mismo sólo pueden oponerse, en los trámites de su ejecución, las de­fensas nacidas con posterioridad a la fecha de ser dictada y el título ejecutivo, careciendo de iguales garantías, puede y debe ser examinado oficiosamente por el juez y sufrir la oposición de excepciones anteriores y posteriores a su naci­miento, ya que surge de un acto privado"; 2°) A la ejecución propiamente dicha antecede, en el juicio ejecutivo, un período de conocimiento y "una sentencia que actúa un derecho", pues el embargo con el que aquél se inicia no constituye ejecución sino una medida cautelar.

Tales argumentos no resultan empero convincentes. El primero, por lo pronto, perdió sustancialmente su eficacia a partir de la sanción de la ley 14.237, cuyo art. 59, al derogar prácticamente el art. 488 del código anterior, eliminó como excepción admisible en el juicio ejecutivo, la de "fuerza o miedo de los que con arreglo a la ley, hacen nulo el consentimiento" (inc. 6o). Tampo­co esta excepción figura en la enumeración formulada por el art. 544 CPN. En consecuencia, no cabe actualmente afirmar que en el juicio ejecutivo sean ad­misibles excepciones fundadas en hechos anteriores a la formación del título. Desde luego que ello no implica desconocer las diferencias que PODETTI señala entre la sentencia y los títulos ejecutivos. Ya se ha dicho {supra, n° 401) que en el procedimiento de ejecución de sentencia sólo se pueden oponer defensas fundadas en hechos sobrevinientes a su pronunciamiento, por cuanto los he­chos anteriores a ella, así como las posibles deficiencias de que puede adolecer la sentencia misma, se hallan a cubierto de toda discusión por efecto de la cosa juzgada. Pero esa circunstancia no impide que el título ejecutorio y los títulos ejecutivos sean esencialmente equiparables desde el punto de vista de los pro­cesos de ejecución en general. Y ése es, precisamente, el criterio que informa el régimen legal analizado, con arreglo al cual, cualquiera que sea la naturaleza del título (judicial o extrajudicial), no cabe articular, en el respectivo proceso de ejecución, defensa alguna que se relacione con la existencia o la legitimidad del

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704 JUICFO EJECUTIVO

crédito en él reconocido. La única diferencia que en este aspecto separa al título ejecutivo judicial de los títulos ejecutivos extrajudiciales, reside en la circuns­tancia de que contra estos últimos el deudor pueda oponer excepciones funda­das en hechos contemporáneos a su creación, pero siempre que se relacione con las formas extrínsecas del título y no con la legitimidad de la obligación (CPN, art. 544, inc. 4o). Y el fundamento de tal diferencia resulta obvio no bien se tiene en cuenta que los títulos ejecutivos extrajudiciales carecen de la auto­ridad de cosa juzgada que es propia de las sentencias judiciales y de los laudos arbitrales.

Además, desde el punto de vista de su estructura, no median diferencias esenciales entre el procedimiento de ejecución de sentencia y el juicio ejecuti­vo. Si bien el primero, como consecuencia del mayor grado de certeza que de­para el título que le da origen, reviste una sumariedad más acentuada que el se­gundo, no es tampoco en nuestro derecho un proceso de ejecución puro, pues en él también existe, como se ha visto (supra, n° 401), un período de conoci­miento destinado a la alegación de ciertas defensas.

En contra del segundo de los argumentos expuestos debe señalarse, ante todo, que la sentencia de remate no versa sobre la existencia o inexistencia del crédito, ni tiene por objeto, como dice PODETTI, "actuar" el derecho del acree­dor. Según se ha destacado reiteradamente, la eventual materia litigiosa del jui­cio ejecutivo no se halla representada por la existencia, inexistencia, legitimi­dad o ilegitimidad de la obligación, sino por la validez y eficacia del título en cuya virtud aquél se ha promovido. Si de algún "derecho" cabe hablar en el jui­cio ejecutivo es, simplemente, del derecho del acreedor a proceder ejecutiva­mente. Por ello tampoco es aceptable la opinión de GUASP en el sentido de que, en el caso de mandar llevar adelante la ejecución, la sentencia de remate reviste el carácter de una sentencia condenatoria, pues siendo presupuesto elemental del juicio ejecutivo la existencia de un título del cual emerja el reconocimiento. por parte del deudor, de una determinada obligación, resulta totalmente exclui­da la necesidad de un pronunciamiento judicial que declare la existencia de la obligación e imponga su cumplimiento.

No resulta apropiado, finalmente, asignar carácter cautelar al embargo que corresponde decretar como medida preliminar en el juicio ejecutivo. Ya se dijo {supra, n° 391), que el embargo ejecutivo difiere del embargo preventivo tanto por los presupuestos que lo condicionan como por los efectos que produ­ce. Que el primero es una típica medida de ejecución resulta demostrado, fun­damentalmente, por el hecho de que, a diferencia de lo que ocurre con el embar­go preventivo, basta el simple silencio del deudor, en oportunidad de ser citado para la defensa, para que pueda procederse al inmediato pago del acreedor o a la enajenación judicial de los bienes afectados por la medida.

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GENERALIDADES 705

408. REQUISITOS DE LA PRETENSIÓN EJECUTIVA

a) Los requisitos de admisibilidad de la pretensión ejecutiva son los mismos que debe reunir toda pretensión procesal, los cuales fueron analizados en su oportunidad (supra, n° 52). Dicha pretensión se halla sujeta, por lo tanto, a requisitos de admisibilidad y defundabilidad, debiendo distinguirse, entre los primeros, los extrínsecos de los intrínsecos. La falta de algún requisito ex­trínseco de admisibilidad autoriza al deudor a oponer determinadas defensas que se examinarán más adelante (infra, n° 420), y puede determinar, en ciertos casos, que el juez rechace de oficio la demanda, como ocurriría si alguna de las partes careciese de capacidad procesal, o el juez fuese incompetente por razón de la materia o de la cantidad.

b) En cuanto a los requisitos intrínsecos de admisibilidad de la preten­sión, es preciso tener en cuenta, fundamentalmente, que sólo es viable el juicio ejecutivo siempre que en virtud de un título que traiga aparejada ejecución se demande "por obligación exigible de dar cantidades líquidas de dinero o fácil­mente liquidables" (CPN, art. 520).

Siendo, por consiguiente, condición inexcusable de este tipo de proceso la existencia de un título ejecutivo, los requisitos intrínsecos de admisibilidad de la pretensión que en él se hacen valer deben determinarse con arreglo a las constancias del título respectivo y a los recaudos que, según nuestra ley, condi­cionan su fuerza ejecutiva.

c) En ese orden de ideas, la legitimación procesal de las partes debe resul­tar, por un lado, de la coincidencia entre quien deduce la pretensión y quien figura en el título como acreedor, y, por otro lado, de la coincidencia entre la persona fren­te a quien se deduce la pretensión y quien figura también en el título como deudor. En este aspecto sólo corresponde atenerse a las constancias del título, con prescin-dencia de quiénes sean los verdaderos titulares de la relación jurídica documen­tada en él, pues ello no puede ser objeto de debate en el juicio ejecutivo.

Al no hallarse contemplada la defensa de falta de acción entre las que pueden oponerse en el juicio ejecutivo, la ausencia de legitimación procesal, tanto en el ejecutante como en el ejecutado, debe hacerse valer mediante la ex­cepción de inhabilidad de título.

d) Desde el punto de vista objetivo, la admisibilidad intrínseca de la pre­tensión ejecutiva se halla subordinada a la concurrencia de ciertos requisitos que debe reunir el título ejecutivo, mencionados en el art. 520 CPN y que a con­tinuación se analizan:

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706 JUICIO EJECUTIVO

Io) El título debe consignar la obligación de dar una suma de dinero. Al­gunos códigos procesales argentinos, como los de Santa Fe y Jujuy, también autorizan el juicio ejecutivo para obtener el cumplimiento de obligaciones de dar cosas o valores, y el primero lo extiende al caso de solicitarse el otorga­miento de escritura pública.

2o) Debe tratarse, además, de una sama líquida o fácilmente liquidable. La primera es la que se encuentra determinada en el título y la segunda la que, a pesar de no hallarse numéricamente expresada en aquél, puede establecerse a través de una simple operación aritmética, sin que sean indispensables imputa­ciones o interpretaciones. Tal lo que ocurre, por ejemplo, cuando la cantidad re­clamada devenga intereses y la forma en que éstos deben liquidarse resulta del mismo título.

En lo que concierne a las obligaciones instrumentadas en moneda extran­jera, el requisito previsto en el art. 520 CPN en el sentido de que la ejecución debía promoverse por el equivalente en pesos nacionales según la cotización del banco oficial debe considerarse implícitamente derogado por la reforma in­troducida al art. 617 Cód. Civ. por la ley 23.928, sin perjuicio de que la conver­sión se efectúe a los efectos del pago de la tasa de justicia.

3o) La obligación, finalmente, debe ser exigible. Para que ello ocurra se requiere, en primer lugar, que aquélla sea de plazo vencido. No constituye, ver­bigracia, título ejecutivo, el reconocimiento de deuda líquida sin fecha de ven­cimiento. Hacen excepción a esta regla ciertas obligaciones que, por carecer de plazo, son exigibles en cualquier momento. Tal el caso de las letras de cambio y documentos a ellas asimilados, pagaderos a la vista (decreto-ley 5965/63, arts. 35, 36 y 103) y del precio de las mercaderías compradas al contado (Cód. Com., arts. 464, 465 y 474).

Relacionado con este requisito de exigibilidad se halla el supuesto de que se trate de una obligación subordinada a condición o prestación. El art. 520, párr. 2° CPN dispone al respecto que "si la obligación estuviera subordinada a condición o prestación, la vía ejecutiva procederá si del título o de otro instru­mento público o privado reconocido que se presente junto con aquél, o de la di­ligencia prevista en el art. 525, inc. 4o, resultare haberse cumplido la condición o prestación". La diligencia a que se refiere la norma constituye uno de los me­dios de preparar la vía ejecutiva y consiste en que el deudor reconozca el cum­plimiento de la condición, si la deuda fuese condicional.

e) Frente al supuesto de que del título ejecutivo resultare una deuda lí­quida y otra que fuese ilíquida, el CPN autoriza a proceder ejecutivamente res­pecto de la primera (art. 522).

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TÍTULOS QUE TRAEN APAREJADA EJECUCIÓN 707

409. ETAPAS DEL JUICIO EJECUTIVO

a) De acuerdo con la estructura que le imprime el CPN. el juicio ejecutivo consta de tres etapas. La primera comprende la demanda, la intimación de pago, el embargo y la citación para defensa. La segunda se halla representada por los perío­dos destinados a la oposición de defensas, así como a la contestación y prueba de éstas, por el pronunciamiento de la sentencia de remate y por la sustanciación de los recursos que proceden contra ella. La tercera, finalmente, comprende los trámites necesarios para el cumplimiento de la sentencia de remate.

b) La primera etapa se desarrolla con la exclusiva participación del ejecutante, aunque cabe la posibilidad, como se verá, de que en ella se cite al ejecutado a los efectos de complementar o integrar ciertos títulos que no son su­ficientes, por sí solos, para habilitar la vía ejecutiva. La intervención del ejecu­tado comienza recién en la segunda etapa del proceso, durante la cual, y a partir de cierto plazo contado desde la citación para defensa, aquél se halla facultado para oponer determinadas excepciones al progreso de la ejecución. Durante la tercera etapa, y sólo en el supuesto de haberse ordenado proseguir la ejecución, se procede a hacer efectiva la sentencia de remate mediante procedimientos que varían de acuerdo con la naturaleza de los bienes embargados.

§ //

TÍTULOS QUE TRAEN APAREJADA EJECUCIÓN ""

410. ENUMERACIÓN LEGAL

a) Según el art. 523 CPN los títulos que traen aparejada ejecución son los siguientes: 1) El instrumento público presentado en forma; 2) El instrumen­to privado suscrito por el obligado, reconocido judicialmente o cuya firma es­tuviese certificada por escribano con intervención del obligado y registrada la certificación en el protocolo; 3) La confesión de deuda líquida exigible presta­da ante el juez competente para conocer en la ejecución; 4) La cuenta aprobada o reconocida como consecuencia del procedimiento establecido en el art. 525; 5) La letra de cambio, factura conformada, vale o pagaré, el cheque y la cons­tancia del saldo deudor de cuenta corriente bancaria, cuando tuvieren tuerza

Bibliografía citada en la nota 106.

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ejecutiva de conformidad con las disposiciones del Cód. Com. o ley especial; 6) El crédito por alquileres o arrendamientos de inmuebles; 7) Los demás títulos que tu­vieren fuerza ejecutiva por ley y no estén sujetos a un procedimiento especial.

De acuerdo con lo dispuesto en el art. 524 CPN también constituye título ejecutivo el crédito por expensas comunes de edificios sujetos al régimen de la propiedad horizontal.

b) Desde el punto de vista de su eficacia, no todos los títulos menciona­dos traen aparejada ejecución por sí mismos (títulos completos). Como se verá más adelante, algunos de ellos requieren complementarse o perfeccionarse, y otros se forman en el trámite preliminar.

411. ESTUDIO DE LOS TÍTULOS EJECUTIVOS EN PARTICULAR

a) Instrumentos públicos (CPN, art. 523, inc. Io). Se trata, en lo compa­tible, de los mencionados por el art. 979 Cód. Civ., algunos de los cuales —como los contemplados en los incs. Io, 2o y 5o— constituyen títulos fiscales que autorizan, generalmente, la vía prevista en el art. 604 CPN. Deben ser pre­sentados en forma, o sea rodeados de las solemnidades a que la ley condiciona su eficacia.

b) Instrumentos privados (CPN, art. 523, inc. 2o). Su fuerza ejecutiva se encuentra subordinada al reconocimiento de la firma (Cód. Civ., arts. 1026 y 1028), lo cual se obtiene mediante las diligencias preparatorias que más ade­lante se analizarán, o a la certificación de aquélla, hecha por escribano, siempre que se haya efectuado con intervención del obligado y que la certificación esté registrada en el protocolo.

En general constituyen título hábil para promover la ejecución, previo re­conocimiento de la firma por parte del deudor, todos aquellos instrumentos pri­vados en los cuales conste el reconocimiento de una deuda líquida y exigible y no requieran una interpretación incompatible con la limitación de conocimien­to que es propia del proceso examinado, si las partes han pactado expresamente la vía ejecutiva y ésta no resulta desnaturalizada. Por ello se ha admitido tal procedimiento para el cobro del saldo de precio convenido en un boleto de compraventa en el caso de que los contratantes lo hayan pactado y siempre que las cuestiones a que el cobro puede dar lugar no excedan el principio de suma-riedad de conocimiento que gobierna el juicio ejecutivo.

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TÍTULOS QUE TRAEN APAREJADA EJECUCIÓN 709

c) Confesión (CPN, art. 523, inc. 3o). Debe serlo, según el texto de esa norma, de deuda líquida y exigible, y hecha ante juez competente. Éste no es otro que el de la eventual ejecución, pues se trata de uno de los casos en que el título ejecutivo se forma durante el trámite previo a aquélla, mediante la cita­ción del presunto deudor con arreglo a las formas y requisitos previstos para la absolución de posiciones. Durante la vigencia del código derogado se conside­ró, generalmente, que en razón de no hallarse expresamente contemplada por la ley, en este supuesto carecía de eficacia la confesión ficta. En la actualidad tal conclusión carece de asidero frente a lo dispuesto por el art. 525 CPN, según el cual la incomparecencia del demandado, o sus respuestas evasivas, autorizan a tener por confesados los hechos.

En el caso de comparecer a la citación del tribunal, el reconocimiento de la deuda, así como de su liquidez y exigibilidad, debe ser liso y llano. La con­fesión calificada no constituye, por lo tanto, título hábil para abrir la ejecución. Tampoco la confesión extrajudicial, sin perjuicio de que, constando ella en ins­trumento público o privado, pueda ser hecha valer en los términos de los incs. Io y 2o de la norma analizada.

d) Cuentas aprobadas y reconocidas enjuicio (CPN, art. 523, inc. 4o). La ley no se refiere al saldo de cuentas aprobado mediante sentencia definitiva, pues en tal caso el acreedor puede utilizar el procedimiento más expeditivo de la ejecución de sentencia. Se trata, por lo tanto, de otro caso de formación del tí­tulo ejecutivo en los trámites preparatorios, los que consistirán, fundamentalmen­te, en la citación del presunto deudor a fin de que-manifieste conformidad o disconformidad con la cuenta presentada por el actor bajo apercibimiento de ser aprobada de oficio, y en la eventual fijación de un plazo para el pago del saldo co­rrespondiente. Pero en el supuesto de que el deudor desconozca expresamente la cuenta presentada por el acreedor, no procede la vía ejecutiva y éste debe ha­cer valer sus derechos en un proceso de conocimiento (ordinario o sumario).

e) Papeles de comercio: El art. 523, inc. 5o CPN acuerda fuerza ejecu­tiva a las letras de cambio, factura de crédito, vale o pagaré, al cheque y a la constancia del saldo deudor de cuenta corriente bancaria, cuando la tuvieren de acuerdo con las disposiciones del Cód. Com. o ley especial.

La fuerza ejecutiva de dichos papeles deriva: la de las letras de cambio, vales o pagarés, del decreto-ley 5965/63, ratificado por ley 16.478, artículos 60 y 103; la de la factura de crédito, de la ley 24.760, art. 4o; la del cheque, de la ley 24.452, art. 38; y la de la cuenta corriente bancaria, del Cód. Com., art. 793, párr. 3o, en virtud del agregado introducido por el decreto-ley 15.354/46.

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710 JUICIO EJECUTIVO

f) Créditos por alquileres o arrendamientos de inmuebles (CPN, art. 523, inc. 6o). La norma es consecuencia de los artículos 1578, 1581 y 1582Cód. Civ., que acuerdan la vía ejecutiva a favor del locador en contra del locatario, y a favor de éste y de sus herederos, sucesores y representantes contra el subloca-tario, así como a favor tanto del locador como del locatario contra el fiador.

El procedimiento ejecutivo es viable ya se persiga el cobro de alquileres o cualquier otra deuda derivada de la locación (Cód. Civ., arts. 578 y 1582), como es, v.gr., la suma pactada en el contrato respectivo en concepto de multa, para el caso de que el inmueble no fuere restituido al vencer dicho contrato.

Corresponde señalar, también, que la jurisprudencia se halla orientada en el sentido de que es procedente la vía ejecutiva con prescindencia de que el lo­catario permanezca o no en la finca arrendada.

g) Otros títulos (CPN, art. 523, inc. 7o). El ordenamiento vigente somete a sus disposiciones a aquellos títulos que tienen fuerza ejecutiva en virtud de una prescripción legal, siempre que no estén sujetos a un procedimiento espe­cial (v.gr. las regulaciones de honorarios no practicadas en concepto de costas, ley 21.839, arts. 49 y 50).

h) Crédito por expensas comunes (CPN, art. 524). Tiene también fuerza ejecutiva, de acuerdo con la norma citada, el crédito por expensas comunes de edificios sujetos al régimen de propiedad horizontal. Establece, al respecto, el párr. 2o del art. 524 que "con el escrito de promoción de la ejecución deberán acompañarse certificados de deuda que reúnan los requisitos exigidos por el re­glamento de copropiedad. Si éste no los hubiere previsto, deberá agregarse constancia de la deuda líquida y exigible y del plazo concedido a los copropie­tarios para abonarla, expedido por el administrador o quien haga sus veces".

Aunque los certificados de deuda deben en principio remitir a las cons­tancias de los libros rubricados del consorcio, en el supuesto de que el administra­dor de éste sea una sociedad, configura título hábil para proceder ejecutivamente la certificación extraída de sus libros de comercio (CNCiv., B, E.D., 40-383).

412. PREPARACIÓN DE LA VÍA EJECUTIVA

Mientras algunos de los títulos enumerados por la ley, como los instru­mentos públicos y los papeles de comercio, traen aparejada ejecución por sí mismos (títulos completos), los restantes requieren ser complementados o per­feccionados, y aun formados, mediante el cumplimiento de ciertos trámites previos a la apertura del juicio ejecutivo.

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TÍTULOS QUE TRAEN APAREJADA EJECUCIÓN 711

"Podrá prepararse la acción ejecutiva —dice el art. 525 CPN— pidiendo previamente: Io) Que sean reconocidos los documentos que por sisólos no trai­gan aparejada ejecución. 2o) Que en la ejecución por alquileres o arrendamien­tos, el demandado manifieste previamente si es locatario o arrendatario y, en caso afirmativo, exhiba el último recibo, si el requerido negase categóricamen­te ser inquilino y su condición de tal no pudiere probarse sumariamente en for­ma indubitada, no procederá la vía ejecutiva y el pago del crédito será reclama­do por juicio sumario. Si durante la sustanciación de éste se probare el carácter de inquilino, en la sentencia se le impondrá una multa a favor de la otra parte, equivalente al 30 por ciento del monto de la deuda. 3o) Que el juez señale el pla­zo dentro del cual debe hacerse el pago, si el acto constitutivo de la obligación no lo designare o si autorizare al deudor para realizarlo cuando pudiera o tuvie­se medios para hacerlo. El juez dará traslado y resolverá, sin más trámite ni re­curso alguno. 4o) Que el deudor reconozca el cumplimiento de la condición, si la deuda fuese condicional".

A continuación se analizarán por separado las distintas hipótesis previs­tas en la norma.

a) Reconocimiento cíe documentos privados. En este supuesto el deudor debe ser citado para que efectúe el reconocimiento de la firma que se le atribu­ye. Dicha citación, según el art. 526 CPN, debe hacerse en la forma prescripta para la notificación del traslado de la demanda, es decir, por medio de cédula y en su domicilio real si éste se halla dentro de la jurisdicción del juzgado (art. 339) y, en caso contrario, mediante oficio o exhorto (art. 340), al cual debe agregarse, ineludiblemente, el documento original. La citación contendrá el apercibimiento de que si el deudor no comparece o no contesta categóricamen­te, se tendrá por reconocido el documento.

En la cédula de citación debe constar el plazo otorgado para ¡a compare­cencia del presunto deudor, careciendo de eficacia la intimación si no cumple tal recaudo.

Con anterioridad a la sanción del CPN, la jurisprudencia se hallaba divi­dida en cuanto a si revestía eficacia el desconocimiento de la firma formulado mediante escrito. Algunos precedentes se pronunciaron en sentido afirmativo, en tanto que otros resolvieron que el desconocimiento de la firma debe ser he­cho personalmente por el deudor.

El CPN ha consagrado la última de las soluciones jurisprudenciales ano­tadas (art. 526, párr. 2o), laque tiene fundamento en las menores posibilidades de desconocimiento malicioso que existen en el caso de requerirse la compare­cencia personal. La ley 22.434 agregó que la manifestación tampoco puede for­mularse por medio de gestor.

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712 JUICIO EJECUTIVO

Si el citado no comparece o no prueba justa causa de inasistencia debe hacerse efectivo inexcusablemente el apercibimiento y procederse como si el documento hubiese sido reconocido por el deudor personalmente (art. 526, párr. 3o), es decir que corresponde librar mandamiento de embargo y citar a aquél para defensa.

b) La ley 22.434 agregó, como último apartado del art. 526, el siguiente: "El desconocimiento de la firma por alguno de los coejecutados no impide que se cumpla con lo dispuesto por los artículos 531 y 542, respecto de los deudores que la hayan reconocido, o a quienes se los haya tenido por reconocida".

Se trata de una aclaración plausible, pues no existe razón válida alguna que obste a la intimación de pago y citación para defensa respecto de aquellos coejecutados que, en virtud del reconocimiento expreso o ficto de la firma, po­sibilitaron la integración del título ejecutivo.

En concordancia con lo dispuesto por el art. 1028 Cód. Civ., el art. 527 CPN prescribe que "reconocida Ja firma del instrumento quedará preparada la ac­ción ejecutiva, aunque se hubiese negado su contenido". Por consiguiente, si el deudor reconoce la firma del instrumento, pero aduce que su contenido ha sido adulterado, tal manifestación no impide la apertura del juicio ejecutivo, sin perjui­cio de que se haga valer oportunamente mediante la excepción de falsedad, en cuyo caso incumbirá al ejecutado excepcionante la prueba de la adulteración.

De acuerdo con el régimen establecido por el código derogado, la negati­va del deudor sobre la autenticidad de la firma no autorizaba la apertura del jui­cio ejecutivo, debiendo el acreedor reclamar su derecho enjuicio ordinario. El CPN, en cambio, en consonancia con los propósitos de economía procesal y de moralidad que fundamentalmente lo inspiran, dispone, en el art. 528, que "si el documento no fuere reconocido, el juez, a pedido del ejecutante, previo dicta­men de un perito designado de oficio, declarará si la firma es auténtica". Si lo fuere se procederá a librar mandamiento de embargo y se impondrá al ejecuta­do las costas y una multa equivalente al 30% del monto de la deuda. Para que el ejecutado pueda oponer excepciones y como requisito de admisibilidad de és­tas, aquél debe dar a embargo el importe de dicha multa. Si no opone excepcio­nes, dicho importe integra el capital a los efectos del cumplimiento de la sen­tencia de remate. La resolución que declara la autenticidad de la firma y aplica la sanción prevista es apelable en efecto diferido.

El art. 530 CPN se refiere finalmente a los documentos firmados por au­torización o a ruego del obligado y distingue según la forma en que la autoriza­ción se confirió. Si ésta resulta de documento privado o no se encuentra docu­mentada, la vía ejecutiva queda preparada si, citado el deudor, reconoce la firma del documento o bien declara que otorgó la autorización o que es cier-

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TÍTULOS QUE TRAEN APAREJADA EJECUCIÓN 7 ] 3

ta la deuda que el documento expresa. Si, en cambio, la autorización consta en el instrumento público, basta la presentación de éste y la citación al autorizado para que reconozca la firma del documento de la obligación.

c) Créditos por alquileres o arrendamientos. En estos supuestos es me­nester acreditar tanto la existencia del respectivo contrato de locación como el monto de la deuda. Pero en lo que concierne al primero de esos extremos el pro­cedimiento varía según exista o no contrato escrito y según éste conste en ins­trumento público o privado.

Si el contrato consta en instrumento público, la citación del deudor se practica al solo efecto de que exhiba el último recibo de alquiler. La incompa-recencia autoriza a librar mandamiento por la suma reclamada en la demanda.

Si el contrato consta en instrumento privado, la citación persigue el doble objetivo de obtener el reconocimiento de la firma y la exhibición del último re­cibo. El desconocimiento de la autenticidad de la firma determina la aplicación de la norma contenida en el art. 528, a la cual se ha hecho referencia preceden­temente. Si el deudor reconoce la firma pero no presenta el último recibo, co­rresponde librar mandamiento por la suma reclamada por el acreedor.

En el supuesto de no existir contrato escrito, el deudor debe ser citado para que manifieste si es locatario y para que, en caso afirmativo, exhiba el úl­timo recibo (art. 525, inc. 2o). La negativa categórica del deudor acerca del pri­mero de los mencionados extremos y la imposibilidad de acreditar tal condi­ción sumariamente y en forma indubitada, impide la apertura de la ejecución, debiendo el pago del crédito reclamarse por juicio sumario, pero si durante la sustanciación de éste se prueba el carácter de íhqurlino, en la sentencia corres­ponde imponer al demandado una multa equivalente al 30% del importe de la deuda. En cambio, el reconocimiento de la existencia de la relación locativa y la falta de exhibición del último recibo autoriza a despachar el mandamiento en la forma mencionada en los supuestos anteriores.

d) Fijación del plazo y reconocimiento de la condicióti. En la primera hipótesis (art. 525, inc. 3o), el título se integra mediante la resolución que, pre­vio traslado, fija el plazo dentro del cual debe hacerse el pago.

En la segunda (art. 525, inc. 4o), corresponde citar al demandado bajo apercibimiento de tener por confesado el hecho afirmado por el ejecutante (art. 526). El mismo procedimiento debe observarse en el supuesto de acompañarse cuentas, pues el art. 523, inc. 4o, remite expresamente a lo dispuesto por el art. 525 y, por consiguiente, al art. 526.

e) Las medidas preparatorias, finalmente, son susceptibles de caduci­dad, sin necesidad de declaración judicial, cuando no se deduc Ja demanda dentro de los quince días de su realización. En el caso de que el reconocimiento

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714 JUICIO EJECUTIVO

haya sido ficto, el plazo mencionado corre desde que la resolución que lo decla­re haya quedado firme (art. 529).

§ ///

INTIMACIÓN DE PAGO, EMBARGO Y CITACIÓN PARA DEFENSA l0s

413. DESPACHO DEL MANDAMIENTO

a) Presentada la demanda, si se trata de un título ejecutivo completo, o concluidas las diligencias preparatorias tendientes a la integración o formación del título, "el juez examinará cuidadosamente el instrumento con que se deduce la ejecución, y si hallare que es de los comprendidos en los artículos 523 y 524, o en otra disposición legal, y que se encuentran cumplidos los presupuestos procesales, librará mandamiento de embargo" (CPN, art. 531, párr. Io).

b) El juez, de acuerdo con los términos de esta norma, puede denegar la ejecución si comprueba que el título acompañado no es de los que el código u otras leyes consideran como tales, o que es inhábil en razón de no documentar la existencia de una obligación en dinero, líquida y exigible, o que alguna de las partes carece de legitimación procesal. Tal examen, por otra parte, no es defini­tivo, pues puede volver a efectuarse antes de dictar la sentencia, e incluso cabe la posibilidad de que la inhabilidad del título sea declarada de oficio por el tri­bunal de alzada, con motivo de un recurso deducido contra dicha sentencia.

Asimismo, la ejecución puede ser rechazada in limine si no concurren los requisitos extrínsecos de admisibilidad de la pretensión ejecutiva (competen­cia, capacidad procesal de las partes, etc.), a los que el art. 531 denomina "pre­supuestos procesales".

c) No obstante la expresión "mandamiento de embargo" contenida en dicha norma, corresponde señalar que el respectivo instrumento —como dice PODETTI— tiene por fin primero y principal el requerimiento de pago y subsi­diariamente, a voluntad del ejecutante, la traba del embargo. La misma norma, a continuación, así lo aclara, pues expresa que "con el mandamiento, el oficial de justicia requerirá el pago al deudor. Si no se pagare en el acto el importe del

ios Bibliografía citada en la nota 106.

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INTIMACIÓN DE PAGO. EMBARGO Y CITACIÓN PARA DEFENSA 7 15

capital reclamado, del estimado por el juez en concepto de intereses y costas, y de la multa establecida por el art. 528, en su caso, dicho funcionario procederá a embargar bienes suficientes, a su juicio, para cubrir la cantidad fijada en el mandamiento. El dinero deberá ser depositado dentro del primer día hábil si­guiente en el banco de depósitos judiciales" (CPN, art. 531, inc. Io).

En el mandamiento debe constar la cantidad cuyo pago se exige al deu­dor, más otra que el juez fija provisionalmente para responder a intereses y cos­tas. También debe contener autorización para requerir el auxilio de la fuerza pública y allanar el domicilio del deudor en el caso de que éste se resista a la di­ligencia (CPN, art. 214). Asimismo, pueden individualizarse en el mandamien­to los bienes sobre los que se trabará el embargo.

El CPN mantuvo el régimen introducido por la ley 14.237, según el cual la intimación de pago, el embargo y la citación para oponer excepciones se di­ligencian en un mismo acto (CPN, art. 542).

d) El art. 532 CPN dispone que la resolución que deniega la ejecución es apelable. No obstante, y en razón de que dicha resolución reviste el carácter de una providencia simple, también procede contra ella el recurso de reposición o revocatoria.

414. FORMA Y LUGAR DE LA INTIMACIÓN DE PAGO

a) El mandamiento es entregado al ejecutante y diligenciado por los ofi­ciales de justicia, que son funcionarios dependientes de la Oficina de Manda­mientos y Notificaciones (siipra, n° 88).

b) El requerimiento de pago debe hacerse en la persona del deudor (CPN, art. 531, inc. Io). Pero como el inc. 2o de esa misma norma autoriza a practicar el embargo "aun cuando el deudor no estuviese presente", cabe dedu­cir que el requerimiento de pago, que constituye un trámite previo a dicha me­dida, puede hacerse a las personas que menciona el art. 141 al referirse a las notificaciones por cédula. Sin embargo, no son aplicables a la intimación de pago las restantes formalidades previstas respecto de esta clase de notificacio­nes, como sería, por ejemplo, la firma del acta por el intimado, o el aviso previo a que alude el CPN, art. 339, párr. 2o.

Frente al caso de que el deudor no estuviese presente en el acto del em­bargo, el art. 531, inc. 2o CPN dispone que, además de dejarse constancia de ello, se le hará saber dentro de los tres días siguientes al de la traba; y si se ig­norase su domicilio se nombrará al defensor oficial, previa citación por edictos que se publicarán por una sola vez.

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716 JUICIO EJECUTIVO

c) Dispone, finalmente, el inc. 3o del art. 531, que el oficial de justicia debe requerir al propietario de los bienes para que manifieste si se encuentran embargados o afectados por prenda u otro gravamen y, en su caso, por orden de qué juez y en qué expediente, y el nombre y domicilio de los acreedores, bajo apercibimiento de lo dispuesto en las leyes sobre la materia. En el supuesto de que el dueño de los bienes no estuviese presente, en la misma diligencia se le notificará que debe formular esta manifestación dentro del plazo para oponer excepciones.

d) La intimación de pago debe verificarse en el domicilio real del ejecu­tado o en el domicilio indicado en el documento constitutivo de la obligación. En este último caso reviste eficacia el domicilio constituido en un documento privado, siempre que haya sido debidamente reconocido por el deudor o dado por reconocido ante su incomparecencia (Cód. Civ., art. 1028). Pero tratándose de documentos protestados, el hecho de que las diligencias de protesto se hayan practicado en el domicilio constituido en el documento no excluye la necesidad de que la intimación de pago se practique en el domicilio real del ejecutado, pues el protesto no hace perder a los instrumentos privados su carácter de tales.

e) La intimación de pago tiende a evitar la prosecución del proceso, otorgando al deudor la posibilidad de pagar la suma reclamada y las costas ya devengadas, y de impedir, en consecuencia, el embargo y venta de los bienes.

f) La circunstancia de que el ejecutado satisfaga el crédito reclamado en el acto de la intimación, no lo exime del pago de las costas si se encuentra en mora (CPN, art. 539). Por consiguiente sólo constituye causal de eximición de costas el pago efectuado antes o al tiempo del requerimiento por el deudor no moroso.

415. EL EMBARGO

a) En el juicio ejecutivo, el embargo sobre bienes del deudor constituye una medida que es consecuencia inmediata del resultado negativo de la intima­ción de pago. Acerca del concepto de embargo, en general, y de embargo ejecu­tivo, en particular, así como sobre las diversas cuestiones vinculadas con dicha medida (forma de practicarse, orden, etc.), corresponde remitir a lo expuesto en el capítulo anterior.

b) Se ha discutido, en la doctrina nacional, si el embargo constituye o no un trámite esencial del juicio ejecutivo.

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INTIMACIÓN DE PAGO, EMBARGO Y CITACIÓN PARA DEFENSA 717

Algunos autores (LASCANO, MOLINARIO) se han pronunciado en sentido afirmativo, fundados, sustancialmente, en que siendo el juicio ejecutivo uno de los modos de la ejecución forzada y debiendo disponer la sentencia que en él se dicte, "que se lleve la ejecución adelante en todo o en parte, o su rechazo" (CPN, art. 551), en el caso de no haberse trabado embargo sobre los bienes del deudor el juicio carecería de razón de ser, pues la ejecución sólo puede ser lle­vada adelante mediante la venta de los bienes embargados.

En cambio, la mayor parte de la doctrina y de los precedentes judiciales considera que el embargo no constituye un trámite esencial del juicio ejecutivo, y que se trata, por el contrario, de una garantía establecida en favor del acree­dor, quien puede renunciar a ella y pedir directamente que se cite al ejecutado para la defensa.

Esta última debe considerarse la solución correcta, por cuanto el conteni­do positivo de la sentencia de remate, en el supuesto de no haber mediado em­bargo, significará un pronunciamiento definitivo acerca de la efectiva exis­tencia de un derecho de proceder ejecutivamente, pronunciamiento que permitirá, mediante los trámites propios del cumplimiento de dicha sentencia, la inmediata realización de los bienes que, en esta etapa procesal, deben inelu­diblemente embargarse. Por lo demás, con anterioridad a la vigencia de la ley 22.434 esa conclusión encontraba apoyo suficiente en nuestro régimen legal, pues el art. 534 CPN dispone que si no se conocieren bienes del deudor o si los embargados resultaren presuntivamente insuficientes para cubrir el crédito del ejecutante, podrá solicitarse contra el ejecutado inhibición general de vender o gravar sus bienes, y como dice ALSINA, refiriéndose a la norma análoga del có­digo derogado, a pesar de ser ésta una medida cautelar que no se hace efectiva sobre bienes determinados, no se prescribe en ese caso la paralización del trá­mite sino que se autoriza su prosecución.

No obstante lo expuesto, y por lo tanto innecesariamente, la ley 22.434 incorporó como párrafo final del art. 531 el siguiente: "Aunque no se hubiese trabado embargo, la ejecución continuará, pudiendo solicitar el ejecutante la medida cautelar que autoriza el art. 534" (o sea la inhibición general).

416. CITACIÓN PARA DEFENSA

a) La citación para defensa (antes denominada "citación de remate") es el acto mediante el cual se acuerda al deudor la posibilidad de oponerse a la ac­tuación de la pretensión ejecutiva, valiéndose, para ello, del planteamiento de alguna de las excepciones previstas por la ley.

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718 JUICIO EJECUTIVO

Con la notificación de la citación para defensa comienza la intervención del deudor en el juicio ejecutivo, pues los trámites anteriores a ella se desarro­llan únicamente con la participación del ejecutante, salvo que aquél haya sido citado a los efectos del cumplimiento de alguna medida preparatoria o se haya presentado para solicitar el levantamiento o sustitución de un embargo.

Corresponde añadir que, aun en el supuesto de no haberse notificado la citación de remate, pero estando ella ordenada, ei deudor puede presentarse es­pontáneamente, dándose por citado y planteando las defensas a que se crea con derecho.

b) Dice el art. 542 CPN que la intimación de pago importará la citación para oponer excepciones, y que corresponde dejar al ejecutado copia de la di­ligencia, del escrito de iniciación del juicio y de los documentos acompañados. Es innecesario, sin embargo, que en el mandamiento se transcriba la providen­cia que dispone la citación para defensa.

c) En cuanto a las formas de diligenciamiento de la citación, rigen los mismos principios enunciados al examinar la intimación de pago.

d) Las excepciones deben proponerse dentro del plazo de cinco días, en un solo escrito, juntamente con el ofrecimiento de prueba. Corresponde cum­plir, en lo que sea pertinente, lo que disponen los arts. 330 y 356 CPN con res­pecto a la demanda y a su contestación, determinándose con exactitud cuáles son las excepciones que se proponen (CPN, art. 542, párrs. 2° y 3o). Dentro de ese mismo plazo de cinco días, el deudor debe constituir domicilio, bajo aper­cibimiento de lo dispuesto en el art. 41, ya que conforme lo expresa el párr. 4o

del citado art. 542, la intimación de pago importa también el requerimiento para la constitución del domicilio.

e) El plazo para oponer excepciones es: Io) Susceptible de ampliación en razón de la distancia; 2o) Perentorio, por cuanto el último apartado del art. 542 CPN prescribe que, si no se oponen dentro de dicho plazo, el juez, sin otra sustanciación, pronunciará sentencia de remate; 3o) Individual, pues siendo varios los ejecutados corre independientemente para cada uno de ellos.

417. RENUNCIA A LOS TRÁMITES DEL JUICIO EJECUTIVO

a) Con anterioridad a la sanción de la ley 14.237 no existía, entre los tri­bunales de la Capital Federal, uniformidad de criterio acerca de si era válida la

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INTIMACIÓN DE PACO. EMBARGO Y CITACIÓN PARA DEFENSA 7 19

renuncia contractual a los trámites del juicio ejecutivo. Alguna jurisprudencia, en efecto, se inclinaba a favor de la validez, aunque dejando generalmente a sal­vo el derecho de oponer ciertas excepciones como las de pago y prescripción. Otros precedentes, en cambio, consideraron que la renuncia a la citación de re­mate comportaba la eliminación de un trámite esencial de la ejecución, directa­mente vinculado al derecho de defensa. El art. 58 de dicha ley. en tanto disponía que "son irrenunciables la intimación de pago, la citación para oponer excep­ciones y la sentencia", vino a eliminar toda duda al respecto, y el CPN reprodu­ce esa norma en el art. 543.

b) Por otra parte, en los casos en que de conformidad con el código co­rresponde un proceso de ejecución y el actor opta por un proceso de conoci­miento, aquél acuerda al demandado el derecho de oponerse al trámite elegido, pero establece que es el juez quien, en caso de oposición, debe resolver, aten­diendo a las circunstancias y sin recurso, cuál es la clase de proceso aplicable (CPN, art. 521).

418. AMPLIACIÓN DE LA EJECUCIÓN

a) Prescribe el art. 540 CPN que "cuando durante el juicio ejecutivo, y antes de pronunciarse sentencia, venciere algún nuevo plazo de la obligación en cuya virtud se procede, a pedido del actor podrá ampliarse la ejecución por su importe, sin que el procedimiento retrotraiga y considerándose comunes a la ampliación los trámites que la hayan precedido. En cada caso de ampliación deberá cumplirse con la intimación de pago."

La ampliación de la ejecución que autoriza esta norma procede siempre que se trate de una misma obligación con vencimientos sucesivos (v.gr. alquile­res estipulados en un contrato de locación). No se justifica, por consiguiente, si los nuevos documentos acompañados acreditan obligaciones diversas a aquella en virtud de la cual se promovió el juicio ejecutivo (v.gr. distintos pagarés).

El requisito de que en cada caso de ampliación debe efectuarse la intima­ción de pago, tiene por objeto evitar al ejecutado los perjuicios que le pueda ocasionar el incremento de los intereses y la eventual ampliación del embargo con respecto a las nuevas cuotas, pero no lo autoriza a oponer excepciones, pues lo contrario implicaría retrotraer el procedimiento en desmedro de la vi­gencia del principio de preclusión que el propio artículo 540 preserva.

b) La legislación anterior al CPN no preveía el caso de vencimiento de nuevos plazos con posterioridad a la sentencia, y frente a ese vacío la jurispru-

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720 JUICIO EJECUTIVO

dencia resolvió que en tal supuesto era necesaria la iniciación de un nuevo jui­cio, aunque, por razones de economía procesal, se admitió que éste tramitara en el mismo expediente. Tal solución se fundaba en la inexistencia, en nuestra le­gislación, de la llamada condena de futuro, pero es menester señalar que en algunos casos se decidió que, demandándose por cobro de alquileres desde de­terminada fecha hasta la desocupación del inmueble arrendado, procedía apro­bar la liquidación que incluía cuotas devengadas con posterioridad a la sentencia, aunque la ejecución no se hubiera ampliado en su oportunidad.

El CPN contempla expresamente, con carácter general, el caso de am­pliación de la ejecución posterior a la sentencia, y al respecto dispone el art. 541 que "si durante el juicio, pero con posterioridad a la sentencia, vencieren nuevos plazos o cuotas de la obligación en cuya virtud se procede, la ejecución podrá ser ampliada pidiéndose que el deudor exhiba dentro del quinto día los recibos correspondientes o documentos que acrediten la extinción de la obliga­ción, bajo apercibimiento de hacerse extensiva la sentencia a los nuevos plazos y cuotas vencidos. Si el deudor no exhibiere recibos o documentos que fuesen reconocidos por el ejecutante, o no se comprobase sumariamente su autentici­dad, se hará efectivo el apercibimiento sin recurso alguno. En cada caso de am­pliación deberá cumplirse con la intimación de pago". Agrega el mismo artícu­lo que tanto lo que en él se establece como lo dispuesto con respecto a la ampliación anterior a la sentencia, rige también en las ejecuciones por cobro de alquileres y expensas comunes, y concluye disponiendo que la facultad que otorga no puede ser ejercida una vez terminada la tramitación del juicio (lo que ocurre con el pago de la liquidación aprobada).

§ IV

OPOSICIÓN A LA PRETENSIÓN EJECUTIVA W9

419. CLASES DE OPOSICIONES

a) La ley autoriza al deudor para plantear, contra el progreso de la pre­tensión ejecutiva, oposiciones dilatorias y perentorias.

Las primeras tienen por objeto denunciar la ausencia de algún requisito extrínseco de admisibilidad de la pretensión, hallándose comprendidas en esta categoría las de incompetencia, falta de personería, litispendencia, espera y

'09 Bibliografía citada en la nota 106.

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OPOSICIÓN A LA PRETENSIÓN EJECUTIVA 721

compromiso, aunque también funciona como dilatoria la de inhabilidad de títu­lo cuando se la funda en la inexigibilidad actual del crédito.

Las oposiciones perentorias, en cambio, pueden referirse a cualquiera de los requisitos de la pretensión ejecutiva. A los de admisibilidad extrínseca se vincula la de cosa juzgada; a los de admisibilidad intrínseca la de falsedad e in­habilidad de título cuando esta última encuentra apoyo en la inexistencia de tí­tulo, suma líquida de dinero o legitimación procesal, y a los de fundabilidad las de prescripción, pago, compensación, quita, remisión, novación, transacción y conciliación.

b) La expresión "excepciones", con que el art. 544 designa a las mencio­nadas oposiciones o defensas, debe entenderse, sin embargo, en el sentido y con las salvedades que se han señalado supra, n° 63.

c) Dados los términos en que se halla redactado el art. 544, según el cual las únicas excepciones admisibles en el juicio ejecutivo son las anteriormente mencionadas, la jurisprudencia se ha pronunciado en el sentido de que son

" inadmisibles, entre otras, las de plus petitio, arraigo, abuso del derecho o de la firma en blanco y defecto legal.

Además, por aplicación del principio de acumulación eventual, el art. 542 CPN establece que las excepciones deben ser propuestas en un solo escrito dentro del plazo de cinco días. Exige también que en ese escrito se cumpla con los requisitos establecidos para la presentación de la demanda y contestación en general y que se ofrezca la prueba de que el ejecutante intentare valerse.

420. EXAMEN DE LAS EXCEPCIONES EN PARTICULAR

a) Incompetencia (art. 544, inc. Io). Son aplicables a ella los principios oportunamente expuestos al tratar de esta excepción en el proceso ordinario {supra, n° 175), con la salvedad, naturalmente, de que en el juicio ejecutivo no es una excepción de previo y especial pronunciamiento. Si se trata de incompe­tencia relativa, sólo cabe declararla en el caso de que el ejecutado oponga la co­rrespondiente excepción. Pero cuando se trata de incompetencia absoluta (por la materia o por el valor), puede ser declarada de oficio durante el trámite de las diligencias preliminares y en oportunidad de examinarse el título con que se promueve la ejecución. En el supuesto de no haberse opuesto excepciones, la incompetencia puede declararse hasta la oportunidad de la sentencia.

b) Falta ele personería. De acuerdo con los términos del inc. 2° del art. 544, sólo puede fundarse —como en los procesos de conocimiento— en la falta de capacidad de las partes, en la ausencia de mandato otorgado a favor de quie-

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722 JUICIO EJECUTIVO

nes invocan la representación de aquéllas, o en las deficiencias de que adolezca el mandato. No es, por consiguiente, la excepción adecuada para cuestionar 1 a legitimación procesal del ejecutante, pues en tal caso corresponde oponer la excepción de inhabilidad de título, que constituye el equivalente procesal de la defensa de falta de acción. En tal supuesto, sin embargo, pueden los jueces, con prescindencia de la designación acordada por la parte, y por aplicación del principio ¡ara novit curia, calificar autónomamente a la excepción teniendo en cuenta los hechos en que se funda.

c) Litispendencia en otro juzgado o tribunal competente (art. 544, inc. 3o). Como principio, sólo puede prosperar cuando se la funda en la existencia de otro juicio ejecutivo seguido entre las mismas partes y en virtud del mismo título. No puede fundarse, por lo tanto, en la existencia de un proceso de cono­cimiento promovido por el deudor, pues ello importaría dejar librada al arbitrio de éste la frustración de la pretensión ejecutiva. No obstante, la jurisprudencia se ha pronunciado reiteradamente en el sentido de que cuando la excepción se funda en un juicio de consignación promovido por el deudor, debe admitirse la posibilidad de que el tribunal examine las constancias del juicio pendiente con el objeto de verificar si ofrece apariencias de seriedad, o constituye un mero pretexto para frustrar la ejecución, y sin que ello comporte emitir pronuncia­miento acerca de la validez de la consignación, pues el punto debe ser resuelto en el correspondiente litigio.

d) Falsedad e inhabilidad del título. Dispone el inc. 4° del art. 544, que la primera podrá fundarse únicamente en la adulteración del documento, en tanto que la segunda se limitará a las formas extrínsecas del título, sin que pue­da discutirse la legitimidad de la causa. Agrega que el reconocimiento expreso de la firma no impide la admisibilidad de la excepción de falsedad fundada en la adulteración del documento y que estas excepciones son inadmisibles si no se ha negado la existencia de la deuda.

De acuerdo con dicha norma, mientras que la excepción de falsedad pro­cede cuando el título que sirve de base para la ejecución ha sido materialmente adulterado, total o parcialmente, la excepción de inhabilidad de título, en cam­bio, procede cuando se cuestiona la idoneidad jurídica del título, sea porque no figura entre los mencionados por la ley, porque no reúne los requisitos a que ésta condiciona su fuerza ejecutiva (cantidad liquida, exigible, etc.), o porque el ejecutante o el ejecutado carecen de legitimación procesal, en razón de no ser las personas que aparecen en el título como acreedor o deudor.

Es común a ambas excepciones la prohibición de que, mediante ellas, se discútala inexistencia, ilegitimidad o falsedad de la causa. De allí que se haya

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OPOSICIÓN A LA PRETENSIÓN EJECUTIVA 723

decidido, v.gr,, que una vez integrado el título en una ejecución por cobro de al­quileres, no cabe cuestionar en el proceso ejecutivo la validez legal de la estipu­lación mediante la cual se convino una pena por la demora en restituir el bien, pues tal articulación no se refiere a los requisitos extrínsecos del título sino a la licitud de la causa. Pero la aludida prohibición cede cuando la ilicitud de la cau­sa surge del documento mismo, el origen y el contenido de la deuda reclamada comportan un supuesto de nulidad absoluta o la inexistencia de la obligación resulte en forma manifiesta de las constancias del expediente.

Se ha resuelto, entre otros casos, que procede la excepción de falsedad cuando se ha escrito sobrerraspado el nombre del tomador, sin salvarse la en­mienda; el avalista arguye que en el respectivo documento se han agregado su­brepticiamente las palabras que lo hacen aparecer como obligado en aquel ca­rácter; en el cheque aparecen alteraciones no salvadas en los términos del art. 211 Cód. Com.; se niega categóricamente la autenticidad de la firma del ejecu­tado, etcétera. Con relación a este último supuesto, la jurisprudencia se hallaba dividida en lo tocante a cuál de las partes incumbe la carga de la prueba. Algu­nos precedentes, fundados en la circunstancia de que el protesto del documento no hace perder a éste el carácter de instrumento privado, consideraron que, im­pugnada de falsedad la firma que en él aparece, pesa sobre el ejecutante la carga de probar su autenticidad. Otros, en cambio, entendieron que corresponde al excepcionante acreditar que la firma que suscribe el documento protestado no le pertenece.

Esta última solución es la que terminó por prevalecer y la que debe repu­tarse correcta, porque si bien no se concilia estrictamente con los principios que gobiernan la carga de la prueba, aparte de contar con fundamento en la regla ge­neral contenida en el art. 549, párr. 2° CPN, atiende al hecho de que los títulos ejecutivos cuentan con una presunción favorable acerca de la certeza del dere­cho del acreedor y a la razón práctica de que es el deudor, en el caso analizado, quien se encuentra beneficiado por la disponibilidad de los medios probatorios (EISNER, en L.L, 114-912).

Diversos precedentes resolvieron que la excepción de falsedad es impro­cedente si se la funda en la alegada existencia de abuso de la firma en blanco, pues ello no significa alegación de falsedad material de las firmas o inscripcio­nes contenidas en el documento y que tampoco configura adulteración material que justifique esta excepción la alegada existencia de distintos tipos de letra o de tintas en el documento que se ejecuta.

Con respecto a la excepción de inhabilidad de título se ha decidido que procede, por ejemplo, cuando la ejecución se promueve sobre la base de un do­cumento que acredita una obligación no exigible o ilíquida; el documento apa­rece firmado por una sola de las dos personas cuya firma conjunta se requiere

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724 JUICIO EJECUTIVO

en el contrato social; no existe la cuenta corriente cuyo saldo se pretende ejecu­tar; se alega que el otorgante del instrumento no es el demandado, etcétera.

Se ha resuelto, en cambio, que es improcedente si se la funda en circuns­tancias ajenas a las formas extrínsecas del título, como son, v.gr., las referentes a las irregularidades del protesto cuando el ejecutado es el librador del docu­mento, al exceso de los intereses pactados, sin perjuicio de discutir el punto en la oportunidad de presentarse la liquidación; al hecho de que el domicilio en el cual se realizó el protesto no es el domicilio del demandado sino el de un terce­ro, ya que tal circunstancia no enerva la validez formal de la diligencia ni gra­vita sobre sus efectos jurídicos con respecto a la pretensión ejecutiva interpuesta de conformidad con lo dispuesto en los artículos 51, 101 y 103 del decreto-ley 5965/63 y 523, inc. 5o del Cód. Com.

e) Prescripción (art. 544, inc. 5o). Procede cuando han transcurrido los lapsos a que la legislación de fondo supedita el ejercicio judicial de los dere­chos. Debe tenerse en cuenta, asimismo, que la prescripción se interrumpe como consecuencia de las diligencias preparatorias del juicio ejecutivo.

f) Pago. El inc. 6o del art. 544 establece que el pago debe ser documenta­do. Debe acompañarse a tal fin el documento original, no pudiendo ser suplido por fotocopias de éste, por constancias de los libros de comercio, por la invocación de la entrega de cheques al ejecutante, etcétera. Tampoco es fundamento suficiente de esta excepción la existencia de un juicio de consignación promovido por el ejecu­tado, pues el pago por consignación sólo puede ser eficazmente invocado cuando ha sido aceptado por el acreedor o declarado válido por sentencia firme; ni la existencia de un depósito judicial hecho en calidad de embargo.

El inciso analizado autoriza también el pago parcial, lo que constituye una innovación con respecto al régimen anterior, durante cuya vigencia se de­cidió que dicha modalidad de pago no podía aducirse como fundamento de esta excepción, sin perjuicio de que se la hiciese valer en el procedimiento de cum­plimiento de la sentencia de remate. En el caso de prosperar la excepción de pago parcial, las costas deben imponerse respecto del saldo.

g) Compensación (art. 544, inc. 7o). Debe reunir las condiciones que de­termina el art. 819 Cód. Civ. y resultar, el crédito respectivo, de documento que traiga aparejada ejecución. De allí que la excepción no proceda, por ejemplo, fundada en la existencia de un fallojudicial pendiente de recurso, oen obligaciones legales contraídas como agente de retención que no se cumplieron en el momento oportuno, o en la mera referencia a las cuentas existentes entre las partes.

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OPOSICIÓN A LA PRETENSIÓN EJECUTIVA 725

h) Quita, espera, remisión, novación, Transacción, conciliación o compro­miso (art. 544, inc. 8o). Estas excepciones sólo pueden acreditarse mediante prueba documental, como expresamente lo exige la norma precedentemente citada.

Sólo cabe excusar el cumplimiento de la carga de acompañar la prueba documental junto con el escrito en el caso de que el respectivo documento no se encuentre en poder del excepcionante, aunque en tal supuesto éste debe formu­lar las concretas manifestaciones que requiere el art. 333 CPN. Por lo tanto la falta de presentación del documento original no puede suplirse mediante la in­vocación de que aquél se encuentra agregado a otro juicio, si no se especifica dónde tramita éste ni se suministran los datos necesarios para individualizar el contenido del documento, no siendo eficaces las manifestaciones del deudoren el sentido de no tener en su poder el documento si resulta que pudo obtenerlo mediante medidas particulares o judiciales (v.gr. libramiento de un oficio).

En lo que concierne a la excepción de compromiso, ella sólo es admisible en el caso de que se haya sometido a la decisión de arbitros la legitimidad del crédito que es objeto de la ejecución.

i) Cosa juzgada (art. 544, inc. 9o). Esta excepción tiene por objeto im­pedir la inútil tramitación del proceso ejecutivo cuando media sentencia dicta­da en un proceso anterior sustanciado entre las mismas partes y en virtud del mismo título.

El CPN, finalmente, autoriza a solicitar la nulidad de la ejecución por vía de excepción o de incidente, disponiendo en el art. 545, que sólo puede fundar­se en: Io) No haberse hecho legalmente la intimación de pago, siempre que en el acto de pedir la declaración de nulidad, el ejecutado deposite la suma fijada en el mandamiento u oponga excepciones; 2o) Incumplimiento de las normas establecidas para la preparación de la vía ejecutiva, siempre que el ejecutado desconozca la obligación, niegue la autenticidad de la firma, el carácter de lo­catario, o el cumplimiento de la condición o de la prestación. La ley 22.434 in­trodujo a este inciso un párrafo en cuya virtud "es inadmisible el pedido de nu­lidad si el ejecutado no mencionare las excepciones que no ha podido deducir, en términos que demuestren la seriedad de su petición". Se trata, empero, de un agregado injustificado ya que, por un lado, las manifestaciones que el inc. 2o) del art. 545 exige del ejecutado demuestran la existencia de interés jurídico su­ficiente para articular la nulidad, y, por otro lado, en razón de que la norma par­te de la base de que, a raíz de la irregularidad de que adolecen las diligencias preparatorias no existe un título ejecutivo completo o integrado, no alcanza a comprenderse el requisito de que el ejecutado mencione las excepciones que no pudo oponer, pues esta imposibilidad deriva, precisamente, de tal inexistencia.

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726 JUICIO EJECUTIVO i

El art. 546 CPN agrega que si se anulare el procedimiento ejecutivo o se declarare la incompetencia, el embargo que se hubiese trabado se mantendrá con carácter preventivo durante quince días contados desde que quede firme la resolución. Si dentro de ese plazo no se reinicia la ejecución, se produce la ca­ducidad automática de esa medida.

§ V

SUSTANCIACIÓN DE LAS EXCEPCIONES i l0

421. EXAMEN PREVIO Y TRASLADO

a) Si las excepciones opuestas no son de las autorizadas por la ley o no se han opuesto en forma clara y concreta, cualquiera que sea el nombre que el ejecutado les haya dado, el juez las debe desestimar sin sustanciación alguna y en ese mismo acto dictar sentencia de remate (CPN, art. 547, párr. Io).

b) Si, en cambio, se hallan cumplidos los requisitos pertinentes, el juez dará traslado de las excepciones al ejecutante por el plazo de cinco días y éste, al contestarlo, debe ofrecer la prueba de que intente valerse (CPN, art. 547, párr. 2o).

c) A pesar de que la legislación derogada exigía que el juez, luego de contestado el traslado, se pronunciara sobre la admisibilidad o inadmisibilidad de las excepciones, la jurisprudencia, acertadamente, había resuelto que dicha declaración no constituía un trámite esencial del juicio ejecutivo y que, por lo tanto, no procedía fundar en su omisión la nulidad de la sentencia. El CPN ha recogido esta jurisprudencia y expresamente dispone que "no se hará declara­ción especial previa acerca de la admisibilidad o inadmisibilidad de las excep­ciones" (art. 547, párr. 3o). De este modo se evita la inútil complicación que significa adicionar una nueva etapa a la sustanciación del juicio.

422. PRUEBA DE LAS EXCEPCIONES

a) Si las excepciones son de puro derecho o se fundan exclusivamente en constancias del expediente, o no se ha ofrecido prueba, el juez debe pronun-

i , 0 Bibliografía citada en la nota 106.

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SUSTANCIACION DE LAS EXCEPCIONES 727

ciar la sentencia dentro de diez días de contestado el traslado. Si éste no se ha contestado, dicho plazo se computa desde que se requirió la resolución (CPN, art. 548).

b) Si se ha ofrecido prueba que no consiste en las constancias del expe­diente, el juez debe acordar un plazo común para producirla, tomando en con­sideración las circunstancias y el lugar donde deba diligenciarse (CPN, art. 549, párr. Io). La respectiva providencia debe notificarse personalmente o por cédula (art. 135, inc. 4o).

Incumbe al ejecutado la carga de la prueba de los hechos en que funde sus excepciones (art. 549, párr. 2o). (Ver supra, n° 420, dj, con respecto a la excep­ción de falsedad).

El juez tiene, asimismo, la facultad de desestimar la prueba manifiestamente inadmisible, meramente dilatoria o carente de utilidad (art. 549, párr. 3o). Las reso­luciones dictadas en ese sentido son apelables en efecto diferido (art. 557).

Finalmente, el art. 549 dispone, en su último párrafo, que en materia de prueba de las excepciones se aplicarán supletoriamente las normas que rigen el juicio sumario.

c) Producida la prueba el juez debe declarar clausurado el período co­rrespondiente y dictar sentencia dentro de los diez días (CPN, art. 550).

423. SENTENCIA . ^

a) Por lo que atañe a su contenido, la sentencia en el juicio ejecutivo sólo puede determinar una de estas dos alternativas: I °) Llevar la ejecución ade­lante, total o parcialmente: 2o) Rechazar la ejecución (CPN, art. 551, párr. Io).

La primera hipótesis se configura cuando: Io) el deudor no opone excepcio­nes, en cuyo caso la ejecución se lleva adelante en forma total; sin embargo, si hu­biese prosperado la excepción de pago parcial, lo será únicamente por el monto ad­mitido: 2o) el deudor opone excepciones, pero éstas son rechazadas. La segunda hipótesis se presenta cuando las excepciones son declaradas procedentes.

Desde el punto de vista de su naturaleza, ya quedó descartado el carácter condenatorio de la sentencia de remate (supra, n° 407, c]), pues el reconoci­miento de la prestación que contiene el título ejecutivo equivale, sustancial-meníe, a la imposición que de aquélla puede disponer cualquier sentencia de condena. Tampoco cabría calificarla como declarativa, si con tal expresión se entendiese que la sentencia de remate tiende a eliminar alguna incertidumbre sobre la existencia o legitimidad de la obligación, por cuanto tales extremos, se-

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728 JUICIO EJECUTIVO

gún se destacó más arriba, no son susceptibles de debate, como regla, en el jui­cio ejecutivo. Pero puede afirmarse, en cambio, que la sentencia de remate es declarativa en el sentido de que, mediante ella, se declara la existencia o in­existencia del derecho a proceder ejecutivamente.

b) En cuanto a sus formas, la sentencia a dictar en el juicio ejecutivo no se halla sujeta rigurosamente a aquellas que la ley prescribe respecto de las sen­tencias definitivas de los procesos de conocimiento. Si el deudor no ha opuesto excepciones son innecesarios los fundamentos y la sentencia se reduce, prácti­camente, a la parte dispositiva. Pero en el caso contrario, aquélla debe examinar las cuestiones de hecho y de derecho involucradas en el juicio y adaptarse, con excepción de los "resultandos", que son innecesarios, a las demás formas pres-criptas por el art. 163 CPN. En el supuesto de ser varios los ejecutados, no procede que se dicte sentencia respecto de uno solo de ellos sin haberse previamente in­timado el pago y citado de remate a los restantes, pues dentro de un mismo jui­cio únicamente cabe el pronunciamiento de una sola sentencia que comprenda a todos los demandados.

c) La sentencia se notifica al deudor personalmente o por cédula, pero cuando aquél tenga domicilio desconocido y no se haya presentado, debe noti­ficarse el fallo al defensor oficial (CPN, art. 552).

d) Dispone el art. 551, párr. 2° CPN que cuando se lleva la ejecución adelante, en todo o en parte, al ejecutado que hubiese litigado sin razón valede­ra u obstruido el curso normal del proceso con articulaciones manifiestamente improcedentes, o que de cualquier manera hubiese demorado injustificada­mente el trámite, se le impondrá una multa a favor del ejecutante, cuyo monto será fijado entre el 5% y el 30% del importe de la deuda, según la incidencia de su inconducta procesal sobre la demora del procedimiento. Se trata, como se advierte, de una sanción imputable a la temeridad o malicia del ejecutado, que puede eventual mente hacerse extensiva a su letrado patrocinante.

424. RECURSOS

a) El art. 554 CPN determina que la sentencia de remate será apelable: Io) En el caso del art. 547, párr. 1°, (es decir, cuando las excepciones se han re­chazado en virtud de no hallarse legalmente autorizadas o de no haberse opues­to en forma clara y concreta); 2o) Cuando las excepciones hubiesen tramitado como de puro derecho; 3o) Cuando se hubiese producido prueba respecto de las

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SUSTANCIACION DE LAS EXCEPCIONES 729

opuestas; 4o) Cuando versare sobre puntos ajenos al ámbito natural del proceso o causare gravamen irreparable en el juicio ordinario posterior (lo que ocurre, v.cr., respectivamente, si la sentencia se pronuncia sobre la subsistencia del mandato otorgado por el ejecutante, o el recurrente limitó su agravio a la cues­tión referente a la aplicación de una tasa incrementada de interés). Son asimismo apelables las regulaciones de honorarios contenidos en la sentencia de remate o que sean su consecuencia, aunque ella en el caso no lo sea.

b) Con excepción de dicha sentencia y de la providencia que deniega la ejecución, las restantes apelaciones que se deduzcan en el juicio ejecutivo de­ben concederse en efecto diferido (art. 557). El plazo para deducir el recurso es siempre de cinco días (art. 244).

c) La ley acuerda al ejecutante la posibilidad de obtener el cumplimien­to inmediato de la sentencia, en las condiciones establecidas en el art. 555 CPN, conforme al cual cuando el ejecutante diere fianza de responder de lo que per­cibiere si la sentencia fuese revocada, el recurso se concederá en efecto devolu­tivo. El juez establecerá la clase y el monto de la fianza. Si no se prestare dentro de los cinco días de haber sido concedido el recurso, se elevará a la cámara. Si se diere la fianza se remitirá también el expediente, dejándose, en primera ins­tancia, testimonio de las piezas necesarias para que se prosiga la ejecución.

En resumen, la concesión de la apelación en efecto devolutivo se halla condicionada a que el ejecutante lo pida y otorgue, dentro del plazo de cinco días que se cuentan desde la concesión del recurso-, una fianza que puede ser substituida por prenda o hipoteca (Cód. Civ, art. 2000), y cuyo monto cubra los derechos del deudor en la medida del eventual producido del remate judicial.

d) "La fianza —agrega el art. 556 CPN— sólo se hará extensiva al resul­tado del juicio ordinario, cuando así lo requiriere el ejecutado en los casos en que, conforme al art. 553, tuviere la facultad de promover el juicio ordinario posterior. Quedará cancelada: Io) Si el ejecutado no promoviere el juicio dentro de los quince días de haber sido otorgada. 2o) Si habiéndolo deducido dentro de dicho plazo, la sentencia fuere confirmada". Como se verá más adelante, el CPN concede al deudor el derecho de pedir, una vez aprobada la liquidación, que antes de que el acreedor retire los fondos correspondientes, éste preste fian­za a las resultas del juicio ordinario de repetición (art. 591). La norma prece­dentemente transcripta, a su vez, le acuerda el derecho de solicitar, dentro del plazo de cinco días desde la concesión del recurso, que la fianza prestada por el acreedor para obtener el inmediato cumplimiento de la sentencia de remate se extienda al resultado dei mencionado juicio ordinario. Pero el hecho de que el

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730 JUICIO EJECUTIVO

deudor se abstenga de solicitar la extensión, o el de que se opere la cancelación conforme al art. 556, no obsta a que pueda pedir el otorgamiento de fianza en la oportunidad señalada por el art. 591.

425. COSTAS

a) "Las costas del juicio ejecutivo serán a cargo de la parte vencida, con excepción de las correspondientes a las pretensiones de la otra parte que hayan sido desestimadas". Tal lo que dispone el art. 558, párr. PCPN que adopta, en esta materia, el principio general de la imposición de costas en virtud del hecho objetivo de la derrota (supra, n° 118). La norma, sin embargo, no admite la po­sibilidad —contemplada por el art. 68 CPN— de que el juez exima del pago de las costas al vencido "'siempre que encontrare mérito para ello".

En el juicio ejecutivo sólo cabe, por lo tanto, la eximición de costas rela­cionadas con pretensiones de la otra parte que no prosperan.

Si, por ejemplo, se rechaza en parte la ejecución con respecto a pagarés no vencidos y a una cláusula penal, el ejecutante debe soportar el pago de las costas referentes a tales cuestiones.

b) Cuando la excepción de pago parcial es procedente, sólo cabe impo­ner al ejecutado el pago de las costas correspondientes al monto admitido en la sentencia (CPN, art. 558, párr. 2o).

Tal solución es coherente con la admisión de aquella modalidad del pago como defensa oponible contra la pretensión ejecutiva.

§ VI

CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE ' "

425 bis. GENERALIDADES

a) Frente a la hipótesis'de que la sentencia haya ordenado que se lleve la ejecución adelante, se abre en el juicio ejecutivo una tercera y última etapa du­rante la cual se procede a hacer efectivo ese pronunciamiento mediante trámi­tes que difieren de acuerdo con la naturaleza de los bienes embargados.

1i í Aparte de la bibliografía citada en la nota 105, Bus ros BI:RRONDO. Juicio ejecutivo, 3a

«I.. La Plata. 1981, pág. 259: MARTÍNEZ. La subasta judicial. La Plata. 1972.

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CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE 73 I

Así como, a diferencia de lo que ocurre en las primeras etapas del juicio ejecutivo, en el proceso de ejecución de sentencia dictada en proceso de cono­cimiento el embargo constituye un trámite esencial y necesariamente previo a la citación de venta (CPN, art. 502) {supra, n° 400), dicha medida reviste el mismo carácter en el trámite del cumplimiento de la sentencia de remate, pues en ambos casos se cumple, exclusivamente, con vistas a la realización de los bienes necesarios para satisfacer el crédito reconocido en la sentencia de con­dena o por cuyo monto se ordenó llevar adelante la ejecución. De allí que el art. 561, párr. Io CPN prescriba que "es requisito del trámite de cumplimiento de la sentencia de remate, la traba del embargo".

b) El CPN, asimismo, contiene disposiciones comunes al tipo de proce­dimiento examinado. Una es la del art. 560, en cuya virtud "son inapelables, por el ejecutado, las resoluciones que se dictaren durante el trámite de cumpli­miento de la sentencia de remate, salvo las que_.Se refieran a cuestiones que: Io) No pueden constituir objeto de! juicio ordinario posterior; 2o) Debiendo ser ob­jeto del juicio ordinario posterior, con arreglo al art. 553, no obstante, han sido debatidas en la etapa de cumplimiento de la sentencia por haber asentido el eje­cutante; 3o) Se relacionan con el reconocimiento del carácter de parte; 4o) En los casos de los arts. 554, inc. 4o, y 591, primero y segundo párrafos". Otra nor­ma común es la del art. 594, conforme a la cual "si el ejecutado hubiere provo­cado dilación innecesaria en el cumplimiento de la sentencia de remate, el juez le impondrá una multa en los términos del art. 551, sobre la base del importe de la liquidación aprobada", es decir, por un monto.cjue debe fijarse entre el 5 y 30% del importe de dicha liquidación.

426. CASO DE EMBARGO DE DINERO, TÍTULOS Y ACCIONES

a) La modalidad más sencilla de! cumplimiento de la sentencia de rema­te se presenta en la hipótesis de que el embargo haya recaído sobre sumas de di­nero cuyo importe resulte suficiente para cubrir el crédito reclamado y sus accesorios. A dicha hipótesis alude el art. 561, párr. 2o CPN en tanto prescribe que "cuando lo embargado fuese dinero, una vez firme la sentencia o dada la fianza a que se refiere el art. 555, el acreedor practicará liquidación de capital, intereses y costas, de la que se dará traslado al ejecutado, aplicándose, en lo pertinente, las reglas de los arts. 503 y 504 (es decir que si el ejecutante omite presentar la liquidación dentro de los diez días contados desde que la sentencia adquirió carácter firme o desde que se prestó la fianza, aquélla puede ser pre­sentada por el ejecutado, debiendo tramitar por vía incidental las eventuales ob-

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732 JUICIO EJECUTIVO

jeciones que cualquiera de las partes puede formular respecto de la liquida­ción). Aprobada la liquidación, se hará pago inmediato al acreedor del importe que de ella resultare". Cabe añadir que, conforme a la jurisprudencia, la resolu­ción aprobatoria de la liquidación no adquiere eficacia de cosa juzgada en sen­tido material, de manera que puede ser objeto de rectificaciones, antes de efectuarse el pago, si hubiere mediado error al practicarla.

b) "Sí se hubiese embargado títulos o acciones que se coticen oficialmente en los mercados de valores —prescribe el art. 562 CPN—, el ejecutante podrá pedir que se le den en pago al precio que tuvieren a la fecha de la resolución que así lo dispone; si no se cotizaren, se observará lo establecido por el art. 573".

En el primer supuesto contemplado por la norma, practicada la liquidación y agregado al expediente el informe que acredite el precio de cotización de los tí­tulos o acciones, éstas pueden, a pedido del ejecutante, serle adjudicadas a ese pre­cio, con la consiguiente ventaja que implica su inmediata conversión en dinero en efectivo y el ahorro de los gastos que importa el remate. Si los títulos o ac­ciones no se cotizan en los mercados de valores corresponde que se disponga su venta en subasta pública, en la forma prescripta por el art. 573 CPN con respec­to al caso de que el embargo hubiese recaído en bienes muebles o semovientes.

c) Si se trata, finalmente, de la ejecución forzada de créditos, acciones, o derechos litigiosos, corresponde que el acreedor ejerza la correspondiente pretensión subrogatoria (Cód. Civ., art. 1196), aunque la jurisprudencia tiene resuelto que procede la subasta cuando las acciones o créditos son definidos, claros y precisos como obligación transmisible y no inciertos, especulativos y de dudosa especificación.

427. LA SUBASTA

a) En el procedimiento encaminado al cumplimiento de la sentencia de remate la subasta es el acto procesal mediante el cual se enajenan, por un auxi­liar del juez que actúa en representación de éste, el bien o bienes embargados, con el objeto de satisfacer, con su producido, el importe del crédito que dio ori­gen a la ejecución.

Prescribe el art. 559 CPN que "si la subasta se dispone a requerimiento del propietario o de condómino y no en cumplimiento de una sentencia de con­dena, la operación se regirá por las normas de derecho sustancial; en este caso, las que se establecen en este Código sólo serán aplicables en lo que fueren con­ciliables con aquéllas". Esta disposición, según se advierte, distingue entre la

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CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE 733

subasta decretada con el objeto de hacer efectiva la ejecución forzada y la venta en remate ordenada judicialmente a fin de dividir un condominio o de realizar la partición de una herencia, pues ambas, pese a la circunstancia de que confor­man actos procesales, difieren en cuanto a sus presupuestos, naturaleza y efec­tos, sin perjuicio de que, en lo compatible, las reglas correspondientes a la pri­mera se apliquen a la segunda.

b) Excede el propósito de esta obra el desarrollo y crítica de las diversas opiniones que la doctrina ha enunciado acerca del sujeto que vende en la subas­ta judicial como enajenación forzada. Descartadas las doctrinas antiguas que, circunscriptas exclusivamente al ámbito del derecho privado, aspiraron a en­contrar la solución del problema mediante la equiparación de la venta forzada a la privada, y debiendo asimismo desecharse, por las dificultades que suscitan, las opiniones en cuya virtud la venta es realizada por el órgano judicial en re­presentación del acreedor o del deudor o a raíz de la expropiación de la facultad jurídica de disposición que pertenece al propietario, cabe concluir que al proce­der a la venta forzada el órgano judicial ejerce un poder de imperio ínsito en la función jurisdiccional, el que ninguna relación guarda con los eventuales pode­res sustanciales que los sujetos privados del proceso tienen con respecto al bien o los bienes sobre los cuales versa la enajenación. El órgano judicial, en suma, actúa en virtud del ejercicio de un poder autónomo y a raíz del pedido de venta formulado por el ejecutante en el período correspondiente al cumplimiento de la sentencia de remate.

