nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL...

32
nerudiana escriben Ángel Augier Dominique Casimiro Arturo Corcuera Zélia Gattai Nicolás Guillén Rafael Gumucio Juan Antonio Isla Camilo Marks Fundación Pablo Neruda Santiago Chile nº 2 Diciembre 2006 Director Hernán Loyola Las caracolas de Pablo Neruda, edición de Cecilia Osorio y Manuel Dannemann, con es- pléndidas fotografías de José Moreno Fabbri. Santiago, Universidad de Chile & Editorial Universitaria, 2006. E n junio de 1954, al donar a la Univer- sidad de Chile su primera biblioteca perso- nal y su primera colección de caracolas [la FPN conserva las segundas], Neruda declaró: «Yo fui recogiendo estos libros de la cultura universal, estas caracolas de todos los océanos, y esta espuma sigue en p. 2 Pablo Neruda Edmundo Olivares Darío Oses Cecilia Osorio David Schidlowsky Alain Sicard Jaime Valdivieso Las caracolas de Neruda

Transcript of nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL...

Page 1: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 1 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

nerudiana

escriben

Ángel Augier

Dominique Casimiro

Arturo Corcuera

Zélia Gattai

Nicolás Guillén

Rafael Gumucio

Juan Antonio Isla

Camilo Marks

Fundación Pablo Neruda Santiago Chile nº 2 Diciembre 2006 Director Hernán Loyola

12345671234567123456712345671234567123456712345671234567123456712345671234567

Las caracolas de Pablo Neruda, edición deCecilia Osorio y Manuel Dannemann, con es-pléndidas fotografías de José Moreno Fabbri.Santiago, Universidad de Chile & EditorialUniversitaria, 2006.

En junio de 1954, al donar a la Univer-sidad de Chile su primera biblioteca perso-nal y su primera colección de caracolas [la

FPN conserva las segundas], Neruda declaró: «Yofui recogiendo estos libros de la cultura universal,estas caracolas de todos los océanos, y esta espuma

sigue en p. 2

Pablo Neruda

Edmundo Olivares

Darío Oses

Cecilia Osorio

David Schidlowsky

Alain Sicard

Jaime Valdivieso

Las caracolasde Neruda

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:531

Page 2: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 2 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

Sumario

Las caracolas de Neruda 1CECILIA OSORIO - NICOLÁS GUILLÉN

Mi amigo y compadre Pablo 5ZÉLIA GATTAI

Neruda:la poética de los objetos 8ALAIN SICARD

América Neruda 15ARTURO CORCUERA

Dossier 1936 (II) 16

Años ’30: Neruda y losCongresos de Escritorespara la Defensa de la Cultura 17DAVID SCHIDLOWSKY

Bibliografía (1923-2004),en la Biblioteca de laFundación Pablo Neruda 21EDMUNDO OLIVARES

1942: Neruda en Cuba 22ÁNGEL AUGIER - PABLO NERUDA

Un soneto para Neruda 25en su centenarioÁNGEL AUGIER

Adioses: Javier García Méndez 26JUAN ANTONIO ISLA

Publicaciones 27

Neruda y el hielo 32RAFAEL GUMUCIO

nerudiananº 2 diciembre 2006

director Hernán Loyola

editorMario Valdovinos

diseño y diagramaciónJuan Alberto Campos

secretaría de ediciónAdriana Valenzuela

FUNDACIÓN PABLO NERUDA

Fernando Márquez de la Plata 0192

Providencia.

Santiago-Chile

Sólo entonces la Universidad,a instancias del Museo, tomó finalmenteconciencia del abandono en que manteníaese aspecto de la donación nerudiana y de-cidió que la malacóloga María Codoceoechara las bases para la catalogación cien-tífica de las maravillosas piezas. Esa pri-mera tentativa se realizó entre los años1981 y 1985.

Transcurrieron todavía 17 años antesde que el profesor Manuel Dannemann, ac-tual director del Archivo Central de la Uni-versidad, dispusiera en 2002 una limpiezatécnica de las caracolas y encargara su ca-talogación definitiva a la malacóloga Ceci-lia Osorio. Este volumen, Las caracolas dePablo Neruda, es una magnífica muestra delos resultados de tan indispensable opera-ción. Muy interesante el texto introductivode Dannemann que incluye una historia delas vicisitudes que atravesó la colecciónhasta alcanzar su actual visibilidad. CeciliaOsorio traza por su lado la génesis del con-junto y la descripción técnica de las piezasmás representativas, recogidas por Nerudamismo desde sus años de juventud en lascostas de Ceilán, Baja California y Cubaentre otros lugares, o adquiridas en los mer-cados y tiendas naturalistas de París.

Pero naturalmente el libro se define,para el lector común, a través de las estupe-facientes fotografías de José Moreno Fabbrique consiguen captar lo que Neruda confe-só en aquella crónica de 1969: «… en reali-dad lo mejor que coleccioné en mi vida fue-

CARACOLAS: dibujos digitales de Lily Robressobre fotografías de José Moreno Fabbri.

de los siete mares laentrego a la Universi-dad por deber de con-ciencia y para pagar, en parte mínima, loque he recibido de mi pueblo».

Notar la asimilación que el poeta es-tablece entre los objetos naturales y losculturales, y la fusión del tiempo y del es-pacio que ellos materializan: tanto lascaracolas como los libros constituyen unúnico tesoro, la «espuma de los siete ma-res» recogida a lo largo de los años. Lainteracción naturaleza-cultura fue siem-pre el núcleo simbólico más profundo yconstante de la poesía nerudiana.

Durante decenios esa primera esplén-dida colección de caracolas de Pablo Nerudapermaneció en olvido y abandono. Hacia elfinal de su vida, en la crónica “Libros y ca-racoles” (Ercilla nº 1.770 del 21.05.1969),el poeta se quejó de ello, y con razón: «Hacequince años de aquella fecha [1954]. Nadielas ha visto más. Ni libros ni caracoles pa-recen existir, como si se hubieran vuelto alas librerías, al océano. Hace años, cuandopregunté por mi donación, me dijeron: ‘Porahí está en unos cajones’.» La Universidadno escuchó esta queja.

Tuvieron que pasar otros diez añosmás, y la muerte de Neruda, para que lasituación comenzara a cambiar, cuando ladoctora Grete Mostny, conservadora delMuseo de Historia Natural, solicitó algu-nas caracolas de la Colección Neruda parala exposición Moluscos Bioarte (1979).

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:532

Page 3: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 3 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

EDITORIAL

ron mis caracoles. Éstos me dieron el placerde su prodigiosa estructura, la pureza lunarde una porcelana misteriosa, agregada a lamultiplicidad de las formas, táctiles, góticas,funcionales.» (declaración recogida en susmemorias: Confieso que he vivido, 1974, yen Nerudiana dispersa II, vol. V de Obrascompletas, Barcelona 2002, p. 700).

Por lo cual resulta extraño que el nom-bre del fotógrafo no figure en esta edicióncon el relieve que merece. En vano lo bus-qué en la portada y en los créditos iniciales.Para saber quién hizo las fotografías quesustantivan el libro hay que ir hasta la codafinal de agradecimientos, donde el nombrede José Moreno Fabbri viene mezclado yhomologado con otros nombres, incluido elmío que obviamente era muchísimo menosimportante —y hasta prescindible— en re-lación a la factura del volumen.

— Hernán Loyola

¿Por qué Neruda se interesóespecialmente por los moluscos?

Según mi opinión, porque era un natura-lista innato y percibió que estos animalesmagníficos y generosos están muy ligadosa la vida del hombre desde sus orígenes.Sus conchas son historia, testimonio de suexistencia y permiten descubrir huellas delas diversas etapas de su ciclo de vida. Enlos detalles de la superficie, en su ornamen-tación, estas preciosas conchas muestranlíneas, surcos, y otras estructuras que re-velan sus adaptaciones al medio en quevivieron. El significado de su extraordina-ria belleza y de los ornamentos de esasconchas fueron captados por la exquisitasensibilidad de Neruda.

El trabajo realizado en los dos últi-mos años me permitió reconocer 1.151 es-pecies y 9.095 ejemplares que fueron re-gistrados en un catálogo cuya publicaciónaparecerá próximamente en los Anales dela Universidad de Chile. En una visión glo-bal se puede decir que la colección tieneespecies de todos los mares y océanos, deagua dulce y terrestre, de lugares exóticos,lejanos y a veces ocultos. Al observar lostamaños, se distinguen numerosas conchas

Completamos en este número el Dossier 1936 recordando los precoces estu-

dios nerudianos de Concha Meléndez y Arturo Aldunate Phillips, publica-

dos ese año (como el Recado de Gabriela Mistral reproducido en nuestro nº 1).

El desencadenamiento de la Guerra Civil Española, en julio 1936, fue enmarcado

por los Congresos Internacionales de Escritores para la Defensa de la Cultura

realizados en 1935 y 1937 (París y Valencia) que enfrentaron la amenaza fascista

sobre Europa y en los que Neruda participó. A examinar la decisiva importancia

de esos Congresos en su evolución poética está dedicada la crónica de David

Schidlowsky que incluimos en este número.

No dejaremos de enfocar, más adelante, algunos importantes eventos que

marcaron otros años de la trayectoria de Neruda terminados en 6. Así, la escritu-

ra y primera publicación de “Galope muerto” en la revista Claridad, agosto 1926,

y de “Alturas de Macchu Picchu” en 1946; las repercusiones del XX Congreso

del Partido Comunista de la Unión Soviética y de la ocupación de Budapest por

el Ejército Rojo (marzo y noviembre 1956) en la vida y en la obra de Neruda; y

los conflictivos efectos de la llamada “Carta abierta de los escritores y artistas

cubanos”, publicada en el diario Granma a fines de julio 1966.

La amorosa dedicación de Neruda a los objetos constituye uno de los nú-

cleos temáticos del presente número, que abre con un pequeño dossier sobre sus

caracolas, suscitado por el reciente libro editado por Manuel Dannemann y Ce-

cilia Osorio con fotos de José Moreno Fabbri (cuyas paráfrasis digitales, realiza-

das por Lily Robres, ilustran estas páginas). El dossier incluye una reseña del

libro mismo, una nota científica de Cecilia Osorio y un homenaje que escribiera

Nicolás Guillén en 1950 en ocasión de la muerte de don Carlos de la Torre y

Huerta, el sabio malacólogo cubano, amigo personal de Neruda desde 1942. El

enjundioso ensayo de Alain Sicard sobre la poética nerudiana de los objetos nos

propone, de modo magistral, el marco teórico que el tema requiere.

Aquel viaje a Cuba durante 1942, cuando Neruda era cónsul en México, es

otro de los asuntos centrales de esta edición. Hemos extractado para nuestros

lectores algunos materiales incluidos en un libro de Ángel Augier editado re-

cientemente en Cuba, y hemos recuperado —es casi una primicia— un artículo

de Neruda con “Recuerdos de La Habana”, prácticamente desconocido (no figu-

ra en las últimas Obras Completas), escrito por nuestro poeta mientras regresaba

por mar desde México a Europa, a mediados de 1950.

