Montesquieu - Del Espiritu de Las Leyes

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!1 {'.i MONTESQUIEU '·' j ; DEL ESPÍRITU DE LAS LEYES ·· I PRÓLOGO por ENRIQUE TIERNO GAL V ÁN EDICIONES ORBIS, S.A. Distribución exclusiva para Argentina, Chile, Paraguay y Uruzuay. HYSPAMERICA ''

Transcript of Montesquieu - Del Espiritu de Las Leyes

  • !1 {'.i MONTESQUIEU ''

    j ;

    DEL ESPRITU DE LAS LEYES

    I

    PRLOGO por

    ENRIQUE TIERNO GAL V N

    EDICIONES ORBIS, S.A. Distribucin exclusiva para Argentina,

    Chile, Paraguay y Uruzuay.

    HYSPAMERICA ''

  • PREFACIO

    Si entre el infinito nmero de cosas que se dicen en este libro hubiera alguna que, contra mi voluntad, pudiera ofender, al menos no fue escrita con mala intencin. No soy por naturaleza espritu desaprobador. Platn daba gracias al cielo por haber nacido en la poca de Scrates; yo se las doy por ?aber hecho que naciera bajo el Gobierno en que vivo, y por haber quendoque obedezca a quienesme hizo amar.

    Pido una gracia que temo no se me conceda: que no se juzgue el trabajo de veinte aos por la lectura de un momento; que se apruebe o se condene el libro entero, pero no slo algunas frases. El que busque la intencin del autor, slo podr descubrirla en la intencin de la obra.

    .El primer lugar, he examinado a los hombres y me ha parecido que, en 1 medio de la infinita diversidad de leyes y costumbres, no se comportaban / solamente segn su fantasa. . He asentado los principios y he comprobado que los casos particulares se

    austaban a ellos por s mismos, que la historia de todas las naciones era ~nsecuenca de esos P;!.~cj~ ~ley paniculr estib~Ci~ ton Otra ley ~a1a ae Otra ms general.

    Cuando estudi la antigedad procur hacerlo desde su mismo espritu para no considerar como semejantes casos realmente distintos y para no dejar de ver las diferencias de los aparentemente iguales. No he sacado mis principios de mis prejuicios, sino de la naturaleza de las cosas. . Muchas verdades no se harn patentes en esta obra hasta despus de haber

    visto la cadena que une unas con otras. Cuanto ms se reflexione sobre los detalles mejor se percibir la verdad de los principios. Sin embargo, no los he expuesto todos, porque quin podra decirlo todo sin hacerse mortal-mente aburrido?

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    .'~ :'i No se encomrarn en este libro las sutilezas que parecen caracterizar las

    obras de nuestr~s das. Por poca amplitud de criterio con que se contemplen las cosas, tales sutilezas se desvanecern, puesto que stas surgen tan slo cuando nuestro espritu, atrado nicamente por una parte de la realidad, abandona el resto.

    No escribo para censurar lo que est establecido en los distintos pases. Cada nacin encontrar aqu las razones de sus mximas y cada individuo sacar por s mismo la siguiente consecuencia: slo estn capacitados para promover cambios aquellos que venturosamente nacieron con un inge-nio capaz. de penetrar, en una visin genial, toda la constitucin de un Es-tado.

    No es indiferente que el pueblo est ilustrado. Los P.!:.:}_uicios de ios gobi-names empezaron siei{)SiempreprejiCOSde la naci~En :~~:_

    d!Ji~ifilga no .. seri~iien i@.~ ~-siquiera~uan-clo seocaian los _males ms .grnYe.s_. En tiempos de ilustracin, temblamos aun afliacer los mayores bienes. Nos darnos cuenta qe los abusos antiguos y vemos dnde est su correccin, pero vernos tambin los abusos que trae consigo la misma correccin. As, pues, dejarnos lo malo si temernos lo peor, dejamos lo bueno si dudamos de lo mejor, examinarnos las partes solamente para juzgar del todo y examinamos todas las causas para ver todos los resultados ...

    Si yo pudiera hacer que todo el mundo encontrara nuevas razones de amar sus deberes, de amar a su prncipe, a su patria y a sus leyes; hacer que cada cual pudiera sentir mejor la felicidad en su pas, en su Gobierno, en el puesto en que se encontrase, sera el ms feliz de los mortales. . .

    Si pudiera hacer que los que mandan aumentasen sus conoc1m1entos sobre lo que deben prescribir, y que los que obedecen encontrasen un nuevo placer en el hecho de obedecer, sera el ms feliz de los mortales .

    Sera el ms feliz de los mortales si pudiera hacer que los hoinQ~ curaran de sus prejui~~~s. Y llamo prejuicios, no a lo que .hace que se ignoren cierias csas, sino a lo que hace ignorarse a s mism.o. . -

    Intentando instruir a los hombres es como se puede practicar la Vlrtl,!Q g~I d~ amor a la humanidad. El hombre, ser flexible que en la sociedad se amolda a los pensamientos y "a las impresiones de los dems, es capaz de conocer su propia naturaleza cuando alguien se la muestra, pero tambin es capaz de perder el sendo de ella cuando se la ocultan.

    He empezado muchas veces esta obra para abandonarla despus; he lanzado mil veces al viento' las hojas que ya tena escritas; senta caer todos los das las manos paternas'; persegua mi objeto sin formarme un plan; no conoca an ni las reglas ni las excepciones; encontraba la verdad y la perda al momento. Pero cuando descubr mis principios, todo lo que andaba

    1. Ludihria vtnt

  • bus~ando vino a m y d~~ ~i.!llt-~..W~v:isro cmo m obra empezaba, crec1a, avamah'-y-coctu1a ------

    Si es~a obra tene xito se .lo deber, en buena medida, a la grandeza del tema; sm embargo, creo que no carezco en absoluto de ingenio. Cundo vi lo que _.tantos gran.des hombres escribieron ames que yo en Francia, Inglaterra y Alem.ama, me llen de admiracin, pero no perd nimos y dije como el Corregg10: Yo tambin soy pintor'.

    ADVERTENCIA DEL AUTOR

    Para la comprensin de os cuatro primeros libros de esta obra hay que {!,LV:;. l 1 "t/r, tener presente: 1 t~o .. : JU.o~~(j) Que lo ~ue llamo ~irtud en__l repb~c~ es ~~_:mor~ la ~ia, i:_s ~

    3. Ed io anche wn pittore.

    ~ 1 - el amor a la igualdad.~ trata euna v1itud rilorafni'fampoco ae una virrudcnsr.ia'.'na-;5i~de l(virrud p_ol~. En este sentido se define como el resorte que pone ~n movimiento al Gobierno Republicano, del mismo modo que el honor es el resane que mueve a la monarqua. As pues, he llamado virtud poltica al amo a la patria y aJ;i)gu:ildad. ,.._

    -comosemehan oci--ncfc eas nuevas, he tenido que buscar palabras nuevas o dar a las antiguas nuevas acepciones. Los que no han compr~ndido esto me han imputado cosas absurdas .que, puesto que en todos los pases del mundo se tiende a la moral, en cualquiera de ellos seran indig-nantes. @Se debe tener en cuenta que hay una gran diferencia entre decir que

    determinada cualidad, modificacin del alma o virrud, no es el resorte que impulsa a un Gobierno y decir que tal cosa no .existe en dicho Gobierno. Si yo afirmara que una rueda o un pin determinados no son el resorte que pone en movimiento a un reloj, se podra colegir que ambos no se encuentran en l? Las virtudes morales y cristianas no estn exclui-das de la Monarqua, .como tampoco lo est la virtud poltica. En una palabra:l"aunque la virtud poltica sea el resorte de la Repblica, el honor se enc1"entra tambin en ella. Y del mismo modo, aunque el ho-nor sea el resone de la Monarqua, en ella existe igualmente la virtud poltica]

    Por ltimo,!'.!_ hombre de bien de quien se trata en el libro III, captulo V, no es el hombre de bien cristiano~ombre de bien poltico, que posee

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  • la mencionada virtud poltica. ~..h.ombLLq!!..e-3!!1...e.J.~sJg_es_~~-s~~ y que obra pqr ;imor a ellas, --He acla~~do".tocl~s ;5[~5 ~;sas en la presente edicin para precisar an ms las ideas. En la mayor parre de los lugares en que me he servido de la palabra virtud, he puesto virtud poltica.

    PRIMERA PARTE .,;; ~_)/; 1 De ~s ~=e~: ~eneral

  • Comprobamos que el mundo, formado por el movimiento de la materia, y privado de inteligencia,.s~O:-.ES'preci'So; pt tanto;-qtte-sttS--movimientos tengan leyes invariables, de modo que s se pudiera imaginar otro mundo distinto de ste tendra igualmente reglas constantes, pues de lo contrario se destruira. -

    .. De este modo la creacin, que se nos presenta como un acto arbitrario, ;~~~-;-;;;:n~~':!~~s como la fatalidad de .los ateos. Sera absur~o .f decir que eTCreaClor podna gobernar el mundo sm estas reglas, pues sm

    , ('; ellas no subsistira. Dichas reglas constituyen una relacin constantemente ' establecida. Entre dos cuerpos que se mueven, todos los movimientos son

    recprocos, y segn las relaciones de su masa y su velocidad, aumentan, :t disminuyen o se pierden. Toda diversidad es uniformidad y todo cambio es

    constancia. Los seres particulares inteligentes pueden tener leyes hechas por ellos

    mismos, pero tienen tambin otras que no hicieron. Antes de que hubiese seres inteligentes, stos eran ya posibles; .as, pues, tenan relaciones

    , posibles, y, por consiguiente, leyes posibles. Antes de que se hubieran dado ~~ ley~s hab.~~:_l_?.

  • dominarse los unos a los otros, lo cual no tiene fundamento ya que ia idea de imperio y de dominacin es tan compleja y depende de tantas otras ideas, que difcilmente podra ser la que tuvieran los_ hombres en pn~er lugar. Ii~~~~L se pregunta: Por qu los hombres van siempre armados s1 no son guerreros por naturaleza, y por qu tiene.n llaves para cerrar sus casas?" .Con e!lo no se da cuenca de que atribuye a los hombres, ames de establecerse Jas sociedades, posibilidades que no pueden darse hasta despus de haberse establecido, por no existir motivos para atacarse o para defenderse.

    2 Al senrimj_ento _Q_~_sy __ d,~l::!.ili.dad el hombre unira el sentimiento de sus necesi~. y, as, otra ley natura!..s..er!~.l~ q_ue le ~J:!spi_r~sc:_la b~q:it:~~ de alimentos. -Heaicho que el temor impulsara a los hombres a huir unos de otros,

    pero los signos de ~;-rem-or recproco y, por otra parte, .:1 placer que el-animal siente ante la roximidad de otro animal de su especie, les llevara al

    ac-erc~;;;iemo. Adems, 1c o P. acer se vena aumentado por la atraccin que inspira la diferencia de(~~~os.' As, la solicitacin natural que se hacen 3 siempre uno a otro constiturTa. ~rcera Jer:._

    Aparte del sentimento que en. principio poseen .los hombres pueden, adems, adquirir conocimientos .. De este modo tienen un vnculo ms del que carecen los dems animales. El conocimiento constituye, pues, un

    \ 1 nuevo motivo para ,unirse. y_~_! _dese_(). ~L~iY!~_~E_ ~~i~da._~ .i:s 1.~. cuarta ley -i natural.

    ~_,;o.

    CAPTULO III: De las leyes positivas. - Desde el momento en que los hombres se renen en sociedad, pierden el sentimiento de su debilidad; la igualdad en que se encontraban antes deja de existir y comienza el estado de guerra.

    ___ .................... .

    ' -cada sociedad particular se hace consciente de su fuerza, lo que produce un estado de guerra de nacin a nacin. Los particulares, dentro de cada sociedad, empiezan a su vez a darse cuenta de su fuerza y tratan de volver en su favor las principales ventajas de la...sociedad, lo que crea entre ellos el. estado de guerra.

