Michel Foucault as y Cuerpo Utopico

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    MICHEL FOUCAULT

    Topologas

    (Dos conferencias radiofnicas)

    Utopas y heterotopas y El cuerpo utpico son las traducciones respectivasde dos conferencias radiofnicas pronunciadas por Michel Foucault el 7 yel 21 de diciembre de 1966, en France-Culture, en el marco de una serie deemisiones dedicada a la relacin entre utopa y literatura.(1) La primera deellas es el momento germinal de un texto posterior, Des espaces autres (Delos espacios otros), mejor conocido como el "texto sobre las heterotopas",

    el cual fue redactado en 1967, a raz, precisamente, de la escucha de dichaemisin radiofnica por parte del arquitecto Ionel Schein, quien dirigi aFoucault una invitacin para que interviniera como conferencista en una delas sesiones del Cercle d'tudes architecturales.(2) Ese texto, que segnDaniel Defert representa una versin "atemperada" de la conferencia del 7de diciembre, fue publicado hasta 1984, en la revista Architecture,mouvement, continuit, y conoci posteriormente una amplia difusin,dando lugar a una serie de estudios que hicieron eco al llamado de Foucaultpara emprender la construccin de la ciencia que l mismo bautiz con elnombre de heterotopologa. Y es precisamente en el texto que aqu seofrece al lector en donde Foucault hace por vez primera dicho llamado, altiempo que establece los fundamentos de esa disciplina "cuyo objetoseran esos espacios diferentes, esos otros lugares, esas impugnacionesmticas y reales del espacio en el que vivimos" que son las heterotopas.A pesar de su imposibilidad para rescatar la emotividad y la frescura que elarchivo sonoro s logra preservar, la traduccin de este indito pretende dara conocer en castellano un texto importante en el universo conceptual de

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    Foucault, en el que "resuenan todava la duda y el jbilo de un pensamientoen proceso de formulacin" (D. Defert).

    Por su parte, El cuerpo utpico representa una reflexin particularmentebella, mediante la cual podemos acceder a una faceta del pensamiento de

    Foucault que, me parece, al menos en lo que se refiere al mundo de hablahispana, ha quedado relativamente oculta bajo el peso de obrasmonumentales como Las palabras y las cosas o Vigilar y castigar. Y es queel Foucault que habla del "cuerpo utpico" resulta ligeramente diferente deaqul que diserta acerca de los "cuerpos dciles" o de la "muerte delhombre"; pues, a diferencia de los planteamientos derivados de estos libros,de carcter erudito, crtico e incluso polmico, en esta conferenciaradiofnica -a fin de cuentas dirigida a un pblico amplio-, el despliegue deun discurso de sorprendente precisin conceptual y expresiva se asientasobre una observacin tan profunda como asequible -incluso para lectores

    no especializados-, por lo que da lugar a un texto difano, destinado aahondar la comprensin de la experiencia utpica del cuerpo que, de unmodo u otro, todos tenemos o hemos tenido en algn momento.

    UTOPIAS Y HETEROTPIAS

    1. Los contra-espacios, lugares reales fuera de todo lugar

    Hay pues pases sin lugar alguno e historias sin cronologa. Ciudades,planetas, continentes, universos cuya traza es imposible de ubicar en unmapa o de identificar en cielo alguno, simplemente porque no pertenecen aningn espacio. No cabe duda de que esas ciudades, esos continentes, esosplanetas fueron concebidos en la cabeza de los hombres, o a decirverdad en el intersticio de sus palabras, en la espesura de sus relatos, obien en el lugar sin lugar de sus sueos, en el vaco de su corazn; merefiero, en suma, a la dulzura de las utopas.

    No obstante, creo que hay -y esto vale para toda sociedad- utopas quetienen un lugar preciso y real, un lugar que podemos situar en unmapa, utopas que tienen un lugar determinado, un tiempo que

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    podemos fijar y medir de acuerdo al calendario de todos los das. Esmuy probable que todo grupo humano, cualquiera que ste sea, delimiteen el espacio que ocupa, en el que vive realmente, en el que trabaja,lugares utpicos, y en el tiempo en el que se afana, momentosucrnicos. He aqu lo que quiero decir: no vivimos en un espacio neutro

    y blanco; no vivimos, no morimos, no amamos dentro del rectngulo deuna hoja de papel. Vivimos, morimos, amamos en un espaciocuadriculado, recortado, abigarrado, con zonas claras y zonas desombra, diferencias de nivel, escalones, huecos, relieves, regiones durasy otras desmenuzables, penetrables, porosas; estn las regiones depaso: las calles, los trenes, el metro; estn las regiones abiertas de laparada provisoria: los cafs, los cines, las playas, los hoteles; y ademsestn las regiones cerradas del reposo y del recogimiento.