Ello aclarado, la subasta debe caracterizarse camo un acto procesal cuyo contenido consiste en el contrato de compraventa que se configura al aceptarse, por el martiliero (auxiliar del juez), la oferta formulada por el mejor postor, aunque dicho contrato queda sujeto a la condición suspensiva representada por la resolución judicial aprobatoria del acto.

428. EL MARTILLERO

a) A diferencia de lo que ocurre en las subastas privadas, en las cuales el martiliero actúa en calidad de mandatario o comisionista, según sea el caso, del dueño de los bienes que hayan de venderse, en las subastas judiciales aquél re­viste el carácter de auxiliar del órgano judicial, en cuya representación realiza el acto procesal de que se trata.

Acorde con el criterio expuesto prescribe el art. 563, párr. 3o CPN que el martiliero "deberá ajustar su cometido a las instrucciones que le imparta el juez; si no cumpliere con este deber podrá ser removido; en su caso, se le dará

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734 JUICIO EJECUTIVO

por perdido total o parcialmente el derecho a comisión o se aplicará en lo per­tinente la sanción que establece el párr. 3o del art. 565 (reintegro de la comisión percibida)".

De la naturaleza de la función que cumple el martiliero se infiere, asimis­mo, su indelcgabilidad. Por ello dispone el art. 563, párr. 4o CPN que "no podrá delegar sus funciones salvo autorización expresa del juez".

b) El nombramiento de martiliero debe recaer en la persona propuesta expresamente por las partes de común acuerdo, y en defecto de éste, en la per­sona que designe el juez (CPN, art. 563, párr. 2o).

En ambos casos el martiliero debe contar con más de dos años de antigüe­dad en la matrícula y reunir los demás requisitos de idoneidad exigidos en la re­glamentación dictada por la respectiva cámara de apelaciones. Cuando es de­signado de oficio, el martiliero debe ser sorteado del registro que cada año incumbe abrir a dichas cámaras para que en él se inscriban los profesionales que reúnan los mencionados requisitos (CPN, art. 563, párr. Io).

El martiliero designado tiene el deber de aceptar el cargo dentro del plazo de tres días computados desde la notificación del nombramiento (norma citada).

c) De acuerdo con lo prescripto en el art. 563, párr. 2o CPN, el martiliero "no podrá ser recusado; sin embargo, cuando circunstancias graves lo aconse­jaren, el juez, dentro de quinto día de hecho el nombramiento, podrá dejarlo sin efecto". A fin de apreciar la gravedad de las circunstancias que pueden justifi­car la separación del martiliero, el juez debe atenerse, por razones de analogía, a los motivos que el art. 17 CPN erige en causales de recusación de los jueces.

d) El martiliero tiene el derecho de percibir una remuneración por sus trabajos, comúnmente llamada comisión, y que debe ser pagada, conforme con la costumbre (Cód. Civ., art. 1 7, y Cód. Com., ap. 5, título preliminar) por el ad-quirente de los bienes subastados.

Al respecto dispone el art. 565 CPN que el "martiliero percibirá la comi­sión que corresponda conforme al bien subastado, establecida por la ley o, en su caso, la costumbre". En el orden nacional dicha comisión no ha sido legalmente fijada, de manera que corresponde atenerse a la costumbre con arreglo a la cual aquélla es del 109c sobre el total del precio de venta en materia de bienes mue­bles y del y/c cuando se trata de bienes inmuebles.

Si el remate se suspende o fracasa sin culpa del martiliero, el monto de la comisión debe ser fijado por el juez, de acuerdo con la importancia del trabajo realizado; si se anula, también sin su culpa, tiene derecho a percibir la comisión que corresponda. Si el mismo martiliero vende el bien en un remate posterior,

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CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE 735

su retribución debe determinarse atendiendo al efectivo trabajo que le haya de­mandado esa tarea (CPN, art. 565, párr. 2o). En esta última hipótesis el ¡uez debe atenerse al trabajo integral realizado por el martiliero, computando, en consecuencia, la tarea cumplida con motivo del remate fracasado o anulado y la desarrollada en la subasta efectivizada o válida, sin remunerar a esta última con una comisión autónoma.

En el caso de que el remate se anuie por culpa del martiliero, éste debe reintegrar el importe de la comisión percibida dentro del tercer día de notifica­do por cédula de la resolución que decreta la nulidad (norma citada, párr. 3o).

El martiliero, asimismo, tiene derecho a que se le reintegre el importe de los gastos que corrientemente insume la realización de la subasta (v.gr. publici­dad común, depósito y secuestro de bienes muebles, movilidad) e incluso de aquellos de carácter extraordinario a cuyo respecto haya mediado oportuna au­torización judicial. Por lo demás, cuando el martiliero lo solicita y el juez lo considera procedente, las partes deben adelantar los fondos que se estimen ne­cesarios para la realización de la subasta (CPN, art. 565, párrafo final).

e) Aparte del deber genéricamente impuesto al martiliero por el art. 563 CPN en el sentido de ajustar su cometido a las instrucciones que le imparta el juez, incumbe también a aquél el deber de depositar el importe percibido en la subasta y el de rendir cuentas sobre el resultado de ésta. Le corresponde hacer­lo, de acuerdo con lo prescripto en el art. 564 CPN, dentro de los tres días de realizado el remate, y si omite la realización de ese acto sin justa causa, carece de derecho a cobrar comisión.

De la rendición de cuentas presentadas por ermartillero debe conferirse traslado a las partes por el plazo de cinco días (CPN, art. 150), el cual se notifica por cédula en razón de ser sustancialmente equiparable a una liquidación (id., art. 135, inc. 9o). Transcurrido el plazo sin que mediaran objeciones el juez debe aprobar la venta y la rendición de cuentas, aunque en virtud de la calidad que reviste el martiliero en la ejecución forzada, puede aquél rechazar o modi­ficar las cuentas. En el supuesto de mediar objeciones de cualquiera de las par­tes, corresponde aplicar el trámite de los incidentes regulado por los arts. 175 y siguientes CPN.

Además de la prohibición de delegar sus funciones sin contar para ello con autorización judicial, pesa sobre el martiliero la de mencionar en la propaganda, o subastaren un mismo remate, bajo pena de perder su comisión, bienes distintos de aquellos cuya venta fue ordenada judicialmente (CPN, art. 567, párrafo 2o).

f) El martiliero, por último, no es parte en los trámites de cumplimiento de la sentencia de remate y sólo puede tener intervención en lo que se refiere a su actuación en los términos establecidos en el CPN o en otra ley (CPN, art. 563, ap. final).

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429. REGLAS COMUNES A LA SUBASTA

a) Los edictos constituyen el medio prevalente de publicidad de la su­basta. Dispone el art. 566, párr. Io CPN que aquéllos deben publicarse por dos días en el Boletín Oficial y en otro diario, en la forma indicada en los arts. 145, 146 y 147, agregando que si se trata de bienes de escaso valor sólo deben publi­carse en el Boletín Oficial por un día y que puede prescindirse de la publicación si el costo de ésta no guarda relación con el valor de los bienes. La prescinden-cia de la publicación que autoriza esta norma puede sustituirse mediante la pu­blicación de anuncios en la tablilla del juzgado (arg. del art. 146, ap. 2°, o recurriendo, como se decidió en algún precedente, a una institución oficial que, como el Banco de la Ciudad de Buenos Aires, posee un sistema de subastas cuyo conocimiento en el medio asegura la concurrencia de interesados sin la publicación de ningún edicto.

Si se trata de inmuebles, el remate puede asimismo anunciarse en diarios del lugar donde estén situados (norma citada, párr. 2o).

En tanto los edictos configuran la expresión fundamental de la clase de bienes a subastarse, así como de las condiciones de la venta judicial, deben con­tener diversas menciones que resultan indispensables para aventar todo equívo­co o error por parte de los posibles postores. De allí que el art. 566 (párrs. 3o y 4o) CPN determine que en los edictos debe indicarse el juzgado y secretaría donde tramita el proceso, el número de expediente y el nombre de las partes si éstas no se oponen; el lugar, día, mes, año y hora de la subasta; individualizarse, cuando no se trata de bienes de escaso valor, las cantidades, el estado y el lugar donde pueden ser revisados por los interesados y mencionarse, asimismo, la obligación de depositar el importe de la seña y de la comisión en el acto de re­mate y, en su caso, las modalidades especiales del mismo. Si se trata de subasta de inmuebles corresponde indicar, además, la base, condiciones de venta, esta­do de ocupación y horario de visitas, y si aquéllos están sujetos al régimen de propiedad horizontal, en las publicaciones y en el acto de remate debe determi­narse el monto de las expensas comunes correspondientes a dicho mes y la deu­da por este concepto si fuere posible.

En todos los casos la última publicación debe realizarse cuanto menos cuarenta y ocho horas antes del remate (norma citada, párr. 5o).

b) La publicación de edictos no excluye la posibilidad de que la subasta se difunda mediante la utilización de otros medios de publicidad encaminados a atraer el mayor número de oferentes (publicaciones en diarios y revistas, re­parto de volantes, envío de correspondencia, etc.).

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CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE 737

A esta publicidad extraordinaria el art. 567 CPN la denomina "propagan­da adicional", disponiendo que ella "será a cargo del ejecutante, salvo si el eje­cutado hubiese dado conformidad, si su costo no excediere del dos por ciento de la base".

Requerida por el martiliero la realización de publicidad extraordinaria pueden presentarse, de conformidad con la norma transcripta, las siguientes si­tuaciones: Io) que el costo de aquélla no exceda del dos por ciento de la base fi­jada para la subasta, en cuyo caso dicho costo corre por cuenta del ejecutado con prescindencia de su conformidad; 2o) que el costo exceda del mencionado porcentaje, en cuya hipótesis, para que la inversión corra por cuenta del ejecu­tado resulta ineludible la expresa conformidad de éste; 3o) que el ejecutante ac­ceda a la realización de publicidad extraordinaria por encima del referido por­centaje, supuesto en el cual el costo de aquélla será a su exclusivo cargo.

c) No pueden denunciarse defectos de publicidad de la subasta vencidos cinco días contados desde la última publicación (CPN, art. 566, párr. 6o). Esta regla comporta la aplicación del principio general que, en materia de nulidades procesales, consagra el art. 170 CPN (supra, n° 154), y coincide con el criterio que, como se verá, adopta el art. 592 del mismo ordenamiento.

El mismo principio rige en el caso de que la propaganda adicional se rea­lice a través de diarios (CPN, art. 567, párr. 3o).

d) Prescribe el art. 572 CPN que "si existieren motivos fundados y sin perjuicio de la facultad del juez para disponerlo de oficio, el ejecutado o el mar­tiliero podrán solicitar al juzgado la adopción de las medidas necesarias para proveer a la regularidad del remate y al mantenimiento del orden que asegure la libre oferta de los interesados".

A fin de preservar la seguridad de la subasta e impedir que se alteren sus resultados normales, el juez, en los términos de la norma citada, puede dispo­ner, entre otras medidas, la vigilancia del acto por personal policial o su fisca­lización por un veedor, por auxiliares internos del juzgado e incluso por el pro­pio magistrado.

Complementaria de la norma precedentemente transcripta es la conteni­da en el art. 570 CPN, en cuya virtud "cualquiera sea la naturaleza de los bienes a subastar, a pedido de parte o de oficio el juez podrá disponer que se admitan posturas en sobre cerrado, en las condiciones que fije, que deberán indicarse en los edictos y, en su caso, en la propaganda. La Corte Suprema de Justicia de la Na­ción o las cámaras podrán establecer las reglas uniformes de aplicación de la expresada modalidad del remate. Si se tratare de subasta de muebles que se rea­lice por intermedio del Banco de la Ciudad de Buenos Aires u otras institucio-

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nes oficiales que admitan posturas bajo sobre, se aplicará esa modalidad en los términos que establezcan las respectivas reglamentaciones".

Este precepto, en tanto posibilita la adjudicación de los bienes a quienes no estén presentes en el acto de la subasta proporciona, lo mismo que el ya ci­tado art. 572, un arbitrio idóneo para desbaratar las actividades ilícitas de las tristemente célebres "ligas de compradores".

e) El art. 569 CPN instituye un mecanismo encaminado a conjurar el uso abusivo del derecho por parte del acreedor en tanto prescribe que "si se hu­biese dispuesto la venta de varios bienes, el juez, a pedido del ejecutado, podrá ordenar que la subasta se realice en distintas fechas y que se suspenda cuando el precio obtenido alcanzare a cubrir el crédito, intereses, y costas reclamados".

Formulada la petición por el deudor —lo que puede hacer aun cuando se encuentre consentida la resolución que decreta la subasta— el juez, tratándose de bienes inmuebles, debe pronunciarse sobre la admisibilidad de la subasta progresiva, atendiendo a las bases fijadas para las subastas de aquéllos y com­parando su valor con el importe probable del crédito del actor y sus accesorios, ya que normalmente no existe, en ese estado del proceso, una liquidación que refleje el monto exacto de esos rubros. Si se trata, en cambio, de bienes mue­bles, incumbe al ejecutado la prueba sumaria de su valor venal.

f) "Si el bien estuviere embargado en diversos procesos seguidos contra el ejecutado, salvo disposición específica de otra ley que regule ejecuciones es­peciales —dispone el art. 568, párrafo Io CPN—, la subasta se realizará en el que estuviere más adelantado en su trámite, con prescindencia de la naturaleza o garantías que tuvieran los créditos".

Esta norma, según se advierte, prescinde de las fechas de traba de los em­bargos y acuerda prioridad a la ejecución que se encuentre más adelantada en su trámite, debiendo entenderse por tal a aquella cuyo estado procesal permita inferir, con precisión, la mayor proximidad de la subasta. Es aplicable, asimis­mo, aun en el supuesto de que coexistan una ejecución hipotecaria o prendaria y una ejecución común cuyo trámite se encuentre más avanzado. La salvedad que formula el párrafo examinado se refiere a las leyes que acuerdan a ciertas instituciones oficiales la prerrogativa de proceder al remate (v.gr. Banco Hipo­tecario Nacional, [ley 22.232, art. 38]).

La preferencia acordada para la realización del remate importa reconocer al acreedor que promovió el juicio donde se ordena, la facultad de proponer martiliero, si en el acto constitutivo de la obligación se le ha otorgado esa pre­rrogativa (art. 568, párr. 2o).

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g) Frente a la hipótesis de que el bien subastado se haya adquirido en co­misión, el comprador debe indicar, dentro de tercero día de realizada la subasta, el nombre de su comitente en escrito firmado por ambos. En su defecto, corres­ponde tenerlo por adjudicatario definitivo. El comitente debe constituir domi­cilio en esa presentación, bajo apercibimiento de lo dispuesto en el art. 41, en lo pertinente (CPN, art. 571).

h) Según ocurre con las nulidades procesales, en general, la subasta puede ser impugnada no sólo en razón de mediar vicios que afecten sus dimen­siones de lugar, tiempo y forma, sino también con fundamento en la existencia de irregularidades que comprometan la validez de los requisitos atinentes a los restantes elementos que la integran, es decir, los que conciernen a los sujetos y al objeto.

En su versión posterior a la ley 22.434 el CPN distingue según que la nu­lidad de la subasta sea articulada mediante petición de parte o declarada de ofi­cio por el juez. Con respecto a la primera hipótesis, el art. 592 dispone que la nulidad sólo puede plantearse hasta dentro de quinto día de realizado el remate. Agrega que el pedido debe desestimarse in limine si las causas invocadas son manifiestamente inatendibles o no se indica con fundamento verosímil el per­juicio sufrido. La resolución desestimatoria es apelable, pero si la cámara la confirma, corresponde imponer al peticionario una multa que puede ser del 5 al 10% del precio obtenido en el remate. La norma concluye disponiendo que si el pedido de nulidad es admisible, debe conferirse traslado por cinco días a las partes, al martiliero y al adjudicatario, y que dicho traslado se notificará perso­nalmente o por cédula.

En relación con la segunda de las hipótesis mencionadas prescribe el art. 593 CPN que "el juez deberá decretar de oficio la nulidad de la subasta cuando las irregularidades de que ella adoleciera comprometieren gravemente la acti­vidad jurisdiccional; no podrá hacerlo si hubiese decretado medidas que impor­ten considerar válido el remate". Esto último sucedería, v.gr., si el juez hubiese dispuesto la entrega de los bienes muebles vendidos o dado trámite al pedido de aprobación de cuentas formulado por el martiliero.

Debe entenderse que en virtud del principio con arreglo al cual todas las nulidades procesales son relativas (CPN, arts. 170 y 172), la declaración de nu­lidad de oficio tampoco corresponde si la irregularidad de que adolece el rema­te ha sido consentida por todas las personas legitimadas para impugnarlo (eje­cutante, ejecutado, martiliero, comprador y tercerista) ya que por grave que aquélla sea, la validez del acto no puede quedar pendiente en forma indefinida sin riesgo de afectar una pauta elemental de seguridad jurídica.

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430. SUBASTA DE MUEBLES O SEMOVIENTES

a) Cuando el embargo ha recaído en bienes muebles o semovientes, co­rresponde observar, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 573 CPN, las siguien­tes reglas:

Io) Ordenar su venta en remate, sin base (lo que implícitamente excluye la necesidad de la previa tasación) al contado o con las facilidades de pago que por resolución fundada se establezcan, por un martiliero público que debe de­signarse conforme a lo establecido en el art. 563 (supra, n°428).

2o) Requerir al deudor para que, dentro del plazo de cinco días, manifies­te si los bienes están prendados o embargados. En el primer caso, aquél debe in­dicar el nombre y domicilio de los acreedores y el monto del crédito y en el segundo, el juzgado, secretaría y la carátula del expediente. El requerimiento debe diligenciarse personalmente con el ejecutado por cuanto, de lo contrario, en virtud de las consecuencias que la ley imputa al silencio del intimado, la su­basta realizada con esa omisión puede hallarse afectada de nulidad.

3o) Puede ordenarse el secuestro de las cosas, que deben entregarse al martiliero para su exhibición y venta. Estéril recibirlas, debe individualizarlas con indicación de su estado y lugar y fecha en que se lleva a cabo la entrega. Por lo común la recepción se verifica en el acto del secuestro, que se lleva a cabo por intermedio del oficial de justicia.

4o) Si se trata de muebles registrables (automotores, embarcaciones y animales de raza), requerir a los registros correspondientes un informe sobre las condiciones de dominio y gravámenes.

5o) Comunicar la providencia que decrete la venta a los jueces embar­gantes y notificarla por cédula a los acreedores prendarios, quienes pueden for-mular las peticiones que estimen pertinentes dentro de tercero día de notificados. Todo lo cual tiene por objeto brindar a los acreedores embargantes y prendarios no sólo la posibilidad de vigilar la subasta, sino también la de ha­cer efectivo su privilegio sobre el precio obtenido en aquélla.

b) Pagado totalmente el precio, o la parte que en su caso corresponda, el martiliero debe entregar al comprador los bienes que éste haya adquirido, siem­pre que el juzgado no disponga otra cosa (CPN, art. 574, párr. 2o). En el supues-

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to de que el bien vendido se encuentre registrado debe oficiarse al registro co­rrespondiente para que inscriba el dominio a nombre del adjudicatario.

c) Expresa finalmente el art. 574, párr. Io CPN que "al adjudicatario que planteare cuestiones manifiestamente improcedentes que demoraren el pago del saldo del precio, se le impondrá la multa que prevé el art. 581" (infra, n° 431).

43 1. SUBASTA DE INMUEBLES

a) Antes de ordenar la subasta de un bien inmueble el juez, conforme a lo dispuesto en el art. 576 CPN debe requerir informes: 1°) Sobre la deuda por impuestos, tasas y contribuciones; 2o) Sobre las deudas por expensas comunes si se trata de un bien sujeto al régimen de propiedad horizontal, debiendo el in­forme requerirse al administrador del consorcio, a quien además incumbe informar sobre el monto de las expensas al último mes, pues ambas circunstan­cias deben determinarse no sólo en los edictos sino también en el acto de rema­te (supra n°429); 3o) Sobre las condiciones de dominio, embargo e inhibiciones según las constancias del registro de propiedad inmueble, teniendo los infor­mes una vigencia de sesenta días a cuyo vencimiento deben actualizarse. Pero la información debe extenderse a hipotecas, servidumbres, y, en general, a to­das las anotaciones que corresponde hacer en el registro de la propiedad, tanto más cuanto que el art. 577 CPN prescribe, como se verá, que decretada la su­basta debe comunicarse a los jueces embargantes e inhibientes y citarse a los acreedores hipotecarios.

El juez, asimismo, debe intimar al deudor para que dentro de tercero día presente el título de propiedad del inmueble bajo apercibimiento de obtener testimonio a su costa, no pudiendo realizarse la subasta mientras no se haya agregado el título o, en su caso, el testimonio (CPN, art. 576, párr. 2o).

Si las circunstancias lo aconsejan, puede comprobarse judicialmente el estado de ocupación del bien (art. 576, párr. 3o), lo que puede llevarse a cabo mediante el diligenciamiento de un mandamiento de constatación o a través de un reconocimiento judicial.

b) A diferencia de lo que ocurre en materia de bienes muebles o semo­vientes, la subasta de inmuebles, salvo en el supuesto contemplado en el art. 585 CPN, debe hacerse inexcusablemente con una base determinada, cuyo monto, según se vio, debe figurar en los edictos.

Si no existe acuerdo de partes, corresponde fijar como base los dos ter­cios de la valuación fiscal actualizada correspondiente al inmueble. A falta de

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valuación el juez debe designar de oficio perito ingeniero, arquitecto o agri­mensor (este último cuando se trata de inmuebles rurales) para que realice la ta­sación, en cuyo caso la base equivaldrá a las dos terceras partes de dicha tasa­ción. Para la aceptación del cargo por el perito, plazo para el cumplimiento de la tarea y, en su caso, remoción, son aplicables las reglas de los arts. 469 y 470 (supra, n° 276). De la tasación corresponde dar traslado a las partes, quienes dentro de cinco días comunes deben expresar su conformidad o disconformi­dad, fundando sus eventuales objeciones. El juez tiene la facultad de apartarse de la tasación o de lo estipulado por las partes, fijando la base en una suma que impida que los bienes sean malvendidos (CPN, art. 578).

c) Una vez contestados los informes requeridos sobre impuestos, tasas y contribuciones, así como sobre las condiciones de dominio, embargos e inhibi­ciones y, en su caso, deuda por expensas comunes; agregado el título de propie­dad o el testimonio, y comprobado el estado de ocupación del bien cuando las circunstancias lo hayan aconsejado, corresponde que el juez dicte resolución ordenando la subasta, disponiendo la designación de martiliero en los términos del art. 563 (supra n° 428) y determinando la base (CPN, art. 577), salvo que, no mediando acuerdo de partes sobre ésta, en el expediente no figuren constan­cias sobre la valuación fiscal o ella no exista, en cuya hipótesis la resolución debe diferirse hasta tanto se acredite dicha valuación o se apruebe la tasación a la cual se hizo referencia en la letra precedente.

Oportunamente, una vez comunicado el decreto de la subasta a los jueces embargantes e inhibientes y citados los acreedores hipotecarios, corresponde que el juez fije el lugar donde el remate debe realizarse, que será donde tramita la ejecución o el de ubicación del inmueble, según lo resuelva aquél de acuerdo con lo que resulte más conveniente. Deberá establecerse también (a propuesta del martiliero) el día y la hora del remate, que no pueden ser alterados salvo au­torización del juez o acuerdo de partes expresado por escrito (norma citada).

En la misma resolución debe el juez precisar la propaganda adicional que haya sido objeto de autorización (id.).

d) Decretada la subasta debe comunicarse a los jueces embargantes e in­hibientes y citarse a los acreedores hipotecarios para que presenten sus títulos, pudiendo los de grado preferente, dentro del mismo plazo, solicitar el aumento de la base hasta cubrir el importe de sus créditos (CPN, art. 575).

Los acreedores embargantes e inhibientes deben ser notificados por cé­dula, en el domicilio que hubiesen constituido en el juicio en el cual obtuvieron tales medidas, por disposición del juez que entiende en ese juicio. En la misma forma corresponde notificar a los acreedores hipotecarios, aunque en su domi-

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CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE 743

cilio real y no en el constituido en la escritura hipotecaria, ya que éste sólo tiene efectos entre las partes; pero respecto de los que hubiesen promovido ejecuciones, la notificación debe practicarse en el domicilio procesal constituido en éstas.

Si bien los acreedores embargantes pueden controlar el procedimiento y el acto de la subasta, no se hallan facultados para solicitar el aumento de la base, debiendo limitar su actuación a la posibilidad de hacer valer su derecho preferente en la etapa de distribución de fondos. En cuanto a los acreedores in­hibientes, a pesar de que carecen de preferencia, su notificación se justifica frente a la posibilidad de que, desinteresados el ejecutante y los acreedores pre­ferentes o privilegiados, el remate arroje un saldo sobre el cual estén aquéllos en condiciones de ejercer sus derechos.

La legitimación de los acreedores hipotecarios, cuya citación responde a lo prescripto en el art. 3196Cód. Civ., se halla circunscripta a la defensa de sus créditos antes y con posterioridad a la subasta, razón por la cual están habilitados no sólo para requerir el aumento de la base hasta cubrir el importe de aquéllos, sino también para solicitar que se intime al comprador el depósito del precio e intervenir en la liquidación de éste, pudiendo incluso apelar las regulaciones de honorarios practicadas en favor de los profesionales que actúan por el ejecutante.

e) En razón de que el adjudicatario no sólo adquiere derechos y contrae obligaciones, sino que además se incorpora al proceso como parte incidental, el art. 579 CPN prescribe que el martiliero debe requerir a aquél la constitución de domicilio en el lugar que corresponda al asiento del juzgado, y que si no se lo constituye en el acto de la subasta o no lo denuncia-oportunamente, cabe aplicar la norma del art. 41 en lo pertinente.

f) Dentro de los cinco días de la aprobación del remate —que es el acto en cuya virtud el juez verifica el cumplimiento de los requisitos que condicio­nan la validez de la venta—, el comprador debe depositar el importe del precio que corresponda abonar al contado, en el banco de depósitos judiciales, y si no lo hace en esa oportunidad ni invoca motivos fundados para obtener la suspen­sión del plazo, corresponde que se ordene una nueva subasta en los términos del art. 584 (CPN, art. 580, párr. Io).

En un fallo plenario, sin embargo, prevaleció la solución de que procede que el comprador en remate judicial que ha sido remiso en depositar el saldo del precio puede hacerlo en tanto no se haya decretado una nueva subasta (CNCiv., en pleno. L.L. 136-802), doctrina que debe reputarse aceptable porque deja a salvo la responsabilidad por el daño moratorio que el pago tardío puede ocasionar al acreedor y encuentra apoyo en razones de orden práctico y de eco­nomía procesal.

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La suspensión del plazo para abonar el saldo del precio sólo puede ser concedida cuando medien circunstancias totalmente ajenas a la conducta del adquirente y en situaciones que no puedan ser superadas por la sola indisponi-bilidad de los fondos (norma citada, párr. 2o). Esto último ocurriría, v.gr., si ha­biéndose fijado como condición de venta la entrega del inmueble libre de ocu­pantes, se comprueba la ocupación de éste por terceros que alegan derechos a la posesión y la entrega del bien al comprador carece de toda posibilidad de con­cretarse en un plazo razonable.

El ejecutante y el ejecutado están legitimados para requerir el cumpli­miento de las obligaciones del comprador (norma citada, párr. 3o).

g) Como arbitrio tendiente a preservar el cumplimiento del deber de lealtad y buena fe, dispone el art. 581 CPN que "al adjudicatario que planteare cuestiones manifiestamente improcedentes que demoraren el pago del saldo del precio, se le impondrá una multa que podrá ser del cinco por ciento al diez por ciento del precio obtenido en el remate".

h) A pesar de que el art. 586 CPN, en concordancia con lo dispuesto en el art. 1184 Cód. Civ., no supedita el perfeccionamiento de la venta judicial al otorgamiento de escritura pública, siempre se consideró que, por razones prácticas atinentes al tráfico inmobiliario, pago de impuestos y cancelación de gravámenes, es incuestionable el derecho del comprador de exigir dicho otorgamiento, así como el de oponerse a que se disponga del precio mientras no tenga lugar ese acto.

En esa inteligencia prescribe el art. 582 CPN que el comprador que hu­biere realizado el depósito del importe del precio podrá requerir su indisponibi-lidad hasta tanto se le otorgue la escritura, o se inscriba el bien a su nombre si prescindiere de aquélla, salvo cuando la demora en la realización de estos trá­mites le fuera imputable. La indisponibilidad no regirá respecto de los gastos de escrituración y pago de impuestos.

La indisponibilidad tampoco debe regir frente a la necesidad de pagar los gastos del remate en el caso de que no hubiesen alcanzado a cubrirse con el de­pósito de la seña.

i) La venta judicial sólo queda perfeccionada una vez aprobado el remate, pagado el precio o la parte que corresponda si se han otorgado facilidades y luego de realizada la tradición del inmueble a favor del comprador (CPN, art. 586).

La posesión del inmueble adquirido en subasta debe ser conferida judi­cialmente, no pudiendo suplirse esa entrega por la efectiva ocupación del in­mueble por parte del comprador.

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CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE 745

j) "La escritura de protocolización de las actuaciones —prescribe el art. 587 CPN—, será extendida por escribano sin que sea necesaria la comparecen­cia del ejecutado. El adquirente que solicita la escrituración toma a su cargo la realización de las diligencias tendientes a ella, pero no está obligado a soportar los gastos que corresponden a la otra parte".

Dado que la consolidación del dominio en cabeza del adquirente se halla reglada por el art. 586 CPN, que concuerda con lo prescripto en el art. 1184 Cód. Civ., el otorgamiento de la escritura de protocolización a que alude la nor­ma transcripta es facultativa para aquél, quien por lo demás puede optar por la inscripción de un testimonio de las pertinentes actuaciones de la ejecución, tal como lo admitía la práctica judicial vigente con anterioridad a la promulgación del CPN (arg. del art. 582).

k) Los embargos e inhibiciones deben levantarse al solo efecto de escri­turar, con citación de los jueces que los decretaron. Una vez escriturado el bien, sin otro trámite, esas medidas deben levantarse definitivamente, si fuere proceden­te, con la presentación del testimonio para la inscripción en el registro de la propie­dad, quedando los embargos transferidos al importe del precio (CPN, art. 588).

Las comunicaciones a otros jueces son innecesarias si los acreedores com­parecieron a la ejecución con motivo de la citación practicada conforme al art. 575, en cuya hipótesis la resolución que dispone el levantamiento de las medidas debe serles notificada por cédula en el domicilio que hubiesen constituido.

Cabe añadir que la subrogación real prevista en el párrafo final del art. 588 debe considerarse extensiva a las hipotecas que gravan el inmueble subas­tado, de modo que practicada la citación del art. 575 procede la cancelación de aquéllas, salvo en el caso de haberse convenido que el comprador se haría cargo del gravamen.

1) Con respecto a la desocupación del inmueble subastado, el CPN dis­tingue entre la oportunidad en que procede requerirla y el trámite a observar para obtenerla.

En relación con la oportunidad, prescribe el art. 589, párr. Io, que "no proce­derá el desahucio de los ocupantes del inmueble subastado hasta tanto no se hubie­ra pagado el saldo del precio y hecho la tradición". Esta norma, empero, no se opo­ne a la posibilidad de que, si con anterioridad al remate resulta acreditada la existencia de ocupantes, se forme incidente al solo efecto de determinar su situa­ción y si permanecerán o no en la ocupación con posterioridad a la subasta, a fin de que en los edictos se anoticie debidamente acerca de tales circunstancias.

Con referencia al trámite a seguir para obtener el desahucio de los ocu­pantes, dispone el párr. 2o de la norma citada que "las cuestiones que se susci-

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taren con motivo de la desocupación del inmueble se sustanciarán por el trámi­te de los incidentes, cuando la ilegitimidad de la ocupación apareciera mani­fiesta, o no requiriere la dilucidación de controversias que por su naturaleza y complejidad deban, a criterio del juez, ser sometidas a otra clase de proceso".

Esta norma es inaplicable si quien ocupa el inmueble es el ejecutado, por cuanto teniendo éste el deber de entregar la cosa libre de toda otra posesión (Cód. Civ., art. 1409), sólo corresponde acordarle un plazo para desocuparla bajo apercibimiento de lanzamiento.

m) Si por culpa del postor cuya oferta fue aceptada como definitiva en el acto del remate la venta no se formaliza, debe ordenarse una nueva subasta. Di­cho postor será responsable de la disminución real del precio que se obtenga en el nuevo remate, de los intereses acrecidos, de los gastos ocasionados y de las cos­tas causadas con ese motivo. El cobro del importe que resulte, previa liquidación, debe tramitar por el procedimiento de ejecución de sentencia, quedando embar­gada a ese efecto la suma que el postor hubiere entregado (CPN, art. 584).

La responsabilidad del postor remiso comprende, en primer lugar, el im­porte correspondiente a la disminución real del precio obtenido en el segundo remate, lo cual excluye la posibilidad de computar valores meramente nomina­les que sólo se hallan determinados por factores monetarios y no traducen las modificaciones experimentadas en el mercado inmobiliario. En segundo lugar, los "intereses acrecidos" deben liquidarse sobre la totalidad del precio de com­pra, y los gastos y costas, finalmente, son los que corresponden al remate que no llegó a realizarse a raíz de la conducta culposa del postor remiso.

n) Si fracasa el remate por falta de postores, debe disponerse otro, redu­ciendo la base en un veinticinco por ciento, y si tampoco existen postores, co­rresponde ordenar la venta sin limitación de precio (art. 585).

En virtud de que esta norma sólo compromete intereses particulares, se ha resuelto que no media impedimento para que, a pedido del ejecutante, se or­dene un segundo remate con la base reducida en un veinticinco por ciento y también que en la misma resolución, para el supuesto de que éste fracase, se de­crete una nueva subasta sin base para efectuarse en el mismo día y transcurrida media hora desde aquél, pues de ese modo se evitan gastos inútiles (CNCiv., D, ED., 45-644).

o) El CPN en su versión originaria, adhiriendo parcialmente a la opi­nión de MÁXIMO CASTRO y a las conclusiones de diversos precedentes judiciales, instituyó el denominado "sobreseimiento del juicio ejecutivo", caracterizándo­lo como la posibilidad conferida al ejecutado para liberar los bienes ya subas-

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CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE 747

tados mediante el depósito del importe del capital, intereses y costas y de una indemnización a favor del comprador, siempre que dicho depósito se efectúe antes de que aquél haya cancelado el saldo del precio, o sea la parte de éste que corresponde abonar al contado.

La ley 22.434 mantuvo la institución, reglamentándola con mayor ampli­tud y en forma acorde con las conclusiones de la jurisprudencia predominante con anterioridad a su promulgación.

Al respecto dispone el art. 583, párrs. 1 ° y 2o CPN, de conformidad con la versión resultante de la citada ley, que "el ejecutado sólo podrá liberar los bie­nes depositando el importe del capital y de lo presupuestado en concepto de in­tereses y costas, sin perjuicio de la liquidación que ulteriormente correspondie­re; asimismo, una suma a favor del comprador, integrada por la comisión del martiliero, sellado de boleto y el equivalente a una vez y media del monto de la seña. Los importes deberán ser satisfechos aunque el martiliero hubiere des­contado los gastos del remate de la cantidad correspondiente a seña". De esta norma surge, y lo reafirma luego su párrafo cuarto, que el depósito no se halla supeditado a una liquidación previa. Si practicada ésta, arroja diferencia en me­nos, el ejecutado debe completar el depósito dentro del plazo que le fije el juez; si, en cambio, media exceso en el depósito, el remanente puede ser retirado por el deudor.

"La indemnización establecida sobre la base del valor de la seña es sin perjuicio de otras que pudieren corresponder en concepto de responsabilidad civil" (norma citada, párr. 3o), debiendo tenerse ésta por configurada si se com­prueba que medió dolo, culpa o negligencia en los términos del Cód. Civ., arts. 1067, 1 109 y concordantes.

"La simple promesa de pago —dice el párr. 4o del art. 583— no autoriza a pedir el sobreseimiento; tampoco podrá supeditarse el pago a la exigencia de una liquidación previa". Las conductas excluidas por la norma sólo generan, como es obvio, indeseables efectos dilatorios y son susceptibles de provocar in­cidentes incompatibles con la celeridad que debe caracterizar a esta modalidad excepcional de conclusión del juicio ejecutivo.

Agregad párr. 5o del art. 583 que "el ejecutado no podrá requerir el sobresei­miento si el comprador hubiese depositado en pago el saldo del precio dentro de los plazos a que se refiere el art. 580, o antes. Por saldo de precio se entiende el que debe abonarse al contado". Esta disposición aventa toda duda sobre el límite tem­poral a que se halla supeditado el sobreseimiento, pues cancela la facultad de soli­citarlo si el comprador depositó el saldo del precio dentro del plazo previsto en el art. 580 o antes, es decir, con anterioridad a la aprobación del remate.

"La facultad de solicitar el sobreseimiento —dispone el párr. 6o del art. 583—, sólo podrá ser ejercida por el ejecutado o, en su caso, sus herederos',

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748 JUICIO EJECUTIVO

con lo que, implícitamente, resulta descartada la legitimación de los terceros que pretenden subrogarse en los derechos del deudor.

Prescribe el párr. 7o del art. 583, que "si el adquirente fuere el acreedor autorizado a compensar, el ejecutado podrá requerir el sobreseimiento antes de que se tenga por oblado o compensado el precio de venta con el crédito del ad­quirente", consagrando un criterio que guarda, como se advierte, sustancial coincidencia con el adoptado por el párr. 5o.

El párrafo final del art. 583 dispone que "en las cuestiones que se plantea­ren acerca de la suficiencia del pago realizado por el ejecutado, el comprador sólo es parte en lo que se refiere a las sumas que podrían corresponderle de con­formidad con lo establecido en el párrafo primero". Debe empero entenderse que no cabría desconocer la legitimación del comprador para debatir la cues­tión atinente a la admisibilidad del sobreseimiento, en la cual es el principal in­teresado.

432. LIQUIDACIÓN, PAGO, FIANZA Y PREFERENCIAS

a) Dentro de los cinco días contados desde que se pagó el precio (cuan­do se trata de subasta de muebles o de la hipótesis de sobreseimiento) o desde la aprobación del remate (en el caso de subasta de inmuebles), el ejecutante debe presentar la liquidación del capital, intereses y costas, de la que corres­ponde dar traslado al ejecutado (por cinco días, art. 150). Si el ejecutante no presenta oportunamente la liquidación, puede hacerlo el ejecutado, en cuyo caso debe conferirse traslado a aquél. Contestado dicho traslado o vencido el plazo para hacerlo, el juez debe resolver (art. 591, párrs. Io y 2o), correspon­diendo que las eventuales objeciones que ambas partes pueden formular contra las liquidaciones efectuadas por su contraria se ventilen por el trámite de los in­cidentes.

La falta de impugnación no obliga a aprobar la liquidación en cuanto ésta no se ajuste a derecho (norma citada, párr. 3o), de modo'que el juez, de oficio, puede disponer la corrección de aquélla cuando adolece de errores numéricos o contraría principios como los contenidos en el art. 953 y concordantes del Có­digo Civil.

b) "Si el ejecutado lo pidiere —agrega el párr. 4o de la norma citada—, el ejecutante deberá prestar fianza para percibir el capital y sus intereses. Dicha fianza quedará cancelada, sin que se requiera declaración expresa, si el deudor no promoviere el proceso ordinario dentro del plazo de quince días desde que aquélla se constituyó. En este caso se impondrá al ejecutado una multa que no

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CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE 749

podrá exceder del veinticinco por ciento del importe de la fianza, y que será a favor del ejecutante". La suficiencia de la fianza a que alude esta norma queda librada a la apreciación del juez, quien debe computar el hecho de que aquélla comporte garantía idónea para responder, eventualmente, a la restitución de lo percibido por el acreedor, pudiendo ser personal o de un tercero en los términos del art. 1998 Cód. Civ., o consistir en una caución real sobre títulos o bienes muebles o inmuebles.

c) Mientras el ejecutante no esté totalmente desinteresado las sumas de­positadas no pueden aplicarse a otro destino, salvo que se trate de las costas de la ejecución, o del pago de otro acreedor preferente o privilegiado (CPN, art. 590, párr. Io).

Al acordar primacía a las costas de la ejecución, esta norma coincide con la regla del art. 3879, inc. Io Cód. Civ., en cuya virtud tienen privilegio sobre la generalidad de los bienes del deudor, sean muebles o inmuebles, los gastos de justicia hechos en interés común de los acreedores (v.gr. honorarios regulados al letrado y apoderado del ejecutante; erogaciones realizadas por el escribano que intervino en la escritura de protocolización de actuaciones, etc.). Siguen, en orden de prioridad, los créditos hipotecarios (Cód. Civ. arts. 3934 y 3936) y prendarios (decreto-ley 15.348/46, arts. 3o y 43), aunque los primeros ceden frente a los créditos impositivos anteriores a la constitución de la hipoteca y los segundos ante los mencionados en el art. 43 del citado decreto-ley. Si no existen acreedores privilegiados, o éstos han sido desinteresados, desplazan al ejecu­tante los créditos de los acreedores que hubiesen ebtenido el embargo con an­terioridad, en los términos del art. 218. Finalmente, la circunstancia de que el acreedor inhibiente carezca de preferencia, no obsta a que haga valer sus dere­chos sobre el saldo que eventualmente arroje la subasta, una vez desinteresados los acreedores privilegiados y preferentes.

Agrega el párr. 2o del art. 590 que "los gastos causados por el deudor para su defensa no tendrán, en ningún caso, prelación, salvo cuando correspondiere por aplicación de la ley sustancial", lo que ocurre, v.gr., en el caso de la ley 24.522, art. 240.

El defensor de ausentes —dispone, finalmente, el párr. 3o del art. 590— no podrá cobrar honorarios al ejecutado por su intervención, ya que por ser di­cho funcionario integrante del ministerio público y, por lo tanto, retribuido a sueldo por el Estado, carece de derecho apercibir honorarios. Las sumas que en tal concepto le sean reguladas deben incorporarse a los fondos propios del Mi­nisterio Público de la Defensa (ley 24.946, art. 64).

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CAPÍTULO XXXIII

EJECUCIONES ESPECIALES

SUMARIO: I. GENERALIDADES: 433. Concepto.— 434. Clases.— II. EJECUCIÓN HIPO­TECARIA: 435. Concepto y caracteres.— 436. Procedimiento.— 437. Ejecución contra el tercer poseedor.— III. EJECUCIÓN PRENDARIA: 438. Concepto y caracteres.— 439. Título ejecutivo prendario y competencia.— 440. Procedimiento.— 441. Ejecu­ción directa o privada.— 442. Otras situaciones.— 443. Prenda civil.— IV. EJECU­CIÓN COMERCIAL: 444. Procedencia.— 445. Procedimiento.— V. EJECUCIÓN FISCAL: 446. Concepto.— 447. Procedimiento.— VI. PROCESO DE CONOCIMIEN­TO POSTERIOR A LA EJECUCIÓN: 448. Generalidades.— 449. Alcance.

§ /

GENERALIDADES U2

433. CONCEPTO

a) Junto al juicio ejecutivo común, que se ha analizado en el capítulo anterior, las leyes estructuran ejecuciones sujetas a trámites específicos, distintos de los que son propios de aquél, y a las cuales, por ese motivo, cabe calificar de especiales.

b) Sobre la base de los tipos de ejecuciones especiales más frecuentes, puede decirse que los objetivos que primordialmente las justifican consisten en

1 1 2 ARAZI - ROJAS, Código, III, pág. 11; FALCÓN, Código. III, pág 821; FENOCHIETTO-ARAZJ, Código, 3, pág. 97; MORELLO, Juicios sumarios. I, págs. 363, 411 y 424; MORELLO-PASSI LANZA-SOSA-BÉRIZONCE, Códigos. VI-2, pág. 977; PALACIO, Derecho procesal civil, VII, pág. 678; PODETTI, Tratado de las ejecuciones. VII-B, pág. 119.

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752 EJECUCIONES ESPECIALES

fomentar ciertos préstamos con garantías reales y en asegurar la expedita re­caudación de la renta pública proveniente de impuestos, tasas y retribuciones de servicios públicos.

c) Característica común de todos estos juicios es la mayor celeridad que revisten con relación al juicio ejecutivo común. Fundamentalmente, los facto­res que configuran tal característica son, por un lado, la abreviación de las for­mas y la reducción de los actos procesales que los integran y, por otro lado, el limitado número de excepciones que en ellos son admisibles.

434. CLASES

a) El código derogado no contenía una reglamentación autónoma de esta clase de ejecuciones. En cambio la ley 50 reglamentaba, como ejecución especial, el llamado "procedimiento de apremio", que en ciertos casos era tam­bién aplicable a la ejecución de sentencias. Diversas leyes especiales, asimis­mo, preveían el procedimiento de apremio para el cobro de los créditos a que ellas se referían, remitiéndose, algunas, a las normas contenidas en la ley 50 y estableciendo, otras, modalidades específicas.

b) También reviste carácter especial la ejecución de prenda con registro, reglamentada por el decreto-ley 15.348 del 28 de mayo de 1946, ratificado por la ley 12.962, que se examinará más adelante. En cambio no cabe considerar como ejecución especial, en sentido estricto, a la que tiene por objeto el cobro de facturas conformadas, pues la única diferencia que la separaba del juicio eje­cutivo común consistía en la limitación de excepciones impuestas por el art. 15 del decreto-ley 6601/63 y este ordenamiento, asimismo, fue derogado por la ley 24.064.

c) El CPN dedica el Título III del Libro III a las ejecuciones especiales, las que están reguladas en dos capítulos.

Con el carácter de disposiciones generales establece, en primer término, que los títulos que autorizan esta clase de ejecuciones son únicamente aquellos que se mencionan expresamente en el código o en otras leyes (CPN, art. 595). En segundo lugar, prescribe el art. 596 que en ellas se observará el procedi­miento establecido para el juicio ejecutivo, con las siguientes modificaciones: Io) Sólo procederán las excepciones previstas para cada tipo de ejecución o en la ley que crea el título, y 2o) Sólo se admitirá prueba que deba rendirse fuera de la circunscripción territorial del juzgado cuando el juez, de acuerdo con las cir-

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EJECUCIÓN HIPOTECARIA 753

cunstancias, lo considere imprescindible, en cuyo caso fijará el plazo dentro del cual deba producirse.

El CPN contempla, como ejecuciones especiales, la hipotecaria, la pren­daria, la comercial y la fiscal. Con respecto a la ejecución de prenda con regis­tro, sin embargo, debe tenerse en cuenta que, pese a la aparente generalidad del art. 596 CPN, el procedimiento aplicable a aquélla es el establecido en la ley 12.962, con la variante que en materia de excepciones admisibles ha introduci­do el art. 600 CPN. Tal conclusión se funda, esencialmente, en que este último excluye en principio de su reglamentación a los títulos ejecutivos que se hallan sujetos a un procedimiento especial (art. 523, inc. 7o), en la circunstancia de que las normas procesales contenidas en la ley de prenda no han sido objeto de expresa derogación, y en la referencia que a dichas normas se hace en el art. 601,párr.2°.

Cada una de las mencionadas ejecuciones se analizará a continuación.

§ //

EJECUCIÓN HIPOTECARIA ui

435. CONCEPTO Y CARACTERES

a) Los arts. 3162 y siguientes Cód civ. prevén expresamente la vía del proceso de ejecución para hacer efectivo el cumplimiento de las obligaciones garantizadas con derecho real de hipoteca, y acuerda la respectiva pretensión contra el deudor, el tercer poseedor o la persona que dio la garantía.

b) Como se señaló más arriba, el código derogado no estructuraba un procedimiento especial destinado al cobro judicial de esa clase de obligacio­nes, razón por la cual la ejecución hipotecaria se sustanciaba de conformidad con las reglas establecidas para el juicio ejecutivo. El CPN, por el contrario, si­guiendo un criterio análogo al adoptado por algunos códigos provinciales (Cór­doba, Santa Fe, Mendoza, etc.), la incluye entre las ejecuciones especiales.

113 COLOMBU. Código, IV. pág 280; Dr. LA COLINA, Derecho y legislación procesal, II, pág. 343; FALCÓN. Código, III, pág. 825; FKNOCHIETTO-ARAZI, Código. 3, pág. 597; MOREH.O, El juicio hipotecario en el Código Procesal de Buenos Aires; las excepciones de falta de acción, pago y cosa juzgada, en J.A, 1962-111-488; Juicios sumarios, 1, pág. 363; MORELÍ.O-SOSA-BERIZONCE, Códigos. VI-2, pás. 980; PALACIO. Derecho procesal civil, VII. pág. 684; PODETTI. tratado de las ejecuciones, VII-B, pág. 151.

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754 EJECUCIONES ESPECIALES

436. PROCEDIMIENTO

a) Dispone el art. 597 CPN que además de las excepciones autorizadas por los incs. Io, 2o, 3o, 4o y 9o del art. 544, y en el art. 545 (o sea las de incom­petencia, falta de personería, litispendencia, falsedad e inhabilidad de título y cosa juzgada), el deudor puede oponer únicamente las de prescripción, pago to­tal o parcial, quita, espera y remisión. Es decir que son inadmisibles las de com­pensación, novación, transacción, conciliación y compromiso, las cuales, en consecuencia, sólo pueden articularse en el proceso de conocimiento previsto en el art. 553 CPN.

El art. 597 establece también que el pago total o parcial, la quita, la espera y la remisión sólo pueden probarse por instrumentos públicos o privados o ac­tuaciones judiciales que deben ser presentadas en sus originales, o testimonia­das, en oportunidad de deducirse, aunque si ello resulta imposible es aplicable lo dispuesto en el art. 333, párr. 2o CPN. Finalmente, el mismo precepto dispo­ne que dentro del plazo fijado para plantear las excepciones se puede invocar también la caducidad de la inscripción hipotecaria, con los efectos que determi­na el Cód. Civ. Del texto de los arts. 3135, 3149, 3151 y 3197 de dicho código, sin embargo, se infiere que la falta de inscripción o de reinscripción de la hipo­teca sólo tiene consecuencias respecto de terceros y no afecta al correspondien­te derecho real, que entre las partes se perfecciona y conserva validez en tanto subsista la obligación garantizada, sin perjuicio de que, perdido el privilegio del ejecutante, otros acreedores que tengan registradas hipotecas sobre el mis­mo inmueble, aun con posterioridad a aquella cuya inscripción caducó, hagan valer su derecho de preferencia sobre el precio obtenido en la subasta.

b) La ley 24.441 introdujo al art. 598 CPN diversas modificaciones que si bien aparecen destinadas a simplificar al trámite de la ejecución hipotecaria a partir del dictado de la sentencia de remate entrañan, en importante medida, como se verá, una ostensible incongruencia con normas no derogadas que rigen dicha ejecución, al par que acuerdan al ejecutante facultades susceptibles de afectar derechos de terceros y de otros eventuales acreedores.

De acuerdo con el mencionado art. 598 en su actual versión, dictada la sentencia de remate el juez debe ordenar la verificación del estado físico y de ocupación del inmueble, y designar a tal fin al escribano propuesto por el acree­dor. Si de tal diligencia resulta que el inmueble se encuentra ocupado, debe in­timarse su desocupación en el plazo de diez días bajo apercibimiento de lanza­miento, y no verificada aquélla en ese plazo, con intervención del referido notario y auxilio de la fuerza pública debe procederse (salvo que se acredite la existencia de contratos de locación con fecha cierta anterior a la constitución

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EJECUCIÓN HIPOTECARIA 755

del gravamen) al desahucio y entrega de tenencia al acreedor hasta la aproba­ción del remate (inc. Io).

El acreedor está facultado no sólo para solicitar directamente al Registro de la Propiedad un informe sobre el estado y gravámenes que afecten al inmue­ble hipotecado, con indicación del importe de los créditos, sus titulares y domi­cilios, sino también para requerir la liquidación de las deudas existentes en con­cepto de expensas de la propiedad horizontal, bajo apercibimiento que de no contarse con esas liquidaciones en el plazo de diez días hábiles desde la recep­ción del pedido, puede subastarse el bien como si estuviera libre de deudas, sin que los reclamos que pudieren articularse sean aptos para afectar el trámite de la subasta (incs. 2° y 3o).

La venta, conforme a lo prescripto en el actual inc. 4o del art. 598, queda perfeccionada una vez pagado el precio estipulado y realizada la tradición a fa­vor del comprador, pudiendo el pago realizarse directamente al acreedor quien debe depositar judicialmente el remanente (es decir el eventual importe que ex­ceda el monto de lo que corresponde percibir al ejecutante y demás acreedores de acuerdo con las liquidaciones practicadas, de modo que viene a erigirse al primero en una suerte de distribuidor extrajudicial y supuestamente ecuánime de fondos que no le pertenecen). Asimismo, de acuerdo con el mismo inciso, en el caso de que el acreedor ostente la tenencia del inmueble subastado, puede transmitirla directamente al comprador, pero en el supuesto contrario y no ha­biendo mediado la desposesión a que alude el inc. Io, debe ser entregado con in­tervención del juez. En cuanto a la escritura de protocolización de las actuacio­nes la norma examinada reitera, innecesariamente, Ta contenida en el art. 587 CPN (sitpra, n°431,j]).

Agrega el nuevo art. 598 CPN, inc. 5o, que ni el deudor ni el tercer posee­dor pueden interponer incidente ni recurso alguno, salvo las defensas del art. 64 en la oportunidad del art. 54 (de la ley 24.441), sin perjuicio de que el deudor pueda ejercitar, en juicio sumarísimo posterior, los derechos que tenga que re­clamar al acreedor, y que si existiera peligro de desprotección de alguno de los interesados debe notificarse al defensor oficial para que asuma el control del proceso de ejecución de la garantía.

Aunque el plazo del art. 54 pareciera ser el de cinco días correspondiente al traslado que el juez debe conferir del pedido del acreedor en el sentido de que se ordene verificar el estado físico y de ocupación del inmueble hipotecado, la propia índole de las defensas enumeradas en el art. 64 (inexistencia de mora, falta de intimación de pago, ausencia de pacto sobre la vía elegida y existencia de vicios graves en la publicidad) carecen de toda posibilidad de oponerse en el plazo previsto en el mencionado art. 54, ya que las tres primeras obstarían, como excepciones procedentes, al pronunciamiento de la sentencia, y la última

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756 EJECUCIONES ESPECIALES

—que debe hacerse valer por vía de incidente— conduce a la disposición de una nueva publicidad.

Prescribe asimismo el art. 598, inc. 6o CPN, que una vez realizada la su­basta y cancelado el crédito ejecutado, el deudor puede impugnar por vía judi­cial la liquidación practicada por el acreedor y el incumplimiento de los recau­dos establecidos en dicha norma por parte del ejecutante, añadiendo que en todos los casos el segundo debe indemnizar los perjuicios ocasionados, sin per­juicio de las sanciones penales y administrativas de que se haga pasible.

Pero más allá de que no resulta coherente la impugnación de la liquida­ción una vez cancelado el crédito, parece claro que, en el ámbito civil, la causa de la pretensión resarcitoria que la misma norma contempla se halla constitui­da, precisamente, por los hechos configurativos del incumplimiento, por parte del acreedor, de los recaudos previstos en el art. 598 CPN.

Dispone, por último, el art. 598, inc. 7o CPN, que en la ejecución hipote­caria no procede la compra en comisión ni la indisponibilidad de los fondos de la subasta, lo cual excluye, en dicho proceso, la aplicación de los arts. 571 y 582 de aquel ordenamiento.

437. EJECUCIÓN CONTRA EL TERCER POSEEDOR

a) Dice el art. 3162 CPN que "si el deudor enajena, sea por título oneroso o lucrativo, el todo o una parte de la cosa o una desmembración de ella, que por sí sea susceptible de hipoteca, el acreedor podrá perseguirla en poder del adquiren-te, y pedir su ejecución y venta como podría hacerlo contra el deudor".

La aplicación de esta norma supone que el inmueble ha salido del patri­monio del deudor mediante la correspondiente escritura pública, tradición e inscripción en el Registro de la Propiedad. En consecuencia, sólo reviste el ca­rácter de tercer poseedor contra quien puede dirigirse la ejecución, el propieta­rio del inmueble hipotecario, no siéndolo, por ejemplo, quien sólo tiene a su fa­vor una promesa de venta.

b) Para poder llevar a cabo la ejecución contra el tercer poseedor cons­tituye requisito previo, según el art. 3163 Cód. Civ., que el acreedor intime al deudor el pago del capital y de los intereses exigibles, en el plazo de tercero día. No verificado el pago por el deudor, cualquiera que fuese la excusa que alegare, puede recurrirse al tercer poseedor, exigiéndole el pago de la deuda o el abandono del inmueble hipotecado. Si el tercer poseedor rehusa pagar la deuda hipotecaria y abandonar el inmueble, el acreedor no tiene otro derecho que perseguir la venta del inmueble (Cód. Civ., art. 3165). Pero aquél es admitido a excepcionar la ejecución

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EJECUCIÓN PRENDARIA 757

del inmueble alegando la no existencia, o la extinción del derecho hipotecario, como la nulidad de la toma de razón o la inexigibilidad de la deuda (Cód. Civ., art. 3166), y la jurisprudencia tiene decidido que, aparte de tales excepciones, el tercer poseedor se halla habilitado para oponer al progreso de la ejecución to­das las previstas en las leyes procesales con respecto a la ejecución hipotecaria, particularmente las que tienden a denunciar la inexistencia de los requisitos ex­trínsecos de la pretensión ejecutiva (incompetencia, falta de personería, litispen-dencia y cosa juzgada) y la invalidez del proceso (nulidad de la ejecución).

La jurisprudencia, asimismo, ha resuelto que a los efectos de plantear las excepciones es innecesario que el tercer poseedor sea citado de remate, pues re­sulta suficiente la que se efectúa respecto del deudor de la obligación, y que la oportunidad con que aquél cuenta para excepcionarse es la que le brinda la in­timación cumplida en los términos del Cód. Civ., art. 3166.

c) El CPN prevé expresamente el caso del tercer poseedor y, en conso­nancia con los mencionados preceptos del Cód. Civ. prescribe: "Si del informe o de la denuncia a que se refiere el artículo anterior (aunque tal denuncia no se halla prevista en el actual art. 598 CPN) resultare que el deudor transfirió el in­mueble hipotecado, dictada la sentencia de remate contra aquél, se intimará al tercer poseedor para que dentro del plazo de cinco días pague la deuda o haga abandono del inmueble, bajo apercibimiento de que la ejecución se seguirá también contra él. En este último supuesto, se observarán las reglas estableci­das en los arts. 3165 y siguientes del Cód. Civ." (CPN, art. 599).

§ ///

EJECUCIÓN PRENDARIA " 4

438. CONCEPTO Y CARACTERES

a) El decreto-ley 15.348, del 28 de mayo de 1946, ratificado por la ley 12.962, no sólo reglamenta los requisitos y efectos del derecho real y del con­trato de prenda con registro, sino que además contempla una ejecución especial destinada al cobro de los créditos prendarios (arts. 26 y sigs.). Prevé, asimismo,

114 ALSINA, Tratado, V. pág. 383: CÁMARA. Prenda con registro o hipoteca mobiliario: COLOMBO, Código. IV. pág. 323; FALCÓN. Código. 11!. pág. 832; MORELI.O, Manual, pág. 71; Juicios sumarios. II. pág. 424; MORELLO-PASSI LANZA-SOSA-BERIZONCE. Códigos. VI-2, pág. 1081: PALACIO. Derecho procesal civil, VII. páa. 713; PODETTI. Tratado de las ejecuciones. VIl-B. pás. 189.

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758 EJECUCIONES ESPECIALES

una ejecución extrajudicial o privada para los casos en que el acreedor sea el Estado o una institución bancaria o financiera (art. 39).

b) La ejecución prendaria difiere, en diversos aspectos, del juicio ejecu­tivo común. Ellos, fundamentalmente, son los siguientes: 1°) La intimación de pago no constituye diligencia esencial; 2o) El número de excepciones admisi­bles es más reducido; 3o) No cabe, como regla, la apertura de un período proba­torio; 4o) En la sentencia que manda llevar adelante la ejecución se ordena también la venta de los bienes prendados; 5°) Es más breve el plazo para apelar de esa sentencia, y el recurso se acuerda en el efecto devolutivo aunque el acreedor no otorgue fianza; 6o) El cumplimiento de la sentencia de venta se ha­lla sujeto a trámites más expeditivos.

439. TÍTULO EJECUTIVO PRENDARIO Y COMPETENCIA

a) "El certificado de prenda —dispone el art. 26 de la ley— da acción ejecutiva para cobrar el crédito, intereses, gastos y costas. La acción ejecutiva y la venta de los bienes se tramitarán por procedimiento sumarísimo, verbal y ac­tuado. No se requiere protesto previo ni reconocimiento de la firma del certifi­cado ni de las convenciones anexas".

No obstante lo dispuesto por esta norma, la ejecución prendaria es, en la práctica, un procedimiento escrito. La forma verbal y actuada no se concilia con la costumbre judicial vigente, y tampoco resultaría conveniente como modo de obtener mayor celeridad en el proceso, pues por el contrario, como ob­serva PODETTI, ella recargaría inútilmente el trabajo de los empleados judicia­les, a quienes se obligaría, en desmedro de otras tareas, a transcribir las exposi­ciones verbales de las partes.

La norma transcripta excluye, asimismo, la necesidad del protesto o la ci­tación del deudor para el reconocimiento de la firma, pues el hecho de la ins­cripción del contrato en el Registro de la ley 12.962 (arts. 17 y sigs.), le acuerda a aquél el carácter de instrumento público.

b) Tiene competencia para conocer en el juicio el juez de comercio del lugar convenido para el pago del crédito, o del lugar en que. según el contrato, se encontraban o se encuentran situados los bienes o del lugar del domicilio del deudor, a opción del ejecutante (art. 28).

El art. 33 de la ley dispone que "en caso de muerte, incapacidad, ausencia o concurso del deudor, la acción se iniciará o continuará ante la jurisdicción es­tablecida en el art. 28, con los respectivos representantes legales. Si éstos no se

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EJECUCIÓN PRENDARIA 759

presentaren en juicio después de ocho días de citados personalmente o por edic­tos, si no se conociera su existencia o domicilio, el trámite se seguirá con inter­vención del defensor de ausentes". Pero si bien el juicio sucesorio del deudor no ejerce fuero de atracción sobre la ejecución prendaria, de acuerdo con lo prescripto en el art. 132 de la ley 24.522 —que ha venido a derogar parcialmen­te a la disposición citada—, la declaración de quiebra del deudor atrae al proce­so universal las ejecuciones prendarias promovidas contra aquél, hallándose previsto en los arts. 126 y 209 de dicha ley el trámite a seguir en el caso.

440. PROCEDIMIENTO

a) "Presentada la demanda con el certificado, se despachará manda­miento de embargo y ejecución como en el juicio ejecutivo; el embargo se notificará al encargado del Registro y las oficinas que perciban patentes o ejer­citen control sobre los bienes prendados. La intimación de pago no es diligen­cia esencial. En el mismo decreto en que se dictan las medidas anteriores, se citará de remate al deudor, notificándole que si no opone excepción legítima en el término de tres días perentorios, se llevará adelante la ejecución y se ordena­rá la venta de la prenda" (art. 29).

Cuando el crédito prendario se encuentra fraccionado en cuotas docu­mentadas en pagarés, éstos, que deben hallarse inscriptos en el Registro (art. 10 del decreto reglamentario), integran el título ejecutivo prendario y deben acompañarse al deducirse la demanda. De lo eontKario el título es inhábil.

En la providencia inicial de la ejecución el juez debe, además, ordenar el secuestro de los bienes.

b) El art. 30 de la ley establece que las únicas excepciones admisibles son las siguientes: 1°) Incompetencia de jurisdicción; 2°) Falta de personería en el demandante, en el demandado o en su representante; 3o) Renuncia del crédito o del privilegio prendario por parte del acreedor; 4o) Pago; 5o) Caducidad de la inscripción; 6o) Nulidad del contrato de prenda.

Con anterioridad a la sanción del CPN, la jurisprudencia había resuelto que en la ejecución prendaria eran también admisibles ciertas excepciones que hacen a la regularidad del proceso y se vinculan con la garantía de la defensa, como las de litispendencia, cosa juzgada y nulidad de la ejecución por viola­ción de las formas sustanciales del procedimiento. El art. 600 admite expresa­mente tales excepciones —a las que la ley 22.434 agregó las de falsedad e inha­bilidad de título y la de pago parcial— y remite, en lo que respecta a las de carácter sustancial, a lo dispuesto por el art. 30 de la ley.

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760 EJECUCIONES ESPECIALES

Las excepciones de incompetencia, falta de personería, litispendencia, falsedad e inhabilidad de título, pago, cosa juzgada y nulidad de la ejecución, equivalen, como es obvio, a las que con el mismo nombre se hallan previstas con respecto al juicio ejecutivo. Corresponde, por lo tanto, remitirse a lo que oportunamente se ha dicho acerca de ellas (supra, n° 420).

La excepción contemplada en el inc. 3o del art. 30 de la ley comprende en primer lugar el caso de que el acreedor, mediante documento público o privado, hace expresa remisión de la deuda o renuncia al privilegio prendario. Asimis­mo, la hipótesis de que el acreedor haya solicitado la cancelación de la inscrip­ción (art. 25 inc. b]) y la de que, notificado aquél de la consignación bancada efectuada por el deudor, manifieste conformidad o no formule observaciones dentro del plazo de 10 días contados desde la notificación y la cancelación, por lo tanto, haya sido hecha (art. 25, inc. c]).

La prevista por el inc. 5o debe fundarse en la caducidad del privilegio del acreedor prendario, que se opera en el plazo de cinco años contados desde que la prenda se ha inscripto (art. 23).

La excepción de nulidad es admisible cuando media la violación de los requisitos esenciales a los que se halla supeditada la validez del contrato pren­dario y su inscripción y debe surgir de las propias constancias del contrato, siendo por lo tanto inadmisible cuando en apoyo de ella se invocan circunstan­cias ajenas a él, como puede ser, por ejemplo, el abuso de la firma en blanco. La excepción procede, en cambio, si la prenda ha sido constituida a favor de una persona distinta de aquélla con quien se celebró la operación garantizada; si en la ejecución promovida por el endosatario se acredita que el endoso no fue ins­cripto en el Registro, como lo exige el art. 24 de la ley, etcétera.

El art. 30 dispone, en su párr. 2o, que las excepciones de incompetencia, caducidad de la inscripción y nulidad del contrato (incs. Io, 5o y 6o), deberán re­sultar del contrato mismo; la de falta de personería (inc. 2o), de las constancias de autos; y las de renuncia del crédito o del privilegio (inc. 3o) y de pago (inc. 4o), de documentos emanados del acreedor y presentados con el escrito en el que se oponen excepciones.

c) La ley se limita a decir (art. 30, párr. 3o), que "el juez resolverá sobre las excepciones dentro del término de tres días, haciendo lugar a ellas y recha­zando la ejecución o desestimándolas y mandando llevar adelante la ejecución, ordenando la venta de los bienes en la forma establecida en el art. 29". Pese a la aparente estrictez del procedimiento previsto por la norma transcripta, PODETTI señala, con razón, que corresponde oir previamente al acreedor, confiriéndole traslado de las excepciones opuestas por el demandado, y que en ciertos su­puestos será necesario, si no precisamente un período de prueba o un plazo para producirla, la realización de algunos trámites para traerla al expediente o darle

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EJECUCIÓN PRENDARIA 761

autenticidad. Tal lo que ocurre, por ejemplo, cuando el acreedor no reconoce los instrumentos acompañados por el deudor al oponer la excepción de pago.

d) La sentencia "será apelable dentro del término de dos días en relación y al solo efecto devolutivo" (art. 30, infine).

Esta disposición debe entenderse en el sentido de que el recurso no pro­cede en el caso de que no se hayan opuesto excepciones, pues la regla estable­cida con respecto al juicio ejecutivo es aplicable en la ejecución prendaria.

e) A diferencia de lo que ocurre en el juicio ejecutivo, en la misma senten­cia que dispone llevar adelante la ejecución prendaria el juez debe ordenar la venta de los bienes. En cuanto a la forma de realizarse la venta, dispone el art. 31; que "la subasta de los bienes se anunciará con diez días de anticipación mediante edicto que se publicará tres veces. Cuando en el contrato no se haya convenido que el acreedor tiene la facultad de proponer a la persona que realizará la subasta, el juez designará para esto a un rematador. Para la designación se preferirá a los que estén domiciliados en el lugar donde se realizará la subasta o en las cerca­nías. La base de la venta será el importe del crédito garantizado con la prenda".

f) Pese a la índole sumaria de este juicio, el deudor tiene derecho a exi­gir fianza al ejecutante a los efectos del eventual juicio de repetición.

441. EJECUCIÓN DIRECTA O PRIVADA

a) "Cuando el acreedor sea el Estado, sus "reparticiones autárquicas, un banco, una entidad financiera autorizada por el Banco Central de la República Argentina o una institución bancaria o financiera de carácter internacional, sin que tales instituciones deban obtener autorización previa alguna ni establecer domicilio en el país —dice el art. 39 de la ley 12.962 (modificado por el decre­to-ley 6810/63 y según texto ordenado por el decreto 897/95)— ante la presen­tación del certificado prendario, el juez ordenará el secuestro de los bienes y su entrega al acreedor, sin que el deudor pueda promover recurso alguno. El acree­dor procederá a la venta de los objetos prendados en la forma prescripta por el art. 585 del Código de Comercio, sin perjuicio de que el deudor pueda ejercitar, en juicio ordinario, los derechos que tenga que reclamar al acreedor. El trámite de la venta extrajudicial preceptuado en este artículo no se suspenderá por em­bargo de los bienes ni por concurso, incapacidad o muerte del deudor".

b) La disposición transcripta acuerda a las instituciones que menciona un privilegio similar al instituido a favor del Banco Hipotecario Nacional, con­sistente en la posibilidad de proceder a la ejecución de los objetos prendados

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762 EJECUCIONES ESPECIALES

con prescindencia de los trámites judiciales que se han analizado, pues la inter­vención de los jueces se limita -A facilitar, mediante la pertinente orden de se­cuestro, la venta de dichos bienes. Pero las entidades favorecidas por este privilegio pueden renunciar a él y optar por el procedimiento judicial.

442. OTRAS SITUACIONES

a) "En la misma ejecución prendaria —expresa el art. 37— se harán los trámites tendientes a cobrar e¡ saldo de la obligación no satisfecho con el precio de la cosa prendada". Sin embargo, esta norma debe entenderse en el sentido de que si bien a los efectos del cobro del saldo son aprovechables para el acreedor los trámites ya cumplidos, la eventual realización de bienes no prendados debe ajustarse a los procedimientos previstos con respecto al juicio ejecutivo común.

b) Con el objeto de evitar posibles abusos de parte del acreedor prenda­rio, el art. 36 establece que "es nula toda convención establecida en el contrato prendario que permita al acreedor apropiarse de la cosa prendada fuera del re­mate judicial oque importe la renuncia del deudora los trámites de la ejecución en caso de falta de pago, salvo lo dispuesto en el art. 39".

c) En este juicio "no se admitirán tercerías de dominio ni de mejor dere­cho", "salvo la del propietario de los objetos prendados en el momento de la constitución, la del comprador de buena fe del art. 41 y del acreedor privilegia­do del art. 42 (que es el correspondiente al acreedor por alquileres de predios rústicos o urbanos), quienes deberán otorgar una caución bastante para que se suspenda el juicio o la entrega de ios fondos" (art. 38). Debe aclararse, sin em­bargo, que según algunos autores (ALSI.NA, ZAVALA RODRÍGUEZ) la tercería acor­dada a! comprador de buena fe ha quedado suprimida con motivo de la reforma impresa al art. 21 del decreto 15.348/56 por la ley 12.962, en virtud de la cual el acreedor prendario tiene derecho a ejercer la pretensión reipersecutoria con­tra aquél. Pero la jurisprudencia, con acierto, se ha inclinado generalmente en sentido contrario, resolviendo que la tercería procede cuando el adquirente so­licitó y obtuvo del registro correspondiente el certificado de libre de prenda o resultó comprador del bien en subasta judicial.

d) Dispone, finalmente, el art. 43 de la ley que "en el caso de venta de los bienes afectados, sea por mutuo convenio o ejecución judicial, su producto será liquidado en el orden y con las preferencias siguientes: Io) Pago de los gastos de justicia y conservación de los bienes prendados, incluso sueldos y salarios de acuerdo con el Código civil. Incluyese en los gastos de conservación el pre­cio de locación necesario para la producción y mantenimiento del objeto pren-

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EJECUCIÓN COMERCIAL 763

dado durante la vigencia de la prenda; 2") Pago de los impuestos fiscales que gravan los bienes dados en prenda; 3o) Pago del arrendamiento del predio si el deudor no fuera propietario del mismo, en los términos del art. 42. Si el arren­damiento se hubiera estipulado en especie, el locador tendrá derecho a que le sea entregado en esa forma; 4o) Pago del capital e intereses adeudados del prés­tamo garantizado; 5o) Pago de los salarios, sueldos y gastos de recolección, tri­lla y desgranado que se adeuden con anterioridad al contrato, siempre que el Código civil le reconozca privilegio".

443. PRENDA CIVIL

a) A diferencia de la prenda comercial, en la que frente a la falta de pago la ley autoriza al acreedor a proceder a la venta de los bienes prendados, pres­cindiendo del trámite judicial (Cód. Com., art. 585), del texto del art. 3224 del Cód. Civ. se infiere que el acreedor prendario sólo puede obtener el remate de las cosas afectadas a la garantía dentro del trámite de la ejecución promovida contra el deudor.

b) Con respecto a la prenda civil dispone el art. 601 CPN que en la res­pectiva ejecución sólo son oponibles las excepciones que se mencionan en el art. 597, primer párrafo, es decir las de incompetencia, falta de personería, litis-pendencia, falsedad e inhabilidad de título, cosa juzgada, nulidad de la ejecu­ción, prescripción, pago total o parcial, quita, espeja y remisión.

Agrega el mismo artículo que, en lo pertinente, son aplicables a la ejecu­ción de la prenda civil las disposiciones que rigen la ejecución hipotecaria y la ejecución de prenda con registro, que fueron examinadas anteriormente.

§ IV

EJECUCIÓN COMERCIAL " 5

444. PROCEDENCIA

El CPN regula la denominada ejecución comercial en los arts. 602 y 603, normas éstas que contemplan el procedimiento a seguir en determinados casos

115 PALACIO. Derecho procesal civil. Vil. pási. 752; PODETTI. Tratado de las ejecuciones, VII-B, pág. 237.

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764 EJECUCIONES ESPECIALES

que con anterioridad a la promulgación de dicho ordenamiento estaban previs­tos en la ley 50 (art. 308).

Dispone el primero de esos preceptos que procede la ejecución comercial para el cobro de: Io) Fletes de los transportes marítimos, terrestres y aéreos acreditados con la póliza de fletamento o conocimiento o carta de porte o docu­mento análogo en su original, y en su caso, el recibo de las mercaderías, a cuyo fin corresponde atenerse a lo dispuesto en los arts. 589 y 590 de la ley 20.094, 167 del Cód. Com. y 119 del Cód. Aeronáutico; 2o) Crédito por las vituallas su­ministradas para la provisión de los buques (o sea el emergente de la venta de las cosas destinadas a la alimentación de los tripulantes del buque y de las per­sonas que éste transporta a raíz de un contrato de pasaje), justificado con las respectivas facturas valoradas, aprobadas por el capitán, consignatario o carga­dor por cuya orden las haya entregado el acreedor.

445. PROCEDIMIENTO

a) En las ejecuciones comerciales debe observarse el procedimiento es­tablecido para el juicio ejecutivo, con la variante que resulta de lo dispuesto en el art. 596, inc. 2o.

b) En materia de excepciones, sólo son admisibles las de incompeten­cia, falta de personería, litispendencia, falsedad e inhabilidad de título, cosa juzgada, nulidad de la ejecución, prescripción, pago, quita, espera y remisión. Las cuatro últimas sólo pueden probarse por instrumentos públicos o privados o actuaciones judiciales, que deben presentarse en sus originales, o testimonia­das (CPN, art 603).

