MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos...

34

Transcript of MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos...

Page 1: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto
Page 2: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

2

MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN

Y SISTEMA CAPITALISTA

Fernando Soler

Departament de Filosofia

Universitat de València (*)

[email protected]

MUNDIALIZACIÓN Y GLOBALIZACIÓN

Cada cierto tiempo, como si de un producto comercial se tratara, y algo de eso también suele

haber, surge un nuevo término o concepto que al poco tiempo se nos aparece por todas partes.

En breve, una vez los gurús de los media han hecho suyo el término, y puesto que éstos, como es

cada vez más evidente1, no tienen el más mínimo interés en la comprensión de la realidad, resulta

de buen tono y demostrativo del obligatorio aggiornamento hacer un uso prolijo, casi promiscuo,

del término en cuestión. Pero, con excesiva frecuencia, por el camino se pierde o se difumina

cualquier apariencia de rigor terminológico. Transvanguardia, modernidad, racionalización, o, más

recientemente, post-modernidad o “fin de la historia”, son claros ejemplos de lo que estamos

diciendo. Ahora le toca el turno a “globalización”. Sin duda, se trata del término de moda, pero

bastaría con que hiciéramos un repaso de las utilizaciones que del mismo se hacen para vernos

sumidos en la más profunda confusión. Absolutamente todos los ámbitos de la realidad, la

economía, las finanzas, la cultura, la comunicación, los media, el arte, el deporte, la sociedad en

su conjunto, vienen adjetivados mediante los calificativos de global o globalizado. Todos estamos

sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se

ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto mayor es la parte de la realidad que

pretenden aclarar, mayor es la oscuridad en que terminan sumidos. Finalmente, acaban

transformados en dogmas substraídos a toda crítica. Por tanto, lo que nos moverá en las líneas

que siguen será el intento de contribuir a una modesta clarificación terminológica que nos permita

saber y entender de qué estamos hablando, de qué nos hablan y, sobre todo, qué se oculta detrás

de este, presuntamente nuevo, discurso.

La primera clarificación que querríamos hacer sería respecto a la utilización de los términos

“globalización” y “mundialización”. En no pocas ocasiones se entienden como sinónimos

estableciendo solamente un matiz en la consideración del primero como de origen anglosajón y

del segundo como el preferido en los ámbitos europeos continentales, franceses sobre todo. No

obstante, nos gustaría establecer una diferenciación, que puede resultarnos muy útil, entre ambos

términos. Entendemos, en primer lugar, por “globalización” un fenómeno esencialmente

Page 3: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

3

económico que podría concretarse, en una primera aproximación, como el proceso de integración

económica internacional que tiene como rasgos característicos la liberalización de los mercados,

fundamentalmente, pero no sólo, el financiero y, en consecuencia, la profunda financiarización de

la economía. Hasta tal punto esto es así que preferimos hablar de “globalización financiera”,

término que designaría la transformación del sistema financiero internacional provocada por la

supresión de las fronteras nacionales para los mercados de capitales, así como por la

descompartimentación de los mercados financieros. Con independencia de ulteriores

consideraciones, esta globalización financiera es un hecho incuestionable. Los años 90 han visto

un extraordinario incremento de las denominadas inversiones extranjeras directas (IED) y de las

inversiones financieras, centrado sobre todo en los fondos de pensiones y en los fondos de

inversión norteamericanos. Durante los últimos diez años el volumen de títulos intercambiados

mediante inversiones directas ha aumentado un 334%. El crecimiento de las inversiones

financieras (acciones, obligaciones, productos derivados, opciones, inversiones en cartera,

etcétera) ha sido espectacular y las inversiones institucionales (fondos de pensiones, compañías

de seguros, sociedades de inversión) prácticamente han doblado su capacidad financiera en estos

diez años. Otro dato absolutamente significativo es la comparación entre las tasas de crecimiento

de la producción y el comercio en los últimos años: en el decenio 84-94 la producción se ha

incrementado un 2’1%, mientras que el comercio lo ha hecho en un 6’3% manteniéndose, pues,

una ratio más de dos veces superior a la de decenios anteriores2. Pero, además, este incremento

del comercio se concentra, fundamentalmente, en un puñado de grandes empresas, unas

empresas, como rebosante de satisfacción señalaba hace algún tiempo la revista Fortune, que

“han arrollado fronteras para hacerse con nuevos mercados y tragarse a los competidores locales.

Cuantos más países, más beneficios. Las ganancias de las quinientas empresas más grandes del

mundo han crecido un 15%, mientras que el crecimiento de sus rentas alcanzaba justo el 11%”3.

Así, el porcentaje del capital transnacional sobre el PIB mundial pasó del 17% a mediados de los

años 60 a más del 30% en el 95. Desde entonces este proceso ha seguido un curso ascendente

marcado por los procesos de fusiones entre estas mismas grandes empresas, unas fusiones

mediante las cuales “estamos escribiendo un nuevo capítulo en la historia mundial del comercio”4.

Pero este “nuevo capítulo” tiene otro componente esencial, el cada vez mayor peso que sobre

el mismo tienen las transacciones financieras frente a las estrictamente productivas. De hecho, se

calcula que el monto total de las operaciones efectuadas en las principales plazas financieras

alcanzaría 1 billón 300 mil millones de dólares diarios, frente a los entre 10 y 20 mil millones de

hace 25 años. El volumen de las operaciones de cambio es 50 veces más importante que el del

1 Cfr. Ignacio Ramonet, La tiranía de la comunicación Ed. Debate: Madrid, 1999 2 A. Van den Eynde, Globalització. La dictadura mundial de 200 empreses Edicions de 1984: Barcelona, 1999 pág. 14 datos

extraídos del Informe de la Organización Mundial del Comercio, 1995 3 Fortune New York, 5 de agosto de 1996. Recogido en F. Clairmont Doscientas sociedades controlan el mundo en I. Ramonet

(ed) Pensamiento crítico versus pensamiento único Ed. Debate: Madrid, 1998 pág. 41 4 Declaraciones de Daniel Bernard, presidente director-general de Carrefour comentando la última, sin duda ya la penúltima, fusión

entre dos grandes empresas, en este caso en el ámbito de las grandes superficies comerciales

Page 4: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

4

comercio mundial de bienes y servicios. Por otro lado, realizadas buscando beneficios inmediatos

de capital, las transacciones especulativas representan el 95% del total de la actividad de los

mercados de cambios. Destaquemos por último, y por no abrumar con cifras, que en los EE.UU.

de Norteamérica nada menos que el 40% de las rentas de los ciudadanos provienen de las rentas

financieras. Podemos, pues, resumir este proceso que hemos denominado “globalización

financiera” citando de nuevo a Eynde: “una producción mundial que languidece…; un comercio

mundial con un crecimiento que dobla y triplica el de la producción…; una inversión directa de

capitales extranjeros con un ritmo de aumento quizá triple al del comercio…; y una inversión

especulativa que dobla a la productiva”5.

En todo caso, resulta obvio que este tipo de cuestiones económicas que hemos enmarcado

dentro de la globalización financiera no se producen de manera aislada, sino en una relación

recíproca de causas y efectos. Está claro, por ejemplo, que la financiarización de la economía

mantiene una relación directa con los avances técnicos en el ámbito de la comunicación, ya que

éstos han permitido una vertiginosa rapidez y una casi total inmediatez en los intercambios

financieros. La revolución tecnológica, en general, y por ende en el mundo de la comunicación, en

particular, las enormes posibilidades que ofrece la Internet, y el carácter mundial que adquiere

esta misma comunicación, han sido elementos fundamentales en el propio proceso de

financiarización de la economía. La revolución en el campo de la comunicación ha favorecido, sin

duda, el surgimiento de un entramado, de una red financiera global, que mantiene en continua

relación las principales plazas económicas del planeta. De manera clara y contundente Theodor

Levitt, director de la Harvard Bussiness Review nos dice: “los científicos y las tecnologías han

conseguido lo que hace mucho tiempo intentaban, sin éxito, los militares y los hombres de estado:

el imperio global… Los mercados de capitales, productos y servicios, gestión y técnicas de

fabricación, son ya, todos ellos, globales por naturaleza. Es el global marketplace. Esta nueva

realidad aparece en el mismo momento en que las técnicas avanzadas transformaron la

información y la comunicación”.

Pero esta financiarización de la economía exige, a su vez, que se adopten medidas en el

campo de la política que permitan la eliminación de cualesquiera trabas que se interpongan en el

episodio de ese “nuevo capítulo” de la economía financiera. El término, casi místico, que se utiliza

para describir esta exigencia política es el de “liberalización”. Liberalizarlo todo, el comercio, las

finanzas, el trabajo, las comunicaciones, etcétera, es no ya una sugerencia sino una absoluta y

total obligación que debe asumir con respeto y sumisión reverenciales todo aquél que defienda

una concepción “moderna” de la política, alejada por tanto de planteamientos trasnochados y

visionarios. Por supuesto, el orden político que de aquí surge es un orden unificado, mundial, en el

cual, se dice, el Estado-nación que hasta ahora habíamos conocido sufre importantes mutaciones,

hasta el punto de que estaría abocado a su misma desaparición. Es decir, sin la generalización de

las políticas de liberalización, sin la continua desreglamentación y los masivos procesos de

5 A. Van den Eynde op. cit. pág. 21

Page 5: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

5

privatizaciones y sin la imposición de políticas supranacionales establecidas por organismos

independientes de los propios estados, la globalización financiera no habría podido llegar a

concretarse en los niveles en que lo ha hecho.

Así pues, la liberalización, disfrazada demasiado a menudo de modernización o

racionalización, se convierte en la coartada y en el pretexto de un proceso de uniformización

mundial. Un estilo de vida semejante se impone de una punta a otra del planeta, difundido

inmisericordemente por los media y prescrito machaconamente por la industria de la cultura, por la

“cultura de masas”. Contemplamos atónitos como por todo el mundo nos encontramos con los

mismos productos: las mismas películas, las mismas series televisivas, las mismas informaciones,

las mismas canciones, los mismos ídolos, la misma publicidad, las mismas mercancías, los

mismos vestidos, los mismos coches,... En este sentido podemos remitir a otro término que

también ha adquirido cierta notoriedad como es el de “Mcdonalización de la sociedad”, término

mediante el cual se quiere describir el proceso de extensión a todos los ámbitos sociales de las

características básicas de las factorías de comida rápida, es decir, eficacia, cálculo, predicción e

… irracionalidad de la racionalización6. Podríamos incluso considerar como francamente

significativa la conversión definitiva del fútbol en el deporte mundial por excelencia, una vez ha

arraigado durante los últimos años y con enorme fuerza en aquellos continentes, Africa y Asia-

Oceanía, donde todavía no lo había hecho7.

En definitiva, todo este cúmulo de acontecimientos es lo que englobamos bajo el término

genérico de mundialización, un concepto, pues, más amplio que el de globalización el cual

quedaría circunscrito, si queremos expresarlo así, al ámbito económico, sin que ello nos lleve a

obviar, sino todo lo contrario, las evidentes y esenciales imbricaciones entre ambos conceptos.

Resumiendo lo dicho hasta ahora podríamos decir que, a la vista de lo expuesto, la

mundialización no es, estrictamente hablando, como atinadamente afirma Denis Collin8, un

concepto ni una categoría de la ciencia social definida por una construcción analítica. De momento

todavía es una de esas nociones confusas que dan y van a dar que pensar. En todo caso, tal y

como hemos planteado, se pueden definir varias dimensiones diferentes a las que reenvía el

término “mundialización”. En primer lugar, hablamos de un fenómeno económico, cuya antigüedad

se discute, en el que habría que distinguir dos aspectos fundamentales: el desarrollo de

intercambios y de la división mundial del trabajo, por una lado, y la globalización financiera, por

otro. En segundo lugar, la puesta en cuestión de un Estado-nación que se mostraría impotente

6 Cfr. George Ritzer La Mcdonalización de la sociedad : un análisis de la racionalización en la vida cotidiana Ed. Ariel: Barcelona,

1996 7 La única excepción significativa a este fenómeno son, junto con algunos pequeños países del Caribe, los EE. UU. de Norteamérica

donde durante largo tiempo se despreció el fútbol mientras se intentaba imponer al resto del planeta sus propios deportes, o mejor, sus versiones “Mcdonalizadas” de algunos deportes. No lo consiguieron y, por el contrario, hay algunos datos que indican un cierto cambio de tendencia aunque quizá ésta deba entenderse desde el cada vez mayor peso de la creciente presencia hispana en ese país. En todo caso, para un análisis pormenorizado del fenómeno del fútbol en general y una mejor comprensión de las tesis que vinculan esa conversión del fútbol en deporte mundial con el declive de los EE. UU. de Norteamérica como potencia hegemónica mundial, pueden consultarse los números 30 y 39 de la revista Manière de voir titulados Le sport c’est la guerre y Football et passions politiques

8 Seguimos aquí el razonamiento de Denis Collin en La fin du travail et la mondialisation Ed L’Harmattan: Paris, 1998. Se trata, en nuestra opinión, de un excelente texto del que somos deudores en no pocos aspectos.

Page 6: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

6

ante flujos que no puede controlar y, por último, una mundialización de la comunicación que

desembocaría en la formación de una cultura mundial global ante la que parece imposible

resistirse a la vista del poder y la capacidad de atracción de los grandes conglomerados

mediáticos.

Bien, hasta aquí hemos tratado de ser meramente descriptivos. Hora será, pues, de entrar a

desarrollar la cuestión de manera más detenida, tratando de desentrañar causas y consecuencias,

de bucear en lo que hay detrás de estas palabras, globalización y mundialización, utilizadas de

manera automática, convertidas en fórmula mágica, en la clave de todo cuanto nos rodea.