Aparte las reseñas que buscan invitar a la lectura de nuevos volúmenes

biográficos, este número 2 de nerudiana se enriquece con poemas del cubano

Ángel Augier y del peruano Arturo Corcuera, y trae al cierre una inteligente

reflexión de Rafael Gumucio, especialmente escrita para nuestra revista.

— El Director

[email protected]

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:533

Page 4: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 4 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

o piezas grandes y medianas, pero la ma-yoría son pequeñas y de escaso valor eco-nómico. Hay, por el contrario, pocas pie-zas de alto valor comercial que correspon-den a ejemplares gigantes, que ya no seencuentran en la biosfera, o a especies muydifíciles de encontrar, pues son raras en lanaturaleza, o porque generalmente vivena grandes profundidades, o porque han sidoconsideradas extintas como la Tripidopho-ra cuvieriana de Madagascar.

De la familia Tridacnidae (almejasgigantes), que sólo registra nueve especiesen todo el mundo, hay cuatro representa-das en el catálogo. De la familia Cypraei-dos la colección tiene 59 piezas, es decir,un 29,2% de las 202 que actualmente seconocen, lo cual supone predilección poralgunas formas: Mas tuve una cyprea cu-yas manchas cayeron / sobre su capa,ornando su terciopelo puro / con círculosquemados de pólvora o pantera…(“Mollusca gongorina”). Hay también nu-merosos ejemplares de Polymita, especieterrestre y endémica de la isla de Cuba, quemuestran una sorprendente, maravillosa eincreíble gama de colores. Probablementefueron regalo de Carlos de la Torre, célebrey experto malacólogo cubano que Nerudaconoció durante su viaje a la isla en 1942.

En relación a las piezas provenientesde Chile, vale la pena destacar que hay nu-merosas especies frecuentes en las costasdel litoral central y de Isla de Pascua. Por logeneral son ejemplares pequeños, algunoscorresponden a formas juveniles, otros per-tenecen a especies que son parte de la dietade los chilenos, sin faltar el loco ni el os-tión, mientras que hay otras de mayor ta-maño, erosionadas, quebradas y de no muybuen aspecto, probablemente recogidas porel poeta en sus frecuentes y/o diarios pa-seos a la playa de Isla Negra. Pienso queellas no fueron obsequios o regalos de al-gún amigo. ¿Recogía todo? ¿Admiraba aunaquellas conchitas humildes? A mí me pa-rece indudable que el poeta tenía un senti-miento de respeto hacia aquellas que no eranni grandes ni hermosas, al comprobar queellas también reflejaban vida.

En algunos especímenes hay un pa-pel escrito por Neruda en el que se lee «la

encontré en Acapulco en agosto 1942» o«la encontré en Manzanillo», pero en otrasel papel muestra que se trata de ejempla-res comprados por Neruda.

Para las fotos que adornan el libro LasCaracolas de Pablo Neruda seleccioné losejemplares que consideré más significati-vos en la formación de esta colección y losdestacados por Neruda mismo en su poe-sía, entre ellos los moluscos que se insinúanen el poema “Mollusca Gongorina” (Cantogeneral, XIV, xix) y en el volumen tituladoMaremoto. También se tuvo en cuenta va-rios testimonios del poeta o de sus amigos.

— Cecilia Osorio*

Don Carlos de la Torre y Huerta:la muerte de un sabio [1950]

Cuando Pablo Neruda visitó La Habanahace ya algunos años [1942], trabó grandeamistad con un famoso hombre de ciencia,un sabio de muy poética prestancia por cier-to: don Carlos de la Torre y Huerta, que aca-ba de morir al cabo de los noventa y dosaños de su edad. El poeta chileno y el cien-tífico cubano tenían zonas de simpáticacoincidencia en los versos y los caracoles.Neruda colecciona éstos apasionadamente:

el hacerlo viene a ser su hobby, al que hadedicado buena parte de su tiempo y no es-casa porción de sus medios económicos,siempre muy líricos, es decir, nunca cauda-losos. A su vez, don Carlos cultivó la poe-sía en sus años mozos – talvez a hurtadillasla cultivaba todavía de viejo.

Así que cuando el autor de Residen-cia en la tierra se vio, pues, en Cuba, pi-dió como gracia inmediata la de visitar alsabio cubano. Éste era un hombre de me-diana estatura, aunque encorvado por losaños, que entonces pasaban de los ochen-ta. La cabeza poderosa, de frente alta y muyamplia, derramábale sobre los hombros unamelena blanca, flotante, que se movía aimpulsos de la charla. […]

Para Neruda aquel contacto fue todauna fiesta. Don Carlos, cuya especialidadera la Malacología, sintióse halagadísimocon que el poeta estuviera iniciado en esosestudios, lo conociera a él y le hablara enun lenguaje que no era común en hombrededicado a una disciplina tan opuesta a lasinvestigaciones científicas. Así fue que sejuntaron una larga tarde para charlar depoesía y moluscos, de lo que se arrastra ylo que vuela… Don Carlos llevó a Nerudaa su casa y allí lo acercó a su abismo sub-marino, a su maravillosa colección, una delas más grandes y famosas del mundo.

Por cierto que cuando yo estuve enChile, en el ’46, el poeta me enseñaría unacaja de regulares proporciones, llena de al-godón.

— ¿Sabes qué es esto?— Caracoles, por supuesto —le res-

pondí.— Sí, caracoles. Pero lo que no sabes

es quién me los regaló. ¡Don Carlos! ¡Elviejo don Carlos, chico! ¡Don Carlos de laTorre!

Y Pablo acariciaba con los ojos, a tra-vés del cristal, unas conchas grises, cuyonombre en latín era terriblemente compli-cado y que a mí me parecieron sin ningu-na importancia. […]

Don Carlos de la Torre había nacido enMatanzas, el 15 de mayo de 1858, hijo de unprofesor de nombre Bernabé. En 1875 ingre-sa en la Universidad de La Habana para es-tudiar Medicina y Ciencias. Allí el profesor

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:534

Page 5: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 5 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

Me siento honrada y conmovida deestar aquí, hoy, participando de un home-naje destinado al centenario de PabloNeruda, de quien tuve la suerte de ser coma-dre y amiga durante gran parte de mi vida.

Hace precisamente 67 años oí por vezprimera la voz de Pablo Neruda y toméconocimiento de la existencia del poeta.Por aquel entonces no había televisión y laradio cumplía la tarea de transmitir, entreotros programas, dos o tres noticieros dia-rios. No me perdía el del mediodía, cuan-do hablaban sobre la guerra civil de Espa-ña, iniciada en 1936 por Francisco Fran-co. Fue en uno de esos noticieros que oí lavoz pausada y lenta de Pablo Neruda, le-yendo un poema de sedición y dolor, pro-testando contra el asesinato de FedericoGarcía Lorca, que acababa de ser fusiladopor los franquistas.

Aún otras veces escuché la voz deNeruda, usando su poesía, poderosa arma,contra aquella guerra que instalaba en Es-paña un régimen dictatorial. ¿Cuándo ibayo a imaginar, en aquella ocasión, que undía ese fabuloso poeta se transformaría enuno de mis más queridos amigos y, ade-más, en mi compadre?

Lo conocí, personalmente, en 1945,en São Paulo. En la misma ocasión tam-bién conocí a otra gran figura, un escritorque admiraba a la distancia: Jorge Amado.La Segunda Guerra Mundial llegaba a sufin. También en Brasil el régimen dictato-rial del Estado Nuevo, después de diezaños, terminaba. Había motivos de sobrapara celebrar y el pueblo salía a las calles.

Sabiendo que intelectuales venidosdesde todo Brasil protestaban por la libe-ración de los presos políticos, fui corrien-

Mi amigo y compadre PabloZÉLIA GATTAIescritora brasileña

Discurso pronunciado el 12.07.2004 en la Academia

Brasileña de Letras, inaugurando la exposición de fo-

tografías de Pablo Neruda, organizada por la Funda-

ción Casa de Jorge Amado, Bahía.

Felipe Poey, también cubano y también fa-moso, lo inicia en la Malacología. A los 25años es ya médico y doctor en Ciencias. Ganapor oposición una cátedra en la Universidadde Puerto Rico, donde enseña hasta 1885. Devuelta a Cuba enseña Anatomía Comparadaen la Universidad de La Habana. Se casa. Elgobierno español, sospechoso de su lealtad,lo destituye. Viaja a París, donde permanecehasta que, instaurada la República, regresaotra vez para participar en la organizaciónde la enseñanza.

Su fama era ya universal. Cuéntaseque durante una visita al Museo Británicode Zoología, al llegar a la zona de sus másprofundos conocimientos, la Malacología,señaló al funcionario que lo acompañabavarios errores en la clasificación de las es-pecies. La noticia llegó de inmediato aldirector, Edward Smith, quien salió de sudespacho para conocer al visitante.

— Por ventura, señor —díjole—, ¿esusted don Carlos de la Torre?

– ¿Acaso me conoce usted?– De referencia tan sólo. Pero única-

mente el profesor de la Torre tiene a mijuicio autoridad y ciencia para corregir se-mejante clasificación.

— Nicolás Guillén Hoy, La Habana, marzo 15, 1950.

* CECILIA OSORIO. Bióloga especialista en

moluscos (es decir, malacóloga). Profesora e inves-

tigadora en la Facultad de Ciencias de la Universidad

de Chile. Ha publicado en revistas nacionales e in-

ternacionales más de 70 artículos científicos sobre

estos organismos de las costas de Chile continental y

de las islas oceánicas. En el 2002 publicó un libro

titulado Moluscos marinos en Chile. Especies de im-

portancia económica.

* JOSÉ MORENO FABBRI (Bolivia, 23.11.1944).

Llega a Chile en 1960, a los 15 años de edad al barrio

Recoleta, en cuya Academia de Humanidades com-

pleta su educación secundaria. En 1966 ingresa a la

facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile.

Nombrado ayudante y profesor auxiliar, en 1973 fue

expulsado por las autoridades de la dictadura. No-

viembre 2005: exposición fotográfica Una revisión

del rostro de Chile. Actualmente prepara un libro y

una retrospectiva (previstos para enero 2007) sobre

vida y obra del fotógrafo y documentalista Antonio

Quintana, gran amigo de Neruda.♦

do al comité de organización, quería con-tribuir organizando una fiesta, un mitinmonstruoso en el estadio de Pacaembú,para conmemorar la liberación de Prestes.Había trabajo para quien quisiera ayudar yyo me presenté. Jorge Amado vino desdeBahía y encabezaba el movimiento. PabloNeruda llegó a São Paulo en vísperas delacontecimiento. En aquel estadio volveríaa oír su voz lenta, casi un lamento, decla-mando un poema dedicado a Leocadia,madre de Prestes.