§ V

EJECUCIÓN FISCAL116

446. CONCEPTO

a) El CPN denomina "fiscal" a la ejecución especial que tiene por obje­to el cobro de los impuestos, patentes, tasas, retribuciones de servicios o mejo-

116 ALS1NA, Tratado, V. púg. 413; CALAMANDREI, El procedimiento monitorio; CARAV ANTES,

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EJECUCIÓN FISCAL 765

ras, multas adeudadas a la administración pública, aportes y contribuciones al sistema nacional de previsión social y en general todo crédito adeudado a re­particiones públicas nacionales a los cuales la ley les otorgue fuerza ejecutiva (CPN, art. 604, párr. Io).

b) Con anterioridad a la sanción del CPN, el cobro de esos créditos tra­mitaba por el llamado "procedimiento de apremio" el cual tuvo origen en el proceso monitorio medieval y fue adoptado, aunque con modificaciones que lo apartaban de su primitiva configuración, por las leyes españolas que sirvieron de antecedente a las leyes procesales argentinas. Entre éstas figuraba la ley 50 de procedimiento ante los tribunales federales, ordenamiento que sobre la base de las disposiciones contenidas en la ley de enjuiciamiento mercantil española de 1830 reglamentó, junto al proceso ejecutivo común, un juicio de apremio destinado al cobro de ciertos créditos emergentes de relaciones marítimas (al­gunos de los cuales figuran en el art. 602 CPN, relativo a la ejecución comer­cial), así como a la ejecución de las sentencias de los tribunales o de las arbitrales que hubiesen pasado en autoridad de cosa juzgada y de los laudos de los amigables componedores que fuesen ejecutables, siempre que la eje­cución se iniciara dentro de los tres meses de haber adquirido la sentencia o lau­do fuerza ejecutiva (arts. 308 y 309).

c) Asimismo, numerosas leyes nacionales disponían que los créditos en ellas contemplados (especialmente los derivados de impuestos y multas), debían percibirse judicialmente por la vía del juicio de apremio, remitiendo, algunas, en cuanto al procedimiento aplicable, a las normas de la ley 50. En la actualidad, en cambio, envían al tipo de ejecución reglamentado en los arts. 604 y 605 CPN (v.gr. leyes 1 1.683 [t.o. en 1978] [D.G.I.]; 19.782 [Mu­nicipalidad de la Ciudad de Buenos Aires]; 20.324 [Obras Sanitarias de la Nación]).

d) En cuanto a la forma del título y a su fuerza ejecutiva, el art. 604, párr. 2o CPN remite a lo que en cada caso determine la legislación fiscal.

Tratado, I, pág. 161; COLOMBO, Código. IV. pág. 359; MORELLO, Manual. 111. pág. 81; Juicios sumarios. I. pág. 411: PALACIO. Derecho procesal civil. VII. pág. 757: PODETTI, Tratado de las ejecuciones'. VII-B. pág. 213; SARTORIO, La Ley 50, pág. 697; WITTHAUS, El juicio de apremio, Buenos Aires, 1966.

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766 EJECUCIONES ESPECIALES

447. PROCEDIMIENTO

a) Dispone el art. 605, párr. Io CPN que "la ejecución fiscal tramitará conforme a las reglas que estableciere la ley que específicamente regula la ma­teria impositiva u otro título al que también por ley se haya atribuido fuerza eje­cutiva".

Mientras que algunas leyes tributarias y previsionales remiten, sin más, al trámite de la ejecución fiscal reglamentado por el CPN —que es el establecido en el art. 596 de ese ordenamiento con respecto a todas las ejecuciones especiales—, otras, sin perjuicio de hacer igual remisión, introducen ciertas modificaciones que, sin embargo, no afectan la estructura básica del proceso analizado.

b) El art. 605 CPN agrega, en su segundo párrafo, que "a falta de tales disposiciones o en lo que ellas no previeren procederán las excepciones autori­zadas en los incs. Io, 2o, 3o, y 9o del art. 544 y en el art. 545 (vale decir las de in­competencia, falta de personería, litispendencia, cosa juzgada y nulidad de ejecución) y las de falsedad material o inhabilidad extrínseca del título, falta de legitimación para obrar pasiva en el ejecutado, pago total o parcial, espera y prescripción". Agrega el párrafo final de dicha norma que "las excepciones de pago y espera sólo podrán probarse con documentos".

Este precepto, como se advierte, contempla dos situaciones: que la ley es­pecífica no contenga una enumeración de excepciones, o que, conteniendo tal enumeración, ésta no incluya la totalidad de las previstas en ella.

Frente a la primera situación, es claro que son admisibles todas las excep­ciones que contempla el art. 605. Cuando concurre la segunda situación, en cambio, corresponde formular una distinción fundada en la naturaleza de las excepciones.

Si se trata de aquellas que, como las de incompetencia, falta de persone­ría, litispendencia, cosa juzgada, nulidad de la ejecución, falsedad e inhabilidad de título y falta de legitimación procesal del ejecutado, se hallan referidas a la aptitud del título ejecutivo y a la regularidad del proceso, deben reputarse admi­sibles aun cuando la ley específica no las prevea e incluso las prohiba. Si se tra­ta, en cambio, de aquellas excepciones que hacen a la subsistencia o exigibili-dad actual del crédito, debe privar, por razones de prelación normativa, lo dispuesto en la ley específica.

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PROCESO DE CONOCIMIENTO POSTERIOR A LA EJECUCIÓN 767

§ VI

PROCESO DE CONOCIMIENTO POSTERIOR A LA EJECUCIÓN1'7

448. GENERALIDADES

a) Las sentencias dictadas en los procesos de ejecución no producen, como principio, efectos de cosa juzgada en sentido material, sino meramente formal (supra, n° 407). Ello obedece tanto a la prohibición legal de discutir, en aquéllos, la legitimidad de la causa de la obligación, como a la estrictez con que las leyes procesales regulan los medios probatorios destinados a acreditar las defensas que puede oponer el deudor al progreso de la ejecución. En la misma situación puede encontrarse el acreedor si, v.gr., la ejecución es rechazada por carecer el título presentado de alguno de los requisitos de los cuales depende su fuerza ejecutiva y la deficiencia es insusceptible de ser subsanada por conducto de una medida preparatoria.

De allí que como arbitrio tendiente a neutralizar tales restricciones y de acordara las partes la posibilidad de controvertir con toda amplitud las cuestio­nes excluidas del conocimiento judicial en la ejecución, el art. 553, párr. Io

CPN establece que "cualquiera fuere la sentencia que recaiga en el juicio ejecu­tivo, el ejecutante o el ejecutado podrá promover el ordinario una vez cumpli­das las condenas impuestas en aquélla". Corresponde señalar, sin embargo, que la expresión "juicio ordinario", contenida en esa norjna, debe entenderse como equivalente a "proceso de conocimiento", pues a la eventual pretensión del eje­cutante o del ejecutado puede corresponder el trámite del proceso sumario o su-marísimo de conformidad con el valor que en él se cuestione (CPN, arts. 320, inc. I°y321,inc. Io).

b) Al tratar el juicio ejecutivo se recordó que según el art. 591 CPN aprobada la liquidación en dicho juicio, se hará el pago de su importe, prestan­do fianza el ejecutante, si el ejecutado lo pidiere, a las resultas del juicio de co­nocimiento que puede promover el último. Esta fianza, que debe ser apreciada por el juez (normas citadas y sus remisiones), y cuyo objeto consiste en garan-

117 ACUÑA ANZORENA, Juicio ejecutivo y cosa juzgada, en J.A.. 65-762; Al.SINA. Trinado. V, pág. 372: COLOMBO, Código, IV, pág. 191: FERNÁNDEZ. Juicio ordinario posterior al ejecutivo, en JA., 53-185: GONZÁLEZ. Atilio C, "El allanamiento a la pretensión ejecutiva y juicio posterior", en Estudios de derecho procesal, ed. Ad-Hoc. pág. 91: JOERÉ. Manual. 4. Pág. 69; MORELLO, Manual. 111, pág. 87; PALACIO, Derecho procesal civil. VII. pág. 773; PODETTI. Tratado de las ejecuciones, VJI-A, pág. 415.

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768 EJECUCIONES ESPECIALES

tizar la eventual restitución de lo percibido por el acreedor en el juicio ejecuti­vo, debe cubrir el importe total de la liquidación allí practicada, inclusive los honorarios a cargo del ejecutado, aun cuando estos últimos hubiesen sido per­cibidos directamente por el profesional actuante.

c) También se recordó que, de acuerdo con lo dispuesto por el mismo art. 59 i, dicha fianza queda ipso iure cancelada si, dentro de quince días conta­dos desde que aquélla se constituyó, el deudor no promueve el juicio. El trans­curso de dicho plazo trae aparejada la caducidad de la fianza pero no afecta el derecho del deudor para promover el proceso de conocimiento, el cual puede ser ejercido dentro del correspondiente plazo de prescripción, que es de diez años (Cód. Civ., art. 4023).

d) Por razones de conexidad es competente para conocer del proceso posterior al ejecutivo, el mismo juez que intervino en el último (CPN, art. 6o, inc. 6o).

449. ALCANCE

a) Acerca de esta cuestión existían, con anterioridad a la sanción del CPN, dos tendencias doctrinarias. Una consideraba que el juicio de conoci­miento posterior se hallaba reservado exclusivamente para aquellos supuestos en que el ejecutado, como consecuencia de las restricciones procesales que son propias del juicio ejecutivo, se hubiese visto imposibilitado para invocar las de­fensas que tuviese contra la pretensión del acreedor, o para probarlas con la ne­cesaria amplitud (JOFRÉ, FERNÁNDEZ, ACUÑA ANZORENA, etc.). Otra, por el contrario, entendía que el juicio posterior debía prosperar siempre que el ejecu­tado probase la inexistencia de la obligación que resultare presuntivamente del título que sirvió de base a la ejecución, sea porque las excepciones no eran ad­misibles en el juicio ejecutivo, o porque opuestas, no logró probarlas o porque no quiso oponerlas para hacerlas valer en el juicio de conocimiento. Esta última tendencia fue defendida por ALSINA, quien se fundaba, esencialmente, en el ca­rácter no declarativo de la sentencia de remate, cuyo efecto es meramente pro­cesal y no decide respecto de la relación jurídica sustancial.

b) El primero de los mencionados criterios es el que cuadra considerar correcto. Si bien es exacta la conclusión de ALSINA acerca de la índole de la sen­tencia de remate, no se advierte, sin embargo, cuál puede ser el sentido jurídico valioso de reeditar en el proceso de conocimiento aquellas defensas que han

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PROCESO DE CONOCIMIENTO POSTERIOR A LA EJECUCIÓN 769

sido objeto de alegación y de prueba idónea en el juicio ejecutivo. Sin mengua de un elemental principio de economía procesal, resulta inadmisible, como se­ñala COLOMBO, la existencia de dos juicios contradictorios plenos sobre una misma cuestión. Tampoco resulta conciliable con la seguridad jurídica la posi­bilidad de supeditar el proceso de conocimiento a la voluntad del deudor omiso o negligente.

c) La jurisprudencia, en general, se inclinaba también hacia la primera de las tendencias expuestas. Se decidió, en ese orden de ideas, que el doble jui­cio (ejecutivo y de conocimiento) es admisible cuando se trata de garantizar el derecho de las partes que, por la naturaleza del ejecutivo, se vio restringido en razón de limitaciones o prohibiciones procesales que pudieron afectar la ampli­tud de la defensa y de la prueba; y que cuando ello no ocurre, por consiguiente. lo decidido en el juicio ejecutivo hace cosa juzgada y no puede reeditarse en el juicio posterior.

d) El CPN se ha orientado también en el mismo sentido. El art. 553 es­tablece, en efecto, que podrá hacerse valeren el proceso ordinario (de conoci­miento) toda defensa o excepción que no fuese admisible en el juicio ejecutivo (v.gr., las relativas a la legitimidad o existencia de la causa de la oblig¿ición), pero agrega que no corresponde el nuevo proceso para el ejecutado que no opu­so excepciones, respecto de las que legalmente pudo deducir, ni para el ejecu­tante, en cuanto a las que se allanó, y que no procede discutir nuevamente las cuestiones de hecho debatidas y resueltas en el juicio-ejecutivo, cuya defensa o prueba no tuviere limitaciones establecidas por la ley, ni las interpretaciones le­gales formuladas en la sentencia, ni la validez o nulidad del procedimiento de la ejecución.

e) También es admisible el proceso de conocimiento posterior a la sen­tencia dictada en el procedimiento de ejecución de sentencia. En tal hipótesis juegan también las limitaciones prescriptas en el art. 553, con la variante de que en el respectivo proceso no cabe el planteamiento de ninguna defensa relacio­nada con la existencia o legitimidad del crédito reconocido por la sentencia que fue objeto de la ejecución, pues a ello se opone la autoridad de cosa juzgada de que aquélla goza.

f) Finalmente, cabe señalar que la ley 22.434 introdujo al texto del art. 553 dos párrafos.

El primero dice que "la falta de cumplimiento de las condenas impuestas podrá ser opuesta como excepción de previo y especial pronunciamiento". Esta

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770 EJECUCIONES ESPECIALES

norma, que reconoce como antecedente la disposición contenida en el deroga­do art. 173, inc. 6o del código de Mendoza, guarda estricta coherencia con el párrafo inicial del art. 553 CPN, que eleva a la categoría de requisito de admi­sibilidad de la pretensión de conocimiento ulterior al juicio ejecutivo, el cum­plimiento de las condenas impuestas en éste al ejecutante o al ejecutado (o sea, respectivamente, el pago de las costas o el de la liquidación de capital, intereses y costas aprobada en la ejecución).

Corresponde empero reparar en la circunstancia de que la excepción de que se trata no puede oponerse como de previo y especial pronunciamiento si el proceso tramita de conformidad con las reglas del juicio sumarísimo (art. 498, inc. Io).

El segundo de los referidos párrafos prescribe, finalmente, que el "juicio ordinario promovido mientras se sustancia el ejecutivo no produce la paraliza­ción de este último".

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CAPÍTULO XXXIV

MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

SUMARIO: I. GENERALIDADES: 450. Concepto.— 451. Presupuestos.— 452. Caracte­res.— 453. Clasificación.— 454. Disposiciones comunes.— 455. Contracautcla y res­ponsabilidad del peticionario.— 456. Caducidad.— 457. Medidas cautelares genéri­cas.— 11. EMBARGO PREVENTIVO: 458. Concepto.— 459. Casos en que procede.— 460. Procedimiento.— 111. SECUESTRO: 461. Concepto y requisito.— 462. Procedimien­to.— IV. INHIBICIÓN GENERAL DE BIENES: 463. Concepto.— 464. Procedi­miento.— 465. Efectos.— 466. Sustitución y levantamiento.— 467. Extinción.— V. INTERVENCIÓN JUDICIAL: 468. Concepto y clases.— 469. Interventor recauda­dor.— 470. Interventor informante.— 471. Disposiciones comunes.— 472. Deberes y remoción— 473. Honorarios.— VI. ANOTACIÓN DE LITIS: 474. Concepto.— 475. Re­quisitos.— Vil. PROHIBICIÓN DE INNOVAR Y DE CONTRATAR: 476. Prohibición e innovar.— 477. Prohibición de contratar.— VIH. PROTECCIÓN DE PERSONAS: 478. Concepto.— 479. Procedimiento.— IX. INCIDENTES: 480. Concepto y clases.— 481. Requisitos y procedimiento.— 482. Costas.

§ /

GENERALIDADES n s

450. CONCEPTO

a) Al estudiar la clasificación del proceso, se definió al proceso cautelar como aquel que tiende a impedir que el derecho cuyo reconocimiento o actua-

118 ALSINA, Tratado, V, pág. 447: BRLMBERG, La tutela cautelar en el proceso, en Rev. del Colegio de Abogados de La Plata, año VI, n". 11, pág. 143; CALAMANDRU. Introduzione "lio studio sistemático dei provedimenti cautelan: CARNRI.UTTI. Sistema ftrad. SÜNTÍ.S

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772 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

ción se pretende obtener a través de otro proceso, pierda su virtualidad o efica­cia durante el tiempo que transcurre entre la iniciación de ese proceso y el pro­nunciamiento de la sentencia definitiva (supra, n° 37).

b) Dado que la satisfacción instantánea de una pretensión de conoci­miento o de ejecución resulta materialmente irrealizable, la ley ha debido pre­ver la posibilidad de que, durante el lapso que inevitablemente transcurre entre la presentación de la demanda y la emisión del fallo final, sobrevenga cualquier circunstancia que haga imposible la ejecución o torne inoperante el pronuncia­miento judicial definitivo, lo que ocurriría, por ejemplo, si desapareciesen los bienes o disminuyese la responsabilidad patrimonial del presunto deudor, o se operase una alteración del estado de hecho existente al tiempo de la demanda.

A conjurar tales peligros obedece la institución de las diversas medidas que pueden requerirse y disponerse dentro del llamado proceso cautelar, a las cua­les cabe denominar, indistintamente, "cautelares" o "precautorias". Dicho proce­so, por consiguiente, carece de autonomía, pues su finalidad consiste en asegurare! resultado práctico de la sentencia que debe recaer en otro proceso. De allí que CAR-NELUTTI haya expresado que el proceso cautelar sirve no inmediata, sino mediata­mente a la composición de una litis, porque su fin inmediato está en la garantía del desarrollo o del resultado de un proceso distinto. CALAMANDREI enuncia un concep­to semejante cuando dice que las medidas cautelares, en tanto se hallan ineludible­mente preordenadas a la emisión de una ulterior resolución definitiva, carecen de un fin en sí mismas. Nacen, en otras palabras, al servicio de esa resolución defini­tiva, con el oficio de preparar el terreno y aportar los medios más aptos para su éxito.

451. PRESUPUESTOS

Tres son los presupuestos de las medidas cautelares (y, por consiguiente, de las pretensiones del mismo nombre): Io) La verosimilitud del derecho invo­cado como fundamento de la pretensión principal; 2o) El temor fundado de que ese derecho se frustre o sufra menoscabo durante la sustanciación del proceso tendiente a tutelarlo; 3o) La prestación de una contracautela por parte del sujeto activo.

MELKNDO-ALCAI.Á ZAMORA), I. números 71 y 141; COLOMBO, Código. II, pág. 195; COUTURE, Fundamentos, pág. 321: DE LAZZARI, Medidas cautelares, cd. Píntense. 1985: FALCÓN, Código. II. pág. 231; LUGO, Manuale, pág, 335; MORELLO-SOSA-BF.RIZONCE, Códigos. II-C. pág. 489; PALACIO, Derecho procesal civil. VIII, pág. 13; Medidas camelares y cosa juzgada, en Rev del Colegio de Abogados de La Plata. n° 4. pág. 153; Estudio, pág. 363; PALACIO-ALVARADO VELLOSO, Código, 5", pág. 23: PODHTTI. Tratado de las medidas cautelares. (actualizado por V. GUERRERO LECONTE); REIMUNDÍN, Derecho procesal civil. I, pág. 361; SATTA. Dirilto processitale civile. pág. 575.

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GENERALIDADES 773

En primer lugar, por consiguiente, el otorgamiento de una medida caute­lar no requiere la prueba terminante y plena del derecho invocado, porque si así fuese podría ocurrir que, ínterin, se consumasen los hechos que precisamente tien­de a impedir. Basta, por consiguiente, la simple apariencia o verosimilitud del dere­cho (fimuis boni inris), a cuyo efecto el procedimiento probatorio es meramente in­formativo y sin intervención de la persona contra la cual se pide la medida.

Además, toda medida cautelar se halla condicionada a la circunstancia de que exista un peligro en la demora (pericitlitm in mora), es decir, a la posibili­dad de que, en caso de no adoptarse, sobrevenga un perjuicio o daño inminente que transformará en tardío el eventual reconocimiento del derecho invocado como fundamento de la pretensión. Corresponde destacar, asimismo, que en ese riesgo reside el interés procesal que respalda a toda pretensión cautelar. Por otra parte, no siempre es necesario que el peticionario de la medida acredite prima facie la existencia de peligro en la demora, pues median situaciones en las que éste se presume por las circunstancias del caso. Tal lo que ocurre, v.gr., con relación al embargo preventivo, en el supuesto en que la verosimilitud del derecho alegado surgiere de la confesión o admisión de hechos, o cuando el pe­ticionario hubiese obtenido sentencia favorable, aunque estuviere recurrida (CPN, art. 212, incs. 2°y3°).

Finalmente, constituye presupuesto de las medidas cautelares que recai­gan sobre bienes, el previo otorgamiento, por su beneficiario, de una caución que asegure a la otra parte el resarcimiento de los daños que aquéllas pueden ocasionarle en la hipótesis de haber sido pedidas indebidamente. La contracau­tela, por consiguiente, en tanto asegura al destinatario de la medida la efectivi­dad del resarcimiento de los posibles daños, concreta en cierto modo la igualdad de las partes en el proceso, pues viene a contrarrestar la falta de contradicción inicial que caracteriza al proceso cautelar.

452. CARACTERES /

Las medidas cautelares son. ante todo, provisionales-: "subsistirán —dice el art. 202 CPN— mientras duren las circunstancias que las determinaron", y "en cualquier momento en que éstas cesaren se podrá requerir su levantamiento".

Dado, pues, que las medidas cautelares constituyen un anticipo de la ga­rantía jurisdiccional, y se hallan encaminadas a asegurar el resultado práctico de otro proceso, parece claro, en primer lugar, que aquéllas caducan con motivo de la sentencia que, en ese proceso, desestima la pretensión deducida por quien las obtuvo.

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774 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

Pero la provisionalidad juega también durante el transcurso del proceso principal, y aun antes de que éste haya sido iniciado. Ocurre lo primero cuando, al desaparecer las circunstancias que las determinaron, carece de razón de ser la necesidad de la cautela. Por ejemplo, si un embargo preventivo ha sido trabado sobre la base de que el deudor no tiene domicilio en la República (CPN, art. 209, inc. Io), procede requerir su levantamiento en el supuesto de que el deudor traslade su domicilio al país. En consecuencia, no procede el levantamiento de medidas cautelares en el supuesto de que no hayan vanado las circunstancias que motivaron su adopción. La segunda hipótesis se verifica cuando el proceso principal no se inicia dentro de los diez días siguientes al de la traba de la me­dida (infra, n° 456).

En segundo lugar, las medidas cautelares son modificables o mudables, característica que debe apreciarse con referencia a la adaptación de la medida a las necesidades de cada caso particular.

De acuerdo con este criterio, el art. 203 CPN concede al acreedor la facul­tad de pedir la ampliación, mejora o sustitución de la medida cautelar decreta­da, si justifica que ésta no cumple la función de garantía a que está destinada. La misma norma acuerda al deudor la facultad de requerir la sustitución de una medida cautelar por otra que le resulte menos perjudicial, siempre que ésta ga­rantice suficientemente el derecho del acreedor. El deudor también puede pedir la sustitución por otros bienes del mismo valor o la reducción del monto por el cual la medida ha sido trabada, si correspondiere. La resolución debe dictarse previo traslado a la otra parte por el plazo de cinco días, que el juez puede abre­viar según las circunstancias.

También constituye una consecuencia de esta característica de las medi­das cautelares la facultad que el CPN acuerda al juez para que, a fin de evitar perjuicios o gravámenes innecesarios al titular de los bienes, disponga una me­dida distinta de la solicitada, o bien la limite, teniendo en cuenta la importancia del derecho que se intenta proteger (art. 204). Dicha facultad, sin embargo, no puede ejercerse cuando la medida ya ha sido cumplida y notificada, en cuyo caso está a cargo del afectado pedir la correspondiente sustitución.

Finalmente, se vincula en cierta forma con el carácter mudable de las medi­das cautelares la hipótesis contemplada en el art. 206 con referencia a la traba de al­guna de ellas sobre bienes muebles, mercaderías o materias primas pertenecientes a establecimientos comerciales, fabriles o afines que los necesitaren para su fun­cionamiento, en cuyo caso el juez puede autorizar la realización de los actos nece­sarios para no comprometer el proceso de fabricación o comercialización.

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GENERALIDADES 775

453. CLASIFICACIÓN

a) El CPN reglamenta las siguientes medidas cautelares: embargo pre­ventivo (arts. 209 a 220); secuestro (art. 221); intervención judicial (arts. 222 a 227); inhibición general de bienes (art. 228); anotación de litis (art. 229); pro­hibición de innovar y de contratar (arts. 230 y 231) y protección de personas (art. 234 a 237). Prevé, asimismo, las denominadas medidas cautelares genéri­cas o innominadas frente a aquellos supuestos en que no exista, entre las legis­ladas expresamente, una medida que satisfaga estrictamente la necesidad de cautela que puede presentarse en casos particulares (art. 232).

b) Las medidas mencionadas pueden clasificarse en dos categorías que atienden conjuntamente a la materia sobre la cual versen (cosas y personas) y a la finalidad que persiguen. De acuerdo con ese criterio se formula la siguiente clasificación:

1°) Medidas para asegurar bienes. Entre éstas, a su vez, cabe distinguir las que tienden a asegurar la ejecución forzada (embargo preventivo, interven­ción sustitutiva del embargo, secuestro, inhibición general) de las que persi­guen mantener un statu quo respecto de bienes o cosas (prohibición de innovar y de contratar, anotación de litis e intervención de mera vigilancia).

2°) Medidas para asegurar personas. Pueden a su vez tener por objeto la guarda provisional de aquéllas (art. 234) y la satisfacción de sus necesidades urgentes (art. 237).

454. DISPOSICIONES COMUNES

a) Las medidas cautelares pueden ser pedidas antes o después de dedu­cida la demanda, a menos que de la ley resulte que ésta debe entablarse previa­mente (CPN, art. 195. párr. Io). Esta última exigencia rige, v.gr., respecto de la administración judicial, la cual no puede decretarse si no se ha promovido de­manda por remoción del socio o socios administradores (Cód. Civ., art. 1684 y ley 19.550, art. 114). En el escrito en que se soliciten debe expresarse el dere­cho que se pretende asegurar, la medida que se pide y la disposición de la ley en que se funde, así como acreditarse el cumplimiento de los requisitos que la ley establece, en particular, con respecto a la medida solicitada (art. 195, párr. 2o).

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776 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

b) Es competente para disponer esta clase de medidas el juez que lo sea respecto de la pretensión principal (CPN, art. 6o, inc. 4o). Sobre el particular prescribe el art. 196 que los jueces deben abstenerse de decretarlas cuando el conocimiento de la causa no fuese de su competencia. Sin embargo, la medida será válida siempre que haya sido dispuesta de conformidad con las prescrip­ciones legales, pero no implicará prórroga de competencia. Agrega dicha nor­ma que "el juez que decretó la medida, inmediatamente después de requerido remitirá las actuaciones al que sea competente". A este último incumbirá, por ejemplo, resolver lo que corresponda acerca del levantamiento de la medida.

c) Frente al supuesto de que la obtención de una medida cautelar se en­cuentre condicionada a la prueba de la verosimilitud del derecho, el art. 197 CPN, en su versión anterior a la ley 22.434, prescribía —como todavía lo hacen numerosos códigos provinciales—, que las informaciones podían ofrecerse fir­mando los testigos el escrito en que se solicitaran, debiendo éstos ratificarse en el acto de ser presentado aquél o en primera audiencia, la que debía admitirse sin más trámite y era delegable en el secretario.

En cambio, el citado art. 197 dispone, a raíz de la reforma que le introdujo la mencionada ley, que "la información sumaria para obtener medidas precautorias podrá ofrecerse acompañando con el escrito en que se solicitaren el interrogatorio de los testigos y la declaración de éstos, ajustada a los arts. 440, primera parte, 441 y 443, y firmada por ellos. Los testigos deberán ratificarse en el acto de ser pre­sentado dicho escrito o en primera audiencia. Si no se hubiese adoptado el pro­cedimiento que autoriza el primer párrafo de este artículo, las declaraciones se admitirán sin más trámite, pudiendo el juez encomendarlas al secretario".

El interrogatorio adjunto al escrito debe contener, por lo tanto, el jura­mento o promesa de decir verdad, la contestación a las "generales de la ley", las preguntas redactadas en forma que no contengan más de un hecho cada una, sean claras y concretas, no sean afirmativas ni sugieran las respuestas, y las contestaciones dadas por los testigos, quienes deben, además, dar razón de sus dichos.

Las mismas formas deben revestir los interrogatorios y las respuestas en el caso de que el peticionario de la medida opte por la posibilidad de que las de­claraciones testimoniales se reciban en primera audiencia.

d) Las actuaciones deben permanecer reservadas hasta tanto las medi­das se ejecuten. Tramitan, asimismo, por expediente separado, al que corres­ponde agregar, en su caso (v.gr., embargo preventivo fundado en la confesión o admisión de los hechos), las copias de las pertinentes actuaciones del expedien­te principal (art. 197, párr. 2°).

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GENERALIDADES 777

e) Las medidas cautelares deben disponerse inaudita parte, es decir, sin la participación de la parte a quien afectan, pues de lo contrario podría frustrar­se su finalidad (supra, n° 27). "Las medidas precautorias —dice el art. 198 CPN— se decretarán y cumplirán sin audiencia de la otra parte. Ningún inci­dente planteado por el destinatario de la medida podrá detener su cumplimiento".

Ello no impide, sin embargo, que una vez dispuestas y ejecutadas, las me­didas sean notificadas al afectado e impugnadas por éste. "Si el afectado no hu­biere tomado conocimiento de las medidas con motivo de su ejecución —dis­pone el art. 198, párr. 2o CPN—, se le notificarán personalmente o por cédula dentro de los tres días. Quien hubiese obtenido la medida será responsable de los perjuicios que irrogare la demora".

La ley 22.434 agregó, como párrafos tercero y cuarto del art. 198, los si­guientes: "la providencia que admitiere o denegare una medida cautelar será re­currible por vía de reposición; también será admisible la apelación subsidiaria o directa. El recurso de apelación, en caso de admitirse la medida, se concederá en efecto devolutivo".

En su nueva versión la norma mantiene el mismo principio que establecía el artículo en su redacción primitiva, pero aclara que es admisible el recurso de reposición contra las resoluciones que acuerdan o deniegan una medida caute­lar, zanjando con acierto un problema a cuyo respecto no existía uniformidad doctrinaria ni jurisprudencial.

f) "Si hubiese peligro de pérdida o desvalorización de los bienes afecta­dos o si su conservación fuese gravosa o difícil —prescribe el art. 205 CPN— a pedido de parte y previo traslado a la otra por un plazo breve que fijará según la urgencia del caso, el juez podrá ordenar la venta en la forma más convenien­te, abreviando los trámites y habilitando días y horas". En tal supuesto debe ob­servarse el procedimiento establecido para la subasta en el juicio ejecutivo, aunque adecuándolo a las circunstancias del caso.

g) Corresponde señalar, por último, que las disposiciones relativas al embargo preventivo son aplicables, en lo pertinente, a las demás medidas cau­telares (art. 233).

C 455. CONTRACAUTELA Y RESPONSABILIDAD DEL PETICIONARIO

a) La contracautela es, como, se dijo más arriba,'uno de los presupues­tos de las medidas cautelares que versan sobre bienes, y consiste en la garantía que deben suministrar quienes las solicitan con el objeto de asegurar la repara-

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778 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

ción de los daños que aquéllas pueden ocasionar al afectado, en el supuesto de haber sido decretadas indebidamente.

De acuerdo con ese concepto, el art. 199, párr. Io CPN dispone que "la medida precautoria sólo podrá decretarse bajo la responsabilidad de la parte que la solicitare, quien deberá dar caución por todas las costas y daños y perjui­cios que pudiere ocasionar en los supuestos previstos en el primer párrafo del art. 208".

b) El juez debe graduar la calidad y monto de la caución de acuerdo con la mayor o la menor verosimilitud del derecho y las circunstancias del caso (art. 199, párr. 3o).

La caución puede ser real (depósito de dinero o valores, hipoteca, embar­go, etc.) o consistir en una fianza, en cuyo caso el fiador debe reunir las condi­ciones exigidas por el art. 1998 CPN con respecto a las fianzas judiciales.

La ley 22.434 introdujo un párrafo al mencionado art. 199 en virtud del cual "en los casos de los arts. 210, incs. 2° y 3o, y 212, incs. 2° y 3o, la caución juratoria se entenderá prestada en el pedido de medida cautelar". Por lo tanto, con arreglo a dicho párrafo se exime de prestar caución previa al solicitante en los casos de mayor verosimilitud del derecho, como son los contemplados en las normas citadas, referentes al embargo preventivo. La ley no elimina la cau­ción juratoria, sino que reconoce su procedencia y la considera implícitamente prestada en el escrito mediante el cual se requiere la traba del embargo, evitán­dose de tal manera un trámite superfluo.

El párr. 4o del art. 199 autoriza a ofrecer "la garantía de instituciones banca­das o de personas de acreditada responsabilidad económica", norma que debe in­terpretarse en el sentido de que, en tales supuestos, cabe prescindir de la expresa constitución de una fianza mediante acta extendida en el expediente, bastando la presentación del documento en el que conste el ofrecimiento de la garantía.

c) En el art. 200, el CPN autoriza a prescindir de la caución cuando quien obtuvo la medida: Io) Fuere la Nación, una provincia, una municipalidad (casos en que la responsabilidad se presume) o persona que justifique ser reco­nocidamente abonada (v.gr., mediante informe de instituciones bancarias, del Registro de la Propiedad, etc.): 2o) Actuare con beneficio de litigar sin gastos.

d) En cualquier estado del proceso, la parte contra quien se ha hecho efectiva una medida cautelar puede pedir que se mejore la caución probando sumariamente que es insuficiente. El juez debe resolver previo traslado ala otra parte, correspondiendo que la resolución se notifique por ministerio de la ley

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GENERALIDADES 779

(art. 201). Se trata de un reflejo, sobre la contracautela, del carácter mudable de las medidas cautelares al que se hizo mención supra, n° 452.

Dispone, finalmente, el art. 208 CPN que "salvo en el caso de los arts. 209, inc. Io y 212 (infra, n°459), cuando se dispusiere levantar una medida cau­telar por cualquier motivo que demuestre que el requirente abusó o se excedió en el derecho que la ley otorga para obtenerla (lo cual traduce la adhesión del CPN a la doctrina subjetiva), la resolución lo condenará a pagar los daños y perjuicios si la otra parte lo hubiese solicitado". La norma agrega que "la deter­minación del monto se sustanciará por el trámite de los incidentes o por juicio sumario, según que las circunstancias hicieren preferible uno u otro procedi­miento a criterio del juez, cuya decisión sobre este punto será irrecurrible".

456. CADUCIDAD

a) En relación en el supuesto de que las medidas cautelares se soliciten con anterioridad a la formulación de la pretensión principal, el CPN ha adheri­do al sistema en cuya virtud aquéllas caducan automáticamente si dentro de de­terminado plazo no se inicia el juicio correspondiente.

Prescribe, en efecto, el art. 207 que "se producirá la caducidad de pleno derecho de las medidas cautelares que se hubieren ordenado y hecho efectivas an­tes del proceso, si tratándose de obligación exigible no se interpusiese la demanda dentro de los diez días siguientes al de su traba, aunque la otra parte hubiese dedu­cido recurso" (pan-. Io). Si se trata, por ejemplo, de t*n embargo trabado sobre un bien inmueble, el plazo comienza a correr desde que la medida se ha hecho efectiva mediante su anotación en el Registro de la Propiedad; en el supuesto de que el embargo hubiese recaído sobre dinero en poder de un tercero, el plazo se com­puta desde Ja notificación de la providencia recaída con motivo de la comunica­ción hecha por aquél de haber efectuado la retención; etcétera.

Interesa señalar que 3.a caducidad sólo puede operarse en la hipótesis de que la correspondiente medida cautelar se haga efectiva con anterioridad a la presentación de la demanda, y que no procede, en consecuencia, si se solicita en forma simultánea con la iniciación del proceso, aun cuando la demanda no se notifique dentro del plazo previsto para la caducidad.

b) Las costas y daños y perjuicios causados por la medida a cuyo respec­to se opere la caducidad son a cargo de quien la hubiese obtenido, y aquélla no puede proponerse nuevamente por la misma causa y como previa a la promo­ción del proceso. Una vez iniciado éste puede ser nuevamente requerido si con­curren los requisitos de su procedencia (art. 207, mismo párr). Finalmente, el

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780 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

segundo párrafo de dicha norma establece que las inhibiciones y embargos se extinguirán a los cinco años de la fecha de su anotación en el Registro que co­rresponda, salvo que a petición de parte se reinscribieren antes del vencimiento del plazo, por orden del juez que entendió en el proceso.

c) Importa destacar, por último, que en virtud de la correlación que exis­te entre las medidas cautelares y la contracautela, se ha decidido que ésta cadu­ca de pleno derecho si la petición resarcitoria no se formula dentro del plazo de caducidad correspondiente a aquéllas, el cual se computa desde el momento en que, al quedar firme la sentencia que rechaza la demanda, la medida cautelar aparece trabada indebidamente.

457. MEDIDAS CAUTELARES GENÉRICAS

Denomínanse "medidas cautelares genéricas" o "innominadas" a aque­llas que pueden ser dispuestas para satisfacer una necesidad de aseguramiento provisional específica, y a cuyo respecto resulten insuficientes o excesivas las medidas contempladas en la ley. El CPN, siguiendo la tendencia perfilada en algunos códigos provinciales (Jujuy, La Rioja, Mendoza), prevé expresamente dicho tipo de medidas en tanto dispone que "fuera de los casos previstos en los artículos precedentes (que se refieren a las distintas medidas cautelares en par­ticular), quien tuviere fundado motivo para temer que durante el tiempo ante­rior al reconocimiento judicial de su derecho, éste pudiere sufrir un perjuicio inminente o irreparable podrá solicitar las medidas urgentes que, según las cir­cunstancias, fueren más aptas para asegurar provisionalmente el cumplimiento de la sentencia" (art. 232).

Entre este tipo de medidas cabe citar, por ejemplo, a las diligencias de precaución o seguridad que puede ordenar el juez frente al pedido formulado por quien tema que de un edificio o de otra cosa derive un daño a sus bienes (Cód. Civ., art. 2499 y CPN, art. 623 bis).

Asimismo, la norma contenida en el art. 232 ha sido invocada como funda­mento para admitir, v.gr., la traba de un embargo preventivo en juicio por daños y perjuicios pese a que en éstos no cabe, en principio, dicha medida cautelar.

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EMBARGO PREVENTIVO 78 1

§ / /

EMBARGO PREVENTIVO " 9

458. CONCEPTO

El embargo preventivo constituye la medida cautelar en cuya virtud se afectan e inmovilizan uno o varios bienes de quien es o ha de ser demandado en un proceso de conocimiento (ordinario, sumario, sumarísimo o especial) o en un proceso de ejecución, a fin de asegurar la eficacia práctica de las sentencias que en tales procesos se dicten.

Entre el embargo ejecutivo y el embargo preventivo median las siguientes diferencias: Io) Mientras que el primero procede solamente en el caso de de­mandarse el cobro de una suma de dinero (CPN, art. 520), el segundo se halla autorizado para asegurar el cumplimiento tanto de obligaciones de dar sumas de dinero como de obligaciones consistentes en dar una cosa cierta y determi­nada (id., art. 209); 2°) Si se trata de obligaciones de dar sumas de dinero, el em­bargo ejecutivo, además, se halla condicionado al requisito de que tales sumas sean líquidas o fácilmente liquidables y exigibles (id., art. 520), en tanto que no constituye óbice para el otorgamiento del embargo preventivo ni la ¡liquidez del crédito, ni la circunstancia de que éste se encuentre sujeto a condición o pendiente de plazo (id., art. 209, inc. 5o), siempre que, en ambos casos, se de­muestre la verosimilitud del derecho y, en el segundo, además, la inminencia de un perjuicio para el acreedor; 3o) A diferencia del embargo ejecutivo, el embar­go preventivo siempre debe decretarse bajo la responsabilidad y caución del so­licitante (id., art. 199).

459. CASOS EN QUE PROCEDE

a) Podrá pedir embargo preventivo —dispone el art. 209 CPN—, el acreedor de deuda en dinero o en especie que se hallare en alguna de las condi­ciones siguientes:

119 ALS1NA, Tratado V, pág. 456; DE LAZZARI. Medidas cautelares, pág. 215: FAI.CÓN. Código, II, pág. 260; FERNÁNDEZ, Código, pág. 383; MORELLO-SOSA-BERINZONCE, Códigos, 1I-C, pág. 645; PALACIO. Derecho procesal civil, VIII. pág. 99; PALACIO-ALVARADO VELLOSO. Código, 5o, pág. 122: PODETTI, Tratado de las medidas cautelares, pág. 215.

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782 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

Io) Que el deudor no tenga domicilio en la República. Acerca de este su­puesto corresponde tener en cuenta que el acreedor debe probar, sumariamente, la existencia del crédito pero no su exigibilidad.

2o) Que la existencia del crédito esté demostrada con instrumento públi­co o privado atribuido al deudor, abonada la firma por información sumaria de dos testigos.

En cuanto al abono de la firma por información sumaria cabe remitir a lo dicho supra, n° 454, c).

Si se ha producido la prueba testimonial a que se refiere esta norma, no obsta a la traba del embargo preventivo el desconocimiento, por parte del pre­sunto deudor, de la firma que suscribe el respectivo documento.

Cuadra agregar que la certificación notarial de la firma reúne las exigen­cias de este precepto.

3o) Que fundándose la acción en un contrato bilateral, se justifique su existencia en la misma forma del inciso anterior, debiendo en este caso probar­se además sumariamente el cumplimiento del contrato por parte del actor, sal­vo que éste ofreciese cumplirlo, o que su obligación fuese a plazo (Cód. Civ., art. 1201).

Esta norma contempla el caso de demandarse el cumplimiento, no la res­cisión del contrato. Se ha decidido, empero, que procede el embargo preventivo no obstante demandarse la rescisión de un contrato bilateral, como es el de compraventa, si del respectivo boleto surge la entrega de una suma en calidad de seña y aquél es reconocido o sus firmas son abonadas por testigos o bien el demandado reconoce haber recibido la seña, aunque en tales casos el embargo debe limitarse al importe de aquélla. El embargo preventivo no procede, en cambio, cuando en lugar de reclamarse el cumplimiento de la obligación pacta­da (por ejemplo el pago de la comisión por la venta de un inmueble en las con­diciones fijadas), se pretende el cobro de una indemnización equivalente por el fracaso de la operación que se atribuye al incumplimiento contractual del pro­pietario.

Antes de la vigencia del CPN se consideró que la norma examinada —contenida también en el código derogado— era igualmente comprensiva de las obligaciones de hacer, como la de escriturar. De allí que se resolviese, reiterada­mente, la procedencia del embargo preventivo del inmueble vendido a fin de asegurar el cumplimiento de la obligación de escriturar, previo abono de la au­tenticidad del documento privado que la instrumenta.

El CPN, en cambio, ha previsto expresamente este supuesto, disponiendo que "cuando se demandare el cumplimiento de un contrato de compraventa, si el derecho fuere verosímil, el adquirente podrá solicitar el embargo del bien objeto

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EMBARGO PREVENTIVO 783

de aquél" (art. 211). Esta norma se ha considerado aplicable aun en el supuesto de que la pretensión por escrituración se haya deducido en forma subsidiaria.

4o) Que la deuda esté justificada por libros de comercio llevados en debida forma por el actor, o resulte de boleto de corredor de acuerdo con sus libros, en los casos en que éstos puedan servir de prueba, o surja de la certificación realiza­da por contador público nacional en el supuesto de factura conformada.

Cuando se invoca el primer caso previsto por la norma es necesario, se-<nín la jurisprudencia, que la compulsa de los libros la realice un contador de­signado por el juzgado. Se ha decidido, asimismo, que no es suficiente el informe pericial fundado solamente en un libro de hojas movibles, pues tal documenta­ción no constituye ni suple la prueba de los libros prevista por la ley.

En el caso de facturas conformadas basta, en cambio, que el actor presen­te la certificación realizada por contador matriculado.

5o) Que aun estando la deuda sujeta a condición o plazo, se acredite su­mariamente que el deudor trata de enajenar, ocultar o transportar sus bienes, comprometiendo la garantía, o siempre que se justifique del mismo modo que por cualquier causa ha disminuido apreciablemente la solvencia del deudor, después de contraída la obligación.

La prueba de las circunstancias a que se refiere el precepto puede hacerse sumariamente mediante declaraciones testimoniales, informes, etcétera, pero ella no excusa, naturalmente, la justificación de la existencia del crédito, que debe hacerse en la misma forma que en los supuestos anteriormente referidos.

Asimismo, no basta la prueba de la enajenación, ocultamiento o transpor­te de los bienes, requiriéndose además el acreditamiento de que el valor de tales bienes, en función del que tiene el resto del patrimonio del deudor, es suscepti­ble de comprometer la prenda común de sus acreedores.

b) Prescribe el art. 210 CPN que pueden igualmente pedir el embargo preventivo:

Io) El coheredero, el condómino o el socio, sobre los bienes de la heren­cia, del condominio, o de la sociedad, si acreditaren la verosimilitud del dere­cho y el peligro en la demora.

La norma comprende, entre otros, los casos en que se pretende la inclu­sión de bienes hereditarios, el reconocimiento de condominio, etcétera.

2o) El propietario o locatario principal de predios urbanos o rústicos, haya o no contrato de arrendamiento, respecto de las cosas afectadas a los pri-

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784 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

vilegios que le reconoce la ley. Deberá acompañar a su petición el título de pro­piedad o el contrato de locación o intimar al locatario para que formule pre­viamente las manifestaciones necesarias.

Con las limitaciones impuestas por la ley 12.296, la norma transcripta au­toriza al propietario y al inquilino principal a pedir el embargo preventivo de las cosas que según el art. 3883 Cód. Civ., se hallan afectadas al privilegio especial de que aquéllos gozan en garantía de los alquileres adeudados y de todas las otras obligaciones del locatario que deriven del contrato de arrendamiento (Cód. ChC art. 3884).

En el caso de no existir documentos que acrediten el título de locador, el supuesto inquilino debe ser intimado para que manifieste si reviste o no esa ca­lidad con respecto al peticionario de la medida. Pero a diferencia de lo que ocu­rre en la etapa preparatoria de la ejecución por alquileres, no es necesario exigir la presentación del último recibo.

3o) La persona a quien la ley reconoce privilegios sobre ciertos bienes muebles o inmuebles, siempre que el crédito se justificare en la forma estable­cida en el art. 209, inc. 2o.

La norma remite a las disposiciones contenidas en los arts. 3883 a 3938 Cód. Civ., relativos a los privilegios especiales sobre bienes muebles e inmuebles.

4°) La persona que haya de demandar por acción reivindicatoría, peti­ción de herencia, nulidad de testamento o simulación, respecto de la cosa de­mandada, mientras dure el juicio, siempre que se presentaren documentos que hagan verosímil la pretensión deducida.

El precepto ha recogido la uniforme jurisprudencia de los tribunales de la Capital Federal en el sentido de que no procede acordar el embargo preventivo si no se demuestra la verosimilitud del derecho invocado como fundamento de la pretensión. Asimismo y siguiendo la doctrina de reiterados precedentes judi­ciales, ha extendido el ámbito de aplicación de la norma a pretensiones sustan-cialmente equiparables a la de reivindicación, como la de petición de herencia, nulidad de testamento y simulación. Debe tenerse en cuenta que, en estos ca­sos, el embargo preventivo se limita a la "cosa demandada", y que, por lo tanto, no procede ampliar la cautela a otros bienes de la parte demandada.

Ni en la doctrina ni en la jurisprudencia existe, en cambio, unidad de cri­terio acerca de si procede el embargo de los frutos de la cosa reivindicada. Por la afirmativa se han pronunciado, entre otros, ALSINA, PODETTI y QUINTEROS, así como algunos fallos judiciales. Es la tesis correcta, por cuanto los frutos son ac­cesorios de la cosa principal que se reivindica.

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EMBARGO PREVENTIVO 785

c) El CPN autoriza, finalmente, el embargo preventivo fundado en la apa­riencia o verosimilitud del derecho que resulta de ciertas situaciones procesales.

Dispone el art. 212 CPN que durante el proceso podrá decretarse el em­bargo preventivo:

Io) En el caso del art. 63, es decir, a partir del momento en que se dicta la re­solución que declara la rebeldía de una de las partes (supra, n° 122). Tiene por fi­nalidad asegurar el objeto del juicio, o el pago de las costas si el rebelde fuere el actor.

2o) Siempre que por confesión expresa oficia derivada de la incompare-cencia del absolvente a la audiencia de posiciones, o en el caso del art. 356, inc. Io, resultare verosímil el derecho alegado.

La confesión expresa no debe haber sido prestada en forma condicional o con reservas. En cuanto a la confesión ficta y al caso previsto en el art. 356, inc. Io, el embargo se halla supeditado a la circunstancia de que no exista prueba contraria que desvirtúe la verosimilitud del hecho.

3o) 5/ quien lo solicita hubiese obtenido sentencia favorable, aunque es­tuviere recurrida.

d) Fuera de los preceptos precedentemente analizados, existen disposi­ciones contenidas en los códigos de fondo y en diversas leyes que también pre­vén el embargo preventivo. Tales, v.gr., el art. 1295 Cód. Civ., que autoriza a los cónyuges a pedir, antes o después de la demanda de separación de bienes, el embargo de los bienes muebles que estén en poder-del otro; el art. 4o de la ley 11.867, que acuerda a los acreedores oponentes a la transmisión de un estable­cimiento comercial el derecho de solicitar el embargo de sus respectivos crédi­tos; el art. 79 de la ley 1 1.723, según el cual los jueces podrán decretar el embargo de las obras denunciadas, así como el embargo del producto que se haya percibido por todo lo anteriormente indicado; los arts. 531 a 547 de la ley 20.094, que prevén los embargos de buques, etcétera.

460. PROCEDIMIENTO

a) "En los casos en que deba efectuarse el embargo —prescribe el art. 213 CPN— se trabará en la forma prescripta para el juicio ejecutivo. Se limita­rá a los bienes necesarios para cubrir el crédito que se reclama y las costas. Mientras no se dispusiere el secuestro o la administración judicial de lo embar­gado, el deudor podrá continuar en el uso normal de la cosa".

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786 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

Por lo tanto, son aplicables al embargo preventivo las consideraciones formuladas sapra, números 393 y 395 acerca de las formas de practicar el em­bargo y de los bienes susceptibles de dicha medida.

b) Con respecto al mandamiento, el CPN dispone, en el art. 214, que aquél siempre debe contener la autorización para que los funcionarios encarga­dos de ejecutarlo soliciten el auxilio de la fuerza pública y el allanamiento de domicilio en caso de resistencia. Debe dejarse en él constancia de la habilita­ción de día y hora y del lugar. Contendrá, asimismo, la prevención de que el em­bargado debe abstenerse de cualquier acto respecto de los bienes objeto de la medida, que pueda causar la disminución de la garantía del crédito, bajo aper­cibimiento de las sanciones penales que correspondan.

c) Cuando los bienes embargados fuesen muebles serán depositados a la orden judicial. Sin embargo, si se trata de los de la casa en que vive el deudor y no estuviesen comprendidos entre los inembargables, aquél será constituido en depositario de el los, salvo que por circunstancias especiales no fuese posible (CPN, art. 216).

Quien ha sido constituido en depositario de objetos embargados tiene la obligación de presentarlos dentro del día siguiente de la intimación judicial, no pudiendo eludir la entrega invocando el derecho de retención. En caso de que no cumpla con dicha intimación, el juez debe remitir ios antecedentes al tribu­nal penal competente, y puede, incluso, ordenar la detención del depositario hasta el momento en que ese tribunal comience a actuar (CPN, art. 217).

Los funcionarios encargados de la ejecución del embargo únicamente pueden suspenderlo cuando el deudor entregue la suma expresada en el manda­miento (CPN, art. 215).

§ ///

SECUESTRO 12°

461. CONCEPTO Y REQUISITOS

a) En sentido estricto, denomínase secuestro a la medida cautelar en cuya virtud se desapodera a una persona de un bien sobre el cual se litiga o se ha de li­tigar, o de un documento necesario para deducir una pretensión procesal.

12° Coi.OMHO, Código. II. pág. 347; DE LÁZZARI. Medidas cautelares, pág. 473; FALCÓN.

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SECUESTRO 787

Ejemplo del primer supuesto es el depósito de la cosa mueble que ha de pedirse mediante una pretensión real, al que se refiere el art. 323, inc. 2° CPN, y cuya admisibilidad está condicionada a que "hubiere motivos para temer que se pierda o deteriore en manos del poseedor" (art. 2786 del Cód. Civ.).

De la segunda hipótesis constituye ejemplo el secuestro que el juez puede disponer en el caso de que no se cumpliere la orden de exhibición de alguno de los documentos mencionados en el art. 323, incs. 3o, 4o y 5o CPN.

También se habla de secuestro, aunque en sentido impropio, cuando se alude al depósito de las cosas embargadas en poder de un tercero (CPN, arts. 216y 217).

b) Lo expuesto permite diferenciar adecuadamente el secuestro del em­bargo preventivo. Mientras que el primero recae sobre cosas ciertas y determi­nadas acerca de las cuales existe o ha de promoverse una controversia judicial, el segundo versa sobre cualquier bien que se encuentre en el patrimonio del deudor y cuya eventual realización permitirá satisfacer el crédito por el cual se procede.

Ambas medidas difieren también en lo que concierne a sus efectos, pues en tanto los bienes embargados pueden ser usados por el deudor, si éste ha sido nombrado depositario, tal facultad no existe en la hipótesis del secuestro, pues las cosas afectadas por la medida se ponen en manos de un tercero.

c) El secuestro puede solicitarse como medida subsidiaria del embargo o en forma autónoma. A ambas modalidades se refiere el art. 221 CPN en tanto establece que "procederá el secuestro de los bienes muebles o semovientes, cuando el embargo no asegurase por sí solo el derecho invocado por el solici­tante, siempre que se presenten instrumentos que hagan verosímil el derecho cuya efectividad se quiere garantizar. Procederá, asimismo, con igual condi­ción, toda vez que sea indispensable proveer a la guarda o conservación de co­sas para asegurar el resultado de la sentencia definitiva".

462. PROCEDIMIENTO

Acreditada la verosimilitud del derecho invocado por el solicitante, el juez debe disponer el secuestro y designar depositario a la institución oficial o

Código, II, pág. 316: FASSI-YÁÑEZ, Código. 2, pág. 126. FENOCHIETTO-ARAZI. Código. 1. pág. 719; MORELI.O-SOSA-BERIZONCE. Códigos. II-C. pág. 842: PALACIO. Derecho procesal civil. VIII, pág. 151; PALACIO-ALVARADO VELLOSO. Código. 5°. pág. 243; PODETTI. Tañado de las medidas camelares, pág. 271.

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788 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

persona que mejor convenga. Fijará, asimismo, su remuneración y ordenará el inventario, si fuese indispensable (CPN, art. 221, párr. 2o).

§ IV

INHIBICIÓN GENERAL DE BIENES '21

463. CONCEPTO

a) "En todos los casos en que habiendo lugar a embargo éste no pudiere hacerse efectivo por no conocerse bienes del deudor o por no cubrir éstos el im­porte del crédito reclamado —dispone el art. 228, párr. Io CPN—, podrá solici­tarse contra aquél inhibición general de vender o gravar sus bienes, la que se deberá dejar sin efecto siempre que presentase a embargo bienes suficientes o diere caución bastante".

b) A diferencia del embargo, que recae sobre uno o más bienes del deu­dor, sean muebles o inmuebles, la inhibición constituye una medida cautelar que se traduce en la interdicción de vender o gravar cualquier bien inmueble de que el deudor pueda ser propietario en el momento de anotarse la medida, o que adquiera en lo sucesivo, pues los escribanos no pueden, sin orden judicial, otor­gar escrituras traslativas de dominio o de constitución de derechos reales cuan­do surge, del certificado expedido por el Registro de Ja Propiedad, que existe anotada una inhibición respecto del titular del dominio.

c) De la norma más arriba transcripta se desprende que la inhibición es una medida sucedánea del embargo, cuya procedencia se halla supeditada a la justificación del crédito en alguna de las formas que se han analizado al estu­diar el embargo preventivo, y a la circunstancia de no conocerse bienes del deu­dor, o de ser éstos insuficientes para cubrir el crédito reclamado. En el primer caso basta la afirmación que formule el solicitante de la medida y en el segundo corresponde la justificación sumaria de la insuficiencia del embargo.

>2l ALSINA, Tratado V. pág. 502; DE LAZZARI, Medulas camelares, pág. 215; FALCÓN, Código, |[. pág. 335; FASSI-YÁÑEZ, Código, 2, pág. 176; FENOCHIETTO-ARAZI. Código, 1, pág. 734; MORELLO-SOSA-BERIZONCE. Códigos. Il-C.'pág. 915; PALACIO. Derecho procesal civil, VIH, pág. 163; PALACIO-ALVARADO VELLOSO. Código. 5". pág. 294; PODETTI. Tratado de las medidas cautelares, pág. 287: RODRÍGUEZ. Comentarios, III, pág. 197.

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INHIBICIÓN GENERAL DE BIENES 789

d) La doctrina y la jurisprudencia consideran, en general, que esta medi­da sólo puede referirse a bienes inmuebles. Sin embargo, ante la ausencia de una específica prohibición legal, no mediaría inconveniente alguno en decre­tarla respecto de cualquier bien que se encuentre sometido a un adecuado régi­men de registración y publicidad (v.gr. automotores y embarcaciones).

e) Frente a la inhibición judicial se ha admitido la procedencia de la in­hibición voluntaria, entendida como el pacto conforme al cual una persona, a fin de garantizar el cumplimiento de un contrato, contrae la obligación de no trasmitir un bien determinado o aquéllos de que sea o pueda ser propietario.

Si bien la jurisprudencia había admitido la inscripción registral de inhibi­ciones voluntarias, art. 3o, inc. d) del decreto 2080/80 (reglamentario de la ley 17.801) las prohibe. Esta solución encuentra fundamento en la circunstancia de que, conforme al principio consagrado en el art. 2612 Cód. Civ., la transgresión a la obligación de no enajenar un inmueble no invalida la eventual trasmisión de la propiedad y sólo puede invocarse en apoyo de una pretensión resarcitoria. Pero en aquellas jurisdicciones donde no existen normas prohibitivas (v.gr. Buenos Aires), la jurisprudencia continúa admitiendo la inscripción de este tipo de inhibiciones.

464. PROCEDIMIENTO

a) Como ocurre en los casos de embargo preventivo, la inhibición se de­creta sin audiencia previa del presunto deudor, sin perjuicio del recurso que éste puede deducir dentro de los tres días siguientes al de la notificación de la medida (CPN, art. 198). Tampoco es necesaria la previa intimación de pago.

b) El que solicita la inhibición debe expresar el nombre, apellido y do­micilio del deudor, así como todo otro dato que pueda individualizar al inhibi­do, sin perjuicio de los demás requisitos que impongan las leyes (CPN, art. 228, párr. 2o).

Los oficios que se libren por los tribunales para la anotación de inhibicio­nes deberán indicar en cuanto fuere posible, el nombre, estado, nacionalidad, edad, domicilio, profesión y datos de enrolamiento del embargado o inhibido, pues así lo exige también el art. 52 del Reglamento para la Justicia Nacional.

c) Además, constituye requisito de la inhibición que quien la solicita preste la correspondiente contracautela (CPN, art. 199) (supra, n°454).

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790 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

465. EFECTOS

a) A diferencia del embargo, la inhibición no afecta ni individualiza ningún bien determinado y su único efecto consiste en impedir que el deudor enajene o grave los inmuebles o muebles registrables que posea, o que adquiera posteriormente. La anotación de la inhibición constituye, de tal manera, un me­dio tendiente a que el deudor, para obtener el levantamiento de la medida, pa­gue, denuncie bienes a embargo o caucione la deuda.

En tal sentido dispone el art. 228, párr. 3o CPN que "la inhibición sólo surtirá efecto desde la fecha de su anotación salvo para los casos en que el do­minio se hubiere transmitido con anterioridad, de acuerdo con lo dispuesto en la legislación general".

b) Como se ha señalado oportunamente, la inhibición no acuerda priori­dad alguna en el pago con respecto a embargantes posteriores (supra, n° 392). El embargante, por consiguiente, tiene prioridad para cobrar su crédito con re­lación al inhibiente, aun en el caso de que éste hubiese solicitado y trabado la inhibición con anterioridad.

Tampoco establece ninguna preferencia con respecto a otra inhibición poste­rior (CPN, art. 228, pan-. 4o), de manera que, si a raíz de ella aparece algún bien ins­cripto a nombre del deudor, el acreedor debe solicitar el embargo de aquél.

466. SUSTITUCIÓN Y LEVANTAMIENTO

a) La inhibición debe levantarse tan pronto como el deudor presente bienes suficientes a embargo o preste caución bastante (CPN, art. 228, párr. Io).

b) Los bienes ofrecidos a embargo deben, como lo aclara la norma, ser suficientes para cubrir el importe del crédito reclamado. Además, para el levan­tamiento de la inhibición no basta la denuncia de bienes a embargo, siendo por lo tanto necesario que este se haya hecho efectivo.

c) Asimismo la inhibición, como todas las medidas cautelares, debe ser dejada sin efecto cuando se haya ordenado con prescindencia de los requisitos que condicionan su procedencia, o cuando hayan desaparecido las circunstan­cias de hecho sobre cuya base se decretó (CPN, art. 202).

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INTERVENCIÓN JUDICIAL 791

467. EXTINCIÓN

El art. 207, párr. 2° CPN dispone que las inhibiciones se extinguen "a los cinco años de la fecha de su anotación en el Registro que corresponda, salvo que a petición de parte se reinscribieran antes del vencimiento del plazo, por or­den del juez que entendió en el proceso". La extinción se opera de pleno dere­cho, sin necesidad de declaración judicial alguna. Con la norma precedente­mente citada coincide, sustancialmente, el art. 37 de la ley 17.801.

§ V

INTERVENCIÓN JUDICIAL l22

468. CONCEPTO Y CLASES

a) Desde un punto de vista general, denomínase intervención judicial a la medida cautelar en cuya virtud una persona designada por el juez, en calidad de auxiliar externo de éste, interfiere en la actividad económica de una persona física o jurídica, sea para asegurar la ejecución forzada o para impedir que se produzcan alteraciones en el estado de los bienes.

Dentro de la primera de las mencionadas finalidades (aseguramiento de la ejecución forzada) se encuentra ubicada la especie más simple de la interven­ción judicial, que es aquella que se dispone con el único objeto de que el inter­ventor haga efectivo un embargo ya decretado (interventor recaudador).

En lo concerniente a la segunda de las finalidades enunciadas (manteni­miento de una situación de hecho), corresponde distinguir dos especies de in­tervención según que el interventor designado deba limitarse a fiscalizar o con­trolar la administración de una sociedad o asociación (interventorfiscalizador) o bien deba desplazar al administrador de la correspondiente entidad, asumien­do facultades de dirección y gobierno en sustitución provisional de aquél. En este último supuesto la intervención recibe el nombre de administración judicial.

122 ALSINA, Tratado, V, pág. 531; BERGEI., Intervención judicial a las sociedades anónimas, en E.D., 5-434; COLOMBO. Código. II. pág. 353; Intervención Judicial, en RDP. 1945—II. pág. 143; FALCÓN, Código. II. pág. 320; FASSI-YÁÑF.Z. Código, 2, pág. 129; FENOCHIETTO-ARAZI. Código, 1, pág. 722; MORELLO-SOSA-BERIZONCE Códigos, Il-C'pág. 853; PALACIO. Derecho procesal civiLVlll, pág. 199; PALACIO-ALVARADO VELLOSO. Código. 5". pág. 253: PODHTTÍ. Tratado de las medidas cautelares, pág. 3Ü3.

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792 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

b) En su versión originaria el CPN reglamentaba, en sus arts. 223 a 226, bajo el título de "intervención y administración judiciales", las funciones de los denominados interventor colector o recaudador, interventor fiscalizado/- e in­terventor administrador. Asimismo, en el art. 227 el citado ordenamiento contemplaba la figura del veedor, al que se le asignaban funciones preponde-rantemente informativas no vinculadas, estrictamente, a la administración de los bienes, sino a los aspectos externos de ésta.

Por otra parte, la ley 19.550 de sociedades comerciales, no vigente al tiempo de promulgarse el CPN, reglamentó la intervención judicial de aqué­llas, particularmente en lo que concierne al desplazamiento provisional del o de los administradores (arts. 113 a 117, 303 [inc. 2°¡, 364 y concordantes), llenan­do un vacío que había sido cubierto por la jurisprudencia a través de la aplica­ción analógica del art. 1684 Cód. Civ. Si a tales disposiciones se agregan, entre otras, las contenidas en los arts. 17 a 19 de la ley 19.551, se comprende que, a fin de evitar superposiciones normativas y eventuales contradicciones, fuese necesario limitar el alcance de los preceptos mediante los cuales el CPN regla­mentaba la intervención judicial.

En las razones precedentemente expuestas se justificad art. 222 CPN, que, en su versión resultante de la ley 22.434, dispone que "además de las me­didas cautelares de intervención o administración judiciales autorizadas por las leyes sustanciales, que quedan sujetas al régimen establecido por ellas, podrán disponerse las que se regulan en los artículos siguientes", relativos al interven­tor recaudador y al interventor informante.

469. INTERVENTOR RECAUDADOR

a) A diferencia de la inhibición, que se halla supeditada a la inexistencia o insuficiencia de bienes susceptibles de embargo (stipra, n° 463), la clase de intervención que ahora se examina tiene como finalidad hacer efectivo el cum­plimiento de un embargo ya decretado, motivo por el cual se trata de una medi­da no sucedánea sino complementaria de aquél.

b) En lo que concierne a este tipo de intervención la ley 22.434 sustituyó el texto del art. 223 CPN por el siguiente: "A pedido de acreedor y a falta de otra medida cautelar eficaz o como complemento de la dispuesta, podrá designarse a un interventor recaudador, si aquélla debiere recaer sobre bienes productores de rentas o frutos. Su función se limitará exclusivamente a la recaudación de la parte embargada, sin injerencia alguna en la administración. El juez determina­rá el monto de la recaudación, que no podrá exceder del cincuenta por ciento de

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INTERVENCIÓN JUDICIAL 793

las entradas brutas; su importe deberá ser depositado a la orden del juzgado dentro del plazo que éste determine".

La norma transcripta —que es aplicable al embargo trabado sobre ingre­sos que se perciben en forma sucesiva (arrendamientos, honorarios profesiona­les, entradas a espectáculos públicos, etc.) y debe descartarse cuando el embar-ao, por la naturaleza de los bienes, puede efectivizarse mediante la inscripción en los registros, depósito o secuestro— eliminó la oscilación que, entre el diez y el cincuenta por ciento de los ingresos brutos, preveía el art. 223 en su anterior versión. El juez, por lo tanto, frente a las circunstancias del caso, se halla facul­tado para fijar cualquier porcentaje sobre las entradas brutas siempre que no su­pere el cincuenta por ciento de ellas. Se trata por lo demás de un límite razona­ble, por cuanto su exceso puede afectar capital y gastos de explotación que deben preservarse para asegurar, precisamente, la generación de ingresos.

470. INTERVENTOR INFORMANTE

Con respecto a esta especie de intervención prescribe el art. 224 CPN —modificado por la ley 22.434—, que "de oficio o a petición de parte, el juez podrá designar un interventor informante para que dé noticia acerca del estado de los bienes objeto del juicio o de las operaciones o actividades, con la perio­dicidad que se establezca en la providencia que lo designe".

El interventor informante a que se refiere la norma transcripta guarda coincidencias con el veedor que contemplaba el art. 227 CPN en su versión pri­mitiva, y se sintetizaron en el n°468. No se identifica, en cambio, con el inter­ventor fiscalizado!' cuya actividad reglamentaban los arts. 222, inc. 2° y 223, incs. Io a 4o CPN en su anterior versión, aunque debe entenderse que, dentro de los términos del art. 224 cabe la posibilidad de que el interventor informante dé cuenta al juez de cualquier irregularidad que advierta en la administración.

Por otra parte conviene señalar que, a diferencia de lo que ocurría con el interventor previsto por los anteriores arts. 222 y 223, cuyas funciones se cir­cunscribían al supuesto de denunciarse irregularidades en la actividad de una sociedad o asociación, el interventor informante que contempla el actual art. 224 puede ser designado para verificar la forma en que desenvuelve su activi­dad patrimonial una persona física.

Importa recordar, finalmente, que el art. 115 de la ley 19.550 dispone que la intervención puede consistir en la designación de un mero veedor.

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794 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

47 1. DISPOSICIONES COMUNES

a) Prescribe el art. 225 CPN que "cualquiera sea la fuente legal de la in­tervención judicial y en cuanto fuere compatible con la respectiva regulación: Io) El juez apreciará su procedencia con criterio restrictivo; la resolución será dictada en la forma prescripta en el art. 161; 2o) La designación recaerá en per­sona que posea los conocimientos necesarios para desempeñarse atendiendo a la naturaleza de los bienes o actividades en que intervendrá; será en su caso, persona ajena a la sociedad o asociación intervenida: 3o) La providencia que designe al interventor determinará la misión que debe cumplir y el plazo de du­ración, que sólo podrá prorrogarse por resolución fundada; 4o) La contracaulela se fijará teniendo en consideración la clase de intervención, los perjuicios que pudiere irrogar y las costas; 5o) Los gastos extraordinarios serán autorizados por el juez previo traslado a las partes, salvo cuando la demora pudiere ocasio­nar perjuicios; en este caso, el interventor deberá informar al juzgado dentro de tercero día de realizados. El nombramiento de auxiliares requiere siempre au­torización previa del juzgado".

b) De acuerdo con los términos de esta norma el juez, por lo pronto, debe apreciar la admisibilidad de la intervención con criterio restrictivo, tal como también lo dispone el art. 1 14 de la ley 19.550, de manera que le incumbe extremar las exigencias probatorias relativas a la verosimilitud del derecho in­vocado por el peticionante, aunque aquéllas pueden variar de acuerdo con el tipo de intervención requerido.

La resolución mediante la cual se hace lugar a la medida debe reunir las formas de las resoluciones interlocutorias, particularmente en lo que atañe a los fundamentos, pero en razón de que se dicta sin sustanciación previa es impug­nable mediante el recurso de reposición (arts. 198 y 238).

La designación de interventor debe recaer en persona que posea conoci­mientos necesarios para cumplir su cometido atendiendo a la índole de los bie­nes o de las actividades de que se trate. Si la intervención debe realizarse en una empresa, v.gr., el interventor informante (no así el recaudador) debe ser, por aplicación analógica de lo dispuesto en la ley 19.551, art. 283 una persona es­pecializada en el ramo respectivo, o con título universitario en administración de empresas. Asimismo, en virtud de revestir el interventor la calidad de auxi­liar externo del juez, es razonable la prohibición legal establecida en el sentido de que la designación recaiga en una persona que, como empleado o adminis­trador, forme parte de la sociedad o. asociación intervenida. En el supuesto de que el interventor sea nombrado para controlar la actividad de una persona físi-

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INTERVENCIÓN JUDICIAL 795

ca corresponde aplicar, en lo pertinente, el CPN, art. 17, con respecto a las cau­sales de recusación de los jueces.

La contracautela debe fijarse atendiendo al tipo de intervención dispues­to, así como a los perjuicios que puede ocasionar la medida y el monto de las costas. Puede bastar la caución juratoria, v.gr., en el caso de nombrarse un inter­ventor recaudador a fin de hacer efectivo un embargo decretado en los términos de los arts. 210, incs. 2o y 3o y 212, incs. 2o y 3o.

En cuanto a la determinación de la misión a cumplir por el interventor, y la posibilidad de que éste deba realizar gastos extraordinarios o nombrar auxi­liares, el nuevo art. 225 coincide sustancialmente con las normas contenidas en el CPN, arts. 224 y 225 antes de la reforma, con la diferencia de que, en materia de designación de auxiliares se requiere, ineludiblemente, la previa autoriza­ción judicial.

472. DEBERES Y REMOCIÓN

a) Dispone el art. 226 CPN que "el interventor debe: 1°) Desempeñar personalmente el cargo con arreglo a las directivas que imparta el juez; 2o) Pre­sentar los informes periódicos que disponga el juzgado, y uno final, al concluir su cometido; 3o) Evitar la adopción de medidas que no sean estrictamente nece­sarias para el cumplimiento de su función o que comprometan su imparcialidad respecto de las partes interesadas o puedan producirles daño o menoscabo. El interventor que no cumpliere eficazmente su cometido podrá ser removido de oficio; si mediare pedido de parte, se dará traslado a las demás y al interventor".

b) El desempeño personal del cargo a que alude la norma es compatible con la colaboración que puede prestar al interventor el personal auxiliar que de­signe, siempre que haya mediado al respecto autorización previa del juzgado.

El incumplimiento de los deberes que impone la norma analizada puede de­terminar la remoción del interventor, y su gravedad incide, según se verá en el núme­ro siguiente, en el derecho a la percepción de honorarios o en la fijación de su monto.

El art. 226 distingue asimismo según que la remoción del interventor sea dispuesta de oficio o a pedido de parte, y sólo en este último supuesto corres­ponde, previamente, conferir traslado a los demás litigantes y al interventor.

473. HONORARIOS

a) Con respecto a los honorarios del interventor, el art. 227 CPN dispo­ne, en su actual versión, que aquél "solo percibirá los honorarios a que tuviere

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796 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

derecho, una vez aprobado judicialmente el informe final de su gestión. Si su actuación debiera prolongarse durante un plazo que a criterio del juez justifica­ra el pago de anticipos, previo traslado a las partes, se fijarán éstos en adecuada proporción al importe total de los honorarios. Para la regulación del honorario definitivo se atenderá a la naturaleza y modalidades de la intervención, al mon­to de las utilidades realizadas, a la importancia y eficacia de la gestión, a la res­ponsabilidad en ella comprometida, al lapso de la actuación y a las demás circunstancias del caso. Carece de derecho a cobrar honorarios el interventor removido del cargo por ejercicio abusivo; si la remoción se debiere a negligen­cia, aquel derecho a honorarios o la proporción que corresponda será determi­nada por el juez. El pacto de honorarios celebrado por el interventor será nulo e importará ejercicio abusivo del cargo".

b) Al igual que el art. 226 CPN en su versión primitiva, el actual art. 227 determina que, en principio, la regulación y percepción de los honorarios del interventor debe tener lugar una vez aprobado el informe final de su gestión. También, como lo hacía el mencionado art. 226, autoriza al interventor a perci­bir honorarios a título de anticipos provisionales, aunque, a diferencia de aquella norma, no prevé el lapso a partir del cual procede el pago de dichos anticipos, dejándolo en cambio librado al criterio del juez.

A los fines regulatorios corresponde distinguir según se trate de interven­tor recaudador o de interventor informante, debiendo computarse el monto de las sumas recaudadas en el primer caso y la importancia de los bienes o de las operaciones controladas en el segundo, pero no cabe la aplicación de un criterio matemático que se desentienda de las restantes circunstancias contempladas en el art. 227.

Carece de derecho a percibir honorarios el interventor que fue removido de su cargo por ejercicio abusivo de éste. Se trata de un criterio acertado, que recoge la doctrina judicial establecida por aplicación analógica del art. 470 CPN. También es correcto el distingo que formula la norma sobre la base de que la remoción haya obedecido a uso abusivo del cargo o a negligencia.

La nulidad y la sanción imputables al pacto de honorarios importa una re­gla moralizadora semejante a la contenida en el art. 51 de la ley 21.893, aunque también hubiese sido razonable adoptar el criterio del art. 52 de dicha ley, sancio­nándose al interventor con una multa equivalente a la suma pactada o percibida.

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ANOTACIÓN DE LITIS 797

§ VI

ANOTACIÓN DE LITIS 123

474. CONCEPTO

a) La anotación de litis es la medida cautelar que tiene por objeto asegurar la publicidad de los procesos relativos a bienes inmuebles, para el supuesto de que las sentencias que en ellos se dicten hayan de ser opuestas a terceros adquirentes del bien litigioso o a cuyo favor se constituya un derecho real sobre éste.

b) A diferencia del embargo preventivo, la anotación de la litis no impi­de la libre disposición del bien, que puede ser gravado o enajenado por el de­mandado. Pero en la medida en que configura un modo de dar a conocer la existencia de un litigio sobre aquél, descarta la posibilidad de que los terceros que se encuentren en alguna de las mencionadas condiciones puedan amparar­se en la presunción de buena fe que, como principio general, establece el art. 2362 Cód. Civ.

