Mujeres.salud.poder

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 25• Salud 2000 Nº 126. Abril 2010 Salud 2000 Salud y Género C on el título  Mujeres, salud y  poder , Carme Valls, con una amplia trayectoria en el estudio diferencial de la morbilidad de las mujeres, muestra en su libro, editado  por Cátedra , las más inquietan tes refle- xiones sobre la androcéntrica mirada de la ciencia. Una ciencia que ha sesgado la construcción del cuerpo y el cuida do de la salud, bajo una invisibilidad a la que se ha-  bía relegado cualq uier especificida d de ser mujer, salvo los aspectos fundamenta- les de la reproducción humana, siguiendo  patrone s patriarcal es presentes a lo largo de la historia. Los cambios en las sociedades indus- triales de mediados del siglo XX, las guerras y conflictos, así como las crisis económicas han permitido la entrada de mujeres en espacios dominados por hombres. El poder masculino ha visto cómo en las esferas de la acción social, lo femenino se va abriendo un espacio que dignifica la especie humana al dar cuen- ta de su diversidad. En las universidades se amplían las perspectiva s a medida que se van incorporando mujeres jóvenes que serán investigadoras en la diferen- cia. Es el surgir del paradigma que inclu- ye las diferencias y la construcción de desigualdades desde el poder en el análi- sis de la salud de la población, s ean hom-  bres o mujeres. La concepc ión de un pa- radigma que ampliará las perspectivas, identificando la construcción social de las desigualdades de género en todos sus aspectos, incluso en el ontológico. En esta línea, la autora, como repre- sentante de las generaciones que han  puesto en evidencia las relacione s de po- der tras la diferencia y la construcción del género en el ámbito de la salud, desa- rrolla un amplio análisis que permite identificar los estereotipos y sesgos que se construyen desde la cultura dominan- te y su trascendencia en el paradigma de la ciencia. El desarrollo de una ciencia que ha invisibilizado la presencia de la mujer en el ámbito de la salud como per- sona y como «cuerpo», en la medida que el control sobre su ente se plantea bajo  parámetro s masculino s en todas sus di- mensiones. Tal y como indica la autora, este libro es una reflexión sobre los este- reotipos de género que intervienen en la salud de las mujeres y generan ses gos en la relación entre hombres y mujeres, así como entre profesionales y mujeres, que se sustentan en valores de jer arquía y de-  penden cia, p or l o ta nto de inferiorid ad y falta de autonomía. Donde la «paciente», con su cuerpo en manos de los/as profe- sionales, alcanza sus máximos valores al ser medicalizada en sus realidades de du- dosa raíz causal. La organización de los argumentos al- rededor de los estereotipos y sesgos se  plantea en los distint os capítulos. En el  primero la au tora inicia el an álisis de los estereotipos a partir de la invisibilidad de las mujeres en las investigaciones de la ciencia médica y epidemiológica. Se in- dica que el cuerpo de la mujer está regu- lado, controlado, normativizado y con- dicionado por un sistema de género dife- renciador y discriminador. También se apuntan los instrumentos normativiza- dores que esconden diferencias directa- mente y las niegan como la protocoliza- ción del «dolor», la medicalización vía hormonal y la privatización que aumen- ta la indefensión de la mujer. De forma que propone la revisión crítica foucaul- tiana de las condiciones y los efectos en los que se produce una veridicción de la salud en el caso de las mujeres, antes de dictaminar el uso-consumo de determi- nado tratamiento médico. También se  plantea la necesidad de visibili zar las di- ferencias, que implica el cambio de para- digma en la ciencia y la incorporación de mujeres en las cohortes de investigación. Puesto que su ausencia es una forma de discriminación que genera sesgo en los diagnósticos y tratamientos, que comen- zó a subsanarse en la década de los 90, al incorporar mujeres en las validaciones y en los equipos de investigación. Tras defender que sexo y género no son sinónimos, apoya la noción de géne- ro que permite introducir la variable de la diferencia sexual en el corazón mismo de la investigación teorética. Siguiendo los argumentos de Donna Haraway, se plan- tea que la mujer no nace, se hace, afi rma- ción que es tratada en distintos capítulos, y que la performatividad impuesta no es lo que somos sino lo que hacemos. De tal modo que se construye un discurso de Roser Pérez Subvencionado por: UN ANÁLISIS DE LA RELACIÓN MUJERES, SALUD Y PODER La ciencia conjugada con la cultura y los intereses, pierde autoridad, en la medida que responde a los intereses económicos y de poder del mercado sanitario y corporativo

