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Mujeres indígenas, justicia y derechos: los retos de una justicia interculturai Indigenous women, justice and rights: challenges for an intercultural justice María Teresa Sierra Profesora-Investigadora del CIESAS-Mexico Email: [email protected] Fecha de recepción: marzo de 2008 Fecha de aceptación y versión final: abril de 2008 Resumen Las justicias comunitaria e indígena se enfrentan no sólo a la exclusión y el racismo de la justi- cia de estado, sino también a los retos relacionados con las políticas del reconocimiento de la diversidad. El artículo presenta dos casos de justicia indígena en México que permiten recono- cer los modos en que las demandas de género y de derechos humanos se enfrentan a ideolo- gías incrustadas en las prácticas de este tipo de justicia. Si bien dichas prácticas tienden a na- turalizar la exclusión de las mujeres, por otro lado se muestra cómo las mujeres en estos proce- sos contribuyen al cuestionamiento de los modos tradicionales de justicia a través de la redefi- nición de sus propios marcos culturales. Palabras claves: justicia indígena, género, derechos humanos, marcos culturales. Abstract: Community and indigenous forms of justice face not only racism and exclusion of state's jus- tice, but the challenges related with diversity acknowledge policies. The article presents two cases of indigenous justice in Mexico, which allow to examine the ways that gender and human rights demands clash with ideologies embeded in this kind of legal practices. If these practices tend to naturalize women exclusion, on the other hand, it is showed how women in this pro- cess contribute to question the traditional justice practices by redefining their own cultural fra- mes Keywords: Indigenous Justice, Gender, Human Rights, Cultural Frames. Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 31, Quito, mayo 2008, pp. 15-26 © Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador. ISSN: 1390-1249

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Mujeres indígenas, justicia y derechos:los retos de una justicia interculturaiIndigenous women, justice and rights: challengesfor an intercultural justice

María Teresa SierraProfesora-Investigadora del CIESAS-Mexico

Email: [email protected]

Fecha de recepción: marzo de 2008Fecha de aceptación y versión final: abril de 2008

ResumenLas justicias comunitaria e indígena se enfrentan no sólo a la exclusión y el racismo de la justi-cia de estado, sino también a los retos relacionados con las políticas del reconocimiento de ladiversidad. El artículo presenta dos casos de justicia indígena en México que permiten recono-cer los modos en que las demandas de género y de derechos humanos se enfrentan a ideolo-gías incrustadas en las prácticas de este tipo de justicia. Si bien dichas prácticas tienden a na-turalizar la exclusión de las mujeres, por otro lado se muestra cómo las mujeres en estos proce-sos contribuyen al cuestionamiento de los modos tradicionales de justicia a través de la redefi-nición de sus propios marcos culturales.

Palabras claves: justicia indígena, género, derechos humanos, marcos culturales.

Abstract:Community and indigenous forms of justice face not only racism and exclusion of state's jus-tice, but the challenges related with diversity acknowledge policies. The article presents twocases of indigenous justice in Mexico, which allow to examine the ways that gender and humanrights demands clash with ideologies embeded in this kind of legal practices. If these practicestend to naturalize women exclusion, on the other hand, it is showed how women in this pro-cess contribute to question the traditional justice practices by redefining their own cultural fra-mes

Keywords: Indigenous Justice, Gender, Human Rights, Cultural Frames.

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 31, Quito, mayo 2008, pp. 15-26© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.

ISSN: 1390-1249

María Teresa Sierra

En México, las mujeres indígenas en-frentan nuevos retos ante las renovadasexperiencias de justicias indígena y co-

munitaria que se desarrollan en diferentes re-giones del país. Dichas experiencias de justi-cia se han gestado como respuesta a las polí-ticas de exclusión, racismo y falta de acceso ala justicia del Estado que viven los pueblos in-dígenas, pero también como respuesta a lasnuevas políticas estatales de reconocimiento ala diversidad. Lo llamativo de tales procesoses la manera en que están apelando a un dis-curso de derechos para fortalecer proyectoscolectivos y de jurisdicción propia, al mismotiempo que revelan nuevas tensiones parareinventar una justicia indígena, haciendofrente a cuestionamientos internos sobre losllamados "usos y costumbres", especialmentepor parte de las mujeres; surge en este sentidouna serie de inquietudes en torno a los alcan-ces de las nuevas experiencias de justicia co-munitaria para responder a los nuevos con-textos y en especial a las demandas de las mu-jeres: ¿Bajo qué condiciones se enfrentan lasmujeres indígenas a la justicia comunitaria?¿En qué sentido la renovación de la justiciaindígena está implicando la redeñnición delderecho indígena y nuevas opciones para lasmujeres indígenas? ¿Es posible construir unajusticia indígena con equidad de género? •

