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Año XXI REVISTA HISTORIA NAVAL INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL Núm. 81 ARMADA ESPAÑOLA

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Año XXI

REVISTA

HISTORIA NAVAL

INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

Núm. 81

ARMADA ESPAÑOLA

INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

ARMADA ESPAÑOLA

REVISTADE

HISTORIA NAVAL

Año XXI 2003 Núm. 81

.08REVISTA DE HISTORIA NAVAL

CosFJo RECToR.

Presidente: Fernando Riaño Lozano, contralmirante, director del Instituto deHistoria y Cultura Naval.

Vicepresidentey Director: José María Madueño Galán, capitán de navío.

Redactor Jefe: José Antonio Ocampo Aneiros, coronel de Máquinas.

Vocales: José Cervera Pery, general auditor y periodista; Hugo O’Donnell yDuque de Estrada, de la Comisión Española de Historia Marítima;Enrique Martínez Ruiz, catedrático de Historia de la UniversidadComplutense de Madrid; Carlos Márquez Montero, secretario técnico; Manuel Benítez Martín, Departamento de Cultura.

Redacción, Difusión yDistribución: Isabel Hernández Sanz, Ana Berenguer Berenguer, Isabel Suárez

Zaccagnini.

Administración: Arturo Fernández de la Puente Carrero, capitán de Intendencia de laArmada; Rocío Sánchez de Neyra Espuch.

DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN:

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Publicación trimestral: segundo trimestre de 2003.Precio del ejemplar suelto: 3,90 euros.

Suscripción anual:

España y Portugal: 15,63 euros.Resto del mundo: 24,04 euros.

Depósito legal: M. 16.854-1983.ISSN-02l2-467-X.NIPO: 076-03-063-0.

Impreso en España. - Printed in Spain.

CUBIERTA ANTERIOR: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval.CUBIERTA POSTERIOR: Del libro Regimiento de Navegación, de Pedro de Medina (Sevilla, 1563),

y logotipo de la Comisión Española de Historia Marítima.

Las opiniones emitidas en esta publicación son de la exclusiva responsabilidadde los autores de las mismas.

SUMARIO

Págs.

NOTA EDITORIAL . 5

Hacia la configuración del sistema de Flotas: el proyecto de navegación de Bernardino de Mendoza (1548), por Esteban MiraCaballos

El intento de sublevación republicana en el Arsenal de Cartagenade noviembre de 1885, por Manuel Rolandi Sánchez-Solís21

El consejo de guerra antes de la batalla de Trafalgan por Mananne Czisnik

Poner el Támesis en llamas: claves interpretativas de la GranArmada como fuerza anfibia, por Pablo de la Fuente61

Don Juan Ángel Michelena en el Río de la Plata, por Alejandro N.Bertocchi8 1

La historia vivida: La reina María Luisa y Trafalgar, por AmparoSuárez

Documento: La instrucción dada por la Real Audiencia de México a Miguel López de Legazpi el 1 de septiembre de 156499

La Historia Marítima en el mundo: El combate de Trafalgar:síntesis bibliográfica (IX), por José Antonio Ocampo113

Noticias Generales117

Recensiones123

COLABORAN EN ESTE NÚMERO

Esteban Mira Caballos es doctor en Historia de América por la Universidad de Sevilla. Ha sido becario de Formación de Personal Investigador en el Departamento deHistoria de América de esta Universidad y profesor asociado en el Instituto de Historia de la Universidad de Santo Domingo, donde dictó algunas confeiencias. Es miembro del grupo de investigación «Andalucía y América: tierra y sociedad» perteneciente al Departamento de Historia de América de la Universidad de Sevilla; asimismo,pertenece a la Asociación Española de Americanistas (A.E.A.), a la Asociación deHistoriadores Latinoamericanistas de Europa (AHILA) y a The Conference on LatinAmerican History de Estados Unidos. En los últimos años viene desempeñando tareasdocentes en el Instituto de Enseñanza Secundaria «Rodríguez Moñino», de Badajoz.Esteban Mira Caballos es colaborador, entre otras, de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL.

Manuel Rolandi Sánchez-Solís es licenciado en ciencias Geológicas por la Universidad Complutense de Madrid y diplomado en Hidrogeología. Ha sido director de larevista Ciencia y Tecnolog(a durante seis años (1991-1996) y vicepresidente primerodel Ilustre Colegio Oficial de Geólogos de España (1989-1994). Actualmente dirige elDepartamento de Hidrogeología de la empresa EPTSA. Ha realizado más de mediocentenar de trabajos publicados en revistas especializadas y en congresos científicos,entre los que cabría destacar una Veintena de carácter histórico, sobre temas relacionados, fundamentalmente, con la segunda mitad del siglo XIX y con la Marina y el sureste peninsular. Recientemente ha publicado el libro Sublevaciones republicanas enCartagena (1885-1986); las intentonas del Arsenal Naval)’ del castillo de San Julián.(Editorial Aglada, Cartagena, 202 páginas.)

Marianne Czisnik es licenciada en Leyes por la Universidad de Munich y doctorada por la Universidad de Edimburgo con la tesis «Historia de la Literatura de lossiglos XVIII y XIX», dirigida por el profesor de esta universidad Dickingson, para locual disfruta de una beca. Ha publicado trabajos en el Mariner’s Mirror y en TheTrafalgar Chronicle; entre ellos merece especial mención «Visión literaria de Trafalgar y de sus héroes>’.

Pablo de la Fuente es doctor en Geografía e Historia por la UNED (premio extraordinario del curso 1996-1997). Su actividad principal investigadora tiene por objeto lahistoria militar y naval del mundo moderno, materia sobre la cual es autor de doslibros y una treintena de monografías. Igualmente ha impartido diferentes seminariosen universidades y centros de investigación tanto españoles como europeos.

Alejandro N. Bertocchi Morán es profesor de Historia Militar en el Instituto Militarde Estudios Superiores y en la Escuela Naval Militar de Uruguay, así como miembrode la Academia Uruguaya de Historia Marítima y Fluvial y de otras instituciones yacademias de dicho país. Es asimismo vocal de la comisión editorial de la REVISTANAVAL y colaborador del Diario Español de Montevideo y de nuestra revista. Autorde numerosas obras de tema marítimo centradas en la historia de la América meridional, principalmente en la de su país.

NOTA EDITORIALLa salida de este número va a producirse probablemente a los veinte años

de aquel primer número de nuestra REVISTA, que un venturoso día del mes dejulio de 1983 pusimos en manos de tantos estudiosos que echaban en falta unapublicación de temas navales a su nivel, en consonancia con las existentes enotros países y en las que no siempre se trataban los acaecimientos históricoscomunes con la visión de los documentos de primera mano existentes en nuestros bien provistos archivos y bibliotecas. Celebramos, por tanto, una efeméride veinteañera singular, no un hecho cualquiera, porque dos decenios es unperíodo muy largo cuando el trabajo y la entrega deben superar todos los díaslos obstáculos que se oponen al renovado afán por mantener la llama de lacontinuidad y para no bajar en ningún momento el listón del interés y el niveldel prestigio. No hemos querido darle al hecho una especial relevancia, perono podíamos dejar pasar una fecha tan significativa, que pone un sello demadurez a esta publicación periódica.

El número que tenemos en las manos tiene un cuerpo de cinco artículos denuestros colaboradores: El proyecto de navegación de Bernardino de Mendoza, un paso preliminar hacia la posterior configuración del sistema de Flotasde la Armada (/548), de Esteban Mira Caballos; El intento de sublevaciónrepublicana en el Arsenal de Cartagena de noviembre de /885, por ManuelRolandi; Marianne Czisnik nos presenta su peculiar interpretación del consejode guerra que tuvo lugar antes de la salida de las unidades hispanofrancesasdel puerto y fondeadero de Cádiz para enfrentarse a las inglesas en la batallanaval de Trafalgar; Poner el Támesis en llamas: claves interpretativas de laGran Armada como fuerza anfibia es la entrega que os hace esta vez Pablo dela Fuente; Alejandro N. Bertocchi nos relata por su parte las vicisitudes delcapitán de navío D. Juan Angel Michelena en el Río de la Plata.

En las secciones habituales presentamos: La historia vivida: La reinaMaría Luisa y Trafalgar, por Amparo Suárez; en el Documento, otra vezLegazpi: La instrucción dada por la Real Audiencia de México el 1 deseptiembre de 1564 (selección). La Historia Marítima en el mundo, firmadapor José Antonio Ocampo, continúa con la Síntesis bibliográfica de la batallade Trafalgar (IX), esta vez en francés. Cierran el número las Noticias Generales y las Recensiones.

HACIA LA CONFIGURACIÓNDEL SISTEMA DE FLOTAS:

EL PROYECTO DE NAVEGACIÓNDE BERNARDINO

DE MENDOZA (1548)

Esteban MIRA CABALLOSDoctor en Historia de América

Introducción

El modelo de navegación entre España y sus colonias americanas en elsiglo xvi presenta tres grandes etapas bien definidas. La primera, que abarcade 1492 a 1503, se caracteriza por la existencia de un cierto vacío legal, determinado por las azarosas circunstancias de los primeros años del Descubrimiento. En estos momentos iniciales no existía la navegación «en conserva» (1) oconvoy, y el tráfico marítimo se realizaba, por tanto, en un régimen de registrosuelto.

La segunda etapa abarcaría desde 1504 hasta 1560 y en ella encontramosun sistema de navegación mixto: dependiendo de la presencia o no de corsarios, se permitía el registro suelto o por el contrario para partir rumbo a lasIndias se exigía obligatoriamente la agrupación de una flota de al menos ochonavíos. En esta etapa aparecieron algunos elementos clave del comercio y lanavegación ultramarinos, como el monopolio sevillano, el cobro del impuestode la avería o la formación de armadas guardacostas y de escolta.

Por último, la tercera etapa comenzaría en 1561, con la implantación definitiva del sistema de flotas. Efectivamente, por Real Cédula de 16 de julio de1561 se prohibió toda navegación al margen de las dos flotas anuales en principio previstas: una a Nueva España, que partiría en enero, y otra a TierraFirme, que lo haría en el mes de agosto (2). Poco tiempo después, concretamente el 18 de octubre de 1564, se terminó de perfilar el sistema: abril fuefinalmente el mes asignado para que zarpase la primera flota, que estaría integrada por los buques que se dirigían a Veracruz, Honduras y las islas antillanas; la segunda flota, por su parte, mantendría su fecha de partida, el mes de

(1) Éste es el término comúnmente utilizado en la época para designar la navegaciónagrupada de varios navíos. Dicho vocablo sigue usándose actualmente en el argot náutico.

(2) VEErIA LINAJE, José: Norte de la Contratación de las Indias Occidentales. Madrid,1981, lib. 11, cap. VI, p. 2. Véase también GARcÍA-BAQUER0 GONZÁLEZ, Antonio: La Carrerade ¡FIdias: suma de la contratación y océano de negocios. Sevilla, Algaida Editores, 1992,p. 90. El documento original se encuentra en el Archivo General de Indias (AGI), IndiferenteGeneral 1966, ff. 35v-37v.

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agosto, y estaría formada por las embarcaciones que se dirigían a Panamá,Cartagena, Santa Marta y otros puertos de la costa norte (3). El motivo por elque se restringía la navegación exclusivamente a las dos flotas anuales quedaba bien explícito en esta disposición del referido año de 1564, como podemosobservar por el extracto de ella que ofrecemos a continuación:

«Por cuanto habiendo nos visto por experiencia el riesgo que corrían lasnaos que iban y venían solas a las nuestras Indias, islas y Tierra Firme del marocéano ordenamos y mandamos por obviar los daños que los corsarios podíanhacer que fuesen en cada año dos flotas a las dichas nuestras Indias» (4).

Pues bien, esta solución, aparentemente fácil, a la que se llegó en los añossesenta requirió más de medio siglo de ensayos, experimentos y no pocosfracasos. Un continuo tira y afloja entre el sueño de todos los tratantes deIndias, es decir, el registro suelto, y la realidad del feroz corsarismo, queimpuso drásticas restricciones al tráfico con las Indias casi desde el mismomomento del Descubrimiento. En 1529 se intentó infructuosamente implantaruna liberalización comercial que, como es de sobra conocido, no fue más queun espejismo porque quedó prácticamente reducida a letra muerta (5). En lasdécadas posteriores primó un precario y ambiguo sistema naval que, por unlado, consintió el registro suelto de navíos en tiempos de paz y, por el otro,debió recurrir de continuo a la navegación en flota, especialmente en losmomentos en que se intensificaban los ataques corsarios. De hecho, a mediados de siglo Alvaro de Bazán afirmaba que «la costumbre de la Casa de laContratación y de lo que se hace ahora es que no dejan ir menos de ocho navíos por que vayan a recaudo» (6).

Este sistema de flotas se completaba con el establecimiento de dos arma-das de averías: en primer lugar, la Guardacostas de Andalucía, cuyo objetivoera la limpieza de corsarios de la franja de costa de Andalucía occidental quese extiende hasta el cabo de San Vicente, así como la custodia de los buques,tanto en la ida, hasta las islas Canarias, como en el viaje de regreso, desde las

(3) Real Cédula dada en Aranjuez el 18 de octubre de 1564. ENcINA. Diego de: Cedularioindiano, t. IV. Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1945, PP. 127-130. Véase tambiénHARINa, Clarence H.: Comercio y navegación entre España y las Indias. México. Fondo deCultura Económica, 1979, 258-259, y GARCÍA-BAQUERO: op. cit., p. 90.

(4) ENciNAS: op. cit., t. IV. pp. 127-130. (Cursiva nuestra.)(5) Al respecto puede verse mi trabajo «La navegación entre España y América en la

primera mitad del siglo xvi: algunas reflexiones», REVISTA DE HIsToRIA NAVAL, núm. 62.Madrid, 1998, pp. 7 1-72. No obstante, algunos utilizaron este resquicio legal para comerciar almargen de las flotas. Todavía en 1573 el Rey envió sendas reales cédulas a los oidores delReino de Galicia y de Asturias y Vizcaya, para que evitasen que los mercaderes de esas regiones, utilizando la habilitación de 1529, comerciaran con las Indias al margen de las flotas.ENcINAs: O. ch., t. IV, pp. 235-237.

(6) Memorial de don Alvaro de Bazán, h. 1550. Archivo General de Simancas (AGS),Consejo y Juntas de Hacienda 20-17. Cit. en MIRA CAnALL0S, Esteban: «Controversias sobre elsistema naval con América a mediados del siglo xvi: los proyectos de Alvaro de Bazán», Iberoamericana, núm. 7. Berlín, 2002, p. 42.

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islas Azores a Sanlúcar de Barrameda (7); y, en segundo lugar, la Armada delCaribe, cuyo objetivo explícito era la protección de las rutas caribeñas seguidas por los navíos de la Carrera de Indias, en especial a su paso por las Antillas Mayores (8).

La paz con Francia de 1544 hizo pensar que el acoso de los corsarios remitiría en alguna medida. De hecho incluso se legisló en favor de la libre circulación de navíos, sin perjuicio de que las ordenanzas en vigor conservaranobservancia plena y de que el registro en el puerto de Sevilla continuase siendo obligatorio (9). Sin embargo, la Corona no tardó mucho en percatarse deque, con paz o sin ella, los piratas no cesarían en su acoso a los navíos españoles. Por ello se optó por que la Armada Guardacostas de Andalucía continuaseen activo durante ese año de 1544, pese al armisticio firmado con la Coronafrancesa. Al año siguiente, los rumores sobre la reanudación virulenta de losataques enemigos adquirieron tal magnitud que las autoridades decretaron queningún velero español partiese de las Azores hasta que no arribase a estas islasla Guardacostas de Andalucía (lO).

Además ya por aquellos años, y cada vez con más frecuencia, a los piratasfranceses se estaban uniendo otros de muy distintas nacionalidades, sobretodo escoceses, ingleses y holandeses. En este sentido, en 1550 se notificaronvarios ataques en tos puertos del Cantábrico perpetrados por corsarios ingleses, «aunque dicen que entre ellos hay gente de cuatro naciones» (11).

En medio de estas circunstancias empezó a cundir entre las autoridades,los marinos, los maestres y los comerciantes una sensación de fracaso. Elcorsarismo no parecía ya un fenómeno coyuntural, pues no sólo no tenía visosde desaparecer, sino que incluso se veía incrementado año a año, y su actividad, ampliada a los meses invernales. En ese ambiente de intensa actividadcorsaria y de crisis generalizada del sistema naval vigente se cuestionó seriamente la eficacia de las armadas de averías y se redactaron numerosos memoriales. Algunos de ellos pretendían meramente reformar el sistema navalvigente; otros, en cambio, proponían un modelo alternativo al existente.

Proyectos y debates sobre el sistema naval á mediados del siglo xvi

Así pues, el sistema naval imperante a mediados de la centuria tenía unmarcado carácter improvisado y precario pues, como ya hemos afirmado, en

(7) MIRA CABALLos, Esteban: La Ar,nada Guardacostas de Andalucía y la defensa de laCarrera de Indias í1521-1550). Sevilla, Múñoz Moya Editor, 1998, pp. 48-49.

(8) MIRA CABALI.os, Esteban: «El sistema naval con América en tiempos de Carlos V: laArmada del Caribe», en El emperador Carlos y su tiempo. Sevilla, Cátedra General Castaños,2000, pp. 561-562.

(9) Cn,’uo JuÁREz, Jose Antonio: El régimen jurídico de las armadas de la &t,-rerade Indias, siglos xvi y xvii. México, Universidad Nacional Autónoma, ¡997, pp. 39-40.

(LO) MIRA CABALLOS: La Armada Guardacostas de Andalucía..., p. 77.(11) Cartas del marqués de Cortes y de Miguel de Lerma sobre los daños ocasionados por

franceses e ingleses. 1550. AGS, Guerra y Marina 132!, N. 5.

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función de las circunstancias se despachaban flotas más o menos numerosas.Tampoco la legislación sobre las normas que debían observar los navíos estaba completamente regularizada. Por ello, todos los implicados en el comercioy la navegación indiana eran conscientes de la necesidad de adoptar medidasencaminadas a mejorar la seguridad de la Carrera de Indias. A mediados delsiglo xvi se suscitó un vivo debate en torno a cuál era el régimen naval másajustado a las necesidades de España y de su imperio.

En este marco encontramos numerosos proyectos y memoriales de losmarinos más respetados del momento; unos ratificando y afianzando el sistema de flotas —Andrea Doria, López de Archuleta y sobre todo Bernardino deMendoza— y otros casos presentando un proyecto alternativo —Alvaro deBazán el Viejo.

Sintetizando los hechos diremos que básicamente se produjo la confrontación de dos modelos de navegación, a saber: uno cerrado o monopolístico, enel cual el propio Alvaro de Bazán ostentaría, al menos parcialmente, el estanco de la flota, y otro abierto, en el cual cada comerciante podría fletar supropio buque y navegar dentro de las flotas que se aprestasen.

En relación con el primer proyecto, es decir, con el de Alvaro de Bazán, yalo hemos tratado con detenimiento en un trabajo monográfico cuyos aspectosesenciales pasamos a resumir.

Alvaro de Bazán era a mediados del siglo xvi, junto con Andrea Doriay el ya citado Bernardino de Mendoza, uno de los marinos más prestigiososde su época. De hecho, don Ramón Carande lo definía como «uno de losmarinos más eminentes de su generación» (12). De origen noble —era señorde las villas de El Viso y de Santa Cruz—, pasó a la historia más por ser elprogenitor del marqués de Santa Cruz, otro de los grandes marinos de la España del siglo xvi, que por sus propios méritos. Desempeñó distintos puestosde enorme responsabilidad en el sistema naval español, antes y después de lapresentación de su malogrado proyecto. Entre 1529 y 1535, como capitángeneral de la Armada del Reino de Granada (13), desarrolló una labor fundamental en la disuasión de los corsarios berberiscos y turcos en el sur peninsular.

Desde 1548 presentó una sucesión de proyectos —hasta cuatro— quedefendían un sistema monopolístico de navegación y que supusieron unaalternativa seria al sistema de flotas que finalmente, en 1561, se institucionalizó. Obviamente este proyecto de navegación recibió en su época críticasdurísimas a título tanto institucional —por parte del Consejo de Indias, de laCasa de Contratación y, sobre todo, del Consulado sevillano— como particular —por parte de muchos de los marinos más conocidos de la época—. Unalectura superficial de la documentación podría dar la errónea sensación de queel proyecto de Bazán carecía de toda consistencia. Nada más lejos de la reali

(12) CARANDE, Ramón: Carlos Vysus banqueros, t. 1. Barcelona, Editorial Crítica, 1990,p. 395.

(13) MiRA CABALLOS, Esteban: «La Armada del Reino de Granada (1492-1550): apuntespara su historia», Revista de Historia Naval, núm 68. Madrid, 2000, pp. 49-50.

LO REVISTA DE HISTOR!A NAVAL Núm. 81

HACIA LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA DE FLOTAS: EL PROYEC7V DE...

dad: su proyecto fue una concienzuda y seria apuesta por un modelo de navegación monopolística que pudo haber sido tan eficaz al menos como elsistema de dos flotas anuales que finalmente se implantó. El plan de Bazán estuvo a un ápice de prosperar, lo cual, de haber ocurrido, hubiesecambiado el sistema naval y comercial de España con las Indias en la épocacolonial.

En cualquier caso ya hemos dicho que su modelo naval fue retocado encuatro ocasiones, al percatarse el propio Bazán de que no conseguiría su aprobación. Por ello, en su cuarto y último proyecto terminó proponiendo exclusivamente el apresto por su parte de un grupo de navíos de alto tonelaje que tresveces al año conducirían con la seguridad suficiente el oro y la plata de lasIndias (14). Aunque esta última propuesta fue aceptada por la Corona, quesuscribió un asiento con Bazán el 14 de febrero de 1550, lo cierto es que lapresión de los comerciantes y, en particular, la del Consulado sevillano fue talque obligó a la Monarquía a incumplir su propio acuerdo, poniendo así enentredicho su fiabilidad como institución (15).

Por su parte, el proyecto de Bernardino de Mendoza, que con algunasmodificaciones fue el que finalmente triunfó, lo analizaremos en las páginassiguientes.

Bernardino de Mendoza y su proyecto para la navegación indiana

Al igual que Álvaro de Bazán, Bernardino de Mendoza era un prestigiosohombre de mar que estuvo durante años al servicio de la Corona, como capitán general de las galeras de España. Y lo cierto es que existía un estrechoparalelismo entre uno y otro, pues ambos personajes fundaron verdaderasdinastías de grandes navegantes. Asimismo, aunque los dos marinos redactaron sendos proyectos para la navegación atlántica, fueron la mayor parte de suvida capitanes generales de armadas de galeras del Mediterráneo. Finalmentedebemos decir que tanto Bazán como Mendoza también fueron hombres denegocios, pues eran propietarios de un buen número de galeras con las quesolían servir a la Corona, previo pago, eso sí, de los alquileres y fletes correspondientes.

Así pues, Bernardino de Mendoza estuvo al frente de las armadas de galeras al menos desde la década de los treinta. En 1535, tras la derrota de Barbarroja «cerca de la Goleta», Carlos V lo mantuvo como capitán general de lasgaleras, para que así estuviesen permanentemente custodiadas las aguascomprendidas entre Túnez y la costa sur peninsular (16). Posteriormente estuvo al frente de la Armada Real del Reino de Granada durante al menos eldecenio comprendido entre 1547 y 1557, año este último en el que le sucedióen dicho cargo su hijo, el también prestigioso marino don Juan de Mendo

(14) MIRA CABALLOS, Esteban: Controversias sobre el sistema navaL.., p. 50.(15) Ibidem, 2.56.(16) CARANDE: op. cit.. t. III, pp. 176-177.

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za (17). El beneficio que obtenía era muy considerable —unos 30.000 ducados anuales—, pues además de sus honorarios percibía un estipendio por elalquiler y el pertrecho de varias de las galeras que estaban bajo su mando(18). El hecho de que fuese propietario de algunos de los buques de la ArmadaReal indica que, aparte su condición de navegante, desarrollaba una ampliaactividad como negociante. Efectivamente, como ha escrito Pérez-Mallaina,el sencillo hecho de poseer una nave implicaba una inversión previa de milesde ducados, con los consiguientes riesgos y la necesidad de una amortización (19). La Corona con frecuencia contraía cuantiosas deudas con estospotentados personajes, mitad marineros mitad comerciantes. Y la deudaasumida llegó a veces a ser tan considerable que en cierta ocasión Bernardinode Mendoza se negó a transportar 150.000 escudos que Carlos Y esperaba,hasta que no se le abonara lo que se le debía. Al final, el desafío se solventófavorablemente, pues Mendoza zarpó después de asegurarse del envío porparte de la Corona de un giro por importe de 50.000 ducados (20). Tambiénactuó, paralelamente a su cargo de capitán general, de lugarteniente del duquede Alba en Nápoles, probablemente aprovechando los períodos de calma bélica en el Mediterráneo.

Sea como fuere, lo cierto es que su prestigio como hombre de mar fue talque, a principios de enero de 1554, fue requerido por la Corona para que encalidad de proveedor general acudiese a La Coruña a fin de gestionar todo lorelacionado con la armada que se aprestaba para llevar a Inglaterra al entoncespríncipe Felipe (21).

Siendo como era uno de los marinos más reputados de su época, fue unode los elegidos por las autoridades españolas para que redactase un informesobre el proyecto de Bazán y, en definitiva, sobre el modelo naval que debíaadoptar España para comerciar con sus colonias. Y todo muy a pesar de que lamayor parte de su experiencia profesional la había desarrollado, como yahemos dicho, en el Mediterráneo, en calidad de capitán general de las galeras.

El citado informe, conservado en los repositorios del Archivo HistóricoNacional (22), carece de fecha; sin embargo, existen indicios suficientes paradatario a finales de 1548 o, como muy tarde, en los primeros meses del añosiguiente. En ese sentido diremos que Mendoza alude al primer proyecto de

(17) CARANDE: op. nt., t.. 1, p. 408, y t. II. p. 109. MIRA CABALLOS: La Armada (le! Reinode Granada..., p. 50.

(18) Precisamente co 1547 se le descargaron 10 6 12.000 ducados «en cuenta de los30.000 ducados que ha de haber en dicho año con las galeras». CARAN0E: op. cii., t.. II, p. 109.

(19) Algunos de ellos, y teniendo en cuenta que los adeudos de la Corona tardaban enllegar, se lucraron personalmente a costa de la hacienda pública. PÉREZ-MALLAINA BUENO,Pablo Emilio: Los hombres del océano. Vida cotidiana de los tripulantes de las flotas de Indias,siglo xvt Sevilla, Diputación Provincial, 1992, p. 101

(20) CARANDE: op. cit., t.. III, p. 319.(21) Real CÉdula a Bernardino de Mendoza, primero de enero de 1554. AGS, Guerra y

Marina 1320, N. 106.(22) Informe del señor don Bernardino de Mendoza, s/f. Archivo Histórico Nacional

(AHN). Diversos, doc. de Indias 93. En adelante lo citaremos como Informe de don Bernardinode Mendoza.

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HA CIA LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA DE FLO1AS: EL PRO YEC1V DEI..

Álvaro de Bazán, redactado en la primera mitad de 1548 (23). teniendo encuenta que, a principios de 1549, Bazán había confeccionado y presentadoante el Consejo su segundo proyecto, reduciendo el número de galeazas deveinte a doce, todo hace pensar que la respuesta de Bernardino de Mendozacriticando el primer plan de Bazán data de la segunda mitad de 1548.

Habida cuenta que el memorial de Bernardino de Mendoza respondía a unapetición del Consejo de Indias para que emitiese su parecer en relación con elproyecto de Bazán, nada tiene de particular que los primeros párrafos losdedique a criticar el sistema monopolístico propugnado por éste. Y lo haceante todo desacreditando la idoneidad de la galeaza para las travesías atlánticas. Concretamente afirmó que estos navíos no podían «ir de la bolina por sernavíos bajos de bordo ni tener el costado a la mar» (24). Asimismo, adviertedel inconveniente de los remos, que al imponer una mayor presencia humanamermaban en definitiva la capacidad de carga del buque, pues entre «los marineros, remo, agua y bastimentos se ocuparan 50 de las 200 toneladas que hande tener las galeazas» (25). Además señalaba como inconvenientes técnicoslos siguientes:

«Que las velas latinas no sirven para la navegación en Indias porque necesitan muchos marineros para regirlas, algunos extranjeros, y no conviene quesepan la navegación de Indias, y habiendo borrasca son dificultosas de amainar y es necesario mucha gente y diestra para hacerlo. Y que cuarenta marineros y oficiales no son suficientes para marinear una galeaza» (26).

Pero también consideraba que el proyecto no era viable ni recomendablepara la Corona desde el punto de vista financiero; y aun cabría decir que elsistema le parecía realmente ruinoso, a juzgar por este párrafo:

«La tercia parte del flete que se da a Su Majestad de ciento y cincuentatoneladas que podrá cargar cada galeaza poco más o menos, a razón de diezy seis ducados por tonelada, monta ochocientos ducados; el sueldo que aSu Majestad se pide son dos mil ducados por manera que habría de poner desu hacienda mil y doscientos ducados en cada galeaza que en todas será lasuma veinte y cuatro mil ducados cada año» (27).

(23) Como es sabido, Átvaro de Bazán preparó cuatro proyectos de forma consecutiva. Elprimero, de principios de 1548, preveía 20 galeazas. El segundo, fechado a principios de 1549,reducía este número a 12. En el tercero, redactado en septiembre de 1549, sustituyó las 12 galeazas por 12 galeones. Yen el cuarto y último, fechado el 17 de octubre de 1549, cifró definitivamente el número de navíos en seis galeones —tres de invención nueva y otros tres ordinarios— y tres galeazas. MIRA CABALLos: Controversias sobre el sistema naval con América...,pp. 46-48.

(24) Informe de don Bernardino de Mendoza.(25) Ibidem.(26) Ibidem. (Cursiva nuestra.)(27) lbide,n.

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ESTEBAN MIRA CABALLOS

Una vez que Bernardino de Mendoza terminó de dar su opinión sobre elproyecto de Bazán, pasó a desacreditar el uso de las armadas de averías. Yasabemos que el sistema vigente a mediados del siglo XVI consistía en esperarla agrupación de ocho o más buques, para navegar más seguros, y aprestararmadas guardacostas y de escolta a expensas de la avería. En su opinión,estas armadas habían supuesto un coste desproporcionado en comparacióncon los resultados obtenidos porque, según decía, «siendo tantos como son losdichos navíos dificultosamente se pueden guardar con tres o cuatro o cincoque se suelen armar para su guarda» (28).

Pero, entonces, ¿en qué consistiría el sistema de navegación de Bernardinode Mendoza? Pues bien, se sustentaba en dos pilares básicos, a saber:

La navegación en flota

Se trataba del único método considerado viable por este marino. Obviamente, este modelo de navegación no lo inventó Mendoza, pues, por un lado,se había venido utilizando desde la década de los veinte y, por el otro, eracontemplado ya como un recurso para situaciones excepcionales en una disposición real de 1543 (29). Probablemente, Bernardino de Mendoza conocía estadisposición, y en su propuesta se limitó a ratificarla, ampliando o modificandoalgunos de sus aspectos.

Según él, todos los buques que tomaran parte en la Carrera de Indias debían hacerlo en el seno de alguna de las tres flotas que anualmente partirían dela Península. Dado el interés del texto, lo reproducimos a continuación:

«Ha se de dar orden que todos los navíos que hubieren de ir a Indias partanen sus flotas todos juntos, la una por enero y la otra por mayo y la otra porseptiembre y que ningún navío vaya solo sino fuere por especial orden ymandamiento de Su Majestad» (30).

Por tanto, planteaba un sistema de triple flota anual con la obligación deque todos los navíos de la Carrera de Indias navegasen siempre «en conserva»en alguna de dichas tres flotas. En cada una de ellas debía ir una nave porcapitana, regida por una persona hábil y de experiencia probada, «para querecoja y lleve juntas las dichas naves hasta a donde se han de partir paraseguir sus denotas» (31).

Al regreso, especialmente si se estaba en guerra con Francia o había noticia de la presencia de corsarios, la capitana se debía dirigir al puerto de

(28) Ibidem.(29) Precisamente en esta última fecha se dispuso que, en años de guerra, fuesen dos

flotas de lO navíos protegidos por un buque de guerra. Real Cédula a los oficiales de la Casa deContratación de Sevilla, Valladolid, 23 de octubre de 1543. AGI, Indiferente General 1963,L. 8, ff. 275r-277v.

