Índice de Transparencia Municipal Básico. Propuesta...
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Índice de Transparencia Municipal Básico.
Propuesta metodológica
Niccolò Paganini
Índice de Transparencia Municipal Básico. Propuesta metodológica
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Resumen
En el ensayo se hace una propuesta metodológica para calcular el Índice de
Transparencia Municipal Básico. Con el índice se buscan concretar dos
objetivos: a) reflejar cuantitativamente el grado de transparencia con que
operan los gobiernos municipales en México y, b) generar bases técnicas
que permitan diseñar líneas de acción que contribuyan a mejorar los niveles
de legitimidad municipal.
Palabras claves: transparencia, gobierno municipal, índice, difusión,
legitimidad.
Introducción
La legitimidad municipal se refiere al grado de aceptación -entre la
ciudadanía- de la gestión del gobierno local. Se trata de la conformidad que
la ciudadanía del municipio manifiesta con respecto a la operación de su
gobierno. La aceptación del ejercicio gubernamental no descansa
exclusivamente en la capacidad coactiva que tiene la municipalidad para
hacer cumplir sus decisiones, sino también en la aprobación voluntaria y
razonada -por parte de la ciudadanía- de dichas decisiones. Entre mayor sea
la aceptación ciudadana, mayor posibilidad existirá de que los gobiernos
locales realicen sus actividades con niveles suficientes de legitimidad. Entre
mayor sea la legitimidad municipal, mayor será la posibilidad de interlocución
entre los actores que interactúan en el espacio municipal, lo que facilita -
hasta cierto punto- la moderación de los intereses divergentes y la
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generación de acuerdos políticos en torno al diseño y ejecución de iniciativas
de desarrollo municipal.1
Para lograr niveles suficientes de legitimidad, se necesita que la ciudadanía
conozca las propuestas, las acciones y los resultados obtenidos por el
gobierno local. Alejar la operación municipal de la ciudadanía elimina la
confianza social y desvanece la posibilidad de llegar a niveles suficientes de
legitimidad. En la ética se acepta lo “válido”, en la política se acepta lo
“legítimo” (Dussel, 2006: 78). La operación municipal como actividad privada
prescinde de los acuerdos políticos. Sin acuerdos políticos, la acción del
gobierno local se vuelve dominante. La operación municipal será legítima -en
tanto- se desarrolle con transparencia. Sin transparencia, difícilmente la
ciudadanía aceptará la gestión de la municipalidad. La transparencia se
convierte en el vínculo directo entre aceptación ciudadana y legitimidad.
La transparencia en el ejercicio de gobierno es un deber ético y, a la vez, un
deber útil. Es un deber ético porque es un principio normativo, es una
exigencia que se presenta en casi todos los momentos de la gestión
municipal. Es un deber útil porque su instrumentación hace que la ciudadanía
conozca la operación del gobierno local. Es el medio que enlaza ciudadanía
y gobierno. Instrumentar la transparencia hace que ésta sea factible. De no
instrumentarse, se queda en mero principio normativo.
En el ensayo se presenta una metodología que permite determinar el grado
de transparencia con que operan los gobiernos municipales en México. La !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1 Tómese como sinónimos municipalidad, gobierno local y gobierno municipal.
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metodología incluye las dimensiones de análisis, los indicadores de cada
dimensión y la forma de manejar cada indicador. La metodología se concreta
con la estimación del Índice de Transparencia Municipal Básico. El sustento
técnico de la propuesta metodológica se encuentra en el Índice de Desarrollo
Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2005), en
el Índice de Desarrollo Municipal Básico del Colegio de la Frontera Norte
(2007), y en el Auto-diagnóstico Municipal “Desde lo Local” del Instituto
Nacional para el Federalismo y Desarrollo Municipal (INAFED) (2010).
I ¿Qué es el Índice de Transparencia Municipal Básico?
El Índice de Transparencia Municipal Básico (ITMb) es un valor condensado
que refleja el grado cuantitativo de transparencia con que los gobiernos
municipales desarrollan su gestión. Se trata de un valor que concentra los
resultados de las operaciones aplicadas a un conjunto de indicadores. Los
indicadores que se emplean para calcularlo representan los parámetros de
transparencia señalados en la ley federal y leyes estatales de transparencia y
acceso a la información así como en las leyes orgánicas municipales de los
estados. Los parámetros de los indicadores tienen soporte legal. El ITMb
puede calcularse para todos los gobiernos municipales de México,
independientemente de su condición urbana, semi-urbana o rural. Su
aplicación es tabla rasa, pues los gobiernos de los 2439 municipios (INAFED,
2006) deben operar con el mayor grado posible de transparencia.
La transparencia municipal se refiere a la difusión oportuna, ordenada y
sistematizada de la información clave que permita analizar la acción del
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gobierno local. El acceso a dicha información debe ser fácil para cualquier
ciudadano; además, no sólo se trata del acceso a la información, sino del
acceso a la información veraz.