475. REQUISITOS

a) Con anterioridad a la sanción del CPN, la medida analizada se halla­ba prevista por el art. 247, inc. Io, de la ley 1893 (sobre organización de los tri­bunales), norma según la cual podía pedir anotación preventiva de su respectivo derecho "el que demandare en juicio la propiedad de bienes inmuebles o la constitución, declaración, modificación o extinción de cualquier derecho real".

La jurisprudencia resolvió que la medida estaba condicionada a la prueba de la verosimilitud del derecho invocado, y que procedía cuando lo discutido fuese, sustancialmente, el derecho de propiedad o su plenitud, como ocurre en las pretensiones de reivindicación, petición de herencia, simulación, revocato­ria, tercería de dominio, nulidad de cuenta particionaria, etcétera, y, en general, cualquiera fuera la naturaleza de la pretensión (real o personal), cuando el re-

123 ALSINA, Tratado, V, pág. 514: Coi.OMBO, Código. I!, pág. 392: DE LÁZZARI. Medulas camelares, pág. 531; FASSI-YÁÑEZ, Código. 2. pág. 182;"~M0RLLL0-S0.SA-BLR1Z0NCE. Códigos. Il-C. pág. 940: PALACIO. Derecho procesal riW/.VlII, pág. 237: Anotación preventiva de la lilis y acciones personales, en JA.. 956-IV-254: PALACIO-ALVARADO VELLOSO. Código. 5°. Pág. 309; PODETTI, Tratado de las medidas camelares, pág. 351; ROSLNBUSCH. Jurisprudencia sobre anotaciones preventivas, en J.A.. 70-220.

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798 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

sultado del juicio fuese susceptible de conducir a la modificación de la situa­ción jurídica de un inmueble.

El CPN recoge tales conclusiones en tanto establece, en el art. 229, que "procederá la anotación de la litis cuando se dedujere una pretensión que pudie­re tener como consecuencia la modificación de una inscripción en el registro correspondiente y el derecho fuere verosímil".

b) Los párrafos 2o y 3o de dicha norma se refieren a la extinción y subsisten­cia de la medida, y prescriben que ésta se extinguirá con la terminación del juicio si la demanda hubiese sido desestimada, y que se mantendrá hasta que la sentencia haya sido cumplida en el supuesto de que la demanda hubiese sido admitida.

§ Vil

PROHIBICIÓN DE INNOVAR Y DE CONTRATAR i24

476. PROHIBICIÓN DE INNOVAR

a) Las medidas cautelares precedentemente examinadas pueden no ser suficientes para prevenir el peligro de que, hallándose pendiente el proceso, cualquiera de las partes altere o modifique un determinado estado de hecho en forma tal de hacer imposible la ejecución o de desvirtuar la eficacia de la sen­tencia definitiva.

A la necesidad de conjurar ese riesgo responde la llamada "prohibición de innovar", que es la medida en cuya virtud se ordena a una de las partes que se abstenga de alterar, mientras dure el proceso, la situación de hecho o de de­recho existente en un momento determinado.

Básicamente, la medida de no innovar encuentra justificación en las ga­rantías constitucionales de la defensa en juicio y de igualdad ante la ley. "Pero también halla fundamento —dice PODETTI— en el principio de moralidad o en

124 AI.SINA. Tratado. V. pág. 522: COLOMBO. Código. II. pág. 399; DF. LÁZZARI. Medidas camelares, pág. 541; FASSI-YÁÑKZ. Código. 2, pág. 952; FENOCHIETTO-ARAZL Código. 1, pág. 739: LINARES, ¡M prohibición de innovar, en Rev. del Colegio de Abogados. XX. pág. 281; PALACIO. Derecho procesal civil. VIII. pág. 175; PALACIO-ALVARADO VELLOSO. Código. 5o. pág. 322; PHYRANO. Medida cautelar innovativa. Buenos Aires, 1981: PODETTI, Tratado de las medidas cautelares, pág. 371: RIZIMÜNDÍN. La prohibición de innovar en el estado de la cosa litigiosa, en RDP, 1943. II, pág. 240: SPOTA, Fundamento jurídico de la medida de no innovar, en J.A.. 1956-11, pág. 232.

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PROHIBICIÓN DE INNOVAR Y DE CONTRATAR 799

la buena fe con la cual deben proceder los litigantes. Sería contrario a un míni­mo de buena fe procesal —agrega— que mientras por un lado se busca que los jueces resuelvan el litigio, reconociendo o declarando las cuestiones controver­tidas, por otro se modifique el status jurídico o de hecho de los bienes discuti­dos, procurando obtener una ventaja de esta actitud".

b) En la generalidad de los casos, la medida de no innovar implica la prohibición de que se altere el estado de hecho existente al tiempo de iniciarse el proceso. Tal lo que ocurre, por ejemplo, cuando se dispone mantener el esta­do de "no ocupación" en que se encuentra un inmueble, o se prohibe la destruc­ción de una cosa.

Pero la medida también es admisible para impedir la alteración de un es­tado de hecho existente con anterioridad y que el juez ordena restablecer luego de iniciado el proceso. Esta hipótesis se configura, v.gr., en el supuesto de de­cretarse la paralización de una obra o la suspensión de la ejecución de un acto administrativo. La Corte Suprema ha decidido, al respecto, que procede una medida de no innovar con relación a situaciones ocurridas con anterioridad a la interposición de la demanda cuando, hallándose enjuego la continuidad y el normal funcionamiento de un servicio público interprovincial de comunicacio­nes, la situación existente al tiempo de promoverse aquélla consistía en la eje­cución de actos administrativos provinciales que se impugnaron, sobre bases primafacie verosímiles, como contrarios a disposiciones emanadas del gobier­no federal (Fallos, 251 -336).

El CPN ha adoptado una fórmula comprensiva de ambas hipótesis, pues establece, entre los requisitos que condicionan la admisibilidad de la prohibi­ción de innovar, el de que "existiere el peligro de que si se mantuviera o altera­ra, en su caso, la situación de hecho o de derecho, la modificación pudiera in­fluir en la sentencia o convirtiera su ejecución en ineficaz o imposible" (art. 230, inc. 2o).

c) Además, la procedencia de la medida está supeditada a la verosimili­tud del derecho (art. 230, inc. Io) y a la circunstancia de que la cautela no pueda obtenerse a través de otra medida precautoria (id., inc. 3o). Aparte de ello, el so­licitante debe prestar la correspondiente contracautela, siendo insuficiente la simple caución juratoria.

d) La prohibición de innovar procede en toda clase de juicios (art. 230, párr. Io), y cualquiera que sea la etapa en que éstos se encuentren. Pero es inad­misible contra otra de igual naturaleza, pues ello importaría frustrar la celeri­dad con que deben cumplirse las medidas cautelares. Tampoco procede para impedir el cumplimiento de una sentencia firme pronunciada por otro juez.

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800 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

e) PEYRANO ha propiciado, en numerosos trabajos, la autonomía de la primera hipótesis contemplada, según se vio, por el art. 230 CPN, a la que ca­lifica, como lo hicieron luego diversos precedentes judiciales inspirados en esa tesis, medida cautelar innovativa.

El distinguido autor apoya tal autonomía, fundamentalmente, no sólo en la índole retroactiva de la medida, sino también en la circunstancia de que, pu-diendo aquélla configurar un anticipo de sentencia favorable, su procedencia requiere, aparte de los requisitos comunes a todas las medidas cautelares, un cuarto requisito consistente en que la situación que se pretende innovar sea sus­ceptible de generar un daño irreparable (periculuin in dammí) al peticionario.

Pero más allá de que tal contingencia se halla cubierta por el requisito con­cerniente al "peligro en la demora" y es atenuable a través de la exigencia de una mayor contracautela, cabe concluir que, al menos conforme al régimen instituido por el art. 230 CPN y códigos provinciales concordantes, tal vez la divergencia tie­ne un origen puramente terminológico y se hubiese superado modificando el "título" de dicha norma por otro más adecuado a su contenido (v.gr. "restable­cimiento o mantenimiento de la situación de hecho o de derecho").

477. PROHIBICIÓN DE CONTRATAR

a) Para asegurar el resultado práctico de un proceso en el que se discu­ten derechos sobre determinados bienes respecto de los cuales medie el temor de que alguna de las partes los ceda, arriende o enajene a un tercero, existe una medida cautelar, denominada "prohibición de contratar", en cuya virtud el juez está facultado para ordenar que los eventuales interesados se abstengan de ce­lebrar el contrato y para acordar publicidad a la prohibición.

El art. 231 CPN dispone, sobre el particular, que "cuando por ley o con­trato o para asegurar la ejecución forzada o los bienes objeto del juicio, proce­diese la prohibición de contratar sobre determinados bienes, el juez ordenará la medida, individualizará lo que sea objeto de la prohibición, disponiendo se ins­criba en los registros correspondientes y se notifique a los interesados y a los terceros que mencione el solicitante".

En razón de que las prohibiciones de contratar previstas en las leyes (v.gr., Cód. Civ., arts. 1358 a 1361 y 1449 a 1452) o estipuladas convencional-mente se hallan provistas, en sí mismas, de suficiente operatividad, pese a la re­dacción de la norma transcripta la prohibición de contratar resulta admisible cuando es necesaria para asegurar la ejecución forzada o, en general, el cumpli­miento de la sentencia, siempre que concurran los requisitos que condicionan la prohibición de innovar y se preste una contracautela suficiente. La medida

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PROTECCIÓN DE PERSONAS 801

procede, v.gr., para que el deudor hipotecario se abstenga de arrendar el inmue­ble objeto del gravamen, o para que quien pretenda la declaración de nulidad de un contrato no alquile el bien sobre que éste versa.

b) La medida caduca si no se deduce la demanda dentro del plazo de cin­co días de haber sido dispuesta y en cualquier momento en que se demuestre su improcedencia (CPN, art. 231, infine).

§ VIII

PROTECCIÓN DE PERSONAS 125

478. CONCEPTO

a) Los arts. 234 a 237 CPN instituyen una medida cautelar dirigida a la protección de ciertas personas expuestas a peligros o amenazas sobre su inte­gridad física o moral o sobre su libertad de determinarse en un asunto de orden privado.

b) Dispone el art. 234 CPN que "podrá decretarse la guarda: Io) De mu­jer menor de edad que intentase contraer matrimonio, entrar en comunidad re­ligiosa o ejercer determinada actividad contra la voluntad de sus padres o tutores; 2o) De menores e incapaces que sean maltratados por sus padres, tuto­res, curadores o guardadores, o inducidos por ellos a actos ilícitos o deshones­tos o expuestos a graves riesgos físicos o morales; 3o) De menores o incapaces abandonados o sin representantes legales o cuando éstos estuvieren impedidos de ejercer sus funciones; 4°) De los incapaces que estén en pleito con sus repre­sentantes legales, en el que se controvierta la patria potestad, tutela o cúratela, o sus efectos".

Todas las medidas mencionadas revisten carácter provisional y están su­jetas a lo que en definitiva se decida en los correspondientes procesos (disenso, suspensión del ejercicio de la patria potestad, suspensión y remoción de tutores y curadores, provisión de tutela o cúratela), en los cuales podrá disponerse, según sea el caso, el reintegro del menor a su domicilio legal o la guarda definitiva.

125 ALSINA. Tratado. VI. pág. 453: COLOMBO. Código. II. pág. 424; DL LÁZZARI, Medidas cautelares, pág. 611; PALACIO. Derecho procesal civil. VIII. pág. 251; PALACIO-ALVARADO VELLOSO, Código. 5o, pág. 363: PODETTI, Tratado de las medidas camelares, pág. 435.

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802 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

c) De las mismas características de las medidas mencionadas partici­pan, por ejemplo, la decisión relativa a cuál de los cónyuges debe retirarse del hogar conyugal o ser reintegrado a él mientras se sustancia el juicio de separa­ción personal o de divorcio vincular (Cód. Civ., art. 231), y la internación, du­rante el juicio de insania, del presunto demente que ofreciere peligro para sí o para terceros (CPN, art. 629).

479. PROCEDIMIENTO

a) Es juez competente para decretar la guarda el del domicilio de la per­sona que haya de ser amparada. La medida debe disponerse con intervención del asesor de menores e incapaces y sin más trámite y provisionalmente cuando existiere urgencia o circunstancias graves (art. 235).

b) En los casos previstos en los incs. 2o, 3o y 4o del art. 234, la legitima­ción para pedir la medida corresponde a cualquier persona, pudiendo la solici­tud ser formulada verbalmente ante el asesor de menores e incapaces, en cuyo caso se labrará acta con las menciones pertinentes, la que será remitida al juz­gado que corresponda (art. 236).

c) Al disponer la medida, el juez debe ordenar que se entreguen a la per­sona a favor de quien ha sido decretada, las ropas, útiles y muebles de su uso y profesión. Debe disponer, además, que se le provea de alimentos por el plazo de treinta días, a cuyo vencimiento quedarán sin efecto si no se iniciase el juicio correspondiente. La suma será fijada prudencialmente por el juez, previa vista a quien deba pagarlos, y sin otro trámite (art. 237).

§ IX

INCIDENTES ,2b

480. CONCEPTO Y CLASES

a) Denomínase incidentes a todas las cuestiones contenciosas que pue­den surgir durante el desarrollo del proceso y guarden algún grado de conexi­dad con la pretensión o petición que constituye el objeto de aquél.

i-fi ALSINA, Tratado. IV. pág. 509: COUOMBO. Código, pág. 674; FAI.CÓN, Código. II. pág.

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INCIDENTES 803

b) Los incidentes pueden clasificarse, de acuerdo con un primer punto de vista, en autónomos y genéricos. Dentro de la primera categoría correspon­de incluir a todas aquellas cuestiones que han sido objeto de una específica re­glamentación legal en cuanto al modo en que deben sustanciarse. Tal lo que ocurre con las cuestiones de competencia promovidas por vía de inhibitoria (CPN, arts. 9 al 12), la recusación con causa (id., arts. 20 a 27), el pedido de in­tervención de terceros (id., art. 92), el planteamiento de nulidad de actos proce­sales (id., art. 170), la acumulación de procesos (id., arts. 190 a 191); etcétera. Son incidentes genéricos, en cambio, aquellos que se encuentran sujetos a un mismo trámite que la ley establece sin consideración a la materia sobre la cual versan.

Esta clase de incidentes se halla reglamentada por los arts. 175 a 187 CPN, el primero de los cuales establece, como principio general, que debe tra­mitar por las reglas previstas en ese grupo de normas "toda cuestión que tuviere relación con el objeto principal del pleito v no se hallare sometida a un proce­dimiento especien" (art. 175).

Entre otras disposiciones, el CPN remite a ese trámite general a veces al­ternativamente con otros, en los arts. 395 (redargución de falsedad de un instru­mento público); 504 (objeciones a la liquidación presentada en el procedimien­to de ejecución de sentencia); 513 (determinación del monto de los daños emergentes del incumplimiento de una obligación de hacer); 514 (idem con respecto a una obligación de no hacer); 518 (trámite del exequátur); 589 (cues­tiones suscitadas con motivo de la desocupación del inmueble subastado en el juicio ejecutivo); 650 (petición de aumento, disminución, cesación o copartici­pación en los alimentos); 653 (rendición de cuentas en el caso de existir conde­na judicial o instrumento que acredite la obligación de rendirla); 714 (remoción del administrador en el juicio sucesorio); 725 (reclamaciones de los herederos sobre inclusión o exclusión de bienes en el inventario); etcétera.

Desde el punto de vista de su gravitación en el trámite del proceso princi­pal, los incidentes pueden ser suspensivos o no suspensivos. La regla general admitida por el CPN es que los incidentes no suspenden la prosecución del pro­ceso principal, salvo que aquél disponga lo contrario o que así lo resuelva el juez cuando lo considere indispensable por la naturaleza de la cuestión plantea­da. Tal resolución es irrecurrible (art. 176).

203; FASSI-YÁÑEX, Código. 2, pág. 1; FKNOCHIETTO-ARAZI, Código, 1. pág. 625: MORELLO-SOSA-BERIZONCE, Códigos. ll-C. pág. 396; PALACIO. Derecho procesal civil. IV. pág. 258: PALACIO-ALVARADO VELLOSO. Código. 4o. pág. 572; PODETTI. Tratado de los actos proce­sales, pág. 464; SENTÍS MELENUO. El proceso civil, pág. 120.

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804 MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

481 . REQUISITOS Y PROCEDIMIENTO

a) Es competente, para conocer de los incidentes, el juez que interviene en el proceso principal (CPN, art. 6o, inc. Io), regla que obedece, como es obvio, a una razón de conexidad.

b) El escrito en el que se plantea el incidente debe ser fundado clara y concretamente en los hechos y en el derecho, ofreciéndose en él toda la prueba (art. 178). El juez está habilitado para rechazar el incidente in limine cuando éste fuere manifiestamente improcedente (art. 179), lo que ocurrirá entre otros casos, cuando el respectivo escrito carezca del debido fundamento, o quien lo articula no revista la calidad de parte en el proceso principal o no acredite la existencia de suficiente interés jurídico, etcétera. La resolución desestimatoria es apelable en efecto devolutivo (id., párr. 2o).

El incidente se forma con el escrito en que se promueve y con copia de la resolución y de las demás piezas del expediente principal que lo motivan y que indiquen las partes, señalando las fojas respectivas, cuya confrontación debe ser hecha por el secretario o por el prosecretario administrativo (art. 177).

c) Si el juez resuelve admitir el incidente, y se trata de un proceso ordi­nario, corresponde que le confiera traslado por cinco días a la otra parte, quien, en oportunidad de contestarlo, también debe ofrecer toda la prueba. El traslado debe notificarse dentro del tercero día de dictada la providencia que lo ordene (art. 180).

Si fuere menester la producción de medidas probatorias que deban reci­birse en audiencia (testigos y absolución de posiciones), el juez debe señalarla para una fecha que no puede exceder de diez días desde que se hubiere contes­tado el traslado o vencido el plazo para hacerlo. Corresponde, asimismo, que el juez cite a ¡os testigos que ¡as partes no puedan hacer comparecer por sí, y que adopte las medidas necesarias para el diligenciamiento de la prueba que no pueda recibirse en dicha audiencia (v.gr. libramiento de oficios, designación de peritos). Si no resulta posible agregar esa clase de prueba antes de la audiencia, ella sólo puede ser tenida en cuenta si se incorpora antes de resolverse el inci­dente, cualquiera que sea la instancia en que éste se encuentre (CPN, art. 181).

Cuando mediare imposibilidad de producir toda la prueba en esa audien­cia, ésta puede postergarse o suspenderse una sola vez, por un plazo no mayor de diez días (art. 182).

Por otra parte, el código establece que la prueba pericia!, cuando proce­diere, debe llevarse a cabo por un perito único designado de oficio, y que no cabe admitir la intervención de consultores técnicos (art. 183).

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INCIDENTES 805

Asimismo, no pueden proponerse más de cinco testigos por cada parte. Las declaraciones testimoniales, finalmente, no pueden recibirse fuera de la ju­risdicción, cualquiera que sea el domicilio de los testigos (norma citada).

Contestado el traslado o vencido el plazo, si ninguna de las partes hubiese ofrecido prueba o no se ordenase de oficio, o recibida la prueba, en su caso, el juez, sin más trámite, debe dictar resolución (art. 185). En esa misma resolu­ción deben decidirse las cuestiones que hayan surgido en el curso del incidente y que carezcan de entidad para constituir un incidente autónomo (art. 184).

Las mismas reglas rigen en el proceso sumarísimo, con la diferencia de que los plazos deben ser fijados por el juez y de que éste debe adoptar de oficio todas las medidas adecuadas para que el incidente no desnaturalice el procedi­miento principal (art. 187).

d) Todos los incidentes que por naturaleza puedan paralizar el proceso, cuyas causas existan simultáneamente y sean conocidas por quien los promue­ve, deben ser articulados en un mismo escrito, siempre que sea posible su tra­mitación conjunta. Concurriendo tales circunstancias, corresponde desestimar sin más trámite los que se entablen con posterioridad (art. 186).

482. COSTAS

Como se señaló oportunamente, las costas deben aplicarse a la parte que resulte vencida en el incidente, pudiéndosela eximir de esa responsabilidad cuando el juez encuentre mérito para ello y lo exprese en su pronunciamiento (CPN, art. 69, párr. Io). Corresponde recordar, asimismo, que según la citada disposición no cabe la sustanciación de nuevos incidentes mientras el condena­do al pago de las costas en otro anterior no haya satisfecho su importe o no lo haya depositado en calidad de embargo, y que toda apelación sobre imposición de costas y regulación de honorarios debe concederse en efecto diferido, salvo cuando el expediente hubiese sido remitido a la cámara como consecuencia del recurso deducido por alguna de las partes contra la resolución que decidió el in­cidente (párrs. 2o y 3o).

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CAPÍTULO XXXV

PROCESOS ESPECIALES

SUMARIO: I. GENERALIDADES: 483. Concepto.— 484. Clases de procesos especiales.— II. INTERDICTOS Y PRETENSIONES POSESORIAS: 485. Concepto y ciases.— 486. In­terdicto de adquirir.— 487. Interdicto de retener.— 488. Interdicto de recobrar.— 489. Interdicto de obra nueva.— 490. Disposiciones comunes a los interdictos.— 491. Denuncia de daño temido.— 492. Oposición a la ejecución de reparaciones urgentes.— 493. Pretensiones posesorias.— III. AUMENTOS Y LITISEXPENSAS: 494. Concep­to.— 495. Requisitos de la pretensión.— 496. Procedimiento.— 497. Sentencia.— 498. Re­cursos, cumplimiento de la sentencia y percepción de las cuotas.— 499. Modificación o cesación de los alimentos.— 500. Litisexpensas.

§ /

GENERALIDADES nl

483. CONCEPTO

a) Oportunamente se definió a los procesos especiales como aquellos procesos judiciales contenciosos que se hallan sometidos a trámites específi­cos, total o parcialmente distintos a los del proceso ordinario (supra, n° 38).

Allí se observó, asimismo, que ese tipo de procesos —a los que caracte­riza esencialmente su mayor simplicidad desde el punto de vista formal— pue­de clasificarse en plenarios rápidos o abreviados y sumarios.

Bibliografía citada en la nota 7.

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808 PROCESOS ESPECIALES

b) Sin embargo, en ocasión de examinar los "procesos de conocimien­to" se advirtió que el CPN, sin ceñirse a un criterio técnico estricto, reglamenta bajo tal denominación a numerosos procesos judiciales que permiten la discu­sión exhaustiva y final del conflicto que los motiva y no se hallan sometidos, en cuanto a su trámite, a reglas distintas, o que configuren la más mínima variante con relación a los llamados procesos ordinario y sumarísimo (supra, n° 157). No obstante se destacó que la denominación adecuada de estos dos últimos es, en general, la de procesos plenarios rápidos o abreviados, pues aquélla, por un lado, da la idea de la aptitud que tienen esos procesos para que en ellos se dis­cuta y resuelva el respectivo conflicto en toda su extensión y, por otro lado, alu­de a la única circunstancia que los separa del proceso ordinario, la que no es otra que la consistente en su mayor simplicidad formal.

484. CLASES DE PROCESOS ESPECIALES

a) Excluido el llamado proceso sumarísimo, cuya "especialidad" no ha impedido que el CPN lo reglamente bajo el rubro genérico de "procesos de cono­cimiento", los distintos procesos que dicho ordenamiento contempla en el libro IV, relativo a los "procesos especiales", son de dos clases: sumarios propiamente di­chos y plenarios rápidos. Todos ellos, sin embargo, revisten el carácter de procesos de conocimiento, y en su mayoría se sustancian (algunos con variantes) conforme al procedimiento de los denominados juicios sumarísimos.

b) Son sumarios propiamente dichos, los procesos de interdictos, pose­sorios y de desalojo. Les corresponde tal designación porque, de conformidad con las nociones desarrolladas supra, n° 38, el conocimiento judicial no reviste, en este tipo de procesos, carácter pleno o total, sino fragmentario. En otras pa­labras, estos procesos están estructurados de manera tal que en ellos no procede el planeamiento y resolución del correspondiente conflicto en su totalidad, sino tan sólo en uno de sus aspectos. Por consiguiente, todas aquellas facetas del conflicto que queden pendientes de decisión, deben ser objeto de un conoci­miento judicial posterior, tal como ocurre, según se destacó antes de ahora (su­pra, n°448), en los procesos de ejecución. De allí, asimismo, que las sentencias dictadas en los procesos de interdictos, posesorios y de desalojo no produzcan efectos de cosa juzgada en sentido material, sino solamente formal.

c) Dentro de los que el nuevo código llama "procesos especiales" son plenarios rápidos o abreviados los de declaración de incapacidad e inhabilita­ción, alimentos y litisexpensas, rendición de cuentas, deslinde y división de co-

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INTERDICTOS Y PRETENSIONES POSESORIAS 809

sas comunes. Resulta apropiado asignarles tal denominación porque esos pro­cesos, de la misma manera que el ordinario y que la mayoría de los llamados su­mario y sumarísimo, son idóneos a los fines de la discusión y resolución exhaustiva del conflicto que los motiva, y conducen, por ello, a la emisión de un pronunciamiento con eficacia de cosa juzgada en sentido material. De la misma naturaleza participan, entre otros, los procesos de adquisición de propiedad por prescripción y de expropiación.

§ //

INTERDICTOS Y PRETENSIONES POSESORIAS 12S

485. CONCEPTO Y CLASES

a) Denomínanse interdictos a aquellas pretensiones que nacen con mo­tivo de la perturbación o despojo de la posesión o tenencia de un bien mueble o inmueble, o de una obra nueva que afectare a un inmueble, y cuya finalidad consiste en obtener una decisión judicial que ampare o restituya la posesión ola tenencia u ordene la suspensión definitiva o destrucción de la obra.

El mismo origen y finalidad tienen las pretensiones posesorias, con la di­ferencia de que sólo se acuerdan al poseedor que reúna los requisitos estableci­dos en los arts. 2473 y 2478 a 2481 Cód. Civ. aunque, en la actualidad, como se verá, es discutible la autonomía de dichas pretensiones.

b) La aparente contradicción existente entre las normas contenidas en el Cód. Civ. acerca de las llamadas "acciones posesorias", y las disposiciones que el derogado código de procedimientos dedicaba a los "interdictos", generó una aguda controversia doctrinaria que condujo, básicamente, a la enunciación de dos teorías: la unitaria y la dualista.

De acuerdo con la primera, los interdictos que contemplaba el código de procedimiento no eran otra cosa que la reglamentación o regulación procesal de las pretensiones posesorias legisladas en el Código civil (JOFRÉ, SALVAT, LE-

'-8 ALSINA, Tratado, VI. pág. 270; ALSINA ATIENZA. Acciones posesorias. Buenos Aires. 1945; BENDERSKY, Acciones posesorias y despojo; BORDA, Tratado de derecho civil —De­rechos reales—. I, pág. 163; COLOMBO, Código, IV. pág. 365; DASSEN, Acciones posesorias; FENOCHIETTO-ARAZI, "Código. III, pág. 193; FERNÁNDEZ, Código, pág. 476; FLEITAS, Acciones posesorias e interdictos; LAFAILLE, Derechos reales, \, pág. 346; MARIANI DE VIDAL. Curso de derechos reales. I, pág. 148: MORELLO, Juicios sumarios, II, pág. 12; PALACIO. Derecho procesal civil, VII, págT 11; Estudio, pág. 261; SALVAT, Derechos rediles, II, pág. 389.

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GÓN, etc.). De allí que, toda vez que este último condicionaba la admisibilidad de las pretensiones posesorias a la circunstancia de que el actor tuviera la pose­sión jurídica, es decir, anual y sin los vicios de ser precaria, violenta o clandes­tina (Cód. Civ., art. 2473), y teniendo en cuenta que según el art. 2501 de dicho código "las acciones posesorias serán juzgadas sumariamente y en la forma que prescriben las leyes de los procedimientos judiciales", se sostuviese que los re­quisitos de admisibilidad de los interdictos coincidían con los de ese tipo de pretensiones, y que quien fuese vencido en aquéllos sólo estaba habilitado para deducir la pretensión reivindicatoría en el correspondiente proceso ordinario. Sólo se consideraba como una excepción a tales conclusiones el caso de inter­dicto de despojo, por cuanto éste correspondía a todo poseedor despojado de la posesión de inmuebles, aunque su posesión fuese viciosa, y amparaba incluso al mero tenedor o detentador (Cód. Civ., art. 2490).

Para la teoría dualista, en cambio, los interdictos y las acciones poseso­rias representaban dos remedios distintos, diferenciables desde el punto de vis­ta de la finalidad que perseguían: mientras los primeros tutelaban el hecho ma­terial de la posesión, con prescindencia de que tuviese vicios o no fuese anual, las segundas protegían la posesión jurídica, es decir, el derecho a la posesión (LAFAILLE, PAZ, FLEITAS, etc.). El primordial fundamento de la tesis dualista re­sidía en el principio contenido en el art. 2469 Cód. Civ. (con anterioridad a su reforma), según el cual "cualquiera que sea la naturaleza de la posesión nadie puede turbarla arbitrariamente".

Corresponde señalar, sin embargo, que entre los autores enrolados dentro de la tesis dualista no existía coincidencia de criterio en cuanto a aspectos par­ticulares del problema. Un primer punto de divergencia se advertía con relación al ámbito de protección de los interdictos, pues mientras algunos autores con­sideraban que el mero tenedor sólo podía lograr protección a través del inter­dicto de despojo —no así mediante los de retener y de recobrar—, otros enten­dían que todos los interdictos eran utilizables tanto por el poseedor actual y momentáneo cuanto por el mero tenedor. También se discutía si la acción de despojo prevista en el art. 2490 Cód. Civ. coincidía con la acción de recuperar del art. 2487, y, por consiguiente, con el denominado interdicto de recobrar contemplado por el art. 581 del código procesal derogado o si, por el contrario, la primera era una simple acción policial tendiente a prevenir el uso de violen­cia, habiendo prevalecido la primera solución. Finalmente, la mayor parte de los autores entendía que, cualquiera fuere el resultado del interdicto, siempre quedaba al vencido la posibilidad de discutir el derecho a la posesión en un pro­ceso plenario posterior (sin perjuicio del petitorio), en tanto que otros conside­raban que la cuestión posesoria podía discutirse, a elección del actor, en juicio sumario (interdicto) u ordinario, quedando al vencido, únicamente, la vía de la pretensión reivindicatoría.

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INTERDICTOS Y PRETENSIONES POSESORIAS 811

El régimen que el CPN instituye en materia de interdictos y pretensiones posesorias zanja las anotadas divergencias interpretativas, las cuales, como se verá, han perdido también sentido a raíz de la reforma introducida por la ley 17.711 a los arts. 2469, 2487, 2488 y 2490 del Cód. Civ.

En primer lugar, en efecto, el CPN acuerda los interdictos de retener y de recobrar tanto al poseedor actual como al mero tenedor (arts. 610 y 614), mien­tras que el art. 574 del código derogado excluía a la tenencia del primero de los mencionados interdictos.

Además, el CPN somete a las pretensiones posesorias al trámite del jui­cio ordinario, y a los interdictos al trámite del juicio sumarísimo (arts. 607,615, 6) 9 y 623), pero descarta la posibilidad de que, sustanciada y decidida una pre­tensión posesoria o un interdicto, la parte vencida plantee la cuestión posesoria en un proceso posterior, tal como lo autorizaba el art. 579 del código derogado. Por consiguiente, tanto en el supuesto de las pretensiones posesorias como en el de los interdictos, las sentencias recaídas en los respectivos procesos produ­cen eficacia de cosa juzgada en lo que atañe al tema de la posesión, pudiendo el vencido ejercer únicamente la correspondiente pretensión real (arts. 622 y 623, párr. 2o), la que se sustanciará por los trámites del juicio ordinario o del sumario según sea su cuantía (CPN, art. 320, incs. Io y 2o).

Corresponde no obstante destacar que la ley 17.711, haciéndose cargo del hecho de que, ya con anterioridad a la promulgación del CPN, las llamadas ac­ciones posesorias, a raíz del amplio alcance asignado a los interdictos, habían caído prácticamente en desuso, modificó el texto de los arts. 2469, 2487, 2488 y 2490 del Cód. Civ. en forma tal que de tales preceptos, considerados en su conjunto, se desprende que la protección judicial es susceptible de requerirse genéricamente por cualquier poseedor o tenedor a fin de obtener la restitución o la manutención de la posesión o de la tenencia de cosas tanto muebles como inmuebles. Sufrió así una reforma trascendente el alcance de las pretensiones posesorias, ya que actualmente su procedencia no se halla condicionada a los requisitos exigidos a la posesión por el Código civil (anualidad, carencia de vi­cios, etc.).

Aunque la ley 17.711 no derogó expresamente las normas que instituyen tales requisitos, en razón de que el art. 2469 Cód. Civ., en su actual redacción, concede explícitamente las llamadas "acciones posesorias" a todo poseedor, con prescindencia de su naturaleza, se impone la conclusión de que, al margen de la inadecuada técnica legislativa utilizada, aquellas normas deben reputarse implícitamente derogadas.

De lo dicho se sigue, asimismo, que con motivo de las reformas introdu­cidas a los arts. 2469, 2487, 2488 y 2490 del Cód. Civ. también han perdido ra­zón de ser las teorías unitaria y dualista, aunque ahora cabría sostener que la

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primera de ellas tiene validez con un sentido inverso al propiciado en su mo­mento, ya que la coincidencia de requisitos que actualmente une a las preten­siones posesorias y a los interdictos permite hablar de una absorción de las pri­meras por los segundos (BORDA).

En virtud de la señalada coincidencia, cabe también concluir que tampoco rige en la actualidad la dualidad de trámites que el CPN prevé para la sustancia-ción de los interdictos y de las pretensiones posesorias, de modo que, cualquie­ra que sea la calificación que el actor otorgue a su pretensión, se halla facultado para optar entre el trámite sumarísimo y el sumario.

c) En cuanto a las clases de interdictos admisibles, el CPN dispone que aquéllos sólo podrán intentarse: Io) Para adquirir la posesión; 2o) Para retener la posesión o tenencia; 3o) Para recobrar la posesión o tenencia; 4o) Para impedir una obra nueva (art. 606). Cada uno de ellos será objeto de examen particular en los números que siguen, donde también se analizarán la denuncia de daño temi­do y la oposición a la ejecución de reparaciones urgentes, pues ambas situacio­nes presentan puntos de semejanza con los interdictos.

486. INTERDICTO DE ADQUIRIR

a) El denominado interdicto de adquirir, en tanto no tiene por objeto proteger la posesión o la tenencia, sino, por el contrario, conseguir la investidu­ra en una posesión o tenencia que nunca se tuvo, no configura, en realidad, un verdadero interdicto. Por otra parte, a diferencia de lo que ocurre con los restan­tes interdictos, la procedencia del interdicto de adquirir se halla supeditada a la demostración, por parte del peticionario, de su título o derecho a la posesión o a la tenencia.

"Para que proceda el interdicto de adquirir —dispone el art. 607 CPN— se requerirá: Io) Que quien lo intente presente título suficiente para adquirir la posesión o la tenencia con arreglo a derecho; 2o) Que nadie tenga título de due­ño o usufructuario de la cosa que constituye el objeto del interdicto; 3o) Que na­die sea poseedor o tenedor de la misma cosa".

En el derecho español —de donde fue tomado por nuestras leyes procesa­les— el interdicto examinado constituía el medio acordado a quienes ostenta­sen título de herederos a fin de obtener la posesión de los bienes integrantes del acervo sucesorio, ya que durante el lapso transcurrido entre la muerte del cau­sante y la aceptación de la herencia ésta se reputaba yacente. De acuerdo con el sistema adoptado por nuestro Cód. Civ., en cambio, desde el momento mismo de la muerte del causante se transmiten al heredero, sin el menor intervalo de

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INTERDICTOS Y PRETENSIONES POSESORIAS 813

tiempo, tanto el dominio como la posesión de los bienes hereditarios (art. 3282 y su nota), de manera que dentro del régimen sucesorio argentino el interdicto de adquirir no tiene función alguna que cumplir, ya que si aquellos bienes se en­cuentran detentados por un tercero el sucesor deberá reclamarlos mediante la interposición de una pretensión reivindicatoría.

El problema se presenta, en cambio, cuando se trata de determinar si el interdicto de adquirir procede a favor de quien, acompañando un título del que resulta la existencia de un acto entre vivos provisto de aptitud para transmitir el dominio, pretende la entrega de la posesión por parte del enajenante. Diversos precedentes judiciales se inclinaron hacia la solución afirmativa, declarando que la escritura pública traslativa de dominio constituye título suficiente para entraren posesión de! bien enajenado que detentad vendedor. Esta tesis no es sin embargo aceptable porque hasta tanto no tenga lugar la tradición, y pese a la circunstancia de haberse suscripto la escritura pública, el dominio continúa en cabeza del vendedor (Cód. Civ., art. 2609), cuya posesión a título de dueño re­presenta una valla insalvable a la procedencia del interdicto de adquirir en los términos del art. 607, inc. 2° CPN (BORDA, MARIANI DE VIDAL; CNCiv., A, E.D. 73-433). En consecuencia, la vía procesal adecuada al caso analizado no puede ser otra que la pretensión por cumplimiento de contrato.

En relación con la tenencia, se ha resuelto que procede el interdicto de ad­quirir deducido por el comprador de un inmueble contra quienes lo ocupan, si éstos, además de no ser inquilinos por no pagar un precio determinado en dine­ro, alegan la existencia de un contrato de locación de servicios que pudo ser de­jado sin efecto en cualquier momento por el nuevo propietario de dicho inmue­ble (CNCiv., A, L.L, 95-25) o el interpuesto contra el vendedor que se niega a desocupar parte del bien vendido (C.C.P, J.A, 948-11-715).

Tales conclusiones resultan sin embargo objetables, por cuanto dispo­niendo el art. 680 CPN —en concordancia con reiterada jurisprudencia y doc­trina anteriores a su promulgación— que "la acción de desalojo procederá con­tra locatarios, sublocatarios, tenedores precarios, intrusos y cualesquiera otros ocupantes cuyo deber de restituir sea exigible", en los casos resueltos debieron aplicarse las reglas del juicio de desalojo y no las correspondientes al interdicto de adquirir.

b) "Promovido el interdicto—dispone el art. 608 CPN—el juez exami­nará el título y requerirá informe sobre las condiciones de dominio. Si lo hallare suficiente, otorgará la posesión o la tenencia, sin perjuicio de mejor derecho, y dispondrá la inscripción del título, si correspondiere. Si otra persona también tuviere título o poseyera el bien, la cuestión deberá sustanciarse en juicio ordi­nario. Cuando alguien ejerciera la tenencia de la cosa, la demanda contra él se

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sustanciará por el trámite del juicio sumarísimo. Si el título que presentad ac­tor para adquirir la posesión o la tenencia deriva del que invoca el oponente para resistirla, el juez dispondrá que la controversia tramite por juicio sumario o sumarísimo, atendiendo a las circunstancias del caso".

La norma transcripta aparentemente instituye, en su párrafo inicial, un proceso voluntario, pues se coloca en la hipótesis de que el peticionario de la posesión o de la tenencia no plantee la existencia de conflicto alguno ni inter­ponga una pretensión frente a un tercero, debiendo el juez limitarse a verificar la suficiencia del título presentado y a requerir los informes relativos a las con­diciones de dominio y gravámenes del bien. Importa observar, sin embargo, que a pesar de que la ley lo autoriza este procedimiento resulta inútil, ya que, como dice BORDA, "si no hay nadie que pretenda la cosa, ni alegue derechos so­bre ella, ni la tenga en su poder, entonces el que ostente un título legítimo puede tomarla por sí, sin necesidad de recurrir a los tribunales, pues nadie se opondrá al ejercicio de su legítimo derecho".

Los restantes párrafos del art. 608 se colocan en la hipótesis de que la de­manda se interponga frente a quien se encuentra ocupando la cosa o teniéndola en su poder.

El primero contempla el caso de que el demandado tenga título o ejerza la posesión sobre la cosa objeto del interdicto. Este supuesto se configuraría, v.gr., si la actora acredita el título de dominio mediante el acta de la subasta pública y la demandada, que se encuentra en posesión del inmueble, invoca la exis­tencia de un boleto de compraventa a su favor cuya escrituración no se ha pro­ducido (CApel. Rosario, CC, I, Juris, 17-52), o si la comisión directiva de una asociación pretende la entrega del local, sus libros y muebles retenidos por los miembros de la anterior comisión (CCiv., Cap. Fallos, 109-38).

En estos casos la demanda debe sustanciarse por el trámite del juicio or­dinario o sumario, conforme lo determine el juez.

El párrafo segundo prevé el caso de que la demanda se deduzca frente a un mero tenedor, lo que ocurriría en el supuesto de que éste se negara a entregar la cosa a su dueño en razón de ignorar si tiene o no derecho a la posesión de la cosa. En esta hipótesis la contienda debe tramitar de acuerdo con las reglas del juicio sumarísimo.

El párrafo tercero, finalmente, autoriza al juez a disponer que la contro­versia tramite por juicio sumario o sumarísimo si el título presentado por el ac­tor deriva del que invoca el demandado para oponerse a la adquisición de la po­sesión o de la tenencia por parte del primero. Pero la derivación a que alude la norma no implica la existencia de una relación jurídica directa entre las partes, pues en tal caso resulta descartada la procedencia del interdicto.

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INTERDICTOS Y PRETENSIONES POSESORIAS 8 15

Se trate de proceso contencioso o voluntario, la sentencia debe dictarse "sin perjuicio de mejor derecho", ya que, por un lado, no puede ser ejecutada en perjui­cio de quien ocupa la cosa invocando el título de dueño, usufructuario, poseedor o tenedor, y, por otro lado, el pronunciamiento no impide la interposición de las pretensiones reales que pueden corresponder a las partes (CPN, art. 622).

c) Prescribe finalmente el art. 609 CPN "que presentada la demanda, po­drá decretarse la anotación de litis en el registro de lapropiedad, si los títulos acom­pañados y los antecedentes aportados justificaren esa medida precautoria7'.

Como fácilmente se advierte, los títulos acompañados y los antecedentes aportados por el actor configuran precisamente las circunstancias que respal­dan la verosimilitud del derecho invocado (supra, n° 451).

487. INTERDICTO DE RETENER

a) El interdicto de retener es la pretensión procesal mediante la cual quien ejerce la posesión o tenencia de una cosa mueble o inmueble, reclama el amparo judicial frente a actos que implican una perturbación potencial o efec­tiva de aquellas situaciones.

b) Para que proceda el interdicto de retener se requiere:

Io) Que quien lo intente se encuentre en la actual posesión o tenencia de una cosa, mueble o inmueble (CPN, art. 610, inc."*l°). Esta disposición viene a eliminar las divergencias doctrinarias y jurisprudenciales suscitadas durante la vi­gencia del código anterior acerca de la titularidad de la pretensión, pues la concede no sólo al poseedor, cualquiera que sea la naturaleza de la posesión, sino también a quien ejerce la tenencia fundado en un título como la locación, la sublocación o el comodato.

2o) Que alguien amenace perturbarlo o lo perturbe en la posesión o te­nencia mediante actos materiales (art. 610, inc. 2o). Los actos constitutivos de perturbación deben implicar una pretensión a la posesión o tenencia del bien, pero siempre que de ellos no resulte una exclusión absoluta del poseedor o te­nedor, pues en tal hipótesis correspondería, no el interdicto de retener, sino el de despojo (doctrina del Cód. Civ., art. 2497).

En segundo lugar, importa señalar que la perturbación o la amenaza de­ben traducirse en actos materiales, hallándose por lo tanto descartados, como fundamento de esta clase de interdictos, los actos que comporten una perturba-

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816 PROCESOS ESPECIALES

ción de derecho o jurídica. En ese orden de ideas constituyen por ejemplo actos materiales de perturbación, según la jurisprudencia, el retiro de tranqueras, la destrucción de alambrados y cercos, la introducción de hacienda, la mensura practicada por orden de autoridades judiciales o administrativas como acto pre­liminar para la atribución de derechos posesorios, etcétera.

El interdicto de retener no procede, en principio, contra resoluciones ju­diciales, salvo, según alguna jurisprudencia, cuando el trámite hubiese sido lle­vado en forma irregular o se pretendiese ejecutar una resolución contra quien no fue oído en el proceso.

Cabría el interdicto, por ejemplo, para paralizar el lanzamiento ordenado en una sentencia de desalojo dictada en un juicio en el que el demandado (actor en el interdicto), no fue parte.

Las decisiones administrativas, finalmente, tampoco implican actos ma­teriales de perturbación mientras no medien vías de hecho y el acto, además, se cumpla al margen de las facultades legales del respectivo organismo.

c) La demanda debe dirigirse contra quien el actor denuncie que lo per­turba en la posesión o tenencia, sus sucesores o copartícipes, y su trámite es el del proceso sumarísimo (CPN, art. 611).

La prueba sólo puede versar sobre el hecho de la posesión o tenencia in­vocada por el actor, la verdad o falsedad de los actos de perturbación atribuidos al demandado, y la fecha en que éstos se produjeron (art. 612).

Si la perturbación es inminente, el juez está facultado para disponer la medida de no innovar (supra, n° 476), bajo apercibimiento de aplicar las san­ciones a que se refiere el art. 37 {supra, n° 389) (art. 613).

d) Corresponde señalar, finalmente, que el interdicto de retener puede transformarse en interdicto de recobrar en el supuesto de que, durante el curso del primero, se produjere el despojo del demandante. Tal posibilidad se halla expresamente prevista por el art. 617, párr. Io CPN, según el cual no cabe, en esa hipótesis, y en cuanto fuese posible, retrotraer el procedimiento. Se trata, como se advierte, de un supuesto de transformación de la pretensión fundada en obvias razones de economía procesal (supra, n° 53, b]).

488. INTERDICTO DE RECOBRAR

a) El interdicto de recobrar, denominado también interdicto de despojo, es la pretensión procesal mediante la cual quien ejerce la posesión o tenencia de una cosa mueble o inmueble de la que ha sido total o parcialmente despojado, reclama judicialmente la restitución de esa posesión o tenencia.

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INTERDICTOS Y PRETENSIONES POSESORIAS 817

b) Para que proceda este interdicto se requiere:

Io) Que quien lo intente, o su causante, hubiere tenido la posesión actual o la tenencia de una cosa mueble o inmueble.

2°) Que hubiere sido despojado total o parcialmente de la cosa, con vio­lencia o clandestinidad (CPN, art. 614).

La norma transcripta hizo perder virtualidad a algunos precedentes judi­ciales que, distinguiendo entre el interdicto de recobrar y el interdicto de despo­jo, habían llegado a la conclusión de que, mientras que el primero implica la desposesión en virtud de actos clandestinos y sólo procede a favor de quien ejerce la posesión jurídica (anual, pública, pacífica, continua, no interrumpi­da), el segundo supone una desposesión producida por violencia y puede ser in­tentado por cualquier poseedor y aun por el mero tenedor, La norma es clara en el sentido de que la titularidad de la pretensión corresponde al poseedor con po­sesión jurídica, al poseedor actual y momentáneo y a quien ejerce la simple te­nencia, y de que, por otro lado, el interdicto es procedente cuando el despojo se ha producido con violencia o clandestinidad.

c) Esta clase de interdicto requiere, como condición esencial, que haya mediado desapoderamiento efectivo, total o parcial, del bien sobre el que recae, no siendo suficiente, por lo tanto, la simple molestia o turbación en la posesión o tenencia, pues en tales hipótesis sería admisible el interdicto de retener.

d) El interdicto de recobrar procede, por ejemplo, conforme a la juris­prudencia, contra la dueña de un hotel que, en ausencia de uno de los pensionis­tas, clausuró la habitación que aquél ocupaba, colocando un candado en la puerta y negándose a recibir los alquileres correspondientes; contra el propieta­rio que, en ausencia del inquilino, recibe de un tercero el departamento alquilado en virtud de un convenio no oponible a aquél; contra el locador que, aprove­chando la desocupación temporaria del departamento por el sublocatario, lo despojó impidiéndole la entrada; contra la cuidadora de la casa que, después de fallecer el inquilino, se niega a restituirla a los propietarios; contra la persona a quien el inquilino facilitó albergue y que por un hecho clandestino clausuró la habitación con candado; contra el propietario que despoja al contratista que ha tomado a su cargo la construcción de la totalidad de una obra; etcétera.

En cuanto a los actos judiciales o administrativos que pueden hacer admi­sible el interdicto de recobrar, es aplicable, en lo pertinente, la doctrina que se ha recordado al examinar el interdicto de retener.

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818 PROCESOS ESPECIALES

e) La demanda debe dirigirse contra el autor denunciado, sus sucesores, copartícipes o beneficiarios del despojo y tramitará por las reglas del juicio su-marísimo (CPN, art. 615, párr. Io). Mientras no se demuestre lo contrario, co­rresponde presumir la complicidad de quienes dieron lugar, con su actitud, a la deducción del interdicto.

Durante el proceso sólo corresponde admitir las pruebas que tengan por objeto demostrar el hecho de la posesión o tenencia invocadas, así como el des­pojo (es decir, los actos de violencia o clandestinidad denunciados en la deman­da y la fecha en que aquél se produjo, art. 615, párr. 2o).

A título de medida precautoria, el art. 616 CPN establece que "cuando el derecho invocado fuere verosímil y pudieran derivar perjuicios si no se decre­tare la restitución inmediata del bien, el juez podrá ordenarla previa fianza que prestará el reclamante para responder por los daños que pudiere irrogar la me­dida".

La demanda, asimismo, puede ampliarse en cualquier estado del proceso cuando llegare a conocimiento del actor la existencia de otros sucesores, copar­tícipes o beneficiarios (art. 617, párr. 2o).

f) Al dictar sentencia, el juez deberá desestimar el interdicto o bien mandar restituir la posesión o la tenencia del bien al despojado (art. 618). Di­cho pronunciamiento hace cosa juzgada en cuanto a la existencia o inexistencia de desapoderamiento ilegítimo, y no impide el ejercicio de las pretensiones reales que pudieren corresponder a las partes (CPN, art. 622).

489. INTERDICTO DE OBRA NUEVA

a) Es la pretensión procesal en cuya virtud el poseedor o tenedor de un inmueble que es turbado en su posesión o tenencia por una obra nueva que afec­tare a ese bien, reclama que la obra se suspenda durante la tramitación del pro­ceso y se ordene destruir en la sentencia.

Tiene fundamento en los arts. 2498, 2499 y 2500 Cód. Civ. y procede, por le tanto, si la turbación en la posesión o en la tenencia consisten en: Io) Una obra nueva que se comienza a hacer en el inmueble respecto del cual el deman­dante ejerce la posesión o tenencia; 2o) La destrucción de las obras existentes en ese inmueble; 3o) Una obra nueva que se comienza a hacer en otros inmue­bles, siempre que la posesión o tenencia del actor sufra menoscabo que ceda en beneficio del que ejecuta la obra nueva (v.gr. obstaculización del ejercicio de una servidumbre).

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INTERDICTOS Y PRETENSIONES POSESORIAS 819

b) El art. 619 CPN legitima para promover este interdicto tanto al posee­dor como al tenedor de un inmueble afectado por una obra nueva, y establece que la pretensión debe dirigirse contra el dueño de la obra y. si fuere desconocido, contra el director encargado de ella. El trámite es el del juicio sumarísimo.

En razón de que los arts. 2498 y 2499 Cód. Civ. aluden expresamente a la obra que "se comenzara a hacer", en el caso de que ésta se encuentre terminada o próxima a terminarse no procede el interdicto de obra nueva sino los de retener o de recobrar, según el caso. Tales principios fueron acentuados por la ley 22.434, que introdujo al art. 619 CPN un párrafo en cuya virtud "será inadmisible (el in­terdicto), si aquélla (la obra) estuviere concluida o próxima a su terminación".

En concordancia con lo dispuesto en el art. 2500 Cód. Civ. la ley 22.434 agregó como párrafo final del art. 619 CPN que "el juez podrá ordenar preven­tivamente la suspensión de la obra". El pedido de suspensión reviste el carácter de una medida de no innovar que sólo debe disponerse si el derecho resulta ve­rosímil y se otorga la correspondiente contracautela.

c) Si la pretensión es fundada, el juez debe disponer la suspensión defi­nitiva de la obra o, en su caso, su destrucción y la restitución de las cosas al es­tado anterior, a costa del vencido (art. 620).

490. DISPOSICIONES COMUNES A LOS INTERDICTOS

a) Es juez competente para conocer en los interdictos el del lugar en que esté situada la cosa sobre la cual versan (CPN, art. 5", inc. Io, párr. 2o).

b) En concordancia con lo dispuesto por los arts. 2456, 2493 y 4038 Cód. Civ., el art. 621 CPN prescribe que los interdictos de retener, de recobrar y de obra nueva no podrán promoverse después de transcurrido un año de pro­ducidos los hechos en que se fundaren.

c) Cabe recordar, finalmente, que las sentencias que se dicten en los in­terdictos de adquirir, retener o recobrar no impiden el ejercicio de las pretensio­nes reales que pudieren corresponder a las partes (art. 622).

491. DENUNCIA DE DAÑO TEMIDO

a) La derogada ley 50 de procedimiento federal reglamentaba, en sus arts. 343 y siguientes, el interdicto de obra vieja, cuyo objeto consistía en la adopción de las medidas urgentes encaminadas a evitar los riesgos que el mal estado de cualquier construcción pudiere ofrecer, o en obtener su demolición.

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820 PROCESOS ESPECIALES

Sin embargo, se declaró por un lado que descartando el art. 1132 del Cód. Civ. la posibilidad de que el propietario de una heredad contigua a un edificio que amenace ruina pidiera al dueño de éste garantía alguna por el perjuicio eventual que pudiere causar su ruina (cantío damni infecti), o le exigiera la re­paración o demolición del edificio, dicha norma derogó implícitamente las dis­posiciones de la ley 50 referentes al interdicto de obra vieja. Por otro lado, a ese argumento se sumó el de que la función del interdicto resultaba suplida por las atribuciones con que cuentan las autoridades municipales no sólo para prevenir los eventuales daños que pueda irrogar una construcción ruinosa sino para dis­poner su demolición o reparación.

b) Los precedentes argumentos perdieron vigencia con motivo del agrega­do introducido por la ley 17.711 al art. 2499 del Cód. Civ., según el cual "quien tema que de un edificio o de otra cosa derive un daño a sus bienes, puede denunciar ese hecho al juez a fin de que se adopten las oportunas medidas cautelares".

Si bien la norma transcripta no altera la prohibición establecida por el pá­rrafo primero del art. 1132 en el sentido de que el vecino exija garantía frente al eventual perjuicio que pueda causar la ruina del edificio, derogó en cambio el segundo párrafo de ese artículo, pues dentro de las "oportunas medidas caute­lares" a que alude deben considerarse comprendidas, pese a la impropiedad técnica del concepto utilizado, la reparación o demolición del edificio.

c) La ley 22.434, supliendo el vacío de la legislación anterior, se ocupa de la regulación procesal del art. 2499 del Cód. Civ. y dispone, en el art. 623 bis CPN, que "quien tema que de un edificio o de otra cosa derive un daño grave e inminente a sus bienes, puede solicitar al juez las medidas de seguridad adecua­das, si no mediare anterior intervención de autoridad administrativa por el mismo motivo. Recibida la denuncia, el juez se constituirá en el lugar y si comprobare la existencia de grave riesgo, urgencia en removerlo y temor de daño serio e in­minente, podrá disponer las medidas encaminadas a hacer cesar el peligro. Si la urgencia no fuere manifiesta requerirá la sumaria información que permitiere verificar, con citación de las partes y designación de perito, la procedencia del pedido. La intervención simultánea o ulterior de la autoridad administrativa deter­minará la clausura del procedimiento y el archivo del expediente. Las resolu­ciones que se dicten serán inapelables. En su caso podrán imponerse sanciones conminatorias".

La legitimación activa para formular la denuncia de daño temido compe­te no sólo al poseedor (legítimo o ilegítimo) y al tenedor de los bienes, sino también a quienes ejercen sobre éstos un derecho personal, a título, v.gr., de lo­catarios, comodatarios o depositarios.

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í INTERDICTOS Y PRETENSIONES POSESORIAS 821

Asimismo, el daño que se trata de prevenir a través de esta denuncia pue­de derivar tanto de un edificio cuanto de cualquier "otra cosa", siempre que se trate de un inmueble por su naturaleza o por accesión, hallándose comprendi­das toda clase de construcciones, columnas, paredes, árboles, etcétera.

El art. 623 bis instituye distintos procedimientos según que la urgencia en la remoción del peligro sea o no manifiesta, exigiendo en este último caso la su­maria información que permita verificar, con citación de las partes y designa­ción de perito, la procedencia del pedido. Cuadra interpretar que cuando deba procederse a la demolición del edificio o a la destrucción de la cosa correspon­de siempre la aplicación de este último procedimiento.

492. OPOSICIÓN A LA EJECUCIÓN DE REPARACIONES URGENTES

a) La ley 22.434 incorporó como art. 623 ter del CPN, el siguiente: "Cuando deterioros o averías producidas en un edificio o unidad ocasionen gra­ve daño a otro, y el ocupante del primero se opusiere a realizar o a permitir que se ejecuten las reparaciones necesarias para hacer cesar la causa del perjuicio, el propietario, copropietario o inquilino directamente afectado o, en su caso, el administrador del consorcio, podrá requerir que se adopten las medidas y se lle­ven a cabo los trabajos que sean necesarios, disponiéndose el allanamiento de domicilio, si fuere indispensable. La petición tramitará sin forma de juicio, con la sola audiencia de los interesados y el informe técnico que deberá acompañar­se al escrito inicial. La resolución del juez es inapelable. En su caso podrán im­ponerse sanciones conminatorias".

b) Aunque esta norma acuerda legitimación para formular la petición al propietario, copropietario o inquilino directamente afectados por el daño y, en su caso, al administrador del consorcio, debe entenderse que también se hallan legitimados el usufructuario y, todo aquél que ejerza la tenencia del inmueble afectado en virtud de un título legal, como ocurre con el comodatario y el depo­sitario, por cuanto el derecho surge del daño producido en aquél a raíz de la conducta asumida por el ocupante de otro edificio o unidad.

Legitimado pasivo es el mero ocupante del edificio o unidad donde se pro­dujeron los deterioros o averías, con prescindencia del título de la ocupación.

c) Formulada la petición, a la cual debe adjuntarse un informe técnico en el que se especifiquen los deterioros o averías producidas, sus causas y po­sibles consecuencias, así como el costo de las reparaciones, corresponde que el juez convoque a una audiencia a las partes interesadas y dicte, acto seguido, la resolución adecuada al caso.

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822 PROCESOS ESPECIALES

493. PRETENSIONES POSESORIAS

a) Desde el punto de vista de su admisibilidad, y con anterioridad a las reformas introducidas por la ley 17.711 a los arts. 2469, 2487, 2488 y 2490 del Cód. Civ., las pretensiones posesorias se diferenciaban de los interdictos en la circunstancia de que mientras las primeras, con excepción de la de despojo, únicamente amparaban a quien ejerciese \a. posesión jurídica (anual, carente de vicios, pública, etc.), los segundos protegían tanto la posesión, cualquiera fuese su naturaleza, como la mera tenencia.

b) Dado que, según se vio en el n° 485, a raíz de las mencionadas refor­mas la apuntada diferencia perdió virtualidad, cabe concluir que el trámite su­mario al que el art. 623 CPN sujeta a las pretensiones posesorias, no comporta actualmente un rasgo distintivo con respecto a los interdictos, de manera que el poseedor o tenedor puede optar entre el trámite del juicio sumario y el del su-marísimo.

§ ///

AUMENTOS Y LITISEXPENSAS

494. CONCEPTO

a) El juicio de alimentos es aquel que tiende a satisfacer una pretensión fundada en la existencia de una obligación alimentaria.

b) Dicha obligación se encuentra instituida en el Cód. Civ. y tiene su fundamento en el vínculo de solidaridad que se supone existente entre los inte­grantes del núcleo familiar. Como regla, pues, dicha obligación deriva del ma­trimonio o del parentesco, aunque en casos excepcionales, según se verá más adelante, puede reconocer otro origen.

c) De acuerdo con lo prescripto en el art. 372 Cód. Civ. la prestación de alimentos comprende lo necesario para la subsistencia, habitación y vestuario

129 ALSINA, Tratado, VI. pág. 343; COLOMBO. Código, IV, pág. 453; DE LA COLINA, Der. v Icg. proc. I, pág, 248: FALCÓN, Código. IV, pág. 183; FENOCHIETTO-ARAZI. Código, III, pág. 275; FERNÁNDEZ, Código, pág. 508: MORELLO, Juicios sumarios. II. pág. 289: PALACIO, Derecho procesal civil, VI, pág. 511; Estudio, pág. 255.

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ALIMENTOS Y LITISEXPENSAS 823

correspondiente a la condición del que la recibe, y también de lo necesario para la asistencia en las enfermedades.

Se deben alimentos entre sí las siguientes personas: 1°) Los cónyuges (Cód. Civ., art. 198); 2o) Los parientes por consanguinidad (los ascendientes y descendientes y los hermanos y medio hermanos [Cód. Civ., art. 3671). 3o) Los parientes afines vinculados en primer grado (Cód. Civ., art. 368).

Fuera de estos casos en que la obligación alimentaria nace del matrimo­nio o del parentesco, aquélla existe también en cabeza del donatario y a favor del donante, cuando la donación ha sido sin cargo y este último careciera de medios de subsistencia (Cód. Civ., art. 1837), así como en la hipótesis del lega­do de alimentos (id., art. 3790).

495. REQUISITOS DE LA PRETENSIÓN

a) Quien reclama el cumplimiento de la obligación alimentaria nacida del matrimonio o del parentesco debe acreditar: Io) El vínculo; 2o) La necesi­dad, es decir, la falta de medios para procurarse los alimentos y la imposibili­dad de adquirirlos con su trabajo; 3o) El caudal económico del obligado.

b) El vínculo debe justificarse mediante las correspondientes partidas que prueben el matrimonio o el parentesco. En el caso de que la pretensión se dirija contra un pariente alterando el orden de prelación fijado por la ley, es pre­ciso acreditar, también, la imposibilidad en que se--encuentran de prestar ali­mentos aquél o aquéllos que lo preceden.

c) En lo que se refiere al segundo requisito —necesidad del alimenta­rio— corresponde aclarar que, tratándose de cónyuges, aquél no rige cuando se trata de los alimentos provisionales que se deben fijar durante la tramitación del juicio de separación personal o de divorcio vincular (Cód. Civ., art. 231). Este requisito juega, en cambio, luego de decretada la separación o el divorcio, en el caso de que cualquiera de los cónyuges, haya o no declaración de culpabilidad en la sentencia, solicite al otro la prestación de alimentos y acredite la carencia de recursos propios suficientes y la imposibilidad razonable de procurárselos (Cód. Civ., art. 209).

d) Es indispensable acreditar, siquiera aproximadamente, el caudal eco­nómico de la parte demandada. Sin embargo, se ha decidido que cuando ello re­sulte imposible, como ocurre, por ejemplo, en el supuesto de personas que trabajan en forma independiente y sobre cuyos ingresos no puede ejercerse nin-

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824 PROCESOS ESPECIALES

gún control, corresponde fijar una cuota que cubra las necesidades mínimas de subsistencia. Como se verá, es también admisible computar la prueba de pre­sunciones.

e) En concordancia con esas reglas instituidas en la ley sustancial, el CPN dispone que la persona que solicita la fijación de una cuota alimentaria, al promover el correspondiente proceso, debe: Io) Acreditar el título en cuya vir­tud la solicita; 2o) Denunciar, aproximadamente, el caudal de quien deba sumi­nistrarle los alimentos; 3o) Acompañar toda la documentación que tenga en su poder y que haga a su derecho, de acuerdo con lo que al respecto establece el art. 333; 4) Ofrecer toda la prueba de que intente valerse (CPN, art. 638).

496. PROCEDIMIENTO

a) Formulada la pretensión, el juez debe ordenar inmediatamente todas las medidas probatorias que se hayan ofrecido (si se trata de prueba testimonial, los testigos deben declarar en primera audiencia, CPN, art. 638, infine), y señalar una audiencia dentro de un plazo que no puede exceder de diez días contados desde la fecha de la presentación. En esa audiencia, a la que deben comparecer personalmente las partes y el representante del ministerio pupilar si existen me­nores, el juez debe procurar que aquéllas lleguen a un acuerdo directo. En este caso lo homologará en ese mismo acto, poniendo fin al juicio (CPN, art. 639).

b) El código contempla distintas sanciones para el supuesto de inasis­tencia injustificada a la audiencia mencionada, distinguiendo según se trate de la parte a quien se le requieren los alimentos o de quien los solicita.

En el primer caso, es decir, cuando quien no comparece sin causa justifi­cada es el alimentante, en ese mismo acto el juez debe aplicarle una multa a favor de la otra parte, que fijará entre determinadas sumas y cuyo importe debe deposi­tarse dentro del tercero día desde la fecha en que se notificó la providencia que la impuso. Siempre en esa audiencia, el juez señalará otra que debe tener lugar dentro de quinto día, la que corresponde notificar con habilitación de día y hora, bajo apercibimiento de establecer la cuota alimentaria de acuerdo con las pretensiones de la parte actora y lo que resulte del expediente (CPN, art. 640).

En el segundo supuesto, o sea, cuando quien no comparece injustificada­mente a la audiencia prevista en el art. 639 es la parte actora, el juez fijará otra audiencia, dentro de quinto día, laque también se notificará con habilitación de día y hora, bajo apercibimiento de tener a aquélla por desistida de su pretensión si tampoco concurre a la segunda (CPN, art. 641).

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w ALIMENTOS Y LITISEXPENSAS 825

Sin embargo el CPN admite, a ambas partes, por una sola vez, la justifi­cación de su incomparecencia. Pero si la causa que la motivó subsiste, corres­ponde que aquéllas se hagan representar por apoderado, bajo apercibimiento de lo dispuesto en los arts. 640 y 641, según se trate de la actora o de la demandada (CPN, art. 642).

c) Durante la vigencia del régimen procesal anterior a la promulgación del CPN, la jurisprudencia no era uniforme en cuanto al alcance de la interven­ción que correspondía a la parte demandada en el juicio de alimentos.

Algunos fallos, orientados dentro de un criterio amplio, decidieron que por limitada que fuera la intervención del alimentante éste tenía derecho a ser oído siempre que no se desnaturalizara la esencia del pleito y condujera a una mejor solución, así como también que, sin desvirtuar la naturaleza sumaria del juicio, el demandado podía aportar a los autos elementos que permitieran la más justa y adecuada decisión. Otros precedentes, en cambio, con un criterio restrictivo, se pronunciaron en el sentido de que en los juicios de alimentos el demandado no es parte sino a partir de la sentencia que los fija.

El CPN recogió la primera de las orientaciones jurisprudenciales men­cionadas, en tanto dispone que en la audiencia a que se refiere el art. 639 el de­mandado puede demostrar la falta de título o derecho de quien pretende los ali­mentos, así como la situación patrimonial propia o de la parte actora. Limita sin embargo la prueba, por cuanto establece que el demandado únicamente puede: Io) Acompañar prueba instrumental; 2°) Solicitar informes cuyo diligencia-miento no puede postergar, en ningún caso, el plazo fijado para que el juez dicte sentencia (art. 643, párrs. Io y 2o). No obstante la ap'arente rigidez de esta nor­ma, la eficacia de cosa juzgada material que adquiere la sentencia dictada en el proceso examinado, unida al principio de igualdad de las partes, respaldan la admisibilidad de cualquier medio probatorio (v.gr. posiciones y testigos) siem­pre que sea suceptible de diligenciarse en la audiencia o dentro del plazo fijado en el art. 644.

Esas pruebas deben ser valoradas por el juez para determinar el monto de la pensión, o para denegarla, en su caso (norma citada, párr. 3o).

497. SENTENCIA

a) Si las partes no han llegado a un acuerdo en la audiencia prevista en el art. 639, el juez, sin necesidad de petición alguna, debe dictar sentencia den­tro de cinco días, contados desde que se ha producido la prueba ofrecida por la actora. Por consiguiente, como ya se señaló, el diligenciamiento de la prueba ofrecida por la parte demandada no puede diferir el dictado del pronunciamiento.

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826 PROCESOS ESPECIALES

En el caso de ser admitida la pretensión, el juez debe fijar la suma que considere equitativa, mandándola abonar por meses anticipados, desde la fecha de interposición de la demanda (CPN, art. 644, párr. Io).

b) La ley 22.434 introdujo, como párrafo segundo del art. 644, el si­guiente: "Las cuotas mensuales a que se refiere este artículo, como también las suplementarias previstas en el siguiente, devengarán intereses desde la fecha fi­jada en la sentencia para el pago de cada una de ellas".

Esta norma consagra la doctrina sentada mediante fallo plenario en el cual, tras distinguirse entre los alimentos devengados con posterioridad o ante­rioridad al pronunciamiento que los fija, se resolvió que los intereses corren, en el primer caso, por tratarse de plazos ciertos, a partir del vencimiento de cada uno de ellos (Cód. Civ., art. 509, párr. Io), y en el segundo a partir de la consti­tución en mora desde el vencimiento de cada período, efecto que si bien se pro­duce, normalmente, a raíz de la notificación de la demanda, puede operarse con anterioridad (CNCiv., en pleno, L.L., 1976-C-174).

c) En cuanto a los alimentos devengados durante la tramitación del jui­cio, corresponde que el juez fije una cuota suplementaria, de acuerdo con las disposiciones sobre inembargabilidad de sueldos, jubilaciones y pensiones, la que debe abonarse en forma independiente (art. 645, párr. i°).

Asimismo la ley 22.434 agregó como párrafos segundo y tercero del cita­do artículo, los siguientes: "La inactividad procesal del alimentario crea la pre­sunción, sujeta a prueba en contrario, de su falta de necesidad y, con arreglo a las circunstancias de la causa, puede determinar la caducidad del derecho a co­brar las cuotas atrasadas referidas al período correspondiente a la inactividad. La caducidad no es aplicable a los beneficiarios menores de edad; tampoco, cuando la aparente inactividad del interesado es provocada por la inconducta del alimentante".

La nueva normativa implica adhesión al criterio jurisprudencial predomi­nante, con arreglo al cual la inactividad procesal del alimentario, traducida en la demora en requerir la ejecución de la sentencia, genera la presunción judi­cial, sujeta a prueba en contrario, de su falta de necesidad, y determina, en con­secuencia, la caducidad del derecho a percibir las cuotas atrasadas. Recoge, asimismo, las conclusiones de los precedentes judiciales en cuya virtud la men­cionada doctrina no rige cuando los beneficiarios de los alimentos son menores de edad, o las constancias del expediente acreditan la preocupación del actor por concretar el cobro de las sumas adeudadas mediante pedidos de embargo, actualización de liquidaciones anteriores o medidas semejantes.

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ALIMENTOS Y LITISEXPENSAS 827

d) A los efectos de fijar la cuota alimentaria, el juez debe tener en cuen­ta: Io) La condición económica del beneficiario; 2o) La condición económica del obligado. A este respecto se ha decidido que para fijar la pensión alimenta­ria no es menester acreditar mediante prueba directa los recursos del demanda­do, pudiendo deducirse éstos del caudal que traduce su nivel de vida; 3o) La situación social de ambas partes.

e) Las costas del juicio deben ser impuestas al demandado, pues de lo contrario el importe de ellas recaería sobre las cuotas, y desvirtuaría la finali­dad de éstas.

498. RECURSOS, CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA

Y PERCEPCIÓN DE LAS CUOTAS

a) La sentencia que deniega los alimentos es apelable en ambos efectos. La que los admite, lo es en efecto devolutivo. En este último caso, una vez de­ducida la apelación, corresponde expedir testimonio de la sentencia, el que debe reservarse en el juzgado para su ejecución, remitiéndose inmediatamente las actuaciones a la cámara (CPN, art. 647).

El recurso debe concederse en relación, sin que obste a ello la inmediata remisión del expediente a que se refiere el art. 647, por cuanto dicha remisión debe entenderse referida y condicionada al cumplimiento de los recaudos pro­cesales previos y con sujeción al plazo establecido en el art. 25 1.

b) Con respecto al cumplimiento de la sentencia, el art. 648 CPN dispo­ne que si dentro de quinto día de intimado el pago la parte vencida no lo ha he­cho efectivo, sin otra sustanciación se procederá al embargo y se decretará la venta de los bienes necesarios para cubrir el importe de la deuda. Cabe agregar que tales trámites no son susceptibles de ser enervados mediante un incidente de nulidad o impugnaciones semejantes.

c) Como principio, la cuota alimentaria debe ser depositada en el banco de depósitos judiciales, entregándose al beneficiario a su sola presentación. Sin embargo, la regla sufre excepción si existe acuerdo de partes, o si mediante re­solución fundada se autoriza al apoderado a percibirla (CPN. art. 646).

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828 PROCESOS ESPECIALES

499. MODIFICACIÓN O CESACIÓN DE LOS ALIMENTOS

a) La parte beneficiaría de los alimentos puede solicitar el aumento de la cuota fijada, y la parte obligada a la prestación, la reducción e, incluso, la cesa­ción de aquélla. También puede el alimentante pedir la coparticipación con otro pariente, igualmente obligado al pago de la cuota alimentaria. Tal sería el caso, v.gr., de que hallándose el padre percibiendo una pensión de uno de sus hijos éste solicitara la contribución de sus hermanos en el pago.

b) El CPN dispone que toda petición de aumento, disminución, cesa­ción o coparticipación en los alimentos debe sustanciarse por las normas de los incidentes, en el proceso en que fueron solicitados, y que ese trámite no inte­rrumpe la percepción de las cuotas ya fijadas (CPN, art. 650, párr. Io). La ley 22.434 introdujo como segundo párrafo del art. 650, el siguiente: "En el inci­dente de aumento de la cuota alimentaria, la nueva cantidad fijada rige desde la notificación del pedido". La norma transcripta importa una adhesión a la reite­rada jurisprudencia establecida en el sentido de que la sentencia recaída en el incidente de aumento de la cuota alimentaria tiene efecto retroactivo a la fecha en que se notificó el traslado de la petición. Conviene agregar, asimismo, que el juez se halla facultado para fijar una fecha distinta frente al supuesto de inacti­vidad procesal del peticionario. En los casos de reducción o cesación, en cam­bio, la sentencia que acoge el pedido tiene efectos desde que adquiere carácter firme, aunque opera retroactivamente respecto de las cuotas devengadas con anterioridad pero no percibidas.

c) De acuerdo con lo dispuesto en el art. 209 Cód. Civ. el cónyuge declara­do culpable en el juicio de divorcio sólo tiene derecho a alimentos si no tiene recur­sos propios ni posibilidad razonable de procurárselos. Al interpretar una norma análoga contenida en el art. 80 de la derogada Ley de Matrimonio Civil la jurispru­dencia siguió dos orientaciones, pues mientras algunos fallos resolvieron que una vez decretado el divorcio por culpa de cónyuge beneficiario de los alimentos era necesaria una petición expresa para que cesara la percepción de aquéllos, otros de­cidieron que la obligación debía cesar ipso iurc. Este último criterio fue el seguido en el fallo plenario dictado el l°de diciembre de 1967 (JA., 1967-IV-365), es decir, con anterioridad a la sanción del CPN, cuyo art. 649 consagra tal solución.

500. LITISEXPENSAS

a) Las litisexpensas consisten en la suma de dinero que el beneficiario de los alimentos tiene derecho a solicitar a quien deba suministrárselos, con el

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ALIMENTOS Y LITISEXPENSAS 829

objeto de atender los gastos de un juicio determinado, como puede ser, por ejemplo, el de divorcio.

b) El derecho de solicitar las litisexpensas nace de lo dispuesto en los arts. 375 y 1295 del Cód. Civ. Tiene carácter provisional —razón por la cual procede su aplicación cuando resulte que los gastos superen a los calculados— y su obtención se halla sujeta al cumplimiento de los recaudos establecidos con res­pecto a los alimentos. En los juicios de divorcio, se ha decidido que corresponde la paralización de los procedimientos hasta que se verifique el pago de la suma fijada en concepto de litisexpensas. Dicha suma, por otra parte, debe cubrir los gastos or­dinarios del juicio, con exclusión de los honorarios profesionales.

c) La demanda por litisexpensas se sustancia de acuerdo con las normas que rigen en el juicio de alimentos (CPN, art. 651).