Pablo llegó con Delia del Carril, sumujer, y Jorge decidió que yo debía hacercompañía a su esposa. Interesado en mí,halló un buen pretexto para que participasede todos los programas –y no fueron po-cos– en los que él también estaría presente.

Una atmósfera de interés amoroso cir-culaba entre Jorge y yo, pero nada habíasido dicho.

Los días que Neruda pasó en SãoPaulo fueron suficientes para que él,entendido en tales asuntos, percibiese elidilio entre Jorge y yo. Con un aire demalicia nos dijo: «Espero volver en brevey encontrarlos casados».

Neruda regresó a Brasil en 1947 paraparticipar en un festival de poesía en Ríode Janeiro. A esas alturas vivíamos en Río,a Jorge lo habían elegido diputado federaly yo esperaba un hijo.

En ese estado recibí la visita deNeruda y Nicolás Guillén, poeta cubano,otro de nuestros admirados amigos.Nicolás se acercó a la cama donde Joâodormía y declaró: «Voy a ser padrino delniño». Neruda no perdió tiempo: «Seré lamadrina». Y así fue que nos ganamos,además de dos amigos, dos compadres.

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:535

Page 6: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 6 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

En 1948, un retroceso democrático enBrasil, nos llevó al exilio. Estaba yo en elhotel en París, cuando Jorge llegó con airemisterioso y dijo: «Hay una persona en elbar de enfrente, un tal don Antonio. Quiereverla.» Le pregunté de quién se trataba. «Esuna sorpresa.» La sorpresa era un hombrecon barba que al principio no pude reconocer.Vino a mi encuentro. «¡Comadrita querida!»–«¡Compadre Pablo!».

Neruda había llegado ilegalmente aFrancia. Perseguido en su país, se vioforzado a exiliarse. Consiguió con elescritor Miguel Ángel Asturias, gran amigoy embajador de Guatemala en Chile, unpasaporte falso, con el nombre de donAntonio, el apellido no lo recuerdo [eraRuiz, ndr]; de esa forma pudo salir de Chiley llegar a París.

Invitado a participar en el Congresode Intelectuales por la Paz en la capital deFrancia, Neruda necesitaba legalizar susituación. Amigos de Neruda, entre otrosFrédéric Joliot Curie, presidente delConsejo Mundial de la Paz, Pablo Picasso,Louis Aragon, Paul Éluard, Elsa Triolet yJorge Amado trataron de resolver el asunto,cada cual más empeñado.

Delia del Carril se encontraba en Suizay entró en contacto con un diplomático dela Embajada de Chile, quien se apresuró adar un pasaporte legal a Pablo siempre queél lo fuese a recibir personalmente.

Pablo debía viajar a Suiza y pasar lafrontera en automóvil donde le pedirían losdocumentos. Allí estaba el problema.Picasso, respetado y amado por todo elmundo, tenía todas las puertas abiertas yconversó con autoridades competentes paraque permitiesen al poeta cruzar la frontera.Jorge lo acompañó y, durante un día entero,los dos pasaron de Ministerio en Ministeriohasta conseguir el deseado permiso.

Neruda fue la estrella del Congresode Intelectuales por la Paz, recitando suspoemas, al lado del gran cantante PaulRobeson.

De París fuimos juntos a la UniónSoviética. Imposible hallar un mejorcompañero de viaje. Nos reíamos con esehombre de aire tan serio y austero, en quiendescubrimos a un ser ingenioso, lleno de

malicia e inteligencia desbordante.Pablo y Jorge adoraban comprar

objetos de todo tipo y ambos justificabantales compras, a veces difíciles de sertransportadas, diciendo: «¡Ya no puedovivir sin esto!» decía Pablo, y «¡Sin estacosa mi vida no tendrá el más mínimosignificado!» decía Jorge, y no cesaban decomprar.

Cierta vez, en China, Pablo se apa-sionó por un caballo esculpido en madera:«¡Imposible vivir sin este caballo!» Nues-tro traductor, entendido también en artes,

le avisó: «Es falsificado, el auténtico estáen el museo». Y Neruda: «A mí eso no meimporta. Voy a comprar este auténtico fal-sificado.» Y, desde luego, lo compró.

Juntos estuvimos en todos los paísesde democracia popular. También visitamosCeilán, hoy Sri Lanka, Pakistán, India,Birmania, China… En cada uno de esosviajes acontecieron mil cosas, historias quedarían para juntar el día con la noche.«Cuénteme cuentos, comadre», me decíaPablo, porque yo siempre tenía historiaspara narrarle.

Después de más de un año de perma-nencia en Francia, un día recibimos el fa-moso “billete azul”: Quinze jours pourquitter la France. ¿Motivo? Vous avez tropvoyagé. Disponíamos de sólo quince díaspara dejar el país.

Convidados por la Unión de Escrito-res Checos, nos mudamos para Checoslo-vaquia. Nos dieron como residencia el cas-

tillo de Dobris, cercano a Praga, donde es-critores y artistas iban a trabajar o a pasarvacaciones.

Por precaución Neruda también semudó a Praga, donde vivió en un hotel dela calle principal de la ciudad. Los sába-dos y domingos nos visitaba para charlary saber las novedades. «¡Cuénteme cuen-tos, comadre!» me decía. Un día, le pre-gunté por qué llamaba Hormiga a su mu-jer. «Porque me pellizca, no con la puntade los dedos, sino con la punta de las uñasy me duele como puntada de hormiga», yse reía. «Lo pellizco, sí, pero sólo cuandolo veo coquetear con las chicas que se leacercan», explicó la Hormiguita.

Estábamos invitados al Festival de laJuventud en Berlín. Yo no podía asistirporque estaba en el octavo mes de emba-razo. Debía permanecer en Praga para serinternada. Pablo, gentilmente, me ofreciósu departamento en el hotel, durante su au-sencia.

Paloma nació y aún me encontrabaen el hospital cuando, terminado el Festi-val de Berlín, Jorge apareció en el cuartocon Neruda y Guillén. Esta vez Pablo noperdió tiempo, se aproximó a la cuna dela niña y antes que Nicolás se adelantase,declaró con voz grave: «Voy a ser el pa-drino de Paloma». Guillén, con voz nomenos grave: «Yo también». Así, Palomaganó dos padrinos de categoría que acom-pañaron sus pasos hasta el fin de sus vi-das.

Jorge escribía una novela en Dobris.Los compadres habían viajado, y tambiénla Hormiga hacia su Argentina. Pablo, quehabía ido no recuerdo a dónde, volvió solo.

Después de ese viaje lo encontré di-ferente, afligido, con un aire distante.«¿Qué será lo que está pasando con micompadre? ¿Añoranzas de la Hormiga?»,pregunté a Jorge, quien tampoco sabía peroigual se daba cuenta de que algo le ocurríaa Pablo. Le conté algunos de mis cuentos,pero no le hicieron gracia, los escuchó conla mirada perdida.

Recuerdo un momento en que Pablollamó a Jorge para pasear juntos por el jar-dín, en realidad para una confidencia. Lereveló su pasión. Había conocido a la mu-

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:536

Page 7: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 7 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

jer de sus sueños. «Ya no puedo vivir sinella.» Su nombre: Matilde Urrutia.

La situación en Brasil ya permitíanuestro regreso y, en 1952, volvimos anuestro país. Pablo también volvió a Chi-le, sin el riesgo de ir preso.

En 1953 viajamos a Chile, dondeNeruda nos albergó. Llegamos a su casade Los Guindos, encontramos al muralistaDiego Rivera, también huésped del poeta.Un gigante, enorme como sus muralesmaravillosos. Pasamos días inolvidables enIsla Negra, oyendo por las noches, en tor-no a una chimenea, historias fantásticascontadas por el genial artista. Diego pintóun retrato de Matilde y, en medio de suscabellos rojizos, esbozó el perfil de Pablo.Me prometió hacer mi retrato cuando re-gresáramos a Santiago, pero de improvisorecibió un telegrama desde México. FridaKahlo estaba necesitando de su presencia,de sus atenciones.

Regresamos a Chile en 1954, para elcincuentenario de Neruda. Otra vez nosalojamos en Los Guindos, era como llegara mi casa, por todas partes bártulos com-prados en nuestros viajes, algunos idénti-cos a los nuestros, y la preciosa colecciónde caracolas. Delia era la dueña de casa.

Viendo la alegría estampada en el ros-tro del compadre, Jorge quiso saber si lapasión de Pablo había pasado. La verdadera que no: continuaba aún más fuerte.Había traído a Matilde para vivir en San-tiago. Los amantes se veían discretamen-te, no podían vivir juntos, pues ninguno delos dos quería herir a Delia.

Aquel mundo de amigos llenando lacasa, hombres y mujeres, jóvenes y viejas,me despertó una curiosidad. «Dígame,compadre, ¿quién fue la musa que inspirólos Veinte poemas de amor y una cancióndesesperada? ¿Fue la Hormiga?» pregun-té por preguntar, sabiendo que no lo era.«Esos poemas los escribí cuando teníaveinte años. Aquella musa entonces joven,hoy ya no, es Albertina, casada con miamigo de juventud Ángel Cruchaga SantaMaría. Ya aparecerán por aquí. Los vas aver.»

Realmente aparecieron y conocí aaquella señora que inspirara, en un pasado

remoto, los más bellos poemas de amor.En 1958 Jorge dirigía una publicación

cultural en Río, Para Todos. Convidó aPablo para que diera un recital que ayuda-ría al periódico, rico en contenidos, pobreen dineros.

Fuimos a esperar al compadre en elmuelle del puerto, donde desembarcó son-riente: «Acabo de conocer la palabra másbella del idioma portugués: Alfândega.»

El recital de Pablo a beneficio de ParaTodos fue un éxito. Sabiendo que la fadistaportuguesa Amália Rodrigues se encontra-

ba en Río, gran admirador de ella, Pablopidió que la convidáramos. Devota del poe-ta, Amália oyó sus poemas, al principioreverencial, de rodillas, luego con las ma-nos juntas.

Meses después recibimos un telegra-ma sin firma, apenas una palabra: Cama-rones. «Va a llegar», dijimos satisfechos.Volveríamos a ofrecer a Pablo esos cama-rones gigantes que lo fascinaban.

Volvimos aún varias veces al muelledel puerto. Allí estaban siempre Viniciusde Moraes y Moacyr Werneck de Castro,amigos del alma del poeta.

Un día recibimos un telegrama deDelia del Carril. En viaje hacia París sequedaría en Río sólo un día y deseaba ver-nos. Lo que quería decirnos no fue sorpre-sa: ella y Pablo se habían separado. Un jar-dinero infidente había contado a Delia todolo que sabía acerca de la segunda casa delpatrón y de la segunda mujer.

