María Julia Bertomeu-Algunos equívocos sobre el valor político de la fraternidad para las mujeres

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Algunos equívocos sobre el valor político de la fraternidad para las mujeres. María Julia Bertomeu Universidad Nacional de La Plata, CONICET (República Argentina) Que la fraternidad, entendida en el sentido revolucionario que tuvo en la tríada francesa, es hoy un valor “eclipsado” lo sabemos ya, ni que decir tiene, porque para discutirlo estamos reunidos en este Coloquio; pero lo supimos antes, en 2004, cuando Antoni Domènech, publicó su texto El eclipse de la fraternidad, producto de una larguísima y profunda investigación con una hipótesis inicial muy original: existe una conexión entre la tradición de la democracia plebeya fraternal y el socialismo y, además, es posible “realizar una revisión republicana de la tradición socialista”. Esta tradición socialista sería, en palabras de su autor: “una terca continuadora, una y otra vez derrotada, de la pretensión democrático-fraternal de civilizar el entero ámbito de la vida social: de erradicar el despotismo heredado de la vieja loi de famille –el despotismo patriarcal doméstico, no menos que el despotismo del patrón sobre el trabajador-, y erradicar el despotismo burocrático estatal heredado de la vieja loi politique de los Estados 1

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Fraternidad y Feminismo

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Algunos equvocos sobre el valor poltico de la fraternidad para las mujeres

Algunos equvocos sobre el valor poltico de la fraternidad para las mujeres.Mara Julia Bertomeu

Universidad Nacional de La Plata, CONICET(Repblica Argentina)

Que la fraternidad, entendida en el sentido revolucionario que tuvo en la trada francesa, es hoy un valor eclipsado lo sabemos ya, ni que decir tiene, porque para discutirlo estamos reunidos en este Coloquio; pero lo supimos antes, en 2004, cuando Antoni Domnech, public su texto El eclipse de la fraternidad, producto de una largusima y profunda investigacin con una hiptesis inicial muy original: existe una conexin entre la tradicin de la democracia plebeya fraternal y el socialismo y, adems, es posible realizar una revisin republicana de la tradicin socialista. Esta tradicin socialista sera, en palabras de su autor:una terca continuadora, una y otra vez derrotada, de la pretensin democrtico-fraternal de civilizar el entero mbito de la vida social: de erradicar el despotismo heredado de la vieja loi de famille el despotismo patriarcal domstico, no menos que el despotismo del patrn sobre el trabajador-, y erradicar el despotismo burocrtico estatal heredado de la vieja loi politique de los Estados monrquicos absolutistas modernos. Y sostiene que esa lucha sigue viva. Y que el futuro est abierto.

Dicho esto como una invitacin para que los lectores y filsofos polticos europeos e iberoamericanos prestramos atencin a la historia de los conceptos dentro de nuestra propia tradicin poltica y, especialmente, una invitacin a recordar el mejor lado de su pasado, esa tradicin que hunde sus races en el republicanismo histrico de Pericles a Jefferson o Robespierre, de Aristteles, Cicern o Madison, Locke, Adam Smith y Kant, stos tres ltimos mal llamados liberales por el grueso del pensamiento poltico contemporneo olvidadizo de la tradicin republicana (ms o menos democrtica) a la que pertenecan. Interesante reto porque va a contracorriente del grueso del pensamiento poltico acadmico actual y porque tambin quedamos invitados quienes hacemos filosofa poltica pensando los problemas propios de nuestras falsas repblicas latinoamericanas, como es mi caso.En este momento me interesa particularmente indagar las causas del olvido del valor poltico de la fraternidad en una buena parte del pensamiento poltico feminista contemporneo, no exclusivamente anglosajn, olvido o rechazo incluso, que es un producto parcial del eclipse general del conceptoy especialmente del olvido del carcter emancipatorio de la trada revolucionaria- pero que tiene tambin races propias, como pretendo mostrar.