(30) Ibidem. (Cursiva nuestra.)(31) Ibidem.

14 REvIsTA oE HISTORIA NAVAL Núm. 81

HACIA LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA DE FLOTAS. EL PROYECTO DE...

La Habana y esperar allí al resto de los navíos. Una vez arribados todos losbuques de la flota, se retornaría a España en convoy con las garantías suficientes para arribar sin dificultad al puerto de Sevilla. También en este aspecto elproyecto de Bernardino de Mendoza se anticipó a la disposición de 18 deoctubre de 1564, la cual señalaba, efectivamente, este puerto cubano como elpunto donde debían confluir los navíos de la flota ante de emprender regreso ala península ibérica (32).

Su informe no ofrece muchos más detalles sobre el número de navíos queintegrarían cada flota, ni sobre los buques de escolta o las derrotas exactas quese debían seguir. Sin embargo, considerando lo temprano de su fecha (1549),representa mutatis inutandis un diseño de navegación en flotas muy cercanoya al que se adoptará en 1561 y 1564.

El idóneo apresto de los buques

En opinión de Mendoza, la mejor fórmula para conseguir una navegaciónsegura frente a los corsarios era que todos los buques que se incorporasen a lanavegación indiana se hallaran en buenas condiciones, fueran bien pertrechados,estuviesen fuertemente armados y dispusieran de la tripulación adecuada.Tampoco esta idea era totalmente novedosa, siendo como era una vieja reivindicación de las autoridades españolas. De hecho, ya en una real cédula fechada el20 de julio de 1521 se pedía que los oficiales velasen por que los buques nofuesen sobrecargados de mercancías ya que, en caso contrario, «no podían pelearni bien navegar» (33). Y Bernardino de Mendoza, abundando en esta cuestión,afirmaba que las galeazas, yendo sobrecargadas, «no es de creer que buscarán nitoparán corsario, ni pueden torcer su camino sino fuere con gran daño» (34).

Pero también era cierto que muchos de los navíos utilizados en la Carrerade Indias no reunían las condiciones precisas, en cuanto a pertrechos y tonelaje, para acometer dicha travesía:

«Mucha parte de los navíos que ahora van a Indias son flacos y mal acondicionados de manera que a la ida y vuelta core mucho riesgo la mercaduría que selleva y el oro y plata que se trae lo cual cesaría si fuesen examinados los dichosnavíos y no admitidos al trato sino aquellos que fuesen fuertes y bien acondicionados para sufrir el artillería que se les ha de poner y hacer el viaje» (35).

Por tanto, los navíos debían ser revisados concienzudamente por los oficiales de la Casa de Contratación antes de expedir su autorización para incorporarse a la flota. Como es sabido, esta idea también tenía precedentes; así, en1535 se dispuso que «ningún navío viejo pueda ir a las Indias sin ser primero

(32) HARINO: op. cit., p. 259.(33) MiRA CABALLOS, Esteban: «La Armada de la Guarda de las Costas de Andalucía

(1521-1525)», Andalucía y América. Córdoba, 1994, p. 82.(34) Informe de don Bernardino de Mendoza.(35) lbidem.

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ESTEBAN MIRA CABALLOS

varados» (36). Sin embargo, unos meses después algunos maestres elevaronuna súplica al Rey con vistas a suprimir la Real Provisión de 1535, alegandoque en la ciudad hispalense no había varadero (37). La realidad era un pocomás compleja, porque el problema era que en Sevilla los buques escaseaban y,con frecuencia, los comerciantes debían conformarse con los navíos quehubiese disponibles, estuviesen o no en buen estado.

Pero Bernardino de Mendoza afirmaba que, además de velar por el buenestado de los navíos y por que no estuviesen sobrecargados, dichos navíos sedebían artillar como sumo cuidado. Y lo cierto es que este objetivo era bienpoco asequible, dada la escasez de piezas de artillería que sufrían los puertosandaluces y el alto coste de su fundición. No en vano, según cálculos delpropio Mendoza, para artillar bien a los navíos de la Carrera de Indias hacíanfalta nada menos que unos 9.000 quintales de cañonería. Al parecer, 1.000estaban ya encargados por la Casa de Contratación; sin embargo, según elautor del memorial, era menester conseguir unos 2.000 quintales más. Los6.000 quintales restantes los debían procurar quienes más beneficios obteníandel comercio indiano y quienes más interés tenían en la seguridad de los navíos (es decir, los comerciantes), a través del Consulado de Sevilla. Estaspiezas de artillería se prestarían a los navíos de la Carrera, vigilando siempresu adecuada colocación en cada navío, sin consentir ningún tipo de «embarazo» en la misma. Al regreso de la travesía, los maestres debían devolver laartillería y abonar aquellas piezas que hubiesen perdido, salvo que «la dichapieza se reventase peleando con algún corsario» (38). De esta forma, losbarcos de la Carrera de Indias nada habían de temer, aunque «esté cualquierade ellas solo a otra nave de corsarios» (39).

En cualquier caso, la cuestión de la artillería había sido y fue durantemuchas décadas uno de los principales problemas que aquejaron a la navegación indiana. Y el dilema era doble, a saber: por un lado, las piezas eran, comoya hemos afirmado, muy escasas y quizá por ello excesivamente caras (40), loque hizo que los maestres y armadores aguzaran el ingenio para sortear lasvisitas de los oficiales de la Casa de Contratación. Y, por el otro, los navíossolían ir demasiado sobrecargados para poderlas emplear. Y en este sentido yaen las ordenanzas de navegación de 1534 se insistió especialmente en que nohubiese mercaderías en la cubierta de los navíos, ya que entorpecían el uso dela artillería (41). Posteriormente, y por poner un ejemplo representativo, en un

(36) Suplicatoria de los maestres Pedro Rodríguez y Pedro Agustín, Sevilla, 22 de abrilde 1535. AOl, Indiferente General 1673.

(37) Ibidem.(38) Informe de don Bernardino de Mendoza.(39) Ibidem.(40) De hecho, en 1532, los oficiales de la Casa de Contratación informaban a Su Majes

tad de la necesidad de que los buques se vendieran con artillería, «porque nadie querrácomprarlos para traerlo desarmado y en toda esta tierra no hallarán artillería para él». Carta delos oficiales de la Casa de Contratación a Su Majestad, Sevilla, II de junio de 1532. AGI, Indiferente General 1092, N. 41.

(41) Ordenanzas de navegación, Palencia, 28 de septiembre de 1534. AOl, IndiferenteGeneral 1961, L. 3, ff 164v-168r.

16 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 81

HA CIA LA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA DE FLOTAS: EL PRO YECTO DEI..

memorial sobre la reforma de la Carrera de Indias, redactado por Juan Melgarejo y fechado el ¡3 de diciembre de 1568, se decía al respecto lo siguiente:

«Que las naos por ir sobrecargadas y abalunadas no se pueden tocar especialmente las piezas gruesas que van sobre la cubierta debajo del puenteporque como van cargadas demasiadamente la puerta por donde ha de salir lapieza para jugar va debajo del aguay loslombarderos, dado caso que la puertase pudiese abrii que no puede por razón de las mercaderías que van en lacubierta, ni la pieza tiene lozel ni los lombarderos pueden andar ni llegar allugar de la pieza por la misma razón de ir la nao sobrecargada» (42).

Siguiendo con las ideas de Bernardino de Mendoza, éste intuía que, si seexaminaban con empeño los navíos y se retiraban del comercio y la navegación indiana los menos adecuados, los propios patrones y mercaderes«querrán deshacerse de tanta ruina y adquirirán buques buenos y acordes conlas ordenanzas» (43).

Por tanto, el sistema de navegación propuesto por Bernardino de Mendozapaiecía sencillo y a la par eficaz. La seguridad en la navegación iría ligada a lanavegación en flota y al adecuado carenado, tonelaje, pertrecho y armamento decada uno (le los buques que tomasen parte en la Cai-rei-a de Indias. Y obviamentela medida no parecía ociosa pues, como decía el propio Mendoza, los comei-ciantes aseguraban sus navíos «más por el peligro del mar que po!- los corsarios» (44).

Es más, Bernardino de Mendoza llegó a decir que la utilización de barcosbien pertrechados y armados sería un elemento disuasorio para los corsarios,que en adelante no se atreverían ya a hacer armadas contra los españoles:

«Como está visto y entendido ningún príncipe ni potencia del mundo estan poderoso en la mar de navíos mancos como Su Majestad y, por esto, estáclaro que ninguno emprenderá hacer armada gruesa contra las naves que vana Indias, así por esto como por las grandes dificultades que hay en poderlassostener en aquellos mares (...) Y, siendo los navíos de la calidad dicha,ningún corsario, ni otra armada, podría hacerles daño ni peijuicio por elmucho número de artillería que llevaran y buena gente» (45).

Esta idea de observar meticulosamente el buen estado de los buques y loadecuado de su tonelaje para la travesía fueron aspectos que desde luegoasumió la Corona, la cual se esmeró continuamente por que se respetasen.De hecho, en 1565 y 1566, se dispuso que al menos la capitana y la almiranta fuesen de más de 300 toneladas y que llevasen un mínimo de 12 cañones, 24 piezas menores, un pasaje de 200 personas entre marineros ysoldados y, finalmente, que estuviesen libres de mercancías que impidieran

(42) Memorial de Juan Melgarejo sobre la reformación de la Carrera de Indias, Sevilla, 13 dediciembre de 1568. AOl, Indiferente General 2673. (Cursiva nuestra.)

(43) Informe de don Bernardino de Mendoza.(44) Ibidem.(45) Ibidem. (Cursiva nuestra.)

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ESIEBAN MIRA CA BAI.LOS

su defensa (46). También debían estar tripuladas por marineros con experiencia, haciéndose eco de una vieja y reiterada denuncia de las autoridades españolas en torno al hecho de que muchas personas se enrolaban como marinerosen los buques de la CaiTera sin ser «hábiles para el dicho oficio» (47).

Dictamen sobre el proyecto de navegación de Mendoza

El interés de la propuesta de Bernardino de Mendoza radica en que. recogiendo muchas de las propuestas que se habían venido formulando desde principios del siglo xvi sobre la navegación en flota, les dio un impulso definitivo.Y dicho proyecto. pese a que preveía un sistema de triple flota anual. debió detener un peso considerable en la configuración final del modelo naval español.al cual se dio plasmación legal entre 1 56 1 y 1 564.

Como ya hemos dicho, la utilización de flotas en la navegación indiana no ciani muchísimo menos una idea novedosa. La navegación «en conserva» se habíavenido utilizando desde 1522 (48): en 1543 se había decretado incluso que. mientras durase la guerra. saliesen dos flotas con un mínimo de lO navíos, una enmarzo y otra en septiembre (49). Sin embargo. el sistema de flotas siguió reservado exclusivamente para situaciones excepcionales y el apresto de las mismasrevestía siempre un carácter más o menos espontáneo e improvisado. De hecho,según Antúnez y Acevedo, las ordenanzas de 1543 y de ¡554 tan sólo hacíanalusión a «la ocurrencia casual de un número determinado de buques mercantes,que salgan unidos y naveguen juntos a arbitrio de los capitanes de cada uno, y sinsubordinación de todos a uno, ni formar cuerpo y armada o escuadra» (50).

A modo de resumen, el proyecto de Bernardino de Mendoza conteníavarias novedades importantes para el futuro de la navegación indiana:

a) Por prtmera vez se planificaba con detalle un sistema naval que hasta lafecha había estado presidido en mayor o menor grado por la improvisación.Como es de sobra conocido. el modelo de Mendoza. con muy pequeñasmodificaciones, fue adoptado doce años después por las autoridades españolas —n detrimento de otros proyectos, como los de Alvaro de Bazán oAndrea Doria— y conoció una vigencia de más de tres siglos. Ese éxitoquedó ratificado en 1561, cuando se prohibió, corno ya hemos afirmado,toda navegación al margen de las flotas, cuyo número finalmente se redujoa dos, en lugar de las tres propuestas por Bernardino de Mendoza (SI).

(46) HARINO: op. dr, p. 261.(47) Real Cédula a los oficiales de la Casa de Contratación, Madrid. 2 de juho de 1535.

AGI. tndiferentc General 196t. L. 3. II. 294r-295v.(48) MIRA CABAlLOS: lx, navegación entre España y Américap. 69.(49) Real Cédula a los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla, Valladolid. 23 de

octubre de 1543. AGI, Indiferente General 1963. L. 8, ff. 275-277v.(50) Citado en GARcÍA-BAQUERO: op. cii., pp. 89-90.(51) El modelo fue retocado en 1564. retrasándose la partida de la primera flota de enero

a abril. Véase, por ejemplo, la obra de HARING: op. cii., pp. 258-259

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HACIA LA CONLIGU/?/tC/ÓN DEL 5/5]] MA DE FlOJAS El. P/?OY/XJy DE..

/4 Por primera vez se planteaba para la navegación indiana nn sistema deflotas no ligado a las coyunturas bélicas, sino estable y único. Enadelante, y salvo excepciones muy contadas. no se consentiría el registro suelto. Y las leyes en este sentido fueron en lo sucesivo tajantes.pues en 1 572 y en 1 573 se decretó cwe ningún navío abandonase laconserva por una «banda ni por otra, a distancia que no pueda ser soco—ITido o deje de oír la artillería, y ver las señales que hicieren la capitanao almiranta con velas, banderas o faroles» (52).

e) La idea de seleccionar bien los navíos, velando por que tuviesen su li-ciente tonelaje y por que estuvieran en buen estado y adecuadamenteartillados, era una propuesta más que acertada, además (le una viejaaspiración de las autoridades (le la Carrera de Indias. Y todo el lo muy apesar de la actitud de muchos comerciantes, que utilizaban la picarescay la prevaricación para evitar la obligación (le zu’tillar sus navíos y deeste modo llevarlos sobrecargados de mercancías. Y la propuesta (leBernardino de Mendoza fue tan coherente que la Corona no tardó entomar medidas al respecto, (le suerte que el 13 (le febrero (le 1552 seexpidieron tinas ordenanzas de navegación l ve fijaban el porte u ín i mode los navíos de la Carrera en 1 00 toneladas y cifraban meticu losaniente la tripulación que cada buque debía llevar en relación con ese tonelaje (53). Concretamente se especil’icaha que los navíos (le entre lOO y170 toneladas debían llevar 1 maestre. 1 piloto, 1 8 marineros, 2 lombarderos, 8 grumetes y 2 pajes. Asimismo, estarían armados con 6 piezasgruesas de artillería, 1 falconete, 1 sacre y 12 versos. Por su parte. los(le 250 toneladas debían estar tripulados por 35 marineros, 6 lombarderos, 15 grumetes y 5 pajes, y su artillería estar compuesta por 2 sacres.lO lombardas, 1 culebrina. 1 falconete y 24 versos (54). Finalmente, seespecificaba que de momento, y dependiendo de ((la diversidad (le lostiempos», todas las naves que se incorporasen a la Carrera de Indias lohicieran integradas en flotas (55).

En los años sucesivos se mantuvo la idea (le que cada navío llevase supropia artillería, hasta el punió de que. en 1565, se dispuso que un pequeñobuque de guen’a sería suficiente para la protección de cada flota (56). También

(52) GRci1—B1Qruto: op. cli., j>. 92.(53) Ordenanzas (le la navegación indiana, Madrid. 13 (le febrero (le 1552. ExcIx..s: 0/).

eh., t. IV, pp. 127-130,(54) lb/den,.(55) Ibídem.(56) Concretamente, la disposición regia -eraba como sigue: «Vi vuestra carla en la que

me respondíais a una Real Cédula que os mandé para que platicarais sobre los navíos de guerraque habían de ir en cada flota y si debían ir treinta soldados en cada navío de li-cinta toneladas.y ahora me decís que, reunidos el consulado, lo que conviene es que con cada flota vaya unsolo navío de armada de treinta toneladas con ocho piezas de artillería de bronce y otras cuatrode hierro y dos docenas de versos de bronce y de hierro y el general con ciento y veintehombres de mar y guerra con bastimentos y municiones necesarias y que no lleven ningúngénero de niercaderías,,,», ENCINAS: op. eii.,t. IV, pp. 141-142,

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ESTEBAN MIRA CABALLOS

se controló el adecuado tonelaje de los navíos, de forma que, por Real Cédulade 11 de marzo de 1587, se llegó a prohibir que las naves de la flota desplazasen menos de 300 toneladas y se dispuso que llevaran una capitana y unaalmiranta bien artilladas y con 300 hombres de guerra (57).

En definitiva, el proyecto de Bernardino de Mendoza era muy sencillopero a la vez en extremo práctico y eficaz, hasta el punto de que debió deinfluir decisivamente en el diseño final del modelo de navegación de Españacon las Indias.

(57) Ibidem: t.. IV, p. 148.

20 REvISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 8!

EL INTENTO DE SUBLEVACIÓNREPUBLICANA DEL ARSENAL

NAVAL DE CARTAGENADE NOVIEMBRE DE 1885

Manuel ROLANDI SÁNCHEZ-SOLÍSLdo. en Ciencias Geológicas

Introducción

Tras el fracaso de la Primera República (1873-1874) y la restauración de ladinastía borbónica en la figura de Alfonso XII, Cánovas del Castillo instauraría un período de alternancia en el poder de los dos partidos dinásticos(conservador y liberal-fusionista), sistema del que los diferentes grupos republicanos (históricos de Castelar, centralistas de Salmerón, federal-pactistas dePi y Margall y progresista-demócratas o revolucionarios de Ruiz Zorrilla)quedaron totalmente excluidos. En los doce años siguientes (los comprendidosentre 1875 y 1886), y como respuesta a esta situación, el veterano políticoManuel Ruiz Zorrilla, con el apoyo de la recien creada Asociación Republicana Militar (ARM), encabezaría una veintena de sublevaciones armadas contra!os diferentes gobiernos de la monarquía de Alfonso XII y de María Cristinade Habsburgo-Lorena, con la intención de proclamar la república.

Las sublevaciones, dirigidas tanto contra los gobiernos conservadores(Cánovas del Castillo) como liberales (Sagasta), intentaron ajustarse en todoslos casos al patrón clásico de pronunciamiento militar decimonónico, basadoen seis pasos consecutivos: elaboración de un plan de insurrección; compromiso previo de determinadas unidades, mandos militares, políticos de ienombre y grupos civiles de apoyo; salida a la calle de las unidades comprometidasy ocupación de algún lugar estratégico; publicación de un manifiesto a modode justificación del alzamiento y de esbozo de un programa político; logro deapoyos en otros lugares y guarniciones del país y entre las masas populares; yfinamente, triunfo del pronunciamiento, con la caída del gobierno de turno yllegada al poder del partido, grupo o figura política instigadora de la sublevación.

Todos los intentos prorrepublicanos ensayados fracasaron rotundamente yno sólo no consiguieron los objetivos pretendidos, sino que en muchos casos(como los de Santo Domingo de la Calzada, Roncesvalles, Santa Coloma deFarnés y Cartagena) se saldaron con la muerte de alguno de sus cabecillas, yafuera como resultado de los enfrentamientos armados durante la propia insurrección o a causa de las represalias posteriores.

Otro aspecto resaltable es el de que prácticamente ninguna de las mencionadas intentonas tuvo un carácter aislado e improvisado. En su gran mayoría

Año 2003 REvISTA DE HISTORIA NAvAL 21

MA NUIi. /?OL/iNí)/ SÁNCIJEZ-SOLÍS

respondieron a planes de alzamientos

generalizados y cuidadosamentepreparados por la ARM o por los diii—gentes (id grupo republicano progresista—demócrata. que contaron con(liversos apoyos militares y civiles,que, además de ser, casi siempre,escasos e insuficientes, en la mayorparte de los casos nunca llegaron asalir a la luz publica en su tota! idad.

Dentio de este período po1 ít ica—me nte complejo y m arcado por e]signo de los casi continuos intentos(le insurrección prorrepublicanas,cabría distinguir no obstante dosetapas claramente diferenciadas cuyopunto de inflexión vino condicionadopor dos acontecimientos importantes:la creación de la ARM en agosto de

1880 y la reunión de Biarritz de junio de 1881.La primera etapa comprendía los cinco primeros años de la Restauración,

entre 1875 y 1880, y se caracterizaría por una intensa labor subversiva prorrepublicana de carácter civil y militar. Esta labor no conseguiría ningún éxitorelevante, a pesar de la debilidad del nuevo régimen monárquico, debidofundamentalmente a dos causas: la escasa unidad en la dirección política republicana y la falta de apoyos entre los altos mandos del Ejército. En estos fracasos republicanos resultó determinante la acertada labor desarrollada por Cánovas del Castillo para conseguir identificar al joven rey Alfonso XII y al propiosistema monárquico con el Ejército (presencia del monarca en la guena carlista y en actos castrenses de diversa índole), lo cual influyó indudablemente enla escasa incidencia y apoyo que los intentos prorrepublicanos tuvieron en losmandos del Ejército, salvo en casos muy contados, y, como consecuencia deello, en el fi-acaso final de las sublevaciones ensayadas, que no llegaron ni tansiquiera a alcanzar la fase de salida a la calle de las unidades supuestamentecomprometidas y de ocupación estratégicos.

La segunda etapa, de una duración muy similar a la primera (entre 1 880 y1886), pero con una mayor intensidad insurreccional, vendría representadapor una serie de intentos de sublevaciones militares de mayor importancia yrepercusión nacional, que alcanzaron en muchos casos las fases de ocupaciónde lugares estratégicos (incluso ciudades o poblaciones enteras), pero quetampoco conseguirían importantes apoyos de mandos militares ni movilización social alguna, debido a que se acometieron en un período de mayor estabilidad y solidez del régimen monárquico.

De la veintena de pronunciamientos verificados en estos años, los másimportantes se llevaron a cabo precisamente en la fase final de la segunda

Man tic 1 Ruiz Zorrilla. ícler del Pan ido Repubi i—cano Piogies ista— Demócrata. (Grabado (le la 1/jis—tiaeíofl Lspanola s A,ne,*,,,a. febneno (le 1895-)

22 REvIsTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 81

El, !jVTENJQ DE SUL3LE VACIÓN REPUBLicANA DEL ARSENAl. NAVAL. D/..

etapa, y correspondieron a los de agosto de 1883 (Badajoz, Santo Domingo dela Calzada y Seo cje Urge!) y al último intento ensayac!o en Madrid por e!brigadier Villacarnpa en septiembre de 1866. con el que se cerraría la largalista de pronunciamientos militares del siglo xix español. Entre ambos hechos.que por su importancia, lógicamente. han sido los estudiados más por extenso,se produjeron otros dos intentos, cte menor entidad, que tomaron corno base deoperaciones el arsenal naval y la poderosa plaza fuerte de Cartagena (1 ctenoviembre de 1885 y lO de enero de 1886). Estas tentativas, quizá por lamenor relevancia de sus resultados y por su cercanía al de septiembre de1886, encabezado por Villacampa, no habían sido hasta la fecha suficientemente estudiados.

La deslavazada trama de estas dos sublevaciones republicanas cartageneras.prácticamente olvidadas en la historiografía del siglo xix español, ha sido elobjetivo principal de la investigación realizada por el autor de este artículo parasu reciente libro Sublevaciones republicanas en Cartagena (/885-1886): lasintentonas de! arsenal naval y del castillo ¿le San Julián (Editorial Aglaya.Cartagena 200 1), en la que se ha procurado enmarcar los hechos analizadosdentro del complejo entramado insurreccional republicano de aquellos difíciles

primeros años de la Restauración. Para ello se ha utilizado abundante documentación original, en su mayoría inédita hasta la fecha, procedente sobre todode los valiosísimos fondos documentales del Archivo General Militar deMadrid y Segovia y del Archivo General de la Marina Don Álvaro de Bazán.

El presente artículo ha sido elaborado a partir de la investigación realizadapara el citado libro, en concreto para la pat-te correspondiente al intento deinsurrección del arsenal naval de Cartagena, ocurrido en la madrugada deldomingo 1 de noviembre de t885, hecho que en su día fue intencionadamenteocultado a la opinión pública de! país por las autoridades de la época y del quehasta la citada investigación no se tenía noticia.

Los antecedentes inmediatos a los intentos de Cartagena

Los frustrados insurreccionales de agosto de 1883 y abril de 1 884 constituyeron un rotundo fracaso para los dirigentes zonitlistas y los de la ARM, aldejar como resultado, y junto con la no consecución de sus objetivos básicos(la proclamación de la República), la dolorosa secuela de medio centenar demuertos (entre ellos varios de tos propios cabecillas), a lo que habría queañadir ta huida, el exilio (cerca de 10.000 republicanos refugiados en Francia,la Argelia francesa y Portugal), la persecución y el encarcelamiento demuchos de ellos en tejanas prisiones del norte de Africa y de Filipinas.

En los siguientes años, Cartagena —en dos ocasiones, noviembre de 1885y enero de 1886— y Madrid —en una, septiembre de 1886— constituirían losúltimos intentos por implantar la República por métodos insurreccionalesdurante la Restauración, aunque el resultado de estas intentonas no sería muydiferente del de las anteriores.

Año 2003 REvIsTA DE HisToRiA NAvAl. 23

MANUEL ROLAN!)! SÁNCHEZ-SOLÍS

El año 1885, aparte de ser el de.la crisis internacional de las islas Carolinas, que estuvo a punto de llevar a España a la guerra con la poderosa Alemania de Bismarck, inaugura un período de prolongada inestabilidad políticainterior. Por estos días, el bipartidismo pretendido por Cánovas para estabilizar el régimen monárquico no terminaba de cuajar y tampoco había aportadola estabilidad buscada la entrada de un tercer partido en el juego alternante delpoder (Izquierda Dinástica, encabezada por Posada Herrera).

El líder liberal-fusionista, Práxedes Mateo Sagasta, recobraba el protagonismo perdido y se presentaba como el único líder de la izquierda moderadacapaz de enfrentarse con éxito al conservador Cánovas del Castillo y desbancarlo del gobierno, que presidía desde enero del año anterior (18-1-1884). UnSagasta políticamente pletórico conseguiría que, para las elecciones municipales de junio de 1885, se presentaran en coalición fusionistas, izquierdistasdinásticos y republicanos, con el acueido básico de que el próximo gobiernoliberal-fusionista que se constituyera reinstaurase el sufragio universal y eljuicio porjurados, dos antiguos logros de la revolución de 1868 y de la Primera República.

El elemento principal y aglutinante de la coalición era, lógicamente, elpolítico Sagasta y su Partido Liheral-Fusionista, dado que el resto de los coligados carecían de la fuerza y del respaldo necesarios. La llamada IzquierdaDinástica se deshacía a pasos agigantados en favor de los fusionistas (Moret ysu grupo se habían pasado, meses antes, al sector liberal-fusionista), mientrasque los republicanos continuaban desgarrados en múltiples facciones y, porconsiguiente, debilitados.

Pero el gobierno conservador de Cánovas del Castillo, además de tener queafrontar la crisis de las Carolinas y el auge de los liberales-fusionistas, seenfrentaba a un problema aún mayor: la grave enfermedad del monarca, Alfonso XII. Con una salud muy precaria desde su juventud, la larga enfermedad delRey (tuberculosis) se agravó durante el verano de 1885, creando con ello unproblema sucesorio importante que complicaba la estabilidad de la Monarquía,pues a la cabeza del Estado quedaría, tras su posible muerte, una reina extranjera y encinta, con dos hijas de corta edad (las infantas María de las Mercedes,de cinco años, y María Teresa, de tan sólo uno). En el caso de que el hijo encamino fuera también mujer, podía repetirse la grave situación de 1833, quehabía desembocado en el largo y todavía no resuelto contencioso carlista.

Cartagena, elegida para los nuevos intentos insurreccionales republicanos

En los últimos años, entre 1877 y 1884, los republicanos habían ensayadosin éxito más de una quincena de intentos de pronunciamientos o sublevaciones militares, en los que, en todos los casos, había alguna o varias de lascondiciones necesarias para su éxito.

De estos intentos, solamente en cuatro ocasiones (la de agosto de 1883, enBadajoz, Santo Domingo de la Calzada y la Seo de Urgel, y la de abril de

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EL INTENTO DE SUBLEVACIÓN REPUBLICANA DEL ARSENAL NAVAL DE..

1884, en Santa Coloma de Farnés) se había conseguido ¡legar a la etapa de lasalida a la calle de las unidades comprometidas y de ocupación de algún lugarestratégico, aunque habían fallado ¡as siguiente fase: obtención de apoyosmasivos en otros lugares y guarniciones del país, y como consecuencia de ellolas intentonas habían resultado fallidas.

Los repetidos fracasos de estas insurrecciones habían incluso costado lavida a algunos de sus cabecillas (casos de Santo Domingo de la Calzada,Roncesvalles y Santa Coloma de Farnés), y la huida, el exilio, persecuciones oprisión de muchos de ellos, un coste material y humano muy alto.

Diez mil exiliados republicanos, según los datos de los cónsules españolesde la zona, estaban refugiados en el sudeste francés, en la frontera portuguesay en la Argelia fiancesa, esperando una oportunidad para regresar a España; yesa oportunidad sólo podía presentárseles de dos formas: por la aceptación deuna amnistía del régimen monárquico o por el triunfo definitivo de un pronunciamiento militar que proclamara la república y abriera las puertas del país atodos los exiliados políticos.

Hasta la fecha, los líderes republicanos de! grupo zorrillista y los diiigentesde la ARM habían intentado sublevar plazas militares de primero y segundoorden, como la Seo de Urgel, Badajoz, Barcelona, Zaragoza y Santo Domingode la Calzada, y en todas estas tentativas habían fracasado por no haber conseguido, en primer lugai sólidos apoyos populares en el mismo lugar de lospronunciamientos (el factor determinante que supone la movilización social)y, posteriormente, por carecer del sustento y la ayuda de las guarniciones yciudades clave del país.

A fin de no recaer en los errores, los dirigentes de la ARM se plantearon enlos primeros meses de 1885 un nuevo modo de actuar. En esta ocasión, lainsunección tendría como punto clave alguna de las ciudades del levantepeninsular (Valencia, Alicante o Cartagena), donde esperaban contar con unapoyo popular importante y poder repetir los éxitos de la sublevación cantonaldel verano de 1873.

Eliminada Valencia como foco de la sublevación, por falta de apoyos yde compromisos concretos de última hora, y tras dudar inicialmente entreAlicante y Cartagena, finalmente decidiríati que fuera Cartagena el puntode arranque del movimiento insurreccional, por su condición de primeraplaza fuerte del país y por ser cabeza del Departamento Marítimo del Mediterráneo, donde tenía su base la Eseuadra de Instrucción, que integraba alos buques más poderosos y modernos con que contaba la Armada españolade la época.

El plan de sublevación se organizó en tres fases consecutivas; las dosprimeras debían llevarse a cabo en Cartagena y, sobre poco más o menos,seguirlos mismos pasos de la insurección cantonal de julio de 1873: sublevación de uno de los castillos del recinto defensivo exterior, ocupación delAyuntamiento y de otros puntos clave de la ciudad, sublevación de la Escuadra y del arsenal naval, triunfo del alzamiento en la ciudad y provincia, yextensión de la sublevación a otros puntos del país.

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El arsenal naval de Cartagena a fi u ales del s gb xix. A la derecha se observa el pontónpri siónde la Mar i na (ex navío Isabel 11). de q oc 1 beraron a una ve ntena de presos repti hi iCaflos elsargento de Infantería de Marina Enrique (ial lego y sus seguidores en la n adrugada del 1 de

noviembre de 1885. (Fotografía de Enrique Rolandi Pera.)

En la primera fase, cuyo inicio estaba previsto para finales de abril de1885. un grupo armado y decidido debería apoderarse de un importante castillo o fuerte recinto exterior de Cartagena. Conseguido el control de éste, a unaseñal convenida secundarían la sublevación la guarnición y la Escuadra enpleno, que ocuparían los principales edificios civiles y militares de la ciudad.Desde uno de ellos se proclamaría la república y se haría público un manifiesto al país. Finalmente, y cumplidos los objetivos de las dos primeras fases, enUna tercera se esperaba que varias guarniciones y ciudades de primer orden(entre ellas Madrid, Barcelona y Valencia) se unieran al alzamiento, queterminaría por triunfar en todo el país e instaurar un gobierno provisionalrepublicano o una junta revolucionaria hasta la llegada a Madrid de RuizZorrilla y sus principales colaboradores.

