Margulis Globalizacion y Cultura

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1.

DADO que concebimos a la cultura como una dimensión de to-dos los fenómenos sociales -distinguible analíticamente pero noseparable como proceso autónomo-, entendemos que el análi-sis de la globalización desde la dimensión cultural está íntima-mente vinculado con el estudio de ese proceso en el planohistórico, económico, político y financiero.

La expansión internacional está implícita en la dinámica del ca-pitalismo y acompaña su evolución histórica, incluyendo los pro-cesos de acumulación que dieron lugar al desarrollo de estemodo de producción. Entre las tendencias que el análisis delcapitalismo pone de manifiesto se destacan aquellas ligadascon los impulsos hacia una productividad creciente, hacia elaumento en la com posición orgánica y técnica del capital, losprocesos de concentración y centralización y la tendencia de-creciente de la tasa de ganancia. Estas tendencias complejas,que no operan de manera lineal y encuentran procesos que lascontrarrestan, se han comprobado en el largo plazo y están pre-sentes en las modalidades expansivas del capitalismo en suetapa actual y en Ias pujas por constituir y hegemonizar nuevosmercados.

Desde la conquista de América, fenómeno ligado con el desa-rrollo de las fuerzas productivas en la Europa de los siglos XV yXVI, que pone de manifiesto un estado de internacionalizaciónde procesos económicos y políticos (el comienzo de la econo-mía-mundo de la que habla Wallerstein), los aspectos cultura-les aparecen acompañando de manera manifiesta a los proce-sos políticos, económicos y militares. La conquista trasciende,por ejemplo en México, no tanto por el desplazamiento de laclase dominante indígena luego de la derrota militar, cosa queya había ocurrido anteriormente, sino por la radical imposiciónde la otredad. Claro que esto incluye la otredad económica ytecnológica, pero lo que constituyó la transformación más radi-cal, la verdadera ruptura, fue el ingreso y la implantación de la

otredad cultural: una nueva manera de concebir y significar elmundo, de procesar el tiempo y el espacio, los valores y los ali-mentos, las relaciones humanas y las relaciones con los dioses.

La internacionalización de los fenómenos económicos ha idoavanzando, atravesando diferentes etapas históricas. Los cam-bios culturales han acompañado de manera compleja los episo-dios derivados del intercambio comercial y la intromisión políticaen todos los continentes. La reflexión sobre cultura y el intrinca-do itinerario semántico que atravesó este concepto, están pro-fundamente vinculados con el desarrollo de la tecnología y conel avance colonial que puso a los europeos en contacto con cos-tumbres diferentes y con extraños modos de vivir y de resolverlos problemas de la existencia. En el siglo XIX los antropólogosacompañaron en sus viajes a los administradores de la aventu-ra colonial, así como los misioneros acompañaban a los solda-dos en la conquista de América.

El tema que da lugar al concepto globalización es, pues, anti-guo1, sólo que ahora encuentra una palabra nueva, que algunos

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Mario Margulis*

* Instituto de Investigaciones Gino Germani. Facultad de Ciencias Sociales.UBA. Subsidios UBACYT CS 022 y 007.

1. "Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carác-ter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Ha quita-do a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales hansido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas pornuevas industrias cuya introducción se conviene en cuestión vital para todaslas naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primasindígenas, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones delmundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino entodas las panes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfe-chas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclamanpara su satisfacción productos de los países más apanados y de los climasmás diversos. En lugar del antiguo aislamiento de Ias regiones y nacionesque se bastaban así mismas, se establece un intercambio universal; unainterdependencia universal de las naciones". Estos conceptos han sidoescritos por Marx y Engels en 1848, pero parecen pertenecer aun contem-poráneo "defensor neoliberal dela economía globalizada" (Tomado delsuplemento Cash del periódico Página/12, nota firmada por M. FernándezLópez- Buenos Aires, julio de 1995).