El ITMb se compone por cuatro dimensiones, las cuales tienen diferentes
grados de preponderancia. Las cuatro dimensiones conglomeran los diversos
momentos por los que atraviesa la gestión local. Cada dimensión se
compone por indicadores, los cuales también tienen diferentes grados de
preponderancia (véase figura 3). Las dimensiones tratan sobre la:
1. Difusión institucional-organizativa, que aglutina 3 indicadores.
2. Difusión de planeación, que concentra 4 indicadores.
3. Difusión financiera, que incluye 3 indicadores.
4. Difusión de operación ordinaria, que reúne 3 indicadores.
El ITMb es un ejercicio de evaluación. En la primera parte de la operación
analítica de los indicadores se recurre a la medición: los indicadores
adquieren un valor específico conforme a su estado real. En la segunda parte
se normalizan técnicamente atendiendo el estado que debieran tener: se
calcula el grado de avance de los indicadores con respecto a un estado ideal.
Aquí hay un proceso de comparación, el indicador medido se compara con
respecto a un valor fijado. Habiendo comparación, hay evaluación.
II. Cálculo del Índice de Transparencia Municipal Básico
La metodología de cálculo del ITMb se desarrolla en tres etapas (véase
figura 1 y figura 3):
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1. Estimación cuantitativa de los indicadores que conforman las
dimensiones del ITMb. Se hacen tres operaciones:
a) Medición del indicador.
b) Normalización de los indicadores.
c) Determinación del valor del indicador finalizado.
2. Cálculo de los índices de cada dimensión.
3. Cálculo del ITMb: promedio de los índices de las dimensiones.
Figura 1. Ruta crítica para el cálculo del ITMb
Fuente: elaboración propia
II.1 Estructura de los indicadores de las dimensiones
Los indicadores están conformados por tres partes (véase figura 2):
1. Parámetro de medición. Señala el aspecto de la gestión del gobierno
municipal que se quiere medir. Se expresa en forma de pregunta. Los
aspectos que se consideran en los indicadores tratan principalmente
sobre la difusión de la información que de oficio debe darse a conocer
a la ciudadanía y a las entidades interesadas.
2. Métrica de medición. Las respuestas a las preguntas atienden a una
métrica de medición dividida en cinco intervalos, se toma como base
la escala de medición Lickert y la escala utilizada en el Auto-
diagnóstico Municipal “Desde lo Local” del INAFED (2010). En la
métrica que emplea el INAFED se manejan tres escenarios: verde,
amarillo y rojo, que incorporan los cinco intervalos sugeridos: el
ITMb 4 índices
dimensionales 13
indicadores
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número 1 y 2 abarcan al color rojo, el número 3 corresponde al
amarillo, y el número 4 y 5 al verde (véase figura 2 y 3)." La métrica se
traza con cinco intervalos, además de lo anterior, porque permite
clasificar con mayor precisión el estado real del parámetro de
medición. Utilizar sólo tres intervalos puede crear un sesgo: tendencia
a que los resultados que arrojen los medios de verificación caigan en
grados intermedios (número 3). Usar cinco intervalos también está
relacionado con la implementación de acciones correctivas. En caso
de presentar parámetros situados en el número 1 o 2 (rojo), el
gobierno municipal deberá diseñar y ejecutar acciones que logren
colocar al parámetro en el número 4 o 5 (verde) (preferentemente en
el número 5). De la misma manera, si la respuesta está en el número
3, se deberán implementar medidas que permitan pasarla al 4 o 5.
3. Medios de verificación. Las fuentes de información corresponden a los
medios de verificación. El cálculo efectivo del ITMb está determinado
por la disponibilidad y veracidad de la información. En la medición de
los parámetros se utilizan exclusivamente documentos oficiales.3
Figura 2. Partes del indicador.
Fuente: elaboración propia.
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!2 La métrica funciona como un semáforo. El rojo en el semáforo tiene una duración mayor
que el amarillo y una duración similar al verde. En la métrica de medición se maneja igual: el rojo se compone de dos respuestas, el amarillo de una y el verde de dos.
3 Es necesario conocer cuándo fueron elaborados los medios de verificación, quién los hizo, en qué coyuntura, pues los juegos de poder que surgen en las municipalidades pueden poner en tela de juicio la autenticidad de éstos. Es importante considerar otras fuentes que, confrontadas con los documentos que se están analizando, corroboren su veracidad.!
Parámetro de medición
Métrica de medición
1 2 3 5 4
Medio de verificación
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Figura 3. Dimensiones e indicadores del ITMb.
Fuente: elaboración propia.
3. Difusión financiera
2. Difusión de planeación
Métrica de medición
= 1
= 5
= 3
= 4
= 2
1. Difusión institucional-organizativa
1.3. Comisión de transparencia y acceso a la información
1.2. Reglamento de transparencia y acceso a la información
1.1. Difusión del bando de gobierno
4.1. Asistencia ciudadana al informe anual de actividades
2.3. Difusión de la evaluación del Plan Municipal de Desarrollo
2.1. Difusión del Plan Municipal de Desarrollo
2.2. Difusión de los programas municipales de desarrollo
3.1. Difusión de la Ley de Ingresos Municipal
3.3. Difusión de la Cuenta Pública Municipal
3.2. Difusión del Presupuesto de Egresos Municipal
4. Difusión de operación ordinaria 4.2. Difusión de
la operación municipal general
4.3. Difusión de las convocatorias y resultados de las licitaciones
2.4. Difusión de las fórmulas de participación ciudadana
1
2
3
4
5
Estela digital: derecho a la privacidad y protección de datos personales en Facebook
Wakefield
Síntesis:
El presente ensayo aborda el problema de la protección de datos personales en las redes sociales, en particular en Facebook, por ser ésta la red social de mayor difusión. En primer lugar, se abordan los conceptos de privacidad, intimidad y protección de datos personales. Después se hace una reflexión sobre Facebook, su difusión, su uso y su política de privacidad. Más adelante, se aborda la importancia de proteger los datos personales. Y, finalmente, se presentan algunas reflexiones sobre las posibles maneras de protegernos.