    -.~ El objeto de la guerra es la victoria; el de la vicroria, la conquista; el de ia

    conquista, la conservaci.n. De este principio y del que precede, deben derivar rodas las leyes que constituyan el derecho de gentes.

    Todas las naciones tienen un derecho de gentes; lo tienen incluso los iroques~ que, aunque se comen a sus prisioneros, envan y reciben embajadas y conocen derechos de la guerra y de la paz. El mal radica en que su derecho de gentes no est fundamentado en los verdaderos principios.

    Adems del derecho de gentes que concierne a rodas las sociedades, hay 1JtB'.in derecho poltico para cada una de ellas. Una sociedad no podra subsistir

    'ti.

  • ,,

    ' Lo que propongo hacer en esta obra es examinar todas estas relaciones que, jumas, formap--le~eru:~~!pir7tu'"'de Czs leye5.- ~- -

    No heseparado las leyes polticas de las civiles porque corno no trato de las !~yes sino ~~pritu, y corno :.:::_.:,:Ei!:.itu -~2~~~~~ri_.!"s.Aiver~~s ~.si.~::_q,1;1!J~~t:~_s.J?_~_e..d.rn tep..l_!_r_ c::~n..!~.s d.istin!~_s cosas, he tenido que seguir d orden de las relaciones_y_~eJ~hY no el orden natural de las leyes.

    Examinar primero las relaciones que tienen las leyes con la naturaleza y con el principio de cada Gobierno, y puesto que este principio tiene sobre las leyes una influencia suprema, pondr todo m cuidado en conocerlo bien; si lo consigo, se vern surgir las leyes de l, corno de su propio rnananci.al. Hecho esto, pasar a examinar las dems relaciones que parecen ms particulares.

    LIBRO JI

    De las leyes que se derivan directamente de la naturaleza del Gobierno

    CAPTULO l: De la naturaleza de los tres Gobiernos distintos. -J:Iay tres )J, _:!:~~~ -~=--~.?~r;io: i:!..!.~licano, el rn~nrquco y el desptic9., Pra" f'l" ctescubrr su naturaleza nos ba"sia co1a Tdeaque-iii:ende ;ros tres

    Gobiernos lo.Lh.QffiQI.IDmnUnsu:Wdas. Doy por supuestas tres defini-ciones o, mejor; hechos: uno, que el Gobierno \SP..i.hjicano es aquel en que ~l..P-1.1~.P.,~~!1-t~{.O_i o p,m_~ di;~, ti!-~~lpQr;te.r..~p_!;i_er_;w.Q; el rnonr uico ,

    "s aquel en'q_ue gobima uno solo, con arreglo a leyes fijas y esta lecidas; :}, : por el contrario, en el_ Gobierno ~n~ sola person~ sin li:t)'~ : i!Jf-n1~-P?r~a, lleva todo segun su voluntad y._su ca~ . i-' ' Esto es lo que llamo naturaleza de c'aaaGobirno. A continuacin se

    t~ata de ver cules son las leyes que dimanan directamente de dicha . l ~e riamraleza, y que son, por consiguiente, las primeras leyes fundamentales. 1 ',. !! ."."".., }~~! -~APTULO U: Del Gobierno republicano y de las leyes relativas a la

    1 ,_. democracia. -Si el pueblo entero es, en la ll '!D.blica, dueo del poder ' 'LI b . . ~rl.Y.'-,.,/\. (U,;1J1'U.u,~o erano, estamos ante una democracia; s1 el poier soberano est en manos l 1 de una parte del pueblo; se.trata de-Una aristocracia. b . El pueblo es, en la democracia, monarc'~-c;-5ibdiro: segn los puntos de

    ')":t' . .8Ut.0.tfista. A travs del ~fr~$i2i,_que es expresin de su voluntad, ser monarca ~ puesto que la voluntad del soberano es ei mismo soberano. Las leyes que

  • asombrosas que hicieron las atenienses y los romanos y que no se podran atribuir a la casualidad.

    Sabemos que en Roma, a pesar de que el pueblo tuviera el derecho de elevar a ios plebeyos a los cargos pblicos, no se decida, sin embargo, a elegirlos; y aunque en Atenas se podan nombrar magistrados de todas las clases sociales por la ley de Arstides, no ocurri nunca, segn Jenofome', que el bajo pueblo pidiera los cargos que podan interesar a su salvacin o a su gloria.

    Del ~ismo modo que la mayora de los ciudadanos que tienen suficiencia para elegir no la tienen para ser elegidos, el pueblo, que tiene capacidad suficiente para darse cuenta de la gestin de los dems, no est capacitado para llevar la gestin por s mismo.

    Es preciso que los negocios progresen segn un movimiento que no sea ni demasiado rpido ni demasiado lento. El pueblo tiene siempre o muy poca accin o demasiada: a veces con cien mil brazos todo lo trastorna, otras con cien mil pies maFcha a la velocidad de los insectos.

    En el Estado popular, el pueblo se divide en clases. Los grandes legisladores se han distinguido por la manera de hacer estas divisiones; de ellas dependen siempre la duracin de la democracia .y su prosperidad.

    En la composicin de las clases, Servio Tulio sigui el espritu de la aristocracia. A travs de Tito Livio' y Dionisio de Halicarnaso' comproba-mos cmo puso el derecho al voto en manos de los ciudadanos principales: dividi el pueblo romano en ciento noventa y tres centurias que formaban seis clases. A los ricos, que eran pocos, los coloc en las primeras centurias; a Jos menos ricos, ms numerosos, en las siguientes, y posterg a la multitud de indigentes en la ltima; como cada centuria no tena ms que un voto", resultaba que votaban las clases y las riquezas, pero no las personas.

    Soln dividi al pueblo de Atenas en cuatro clases. Guiado por el espritu de .la democracia no lo hizo para determinar quines deban elegir, sino quines podan ser elegidos. Conservando para cada ciudadano el derecho de eleccin, dispuso" que se elegiran los jueces de entre cada una de las cuatro clases, mientras que los magistrados slo de entre las tres primeras, constituidas por los ciudadanos acomodados.

    Igual que la separacin de los que tienen derecho al sufragio constituye en la Repblica una ley fundamental, la manera de votar tambin lo es.

    f La eleccin por soneo es propia de la democracia;la designacin por nteleccin corresponde a la aristocracia.

    8. P:igs. 691 y 692, edicin de Wechdius del ao 1596. 9. Lib. l.

    10. Lib. IV,"'' 15 y sigs. 11. V.se en las c_omideraciones sobre Lis causaJ de Li grandeza de los romanos y de "'

    dec.adenaa, cap. IX, como se conserv en la repblica el espritu de Servio Tulio .. 12. DIONISIO DE HALICARNASO, Elogio Je iJcrates, pg. 92, t. Il, edicin de Wechcfius,

    Pollux, lib. VIII, cap. X, art. 130.

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    El sorteo es una forma de eleccin que no ofende a nadie y deja a cada ciudadano una esperanza razonable de srvir a su patria. Pero como es en s misma defectuosa, ios grandes legisladores se han preocupado de regularla y corregirla.

    Soln dispuso en Atenas que se nombrasen por eleccin todos los cargos militares, mientras que los senadores y jueces seran elegidos por suene. Igualmente quiso que se asignaran por eleccin las magistraturas civiles que exigan un gran gasto, mientras que las restantes se asignaran por soneo. Pero para corregir suene estableci que slo se pudieran elegir entre los que se presentasen, que el electo fuese examinado por los jueces" y que cualquiera pudiese acusarle de indignidad para el cargo". Este sistema participaba a la vez de la suene y de la eleccin. Cuando acababa el perodo de la magistratura, deba sufrir otro examen sobre su manera de proceder. De este modo los incapacitados para tales funciones sentiran una gran repugnancia a dar sus nombres para entrar en el ~oneo.

    La ley que determina la forma de dar las cdulas. de votacin es otra ley fundamental en la democracia. La cuestin es si la votacin debe ~ey.hlica_ o secretal. Cicern" opina que las leyes" que la conv1rt1eron en secreta, en

    4'Siilumos tiempos de la Repblica romana, fu~ron una de las cau~s principales de su cada. La prctica es distinta en cada Repblica; he aqu lo que creo se debe pensar:

    Sin duda, cuando el pueblo da sus votos stos del:ien ser pblicos", cosa que debe considerarse como una ley fundamental de la democracia. Es preciso que el pueblo est informado por los principales y contenido por la gravedad de cienos personajes. Por eso en la Repblica romana todo_.se perdi cuando las votaciones se hicieron secretas, pues ya no fue posible orientar al populacho descaminado. Pero cuando el cuerpo de los nobles

    e~ite los sufragios11 en una aristocracia,, o el senado en una democracia", todo secreto sera poco en el momento de la votacin, ya que se trata en este caso de prevenir intngas.

    La intriga es tan peligrosa en un senado como en un cuerpo de nobles; no lo es, sin embargo, en el pueblo, cuya caracterstica es obrar con pasin. En los Estados en los que no participa en el Gobierno, el pueblo se apasionar por un actor como lo hubiera hecho por los asuntos pblicos. La desgracia

    13. Vase el discurso de DEMST!NE5, De falsa ltgac., y el discurso comra.TiMARCO. 14. Se sacaban has u dos cdulas pan cada plaza: una daba b plaza y la otra nombraba al qu

    deba suceder en caso de que el primero fuese rechazado. 15. Lib. 1 y llI de las Leyes. 16. Se llamaban lryeJ 1ab11Ltri.ts. A cada ciudadano se le daban dos cabliU.s o boletines: el

    primero marcado con una A, que qut!r2 decir unt1q110, y la otra con una U y una R, que significaban uci rog.11.

    17. En Arenas se levantaban las manos. 18. Como en Venecia. 19. Los treinta uranos de Atenas dispusieron que os sufragios de los Areopagitas fueran

    pblicos, con el fin Je dirigirlos o su oncojo, LISIAS, Dismr!o contra Agoral, cap. VIII.

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  • -de una Repblica n~ es que en ella no haya intrigas, cosa que ocurre cuando se corrompe al pueblo. ctui~~S'Seitere~pot el dinero, pere no por los negocios pblicos, y espera tranquilamente su salario sin preocuparse del Gobierno ni de lo que en l se trata.

    Otra ley fundamental de la democracia es que slo el pueblo debe ha-cer las leyes. Hay, sin embargo, mil ocasiones en que se hace necesario que _:l Senado pueda estatuir. A veces incluso es conveniente probar una ley antes de establecerla. Las constituciones de Roma y de Atenas eran muy sabias a este respecto: las decisiones del Senado' tenan fuerza de ley durante un ao, y slo se hacan perpetuas por la voluntad del pueblo.

    '( CAPTULO III: De las leyes relativas a la naturaleza de la Aristocracia. - El poder soberano est en la aristocracia en manos de un Cirto nJ~;;o de personas que elaboran leyes y las hacen cumplir; el resto del pueblo es, con respeto a ellas, lo que en la Monarqua son los sbditos con respecto al monarca.

    En este caso no debe hacerse la eleccin por suerte, ya que, de hacerlo as, no. habra m~s .qu~ inconveni.entes. En efecto, en un Gobierno en el que ya

    ex.isten las d1stmc10nes ms aolorosas, no se hara uno menos odioso al ser elegido por suerte: en estas personas se envidia al noble y no al magistrado.

    Cuando los nobles sn muchos, es necesario un Senado que regule los asuntos sobre los que no pudiera decidir l cuerpo de nobles, y que prepare aq_uellos s_obre _los q~e decide. Cuando esto ocurre puede decirse que la anstocrac1a esta, en cieno modo, en el Senado, y la democracia en el cuerpo de los nobles, quedando el pueblo reducido a ia nada.

    Sera una gran cosa que, por algn medio indirecto, se hiciera salir .al pueblo de la-postergacin en que se encuentra en la aristocracia: as, en Gno_va, la banca de San Jorge, administrada en gran parte por los pnnc~pales del pueblo", le da cierra influencia en el Gobierno, cosa que conmbuye de manera definitiva a su prosperidad.