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diferencian de conceptos afines (mundialización, internaciona-lización); acerca de estas diferencias y la incidencia ideológicadel concepto dejaremos abierto un paréntesis considerando querequieren mayor reflexión. Sin embargo, es dable pensar quelos procesos ocurridos en los siglos precedentes difieren profun-damente de los fenómenos contemporáneos, aunque podríanencontrarse homologías relacionadas con los conflictivos proce-sos que han dado lugar a la constitución de hegemonías.

El eje central de las diferencias radica en el acelerado cambiotecnológico. El cambio en cuanto a la cantidad -por ejemplo, lavelocidad- genera un cambio en la calidad de los fenómenos.En el plano de las comunicaciones y transportes, para ejempli-ficar con un caso concreto, no podemos comparar un sistemamundial cuyas comunicaciones estaban -en sus inicios- en elplano del Galeón de Acapulco, con los procesos de mundializa-ción actuales, caracterizados por tremendos avances tecnológi-cos, el mundo de las computadoras, de la autopista informática,de la televisión satelital. En el primer caso, un intercambio demensajes entre el Rey de España y el gobernador de Filipinaspodría demorar bastante más de un año, en el segundo la comu-nicación es instantánea, en tiempo real, entre países distantes.

Para Renato Ortiz (1994:14) "internacionalización se refiere,simplemente, al aumento de la extensión geográfica de las acti-vidades económicas más allá de las fronteras nacionales. No setrata, entonces, de un fenómeno nuevo. La globalización de laactividad económica es cualitativamente diferente. Es una for-ma más avanzada y compleja de internacionalización, implican-do un cierto grado e integración funcional entre las actividadeseconómicas dispersas. El concepto se aplica, por lo tanto, a laproducción, distribución y consumo de bienes y servicios orga-nizados a partir de una estrategia mundial y dirigidos hacia unmercado mundial. Esto corresponde a un nivel y a una comple-jidad de la historia económica en el cual las partes, antes inter-nacionales se funden ahora en una nueva síntesis: el mercadomundial". R. Ortiz se apoya en el sociólogo brasileño Octaviolanni, quien afirma que en los análisis sociológicos habituales, elindividuo y la sociedad son considerados: implícitamente, entérminos de relaciones, procesos o estructuras nacionales, en

cambio, las dimensiones globales de la realidad social estánaún poco presentes en tales análisis.

Hay sectores en los que se aprecia un mayor impacto de lainnovación tecnológica y de la internacionalización de sus acti-vidades. Tal el caso del mundo financiero, de los mercados deacciones y commodities, de los mercados monetarios, y tam-bién el campo de las comunicaciones: los massmedia, llevadosa escala mundial a partir de los satélites comunicacionales. Esevidente, en estas temáticas y en otras vinculadas con la altatecnología, la interconexión a escala mundial, la repercusión deacontecimientos locales en el conjunto (por ejemplo, el llamado"efecto tequila"), la trasmisión a otros continentes de los progra-mas televisivos y, más aun, la trasmisión a nivel planetario deciertos sucesos (Guerra del Golfo, juegos Olímpicos, mundialde fútbol). Existe el antecedente del cine, que familiarizó almundo entero con el star system y los lenguajes y estética ge-nerados en Hollywood y otros centros de producción. Pero hayque tomar en cuenta antes de asumir acríticamente ciertossentidos que parecen fluir de la palabra globalización, que noexiste una distribución uniforme de actores económicos y so-ciales homogéneos esparcidos por el globo, desde los cualesse emiten y reciben mensajes, bienes y servicios, sino que entodos los órdenes y planos de la tal globalización predominanpluralidades y asimetrías vinculadas con la concentración desi-gual de la riqueza, de la tecnología y del poder, incluyendo laconcentración de la capacidad de emisión y recepción de losmensajes, sean éstos de orden financiero, informático o relati-vos a las industrias massmediáticas.