EL EVANGELIO DE LA MUNDIALIZACIÓN

Para algunos la mundialización es el medio para alcanzar la felicidad, para otros es la causa de

todas nuestras desgracias, pero para casi todos la mundialización es, en todo caso, el destino

inevitable de nuestro mundo, un proceso irreversible. Pero hay más. Si hemos de creer a los

apologistas de la mundialización, es decir, a la mayoría de aquellos que tenemos la suerte, o la

desgracia, de oír o leer en los diversos media, de otra manera, si hemos de aceptar la versión

dominante, la mundialización es natural, irreversible, beneficiosa para el consumidor y acorde con

los ideales de la libertad. Estos argumentos podemos encontrarlos desarrollados todos los días en

los diferentes media, variando exclusivamente el grado de enmascaramiento en función, y por

ejemplo, de a cuál de las “dos derechas” pertenezca el individuo o el medio en cuestión9. A veces,

en su empeño evangelizador por convertirnos a todos a la religión del Dios-mercado, se alcanzan

niveles patéticos. En un debate entre periodistas de Le Monde Diplomatique y el Financial Times

un redactor de este último venía a sostener que la mundialización es, nada más y nada menos,

que “una obligación moral” y rechazarla implicaría “la represión de los deseos naturales de los

individuos” y “una puesta en cuestión fundamental de los derechos democráticos”. Unos derechos

democráticos que, aunque pueda parecer mentira, quedan ejemplificados en la posibilidad de

elegir entre un vasto surtido de cereales para el desayuno10. La puesta en cuestión de la

representatividad popular o que los pueblos se vean obligados a padecer un destino que se les

escapa, es algo que no parece importarle al demócrata “mundialista”, porque la democracia

consiste en elegir, no ya entre una derecha y una izquierda puesto que esta segunda ha

comprendido al fin que la única política “natural” es la de la primera, sino entre cereales Kellog’s,

Nestlé o Pascual. Habría que preguntarle a tan eximio personaje no sólo a qué quedará reducida

9 Hacemos referencia al libro del mismo título de Marco Revelli (Turín, 1996) donde se plantea la existencia de dos derechas que

dominan casi por completo el panorama político, fundamentalmente el “democrático-liberal-occidental”. Una intenta hacerse pasar y presentarse a sí misma, con la pertinente complicidad de los media, como izquierda pero, en realidad, se trata de una derecha tecnocrática, mientras que la otra es simplemente una derecha populista. Ahora bien, no se derive del hecho de que la parte más significativa, cualitativamente hablando, de la izquierda política se haya rendido sin ambages frente a la derecha social y económica, que hayan desaparecido las diferencias reales entre ambas perspectivas, entre ambas concepciones del mundo. Pueden consultarse Norberto Bobbio Derecha e izquierda (Ed. Taurus: Madrid, 1998), sobre el mantenimiento de la pertinencia de las denominaciones de “derecha” e “izquierda” e Ignacio Ramonet (ed) Pensamiento crítico versus pensamiento único Ed. Debate: Madrid, 1998 sobre la posibilidad de un pensamiento crítico frente a la uniformidad del pensamiento único.

10 Peter Martin “Una obligación moral” Le Monde Diplomatique junio 1997

Page 7: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

7

la democracia cuando esas tres firmas se fusionen en una sola, sino, y mucho más importante,

qué supone la democracia para esas cuatro quintas partes de la humanidad que no pueden

permitirse ni siquiera desayunar. Pero esto no le importa, y no le importa porque su concepción

neoliberal de la democracia queda reducida a un sofisma tan burdo como peligroso, tan ideológico

como torticero11. Premisa mayor: “toda intervención del estado es peligrosa para la democracia”;

premisa menor: “rechazar la mundialización es pedir mayor intervención del estado”; conclusión:

“rechazar la mundialización es peligroso para la democracia”. Por supuesto, las posibilidades de

reemplazar la premisa menor por otras de carácter parecido son ilimitadas (por ejemplo: “asegurar

la educación, o la sanidad, o las pensiones, o el trabajo, o tantas otras cosas, exige la intervención

del estado”, por lo cual hacerlo es nefasto para la democracia). Quizá podría pensarse que hemos

escogido un ejemplo especialmente exagerado, pero la mayor parte de las declaraciones de los

“campeones de la mundialización”, desde la arrogancia que les concede su convicción de

pensamiento victorioso y único, son del mismo tipo. En otro artículo recogido en la misma revista

leemos cómo otro de estos demócratas sostiene que los que se oponen a la mundialización lo

hacen porque tienen miedo a los mercados y a los extranjeros, por tanto no hay que escucharles.

Es decir, esta argumentación, sibilina y falaz, viene a identificar la oposición a la deificación del

mercado con el racismo y la xenofobia. Curiosa inversión de los problemas que ignora que el

racismo es precisamente uno de los pilares ideológicos, cierto que no el único, del capitalismo12.

Lo que ocurre es que cualquier argumento es bueno para difundir el evangelio de la

mundialización: los mercados son eficientes por sí mismos y, por tanto, los estados son

innecesarios, las cosas funcionan mejor cuando se elimina cualquier tipo de intervención externa,

y ricos y pobres, poseedores y desposeídos, explotadores y explotados no mantienen intereses

contrapuestos. El cielo que nos prometen es el del desarrollo económico, el de la generación

ilimitada de riqueza, y lo alcanzaremos si aceptamos y cumplimos su nuevo evangelio

manteniendo la fe en la privatización, en la desregulación y en la apertura de los mercados de

capitales, mientras que los gobiernos deberán limitar sus actividades a equilibrar los presupuestos

y luchar contra la inflación: “la mundialización del comercio y de las inversiones ha reducido la

independencia de los gobiernos… Los que quieren poner barreras para intentar reencontrar la

independencia de otros tiempos confunden la causa y el efecto… Hemos creado este mundo

nuevo de los mercados mundiales y de la comunicación instantánea que ha ganado en eficacia y

en competitividad sobrepasando los poderes de los gobiernos”13. Es preciso, pues, romper

cualquier posible resistencia. “El mundo de los negocios puede sacar a la economía de la crisis.

La ‘globofobia’ debe ser combatida. Es preciso mejorar la comprensión de la mundialización y su

verdadero impacto sobre el trabajo y las riquezas”14. Y este combate es una pugna por completo

11 Cfr. Denis Collin op. cit. pág. 111-112 12 Cfr. Immanuel Wallerstein El capitalismo histórico Ed. Siglo XXI: Madrid, 1988 y E. Balibar e I. Wallerstein Raza, nación y

clase Ed. Iepala: Santander, 1991 13 Peter Sutherland Presidente de Goldman Sachs International (banco de negocios) y ex-director del GATT, Le Monde, 7 de agosto

de 1998 14 Helmut O. Mancher Presidente general de Nestlé y Presidente de la Cámara de Comercio Internacional hasta octubre de 1998

Page 8: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

8

desigual, puesto que uno de los bandos posee todos los medios y los utiliza sin miramientos.

Últimamente, además ha recibido el importante apoyo de los “socialconformistas”15, los cuales,

con la furia del converso, del Saulo camino de Damasco que tiene que purgar sus pecadillos de

juventud, se han lanzado a una tan pueril como patética carrera de “yo más” frente a la derecha

populista que antes mencionábamos. Todo aquél que no acepta una carrera en estos términos es

inmediatamente denunciado como un iluminado, visionario y trasnochado que no ha comprendido

que la historia ha finalizado puesto que hemos asistido en este último decenio del siglo al definitivo

triunfo de la democracia liberal. La preponderancia absoluta del mercado, la hegemonía del juego

oferta-demanda en la economía mundial proceden, como es sabido, de un proyecto de

desregulación. En este sentido, toda intervención o toda regla destinada a atemperar la brutalidad

del mercado es considerada obsoleta. La nueva utopía en marcha, pero en realidad tan vieja

como el propio capitalismo, es la de un mercado químicamente puro, desembarazado de todo

elemento extra-económico. Todas las antiguas formas de regulación son o eliminadas o

reinterpretadas en provecho único y exclusivo del mercado.

Pero, precisamente por esto último, ese combate que hemos mencionado es también

tremendamente despiadado, ya que el otro bando está poniendo en juego incluso su propia

subsistencia física. Porque, en definitiva, ¿de qué estamos hablando?. Desde luego, no de

abstracciones. Estamos hablando de procesos y actuaciones que tienen consecuencias muy

concretas y específicas. Estamos hablando de Política, pero no entendida como la actividad tantas

veces miserable y mezquina con que todos los días se nos obsequia, sino entendida de una

manera tan simple como clarificadora: “la verdad es que la gente necesita comer todos los días.

Las políticas que garantizan que puedan hacerlo regularmente con dietas adecuadas, y garantizan

la vivienda, la salud u otras condiciones materiales de vida durante largos períodos de tiempo, son

buenas políticas. Las políticas que favorecen la inestabilidad directa o indirectamente, que impiden

comer a los más pobres en nombre de la eficacia y el liberalismo o incluso en nombre de la

libertad, no son buenas políticas. Y es posible distinguir las políticas que cumplen esas normas

mínimas de las que no lo hacen. La ofensiva de la competitividad, la desregulación, la

privatización y la apertura de los mercados de capitales ha socavado las perspectivas económicas

de muchos millones de entre las personas más pobres del mundo. Por tanto, no se trata de una

cruzada ingenua y equivocada. En la medida en que socava la estabilidad de la provisión diaria de

pan, es peligrosa para la seguridad y estabilidad del mundo. El mayor peligro en este momento

está en Rusia, un catastrófico ejemplo del fracaso de la doctrina del libre mercado. Pero serios

peligros han surgido en Asia y América latina y no van a desaparecer pronto”16.

LOS DATOS DE LA MUNDIALIZACIÓN

15 Cfr. Ignacio Ramonet “Socialconformismo” Le Monde Diplomatique (edición española) abril 1999 16 James K. Galbraith “The Crisis of Globalization” Dissent, summer 1999 pág. 13

Page 9: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

9

Muchas veces hemos oído o leído cifras y datos absolutamente escalofriantes a propósito de

las desigualdades entre las distintas sociedades y, no lo olvidemos, personas, que poblamos el

planeta. Sin pretender ser exhaustivos, podemos recordar algunas de ellas, quizá conocidas,

tratando de entender lo que significan, reflexionando sobre ellas, pues parece que la mera

repetición sin más de este tipo de datos acaba por insensibilizarnos. Si hablamos de alimentación

habrá que recordar que, según la FAO, la ración alimentaria mínima por persona sería de 2.345

calorías diarias. Pues bien, en 1998 cuarenta y cinco países se encuentran oficialmente por

debajo de esta norma diaria. Es decir, mil millones de personas sufren hambre, y un tercio de ellas

de manera severa. En EE.UU. de Norteamérica la media de calorías diarias es de 3.500, en el

África subsahariana de 1.700. Quizá por eso de los dos mil millones de personas que sufren de

anemia en el mundo, sólo un 0’4% viven en países industrializados. Pero esta situación ha ido

empeorando con el paso de los años, y esto es lo que más nos interesa destacar aquí.

Continuamente nos están repitiendo los ideólogos de la globalización y la mundialización, sus

secuaces disfrazados de políticos y sus voceros de los media, que la demostración más evidente

del triunfo del neoliberalismo es el ingente crecimiento que ha conocido en los últimos años la

generación de riqueza. No dudamos que efectivamente esto sea cierto, pero precisamente el serlo

convierte en todavía más repugnante el hecho de que no sólo no haya disminuido el número de

personas que en el mundo sufren una infra-alimentación severa, sino que, por el contrario, se

haya incrementado desde los 103 millones de 1970 a los 215 de 1990 para alcanzar los casi 300

millones en 199817. Empieza, pues, a asaltarnos la duda de si no estaremos asistiendo, perplejos

pero un tanto aliviados por la parte que nos toca, más que a la creación espectacular de riqueza a

un escandaloso proceso de confiscación de riquezas.

Pues bien, al seguir considerando otros factores la duda adquiere visos de certeza. Si hacemos

referencia a la desigualdad de renta, el primer dato que salta a la vista es que el 20% de la

población mundial acumula un 86% de la renta total mundial mientras que el 40% de ésta no se

beneficia más que de un 3’3% del Producto Mundial Bruto. Más: el 20% de la población mundial,

es decir, unos 1.200 millones de personas, se situaban en 1998 por debajo del nivel de pobreza,

un nivel de pobreza fijado, arbitrariamente, en unos ingresos de unas 50.000 pesetas al año, pero

las 225 personas más ricas del mundo tienen unas rentas equivalentes a las de los 47 países más

pobres del mundo. Sólo el 4% de la fortuna de estas 225 personas bastaría para financiar las

necesidades esenciales de los países en vías de desarrollo: alimentación, agua potable,

infraestructuras sanitarias y educativas, etc., unas necesidades estimadas en unos 800 mil

millones de dólares. Si nos quedamos sólo con las 3 personas más ricas del mundo, éstas poseen

activos que valen más que el Producto Interior Bruto de los 48 países más pobres del mundo,

poblados por unos 600 millones de personas. Pero, y hay que insistir en ello, esta situación se va

agravando conforme avanzan los procesos de liberalización del mercado. Desde 1980, 60 países

han sufrido un constante proceso de empobrecimiento. Así, mientras que en 1960 el 20% de la

17 Cfr. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 1998

Page 10: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

10

población mundial correspondiente a los países más ricos gozaba de una renta 30 veces superior

al 20% de la población de los países más pobres, en 1995 esta renta se había convertido en 84

veces superior, esto es, en poco más de treinta años casi se ha triplicado la diferencia entre el

quinto de la población más rico y el quinto de la población más pobre. Si lo que comparamos es el

incremento de la renta anual media por habitante entre 1965 y 1980, éste ha sido de 900 dólares

por habitante en los países del norte por sólo 3 dólares en los países del sur, exceptuados los

miembros de la O.P.E.P. Incluso, no pocos países han visto descender sus índices hasta niveles

de pesadilla. En Brasil, país en el que en 1990 el 48% de sus 160 millones de habitantes vivía en

la pobreza, a pesar de ser el séptimo entre los países más industrializado del mundo, el índice de

malnutrición infantil se ha incrementado en los últimos años desde el 12’7 al 30’3%. En México,

con también casi un 50% de la población por debajo de los niveles de pobreza, el poder

adquisitivo del salario mínimo ha disminuido un 66% entre 1982 y 1991. Se calcula que, en este

país, a mediados de los noventa se necesitaban 4’8 salarios mínimos para que una familia de

cuatro miembros cubriera sus necesidades esenciales, pero un 80% de los cabezas de familia

ganaba el equivalente a 2’5 salarios mínimos o menos.