El feminismo acadmico contemporneo es un movimiento amplio y heterogneo, con grandes aciertos, obvio es decirlo, y algunos desaciertos, a veces, grandes tambin. Una parte muy importante de sus aciertos tiene que ver con la recuperacin de la centralidad institucional de la familia para la reflexin poltica. Buena parte de la discusin feminista acadmica de los ltimas dcadas ha insistido ms en la novedad de su descubrimiento de la familia que en el hecho de que se trataba tambin de un redescubrimiento, cosa que ha tenido perniciosas consecuencias a la hora de entender cabalmente no slo la tradicin filosfica histrica republicana (que s consider central en la reflexin poltica el problema de la familia), sino tambin el importante problema (histrico, pero tambin filosfico) de por qu se le hizo invisible a la filosofa poltica acadmica del siglo XX la institucin familiar.La filosofa poltica como disciplina acadmica se ha interesado en el ltimo siglo sobre todo por cuestiones relacionadas con el Estado y las relaciones del Estado con la Sociedad Civil (ciudadana, partidos polticos, justicia distributiva, etc.). Lo que resulta un tanto sorprendente, habida cuenta de la importancia de la Familia en toda la tradicin filosfico-poltica occidental. El primer libro de la Poltica de Aristteles est dedicado al oikos; y una de las consecuencias ms perversas, segn Aristteles, de la democracia plebeya tica sera su subversin de la institucin familiar, dando el mando a las mujeres (gyneycokrata): un tema recuperado por el contrarrevolucionario Bonald a comienzos del siglo XIX para ajustar cuentas con la democracia plebeya robespierreana:

As como la democracia permite al pueblo, la parte dbil de la sociedad, insurgirse contra el poder establecido, as tambin el divorcio, verdadera democracia domstica, permite a la mujer, la parte dbil, rebelarse contra la autoridad marital.

Tambin para Platn haba una conexin directa entre democracia radical en el orden poltico-civil y licensiosidad de mujeres y esclavos en el oikos. Para entender la filosofa poltica de Montesquieu es crucial la distincin entre loi civil y loi de famille. Locke hace preceder su Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil de un Primer Tratado en el que discute a fondo las relaciones entre la estructura familiar y la vida civil y poltica. No puede entenderse la nocin de ciudadana, y su alcance poltico, en Kant, sin entender su concepcin de la estructura institucional de la Familia. Es esencial en la filosofa poltica y en la filosofa del derecho de Hegel la triparticin Familia/Sociedad Civil/Estado. Y Marx fue acaso ms lejos que todos sus predecesores al declarar a la Familia el nudo institucional bsico que haca inteligibles a la Sociedad Civil y al Estado:

La familia [de la Edad] moderna contiene en miniatura todos los antagonismos que luego habrn de desarrollarse en la sociedad [civil contempornea] y en su Estado.

La desaparicin de la Familia como objeto en la filosofa poltica contempornea puede verse, por ejemplo, en las interminables y a veces, interesantes disputas a que ha dado lugar la discusin sobre si la familia formaba o no parte de la estructura bsica en la Teora de la justicia de John Rawls, la obra ms influyente de la filosofa poltica de la segunda mitad del siglo XX.

Lo cierto es que una buena parte de las razones para celebrar que la familia, es decir, la antigua opresin patriarcal-patrimonial, vuelva a estar en el centro del debate filosfico-poltico contemporneo se encuentran en obras de autores de indiscutible filiacin republicana, pero precisamente cuestionados por una buena parte del feminismo acadmico actual, que al mismo tiempo que bien denuncian la misoginia de algunos, no prestan atencin a las razones francamente republicanas que los llevan a excluir de la sociedad poltica a quienes, como las mujeres casadas, los siervos/siervas y los esclavos/esclavas, pertenecen al mbito subcivil del oikos, el domus o la familia. entendida como unidad de roduccin/reproduccin . Aristteles, Locke y Kant, por supuesto; pero incluso Engels, Marx o el mismo J.S. Mill, quienes, a pesar de sus buenas intenciones, habran sido tambin vctimas de un viejo prejuicio patriarcalista, como sostiene la muy competente feminista Carol Pateman.