Entendemos que hay que analizar y descifrar el contenidosemántico de la palabra globalización -sobre todo en su referen-cia a lo cultural- y también poner de manifiesto sus posibles car-gas ideológicas. Es necesario pensar en aplicar, desde la pers-pectiva de la economía y tecnología actuales, análisis quetomen en cuenta las desigualdades económicas y técnicas, lasconcentraciones de poder y de riqueza y la calidad y direcciónde los flujos. Los mensajes, así como los nuevos códigos, ¿notienen acaso que ver con el predominio de los centros domi-nantes en la innovación tecnológica y en el plano financiero? UNTREF VIRTUAL | 2

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¿No hay un paralelismo entre la globalización cultural, en cuan-to a poder de institución en el plano de lo simbólico, con la hege-monía financiera, política, tecnológica y militar? ¿Existe unageografía de los flujos culturales desvinculada de los ejes terri-toriales de concentración del poder y la riqueza?

A título de ejemplificación cabe mencionar la concentracióndefunciones en el plano financiero, comunicacional, económicoy político en algunas pocas ciudades: "cuanto mayor es lamundialización de la economía, mayor es la aglomeración delas funciones centrales en las ciudades globales" (Sassen,l992).2

2.

Para que las avanzadas tecnologías actuantes en el plano de lainformática y la comunicación, por ejemplo Internet, puedan fun-cionar, se precisa compartir no solamente competencias infor-máticas, se requiere previamente, y sobre todo, compartir redessignificativas, códigos, valores, atribuciones de sentido, o sea,fenómenos de la esfera de lo cultural que hagan posible la co-municación entre actores diseminados en el mundo.

El intercambio de productos, la mundialización de algunos bie-nes o servicios, como la Coca-cola, el automóvil o los serviciosbancarios, requieren también, previamente, sistemas de per-cepción y apreciación compartidos, códigos comunes, una cier-ta estandarización en los signos, valores y ritmos. El consumoavanza sobre la cultura, más aun, se inserta en ella. Cada nue-vo producto coloniza un espacio semiológico, se legitima en unmundo de sentidos y de signos, arraiga en un humus cultural.Un ejemplo, acaso brutal, es la frase atribuida a un ejecutivo enocasión del proyecto de instalación de a McDonald's en Moscú,cuando el sistema soviético estaba todavía en vigencia: "we aregoing to Mcdonaldize them", fue la sintética afirmación que lle-vaba implícita Ia decisión de instalar un ámbito de gustos, velo-cidades y valores, abrirse camino, no sólo en un contexto políti-co-económico poco propicio, también en un antiguo espacio cul-tural cargado con tradiciones culinarias y estéticas.3

La publicidad televisiva de una conocida tarjeta de crédito ponede manifiesto claramente la combinación de sistemas de signosglobales con los códigos de la cultura local. La tarjeta de crédi-to, empleada en los más diferentes contextos sociales, cultura-les y geográficos, supone competencias, saberes compartidos,interpretaciones comunes, una fe impoluta en la omnipotencia yomnipresencia del dinero, aun en sus más extrañas rencarna-ciones, en suma, un nicho cultural global que se inserta en elmarco de las más variadas y aparentemente irreductibles mani-festaciones de lo local.

Este ejemplo alude, tangencialmente, a uno de los grandestemas que plantea la globalización en el plano de la cultura: laintersección de lo global con lo local, el nivel de las identidades,su evolución y nuevas formas de emergencia, la hibridación.

Todo nuevo producto, y más un bien producido por una empre-sa mundial para su consumo en ámbitos diversos, coloniza unterritorio cultural, influye sobre Ias costumbres, los hábitos, losgustos y valores, requiere un capital cultural para su uso y, confrecuencia, inicia una cadena de nuevos lenguajes.

Insistiremos en el tema del efecto cultural de los consumos, enlos requisitos semiológicos vinculados con la incorporación deun nuevo producto -bien o servicio- en el proceso de coloniza-ción de mercados lejanos. Podría decirse que los nuevos héroesde la épica global. trabajan hoy para los grandes conglomeradosindustriales o financieros: en el mundo actual Odiseo, Jasón oEneas serían funcionarios de la IBM, Coca-cola, Sony, Disney obien de los grandes bancos y agencias financieras.