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CAPÍTULO XXXVI

PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

SUMARIO: I. DECLARACIÓN DE INCAPACIDAD E INHABILITACIÓN: 501. Concepto y caracteres.— 502. Declaración de demencia.— 503. Apertura del proceso.— 504. Pro­cedimiento.— 505. Sentencia, recursos y rehabilitación.— 506. Declaración de sordo­mudez.— 507. Declaración de inhabilitación. II. RENDICIÓN DE CUENTAS: 508. Concep­to y clases.— 509. Reglas aplicables.— III. MENSURA, DESLINDE Y AMOJONAMIENTO:

510. Concepto y diferencias.— 511. Mensura.— 512. Deslinde.— IV. DIVISIÓN DE CO­

SAS COMUNES: 513. Concepto.— 514. Procedimiento.— V. DESALOJO: 515. Con­cepto.— 5)6. Procedimiento.— VI. OTROS PROCESOS ESPECIALES: 517. Adquisi­ción de inmuebles por prescripción.— 518. Amparo.

§ /

DECLARACIÓN DE INCAPACIDAD E INHABILITACIÓN 13°

501. CONCEPTO Y CARACTERES

a) Las causas de incapacidad previstas por la ley de fondo pueden ope­rar ipsofacto, como ocurre en el caso de las personas por nacer o menores de

B 0 AI.SINA. Tratado. VI, pág. 415: ARALZ CASTÜX. Derecho civil. Parte General. I. pág. 387: BI.ANCH, "El proceso de inhabilitación de los pródigos", en E.D., 33-819; BORDA, Tratado de derecho civil. Parte General, I. pág. 358: COLOMBO, Código. IV. pág. 415; DE LA COLINA, Der. y le¡>. proc. II, pág. 264: DÍAZ DE GUIJARRO. Tratado de derecho de familia. I. pág. 252; FALCÓN. Código. IV. p'ág. 87; FLNOCHIETTO-ARA/.I. Código. III. pág. 233; FORNATTÍ. "El proceso civil inquisitorio", en Estudios de derecho procesal, pág. 155: GN'ECCO. "Protección jurídica de las personas sometidas a internación para tratamiento", en L.L.. 156-1111; MORF.LI.O, "Extensión de la legitimación procesal del denunciante en el juicio de declaración de incapacidad", en J.A.. 960-V-527; PALACIO. Derecho procesal civil. VI, pág. 403; Estudio.

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832 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

edad, o bien a través de un pronunciamiento judicial constitutivo de la incapa­cidad. Tal es el caso de los dementes, o sea de "las personas que por causa de enfermedades mentales no tengan aptitud para dirigir su persona o administrar sus bienes" (Cód. Civ., art. 141) y de los sordomudos que no pueden darse a en­tender por escrito (Cód. Civ., art. 153). Con relación a los primeros, en efecto, el art. 140 Cód. Civ. establece que "ninguna persona será habida por demente... sin que la demencia sea previamente verificada y declarada por juez competen­te"; y respecto de los segundos, el art. 154 del mismo código condiciona la in­capacidad a la "declaración oficial" de sordomudez.

Por otra parte, el art. 152 bis del Cód. Civ. (introducido por la ley 17.711) establece que podrá inhabilitarse judicialmente:

Io) A quienes por embriaguez habitual o uso de estupefacientes están ex­puestos a otorgar actos jurídicos perjudiciales a su persona o patrimonio.

2o) A los disminuidos en sus facultades cuando sin llegar al supuesto pre­visto en el art. 141 del código (demencia), el juez estime que del ejercicio de su ple­na capacidad pueda resultar presumiblemente daño a su persona o patrimonio.

3o) A quienes por la prodigalidad en los actos de administración y dispo­sición de sus bienes expusieren a su familia a la pérdida del patrimonio.

Tales causas de inhabilitación, lo mismo que las de incapacidad por razón de demencia o sordomudez, únicamente pueden tenerse por configuradas median­te una decisión judicial que reviste, por ello, carácter constitutivo {supra, n° 55).

b) Los procesos de declaración de incapacidad o de inhabilitación tie­nen los siguientes caracteres:

Io) Son procesos contenciosos, no voluntarios, pues la pretensión que los origina plantea la existencia de un conflicto en los términos de lo expuesto su­pra, números 41 y 36.

2o) Son procesos de conocimiento porque tienden a esclarecer, mediante una declaración de certeza, la situación jurídica invocada como fundamento de la pretensión.

pág. 247: "Las partes en el proceso de declaración de incapacidad por insania", en Rev. del Colegio de Abogados de La Plata. n° 2, pág. 57: PODETTI. "El proceso por declaración de insania", en JA., 947-IV-491: RAFFO BENEGAS-SASSOT. "Régimen procesal de la inhabilitación", en/A., doctr. 1969, pág. 552; SENTÍS MELENDO. El proceso civil, pág. 355.

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DECLARACIÓN DE INCAPACIDAD E INHABILITACIÓN 833

502. DECLARACIÓN DE DEMENCIA

a) En el orden nacional, fue la ley 14.237 el primer ordenamiento que, llenando un vacío del código derogado, reglamentó el proceso de declaración de incapacidad por demencia. Las disposiciones contenidas en dicha ley fueron a su vez modificadas por el decreto ley 23.398/56, y las contenidas en este úl­timo por los arts. 624 a 635 del CPN.

b) Las normas relativas a la declaración de incapacidad por demencia son aplicables, en lo pertinente, a los procesos de declaración de incapacidad por sordomudez (CPN, art. 637) y de declaración de inhabilitación a que se re­fiere el art. 152 bis, incs. Io y 2o Cód. Civ.

503. APERTURA DEL PROCESO

a) De acuerdo con lo dispuesto en el art. 144 Cód. Civ. están legitimados para pedir la declaración de demencia: Io) El esposo o esposa no divorciados; 2o) Los parientes del demente; 3o) El ministerio de menores; 4o) El respectivo cónsul, si el demente fuere extranjero; 5o) Cualquier persona del pueblo, cuan­do el demente sea furioso o incomode a los vecinos.

A los efectos de iniciar el proceso, tales personas deben presentarse ante el juez competente (que es el del domicilio, o en su defecto, el de la residencia del presunto incapaz: CPN, art. 5o, inc. 8o) exponiendo los hechos y acompa­ñando certificados de dos médicos relativos al estado mental del presunto insa­no y su peligrosidad actual (CPN, art. 624).

b) Puede ocurrir que el presunto incapaz se niegue a someterse al exa­men médico o que exista urgencia en promover el proceso. En esa hipótesis el art. 625 CPN autoriza a prescindir del certificado, debiendo el juez requerir la opinión de dos médicos forenses a fin de que se expidan dentro del plazo de cuarenta y ocho horas. Agrega la norma citada que a ese solo efecto y de acuer­do con las circunstancias del caso, el juez puede ordenar la internación del pre­sunto incapaz por igual plazo, si fuere indispensable para su examen.

Por otra parte, si al tiempo de formularse la denuncia el presunto insano se en­cuentra internado, el juez debe tomar conocimiento directo de aquél y adoptar las medidas necesarias para resolver si debe o no mantenerse la internación (art. 630).

c) Una vez cumplidos los recaudos precedentemente señalados, el juez debe conferir vista al asesor de menores e incapaces, quien es parte esencial en

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834 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

el proceso en virtud de lo dispuesto por el art. 147 Cód. Civ. Pero debe tenerse en cuenta que aquel funcionario sólo es parte en la sustanciación del proceso de insania, mas no en otros procesos en que el presunto insano intervenga como actor o demandado.

Evacuada la vista por el ministerio público pupilar, y si la denuncia resul­ta prima facie admisible, el juez debe dictar una resolución, que se notifica per­sonalmente al presunto incapaz, en la que corresponde efectuar el nombra­miento de un curador provisional, fijar el plazo probatorio y designar a tres médicos psiquiatras o legistas para que se expidan sobre el estado mental del denunciado (CPN, art. 626).

El nombramiento de curador provisional debe recaer en un abogado de la matrícula (art. 626, inc. Io). En principio, y conforme con lo dispuesto en el art. 147 Cód. Civ., la misión esencial de aquél consiste en "representar'" y "defender" en el pleito al presunto incapaz. Pero corresponde destacar que la actuación del cu­rador ad litem excede, en rigor, el marco de tales deberes de asistencia y repre­sentación, porque si bien defiende un interés particular (el del presunto insano), re­viste, ante todo, el carácter de un funcionario judicial (auxiliar externo del juez) sobre quien pesa el deber de colaborar en la investigación de la verdad, pudien-do por lo tanto adherir a la solicitud de declaración de incapacidad.

La función del curador es meramente provisional, pues subsiste "hasta que se discierna la cúratela definitiva o se desestime la demanda" (art. 626, inc. Io). Asimismo, como ocurre en el caso del asesor de menores e incapaces, sus funciones se circunscriben al trámite del proceso de insania y carece por tanto de facultades para representar al denunciado como demente en otros procesos, desde que éste, en principio, puede intervenir personalmente en ellos hasta que su incapacidad haya sido judicialmente declarada.

En la providencia de apertura del proceso corresponde, según se anticipó, la fijación de un plazo probatorio. Su duración no puede exceder de treinta días, y dentro de él deben producirse todas las pruebas (art. 626, inc. 2o). Comienza a correr desde que queda firme la providencia de apertura del proceso, situación que se produce una vez transcurrido el plazo para deducir recurso de apelación o notificada la resolución confirmatoria de aquella providencia.

Finalmente, el inc. 3o del art. 626 establece que en la providencia inicial el juez debe proveer "la designación de oficio de tres médicos psiquiatras o le­gistas, para que informen, dentro del plazo preindicado (es decir, el destinado a la producción de la prueba), sobre el estado actual de las facultades mentales del presunto insano". El CPN, como se advierte, sustituyó el sistema del perito tercero dirimente, instituido en el derogado decreto ley 23.398/56 por el proce­dimiento de la designación conjunta de los tres peritos, el que redunda en bene­ficio de la economía procesal. Cabe destacar, asimismo, que en el proceso ana-

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DECLARACIÓN DE INCAPACIDAD E INHABILITACIÓN 835

lizado no se admiten otras designaciones que las efectuadas de oficio y que, por lo tanto, el denunciante y el presunto insano carecen de facultades para propo­ner peritos médicos.

En el supuesto de que el presunto insano carezca de bienes o éstos sólo al­cancen para su subsistencia, circunstancias que corresponde justificar sumaria­mente, el nombramiento de curador provisional debe recaer en el curador ofi­cial de alienados, y el de psiquiatras o legistas, en médicos forenses (art. 628). Tal "justificación" no implica, sin embargo, la necesidad de gestionar y obtener la concesión del beneficio para litigar sin gastos.

Finalmente, en la hipótesis de que la demencia aparezca notoria e induda­ble el juez debe adoptar, de oficio, las medidas previstas en el art. 148Cód.Civ. (CPN, art. 629), las cuales consisten en la recaudación de los bienes del denun­ciado y en su entrega, bajo inventario, a un curador provisional (curador ad bono) para que los administre. Salvo en el supuesto mencionado en el art. 149 Cód. Civ., es facultad privativa del juez la elección de dicho curador, y nada obsta a que e! respectivo nombramiento recaiga, por obvias razones de econo­mía, en la persona del curador ad litem. Además, el art. 629 CPN establece que en aquella hipótesis el juez debe decretar la inhibición general de bienes y las providencias que crea convenientes para asegurar la indisponibilidad de los bienes muebles y valores. Por otra parte, si se trata de un presunto demente que ofrece peligro para sí o para terceros, el juez debe ordenar su internación en un establecimiento público o privado. En este caso el juez puede ordenar, aten­diendo a las circunstancias, que el curador provisional y el asesor de menores visiten periódicamente al internado e informen sobre la evolución de su enfer­medad y régimen de atención a que se encuentra sometido. Puede además dis­poner que el director del establecimiento informe periódicamente acerca de los mismos hechos (art. 636).

504. PROCEDIMIENTO

a) Durante el período probatorio al cual se ha hecho referencia en el nú­mero anterior, cabe la producción de cualquier medio de prueba. El denuncian­te únicamente puede aportar pruebas que acrediten los hechos que hubiese invocado, v el presunto insano las que hagan a la defensa de su capacidad (CPN, art. 627).

Procede, en consecuencia, la producción de prueba testimonial, docu­mental, informativa, etcétera. Es inadmisible, sin embargo, exigir la absolución de posiciones del presunto incapaz, pues ello implicaría desvirtuar la naturale­za indisponible de los derechos que se controvierten en esta clase de procesos (supra, n°26, bj).

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836 PROCESOS ESPECIALES (Conl.)

Debe destacarse, además, que la única prueba de producción ineludible es, por imperio de lo dispuesto en el art. 142 Cód. Civ., la pericia médica.

Dicha prueba debe producirse, como se dijo, en el plazo previsto por el art. 626, inc. 2o. Al informar sobre la enfermedad, los médicos deberán expedir­se, con la mayor precisión posible, acerca de los siguientes puntos: Io) Diag­nóstico; 2o) Fecha aproximada en que la enfermedad se manifestó, 3o) Pronóstico; 4o) Régimen aconsejable para la protección y asistencia del presunto insano; 5o) Necesidad de su internación (art. 631). La valoración de la pericia debe efectuarse en la sentencia, de acuerdo con las reglas de la sana crítica (supra, n° 278).

b) Producido el informe de los facultativos y demás pruebas, debe darse traslado por cinco días al denunciante, al presunto insano y al curador provisio­nal y, con su resultado, conferirse vista al asesor de menores e incapaces (art. 632). Éste debe expedirse en el plazo de cinco días, que es el común para todas las contestaciones de vistas o traslados (CPN, art. 150).

Evacuada la vista por dicho funcionario comienza a correr el plazo para dictar sentencia. Antes de pronunciarla, y si las particularidades del caso lo aconsejan, el juez debe hacer comparecer al presunto insano a su presencia, o bien trasladarse a su domicilio o lugar de internación (CPN, art. 633, párr. Io). La realización de esta medida queda librada al criterio del juez, y su omisión, por lo tanto, no constituye causal de nulidad de la sentencia.

505. SENTENCIA, RECURSOS Y REHABILITACIÓN

a) La sentencia debe dictarse en el plazo de quince días contados desde la contestación de la vista por parte del asesor de menores e incapaces o bien desde que el juez tomó contacto con el presunto demente (CPN, art. 633, párr. 2o). Corresponde, asimismo, comunicar el fallo al registro del estado civil y ca­pacidad de las personas (art. 633, párr. 3o).

Si hace lugar a la denuncia, el juez debe proveer al incapaz de un curador definitivo (Cód. Civ., art. 468) para que se haga cargo del cuidado de su persona y de la administración de sus bienes. La elección de la persona del curador compete al juez, con excepción de los casos en que la ley establece cuáles son las personas llamadas a ejercer la cúratela (v.gr., Cód. Civ., arts. 476, 477, etc.).

En el supuesto de que el declarado incapaz deba permanecer internado, el juez, atendiendo a las circunstancias de cada caso, puede también disponer que el curador definitivo y el asesor de menores e incapaces visiten periódicamente al in­ternado e informen sobre la evolución de su enfermedad y régimen de atención a que se encuentre sometido. Puede disponer, asimismo, que el director del estable­cimiento informe periódicamente acerca de los mismos hechos (CPN, art. 636).

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• DECLARACIÓN DE INCAPACIDAD E INHABILITACIÓN 837

La sentencia produce eficacia de cosa juzgada en sentido material. No obsta a ello la circunstancia de que el declarado demente pueda obtener su re­habilitación en su proceso posterior, pues aquélla sólo puede fundarse en cir­cunstancias sobrevinientes a la sentencia que declaró la interdicción.

La ley 22.434 agregó al art. 633 un párrafo (3o) en virtud del cual "si no se verificare la incapacidad, pero de la prueba resultare inequívocamente que del ejercicio de la plena capacidad pudiere resultar daño a la persona o al patrimo­nio de quien sin haber sido hallado demente presenta disminución de sus facul­tades, el juez podrá declararlo inhabilitado en la forma y con el alcance previs­tos en el art. 152 bis del Cód. Civ.", comunicando la sentencia al registro de estado civil y capacidad de las personas.

Se trata de una solución indudablemente correcta por cuanto: Io) Según lo prescribe el art. 152 bis Cód. Civ. son aplicables a la inhabilitación, en lo per­tinente, las normas relativas a la declaración de incapacidad por demencia (par­ticularmente los arts. 142 y 145); 2o) Respeta por ello la garantía constitucional de la defensa en juicio; 3o) No rigiendo, en este tipo de procesos, e! principio dispositivo, elementales razones de economía procesal prestan apoyo al men­cionado criterio.

b) Las costas son a cargo del denunciante si el juez considera inexcusa­ble el error en que hubiese incurrido al formular la denuncia, o si ésta fuere ma­liciosa (art. 634, párr. Io). Como se advierte, la regla establecida por esta disposición se aparta del principio emergente del hecho objetivo de la derrota, consagrado en el art. 68 CPN (supra, n° 118), y atiende a la apreciación de la conducta procesal del denunciante. La excepción se explica si se tienen en cuenta las razones de solidaridad social y familiar que se hallan comprometidas en esta clase de procesos.

Los gastos y honorarios a cargo del presunto insano no pueden exceder, en conjunto, del diez por ciento de sus bienes (art. 634, párr. 2o). La jurispru­dencia, sin embargo, fundada en la circunstancia de que el juicio de insania ca­rece de contenido económico, tiene decidido que, a los efectos de la regulación de los honorarios correspondientes, es innecesaria la determinación exacta del patrimonio del presunto insano, sin perjuicio de que se tenga en cuenta su situa­ción económica y social.

c) La sentencia es susceptible del recurso de apelación, que puede ser deducido dentro del quinto día por el denunciante, el presunto insano o inhabi­litado y el asesor de menores (art. 633, párr. 4o), según haya sido, naturalmente, el contenido de aquélla.

El recurso debe ser concedido en relación y en efecto suspensivo (CPN, art. 243, párrs. 2o y 3°).

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838 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

Si la sentencia que declara la incapacidad por demencia no es apelada debe elevarse en consulta, debiendo la cámara resolver previa vista al asesor de menores e incapaces, sin otra sustanciación (art. 633, párr. 5o) (supra n° 366).

d) En concordancia con lo dispuesto en el art. 150 Cód. Civ., el art. 635 CPN establece que el declarado demente podrá obtener su rehabilitación. De­ducida la correspondiente pretensión, el juez designará tres médicos psiquia­tras o legistas para que lo examinen y, de acuerdo con los trámites previstos para la declaración de demencia, hará o no lugar a la rehabilitación. Es compe­tente para ello el mismo juez que declaró la interdicción (CPN, art. 5o, inc. 8o).

El ait. 635, en su actual versión, acuerda la misma facultad al inhabilitado.

506. DECLARACIÓN DE SORDOMUDEZ

a) El Cód. Civ. somete sustancialmente la declaración de incapacidad por sordomudez a las reglas establecidas en materia de declaración de demen­cia (art. 154).

Concordantemente con ese principio, el art. 637 CPN prescribe que las disposiciones contenidas en el capítulo referente al proceso de insania regirán, en lo pertinente, para la declaración de incapacidad del sordomudo que no sabe darse a entender por escrito y, en su caso, para la cesación de esta incapacidad (rehabilitación).

b) En cuanto al alcance de la prueba pericial en este proceso, el art. 155 Cód. Civ. determina que el examen de los facultativos verificará si el denuncia­do como sordomudo puede darse a entender por escrito, debiendo seguirse el trámite de incapacidad por demencia en el supuesto de que, comprobado que aquél no puede expresar su voluntad de ese modo, y previo el examen corres­pondiente, los peritos lleguen a la conclusión de que el denunciado padece la enfermedad mental que le impide dirigir su persona o administrar sus bienes.

507. DECLARACIÓN DE INHABILITACIÓN

a) La ley 22.434 incorporó, como art. 637 bis del CPN, el siguiente: "Las disposiciones del Capítulo I del presente Título regirán en lo pertinente para la declaración de inhabilitación a que se refiere el art. 152 bis, incs. Io y 2o

del Cód. Civ. La legitimación para accionar corresponde a las personas que de acuerdo con el Código Civil pueden pedir la declaración de demencia".

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DECLARACIÓN DE INCAPACIDAD E INHABILITACIÓN 839

Si bien, en el caso, la denuncia debe reunir los requisitos formales exigi­dos en relación con el pedido de declaración de demencia, a los que se refiere, como se vio, el CPN, art. 624, siendo además aplicable el art. 625 del mismo or­denamiento frente al supuesto de acreditarse la imposibilidad de acompañar los certificados médicos, declarada la admisibilidad de la denuncia el trámite pos­terior no es estrictamente equiparable al que corresponde al proceso de declara­ción de incapacidad por demencia.

Por lo pronto, no siendo el denunciado un presunto incapaz, ni teniendo la eventual sentencia que declare su inhabilitación el efecto de incapacitarlo para estar en juicio por si solo, resulta innecesaria la designación de un curador ad litein a fin de que lo represente y defienda en el proceso. Corresponde, por consiguiente, conferir traslado de la denuncia al presunto inhabilitado por el plazo de cinco días, de conformidad con el principio seneral contenido en el art. 150 CPN.

Pero la improcedencia de la actuación de un curador ad litein no obsta a la posibilidad de que, en el supuesto de concurrir circunstancias análogas a las previstas en el art. 148Cód.Civ., se designe un curador provisional a los bienes, aunque con la sola finalidad de que el denunciado no pueda disponer de éstos sin la conformidad de dicho funcionario, a quien por lo tanto no se transfiere la administración de los bienes. Dicha designación debe efectuarse sin perjuicio de las medidas cautelares que el juez puede decretar respecto de los bienes y de la persona del denunciado (CPN, art. 629).

El informe médico, por otra parte, debe ajustarse a los requisitos estable­cidos por el art. 631 CPN, aunque no es necesario que los peritos se expidan acerca de la fecha aproximada en que la enfermedad se manifestó (norma cita­da, inc. 2o), por cuanto la sentencia declarativa de la inhabilitación carece de efectos en relación con los actos obrados por el inhabilitado con anterioridad a su pronunciamiento.

Frente a la hipótesis de que el dictamen médico acredite que el denuncia­do como inhábil es, en realidad, un demente, cabe concluir que, en resguardo de la garantía de la defensa enjuicio y porque en nuestro ordenamiento jurídico la demencia no puede declararse de oficio, debe conferirse vista al denunciante y al representante del ministerio pupilar a fin de que conviertan la denuncia en expreso pedido de interdicción, adecuando posteriormente el trámite al que co­rresponde al proceso de declaración de incapacidad por demencia. Será por lo tanto necesario designar un curador ad litein y otorgar al denunciado la posibi­lidad de aportar pruebas relativas a la defensa de su capacidad.

b) "En el caso del inciso tercero del art. 152 bis del Código Civil —dis­pone el art. 637 ter, incorporado al CPN por la ley 22.434—, la causa tramitará por proceso sumario".

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840 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

La solución prevista por esta norma es sin duda correcta, pues en el caso de prodigalidad no se halla en juego ia dilucidación de las aptitudes mentales del denunciado, sino el juzgamiento de su conducta en el orden patrimonial.

La índole de la petición de declaración de inhabilitación por prodigalidad descarta la necesidad de que el actor (cónyuge, ascendientes y descendientes exclusivamente) acompañe con la demanda certificados médicos, pero no la carga de acreditar sumariamente los hechos que demuestren, prima facie, la pérdida o dilapidación de los bienes por parte del demandado, en forma tal de con­ferir a la demanda un respaldo objetivo de verosimilitud y seriedad, y de evitar, en consecuencia, la prosecución de un proceso susceptible de irrogar sensibles perjuicios a aquél.

Si bien en este proceso no cabe la designación de curador ad litem, proce­de en cambio el nombramiento de un curador a los bienes, con los requisitos y alcances precedentemente mencionados, así como la adopción de medidas cau­telares respecto de los bienes del presunto pródigo.

Cuadra entender, asimismo, que la rehabilitación del pródigo debe tam­bién tramitar por proceso sumario.

c) Dispone el art. 637 quater CPN (incorporado por la ley 22.434) que "la sentencia de inhabilitación, además de los requisitos generales, deberá de­terminar, cuando las circunstancias del caso lo exijan, los actos de administra­ción cuyo otorgamiento le es limitado a quien se inhabilita. La sentencia se inscribirá en el registro del estado civil y capacidad de las personas".

La norma coincide, como se advierte, con lo prescripto por el art. 152 bis Cód. Civ. La sentencia, además, debe proveer a la designación de un curador, sin cuya conformidad el inhabilitado no puede disponer de sus bienes por actos entre vivos.

d) Prescribe el art. 637 quinter (incorporado al CPN por la ley 22.434), que "todas las cuestiones que se susciten entre el inhabilitado y el curador se sustanciarán por el trámite de ios incidentes, con intervención del asesor de me­nores e incapaces".

La norma transcripta recoge la doctrina en cuya virtud deben ventilarse por vía incidental, con intervención del representante del ministerio pupilar, las divergencias que pueden suscitarse entre el inhabilitado y el curador a raíz de la negativa de este último a prestar su conformidad para la realización de algún acto de disposición.

e) Interesa finalmente recordar que el art. 635 CPN legitima al inhabili­tado para promover su rehabilitación, aunque corresponde aclarar que, pese a

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RENDICIÓN DE CUENTAS 841

]os términos de dicha norma, los trámites no son, en los casos de los incs. Io y 2o del art. 152 bis del Cód. Civ., estrictamente ¡os previstos para la declaración de demencia, y, en el caso del inc. 3o es aplicable el trámite del proceso sumario.

§ //

RENDICIÓN DE CUENTAS 131

508. CONCEPTO Y CLASES

a) Denomínase rendición de cuentas, en general, a la obligación que contrae quien ha realizado actos de administración o de gestión por cuenta y en interés de un tercero y en cuya virtud debe suministrar a éste un detalle circuns­tanciado y documentado acerca de las operaciones realizadas, estableciendo, eventualmente, el saldo deudor o acreedor resultante en contra o a favor del ad­ministrador o gestor. Tal obligación pesa, entre otros, sobre los tutores, curado­res, administradores de sociedades con posterioridad a la extinción de éstas, mandatarios, gestores de negocios ajenos, comisionistas, etcétera.

La obligación recae, por lo tanto, sobre quienes han realizado actos de gestión o administración respecto de bienes que no les pertenecen exclusiva­mente, siendo indiferente que hayan existido pérdidas o que el capital se haya consumido, pues aquélla no está supeditada a la existencia de superávit o ga­nancias.

b) La rendición de cuentas puede ser extrajudicial o judicial, según que, respectivamente, se efectúe fuera de juicio o constituya el objeto de una preten­sión procesal fundada en la negativa u omisión del obligado a rendirlas o en la negativa del dueño de los bienes a recibirla.

Mientras la rendición de cuentas extrajudicial, como acto jurídico (Cód. Civ., art. 944), está sujeta a impugnación por error, dolo, violencia o simulación (id., art. 1045), la rendición de cuentas aprobada por sentencia sólo es impug­nable a través de los recursos admisibles contra ésta.

1 3 1 ALSINA, Tratado. VII. pág. 87; ARAZI - ROJAS, Código. III, pág. 277; COLOMBO, Código, IV, pág. 523; CHIOVENDA. Principios, II, pág. 900; DÉLA COLINA. Der. y leg. proc, H, pág. 253; FALCÓN, Código, IV, pág. 265; FENOCHIETTO-ARAZI, Código, IIÍ, pág. 306; FONTANARROSA, Derecho comercial argentino, Parte genera!. Buenos Aires. 1976, I, pág. 383; GONZÁLEZ, A., "El proceso de rendición y por aprobación de cuentas", en Estudios, pág. 99; JOFRÉ, Manual, I, pág. 342; OTTOLENGHI, "Consecuencias jurídicas de la omisión de rendir cuentas", en JA, 59-169; PALACIO, Derecho procesal civil, VI, pág. 255.

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842 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

c) A diferencia de algunos códigos provinciales, el código derogado no reglamentaba el trámite del juicio de rendición de cuentas. Frente a ese vacío, la jurisprudencia estableció que el respectivo procedimiento constaba de dos eta­pas, destinada una a la comprobación de la obligación y otra al trámite de la rendición de cuentas. Mientras que la primera debía sustanciarse de acuerdo con las reglas previstas para el juicio ordinario, la segunda estaba sujeta a las normas referentes a la ejecución de sentencias que condenan al pago de canti­dad ilíquida procedente de frutos, pudiendo el proceso integrarse mediante una tercera etapa tendiente al cobro del saldo activo determinado por la sentencia aprobatoria de las cuentas.

d) El CPN, en cambio, regula expresamente el proceso de rendición de cuentas, sometiéndolo a las reglas que se estudiarán en el próximo número.

509. REGLAS APLICABLES

a) En las pretensiones sobre rendición de cuentas, es competente el juez del lugar donde éstas deban presentarse, y no estando determinado, a elección del actor, el del domicilio de la administración o el del lugar en que se hubiere administrado el principal de los bienes (CPN, art. 5o, inc. 6o).

b) La demanda debe tramitar por juicio ordinario (CPN, art. 652, pan-. Io). Dicho trámite tiene por objeto la comprobación de la obligación y even­

tual condena a rendir cuentas. Sin embargo, el segundo párrafo de la norma citada dispone que el trasla­

do de la demanda debe hacerse bajo apercibimiento de que si el demandado no la contesta, o admite la obligación y no las rinde dentro del plazo fijado por el juez al conferir dicho traslado, corresponde tener por aprobadas las que presen­te el actor, en todo aquello que el demandado no pruebe que son inexactas.

Pueden presentarse, por consiguiente, las siguientes hipótesis:

1°) Que al contestar el traslado de la demanda el demandado se oponga a la pretensión fundado en que, por cualquier motivo, no se encuentra obligado a rendir cuentas. En este caso el proceso debe continuar hasta el pronunciamien­to del fallo que declare la existencia o inexistencia de la obligación. En el pri­mer supuesto corresponde condenar al demandado a rendir cuentas dentro del plazo que el juez determine, bajo apercibimiento de tener por aprobadas las que presente el actor en todo aquello que aquél no demuestre ser inexacto.

2o) Que el demandado se abstenga de contestar la demanda, en cuyo su­puesto, vencido el plazo de la contestación, el juez debe acordar plazo al actor

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RENDICIÓN DE CUENTAS 843

para la presentación de las cuentas y conferir traslado de éstas al demandado, quien si considera que son inexactas, puede promover incidente de impugna­ción en el cual le incumbe la carga de la prueba tendiente a acreditar sus mani­festaciones en aquel sentido.

3o) Que el demandado se allane a la pretensión y no rinda cuentas dentro del plazo fijado, en cuya hipótesis es aplicable el mismo procedimiento que en el caso anterior.

4o) Que el demandado se allane a la pretensión y rinda cuentas dentro del plazo fijado. En tal caso corresponde conferir traslado al actor y observar, si media impugnación, el trámite de los incidentes.

Como se advierte, sólo en la primera de las hipótesis descriptas el proce­so aparece nítidamente dividido en las etapas mencionadas supra, n° 508, pues en las restantes la actitud del demandado puede determinar la prevalecencia del trámite destinado a la rendición de cuentas.

c) Dispone el art. 653 CPN que se aplicará el procedimiento de los inci­dentes siempre que: Io) Exista condena judicial a rendir cuentas; 2o) La obliga­ción de rendirlas resultare de instrumento público o privado reconocido, o haya sido admitida por el obligado al ser requerido por diligencia preliminar.

En todos los casos, como fácilmente se percibe, es innecesaria la compro­bación de la obligación, por cuanto la existencia de ésta ya ha sido declarada en el proceso sumario u ordinario, o surge de documento* fehacientes o de actitu­des procesales del demandado. A tales supuestos deben asimilarse, como se ha visto, los que se configuran frente a la falta de contestación a la demanda y al allanamiento, pues estas actitudes importan, en los términos del art. 652 CPN, un reconocimiento de la obligación.

El CPN, art. 654, dispone que "en los casos del artículo anterior si con­juntamente con el pedido, quien promovió el incidente hubiere acompañado una cuenta provisional, el juez dará traslado a la otra parte para que la admita u observe, bajo apercibimiento de que si no lo hiciere se aprobará la presentada. El juez fijará los plazos para los traslados y producción de pruebas atendiendo a la complejidad de las cuentas y documentos que se hubiesen acompañado"'.

d) Si bien la rendición de cuentas no se halla sujeta a fórmulas sacra­mentales, debe comprender la totalidad de las operaciones realizadas con mo­tivo de la administración o gestión llevada a cabo, especificar con precisión los ingresos y egresos y hallarse respaldada por la documentación correspondien­te. Este último requisito se encuentra expresamente exigido por el art. 655

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844 PROCESOS ESPECIALES (Conl.)

CPN, norma que sin embargo autoriza al juez a tener como justificadas las par­tidas respecto de las cuales no se acostumbrare a pedir recibos (en razón, v.gr., de su exigüidad) y fueren razonables y verosímiles.

e) La aprobación definitiva de las cuentas transforma el saldo que ellas arrojan en un crédito líquido cuyo cobro debe tener lugar mediante el procedi­miento establecido para la ejecución de sentencias. El art. 656 CPN, asimismo, autoriza al actor a utilizar esa vía para reclamar los saldos reconocidos por el demandado, sin esperar la resolución definitiva sin que por ello se entienda que las ha aceptado.

f) Las cuentas, finalmente, pueden rendirse en forma espontánea por el obligado, en el supuesto de que el dueño de los bienes o intereses administrados o gestionados se niegue a recibirlas o cuando, por cualquier motivo, aquél deba utilizar la vía judicial para liberarse de esa obligación.

El caso está contemplado por el art. 657 CPN, conforme al cual "el obli­gado a rendir cuentas podrá pedir la aprobación de las que presente. De la de­manda, a la que deberá acompañarse boleta de depósito por el importe del saldo deudor, se dará traslado al interesado, por el plazo que fije el juez, bajo aperci­bimiento de ser tenido por conforme si no las impugnare al contestar. Se aplica­rá, en lo pertinente, el procedimiento establecido en los artículos anteriores".

Son aplicables a esta pretensión las reglas de competencia más arriba re­cordadas, con la variante de que, no estando especificado el lugar donde deben rendirse las cuentas, el actor puede optar por radicar la demanda ante el juez del lugar del domicilio del acreedor de aquéllas (art. 5o, inc. 6o, párr. 2o).

Este proceso guarda sustancial analogía con la vía incidental anterior­mente analizada, por cuanto el reclamo de aprobación de las cuentas descarta la necesidad de la etapa inicial destinada a la determinación de la existencia o ine­xistencia de la obligación.

§ ///

MENSURA, DESLINDE Y AMOJONAMIENTO i32

510. CONCEPTO Y DIFERENCIAS

a) Denomínase mensura a la operación técnica consistente en ubicar con precisión el título de propiedad sobre el terreno y en comprobar, a través

i « ALSINA, Tratado, VI. pág. 463; ARAZI - ROJAS. Código. III, pág. 293; COLOMBO, Código.

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pfc' MENSURA, DESLINDE Y AMOJONAMIENTO 845

del plano que se trace, la coincidencia entre la superficie consignada en el título y la efectivamente poseída, determinando, eventualmente, en cuál de las pro­piedades linderas se halla la parte faltante.

El deslinde es el acto en cuya virtud se establece, mediante una mensura, la línea divisoria entre dos propiedades contiguas cuyos límites se encuentran confundidos.

El amojonamiento, finalmente, consiste en el hecho de colocar señales tendientes a precisar sobre el terreno los límites de las propiedades que han sido objeto de un deslinde.

b) De lo expuesto se sigue que mientras que el deslinde supone la men­sura, esta última puede solicitarse aunque no medie confusión de límites, y al solo efecto de aplicar el título al terreno, operación que puede reportar ventajas cuando interesa determinar la situación exacta de un inmueble para enajenarlo o constituir sobre él algún derecho real.

Al referirse, en términos generales, a la admisibilidad de la mensura, el art. 658 CPN dispone que aquélla procederá: Io) Cuando estando el terreno des­lindado, se pretendiera comprobar su superficie; 2o) Cuando los límites estu­vieren confundidos con los de un terreno colindante (deslinde).

511. MENSURA

a) El proceso de mensura reviste, en rigor, carácter voluntario, pues tiende a satisfacer una petición unilateral del solicitante y no otorga derechos de posesión o dominio, los cuales, en su caso, deben hacerse valer en el corres­pondiente proceso contencioso de conocimiento. Por ello el art. 659 CPN esta­blece que la mensura no afectará los derechos que los propietarios pudieran tener al dominio o a la posesión del inmueble. La circunstancia de que se estu­die este juicio en el presente capítulo obedece a la vinculación que aquél guarda con el proceso de deslinde, y además al hecho de que, como se verá, el juicio de mensura puede transformarse en contencioso en el supuesto de que algu­no de los colindantes se oponga a la aprobación de la diligencia.

¡V, pág. 538; Dii LA COLÍNA, Der. y leg. proc. I!, pág. 352; FAI.CÓN, Código, IV. pág. 295; FENOCHIETTO-ARAZI, Código. Iü. pág. 317; FERNÁNDEZ, Código, pág. 518; JOFRÉ. Manual, IV. pág. 171; LAFAILLE, Derechos reales, II, pág. 335; MORELLO-PASSI LANZA-SOSA.-BERIZONCE. Códigos, VII. pág. 447; PALACIO. Derecho procesal civil, VI, pág. 281; 1. VIII. pág. 349; PRIETO CASTRO, Derecho procesal civil. II, pág. 632; REIMUNDÍN, Derecho procesal civil. II. pág. 195.

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846 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

b) Es competente para conocer de la petición de mensura el juez del lu­gar donde esté situado el inmueble que ha de ser objeto de la operación (CPN, art. 5o, inc. Io, párr. 2o).

c) Quien promueva el proceso debe cumplir los siguientes requisitos:

Io) Expresar su nombre, apellido y domicilio real.

2o) Constituir domicilio legal (procesal), en los términos del art. 40 (su-pra, n° 145).

3o) Acompañar el título de propiedad del inmueble.

4o) Indicar el nombre, apellido y domicilio de los colindantes, o manifes­tar que los ignora.

5o) Designar al agrimensor que ha de practicar la operación. El juez debe desestimar de oficio y sin sustanciación previa la solicitud

que no contenga los mencionados requisitos (art. 660, infine).

d) Presentada la solicitud con los requisitos procedentemente indicados, el juez debe: Io) Disponer que se practique la mensura por el perito designado por el requirente; 2o) Ordenar que se publiquen edictos por tres días, citando a quienes tengan interés en la mensura. La publicación debe hacerse con la anti­cipación necesaria para que los interesados puedan concurrir a presenciarla, por sí o por intermedio de sus representantes. En los edictos debe expresarse la situación del inmueble, el nombre del solicitante, el juzgado y secretaría y el lu­gar, día y hora en que se dará comienzo a la operación; 3o) Hacer saber el pedi­do de mensura a la oficina topográfica (Dirección Nacional del Catastro y Topografía: decreto-ley 10.028/57, art. 7o).

e) Una vez que ha aceptado el cargo, el agrimensor debe: Io) Citar por circular a los propietarios de los terrenos colindantes, con la anticipación indicada en el art. 661, inc. 2o, y especificando los datos en él mencionados. Los citados deben notificarse firmando la circular. Si se niegan a hacerlo, el agrimensor debe dejar constancia en aquélla ante dos testigos que la suscribirán. Si los pro­pietarios colindantes no pueden ser notificados personalmente, la diligencia debe practicarse con quien los represente, dejándose constancia. Si se niega a firmar, corresponde labrar acta ante dos testigos, expresar en ella las razones en que fundare la negativa y tenerlo por notificado. Si alguno de los terrenos colin­dantes es de propiedad fiscal, el agrimensor debe citar a la autoridad administrativa que corresponda y a su representante judicial; 2o) Cursar aviso al peticionario de la mensura con las mismas enunciaciones que se especifiquen en la circular;

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MENSURA. DESLINDE Y AMOJONAMIENTO 847

3o) Solicitar instrucciones a la oficina topográfica y cumplir con los requisitos de carácter administrativo correspondientes a la intervención asignada a este organismo (CPN, art. 662).

Los requisitos a que alude el inc. 3o se hallan previstos en el decreto-ley 10.028/57.

f) La oposición que se formule al tiempo de practicarse la mensura no impide su realización ni la colocación de mojones, pero debe dejarse constan­cia, en el acta, de los fundamentos de la oposición y agregarse la protesta escri­ta, en su caso (art. 663).

g) Una vez practicadas las citaciones y requeridas las instrucciones co­rrespondientes, el agrimensor debe realizar la mensura en el lugar, día y hora señalados, con la presencia de los interesados y de sus representantes. Cuando por razones climáticas o mal estado del terreno no resulte posible comenzar la mensura en el día fijado en las citaciones y edictos, el profesional y los intere­sados pueden convenir nueva fecha todas las veces que sea necesario, labrándo­se siempre acta de cada postergación. En el supuesto de que la operación no pudiere llevarse a cabo por ausencia del profesional, el juzgado debe fijar nueva fecha y corresponde practicar nuevamente las diligencias antes mencionadas (publicación de edictos y citaciones) (art. 664).

Si la mensura no puede terminar en el día, debe proseguirse en el más próximo posible, dejándose constancia, en acta firmada por los interesados, de los trabajos realizados y de la fecha en que continuara la operación (art. 665).

En el caso de que durante la ejecución de la mensura se compruebe la existencia de linderos desconocidos al tiempo de comenzarla, el agrimensor debe citarlos, si es posible, por medio de circular, y solicitar su conformidad respecto de los trabajos ya realizados (art. 666).

h) Los colindantes tienen las siguientes facultades: Io) Concurrir al acto de la mensura acompañados por peritos de su elección, siendo a su cargo los gastos y honorarios que se devenguen; 2o) Formular las reclamaciones a que se creyeren con derecho, exhibiendo los títulos de propiedad en que las funden. El agrimensor debe, en tal caso, poner en los títulos constancia marginal suscripta (art. 667, incs. Io y 2o).

Las reclamaciones no pueden fundarse en los derechos de los colindantes a la posesión o dominio de todo o parte del inmueble mensurado, dado que tales cuestiones son ajenas al juicio de mensura, sino que deben versar, únicamente, sobre la exactitud de la operación de demarcación.

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848 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

Expresan los párrs. 2o y 3o del mencionado art. 667, que "los reclamantes que no exhibieron sus títulos sin causa justificada, deberán satisfacer las costas del juicio que promovieren contra la mensura, cualquiera fuese el resultado de aquél", y que "la misma sanción se aplicará a los colindantes que, debidamente citados, no hubiesen intervenido en la operación de mensura sin causa justificada".

Dichas disposiciones se refieren a la eventual pretensión reivindicatoría o posesoria que pueden deducir los colindantes en el supuesto de que quien soli­citó la mensura esté en posesión de alguna fracción del inmueble respecto de la cual aquéllos aducen derechos de posesión o de dominio. La pretensión debe ser en cambio deducida por el peticionario de la mensura en el supuesto de que algún colindante esté en posesión de todo o parte del inmueble mensurado.

Establece, Finalmente, el art. 667, párr. 4o, que "el perito deberá expresar, oportunamente, su opinión técnica acerca de las observaciones que se hubiesen formulado".

i) El agrimensor no puede remover los mojones que encuentre, a menos que hayan comparecido a la diligencia todos los colindantes y manifestado su conformidad por escrito (art. 668).

j) Concluida la mensura, el perito debe: Io) Labrar acta expresando los detalles de la operación y el nombre de los linderos que la han presenciado, así como las razones invocadas por los que han manifestado disconformidad; 2o) Pre­sentar al juzgado la circular de citación y, a la oficina topográfica, un informe acerca del modo en que ha cumplido su cometido y, por duplicado, el acta y el plano de la mensura, siendo responsable de los daños y perjuicios que ocasione su demora injustificada (art. 669).

La oficina topográfica puede solicitar al juez la remisión del expediente con el título de propiedad. Dentro de los treinta días contados desde la recep­ción del acta y diligencia de mensura o, en su caso, del expediente requerido al juez, debe remitir a éste uno de los ejemplares del acta, el plano y un informe acerca del valor técnico de la operación efectuada (art. 670).

Si la oficina topográfica no observa la mensura y no existe oposición de linderos, el juez debe aprobarla y mandar expedir los testimonios que los inte­resados soliciten (art. 671).

Corresponde puntualizar, sin embargo, que la resolución aprobatoria de la mensura se dicta sin perjuicio de mejor derecho, pues se limita a homologar la operación técnica de demarcación y no confiere derecho al dominio o pose­sión del inmueble mensurado.

En el supuesto de existir observaciones u oposiciones que se funden en cuestiones meramente técnicas corresponde dar traslado a los interesados por

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MENSURA. DESLINDE Y AMOJONAMIENTO 849

el plazo que fije el juez. (Si se trata de observaciones de la oficina topográfica, deberá darse traslado al solicitante de la mensura y al agrimensor; si, en cam­bio, se trata de oposiciones formuladas por los colindantes, el destinatario del traslado es únicamente el solicitante). Contestados los traslados, o vencido el plazo para hacerlo, el juez debe resolver aprobando o no la mensura, según co­rresponda, u ordenando las rectificaciones pertinentes, si resulta posible (art. 672). Pero el efecto de la resolución aprobatoria es el mismo que en la hipótesis de no haber mediado observación u oposiciones.

512. DESLINDE

a) La pretensión de deslinde es aquella que puede deducir el poseedor de terrenos cuyos límites se hallan confundidos con los de un terreno colindan­te, a fin de que los límites confusos se investiguen y se demarquen.

Dicha pretensión es una forma de poner fin al condominio forzoso que el art. 2746 Cód. Civ. instituye entre propietarios de inmuebles colindantes cuyos límites se encuentren en la condición mencionada, y da lugar a un proceso con­tencioso tendiente a obtener el pronunciamiento de una sentencia que, con efi­cacia de cosa juzgada en sentido material, fije en forma definitiva la correspon­diente línea divisoria. Como se expresó anteriormente, el deslinde supone la mensura, operación que en el respectivo proceso contencioso no sólo tiene por objeto ubicar el título en el terreno, sino también aclarar la confusión y deslin­dar las heredades contiguas.

Constituye presupuesto de la pretensión de deslinde que no se conozca con certeza la línea divisoria entre los fundos colindantes. Si, por el contrario, existe controversia sobre el límite separativo, mediando por lo tanto una zona litigiosa sobre la cual las partes se atribuyen derechos mutuamente, no correspon­de la pretensión de deslinde sino la reivindicatoría (Cód. Civ., art. 21 Al). Lo mis­mo ocurre en la hipótesis de haber desaparecido los mojones (norma citada).

Entre ambas pretensiones existen, por otra parte, las siguientes diferen­cias: Io) Mientras en la pretensión de deslinde todos los interesados revisten si­multáneamente el papel de actor y demandado, incumbiéndoles a todos la carga de la prueba, en la pretensión reivindicatoría dicha carga sólo pesa, en princi­pio, sobre el demandante; 2o) En el deslinde, el juez puede señalar la línea sepa­rativa conforme a su criterio si faltan elementos probatorios que la determinen (Cód. Civ., art. 2755), en tanto que esa facultad judicial no rige en la reivindica­ción, que se halla sujeta a las reglas generales sobre la carga de la prueba.

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850 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

b) El deslinde puede ser extrajudicial o judicial. A la primera clase se refiere el art. 2753 Cód. Civ. en tanto prescribe que "el deslinde de los terrenos puede hacerse entre los colindantes por acuerdo entre ellos que conste de escri­tura pública. Bajo otra forma será de ningún valor. El acuerdo, la mensura y to­dos los antecedentes que hubiesen concurrido a formarlo deben presentarse al juez para su aprobación; y si fuese aprobado, la escritura otorgada por personas capaces, y la mensura practicada, servirán en adelante como título de propie­dad, siempre que no causare perjuicio a tercero. En lo sucesivo, el acto puede únicamente ser atacado por las causas que permiten volver sobre una convención".

En concordancia con la norma transcripta, el art. 673 CPN dispone que "la escritura pública en que las partes hubiesen efectuado el deslinde deberá presentarse al juez, con todos sus antecedentes" y "previa intervención de la oficina topográfica, se aprobará si correspondiere".

En cuanto al deslinde judicial, el art. 2754 Cód. Civ. exige que sea reali­zado por agrimensor y remite, en cuanto a la tramitación del juicio, a la "que prescriban las leyes de procedimiento".

De acuerdo con lo dispuesto por el art. 5o, inc. Io, párr. 2° CPN es juez competente para conocer de esta pretensión el del lugar en que se encuentren situados los terrenos que deben ser objeto de deslinde.

El art. 674 del mismo código sujeta la pretensión al trámite del juicio or­dinario.

Si el o los demandados se oponen al deslinde en virtud de invocar derechos exclusivos de propiedad o posesión sobre la zona correspondiente y el juez declara fundada la oposición, el juicio de deslinde no puede continuar y el actor debe de­ducir la respectiva pretensión reivindicatoría (Cód. Civ., art. 2747).

Si no media oposición, o sea cuando el o los demandados se allanan al des­linde, el juez debe designar de oficio perito agrimensor para que realice la mensu­ra, con'espondiendo aplicar, en lo pertinente, las normas relativas a dicha operación {supra, n° 511) y dar intervención a la oficina topográfica (CPN, art. 674, párr. 2o).

"Presentada la mensura —agrega el párr. 3o de dicho artículo— se dará tras­lado a las partes por diez días, y si expresaren su conformidad, el juez la apro­bará, estableciendo el deslinde. Si mediare oposición a la mensura, el juez, previo traslado y producción de prueba por los plazos que fijare, dictará sentencia".

La ejecución de la sentencia que, en la hipótesis de haber mediado oposi­ción, declare procedente el deslinde, debe llevarse a cabo de conformidad con las normas establecidas en el art. 674. Si correspondiere, se efectuará el amojo­namiento (CPN, art. 675)

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DIVISIÓN DE COSAS COMUNES 851

§ IV

DIVISIÓN DE COSAS COMUNES l3

513. CONCEPTO

a) Uno de los medios de conclusión del condominio se halla configura­do por la división o partición, la cual consiste en transformar el derecho inma­terial del condómino en una fracción material, equivalente a su interés dentro de la cosa.

La pretensión tendiente a la división de la cosa común puede ser deducida por todo copropietario y en cualquier tiempo, y su admisibilidad está condicio­nada, básicamente, a la concurrencia de dos requisitos: Io) La existencia de una copropiedad debidamente reconocida: 2°) La inexistencia de cláusulas de indi­visión dentro de los límites fijados por la ley (Cód. Civ., art. 2693) o de normas legales que la establezcan (v.gr.. Cód. Civ., arts. 2710 a 2716).

b) Corresponde señalar, asimismo, que la división del condominio debe necesariamente hacerse con intervención judicial en el supuesto de que existan menores o incapaces interesados (Cód. Civ., art. 3465, inc. Io).

514. PROCEDIMIENTO

a) Es juez competente para entender en la pretensión el del lugar donde está situada la cosa que se pretende dividir (CPN, art. 5o, inc. Io, párr. 2o).

b) La demanda debe sustanciarse y resolverse por el procedimiento del juicio ordinario.

Durante el curso del proceso puede discutirse no sólo la admisibilidad de la división sino también la forma de llevarla a cabo (división en especie o por venta en remate público), a cuyo efecto corresponde estar a la decisión adopta­da en forma unánime por los condóminos (Cód. Civ., arts. 2698 y 3462), con la limitación prevista en el art. 2326 del mismo código, según el cual no procede la división de las cosas (en especie) cuando ello convierta en antieconómico su uso y aprovechamiento. De allí que el art. 676, párr. 2o CPN disponga que "la sentencia deberá contener además de los requisitos generales (supra, n° 284) la

133 COLOMBO. Código. IV. pág. 554: FALCÓN. Código, IV. pág. 347: FENOCWETTO-ARAZI. Código. III. pág. 333: LAEAILLE, Derechos reales. II, pág. 242; MORELI.O-PASSI LANZA-SOSA-BERIZONCE. Códigos, VII. pág. 467; PALACIO. Derecho procesal civil, VI. pág. 293.

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852 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

decisión expresa, cuando fuere posible, sobre la forma de la división, de acuer­do con la naturaleza de la cosa".

c) Si la sentencia no ha establecido la forma de la división, una vez eje­cutoriada aquélla el juez debe citar a las partes a una audiencia con el objeto de que convengan lo necesario al respecto. Si se llega a un acuerdo, en el mismo acto podrán las partes proponer, por mayoría, la designación de un perito tasa­dor, partidor o martiliero, según sea la forma de división que se haya acordado (CPN, art. 677).

En el supuesto de que la sentencia contenga pronunciamiento acerca de la forma de división, la audiencia debe fijarse al solo efecto de la designación de los peritos (norma citada).

Con relación a los trámites posteriores a la designación, el párrafo segun­do de dicha norma prescribe que corresponde aplicar las disposiciones relativas a la división de herencia, en el caso de haberse designado tasador y partidor, o las del juicio ejecutivo, si se hubiese dispuesto la venta de los bienes.

d) Dispone, finalmente, el art. 678 CPN que "si se pidiere la aprobación de una división de bienes hecha extrajudicialmente, el juez, previas las ratifica­ciones que correspondieren, y las citaciones necesarias en su caso, resolverá aprobándola o rechazándola, sin recurso alguno".

Esta norma reglamenta el trámite de una petición que constituye el objeto de un proceso voluntario, en el cual, existiendo menores o incapaces interesa­dos, corresponde conferir intervención al ministerio pupilar (Cód. Civ., art. 59). La resolución del juez, por lo tanto, no adquiere eficacia de cosa juzgada, pues si es aprobatoria se halla sin embargo expuesta a impugnación en los términos del art. 1157 Cód. Civ., y en caso contrario nada obsta a que los condóminos reiteren la petición rectificando los defectos puntualizados por el juez o modi­ficando la forma de partición convenida.

§ V

DESALOJO 134

515. CONCEPTO

a) La pretensión de desalojo es aquella que tiene por objeto recuperar el uso y goce de un bien inmueble que se encuentre ocupado por quien carece de

¡-,4 AI.SI.NA. Trenado, VI, pág. 55; ALVAREZ ALONSO, Arrendamientos urbanos, Buenos Aires. 1957; COI.OMBO. Código AW, pág. 565; FAI.CÚN. Código. IV. pág. 363: FENOCHIETTO-

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DESALOJO 853

título para ello, sea por tener una obligación exigible de restituirlo o por revestir el carácter de simple intruso aunque sin pretensiones a la posesión.

b) La titularidad de dicha pretensión corresponde no sólo al propietario, sino también al poseedor a título de dueño, al usufructuario, al usuario, y, en ge­neral, a todo aquel que tenga un derecho de uso y goce del inmueble.

c) En lo que atañe a la legitimación pasiva, prescribe el art. 680 CPN que "la acción de desalojo procederá contra locatarios, sublocatarios, tenedores precarios, intrusos y cualesquiera otros ocupantes cuyo deber de restituir sea exigible".

En consecuencia, la pretensión examinada es admisible no sólo en las hi­pótesis de los arts. 1493 y 1583 Cód.Civ., sino también en todos aquellos casos en que el demandado carezca de todo derecho para oponerse a la restitución, sea porque ocupa gratuitamente la cosa mediante un título que es revocable a voluntad del que le ha concedido este derecho (tenedor precario), o porque se introdujo en el inmueble sin derecho y contra la voluntad del propietario o po­seedor, aunque sin pretender la posesión de aquél (intruso).

Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que la pretensión de desalojo es inadmisible cuando el ocupante del inmueble invoca y prueba prima facie la ca­lidad de poseedor, debiendo en tal caso el actor deducir la correspondiente pre­tensión posesoria o petitoria.

d) En los casos en que la pretensión de desalojo se dirija contra un intru­so, en cualquier estado del juicio después de tratada la litis y a pedido del actor, el juez puede disponer la inmediata entrega del inmueble si el derecho invocado resulta inverosímil y previa prestación de caución por los eventuales daños y perjuicios que se puedan irrogar (CPN, art. 680 bis).

Se trata, como se advierte, de una medida cautelar semejante a la prevista, respecto del interdicto de recobrar, en el art. 616 del CPN {supra, n°488), aunque con la diferencia de que sólo puede ser requerida una vez contestada la demanda o vencido el plazo para hacerlo. La caución a que alude la norma debe graduarse conforme a las pautas genéricamente establecidas en el art. 199 del CPN.

Asimismo, con arreglo a lo prescripto en el art. 684 bis del CPN (incorpo­rado por la ley 25.488), "en los supuestos en que la causal invocada para el de­salojo fuera la de falta de pago o vencimiento del contrato, el actor podrá tam-

ARAZI, Código, 111. pág. 341: MORELLO, Juicios sumarios, II, pág. 79; MORELLO-PASSI LANZA-SOSA-BERIZONCE. Códigos, VII. pág. 497: PALACIO. Derecho procesal civil. VII. pág. 77; REIMUNDÍN. Derecho procesal civil, II, pág. 155: SALGADO. Juicio de desalojo, Buenos Aires, 1986; id.. Locación, comodato y desalojo, Buenos Aires, 1991.

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854 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

bien, bajo caución real, obtener la desocupación inmediata de acuerdo al proce­dimiento previsto en el artículo 680 bis. Para el supuesto que se probare que el actor obtuvo esa medida ocultando hechos o documentos que configuraren la relación locativa o el pago de alquileres, además de la inmediata ejecución de la caución se le impondrá una multa de hasta $ 20.000 en favor de la contraparte".

La norma transcripta instituye olra medida cautelar visiblemente análoga a la prevista en el art. 680 bis, aunque hubiese resultado más apropiado dejar li­brado al criterio del juez la calificación de la caución conforme a las concretas circunstancias del caso.

516. PROCEDIMIENTO

a) Por ser la pretensión analizada de carácter personal, le son aplicables las reglas de competencia establecidas en el art. 5o, inc. 3o CPN, aunque en au­sencia de convención expresa acerca del lugar del cumplimiento de las obliga­ciones emergentes del contrato de locación, corresponde interpretar que la competencia incumbe al juez del lugar de la situación del inmueble.

b) De acuerdo con lo dispuesto en el art. 679 CPN la pretensión de desa­lojo de inmuebles urbanos y rurales debe sustanciarse por el procedimiento es­tablecido para el juicio ordinario aunque con las modalidades señaladas en los artículos siguientes, los que se refieren, según se verá, a la carga de denunciar la existencia de sublocatarios u ocupantes, a la forma de practicar la notifica­ción del traslado de la demanda, a la restricción de la prueba en los juicios fun­dados en las causales de falta de pago o de vencimiento del plazo contractual y a los plazos fijados para ordenar el lanzamiento.

c) "En la demanda y en la contestación —dispone el art. 681 CPN— las partes deberán expresar si existen o no sublocatarios u ocupantes terceros. El actor, si lo ignora, podrá remitirse a lo que resulte de la diligencia de notifica­ción, de la contestación de la demanda, o de ambas". La diferencia que la nor­ma formula entre las cargas que pesan sobre el actor y el demandado radica en el hecho de que este último debe necesariamente conocer la existencia de sub-inquilinos u otros ocupantes.

Asimismo, conforme a lo prescripto en el art. 680 ter del CPN (incorpo­rado por la ley 25.488), "cuando el desalojo se fundare en las causales de cam­bio de destino, deterioro del inmueble, obras nocivas o uso abusivo o deshones­to, el juez deberá realizar antes del traslado de la demanda un reconocimiento judicial dentro de los cinco días de dictada la primera providencia, con asisten-

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ft DESALOJO 855

cia del defensor oficial. Igual previsión deberá tomarse cuando se diera la cau­sal prevista en los artículos 680 bis y 684 ter".

De la misma naturaleza de la diligencia y de las causales que la autorizan —que son, aparte de la mencionada en la norma, las de intrusión, falta de pago y vencimiento del contrato— se deriva que su ejecución personal por el juez es indelegable.

d) En lo que atañe a la notificación del traslado de la demanda es menes­ter distinguir entre el lugar y la forma de ese acto de transmisión.

Por lo que concierne al lugar, dispone el art. 682 CPN que "si en el con­trato no se hubiese constituido domicilio especial y el demandado no tuviese su domicilio real dentro de la jurisdicción, la notificación de la demanda podrá practicarse en el inmueble cuyo desalojo se requiere, siempre que en él hubiese algún edificio habitado". Esta norma, como se percibe, sólo excluye la posibi­lidad de notificar el traslado de la demanda en el inmueble cuyo desalojo se re­clama cuando en él no exista edificación alguna o cuando, existiendo, estuviere totalmente desocupada. La diligencia, por lo tanto, puede realizarse con cual­quier persona que habite el edificio en forma permanente, aunque lo haga, tra­tándose de una casa de departamentos, en una unidad distinta a la que fue obje­to del contrato de arrendamiento.

Con respecto a la forma en que debe practicarse la notificación corres­ponde distinguir según que ésta tenga lugar en el inmueble reclamado o en el domicilio (especial o real) del demandado.

En relación con la primera de las hipótesis mencionadas, prescribe el art. 684 CPN que el notificador: Io) Debe hacer saber la existencia del juicio a cada uno de los sublocatarios u ocupantes presentes en el acto, aunque no hayan sido denunciados, previniéndoles que la sentencia que se pronuncie producirá efec­tos contra todos ellos y que, dentro del plazo fijado para contestar la demanda, pueden ejercer los derechos que estimen corresponderles; 2o) Debe identificar a los presentes e informar al juez sobre el carácter que invoquen y acerca de otros sublocatarios u ocupantes cuya presunta existencia surja de las manifes­taciones de aquéllos. Aunque existan sublocatarios u ocupantes ausentes en el acto de notificación, no se suspenderán los trámites y la sentencia de desalojo producirá efectos también respecto de ellos; 3o) Puede requerir el auxilio de la fuerza pública, allanar domicilios y exigir la exhibición de documentos de identidad u otros que sean necesarios. El incumplimiento de tales normas con­figura falta grave del notificador.

En el caso de que la notificación se practique en el domicilio especial o real del demandado, las formas de aquel acto se hallan regidas por las disposi­ciones generales vigentes en materia de notificaciones por cédula; pero no obs-

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856 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

ta a que la notificación se practique también en el inmueble reclamado, porque en caso contrario podrían cercenarse los derechos de eventuales subinquilinos y ocupantes.

Asimismo, el art. 683 CPN impone al oficial notificadorel cumplimiento de diversas actividades tendientes a obviar las dificultades y dilaciones que producen, por un lado, el hecho de haberse eliminado del inmueble el número municipal que lo individualiza, y, por otro lado, las imprecisiones de que pue­den adolecer las cédulas de notificación.

Prescribe dicha norma que "si faltase la chapa indicadora del número del inmueble donde debe practicarse la notificación, el notificador procurará loca­lizarlo inquiriendo a los vecinos. Si obtuviese indicios suficientes, requerirá en el inmueble la identificación de los ocupantes, pidiéndoles razón de su relación con el demandado. Si la notificación debiese hacerse en una casa de departa­mentos y en la cédula no se hubiere especificado la unidad, o se la designare por el número y en el edificio estuviere designada por letras, o viceversa, el notifi­cador inquirirá al encargado y vecinos si el demandado vive en el edificio; lo notificará si lo hallare, identificándolo. En caso contrario devolverá la cédula informando el resultado de la diligencia".

e) En el proceso de desalojo son admisibles, en general, todos los me­dios probatorios previstos por la ley y los que el juez disponga producir con el alcance establecido en el art. 378 CPN.

El art. 685 CPN restringe sin embargo ese principio en tanto dispone que "en los juicios fundados en las causales de falta de pago o por vencimiento del plazo sólo se admitirá la prueba documental, la de confesión y la pericial". Debe empero repararse en la circunstancia de que la limitación probatoria con­tenida en esa norma sólo rige, en los juicios de desalojo por falta de pago, frente a la hipótesis de que el locatario circunscriba su defensa a la invocación del pago, no siendo extensiva, en consecuencia, a los supuestos en que la oposición se funde en otro tipo de cuestiones (v.gr., mora del acreedor; retención del pre­cio correspondiente al costo de reparaciones efectuadas por el locatario, etc.).

f) Dice el art. 687 CPN que "la sentencia se hará efectiva contra todos los que ocupen el inmueble, aunque no hayan sido mencionados en la diligen­cia de la notificación o no se hubiesen presentado en el juicio". La aplicación de esta norma supone que la notificación del traslado se haya practicado en forma regular, de manera que la sentencia no puede ejecutarse contra el ocupante que no fue mencionado en el acta de notificación a raíz de hallarse afectada ésta de irregularidades que impidieron a aquél la efectiva oportunidad de intervenir en el juicio, siempre, desde luego, que el interesado presente un título válido ante­rior a la fecha de la interposición de la demanda.

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OTROS PROCESOS ESPECIALES 857

g) Dispone el art. 686 CPN que "el lanzamiento se ordenará: Io) Tratán­dose de quienes entraron en la tenencia u ocupación del inmueble con título le­gítimo, a los diez días de la notificación de la sentencia si la condena de desalojo se fundare en vencimiento del plazo, falta de pago de los alquileres, re­solución del contrato por uso abusivo u otra causa imputable al locatario; en los casos de condena de futuro, a los diez días del vencimiento del plazo. En los de­más supuestos, a los noventa días de la notificación de la sentencia, a menos que una ley especial estableciere plazos diferentes; 2°) Respecto de quienes no tuvieron título legítimo para la ocupación del inmueble, el plazo será de cinco días". La resolución que dispone el lanzamiento debe considerarse notificada por ministerio de la ley, salvo que se dicte a raíz de un incidente articulado por el demandado, en cuyo caso debe notificársela personalmente o por cédula (CPN, art. 135, inc. 13).

h) Sobre la base de un criterio sustancialmente semejante al que inspiró los arts. 69 de la ley 16.739 y 2° de la ley 17.607, y que contaba asimismo con antecedentes en las disposiciones contenidas en algunos códigos provinciales (Mendoza, art. 399; Santa Fe, art. 518), el art. 688 CPN dispone que "la deman­da de desalojo podrá interponerse antes del plazo convenido para la restitución del bien, en cuyo caso la sentencia que ordena la desocupación deberá cumplir­se una vez vencido aquél. Las costas serán a cargo del actor cuando el deman­dado, además de haberse allanado a la demanda, cumpliere su obligación de desocupar oportunamente el inmueble o devolverlo en la forma convenida".

En la hipótesis de mediar allanamiento y de hallarse pendiente el plazo de la locación, la sentencia debe limitarse a hacer lugar a la demanda y a diferir el pronunciamiento sobre las costas hasta tanto llegue la oportunidad de hacer efectiva la desocupación del bien, pues es recién entonces cuando se estará en condiciones de verificar el segundo de los requisitos exigidos por la norma.

§ VI

OTROS PROCESOS ESPECIALES l35

517. ADQUISICIÓN DE INMUEBLES POR PRESCRIPCIÓN

a) Tiene como objeto la pretensión consistente en obtener, mediante el pronunciamiento de una sentencia declarativa, un título supletorio de dominio

135 BORDA. Tratado de derecho civil - Derechos reales, I. pág. 326: COLOMBO, Código.

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858 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

a favor de quien ha poseído un bien inmueble durante el plazo y en las condicio­nes previstas por el art. 4015 del Cód. Civ.

b) Es competente para conocer de la pretensión el juez del lugar donde esté situada la cosa litigiosa (CPN, art. 5o, inc. Io, párr. 2o).

c) El proceso es de carácter contencioso y debe sustanciarse con quien resulte titular del dominio de acuerdo con las constancias del Catastro, Registro de la Propiedad o cualquier otro registro oficial del lugar del inmueble, cuya certificación sobre el particular debe acompañarse con la demanda. Si no es po­sible establecer con precisión quién figura como titular al tiempo de promover­se la demanda, debe precederse en la forma que los códigos de procedimientos señalan para la citación de personas desconocidas (es decir, por medio de edic­tos, art. Io, inc. a] del decreto ley 5765/58).

Con la demanda debe acompañarse, además de la mencionada certificación, plano de mensura suscripto por profesional autorizado y aprobado por la oficina técnica respectiva, si la hubiere en la jurisdicción (norma citada, inc. bj).

En este proceso se admite toda clase de pruebas, pero el fallo no puede basarse exclusivamente en la testimonial, lo cual no implica, según la jurispru­dencia, una descalificación de esa prueba ni su relegamiento a un rol secunda­rio, requiriéndose, en cambio, que aquélla resulte comprobada por otros ele­mentos de juicio objetivos e independientes.

A los fines probatorios debe ser especialmente considerado el pago, por parte del poseedor, de impuestos o tasas que graven el inmueble, aunque los re­cibos no figuren a nombre de quien invoca la posesión (inc. cj). A este respecto se ha decidido que no es necesario que dicho pago se haya efectuado durante todo el transcurso de la posesión, motivo por el cual, aun cuando los impuestos se hayan satisfecho de una sola vez y en tanto las restantes pruebas corroboren con precisión los términos de la demanda, debe hacerse lugar a la declaración de prescripción requerida, aunque también se resolvió que carece de valor pro­batorio el pago simultáneo de impuestos atrasados poco tiempo antes de inter­ponerse la demanda y con mayor razón una vez iniciado el proceso, pues tal conducta autoriza a suponer que medió la intención de llenar una formalidad para colocarse al amparo del régimen legal.

IV. pág. 616; COUTURE, La acción declaratoria tic prescripción (1936): MORHXO, El proceso de usucapión. Buenos Aires. 1960; MORHU.O-PASSI LANZA-SÜSA-BL.RIZONCL, Códigos, Vil. pág. 819; PAI.ACIO. Derecho procesal civil, VI. pág. 311: Sl'OTA. "La acción declarativa de usucapión'', en JA.. 1953.1. pág. 373.

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OTROS PROCESOS ESPECIALES 859

d) En el supuesto de existir interés fiscal comprometido, el juicio debe entenderse con el representante legal de la Nación, de la provincia o de la mu­nicipalidad a quien afecte la demanda (inc.d],ap. Io). Los requisitos menciona­dos son inaplicables cuando la adquisición del dominio por prescripción se plantea por vía de defensa (inc. di, ap. 2o).

e) Frente a la hipótesis de estimar reunidos los requisitos de admisibili­dad y fundabilidad de la pretensión, el juez debe dictar sentencia declarando adquirido el dominio por el actor respecto del inmueble de que se trate y orde­nando la inscripción en el Registro de la Propiedad, así como la cancelación de la anterior si existiere.

Dicha sentencia adquiere eficacia de cosa juzgada en sentido material, de modo que importa obstáculo a la admisibilidad de la pretensión que acerca del dominio del inmueble pudiere interponer el anterior propietario.

518. AMPARO136

a) Conforme al concepto emergente de la ley 16.986, que a su vez resu­mió la doctrina elaborada por la Corte Suprema a partir de los precedentes re­caídos en los casos "Siri" y "Kot", el amparo era el proceso que tenía por objeto la pretensión tendiente a que se deje sin efecto un acto u omisión de autoridad pública que, en forma actual e inminente, restrinja, altere o amenace, con arbi­trariedad o ilegalidad manifiesta, los derechos o garantías explícita o implícita­mente reconocidos por la Constitución Nacional, con excepción de la libertad individual, tutelada por el hateas coquis.

El art. 43 de la Constitución promulgada en 1994 amplió ese concepto en tanto que, por un lado, extendió la admisibilidad de la pretensión de que se trata a la protección de derechos y garantías reconocidas por un "tratado o una ley" —con lo que vino a desnaturalizar a aquélla como remedio estrictamente consti­tucional— y, por otro, otorgó rango normativo equivalente al amparo contra actos u omisiones provenientes de sujetos privados, al que son aplicables las re­glas que el CPN prevé respecto del proceso sumarísimo (art. 321, inc. Io).

136 BIDART CAMPOS. Derecho de amparo. Buenos Aires. 1961; "La bilLiteralidad en el juicio de amparo", en JA.. 962-IV, pág. 231: "La nueva ley de amparo", en JA.. 1966-VI-45: CARRIÓ. Recurso ele amparo y técnica judicial. Buenos Aires. 1959; FIORINI, "El recurso de amparo", en L.L., 93-946; LAZZARINI. El juicio de amparo. Buenos Aires. 1967; MORELI.O -VAI.LEFÍN. El amparo. Régimen procesal. 2a cd.. La Plata. 1995; PALACIO. Derecho procesal civil. VIL pág. 133; "La acción de amparo", en EL.. 96-867; SAGÜÉS, Ley de amparo. 4a ed.. Buenos Aires. 1995; SALGADO - VLRDAGUER. Juicio de amparo v acción de inconstiíucionalidad. T ed., Buenos Aires. 2000.

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860 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

b) Con las modificaciones que más adelante se señalan, el art. 2o de la ley 16.986 excluye la admisibilidad de la pretensión de amparo cuando: Io) Existan recursos o remedios judiciales o administrativos que permitan obtener la protección del derecho o garantía constitucional de que se trate; 2o) El acto impugnado emanara de un órgano del Poder Judicial o haya sido adoptado por la expresa aplicación de la ley 16.970; 3o) La intervención judicial comprome­tiera directa o indirectamente la regularidad, continuidad y eficacia de la pres­tación de un servicio público, o el desenvolvimiento de actividades esenciales del Estado; 4o) La determinación de la eventual invalidez del acto requiriese una mayor amplitud de debate o de prueba o la declaración de inconstitucionalidad de leyes, decretos u ordenanzas; 5o) La demanda no hubiese sido presentada dentro de los 15 días hábiles a partir de la fecha en que el acto fue ejecutado o debió producirse.

A raíz de lo dispuesto en el art. 43 de la Constitución de 1994, sólo co­rresponde considerar íntegramente en vigor a los enunciados en los nros. 2o, 3o

y 5°, pues al expresar aquella norma que "toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo", la existencia de un remedio administrativo no comporta, actualmente, obstáculo a la admisibilidad de la pretensión. Asimismo, en razón de que el mencionado art. 43 de la CN determina que "el juez podrá declarar la inconsti­tucionalidad de la norma en que se funda el acto u omisión lesiva", no cabe sos­tener la vigencia, en su totalidad, del requisito aludido en el n° 4o.

c) Tiene competencia para conocer de ese tipo de pretensiones el juez de primera instancia con jurisdicción en el lugar en que el acto se exteriorice o tuviere o pudiere tener efecto. Corresponde observar, en lo pertinente, las nor­mas sobre competencia en razón de la materia, salvo que aquéllas engendren duda razonable, en cuyo caso el juez requerido debe conocer de la pretensión. Si el mismo acto u omisión afecta el derecho de varias personas, entenderá en todas las pretensiones el juzgado que hubiere prevenido disponiéndose la acu­mulación de procesos, en su caso (ley cit., art. 4o).

La titularidad de la pretensión corresponde a toda persona individual o jurídica, y aun a las simples asociaciones cuyos estatutos no contraríen una fi­nalidad de bien público (art. 5o). En materia de discriminación, derechos que protegen el ambiente, la competencia, al usuario o consumidor e intereses difu­sos, el art. 43 de la CN acuerda legitimación activa al afectado, al defensor del pueblo y a las asociaciones que propendan a la defensa de tales derechos e in­tereses, registrados conforme a la ley, la que debe determinar los requisitos y formas de su organización.

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OTROS PROCESOS ESPECIALES 861

d) La demanda debe interponerse por escrito y contener: Io) El nombre, apellido y domicilio real y constituido del actor; 2o) La individualización, en lo posible, del autor del acto u omisión impugnados; 3o) La relación circunstan­ciada de los extremos que hayan producido o estén en vías de producir la lesión de! derecho o garantía constitucional; 4o) La petición, en términos claros y pre­cisos (art. 6o). Con la demanda debe acompañarse toda la prueba instrumental disponible e indicarse los demás medios de prueba, no pudiendo el número de testigos exceder de cinco por cada parte y siendo inadmisible la prueba de ab­solución de posiciones (art. 7o).

Si la pretensión es admisible, el juez debe requerir a la autoridad corres­pondiente un informe circunstanciado acerca de los antecedentes y fundamen­tos de la medida impugnada, el que debe ser evacuado dentro del plazo que aquél determine. La autoridad requerida debe ofrecer la prueba en oportunidad de contestar dicho informe (art. 8o).

En el caso de haberse ofrecido prueba por alguna de las partes, ella debe recibirse en una audiencia a realizarse dentro del tercer día (art. 9o), correspon­diendo tener por desistido al actor de su pretensión si no comparece a dicha au­diencia (art. 10).

