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Año XII REVISTA HISTORIA NAVAL INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL ARMADA ESPAÑOLA Núm. 45

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Año XII

REVISTA

HISTORIA NAVAL

INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

ARMADA ESPAÑOLA

Núm. 45

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INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

ARMADA ESPAÑOLA

REVISTA

DE

HISTORIA NAVAL

Año XII 1994 Núm. 45

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REVISTA DE HISTORIA NAVAL

CONSEJO RECFOR:

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Redacción, Difusión yDistribución:

Administración:

Director del Instituto de Historia y Cultura Naval, José IgnacioGonzález-Aher Hierro, contralmirante.

José Cervera Pery, coronel auditor. Periodista.

Juan Antonio Viscasillas Rodríguez-Toubes. Secretario General delInstituto de Historia y Cultura Naval; Manuel Martínez Cerro, Jefedel Departamento de Cultura del Instituto de Historia y CulturaNaval; Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, de la Comisión Española de Historia Marítima.

Isabel Hernández Sanz, Paloma Moreno de Alborán, Ana Berenguer Berenguer.

Ovidio García Ramos, comandante de Intendencia de la Armada,María del Carmen Mérida Guerrero.

DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN:

Instituto de Historia y Cultura NavalJuan de Mena, 1, i.a plta.28071 Madrid (España).

EDICIÓN DEL MINISTERIO DE DEFENSA

IMPRIME:

Servicio de Publicaciones de la Armada.

Publicación trimestral: segundo trimestre 1994.Precio del ejemplar suelto: 650 ptas.

Suscripción anual:

España y Portugal: 2.600 ptas.Resto del mundo: 30 $ USA.

Depósito legal: M. 16.854-1983.ISSN-0212-467X.NIPO: 076-94-043-X.Printed in Spain.

Vocales:

CUBIERTA: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval.

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SUMARIO

Págs.

NOTA EDITORIAL . 5

La contribución de los marinos ilustrados del siglo xviii al progresode las ciencias sociales, por Gregorio Valdelvira González .... 7

Las islas de Tidore y Ternate en el recuerdo histórico español,por Leopoldo Stampa21

Cambios substanciales en el concepto de la guerra durante el siglo xvi, por Féderico Fernando de Bordejé Morencos41

El bastón del Marqués de la Victoria. Un símbolo histórico que seperpetúa, por Hugo O’Donnell y Duque de Estrada67

La historia vivida, por Alicia Dauvin del Solar79

Documento81

La Historia Marítima en el mundo83

Noticias Generales85

Recensiones93

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NOTA EDITORIAL

Alcanza hoy la REVISTA DE HISTORIA NAVAL su cuarenta y cinco singladura, y ya este mismo hecho supone un poderoso estímulo para seguir avante.No ignoramos que queda mucho camino por recorrer y que los afanes desuperación no deben hacernos ignorar con visión realista las dificultades quesurgen de un número a otro.

Abre el presente un importante estudio del profesor Gregorio Valdevirasobre la contribución de los marinos ilustrados del siglo XVIII al progreso delas ciencias sociales, para continuar con un sugestivo trabajo que el entoncesembajador de España en Indonesia, Leopoldo Stampa, realizó con motivode la última visita del Juan Sebastián de Elcano a las lejanas Molucas. El contralmirante Bordejé, bien conocido de los lectores de la REVISTA, ofrece suensayo de los cambios sustanciales en el concepto de la guerra durante elsiglo XVI, y Hugo O’Donnell cierra esta primera parte con el recuerdo del bastón del Marqués de la Victoria, un símbolo histórico que se perpetúa.

La historia vivida es un nuevo espacio que nos acompañará en sucesivasandaduras y junto a él se ofrecen los habituales espacios de Documento, Noticias Generales y la Historia Marítima del Mundo, reflejos de la panorámicaactual del acontecer histórico, cerrando el número las Recensiones y reseñasde los libros de la temática naval en su aspecto historiográfico.

La REVISTA DE HISTORIA NAVAL está nuevamente con todos. Con nuevosánimos, y los propósitos de continuar con la tarea emprendida. Como siempre sus lectores constituyen para ello nuestro mejor soporte.

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LA CONTRIBUCIÓN DE LOSMARINOS ILUSTRADOS DEL

SIGLO XVIII AL PROGRESO DELAS CIENCIAS SOCIALES

Gregorio VALDELVIRA GONZÁLEZCatedrático de Instituto

Doctor en Historia

La situación de la Marina de Guerra española, a finales del siglo xvii, nopodía ser más descorazonadora. Los contingentes humanos y materiales sehabían reducido al mínimo. Las escuadras se alquilaban a Inglaterra y Holanda, a pesar de la necesidad de defender los convoyes entre España y América(1). Los mandos no tenían la formación que los nuevos tiempos exigían.

Durante el remado de Carlos II se abordaron una serie de reformas quesentaron las bases del relanzamiento económico del siglo XVIII. También respecto a la Marina y el Ejército se tomó conciencia de la necesidad de reformas. Pero fue ya bajo los Borbones cuando se realizaron las transformacionesque modernizaron la Armada española.

Con el impulso a la construcción naval y las reformas emprendidas porPatiño y el Marqués de la Ensenada, España volvió a contar con una Armadafuerte.

Los cambios habidos en la ciencia y en la técnica determinaron cambiostácticos importantes. La preparación científica de los militares se convirtió enimprescindible, especialmente en la Marina. La guerra en el mar se convertíacada vez más en una ciencia precisa, objeto de estudio (2).

Los marinos se transformaron en constructores de barcos, cartógrafos,matemáticos, astrónomos. Al mismo tiempo efectuaban estudios sociológicos, antropológicos, de minería, etc., sobre todo, en tierras americanas.

Esta multiplicidad de funciones conllevaba la necesidad de crear centros,escuelas y academias para la formación de oficiales, bien organizadas, conmedios adecuados y profesores escogidos. La primera academia con unaenseñanza reglamentada, creada con el fin de erigirse en la única vía deacceso al Cuerpo de oficiales, fue la Compañía de Guardias Marinas deCádiz, fundada en 1717. En 1777 se fundarían las de los otros dos Departamentos marítimos, El Ferrol y Cartagena (3).

(1) Gonzalo Anes, E/Antiguo Régimen: Los Borbones. 2.aedición, vol. IV de Historia deEspaña Alfaguara, dirigida por Miguel Artola, Madrid, Alianza, 1976, pp. 337-340.

(2) Véase Pedro Franco Salazar, Restauración política, económica y militar, Madrid,Imprenta de Sancha, 1812, pp. 290, 298, 332 y 334-5.

(3) Serafín M. de Sotto (conde de Clonard), Memoria histórica de las Escuelas Militaresde España, Madrid, Imp. Gómez Colón y Cía., 1847. pp. 161-168.

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Los mejores técnicos y científicos del siglo XVIII no se formaron en las Universidades, reacias a la recepción de nuevas ideas, sino en las institucionesmilitares, entre las que descuella el Colegio de Guardias Marinas de Cádiz.Los marinos desempeñaron un papel de primer orden en la recuperacióncientífica y cultural de España.

Aun destacando sólo lo más sobresaliente, es necesario significar queJorge Juan introdujo definitivamente el heliocentrismo y la física newtoniana; fue el primer español en utilizar el cálculo infinitesimal; fundó el Observatorio Astronómico de Cádiz; participó junto con Antonio de Ulloa, cuandoaún eran cadetes, en la expedición para medir la longitud de un grado demeridiano en el ecuador. Antonio de Ulloa divulgó en España los primerosconocimientos de electricidad adquiridos en Londres, descubrió y describiócientíficamente el platino, hizo visible con el microscopio la circulación de lasangre en la cola de los peces, fundó el primer museo de Ciencias Naturalesy el primer laboratorio metalúrgico. Godin explicaba en Cádiz el cálculo diferencial, antes de que se introdujera en centros civiles (4).

Ciscar dirigió la comisión española que asistió a las reuniones en Paríspara estudiar e instaurar el sistema métrico decimal.

Las tablas de navegación de Mendoza y Ríos, Luyando y Ciscar establecían métodos exactos originales y sencillos; su consulta y uso se extendió portoda Europa.

Gaztañeta, Jorge Juan y Churruca perfeccionaron las técnicas deconstrucción de barcos. La obra de Jorge Juan, Examen marítimo, sobreconstrucción naval, fue extraordinariamente elogiada en el extranjero; fuetraducida a los principales idiomas europeos, en los que se hicieron numerosas ediciones.

Se comisionó a marinos para que estudiasen, aprendiesen y «espiasen»nuevas técnicas en países europeos y las aplicasen en España. Oficiales de laArmada dirigieron y participaron en expediciones científicas y propagaronlos adelantos del siglo.

El profesor Capel no duda en afirmar que «la Armada se convirtió en elmás importante vivero científico de este siglo» (5).

Sorprende el número tan alto de marinos ilustrados, la variedad y cantidad de materias que tratan y la profundidad con que las abordan.

Este trabajo no analiza su contribución a las ciencias exactas, a la cienciamilitar, a las actividades políticas o bélicas. Se limita a estudiar la aportacióna las ciencias sociales. La Armada proporciona un número significativo deestudiosos de las ciencias humanas. Buen número de marinos pertenecía a lasAcademias más prestigiosas de España y de Europa y fueron miembros acti

(4) Véanse, Juan Vernet, Historia de la ciencia española, Madrid, Instituto de España,1975, pp. 134 y ss.; Antonio Ferrer del Río, Historia del reinado de Carlos III en España,Madrid, Imp. de Matute y Compagni, 1856, pp. 482 y ss.

(5) Horacio Capel. Geografía y matemáticas en la España del siglo xviii, Barcelona,Oikos-tau, 1982, p. 112.

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vos de las instituciones más representativas de las luces del siglo XVIII, lasSociedades Económicas de Amigos del País.

Algunas de las disciplinas humanísticas en las que destacan los marinos seencuentran ciertamente alejadas de la formación que recibían y de su quehacer diario. Ello se debe a que aún no estaba completamente reglada la espe-.cialización académica. Durante la Ilustración aún perdura la formación y elsaber polifacético renacentista; en muchos casos, la formación es autodidacta. Por ello, además de matemáticos, astrónomos, etc., consecuencia de estudios directamente relacionados con su rofesión, encontramos en la Armadahistoriadores, geógrafos y economistas.

Los marinos ilustrados y la investigación histórica

La historia móderna es en gran parte una creación de la Ilustración. Hastaentonces, la historia tenía mucho de mito y se basaba casi exclusivamente entextos literarios, sin someterlos al tamiz de la crítica.

A partir de este siglo la historia se basará en documentos y estos seránsometidos a una severa crítica. Los historiadores rastrearán archivos, acumularán documentos, los descifrarán con espíritu crítico y erudito. Las fuentesserán variadas: textos escritos, monedas, piedras. Para esta labor será necesaria una gran erudición y el trabajo de varias generaciones (6).

Martín Fernández de Navarrete es autor de una obra histórica monumental. Sus escritos constituyen una de las piedras angulares de la historia de lanavegación y de los grandes navegantes españoles desde los albores de laEdad Media hasta finales del siglo xviii.

Nació en Avalos (La Rioja) en 1765. Estudió en el Real Seminario de Vergara, fundado por la Sociedad Vascongada de Amigos del País. En 1780ingresó como guardia marina en la Academia de El Ferrol. Participó en elsitio de Gibraltar de 1782.

En 1789 se le encomendó la dirección de una comisión para examinar losdocumentos y manuscritos de los archivos y bibliotecas españolas con el fin decrear un archivo marítimo. Descubrió documentos muy valiosos, como lasrelaciones del primer y del tercer viaje de Colón.

Abandonó esta labor para integrarse al servicio activo con motivo de laguerra contra Francia entre 1793 y 1796. Renunció a todos sus cargos para notener que prestar juramento a José Bonaparte.

Perteneció a la Real Academia Española y a la Academia de Bellas Artesde San Fernando y fue presidente de la Academia de la Historia.

La citada comisión, creada por la Real Orden de 15 de octubre de 1789,reconoció los archivos y bibliotecas del reino, generales y particulares, y reunió copias exactas de los documentos, con la idea de formar un museo y unabiblioteca pública de Marina en el Departamento Marítimo de Cádiz, donde

(6) Véase Paul Hazard, La crisis de la conciencia europea (1680-17/5), 3. edic., Madrid,edic. Pegaso, 1975, pp. 34 y 43.

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se reunirían también máquinas e instrumentos de navegación y todos losmanuscritos históricos y científicos de esta profesión.

Fruto de éste y otros trabajos, característicos del afán ilustrado de examinar archivos y documentar críticamente la historia, con fuentes fidedignas,son las obras Documentos inéditos para la historia de España y Bibliotecamarítima española.

La primera consta de ciento doce volúmenes de documentos, muchos delos cuales dormían sepultados por capas de polvo en los archivos; para estainmensa obra contó con la colaboración de Miguel Salvá y Pedro Sáinz deBaranda. El objetivo era reunir una colección de documentos indispensablespara escribir la Historia de España.

El coleccionismo de documentos había comenzado durante los reinadosde Carlos 1 y Felipe II, que organizaron comisiones y destinaron importantesfondos para reunir manuscritos. Uno de los fines de la Academia de la Historia, fundada por Felipe V, era ocuparse en la «incesante adquisición de materiales históricos, especialmente originales, y obras inéditas» (7). Fernando VItambién creó una comisión bajo la dirección del erudito y sabio P. Burriel,que logró reunir una importante colección que fue depositada en la BibliotecaNacional. En los dos reinados posteriores, eruditos como Abella, Traggia,Velázquez, Muñoz, Sanz, Vargas, Vargas Ponce, Villanueva y otros, formaroncolecciones de documentos que enriquecieron diversos archivos y bibliotecas.

El proyecto de publicación de esos documentos fue una idea que no pudieron llevar a cabo Campomanes, Jovellanos y otros académicos, a pesar de queseleccionaron muchos escritos e hicieron extractos de otros.

Todos estos materiales históricos y otros originales constituyen la base delos documentos, hasta entonces inéditos, seleccionados por los tres académicos para alumbrar esta magna obra, fuente indispensable paralos historiadores.

Biblioteca marítima española es una compilación erudita que consta dedos volúmenes. Se trata del análisis de la bibliografía correspondiente a lasciencias marítimas, fruto de «su instrucción reconocida, la rectitud de su juicio y la elegancia de supluma» (8).

La obra fue concebida mientras realizaba los trabajos de la comisión recopiladora de documentos. Durante los mismos, Navarrete fue formando unextenso catálogo de obras y escritos de marina. El libro da a conocer los escritores marítimos de España y analiza sus obras. Pone de relieve «lbs nombresde los aplicados geógrafos y astrónomos, que con atinadas observaciones yjuiciosa doctrina facilitaron el paso a nuestros antiguos marinos para susextensos viajes y descubrimientos» (9). Da testimonio de los cimientos de las

(7) Martín Fernández de Navarrete, Miguel Salvá y Pedro Sáinz de Baranda, Documentosinéditos para la Historia de España, Madrid, Imp. de la viuda de Calero, 1842-95. 112 volúmenes, Prólogo sin paginar.

(8) M. Fernández de Navarrete, Biblioteca marítima española, Madrid. viuda de Calero,1851.2vols.,vol. I,p. X.

(9) Ibídem, p. XII.

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ciencias náuticas y de cómo (<han contribuido al estado actual de la civilizacióneuropea» (10).

Sobre historia de la navegación, Navarrete escribió numerosas y variadasobras. El «Discurso histórico sobre los progresos que ha tenido en España elarte de navegar», leído en la Real Academia de la Historia el 10 de octubrede 1800, es una historia de la Marina española basada en fuentes «recogidaspor mi diligencia de muchos archivos y bibliotecas» (11).

Presta atención a la historia de la navegación desde principios del siglo ix,

en que los catalanes organizaron una armada para defenderse de los musulmanes; estudia igualmente el nacimiento de la marina castellana, las intervenciones de las armadas de los distintos reinos españoles en la Recoriquista y eldesarrollo de la artillería naval. Otro hilo conductor le lleva al análisis de lasleyes marítimas y mercantiles. También pone de relieve los adelantos científicos y astronómicos (brújula, tablas alfonsíes) y la aplicación de las matemáticas a la navegación. El cuarto aspecto que es considerado por Navarrete serefiere a los viajes y descubrimientos de los españoles desde el siglo xv y susaportaciones a la geografía, astronomía, ciencias naturales y especialmente ala navegación.

Finalmente estudia los autores y las obras relativas al arte y la ciencia dela navegación: Francisco Falero, Martín Fernández de Enciso y su Suma deGeografía, Pedro Medina y su Arte de navegar. En ellas se exponen e investigan los principios de cosmografía, tablas de navegación, métodos para hallarla longitud y la latitud de un punto, uso de instrumentos náuticos como el cuadrante y el astrolabio, descripción de costas y rutas, etc. Todas ellas, obrasque se encontraban a la cabeza de los conocimientos y de la investigación náutica, como el tratado de Martín Cortés Breve compendio de la esfera y de laarte de navegar, traducida y consultada por los navegantes de toda Europa,sobre todo por los ingleses, que señalaba los errores más importantes de lasproyecciones del globo sobre un mapa plano, las variaciones de la aguja porla existencia del poio magnético, etc.

En la Introducción a la colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del si gb xv reseña los viajes, avances yempresas de la Marina española desde Colón, del que esboza una biografía,hasta finales del siglo xviii. Sostiene que la prosperidad pública es (<resultadoinfalible de la industria y del comercio» y el desarrollo de éstos depende del«fomento de la marina mercantil y militar» (12).

En la Colección de opúsculos (13) recopila biografías de marinos descubridores españoles o al servicio de España, anotando sus escritos, obras científi

(10) ‘Ibídem, p. XIII.(11) M. Fernández de Navarrete, Discurso histórico sobre los progresos que ha tenido en

España el arte de navegar, Madrid, Imp. Real. 1802, p. 10.(12) M. Fernández de Navarrete, Introducción a la colección de/os viajes y descubri,nien

tos que hicieron por mar los españoles desde fines de/siglo xv, Madrid, 1. Real, 1826, Prólogosin paginar.

(13) M. Fernández de Navarrete. Colección de Opúsculos, Madrid. 1. de la viuda de Calero, 1848, 2 vols.

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cas, descubrimientos geográficos, innovaciones y progresos en el arte denavegar. Muchos hechos de estos ilustres marinos habrían quedado en elolvido si Fernández de Navarrete no hubiese encontrado los documentos quedan testimonio de sus obras.

En el libro Españoles en las Cruzadas acomete otra singladura de la historia de la Marina: la participación de los españoles en las Cruzadas y su influencia en la expansión del comercio marítimo y en los progresos de la navegaciónentre los siglos xi y xv. Refuta la tesis de que los españoles, ocupados en laReconquista, no intervinieron en las Cruzadas y documenta las expedicionesque se organizaron en los diversos reinos españoles. Demuestra la influenciade los cruzados en la legislación marítima mercantil, especialmente en Cataluña, legislación que «España dictó y se siguió en otros países» (14).

En muchos de sus estudios, algunos por encargo del gobierno, Fernándezde Navarrete perseguía un fin práctico inmediato. Por su carácter de obra deindagación histórica y de reflexión socio-política, podemos significar Expediente sobre el régimen y administración de los Montes de Segura de la Sierray de su Provincia (15). Estos montes habían surtido de madera a los astillerosy maestranzas de artillería. Subraya su utilidad y aprovechamiento para laconstrucción naval y, por tanto, la importancia de su conservación y la necesidad urgente de contener su decadencia y evitar su ruina para lo que era prioritario ordenar las talas y repoblarlos. La solución que encuentra va más alláde los postulados de la Ilustración, entroncando con los propiamente liberales: desamortización, desvinculación de señoríos, reforma que lleve alreparto de los montes en lotes o pequeñas propiedades particulares. Para llegar a esta conclusión hace un análisis demográfico, geográfico e histórico delos montes, desde que «cayeron en el abismo de la amortización» bajo el control de la Orden de Santiago y del arzobispo de Toledo hasta su entrega aFrancisco de los Cobos por Carlos!. Según Navarrete, este régimen de tenencia y explotación había provocado la miseria y la despoblación y la subsiguiente ruina de los montes, que sólo podía subsanarse con el reparto y la privatización.

La obra enciclopédica de Jorge Juan y Antonio de Ulloa no podía pormenos que abarcar también estudios de historia. Estos se deben sobre todo aUlloa, pues es conocido que, aunque ambos firmaban conjuntamente lasobras de uno u otro, Jorge Juan se encargaba de la parte matemática y astronómica y Ulloa de la parte histórica, naturalista, geográfica, social y antropológica.

Ya se ha significado en la introducción que Jorge Juan y Ulloa fuerondesignados por el gobierno español para acompañar a la expedición francesadirigida por La Condamine para medir un arco de meridiano en el ecuador.

(14) M. Fernández de Navarrete, Españoles en las Cruzadas, Madrid. Ed. Polifemo, 1986,p. 151.

(15) M. Fernández de Navarrete, Expediente sobre el régimen y administración de losMontes de Segura de/a Sierra y de su Provincia, 1. de M. de Burgos, 1825.

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Tenían orden de colaborar con los franceses y, al mismo tiempo, ejecutar, porsu cuenta, sus propias mediciones. También recibieron instrucciones reservadas para realizar observaciones que permitieran perfeccionar los conocimientos cartográficos, geográficos y de navegación. Fruto de estos trabajos fueronlas Observaciones astronómicas y físicas de Jorge Juan y la Relación históricadel viaje a la América Meridional de Ulloa (16).

La Relación histórica consta de cuatro volúmenes en los que se registra. lahistoria, geografía, historia natural, etnografía y arqueología de los territorios visitados. Contiene un resumen histórico de los emperadores del Perúdesde el primer inca, Manco Capac, fundador del imperio, hasta Fernando VI con los acontecimientos más notables de cada reinado (catorce incas yocho españoles). A su vez, se ofrecen noticias del descubrimiento, conquista,historia política y arqueología precolombina de cada uno de los territoriostransitados.

En el viaje acumularon conocimientos con los que escribieron Disertaciónhistórica y geográfica, que pretendía solucionar el problema de determinarcon exactitud el meridiano de demarcación de los territorios españoles y portugueses,.estipulado por Alejandro VI y, posteriormente, por el Tratado deTordesillas. Los autores exponen las cuestiones históricas en tomo a la determinación del meridiano con un análisis del descubrimiento y conquista de lacosta oriental de América del Sur y del Amazonas (17).

Siendo gobernador de Luisiana, Antonio de Ulloa recogió datos paraescribir Noticias Americanas: Entretenimientos físico-historicos sobre la América Meridional y la Septentrional Oriental (18) que contiene abundantes referencias históricas de estos territorios. Resultado de su estancia en Méjicoentre los años l7’76yl’7’78 es el libro Descripción geográfico-física de una partede Nueva España, inédito hasta su publicación por F. de Solano en 1979 (19);aunque la obra trata con preferencia temas geográficos, también presta atención a la historia de los lugares que describe (Ciudad de México, Veracruz,Xalapa, etc.), basándose en las respuestas de las autoridades a un cuestionario de Ulloa.

Náutica y geografía durante el siglo xviii

La nueva geografía científica fue posible en España, desde mediados delsiglo xviii, gracias a los trabajos de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. El presti

(16) Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Observaciones astronómicas yphísicas, 1748; Relación histórica del viaje ala América Meridional. Madrid, 1. de Antonio Marín, 1748, 4 vols.

(17) J. Juan y A. de Ulloa, Disertación histórica y geográfica sobre el meridiano de demarcación (1759), Madrid, Instituto Histórico de la Marina, 1972. Véase también Julio F. Guillén,Los tenientes de navío Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa y de la Torre-Guiral y la medición del Meridiano, Madrid, Publicaciones de la Caja de Ahorros de Novelda, 1973, pp. 178-181.

(18) Ibídem, pp. 236 y ss.(19) Francisco de. Solano, Antonio de Ulloa y la Nueva España, México, Universidad

Nacional Autónoma de México, 1979.

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gio de estos dos científicos contribuyó decisivamente a la aceptación enEspaña de las teorías de Copérnico y Newton, referentes a los sistemas delmundo y a la forma y magnitud de la tierra. En las Observaciones astronómicasyfísicas (1748) expusieron las consecuencias geográficas que se derivabande estos descubrimientos (20).

En la primera edición de las Observaciones, Jorge Juan se vio obligado aexponer la teoría heliocéntrica de forma velada para no tener contratiemposcon la Inquisición, que había obligado a retractarse a Galileo años antes. Sinembargo, en la segunda edición, fechada en 1773, en un ambiente intelectualy social que ya había cambiado, hace una defensa clara e incluso vehementede la teoría copernicana. Añade como prólogo un tratado que titula Estadode la Astronomía en Europa, y Juicio de los fundamentos sobre que se erigieron los Sistemas del Mundo, para que sirva de guía al método en que debe recibirles la Nación sin riesgo de su opinión y de su religiosidad. Jorge Juan aclaraque aunque el sistema de Copérnico había sido declarado herético por la Iglesia, se debía a que no se tenían entonces los conocimientos astronómicos quedespués se acumularon «y ciertamente que a tenerlos no hubiera habido quizáni una sola sospecha que se temió» y afirma que «hasta los que se opusierona Galileo ya se arrepentían de ello» y que hasta los religiosos lo enseñaban enRoma (21).

Respecto a la forma y magnitud de la tierra, las expediciones científicas aLaponia y al virreinato del Perú midieron los arcos de meridiano de un gradoy demostraron que la tierra no era uniformemente esférica, estaba achatadapor los polos y era más ancha en el ecuador (22).

Los resultados de tipo geodésico y náutico (oblicuidad de la eclíptica,determinación de la latitud y longitud de numerosos lugares, medición delgrado de meridiano mediante el método de triangulación geodésica, conclusiones respecto a la forma de la tierra y su aplicación a los mapas, etc.) fuerondesarrollados en las Observaciones. Los resultados geográficos apárecieronen los cuatro volúmenes de la Relación histórica. Indaga fenómenos de geografía física (mares navegados, mareas, corrientes, islas, costas, vientos, climas, ríos, montañas, páramos), geografía urbana (puertos, ciudades, situación y plano de los lugares), geografía económica (población, fuentes deriqueza, cultivos, ganadería, recursos mineros, comercio y todo tipo de producciones) y geografía política (división política, provincias, audencias, obispados, gobiernos y corregimientos).

El primer tomo lo dedica al viaje desde Cádiz a Quito, donde se mediríael grado de meridiano; describe Cartagena de Indias y su bahía, el reino de

(20) H. Capel. «Manuel de Aguirre y la nueva geografía española del siglo xviii» en M. deAguirre, Indagación y reflexiones sobre la geografía con algunas noticias previas indispensables(1782), Universidad de Barcelona, 1981, p. 11.

(21) J. Juan, «Estado de la astronomía en Europa», introducción sin paginar en la ediciónde 1773 de las Observaciones..., Madrid. Imp. Real de la Gazeta.

(22) J. Juan y A. de Ulloa, Observaciones..., Prólogo sin paginar. Véase también J. F.Guillén, ob. cit., p. 4.

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Tierra Firme, la ciudad de Portobelo y las provincias de Panamá y Guayaquil.El tomo segundo describe la provincia de Quito, sus gobiernos y corregimientos, la cordillera de los Andes y los ríos amazónicos. El tercer tomo trata deLima y del reino de Chile. El cuarto tomo presta atención al puerto, ciudad yentorno de El Callao y al viaje desde este puerto a Europa por el cabo deHornos.