La dignidad de Delia le impidió con-tinuar la vida con su esposo. En vano él leimploró quedarse, ella partió. Venía a co-municar la separación, a despedirse de no-sotros. De nuestra amiga Delia tuvimos lasmás sorprendentes noticias. Después delgran impacto se volcó al arte, transformán-dose en una grabadora de primer nivel. Talera su verdadera vocación.

En 1963 nos marchamos a Bahía. Pa-blo nos fue a visitar, esta vez acompaña-do de Matilde. Dejó a Delia la casa de LosGuindos y se fue a vivir con Matilde enLa Chascona. Persona encantadora,Matilde nos cautivó y nos hicimos ami-gos suyos. Viajamos juntos por el mun-do, y regresamos a Chile algunas vecesmás. También nos hicimos amigos de susamigos, de Volodia Teitelboim, de RubénAzócar, de la exuberante Margot Loyola,que cantaba y bailaba.

Con Matilde fuimos a China, viaja-mos en un viejo barco por el río Amari-llo. A bordo celebramos el cumpleaños dePablo, haciéndole una sorpresa: ella y yologramos romper la rígida rutina proto-colar de la comida china y, tras sobornaral cocinero, le preparamos al festejado unpollo entero, asado en la forma que a él legustaba.

Pablo y Matilde nos visitaron variasveces más en Bahía, pero la última vez tu-vimos el presentimiento que venía a des-pedirse.

Imagino lo que diría mi compadrePablo si pudiese imaginar que su comadritairía a contar cuentos un día, precisamenteel día de su centenario.♦

ZÉLIA GATTAI (São Paulo, 02.07.1916), viuda de

Jorge Amado. Fotógrafa profesional, se descubre es-

critora y publica Anarquistas, graças a Deus (1979),

Un chapéu per viagem (1982), Senhora dona do bai-

le (1985), Jardim de inverno (1988) y otros libros

que han alcanzado gran éxito en Brasil y a través de

traducciones.

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:537

Page 8: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 8 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

Examinar el estatuto de los objetos enla poesía de Pablo Neruda plantea prime-ro un problema de definición. Antes dehablar del objeto en la poesía de Neruda,es preciso ensanchar el marco de la re-flexión y situarlo dentro del problema anuestro parecer básico para todo examende esta obra, que es el estatuto que enella tiene la materia, lo que me va a obli-gar –ruego que se me perdone– a recor-dar de paso mis propias inquietudes anteeste problema.

Se trata de un problema complejo,en el que es preciso guardarse de toda ten-tación simplificadora, aun cuando el tex-to nerudiano diabólicamente la induce.Hace ya muchos años, sintiendo la nece-sidad de reconsiderar la ruptura decididapor el poeta con su pasado residenciario,y de revalorar la mutación provocada porla tragedia española, yo propuse conside-rar como central en el materialismonerudiano, al lado y en contradicción conaquella versión histórica de la materiainstaurada por la toma de conciencia del36 –una materia definida por el trabajohumano y las relaciones socio-económi-cas que engendra–, otra versión, noideologizada, e incluso insólita desde unpunto de vista marxista ortodoxo: la deuna materia de la cual el hombre está ex-cluido y que saca de esta exclusión sudefinición y su estatuto. La llamé lo in-habitado.

Las reflexiones que siguen tratarán desituar el objeto con respecto a esas dospostulaciones contrarias, o contradictorias,de la poética nerudiana que son lo históri-co –con especial atención a lo que consti-tuye el motor de la evolución social: el tra-bajo– y lo inhabitado.

El objeto residenciario

Una primera constatación: el objeto no es-peró la toma de conciencia ideológica delpoeta para instalarse en su poesía. Su irrup-ción coincide con el paso del mundo solita-rio y del ensimismamiento interrogante dela primera Residencia a la apertura, en lasegunda, del sujeto a lo otro, trátese de lanaturaleza o de la sociedad. Es importantesubrayar que el objeto no emerge de la ma-teria inhabitada intuida ya en “Galope muer-to” y celebrada en “Entrada a la madera”:no se presenta como una producción reali-zada a partir y contra lo indiferenciado. Nolleva grabado en él el recuerdo del gesto quelo ha creado, ni tampoco el recuerdo de susorígenes materiales. Tampoco provoca enel testigo esa revelación brutal avasalladorade lo existente: no hay, en Residencia en latierra, lo que podría llamarse una fenome-nología poética del objeto. El estatuto delobjeto residenciario es la pluralidad y la he-terogeneidad. Se instaura, en la segunda Re-sidencia, una retórica del amontonamientocuyo vector es la percepción más desnuday elemental –«veo» ... «hay»– y cuya figu-ra reina es la enumeración1 :

Sobre las poblaciones

una lengua de polvo podrido se adelanta

rompiendo anillos, royendo pintura,

haciendo aullar sin voz las sillas negras,

cubriendo los florones del cemento, los

baluartes de metal destrozado,

el jardín y la lana, las ampliaciones de

fotografías ardientes

heridas por la lluvia, la sed de las alcobas, y los

grandes carteles de los cines en donde luchan

la pantera y el trueno,

las lanzas del geranio, los almacenes llenos de

miel perdida,

la tos, los trajes de tejido brillante,

todo se cubre de un sabor mortal

a retroceso y a humedad.2

La enumeración residenciaria borra lasingularidad del objeto: éste no existe yasino como manifestación de la presenciafantasmal del tiempo que todo lo iguala,dejando en todo su marca mortífera. El poe-ma “Unidad”3 , en la primera Residencia,constata que

Hay algo denso, unido, sentado en el fondo,

repitiendo su número, su señal idéntica.

Como un envés de la enumeración,hay, en las Residencias, esa unificación delos objetos en «una sola cosa», una paredinquietante que rodea al poeta:

...las cosas de cuero, de madera, de lana,

envejecidas, desteñidas, uniformes,

se unen en torno a mí como paredes.

Los objetos residenciarios son anóni-mos: se hacinan dentro de una categoríaneutra que es lo confuso. El poder proféti-co de la palabra confiesa su fracaso ante esadesindividuación de los objetos por la ac-ción uniformizadora del tiempo: «con me-lancolía» ellos llaman a la puerta del poe-ma en los últimos versos de “Arte poética”:

las noches de substancia infinita caídas

en mi dormitorio,

el ruido de un día que arde con sacrificio,

me piden lo profético que hay en mí, con

melancolía,

y un golpe de objetos que llaman sin ser

respondidos

hay, y un movimiento sin tregua, y un nom-

bre confuso.4

Sin embargo una específica relaciónune el sujeto de las Residencias a esos ob-

Neruda: la poética de los objetosALAIN SICARD

Université de Poitiers, CRLA

In memoriam Amado Alonso,

pionero de los estudios nerudianos

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:538

Page 9: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 9 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

jetos despojados de singularidad. A pesarde ser sometidos a la despiadada ley deltiempo, permanecen. Criaturas del tiempoque los amasa y que es su substancia, ates-tiguan, desde su humildad, de una paradó-jica victoria sobre el tiempo. Oponen a sulabor destructiva una resistencia patética yaleccionadora. Aquella «paciencia» de laque se vanagloria en “Sabor” («Quién pue-de jactarse de paciencia más sólida?»5 ), elerrante testigo la ha aprendido de los obje-tos. Éstos constituyen la base de ese hu-manismo residenciario proclamado en losúltimos versos de la primera Residencia:

Sea, pues, lo que soy, en alguna parte y en

todo tiempo,

establecido y asegurado y ardiente testigo,

cuidadosamente destruyéndose y preservándose

incesantemente,

evidentemente empeñado en su deber original.6

Una humanización de los objetos –queserá una de sus características definitivas–se va desdibujando desde Residencia en latierra, humanización que franqueará unnuevo paso en 1935 –publicadas ya las dosprimeras Residencias– con la redacción delprólogo que encabeza el primer número dela revista que dirige Neruda en Madrid:Caballo Verde para la Poesía.

El objeto humanizado

“Sobre una poesía sin pureza”7 está estruc-turado a partir de una larga comparaciónque divide claramente el texto en dos par-tes. El comparante precede lo comparadoque es la poesía («Así sea la poesía quebuscamos...»), y es el mundo de los obje-tos. Los objetos «en descanso», o sea enese momento en que uno deja de manejar-los en el distraído trato cotidiano para con-templarlos y escuchar su lección silencio-sa, una lección que va especialmente diri-gida al «torturado poeta lírico»:

Es muy conveniente, en ciertas horas del

día o de la noche, observar profundamente

los objetos en descanso: las ruedas que han

recorrido largas, polvorientas distancias,

soportando grandes cargas vegetales o mi-

nerales, los sacos de las carbonerías, los

barriles, las cestas, los mangos y asas de

los instrumentos del carpintero. De ellos

se desprende el contacto del hombre y de

la tierra como una lección para el tortura-

do poeta lírico. Las superficies usadas, el

gasto que las manos han infligido a las co-

sas, la atmósfera a menudo trágica y siem-

pre patética de estos objetos, infunde una

especie de atracción no despreciable hacia

la realidad del mundo.

Los objetos aleccionan desde el des-gaste que les ha infligido «el contacto del

hombre y de la tierra»: contacto del hom-bre ejemplificado en la enumeración de estaprimera parte por «los mangos y asas de losinstrumentos del carpintero», y contacto dela tierra ilustrado por «las ruedas que hanrecorrido largas, polvorientas distancias,soportando grandes cargas vegetales o mi-neras, los sacos de las carbonerías, los ba-rriles, las cestas». En el desgaste los obje-tos se humanizan, e, inversamente, el suje-to poético se objetiva: gracias a él sale de sucárcel individual para salir al encuentro dela realidad e identificarse con ella8 .

En otros términos: este desgaste evo-cado en la primera parte de “Sobre unapoesía sin pureza” ha dejado de ser el solodesgaste natural, temporal. En él la manoinvisible del tiempo y la mano del hombrese confunden para producir en el contem-plador esa «atracción no despreciable ha-cia la realidad del mundo». La mano delhombre, es decir su huella, que no es toda-

vía la del hombre productor, del futuro tra-bajador del Canto general9 . Sin embargo,la noción de trabajo –y con ella la de pro-ducción de los objetos– está en cierne eneste tatuaje que las manos humanas dejansobre la superficie de las cosas. Para quese instaure como valor esencial del univer-so nerudiano será necesaria la terrible prue-ba de la guerra

Es frecuente en la poesía de Nerudaque sea a través de la negación o desde ellacómo se realiza la afirmación de los valo-res. Ejemplos: la destrucción temporal re-velando paradójicamente, como ya lo vi-mos, en Residencia en la tierra, el mundocomo unidad y como totalidad, o –en lasfuturas “Alturas de Macchu Picchu”– lamuerte como vector de la toma de concien-cia histórica. Algo parecido pasa en “Es-paña en el corazón”, donde no ya la des-trucción temporal, sino aquélla brutal yestéril causada por la guerra, va a servircomo revelador del trabajo humano.