No es imposible que al feminismo acadmico acabe ocurrindole algo parecido a lo que le ha pasado en los ltimos lustros a una buena parte del socialismo, a saber: que el paulatino redescubrimento de la tradicin republicana hecha invisible por el triunfo del liberalismo en el primer tercio del siglo XIX le haga tomar consciencia de muchas de sus races histrico-axiolgicas y acabe revigorizndolo intelectualmente y abrindole perspectivas polticas a la altura de los tiempos. Signos claros de eso, los hay. Es posible que la incipiente alianza entre el feminismo actual y la recuperacin tambin actual de la tradicin poltica republicana pueda aclarar algunos malentendidos e incluso aportar algunas herramientas conceptuales ms potentes que la ubicua, ahistrica, y por eso mismo, infrtil dicotoma entre lo pblico y lo privado, que una buena parte del pensamiento acadmico feminista actual.

Las razones del eclipse de la fraternidad en el feminismo acadmico contemporneo

Hemos dicho ya que buena parte del olvido de la tradicin democrtica republicana antigua, y especialmente del carcter emancipatorio del valor poltico de la fraternidad, es un producto del triunfo del liberalismo en la primera parte del siglo XIX. Entre otras cosas, porque sus parientes cercanas y compaeras de lucha, la libertad y la igualdad, ya no parecan estar necesitadas su compaa, luego de haber sido depreciadas mediante intentos relativamente exitosos por convertirlas en premisas bsicas de una concepcin liberal de democracia que cristaliz en el primer tercio del XIX, y que es compatible con todo tipo de subordinacin civil. El liberalismo decimonnico logr depotenciar el carcter revolucionario de la trada, a fuerza de pergear un concepto de libertad la desafortunadamente famosa libertad negativa de los modernos de I.Berlin - entendida como ausencia de interferencia (real y actual pero no disposicional) compatible con todo tipo de dominacin arbitraria. El olvido se debe, tambin, a que esta tradicin escindi el potente vnculo trazado por el republicanismo histrico entre libertad e igualdad en esta tradicin, la igualdad no competa con la libertad sino que era, justamente, la reciprocidad en la libertad - imponiendo as un modo de entender a la igualdad como un anodino concepto de igualdad de oportunidades o de carreras abiertas para todos, y olvidando as de manera consciente que ambas- la libertad y por esa misma razn tambin la igualdad- son incompatibles con la dependencia civil o poltica que soportan quienes carecen de todo tipo de propiedad personal. De esa manera se perda o, mejor, se la apropiaron luego haciendo un uso discrecional del concepto los ultra liberales como Robert Nozick, la potente idea propiedad de s del republicanismo antiguo que significa ni ms ni menos- que ser un sujeto por derecho propio (sui iuris) o, lo que viene a ser lo mismo, gozar de la capacidad de poder vivir sin tener que pedir permiso a otros.

Hay al menos dos razones por las cuales una parte el pensamiento feminista contemporneo olvida, e incluso rechaza de manera abierta como es el caso de Carol Pateman, el valor poltico emancipatorio de la fraternidad para las mujeres:1.La aplastante influencia - tambin en el mundo hispano - del pensamiento poltico feminista norteamericano, preferentemente a-histrico y a-institucional, pero que incluso cuando intenta no serlo de manera consciente y explcita como en el caso de Carol Pateman, incurre en el descuido de olvidar que la consigna de la fraternidad, nacida en el contexto europeo de la Revolucin Francesa en el momento culminante de democracia plebeya fraternal, significaba la inundacin de la sociedad civil (poltica) por parte de los que estaban fuera de ella y, por eso mismo, carecan de derechos polticos independientes del poder poltico del pater familias. Las mujeres, por cierto, pero tambin los esclavos y los siervos domsticos, hombres y mujeres.La posicin de Pateman en quien concentrar mi exposicin- es particularmente interesante porque es similar al viejo argumento republicano, segn el cual la libertad poltica y el ejercicio de la ciudadana son incompatibles con las relaciones de dominacin. En esas relaciones, los propietarios ricos tienen dominium (es decir, propiedad y disponibilidad en exclusiva de lo posedo), y lo ejercen sobre aquellos que, por no ser completamente libres por no tener capacidad jurdica para realizar actos y negocios jurdicos, como firmar contratos son sujetos de derecho ajeno (alieni iuris). En esta tradicin, los familiares alienados mujer, hijos, clientes, criados y esclavos estn, pues, sujetos a todo tipo de interferencias por parte de quien es seor de derecho propio (sui iuris), ya sea en el mbito de la vida domstica y especialmente, en el contrato matrimonial, o en el de las relaciones jurdicas propias de la vida, como en los contratos de trabajo asalariado y las organizaciones despticas de la produccin capitalista. Pateman busca las races histricas de esta separacin, y las encuentra igual que Engels en su memorable texto sobre el Origen del Estado, la propiedad privada y la familia, aunque sin citarlo en la separacin de la produccin del mbito del hogar y la emergencia de la familia como paradigma de privacidad y domesticidad. Pero el anlisis de Pateman est concentrado en la mujer como esposa, y por eso mismo, la autora pierde perspectiva sobre un punto que es decisivo para entender la idea revolucionaria de fraternidad , a saber, que siempre existieron -tambin en el siglo XVI ingls, por supuesto- posibles relaciones de poder y subordinacin entre las mismas mujeres que, en tanto siervas domsticas y esclavas, e incluso indgenas que por cuestiones raciales y de inferioridad natural ni siquiera pertenecan a la esfera privada domstica, se enfrentaron de consuno con sus hermanos subordinados al poder del pater familias y al de su esposa, subordinada al pater familias en la teora de Locke, como bien dice Pateman, pero con capacidad imponer obligaciones a los otros subordinados, a los hijos, pero tambin a siervas/siervos, esclavas y esclavos, cosa que Pateman slo recuerda al pasar, a pesar de que Locke lo dice con claridad meridiana al tratar el tema del poder paternal, que comparten los hombres libres y sus esposas en la esfera domstica.