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  • 25 Salud 2000 N 126. Abril 2010

    Salud 2000Salud y Gnero

    Con el ttulo Mujeres, salud ypoder, Carme Valls, con unaamplia trayectoria en el estudiodiferencial de la morbilidad delas mujeres, muestra en su libro, editadopor Ctedra, las ms inquietantes refle-xiones sobre la androcntrica mirada de laciencia. Una ciencia que ha sesgado laconstruccin del cuerpo y el cuidado de lasalud, bajo una invisibilidad a la que se ha-ba relegado cualquier especificidad deser mujer, salvo los aspectos fundamenta-les de la reproduccin humana, siguiendopatrones patriarcales presentes a lo largode la historia.

    Los cambios en las sociedades indus-triales de mediados del siglo XX, lasguerras y conflictos, as como las crisiseconmicas han permitido la entrada demujeres en espacios dominados porhombres. El poder masculino ha visto

    cmo en las esferas de la accin social, lofemenino se va abriendo un espacio quedignifica la especie humana al dar cuen-ta de su diversidad. En las universidadesse amplan las perspectivas a medida quese van incorporando mujeres jvenesque sern investigadoras en la diferen-cia. Es el surgir del paradigma que inclu-ye las diferencias y la construccin dedesigualdades desde el poder en el anli-sis de la salud de la poblacin, sean hom-bres o mujeres. La concepcin de un pa-radigma que ampliar las perspectivas,identificando la construccin social delas desigualdades de gnero en todos susaspectos, incluso en el ontolgico.

    En esta lnea, la autora, como repre-sentante de las generaciones que hanpuesto en evidencia las relaciones de po-der tras la diferencia y la construccindel gnero en el mbito de la salud, desa-rrolla un amplio anlisis que permiteidentificar los estereotipos y sesgos quese construyen desde la cultura dominan-te y su trascendencia en el paradigma dela ciencia. El desarrollo de una cienciaque ha invisibilizado la presencia de lamujer en el mbito de la salud como per-sona y como cuerpo, en la medida queel control sobre su ente se plantea bajoparmetros masculinos en todas sus di-mensiones. Tal y como indica la autora,este libro es una reflexin sobre los este-reotipos de gnero que intervienen en lasalud de las mujeres y generan sesgos enla relacin entre hombres y mujeres, ascomo entre profesionales y mujeres, quese sustentan en valores de jerarqua y de-pendencia, por lo tanto de inferioridad yfalta de autonoma. Donde la paciente,con su cuerpo en manos de los/as profe-sionales, alcanza sus mximos valores alser medicalizada en sus realidades de du-dosa raz causal.

    La organizacin de los argumentos al-rededor de los estereotipos y sesgos seplantea en los distintos captulos. En elprimero la autora inicia el anlisis de losestereotipos a partir de la invisibilidad delas mujeres en las investigaciones de la

    ciencia mdica y epidemiolgica. Se in-dica que el cuerpo de la mujer est regu-lado, controlado, normativizado y con-dicionado por un sistema de gnero dife-renciador y discriminador. Tambin seapuntan los instrumentos normativiza-dores que esconden diferencias directa-mente y las niegan como la protocoliza-cin del dolor, la medicalizacin vahormonal y la privatizacin que aumen-ta la indefensin de la mujer. De formaque propone la revisin crtica foucaul-tiana de las condiciones y los efectos enlos que se produce una veridiccin de lasalud en el caso de las mujeres, antes dedictaminar el uso-consumo de determi-nado tratamiento mdico. Tambin seplantea la necesidad de visibilizar las di-ferencias, que implica el cambio de para-digma en la ciencia y la incorporacin demujeres en las cohortes de investigacin.Puesto que su ausencia es una forma dediscriminacin que genera sesgo en losdiagnsticos y tratamientos, que comen-z a subsanarse en la dcada de los 90, alincorporar mujeres en las validaciones yen los equipos de investigacin.

    Tras defender que sexo y gnero noson sinnimos, apoya la nocin de gne-ro que permite introducir la variable de ladiferencia sexual en el corazn mismo dela investigacin teortica. Siguiendo losargumentos de Donna Haraway, se plan-tea que la mujer no nace, se hace, afirma-cin que es tratada en distintos captulos,y que la performatividad impuesta no eslo que somos sino lo que hacemos. De talmodo que se construye un discurso de

    Roser Prez

    Subvencionado por:

    UN ANLISIS DE LA RELACIN MUJERES, SALUD Y PODER

    La ciencia conjugada con la cultura y los intereses,

    pierde autoridad, en la medida que responde a los intereses econmicos

    y de poder del mercado sanitario y corporativo

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    gnero estereotipado que limita el desa-rrollo de las mujeres como seres libres.El resultado ha sido que se considera a lasmujeres como no hombres, lo atpico y eltipo. Las identidades de gnero sin refe-rentes claros cambian bajo acciones nosiempre armnicas y la performatividadse rompe dando sntomas, nudos no visi-bles que encierran emociones y que con-tracturan todo el cuerpo.