Palabras clave: Redes sociales, privacidad, intimidad, protección de datos personales, Facebook, internet.
"Si alguien nos quiere encontrar será muy fácil", dijo
con su encanto natural. "Sólo tendrá que seguir el rastro de mi sangre en la nieve." Luego pensó mejor
en lo que había dicho y su rostro floreció en las primeras luces del amanecer.
Gabriel García Márquez
La página de Facebook se abre, y tras teclear la contraseña aparece una
lista de fotografías y nombres. Empiezo a bajar la ventana y veo a mi primo
sonriente abrazando a una muchacha en una fiesta ¿Será su novia o su
amiga? Porque la semana pasada estaba abrazando a otra. La de hoy
parece más simpática. Le pongo “Me gusta” porque creo que hacen una
bonita pareja. Más adelante me topo con una foto de unos huevos a la
mexicana, con frijolitos a un lado, y un pie de foto que reza “El desayuno de
hoy”. Que hambre y yo que sólo desayuné un café. Le pongo “Me gusta”
también porque se ven ricos. Bajo un poco más, y mi antigua profesora de
Cálculo está sonriendo junto una estatua de quien sabe quien, en algún lugar
del Caribe. ¿Habrá ido de vacaciones? Pero si estamos en mitad del
semestre, y dice que la foto se tomó hace 17 minutos.
De estas y de otras cosas me entero todos los días a través de Facebook
¿Necesitó yo saber esos detalles de la vida privada de mis conocidos, saber
qué comieron, en dónde estuvieron, con quien estuvieron, si están enfermos,
o cansados, o enojados, o sedientos? No, en realidad no. Pero toda esta
información está allí, en una lista que se actualiza cada minuto.
Las nuevas tecnologías han modificado la manera en la que los seres
humanos nos relacionamos. Hace un par de décadas, las personas hacían
sus vidas sin que sus decisiones cotidianas fueran del dominio público. Nos
comunicábamos, cuando mucho, por teléfono, la mayoría de ellos teléfonos
fijos ubicados en las casas o las oficinas. Si querías comunicarte con alguien
y desconocías su teléfono, lo más que podías hacer era tratar de localizarlo
en la guía telefónica, donde únicamente estaba registrado el nombre de
quien había contratado la línea. Y si sucedía que llamabas y no lo
encontrabas, no te quedaba más que esperar a que regresara, o si te iba
bien, podrías dejar un mensaje en la contestadora, o dejar un recado con la
persona que te contestaba. Esa era la única vía.
Pero la tecnología ha puesto en nuestras manos nuevas vías de
comunicación y con ello, en mayor o menor medida, hemos perdido un poco
la privacidad. El flujo de información es cada vez mayor, pues disponemos
de medios de comunicación en todo momento, la computadora o el celular, y
con ello somos susceptibles de trasmitir información sobre cada instante de
nuestras vidas a través de llamadas, mensajes, correos electrónicos, chats,
entre otros, dirigidos a cualquiera que esté dispuesto a escucharnos o
leernos. Quizá de entre todos, el medio que permite que ese flujo de
información sea aún más robusto y, además, que llegue a un mayor número
de personas, es la red social.
El presente ensayo versa sobre la privacidad y la protección de datos
personales en Facebook, por ser ésta la red social de mayor difusión a nivel
mundial. Se busca reflexionar sobre el uso que le damos a la red social, y
sobre los peligros que implica hacer públicos aspectos de nuestra vida
privada. Así mismo, trata de analizar algunas de las opciones que tenemos
para proteger nuestra intimidad.
Privacidad e intimidad
Privacidad, de acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española de la Real
Academia, es el “ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger
de cualquier intromisión”, es decir, lo íntimo. De acuerdo con Aristeo García
(2007, p. 748), en el siglo XVIII, autores como John Stuart Mill, Samuel
Warren y Luis Brandeis configuraron el llamado “derecho a la intimidad”, que
es, precisamente, el derecho de mantener para uno mismo ese “ámbito de la
vida privada”, el cual pertenece únicamente a nosotros y, si acaso, a nuestra
familia. Para Stuart Mill, dice García González (2007, p. 749), la intimidad era
el derecho a buscar la felicidad a nuestra propia manera, mientras que para
Warren y Brandeis, en su obra The Right of privacy, era el derecho a la
soledad y a la protección de la persona frente a cualquier intromisión en su
vida privada y doméstica. Brandeis, como juez de la Suprema Corte de los
Estados Unidos, promulgó en 1890 una ley que buscaba proteger a los
ciudadanos de cualquier intromisión por parte del gobierno o de otro miembro
de la sociedad (García, 2007, p. 750). Después de la promulgación de la Ley
en Estados Unidos, el derecho a la intimidad se estableció como un derecho
fundamental de todo ser humano.