Por si alguien puede pensar que se trata de datos sesgados, o que estamos hablando de

determinados países que pueden haber sufrido crisis económicas coyunturales, es en última

instancia el propio Banco Mundial quien viene a ratificar la idea de que la profundización en los

procesos de liberalización está provocando un agravamiento de las desigualdades en el planeta:

sólo en el último año la cifra de pobres, es decir, tal y como decíamos en el párrafo anterior, de

aquellos que viven, que malviven, con menos de un dólar diario, ha sufrido un incremento

estimado en unos 400 millones de personas, pasando de los 1.200 millones del 98 a 1.600 en el

presente año. Se alcanza, pues, prácticamente el 30% de la población mundial. Paradójicamente,

la ayuda internacional al desarrollo, a pesar de los repetidos anuncios de incrementos

espectaculares de la riqueza en los países desarrollados, se ha reducido en el último año a una

cuarta parte de la transferida en los anteriores doce meses.

Veamos ahora algunos datos sobre las desigualdades en el terreno industrial y de las

comunicaciones. En 1998, las 200 mayores empresas multinacionales controlaban el 80% de toda

la producción agrícola e industrial mundial, así como el 70% de los servicios e intercambios

comerciales. Las diez principales empresas de telecomunicaciones controlan el 86% del mercado.

Entre diez compañías dominan el 85% del mercado mundial de plaguicidas y otras diez son, por

ejemplo, las dueñas del 70% del negocio de productos de uso veterinario. Por lo que respecta a lo

que solemos denominar como nuevas tecnologías, la situación no es precisamente halagüeña,

pues el 20% más rico de la población acapara, por ejemplo, el 93’3% de los accesos a Internet.

Pero todavía más grave, y más peligrosa, se presenta la cuestión por lo que respecta a la

biotecnología. Según el propio informe de la ONU, la biotecnología se ha beneficiado

enormemente del proceso de mundialización. La reducción presupuestaria de los diferentes

Estados, ha dejado la investigación en manos de las empresas privadas, lo que implica

Page 11: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

11

importantes consecuencias. El 96% de las patentes del mundo están en manos de los países

industrializados lo que supone un obvio encarecimiento del acceso a los productos para aquellos

que no poseen dichas patentes y, además, un enorme peligro para aquellos que no tiene

posibilidad de acceso a ellas: lo que empieza a estar en juego es el establecimiento de patentes

sobre los propios seres vivos

El problema es de tal calibre que lo que está ya en juego es la posibilidad de patentar la

propiedad sobre los seres vivos. En un documento presentado por Kenya al Consejo General de

la OMC en nombre del Grupo Africano (WT/GC/W/302, con fecha 6 de Agosto de 1999),para su

incorporación al proceso de preparación de la Conferencia Ministerial de la OMC en Seattle en

relación con la revisión del Acuerdo TRIPs, Artículo 27.3(b), que se refiere a las patentes sobre

seres vivos y obtenciones vegetales, documento que ha recibido el apoyo de una declaración

conjunta de ONGs, podemos leer: "El proceso de revisión (de este Artículo) debería clarificar que

las plantas y animales así como los microorganismos y todos los organismos vivos y sus partes no

pueden ser objeto de patente, y que los proceso naturales que producen plantas, animales y otros

organismos vivos no deberían tampoco ser patentables". El documento también señala que el

Artículo 27.3b de TRIPs, al establecer que es obligatorio conceder patentes sobre los micro-

organismos (que son seres vivos naturales) y sobre los procesos microbiológicos (que son

procesos naturales), contraviene los preceptos básicos de la legislación de patentes: que las

sustancias y procesos que se dan en la naturaleza son un descubrimiento y no una invención, y

por tanto no son patentables. Y añade: "Es más, al permitir a los Miembros la opción de excluir o

no excluir del ámbito de las patentes las plantas y los animales, el Artículo 27.3b permite que las

formas de vida sean patentadas”. No creemos que a nadie se le escape la enorme importancia de

estas cuestiones. El documento del Grupo Africano también determina con claridad la orientación

que debería darse a la revisión de la parte del Artículo 27.3b que establece que los Miembros han

de otorgar protección a las obtenciones vegetales mediante patentes o mediante un sistema sui

generis eficaz. El documento afirma que la revisión debería aclarar que los países en desarrollo

pueden optar por establecer una legislación sui generis que proteja las innovaciones de las

comunidades indígenas y campesinas locales (de acuerdo con el Convenio sobre Diversidad

Biológica y con el Compromiso Internacional sobre Recursos Fitogenéticos de la FAO); que

permita el mantenimiento de las prácticas agrícolas tradicionales, incluyendo el derecho a guardar

y a intercambiar semillas y a vender las cosechas; y que impida la concesión de derechos y

prácticas anti-competitivas que amenazan la soberanía alimentaria de los pueblos en los países

en desarrollo. Añade que el proceso de revisión debería armonizar el Artículo 27.3b con los

requerimientos del CDB y del Compromiso Internacional sobre Recursos Fitogenéticos de la FAO,

en los que la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica, la protección de los

derechos y del saber de las comunidades indígenas y locales, y el desarrollo de los derechos de

los agricultores son tenidos en cuenta debidamente. De hecho, estos puntos responden a lo que la

sociedad civil y organizaciones agrarias de todo el mundo vienen reclamando: que no se permita

Page 12: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

12

la concesión de patentes sobre obtenciones vegetales, y que un sistema adecuado de protección

de los conocimientos sobre la utilización de los recursos biológicos debería proteger el saber de

las comunidades locales y debería impedir la apropiación de estos conocimientos por la

compañías privadas Esto es lo que se conoce como biopiratería, y ha empezado a prevalecer a

medida que se conceden derechos de patente sobre plantas y sobre otros recursos biológicos así

como sobre sus usos y sus funciones, conocidos en el saber tradicional, a un número cada vez

mayor de compañías multinacionales18

El caso de la investigación y la industria farmacéuticas no es ni menos doloroso, ni menos

flagrante. El mencionado informe de la ONU señala que sólo el 0’2% del presupuesto de estas

últimas se destina a la investigación de enfermedades como la neumonía, la tuberculosis o

distintas enfermedades diarreicas a pesar de que afectan al 18% de la población mundial19. Sin

entrar a valorar el gasto en investigación orientada a la industria cosmética, no sería justo dejar de

mencionar la monstruosa disparidad que existe entre el gasto en investigación de dos

enfermedades como son el paludismo y el SIDA en favor de esta última. Por supuesto, no se trata

de criticar la investigación sobre el SIDA20. Se trata, sobre todo desde una perspectiva

comparativa, de hacer notar la casi nula investigación referida al paludismo, aunque esta

enfermedad provoque la escalofriante cifra de tres millones de muertos al año, es decir, cada diez

segundos muere una persona en el mundo a causa del paludismo. No será éste el momento de

entrar más a fondo en la cuestión21, pero resulta de todo punto obvio que no es rentable invertir en

el desarrollo de medicamentos para curar enfermedades que no sólo se localizan casi en

exclusiva en países subdesarrollados, por lo que en el primer mundo permanecemos a salvo de

las mismas, sino que además, por tratarse de países pobres, no garantizan la obtención de

pingües beneficios por parte de la industria farmacéutica.

Y de nuevo hay que insistir en que todos estos procesos siguen agravándose conforme se

profundiza en la liberalización de mercados. En 1970 los países del tercer mundo representaban

el 40% del comercio internacional. En 1990 esta cifra había caído al 25%. El peso del tercer

mundo respecto de la tríada América del Norte–U.E.–Japón no ha parado de disminuir en un

comercio mundial que se realiza en un 75% entre los propios países ricos. A este ritmo, el tercer

mundo podría no representar en el año 2020 más que un ridículo 5% del comercio internacional.

18 Un claro ejemplo de las actitudes de la grandes multinacionales agroalimentarias a este respecto lo tenemos en la última arma que

han desarrollado y a la que han denominado “Terminator”, nombre bastante explícito. Se trata de unas semillas modificadas genéticamente para esterilizarlas y así obligar a los agricultores a renovar su stock cada año.. No obstante, y a la vista de las airadas protestas de consumidores y agricultores, la multinacional Monsanto, líder mundial de las biotecnologías vegetales, anunciaba el 4 de octubre pasado su decisión de renunciar a la venta de semillas esterilizadas por modificación genética. Cfr. Catherine Vincent “Terminator, la nouvelle arme des multinationales agroalimentaires” Le Monde. Dossiers & Documents nº281 noviembre de 1999

19 Cfr. Frederic Moser “Recrudescence des épidemies et contrainte extèrieures. Une inquiétante régression du droit à la santé dans le tiers -monde” Le Monde Diplomatique noviembre 1993, pág. 24-25.

20 Aunque no son pocos los que opinan que también aquí priman criterios mercantiles y de competencia entre laboratorios farmacéuticos antes que la propia salud de los enfermos.

21 Cfr. Mohamed Larbi Bouguerra “Pays et peuples du Sud en quête de leurs droits. Grandes manoeuvres à propos d’un vaccin” Le Monde Diplomatique julio, 1994 pág. 26-28.

Page 13: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

13

Ahora bien, de lo dicho podría desprenderse que la mundialización y la globalización financiera

estarían provocando “sólo” un incremento en la desigualdad entre países ricos y pobres. Pero el

propio Secretario general de la ONU reconocía no hace mucho que el número de pobres se ha

duplicado desde 1974 porque “la pobreza no deja de aumentar tanto en los países ricos como en

los pobres”. Asistimos a lo que algunos sociólogos anglosajones han definido como la

“tercermundización” de las sociedades desarrolladas. En nuestros ricos países se suman a las

desigualdades fácilmente cuantificables unas cada vez mayores desigualdades cualitativas. Las

clases dirigentes no son ya las mismas, ha nacido una hiperburguesía internacional que vive

rodeada de un lujo cada vez mayor y suplanta a la elite vinculada al Estado y a las industrias de

base nacional. Los detentadores del poder son ahora los agentes de los propietarios de las

acciones. Una burguesía inversora reemplaza a la antigua burguesía productiva y controla cada

vez más los media, forzando las tomas de decisión e instaurando un control social casi omnímodo.

En consecuencia, las elites económicas y políticas tradicionales se tornan extremadamente

sensibles a la corrupción: la “…corrupción política es, en sociedades donde lo electoral sólo puede

ser regido desde empresas mediáticas y publicitarias mastodónticas, un puro pleonasmo, una

sosa redundancia…La cara oculta del gran espectáculo democrático de las tres últimas décadas

del siglo XX es la estricta ilegalidad financiera sobre cuyos cimientos se alzan todos sus agentes.

Si, además de ello, algunos de los administradores (en los países del sur, sobre todo) se

embolsan personales comisiones, eso no hace más que añadir un apéndice menor al pleonasmo.

La corrupción no es Roldán, ni los saqueadores de Hacienda con el carné del PP o del PSOE. La

corrupción es el coste real de las gigantescas campañas publicitarias a las cuales ha quedado

reducido el juego representativo. Corrupción es política. A quien no le guste eso, que no juegue”22.

Asistimos, pues, al surgimiento de un nuevo sistema de valores, de otra cultura basada, nos

dicen, en la “modernidad”, es decir, en la competencia exacerbada, el individualismo y la negación

de los vínculos sociales. Esta hiperburguesía desvaloriza la cultura cívica puesto que los

dirigentes de las multinacionales desprecian las consecuencias sociales y políticas de las

actuaciones de sus empresas. Para ellos el valor supremo se localiza exclusivamente en la cuenta

de resultados finales, en su capacidad de acumulación de capital, es decir, en su capacidad para

arruinar a los demás. Ya hemos visto, por ejemplo, cómo el proceso de liberalización ha centrado

últimamente sus movimientos tácticos en las fusiones. Pues bien, hace sólo un par de meses

podíamos leer en la prensa cómo esos procesos de fusiones habrían provocado un récord de

supresiones de empleo en los EE. UU. de Norteamérica, destacando las operaciones de unión en

el sector bancario y financiero como los que más empleo han recortado. Casi la misma semana

encontramos en otro diario dos noticias una junto a la otra. En la primera se comenta que el

beneficio neto consolidado de la banca que opera en España durante el primer trimestre del 1999

ha sido de casi 140 mil millones de pesetas, es decir, un 20’7% más que en el mismo trimestre del

año anterior. En la segunda se nos dice que la banca Barclays ha despedido a 6.000 empleados,

22 Gabriel Albiac El Mundo 8 de noviembre de 1999.

Page 14: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

14

el 10% de su plantilla en el Reino Unido, y, significativamente, el presidente y director del banco

señala como causa “el impacto de la mundialización”.

Así pues, a pesar del indudable progreso económico, a pesar de las buenas cifras que nos

ofrecen los parámetros macro-económicos, y que los autodenominados políticos y los media que

los sustentan repiten incansables, como si por ello fuéramos a ser todos más felices, la brecha

social sigue incrementándose también en el seno de los países del primer mundo.