A la par, siguiendo las instrucciones del Marqués de la Ensenada, escribieron de forma reservada para el rey y el gobierno Noticias secretas de América,publicadas en Londres por R. Taylor en 1826. Desde el punto de vista geográfico, el que aquí nos ocupa, se describe el virreinato del Perú y, más exactamente, la presidencia de Quito desde el río Guayaquil hasta Barbacoas, conuna relación exacta de la costa desde Panamá hasta Chiloé: bahías, puertos,ciudades, rutas comerciales, productos comercializados, fertilidad de la tierray cultivos, industrias, etc.

La descripción es tan fiel y minuciosa (por lo que se mantuvo en secreto yno se publicó) que, según Taylor, «silos enemigos de España hubiesen sabidoel estado de las plazas y arsenales, podrían haberse apoderado de la costa .delPacífico en el siglo xviii» (23); Anson hubiese podido tomar Guayaquil «sinperder un hombre» y se habría adueñado sin dificultad del mar del Sur; de lamisma manera, Vernon, tras ocupar Portobelo, habría podido marchar contra Panamá e Inglaterra se habría apoderado del istmo (24).

En Descripción geográfico-física de una parte de Nueva España Antoniode Ulloa estudia la situación geográfica, topografía,.plano urbano, clima yfuentes de riqueza de las más importantes ciudades y numerosos lugares delvirreinato.

Muchos marinos en sus tratados de navegación, elaboración de tablasastronómicas y trabajos cartográficos aportan interesantes estudios geográficos. Señalemos como ejemplo la obra de José de Mendoza y Ríos. Su Tratadode navegación (1787) contiene principios de historia natural de la tierra o evolución de la superficie terrestre y elementos de geografía física y política necesarios para el navegante, puesto que para la denominada navegación prácticao de cabotaje es necesario conocer los cabos, montes, puertos, poblaciones,ríos y línea de la costa; yen la denominada navegación teórica o astronómica,en la que la tierra no está a la vista, es necesario conocer longitudes y latitudes, vientos, corrientes, mareas; y, en todos los casos, dominar la lectura einterpretación de mapas (25).

Puesto que la cartografía constituye un complemento casi imprescindiblede la geografía y la labor cartográfica de los marinos del setencientos es de primer orden, presentamos una breve reseña de sus trabajos. Hasta tal puntodestacan, que a finales del siglo xviii eran, junto a los ingenieros militares,

(23) J. Juan yA. de Ulloa, Noticias secretas de América, Londres, Imp. de R. Taylor, 1826.Prólogo del editor, p. VIII.

(24) Ibídem.(25) José de Mendoza y Ríos, Tratado de navegación, Madrid, 1. Real, 1787, 2 vols.

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«los únicos con posibilidades de realizar una verdadera cartografía científica»(26).

Las aportaciones de Jorge Juan y A. de Ulloa a la cartografía fueronextraordinarias. No es necesario insistir en las consecuencias que para la cartografía tuvo la determinación de la figura y tamaño de la tierra. Del viajepara medir el grado de meridiano trajeron cartas, portulanos, planos; corrigieron los que existían en España y en el extranjero; trabajaron en un mapageneral de América del Sur y del golfo de Méjico. Muchos se perdieron; Ulloadestruyó la cartografía cuando fue detenido por los ingleses en el viaje devuelta (27), pero existen numerosos datos que nos permiten asegurar que sirvieron a los cartógrafos españoles que les siguieron (28). En la Relación histórica abundan los portulanos y planos de bahías y ciudades de América del Sur.Jorge Juan impulsó la elaboración de un mapa general de España, para lo queescribió un trabajo sobre el método a seguir (29).

En la expedición de la fragata Santa María de la Cabeza al estrecho deMagallanes (1785-86), José de Vargas, Dionisio Alcalá Galiano y otros marinos cartografiaron la costa americana del Pacífico hasta Alaska. En la vueltaal mundo que dirigió Malaspina (1789-94), se trazaron mapas de América y denumerosas islas de Asia y Oceanía (30).

Dionisio Alcalá Galiano destacó en los estudios astronómicos y cartográficos (31). Colaboró con Tofiño en la confección de las cartas marítimas de lacosta española y de las Azores. Dirigió la elaboración de la carta geográficadel Mediterráneo oriental. Realizó importantes estudios cartográficos de lascostas de la América española, algunos de los cuales ya han sido mencionados. El gobierno le encargó hacer mapas de España, semejantes a las cartasmarinas de Tofiño; la caída en desgracia a raíz del asunto Malaspina, en elque quisieron implicarle, impidió que se llevase a cabo (32).

Cosme Damián Churruca participó en varias expediciones científicas enlas que se le encomendaron importantes tareas cartográficas, geográficas yastronómicas, como en la dirigida por Antonio de Córdova en 1788 para reconocer el estrecho de Magallanes. En 1792 Churruca mandóla escuadra quedurante más de dos años cartografió las Antillas. Las cartas fueron editadasentre 1802 y 1804 y fueron adoptadas por la Marina francesa (33).

José de Mazarredo realizó numerosas expediciones en las que cartografióy determinó las coordenadas geográficas de numerosos lugares. Situó correc

(26) H. Capel, Geografía..., p. 294.(27) Ibídem, p. 131.(28) J. F. Guillén, ob. cii., p. 182.(29) H. Cape!, ob. cii., pp. 148-52.(30) Ibídem, pp. 257 y SS.(31) Antonio Alcalá Galiano. Memorias, Madrid. Imp. de Enrique Rubiños, 1886,2 vols.,

p. 10.(32) Ibídem, pp. 10, 19 y 28-9. Véase también M. Fernández de Navarrete, Colección de

Opúsculos, yo!. 1, pp. 277-90.(33) Antonio Navas, Churruca. Un almirante de España. Madrid, Editorial Naval. 1962,

pp. 115-18.

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LA CONTRIBUCIÓN DE LOS MARINOS ILUSTRADOS DEL SIGLO XVIII AL...

tamente la isla de Trinidad del Sur y confirmó la existencia de la isla de AscenSión al oeste de aquélla. A bordo del San Juan Bautista, determinó a partir de1778 la longitud y latitud de numerosos puntos de la costa española y del nortede Africa. Igualmente fijó las coordenadas de numerosísimos puntos del interior de España (34).

Vicente Tofiño fue marino, matemático y astrónomo. Pero en lo que verdaderamente destacó fue en la elaboración de cartas marinas, hasta convertirse en el padre de la moderna cartografía española y autor de una de lasobras más importantes de Europa (35). En el Atlas marítimo de España(1785-88) trabajaron, bajo la dirección de Tofiño «casi todos los oficiales desaber y buen concepto de aquellos días»: los tenientes de navío D. AlcaláGaliano, J. Espinosa y A. Belmonte; los de fragata J. Vargas, J. Lanz y J.Canelas y otros eminentes marinos (36). Para el trazado del Atlas, queordenó confeccionar el ministerio de Marina, se utilizó el instrumental másperfecto, vanado y complejo y se combinaron operaciones terrestres y marítimas. El trabajo fue realizado con escrupulosidad y perfección. En quince cartas se representan con exactitud las costas de la península, norte de Africá,Baleares, Canarias y Azores. José Varela trazó la carta de Africa desde caboEspartel hasta cabo Verde e islas de Cabo Verde.

Para una mejor comprensión del Atlas, Tofiño escribió Derrotero de lascostas de España (1787-89). En él se señalan las líneas y rumbos para navegarpor las costas de España, del norte de Africa y de las Azores (37). La navegación se volvía bastante más segura, si consideramos que los naufragios en lascostas «rara vez se originan de otras causas que las de la errada situación enlas cartas de los accidentes geográficos» (38).

Aportaciones al estudio de la economía y sus implicaciones socio-políticas

La economía fue objeto de estudio preferente durante el siglo xviii, sinduda por el afán utilitario propio de la Ilustración.

José Luyando, marino que publicó unas famosas tablas de navegación,escribió una obra cuyas tesis económicas son ya plenamente liberales, tituladaExamen de las ventajas que producirá el desestanco del tabaco y ensayo deúnica contribución (39).

Su defensa del individuo y del trabajo individual como fuente de la riquezade la nación es una transcripción casi exacta de Adam Smith: «La riqueza deuna nación es igual a la suma de las riquezas de cada uno de los individuos que

(34) M. Fernández de Navarrete, Marinos y descubridores, Madrid, Atlas, 1944, pp. 173yss.

(35) Véase A. Alcalá Galiano, ob. cit., p. 10.(36) Ibídem. Vicente Tofiño de San Miguel, Atlas marítimo de España, Madrid, 1789.(37) y. Tofiño, Derrotero de las costas de España, Madrid, Imp. viuda de Ibarra, 1787, 2

vois.(38) Ibídem, p. IV.(39) José Luyando, Examen de las, ventajas que producirá e/desestanco del tabaco y ensayo

de única contribución, Cádiz, Imprenta Patriótica, 1813.

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G VALDELVIRA GONZÁLEZ

la componen» (Axioma 1.°). Y más adelante afirma: «El hombre no puedellegar a conseguir riqueza alguna sino por medio del trabajo» (Axioma 3.°).Lo que incita al hombre al trabajo es el interés particular (Axioma 5.°).

Se adscribe a la doctrina del «laissez faire, laissez passer»: el Estado apenas debe intervenir en las actividades económicas yen los asuntos sociales. Suprincipal función consiste en conservar la seguridad y la propiedad de los bienes de las personas (Axioma 2.°) y dejar plena libertad a los agentes económicos, de modo que las leyes naturales de la economía regulen su funcionamiento: «El hombre podrá trabajar más o menos, según sea mayor o menor lalibertad que tenga para trabajar». Cuantos más obstáculos se eliminen mayorserá el crecimiento económico. Los monopolios de cualquier tipo han de sereliminados: lo exige la economía de mercado, el libre desarrollo de la ofertay la demanda y la competencia perfecta. El monopolio o estanco del tabacoha de abolirse corno el resto de situaciones de privilegio; reportará mayor producción y mayores ingresos para el erario público (Axioma 4.°).

En sus reflexiones sobre la población, no conoce o no comparte las teoríasde Maithus. La observación de la realidad demográfica española, tan distintade la británica durante esos años, difícilmente podía llevar a Luyando a enunciar doctrinas catastrofistas de crecimiento ilimitado. Más bien parece formular el principio de autorregulación social de la demografía con rçlación a lariqueza: cuanta más riqueza genere una sociedad, mayor será el número dematrimonios y, como consecuencia, el crecimiento de la población («si elhombre no puede mantener una familia, no se casa»); cuantos más habitanteshaya, más riqueza se creará, pero si, por cualquier circunstancia, hay recesióneconómica, descenderá el número de matrimonios y de habitantes (Axiomas6.° y 7°.).

Respecto al debate abierto desde hacía tiempo sobre política fiscal,Luyando se muestra partidario de los impuestos directos, o contribución única, por diversas razones: son más justos, su recaudación exige menos gastosy, consecuentemente, pueden ser menores. Según el principio que reduce amínimos la intervención del Estado, el gobierno debe exigir los tributosimprescindibles para gobernar y garantizar la seguridad y el disfrute de la propiedad (40).

Martín Fernández de Navarrete leyó en 1791, en la Real Sociedad Matritense, el ensayo titulado «Discurso sobre los progresos que puede adquirir laeconomía política con la aplicación de las ciencias exactas y naturales», en elque aboga por la aplicación de fórmulas matemáticas a la economía. Cada vezmás, escribe, la investigación depende de las matemáticas; no entiende cómopuede progresar el estudio de las rentas, de la demografía y de todas las ramasde la economía sin que se sometan al mismo rigor matemático que las otrasciencias (41). Precisamente el paso del pensamiento económico a la doctrina

(4Ó) Ibídem, pp. lOyss.,29yss.(41) M. Fernández de Navarrete. Discurso sobre los progresos que puede adquirir la eco

nomía política con/a aplicación de las ciencias exactas y naturales, Madrid, Imprenta de Sancha.1791, pp. 16 y 19.

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LA CONTRIBUCiÓN DE LOS MARINOS ILUSTRADOS DEL SIGLO XV1IIAL...

o ciencia económica tiene lugar en el siglo xviii, honor que unas escuelas atribuyen a los fisiócratas y otras a Adam Smith.

Navarrete divide la sociedad en tres clases: 1a «los quç producen» (cantidades positivas), compuesta por los agricultores, marineros, comerciantes,artesanos y obreros; 2a «los poseedores», o propietarios que consumen y notrabajan (iguales a cero); 3a «los que viven a expensas de los demás» (cantidades negativas): funcionarios, mendicantes, etc. La riqueza de la nación estácon relación directa a los primeros e inversa a los últimos, por lo que es preciso fomentar aquéllos y reducir éstos (42).

Esta distinción está inspirada en A. Smith y se aleja de la establecida porlos fisiócratas. Según éstos, también existen tres clases: agricultores, propietarios y «clase estéril». Sólo los agricultores incrementan la riqueza; los demástrabajadores (artesanos, transportistas, comerciantes, que producen mercancías elaboradas) forman la «clase estéril», ya que únicamente transforman lariqueza ya producida por los agricultores.

«Los poseedores», la nobleza y sus privilegios, constituyen una carga insoportable para la sociedad, por la cantidad de bienes vinculados, exentos deimpuestos, y por la altanería y la ociosidad en la que viven. Obligados por suposición social a dar ejemplo e influir en la cultura y progreso económico ysocial, sólo contribuyen a adormecer al pueblo y obstaculizar su desarrollo yprosperidad. El ilustre marino postula la abolición de los mayorazgos, la desvinculación de patrimonios y la iguadad fiscal (43).

Sin duda, Fernández de Navarrete no ignoraba las implicaciones políticasy sociales de sus tesis económicas.

(42) Ibídem, pp. 18-19.(43) Ibídem, pp. 26-27.

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LAS ISLAS DE TID OREY TERNATE EN EL RECUERDO

HISTÓRICO ESPAÑOLLeopoldo STAMPA

Embajador de España

En su octava vuelta al mundo realizada en 1993 el JuanSebastián de Elcano hizo escala en las míticas islas Molucas queun día albergaran la presencia del navegante de Guetaria. Elembajador de España en Indonesia don Leopoldo Stampa, queestuvo presente en la visita, nos brinda este excelente trabajoque rememora un pasado histórico español.

Tidore

La isla de Tidore forma parte, junto con su casi gemela Ternate, del archipiélago norte de la provincia de Molucas, compuesto por las siguientes islas:Halmahera, Morotai, Ternate, Tidore, y los archipiélagos menores de Bacany de Sula. La capital de la totalidad de la provincia es Ambón, situada en laisla de Seram (Molucas centrales).

Las islas, conocidas a través de la Historia como las Islas de las Especias,presentan una geografía accidentada donde abundan los volcanes —dos deellos en Tidore y Ternate— y las lagunas.

Más de 150 dialectos son los que se hablan en estos grupos de islas cuyastradiciones se ven, incluso hoy día, fuertemente impregnadas del rastro deculturas occidentales y, sobre todo, portuguesa y española, algo qúe se manifiesta en su folklore, en algunos apellidos, en los vestigios monumentales ynombres de ciudades, a pesar de que el paso de los años va desdibujando sucarácter. Por esta razón la presencia de algo tan emblemático como el buque-escuela de la Armada Juan Sebastián de Elcano en las aguas que hace casi450 años fueron españolas, y el homenaje que se rendirá a la memoria de losmarinos que convirtieron estas islas en hitos de la Historia de la navegaciónde España y del mundo entero, es una forma más de revitalizar el recuerdo denuestra presencia y difundir el testimonio de nuestro pasado. Éste será elobjetivo de nuestra presencia en la isla de Tidore y de ello trataremos a lolargo de estas páginas.

La isla de Tidore es algo mayor que la vecina Ternate. Al igual que ésta,un volcán, el Kiematubu (1.757 m) domina su superficie.

Ambas islas forman dos conos casi perfectos, uno en frente de otro, separadas su costas 3.500 metros (distancia entre el embarcadero de Kayumerahen Ternate y el de Rum en Tidore) por un brazo de mar estrecho y profundo,en el que se asienta la isla más pequeña de Maitara.

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Núm. 45

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LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE EN EL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL

Tidore tiene un perímetro de 45 Km, que los recorre una carretera que circunvala prácticamente la isla. Su población, unos 35.000 habitantes, se concentra en la capital Soa Siu.

Historia

La historia de Tidore está dominada por la rivalidad con Ternate. Primeroentre los dos sultanes de una y otra isla; después por el apoyo dado por losespañoles a los tidoreños frente al Sultán de Tern ate y sus aliados, portugueses; y, más tarde, cuando éstos fueron expulsados de la vecina Ternate, losportugueses y los españoles juntos —ya en Tidore— chocaron con los holandeses asentados en la isla rival.

Éste sería el resumen de una azarosa historia que dominó los siglos xviy xvii.

A partir de 1648 (Paz de Westfalia) España cede el control de las Molucaspara concentrarse en Filipinas y la Compañía holandesa V. O. C. ocupa la islacomo hizo con el resto del archipiélago moluqueño, estableciendo el monopolio del clavo y de las demás especias.

Tidore en la actualidad

Tidore es una isla pobre dedicada básicamente a la agricultura (clavo,mango, coco) y a la pesca.

Su infraestructura es precaria y elemental. Una sola carretera asfaltadarodea el perímetro de la isla que dispone de un único hotel, el «PenginapanJangi», de 12 habitaciones y de modestísima presencia. No hay restaurantesy el núcleo urbano se reduce a Soa Siu, la capital.

Desde el punto de vista histórico y monumental, que es el que nos interesa, Tidore ofrece cuatro emplazamientos de tradición histórica.

La presencia española

Elfuerte Tsjobbe

De él no quedan más que los restos. Se trata de una atalaya de reducidasdimensiones, situada al Norte del embarcadero de Rum.

Tenemos suficientes indicios como para afirmar que pudo ser el primerasentamiento construido por los hombres de Espinosa, que mandaba la Trinidad y que permanecieron en Tidore cuando la expedición de Magallanes,desde entonces mandada por Elcano, prosiguió viaje con la Victoria.

Al contrario de ésta, la Trinidad se vio en la necesidad de permanecer enla isla para reparar, ya que los fondos y la quilla de la nave habían sido afectados por la broma.

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Elcano siguió viaje con la Victoria logrando la primera circunnavegacióndel globo.

Pero veamos más despacio la historia del fuerte Tsjobbe.Elcano y Espinosa llegaron a las islas el 6 de noviembre de 1521. Inicial-

mente fondearon en Ternate, ocupada por varios comerciantes portuguesesy algún destacamento de hombres de armas. La acogida del Sultán de Ternatey de sus súbditos debió ser bastante fría, por lo que Elcano decidió abandonarla isla para dirigirse a la vecina Tidore.

En efecto, el día 8 de noviembre, «tres horas antes de la puesta de sol»—como señala Pigafetta— la Victoria y la Trinidad fondeaban en Tidore,«cerca de la costa, y a veinte brazas». Allí dispararon salvas de saludo y esperaron la visita de los tidoreños. Al día siguiente el sultán Al-Mansur fue recibido a bordo.

El Sultán, que vio en la llegada de Elcano un apoyo decidido frente a losternateños, no dudó en proclamarse vasallo de Carlos V y en bautizar aTidore con el nuevo nombre de «Castilla», en honor al emperador Carlos, sunuevo soberano.

Los hombres de la Victoria y la Trinidad fueron agasajados por el Sultány gratificados con numerosas fiestas, en una de las cuales quedaron impresionados por «una procesión de cincuenta mujeres, todas adornadas de sedadesde la cintura hasta los pies —escribe el cronista Pigafetta— que portaban

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LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE EN EL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL

cincuenta bandejas de manjares sobre sus cabezas y eran escoltadas por hombres que llevaban grandes jarras de vino y que más tarde ejecutaron la danzadel “cakalele” o danza guerrera. Cuando el banquete finalizó, las mujerescapturaron jugando a algunos de los españoles y fue necesario entregar algunos regalos para que éstos volvieran a recobrar su libertad». Imagino que conharto sentimiento por parte de los españoles afectados.

Cúando Elcano zarpó los hombres de Espinosa que quedaron en la islareparando la Trinidad, cerca de 50, construyeron una pequeña factoría parael acopio de las especias y la protegieron artillando el reducto con las piezasde la Trinidad. Es posible que ese reducto sea el fuerte Tsjobbe, cuyos restosdominan aún la rada de Rum, descendiendo hasta la playa, que es donde estáprevisto —en principio— llevar a cabo la ceremonia en memoria de Elcano yde su expedición.

Son muchos los indicios que permiten suponer que el fuerte Tsjobbe responde al asentamiento inicial de los hombres de la expedición de Elcano. Esevidente que una factoría para la recolección de las especias debería estar enun lugar próximo a la costa, al embarcadero, para facilitar la carga; es asimismo lógico pensar que, para evitar sorpresas de los hostiles vecinos de Ternate y de los portugueses, la atalaya que protegía el almacén tendría quedominar con sus vistas los puntos de la isla rival desde donde podrían llevar acabo expediciones de castigo contra Tidore y contra la factoría concretamente. En aquella época la ciudad y el núcleo poblado de Ternate no se encontraba en su actual emplazamiento, sino al Suroeste de la isla en un lugarllamado Gammalamma, que hoy lo ocupa el fuerte de Nuestra Señora delRosario, próximo a otro reducto en el poblado que hoy se llama Kastela (derivación de «castillo») de indudable origen etimológico hispano-portugués.Basta mirar el plano de ambas islas para comprobar que cualquier acción dirigida desde la vieja ciudad de Ternate hacia Rum sería divisada con tiemposuficiente de preaviso desde el fuerte Tsjobbe.

Por último, en la historia de Tidore no se menciona una construcción posterior a esta fecha del reducto de Tsjobbe. Por todo ello me inclino a pensarque la atalaya de Tsjobbe debió ser el lugar que defendía el almacén. Es posible, asimismo, que la actual estructura de la atalaya fuese entonces más elemental que la que hoy podemos contemplar, aunque sólo queden restos, perotodos los indicios parecen apuntar en la misma dirección, es decir, que elasentamiento inicial se realiza en Rum.

Volviendo a la historia de los hombres de la Trinidad señalaremos que,pasados los días y reparado el buque, zarparon los hombres de Espinosa tratando de llegar a América por el Pacífico. Al no conseguirlo regresaron nuevamente a Tidore. En las proximidades de Ternate encalló la Trinidad y sehundió. Los supervivientes fueron hechos prisioneros poco después por losportugueses, que terminaron adueñándose de la factoría de Tidore y de laatalaya. Es más que probable que las obras de acondicionamiento y refuerzodel reducto se emprendieran a partir de entonces, dando al fuerte Tsjobbe sufisonomía definitiva.

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LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE EN EL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL

Las ruinas de la ciudad real de Marieku

Las fortificaciones españolas que existían en torno a la ciudad córrespondeñ a un período posterior a la llegada de Elcano y fueron construidas por loshombres de la expdición de don García Jofre de Loaysa, quien zarpó de LaCoruña el 24 de agosto de 1525 con 450 hombres y una escuadra compuestapor seis naos: Santa María de la Victoria, como nave capitana, Sancti Spiritus,Anunciada, San Gabriel, Santa María del Parral y San Lesmes, y un patache,el Santiago.

A bordo de la escuadra viajaban dos marinos de excepción: Eléano, en susegundo viaje, y Urdaneta

La arriesgada empresa y los hechos que la rodearon son de sobra conocidos. A lo largo de la travesía los vientos y las tormentas fueron diezmando laflota, y las enfermedades a los hombres. El 30 de julio de. 1526 muere Loaysa,qúe es sustituido por Elcano. El 7 de agosto fallece el propio Juan Sebastián

de Elcano cuando aún faltaban semanas para llegar a las islas Marianas.Al fin alcanzaron las Molucas, en octubre, 150 hombres de los 450 que

‘habían zarpado. Las islas están ocupadas por los pórtugueses, y en TernateGarcía Henríquez se considera gobernador del archipiélago y exige que se lerindan honores. Los españoles se asientan nuevameñte en Tidore, donde elsultán Al-Mansur vuelve a acogerlos. Mientras portugueses y espáñoles discuten por los derechos de asentamiento, el clima de tensión va creciendo. Amediados de enero de 1527, la Santa María de la Victoria es dañada en uno delos combates y Zarquizano, que está al mando de la expedición, dio la tristeorden de incendiar la nave, que ya no era posible aparejar para que pudiesenavegar de nuevo. .

Mientras tanto, don Hernando de la Torre activa las defensas de la ciudadreal de Marieku en previsión de un ataque portugués. Este no se hizo esperaren cuanto llegó a Ternate el general portugués don Jorge Meneses, quienpuso fin a la tregua con los españoles, y al frente de 100 portugueses y 1.000ternateños asoló la ciudad de Marieku, Durante las opeiaciones fueron cercadas las fortificaciones españolas adyacentes a Marieku, hasta que se pactaronlos términosde un compromiso entre Meneses y La Torre, que había sucedidoaZarquizano a la muerte de éste.

De Marieku no quedan más que unas piedras, apenas visibles entre lamaleza, sobre la falda de una colina escarpada.

El interés que presentan los restos, hoy. día, es escaso.y la dificultad deacceso haceque rio sea aconsejable su visita.

El fuerte Torre o fuerte Tohula.

Se llama de las dos maneras, aunque predornina el nombre moluqueño deTohula.

Su calificativo como fuerte Torre, que aparece en algunos mapas de laépoca, puede responder a dos razones: la primera—y la más plausible—, por

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referencia a su construcción, en la que destacaba una torre, aún en pie, aunque desmochada. La segunda .—de origen más dudoso, pero que apuntocomo hipótesis— derivaría del nombre del comandante de la fortaleza donHernando de la Torre, quien estuvo al frente de la facción española de los restos de la expedición de Loaysa, entre 1527 y 1529.

Ello nos adentra en la historia de la expedición de socorro enviada porHernán Cortés, con la intención de reforzar a la flota de Loaysa o lo que quedase de ella.

Hernán Cortés había recibido una carta del emperador Carlos Y, fechadaen Granada el 20 de junio de 1526, en la que le informaba de las sucesivasexpediciones enviadas a «las nuestras islas de Maluco». Señalaba cómo la naoTrinidad (la de Espinosa) «quedó allá, porque hizo agua, con hasta cincuentay siete hombres» y cómo había enviado una nueva armada (la de Loaysa)«con seis naos», en las cuales fue por capitán general «el comendador y caballero de la Orden de San Juan Fr. García de Loaisa», a quien había ordenado«quedar en las dichas islas, asentándose su trato en ellas y gobernándolas».

Pór último le ponía en conocimiento de la armada al mando de SebastiánCaboto, que había partido ese año con tres naos y una carabela para «tambiénir a las dichas islas de Maluco».

Cortés recibió noticias de la armada de Loaysa. Uno de los buques, elpatache Santiago, después de una azarosa travesía en la que se separó de laarmada, terminó remontando por el Pacífico hasta aparecer en Nueva España. Cortés, informado de las desgracias de la armada de Loaysa e informadopor la carta del Emperador, en la que le ordenaba socorrer a la expedición,decidió enviar socorro a los españoles «del Moluco». Don Alvaro de Saavedra Cerón salió con dos navíos y un bergantín. El 15 de diciembre de 1527 unatormenta hundió las naos Santiago y Espíritu Santo. Solamente la Floridapudo llegar a las Molucas, fondeando en Tidore el 27 de marzo de 1528.