    Ahora bien, entre todos esos lugares que se distinguen los unos de los otros,

    los hay que son absolutamente diferentes; lugares que se oponen a todos losdems y que de alguna manera estn destinados a borrarlos, compensarlos,neutralizarlos o purificarlos. Son, en cierto modo, contraespacios. Losnios conocen perfectamente dichos contra-espacios, esas utopaslocalizadas: por supuesto, una de ellas es el fondo del jardn; porsupuesto, otra de ellas es el granero o, mejor aun, la tienda de apacheerguida en medio del mismo; o bien, un jueves por la tarde, la cama delos padres. Pues bien, es sobre esa gran cama que uno descubre el ocano,puesto que all uno nada entre las cobijas; y adems, esa gran cama estambin el cielo, dado que es posible saltar sobre sus resortes; es el bosque,

    pues all uno se esconde; es la noche, dado que uno se convierte enfantasma entre las sbanas; es, en fin, el placer, puesto que cuando nuestrospadres regresen seremos castigados.

    A decir verdad, esos contraespacios no slo son una invencin de losnios; y esto es porque, a mi juicio, los nios nunca inventan nada: sonlos hombres, por el contrario, quienes susurran a aqullos sus secretosmaravillosos, y enseguida esos mismos hombres, esos adultos sesorprenden cuando los nios se los gritan al odo. La sociedad adultaorganiz ella misma, y mucho antes que los nios, sus propioscontraespacios, sus utopas situadas, sus lugares reales fuera de todo lugar.Por ejemplo, estn los jardines, los cementerios; estn los asilos, losburdeles; estn las prisiones, los pueblos del Club Med y muchos otros.

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    2. La heterotopologa, nueva ciencia

    Pues bien, yo sueo con una ciencia -y s, digo una ciencia- cuyo objeto

    seran esos espacios diferentes, esos otros lugares, esas impugnacionesmticas y reales del espacio en el que vivimos. Esa ciencia no estudiaralas utopas -puesto que hay que reservar ese nombre a aquello queverdaderamente carece de todo lugar- sino las heterotopas, los espaciosabsolutamente otros. Y, necesariamente, la ciencia en cuestin sellamara, se llamar, ya se llama, la heterotopologa. Pues bien, hayque dar los primeros rudimentos de esta ciencia cuyo alumbramientoest aconteciendo.

    Primer principio: probablemente no haya una sola sociedad que no se

    constituya su o sus heterotopas. sta es una constante en todo grupohumano. Pero, a decir verdad, esas heterotopas pueden adquirir, y dehecho siempre adquieren formas extraordinariamente variadas. Y talvez no haya una sola heterotopa en toda la superficie del globo o en toda lahistoria del mundo, una sola forma de heterotopa que hayapermanecido constante. Quizs podramos clasificar las sociedadessegn las heterotopas que prefieren, segn las heterotopas queconstituyen. Por ejemplo: las sociedades dichas primitivas tienen lugaresprivilegiados o sagrados, o prohibidos -al igual que nosotros, de hecho-; pero esos lugares privilegiados o sagrados por lo general estn

    reservados a individuos, si ustedes quieren, en "crisis biolgica". Hayrecintos especiales para los adolescentes en el momento de la pubertad; loshay reservados a las mujeres en su periodo menstrual; hay otros para lasmujeres que estn en parto. En nuestra sociedad las heterotopas para losindividuos en crisis biolgica han prcticamente desaparecido. Noten quetodava en el siglo diecinueve haba colegios para los muchachos, loscuales, al igual que el servicio militar, sin duda cumplan el mismo papel,pues era menester que las primeras manifestaciones de la virilidad seprodujeran en otra parte. Y despus de todo, en lo que concierne a lasjvenes, yo me pregunto si el viaje nupcial no era al mismo tiempo unasuerte de heterotopa y de heterocrona, ya que no era posible que ladesfloracin de la joven se produjera en la misma casa en la que naci;dicha desfloracin haba de realizarse, de alguna manera, en ningunaparte.

    Pero esas heterotopas biolgicas, esas heterotopas si ustedes quieren decrisis, desaparecen paulatinamente para ser remplazadas por lasheterotopas de desviacin. Es decir que los lugares que la sociedad

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    acondiciona en sus mrgenes, en las reas vacas que la rodean, esoslugares estn ms bien reservados a los individuos cuyocomportamiento representa una desviacin en relacin a la media o ala norma exigida. De ah la existencia de las clnicas psiquitricas; de ahtambin, claro est, la existencia de las crceles; a lo cual habra que aadir

    sin duda los asilos para ancianos, puesto que, despus de todo, en unasociedad tan afanada como la nuestra, la ociosidad se asemeja a unadesviacin que, en este caso, resulta por lo dems una desviacinbiolgica por estar asociada a la vejez -la cual es, por cierto, unadesviacin constante, al menos para todos aquellos que no tienen ladiscrecin de morir de un infarto tres semanas despus de sujubilacin.