Es muy posible que esa omisin sea una de las razones junto con pertenecer a una tradicin distinta de la europea que no conoci el poder desptico de las monarquas absolutas- por las cuales Pateman y otras feministas acadmicas empeadas en denunciar el carcter patriarcal y machista de la fraternidad, han decidido obsequiar el valor poltico de la fraternidad a los hombres blancos y propietarios. Lo curioso es que incluso siguiendo la propia lnea argumentativa de Pateman, a saber: en la esfera pblica slo estn incluidos los hombres libres o propietarios que luego de excluir a las mujeres mediante la ficcin de un contrato matrimonial celebran un contrato fraternal; podramos concluir que no todos los hombres eran hermanos, sino slo los hombres libres (blancos) propietarios de s y de sus bienes. Al hablar de hombres como un todo indiferenciado, Pateman pierde de vista un dato importantsimo en la teora lockeana en la que funda su crtica, y es que los subordinados en la familia, junto con la esposa, son los hijos, los sirvientes y esclavos, y que todos ellos estn unidos bajo la ley de familia que es distinta a la comunidad poltica en cuanto a su constitucin, poder y fin, aunque soportan un tipo distinto de poder, que en su conjunto es distinto del poder poltico. La familia todava era una unidad de produccin/reproduccin en el siglo XVII ingls, y estuvo henchida de conflictos verticales entre las mujeres y el padre, es innegable, pero tambin permiti un vnculo horizontal entre los subordinados -hombres y mujeres- hermanados ante la opresin del padre o, como ocurri ms tarde en el movimiento obrero socialista, hermanados frente a la explotacin del patrn en una esfera tan privada como la familia que es la empresa capitalista. Y si bien las mujeres siempre han conocido y conocen un modo peculiar de opresin frente al sistema general de opresin, esto no excluye que los hermanos de clase excluidos de la sociedad civil y, por eso mismo, fuera del contrato libre en sentido estricto- compartieran sus luchas para obtener la ciudadana poltica que les fue negada durante gran parte de la historia de la humanidad, y que buena parte de esas luchas enarbolaron la bandera de la fraternidad.