La privacidad, como vía para proteger nuestro derecho a la intimidad, nos
otorga libertad, para pensar, para decidir, para hacer lo que consideremos
correcto y adecuado para nosotros, sin que eso se traduzca en alguna forma
de discriminación u hostigamiento que ponga en peligro nuestra vida o
nuestra integridad. Es un derecho para disfrutar de una vida plena. Por eso
es importante.
El concepto de intimidad, sin embargo, se ha modificado, dice Aristeo
García. En la actualidad, la relevancia de la privacidad no está en que los
demás no posean información sobre nuestra vida privada, sino en el derecho
a decidir sobre el tratamiento que se le da a nuestros “datos personales”.
Ahora, con el tratamiento, la recolección, el almacenamiento de informaciones que antes sólo podía formar parte de la vida íntima de cada ser humano —o bien, era conocido por un mínimo sector—, ha ido variando paulatinamente su entorno y estructura. Esto es, los datos personales de toda persona se han convertido en una práctica habitual de control y almacenamiento por parte de los sectores tanto públicos como privados. Es por ello que el derecho a la intimidad ha tenido que ir redireccionando su ámbito de protección, donde además de la facultad del individuo de rechazar invasiones a su ámbito privado, ahora supone el reconocimiento de un derecho de control y acceso de sus informaciones, es decir, de toda aquella información relativa a su persona.(García, 2007, p. 745)
Las nuevas tecnologías han puesto en contexto situaciones nuevas. Vivimos
en una sociedad de la información en la que datos de todo tipo fluyen a
través del mundo, en soporte digital, y en la que esa información tiene un
valor económico. Al ser útil para las personas (empresas o instituciones) es
susceptible de comprarse y venderse. En este contexto, adquiere relevancia
el concepto de “dato personal” y qué hacemos con él.
Datos personales
En México, la Ley Federal de Protección de datos personales en posesión de
particulares considera que datos personales son “cualquier información
concerniente a una persona física identificada o identificable”. En España, se
definen como “cualquier información numérica, alfabética, gráfica, fotográfica,
acústica o de cualquier otro tipo concerniente a personas físicas o
identificables”. En esencia, la definición es la misma, pero la segunda nos
deja un poco más claro qué tan amplio es el espectro del que estamos
hablando. Dato personal, pues, es todo lo que tiene que ver con nosotros, no
importa de qué manera esté manifestado ni en qué soporte se encuentre.
Basta con pensarlo un segundo para darnos cuenta de que hemos dejado un
rastro de datos personales a lo largo de nuestra vida. Por ejemplo, en los
archivos escolares, laborales, médicos, gubernamentales, hay cuantiosos
datos personales de todos nosotros, sin embargo estos datos están
protegidos por la legislación de nuestro país. La Ley Federal de Protección
de datos personales especifica qué trato se les debe dar, y se estipula que
no podrán ser usados ni trasmitidos sin nuestro consentimiento. Pero
también hay una cantidad de datos personales, creados por nosotros mismos
o por otras personas, organismos o instituciones, que se encuentran allí,
flotando en la red mundial. Basta con teclear nuestro nombre completo
entrecomillado en un buscador para descubrir que hay allí, a disposición de
todos, una evidencia parcial de los pasos que hemos dado y las cosas que
hemos hecho: escuelas en las que estudiamos, actividades en las que
hemos participado, trabajos que hemos tenido, integrantes de nuestra
familia, entre otros.
Aunada a toda esta información que, por causas ajenas a nuestra voluntad,
ya se encuentra en la red, nosotros añadimos a diario información adicional,
a través de nuestros perfiles en las redes sociales; datos personales en
forma de fotografías, videos, comentarios y notificaciones de ubicación. Toda
esa información, dispersa como está, no tiene, en apariencia, relevancia
alguna, pero si alguien se da a la tarea de reunirla podría tener un bosquejo
de quiénes somos, y eso puede ser peligroso.
El ser humano a lo largo de su vida va dejando una enorme estela de datos que se encuentran dispersos, por lo que actualmente, con la utilización de nuevos medios tecnológicos, resulta posible agrupar y tratar de interpretar dichos datos, lo que llevaría a crear un perfil determinado del individuo, y por ende, podría ser objeto de manipulaciones, o bien, se podría interferir en su vida. (García, 2007, p. 774)
Facebook: la red social de mayor difusión El pasado 5 de octubre apareció en los medios de comunicación la noticia de
que Facebook había llegado a los 1,000 millones de usuarios. Eso implica
que el 44.9% de la población de norte y centro América son miembros de la
red social, al igual que el 33.92% de los sudamericanos, el 29.96% de los
europeos y el 42.14% de los habitantes de Oceanía (BBC Mundo, 2012). De
acuerdo con el estudio Observatorio de las Redes Sociales realizado por The
Cocktail Analysis, una consultora especializada en tendencias de consumo,
comunicación y nuevas tecnologías, el 92% de los usuarios de internet
hacemos uso de las redes sociales, y de ese porcentaje, el 78% utilizamos
Facebook.