Nada indica, además, que vaya a producirse una variación en la tendencia. Desde los poderes

económicos y financieros se insta a una mayor profundización en los procesos de liberalización de

mercados, de flexibilización de la legislación laboral y de destrucción, en última instancia, del

Estado del bienestar. Las consecuencias de esto son obvias. Veamos nuevos datos. Si

analizamos, como hicimos respecto de los países ricos y pobres, la distribución del ingreso

familiar y establecemos la ratio entre el 10% de la población más rica y el 10% de la población

más pobre en los países del primer mundo, y a pesar de las dificultades para cuantificar tales

extremos23, veremos claramente cómo queda plasmada la desigualdad social en unas cifras que

oscilan entre el 2’72 y el 2’85 de Suecia y Holanda al 5’94 de los EE.UU. de Norteamérica. Si

aumentamos el porcentaje de población del 10 al 20%, la ratio oscilaría entre el 4’3 de Japón y el

4’4 de España al 9’6 de Gran Bretaña y Australia y el 9 de los EE.UU. de Norteamérica24. Si

hablamos de porcentajes de pobreza en diversos países industrializados, encontramos de nuevo a

los EE.UU. de Norteamérica como el que posee una cifra más alta de pobreza, un 13’3% sobre el

total de la población, siendo, además, el que posee también un mayor porcentaje de familias que

han estado en la pobreza por más de tres años, nada menos que un 14’4% (frente, por ejemplo, al

0’4 de Holanda), con el agravante de que si diferenciamos en dichas familias entre caucasianas y

afroamericanas, el porcentaje entre las primeras que han permanecido más de tres años en la

pobreza desciende al 9’5% pero asciende a un escalofriante 41’5% de las familias

afroamericanas25.

Por tanto, y sin necesidad de seguir recurriendo a cifras, dos conclusiones pueden extraerse

sin mayores dificultades. La primera es que las bolsas de pobreza existentes en las sociedades

desarrolladas, lejos de disminuir, siguen aumentando. La segunda es que este hecho se relaciona,

sin duda alguna, con esa exacerbación del neoliberalismo que denominamos mundialización. No

por casualidad los índices de desigualdad se disparan en aquellos países, EE.UU. de

Norteamérica y Gran Bretaña, que se convirtieron ya a principios de los 80 en abanderados de la

consigna “todo el poder al mercado”. Dos datos más extraídos de la prensa reciente. Primero:

según estudios de organismos oficiales norteamericanos, una de cada diez familias de ese país,

23 Cfr. Vicenç Navarro “Calidad de v ida y desigualdad social” El País , 3 de septiembre de 1999. Las cifras que siguen han sido

extraídas del libro del mismo autor Neoliberalismo y estado del bienestar Ed. Ariel: Barcelona, 1997. 24 Estas últimas cifras corresponden al ya mencionado PNUD del año 98. Como señala V. Navarro en el artículo citado en la

referencia anterior, este informe no puede ser calificado precisamente de alarmista sino de todo lo contrario. Si a alguien le sorprende esa aparente situación de privilegio de España, la sorpresa puede trocarse en indignada carcajada cuando se percata de que, para la ONU, el promedio de renta de los ricos españoles es de 3.700.000 pesetas anuales. La explicación de esta sangrante burla radica, como plantea Navarro, en que, como siempre, se reflejan mucho mejor las rentas del trabajo que las rentas del capital, unas rentas del capital que son en España de las más altas de la OCDE

Page 15: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

15

pasa hambre. Segundo: según un estudio realizado por la London School of Economics, cuatro

millones de niños del Reino Unido, es decir, un tercio de los menores de 18 año residentes en uno

de los siete países más ricos del mundo, viven por debajo del umbral de pobreza, y lo que es más

importante, esa cifra se ha triplicado en los últimos 20 años. Al hilo de esto nos gustaría comentar

ese tan extendido mito que, como suele ocurrir, de tan repetido se llega a asumir como una

verdad incontrovertible. Se sostiene que esos dos países, EE.UU. de Norteamérica y Gran

Bretaña, son, precisamente por su aplicación estricta de los dogmas neoliberales, auténticos

modelos en materia de creación de empleo. No será cuestión de comentar aquí en detalle

semejante afirmación. Nos contentaremos exclusivamente con presentar algunos datos que serán

suficientes para constatar la tremenda falsedad que se oculta bajo la misma. No haremos, pues,

consideraciones cualitativas, que habría muchas que hacer (flexibilidad extrema, indefensión,

inseguridad, temporalidad, etcétera) sino meramente cuantitativas. En Gran Bretaña, por ejemplo,

la ley que establece la manera como se realiza el cálculo de la tasas de paro ha sido modificada

en los últimos tiempos nada menos que 32 veces. Huelga decir que ninguna de esas

modificaciones ha tenido como objetivo introducir criterios que pudieran suponer un incremento

del número de personas susceptibles de ser incluidas en las listas de parados, sino la búsqueda

de subterfugios para, alegando como siempre la necesidad de racionalización de los criterios,

reducir las cifras de parados y así, olvidando que no hablamos de cifras sino de personas, cuadrar

las magnitudes macroeconómicas y alegar que todo marcha viento en popa26. Sin estas

modificaciones, o groseras manipulaciones, la tasa de desempleo en Gran Bretaña sobrepasaría

el 14%, casi el doble de la tasa oficial y sólo superada en la Unión Europea por España. Por lo

que respecta a los EE.UU. de Norteamérica, es cierto que mantienen, como en el caso anterior,

una baja tasa oficial de paro, inferior al 5%. Pero no es menos cierto que, sin entrar tampoco aquí

en consideraciones cualitativas, existen otros datos que obligan a matizar esa baja tasa de paro.

Quizá el más significativo de ellos sea que en dicho país unos dos millones de personas, y entre

ellos el 2% de la población masculina en edad de trabajar, está en la cárcel. Alguien dijo, sin duda

con exagerada ironía, que en ese país el problema del paro se soluciona metiendo en prisión a los

candidatos a parados. Exageraciones a parte, si queremos percatarnos de la magnitud del

problema y del poder que está adquiriendo el “complejo industrial carcelario”27, sólo tenemos que

compararlo con datos referidos a España. Hace algunas fechas el Consejo General del Poder

Judicial calificaba de insostenible la situación de las cárceles españolas por el importante aumento

en el número de reclusos, aumento derivado de la reforma del Código Penal aprobada por el

último gobierno de los autodenominados socialistas. La población reclusa en España sería a

mediados del presente año 1999 de unas 44.000 personas, es decir, poco más del 0’1% de la

25 T. M. Sweeding “Why the U.S. Antipoverty System doesn’t Work Very Well” Challenge vol. 35, nº1 en V. Navarro op. cit 26 Por supuesto, este comportamiento es la norma, no la excepción -también en España se han modificado en varias ocasiones los

mencionados criterios, o los del cálculo de la tasa de inflación - , pero, desde luego, en ningún país estas modificaciones han sido tan notables como en el Reino Unido.

27 Cfr. Avery F. Gordon “Globalism and the prision industrial complex: an interview with Angela Davis” y Ruth Wilson Gilmore “Globalization and US prision growth: from military keynesianism to postkeynesian militaris m” Ambos artículos en Race &

Page 16: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

16

población total del país. Pues bien, si extrapolamos los datos tomando en consideración sólo la

población activa masculina en España, poco menos de diez millones, nos encontraríamos con que

el equivalente en nuestro país a los porcentajes de presos en EE.UU. de Norteamérica nos

situaría en 200.000 reclusos, cinco veces más de los realmente existentes. Evidentemente, se

trata sólo de un dato, pero si a éste, como decíamos más arriba, añadimos algunos otros más, nos

encontramos con una tasa de desempleo en EE.UU. superior al 15%28.

Pero será ya el momento de concretar un poco más el tema fundamental que nos ocupa. Hasta

aquí hemos tratado de explicar las consecuencias de la mundialización, pero sus consecuencias

reales, sin dejarnos obnubilar por los cantos de sirena de los que sólo ven una cara de la moneda,

la del incremento en la generación de la riqueza, pero que no se molestan en girar la moneda, en

preguntarse quién genera y cómo se reparte esa riqueza. Ahora tendremos que preguntarnos qué

es la mundialización, cuál su fundamento, su génesis y sus premisas.

LIBERALISMO Y MERCADO: KARL POLANYI

Pues bien, la respuesta acorde con el pensamiento dominante, en la línea de la “obligación

moral” mencionada líneas arriba, incidiría en el carácter natural de la mundialización en su

conjunto y de la globalización económica y financiera en particular. Según esta concepción, el

desarrollo de los intercambios internacionales sería la prolongación natural del crecimiento de las

economías nacionales. La historia económica sería, pues, la historia de un movimiento progresivo

de integración de los mercados, desde una base local hasta el mercado planetario actual,

pasando por los mercados regionales, nacionales e internacionales. La expansión del comercio

internacional traduciría la extensión del principio de división del trabajo a escala mundial. Por

tanto, todo el proceso seguiría siendo perfectamente natural. En tal sentido, esta concepción de

un movimiento económico que se desarrollaría del interior hacia el exterior se apoyaría fácilmente,

en primera instancia, sobre las teorías de Adam Smith. Para éste, el fundamento psicológico del

análisis económico reside en la propensión natural del hombre “a trocar, cambiar y ceder una cosa

por otra”29. Esta inclinación natural del hombre exige, en tanto que tal, no ser impedida por alguna

prohibición arbitraria por parte de las autoridades políticas o morales, siendo dicha naturaleza

humana lo que hace posible la división del trabajo y, por tanto, la eficacia de la producción, base

de la riqueza de las naciones (se dice “de las naciones”, no de las personas, lo cual no es sino

una sutil manera de enmascarar que se trata de la riqueza de una minoría generada sobre la

miseria de la mayoría). En suma, la internacionalización de las economías que concretamos bajo

el término “globalización”, no sería más que la continuación natural de un proceso orgánico de

crecimiento iniciado a nivel local y del cual la división del trabajo sería su elemento esencial.

Class vol. 40 nº 2/3 1998/9 The Threat of globalism pág. 145-157 y 171-188

28 Cfr. El supuesto milagro de EE. UU. en crear empleo en Vicenç Navarro Neoliberalismo y estado del bienestar Ed. Ariel: Barcelona, 1997 pág. 82-90

29 Puede seguirse el razonamiento completo de Smith en su obra La riqueza de las naciones Alianza Editorial: Madrid, 1994 y más concretamente en su capítulo segundo “Del principio que da lugar a la división del trabajo” pág. 44 y ss.

Page 17: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

17

Según esta concepción tradicional, naturalista podríamos decir, la secuencia de encadenamientos

que habría conducido a la formación de una economía internacional podría resumirse

esquemáticamente así: en un principio las unidades económicas de base (familias, clanes,

pueblos) viven replegadas sobre sí mismas y consumen lo esencial de su producción. La

organización autárquica de la producción posibilita, sin embargo, un espacio para el intercambio

en el caso de aparición de excedentes. Así se forman los mercados, lugar de circulación de

excedentes y a partir de aquí aparecerá pronto la moneda, substituyendo progresivamente al

trueque y multiplicando las posibilidades de intercambio. La existencia de los mercados y la

difusión de la moneda hacen estallar progresivamente el marco autárquico de la producción

doméstica y favorecen la especialización de las actividades, volcándose ahora la producción hacia

el mercado y siendo estimulada por el natural afán de beneficio y el no menor egoísmo natural de

los hombres. Recuérdese la famosa afirmación de Adam Smith: “No es la benevolencia del

carnicero, el cervecero o el panadero lo que nos proporciona nuestra cena, sino el cuidado que

ponen ellos en su propio beneficio. No nos dirigimos a su humanidad sino a su egoísmo, y jamás

les hablamos de nuestras necesidades sino de su conveniencia”30. A partir de ahí, la división del

trabajo no deja de profundizarse y extiende su red más allá de las fronteras hasta formar un solo

mercado planetario.

Ahora bien, esta representación de la génesis de la economía de mercado y de su ineluctable

globalización puede resultar muy seductora, aunque sólo sea por su simplicidad aparente. Sin

duda es también una explicación muy normalizada. Pero desgraciadamente para los ideólogos del

neoliberalismo, no concuerda con lo que se concluye de la investigación histórica y antropológica.

Una presentación clara y contundente de ello podemos encontrarla en los trabajos de Karl Polanyi,

el cual, ya en 1944, mostraba cómo hasta la revolución industrial la institución del mercado,

aunque en sí misma antigua, no jugaba más que un papel secundario en la vida económica de las

diferentes civilizaciones. Lo propio de las sociedades precapitalistas desde el punto de vista de la

organización económica es que la economía no existe en tanto que esfera autónoma sino que se

encuentra sistemáticamente incrustada en las relaciones sociales. De otra manera, el sistema

económico, en sus dimensiones de producción y distribución, es administrado no en función de

una racionalidad individual fundada sobre la búsqueda del beneficio, sino en función de móviles no

económicos entre los que destacan las relaciones de parentesco y las representaciones religiosas.