También, es preciso tomar en cuenta la forma en que la culturalocal incorpora la novedad, cómo la interpreta y le asigna unlugar en su trama de significados. Los consumos no son unifor-

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2. Saskia Sassen (1992). La ciudad global, citado por Ana Rosas Mantecón(1993), p.79.

3. Véase Grimson (1994), quien cita a Cees Hamelink, entrevista realizadapor la revista Voces y culturas. N°2/3. Barcelona. 1991.

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mes, el consumo de bienes, al igual que el consumò de men-sajes, suele ser creativo: la gente decodifica productos y men-sajes en el marco de su cultura local, sus condiciones de vida yde relación y su capital simbólico. Por lo tanto, si bien podemosafirmar la infuencia cultural y las grandes transformaciones quela mundialización de bienes, servicios y mensajes ocasionan enel plano local, nada autoriza a presuponer una drástica uniformi-dad de las culturas locales, la convergencia en un futuro próxi-mo- en la "aldea global", con la consiguiente desaparición de lasidentidades particulares. A título de hipótesis podríamos pensarque existen en cada sociedad códigos culturales superpuestos,tramas de sentido que tienen diferente alcance espacial: desdelos códigos particulares que sólo afectan a pequeños grupos -tribus que comparen contraseñas identificatorias-, códigos másamplios que abarcan zonas urbanas o regiones que participande un mismo lenguaje, memoria, costumbres, valores, creen-cias y tradiciones y, por último, ámbitos de lo cultural vinculadosa la irrupción de la globalidad en el plano local, dentro de laesfera de los consumos de productos de todo orden -incluidos -los- massmediáticos- que requieren de competencias particu-lares y que originan formas locales de metabolismo y aplicaciónde los lenguajes, significados, valores y ritmos implícitos en losproductos. Y estas tramas culturales superpuestas están enconstante intercambio y transformación, sumidas en procesosde cambio y en luchas por la constitución e imposición de sen-tidos que, propuseste, no están desvinculadas de las pujas yconflictos que arraigan en la dinámica social.

Los países latinoamericanos, entre ellos la Argentina, estu-vieron incluidos desde un comienzo en un sistema mundial derelaciones económicas, políticas y culturales. En nuestro país elproceso es peculiar: en su consolidación como nación pesó laherencia del pasado, las tradiciones y formas culturales de lacolonia, en especial el idioma, a lo que se incorporaron -pormedio del intenso proceso migratorio y por las particularidadesideológicas del proceso de constitución nacional- una avalanchade gentes, de costumbres, de hábitos idiomáticos, amén de for-mas de organización de las instituciones, de la economía y delos territorios que poco tenían que ver con los aportes culturalesde los inmigrantes. La construcción de la nación, en un proyec-

to que apuntaba a imponer la modernidad europea, incorporótambién un modelo cultural específico, o sea, los sistemas sim-bólicos que acompañaban a las instituciones y la importación deformas de organización, de aparatos legales y avances tec-nológicos. Así se va constituyendo la identidad, con elementosque responden a universos simbólicos diferentes. Sobre la tra-ma que queda del mundo colonial se van incorporando los ras-gos locales que traen los migrantes: idiomas, hábitos, costum-bres culinarias..., pero el conjunto es procesado por modelosculturales, económicos, legales e institucionales que provienende Inglaterra, Francia y los Estados Unidos (países que pocoaportaron en cuanto a inmigración), por formas de procesar elespacio y el tiempo derivados del desarrollo del ferrocarril, losprocesos mercantiles y por los códigos jurídicos tomados de lospaíses capitalistas más avanzados. También incidieron en laconformación de nuestra cultura las modalidades de expansiónde las ciudades modernas y los patrones vigentes de la moder-nidad se extendieron a los artículos de consumo, a las modas,a la educación, a los deportes.4 A estos procesos se agrega, apartir del auge de la prensa y de la radio, del cine y más recien-temente, la televisión, una aceleración y una nueva modalidadde recepción de mensajes, que cambia en calidad y cantidad lasformas de producción y difusión de los elementos que intervie-nen en la configuración y renovación de los códigos culturales.