2. Otras de las razones que explican la desconfianza de Pateman y de una buena parte del feminismo acadmico (preferentemente pero no exlusivamente anglosajn) ante el valor emancipatorio de la fraternidad para las mujeres, ha sido descargar prcticamente todo el peso de la crtica feminista sobre el contractualismo moderno, expuesto sin las necesarias cribas normativas. Muchos contractualistas modernos conocedores del derecho romano, como es el caso de Kant, tuvieron buenas razones republicanas, ms o menos democrticas, para defender el contrato como una herramienta poltico-normativa potente en contra de de despotismos, dentro y fuera de la esfera poltica; aunque fueron perfectamente conscientes de las limitaciones de los pseudocontratos, como es el caso del contrato de servicio (locatio conductio operarum), en el que el trabajador pone su trabajo en manos del propietario y, por eso mismo, enajena su libertad. Por supuesto que el contrato matrimonial tambin fue un arma poltica que esgrimieron los monrquicos de la Inglaterra del XVII, para abonar la idea de un contrato de sujecin al monarca, pues utilizando la metfora del contrato matrimonial -y sin pretender tocar la estructura de la vieja familia jerrquica y con subordinados y entendida como un contrato a perpetuidad- buscaron reforzar la idea de que el contrato social poda ser compatible con una monarqua absoluta o un contrato de subordinacin. Pero el mentor de esta metfora familiar no fue Locke, quien utiliz la metfora del contrato social entre personas naturalmente libres para civilizar y defender el contrato matrimonial, quien lleg a admitir el divorcio y la reformulacin de los trminos del contrato matrimonial por el bien los hijos, aunque sin dejar de considerar a la mujer una subordinada, pero no porque fuera naturalmente inferior sino porque careca de propiedad.

Es mrito de Pateman haber puesto al descubierto una vacilacin lxica de Locke en este punto, al reconocer que:

amo y siervo son nombres tan antiguos como la historia, que se aplican a muy diferentes condiciones. Un hombre libre se convierte en siervo de otro al venderle durante un tiempo determinado- un servicio que acepta realizar a cambio de un salario que recibe, y si bien eso lo coloca dentro de la familia de su amo y, por eso, bajo su disciplina ordinaria, sin embargo le otorga al amo un poder temporario sobre si, un poder que no es mayor que aquel estipulado en el contrato. Hay otro tipo de siervos que con un nombre peculiar denominados esclavos, sometidos al dominio absoluto y al poder arbitrario del amo. Esta vacilacin lxica sobre significado del concepto de libertad, le permiti a Locke afirmar que un hombre libre puede vender un servicio a cambio de un salario (locatio conductio operarum) y devenir un siervo a tiempo parcial y, por eso mismo, en un alieni iuris, cosa que es incompatible con la idea republicana de libertad (inalienable) y abre una rendija para afirmar, como dice Pateman, que a partir de la doctrina lockeana y moderna de la propiedad de la persona es posible justificar el trabajo asalariado como una forma de contrato que celebran hombres libres. Pero, al reclutar a Locke y a la entera tradicin contractualista en las filas del liberalismo europeo, Pateman pierde de vista los puntos en contacto que tiene su propia posicin tiene con la tradicin republicana histrica desde Aristteles a Marx incluido Locke- que le concedi un inmenso valor instrumental a la propiedad personal, porque quien es propietario de s mismo y de los bienes necesarios para subsistir, no depende de otros para vivir. La solucin liberal -a la que por cierto no perteneca Locke por razones histricas conocidas, porque el liberalismo naci en Espaa en el XIX- consisti, a lo largo del siglo XIX, en desler el concepto de libertad y ciudadana primero, y luego universalizarla. Y con ello cancel la posibilidad de juzgar como contrario a la libertad un orden social con relaciones de dependencia, alineacin y subordinacin, esto es, de juzgar polticamente las relaciones de dependencia que se establecen en la esfera privada de la sociedad civil, puesto que la libertad entendida como simple ausencia de interferencia es perfectamente compatible con la idea de que no hay opresin cuando algunos tienen el poder de dominacin sobre otros, siempre que no ejerzan ese poder de manera directa, ni sea probable que lo hagan.Y al perder de vista esta tradicin republicana especialmente la democrtica fraternal revolucionaria- Pateman qued presa tambin de un prejuicio que le impide ver que los dependientes, alienados, o subordinados, hombres y mujeres, vieron en la fraternidad a un concepto poltico emancipatorio, aunque eso no implica olvidar la legtima sospecha secular que las mujeres mantienen hacia un modo de ser de las instituciones.Pateman no comete el error de trazar una lnea continua desde Locke al capitalismo actual. Reconoce, en efecto, queCuando Locke atacaba el patriarcalismo, los esposos eran los jefes de la familia pero las mujeres desempeaban un papel activo e independiente, en numerosas reas de la produccin. Sin embargo que a medida que se desarroll el capitalismo y su forma especfica de divisin sexual, laboral y de clases-, las mujeres se vieron confinadas a unas cuantas tareas de bajo estatus o apartadas de la vida econmica, fueron relegadas a su lugar natural, la esfera privada, y en la actualidad parece natural que estn subordinadas slo porque dependen de sus maridos para la subsistencia, hasta el punto que se da por supuesto que la vida social liberal se puede entender sin referencia alguna a la esfera de la subordinacin.