Entenderemos mejor este argumento si nos remitimos a la diferenciación que establece Polanyi

entre economía sustantiva y economía formal31. Aspecto fundamental en el trabajo de Polanyi fue

el análisis del lugar de la economía en la sociedad, es decir, de la relación entre la ordenación de

la producción y la adquisición de bienes, por un lado, y el parentesco, la religión y otras formas de

organización y cultura, por otro. Como el estudio de estas relaciones trasciende la teoría

económica moderna, Polanyi sugirió que se las designara como “economía sustantiva” para

30 Ibíd., pág. 46 31 Cfr. Karl Polanyi “El lugar de la economía en la sociedad” en El sustento del hombre Ed. Mondadori: Barcelona, 1994

Page 18: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

18

distinguirla de la “economía formal”. Así, la palabra “económico” se utiliza en dos sentidos muy

diferentes, que habrá que tener en cuenta para evitar caer en el tan común error de pensar que

todas las economías, especialmente las primitivas, son simples variaciones de la economía de

mercado moderna. Cuando hablamos de economía sustantiva, utilizamos “económico” como

sinónimo de “material”. En este sentido, hablar de los aspectos económicos de determinada

sociedad es hacer referencia al ordenamiento de la adquisición, producción o uso de bienes

materiales o servicios para fines individuales o comunitarios. Por tanto, de seguir este criterio,

todas las sociedades serían “económicas” en tanto en cuanto están dotadas de un ordenamiento

que rige el aprovisionamiento de los medios materiales de existencia. En sentido formal, por

“económico” se entendería “economizar” o “ser económico”, es decir, elegir entre diferentes

alternativas que tendrían como objetivo optimizar la producción, el beneficio o la ganancia en el

intercambio, o minimizar los costes de producción. El problema es que en la economía capitalista,

integrada en el mercado, y en la teoría económica que la legitima, se funden los dos significados

de la palabra “económico”. En el capitalismo las instituciones del mercado sirven tanto para

proporcionar los medios materiales de existencia como para llevar a cabo las actividades

“economizantes” de los que participan en ellas: para ganarse la vida, en sentido estricto, hay que

someterse a las reglas del mercado. La economía de mercado es un sistema económico regido,

regulado y orientado únicamente por los mercados. Y en el que la tarea de asegurar el orden en la

producción y la distribución de bienes es confiada a ese mecanismo regulador, al mercado. En

consecuencia, lo que se espera es que los seres humanos se guíen preferentemente por su

egoísmo y su ambición con la pretensión de ganar el máximo dinero posible. Así, la verdadera

crítica que se puede formular a la sociedad capitalista de mercado no es que se funde en lo

económico, puesto que en el sentido que se acaba de indicar toda sociedad, cualquier sociedad lo

hace, sino que su economía repose en lo fundamental sobre el interés personal32.

Pero la economía de mercado es, como decíamos, un caso muy particular desde una

perspectiva histórica y antropológica. Semejante organización de “la vida económica es

completamente no natural, en el sentido estrictamente empírico de que es excepcional. Los

pensadores del XIX suponían que… en su actividad económica el hombre debía tender a

adaptarse a lo que ellos describían como una racionalidad económica, y que los comportamientos

contrarios a esta racionalidad provenían de una intervención exterior. De aquí se deducía que los

mercados eran instituciones naturales, susceptibles de surgir espontáneamente con tal de que se

dejase libertad de acción a los hombres”33. Las sociedades preindustriales suelen tener

economías en las que el modo estructurado de proporcionar los medios de existencia no consiste

32 A nadie se le escapará la indudable similitud de este planteamiento con el de Max Weber cuando éste establece una diferenciación

respecto de la acción económica entre racionalidad material o sustantiva y racionalidad formal: “Llamamos racionalidad formal de una gestión económica al grado de cálculo que le es técnicamente posible y que aplica realmente. Al contrario, llamamos racionalidad material al grado en que el establecimiento de bienes dentro de un grupo de hombres…tenga lugar por medio de una acción social de carácter económico orientada por determinados postulados de valor (cualquiera que sea su clase), de suerte que aquella acción fue completada, lo será o puede serlo, desde la perspectiva de tales postulados de valor. Éstos son extremo diversos” (Economía y sociedad Ed. F. C. E. : Madrid, 1993, pág. 64)

33 Karl Polanyi La gran transformación. Crítica del liberalismo económico Ed. La Piqueta: Madrid, 1997 pág. 390.

Page 19: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

19

en instituciones “economizantes”. Y ello porque, contrariamente a las afirmaciones de Smith, en

lugar de una predisposición natural al intercambio, en la mayor parte de las civilizaciones nos

encontramos con una marcada aversión frente a los actos abiertamente fundados sobre el interés.

Si bien no ignoran el mercado, los primeros imperios de la antigüedad y las sociedades primitivas

que los precedieron estaban organizados generalmente según principios diferentes, fundados

sobre la reciprocidad, la redistribución y la autarquía34. De esta manera, la organización del trabajo

colectivo testimonia durante largo tiempo la existencia de una división del trabajo totalmente

desconectada del surgimiento de una economía de mercado. La formación de excedentes que

permite esta división del trabajo no desemboca en el desarrollo de una esfera mercantil sino en la

realización de grandes trabajos de infraestructuras y grandes obras arquitectónicas, sobre todo

religiosas. En cuanto al desarrollo del comercio, no se puede inferir desde una evolución de los

intercambios vecinales y de los mercados locales que se habrían ido interconectando

progresivamente ya que no se ha observado históricamente ninguna tendencia de este tipo ni en

Europa ni en ningún otro lugar. Por tanto, y siguiendo los trabajos antropológicos de Malinowski y

los estudios sobre la economía de la Europa medieval de Henri Pirenne y Max Weber, Polanyi

llega a la conclusión de que la institución de una verdadera economía de mercado no fue algo que

sucediera de manera natural sino que, muy al contrario, resulta ser obra directa del Estado. Son

las monarquías centralizadas de Europa occidental, sobre todo Inglaterra y Francia, las que, a

partir del XVII realizaron la unión entre los múltiples mercados locales y el comercio exterior

creando progresivamente un mercado interior unificado e integrado. Hasta entonces, una estricta

separación existía entre los dos tipos de comercio. En las ciudades los comerciantes

internacionales no podían participar del comercio al por menor ya que éste estaba sometido a una

estricta reglamentación que protegía los intereses de los productores. Esta reglamentación estaba

establecida por las corporaciones conforme a las prescripciones morales de la Iglesia, en

particular las que se referían al precio y salario justos. Pero, insiste Polanyi, si el comercio local

estaba estrictamente reglamentado, la producción destinada a la exportación no dependía más

que formalmente de las corporaciones. La industria exportadora dominante en la época, el

comercio de tejidos, estaba de hecho organizada sobre la base capitalista del trabajo asalariado.

La reacción de la vida urbana, del comercio local, ante el capital móvil generado por esa industria

exportadora no fue intentar controlar el comercio de larga distancia producido por ésta, sino

aplicar una forma política de exclusión y protección. De ahí que tenga que ser el Estado el que, a

lo largo de los siglos XV y XVI, impusiera el sistema mercantil al encarnizado proteccionismo de

ciudades y principados. “El mercantilismo destruyó el particularismo superado del comercio local e

intermunicipal haciendo saltar las barreras que separaban estos dos tipos de comercio no

concurrencial, dejando así el camino libre a un mercado nacional que ignoraba cada vez más la

distinción entre la ciudad y el campo, así como la distinción entre las diversas ciudades y

34 Ibíd., pág. 90 y ss.

Page 20: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

20

provincias”35. Por tanto, el mercantilismo, reducido generalmente en los manuales de economía a

una doctrina proteccionista que asimilaba la riqueza a la acumulación de metales preciosos, fue

ante todo un vasto movimiento de liberalización del comercio interior impuesto por los Estados-

nación surgidos del régimen feudal con el objetivo de poner fin al sistema de protección

económica y social de las ciudades. El Estado respondía así a las demandas de los comerciantes

internacionales que querían desarrollar sus actividades sobre el conjunto del mercado interior. De

esta alianza entre los comerciantes y los Estados nacería el sistema concurrencial de la economía

de mercado.

En definitiva, al mito clásico de una extensión espacial de la esfera de intercambio, Polanyi

opone una secuencia prácticamente inversa en la cual el mercado como institución gobernante del

conjunto de la vida económica y social se origina en el comercio internacional. Desconectado

inicialmente de las estructuras económicas internas, el comercio internacional había permitido una

acumulación y una concentración de riquezas tales que su movilización por parte de los Estados-

nación se convirtió en un asunto fundamental de poder. La conjunción de intereses entre los

comerciantes y los príncipes hará posible la formación de mercados interiores sobre los que se

gestaría la revolución industrial. A su vez, la introducción de máquinas en la esfera de la

producción implicaría la constitución de mercados para los diferentes factores de producción

(trabajo, tierra, moneda) cuya continua disponibilidad era indispensable para la rentabilidad de las

inversiones. De otra manera, la autorregulación implica que toda la producción esté destinada a la

venta en el mercado y que todos los ingresos provengan de ello. Así, existirán mercados para

todos los elementos de la industria, para los bienes pero también para el trabajo, la tierra y el

dinero cuyos precios serán denominados, respectivamente, precios de mercancías, salario, renta

e interés. Mas estos mismos términos indican que los precios forman los ingresos: el interés es el

precio de la utilización del dinero y constituye los ingresos de quienes están en condiciones de

ofrecerlo; el arriendo es el precio de la utilización de la tierra y constituye los ingresos de quienes

la arriendan; el salario es el precio de la utilización de la fuerza de trabajo y constituye los ingresos

de quienes la venden; en fin, los precios de las mercancías o de los productos hacen posibles los

ingresos de quienes los venden, siendo el beneficio en realidad la renta resultante de dos

conjuntos de precios: el de los bienes producidos y, por otra parte, su coste, es decir, el precio de

los bienes necesarios para su producción36. Pero no sólo deben existir mercados para todos los

elementos de la industria, sino que también debe lograrse que no se arbitre ningún tipo de medida

o de política que pueda suponer un obstáculo para el buen funcionamiento del mercado. Las

únicas medidas, las únicas políticas aceptables serán aquellas que contribuyan a asegurar y a

reforzar la autorregulación del mercado, a crear, consolidar y desarrollar las condiciones que

hagan del mercado el único poder organizador en materia económica y, por extensión, de todo el

resto de materias de la vida social e intelectual que componen la existencia humana. A partir de

35 Ibíd., pág. 116 36 Ibíd., pág. 122-123

Page 21: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

21

aquí, los últimos residuos de la sociedad tradicional se rompen y la propia sociedad se convierte

en un apéndice del sistema económico quedando a expensas de los designios de un mercado que

se entiende autorregulado y autorregulador,

Un mercado autorregulador, sostiene pues Polanyi, exige nada menos que la división

institucional de la sociedad en una esfera económica y en una esfera política. Esta dicotomía no

es, de hecho, más que la simple reafirmación, desde el punto de vista de la sociedad en su

conjunto, de la existencia de un mercado autorregulador. Se nos quiere hacer creer, mediante la

afirmación del carácter natural de ese mercado autorregulador, que esta separación en dos

esferas ha existido siempre, en todas las épocas y en todas las sociedades. Pero esta afirmación

es manifiestamente falsa. Ni en la historia ni en la etnografía encontramos la más mínima

evidencia de ninguna otra economía anterior a la capitalista que estuviera dirigida y regulada por

el mercado. Sin duda por ello y porque, añade con ironía Polanyi, los datos que aportaban tales

disciplinas en el XIX apuntarían a que la psicología del hombre primitivo parecía ser definida más

adecuadamente como comunista que como capitalista, los especialistas del pasado siglo en

historia económica ignoraron la economía anterior al momento en que el trueque y el intercambio

alcanzaron una amplitud considerable: “la misma prevención que empujó a la generación de Adam

Smith a considerar al hombre primitivo como un ser inclinado al trueque y al pago en especie, ha

incitado a sus sucesores a desinteresarse totalmente del primer hombre, pues se sabía que éste

no se había dedicado a estas loables pasiones. La tradición de los economistas clásicos, que

intentaron fundar la ley del mercado en pretendidas tendencias inscritas en el hombre en estado

de naturaleza, fue sustituida por una ausencia total de interés por las culturas del hombre no

civilizado”37.

Pero lo que realmente le interesa destacar a Polanyi no es la falsedad de este carácter natural

del mercado, sino las consecuencias que tiene para la sociedad su sometimiento a las leyes del

mercado, qué transformaciones se producen en la sociedad y, todavía más importante, cómo unas

y otras operan sobre las mentalidades de los hombres tras asumir que las leyes del mercado “son

las leyes de la naturaleza y, por, consiguiente, las leyes de Dios”. Y en este sentido, el punto más

importante que habría que destacar es que el mecanismo del mercado se articula,

necesariamente, en torno al concepto de mercancía: el mercado exige la conversión en mercancía

de todos los diferentes elementos de la vida industrial así como la existencia de un mercado para

cada uno de esos elementos. Por tanto, y con independencia de que no sean en sí mismos

mercancías, elementos esenciales como son el trabajo, la tierra y el dinero pasan a ser

considerados como mercancías. “Esta ficción, sin embargo, permite organizar en la realidad los

mercados de trabajo, de tierra y de capital. Estos son de hecho comprados y vendidos en el

mercado, y su oferta y demanda poseen magnitudes reales hasta el punto de que, cualquier

medida, cualquier política, que impidiese la formación de estos mercados, pondría ipso facto en

peligro la autorregulación del sistema. La ficción de la mercancía proporciona por consiguiente un

37 Ibíd., pág. 86

Page 22: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

22

principio de organización de importancia vital que concierne el conjunto de la sociedad y que

afecta a casi todas sus instituciones del modo más diverso. Este principio obliga a prohibir

cualquier disposición o comportamiento que pueda obstaculizar el funcionamiento efectivo del

mecanismo del mercado, construido sobre la ficción de la mercancía”38.