Otro aspecto que se suele señalar en la literatura sobre el temaes la llamada desterritorialización. No sólo una porción significa-tiva de los bienes que se consumen son producidos fuera de ca-da nación, con las consecuencias culturales implicadas en estahomogeneización de los productos, sobre-todo en el plano delos procesos culturales involucrados en la tendencia hacia launiformización de los consumos; también los mensajes que seconsumen (medios de comunicación, publicidad) son en buenaproporción elaborados fuera del país.

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4. Véase Renato Ortiz, "Cultura, modernidad, identidades", en NuevaSociedad, N° 137, 1995; Anthony Giddens, Consecuencias de la moder-nidad, Alianza Editorial, Madrid, 1993, y Mano Margulis, "Inmigración ydesarrollo capitalista: la migración europea a la Argentina", revistaDemografía y Economia, N°33, México, DF, 1977.

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Asimismo, se suele destacar que el incremento de los procesosde migración internacional determina la continuidad de culturasnacionales localizadas fuera del territorio de origen. Lógica-mente, estas poblaciones emigradas entran en un proceso deevolución diferente respecto de aquellas que permanecen loca-lizadas en el territorio original. No está de más mencionar quelos procesos de desregularización, recomendados por la avan-zada neoliberal, suponen, entre otras cosas, eliminar trabas pa-ra la circulación de mercancías y capitales, pero no incluyen nipropician la equivalente libre circulación de personas en tantoportadores de fuerza de trabajo.

El tema tiene asimismo que ver con el auge de los medios decomunicación, la posesión desigual de los recursos comunica-cionales y la dirección dominante de los flujos. Aspectos prob-lemáticos ligados con la producción y dominio de las tecnolo-gías, que configuran o confirman hegemonías constituidas en elplano del intercambio desigual tradicional, ahora se vuelvenmás complejos al afirmarse en las condiciones técnicas y eco-nómicas que son estratégicas para imponerse en el intercambiodesigual de bienes y capitales culturales. Por otra parte, la ten-dencia a reducir el papel de los Estados nacionales en favor delas empresas transnacionales opera también en el terreno de lacultura.

Para que diferentes países y regiones puedan comunicarse,interactuar, generalizar sus transacciones entre regiones dis-tantes, se producen modificaciones sustanciales sobre ejes cen-trales de la cultura: se transforman los códigos que organizan lapercepción, vivencia y apreciación respecto del tiempo y delespacio. Con el desarrollo del capitalismo se tornó necesarioavanzar sobre la separación entre tiempo y espacio. Pero con laglobalización hay que ir más lejos, superar las versiones localesdel tiempo para poder comunicarse, o sea, instalarla simulta-neidad en tiempos culturales distintos, en horas diferentes deldía y de la noche. Comunicaciones con, por ejemplo, el Japóno con otros sitios del planeta, necesarias en el plano de lastransferencias financieras, requieren superarlas diferencias ho-rarias locales, crear un nuevo ritmo temporal, independiente delos meridianos, de la rotación de la Tierra, de la sucesión del día

y la noche, para poder ejecutar transacciones o comunicacionesde todo tipo (la trasmisión de ciertos acontecimientos por la TV,como el caso del mundial de fútbol, implican complicadas opera-ciones para hallar la mejor combinación entre tiempo y espacio,entre tiempo local -en que se juega el partido- y tiempos a nivelglobal que conjuguen espacialmente las audiencias más remu-nerativas).