La referencia a dos experiencias contras-tantes, el caso de los Juzgados Indígenas enCuetzalán, Puebla, y la experiencia de laCoordinadora de Autoridades Comunitariasen Cuerrero, me permitirá analizar el sentidoen que las demandas de género y de derechoshumanos son traducidas localmente, impac-tando las prácticas y los modelos de la justiciacomunitaria, así como los retos que conlle-van. Se trata de dos experiencias importantesque están marcando la pauta de la justicia in-dígena y comunitaria en México, revelandolos esfuerzos y obstáculos que confrontan lasmujeres indígenas ante ideologías de géneroincrustadas en costumbres y normas fuerte-

mente arraigadas en las prácticas de la justiciacomunitaria; éstas tienden a naturalizar la su-bordinación, la violencia y la exclusión de lasmujeres (Sierra 2007). No obstante, se obser-va también la fuerza de mujeres indígenas or-ganizadas que, apropiándose del discurso delos derechos humanos y de género, redefinidodesde sus propios marcos culturales, estánbuscando alternativas para cuestionar los mo-dos tradicionales de hacer justicia.

Para analizar dichos procesos distingo dosimportantes dimensiones que enmarcan lasdemandas de las mujeres indígenas ante sussistemas de justicia:

- La globalización del derecho, los nuevosmodelos de la justicia indígena y los de-rechos de las mujeres.

- Las mujeres indígenas y su lucha por laequidad de género en los espacios de lajusticia comunitaria.

La globalización del derecho, los nuevosmodelos de la justicia indígena y los dere-chos de las mujeres

La apertura de nuevos espacios a la justicia in-dígena como parte de las reformas legales y lamulticulturalización del Estado está generan-do una importante transformación en elcampo jurídico de las regiones indígenas. Sibien las reformas a nivel estatal en materia dejusticia han implicado reconocer espacios li-mitados y acotados de jurisdicción indígena,como sucede con los nuevos juzgados indíge-nas', se han generado a partir de este recono-

1 En los últimos años, las legislaciones de QuintanaRoo, Puebla, Hidalgo, Campeche y Chiapas han re-conocido oficialmente la justicia indígena en el marcode juzgados indígenas. En otros estados las reformaslegales reconocen la justicia indígena en los espaciostradicionalmente existentes de las comunidades,como es el caso de Oaxaca y San Luis Potosí (Sierra2005).

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cimiento procesos importantes de apropia- y políticas que les permitan tener una vidación y resignificación de la justicia, en lo cual digna en sus comunidades. Al mismo tiempo,el discurso de los derechos juega un papel han identificado los aspectos negativos de susmuy importante. Al mismo tiempo observa- costumbres y lo que desean cambiarémos procesos que apuestan a nuevas formas En los últimos años las mujeres indígenasde justicia rebasando los marcos legales ofi- organizadas se han preocupado por construirciales para poner en prácticas jurisdicciones un discurso específico de género desde la di-indígenas autónomas que se confirontan con versidad cultural, que responda a sus realida-el Estado, como es el caso de la Policía des y visiones del mundo, al mismo tiempoComunitaria de Guerrero. Lo cierto es que que defienden las luchas colectivas de susestos procesos, más allá de sus particularida- pueblos por su autonomía y contra el racis-des y alcances, están propiciando nuevos retos mo. Al igual que otras mujeres de color, hany debates para pensar la justicia indígena, y en debido cuestionar las visiones establecidas delesto el discurso global de los derechos de las feminismo hegemónico, promotor de un dis-mujeres y los derechos humanos está abrien- curso de género liberal y universalista que im-do nuevas opciones. pide comprender la importancia de los dere-

En efecto, los derechos humanos y los de- chos colectivos y culturales para su lucharechos de las mujeres se convierten en len- como mujeres indígenas, pero también hanguajes claves de las disputas por las jurisdic- debido discutir con sus compañeros y autori-ciones indígenas y sus límites, lo cual puede dades indígenas, quienes muy a menudo des-tener efectos diferenciados según el uso poli- califican las demandas de las mujeres comotico que se haga de ellos. Así como el Estado solicitudes externas que no corresponden a laapela al discurso de los derechos humanos y realidad de las comunidades indígenaslos derechos de las mujeres para vigilar y con- (Hernández 2001, Hernández 2006). Muje-trolar a las autoridades indígenas y sus com- res mapuches, kichwas, mayas, nahuas, nati-petencias, las mujeres indígenas se han valido vas canadienses y americanas coinciden en es-también de dichos discursos para dar salida a te proceso y en la necesidad de construir unasus propios cuestionamientos, dentro y fuera mirada como mujeres indígenas (Painemal yde sus comunidades. Una de las justificacio- Richards 2006, White Eagle 2007, Sáncheznes recurrentes para acotar las competencias 2005, Millán 2007). En pocos años han con-de las autoridades indígenas por parte de los seguido avanzar en propuestas nuevas paragobiernos ha sido justamente el argumento pensar el género desde la diversidad cultural yoficial según el cual reconocer autonomía y desde la mirada propia de las mujeres indíge-amplias jurisdicciones a las autoridades indi- ñas, en lo cual las redes transnacionales degenas significaría desproteger a las mujeres, mujeres indígenas organizadas y los foros in-dejándolas ante el arbitrio de costumbres y ternacionales, como Foro Internacional de lastradiciones atávicas^ Las mujeres indígenas Mujeres Indígenas (FIMI) y Enlace Conti-han cuestionado directamente dicho argu- nental, han sido importantes detonadoresmentó, señalando la responsabilidad del (Blackwell 2004). Han construido así unaEstado en la violación a sus derechos al no ga-rantizar las condiciones económicas, sociales 3 Xal fue el sentido del discurso elaborado por la