Si no existe prueba ofrecida, la sentencia debe dictarse dentro de las 48 horas de producido el informe o de vencido el plazo para hacerlo (art. 8o, párr. 2o). En el caso contrario, aquélla debe pronunciarse dentro del tercer día de rea­lizada la audiencia de prueba (art. 11).

e) La sentencia que admite la pretensión debe contener: Io) La mención concreta de la autoridad contra cuya resolución, acto u omisión se concede el amparo; 2o) La determinación precisa de la conducta a cumplir, con las especi­ficaciones necesarias para su debida ejecución; 3o) El plazo para el cumpli­miento (art. 12).

En relación con los efectos que produce la sentencia recaída en el proceso de amparo, corresponde destacar, en primer lugar, que la declaración judicial formulada en el sentido de que medió restricción de un derecho constitucional (o reconocido en un tratado o una ley, CN, art. 43) por obra de un acto manifies­tamente ilegal o arbitrario, constituye una decisión irrevisable tanto en el pro­ceso en que se dictó como en cualquier otro proceso, pues aquélla se adopta con conocimiento pleno. Produce, pues, efectos de cosa juzgada en sentido mate­rial. En lo que atañe a la sentencia desestimatoria del amparo, cabe señalar que ella puede obedecer a que el juez considere que el acto impugnado no reúne el carácter de manifiestamente arbitrario o ilegal, o a que existe otra vía judicial para la tutela del derecho invocado por el actor. En ambos supuestos el pronun­ciamiento es inmutable en lo que respecta al amparo, y si él no puede servir de

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862 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

fundamento para deducir una excepción de cosa juzgada en otro proceso, dis­tinto del amparo, que se promueva por la misma cuestión, es: en el primer caso, porque la reclamación posterior no puede reconocer como causa la "evidencia" de la restricción; y en el segundo, porque el juez del amparo se ha limitado a comprobar y declarar la inexistencia de un requisito de admisibilidad de la pre­tensión, y no ha emitido decisión alguna acerca del derecho reclamado y de la ilegalidad cometida. Concordantemente con tales conclusiones, el art. 13 de ia ley 16.986 establece que "la sentencia firme declarativa de la existencia o in­existencia de la lesión, restricción, alteración o amenaza arbitraria o manifies­tamente ilegal de un derecho o garantía constitucional, hará cosa juzgada res­pecto del amparo, dejando subsistente el ejercicio de las acciones o recursos que puedan corresponder a las partes con independencia del amparo'". Tales conclusiones son extensivas al amparo contra actos u omisiones de particulares previsto en el art. 321, inc. Io, CPN.

Las costas del proceso deben imponerse a! vencido, pero no corresponde condena a su pago si antes del plazo fijado para la contestación del informe re­querido a la autoridad responsable cesa el acto u omisión en que se fundó el am­paro (art. 14).

Sólo son apelables la sentencia definitiva, la resolución que desestima de plano la demanda y las que dispongan medidas de no innovar o la suspensión de los efectos del acto impugnado. El recurso debe interponerse dentro de 48 ho­ras de notificada la resolución impugnada y será fundado, debiendo denegarse o concederse en ambos efectos dentro del mismo plazo. Si el recurso es denega­do, el recurso de queja debe interponerse dentro de las veinticuatro horas de ser notificada la denegatoria (art. 15).

En los procesos de amparo, asimismo, son improcedentes la recusación sin causa, las cuestiones de competencia, las excepciones previas y los inciden­tes (art. 16).

Si se trata, finalmente, del amparo respecto de actos u omisiones de par­ticulares al que se refiere el art. 321. inc. Io del CPN, y sin perjuicio de la am­pliación del objeto y de la legitimación activa resultante del art. 43 CN, son to­davía aplicables las reglas contenidas en el art. 498 de aquel ordenamiento.

519. HABFASDATA I?T

a) El art. 43, párr. 3o, de la CN reformada en 1994, tras perfilar a la pre­

tensión de amparo en los términos descriptos en el número precedente institu­

id ATMARK - MOLINA QUIROGA, "Habeas dala-. L.L.. 1996-A-1554: BIDART CAMPOS.

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OTROS PROCESOS ESPECIALES 863

yó, como una subespecie o variable de aquélla, una pretensión encaminada a que toda persona tome "conocimiento de los datos a ella referidos y de su fina­lidad, que consten en registros o bancos de datos públicos, o los privados des­tinados a proveer informes, y en caso de falsedad o discriminación, para la actualización de aquéllos", aclarando que "no podrá afectarse el secreto de las fuentes de información periodística".

Se trata, como se advierte, de un remedio {babeas data) específicamente destinado a la protección de ciertos derechos que conciernen a la intimidad, el honor, la dignidad y la propia imagen de las personas (CN, arts. 19 y 33) frente a su afectación derivada de informaciones falsas, incompletas o desactualiza-das que resultan de las constancias existentes en archivos, registros o bancos de datos, públicos o privados.

b) La norma constitucional arriba mencionada fue objeto de reglamen­tación por la ley 25.326, cuyos arts. 33 a 34 regulan el procedimiento aplicable a la pretensión examinada, prescribiendo al respecto el art. 37, como regla ge­neral, que "tramitará según las disposiciones de la presente ley y por el proce­dimiento que corresponda a la acción de amparo común y supletoriamente pol­las normas del Código Procesal Civil y Comercial en lo atinente al juicio suma-rísimo".

Sin embargo —y al margen de que la pretensión de babeas data no re­quiere que el acto lesivo padezca de arbitrariedad o ilegalidad manifiesta ni se halla sujeta al plazo de caducidad que prevé el art. 2o, inc. 5o, ley 16.986— re­sultan sensibles las diferencias que separan a los respectivos procesos.

Por lo pronto, mientras que la pretensión de amparo genera, de inmedia­to, un proceso contradictorio, la pretensión de babeas dala se escinde, confor­me al esquema diseñado por la ley 25.326, en dos momentos sucesivos y recí­procamente coordinados: el primero de índole meramente informativo y el segundo, que es eventual, de carácter contencioso.

A la etapa informativa alude en primer término el art. 38, inc. 2o de dicho ordenamiento en cuanto prescribe que en el escrito de demanda "el accionante deberá alegar las razones por las cuales entiende que el archivo, registro o ban­co de datos individualizado obra información referida a su persona; los motivos por los cuales considera que la información que le atañe resulta discriminato­ria, falsa o inexacta y justificar que se han cumplido los recaudos que hacen al

''¿Habeos dahí o qué? ¿Derecho a la verdad o qué?". L.L., 1999-A-212: COLAUTTI. "Reflexiones preliminares sobre el habeos dala", L.L., 1996-C-91: FALCÓN, Habeos Jola. Concepto y procedimiento. Buenos Aires. 1996: Go/.AÍNl, El derecho de amparo. Los nuevos derechos y garantías del art. 43 de lo CN. Buenos Aires, 1995; SAGI'KS. Elementos de derecho constitucional. I. pág. 326: SLAIBE. Habeos data, Buenos Aires. 2000.

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864 PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

ejercicio de los derechos que le reconoce la presente ley", es decir el hecho de haber requerido extrajudicialmente la información sobre sus datos personales y el vencimiento del plazo legal sin que el responsable del archivo haya accedido al pedido de rectificación, supresión o actualización —arts. 14 y 16—. Com­pletan esta etapa inicial el requerimiento, por el juez, de la remisión de la infor­mación concerniente al accionante (art. 39) y la contestación del informe, en el cual el responsable del archivo, registro o banco de datos debe expresar las ra­zones por las cuales incluyó la información cuestionada o aquellas por las cua­les no evacuó el pedido formulado por el interesado (art. 41).

El segundo momento o etapa de la pretensión de ¡tabeas data comienza con la ampliación del objeto de ésta mediante la cual el actor, en el plazo de tres días contado desde la contestación del informe, solicita la supresión, rectifica­ción, confidencialidad o actualización de sus datos personales ofreciendo la prueba pertinente, y de esa presentación se confiere traslado por igual plazo a la parte demandada (art. 42).

Vencido el plazo para la contestación del informe o contestado éste, o luego de contestada la ampliación y de producida, en su caso, la prueba ofrecida en la opor­tunidad mencionada en el art. 42, el juez debe dictar sentencia. En el caso de que estime procedente la pretensión, el fallo especificará si la información debe ser su­primida, rectificada o actualizada, o declarativa de su confidencialidad, estable­ciendo un plazo para su cumplimiento (art. 42, incs. Io y 2o). Se trata, como se per­cibe, de una sentencia condenatoria a cumplir una obligación de hacer y adquiere, una vez firme, y en cuanto configura el acto mediante el cual culmina un proceso de conocimiento pleno, aunque excepcionalmente abreviado desde el punto de vista de su estructura, eficacia de cosa juzgada en sentido material.

La misma eficacia adquiere el fallo que desestima la pretensión, el cual, sin embargo, no constituye presunción respecto de la responsabilidad en que hubiere podido incurrir el demandante (art. 43, inc. 3o) y, cualquiera sea su con­tenido, aquél debe comunicarse al organismo de control, a quien incumbe lle­var un registro al efecto (art. 43, inc. 4o).

El proceso de babeas data tampoco resulta, a diferencia del proceso de amparo, cauce adecuado para formular declaraciones de inconstitucionalidad de normas generales, y la misma índole de los actos en que se funda la preten­sión son visiblemente ajenas a las restantes exclusiones previstas en el art. 2o de la ley 16.986. Median por último diferencias en cuanto a la competencia terri­torial, pues el art. 36 de la ley 25.326 instituye al respecto tres fueros optativos que son el del domicilio del actor, el del domicilio del demandado y el del lugar en que el hecho o acto se exteriorice o pudiera tener efecto.

Conforme, asimismo, a lo dispuesto en el art. 36 de la ley 25.326, procede la competencia federal cuando la pretensión se interponga en contra de archi-

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r OTROS PROCESOS ESPECIALES 865

vos de datos públicos de organismos nacionales (v.gr., Banco Central de la Re­pública Argentina) y cuando esos archivos se encuentren interconectados en re­des interjurisdiccionales, nacionales o internacionales.

c) Cabe, en cambio, considerar aplicables al proceso analizado, conforme a la ya recordada regla contenida en el art. 37 de la ley 25.326, la norma que el ait. 4o de la ley 16.986 destina a la competencia por razón de la materia y !a impro­cedencia prevista por el art. 16 de esta última respecto de la recusación sin cau­sa, las cuestiones de competencia, las excepciones previas y los incidentes.

En relación con los plazos, cuadra estimar aplicables los de tres y diez días respectivamente fijados por el art. 9o de la ley 16.986 y el art. 498, inc. 3o

para la recepción de la prueba según que la demanda se dirija contra una auto­ridad pública o un particular; los establecidos para dictar sentencia, frente a los mismos casos, por los arts. 11 de la ley 16.986 y 34, inc. 3o, d) del CPN, y los previstos respecto de la interposición del recurso de apelación por los arts. 15 de la ley 16.986 y 498, inc. 2o del CPN.

Finalmente, corresponde considerar circunscripta la admisibilidad del re­curso de apelación, en ambos tipos de procesos, respecto de la sentencia defini­tiva, la resolución que desestima de plano la demanda y las que disponen medidas cautelares, constituidas, en el proceso de habeos data, por las contempladas en el art. 48, incs. 3o y 4o de la ley 25.326 (asiento de que la información requerida se halla sujeta a procedimiento judicial y bloqueo provisional del archivo en lo referente al dato personal motivo del juicio, respectivamente). La diferencia re­side, sin embargo, en los efectos del recurso, que es siempre suspensivo en el régimen de la ley 16.986 (art. 15), y como regla general devolutivo en el juicio sumarísimo (art. 498, inc. 5o).

Resulta visible que semejante heterogeneidad normativa impone el ur­gente dictado de una nueva ley de amparo, inexplicablemente postergada a pe­sar del prolongado lapso transcurrido desde la promulgación de la reforma constitucional de 1994.

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CAPÍTULO XXXVII

PROCESO SUCESORIO

SUMARIO: I. GENERALIDADES: 520. Concepto del proceso sucesorio.— 521. Clases.— 522. Reglamentación legal.— 523. Caracteres.— II. REGLAS COMUNES A TODOS LOS PROCESOS SUCESORIOS: 524. Competencia.— 525. Legitimación para iniciar el juicio sucesorio.— 526. Intervención de interesados.— 527. Simplificación de los procedimientos.— 528. Sucesión extrajudicial.— III. SUCESIÓN AB INTESTATO: 529. Trámites iniciales.— 530. Declaratoria de herederos.— IV. SUCESIÓN TESTA­MENTARIA: 531. Generalidades.—532. Procedimiento.—V. HERENCIA VACANTE: 533. Concepto.— 534. Procedimiento.— VI. ADMINISTRACIÓN DE LA HERENCIA: 535. Medidas preliminares.— 536. Designación de administrador definitivo.— 537. Fa­cultades, deberes y retribución del administrador.— VII. INVENTARIO Y AVALÚO: 538. Concepto.— 539. Inventario.— 540. Avalúo.— 541. Impugnaciones al inventario y al avalúo.— VIII. DIVISIÓN DE LA HERENCIA: 542.'*La partición: concepto y cla­ses.— 543. Designación del partidor.— 544. Forma de efectuar la partición.— 545. Exhi­bición, aprobación, impugnación y cumplimiento de la cuenta particionaria.— 546. Venta de los bienes sucesorios.

§ /

GENERALIDADES {n

520. CONCEPTO DEL PROCESO SUCESORIO

a) Denomínase proceso sucesorio a aquel que tiene por objeto determi­nar quiénes son los sucesores de una persona muerta (o declarada presuntiva-

138 ALSINA, Tratado. VI, pág. 641; COLOMBO, Código. IV. pág. 709; CORNEJO. El proceso sucesorio. Buenos Aires, 1977; DE LA COLINA, Derecho y legislación procesal, II. pág. 315;

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868 PROCESO SUCESORIO

mente muerta), precisar el número y valor de los bienes del causante, pagar las deudas de éste y distribuir el saldo entre aquellas personas a quienes la ley, o la voluntad del testador, expresada en un testamento válido, confieren la calidad de sucesores.

b) La iniciación del proceso sucesorio es, como regla, necesaria. El Cód. Civ., en efecto, dispone que los parientes que no sean los ascendientes y descendientes legítimos o el cónyuge, los hijos y los padres naturales y los que fuesen instituidos en un testamento no pueden tomar la posesión de la herencia sin pedirla a los jueces, justificando su vínculo o exhibiendo el testamento, en su caso (arts. 3412 y 3413), lo cual supone la necesidad de un acto judicial (de­claratoria de herederos o aprobación de testamento) susceptible de hacer efectiva dicha posesión hereditaria. Tampoco puede prescindirse del juicio sucesorio en todos aquellos casos en que la ley prescribe que la partición se realice judicial­mente (Cód. Civ., art. 3465).

Pero aun en el supuesto de tratarse de herederos que adquieren la pose­sión hereditaria ministerio legis (ascendientes, descendientes y cónyuge: Cód. Civ., art. 3410), la necesidad de la apertura de la sucesión se impone, asimismo, a los efectos de la percepción del impuesto a la herencia en las jurisdicciones que lo establecen; para poder inscribir a nombre de los sucesores los bienes re­gistrares; etcétera.

En consecuencia, sólo cabe prescindir del juicio sucesorio cuando se tra­te de los herederos mencionados por el art. 3410 Cód. Civ., no existan menores o incapaces entre ellos, el caudal hereditario se componga exclusivamente de bienes muebles no registrables y, en su caso, el valor de estos últimos no alcan­ce al límite imponible establecido por la ley fiscal.

521. CLASES

a) Según que el causante haya otorgado o no testamento, la sucesión se denomina testamentaria o ab intestato. El juicio tramita, en cambio, como de lierencia vacante cuando no existen herederos que legal mente deban suceder al

FAI.CÓN, Código. IV. pág. 449: FENOCHIETTO-ARAZI. Código, III, pág. 381: FERNÁNDEZ. Código. 3a cd., pág. 526: GOYENA COPELLO. Curso de procedimiento sucesorio. Buenos Aires. 1970: GUASP, Derecho procesal civil, pág. 1194: MORELLO, "Acotaciones al juicio sucesorio en el Código de Procedimientos de Buenos Aires", en J.A.. 960, III. pág. 25; Manual, pág. 241; MORELLO-PASSl LANZA-SOSA-BERIZONCE, Códigos. IX. pág. 3: "PALACIO. Derecho procesal civil. IX, pág. 349; RODRÍGUEZ. Comentarios. III, pág. 117: SIPERMAN. "Los principios generales del derecho sucesorio v el trámite del juicio sucesorio", en Lecciones y Ensayos, pág. 11 (n° 23).

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GENERALIDADES 869

causante o Cuando éste no haya otorgado testamento válido disponiendo de la totalidad de los bienes.

b) En consecuencia, para que la sucesión tramite como testamentaria no sólo se requiere que exista un testamento válido, y que se hayan cumplido, en su caso, los trámites previos de apertura y protocolización, sino también que el testamento contenga institución de herederos (es decir, no sólo mandas y lega­dos), y que en él se disponga de la totalidad de los bienes, pues en el supuesto de no concurrir este último extremo la sucesión debe tramitar como intestada por el remanente.

c) Procede el juicio sucesorio ab intestato cuando no existe testamento, o éste es declarado inválido por cualquier razón, o no contiene institución de herederos o en él no se dispone de la totalidad de los bienes.

d) La herencia se reputa vacante, finalmente, en aquellos casos en que no existe testamento ni herederos legítimos; o se declara la invalidez del testa­mento y no existen herederos legítimos; o en el testamento no se ha dispuesto de la totalidad de los bienes y no exista institución hereditaria, ni herederos le­gítimos: o los herederos, testamentarios o legítimos, repudian la herencia o re­nuncian a ella.

522. REGLAMENTACIÓN LEGAL

a) En su versión originaria, el CPN dedicaba el Libro V ("Procesos uni­versales") a la reglamentación del concurso civil (Título I) y del proceso suce­sorio (Título II), abarcando en su totalidad a los arts. 681 a 762.

A raíz de la derogación de los arts. 681 a 713, correspondientes al concurso civil (actualmente absorbido por la ley 24.522), los redactores del proyecto luego convertido en la ley 22.434 consideraron preferible —según se lee en el mensaje ministerial adjunto a aquél— correr las numeraciones de ¡os artículos que regla­mentan el proceso sucesorio, el proceso arbitral y las instituciones restantes, te­niendo en cuenta para ello que en esa parte final del CPN el cambio de numeración del articulado no genera inconvenientes en cuanto a remisiones a otras normas.

b) Como consecuencia del método adoptado, el proceso sucesorio se halla ahora regulado como Título único del Libro V y comprende los arts. 689 a 735, cuyo contenido coincide, sin perjuicio de las salvedades que se harán más adelante, con los arts. 714 a 762 de la anterior numeración.

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870 PROCESO SUCESORIO

Consiguientemente, dicho título, al igual que el ordenamiento en su ver­sión primitiva, está dividido en siete capítulos dedicados a "Disposiciones ge­nerales", "Sucesiones ab intestato" "Sucesión testamentaria", "Administración", "Inventario y avalúo", "Partición y adjudicación", y "Herencia vacante". A su vez, los capítulos relativos a "Sucesión testamentaria" y "Partición y adjudica­ción" se dividen, el primero en "Protocolización de testamento" y "Disposicio­nes especiales", y el segundo en "Partición privada" y "Partición judicial".

523. CARACTERES

a) Normalmente la función del juez consiste, en el juicio sucesorio, en fijar la titularidad de la herencia y en homologar los actos concernientes a la ad­ministración y adjudicación de los bienes relictos. Se trata, en rigor, de un proceso voluntario, aunque cualquiera de sus etapas puede convertirse en contenciosa no bien surja un conflicto entre los sucesores, o entre éstos y terceros.

b) Es, además, un proceso universal, pues tiene por objeto la liquidación total de un patrimonio y el juez que conoce de él tiene competencia para resol­ver todas las cuestiones que se susciten con relación a ese patrimonio, ya sea entre los herederos o entre éstos y terceros, hallándose solamente excluidas de esa regla las pretensiones reales y aquellas pretensiones personales en las cua­les la legitimación activa corresponda a la sucesión.

§ //

REGLAS COMUNES A TODOS LOS PROCESOS SUCESORIOS IW

524. COMPETENCIA

a) "La jurisdicción (competencia) sobre la sucesión —dice el art. 3284 Cód. Civ.— corresponde a los jueces del último domicilio del difunto",

El domicilio que en este caso determina la competencia es el lugar de la residencia habitual del causante, con prescindencia de que el fallecimiento de éste se haya producido cuando residía accidentalmente en otro lugar (Cód. Civ., art. 92). Para determinar el domicilio el juez debe atenerse a la prueba que se

IM Bibliografía citada en la nota 138.

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REGLAS COMUNES A TODOS LOS PROCESOS SUCESORIOS 871

produzca, otorgando preferencia a las manifestaciones contenidas en el testa­mento o en instrumentos públicos de fecha próxima a la de la muerte del cau­sante, siempre que no sean desvirtuados por prueba suficiente. De ahí que la circunstancia de que el certificado de defunción indique un lugar determinado como domicilio del causante, y de que el fallecimiento haya ocurrido allí, resul­te irrelevante para determinar la competencia cuando hay prueba fehaciente en sentido contrario, incluso testimonial.

Pero existe reiterada jurisprudencia establecida en el sentido de que sien­do contradictoria y poco clara la prueba producida para acreditar el último do­micilio del causante, y no resultando que haya otros herederos que los presen­tados en el juicio sucesorio iniciado ante el juez del lugar del domicilio de aquéllos, corresponde admitir la competencia de dicho juez, de conformidad con el principio establecido por el art. 3285 Cód. Civ.

Cuando el causante hubiese tenido un domicilio legal (Cód. Civ., art. 90), el juez del lugar de ese domicilio será el competente para conocer en la suce­sión, aunque allí no fuese la residencia de la familia o el asiento principal de sus negocios.

Corresponde agregar que, según jurisprudencia de la Corte Suprema, la competencia territorial es, en estos casos, improrrogable.

El CPN dispone que en el proceso sucesorio el juez hará lugar o denegará su apertura, previo examen de su competencia y recepción de la prueba que re­sultare necesaria (CPN, art. 690, párr. Io).

b) "Si el difunto no hubiese dejado más que un solo heredero —prescri­be el art. 3285 Cód. Civ.—, las acciones deben dirigirse ante el juez del domi­cilio de ese heredero, después que hubiese aceptado la herencia".

Esta norma, según lo tiene reiteradamente decidido la Corte Suprema, no sólo se refiere a aquellas pretensiones respecto de las cuales rige el fuero de atracción (Cód. Civ., art. 3284), sino que fija una regla de competencia en cuya virtud si el causante hubiese dejado un solo heredero, la sucesión debe iniciarse ante el juez del domicilio de ese heredero, cualquiera que sea el último que hu­biese tenido el causante.

c) Establece el art. 696 CPN que "cuando se hubiesen iniciado dos jui­cios sucesorios, uno testamentario y el otro ab intestato, para su acumulación prevalecerá, en principio, el primero. Quedará a criterio del juez la aplicación de esta regla, teniendo en cuenta el grado de adelanto de los trámites realizados, y las medidas útiles cumplidas en cada caso, siempre que la promoción del pro­ceso o su sustanciación no revelaren el propósito de obtener una prioridad inde­bida. El mismo criterio se aplicará en caso de coexistencia de dos juicios testamentarios o ab intestato".

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872 PROCESO SUCESORIO

Si bien, a los fines de la acumulación la norma transcripta asigna prevale-cencia al juicio testamentario, admite la excepción fundada en las circunstan­cias de hecho que pueden presentarse, cuya valoración se deja librada al criterio de los jueces a fin de conjurar posibles dispendios de actividad judicial útil. Y es así como algunos precedentes judiciales tienen decidido, por ejemplo, que corresponde acordar preferencia al juicio que tenga acumulada documentación más completa, y que tratándose de dos juicios de la misma índole, la prioridad en el tiempo sólo juega en el supuesto de que ambas sucesiones se encuentren en el mismo estado de tramitación.

Pero tanto el grado de adelanto de los trámites, como las medidas útiles cumplidas, están condicionados a que de la promoción del proceso o de su sustan-ciación no resulte el propósito de obtener una prioridad indebida, circunstancia que, naturalmente, debe apreciar el juez. De tal modo resulta aventada la posibili­dad de actitudes que contrarían los principios de lealtad y buena fe procesales.

Con el objeto de concretar el principio de la unidad sucesoria, el decreto-ley 3003/56 (ley 14.467) creó el Registro de Juicios Universales, en el que co­rresponde inscribir, ordenadamente, "todos los juicios de concurso civil de acreedores (actualmente descartados por la ley 24.522), convocación de acree­dores, quiebra, protocolización de testamentos y sucesiones testamentarias y ab intestato que se inicien ante los tribunales de la Capital Federal", Registro que reviste carácter público (art. Io). Dentro de los tres días de iniciado en la Capital Federal alguno de los juicios mencionados en el artículo anterior, el presentante deberá comunicarlo al Registro de Juicios Universales, entregando a tal efecto, por duplicado, un formulario que contendrá los datos indispensa­bles para la individualización del causante y el juzgado y secretaría donde que­da radicado el juicio. El Registro de Juicios Universales devolverá al interesado uno de los ejemplares del formulario, en el que certificará la existencia de cual­quier otro similar con respecto al mismo causante. Este ejemplar deberá ser agregado a la causa. En caso de incumplimiento de lo dispuesto precedente­mente, los jueces intimarán de oficio a los presentantes para que acompañen el certificado dentro de las cuarenta y ocho horas, bajo apercibimiento de darlos por desistidos del juicio y mandarlas actuaciones al archivo (art. 2o). En los jui­cios mencionados en el art. 1°, los jueces, de oficio, comunicarán al Registro de Juicios Universales todos los autos mediante los cuales se rectifique el nombre del causante como así también los que decreten la apertura del concurso o de la quiebra (art. 3o).

El sistema de publicidad instituido por el decreto-ley 3003/56 no altera el principio establecido por el art. 696 CPN, de manera que la inscripción en el Registro no importa prioridad, con respecto a otros juicios similares, a los efec­tos de la acumulación.

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REGLAS COMUNES A TODOS LOS PROCESOS SUCESORIOS 873

d) Es cuestión controvertida en la doctrina la consistente en saber si fa­llecido el causante en el extranjero, pero habiendo dejado en la República bie­nes inmuebles o muebles con situación permanente, es o no necesario, para que los herederos entren en posesión de la herencia, que el juicio sucesorio deba abrirse también ante los tribunales argentinos del lugar en que se hallan situa­dos los bienes. Por la afirmativa, que comporta la aceptación del llamado prin­cipio de pluralidad de las sucesiones, se ha pronunciado la jurisprudencia de los tribunales nacionales y el Tratado de Derecho Civil Internacional de Montevi­deo (arts. 44 a 50), aunque cuadra advertir que siendo aplicable la lex re i situé sólo a los bienes individualmente considerados (ut singali) y no a éstos como universalidad, no se percibe impedimento válido al reconocimiento de las reso­luciones dictadas por el juez interviniente en el proceso sucesorio tramitado en el extranjero, siempre que no implique transgresión a los principios de orden público del derecho argentino, y sin perjuicio de la excepción consagrada en el art. 3470 Cód. Civ.

e) En lo que concierne a la competencia por razón de la materia, el co­nocimiento de los juicios sucesorios corresponde a los jueces nacionales de pri­mera instancia en lo civil (ley 1893, art. 60 y decreto-ley 1285/58, art. 43), con prescindencia del monto del haber hereditario.

La competencia de los jueces federales se halla totalmente excluida de los juicios sucesorios en virtud de lo dispuesto por la ley 927.

525. LEGITIMACIÓN PARA INICIAR EL JUICIO SUCESORIO

a) Dispone el art. 689 CPN que quien solicite la apertura del proceso su­cesorio debe justificar, prima facie, su carácter de parte legítima, y acompañar la partida de defunción del causante.

b) En primer término se encuentran legitimados para iniciar la sucesión los herederos, sean legítimos o testamentarios.

La exigencia de la inmediata comprobación, aunque sea prima facie, de la calidad hereditaria no rige en la hipótesis de que esa comprobación dependa de un trámite judicial. Tal sería el caso de que el presunto hijo natural promo­viese simultáneamente el juicio por filiación natural y el sucesorio de su pre­sunto padre.

Los herederos pueden iniciar el juicio sucesorio en cualquier momento, pues no rigen, a su respecto, los nueve días de llanto y luto a que se refiere el art. 3357 Cód. Civ.

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874 PROCESO SUCESORIO

La ley 22.434 derogó el art. 720 CPN en el que se contemplaba la situa­ción del heredero que quería aceptar la herencia con beneficio de inventario, pues dicha disposición había perdido vigencia a raíz de la reforma introducida por la ley 17.711 al Cód. Civ., en virtud de la cual toda herencia se presume aceptada bajo beneficio de inventario cualquiera sea el tiempo en que se haga (Cód. Civ., art. 3363).

Si el causante ha hecho testamento y quien solicita la apertura de! proce­so sucesorio conoce su existencia, debe presentarlo, cuando estuviese en su po­der, o indicar el lugar donde se encuentra, si lo supiere. Si, en cambio, el cau­sante no ha testado, se debe denunciar el nombre y domicilio de los herederos o representantes legales conocidos (CPN, art. 689, párrs. 2o y 3o).

c) El cónyuge supérstite goza, asimismo, de legitimación para iniciar el juicio sucesorio, sea como heredero (Cód. Civ., art. 3410), sea como socio de la sociedad conyugal a fin de obtener la liquidación de ésta y de acuerdo con lo dispuesto en el art. 3581 Cód. Civ.

d) Tienen también legitimación para promover el proceso:

Io) Los acreedores, cuya situación está prevista en el art. 694 CPN con­forme al cual, "sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 3314 del Cód. Civ., los acreedores sólo podrán iniciar el proceso sucesorio después de transcurridos cuatro meses desde el fallecimiento del causante. Sin embargo, el juez podrá ampliar o reducir ese plazo cuando las circunstancias así lo aconsejaren. Su in­tervención cesará cuando se presente al juicio algún heredero o se provea a su representación en forma legal, salvo inacción manifiesta de éstos, en cuyo su­puesto los acreedores podrán activar el procedimiento".

Es decir que sin perjuicio del derecho que asiste a los acreedores del cau­sante de exigir que el heredero acepte o repudie la herencia en un plazo de trein­ta días (Cód. Civ., art. 3314), el CPN exige, a su vez, el transcurso de cuatro me­ses para que aquéllos puedan iniciar el juicio sucesorio de su deudor, aunque dejando librado al criterio judicial la posibilidad de ampliar o reducir dicho pla­zo. De este modo se protege no solamente a los herederos, otorgándoles un tiempo prudencial para que sean ellos quienes promuevan el juicio sucesorio, sino también a los acreedores, ya que pueden hacerlo antes de vencido ese pla­zo y con autorización judicial si alguna circunstancia especial así lo aconsejare, como podría ser, por ejemplo, la prescripción de su crédito. Además, su ulterior intervención en el juicio está condicionada a la circunstancia de que exista inactividad manifiesta de los herederos.

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REGLAS COMUNES A TODOS LOS PROCESOS SUCESORIOS 875

2o) La autoridad encargada de recibir la herencia vacante, con respecto al juicio sucesorio de aquellas personas a quienes no se les conozcan herederos.

3o) El albacea, cuando no existen herederos legítimos o instituidos (Cód. Civ., art. 3854) o frente a la inactividad de éstos en caso contrario.

4o) Los representantes legales de los incapaces, en virtud de lo que al res­pecto disponen los arts. 411 y 475 Cód. Civ.

5o) Los legatarios particulares frente a la hipótesis de que los sucesores uni­versales sean renuentes en hacerlo con el objeto de entrar en posesión del legado.

6o) De acuerdo con lo prescripto en la ley 163, los cónsules extranjeros tienen legitimación para solicitar la apertura del proceso sucesorio de sus con­nacionales, cuando éstos fallecen sin haber testado o sin dejar parientes con vo­cación hereditaria. Si bien la vigencia de dicha ley está cuestionada desde el punto de vista doctrinario, entendiendo algunos autores que la intervención de los cónsules extranjeros está subordinada a lo que al respecto dispongan los tra­tados internacionales, la jurisprudencia es reiterada en el sentido contrario.

526. INTERVENCIÓN DE INTERESADOS

a) La actuación de las personas y funcionarios que pueden promover el proceso sucesorio o intervenir en él se halla sujeta a las siguientes limitaciones, establecidas por el art. 693 CPN.

Io) El ministerio público cesa de intervenir una vez aprobado el testa­mento, dictada la declaratoria de herederos, o reputada vacante la herencia.

2o) Los tutores ad litem cesan en su intervención cuando a sus pupilos se les designe representante legal definitivo, o desaparezca la incapacidad o la oposición de intereses que dio motivo a su designación.

3o) La autoridad encargada de recibir la herencia vacante debe ser notifica­da por cédula de los procesos en que pudiere llegar a tener intervención. Sólo se re­mitirán las actuaciones cuando se repute vacante la herencia y su intervención cesa una vez aprobado el testamento o dictada la declaratoria de herederos

140 La supresión de la intervención de la Dirección General Impositiva en los juicios suce-

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876 PROCESO SUCESORIO

b) En cuanto a los acreedores, ya se han analizado supra, n° 525, las re­glas a que está sujeta su intervención.

c) Cuando fallece un heredero o presunto heredero, dejando sucesores, éstos deben acreditar ese carácter y comparecer bajo una sola representación, dentro del plazo que fije el juez, aplicándose en lo pertinente lo dispuesto en el art. 54 CPN sobre unificación de la personería (CPN, art. 695) (supra, n° 113).

527. SIMPLIFICACIÓN DE LOS PROCEDIMIENTOS

Entre las disposiciones de carácter general que contiene el CPN en mate­ria de juicio sucesorio se prevé la fijación de una audiencia, de oficio o a pedido de parte, en aquellos casos en que el juez advierta que la comparecencia perso­nal de las partes y de sus letrados puede ser beneficiosa para la concentración y simplificación de los procedimientos. A dicha audiencia deben concurrir perso­nalmente los interesados, bajo apercibimiento de imponérseles una multa que la ley fija entre determinados importes frente al caso de inasistencia injustifica­da (art. 691).

En rigor no se trata de una audiencia de conciliación, aun cuando a través de ella pueda llegarse a algún avenimiento. En realidad la norma tiende a permitirque mediante la intervención del juez y la presencia de los herederos y de sus letrados, se evite el dictado de providencias o la presentación de escritos superfluos que, como tales, conspiran contra la vigencia del principio de economía procesal.

528. SUCESIÓN EXTRAJUDICIAL

a) Dispone al respecto el art. 698 CPN que "aprobado el testamento o dictada la declaratoria de herederos, en su caso, si todos los herederos fueren capaces y, a juicio del juez no mediare disconformidad fundada en razones

sorios —lo que es consecuencia de la eliminación del impuesto a la transmisión gratuita de bienes dispuesta por la ley 21.282— determinó que la ley 22.434 derogase el inc. 3° del art. 718 (actual art. 693), relativo a la notificación a dicho organismo de la iniciación de todo pro­ceso sucesorio, y suprimiese las referencias que a aquél hacían los anteriores arts. 742 (actual 716), 744 (actual 718) y 747 (actual 721), relativos, respectivamente, al inventario y avalúo ju­diciales, al inventario definitivo y a la citación a este acto. De conformidad con el mismo crite­rio, se eliminó la alusión que hacían los arts. 727 (actual 701) y 753 (actual 726) al impuesto a la herencia.

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REGLAS COMUNES A TODOS LOS PROCESOS SUCESORIOS 877

atendibles, los ulteriores trámites del proceso sucesorio continuarán extrajudi-cialmente a cargo del o de los profesionales intervinientes" (párr. Io).

La norma reproduce, en este apartado, el texto del art. 724 CPN en su an­terior versión, aunque registra, con respecto a ésta, la importante diferencia de que el trámite extrajudicial de la sucesión con posterioridad a la declaratoria de herederos o a la aprobación del testamento, en su caso, pasa a convertirse de optativa en obligatoria, salvo que mediase disconformidad atendible, ajuicio del juez, de alguno o algunos de los herederos. No basta, en consecuencia, la mera discon­formidad: ésta debe exponerse ante el juez y ser fundada, correspondiendo el pronunciamiento de una resolución en la que se establezca, en definitiva, si las razones alegadas revisten o no idoneidad suficiente para descartar la proceden­cia del trámite extrajudicial. Pero no obstante haberse impuesto la observancia de este último, Va. partición debe hacerse judicialmente a pedido de los acreedo­res del causante o de los herederos o en el caso de que éstos no estén de acuerdo en hacerla privadamente (Cód. Civ., art. 3465, incs. 2° y 3o) (infra, n° 542).

b) En cuanto a las operaciones de inventario, avalúo, partición y adjudi­cación, se deben efectuar con la intervención y conformidad de los organismos administrativos que correspondan, estando habilitados los letrados para solici­tar directamente la inscripción de los bienes registrables y entregar la hijuela a los herederos (art. 698, párrs. 2° y 3o).

c) La misma norma contempla el supuesto de que durante la tramitación extrajudicial se susciten desinteligencias entre los herederos o entre éstos y los organismos administrativos, en cuyo caso la o las diferencias deben someterse a la decisión del juez del sucesorio (párr. 4o).

d) Con respecto a los honorarios de los profesionales que intervengan en la tramitación de estas sucesiones, su monto será el que correspondería si los trabajos se hubiesen efectuado judicialmente, pero su regulación no se practicará hasta tanto dichos profesionales no presenten al juzgado copia de las actuaciones cumplidas, para su agregación al expediente. Tampoco se podrán inscribir los bienes registrables si no se acompaña el certificado ex­pedido por el secretario en el que conste que esas copias fueron agregadas (párrs. 5o y 6o).

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878 PROCESO SUCESORIO

§ W

SUCESIÓN "AB INTESTATO" l41

529. TRÁMITES INICIALES

a) Según ya se señaló, procede el juicio sucesorio ab intestato cuando no existe testamento, o éste es declarado inválido por cualquier razón, o no con­tiene institución de herederos o en él no se dispone de la totalidad de los bienes.

Tiene por objeto establecer la existencia de herederos llamados por la ley a recoger la herencia, es decir, a los parientes dentro del cuarto grado (Cód. Civ., art. 3585), y efectuar, entre ellos, la distribución de los bienes del causan­te, de acuerdo con lo dispuesto por el Cód. Civ.

b) En el caso de sucesiones intestadas, el CPN determina que en la pro­videncia de apertura del proceso sucesorio el juez dispondrá la citación de to­dos los que se consideran con derecho a los bienes dejados por el causante, para que dentro de treinta días lo acrediten (art. 699). Agrega la norma que a tal efec­to ordenará: Io) La notificación por cédula, oficio o exhorto a los herederos de­nunciados en el expediente que tuvieren domicilio conocido en el país; 2o) La publicación de edictos por tres días en el Boletín Oficial y en otro diario del lugar del juicio, salvo que el monto del haber hereditario no exceda, prima facie, de la cantidad máxima que correspondiere para la inscripción del bien de familia, en cuyo caso sólo se publicarán en el Boletín Oficial. Si el haber sobrepasare, en definitiva, la suma indicada, se ordenarán las publicaciones que correspondan.

De acuerdo con los términos en que está concebido el inc. Io del citado artículo, debe entenderse que cuando se trata de herederos denunciados pero cuyo domicilio se ignora, acreditada esa circunstancia, no es necesario, como lo habían decidido algunos precedentes, que se les provea de representación oficial, siendo suficiente la publicación de edictos, cuya finalidad consiste, pre­cisamente, en hacer conocer la existencia del proceso sucesorio a los que se crean con derecho a recoger la herencia.

Los edictos deben ser suscriptos por el secretario y en ellos se indicarán los nombres completos del causante, el juzgado y secretaría donde tramita la sucesión y el plazo de la citación.

141 Bibliografía citada en la nota 138.

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SUCESIÓN AB INTESTATO 879

La publicación, que constituye exigencia ineludible aun cuando los pre­suntos herederos hayan acreditado su carácter de tales, se prueba con la presen­tación de un ejemplar del o de los diarios en que se haya realizado.

Por último, la ley 22.434 incorporó al art. 699 un párrafo final en el cual se aclara que el plazo de treinta días establecido por el art. 3539 Cód. Civ. a fin de que los pretendientes de la herencia se presenten y justifiquen sus títulos, se computa a partir del día siguiente al de la última publicación de los edictos y en días corridos (Cód. Civ., arts. 23, 24, 27, 28 y concordantes), descontándose, sin embargo, los que corresponden a ferias judiciales.

c) Una vez vencidos los treinta días que menciona el art. 699 CPN, cum­plidos los demás trámites a que dicha norma se refiere, y siempre que resulte acreditado el derecho de los sucesores, el juez dictará la declaratoria de herede­ros (CPN, art. 700, párr. Io). Pero si no se hubiere justificado el vínculo de algu­no de los presuntos herederos, previa vista a la autoridad encargada de recibir la herencia vacante, la declaratoria se diferirá por el plazo que el juez fije para que, durante su transcurso, se produzca la prueba correspondiente (art. 700, párr. 2o). Tal sería el caso, por ejemplo, de herederos que deben acompañar par­tidas extranjeras cuya tramitación pueda insumir un lapso mayor de treinta días. Dispone, por último, el citado art. 700 que vencido este plazo suplemen­tario, se debe dictar declaratoria de herederos a favor de quienes hubieren acre­ditado el vínculo, o reputarse vacante la herencia en el supuesto de que no se hubiese presentado ninguna persona con vocación hereditaria.

La vocación hereditaria se acredita mediante las correspondientes parti­das del Registro Civil o las parroquiales, en el caso de ser anteriores a la crea­ción de aquél; con las partidas extranjeras debidamente legalizadas o con la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada que declare el parentesco. Cuan­do se trata de la filiación legítima, es preciso acompañar también la partida de matrimonio del causante. Se ha decidido, igualmente, que el vínculo de paren­tesco con el causante de una sucesión, a los efectos de acreditar la vocación he­reditaria, no puede probarse mediante información sumaria.

530. DECLARATORIA DE HEREDEROS

a) La declaratoria de herederos es el pronunciamiento judicial mediante el cual se reconoce el carácter de heredero emergente de la ley. Dicha resolu­ción, como se verá más adelante, no causa estado ni tiene eficacia de cosa juzgada por cuanto no constituye sentencia que ponga fin a una controversia, razón por la cual no descarta la posibilidad de que se incluyan nuevos herederos o de que se excluyan los que la declaratoria contiene.

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880 PROCESO SUCESORIO

b) Lo expuesto explica las disposiciones contenidas en el CPN, en cuya virtud "la declaratoria de herederos se dictará sin perjuicio de terceros. Cual­quier pretendiente podrá promover demanda impugnando su validez o exacti­tud, para excluir al heredero declarado, o para ser reconocido con él" (art. 702, párrs. Io y 2o). Del mismo concepto surge que la declaratoria de herederos pue­de ser ampliada por el juez en cualquier estado del proceso, a petición de parte legítima, si correspondiere (CPN, art. 703).

En este último supuesto, si no media oposición de los otros sucesores del causante, la ampliación procede, sin más trámite, dentro del mismo proceso. En cambio, si media oposición, el pretendiente debe promover juicio ordinario para establecer su calidad hereditaria y sólo después de dictada sentencia a su favor corresponde la ampliación de la declaratoria de herederos.

Cuando se trata de la exclusión de algún heredero de la declaratoria dic­tada a su favor, la pretensión no puede sustanciarse dentro del proceso suceso­rio, debiendo promoverse el correspondiente juicio ordinario.

c) Dispone el art. 702, párr. 3o CPN, receptando la doctrina admitida por reiterada jurisprudencia, que aún sin decisión expresa, la declaratoria de here­deros otorgará la posesión de la herencia a quienes no la tuvieren por el solo he­cho de la muerte del causante (estos últimos son, únicamente, los ascendientes, los descendientes y el cónyuge: Cód. Civ., art. 3410).

En consonancia con los principios contenidos en la ley de fondo, la juris­prudencia que ha inspirado al citado art. 702 tiene decidido que la declaratoria de herederos importa posesión hereditaria, puesto que esta última no es el acto material de entregar los bienes al heredero, sino la decisión de la autoridad por la cual, con el fin de dar publicidad a la transmisión, se reconoce el traspaso mortis causa y se otorga el título correspondiente.

d) El art. 701 CPN puso fin a las discrepancias doctrinarias y jurispru­denciales suscitadas con relación al reconocimiento de coherederos y, en con­cordancia con lo resuelto por diversos precedentes, determina que "los herederos mayores de edad que hubieran acreditado el vínculo conforme a derecho, podrán, por unanimidad, admitir coherederos que no lo hubiesen justificado sin que ello importe reconocimiento del estado de familia. Los herederos declarados po­drán, en iguales condiciones, reconocer acreedores del causante".

e) En cuanto a la nulidad de la declaratoria de herederos por defectos procesales, puede hacerse valer por vía de incidente cuando se funda, por ejem­plo, en la incompetencia del juez; en haberse dictado de oficio en las actuacio­nes que sólo tienden a obtener la declaratoria de ausencia; etcétera.

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SUCESIÓN AB INTESTATO 881

f) Disponía el art. 757 CPN, en su versión anterior a la ley 22.434, que "antes de ordenarse la inscripción en el registro de la propiedad de las hijuelas, declaratorias de herederos, o testamento, en su caso, deberá solicitarse certifi­cado sobre las condiciones de dominio de los inmuebles".

Esa norma suscitó criterios judiciales diversos con respecto a los bienes in­muebles ubicados fuera de la jurisdicción de la Capital Federal. En un comienzo, en efecto, la jurisprudencia se pronunció en el sentido de que no haciendo el art. 757 distinción entre inmuebles ubicados en la Capital Federal o fuera de ella con anterioridad al libramiento de los exhortos de inscripción, era menester acom­pañar los certificados sobre las condiciones de dominio de tales bienes.

Posteriormente se modificó ese criterio resolviéndose que a pesar de que el art. 757 no formulaba distinciones fundadas en el lugar de ubicación de los bienes, hallándose el recaudo previsto por dicha norma exigido también, con idéntico rigor, tanto por el art. 47 de la ley 17.417 cuanto por el art. 23 de la ley 17.801, y debiendo ésta, dado su carácter nacional, ser cumplida por los jueces del lugar del bien, resulta conveniente librar la rogatoria dejándose constancia expresa de que se supedita la inscripción al cumplimiento de lo prescripto por la segunda de las leyes citadas, pues de ese modo se evita la exigencia de un do­ble certificado y el traslado de documentación de una a otra circunscripción, al tiempo que se posibilita la inscripción de las hijuelas, declaratorias de herede­ros y testamentos en un tiempo menor entre la expedición de los certificados y la efectivización de aquélla.

La ley 22.434 se ajustó a esta última doctrina al acordar al art. 730 (ex 757) CPN la siguiente redacción: "Antes de ordenars.e la inscripción en el regis­tro de la propiedad de las hijuelas, declaratoria de herederos, o testamento en su caso, deberá solicitarse certificación acerca del estado jurídico de los inmue­bles según las constancias regístrales. Si se tratare de bienes situados en otra ju­risdicción, en el exhorto u oficio se expresará que la inscripción queda supedi­tada al cumplimiento de las disposiciones establecidas en las leyes regístrales".

De acuerdo con lo dispuesto por el art. 137 RJNC, a los fines de la ins­cripción de la declaratoria en el Registro de la Propiedad la secretaría actuaría expedirá testimonio de ella, el que debe ser acompañado de la "Minuta univer­sal", de acuerdo con el modelo que dicho precepto consigna, en el que corres­ponde enunciar los datos que en él se enumeran.

g) El dictado de la declaratoria de herederos hace cesar la intervención del ministerio público en el juicio sucesorio (CPN, art. 693).

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882 PROCESO SUCESORIO

§ IV

SUCESIÓN TESTAMENTARIA

531. PROCEDENCIA

Para que el proceso sucesorio tramite como testamentario es preciso, como ya se destacó, que exista un testamento; que éste sea válido en cuanto a sus formas de acuerdo con la ley argentina o extranjera, en su caso; que contenga ins­titución de heredero y que el testador haya dispuesto de la totalidad de sus bienes.

532. PROCEDIMIENTO

a) Dispone el art. 689, párr. 2° CPN que cuando el causante hubiese he­cho testamento, quien solicita la apertura del proceso sucesorio, si conoce la existencia de aquél debe presentarlo en el caso de tenerlo en su poder, o indicar el lugar donde se encuentra, si lo sabe.

b) Distinto es el procedimiento a seguir según se trate de testamento por acto público o de testamento ológrafo o cerrado. En el primer caso, el juez debe disponer la notificación personal de los herederos instituidos, de los demás be­neficiarios y del albacea, para que se presenten dentro de treinta días; pero si se ignorase el domicilio de estas personas, se procederá en la forma dispuesta en el art. 145 (CPN, art. 707), es decir que se los notificará por edictos.

c) Cuando se trata de testamentos ológrafos o cerrados, ese trámite está precedido de otros que se analizarán seguidamente.

Si el testamento es ológrafo, es decir, íntegramente escrito de puño y letra por el testador, quien lo presente debe ofrecer dos testigos para que reconozcan la firma y letra de aquél, debiendo el juez señalar audiencia a la que correspon­de citar a los beneficiarios y a los presuntos herederos cuyos domicilios sean conocidos (CPN, art. 704, párrs. Io y 2o).

Si, en cambio, se trata de testamento cerrado, el juez convocará a audien­cia, a la que citará al escribano y testigos (CPN, art. 704, párr. 2o).

Cuando el testamento ológrafo se acompañe en sobre cerrado, en la men­cionada audiencia el juez lo abrirá en presencia del secretario (CPN, art. 704, párr. 3o).

I42 Aparte de la bibliografía citada en la nota 138, BORDA. Sucesiones, II. pág. 171; FORNIELES. II. pág. 123; RÚSORA, Derecho ele las sucesiones. I, pág. 153.

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HERENCIA VACANTE 883

d) En los casos precedentemente mencionados, reconocida por los testi­gos la letra y firma del testador o bien por el escribano y los testigos sus propias firmas y la del testador puestas en la cubierta de un testamento cerrado, el juez rubricará el principio y fin de cada una de las páginas del testamento y designa­rá un escribano para que lo protocolice (art. 705). La protocolización, cuyo principal efecto consiste en convertir al testamento en documento público, es una actuación preparatoria tendiente a reunir los elementos necesarios para la iniciación del proceso sucesorio. En cuanto a la designación de escribano, la ju­risprudencia ha resuelto que se trata de una facultad privativa del juez, con ex­clusión de la voluntad del testador.

e) "Si reconocida la letra y la firma del testador por los testigos —dice el art. 706 CPN—, se formularen objeciones sobre el cumplimiento de las formalida­des prescriptas, la cuestión se sustanciará por el trámite de los incidentes"'.

Esta norma contempla la oposición a la protocolización fundada en cau­sas meramente formales, porque si las objeciones se refieren a la validez intrín­seca del testamento, ellas deben ser objeto de debate en el correspondiente pro­ceso ordinario.

f) Ya se ha visto que presentado el testamento, o protocolizado, en su caso, el juez debe proceder en la forma prevista en el art. 707 CPN, a que se ha hecho referencia más arriba.

En la misma providencia a que alude esta norma el juez debe también pronunciarse sobre la validez del testamento, cualquiera que fuere su forma, lo que importará otorgar la posesión de la herencia a lqs herederos que no la tuvie­ren de pleno derecho (CPN, art. 708).

En este estado del proceso sucesorio cesa la intervención del ministerio público (CPN, art. 693).

§ V

HERENCIA VACANTE 143

533. CONCEPTO

"Vencido el plazo establecido en el art. 699 o, en su caso, la ampliación que prevé el art. 700 —dice el art. 733 CPN—, si no se hubiesen presentado he-

Biblioarafía citada en la nota 138.

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884 PROCESO SUCESORIO

rederos o los presentados no hubieren acreditado su calidad de tales, la sucesión se reputará vacante y se designará curador al representante de la autoridad encargada de recibir las herencias vacantes, quien desde ese momento será parte".

El art. 3539 Cód. Civ. establece que "cuando después de citados por edic­tos durante treinta días a los que se crean con derecho a la sucesión, o después de pasado el término para hacer inventario y deliberar, o cuando habiendo repu­diado la herencia el heredero, ningún pretendiente se hubiese presentado, la he­rencia se reputará vacante".

Si bien el art. 733 CPN sólo prevé la hipótesis de que vencido el plazo de la publicación de edictos o, en su caso, la ampliación del plazo contemplada en el art. 700, no se haya presentado ningún heredero o que no hayan acreditado su calidad de tales los que se hubiesen presentado, comprende, implícitamente, el supuesto de renuncia a la herencia. Actualmente, en cambio, no constituye cau­sal de vacancia el transcurso de los plazos para hacer el inventario y deliberar, pues en el primer caso el heredero pierde, simplemente, el beneficio, y en el se­gundo se lo considera aceptante beneficiario (Cód. Civ., art. 3366).

534. PROCEDIMIENTO

a) La reputación de vacancia importa, simplemente, la presunción de que el causante carece de parientes con vocación hereditaria o de que no tiene herederos testamentarios. En consecuencia, se trata de un período provisional durante el cual se deben inventariar y avaluar los bienes, así como también pa­garse las deudas de la sucesión, para todo lo cual es preciso designar un curador cuyo nombramiento debe recaer en el representante de la autoridad encargada de recibir las herencias vacantes. Así lo dispone el art. 733, infine CPN en con­cordancia con lo que establece el art. 6o de la ley 4124 (reproducido en este as­pecto por el art. Io de la ley 17.944).

b) "El inventario y avalúo —dice el art. 734 CPN— se practicarán por peritos designados a propuesta de la autoridad encargada de recibir las heren­cias vacantes; se realizarán en la forma dispuesta en el capítulo quinto". Es de­cir que les es aplicable lo expuesto infra, números 538 y 539.

c) La declaración de vacancia, a diferencia de la reputación, comporta el reconocimiento definitivo de que el causante carece de herederos legítimos y testamentarios y supone el pago de todas las deudas, la percepción de los crédi­tos, e incluso la venta o adjudicación de los bienes (Cód. Civ., art. 3544).

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ADMINISTRACIÓN DE LA HERENCIA 885

"Los derechos y obligaciones del curador, la liquidación de los bienes y la declaración de vacancia y sus efectos —prescribe el art. 735 CPN— se regi­rán por el Código Civil, aplicándose supletoriamente las disposiciones sobre administración de la herencia contenidas en el capítulo cuarto".

d) Si después de declarada vacante una herencia se presentaren herede­ros o éstos hubiesen acreditado su carácter de tales con posterioridad a dicha declaración, la autoridad encargada de recibir la herencia vacante deberá devol­ver a aquéllos los bienes en el estado en que se encuentren. Lajurisprudencia ha decidido que en estos casos los frutos no son restituibles por tratarse de un po­seedor de buena fe y no de un mero tenedor. En cambio, debe restituirse al he­redero el producido de las ventas que se hubiesen efectuado o el dinero transferido a favor de la autoridad que recibió la herencia vacante, pero este di­nero no devengará intereses.

§ VI

ADMINISTRACIÓN DE LA HERENCIA

535. MEDIDAS PRELIMINARES

a) La administración de la herencia comprende el conjunto de actos y diligencias conservatorias de los bienes del causante que es necesario cumplir desde la apertura de la sucesión hasta que se desintegre la comunidad heredita­ria por partición o venta. Dentro de ella cabe no sólo la administración propia­mente dicha, sino también la adopción de ciertas medidas preliminares de seguridad, entre las que se cuenta la designación de un administrador provisio­nal, previa a la del definitivo. Esta última será analizada seguidamente.

b) Una vez abierto el proceso sucesorio, "a petición de parte interesada, o de oficio, en su caso —prescribe el art. 690, párr. 2o CPN—, el juez dispondrá las medidas que considere convenientes para la segundad de los bienes y docu­mentación del causante. El dinero, los títulos, acciones y alhajas se depositarán en el banco de depósitos judiciales. Respecto de las alhajas se adoptará la mis­ma medida, salvo que los herederos decidieren que quedaren bajo su custodia".

144 Bibliografía citada en la ñola 138.

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886 PROCESO SUCESORIO

c) La designación de administrador también puede tener lugar con ante­rioridad a la declaratoria de herederos o a la aprobación del testamento. Tal de­signación reviste carácter provisional y quien desempeñe el cargo lo hará hasta que se nombre al administrador definitivo.

El CPN dispone en tal sentido que el juez, a pedido de parte, puede fijar una audiencia para designar administrador provisional (art. 692), recogiendo así lo que con anterioridad a su sanción había resuelto la jurisprudencia de los tribunales de la Capital. Se refiere también dicha norma a quiénes pueden de­sempeñar ese cargo, estableciendo que el nombramiento recaerá en el cónyuge supérstite o en el heredero que prima facie hubiere acreditado mayor aptitud para ello. El juez únicamente puede nombrar a un tercero cuando no concurran estas circunstancias.

536. DESIGNACIÓN DE ADMINISTRADOR DEFINITIVO

a) Una vez dictada la declaratoria de herederos o declarado válido el testamento, el juez debe convocar a una audiencia con el objeto de designar ad­ministrador definitivo, inventariador y tasador y de efectuar los demás nombra­mientos que fueren procedentes. Dicha audiencia se notificará por cédula a los herederos y legatarios de parte alícuota en su caso, así como a los funcionarios que corresponda (CPN, art. 697).

b) "Si no mediare acuerdo entre los herederos para la designación de ad­ministrador —dice el art. 709 CPN—, el juez nombrará al cónyuge supérstite, y a falta, renuncia o inidoneidad de éste, al propuesto por la mayoría, salvo que se invocasen motivos especiales que, a criterio del juez, fueren aceptables para no efectuar ese nombramiento".

De manera que de no existir acuerdo unánime entre los herederos para la designación de administrador, el cargo debe ser discernido por el juez al cónyu­ge supérstite, cuya preferencia, al respecto, obedece al mayor interés que supo­ne su calidad de socio en la sociedad conyugal. Si no existe cónyuge, o si éste renuncia, o descartada la posibilidad de su nombramiento por inhabilidad física o moral (esto último ocurriría, v.gr., si mediase separación de hecho sin volun­tad de unirse) la designación se resuelve por simple predominio de la mayoría.

Sin embargo, el Código acuerda al juez la facultad de no efectuar la de­signación propuesta por la mayoría cuando se invoquen motivos especiales que resulten aceptables a su criterio. En este caso el nombramiento puede recaer en un extraño, pero como se trata de una medida de excepcional gravedad, sólo puede adoptarse cuando realmente medien motivos especiales que hagan in-

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ADMINISTRACIÓN DE LA HERENCIA 887

conveniente ia designación de un heredero, como sería por ejemplo una extre­ma enemistad entre ellos o la falta de idoneidad o de honorabilidad de todos, a juicio del magistrado.

c) Una vez efectuado el nombramiento, el administrador debe aceptar el cargo ante el secretario y ser puesto en posesión de los bienes de la herencia por intermedio del oficial de justicia, debiéndose expedir testimonio de su designa­ción (CPN, art. 710).

537. FACULTADES, DEBERES Y RETRIBUCIÓN

DEL ADMINISTRADOR

a) El administrador de la sucesión reviste el carácter de un mandatario general (Cód. Civ., art. 1870, incs. 3o y 7o), cuya actuación, por lo tanto, no pue­de exceder del ámbito señalado por el art. 1990 Cód. Civ., ni de las limitaciones establecidas por el art. 1881 del mismo Código. La jurisprudencia anterior a la vigencia del CPN resolvió que el administrador sólo se hallaba facultado para realizar actos de índole consen>atoria, como ser percibir alquileres, pagar im­puestos tratándose de un establecimiento comercial que integrad haber heredi­tario, pagar los sueldos del personal y reponer mercaderías, siempre que ello no implique hacer innovación u operaciones de importancia, etcétera. También de­cidió que no podía realizar acto alguno que signifique disposición de bienes (venta de bienes, celebración de contratos, etc.) ni estar enjuicio en repre­sentación de la sucesión (sea ésta actora o demandada) sin autorización judi­cial, salvo que se tratare de demandar el cobro de alquileres o el desalojo de algún inmueble de la sucesión, pues tales demandas no comportan actos de dis­posición, sino de simple conservación.

De acuerdo con estos precedentes, el art. 712 CPN regula las facultades del administrador en los siguientes términos: "El administrador de la sucesión sólo podrá realizar actos conservatorios de los bienes administrados. Sólo po­drá retener fondos o disponer de ellos con el objeto de pagar los gastos norma­les de la administración. En cuanto a los gastos extraordinarios se estará a lo dispuesto en el art. 225, inc. 5o. No podrá arrendar inmuebles sin el consenti­miento de todos los herederos. Cuando no mediare acuerdo entre los herederos, el administrador podrá ser autorizado por el juez para promover, proseguir o contestar las demandas de la sucesión. Si existieren razones de urgencia, podrá prescindir de dicha autorización, pero deberá dar cuenta al juzgado de esa cir­cunstancia en forma inmediata".

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888 PROCESO SUCESORIO

b) Como arbitrio tendiente a evitar complicaciones en la sustanciación de la causa principal, el art. 711 CPN dispone que "las actuaciones relacionadas con la administración tramitarán en expediente separado, cuando la importan­cia y complejidad de aquélla así lo aconsejaren".

c) El administrador de la sucesión debe rendir cuentas trimestralmente, salvo que la mayoría de los herederos hubiere acordado fijar otro plazo. Al ter­minar sus funciones rendirá una cuenta final (CPN, art. 713, párr. Io).

Las cuentas trimestrales se pondrán en secretaría por cinco días y la final por diez días, notificándoseles por cédula a los interesados. Si no son observa­das, el juez las aprobará, si correspondiere; en caso de mediar observaciones, éstas se sustanciarán por el trámite de los incidentes (CPN, art. 713, párr. 2o).

La falta de presentación de las cuentas dentro del plazo que corresponda es susceptible de hacer incurrir al administrador en responsabilidad por el pago de las costas ocasionadas por la demora y puede, también, constituir causal de remoción.

Por último, la rendición de cuentas debe ser clara y detallada, con refe­rencia concreta a los documentos que la respaldan, y que corresponde agregar al expediente.

d) En el caso de que el administrador deba ser sustituido, para la desig­nación del que lo reemplace debe observarse lo dispuesto en el art. 709 (CPN, art. 714, párr. Io) (supra, n°536).

El administrador puede ser removido, de oficio o a pedido de parte, cuando su actuación importe mal desempeño del cargo, y la remoción se sustanciará por el trámite de los incidentes. Así lo establece el art. 714 CPN, el que agrega que "si las causas invocadas fueren graves y estuviesen, prima facie, acreditadas, el juez po­drá disponer su suspensión y reemplazo por otro administrador. En este último supuesto, el nombramiento se regirá por lo dispuesto en el art. 709".

e) El administrador tiene derecho al cobro de una remuneración cuando ha sido designado judicialmente. Pero la percepción de honorarios con carácter definitivo está subordinada a la rendición y aprobación de la cuenta final de la administración. En el caso de que ésta excediere de seis meses, puede ser auto­rizado a percibir periódicamente sumas, con carácter de anticipos provisiona­les, las que deben guardar proporción con el monto aproximado del honorario total (CPN, art. 715).

A su vez, el art. 15 de la ley 21.839 establece que para la regulación de ho­norarios del administrador judicial en juicios voluntarios, contenciosos y uni­versales, en principio serán aplicadas las pautas del art. 7o, Ia parte, sobre el

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INVENTARIO Y AVALUÓ 889

monto de las utilidades realizadas durante su desempeño, aunque dicha norma agrega que en circunstancias especiales, cuando el honorario resultante fuere un monto excesivamente elevado o reducido, podrá aplicarse el criterio consis­tente en tener en cuenta, total o parcialmente, además de las pautas del art. 6o, el valor del caudal administrado o ingresos producidos y el lapso de actuación.

§ Vil

INVENTARIO Y AVALÚO 145

538. CONCEPTO

a) Llámase inventario a la operación consistente en la individualización y descripción de los bienes relictos, y avalúo a la diligencia complementaria mediante la cual se determina el valor de cada uno de esos bienes al tiempo de practicarse el inventario. El inventario y el avalúo tienen por objeto posibilitar la distribución proporcional de los bienes de la herencia entre los sucesores y, en su caso, servir de base para la liquidación del impuesto a la herencia.

b) Conforme a lo dispuesto en el art. 716 CPN, tanto el inventario como el avalúo deben hacerse judicialmente en los siguientes casos:

Io) A pedido de un heredero que no haya perdido o renunciado el benefi­cio de inventario.

2o) Cuando se hubiere nombrado curador de la herencia.

3o) Cuando lo solicitaren los acreedores de la herencia o de los herederos.

4o) Cuando correspondiere por otra disposición de la ley. Fuera de estos casos, las partes pueden sustituir el inventario por la denuncia

de bienes, previa conformidad del ministerio pupilar, si existen incapaces.

539. INVENTARIO

a) En relación con el inventario, el CPN formula una distinción según se trate del provisional y del definitivo. Luego de disponer que el inventario se

145 Bibliografía citada en la nota 138.

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890 PROCESO SUCESORIO

practicará en cualquier estado del proceso, siempre que lo solicite alguno de los interesados (herederos, ministerio pupilar, acreedores de la herencia o de los herederos), agrega que el que se practique antes de dictarse la declaratoria de herederos o de aprobarse el testamento, tendrá carácter provisional (art. 717). El inventario definitivo se hará, en cambio, luego de cumplidos esos actos, aun­que con la conformidad de los interesados puede asignarse tal carácter al inven­tario provisional, o admitirse el que presenten aquéllos, salvo que existiesen incapaces o ausentes (CPN, art. 718).

b) Con excepción del caso en que procede la sustitución del inventario por la denuncia de bienes (CPN, art. 716, párr. 2o), el inventario debe ser efec­tuado por un escribano que se propondrá en la audiencia a que se refiere el art. 697 del CPN, o en otra, si en ella nada se hubiese acordado al respecto (CPN, art. 719, párr. Io).

c) Para la designación basta la conformidad de la mayoría de los here­deros presentes en el acto, y si no la hubiere, el juez nombrará al inventariador (art. 719, párr. 2°). Éste debe ser un escribano público, aunque no tenga registro.

Si los bienes que se han de inventariar se hallan fuera del lugar donde tra­mita el proceso sucesorio, se comisionará al juez de la localidad donde se en­cuentren (CPN, art. 720), lo que se efectuará mediante oficio o exhorto.

La norma no descarta la posibilidad de que los interesados se pongan de acuerdo para designar a un escribano de la localidad, quien deberá aceptar el cargo ante el juez del lugar.

d) El art. 721 CPN dispone que para la formación del inventario se debe notificar por cédula a las partes y a los acreedores y legatarios, haciéndoles sa­ber el lugar, día y hora de la realización de la diligencia, la que se llevará a cabo con intervención de las partes que concurran (párrs. Io y 2o).

Agrega la norma que el acta contendrá la especificación de los bienes, con indicación de la persona que efectúa la denuncia, y que si hubiese títulos de propiedad, sólo se hará una relación sucinta de su contenido (párr. 3o). De ma­nera, pues, que no sólo deben inventariarse los bienes muebles, semovientes y documentos del causante, señalándose todas las circunstancias que contribu­yan a individualizarlos, sino también los inmuebles, respecto de los cuales co­rresponde extraer de los títulos pertinentes los datos esenciales.

El acta de la diligencia debe ser firmada por los comparecientes, debién­dose dejar constancia en ella de las observaciones o impugnaciones que formu­len los interesados, así como también de su negativa a firmar, si ello ocurriese, lo que no afectará la validez de la diligencia (CPN, art. 721, párrs. 4o y 5o).

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INVENTARIO Y AVALUÓ 891

Interesa aclarar que no es indispensable que las impugnaciones o reclama­ciones se formulen en el acto del inventario, pues como éste no prejuzga sobre el dominio de los bienes ni causa estado sobre la condición jurídica de ellos, la inclu­sión o exclusión de bienes puede ser cuestionada por los interesados en la forma prevista en los arts. 724 y 725 CPN a la que se hará referencia más adelante.

540. AVALÚO

a) De acuerdo con lo dispuesto por el art. 722 CPN sólo corresponde va­luar los bienes inventariados y siempre que resulte posible, ambas diligencias —inventario y avalúo— deben realizarse simultáneamente. El o los peritos que hayan de efectuar la valuación se designan de acuerdo con lo establecido para el inventariador, es decir que se nombrará al o a los propuestos por la mayoría de los herederos presentes en el acto y, en su defecto, los designará el juez.

Pueden ser recusados por las causas establecidas para los peritos (supra, n° 276).

b) Cuando los bienes a tasar sean inmuebles se les podrá asignar el que consigne la valuación fiscal; si se trata, en cambio, de títulos y acciones, podrá establecerse el valor de la cotización del mercado de valores. En ambos casos se requiere conformidad de las partes. Cuando la valuación verse sobre los bie­nes de la casa habitación del causante se puede prescjndir de la designación de peritos y sustituirse por declaración jurada de los interesados (CPN, art. 723).

Es preciso señalar que cuando se trata de bienes inmuebles, la tasación debe ser efectuada por perito que tenga título de ingeniero o arquitecto. Para va­luar los bienes muebles o semovientes el nombramiento puede recaer en un martiliero público o en un rematador de haciendas, respectivamente. En el su­puesto de que el avalúo deba hacerse sobre títulos y acciones, sólo cabe desig­nar perito si aquéllos no se cotizan en Bolsa, pues en caso contrario la tasación puede reemplazarse por un informe de la Bolsa de Comercio. Si, finalmente, corresponde establecer el valor de la cuota o participación del causante en algu­na sociedad, procede la designación de un perito contador para que realice la compulsa de los libros y papeles de aquélla.

Como en el caso del inventario (supra, n° 539), no es imprescindible que el avalúo sea realizado con la intervención de peritos cuando media acuerdo entre los interesados y conformidad del ministerio pupilar, si existieren incapaces.

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892 PROCESO SUCESORIO

541. IMPUGNACIONES AL INVENTARIO Y AL AVALÚO

a) Una vez realizados el inventario y el avalúo se agregan al proceso y se los pone de manifiesto en la secretaría por cinco días, debiendo las partes ser notificadas por cédula. Si venciere el plazo sin que se haya deducido oposición, ambas operaciones se aprobarán sin más trámite (CPN, art. 724).

b) Distinto es el procedimiento a observar según que la oposición se for­mule contra el inventario o contra el avalúo.

En el primer caso, las reclamaciones de los herederos o de terceros so­bre inclusión o exclusión de bienes en el inventario debe sustanciarse por el trámite de los incidentes. Por otra parte, la aprobación del inventario no consti­tuye impedimento para que, en el momento en que se compruebe que algún bien pertenece a la sucesión, se pida su inclusión, ni para que algún heredero que no haya consentido la aprobación del inventario, o tercero, demande la exclusión.

Corresponde aclarar, asimismo, que si algún bien-no ha podido inventa­riarse por encontrarse en poder de un tercero, los herederos deben deducir de­manda por reivindicación en juicio ordinario.

Igualmente procede la vía incidental si las observaciones se refiriesen a la validez formal del inventario.

c) "Si las observaciones versaren sobre el avalúo —expresa el art. 725, párr. 2o CPN—, se convocará a audiencia a los interesados y al perito para que se expidan sobre la cuestión promovida, resolviendo el juez lo que correspon­diere". Agrega el párr. 3o de la misma norma que si no comparece a la audiencia quien dedujo la oposición, se lo tendrá por desistido, con costas, y si quien no asiste es el perito, éste pierde el derecho a cobrar honorarios por los trabajos practicados, cualquiera que sea la resolución que se dicte respecto de las im­pugnaciones.

Si las observaciones requiriesen por su naturaleza, una sustanciación más amplia que la de la simple convocación a una audiencia, la cuestión tramitará por juicio sumario o por incidente y lo que al respecto resuelva el juez será irre-currible (CPN, art. 725, párr. 4o).

En el supuesto de que se haga lugar a la oposición deducida contra el ava­lúo, el juez puede ordenar una retasa (Cód. Civ., art. 3466).

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DIVISIÓN DE LA HERENCIA 893

§ VIH

DIVISIÓN DE LA HERENCIA Ub

542. LA PARTICIÓN: CONCEPTO Y CLASES

a) La partición es el acto mediante el cual, al ponerse fin a la comunidad hereditaria, la parte alícuota que tiene cada heredero sobre el total de los bienes relictos se transforma en una porción concreta, físicamente determinada, y de propiedad exclusiva del heredero a quien ha sido adjudicada.

b) Supone, desde luego, la existencia de más de un heredero y, no inter­viniendo el ministerio de menores, se trata de un acto facultativo, pues en tal caso los interesados pueden en cualquier estado del juicio apartarse del proce­dimiento y adoptar los acuerdos que crean convenientes, incluso el de permane­cer indefinidamente en estado de indivisión.

c) "Si todos los herederos están presentes y son capaces —prescribe el art. 3462 Cód. Civ.—, la partición puede hacerse en la forma y por el acto que por unanimidad juzguen conveniente".

Se sigue de dicha norma que siendo todos los herederos capaces, la par­tición puede ser extrajudicial. Pero para que esta forma de partición sea viable no basta que así lo disponga la mayoría, sino que deBe mediar unanimidad en­tre los herederos. Tal es lo que con anterioridad a la sanción de la ley 17.711 ha­bía decidido la jurisprudencia, correlacionando el art. 3462, actualmente modi­ficado, con el art. 3465, inc. 3o del Cód. Civ.

Corresponde tener presente, asimismo, que a partir de la vigencia de la ley 17.711 deben ser hechas por escritura pública "las particiones extrajudicia-les de herencias, salvo que mediare convenio por instrumento privado presenta­do al juez de la sucesión" (Cód. Civ., art. 1184, inc. 2o). Tal era, por otra parte, la interpretación que formulaba la jurisprudencia, fundándose en lo dispuesto en los arts. 2698 y 3472 Cód. Civ.

d) Es en cambio obligatoria la partición judicial, según el art. 3465 Cód. Civ.: 1°) Cuando haya menores, aunque estén emancipados, o incapaces, inte­resados o ausentes cuya existencia sea incierta. Lo cual, empero, no implica que la partición pueda ser efectuada sin la intervención de peritos partidores,

146 Bibliografía citada en la nota 138.

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894 PROCESO SUCESORIO

mediando la conformidad del asesor de menores, siempre que, una vez efectua­da aquélla, sea sometida a la homologación judicial; 2°) Cuando terceros, fun­dándose en un interés jurídico, se opongan a que se haga la partición privada. Se trata de los acreedores del causante o de los herederos, y de los legatarios, siendo la finalidad de esta norma evitar que aquellos sean defraudados en la formación de los lotes; 3o) Cuando los herederos, mayores y presentes, no se acuerden en hacer la división privadamente.

e) En concordancia con esos principios, el CPN dispone en el art. 726 que "una vez aprobadas las operaciones de inventario y avalúo, si todos los he­rederos capaces estuviesen de acuerdo, podrán formular la partición y presen­tarla al juez para su aprobación. Podrán igualmente solicitar que se inscriba la declaratoria de herederos o el testamento. En ambos casos, previamente se pa­gará el impuesto de justicia, gastos causídicos y honorarios, de conformidad con lo establecido en este código y en las leyes impositivas y de aranceles. No procederá la inscripción si mediare oposición de acreedores o legatarios".

0 Importa destacar, finalmente, que cuando el acervo hereditario se ha­lla constituido únicamente por dinero efectivo o títulos, la partición es innece­saria, bastando que los interesados realicen una simple cuenta de distribución.

543. DESIGNACIÓN DEL PARTIDOR

a) El código derogado preveía que el nombramiento de partidor debía efectuarse en una junta a la que eran convocadas las partes con el objeto de nom­brar contador (art. 668). No obstante ello, generalmente se designaba a un abogado para llevar a cabo la partición, pues ésta requiere, primordialmente, el conoci­miento de las normas jurídicas que disciplinan la transmisión hereditaria.

El CPN, apartándose de la norma citada, dispone que el partidor debe te­ner título de abogado, con lo cual vino a consagrar lo que constituía una anti­gua práctica.

b) El partidor debe ser nombrado en la forma dispuesta para el inventa-riador (art. 727), es decir, en la audiencia prevista en el art. 697, o en otra, si en ella nada se hubiese acordado al respecto, bastando, para la designación, la conformidad de la mayoría de los herederos presentes en el acto.