Mientras la armada de Saavedra se dirigía a Tidore, los españoles habíancontinuado sus escaramuzas con los portugueses y ternateños. Antes de queSaavedra desembarcase, La Torre había pactado el fin de las hostilidades conlos lusitanos y se había asentado en la isla. El fuerte Torre, asoladas las defensas de Marieku, debió de ser el lugar del nuevo asentamiento, posteriormentemejorado en su construcción al tiempo que la nueva ciudad de Soa Siu, sededel sultanato tidoreño, se extendía en sus proximidades. Saavedra, una vezcomprobada la presencia de los españoles en Ternate, intentó el tornaviaje.Navegó rumbo al Nordeste, después cambió al Este para recorrer 250 leguas,hasta llegar a las islas de Papúa, donde permaneció algún tiempo. Pero perdidos y sin saber qué derrota tomar, fueron retrocediendo hasta regresar aTidore.

¿Construyó don Hernando de la Torre el fuerte Tohula o fuerte Torre?Nada sabeñios a ciencia cierta. Según las informaciones locales el fuerte esportugués, pero ello nada indica, pues durante la unión peninsular Portugaly Castilla eran un misma cosa y es frecuente que se confundan sus hechos y suhistoria.

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LAS ISLAS DE TIDORE Y TERNA TE EN EL RECUERDO HISTÓRICO ESPAÑOL

El fuerte —aunque en ruinas— se mantiene discretamente en pie. Próximo a Sóa Siu, no es fácilmente visible desde lacarretera. Hay que ascendera través de una senda empinada y rodeada de vegetación. La entrada es dificultosa entre la hojarasca y las piedras sueltas. Su visita en grupo no es aconsejable debido a las condiciones del terreno.

Palacio del Sultán de Tidore

Mientras otras expediciones españolas siguieron a la de Saavedra (la delalmirante Villalobos a Jailolo en 1542, la de don Francisco de Dueñas a Ternate en 1580 y la de don Juan de Marones en 1883) en Soa Siu fueron sucediéndose asimismo los sultanes. Del palacio de éstos sólo quedan restos, entreellos las escaleras de acceso y algunos lienzos de mampostería.

No hay constancia histórica documentada, ni indicios de otra naturalezaque permitan trazar una vinculación entre la presencia de los españoles y elpalacio de Soa Siu, que debe ser de época posterior (posiblemente finales delxvi), cuando los españoles concentraban su presencia en Ternate.

De cualquier manera los combates que durante la primera mitad del XVII

enfrentaron a españoles y holandeses tuvieron también a Tidore por escenario. Un grabado holandés representa el ataque de lá escuadra del almiranteHoen a Tidore, en 1609, en lo que bien pudiera ser Soa Siu, donde figura unpalacio en llamas.

El recintó conserva también algunas tumbas de sultanes posteriores alperíodo español, como las de Nuku y Jainal Abidin Syah.

Tidore completa su lista de reductos históricos con un modesto museolocal, el Sonyine Malige, que contiene recuerdos y parafernalia de los últimossultanes: ropajes, armas, instrumentos musicales y un bello ejemplar delKorán.

En síntesis, salvo los restos del fuerte Tsjobbe, próximos al lugar dondeestá previsto que se desarrolle la ceremonia en memoria de Elcano y sus hombres, y ante la premura de tiempo, no parece adecuado girar una visita turística a Tidore que, por otro lado —y lamentablemente— no ha conservadobien los restos de nuestra presencia, reducidos prácticamente a vestigios,como puede deducirse —más que verse— en las reproducciones de las fotocopias de esta «guía». A ello se une la incomodidad del acceso a su emplazamiento, que podría pasarse por alto si a ello obliga la necesidad de la investigación histórica, pero que no sería perdonado en el contexto de una visitaturística.

El folklore de las Molucas, y no únicamente en Tidore y lernate, recogeecos de la presencia militar española en el archipiélago. La danza del «cakalele», una de las coreografías guerreras de los antiguos moluqueños, aportaincluso hoy día datos significativos.

El «guerrero» cubre su cabeza con una reproducción del «capacete», elcasco con el que los hombres de armas españoles hicieron sus campañas

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durante buena parte del siglo xv y el xvi. Si hay suerte én Ternate, despuésde la cena del día 30 de marzo, podremos ver los «capacetes»’actuales en ladanza del «cakalele».

Ternate

El volcán Gamalama (1.721 m) aún en actividad y de similar altura al Kiematubu de Tidore, domina la isla. Esta es de extensión menor que su vecina(10 km de diámetro) y notablemente.superior en desarrollo. Los árboles declavo y canela dominan el panorama ternateño mezclándose a menudo con unpaisaje de lava solidificada que recuerda, como un testimonio permanente,los períodos de actividad del Gamalama —al menos 70 ‘durante los’últimos500 años— habiendo sido la erupción más cercana en 1990. ,

Historia ‘ ‘ ‘

Al referirnos a Tidore ya hemos desvelado en gran parte la historia de Ter-.nate. Se trata justamente del reverso de la moneda. Duránte buena parte delsiglo xvi Ternate fue üna posesión portuguesa opuesta al Tidore eÑpañol.Cuando Elcano llega a sus costas es recibido con frialdad y tarda sólo veiiiti-cuatro horas’ en poner proa a Tidore y olvidarse de lós ternateños y portugueses. , ‘ ‘‘

Más adelante, durante la unión peninsular, es’ decir, a partir de 1580, caste-.llanos y portugueses, porque españoles eran todos, harán causa común frentéa la nueva amenaza holandesa. Y la isla de Ternate será escenario de no pocasintrigas, combates y asedios a sus plazas fortificadas.

La firma del Tratado de Zaragoza en 1529, por el que’ Carlos V cedía áPortugal sus derechos en las Molucas, abiió un cierto paréntesis en nuestrápresencia moluqueña. De las armadas dé Loaysa y Saavedra, quedaban enTidore tan sólo diecisiete hombres que abandonaron el archipiélago el mes de,febrero de 1534.

Algunos españoles continuaron en Tidore con el ánimo dé minar la,presencia portuguesa en Ternate. Allí permaneció por algún tiempó un núcleode irreductibles, entre los que llegó a encóntrarse el propio Urdáneta.

Los historiadores portugueses reseñan, por ejemplo, la ayuda recibida porel sultán Bohejat de Tidore, quien en 1536 gozaba aún del asesoramientoespañol en la reconstrucción de atalayas, levantamiento de sólidos bastionesy muros de piedra (ya hemos visto la historia de los fuertes Tsjobbe y Torre)para evitar los ataques portugueses. Muchos españoles más terminaban infiltrándose en Tidore, proporcionando a Bohejat mosquetes, pólvora y municiones, con el propósito de que el creciente ejército de Tidore fuese debilitando la presencia portuguesa en Ternate.

A pesar de la ayuda española el ‘gobernador Galvao invadió Tidore,derrotando al sultán Bohejat y poniendo fin, al menos provisionalmente, ala

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presencia española, aunque ésta estuviera basa.da en aquel momento en «asesores» y voluntarios.

Todavía habría enfrentamientos con los portugueses, y algunos de ciertaenvergadura, como el ocurrido con la armada de Ruy López de Villalobos,enviada desde el virreinato de Nueva España en 1542 a descubrir nuevas islas,y que los temporales obligaron a buscar refugio en Tidore. El gobernadorportugués de Ternate, don Gregorio de Castro, arremetió contra los hombresde Villalobos que terminaron siendo hechos prisioneros y enviados a Ambónen cautiverio. La mayoría fallecieron de ben-ben, incluyendo al propio almirante Villalobos que recibió la extremaución en la isla de Ambón de manos deSan Francisco Javier.

Durante este período «portugués» viajará Francisco Javier a Ternate.Según dicen las crónicas su misión era convertir al sultán Hairun con quienmantuvo numerosas audiencias estableciéndose entre ellos una relación demutuo respeto. El santo debió de llegar a Ternaté sobre 1549, acompañadopor Friy Juan de Beira, quien fecha algunas cartas en Ternate en ese período.

Tras la expulsión de los portugueses de Ternate por el sultán Baad (1575)se entra en una época de vacío europeo en las islas, con la excepción de algunavisita ocasional como la de Francis Drake. El Sultán aceptó convertir a Ternate en protectorado inglés, aunque todo ello tuvo mucho de símbolo y pocode realidad.

Pero los españoles volverían nuevamente a Ternate como tendremos ocaSión de ver.

Ternate en la actualidad

La capital —Ternate— fue fundada en 1607 por los holandeses. Se tratade la segunda capital, la moderna, pues la capital histórica, sede del sultanato,llevaba el nombre de Gammalamma y surgió en los alrededores del fuerte deese mismo nombre, bautizado posteriormente como Nuestra Señora delRosario por los hispano-portugueses.

Ternate es la segunda ciudad de la región norteña de las Molucas despuésde Ambón. Aún así no debemos imaginar una urbe de importancia. Su población —en torno a los 50.000 habitantes de los 80.000 totales de la isla—se concentra en ese núcleo que está lejos, por otra parte, de asemejarse a una ciudadde corte urbano tradicional.

Una estrecha carretera de denso tráfico de microbuses y motocicletas,conecta Ternate con las poblaciones de la isla, Tafura, Sango, Loto, Monge,Kastela, Bastiong..., muchas de ellas de origen etimológico claramente ibérico y militar, como las dos últimas —«castillo» y «bastión»— donde efectivamente existen restos de un castillo y un bastión en sus alrededores.

Los atractivos turísticos son aún escasos. Al margen de los fuertes, de losque hablaremos más adelante, Ternate no presenta al visitante más que unpanorama vegetal de árboles de clavo y canela, el humeante Gamalama yunas playas de arena negra, volcánica, entre las que destaca la de Sulama

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daha. Para los surfistas y los amantes de la inmersión y la pesca submarina,Sulamadaha ofrece enormes atractivos y los corales que rodean a la isla tienenfama en las Molucas.

La flora es otro de los fenómenos de los que se enorgullecen los ternateños. Un área de recreo, exageradamente llamado el Jardín de Eva (TamanEva) es uno de los «resorts» que inevitablemente acoge algunas instalacionesrecreativas, una cafetería y la infraestructura al uso. La Laguna (que aún conserva su nombre español) y lago Toleri, cuentan con especies raras, cocodrilos y variedades de pájaros.

En la gastronomía ternateña destaca el cangrejo Ketam Kenari, especieque pesa más de medio kilo por unidad y que se alimenta de cocos. Hoy díase crían en una plantación de cocoteros en la vecina Halmahera y se envían aTernate enuna de las numerosas barcas que pululan por los estrechos y quehace el recorrido en una media hora. Se trata sin lugar a dudas de la especialidad de Ternate, que es servida en los restaurantes de la localidad.

La ciudad cuenta con seis restaurantes discretos, en los que además delKetam Kenari, sirven platos indonesios y chinos. De entre ellos destacan elPondok Gede y el Siola. En este último está previsto servir la cena del día 30.

Ternate dispone además de una aceptable red de hoteles, alrededor deuna quincena, de mínima capacidad —en torno a las 10 ó 12 habitaciones—sin lujos pero limpios y hoy por hoy suficientes para la acogida de un turismomuy minoritario.

Un pequeño aeropuerto comunica la isla con Ambón y Manado. El tráficolo realiza un C-212, tres veces por semana. El tráfico naval es de mayor intensidad obviamente, y el transporte de pasajeros está cubierto por la línea PanMarine 2, con un servicio entre Manado, Sulawesi (Célebes), Ternate, archipiélago de Sual y Ambón, además de otros barcos de pasajeros y carguerosque llevan pasaje a bordo. La comunicación con Tidore la efectúa un «ferry»que realiza la travesía entre Kayumerah y Rum en unos 15 ó 20 minutos. Esconstante el movimiento de pequeños botes entre Ternate, Tidore y las islasvecinas de Mare, Moti y Makian.

La ciudad, en fin, dispone de un par de bancos para operaciones comerciales, una oficina de turismo, un club de submarinismo y poco más.

La presencia española

De los diversos fuertes que existen en Ternate, al menos tres de ellos estánfuertemente vinculados a la presencia española en la misma; el fuerte Gammalamma o fuerte de Nuestra Señora del Rosario, el fuerte de San Pedro ySan Pablo y el antiguo fuerte Malayo o fuerte Oranje, que fue uno de losmayores puntos de choque entre españoles y holandeses. Existen otros dos deconstrucción y control portugués, como son el Tolluco, al que fuentes indonesias atribuyen su origen hacia 1512, durante la presencia del gobernador general don Pedro Serrao —y, por tanto, la edificación sería coetánea de la visita

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de Elcano—, ye! fuerte Santa Lucía o Kayu Merah, levantado en 1518, segúnlas mismas fuentes, y que se encuentra frente a la isla de Tidore. A la vista delas fechas, ambos serían contemporáneos de la visita de Elcano. Sin embargo,Pigafetta, que iba a bordo de la Victoria y que fue el cronista de la expedición,nada dice sobre los fuertes de Ternate, que, sin duda, no hubieran pasadodesapercibidos en la detallada descripción sobre las islas que ha llegado hastanuestros días. Por otro lado, la obra monumental de ambos fuertes no es fácilimaginarla en los pocos años que separan el asentamiento inicial de los portugueses en Ternate y la llegada de Elcano con Pigafetta como atento testigo.Por esas razones deben aceptarse con reservas las fechas señaladas.

El fuerte Gammalarnma o fuerte de Nuestra Senhora del Rosario

Gammalamrna esel origen de Ternate. Allí radicaba el palacio del sultán,la ciudad y el harén. Las primeras noticias de su existencia aparecen ya conuno de los primeros expedicionarios portugueses en 1522, el capitán de Brito.De Brito fue autorizado a construir un castillo —en la amplia acepción del término de entonces, es decir, almacén, cuadra, factoría, dormitorio y fortaleza—en las proximidades ala ciudad de Gammalamma, donde residía el su!tán Bolief. El castillo de piedra portugués poco a poco fue levantándose. Noa lo largo de los meses, sino a lo largo de las décadas,

La fortaleza fue sucesivamente gobernada por los portugueses hasta suexpulsión y objeto de luchas e intrigas que no vamos a reseñar.

En 1575 los lusitanos son expulsados de Ternate. Se establecen en Tidoreen 1578, y dos años después se produce la unión peninsular bajo Felipe II. Apartir de ese mismo año se envían expediciones desde Filipinas para reiniciarel asentamiento en Tidore y conquistar Ternate.

En esa época se inicia la penetración holandesa en Ternate y se fragua laalianza entre los emisarios de la compañía holandesa V.O.C. (VereenigdeOostindische Compagnie) y el sultán de Tidore.

En 1593 la armada de Desmariñas es traicionada por los remeros chinos,que apuñalan a la tripulación durante la noche, y la conquista de Ternate fra-casa.

En 1606, ya bajo el reinado de Felipe III, don Pedro de Acuña, gobernador general de Filipinas, arma una flota de «cinco navíos, cüatro galeras, tresgaleotes, cuatro sampanes, tres funeas, dos gabarras inglesas, dos bergantines, trece fragatas y una barcaza para el transporte de la artillería», con untotal de 1.300 españoles, 400 soldados filipinos y 649 remeros de esta nacionalidad. El 26 de marzo se concentran en la bahía de Talangame, frente a Ternate. Desembarcan en Tidore, donde reciben ayuda del sultán, quien proporcina una flota de kora-kora, y al amanecer del 1 de abril se disponen a realizarel desembarco.

Don Pedro divide sus fuerzas en dos columnas para converger sobre elrecientemente construido fuerte de San Pedro y San Pablo. Los ternateños,

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a pesar de estar bien dotados de cañones, se deciden por el cuerpo a cuerpo.Lós españoles les superan y a mediodía el reducto se rinde. Tras ello, donPedro se dirige al fuerte Gammalamma, cuartel general y residencia del sultán Said, nieto de Hairún, que es quien había expulsado a los portuguesesde Temate. Said huye antes de que las tropas de Aéuña lleguen al Gammalamma. Cuando éstos llegan arremeten contra las posiciones fortificadastomando las piezas, y capturan la factoría holandesa, en la que encuentrandos mil ducados, grandes depósitos de clavo y numerosas mercaderías.

El sultán Said aceptó regresar a Ternate cuando supo que los españolés lerespetarían la vida si se rendía y reconocía la soberanía española sobre el sultanto. En efecto, el 10 de abril de 1606, en el gran salón del fuerte de Gammalamma, los españoles y ternateños sancionaron formalmente la paz con lafirma de un tratado. El Sultán y su familia juraron lealtad al rey Felipe III. Deesta manera, Ternate y Tidore quedaban bajo soberanía española. DonPedro de Acuña, cumplida su misión, regresó a Manila en el mes de mayo.

Durante los meses sucesivos se levantaron puestos fortificados y guarniciones en las pequeñas islas vecinas de Moti, Batjan y Makian; en Tidorereconstruyeron el castillo (e1 fuerte Tsjobbe o el fuerte Torre?), que albergóuna guarnición de 100 hombres; el fuerte de San Pedro y San Pablo albergó aotros 200 soldados, y el Gammalamma fue ampliado, acogiendo a cerca de100 familias de portugueses, mestizos portugueses y españoles.

Las últimas reformas de los fuertes de San Pedro y San Pablo, Gammalamma, en Ternate, ylos que aún perduran en Tidore, pertenecen, por tanto,a este período de control español de las dos islas y del norte de las Molucas.Era el año del dominio total, 1606.

Pero los holandeses no estaban inactivos. Alianzas con los ternateños y elsultán de Jailolo fueron negociadas por el capitán L’Hermite quien con unafuerza aúxiliar de 100 kora-kora y soldados holandeses inició razzias contralas guarniciones españolas de la isla de Matian, intentando luego un desembarco en Ternate del que salió escarmentado. Lo intentó nuevamente consiguiendo una base en el antiguo fuerte Malayo, abandonado por los portugueses. Los holandeses reconstruyeron el fuerte y lo pusieron en estado de defensa.

Dejamos aquí la historia del fuerte Gammalamma, que puede visitarse sinmayores dificultades. Se encuentra en la carretera, próximo al poblado deKastela o Kastiel. En su interior —en ruinas— aún se aprecian los muros yparte de la torre central que conserva la fisonomía definitiva después de serreparado por los españoles y portugueses.

Fuerte Malayo o fuerte Oranje

• Se trata del que reconstruyó el capitán L’Hermite. Está situado en el centro de la moderna Ternate. Hoy día lo ocupa la policía local y es el único quepresenta ciertas condiciones de habitabilidad.

El fuerte fue sitiado en 1606 por las fuerzas españolas que se acuartelaban

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en el Gammalamma. La batalla del fuerte Malayo, ocurrida durante el mes dejunio de 1606 tuvo lugar entre los 250 sitiadores y cerca de 140 holandeses yternateños al mando de L’Hermite. La fortaleza no pudo ser tomada y elloanimó a las fuerzas holandesas a extender su acción sobre Ternate y Tidore.Las expediciones de los almirantes Caerden (1608), Wittert (1609) y la deHoen (1609) contra Tidore, son pruebas de ello.

Fuerte de San Pedro y San Pablo

Algunas fuentes consideran que este baluarte fue el que comenzó a construir el gobernador general portugués don Antonio de Brito en 1522. Otrospor el contrario creen que el que Brito levantó estaría más cerca de Gammalamma y que incluso el almacén original de Brito fue el origen del fuerte Gammalamma. De acuerdo con las tesis mejor fundadas el fuerte ya estaba en piedurante el reinado del sultán Hairun, quien fue asesinado en ese mismo castillo por el portugués Antonio Pimentel en 1570. Ello dio lugar a una guerra decinco años, que terminó con la derrota portuguesa y su expulsión de Ternateen 1575.

Ya hemos visto también como el castillo fue asaltado y ocupado posteriormente por las fuerzas españolas de don Pedro de Acuña en 1606.

El castillo está situado entre los poblados Taman Riu y Fitu, en la carretera de Ternate a Gammalamma. Su posición, vigilando Tidore, habla por sísola.

Se conservan los muros exteriores, pero no se puede acceder al interior,que no se divisa desde la carretera. La entrada tampoco es visible desde losotros muros y la vegetación, los desniveles y los reptiles, aconsejan observación prudente desde la carretera.

Fuerte Tolluco o Toloco

Se trata de un fuerte portugués. En éste no existen indicios de presenciaespañola. Atribuida su construcción a Francisco Serrao (1512), ya he indicado mis dudas al respecto. La buena conservación del mismo no hace másque confirmar su construcción posterior a esa fecha.

Está situado a la salida de Ternate en dirección al aeropuerto, la opuestaa Gammalamma.

Fuerte Santa Lucía

Por último, el fuerte Santa Lucía, o «el bastión», recuerda la presenciaportuguesa en Ternate. El fuerte no llegó a terminarse y hoy las aguas de labahía de Talangame penetran entre sus muros.

Puede accederse a su interior desde el que se divisa la vecina Tidore.

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En torno a este punto podría situarse e’ primer fondeo de Elcano, el 6 denoviembre, antes de dirigirse a Tidore, aunque Pigafetta no lo describe suficientemente como para asegurarlo.

En Tidore también puede contemplarse el Palacio del Sultán (construidoen 1610) y su museo. Una desafortunada restauración en 1974 ha quitado todala gracia al edificio, más parecido ahora a una residencia de montaña que alpalacio de un sultán. El Museo despliega varios objetos de arte, entre ellosporcelana china, plata, objetos portugueses del siglo XVI, lámparas ornamentales, trajes de ceremonial de los sultanes y armas.

Todavía el Sultán acude a algunas ceremonias acompañado de sus guardias (suseba) y de sus soldados, que curiosamente —,otra reminiscencia hispano-portuguesa?—- se denominan bala.

En cuanto al folklore (ya hemos hablado de la danza del «cakalele»), ladanza cortesana llamada Legu recuerda pasadas épocas, acompañadas porcanciones que rememoran al Sultán las obligaciones que tiene con su pueblo.Otra de ellas, la Dadansa (de n evo etimologías familiares para nosotros), seejecuta en presencia del Sultán cuando éste recibe a invitados oficiales. Antiguamente era una danza de bienvenida a los guerreros tras el combate. En lostrajes de los danzantes pueden observarse reminiscencias portuguesas. Estas,junto con vocablos españoles, abundan en el idioma malayo, pero los dialectos locales recogen muchas otras que se van haciendo más frecuentes amedida que uno se aproxima a tierras donde la presencia portuguesa y española se mantuvo durante siglos.

Algunas tienen su origen en instrumentos desconocidos antes de la llegadade españoles y portugueses, y se adoptaron inmediatamente y aún perduran:dadu (dado), garpo (del portugués garfu = tenedor), Kantin (cantina), kaserol, lentera (linterna), tinta, martil (martillo). Yen Flores, Manado o Ambóny en el resto de las Molucas, son significativas las de origen militar: kapiten,Kapseti (capacete), banda, kabal (caballo), aldjanti (ayudante), fila, guarda,kapa, semor (sargento mayor), punta (apuntar), fogo, bendera (bandera),armada, ronda, serdadu (soldado), kastil (castillo), kereta (carreta)... yotras.

En síntesis, Tidore y Ternate, islas donde la presencia de España puedeaún palparse en los vestigios de las fortificaciones, en las tradiciones del folklore yen las etimologías de muchos términos de su vocabulario, constituyen,sin duda, lugares de enorme interés no sólo para el historiádor sino para todoslos españoles que discurran por estas latitudes. El turismo, poco desarrolladoaún en estas islas, no ha permitido hasta el momento la difusión de nuestralejana presencia. Estoy convencido de que la visita del buque-escuela JuanSebastián de Elcano, cuyo nombre está tan íntimamente vinculado a estasislas, servirá tanto de recuerdo renovado del pasado de nuestra Armada enellas, como de portavoz del testimonio de nuestro pasado en España.

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CAMBIOS SUBSTANCIALES ENEL CONCEPTO DE LA GUERRA

DURANTE EL SIGLO XVIFederico Fernando DE BORDEJÉ MORENCOS

Contralmirante

Un factor que hace su aparición en la Edad Moderna se relaciona con lacomplejidad política de Europa y la íntima interdependencia de las relacionesentre sus estados, puesto que las guerras del siglo xv habían sido en ciertomodo conflictos aislados. Mientras los Reyes Católicos daban su fin a laReconquista y franceses e ingleses dirimían sus diferencias sin sufrir interferencias externas, por su parte, Alemania y Hungría lanzaban una cruzadacontra los husitas, en tanto que los turcos encontraban la oportunidad decolocarse en la retaguardia de Europa con la conquista de Constantinopla,totalmente olvidada por Occidente.

Pero tan pronto como Maquiavelo escribe su obra El Príncipe, sus teoríasse convierten en realidades. Francia invade Italia en 1494 e involucra en suacción, no sólo a las ciudades-estados de aquella península, sino a España, alPapado y al Imperio, propagándose la querella en pocos años hasta los confines del Viejo Continente, pues muy pronto Inglaterra ylos sultanes contraerán alianzas con alguno de los príncipes beligerantes entrando en el juegopolítico europeo.

Con la llegada al trono de España de Carlos 1, la guerra va a intentar liberarse de todas sus ataduras convencionales que hasta allí la habían condicionado, reforzando su papel de instrumento de la política, una política que tratará de abarcar y controlar al mundo entero y que inicialmente iba a girar entorno al conflicto franco-español, que se abre en 1495 con la conquista deNápoles por Carlos VIII de Francia.

Dentro del escenario internacional, en 1512 la guerra encontrará en Selím 1un soberano con pretensiones universales que no dudará en mover sus ejércitos, a la vez, en Oriente y contra Occidente, puesto que después de haberdoblegado a sus enemigos en el Este, con la conquista de Siria, Arabia y Egipto, volverá, sus miradas hacia Europa, constituyendo la línea fronteriza turca,que se extendía desde Bosnia a Bengasi pasando por el Bósforo, una seriaamenaza para la cristiandad, tanto por tierra como por mar.

Por su lado, Venecia, que en el siglo anterior se había aprovechado de suspactos con los sultanes para extender su área de influencia hacia el Este, másallá de los límites naturales de Occidente, se verá obligada a replegarse sobresí misma, iniciando su declive como potencia marítima, lo mismo que Génova, en tanto que el emperador Maximiliano, en los umbrales de su muerte,asistirá a esa acelerada evolución, no escapándosele los peligros que van apesar sobre su Casa y Europa, estimando que heredando la corona imperialsu nieto Carlos, éste podría asumir la defensa de Alemania y de Occidente.

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Más al sur, Francia, a pesar de verse sometida en cierto modo a un cerco,podrá todavía disfrutar de su excelente posición central y enfrentarse a Carlos 1bien sola o como alidada del turco, razones y circunstancias que abrirán unaguerra en dos frentes y que se convertirá en el elemento dominante de la política imperial, habiendo perdido ya la idea de cruzada todo sentido. Finalmente, Inglaterra practicará durante un cierto número de años una política deespléndido aislamiento y los ducados de Polonia y Moscú proseguirán lamayor parte del siglo sumidos aún en las tinieblas y olvido.

Pero Carlos 1 no hubiera podido conducir sus líneas de acción política deno haber accedido al trono de España, país de reciente unidad que acababade salir de una situación de retraimiento que favorecía su seudoinsularidad yque iba a permitir al emperador explotar todas las ventajas que confería a laPenínsula la geografía, como bastión avanzado sobre el Atlántico, de controldel Mediterráneo Occidental y de flanqueo y retaguardia con respecto aEuropa. La ocasión se le presentaba propicia, pues establecida la unidad, conresponsabilidades en Italia, en marcha la colonización del Nuevo Mundo ycon el prestigio que le confería la corona imperial, había ascendido España ala categoría de priméra potencia del mundo de la época, que no debería mantenerse por la fuerza de las armas si Carlos ¡ lograba crear un «ImperiumMundi» católico, en el que Alemania debía desempeñar un papel fundamental al servicio de Su Majestad hispánica, puesto que por su excéntrica posiciónle era difícil a España afirmarse por sí sola en el continente con las mismasventajas que disfrutaba una potencia central.