En este conjunto de poemas escritosdurante o en los meses que siguen a la gue-rra civil, hay uno que es esencial para eltema que nos ocupa. Se trata de “Cantosobre unas ruinas”, que representa un pasodecisivo hacia lo que llamaré –sin la me-nor connotación peyorativa– el objetoideologizado.

El objeto ideologizado

Como se sabe, los primeros versos del poe-ma («Esto que fue creado y dominado, /esto que fue humedecido, usado, visto, /yace –pobre pañuelo– entre las olas / detierra y negro azufre») tienen un modeloen el famoso poema de Rodrigo Caro(1576-1647) “A las ruinas de Itálica”.10

Como su lejano predecesor, Neruda opo-ne en su poema la prosperidad pasada y laactual desolación. Pero es significativo queno acude como él al audaz hipérbaton delmodelo. Todo pasa como si para el poetachileno ningún hiato debiera separar eldeíctico de lo que designa: como si nadapudiera interponerse entre la realidad y elhombre que la ha marcado con su huella.Obsérvese la doble serie de participiosenunciados en los dos versos iniciales. La

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:539

Page 10: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 10 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

segunda serie –«humedecido, usado, vis-to»–, recuerda “Sobre una poesía sin pu-reza”: aquel contacto humano y patéticode la mano con los objetos, el sudor quelos humedece y los roe, el desgaste entremecánico y natural que el testigo contem-pla en ellos. Pero, en la primera serie, dosvocablos campean, inaugurando una nue-va era para el objeto en la poesía de Neruda:«creado… dominado»: y, de hecho, es alrecuerdo maravillado de una génesis queel poema nos convida, una génesis que noes aquélla natural que, dentro de unos años,iba a celebrar la penúltima sección delCanto general, sino una génesis históricadonde el hombre afirma con orgulloprometeico su capacidad de dominar lamateria:

Como el botón o el pecho

se levantan al cielo, como la flor sube

desde el hueso destruido, así las formas

del mundo aparecieron. Oh párpados,

oh columnas, oh escalas!

Oh profundas materias

agregadas y puras: cuánto hasta ser campanas!

cuánto hasta ser relojes! Aluminio

de azules proporciones, cemento

pegado al sueño de los seres!

El polvo se congrega,

la goma, el lodo, los objetos crecen

y las paredes se levantan

como parras de oscura piel humana.

Una versión inédita del tiempo acabade hacer su aparición. Se trata de una ver-sión ideologizada, evidentemente influidapor la cultura marxista incipiente del poe-ta en sus contactos con Rafael Alberti, yDelia del Carril, principalmente. Es la deltiempo infinitamente precioso del trabajoque separa de la materia informe el objetoque estaba esperando en ella, como unavirtualidad secreta.

Esta celebración del trabajo huma-no, este himno a las cosas manufacturadas¿abren una nueva era para la poética de losobjetos en la obra del poeta? Lo podría-mos pensar al leer, por ejemplo, la decla-ración programática que encabeza las Nue-vas odas elementales (1956):

Yo destroné la negra monarquía,

la cabellera inútil de los sueños,

pisé la cola

del reptil mental,

y dispuse las cosas

—agua y fuego—

de acuerdo con el hombre y con la tierra.

Quiero que todo

tenga

empuñadura,

que todo sea

taza o herramienta.

Quiero que por la puerta de mis odas

entre la gente a la ferretería.

Después de leer semejante profesiónde fe, el lector –y más el que investiga so-bre el tema que hoy nos ocupa– se preparaa una abundante cosecha de objetos. Aho-ra bien: en las Nuevas odas elementales,de las cuales estos versos son el prólogo,solamente dos o tres odas celebran los ob-jetos fabricados por la mano del hombre.La proporción era más o menos la mismaen las Odas elementales (1952-54), y, siremontamos al Canto general (1950), sólotres poemas del “Canto general de Chile”(“Talabartería”, “Alfarería” y “Telares”)desarrollan este tema. Además, cuando lodesarrollan, se observa una constante einvoluntaria devolución del objeto al mun-do material, un constante desliz de lo cul-tural a lo natural aunque sea por medio dela sola metaforización. En la montura can-tada en “Talabartería” vive «la unidad delas vidas forestales»11 ; la farmacia huele abosque12 ; el jabón «resbala / y naufragacomo un / pescado ciego / en la profundi-dad de la bañera»13 ; el serrucho, a pesarde ser en el mundo de las Odas el emble-ma mismo del trabajo transformador, es«astral / y submarino”» y «tiburón de lamadera» 14 ; las tijeras son parecidas a pá-jaros o peces15 ; el plato lo «inventó el ma-nantial en la piedra» 16 ; en cuanto a la si-lla, está insólita y sintomáticamente evo-cada en un decorado selvático por una odaque es más una oda a la espesura que alhumilde asiento humano17 . Dentro de estaenumeración merece una mención especialla máscara marina a la cual el poeta dedi-có dos poemas, uno en Canto general18 y

otro en La barcarola19 . Es entonces a unaverdadera reapropriación del objeto por lamateria oceánica que asistimos.

no muevo los ojos no canto no tengo palabras

no sueño

me mueven me cantan me sueñan me sume la

ola

[...]

soy sólo una forma en la luz una vértebra de

la alegoría20

Pero tal vez la atracción irresistibleque ejerce el mundo natural sobre el mun-do de lo manufacturado culmine en la “Odaa las cosas rotas”, donde el poeta proponeuna extraña solución al misterio de las co-sas que se rompen en la casa:

Pongamos todo de una vez, relojes,

platos, copas talladas por el frío,

en un saco y llevemos

al mar nuestros tesoros:

que se derrumben nuestras posesiones

en un solo alarmante quebradero, 21

que suene como un río

lo que se quiebra

y que el mar reconstruya

con su largo trabajo de mareas

tantas cosas inútiles

que nadie rompe

pero se rompieron. 22

Es interesante, en esta cita, la referen-cia al «largo trabajo de las mareas». Nosva a servir de transición para examinarmodalidades no humanas del trabajo: untrabajo sin manos, que pertenece no almundo histórico de la materia transforma-da sino a lo inhabitado. No será ya unhacer sino un hacerse lo que presidirá eladvenimiento de una categoría particularde objetos : los objetos naturales.

El objeto natural

Esta modalidad del trabajo –ajena a la ac-tividad humana– ya era perceptible, en“Canto sobre unas ruinas”, a través de unacierta tendencia a naturalizar la producciónde objetos, a asimilarla al crecimiento ma-terial: los objetos crecían como crece laflor o el cuerpo humano. Pero ella es ante-

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5310

Page 11: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 11 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

rior a la conmoción de la guerra. Antes dela materia, y matriz de la materia, como yatraté de mostrarlo en otras ocasiones, esta-ba el tiempo, su trabajo frío, como reza eltítulo de un poema de la primera Residen-cia. La intuición de un tiempo-materia pro-ductor ronda ya desde los más antiguospoemas del libro, por ejemplo en la géne-sis de los zapallos en los últimos versos de“Galope muerto”. El cotejo que hemoshecho entre la “Oda a las cosas rotas” y“El sur del océano” ha mostrado también,en este poema de la segunda Residencia,la presencia implícita de un trabajo oceá-nico, productor de su propia materia. La“Oda al mar” –en la que el poeta insta al«camarada océano», con humor, a que dejede despilfarrar su energía formidable enuna gesticulación inútil23 – también la su-giere de modo indirecto. Pero es un poe-ma de Las piedras de Chile, “La estatuaciega”24 , el que mejor la ejemplifica. Tie-ne como tema una piedra: no una de esaspiedras rodantes, piedras-objetos, que lue-go examinaremos, sino la piedra-monu-mento, la estatua natural. Esta estatua re-trata a su propio constructor, pero a unconstructor inexistente:

Hace mil veces mil

años de piedra

yo fui picapedrero

y esto fue lo que hice,

golpeando

sin manos

sin martillo,

abriendo

sin cincel,

mirando el sol sin ojos,

sin ser,

sin existir sino en el viento,

sin otro pensamiento que una ola,

sin otras herramientas

que el tiempo,

el tiempo,

el tiempo.

El tiempo, o sea, en el mundonerudiano, el tiempo matriz y devenir deuna materia misteriosamente productora desí misma, y de aquello que hemos elegidollamar objetos naturales.

El trabajo improductivo del mar –delmar-tiempo25 –, que escandalizaba al poe-ta social de la “Oda al mar”, produce obje-tos inútiles, y esos objetos encantan a sudoble solitario: al vagabundo paseante delas orillas.

Pero ha llegado el momento, hablan-do de esos objetos naturales, de abrir unparéntesis para tratar de definirlos.

No se confunden con las demás pro-ducciones del mundo natural: vegetales oanimales. Por su aparente inercia, ocupanun lugar marginal con respecto a ese gran

movimiento creador que atraviesa todas lascriaturas y al que Neruda se refiere con lapalabra crecimiento. El estatuto del objetonatural es evidentemente ambiguo, comoreza el oxímoron con que lo hemos desig-nado: no fueron creados por el hombre,pero de algún modo le son destinados. Enefecto: su particularidad, dentro del con-junto de las criaturas del mundo material,es que caben en la mano humana, la cuallos recoge, los levanta, los palpa, los sope-sa, los pone en un bolsillo. Otra ambigüe-dad: los objetos naturales presentan, conexcepción de la utilidad, las característi-cas del objeto manufacturado –compaci-dad, inmovilidad, singularidad, belleza–,pero llevadas a un grado de perfección yde infinita diversidad fuera del alcance deltrabajo humano.

El mar, precisamente, en cuyas ori-llas hemos dejado a nuestro26 poeta, es ungran proveedor de estos objetos, empezan-do, evidentemente, por los caracoles.Neruda fue durante toda su vida un gran

malacólogo. En un artículo escrito para larevista Ercilla en 1969, escribe acerca desu caracolismo empedernido

Pero, en realidad, lo mejor que coleccio-

né en mi vida fueron mis caracoles. Estos

me dieron el placer de su prodigiosa es-

tructura: la pureza lunar de una porcelana

misteriosa, agregada a la multiplicidad de

las formas, táctiles, góticas, funcionales.