    Segundo principio de la ciencia heterotopolgica: pues bien, durante elcurso de su historia, toda sociedad puede reabsorber y hacer

    desaparecer una heterotopa que haba constituido anteriormente, obien organizar alguna otra que an no exista. Por ejemplo: desde haceunos veinte aos la mayora de los pases de Europa han intentado hacerque desaparezcan las casas de citas; con un xito mitigado pues, comosabemos, el telfono ha remplazado la vieja casa a la que iban nuestrosancestros por una red arcnida y mucho ms sutil. Por lo contrario, elcementerio, que en nuestra experiencia actual corresponde al ejemploms evidente de una heterotopa, es el lugar absolutamente otro. Puesbien, el cementerio no ha tenido siempre ese papel en la sociedadoccidental. Hasta el siglo dieciocho, el cementerio estaba en el corazn de

    los poblados, dispuesto all, en el centro de la ciudad, justo a un lado de laiglesia, y a decir verdad no se le atribua ningn valor realmente solemne.Salvo en el caso de algunos individuos, el destino comn de los cadveresera simplemente ser arrojados a la fosa sin ningn respeto por los restosindividuales. Ahora bien, de una manera muy curiosa, en el momentomismo en el que nuestra civilizacin se volvi atea, o al menos msatea, es decir a finales del siglo dieciocho, nos pusimos a individualizarel esqueleto: desde entonces cada quien tuvo derecho a su cajita y a supequea descomposicin personal. Y por otro lado, pusimos todos esosesqueletos, todas esas cajitas, todos esos fretros, todas esas tumbas y esaspiedras fuera de la ciudad, en el lmite de las urbes, como si se tratara almismo tiempo de un centro y un lugar de infeccin y, de alguna manera, decontagio de la muerte. Pero no hay que olvidar que todo esto no sucedisino en el siglo diecinueve, e incluso durante el curso del Segundo Imperio(es bajo Napolen III, en efecto, que los grandes cementerios parisinosfueron organizados en los lmites de las ciudades). Tambin habra quecitar -y aqu observaramos en cierto modo una sobredeterminacin dela heterotopa- los cementerios para tuberculosos: pienso en ese

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    maravilloso cementerio de Menton en el que fueron inhumados los grandestuberculosos que vinieron, a finales del siglo diecinueve, para descansar ymorir en la Costa Azul. Otra heterotopa.

    3. Yuxtaposicin de espacios incompatibles.

    Por lo general, la heterotopa tiene como regla yuxtaponer en un lugarreal varios espacios que normalmente seran, o deberan serincompatibles. El teatro, que es una heterotopa, hace que se sucedan

    sobre el rectngulo del escenario toda una serie de lugares incompatibles.El cine es una gran sala rectangular al fondo de la cual se proyecta sobreuna pantalla, que es un espacio bidimensional, un espacio que nuevamentees un espacio de tres dimensiones. Vean ustedes aqu la imbricacin deespacios que se realiza y se teje en un lugar como una sala de cine. Peroquizs el ms antiguo ejemplo de heterotopa sea el jardn: el jardn,creacin milenaria que ciertamente tena una significacin mgica enOriente. El tradicional jardn persa es un rectngulo dividido en cuatropartes, las cuales representan las regiones del mundo, los cuatro elementosde los cuales ste se compone; y en el centro, en el punto en el que se unen

    esos cuatro rectngulos, haba un espacio sagrado, una fuente, un templo; yalrededor de ese centro, toda la vegetacin del mundo deba hallarsereunida. Ahora bien, si pensamos que los tapetes orientales estn en elorigen de las reproducciones de jardines (invernaderos en sentidoestricto)(3), comprendemos el valor legendario de los tapetes voladores, deesos tapetes que recorran el mundo. El jardn es un tapete en el que elmundo entero es convocado para cumplir su perfeccin simblica, y eltapete es un jardn que se mueve a travs del espacio. De hecho, era unparque, o ms bien un tapete, el jardn que describe el narrador de Las mil yuna noches? Vemos que todas las bellezas del mundo se conjuntan en eseespejo. El jardn, desde la ms remota Antigedad es un lugar deutopa. Quizs tenemos la impresin de que las novelas se sitanfcilmente en jardines; y es que, de hecho, las novelas nacieron sin duda dela institucin misma de los jardines: la actividad novelesca es una actividadde jardinera.

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    4. Cortes singulares del tiempo

    Resulta que las heterotopas con frecuencia estn ligadas a cortessingulares del tiempo. Se emparientan, si ustedes quieren, con lasheterocronas. Por supuesto, el cementerio es el lugar de un tiempo que yano corre ms. De manera general, en una sociedad como la nuestra sepuede decir que hay heterotopas que son las heterotopas del tiempo que seacumula al infinito. Los museos, las bibliotecas, por ejemplo: en los siglosdiecisiete y dieciocho, los museos y las bibliotecas eran institucionessingulares dado que eran las expresin del gusto de cada quin; por elcontrario, la idea de acumularlo todo, la idea de detener el tiempo de alguna

    manera, o ms bien de dejarlo depositar al infinito en un espacioprivilegiado, de constituir el archivo general de una cultura, la voluntad deencerrar en un lugar todos los tiempos, todas las pocas, todas las formas ytodos los gustos, la idea de constituir un espacio de todos los tiempos,como si ese espacio pudiera estar l mismo definitivamente fuera de todotiempo, es una idea del todo moderna. Los museos y las bibliotecas sonheterotopas propias de nuestra cultura.