El problema es que lo que esto ratifica es el hecho de que la sociedad en su conjunto queda

sometida a las exigencias del mercado. Y las consecuencias que de ello se derivan son, sin duda,

gravísimas para la sociedad, es decir, para las personas que la configuran. Cuando Polanyi

plantea la relación entre economía y sociedad, cuando analiza esa cuestión desde las nuevas

características que impone a la sociedad la economía capitalista de mercado surgida de la

revolución industrial inglesa, no puede menos que constatar que “una riqueza inaudita iba

acompañada inseparablemente de una pobreza también insólita. Los eruditos proclamaban al

unísono que se había descubierto una nueva ciencia que no dejaba ninguna duda acerca de las

leyes que gobernaban el mundo de los hombres. Y en nombre de la autoridad de estas leyes,

desapareció de los corazones la compasión, y una determinación estoica a renunciar a la

solidaridad humana, en nombre de la mayor felicidad del mayor número posible de hombres,

adquirió el rango de religión secular. El mecanismo del mercado se fortalecía y reclamaba a

grandes voces la necesidad de alcanzar su culmen: era necesario que el trabajo de los hombres

se convirtiese en una mercancía… los hombres se precipitaron ciegamente hacia el refugio de una

utópica economía de mercado”39. Pero este “utópica economía de mercado”, esta economía

capitalista, plasmada en la revolución industrial, que indudablemente multiplicó la riqueza del

hombre, también amenaza seriamente la estructura de la sociedad, radicando esa amenaza

precisamente no ya en su carácter industrial sino en el hecho de que sea una sociedad regulada

por el mercado. “Nada… más normal (sostienen los teóricos del liberalismo) que un sistema

económico constituido por mercados gobernados únicamente por los precios, y una sociedad

humana fundada en ellos que aparecía como el objetivo del progreso. Lo importante no era tanto

si esta sociedad era o no deseable desde el punto de vista moral, cuanto si era realizable en la

práctica por considerar que estaba fundada en características inherentes al género humano”40.

Pero lo que sí se puede constatar de manera clara es que, en la medida en que el mercado

asume el control del sistema económico y la sociedad pasa a ser considerada exclusivamente en

tanto que auxiliar del mercado, los efectos sobre la organización de la sociedad en su conjunto

son devastadores. En lugar de supeditarse la economía a las relaciones sociales, son éstas las

que deben adecuarse al sistema económico, al mercado. El factor económico excluye cualquier

otro tipo de consideración puesto que una vez el sistema económico se articula en instituciones

separadas, fundadas sobre móviles determinados y dotadas de un estatuto especial, la sociedad

se ve en la obligación de asumir un modo de acción específico que posibilite el funcionamiento del

sistema siguiendo sus propias leyes e impida, así mismo, la aparición o la efectividad de todo

38 Ibíd., pág. 128 39 Ibíd., pág. 173 40 Ibíd., pág. 390

Page 23: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

23

aquello que pueda suponer un obstáculo para el desarrollo efectivo de dichas leyes. De aquí que

sea “justamente en este sentido en el que debe ser entendida la conocida afirmación de que una

economía de mercado únicamente puede funcionar en una sociedad de mercado”41.

CAPITALISMO REALMENTE EXISTENTE

Asistimos, pues, a la imposición al conjunto de la sociedad de criterios específicamente

mercantiles y, en primer lugar y como condición necesaria aunque no suficiente, a la obligada

conversión del trabajo del hombre en mercancía. Pero, en este orden de cosas, una economía

capitalista de mercado no es socialmente viable. “Permitir que el mecanismo del mercado dirija

por su propia cuenta y decida la suerte de los seres humanos y de su medio natural, e incluso que

de hecho decida acerca del nivel y de la utilización del poder adquisitivo, conduce necesariamente

a la destrucción de la sociedad. Y esto es así porque la pretendida mercancía denominada “fuerza

de trabajo” no puede ser zarandeada, utilizada sin ton ni son, o incluso ser inutilizada, sin que se

vean inevitablemente afectados los individuos humanos portadores de esta mercancía peculiar”42.

Considera, pues, Polanyi que una economía capitalista de mercado con un sistema estricto de

laissez-faire, es decir, sin ningún tipo de mecanismo corrector de los graves problemas que

ocasiona cuando se le deja actuar con total impunidad, es socialmente inviable. Recordemos que

la economía capitalista, y la sociedad capitalista que genera a su imagen y semejanza, se

fundamenta sobre la consideración de la búsqueda del máximo beneficio posible y, mediante la

conversión del trabajo en mercancía, del miedo al hambre, como criterios rectores de todas sus

actividades. A este respecto, no podemos resistir la tentación de reproducir un texto recogido por

Polanyi en el que, con la misma pasión que luego se ha tratado y se trata de ocultar, se nos

muestra con toda nitidez cómo la intervención externa sobre los mecanismos del mercado es

altamente contraproducente pues elimina la coerción económica básica del capitalismo, esa

coerción que puede resumirse de manera esquemática así: o tú, que no posees nada excepto tu

fuerza de trabajo, la vendes en las condiciones que marca el mercado, o, por supuesto haciendo

uso de tu libertad la cual deberá ser siempre protegida, te mueres de hambre. Sólo diez años

después de Adam Smith, William Townsend escribía lo siguiente: “El hambre domesticará a los

animales más feroces, enseñará a los más perversos la decencia y la civilidad, la obediencia y la

sujeción. En general, únicamente el hambre puede espolear y aguijonear (a los pobres) para

obligarlos a trabajar; y, pese a ello, nuestras leyes, hay que reconocerlo han dispuesto también

que hay que obligarlos a trabajar. Pero la fuerza de la ley encuentra numerosos obstáculos,

violencia y alboroto; mientras que la fuerza engendra mala voluntad y no inspira nunca un buen y

aceptable servicio, el hambre no es sólo un medio de presión pacífico, silencioso e incesante, sino

también el móvil más natural para la asiduidad y el trabajo; el hambre hace posibles los más

poderosos esfuerzos, y cuando se sacia, gracias a la liberalidad de alguien, consigue fundamentar

41 Ibíd., pág. 105 42 Ibíd., pág. 128-129

Page 24: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

24

de un modo durable y seguro la buena voluntad y la gratitud. El esclavo debe ser forzado a

trabajar, pero el hombre libre debe ser dejado a su propio arbitrio y a su discreción, debe ser

protegido en el pleno disfrute de sus bienes, sean éstos grandes o pequeños, y castigado cuando

invade la propiedad de su vecino”43. Comprobamos así cómo este sistema capitalista de mercado,

que mantiene unas pretensiones de universalidad sin precedentes desde el principio del

cristianismo, implica las más altas cotas de perversión y crueldad, una perversión y una crueldad

que “radicaban precisamente en emancipar al trabajador, con la explícita intención de convertir en

una amenaza real la posibilidad de morir de hambre”44. En otras palabras, a lo que conduce dicho

sistema capitalista no puede ser más que a la escisión social y a la destrucción del hombre. De

ahí que debamos entender todas las grandes convulsiones de este siglo, en particular las de las

décadas de los años veinte y treinta, pero también, aunque desde una perspectiva opuesta, las de

las postrimerías del siglo, como intentos de responder de una u otra manera a las amenazas

reales de destrucción que comporta el capitalismo realmente existente.

No creemos que resulte en exceso esquemático el entender dichas convulsiones como el

intento de responder a la pregunta de cómo puede la sociedad recuperar el control de las fuerzas

de la economía, un control que fue entregado de manera total y absoluta al mercado

autorregulador durante la revolución industrial y la consolidación del modo de producción

capitalista. En este sentido, las revoluciones socialistas supusieron un intento de ruptura con este

auténtico chantaje al que el mercado tiene sometida a la sociedad en su conjunto –lo que

probablemente provocó tanto una consideración dogmática del mercado como mal absoluto, como

una incapacidad real para diferenciar el mercado tradicional y el mercado financiero, dos

entidades equiparables sólo nominalmente, errores ambos que provocaron consecuencias de

todos conocidas–. Ahora bien, también en el seno del propio campo capitalista se produjeron

transformaciones de emergencia en unas sociedades capitalistas de mercado que se habían

convertido en absolutamente intolerables desde el punto de vista económico y social. Surgen, así,

el fascismo y el nazismo, como respuestas del propio sistema capitalista a una situación de crisis

aguda del mismo que provoca su abierta puesta en cuestión e, incluso, hace peligrar su propia

existencia. En este sentido, es por completo ridícula la afirmación de Fukuyama45, y de tantos

otros voceros del autoproclamado pensamiento único triunfante, según la cual la victoria del

modelo neoliberal se fundamenta sobre la derrota de los dos modelos que se le planteaban como

alternativos: el comunismo y el fascismo. Estos han desaparecido, dicen, como alternativas

sistemáticas viables al capitalismo liberal occidental. La derrota militar del fascismo en la Guerra

Mundial y la derrota política y económica del comunismo representada por la caída del muro de

Berlín hace ahora diez años, supondrían, pues, el “fin de la historia” en tanto que historia de las

ideas y el conocimiento, donde la victoria sería completa, sin prisioneros ni heridos. El triunfo de la

43 William Townsend Dissertation on the P oor Laws en K. Polanyi La gran transformación pág. 190-191 44 K. Polanyi ibíd. Pág. 355 45 Cfr. Francis Fukuyama “¿El fin de la historia?” El País 24 de septiembre de 1989; El fin de la historia y el último hombre Ed.

Planeta: Barcelona, 1992 y “Pensando sobre el fin de la historia diez años después” El País 17 de junio de 1999

Page 25: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

25

democracia capitalista, liberal y de mercado, sobre sus sistemas antagónicos, comunismo y

fascismo, es incuestionable, sostiene Fukuyama.

Sin embargo, habrá que hacer algunas matizaciones importantes frente a semejante

argumentación. En primer lugar, no deja de ser curioso que se liquide al fascismo con su derrota

en la 2ª Guerra. Esto implica, evidentemente, la no consideración del fascismo posterior al 45 no

ya sólo como permanente substrato en las “democracias liberales”, pedirle eso a Fukuyama sería

excesivo, sino ni siquiera en sus más criminales actuaciones a lo largo y ancho del planeta, desde

América central y del sur hasta Sudáfrica o Indonesia. La razón probable de este olvido sería, por

lo que respecta a esos últimos casos, que estaríamos hablando del “patio trasero”, de la periferia,

de esos países cuyos acontecimientos no interfieren en la democracia liberal occidental, aunque

sea ésta la que los propicia y se beneficia de ellos. Por lo que atañe al substrato fascista en las

propias democracias, esto nos llevaría al segundo, y más importante, matiz antes señalado. Si se

dice que el comunismo ha fracasado sería en tanto que él mismo se presentaba como sistema

económico alternativo al capitalismo. Pero presentar al fascismo como modelo alternativo al

sistema capitalista de mercado es una burla sangrante, es seguir queriendo hacernos comulgar

con ruedas de molino. El fascismo no es un sistema económico alternativo al capitalismo, sino la

respuesta política, económica y cultural del capitalismo en tiempos de crisis. Es la respuesta

violenta del capital ante su radical puesta en cuestión. Fascismo y democracia liberal son dos

caras de una misma moneda, de un mismo sistema, no dos sistemas antagónicos. Con

independencia de lo que podrían ser declaraciones programáticas, es históricamente indudable

que el fascismo implica la toma directa y sin mediaciones del poder, a todos sus niveles, por parte

del capital, ese capital que se ve en peligro y reacciona defendiéndose de manera abiertamente

criminal. Y cuando el peligro desaparece, la situación se normaliza, se democratiza: podemos

volver a codificar la violencia. Se trata, por tanto, de dos caras de una misma moneda que se

enseñan de forma alternativa según convenga, es decir, según lo exijan en cada momento

concreto las condiciones para una óptima acumulación de capital.

Es cierto que, en esta fase de subsunción real del trabajo en capital en la que ya no es precisa

la violencia de la acumulación originaria, la acumulación de capital alcanza su grado óptimo en

condiciones de “democracia-liberal”, donde la violencia queda enmascarada bajo formas

puramente ideológicas y la alienación alcanza cotas de pesadilla: “…en esta fase formalizada de

la norma-capital, en la que ninguna violencia exterior es ya ontológicamente necesaria, es el

propio proletario quien, cada noche, dará cuerda al despertador que lo pondrá en pie para volver,

cada mañana, a la puerta de la misma fábrica. Esa es la verdadera dictadura de la burguesía. Lo

demás es anécdota. Él sólo marcará los gestos de su muerte cotidiana, las condiciones materiales

de su servidumbre incuestionada a la relación que, bajo la forma mistificadora del salario, lo

mantiene en vida y reproduce su identidad. Con un poco de suerte, hasta se sentirá feliz de poder

hacerlo. Y, si no, para eso están los psiquiatras”46. En esta coyuntura hasta se permiten el alarde

46 G. Albiac “Introducción” en Toni Negri Fin de siglo Ed. Paidós: Barcelona, 1992, pp. 19-20

Page 26: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

26

de amenazar con la prisión a aquellos que utilizaron en su momento para llevar a cabo el trabajo

sucio de eliminar a los que ponían en peligro el proceso de expolio que exige la acumulación de

capital. No obstante, también es cierto que si las circunstancias lo exigen, si, por ejemplo,

reaparecen con fuerza esos planteamientos colectivistas que se dan, a Dios gracias, por

finiquitados o si, otro ejemplo, aquellos que sólo padecen las consecuencias del expolio pero no

disfrutan de las ventajas del proceso de acumulación no comprenden que esta situación es

inherente al propio proceso de acumulación y, por el contrario, se obcecan en pretender entrar a

formar parte del primer mundo, sin duda volverá a surgir del armario —¿no lo está haciendo ya?—

la otra cara, la cara más crudamente salvaje del capital, el fascismo.