    En el segundo captulo relaciona cien-cia, biologa y feminismo, avisndonosdel riesgo que implica demostrar diferen-cias biolgicas, ya que puede ayudar amantener la desigualdad, adems quecentrar en exceso sobre el gnero puedehacer desestimar otros ejes de desigual-dad como la clase, el origen Recuerdaque el nacimiento de la clnica como rela-cin permita identificar los sntomas y suevolucin en referencia a las condicionesde vida y de trabajo, si bien se releg altratamiento de dichos sntomas, el ejerci-cio de protocolos y tratamientos en un es-

    pacio de tiempo reducido que impide po-der tratar otros aspectos de la interaccinhumana. De ah que el reto de la cienciaest en incorporar el gnero al contexto,las condiciones de trabajo y de vida, perotambin de las mujeres. Las consecuen-cias de su ausencia implican que los pro-blemas crnicos, que afectan fundamen-talmente a las mujeres, no se relacionencon el contexto en el que viven y que nose tenga en cuenta sus propias experien-cias ni por parte de la Atencin Primariani por la Salud Pblica. Tras estas situa-ciones se encuentra el biopoder de la bio-medicina, que se apoya en gran medidaen la biotecnologa y la construccin deuna ciencia infalible, en la curacin de laenfermedad. La propia vida corre el ries-go de biomedicalizarse y mercantilizar-se, no todo vale y mucho menos usurpar alas mujeres la autodeterminacin sobresu cuerpo, bajo una sensacin de culpaconstante, insatisfaccin y poca valora-cin de sus tareas que acaban generando

    estrs y somatizndolo. La ciencia conju-gada con la cultura y los intereses pierdeautoridad, en la medida que responde ma-yormente a los intereses econmicos y depoder del mercado sanitario y corporati-vo, y no a las necesidades de la poblacincon sus diferencias y desigualdades. Otrolmite que apunta la autora a dicha autori-dad es la ausencia de rigor en la eva-luacin de los datos por asesores inde-pendientes, que en realidad son contrata-dos por las propias revistas, siendo clavesen el apoyo al consumo de determinadostratamientos.

    El tercer captulo aborda las diferen-cias entre hombres y mujeres, rompien-do los esquemas aristotlicos que im-pregnaban las primeras consideracionesde diferencias como muestra de inferio-ridad. En este punto hace referencia a losfeminicidios, genocidios contra las mu-jeres, como consecuencia de la inferiori-dad biolgica y fundamentalmente so-cial. Las mujeres son desechables y setiene el derecho a controlarlas, poseerlasy tirarlas cuando no les son de utilidad.En cuanto a las diferencias, las investiga-ciones que se desarrollan en el camponeurolgico han observado que s exis-ten, pero est por determinar cules sonde base anatmica y cules debidas a dis-tintos estmulos del exterior. De hecho,Carme Valls discute la idea de normali-dad jerrquica otorgada culturalmente alos roles y por tanto la objetividad de laciencia inmersa en estos valores, altiempo que apunta los intereses que esti-mulan las investigaciones sobre las dife-rencias hormonales y fisiolgicas.

    En el cuarto captulo reflexiona sobreel estado de salud de las mujeres, que pre-senta diferencias que se hacen ms agu-das al bajar en la escala social. Las desi-gualdades de salud globales estn au-mentando, y si bien la OMS decidi in-troducir las causas de morbilidad diferen-cial tambin orient el principal objetivode la salud pblica hacia la equidad quepara la autora conlleva igualdad social,igualdad de oportunidades y un equili-brio en la trada de medicina basada en laevidencia, valores morales y voluntadpoltica. A continuacin reflexiona sobrelas dificultades en definir qu entende-mos por vida y cmo medirla. La calidadde vida, un concepto que en los noventapermiti incorporar criterios en la tomade decisiones teraputicas a partir decuestionariossobre los beneficios o pro-