La plataforma de Facebook está diseñada para que los usuarios creen un
perfil con información cómo nombre, edad, fecha de nacimiento, dirección,
teléfono, situación sentimental, lugar de residencia, empleo, instituciones
educativas donde estudia o estudió, integrantes de la familia, creencias
ideológicas y religiosas, entre otros. El usuario puede elegir cuáles campos
desea llenar y cuáles prefiere dejar en blanco, pero la plataforma invita a
proporcionar la mayor cantidad de información posible. Una vez que se ha
creado la cuenta, el usuario tiene una “biografía”, es decir, una página en
donde se muestra la información de su perfil, así como el recuento histórico
de los comentarios, fotografías o videos que el usuario y sus amigos publican
allí.
Facebook nos ofrece la opción de configurar nuestro nivel de privacidad, y
elegir qué información queremos que sea únicamente para nosotros, cuál se
puede compartir con nuestros “amigos” o usuarios con los que tenemos
contacto, y cuál es totalmente pública. Sin embargo, de manera
predeterminada, la cuenta se activa con el nivel más bajo de protección. Al
respecto es importante señalar que sólo puedes elegir sobre las
publicaciones que haces en tu biografía, no así cuando escribes en el muro o
biografía de otros, o comentas información periodística, éstas son siempre
públicas.
Facebook pone a disposición de todos los usuarios su “Declaración de
derechos y responsabilidades”, documento que pocos hemos leído, pero que
todos los usuarios hemos aceptado al dar clic en el botón “Registrarte”. Este
documento incluye, de manera textual, algunas de las siguientes
especificaciones (Facebook, 8 de junio de 2012):
• Aunque como usuario eres propietario de todo el contenido y la
información que publicas en Facebook, les concedes una licencia no
exclusiva, transferible, con derechos de sublicencia, libre de derechos
de autor, aplicable globalmente, para utilizar cualquier contenido de
fotografías y videos que publiques en Facebook o en conexión con
Facebook.
• Cuando publicas contenido o información con la configuración
"Público", significa que permites que todos, incluidas las personas que
son ajenas a Facebook, accedan y usen dicha información y la
asocien a ti.
• Das tu consentimiento para que tus datos personales sean
transferidos y procesados en Estados Unidos.
Su “Política de uso de datos”, documento que puedes consultar a través de
una liga inserta en la “Declaración de derechos y responsabilidades” explica,
entre otros puntos, que:
• Tu nombre, dirección de correo electrónico, fecha de nacimiento,
sexo, así como la información que decides compartir al realizar una
acción, por ejemplo, cuando añades un amigo, indicas que te gusta
una página o sitio web, añades un lugar a tu historia, usas nuestra
herramienta de importación de contactos o bien, registras que tienes
una relación con alguien, fotos de perfil, fotos de portada, redes,
nombre de usuario e identificador de usuario se tratan del mismo
modo que la información que decides hacer pública, es decir, puede
ser consultada por cualquiera, sea o no miembro de Facebook.
• Facebook recibe la información de tu computadora, celular o
dispositivo que utilizas para acceder a Facebook, “incluso si varios
usuarios inician sesión desde el mismo dispositivo”. Esta información
“puede incluir tu dirección IP y otra información relativa, por ejemplo, a
tu servicio de internet, tu ubicación, el tipo de navegador que utilizas
(incluidos los identificadores) o las páginas que visitas”. Pueden
obtener tus coordenadas GPS u otros datos de tu ubicación.
• Cuando decides hacer pública tu información significa también que
esta información puede asociarse contigo (es decir, tu nombre, fotos
del perfil, fotos de portada, biografía, identificador de usuario, nombre
de usuario, etc.), incluso fuera de Facebook, puede mostrarse cuando
alguien hace una búsqueda en Facebook o en un motor de búsqueda
público, estará accesible para los sitios web, aplicaciones y juegos
integrados en Facebook, y será accesible para cualquiera que utilice
la interfaz de programación de aplicaciones de Facebook.
Evidentemente, para Facebook la protección de nuestros datos personales
no es una prioridad. Su política de privacidad más parece una advertencia de
qué es lo que se hará con tus datos, que una herramienta para la protección
de éstos. Ellos tienen acceso a toda la información que el usuario sube allí,
pero también a otro tipo de datos como páginas que visita, dirección de IP,
ubicación por posicionamiento global, entre otros asociados a tus
preferencias, ubicación y prácticas personales. Además se reservan el
derecho a usar esa información.
Datos personales al viento
De acuerdo con Ester Mitjans, directora de la Agencia Catalana de
Protección de Datos de la Generalitat de Cataluña, la mayoría de los
usuarios de Facebook mayores a 25 años utilizan la red social para estar en
contacto con personas que conocen en el mundo real: familia, amigos,
compañeros de trabajo. No pretenden ampliar su círculo de amistades, sino
que buscan mantenerse en contacto con sus conocidos y, en algunos casos,
tratar asuntos laborales. Las personas entre 18 y 24 años, en contraste,
utilizan la red para “crear comunidad”, por lo que la mayoría de sus contactos
son personas desconocidas (2009, p. 113).