[...] al azar de mis viajes recorrí los siete

mares acechándolos y buscándolos. Pero

debo reconocer que fue el mar de París el

que, entre ola y ola, me descubrió más ca-

racoles. Todo el nácar de las oceanías ha-

bía transmigrado a sus tiendas naturalis-

tas, a sus mercados de pulgas. 27

En el Canto general un poema del“Gran océano” – “Mollusca gongorina” [vernota 26]– celebra los caracoles marinos

De California traje un múrex espinoso,la sílice en sus púas, ataviada con humosu erizada apostura de rosa congeladay su interior rosado de paladar ardíacon una suave sombra de corola carnosa. 28

Las arenas de Isla Negra revelan, parael ocioso cosista de la naturaleza, tesorosinfinitos. Si los caracoles son los objetosmás sofisticados producidos por el mar, noson los únicos. Otros, más humildes, pro-curan al poeta la misma «embriaguez in-transferible / de tomar parte en los traba-jos de la soledad y la arena»: 29

Entre las cosas que echa el mar

busquemos las más calcinadas,

patas violetas de cangrejos,

cabecitas de pez difunto,

sílabas suaves de madera,

pequeños países de nácar,

busquemos lo que el mar deshizo

con insistencia y sin lograrlo,

lo que rompió y abandonó

y lo que dejó para nosotros.

[...]

pero nada más desgarrador

que el síntoma de los naufragios :

el suave madero perdido

que fue mordido por las olas

y desdeñado por la muerte.30

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5311

Page 12: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 12 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

Cuando, con ocasión de su aniversa-rio, el poeta obsequia a su amada con ciensonetos de amor, son estos regalos gasta-dos de la ola –como ya lo era en tiemposdel Caballo Verde la «dulce superficie delinstrumento tocado sin descanso, la suavi-dad durísima de la madera manejada, delorgulloso hierro»– los que sirven de refe-rencia para caracterizar el material lingüís-tico usado por el poeta:

Yo, con mucha humildad hice estos

sonetos de madera, les di el sonido de esta

opaca y pura substancia y así deben lle-

gar a tus oídos. Tú y yo caminando por

bosques y arenales, por lagos perdidos,

por cenicientas latitudes, recogimos frag-

mentos de palo puro, de maderos someti-

dos al vaivén del agua y la intemperie. De

tales suavizadísimos vestigios construí con

hacha, cuchillo, cortaplumas, estas

madererías de amor y edifiqué pequeñas

casas de catorce tablas para que en ellas

vivan tus ojos que adoro y canto.31

En el objeto natural, las manos trans-parentes del océano sustituye la mano hu-mana, pero el desgaste, siempre, de algu-na manera, humaniza el objeto, hace queel hombre reconozca su propio destino enel trozo de madera sometido al vaivén delas mareas o en la piedra arrancada de laroca y pulida por las olas.

Neruda ha dedicado dos libros enterosa la piedra: Las piedras de Chile (1959-1961) y Las piedras del cielo (1970). Si sepueden distinguir, según acabamos de com-probar, dos clases de objetos producidos porla materia oceánica –el objeto dignificadopor el incesante roce del agua, y el objetode elaboración sofisticada, de estructura in-finitamente compleja, como el caracol–, laságatas de Isla Negra ilustran la primera ca-tegoría y las «piedras del cielo» la segunda.

A Neruda le gustaba regalar a susamigos lo que él llamaba sus «ágatas».Siempre dudé de que las «piedrecitas pu-ras», las «aceitunas azules de la ola» puli-das por las mareas que el poeta recogía porlas mañanas delante de su casa en Isla Ne-gra fueran todas auténticas ágatas. Peroeran, de todos modos, una versión doble-

mente humanizada del objeto natural: poraquel roce que las había hecho casi trans-parentes, y por haber llegado a ser aquellaespecie de moneda de la amistad entre lasmanos del poeta. Un poema de Las pie-dras de Chile32 les rinde homenaje, peromás vale citar una frase de Una casa en laarena (1956-1966) que las restituye en susencillo esplendor:

Y en la mano las misteriosas gotas de luz

redonda, color de miel o de ostra, pareci-

das a uvas que se petrificaron para caber

en los versos del Genil de Espinosa, sua-

vemente espolvoreadas por alguna deidad

cenicienta, horadadas a veces en su cen-

tro por algún aguijón de oro, socavadas

como por la más diminuta de las olas:

ágatas de Isla Negra, neblinosas o celes-

tes, suavemente carmíneas o verdiverdes,

o avioletadas o rojizas o ensaladas por

dentro como racimos moscateles: y a me-

nudo estáticas de transparencia, abiertas

a la luz, entregadas por el panal del océano

al albedrío del cristal: a la pura pureza. 33

Las ágatas, por su carácter errante ysu infinita diversidad de matices, formancomo una transición entre la humilde opa-cidad de la madera trabajada por la ola y elaristocrático fulgor de aquellas piedras queNeruda llama del cielo y que nosotros lla-mamos preciosas.

Éstas tienen su origen en el cielo cós-mico de las génesis, del cual han conser-vado el deslumbrante recuerdo. Pero su ela-boración es el resultado de un largo traba-jo, no oceánico, como en el caso del cara-col, sino terrestre, y, más precisamente,subterráneo. Esta última característica ex-plica la reaparición, con la piedra precio-sa, del comportamiento clásico del sujetopoético nerudiano ante lo inhabitado quees su disolución dentro de la materia bajola forma ficticia de un viaje. El objeto, enprincipio, excluye semejante comporta-miento: tratándose del objeto ideologizadoa causa de su absoluta exterioridad, ente-ramente volcada hacia las prácticas huma-nas, y, tratándose del objeto natural, por laposibilidad de apoderarse de él físicamen-te, en un gesto que no es de disolución sino

más bien de posesión34 . La piedra precio-sa, en vez de ser, como el caracol, el ma-dero o las ágatas, fragmento o forma soli-taria, siempre conserva algo de aquella lu-minosa incrustación suya dentro de la no-che de lo inhabitado. Testimonia de la «ac-titud sumergida / en la materia»35 . Hundi-da bajo espesas capas de tiempo, inventala inagotable gama de sus colores:

Yo quiero que despierte

la luz encarcelada:

flor mineral, acude

a mi conducta:

los párpados levantan la cortina

del largo tiempo espeso

hasta que aquellos ojos enterrados

vuelvan a ser y ver su transparencia.36

Confrontación de miradas, intercam-bio: el contemplador se contempla a símismo con el ojo de la piedra. Y, al revés,el que mira el topacio, el cuarzo o la tur-quesa los mira con los ojos de la naturale-za. Acceder a su resplandor sumergido su-pone para el sujeto convertirse al mundode la nocturnidad:[...]

Yo duermo a veces, voy

hacia el origen, retrocedo en vilo

llevado por mi condición intrínseca

de dormilón de la naturaleza,

y en sueños extravago

despertando en el fondo de las piedras.37

De todos los libros de Neruda, los queescribió sobre las piedras son tal vez, comolo señalé en otra ocasión38 , los másmetapoéticos de su obra. Me dan la opor-tunidad de concluir este examen de losobjetos nerudianos con el más particularde todos: el poema mismo.

El objeto poemático

¿Es el poema un objeto?39 Y si lo es ¿a cuálde las dos grandes familias de objetos quehemos venido distinguiendo pertenece? ¿Ala de los manufacturados o a la de los natura-les? El tema abarca la totalidad de la poéticanerudiana. Me contentaré con emitir al res-

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5312

Page 13: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 13 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

pecto algunas hipótesis que me parecen de-rivar de las consideraciones que preceden.

Neruda, en su afán de confundirse conla multitud anónima de los trabajadores,en varias oportunidades se autodefiniócomo simple artesano de la palabra, fabri-cando un poema como otros una mesa ouna silla. Es el caso, por ejemplo, de “Ar-tes poéticas”, donde se retrata sucesiva-mente como carpintero, panadero y ferre-tero40 . No sin alguna influencia del credodel realismo socialista, pero adaptándolesu propio y muy antiguo credo de una poe-sía sin pureza, quiso demixtificar el actopoético asimilándolo a la generalidad delos actos productores: que el poeta produz-ca poemas que sean tan útiles para el hom-bre, como lo son la cuchara o el plato, poe-mas que se conviertan en herramienta, oen arma, como lo reivindica la “explica-ción perentoria” del último libro que pu-blicó en vida41 . Neruda no renunció nuncaa esa instrumentalización de la palabrapoética, porque la consideraba inseparabledel humanismo poético al que aspiraba. Sinembargo –y sin renunciar a aquel estatutode trabajador de la palabra, o de ingenierodel verso como decían sus camaradas so-viéticos en los años cincuenta– el poetaexpresa en uno de los últimos libros de suproducción, Las manos del día (1967-1968), el sentimiento inverso: el de estardefinitiva y consubstancialmente excluidodel mundo de los productores:

Y porque anduve tanto sin quebrar

los minerales ni cortar madera

siento que no me pertenece el mundo:

que es de los que clavaron y cortaron

y levantaron estos edificios

porque si la argamasa que nació

y duró sosteniendo los designios,

la hicieron otras manos,

sucias de barro y sangre,

yo no tengo derecho a proclamar

mi existencia : fui un hijo de la luna. 42

Por cierto, como lo recuerda en otrospoemas del libro, fue el hermano de esostitánicos tranformadores de la materia,compartió lo que hacían, y que de tantanada que su poesía sacó de la nada toma-

ron algo43 . Pero el hacer es lo que defineel objeto, y el poeta no conoce el objetopor el hacer sino por el decir: ésta es suvocación –que Las manos del día, en susmomentos más depresivos, considerancomo una maldición. La capacidad formi-dable de los hombres de fabricar objetossigue el punto de referencia supremo, y escelebrada, pero esta celebración ahora sehace no en el modo entusiasta de la comu-nión sino en el modo de la marginación.El poeta contempla sus manos inútiles,negativas. «No encendí sino un papel amar-go», concluye con tristeza.

Si el poema está excluido del paraísocolectivo de los objetos engendrados porel trabajo humano –o si se lo manda a unmelancólico purgatorio– ¿tendrá, por lomenos, su lugar entre aquellos objetos queson el fruto milagroso del hacerse de lanaturaleza? La pregunta puede parecer ab-surda. Sin embargo no lo es totalmente.Halla su justificación en la idea, recurren-te en la obra de Neruda, de la esencia ma-terial de su poesía. En un poema del Me-morial de Isla Negra, el sujeto poético secompara con un molusco marino que «elritmo verde [del océano] en lo más ocul-to», «el desdén y el deseo de una ola» hanido formando, y termina diciendo:

sentí que yo latía como aquello:

que mi canto crecía con el agua.44

«Unido al crecimiento», como lo diceen otro poema, el sujeto sueña su propiareabsorción dentro del mundo objetivo demodo que no haya solución de continui-dad entre éste y su canto. El poeta desapa-rece como hacedor para ser el no-sujetode un hacerse en el que el verbo se con-funde con el flujo material. Este cantomaterial, por supuesto, es una utopía, comolo era, en el polo opuesto, la metalurgiapoética del poeta-obrero de la palabra. Alpoema no le es dado sino soñar su identifi-cación con el movimiento creador de lamateria, y su producción como objeto na-cido de su propia substancia. Un texto deLas manos del día, sintomáticamente titu-lado “Los soberanos”, reconoce como talesta utopía naturalizante:

La caracola no la puede hacer

sino la propia bestia

íntima, en su silencio,

y es propiedad de los escarabajos

la errante y enigmática estructura

de los siete relámpagos que ostentan.