Debe entenderse, sin embargo, que el juez puede desechar la designación propuesta por la mayoría en el supuesto de mediar circunstancias excepcionales, como podría ser la falta de honorabilidad o la incompetencia del partidor pro­puesto.

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DIVISIÓN DE LA HERENCIA 895

Aunque el CPN nada dice sobre el punto, el partidor es recusable en la misma forma que los demás peritos, por lo que rigen, a su respecto, las reglas generales (supra, n° 276).

Corresponde señalar, por último, que si la designación del partidor fue hecha por el juez, puede ser dejada sin efecto por acuerdo unánime de los here­deros. Si, en cambio, la designación proviene de la mayoría, ésta puede dispo­ner el reemplazo del perito.

c) "El partidor —prescribe el art. 728 CPN— deberá presentar la partición dentro del plazo que el juez fije, bajo apercibimiento de remoción. El plazo podrá ser prorrogado si mediare pedido fundado del partidor o de los herederos".

544. FORMA DE EFECTUAR LA PARTICIÓN

a) Con el objeto de evitar eventuales observaciones, y de facilitar la aprobación de la cuenta particionaria, prescribe el art. 729 CPN que "para hacer las adjudicaciones, el perito, si las circunstancias lo requirieren, oirá a los inte­resados a fin de obrar de conformidad con ellos en todo lo que acordaren, o de conciliar, en lo posible, sus pretensiones. Las omisiones en que incurrieren de­berán ser salvadas a su costa".

No es éste, sin embargo, un trámite esencial, pues los interesados cuentan siempre con la posibilidad de impugnar la cuenta particionaria en la oportuni­dad prevista en el art. 731 CPN {iafra, n° 545).

Para practicar la partición de los bienes hereditarios el partidor puede re­tirar el expediente de la secretaría, bajo su responsabilidad, debiendo devolver­lo dentro del plazo que el juez le fije (CPN, art. 127, inc. 2o).

b) La cuenta particionaria consta de seis partes: Io) Los antecedentes o prenotados; 2o) El cuerpo general de bienes; 3o) Las bajas comunes; 4o) El lí­quido partible; 5o) La división; 6o) Las adjudicaciones.

Los antecedentes o prenotados constituyen una relación sintética de las constancias fundamentales del juicio sucesorio (fecha de iniciación, constancia de las publicaciones efectuadas; transcripción de la declaratoria de herederos o de las cláusulas testamentarias; etc.).

El cuerpo general de bienes consiste en la relación detallada de los bienes y créditos que integran el activo de la sucesión (Cód. Civ., art. 3469), debiéndo­se realizar sobre la base del inventario y avalúo.

Las bajas comunes se hallan representadas por el pasivo de la sucesión (deudas de ésta y del causante, gastos del juicio sucesorio y honorarios profe­sionales que se hayan declarado a cargo de todos los herederos).

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896 PROCESO SUCESORIO

El líquido partible es el saldo que corresponde distribuir entre los herede­ros una vez fijados el activo y el pasivo de la sucesión.

La división es la operación mediante la cual se determina el haber de cada heredero, de conformidad con las normas contenidas en el Cód. Civ. y, en su caso, con las cláusulas testamentarias.

Las adjudicaciones, finalmente, se realizan mediante la confección de las llamadas hijuelas, en las cuales se indican los bienes que corresponden a cada heredero hasta cubrir el valor de su respectivo haber.

545. EXHIBICIÓN, APROBACIÓN, IMPUGNACIÓN Y CUMPLIMIENTO DE LA CUENTA PARTICIONARIA

a) "Presentada la partición—expresa el art. 731,párr. 1°CPN—, el juez la pondrá de manifiesto en la secretaría por diez días. Los interesados serán no­tificados por cédula".

b) Vencido dicho plazo sin que se haya formulado oposición, el juez, previa vista al ministerio pupilar, si correspondiere, aprobará la cuenta particio-naria, sin recurso, salvo que violare normas sobre división de la herencia o hu­biere incapaces que pudieren resultar perjudicados. Sólo será apelable la resolución que rechace la cuenta (CPN, art. 731, párrs. 2o y 3o).

Sin embargo, la providencia mediante la cual se aprueba la cuenta parti-cionaria únicamente produce efectos de cosa juzgada en sentido formal, por cuanto, haya habido o no oposición, aquélla es impugnable por nulidad, enjui­cio ordinario que debe tramitar ante el juez de la sucesión (Cód. Civ., art. 3284, inc. 2o), en el supuesto de incapacidad de alguna de las partes o en razón de ha­berse excluido a algún heredero por dolo, violencia o simulación. La aproba­ción de la cuenta tampoco obsta a que ella sea ampliada en la hipótesis de que aparezcan nuevos bienes de la sucesión.

c) Cuando se haya deducido oposición, el juez citará a audiencia a las partes, al ministerio pupilar, en su caso, y al partidor, para procurar el arreglo de las diferencias. Dicha audiencia tendrá lugar cualquiera que sea el número de interesados que asista, pero si quien ha impugnado la cuenta particionaria deja de concurrir, se lo tendrá por desistido, con costas. Si quien no asiste es el pe­rito, éste perderá su derecho a los honorarios. En caso de que los interesados no se pusieren de acuerdo, el juez resolverá dentro de los diez días de celebrada la audiencia (CPN, art. 732).

d) Una vez aprobada la cuenta particionaria, si existen bienes inmuebles corresponde disponer la inscripción de las hijuelas, previo pedido de certifica-

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DIVISIÓN DE LA HERENCIA 897

do sobre las condiciones de dominio de aquellos. Cuanto se trate de bienes situados en otra jurisdicción, en el exhorto u oficio se debe expresar que la ins­cripción queda supeditada al cumplimiento de las disposiciones establecidas en las leyes regístrales (CPN, art. 730).

546. VENTA DE LOS BIENES SUCESORIOS

a) La venta de los bienes sucesorios constituye también una forma de concretar la división de la herencia.

Cualquiera que sea la naturaleza de los bienes no se presenta problema al­guno cuando todos los herederos, de común acuerdo, deciden la venta de aque­llos a fin de distribuirse luego el dinero que se obtenga.

Pero cuando se trata de bienes divisibles, cada uno de los herederos puede pedir que la partición se haga en especie, careciendo de relevancia el hecho de que la mayoría de los herederos haya acordado lo contrario. Tal solución ha sido consagrada, por lo demás, en el art. 3475 bis Cód. Civ.

Sin embargo, aun cuando la división en especie sea posible, corresponde disponer la venta de los bienes relictos en el supuesto de que aquella resulte económicamente desventajosa, lo que ocurre, por ejemplo, cuando la división provoca una disminución del valor venal o de la renta de los bienes, o cuando, para efectuarla, es menester gravar al predio con una servidumbre de paso. A esta situación se refiere expresamente el art. 3475 bis, párr. 2° Cód. Civ.

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CAPÍTULO XXX vil I

PROCESO ARBITRAL

SUMARIO: I. GENERALIDADES: 547. Concepto.— 548. Clases de arbitraje.— 549. Natu­raleza jurídica del arbitraje.— 550. Objeto del arbitraje.— 551. Capacidad.— 552. Cláu­sula compromisoria.— II. EL COMPROMISO ARBITRAL: 553. Concepto.— 554. Forma.— 555. Contenido.— 556. Extinción.— III. DESIGNACIÓN. RESPONSABILI­

DAD Y DERECHOS DE LOS ARBITROS Y AMIGABLES COMPONEDORES: 557. Formas de designación.— 558. Capacidad.— 559. Aceptación del cargo.— 560. Responsabi­lidad.— 561. Honorarios.— IV. CONSTITUCIÓN Y ACTUACIÓN DEL TRIBUNAL

ARBITRAL: 562. Constitución del tribunal.— 563. Procedimiento.— 564. Recusa­ción.— V. EL LAUDO: 565. Concepto.— 566. Plazo.— 567. Contenido del laudo.— 568. Mayoría para laudar.— 569. Costas.— 570. Ejecución del laudo.— VI. IMPUG­

NACIÓN DEL LAUDO: 571. Generalidades.— 572. Interposición y sustanciación de los recursos.— 573. Decisión de los recursos.— 574. Pemanda de nulidad.— Vil. PERICIA ARBITRAL: 575. Concepto. - 576. Procedimiento.

§ /

GENERALIDADES u'

547. CONCEPTO

a) Oportunamente se expresó que junto con el proceso judicial, que constituye el proceso por antonomasia, la ley admite la posibilidad de que las

147 Al.SINA, Trillado, VII. pág. 17; ANDRIOU, Comento al códice di procedura civile. III. pág. 526; BARHARESCHI, Gli arbitran. Milano. 1937; BARRIOS DF. ANGELIS. El juicio arbitral. Montevideo. 1956; BRISKNÜ SIERRA, El arbitraje comercial. México, 1979; COLOMBO.

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900 PROCESO ARBITRAL

partes sometan la decisión de sus diferencias a uno o más jueces privados, a los cuales se denomina arbitros o amigables componedores según que, respectiva­mente, deban o no sujetar su actuación a formas determinadas y fallar con arre­glo a las normas jurídicas (supra, n° 35).

b) Tal posibilidad sustenta la configuración de un proceso arbitral cuyo objeto puede estar constituido, con las excepciones que más adelante se pun­tualizarán, por cualquier género de pretensiones, aun de aquellas que ya hubie­sen sido planteadas ante un tribunal de justicia y cualquiera sea el estado en que se encuentre el correspondiente proceso (CPN. art. 736, párr. Io)

c) Como también se destacó supra. n° 35. es ajena a los arbitros y ami­gables componedores la función procesal voluntaria, pues el art. 737 CPN, en tanto autoriza a someter a la decisión arbitral '"toda cuestión entre partes", alu­de claramente al planteamiento de un conflicto y descarta, por consiguiente, la posibilidad de utilizar el arbitraje para decidir peticiones extracontenciosas.

d) Finalmente, si bien los arbitros y amigables componedores ejercen, como se verá, actividad jurisdiccional, carecen del poder de decretar medidas compulsorias y de ejecución, las cuales deben ser cumplidas por intermedio de los jueces ordinarios, a requerimiento de aquéllos (CPN, art. 753).

548. CLASES DE ARBITRAJE

a) El arbitraje puede clasificarse atendiendo, por una parte, a su origen y, por otra parte, a las formas y al modo en que deben dirimirse las cuestiones que a aquél se someten.

b) Desde el punto de vista de su origen, el arbitraje puede ser voluntario u obligatorio. Es voluntario cuando las partes, espontáneamente, se someten a él mediante la celebración de un compromiso sin que exista, como antecedente, un acuerdo de voluntades en el que se haya estipulado la exigibilidad de dicho acto. Es, en cambio, obligatorio, cuando la celebración del compromiso arbitral

Código. IV, pág. 317; DE LA COLIMA. Der. y Leg. proc. II. pág. 223: Joi'RL. Manual. V. pág. 181: L.ASCANO. Jurisdicción y competencia, pág. 149: MORALES MOLINA. Curso de derecho procesal civil, pág. 443: PALACIO. Derecho procesal civil. IX. pág 13: PODLTTI. Código de procedimientos en materia civil y comercial de la Provincia de Mendoza. 111. pág. 271: RL.DENTI. Profili pratici, pág. 189; REIMUNDÍN, Derecho procesal civil. II. pág. 215: ROCCO. Derecho procesal civil, pág. 79.

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GENERALIDADES 901

es exigible en virtud de una disposición de la ley que lo impone (arbitraje obli­gatorio legal) o de un convenio anterior (cláusula compromisoria o convención preliminar de compromiso) en el cual las partes lo han previsto como medio de solucionar sus diferencias (arbitraje obligatorio convencional).

Constituyen ejemplos de arbitraje obligatorio legal los contemplados, v.gr., en el art. 1627 Cód. Civ. con referencia a la determinación del precio de un trabajo o servicio que sea de la profesión o modo de vivir de quien lo haya rea­lizado y cuyo monto no se hubiese convenido: en los arts. 179, 180 y 182 Cód. Com. en relación, respectivamente, con la indemnización resultante de la pér­dida, extravío o disminución del valor de los efectos que son objeto del contrato de transporte terrestre, o con la determinación del estado de esos efectos al tiempo de la entrega: en el art. 5o de la ley 17.418. relativo a la eventual inciden­cia en la celebración del contrato de seguro, del conocimiento, por parte del asegurador, de alguna declaración falsa o reticencia del asegurado; etcétera.

Atendiendo a la forma y al modo en que deben sustanciarse y decidirse las cuestiones sometidas a arbitraje, éste puede clasificarse sobre la base de que sea realizado por arbitros de derecho (arbitros inris), o por amigables compo­nedores. La diferencia existente entre ambas categorías reside en que mientras que los primeros deben observar el procedimiento del juicio ordinario o del jui­cio sumario, salvo que las partes hubiesen convenido otro, y el laudo que dicten coincide, en cuanto a sus formas y contenido, con las sentencias judiciales (CPN, arts. 751 y 754). los segundos pueden proceder sin sujeción a formas le­gales, respetando naturalmente el derecho de defensa de las partes, y fallar se­gún su saber y entender (CPN. art. 769). Además exjste entre esas dos clases de arbitraje otras diferencias a las cuales se hará referencia más adelante.

Corresponde destacar que el CPN resuelve el problema consistente en determinar, frente a la ausencia de estipulaciones en el compromiso, cuál de di­chas modalidades del arbitraje debe ser observada. El artículo 766, párr. 2o es­tablece, en efecto, que "si nada se hubiese estipulado en el compromiso acerca de si el arbitraje ha de ser de derecho o de amigables componedores, o si se hu­biese autorizado a los arbitros a decidir la controversia según equidad, se enten­derá que es de amigables componedores''.

549. NATURALEZA JURÍDICA DEL ARBITRAJE

a) La doctrina se halla dividida en cuanto a la determinación de la natu­raleza jurídica del arbitraje, pues mientras algunos autores sostienen que los ar­bitros son mandatarios de las partes, otros consideran que aquéllos ejercen facultades jurisdiccionales.

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902 PROCESO ARBITRAL

b) La tesis del mandato resulta desechable no bien se advierte que el contenido del laudo arbitral no comporta la ejecución de instrucciones imparti­das por las partes, sino que constituye una decisión adoptada unilateralmente por los arbitros, con prescindencia de toda intervención de aquéllas, que se en­cuentran obligadas a acatarlo. No cabe concebir, en otras palabras, la existencia ele un mandato, porque la imperatividad de la decisión arbitral demuestra que los poderes de los supuestos mandantes (las partes) resultarían inferiores a los poderes del mandatario (arbitros).

e) Pese a la circunstancia de que los arbitros y amigables componedores carecen de la potestad de imponer coactivamente el cumplimiento de sus deci­siones, existen dos notas esenciales que fundamentan el carácter jurisdiccional del arbitraje, y son: I") Que los arbitros posean atribuciones para decidir "toda cuestión entre partes", con excepción de las que la ley expresamente excluye (C'PN, art. 737). Con esta restricción, por consiguiente, la función de aquéllos se identifica substancialmenie con la principal actividad que incumbe a los jue­ces y tribunales de justicia (.supra, n° 43); 2o) Que el laudo arbitral participa de la obligatoriedadque caracteriza a los actos de autoridad; y qtie esa obligato­riedad en modo alguno puede asimilarse a la que también reviste el negocio ju­rídico, pues aquél no es emitido por los arbitros en calidad de partes, sino en calidad de terceros a quienes el ordenamiento jurídico otorga, con la condición de que se verifique una declaración bilateral de voluntad (compromiso), la fun­ción pública consistente en dirimir un conflicto.

550. OlilliTO DI.L ARBITRAJH

a) Puede someterse a arbitraje toda cuestión entre partes con excepción de aquéllas que no pueden ser objeto de transacción (CPN, arts. 736 y 737)

b) Ln consecuencia, se bailan excluidas de esta clase de proceso las si­guientes cuestiones:

D Las que versen sobie la valide/, o nulidad de matrimonio (Cód. Civ.. art. S43'i o las relativas a la patria potestad, a la autoridad del marido, ai propio estado de familia o al derecho a reclamar el estado que corresponda a las perso­nas, sea por filiación natural o legítima (id., art. 845).

2") Las relativas a cosas que están fuera del comercio (\.gr. bienes públi­cos del Hslado) o a derechos que no son susceptibles de ser materia de una con­vención (v.gr. el derecho a los alimentos) (Cód. Civ., art. 844).

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GEM-RAUDADKS 903

3o) Los referentes a derechos eventuales a una sucesión o a la sucesión de una persona viva (Coa. Civ.. art. 848).

531. CAPACIDAD

a) No pueden comprometer en arbitros (o en amigables componedores), las personas que no pueden transigir (CPN. art. 73S. parr. 1°).

i'n consecuencia, carecen por lo pronto de capacidad para someterse a arbitra­je los menores y demás incapaces a que se refiere el art. 54Cód. (.'i\\. aunque pue­den hacerlo sus tutores y curadores siempre que obtengan para ello autorización judicial {id., art. 443. inc. 5"). Deben tenerse en cuenta, asimismo, las prohibicio­nes contenidas en el art. 841 Cód. Civ. y en otras normas del mismo ordenamien­to, como las contempladas, v.gr. en los arts. 3383. 18SI. inc. 3": etcétera.

b) Cuando la ley exige autorización judicial para realizar actos de dispo­sición (como ocurre en el supuesto ya mencionado de los tutores y curadores o en el caso de los menores emancipados respecto de los bienes adquiridos por tí­tulo gratuito antes o después de la emancipación |Cód. Civ.. art. I35|). dicha autorización también es necesaria para celebrar el compromiso. Pero una vez otorgada la autorización, no se requiere la aprobación judicial del laudo (CPN. art. 738. párr. 2o).

c) El F.stado nacional está habilitado paracomprometer en arbitros, siempre que se trate de controversias suscitadas con motivo de contratos cele­brados por aquél en el ámbito del derecho privado, o sea. en los contratos de '"derecho común'" de la Administración Pública, pero el arbitraje resulta exclui­do en el caso de contratos administrativos propiamente dichos, en los cuales el Hstado actúa en la esfera del derecho público.

.332. CLÁISR.A COMPROMISORIA

a) Denomínase cláusula compromisoria a la estipulación en cuya virtud las partes establecen que los conflictos que puedan suscitarse entre ellas con motivo del cumplimiento de un contrato serán resueltos mediante arbitraje. Como dice BARRIOS DF. ÁNGELÍS, se trata de un acuerdo de voluntades, regular­mente expreso, que hace necesario el arbitraje para la resolución de un determi­nado género de conflictos futuros.

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904 PROCESO ARBITRAL

b) A diferencia del compromiso, que supone un conflicto ya producido y es el acto mediante el cual, como se verá más adelante, se determinan defini­tivamente los sujetos y el objeto del proceso arbitral, la cláusula compromisoria se limita a prever los conflictos que eventual mente pueden surgir de una deter­minada relación jurídica y a establecer la clase de proceso (arbitral) en el que aquéllos deberán decidirse. Constituye, en otras palabras, una promesa que contraen los partícipes de la relación jurídica en el sentido de otorgar el com­promiso arbitral cuando se suscite alguna diferencia emergente de esa relación.

Tampoco debe confundirse la cláusula compromisoria con la llamada "con­vención preliminar de compromiso", pues mientras la primera defiere al arbitraje (que puede ser más de uno) un género determinado de conflictos futuros, la segun­da defiere al arbitraje uno o más conflictos actuales, es decir, ya suscitados.

c) El efecto primordial de la cláusula compromisoria consiste en el de­recho que acuerda a cada uno de los contratantes para exigir judicialmente al otro la suscripción del compromiso y la constitución del tribunal arbitral. Asi­mismo, dicha cláusula puede ser invocada como fundamento de una excepción de incompetencia en el supuesto de que una de las partes, con prescindencia de la promesa que aquélla implica, demande a la otra ante la justicia estatal.

Sin embargo, el hecho de que se haya pactado la jurisdicción arbitral no impide la gestión de medidas precautorias urgentes, cuya propia naturaleza re­quiere la intervención de los jueces estatales.

d) La validez de la cláusula compromisoria no se halla sujeta a formas determinadas. Aunque por lo común integra el documento representativo de la relación sustancial, nada obsta a que se la establezca en una convención autó­noma. De allí que el art. 736, párr. 2UCPN disponga que "la sujeción ajuicio ar­bitral puede ser convenida en el contrato o en un acto posterior".

e) En cuanto al objeto y a la capacidad, son aplicables a la cláusula com­promisoria los principios enunciados supra, números 550 y 551. Sólo corres­ponde señalar aquí que no afecta la validez de la cláusula el hecho de que haya sido estipulada por quien necesita autorización judicial para comprometer, siempre, desde luego, que el requisito se cumpla con anterioridad a la celebra­ción del compromiso.

f) El contenido de la cláusula compromisoria se halla exclusivamente librado a la voluntad de las partes, quienes pueden pactar la jurisdicción arbitral respecto de todos los casos litigiosos que se planteen como consecuencia de la relación sustancial que las vincula, o limitarla a las que se refieran a aspectos

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EL COMPROMISO ARBITRAL 905

particulares de esa relación. De todas maneras, dado que el deber de compro­meter implica una renuncia al principio general de sometimiento a la jurisdicción judicial, corresponde siempre interpretar el alcance de la cláusula compromi­soria con carácter restrictivo.

Se ha resuelto, por ello, que aunque en el contrato de sociedad se haya es­tipulado la jurisdicción arbitral para resolver las diferencias entre los socios, la demanda por remoción de administrador es de competencia de la justicia en lo comercial.

Nada impide que, anticipándose al compromiso, las partes incluyan en la cláusula compromisoria la designación de los arbitros e incluso el procedi­miento y lugar donde el arbitraje se llevará a cabo. Tales estipulaciones, empe­ro, pueden ser modificadas de común acuerdo en oportunidad de la suscripción del compromiso.

g) La cláusula compromisoria, finalmente, se extingue por renuncia ex­presa o tácita (ésta se configuraría por el hecho de que una de las partes presen­tase la demanda ante la justicia común y la otra parte la contestase sin articular la declinatoria), por rescisión o declaración de nulidad del contrato al cual ac­ceda y por prescripción.

§ //

EL COMPROMISO ARBITRAL ,48

553. CONCEPTO

a) Denomínase compromiso arbitral al convenio en cuya virtud las partes especifican las cuestiones a decidir mediante el arbitraje, designan a los arbitros (o amigables componedores) y determinan los requisitos del procedimiento y del laudo. Se trata, en realidad, de un contrato, sujeto como tal a los requisitos ge­nerales establecidos en el Cód. Civ., y constituye, además, junto con la acepta­ción del encargo por parte de los arbitros, un presupuesto del proceso arbitral.

b) El compromiso puede ser consecuencia de una cláusula compromi­soria, de una convención preliminar o de una prescripción normativa que impo­ne su otorgamiento. Pero aun en el caso de que no exista ninguna disposición

148 Bibliografía citada en la ñola 147.

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906 PROCESO ARBITRAL

contractual o legal previa, las partes pueden celebrar espontáneamente un com­promiso arbitral, incluso cuando la cuestión que pretendan someter al arbitraje haya sido deducida enjuicio y cualquiera sea el estado en que éste se encuentre (CPN, art. 736).

c) En cuanto a la capacidad para otorgar el compromiso, y a las cuestio­nes que no pueden ser objeto de él, cabe remitir a lo expuesto en los números 550 y 551.

554. FORMA

El compromiso debe formalizarse por escritura pública o instrumento privado, o por acta extendida ante el juez de la causa o ante aquél a quien hubie­se correspondido su conocimiento en el caso de no haberse pactado la jurisdic­ción arbitral (CPN, art. 739).

Dichas formas rigen tanto si se trata de arbitros iuris como de amigables componedores (CPN, art. 767, inc. 2o), lo que importa una modificación respecto del código derogado, que descartaba en el primer caso al instrumento privado.

555. CONTENIDO

Se halla constituido por dos clases de enunciaciones: obligatorias y fa­cultativas. Las primeras deben incluirse en el laudo, bajo pena de nulidad y son las siguientes (CPN, art. 740);

Io) Fecha, nombre y domicilio de los otorgantes.

2o) Nombre y domicilio de los arbitros con excepción de aquellos que deban ser designados por los mismos arbitros o por el juez.

3°) Las cuestiones que se sometan al juicio arbitral, con expresión de sus circunstancias (salvo que dichas cuestiones hayan sido determinadas en una sentencia judicial, en cuyo caso es suficiente remitirse a ella).

4o) La estipulación de una multa que deberá pagar, a la otra parte, la que dejare de cumplir los actos indispensables para laicalización del compromiso.

Las cláusulas facultativas se encuentran enumeradas en el art. 741 CPN y son las siguientes:

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EL COMPROMISO ARBITRAL 907

Io) El procedimiento aplicable y el lugar en que los arbitros hayan de co­nocer y fallar. Si no se indicare el lugar, será el de otorgamiento del compromiso.

2o) El plazo en que los arbitros deben pronunciar el laudo.

3o) La designación de un secretario. En ausencia de toda estipulación en este sentido, la designación debe ser hecha por el juez (art. 749).

4o) Una multa que deberá pagar la parte que recurra del laudo, a la que lo consienta, para poder ser oído, si no mediase la renuncia que se menciona en el inciso siguiente.

5°) La renuncia del recurso de apelación y de! de nulidad (salvo los casos determinados en el art. 760 [infra n° 571]).

556. EXTliNCIÓN

a) El compromiso arbitral cesa en sus efectos:

Io) Por decisión unánime de los que lo contrajeron (CPN, art. 748, inc. Io). Esta causal de extinción puede operarse con anterioridad a la constitución del tribunal arbitral o durante el desarrollo del proceso, y puede ser expresa o tácita. Esta última modalidad se configura cuando los compromitentes resuel­ven dirimir sus diferencias privadamente o bien someterlas al conocimiento de los jueces ordinarios. La extinción, en el supuesto examinado, puede también ser parcial, lo que ocurriría si las partes, dejando subsistente el compromiso, se limitaran a acordar el reemplazo de los arbitros.

2o) Por el transcurso del plazo señalado en el compromiso, o del legal en su defecto, sin perjuicio de la responsabilidad de los arbitros por daños e inte­reses, si por su culpa hubiese transcurrido inútilmente el plazo que correspon­da, o del pago de la multa mencionada en el art. 740, inc. 4o (supra, n° 555), si la culpa fuese de alguna de las partes (CPN, art. 748, inc. 2o).

Corresponde advertir, sin embargo, que sólo existe plazo legal para lau­dar en relación con los amigables componedores (CPN, art. 770) {infra, n° 566), pues con respecto a los arbitros rige, a falta de estipulación efectuada por las partes en oportunidad de celebrar el compromiso, el que fije el juez aten­diendo a las circunstancias del caso (art. 755) (infra, n° 591). Cabe, asimismo, la posibilidad de que los compromitentes, con anterioridad al vencimiento del plazo (convencional, legal o judicial) lo prorroguen de común acuerdo.

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908 PROCESO ARBITRAL

3o) Si durante tres meses las partes o los arbitros no hubiesen realizado ningún acto tendiente a impulsar el procedimiento (CPN, art. 748, inc. 3o). Esta causal sólo puede configurarse, como es obvio, una vez aceptado el cargo por los arbitros y es, como se advierte, equiparable a la caducidad de la instancia en el proceso judicial.

b) Entre otras causas de extinción del compromiso, que puede ser, según los casos, total o parcial, cabe mencionar la muerte, renuncia o incapacidad de alguno o de todos los arbitros; la pérdida de la cosa litigiosa; la nulidad del compromiso y el pronunciamiento del laudo.

§ ///

DESIGNACIÓN, RESPONSABILIDAD Y DERECHOS DE LOS ARBITROS Y AMIGABLES COMPONEDORES l49

557. FORMAS DE DESIGNACIÓN

"Los arbitros —prescribe el art. 743, párr. Io CPN— serán nombrados por las partes, pudiendo el tercero ser designado por ellas, o por los mismos ar­bitros, si estuviesen facultados. Si no hubiere acuerdo, el nombramiento será hecho por el juez competente".

La norma transcripta comprende tanto el caso de que las partes hayan ce­lebrado el compromiso de común acuerdo, como la hipótesis de que, ante la re­sistencia de alguna de ellas, el acto se haya realizado como consecuencia de una resolución judicial condenatoria.

En el supuesto de que las partes se hayan reservado el derecho de propo­ner un arbitro cada una de ellas, y no llegue a existir conformidad recíproca con respecto a la persona de los arbitros propuestos, la designación debe ser efec­tuada por el juez competente. La misma solución corresponde aplicar en la hi­pótesis de que exista acuerdo recíproco con relación a los dos arbitros, pero que no lo haya con respecto al tercero y no se hubiese delegado a aquéllos la facul­tad de designarlo. Finalmente, en el supuesto de que la designación deba efec­tuarse con motivo de una demanda por constitución de tribunal arbitral, la incomparecencia de cualquiera de las partes a la audiencia fijada para el otorga­miento del compromiso autoriza al juez para designar a los arbitros de oficio.

149 Bibliografía citada en la nota 147.

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DESIGNACIÓN. RESPONSABILIDAD Y DERECHOS 909

A diferencia de lo que ocurría en materia de prueba pericial, la ley no im­pide que las partes acuerden la designación de arbitros en un número par. Fren­te a esta última eventualidad, el empate se resuelve mediante el nombramiento de otro arbitro para que dirima la cuestión (art. 757).

558. CAPACIDAD

a) La designación de arbitros o de amigables componedores sólo puede recaer en personas mayores de edad y que estén en pleno ejercicio de los dere­chos civiles (CPN, art. 743, párr. 2o).

En tanto alude a la mayoría de edad, dicha norma sólo comprende a las personas físicas. Por otra parte, debe considerarse implícitamente exigido el requisito de que los arbitros o amigables componedores sepan leer y escribir, porque de lo contrario estarían inhabilitados para cumplir los actos procesales de mayor trascendencia (aceptación del cargo, emisión del laudo, etc.).

b) A los jueces y funcionarios del Poder Judicial les está prohibido, bajo pena de nulidad, aceptar el nombramiento como arbitros o amigables compo­nedores, salvo en la hipótesis de que en el juicio fuese parte la Nación o una provincia (CPN, art. 765).

559. ACEPTACIÓN DEL CARGO

"Otorgado el compromiso —prescribe el art. 744, párr. Io CPN— se hará saber a los arbitros para la aceptación del cargo ante el secretario del juzgado, conjuramento o promesa de fiel desempeño".

La norma, que es también aplicable a los amigables componedores (art. 767, inc. 4o) sólo se ha colocado en el supuesto de que el compromiso se otorgue en un expediente judicial. No excluye, sin embargo, la posibilidad de que la aceptación se verifique en escritura pública o instrumento privado (doctrina del art. 739).

Si alguno de los arbitros renuncia, admite la recusación, se incapacita o fallece, corresponde reemplazarlo en la forma acordada en el compromiso. Si nada se hubiese previsto en ese acto, debe designarlo el juez (art. 744, párr. 2o).

560. RESPONSABILIDAD

Los arbitros y los amigables componedores no están obligados a aceptar el cargo. Pero verificada la aceptación, ella "dará derecho a las partes para com-

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910 PROCESO ARBITRAL

pelerlos a que cumplan su cometido, bajo pena de responder por daños y perjui­cios" (CPN, art. 745)

Son también pasibles de sanciones penales, en los términos del art. 269 Cód. Penal.

561. HONORARIOS

Los arbitros y amigables componedores tienen derecho a percibir hono­rarios, los cuales deben ser regulados por el juez (art. 772, párr. 3o), atendiendo, por aplicación analógica del art. 6o de la ley 21.839, a la importancia económica del litigio, su naturaleza y complejidad, el tiempo que ha insumido su sustan-ciación, etcétera.

Asimismo, pueden solicitar al juez que ordene el depósito o embargo de la suma que pudiera corresponderle por honorarios, si los bienes objeto del jui­cio no constituyesen garantía suficiente (art. 772, párr. 4o).

§ IV

CONSTITUCIÓN Y ACTUACIÓN DEL TRIBUNAL ARBITRAL i5

562. CONSTITUCIÓN DEL TRIBUNAL

a) Frente a la existencia de una cláusula compromisoria, pueden presen­tarse dos alternativas: Io) Que las partes, de común acuerdo, celebren el com­promiso, los arbitros acepten el encargo y se constituya por lo tanto el tribunal arbitral; 2o) Que, en la misma hipótesis, las partes no concuerden en la designa­ción de los arbitros, en cuyo caso, como se ha visto, deben requerirla al juez competente: 3o) Que una de las partes se niegue a otorgar el compromiso.

b) Si se da la tercera de las hipótesis referidas, la parte interesada debe deducir una pretensión tendiente a la constitución de tribunal arbitral.

Presentada la demanda con los requisitos del art. 330, en lo pertinente (supra, xf 165), ante el juez que hubiese sido competente para conocer en la causa, éste debe conferir traslado al demandado por el plazo de diez días y si­multáneamente, designar audiencia para que las partes concurran a formalizar el compromiso (CPN, art. 742, párr. 2o).

•50 Bibliografía citada en la ñola 147.

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CONSTITUCIÓN Y ACTUACIÓN DEL TRIBUNAL ARBITRAL 91 1

Si del escrito de contestación a la demanda resultare que la resistencia del demandado es infundada, o si éste se abstiene de contestar y concurren los re­quisitos de admisibilidad de la pretensión, corresponde llevar a cabo la audien­cia fijada. Si el demandado no comparece a dicho acto, el compromiso debe ser otorgado por el juez, quien designará a los arbitros de oficio y proveerá de acuerdo con los requisitos exigidos por el art. 740 (supra, n° 555).

Si la oposición a la constitución del tribunal arbitral resulta fundada, el juez así debe declararlo, con costas al actor, y previa sustanciación por el trámi­te de los incidentes, si fuese necesario (art. 742, párr. 5o).

En el caso de que las partes concuerden en la celebración del compromi­so, pero no sobre los puntos que ha de contener, el juez debe dirimir la diferen­cia y resolver lo que corresponda (art. 742, párr. 4o).

563. PROCEDIMIENTO

a) Difiere según se trate de arbitros o de amigables componedores. Respecto de los primeros, la ley autoriza a las partes para que en la cláusula

compromisoria, en el compromiso, o en un acto posterior, fijen el procedimiento aplicable. En el supuesto de que aquéllas no hubiesen ejercido esa facultad, son los arbitros quienes deben establecer, teniendo en cuenta la naturaleza e importancia económica de la causa, si ha de observarse el procedimiento del juicio ordina­rio, siendo irrecurrible la decisión que dicten al respecto (CPN, art. 751).

Los arbitros, además, deben designar a uno de ellos como presidente. A éste incumbe la función de dirigir el procedimiento y de dictar por sí solo las providencias de mero trámite, es decir, aquéllas que se dictan sin previa sustan­ciación (supra, n° 150), (CPN, art. 750, párr. Io). Sólo las diligencias de prueba pueden ser delegadas en uno de los arbitros. En los demás actos procesales (sentencias interlocutorias y laudo), deben actuar siempre formando tribunal (norma citada, párr. 2o), de modo que es necesaria la intervención de todos los arbitros designados.

Finalmente, "toda la sustanciación del juicio arbitral se hará ante un se­cretario, quien deberá ser persona capaz, en el pleno ejercicio de sus derechos civiles e idónea para el desempeño del cargo. Será nombrado por las partes o por el juez, en su caso, a menos que en el compromiso se hubiese encomendado su designación a los arbitros. Prestará juramento o promesa de desempeñar fielmente el cargo ante el tribunal arbitral" (art. 749). El secretario tiene dere­cho a percibir honorarios (art. 772, párr. 3o).

Los amigables componedores, por el contrario, deben proceder sin suje­ción a formas legales, limitándose a recibir los antecedentes o documentos que

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912 PROCESO ARBITRAL

las partes les prestasen y a pedirles las explicaciones que creyeren convenientes (CPN, art. 769).

b) Ni los arbitros ni los amigables componedores pueden decretar medi­das compulsorias (v.gr. comparecencia de un testigo por la fuerza pública) o de ejecución. Deben requerirlas al juez y éste debe prestar el auxilio de su jurisdic­ción para la más rápida y eficaz sustanciación del proceso arbitral (art. 753).

564. RECUSACIÓN

a) Tanto los arbitros como los amigables componedores son recusables, pero sólo con expresión de causa.

Los primeros, cuando han sido designados por el juzgado, pueden serrecu-sados por las mismas causas que los jueces, las cuales fueron objeto de análisis su-pra, n° 80. En cuanto a los arbitros nombrados de común acuerdo por las partes, sólo pueden ser recusados por causas posteriores al nombramiento (art. 746).

Los amigables componedores, en cambio, cualquiera que sea el origen de su designación, pueden ser recusados únicamente por causas posterioras al nombramiento, y sólo revisten aquel carácter las siguientes: Io) Interés directo o indirecto en el pleito; 2o) Parentesco dentro del cuarto grado de consanguini­dad, o segundo de afinidad con las partes; 3o) Enemistad manifiesta con aqué­llas, por hechos determinados (CPN, art. 768, párr. Io).

b) La recusación debe deducirse ante los mismos arbitros o amigables componedores, dentro de los cinco días de conocido el nombramiento. Si el re­cusado no se abstiene de intervenir, debe conocer de la recusación el juez ante quien se otorgó el compromiso o el que hubiese debido conocer si aquél no se hubiese celebrado. Corresponde aplicar, en lo pertinente, las normas conteni­das en los arts. 17 y siguientes (supra, n° 80), siendo irrecurrible la decisión del juez. El plazo para pronunciar el laudo queda suspendido hasta tanto se decida la recusación (art. 747).

Debe asimismo entenderse que, una vez aceptado el cargo, los arbitros y amigantes componedores pueden excusarse en los términos del art. 30 CPN, es decir cuando estimen que se hallan comprendidos en alguna de las causas men­cionadas en ej. art. 17 o existan otras causas fundadas en motivos graves de de­coro o delicadeza. ,

Si la recusación o la excusación son acogidas, corresponderá reemplazar al arbitro o arbitros comprendidos en aquéllas en la forma acordada en el com­promiso. Si nada se jha»{afyji§tp, debe designarlo el juez (art. 744, párr. 2o).

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EL LAUDO 913

§ V

EL LAUDO '51

565. CONCEPTO

El laudo es la decisión definitiva de los arbitros o amigables componedo­res sobre las cuestiones comprendidas en el compromiso.

Aunque no se trata de un acto jurídico emanado de un órgano del Estado en sentido jurídico material, el laudo es sustancialmente equiparable a una sen­tencia, pues participa de su mismo carácter imperativo y posee, una vez firme o ejecutoriado, la autoridad de la cosa juzgada.

566. PLAZO

a) Si se trata de arbitros y las partes no han establecido el plazo dentro del cual debe pronunciarse el laudo, corresponde que el juez lo fije atendiendo a las circunstancias del caso (CPN, art. 755, párr. 1Q).

El plazo es continuo y sólo se interrumpe cuando deba procéderse a la sustitución de arbitros (art. cit., párr. 2o), como ocurre, v.gr., en los casos de fa­llecimiento o de recusación. En el caso de fallecimiento de una de las partes, el plazo debe considerarse prorrogado por treinta días {párr. 3o). A petición de los arbitros, el juez puede prorrogar el plazo en el supuesto de que la demora no les sea imputable (párr. 4o). También las partes, de común acuerdo, pueden prorro­gar el plazo (art. 754, párr. Io).

- 3)

b) Si las partes no han fijado plazo, los amigables componedores deben pronunciar el laudo dentro de los tres meses de la última aceptación (art. 770). Dicho plazo, sin embargo, es susceptible de interrupción o suspensión en los mismos supuestos precedentemente señalados.

c) Los arbitros que, sin causa justificada, no pronuncien el laudo dentro del plazo, pierden el derecho de cobrar honorarios y son asimismo responsa­bles por los daños y perjuicios (art. 756). Iguales sanciones son aplicables a los amigables componedores (art. 767, inc. 6o), con el agregado de que la emisión del laudo fuera de plazo autoriza a plantear su nulidad (art. 771).

151 Bibliografía citada en la nota 147.

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914 PROCESO ARBITRAL

567. CONTENIDO DEL LAUDO

a) Tanto los arbitros como los amigables componedores deben pronun­ciar su fallo sobre todas las pretensiones sometidas a su decisión (CPN, art. 754, párr. Io). Debe mediar, por lo tanto, una estricta correlación entre las cues­tiones decididas por los arbitros y amigables componedores y aquellas que fueron objeto del compromiso. Agrega la ley que debe entenderse que han quedado también comprometidas y que en consecuencia pueden ser decididas en el lau­do, las cuestiones meramente accesorias (v.gr. intereses) y aquellas cuya sus-tanciación ante los arbitros y amigables componedores hubiese quedado consentida (art. cit., párr. 2o).

b) El art. 846 Cod. Civ. dispone que la "transacción es permitida sobre intereses puramente pecuniarios subordinados al estado de una persona, aun­que éste sea contestado, con tal que al mismo tiempo la transacción no verse so­bre el estado de ella". Por lo tanto, de acuerdo con la norma contenida en el art. 737 CPN (supra, n° 550), es admisible comprometer en arbitros cualquier cues­tión de carácter patrimonial condicionada a un determinado estado civil, siem­pre que este último no se someta a arbitraje.

Puede ocurrir, asimismo, que habiéndose sometido a la justicia la deci­sión de una cuestión determinada, las partes hayan acordado comprometer en arbitros algún punto que dependa del resultado de aquella decisión. Si, por ejemplo, se ha demandado judicialmente por rescisión de un contrato, los liti­gantes pueden someter a arbitraje la determinación de los eventuales daños y perjuicios.

A las dos situaciones precedentemente mencionadas se refiere el art. 752 CPN en tanto establece que "si a los arbitros les resultare imposible pronun­ciarse antes de que la autoridad judicial haya decidido alguna de las cuestiones que por el art. 737 no pueden ser objeto de compromiso, u otras que deben tener prioridad y no les hayan sido sometidas, el plazo para laudar quedará suspendi­do hasta el día en que una de las partes entregue a los arbitros un testimonio de la sentencia ejecutoriada que haya resuelto dichas cuestiones".

568. MAYORÍA PARA LAUDAR

En el supuesto de que uno de los arbitros se resista a reunirse para delibe­rar o para pronunciar el laudo, tiene validez el firmado por la mayoría (CPN, art. 757, párr. Io).

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EL LAUDO 915

En el caso de que la mayoría no pueda formarse porque las opiniones o votos de los arbitros contengan soluciones inconciliables en la totalidad de los puntos comprometidos, corresponde nombrar otro arbitro para que dirima (párr. 2o).

Esta norma comprende tanto el caso de que no obstante tratarse de arbi­tros designados en número de tres, medie división de opiniones que impida la formación de mayoría absoluta, cuanto el de que, habiendo recaído el nombra­miento en dos arbitros, se configure un empate. De allí que en el primer caso pueda ser necesario el nombramiento simultáneo de más de un nuevo arbitro y que en el segundo, frente a una eventual tercera opinión del nuevo arbitro, pue­da requerirse el nombramiento de otro para constituir mayoría.

Sin embargo, si existe mayoría respecto de algunas de las cuestiones, co­rresponde laudar sobre ellas, y las partes o el juez en su caso, deben designar un nuevo integrante del tribunal para que dirima sobre las demás, y fijar el plazo para que se pronuncie (párr. 3o).

569. COSTAS

a) En el laudo, los arbitros y amigables componedores deben pronun­ciarse acerca de la imposición de las costas, aplicando los principios que al res­pecto se enunciaron oportunamente (supra, n° 118), (art. 772, párr. Io).

La parte que no haya realizado los actos indispensables para la realiza­ción del compromiso, además de la multa prevista en el art. 740, inc. 4o (supra, n° 555), debe ser condenada al pago de las costas-(art. cit., párr. 2o), con inde­pendencia del resultado del proceso arbitral.

b) Pero si bien los arbitros y amigables componedores tienen facultades para decidir la forma en que deben pagarse las costas, la regulación de los ho­norarios de los abogados, procuradores y demás profesionales que hayan inter­venido en el proceso debe ser practicada por el juez de la causa (art. 772, párr. 3o).

570. EJECUCIÓN DEL LAUDO

En razón de que los arbitros y amigables componedores carecen de impe-ríum, la ejecución del laudo debe ser requerida por la parte interesada al juez com­petente, acompañando al pedido el compromiso arbitral y un testimonio de aquél.

Para la ejecución del laudo rigen, como ya se ha dicho, las mismas nor­mas aplicables en materia de ejecución de sentencias (CPN, art. 499).

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916 PROCESO ARBITRAL

§ VI

IMPUGNACIÓN DEL LAUDO >52

571. GENERALIDADES

a) Mientras que contra los laudos dictados por los arbitros son admisibles los mismos recursos que caben contra las sentencias de los jueces siempre que las partes no hayan renunciado a ellos en el compromiso (CPN, art. 758), el laudo de los amigables componedores sólo es impugnable mediante demanda de nulidad (art. 771) cuando concurren los supuestos que se examinarán más adelante.

b) Aun en la hipótesis de que las partes hubiesen renunciado, en el com­promiso, a la facultad de interponer recursos contra el laudo, tal circunstancia no obsta a la admisibilidad de dos de ellos: el de aclaratoria y el de indiciad (art. 760, párr. 2o).

El de aclaratoria debe fundarse en cualquiera de los motivos previstos en el art. 166, inc. 2o CPN (supra, n° 327), es decir, en la existencia de algún error material o de algún concepto obscuro o en la omisión en que los arbitros hayan incurrido respecto de alguna de las cuestiones comprometidas.

El recurso de nulidad puede fundarse en cualquiera de los siguientes mo­tivos: Io) Falta esencial del procedimiento (v.gr. omisión de oír a alguna de las partes en el cumplimiento de un acto que ha afectado sus derechos; irregular in­tegración del tribunal arbitral; etc.); 2o) Haber fallado los arbitros sobre puntos no comprometidos (salvo que se trate de cuestiones accesorias [v.gr. intereses] o que hayan sido objeto de discusión ante el tribunal); 3o) Haber fallado fuera del plazo (art. 760, párr. 2o). El art. 761, párr. Io), dispone que "será nulo el lau­do que contuviese en la parte dispositiva decisiones incompatibles entre sí". Pero no obstante la aparente autonomía que se ha asignado a esta causal, debe entenderse que ella constituye una de las modalidades en que puede configurar­se la hipótesis mencionada bajo el n° 1.

572. INTERPOSICIÓN Y SUSTANCIACIÓN DE LOS RECURSOS

a) Los recursos (aclaratoria, apelación y nulidad), deben deducirse ante el tribunal arbitral, dentro de los cinco días siguientes al de la notificación del laudo, por escrito fundado (CPN, art. 759).

15- Bibliografía cilada en la nota 147.

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IMPUGNACIÓN DEL LAUDO 917

b) Es competente para conocer de los recursos de apelación y nulidad el tribunal jerárquicamente superior al juez a quien habría correspondido conocer si la cuestión no se hubiere sometido al juicio de arbitros, salvo que en el com­promiso se hubiese establecido la competencia de otros arbitros para entender dichos recursos (art. 763).

El recurso de aclaratoria, en cambio, debe ser decidido por los propios ar­bitros. Aunque la ley nada dice al respecto, tal conclusión deriva de la propia naturaleza de dicho recurso.

c) En cuanto a la sustanciación de los recursos, el art. 760, párr. 3o CPN se limita a prescribir que el recurso de nulidad "se resolverá sin sustanciación alguna, con la sola vista del expediente". Cabe considerar que si se trata, en cambio, del recurso de apelación, el tribunal arbitral debe, antes de remitir las actuaciones a la cámara respectiva, conferir a la otra parte, por el plazo de cinco días, traslado del escrito en el cual se dedujo el recurso (doctrina del CPN, arts. 243 y 246).

El recurso de aclaratoria debe resolverse, como el de nulidad, sin sustan­ciación alguna.

d) Si el tribunal arbitral deniega los recursos de apelación o nulidad, son aplicables, en lo pertinente, los arts. 282 y 283, que se refieren al trámite del re­curso de queja por recurso denegado (supra, n° 339) (art. 759, párr. 2o).

e) En el supuesto de haberse estipulado la multa indicada en el art. 741, inc. 4o (supra, n° 555), constituye requisito de admisibilidad de los recursos el de que quien lo interpone satisfaga el importe de aquélla. Pero si el recurso de­ducido fuere el de nulidad por las causales expresadas en los arts. 760 y 761 (supra, n° 571), el importe de la multa debe ser depositado hasta la decisión del recurso. Si se declarase la nulidad, será devuelto al recurrente; en caso contra­rio, se entregará a la otra parte (CPN, art. 762).

f) Si el compromiso se hubiese celebrado respecto de un juicio pendien­te en última instancia, el fallo de los arbitros causará ejecutoria (art. 764).

g) Corresponde recordar, finalmente, que no procede el recurso extraordi­nario contra los laudos de los arbitros y amigables componedores (supra, n° 344).

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918 PROCESO ARBITRAL

573. DECISIÓN DE LOS RECURSOS

a) Al recurso de apelación le son aplicables, en lo pertinente, las reglas examinadas supra, números 329 a 334, con relación a las sentencias dictadas por los jueces de primera instancia.

b) Con respecto al recurso de nulidad, cuadra señalar que, como princi­pio, en el supuesto de que aquél prospere, corresponde la designación de nue­vos arbitros sea para sustanciar la causa desde la actuación nula o para dictar un nuevo laudo.

A fin de evitar las dilaciones y gastos que trae aparejada tal solución, el CPN arbitra dos medios tendientes a atemperar o eliminar esas contingencias.

Por un lado, en efecto, con relación al supuesto de que el recurso de nu­lidad se funde en el hecho de haberse dictado el laudo sobre puntos no compro­metidos, autoriza a la cámara para declarar la nulidad parcial del pronuncia­miento si éste es divisible (art. 760, párr. 2o).

Por otro lado, y con respecto a la hipótesis de que el proceso se hubiese sustanciado regularmente y la nulidad fuese únicamente del laudo, autoriza a cualquiera de las partes para pedir que el juez competente dicte la sentencia, la cual será recurrible por aplicación de las normas comunes (art. 761, párr. 3o).

c) Finalmente, corresponde señalar que son subsidiariamente aplica­bles, al proceso arbitral, las disposiciones sobre nulidades contenidas en el có­digo (art. 761, párr. 2o), las cuales han sido examinadas supra, números 152/56.

574. DEMANDA DE NULIDAD

Los laudos de los amigables componedores son irrecurribles pero son im­pugnables por demanda de nulidad en los casos en que dichos laudos se hayan pronunciado fuera del plazo o sobre puntos no comprometidos (CPN, art. 771, párr. Io).

Se trata de una pretensión procesal autónoma y debe deducirse dentro del plazo de cinco días contado desde la notificación del laudo.

Presentada la demanda, el juez debe dar traslado a la otra parte por cinco días. Vencido este plazo, contestado o no el traslado, el juez debe resolver acer­ca de la validez o nulidad del laudo, no siendo admisible contra esa decisión re­curso alguno (art. cit., párr. 2o).

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PERICIA ARBITRAL 919

§ VII

PERICIA ARBITRAL ]5Í

575. CONCEPTO

a) La pericia arbitral —también llamada juicio pericial— es aquella que tiene lugar cuando se encomienda a una o más personas especialmente versa­das en alguna materia, la decisión definitiva de un conflicto exclusivamente re­lativo a una cuestión de hecho.

b) La institución analizada guarda ciertos puntos de contacto con la prueba de peritos y con el juicio de arbitros o de amigables componedores, pero al mismo tiempo reviste ciertas características que le acuerdan autonomía y que permiten diferenciarla suficientemente de dichas instituciones.

La pericia arbitral se asemeja al dictamen pericial porque ambos requie­ren conocimientos especiales y versan sobre cuestiones de hecho. Pero mien­tras el dictamen pericial constituye un medio de prueba que, como tal, sólo pue­de verificarse en el transcurso de un proceso y tiende únicamente a ilustrar al juez, quien puede apartarse de las conclusiones enunciadas por los peritos, la pericia arbitral puede llevarse a cabo dentro de un proceso o fuera de él, y con­duce al pronunciamiento de una decisión provista de fuerza vinculante para el juez. Si bien éste tiene facultades para apreciar libremente el derecho aplicable al caso, debe hacerlo sobre la base de las conclusiones de hecho establecidas por los peritos arbitros.

El punto de contacto que vincula a la pericia arbitral con el proceso arbi­tral reside, fundamentalmente, en la circunstancia de que tanto uno como otro tienen por objeto la decisión de una cuestión o divergencia suscitada entre par­tes. Varias son, sin embargo, las diferencias que los separan, y entre ellas cabe mencionar las siguientes: Io) Mientras que el proceso arbitral supone como an­tecedente necesario la celebración de un compromiso, la pericia arbitral no siempre requiere esa formalidad (CPN, art. 773, párr. 2o); 2o) En el proceso arbitral se decide tanto sobre los hechos como sobre el derecho, en tanto que el ámbito de la pericia arbitral está circunscripto a las cuestiones de hecho; 3o) Mientras que es procedente deferir al arbitraje un género determinado de

í5^ ALSINA. Tratado. VII. pág. 95: BARRIOS DE ÁNGELLS. El juicio arbitral, pág. 9?; COLOMBO. Código. IV. pág. 881: COSTA. El juicio pericial y su procedimiento; FENOCHIETTO-ARAZI. Código. 3, pág. 555: PALACIO. Derecho procesal civil, IX, pág. 173.

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920 PROCESO ARBITRAL

conflictos, sólo cabe someter al juicio pericial cuestiones de hecho concretadas expresamente. Salvadas tales diferencias, la pericia arbitral se asemeja al juicio de amigables componedores en cuanto a la forma en que los peritos arbitros de­ben proceder.

c) El art. 773 CPN prescribe que "la pericia arbitral procederá en el caso del art. 516 (o sea cuando las liquidaciones o cuentas fueren muy complicadas y de lenta y difícil justificación o requirieren conocimientos especiales) y cuan­do las leyes establezcan ese procedimiento con el nombre de juicio de arbitros, arbitradores, peritos o peritos arbitros, para que resuelvan cuestiones de hecho concretadas expresamente".

Entre los casos en que la ley alude a ese procedimiento pueden citarse el art. 1349 Cód. Civ., en tanto considera precio cierto a aquel cuya designación se deje al arbitrio de una persona determinada; el art. 1634 del mismo código, se­gún el cual se entiende reservada la aprobación ajuicio de peritos cuando se convenga en que una obra debe hacerse a satisfacción del propietario o de otra persona; el art. 128 Cód. Com., que establece que en todos los casos en que los barraqueros o administradores de depósitos fuesen obligados a pagar faltas de efectos u otros cualesquiera perjuicios, la tasación se hará por peritos arbitrado-res; el art. 456 Cód. Com., referente a la resistencia del comprador a recibir la mercadería en el caso de venta sobre muestras; etcétera.

576. PROCEDIMIENTO

a) Son aplicables a la pericia arbitral las reglas del juicio de amigables componedores, debiendo tener los arbitros peritos especialidad en la materia (CPN, art. 773, párr. 2o). Por lo tanto deben proceder sin sujeción a formas le­gales, decidiendo según su saber y entender.

b) En el compromiso basta que se establezca la fecha, los nombres de los otorgantes y del o de los arbitros, así como los hechos sobre los que han de laudar, pero el otorgamiento de aquél es innecesario cuando la materia del pro­nunciamiento y la individualización de las partes resultan determinados por la resolución judicial que dispone la pericia arbitral (lo que frecuentemente ocu­rre en las sentencias que condenan a rendir cuentas) o determinables por los an­tecedentes que lo han provocado (art. 773, párr. 2o).

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PERICIA ARBITRAL 921

c) Si no existe plazo fijado (en la sentencia o en el compromiso) los ar­bitros peritos deben pronunciarse dentro de un mes contado desde la última aceptación del cargo (art. 773, párr. 3o).

d) En el caso de no mediar acuerdo de partes, el juez debe determinar la imposición de costas y regular los honorarios (norma cit., párr. 4o), lo que resul­ta explicable si se atiende al ámbito al que se halla circunscripta la decisión de los peritos arbitros.

e) La decisión judicial que, en su caso, deba pronunciarse en todo juicio relacionado con las cuestiones de hecho laudadas, se ajustará a lo establecido en la pericia arbitral (norma cit., infiné), con lo que se remarca la fuerza vincu-latoria del laudo a la que se hizo referencia en el número anterior.

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CAPÍTULO XXXIX

PROCESOS VOLUNTARIOS

SUMARIO: !. GENERALIDADES: 577. Conceplo.— 578. Clases.— II. AUTORIZACIÓN

PARA CONTRAER MATRIMONIO: 579. Generalidades.— 580. Procedimiento.— III. NOMBRAMIENTO DE TUTORES Y CURADORES: 581. Generalidades.— 582. Dis­cernimiento de la tutela y de la cúratela.— IV. COPIA Y RENOVACIÓN DE TÍTULOS:

583. Segunda copia de escrituras públicas.— 584. Renovación de títulos.— V. AUTO­

RIZACIÓN PARA COMPARECER ENJUICIO Y EJERCER ACTOS JURÍDICOS: 585. Generalidades.— 586. Procedimiento.— VI. EXAMEN DE LOS LIBROS POR EL SO­

CIO: 587. Generalidades.— 588. Procedimiento.— VII. RECONOCIMIENTO, AD­

QUISICIÓN Y VENTA DE MERCADERÍAS: 589. Reconocimiento de mercaderías.— 590. Adquisición de mercaderías por cuenta del vendedor.— 591. Venta de mercade­rías por cuenta del comprador.

§ /

GENERALIDADES l54

577. CONCEPTO

a) Se ha visto supra, números 36, 44 y 64, que el objeto del proceso vo­luntario está constituido por una petición procesal extracontenciosa en cuya virtud se reclama, ante un órgano judicial y en interés del propio peticionario, la emisión de un pronunciamiento que constituya, integre o acuerde eficacia a determinado estado o relación jurídica privada. Se expresó también que dicha petición se diferencia de la pretensión en que no persigue una decisión entre

1:14 Bibliografía citada en la nota 9 y PALACIO. Derecho procesal civil, VIII. pág. 279.

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924 PROCESOS VOLUNTARIOS

dos partes, sino solamente con relación al sujeto o sujetos que reclaman el ejer­cicio de la actividad judicial en el caso concreto. De allí que se dijera que en el proceso voluntario í\ concepto de parte debe ser sustituido por el de peticiona-ño y el de demanda por el de solicitud.

Esjsrecjjjorecordar, además, que la oposición de un interesado legítimo, o las discrepancias que se susciten entre los propios peticionarios, transforman, total o parcialmente, al proceso voluntario en contencioso (supra, n° 65).

b) La circunstancia de que en esa parte de la exposición no se incluya al proceso sucesorio que constituye un proceso voluntario, obedece a que se ha preferido examinarlo por separado atendiendo, pnmordialmente, al carácter universal que reviste, del cual no participan los juicios voluntarios que se ana­lizarán a continuación.

c) En cuanto al juicio de mensura, que también es voluntario, lia sido tratado separadamente en razón de la estrecha vinculación que guarda con el proceso de deslinde.

578. CLASES

Con las salvedades expuestas y las que surgirán de la exposición ulterior, el CPN regula como voluntarios a los procesos que versan sobre las siguientes materias: Io) Autorización para contraer matrimonio; 2o) Discernimiento de tu­tela y cúratela; 3o) Autorización para comparecer en juicio y ejercer actos jurí­dicos; 4o) Examen de los libros por el socio y 5o) Reconocimiento, adquisición y venta de mercaderías.

§ //

AUTORIZACIÓN PARA CONTRAER MATRIMONIO l5S

579. GENERALIDADES

a) El hecho de que los menores hayan cumplido la edad mínima exigida por la ley para contraer matrimonio (la mujer dieciséis y el hombre dieciocho), no los habilita para cumplir ese acto si no se encuentran autorizados por quie­nes legalmente deban conceder la autorización. De acuerdo con lo dispuesto en

155 BORDA, Familia. I, pág. 116; COLOMBO. Código. IV. pág. 887; DE LA COLINA. Der. y leg. proc, II. pág. 375; LI.AMBÍAS. Código civil anotado. I, pág. 393; PALACIO, Derecho procesal civil, VIII, págs. 367 y 411.

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AUTORIZACIÓN PARA CONTRAER MATRIMONIO 925

el art. 168 Cód. Civ. dichos menores, aunque estén emancipados por habilita­ción de edad, no pueden casarse entre sí ni con otra persona sin el asentimiento de sus padres, o de aquel que ejerza la patria potestad o sin el de su tutor cuando ninguno de ellos la ejerce o, en su defecto, sin la del juez.

b) La facultad de conceder la autorización a los menores que quieran contraer matrimonio entraña también la de negarse a otorgarla, pudiendo la oposición fundarse en: Io) La existencia de alguno de los impedimentos lega­les; 2o) La inmadurez psíquica del menor que solicita autorización para casarse; 3o) La enfermedad contagiosa o grave deficiencia psíquica o física de la perso­na que pretenda casarse con el menor; 4o) La conducta desordenada o inmoral o la falta de medios de subsistencia de la persona que pretenda casarse con el menor (Cód. Civ., art. 169).

Asimismo la ley legitima para deducir oposición a la celebración del ma­trimonio por razón de impedimento a las personas que menciona el art. 177 Cód. Civ. (cónyuge de la persona que quiere contraer otro matrimonio: ascendientes, descendientes y hermanos de cualquiera de los futuros esposos; adoptante y adop­tado en la adopción simple; tutores y curadores; ministerio público) e incluso fa­culta a cualquier persona para denunciar ante el ministerio público o ante el oficial público del Registro correspondiente la existencia de alguno de los impedimentos legales (Cód. Civ., art. 178). Mientras que en el caso de oposición el oficial público debe hacerla conocer a los futuros esposos y frente al desconocimiento de éstos de la existencia del impedimento levantar acta y remitir copia autorizada de todo lo actuado al juez competente, en el caso de denuncia formulada ante dicho oficial éste debe remitirla al juez, quien dará vista de ella ál ministerio fiscal y el funcio­nario correspondiente, dentro de tercero día, deducirá oposición o manifestará que considera infundada la denuncia (Cód. Civ., arts. 183 y 185).

Tanto en el supuesto de negativa al asentimiento por parte de los repre­sentantes legales del menor, cuanto en el de oposición precedentemente men­cionado, el juez debe resolver mediante el procedimiento más breve que prevea la ley local (Cód. Civ., arts. 170 y 183).

Cabe añadir que también corresponde la intervención judicial y la aplica­ción de ese procedimiento, aun cuando no medie negativa u oposición, para allanar el impedimento derivado de la ausencia de edad mínima para contraer matrimonio (Cód. Civ., art. 167).

580. PROCEDIMIENTO

a) El proceso tendiente a obtener la autorización para contraer matrimo­nio puede tener como finalidad: Io) Suplir la falta de los padres o representantes

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926 PROCESOS VOLUNTARIOS

cuyo asentimiento se requiere para la celebración del acto, o bien allanar el im­pedimento emergente de la ausencia de edad mínima para ello (licencia o dis­pensa judicial); 2o) Resolver la negativa a prestar el asentimiento emanada de los padres o de los representantes del menorjjuicio de disenso), o bien la opo­sición formulada por las persorTa^-meflekífíádas en el art. 177 Cód. Civ.

b) Mientras que en el primer caso se trata de un proceso eminentemente voluntario, en el segundo aquél reviste carácter contencioso en tanto supone la existencia de un previo conflicto entre el menor y quienes negaron su asenti­miento o se opusieron a la celebración del matrimonio.

c) Es juez competente para entender en el proceso de autorización para contraer matrimonio el del domicilio del menor o incapaz que la solicite (CPN, art. 5o, inc. 12).

d) Ya sea que se trate de la simple autorización, o de resolver la negativa o la oposición, el pedido tramita enjuicio verbal, privado y meramente infor­mativo, con intervención del interesado y del ministerio público en el primer caso, y además de quien deba dar la autorización (o formuló oposición) en el segundo caso (CPN, art. 774).

La índole del proceso descarta la admisibilidad del debate, siendo sólo procedente la producción de las pruebas tendientes a esclarecer la cuestión, con prescindencia, además, de los requisitos comunes vigentes en materia probatoria.

La resolución que se dicte es apelable dentro de quinto día, debiendo el tribunal de alzada pronunciarse, sin sustanciación alguna, en el plazo de diez días (art. 755).

§ ///

NOMBRAMIENTO DE TUTORES Y CURADORES l56

581. GENERALIDADES

a) En razón de que, fuera del supuesto excepcional contemplado por el art. 8o de la ley 10.093, la legislación civil supedita el funcionamiento de la tu-

156 BORDA. Familia, II. pág. 259; COLOMBO. Código, IV. pág. 889: LLAMBÍAS, Código civil

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NOMBRAMIENTO DE TUTORES Y CURADORES 927

tela y de la cúratela, en sus distintas categorías, a la necesaria intervención de un órgano judicial y del representante del ministerio público pupilar, se explica que los ordenamientos procesales, complementando las normas contenidas en dicha legislación, reglamenten el trámite destinado a la designación o, en su caso, a la confirmación del nombramiento de tutores o curadores, así como el discernimiento de esos cargos.

b) El mencionado trámite configura, como regla, un proceso voluntario, que puede convertirse en contencioso frente a la eventual comparecencia de al­guna persona que se considere con mejor derecho que el peticionario para de­sempeñar el cargo.

582. DISCERNIMIENTO DE LA TUTELA Y DE LA CÚRATELA

a) Cualquiera que sea la clase de tutela o cúratela de que se trate, el car­go debe ser discernido por juez competente, en cuya oportunidad éste debe au­torizar al tutor o curador nombrado o confirmado para ejercer las funciones que le son propias (Cód. Civ., arts. 399 y 475).

b) Es juez competente para entender en el discernimiento de la tutela, el del lugar en que los padres del menor tenían su domicilio, el día de su falleci­miento (Cód. Civ., art. 400).

c) En razón de que la tutela y la cúratela deben ser, como se dijo, inelu­diblemente discernidas por el juez, el CPN dispone que el nombramiento de tu­tor o curador y la confirmación del efectuado por los padres se hará a solicitud del interesado o del ministerio público, sin forma de juicio, a menos que al­guien pretenda tener derecho a ser nombrado (CPN, art. 776, párr. Io).

En este caso la cuestión debe sustanciarse enjuicio sumarísimo, corres­pondiendo por lo tanto al pretendiente deducir demanda con arreglo a las for­mas prescriptas en el art. 498 CPN. La resolución que recaiga es apelable den­tro de quinto día, debiendo la cámara pronunciarse sin sustanciación alguna, en el plazo de diez días (CPN, art. 776, párrs. 2o y 3o).

d) Una vez confirmado el cargo o hecho el nombramiento (tutela dativa), coiresponde extender un acta en la que conste el juramento o promesa de desem­peñarlo fiel y legalmente y la autorización judicial para ejercerlo (art. 777).

anoíado. I. pág. 1115: PALACIO, Derecho procesal civil, VIH, pág. 305; ZANNONI, Derecho de familia, II, pág. 815.

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928 PROCESOS VOLUNTARIOS

e) Interesa señalar, finalmente, que la suspensión o remoción de tutores o curadores debe tramitar por las reglas del juicio sumario (CPN, art. 320, inc. 2o, subinc. i]).

En tales casos, en efecto, no se trata de un proceso voluntario, sino de un proceso contencioso que conduce al pronunciamiento de una sentencia con efi­cacia de cosa juzgada en sentido material.

§ IV

COPIA Y RENOVACIÓN DE TÍTULOS 157

583. SEGUNDA COPIA DE ESCRITURAS PÚBLICAS

a) Se ha visto supra, n° 214, que son instrumentos públicos los otorga­dos por un funcionario público o depositario de la fe pública dentro de los lími­tes de su competencia y de acuerdo con las formalidades prescriptas por la ley. Se vio también que entre los instrumentos públicos que enumera el art. 979 Cód. Civ. figuran las escrituras públicas (supra, n° 217).

b) Conforme a lo prescripto en dicha norma, son escrituras públicas aquellos instrumentos públicos otorgados por los escribanos públicos en sus li­bros de protocolo, o por otros funcionarios con las mismas atribuciones, y las copias de esos libros sacadas en la forma que prescribe la ley (inc. Io).

Los otros funcionarios a que se refiere el precepto pueden ser los jueces de paz, que se hallan facultados a tal fin cuando no haya escribano público en el lugar (Cód. Civ., arts. 1223, 1810 y 3655), los cónsules (ley 4712) y los minis­tros diplomáticos en caso de urgencia (ley 4711).

Los arts. 998 al 1005 Cód. Civ. regulan los requisitos a que están sujetas las escrituras públicas y los siguientes (1006 a 1011) se refieren a las copias de dichas escrituras y a la renovación de aquéllas, tema que se examinará a continuación.

c) "El escribano —dice el art. 1006 Cód. Civ.— debe dar a las partes que lo pidiesen, copia autorizada de la escritura que hubiere otorgado".

El derecho de solicitar esta copia se extiende no solamente a los otorgan­tes de la escritura sino también a sus sucesores universales y singulares, y al ex-

157 BORDA. Parte General. II, pág. 239; Coi.OMBO, Código, IV, pág. 890; DE LA COLINA. Der. y leg. proc, II. pág. 382; PALACIO, Derecho Procesal civil. VIII, pág. 400.

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COPIA Y RENOVACIÓN DE TÍTULOS 929

pedirla el escribano debe poner nota al margen de la escritura matriz, indicando la fecha y la persona para quien la expide (ley 1893, art. 221); debe también mencionar si se trata del primero o segundo testimonio, registro y número que en él tenga la escritura con el que concuerdan, y hallarse firmada y sellada por Escribano de Registro (ley citada, art. 220). Por acordada del Tribunal de Supe­rintendencia del Notariado del 18 de abril de 1952, que ejerce la Cámara Nacio­nal de Apelaciones en lo Civil, se resolvió que los testimonios pueden obtener­se en formularios impresos o en copia fotográfica, en cuyo caso el escribano debe hacer constar el concuerda de su puño y letra.

d) Como principio es, por lo tanto, el escribano quien debe expedir co­pia autorizada de la escritura que haya otorgado. Sin embargo, si en la escritura alguna de las partes se ha obligado a dar o hacer alguna cosa, la segunda copia no puede darse sin autorización expresa del juez (Cód. Civ., art. 1007).

En este último caso la copia se otorga con citación de los que han participa­do en la escritura, quienes pueden comparar la exactitud de la copia con la matriz y si aquéllos estuviesen ausentes, el juez puede nombrar un oficial público que se halle presente al sacarse la copia (Cód. Civ., art. 1008). Si existen diferencias entre la copia y la escritura matriz prevalece esta última (Cód. Civ., art. 1009).

e) En concordancia con las normas precedentemente recordadas, el CPN establece el trámite a observar para el otorgamiento de segundas copias de escritura frente a los casos en que se requiere autorización judicial. Dispone al respecto el art. 778 que aquéllas se otorgan previa citación de quienes hubiesen participado en la escritura, o del ministerio público en su defecto. En el supues­to de que medie oposición, ésta se sustanciará por el trámite del juicio sumarí-simo (lo cual implica que la oposición debe tenerse como demanda y que siempre que se encuentre fundada corresponde imprimirle el trámite regulado en el art. 498 CPN). La copia debe expedirse previo certificado del registro in­mobiliario acerca de la inscripción del título y estado del dominio, en su caso.

584. RENOVACIÓN DE TÍTULOS

a) Frente a la pérdida del protocolo notarial —hipótesis poco probable pero extensiva a las de destrucción o deterioro total o parcial—el art. 1011 Cód. Civ. prevé la posibilidad de subsanar tales contingencias mediante la con­fección de una nueva escritura en la que se transcriba el contenido de la copia o bien a través de la protocolización de ésta, siempre que no esté raída ni borrada en lugar sospechoso ni en tal estado que no se pueda leer claramente.

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930 PROCESOS VOLUNTARIOS

b) A las hipótesis precedentemente mencionadas se refiere el art. 779 CPN en tanto dispone que la renovación de títulos mediante prueba sobre su contenido, en los casos en que no sea posible obtener segunda copia, debe sus­tanciarse por el trámite del juicio sumarísimo. Agrega la norma que el título su­pletorio debe protocolizarse en el registro nacional del lugar del tribunal que designe el interesado.

^ § V

AUTORIZACIÓN PARA COMPARECER EN JUICIO Y EJERCER ACTOS JURÍDICOS 158

585. GENERALIDADES

Conforme con lo prescripto en el art. 282 Cód. Civ., en el caso de que los pa­dres o uno de ellos nieguen su consentimiento al menor adulto para demandar ci­vilmente a un tercero el juez, con conocimiento de los motivos invocados por el oponente, puede suplir la licencia y dar al hijo un tutor especial para el juicio.

Cuando los menores adultos estuvieren ausentes del hogar o en un país extranjero, o en un lugar remoto dentro de la República, y tuviesen necesidad de recursos para su alimento u otras necesidades urgentes, pueden ser judicial­mente autorizados para contraer deudas que satisfagan las necesidades que pa­decieren (Cód. Civ., art. 284). También requieren autorización judicial para de­mandar a sus padres por sus intereses propios, aun cuando tengan una industria separada o sean comerciantes (Cód. Civ., art. 285).

De acuerdo con lo prescripto en el art. 41 del decreto-ley 8204/63 es me­nester la autorización judicial para el reconocimiento de hijos extramatrimo-niales efectuado por un varón menor de dieciséis años.

También los menores emancipados requieren autorización judicial para disponer de los bienes adquiridos por título gratuito antes o después de la emancipación, salvo que medie acuerdo de ambos cónyuges y uno de éstos sea mayor de edad (Cód. Civ., art. 135).

Los tutores y curadores requieren asimismo autorización judicial para realizar los actos previstos en los arts. 434, 435, 438 y 443 Cód. Civ.

158 BORDA, Parle General, I, pág. 417; COLOMBO, Código. IV, pág. 892: DE LA COLINA, Der. v leg. proc, II, pág. 433; PALACIO, Derecho procesal civil. VIII, pási. 391.

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EXAMEN DE LOS LIBROS POR EL SOCIO 931

586. PROCEDIMIENTO

De lo expuesto se sigue que son numerosos los casos en que resulta indis­pensable la autorización judicial, ya sea para comparecer en juicio o para otor­gar actos jurídicos.

Puede ocurrir que quien solicita una u otra autorización carezca de padres o representantes legales; que éstos se la nieguen o que por disposición de la iey sea indispensable la intervención judicial.

En relación con todas esas hipótesis el art. 780 CPN prescribe que cuando la persona interesada, o el ministerio pupilar a su instancia, solicite autoriza­ción para comparecer enjuicio y ejercer actos jurídicos, se citará inmediata­mente a aquélla, a quien deba otorgarla y al representante del ministerio pupi­lar, a una audiencia que tendrá lugar dentro del tercero día y en la que se recibirá toda la prueba (lo que no comporta obstáculo para que el juez ejerza las facultades instructorias que le acuerda el art. 36, inc. 2o CPN). Agrega la norma que en la resolución en que se conceda autorización a un menor para estar en juicio se le nombrará tutor especial, quedando comprendida, en dicha autoriza­ción, la facultad de pedir litis expensas (lo cual se explica en tanto dicha facul­tad constituye en algunos casos el medio de hacer efectivo el ejercicio de la au­torización acordada).

§ VI

. EXAMEN DE LOS LIBROS POR EL SOCIO '59

587. GENERALIDADES

Como principio, la designación de un administrador de la sociedad civil priva a los restantes socios de su derecho de administración. Pero la regla no es absoluta, por cuanto cualquiera de ellos puede examinar el estado de los nego­cios sociales y exigir a ese fin la presentación de los libros, documentos y pape­les, así como formular las reclamaciones que juzgue convenientes (Cód. Civ., art. 1696).

A su vez el art. 55 de la ley 19.550 dispone que, excepto en las sociedades por acciones y en las de responsabilidad limitada, aunque con las salvedades

159 BORDA. Contratos. II. páss. 251 y 252: FERNÁNDEZ, Código de comercio comentado, I. págs. 393 y 397; PALACIO. Deivclw procesal civil, VIII. pág. 404.

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932 PROCESOS VOLUNTARIOS

que con respecto a ellas prevé dicha norma, los socios "pueden examinar los li­bros y papeies sociales y recabar del administrador los informes que estimen pertinentes".