    Hay, sin embargo, heterotopas que no estn ligadas al tiempo segn lamodalidad de la eternidad, sino segn la modalidad de la fiesta;

    heterotopas no eternizantes, sino crnicas. El teatro, por supuesto, yluego las ferias, esos maravillosos emplazamientos vacos en los bordes delas ciudades que se pueblan una o dos veces al ao con casuchas, puestosde objetos heterclitos, luchadores, mujeres-serpiente y echadoras debuenaventura. La aparicin de los campamentos de vacaciones es aun msreciente en la historia de nuestra civilizacin: pienso sobre todo en esomaravillosos pueblos polinesios que ofrecen, en la costa mediterrnea, trespequeas semanas de desnudez primitiva a los habitantes de nuestrasciudades. Las palapas de Jerba se emparientan en cierto sentido con lasbibliotecas y los museos, puesto que son heterotopas de eternidad: y es queall se invita a los hombres a reanudar lazos con la ms vieja tradicin de lahumanidad; y al mismo tiempo esas palapas son la negacin de todabiblioteca y de todo museo, puesto que en vez de servir para acumular eltiempo, sirven al contrario para borrarlo y volver a la desnudez, a lainocencia del primer pecado. Tambin, entre esas heterotopas de la fiesta,esas heterotopas crnicas, existe, o ms bien exista, la fiesta que ocurratodas las noches en la casa de citas de otrora, esa fiesta que empezaba a lasseis de la tarde como en La fille lisa.

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    Y finalmente, hay otras heterotopas que estn ligadas no a la fiestasino al pasaje, a la transformacin, a las labores de la regeneracin.Eran, durante el siglo diecinueve, los colegios y los cuarteles los quedeban hacer de los nios adultos, de los pueblerinos ciudadanos, lo mismo

    que despabilar a los ingenuos. Hoy en da tenemos sobre todo lasprisiones.

    5. Sistemas de cierre y apertura especficos.

    Por ltimo, quisiera establecer el siguiente hecho en tanto quinto principiode la heterotopologa: las heterotopas tienen siempre un sistema deapertura y cierre que las asla del espacio que las rodea. En general, unono entra en una heterotopa como Pedro por su casa: o bien uno entra allporque se ve obligado a hacerlo, o bien uno lo hace cuando se ve sometidoa ritos, a una purificacin. Hay incluso heterotopas dedicadasexclusivamente a dicha purificacin: purificacin mitad religiosa, mitadhiginica, como en el caso de los Hammams de los musulmanes; y tambinhay purificaciones que parecen exclusivamente higinicas, como los saunas

    de los escandinavos, pero que conllevan una serie de valores religiosos onaturalistas.

    Hay otras heterotopas, por el contrario, que no estn cerradas enrelacin al mundo exterior, pero que son pura y simple apertura; todoel mundo puede entrar en ellas, pero, a decir verdad, una vez que se estadentro, uno se da cuenta de que es una ilusin y de que se entr a ningunaparte: la heterotopa es un lugar abierto, pero con la propiedad demantenerlo a uno afuera. Por ejemplo, en Sudamrica, en las casa delsiglo dieciocho, se dispona siempre al lado de la puerta de entrada, peroantes de la misma, una pequea habitacin que daba directamente al mundoexterior y que estaba destinada a los visitantes de paso. Es decir quecualquiera poda entrar en esa habitacin a cualquier hora del da y de lanoche, descansar en ella, hacer all lo que le pareciera; poda partir al dasiguiente sin ser visto ni reconocido por nadie; pero, en la medida en la queesa habitacin no daba de ninguna manera a la casa misma, el individuoque en ella se hospedaba no poda penetrar jams en el interior del aposentofamiliar; esa habitacin era una especie de heterotopa completamente

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    sucesores en las colonias militares francesas soaron con sociedadesjerarquizadas y militares.

    Indudablemente la ms extraordinaria de esas tentativas fue la de los jesuitas en el Paraguay. En efecto, en Paraguay los jesuitas haban

    fundado una colonia maravillosa en la que toda la vida estabareglamentada, en la que imperaba el rgimen del comunismo ms perfecto,dado que las tierras pertenecan a todo el mundo, los reba-os pertenecan atodo el mundo, y a cada familia slo se le atribua un pequeo jardn. Lascasas estaban organizadas en filas regulares a lo largo de dos calles quehacan ngulo recto; en la plaza central del pueblo estaban la iglesia, alfondo, y de un lado el colegio y del otro la prisin. Los jesuitasreglamentaban meticulosamente de la noche a la maana y desde la maanahasta la noche la vida entera de los colonos. El ngelus sonaba a las cincode la maana para el despertar, despus marcaba el inicio del trabajo, luego

    la campana llamaba al medioda a la gente, hombres y mujeres que habantrabajado en el campo, a las seis de la tarde se reunan para cenar, y a lamedianoche la campana sonaba nuevamente para aquello que llamaban eldespertar conyugal, puesto que a los jesuitas les importaba mucho que loscolonos se reprodujeran, debido a lo cual todas las noches tocabanalegremente la campana para que la poblacin pudiera proliferar. Y lo hizo,por lo dems, porque de ciento treinta mil que haba al principio de lacolonizacin jesuita, los indios pasaron a ser cuatrocientos mil a mediadosdel siglo dieciocho. ste era un ejemplo de una sociedad completamentecerrada sobre s misma, y que no estaba ligada al resto del mundo ms que

    por el comercio y las ganancias considerables que obtena la Compaa deJess.