A juzgar por la cita de la misma Pateman, el problema central para ella no parece ser la divisin entre lo pblico y lo privado, sino la incorporacin o no de las mujeres a la vida productiva pblica o privada y la evitacin del confinamiento de las mujeres a la esfera domstica-reproductiva no salarialmente remunerada, confinamiento que parece, entonces, ser causa primordial de su subordinacin y dependencia. Tambin en la interesante Pateman, la hiperdomestizacin de lo privado parece dejar fuera de consideracin y crtica normativa el otro complejo institucional causante de la opresin patrimonial-privada de las mujeres de nuestra poca: su subordinacin y dependencia, en forma de trabajo asalariado en la vida productiva, de patronos y capitanes de industria no menos privados. Cosa curiosa en una autora que ha prestado una cuidadosa atencin al tema de la subordinacin en el mercado de trabajo asalariado, y que explcitamente habla de clases sociales y de esferas de subordinacin y de explotacin, aunque tambin este concepto de explotacin tenga tintes machistas, a su entender, porque encubre la exclusin de las mujeres por parte de los hombres del mercado de trabajo. Por eso prefiere llamarlas subordinadas, antes que explotadas por un patrn; como si subordinacin la sujecin a la orden, mando o dominio de alguien - y explotacin utilizar a alguien de modo abusivo y en provecho propio- no fueran procesos polticos conexos para la reproduccin del capital.Quizs sea ste un prejuicio heredado de no prestar debida atencin a un dato fundamental: las luchas en contra del trabajo esclavo femenino e infantil en la fbrica, fueron producto de sangrientas luchas del movimiento obrero organizado que recuper la consigna de la fraternidad- y en el que participaron, hermanados en contra de la opresin y explotacin, tanto hombres como mujeres.Los aciertos de la teora de Pateman, que son muchos, ganaran potencia e incluso coherencia con la incorporacin de los aportes del feminismo socialista, de ahora y de siempre. Es preciso no perder de vista, como lo ha hecho Silvia Federici que:fue importante para las feministas advertir que parte del trabajo domstico y de crianza de los nios es trabajo policial para con ellos, para que se adapten a una disciplina laboral particular. Comenzamos a ver, entonces, que rechazar determinados mbitos laborales no slo nos puede liberar a nosotras sino tambin a nuestros hijos. Pudimos advertir que la lucha no se realiza a expensas de aquellos a quienes cuidamos, aunque nos neguemos a preparar la comida y limpiar los pisos. De hecho, nuestra negativa abre un camino para su propia lucha y para el proceso de su liberacin.