Comandanta Zapatista Esther ante el Congreso de la2 Dicho argumento oficial fue repetido por diferentes Unión, en abril del 2001, pieza clave de la nueva re-

funcionarios estatales durante los debates en torno a tórica en torno a los derechos de las mujeres indígenasla reforma constitucional en México antes del 2001 que ha servido de detonador de procesos organizati-(Hernández, Paz y Sierra 2004). vos locales, regionales y nacionales.

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mirada propia del ser mujer inserta en las ló-gicas y modelos culturales, recuperando lacosmovision como referente simbólico pararepensar los roles de género (Mcleod 2007).La lucha contra la violencia de género y losretos por definir una visión propia de la opre-sión de género constituyen núcleos articula-dores del movimiento de mujeres indígenas anivel internacional''. El reciente Informe delForo Internacional de Mujeres Indígenas,apoyado por la ONU, se centra justamenteen esta problemática y busca además desarro-llar estrategias para combatir la violencia con-tra las mujeres indígenas (Foro Internacionalde Mujeres Indígenas 2007, en adelanteFIMI). La violencia de género se ha converti-do efectivamente en la pieza central de los de-rechos humanos de las mujeres (Merry2006:2) y en eje clave en la lucha por la justi-cia social a nivel mundial. De esta manera,discursos globales construidos desde expe-riencias locales consiguen legitimarse en losespacios internacionales de la ONU, produ-ciendo un efecto de bumerang (Sikkink2003) al impactar posteriormente a los pro-pios gobiernos, que se han visto presionadosa incluir en sus agendas legislativas y de desa-rrollo los derechos de las mujeres y en especialde las mujeres indígenas. Estos discursos in-ternacionalmente legitimados se conviertenen potentes armas, usadas por las mujeres in-dígenas en los espacios locales para propiciarcambios en sus propias comunidades y orga-nizaciones.

En suma, llama en particular la atención lafuerza con que las mujeres indígenas estánconstruyendo un discurso propio que se nutrede diferentes registros y tradiciones normati-vas, así como legitiman sus reivindicacionesen el discurso internacional de los derechos delas mujeres y los derechos humanos, hacen

4 Sin duda las mujeres Zapatistas y las mujeres mayasguatemaltecas han sido pioneras en estos procesos(cfr. Hernández 2001, Millán 2007, Macleod 2007).

valer la ley del Estado para defender conquis-tas legales, pero también recurren de maneraselectiva a las costumbres para defender susidentidades como mujeres indígenas. Dichosdiscursos les ofrecen repertorios jurídicos queles permiten moverse en territorios distintospara confrontar la violencia y defender sus de-rechos, según revelan experiencias en diferen-tes partes del mundo, que desde contextosdistintos están buscando la manera de con-frontar la opresión de género en el marco desus culturas. Esto es particularmente notorioen el campo de las instituciones públicas y dela justicia, tal como lo revelan ejemplos entorno a la justicia restaurativa como alternati-va para confrontar la violencia de género enpueblos indígenas de la Miskita, Canadá yKenya (FIMI 2007, Merry 2006). Procesossimilares suceden en México y América Latinaen general, especialmente en torno a los nue-vos contextos de renovación de la justicia, locual está implicando discutir los modelos delderecho y la justicia indígena.

Las mujeres indígenas y su luchapor la equidad de género en los espaciosde la justicia comunitaria

Para las mujeres indígenas, acceder a la justi-cia del Estado y de sus comunidades ha sidouna prueba difícil, dado el peso privilegiadode ideologías de género que justifican el papelsubordinado de las mujeres ante los designiosmasculinos. Así como en las leyes estatales seinstituye una visión patriarcal, contra la cuallas mujeres han debido luchar, en el caso delas costumbres y normas indígenas prevalecentambién valores patriarcales que las subordi-nan (Mollineaux y Razavi 2005, Baitenman,Chenaut y Varley 2007). Estudios en regionesindígenas han documentado las condicionesde desventaja, racismo y exclusión de las mu-jeres ante la justicia del Estado, así como lasdificultades que enfrentan las mujeres indíge-

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ñas ante sus propias autoridades al buscar quese les haga justicia (Hernández 2002, Barra-gán 2006, Chenaut 2007, Sierra 2004). Porello, diferentes organizaciones de mujeres in-dígenas se han preocupado por generar alter-nativas que enfrenten las visiones patriarcalesde la justicia y confronten la violencia de gé-nero. En diferentes partes del país, como su-cede en la Sierra norte de Puebla y en la Cos-ta-Montaña de Guerrero, observamos impor-tantes procesos organizativos comprometidos

, por impulsar y promover los derechos de lasmujeres indígenas para incidir en los espaciosinstitucionales de la justicia dentro y fuera delas comunidades.