    blemas que podan generar determinadasintervenciones sanitarias. La introduc-cin de nuevos conceptos econmicos hapretendido una evaluacin monetaria dela vida y si bien ha permitido introducir denuevo la evaluacin de la clnica en la sa-lud, tambin se puede utilizar de formasesgada y de espaldas a las mujeres, invi-sibles a la hora de definir la vida. Segui-damente reflexiona sobre una de las con-secuencias como es la invisibilidad de lasalud mental y los factores que inciden enella, influida en las mujeres por las crisisvitales que hacen hablar del malestar delas mujeres, que implica un consumodel 85% de los psicofrmacos utilizados.Las referencias a los estudios realizadosilustran las especificidades de la saludmental, con ms vulnerabilidad en lasmujeres, para finalmente anotar que losconceptos de vida estn mediatizados porla introduccin de la ideologa y la polti-ca en las entraas de la definicin de cien-cia y en los conceptos cientficos de la in-vestigacin.

    En los siguientes captulos se planteanlas diferencias biolgicas sobre las que seha construido un estereotipo que ha ses-gado las intervenciones teraputicas. Enel quinto se revisa el tab que ha signifi-cado la menstruacin en la vida de lasmujeres, la no aceptacin de lo que se en-tenda como inferioridad, la construccincultural con una interesante relacin detodos los motes con los que se ha deno-minado al ciclo menstrual para no nom-brar. La interaccin del estrs y del medioambiente con el ciclo menstrual se plan-tean con interesantes ejemplos y conclu-ye que el desarrollo de la ciencia ha deri-vado hacia la manipulacin de las hor-monas femeninas con implicaciones yriesgos importantes en la salud de milesde mujeres, como es el caso de los trata-mientos hormonales y el proceso de ries-go para el cncer de mama.

    El sexto captulo trata la morbilidaddiferencial con detalle, identificando losproblemas que se observan en las muje-res y que se identifican con dolor, can-sancio y falta de vitalidad an invisibles.En el sptimo se identifican otros riesgosinvisibles, revisando las alteracionestanto estructurales como medioambien-tales y las iatrognicas, en base a merca-dos potenciales que se medicalizan sin laprecaucin y evidencia cientfica que ga-rantice la salud de las mujeres. Las enfer-medades cardiovasculares se presentan

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    La etiqueta diagnstica nos lleva al tratamiento, en lugar de empezar con la escucha y la palabra empezamos con un frmacoy la reduccin correspondiente

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    Salud y Gnero

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    como uno de los ejemplos en los que lamujer muestra menor incidencia,peropeor supervivencia debido a esa invisibi-lidad y los tratamientos hormonales sus-titutivos. El captulo octavo trata las es-trategias que pretenden naturalizar lasdiferencias como inferioridad. Es el casode los anlisis clnicos donde se han atri-buido los valores de referencia, los nor-males y los ptimos bajo una mirada an-drocntrica, valorando las diferenciascomo minusvalas y no como conse-cuencia de la discriminacin.

    El noveno captulo se refiere al reduc-cionismo en el que se desarrolla la atribu-cin de etiologas y etiquetas diagnsti-cas ante las causas de la enfermedad o lasalud de las poblaciones, frente a la com-plejidad del diagnstico. El reduccionis-mo sita en problemas psicolgicos todaslas demandas de carga social y considerainferiores los problemas que tienen lasmujeres, productivamente recluidas en elhogar y con vigilancia especfica encuanto a la salud reproductiva. Las con-secuencias conllevan la psiquiatrizacinde la salud mental tras la separacin demente y cuerpo, gran dicotoma clsicaque impide entender lo que ocurre en losseres humanos en relacin con la salud.La etiqueta diagnstica nos lleva al trata-miento, en lugar de empezar con la escu-cha y la palabra empezamos con un fr-maco y la reduccin correspondiente. Enestas reducciones destaca la ausencia deuna suficiente alerta en los servicios deatencin primaria ante la violencia de g-nero, sobre la que plantea la interesantediferencia entre la violencia vieja asumi-da por la inferioridad y la nueva violenciaprovocada por la igualdad.