    Los senadores no deben tener el derecho de proveer ias vacantes en el Senado. Nada contribuira tanto como esto a perpetuar los abusos. En Roma, que fue en los primeros tiempos una especie de aristocracia, el Senado no se supla a s mismo, sino que los nuevos senadores eran nombrados por los censores22

    ,,. Si ~ un ciudadano de una Repblica se fe da de pronto una autoridad exc~s1va, se da lugar a una Monarqua o algo ms grave. En la Monarqua, las Je.yes han previs.to la .constitucin o se han ajustado a ella: el principio del Gobierno supone la ex1stenc1a del monarca; pero en una.Repblica en la

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    10. Vase D10NISIO DE HALICARNASO, lib. IV y IX. 11. Vase. M: ADDJSSON, \liaes a Italia., pig. 16. 22. Al pnnc1p10 los nombr.iban los cnsules.

    que un ciudadano consigue un poder exorbitante23, el abuso que de l hace es mayor porqe las leyes, que no lo han previsto, nada han dispuesto para contenerlo.. _

    T erremos la excepcin a esta regla cuando la constit{;cin del Estado es tal que necesita una magistratura con un poder excesivo. Es el caso de Roma con sus dictadores, o el de Venecia con sus inquisidores de Estado, magistraturas terribles que devuelven la libertad ai Estado actuando con violencia. Pero a qu se debe que dichas magistraturas sean tan diferentes en ambas Repblicas? Roma defenda contra el pueblo los restos de su democracia, mientras que Venecia se sirve de los inquisidores de Estado p~ra mantener su aristocracia contra los nobles. De aqu que en Roma la dictadura deba durar poco, pues el pueblo obra por su fogosidad y no por sus designios; habra que ejercer esta magistratura con esplendor, pues se trataba de intimidar al pueblo, no de castigarle; era preciso crear un dicta-dor para un _:;olo negocio, y que su autoridad fuese ilimitada slo porra-zn de dicho negocio, pues siempre se le nombraba para un caso impre-visto.

    Por el contrario, en Venecia se requiere,uI).a magistratura permanente.que. pueda formular designios, perseverar en ellos, suspenderlos o reanudarlos; una magistratura en ia q"ue la ambicin de uno solo se convierta en la de una familia, y la ambicin de una familia eff la de muchas .. Se requiere una magistratura secreta, porque los delitos- que castiga, siempre ocultos, se esconden en el secreto y en el silencio. Esta magistratura debe tener una inquisicin general porque no tiene que cortar males conocidos, sino prevenir incluso los que no se conocen. Finalmente se establece para ven-gar crmenes de que sospecha, mientras que la primera se vala ms de las amenazas que de los castigos, en delitos incluso confesados por sus au-tores.

    En toda magistratura hay que compensar la magnitud del poder con la brevedad de su duracin. La mayor parte de los legisladores han fijado en un ao esa duracin. Ms larga, sera peligrosa; ms corta, seria contra la naturaleza de la cosa en s. Quin querra gobernar en estas condiciones sus. asuntos domsticos? En Ragusa", el jefe de la Repblica cambiaba cada mes, los dems oficiales cada semana y el gobernador del castillq todos los das. Esto slo puede practicarse en una Rephlica pequea25 rodeada de potencias formidables que podran sobornar fcilmente a. los pequeos magistrados.

    La mejor aristocracia es aquella en la que el sector del pueblo que no mterviene en el poder es tan pequeo y tan pobre que el sector dominante

    13. Esta fue la causa de la cada de la repblica romana. Vanse las Consideraa'ones sobre las causas de la grandeza de las romanos y de su decadencUt, cap. XIV y XVI.

    24. 'liaes, de TOURNEFORT. 25. En Lucca los magistrados se nombran slo par.i dos meses.

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  • no tiene inters en oprimirle. As, cuando Antipatro" dispuso en Atenas que los que no tuviesen dos mil dracmas quedasen excluidos del derecho de votar, dio origen a la mejor aristocracia posible, porque esta cuota era tan pequea que no exclua ms que a un reducido nmero de ciudadanos, y, desde luego, a nadie que gozara de alguna consideracin en la ciudad.

    As, pues, las familias aristocrticas deben ser pueblo en la medida en que _esto sea posible. La aristocracia ser ms perfecta cuando ms se acerque a la democracia; cuanto ms se acerque a la Monarqua, ser menos perfecta. La ms imperfecta es aquella en que el sector del pueblo que obedece es civilmente esclavo del que manda, como la aristocracia de Polonia, donde los campesinos son esclavos de la nobleza.

    CAPITULO IV: De las leyes en relacin con la naturaleza del Gobierno monr uico. -Los poderes, intermedios, subordinados y dependientes, constituyen a naturaleza del Gobierno monrquico, es decir, de aquel Gobierno en que uno .solo gobierna por medio de leyes fundamentales.

    He. hablado de los poderes mtermed1os, subordiatlbsyclependtente5, porque, en efecto, el prt;:;cipe es en la Monarqua el origen de todo poder poltico y civil. Las leyes fundamentales suponen necesariamente conduc-tos intermedios por donde fluya el poder, pues si en el Estado no hubiera ms que la voluntad momentnea y caprichosa de uno solo, nada podra tener fijeza y, por consiguiente, no habra ninguna ley fundamental.

    El poder intermediario subordinado ms natural es el de la nobleza, que forma parte en cierto modo de la esencia de la Monarqua, cuya mxima func!amental es: sin monarca no hay nobleza, sin nobleza no hay monarca, sino dspota.

    En ciertos Estados de Europa, algunos han credo abolir todas las justicias seoriales sin darse cuenta de que queran hacer lo que hizo el Parlamento ingls. Si abolimos las prerrogativas de los seores, del clero; de la nobleza y de las ciudades en una Monarqua, pronto tendremos un Estado popular o un Estado desptico.

    Desde hace varios siglos los tribunales de un gran Estado europeo pretenden acabar con la jurisdiccin patrimonial de los seores y con la eclesistica. No queremos censurar a magistrados ni a sabios, pero seala-

    , mos el hecho para que se examine hasta qu punto puede esto cambiar la constitucin.

    No me aferro a los privilegios eclesisticos, pero me gustara que se fijara de una vez su jurisdiccin. No se trata de saber si tal jurisdiccin se estableci con razn, sino de saber si est establecida, si forma parte de las leyes del pas y si es en todas panes relativa, si entre dos poderes que se reconocen como independientes las condiciones deben ser recprocas, y si

    26. D1000RO, lib. XVIII, pg. 601, edicin de Rhodomon.

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    no .es igual para -un buen sbdito defender la justicia del prncipe o los lm1tes que en todo tiempo se ha prescrito ella misma. El poder del clero es tan peligro~~--:n _u_~-~-~~P-~~li_:~.'....:?m~~neme e1~_;-~o-n~r~ sobre todo en las que van nac1a erdespotismo.J"Qm' sera e .t.spaa y Portugal desde el momento e que.percfieron susleyes, si no fuera por esta potencia, la nica que contiene al poder arbitrario? Cuando no hay otra, sta es siempre buena, pues como el despotismo causa a la naturaleza humana daos terribles, aquello que la iimita ser bueno, aunque en s sea malo. Del mismo modo que ei mar, cuando parece que va a cubrir toda la tierra, se detiene ame la hierba y las arenas de la orilla, as los monarcas cuyo poder nos parece ilimitado se detienen ante los obstculos m.is pequeos y someten su orgullo natural a las quejas y a las splicas.

    Para favorecer la libertad, los ingieses han suprimido todas las potencias intermediarias que formaban su Monarqua. Tienen razn conservando la l'.benad ya que, si la perdieran, sera uno de los pueblos ms esclavos de la uerra.

    Law, por ignorar en igual medida la constitucin republicana y la n;ionrquica, fue uno de ios n.iayores promotores del despotismo que se han visto en Europa. Adems de los cambios que provoc, tan bruscos, tan inusitados, tan inauditos, quera suprimir las ciases intermedias y anular los cuerpos polticos; disolva la Monarqua" con sus quimricos reembolsos y pareca que quera redimir la misma constitucin.

    No basta que en una Monarqua haya clases .intermedias; se precisa adems un depsito de leyes que slo pueden residir en los cuerpos polticos, los cuales anuncian las leyes cuando se hacen y las recuerdan cuando se olvidan. La ignorancia propia de la nobleza, su falta de cuidado su desprecio por el Gobierno civil, exigen la exstencia de un cuerpo qu; haga salir las leyes del polvo que las sepulta sin cesar. El Consejo del prncipe no es ui:i depsito conveniente, pues es, por su naturaleza, el depositario de la voluntad momentnea del prncipe, que ejecuta; y no el depositario de las leyes fundamentales. Adems, el Consejo del monarca cambia continuamente, no es permanente y no puede, por tanto, ser numeroso; as, pues, no cuenta con la suficiente confianza del pueblo, por lo cual no est preparado para orientarle en los momentos difciles ni para hacerle volver a la senda de la obediencia.

    En los Estados despticos, donde no hay leyes fundamentale;, tampoco hay depsiro de las leyes. De aqu que en estos pases la religin tenga normalmente tanta fuerza, ya que es una especie de depositaria y, al mismo tiempo, representa lo permanente. Y si no es la religin, se venetan las costumbres en lugar de ias leyes.

    27. Femando, rey ele Aragn, se nombr gran mestre de los rdenes, y slo esto ..!ter la constitucin.

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  • CAP!TU~C?-:...~ ";J)!...L~:J!ii!=Y~~naturalez.a__ck/ Estedo despti-co. -Co'.110 consecuencia de la naturaleza del poder desptico, el hombre q.ue lo ee~ce lo ha~e ejerce~ igualmente a uno solo. Un hombre a quien sus ~cmco sentidos le dicen contmuamente que l es todo y que los dems no son l nada es, n:ruralment:, perezoso, ignora_nte, sensual y, por consiguiente, i~

    aban~o~ara los n~go~1os de Estado. Pero si los confiase a varias personas, 1 habn~ d1sp~tas e mtngas para ver quin sera el primer esclavo. Ei prncipe ;; se _ver~a .obligado a hacerse cargo de la administracin. As, pues, le resulta m~s facil abandona;Ia en m.anos ?e un visii:'' que tendr en principio el mismo poder que el. La ex1stenc1a de un visir es en este Estado una ley -fundamental. :~

    ;5e .c~enta que un .~P electo, convencido de su incapacidad, opuso al ~: prmc1p10. gra~~es d1f1cultades, pero acept al fin y entreg a un sobrino 1 ~:~?ela d1r~dcc10n de todos susf~s~1mos. Y se admiraba diciendo: ~Nunca : . 1 ra cre1 o que esto eratan ac1 .Lo mismo ocurre con los prncipes de Onente. Cuando para c?~ocarlos en el rrono los sacan dela prisin donde -los eunuc~s les ha~ debilitado el.corazn y el entendimiento, dejndoles a.veces la 1gnoranc1a de su propio estado, quedan al principio aturdidos .. Pe;o en cuanto nombran un visir y se entregan en su serrallo a las pasiones mas brutales, e~ cuanto consiguen sus caprichos ms estpidos en medio de una corte abatida, nunca hubieran credo que todo era tan fcil.

    Cuan:o ms e~tenso es el-imperio, ms crece el serrallo, y, por tamo, ms se embna~a el pnnc1pe de placeres. As, pues, en estos Estados, cuantos ms . pueblos oe~e .que gobernar el prncipe menos piensa en el Gobierno, { Y cuanto mas importantes son los negocios de Estado, menos se delibera ! sobre ellos.