A través de la frase “¿Qué estás pensando?”, Facebook invita a los usuarios
a poner sus reflexiones, emociones e ideas. Muchos caemos en la tentación,
y publicamos información sobre las cosas que nos suceden durante el día,
nuestro estado físico y de ánimo, nuestras emociones o ideas. Decimos
dónde estamos y qué estamos haciendo. Decimos qué pensamos de lo que
vimos en las noticias o en la calle, expresamos nuestra opinión sobre
asuntos políticos y sociales, nos quejamos del frío, del calor, o de las cosas
que hacen o dejan de hacer otras personas. Añadimos fotos de cumpleaños,
vacaciones y paseos, así como de hijos, sobrinos, amigos, primos,
hermanos, padres, suegras y cuñados.
La mayoría pensamos que esa información, que estaba dirigida para las
personas cercanas, para nuestros amigos o nuestra familia, va a ser vista o
leída únicamente por ellos. Sin embargo, no podemos tener garantía de que
eso será así. Por un lado porque, como veíamos en la Declaración de
derechos y obligaciones, gran parte de la información que "subimos" es
pública, sólo tenemos la capacidad de elegir sobre una pequeña porción de
la misma, el resto puede ser localizada a través de buscadores y otras
herramientas informáticas. Pero también porque, esa fracción exclusiva para
los llamados “amigos” llega a ojos de todos nuestros contactos quienes, de
acuerdo con Mitjans, son a veces personas que no conocemos en el mundo
real, e incluso puede tratarse de personas que deliberadamente estén
suplantando la identidad de otro para obtener datos personales.
Quizá en este punto surja la pregunta, ¿qué es lo que otros pueden hacer
con nuestra información? Bueno, pues los usos son diversos. Carlos
Barriuso, profesor de Informática Jurídica de la Universidad de Alcalá
advierte:
Hay grupos de interés o de poder que atesoran los contenidos de las redes sociales, entre ellos, datos personales, como información muy valiosa. No es altruismo lo que permite que estos servicios funcionen gratuitamente, quitando los beneficios por publicidad; a cambio pueden obtener información de la “inteligencia colectiva” del “neuromundo”. Información que siendo monitorizada, controlada, analizada y segmentada puede evaluar ratios de todo tipo. Esta información de los “medios sociales” sometida a algoritmos de análisis, selección y extracción de contenidos, con seguimiento de palabras clave de forma selectiva permite obtener perfiles de alto significado, con las tendencias por edades, profesiones, aficiones, etc. (2009, p. 304)
Uno de los principales usos, dice Barriuso, es el comercial. Nuestros datos
personales son utilizados para conocer nuestro perfil, edad, profesión,
preferencias, hábitos de consumo, y hacer campañas publicitarias más
agresivas, pues son “a nuestra medida”, lo que implica un nivel de
manipulación.
Nuestros datos, entonces, tienen un valor comercial, son un producto. La
BBC Mundo, los llama “el nuevo petróleo”, pues asegura que ese cúmulo de
datos que navegan en internet son un “inteligencia colectiva digital” que
adecuadamente manejada puede servir, o servirá en un futuro, para realizar
predicciones comerciales, económicas, sociales, que tendrán un valor
inmenso (Arandas, 16 de abril de 2012).
Otro uso, que tiene un impacto más directo en nuestras vidas, es el que
hacen las empresas para conocer a sus candidatos a puestos de trabajo. Las
redes sociales les permiten a las empresas conocer una faceta que el
candidato no muestra en sus entrevistas de trabajo o en su currículum. Ester
Mitjans explica:
Las redes sociales [!] han ido avanzando hacia nuevos usos que deben ser tenidos en cuenta por los usuarios. Así, por ejemplo, las empresas las están utilizando para conocer facetas de sus trabajadores a las cuales de otra manera no podrían tener acceso. También para conocer el perfil de los candidatos a un puesto de trabajo, la información personal podría llegar a determinar si una persona es o no apta para un puesto de trabajo. (2009, p. 125)
De acuerdo con la BBC Mundo (septiembre 2009), un sondeo de Jobvite
realizado en 2012, en el que participaron 1,000 profesionales de recursos
humanos, el 66% de los empleadores usan Facebook para buscar nuevos
talentos. ¿Lo que aparece en nuestro perfil es lo que querríamos que
conociera de nosotros un posible empleador?
Adicionalmente, se sabe que algunas empresas utilizan las redes sociales
para mantener “vigilados” a sus empleados, para conocer qué piensan de su
trabajo o de sus jefes. En ocasiones eso ha redundado en despidos, como el
caso reportado por la BBC en febrero de 2009, en el que una joven británica
fue despedida de su trabajo por publicar en su página de Facebook que éste
era aburrido.
Esto constituye indudablemente una invasión a la privacidad de las personas.
Las emociones y sentimientos son íntimos, y no deberían ser elementos de
evaluación del desempeño laboral de un empleado. Sin embargo, publicarlos
en Facebook es tanto como imprimirlos en letras grandes y colocarlos en la
calle, pues, ya veíamos en la Declaración de derechos y responsabilidades,
toda esa información navega libre por la red.!