Pero el hombre que sale con sus manos

como con guantes muertos

moviendo el aire hasta que se deshacen

no me merece

la ternura

que doy al diminuto oceanida

o al mínimo coloso coleóptero :

ellos sacaron de su propia esencia

su construcción y su soberanía.45

¿Qué lugar, entonces, para el poema?¿Qué estatuto? Aquí será preciso resumiry simplificar mucho. Yo diría que se sitúaentre estas dos utopías y que de ellas senutre igualmente. Dado el postulado de ladependencia fundamental con respecto alos objetos, no puede tratarse de otra cosaque de un realismo, pero un realismo detipo muy particular. Tratándose de la uto-pía socio-histórica, el poeta de Las manosdel día va expresando en un poema –es unejemplo– que es incapaz de hacer una esco-ba, pero, expresándolo, fabrica por preteri-ción una poética escoba. Tratándose de laotra utopía, la del canto material, el caracolo el escarabajo son enigmas46 de las que sólola materia tiene la llave. Pero, renunciandoa su ilusión de ser el lugar de la prodigiosacreación material, el poema se volverá ellugar de una pregunta sin respuesta, tan in-agotable como su propio objeto.♦

NOTAS1 Esa poética de la heterogeneidad se mantendrá en

toda la obra de Neruda, por ejemplo en la “Oda a

las cosas” de Navegaciones y regresos (en Obras

Completas II, edición de Hernán Loyola con el

asesoramiento de Saúl Yurkievich, Galaxia

Gutenberg / Círculo de Lectores, Barcelona,

2000, p. 769 — todos los textos serán citados

según esta edición), o “El ciudadano” de

Estravagario (OC II, p.707) donde evoca sus

ocios de “patriota de ferreterías”. La pasión por

lo heterogéneo rebasa en Neruda el marco de la

escritura: entre el poeta y el coleccionista no

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5313

Page 14: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 14 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

hay solución de continuidad, y el Mercado de

las Pulgas, en París, será siempre para el chileno

una especie de edén caótico, lugar de peregrina-

ción obligatorio durante los años de su estancia

en la capital francesa. Hace falta precisar que

Neruda no se decía coleccionista sino cosista,

matiz que reintroduce lo caótico dentro de la

noción de sistema que implica la “colección”.

No sin cierto abuso de lenguaje se califica la casa

de Isla Negra de “museo”. El museo es un

espacio a-poético por excelencia, totalmente

ajeno a lo que eran —por lo menos en su vida—

las casas del poeta.2 Residencia en la tierra II : “La calle destruida” (OC

I, p.312).3 Residencia en la tierrra I (OC I, p. 261)4 Ibid, p.274.5 Ibíd. p.262.6 Ibíd. p. 495.7 “Los prólogos de los Caballos Verdes” (OC IV, pp.

381-384).8 El canto sexto de “Alturas de Macchu Picchu”

ofrecerá, años más tarde, un ejemplo magnífico

de esa identificación del sujeto con los objetos

por medio de la huella, identificación ya cargada

de contenido identitario: «Miro las vestiduras y

las manos, / el vestigio del agua en la oquedad

sonora, / la pared suavizada por el tacto de un

rostro / que miró con mis ojos las lámparas

terrestres, / que aceitó con mis manos las

desaparecidas / maderas...».9 «Me mostró Elías las palas / de los derripiadores,

hundido / en las maderas cada dedo / del hombre:

estaban gastadas / por el roce de cada yema.»

(Canto general II, Los Libertadores, xxxviii,

“Hacia Recabarren”, en (OC I, p. 54)8.

10 « Estos, Fabio, ay dolor, que ves ahora / campos

de soledad, mustio collado, / fueron un tiempo

Itálica famosa...».11 Canto general VII, v (OC I p. 644)12 Nuevas odas elementales : “Oda a la farmacia” (OC

II p.322).13 “Oda al jabón” ( ibíd. p.337).14 Tercer libro de las odas : “Oda al serrucho” (ibíd.

p.610).15 Ibíd. p. 612.16 Navegaciones y regresos: “Oda al plato” (OC II p.

820).17 “Oda a la silla” (ibíd. p.827).18 Canto general XIV, xv: “A una estatua de proa”

(OC I p. 790).19: La Barcarola, onceno episodio: “La máscara

marina” (OC III p.248).20 Ibíd.

21 Es difícil aquí no recordar la luna naufragadora de

“El sur del océano” (OC I p.305) que también

entregaba al mar los vestigios de la desinte-

gración temporal para restituirlos al azul

fundamental de la materia.22 Navegaciones y regresos : “Oda a las cosas rotas”

(OC II p. 777).23 «Oh camarada océano, / no pierdas tiempo y agua

[...], ayúdanos, / padre verde y profundo, / a

terminar un día / con la pobreza terrestre. [...] Pero

si no lo quieres [...] entraremos en ti, / cortaremos

las olas con cuchillo de fuego, [...], plantaremos /

en tu jardín profundo / plantas / de cemento y

acero, / te amarraremos / pies y manos, / los

hombres por tu piel / pasearán escupiendo, /

sacándote racimos, / construyéndote arneses, /

montándote y domándote, / dominándote el alma.»

(Odas elementales: “Oda al mar” en OC II p.157).24 Las piedras de Chile: “La estatua ciega” (OC II,

p.986).25 La asociación mar / tiempo es constante en la

poesía de Neruda. Ya en Residencia, en “El sur

del océano”, o en “Tiranía” («un tiempo total

como un océano»), y luego en el Canto general:

«Tiempo, tal vez, o copa acumulada / de todo

movimiento» (OC I p.767).26 “Mollusca gongorina”. El título es sorprendente.

¿Cómo se justifica esta referencia al gran poeta

andaluz? No tanto, probablemente, por la

complejidad lingüística del estilo poético

nerudiano –que no renuncia en su poema a su

acostumbrada sencillez sintáctica– sino por la

complejidad naturalmente barroca de las formas

y de los matices del objeto mismo. Hay otra

explicación posible a este título. Es frecuente en

las Soledades la inserción dentro del discurso de

equivalentes poéticos de lo que sería en las artes

pictóricas una naturaleza muerta o un bodegón.

Esas viñetas pueden ocupar una estrofa (la

estructura de “Mollusca gongorina” trae a la

memoria la famosa evocación por Góngora de

las aves de cetrería) o un simple verso, una simple

imagen, como, por ejemplo, la cebolla y su

«globo colmado de nieve cristalina / que

transformó la tierra en cera y equilibrio», o las

«...dulces angulas que al morir, fluviales, /

alargaron sus perlas diminutas » (Canto general

XV, xix: “Los frutos de la tierra”, en OC I, p.828).

En las Odas elementales abundan tales

“bodegones” poéticos.27Reflexiones desde Isla Negra: “Libros y caracoles”

(Ercilla núm. 1.770, 21.5.1969, en OC V, p.223).

Cuenta también que, «con el deber de hacerlas

integrar a nuestro común patrimonio», hizo una

donación de sus colecciones a la Universidad de

Chile. «Hace quince años de aquella fecha. Nadie

las ha visto más. Ni libros ni caracoles parecen

existir, como si se hubieran vuelto a las librerías o

al océano. Hace años, cuando pregunté por mi

donación, me dijeron: ‘Por ahí están en unos

cajones’. / A veces pienso: no me equivocaría de

universidad? No me equivocaría de país?» /

También en Confieso que he vivido el poeta dedica

una página a su pasión caracolera (ibíd. p. 574).28 Canto general XIV, xiv (OC I, p.796).29 Estravagario : “No me hagan caso” (OC II, p. 709).30 Ibíd.31 Cien sonetos de amor: “A Matilde Urrutia” (OC II

p. 853).32 Las piedras del cielo: “Piedras para María” (OC II

p. 1011).33 Una casa en la arena: “Las ágatas” (OC III, p.

110).34 Por esta característica, así como por su actitud

estática, el escarabajo merece que lo recordemos

en una nota. Ejerció sobre el poeta una constante

fascinación desde la época de sus errancias por

los bosques de la infancia. ¿Dónde clasificarlo?

El «sacerdote de las raíces», el «rinoceronte del

rocío» ocupa un puesto indefinido entre objeto e

insecto. Neruda le dedica un poema en Las manos

del día XLII (OC III p.372).35 Las piedras del cielo VII (OC III p. 629).36 Las piedras del cielo XII (OC III p. 632).37 Las piedras del cielo VIII (OC III p. 630).38 Alain Sicard, “La piedra silenciosa (para una

poética de la piedra en la obra de Pablo Neruda)”

en H. Loyola, ed., Neruda en Sàssari. Actas del

Simposio Intercontinental Pablo Neruda - 1984.

Sàssari (Italia), 1987.39 Por supuesto nada tiene que ver esta pregunta con

las pretensiones del creacionismo de Vicente

Huidobro, que soñaba con un poema que fuera

un objeto nuevo añadido a la naturaleza.40 Fin de mundo V: “Artes poéticas I” (OC III p. 438).41 Incitación al nixonicidio y alabanza de la

Revolución Chilena ( OC III p. 705).42 Las manos del día XIII: “El hijo de la luna”(OC

III, p.347).43 Las manos del día IX: “Destinos” (OC p. 343).44 Memorial de Isla Negra III El fuego cruel:

“Mareas” (OC II, p. 1246).45 Las manos del día XXIII : “Los soberanos” (OC

III p. 357).46 “Los enigmas “es el título de un poema del Canto

general donde el poeta desarrolla este tema de la

pregunta sin respuesta (OC, I, p.793).

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5314

Page 15: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 15 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

América Neruda

ARTURO CORCUERApoeta peruano

No fue árbol, fue bosque, no fue planeta, fue una constelación, no fue poeta, fue una cordillerade poetas.

Su poesía hasta cuando odia es una serenata de amor.

¡Oh capitán, mi capitán! Su vida estuvo hecha de batallas, estrellas y viajes submarinos.

Con Neruda cantaron los tomates, el serrucho, la lagartija, el diente del cachalote.

Volvieron a cantar los pájaros. «Entre poeta y pájaro hay una música secreta.»

Cantaron las piedras, a las que dio trino y puso alas; desnudó a la alcachofa; hizo sonreír a lasandía y su lágrima; reverenció a la guitarra, sirena de Isla Negra; volvieron a cami-nar los calcetines andariegos; embriagó y puso contento al vino; nos devolvió elaire; hizo que no faltara en los libros un ramo de violetas.

Tuvieron voz las locomotoras, el cactus, la cuchara, el mineral, la naranja, el picaflor, la papa,objetos y frutos humildes y sencillos, universo de visiones y colores que descubríaNeruda con ojos de asombro y la inocencia de niño grande, ojos viajeros de Simbadel Marino, incesante océano de grandes odas, América Neruda, Pablo Grillo.