En la coyuntura actual de renovación de lajusticia comunitaria, las mujeres están propi-ciando una discusión sobre el derecho indíge-na y la justicia tradicional, así como sobre lasalternativas para potenciar las jurisdiccionesindígenas. Para las mujeres indígenas organi-zadas se trata de una oportunidad para legiti-mar su demandas y transformar miradasarraigadas sobre los roles de género y promo-ver asimismo la participación de las mujeres.El proceso sin embargo ha sido lento y com-plejo. Las mujeres se enfrentan a fuertes resis-tencias, por parte de las autoridades y vecinosde las comunidades, e incluso de sus propioscompañeros de organización (Sánchez 2005),pero sobre todo a inercias culturales que im-piden legitimar el discurso de equidad de gé-nero al interior de sus comunidades, al igualque en otros contextos'. También es ciertoque defender los derechos de las mujeres en elmarco de las comunidades puede llevar a con-frontaciones entre posiciones que se ven co-mo protagónicas, de parte de las mujeres, yposiciones que reivindican el compromiso

5 Problemas similares enfrentan las mujeres mapuchesen Chile al verse obligadas a silenciar sus opinionesante la exigencia de su compañeros de no generar di-visión en las comunidades, y no introducir discursosajenos a la cultura indígena basada en la complemen-tación (Painemal y Richards 2006).

con la comunidad, generando graves tensio-nes, difíciles de resolver, como bien ha mos-trado Speed en el caso de comunidades zapa-tistas en Chiapas (Speed 2006). Tales respues-tas muchas veces tienen que ver con los po-deres e intereses involucrados y no tanto conla defensa a ultranza de la tradición, como loha mostrado Aili Mary Tripp en otros contex-tos (Tripp 2002). Las respuestas son, sin em-bargo, complejas y hay que comprender lasdinámicas locales donde se insertan los dis-cursos de género para evitar descalificar situa-ciones en las que las mujeres finalmente se su-bordinan a los designios de los colectivos, apesar incluso de su propia convicción (Paine-mal y Richards 2006). No obstante, tambiénobservamos que las resistencias se han idosorteando paulatinamente, en lo que sin dudaha influido la legitimación de un discurso degénero en las políticas públicas del Estado, enlos medios de comunicación y en el discursomismo de las ONGs de derechos humanos.De esta manera las nuevas leyes que penalizanla violencia contra las mujeres a nivel nacio-nal y estatal, así como las leyes que propiciansu participación, legitiman las demandas delas mujeres indígenas. Si bien esto no garan-tiza cambios en las prácticas ni en el acceso ala justicia, sí ofrece un paraguas discursivopara apoyar su reivindicación. Es así que lasmujeres indígenas se valen de diferentes regis-tros legales para defender sus derechos, tradu-ciendo a sus propios lenguajes y discursos lasnormas oficiales e internacionales sobre losderechos de las mujeres. La referencia a las ex-periencias analizadas permitirá destacar loscontrastes, las dificultades y los retos que es-tán marcando la disputa por los derechos delas mujeres y su acceso a la justicia en dos re-giones indígenas de México donde se desarro-llan importantes experiencias de renovaciónde justicias indígena y comunitaria.

6 Ver por ejemplo el decreto de la nueva Ley general deacceso de las mujeres a una vida libre de violencia, ex-pedida el jueves 1 de febrero de 2007.

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La disputa por la definición de la justicia

indígena en Cuetzalan desde la práctica de

las mujeres

El campo de la justicia indígena en la Sierranorte de Puebla, y especialmente en la regiónde Cuetzalan, se transformó a partir de la ins-talación del Juzgado Indígena en el año 2003.Si bien el juzgado fue producto de la decisióndel Tribunal Superior de Justicia del estado dePuebla con el fin de implementar la "justiciaindígena", al mismo tiempo constituyó un ca-talizador importante que permitió aglutinar alas organizaciones indígenas y de derechoshumanos con larga experiencia de trabajo enla región para disputar los sentidos de la jus-ticia indígena frente al Estado, apropiándosede su regulación. Junto con el juzgado indí-gena se instalaron representaciones de la Co-misión Estatal de Derechos humanos, de laProcuraduría de Justicia del estado, de la ins-tancia de Mediación Estatal y de la Repre-sentación de la Mujer Poblana con el fin devigilar las actuaciones del juzgado y coadyu-var a su "buen funcionamiento", entre otrastareas. La paciencia y el estilo negociador delas autoridades nahuas del juzgado ha permi-tido que en los hechos sean ellos, con elapoyo del Consejo del Juzgado^ quienes defi-nen los alcances y modalidades de la justiciaindígena, como bien lo ha documentadoAdriana Terven (2005).

