Mencía Por Amado Nervo

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Mencía

Por

AmadoNervo

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ALLECTOR

Estecuentodebióllevarportítulo“SegismundooLavidaessueño”,peroluegoelegíunomássimple,comoconmiedodeevocarlagigantescasombradeCalderón. “Mencía” llamose,pues, a secas,ycon tan simpledesignaciónllegaati,amigomío,ahablartedecosaspretéritasquesuelentenerunvagoencanto…

Claroquenoesuncuentohistórico.Mibuenaestrellamelibredepresumirtalcosa,ahoraquetantoabundanloseruditosylossabios,amí,queporgraciadeDiosnoseréeruditojamás,yquesabio…noheacertadoaserlonunca.

Es, sí,un“cuentodeambientehistórico”,comodiríaun italiano.Loquepasaenél,“pudohabersido”.

Si hay contradicciones, si hay inexactitudes y errores, si esto no secompadececonaquello,silodeacánoconciertaconlodeallá,perdónamelo,amigo,pensandoqueLopedeFigueroanohaexistidonunca;quetodofueunailusión,aratoslógica,desmadejadayabsurdaaratos,yque,comodijoelgraningenio,aquienfuiapedirunnombreparabautizarestaspáginas,“lossueñossueñosson!”.

AmadoNervo

I

LOPEDEFIGUEROA,PLATERO

Cuando su majestad abrió los ojos, todavía presa de cierta indecisióncrepuscular que al despertarse había experimentado otras veces, y que eracomolailusióndequeflotabaentredosvidas,entredosmundos,advirtióquelaverticalhebradeluzqueescapabadelasmaderasdeunaventana,eramáspálidaymásfinaquedeordinario.

Sumajestadestabadetalsuertefamiliarizadaconaquellahebradeluz,quebienpodíanotarcosatal.Porellaadivinabaadiario,sinnecesidaddeextendernegligentemente la mano hacia la repetición que latía sobre la jaspeadamalaquitadesumesadenoche,lahoraexactadelamañana,yauneltiempoquehacía.

Todos los matices del tenue hilo de oro tenían para su majestad unlenguaje.Peroeldeaquellamañanajamáslohabíavisto;sehubieradichoque

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niveníadelamismaventana,nidelmismocielo,nidelmismosol…

Mirando con más detenimiento, su majestad acabó por advertir que, enefecto,aquellanoeralagranventanadesualcoba.

¡Vayasihabíadiferencia!

Suhumildadytoscomaterialsaltabanalavista.Sumajestadseincorporóamediasenellecho,yapoyandolacabezaenladiestrapúsoseaexaminarenel aposento, estrecho y lúcido de blanco, en la media luz a la cual ibanacostumbrándoseyasusojos,loquelerodeaba.

Alpiedellecho,pequeñoybajo,habíauntaburetedepino,ysobreél,endesorden,algunasprendasdevestir.Unaropillayunropóndemodesta tela,harto usada, unas calzas, una capa.Más allá, pegado almuro, un bargueño,cuyos cerrojos relucían. En las paredes, algunas estampas de santos y unretrato;enunrincónunaespada…

Sumajestadsefrotólospárpadosconvigor,ycadavezmásconfusabuscómaquinalmente laperadel timbreeléctrico,quecaíacasisobre laalmohada,aquellaperadeágataconbotóndelapizlázuli,quetantasvecesoprimióentresusdedos,yacuyatrémulavibraciónrespondíasiempreeldiscretorumordeuna puerta, que, al entreabrirse, dejaba ver, bajo las colgaduras, la cabezaempolvadadeungentilhombredecámara.

Peronohabíatimbrealguno…

Su majestad, sentada ya al borde del lecho, perdida absolutamente lamoral, sintiendo algo así como una terrible desorientación de su espíritu, elderrumbamientointeriordetodasulógica,másaún,desuidentidad,quedoseabismada.

Enesto,lapuertaquesumajestad,porinvenciblehábito,suponíaqueeraunaventanaquecaía sobre lagranplazadeEnriqueV, se entreabrió,yunafigurademujer,alta,esbelta,armoniosa,serecortóenlaampliazonadeluzquelimitabanlasmaderas.

—Lope —dijo con voz dulcísima de un timbre de plata—, ¿estás yadespierto?

Sumajestad—omejordichoLope—,estupefacta,quisobalbuciralgo;nopudoyquedosemirando,sincontestar,aquellaaparición.

Era, a lo que podía verse, unamujer de veinte años, a lo sumo, de unaadmirablebelleza.Susojos,oscurosyradiantes,iluminabanelóvaloidealdeunrostrodevirgen,ysuscabellos,partidosporenmedioyrecogidosluegoaamboslados,formandountrenzadograciosoqueaprisionabalarobustamata,eran de un castaño oscuro magnífico. Vestía modestamente saya y justillonegros, y de los lóbulos de sus orejas, que apenas asomaban al ras de las

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bandas de pelo, pendían largos aretes de oro, en los cuales rojeaban vivoscorales.

—¿Duermes,Lope?—preguntóaúnlavozdeplata—.Tardeesya,másdelassiete…

Recuerdaquemañanahadeestaracabadalacustodia.ElhermanoLorenzonoshadichoqueenel convento laquierenpara laFiestadeSanFrancisco,queeseljueves.

—¡Lope!—murmuró sumajestad—. ¡Lope, yo!... ¿Pero quién sois vos,señora?...

—¿Bromeas,Lope?—respondió lavozdeplata—.¿Onodespiertasaúndeltodo?—Yacercándoseconsuavidadpusounbesodeamorenlafrentedesumajestad,murmurándolealoído:

—¡Quiénhedeser,sinotuMencía,quetantotequiere!

Lopesepusoenpie,restregoseaúnlosojos,sepalpólacabeza,elcuello,elbusto,pusosusmanossobreloshombrosdelajoven,yconvencidodequeaquello era objetivo, consistente, de que no se desvanecía como vanofantasma,sedejócaerdenuevosobreellecho,exclamando:

—¡Estoyloco!

—¿Porqué?—insinuólavozdeplata.

—¿Quiénhapodidotraermeaquí?…Yosoyelrey…

—Cierto—dijoMencíacontristeza—.¡Lohasdichotantoensueños!...

—¡Cómoensueños!

—¡Soñabas agitadamente! ¡Hablabas de cosas que no me era dadoentender!¡Dabastítulos!¡Conferíasdignidades!

—¡Yo!...

—Ibasdecaza…Nunca,Lope,habías soñado tantoni envoz tanalta…Porlamañana,tudormirsevolviómástranquilo,yyomemarchéamisaconánimo de que reposaras aún hasta mi vuelta. Lope, mi Lope querido, ¿tevistes?Yaestarde…¡Hasdeacabarmañanalacustodia!

¿Sería dado al que esto escribe, expresar la sensación de costumbre, defamiliaridad,dehábito,queibarápidamenteinvadiendoelalmadeLope?

Elpasmosefue,sefuelaestupefacción;quedabaunpocodeasombro;losustituyó cierta sorpresa, un resabio de extrañeza, de desorientación; luego,nada, nada (tal es nuestra prodigiosa facultad de adaptación a las másextraordinarias circunstancias); nada que no fuera el sentimiento

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tranquilizadordelacontinuidaddeunavidayavivida,yquesólohabíapodidointerrumpirporbreveshorasunensueñoengañoso:¡queélhabíasidorey!

¡Peregrinoensueño!Mientrassevestía,referíaloagrandesrasgosalaidealmujerdelosojosluminososydelavozdeplata:

“Yoerarey,unreyviejodeunpaíspoderosodelnortedeEuropa.Vivíaenungranpalaciorodeadodeparques.Misdistraccioneseranlacazaylosviajespormarenun“yate”.

Poseíatambiénautomóviles…”

Yseguíasuhistoria.

LacelestecriaturamovíalacabezacorroborandoconsignosafirmativoselrelatodeLope,entresorprendidayconfusa:

—Sí,cierto—interrumpíaacadapaso—,esosoñabas…esodecías,esaspalabrasdesconocidaspronunciabas…

Yañadíapensativa:

—¡Rarascosassesueñan!

”Túhas tenidosiempre letras,Lope—continuódespuésdeunapausa—;noesextraño,pues,quedormidoimaginaseshistoriasperegrinas…”

—¡Biendices,Mencía,rarascosassesueñan!

—¡Rarascosassesueñan,Lope!

II

LOSSUEÑOSSONASÍ…

Enlapiezacontiguahabíaunagranmesa,sobre lacual,enmediodeundesorden de herramientas, de crisoles, de barras metálicas diversas, deenvoltorios con limaduras, y otros con piedras preciosas, se erguía unacustodiadeplataconrelicariodeoro.

EralaobradelplateroLope,paraelconvento.

No lejos de la mesa, un gran bastidor sobre toscos pies de maderaenmarcaba, bien restirada, una tela de seda, bordada en gran parte, condiversosmotivos,tambiéndeoroyplata,siendoelprincipalunDivinoPastorquellevabaalhombro,amoroso,alaovejaperdida.