Dos años después de haber sido proclamado emperador y dentro de sudesignio político, Carlos 1 se sintió lo suficientemente fuerte y libre de compromisos como para reiniciar la lucha en Italia, que entre 1496 y 1516 habíanmantenido sus abuelos maternos en el mismo escenario y contra el mismoadversario, conflicto en el que buscará doblegar a Francia y luego extender sudominio e influencia por todo el ámbito mediterráneo, antes de que los otomanos sean capaces de perforar la línea exterior que protegía a la Cristiandad.

Ese largo conflicto entre dos países vecinos transformará el mosaico político italiano, convirtiéndolo en un enorme tablero de ajedrez en el que se forjarán y liquidarán alianzas y coaliciones, convirtiéndose las guerras de Italiaen un crisol del arte militar, todavía empírico y multiforme, afrontándose,fusionándose, surgiendo y conjugándose tácticas diferentes y alejadas de laspracticadas hasta esos momentos.

Será una lucha sin cuartel conducida en el interior de los territorios quepara Carlos 1 debían constituir el nuevo sistema de estados europeos y que,en teoría, debería finalizar cuando una de las dos naciones, Francia o España,hubiera logrado adquirir una ventaja decisiva sobre la otra o establecerse unequilibrio que garantizase, tanto a esos países como al resto, unas relacionesde buena vecindad que permitiera al conjunto vivir un futuro en paz.

Para Carlos 1 la guerra será el factor predominante de su reinado y a ellarecurrirá cuantas veces lo exija su finalidad política aunque, eso sí, desenca

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CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE...

denándola cuando le parezca más propicia y si bien no fue un monarca conuna especial inclinación por los enfrentamientos armados, si sabrá apreciarlosen su justa medida y valor como instrumento para alcanzar sus objetivos, porlo que se servirá de ellos con frecuencia. Cuando en 1521, rodeado del prestigio que le confería su casa, su origen y su situación marcha a Italia, no será conla intención de afianzar la posesión del Milanesado, conquistado por Francisco 1 en 1515, tras la victoria de Marignano, sino, más bien, la de asegurary restaurar un Occidente, tal como lo concebía y hecho a su medida.

Las guerras de Italia con Carlos 1

No trataremos de describir las guerras que Carlos 1 debió mantenerdurante cerca de veinticinco años, soberano de un mundo de dimensiones encierto modo desconcertantes para la época, puesto que se confunden o integran íntimamente con su política.

En 1521, la llegada a Milán del príncipe italiano Próspero Colonna alservicio de España motivó,una vez más, la alianza de Francia y Venecia, surgiendo en un segundo plano un Pontífice que continuamente moverá los hilosde una situación muy compleja pero que, como soberano de un estado temporal, le conviene que exista.

Uno de los contendientes, como Señor de España y de las Dos Sicilias, deLuxemburgo, Borgoña y el Franco Condado, heredero de los Países Bajos yemperador de Alemania, Austria, Tirol y Estiria, reunía en sus manos unaserie de fuerzas heterogéneas y dispersas en el espacio, como jamás habíalogrado el propio Carlomagno. Por su parte, Francisco 1, después de haberfinalizado su conflicto con los cantones helvéticos por decisión unilateral deestos y no sin antes haber puesto a su disposición sus mercenarios, estimabaser otro príncipe extremadamente poderoso y, por ello, capaz de asumir elconflicto con grandes probabilidades de éxito, monarca con una clara vocación para solventar los problemas a través de la guerra y, en esos momentos,deseoso de alcanzar una victoria sobre su secular enemigo, España, creyendoque ahora se le presentaba la ocasión. -

La campaña que se inicia en.1521 se anunciaba difícil y, desde luego, descansaba en la habilidad maniobrera de los capitanes del emperador, quehabían superado la táctica imperante a finales del siglo xv y comienzos del xvi,pues de aplicar ahora aquellas normas, demasiado estáticas, sus acciones sehubieran mostrado insuficientes si se pretendía con ellas alcanzar una decisión. Por sus marchas y continuos cambios de posición, Próspero Colonnaacabó por arrebatar tanto terreno a la coalición franco-veneciana que les fueimposible a éstos lograr la concentración de sus fuerzas, dando la guerra porperdida, y mientras Milán caía sin combate en manos del emperador, Francisco 1, no resignándose a verse derrotado, levantaba otro ejército a las órdenes de Lautrec con la orden de reconquistar Milán.

Lautrec maniobró sin contratiempos pero sin conseguir que, esta vez,

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FEDERICO FERNANDO DE BORDEJÉ Y MORENCOS

Colonna abandonase una estrategia defensiva, por lo cual aquel se vio forzado, contra lo que le dictaban sus conocimientos militares, a atacar el 23 deagosto de 1522 no lejos de Milán, en Bicoque, acción que respondía más a undeseo de sus mercenarios suizos, quienes le reclamaban a toda costa entrar encombate, que a un correcto estudio de la situación. Por tanto, fue una batallaprovocada por los propios mercenarios pero sin responder a la evolución normal del conflicto ni a un plan de operaciones viable y preconcebido.

A propósito de los mercenarios, factor negativo y muy abundante enambos bandos, debe señalarse que éstos imponían sus propósitos puesto quesus contratos eran limitados en el tiempo y basados en el botín tomado, porlo que de no escucharles, pensaban que no tenía entonces ningún sentido servir en un ejército que no les ofrecía beneficios cuando, por el contrario, frecuentemente pagaban su servicio con su propia vida.

De ahí que deba decirse que los franceses sufrieron una crisis de mando yde autoridad, al ceder Lautrec a aquellos requerimientos o imposiciones,ordenando atacar las líneas españolas mientras Colonna decidía no variar suactitud defensiva, inspirándose en el principio de la guerra que prescribe que«esperar un ataque es la mejor forma de economizar fuerzas», persuadido deque la defensiva era el método de combate más idóneo en ese momento si nopretendía, como así era, alcanzar un objetivo físico predeterminado. Sinduda, esa táctica española implicaba una cierta renunciación pero,como sedemostraría en el encuentro, Colonna sufrió ligeras pérdidas en tanto que suadversario veía aumentar las suyas, renunciación que en determinadas circunstancias se olvidaba si, como en este caso, se alcanzaba una resonante victoria, consecuencia del repliegue de los suizos a sus posiciones iniciales y decidir Lautrec no proseguir la batalla e iniciar la retirada. De ahí que puedadecirse que fue en Bicoque cuando los suizos se encontraron en inferioridadde condiciones ante una infantería dotada de su mismo armamento.

A pesar de ese revés, Francisco 1 no consideró perdida la guerra y en elmismo momento en que los turcos se aproximaban a tierras de los Habsburgo,el rey francés estimó que era el momento de volver a intentar conquistar laLombardía.

Por su parte, Carlos 1, desde la primavera de 1521 tenía necesidad de obtener una victoria en el frente oriental del continente si deseaba reforzar aúnmás su autoridad, dado que en ese año Solimán II, sucesor de Selím 1, sehabía apoderado de Belgrado, posición clave para dominar los Balkanes y departida para ejercer una fuerte presión sobre Hungría y Estiria, encontrándose Austria asimismo amenazada, sultán que al año siguiente se asentaríaen Rodas, expulsando a los Caballeros Hospitalarios de San Juan, para pasara control turco el tráfico comercial veneciano y genovés con el PróximoOriente.

Puesto que los húngaros eran incapaces por sí solos de resistir dicha presión musulmana, Carlos 1 confió la protección de esa tierra y del resto de losestados de los Habsburgo a su hermano Fernando, casándolo en 1522 conAna de Hungría. Sin duda alguna, ante los derechos que podría hacer valer

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el esposo de Ana de Hungría sobre este reino y sobre la corona de Bohemia,y si recordamos que ya presidía el Consejo de Regencia en Alemania y elemperador le había asignado los dominios hereditarios de los Habsburgo,naciendo así la rama austríaca de esa Casa, dichas medidas de carácter dinástico tenían gran valor para Carlos 1, que sentía que Alemania podía verseamenazada simultáneamente por Francia en el Oeste y por Solimán en elEste.

Cuando nuevamente Francisco 1 reanudó las operaciones, el Emperadorrenunció a librar una batalla decisiva que, paradójicamente, tampoco buscaría el monarca francés, porque ambos rivales reconocían que las campañaslejos de las bases metropolitanas terminaban por costar más de lo que conellas se lograba, razón de que durante dos años de enfrentamiento Carlos 1sólo intentase explotar políticamente a la coalición, maniobrando para atraera su órbita a Génova, mientras que el francés dirigía sus miradas a los otomanos. De ahí que aunque Lombardía y el Piamonte se convirtieron en teatrosde operaciones, fueron muy raros los encuentros armados de cierta entidad,destacando únicamente la entrada del Condestable de Borbón, al servicio delemperador, en la Provenza, con el fin de llevar las operaciones al propio suelofrancés. La decisión llegó cuando erróneamente Francisco 1 determinó ennoviembre de 1524 sitiar Pavía, defendida por Antonio de Leyva, aprestándose el Marqués de Pescara, sucesor de Colonna, a levantar el asedio, haciéndose ahora inevitable la batalla decisiva puesto que el mando español, ante lasdificultades que sufría para poder pagar a sus mercenarios y, por ello, temeroso de ver disgregarse su ejército, empujado a ceder la plaza y retirarse, novio otro camino que presentar combate.

Como se advertirá, no fue el mando el que provocó, la crisis y la batalla,sino una circunstancia muy particular, volviéndose a repetir lo sucedido aLautrec en Bicoque pero, con la gran suerte, de conseguir la victoria y así soslayar lo que fue una nueva crisis de autoridad.

Es bien conocido que el rey francés fue hecho prisionero en ese encuentro,que perdió la Lombardía y la Provenza y pudo de nuevo Borgoña recuperarsu independencia. Además, el citado monarca, encerrado en la Torre de losLujanes de Madrid, firmó una serie de concesiones que como pronto sedemostraría no pasarían de ser papel mojado, algo lógico, si pretendía elemperador excluir a Francia del sistema de estados europeos, volviendo dosaños más tarde a ignorar lo firmado y aprestarse para iniciar otra contienda.

Si el primer período de hostilidades comprendió de 1521 a 1525, los próximos enfrentamientos entre ambos adversarios se desarrollarían entre 1527 y1529, seguidos de otro conflicto entre 1536 y 1538 y un cuarto que se extendería de 1542 a 1544, sin que en ninguno de dichos períodos se vuelva a dar uñabatalla de carácter decisivo, como fue la de Pavía. Una constante común a loscuatro enfrentamientos se relaciona con el escaso protagonismo que en ellostuvo la mar y, por tanto, la ausencia de verdaderos combates navales, queciertos historiadores de ambos países, incluso en nuestros propios días, hanpretendido inflar, justificar y ensalzar como si se hubiera tratado de grandes

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batallas navales. Ese fue el caso del de Rapallo en 1494; el de Génova en 1512;el de Cabo D’Orso y Prevesa en 1528 o el del bloqueo de Marsella en 1536,llevado a cabo por un Andrea Doria ya español, que fueron las operacionesnavales más importantes que se desarrollaron en la primera mitad del siglo xvi. Realmente no pasaron de ser acciones de escasa entidad y sin tenerun gran impacto en las operaciones terrestres. Ello se debía a que las fuerzasnavales de los contendientes eran excesivamente reducidas y contaban pocoen los planteamientos estratégicos, en los que la decisión se daba y obtenía enla tierra, pues aunque en ciertos momentos, como en las expediciones aTúnez y Argel, se nos citan los cientos de naves que intervinieron y su estructura orgánica y operativa, su papel se limitó a ser meros transportes de fuerzasembarcadas.

Bicoque y Pavía demostraron que la táctica y hasta los mandos no erandueños de sus propias decisiones si un ejército dependía de los contratos desus mercenarios. Esa es la razón de que ambos contendientes se vieran empujados a tener en cuenta una serie de factores, incluso, no militares, como eranlas diferencias religiosas dentro de un mismo ejército, su procedencia étnicay hasta su humor, en otras palabras, debían tener presente al iniciar una campaña, tanto la situación estratégica como la moral de las fuerzas, lo que se traducía en largas y penosas guerras de movimiento para encontrar en pueblosy villas visitados el ansiado botín, por lo que puede afirmarse que era la soldadesca la que mediatizaba la conducción de las operaciones.

Esa constante se dio en la guerra de 1527-1529, que se caracterizó por laexistencia de un dinamismo degenerado, siendo Frundsberg su primera víctima cuando se sublevaron sus lansquenetes y sabotearon la campaña de 1527.Otra víctima fue el Condestable de Borbón cuando entró en Roma al frentede una banda de fanáticos deseosos únicamente de consagrarse al pillaje yrobo, ilustrando el llamado «saco de Roma» ese desorden en el campo militar, saqueo en el que murió el propio Condestable, según se dice, por undisparo efectuado por el famoso Benvenuto Cellini, conquista que tendía acastigar al papa Clemente VII por haber constituido contra España la LigaClementina, en la que figuraba Francia.

Dentro de ese conflicto en su segunda fase, cuando Lautrec entró denuevo en Italia para «liberar a la Iglesia», obligó al sucesor del Condestable,el Príncipe de Orange, a refugiarse en Nápoles, ciudad que quedó cercada portierra y mar, asistiéndose a la formación y liquidación de alianzas, lo que parecía demostrar que era imposible establecer una coalición sólida y permanente. Si se tiene en cuenta su favorable posición, no se comprende como Saluzo,sucedor de Lautrec, abandonó Nápoles cuando, además, un encuentro navalen sus aguas dio su control a la flota franco-veneciana. Sin duda, así lo decidiópara apoyar a su compañero el Conde de Saint Pol quien, por otra parte, seveía sitiado por el general Landriano, resultados que indujeron a Francisco 1a abandonar la partida después de haber agotado, por segunda vez, todos susmedios disponibles, aviniéndose a rubricar la paz de las Damas o de Cambrai,en virtud de la cual los franceses dejaban Italia, cedían al Emperador Flandes

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y Artois y reconocían sus derechos sobre Borgoña, aunque, como siempre,era una renunciación que Francisco 1 no consideraba eterna, siendo digno demencionar el paso al servicio del emperador de Andrea Doria, almirante quese negaba a seguir las órdenes de Francia.

No obstante, ese conflicto se vio influenciado por factores externos pues,aunque Inglaterra no había decidido todavía implicarse abiertamente en elconfuso panorama continental, sí esperaba obtener ciertos beneficios comoaliada de Carlos 1, mientras que Solimán se encontraba ya a las puertas deViena, al haber derrotado el 29 de agosto de 1526 a Luis de Hungría en labatalla de Mohacs.

De repente, el peligro otomano sobre Europa se convertía en una amenaza real, riesgo que se manifestaba mediante un perfecto dominio del artemilitar, lo que sorprendió a los estados occidentales. Una vez más la ventajadebía pertenecer a quienes hiciesen prueba de una mayor movilidad, atacasen con mayor ímpetu y ardor y dispusiesen de un mando firme y tenaz, llegándose a la conclusión, en Occidente, que mientras el imperio erigido a orillas del Bósforo se considerase a sí mismo como un estado militar que vivía desus conquistas, no era posible rivalizar con él. Quizá hubiera sido factible siAustria, que debía asumir la defensa de la frontera oriental de la Cristiandad,hubiera inventado o practicado una táctica especialmente concebida a hacerfrente a ese adversario y hubiera enviado la totalidad de sus fuerzas haciaaquella frontera. Al no ser así, Europa volvía a enfrentarse con idéntico peligro al que había sentido con la llegada de Atila y Gengis Khan.

Sin duda alguna, los turcos eran los herederos militares de la técnica oriental y habían sabido aprovechar las experiencias de otros, principalmente delos bizantinos. Sus ejércitos se habían familiarizado con el manejo de todas lasarmas y habían creado entre ellas una ligazón en la que la maniobra táctica yhasta estratégica brillaba con máximo esplendor.

Occidente parecía desconocer que los otomanos disponían de una infantería que, tanto en el ataque como en la guerra de posiciones, tanto con armasde fuego como con armas blancas, era capaz de alcanzar una perfección similar a la de los jenízaros, o que su artillería había sobrepasado la fase de lostiros de eficacia, que una vez iniciada la batalla perdían todo su valór, parahacer fuego ahora disparando desde reductos naturales o preparados o desdeespacios abiertos cada vez que el objetivo valía la pena y sin importar almando el que sus propios hombres sufrieran sus efectos. Pero el elementoesencial de la táctica turca residía en el asalto masivo, desencadenado con talimpetuosidad, que solamente una defensa decidida, disciplinada y muycerrada parecía capaz de hacerle frente y, dependiendo de la suerte o de decisiones erróneas del enemigo, ser capaz de mantener sus líneas defensivas.

Ante Viena los efectivos otomanos ascendían a unos 300.000 hombresmientras los imperiales, que por una vez y por poco tiempo olvidaron sus querellas, incluso, religiosas, puesto que Martín Lutero exhorto a los protestantes alemanes a prestar sincera ayuda, ascendían a 65.000 infantes y 11.000caballos. Al frente de las tropas figuraba el propio Carlos 1, quien marchó al

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Danubio con sus mejores veteranos españoles e italianos, conjunto que seaprestaría a defender Viena y con ella a Europa, según disponía una tácticahúngara que durante treinta años aplicaran los ejércitos imperiales.

Ella se basaba en plantear un dispositivo defensivo que debía primarsobre la movilidad, integrándose la caballería en grupos autónomos, lomismo que la infantería dotada de picasy la artillería, táctica sobre la que posteriormente se fundamentaría la formación de los famosos Tercios que, gracias a un adiestramiento excepcional serían capaces de llevar a cabo movimientos defensivos y ofensivos de gran envergadura, para terminar siendo losgrandes señores de los campos de batalla desde la mitad del siglo XVI a laguerra de los Treinta Años. Sería una especie de credo legionario que impregnaba a los Tercios lo que lograría imponer una disciplina a sus hombres aunque, eso sí, siempre que religiosamente fuesen pagados. No obstante deberían transcurrir algunas décadas antes de que dotados de más movilidad seenfrentasen con éxito a formaciones compactas, iniciando una maniobra deaproximación al adversario agrupados sobre sus banderas y marchando sobreel centro del dispositivo enemigo para luego envolverlo por las alas y dislocario con sus contraataques.

En Viena, Solimán no se arriesgó a un encuentro y a cambio de una tremenda pérdida de prestigio se mantuvo a distancia de la capital, limitándosea arrasar la campiña y capturar villas fronterizas. Esta opción señaló elcomienzo de una fase de operaciones, en la que los asedios menores alternaban con incursiones y guerra de posiciones, maniobra otomana que prevalecería hasta la muerte del sultán, treinta y dos años más tarde, durante otracampaña en Hungría. La auténtica victoria estratégica que alcanzó el emperador se había logrado sin batalla, gracias al sistema táctico español que presentó a los turcos un bastión defensivo demasiado formidable hasta para elmás grande de los sultanes turcos. Luego, y contrariamente a la regla histórica, la guerra contra el Islam por tierra adquirió un papel pasivo mientras queel encuentro decisivo tendría lugar en la mar, unas décadas después.

Aunque se salvó Viena y Carlos 1 se reafirmó corno primer príncipe de laCristiandad, cuando tres años más tarde éste pasó a Africa para asegurarse enuna típica campaña colonial, que no tenía nada de cruzada, la posesión de lascostas tunecinas frente a Sicilia, el dominio turco en el Mediterráneo se habíaafirmado y el sultán podía considerarse dueño del Mare Nostrum.

Sú fuerza se basaba en que todavía nadie era capaz de romper la sólidabarrera que mantenía a Occidente alejado del Extremo Oriente pues, dueñosde la mar, los otomanos controlaban los productos de la exótica Asia que sólollegaban a Europa si lo permitía Constantinopla. Si Occidente hubierapodido combatir al Islam conjugando sus esfuerzos con los de los soberanosde aquellos lejanos confines, le habría sido difícil a los sultanes mantenerdicha barrera, pues se hubieran visto amenazados por dos frentes, pero erauna perspectiva inimaginable e imposible de materializar en el siglo xvi, porlo que Europa se veía forzada a enlazar con aquellas tierras navegando por lasderrotas recientemente abiertas por los portugueses.

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AdemÁs, Occidente era incapaz de unirse en un solo bloque para oponerse a los turcos, pues había desaparecido el ideal religioso de la época de lascruzadas para privar ahora los intereses dinásticos. Cuando Francia estableció una alianza con los dueños de Constantinopla, para combatir a Carlos 1,se facilitaba a éste su penetración en el juego político europeo y en aqueltiempo mundial, en un momento en que, paradójicamente, los ducados moscovitas y escandinavos no habían accedido todavía y permanecían aislados yajenos al nuevo orden internacional que pretendía establecer el emperador.

Cuando Carlos 1 desembarca en Túnez percibe una amenaza a sus espaldas que no tardará en manifestarse, en el momento en que Francisco 1renueve por tierra y mar y de acuerdo con Solimán la lucha contra el imperioespañol, volviendo a ser Italia el objetivo.

El encontrarse cualquier soberano siempre dispuesto a combatir será unode los rasgos dominantes en ese siglo que, por otro lado, repudiará los tratados por inservibles. De ahí que cuanto acontezca o se emprenda revista elcarácter de conflicto armado, sin que ningún problema, litigio o tensiónparezca escapar a la espada, luchas por el poder y por el ideal religioso, ésteen ciertos casos como tapadera de los verdaderos objetivos, que surgen pordoquier, ofreciéndose como única solución para lograr los fines políticos, laguerra.

El nuevo conflicto, más encarnizado y devastador y que no se verá constreñido por ningún escrúpulo, no revelará ningún nuevo principio táctico oestratégico, mostrándose ambos contendientes hábiles en sacar el mayor provecho posible de los métodos de combate hasta allí practicados.

En constraste con los conflictos anteriores, este tercer enfrentamientofranco-español, desarrollado entre 1536 y 1538, además de poner en movimiento a toda Europa verá ampliar los teatros de operaciones, guerra que,como en las anteriores, asolará el norte de Italia y en la que Francisco 1, aunque volverá a tomar la iniciativa, consquistará Saboya y penetrará en el Piamonte, yerá, por enésima vez, cómo fracasa su acción ofensiva al irrumpirCarlos 1 en la Provenza gala, combinando el movimiento con la táctica de tierra quemada. No obstante, esa maniobra de diversión desgastará al emperador, obligándole a retirarse sin haberse producido ninguna batalla decisiva,como fue la de Pavía.

Pero la novedad radicó en que Enrique de Nassau, al servicio de España,invadió el norte de Francia procedente de los Países Bajos, encontrándose elmonarca francés atacado por su retaguardia y flanco más desprotegido, lo quele impedirá alcanzar su ansiado objetivo, el Milanesado, que abandonarádejando en su retirada cuantiosas bajas. Aunque podrá rechazar la citadainvasión y hasta asediar ciertas ciudades en el Piamonte, no logrará sus metas,siendo difícil predecir de qué lado se inclinará la victoria.

Es el momento en que Solimán invade de nuevo Hungría, en el que susjenízaros asolan Estiria y una flota otomana penetra en el mar Tirreno paramostrar su pabellón en aguas bajo la soberanía española, cuando decide

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Carlos 1, a la vista de la situación, establecer un armisticio en 1538, conocidocomo la Tregua de Niza.

En realidad, las hostilidades se interrumpen cuando alcanzan su puntoculminante y, esta vez, será el emperador quien abandone, tregua que preveíaun período de paz de diez años pero que, como en las anteriores negociaciones, volverá a ser vulnerada, si bien permitirá a Carlos 1 conducir unadesastrosa expedición a Argel, refugio de piratas berberiscos que perturbaban la navegación occidental, acción que tiene lugar en 1541. Francisco ¡aprovechará esa tregua para reafirmar su alianza con los turcos y para atraera su órbita a Suecia y Dinamarca, lanzándose de nuevo a la lucha en 1542,dando comienzo la cuarta guerra franco-española.

Esta vez París ha meditado su estrategia y aunque piensa mantenerse enItalia decide atacar también la potencia española en los Países Bajos y enCataluña, en este último caso no pasará de ser un intento infructuoso de apoderarse de Perpiñán, plan que introducía un nuevo elemento en un conflictoque se arrastraba desde hacía más de veinte años, el de atacar la base de partida y reducto de su oponente, la propia Península Ibérica.

Carlos 1 reaccionó alertando y poniendo en movimiento a Enrique VIII deInglaterra, mientras que el Duque de Guisa atacaba desde Luxemburgo yGuasto defendía el Piamonte, al mismo tiempo que una armada franco-turcaaparecía ante Niza sin encontrar oposición alguna, revelándose la alianzaentre el monarca galo y Constantinopla tan peligrosa, que por un instante sepensó que podía decidir el porvenir de Occidente. Pero es en ese momentocuando surge con toda su fuerza y valor el carácter excéntrico de la PenínsulaIbérica, que va a suministrar al emperador las fuerzas que requiere.

Pero lo que es importante señalar, es que en esa cuarta guerra el arte dela guerra proseguirá encorsetado haciéndose visible la necesidad de variar ymodificarse, pues los principios hasta allí dominantes, la defensa a ultranzaque prescribía la citada ordenanza húngara, unido a la táctica tradicional deganar las guerras mediante asedios, amagos y fintas, conducían a una totalparalización de las operaciones y de la maniobra y, ello, porque la guerra demovimiento que se aplicaba en ciertas ocasiones seguía siendo vista conrecelo por los beligerantes. De ahí que el propio Marqués de Pescara la considerase como la negación de la acción táctica, en su opinión, porque expresabala sujeción a reglas muy estrictas, estimando que la conquista de ciudadesmediante su asedio y asalto aseguraba más el dominio del terreno que unabatalla al descubierto, que costaba demasiada sangre sin posibilidad de reemplazar las pérdidas. Pero como por otra parte raramente se obtenían éxitos silas plazas se veían bien fortificadas, los resultados no conducían a resolver lasituación, pudiendo afirmarse que no se perdían batallas pero tampoco seganaban las guerras y así éstas nunca finalizabán.

Con una sensación de impotencia y después de dos años de lucha, en 1544la contienda se había convertido en algo desesperante, pues se trataba de unaguerra de desgaste pero mal interpretada, dado que ningún conflicto en sí nipor principio tiene por finalidad el agotamiento de los beligerantes. Aunque

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en nuestros días hay alguna teoría estratégica que propugna ese tipo de guerra, el desgaste siempre ha sido y proseguirá siendo la expresión de la incapacidad para golpear y romper el espíritu de resistencia del adversario y, por lomismo, su voluntad de lucha. Es por esto por lo que todas las guerras debentener por finalidad el aniquilamiento, algo que no se daba en los conflictos delsiglo xvi.

Por todo ello, a comienzos de 1544 estuvieron de acuerdo ambos contendientes en terminar ese permanente conflicto, de una forma o de otra. Por primera vez Carlos 1 rompe con los moldes tradicionales y se plantea marchardesde la Península Ibérica directamente sobre París, sin establecer ningúntipo de asedio como forma de alcanzar las fuentes vitales del enemigo y sucentro de decisión política y militar, plan que refrendó Enrique VIII pero quepor una mala aplicación de la maniobra los resultados no respondieron a susintenciones.

De acuerdo con el plan previsto, los ingleses atacaron Boulogne sur Mery los españoles Luxemburgo, ignorando, unos y otros, que los franceses también habían cambiado de estrategia. Ahora preconizaban una táctica másofensiva, encamando esa mutuación el Duque de Enghien, quien conseguiríaalgo que los franceses desconocían desde hacía décadas, alcanzar una victoriaen campo abierto, la de Cerisoles, batalla resultante de un asedio y de unamaniobra basada en el movimiento. Lo que conviene retener de este encuentro es que el ataque de la infantería se transformó en un combate cuerpo acuerpo y que en terreno descubierto la caballería, incluso, la pesada, se revelótodavía superior a los tiradores dotados de armas de fuego.