    . ~~--

    LIBRO III

    De los principios de los tres Gobiernos

    c.AP1TULO I; Diferencia entre. la naturaleza del Gobierno y su princi-pio. -Despues de hab~r exammado cules son las leyes relativas a la . naturali;za de c.a~a Gobierno, hay que examinar cules lo son a su pJi!]_~. . _"!::_~ferenc1~~re la. -~~~!~;i_d_el_Q.J>biEm--J_~p_rfilgpj. eua. -~i_g::i;:_~~r l~_i}[.11-~a es lo q_ue le h!!f\!_si;ual; el p_ij~io lo que le h

  • l tena menos, en lugar de despertar despus de Csar, Tiberio, Gay:,, Claudio, Nern o Domiciano, se fue haciendo cada da ms esdava~ todos los golpes recayeron sobre los tiranos, ninguno sobre la tirana.

    Los polticos griegos, que vivan en un Gobierno popular, no recono- can ms fuerza para sostenerlo que la virtud. Los polticos de ho_y no nos hablan ms que de fbricas, de comercio, de fin-;;Z:iS,-ctri.quezase.inc uso -crer;:----. - .......... ------ .--- - - .. ------

    - -Cuando - la virtud deja de existir, la a~.b~~i.n_ ..

  • le1'mbardgo, i~s delitos v.erda_5!~m~:;._g~blicos_ ~e los delitos privados, \;:.~.., ama os. as,1 pei:q~~a un part!CTi'ar qe a Ja-sociedact encera.

    Ah?ra bien: en las Rep~bh~~s, los delitos privados son ms pblicos, es decir, van contra. la const1t~c10n del Estado ms que contra Jos particulares. En las Monarqmas, los.d~hros pblicos entran en el campo de los privados porque ~~n c_ontra los intereses particulares ms que comra Ja propia consntuc10n del Estado.

    . Sup!ico ~ue nadi.e se ofenda por io que he dicho: digo lo que me dicta la historia. Se muy bien que no es raro encomrar prncipes virtuosos pero sostengo que es d"f' J bl l '

    . . muy 1 1c1 que e pue o o sea en una monarqua". Lase lo que los hisrona~ores de todos los tiempos han dicho sobre la corre de los m?narcas; recuerdense las conversaciones de genres de ro dos los pases sobre .el carcter de.spreciabl~ de los cortesanos: no se trata de especulacio-nes, smo de una triste expenencia.

    ~a ambici.n en I~ ociosidad, la bajeza en el orgullo, el deseo de. ennqu.e~erse sin traba ar, la aversin por la verdad, la adulacin, la traicin I~ perfidia, el abandono de: todo compromiso, d desprecio de los deberes d; cmdadano, el teno.r ~e la virtud.del prncipe; la esperanza de sus debilidades y, s~bre todo, el nd1cu~o de que siempre se cubre a la virtud, constituyen mi modo de ;er el caracter d7 la-mayora de los cortesanos en wdas partes Y en rodas las epocas: Ahora bien: es muy difcil que no siendo honrados la :ay~r pa~e de. los cmdadanos principales de un Estado, los inferiores sean

    0 m_ res de bien; que aqullos engaen y stos se conformen con ser enganados.

    El Cardenal Rchelieu insina en su testamento poltico que si en el pu.eblo se ~ncuenrra algn desdichado hombre honrado", el monarca debe ~lt~_r serv1rse de l''.. Hasta tal punro es verdad que el resorte de este

    0 ierno no es la v1rtud! Cierto que no se excluye de l, pero no es su resorte. , 1

    CAPTULO VI: Cmo se suple la falta de virtud en el Gobierno monrqui-. co. -y oy. a grande~ pasos para que nadie crea que satirizo al Gobierno monar.qmco. No; s.i l~ '.alta un resorte tiene, en cambio, otro: ~I HONOR. Es decir, que el preuic10 de cada persona y de cad d' ......,,, . .,...,,,~!~

    d . a con 1cion sustituye a a ;1~ poltic~ de que he hab!ado y la representa en todo. El honor puede mspdira~ las m_as hermosa.s acciones y, jumo con la fuerza de las leyes; puede con uc1r al fm del Gobierno como la misma virtud

    As en las Monarquas bien reguladas todo el mun.do ser ms 0 menos 37. Me refiero, sobre todo a la virtud politic 1 d

    encamina al bien general un po~o a las virtud a, que es a v1rtu moral en cuanto que se que se relaciona con las' verdades revel d eAs mlorales pamculares y nada e absolum a la virrud

    E .. a as. c araremos esm en el l'b V II 38. i:nendase esm en el sentido de la nora precedente 1 . cap. . 39. Dice que no hay que servirse de gentes de h "J y difciles, Testamento, cap. IV. ongen um1 de porque son demasiado ausceras

    (

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    buen ciudadano, pero ser raro encontrar a alguien que sea hombre de bien'; pues para serlo" hay que tener la intencin de sedo y amar al Estado ms por l que por uno mismo.

    CAPITULO VII: Del principio de la M anarqua. -El Gobierno monrquic~ supone, como hemos dicho, preeminencias, rangos e incluso una nobleza de origen. Por naturaleza, el honor exige preferencias y distinciones; as, pues, cuadra perfectameme en este Gobierno.

    La ambiciful es permc10sa en un Repblica. Por el contrario, en la Monarqua produce buenos efectos: da vida a este tipo de Gobierno y tiene la ventaja de no ser peligrosa porque se puede reprimir constamernente. Puede decirse que ocurre aqu lo mismo que en el sistema del Universo, en el que una fuerza alea de su centro a wdos los cuerpos y otra, la de gravedad, los atrte. El honor pone en movimiento todas las partes del cuerpo poltico, las une en virtd de su propia accin y as resulta que cada uno se encamina al bien comn cuando cree obrar por sus intereses particulares. 1

    Verdad es que, filosficamente hablando, el honor que dirige todas las partes del Estado es un honorJalso, pero aun as, es tan til para.la cosa pblica corno lo seria el verdad~ro para los particulares qu lo tuvieran. Y acaso no es ya mucho obligar a los hombres a realizar toda clase de acciones difciles y que requieren esfuerzo, sin ms recompensa que la fama de dichas acciones?

    CAPITULO VIII: El honor no es el principo de los Estados despticos. -El principio de los Estados despticos no es el honor. En ellos los hombres son. todos iguales en su esclavitud, y por eso no puede haber preferencias. Adems el honor tiene sus leyes y sus reglas y no sabe doblegarse; depende de su propio capricho y no del ajeno, y por ello no puede encontrarse ms que en Estados donde existen leyes seguras y una constitucin fija.

    Cmo haba de soportarlo un dspota si el honor se glora de despreciar la vida y el dspota no tiene fuerza sino porque la puede quitar? Cmo podra el honor soportar al dspota, si tiene regls continuas y caprichos duraderos, mientras que el dspota no tiene reglas y sus caprichos destruyen a los dems?

    El honor, desconocido en los Estados despticos donde a veces no existe ni siquiera la palabra para designarlo, reina en las monarquas dando vida a todo el cuerpo poltico, a las leyes y a las mismas vinudes.

    CAPITULO IX: Del principo del Gobierno desptico. -Del mismo modo que la virtud es necesaria en una Repblica y el honor en una Monarqua,

    40. La expresin hombre de ben se toma aqu slo en sentido poltico. 4 l. Vase la noca l de la pg. 129, antigua edicin. 42. Vase PERRY, pg. 447.

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  • en un Gobierno desptico es necesario e TEMOR: la virtud no se necesita y el honor sera peligroso. -

    El poder inmenso del prncipe pasa por entero a aquellos a quienes lo _ confa. Las personas capaces de estimarse mucho a s mismas podran

    fcilmente provocar revoluciones. Es preciso, pues, que el temor tenga los nimos abatidos y extinga hasta el menor sentimiento de ambicin.

    Un Gobierno moderado puede aflojar sus resortes cuanto quiera sin peligro, pues seguira mantenindose por sus leyes y por su propia fuerza. Pero cuando en un Gobierno desptico el prncipe deja un instante de levantar el brazo, cuando no puede reducir a la nada en un momento a los que ocupan los puesros principales, rodo est perdido. Si falta el temor que es el resorte del Gobierno, el pueblo ya no tiene protector.

    Los cades han sostenido, aparentemente en este sentido, que el Gran Seor no estaba obligado a cumplir su palabra o su juramento, si al hacerlo limitaba .su autoridad".

    El pueblo tiene que ser juzgado por las leyes, y los grandes por el antojo del P!ncipe; la cabeza del ltimo sbdito tiene que estar segura, mientras que la de los bajs est siempre expuesta. No .podemoshablar de estos Gobiernos monstruosos sin estremecernos, El Sof de Persia, destronado en nuestros das por Miriveis, vio perecer su Gobierno antes de la conquista, porque no haba hecho correr bastante sangre".

    La historia nos refiere que las hon:ibles crueldades de Domiciano asusraron a los gobernantes hasta tal punto, que el pueblo se repuso un poco bajo su reinado". Es como un torrente que arrastrara todo por uno de sus lados, dejando por el otro campias donde se ven praderas desde lejos.

    CAPITULO X: Diferencia de la obediencia en los "Gobiernos moderados y en los despticos. -En los Estados despticos, la naturaleza del Gobierno requiere una obediencia sin lmites, de tal modo que, una vez conocida la voluntad del prncipe, sta debe tener un efecto, tan infaliblemente como

    _una bola lanzada contra otra tiene el suyo. Y no cabe moderacin, modificacin o acomodo alguno, ni valen limitaciones, equivalentes, negociaciones o amonestaciones, ni es posible proponer nada igual o mejor. Jl~_!!lbre~s_:::_~~ia~~~-c~~~

  • Las leyes de

    LIBRO IV - -"!....:""~~~~---~~.:.'. -

    la educacin deben estar en relacin con el principio del Gobierno

    CAPTULO I: De las leyes de la educacin. -Las leyes de la educacin son las primeras que recibimos, y como nos preparan para ser ciudadanos, cada familia panicular debe gobernarse conforme al plan d la gran familia que comprende a rodas.

    (

    Si el pueblo en general tiene un principio, las panes que lo componen, o sea las familias, lo tendrn igualmente. Las leyes de la educacin sern pues distintas en cada tipo de Gobierno: en las Monarquas tendrn por objero el honor; en las Repblicas, la virtud, y en el despotismo, el temor.

    CAPTULO II: De la educacin en las Monarquas.-En las Monarquas la educacin principal no se recibe en los establecimientos pblicos,dedicados , la instruccin de la infancia, sino que no empieza, por decido as, hasta que el individuo entra en el mundo. El mundo ,es la escuela del hqnor, maestro universal que debe guiarnos por todas panes.

    En el mundo se ven y se oye decir siempre estas tres cosas: ~que debe ha be~ en las virtudes cierra nobleza, en las costumbres ciena franqueza y en los modales ciena urbanidad.

    Las virtudes que el mundo nos ensea no son lo que debemos a los dems, sino ms ben lo que se debe uno a s mismo, y de esta manera no son lo que nos acerca a nuestros conciudadanos, sino lo que nos distingue de ellos.

    Las acciones de los hombres no se juzgan corno buenas, justas o razona-bles, sino como bellas, grandes y extraordinarias. Si el honor puede

    ' encontrar en ellas algo de nobleza, es siempre el juez que las legitima, o el sofista que las justifica.

    El mundo permite la galantera cuando va unida a los sentimientos del corazn o -a la idea de conquista, y sta es la verdadera razn por la cual las costumbres no son nunca tan puras en las Monarquas como en los Gobiernos republicanos.

    Permite la astucia cuando va unida a la nocin de grandeza de nimo o a la magnitud de los negocios, por eso las sutilezas no ie ofenden.

    No prohbe la adulacin ms que cuando va separada de la opulencia y slo va unida al sentimiento de la propia bajeza.

    Respecto a las costumbres, he dicho que la educacin delas Monarquas debe darles ciena franqueza. Se busca la verdad en las palabras, pero no por amor a la. verdad, sino porque el hombre que acostumbra decirla parece osado y libre, dependiente slo de las.cosas y no de la manera cmo o trolas recibe.

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    Pero por eso, al mismp tiempo que se recomienda esta especie de franqueza, se desprecia la del pueblo cuyo nico objeto es la verdad y la sencillez.