Era aquella labor, visiblemente destinada a un ornamento de iglesia, laobradeMencía.

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Mesaybastidorestabancercadelaúnicaventanadelahabitación,afinderecibirlaluzqueporellaentraba.Enelladoopuesto,enelintervaloexistenteentre una puerta y el ángulo del muro, había un escritorio de modestaapariencia,comotodoelmobiliario.Sobreélunrimerodelibros,depiedad,deenseñanzaoentretenimiento.

Entre los primeros, el Libro espiritual del Santísimo Sacramento de laEucaristía,delpadreJuandeÁvila,yunlibrodehoras.Entrelossegundos,elDiálogode ladignidaddelhombre,delmaestroHernánPérezdeOliva,yelDiálogodelalengua,dedonJuandeValdés.

Entrelosúltimos,elTractadodelastresgrandes,convieneasaber:delagran parlería, de la gran porfía y de la gran risa, del donoso doctor donFranciscoLópezdeVillalobos;laCelestina,elAmadís,laVidadeLazarillodeTormesydesusfortunasyadversidades,ylaDiana,deJorgedeMontemayor.

El resto delmobiliario constituíanlo algunos taburetes, un gran sillón decueroydosarcas;launaabierta,pormásseñas,ydejandoverunaropilladetisú,unjubónyunascalzasdevelludonegro,queprobablementepertenecíanalaindumentariadomingueradeLope.

Perovolvamosalacustodia.

Ésta figuraba la fachada de una catedral gótica, de un gótico floridoriquísimoendetalles.Teníatrespuertas,yelhuecodeladelcentroformabaelrelicario.

Elsuperiordelconvento,unteólogolargoyanguloso,decaraojival,quehabía sugerido a Lope algunas de las esbeltas líneas de tal arquitectura,afirmaba—segúnMencíadijoasuesposo—queaquellorepresentabaopodíarepresentar laciudaddeSión,“¡dondenohaymuerteni llanto,niclamorniangustia, ni dolor ni culpa; adonde es saciado el hambriento, refrigerado elsediento,ysecumpletododeseo;laciudadsantadeJerusalén,queescomounvidriopurísimo,cuyosfundamentosestánadornadosdepiedraspreciosas,queno necesita luz, porque la claridad de Dios la ilumina y su lucerna es elCordero!”, como hubiera dicho más tarde la hermana María de Jesús deCepeda;yMencía,espírituapacibleycristalino,cuandoestoescuchabadeloslabiosdelreligioso,sentía,segúnexpresóaLope,suavestransportesdepiedadyalgocomouníntimodeseodeentrarconsuamadoaesacustodiaceleste,aese tabernáculo ideal, a esa ciudad divina que estaría asentada sobre nubes,comoToledosobresusrocas,ycuyointeriordebíaasemejarsealdelacapilladelosReyesdelacatedral,queeralaobrareligiosademásmagnificenciaqueellahabíacontemplado.

Faltaban por ajustar algunos topacios y amatistas, y por cincelar unatorrecilladeoro.

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Lope, con una pericia de la cual minuto a minuto iba sorprendiéndosemenos,púsosealaobra,entantoqueMencíabordabaensugranbastidorconmanoságilesdereinaantigua.

Amedidaquepasabanlashoras,Lopesentíasemásseguro,másorientadoysereno.

Parecíalerecordarelmodestoeignoradoayer,desdequetuvousoderazónhastaqueseenamoródeMencía,desdequesecasóconella,hastaahoraenquetrabajarasucustodiaparaelconvento.

Todosloseslabonesdelacadenadesusdíasquemomentosantes,sueltosyesparcidosquebrantabansulógicayenredabanyconfundíanlasperspectivasdesumemoria,ibansoldándosenaturalmenteysinesfuerzo.

Sí, recordaba:Él no había sido nuncamás queLope,Lope deFigueroa,natural de Toledo. Su padre fue librero, y en la calle de los Libreros habíanacidoél.Graciasalcomerciodelautordesusdías,pudoleerbastante,muchopara la época. Hubiera seguido aquel comercio, pero temprano se sintiótentado por el arte divino de la orfebrería. Siempre que lo llevaban a lacatedral,aSanJuandelosReyes,aSantoTomásy,ensuspequeñosviajes,aalgunasde lasgrandes iglesiasdeEspaña,caíaenéxtasisante lascustodias,loscopones,losrelicarios.

Sesabíadememorialosdetallesdelamayorpartedeestasobrasmaestrasdemetalqueexistían entonces en laPenínsula, casi todas ellas en formadequiméricas arquitecturas, en que la inspiración de los artistas no conocíalímites para su vuelo. El nombre de los Arfé, esos magos oriundos deAlemania, era para él como el nombre de una divinidad. La custodia deCórdoba,ejecutadaen1513porEnrique;ladeSahagún,ladeToledo,hechaen1524 (únicaqueLopehabíapodido contemplar), formabanpara él comolos tres resplandores de gloria de este hombre excepcional. La custodia deSantiago y la de Medina de Rioseco, ejecutadas por el hijo de Enrique,AntonioArfé, en estilo plateresco, las había visto en dos reproducciones deyesoenuntallerdeToledo,ylocautivabanenextremo;ylaamistaddeJuanArfé,queerasucamaradayquealasazónhabíaejecutadoyalacustodiadeÁvila (hecha en 1571) e iba a ejecutar la de Sevilla, que empezó en 1580,fechaalrededordelacualgiraesteabsurdorelato,lellenabadeorgullo.Aúnestabanenelporvenir,lacustodiadelmismo,quefuedespués,en1590,unadelasjoyasmáspreciadasdeValladolid,yladeJuanBenavente,cinceladaen1582enelestilodelRenacimiento.

El nombre de Gregorio de Varona, que empezaba ya a ser célebre, eratambiénde losqueestabansiempreen sus labios;pero siprofesabael cultomásingenuoyfervorosoportodosestosgrandesartistas,hayqueconvenirenqueeldesuspredileccioneseraelabueloArfé,Enrique,yenquehubieradado

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la mitad de su vida por ser el artífice de un fragmento siquiera de la grancustodiadeplata(únicaque,comodecimos,habíapodidocontemplar,aunquepor reproducciones o dibujos conocía las otras), que para el cardenalXiménez2 ejecutó el artista, y que tantas veces vio esplender enmedio delincienso,bajolasgigantescasnavesdelacatedral.

¡Sí,élfuesiempreLopedeFigueroa,ahoraestabasegurodeello;LopedeFigueroa,deveintiséisañosdeedad;LopedeFigueroa,quesesoñórey!¡Unrey viejo, de quién sabe qué reino fantástico, en quién sabe qué tiemposextraordinariosyperegrinos!

—Sin embargo,Mencía—insistió el platero al llegar a esa parte de suspensamientos—, jurara que no he soñado, sino que he visto, que he tocadoaquello.¡Aúnnopuedodesacostumbrarmedel todoanoser loquefui…,loqueimaginéquefui;detalsuerteeraclaroyprecisoloquesoñaba!

—¡Lossueñossonasí!—respondióMencíaapaciblemente,sinlevantarlosojos de su bordado—. ¡Los sueños… son así!Amíme contristómucho—siguió diciendo—, me hizo gran lástima verte en el lecho, sacudido por laansiedad;quisedespertarte,peronolologré;tanpesadamentedormías…Porfortuna, apocodesapareció el sobresalto…Ahora recuerdoquehablabasdeun “atentado” contra un hijo que tenías, y pronunciabas palabras raras quenunca oí antes, y que infundían a todosmiedo, terror y espanto. Decías…,decías:“¡Losanarquistas!”.

—Sí,cierto—exclamóLope,sintiendosubirdenuevoasucerebrounaoladeextrañeza—.Eranunosrebeldes…

—¿Comonuestroscomuneros?

—Incomparablementepeores…;fueradetodaley…¿Ydespués?

—Tu hijo el príncipe moría asesinado, y tú tristemente, tristemente,seguíasreinando.Gustabasdecazar…,dejaquehagamemoria,eibas,anosédónde,enunamáquinavertiginosa…,enlaquehasnombradohacepoco…

—Enunautomóvil,yatelohedicho.

—Esoes,algoasíheescuchado,algoincomprensible.

—¿Sabescómoeraesamáquina?

—Nopodríaimaginarlo.