Aunque esa victoria inclinó la campaña de Italia en favor de las armasfrancesas, no modificó, por el contrario, el curso de la guerra, puesto que suevolución no dependía de las operaciones llevadas a cabo en aquel teatro,sino del desarrollo de la ofensiva estratégica conducida por Carlos 1 contraParís, que iba a obligar a Francisco 1 a abandonar Italia para concentrarse enla defensa de su capital. Finalmente, tampoco se dio la batalla decisiva al ser

-elmonarcagalo consciente de que después de veinticinco años de conflictos,éstos habían decidido la relación de fuerzas y empujaban a Francia a mantenersç en una situación de subordinación con respecto a España. Ese reconocimiento lo rubricaría a la paz de Crespy, firmada en aquel mismo año de 1544,en virtud de la cual, Carlos 1 devolvía Borgoña y el rey francés prometía ayudar al emperador en su próxima lucha contra los protestantes germanos, altiempo que renunciaba a Flandes, Artois y Nápoles, en tanto que Paulo IIIconvocaba el Concilio de Trento a instancias del emperador.

No obstante, la alianza de París con el turco se demostró que había sidobeneficiosa para Francia, pues sólo así pudo resistir el cerco y presión quedesde todos los azimuts le impuso su adversario, quien realmente no venciómilitarmente, sino que su victoria final se debió al peso y potencia de un imperio que todavía no había encontrado y fijado sus fronteras.

Esos cuatro conflictos pusieron de manifiesto que no eran rentables las

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campañas de ruinosas derrotas y costosos triunfos; que en Pavía las fuerzasespañolas sometieron a su adversario a una potencia de fuego de una magnitud desconocida hasta entonces en la era de la pólvora y que aunque por ellose ganó, la reacción que produjo iba a conducir a reemplazar el concepto deconquista coyuntural por el de consolidación de lo que se dominaba; que nosólo se confió en un arma, la infantería, para sostener un gran imperio, sinoque esa arma adquiriría consistencia a costa de la movilidad, al ser sustituidoslos ágiles grupos que se batieron en Pavía por Tercios agrupados; que el fuegoa discreción dejaba paso a las descargas cerradas a la orden del mando, lentoproceso que precisaría continuos relevos de tiradores para ocupar la primerafila y, finalmente, que las fuerzas españolas actuaron en esas guerras y continuarían actuando como fuerzas disuasivas, que salvaguardarían a Europa deuna nueva conquista musulmana.

Por otro lado, se puede afirmar que en lo sucesivo la guerra no se concebirá ya como algo ajeno a la vida de los pueblos, que en el futuro, se enfrentarán en calidad de grandes potencias, situación que estudiará Clausewitz siglosmás tarde, para reconocer que sería erróneo extraer consecuencias únicamente sobre la guerra en sí misma, puesto que sus deducciones eran asimismoaplicables a la política, de la cual la guerra era su instrumento. Con su máxima«hay casos en que la mayor audacia es expresión de la mayor sabiduría»,Clausewitz se refería al Emperador y a su política al haberse arriesgadodurante años, poniendo fin a su lucha con Francisco 1 en el momento en queSolimán se encontraba en el vértice de su poder y amenazaba al conjunto delmar Mediterráneo, forzando a Fernando de Austria a pagarle un tributoanual de 30.000 ducados.

En la vertiente naval, entre 1508 y 1510, en el período de la llamadaRegencia, se conquistó el Peñón de la Gomera, Orán, Bugia y Trípoli, expediciones en las que los buques se limitaron, como ya mencionamos, a servir demeros transportes de fuerzas terrestres. Con Carlos 1, el paso de AndreaDoria a su servicio fue fundamental, disponiendo su marina en 1531 de escasas unidades: once galeras de España al mando de Bazán, cinco de Sicilia,cuatro de Nápoles, más quince del propio Doria y algunas otras de Génova,Mónaco y de la Religión de Malta.

Pero la acción naval más importante de su reinado fue la expedición aTúnez, puerto del que en 1534 se había apoderado Barbarroja, campaña dirigida por el propio emperador e iniciada en 1534 en la que intervinieron 400embarcaciones muy heterogéneas, galeras, galeotas, naos, carracas, fustas,carabelas, zabras, galeones, etc., embarcando 25.000 hombres y 2,000 caballos, finalizada con éxito al permitir la conquista de Túnez, Bona, Bizerta y elfuerte de la Goleta. De signo totalmente diferente fue la empresa de Argel,llevada a cabo en 1541 con el fin de apoderarse de aquella base logística y deoperaciones de la flota turca y nido de corsarios, al terminar destrozada laflota de desembarco por los malos tiempos.

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Las campañas de Carlos ¡ en Alemania

En sus luchas contra Francia, Carlos 1 demostró que sabía dosificar consumo cuidado su tiempo y sus fuerzas, siendo la mejor prueba de ello suconsagración a poner en orden Alemania tan pronto como se cerró su contencioso con Francisco 1. Hasta entonces fue consciente de que le había sidopreciso evitar todo conflicto con el protestantismo y los distintos príncipesalemanes, entre otras razones porque tenía necesidad de su concurso y de lasfuerzas militares de estos para combatir a Francia y Constantinopla; pero lapaz de Crepy le había dejado las manos libres para actuar y enderezar iinasituación que se había deteriorado y actuaba en su contra, libertad de acciónque se había reforzado al establecer con el sultán en 1545, en Adrianópolis,un armisticio.

Precisamente desde 1545 todo hacía presagiar el estallido de un conflictoarmado en Alemania, al haber sido inútiles los esfuerzos del emperador parallegar a un acuerdo con los protestantes agrupados en la Liga de Smakalda ydecidir éstos en la Dieta de de Worms, en aquel mismo año, no asistir al Concilio de Trento, conflicto armado que se adivinaba como el único medio pararesolver el problema religioso por la fuerza y confirmar Carlos 1 su sueño dedominio universal.

Pero es que, además, el Emperador estimaba que ese dominio se convertiría en una simple influencia española en Europa si Alemania no se sometía ala autoridad imperial y rechazaba reconocer ese imperio de carácter dinásticoy militar, pensamientos que reforzaban su idea de que la lucha era inevitable,aunque fuera consciente de los riesgos que iba a asumir, y de que si no alcanzaba su objetivo perdería Alemania ese preciado bastión de su imperio.

Abierto el conflicto en 1546, Carlos 1 aprovechó la desconfianza y desacuerdo que reinaba entre los miembros de la Liga para maniobrar a placerentre Augsburgo e Ingolstadt, manteniéndolos en una perpetua indecisióncon su táctica de escaramuzas y tierra quemada, viéndose además favorecidoal negarse sistemáticamente los coaligados de Smakalda a aceptar la batalla yhaberse hecho con los servicios de Mauricio de Sajonia, experto maniobrero.

Conquistada Bohemia, punto de apoyo para la campaña de Alemania, ycuando el rey Fernando y Mauricio de Sajonia amenazaron las tierras delpríncipe elector Federico de Sajonia, el ejército protestante concentrado enUlm se disgregó, retirándose los príncipes de Hesse y Sajonia a defender susposesiones y abandonadas e indefensas las ciudades de Alemania del sur, quesolicitaron la paz.

No obstante, Federico de Sajonia aún creyó poder asegurarse el triunfo,olvidando que Carlos 1 tenía por costumbre esperar sin renunciar a su hora.No atacándole en Eger y retirándose a Sajonia, el elector le hizo el juego queaquel deseaba, permitiendo que el 4 de abril de 1547 el Duque de Alba se presentase y combatiese, siendo herido el elector cuando intentaba eludir el contacto que iba a desembocar en la gran batalla de Muhlberg, ganada por elEmperador y que condujo a su otro adversario, Príncipe de Hesse, a detenersus operaciones considerándose liquidado el conflicto.

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Una vez más la campaña se distinguió por la alternancia de maniobras ynegociaciones, de desplazamientos de fuerzas y acciones de persecución perosin darse choques violentos, excepto en la mencionada batalla, por lo que notuvo carácter de verdadera guerra, habiéndose convertido en los protagonistas del escenario la infanteríá y caballería del Duque de Alba. Asimismo, consagró definitivamente las armas de fuego portátiles que permitían a los mosqueteros combatir sin otra ayuda, mientras que la caballería, dotada de armascortas, aplicó una táctica denominada de la «caracola» que se consideró comouna forma elegante de luchar. Por su parte, la artillería conseguía ya desplazarse con cierta facilidad, pudiendo hacer fuego en mejores condiciones aunque con un ritmo todavía muy lento y una gran dispersión. Otro dato a señalarse relaciona con el fusil, pues su desarrollo iba a subordinarse a la invencióndel mecanismo de disparo; cuya mejora preocupó a lo largo de todo el sigloXVI y que jugará un papel decisivo en la guerra de los Treinta Años, cuandoel sistema tradicional de mecha, que había aparecido en el siglo xv, deje pasoa la chispa producida por una piedra de pedernal o sílex en el siglo xvii, saltocualitativo que permitirá, a partir de entonces, la descarga de salvas en cortosintervalos y durante largo tiempo, saliendo así el combate de los estrechoscondicionamientos en que hasta allí se había mantenido.

Si la guerra de Smakalda no ofreció nuevas tácticas ni grandes encuentros,sí contribuyó a que se generalizase la maniobra basada en la movilidad depequeños grupos operativos, que en muchos casos actuaron como simplesbandas incontroladas y alejadas de los verdaderos ejércitos que se enfrentaron en las dos últimas guerras franco-españolas en los campos de Flandes yLombardía. Pero la conclusión más importente fue que los conflictos continuaban ajustándose a moldes del pasado, quizá porque la guerra era aún unarte difícil de dominar para poder explotarla a fondo.

Años después de Muhlberg, Carlos 1 inició la lucha contra una Ligareconstituida, en la que ahora figuraba Mauricio de Sajonia, quien solicitó yobtuvo el apoyo de Enrique II de Francia, al que prometió los obispados deMetz, Toul y Verdún y quien derrotaría al Emperador en Innsbruck. El conflicto finalizaría cuando, cansado el emperador y al no fraguar un intento deacuerdo con los príncipes alemanes en la Dieta de Passau, en 1552, aceptó laproclamación de la libertad religiosa en la paz de Augsburgo, en 1555, un añoantes de entregar la corona española a Felipe II y la de Alemania a su hermano Fernando, quien además retenía los territorios austriacos.

En realidad, ese segundo conflicto religioso lo heredará el nuevo monarcaespañol, quien lo proseguirá pero en su vertiente francesa. Felipe II, señor deEspaña, de los dominios italianos, estados de la casa dé Borgoña y territoriosde Ultramar, encarnará el ideal de rey absoluto que vinculará el Estado a supersona, girando su ideología política alrededor del eje de la unidad católicay de la hegemonía hispánica. Decimos que heredaría el conflicto con Francia,pues aunque Carlos 1 firmó en 1556 la paz de Vaucelles con ese país, Enrique IIno respetaría lo firmado, lanzándose en aquel mismo año a una nueva campaña contra España.

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Evolución del arte militar con Felipe II

En el nuevo enfrentamiento franco-español solamente se dieron dos batallas importantes, la de San Quintín en 1557, que abrió a las fuerzas españolasel camino hacia París, lo que se hubiera logrado si núcleos importantes deaquellas tropas no se hubieran opuesto a alcanzar la capital francesa descontentas por la falta de pagas y la victoria que se obtuvo en Gravelinas al añosiguiente, campaña larga que-tuvo escasa repercusión en Italia y que se cerraría en 1559 con la paz de Cateau-Cambresj. De nuevo Francia renunciaba alFranco Condado, y Nápoles, pero conservaba sus conquistas en Flandes,excepto Chavelas, paz que permitiría al monarca español intervenir en lapolítica francesa por su matrimonio con Isabel de Valois, hija de Enrique II,para quien Flandes era ahora más importante para Francia que la Saboya yPiamonte. Asimismo Enrique II recuperaba Calais, abandonado por losingleses, lo que compensaba al país vecino de las derrotas sufridas durante laguerra de los Cien Años.

Para Felipe II, el dominio del Franco Condado, Italia y los Países Bajos lepermitía proseguir cercando a Francia mediante una tenaza, presión que seintensificaría años más tarde, cuando en 1584 el rey español apoye a la LigaCatólica de los Guisa en su lucha interna contra el heredero hugonote Enrique de Borbón y Navarra, futuro Enrique III, abriéndose un sexto conflictoen el siglo, en el que las armas españolas conquistarán Amiens y Calais, sibien la alianza franco-anglo-holandesa le inducirá en 1598 a firmar la paz deVervins con su vecino.

Pero un acontecimiento capital que surge en 1566, aunque sus antecedentes se remonten a años antes, se relaciona con el levantamiento de los PaísesBajos contra el dominio español, que va a desplazar brutalmente el centro degravedad de la estrategia militar y política hacia el Norte.

En sus comienzos ese conflicto nos anuncia ya el paso a una táctica quepresenta ciertos signos reales de madurez y modernidad, al mismo tiempo queaparece más próximo lo que muchos años después se denominaría «granestrategia»,• que la materializará la marcha del Duque de Alba desde Italia aFlandes con el fin de apagar la rebelión y afirmar la soberanía de Felipe II enaquellas brumosas tierras. Esa rebelión la había motivado la negativa real alas peticiones de los nobles Egmont, Horn y Guillermo de Nassau, Príncipede Orange, y no resolver la situación el Compromiso de Breda, causas a lasque también se añadía la instauración del llamado Tribunal de la Sangre.

Esa marcha, desde el punto de vista militar, de la situación internacionaly considerada en el cuadro de la época, iba a tener para Europa consecuenciasmuy profundas. Desde una perspectiva militar será la primera guerra que seimponga a un pueblo que tratará de luchar por su libertad y en la que las operaciones las dirigirá un prestigioso y eficaz general que decidirá aplicar a rajatablalas directrices que emanan de su rey; conflicto que comenzará en 1567y que, inmersos en él, se prolongará en el siglo xvii, al finalizar en 1648.

Cuando en 1567 se produce esa marcha del Duque de Alba, las guerras de

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la época de Carlos 1 han llegado a su fin. Las cuatro grandes figuras que consus características diferenciales habían llenado e ilustrado gran parte del sigloxvi ya no existían. Enrique VIII de Inglaterra y Francisco 1 de Francia sehabían reunido con sus antepasados en 1547, mientras que en 1558, en elmonasterio de Yuste, Carlos 1 abandonaba este mundo que prácticamentehabía dominado, en tanto que Solimán el Magnífico fallecía en 1566 en sutienda de campaña, ante Sziget.

Con la muerte del Sultán los turcos se alejarán del teatro de operacioneseuropeo, pudiendo decirse que si Solimán conquistó Bagdad, Tabriz, Buda yRodas, en Viena había sido detenido y obligado a replegarse, hecho que debetomarse como decisivo para la futura construcción europea.

A partir de 1556 en que Felipe II accede al trono, el sistema europeo,sobre el que ya no va a pesar ningún poder imperial, se encuentra en un proceso de fermentación que inconscientemente prepara su porvenir, así comolos contornos de las naciones que lo van a componer.

Por otro lado, la estrategia continuará precediendo a la política, y a suscondicionantes se deberá la delimitación del Viejo Continente, en el que laguerra se adaptará a los dictados de su geopolítica. Asimismo, los movimientos religiosos se mezclarán con conflictos de autoridad que tratarán de reforzar los poderes territoriales, lo que dividirá y enfrentará profundamente aEuropa, conflictos de autoridad que llevarán a una consolidación de las casasreinantes, viéndose absorbidos los restos del feudalismo por el absolutismode los reyes.

Una evolución paralela se producirá en el Este, pues los ducados que aúnsubsisten entre el Volga y mar de Aral, con una mentalidad heredada de Gen-gis Khan, se integrarán en la Rusia moscovita. Iván IV, el llamado el «Terrible», pondrá en movimiento y en todas las direcciones a unos pueblos surgidos de las invasiones tártaras, alcanzando sus conflictos a Crimea, Urales,Kazán y hasta las costas del Báltico para constituir, frente a las hordas de laestepa, un gran imperio, aunque con demasiados caracteres y antecedentesasiáticos, poder que comenzará muy pronto a ejercer una presión sobre elconjunto de los estados europeos al solicitar Moscú el puesto que le corresponde en el juego político europeo.

Además, Iván pondrá las bases para establecer un poder militar modernoformando una infantería, en la que los boyardos serán su espina dorsal, ejército que abandonará su tradicional dependencia patriarcal, transformándoseasí los zares en el factor dirigente de la potencia militar rusa que se caracterizará por continuar siendo fiel a los modelos asiáticos, lo que entrañaba elderroche y dispersión de las fuerzas combatientes, clara herencia militar tártara, no adoptando la táctica europea hasta que sea implantada, más tarde,por Boris Godounov.

En Asia, el arte militar proseguirá sometido a métodos arcaicos. En elsiglo xvi China será todavía incapaz de encontrar mandos idóneos que adiestren a sus hombres en el manejo de la artillería y, si cuenta con masas mongolas a su servicio, no poseerá capitanes de cierta talla, mientras que en el

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ámbito naval esa incapacidad será aún mayor, lo que le impedirá expandirsepor el Pacífico, algo que la potencialidad de la dinastía Ming debía haberlepermitido. En cuanto al Japón, continuará sumido en luchas intestinas y encerrado sobre sí mismo y, únicamente, un descendiente lejano de Gengis Khany de Tomur añadirá en la India un capítulo glorioso de conquistas. Este personaje fue Baber, quien en 1525, el mismo año que Carlos 1 triunfaba en Pavíay Solimán aplastaba a los húngaros en Mohacs, partía de Samarcanda paraapoderarse de Afghanistán y después de franquear el Indo establecía unimperio en Delhi, convirtiéndose en el primer Gran Mogol, imperio que semantendría durante más de tres siglos.

Regresando a Europa, el Duque de Alba inició su marcha en 1567 franqueando Monte Cenis a la cabeza de 10.000 hombres, para remontar seguidamente el Ródano y Saone y atravesando el Franco Condado y Luxemburgollegar a Bruselas. Pero lo que interesa destacar, es que el conflicto de los Países Bajos, comúnmente llamado de Flandes, terminará por dejar obsoleta latáctica aplicada hasta ese momento, al encontrar nuevos moldes que sancionarán y justificarán una guerra de independencia nacional, la primera de esetipo que se produce en la Edad Moderna.

Alba confió el mando de sus fuerzas a capitanes experimentados que trataron de reemplazar el valor individual por una rígida disciplina y subordinación, teniendo los efectivos y cuadros plena conciencia de la importancia delas nuevas armas de fuego, especialmente de los arcabuces de un modelo perfeccionado y del que se había dotado a los tiradores, que suponían la quintaparte de las tropas del duque. Asimismo, contaba con un buen material deartillería y de ingenieros, viéndose apoyadas las fuerzas españolas por unalogística bien organizada y sin que temiera emprender una campaña mientrasMadrid hiciese llegar regularmente las pagas de los soldados.

Ante la situación que reinaba en los Países Bajos, de desorden y francadesobediencia civil, intensificada con la ejecución de Egmont y Horn, elDuque de Alba no se precipitó, limitándose a instalar fuertes guarniciones enBruselas, Amberes y Gante, centros políticos y económicos del país. Suadversario, Guillermo de Nassau, Príncipe de Orange, refuguiado en Alemania, iba a tomar una errónea decisión, la de reclutar fuerzas y enviarlas alencuentro de los españoles sin lograr en ningún caso establécer contacto, loque indujo a Alba a dirigir sus esfuerzos a un punto débil de su enemigo,Coqueville, quien procedente de Normandía había invadido el Artois siendobatido por los españoles. Esta victoria se vería empañada cuando, casi simultáneamente, el Duque de Ahremberg fuera incapaz de derrotar a Luis de Nassau que procedía de Frisia, siendo vencido por éste en los campos de Groninga, aprendiendo entonces los españoles que una sola derrota en un paísalzado en armas podía costar más caro que toda una serie de reveses en unconflicto con otro estado.

La insurrección, que había terminado por contagiar a todas las provinciasflamencas, amenazaba las comunicaciones del Duque de Alba, por lo que éstedecidió lanzar una ofensiva contra Luis de Nassau, al que venció en Jengum,

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y proseguir su acción contra Guillermo de Orange, quien había cruzado el ríoMosa y ponía sus esperanzas en una batalla que reanimase la fe y confianzadel país en su causa. Maniobrando con inteligencia, Alba eludió el encuentroconsagrándose a aniquilar grupos rebeldes y, por medio de maniobras, forzóa Orange a marchas y contramarchas que acabaron por agotarle, replegándose hacia la frontera francesa y dispersándose su ejército en completo desorden camino del Rhin y del Mosela.

Así daba fin la primera guerra de movimiento de la Edad Moderna, en lacual el vencedor no había renunciado jamás a la victoria pero a la que habíarehusado ante la facilidad del adversario para romper todo posible contacto,si la ocasión no le era propicia, y refugiarse en Francia o Alemania.

Pero lejos de someter al país, las duras medidas tomadas por Alba provocaron un nuevo levantamiento más importante que el precedente, al beneficiarse los rebeldes del abierto apoyo de Inglaterra, Francia y príncipes alemanes, insurrección que esta vez debía conducir a una verdadera guerra deindependencia nacional, afirmándose un principio muy general en la Historia, el de que lo que un general gana en un conflicto puede perderse cuandoéste se convierte en político.

Esa insurrección iba a comenzar al año siguiente de haber conseguidoFelipe II una resonante victoria en un alejado teatro de operaciones, en elMediterráneo. Tras haber fracasado los turcos en 1565 ante Malta, cinco añosdespués invadieron Chipre, apelando Venecia a toda la Cristiandad en ayudaa aquella posesión insular, recibiendo eco su llamamiento y constituyéndoseen el verano de 1571 una fuerza naval a las órdenes de Don Juan de Austria,flota coaligada en la que figuraban unidades de los tres poderes que habíanconstituido la Liga Santa, esto es, Venecia, España y el Pontificado.

Antes de que la formidable armada cristiana se hiciese a la vela, Chiprehabía caído en poder de los otomanos, repartiendo sus fuerzas Don Juan, detal manera que ninguna escuadra podía afirmar que pertenecía por entero auna sola potencia, formando una línea de batalla con tres escuadras en cabezay una cuarta de reserva. Mandaba el ala izquierda el veneciano Barbarigo, laderecha Doria y el centro el propio Don Juan, embarcado en la galera Real,teniendo en su proximidad las galeras de Colonna, almirante del Papa, y lasdel veneciano Veniero, en tanto que el Marqués de Santa Cruz dirigía laescuadra de resrva.

No vamos a relatar la batalla, bien conocida y explicada. Solamente señalaremos que la maniobra tuvo poco que ver con los resultados, pues Lepantofue virtualmente un combate terrestre sostenido por dos ejércitos en lascubiertas propias o en las del adversario, íntima mezcolanza de dos flotas,puesto que se vio cómo las galeras atravesaban las líneas y atacaban por laretaguardia. Asimismo, el cañoneo y abordaje fueron empleados por ambosbandos durante tres horas de desesperada pugna en la que los cristianos obtuvieron la preponderancia, especialmente debida a la veterana infantería española que, en combate cuerpo a cuerpo, logró que se desmoronase el centroturco conduciendo a un colapso general de éstos.

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Como Salamina, representó una batalla de infantería librada sobre plataformas flotantes, diciéndose de esa victoria que fue el encuentro más decisivodesde la batalla de Actium el año 31 antes de J. C. Tras esa derrota, el podernaval otomano declinó tan rápidamentecomo había surgido, de forma que enlo sucesivo Europa sólo tendría que contender con intermitentes incursionespiráticas.

En otro aspecto, como única contribución táctica los turcos introdujeronla galeota de 18 a 24 remos, buque que debía considerarse como una galerade tonelaje medio y muy idónea para incursiones, dada su velocidad y maniobrabilidad. En el otro extremo los venecianos presentaron la galeaza, terminoaplicado a una galera de gran tamaño, aunque las, que intervinieron enLepanto eran otra cosa, al tratarse de unidades que buscaban combinar el tipogaleón con el de la galera, es decir, con la masa fuerza y armamento del galeóny la propulsión a remos de la galera, pero, como la mayoría de los buques mixtos, ese modelo tendría una corta existencia, siendo por otra parte digno deadvertir que en Lepanto no intervendría ningún galeón, y eso a pesar del buenresultado que dio en la anterior batalla de Preveza.

La nueva fase de la rebeldía de los Países Bajos se abrió en 1572 cuandolos llamados «mendigos del mar» tomaron por sorpresa BrilI, Flesinga, Diesty la isla de Voorne, al tiempo que se obligaba a las guarniciones españolas dellitoral a replegarse hacia el interior, por lo quede ese modo la costa se abríáatodo tipo de acciones e incursiones.

Casi simultáneamente Luis de Nassau reaparecía en el Brabante y se apoderaba de la fortaleza de Mons, mientras el Príncipe de Orange atravesaba elMosa y tomaba Roermond, Malinas y Tirlemont, estableciendo su cuartelgeneral en Lovaina, permaneciendo a la expectativa en Bruselas el Duque deAlba, evaluando la amenaza y la relación de fuerzas. Finalmente, tomó ladecisión de encerrar en Mons a Luis de Nassau, lo que impulsó a Orange aacudir en su ayuda pero, siendo incapaz de enfrentarse a los españoles atrincherados alrededor de aquella plaza que asediaban, se vio impulsado a iniciar, una vez más, la retirada y repasar el Rhin, terminando Nassau por rendirla fortaleza.

Por su acción concéntrica, Alba, además de apoderarse de Haarlem,expulsaba a los rebeldes del territorio sin haber corrido ningún riesgo, aunque, de nuevo, en su papel político, como gobernador general, iba a fracasarcon sus medidas de dureza.

Cuando en diciembre de 1574 el Duque de Alba, tras el desastre de unapequeña flota española en Enckhuyssen, fue relevado por Luis de Requesens, abandonó una misión que parecía ya no tener salida, debiendo reconocerse que en esta segunda fase del conflicto había hecho una correcta aplicación de los principios tácticos, cuyo valor se confirmaría años después, en1580, durante la invasión de Portugal, en una acción combinada con las fuerzas navales del Marqués de Santa Cruz. De igual modo habían intervenidodecisivamente en el éxito la disciplina y el adiestramiento de un ejército quedesde hacía largó tiempo había perdido la fe en su cometido, por haberse des

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gastado al tomar parte en vanas operaciones contra un enemigo invisible y derepresión.

La crisis a la que estaban expuestas las fuerzas españolas no se hizo esperar, como consecuencia del endurecimiento de la violencia por ambos bandosy pretender los españoles, en muchos casos, vivir a costa de las poblacionestomadas al adversario. Sin duda, con Requesens se obtuvieron nuevas victorias en campo abierto y se conquistaron fortalezas y provincias, pero eso noimpidió que, ahora, la disciplina se resquebrajase, en gran parte debido a losmercenarios, cuyos malos espíritus no tardaron en surgir al degenerar el conflicto en actos de pillaje y de amotinamientos de una soldadesca que, al no serpagada, acababa por no obedecer a sus mandos y actuar, generalmente, comobandas incontroladas que recorrían el país.