Una particularidad de la justicia indígenaque se desarrolla en el juzgado ha sido la pre-sencia significativa de mujeres miembros deorganizaciones indígenas trabajando en la re-gión desde hace veinte años. Junto con el dis-curso de los derechos humanos y los derechosindígenas, el discurso de los derechos de lasmujeres es un referente continuo en los deba-tes del Consejo del Juzgado y en los talleres y

7 Nueva institución creada por las organizaciones indí-genas y de derechos humanos inspirándose en las for-mas de los Consejos de Ancianos.

pláticas que se han dado a las autoridades in-dígenas. En este proceso, la Casa de la MujerIndígena (CAMI)^ ha jugado un papel claveal apoyar el seguimiento de casos del juzgadodonde se involucran mujeres, pero también alimpulsar un proyecto propio de intervención.Además de sus propias tareas en el campo dela salud y la educación, el CAMI ha privile-giado un trabajo sobre la defensa legal y apo-yo emocional a mujeres víctimas de violencia(Mejía y Cruz 2006). Como miembros acti-vos del Consejo del Juzgado Indígena, las,mujeres del CAMI discuten la justicia queaplican las autoridades del Juzgado, buscandosensibilizarlas a una mirada distinta que con-temple la equidad de género y los derechoshumanos. El trabajo que han desarrollado lasmujeres nahuas con el apoyo de asesoras mes-tizas, residentes desde hace varios años en lazona, ha buscado construir una visión propiade los derechos y las necesidades de las muje-res nahuas, respetando sus valores y tradicio-nes culturales, identificando aquellas costum-bres que desean cambiar, y aquellas que sonindispensables para sus vidas. En este procesohan infiuido los discursos de otras mujeres in-dígenas, especialmente de las Zapatistas y dediferentes colectivos de mujeres indígenas na-cionales e internacionales, en los cuales tam-bién ellas participan (Coordinadora Nacionalde Mujeres Indígenas, Enlace Continental,etc.).

8 La Casa de la Mujer Indígena (CAMI) fue creada enagosto del 2003 con apoyo de la Comisión deDesarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y financia-miento del PNUD, con el fin de apoyar el trabajo ensalud y violencia doméstica de mujeres nahuas de laregión. El CAMI ha rebasado en mucho las tareas ini-ciales de su fundación para convertirse en un espaciode atención, seguimiento y capacitación en derechos amujeres víctimas de violencia doméstica. El centro esadministrado por mujeres nahuas con trayectorias or-ganizativas propias y cuenta con el apoyo del Centrode Asesoría y Desarrollo entre Mujeres (CADEM),integrado por mujeres mestizas comprometidas con eltrabajo de mujeres indígenas.

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No ha sido fácil el proceso de incidir en uncampo tan particular como la justicia indíge-na, espacio masculino por excelencia, porqueimplica intervenir en las maneras tradicionalesde resolver los conflictos y, por tanto, en susprocedimientos y en los sistemas normativos.Tal es el sentido de los acuerdos que caracteri-zan la justicia comunitaria basados en la con-ciliación: en muchas ocasiones, en aras de lle-gar a acuerdos, se violentan los derechos de lasmujeres ya que se tienden a reproducir jerar-quías de género cuando, por ejemplo, unamujer que sufre violencia doméstica se ve obli-gada a regresar con el esposo bajo el simplecompromiso que "ya se portará bien"'.

Después de 5 años de funcionamiento yde labor de hormiga en el juzgado, las muje-res indígenas del CAMI han conseguido al-gunos logros para legitimar los derechos delas mujeres, al menos en el discurso, y pro-mover que los jueces se abran a comentar laproblemática y a recibir pláticas. Mantienende esta manera su mirada vigilante ante la jus-ticia comunitaria. Pero también saben que nobasta con defender la justicia comunitaria sino se trabaja con las otras instancias judicia-les oficiales en donde terminan los casos demayor violencia para las mujeres. Los esfuer-zos no siempre se ven coronados con salidasadecuadas para las mujeres, revelando lo difí-cil que es enfrentarse a las ideologías de géne-ro. Aún así, no ceden en su decisión de cons-truir formas más adecuadas de justicia comu-nitaria, sin encerrarse en sus contextos ni ensus valores culturales.

Sin duda la oportunidad de incidir en unespacio como el Juzgado Indígena constituyeun reto para las mujeres indígenas organiza-das, quienes desde hace varios años han esta-do comprometidas en construir una propues-ta propia en torno a la violencia de género ylos derechos de las mujeres (Mejía y Cruz

9 En un trabajo anterior he proftindizado en el tema delas ideologías de género en el campo de la justicia co-munitaria (Sierra 2007).