    Con la colonia, tenemos una heterotopa que tiene la suficienteingenuidad como para querer realizar una ilusin.Con la casa de citas,por el contrario, tenemos una heterotopa lo bastante sutil o hbilcomo para querer disipar la realidad con la pura fuerza de lasilusiones. Y si pensamos que el barco, el gran barco del siglo diecinuevees un pedazo de espacio flotante, un lugar sin lugar, que vive por smismo, cerrado sobre s, libre en cierto sentido, pero abandonadofatalmente al infinito del mar, y que de puerto en puerto, de barrio dechicas en barrio de chicas, de navegacin en navegacin va hasta lascolonias buscando lo ms precioso que stas resguardan de esos jardines orientales de los que hablbamos hace un rato,comprendemos por qu el barco ha sido para nuestra civilizacin, almenos desde el siglo diecisis, al mismo tiempo el ms grandeinstrumento econmico y nuestra ms grande reserva de imaginacin.El navo es la heterotopa por excelencia. Las civilizaciones sin barcos

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    son como los nios cuyos padres no tienen una gran cama sobre la cual jugar; sus sueos se agotan, el espionaje reemplaza a la aventura, y lafealdad de la polica reemplaza a la belleza llena de sol de los corsarios.

    Notas

    (1)Utopies et htrotopies, cd Rom. Paris, INA, 2004

    (2) "Des espaces autres" (conferencia dictada en el Cercle d'tudesarchitecturales, 14 de marzo de 1967), Architecture, Mouvement,Continuit, no. 5, octubre 1984, pp. 46-49; tambin en Dits et crits, II,Paris, Gallimard, Col. Quarto, pp. 1571-1581.

    (3) En francs, jardins d'hiver, literalmente "jardines de invierno". n. del t.

    El CUERPO UTPICO

    1. "Mi cuerpo, implacable topa"

    Desde que abro los ojos, me es imposible escapar a ese lugar que dulce,ansiosamente, Proust habita en cada despertar. Y no es porque a causa de lme encuentre anclado en donde estoy, pues, despus de todo, no slo puedomoverme y removerme, sino que tambin puedo removerlo a l, moverlo,cambiarlo de lugar. Pero he aqu que no puedo desplazarme sin l; nopuedo dejarlo all donde est para yo irme por otro lado. Puedo ir al fin delmundo, puedo esconderme por la maana bajo las cobijas, hacerme tanpequeo como me sea posible, puedo dejarme derretir bajo el sol en laplaya: l siempre estar all donde yo estoy; siempre estirremediablemente aqu, jams en otro lado. Mi cuerpo es lo contrario deuna utopa: es aquello que nunca acontece bajo otro cielo. Es el lugarabsoluto, el pequeo fragmento de espacio con el cual me hago,estrictamente, cuerpo. Mi cuerpo, implacable topa.

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    2. Las utopas que borran el cuerpo

    Y si por casualidad viviera yo en una especie de familiaridad desgastada,como con una sombra, como con esas cosas de todos los das quefinalmente ya no veo y que la vida ha tornado en grisallas? Como con esaschimeneas, esos techos que se aborregan cada noche frente a mi ventanapero que cada maana son la misma presencia, la misma herida...? Frente amis ojos se dibuja la imagen inevitable que impone el espejo: carademacrada, hombros curveados, mirada miope, ya sin cabello,

    verdaderamente nada guapo. Y es en esa ruin cscara que es mi cabeza, enesa caja que no me gusta que tendr que mostrarme y pasearme; a travs deesa rejilla que habr que hablar, mirar, ser mirado; bajo esa piel,encenegarse. Mi cuerpo es el lugar al que estoy condenado sin recurso.

    Yo creo que, despus de todo, es contra l y como para borrarlo que seconcibieron todas esas utopas. El prestigio de la utopa, su belleza, lamaravilla de la utopa, a qu se deben? La utopa es un lugar fuera de todolugar, pero es un lugar en donde habr de tener un cuerpo sin cuerpo; uncuerpo que ser bello, lmpido, transparente, luminoso, veloz, de una

    potencia colosal, con duracin infinita, desatado, protegido, siempretransfigurado. Y es muy probable que la utopa primera, aquella que esms difcil de desarraigar del corazn de los hombres sea precisamentela utopa de un cuerpo incorporal. El pas de las hadas, el pas de losduendes, de los genios, de los magos, pues bien, es el pas en el que loscuerpos se transportan tan rpido como la luz, es el pas maravilloso en elque las heridas se curan instantneamente con un blsamo maravilloso; elpas en el que uno puede caer desde una montaa y levantarse vivo; es elpas en el que uno es invisible cuando quiere, y visible cuando as lo desea.Si existe un pas maravilloso es, claro est, para que en l yo sea prncipeazul, y que todos los lindos gomosos se vuelvan feos y peludos comopuercoespines.

