Mirar La Realidad_Angélica Gorodischer

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Artículo de actualidad escrito por la gran escritora argentina Angélica Gorodischer

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PREGUNTAS

Mirar la realidad Por Angélica Gorodischer | 28/06/2014 | 01:58 PERFIL

Meten miedo las noticias en los diarios y en la televisión. Llega un momento

en el que la única salida parece que fuera imitar a los monitos que no ven, no

oyen, no hablan. Ah, bueno, no. No ver y no oír puede ser, pero no hablar, no, de

ninguna manera. Hablar, murmurar, mascullar, susurrar, todo eso, y además

escribir, por supuesto. Es que asusta la violencia desatada y la falta de una

verdadera defensa contra eso. Veo y oigo que cuando desaparece una chica (o

un anciano, o alguien, quien sea) la policía dice “hay que esperar veinticuatro

horas antes de investigar”. ¿Qué? ¡Cómo! Y, sí, la chica puede haberse ido con

el novio. ¿Y qué? ¿Y si se fue con el novio todo está bien y la familia no tiene por

qué saberlo? Pero ¿qué es ese disparate? Una ya se ha vuelto muy desconfiada

en lo que hace a las fuerzas del orden. Una sabe, lo sabe de veras, que hay

excelentes policías aunque no sean muy visibles. Sí, los hay. Pero una piensa

inmediatamente en Sir Robert y en los detectives de las novelas. Un momentito,

muchacha, los detectives de las novelas no tienen nada que ver con los

detectives de la realidad. ¿Cómo que no? Una novela no es la realidad. Perdón,

perdón, aquí me detengo porque una novela sí es la realidad. Quizá sea una

gran mentira, pero su madre es la realidad. Sus raíces se hunden en la realidad.

Puede ser que lo que se cuenta sea mentira, pero ¿de dónde salió si no es de la

realidad? ¿Eh? Contésteme a eso. Y la realidad, esta cosa concreta que nos

envuelve, tiene que ser contemplada y contada para que podamos modificarla. Si

no, estamos fritos todos, usted y yo y mi vecina y los buenos policías y los

ineficientes también y los que los mandan sobre todo. De manera que qué

hacemos. Creo que la solución, como en tantos otros temas, está en la

educación. Si no me cree piense en Dinamarca, en donde se cierran las

cárceles. ¿Gracias a qué? Pregúntele a un dinamarqués y le va a contestar: “Es

que en este país todos los jóvenes terminan el secundario”.