2006). Las mujeres están conscientes de queel Juzgado Indígena es un espacio clave parapotenciar un proceso de transformación enlas relaciones de género en lo que es funda-mental un trabajo conjunto con las autorida-des indígenas. Pero saben también que, paradefender a las mujeres, en ocasiones, hay queir más allá de las costumbres y recurrir a undiscurso legal que pueda beneficiarlas. En estesentido, coinciden con otras mujeres en elreto de apostar a construir una justicia inter-cultural con equidad de género que pueda ali-mentarse del derecho indígena, pero tambiéndel derecho del Estado y de los avances en elderecho internacional (FIMI 2007). Tal plan-teamiento las ha llevado a confrontar -desdelas prácticas visiones esencialistas de la cultu-ra y del derecho indígena- para propiciar nue-vas maneras de pensar la justicia indígenaplural y abierta al cambio.

Las dificultades y retos por incorporar

los derechos de las mujeres en la práctica

de la justicia de la Coordinadora Regional

de Autoridades Comunitarias (CRAC)

de Cuerrero

El Estado de Guerrero se distingue por losaltos niveles de violencia y marginación. Lasmujeres han sido las víctimas más débiles delas acciones de militarización prevalecientesen las zonas marginadas de la Montaña enaras de barrer con los cultivos de estupefa-cientes y reprimir a los movimientos sociales(Tlachinollan, La fornada). El testimonio demujeres mixtecas da cuenta del drama y laimpunidad que caracteriza la región: violacio-nes impunes, esterilizaciones forzadas, muje-res que mueren por falta de acceso a serviciosde salud, señoras a las que les matan a sus es-posos y a sus hijos, dejándolas con la respon-sabilidad de sostener solas a su familia, y mu-jeres que deben responder ante la fuerte mi-gración de sus hombres, teniendo que cum-

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plir los compromisos en sus comunidades:cooperaciones, faenas, cargos. Algunos deestos casos de violación de derechos han sidodenunciados ante Amnistía Internacional yaún esperan respuesta del Estado mexicano,como sucede con las mujeres de BarrancaTecuani, municipio de Ayutla de los Libres,violadas por militares (Rojas 2002). Sin dudaen este proceso los hombres también han su-frido. Hablar de los derechos de las mujeresno significa que los hombres no sean tambiénvíctimas de la opresión. Los principales res-ponsables son el Estado y los gobiernos esta-tales que no han querido acabar con la vio-lencia ni la impunidad, de la cual muchasveces han sido encubridores.

Por todo esto, para las mujeres indígenas delas comunidades que abarcan la Costa-Montaña, el proyecto de la policía comunitariales ha cambiado la vida a ellas, a sus hijos ehijas y a sus hombres. Ahora pueden salir en lascolectivas sin el temor de ser violadas o agredi-das por bandoleros. Que haya seguridad en lacomunidad y en la región, garantizada por laPolicía Comunitaria, les da confianza y notemen que sus hombres no regresen. En esesentido también han sido actoras del proceso yse encuentran participando en su construc-ción, como lo revela la integración de las mu-jeres en la Comisión de Justicia de la CRACpara atender conflictos que involucran a muje-res y para participar en la propia organización.

Después de 12 años de existencia, el siste-ma de seguridad y justicia de la CRAC haconseguido establecer una jurisdicción autó-noma, paralela al Estado. Se trata de un com-plejo sistema de organización colectiva y re-gional que abarca a 66 comunidades mixte-cas, tlapanecas, nahuas y mestizas de laCosta-Montaña de Guerrero. Sin duda es laexpresión más avanzada de procesos regiona-les de jurisdicción indígena en el país, inclu-so más allá de los importantes logros que eneste campo han conseguido las Juntas deBuen Cobierno en Chiapas. A diferencia de

las comunidades Zapatistas, las comunidadesde la Costa-Montaña de Guerrero no se opo-nen a una relación con el Estado, más bien loque buscan es una relación basada en el res-peto mutuo y en la cooperación. El sistemade seguridad y justicia de la CRAC es consi-derado ilegal por el Estado, no obstante gozade una amplia legitimidad entre las comuni-dades que integran su territorio y es ahídonde radica su gran fuerza (Sierra 2007).

A pesar de sus logros y de haber consegui-do el reconocimiento de las autoridades mu-nicipales y estatales, la CRAC vive en unacontinua tensión con los poderes regionalesque apuestan por su fragmentación y debili-tamiento. El estar en una zona reconocida co-mo violenta debido a conflictos agrarios, alnarcotráfico y a las históricas guerrillas, asícomo a arraigados procesos organizativos, haconvertido a la CRAC en foco clave de las po-líticas represivas del Estado, como ha sido elcaso reciente de la lucha contra el narcotráfi-co. Este fue el pretexto para introducir, unavez más, al ejército en la zona y justificar la-bores de control. El Estado, además, ha libra-do órdenes de aprehensión contra sus diri-gentes a quienes les acusa por abuso de auto-ridad, promover la desobediencia civil, entreotros delitos. A pesar de todo este contexto,"la Comunitaria" -como ellos se nombran- haconseguido mantener la legitimidad y el res-paldo de las comunidades y sus asambleas einnovar su sistema de seguridad, justicia y re-educación a nivel de su reglamento interno yen las prácticas. Una apuesta central de la jus-ticia de la CRAC es hacer una justicia para elpueblo y controlada por el pueblo. En estesentido, se construye en oposición a la justi-cia oficial, del Estado, que es vista como co-rrupta, discriminatoria y opresora.