Quizs, por esta va, las luchas de las mujeres en contra de la divisin sexual del trabajo en la esfera privada puedan ser vistas, tambin, como una lucha anticapitalista que emprendan de consumo hombres y mujeres unidos fraternalmente, en contra del proceso de desposesin perpetrado por el capitalismo. Aunque, por supuesto, ello no sera posible sin civilizar el entero mbito de la vida social: el despotismo patriarcal familiar, el despotismo del patrn sobre el trabajador, y el despotismo de un estado burocrtico no controlado por la ciudadana. El feminismo socialista como el de la propia Silvia Federici- no olvida la importancia de la redefinicin del trabajo domstico impago y del reconocimiento de que el trabajo reproductivo impago femenino es un recurso fundamental de la acumulacin capitalista, y tambin sabe del gran acierto feminista que propuso una nueva definicin del trabajo domstico como trabajo no reducido a un mero servicio personal , como un trabajo que produce y reproduce la fuerza de trabajo para un mercado laboral salvajemente privatizado y que, por esa misma razn, no est apartado de la vida econmica como pretende Pateman. De este modo, el feminismo socialista ha sido capaz de descubrir un nuevo y profundo modo de explotacin, paralelo y complementario al proceso de acumulacin primitiva de Marx, y las historiadoras competentes como Silvia Federici, Ellen Meiksins y Barbara Ehrenreich, narran de manera magistral el prolongado proceso de desposesin de las mujeres, desde la caza de brujas y la apropiacin de la sabidura femenina sobre el cuerpo enfermo por la profesin mdica masculina naciente, hasta el nmero de mujeres (un tercio de la poblacin rural europea) que en los siglos XVI y XVII trabajaban (sin salario) como siervas para el mercado, y el origen de prejuicios raciales y sexuales producto de la colonizacin y del espanto de los colonizadores ante el peligro de una posible unin fraternal entre trabajadores asalariados europeos y el trabajo esclavo en las colonias de hombres y mujeres que soaban con recuperar la posibilidad de tierras comunes en las colonias, en contra de los procesos expropiadores de la colonizacin. Esta historia est escrita en Europa y en Amrica- el reto es recuperarla tambin para la filosofa poltica acadmica, y para eso es preciso expropiar al liberalismo de un activo tericamente muy potente: su propia interpretacin de la modernidad, sistemticamente escrita para ocultar la antigua tradicin democrtica republicana, porque modernos son tambin Francisco Vitoria, Bartolom de las Casas, Francisco de Soto, Jefferson, Kant y Robespierre. La idea del eclipse de la fraternidad ha sido tomada del excelente libro de Antoni Domenech: El eclipse de la fraternidad, Barcelona, Crtica, 2004, pp. 21

Sobre el valor poltico de la fraternidad para la emancipacin de las mujeres, entendida como una posible concepcin de la ciudadana (femenina) capaz de recuperar la herencia jacobina y socialista: Ciriza, Alejandra (coord.) Intervenciones sobre ciudadana de mujeres, poltica y memoria. Perspectivas subalternas. Buenos Aires, Feminaria, 2008.

Sobre el valor emancipatorio del divorcio en la Francia revolucionaria, y muy especialmente sobre la importancia de la reforma de la familia como modo de reforma de la sociedad civil, vase el interesante trabajo histrico de Susan Dessan: The family on Trial in Revolutionary France, California, University of California Press, 2004..

A mi modo de ver, la ms interesante de ellas ha sido la ya fallecida filsofa norteamericana Susan Moller Okin. Para un comentario sobre sus aportes a la discusin de la familia en la teora de Rawls, desde la perspectiva del rawlsismo metodolgico, Bertomeu, M.J, Domnech, A. Pblico y Privado. Republicanismo y feminismo actual, Barcelona, Viejo Topo, y Pateman, C, Selfownership and the Property in the Person. Democratization and a Tale of Two Concepts, Journal of Political Philosophy, Volume 10, N 1, 2002, pp. 20-53

Vase, Joaqun Miras, Repensar la poltica, refundar la izquierda. Historia y desarrollo posible de la tradicin de la Democracia, Barcelona, Viejo Topo, 2002, y Antoni Domnech, El eclipse de la fraternidad, op.cit.

Vase, por ejemplo: Dessan, Susan, The family on Trial in Revolutionary France, op.cit; Vega, Judith, Feminist Republicanism. Etta Palm-Aelders on justice, virtue and men, History of European Ideas, 10,3,1989; Federici,Silvia Caliban and the Witch: Women the Body and Primitive Accumulation, Nueva York, Autonomedia, 2004;. Ellen Meiksins Wood, Ellen Th e origin of capitalism: a longer view, Londres, Verso, 200

Justo es decir que la competente feminista Carol Pateman ha denunciado desde hace aos el rawlsismo metodolgico imperante en la filosofa anglosajona en contra de Okin pero tambin de G.Cohen- acusndolos de hacer una filosofa poltica ahistrica, que no presta atencin a las instituciones, y despolitizada, porque termina consagrando un imperialismo moral dentro de la propia filosofa poltica. Sobre este punto volver luego. Vase: Pateman, Carol, Selfownership and the Property in the Person. Democratization and a Tale of Two Concepts, op.cit

Para un anlisis de la apropiacin del concepto de autopropiedad por parte del muy competente filsofo poltico Richard Nozick, vase el trabajo de Mund, J: Autopropiedad, derechos y libertad. Debera estar permitido que uno pudiera tratarse a s mismo como a un esclavo? en Bertomeu, M.J., et al. (comps), Republicanismo y democracia, Buenos Aires-Madrid, Mio y Dvila, 2005, pp. 187-208.