El plan —que, como casi todos, sobre el papel resultaba relativamente hacedero— debería comenzar con el éxito del pronunciamiento en Cartagena,ciudad con un fuerte arraigo republicano y federalista que había llevado el pesode la sublevación cantonal de 1873, y en la que se contaba con el supuestoapoyo firme de más de un centenar de oficiales y suboficiales de la guarnición,pertenecientes en su mayoría al Ejército, a la suboficialidad de la Infantería deMarina y de la Escuadra y al personal de la maestranza del arsenal naval.

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26 REVISTA OC HISTORIA NAvAL Núm. 81

Li, IVTLWIO DE SUBLEVACIÓN REPUBlicANA DEL ARSENAl, NAVAL DE...

La elección (le la plaza fuerte de Cartagena resultaba todo un reto para losdirigentes republicanos de la ARM, pues el control de la ciudad, su indudablevalor estratégico y poder defensivo pondrían en grave riesgo la estabilidaddel gobierno canovista. Un triunfo de la sublevación en la plaza fuerte y en laEscuaclra y el arsenal naval proporcionaría a los sublevados (como ya habíaocurrido con ocasión de la sublevación cantonal (le 1873) una sólida base deoperaciones. En el peor de los casos, el Gobierno se vería inmerso en unlargo y peligroso conflicto militar, con asedio costosísimo, bombardeos oincursiones armadas en ciudades costeras próx inias, y combates navales y

posible intel-vención extranjera incluidos. Y todo ello en un (lelicadísimomomento, cuando la máxima figura del Estado, el rey Alfonso XII, se (lehatíaentre la vida y la muerte y sobre la mente (le todos planeaba una nueva crisis(Ii nást ¡ ca.

La capacidad militar de Cartagena: defensas, guarnición, arsenal naval yescuadra

I)efe, sos artilleros

Cartagena, en aquellos momentos (segunda mitad del siglo xix). era considerada por todos los expertos de la época la primera plaza fuerte del país;además de contar con tres poderosos castillos del siglo anterior (Galeras,Atalaya y Moi-os), disponía de un relativamente moderno entramado de clefensas terrestres y marítimas, construidas o reformadas en los últimos veinticincoaños (Plan O’Donnell, de 1860) y perfectamente capaces de enfrentarse a losnuevos calibres y potencia destructora de las modernas artillerías de sitio y delos buques acorazados de la época.

Dentro de este importante disponsitivo de defensa, habría que destacar elmodernísimo castillo de San Julián (1861-1883), acabado de construirseapenas dos años antes y artillado con siete obuses de 240, 210 y 150 mm,diversas casamatas a prueba en las antiguas baterías de San Leandro, SanIsidoro y Santa Florentina (artilladas con seis obuses lisos de 210 mm), y elfuerte de Santa Ana (artillado con piezas Krupp a barbeta). Durante los últimos años también se habían construido y artillado un fuerte con piezas acasamatadas sobre la batería de la Natividad, y reforzado y reartillado las bateríasde Punta de la Podadera (con dos piezas Krupp a barbeta de 260/35 mm), deTrincabotijas Baja (con dos piezas Krupp de 305/35 mm y 12.000 metros dealcance) y de Santa Florentina (con dos piezas de 305/35 mm), así como instalado un acuartelamiento de ingenieros en el polvorín de La Guía.

En definitiva, la plaza fuerte contaba a principios de los años ochenta delsiglo xtx con cuatro potentísimas baterías de cañones y otras cuatro de obuses,que en total sumaban un número de piezas de artillería de grueso calibrepróximo al medio centenar, distribuidas en dos frentes:

Año 2003 REvISTA DE HISTORIA NAvA!. 27

MANUEL ROLANDI SÁNCHEZ-SOLÍS

— Frente izquierdo de la plaza.

• Grupo de cañones:

Batería de cañones de 105 mm (acasamatada).Batería de cañones de 305 mm (Trincabotijas).

• Grupo de obuses:

Batería de obuses de 210 mm (San Julián).Batería de obuses de 260 mm (Trincabotijas).

— Frente Derecho de la plaza.

• Grupo de cañones:

Batería de cañones de 210 mm (Ordóñez).Batería de cañones de 260 mm (Podadera).

• Grupo de obuses:

Batería de obuses de 210 mm (Ordóñez).Batería de obuses de 305 mm (Ordóñez).

Guarnición de Ejército

La guarnición de Ejército en Cartagena estaba compuesta, en el año de1885, por cinco compañías de Infantería de línea, dos de ellas pertenecientesal Regimiento 5 1, Otumba, con unos 300 hombres, y otras tres al Regimiento4, de Princesa, con unos 450 hombres. Estas unidades eran mandadas, respectivamente, por el coronel Meirás y por el teniente coronel Gómez, así comopor un batallón asignado como depósito y reserva, el número 58, de Cartagena, con unos 550 componentes. Todas estas fuerzas de Infantería, que constituían una brigada, estaba al mando del brigadier Gabino Sampietro.

A estas fuerzas de Infantería (unos 1.300 hombres) había que añadir las del6.° Batallón de Artillería de Plaza (artillería de costa), con unos 400 hombres,que se repartían entre Cartagena, Alicante y Peñíseola, al mando del tenientecoronel Enrique García Paadín, así como los mandos y la Compañía de Obreros (unos 100 hombres en total) del Parque de Artillería, encabezados por sucoronel en jefe (con cargo de comandante de Artillería de la Plaza), CarlosDíaz Moreno Izquierdo.

En total, y sumados a los efectivos de las compañías de la Comandancia deIngenieros de la plaza (compuesta por unos 300 hombres) y al centenar deguardias civiles de la Sección o Escuadrón a Caballo con sede en Cartagena y

28 REVIsTA DE HIsTORIA NAVAL Núm. 81

EL INTENTO DE SUBLEVACIÓN REPUBLICANA DEL ARSENAL NA VAL DE...

al mando del coronel Rivera (cuyo ámbito de operaciones abarcaba desde elcabo de Palos hasta Mazarrón), se alcanzaba un total de 2.200 hombres, acuya cabeza estaba el gobernador de la provincia de Murcia y plaza de Cartagena, mariscal de campo (general de división) de Infantería Luis FajardoIzquierdo (1829-1886), veterano de la guerra de Africa (1859-1860) y dc lasdos últimas guerras carlistas (1846-1849 y 1872-1876). Este prestigioso general poseía una amplia experiencia en gobiernos militares de provincias yplazas., de los que había ejercido cuatro con anterioridad a su último destinoen Cartagena: Gerona (1878-1879), Murcia y plaza de Cartagena por primeravez (1879-1883), Menorca y plaza de Mahón 81883-1884) y Málaga (1884-1885). Desde seis meses antes (julio de 1885) ocupaba, por segunda vez, elcargo de gobernador militar de la provincia de Murcia y plaza de Cartagena,aunque su mando estaba a punto de finalizar, al habérsele anunciado, a finalesde diciembre de 1885, su próximo nombramiento como general 2.° Cabo de laCapitanía General de Filipinas, cargo que nunca llegaría a ocupar.

Fuerzas de la Marina y de la Escuadra

Si importantes eran las defensas artilleras y las fuerzas del Ejército, el principal valor militar de la plaza fuerte de Cartagena lo constituía, sin duda, supoderoso arsenal naval y la Escuadra de Instrucción, que fondeaba en sudársena y bahía y cuya defensa, precisamente, se desplegaban las anteriores.

La Capitanía General del Departamento Marítimo de Cartagena la ocupaba, en el año 1885, el vicealmirante Carlos Valcárcel Ussel de Guimbarda,actuando como 2.° Jefe del Departamento, y como Comandante GeneralSubinspector del Arsenal, el contralmirante Miguel Manjón Gil de Atienza.

El vicealmirante Carlos Valeárcel (1) era un murciano de sesenta y seisaños en aquel momento (nacido en Mula en noviembre de 1819), que disponíade una amplia experiencia profesional, tanto a bordo de unidades navalescomo en puestos de responsabilidad dentro de la Marina, cuya organizaciónconocía a todos los niveles.

Hijo de marino, Valeáreel había ingresado en la Armada, como guardiamarina, a los diecisiete años de edad (en mayo de 1837) y desde muy joven habíaocupado diferentes destinos en ultramar (entre 1841 y 1877), entre los quecabría destacar la capitanía del puerto cubano de Matanzas en varias ocasiones (en 1849 y en 1861-1862), la comandancia general del apostadero de LaHabana (1877) y el mando de la fragata Resolución durante la campaña delPacífico, con la que participaría, a las órdenes del histórico brigadier CastoMéndez Núñez, en los bombardeos de Valparaíso (marzo de 1866) y del poderoso puerto peruano de El Callao (mayo de 1866), considerado por entonces elmejor defendido de toda América del Sur.

(1) «Hoja de Servicios» del almirante Carlos Valcárcel Ussel de Guimbarda. Archivo-Museo Don Alvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real).

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MANUEl. ROÍAN/JI .SÁNC/JEZ-SOLJS

Valcárcel había ejercido tambiénmportan les cargos en la adm ini stra—

ción de la Marina cje la época. comolas ayudantías de la 1 Sección de!Almirantazgo (1855) y de la Dirección de Personal del Ministerio1 857). la vocal fa de la Junta Cons u! —

ti va cje la A rmacla (1 867 y 1 874). lasca! fa del Tribuna! de! Almirantazgo1 869). la vicepresidencia de! propio

Al ni i rantazgo (1 87 1). la comanclanci adel Departamento Marítimo ele Ferrol(1873—1874) y la vocalfa ele la Juntade R eorga ni zaci o n de la A rm acj a(1884). a los que habria que anadirotros ele carácter más político. comolos de consejero de Estado (188!).presidente ele la Sección ele Guerra yMarina (1881). senador del reino(188 1) y ministro ele Marina con elgobierno de Izquierda Dinásticapresidido por Joseé Posada Herrera(octubre de 1883 - enero de 1884).

Por último, a su brillante historialprofesional y político. el vicealmirante Carlos Val cái-cel añad fa un profundo conocimiento del DepartamentoMarítimo de Cartagena, en el quehabía estado destinado, con antcriori—ocasiones: en el año 1837, a las órde

nes del comandante general de! arsenal; once años después, en 1848. comoencargado del etrartel de marinería del arsenal y, ya como contralmirante, enlos años 1870 y 1871. como capitán general del Departamento (en aquellaépoca el caigo se denominaba comandante general). Desde octubre de 1884ocupaba nuevamente la Capitanía General de! Departamento cargo en que semantendría durante siete largos años, hasta noviembre de 1 89 1.

La plana mayor de la Capitanía General del Departamento Marítimo deCartagena (2) la completaba, en el año 1885, el capitán de navío de !Y claseMariano Balbiani Trives, como mayor general del Departamento; el coronelde Artillería de la Armada Angel García García, como comandante de Arti!lería Naval; el coronel Juan Bautista Blanco Alcázar, como intendente general;el ordenador de marina de 1•a clase José Pla Frige, como comisario interventor; el doctor Félix Echaux Guinard, como inspector de Sanidad, y, finalmen

(2) «Estado General de la Armada». Años 1885 y 1886. Biblioteca Central del CuartelGeneral de la Armada. Museo Naval. Madrid.

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(irabado de época del vicealmirante CarlosVal cii ce 1 U ssel 1 de Gui abarda. capi tún gene ial(le 1 t)e parlamento Mar (ti no (le Cari agena en elIrlonlen lo en q Ile se produjo el intento (le sublevación republicana (le noviembre (le 1885.

dad a los hechos de 1885, en otras tres

30 REvISTA DE HISTORIA NAvAL Núm. 81

f/ /NJFNI’O DE SUBLEVACIÓN /?EPU/JLICANA DEL A/?SENAL ¡VA VAL DLI..

te, los tenientes auditores de Y clase José Marcelino Travieso y José Valcárccl Vial, como auditor general y fiscal del Departamento, respectivamente.

El arsenal naval, uno cte los tres mejores de España, contaba con una densaorganización administrativa a cuya cabeza estaba el comandante generalsubinspector, contralmirante Miguel Manjón Gil cte Atienza (en el cargo desdejunio del año 1882).

De él dependían tres comandancias: la de Armamentos, dirigida por elcapitán de navío de l. clase Ramón Braudariz Otero (en el mando desde juniode 1884): la de Ingenieros, mandada por el ingeniero de Armas Navales 1 YBernardo Berro Ochoa (en el mando desde febrero cte 1883), y la de Artillería,dirigida por el teniente coronel de Artillería de la Armada Cristóbal FtiertesMérida (en el mando desde diciembre de 1883).

Otros mandos clestacables del Departamento eran el director de la Escuelade Torpederos. capitán de navío Luis Martines Arce (en el mando desde juliode 1881): el director del hospital militar. doctor Joaquín Abcha Casas, y elcomandante de Marina de la provincia, capitán de fragata Santiago AlonsoFranco.

La base naval albergaba a la mayor parte de la denominada Escuadra deInstrucción, al mando del contralmirante Francisco de Llano Herrera (en elcargo desde el 13 de enero de 1885). compuesta por los buques más modernosy poderosos de la Armada española cte la época también fondeaban en lasaguas de la base otra serie de unidades asignadas al Resguardo Maritimo delDepartamento.

Entre los primeros cabría destacar las fragatas blindadas Nuuiaiuia (1863).de 7.305 toneladas de desplazamiento y al mando del capitán de navío JacoboAlemán González Za-agoza (1867), de 5.620 toneladas y al mando del capitán de navío José de Osteret Godos, y Méndez Núñez (1861). de 3.382 toneladas y desarmada por aquellos días. También pertenecían a esta escuadra laantigua fragata de madera 13/anca (1 859). de 2.452 toneladas y al mando delcapitán de navío Juan Cervantes Coureell, y dos pequeños y modernos torpederos de 1.’ clase del denominado Grupo de Combate: el Rique/(1883), de 61toneladas y al mando del teniente de navío José María Chacón Pery. y elCastor (1878), de 23 toneladas y al mando del teniente de navío Juan CalvoFortich.

Como fuerzas asignadas al Resguardo Marítimo se contaban lO vapores,dos cañoneros y una treintena de goletas, escampavías, místicos y remolcadores, así corno otros buques en situación de desarme o de inútiles. Entre estecuantioso número de buques de menor importancia cabría destacar el cañonero de 2. clase Paz (1881), de 216 toneladas y mandado por el teniente denavío de 1 Y Federico Fernández, y el 3,3 clase Teruel (1874), de 86 toneladasy mandado por el teniente de navío Pedro Valderrama Soto, las goletas Diana(1869), en situación de cambio de calderas en 1885, Caridad (1860) de 370toneladas y al mando del teniente de navío de 1 . Víctor Concas Palau (futurohéroe en el combate naval de Santiago de Cuba de 1898) y Ceres (1859) de415 toneladas y al mando del teniente de navío Mariano Lobo Nueve-Iglesias,

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MANUEL ROLANDÍ SÁNCHEZ-SOLÍS

la antigua corbeta Ibrnado (apresada a los chilenos en la Guerra del Pacíficode 1866), de 2.090 toneladas y habilitada como Escuela de Torpedista, quemandaba el capitán de fragata Rafael Llanes Tabern, los vapores Colón(1849), en situación de desarme, y General Lezo (en construcción y de 524toneladas), al mando del teniente de navío de 1.’ Félix Bastan-eche Herrera, elmístico ¡sabe/ita (1839), de 160 toneladas y veterano de la sublevación cantonal de 1873, mandado por el teniente de navío Manuel Triana Ortigueira, elremolcador de ruedas veloz y los pontones fondeados en el arsenal, ex navíoIsabel 11(1837), habilitado de Prisión Militar de la Marina, al mando del capitán de fragata José Ramos Izquierdo, y la ex corbeta de vela Ferrolana (1848toneladas). de 1.173 toneladas y habilitada de Escuela de Marinería, mandadapor el teniente de navío Francisco Romera Barrera.

Las dotaciones de todos estos buques y el personal auxiliar del arsenal naval,incluidos los miembros de la maestranza, no bajarían de los 8.000 hombres, alos cuales había que añadir los aproximadamente 300 inFantes de Marina del4•0 y 6.° Batallón del 3r Regimiento de dicho Cuerpo, de guarnición en Cartagena para la defensa y guardia del arsenal naval y de otras dependencias de laArmada, a cuyo frente estaba, como primer jefe el coronel Joaquín AlbaceteFuster, héroe de la Tercera Guerra Carlista en la acción de San Pedro Abanto(marzo de 1875), y como jefes de los batallones 4.° y 6.° los tenientes coronelesJuan Gay González y José Palacios García, respectivamente.

Uniformes de la oficialidad de Infantería de Marina en la segunda mitad del siglo xix. (MuseoNaval de Madrid.)

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EL INTENTO DE SUBLEVACIÓN REPUBLICANA DEL ARSENAL NAVAL DE...

El primer aviso de finales de abril de 1885

Ya desde las primeras semanas del año 1885, el Gobierno tenía noticia deque los republicanos del grupo zorrillista estaban preparando una nueva intentona y de que, en esta ocasión, se llevaría a cabo en una o en varias ciudadesdel levante peninsular.

El 21 de enero de 1885, el ministro de la Gobernación, Raimundo Fernández Villaverde, telegrafió a todas las plazas militares del país, para recomendar «prevención» a sus autoridades civiles y militares y avisarles de que,según sus noticias (en la documentación del citado Ministerioaparece clasificado como «Confidencia de Alicante», en los próximos días podría producirseuna sublevación en Alicante, que encabezaría el comandante de Administración Militar, Jerónimo Torero, la cual contarían con el apoyo del propiogobernador militar de la plaza, de varios jefes oficiales del Regimiento deInfantería de Tetuán y de personal diverso del a oficina local. En el mismotelegrama se aprecibía también sobre la posible participación en los hechos derepublicanos murcianos: «Será conveniente —decía el citado telegrama—vigilar posición de Antonio Gálvez, a quien se supone en Mardrid» (3).

Un mes más tarde (23 de febrero), el ministro de Estado, José Elduayen,aviasaba al de la Guerra, general Jerano Quesada, «con carácter reservadísimo», sobre cierta información proporcionada por el cónsul español en Perpiñán en la que se aseguraba que hacia finales de mes saldrían de Saint Etiennepara Marsella 5.000 fusiles, que se embarcarían en dicho puerto con destino aValencia.

Los temores y las medidas de seguridad siguieron extremándose en lassiguientes semanas, como demuestra el contenido de un telegrama cifrado (enclave H-29) enviado el 1 de abril por el ministro de Guerra al capitán generalde Valencia, Marcelo Azcárraga, en el que le anunciaba que no iban en el trende ese día «los sospechosos que se esperaban», pero «se recomienda siganvigilando pues estos días es muy necesario» (4).

Hacia mediados de abril las autoridades tenían ya conocimiento de que laplaza elegida para iniciar la nueva intentona republicana era Cartagena y deque, muy posiblemente, en ella estarían también implicada la Marina.

El día 15 de abril, y en telegrama cifrado (en clave Z-28), el ministro de laGuerra alertaba al gobernador militar de Cartagena, general Luis Fajardo, delo siguiente: «Según aviso recibido aseguran que la marinería y algún oficial delos buques que hay en ese puerto, intentará movimiento. Vivir prevenido» (5).En las siguientes horas se adoptaron estrictas medidas de seguridad en laplaza, reforzándose las guardias y vigilancias en castillos, fuertes, baterías decosta y cuarteles de la ciudad, así como en el arsenal naval y en los buques dela Escuadra, aunque sin que se llevara a considerar necesario, por el momento,declarar el «estado de guerra». Cuatro días más tarde (a las 11.30 de la maña-

(3) Archivo General Militar de Madrid (JHCM). Signatura AGMM: 2.a4? (Orden Público).(4) Archivo General Militar de Madrid (IHCM). Signatura AGMM: 2.’-4.’ (Orden Público).(5) Archivo General Militar de Madrid (IHCM). Signatura AGMM: (Orden Público).

Año 2003 REvISTA DE l-lsToRrA NAvAL. 33

MANUEL ROLANDI SÁNCHEZ-SOLÍS

na del 19 de abril), el capitán generalde Valencia comunicaba al ministrode la Guerra, en telegrama cifradonúmero 225, que se estabancumpliendo en todo el distrito lasmedidas de seguridad solicitadasdesde Madrid y que imperaba la tranquilidad, aunque «se nota realmentemucha animación en los revolucionarios. Estoy al tanto y se ejerce granvigilancia’ (6).

La esperada intentona parece serque se tenía preparada para la últimasemana del mes de abril, aunque lared de espías e informadores secretosdel gobierno la había descubiertovarios días antes e informado congran agilidad y acierto a las autoridades de buena parte de su trama. El día20 de abril, y en telegrama cifrado X25 emitido a la una del mediodía, elministro de la Guerra alertaba ya al

- gobernador militar sobre la inminencia del intento de insurrección que se venía anunciando desde varios díasantes: «últimas noticias, anuncian inmediato movimiento indicándolo en estaplaza, siendo indudable alguna intentona. Gran vigilancia y energía» (7). Tresdías después, el mismo ministro insistía: «Ultimas noticias hacen conocer serla plaza de Cartagena la designada para iniciar movimiento revolucionariopara el que están las órdenes; pero sin día ni hora determinado. Mucha vigilancia» (8).

Finalmente, la sublevación —que al parecer estaba prevista para el 26 ó el27 de abril— no llegaría a producirse y se pospondría indefinidamente, debidoa las fuertes medidas de seguridad adoptadas por el Gobierno y a la estrechavigilancia a que fueron sometidos los principales sospechosos de estar implicados en la trama.

Por esas mismas fechas (26) de abril), el ministro de la Guerra transmitíasus últimas preocupaciones al respecto al capitán general de Valencia:«Supongo que el Gobernador Civil le habrá participado graves y urgentesnoticias que transmite a Gobernación y excuso repetirlas» (9).

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Telegrama del ministro de la Guerra al gobernador militar de Cartagena para prevenirle deposibles acciones de insurrección en la Escuadra de Instrucción con base en Cartagena. 15de abril de 1885. (Archivo Militar de Madrid.Instituto de Historia y Cultura Militaí.) Sign.

AcMMr4a (Orden Público).

(6) Archivo General Militar de Madrid (IHCM). Signatura AGMM: (Orden Público).(7) Archivo General Militar de Madrid (IHCM). Signatura AGMM: (Orden Público).(8) Archivo General Militar de Madrid (IHCM). Signatura AGMM: (Orden Público).(9) Archivo General Militar de Madrid (IHCM). Signatura AGMM: 2.a4.a (Orden Público).

34 REvt5TA DE HISTORIA NAVAL Núm. 8!

EL INTENTO DE SUBLEVACIÓN REPUBLICANA DEL ARSENAL NAVAL DE...

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Telegrama del ministro de la guerra al capitán general de Valencia y al gobernador militar deCartagena, en el que se señala Cartagena como lugar de inicio de una nueva sublevación republicana. Veintitrés de abril de 1885. (Archivo General Militar de Madrid. Instituto de Historia y

Cultura Militar.) Sign. AGMM2a4e (Orden Público).

El intento del arsenal naval de noviembre de 1885

Los preparativos

Tras frustarse el intento de finales de abril, los zorrillistas continuarontrabajando en sus planes insurreccionales, aunque siempre bajo la atenta vigi

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MANUEL ROL4ND/ SÁNCHEZ-SOLÍS

lancia de los espías e inflitrados del Gobierno, como demuestra la precisa ypuntual información sobre todo lo que se preparaba de que siempre dispusierontanto el Ministerio de la Gobernación como los de Guena y Marina. Pero, enesta ocasión, en los planes preparativos de la sublevación no sólo participaríanlos dirigentes de la ARM y del partido zorrillista en el interior del país, sinotambién, y de una manera destacada, algunos enviados del comité revolucionario de Orún (en la Argelia francesa), controlado en aquellos días por EzequielSánchez, ex secretario particular de Ruiz Zorrilla y representante de éste enArgelia desde el año 1884. Este comité solía celebrar sus reuniones en el caféoranés de Luxembourg y estaba compuesto por exiliados republicanos españoles, muchos de ellos antiguos cantonales de 1873, como el veterinario cartagenero Esteban Nicolás Eduarte, el médico de Crevillente Manuel Torres Mas yel ex sacerdote almeriense José Pérez Martinón, quien dirigía el periódico LaDemocracia Española, órgano del republicanismo zorrillista en Argelia.

En sus contactos secretos con Cartagena y Alicante se valieron del capitánde la Marina Mercante Salinas (muy pupular y apreciado entre los refugiadosespañoles en Argelia por su activa participación en la repatriación de trabajadores españoles durante los Sucesos de Saida y Khlfalla de (1881), quemandaba el vapor Correo de Cartagena, el cual cubría semanalmente la rutade Orán con Cartagena y Alicante. Su contramaestre, Francisco Rodríguez,actuó en varias ocasiones de correo entre Orán y la Península.

Hacia finales del verano de 1885 debieron de producirse varias reunionessecretas en Cartagena para concretar los detalles de la próxima sublevación,las cuales, al parecer, se celebraron en una casa aislada del pueblo de LosMolinos, situado a unos tres kilómetros del núcleo urbano de Cartagena. Adichas reuniones asistieron algunos enviados zorrillistas del interior y miembros la ARM y del citado comité revolucionario de Orán. También participaron varios oficiales y suboficiales destinados en Cartagena (del Ejército, de laInfantería de Marina y de la Escuadra), junto con un reducido número de antiguos republicanos intransigentes locales y veteranos de la sublevación cantonal de 1873. El plan previsto, de características muy similares a las delcomentado en páginas anteriores, consistía básicamente en enviar por la nochevarios grupos armados de entre 10 y 15 hombres cada uno, en botes y desde elmuelle de Santa Lucía, a sublevar y ocupar los castillos de San Julián y Galeras y el arsenal naval, mientras otros grupos similares lo hacían desde tierra,con apoyo de elementos internos de sus respectivas guarniciones, supuestamente comprometidos. Paralelamente, un fuerte grupo armado, compuesto porunos 50 hombres, debería apoderarse del Gobierno Militar en la Muralla delMar, desde donde se pondrían en contacto, por la red militar de telefonía interna de la plaza, con los castillos y el arsenal, que para entonces deberían estarya sublevados. La señal convenida para e inicio de la sublevación sería eldisparo de tres cohetes luminosos en la bocana del puerto (concreto desde elfaro de La Curra) y, de acuerdo con los compromisos supuestamente adquiridos, se esperaba que se produjera un importante apoyo de elementos civiles dela población, los cuales como en 1873, se encargarían de ocupar el Ayunta

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EL INTENTO DE SUBLEVACIÓN REPUBLICANA DEL ARSENAL NAVAL DE..

miento, la oficina de telégrafos, la estación de ferrocarril, las principales callesy plazas de la ciudad y las tres puertas del recinto amurallado de la plaza(Madrid, San José y del Muelle).

No se conoce con certeza la fecha prevista para el nuevo intento insurreccional, ni si en realidad se prepararon intencionadamente dos o sólo uno. Lo que sies seguro es que, desde finales de septiembre (en concreto desde el día 23), elGobierno de Madrid y el gobernador militar de Cartagena (según parte porescrito de éste al ministro de la Guena de 2 de noviembre siguiente) tenían yaconocimiento de que algo se urdía en Cartagena, e incluso se disponía de noticias confidenciales sobre ciertos preparativos y sobre llegada a Cartagena de«agentes revolucionarios para dar en esta plaza un golpe de mano» (lO).

También es muy posible, y esto ya entre dentro de las conjeturas lógicas, quese estuviera preparando un nuevo intento para finales de septiembre o principiosde octubre, pues nunca solían organizarse los intentos (y mucho menos realizarmovimientos de comprometidos) con mucha anticipación, por motivos evidentes y lógicos de seguridad. El caso es que en dichas fechas no llegaría a producirse ningún conato de sublevación, ni en Cartagena ni en ningún otro sitio delpaís y, nuevamente, muy probablemente por el estado de alerta en que encontraban las autoridades locales, lo cual, y ante el aumento de las dificultades, esmuy posible que hiciera desistir de sus intenciones a os comprometidos y lesdecidiera a posponerlas para más adelante. Este nuevo aplazamiento es muyposible que desanimara e incluso disgustara a algunos de los comprometidos yque les decidiera algún tipo de acción al margen de los dirigentes que podríandenominarse oficiales. Se llegó a afirmar, pero sin comprobación documentalalguna, que durante las reuniones secretas mantenidas en Cartagena existióalguna filtración o indiscreción, que derivaría hacia que un grupo de antiguosmiembros locales de la ARM, dirigido por varios sargentos de Infantería deMarina y del Ejército, organizaran e iniciaran, por su cuenta, un segundo intentode pronunciamiento, en paralelo al programado inicialmente y sin conocimientoni participación de los verdaderos dirigentes de la ARM a nivel nacional.

Los planes de los sargentos (como se le conoció), y salvo pequeños detalles, eran prácticamente una copia de los previstos por los dirigentes de laARM para finales de septiembre, aunque carecían de los apoyos, la preparación y la coordinación necesaria para conseguir unos objetivos tan amplioscomo dificultosos. La preparación se hizo de forma excesivamente precipitadae improvisada, confiando ingenuamente en que, iniciado el pronunciamiento,los supuestamente comprometidos en el plan se unirían a él incondicionalmente. Pero la realidad fue que los involucrados formaban un grupo muy reducidoy aislado y que carecían del apoyo unánime de los dirigentes de la ARM y delgrupo zorrillista, a pesar de que algunos interesados hicieran correr el rumor deque, en la noche del sábado 31 de octubre, se había visto al propio Zorrilla enCartagena, entre el puerto y la estación de ferrocarril, viajando en una tartana yen compañía de otras personas hacia la casa donde se reunieron los conspirado-

(10) Archivo General Militar de Madrid (IHCM). Signatura AGMM: 2.-4.” (Orden Público).

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MANUEL ROLANDI SÁNCHEZ-SOLÍS

res en Los Molinos. Nada de ello resultó cierto, como tampoco se confirmaríaun segundo rumor que se extendió entre los comprometidos y que apuntaba ala presencia en Cartagena por aquellos días del líder republicano federal Antonio Gálvez Arce (máximo dirigente de la sublevación cantonal de 1873) y deun tal Ripoll, antiguo ayudante del general Juan Contreras Román (jefe militarde la sublevación cantonal dde 1873), el cual al parecer había llegado clandestinamente desde Valencia varios días antes.

No obstante, la ausencia de Cartagena de Ruiz Zorrilla y de Gálvez, síparece que asistió a alguna de las reuniones preparatorias del nuevo intento desublevación el secretario particular de Ruiz Zorrilla, Ezequiel Sánchez, oalguno de sus colaboradores más próximos, como así quedaría reflejado endocumentos posteriores. Este hecho confirma, cuando menos, cierto apoyo yparticipación del grupo zorrillista en los acontecimientos de noviembre de1885 y en los posteriores de enero de 1886.

El intento del Cuartel de Infantería de Marina

La fecha elegido para el nuevo intento de sublevación fue, como en lamayoría de los ensayados por los republicanos en los años anteriores (1883 y1884), la madrugada entre un sábado y un domingo, en este caso la del 31 deoctubre al 1 de noviembre de 1885.

Desde días antes, y nuevamente como reflejo del eficaz funcionamiento delos espías e infiltrados del gobierno, las autoridades militares de Cartagenatenían conocimiento de la sublevación que se preparaba. El gobernador militarde la plaza, general Fajardo, comunicó al ministro de la Guerra al día siguiente de los hechos (2 de noviembre) que había sido previamente informado porel capitán general del departamento marítimo y por «diversos conductosconfidenciales de carácter reservado» de que en la madrugada del 31 de octubre al 1 de noviembre «iba a verificarse un movimiento revolucionario ensentido republicano, y que para llevarlo a cabo contaban los revoltosos con elapoyo de fuerza de Marina y del Ejército de esta guarnición y con alguno delos castillos (...)» (11). Según sus propias palabras, no dio excesivo crédito alos citados informes, porque consideraba «absolutamente leales» a la guarnición de la plaza y a «las fuerzas desplazadas en los castillos y los gobernadores que los mandan». A pesar de ello, precedió a reforzar la vigilancia y a verificar por sí mismo la situación en las calles de la ciudad.

De acuerdo con los planes previstos desde las últimas horas de la tarde delsábado 31 de octubre algunos grupos de republicanos habían comenzado aconcentrase sospechosamente junto a las Puertas del Muelle y de San José y elbarrio de Santa Lucía la mayor parte de cuya población era pro republicanafederal. Igualmente, y bajo la atenta vigilancia de la policía y de sus informadores, se habían detectado ciertos movimientos extraños de antiguos cantonales y militares en el casino y en el ateneo republicanos de la ciudad.