Si bien la CRAC cuenta con un detalladoReglamento Interno'" en donde han plasma-

10 El Reglamento Interno de la CRAC es el resultado deuna larga consulta en asambleas realizadas durante

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do sus principios y su modelo de justicia, asícomo su compromiso con los derechos hu-manos, continuamente se ve cuestionada porfamiliares de los detenidos y por las autorida-des judiciales del Estado, por violar los dere-chos humanos y por abuso de autoridad.Muchas de estas acusaciones buscan deslegiti-mar a las autoridades, pero dan cuenta de lacomplejidad del proceso y del hecho de quealgunos vecinos no estén conformes con lasresoluciones tomadas durante los juicios y,sobre todo, con que los manden a reeducar.Por esto mismo se han promovido talleres ycursos dirigidos especialmente a los policíaspara sensibilizarlos a respetar las garantías in-dividuales al detener a las personas o durantesu proceso de reeducación.

La problemática de las mujeres constituyesin duda una de las asignaturas pendientes dela CRAC y del sistema de seguridad y justiciaen su conjunto, como lo es también en todoen el sistema de justicia del Estado. Un diag-nóstico reciente, elaborado por la Secretaríade la Mujer de Guerrero, centrado en docu-mentar la violencia de género, revela queCuerrero se encuentra en el cuarto lugar na-cional en términos de feminicidios de muje-res (831 entre 2000 y 2005)". El diagnósticodestaca la violencia como uno de los puntosprincipales que afecta a las mujeres y su acce-so a la justicia, por lo que la problemática delas mujeres dentro de la CRAC no debe des-ligarse de este contexto general de margina-ción, violación de derechos y exclusión queviven las mujeres, como señalo más arriba.

meses en comunidades pertenecientes a la PolicíaComunitaria. El Reglamento regula el funcionamien-to del sistema de seguridad y justicia comunitaria, ydefine los principios deberes y derechos de las autori-dades, policías comunitarios y miembros de la orga-nización. Para los miembros de la Comunitaria crista-liza su derecho. El Reglamento ha sufrido varias mo-dificaciones para adecuarlo a las nuevas realidades.

11 Sistematización de Talleres Regionales de ConsultaCiudadana, 8 mayo 2007, Reforma del Estado conequidad de género en Guerrero.

Los logros alcanzados por la CRAC y laPolicía Comunitaria no significan por sí mis-mos un impacto en la práctica misma de lajusticia comunitaria hacia las mujeres. Undiagnóstico inicial de la práctica de la justiciaen las comunidades y la observación de algu-nos casos permiten constatar las dificultadesque enfrentan las mujeres ante la justicia ensus comunidades. Los casos recurrentes demaltrato intrafamiliar, abandono de hijos,violación, difamación, aborto, entre otros,dan cuenta de la situación de indefensión delas mujeres, el peso que tiene la declaracióndel hombre y las pocas posibilidades que tie-nen las mujeres de hacer escuchar su voz, es-pecialmente cuando las autoridades son pa-rientes de sus hombres.

Fueron justamente asuntos graves que lle-garon ante la CRAC lo que propició que lasautoridades promovieran la participación delas mujeres en la justicia regional. De acuerdoal testimonio de una de ellas: "había queatender casos de infanticidio, violencia intra-familiar, violación y los asuntos de las muje-res, porque las detenidas tenían mucha penade hablar de eso con los hombres". Es hasta elaño 2006 que se integra formalmente laComisión de Mujeres de la CRAC, cuyas in-tegrantes fueron elegidas en Asamblea Regio-nal, si bien desde un principio las mujereshan estado presentes en el proceso. La parti-cipación de las mujeres en la CRAC no signi-fica que con esto se introduzca una visión degénero en la práctica de la justicia. Es difícil ircontra arraigadas ideologías de género quesuavizan la violencia y legitiman posicionescompartidas sobre lo permitido y lo prohibi-do. No obstante es ya un avance el que hayansido incorporadas mujeres a la organización almismo nivel que los hombres.

Es apenas un primer camino de un traba-jo por hacer para que la nueva justicia quebuscan construir realmente considere a "laotra mitad de la naranja", en palabras de Ciri-no Plácido, dirigente histórico de la CRAC.