Comunismo y fascismo no han sido, en todo caso, las únicas transformaciones de emergencia

ante la implacable lógica del mercado autorregulador. Sin duda el “New Deal”, el keynesianismo,

la socialdemocracia de postguerra, serían intentos de introducir determinados factores de

intervención sobre los mecanismos del mercado, intentos de construir un “capitalismo con rostro

humano”, de conseguir liberar a los hombres de su esclavitud del proceso económico. Durante

demasiado tiempo se habrían considerado las cuestiones económicas como cuestiones finales y

habría llegado ya el momento de retrotraer la economía al estatuto de un medio para fines

humanos verdaderos, unos fines que son sociales y no económicos. Es de esta manera que se

habla de “democracia capitalista”, o de “capitalismo democrático”, y se la considera como la única

forma de organización social, como el único sistema económico y político, que puede hacer

compatibles las exigencias “naturales” del mercado, con su corolario de riqueza y progreso técnico

y material, y la libertad y la felicidad de los hombres. No obstante, no estaremos afirmando nada

novedoso si recordamos que en esa expresión, “democracia capitalista”, pervive una contradicción

en los términos ya que incluye dos sistemas opuestos47. Hablamos en primer lugar, aunque con

excesiva frecuencia se recurra a todo tipo de eufemismos, de capitalismo, y éste es, se quiera

ocultar o no, un sistema que exige, que tiene como condición ontológica, la existencia de una

clase relativamente pequeña de gente que posea y controle los medios de la actividad industrial,

comercial y financiera, así como la mayor parte de los medios de comunicación, por no decir

todos. Por tanto, esta gente ejerce una influencia por completo desproporcionada sobre la política

y la sociedad, tanto en sus respectivos países como allende sus fronteras. Por otro lado,

hablamos de democracia, la cual se basaría en la negación de esa supremacía y requeriría, por

tanto, una igualdad de condiciones que el capitalismo repudia por su propia naturaleza, por su

propia definición. Dominación y explotación son palabras desagradables que no suelen entrar en

el vocabulario habitual de nuestros políticos o nuestros media, pero que están en el centro de la

democracia capitalista liberal e inextricablemente vinculadas a ella: forman parte de su propia

esencia.

47 Cfr. por ejemplo: Ralph Miliband “Fukuyama and the Socialist Alternative” New Left Review 193, 1992, pp. 108-113, cuya

exposición seguimos.

Page 27: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

27

A excepción de algunos iluminados trasnochados, no suele recordarse, probablemente no sea

de buen tono ni políticamente correcto, que el capitalismo es un sistema basado en el trabajo

asalariado. Éste se definiría, de manera simple, como el trabajo efectuado por un asalariado en

beneficio de un empleador privado el cual estaría facultado, por el mero hecho de poseer y

controlar los medios de producción, para apropiarse y disponer de cualquier excedente que

produzca el trabajador. Los empleadores, los empresarios, están constreñidos, en condiciones de

democracia liberal, por diferentes presiones que limitan su libertad para tratar con los trabajadores

como quieran o para disponer de los excedentes que extraen. Pero estas limitaciones

simplemente cualifican su derecho a extraer un excedente y a disponer de él, un derecho que no

es, como decíamos, casi nunca cuestionado puesto que se considera un derecho natural, de la

misma manera que, en su momento, se consideró natural el trabajo esclavista.

Por supuesto, el trabajo asalariado no es el trabajo del esclavo, pero implica, dice Miliband, una

relación social que desde una perspectiva socialista, igualitaria si se quiere, es moralmente

aberrante: nadie debería trabajar para el enriquecimiento privado de otro, sobre todo cuando ese

trabajo se realiza sobre la conversión en amenaza real de “la posibilidad de morir de hambre”.

Los países del socialismo real y su experiencia “comunista”, demostraron que la propiedad pública

de los medios de producción no es garantía suficiente para la eliminación de la explotación y que,

desde luego, no hay ni de lejos una desaparición automática de la misma. Pero la explotación bajo

propiedad pública es una deformación puesto que un sistema basado sobre la propiedad pública

de los medios de producción ni descansa sobre la explotación, ni la exige. Bajo condiciones de un

control democrático, social, proporciona las bases para la asociación libre y cooperativa de los

productores. Por contra, bajo condiciones de propiedad privada de los medios de producción, el

objetivo fundamental de la actividad económica es la explotación. En dichas condiciones, una

actividad económica que no desembocara en el enriquecimiento privado de los detentadores del

poder ecónomico, y por extensión político, carecería por completo de sentido.

Tenemos que ser perfectamente conscientes de esto, porque si no, los árboles, y numerosos

jardineros hay cuya función es precisamente ésa, no nos dejarán ver el bosque. Es desolador leer

cómo responde una prestigiosa ONG frente a la inquietud de un miembro de la misma ante la

posibilidad de que las prendas de vestir que la organización vende como promoción y para

obtener algunos ingresos extras fueran “fabricadas en el Tercer Mundo y, seguramente, a través

de la explotación de mano de obra infantil” –llama la atención que al preocupado comprador le

asalte esta duda porque las prendas “no son de buena calidad”– La ONG contestaba en su revista

mensual que, asumiendo dicha preocupación, habían firmado un convenio con la empresa que

garantiza que los productos han sido fabricados en España e incluye además “una cláusula en la

que la empresa se compromete a la no explotación (en cualquiera de sus formas) de los

trabajadores”. ¿Ignorancia o ingenuidad?. Dominación y explotación, insistiremos, son

consustanciales a la empresa capitalista. Podrán ser salvajes o solapadas, brutales o moderadas

mediante argucias ideológicas, utilizar mano de obra infantil y en condiciones de semi-esclavitud o

Page 28: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

28

permitir la actuación de sindicatos de clase, pero son inherentes al capitalismo, inseparables de un

sistema capitalista que exige, que tiene como condición necesaria, aunque ni siquiera suficiente48,

la conversión del trabajo humano en mercancía, esto es, la consideración mercantilista de la

satisfacción de la más básica de las necesidades de los seres humanos: el derecho a subsistir49.

En definitiva, la democracia capitalista implica una limitación de la propia democracia, puesto

que no va a cuestionar seriamente el poder, la propiedad, los privilegios, de los detentadores del

poder económico y político. El hecho cierto es que en los regímenes democrático-capitalistas, los

procedimientos democráticos están manipulados por las elites y por los aparatos políticos y

medios de comunicación que controlan. En estos regímenes los procedimientos democráticos son

un simulacro de una democracia por completo viciada a consecuencia del contexto capitalista en

que funciona. A este respecto, y en el ya citado artículo, Miliband menciona un trabajo en el que

se definen las elecciones como ”una válvula de escape, un interludio en el que los humildes

podían sentir un poder que en otros momentos les era negado, un poder que era sólo ilusorio. Y

era también un ritual legitimador, un rito mediante el cual el populacho renovaba su

consentimiento a una estructura oligárquica del poder”50. Se nos aclara que se está hablando de la

América colonial, pero ¿sería alguien capaz de negar la absoluta y total pertinencia de esta

descripción por lo que respecta a la situación en la que nos encontramos en los albores del nuevo

siglo?.

MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN Y CAPITALISMO

Pero la prueba más evidente de la contradicción que venimos destacando respecto de la

democracia liberal la encontramos precisamente en los propios procesos de mundialización y

globalización. Tal y como ya hemos planteado, lo que dichos procesos implican no es más que el

abandono de los intentos por conseguir esa cuadratura del círculo que es un capitalismo con

rostro humano. Tras la aplastante victoria obtenida hasta el momento por el capital en el campo

económico, político y, sobre todo, ideológico, ya no son precisos maquillajes. Y si de muestra vale

un botón, tonto pero significativo, podemos traer a colación en este punto lo sucedido con Oskar

48 “La mercancía no puede ser comprendida en su esencia auténtica sino como categoría universal del ser social total. Sólo en este

contexto la reificación surgida de la relación mercantil adquie re una significación decisiva, tanto para la evolución objetiva de la sociedad como para la actitud de los hombres hacia ella, para la sumisión de su conciencia a las formas en que esa reificación se expresa…Esta sumisión se acrecienta aún por el hecho de que cuanto más aumentan la racionalización y mecanización del proceso productivo, más pierde la actividad del trabajador su carácter de actividad, para convertirse en actitud contemplativa” György Lukács Historia y conciencia de clase Ed. Grijalbo: Barcelona, 1975

49 ¿Cómo puede hablarse entonces, en el capitalismo, de ética de la empresa?. Incluso remontándonos a sus clásicos, si aceptamos esa formulación del imperativo categórico kantiano que establece la necesidad de tratar a la humanidad, tanto en la persona propia como en la persona de todos los otros, siempre como un fin y nunca simplemente como un medio; si el fin en sí significa que la persona es un fin para todos y no sólo para ella misma, por lo que ninguna persona puede ser considerada como un medio de otra porque eso significaría tratarla como a una cosa, es decir, la cosificación, la reificación de las relaciones humanas; si, en consecuencia, la persona no tiene un precio sino un valor; si todo ello le lleva al propio Kant a rechazar como profundamente inmorales actividades como la prostitución o la esclavitud en la medida que en ellas se relega a la persona al rango de medio, se le fija un precio y se la trata como a una cosa, ¿cómo podremos aceptar moralmente un sistema económico y social que todo él se fundamenta sobre la conversión del trabajo humano y, por extensión del hombre y de todas sus actividades y relaciones humanas, en mera mercancía?

50 Edmund Morgan Inventing People: The Rise of Popular Sovereignity in England and America London, 1988 en Ralph Miliband op. cit.

Page 29: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

29

Lafontaine. Éste, a la sazón ministro de economía alemán y representante del sector “izquierdista”

del partido socialdemócrata de su país, se vio en la necesidad de dimitir de su cargo ministerial y

como presidente del partido ante la profunda desconfianza y hostilidad que provocaban sus

planteamientos, unos planteamientos que, en el mejor de los casos, podían ser calificados como

keynesianos. Lo que ocurre es que, hoy por hoy, incluso el keynesianismo es considerado un

grave peligro por el neoliberalismo triunfante, un pensamiento vetusto, obsoleto e inaplicable.

Quizá por eso, hasta el diario El País expresaba en sendas editoriales su indisimulada alegría

ante la desaparición política de un personaje “anacrónico” y la “rectificación a tiempo” efectuada

por el canciller alemán51. La exigencia de liberalización ya no admite más trabas que las

meramente propagandísticas cuando llega la hora de la farsa mediático-electoral. Ya lo dicen

hasta esa especie de reedición de pareja cómico-dramática, tipo el gordo y el flaco pero en

versión el sonrisas y el serio, que son Blair y Schröeder, los cuales inician ese patético ejercicio

espiritual de “Padre-perdónanos-nuestros-pecados“ denominado Tercera vía, con la máxima:

“Menos regulación y más flexibilidad. La regulación es el enemigo de nuestro éxito. Hay que

empequeñecer el Estado, hay que disminuir el gasto público, hay que reducir drásticamente los

impuestos, esos impuestos cuyo sentido primordial era el de redistribuir la riqueza, hay que

liberalizar más aún el mercado de trabajo eliminando todas aquellas medidas que tenían como

objetivo la defensa de la parte, por definición, más débil. En suma, hay que liquidar aquello que se

denominó Estado del bienestar, el cual, ahora se demuestra con total nitidez, no era un elemento

natural en la evolución del proceso de acumulación de capital, del capitalismo, sino una argucia

táctica de respuesta frente a la existencia de un sistema alternativo al capitalista que se erigía,

quizá de manera más nominal que real, sobre los excesos, injusticias y peligros de ese mercado

autorregulador denunciado por Polanyi. Los límites a la dominación y la explotación que

significaba el Estado del bienestar en el primer mundo, fueron el resultado de una incansable

lucha, de una incesante presión desde abajo para ampliar los derechos políticos, cívicos y

sociales limitando el carácter hegemónico y depredador del mercado autorregulador, frente a los

esfuerzos hechos desde arriba para erosionar tales derechos al considerarlos como trabas

intolerables al desarrollo natural del mercado. Así pues, desaparecida la alternativa, desaparecen

los tapujos: dejémonos de regulación, vía libre a la flexibilidad.

Ahora bien, es rigurosamente cierto que, desde esta perspectiva, la mundialización no designa

nada nuevo, nada particular, nada específico. Desde sus orígenes la mundialización es la

dimensión esencial del propio modo de producción capitalista. Ya en el Manifiesto Comunista,

Marx y Engels avanzaban un diagnóstico de la mundialización capitalista52. El capitalismo, decían

entonces, está desarrollando todo un proceso de unificación no sólo económica sino también

cultural del mundo para remodelar éste en función de sus propios intereses: “mediante la

explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al

51 Cfr. El País 11 y 12 de mayo de 1999 52 Cfr. los excelentes artículos del dossier “La actualidad del Manifiesto Comunista” en Papeles de la Fundación de Investigaciones

Marxistas. nº 11 1998

Page 30: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

30

consumo de todos los países. Con gran pesar de los reaccionarios, ha quitado a la industria su

base nacional (…) En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a

sí mismas, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones.

Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la producción intelectual53”. Tengamos

muy presente esta frase. Marx y Engels no se están refiriendo únicamente a la imposición de una

forma específica de organización económica, ni a unos meros procesos de desarrollo de la

acumulación de capital, es decir, de lo que hemos denominado globalización. Están mencionando

también los procesos de dominación cultural e ideológica que desarrolla ese determinado modo

organizar la sociedad en su conjunto que es el capitalismo. Y son perfectamente conscientes de

los medios que la dominación hace suyos en su propio provecho: “Merced al rápido

perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de

comunicación (la burguesía) obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el

modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse

burgueses. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza”54

Por tanto, es la misma dinámica de la acumulación capitalista la que conduce a la

mundialización. En otros escritos posteriores y analizando la tendencia histórica de la acumulación

capitalista a la vez que tratando de explicar su génesis histórica, Marx, tras considerar el

vandalismo de la acumulación originaria del capital, continúa diciendo: ”No bien ese proceso de

transformación ha descompuesto suficientemente, en profundidad y en extensión, la vieja

sociedad; no bien los trabajadores se han convertido en proletarios y sus condiciones de trabajo

en capital; no bien el modo de producción capitalista pueda andar ya sin andaderas, asumen una

nueva forma la socialización ulterior del trabajo y la transformación ulterior de la tierra y de otros

medios de producción en medios de producción socialmente explotados, y por ende en medios de

producción colectivos, y asume también una nueva forma, por consiguiente, la expropiación

ulterior de los propietarios privados. El que debe ahora ser expropiado no es ya el trabajador que

labora por su propia cuenta, sino el capitalista que explota a muchos trabajadores. Esta

expropiación se lleva a cabo por medio de la acción de las propias leyes inmanentes de la

producción capitalista, por medio de la concentración de capitales. Cada capitalista liquida a otros

muchos. Paralelamente a esa concentración, o a la expropiación de muchos capitalistas por

pocos, se desarrollan en escala cada vez más amplia…el entrelazamiento de todos los pueblos en

la red del mercado mundial, y, con ello el carácter internacional del régimen capitalista. Con la

disminución constante en el número de los magnates capitalistas que usurpan y monopolizan

todas las ventajas de este proceso de trastocamiento, se acrecienta la masa de la miseria, de la

opresión, de la servidumbre, de la degeneración, de la explotación”55. En efecto, y de nuevo Marx,:

“La tendencia a crear el mercado mundial viene dada inmediatamente en el concepto de capital.