(11) Archivo General Militar de Madrid (JHCM). Signatura AGMM: 2Y4.a (Orden Público).

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EL INTENTO DE SUBLEVACIÓN REPUBLICANA DEL ARSENAL NAVAL DE...

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Primera página del informe remitido por el capitán general de Valencia al ministro de la

Guerra, sobre el intento del arsenal naval de Cartagena del 1° de noviembre de 1885. 2 de

noviembre de 1885. (Archivo General Militar de Madrid. Instituto de Historia y Cultura

Militar.) Sign. AGMM2a4a (Orden Público).

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MANUEL ROLANDI SÁNCHEZ-SOLÍS -

El general Luis Fajardo comentaría en el citado informe el día 2 que élmismo había observado en la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre«algunas caras de personas desconocidas» y que, de acuerdo con el capitángeneral de Marina, vicealmirante Carlos Valcárcel, procedió a «acentuar lavigilancia», aunque de manera moderada para no alarmar a la población. Diopersonalmente instrucciones por la red telefónica militar del interior de laplaza a los gobernadores de los castillos y fuertes, «para que con energía y sincontemplaciones. repeliesen por la fuerza cualquier amago o sorpresa que seintentara», y a medianoche él mismo y el jefe de la Brigada, brigadier GabinoSampietio, visitaron con sus respectivos ayudantes de campo «los puestos deguardia, cuarteles, recinto y calles de la población». -

Quizá esta salida del gobernador militar y de sus acompañantes por lascalles de Cartagena fuera motivo de que desistieran de sus propósitos algunosde los comprometidos, como así lo supone el propio general Fajardo (12):«sin duda al yerme de uniforme por las calles, y a aquella hora, con los queme acompañaban —indicaba en su informe el general gobernador— debieronapercibirse de que no me cran desconocidos los planes perturbadores enproyecto, y si efectivamente estaban decididos en la población y barrios extramuros a lanzarse a vías de hechos y secundar el movimiento, una vez iniciados, creyeron más prudente retraerse y desistir de sus propósitos, considerando fracasados sus intentos por aquella noche y quizás con ánimo de demorarloo diferirlo para alguna otra».

El general Fajardo no notó «nada raro», ni en las calles ni en ningún otiopunto de la ciudad, pero lo cierto fue que, como a la una y media de la madrugada, una quincena de individuos provistos de uniformes de marinería ymandados por el sargento de Infantería de Marina Enrique Gallego Gonzálezy por el ex teniente dde infantería Esteban Celdá (disfrazado, este últimio, conuniforme de capitán de fragata) se embarcaron cn un bote de la Marina y sediiigieron al interior de la dársena del Arsenal Naval.

Aimados con revólveres y machetes reglamentarios de la Marina, aproximaron el bote al pontón habilitado como prisión militar de la Marina (ex navíoLaheI 1!), cuyo centinela del portalón de babor les dio rápidamente el «altoquien vive». Recibió como respuesta la voz de «ronda mayor», identificándoseel falso capitán de fragata como el Ayudante Mayor del Arsenal, tras de lo quesubió a bordo con sus acompañantes. El centinela se cuadró ante su supuestosuperior, siendo rápidamente sorprendido por varios de sus acompañantes, quele desarmaron y amordazaron. Sin pérdida de tiempo, se dirigieron al cuerpo deguardia del pontón, en el que, igualmente, desarmaron y detuvieron a todos lossoldados de la guardia, apoderándose de los fusiles del armero. A continuación,se dirigieron a las grilleras de presos, situadas en la segunda cubierta delbuque, abriendo sus puertas y gritándoles, el sargento Gallego y el ex tenienteCeldá a los detenidos, que quedaban en libertad e indultados de sus penas «ennombre de Ruiz Zorrilla, todos aquellos que estuviesen dispuestos a seguirles y

(12) Archivo General Militar de Madrid (IHCM). Signatura AGMM: (Orden Público).

40 REVISTA DE HIsToRIA NAVAl. Núm. 8!

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LIDetalle del edificio que ocupaba el cuartel de lnfimtería de Marina en el Arsenal Naval deCartagena. En este lugar fracasó el intento de sublevación encabezado por el sargento EnriqueGallego en la niadrugada del lo de noviembre de 1885. (Fotografía de Enrique Rolandi Pera.)

a defender la República con las armas», anunciándoles que el propio RuizZorrilla se encontraba en esos momentos en la Estación de Ferrocarril deCartagena, a la espera de ponerse a la cabeza de la sublevación. Veintidóspresos aceptaron la propuesta (otros muchos no la aceptaron y permanecieronen sus celdas), con los que embarcaron en varios botes y se dirigieron a la escala situada frente al cuartel de Infantería de Marina (antiguo de Guardias deArsenales), donde Gallego contaba con varios amigos, supuestamente comprometidos con la intentona.

La intención era sublevar a las tropas de Infantería de Marina del citado cuartel y con ellas ocupar el resto del arsenal naval, con lo que se completaría laprimera fase del pronunciamiento. A continuación, esperaban que otros gruposhicieran lo mismo en la Escuadra, castillos, Gobierno Militar y Ayuntamiento.

Llegados a la escala frente al cuarte! de Infantería de Marina, un centinela(el soldado de Infantería de Marina José Rivas Pérez) les dio el alto, volviendo a repetir la respuesta de «ronda mayor’>. Todo parecía desarrollarse igualque en el pontón, pero, en esta ocasión, y desembarcados parte de los sublevados y sorprendido y apresado el centinela, éste se resistió decididamente,mordiendo en la mano a uno de sus captores y recuperando su fusil, con el quegolpeó a varios de los que le rodeaban e incluso llegaría a hacer algún disparo.El sargento Gallego le disparó dos tiros de revolver, prácticamente a bocajano, que le hirieron en el cuello y en el lado izquierdo de la cabeza.

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Telegrama del gobernador militar de Cartagena al ministro de la Guerra, informándole sobre el

intento de ocupación del cuartel de Infantería de Marina del arsenal naval de Cartagena. Uno de

noviembre de 1885. (Archivo General Militar de Madrid. Instituto de Historia y Cultural

Militar.) Sign. AGMMT4a (Orden Público).

Los disparos significaron el final de la intentona. Alarmados por las fuertes

detonaciones, el cabo de guardia y varios suboficiales y oficiales acudieron al

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EL INTENTO DE SUBLEVACIÓN REPUBLICANA DEL ARSENAL NAVAL DE...

lugar de los hechos revolver en mano. Este fue el momento clave del intentode sublevación, pues, de haber existido realmente en el citado cuartel unnúmero de comprometidos decidido e importante, se hubieran hecho con lasituación, deteniendo a sus compañeros no comprometidos y ayudando a lossublevados. Pero nada de esto ocurrió, sino todo lo contrario. Los recién llegados hicieron frente a los amotinados, que también recibieron, en esos momentos, fuego de fusilería procedentes de los centinelas de guardia del vapor Lezoy de la fragata Blanca, fondeados en las proximidades.

Los sublevados retrocedieron, embarcando algunos, y a toda prisa, en losmismos botes en los que habían llegado, mientras que otros huyeron corriendohacia las tapias del presidio, o incluso se arrojaron al agua para intentar huir a nado.

Las guardias del Lezo y de la Blanca hicieron varios prisioneros, mientrasque algunos botes y falúas salían en persecución de los huidos, dos de loscuales se ahogaron en las proximidades de la fragata Numancia, sin que sustripulantes pudieran hacer nada por salvarlos. Igualmente, un cabo y dossoldados de Infantería de Marina detuvieron a varios huidos que intentabanescalar el muro del presidio, teniendo que hacer varios disparos de intimidación antes de que se rindieran y arrojaran sus revólveres. En este grupo queintentó huir por el presidio fueron detenidos, precisamente, los cabecillas de laintentona, el sargento Gallego y el ex teniente Celdá.

En el resto de la ciudad los comprometidos desistieron de secundar el intento del arsenal ante la fuerte vigilancia existente, aunque, no obstante, se detectaron algunos movimientos de grupos y señales de luces extrañas en los caminos de acceso a los castillos y en algunos otros puntos de la ciudad. Como a lascuatro de la madrugada, el general Fajardo sería informado de lo ocurrido porun ayudante del Capitán General del Departamento Marítimo, mientras seencontraba inspeccionando el Cuartel de Antiguones. Rápidamente se desplazóa la Capitanía General de Marina, donde se entrevistaría con su titular el vicealmirante Valcárcel, y sería informado de todos los detalles de la intentona.

Primeras investigaciones y aperturas de sumarios

Durante todo el domingo 1 y el lunes 2 de noviembre, continuaron losfuertes dispositivos de seguridad en la ciudad, comenzándose a instruir, elmismo día 1, las sumarias a los 15 detenidos (que serían inmediatamente incomunicados), por orden del Auditor General del Departamento, José MarcelinoTravieso, y que serían tramitadas por los fiscales Tenientes Auditores, JoséValcárcel Viale (de P Clase), y Domingo de Miguel Bassols (de 2 Clase).

La misma mañana del día 1, el ministro de la Guerra (en telegrama cifradoen clave ZJ) comunicaba a los capitanes generales de todos los distritos delpaís y al gobernador militar de Ceuta lo acontecido en Cartagena, insistiéndoles que «Sirva de aviso para estimular vigilancia, debiendo recelarse intentenprobar fortuna en otros puntos» (13).

(13) Archivo General Militar de Madrid (IHCM). Signatura AGMM: (Orden Público).

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MANUEL kOLA NDI SÁNCHEZ-SOLÍS

Pocas horas después (en telegrama de las seis de la tarde), el capitángeneral de Valencia informaba detalladamente al ministro de la Guerra delos pormenores de la intentona y de las órdenes que había cursado para quese «redoble la vigilancia y proceda con todo vigor si algo se intentase contrala guarnición. En esta plaza —continuaba el telegrama— y resto del distritocompleta tranquilidad, si bien se observa estos días idas y venidas de conocidos agentes revolucionarios’> (14).

En las primeras horas de la mañana del siguiente día, lunes 2 de noviembre, el Capitan General del Departamento Marítimo, vicealmirante Valcárcel(que había sido felicitado telegráficamente por su actuación, por el ministro deMarina, almirante Manuel de la Pezuela, y por el propio monarca, Alfonso XII),visitó en el Hospital de la Marina de la Muralla del Mar al centinela heridoheroicamente frente a la escala del Cuartel de Infantería de Marina del arsenal, y a mediodía llegaba en tren correo a Cartagena el Gobernador Civil de laprovincia, Sr. Ojeda, quien se reuniría, pocos minutos después, con las autoridades civiles y militares de la ciudad.

Por la tarde, y en telegrama cifrado, el ministro de la Guerra pedía alGobernador Militar de Cartagena que «se indague a toda costa si ha sido cierta la presencia en esa de Zorrilla», a lo que este contestó a las dos y diez de latarde: 4..) estoy indagando, sin resultado positivo hasta la presente, si zorrillah a estado en esta. Hubo bastante gente desconocida, que ya ha desaparecido.No hay más dato que la declaración del reo Celdá, haciéndome sospechar nosea cierto: sin embargo seguiré averiguando (...)> (15).

Sobre este mismo tema, y al día siguiente (telegrama n° 42 del 3 de noviembre), el general Fajardo ampliaría su notificación del día anterior, afirmando que«Ruiz Zorrilla no ha estado en esta, y que los revolucionarios se decidieron asublevarse porque se les aseguró que el propio Gobernador Militar estabacomprometido, pero que al ver su presencia en la calle al frente de patrullas seconvencieron de lo contrario y tuvieron miedo: Reina completa tranquilidad yVE. y el Gobierno puede estar descansados» (16). Finalmente, el día 5 volvía ainsistir al respecto: «Puedo asegurar a V.B. que Zorrilla no ha estado en esta perosi su secretario D. Ezequiel Sánchez Ibáñez. Lo del Arsenal no ha sido más quejustificar la inversión de dinero recibido; sin embargo siguen trabajando» (17).

Asimismo, el Gobernador Militar de Cartagena indagaría del Ministro dela Guerra (telegrama n° 44 del día 3 de noviembre) sobre si tenía noticia deque el general Baltasar Hidalgo de Quintana (antiguo Capitán General deCastilla la Nueva durante la República de 1873, desterrado por el Gobierno deCánovas, en diferente ocasiones, a Canarias, Mahón, Ibiza y Lisboa) permanecía en Madrid, pues se aseguraba en Cartagena que se había desplazado a estaciudad para encabezar el frustrado intento de sublevación.

(14) Archivo General Militar de Madrid (IHCM). Signatura AGMM: (Orden Público).(15) Archivo General Militar de Madrid (IHCM). Signatura AGMM: 2.a.4.a (Orden Público).(16) Archivo General Militar de Madrid (IHCM). Signatura AGMM: (Orden Público).(17) Expediente Histórico-Penal; del sargento 2.° de Infantería de Marina Enrique Gallego

González. Archivo General dc Marina don Alvaro de Bazán (El Viso del Marqués. Ciudad Real).

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EL INTENTO DE SUBLEVACIÓN REPUBLICANA DEL ARSENAL NAVAL DE.

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Borrador del documento de conmutación de la pena de muerte por la de diez años de presidio alsargento 2° de Infantería de Marina Enrique Gallego González. 3 de enero de 1886. (Archivo-

Museo Don Alvaro de Bazán. El Viso del Marquós) (Ciudad Real).

Las sumarias abiertas por la Jurisdicción de Marina contra los 15 detenidosarrojaron alguna luz sobre los planes de los sublevados, aunque, como casi

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MANUEL ROL4ND1 SÁNCHEZ-SOLÍS

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Primera hoja del expediente «histórico-penal» del presidio de Cuatro Torres (Cádiz), referenteal sargento 2° de Infantería de Marina Enrique Gallego González. (Archivo-Museo Don Alvaro

de Bazán. El Viso del Marqués, Ciudad Real).

46 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 81

EL INTENTO DE SUBLEVACIÓN REPUBLICANA DEL ARSENAL NAVAL DE...

siempre suele ocurrir en estos casos, no desvelaron completamente la trama nilos nombres de todos los implicados civiles y militares.

De las citadas sumarias se supo que el ex teniente Celdá había sido expulsado del Ejército años antes y condenado por homicidio en un intento sesublevación anterior. Conocía perfectamente el presidio de Cartagena, dondeestuvo preso, y el arsenal naval, donde había realizado labores como penadoen cuadrillas de trabajo. Igualmente, la mayor parte de los implicados tambiénconocían perfectamente todas las dependencias del arsenal, al pertenecer a laMaestranza del mismo.

No se conoció la implicación directa en la intentona de jefes y oficiales dela Marina y del Ejército, y las sumarias se cerraron con cierta «prisa deliberada» y una fuerte censura de las noticias por parte del Gobierno, no sin queantes los respectivos consejos de guerra sumarísimos conderan a muerte el día11 de diciembre de 1885 al sargento de Infantería de Marina Enrique Gallegoy al ex teniente de Infantería Esteban Celdá, al considerárseles probadas lasacusaciones de «rebeldía y conspiración frustrada».

Semana y media más tarde (23 de diciembre), el Consejo Supremo deGuerra y Marina aprobada las sentencias dictadas por los consejos de guerra(18), pero once días después (3 de enero de 1886) el nuevo gobierno liberalfusionista, presidido por Práxedes Mateo Sagasta, conmutaría las dos sentencias de muerte, en un «acto de buena voluntad» hacia los republicanos, ante lanueva situación creada con el fallecimiento del monarca Alfonso XII, ocurridapocas semanas antes (25 de noviembre de 1885), y como consecuencia de laamnistía general decretada el 9 de diciembre último.

El sargento de Infantería de Marina Enrique Gallego González (un malagueño de 28 años, que había servido de la Marina desde el año 1877 y ganadouna Cruz Roja de plata del Mérito Naval por su valerosa actuación en lacampaña de Cuba de dicho año), permanecería detenido en Cartagena hasta elmes de junio de 1886, fecha en la que sería trasladado al penal de CuatroTorres en San Fernando (Cádiz), para cumplir una sentencia de «diez años depresidio». En diciembre de 1889 solicitaría el «total indulto» a la reina gobernadora, gracia que obtendría poco tiempo después.

Epflogo

Tras la frustrada tentativa del arsenal naval, los zorrillistas lo intentaríannuevamente en Cartagena dos meses y medio más tarde. En esta segundaocasión (madrugada del 9 al 10 de enero de 1886), una veintena dehombres armados, dirigidos por el sargento de Infantería Francisco Raseroy sargento de Infantería de Marina Mariano Castillo, conseguirían ocuparel poderoso castillo de San Julián y mantenerlo en su poder durante 32 horas,con la esperanza de que diversas tropas de la guarnición y tripulacionesde la escuadra, supuestamente comprometidas, se unieran a la sublevación.

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MANUEL ROLANDÍ SÁNCHEZ-SOLÍS

Al no recibir ningún tipo de apoyo, los sublevados abandonarían finalmente el castillo en la madrugada del día 11, tras haber sostenido, horas antes, unenfrentamiento armado con el gobernador militar de la plaza, general LuisFajardo Izquierdo, y su escolta, en el que éste recibiría varias heridas de bala.que terminarían por producirle la muerte 18 días más tarde, tras varias intervenciones quirúrgicas y una larga y penosa agonía.

Los sucesos de Cartagena terminarían, dos meses después, y tras diversaspesquisas policiales en búsqueda de implicados civiles y militares, detenciones y juicios sumarísimos, con nueve sentencias de muerte (siete de ellas enrebeldía, al haber logrado huir a Orán los principales implicados) y el ajusticiamiento, a garrote, del obrero mecánico de la Maestranza del arsenal navalde Cartagena Manuel Bartual Verdejo.

Seis meses más tarde (en la noche del 19 de septiembre de 1886), el brigadier Manuel Villacampa del Castillo sublevaba en Madrid a varias compañíasde los Regimientos de Garellano y Albuera, con las que intentaría, sin éxito,ocupar diversos puntos de la capital (entre ellos el Ministerio de la Guerra).Fracasado el intento, y detenidos sus máximos dirigentes y juzgados enConsejo de Guerra sumarísimo, serían sentenciados a muerte, aunque,en estecaso, indultados por la reina M. Cristina.

Con el frustrado intento de Villacampa se cerraría, afortunadamente, elúltimo pronunciamiento militar de un siglo tristemente marcado por el signode las sublevaciones armadas contra los gobiernos de turno (se registraron untotal de 40 en España entre los años 1814 y 1886, con una asombrosa mediaestadística de un pronunciamiento cada 22 meses), y se daba comienzo a unperíodo de supremacía del poder civil y de turno pacífico de los partidospolíticos en el gobierno de la nación, que no volvería a truncarse hasta 37años después, con el golpe de estado del general Primo de Rivera de septiembrede 1923.

48 REVISTA DE HISTORIA NAvAl. Núm. 81

EL CONSEJO DE GUERRAANTES DEL COMBATE

DE TRAFALGAR

Marianne CZISNIKUniversidad de Edimburgo

Dos versiones sobre el consejo de guerra

El día 8 de octubre de 1805 —-a menos de dos semanas del combate deTrafalgar— el comandante en jefe de la escuadra francoespañola surta enCádiz convocó un consejo de guerra. Existen dos versiones sobre lo queocurrió allí, las cuales pueden encontrarse en casi todos los relatos españolesacerca del combate. De estas versiones se han nutrido hasta ahora abundantesnarraciones históricas reates y ficticias relacionadas con Trafalgar(l) debido ala carencia de fuentes oficiales españolas sobre este consejo de guerra. En esteartículo se examinará la verosimilitud de ambas versiones, así corno suinfluencia en España a la hora de delimitar responsabilidades en cuanto alresultado del combate.

La primera versión sobre el consejo de guerra describe cuáles fueron losargumentos presentados por los representantes españoles en general y cuál fueel comportamiento de Dionisio Alcalá Galiano en particular:

«Todos reunidos en aquel navío [el Bucentauro, buque insignia del almirante Villeneuvej, tomó la palabra Villeneuve, sometiendo a la consideracióndel Consejo si, respecto a tener órdenes terminantes para salir del puerto deCádiz con toda la escuadra combinada, era posible darles cumplimiento, verificando la salida, o si se podía esperar que los enemigos atacasen a la Armadaen el fondeadero, en cuyo caso se les destruiría y dejarían prontamente libre elpaso. Los jefes españoles, con la mayor circunspección, manifestaron que suopinión era la misma que la ya expuesta por su general por medio del mayorde la escuadra, pues habían conferenciado todos entre sí y convenido en lasideas del mayor. Los franceses, con el calor propio de su nación, hablaron endiversos sentidos, llegando alguno de ellos a sentar la proposición de no sercuestionable la salida, que daría por resultado la derrota de los contrarios, y la

(1) Los ejemplos más destacados proceden de las fuentes históricas: MARUANI, Manuel:Combate de Trafalga,-. Vindicación de la Armada española cali/ra las aserciones injuriosaspor Mi-. T/ijers en su «Historia del Consulado y del Imperio». Impreso de orden superior.Madrid, 1850, pp. 284-287; y FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo: Armada española desde la unión (lelos reinos de Castilla y de Aragón, t. VIII Museo Naval. Madrid, 1973 (reimpresión de lacd: de ¡895-1903), pp. 309-312; y la novela de PÉREZ GALDÓS, Benito: Trafalgar (cd. de JulioRodríguez Puértolas). Cátedra (Letras Hispánicas), Madrid, 1984 (l.a cd., ¡873), pp. 138, 139,192, 234.

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MARÍA NNE CZISNÍK

facilidad de cumplir lo que se ordenaba. El mayor general fijó la cuestión,expresando que si en aquellas circunstancias, al tener los ingleses de 25 a 30navíos en la boca del puerto, debía preferirse la salida a recibir los ataquesfondeados; hizo varias reflexiones sobre la diferencia de destreza marinera delos que estaban en el mar con sus escuadras desde el año de 1793 y los quellevaban ocho años sin navegar, particularmente a los españoles, que no podíanresponder de su gente de mar, escasa y poco diestra; hizo ver las ventajas quepodrían resultar de una fuerza sutil bien organizada, como había sucedidootras veces; concluyendo con la consideración de que las órdenes superioresno debían obligar sino a lo posible, pues nunca servirían de excusa en el casode un descalabro, que veía seguro si se mandaba levar las anclas. El contralmirante Magón tomó la palabra para refutar al mayor, y en su aceleradarespuesta se expresó poco convenientemente. El delicado y pundonoroso{Dionisio Alcalá] Galiano quiso hacerle retractar de algunas expresiones; seacaloraron los ánimos, y levantándose el general Gravina pidió que se votasesin más discusión si debía o no salir del puerto la escuadra combinada careciendo de una fuerza superior que contrarrestase la desventaja en que se hallaba. La votación resultó a favor de que se debía permanecer fondeados, y en suconsecuencia se mandaron apostar las divisiones de buques menores en lospuestos que antes ocupaban, con las tripulaciones y las guarniciones de laescuadra, y se situaron los navíos en forma conveniente» (2).

El hijo de Dionisio, Antonio, precisa en su Historia de España que «seacaloró la disputa, señaladamente entre Galiano y Magón, y que estuvieron apunto de llevar aquella desavenencia a los términos de un lance particular,siendo ambos de condición irascible» (3). En su obra sobre el combate deTrafalgar, Marliani llegó a afirmar que «pudo temerse un lance de honor»entre Magón y Alcalá Galiano (4)

El propio Marliani ofreció una segunda versión sobre el consejo de guerra,ésta centrada en la figura de don Cosme Damián Churruca. En ella se dice queChurruca protestó de la siguiente manera:

«No apruebo la salida de la escuadra combinada porque está muy avanzadala estación y los barómetros anuncian mal tiempo; no tardaremos en tenervendaval duro y, por mi parte, creo que la escuadra combinada haría mejor laguerra a los ingleses fondeada en Cádiz, que presentando una batalla decisiva.

(2) L0N ROMERO, Eduardo: Trafalgar (papeles de la campaña de 1805). InstituciónFernando el Católico (CSIC), de la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza, 1950, pp. 203,204 cita de «Notas de Escaño, que copia Vargas Ponce en los Apéndices de su Elogio (ff. 173 a178 del manuscrito original del Elogio a Escaño, que se conserva en la Real Academia de laHistoria, est. 20, gr. 6.’, núm. 58) y que publica Quadrado de Roo en los del suyo (pp. 144-145)>’.

(3) ALcALÁ GALIANO, Antonio: Historia de España desde los tiempos primitivos hasta 1amayoría de la reina doña Isabel II, redactada y anotada con arreglo a la que escribió en inglésel doctor Dunham, 7 tomos. Madrid, 1844-1846, p. 72.

(4) MARLIANI: op. cit., p. 284.

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EL CONSEJO DE GUERRA ANTES DEL COMBATE DE TRAFALGAR

Ellos tienen con qué reponer las naves que les destrocemos en un combate;pero ni España ni Francia cuentan con los recursos marítimos de guerra queposee la Inglaterra. Además, el reciente combate sobre cabo Finisterre hahecho ver que la escuadra francesa es espectadora pasiva de las desgracias dela nuestra; sus buques han visto que nos apresaron los navíos San Rafael yFirme, y no hicieron ni un movimiento para represarlos, no pudiendo hacerlolos nuestros por las muchas averías que sufrieron de resultas del encuentro, yme temo mucho que en la acción que vamos a tener suceda otro tanto (...)¿Por qué salir el almirante francés de la bahía de Cádiz? Aquí obligaríamos alos ingleses a sostener un estrecho bloqueo, otro en Cartagena, donde hayarmadas fuerzas navales, y otro también sobre Tolón. Para estos bloqueostendrían que hacer grandes sacrificios; con el sostenimiento de tres escuadrasen un invierno que está próximo, y con las averías que forzosamente han detener, conseguiríamos ventajas equivalentes a un combate. Pero no hay remedio; es preciso obedecer y ser víctima de la política y de los planes de Napoleón.Todo esto lo conoce el almirante francés; pero quiere a toda costa empeñaruna acción, porque sabe que está mal con su Gobierno, y quiere reparar sucrédito antes de la llegada de su relevo, que sabe ha de estar en Cádiz de undía a otro» (5).

Con el fin de analizar la verosimilitud de estas versiones, examinemosprimero el contexto histórico del consejo de guerra y, después, los orígenesuna y otra versión. Al final del artículo se investigará la influencia de lasversiones citadas en el juicio histórico que exime de responsabilidad en laderrota de Trafalgar a los españoles, en general y al general Gravina enespecial.

Las versiones en el contexto histórico del consejo de guerra

Aunque las dos versiones concuerdan en recoger objeciones opuestas porlos representantes españoles contra opiniones de los representantes francesesen el una y otra, se distinguen entre sí en lo que hace referencia al destinatariode tales objeciones. En el caso de Alcalá Galiano la oposición española tansólo se dirige contra un contralmirante francés que disiente de la opinión de su«Mayor», y esta versión muestra que existe consenso entre los españoles y elcomandante en jefe, Villeneuve, y que las discrepancias se dan entre los franceses mismos. La versión centrada en Churruca, en cambio, presenta lasdiscrepancias en términos de un conflicto entre españoles y franceses, decuyas respectivas posturas aparecen como portavoces Churruca y Villeneuve.

Las fuentes históricas existentes no reflejan un conflicto abierto ni entrelos franceses, ni entre franceses y españoles. Al contrario, varias cartas escritas por participantes franceses y españoles muestran que aquéllos veían a losespañoles de la armada como «sumamente leales» y que el mismo Gravina

(5) MARLIANI: op. cit., pp. 286, 287.

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confía en el almirante Villeneuve (6). Éste, en su versión oficial del consejo deguerra, dice que los oficiales franceses y los españoles habían decidido decomún acuerdo no salir, en vista de la fuerza de la armada británica. Pero unosy otros supeditan su decisión a los deseos de Napoleón (7). La única referencia a una cierta desavenencia entre españoles y franceses se encuentra en lasMemorias del Príncipe de la Paz. En ellas Godoy afirma que el jefe de laescuadra española, Gravina, le visitó en Madrid después de la llegada de laescuadra combinada a Cádiz, es decir, dos meses antes del combate deTrafalgar. Godoy narra que Gravina creía que <Villencuve no era el hombrepara el caso». El Príncipe de la Paz declara además que él mismo dijo aGravina que «en breves días sería reemplazado Villeneuve» (8). En estaobra, escrita unos treinta años después de los acontecimientos, Godoy desfigura los hechos. Gravina no fue a Madrid en las semanas que precedieron alcombate, y lejos de dudar de la competencia del almirante francés «elogiabaa Villeneuve» en una carta al ministro de la marina francesa, Decrés, remitida por esas fechas (9).

Los documentos existentes no solamente reflejan el espíritu de cooperación que imperaba entre franceses y españoles antes de Trafalgar, sino quedesmienten la protesta de Churruca en el consejo de guerra y aun su mismaparticipación en éste. Según la lista de participantes, que Villeneuve añadió asu versión oficial, Churruca no asistió al consejo (10). Para mayor inverosimilitud, su supuesta protesta contiene una mención anacrónica. Es imposibleque Churruca, el día 8 de octubre, hubiera podido referirse al relevo de Villeneuve, es más: ni tan siquiera podía tener noticia de él. El mismo comandante en jefe francés no se enteró de que el almirante Rosilly estaba camino deCádiz hasta el día 15 de octubre de 1805, y aun entonces no se había dadocuenta de que el designio del viaje de Rosilly era Rosilly relevarle (II).Finalmente, la versión de la protesta de Churruca es contradictoria con eltexto de una carta que éste escribió a su hermano el día II de octubre de1805. En ella, Churruca no hace ninguna mención de su participación en elconsejo de guerra y, cuando se refiere a éste lo hace en un tenor muy diferente del del propio de una protesta. «Villeneuve hizo —cuenta Churruca— laseñal de prepararnos a dar la vela, sabiendo que las fuerzas enemigas del

(6) ALCAlÁ GALIANO, Pelayo: El combate (le Trq/�zlgar, 2 tomos. Madrid, 1909 y 1930, t.11, pp. 677, 677-679; DE5BRIÉRI:, Edouard: La campagne ¿narifime de /805. Trafalgar (publiésous la direction de la section historique de l’état-major de l’Armée/Librairie Militaire R.Chapelot ct Cje, imprimeurs-éditeurs : Paris, 1907), apéndice, pp. 84, 95.

(7) FERNÁNDEZ DURO: op. cii., pp. 324, 325, cit. de DESDEvISES DU DEZERT, O.: «La Marine espagnole pendant la cainpagne de Trafalgar>’, Revue des Pyrénées, X. Toulouse, 1898.

(8) PRÍNcIPE DE I.A pz: Memorias, 2 tornos. Ediciones Atlas (Biblioteca de Autores Españoles), Madrid, 1956, edición y estudio preliminar de D. Carlos Seco Serrano, t. II, pp. 50, 5].

(9) ALcAI,Á GALIANO, P.: op. ch., t. II, p. 676.(10) DE5DEvISES DU DEZERT: op. ch., p. 40 traducido al español en: FERNÁNDEZ DURO:

op. cii., p. 325; y se refiere a la página: Al,cALÁ GAlIANO, P.: op. cii., t. II, pp. 756, 757.(II) Carta de Villeneuve a Decrés dci día 15 de octubre de 1805, cit. en: AlcALÁ GAliA

NO, P.: 0O. cii., t. II. pp. 792, 793.

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EL CONSEJO DE GUERRA ANTES DEL COMBATE DETRAPALGAR

bloqueo eran muy superiores; sin duda creyó iba encontrar oposición en losespañoles, para echarnos las culpas, pero Gravina dejó burlada su esperanza,y no verificó su bravata; al día siguiente pidió junta de generales españolescon los franceses, manifestó la orden que tenía del eniperador para salir en laprimera oportunidad que se presentase y se decidió que no estábamos en elcaso; parece que el objeto es entrar en el Mediterráneo, pero lo veo muy difícil si los temporales del invierno no dispersan o debilitan las fuerzas enemigas; lo cierto es que nosotros seguimos nuestros preparativos de defensacontra brulotes y toda otra tentativa)> (12).

Este comentario muestra que Churruca se dio cuenta de las dificultades deuna salida, que vio a la escuadra española como preparada para la salida y quenotó que el almirante francés vacilaba. Parece que si los oficiales españolesdisentían de los franceses era más el deseo de irse al mar que por el de quedar-se en puerto.