Desafortunadamente, estos no son los únicos destinos que pueden tener
nuestros datos personales. Al tener en nuestra lista de contactos un número
considerable de desconocidos, corremos el riesgo de que esa información
llegue a manos de personas con la intención de delinquir o por lo menos, de
hacernos daño. Por mencionar un ejemplo, alguien con intención de robar
una casa encontraría muy útiles algunas fotografías de su interior, así como
comentarios en los que se especifica cuándo va a salir de vacaciones la
familia y cuántos días estará fuera o simplemente ver las fotografías
familiares en el destino turístico de su preferencia.
Mención aparte merece el uso que de las redes sociales hacen los menores.
Es este un asunto tan basto como importante, ya que al no ser conciertes de
los posibles peligros, son un blanco fácil para quienes encuentran en las
redes sociales una vía para hacer daño a otras personas. Los peligros van
desde bullying hasta pornografía infantil y prostitución. A nivel internacional,
esta ha sido una de las principales preocupaciones en lo relativo a redes
sociales.
¿Qué dicen las leyes?
Los gobiernos han tenido que buscar una legislación lo más adecuada
posible al avance de las nuevas tecnologías, que proteja al ciudadano de la
mejor manera. Desafortunadamente, la tecnología avanza a pasos mucho
más rápidos de lo que pueden hacerlo las leyes. Internacionalmente, se han
realizado, en los últimos años, reuniones que pretenden establecer
prioridades y hacer recomendaciones a los gobiernos de los Estados para la
creación de leyes y normas en materia de protección de datos personales en
las redes sociales. Así, en marzo de 2008 se elaboró el Memorándum de
Roma, un documento extraído de la 43° reunión del International Working
Group On Data Protection In Telecommunications, el cual funge como
principal marco de referencia en redes sociales y privacidad. Aquí se
establecen algunas recomendaciones, como el uso de seudónimos, y la
inclusión de temas de privacidad y protección de datos en las escuelas.
En el mismo año, en octubre, se llevó a cabo la XXXII Conferencia
Internacional de Agencias de Protección de Datos y Privacidad, en
Estrasburgo, Francia, en donde se firmó una resolución en materia de
protección de datos.
Posteriormente, en julio de 2009 se realizó el Seminario Derechos,
Adolescentes y Redes sociales en internet, donde se elaboró el
Memorándum sobre la protección de datos personales y la vida privada en
las redes sociales, en particular de niños, niñas y adolescentes, también
conocido como Memorándum de Montevideo. En este documento, se hacen
recomendaciones a los gobiernos de los países en materia legal y de
políticas públicas, así como a la industria, para la protección de datos
personales de los menores.
En México, la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión
de los Particulares fue expedida el 5 de julio de 2010 (Diario Oficial de la
Federación). En ella se estable que “todo tratamiento de datos personales
estará sujeto al consentimiento del titular”, esto es, cualquiera que utilice
nuestros datos debe tener nuestro permiso, expresado por escrito y con
nuestra firma autógrafa o electrónica, en especial si se trata de los llamados
“datos personales sensibles” que son aquellos que afectan “la esfera más
íntima del titular, o cuya utilización indebida pueda dar origen a
discriminación o conlleve un riesgo para éste (Art. 3)”. Además, se establece
que “todo responsable que lleve a cabo tratamiento de datos personales
deberá establecer y mantener medidas de seguridad administrativas,
técnicas y físicas que permitan proteger los datos personales contra daño,
pérdida, alteración, destrucción o el uso, acceso o tratamiento no autorizado
(Art. 19). La Ley no incluye de manera explícita referencia alguna a las redes
sociales.
En Colima, la Ley de Protección de Datos Personales del Estado de Colima
fue promulgada el 28 de mayo de 2002, y en ella se expresa que “es cada
vez más clara la necesidad de que se brinde al ciudadano una protección
adecuada contra el posible mal uso de la información que le concierne, sin
que esto implique un intento de limitar o restringir los beneficios que pueden
aportar las tecnologías de información” (PRIMERO). Así, considera que los
datos personales son un recurso con valor comercial, que gracias a las
tecnologías pueden duplicarse, modificarse, adaptarse y viajar grandes
distancias en poco tiempo, y que son susceptibles de analizarse de manera
rápida y eficiente a bajo costo. Además, tiene en cuenta que “la privacidad es
uno de los derechos humanos fundamentales que protege la Constitución del
Estado de Colima” y que “la protección de datos de carácter personal es uno
de los elementos esenciales de la privacidad”. En su artículo 4, la Ley
establece que los datos personales “no podrán usarse para actividades
incompatibles a los propósitos para los que fueron obtenidos”, dejando de
lado los fines estadísticos, históricos o científicos.
A este respecto, Carlos Barriuso expresa que lo más importante para la
protección de los datos en las redes sociales, es la capacidad de
“autodeterminación informativa”, es decir, el derecho de todos los usuarios
de decidir quién tendrá acceso a sus datos y qué puede hacer con ellos.