—¡Oh,juraraquelahevisto,quelaheposeído,Mencíademialma!Era…¿cómoteexplicaríayoesto?Eracomouncochequeanduviesesolo,mercedaunamecánica que no acertarías a comprender. Volaba,Mencía, volaba…Yvivía yo, asimismo, entre muchedumbre de otras máquinas. Las había quealmacenaban y repetían la voz del hombre; las había que, sin intermedio

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alguno, llevaban la palabra a distancias inmensas, y otras que lo hacían porministeriodeunhilometálico;lashabíaquereproducíanlasapariencias,aunlasmásfugitivas,delosobjetosydelaspersonas,comolohacenlospintores,sólo que instantáneamente y de unmodomecánico;máquinas que escribíanconsorprendentediligenciaynuncavistadestreza,comonopodríanhacerlonuestros copistas,maguer sus abreviaturas, y con una claridad que en vanopretenderían emular nuestros calígrafos; máquinas que calculaban sinequivocarse jamás; máquinas que imprimían solas; máquinas que corríanvertiginosamente sobre dos bordes paralelos de acero… Yo habitaba unaciudad llena de estas máquinas y de industrias innumerables. Los hombressabíanmuchomásquesabemoshoy.Loshombresvolaban,Mencía,volabanyeran muchomás libres…, pero no felices. Los metales que yo manejo contanta fatiga y tan difícilmente trabajo, ellos los manejaban y trabajaban demodoquemaravilla,yconocíanademássuesenciaíntima,noalamaneradeAvicena,deArnaldodeVillanovaodeRaimundoLulio,quelostienencomoengendradosporazogueyazufre,sinomercedalaslucesdeunaquímicamássabia; y habían descubierto otros nuevos, uno entre ellos que era acabadoprodigio,porqueensímismollevabaunafuentedeenergía,decalor.Vestíanlasgentesdedistintamaneraquevestimostúyyo,yvivíanunavidaagitadayafanosa;hablabanotro idioma.Yyoera rey, teníaejércitosconarmasdeunalcanceydeunaprecisiónqueapenaspuedocomprender,yjuntoalascualesnuestros arcabuces con sus pelotas, nuestras culebrinas demayor alcance ynuestros cañones, serían cosas de niños. ¡Poseía flotas, no compuestas degaleras,galeazasygaleones,noconstruidasalamaneradenuestrasnaos,nomovidas a remo o a vela, sino por la fuerza del vapor, del vapor de agua,Mencía, el cual escapaba de ellas en torbellinos negros!, y algunos sesumerguíancomolospecesy…

—ImaginacionesdelMalohanpodidoserésas,Lope,tramadasconánimode perturbarte, y ellome contrista, te lo repito.Mimadre leíame que a sanAntonio Abad le aparecían en confusión, en el desierto, seres absurdos yartificiosmalignos, nunca vistos por nadie. Tú, Lope, como ya te he dicho,quizás por la influencia de los libros que ahincadamente lees, siempre hassoñado mucho, y nunca entendí que eso estuviera bien. Por otra parte, lascuartanasdelañopasadotedejaronhartodébil.¡Tanreciofueelmal,quedíaninochepodíassosegar!

Yabandonandosulabor, laesbeltaydelicadafigurafuehaciasuamado,cogiolesuavementedeladiestraylellevóalaventana,añadiendomaternalyuntuosa:

—¡Descansa un poco; la custodia estará hoy terminada! Son ya la diez.Desdelasochotrabajas.¡Solacémonosmirandolagentequepasa!

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III

TOLEDO

Aunconciertoresabiodeduda,Lopeseasomóalaventana.Parecíalequeahísíibaaquebrantarseelconjuro,adesvanecerseelencanto,yqueenvezdelavisióndeunaciudadcastellanatendríaladelaespaciosaplazadesupalacio—la plaza de Enrique V—, limitada por suntuosas arquitecturas delRenacimiento, por luminosos alcázares de mármol, rodeados de terrazasamplísimas,ycortadoendossuinmensocuadriláteroporelgranríodeondasverdes, a través del cual daban zancadas los puentes de piedra y de hierro,hormigueantessiempredeunaatareadamultitud.

Peronofueasí.

La ventana de su habitación, más alta que la mayoría de los murosopuestos,dabaaunacallejuelaque,conotrasvecinas,luegoibaadesembocaren la plaza de Zocodover. Desde ella se abarcaba perfectamente el vastoespaciodeestaplaza,consusirregularesedificiosysusviejossoportales.

Unamultitud, vestida de manera muy varia, pululaba en rededor de lospuestosdelmercado,queporsermartes,había.Quiéncomprabaavesdetodosgéneros; quién tarros de miel; quién queso libreado; quién mazapanes,hojaldres,bizcotelasyrosquillas,conosinazúcar;quiénaceites,mantecasyfrutasdeAndalucía;quienbebíahipocrás,ocomíasardinasfritasoempanadasdeternera.

Casi todos los balcones estaban engalanados con colgaduras diversas yornadosdeaquellaspalmasbenditasque losgalanesdonabanasusdamasyque, atadas con cintas de varios colores, eran una comprensible leyenda deamor.

PreguntóLope larazón,yMencíadíjoleque lacorteseencontrabaen laciudadimperialdesdehacíaalgunosdías,yqueibaconpompaatodaspartes,pasandocasisiempreporlaplaza.

Lope recorrió con la mirada atónita el panorama. La urdimbre decallejuelas se enredaba a sus pies. Bordábanlas en sumayoríamuros bajos,con muy pocas ventanas, y todas las arquitecturas se codeaban en el másheteróclito contubernio. Campanarios, miradores burdos o airosos portalesencancelados, ventanas góticas, postigos enrejados de cenobio; sobre lasinagoga,lacruz;juntoalapesadatorremedieval,ásperayfuertecomoladeuncastilloroquero,elaladominaretebordadodeencajes;juntoalaseveridaddeuncornisamentoromano,lagraciaenredadaytraviesadeunarabescoquecantalosatributosdeAlá;unsobrioyrecientepórticodelcinquecento,juntoa

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unarcomudéjaroaunpórticoplateresco.Yelsol,ardiendosobrelasportadasgóticas o árabes, colándose a los patios ornados de azulejos, de balaustrescalados y de talladas maderas, poniendo su beso de fuego en los viejosescudos,enlasferradasventanasoenlosmisteriososajimeces.

Toledo,sentadasobresuariscotronoderocas,vivíalosúltimosañosdesuapogeo.ElreydonFelipehabíatrasladadodesde1560lacorteaMadrid.Eraestaúltimavilla,denominada“laúnicacorte”,muysuciaymalsana,apesardetanpomposonombre.Contabaalosumotreintamilhabitantes,yenmuchotiemposupoblaciónnoaumentóporciertodeunamanerasensible.

Lametrópolidelmundo,porquelofueenaquellossiglosqueempezaronconCarlosV,cuandonohuboocasoparaelsolenlosdominiosespañoles,loúnicoque,porlopronto,ganóconel trasladodelacorteasurecinto,fuelataladespiadadadesushermososbosques,testigosdeldominiodelosárabesydelostriunfosdeAlfonsoVI.

Desnudas quedaron las comarcas que habían ensilvecido los siglos, yMadridenmediodeunerial.Lascalles,estrechasytorcidas,estabanlimitadasporcasasdeunsolopiso,porque la regalíadeaposentosobligabaaquienesconstruíancasasmásaltasyespaciosasaalojara lanobleza,ypor tanto lospropietariossedefendíanconstruyendolasllamadascasas“alamalicia”.

Lasmoradasdelosgrandescasinosedistinguíandelasdemássinoporlostorreonesqueostentaban.

Laamplituddelavillaapenassiexcedíaalviejoensanchehechoporlosárabes,yensumayorpartelasantiguasmurallasestabanenpieodejabanversu anterior trazado, siguiendo un largo rodeo para llegar desde la calle obarrancodeSegoviahastaelAlcázar.EncambioeraMadridfrecuentadaporinnumerables forasteros, y en su calle Mayor, siempre animada, y en susmuchas callejuelas, se codeaban, en las taifas y los corros del era idóneaporque conectaba con muchas regiones; como el clero y la nobleza de laregión tenían poco dinero y escaso poder no era tan conflictivo imponerestamentossociales;laabundanciadeaguayeltamañodeMadrid—sinoerapequeña, tampoco tan grande— hacían viable la extensión territorial ydemográfica.

Los soldados que habíamojado la lluvia pertinaz de Flandes, y los quehabíatostadoelsoldeNuevaEspaña;losveteranosquehabíanpeleadoenSanQuintín (yaunalgunos,muyraros,que recordaban lashazañasdelCésarenTúnez), y los aventureros que andaban en busca de cualquier empresa(entonces se intentaba la dePortugal) a fin de emplear en ella su coraje, suarcabuzysuinútilespada;losbravosaquienesfuedadovercondonJuandeAustria,losapretadostrancesylagloriadeLepanto,ylosque,siguiendolashuellasdePizarro,admiraronlosportentosdelPerú.

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¡Cuántasveces,entreaquellaturbadevalientesobravoneles,dehidalgosde gotera y de capigorrones, desencantado, triste, enfermo, recordando “lalibre vida de Italia”, que amó tanto, paseó también con sumanquedad y sugenio don Miguel de Cervantes Saavedra, hidalgo, soldado, escritor deentremeses,alcabalero,comisionista,miserable,hambriento…ysemidiós.