El dinero es quizás el principal producto, no sólo económico yfinanciero, también cultural, que instala en el mundo entero unmarco de significaciones compartidas, de valoraciones, ritmos,competencias y legitimidades. Si hay una cultura mundial querequiere uniformidad, habitus compartidos, significaciones indis-cutibles, ritos y liturgias, es la implantada en el marco de lasfinanzas, en el campo veloz e intangible del dinero electrónico,que fluye en Ias entrañas de las computadoras, partiendo deNueva York o Zurich para aterrizar, casi instantáneamente enTokio o Singapur. El mundo de las finanzas, acaso dominante enla economía moderna, se construye sobre lenguajes y valorescompartidos, sistemas de signos universales y también sobre unamplio campo de fe, un nuevo modo de religiosidad, cuyos pon-tífices ofician desde ciertos lugares de culto: Moody's, Standard& Poor's, Bundesbank, FMI, Merryl Lynch, Wall Street, FinancialTimes...

El dinero se vuelve cada vez más abstracto, menos ligado a su re-ferente material. No es ya una mercancía privilegiada, la materiali-dad del oro que se almacena en Fort Knox o los míticos lingotesque obstruían el paso en nuestro Banco Central. El dinero es ahora,más que nunca, un símbolo, un hecho no sólo económico, cada vezmás cultural, un signo alimentado por la fiabilidad de sus emisores.un acto de fe: v al mismo tiempo se torna más liviano, más ágil, másveloz. El dinero es el principal producto global, un producto virtualque, aligerado de materialidad, puede circular y reproducirse en laintimidad de las computadoras. En su virtualidad va perdiendorelación con su antiguo referente, la riqueza. Como otros signos,ingresa en la hiperrealidad, ya no se sabe cuál es el signo y cuál esel referente. El mapa se confunde con el territorio.5

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5. Véase Jean Baudrillard, Cultura y simulacro. Kairós. Barcelona, 1987.

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La actividad financiera es tal vez el paradigma de la globaliza-ción. Exige borrar toda resistencia local, los mensajes financie-ros viajan por un mundo de signos compartidos, se ha borradocasi todo resabio local que pueda obstruir el fluir de los men-sajes, el espacio ya no importa, subyugado por esta comunica-ción instantánea donde las transferencias de riqueza ya no re-quieren navíos fuertemente protegidos o cámaras blindadas. Laliviandad del dinero es consistente con la abolición del espacio yla ligereza del tiempo. Los signos de las cosas se comunicanentre sí, domestican los lenguajes, se imponen sobre todos losobstáculos. A esto se [lama la voz de los mercados, que nuncaduermen y velan por la racionalidad universal.

3.

En síntesis, la mentada globalización no es un fenómeno nuevo;remite a procesos inherentes a la evolución del capitalismo y asus contradicciones. Exhibe, en el período actual, una acelera-ción, un cambio en cantidad y cualidad vinculada con el desa-rrollo de las fuerzas productivas, con el avance de las políticasneoliberales y sus mensajes ideológicos y, en particular. con elsorprendente progreso tecnológico en el plano de la trasmisiónde información. Tampoco son nuevas sus influencias culturales:hay un cambio en intensidad. relativa a la velocidad y eficaciacon que se difunden los nuevos productos y los mensajesmassmediáticos. Pero es aventurado sacar conclusiones fácilesacerca de las identidades y las culturas locales. La diversidadtambién cunde y se expande alimentada por el aumento de loscontactos con lo diferente y por la mayor cantidad de ingredien-tes que la abundancia de información suministra.

La identidad social es un concepto que tiene un fuerte matizrelacional, se actualiza v se refuerza en el contacto, en la comu-nicación, en el intercambio con lo otro, con lo diferente. Entra enacción cuando los códigos propios hacen crisis, encuentran sulímite en el intento de comunicación. En tal sentido, si bien lasidentidades pueden ser sigilosamente sometidas a un procesode uniformización a través de la oferta universal de los mismosproductos y los mismos mensajes. también se genera un movi-miento contrario, una reacción afirmativa de la identidad local,

vinculada con la mayor exposición á nuevos contactos. Sinembargo, es también posible que la reducción progresiva de losespacios de interacción, el auge de la comunicación sin copre-sencia -por medio de la moderna informática y los mediosmasivos- vaya operando en el sentido de uniformar los códigossimbólicos.