Como resultado de esa situación, cuando en octubre de 1576 entraron losespañoles en Amberes, los vencedores se consagraron durante tres días asaquearla, con tal furor, que de allí procede la frase «la furia española».Dicho panorama fue el que impulsó a Felipe II a restablecer el orden y la disciplina en los Tercios, pero también para congraciarse con los holandeses alaceptar por el Edicto Perpetuo los compromisos que establecía la llamadaPacificación de Gante, suscrita por los católicos del sur y los calvanistas delnorte (Zelanda y Holanda), que prescribía la retirada de los Tercios y respetar las libertades de Flandes, a cambio de conservar el territorio la fe éatólicay reconocimiento de la autoridad del nuevo gobernador, Don Juan de Austria, quien sería incapaz de enderezar la situación al entrar el movimientoindependentista en su recta final y fallecer al año siguiente en unos momentosmuy difíciles para España en aquella región.

Ni el gobierno claramente conciliatorio de Don Juan, ni la victoria de susucesor Alejandro Farnesio en 1578 en Genbloux y la confirmación por éstede las libertades de las provincias del sur agrupadas en la Unión de Arras,como tampoco el asesinato de Guillermo de Orange en 1584 o la reconquistade Amberes en 1585 por el mismo Farnesio, años después de haber declaradola Unión de Utrech la independencia de los Países Bajos, iban a lograr que enlas provincias en las que se había instalado sólidamente la Reforma volviesena la soberanía española.

Sin duda, en ello también influyó el haber encontrado los rebeldes enMauricio de Orange un buen sucesor de su padre Guillermo, así como el fracaso de la Gran Armada, tema en el que no entramos al haberse escrito haceunos años una serie de obras sobre dicha efeméride, publicadas en 1988 porel Instituto de Historia y Cultura Naval, acontecimientos que hacían inviableque España pudiera ganar dicha guerra.

Por primera vez aparecía netamente que una guerra de independencia nopodía acomodarse ni resolverse mediante negociaciones y concesiones, y queel dominio de la mar tenía una importancia decisiva en aquel conflicto continental. La pérdida de la Armada privó a España del control de las aguas delMar del Norte y Canal de la Mancha y, con él, las comunicaciones de Farnesiocon su retaguardia peninsular, viéndose forzado a combatir en un territorio

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alejado y aislado en el que sólo podía contar con sus propias fuerzas. Pero esque, además, Farnesio cometió el error de iniciar incursiones en Francia enapoyo de la Liga Católica, puesto que esas operaciones terminarían por agotar sus recursos militares.

A pesar de todo ello, durante cuatro años combatiría a Mauricio deOrange pero sin ganar un metro de terreno y a su muerte, en 1592, Farnesiodejaba en manos de su rival todo el país comprendido entre Ems y la desembocadura del Escalda y sin que la abdicación de Felipe II de la soberanía delos Países Bajos en su hija Isabel Clara Eugenia sirviera para nada, al serrechazada su autoridad por las provincias del norte.

A la muerte de Felipe II en 1598, las provincias rebeldes estaban ya perdidas para España y dos años después, en 1600, Mauricio derrotaba a los Tercios en Nieuport, entrándose en el siglo xvii sin que la conquista de Ostendepor Spínola en 1604 evitara que Felipe III acordase una tregua por doce añosque prácticamente implicaba el tácito reconocimiento de la independencia delos Países Bajos, declinando rápidamente la soberanía de España, a partir deallí, en lo poco que aún dominaba.

La lucha que llevaron los neerlandeses, en cierto modo muy análoga a laque condujo a los suizos a su emancipación, provocó una renovación en losmétodos de combate practicados hacía muchas décadas por los helvéticos,puesto que los holandeses se vieron obligados a luchar en condiciones diferentes y, por ello, no pudieron acomodarse a la táctica suiza, que era muy primitiva al basarse esencialmente en lanzarse en masa y con gran impetu alasalto formando cuñas que se sostenían unas a otras. Ahora, con la generalización de las armas de fuego y la acción combinada de las tres armas reina (infantería, caballería y artillería), todo era muy diferente, aplicándose métodosque diferían totalmente de la táctica española, al haberla despojado Orangede toda su rigidez y refundirla con normas propias de un ejército popular yguerrillero.

Por su parte, los españoles recurrieron con gran visión a una táctica diferente y muy flexible, lejos de los severos principios de la llamada ordenanzahúngara de los tiempos del emperador. A las formaciones en cuadro, demasiado masificadas y lentas, se las fraccionó en secciones de 500 hombres articulados en dieciséis líneas en profundidad, colocándose a los tiradores en losflancos; por su lado, a la caballería, cuya utilización en grandes formacionescerradas también dificultaba su maniobra, igualmente se la fragmentó enpequeños escuadrones dotados de más movilidad en sus evoluciones, mientras que la artillería había comenzado a aplicar dos modalidades, la de apoyba la infantería y el fuego de concentración o castigo. En resumen, Alba y Farnesio adoptaron un dispositivo que olvidaba viejos moldes pero que implicaba un mayor adiestramiento de lás fuerzas, lo que no podía concebirse sinuna vuelta a una estricta disciplina y obediencia a los mandos, al tiempo quepermitía poner en línea más fuerzas que las que se integraban en las antiguasformaciones cerradas en cuadro.

Tampoco olvidemos que Farnesio encarnó la estrategia dilatoria que tra

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taba de alcanzar la misión impuesta con el menor desgaste posible medianteun cambio de posición, flexibilidad, rapidez en los movimientos y ejecutandocontinuas maniobras de diversión que le permitiesen alcanzar una total libertad de acción, incluso para evitar la batalla si ésta no le convenía, peropesando decisivamente, directa o indirectamente, sobre las operaciones deladversario. Además, de acuerdo con las máximas establecidas por Maquiavelo, al que debió estudiar, hizo un buen uso del factor sorpresa, esto es, «saberconocer la ocasión precisa y no perderla cuando se presenta», así como delprincipio de la economía de fuerzas, «no oponer fuerza a fuerza, sino fuerzaa debilidad», condenando la persecución tal como hasta allí se había practicado. No obstante, al final Farnesio cometió el error ya mencionado, interveniren las luchas intestinas de Francia perdiendo lo que de otro modo pudierahaber ganado.

La ventaja de los rebeldes residió en haber sabido mantener a sus fuerzasbajo mandos estimados, por lo que se preocuparon de inculcar a sus hombresuna cierta moral, en la que se mezclaban dosis de fe religiosa y de patriotismo onacionalismo, además de haberles pagado un sueldo sustancial regularmente.

Asimismo las guerras de Flandes y de Religión demostraron que los conflictos motivados o en los que intervenía el factor ideológico o místico sondifíciles de frenar y, por tanto, son conflictos inútiles, bastando cón recordarlas recientes guerras de la descolonización o Vietnam en nuestro propio siglo,puesto que no se puede destruir las ideas con las armas ni modificarlas cuandose sostienen con firmeza.

En el ámbito naval, la eclosión del poder marítimo holandés se basó en laimprovisación, si bien el papel del mar no fue excesivamente relevante en lasoperaciones, que se limitaron a encuentros menores. Quizá lo más llamativofue la aparición de los «mendigos del mar», a cuyo frente figuraba Boissot,ofreciéndose el choque más interesante ante Middelburg, plaza cercada porlos rebeldes que Requesens trató de aprovisionar con setenta y cinco pequeñas unidades, intercalando ambas andanadas a corta distancia antes de iniciarse el abordaje en el que llevó la peor parte la flotilla española, que perdióquince buques y 1.200 hombres, conduciendo ese resultado a la capitulaciónde la plaza. Otro triunfo de Boissot se dio en 1574 al destruir catorce embarcaciones españolas en Scheldt, lo que motivó que en adelante las aguas interiores pasasen al control neerlandés, afectando a las operaciones terrestres ensus aspectos de apoyo logístico y comunicaciones.

Algunas conc’usiones y comentarios

Se puede afirmar que al finalizar el siglo xvi el arte de la guerra se fundamentaba en la potencia de fuego y en la aceleración de los desplazamientos,siendo conscientes de que el proyectil alcanzaba antes su blanco que un hombre portando pica o espada, y de que podría llegar un día en que fuera posiblecargar tan velozmente mosquetes y cañones, que sus salvas pudieran asimi

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larse a un huracán de fuego. Pero el reconocimiento de esa verdad se mezciódesde el principio con un elemento perturbador, la tendencia a alcanzar encortos espacios de tiempo un resultado favorable mediante la eficacia de unfuego absoluto que contuviese a la infantería y desarbolase los barcos, llegándose infinidad de veces a retener a la caballería para obligarla a usar suspistolas y arcabuces antes de iniciar la carga.

A finales del siglo xvi y durante la guerra de los Treinta Años, esas ideascondujeron a resultados diferentes de los previstos y motivaría la paralizaciónde la caballería, que, liberada de antiguos principios tácticos totalmente yasuperados, se había constituido en arma autónoma. Durante la guerra de losTreinta Años se verá aún a los coraceros españoles e imperiales avanzar alpaso ante el enemigo con el fin de agotar sus pólvoras, dejando, incluso, pasarla ocasión de lanzarse a la carga.

En otro orden de cosas, es evidente que para su época Alba, Farnesio yOrange establecieron unas reformas esenciales, aligerando los frentes decombate y dando más atención a los fuegos cerrados, aunque la «gran guerra»proseguirá durante décadas aferrada y fiel a la antigua táctica de los Tercios.De ahí que en los tiempos de Tilly el orden de batalla se asemejará a una fortaleza masiva, tan ancha como profunda, que ondulará por el campo de batalla tratando de aplastar al enemigo.

Hemos citado a Maquiavelo y no se puede conocer ningún problema militar o estratégico de comienzos de la Edad Moderna sin recordar su figura y susescritos.

Antes de entrar en el siglo xvi raramente se estudiaba la naturalezadel arte militar ni se le definía correctamente, lo que no significaba que nohubieran existido preocupaciones sobre el desarrollo histórico de los acontecimientos bélicos, puesto que tanto filósofos, historiadores y literatos comocaudillos y capitanes de la Antigüedad y Edad Media relataron o dejaronconstancia de los hechos acaecidos en aquellos tiempos de la Historia. Después, a comienzos de la Edad Moderna, los escritos de los viejos historiadoresde temas militares se redescubrieron, tal como lo demostró Carlos 1, cuando,después de leer con fervor los relatos de Julio César, envió una comisión aFrancia con el solo objeto de comprobar la veracidad de los datos que aquelofrecía sobre sus campañas en la Galia.

No obstante fue Maquiavelo el primero en exponer la naturaleza de laguerra, emitiendo ideas que hasta entonces no se habían escuchado. Trasadmitir que la caballería debía ceder su puesto privilegiado a la infanteríacomo arma decisiva, concepto que se ratificaría en ese mismo siglo, consideraba que las legiones romanas y el sistema de reclutamiento universal, que seimpondrá en el siglo xix, eran modelos a imitar. Sin duda Vegecio, al escribiren el siglo iv su Re Militan tras el desastre de Adrianópolis, no podía imaginarque su glorificación de la Legión romana, ignorada por los descendientesromanos de su tiempo, había de dar frutos mil años más tarde.

Pero su concepción se basaba en un error fundamental, al olvidar que eléxito de lás legiones se había debido a una disciplina férrea y absoluta, base

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de la organización militar romana, algo difícil de conseguir en el siglo xvi conejércitos plagados de mercenarios apátridas. Pero sería injusto que por ello seminimizase el valor de sus obras puesto que, como acabamos de señalar,recordó la necesidad de resucitar el reclutamiento universal como en tiemposdel Imperio Romano. En otras palabras, opinaba que los ejércitos nacionalesen los que se integraba el soldado-ciudadano habían dejado anticuado el concepto de guerra medieval, ideas que se abrirán paso lentamente en el sigloxvi, en el que se pondrán los cimientos de los ejércitos permanentes y queprovocarán que el servicio militar o de las armas cese de ser privilegio de unadeterminada clase social para convertirse en un deber y en una función pública.

No obstante, como Maquiavelo era más bien un doctrinario que un militarprofesional, le faltó la facultad de percibir con suficiente realismo los diversosfactores que provocan e intervienen en los conflictos.

En el ámbito naval, al finalizar la época medieval las naciones más importantes siguieron el ejemplo inglés de construir buques de guerra para no tenerque depender en una emergencia de barcos mercantes armados.

El origen de ese acontecimiento que haría de Inglaterra durante 350 añosla potencia naval más fuerte del Globo, radicó en el interés de Enrique VIIpor sus nuevos navíos Regent y Sovereign, y, después, en el hecho de que suhijo Enrique VIII reconociera que los remos debían dejar lugar a la vela y latáctica del abordaje a las andanadas de artillería. De ahí que entre 1520 y 1530las fundiciones se convirtieran en establecimientos permanentes capaces deasegurar la artillería, que requerían buques como el Great Harry o HenryGrace a Dieu, rearme que le permitía la situación financiera del reino, que,como se conoce, se nutría de los fondos y patrimonio de una Iglesia perseguida. Esas ideas, relevo del abordaje por el combate a distancia, respondían auna concepión que nos explica el historiador sir Charles Ornan, «la visión dehacer del navío de guerra un instrumento de combate al cañón más que convertirse en un fuerte dotado de una gran guarnición para abordar al adversario y librar un combate próximo, es lo que produjo en Inglaterra una transformación capital de la psicología naval», ideas que se afirmarían con Isabel 1 yJacobo 1 para arrancar a España el dominio de los mares.

En cuanto a nosotros, hasta bien avanzado el reinado de Felipe II no debehablarse de la existencia de un verdadero poder naval organizado, en sus vertientes de estructura orgánica, mandos, personal y despliegue, aconsejando alinteresado en profundizar sobre el tema, la consulta o lectura de la obra delfallecido profesor Olesa Muñido, que lleva por título La organización navalde los Estados mediterráneos, y en especial de España, durante los siglos xviy XVII.

Por nuestra parte, nos limitaremos a señalar que con Felipe II se comenzóa sufrir en la mar una estrategia de desgaste a la que le sometieron sus enemigos, especialmente a partir de 1588, pues las múltiples guerras agotaban losrecursos económicos y humanos y los continuos buques y levas que requeríanlas armadas para hacer frente a las responsabilidades de una estrategia global,

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CAMBIOS SUBSTANCIALES EN EL CONCEPTO DE LA GUERRA DURANTE...

terminarían por paralizar el tráfico marítimo que el corso protestante, la católica Francia y los piratas berberiscos atacaban sin cesar, especialmente a losgaleones de la Carrera de Indias. Esa dispersión de objetivos, la necesidad delograr una eficaz distribución de recursos y la dificultad para formar dotaciones provocaría que al final del siglo XVI nos debilitásemos en la mar, situaciónque motivaría a partir de 1593 que se alzasen airadas voces en las Cortesnacionales, denunciando el lamentable estado de la Marina Real, a las que sesumaban las de los hombres del mar, como fue la del almirante de la Escuadrade la Mar Océano Diego Brochero, que había mandado dicha agrupación enla época de su mayor esplendor, entre 1603 y 1606, situación que en otro trabajo analizaremos.

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EL BASTÓN DEL MARQUÉS DELAICTORIA. UN SÍMBOL9

HISTORICO QUE SE PERPETUAHugo O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA

Vicepresidente de la Comisión Internacionalde Historia Marítima (ICMH)

El bastón como símbolo de mando

Cetro, bengala y bastón de mando han sido símbolos muy semejantes deautoridad, de poder y más concretamente de mando militar. En su origen, elcetro, atributo real, representa la soberanía, y su propio término, derivadodel griego «skeptrona., es decir, báculo usado por la gerontocracia dominante,va asociado a una idea de respeto debido a la sabia ancianidad. Consideradocomo una prolongación de la mano real, dispensadora de justicia y gracias, enocasiones tiene manifestación física en algunas piezas medievales que reproducen en su oro una mano con el dedo índice extendido en actitud de ordenar,y junto a la espada desnuda y el globo terráqueo se identifica con el poderabsoluto y universal, que corresponde en primer lugar al Creador y en la tierra a sus representantes que el emperador encabeza.

La bengala, un cilindro alargado y ______

hueco, forrado y decorado en ocasiones, imita y sucede al «scipio» triunfalromano de la iconografía imperial, cuyotamaño era equivalente a la longitud delbrazo, es decir, dos tercios de la estatura del hombre, de forma que, empufiado por uno de los extremos, llegara elotro a la altura del hombro. Su significado se restringe al poder militar, perosu utilización se extiende a todo generalcon mando independiente y total que lodetenta como alter ego del soberanocuyo brazo y mano alegoriza.

A imitación de las efigies de los príncipes y condotieros italianos renacentistas, reproducidas por los grandes escultores y grabadores de medallas, los -

artistas españoles del siglo xvi al XVIII El bastón del marqués de la Victoria. Unrepresentan a reyes y generales con: símbolo histórico que se perpetúa.bengalas de tamaño algo menor, quereciben ese nombre por ser normalmente de palo de la India (Bengala), hueco, a fin de introducir en ella el real despacho, comisión o nombramiento,

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como si de un relicario se tratara. Los grandes generales del mar españolescomo don Juan de Austria, don Alvaro de Bazán o el Duque de Osuna, ostentan sus bengalas en grabados, pinturas, estatuas, tapices y acuñaciones.

Aunque no existe documentación escrita, hay abundante pintada y dibujada de oficiales superiores del siglo XVII que se sirven de bastoncillos, que losdistinguen del general con su bengala y de los capitanes con sus cortas lanzasde hierro dorado y borla junto a la punta denominadas jinetas; sin embargo,hasta principios del siglo xviii no se introduce el uso del bastón para el armade Infantería, distinguiéndose los empleos de coronel a cabo en la riqueza ymaterial del puño, de oro a madera, y permaneciendo la bengala como distintivo de los oficiales generales. A mediados de siglo la bengala desaparece, ylos mandos superiores del Ejército y de la Armada adoptan bastones de puñoy piñas de oro de vara de caña de Indias, conservándose esta costumbre entrela normativa vigente, cuya más reciente disposición, la Orden Ministerialnúmero 603, de fecha 26 de junio de 1979, en su apartado 4.1.20 establece el«Bastón de mando de caña de Indias con puño de oro y contera de plata; llevará un adorno colgante constituido por un cordón de seda negro que remataen dos bolas en forma de piña; éstas de tejido dorado y seda grana paralos oficiales generales y de seda negra para los particulares».

Barcos y generales para el traslado de un rey

El 11 de septiembre de 1759 era proclamado Rey de España el hastaentonces Carlos VII de las Dos Sicilias, hermano de Fernando VI, fallecidosin sucesión directa. Por exigencias de política internacional, el nuevomonarca que la historia conocerá en adelante como Carlos III, habría derenunciar casi de inmediato a la corona napolitana en favor de su hijo, DonFernando, tras dieciséis años de habilísimo reinado en los que había conquistado el cariño y admiración de sus súbditos italianos.

A fin de transportarlo a su nueva corte, se armó en Cádiz y Cartagena unaescuadra de quince navíos de línea, cuatro fragatas y dos tartanas que fondearon entre Castell d’Uovo y el espigón del faro del muelle de galeras el 29 deseptiembre de aquel mismo año. Los cálidos pinceles del pintor de cámaraAntonio Joli plásmaron para la posterioridad el despliegue de colorido de losnavíos engalanados con banderas y gallardetes sobre andariveles pasados porlos topes de los palos y los penoles de las vergas, y empavesados de anchoslienzos en sus bordas, los arcos de sus gavias y su popa, en el incomparablemarco de la bahía napolitana atalayado por un humeante Vesubio.

La flota que heredaba Don Carlos de su prudente hermano era la quecorrespondía a la tercera potencia marítima mundial, con un total de unidades operativas que ascendía a 47 navíos de línea y 28 fragatas con grannúmero de buques menores y fuerzas sutiles. Lo mejor de la Armada estabareunido para el traslado de la real persona y familia; los navíos eran todos deporte superior a 70 cañones, y entre ellos se encontraban los más modernos,

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construidos entre 1758 y 1759, algunos recién salidos de gradas, como losferrolanos Triunfante, Soberano, Glorioso, Monarca y Guerrero.

Por designación del propio Carlos III, había sido nombrado general de laescuadra don Juan José Navarro, Marqués de la Victoria por gracia de FelipeV desde su sonado triunfo sobre cuarenta y seis navíos ingleses, disponiendosólo de doce propios, sobre el cabo Sicié a la altura de las islas Hieres en 1744,y a la sazón gobernador general de la Armada y director general de ella, conel mandci del departamento de Cádiz, que le era anexo. En tal nombramientohabían pesado dos circunstancias: la de ser el marqués el almirante más afamado y glorioso del momento, y la de conocer a la perfécción todo lo correspondiente al ramo de Marina, como lo había demostrado y seguiría haciéndolo la larga lista de informes doctísimos sobre los más variados aspectos; sucondición de director general, es decir, «Xefe de toda la Armada», le permitía poner en conocimiento del Rey todos los pormenores y necesidades. Laflota contaba con otros cuatro generales; dos procedentes de Cádiz, elteniente general don Andrés Reggio y el jefe de escuadra conde de Vegaflorida, izándose sus distintivos en el Triunfante y el Princesa, respectivamente; elteniente general don Pedro Stuart, embarcado en el Galicia, y el jefe deescuadra don Carlos Reggio en el Terrible, procediendo estos últimos de Cartagena, segunda de las bases de formación del contingente naval. Cadateniente general quedó encargado de una de las divisiones táctiéas correspondientes.

El estandarte real se había de arbolar en el tope mayor del navío de 80cañones en tres puentes Fénix, del mando de don Gutierre de Hevia, yernodel general, que preceptivamente también embarcaba en él; bajel construidoen La Habana diez años antes, cuyo poder y amplios alojamientos se prestaban mejor que ningúñ otro para el fin a que se destinaba, habiéndose preparado en Cádiz la cámara principal para la real pareja, dos camarotes dentro deesta misma para las Infantas, y la cámara baja para Don Carlos, Príncipe deAsturias, y el infante don Gabriel. Una vez a bordo, sin embargo, el Rey dejaría a su esposa e hijas el espacio mayor, reservándose otro camarote junto ala bitácora. Las ricas alfombras, las doradas mesas, los mullidos canapés y lasartísticas cornucopias de estilo rococó y con velón adosado que se usaron paraesta ocasión, quedarían grabadas en la mente artística de don Juan JoséNavarro, a quien Ceán Bermúdez coloca entre los mejores dibujantes de sutiempo, para aparecer después en una lámina de su archifamoso Album. Unalojamiento parecido del navío Triunfante habrían de compartir los infantesDon Antonio (futuro almirante general en el reinado de su sobrino FernandoVII), y Don Gabriel. Esta separación familiar obligaría durante el viaje a destacar con cierta frecuencia un jabeque de comunicación de la Capitana Real,a fin de saber nuevas de los jóvenes, acercándose a la voz en otra ocasión elTriunfante, para que los Reyes pudiesen ver a sus hijos desde la barroca galería popel del Fénix.

Deun honor singularísimo concedido al Marqués de la Victoria serían

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mudos testigos estos aposentos reales, al mandarle el Rey tomar asiento en supresencia y mesa, como si de un miembro de su familia se tratara.

Pese a los cortinajes de brocado de oro, las adaptaciones de los camarotesy todos los medios ideados para la máxima comodidad de sus usuarios, unbarco de guerra no era entonces, como tampoco lo es ahora, un transatlánticode placer. La reina Amalia tendría amarga experiencia de ello, al añadirse alas naturales incomodidades de la escasez de espacio y movimiento de la marsu falta de costumbre y destreza a bordo, que le haría dar un traspiés al bajarpor los últimos peldaños de una escala que conducía a la santabárbara,durante una visita llevada a cabo por todo el barco. Situado el rancho de santabárbara, donde se guardaban municiones y pertrechos, a nivel inferior delde la cámara principal, habría de descender por un empinado tramo, y pesea todas las prevenciones y avisos, se produciría el pequeño accidente con granturbación de cuantos la acompañaban, ya que, como señala su cronista elteniente de navío don Santiago de Zuloaga, «se dio un golpe que resonó, enla cabeza, contra una caña de timón que iba de respeto...». Los Infantes, queno las Infantas, se acostumbrarían pronto, pululando por los parajes másrecónditos acompañados por los guardiamarinas don Domingo Encalada ydon Felipe Alesón, poco mayores que ellos, encargados de su instrucciónmarinera y su recreo. De sus progresos con la aguja de marear, con las formaciones tácticas sobre planitos y con dibujos de buques, con las maniobras yenla fábrica de pequeños cabrestantes sobre la meseta de la cámara, se haríanlenguas los cronistas casuales que nos han servido a nosotros de fuente directa.

Doscientas sesenta y ocho horas a bordo

El seis de octubre, una semana después de la llegada de Navarro a Nápoles, embarcaba la familia real en los navíos a ella destinados. Este tiempo sehabía empleado en avituallar la flota y subir a bordo unos cañones de nuevafundición de los que se esperaban notables resultados; mientras tanto sehabían sucedido los actos oficiales y protocolarios, incluidas las inevitablesóperas del San Carlo, dejándose para el último momento la ceremonia derenuncia a la corona napolitana. Los Reyes fueron llevados al Fénix en unafalúa especialmente fabricada y engalanada en Cádiz, cuyo gobierno al timónse reservó el propio marqués de la Victoria.

La despedida que los napolitanos brindaron a su monarca cesante resultóen extremo emotiva, permaneciendo en el puerto una gran multitud que sólodejó de vitorear cuando las velas se perdieron en el horizonte. No en vano conCarlos VII se habían fortalecido el país y las instituciones, saneado lahacienda y llevado a cabo una acertada política de obras públicas en todo elreino.

A las ocho de la mañana del 7 de octubre, aprovechando viento fresquitopor el Norte, se haçía a la vela la escuadra compuesta en esta ocasión por cua

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renta bajeles, ya que a los procedentes de España se habían unido parte de laflota napolitana con ocho mercantes que transportaban el equipaje, y tresgaleras de la Orden de Malta que, tras haber participado en el cortejo, se retiraron hacia sus objetivos corsarios contra las caravanas berberiscas y turcascon la triplicada salva de Ordenanza.

No era únicamente el traslado de un jefe de Estado, que hubiese necesitado mucho menos aparato y protección; se trataba del de todo un nuevo sistema de gobierno que, habiendo demostrado su eficacia en Italia, traía consigo a España el flamante Rey. Entre los cortesanos y consejeros, numerosospróceres, artistas y sabios, pretendían con sus proyectos y planes imbuir deuna nueva sabia el ya prometedor árból de la Ilustración española. En partearraigarían estas novedades, y en parte serían rechazadas como extranjerismos irritantes por el pueblo español. Entre la comitiva se contaba el Marquésde Squilache, nuevo ministro de Hacienda y Comercio, quien entre otros programas tenía intención de introducir en España la lotería napolitana, prometedora de grandes ingresos para las arcas del Estado.

Además del séquito, embarcaron en Nápoles criados de ambos sexos paraatender el servicio de la real familia, y guardias de Corps para la seguridad delos aposentos. Cortesanos, damas, azafatas, camaristas, criados y guardias,poco acostumbrados a travesías marítimas, serían de muy poca utilidaddebido a su estado de semipermanente mareo durante los diez días que duróel viaje, por lo que sobró mucho de las golosinas, chocolates, vinos y jamonesque se habían acopiado en Nápoles para su regalo como beneficiarios de lareal mesa, circunstancia ésta de la que, como veremos, el general de la escuadra sacaría provecho por concesión graciosa del Rey.