Toledo, pues, como insinuábamos al principio, a pesar de su grandeza yhermosuraibaaconvertirseenbreve,graciasaMadrid,enunaciudadmuerta,enunaciudadmuseo,perotambién,yporestomismo,enlaRomaespañola,adondedevotosypensativosseencaminaríanlapoesía,lahistoriayelarteameditarsobrelaspasadasgrandezas.

Masahora,¡québullicioyquéanimaciónpordondequiera!

LasmiradasdeLopediscurríandeunaaotracalleja,deunoaotrorincón,deunoaotroángulodelagranplaza,sorprendidasyembelesadas.

Aquí, caballero en una poderosa mula pasilarga, con gualdrapas deterciopelo carmesí, iba un clérigo copetudo, canónigo sin duda; acá, unchicuelo de caperuza verde jugaba en el arroyo; allá, una dueña, que bienpudierallamarsedoñaRemilgos,acompañabaaunadoncelladenegromanto,hermosa como un éxtasis, que se dirigía a misa; más allá, un grupo demenistrilesconsusinstrumentosacudíaaquiénsabequéfiesta,alborotandoamásymejor;acullá,unagrandama,enunahacanea tordaque llevabade lariendaunpajecillo flamencovestido a la usanzade supaís (y de los cualeshabíaaúnalasazónmuchosenToledo),pasabaorgullosaalasombraseculardelosviejosmuros,parasaliralarienteplazallenadebullicio…

Enotraparte,unhidalgocon ropillay ropónde terciopeloazul salíadelgran portal de un palacio, seguido de un escudero y de dos lebreles, ymáslejosrodaba,desempedrandocalles,unmajestuosoypesadocoche,conmulasuncidasdedosendos.

Era incontable lamultitud de tipos que desfilaban bajo aquel balcón tanvecinoalostejados,yLopenosehartabadeverlos:juntoalmendigopicaño,labuscona; juntoalarriero,elestudiantesopistaquecaminabadistraídoconnoséquémirajesdepucheroconventual;juntoallazarillo,eltrajinante;juntoa la dama, la moza de partido; junto al clérigo, el rufián, el cómico, elhijodalgo o el médico de sangrías y ventosas. Parecía aquella escena unanoveladeCervantespuestaenmovimiento.

De pronto, en medio de un gran estruendo de voces y gritos, deaclamaciones y ruidos entusiastas, desembocó en elZocodover brillantísimacomitiva de jinetes, formada toda de grandes señores castellanos ricamenteaderezados, caballeros en ágiles y hermosos caballos engualdrapados conmucho lujo. Había quien llevase cuera o calzas consteladas de piedras, así

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comolacapadenegroterciopelo.

Esta comitiva precedía a una litera rodeada por damas de la primernobleza, a caballo también, con cotas y sayas riquísimas, y custodiada porelegantísimospajes.

Enlaliteraveníasindudaunaprincesa,cuandomenos.

—LareinadoñaAna,lacuartamujerdelrey—cuchicheóaloídodeLopeladulcevozdeMencía—.Esunaseñoramuybuena—añadió.

La comitiva perdiose pronto en la tortuosidad de una de las calles, y noquedóyamásqueel remolinodelpueblo,aquienel respetohabíaatadounpunto los labios y que volvía a sus voces entusiastas, en confusióninextricable, mezcladas a los gritos de los mercaderes, que pregonaban lasexcelenciasdesusartículos.

IV

UNACONVERSACIÓN

EnestoLopeyMencíaoyeronpasosen laescalera,seguidosdealgunosfrancosgolpesalapuerta.

—DebeserGaetano—dijoMencía.

Yfueaabrir.

Un jovencomode laedaddeLope,alto, rubio,hermoso,entró riendoaltaller.

—¡Lope mío! —exclamó con inflexión italiana, pero con articulacióncorrectísima—.

¿Cómoestáis?

Ylebesóenambasmejillas.Luego,conunmovimientodecortesíallenodedistinción,quecontrastabaacasoconlahumildaddesutraje,besólalarga,laafiladaypálidamanodeMencía.

Era Gaetano mozo muy regocijado y de mucho despejo; trabajaba conDoménikosTheotokópoulos,conquienhabíavenidodeItaliaen1576,cuandoel Greco fue contratado en Roma para que decorase la iglesia de SantoDomingoelAntiguo,6yteníaaúnensusojostodoeldeslumbramientodeunaadolescencia entusiasta, vivida enuna tierra llenade lasopulenciasdel arte,frecuentando losgrandes talleres,dondehabíaconocidoa losVeronés, a losTintoretto,dondehabíavistopasarcomoundiosaMiguelÁngel,dondehabía

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tenido la honra de hablar con Tiziano Vecelli, amigo y maestro deTheotokópoulos.

¡Tiziano!ElinmensoartistahabíamuertoenVeneciaesemismo1576,delapeste,yalaedadde99años,7yaGaetanolehabíasidodadocontemplarle,aún con el pincel en la maestra mano trémula, y honrado por artistas, porsabiosypríncipes,aligualdeunemperador.

Bastábale cerrar los ojos para ver la nobilísima figura, el rostro oval,impregnadodeciertavagatristeza,lanarizdeperfectacurva,lasedosabarbablancadelmaestroincomparable.

—BellashistoriasdeItaliasabéis,Gaetano—dijoMencía—.Yesdonosoparacontarlas—añadióvolviéndoseaLope—;muchosdonairessabemezclarconellas.¿VenísaúnahablarnosdelTiziano,odeesenuestroGrecode tanextravagantecondición,yquetrasenojarseconelcabildodelacatedral,noesbastantecortesanoparacontentarsiemprealreynuestroseñor?

—Noesmuyblandodecaráctermimaestro;altivosemuestrasiempreendemasía, y le he oído afirmar enmuchas ocasiones que no hay precio parapagarsuscuadros,yqueaél losducadosquegana,quesontantos,nadieselos escatima, porque todos los grandes saben lo que vale. Pero altivo eratambién su maestro Tiziano, al cual los propios reyes, como Francisco I,pedíanconciertahumildadqueleshiciesesuretrato,yquefuehonradoporelemperadorCarlosV,señordelmundo,*comolohasidoporsuhijoelreydonFelipe. ¡Id al Alcázar deMadrid; id al Escorial y veréis en qué aprecio setienen sus lienzos! La mayor parte de ellos fue mandada hacer por elemperadoryporel reyconverdaderoencarecimiento.Ya feque razónhantenidoenufanarsedesuscuadros.Pues,¿quiénhubierapintadocomoélalahermosaemperatrizdoñaIsabeldePortugal?¿Quiénhubierahechoconmásriquezayhermosuradecolor,conmásbrío,elretratoecuestredelemperadorcuando suvictoria enMühlberg?¿Quién lehabría superadoen laverdaddelosretratosdelemperadorydelrey,enqueelprimeroacariciaunmastínyelsegundo muestra todos los caracteres de su emperamento; y quién hubieraejecutado conmás admirable suavidad el lienzo de Venus y Adonis, hechoespecialmenteparael reydonFelipe,ycuyacontemplaciónsueleponerunasonrisaenesafazquecasinuncaseilumina?

Gaetano se enardecíamás ymás, advirtiendo el agrado con que Lope yMencíaleescuchaban.

—¡Sabed —agregó— que un príncipe tan artista y tan opulento comoAlfonsodeEste,nohallabaensucortemaneradignadeagasajaralTiziano,ysabed asimismo que el gran pontífice León X le amó y admiró al par deBuonarottiydeRafael…!¡Ypensarquesuprimermaestro,Bellini,lepredijoquenoseríajamássinounembadurnadorcualquiera!...¡SiélyGiorgione,que

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loenvidiaban, lehubiesenvistodespués,veneradoporelmundo,glorificadoportodoslosgrandesdelaTierra!...¡Lagloria!—exclamóGaetanoamanerade síntesis—, ¡qué bella es la gloria! ¿Cuándo la alcanzaremos nosotros,Lope?...Porqueyocreoenellay laaguardo…Yvos,Mencía,¿creéisen lagloria?

—¿Cómonohedecreerenlagloriasillevoelparaísoenelcorazón?—respondióMencíamirandotiernamenteaLope.

—Biendecís,Mencía:elamor,unamorcomoelvuestro,eslagloriamásreal ymáspura.Acaso la prefiriera a la demimaestro elGreco…en cuyotriunfocreociegamente.

—Decid, Gaetano —insinuó Lope lleno de curiosidad—, ¿podríais vosproporcionarmeunaoportunidaddeconoceralGreco?

—Nadamásfácil,amigomío,puesque leveoadiario.Estasiesta,a lasdos,hedehablarle,yciertamentepodríais acompañarme.Élosacogeráconextremadasimplicidad.

—¿Adivináis —agregó el italiano después de una pausa— adonde iráDoménikos después, a las tres de la tarde precisamente y por cierto en micompañía?

—Noacierto…

—¡Puesaveralrey!

—¿Alrey?