En las ciudades modernas coexisten las manifestaciones loca-les con la "explosión de una arquitectura financiera, informáticay turística"6 cuya estética y funcionalidad se multiplica en edifi-cios semejantes a lo largo del planeta. En el lenguaje local delas ciudades, en su discurso expresivo, que revela su cultura ehistoria, se inserta el discurso universal y uniformado de las au-topistas, aeropuertos, bancos, shoppings, un lenguaje compar-tido, exultante de modernidad y poco propicio a la adherencia deidentidades locales. Sin embargo la ciudad en su cotidianidadprocesa el conjunto, que incluye estas manifestaciones de mo-dernidad trasnacional y las prácticas que determinan, las queconviven con la ciudad local, tejida en su desenvolvimientohistórico y con la ciudad virtual: la ciudad massmediática; quéfluye de las pantallas insertas en los hogares.

También deben tenerse en cuenta los crecientes procesos deexclusión, los nuevos grupos de excluidos cada vez más nume-rosos que, además de los efectos que deriven de su agrupa-miento en torno a demandas sociales, desarrollan nuevas formasculturales y articulan las identidades necesarias para sobreviviren condiciones de carencia, privación y desigualdad.

Los análisis sobre la llamada globalización, incluyendo los quese orientan hacia su dimensión cultural, tienden muchas vecesa naturalizar el orden existente y, al mismo tiempo, a no des-tacar las desigualdades, particularmente en el plano del dominiode las tecnologías de punta, en el poder militar, en los mercados

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6. Tomado de García Canclini, 1995:70. Este autor agrega que "no es ca-sual que hayan sido empresarios japoneses quienes inventaron el neologis-mo glocalize para aludir al nuevo esquema del "empresario mundo" quearticula en su cultura información, creencias y rituales procedentes de lolocal, lo nacional y lo internacional".

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financieros, en el control hegemónico de los medios de comuni-cación y en las normativas que regulan el aprovechamiento delos recursos naturales del planeta.7

Es en el desarrollo actual de los mercados y de las nuevas tec-nologías de comunicación donde la globalización halla su expre-sión más intensa y el análisis tiene oportunidad de poner demanifiesto las diversas contradicciones no resueltas en el mun-do social, a las que la naturalización a la que aludíamos y suconsiguiente universo ideológico contribuyen a encubrir.

Tales contradicciones son propias de un orden emergente, sim-bolizado por la caída del Muro de Berlín, que se caracteriza poruna aceleración en la productividad económica, la implementa-ción de nuevas tecnologías, la consiguiente necesidad de for-mación, ordenamiento y control de nuevos mercados, el augede las ideas neoliberales y la progresiva aplicación de éstas enun número creciente de naciones, tal vez como mecanismo quehaga posible, no tanto el crecimiento económico, ni una mayorracionalidad en este plano y, mucho menos, un aumento del bie-nestar, sino, fundamentalmente, la reproducción del capitalis-mo en su etapa actual.8 Las políticas neoliberales estimularon lainstalación de un marco legal que favoreciera y garantizara lacirculación sin trabas de bienes y de capitales y propiciaron, conéxito, el retroceso del Estado de bienestar y la privatización delos servicios públicos, impulsando el retiro del Estado en benefi-cio de las empresas trasnacionales.