La protesta de Dionisio Alcalá Galiano no se puede corroborar ni refutarcon ningún documento contemporáneo. De la versión de Villeneuve se puedededucir tan sólo que Alcalá Galiano estuvo presente en el consejo de guerra,pero no se sabe nada acerca de cómo actuó. Los documentos españoles, particularmente la versión oficial de Gravina a Godoy, se han perdido (13). Pelayo Alcalá Galiano, pariente de tres capitanes que tomaron parte en el combate de Trafalgar y sobrino segundo de don Dionisio, desmintió la presuntaprotesta de Churruca, pero no puso en duda la participación de su tío abueloen el consejo de guerra (14). Julián de Zulueta observó que «la idea de unencuentro tempestuoso antes del combate ha tenido tanto atractivo, que laspalabras fuertes de Churiuca (...) están todavía citadas como auténticas». Almismo tiempo, opinó que «parece prácticamente seguro que había cierta diferencia de opinión entre los franceses y los españoles», porque la alianza conFrancia no era bien vista en la España de la época (15). Esta suposición nobasta para verificar la versión sobre la protesta de Alcalá Galiano, especialmente si se tiene en cuenta que la carta de Churruca a su hermano, del II deoctubre de ¡805, refleja más el deseo de hacerse a la mar que el de quedarseen el puerto.

(12) Fi:RNÁND1:z DURO: op. rif. p. 318, 319. quc cita de: ni: S,i.As, 1). J.: Marina españaJa. p. 259.

3) Di:si>i:visi:s ny Dyzi:ier: op. ci., p. 40 traducido al español en: Fi:RNÁND1:z DuRo: 0/).

rif, p. 320: y Ai.cAr.Á GALiANo. P.: op. ci., t. II. pp. 718-725.(14) AlcAlÁ GAlIANo. P.: op. jf, 1, p. 3 (sobre sus versiones dc parentesco): 1. II. pp.

747-760 (sobre el consejo de guerra).1 5) Di: Zu i u i:rA, J u! hin: «Trafalgar — The Span i sh V iew». Marhter ‘5 Minar. u ú ni. 66

(1980). 293-318 pp. 308, 309. «The idea of a ienipestuous niecting before the hattle has had soinuch appeal, that the strong worcls of Churruca (...) are sti II quoted as authenlic (...) Thai iherewas sorne difference of opinion hetween the Freneh and the Spaniards at the ineeling. howevcr,seerns practically eertain».

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Los orígenes de las versiones

Otra manera de evaluar la verosimilitud de las versiones sobre las protestasde Churruca y Alcalá Galiano es la de investigar sus orígenes. Cuando Marliani publicó el texto de la protesta de Churruca, citó como fuente a José Ruizde Apodaca. La versión de la protesta de Alcalá Galiano se sustenta en unasnotas de Antonio de Escaño, las cuales se conocen por la transcripción que deellas, para su elogio, hizo Vargas Ponce (el original de Escaño parece perdido). La versión relativa a Dionisio Alcalá Galiano fue narrada también por suhijo, Antonio Alcalá Galiano. ¿Quiénes eran José Ruiz de Apodaca y Antoniode Escaño, y cuáles eran sus fuentes?

José Ruiz de Apodaca era cuñado de Churruca y durante el combate deTrafalgar había estado a bordo del barco de éste, el San Juan Nepomuceno,pero no participó en el consejo de guerra. Parece extremadamente improbableque Churruca hubiera contado una cosa a su subordinado (sea cuñado o no) yotra a su propio hermano. Además debe sorprender que José Ruiz de Apodacase acordara literalmente de la protesta de Churruca cuarenta años después deformulada ésta, Marliani, en fin, como respuesta a los ataques de un autorfrancés, estaba buscando por entonces material para su libro en defensa delcomportamiento de la Armada española en el combate de Trafalgar.

Antonio de Escaño sí había participado en el consejo de guerra con Dionisio Alcalá Galiano, así que es probable que se acordara de lo que este dijo.Pero sorprende que no lo comentara inmediatamente. En unas cartas escritasen diciembre de 1805 y septiembre de 1806 analiza tanto las tácticas de Villeneuve y de Nelson como los errores de la escuadra combinada, pero en ninguna de ellas menciona que hubiera discrepancias entre españoles y francesesantes del combate (16). En vez de criticar la táctica del comandante en jefefrancés, Escaño achaca la derrota de la línea francoespañola principalmente ala mala formación y juzga que, «en dos escuadras igualmente marineras», laque ataque de la forma en que lo hizo Nelson «debe ser derrotada».

Tanto Ruiz de Apodaca como Escaño tenían razones personales para juzgara sus compañeros de lucha en 1805 de manera diferente unos años más tarde.Un pariente de José Ruiz de Apodaca, Juan Ruiz de Apodaca, «se puso deacuerdo con las autoridades y ataca la escuadra del almirante Rosilly estacionada en el puerto [de Cádiz] (...). El 14 de junio de 1808 (...) se rindió Rosilly,quedando prisionero con todo el personal». Después de esta acción contra losrestos de la escuadra francesa supervivientes del combate de Trafalgar, JuanRuiz de Apodaca fue enviado a Londres «con carácter de ministro plenipotenciario y enviado extraordinario de España» y negoció el «tratado de paz, amistad y alianza ofensiva y defensiva con la Gran Bretaña, que se firmó en enerode 1809» (17). Otro miembro de la familia, Sebastián Ruiz de Apodaca, había

(16) MARUANI: op. cit., pp. 437-439; DE PAULA QUADRADO Y DE-Roo, Francisco: Elogiohistórico de don Antonio Escaño. Real Academia de la Historia, Madrid, 1852, pp. 158-161.

(17) Estas informaciones, como las siguientes sobre diferentes personajes, procedan de: Enciclopedia universal ilustrada europeo americana. 70 tomos. Espasa-Calpe, Madrid, Barcelona, 1930.

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EL CONSEJO DE GUERRA ANTES DEL COMBATE DE TRAFALGAR

sido encarcelado bajo el reinado de Carlos IV y puesto en libertad durante laguerra de la Independencia gracias a la influencia del entonces ministro deMarina, Antonio de Escaño, quien durante la guerra de la Indepencia habíaconvocado las Cortes de Cádiz, que formaban el embrión para un Estado antifrancés. De lo dicho se desprende que, unos años después del combate deTrafalgar, tanto la familia de Ruiz de Apodaca como el mismo Escaño teníanrazones bastantes para ver a sus aliados franceses de 1805 de manera muchomás crítica.

Antonio Alcalá Galiano, hijo del brigadier Dionisio Alcalá Galiano, estabatambién muy interesado en mostrar cómo su padre había protestado contra ladecisión de salir de Cádiz en octubre de 1805. En 1844, Alcalá Galiano tradujo del francés y publicó la Historia del Consulado y del Imperio, de AlphonseThiers, en la cual este autor asevera que los españoles habían sido en granparte responsables de la derrota en el cabo gaditano. Para enderezar estejuicio, Antonio Alcalá Galiano añadió una nota en la cual describió el «pundonor del comandante del Bahama» (su padre, Dionisio Alcalá Galiano), al nomencionar una protesta en el consejo de guerra (18). En su Historia de España, que se empezó a publicar en el mismo 1844, Antonio Alcalá Galianodescribía con más detalle el comportamiento de su padre, por la versión de laprotesta en el consejo de guerra, aludiendo por primera vez a un «lance». Mástarde aplaudió la obra de Marliani, en contra de las acusaciones de Thiers, yanimó a otro autor a publicar su «Carta dirigida al Sr. D. Augusto (sic) Thiers(...) refutando las infundadas e injustas acusaciones que dirige a marinos españoles que combatieron en Trafalgar» (19) En sus Memorias detalló aún más elmotivo de la protesta escribiendo: «A poco estuvo que el desenlace del asuntono se dejara a la fuerza de las armas en duelo singular» (20).

Se puede poner en duda la veracidad de Antonio Alcalá Galiano cuandohabla del peligro de que su padre se hubiera visto envuelto en un «lance» o«duelo». Ante todo porque Escaño no hace mención alguna de tal lance, en suprimera descripción de la protesta de su padre, Antonio Alcalá Galiano añadiÓuna nota en la que decía que éste le refirió lo que había pasado en el consejode guerra y que esto había «quedado muy fijo en la memoria de quien estoescribe, como todo lo relativo a aquella tragedia» (21). No obstante, resultapoco convincente su versión del mismo consejo de guerra, porque AntonioAlcalá Galiano lo cuenta también de Churruca, quien —como hemos vistoeste artículo— no estaba allí (22). Además, la descripción que ofrece de su

(18) Citado en MARUANI: op. cit., p. 304.(19) CREUs, Carlos: Carta dirigida al Sr. D. Augusto fsic] Thiers ... Refrtando las infun

dadas é injustas acusaciones que dirige a marinos españoles que combatieron en Trafalgar.Madrid, M. Rivadeneyra, 1851, pp. 4,5; y ALCALÁ GALIANO, Antonio: Recuerdos de un anciano. Biblioteca de Autores Españoles, vol. 83, nota en pp. 17, 18.

(20) Citado como <(Párrafo comunicado por D. Evaristo de Churruca» de las Memorias deD. Antonio Alcalá Galiano, t. 1, pp. 95 y 97, en FERNÁNDEZ DURO: op. cit, p. 322.

(21) ALCALÁ GALIANO, A.: Historia, p. 71.(22) Vease nota anterior y también ALCALÁ GALIANO, A.: Memorias, en FERNÁNDEZ

DURO: op. ci:., p. 321.

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propio padre y de Magón, a los que describe como «de condicion irascible»,en vez de hacer una referencia del brigadier mismo, parece más corno explicación dc otra persona. A todo esto añáde que, en otra versión del consejo deguerra, Antonio Alcalá Galiano no menciona ni la protesta de su padre ni lapresencia de Churruca, aunque cuenta detalladamente cómo se despidió deaquél antes del combate de Trafalgar (23). Esas incongruencias restan al testimonio de Antonio Alcalá Galiano verosimilitud.

En ambas versiones del consejo de guerra (la relativa a Churruca y latocante a Alcalá Galiano) se pueden encontrar elementos que indican un puntode vista retrospectivo (después de la guerra de la Independencia contra losfranceses). Las versiones sobre la protesta de Dionisio Alcalá Galiano en elconsejo de guerra ofrecen un renato estereotipado, anodino, de los franceses.Antonio Alcalá Galiano describe a Magón como «el impetuoso francés» (24).Escaño los compara «con el calor propio de su nación» en contrate con los«jefes españoles», que actuaron con «la mayor circunspección»; y compara aMagón en particular, quien «se expresó poco convenientemente», con el«delicado y pundonoroso [Dionisio Alcalá] Galiano». En supuesta protesta deChurruca, un acerbo ataque contra los aliados franceses, éstos son descritoscomo pasivos, cuando no cobardes, durante el cornbate del cabo de Finisterre.Tampoco parece verosímil que Churruca hubiera proclamado que no habíamás remedio que «ser víctima de la política y de los planes de Napoleón».

Otro clernento retrospectivo parece ser el pronóstico de una inminentetormenta. En su supuesta protesta, Churruca declara que «los barómetrosanuncian mal tiempo; no tardaremos en tener vendaval duro». Eso parecehacer referencia a la tormenta que se deseneadenó inmediatamente despuésdel combate; pero era imposible prever tal tormenta dos semanas antes, cuando se celebró el consejo de guerra. Es interesante notar que, en su elogio deEscaño, un biógrafo del mismo pretendió que él había propuesto «que se espere a un temporal duro de los propios de la estación» (25), aunque en las cartasde Escaño no se puede encontrar ninguna alusión que avale tal opinión.

Sería útil hacer notar aquí que hay cierta confusión fuera de España encuanto a las fuentes sobre el consejo de guerra. Edouard Desbriére, en su obraLa campagne ;nariti,ne de /805, confundió algunas de las fuentes españolas ysus orígenes. Así, el autor francés piensa que el testimonio de «Ruiz deApodaca, beau-frére de Churruca», narra el altercado entre Dionisio AlcaláGaliano y Magón, aunque trata de la protesta de Churruca (26). Entre losapéndices del mismo libro se encuentra una supuesta carta de Escaño a Enrique Mac Donnell, comandante del navío Rayo, el texto de la nota de Escañoque copió Vargas Ponce; Desbriére declara en una nota que esta carta se

(23) AlcAlÁ GAI.IAo. A.: Recuerdos, p. 13.(24) AlcAlÁ GALIANo, A.: Memorias, cit. por FERNÁNDEz DuRO: op. cii.. p. 322.(25) DE PAuI.A QUADRADO Y DE Roo: 0/). Cii.. p. 32.(26) DEsBRllRE: op. cii., p. 139. que se refiere incorrectamente a Marliani en la misma

página Desbrióre cita de una carta del II de octubre de 1805. publicada en Fernández Duro. p.318. 319. como escrita del Escaño a su hermano, aunque fue escrita de Churruca a su hermano.

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EL CONSEJO DE GUERRA ANTES DEL COMBATE DETRA/ALGAR

encuentra en los (<Archives de la Marine, en Madrid» (27). Pero en el ArchivoGeneral de la Marina, Alvaro de Bazán del Viso del Marqués, en Ciudad Real,no hay vestigio de ella (28). Además parece muy probable que Desbrire haya,de nuevo, confundido sus fuentes. La versión copiada por Vargas Ponce sepublicó por primera vez en una biografía sobre Escaño, apenas unas páginasantes que una carta de Escaño a Mac Donnell (29) No puede convencei; porqueEscaño describe lo sucedido en el consejo de guerra a Mac Donnell, quien tomóparte en dicho consejo. Un influyente historiador inglés, no obstante, cita aDesbriére, argumentando que había más de un hombre con el nombre de MacDonnell en la escuadra española (30) —pero sólo había el comandante del navíoRayo con este nombre, y fue él quien tomó paite en el consejo de guerra. Enresumen, sobre la base de las fuentes extranjeras es posible esclarecer lo quepudo haber sucedido en el consejo de guerra previo al combate de Trafalgar.

Influencia de estas versiones sobre el juicio del combate de Trafalgar

El examen, tanto del contexto histórico del consejo de guerra antes delcombate de Trafalgar como de los orígenes de las versiones sobre el desarrollode este consejo, ha mostrado que no existe una prueba concluyente acerca dela autenticidad de las versiones sobre Churruca y Alcalá Galiano. La versiónsobre Churruca parece un desarrollo retrospectivo sin auténtica base documental, mientras que la que versa sobre Alcalá Galiano tiene un fondo másverosímil, aunque hay muchos argumentos a favor de que se originó tambiéna partir de una interpretación retrospectiva de los acontecimientos. No obstante, dada la falta de una prueba de autenticidad, los hechos recogidos en ambasversiones, no solamente pasaron a integrar algunas narraciones del combatede Trafalgai; (31) sino que también influyeron en la manera en que se juzgóeste acontecimiento.

Se consideraron, mayormente, las protestas como pruebas de que los españoles habrían evitado la catástrofe si hubieran ejercido el mando supremo.Alcalá Galiano y ChuiTuca eran vistos como oficiales honrados que juzgaronla situación correctamente, que podían pronosticar el resultado desastroso, ya

(27) DvsuRii:Ri:: op. cii.. apéndice. pp. 98—lOO.(28) Carta del Jefe del área de referencias de dicho archivo. Fdo. Miguel Angel cje Benito

García a la ¿tu tora cje 1 29 de uct u bit de 2002.(29) DE PAUlA QUADRADO y DE Roo: op. cii.. pp. 44-145 (nora de Escaño sobre el conse

jo de guerra) y 158-159 (carta de Escaño a Macdonnell).(30) CoRrsr:r—r, Julian: lite Ga;npaign ql/SOS: Tra/i,lgar. (London, 1910). pp .359-361(31) Aparte de las obras nombradas en nota l . se puede encontrar la versión sobre Alcalá

Galiano en: Curus: op. cii.. p. 25; Fr:RRRr:R DE Couro. José: Historia (le! combate tiara! deTaflilga,. Precedida (le !a (le! renacimiento (le la marina española durante e! siglo xvi,,. Madrid,1851. p. 123 (Ferrer de Couto incluso dijo que Alcalá Galiano había propuesto un duelo aMagon); CovrE LAcAvI:, Augusto: En los días de 7)falgar. Edición patrocinada por la Excma.Diputación Provincial de Cádiz. Cádiz, 1955. pp. 59-61 y muchas otras obras; y la versión sobreChurruca en: Crr.so GArclA, P. : Horacio Netço,,. Vida y gloriosos hechos (le! gran ahniranteinglér. Narrado a lajur’entud. Editorial Araluce, Barcelona, 1929, p. 119 entre otros.

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MARIANNE CZJSNIK

que tenían el valor de decirlo y el sentido del deber para obedecer finalmentelas órdenes del almirante francés, luchando como héroes hasta el fin —amboscayeron en el combate de Trafalgar—. Así, las versiones contribuyeron significativamente a formar la interpretación de que el combate de Trafalgar fueuna «derrota gloriosa» (32).

Mientras las versiones de las protestas ayudan a dar a la derrota de Trafalgar un cariz honroso, también suscitan la pregunta de quién era el responsablede la derrota. La respuesta más evidente es: el comandante en jefe, Villeneuve,que decidió la salida del puerto el día 19 de octubre de 1805, sin haber convocado antes otro consejo de guerra. Otros autores han visto a Napoleón como elresponsable, porque fue él quien dio la orden de zarpar (33). La búsqueda deculpables llevó a la pregunta de cuál era la conexión de los españoles con losfranceses. Algunos autores condenaron la alianza con la Francia napoleónica yla política exterior de Godoy (34). Otros extendieron su crítica al comportamiento español e incluyeron en su crítica el jefe de la escuadra española,Gravina. Esperaban que él también se hubiera opuesto a los planes francesesde hacer salir la escuadra combinada de Cádiz. Vargas Ponce, de quien proviene la primera mención de una protesta en el consejo de guerra (la nota deEscaño sobre Alcalá Galiano, cuyo original ha desaparecido), condena lapersona de Gravina como «hechura de la corte» y comenta: «Cuando la incorruptible verdad dicte nuestra historia, ella pondrá de manifiesto en el afable,en el oficioso Gravina, una de las causas de la decadencia moral del cuerpo dela Armada» (35). Es preciso recordar que su crítica no se publicó hasta 1962.El primero en publicar una crítica de Gravina fue Benito Pérez Galdós, en1873. Al final de su novela Trafalgat; una de sus protagonistas comenta:«Vamos, que también Gravina, si se hubiera opuesto a la salida de la escuadra,como opinaban Churruca y Alcalá Galiano, habría evitado este desastre queparte el corazón» (36).

(32) Esta descripción del combate de Trafalgar formó incluso parte del título de un libritosobre el famoso combate: T0MAsICH. Enrique: Una derrota gloriosa. Trafalgar. «Lecturaspatrióticas. Glorias de España’>, Madrid, 1898. Otro ejemplo: MARLIANI: op. cii., pp. 323, 440.

(33) Inculpando Villeneuve y Napoleón: Ar.CALÁ GALIANO, A.: Historia, p. 65; inculpando Villeneuve: MARLIANI: Of). cii., pp. 201, 264, 399; CREUs: Op. cit., p. 25; FERRRER DECouTo: op. cii., p. 35: DE PAULA QUADRADO Y nE-ROO: op. cii., 32; y muchos autores desdeentonces: inculpando Napoleón: [ANóN.]:el combate de Trafalgar (1805). Textos basados enmanuscritos y crónicas de la época existe,,tes en el Archivo Histórico y Biblioteca del MuseoNaval de Madrid y Biblioteca Nacional de París. Círculo de Amigos de la historia, Madrid,1972, p. 121.

(34) MARLJANI: op. cii., pp. vii,-xn, 371, 440 (al mismo momento tiene buena opinión deNapoleón, pp. 199, 263); MARcH Y LABOREs, José: Historia de la Marina Real de Españadesde el descubrimiento de las Américas hasta el combate de Trafalgar. 2 tomos, Madrid, [s.nl, 1849, 1854, p. 789-791; y otros autores desde entonces. Esta opinión ha sido popularizadoparticularmente por PÉREZ GALD05: op. cii., pp. 135, 139.

(35) DE VARGAS PoNcE, Joseph: Elogio Histórico de D. Antonio de Escaño. Edición deJulio F. Guillén (la edición no contiene la copia de la versión de Escaño sobre Dionisio AlcaláGaliano), Real Academia de la Historia, Madrid, 1962 (la obra fue escrita en 1816), p. 71(también acusa a Villeneuve, p. 67, y Godoy, p. 72).

(36) PÉREZ GALD05: op. cii., p. 234.

58 REvr5TA DE HIsToRIA NAVAL Núm. SI

EL CONSEJO DE GUERRA ANTES DEL CO/vIDA TE DE TRAFALGAR

Por fin, cien años después del combate, la pregunta de cuál era el alcanceexacto la responsabilidad de Gravina empezó a preocupar a los historiadores.Pelayo Alcalá Galiano acusó al almirante español de no haber insistido lobastante en que se convocara otro consejo de guerra cuando Villeneuve decidió dar la orden de salir de Cádiz, diez días después del consejo que nosocupa. En vez de obedecer la orden de salir, «como comandante de la escuadra española, debía haberse opuesto a secundar la desesperada determinaciónde Villenueve». Pelayo Alcalá Galiano, aunque llega a reconocer que Gravinaactuó motivado por el sacrosancto amor de su patria», concluye que éste pudoy debió evitar el desastre de Trafalgar (37). En 1955, Conte Lacave defendió aGravina, en contra de las acusaciones de Pelayo Alcalá Galiano. Conte insistióen que a Gravina «como a todos, sólo tocaba obedecer las órdenes imperiales», y aceptó implícitamente que había cierta libertad de decidir cuándoejecutar dichas órdenes al discutir la decisión de Villeneuve acerca de cuándosalir. Subraya que Nelson había mandado unos barcos a Gibraltar, lo que debilitó su armada, cuando Villeneuve, el día 18 de octubre de 1805, decidió salirdel puerto. Con el fin de refutar la sugerencia de que Gravina habría podidoproponer otro consejo de guerra, Conte muestra que la afirmación de Escañode que Gravina había propuesto el primer consejo era incierta y que Villeneuve «convocó la Junta o Consejo por su propia iniciativa» (38).

Conclusión

Este artículo ha tratado probar, en sus dos primeras partes, que las versiones de las protestas de Alcalá Galiano y Churruca en el consejo de guerraantes del combate de Trafalgar no se basan en fuentes fidedignas, y que laversión acerca de Churruca no puede ser auténtica. En su tercera parte eltrabajo ha tratado de mostrar, cómo estas versiones han influido en la manerade juzgar la responsabilidad española en el desenlace del combate. En primerlugar, las versiones ayudaron a ver a los franceses como responsables y, mástarde, formaron parte de una discusión sobre la posible culpa de unos españoles, el Gobierno y el jefe de la escuadra española, Gravina.

Una nueva evaluación del combate de Trafalgar debería basarse en unanálisis más preciso de las fuentes. En vez de considerar las versiones de lasprotestas más dramáticas, se debería en cambio tener en cuenta que la situación en Cádiz, en el otoño de 1805, era muy complicada para los altos oficiales de la escuadra combinada. Este artículo sugiere que una discusión másponderada del combate de Trafalgar ayudaría a comprenderlo mejor en todasu complejidad.

(37) ALcALÁ GALIANO, P.: op. cii., t. II, pp. 820, 822, 825, 828.(38) C0NrE LAcAvE op. ciL, pp. 187-224, y particularmente pp. 20!, 203, 205-207.

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MAR1ANNE CZISN/K

Gracias al George Scott Travelling Scholarship de la Facultad de Arte de laUniversidad de Edimburgo he podido viajar a Madrid para investigar las fuentes españolas en las cuales está basado este artículo. Agradezco a AlbertoLena Ordóñez para haberme ayudado lingüísticamente y Augustín GuirneráRavina el haberme facilitado el acceso a los materiales españoles y a laversión española del combate de Trafalgar.

60 REvISTA I)H HIsToRIA NAvAl. Núm. 8!

«PONER EL TÁMESIS EN LLAMAS»:CLAVES INTERPRETATIVAS

DE LA GRAN ARMADACOMO FUERZA ANFIBIA

Pablo DE LA FUENTEH isloriaclor

To set (he Tharnes on fire es una expresión inglesa muy ilustrativa si setiene presente cuál era el objetivo anfibio de la Gran Armada y, por lo tanto,no he podido ahorrármela en el momento de titular este trabajo. Significahacer algo grande o extraordinario, lo cual da contenido a la esencia de lo quefue la empresa de Inglaterra, para la cual Felipe II apresté una imponente flotade guerra que no en vano fue llamada la Gran Armada. Si se juega con latraducción literal se puede llegar a una sugerente hipérbole, ya que precisamente dicho río iba a ser el área en que la abrumadora fuerza bajo el mandode Medina Sidonia debía volcar su potencial anfibio: el Támesis iba a arder.

Este trabajo moriría en su ambición si se propusiera retomar todas lasopciones navales y militares que tanto Felipe II como sus más cercanosasesores barajaron durante dos décadas de conflicto con Inglaterra. Por ellocentrará el principal objetivo en desentrañar cómo se originó y perfilé el plande asalto anfibio, en el que la fuerza al mando de Medina Sidonia tenía unesencial protagonismo que, según mi opinión, no se ha acabado de entender nide ponderarse en su justa medida.

Otro aspecto que pienso analizar es el poso cultural que tuvo la gestaciónde la empresa, destacando el papel del saber histórico como elemento quecontribuyó a madurar el plan de campaña.

El renacimiento de Julio César

Dos décadas cabe remontarse para bosquejar cómo se fraguó la seleccióndel área para el asalto anfibio. Una aplastante suma indiciaria lleva a concluirque fue el duque de Alba el padre del plan de invasión. Si se analiza larelación epistolar de Alba con Felipe II y sus asesores más inmediatos entrefinales de los años sesenta y principios de los setenta, se infiere que los aspectos relativos a los detalles relacionados con la concepción del plan de operaciones es algo que parece que se da por entendido. Aun así, cabe plantearsecuáles son los detalles que parecen definir dicha situación.

Aunque Alba, en ese momento gobernador de los Países Bajos, fue undecidido detractor de la Empresa de Inglaterra, cuando su rey se lo ordena no

Año 2003 RIwlsrA oi HIsI0RIA NAvAl 61

PABLO DE LA FUENTE

por ello dejará de obedecerle y comenzar a perfilar el plan de operaciones (1).Dentro de este aspecto cabe valorar dos cuestiones que se relacionan íntimamente en el planteamiento del problema: el pensamiento militar de Alba y surelación con el Rey Prudente.

Querer entender los primeros planes de invasión de Inglaterra es a la vezintentar comprender el bagaje intelectual de un excelente soldado. Durante elRenacimiento, la Historia, en particular la clásica es contemplada básicamentecomo una fuente ejemplar de enseñanza moral (2). Por lo que atañe a la historia militar y a la validez de su discurso, este puente humanista hacia el mundogrecorromano se aprecia claramente si se toma en consideración un aspectotan determinante como las nuevas aportaciones en el arte de la guerra (3). Sepuede afirmar que Alba era una especie de historiador militarizado quedisfrutaba en sus ratos libres con discusiones de este tipo con sus oficialesadjuntos. Su gusto por la historia militar clásica iba mucho más allá de losaspectos más pragmáticos que se pueden derivar de un mero conocimiento yde su explotación, cayendo en la más profunda admiración los líderesmilitares más importantes de la Antigüedad. Honda fue la impresión que aéste le causó la proclamación de su señor Carlos y como el nuevo Escipión elAfricano tras la conquista de Túnez, en 1535 (4). Sin embargo, si alguna figura histórica compensaba la admiración de Alba ésta es, sin lugar a dudas, la deJulio César. Parece ser que su veneración llegó hasta tal punto que, durantesus campañas en los Países Bajos, el hecho de que asentara su cuartel generalen Keiserlagen, la antigua Castrum Caesaris, fue en buena parte debido a quesu admirado César había hecho lo propio durante su campaña contra losbelgas. A partir de ahf, la analogía con los rebeldes holandeses y zelandesesestá servida. Sin embargo, Alba no sólo tomó en cuenta los aspectos másépicos, ya que también consideró como una seria referencia las experienciasbélicas. Cuando, en una de las fases más críticas de sus campañas en los Países Bajos su enemigo Orange vadeó el Maas, emergió el referente a los problemas durante la Guerra Civil del ejército cesariano frente a Ilerda y lascomplejidades del frente del río Segre (5).

La fscinación de Alba por César fue uno de los factores que condicionaronel plan de invasión. Parece obvio que dicho plan debía sustentarse en lacampaña de César contra los britanos descrita en su obra La guerra de lasGalias (6). La obvia aplicación de la lección cesariana era el paso del ejércitode Flandes y su desembarco en la costa de Kent. La pervivencia de la idea y

(1) MALTBY, William S.: El Gran Duque de Alba. Un siglo de España y Europa. Turner,capítulo 9. Madrid, 1985.

(2) FoNTANA, Josep: Historia: análisis del pasado y proyecto social. Crítica, Barcelona,1982, pp. 41 y 43.

(3) PARKER, Geoffrey: La revolución militar. Las innovaciones militares y el apogeo deOccidente, 1500-1800. Crítica, Barcelona, 1990, pp. 23 y ss.

(4) MALTBY: op. cit., p. 52.(5) Ibídem, capítulo 8.(6) Caesaris Commentarii de Bello Gallico, libro IV, capítulos XX-XXV; y libro V, capí

tulos 1 y V1I1-XXIII.

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«PONER EL TÁMESIS EN LLAMAS»: CIA VES INTERPRETATIVAS...

su asociación historiográfica se hace palpable incluso años más tarde, cuandoBernardino de Escalante no sólo señale en sus informes la costa de Kentcomo una de las opciones de desembarco, aunque no se mostrará muy favorable a ella, sino que además entre en la asociación al describir el objetivo:«Este se llama el puerto Dobra está en la parte de Flandes con el gran castilloy fuerte que hizo Julio César» (7) La historicidad del pensamiento de Albacon respecto al plan militar no hay que justificarlo ante una pobreza de recursos, ya que éste era un líder experimentado en la guerra anfibia: Túnez,Provenza o Argel fueron lecciones que le mostraron los entresijos de este tipode operaciones (8).

En una de las biografías más celebradas del reciente aluvión historiográfico alrededor de la efemérides de la muerte del Rey Prudente se ha venido aincidir en significar la figura del monarca lejana a lo que se podría definircomo un intelectual. Si bien dicho debate nos podría hacer entrar enfarragosas cuestiones de definición, el hecho mismo que Felipe II fuera eldetentador de la biblioteca más numerosa de Europa es un elemento que vienea poner en cuestión dicha afirmación. Si bien en el criterio de Alba ya se hademostrado la influencia del saber histórico en la planificación militar, lagestación de la Empresa es un proyecto que se entrelaza con la intervenciónpersonal del monarca. Sobre la visión historicista como punto de enfoque delplan de invasión, otras fuentes vienen a insistir en aspectos similares. Siendoaún rey de Inglaterra, Felipe pudo adquirir un notable conocimiento de lahistoria militar inglesa, ya que en 1557 un grupo de consejeros militares ingleses le regaló una historia de Inglaterra desde la invasión, precisamente,romana (9). Otro aspecto a analizar es plantearse de qué manera Alba madurala idea y hace de ésta partícipe a su soberano, más cuando en el momento queFelipe II le plantea la invasión, el plan no aparece nada detallado en la documentación del momento (10). Cabe creer firmemente que la idea general delplan ya estaba sólidamente perfilada, tanto en lo relativo a la idea de Albacomo por encima de todo al conocimiento que de la misma pudiera tenerFelipe II. Hay que considerar que existió una perfecta ocasión para ello cuando Alba y Felipe II viajaron a Inglaterra en 1554. Visto el carácter del duque ysu veneración por César, así como el gusto del monarca por la geografía y lahistoria, cabe imaginar como a lo largo de su navegación a través del canal dela Mancha y el río Támesis Alba adquirió un detallado conocimiento del que,con toda probabilidad, hizo partícipe en alguna medida a su señor.

(7) Biblioteca Nacional, manuscrito 5785, folio 168. «Dobra» es identificable con Dover.(8) MALTBy: Op. tU., pp. 54 y 67.(9) RoDRÍGUEz-SALGADo, María José: Un imperio en transición. Carlos V, Felipe II y su

mundo, /551-1559. Crítica. Barcelona, 1992, p. 297. Actualmente trabajo sobre la hipótesis deque la obra aludida probablemente sea la Anglicae historiae, de Virgilio Polidoro, publicada enBasilea en 1534.