—Sí, señor, al rey. Su majestad no piensa más que en el ornato de ElEscorial; quiere que corresponda a la magnificencia del edificio, del cualcuentanquedijoaHerrera:

“HagamosunmonumentodignodelagrandezadelDiosqueadoramos,yquerecuerdealasgeneracionesfuturasmipoderymisvictorias”.¿Sabéisquehahechoamimaestronumerososencargos,entreelloselcuadrodelmartiriodesanMauricioysuscompañeros,quesumajestaddeseavivamente,yquehadecolocarenelmonasteriocontodosloshonores…cuandoelGrecoquieraconcluirlo,quenosécuándoserá?SumajestadlehaenviadoarecordardesdeMadrid, en diversas ocasiones, este cuadro; ahora que está en Toledo le hahechollamarparahablarledeelloyquizásdeotrostrabajos.

—Decid,Gaetano,puesquevosiréisconelmaestroalAlcázar,qué,¿nomeseríadadoamítambiénveralrey?Noleconozco…

—¡Noleconocéis!PerBaco!Ylehabéisvistotantasveces…

Lope experimentó de nuevo la penosa confusión, el angustioso extravíoque a veces le invadían el alma durante aquella visión de otros tiempos…;

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peroreportándoseluego,respondió:

—Le he visto siempre de lejos, le he distinguido apenas. En Madrid,cuandoheencontradosucoche,lascortinillasestabanechadas.

—Sinembargo—intervinoMencía—,mecontaste,Lope,quesiendoniño,alláporelañode1560,asististeenToledoalajuradelpríncipedonCarlos,queconmuchísimapompacelebroseenlacatedral.

—Claro —respondió Lope cada vez más confuso—; pero hace tantosaños…

—¿Es cierto —siguió diciendo para disimular su turbación— lo quecuentandelrey?

—¡Tanto cuentan! —interrumpió Gaetano—. Referid vos, Lope, lo quesabéis.

—Cuentan —empezó éste— que a pesar de lo que se dice en contra,cortejamuchoalasmujeres,yquefrecuentementesesolazaensucompañía;cuentanqueenMadrid,por lasnoches, recorreenmascarado lascallesde lavilla, no con ánimo pecaminoso, como lo hacía don Carlos, su hijo, quienpaseaba disfrazado por los peores lugares, sino más bien para investigarmuchascosasquedeotrasuertenoconocería;cuentanquenoestanenérgicocomoseafirma:quepersonalmenteseríaincapazdenegarnada,yqueporesogustadedarsusórdenesaciertadistancia;cuentanqueestanorgulloso,quejamás sigue un consejo, a menos que no se le dé indirectamente, y él loescuchecomoafurtodetodos.Cuentan(yenestonohaymal,sinobien),queasussolascomponeversosytañelavihuela,yaunserepiteunaglosasuyaquedice:

Contentamiento,¿doestásquenotetieneninguno?

Cuentan(yenestosíhaymal),queesdisimuladoyrencoroso,yquehartoloprobóconlosrigoresdequediomuestraconeldichopríncipedonCarlos,másinadvertidoqueperverso,yconsuscrueldadesenlosPaísesBajos(dondehanacabadoporllamarle“eldemoniodelMediodía”).Cuentan,aunquenolocreensinolosmaldicientes,quealgunapartetuvoenlamuertedesuhermanodonJuan,cuyagloriaycuyasaspiracionesnuncavioconbuenosojos.

Cuentanque…

—¿Ycómonocuentan—interrumpióconciertoasomodeenfadoMencía— que es muy sabio, generoso y desprendido, como lo prueban lasfundaciones del Archivo de Simancas, de El Escorial, de la Universidad ycolegiosdeDouayenFlandesyde lasescuelasdeLovaina,dequeheoídohablarmuchoyconhartoelogioalospadresdelconvento?

”CómonocuentanqueesmuydevotodelSantísimoSacramento,quees

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muysobrio,quehablapoco,quetienegranpaciencia,auncuandolemolestandesobra,ygranseñoríodesímismo;quetrabajamásquesusaludlopermite;que es harto capaz para cualquier negocio; que gusta de la soledad y sesantificaenella;que,poseyéndolotodo,detodosemuestradesasido,hallandopaz su espíritu en estadejaciónde las cosasperecederas; que ama las artes,especialmente laarquitectura,ynocreequeejercerlasespropiodevillanos,como lo piensanmuchos señores, tan ignorantes que firman conuna cruz yquenosabenmásquelacienciadelblasónyladelasarmas.Cómonodicenqueesbondadosoyafableconloshumildes,siduroyaltivoconlosgrandes,yque, por último, si es cierto que se le ve tan taciturno y apartado, fuerza espensar que lleva en el corazón profundísima herida: la que le hizo con sumuertesuprimeramujer,doñaMaríadePortugal,quedeDioshaya,delaqueenviudótantemprano,yquefueelúnicoamordesuvida…”

—Yhabráquedecirtambiénensuabono—exclamóGaetano—,enprimerlugar,queamayadmiraaTizianoVecelli,elmásgrandede lospintores;ensegundolugar,quehaencomendadomuchoscuadrosalGreco,elmásilustredelosmaestrosquehayahoraenEspaña(cuyoespiritualismoantiacadémicoylibrehalagalaíndoleascéticadedonFelipe),yentercero,quehaprotegidoelestilodelcinquecento,eseestilofrío,adusto,peronobleymajestuosoporsusproporciones,creadoporJuandeHerrera,yqueconmuchoaciertosustituyeala prodigalidad de detalles ornamentales delRenacimiento español, y, sobretodo, a ese plateresco de Egas, Badajoz y Vallejo, que no me seduce, porcierto.

—Por todas estas cosas y por otras muchas —dijo Lope, a manera deconclusión—,quisieraveralreydonFelipeII.

—¡YviveCristo que, o pocohe de valer yo en el ánimodemimaestroTheotokópoulos,oestamismatarde,alastres,iréisconnosotrosalAlcázar.

—¿Meloprometéis?

—Osloprometo.Antesdelasdosvendréabuscaros.

Ydichoesto,Gaetanosedespidiógraciosamente,yalegreyágilbajólosescalonesdedosendos.

V

DOMÉNIKOSTHEOTOKÓPOULOS

Alasdos,enefecto,ycuandoLopeyMencíahabíanconcluidosusencillapitanza,volvióGaetanoconánimodellevarseaLope.

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—No le retengáis mucho —dijo Mencía al italiano—. La tarde serácalurosa;sivolvieseatiempo,holgaríadepasearconél.

—Tardeoscureceahora—respondióGaetano—.Alascincoletendréisderegreso. Mencía despidió con tiernísima mirada a su esposo y fuese acontinuarsubordado,mientraslosdosjóvenessealejabancogidosdelbrazo.

Cuando llegarona la casadelGreco, éste comía aún, enunagranpieza,donde en cierta confusión había telas ymuebles de bella y rara apariencia.Veíanse por todas partes bocetos y dibujos, entre ellos algunos del Tiziano;bronces y mármoles mutilados, de Grecia y Roma; varios paisajes delArchipiélago, especialmente de la isla de Candía; copias en yeso demonumentos antiguos, entre ellas una admirable reducción de la Acrópolis;medallas,maderastalladas,etcétera.

ElGrecoyuncaballero,principalajuzgarporelacicalamientoybellezadeltraje,dabanfinasuculentacomida,quecuatromúsicosamenizaban,desdeun ángulo de la vasta pieza, tañendo bien acordados instrumentos. Eranfrecuentes estos conciertos, en que los tañedores solían ser recompensadosgrandemente, según el humor y las ganancias. Músico hubo que, en unmovimiento de liberalidad del maestro, recibió una cadena de oro de cienducados.

Eraelpintormuyjovenaún:de32a35representabaapenas,noobstantelos asomos de calvicie, que habían despoblado ya y ensanchado su frente.Llevaba la barba nomuy espesa y terminada enpunta, la cual alargaba aúnmássurostro,yalargodesuyo.Sunarizeradeaguileñocorte,aunquequizáun poco grande; sus ojos nomuy brillantes ni expresivos, y sus orejas algodesproporcionadas.Hablabaenitalianoasuamigo,convozásperayparecíareferirleconanimaciónunahistoria.

En el mismo idioma saludole Gaetano, añadiendo algunas palabraslisonjerasparapresentarleaLope,quien,unpoco intimidado, semanteníaaciertadistancia.

—Sentaos, don Lope—dijo sin ceremonia alguna el Greco, en el peorespañol del mundo y con el más detestable de los acentos. Y señalando alcaballeroqueconélcomía,elcualrepresentabapocomásomenossuedad,yqueconunasimpleinclinacióndecabezahabíarespondidoalsaludodeLopeydeGaetano,agregó,dirigiéndosealprimero:

—Mirad bien a este caballero y decid si os place su retrato. —Y leindicaba en un caballete cercano, un lienzo, empezado, como los otros,numerosos,queseveíanportodaspartes.