El viaje constituyó para Carlos III no sólo un auténtico bautizo de mar,sino una profunda toma de contacto con su Marina por medio de alguien tancaracterizado como el marqués de la Victoria; buena parte de lo que con estaocasión expuso a Don Carlos se publicaría en 1761 bajo el título «Discursos ydiferentes puntos particulares sobre marina que expone á los R.P. de V.M. elmarqués de la Victoria, capitán general de vuestra Real Armada». No esaventurado afirmar que si la política de construcción de buques y de perfeccionamiento de infraestructuras en este ámbito no sólo no se frenó durante elreinado, sino que se amplió hasta el grado de convertir a la Nación en unmomento determinado en una potencia naval sólo superada por Inglaterra,ello fue en cierta medida debido a que sus marinos, y muy singularmente donJuan José Navarro, supieron conseguir del Rey un decidido apoyo a su podermarítimo como única forma eficaz de mantener unidos sus extensos dominios. Tal vez un Yiaje de esta índole en edad madura por parte de su sucesorCarlos IV, hubiese hecho variar el rumbo de la Historia, despertando en ésteel interés por una poderosa flota penosamente sacrificada por el generalísimoGodoy, quien eludía con aversión el mero hecho de embarcarse.

Los comentaristas de la jornada hablan de la inclinación del Rey por laMarina, de sus numerosas preguntas a los pilotos y jefes del Estado Mayorsobre rumbos, vientos y maniobras, cabos de labor y táctica naval, llegando

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a ganar una apuesta con su confesor sobre la duración del viaje una vez quepudo calcular los datos de velocidad y distancia, y cuyo premio consistía en larica cruz pectoral del eclesiástico, aunque como el propio monarca señalaríairónicamente, el verdadero perdedor en cualquier caso no podía ser otro queél mismo, ya que se vería obligado a regalar a su oponente una joya más ricaaún.

El Rey acabó conociendo el Fénix de roda a codaste y en toda su distribución interna, hablando con soldados, marineros y oficiales, mostrando suspropios y notables conocimientos en otras ramas relacionadas ocasionalmente y que ponían de manifiesto su preparación. Zuloaga cuenta la anécdota del carpintero francés que le presentó una preciosa maqueta de maderade una máquina de su invención destinada a hacer varar los navíos, esperandouna gracia real a la vista de la manera en que celebraba todo Don Carlos, y dequé manera éste le demostró con sus conocimientos de Física y Mecánica lainviabilidad del invento. De cómo tratar a la tropa tenía el Rey también acumulada experiencia, demostrándolo en el momento de acercarse a besarle lamano los soldados de Batallones de guarnición en el navío, entre los que semetió también el paje de un oficial de guerra de alta graduación que lucía elblasón de su señor; la tropa quedó ganada por completo al exclamar el Reydirigiéndose al lacayo «no conozco criados de esta librea» y añadir volviéndose a un soldado mientras agarraba su uniforme azul de vueltas grana: «deésta sí».

La experiencia de Doña Amalia de Sajonia no fue sin embargo nada gratapese a los conciertos de flautas, oboes, trompas y violines a cargo de los docemúsicos de Guardias Marinas, los improvisados títeres de la marinería, lasacrobacias de los pajecillos de escoba, el arte de un hábil solista de guitarradenominado Neyra, y los numerosos paseos por cubierta y hasta proa delbrazo general de la escuadra o del comandante del navío, que ningún otrogozó de tal privilegio. La causa mayor de su infortunio la constituyó el mareo,que en un principio no le afectó, aunque sí y de modo violentísimo a todas suscamareras que quedaron fuera de servicio y tiradas por donde pudieron lamayor parte de la travesía; cuando la Reina empezó a notar sus propios síntomas se encontró sin nadie de su Casa que la atendiera, mientras la infelizexclamaba «questo movimento extraordinario de la barca me face un imbroglia di ventre», si hemos de creer a Zuloaga.

En la mañana del quince de octubre se avistaba la costa barcelonesa, fondeando el Fénix en la rada a las once de la noche del día siguiente. Desembarcados los Reyes el diecisiete, se arrió su pendón para izarse la bandera detope.

La largueza de un rey

• Tras la travesía y en muchos casos durante la misma, el nuevo rey prodigósus favores sin excepción, repartiendo ascensos, dineros, honores y gracias.

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Por una relación de don Juan Antonio Enríquez, tesorero de la escuadra quecondujo a Carlos III a España, que se conservaba en la Academia de la Historia, conocemos, el gran número de mercedes concedidas a don Juan JoséNavarro; entre ellas se cuentan varias con ocasión de este viaje real. Fernández Duro por su parte recoge una «Noticia circunstanciada» anónima, de lasdádivas concedidas a bordo de la Capitana. La liberalidad fue correspondiéndose con los sucesivos momentos del viaje.

Durante la estancia del teniente general Navarro en Nápoles, le había sidoconcedido el cordón de San Jenaro, la Orden de Caballería del Reino; conello se hacía justicia al marino que, pese a haber alcanzado la altísima categoría de teniente general y habérsele otorgado título de Castilla con la denominación de Marqués de la Victoria y el previo de Vizconde de Viana, no habíaobtenido hasta entonces merced de hábito alguna. Prueba de la alta consideración en que tenía el Rey esta distinción la constituiría el hecho algo posterior de recriminar al Marqués de la Mina, capitán general de Cataluña, porusar la banda azul del «Saint Sprit» francés sobre la roja napolitana.

El detalle de pilotar personalmente la falúa real, fue premiado in situ conla invitación a cubrirse ante Don Carlos, equiparándose así el General a losgrandes de España. Esta circunstancia juntamente con la de sentarle a sumesa, no son recogidas por Enríquez, aunque sí por Zuloaga, quien sinembargo no parece valorar suficientemente el hecho.

Al avistarse tierras catalanas el quince de octubre de 1759, el tenientegeneral fue promovido al empleo inmediato y máximo: «Capitán general desus reales Armadas marítimas, con todos los honores, prerrogativas y sueldosque pertenecen a los capitanes generales de mar y tierra». A las dignidadesse añadieron gratificaciones económicas muy generosas, incluyéndose enellas las concedidas a las hijas del marqués y un soberbio retrato de Carlos IIIguarnecido de brillantes y valorado en tres mil doblones del que el beneficiado se vanagloriaría toda su vida.

En atención a los méritos de su suegro y a los suyos propios, y a instanciasdel Marqués de la Victoria, el comandante del Fénix, capitán de navío Hevia,fue promovido a jefe de escuadra, recibiendo también mercedes económicas,y al fir!al de la singladura el título dMarquésdel Real Transporte, para sí, sushijos y sucesores, con la gracia especial de exención perpetua de los impuestosde lanzas y media anata que pudieran gravar el mismo. Como título previo, ycomo requisito necesario a toda concesión de título de rango superior al deconde, le había sido otorgado temporalmente el de Vizconde del Buen Viaje,denominación, como la del título definitivo, que equivalía a toda una exposición de motivos de su concesión.

Como gracias accesorias el Marqués de la Victoria obtuvo todos los restosno consumidos de la real despensa y la distribución a su arbitrio entre las iglesias más pobres de Cádiz del rico mobiliario y decoración de losaposentosreales y de la capilla, incluidas las alfombras, los brocados y los damascos.Vargas Ponce añade otra merced más; la de la falúa que como propiedad de

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don Juan José Navarro se custodió en el arsenal de Cartagena y fue recomprada por el Rey en 1782 para el conde de Artois en mil pesos.

Hemos querido dejar para el último lugar el objeto principal de este estudio: el bastón de mando, cuyas circunstancias particulares pasamos a señalar.

Cuestiones que suscita el bastón del Marqués de la Victoria

Antonio Enríquez en sus «Gracias que el rey Carlos III concedió al general, Marqués de la Victoria y á su familia» cita, como tercera de treinta, «Unbastón que le regaló al mismo tiempo, cuyo rico puño de oro tiene la particularidad apreciable de ser obra de las reales manos de S. M., al torno en Nápoles». La «Noticia» que recoge Cesáreo Fernández Duro habla también de«...un bastón, cuyo puño de oro lo trabajó S. M. en Nápoles», sin embargo,la más extensa y pormenorizada «Relación del viaje...» del teniente de navíoZuloaga se refiere al «.. .puño de bastón trabajado también por S. M.», lo quenos deja en la duda sobre si el objeto del regalo fue un bastón o solamente suempuñadura, a la que posteriormente se podría haber dotado de caña demadera horadada, contera y borlas.

Por otra parte, la entrega no parece coincidir con el nombramiento decapitán general, que tuvo lugar el día quince de octubre, sino que es anterior,según se desprende de la relación de Enríquez que la simultanea con la donación del retrato, hablando simplemente de bastón sin más y sin añadir elmotivo o relacionarlo con la nueva categoría con la que iba a investirse aNavarro, habida cuenta de que sobre el uso del bastón de mando no se conserva otra reglamentación más próxima que la Ordenanza de 1716, por la quese conceden bastones de mando con puño de oro a los coroneles o asimilados(capitanes de navío) pero no se cita a los generales, que parecen disponer aúnde gruesas bengalas, como la que ostenta don Blas de Lezo (muerto en 1741)en su retrato anónimo del Museo Naval. A todo esto hay que añadir otro factor más que parece indicar que, ni se trataba de un bastón de mando, ni fuehecho para ser regalado al general: el de haberse fabricado por el Rey enNápoles con anterioridad a la llegada de los barcos.

Pese a todos estos indicios y a la falta de fuentes legales sobre las que establecer el momento en que el bastón sustituye a la bengala como distintivo delempleo de capitán general, somos de la opinión de que los generales deMarina lo usan ya desde mediados de siglo, como lo atestigua la abundanteiconografía de que se dispone y muy especialmente un documento absolutamente contemporáneo debido al Marqués Alfonso Taccoli, gentilhombre decámara del difunto infante Don Felipe, duque de Parma, quien ofreció a Carlos III en 1760 su obra de acuarelas de uniformes «Teatro militar de Europa»,en la que aparece el de capitán general español, dotado de un bastón demando del todo similar al presente. El propio gran retrato de cuerpo enterodel Marqués de la Victoria, de autor desconocido pero de excelente factura,propiedad del Museo Naval, muestra a éste en uniforme de capitán general

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con un bastón de mando cuyo puño, semioculto por la mano, no permite apreciar su dibujo, pero que con gran probabilidad se trata de la pieza regalada porCarlos III, pese a que en la pintura no aparece la caña horadada para hacerpasar por ella los cordones de las borlas de oro y no se distingue contera alguna; modificaciones que acaso se hicieran con posterioridad, atendiendo acambios de moda más que de ordenanza.

Es muy significativo asimismo que la decoración del puño de oro incluyanumerosos motivos castrenses como armas, banderas y tambores, que excluyen todo destinatario no militar o consideración ajena al símbolo de mandodel propio bastón. Unas anclas repujadas disipan ya toda duda: tiene que tratarse de un bastón de mando destinado a un general de Marina, hecho porCarlos III con ocasión de su viaje a España en un torno privado del que disponía en Nápoles para su recreo. Tras estas aclaraciones no parece quedar dudarazonable de que el beneficiario no podía ser otro que el Marqués de la Victoria, a quien el Rey tenía pensado de antemano nombrar capitán general encuanto le prestase el primer servicio. ¡Qué gran muestra de tacto, oportunidad y previsión de este notable hombre que hasta en sus ratos de ocio pensabaen sus deberes de Rey!

Características de la pieza

Se trata de un bastón de ochenta y ocho centímetros de longitud cuya varaen su parte superior es de un grosor equivalente al pulgar de un adulto, parair adelgazándose hacia la contera. Sus líneas generales son muy sencillas, aunque no así su decoración, presentando su parte superior un diseño de peramuy común y sin complicaciones. Su trabajo artístico corresponde al tradicional repujado o labrado manual de fina lámina de oro con cincel de doble bisely martillo. Aunque su valor artístico no es extraordinario, pecando su facturade la ingenuidad e inmadurez de un trabajo de mero aficionado con sensibilidad, su valor histórico es grande, constituyendo una de las más valiosas joyasdel Museo Naval.

El puño es de forma más o menos troncocónica invertida rematada por uncasquete esférico, con profusión de bajorrelieves. Su diámetro mayor es detreinta y ocho milímetros y su altura de setenta y tres. La parte superior, destinada a apoyar sobre ella el hueco de la mano, presenta el motivo principal,un medallón del busto del Rey con manto; en torno a él, cubriendo el perímetro del mango, o bien en cartelas, aparecen otros asuntos claramente militares, como banderas, palmas, tambores de parada, arcos y flechas, petos, yelmos, trompetas y anclas de Marina. Sobre la superficie lateral, cuatro óvalosrodeados de coronas de laural muestran otros tantos retratos de la Reina.Diversos motivos ornamentales como follajes, rocallas y roleos son claroexponente del gusto barroco del momento.

Su caña, «caña de Indias», en tono anaranjado y de cerca de ochenta centímetros de longitud y 18 milímetros de diámetro máximo, muestra el corres

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pondiente taladro relleno de un cilindro de oro por el que pasar el cordón queno se conserva. Está rematada en su base por una contera metálica.

La elección de los motivos decorativos es muy acertada, ya que revela claramente el destinatario de su fábrica, capitán general de mar, así como elaprecio especialísimo de los Reyes, representados, Don Carlos en el lugar dehonor, y a modo de compensación y por cuatro veces, Doña María Amalia deSajonia, cuyos afilados rasgos recogidos por Mengs en su retrato del Museodel Prado son claramente identificables en el bajorrelieve. No es muy aventurado pensar que esta inteligente princesa polaca quisiera aparecer en el obsequio realizado probablemente en su presencia en horas de asueto, ya que dela compenetración existente entre ambos esposos hay cumplida documentación, recibiendo del Rey el cariñoso apelativo de «gran madrera», no sólo porla numerosa prole de que de ella tuvo, siete hijos y seis hijas, sino por su sacrificada dedicación a la familia.

Un homenaje de justicia

El Real Decreto 1477/1992, de 4 dé diciembre de 1992 (BOE n.° 292, de5-12-1992), promovía al empleo de Capitán General de la Armada con carácter honorífico a S.A.R. Don Juan de Borbón y Battenberg, Almirante de laArmada. La Armada española, honrada con un nombramiento íntima y largamente deseado, quiso sumarse al homenaje con la entrega de un recuerdosignificativo que testimoniase su adhesión. Del Museo Naval, cuyo Patronatopresidía el propio Conde de Barcelona, partió la idea de reproducir el más significativo de los bastones de mando a sucustodia, encargándose a los prestigiosos joyeros diseñadores don Miguel Angel y don Jesús Navarlaz Garridola reproducción exacta del bastón del capitán general marqués de la Victoria,el más venturoso y polifacético de los marinos modernos, hecha por mano delsexto abuelo del Conde de Barcelona. Meses antes del fallecimiento de DonJuan, una representación de los Cuerpos de la Armada le entregó el bastón,que conserva S. M. el Rey como recuerdo de entrañable significado.

El difícil trabajo del orfebre

La moderna tecnología permite hoy en día realizar trabajos de granbelleza y perfección, copiándose con exactitud dibujos complicados. No se haquerido, sin embargó, «mejorar» el original, sino guardar la máxima fidelidadal trazado ingenuo aunque digno del real aficionado. Por otra parte, se ha preferido llevar a cabo la más complicada tarea que supone su cincelado a mano,con unas técnicas que no han variado en lo fundamental desde el siglo xviii,y siguiendo los mismos pasos del más ilustre de los orfebres en su tallerdoméstico napolitano de torno y fuelle de pie.

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H. O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA

El oro natural de veinticuatro quilates es un material demasiado blandoque si se usase para fabricar el pomo de un bastón se abollaría al primer golpeo caída; una liga que diera un oro de dieciocho quilates sería demasiado durapara poderla trabajar a mano con facilidad; por ello se debe escoger entre unagama que va de dieciocho a veinticuatro quilates, según el criterio apetecido.En el caso presente se ha elegido oro de veinte quilates con aleación de plata,en lugar de cobre, para hacer la pieza más clara, con resultados de una gransimilitud.

Una vez ligado el oro a veinte quilates, se entalla en plancha de un mínimode siete decímetros para poder dar formas torneadas y redondeadas a lo queconstituirá la futura empuñadura en bruto. Al mango sin desbastar ni pulir sele aplica una anilla concéntrica que cierra la unión con la caña por la parte posterior, repasándose el conjunto con una fina lija.

A continuación se dibujan los motivos hasta el más pequeño detalle en suproporción y dimensiones definitivas, y con un cincel y un martillo se lleva acabo una obra artística de mérito no inferior al de una escultura o pintura,ajustándose perfectamente la caña al enmangado de oro y taladrániose consumo cuidado ésta e introduciendo en el orificio un cilindro de oro rematadopor dos círculos abiertos a la altura debida, para poder hacer pasar el correspondiente cordón. El rematado inferior de la caña se realiza con un emboquede plata con base o apoyo de metal que amortigua el roce con el suelo y produce el característico sonido que debe acompañar al acompasado juego demovimientos con la vara y pasos, distintivo del caballero del Madrid o delCádiz dieciochescos.

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LA HISTORIA VIVIDA

Alicia DAUVIN DEL SOLAREscritora

Santiago de Chile

Recuerdo de una visita

Todavía están recientes los ecos de la última visita del buque-escuela español Juan Sebastián de Elcano al puerto y ciudad de Valparaíso. Toda la seriede actos programados en su honor se desarrollaron en un ambiente de entusiasmo y cordialidad receptiva, y durante una semana los marinos españolesse hermanaron con sus camaradas chilenos en intensa participación afectiva.

Cabe destacar dentro del intenso programa oficial la visita al buque delPresidente de la República don Eduardo Frei y en el que permaneció mástiempo que el protocolariamente establecido; la ofrenda floral en el monumento a los héroes de Iquique; la jura de bandera de jóvenes españoles residentes en Chile y la ceremonia de imposición de la Gran Cruz del MéritoNaval española al Comandante en Jefe de la Armada chilena, almirante JorgeMartínez Busch. Otros actos importantes fueron también la visita de oficialesy guardiamarinas españoles a la Escuela Naval Arturo Prat, con las conferencias dictadas por el vicealmirante Juan Carlos Toledo de la Maza, rector de laUniversidad Marítimade Chile, sobre «Chilenidad e hispanidad marinera» ydel coronel auditor director de esta Revista, José Cervera Pery, que trató elsugestivo tema de «Guardiamarinas chilenos en la Real Compañía de Cádiz».

Como cabía suponer, junto a la Marina chilena, la colectividad españolade Santiago y Valparaíso, ofrecieron diversos agasajos a todo el personal delbuque-escuela y las fiestas y excursiones contribuyeron a hacer más grata lapermanencia del velero español y de sus tripulantes.

Sesenta y cuatro años antes de este feliz evento, el Juan Sebastián deElcano había recalado también en Valparaíso, en su segundo crucero de instrucción (el primero lo había constituido un viaje de circunnavegación delmundo), al mando también del que ya era su segundo comandante, el capitánde fragata Claudio Lago de Lanzós, un auténtico marino de «La vieja escuela» y un auténtico enamorado de la vela.

El acontecimiento marcó un auténtico hito en las relaciones hispano-chilenas, y de las informaciones y reseñas de prensa de la época, entresacamoslos aspectos más sobresalientes de esa historia vivida que supuso aquella primera visita.

El 3 de marzo de 1930 llegó a Valparaíso el buque-escuela de guardiamarinas Juan Sebastián de Elcano. Como en sus dos escalas anteriores en puertosde Chile (Punta Arenas y Talcahuano), su paso dio lugar a manifestaciones deentusiasmo patriótico por parte de las numerosas colonias españolas allí residentes y puesto una vez más de relieve las simpatías con que las autoridadesy nacionales reciben a estas misiones de la patria hispana.

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ALICIA DAUVIN DEL SOLAR

La llegada a Valparaíso fue verdaderamente emocionante, tomandoparte en el recibimiento entusiasta chilenos de todas clases y condición social,y cuya prensa dedicó a la Marina española representada por la dotación delbuque-escuela los más calurosos y cordiales artículos de bienvenida.

Después de las visitas de protocolo, el día 6 se trasladaron a Santiago deChile los jefes, oficiales, guardiamarinas y una sección de marinería, dondefueron recibidos por una gran multitud que vitoreó a España y aplaudió a susmarinos despertando gran entusiasmo el desfile de guardiamarinas y marinería por delante del palacio presidencial, y que fue presenciado por el Presidente de la República, Ministro de Marina y demás autoridades, en quienesel desfile causó grata impresión como así lo expusieron al embajador deEspaña en Chile y al propio comandante del buque.

El Ministro de Marina mostró gran interés por conocer el Juan Sebastiánde Elcano y acompañado del subsecretario y personal técnico del Ministeriose trasladó a Valparaíso con el exclusivo propósito de conocer el buque contodo detalle, ya que existía el proyecto de reemplazar el actual buque-escuelachileno Baquedano por otro dotado de más modernos elementos y para lo queel Elcano podría ser una buena fuente de inspiración. Salieron de la visita altamente complacidos mostrando grandes deseos de encargar un buque-escuelaigual a los astilleros españoles.

Innumerables fueron los festejos ofrecidos a la dotación del buque-escuela español, no sólo por parte de la colectividad española, sino también,del elemento oficial chileno que terminaron en animada fiesta a bordo,correspondiendo así a las cariñosas atenciones de todos recibidas.

A las ocho de la mañana del 10 de marzo se hizo a la mar el Juan Sebastiánde Elcano siendo despedido por numeroso público que esperaba también lallegada de la escuadra peruana, y por feliz coincidencia cuando el velero español pasaba por la boca del puerto se encontró en ella con el buque insignia dela referida escuadra, cambiándose los honores reglamentarios.

Este hecho fue también muy favorablemente comentado. .por la prensachilena, por haber sido España con su buque-escuela el que se adelantara arecibir a aquellos buques peruanos que después de cincuenta años realizabanun viaje de cordialidad por aguas chilenas.

En sus comentarios finales, toda la prensa del país chileno consideró comofructífero el resultado de la visita del Elcano a los puertos de Chile, que contribuyó no sólo a estrechar más y poner en mayor evidencia los vínculos defraternidad que unen a los dos países, sino que ha servido también paraaumentar el prestigio de los constructores navales españoles.

Desde aquel lejano 1930 hasta los días actuales, el Juan Sebastián deElcano ha venido visitando con continuidad y frecuencia los puertos de Chile,que desde hace varias décadas también cuenta con su hermano gemelo, elbuque-escuela Esmeralda que en recíproco tratamiento, cuando recala enpuertos españoles, recibe todo el afecto y comprensión de la nación española,ayer madre y hoy hermana sobre la genealogía de la Historia.

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DOCUMENTO

Don Diego Contador sentó plaza de cadete en el Real Colegio de Artillería de Segovia el 24 de diciembre de 1771, salió subteniente de Artillería el 25de diciembre de 1775 y, por su talento, quedó como profesor de mecánica ycálculo diferencial e integral de dicho instituto. El 20 de enero de 1778, a petición propia, se pasó a la Real Armada con el empleo de alférez de fragata yel cargo de maestro de mecánica en la Compañía de Guardias Marinas deFerrol, qué acababa de establecerse, de la cual fue nombrado también habilitado.

El 22 de febrero de 1783 ascendió a teniente de navío e ingeniero, yen esteCuerpo de Ingenieros de la Armada ascendió a brigadier el 6 de enero de1784, sin haber estado embarcado ni haber navegado un solo día, cosa inusualpara la época.

Durante catorce años fue gobernador dela plaza de Ferrol, «con generalaceptación», y ascendió a jefe de escuadra el 22 de julio de 1796. En 1808 fuedestinado a Cartagena y ascendió a teniente general el 14 de octubre de 1814.Tuvo diversos destinos hasta que falleció el 30 de julio de 1833, de muertenatural, cuando contaba con setenta y seis años de edad y más de sesenta y dosde servicios efectivos; eso sí, sin embarque alguno. Tenía ganada reputaciónde sabio, honrado y recto.

Durante su mandato en Ferrol dio las instrucciones para los bailes de máscaras, que aportamos como curiosidad del buen gobierno de don Diego Contador, que así aparece nombrado en Estados Generales y en la Biografía dePavía.

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DON DIEGO MARTINEZDE CORDOB Y CONTADOR GEFE DE ESQUADRL DE LAREAL ARMADÁ: GQBERADOR POLITTCO, Y (LITAR DE ÉSTA PLAZA:

SUUDELECÁDD DE REALES RENTASEN ELLA Y SU PARTIDO, &.

:saber.. todas las personasde qualquieta estado, sexso y condicban que fueren , que pmOrden del Excelendsimo Señor D. Francisco de Taranco, Capitán Generál de este Ex&-.cito y Reyno, se manda , queen el Coliséo de ésta Plaza se executen durante el presenteCarnabal algunos Bayles públicós coñ máscara , á fin de atender con su produao á las ur

gencias Mi1itres que S. E. estime conveniente ; y’ para que éstas Funciones se executen con la quie.lsd , buen orden, y Policla que es devido , se matda , y previene lo siguiente:

T. Que ninguna persona lleve armas de ninguna clase á dicha Funcion.IT. Que en el Patio del Collado, no entre ninguna persona que no vaya disfrazada, y con Misra-.

ra , á no sér los empleados por el Magistrádo , y miembros de Justicia.IT!. Que & los Palcos , 6 Cazuelas debe irae síu disfraces , ni Máscaras ; y en el caso de que

algunas de las Périonas disfrazadas en el Patio, quiera subir á los Palcos ó Cazuelas , tendr.la Caréta quitada mientras subsista en estos sitios.

1V. Que en el Patio no se entrará con uniformes ( á no sér los Oficiales empleados para laPolicia del Teatro ) y que tampoco han de usarse de uniformes de Militares para disfraces , nlmenos de los de Edesiasticos , Religiosos ti otros Sagrados 6 de Dignidades.

V Que las Personas, que asistan & esta Funcios han de sér de las dIcentes y ¡nodéstas , Isaque no ad presetitaráa con disfráces ridiculos y extravagantes , 6 indecetátés, ni fumarán is rlTeatro, Palcos , ni Cazuelas.

VI. Que para que se mantenga la quietúd, tranquilidad y buen orden , no se use de lascias de la Caréta , para decir, ni hacer cosas indecorósas, ni de que puedan resultar quex.as , ydisturbios , ni perjuicio, 6 agravio de tercero.

VII. Que en las quatro Calles que rodean el Teatro, no se paren, ni agromeren gentes , passd.con quietud , y silencio , las que vayan á las ‘unciones , y no deteniendose ningunas otras,

17111. Que así los que vayan de Máscara ,como los que no la lleven, han de ir acompañados de luccpor las Calles.

IX. Que estando prohividos los disfráces y Másçaras por Reales Pragmsticaa , y pernaitienlosasolo ahora estós Bayles enmascarados en el Teatro, para los fines que los Superiores estiman cosavenierites, nadie llevará pór las Calles puesta la Caréta.

X. Que por igual razon se prohive á los Vecinos , estantes y laabitantes en este Pueblo , recivanMáscaras en su Casa , y el que tengan Bayles. donde éllas asistan.

Xl. Que por la puerta de la izquierda del Teatro há de ser la entrada , y donde deben entregarse,así los Voletines, como las Capas ti Capotes, y él fin de que no ae equivoquen éstos, llevará cada uno cosido su Nombre en un Lienzo debajo del cuello.

XII. Que la puerta de la derecha del mismo Teatro, será la de la salida , y al que saliese para bolvcrá entrar, se le dará en la puerta una contra—seda, que entregará en la propia puerta, que atrátambien de entrada para los que hayan salido con contra—seña.

XIII. Que por la puerta de la espalda del Teatro, no entrarán ni saldrán sino los sirvicu’:c delTeatro, y empleados en él.