    Tambin hay una utopa diseada para borrar al cuerpo. Y esa utopa es elpas de los muertos; son las grandes ciudades utpicas que nos leg lacivilizacin egipcia. Las momias, despus de todo, qu son? Pues bien,son la utopa del cuerpo negado y transfigurado; la momia es el grancuerpo utpico que persiste a travs del tiempo. Estn tambin las

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    mscaras de oro que la civilizacin micnica pona sobre el rostro de losreyes difuntos: utopas de sus cuerpos gloriosos, solares, terror de losejrcitos. Estn las pinturas y las esculturas de las tumbas, las estatuas delas iglesias que despus de la Edad Media prolongan en la inmovilidad unajuventud que jams pasar. En nuestros das, estn esos simples cubos de

    mrmol, cuerpos geometrizados por la piedra, figuras regulares y blancasque destacan sobre el gran marco negro de los cementerios. Y en esaciudad de utopa de los muertos, he aqu que mi cuerpo deviene slidocomo una cosa, eterno como un dios.

    Pero probablemente sea el gran mito del alma el que desde lo ms lejano dela historia occidental nos ha proporcionado la ms obstinada, la mspotente de esas utopas mediante las cuales borramos la triste topologa delcuerpo. El alma funciona en mi cuerpo de una manera verdaderamentemaravillosa: est albergada en l, por supuesto, pero sabe bien cmo

    escaparse; y se escapa para ver las cosas a travs de la ventana de mis ojos;se escapa para soar cuando duermo, para sobrevivir cuando muero. Mialma es bella, es pura, es blanca. Y si mi cuerpo lodoso, en todo caso nadabello, llegara a ensuciarla, sin duda habr una virtud, alguna potencia,habr mil gestos sagrados que la reestablecern en su pureza primigenia.Durar mucho tiempo, mi alma, y ms que mucho tiempo, cuando mi viejocuerpo se vaya a pudrir. Viva mi alma! Es mi cuerpo luminoso, purificado,virtuoso, gil, mvil, tibio, fresco, es mi cuerpo liso, castrado, redondocomo una burbuja de jabn.

    Y as es como mi cuerpo, en virtud de todas esas utopas, ha desaparecido.Desapareci como la flama de una vela a la que se le sopla. El alma, lastumbas, los genios y las hadas han echado mano sobre l, lo han hechodesaparecer en un parpadeo, han soplado sobre su pesantez, su fealdad, yme lo han restituido deslumbrante y eterno.

    3. El cuerpo y sus recursos propios de fantasa

    Pero, a decir verdad, mi cuerpo no se deja reducir tan fcilmente. Despusde todo, l tiene sus propios recursos de fantasa: tambin posee lugares sinlugar, y lugares ms profundos, aun ms obstinados que el alma, que latumba, que los encantamientos de los magos; tiene sus stanos y sus

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    graneros, sus superficies luminosas. Mi cabeza, por ejemplo: qu extraacaverna abierta hacia el mundo exterior por dos ventanas, dos aperturas! -de eso estoy seguro puesto que las veo en el espejo, y adems puedo cerraruna u otra separadamente-; y sin embargo, no hay dos ventanas sino slouna, puesto que frente a m veo un paisaje nico, continuo, sin barreras ni

    separaciones. Y cmo es que suceden las cosas en esa cabeza? Pues bien,las cosas vienen a acomodarse en ella; entran en ella, y de eso estoy seguro,puesto que cuando el sol es demasiado fuerte me deslumbra, va a desgarrarel fondo de mi cerebro. Y no obstante, esas cosas que entran en mi cabezapermanecen claramente en su exterior, dado que las veo delante de m, ypara alcanzarlas debo, por mi parte, avanzar.

    Cuerpo incomprensible, cuerpo penetrable y opaco, cuerpo abierto ycerrado, cuerpo utpico. Cuerpo en cierto sentido absolutamente visible: smuy bien lo que es ser escrutado por alguien de la cabeza a los pies, s lo

    que es ser espiado por detrs, vigilado por encima del hombro, sorprendidocuando menos me lo espero, s lo que es estar desnudo. Y sin embargo, esecuerpo que resulta tan visible me es retirado, est atrapado en una especiede invisibilidad de la que jams podr separarlo: este crneo, esta espaldaque apoyo y a la que el colchn resiste, que apoyo en el divn cuando estoyacostado, pero que no puedo sorprender ms que a travs del ardid delespejo... qu es esta espalda cuyos movimientos y posiciones conozcoperfectamente, pero que no puedo ver sin contorsionarme horriblemente?El cuerpo, fantasma que slo aparece en los espejismos del espejo, yadems de manera fragmentaria. De verdad tengo necesidad de los genios