Para este tema, Pateman, Carol: Women and Consent, Political Theory, Vol 8, N 2 (1980) pp.149-168

Por ejemplo, en el & 15 del Segundo Tratado, al referirse al poder paternal (entre padres e hijos), desptico (el poder sobre quienes son incapaces de propiedad) y poltico (el poder que ejercen los propietarios), Locke no menciona un poder natural de los hombres sobre sus esposas, aunque si habla del poder conyugal de los hombres sobre los bienes y la tierra. Sin embargo ambos padre y madre- tienen autoridad sobre siervos, esclavos y nios. Locke, J Two Treatises of Government, Londres, An Everyman Paperback, 1973, II, & 15. Para este tema, vase Arneil Barbara, Women as Wives, Servants and Slaves: Rethinking the Public/Private Divide. Canadian Journal of Political Science, XXXIV, I, 29-54, 20001.

Hay una bibliografa abundante sobre este tema de la fraternidad como valor poltico masculino. Vase, por ejemplo, Philips, Anne, Fraternity en Pimlot, B (edit) Fabian Essays in Socialist Thought, Londres, Heinemann, 1984; Clawson, M.A, Nineteenth Century Womens Auxiliars and fraternal Orders, en Signs, Vol XII, N 1, 1986. No es el caso de Simone de Beauvoir, quien cierra el texto El Segundo Sexo, exhortando a hombres y mujeres a dejar las diferencias naturales y afirmar, sin equvocos, la fraternidad.

Locke, John. Second Treatises of Government, London, Everymans Librery, 1973, II, &86

Sobre el valor poltico de la fraternidad para las mujeres, vase el texto de Rossanda, R. Las otras, Barcelona, Gedisa, 1981, especialmente pp.99 y ss. En una interesante discusin con feministas italianas, Rossanda afirma de manera rotunda el valor de los lazos horizontales de los oprimidos, sin desconocer que la desconfianza de las mujeres hunde sus races en el fenmeno peculiar de opresin ejercida histricamente por los hombres en la poltica. Interesante, tambin, es la discusin de Pietro Ingrao con Margherita Repetto ante el supuesto anti-institucionalismo de esta ltima, porque pone de relieve la discusin italiana del momento sobre la disputa entre institucionalismo/autonomismo feminista que Ingrao acepta como un tributo pagado a la sospecha de las mujeres hacia el modo de ser de las instituciones, pero que, a su entender, debera ser superado puesto que evitar medirse con las instituciones polticas implicara aceptar la eterna subordinacin. Este debate, propio de la Italia de los 70, experiment un giro radical en los 80, a partir de la dcada de la mujer y de las conferencias internacionales promovidas por la ONU, cuando aparece claramente la cuestin de la institucionalidad. Recordemos adems que en Amrica latina el debate entre autnomas/ institucionalistas es uno de los ms importantes y, por cierto, es muy complejo como para exponerlo en esta presentacin. Agradezco a Alejandra Ciriza sus valiosos comentarios sobre este punto de mi trabajo.

Para una discusin interesante entre monrquicos y parlamentarios ingleses sobre el contrato matrimonial, y sobre la propia posicin de Locke: Shanley, Mary Lindon, Contract marriage and social contract in Seventeenth Century Political Thougt, The Western Political Querterly, 32, marzo 1979, 79-91; para el tratamiento del tema del contrato matrimonial en la Francia revolucionaria, vase Dessan, Susan, op.cit.

Locke, Two Treatises of Government, op.cit. II, & 85

Pateman, Carol, Feminist Critiques of the Public/Private Dichotomy en Pateman, Carol, The Disorder of Women, Standford, Standford University Press 1989, pp. 123

Federici, Silvia, El trabajo precario desde un punto de vista feminista. www.sinpermiso.info.

Federici, Silvia, Caliban and the Witch, Women, the body and primitive accumulation, Autonomedia, Brooklyn, 2004, Miksins, Wood, Ellen, The origin of capitalism: a longer view, Londres, Verso, 2002, Ehrenreich,B, English, For her own good. 150 years of the espertsadvice to Women, New York, An Anchor Press Book, 1979.

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