(10) CALvAR GR0SS, Jorge, ET AL11: La Batalla del Mar Oceáno. Corpus Documental delas hostilidades entre España en Inglaterra (1568-1604), Madrid, Instituto de Historia yCultura Naval, 1988, volumen 1, documentos 21,22 y 23. Vide también RODRÍGUEZ-SALGADO,María José, ET ALTI: Artnada, 1588-1988, Londres, Penguin Books, p. 13.

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PABLO DE L4 FUENTE

Andando el tiempo, los planes de Alba serán paulatinamente alterados. Pesea ello, algunas de las alternativas parecen seriamente influidas por la idea cesariana. Así, la idea del desembarco en l-Iarwich (Essex) en 1571 parece unareadaptación del plana fin de acomodarlo al impórativo de dar apoyo a larevuelta católica encabezada por el duque de Norfolk (11). La autoría por defecto del proyecto de desembarco en Kent por parte de Alba queda ilustrada por laspropuestas de uno de los principales patrocinadores de la Jornada de Inglaterra,el embajador Guerau de Spes, ya que pese a sus diversas propuestas en Inglaterra e Irlanda, en ninguna alude a Kent como área de desembarco (12).

Pese a estos matices, cabe ___________________________________________considerar la existencia de - --

dos circunstancias primor- , 1-

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dicho proceso. La primera de ‘ ,H ,/ -‘‘‘‘

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en 1582. Aunque el rey / 1 /

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criterio anfibio de la / . t- o-operación en lo relativo a las ....../áreas de desembarco. Otro ________________________________________aspecto, mucho más decisivo

Carta de la zona de los Downs. donde la Gran Arniaciaen lo que se refiere a la con- debía desembarcar. Se pueden apreciar los peligrososfiguración de la base de parti- bancos de arena de Goodwin Sands. (Grace Galleris. Oidda, se perfila en el progresivo MapsofGreai Britain. núm. lis.)incremento del poderío de lamonarquía hispánica en el Atlántico Norte (13). Las campañas navales relacionadas con la anexión de Portugal, en especial la toma de la Tercera, consolidan la capacidad anfibia de la fuerza naval española. Lisboa se convertía enplataforma de la Empresa de Inglaterra.

Aun así, se debe significar que los trabajos preparatorios del marqués deSanta Cruz desde 1583 son una importante alteración de la base de partida dela fuerza, pero tampoco alteran la idea sobre el objetivo de la invasiónterrestre (14). Es más, éste se aplica en el estudio de medios navales, inclusollegando a establecer también las tropas necesarias, pero en modo algunoentra a discutir sobre las áreas de desembarco. Significativo sobre la cuestión

(II) PARKER, Geoffrey: La gran estrategia de Felipe 11. Alianza Editoria. Madrid. 1998.p. 274.

(12) Archivo Histórico Nacional. Órdenes Militares, 1.3512, exp. 29. Sobre las intrigas dciembajador Spes, vide PARKER: La gran estrategia..., véase: op. cii., pp. 264 y ss.

(13) Pi CORRALES, Magdalena de Pazzis: El declive de la marina filipina (/570-1590).Universidad Complutense. Madrid, 1987, pp. 596-669.

(14) FERNÁNDEz Dugo, Cesáreo: La Armada Invencible. Sucesores de Ribadeneyra.Madrid, (884. documento 7.

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«PONER EL 7ÁMESJS EN LL4 MAS»: CLA VES IN7ERPRE7ATIVAg..

es que ese mismo año una interesantfsima comunicación cifrada recoja elanálisis de un surgidero «a cinco millas de Dovre [sic] tirando la vía delNorte.., junto a unos castillos que llaman de Dunas [sic], entre dicho Dovre yZanduych [sic], que es una rada muy honda y capaz de qualquier [sic] armada,donde se puede surgir muy cerca de tierra estando muy seguro de la mar y dela gente dc aquel Reyno [sic] que pretendiesen darle trabajo» (15). Un detalleque concuerda con la lógica del discui-so expuesto es que una clarificadoranota hológrafa del rey en que se manifiesta que «destc avía noticia acá [sitj»,lo que confirmaría que con antelación dicha posible área de desembarco habíasido estudiada. La zona no ofrece dudas, The Downs, entre Dover y Sandwich, Incluso el sector de desembarco se puede concretar gracias a la referencia a los castillos que nos aproxima al área de Deal, flanqueada por su castilloy los Walmer y Sandown (16). Incluso el dctalladLsimo derrotero de MedinaSidonia marca una serie de importantes especificidades sobre «las Dunas, y siquisieres surgir en ellas, surgirás en frente de los fuertes que ay en las 8 ó 9braças, y no vayas a un fondo de 9 braças, porque irás a la Gudina [sic]», enclara referencias a los peligrosos bancos de Goodwin Sands (17),!

Obviamente, la alternativa de Santa Cruz hacía que el rey se plantearadudas con respecto al objetivo original del desembarco, dudas que hacc sabera Alejandro Farnesio en septiembre de 1583, cuando le consulta «si yendo asurgir a las Dunas podrían echar la gente en tierra con brevedad en baxeleschicos y si estos han de yr de acá o si los avrá por allá en Dunquerque,Neuport y Gravelingas, que se presupone que si, y en caso de ser invierno lescargase algún temporal se podrían meter y abrigar seguramente por estascostas o las de Inglaterra, que serán más a propósito» (18). Si hasta esemomento los matices culturales y contextuales sobre la génesis de la invasiónde Inglaterra nos aproximaban al duque de Alba, el criterio expuesto porAlejandro Farnesio a petición del propio Felipe II remacha la cuestión alproponer como objetivo de la Gran Armada el puerto galés de Milford Havcny desmarcarse del proyecto de desembarco en Kent (19).

«Id y abrasad el mundo»

Tal y como ilustra el inicio del soneto que Lope de Vega dedicó a la Jornada de Inglaterra, en la cual participó como soldado, grandes cosas se espera-

(15) CAI.vAR GRoss ET Aui: documento 342. Por desgracia, el documento es anónimo.Véase el fascinante original en el Archivo General de Simancas, estado, cg. 586, ti 46.

(16) Sobre dichas fortificaciones y el precedente cesariano vide CoppA, Alessandra: «LaDescrittione de porti et fortezze del regno d’Inghilterra fatta dal sig.re Filippo Pigafetta gentilhuomo vicentino l’anno 1588 al di’ VI di luglio», 219-23 1, Architeni e ingegne;-i militan ita!jani all’estero dal XV al XVIII recalo. Volunie secando da!! ‘A tlantico al Batuco, Sillabc,Livorno, 1999, páginas 221-223 y 226 nota 18.

(17) Apud Pi C0RRALrs: opere citato, página 1109.(18) CALvAit GR0SS r ui: documento 335.(19) Ibídem, documento 351.

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PABLO DE LA FUENTE

han de la Empresa. Hoy en día existe la línea predominante de análisis historiográfico apunta hacia el carácter irrealizable del plan operativo corno clave delfracaso. Este criterio, según mi modesta opinión, es francamente cuestionable.La concepción de la Empresa de Inglaterra corno operación naval y militar debeser reinterpretada, y ha de serlo a partir de dos cuestiones íntimamente entrelazadas: el carácter de la Gran Armada corno grupo de asalto anfibio y el papeldel Ejército de Flandes como segunda y sucesivas oleadas de invasión (20). Hoyen día se parte de la idea equivocada de que la primera oleada de invasión debíaser liderada por Alejandro Farnesio, duque de Parma, al mando de las tropas delEjército de Flandes destinadas para tal fin, lo cual no es correcto.

Uno de los factores que han nublado el conocimiento han sido los repetidos en-ores de Medina Sidonia motivados por la incompetencia de su jefe deoperaciones, Diego Flores de Valdés. Aunque esta cuestión no es uno de loselementos a analizar exhaustivamente en el presente ti-ahajo, sí cabe entrar enalgunos de los aspectos del plan cuya mala interpretación en pat-te puede serachacada a la equívoca actuación del mando supremo de la Gran Armada. Porejemplo, no ofrece dudas que el refugiar la armada en Calais no sólo fue unadesacertada decisión sino también una clara desobediencia a las explícitasórdenes del rey. en las cuales se manifiesta sin excepción «huir siempre Íde]la costa de Francia y Flandes, por los bajíos y bancos» (21). El criterio regioes determinante cuando a principios de agosto de 1588 se dirige a MedinaSidonia y le precisa el objetivo del desembarco: «La importancia que seríaque os metiésedes y asegurasedes sicj en el mismo río de Londres» (22).Sobre la ejecución de la operación, el almirante general Juan Martínez deRecalde tenía perfectamente asumida la naturaleza de las inequívocasórdenes: «Pasar a las Dunas y de allí asistir y dar la mano a lo que está enDunquerca [sic] y a que pase el ejército del duque de Parma con seguridad»(23). Precisamente, la esennatutaleza esencialmente anfibia de la Gran Armada exótica el alistamiento de galeras. En este contexto, al igual que en otrasexperiencias atlánticas anteriores, la galera, por sus peculiaridades técnicas—tales como el escaso calado o el despliegue de su armamento principal aproa—. asume en este escenario la función de buque de asalto anfibio (24).

(20) La composkión de ambas fuerzas ha sido monográficamente estudiada en dos inagisu-ales trabajos. Con respecto a las tropas dc la Armada, vide GRAcIA RivAs, Manuel: LosTercios de la Gran Atinada (1587-1588). Madrid. Editorial Naval, 1989. Sobre el componentedel Ejército de Flandes que debía constituir las sucesivas oleadas de invasión, vide O’DONNEI.I.y DUQUE DE EsTRADA, Hugo José: La fuerza de desembarco de la Grau Armada contraInglaterra (1588). Su origen, organización y vicisitudes. Madrid, Editorial Naval, t990.

(21) FERNÁNDEZ DURO: O. cit., doc. 94.(22) Ibidem, doc. 161.(23) Ibidem, doc. 140.(24) Sobre precedentes, vide CASADO SOTO, José Luis: Los barcos españoles del siglo XV!

y la Gran Armada de 1588. Madrid, Editorial San Martín, 1988, p. 50. Así como también CEREZO MARTÍNEZ, Ricardo: «La conquista de la isla Tercera», Revista de Historia Naval, núm. 3(1983), 5-45, p. 17. Sobre la suerte de las galeras de la Gran Armada, GRAcIA RIVAS, Manuel:«El motín de la Diana y otras vicisitudes de las galeras participantes en la Jornada de Inglaterra», Revista de Historia Naval, núm. 4 (1984), pp. 33-45, passim.

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«PONER EL TÁMESIS EN LLAMAS»: CIA VES INTERPRETA TJVAS...

Las ventajas estratégicas de un desembarco en la boca del Támesis sonincuestionables. En primer lugar, las fuerzas navales, siguiendo el eje de estavía navegable podían prestar apoyo logístico y cobertura artillera al avance delas fuerzas terrestres. Por otro lado, un desembarco en ese punto dificultaba deforma importante la defensa de Londres por parte del ejército inglés. Laspropias palabras del monarca son ilustrativas del hecho, cuando significa queello «obligará al enemigo a tener dos ejércitos, uno a una parte del río y otro ala otra» y a la vez «hará tener seguro el tránsito de Flandes» (25). La situaciónmilitar de las fuerzas de Isabel Tudor rozaría la desesperación, vistos una seriede imperativos que ofrecen poca discusión. La defensa de la capital londinense a partir del establecimiento de un frente defensivo en profundidadsignificaría dividir las fuerzas en dos, a fin de defender ambas orillas del río,situación que se agravaba dado que el nivel combativo de las tropas inglesasestaba muy por debajo del de los tercios españoles (26). La renuncia a estaopción era tan o más desaconsejable que la anterionnente planteada, ya queLondres, carecía de fortificaciones abaluartadas, era extremadamente vulnerable a un asedio en regla.

Otro aspecto interesante es que Felipe JI expresa que dicha opción favorecería el paso desde Flandes. Sin duda alguna, se infiere de dicha opinión queuna de las opciones de la marina inglesa fuera encerrarse en la boca del Táme.sis, a fin de dificultar la entrada de los barcos españoles. Si bien es cierto quedicha circunstancia podía darse, como contrapartida existía el hecho que las

(25» FERNÁNDEz Duno: opere cUeto, documento 161.(26) MARTIN, Colin y PARKER, Geoffrey: La Gran Armada — 1588, Madrid, Alianza Edito

rial, 1988, capítulo 14.

Castillo de Deal, en el área donde la Armada iba a desembarcar, construido en la primera mitaddel siglo xvi. Aunque era posible artillarlo, técnicamente era una fortificación arcaica si se la

compara con los abaluartados sistemas coetáneos.

Año 2003 REvIsTA DE HISTORIA NAVAL 67

PABLO DELA FUENTE

principales unidades inglesas no podrían impedir el crucc de las tropas deFarnesio, operación ciertamente compleja. Nuevamente Recalde es una válida rcferencia al opinar que serán «necesarios algunos días para esto, pueshabiendo de haber caballería, como se entiende no puede ser en una barcada,y plegue a Dios sea en dos», lo que ilustra lo afirmado anteriormente cuandose ha establecido que serían necesarias varias oleadas para el paso de estastropas (27).

Realmente, del análisis de una serie de factores se puede concluir que lasituación de la marina inglesa no era mucho mejor que la de las fuerzasterrestres, visto el incierto panorama que se cernía. Tanto el pronóstico deFelipe II, que cabe recordar que en una de sus hipótesis operativas apostabapor su posieionamiento defendiendo el estuario del Támesis, como la posiciónque presentó en batalla el grueso de las fuerzas navales inglesas. constantemente a poniente a fin de barloventear a la Gran Armada, a largo plazo lellevaría a una situación de inferioridad táctica. En el primer caso, el combateen un espacio reducido conllevaría la superioridad española, visto el superiorpotencial de su infantería embarcada, mientras que en la segunda las opciones,para poder atacar el paso del ejército de Flandes no eran mucho mayoresfrente a una pantalla de las unidades de Medina Sidonia. Contando con lamejor de las opciones tácticas de las que los ingleses podrían disfrutar, elataque con viento favorable, el panorama no era muy esperanzador, ya queforzosamente las naves de lord Howard debían poner fuera de combate a lasunidades que defendían la pantalla que daba cobertura a la flotilla de navesfluviales que transportaba al ejército de Flandes (28). Si se analiza comoelemento adicional la experiencia de los combates que se dieron en el canal dela Mancha, en los que la efectividad inglesa fue mínima, se aprecia hasta quépunto la situación se podía haber enmarañado para los ingleses.

El tiempo del trueno

Parafraseando el apocalíptico sueño premonitorio de Lucrecia de Leónsobre la suerte de la Gran Armada, la peculiar actuación regia había preparadouna caja de truenos que de haberse desatado habría afectado seriamente elbuen funcionamiento de la cadena jerárquica (29). Ya en un anterior trabajome he referido a Alonso Martínez de Leiva como el hombre para todo de laArmada. Aunque no ostentaba mando orgánico alguno del componente navalni del terrestre —pues no sólo no era capitán general, sino que ni siquiera eraalmirante de ninguna escuadra, y tampoco jefe de tercio alguno, el poder deLeiva era casi omnímodo, pues de hecho era el segundo jefe de la Armada y

(27) FERNÁNDEz DURO: opere citato, documento 140.(28) Sobre la flotilla que debía transportar al ejército de Flandes, vide RIAÑ0 LOZANO,

Fernando: Los medios navales de Alejandro Farnesio, Madrid, Editorial Naval, 1989.(29) Sobre la figura de esta vidente me remito a la fascinante obra de KAGAN, Richard L.:

Los sueños de Lucrecia. Política y profecía en la España del siglo XV!, Madrid. Nerea, 1991,passitn.

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«PONER EL JÁMESIS EN LMMAS»: CLA VES INTERPRETATIVAS...

por orden directa del rey máximo responsable del asalto anfibio (30). Sobreeste último punto, en una instrucción secreta salida del despacho real se manifiesta que «es mi voluntad que cuando saltare la gente a tierra, la saque, tengay lleve a su cargo don Alonso de Leyva [sicj, mi capitán general de lacaballería ligera de Milán, hasta entregarla al duque Ide Parma, AlejandroFarnesiol» (31).

Las lecturas de este documento son jugosísimas. Primeramente, se corrobora una vez más que los tercios de la Oran Armada eran el puño anfibio de lainvasión, la primera oleada de tropas que debía asegurar la cabeza de puentepara el paso sucesivo del Ejército de Flandes al mando de Alejandro Farnesio.Por otro lado, el hecho de que se aluda a Leiva como capitán general de lacaballería ligera de Milán es indicativo de lo dicho sobre su rango orgánico enla Oran Armada. Si Juan Martínez de Rccaldc fue el gran perjudicado por loque se refiere a la reestructuración de hecho de la cadena de mando naval, elgran perjudicado de la veleidad filipina relativa al mando del asalto anfibiofue el maestre de campo general don Francisco de Bobadilla. Objetivamente,Felipe II no tenía razones para dcsplazarlo del mando. Puede afirmarse sinduda alguna que Bobadilla era el máximo experto en guerra anfibia. Su referente más lejano era el asalto de Middleburg y más recientemente había destacado en la campaña de las Azores y, sobre todo, en la toma de la Tercera,donde lideró exitosamente un tercio (32).

Si la figura de Leiva era un injerto en la cadena jerárquica que sin dudacreó malestar, realmente la decisión filipina abría la posibilidad a una serie deriesgos difíciles de asumir y que podrían haber arrastrado a la Gran Armada asu colapso operativo. Ya se ha planteado que una de las opciones previstas esque la marina inglesa intentara bloquear el estuario del Támesis. En elsupuesto de que las fuerzas al mando de Leiva desembarcaran y en esemomento Medina Sidonia, como resultado del combate, fuera baja, la mássurrealista anarquía se habría apoderado de las filas españolas.. ¿Cómo sepensaba advertir a Leiva de que debía asumir el mando? ¿Qué habría sucedidoante esa indecisión momentánea? Pero la situación en tierra abre además otrosinterrogantes. ¿Sería factible su embarque? ¿De qué manera se transmitiría aBobadilla que debía asumir el mando? Parece evidente que incluso una solución positiva a todo este cúmulo de situaciones había supuesto un serioembarazo para una dirección continuada y eficaz de las operaciones.

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PABLO DE LA FUENTE

¿Flavit et dissipati sunt?

Con la interrogación sobre el texto de una célebre medalla inglesaconmemorativa del fiasco hispano quiero introducir las conclusiones de estetrabajo (33). Esta invitación a un fracaso coyuntural, condicionado por lasadversidades meteorológicas, debe ser en buena medida reconducida a partirdel análisis de factores estructurales, algunos de ellos ajenos a las complejidades de la guerra anfibia.

Ha quedado demostrado cómo el plan de campaña fue sometido a unproceso de maduración intelectual en el que existió una profunda raíz culturalque se adecuó a los imperativos del momento. Otro de los objetivos que estctrabajo ha pretendido alcanzar es que no tanto el plan, sino su más que deficiente ejecución aderezada con una manifiesta insubordinación, fue un factorque no sólo en modo alguno ayudó a solventar los problemas opei-ativos, sinoque además fue un elemento determinante en que la Empresa de Inglaterra sediluyera.

Como reto de futuro, uno de los elementos que creo hay que hacer entraren liza es el hecho que los dos líderes más importantes de la Empresa, MedinaSidonia y Farnesio, no tuvieron una participación nada destacablc en laconfección del plan de operaciones. Tan es así, que como causa del fracaso dela empresa la propuesta de este último de desembarcar en Gales fue desoídapor el Rey. Aunque una adecuada valoración de este tema excede de laspretensiones de este trabajo, parece evidente que la muerte tanto de Albacomo de Santa Cruz, las cuales sí tuvieron una directa influencia sobre lacuestión, es un factor que cabe empezar a tener en cuenta en mayor medida.

(33) Dicha pieza numismática aparece en MARTIN y PARMER: op. cit., p. 14.

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DON JUAN ANGEL DE MICHELENAEN EL RÍO DE LA PLATA

Alejandro N. BERTOCCHI MORÁNHistoriador naval

Desde el año de ¡983 hasta la fecha, la REvIsTA DE HIsToRIA NAVAL hapublicado decenas de artículos sobre los procesos históricos que significaronla implosión del Imperio español, abordados en su mayoría, por cierto, desdeuna perspectiva marítima y naval. En este marco tanto las plumas peninsularescomo las de Iberoamérica han establecido una secuencia de causas de lasindependencias americanas que arranca de un hecho: la penetración napoleónica en España y, con ésta, la prisión de la familia real que supone una prolongada guerra por la independencia, que inevitablemente trajo consigo la acefaha de aquel poder central, unificador, que nació con los Austrias.

Para muchos historiadores, nacidos en la vieja España o no, la insurgenciaamericana fue una guerra civil que el paso inexorable de los acontecimientos,y el prolongado lapso de tiempo que duró la intrusión del Corso, condujo a laobtención de una independencia total, consumada en los campos de Ayacucho (1).

Resulta claro que a estos conceptos se les une una larga serie de otrosaditamentos, como el de la notable presencia de la Gran Bretaña en estosprocesos, con esa fuerza gravitacional que tuvo su política en aquellas horas.Wellington, en la Península, codo con codo con los combatientes hispanos,mientras en los mares de América la Marina inglesa jugaba dualmente, sinduda, siguiendo la derrota ya establecida siglos antes por Su Graciosa Majestad.

Entonces, dentro de la historia naval, tuvimos figuras de gran peso en eseproceso señalado. La marina dieciochesca, que tantas glorias había dado aEspaña, pese al desastre de Trafalgar prosiguió en el siglo XIX protagonizandonotables hechos de armas donde la valía y el lucimiento personal no solo sedio al cañón y desde la cubierta de los buques de la Real Armada, sino enterrenos bastante disímiles y lejanos de lo establecido en los cánones de lasacademias navales de la península. Por mar o tierra, en la tregua o en elcombate; pluma en mano o al grito templado del parlamento, el marino español se halló plenamente inmerso en aquella agitación imparable que en apenasdécada y media supuso el final de un imperio donde nunca se ponía el sol.

En el Río de la Plata, uno de los «cuatro focos de reacción realista», queseñala Guillén, destaca en los inicios del proceso independentista la repetidaactuación de varios marinos que, inasequible al desaliento van a destacarse

(1) De los 9.310 hombres que se hallaban a órdenes del virrey La Serna, sólo unos mileran peninsulares.

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ALEJA ,VDRO BERJVCCH/ MORAN

sobremanera, como establecimos anteriormente, en todos los campos donde senecesitará su presencia. Y pasará lo mismo en los otros puntos indicados, noen balde, plenamente marítimos: Puerto Cabello, Veracruz y El Callao. Esque. para que no existan dudas, la España americana cayó casi en la mismaforma que vio su primera luz. dada por los buques del Rey en aquel 1492ahora un tanto lejano. en la defensa cerrada de esa comunicación, de esecordón umbilical marítimo que unía España con sus dominios ultramarios.

«Debo apostillar, para comenzar, que el que todas estas plazas fueran sedesde apostaderos de Marina no es pura casualidad: los oficiales de la Armada, enefecto, por razón de la gran movilidad de su profesión y sus contactos en lapenínsula, estaban más vinculados físicamente a la que ya denominaban losamericanos Madre Patria y. por consiguiente. su modo de pensar tenía que seranálogo a los de Cádiz o a los del Ferrol respecto a obedecer a la Junta Centralde Sevilla. como después a la Regencia. Aunque la larga estancia de las escuadras de Gravina y Mazarredo en Brest en los primeros años del siglo tuvieraalguna influencia en las cámaras de los buques según lo manifiesta AlcaláGaliano, la Real Armada, en su mayoría. continuó fiel a sus esencias tradicionales» (2).

Por ello, el apostadero de Montevideo. según indica Martínez Montero,tuvo enorme influencia en la gestación de una identidad diferenciada, queandancIo el tiempo, conduciría a la aparición del Uruguay independiente.como parte indisoluble de estos hechos que tienen en los marinos que secitan, el factor determinante que sostuvo esta época (3). En el universo delapostadero, Liniers. Bustamante y Guerra, Salazar. Romarate fueron figurasque descuellan en las crónicas de este turbulento tiempo que para el casorioplatense comenzó en las luchas contra los intentos portugueses, de cara aColonia del Sacramento —manzana de discordias ibéricas entre 1680 y1777— y tuvo su cenit en las invasiones inglesas de 1806-1807. hecho dearmas del que resultó la única derrota militar que tuvo Gran Bretaña en todoeste siglo xix. si exceptuamos la primera guerra afgana. Y aquí, en las callesde la Buenos Aires de la Reconquista, en San Fernando de Maldonado y sudefensa numantina y en la Brecha de la «Muy Fiel y Reconquistadora>’, sefi’aguó gran parte de esa admiración popular que rodea a los hombres de laReal Armada, ya que ellos fueron quienes encabezaron esta lucha tan dolorosa para el inglés.

De tal manera, dejando en claro la sugestiva presencia de los marinos enestos procesos reseñados, debemos mencionar someramente a uno de estosoficiales de la Real Armada que tuvo destacada actuación en esa hora: donJuan Angel de Michelena, segundo de cuatro hermanos que siguieron la carrera naval, naturales de Costa Firme que se distinguió largamente en varioshechos de armas acaecidos en este Río de la Plata, adonde arribó en febrero de

(2) Gun.i.ÉN. Julio F., contralmirante: «La independencia del Plata en los papeles delArchivo de Marina». Boletín del Centro Naval N°645. Buenos Aires, Argentina. 1960. p. 452.

(3) MARTÍNEz MoNTERO. Homero. capitdn de fragata: El Apostadero de Montevideo,/776-1814. Instituto Histórico de Marina. Madrid. España. t968.

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DON JUAN ÁNGEL DE MICHELENA EN EL RIO DE LA PLATA

Plano de la ciudad de Montevideo, en 1811. (Archivo del Servicio Histórico Militar.)

1805, en plena guerra con los ingleses, justamente en el marco, que nunca máspodría abandonar mientras permaneciera en estas tierras bañadas «por el ríogrande como mar» (4).

Guillén considera a estos marinos venezolanos representativos de la fortaleza anímica de aquellos oficiales de la Real Armada nacidos en el lar americano. Los Michelena defendieron todo la causa del Rey, por México, TierraFirme, el Plata, Chile y el Perú, «es decir, por todo el amplio teatro de la insurrección; y al terminar la guerra, sólamente entonces, uno regresó a la península, dos se naturalizaron colombianos y el otro se hizo chileno» (5).

El primer hecho destacado en que participa Juan Angel de Michelena eneste Río de la Plata (6) fue la reconquista de Buenos Aires, que se consuma el12 de agosto de 1806. A las órdenes del capitán de navío don Francisco deLiniers, luciendo sus galones de teniente de navío, toca a Michelena mandarla tercera columna que penetra las defensas británicas por la calle de la

(4) PAvÍA, Francisco dc Paula: Galería Biográfica de los Generales de Marina. Madrid.España. p. 34.

(5) GUILLÉN, Julio F.: op. cit. p. 453(6) Michelena, como alférez de navío, se halló en San Vicente, en el Príncipe de Asturias,

bajo cI mando de don José de Córdova.

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ALEJANDRO BERTOCCH1 MORÁN

Catedral (7). Combatiendo fieramente en el nudo central del reducto inglés, laacción culmina cuando las fuerzas españolas irrumpen en la Plaza Mayor, elfinal para los mandados por Beresford.

Su segunda gesta, y sin duda la que alcanzará ffiayor resonancia popular,tuvo lugar en el mes de agosto de 1808, al arribar al Plata las noticias de España: el memorable 2 de mayo, la prisión real, la comedia de Bayona, la lucha yel comienzo del juntismo. Este hecho colocará a Michelena en un agitadocontencioso político, en el medio de la lucha de intereses y poder que sefraguó entre el virrey Liniers y la fría personalidad del coronel FranciscoJavier de Elío; entre la capital platense, la señorial Buenos Aires, y el Montevideo del apostadero; entre dos visiones diferentes del momento tan difícilque vivían las Españas.

Elío sospechaba del francés Liniers tras la venida al Río de la Plata delenviado de Napoleón, el marqués de Sasenay, y por esto, en un rápido procesologró soliviantar a la ciudad de Montevideo y ponerla en franca desobediencia

(7) MARTÍNEz-VALVERDE, Carlos, capitán de navío: Gloriosas Efemérides de la Marinade Guerra Española. Ministerio de Marina. Madrid. España. 1968. p. 152.

Sede del comando del Apostadero de Montevideo, en el casco antiguo de la ciudad. Desde estacasa se regía el Atlántico Sur para España.

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DON JUAN ÁNGEL DE MICHELENA EN EL RÍO DE LA PLATA

a la autoridad virreinal, pidiendo la renuncia del héroe de la Reconquista.Sobre este espacio histórico tan importante para el Uruguay, mucho se haescrito, dado que la memorable Junta del 21 de setiembre de 1808, sancionóno solo la separación entre Montevideo y Buenos Aires, partiendo ese «dualismo inflexible» (8), que originará la creación de dos entidades disímiles aambas bandas del Río, sino que esta Junta de Gobierno montevideana será laprimera manifestación juntista de la América española, la misma que colocó aElfo como el factótum de la posterior guerra civil rioplatense. Fue el preámbulodel25demayode 1810.

Lo cierto es que Liniers, en fecha del 17 de setiembre de estc tremendo añode 1808, procede a destituir al coronel Elfo y a designar para sucederle en sucargo al ya capitán de navío Michelena, a quien entrega pliegos para losrcstantes jefes y autoridades de la guarnición de Montevideo.

El virrey también dispuso que el marino venezolano asumiera la comandancia del Apostadero, contando que con su autoridad se plegaría a sus dictados, cosa en la que se hallaba por demás equivocado. El día 20 de este mes,Michelena desembarca en las costas del Miguelete, o sea, cxtramuros de laplaza, y envía un oficio reservado al capitán de fragata Joaquín Ruiz Huidobro, a la sazón al frente del Apostadero. En dicho oficio apercibía a RuizHuidobro sobre la gravedad de la situación, reclamando el apoyo de la fuerzanaval y de la guarnición, en la creencia de que el ambiente en Montevideo noera en absoluto favorable al francés Liniers.

Al anochecer de ese día, Michelena penetró en la plaza, para dirigirse acontinuación a la casa del administrador de Aduanas, al que solicita que loacompañe al Fuerte donde se hallaba Elío, a lo que aquél se exeusó aduciendorazones de salud (9). Por lo tanto Miehelena hubo de encaminar sus pasos a laresidencia del volcánico coronel, cuyo prestigio entre la población montevideana era notorio. De este modo, no bien la noticia de su presencia se difundió,se hizo inevitable la aparición de las turbas, que le hicieron compañía en sutrayecto hacia el Fuerte al grito de «Viva Elfo!» No se amilanó el marino poreste recibimiento e hizo su entrada en la residencia oficial, donde ¡acrónica deesta hora nos indica el ehoque inevitable entre estas dos personalidades, quediscurre por los caminos de la violencia, en un ambiente plenamente hostil alvenezolano, casi solo en el cumplimiento de su deber.

Los investigadores que estudiaron el tema en nada difieren de lo acontecido en aquel atardecer primaveral entre los pétreos muros del fuerte,hoy malamente desaparecido a causa de la «piqueta fatal del progreso».Martínez Montero recoge los apuntes de un hombre de época vinculado aElfo, el doctor Lucas Obes, quien hace un pormenorizado relato de estemomento:

(8) BLANcO ACEVEDO, Pablo: El gobierno colonial en el Uruguay y los orígenes (le laNacionalidad. Imp. Barreiro y Ramos. Montevideo. Uruguay. Capítulo XVIII. p. 221.

(9) MARTÍNEz MoNTERO, Homero, capitán de fragata: El Apostadero de Montevideo,1776-1814. Instituto Histórico de Marina. Madrid. España. Capítulo V. p. 112.

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ALEJANDRO BERTOCCHI MORÁN

«La aparición de Michelena enMontevideo fue la señal de alarmapara que se desataran las pasiones delos que ya iban saliendo a la plazapara dominarlo todo en un día.Michelena traía órdenes de que hizouso gradual, dirigiéndose primero alJefe de Marina, de quién fue reconocido como gobernador propietario; alCabildo o Municipalidad, que sesometió a seguir el ejemplo de laMarina y luego al mismo gobernadorElío, que sin negarse abiertamente aentregarle el mando y pasar a BuenosAires como se le ordenaba, quiso

El coronel Francisco Javier de Elfo. goberna- hacer algunas observaciones en eldor de Montevideo en 1808 acto; pero Michelena, que había

previsto el lance y dispuso sus movimientos para todas las ocurrencias probables, al tocar ésta tiró de la pistola yamenazó de tal modo al Sr. Elío, que éste se vio obligado a echársele encima abrazo desnudo, de tal suerte que si no desarmó a su adversario, por lo menoslo sacó de su posición, haciéndole caer sobre una silla de su despacho. Elruido de la escena atrajo a los ayudantes del gobernador, que hablaron con loscontendientes y pusieron a Michelena en libertad de regresar al Cabildo eimplorar el auxilio de su autoridad para hacerse reconocer» (10).