Las contradicciones principales de esta etapa, expuestas enforma sintética, se refieren a procesos no resueltos que con-tienen un gran potencial de conflictividad y de transformaciónsocial:.

a. Contradicción entre la continuidad del Estado-nación y latrasnacionalización, sea bajo la forma de bloques de nacioneso, sobre todo, por el protagonismo creciente de gigantescasempresas trasnacionales.

b. Contradicción entre racionalidad de los mercados y raciona-lidades locales relativas a la reproducción de la vida. Las formas

actuales de esta contradicción, inherente al capitalismo, apare-cen sobre todo en forma dramática en el creciente desempleo,en la masiva exclusión que crece rápidamente y ya alcanza,también, a los países más ricos, y que se expresa en la caren-cia de las seguridades económicas y de la dignidad social queconfiere la posesión de un empleo, en la expansión de la pobre-za, en la supresión progresiva de garantías públicas ante lavejez, la enfermedad, el desamparo, en la erosión y derrota delos movimientos obreros, en la desmovilización social y en eldescrédito de los proyectos emancipatorios.

c. Contradicciones entre bloques de naciones: luchas por losmercados, disputas relacionadas con el control monopólico dematerias primas y recursos escasos, con la hegemonía militaryel deterioro del medio ambiente.

Entre los efectos producidos por estas contradicciones seimpone en la vida cotidiana el avance del desempleo, la pobrezay la inestabilidad laboral. La actual etapa de acumulación ca-pitalista, cuyas condiciones técnicas, financieras e ideológicasdan lugar a la aceleración de la globalización, acarrean, aun enlos países más avanzados, una profunda crisis en el sectorasalariado: aumento del desempleo, limitaciones en la seguri-dad social, avance en la des protección, pobreza y exclusión.

La estabilidad laboral ha sido durante muchos años, en los país-es más industrializados, la base de la inserción social, el soportede los lazos sociales y de un sistema de representaciones y de

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7. Véase Samir Amin, "El futuro de la polarización global", en NuevaSociedad, N°132, Caracas, 1993.

8. Véase al respecto el interesante articulo de Perry Anderson, "Balance delneoliberalismo: lecciones para la izquierda", publicado en la revista ElRodaballo. Segunda época, Año II. N°3, 1995. Perry Anderson sostiene quelos éxitos del neoliberalismo no consisten en el logro de una mayor tasa decrecimiento en los diversos países industrializados en que sus recetas hansido aplicadas. Tampoco creció la tasa de acumulación. En cambio puedenacreditarse como "éxitos" el control de la inflación, la derrota de losmovimientos sindicales y el aumento del desempleo.

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prácticas integrado en los códigos culturales que regían la vidacotidiana. La crisis en la estabilidad laboral, el desempleo o suamenaza, la creciente desprotección social, erosionan los mo-dos en que millones de individuos se ubican e identifican dentrode su medio social. Tal crisis impacca profundamente en la cul-tura. Se está planteando como problema, en países europeos,la necesidad de restaurar formas de dignidad que estén desvin-culadas de los lugares sociales relacionados con el trabajo y laprofesión, que tradicionalmente formaron parte de una nociónde estabilidad e inclusión que abarca a la vivienda, la familia, eltrato con los vecinos, el espacio ocupado en la comunidad.9

Y qué decir de países que desde hace mucho cuentan con vas-tos sectores de la población que carecen de seguridad social yde toda garantía publica para su reproducción. Países de Amé-rica latina, donde los empleos asalariados han sido siempreinsuficientes, en los que una parte importante de la fuerza detrabajo ha debido encontrar formas de subsistencia y de repro-ducción en las márgenes de la modernidad económica. La po-breza estructural avanza y la progresiva adopción de recetasneoliberales ha aumentado la exclusión, acarreando nuevospobres que se suman en las estadísticas a las vastas pobla-ciones que desde siempre habían articulado estrategias eco-nómicas y culturales para sobrevivir. Estos nuevos pobres estánen cierto modo en desventaja: no cuentan con los recursos cul-turales -que los pobres estructurales han desarrollado- parasobrevivir en las condiciones vigentes de pobreza y deexclusión.10

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9. Véase Robert Castel (95:32/35).

10. Véase Mario Margulis. 1988.

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Globalización y cultura

Mario Margulis*