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Los intentos en esta dirección suelen toparsecon fuertes inercias sustentadas en un discur-so de la tradición y la idea que las mujeres son"buenas para los chismes y para pelearse entreellas", con lo cual buscan descalificar su par-ticipación en los asuntos públicos de la orga-nización. Recientemente (junio de 2007) lasmujeres fueron cuestionadas y finalmente sa-cadas de la CRAC, ante críticas a su actua-ción y acusaciones difamatorias que se dirigí-an por igual a los coordinadores hombres ymujeres. Sin embargo, la mayor parte de loshombres permanecieron mientras ellas fueronretiradas de sus cargos, lo que revela nueva-mente la dificultad que enfrentan para ser re-conocidas.

Los logros de la CRAC, especialmente enel campo de la seguridad y la justicia, se vensin duda limitados al no contemplar los dere-chos de las mujeres más que de manera cola-teral. Pero el problema no puede desligarse delas condiciones estructurales de desigualdad yviolencia social y política que viven las comu-nidades, en lo cual el Estado tiene una granresponsabilidad. Se entiende en este sentidoque el reclamo principal de las mujeres no estanto su capacitación en derechos humanos ode género sino el asegurar su organización,pero también el acceso a proyectos producti-vos que hagan sustentable sus actividades yles ofrezcan algunos ingresos complementa-rios. Los avances lentos que se van haciendo através de talleres, participando en los espaciosde la CRAC, así como el apoyo solidario demujeres organizadas, como la CoordinadoraGuerrerense de Mujeres Indígenas, sin dudason referentes centrales para que esta impor-tante institución redefina el sentido de la jus-ticia comunitaria contemplando los derechosde las mujeres.

Conclusiones. Los retos de una justiciaintercultural con equidad de género

Las nuevas experiencias de justicia indígenaen contextos de globalización y de reformadel Estado están abriendo nuevas opciones alas mujeres indígenas para defender sus dere-chos, discutir sus costumbres y repensar lasformas tradicionales de ser mujer. Las muje-res indígenas se enfrentan al gran reto de legi-timar el discurso sobre los derechos de lasmujeres en espacios tradicionalmente domi-nados por normas patriarcales y miradas mas-culinas, como es el caso de la justicia. El pro-ceso no ha sido nada fácil, sin embargo obser-vamos cambios importantes en experienciaslocales que están marcando la pauta de unaimportante transformación en los modelosculturales de las sociedades indígenas.

La construcción de un discurso de génerodesde la mirada de las mujeres indígenas estásiendo alimentado por debates internaciona-les, en espacios de encuentro transnacionaldonde participan mujeres indígenas de dife-rentes latitudes, pero también por la propia ex-periencia de las mujeres indígenas que desdesus espacios locales de organización están ge-nerando alternativas para confrontar la violen-cia de género y la subordinación. Así, el dis-curso global de los derechos humanos y contrala violencia de género ha sido redefinido porlas mujeres indígenas desde sus lenguajes. Eneste proceso las demandas de las mujeres indí-genas constituyen referentes claves al cuestio-nar modelos arraigados en torno al derecho in-dígena y la costumbre, confrontándose a po-derosas ideologías de género que naturalizan lasubordinación de las mujeres. Muchas vecestales ideologías son asumidas y defendidas porlas propias mujeres que han internalizado lasjerarquías de género, lo que en ocasiones laslleva incluso a justificar la violencia como unaatribución del hombre para corregir a la mujer,como lo revelan innumerables casos que lleganante los jueces de las comunidades.

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Mujeres indígenas, justicia y derechos: el reto de una justicia intercultural

Las dos experiencias analizadas, el Juzgado

Indígena de Cuetzalán y la Policía Comunita-

ria de Guerrero, dan cuenta de la heteroge-

neidad de los procesos sociales y el hecho de

que los avances en las demandas de jurisdic-

ción indígena no necesariamente se corres-

ponden con nuevos modelos de justicia "más

justos" para las mujeres.

Para muchas mujeres indígenas queda

claro que no basta con luchar por la justicia

en el espacio cerrado de sus comunidades ni

de sus organizaciones, sino que al mismo

tiempo es necesario acceder a la justicia del

Estado y disputar ahí también por sus dere-

chos. Por ello las mujeres organizadas de

Cuetzalán están yendo más allá de la justicia

indígena para pensar en una justicia intercul-

tural con equidad de género, en donde recu-

rrir al discurso de la costumbre no impida va-

lerse también a las nuevas leyes contra la vio-

lencia doméstica, o del recurso al lenguaje in-

ternacional de los derechos humanos y los de-

rechos de las mujeres para disputar sus dere-

chos ante la justicia local y regional. Se trata

de procesos de muy larga duración en los cua-

les incide el contexto de pobreza estructural,

violencia política y globalización neoliberal

que afecta las posibilidades de legitimar las

demandas de las mujeres, las cuales suelen su-

bordinarse a demandas consideradas de ma-

yor importancia para la sobrevivencia y la de-

fensa de los pueblos. Aún así la semilla ha

sido sembrada y difícilmente se podrán cons-

truir nuevas apuestas de justicia comunitaria

y justicia indígena que no incluyan las de-

mandas de las mujeres.

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