»Maltrecho el nuevo gobernador nombrado por el virrey Liniers, aún hizoun último esfuerzo para tomar posesión de su puesto. Del Fuerte, donde tuvierauna acogida tan poco cordial, dirigióse a la casa capitular, donde sabía que elCabildo se hallaba reunido. Más fácil le fue imponer su autoridad, aquí. Losregidores debieron permanecer ante el documento que exhibiera Michelenafirmado por el virrey, por el cual daba término al gobierno interino de Elío ynombraba a su sucesor. El acta se redactó así dejándose constancia de su reconocimiento y suscribiéndola el propio Michelena y los miembros del Cabildo.Pero si este acuerdo llegó a hacerse, los regidores permanecieron en el Cabildoatentos a los sucesos que en esos mismos instantes se desarrollaban en la calle.Un inmenso vocerío llegaba hasta el recinto. La resolución reconociendo aMichelena había trascendido y el pueblo tumultuado y conmovido concurríahasta la casa Consistorial haciendo demostraciones de protesta ante puertas yventanas. Vacilante la autoridad civil sobre la actitud a asumir y permaneciendo aún en la sala de sesiones el capitán Michelena, algunos capitulares seasomaron al exterior para inquirir las causas de la pueblada. Allí oyeron lasvoces de la multitud dispuesta a empeñar cualquier tentativa antes que consentir en la deposición del gobernador Elío, al tiempo que pedían celebración de

(10) Ibídem., op. cit. Notas al Capítulo V. p. 148- 149.

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DON JUAN ÁNGEL DE MICHELENA EN EL RIO DE LA PL4IA

Cabildo Abierto para deliberar sobre tan importante asunto. Los manifestantesya habían concurrido al Fuerte y vivado frenéticamente a Elío. Este había salido al patio de la casa de gobierno y respondiendo a las preguntas que se lehicieron de por qué debería ir a Buenos Aires, contestó: ignoro los motivospero, si tengo delito quiero que se me quite la cabeza en Montevideo; no quieroir a Buenos Aires. Entusiasmado el pueblo, el propósito de la celebración deCabildo Abierto surgió entre todos, aprobado también por Elío. Con esademanda, volvieron los manifestantes hasta el Cabildo y sus miembros prcsionados ante la magnitud del acontecimiento, aceptaron sin dilación la convocatoria de la asamblea para e! día siguiente. Esa noche fue de agitación e intranquilidad. Grupos de exaltados recorrían las calles, victoreando a Elío: “jmueraMichelena! muera el traidor! muera Buenos Aires! ¡Viva nuestro gobernador!” Eran los gritos que se escuchaban salidos de la multitud, que marchabaprecedida de la música de uno de los regimientos. En medio dc la algarada ylas vociferaciones, llegaron los manifestantes hasta el Fuerte, penetrando algunos de ellos al patio donde se encontraba el gobernador depuesto por Liniers.Mientras, el gentío aplaudía delirante y las protestas de adhesión a Elío sesucedían con las exclamaciones de que estaban dispuestos a derramar su sangreantes de permitir su salida, algunos oficiales levantaron a aquél en alto, comenzando a pasearlo triunfalmente. El alboroto fue apaciguado, como palabra deorden para el día siguiente, la celebración de Cabildo Abierto. Aún la columnarecorrería otros .sitios de la ciudad, llegando hasta la casa donde habitaraMichelena, pero éste, avisado del peligro que corría, pudo escapar del entusiasmado público y embarcarse en el puerto, primeramente para la Aguada,siguiendo luego de allí, en su huida a caballo, a Buenos Aires (II).

»A las doce de la noche apareció en las calles otra manifestación másimportante que la anterior. La encabezaban miembros del comercio conhachas encendidas, tras de los cuales iban oficiales de los cuerpos de guarnición. Una banda militar rompía la marcha tocando a paso de ataque. De!Fuerte se dirigió la manifestación, en medio de exclamaciones y vivas, por eltrayecto que conducía a la casa de Oliver, donde era de dominio público queestaba alojado Michelena. Al distinguir la casa, redoblaron los gritos, mientras la banda militar repetía el paso de ataque. Entonces, el capitán donManuel Villamil, de la infantería ligera, propuso a los de igual clase de sucuerpo, Neifre y Ortega, y al del cuerpo del comandante Murgiondo, donJosé Antonio Cano, segregarse de la manifestación para ir en busca deMichelena y avisarle de que su vida corría peligro. Así lo hicieron entrándose en casa de Oliver, donde el huésped esperaba tranquilamente su suerte.Costó algún trabajo decidirle a que los siguiera; pero las insinuaciones deellos, unidas a los ruegos de la señora de la casa, persuadieron a Michelena,quien se trasladó con sus oficiosos acompañantes a casa del capitán donPatricio Baufré. Allí estuvo alojado hasta las cuatro de la mañana. A esa

(II) BLANCO ACEVEDO, Pablo. El gobierno colonial en el Uruguay y los orígenes deleNacionalidad. Imp. Barreiro y Ramos. Montevideo. Uruguay. Capítulo XVIII. p. 221.

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ALEJANDRO BERTOCCH! MORÁN

hora se embarcó hasta la Aguada,donde montó a caballo y sc puso asalvo» (12).

De más está decir que, a su llegada a Buenos Aires, Michelena tuvoque enfrentarse con las acusacionesde una pat-te de la oficialidad de sucuerpo, cosa que quedo zanjada antelas declaraciones expresas de ésteante el Virrey. El relato que haceMichelena y que transcribe MartínezMontero esclarece lo acaecido aquella noche tremenda, cuando se hallabaclaro la posibilidad de un acto criminal: “no accedió el enviado de

El asesor de Marina en Montevideo Lucas -

Obes en 808. Liniers, y a poco y por dos vcccsconsecutivas volvió a hacerse presen

te la turba, cada vez con mayor furor, por lo que, a la segunda vez, subieroncuatro oficiales expresando a Michelena que les había costado mucho trabajocontcncr al pueblo y que si no aprovechaba los instantes de entregarse a ellospara que lo salvaran, corría irremisiblemente peligro su vida. Como el matinono pareciese convencido, la mujer de Oliver se echó a sus pies llorando y lepidió con empeño que mit-ase su vida que era la única prenda cara que teníansobre el suelo su mujer y sus hijos; conmovido con estas razones vino al fin elSr. Michelena a ponerse en mano de los oficiales quienes lo sacaron de la casahacia las tres de la mañana” (13).

Todo este acontecimiento extremadamente importante para el devenir histórico del Río de la Plata, tuvo un especial basamento:el extremado celo de losmontevideanos hacia Buenos Aires, la rivalidad y hasta el odio frente a los«porteños»,eosa muy propia de la mentalidad colectiva de los pueblos ibéricos.En el caso puntual que señalamos, el enfrentamiento de Michelena con Elfo diopábulo a una infinidad de comentarios de los más variado fuera y dentro de losmuros de Montevideo. La pertinaz enemistad entre las fuerzas de la guarnición ylas de la marina, cosa también muy propia de un coto palToquial como Montevideo, tuvo su peso en este asunto, por lo que Miehelena se vio sometido, al menospor poco tiempo, a los dimes y diretes propios de las mentalidades criollas (14).

(12) BAuzA, Francisco: Hi.çto,-ia (lela Dominación española en el Uruguay. BibliotecaArtigas. Colección de Clásicos Uruguayos. Montevideo. Uruguay. 1967. Libro Segundo. p. 207.

(13) MARTÍNEz MONTERo, Homero: op. cit,. Capítulo V., p. 112(14) Martínez Montero en su obra reseñada, en su nota 112, del capítulo V, da luz pública

a un folleto que circuló por las calles de Montevideo, luego del incidente ya señalado, que entreotras cosas expresaba en lenguaje castizo y en claro: «...pasage fue este para e! cuitao Michelena que el miedo de la brebeza de Elfo le hizo temblar, y aún otra cosita peor que se meó en suscalzones; aún otro trabajo muy grande le sucedió también, que en medio de aquel gran aprietoen que se veya, no tubo abilidad para apretarel culo y se dejó salir por él la sustancia del coragede los Marinos». (Sic).

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DON JUAN ÁNGEL DE MICHELENA EN EL RÍO DE LA PLATA

Tras todo esto, para don Juan Ángel de Michelena no habría tregua, pues elservicio de su carrera lo llevaría, al poco tiempo, a pasar una vez más aMontevideo y aun a militar bajo el mando de don Francisco Xavier de Elfo.Así fueron aquellos tiempos que despertaron esta América de sus tres.siglosde hispánica tranquilidad.

La junta bonaerense de 25 de mayo de 1810 supuso para el cuerpo demarina su plena integración en el apostadero de Montevideo, y, con esto, lalucha general por el control de las aguas platenses, único sostén para lacausa del Rey. Miehelena, en el mes de julio de este año, tuvo que enfrentarse a diversas situaciones propias de aquel momento; el desarme delRegimiento de voluntarios del Río de la Plata y el ataque a la Colonia delSacramento, que se hallaba en manos de los insurgentes. Luego pasó aEntre Ríos con una fuerza de caballería a pacificar el vasto territorio, hastaque regresó a Montevideo, solicitados sus servicios por el recientementenombrado virrey del Río de la Plata, su pasado antagonista Elfo, para queoperara con su fuerzas en la ciudad de Mercedes y en la propia Colonia delSacramento.

Además, Miehelena, ahora sí con una cubierta bajo sus pies, se transformóen una pieza indiscutible de la defensa de la causa de Montevideo, ya quetuvo que eneargarse del bloqueo naval de Buenos Aires, sobre el mes de Juniode este año de 1811, el primero de la larga lucha entablada que sólo finalizaráen 1814 con la desaparición del dominio hispánico del Plata.

«Por estos días del año 1811, en el estuario del Río de la Plata seguían lasoperaciones conducentes a dominar el movimiento de emancipación. En ellaslas de Marina tomaban pat-te muy importante: dos días antes, el capitán denavío Juan Angel de Miehelena, con una división naval compuesta por elbergantín Belén, dos balandras bombarderas, dos lanchas cañoneras., unasumaca y dos faluchos armados, había bombardeado el puerto y baterías deBuenos Aires, en manos de los patriotas insurgentes. Para ello tuvo que soportar el denso fuego de los fuertes. Michelena cumplió ese deber, a pesar detener en la plaza a su mujer y a sus hijos. Era un valeroso oficial de Marina,de los que más se distinguieron en América en esta lucha en defensa de laintegridad del imperio» (15).

Tras un breve intervalo en la Península, desde marzo de 1 8 12 hasta exactamente un año después, Michelena debe retornar a las tierras de sus desvelos,pues, además, según consta en los archivos, su mujer e hijos permanecían enBuenos Aires, cosa tan infrecuente que las autoridades, no muy dadas a estetipo de licencias, dejan expresa constancia en las documentaciones de estedetalle tan especial.

Una vez más en el Plata, Miehelena partieipa en todos los pormenores quese viven en una plaza mantenida bajo el más riguroso sitio, hecho que solo esparcialmente amenguado cuando los buques del Rey penetran en el puerto conlos bastimentos necesarios para cambiar la vida de la población. Sobre este

(15) MARTÍNEz-VALvERDE, Carlos, capitán de navío: Gloriosos Efemérides de la Marinade Guerra española. Madrid. España. 1968, p. 110.

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ALEJANDRO BERJVCCH/ MORAN

capítulo montevideano el análisis posee voluminosos estudios de referencia,por lo que la plaza era, en esa hora, la última esperanza para la conservaciónde estos territorios para la causa del Rey.

En este tramo de su carrera. Michelena tuvo escasa protagonismo, pues lasacciones navales acontecidas que fueron decisivas, las acometieron sus colegas más directos: don Jacinto de Romarate, don Joaquín Primo de Rivera ydon Miguel de la Sierra. La nueva escuadra de Buenos Aires, al mando delirlandés Guillermo Brown, en pocos meses consumó la derrota de las fuerzasnavales peninsulares, librando dos encuentros vitales: Marín García, del II al15 de marzo de 1814, y Buceo, del 14 al 17 de mayo de este año.

El desenlace fue, inevitablemente, la capitulación de Montevideo, y junto aeste hecho, merced a lo poco digna conducta del general Carlos de Alvear, quedesconoció la firma de este documento, la prisión para la mayoría de losoficiales del cuerpo de Marina y de la guarnición (16). Y así, Michclcna fueconducido a Buenos Aires, sufriendo las penalidades propias de su condicióny las de ese momento histórico. Se había luchado por más de cuatro años, enuna contienda cuasi fratricida, donde todos habían dejado una huella heroica.

(<El 23 de junio de 1814 se rindió Montevideo por capitulación, la cual nofue cumplida por los insurgentes, y quedó Michelena, como todos los demás deguarnición, prisionero, y por consiguiente fue conducido de Buenos Aires y deallí a varios destinos a cual más penoso, sufriendo todos los peligros, trabajos ymiserias propias de tan desgraciada condición; sufriendo hechos continuos yprolongadas marchas, hasta que por último lo destinaron al depósito de LosBruscos, en el que habiendo enfermado, consiguió a fuerza de representacionespasar al hospital de Buenos Aires, habiéndosele puesto, luego que entró en él,una barra de grillos, la que se quitó bajo fianza. A pesar de las diligencias quepracticó para fugarse, no pudo conseguirlo hasta el 14 de abril de 1820, quearrastrando los inconvenientes y peligros que ofrecía su situación, se trasladó aMontevideo, donde pasó al Janeiro y de allí a Gibraltar, en un bergantín inglés,presentándose en su Departamento el 16 de marzo de 1822» (17).

Hallándose aún en Gibraltar, Michelena envió dos largas cartas al secretariode Marina en las que relataba los pormenores de su estancia en las prisiones deBuenos Aires y hacía comentarios referentes a la situación que se vivía en elRío de la Plata es ese momento. La sola lectura de estas hojas nos sumerge enaquella hora histórica en que se hallaban inmersos los hombres de la RealArmada. La capacidad de sacrificio personal, extensible a sus familias, la abnegación y la entrega constante al servicio, la notoria humildad de carácter deestas gentes no siempre reconocida por los investigadores, hacen que debamosresaltar su talla moral, puesta de manifiesto en su comportamiento, en su servicio profesional y en el cumplimiento a todo trance de sus juramentos.

(16) El almirante Guillermo Brown, al recibir a bordo de su insignia al rendido Vigodetquedó horrorizado ante el comportamiento de Alvear, liberando al gobernador montevideano desus cargas, en caballeresca conducta señalada por la historia.

(17) PAvIA Francisco de Paula: Galería biográfica de los Generales de la Marina.Madrid. España. 1873, p. 34.

80 REVISTA OE HISTORIA NAVAL Núm. 81

DON JUAN ÁNGEL DE MÍCHELENA EN EL RÍO DE LA PÍA TA

«Los que corren allende el océano mudan de cielo, pero no de alma”. Estafrase de Horacio es la más indicada para la visión de esta clase de marinos.Como establecimos al inicio, personalidades como la de don Juan Angel deMichelena —con sus cuarenta y tres años de servicio a España— fueron siempre consecuentes con el juramento que lanzaron al cielo el día que recibieronlos nombramientos de guardiamarinas. Y efectuaron sus tareas tal cual lavimos en este espacio, en aquel lugar donde el servicio dispuso, no importando el porqué, ni los peligros a arrostrar.

El venezolano Michelena, junto al resto de sus camaradas, formó parte deesos treinta y ocho años de existencia del apostadero de Montevideo y comotal perteneció a esta constelación de marinos que, sin saberlo, sirvieron paso apaso, a la concreción particular, que discurre por los caminos de la sociología,de este pueblo a esta banda del Río de la Plata. Por lo tanto, la historiografíauruguaya está en deuda con los hombres de la Real Armada que se hallaron asu servicio en ese lapso de tiempo, en su brevedad tan rico en gloria y sacrificios. Que su ejemplo sea siempre recordado en estas páginas, para que aquellaunidad que durante centurias existió entre España y su América no pietendaser olvidada ante el arrollador avance del presente.

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Carta que el capitán de navío Michelena CflVia al ministro de Marina desde Gibraltar (copia dela original del Museo Don Alvaro de Bazán de la Armada española en el Viso del Marquás.

Ciudad Real).

LA HISTORIA VIVIDA

Amparo SUÁREZ

La reina María Luisa y Trafalgar

La dilatada y numerosa correspondencia —muchas de cuyas cartas seconservan en el Archivo Histórico Nacional— que la reina María Luisa deParma, esposa de Carlos IV, mantuvo con el favorito don Manuel Godoy hasido objeto de documentados análisis o estudios, como los realizados porCarlos Seco. La variopinta temática de estas misivas y el grado de íntimaconfianza entre los corresponsales que parece desprenderse de ellas les otorgan un especial valor historiográfico. Tras la batalla de Trafalgar, y cuando elpaís parece buscar un responsable directo de la catástrofe, la Reina expresa,por una parte, el noble entusiasmo patriótico suscitado por el glorioso combate y, por otra, el recelo por la acogida que en la opinión pública puedan hallarlas noticias del desastre.

María Luisa escribe a Godoy a lo largo de todo el mes de noviembre de1 805, cuando las críticas a la persona del favorito comienzan a destilar unaespecia! hostilidad. La primera de estas cartas, fechada en San Lorenzo de ElEscorial el día 6, expresa la preocupación de la Reina por conocer el verdadero alcance de la tragedia:

«No te devuelvo el resumen de las listas de lo que se ha savido (sic)de los buques de las Esquadras y queremos saber con toda especificación cuando vengan las relaciones ciertas de todo y de todos, por ti,para que poroponiéndonos tú la recompensa a estos éroes (sic) combatientes, pueda el Rey aprobarlo y saberlo todo, pues en eso soy curiosay ambiciosa de leer tus escritos, pues son dignos de ser impresos y noestraño (sic) que tu respuesta en la Gaceta avrá (sic) hecho variar aMadrid de opinión».

La letra —picuda, nerviosa, apresurada— denota la fuerte presión a la queMaría Luisa se ve sometida. El día 7 vuelve a escribir a Godoy:

«Esta noche nos la leído Gil [se refiere al secretario del Despacho deMarina, Gil de Taboada y Lemus] las cartas y noticias de Escaño; quánsensible nos es la muerte de tanta gente y la de tan buenos y valientesvasallos, con especialidad la de Churruca y Galiano que eran de losbuenos oficiales que teníamos; tú, Manuel, con tus aciertos y singularesprovidencias, tan atinadas y precisas, harás que en cuanto podamosqueden premiados el valor y la sangre tan eroicamente (sic) derramada,así como e! valor y honor sin exemplar, a que se han hecho acreedores».

Año 2003 REvIsTA DE Hisl0RIA NAvAl 85

AMPARO SUÁREZ

Como puede verse, la Reina sigue confiando ciegamente en Godoy, apesar de que para éste empiecen a correr malos vientos. La frase «tú,Manuel, con tus aciertos y singulares providencias, tan atinadas y precisas»no deja lugar a dudas sobre el particular. Sin embargo, la falta de noticiasoficiales hacen a María Luisa tomar la pluma nuevamente el día 8:

«Ya deseo ver la Gaceta para ver en ella la carta de Cisneros que medices y tus respuestas y por las noticias que nos van viniendo es unglorioso combate; sólo la pérdida de tanta gente y tan buena es lo sensible y vemos que los ingleses han padecido mucho, lo que no suelentenerlo de costumbre y lo disfrazarán cuanto puedan; mucho deseo verel todo por menor».

La Reina no hace alusión alguna a la muerte de Nelson. Tal vez porque laignora o por hacer buena la frase «y lo disfrazarán cuanto puedan». El quemuestre su ferviente deseo de conocerlo todo «por menor» puede ser indiciode que María Luisa empieza a barruntar la magnitud del desastre, si biennunca perderá la fe en el favorito.

Nuevamente, las noticias que va ofreciendo Gil de Taboada suponen unacicate para el desahogo epistolar de María Luisa. El día 16 vuelve a dirigirsea Godoy:

«Gil nos ha leído un estado o relación de la Esquadra inglesa copiada de la original en Gibraltar por un prisionero nuestro oficial o qué séyo si es marino; él te la remite como le hemos dicho el Rey y yo; veráscómo resultan muy maltratados los tales ingleses y que han tenido unosocho mil muertos y con orden estrecha en Gibraltar no se hable ni enbien ni en mal del combate o pérdidas. ¿Te parecería conveniente,Manuel, se pusiesen en la Gaceta estas noticias? O en capítulo deGibraltar o como quieras; dice el Rey hagas lo que te parezca. A mí meparecía conveniente supiesen los nuestros, y todos sus descalabros, perotú sabrás lo que sea más del caso».

La dejación e indolencia de Carlos IV y su abandono a los manejos delfavorito con su cónyuge es de una irresponsabilidad consciente: «Dice el Reyhagas lo que te parezca». Y de inmediato María Luisa expresa una opinión,aunque como siempre sometida al criterio de Godoy. No quedará con ellointerrumpida la correspondencia, pues el día 19 vuelve a escribir al favorito:

«Mucho nos debe consolar y animar a todos la bizarría de nuestraoficialidad y tropa, dicho por los mismos ingleses que no son lisonjeadores para con sus enemigos y saven (sic) ocultar sus faltas y desgracias. Ha buelto (sic) a renacer en nuestros Españoles su valor, y esto telo debemos a ti, amigo Manuel, el que tú les infundistes, entusiasmándolos, y con ese ánimo continuarán».

86 REvIsTA DE HIsTORIA NAVAL Núm. 81

LA HISTORIA VIVIDA

En este párrafo, la subjetividad de la Reina rebasa todo límite. Atribuir aGodoy el renacer del valor de los españoles es una absoluta falta de delicadeza, y tal disparate sólo puede surgir de una mente alucinada, totalmente obnubilada por las supuestas cualidades del favorito, entre las cuales, por cierto, noserá la del valor la más destacada, como habrá de evidenciarlo después elmotín de Aranjuez, cuando Godoy sea apresado... escondido debajo de unaalfombra.

Finalmente, el 22 del mismo mes de noviembre la Reina vuelve a dirigirsea Godoy con propuestas concretas como mensajera del Rey:

«De cuanta complacencia y ternura nos sirve el contento que nosdices demuestran los agraciados de estos últimos combates y la bizarríade estos dos oficiales [sin especificar] la que sólo se halla en el corazónespañol y dice el Rey que según embíes (sic) las listas y propuestas paraagraciar a los que tan justamente propones, lo hará muy gustoso».

María Luisa de Parma, reina de España por su matrimonio con Carlos IV,ha tenido numerosos biógrafos, la mayor parte de ellos severamente críticos.No es nuestra misión analizar las influencias que Godoy pudo ejercer sobreella, pero sí esbozar, a través dé estos párrafos espigados, el servilismo ysumisión coyuntural ante un trágico acontecimiento que conmovió a toda unanación.

Año 2003 REvIsTA DE HISTORIA NAVAL 87

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DOCUMENTO

Instruccción que se dio por el presidente y oidores de la Real Audienciade México, el 1 de septiembre de 1564, a Miguel López de Legazpi,gobernador y general nombrado por Su Majestad para el descubrimiento de las islas de Poniente.

Se trata de la «orden de operaciones» emitida por la Audiencia de Méxicopara la expedición de conquista y colonización de las denominadas islas dePoniente. El virrey de Nueva España, Luis de Velasco, organizador del viaje,había fallecido en julio sin haber finalizado la construcción de la armada; yaunque había dejado redactado un borrador de la Instrucción, siguiendo losconsejos de fray Andrés de Urdaneta, éste no era definitivo, pues Velascohabía dejado abierta la posibilidad de corregirlo. Los miembros de la RealAudiencia aprovecharon esta circunstancia para cambiar la derrota prevista,atendiendo a los consejos del anciano capitán y piloto Juan Pablo Carrión, quehabía estado en las Malucas. Este recomendó seguir una derrota directa hastalas Filipinas, en lugar de hacer escala en Nueva Guinea, y, una vez exploradas, remontar hacia el Norte, hacer rumbo a las tierras vistas por Cabrillo en laalta California y ver si había algún paso hacia el Atlántico, como hizo Urdaneta. Por eso hicieron jurar a Legazpi que mantendría en secreto el nuevo itinerario hasta hallarse a 300 leguas de Puerto Navidad, para evitar que Urdanetase quedara en tierra, por no hacer caso de sus recomendaciones y, por otrolado, obedecer a Felipe II sobre su presencia en la expedición.

En la Instrucción se recomendaba dispensar buen trato a los naturales yganarse su amistad, así como indagar en sus modos de vida, religión, comercio, relaciones con otros pueblos, calidad de sus puertos, precio de sus mercaderías, compra de especias, posibilidad de fundar poblaciones, rescate denáufragos españoles de otras expediciones, estudio de derrotas, vientos ycorrientes y, al mismo tiempo, se encargaba a los expedicionarios guardarsecreto hasta su regreso a Nueva España. En resumen, una maravilla de documento, que pone en cuestión las opiniones tan en boga de que los conquistadores se movían únicamente por el interés personal.

Por la extensión del documento, sólo se incluye una pequeña muestra,comprensiva de los folios considerados más interesantes.

26 folios—Copiados del legajo 2.° de «Papeles tocantes a las Islas deMaluco y Filipinas», en el Archivo General de Indias, entre los pápeles llevados de Simancas.—Confrontado.

1793 diciembre 5. NAV. XVII, fi 31, doc. 4.° (Colección de documentos deFernández de Navarrete.)

Año 2003 REVISTA DE HIsroRIA NAVAL 89

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La REVISTA DE HISTORIA NAVAL es una publicación periódica trimestral del Ministerio de Defensa, publicada por el Instituto de Historia yCultura Naval, centro radicado en el Cuartel General de la Armada enMadrid, cuyo primer número salió en el mes de julio de 1983. Recogey difunde principalmente los trabajos promovidos por el Instituto yrealizados para él, procediendo a su difusión por círculos concéntricos,que abarcan todo el ámbito de la Armada, de otras armadas extranjeras,de la Universidad y de otras instituciones culturales y científicas,nacionales y extranjeras. Los autores provienen de la misma Armada,de las cátedras de especialidades técnicas y de las ciencias más heterogéneas.

La REvIsTA DE HISTORIA NAVAL nació pues de una necesidad quejustificaba de algún modo la misión del Instituto. Y con unos objetivosmuy claros, ser «el instrumento para, en el seno de la Armada, fomentar la conciencia marítima nacional y el culto a nuestras tradiciones».Por ello, el Instituto tiene el doble carácter de centro de estudios documentales y de investigación histórica y de servicio de difusión cultural.

El Instituto pretende cuidar con el mayor empeño la difusión denuestra historia militar, especialmente la naval —marítima si se quieredar mayor amplitud al término—, en los aspectos que convenga para elmejor conocimiento de la Armada y de cuantas disciplinas teóricas yprácticas conforman el arte militar.

Consecuentemente la REVISTA acoge no solamente a todo el personal de la Armada española, militar y civil, sino también al de las otrasMarinas, mercante, pesquera y deportiva. Asimismo recoge trabajos deestudiosos militares y civiles, nacionales y extranjeros.

Con este propósito se invita a colaborar a cuantos escritores, españoles y extranjeros, civiles y militares, gusten, por profesión o afición,tratar sobre temas de historia militar, en la seguridad de que serán muygustosamente recibidos siempre que reúnan unos requisitos mínimos decorrección literaria, erudición y originalidad fundamentados en reconocidas fuentes documentales o bibliográficas.

LA HISTORIA MARÍTIMAEN EL MUNDO

José Antonio OCAM PO

La batalla de Trafalgar: síntesis bibliográfica (IX)

En francés, continuación.

Archivos Nacionales de Francia. 60 rue des Franes-Bourgeois. 75004París.

TiiIRY. Jean: Napoleón Bonaparte: U/ni, Trufo/go,: Auster/itz..—Ed. Berger—Levault, 1962, 392 pp. 8°, Pl.. Map.. Jlust. NS. 29149. En las páginas 374y 375 contiene:

TraflulgarBP BB4 235 p. 2. Evénements généraux; lignes de bateaux. Posi

tión des arrnées. Rapports d’ensemhle.p. 132. Etat des tués et hlessés.

BB4 236 p. 4. Convocatión du Conseil d’enqu6te (Dunianoir).p. 40. Procés-membres du Conseil. Procés-verbaux

des séances (14 sept.-29 dcc. 1810).p. 102. Rapport á l’Empereur.p. 113. Etats des officiers embarqués.p. 135. Rapport i l’Empereur (9 janvier 1810).p. 139. Décret de convocation (tu Conseil de guerre

pour juger Dumanoir.p. 148. Affaire du cap Ortegal. Défense de Dumanoir.p. 157. Jugement.p. 167. Extraits dejournaux 1805-1810.p. 174. Résultats de l’enquéte (5 janvier 1010).

BB4 237 p. 12. Lettrcs de l’amiral Villenueve (15 novembre1805-6 janvier 1806).Copie d’une autre sansdate.

p. 34. 4 piéces du contra-amiral Dumanoire (25brumaire an XIV). Plan (lO piéces). Rapports30 septembre 1 809.

p. 72. Lettres du ministre de la Marine It Dunianoire.Rapports des capitaines de vaisseaux:

p. 76. l3ucentaure. cap. Magendic.p. lO 1 . Neptune, cap. Maistralp. 109. Fonnidable, cap. Le Tellier.p. liS. Intrépide. cap. Infernet.

Año 2003 REvisTA OF HIsTORIA N,sv,si. 03

JosÉ ANTONIO OCA A//PO

p. 122. Seipion. cap. Béranger.p. 128. A ççonaiue. cap. Eprn.p.245. Rapport de 1 ‘adj udant général com mandant

1 ‘escadre Prigny.p. 262. .lournaux et rapports les 20 et 22 septembre.

BBA 234 p. 277. Journal du cap. Jugam. commandant la Théniis.p. 284. Rapporta du cap. de 1’Agus.p. 303. fvl. Contamine. major général de l’armée expé

d it ionnai re.p. 354. Dernier ordre de Nelson avant l’cngagement.

BB4 1015 Rappor Bonnet de 1813.

Bihliotheque de 1’ lnstitut de France. Palais de 1’ Institut. 23. quais de Conti.75006 París.

DIsnIuíRvs. E.: Trafálgai: La cwnpagiie ¿naritime de /805. (Desbriéres fuejefe de escuadrón de la caballería helvética, jefe de la sección histórica delEstado Mayor del Ejército. París.) Ed. R. Chapelot y Cía. París. 1907.8.° NS 3270 bis.

JURIEN DE lA GRAVILRE, E. (vicealmirante): Guerres inajitinies sous la répa—bUque CI / ‘enipire. (Contiene los gráficos de las batallas navales de caboSan Vicente. Abukir, de Copenhague. de Trafalgar. y una carta del Sundgrabada por A. H. Dufour.) 4.” cd., París. 1865. Dos vol., 8.° XLLLL K°’>.

DlsDEv1cLs DU DlzIRr, O.: <(La marine espagnole pendant la campagne deTrafalgar». en Revue des Pvrénées. 1898. 8°. N. S. Br. 691 KK.

HIriR5EMANN. Karl W.: (Son manuscritos franceses, escritos en lengua francesa, que tratan de la navegación, los combates navales, la piratería. la tratade esclavos, de América. India, Australia. del comercio, de las compañías.de las colonias, de la batalla de Trafalgar y de Napoleón: aluden a Trafalgar especialmente en el Prólogo y en la página 24 «Una versión francesacontemporánea de la batalla de Trafalgar»). Puestos a la venta por Hiersemann en Leipzig en 1930. El Prologo dice: «Entre estos pocos manuscritosde fecha moderna, la colección contiene gran cantidad de notas de pruebasdocumentales de las plumas de dos historiadores y geógrafos francesessobresalientes: MM. Gabriel Marcel y Pierre Margry» «Son de particularinterés e importancia los relacionados con Napoleón y la batalla de Trafalgal”>. En la página 24. en el apartado Una versión francesa conte#npordneade la batalla de Trafalgar, se dice que «Este manuscrito es del mayor interés y su segunda parte contiene una narración extensa y detallada de labatalla de Trafalgar hecha por el capitán de navío Philibert, francés, quientomó parte activa en el acontecimiento como ayudante del contralmiranteMagon de Médine». La narración ocupa unas 50 páginas tamaño folio eincluye también algunos informes hechos por otros buques franceses quetomaron parte en el combate. 8°. N. 5. Br., 509 AAA.