Enél,elcaballeroaparecíadepieydefrente,conlamanoizquierda,largay espatulada, apoyándose sobre el pecho, separados el pulgar, el índice y el

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dedomeñique,yunidoslosotrosdosenesaelegantedisposicióntancaraalosviejos maestros. La barba, negra y puntiaguda también, caía con ciertaausteridadsobresugolablanca,ysusojostranquilosparecíanver,sinmirar,unpunto lejano.Al lado izquierdo,abocetadoaún,sepercibíaelpuñodesuacero.

—Admirableesellienzo—exclamósinceramenteLope.

—¿Osgusta,eh?Puesavostambiénhederetratarosundía—respondió,visiblementecomplacido,elpintor.

—¿Sabéis,Gaetano,quevuestroamigotieneunafisonomíainteresante?—agregó—.

MimaestroelgranTizianoafirmabaquenosedebenretratarsinoaquellosrostros en los que la naturaleza ha impreso un especial carácter. No era él,ciertamente,unretratistacomplaciente,yaunlospríncipeshubierondeinsistirparaquelospintase.

Laacogidaunpocobrusca,pero llanaycordialdel jovenmaestro,habíaquitadoaLopehastalaúltimabriznadesutimidezcaracterísticaensunuevoestado.

Era grande su admiración por el Greco, que si no gozaba aún de lanotoriedadque ledierondespués enToledo (quizámásque sus amigos, susopositores, dispuestos siempre a hablar de su extravagante condición ymanera),empezabaya,sinembargo,aretrataramuchoshidalgosdeCastilla,imprimiendoen todosestos trabajos su imborrable sello;y la ideadequeéltambiénmereceríaserpintadoporaquellamanomaestra,lellenódealegría.

Laconversaciónsegeneralizóapocoysevolvióanimada.

Theotokópoulos habló de Italia; de su llegada a Toledo; de la impresiónque esta ciudad admirable hizo en él; de cómo la había pintado y cómo lapintaríaaúnmuchasveces;desusdesacuerdosconelcabildode lacatedral,quedespuésdeuna tasación injusta, sólo ledioporunodesuscuadrosmástrabajados,“tresmilequinientos reales”;del reyquenoentendíanigustabasinoamediassuarte,yquefrecuentementehacíaquelefueranalamanoensus cuadros, cosa que a él le irritaba más allá de toda ponderación; y, porúltimo, de un gran lienzo que le habían encargado para la iglesia de SantoTomás,esaviejamezquitarenovadaenelsigloXIVporelcondedeOrgaz,19ycuyagraciosayelegantetorremudéjareralaquemásenToledolegustaba.

—¿Yquécuadroseráése,maestro?—preguntóLope.

—Será—respondióDoménikos—,el entierrodeldichocondedeOrgaz,quemurió en1323, y en el cual haverse la apariciónde sanEstebany sanAgustín.Magnaobrahadeser,loaseguro;deunaordenaciónycomposición

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muylaboriosas.Toledoenteraapareceráenellienzo,asentadaensutronodepiedra, y haré de cada uno de los personajes que figuran en el cuadro unverdaderoretrato.

—Vos—añadiódirigiéndose al caballero su comensal—,porde contadoque figuraréis allí. Afortunadamente —siguió diciendo con ironía—, estecuadronoesparaelreydonFelipe,yasínolepondráperos.

—Apropósito,maestro—insinuóGaetano—,Lopedesearíaacompañarosaveralrey,quetanprontoosrecibirá.¿Permitiréisquevayaconmigo?

—Vaya en buena hora—respondió el Greco—, si así le acomoda; quecomoenlaantecámararealnoponganreparos,yonohedeponerlos.

VI

ELREYDONFELIPE

ElGrecoy susdosacompañantesvieronabrirsepor finunamampara,yfueronintroducidos,delaantecámaradondeesperabanhacíaalgunosminutos,yenlaquehabíavarioslujososguardiasdelaBorgoñonaylaAlemana,conalgunosmonterosdeEspinosa, a una espaciosa cuadra tapizada toda ella demaravillosostapicesdeFlandes,yenlacualestabaelrey,depie,al ladodeanchamesaqueostentabagrancubiertade terciopelocon flecosymotasdeoro,delasqueporaquel tiemposetejíanybordabanenNápoles,ysobrelacualseveíanmuchospapelesenlegajososueltos,unbellotrozodeónixverdede la Puebla de los Ángeles, semejante a los que se empleaban en algunasornamentacionesdelaiglesiadeElEscorial,yungranCristodemarfil.

Detrásdelreyhabíaunsillón,encuyorespaldo,entrerojosarabescos,sedestacabaeláguilaimperial.

VestíadonFelipedenegro,muyelegantemente,perosinbordadoalgunodeorooplata,nimásjoyaqueelTusón,pendiendoenlamitaddelpechodeun collar esmaltado de oro, hecho de dobles eslabones unidos a pedernales,con la divisa: “Ante ferit quam Flamma micet”. Esta insignia, en efecto,gozabadelapreferenciadelrey.Antesdeél,pertenecíaelderechodeconferirladignidadcorrespondientealCapítulodelaOrden;perodonFelipeabrogoseel poder de concederla según su real beneplácito, aboliendo, por tanto, elartículo de los estatutos que había limitado siempre el número de loscaballeros.

Eraelrey,segúnpudoverLope,deestaturamediana,esbeltoaúnapesarde la edad, blanco y rubio. Los grandes retratistas que se llamaronTiziano,

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Moro, Sánchez Coello, no habían alterado en sus lienzos una línea sola deaquella fisonomía un poco austera y displicente. Aparecía tal cual en susretratos. Llevaba recortada a la flamenca la barba, en la que con el ororadiabanyaalgunashebrasdeplata.

Sumirada,clarayprofundamentetranquila,noteníaexpresiónalguna.

Avanzaron los tres uno tras de otro, siendoLope el último, e hincada larodilla besaron la real mano, cubierta por guante de ámbar, y quedarondespuésarespetuosadistancia.

—Doménikos Theotokópoulos—dijo el rey con voz glacial, pero sin elmenorasomodedurezaalpintor,ysinmirarlealacara—:deseoquepongáismásdiligencia en los cuadrosque se os han encomendadoparaElEscorial.Biensabéiselempeñoquehepuestoenelornatointeriordelassalasdeloscapítulos,paraqueseandignosdelagrandezadetodalaobra.

—Y lo serán, ciertamente, señor —respondió el artista con su pésimoacento—;créamevuestramajestadquetrabajoconempeñoparaservirla.

—Huélgome de ello—respondió don Felipe—. ¿Habéismadurado ya elasuntodenuestrocuadro?Deél,especialmente,queríahablaros.Debeseresteasunto,segúnsabéis,lanegativadesanMauricio,jefedelalegióncristianadeTebas,asacrificaralosfalsosdioses.

Quieroqueseacuadrodemuchapiedadyedificación.Tened,pues,buenánimo,ydadleprontoremate.

El Greco, que tenía sobre la conciencia su desvío para el cuadro,proveniente,yadequeelasuntonolegustaba,yadequenoselepermitíaenélejercitartodalaindependenciadesupincel,habíapretextadoquelefaltabanelementosparasuobra.Asíesque,antelapreguntadelrey,hallóqueveníaapelolaexcusa,yrespondió:

—Anteslohubierahecho,detenerlonecesario.JuandeHerreraoshabrádicho,señor…

—Sí;queosfaltabandinerosycolores;detodoseosproveerá.Asíloheordenado.ElmismoJuandeHerrera,cuandovayáisaMadrid,osdaránuevosencargos.

—Todos los que vuestra majestad me haga por su conducto, seránejecutadosconcelo.

HombreesJuandeHerreraquesabehacerseentenderyaquienyotengoengranestima.

—Gentilhombredeprendases—dijoelrey—tansabio,comomodestoylaborioso.Yestosjóvenes—añadiódonFelipevolviéndoseafablementehacia

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GaetanoyLope—,¿sonvuestrosdiscípulos?

—El uno, señor, lo es. Conmigo vino de Italia —respondió el Grecoseñalandoa

Gaetano—; el otro es platero de oficio, y hame dicho que trabaja unacustodiaparaunaiglesiadeToledo.

—Noble arte es el vuestro—dijo el monarca a Lope—, y en él tenéispredecesoresilustres.¿ConocéislascustodiasdeEnriqueArfé?Elemperador,miseñorypadre,teníaloenmuchaestima.

Lope quiso responder, pero en aquel momento luchaban en su espíritusensacionesysentimientosmuyencontrados.Del fondodesusersubíaalgocomolaconviccióníntimadesupersonalidadanterioralsueño;tambiénélerarey,reydescendientedeestemonarcapálido,minucioso,devoto,displicente,mesuradoyfrío,cuyahistorialeyeratanto,yunchoquedepersonalidades,derecuerdos confusos lo turbaba. No pudo hablar. El rey, más afable aún,creyéndoleintimidado,díjole:

—¡Sosegaos,sosegaos!

YvolviéndosealGreco:

—¿HabéisvistoúltimamenteElEscorial?