    Finalmente la educacin en las Monarquas exige cierta urbanidad de modales. Los' hombres, nacidos para vivir en sociedad, nacieron tambin para agradarse unos a orros, de manera que si alguno no observar_a la: reglas de urbanidad ofendera a todos los de su alrededor y se desacred1tanahasta tal punro que se vera incapacitado para h~cer ningn bie.n. , .

    Pero la urbanidad no nace de manannal tan puro, smo del afan de distinguirse. Somos educados por orgullo: nos sentimos halagado~ porque tenemos modales que prueban que no provenimos de las clases b~as Y que no hemos vivido con esas gentes abandonadas en rodas las edades. .. En la Monarquas, la urbanidad toma carta de natural_eza en la ~o rte. Un

    hombre excesivamente grande empequeece a los demas. De ah1 nacen las arencines que se debe a todo el mundo y la urbanid~d, que ha~aga igualmente a los que son educados como a aquellos a quienes la actitud corts va dirigida, pues la educacin da a entender que uno pertenece a la Corre, o que es digno de pertenecer a ella. .

    El aire de Corte consiste en abandonar la propia grandeza .por otra prestada: sta halaga ms al cortesano que la suya propia.; da. cierta mo~esta soberbia que se difunde a lo lejos, pero cuyo. orgullo ~1smmuye sensible-mente segn la distancia a que se est del ongen de dicha grande~a.

    Hay en ia cone. una gran delicadeza de gusto en todo, que prov.1ene del uso continuo de las cosas superfluas proporcionadas por las grandes, fonunas, de la variedad y, sobre todo, del has~o de los placeres, d.e la cantidad e inciuso de la confusin de los capnchos, que son acogidos sempre que son agradables. . , . . . .

    Sobre rodo lo dicho versa la educac1on que nende a fo~ar lo qu~ 5~ ~ama un hombre de bien, poseedor de rodas las virrudes y cualidades exigidas en este Gobierno. En l, el honor, mezclado en todo, fo~a ~a:rede rodas las maneras de pensar y de sentir, e ncluso dirige los .pnnc1p1os; .

    Extrao honor que hace que las virtudes no sean smo lo qu~ el qmer~ q~e sean, que pone reglas a todo lo que nos p~escribe, qu~ ~i;t1ende o h1?1~ta _ nuestros deberes a su antojo, ya tengan su ongen en la rehg1on; en la polmca o en la moral.

    En la Monarqua nada est prescrito por las leyes, la religin_ o ~l honor, con tanta insistencia como el acatamienm de la voluntad del pnnc1pe; p~ro el honor nos dicta que el prncipe no debe prescribirn~s nunca una a~c1n que nos deshonre, ya que semejante accin ~os incapac1tar~ I'ara se.rv1rle.

    Crillon se neg a asesinar al duque de Gmsa, pero se ofrec10 a Enrique III para luchar contra l. Despus de la noche de San Bartolom, cuando Carlos IX escribi a todos los gobernadores ordenndoles. la ma~a~;z:a de los hugonotes, el vizconde de Orre, gobernador de Bayona, escnb10 alrey en

    53

  • los trminos siguientes": Seor, entre los habitantes y soldados no he encontrado ms que buenos ciudadanos y guerreros valientes, pero ni un solo verdugo; ellos y yo suplicamos a Vuestra Majestad que emplee nuestros brazos y nuestras vidas en cosas factibles. Su valenta, grande Y generosa, vea como algo imposible el cometer una villana.

    ~o hay nada_ que el honor prescriba a la nobleza con ms fuerza que el s~rv_tr ! prncipe en la guerra. En efecto, la guerra es la profesin dist1ngmda, porque sus azares, sus victorias y hasta sus vicisitudes condu-ce~ a la grandeza. Pero al imponer esta ley, el honor quiere ser su rbitro, y s1 se cree ofendido, exige o permite que uno se retire a su casa. . ~I _honor quiere que se pueda aspirar a los empleos o rehusarlos, 1nd1st1ntamente, y mantiene esta libertad por encima de la misma fortuna.

    As ~~e:; el hon~r t~ene sus reglas sup:emas,,a_ las cuales debe ajustarse Ja educac1on . Las prmc1pales son: nos esta permmdo tener en cuenta nuestra forruna, pero. nos est prohibido hacerlo de -nuestra vida.

    La segunda es _que una vez situados en un rango determinado, no ?ebe'.11os hacer m soportar nada que pueda hacernos aparecer como mfenores.

    , La tercera es que las cosas que el honor prohbe estn prohibidas con:ms n~or cuando las ley;s no las proscriben, y que las que exige, se exigen con mas fuerza cuando las leyes no las requieren.

    CAPTULO III: De la educacin en el Gobierno desptico.-Del mismo modo que en las Monarquas la educacin tiende slo a elevar el nimo en los.Estad?~ desptico~ slo procura abatirlo. Es preciso, pues, que en elos la ~ducac1on sea servil. Ser un bien incluso para el que manda haberla terudo as'.?' ~ue nadie es tirano si no es al mismo tiempo esclavo.

    La. ?bect1enc1a ext~emada supone. ignorancia en el que obedece, pero tamb1en e: el que gobierna, pues no tiene que deliberar, dudar ni razonar; le basta querer.

    En los Estados despticos, cada casa es un imperio aislado. La educacin que c?~siste principalmente en vivir con los dems, es pues muy limitada: reduc1en~ose a llen~r. de temor el corazn y a dar algunos conocimientos muy sencillos de re~g1n. El sa?er es peligroso, la emulacin funesta, y en lo que respecta a las ;trtu?;s. Anstteles" cree que no hay ninguna propia de esclavos, lo cual s1mplif1ca a educacin en semeantes Gobiernos. As pues, la educacin es aqu prcticamente nula. Hay que quitarlo todo

    para dar algo, y empezar por hacer un mal sbdito para hacer un buen esclavo.

    49. Vase 1~ Hisroria., de D'AUBJGNt. 50. H2bl~os o.qu de lo que.e~)'. no de lo que debe ser: el honor es un prejuicio que 12 religin ::..r., procun desrnur uruu veces y d1ng1r otras. 51. 'Poltica, lib. I, cap. III.

    54

    Para qu haba de ocuparse la educacin en formar un buen ciudadano qu~ participase en la desventura pblica? Este buen ciuda?ano .amara al Estado y se vera tentado a aflojar los resortes del Gobierno: s1 no l? consegua se perdera, pero s lo consegua correra el nesgo de perderse el junco con el prncipe y el imperio.

    CAPITULO IV: Diferencia entre los efectos de la educacin de los an.tiguos y la nuestra. -La mayor part_e d.e l_os pueblos ~ntiguos vivan en Gobiernos que tenan la virtud como pnnc1p10. Cuando esta se encontraba en su pleno vigor hacan cosas que ya no vemos hoy y que_ asombran a nuestras almas empequeecidas. Su educacin tena otra ventaja ~obre la nu.estra: nunca_se encontraba desmentida. El ltimo ao de su vida, Epammondas decia, escuchaba, vea y haca las mismas cosas que en la edad en que haba comenzado su instruccin. , .

    Ahora recibirnos tres educaciones distintas, si no contranas: 1~ de nuestros padres, la de nuestros maestros y la d_e~ 'mundo. ~o que nos dicen en la ltima da al traste con todas las ideas adqumdas antenorrnente. Est? es en parte consecuencia de la contr.adiccin existen.te entre los comyrom1sos de ia religin y los del mundo, cosa que los antiguos no conoc1an.

    CAPTULO V: De la educacin en el Gobierno republicano. -:-~.?.,.:I __ ?.~.~e_:_: _ no republicano se necesita de todo ~~_?.~~:!._~.:_~a _ed_:i~~c:i.?n. En los Gobiernos despticos;eI temor-nate"por SI mismo ae las ai;ienazas y los castigos; en la Monarqua el honor se ve favoreci~o por las pa.s10nes que a su vez fav,orece; pero la virtud poltica es la renuncia de uno mismo, cosa que siempre resulta pe~osa. . .

    Se puede definir esta virtud com~ :1 amor a las, le ~s .. a la . ama. D1ch_o amor requiere una pref~_c;Q.~~~ubltco so~re e mt~res de cada cual; rodas 1Ts virtudes particulares, que no son mas que dicha

    prefereneia,Vlenen dadas por aadidura. . , , : Este amor afecta especialmente a las democracias. ~olo en ellas se conf1a el

    Gobierno a cada ciudadano. Ahora bien, el Gobierno es corno todo el mundo: para conservarlo hay que amarlo. , _

    Nunca se oy decir que los reyes no amasen la Monarqu1a o q1!e los dspotas odiasen el despotismo. , . .

    Todo depende, pues, de instaurar ese amor en la Repub~ica, y precisa-mente la educacin debe atender a inspirarlo. Hay un med10 seguro para que los nios puedan adquirirlo y es que sus ~r~pi~s padres lo posean:

    Cada uno es dueo de dar a sus hijos los conocuruentos que ten? pero ms an de darles sus pasiones. Si esto no ocurre, es q~e lo que se hizo en la casa paterna fue destruido por las impresiones. extenores.

    Un pueblo naciente no degenera; slo se pierde cuando los hombres hechos se corrompen.

    55

  • ~APtTU~O VI: De ~lgunas insti!_ucil!~~.:,;:::;..C_opvencidos de la necesi-dad d~ eievar ,a-la-".lf.~pi:feblos que vivan-en Gobiei".os poplares, los griegos cre~ron msmuc10nes singulares para inspirarla. Cuando vemos en la vida de Licurgo las le d" j l h. . yes que. 10 a os acedemon10s, nos parece leer la !Stona de .los Sevarambes. Las leyes de Creta eran el original de las de

    Lacede.moma, y las de Plarn eran su correccin. -S~phco al lector que considere con atencin el enorme ingenio que

    precisaron a~uellos legisladores para darse cuenta de que, yendo contra los usos e:rablec1dos y confundiendo todas las virtudes, mostraran al universo su sabidura.

    Lic~rgo confu~di el hurto con el espritu de justicia, la ms dura esclav1tu?, con.la libertad exrrema, las mayores atrocidades con la mxima moderac10n, Y as dio estabilidad a su ciudad. Pareca que le quitaba todos sus .r~~urs~s, las artes, el comercio, el dinero, las murallas; exista la amb.1c10n ~m esperanza de mejora~, sentimientos naturales sin ser hijo, ni mar~do, m padre, }' aun a la castJdad se le quitaba el pudor. Por estos ~am1_n~~ Esparta se . dir~ga . a la grandeza y a la gloria, pero con tal 1nfahb1hdad en su7 mstJmc10nes que no. se consegua nada contra ella ganando batallas, s1 no se lograba privarla de su polica". _ ~rera Y Lacedemonia se gobernaron por estas leyes: Lacedemonia fue la ultima en ceder ante los macedonios; Creta" fue la ltima presa de los ro

    1manos. Los samnitas mvi~ron !as.mismas instituciones y dieron ocasin

    os romanos pai:a consegulf vemtJcuatro victorias" . .i:-quello tan extraordinario de las instituciones de Grecia lo hemos visto

    en la_ hez}' la corrupcin de los tiempos modernos". Un legislador, hombre de bien, ha formado un pueblo en el que la probidad parece tan natural como la valenta ~ntre los espartanos. Mr. Penn es un verdadero Licurgo Y aunque uno tuviera como finalidad la paz y el otro la guerra, se parecen e~ que ambos han puesto a su pueblo en un camino singular, en el ascendiente que m-~1eron sobre los hombres libres, en los prejuicios que vencieron y en as pas10nes que sometieron.

    El Paraguay p~ede proporcionarnos otro ejemplo: han querido imputr-selo com? ~n cnmen a la Compaa que considera el placer de gobernar ~orno el umc? placer de la vida; pero siempre ser' hermoso gobernar a los hombres hacindolos ms felices".