    y de las hadas, de la muerte y del alma para ser a la vez e indisociablementevisible e invisible? Y adems, este cuerpo es ligero, transparente,imponderable; nada ms alejado de una cosa que l, que corre, acta, vive,desea, se deja atravesar sin resistencia por todas mis intenciones.Ciertamente, pero slo hasta el da en el que algo me duele, en el que seensancha la caverna de mi vientre, en el que mi pecho y mi garganta sebloquean o se atascan o se llenan de topos, hasta el da en el que estalla enmi boca el dolor de muelas; entonces, ah s, dejo de ser ligero,imponderable, etc., y me vuelvo cosa, arquitectura fantstica y ruinosa. No,verdaderamente, no hay necesidad de magia ni de encantamiento, no haynecesidad ni de un alma ni de una muerte para que yo sea a la vez opaco ytransparente, visible e invisible, vida y cosa; para que yo sea un utopa,basta que sea un cuerpo.

    Todas esas utopas mediante las cuales esquivaba mi cuerpo, pues bien,simplemente tenan por modelo y punto primero de aplicacin, tenan sulugar de origen en mi cuerpo mismo. Estaba muy equivocado anteriormenteal decir que las utopas estaban dirigidas contra el cuerpo y destinadas a

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    borrarlo: las utopas nacieron del cuerpo mismo y se voltearon despuscontra l.

    4. El cuerpo, actor principal de todas las utopas

    En todo caso, hay algo seguro: el cuerpo humano es el actor principal detodas las utopas. Despus de todo, una de las ms viejas utopas que loshombres se hayan contado a s mismos, acaso no es el sueo de loscuerpos inmensos, desmesurados, que devoran el espacio y dominan el

    mundo? Es la vieja utopa de los gigantes que encontramos en el coraznde tantas leyendas en Europa, frica, Oceana, Asia; esa vieja leyenda quedurante tanto tiempo ha alimentado la imaginacin occidental, de Prometeoa Gulliver.

    El cuerpo tambin es un gran actor utpico cuando se trata de mscaras, delmaquillaje y de los tatuajes. Enmascararse, tatuarse, no es, como podramosimaginarlo, adquirir otro cuerpo, simplemente un poco ms hermoso, mejordecorado, o que se reconoce con mayor facilidad; tatuarse, maquillarse,enmascararse, es sin duda otra cosa: es hacer entrar al cuerpo en

    comunicacin con poderes secretos y fuerzas invisibles. La mscara, elsigno tatuado, el afeite, depositan sobre el cuerpo todo un lenguaje, todo unlenguaje enigmtico, todo un lenguaje cifrado, secreto, sagrado, que invocasobre ese mismo cuerpo la violencia del dios, la potencia sorda de losagrado o la vivacidad del deseo. La mscara, el tatuaje, el afeite sitan alcuerpo en otro espacio, lo hacen entrar en un lugar que no tiene ningnlugar directamente en el mundo; hacen de ese cuerpo un fragmento deespacio imaginario que se va a comunicar con el universo de lasdivinidades o con el universo de los dems. Uno ser posedo por losdioses, posedo por la persona que acaba de seducir. En todo caso, lamscara, el tatuaje, el afeite, son operaciones mediante las cuales el cuerpoes arrancado de su espacio propio y proyectado en otro espacio.

    Escuchen por ejemplo este cuento japons, y la manera en la que un artistadel tatuaje hace que la joven mujer que desea transite hacia otro universoque no es el nuestro:

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    El sol lanzaba sus rayos como dardos sobre el ro e incendiaba la habitacinde los siete tapetes. Sus rayos, reflejados en la superficie del agua,impriman sobre el papel de los biombos, y tambin sobre el rostro de lamuchacha profundamente dormida, un dibujo de olas doradas. Zeikishi,despus de haber jalado los canceles, tom sus instrumentos de tatuaje.

    Durante algunos instantes, permaneci abismado en una especie de xtasis.No era sino entonces que saboreaba la extraa belleza de la jovenmuchacha. Le pareca que poda permanecer sentado frente a ese rostroinmvil durante decenas y centenas de aos sin jams sentir fatiga oaburrimiento alguno. Del mismo modo que otrora el pueblo de Menfisembelleca la magnfica tierra de Egipto con pirmides y esfinges, Zeikishideseaba embellecer amorosamente con su dibujo la fresca piel de la jovenmuchacha. Le aplic la punta de sus pinceles de colores que sostena entreel pulgar, el anular y el meique de la mano izquierda, y a medida que laslneas se dibujaban las picaba con su aguja, que sostena con la mano