—Lo he visto, señor; notable en su severidad, así como la gallardía yhermosuradesuiglesia.HerrerainterpretaconsumapurezaelRenacimiento.Esunartistasereno,sencilloygrande,yElEscorialdignaobrasuyayvuestra,señor.

—Plácemeloquemedecís,DoménikosTheotokópoulos.BiensabéisqueyohequeridoedificarunpalacioparaDios…¡yunachozaparamí!—añadiósonriendolevemente,trasdelocuallostresbesaronlamanoqueelmonarcalestendía,dandoporterminadalaaudiencia.

VII

MIRANDOCAERLATARDE

Gaetano acompañó a Lope hasta el portal de su casa, después de haberdejadolosdosaDoménikosenlasuya,yahísedespidieronlosamigos,aquél,siemprevivoyalegre;éste,unpocoimpresionadoyconfusotodavía.

CuandoLopesubióasubohardilla,Mencía trabajabaaúnensubastidor.Porlaventanaabiertaentrabalavivaluzdeunatardeestival.

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La incomparable criatura dejó su labor y fue al encuentro de sumarido,rienteyamorosa.

—Latardenopuedesermásbella—dijo—.¿Iremosapasear?

—Iremos—respondióencantadoelorfebre;ycalándoseelmodestobonetedefieltrogrisconplumanegramientrasellaseponíaelmanto,descendieronlaempinadaescalerayprontoseencontraronenelZocodover.

Variosvecinoslessaludaronalpaso.

—¡Diosacompañeavuesasmercedes!—díjolesunaviejaque tomabaelsolenunportaluchohúmedo.

Numerosos mendigos rodeáronles, y con tan instantes súplicas losacosaron,queLopepusoensusmanosalgunosmaravedíes.

Un poco más allá un grupo de gente los detuvo. Más de veinte boboshacíancírculoenderredordedosperillanesque,connomuypulidasrazones,sedenostaban.

Habían reñidoporqueeluno,queestuvoen laNuevaEspañay sirvióalmarquésdel

Valle, hijo deHernánCortés, encontrándose en la taberna vecina, dondejugabanalastablas,charlabanocantabanacompañadosdelavihuelaalgunossoldados,habíamenospreciadoalotro,elcualpretendíahaberestadoconlostercios españoles en la guerra de Francia, a las órdenes del conde Egmont,cuando,segúnelprimero,nuncafuemásqueunrapavelasdeciertaiglesiadeMedinadelCampo,dondeéllehabíaconocido.

—Sinomiraraquesoisviejo—decíaelsupuestosacristánasuantagonista—oshundiríamiespadaenelpecho,hastalosgavilanes.

—¡Sisecreerájovenelsacristán!—contestabaconsornaelotro,queeraunsesentónmagro,barbicerrado,sucioyamarillo—;¡sihabrápensadoquemipechoestanblandocomolaceradesuscirios!Vuélvasealatabernaarascarlavihuelaconlagenteruinydepocoprecioaquiendivierte,oviveCristoquequedarámásmolidoquealheña.

Lope yMencía lograron, al fin, abrirse paso a través de los curiosos ysiguieronsucamino.

Entraron bajo el arco de la Sangre, que por una escalinata los llevó,pasandoporelparadordelSevillano,aSantaCruz.Eladmirableedificio,consuhermosaportada,sunoblevestíbuloysuiglesia,detúvolesalgunosminutosensutranquiloycontemplativovagar.

FuerondespuéshastalaplazadelAlcázar,elcualseerguíaseveroytristeenlapazdelatardeasoleada,yencuyasescaleraselcésarCarlos(quehabía

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mandado reedificarlo en los comienzos del siglo XVI), según sus propiaspalabras,“sesentíaemperador”.

Enelgranpatio,rodeadodesudoblecolumnatacorintia,advirtierongranbullicio de pajes, escuderos y soldados, y en la plaza, y en el espaciocomprendido entre el edificio y Santiago de los Caballeros, vieron muchagentebaldíaqueaguardabalasalidadealgúnpersonajepalatino,divirtiéndoseconeltrajínybalumbadeservidoresymilitares.

Fuerondespuéshasta lapuertadeAlcántara,pasaronelpuente,dondesedetuvieron un punto, pensativos, viendo correr la turbia linfa del Tajo, yascendieronsuavementeporlacolinaenqueseasentaba,hoscoysombrío,elcastillodeSanServando.

Ahí, sobre unas motas de césped, sentáronse a la sombra de los altosmuros.

La gran Toledo extendíase frente a ellos con toda sumajestad imperial,radiandoalsollacrudavivezadesusvarioscolores,recortandoeneldivinoazul su orgullosa silueta almenada y erizada de torres, entre las cuales sedefinía,precisaysoberbia,lamoledelAlcázar.

SanServando,acariciadoporelsol,eraimponentesobretodaponderación.DelcarácterguerreroreligiosoquedesdelareconquistadeToledoporAlfonsoVI,en1085,habíaadquiridolafortaleza,yquehabíamostradoporespaciodealgunos siglos, hasta principios del decimocuarto, en que los templarios laabandonaron,apenassiquedabanvestigios.Elcastillorestauradoenlaépocade las terribles luchasentredonPedroIydonEnriquedeTrastámara,ahoraestabadenuevoenruinas,peromostrandoaúnciertadignidadmedievalensustorresimperiosas.

LopeyMencíacontemplaronalgunosinstanteslosdescalabradosmuros,yvolvieronluegolosojoshacialahermosaperspectivacercana.

AsuspiescorríaelTajoensulechoderocas,ciñendocasiporcompletoconsusbrazosfluidosalaciudad,comoaunaamada.Másallá,alotroladodelarrabaldeAntequeruela,seadivinabalavegaapacibleyflorida.

Elcieloeradeuna incontaminadapureza.Unasuavefrescuraprimaveralllegabadeloscampos,delaspeñas,delrío.

MencíaapoyósucabezaenelhombrodeLope.Pasoleésteelbrazoporeltalle,yenamorados,mudos,felices,quedáronsecontemplandoelclarocristaldelatarde,lamansedumbremelancólicadelpaisaje,yescuchandoelvagoycomplejorumorqueveníadeToledo,unrumorqueparecíahechodelasvocesdelosvivosydelasvocesdelosmuertos;deloscarpetanosquefundaronlaciudad; de los romanosque la conquistaron; de losvisigodosque en ella se

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convirtieronaCristo;delosmorosquelahabitaroncuatrosiglosylahicieronpróspera; de los castellanosque trajeron a ella su fe acorazadade acero.Lavozdelospadresantiguosqueahícelebrabansusconciliosydeloscardenalesopulentos que se llamaban los Mendoza, los Tenorio, los Fonseca, losXimenes, los Tavera, y que hicieron de aquellos peñascos diademados dealmenasunimperiodearteydepensamiento.

Y parecíale a Lope que dentro de él mismo se escuchaban también losrumores de todas las épocas; que en él gritaba la voz de los que se habíancalladoparasiempre;queeraélcomounacontinuaciónvivadelosmuertos;que siemprehabíavivido,queviviría siempre, juntandoen suexistencia loshilosdemuchasexistenciasinvisiblesdeayer,dehoy,demañana.

Contempló a Mencía. Ésta había separado la cabeza de su hombro y,sentadasobrelahierba,conlosojosmuygrandes,muyluminosos,fijosenlossuyos,parecíaseguirelcaminodesuspensamientos.

Yaella,pensóLopealverla,quesiemprelaquiso.¡Desdequiénsabequérecodosmisteriososdelpasadoveníaesteamor!

¡Eralacriaturaporexcelencia,hechacomodeunaalquimiadivina!

Era la compañera ideal, casta, apacible, con un poco de hermana en suabandono,conunpocodemadreensuternura.

Eraelalmacuyovuelodebíaperiódicamenteenlostiemposcruzarseconelsuyo,cuyaórbitadebíaconlasuyatenerforzosamenteintersecciones.

¡Para él habíalaDios hecho, tota pulchra; como losmás claros cristales,clara;incorruptiblecomoeloroeinocentecomolarosa!

—¿Verdad que siempre me has amado? —le preguntó de pronto conindecible ímpetu, atrayendo su cabecita oscura y buscando ávidamente elgalardóndesuslabios.

—¡Siempre!—respondióconsimplicidadlavozdeplata—.¡Siempre!

VIII

¡NOTEDUERMAS!

Empezaba a oscurecer, envaguecíanse ya los perfiles ásperos de lasmurallasylasrocas,yalgunasestrellaspunteabanelpronfundoazul.

LopeyMencíalevantáronsesilenciosamentey,cogidosdelbrazo,echaronaandarhacialaciudad,donde,enellaberintodecallejuelas,parecíaenredarse

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ya,comounavíboranegra,lanoche.