XIV. Que por céda persona se cobrará de etitrada diez reales de vellon, por cada noche cleljien:iopagar tambien la misma entrada las personas que vayan á los Palcos , además de pagar crdaPalco de primera fila treinta reales de veilon , veinte por los de segunda y quatro reales desellen por cada Asiento de la tercera fila. - -

XV. No se fumará en el Collado, y iold pdr fumirse en el quarto inmediato d la entrsda, dondesolo podrán estar hombres ,y no muger alguna.

XVI. En el foro se podrá bever, 6 comer, pagando por Arancel, que tendrá fiado á la vista de todosel que despacha.

XVII. Habrá dos Bastonéros nombrados por el Magistrádo, los quales dispondrán lo que han de tocarlas Orquestas, y el tiempo que há de durar cada espacie de toque, sin que nadie pueda entrolllelersoen ello, quedandole la libertad de baylar 6 ñál? que se roque.

Baxo cuyas circunstancias, y Reglas se dará rincipio él éstas Funciones, quando se avise pcrCarteles particulares, que ad fixáran enias Puertas 4el Coliséo, donde tambien se pondrán las dcrnasreglas de Polici, y buenórden, que hán deobsérvarse en estas Funciones: esperando de los lodividuos, que cnmposieneité’Psíblico,eontribufráh todos por su parte á que se execute la divesdoncoriel mejor sostego;tiaáiqUilidad, yiarmonía yen caso de que algunos falten a semejantes deha-.res, 6 desluzcan , contra lo que ae previene , y manda ,serán castigados con el rigór que el caso,y las circunstancias exijan. Y para que ninguno alegue ignorancia, espido el presente, firmado cm,y refrendado del-infrascrito Escribano del Número,y Ayuntamiento: En la Plaza del Ferról, údias del mes de.Febrero, año de a8oS. Por mandado de su Seíiora’a.

DIEGO C’ONTADÓR. Juan Antonio Üardcmll.

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LA HISTORIA MARÍTIMA ENEL MUNDO.

El Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú

Sus antecedentes se remontan a septiembre de 1963, cuando a iniciativade la Comisión de Cultura del Centro Naval del Perú y del Museo Naval y bajolos auspicios del Ministerio de Marina, se creó la comisión encargada deredactar la historia marítima del Perú, proyecto ilusionadamente ambiciosoy necesario, que luego se plasmaría en vigente realidad.

La labor constante y bien planificada de los historiadores y expertosencargados de preparar la primera parte de la Historia Marítima —verdaderaenciclopedia del dilatado quehacer marítimo peruano— dieron como fruto laplasmación de una obra sustancial, fundamentalmente histórico-científica,en doce volúmenes que abarcan las áreas científica e histórica, esta última ensus épocas Preshispánica, Conquista, Colonia, Emancipación y comienzos dela República. La crítica mundial especializada emitió su veredicto favorableal considerar a la Historia Marítima del Perú no sólo como el más importanteesfuerzo en la materia realizado por un país de habla hispana, sino tambiéncomo la versión más completa y autorizada acerca de aquella compleja eintensa actividad marítima.

Vistos los excelentes resultados obtenidos en la investigación, el 17 deoctubre de 1973 se crea como continuación de la comisión historiadora el Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, que prosigue la obraemprendida encomendando a renombrados historiadores —bajo la coordinación de distinguidos almirantes— la difícil, aunque sugestiva, tarea de historiar la vida marítima nacional desde mediados del siglo xix hasta comienzosdel siglo xx, y de esta manera enlazar cronológicamente la primera parte conla segunda, a la que seguirán una tercera y cuarta parte comprensivas de losperíodos 1919-1947 y 1947-1968 respectivamente.

Orgánicamente el Instituto es una entidad de derecho privado cuyo fin esrealizar y foméntar el estudio sobre el mar peruano, la Historia Marítima delPerú y los acontecimientos relacionados con el poder marítimo. Está regidopor una asamblea general que es el órgano supremo de la Asociación y cuentacon un consejo directivo integrado por miembros de número elegidos en laAsamblea General. Sus académicos son de número o correspondientes, elegidos entre destacadas personalidades peruanas y de los países iberoamericanos, y se rigen por sus correspondientes estatutos. Edita periódicamente unarevista que es el órgano oficial del Instituto y cuya donación por canje contribuye a enriquecer su biblioteca. También edita diversas publicaciones sobretemas históricos, marítimos y estratégicos.

El Institúto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú tiene suscritos convenios con diversas instituciones, tales como la Universidad de Lima, para

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fosÉ ANTONIO OCAMPO

desarrollar proyectos conjuntos de orientación científica, tecnológica y cultural, relativos al ámbito marítimo, fluvial y lacustre; o como el Centro de AltosEstudios Militares, para el desarrollo de intercambio de programas culturalesy de información sobre la realidad nacional, incluyendo orientación científica, tecnológica y cultural, relativos al ámbito marítimo, fluvial y lacustre. Ypor último con la Dirección de Intereses Marítimos, con el fin de contar conla asesoría calificada, permanente y duradera, para el mejor funcionamientodel Archivo Histórico de la Marina, con el fin de preservar, incrementar, clasificar y difundir sus fondos documentales en forma técnica y adecuada.

El Instituto presta también apoyo a distintas entidades de la Marina deGuerra, en especial a la Escuela de Guerra Naval, a la Dirección de InteresesMarítimos, al Museo Naval, y proporciona elementos de juicio a la Comandancia General de la Marina y al Estado Mayor General de la misma.

La Comisión de Estudios Estratégico-Marítimos fue creada por el Instituto en octubre de 1984, y está formada por oficiales de Marina de reconocidasolvencia intelectual así como por otras personas idóneas en diferentes disciplinas, destinada a cultivar y promover los estudios de carácter estratégico-marítimo y contribuir al desarrollo, consolidación y divulgación de una estrategia marítima nacional, para lo cual cuenta con tres organismos: JuntaDirectiva, Departamento de Coordinación y Comités de Trabajo.

Dentro del Instituto radica también la Secretaría Permanente del Simposio de Historia Marítima y Naval Iberoamericana cuya última reunión se celebró en Viña del Mar (Chile) en el pasado noviembre de 1993. Anteriormentese había celebrado otra en Lima, y están previstas sendas celebraciones bianuales en Argentina, Brasil y posiblemente España.

La dirección del Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú es:Avenida de Salaverry 2.487, Lima 27, Perú. Teléfonos 229950 y 407273.

José Antonio OCAMPO

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NOTICIAS GENERALES

Visita de los Reyes al Museo Naval

El pasado 20 de abril, Sus Majestades los Reyes de España, Don JuanCarlos y Doña Sofía, visitaron el Museo Naval tras las obras de remodelacióny acondicionamiento llevadas a cabo en dicho centro. Los monarcas, a quienes acompañaba el jefe de su Cuarto Militar, almirante Poole Pérez-Pardo,’fueron recibidos por el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante Juan José Romero Caramelo; el jefe de la Jurisdicción Central, vicealmirante Antón Pérez-Pardo, y el director del Instituto de Historia y CulturaNaval, contralmirante José Ignacio González-Aller Hierro. También fueroncumplimentados por el pleno del Patronato del Museo, encabezado por supresidente 5. A. R. el Duque de Calabria.

Don Juan Carlos y Doña Sofía giraron una detenida visita a las nuevas instalaciones, recibiendo las detalladas explicaciones de su director, y pudieronadmirar los incunables y manuscritos, cuadros famosos de combates navalesy personajes de relieve, instrumentos náuticos de precisión y cartografía delos antiguos dominios españoles en América y el Pacífico. Igualmente, se‘detuvieron en la contemplación de los numerosos tipos de navíos de los siglos xvi a xviii.

Los trabajos de remodelación del Museo Naval, que han supuesto lainversión de ciento cuarenta millones de pesetas, financiadas por el Ministerio de Defensa con la colaboración del Ministerio de Cultura y diversas ayudas de particulares, constituyen la primera fase de un ambicioso proyecto que

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NOTICIAS GENERALES

se continuará en los próximos años con la rehabilitación de las cinco salas queaún quedan pendientes y con la reorganización, restauración y clasificaciónde todo el material de los siglos XIX y xx.

Como señaló el almirante Romero Caramelo en las palabras de saludo aSus Majestades, estas modernas instalaciones guardan una de las coleccionesmás notables del mundo, no sólo por la importancia de su patrimonió, sinotambién por el elevado valor artístico de algunas de las piezas señeras que atesora, para rogar a los Soberanos que vieran en los objetos expuestos en lasdiferentes salas, «lo que muchas generaciones de marinos han sido capaces deconseguir con su trabajo, su entrega, su vocación y sacrificio, en la victoria ola derrota con la mente puesta al servicio de España y la Corona».

Conferencias en Valparaíso

Con motivo de la visita del buque-escuela español Juan Sebastián deElcano a la ciudad chilena de Valparaíso, tuvieron lugar en la Escuela Naval

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Conferencia del coronel auditor Cervera Pery en la Escuela Naval de Chile.

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NOTICIAS GENERA LES

«Arturo Prat», de la Marina chilena, dos conferencias para guardiamarinaschilenos y españoles dentro de un acto de confraternización de ambas Armadas.

La primera de ellas —el 12 de abril pasado— fue dictada por el rector dela Universidad Marítima de Chile, vicealmirante Juan Carlos Toledo de laMaza, que disertó sobre «Chilenidad e Hispanidad marítima», y la segunda,pronunciada por el coronel auditor José Cervera Pery, director de la REVISTADE HISTORIA NAVAL, cuyo tema fue el de «Guardiamarinas chilenos en laReal Compañía de Cádiz».

Los conferenciantes fueron presentados por el director de la EscuelaNaval chilena, capitán de navío Fernando Gaete Winkelmann Gaete, figurando entre los asistentes, además de los alumnos mencionados, el comandante y oficiales del Juan Sebastián de Elcano y autoridades navales de laMarina chilena.

Posteriormente, el día 16, el coronel Cervera Pery repitió su conferenciaen el mismo centro de la Escuela Naval «Arturo Prat», esta vez para la totali

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NOTICIAS GENERA LES

dad de cadetes navales y aprendices de la Marina chilena, a solicitud delmando de la citada Escuela.

Inauguración de la Cátedra extraordinaria «Almirante Martín-Granizo»

El 25 de abril se celebró en la Universidad de Salamanca el acto inauguralde la Cátedra extraordinaria «Almirante Martín-Granizo», en el aula Salinasdel edificio histórico. En el curso de la ceremonia de inauguración, el primerdirector de la cátedra, vicealmirante Albert Ferrero, desarrolló el tema «LaArmada como instrumento de la política exterior».

A dicha conferencia asistieron el director del CESEDEN, general de división Sosa Hurtado, así como el jefe de la Jurisdicción Central de la Armada,vicealmirante Antón Pérez-Pardo, y una nutrida representación universitariay militar, hallándose también presente la viuda del almirante RodríguezMartín-Granizo> doña Eva Núñez.

La nueva cátedra es fruto de la revisión del Convenio de Cooperación,que data de 1985, entre el Centro de Estudios de la Defensa Nacional(CESEDEN) y la Universidad de Salamanca, firmado en la fecha arriba indicada.

Décimas Jornadas de Historia Marítima

Durante los días 9 a 11 de mayo últimos, y organizadas por el Instituto deHistoria y Cultura Naval, con la colaboración de la Asamblea Española de laSoberana Orden de Malta y el Instituto de Estudios Históricos y Hospitalariosde la Orden de Malta de la Universidad Complutense de Madrid, han tenidolugar en el marco de la sala de exposiciones del Museo Naval las Décimas Jornadas de Historia Marítima, con un ciclo de conferencias bajo el título genérico de la Orden de Malta, la Mar y la Armada.

Intervinieron en las mismas el coronel auditor José Cervera Pery, quedisertó sobre «La Orden de Malta y la Armada: una vinculación histórica»; elprofesor Dr. Paolo Caucci Von Sauken, presidente del Centro Italiano deEstudios Compostelanos, que habló de la Orden y el Camino de Santiago, yel canciller de la Asamblea Española de la Orden de Malta, don Juan Echevarría Gangoiti, que habló de la Orden en nuestros días.

Las mesas redondas estuvieron moderadas por el director del Instituto deEstudios Históricos y Hospitalarios de la Universidad Complutense deMadrid, don Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, que tuvo a su cargo eltema de «La Orden de Malta en las colecciones documentales del MuseoNaval», y en las que participaron igualmente don Valentín Céspedes Aréchaga, investigador y miembro del Archivo Histórico de la Asamblea Españolade la Orden de Malta (Aportaciones inéditas a una historia común); el capitánde fragata e investigador naval don Antonio de la Vega Blasco (Los marinos

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del Museo Naval), el teniente coronel médico don Manuel Gracia Rivas,director del Centro de Estudios Borj anos de la Institución «Fernando el Católico» (Los «grafitti» del palacio de Ambel), doña María del Carmen AréchagaRodríguez-Pascual, directora del Archivo de la Asamblea Española de laOrden de Malta (El caballero del reloj de Ticiano, ¿un personaje desconocido?), y los investigadores y miembros del Archivo Histórico de la Orden donCarlos Sangro Gómez-Acebo (Estudio de la identidad de la talla de un caballero orante) y don Juan Alejandro Magaz Van Nes y don Diego Gamazo deRoux (La iglesia de la Veracruz en Segovia).

El acto de apertura del ciclo estuvo a cargo del contralmiranté GonzálezAher Hierro, director del Instituto de Historia y Culturá Naval, siendo clausuradas las conferencias, en nombre del almirante jefe del Estado Mayor dela Armada, por el jefe de la Jurisdicción Central, vicealmirante Antón Pérez-Pardo.

Conferencia debate en el Centro de Estudios Malaspiniano de Mulazzo

El pasado 28 de mayo en el auditorio «Mario Mengoli» del Centro deEstudios Malaspiniano de Mulazzo (Italia), el profesor Oldrich Kaspar, de laUniversidad Kariovy de Praga, pronunció una conferencia bajo el título de«El nuevo siglo visto por un europeo del setecientos: la contribución deTadeo Hanke a la expedición Malaspina(1789-1794)».

En el mismo acto el profesor Roberto Malaspina, síndico de Mulazzo,entregó al orador la «metopa Malaspina 1994» en reconocimiento de su dedicación al fomento de los estudios malaspiniános en el área eslavo-alemana.

La presentación del conferenciante estuvo a cargo del profesor DaríoManfredi, director del Centro de Estudios «Alejandro Malaspina» de lacomuna de Mulazzo.

Agenda de actos culturales

Cumpliendo el encargo recibido en la reunión que tuvo lugar en la baseargentina «Esperanza», en la península Antártica, en el mes de noviembre de1992, el Instituto de Estudios Marítimos del Perú y la Universidad de Lima,han convocado la II Reunión de Historia Antártica Iberoamericana, que tendrá lugar en Lima del 20 al 22 de julio próximo, adelantándose asimismo quela III Reunión será organizada por el Instituto Antártico Chileno en 1996,probablemente en la Base Antártica «Presidente Frei».

Como merecido homenaje al capitán de navío de la Armada españolaJuan Francisco de la Bodega y Cuadra, nacido en Lima hace 250 años ymuerto en México hace 200, el Instituto de Estudios Histórico-Marítimos delPerú, los Museos y Archivos de Vancouver del Norte y la Pontificia Universidad Católica del Perú, han organizado un coloquio internacional en que par

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NOTICIAS GENERA LES

ticiparán diversos especialistas en el personaje y en la época que le tocó vivir.Las fechas previstas son del 17 al 19 de agosto próximo.

La Asociación Internacional de Historia Marítima Económica tendrá unasesión dentro de la XI Conferencia Internacional de Historia Económicadedicada al tema de «Administración, finanzas y relaciones industriales enlas industrias marítimas». La sesión tendrá lugar entre agosto y septiembredel año en curso, siendo la Universidad de Leicester la encargada de su organización.

El Congreso Internacional de Historia Marítima sobre puertos, ciudadesy comunidades marítimas tendrá lugar en Monreal (Canadá) entre los días27 de agosto y 3 de septiembre de 1995, estando su organización a cargo dela Comisión Internacional de Historia Marítima, en el marco del Congresode la Comisión Internacional de Ciencias Históricas.

El XX Coloquio Internacional de Historia Militar tendrá lugar en Varsovia (Polonia), entre los días 5 a 10 de septiembre del presente año, bajo eltema genérico «Las insurrecciones nacionales después de 1794».

La participación española se realizará a través de la Comisión Española deHistoria Militar, radicada en el Centro de Estudios Superiores de la DefensaNacional (CESEDEN).

Ámbito nacional

Dentro de los cursos de verano de la Universidad de Oviedo, que todos losaños viene organizando el Museo Marítimo de Asturias con el título genéricode Historia Marítima de Asturias, se desarrollará en el presente año el temamonográfico «Marinos ilustres asturianos».

Las conferencias tendrán lugar en la biblioteca del Museo de Luanco entrelos días 18 a 23 de julio actual.

En la Zona Marítima del Cantábrico, y en base a un acuerdo con la Universidad de La Coruña, se desarrollará un curso de apoyo al curso de veranode la Universidad Internacional «Menéndez Pelayo» sobre el tema «Guerra,exploraciones y navegación: Del mundo antiguo a la Edad Moderna».

El curso se impartirá en un total de nueve conferencias y dos mesas redondas en las instalaciones de la Cátedra «Jorge Juan» y dos visitas a instalacionesnavales.

En esta convocatoria se han reservado cinco becas a disposición de laArmada. Los trámites de petición pueden hacerse a través de la Sección deOrganización del Estado Mayor de dicha zona marítima.

Aulas del Mar en Cartagena. Organizadas por la Universidad de Murcia,a través de su Vicerrectorado de Investigación, tendrán lugar en Cartagena,entre los días 12 al 16 de septiembre próximo, las conferencias correspondientés a las distintas Aulas del Mar, que alcanzan este año su décima edición.

La correspondiente a «La influencia naval en la Historia», que está dirigida por el coronel auditor José Cervera Pery, director de la REVISTA DE

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NOTICIAS GENERALES

HISTORIA NAVAL, y el profesor Juan Andreo García, del Departamentode Historia Moderna Contemporánea y de América de la Universidad deMurcia, se desarrollará el presente año bajo el título genérico de «Hombres,barcos, puertos y dinero en la Carrera de Indias», y contará con la participación dedestacados especialistas en la materia.

José Antonio OCAMPO

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RECENSIONES

BONNICHON, Philippe: Los navegantes franceses y el descubrimiento de América.—Editorial Mapfre. Colección Mar y América. 1992. 392 páginas.

El autor de este extenso e interesante trabajo es doctor en Historia por laUniversidad París-Sorbonne, de excelente trayectoria en el estudio de temasmarítimos; entre ellos destacan su tesis doctoral del año 1973, titulada «Souvenirs de Pierre-Bruno Jean de la Monneraye pour la periode 1760-1790»;«The american revolution and the sea» (1974); «Historia naval brasileira»(1975); «Missions de la marine militaire en temps de Louis XVI» (1976);«L’importance de l’exploration maritime» (1982) y «Horizons marins, itineraires spirituels» (1987).

La tesis que mantiene el autor está resumida admirablemente en estepárrafo que pertenece a la introducción del libro: «Los franceses no descubrieron América, ni tampoco, evidentemente, los ingleses, ni los holandeses.Pero intervinieron en muchos puntos del Nuevo Mundo antes que estos últimos, y si no precedieron a los ibéricos, sí intervinieron, al menos, en el conocimiento y difusión de América. Sin duda, su contribución en esta expansiónuniversal y multisecular es apreciable».

Se trata de una investigación precisa, prolija y, sin embargo, de fácil lectura, fruto de largas horas de trabajo y dedicación. También se observa el cariñodel autor por los temas marítimos, su admiración por los trabajos de la profesión, el vencer las grandes dificultades que eran entonces, y aún hoy, los elementos de la naturaleza desatados. Interesa también la evolución científica y,sobre todo, la importancia política de lo si no descubierto, sí por lo menosexplorado y aprovechado, con asentamientos en lugares estratégicos.

La lectura del índice es suficiente para conocer la magnitud de la investigación de Philippe Bonnichon y las claves de sus inquietudes e interroganteshistóricos. Interesan, y mucho, los viajes científicos ya modernos de Bougainville y Lapérouse.

El índice es el siguiente:

Primera parte: Navegantes franceses en las américas en la etapa del humanismo.(siglo xvi). Capítulo 1: Los franceses en Brasil o los logros del comercioentre1503 y 1505; Capítulo II: Marinos franceses en las rutas del AtlánticoNorte hasta 1543; Capítulo III: Los círculos y los medios del descubrimiento;Capítulo IV: Primeras experiencias de colonización (1555-1565). Fracasos eintentos posteriores hasta 1603; Capítulo V: Las repercusiones del descubrimiento.

Segunda parte: Exploración de las costas y del interior de América. Misiones, marina y colonias en la etapa de la hegemonía francesa en Europa (1610-1715). Capítulo 1: De la Francia equinoccial a la Guayana y las Antillas; unapresencia residual de los franceses en América Central; Capítulo II: Los

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navegantes franceses en Canadá durante el siglo XVII; Capítulo III: Exploraciones francesas en el Norte de América bajo Luis XIV; Capítulo IV: Conocimiento de América en la Francia del clasicismo: las repercusiones del descubrimiento en la etapa de la crisis de la conciencia europea (finales del sigloxvii); Capítulo V: Estrategia marítima en tiempos de Luis XIV: el lugar delNuevo Mundo.

Tercera parte: La etapa de los beneficios, de la ciencia y del sueño: los franceses y el descubrimiento de América en el siglo de las luces (1715-1742). Capítulo 1: Sueño y conocimiento de América en Francia durante el siglo xviii;Capítulo II: América, ilustración y progreso. La importancia de la técnica: laorganización estatal y la transformación de la Marina durante el siglo xviii enFrancia; Capítulo III: En torno a Bouganville. Navegantes franceses en América del Sur (1765-1769); Capítulo IV: Ciencia y descubrimiento de América,durante el reinado de Luis XVI: en torno a Lapérouse.

Completan el trabajo una Conclusión y, como es habitual en esta colección, la Bibliografía y los Indices Onomástico y Toponímico.

Antonio de la Vega

MONTELLS Y GALÁN, José M.a:Diccionario de Órdenes de Caballería y Corporaciones Nobiliarias. Editado por la Academia de Genealogía, Noblezay Armas. Madrid. Marzo de 1994, 176 páginas.

José M. Montelis es licenciado en Historia Moderna y Contemporáneapor la Universidad Complutense, es también diplomado en Heráldica,Genealogía y Nobiliaria por el Instituto Salazar y Castro, del Consejo Superior de Invetigaciones Científicas. Ha publicado varios libros de poesía y unanovela, pero son importantes aquéllos dedicados al tema que nos ocupa: «Escudos y banderas de la casa de Borbón» (1991). «El hospital yla milicia de SanLázaro de Jerusalén» (1992) y «Heráldica en la obra de don Ramón del Valle-Inclán» (1992).

Auténtico especialista en la materia y con prestigio internacional por suóbra y por su excepcional don de gentes, José M. Montells nos ofrece en estelibro el fruto de largos años de investigación en los temas que tanto ama.

Aunque quizá pase desapercibido, estamos en un auténtico renacer delasociacionismo exaltador de los antiguos ideales de la caballería, quizádebido al deseo de algunos de regenerar una sociedad que les parece demasiado materialista.

Nos dice el autor: «Hay en este Diccionario órdenes históricas irreprochables, órdenes dudosas en cuanto a su legitimidad de origen y órdenes absolutamente falsas» y nos propone que en el mundo de hoy «Es en esta recuperación de lo auténticamente caballeresco donde podemos apreciar la falsedad ono de una institución», lo cual es una norma de excelente y fácil aplicaciónpara efectuar las inevitables diferenciaciones.

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RECENSIONES

Las virtudes de esta obra están, en primer lugar, en ser única y actualizaday, en segundo, en la precisión de sus datos históricos demostradores de unaprofunda y minuciosa investigación.

El índice es el siguiente: Órdenes de Caballería (se consignan tan sololas dinásticas y aquellas otras que han tenido relación con España durante elsiglo xx). Corporaciones nobiliarias. Distinciones honoríficas (se recogen tansolo aquéllas relacionadas con el mundo caballeresco, huyendo de la infinidad de distinciones de todo tipo que han proliferado en España en estos últimos años). Apéndice A: Relación de Grandes Maestres reconocidos por laComisión Internacional para el Estado de las Órdenes el 21 de septiembre de1970. Apéndice B: Relación de Grandes Maestres o Jefes Soberanos. Apéndice C: Relación de Corporaciones Nobiliarias Españolas tuteladas por laCorona. Apéndice D: Relación de Órdenes de Caballería de las que noconsta su relación con España ni el ingreso de caballeros españoles. Completael trabajo una extensa Bibliografía y un Album Gráfico. -

Es deseable que en la indudablemente próxima segunda edición semejoreel índice, de tal forma que una orden, que no olvidemos puede tener un largonombre, pueda ser encontrada en varios lugares a la vez.

Antonio de la Vega

LUZZANA CARACI, llana: Navegantes italianos. Editorial Mapfre. ColecciónMar y América. 1992. 320 páginas.

llana Luzzana Caraci es catedrática de la Universidad La Sapienza deRoma. Es autora de las obras «Colombo e Américo Vespucio» (1987), «Colombo vero e falso» (1989), «Scopritori e viagiatori del Cinquecento e del Seicento».

‘Este libro constituye una nueva aportación del gran proyecto editorial dela Fundación Mapfre, creada en 1988, y que con motivo del Quinto Centenario del descubrimiento, ha proporcionado ya más de doscientos títulos. Espreciso recordar que esta colección (<Mar y América», dirigida con pericia porel almirante Bordejé y Morencos. Está constituida por 19 libros, de los quesólo faltan dos por salir al mercado.

Era inevitable que los hombres de la península italiana tuviesen gran protagonismo en los sucesivos descubrimientos americanos, la historia marítimade sus hombres, desde la antigüedad, en la historia marítima y mercantil delmundo, sobre todo en aquellos años en que el mundo se reducía al Mare Nostrum. Y es que la llamada bota de Italia ocupa una posición central en estemar, lo cual era importante en aquellos tiempos del remo y la vela. Esta posición central favoreció el desarrollo de las célebres repúblicas marineras deAmalfi, Venecia, Pisa y Génova.

Desde Italia el tráfico mercantil hacia Oriente pudo llegar a Rusia, Persia

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y China; hacia Occidente se viajó por todas las ciudades musulmanas delNorte de Africa.

La profesora Caráci, en los dos primeros capítulos del libro, nos da las claves del por qué los navegantes italianos serían importantes en el descubrimiento; estos capítulos constituyen el antecedente necesario, ya que se estudian las técnicas náuticas y su evolución, las situaciones políticas existentesque propiciaron la navegación mercantil y, sobre todo, la notable influenciadel Humanismo y del Renacimiento. Estos antecedentes producirán célebresmarinos, ya en la gran historia: los más conocidos, Colón ylos Caboto y losmenos como Verazzano o Cuneo. Es necesario reseñar que el último grannavegante italiano fue Alejandro Malaspina, lo cual no deja de ser relativamente una cierta apropiación.

Los capítulos son los siguientes: 1. Los presupuestos; II. Las premisas;III. Cristóbal Colón: de la intuición al descubrimiento; IV. Los otros viajes deColón; V. Juan Caboto y la ruta septentrional a las Indias; VI. Américo Vespucio: un hombre parael Nuevo Mundo; VII. Sebastián Caboto: La esfinge dela historia americana; VIII. Juan de Verazzano y la tierra Francisca; IX. Laconclusión de los aventureros. Completan el libro la Bibliografía y los habituales y tan útiles Indices Onomástico y Toponímico.

Antonio de la Vega

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