53 Karl Marx y Friedrich Engels “Manifiesto del Partido Comunista” en Obras escogidas T.I Ed. Akal: Madrid, 1975 pp. 25-26 54 Ibid. pág. 26 55 Karl Marx El capital libro I, secc. VII, cap. XXIV “La llamada acumulación originaria” Ed. Siglo XXI: Madrid, 1975, pp. 952-

953

Page 31: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

31

Todo límite se presenta como un límite a superar. Ante todo, el capital tiene la tendencia a

someter todo momento de la producción al cambio y a negar la producción de valores de uso

inmediatos, que no entran en el cambio, es decir, tiene la tendencia a colocar precisamente la

producción basada sobre el capital en lugar de modos de producción anteriores y, desde su punto

de vista, primitivos. El comercio ya no se presenta aquí como una función que tiene lugar entre

producciones independientes para el cambio de su excedente, sino como un presupuesto esencial

omnicomprensivo y como un momento de la producción misma”56. El carácter mundial del modo

de producción y del intercambio capitalista queda, pues, afirmado sin ambages. Y el mercado

mundial no es concebido como una yuxtaposición de mercados nacionales, sino como la

dimensión propia del régimen capitalista. De ahí que sea del propio concepto de capital que se

deriven lógicamente dos características. En primer lugar la tendencia a hacer saltar todos los

obstáculos que puedan oponerse a la expansión ilimitada del modo de producción capitalista. En

segundo lugar, la necesidad de proceder a la liquidación de todo aquello que pueda haber todavía

de arcaico en la sociedad dominada por las relaciones capitalistas.

Podemos, pues, concluir que el modo de producción capitalista es mundial, y lo es no como

resultado de una determinada evolución o de una determinada coyuntura, sino desde su mismo

origen. Más claro: la mundialización es el modo de producción capitalista puro. Así, lo que se

llama mundialización no tiene sentido más que si por ella entendemos la aniquilación de los

últimos sectores que todavía escapaban a la dominación del capital. En este sentido, lo que

caracterizaría el momento actual no sería el alcance mundial del capital, sino la manera concreta

en que se impone. Asistimos a un recrudecimiento de los conflictos de clase, de manera más clara

y descarnada en el seno de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo y, a un nivel más

general, entre éstos y los países del primer mundo. Pero este mismo recrudecimiento lo

encontramos también en estos últimos países, concretado en la disminución de los beneficios

sociales que se establecieron, fruto de la presión social, a la sombra de ese capitalismo con rostro

humano asociado al Estado del bienestar Y, a pesar de los ímprobos esfuerzos que se hacen en

contrario, la percepción del hecho es cada vez mayor. Una muestra significativa: unos años, en

diciembre de 1997, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, diario poco sospechoso de no ser adepto al

régimen neoliberal, publicaba una encuesta y contrastaba los datos con los obtenidos en 1980. En

ambas ocasiones se instaba a los alemanes a que escogieran entre las dos afirmaciones

siguientes: “Hoy por hoy la lucha de clases está superada. Empresarios y trabajadores deben

entenderse como socios” y “Es justo hablar de lucha de clases. Empresarios y trabajadores tienen

en el fondo intereses por completo incompatibles”. Pues bien, en 1980 el 58% de los ciudadanos

de los ciudadanos de la entonces RFA optaron por la primera afirmación y sólo un 25% se

inclinaron por la segunda. En 1997, transcurridos 7 años desde que cayera el muro y fuera

decretado el fin de la historia, las tornas se han invertido: si bien el 41% seguían considerando

superada la lucha de clases, un 44% opinaba ahora que la lucha de clases está a la orden del día.

56 Karl Marx Líneas fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse) T. I Ed. Crítica: Barcelona, 1977 pp. 358

Page 32: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

32

Y en los estados de la antigua RDA los partidarios de la lucha de clases ascendían al 56% frente

al 26%57..

Es cierto que la situación actual podría resumirse brevemente así: “lo que está sucediendo a la

mayoría de las economías y países capitalistas de todo el mundo es comparable a los procesos

que tuvieron lugar a mediados del siglo XIX: un crecimiento a gran escala del capital acompañado

por un aumento del desempleo, la pobreza, el crimen y el sufrimiento humano en general”58. Quizá

por eso, y frente a aquellos que quieren arrinconarlo en el vertedero de la historia, el pensamiento

marxista, como hace 150 años, se presenta hoy como de todo punto pertinente a la hora de

entender los procesos referidos de globalización y mundialización, demuestra su pertinencia a la

hora de tratar de analizar y, por tanto, entender la realidad que se nos impone. Y ello no sólo por

lo que sin duda fueron auténticas anticipaciones, por parte de Marx y Engels, de la tendencia

futura del proceso de acumulación capitalista, sino también por la larga lista de autores que supo

ver con posterioridad a éstos la dinámica interna que llevaba al capitalismo a la mundialización.

Por ejemplo, como afirma Vidal Villa, “los nombres de R. Hilferding, K. Kautsky, Rosa

Luxemburgo, N. Bujarin y Lenin, están indisolublemente unidos a esta premonición del futuro

capitalista mundial. Sus aportaciones, efectuadas en agria polémica entre sí –por ejemplo, Lenin y

Bujarin contra Kautsky; Lenin contra Rosa Luxemburgo–, siguiendo la tónica polemizadora de la

época…mantienen hoy una vigencia considerable, con una agudeza y lucidez imposible de

encontrar en ninguno de los economistas burgueses contemporáneos de ellos”59.

Pero es obvio que no podemos contentarnos con mantener una postura del tipo ya-lo-decía-yo.

No basta con remitir la situación actual a la de hace un siglo y afirmar que no hay nada nuevo bajo

el sol, que, en definitiva, se trata de capitalismo, del capitalismo realmente existente, con sus

secuelas de explotación, dominio y miseria de los más en beneficio exclusivo de unos pocos. Y no

basta porque la situación actual es real y potencialmente más grave que la de hace un siglo.

Alguien dijo hace unos años que cuando, tras la caída del muro, los trabajadores de los países del

este de Europa se manifestaron enarbolando pancartas en las que se leía “proletarios de todos los

países, perdonadnos”, y a pesar de lo loable que podía ser la proclama en sí misma, no eran en

absoluto conscientes de las consecuencias que la desaparición de la única alternativa, real o

ficticia, al capitalismo iba a tener para los proletarios de todo el mundo, incluidos ellos. En este

punto, no podemos resistirnos a mencionar el informe elaborado por el Programa de Naciones

Unidas para el Desarrollo respecto del coste que ha tenido el proceso de transición, aunque el

propio informe reconoce que semejante término de “transición” es un mero eufemismo para

ocultar un mero proceso de depresión económica, sobre los países del que fuera llamado

socialismo real, sobre todo en la antigua Unión Soviética. El informe de la ONU establece siete

57 Brigitte Pätzold “Heurs et malheurs de l’unification allemande. Schwedt, ancienne cité modèle de la RDA entre nostalgie et

optimisme” Le Monde Diplomatique, janvier 1998 pág. 8 Por alguna razón, el recuadro donde se comentan estos datos no fue publicado en la edición española de la revista

58 James Petras y Chronis Polychronion “El mito de la globalización” Ajoblanco nº 105, pp. 21-29 59 José María Vidal Villa Mundialización Ed. Icaria: Barcelona, 1996 pp. 9-10 Tras esta frase, el autor reproduce toda una serie de

textos de los mencionados pensadores que avalan ampliamente su tesis.

Page 33: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

33

apartados en los que concreta el coste humano de esa presunta transición: la caída en picado de

la esperanza de vida, que entre la población masculina de Rusia pasó de 62 a 58 años; el

incremento de la tasa de mortalidad, debido a la extensión de enfermedades como el SIDA y la

sífilis, cuya incidencia se ha multiplicado por 15 en los últimos años y a la reaparición de otras

enfermedades antes erradicadas; el empobrecimiento de la población, Rusia es hoy un 42% más

pobre que en 1990, Tayikistán un 67’3% y, en conjunto, el porcentaje de población bajo el umbral

de la pobreza pasó del 4% de 1989 al 32% en 1994, es decir, en sólo 15 años la población bajo el

umbral de pobreza pasó de 13’6 millones a 119’2 millones en sólo 5 años; el impresionante

aumento de las desigualdades entre ricos y pobres y entre hombres y mujeres; la destrucción del

sistema educativo, con unos presupuestos hoy 50% inferiores a los de URSS, el espectacular

aumento del desempleo y una pérdida de poder adquisitivo que implica que, por ejemplo en

Moldavia, la capacidad de compra de un salario medio equivaldría al que tenía en 1967. El

resultado final de todo esto queda establecido en el informe de la ONU en lo que se denomina “la

desaparición en las estadísticas de población de 9’7 millones de personas que hubieran

sobrevivido si no se hubiera producido una deserción política del Estado”60. En otras palabras, y

para que entendamos correctamente lo que se nos quiere indicar mediante un nuevo eufemismo:

casi 10 millones de personas han muerto en los países que componían la URSS a consecuencia

del proceso de transición al capitalismo. No importa. Son sólo unas pocas víctimas más que

agregar al Libro negro del liberalismo.

Pero la situación, tal y como ya hemos reiterado más arriba, no se circunscribe tan sólo a estos

países. Es una situación global, mundial, que corre el riesgo de agravarse cada vez más. “En

efecto, jamás el capital ha tenido tanto éxito como hoy, a finales del siglo XX, en ejercer un poder

tan completo, absoluto, integral, universal e ilimitado sobre el mundo entero. Jamás en el pasado

había podido, como actualmente, imponer sus reglas, sus políticas, sus dogmas y sus intereses a

todas la naciones del globo. El capital financiero internacional y las empresas multinacionales

nunca antes habían escapado al control de los estados y las poblaciones concernidas. Jamás

hasta ahora había existido tan densa red de instituciones internacionales –como el Fondo

Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Internacional del Comercio–

consagradas a controlar, gobernar y administrar la vida de la humanidad según las estrictas reglas

del libre comercio capitalista y del libre beneficio capitalista. En fin, jamás, en ninguna época,

todas las esferas de la vida humana –relaciones sociales, cultura, arte, política, sexualidad, salud,

educación, deporte, diversión– habían sido, como hoy, tan completamente sometidas al capital y

tan profundamente inmersas en las ‘glaciales aguas del cálculo egoísta’”61.

Es urgente, pues, articular una respuesta; es preciso elaborar alternativas ya que no basta con

constatar los problemas. Aunque esta constatación tenga que ser un paso previo fundamental

para poder echar a andar, en la medida en que sólo el análisis adecuado de los problemas y de su

60 Cfr. Luis Prados “Del imperio al caos” El País 12 de septiembre de 1999 61 Michael Löwy “Mundialización e internacionalismo: actualidad del Manifiesto Comunista” Papeles de la Fundación de

Investigaciones Marxistas nº11 1998 pág. 26.

Page 34: MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN · sometidos a la globalización, todos y todo estamos globalizados. Pero todos los términos que se ponen de moda suelen sufrir la misma suerte: cuanto

34

raíz puede ofrecernos la posibilidad de su superación real más allá de meros retoques cosméticos.

Mientras tanto, sin duda, hay cosas que hacer. “Para hacer frente de manera efectiva al proceso

de globalización, deben construirse urgentemente puentes de solidaridad obrera internacional y es

preciso contemplar al Estado como la palanca que posibilitará el cambio. Los movimientos

sociales que trabajan a favor de un cambio radical deben rechazar la distinción entre Estado y

sociedad civil, puesto que dicha distinción ya no existe: el capitalismo prospera a costa de explotar

al estado…La ideología de la ‘política de identidad’ y la política multicultural (fenómenos más

emparentados con el capitalismo contemporáneo que con la subversión) debe combinarse con

una política de clase. Además, la economía nacional ha de ser considerada como el punto de

partida de todo enfrentamiento político contra la globalización del capital. La retórica de la

globalización, que sirve para reducir los salarios hasta los niveles más bajos al tiempo que

promueve la importación de productos manufacturados por mano de obra barata, debe

contrarrestarse mediante una estrategia que impida la transferencia de los beneficios locales hacia

el exterior. Medidas que abarcan desde el control de los capitales hasta la expropiación rotunda

pueden ser las piezas clave para la reconstrucción de una mano de obra que esté en condiciones

de luchar en un campo de batalla igualado. Nos parece obligatorio que todas las fuerzas

progresistas y la clase trabajadora protagonicen esta clase de respuestas”62. Pues bien, aunque

haya a quien le resulte difícil de creer, no son pocos los grupos, los colectivos, las personas que

trabajan en el día a día por avanzar en la articulación de respuestas, de alternativas. Podemos

decir, como hiciera antaño Galileo y aunque ahora como entonces parezca tan sorprendente como

alejado de una realidad que se nos vende como inamovible y definitiva, “…y sin embargo se

mueve”.

(*) El primer apartado de este trabajo fue publicado anteriormente, con el título "Mundialización y globalización: una

clarificación conceptual", en Egipán de vidrio. Revista de Filosofía http://artea.com.ar/egipan/

62 James Petras y Chronis Polychronion op. cit. pág. 29