104 REvIsTA DE HISiORIA NAvAl. Núm. 81

LA HISTORIA MARÍTIMA EN EL MUNDO

THOMAzY, A.: Trafó/gai: Payot, París, 1932. 8.°, N. S.20080.FUGIER, A.: Napoleón e! l’Espagne, 1779-1801. Dos tomos, Alcan, París,

1930. 8.0, N. 5. 18615.GEIFRR0Y DE GRANDMAI50N, C. A.: L’Espagne el Napo/eo;i, tomo 1, 1804-

1809; tomo II, 1809-1811, tomo III, 1812-1814; Plon, París, 1908-1925.8°, N. 5. 9085. 2.0 ex N. 5. 16760.

Archivos de la Guerra

Palais de la Reine, Cháteau de Vincennes.

CI Del a35.C2 8,9, 13, ¡4, 15, 17, 221, 222,240, 279, 384, 633, 641,72-313.C2 Situación y registros diversos Cl’7 50.

Otras fuentes

C}-iAussolS, R.: «Les grandes batailles navales de l’Histoire». en Historania,ed. especial, número 7.

DESBRIRE, E.: Le blocus de Brest de 1793(1 /805. 1 vol., 4.° hol., París, 1902.BCM 2992.

DE5DEvIsES Dii DESERT, G.: «La Marine espagnola pendant la campagne deTrafalgar», en Revue des Pyrénées, tomo X, Toulouse, 1889.

LAcHEzE, Henri: «Trafalgar», en La Revue Mariti,ne, núm. 460, de 2001,pp. 107-115. Se trata de una conferencia dada por Henri Lachze en larama aquitana de la Real Asociación Naval, el 18 de octubre de 2000.

GuERIN, León: Histoire Maríti,ne de France. 6 vol., 4°, hol., París, 1852.BMC 5289-94.

NicoLÁs, L.: La puissance navale dans l’histoire, por L. Nicolás, R. Belot,André Reussner. Editions Maritimes et Coloniales, 3 vol., 24 cm, map.París, 1958-1963. Tiene un prefacio de M. André Reussner de la Academiede Marine. En el tomo 1, Du Moyen Age a 1815, el capítulo II trata sobre<(Napoleón y la Marina», y dedica las páginas 339-350 al combate deTrafalgar, con un gráfico de la derrota seguida y un esquema del combate.Esta obra fue distinguida por la Academia de Ciencias Morales y Políticas(Premio Joseph du Teil, 1964). BMN-8353-8355.

NAvARIN: Histoire des combats d’Aboukin de Trafalgai de Lissa, du cab Finisterre e! de plusieurs otres batailles navales, depuis /79... jusqu’en 1813,suivie de la relalion dii combat de..., 1 vol., 4°, hol. París 1829. BMN 7287.

Victoires, conquéles, revers el guerres civiles des Français de 1792 a 18/5.27 tomos, Ed. en París, 1821. BMC-BC. 6844-6851. De los 27 vol., laBiblioteca Central de Marina, solo tiene ocho (l-II-V-XII1-XV-XVI-XVII-XVIII).

Año 2003 REvISTA DE HISTORIA NAVAL 05

ÍNDICESDE LA REVISTA DE HISTORIA NAVAL

Están a la venta los ÍNDICES de los cincuenta primeros númerosde la REVISTA DE HISTORIANAVAt, cuyo contenido es el quesigue:

• Introducción (estudio históricoy estadístico).

• Currículos de autores. • Indices de los números 1 al 50.• Artículos clasificados por

orden alfabéticos.

• Indice de materias.• Indice de la sección La histo

ria vivida.• Indice de la sección Docu

mentas.• Indice de la sección La Histó

ria Marítima en el mundo.• Indice de la sección Recen

_______________________ siones.• Índice de ilustraciones.

Un volumen extraordinario de 296 páginas, del mismo formato que laREVISTA, se vende al precio de 6 euros (IVA incluido) más gastos de envíosi se pide por correo.Se puede adquirir en los siguientes puntos de venta:

Instituto de Historia y Cultura Naval

Juan de Meha, 1, l.°. 28071 MADRID. Fax: 91 3795945

Servicio de Publicaciones de la Armada

Montalbán, 2. 28071 MADRID. Fax: 91 3795041

Museo Naval

Juan de Mena, 1, 28071 MADRID. Fax: 91 3795056. Venta directa.

1REVISTA

DEHISTORIA NAVAL

ÍNDICES DE LOS CINCUENTAPRIMEROS NÚMEROS

1

AÑO XIV 199’ Nsero Exirs

1}JSITIVTO DE HISTORIA Y CVLT*JRA NAVALARMADA ESPAÑOLA

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NÚMERO exTaAoRoINARzo

INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

NOTICIAS GENERALESXXIX Congreso Internacional de Historia Militar. Bucarest, Rumanía

Organizado por el Instituto de Estudios Políticos de Defensa e HistoriaMilitar, que dirige el brigadier general Mihail E. lonescu, y por la ComisiónRumana de Historia Militai; presidida por el coronel Petre Otu, durante losdías lO al 16 del próximo mes de agosto de 2003 se celebrará en Bucarest elXXIX Congreso Internacional de Historia Militar cuyo tema central será«Guerra, Milicia y Media desde Gutenberg hasta hoy». El debate contemplarálas relaciones entre el factor militar y los media durante los últimos cinco días.

Se han cursado invitaciones para proponer temas a todos los sectores de lacomunidad de estudiosos internacional. Los organizadores esperan que loseditores rumanos de libros puedan ofrecer su producción más reciente y representativa (libros, colecciones de documentos, revistas...) en beneficio de losparticipantes. Asimismo se sugiere que los delegados de las comisiones nacionales lleven consigo las obras más representativas de Historia Militar (libros,colecciones de documentos, álbumes...) publicadas en sus respectivos países.Los organizadoes tratarán de exponerlas durante el congreso.

El programa contempla tres amplios aspectos del tema general:

«La guerra y los media»:

— Las guerras y sus media de apoyo (instituciones, medios...).— Los media y la preparación de la guerra (motivación del personal civil

y de la opinión pública en cuanto a los objetivos perseguidos).— El papel de los media en la conducción de la guerra:

• La propaganda de guerra (blanco contra negro.• Los corresponsales de guerra.• La censura de gueçra.

— Las consecuencias de la guerra y de los media:

• Los media y las lecciones aprendidas de la guerra.• La guerra en la Literatura, las Artes y el Cine.

«Los media y el desarrollo del factor militar»:

— El papel de los media en la promoción de las ideas de guerra en lasociedad.

— Los media y las revoluciones en el ámbito militar.— Los media y las relaciones civil-militar.— Los media y las operaciones distintas de la guerra.

Año 2003 RIvI5TA )I HISTORIA NAVA!. 107

NOTiCIAS GENERALES

— Los media militares.— Los media civiles y los media militares.

«La nueva era de la información y su impacto sobre la guerra»:

— Las nuevas tecnologías de la información y la guerra.— Guerras reales y guerras de los media.— Guerra sicológica.— El reto de internet.

Las sesiones principales del Congreso se desarrollarán en una sesiónacadémica, lo que asegurará que cada comisión nacional de historia militarpueda presentar dos ponencias. Asimismo se pueden presentar propuestasadicionales para las sesiones que se organicen fuera de las principales. Lostrabajos presentados para estas sesiones complementarias se basarán en lostemas ya enunciados. De acuerdo con estas propuestas, los organizadores facilitarán área de trabajo y mesas redondas durante el Congreso.

Para más información, dirigirse a:

Sta. Corma Zavate.6, Constantín Mille Street, Sector 1, zip 707011.Bucarest, Rumanía.Teléfono: 0040-21-315.17.00. Fax: 0040-21-411.22.01.Internet: http//www.ispaim.roCorreo electrónico: [email protected]; [email protected].

Cielo de conferencias en el Instituto de Historia y Cultura Militar.Madrid, España

Organizado por el Instituto de Historia y Cultura Militar, durante los díasdel 13 al 20 y del 16 al 23 del próximo mes de octubre de 2003, se celebraráun ciclo de conferencias sobre el tema central «Patria, Nación, Estado (de laantigüedad al siglo xx)».

El ciclo será dividido en cuatro partes correspondientes a las edades Antigua, Media, Moderna y Contemporánea, que correrán a cargo de prestigiososy conocidos historiadores civiles y militares.

La Edad Antigua correrá a cargo de Carlos García Gual, catedrático deFilología Griega de la Facultad de Filología de la Universidad Complutensede Madrid.

La Edad Media tiene su ponente en Miguel Angel Ladero Quesada, académico de la Real de la Historia y catedrático de Historia Medieval de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, quienpronunciará la conferencia «Patria, Nación y Estado en la Edad Media».

108 REvISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 81

NOTICIAS GENERALES

A la Edad Moderna se le decicarán dos conferencias:

— Luis Ribot, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Valladolid, «Tocará sentimientos y conceptos no jurídicos».

— «Derecho, Estado y Patria en la España moderna», por José ManuelPérez Prendes, catedrático de Historia del Derecho y director del Instituto de Metodología de la Facultad de Derecho de la UniversidadComplutense de Madrid.

A la Edad Contemporánea se le dedican cuatro conferencias:

— «La mentalidad patriótica militar del español contemporáneo», porMiguel Alonso Baquer, general de Infantería, doctor en Historia, AsesorHistórico del Instituto Español de Estudios Estratégicos.

— «Ejércitos y Sociedad; interrelaciones e influencias (siglos XIX y xx)»,por José Luis Abellán-García González, catedrático de Hermenéutica yFilosofía de la Historia de la Facultad de Filosofía de la UniversidadComplutense de Madrid. Presidente del Ateneo de Madrid.

— «Estado, Nación y Patria en el lenguaje jurídico político del xix», porFrancisco Javier Fernández Sebastián, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Pública Vasca.

— «Nacionalismo y patriotismo en la España del xx», por Benigno PendásGarcía, letrado de la Cortes y Profesor de Historia de las Ideas de laFacultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense deMadrid.

Esta es toda la información de que disponemos a la hora de enviar estenúmero a la imprenta.

Para más información, dirigirse a:

Instituto de Historia y Cultura Militar.Mártires de Alcalá, 928015 Madrid.Teléfono: 91 5470300/08709. Fax: 91 5594371

El proyecto europeo «La navegación del saber» (Navsav)

La Unión Europea, a través del programa EuroMed Heritagell, ha adoptado el proyecto europeo «La Navegación del Saber» (NavSav) que dirige elInstituto Mediterráneo de la Universidad de Malta y coordina la UNESCO.Han firmado el contrato la Comisión europea y el socio principal. Así que elproyecto está en vigor desde el 2 de abril de 2002 y tendrá una duración detres años.

El proyecto tiene como objetivo principal la elaboración de una relación deastilleros históricos del Mediterráneo para convertir este patrimonio en un

Año 2003 REvISTA DE HISTORIA NAVAL 109

NOTICIAS GENERA LES

espacio de diálogo y de paz. El Museo Marítimo de Barcelona coordinará unode los seis subproyectos que forman el «Navsav>,. Se trata de la organizaciónde cursos de formación sobre la restauración de naves, que se darán en Barcelona, Villefranche-sur-Mer, Alger, Cartago, La Valetta y Chipre.

Paralelamente, el Museo Marítimo de Barcelona participará también en lacreación de una base de datos referentes a la construcción naval, para reforzaralgunos de los otros proyectos, basada en la constitución de un servicio de información multimedia que permita el intercambio de conocimientos en este campo.

Recogemos la noticia de la publicación «Aspectes del Museu Marítim,núm. 8, de junio-septiembre de 2002, por considerarla interesante para losinvestigadores navales y, también, para los estudiosos y aficionados a lascosas de la mar.

Protección del patrimonio cultural subacuático. UNESCO

La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar celebrada en Montego Bay en 1982, no garantizaba adecuadamente la protección delpatrimonio cultural subacuático. Por eso, la 31 U Conferencia General de laUNESCO, en su sesión plenaria del 2 de noviembre de 2002, aprobó laConvención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático (Doc. 31CC124), para garantizar y fortalecer la protección de este patrimonio, entendiénsose por tal «todos los rastros de existencia humana que tengan un carácter cultural, histórico o arqueológico y que hayan estado bajo el agua,parcial o totalmente, de forma periódica o continuada, por lo menos durantelOO años. En el año 2002 se celebró en Año de las Naciones Unidas del Patrimonio Cultural.

La situación real de este patrimonio subacuático, elemento significativo dela historia y parte integrante del patrimonio común de la humanidad, es quecada vez corre más peligro con la intensificación de las excavaciones ilícitas ydel pillaje de los sitios arqueológicos marinos por parte de los cazadores detesoros. Además está el constante deterioro de materiales de inapreciable valorpara el estudio de los orígenes de las civilizaciones y de su historia. Por esonecesario adoptar un instrumento jurídico universal para preservar un patrimonio cultural subacuático del que damos a continuación algunos ejemplos:

— Se calcula que en los fondos oceánicos se hallan diseminados más detres millones de buques naufragados sin localizar.

— Se estima que desde el año 1500 se han hundido más de 65.000 barcosfrente a las costas de América del Norte.

— Los especialistas calculan que en la zona de las islas Azores hay unos850 buques hundidos, entre los que se encuentran 90 galeones españoles y 40 navíos portugueses.

— En el Dictionary of disasters a! sea se recogen los naufragios de12.542 buques mercantes, de pasaje y de guerra, ocurridos entre 1824y 1962.

110 REVISTA DE HISTORIA NAVAl. Núm. 81

NOTICIAS GENERALES

— Ciudades enteras han sido engullidas por la olas, por ejemplo, PortRoyal, en Jamaica, que fue víctima de un maremoto en 1692.

— Entre los vestigios de antiguas civilizaciones cubiertos hoy día por lasaguas, figuran el Faro de Alejandría y numerosos poblados neolíticos enla zona del mar Negro.

Para más información, dirigirse a:

UNESCO, 1 rue Miollis, 75732 París Cedex 15. Francia.Teléfono: +33(1)45684440. Fax: +33(1)45685596.Correo electrónico: [email protected]

PREMIOS

Premio «Almirante Sarmento Rodríguez». Lisboa, Portugal

Hasta el día 30 de septiembre de 2003 estará abierto en la Academia de laMarina, en Lisboa, el concurso para optar al premio «Almirante SarmentoRodríguez», 2003.

Este premio se estableció con la intención de impulsar y dinamizar lainvestigación científica y el estudio de la historia de las actividades marítimasportuguesas.

El premio está constituido por un diploma y una dotación de 5.000 (cincomil) euros.

Podrán concurrir a este premio todas las personas nacionales y extranjerasque presenten trabajos originales en los campos arriba citados. Se considerarán originales los trabajos inéditos o aquellos cuya edición se haya hecho en elaño de la convocatoria y en el anterior a ésta.

El Reglamento del Premio está a disposición de los concursantes en laAcademia de la Marina.

Para más información, dirigirse a:

Premio «Almirante Sarmento Rodríguez».Edificio de la Marina.Plaza del Municipio, 1100-038 Lisboa.Teléfonos:2l 34281 48y2l 3427783.

J. A. O.

Año 2003 REVIsTA )I HIsToRIA NAVA!. II!

CUADERNOS MONOGRÁ PiCOS DEL INSTITUTODE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

I.—I JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA(Agotado)ESPANA Y EL ULTRAMAR HISPANICOHASTA L4 ¡LUSTRACIÓN

2.—II JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA(Agotado)LA MARINA DE L4 ILUSTRACiÓN

3.—SIMPOSIO HISPANO-BRITÁNICO (Agotado)1.4 GRAN ARMADA

4—111 JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA(Agotado)LA ESPANA MARÍTIMA DEL SIGLO XIX (1)

5.—tv JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA(Agotado) -

LA ESPANA MARITIMA DEL SIGLO XIX (II)6.—FERNANDEZ DURO (Agotado)7.—ANTEQUERA Y BOBADILLA (Agolado)8.—V JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA

LA MARINA ANTE EL 98.-ANTECEDENTES DE UN CONFLICTO

9—1 JORNADAS DE POLÍTICA MARÍTIMALA POLÍTICA MARÍTIMA ESPAÑOLA YSUS PROBLEMAS ACTUALES

10.—LA REVISTA GENERAL DE MARINA Y SUPROYECCIÓN HISTÓRICA

11.—VI JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMALA MARINA ANTE EL 98.-GÉNESIS YDESARROLLO DEL CONFLICTO

12.—MAQUINISTAS DE LA ARMADA (1850-1990)13—1 JORNADAS DE HISTORIOGRAFÍA

CASTILLA Y AMÉRICA EN LAS PUBLICACIONES DE LA ARMADA (1)

14.—II JORNADAS DE HISTORIOGRAFÍACASTILLA Y AMÉRICA EN LAS PUBLICA.ClONES DE LA ARMADA (II)

15.—VII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMAPOLÍTICA ESPAÑOLA Y POLÍTICANAVAL TRAS EL DESASTRE (1900-1914)

16.—EL BRIGADIER GONZÁLEZ HONTORIA17.—VIII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA

EL ALMIRANTE LOBO. DIMENSIÓNHUMANA Y PROYECCIÓN HISTÓRICA

18.—EL MUSEO NAVAL EN SU BICENTENARIO, 1992 (Agotado)

19.—EL CASTILLO DE SAN LORENZO DELPUNTAL-LA MARINA EN LA HISTORIADE CÁDIZ

20.—IX JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMADESPUÉS DE LA GRAN ARMADA-LAHISTORIA DESCONOCIDA (1588-16..)

21.—CICLO DE CONFERENCIAS (Agolado)LA ESCUELA NAVAL MILITAR EN ELCINCUENTENARIO DE SU TRASLADO

22.—CICLO DE CONFERENCIAS (Agolado)MÉNDEZ NÚÑEZ Y SU PROYECCIÓNHISTÓRICA

23.—CICLO DE CONFERENCIASLA ORDEN DE MALTA, LA MAR YLAARMADA ESPAÑOLA

24.—XI JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMAMARTIN FERNÁNDEZ DE NAVARRETE,EL MARINO HISTORIADOR (1 765-1844)

25.—XII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMADON ANTONIO DE ULLOA, MARINO YCIENTÍFICO

26.—XIII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMAÁLVARODEMENDAÑA: EL PACÍFICO YSU DIMENSIÓN HISTÓRICA

27.—CURSOS DE VERANO DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID(Agotado)MEDIDAS DE LOS NA VIOS DE LAJORNADA DE INGLATERRA

28.—XIV JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMAD. JUAN josÉ NA VARRq, MARQUÉS DELAVICTORIA, ENLA ESPANA DE SU TIEMPO

29.—XV JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMAFERROL EN LA ESTRATEGIA MARÍTIMADEL SIGLO XIX

30.—XVI JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMAASPECTOS NAVALES EN RELACiÓN CONLA CRISIS DE CUBA (1895-1898)

31.—CICLO DE CONFERENCIAS-MAYO 1998LA CRISIS ESPAÑOLA DEL 98: ASPECTOSNAVALES Y SOCIOLÓGICOS

32.-CICLO DE CONFERENCIAS-OCTUBRE 1998VISIONES DE ULTRAMAR: EL FRACASODEL 98

33.—LA CARPINTERÍA Y LA INDUSTRIANAVAL EN EL SIGLO XVIII

34.—XIX JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA(Agotado)HOMBRES Y ARMA DAS EN EL REINADODE CARLOS 1

35.—XX JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA(Agolado)JUANDELA COSA

36.—LA ESCUA DRA RUSA VENDIDA PORALEJANDRO lA FERNANDO VII EN 1817

37.— LA ORDEN DE MALTA, LA MAR YLA ARMADA

38.—TRAFALGAR39.—LA CASA DE CONTRATACIÓN DE SE VI

LLA. APROXIMACIÓN A UN CENTENARIO (1503—2003)

40.—LOS VIRREYES MARINOS DE LA AMÉ Rl.CA HISPANA

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RECENSIONESTF:uElRo, Juan Manuel; DOMÍNGUEZ, Juan Carlos; GARCÍA DE PARADA, Ignacio;

HuERTA, Justo; MÉRIDA, Carmen; PÉREZ, Carlos, y PuEL, Fernando: Lahacienda militar: 500 años de intervención en las frerzas armadas.—Obraen dos volúmenes. Ministerio de Defensa. Madrid, 2002, ¡.085 páginas,ilustraciones. CD-ROM.

Los Cuerpos de Intervención Militar han pasado por muy diversas vicisitudes a lo largo de su experiencia histórica. Distintas épocas y diferentes planteamientos conformaron su espíritu y marcaron su dinámica con muy acusadas fluctuaciones. Sin embargo la misión controladora del gasto militar y lahonestidad y rigor de quienes la llevaron a cabo, constituye una constante dela que puede valorarse el testimonio de una obra bien hecha.

Así este libro, rico en páginas, pero también en contenido, fruto del esfuerzo tenaz y la investigación rigurosa de un destacado grupo de historiadores einvestigadores militares y civiles, excelentemente coordinados por la autoridad del general Teijeiro, actual interventor general del Ministerio de Defensa,constituye, como expresa el subsecretario del Departamento Víctor Torre deSilva, un canto a la continuidad de cinco siglos realizando una función —yañadimos por nuestra parte, trascendente— en las Fuerzas Armada.

Con la simple lectura del índice, el lector, profano o no, puede darsc cuentadel auténtico valor de la obra en la que no se deja ningún cabo suelto, ni seescamotean contratiempos o dificultades surgidas de su propia trascendencia.Lógicamente en un análisis de contados renglones no puede darse una visiónprofunda de la magnitud del trabajo, pero si queremos centrar la atención ensus aspectos navales, la admirable parcela a cargo de Carmen Mérida y JustoA. Huerta, que al estudiar con precisión y minuciosidad el control económicofinanciero de la Armada desde los años 1800 hasta 1931, en el que el advenimiento de la segunda República modificó a fondo las estructuras, realizan unauténtico ejercicio de capacidad creativa, perfectamente ensamblado y ajustado a la realidad orgánica, con un especial cuidado en los gráficos e ilustraciones que enriquecen el texto y lo complementan acertadamente.

No siempre los interventores militares tuvieron «buena prensa», sobre todocuando los imperativos del deber le llevaban a la aplicación de unas normas,para muchos antipáticas, pero quien se adentre en la lectura de este libro,comprenderá de inmediato que nunca fue tarea fácil ni grata superar enfrentamientos, sobre todo los surgidos en la pugna entre «la espada» y «la pluma» ymoderar tensiones en situaciones de muy difícil adecuación.

El libro, en sus dos tomos, instruye, ilustra y, sobre todo, sorprende en lacalidad de su presentación y la riqueza de sus ilustraciones. Las fuentes utilizadas, todas de primera mano y muchas de ellas inéditas, expresan la seriedady solvencia del trabajo, pero tampoco la amenidad está reñida a lo largo de losocho bloques que integran las páginas de los dos volúmenes. Estamos por

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RECENSIONES

tanto firmemente convencidos que todo ese esfuerzo excepcional tendrá surecompensa tan nierecicla como necesaria, por cuanto aporta.

Debe destacarse también. y cje modo muy especia!, ja extraordinaria laborclivulgativa contenida ej cd—rom adjunto al libro, que con más de seis milregistros constituye ya cje por si un tercer tomo en toda su extensión y alcance.

GoxzÁijz DI C,Ai.rs. Fernando: Retratos de buques, t’ista, paisajes, hodeync y pintura religiosa e;r la Junsdu’ción Central cte Marina—Tomo Vdel Catálogo de Pintuias del Museo Naval. Ministerio de Defensa. MuseoNaval. Madrid. 2002. 362 páginas.

Al trepidante ritmo a cjue nos tiene acostumbrado, y que es el más cualificaclo exponente cje una labor continuada y sólida. el capitán de navío González de Canales nos ofrece ahora su tomo V de la meritoria serie, comprensivoen esta ocasión de los retratos de buques. paisajes. bodegones y pintura religiosa en la Jurisdicción Central de Marina; es decir, un amplio y variado arcopictórico que a más de ilustrar sobre aspectos poco conocidos, distrae y relajacii su conteni p lac ión.

Si atrayentes en extremo resultaron los tomos anteriores dedicados a losoficiales generales y particulares de los distintos Cuerpos de la Armada con suconiplemerito biográfico y la noticia cje los pintores, siempre realista y objetiVO. 110 menos sugestivo resulta esta nueva entrega en la que su autor ha reali—zadlc) un acoplamiento racional de la pinturas catalogadas a través de tanamplia temática y con la que pone fin a un intenso y extenso recorrido por laespléndida pinocoteca del Museo Naval en los establecimientos y despachoscje la J u ii scl icci ón Ccii Ira 1 de Marina.

La variedad de tenias seleccionados constituye un regalo visual y el lectorpuede quedar prendido en un auténtico derroche cje rasgos y colores al que esdifícil sustraerse. En su introducción, esta vez verdaderamente necesaria, seexplica el plan ti-azaclo y se concretan las constantes cte su desarrollo, que ellector debe agradecer en la medida cje lo que vale.

En próximas entregas González cje Canales escudriñará, cori su acreditada

peicia óptica. los fondos pictóricos cje los Departamentos marítimos y arsenales cje la periferia, y estamos seguro de que su investigación y posterior aportación será el broche de oro cje esta inigualable colección para gozo y disfrutede propios y extraños.

MARQUÉS DE V EI.AMAZÁN: 1)0;? Pedro Go;;zález cíe Castelón y Salaza;:illa;’ciiés (le González de Castejón. Ministro de Marina de Carlos 111.—Centro cje Estudios Borjanos. 2002. 1 34 páginas, ilustraciones.

La figura de clon Pedro González de Castejón y Salazar no ha sido demasiado estudiada en el ámbito naval, no obstante tratarse del primer al mirante

114 RLVISIA DE I-iIsrORI! NAvAL. Núm. Hl

RECENSIONES

que salé cje la Real Compañía de Guardias Marinas fundada por Patiño. loque (le por sí debería haber atraído la atención de los historiadores. De aquíque el libro del actual marqués de Velamazán. descendiente directo del personaje. venga a llenar necesaria y merecidamente este hueco. IX) siempre adver—ido, de la h istoriogral ía naval.

El relato de don José Francisco González (le Castejón y Hernández. seajusta al discurrir biográfico del personaje con un hilo conductor bien trazadoy mantenido a lo largo de todas sus páginas. Desde que como marino embar—caclo partieipa en las guerras contra Italia e Inglaterra. el glorioso combate delcabo Sicié y la expedición a Argel. hasta su llegada a la secretaría de Estado yde Despacho Universal de Marina, en la que como ministro y hombre deconfianza de Cai-los III realiza una trascendente labor, con directas referenciasa su actuación en arsenales, espionaje industrial e investigación académica.

No quedan tampoco marginadas las actividades belicas de la agitada epocaque le tocó vivir y que se concretan esencialmente en la expedición a Brasil1 776), el intento de invasión de Inglaterra (1 779), el bloqueo de Gibraltar en

el mismo año: la toma de Menorca (1 782), la nueva ofensiva en Gibraltar(1782) y las acciones bélicas en América (1779-17829). Como puede verse.un amplio marco de actividades que el autor del libro aborda con objetividady solvencia, y que constituye uno de los valores más estimables de la edición.

Cabe destacar también el buen etisamblamiento entre erudición y amen i—dad, que hacen de su lectura una tarea agradable que instruye e i 1 ustra a unmi siiio tiempo.

Un libro interesante en suma, prologado con su habitual acierto porManuel Gracia de Rivas, presidente del Centro de Estudios Borjanos. editorcte esta obra, que a buen seguro contribuirá a un mayor y mejor conocimientode u na de las figuras más preclaras y sugesti vas de la por tantas razones1 1am ada «1 a M ari mt de la II ustrae ion».

Dii.G,Do BAÑÓN. Luis: La galera Santa Bárbara: (ii;ia vaga ¡harinera eS/xi/1o—

la).—Editorial Aglaya. Cartagena. 2002. 262 páginas.

El extraordinario éxito que Luis l)elgaclo Bañón —marinero, historiador ynovelista—, ha obtenido con sus últimos títulos El (1 janianle del /11 Reich yOperación 2001: Gibraltar español, y su profundo conocimiento de la historia naval, le han i mpulsaclo a la ambiciosa tarea de novelar una saga marineraen barcos y hombres a los que a buen seguro no ha de faltarles honra y méritopara convertirla en todo un éxito ecli tonal.

El primero de la serie La galera Santa Bárbara recrea en buena parte tinode sus éxitos anteriores, Aventajas ‘ des veijíti ras de aii galeote y el propioautor lo explica razonahiemene en su prólogo a la colección, pero esta revisión ampliada y enriquecida en páginas y conceptos, al adquirir mayoresalcances, cumple perfectamente su objetivo de ajustado pórtico y puesta ensituación de las que seguirán, dejando totalmente en franquicia para deleite

Año 2003 REVIstA DE 1-IlSIoRIA NAVAl. 115

RECENSIONES

del lector, las inmediatas singladuras que Delgado Bañón desde su probadasolvencia se dispone a acometer.

Engarzar toda una trama histórica con el protagonismo esencial de laArmada española que arranque de la segunda mitad del siglo xviii, cénit denuestro poder marítimo, hasta la última guerra naval española de 1936-1939,es algo más que echarle un pulso al comportamiento histórico de una institución en la que hubo más de luces que de sombras, aunque éstas tampoco faltasen en los dos siglos y medio de andadura. Sólamente la riqueza expresiva deun Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales, que por cierto arrancan con untema totalmente marinero como Trafalgar, ha sido capaz de mantener el hiloconductor de la historia patria en su aspecto narrativo. No diré que LuisDelgado vaya a alcanzar tan altas cotas como el maestro canario, pero sí quesigue directamente su modelo, no sólo en lo que realiza sino también en loque promete, y por eso su segunda novela La cañonera 23, que rompió elfuego antes que la galera Saira Bárbara, nos sitúa plenamente en el punto departida de cuanto el autor ha planificado con rigor histórico y amenidaddescriptiva, como novelas de aventuras, pero también como fehaciente testi¡nonio de esa historia «vivida» que desde la fantasía a la realidad recorre uncamino inexorable y cierto.

No es de extrañar por tanto, que los numerosos admiradores de LuisDelgado esperen con impaciencia su próxima entrega, con las aventuras ydesventuras marineras de los Leñanzas, circunstancia ésta que también aguarda el crítico, en la seguridad de que no saldrá defraudado.

J.C. E

116 RrvISTA nr HISTORIA NAvAl. Núm. 81

REVISTA DE HISTORIA NAVAL

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da de diez lineas.l.os originales habrán (le ser inédilos y referidos a los conlenidos propios de esta RisvisrA. Sti extensión

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• Se stibrayarán (letra cursiva) los nombres de buques. libros, revistas y palabras y expresiones enidiomas diferentes del español.

• Las notas de pie de página se reservarán exclusivamente paia datos y referencias relacionadosdirectamente col] el lexto. Se redactarán de forma sintética y se presentarán en hoja aparte col]numeración correlativa.

• Las citas de libros y revistas se harán así:

• At’tst.i.ioos, nombre: nodo del libio. Editorial, sede de ésta, año. ilfinlero de las páginas a qtie serefiere la cila.

• Apisi.i.ioos, nombre: «Título del artíctilo» el jvo,nbns de la revista. nónlero de serie, sede y año el]oómeros romanos. Número del volumen de la revista, en núiaeros arábigos, ntimero de la revista,números de las páginas aquese refiere la ilota.

• t_a lista bibliográfica deberá presenlarse en orden alfabético: en caso de citar varias obras delmismo autor, se seguirá el orden cronológico de aparición. sustituyendo para la segunda y siguienles el nombre del autor por tina raya. Cuando la obra sea anónima, se alfabetizará por la primaerapalabra del Iíttilo que no sea artíctilo. Como es habitual, se darán en listas independientes las obrasimpresas y las mantiserilas.

• Las citas doctuileiltales se harán en el orden siguiente:Archivo, biblioteca o lnstittmción.Sección o fondo.5 ignatti raTipulogía ducumenlal.Lugar y fecha.

COMISIÓN RÍA MARÍTIMA