588. PROCEDIMIENTO

Con el objeto de posibilitar el ejercicio del derecho precedentemente re­ferida cuando fuere negado injustificadamente, el CPN dispone en el art. 781 que aquél se hará efectivo, sin sustanciación, con la sola presentación del con­trato, decretándose las medidas necesarias si correspondiere (v.gr. allanamien­to del local y secuestro de la documentación). Agrega la norma que el juez pue­de requerir el cumplimiento de los recaudos necesarios para establecer la vigencia de dicho contrato, siendo su resolución irrecurrible.

La circunstancia de que el art. 781 disponga que el juez debe pronunciar­se sin sustanciación, no implica vedar al administrador o administradores de la so­ciedad la posibilidad de oponerse a la medida, con fundamento, v.gr. eii la pérdida de la calidad de socio por parte del peticionario. Frente a tal hipótesis corresponde aplicar el trámite de los incidentes (CPN, arts. 175 a 187) y siempre, desde luego, que la oposición cuente con fundamentos prima facie atendibles.

§ VII

RECONOCIMIENTO, ADQUISICIÓN Y VENTA DE MERCADERÍAS l60

589. RECONOCIMIENTO DE MERCADERÍAS

a) Tanto en la compraventa civil cuanto en la comercial la ley contempla la hipótesis de adquisición de cosas de calidad determinada.

En materia civil cuando las cosas se venden como de una calidad deter­minada, y no al gusto personal del comprador, no depende del arbitrio de éste rehusar la cosa vendida. Si el vendedor prueba que la cosa es de la calidad con­tratada, puede pedir el pago del precio (Cód. Civ., art. 1338)

160 COLOMBO Código, IV, pág. 893; FERNÁNDEZ. Código de Comercio anotado. I, pág. 318: MM-AGARUifiA. Tratado elemental de derecho comercial. 2a ed., 11, pág. 223; PALACIO, Derecho procesal civil, VIII, pág. 418; SiBb'RU, Comentarios al Código de Comercio argentino. III, n°777.

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RECONOCIMIENTO, ADQUISICIÓN Y VENTA DE MERCADERÍAS 933

Una norma análoga contiene el art. 456 Cód. Com., según la cual cuando la venta se ha hecho sobre muestras, o determinando una calidad conocida en los usos del comercio, el comprador no puede rehusar su recibo, siempre que los géneros contratados sean conformes a las mismas muestras, o a la calidad prefijada en el contrato. En caso de que se resista a recibirlos, los géneros se re­conocerán por peritos quienes, teniendo en cuenta los términos del contrato y confrontando aquéllos con las muestras, declararán si los géneros deben ser re­cibidos o no.

En el primer caso la venta queda consumada, quedando los efectos por cuenta del comprador; y en el segundo se rescindirá el contrato, sin perjuicio de las indemnizaciones a que tenga derecho el comprador por los pactos especia­les que hubiese hecho con el vendedor.

b) El trámite que debe seguirse en los supuestos mencionados preceden­temente se halla establecido en el art. 782 CPN que contempla, precisamente, el caso de que el comprador se resista a recibir las mercaderías compradas, sos­teniendo que su calidad no es la estipulada. Configurada tal situación el juez debe decretar, sin otra sustanciación, a solicitud del vendedor o del comprador, el reconocimiento de las cosas vendidas por uno o tres peritos, según el caso, los que son designados de oficio (y cuyo dictamen se halla provisto de fuerza vinculatoria para el juez ante quien se interpongan las eventuales pretensiones fundadas en las normas sustanciales más arriba recordadas). Para el acto del re­conocimiento y al solo efecto de controlarlo y formular las protestas escritas que considere pertinentes, citará a la otra parte, sise encuentra en el lugar, o al defensor de ausentes, en su caso, con habilitación de día y hora. Agrega la nor­ma que igual procedimiento se seguirá siempre que la persona que deba entre­gar o recibir mercaderías, quiera hacer constar su calidad o el estado en que se encuentran.

Interesa recordar que el reconocimiento de mercaderías, en los términos del art. 782, puede requerirse como diligencia preliminar de un proceso de co­nocimiento (supra, n° 161).

590. ADQUISICIÓN DE MERCADERÍAS POR CUENTA

DEL VENDEDOR

a) Dispone el art. 1412 Cód. Civ. que si el vendedor no entrega la cosa al tiempo fijado en el contrato, el comprador puede pedir la resolución de la venta, o la entrega de la cosa.

Page 435: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

934 PROCESOS VOLUNTARIOS

Cuando el adquirente opta por la segunda alternativa, es decir, por exigir la entrega de las cosas, si éstas son genéricas o fungibles, aquél puede pedir al juez autorización para adquirir otras análogas, por cuenta del vendedor.

A una situación similar se refiere ei art. 467 Cód. Com. en tanto prevé que cuando el vendedor no entregue los efectos vendidos en el plazo estipulado, se aplicará lo dispuesto en el art, 216, sin perjuicio de la facultad del comprador de pedir autorización para comprar en ia plaza, por cuenta del vendedor, una can­tidad igual de los mismos objetos.

b) En estos casos la autorización judicial se concede con citación del vendedor, quien puede alegar sus defensas dentro de tres días (CPN, art. 783, párr. Io).

Si el vendedor no comparece o no se opone, el tribunal debe acordar la autorización. En cambio, si aquél formula oposición, se resolverá previa infor­mación verbal. Dicha resolución es irrecurrible y no causa instancia (CPN, art. 783, párrs. 2o y 3o).

591. VENTA DE MERCADERÍAS POR CUENTA DEL COMPRADOR

Cuando la ley autoriza al vendedor a efectuar la venta de mercaderías por cuenta del comprador, el tribunal debe decretar el remate público con citación de aquél, si se encuentra en el lugar, o del defensor de ausentes, en su caso, sin determinar si la venta es o no por cuenta del comprador (CPN, art. 784).

Entre los supuestos que la norma contempla se halla comprendido el de que, frente a la falta de recepción de las cosas vendidas en el lugar y plazo conve­nidos (Cód. Com., arts. 461 y 464), ei vendedor pueda incluir, entre los rubros in­tegrantes de una eventual pretensión resarcitoria, la diferencia entre el precio es­tipulado en el contrato y el precio obtenido con motivo de la venta de dichas cosas.

La omisión de declaración acerca de si la venta es o no por cuenta del comprador obedece a que dicha declaración es materia ajena al proceso de que se trata.

Page 436: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

PRINCIPALES ABREVIATURAS

A.S.

Cód. civ.

Cód. com.

CC1 "Civ.

CC2aCiv.

ClaCC, La Plata

C2aCC, La Plata

CCom.

CN

CNCiv.

CNCom.

CNFed.

CNPaz

CNTrab.

Acuerdos y Sentencias de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires

Código Civil

Código de Comercio

Ex-Cámara Civil Primera de la Capital Fede­ral

Ex-Cámara Civil Segunda de la Capital Fede­ral

Cámara Primera de Apelaciones en lo Civil y Comercial de la Ciudad de la Plata

Cámara Segunda de Apelaciones en lo Civil y Comercial de la Ciudad de la Plata

Ex-Cámara de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal

Constitución Nacional

Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal

Cámara Nacional de Apelaciones en lo Co­mercial de la Capital Federal

Ex-Cámara Nacional de Apelaciones en lo Federal y en lo Contencioso Administrativo

Ex-Cámara Nacional de Apelaciones de Paz de la Capital Federal

Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo

Page 437: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

936 PRINCIPALES ABREVIATURAS

CP

CPBA

CPN

CSN

DJBA

E.D.

JA.

L.C.

L.L.

RADP

RDP

RJN

RJNC

SCBA

Constitución de la Provincia de Buenos Aires

Código Procesal Civil y Comercial de la Pro­vincia de Buenos Aires

Código Procesal Civil y Comercial de la Na­ción

Corte Suprema de Justicia de la Nación

"Diario de Jurisprudencia Judicial de la Pro­vincia de Buenos Aires"

"El Derecho"

"Revista de Jurisprudencia Argentina"

Ley de Concursos

"Revista Jurídica Argentina La Ley"

"Revista Argentina de Derecho Procesal"

"Revista de Derecho Procesal"

Reglamento para la Justicia Nacional

Reglamento de la Justíca Nacional en lo Civil

Suprema Corte de la Provincia de Buenos Ai­res

Page 438: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICES

Page 439: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2
Page 440: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS *

A

ABOGADOS

deberes, 128. derechos, 128. honorarios, 129. incompatibilidades, 128. prohibiciones, 128. requisitos, 120. responsabilidad por temeridad y mali­

cia, 105. ver partes; representación.

ACCIÓN

diferencias con la pretensión, 47. naturaleza jurídica, 47. ver pretensión; proceso.

ACTOS PROCESALES

actos de documentación. 149. actos de transmisión, 148. clasificación, 144. concepto, 142.

elementos, 143. forma, 147. lugar, 145. naturaleza, 142. tiempo, 146.

ACUMULACIÓN DE PRETENSIONES

concepto, 57. originaria, 58. sucesiva por inserción, 59. sucesiva por reunión. 60.

ACUMULACIÓN DE PROCESOS

ver acumulación de pretensiones; pretensión; proceso.

ADMINISTRACIÓN JUDICIAL

ver intervención judicial.

ADQUISICIÓN DE MERCADERÍAS POR CUENTA DEL VENDEDOR

ver procesos voluntarios.

Losliúmcros indican los parágrafos.

Page 441: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

940 ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS

ADQUISICIÓN DEL DOMINIO POR PRESCRIPCIÓN (proceso de)

ver otros procesos especiales.

ALEGATOS

ver conclusión de la causa para defini­

tiva.

ALIMENTOS (proceso de)

cesación de los, 499. concepto, 494. cumplimiento de la sentencia. 495. modificación de los, 499. percepción de las cuotas, 498. procedimiento, 496. recursos, 498. requisitos de la pretensión, 495.

ALLANAMIENTO

clases, 182. concepto, 182. costas, 118 y 185. efectos, 184. naturaleza, 183. oportunidad, 182. ver contestación a la demanda; rebel­

día; reconvención.

AMIGABLES COMPONEDORES

ver proceso arbitral.

AMOJONAMIENTO

ver mensura, deslinde y amojonamien­to.

AMPARO (proceso de)

ver otros procesos especiales.

ANOTACIÓN DE LITIS

concepto, 474. requisitos, 475. ver medidas cautelares.

ARBITROS

ver proceso arbitral.

"ASTREINTES"

ver procesos de ejecución.

AUDIENCIA PRELLMBSAR

ver prueba.

AUTORIZACIÓN PARA COMPARECER ENJUICIO Y EJERCER ACTOS JURÍDICOS

ver procesos voluntarios.

AUTORIZACIÓN PARA CONTRAER MATRIMONIO

ver procesos voluntarios.

B

BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS

ver parte; responsabilidad de las par­

tes por los gastos del proceso.

c CADUCIDAD DE LA INSTANCIA

concepto, 311. costas, 319. efectos, 318. formas en que se produce, 313.

Page 442: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS 941

impugnación de la resolución que la declara, 319.

interrupción de los plazos de caduci­dad, 316.

legitimación. 314. presupuestos, 312. procesos y personas a que se aplica, 317. suspensión de los plazos de caducidad,

315. sustanciación, 314.

CAPACIDAD PROCESAL

ver parte, representación.

CARGA DE LA PRUEBA

concepto, 196. hecho negativo, 198. hechos constitutivos, 197. hechos extintivos, 197. hechos impeditivos, 197. ver prueba; proceso.

CARGA PROCESAL CITACIÓN DE EVICCIÓN

ver intervención de terceros.

COMPETENCIA

caracteres, 90. clasificación, 90. cuestiones de

clases, 100. concepto, 100. modos de dirimirlas, 101. procedimiento, 100.

excepciones a las reglas de, 96. federal

caracteres. 97. concepto, 97. régimen, 98 y 99.

oportunidad en que se determina ia, 91. por razón de la materia, 93. por razón del grado. 95. por razón del territorio. 92. por razón del valor. 94. ver jueces; jurisdicción; principios

procesales; proceso.

CONCILIACIÓN

concepto, 309. efectos, 310. en el proceso laboral, 31!. forma, 309. ver formas de terminación de los pro­

cesos.

CONCLUSIÓN DE LA CAUSA PARA DEFINITIVA

alegatos concepto. 283. plazo para presentarlos, 283.

cuestiones varias, 283.

CONFESIÓN (prueba de)

absolución de posiciones concepto, 243. oportunidad en que puede solicitarse, 244. pliego de posiciones, 246. preguntas recíprocas, 248. procedimiento, 247. sujetos, 245.

admisión y. 238. clases, 242. concepto, 237. convención y. 239. divisibilidad de la

concepto, 255. incidencia sobre la carga de la prueba,

256.

Page 443: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

942 ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS

efectos de la confesión expresa, 249. de la confesión ficta. 250.

extrajudicial

efectos, 252. requisitos, 251.

ficta, 250. forma, 242.

fuerza probatoria, 249 y 250. naturaleza, 237. objeto, 241. revocabilidad de la

causales, 253. formas de obtenerla, 254. reconocimiento y, 238.

sujetos, 240. ver carga de la prueba; prueba.

CONSEJO DE LA MAGISTRATURA

ver juez.

CONSULTA

régimen del CPN, 366. regímenes legales, 365. ver declaración de demencia; recursos.

CONSULTORES TÉCNICOS

ver prueba pericial.

CONTESTACIÓN A LA DEMANDA

concepto, 179. efectos, 179. efectos de la falta de. 181. formas, 180. plazo, 179. requisitos, 180. ver allanamiento; demanda; rebeldía;

reconvención.

COPL4 Y RENOVACIÓN DE TÍTULOS

ver procesos voluntarios.

COPIAS

ver actos de reglamentación del proceso.

CORRESPONDENCIA PARTICULAR

ver prueba documental.

COSAJUZGADA

concepto. 294. en las sentencias de estado, 298. fundamento, 295. importancia constitucional, 294. límites objetivos, 296. límites subjetivos, 297. relaciones entre la cosa juzgada civil y

penal, 299. requisitos, 294. teorías, 295. ver formas de terminación de los pro­

cesos; sentencia.

COSTAS

concepto, 116. fundamento, 117. régimen legal, 118. ver responsabilidad de las partes por

los gastos del proceso; sentencia.

CUERPOS TÉCNICOS PERICIALES

ver organización judicial; personal ju­

dicial.

D

DECLARACIÓN DE DEMENCIA (proceso de)

apertura del proceso, 503. procedimiento, 504.

Page 444: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS 943

recursos, 505. rehabilitación, 505. sentencia, 505.

ver declaración de incapacidad e inha­

bilitación.

DECLARACIÓN DE INCAPACIDAD E INHABILITACIÓN (proceso de)

caracteres. 501. concepto, 501.

declaración de demencia, 502.

declaración de inhabilitación, 507. declaración de sordomudez, 506.

ver declaración de demencia.

DECLARACIÓN DE SORDOMUDEZ

ver declaración de demencia; declara­

ción de incapacidad e inhabilitación.

DEFENSA

ver contestación a la demanda; excep­

ciones.

DEFENSAS TEMPORARIAS

ver excepciones.

DEMANDA

concepto, 164. contenido, 165. demanda y contestación conjuntas, 168.

documentos que deben acompañarse

con la, 167. efectos, 166. pretensión y, 48. traslado de la, 169. ver diligencias preliminares del proceso.

DENUNCIA DE DAÑO TEMIDO

ver interdictos y pretensiones poseso­

rias.

DEPOSITO DE PERSONAS

ver protección de personas.

DERECHO PROCESAL

caracteres, 5.

concepto, 2. contenido, 3.

derecho procesal civil, 4.

desde el punto de vista de la teoría ge­neral del derecho, 1.

en sentido estricto, 2.

evolución del, 10 y sigs. naturaleza, 5.

ramas del, 4. ver fuentes del derecho procesal; nor­

mas procesales; proceso.

DESALOJO (proceso de)

competencia, 514. concepto, 515. condena de futuro, 514. procedimiento, 514. /

DESLINDE

ver mensura, deslinde y amojonatnien-

\

DILIGENCIAS PRELIMINARES DEL PROCESO

clases, 160.

concepto, 160.

examen en particular, 161. medidas conservatorias, 162.

procedimiento, 163. responsabilidad por incumplimiento,

163. ver demanda.

Page 445: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

944 ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS

DIVISIÓN DE COSAS COMUNES (proceso de)

concepto. 513. procedimiento. 514. ver procesos especiales.

DOCUMENTOS

ver pruebo documental.

E

EJECUCIÓN COMERCIAL

procedencia. 444. procedimiento, 445. ver ejecuciones especiales; juicio eje­

cutivo.

EJECUCIÓN DE LAUDOS EXTRANJEROS

ver ejecución de sentencias extranje­ras.

EJECUCIÓN DE SENTENCIA

citación de venta, 401. competencia, 398.

embargo. 400. excepciones, 401 y 402.

presupuestos. 397. reglas según la distinta naturaleza de las

obligaciones contenidas en la senten­cia, 399 y sigs.

sentencias ejecutables, 396. trámite de las excepciones. 402. ver ejecución de sentencias extranje­

ras; embargo; juicio ejecutivo; proce­sos de ejecución.

EJECUCIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS

concepto, 403. procedimiento. 405. requisitos sustanciales, 404. sistemas legales, 403. ver ejecución de sentencia; procesos de

ejecución.

EJECUCIÓN FISCAL

concepto, 446. procedimiento. 447. ver ejecuciones especiales; juicio eje­

cutivo.

EJECUCIÓN HIPOTECARIA

caracteres, 435. concepto, 435. ejecución contra el tercer poseedor. 437. procedimiento. 436. ver ejecuciones especiales; juicio eje­

cutivo.

EJECUCIÓN PRENDARIA

caracteres. 438. competencia, 439. concepto, 438. ejecución directa. 441. otras situaciones, 442. prenda civil, 443. procedimiento, 440. título ejecutivo prendario, 439. ver ejecuciones especiales; juicio eje­

cutivo.

EJECUCIONES ESPECIALES

clases, 434. concepto, 433.

Page 446: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE ALFABÉ1

ver ejecución comercial; ejecución fis­cal; ejecución hipotecaria; ejecución prendaria; juicio ejecutivo.

EMBARGO

ampliación del. 394. bienes susceptibles de. 395. clases de, 391. concepto. 391. efectos. 391.

formas de practicar el, 393. levantamiento. 394. limitación. 394.

preferencia del primer embargante, 392. sustitución, 394. ver embargo preventivo; juicio ejecuti­

vo; procesos de ejecución.

EMBARGO PREVENTIVO

casos en que procede. 459. concepto, 458. procedimiento. 460. ver embargo; medidas cautelares.

EXAMEN DE LOS LIBROS POR EL SOCIO

ver procesos voluntarios.

EXCEPCIONES

concepto. 63. defensas temporarias. 173. defensas y, 172. dilatorias

concepto. 63 y 175. examen en particular, 175.

sustanciación, 177. efectos. I7S. perentorias

concepto. 63 y 176. examen en particular. 176.

O DE VOCABLOS 945

sustanciación, 177.

F

FORMAS DE TERMINACIÓN DE LOS PROCESOS

generalidades, 300. ver sentencia.

FUENTES DEL DERECHO PROCESAL

acordadas judiciales, 18. clases, 15. concepto. 15. constitución, 16. costumbre, 19. doctrina, 21. jurisprudencia, 20. leyes procesales. 17.

reglamentos, 18. ver derecho procesal; normas procesales.

FUNCIÓN JUDICIAL

caracteres. 45. concepto, 43. extensión. 45. ver jurisdicción.

FUNCIÓN PÚBLICA PROCESAL

ver función judicial; jurisdicción.

G

GESTOR

ver representación.

"HABEAS DATA" (proceso de)

ver otros procesos especiales.

Page 447: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

946 ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS

I

INCIDENTE DE NULIDAD

ver incidentes; nulidades procesales; recurso de nulidad.

INCIDENTES

clases, 480. concepto, 480. costas en los, 482. procedimiento. 481. requisitos, 481.

INHIBICIÓN GENERAL DE BIENES

concepto, 463. efectos, 465. extinción. 467. levantamiento, 466. procedimiento, 464. sustitución, 466. ver medidas cautelares.

INSPECCIÓN OCULAR

ver reconocimiento judicial.

INTERDICTOS

clases, 485. concepto. 485. denuncia de daño temido. 491. disposiciones comunes a los, 490. interdicto de adquirir, 486. interdicto de obra nueva. 489. interdicto de recobrar, 488. interdicto de retener. 487. oposición a la ejecución de reparacio­

nes urgentes, 492. ver pretensiones posesorias.

INTERVENCIÓN DE TERCEROS

citación de evicción, 136. clases, 133. concepto, 133. obligada, 135. voluntaria, 134. ver parte; tercerías.

INTERVENCIÓN JUDICIAL

concepto, 468. clases, 468. deberes, 472. disposiciones comunes, 471. honorarios, 473. interventor informante, 470. interventor recaudador. 469. remoción, 472.

J

JUEZ

caracteres. 71. concepto, 71. deberes, 73. excusación, 80. facultades, 74. garantías. 76. incompatibilidades, 75. modos de designación, 72. recusación, 80. remoción, 79. requisitos para la designación, 72. responsabilidad, 78. sanciones, 77. ver organización judicial.

Page 448: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS 947

JUICIO DE AMIGABLES COMPONEDORES

ver proceso arbitral.

JUICIO DE ARBITROS

ver proceso arbitral.

JUICIO EJECUTIVO

ampliación de la ejecución. 418. caracteres del, 407. citación para defensa. 416. concepto. 407. costas. 425.

cumplimiento de la sentencia de rema­te, caso de embargo de dinero, títulos o acciones. 426.

elnbargo. 415. etapas del, 409. excepciones

ciases, 419. examen en particular, 420. examen previo y traslado, 421.

prueba de las, 422. sustanciación, 421 y sigs.

fianza, 432. intimación de pago

despacho del mandamiento, 413.

forma y lugar de la, 414. liquidación. 432. martiliero. 428. naturaleza del, 407. nociones generales, 425 bis. oposición a la pretensión ejecutiva, 419

y sigs. pago, 432. preferencia, 432.

preparación de la vía ejecutiva, 412. recursos, 424.

reglas comunes. 429. renuncia a los trámites del, 417.

requisitos de la pretensión ejecutiva, 408. sentencia, 423.

subasta, 427.

subasta de inmuebles, 431.

subasta de muebles o semovientes .

430. títulos que traen aparejada ejecución

enumeración. 410. examen en particular, 411.

ver embargo; procesos de ejecución.

JUICIO ORDINARIO

ver proceso ordinario.

JUICIO ORDINARIO POSTERIOR

ver juicio ejecutivo; proceso de conoci­

miento posterior a la ejecución.

JUICIO SUCESORIO

ver proceso sucesorio.

JUICIOS ESPECIALES

ver procesos especiales.

JURADO DE ENJUlCL\MIENTO

ver juez; ministerio público.

JURISDICCIÓN

clasificación, 42.

concepto, 41.

doctrina, 41. función jurisdiccional. 41.

judicial caracteres, 45. concepto, 43. extensión, 45.

Page 449: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

948 ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS

naturaleza, 41. voluntaria, 44. ver competencia: función judicial; fun­

ción pública procesal; jueces; prin­cipios procesales; proceso.

L

LITISEXPENSAS (juicio de)

concepto y procedimiento. 500. ver alimentos (juicios de).

M

MEDIACIÓN

concepto, 320. extensión, 320. modalidades, 320. reglas aplicables. 321.

MEDIDAS CAUTELARES

caducidad, 456. caracteres, 452. clasificación, 453. concepto. 450. contracaulela. 455. disposiciones comunes. 454.

medidas cautelares genéricas, 457. presupuestos. 451. responsabilidad, 455.

MEDIDAS PARA MEJOR PROVEER

concepto. 199. finalidad, 199. régimen legal, 200. ver carga de la prueba; principios pro­

cesales; prueba.

MENSURA, DESLINDE Y AMOJONAMIENTO

concepto, 510. deslinde, 512. diferencias. 510. mensura, 511.

MINISTERIO PÚBLICO

caracteres. 81. composición, 81.

concepto. 81. de la defensa, 83. designación. 82.

fiscal, 83. incompatibilidades, 82. inmunidades. 82. remoción, 82.

responsabilidad disciplinaria, 82. ver jueces; organización judicial.

N

NOMBRAMIENTO DE TUTORES Y CURADORES

ver procesos voluntarios.

NORMAS PROCESALES

clasificación, 7.

LITISCONSORCIO

clasificación. 130. concepto. 130. facultativo. 132. necesario. 131. ver acumulación de pretensiones; par­

te; representación; unificación de la personería.

Page 450: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS 949

concepto. 6. eficacia

en el espacio, 9. en el tiempo. 8.

NULIDADES PROCES\LES

concepto. 152. efectos, 156. formas de alegarlas, 155. nulidad e inexistencia. 153. presupuestos, 154.

ver actos procesales; incidente de nuli­

dad; recurso de nulidad.

O

OFICIAL DE JUSTICIA

ver personal judicial.

OPOSICIÓN A LA EJECUCIÓN DE REPARACIONES URGENTES

ver interdictos.

ORGANIZACIÓN JUDICIAL

del Poder Judicial de la Nación. 69. del Poder Judicial de la Provincia de

Buenos Aires, 70. generalidades, 68.

OTROS PROCESOS ESPECIALES

adquisición de inmuebles por prescrip­ción. 517.

amparo, 518. "habeas data". 519.

P

PARTE

capacidad para ser, 103.

capacidad procesal. 104. concepto, 102.

deberes de las. 105.

ver abogados; procurador; repre­

sentación; sustitución procesal; uni­

ficación de la personería.

PERENCIÓN DE INSTANCIA

ver caducidad de la instancia.

PERICIA ARIÍ1TRAL

concepto. 575.

procedimiento, 576.

PERITOS

ver prueba pericial.

PERSONAL JUDICIAL

cuerpos técnicos periciales, 89. generalidades, 85. jefes de despacho. 87. oficiales de justicia, 88. prosecretarios administrativos, 87. secretario. 86. ujieres, 88. ver jueces: organización judicial.

PETICIÓN PROCESAL EXTRACONTENCIOSA

acumulación. 67. clases, 66. concepto, 64. elementos. 65.

extinción, 65.

Page 451: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

950 ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS

requisitos. 65. vicisitudes, 65.

ver acción; jurisdicción voluntaria; pretcnsión procesal; proceso.

PRESUNCIONES

ver prueba de presunciones.

PRETENSIÓN PROCESAL

acción y, 47. caracteres. 49. distintas clases de. 55. elementos. 50. extinción, 54. identificación de la, 5 1. requisitos, 52. vicisitudes. 53. y demanda, 48.

ver acción: acumulación de pretensio­nes; proceso.

PRETENSIONES POSESORIAS

clases, 493. concepto, 485. ver interdictos.

PRINCIPIOS PROCESALES

concepto, 25. examen en particular

de adquisición. 32. de celeridad, 31. de concentración. 31. de contradicción. 27. de escritura, 28. de eventualidad, 31.

de preclusión, 30. de publicidad, 29. de saneamiento. 31.

dispositivo, 26.

otros principios, 33.

ver derecho procesal; pretensión pro­

cesa!; proceso.

PROCESO

acumulación de procesos, 60. clasificación

arbitral. 35. cautelar, 37. ——^___^_^^

contencioso. 36. de declaración. 37. de ejecución. 37. especiales. 38. generalidades, 34. judicial. 35. ordinario, 38. singular. 39. universal, 39. voluntario, 36.

concepto, 22. elementos, 23. naturaleza jurídica, 24. objeto, 22.

ver fuentes del derecho procesal: juris­dicción; pretensión procesal; princi­pios procesales.

PROCESO ARBITRAL

amigables componedores aceptación del cargo, 559. capacidad, 558.

formas de designación, 557. honorarios, 561. recusación, 564. responsabilidad. 560.

arbitraje

clases. 548. naturaleza jurídica, 549. objeto. 550.

Page 452: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS 951

arbitros aceptación del cargo, 559.

capacidad. 558. formas de designación, 557.

honorarios, 561. recusación, 564.

responsabilidad, 560. cláusula compromisoria. 552. compromiso arbitral

concepto. 553.

contenido, 555. extinción, 556.

forma, 554. concepto. 547. costas, 569. impugnación del laudo

decisión de los recursos, 573. demanda de nulidad, 574.

generalidades, 571. interposición y sustanciacion de los

recursos. 572. laudo

concepto, 565. contenido, 567.

ejecución del. 570. mayoría para laudar. 568. plazo para laudar. 566.

tribunal arbitral

constitución del. 562.

procedimiento, 563. ver pericia arbitral.

PROCESO DE CONOCIMIENTO

POSTERIOR A LA EJECUCIÓN

alcance, 449. generalidades, 448.

ver juicio ejecutivo; procesos de ejecu­

ción.

PROCESO ORDINARIO

ver procesos de conocimiento.

PROCESO SUCESORIO

"ab intestato"

declaratoria de herederos, 530.

trámites iniciales, 529. administración de la herencia

deberes del administrador, 537.

designación del administrador defi­nitivo, 536.

facultades del administrador, 537. medidas preliminares, 535. retribución del administrador, 537.

avalúo, 540.

concepto, 538. impugnación del, 541.

caracteres. 523. clases, 521. competencia, 524. concepto, 520.

división de la herencia. 542 y sigs. intervención de interesados, 526. inventario. 539.

concepto. 538. impugnación del, 541.

legitimación para iniciar el, 525. partición

aprobación de la cuenta particiona-ria, 545.

clases de. 542. concepto de, 542. cumplimiento de la cuenta particio-

naria. 545.

designación del partidor, 543.

exhibición de la cuenta particionaria,

545.

Page 453: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

952 ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS

forma de efectuar la. 544. impugnación de la cuenta particiona-

ria, 545. reglas comunes, 524 y sigs. simplificación de los procedimientos,

527. sucesión extrajudicial. 512. sucesión testamentaria

generalidades, 531. procedimiento, 532.

venta de los bienes sucesorios, 546.

PROCESO SUMARIO

ámbito de procedencia del, 158. ver procesos de conocimiento.

PROCESO SUMARÍSIMO

ámbito de procedencia del, 158. ver procesos de conocimiento.

PROCESOS DE CONOCIMIENTO

clases, 157. concepto, 157. estructura, 159. ver proceso ordinario; proceso suma­

rio; proceso sumarísimo.

PROCESOS DE EJECUCIÓN

antecedentes históricos, 386. "astreintes". 389. clases de ejecución. 388. concepto, 385. cosas ejecutables, 390. legislación comparada. 387. personas ejecutables, 390. ver embargo; ejecución de sentencia;

juicio ejecutivo.

PROCESOS ESPECIALES

clases, 484. concepto, 483.

ver procesos; procesos de conocimiento.

PROCESOS VOLUNTARIOS

adquisición de mercaderías por cuenta del vendedor. 590.

autorización para comparecer enjuicio

y ejercer actos jurídicos generalidades, 585. procedimiento. 586.

autorización para contraer matrimonio generalidades, 579. procedimiento, 580.

clases, 578. concepto, 577. ~~~~-~_ copia y renovación de títulos

renovación de títulos, 584. segunda copia de escrituras públicas,

583. examen de los libros por el socio

generalidades, 587. procedimiento. 588.

nombramiento de tutores y curadores discernimiento de la tutela y de la cú­

ratela. 582. generalidades. 581.

reconocimiento de mercaderías, 589. venta de mercaderías por cuenta de

comprador, 591. ver jurisdicción; proceso.

PROCURADOR

deberes. 109. generalidades, 126. ver abogados; parte; unificación de la

personería.

Page 454: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS 953

PROHIBICIÓN DE INNOVAR Y DE CONTRATAR

prohibición de contratar, 477.

prohibición de innovar. 476.

ver medidas cautelares.

PROSECRETARIO ADMINISTRATIVO

ver personal judicial.

PROTECCIÓN DE PERSONAS

concepto, 478. procedimiento, 479. ver medidas cautelares.

PRUEBA

admisibilidad de la, 209. apertura de la causa a. 201. apreciación de la

generalidades. 211.

sistema vigente. 212. atendibilidad de la, 209. audiencia preliminar, 201. carga de la, 196 a 198. concepto. 191. declaración de puro derecho. 204. del derecho. 193. finalidad, 191. hecho nuevo, 205.

medidas para mejor proveer. 199 y 200. medios de

clasificación. 194.

concepto, 194. negligencia en la producción de la. 210. objeto, 192. oposición. 202. pertinencia de la. 209. plazo ordinario de. 206. prescindencia de la apertura a, 203.

prueba a producir en el extranjero. 207. recepción de la, 208. régimen legal de la, 195. ver carga de la prueba; medidas para

mejor proveer; principios procesales.

PRUEBA DE INFORMES

atribución de los letrados. 233. caducidad de la prueba, 235. concepto, 231.

diligenciamiento de los oficios, 233. impugnación del informe, 236. remuneración del informante. 234. responsabilidad de los letrados, 233.

PRUEBA DE PRESUNCIONES

clasificación. 279.

concepto. 279.

jurisprudencia, 280.

PRUEBA DE TESTIGOS

apreciación de la, 269. clasificación, 261.

concepto, 259. examen de los testigos. 265.

interrogatorio, 264. nulidad de la, 268. número de testigos. 262.

obligación de comparecer a prestar de­claración, 266.

obligación de declarar y de decir ver­dad, 267.

ofrecimiento de la, 263.

procedimiento para el examen del testi­go, 265.

reglas de admisibilidad. 260.

secreto profesional, 267.

testigo único, 270. ver carga de la prueba; prueba.

Page 455: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

954 ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS

PRUEBA DOCUMENTAL

concepto, 213. correspondencia particular

cartas dirigidas a terceros o por terce­ros. 227.

generalidades. 226. documentos privados

efectos del reconocimiento. 223. Cormas. 220. procedimiento aplicable en el caso de

desconocimiento de la firma. 222. requisitos, 220.

documentos públicos clases. 217. fuerza probatoria, 218. procedimiento, 219.

exhibición de documentos, 216. libros de comercio

eficacia. 228. libros de sociedades y asociaciones

civiles, 229. / procedímientp/probatorio, 228.

oportunidad eft que debe ser ofrecida, 215. redargución de falsedad

concepto, 224. hipótesis, 224. modos de plantearla, 225.

PRUEBA PERICIAL

clases. 272. concepto, 271. consultores técnicos. 274. fuerza probatoria del dictamen pericial,

278. honorarios y gastos de los peritos, 277. número de peritos, 273. procedimiento, 276. puntos de pericia

determinación. 275.

proporción, 275. requisitos, 272.

ver pericia arbitral; prueba.

R

REBELDÍA

cesación del procedimiento en. 123. concepto, 120. efectos de la declaración de. 122. requisitos de la, 121. ver contestación a la demanda; recon­

vención.

RECONOCIMIENTO JUDICIAL

concepto, 281. naturaleza, 281. procedimiento, 282. ver prueba.

RECONVENCIÓN

compensativa, 190. concepto, 186. contenido. 187. procedimiento, 188. requisitos. 187. y compensación, 189. ver rebeldía; contestación a la demanda.

RECURSO DE ACLARATORIA

concepto, 326. naturaleza jurídica. 326. supuestos, 327. trámite. 327. ver recursos.

RECURSO DE APELACIÓN

apelación en relación. 372.

Page 456: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS 955

concepto, 329.

contestación a la expresión de agravios,

369. deserción del recurso. 368. efectos, 333. expresión de agravios, 367. forma de interposición, 331. formas de concesión del recurso, 332. fundamentación de las apelaciones di­

feridas, 370. lugar de interposición, 331. memoriables, 373.

objeto del, 329. plazo para deducir el recurso. 330. prueba en segunda instancia, 371. reclamación de las partes sobre la for­

ma en que se ha concedido el, 334. sentencia de segunda instancia

constitución del tribunal de alzada, 375.

facultades, 374. sentencia. 375.

RECURSO DE APELACIÓN ANTE LA CORTE SUPREMA

concepto, 335. concesión. 378. objeto, 335.

providencia de autos, 378. requisitos, 336. resolución, 377. sentencias recurribles. 337.

RECURSO DE INAPLICABILIDAD DE LA LEY EN EL ORDEN NACIONAL

concesión del, 382. concepto. 360. naturaleza. 360.

procedimiento posterior, 383. requisitos, 362. resolución, 384. resolución sobre admisibilidad, 382. sentencias recurribles, 361.

ver recursos.

RECURSO DE INAPLICABILIDAD DE LEY O DOCTRINA LEGAL (Prov. de Buenos Aires)

concepto, 350. concesión, 378.

emplazamiento, 378. motivos del recurso. 351. naturaleza. 350. providencia de autos, 380. requisitos de lugar, tiempo y forma,

350. resolución. 381. sentencias recurribles. 352. ver recursos: recursos extraordinarios

en la Provincia de Buenos Aires.

RECURSO DE 1NCONST1TUCIONALIDAD (Prov. de Buenos Aires)

concepto, 358. concesión. 378. emplazamiento, 378. providencia de autos. 380. requisitos, 359. resolución, 381.

ver recursos: recursos extraordinarios en la Provincia de Buenos Aires.

RECURSO DE NULIDAD

alcance, 340. concepto. 340.

Page 457: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

956 ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS

efectos, 342. requisitos. 341. ver recursos.

RECURSO DE QUEJA POR APELACIÓN DENEGADA

concepto, 338. régimen legal, 339. ver recursos.

RECURSO DE REPOSICIÓN

concepto, 328. objeto, 328. sustanciación, 328.

RECURSO EXTRAORDINARIO DE NULIDAD (Prov. de Buenos Aires)

concepto, 354. concesión, 378. emplazamiento, 378. motivos del recurso. 355. providencia de autos, 380. requisitos, 357. resolución. 381. sentencias recurribles. 356. ver recursos extraordinarios en/a Pro-

viuda de Buenos Aires. /

RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL

concesión, 376. concepto. 343. providencia de autos, 376.

recurso de queja por denegación del ex­traordinario, 347.

requisitos comunes, 344.

requisitos de lugar, tiempo y forma. 346. requisitos intrínsecos. 345. resolución. 379.

tacha de arbitrariedad, 348. ver recursos.

RECURSOS

clasificación, 324. concepto, 322. fundamento, 325.-requisitos comunes. 323.

RECURSOS EXTRAORDINARIOS EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

concesión. 378. emplazamiento, 378. providencia de autos, 380. resolución, 381. ver recurso extraordinario de nulidad;

recurso de inaplicabilidad de ley o doctrina; recurso de inconstitucio-nalidad.

REDARGUCIÓN DE FALSEDAD

ver prueba documental.

RENDICIÓN DE CUENTAS

clases. 508. concepto, 508. reglas aplicables, 509. ver procesos especiales.

REPRESENTACIÓN

convencional. 108. gestor, 107.

justificación de la, 106. legal, 112. mandato

cesación del, 111. extensión del. 110.

Page 458: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS 957

ver abogados; parte; procurador; uni­

ficación de la personería.

RESCISIÓN

el denominado recurso de, 364.

RESOLUCIONES JUDICIALES

clasificación, 150.

concepto. 150. requisitos, 151. ver actos procesales, sentencia.

RESPONSABILIDAD DE LAS PARTES POR LOS GASTOS DEL PROCESO

beneficio de litigar sin gastos, 119. ver costas: parte.

RETARDO DE JUSTICIA

ver sentencia.

REVISIÓN

el denominado recurso de, 363.

de condena, 290. de primera instancia, 284. de segunda o ulterior instancia. 285. declarativas, 289.

determinativa, 291. efectos

generalidades, 292. temporales, 293.

formas. 284 y sigs. publicidad, 287. retardo de justicia, 286. ver cosa jugada; resoluciones judiciales.

SUJETOS DEL PROCESO

ver capacidad procesal; intervención de terceros; juez; litisconsorcio; par­tes; representación; sustitución pro­cesal.

SUSTITUCIÓN PROCESAL

concepto, 124. distintos supuestos, 125. ver abogados; partes; representación;

unificación de la personería.

SECRETARIOS

ver personal judicial.

SECUESTRO

concepto, 461. procedimiento, 462. requisitos, 46!. ver medidas cautelares.

SENTENCIA

clasificación. 288 a 291.

TERCERÍAS

clases, 137. concepto, 137.

connivencia entre terceristas y em­bargado, 141.

efectos. 139. procedimiento, 140. requisitos, 138. ver intervención de terceros; parte.

TESTIGOS

ver prueba de testigos.

Page 459: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

958 ÍNDICE ALFABÉTICO DE VOCABLOS

TÍTULO EJECUTIVO

ver juicio ejecutivo.

TRANSACCIÓN

conceplo. 306. efectos, 308. forma, 307. ver formas de terminación de los pro­

cesos.

U

UJIER

ver personal judicial.

UNIFICACIÓN DE LA PERSONERÍA

cesación, 115. concepto, 113. fundamento, 113. procedimiento, 114. revocación, ) 15.

USUCAPIÓN (proceso de)

ver otros procesos especiales.

V

VEEDOR

ver intervención judicial.

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ÍNDICE GENERAL

CAI'ÍTUI.O i

NOCIONES PRELIMINARES

I. EL DERECHO PROCESAL í. El derecho procesal desde el pumo de vista de la teoría general del derecho 9 2. El derecho procesal en sentido estricto 11 3. Contenido de! derecho procesal 12 4. Las ramas del derecho procesal. Til derecho procesa! civil 13 5. Naturaleza y caracteres del derecho procesal 14

II. LAS NORMAS PROCESALES 6. Concepto 16 7. Clasificación de las normas procesales 18 8. Eficacia de las normas procesales en el tiempo 19 9. Eficacia de las normas procesales en el espacio 21

CAI'Í'1'UI..O II

HISTORIA Y FUENTES

I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL PROCESO Y DE IA LEGISLACIÓN PROCESAL CIVIL 10. El proceso civil romano 23 11. El proceso germánico 26 12. El proceso común 27 13. Formación del proceso civil contemporáneo 29 14. Evolución de la legislación procesal argentina 31

II. LAS PUENTES DEL DERECHO PROCESAL CIVIL 15. Concepto y clases 34 16. La Constitución 35 17. Las leyes procesales 36 18. Los reglamentos y acordadas judiciales 41 19. La costumbre 43 20. La jurisprudencia 45 21. La doctrina 46

Page 461: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

960 ÍNDICE GENERAL

CAPÍTULO líl

EL PROCESO

I. GENERALIDADES

22. Concepto y objeto del proceso 51 23. Elementos del proceso 53 24. El problema de la naturaleza jurídica del proceso 54

II. LOS PRINCIPIOS PROCESALES

25. Concepto 62 26. El principio dispositivo 63 27. El principio de contradicción 66 28. El principio de escritura 67 29. El principio de publicidad 69 30. El principio de prcelusión 70 31. El principio de economía procesal 72 32. El principio de adquisición 73 33. Otros principios procesales 73

III. DISTINTAS CLASES DE PROCESOS

34. Generalidades 75 35. Procesos judiciales y arbitrales 75 36. Procesos contenciosos y voluntarios 76 37. Procesos de declaración, de ejecución y cautelares 76 38. Proceso ordinario y procesos especiales 77 39. Procesos singulares y universales 79

CAPÍTULO IV

LA FUNCIÓN PÚBLICA PROCESAL

I. GENERALIDADES

40. Planteamiento del tema 81 41. Concepto y naturaleza del acto jurisdiccional 82 42. Clasificación de la jurisdicción 85

II. LA FUNCIÓN JUDICIAL

43. Concepto de la jurisdicción judicial 86 44. La llamada jurisdicción voluntaria 87 45. Caracteres y extensión de la función judicial 88

CAPÍTULO V

OBJ ETO DEL PROCESO \

1. GENERALIDADES \ 46. Planteamiento del tema y noción de objeto procesal 91>

II. LA PRETENSIÓN PROCESAL

Al. Acción y pretensión 92 48. Pretensión y demanda 95 49. Caracteres de la pretensión 96 50. Elemenios de la pretcnsión 96

Page 462: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE GENERAL 961

_ _i

~> s

51. Identificación de las pretensiones 98 52. Requisitos de la pretensión 99 53. Vicisitudes de la pretensión 107 54. Extinción de Ja pretensión 109 55. Distintas clases de pretensiones ¡09 56. Relaciones entre la pretensión civil y la pretensión penal 1 ¡3

III. PROCESOS CON PLURALIDAD DE OBJETOS 57. Concepto de proceso acumulativo 1\3 58. Acumulación originaria de pretensiones [ ¡4 59. Acumulación sucesiva por inserción de pretensiones 117 60. Acumulación sucesiva por reunión de pretensiones (acumulación de procesos) 118

ÍV. LA OPOSICIÓN A LA PRETENSIÓN 61. Concepto 122 62. Naturaleza de la oposición ¡ 63. Clases de oposiciones 1

V. LA PETICIÓN PROCESAL EXTRACONTENCIOSA 64. Concepto i 65. Elementos, requisitos, vicisitudes y extinción de la petición cxtracontcnciosa. 125 66. Clases de peticiones extrueomeneiosas 126 67. Acumulación de peticiones extracontenciosas 127

CAPÍTULO VI

LA ORGANIZACIÓN JUDICIAL Y LOS ÓRGANOS PÚBLICOS PROCESALES

I. ORGANIZACIÓN JUDICIAL 68. Generalidades 129 69. Organización del Poder Judicial de la Nación '. 130

A) Órganos con competencia territorial en toda la República 135 B) Órganos judiciales con competencia territorial en las provincias 136 C) Órganos con competencia territorial en la Capital Federal 138

70. Organización del Poder Judicial en la provincia de Buenos Aires 144

II. EL JUEZ 71. Concepto y caracteres 150 72. Modos de designación y requisitos 151 73. Deberes .'. 153 74. Facultades 156 75. Incompatibilidades 159 76. Garantías 160 77. Sanciones 161 78. Responsabilidad 162 79; Remoción 162 SO. Recusación y excusación 164

III. EL MINISTERIO PÚBLICO 81. Concepto, caracteres y composición 169 82. Designación, incompatibilidades, inmunidades, responsabilidad disciplinaria y

remoción 171

Page 463: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

962 ÍNDICE GENERAL

83. El Ministerio Público Fiscal 173 84. ES Ministerio Público de la Defensa 177

IV. EL PERSONAL JUDICIAL 85. Generalidades 183 86. El secretario 184 87. Prosecretarios ;idmínis(ra(ivos 187 88. Oficiales de justicia y ujieres 188 89. Los cuerpos récnico.s periciales 189

CAPÍTULO V/í

INCOMPETENCIA

I. GENERALIDADES 90. Conecplo. clasificación v caracteres de la competencia 191 91. Oportunidades en que se determina la competencia .'• 194

II. COMPETENCIA ORDINARIA 92. Competencia por nuón del territorio 195 93. Competencia por razón de la materia 200 94. Competencia por razón del calor 202 95. Competencia por razón del grado 203 96. Excepciones a las reglas de competencia 205

III . COMPETENCIA FEDERAL 97. Concepto y caracteres 208 98. Competencia de los tribunales federales inferiores 210 99. Competencia de la Corle Suprema de Justicia de la Nación 21S

IV. CUESTIONES DE COMPETENCIA 100. Concepto, clases y procedimiento 222 101. Modos de dirimir las cuestiones de competencia 223

CAPÍTULO Vil)

LAS PARTES

I. GENERALIDADES 102. Concepto de parte 225 103. Capacidad para ser parte 227 104. Capacidad procesal -. 228 105. Deberes de las partes 230

II. REPRESENTACIÓN DE LAS PARTES 106. Justificación de la personería 233 107. El gestor 235 108. La representación convencional 237 109. Deberes de los procuradores 239 110. Extensión del mandato 241 111. Cesación del mandato 241 1! 2. La representación legal 242

Page 464: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE GENERAL 963

III. UNIFICACIÓN DE LA PERSONERÍA 113. Concepto y fundamento 243 114. Procedimiento 244 i 15. Revocación y cesación 245

CAPÍTULO IX

LAS PARTES (Cont.)

I. RESPONSABILIDAD DE LAS PARTES POR LOS GASTOS DEL PROCESO 116. Concepto de cosías 247 117. Fundamento 248 118. Régimen legal 249 119. Beneficio de litigar sin gastos 252

I I . LA REBELDÍA 120. Concepto 256 121. Requisitos 257 122. Efectos de la declaración de rebeldía 258 123. Cesación del procedimiento en rebeldía 261

111. SUSTITUCIÓN PROCESAL 124. Concepto 262 125. Distintos supuestos 263

¡V. AUXILIARES DE LAS PARTES 126. Generalidades 265 )27. El patrocinio letrado 265 128. Requisitos, derechos, deberes, prohibiciones e incompatibilidades 266 129. Honorarios 271

CAPÍTULO X

PROCESOS CON PARTES MÚLTIPLES

I. UTISCONSORCIO 130. Concepto y clasificación 279 131. El litisconsorcio necesario 280 132. El litisconsorcio facultativo 2S2

II. INTERVENCIÓN DE TERCEROS 133. Concepto y clases 283 134. Intervención voluntaria 284 135. Intervención obligada o coactiva 286 136. Citación de evicción 289

I I I . TERCERÍAS 137. Concepto y clases 290 138. Requisitos 291 139. Electos 292 140. Procedimiento 293 141. Connivencia entre tercerista v embarcado 294

Page 465: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

964 ÍNDICE GENERAL

CAPÍTULO XI

ACTOS PROCESALES

I. GENERALIDADES 142. Concepto y naturaleza del aclo procesal 295 143. Elementos" 297 144. Clasificación 299

II. LUGAR, TIEMPO Y FORMA DE LOS ACTOS PROCESALES 145. El lugar de los actos procesales 301 146. El tiempo de los actos procesales 303 147. La forma de los actos procesales _ 309

CAPÍTULO XII

ACTOS PROCESALES (Cent.)

1. ACTOS DE TRANSMISIÓN Y DE DOCUMENTACIÓN 148. Actos de transmisión 3 13

A) Traslados 313 B) Vistas 315 C) Oficios 316 D) Exhonos 317 Ej Notificaciones 3 18

149. Actos de documentación 326

II. RESOL UCIONES JUDICIA LES 150. Concepto y clasificación 328 151. Requisitos 330

III. NULIDADES PROCESALES 152. Concepto 331 153. Nulidad e inexistencia 332 154. Presupuestos 333 155. Formas de alegar la nulidad 334 156. Efectos de las nulidades 335

CUTIÓLO Xlll

PROCESOS DE CONOCIMIENTO

I. GENERALIDADES 157. Concepto y clases 337 158. Ambilo de procedencia de los procesos ordinario y sumarísimo 339 159. Estructura de los procesos de conocimiento 340

1!. DILIGENCIAS PRELIMINARES 160. Concepto y clases 342 161. Examen de las diligencias preparatorias 343 162. Medidas conservatorias 346 163. Procedimiento y responsabilidad por incumplimiento de las medidas preliminares .. 347

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ÍNDICE GENERAL

CAPÍTULO XIV

INICIACIÓN DEL PROCESO DE CONOCIMIENTO

I. LA DEMANDA 164. Concepto 165. Contenido y formas de la demanda 166. Efectos jurídicos de la demanda 167. Agregación de la prueba documental y ofrecimiento de la resianic. 168. Demanda y contestación conjuntas

II. CITACIÓN DEL DEMANDADO 169. Concepto. Traslado de la demanda 170. Formas de la citación 171. Plazos de la citación

CAPÍTULO XV

LA DEFENSA

/. GENERALIDADES 172. Concepto y clasificación 173. Régimen legal

II. EXCEPCIONES PREVIAS 174. Enumeración 175. Excepciones dilatorias 176. Excepciones perentorias 177. Susianciación 178. Efectos

CAPÍTULO XVI

LA DEFENSA (Cont.)

I. CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA 179. Concepto, efectos y plazo 180. Requisitos y formas de la contestación 181. Efectos de la falta de contestación

II. ALLANAMIENTO 182. Concepto, oportunidad y clases 183. Naturaleza jurídica 184. Efectos 185. Curso de las costas

III. RECONVENCIÓN 186. Concepto 187. Contenido y requisitos tic la reconvención 188. Procedimiento 189. Reconvención y compensación 190. Reconvención compensativa

Page 467: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

966 ÍNDICE GENERAL

CAPÍTULO XVli

LA PRUEBA

I. GENERALIDADES 191. Concepto y finalidad de la prueba en materia civil 391 192. Objeto de la prueba 392 193. Prueba del derecho 394 194. Los medios de prueba: concepto y clasificación 395 193. Régimen legal de la prueba 396

II. ¿A CARCA DE LA PRUEBA 196. Concepto 398 197. Hechos constitutivos, impeditivos y cxliniivos 399 198. El hecho negativo 401

III. LAS MEDIDAS PARA MEJOR PROVEER 199. Concepto y finalidad 4U2 200. Régimen ¿gal 403

CAPÍTULO XVIII

LA PRUEBA (Cont.)

I. ALTERNATIVAS POSTERIORES A LA TRAPA DÉLA LITIS 201. Apertura tic la causa a prueba v audiencia preliminar 405 202. Oposición '. 408 203. Prcscindencia de la apertura a prueba 408 204. Declaración de puro derecho 409 205. El hecho nuevo 409

II. PROCEDIMIENTO PROBATORIO 206. Plazo de prueba 410 207. Prueba a producir en el extranjero 412 208. Recepción de la prueba 415 209. Pertinencia, admisibilidad y atendibilidad de la prueba 417 210. La negligencia en la producción de la prueba 418

I I I . APRECIACIÓN DE LA PRUEBA 211. Generalidades 420 212. El sistema vigente 421

CAPÍTULO XIX

PRUEBA DOCUMENTAL

1. GENERALIDADES 213. Concepto y clases de documentos 423 214. Documentos públicos y privados 426 215. Oportunidad en que los documentos deben ser ofrecidos como prueba 426 216. Exhibición de documentos 427

II. DOCUMENTOS PÚBLICOS 217. Clases 428

Page 468: MANUAL DEL DERECHO PROCESAL CIVIL, PARTE 2

ÍNDICE GENERAL 967

218. Fuerza probatoria de los documentos públicos 430 219. Procedimiento 431

I I I . DOCUMENTOS PRIVADOS 220. Formas y requisitos 432 221. Reconocimiento 433 222. Procedimiento aplicable en el caso de desconocimiento de Ja firma 434 223. Efectos del reconocimiento de la firma de los documentos privados 436

IV. REDARGUCIÓN DE EALSEDAD 224. Concepto e hipótesis 437 225. Modos de plantearla 437

V. CORRESPONDENCIA PARTICULXR 226. Generalidades 438 227. Cartas dirigidas a terceros o por terceros 439

VI. LIBROS DE COMERCIO Y DE SOCIEDADES Y ASOCIACIONES CIVILES 228. Libros de comercio: eficacia y procedimiento probatorio 440 229. Libros de sociedades y asociaciones civiles 442 230. Otras medidas de prueba equiparables a la documental 442

CAPÍTULO XX

PRUEBA DE INFORMES

I. GENERALIDADES 231. Concepto 443 232. Procedencia 444

ü. PROCEDIMIENTO PROBATORIO 233. Diligenciamicnto de los oficios. Atribuciones y responsabilidad de los letrados .... 445 234. Renumeración del informante „ 447 235. Caducidad de la prueba 447 236. Impugnación del informe 447

CAPÍTULO XXI

PRUEBA DE CONFESIÓN

I. GENERALIDADES 237. Concepto y naturaleza de la prueba de confesión 449 238. Confesión, admisión y reconocimiento 451 239. Confesión y convención 452 240. Sujetos de la prueba de confesión 452 241. Objeto de la prueba de confesión ,„.... 453 242. Clases o formas de la confesión ~-—453__.

U. ABSOLUCIÓN DE POSICIONES 243. Concepto 455 244. Oportunidades en que puede solicitarse 455 245. Sujetos de la absolución de posiciones 456 246. El pliego de posiciones 458

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968 ÍNDICE GENERAL

247. Proeedimicmo para el examen del absolvente 459 248. Preguntas recíprocas 463

[II. FUERZA PROBATORIA DE LA CONFESIÓN 249. Efectos de la confesión expresa 464 250. La confesión ficta: concepto y efectos 465

IV. CONFESIÓN EXTRAJEDÍCIAL 251. Requisitos 467 252. Efectos 467

V. REVOCAB1LIDAD DE LA CONFESIÓN 253. Causales 468 254. Forma de obtener la revocación 469

VI. DIVISIBILIDAD DÉLA CONFESIÓN 255. Concepto 469 256. Incidencia sobre la carga de la prueba 469

VIII. EL PERJURIO 257. Concepto 470 258. Régimen actual 471

CAPÍTULO XXII

PRUE15A DE TESTIGOS

I. GENERALIDADES 259. Concepto 473 260. Reglas de admisibilidad 474 261. Clasificación de los testigos 476 262. Número de testigos 477

II. PROCEDIMIENTO 263. Ofrecimiento de la prueba testimonia! 478 264. El interrogatorio 479 265. Procedimiento para el examen del testigo 480 266. La obligación de comparecer a prestar declaración 486 267. La obligación de declarar y decir verdad 489 268. Nulidad de la prueba testimonial 490

III. APRECIACIÓN DE LA PRUEBA TESTIMONIAL 269. Régimen legal 491 270. El testigo único 492

CAPÍTULO XXIII

PRUEBA PERICIAL, DE PRESUNCIONES Y DE RECONOCIMIENTO JUDICIAL

I. PRUEBA PERICIAL 271. Concepto 493 272. Requisitos y clases 494 273. Número de peritos 495 274. Los consultores técnicos 496

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ÍNDICE GENERAL 969

275. Proposición y determinación de los puntos de la pericia 497 276. Procedimiento 498 277. Honorarios y gastos de los peritos 503 278. Fuerza probatoria del dictamen pericial 505

II. PRUEBA DE PRESUNCIONES 279. Concepto y clasificación 506 280. Jurisprudencia 508

III. RECONOCIMIENTO JUDICIAL 281. Concepto y naturaleza 509 282. Procedimiento 510

CAPÍTULO XXIV

LA SENTENCIA DEFINITIVA

I. PROCEDIMIENTOS PRELIMINARES 283. Conclusión de la causa para sentencia 513

A) Proceso ordinario 513 B) Proceso sumarísimo 516

II. FORMA Y CONTENIDO DE LA SENTENCIA 284. Sentencia de primera instancia 516 285. Sentencia de segunda o ulterior instancia 520 286. Retardo de justicia 522 287. Publicidad de las sentencias 525

III. C1ASIFICACIÓN DE LAS SENTENCIAS 288. Generalidades 526 289. Sentencias declarativas 526 290. Sentencias de condena 528 291. Sentencias determinativas o cspccilicativas ,* 529

CAPÍTULO XXV

LA SEN! ENCÍA DEFINITIVA (Cont.)

I. EFECTOS JURÍDICOS DE LA SENTENCIA 292. Generalidades 531 293. Efectos temporales 532

II. LA COSA JUZGADA 294. Concepto, requisitos e importancia constitucional 533 295. Teorías enunciadas acerca de su fundamento 536 296. Límites objetivos de la cosa juzgada 538 297. Límites subjetivos de la cosa juzgada 541 298. La cosa juzgada en las sentencias de estado 542 299. Efectos de la cosa juzgada penal en materia civil y viceversa 542

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970 ÍNDICE GENERAL

CAPÍTULO XXV!

OTRAS FORMAS DE TERMINACIÓN DEL PROCESO

300. Generalidades 545

I. DESISTIMIENTO 301. Concepto, clases y efectos 546 302. Requisitos según se trate de desistimiento de la pretcnsión o del derecho 548 303. Capacidad ....'! 550,, 304. Forma 55<3 305. Curso de las costas 550

II. TRANSACCIÓN 306. Concepto 551 307. Forma 551 308. Efectos 552

I I I . CONCILIACIÓN 309. Concepto y forma 552 310. Electos ....'. 554

IV. CADUCIDAD DE LA INSTANCIA 311. Concepto 555 312. Presupuestos de la caducidad de la instancia 556 3 13. Formas en que se produce la caducidad 559 314. Legitimación y sustanciación 561 315. Suspensión de los plazos de caducidad 56 ¡ 316. Interrupción de los plazos de caducidad 562 317. Procesos y personas a los cuales se aplica 563 318. Efectos de la caducidad de la instancia 565 319. Curso de las costas c impugnación de la resolución que declara la caducidad 566

V. MEDIACIÓN 320. Concepto, modalidades y extensión 566 321. Reglas aplicables 570

CAPÍTULO XXVII

LOS RECURSOS

I. GENERALIDADES 322. Concepto 577 323. Requisitos comunes 579 324. Clasificación 579 325. Fundamento 580

II. RECURSO DE ACLARATORIA 326. Concepto y naturaleza jurídica 581 327. Supuestos y trámite 582

I I I . RECURSO DE REPOSICIÓN 328. Concepto, objeto y sustanciación 583

IV. RECURSO DE APELACIÓN 329. Concepto y objeto 585

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ÍNDICE GENERAL 97 1

330. Plazos para interponer el recurso 587 331. Lugar y forma de interposición 588 332. Formas de concesión del recurso 5S9 333. Electos 590 334. Reclamación de las parles sobre la forma en que se ha concedido el recurso 593

V. RECURSO ORDINARIO DE APELACIÓN ANTE LA CORTE SUPREMA 335. Concepto y objeto 594 336. Requisitos de lugar, tiempo y forma 595 337. Sentencias recurribles 595

Vi. RECURSO DE QUEJA POR APELACIÓN DENECADA 338. Concepto 596 339. Régimen legal 597

Vil. RECURSO DE NULIDAD 340. Concepto y alcance 598 341. Requisitos de lugar, tiempo y forma 600 342. Efectos del recurso 600

CAPÍTULO XXVIII

LOS RECURSOS (Cont.)

1. RECURSO EXTRAORDINARIO EEDERAL 343. Concepto 603 344. Requisitos comunes 605 345. Requisitos intrínsecos 607 346. Requisitos de lugar, tiempo y forma 613 347. El recurso de queja por denegatoria del extraordinario 614 348. La taclla de arbitrariedad 616

11. RECURSOS EXTRAORDINARIOS EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 349. Generalidades 617

A) Recurso de inaplicabilidad de ley o doctrina legal 619 350. Concepto y naturaleza 619 351. Motivos del recurso 620 352. Sentencias recurribles 621 353. Requisitos de lugar, tiempo y forma 621

B) Recurso extraordinario de nulidad 623 354. Concepto 623 355. Motivos del recurso 625 356. Sentencias recurribles 626 357. Requisitos de lugar, tiempo y forma 626

C) Recurso de inconstilueionalidad 627 358. Concepto. 627 359. Requisitos de! recurso 628

III: RECURSO DE ¡NA PIJCABIUDAD DE LA LEY EN EL ORDEN NACIONAL 360. Concepto y naturaleza 629 361. Sentencias recurribles 630 362. Requisitos de lugar, tiempo y forma 63!

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972 ÍNDICE GENERAL

IV. LOS DENOMINADOS RECURSOS DE REVISIÓN Y DE RESCISIÓN 363. Revisión 632 364. Rescisión 633

V. CONSULTA 365. Regímenes legales 634 366. Régimen del CPN 634

CAPÍTULO XXIX

PROCEDIMIENTO ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES

1. APELACIÓN LIBREMENTE CONCEDIDA 367. Expresión de agravios 635 368. Deserción del recurso 637 369. Contestación a ¡a expresión de agravios 638 370. Fundamentación de las apelaciones diferidas, replanteo de cuestiones y pedido de

apertura a prueba 638 371. La prueba en segunda instancia 641

II. APELACIÓN CONCEDIDA EN RELACIÓN 372. Generalidades 642 373. Memoriales 643

III. LA SENTENCIA DE SECUNDA INSTANCIA 374. Facultades del tribunal de al/ada 644 375. Constitución del tribunal de alzada y sentencia 646

IV TRÁMITE DEL RECURSO EXTRAORDINARIO ANTE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DÉLA NACIÓN

376. Concesión del recurso y providencia de autos 647 .377. Resolución 648

V. TRÁMITE DEL RECURSO ORDINARIO DE APELACIÓN ANTE LA CORTE SUPREMA 378. Concesión del recurso y providencia de autos 649 379. Resolución 649

VI. TRÁMITE DE LOS RECURSOS EXTRAORDINARIOS ANTE LA SUPREMA CORTE DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

380. Concesión de los recursos, emplazamiento y providencia de autos 649 381. Resolución 651

VII. TRÁMITE DEL RECURSO DE INAPLICABILIDAD DE L\ LEY EN EL ORDEN NACIONAL

382. Resolución sobre admisibilidad y concesión del recurso 653 383. Procedimiento posterior 654 384. Resolución 655

CAPITULO XXX

PROCESOS DE EJECUCIÓN

I. GENERALIDADES 385. Concepto del proceso de ejecución 657

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ÍNDICE GENERAL 973

386. Antecedentes históricos 660 387. El proceso de ejecución en la legislación comparada 663 388. Clases de ejecución 664 389. Las "astreintes" 665 390. Personas y cosas ejecutables 668

II. EL EMBARGO 391. Conceptos, clases y electos 670 392. La preferencia del primer embargante 671 393. Formas de practicar el embargo 672 394. Sustitución, levantamiento, limitación y ampliación del embargo 674 395. Bienes susceptibles de embargo 675

CAPÍTULO XXXI

EJECUCIÓN DE SENTENCIAS

I. PROCEDIMIENTO DE EJECUCIÓN DE SENTENCIAS 396. Sentencias ejecutables 679 397. Presupuestos de la ejecución 680 398. Competencia 681

A) Sentencia que condena al pago de cantidad líquida 682 399. Concepto de cantidad líquida 682 400. Embargo 683 401. Citación de venta 684 402. Trámite de las excepciones 686

B) Sentencia que condena al pago de cantidad ilíquida 687 C) Sentencia que condena a hacer o a no hacer 688 D) Sentencia que condena a dar 691 E) Rendiciones de cuentas y liquidaciones complicadas 692

II. EJECUCIÓN DE SENTENCIAS EXTRANJERAS 403. Concepto. Sistemas legales 692 404. Requisitos sustanciales 694 405. Procedimiento 697 406. Ejecución de laudos extranjeros 698

CAPÍTULO XXXII

JUICIO EJECUTIVO

I. GENERALIDADES 407. Concepto, naturaleza y caracteres del juicio ejecutivo 701 408. Requisitos de la pretcnsión ejecutiva 705 409. Etapas del juicio ejecutivo 707

II. TÍTULOS QUE TRAEN APAREJADA EJECUCIÓN 410. Enumeración legal 707 411. Estudio de los títulos ejecutivos en particular 708 412. Preparación de la vía ejecutiva 710

I I I . INTIMACIÓN DE PAGO, EMBARGO Y CITACIÓN PARA DEFENSA 413. Despacho del mandamiento 714

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974 ÍNDICE GENERAL

414. Forma y lugar de la intimación de pago 715 415. El embargo 716 416. Citación para defensa 717 417. Renuncia a los trámites del juicio ejecutivo 718 418. Ampliación de la ejecución 719

IV OPOSICIÓN A IA PRETENSIÓN EJECUTIVA 419. Clases de oposiciones 720 420. Examen de las excepciones en particular 721

V. SUSTANCIAC1ÓN DE LAS EXCEPCIONES 421. Examen previo y traslado 726 422. Prueba de las excepciones 726 423. Sentencia 727 424. Recursos 728 425. Costas 730

VI. CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE 425 bis. Generalidades 730 426. Caso de embargo de dinero, títulos y acciones 731 427. La subasta !". ' 732 428. El martiliero 733 429. Reglas comunes a la subasta 736 430. Subasta de muebles o semovientes 740 431. Subasta de inmuebles : 741 432. Liquidación, pago, fian/.a y preferencias 748

CAPÍTULO XXXIII

EJECUCIONES ESPECIALES

I. GENERALIDADES 433. Concepto 751 434. Clases 752

II. EJECUCIÓN HIPOTECARIA 435. Concepto y caracteres 753 436. Procedimiento 754 437. Ejecución contra el tercer poseedor 756

I I I . EJECUCIÓN PRENDARIA 438. Concepto y caracteres 757 439. Título ejecutivo prendario y competencia 758 440. Procedimiento 759 441. Ejecución directa o privada 76! 442. Otras situaciones. 762 443. Prenda civil 763

IV. EJECUCIÓN COMERCIAL 444. Procedencia : 763 445. Procedimiento 764

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ÍNDICE GENERAL 975

V. EJECUCIÓN ElSCAL 446. Concepto 764 447. Procedimiento 766

VI. PROCESO DE CONOCIMIENTO POSTERIORA LA EJECUCIÓN 448. Generalidades 767 449. Alcance 768

CAPÍTULO XXXIV

MEDIDAS CAUTELARES E INCIDENTES

1. GENERALIDADES 450. Concepto 77 I 451. Presupuestos 772 452. Caracteres 773 453. Clasificación 775 454. Disposiciones comunes 775 455. Contracautela y responsabilidad del peticionario 777 456. Caducidad .' 779 457. Medidas cautelares genéricas 78!)

II. EMBARGO PREVENTIVO 458. Concepto 781 459. Casos en que procede 781 460. Procedimiento 785

III . SECUESTRO 461. Concepto y requisitos 786 462. Procedimiento 787

IV. INHIBICIÓN GENERAL DE BIENES 463. Concepto ' 788 464. Procedimiento 789 465. Efectos 790 466. Sustitución y levantamiento 790 467. Extinción...' 791

V. ÍNTER VENCIÓN JUDICIA L 468. Concepto v clases 791 469. Interventor recaudador 792 470. Interventor informante 793 471. Disposiciones comunes 794 472. Deberes y remoción 795 473. Honorarios 795

VI. ANOTACIÓN DE LITIS 474. Concepto 797 475. Requisitos 7 9 7

V I I . PROHIBICIÓN DE INNOVAR Y DE CONTRATAR 476. Prohibición de innovar 7 Jo 477. Prohibición de contratar 800

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976 ÍNDICE GENERAL

VIII. PROTECCIÓN DE PERSONAS 478. Concepto 801 479. Procedimiento 802

IX. INCIDENTES 480. Concepto y ciases 802 481. Requisitos y procedimiento 804 482. Costas 805

CAPÍTULO XXXV

PROCESOS ESPECIALES

1. GENERALIDADES 483. Concepto 807 484. Clases de procesos especiales 808

II. INTERDICTOS Y PRETENSIONES POSESORIAS 485. Concepto y clases 809 486. Interdicto de adquirir 812 487. Interdicto de retener 815 488. Interdicto de recobrar 816 489. Interdicto de obra nueva 818 490. Disposiciones comunes a los interdictos 819 491. Denuncia de daño temido 819 492. Oposición a la ejecución de reparaciones urgentes 821 493. Pretcnsiones posesorias 822

III. ALIMENTOS Y LITISEXPENSAS 494. Concepto 822 495. Requisitos de la pretensión 824 496. Procedimiento 824 497. Sentencia 825 498. Recursos, cumplimiento de la sentencia y percepción de las cuotas 827 499. Modificación o cesación de los alimentos 828 500. Litisexpensas 829

CAPÍTULO XXXVI

PROCESOS ESPECIALES (Cont.)

I. DECLARACIÓN DE INCAPACIDAD E INHAHIETTACIÓN 5()1. Concepto y caracteres 831 502. Declaración de demencia 833 503. Apertura del proceso 833 504. Procedimiento 835 505. Sentencia, recursos y rehabilitación 836 506. Declaración de sordomudez 838 507. Declaración de inhabilitación 838

II. RENDICIÓN DE CUENTAS 508. Concepto y clases 841 509. Reglas aplicables 842

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ÍNDICE GENERAL 977

I I I . MENSURA, DESLINDE Y AMOJONAMIENTO 510. Concepto y diferencias 844 511. Mensura 846 512. Deslinde 849

IV. DIVISIÓN DE COSAS COMUNES 513. Concepto 851 514. Procedimiento 851

V. DESALOJO 515. Concepto 852 516. Procedimiento 854

VI. OTROS PROCESOS ESPECIALES 517. Adquisición de inmuebles por prescripción 857 518. Amparo 859 519. Habcus dala 862

CAPÍTULO XXXVII

PROCESO SUCESORIO

I. GENERALIDADES 520. Concepto del proceso sucesorio 867 521. Clases 868 522. Reglamentación legal 869 523. Caracteres ?. 870

II. REGLAS COMUNES A TODOS LOS PROCESOS SUCESORIOS 524. Competencia 870 525. Legitimación para iniciar el juicio sucesorio 873 526. Intervención de interesados * 875 527. Simplificación de los procedimientos 876 528. Sucesión extrajudicial 876

I I I . SUCESIÓN "AB INTESTATO" 529. Trámites iniciales 878 530. Declaratoria de herederos 879

IV. SUCESIÓN TESTAMENTARIA 531. Procedencia 882 532. Procedimiento 882

V. HERENCIA VACANTE 533. Concepto 883 534. Procedimiento 884

VI. ADMINISTRACIÓN DE L\ HERENCIA 535. Medidas preliminares 88_i 536. Designación de administrador definitivo 886 537. Facultades, deberes y retribución del administrador ^87

Vil. INVENTARIO Y AVALÚO 538. Concepto 8 f ^ 539. Inventario bf,J

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978 ÍNDICE GENERAL

540. Avalúo 891 541. Impugnaciones al inventario y al avalúo 892

VIH. DIVISIÓN DE LA HERENCIA 542. La partición: concepto y clases 893 543. Designación del partidor 894 544. Forma de efectuar la partición 895 545. Exhibición, aprobación, impugnación y cumplimiento de la cuenta parlicionaria 896 546. Venta de los bienes sucesorios 897

CAPÍTULO XXXVIII

PROCESO ARBITRAL

I. GENERALIDADES 547. Concepto ' 899 548. Clases de arbitraje 900 549. Naturalc/a jurídica del arbitraje 901 550. Objeto del arbitraje '. 902 551. Capacidad 903 552. Cláusula compromisoria 903

II. EL COMPROMISO ARBITRAL 553. Concepto 905 554. Forma 906 555. Contenido 906 556. Extinción 907

I I I . DESIGNACIÓN, RESPONSABILIDAD Y DERECHOS DE LOS ARBITROS Y A MIGA ULES COMPONEDORES

557. Formas de designación 908 558. Capacidad 909 559. Aceptación del cargo 909 560. Responsabilidad 909 561. Honorarios 909

IV. CONSTITUCIÓN Y ACTUACIÓN DEL TRIBUNAL ARBITRAL 562. Constitución del tribunal 910 563. Procedí miento 911 564. Recusación 912

V EL LAUDO

565. Concepto 913 566. Plazo 913 567. Contenido del laudo 914 568. Mayoría para laudar 914 569. Costas 915 570. Ejecución del laudo 915

VI. IMPUGNACIÓN DEL LAUDO 571. Generalidades 916 572. Interposición y sustanciación de los recursos 916

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ÍNDICE GENERAL 979

573. Decisión de los recursos 918 574. Demanda de nulidad 918

Vil. PERICIA ARBITRAL 575. Concepto 919 576. Procedimiento 920

CAPÍTULO XXXIX

PROCESOS VOLUNTARIOS

1. GENERALIDADES 577. Concepto 923 578. Clases 924

11. AUTORIZACIÓN PARA CONTRAER MATRIMONIO 579. Generalidades 924 580. Procedimiento 925

I I I . NOMBRAMIENTO DE TUTORES Y CURADORES 581. Generalidades 926 582. Discernimiento de la tutela y de la cúratela 927

IV. COPIA Y RENOVACIÓN DE TÍTULOS 583. Segunda copia de escrituras públicas 928 584. Renovación de títulos 929

V. AUTORIZACIÓN PARA COMPARECER ENJUICIO Y EJERCER ACTOS JURÍDICOS

585. Generalidades 930 586. Procedimiento 931

VI. EXAMEN DE LOS LIBROS POR EL SOCIO 587. Generalidades 931 588. Procedimiento 932

Vil. RECONOCIMIENTO. ADQUISICIÓN Y VENTA DI-MERCADERÍAS 589. Reconocimiento de mercaderías 932 590. Adquisición üc mercaderías por cuenta, del \endedor 933 591. Venta de mercaderías por cuenta del comprador 934

Principales abreviaturas 935 índice alfabético de \ocabios 939 índice aencral 959

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Se terminó de imprimir el din 14 de mar/o de 2003. en ARTE GRÁFICAS PISCIS S.R.l.., Junín 845, Buenos Aires, Argentina

Tirada: 2.500 ejemplares