    derecha.Y si pensamos que el vestido profano o sagrado, religioso o civil, haceentrar al individuo en el espacio cerrado de lo religioso o en la red invisiblede la sociedad, entonces vemos que todo aquello que es relativo al cuerpo,dibujo, color, diadema, tiara, vestimenta, uniforme, todo eso hace florecerde una forma sensible y abigarrada las utopas que estn selladas en elcuerpo. Pero quizs habra que ir ms abajo del vestido; quizs habra quealcanzar la carne misma, y entonces veramos que en ciertos casos,prcticamente es el cuerpo mismo quien voltea contra s su poder utpico y

    hace que todo el espacio de lo religioso y lo sagrado, todo el espacio delotro mundo, todo el espacio del contramundo, entre en el espacio que leest reservado. Entonces el cuerpo, en su materialidad, en su carnalidad,sera como el producto de sus propios fantasmas. Despus de todo, acasoel cuerpo del bailarn no se encuentra precisamente dilatado segn unespacio que le es a la vez interior y exterior? Y los que estn drogadostambin? Y los posedos, cuyo cuerpo deviene infierno, cuyo cuerpodeviene sufrimiento, redencin, paraso sangriento? Fui verdaderamentetorpe, hace un rato, al creer que el cuerpo nunca estaba en otra parte, queera un aqu y que se opona a toda utopa.

    5. Mi cuerpo est siempre en otra parte

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    Mi cuerpo, de hecho, est siempre en otra parte, vinculado con todos losall que hay en el mundo; y, a decir verdad, est en otro lugar que no esprecisamente el mundo, pues es alrededor de l que estn dispuestas lascosas; es en relacin a l, como si se tratara de un soberano, que hay un

    arriba, un abajo, una derecha, una izquierda, un delante, un detrs, un cercay un lejos: el cuerpo es el punto cero del mundo, all donde los caminos ylos espacios se encuentran. El cuerpo no est en ninguna parte: est en elcorazn del mundo, en ese pequeo ncleo utpico a partir del cual sueo,hablo, avanzo, percibo las cosas en su lugar, y tambin las niego en virtuddel poder indefinido de las utopas que imagino. Mi cuerpo es como laCiudad del Sol: no tiene lugar, pero a partir de l surgen e irradian todos loslugares posibles, reales o utpicos.

    Despus de todo, los nios tardan mucho tiempo en llegar a saber que

    tienen un cuerpo. Durante meses, durante ms de un ao, no tienen ms queun cuerpo disperso, miembros, cavidades, orificios, y todo ello slo seorganiza, literalmente toma cuerpo, en la imagen del espejo. De maneraaun ms extraa, los griegos de Homero no tenan palabra alguna paradesignar la unidad del cuerpo. Por paradjico que parezca, frente a Troya,bajo los muros resguardados por Hctor y sus compaeros, no habacuerpos: haba brazos levantados, pechos valerosos, piernas giles, cascosrelucientes sobre las cabezas, no cuerpos. La palabra griega que quieredecir cuerpo slo aparece en Homero para designar el cadver.

    Consecuentemente, son ese mismo cadver y el espejo los que nos ensean,o en todo caso los que respectivamente ensearon a los griegos y ensean alos nios ahora que tenemos un cuerpo, que ese cuerpo tiene una forma,que esa forma tiene un contorno, que en ese contorno hay espesor, un peso,en resumen que el cuerpo ocupa un lugar. Son el espejo y el cadver losque asignan un espacio a la experiencia profunda y originariamente utpicadel cuerpo; son el espejo y el cadver los que acallan, apaciguan yencierran dentro de un mbito oculto para nosotros esa gran rabia utpicaque desvencija y volatiliza nuestro cuerpo a cada instante. Es gracias aellos, gracias al espejo y al cadver que nuestro cuerpo no es pura y simpleutopa. Ahora que si pensamos que la imagen del espejo se halla en unlugar inaccesible para nosotros, y que nunca podremos estar all donde estnuestro cadver; si pensamos que el espejo y el cadver estn ellos mismosen una lejana inexpugnable, entonces descubrimos que la utopa profunday soberana de nuestro cuerpo slo puede estar oculta y ser clausuradamediante otras utopas.

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    Quizs valdra decir que hacer el amor implica sentir que el cuerpo propiose cierra sobre s mismo, que por fin se existe fuera de toda utopa con todala densidad de uno entre las manos del otro: bajo los dedos del otro que terecorren, tu cuerpo adquiere una existencia; contra los labios del otro tuslabios devienen sensibles; delante de sus ojos entrecerrados nuestro rostro

    adquiere una certidumbre y hay, por fin, una mirada para ver tus pupilascerradas. Al igual que el espejo y que la muerte, el amor tambin apaciguala utopa de tu cuerpo, la acalla, la calma, la encierra en algo as como unacaja que despus sella y clausura; es por eso que el amor es tan cercanopariente de la ilusin del espejo y de la amenaza de la muerte. Y, si a pesarde esas dos peligrosas figuras, nos gusta tanto hacer el amor, es porquecuando se hace el amor el cuerpo est aqu.

    Nota y traduccin de Rodrgo Garca

    Michel Foucault, "Topologas", Fractal n 48, enero-marzo, 2008, ao XII,volumen XII, pp. 39-40.