Aquí y allí las estrechas y escasas ventanas se encendían; comenzaba allamearelpálidoaceitedelaslámparasqueardíaneninnumerablesnichosyhornacinasanteloscristos,lasvírgenesylasestatuasorantesdelossantos.Aveces tropezaban con tal o cual litera precedida de pajes conhachones, queluego se perdía fantásticamente en el declive de un callejón o llenaba deestruendo los ámbitos alguna carroza tirada por mulas de colleras. Tras lasventanas, sólidamente enrejadas, se adivinaban siluetas de mujerespensativas…

LopeyMencíacaminabanlentamente.

Unagran tristezacaía sobreel almadeél, yunpresentimientopoderosodecíalequeellatambiénestabatriste.

Tristeslosdos:¿porqué?

Ella losintetizómás tardeenestassolaspalabras:“¡Tengomiedodequeduermas!”.

¡Ah,sí;éltambiénteníamiedodeeso…!

A medida que llegaban las sombras, parecíale que todo: la ciudad, lasgentes,suMencíamisma,teníanmenosrealidad…¡Siiríaelsueñoadisolveraquellocomoavanofantasma!

¡Siestaríaaquellohechodelamismasustanciadesuensueño!

¡Si al dormir perdería a su amada! ¡Qué desconsuelo, qué miedo, quéangustia!

Alfinsubieronlaempinadaescalera,yyaensubohardillaencendieronunvelón.Asudébil luz lacustodia llameóvivamente.Allí estaba,enjoyadadeamatistasydetopacios.

Suarquitecturadeoroyplataseerguíamisteriosaysanta…Representabaa lacelesteSión,“dondenohaymuerte,ni llanto,niclamor,ni angustia,nidolor,niculpa;adondeessaciadoelhambriento,refrigeradoelsedientoysecumple todo deseo; la ciudad mística de Jerusalén, que es como un vidriopurísimo, cuyos fundamentos están adornados de piedras preciosas; que nonecesita luz, porque la claridad de Dios la ilumina, y su lucerna es elCordero”.

Mientrasélquedabacontemplandoaquellaobraadmirabledesusgenialesmanosdeorfebre,Mencíafueaprepararlahumildecena,yvolvióapococonuntrastoquehumeabalevemente,despidiendogratosolores.

—Berenjenasconqueso,dequetantogustas—dijo.

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Cenaron en una esquina de la mesa, muy juntos y muy silenciosos,mirándosecasidecontinuoysintiendoélquesobrelafrugalpitanzaqueríancaersuslágrimas.

Tras unos cuantos bocados retiró Lope la escudilla con desgano, eimpulsadoporunincontenible ímpetude ternura,ciñósuavementeaMencíaporeltalle,llevolahacialaventana,arrellanoseallíenunviejositialdecuero,hízolaasuvezsentarsesobresusrodillasyempezóaacariciarlacastamente,pasándole la diestra, temblorosa, como para bendecirla, sobre los negros yabundantescabellos.

Ellaquedóselemirandoconunaindecibleexpresióndeamorydeangustia.

UnvagoentorpecimientoparecíayaamargaraLope.

¡Québienestabaallí!Porlaventanaentrabanloshálitosprimaveralesylaluz de las estrellas. Toledo empezaba a dormir; íbanse apagando todosaquellosrumoresde losqueLopehabíacreídodiscernir lavozde losvivos,mezclada con la voz de los muertos… Amaba con todas las fuerzas de sucorazón,eraamadoserenamenteporaquellasantayluminosacriatura…¡Quéíntimasensacióndeseguridadydepazloinvadía…!¡Québuenoeraapoyarsu cabeza entorpecida en la blanday palpitante almohadade aquellos senosy…dormir…dormir…!

—¡No,no!—exclamóMencíacomosihubieseseguidolospensamientosde Lope—.¡No te duermas! ¡No te duermas! ¡Lope mío, por Dios, no teduermas!

Lopehizounesfuerzoyabrióaterrorizado,cuangrandeseranlosojos,quecomenzabanacerrarse.

—¿Porqué,miamor,porqué?...—interrogó.

—¡Porque me perderás, porque al despertar… ya no habrás deencontrarme!

—¿Cómo?¿Quédices?¡Luegotúnoexistes,luegoesosojosyesaboca,yesoscabellosyeseamor…nosonmásqueunsueño!

—¡Nosonmásqueunsueño!—repitióMencíafúnebremente.

—¡Pero, entonces —insinuó Lope con espanto—, tú… tú no vives; tú,Mencía,laesposademicorazón,laelegidademialma,laúnicaaquiensientoqueheamado…desdehacemucho,mucho,desdetodoslossiglos!,¿noerasmásqueunasombra?

—¡Másqueunasombra!—repitiófúnebrementelavozdeplata.

Lope hizo un desesperado esfuerzo para contrarrestar el entorpecimientoimplacable que volvía de plomo sus párpados, ymanteniendo los ojos bien

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abiertosyoprimiendoconfuerzaentresusbrazosaaquellaamadademisterio,empezóabesarladesesperadamente,yentrebesosylágrimasdecíale:

—¡No te has de ir, no! ¡No he de perderte!, ¡señoramía!, ¡dueñamía!,¡amadamía!,¡notehasdeir!¡Nohedecerrarlosojos,nohedesucumbiralsueño!...¡Notearrancarándemisbrazos,nitedevoraránlastinieblas!¡Habrédeamartesiempre…despierto,enundía…sinfin…enun…perennedí…a!

Yella,conunavozacadainstantemásvaga,comosivinierademáslejos,repetíamoviendotristementelacabeza:

—Noduermas,miseñor…noduermas…no…duer…mas.

¡YlosojosdeLopesecerrabandulcemente,dulcemente,ylasformasdeMencíaíbansedesvaneciendo,desvaneciendo,desvaneciendo!

IX

SUMAJESTADDESPIERTA

Cuandosumajestaddespertó,erayamuytarde.Lavivahebraverticalquefingía como una soldadura de luz entre las dos maderas de la ventana, deaquellaventanadesiempre,decíaasazlahoraalahabitualpericiadesusojos,tanhechosacontemplarla.

Una angustia inmensa pesaba sobre el espíritu del monarca. De susapagadas pupilas habían rodado en sueños lágrimas que humedecían aún lablancuradesubarba.

Alargólaflacadiestrahaciaeltimbreeléctricoylooprimióconfuerza.

Aúnnoseextinguíalatrémulavibraciónalolejos,cuandounapuertaseentreabriódiscretamente,yenlazonadeluzdestacoseunasiluetarespetuosa.

El rey ordenó que se abriesen las ventanas, y una oleada de luz entró,bañandomuebles, lienzos, tapices, y obligando a sumajestad a esconder lacaraentrelasmanos.

Hizo sus abluciones matinales, dejose vestir automáticamente y echoseluegosobreunsillón,murmurando:

—Hoynorecibiréanadie.Estoyunpocoenfermo.Vedsimihermanasehallaensushabitaciones—añadió.

Instantes después la misma silueta entreabría la puerta, y una vozobsequiosadecía:

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—Sualtezavendráaverasumajestadenseguida.

Unaprincesa, pálida, alta, enlutada, con tocasdeviudaque aprisionabansusrizosnevados,llegóapocoalapresenciadelsoberano,ytrasellavolvióaentornarselapuerta.

—Hermano mío —dijo con un casi imperceptible tono de ceremoniosacordialidad—,¿estáisenfermo?

Sumajestad,porúnicarespuesta,echolealcuellolosbrazos,yolvidandotodoprotocoloyaqueldominioyseñoríodesímisma,quesiempre lahabíacaracterizado,púsoseallorarsilenciosamente.

Laausteraprincesa, sorprendida,manteníasobresuhombro lacabezadesuhermano,ydejábaloaliviarunapena,alparecer tanhonda,yqueellanopodíaadivinar,hastaquesumajestad,desatandoelafectuosonudo,indicóaladamaundivancito rosa que se escondía en la penumbrade lejano rincón, yallí,sentadocercadeella,lerefiriómelancólica,melancólicamentelahistoriadeLopeydeMencía.

—A nuestra edad, señor—dijo, cuando la hubo oído la princesa—, sonmuydolorososesosensueños…

—¿Pero no pensáis, hermana, que doña Mencía ha existido, que mequiso…que laquise…enotro siglo,ocuandomenosqueamóaalgunodemisabuelosyélmelegómisteriosaycalladamenteconsusangre,esteamoryesterecuerdo?

—¡Quiénsabe!—respondióladamaagitandoconleveritmolapensativacabeza—.¡Quiénsabe!Haymuchascosasenloscielosyenlatierra“quenocomprendenuestra filosofía”;peroen todocaso, señor,deestohacemásdetres siglos,yvuestraMencía,dehaberexistido,noesyasinounpuñadodepolvoenlahumedaddeunatumbalejana…

—Hermanamía,¿nolaveré,pues,nunca?¿Nuncamáshedeverla?Yolaamé,sinembargo…Estoyloco,hermanamía.¡Laaméyanhelorecobrarla!...

—¡Señor—replicólaprincesaconvozapagada—,soisrey,reypoderoso;perotodoelpoderdevuestramajestadnobastaparaaprisionarunasombra,nipararetenerunensueño!

Madrid,inviernode1906

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