    A dicha Compaa le cabe la gloria de haber sido la primera en mostrar, 52. Philopoemen oblig a los !acede b d

    sabi.l que! de no ser as tendran sicm momos a a an onar su manera dt: crar a los hijos, pues de ~bilopoeme':: Vas~ Trro LIYIO, f~~~~yf'ndeyuncoraznanimoso,PLUTARCO, Vida

    .3. Defendio sus leyes y su J'b d d - Y C de TITO LIYIO, en-el E itome 1 d:rtF urante tres anos. Va.nse l~dibr~s XCVIII, XCIX

    54. FLORUS lib I e PXVI ' LORUs. Opuso mayor resistencia que los grandes reyes. , . , ap. , .._

    55. In /~ce !?omuli, CICERN, Cartas a Atico. II, l. 56. Los mdws de .. Paraguay no de d d " _ .

    quinro de os tributos y tienen ann sP1 fuen e mngudnfsendor parncular, no pagan ms que un a uc ego para e en erse. "

    56

    .,.

    .... - -

    en aquellas regiones, la idea de religin unida a la de humanidad. Reparando las devastaciones de los espaoles, ha empezado a curar una de las grandes. calamidades conocidas por el gnero humano.

    El sentido exquisito que esta sociedad tien1! por todo lo que llama honor, su celo por una religin que hace ms humildes a los que escuchan que a los que predican, la han hecho emprender y conseguir grandes cosas: ha sacado de los bosques a los pueblos dispersos, les ha dado subsistencia segura, los ha vestido, y aunque no hubiera hecho otra cosa ms que aumentar con eso la industria entre los hombres, ya habra hecho bastante.

    Los que quieran crear instimciones semejantes establecern la comuni-dad de bienes de la Repblica de Platn, el respeto a los dioses que l prescriba, la separacin de los extranjeros para la conservacin de las costumbres y del comercio hecho por la ciudad; crearn asimismo nuestras arres sin nuestro lujo, nuestras necesidades sin nuestros deseos.

    Proscribirn el dinero cuyo efecto es aumentar la fortuna de los hombre.s ms all de los lmites sealados por la Naturaleza; ensear a conservar intilmente lo que se ha atesorado del mismo modo, multiplicar los deseos hasta el infinito y suplir a la Naturaleza que nos haba dado medios .muy limitados para irritar nuestras pasiones y para corrompernos los unos a los

    : . otros.

    Los Epidamnios" eligieron un magistrado para hacer todas las transac-ciones comerciales en nombre de la ciudad, al notar que sus costumbres si! iban relajando al comacro con los brbaros. En tal caso el comercio no vicia la constitucin, y-la constitucin no priva a la sociedad de las ventajas del comercio.

    CAPITULO VII: Casos en que estas instituciones singulares pueden ser buenas.-Tales instituciones pueden convenir a las Repblicas porque su principio es la virrud poltica. Pero para atraer hacia el honor en las Monarquas o para inspirar temor en los Estados despticos,.no hacen falta tantas preocupaciones.

    Por otra parte, slo pueden convenir a Estados pequeos", en ls que es posible dar una educacin general a todo el pueblo, como si fuese una familia.

    Las leyes de Minos, de Licurgo y de Platn suponen una atencin singular de los ciudadanos entre s, lo cual no puede darse en la confusin, la negligencia o la extensin de los asuntos de un pueblo numeroso.

    Es preciso, como se ha dicho, desterrar el dinero de estas instituciones. Pero en las grandes sociedades,. el nmero, la variedad, la incomodidad, la importancia de los negocios, la facilidad de las compras, la lentitud de los

    57. PLUTARCO, Peticin de las cosas griegas, cap. XXIX. 58. Como las ciudades griegas.

    57

  • cambios, exigen una medida comn. Para llevar a todas parres el poder, o para defenderlo, hay que tener eso en que los hombres han cifrado el poder en rodas panes.

    CAPTULO VIII: Explicacin de una paradoja de los antiguos respecto a sus costumbres. -Polibio, ei juicioso Polibio, nos dice que la msica era necesaria para suavizar las costumbres de los arcades, quienes habitaban en un pas donde el aire era triste y fro. Dice tambin que los habiranres de Cinete, que descuidaron la msica, sobrepasaron en crueldad a todos los griegos, y que no hay ciudad donde se hayan visto tamos crmenes. Platn no tiene reparo en decir que no puede llevarse a cabo un cambio en la msica sin que repercuta en la constitucin del Estado. Aristteles, que parece haber escrito su Poltica con la nica intencin de oponer sus ideas a las de Platn, est de acuerdo con l en fo.que concierne al poder que la msica ejerce sobre ias costumbres .. Teofrasto,. Plutarco'', Estrabn60,. todos los antiguos pensaron de igual .modo. No. es sta una opinin lanzada sin reflexin; es uno de los principios de su polrica. As es como daban las leyes y como queran que se gobernasen las ciudades ..

    Creo que esto se explica de la siguiente manera: hay que partir de que en las ciudades griegas, sobre todo en. aquellas cuyo fin primordial era la guerra, todos los trabajos y todas las profesiones que hacan ganar dinero se consideraban indignas de un hombre libre ... La mayor pane de las artes -dice.Jenofonte- vician el cuerpo de quienes los ejercen, ya que obligan a sentarse a la sombra o cerca del fuego y no dejan tiempo para dedicar a lo~ amigos ni a la Repblica.~ Slo en la decadencia de algunas democracias lograron los anesanos convenirse en ciudadanos. Aristreies nos lo muestra61 , sosteniendo que una buena Repblica no les dar nunca el -derecho de ciudadana"'.

    La agricultura era otra profesin servil, normalmente ejercida por algn pueblo vencido: los ilotas entre los lacedemonios, los perecienos entre los cretenses, los penestes en Tesalia y otros pueblos esclavos en otras Repblicas ....

    Finalmente, todo pequeo comercio" era infame entre los griegos; si un

    59. Vida de Pelpidas. 60. Lib. l. 61. Lib. V, Dichos memorables {Econmico, cap. IV). 62 . . Polica, lib. III, cap. IV. 63. Segn ARlSTTEUS, PolitiCA, lib. Ll, cap. VII, Diophamo dispuso angu:uneme en

    Atenas que los artesanos fuesen esclavos del pblico. 64. PLATN y ARISTTELES son partidarios de que losescl2vos cultivea la$ tierras; LL7es, Lib.

    VII; PoltiCA, lib, VII, cap. X. Es.cierto que los esclavos no ejercan la agricultur:i en rodas partes, sino que, por el comr:io, como dice ARISTTELES (P.olt., lib .. \il; cap. IV.), las mejores repblic:is eran aquellas en las qu los ciudadanos se dedicaban a dio, P" slo ocurri despus de la c?rrupcin de Jos.:inttguos Gobiernos, convenidos en ~emocrrcos: en los primeros empos, fas ciudades de Grecia vivan segn las frmulas de la arstocracl3.

    65. (:aupo11atio.

    58

    ciudadano lo practicara se encontrara en l'! necesidad de rendir servicios a un esclavo, a un inquilino, a un extranjero, cosa que repugnaba en extremo al espritu de libenad griego; por eso Platn" en sus leyes pretende que se castigue al ciudadano que comercie.

    As pues, en las Repblicas griegas el ciudadano no saba qu hacer: no poda trabajar en el comercio, ni en la agricultura, ni en las artes, ni poda tampoco estar ocioso'. Slo encomraba una ocupacin en los ejercicos gimnsticos y guerreros'' Su institucin no le daba otras. As pues, hay que considerar a los griegos corno una sociedad de atletas y de combatientes. Ahora bien, esos ejercicios tan apropiados para hacer hombres duros y bravos" tenan que ser atemperados por otros que suavizaran las costumbres. La msica que entra en relacin con el espritu por medio de los rganos corporales era idnea a este propsito. Es un trmino medio entre los ejercicios corporales, que hacen hombres duros, y las ciencias de especulacin, que los hacen huraos. No se puede decir que la msica inspire virtud: sera inconcebible; pero impeda los efectOs de la ferocidad de la institucin y haca que el alma participara de la educacin.

    Supongamos que en nuestro mundo existiera una sociedad apasionada por la caza hasta tal punto que la practicara exclusivamente; es seguro que estos individuos adquiriran cierra rudeza. Si luego tomaran aficin a la msica, pronto veramos la diferencia de sus costumbres y de sus modales. Finalmente, los ejercicios de los griegos excitaban nicamente un cipo de pasiones: rudeza, clera, crueldad. La msica las excita todas y consigue que el alma sienta la dulzura, la compasin, la ternura, el suave placer. Nuestros moralistas que proscriben el teatro con tanta saa, nos hacen sentir el poder que la msica ejerce sobre las almas. -

    Si a ia sociedad de que he hablado no se le diesen ms que tambores y sones de trompetas se conseguira menos la finalidad perseguida que si se le diera msica delicada. Los antiguos tenan, pues, razn cuando, en determinadas circunstancias, preferan una u otra cosa en . pro de las costumbres.

    Pero se dir, por qu escoger preferentemente la msica? Pues porque de todos los placeres de los sentidos es el que menos corrompe el alma. Nos ruborizamos al leer en Plutarcoro que los tebanos, para suavizar las costumbres, instituyeron una clase de amor que deban luego reprobar todas las naciones de la Tierra.

    66. Lib. Il. 67. ARISTTElli, Poltica., lib. X. . . 68. Ars corporum exrretndoT1

  • LIBRO V

    Las leyes que da el legislador deben estar en relacin con el principio del Gobierno

    CAPITULO I: 1 dea de este libro. -Acabamos de ver que las leyes de la educacin deben guardar relacin con el principio de cada Gobierno. Las que da el legislador para roda la sociedad deben guardarla igualmente. La relacin de las leyes con el principio pone en tensin rodos los resortes dei Gobierno, al mismo riempo que el principio recibe nueva fuerza, as como en el movimiento fsico la accin va seguida siempre de la reaccin.

    Vamos a examinar esta reaccin en cada Gobierno, empezando por ei Estado republicano, que tiene la virrud como principio.

    CAPITULO JI: Qu se entiende por virtud en el Estado poltico. -La virtud en una ;!lepblica es sencillamenre el amor a la Repblica. No-e~-w:-

    c:anjni:o de conocimienros,.sino un senrimienro que puede 'xpermentar el ltimo hombre del Estado ramo co~o el primero. Cuando el pueblo se rige por buenas mximas, se atiene a ellas durante ms tiempo que las llamadas

    " gentes disringuidas. Es raro que la corrupcin empiece por el pueblo, pues a menudo la escasez de sus luces"le liga ms estrechamente a lo establecido.

    El amor a la patria conduce a la pureza de costumbres, y a la inversa, la pureza de costumbres lleva al amor a la patria. En la medida en que podemos' satisfacer menos nuestras pasiones particulares, nos entregamos ms a las generales. Por qu los monjes tienen tanto cario a su Orden? Precisamente por lo que tiene de insoportable. Su Regla les priva de todo aquello en que se apoyan las pasiones comunes; as pues, slo les queda la pasin por la Regla que les aflige. Cuanto ms austera es, es decir, cuantas ms inclinaciones cercena, con ms fuerza crecern las resranres.

    CAPITULO III: Qu se entiende por amor a la Repblica en la democra-aa. -El amor a la Repblica en la democracia es amor ala democracia, y ste es_a!I!()_r __ a_!a.1gualaacr-- -..:-

    -- . ~: adem; ~~-9-~;Xl f!:l:lga.liE_~9..:. Ca_~ -~~al __ ~-~~goz~_L4~ _ _la_misma--:_ felicidad y de las mismas venraj_'!_~,_djsfrurar de los mismos piacere~_m1er !~sm!sm~:_e_sp~r~n!3..,-:IQ~~; slo puede conseguirse mediante la frugali_:--

    dacrg~neral-.---EJ amor a la igualdad, en la democracia, limita la ambicin ai nico deseo, -~.La __ !lica f~l~cidad de prestar a la patria servicios mayores que los aems

    _':_i~~nos. No':o-dos-:iuelenprsrarfo5e;,;icios'igales, pero rocti5Sdeb~ prestrselos. Al nacer se contrae con ella una deuda inmensa .que jams puede ser saldada.