    En el captulo dcimo ampla las con-secuencias del reduccionismo y de la ce-guera de la ciencia ante la especificidadde la salud de las mujeres en su contexto.La victimizacin y fragmentacin de lasmujeres las lleva al estereotipo de queellas no slo estn enfermas, sino queson enfermas, una afirmacin que seapoya en la consideracin de que todas ycada una de las teorizaciones y prcticasde los diversos movimientos sociales noslo tienen un reflejo en el cuerpo, sinoque en realidad no hay accin polticaque no sea sustancialmente una accincorporal. La religin no puede dejar denombrarse como la construccin de ladesigualdad que intenta reducir a la otrapersona a la nada. El proceso de victi-

    mizacin se introduce en la subjetividad,aparece la culpabilizacin bajo la miradadel otro, donde la feminidad construidaartificialmente resulta atrayente. Tal co-mo apunta Carme Valls: El proceso cul-mina cuando el cuerpo de la mujer seconvierte en objeto de mercado, cosm-ticos, ciruga, medicalizacin, como sino sentir nada fuera la panacea de la feli-cidad, sumisas, obedientes, femeninas ysin sensaciones o sentimientos pareceser el ideal androcntrico, que es supe-rior, y que las prefiere vctimas a sereshumanos, con capacidad de sentir y deamar (pag. 304).

    Una medicalizacin en manos de la in-dustria farmacutica que mediante lacultura de la pastilla da apoyo a la socie-dad de la prisa, la captura del cuerpo de lamujer permitir vender todo tipo de pro-ductos, aunque no sean necesarios. Unejemplo de ello es cmo se han converti-do en enfermedades procesos fisiolgi-cos como la menopausia y el parto. Setrata de conseguir cuerpos dciles, si-guiendo el planteamiento de distintas au-toras y bajo una mirada foucaultiana, yaque es a travs del cuerpo donde se ejer-cen las relaciones de poder y las signifi-caciones patriarcales de lo que es femini-dad y masculinidad.

    De ah que los dos ltimos captuloscentran los argumentos en la salud sexualy reproductiva, eje central de la visinutilitarista y patriarcal sobre el cuerpo delas mujeres y que suponen el paradigmade control y manipulacin. Se ha preten-dido abolir la menstruacin del cuerpo delas mujeres, introduciendo cambios hor-monales que han afectado a muchas deellas. Se trata de identificar las microvio-lencias del propio sistema sanitario en larelacin asistencial, desde posiciones depoder que se viven como abusos, ya quese sienten anuladas delante del profesio-nal. Se trata de iatrogenia ya que se impi-de la voz de las mujeres en la construc-cin de la clnica. Para Carme Valls, re-cuperar la voz, ejercer la palabra da lugara identificar a las mujeres en el acto m-dico, no slo como cuidadoras de otrosino en primera persona, y tanto las en-cuestas como las aproximaciones subje-tivas, igualitaristas, dan mayor luz a estaconstruccin-deconstruccin del gne-ro. Como ejemplo presenta la medicali-zacin de la prevencin y promocin alaplicar vacunas y revisiones frente a lasque no hay evidencia clara de su efectivi-

    dad e inocuidad junto con la rebelda concausas ante la industria farmacutica ylos profesionales que se alinean con ellaen la mercantilizacin del cuidado de lasalud. Finalmente, en el eplogo planteala necesidad de incluir la prevencin cua-ternaria, que permitira atenuar o evitarlas consecuencias de las intervencionesinnecesarias o excesivas del sistema sa-nitario, un importante determinante quedebe revisarse en su poderoso carcterandrocntrico. As como la generacinde redes cientficas, sociales, filosficasy sindicales que mediante el trabajo co-lectivo acten como defensa de las ma-nipulaciones. El objetivo es facultar a lasmujeres para la proteccin, promocin yautocuidado de su salud, con mecanis-mos de dilogo, concertacin y negocia-cin entre las instituciones de salud y lasmujeres organizadas, en lo que se podradenominar la nueva perspectiva de g-nero. En palabras de la propia autora:

    Recuperar el papel de protagonistas ysujetas de nuestro destino, recuperar eldeseo por propia voluntad y en libertad.Es para m el camino del renacimientopersonal y colectivo, para poder vivir afondo el tiempo limitado que tenemos yconseguir una salud que sea una vitali-dad reencontrada cada da, una saludpara disfrutar (pag. 417).

    Por ltimo, y como conclusin, cabedecir que se trata de un libro que rompemitos interiorizados en la sociedad y enel mbito de la salud, que responden a laconstruccin social de la realidad basadaen la desigualdad de gnero y en interac-cin con las desigualdades de clase so-cial, origen, edad y territorio junto conlos intereses vinculados al poder polticoy econmico. Es un instrumento queaporta y condensa argumentos contun-dentes que permiten comprender en ma-yor medida y con mayor respeto los de-terminantes de la salud en relacin conlas mujeres.

    El objetivo es facultar alas mujeres

    para la proteccin, promocin y autocuidado de su salud