Así, las redes sociales tienen correlativa y necesariamente, pues, que cumplir unos deberes jurídicos que permitan hacer efectivo a sus usuarios el poder de control y disposición sobre sus datos personales de cualquier tipo, sea o no íntimo. Es decir, el derecho del usuario de las redes sociales (como titular del dato) a la “autodeterminación informativa” impone a estas mismas redes que tienen, mantienen, utilizan y tratan, en papel o soporte informático, o en forma automatizada o manual, sus datos de carácter personal, someterse a la normativa de “protección de datos” que supone que el interesado, cuyos datos son objeto de tratamiento, pueda decidir, quién, cuándo y cómo se van a tratar sus datos personales. De lo contrario si estas garantías se tratan de modificar por vía contractual, se debería declarar su nulidad por ser contrarias a esta normativa. (Barriuso, 2009, p. 317)
Nadie puede protegerte mejor que tú mismo
De todo lo anterior, surgen algunas ideas al respecto de cómo proteger
nuestros datos personales. Antes que nada, creo que debemos tener
conciencia de los riesgos, leer e informarnos sobre las políticas de privacidad
de las redes sociales en las que participamos. También creo que debemos
ingresar a la configuración de nuestras cuentas y modificar los niveles de
privacidad de manera que quedemos lo más protegidos posible sin asilarnos.
Otro aspecto que me parece que debemos cuidar es a qué personas
invitamos o aceptamos como “amigos”; que sean personas que conozcamos
en la realidad, y estar al pendiente las cuentas en las que se pudiera estar
incurriendo en suplantación de identidad. Otro aspecto que me parece muy
importante es pensar bien qué vamos a publicar. Siempre pensar antes en
quién podría verlo, qué información puede obtener de ello y para qué podría
servirle. Pensar si la imagen que estamos dando en nuestra página de
Facebook es realmente la que queremos dar al mundo, a futuros
empleadores, a familiares, a amigos. Y también, al compartir fotos o
información sobre otras personas, debemos pensar en que ellos, como
nosotros, tienen derecho a salvaguardar su propia privacidad, sean o no
usuarios de las redes sociales.
Creo que en este asunto, como en todo lo que tiene que ver con la seguridad
de uno mismo, el gobierno marca ciertas pautas legislativas, pero es en el
ciudadano en quien recae la responsabilidad de crear condiciones que
favorezcan su propia seguridad. De la misma manera en la que cuidamos de
nosotros mismos y de nuestras pertenencias al cerrar nuestra casa con
seguros y candados, debemos proteger nuestra privacidad en las redes
sociales.
Asimismo, es importante enseñar a otros a cuidarse. Enseñar a los niños y
adolescentes, que son el sector más vulnerable, pero también enseñar a
otros adultos. Carlos Barriuso lo expresa así:
Una forma efectiva de protección es educar, advertir e informar sobre las cautelas y precauciones que hay que adoptar frente a los riesgos existentes. Riesgos que tienen que hacerse explícitos, y en el caso de menores aumentar la preparación y extremar las precauciones ante otros usuarios extraños o sospechosos, o ante la cesión o entrega de datos personales. (2009, p. 336-337)
Conclusiones
Vivimos en una era que los sociólogos han llamado “sociedad de la
información”, por ser una época en la que las tecnologías favorecen la
creación, distribución y manipulación de datos. El flujo de información es
inmenso y constante, generamos datos que se incorporan a la red a cada
minuto. La distancia ha dejado de ser un impedimento para la comunicación
interpersonal, podemos establecer contacto inmediato, claro y preciso, con
personas al otro lado del mundo. Aun cuando las tecnologías no han llegado
a toda la humanidad, cada vez es mayor la cantidad de personas que
acceden a ellas. Los contenidos que circulan en la red son muy diversos,
cualquiera puede incorporar sus ideas, pensamientos, sentimientos,
circunstancias, y no sólo con palabras, los contenidos vienen en medios
diversos.
En este contexto, no podemos mantenernos alejados de la realidad.
Indudablemente somos miembros de esta sociedad de la información,
pero como individuos que habitamos en ella debemos ser consientes de
los riesgos que supone, para tener las herramientas que nos permitan
protegernos. Los gobiernos de muchos países, incluyendo México, están
en la búsqueda de leyes y normas que permitan proteger a los
ciudadanos. Sin embargo, debemos tener presente que la responsabilidad
de cuidarnos está en nuestras manos. Del mismo modo en que de niños
aprendimos a cruzar las calles para que no nos atropellaran (aprendizaje
que fue diferente para los niños del siglo XIX, porque en sus calles no
circulaban coches, sino caballos y carretas) ahora tenemos que aprender
y enseñar a nuestros niños a transitar por internet y por las redes sociales
reduciendo al máximo los peligros.
Al reflexionar en todo esto, deberíamos tener en cuenta lo que autores como
Aldous Huxley y George Orwell perfilaron en sus obras, Un mundo feliz y
1984, sociedades distópicas en las que la posesión y control de información
por parte del Estado, como órgano supremo de poder, elimina cualquier
posibilidad de privacidad y consigue con ello la manipulación del individuo.
En ambas historias esta reducción de libertades es impuesta por los grupos
de poder. En nuestra realidad, nos inscribimos voluntariamente a la red
social que tendrá acceso a toda nuestra información, corriendo con ello el
riesgo de ser manipulados. Y cada día somos más.
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