    60

    Por eso en la democracia las distinciones nacen del principio de la igualdad, aun cu;ndo parezca suprimida por servicios excepcionales o por talentos superiores. . . . .

    El amor a la frugalidad reduce el deseo de poseer al cu1da~o que r~qu1ere lo necesario para la familia e incluso lo super~luo para la parna .. Las riquezas dan un poder del que un ciudadano no puede usar en s~ prop10_r:ovecho, pues entonces no habra igualdad. Igualmente propor~10na ~elic1as de las que no debe disfrutar porque iran tambin contra la 1gu~lctad. , .

    As pues, las buenas democracias, al establecer. al frugalidad domestica, abran las puertas a los gastos pblicos; como se hizo en Atenas Y en R~ma. En tal caso la magnificencia y la profusin nacan de! fondo de la misma frugalidad; y del mismo modo que la religin ordena que se rengan }as manos puras para ofrecer sacrificios a los dioses, las leyes requenan costumbres frugales para que se pudiese dar algo a la patria.

    El buen sentido y la felicdad de los particulares reposa en gran parre en la mediana de sus talentos y de sus for~ Una Repblica donde las leyes 'hubieran creado muchos indlviauos mediocres, compuesta de personas prudentes, sera gobernada sabiamente; compuesta por hombres dichosos, sera muy feiiz. ! '

    CAPITULO IV: Cmo se inspira el amor a la igualdad y a la fr~galidad. -Cuando se vive en una sociedad en la que las leyes han establecido la igualdad y la frugalidad, estas mismas virtudes son el excitante del amor que "fiace=por' ells':. . -~--' .. <

    En ias Monarquas y en los Estados despticos nad1~ asp1:a a la ~gua1dad; n siquiera se ie ocurre a nadie semejante idea; cada md1v1duo ti~nde a la superioridad. Las personas de ms baja condicin slo desean salir de ella para ser dueos de los dems. -

    Lo mismo ocurre con la frugalidad: para amarla hay que disfrutar de ella. Los que estn corrompidos por los piaceres no sern .cierrame~te. los que apetezcan la vida frugal, y si esto fuese natural y cornenre, Alcib1ade~ no hubiera sido objeto de la admiracin de todo el mundo. Tampoco amaran la frugalidad aquellos que envidian o admiran el ~ujo d_e ios de'.11s: las personas que no tienen anre los ojos ms que hombres neos, o '.11iserabl~s como ellos; detestan su miseria sin amar ni conocer lo que conmruye el fm de dicha miseria.

    Es pues una mxima verdadera que para que se ame la igua~dad_ Y la frugalidad en una Repblica es preciso que las ~eyes las hayan establecido. CAPITULO V: Cmo son las leyes que establecen la igualdad en la democracia. -Algunos legisladores antiguos como Licurgo y Rmulo repartieron las tierras con igualdad. E~to slo_ puede hacerse en .el mom~nto de la fundacin de una nueva Repblica, o bien cuando la anngua este tan

    61

  • ' -: ? .;. .. :> ',,- :1-,,_:-.

    ~~~;: corro~pida y los nimos en tal disposicin que los pobres se crean e:. obligados a buscar ese remedio y los ricos obligados a sufrirlo.

    Cuando el legislador hace tal reparticin sin dar leyes para mantenerla no hace ms que una constitucin pasajera: la desigualdad se infiltrar por ei lado que las l~yes no hayan defendido, y la Repblica estar perdida.

    Co~ este fm e.s preciso que se regulen las dotes de las mujeres, las d_onac10nes, suc.es1ones, test~mentos y_ rodas _las formas de adquirir, ya que, s1 cada un~ pud1.era d~r. sus bienes a quien quisiera, cada voluntad particular perturbana la d1spos1c1n de la ley fundamental.

    S~ln pi;r_mita en Atenas que cada cual dejase en testamento sus bienes q~1en qu1s1era, salvo en el caso de tener hijos", contradiciendo as las leyes antiguas que ordenaban que los bie'nes quedasen en la familia de! testadorn Contradec~ tambin las suyas propias, pues al suprimir las deudas hab~ buscado la igualdad.

    La ley que proscriba recibir dos herenciasn era buena para la democracia. Su onge_n se remonta al reparto igual de las tierras y de las porciones dadas a .ca~a cmdadano. La ley no permita que un solo ciudadano tuviese varas porciones.

    El mismo origen tena la ley que ordenaba que el pariente ms prximo se casa.ra con ~a ~eredera. ~os judos la implantaron despus de una reparticin ~e tierras similar. Pla~~n", que basa las leyes sobre dicha reparticin, la da igualmente; era tamb1en una ley ateniense.

    Haba un~ '.ey en Atenas cuyo espritu no s que haya conocido nadie: estaba perm1~1do casarse con la hermana consangunea, pero no con la hermana uterm~" Este uso e_ra originario d_e las Repblicas preocupadas de que no se ~eumesen en la misma persona dos porciones de terreno, o sea, dos herencias._ Cuando ~n hombre se casaba. con su hermana por parte de padre, no podia tene_r mas que una herencia, la de su padre. Pero si se casaba co~ la ~ermana uterma poda ocurrir que si el padre de dicha hermana no tema hios varones, la dejara su sucesin, con lo cual su hermano tendra dos al casarse con ella.

    Se podra objetar _lo que dice Filn": que mientras en Atenas poda contr~erse i:iatnmon10 con la hermana consangunea y no con la uterina, en Lacedemonia se poda hacer con la hermana uterina y no con la consangu-

    71. PLUTARCO. Vida de Saln. 72. PLUTARCO, Vida de Saln. ~3. F1LoLAo DE CORINTO estableci en Atenas (lase Tebas) que el nmero de las orcone

    de uerro Y el_ d~ las ~erencias fuese siempre el mismo. ARISTTELES Poltica fb II p XII 74. Republica, lib. VIII. ' ' , cap. . 7s. CORNELIO NhEPOTE,"in preafat. (NtqHe enim Cimoni fuit turpe, Atheniemium sumo viro

    sororem germanam abere :n m t ' ' ' , d .d . .b nmonio, qurppe quum aves eus eodem utere. ntur inmtuto At r qui em nostns mon us ne;as habetur) E ' ' d.. d S . E . h !'. .. ste uso se remonta os primeros uempos. Abrabam io \ b: d! dmi e'."'" hra d': m1 padre y no de mi madre (Gnesis, cap. XX). Las mismas cau~as a 1an a ? ori~e~ a una misma ley en pueblos distintos.

    . /6. De speaalrbus legrbus quae pertinent praecepta Decalvgi.

    62

    nea. Pero encuentro en Estrabn;' que cuando una hermana se casaba con su hermano eri Lacedemonia, tena por dote la mtad de la porcin del hermano. Est claro que esta ley estaba hecha para evitar las "lllalas consecuencias de la primera. Para impedir que los benes de la familia de la hermana pasasen a la del hermano, se le daba a ella en dore la mitad de los bienes del hermano.

    Sneca'', hablando de Silano, quien se haba casado con su hermana, dice que en Atenas este permiso estaba restringido, pero que era general en Alejandra. En el Gobierno de uno solo ya no se trataba de mantener la reparticin de bienes.

    Para mantener la reparticn de tierras en la democracia era buena la ley que dispona que un padre con varios hijos escogiera a uno para sucederle en su porcin" y diera a los dems en adopcin a alguien que no os tuviera, para que el nmero de ciudadanos pudiera mantenerse igual al nmero de porciones.

    Faleas de Calcedonia' haba imaginado una manera de hacer las fortunas iguales en una Repblica donde no lo fueran: quera que los ricos diesen dotes a los pobres, pero que ellos no las recibiesen, y que 1.os pobres recibieran dinero por sus hijas, pero que no lo diesen. Pero no s de ninguna Repblica que haya adoptado unas reglas que ponen alos ciudadanos en condiciones cuyas diferencias son tan patentes que odiaran la igualdad que se trata de introducir. A veces es bueno que las leyes no parezcan ir tan directamente al fin que se proponen.

    Aunqi_un..l.a_d~l!!QfHciaJ,i.JguaJd_g_Q__r~~U.!'_a_tlalma-deLEstadQ,~~.J-gll.-----.. emb;;go, tan difci!_d__e .. c?~~~g~ _q_u_i;_ll2_illmp_r_u~da_i;_q_11y_eni..:;_1lt~....!!!l~ eifli"ctitud'extreifa a este respecco. Basta establecer un censo" que reduzca

    ofijehrs--dif~nnc1as hasta ciertopunto, y luego corresponde a las leyes particulares el igualar las desigualdades, por. decirlo as, con cargas que impondran a los ricos y facilidades que daran a los pobres. Pero slo las

    riguE~~pueden dar o sufrir estas compensaciones, ya que las fonunas inmoderadas consideran como una ofensa todo el poder y codo el honor que no se les concede.

    Toda desigualdad en la democraca debe dimanar de la naturaleza de la democracia y del principio mismo de la igualdad. Por ejemplo, se puede temer que las personas que necesitasen un trabajo continuo para vivir se empobrecieran demasiado a causa de un cargo pblico o que descuidasen las

    77. Lib. X. 78. Athenu dimdium licet, Alexandriae totum. SIONECA, De marte CLzudii. 79. PLATN propuso una l-;y semejante, lib. III de las leyes. 80. ARISTTELES, Poluca, lib. Il, cap. Vil. 81. SotN hizo cuatro clases: b primera estabo constituida por los que tenan qum1emas

    minas de renta, tamo en grano como en frutos lquido:: la segun~a, p_or los que tenan trescientas y podfan mantener un caballo; la tercera, por los que solo teman doscientas; la cuarta, por los que vivan de su trabajo. PLUTARCO, Vida de Saln.

    6.3

  • funciones que. ste requere; se puede temer que los artesanos se ensoberbe-cieran o que los libertos, demasiado numerosos, se hicieran ms poderosos que los antiguos ciudadanos. En estos casos, la igualdad entre los ciudada-nos" puede suprimirse en la democracia para bien de la misma. Pero se suprime una igualdad aparente, pues un hombre arruinado por un cargo pblico estara en peor condicin que los dems ciudadanos, y si dicho ciudadano se viese obligado a descuidar sus funciones, pondra a los dems en peor condicin que la suya; y as roda lo dems.

    CAP1TULO VI: Cmo deben ser las leyes que mantengan la frugalidad en la democracia. -En una buena democracia no basta que las porciones de tierra sean iguales, sino que han de ser pequeas, como ocurra entre los romanos. Curo deca a sus soldados": No quieran los dioses que un ciudadano crea que es poca tierra la que basta para alimentar a un hombre!,,

    Del mismo modo que la igualdad de las fortunas mantiene la frugalidad - . . -- ......... --------. ----- _ .. - .. --- - - ==.=.... st~-~-su _vi:z mantiene la igulCaC!aelaslcifiiiaS.-Aque diferentes, ambas

    cosas no pueden subsistir la rfa sin la Otra;caaa 'na es causa y efecto de la -. otra: si una desaparece de la democracia, la otra la sigue indefectiblemente.

    Verdad es que cuando la democracia est fundada en el comercio, puede ocurrir que algunos particulares posean grandes riquezas sn que se corrompan las costumbres, porque el espritu de comercio lleva consigo el de 'frugalidad, economa, moderacin, trabajo, pruceilcla, tranquilidad, orden y regla. As, pues, mientras este espritu subsista, las riquezas que produce no tienen efectos perniciosos. Lo malo es cuando el exceso de riquezas destruye el espritu de comercio: surgen entonces los desrdenes 'l de la desigualdad, que antes no se haban dejado sentir.

    Para mantener el espritu de comercio es preciso que lo ejerzan los princi-pales ciudadanos, que este espritu reine solo y no se vea trabado por ningn otro, que todas las leyes io favorezcan y que stas, junto con otras disposicio-nes encaminadas a dividir las fortunas a medida que el comercio las aumenta, den facilidades a los ciudadanos pobres para que puedan trabajar como los dems y pongan a los ricos en stuacin mediana, demodo que necesiten de su trabajo para conservar lo que tienen o para seguir adquiriendo.

    Una buena ley en las Repblicas comerciantes es aquella que da a todos los hijos una parte igual en la sucesin de los padres. Gracias a ello, cualquiera que sea la fortuna que el padre haya acumulado, sus hijos, menos ricos que l, se vern obligados a huir del lujo y a seguir trabajando. Me

    , refiero slo a la Repblica comerciante, pues en las que no io spn, el legislador debe reglamentar de otro modo".

    82. SoLON excluye de Jos cargos a rodas Jos componenres del cuarto censo. 83. Pedan una porcn mayor de Ja nerra conquistada. PLIITARCO, Obras morales, Dichos

    notables de los antguos reyes y capitanes. 84. Se deben limitar mucho las dotes de las mueres.

    64

    J

    Haba en Greci: dos clases de Repblicas: unas militares, corno Lacede-monia; otras comerciantes, como Atenas. En aqullas se procuraba que los ciudadanos permanecieran ociosos; en las otras se procuraba inculcar el amor al rrabajo. Soln convirti la ociosidad en delito y dispuso que todo ciudadano diese cuenta dei modo de ganarse la vida. En.efecro, en una buena democracia donde no se debe gastar ms que para adquirir lo necesario, cada cual debe procurarse lo suyo, pues si no, de quin lo re~ibira?

    CAPITULO VII: Otros medios de favorecer el principio de la democra-cia. -No se puede estabiecer en todas 1as democracias una reparticin igual

    de las tierras. En determinadas circunstancias este arreglo sera impractica-ble y pel~groso e ira incluso contra la constitucin. No es necesario tomar siempre resoluciones extremas. Si en una democracia no conviene la reparticin, cuyo fin es mantener las costumbres, hay que recurrir a otros medios.

    Se puede establecer un cuerpo fijo que constituya por s mismo ia norma de las costumbres; un Senado al que den acceso la edad, la vinud, la gravedad y ios servicios, cuyos miembros, expuestos a la vista del pueblo corno simulacro de los dioses; inspiren sentimientos que se propagarn ai seno de todas las familias.

    Es preciso, sobre todo, que .dicho Senado se gue por las instituciones antiguas y acte de manera que el pueblo y los magistrados no se aparten nunca de ellas.

    En io que se refiere a las costumbres, es una ventaja conservar las antiguas. Los pueblos corrornpdos hacen rara vez grandes cosas: no han instaurado sociedades, ni fundado ciudades, ni promulgado leyes. Por el contrario, los que tienen costumbres sencillas y austeras han instaurado muchas cosas. As, pues, recordar a los hombres las mximas antiguas es, normalmente, condudrlos a la virtud.

    Adems, slo es posible provocar revoluciones y dar al Estado una forma nueva, con penas y trabajos infinitos, y no con ociosidad ni con costumbres corrompidas. Los que hicieron revoiuciones quisieron que fueran gratas, y slo lo consiguieron por medio de leyes buenas. Las instituciones antiguas son, pues, correcciones, y las nuevas, abusos. En el transcurso de un Gobierno largo se carnina insensiblemente hacia el mal; slo mediante un gran esfuerzo se podra volver al bien.

    Se ha discutido si los miembros del Senado de que hablamos deben ser vitalicios o temporales. Sin duda deben ser vitalicios, corno se practicaba en Roma", en Lacedemonia" e incluso en Atenas, pues no hay que confundir

    85. Los magistrados lo eran por un ao y los senadores para roda la vida. 86. Dice JENOFONTE (De Republ. Lacedaem, cap. X, 1 y 2) que LICURGO dispuso que se

    eligieran los senadores de entre los ancianos, para que no se abandonaran ni siquiera al final de su vida; y de esce modo, al convertirlos en jueces del valor de los jvenes, hizo ms estimable la edad de aqullos que la fuerza de stos

    65

  • lo que se llamaba Senado en Atenas, cuerpo que cambiaba cada tres meses con el Arepago, cuyos miembros se nombraban con carcter vitalicio: como modelos perpetuos. ''

    _la mxii:1~ general es: en un Senado, que ha de ser la norma y, por decir!~' as1,. el de~os~t~ de las costumbres, los senadores deben ser elegidos con caracter v1tahc10; en un Senado constituido para preparar los negocios del Estado, los senadores pueden cambiar.

    'liJ?dice A1r}stod' teles que ei espritu enveece como el cuerpo. Esta reflexin es '~~!:

    va a ap 1ca a a un magistrado nico, pero no puede aplicarse a una >~

    as~~~::~e~e~;;~;:~o haba tambin en Atenas celdores de las costum- ~ bres y celadores de las leyes". En Lacedemonia todos los ancianos eran ,;'' ce:isores. En Roma, detentaban ia censura dos magistrados especiales. Del "~:o m1~mo modo que el Senado vela sobre el pueblo, es preciso que los censores i{ c~1~en del pueblo ~ del Senado, que restablezcan todo lo que se haya '"1 v1c1ad~ en la Repblica, ~ue.denuncien la tibieza, juzguen las negligencias '.~t Y coman los defectos,.del mismo modo quelasleyes castigan.Jos .. deiitos. s;:.,,

    La ley romana que dispona que la acusacin de adulterio se hiciera ;i"f~j p?li~amente, era admirable para mantenerla pureza de costumbres, pues i~

    - mt1rmdaba no slo a las mujeres, sino tambin a los que deban velar sobre :;;;;, ellas. Nada contribuye tanto a mantener las costumbres como una extrema- /hf: da subordinacin de los jvenes a los ancianos. Tamo los unos como los IT1; U:s se cont

    1endrn: los jvenes, por el respeto que deben a los ancianos, 1';(

    y estos por e respeto que se deben a s mismos. .,..,.'; Nada da ms fuerza a las leyes que la subordinacin extremada de los -~: ciudadan~~ . los magistrados. Dice Jenofonte": La gran diferencia que ,.,, establec10 Licurgo entre Lacedemonia y las dems ciudades consisti, sobre ;, todo; en que consigui. que los ciudadanos obedecieran a las leyes, pues "e'./ acud1an cuando el magistrado les llamaba. En cambio, en Atenas un hombre \: .. :.-rico se sen~ira ofendido si se creyese de l que dependa del magistrado.

    La autondad paterna es tambin muy til para mantener las costumbres. Ya hemos dicho que en una Repblica no hay una fuerza de represin tan grande. como las que existen en os dems Gobiernos. Por consiguiente, las leyes uenen que tratar de suplir esta falta con la autoridad P?-terna. ,,

    En Roma. los padres tenan ~erecho de vida y muerte sobre sus hijos9. En Lacedem~ma un padre tena derecho a corregir al hijo de otro.

    La patna potestad se perdi en Roma al mismo tiempo que la Repblica.

    87. El propio Arepago estaba sometido a :la censura. 88. Repblica de Lacedemonz, cap. VIII. 89. Puede verse en_ la ~istoria rom:na las. ventajas q. ue supuso para la repblica la aplicacin de

    este _poder.1".o hablar~ mas que d~ 1.a epoca de.mayor corrupcin. Aula Flavio se haba puesto en camino para tr a reururse con Cat1fo1a; su padre le hizo volver y le mand matar. SALUSTIO, De bello Catil., cap. XXX:IX. Otros cmdadanos obraron del mismo modo. Dion, lib. XXXVII, cap. XXXVI.

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    En las Monarquas, donde costumbres tan puras no tienen lugar, se pretende que todos vivan bajo el poder de ios magistrados.

    Las leyes de Roma, que haban acostumbrado a los jvenes a la dependencia, establecieron una minora de edad larga. Quiz nos hayamos equivocado al adoptar nosotros ese uso; en una Monarqua no se necesita tal sujecin.

    Dicha subordinacin poda exigir que el padre fuese dueo de los bienes de sus hijos durante toda la vida, como se dispuso en Roma. Pero esto no es propio dei espritu de la Monarqua.

    CAPTULO VIII: Cmo deben ser las leyes para estar en relacin con el principio del Gobierno en la aristocracia. -Si el pueblo es virtuoso en la aristocracia, disfrutar de la dicha del Gobierno popular y el Estado se har poderoso. Pero como es raro que haya mucha virtud all donde las fortunas de los hombres son tan desiguales, es indispensable que las leyes tiendan a infundir, tanto como sea posible, el espritu de .la moderacin, y se encaminen a restablecer la igualdad que la constitucin del Estado suprime necesariamente. ,

    El espritu de moderac~~n es lo qe se llama virtud en la aristocracia y equivale al espnru.i:e ~gualdad en el Estado popular.

    Si el fausto y esplendor que rodean a los reyes forman parte de su poder, la modestia y la sencillez de. maneras constituyen la fuerza de los nobl.es aristcratas90 Cuando no alardean de ninguna distincin, cuando se confunden con el pueblo, cuando se visten como l, cuando le hacen compartir todos sus placeres, el pueblo olvida su debilidad.

    Cada Gobierno tiene su naturaleza y su principio. La aristocracia no debe, pues, adoptar el principio de la Monarqua, cosa que ocurrira si los nobles tuviesen prerrogativas personales y particulares, distintas de las que tienen como cuerpo. Los privilegios deben ser para el Senado, y el respeto para los senadores.

    Hay dos fuentes principales de desorden en los Estados aristocrticos: la desigualdad extremada entre los gobernantes y los gobernados y la desigualdad entre los distintos miembros del cuerpo que gobierna. De es-tas desigualdades resultan odios y envidias que las leyes deben evitar.

    La primera desigualdad se da cuando los privilegios de los principales no son honorficos, sino en la medida en que rebajan al pueblo. Tal fue en Roma la ley que prohiba a los patricios unirse en matrimonio a los plebeyos". Esta ley no tena ms efecto que ensoberbecer a los patricios al

    90. En nuestros das, los venecianos, que en muchas ocasiones han obrado con mucho ucio, resolvieron sobre una disputa entre un veneciano y un hidalgo de tierra finne por la precedencia en una tglesa, de la manera siguiente: fuera de Venecia el noble veneciano no tena ninguna preeminencia sobre otro ciudadano.

    91. Los decemvros las pusieron en las dos ltimas tablas. Vase .D10N1s10 DE HALJCARNASO, lib. X.

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  • mismo tiempo que los haca ms odiosos. Los tribunos supieron sacar provecho de esta situacin en sus arengas.

    Esta desigualdad se dar tambin si la condicin de los ciudadanos es diferente en lo que atae a los impuestos. Pueden darse cuatro casos: que los nobles se tomen el privilegio de no pagarlos; que se valgan de fraudes para verse exentos de ellos"; que se los apropien con el pretexto de retribucin o sueldo por los empleos que ejercen; finalmente, que conviertan al pueblo en tributario y se repartan los impuestos que recauden. Este ltimo caso es raro, pero una aristocracia as sera el ms duro de todos los Go-biernos.

    Durante el tiempo que Roma se rigi como una aristocracia, evit muy bien estos inconvenientes. Los magistrados no cobraban sueldos por sus cargos; los principales de la Repblica pagaban tribuw como los dems, incluso pagaban-ms, y a veces con carcter exclusivo; por ltimo, lejos de repartirse las remas del Estado, distribuan al pueblo, para hacerse perdonar sus honores, todo lo que podan sacar del tesoro pblico y todas las riquezas que les haba dado la fortuna".

    Es una mxima fundamental que, en la misma medida en que distribuir bienes al pueblo. tiene efectos perniciosos en la democracia, los tiene buenos, sin embargo, en el Gobierno aristocrtico. En el primer caso se hace perder el espritu ciudadano, en el segundo se conduce a l.

    Si no se distribuyen las remas al pueblo hay que hacerle ver que estn bien administradas: mostrrselas es, en cierto modo, hacrselas disfrutar. La cadena de oro que se expona en Venecia, las riquezas que se llevaban a Roma en los triunfos, los tesoros que se guardaban en el templo de Saturno, eran en verdad las riquezas del pueblo.

    Es, sobre todo, esencial en la