Sintonizó las rabias populares, dijo el cantar de gesta, las raíces y el fulgor político de América.

Nos enseñó a levantarnos como una ola o una tempestad, todo pasión y relámpago, cólera ylátigo contra los verdugos.

En las horas difíciles era él quien encendía el verso implacable que chamuscaba el rostro ensombras del enemigo. Los enemigos de la luz que en un momento aciago dieron enChile muerte a los gallos de la aurora.

Y en el pecho de un canario no hay sitio para tanta tristeza.

La muerte de Pablo Neruda dejó un silencio sólo comparable al que dejaría el mar si un día sesecara.

12 de julio 2004

ARTURO CORCUERA (Trujillo, Perú, 1935). Ha publicado,entre otros títulos, Noé delirante (1963), Las sirenas y las es-taciones (1976), Los amantes (1978), Puente de los suspiros(1982). Premio Casa de las Américas 2006 en Poesía.

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5315

Page 16: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 16 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

Concha Meléndez

Setenta años atrás fue publicado un ensayomuy importante, pionero en la historia in-ternacional de los estudios nerudianos: Con-cha Meléndez, “Pablo Neruda en su ex-tremo imperio”, Revista Hispánica Mo-derna, año III, nº 1, New York, ColumbiaUniversity, octubre 1936, pp. 01-32. Porprimera vez el poeta chileno era objeto deun extenso análisis, a la vez simbólico yestilístico, de tipo moderno. Y con ampliarepercusión internacional por el prestigioacadémico de la revista en que se publicó.

Ya sus páginas iniciales señalan lainfluencia de Whitman, «el primer poetamoderno que se atrevió a saltar las vallasentre el yo y las cosas que llamamos exte-riores», precisando que su «lección moral»se ejerce en particular a través del poema“Starting from Paumanok” de Leaves ofGrass, pero que «la ausencia de emociónreligiosa y la angustia» separan a Nerudadel poeta norteamericano.

Dedica un notable apartado del ensa-yo a las categorías de la angustia nerudia-na: la noche, el mar, la soledad, el amor.Intimidad con la Noche: «en la encrucija-da de la angustia pide como un niño la pro-tección de sus brazos oscuros», escribe apropósito de “Serenata”. Pero el Mar es «lamás insistente categoría simbólica de suangustia. Su mundo poético me parece su-mergido en profundidades marinas… Lasimágenes polarizadas en torno al núcleoMar son incontables. El avance del deseoes como una marea que arrastra y dobla;los sueños caídos son mareas vencidas; elalma se abre a la marea de los llantos; oyeadornarse el silencio con olas sucesivas. Enun sentido más hondo, el golpear de lasolas es equivalente al movimiento del mo-rir y el renacer: la destrucción y creacióneternas.»

En otro apartado sucesivo, dedicadoal imperio de los símbolos, Meléndez in-tenta un precursor acercamiento a ciertasfiguras nodales del discurso de Neruda:

barco, espada, campanas, muralla, meta-les, amapolas, palomas, mariposas, y a lasmodulaciones de la presencia de los cua-tro elementos: aire, tierra, fuego, agua (lohúmedo, lo sumergido), así como a losmateriales lingüísticos: uso de los adjeti-vos de color, de verbos como caer, girar,golpear, con especial atención a la asidui-dad del gerundio.

Este ensayo de Concha Meléndez, consus límites de época, fue sin duda un ejem-plar antecedente y un fuerte estímulo paraAmado Alonso, cuyo fundamental estudioPoesía y estilo de Pablo Neruda apareceráen primera edición cuatro años después(Buenos Aires, Losada, 1940).

Educadora, poeta y escritora, Concha Meléndez nace

en Caguas, Puerto Rico, el 21.01.1895. Allí crece y

cursa estudios primarios y secundarios. Después in-

gresa a la Universidad de Puerto Rico y se gradúa en

pedagogía. Enseña en la escuela superior mientras

prosigue sus estudios universitarios. Bachiller en

1924, se traslada a Nueva York y en 1926 obtiene el

Master Degree de Columbia University. Regresa a su

isla natal y deviene profesora de la Universidad de

Puerto Rico. Más tarde pasa a la Universidad Nacio-

nal Autónoma de México (UNAM). En 1932 será la

primera mujer, en toda la historia de México, que

obtiene un Doctorado en Filosofía y Letras.

De regreso otra vez, la Universidad de Puerto

Rico le otorga el título de Profesor Emérito en Lite-

ratura Hispanoamericana y en 1940 la nombra direc-

tora del Departamento de Estudios Hispánicos, posi-

ción que ocupa hasta 1959. Algunos años más tarde,

en 1964, enseña como profesora visitante en la

Middlebury School of Languages, Vermont.

La Editorial Cultural de San Juan ha compilado

sus obras en 15 volúmenes, entre los cuales destacan

Asomante, La Inquietud Sosegada, Signs from

Iberoamerica, Hispanic-American Literature, Words

for Listeners, Poetry in Alfonso Reyes, Indian Novel

in Hispanic-America.

Muere en San Juan, Puerto Rico, el 26.06.1983.

Arturo Aldunate Phillips

En su libro de recuerdos Mi pequeñahistoria de Pablo Neruda, AldunatePhillips relata cómo y por qué, durante 40años, mantuvo una estrecha, leal einalterable amistad con el poeta. Esaamistad se inició en 1939, cuando Nerudavolvió de Francia a Chile y buscó por todoSantiago al personaje que unos años antes,el 26 de junio de 1936, en la Posada delCorregidor y en el marco de las actividadesde la Sociedad Amigos del Arte, había dadouna charla titulada El nuevo arte poético yPablo Neruda. Había sido él, ArturoAldunate Phillips, quien dio esa exitosacharla, repetida poco después en forma deconferencia en el Salón de Honor de laUniversidad de Chile y publicada envolumen por Nascimento (1936). El textode Aldunate Phillips documentó porprimera vez extractos de “Aquí estoy”, laferoz y contundente respuesta de Neruda alas agresiones que en su contra veníanpracticando Pablo de Rokha y VicenteHuidobro desde 1932, a poco de haberregresado de sus cinco años de exilio enOriente.♦

Dossier 1936 (II)

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5316

Page 17: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 17 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

Neruda asiste del 21 al 25 de junio de1935 al I Congreso Internacional de Es-

critores para la Defensa de la Cultura en Pa-rís, inaugurado en el Palacio de la Mutualité.El Congreso es el resultado de un cambio enla política de la Unión Soviética, como unarespuesta a las nuevas situaciones políticasen Europa, que llevaron a la conclusión de lanecesidad de una amplia unidad antifascistade todas las fuerzas democráticas.

El escritor y miembro del Partido Co-munista Francés, Henri Barbusse, visitaMoscú y recibe el apoyo de Stalin para larealización de un amplio encuentroantifascista de escritores, sin saber que losescritores alemanes Brecht, Seghers yBecher planificaban una conferencia pa-recida. Barbusse redacta un manifiesto quepor el carácter de algunas apreciaciones po-líticas hace que escritores como RomainRolland o Heinrich Mann se nieguen a fir-marlo. Más tarde los escritores JohannesR. Becher y Léon Moussinac acuerdan conBarbusse las líneas básicas del futuro con-greso. Un pequeño grupo dirigido por Jean-Richard Bloch y con la participación deMalraux, Nizan, Ehrenburg y Becher re-dactan un Llamamiento al Congreso, quees aprobado por una veintena de escritoresfranceses en una reunión en el Café Voltairede París el 27 de marzo de 1935.

En el congreso participan doscientostreinta delegados de treinta y ocho países,que leen ponencias sobre diferentes temas.Entre ellos, veintisiete oradores franceses,veinte alemanes, quince soviéticos, cuatroingleses, tres italianos. Pocos días antes elHeraldo de Madrid había publicado unalista de los participantes españoles y deAmérica Latina: César Vallejo, ArmandoBazán, Raúl González Tuñón y PabloNeruda.

La gran mayoría de los participantesdel Congreso eran escritores militantes osimpatizantes del Movimiento comunista,pero existía una pluralidad que iba desdeel católico Mounier, o los liberales burgue-ses Huxley, Forster y Benda, hasta socia-listas como Gaetano Salvemini y JulioÁlvarez del Vayo.

A la clausura del congreso asiste el lí-der del Partido Socialista Francés León Blum.

2Neruda viaja al Congreso en compañía deArturo Serrano Plaja y del escritor argen-tino González Tuñón. En París se les uneel peruano César Vallejo. René Crevel, ensu viaje preparativo a Madrid, en abril, nohabía logrado convencer a otros autoresprestigiosos españoles para que participa-ran. Así, son sólo éstos los que conformanla delegación hispano-latinoamericana.Tuñón, Vallejo y Neruda son además dele-gados de sus respectivos países.

En este Congreso, Neruda firma undocumento de protesta. Es uno de los pocosactos políticos conocidos de Neruda en estaetapa de su vida. El escritor argentinoGonzález Tuñón, comunista y miembro dela delegación al Congreso, al que Nerudahabía conocido en 1933 durante su estadíaen Buenos Aires, acababa de ser procesadopor el delito de «incitación a la rebelión»,luego que publicara su libro Las brigadasde choque. Poco después, estando enMadrid, se le comunica que ha sidocondenado a dos años de «prisióncondicional».

La protesta de junio de 1935, que lle-va entre otras las firmas de Gide, H. Mann,Tzara, Barbusse, Malraux, Seghers, Vallejoy Neruda, está dirigida contra la senten-cia. El documento dice:

Escritores de muchos países y de diversas

creencias e ideas políticas, nosotros

protestamos, en nombre de la dignidad del

pensamiento y la libertad de expresión,

contra la política de represión ejercida por

ciertos gobiernos latinoamericanos que,

como el de Argentina, sostienen una

política especial dedicada a perseguir a los

intelectuales y artistas y a fraguarles

procesos desprovistos de toda base.

No se debe olvidar que Neruda searriesga, pues siendo Cónsul Particular deElección en España, o sea miembro delservicio exterior de Chile, está firmando unaprotesta contra un país vecino: Argentina.

3Este Congreso es una de las primeras gran-des manifestaciones antifascistas de inte-lectuales en defensa de la cultura. Para losparticipantes, pasivos o activos, el signifi-cado de este Congreso reside además en la«toma de conciencia de los peligros queamenazan la Cultura» y a su vez en el «pa-pel del escritor en la sociedad». ParaNeruda, la participación en este Congre-so, aunque sólo como delegado descono-cido y pasivo, significa encontrarse porprimera vez en la escena mundial de la li-teratura y ser testigo de la enorme divisióny lucha existente entre las diferentes co-rrientes literarias e ideológicas. Lo que ten-drá repercusiones en su futuro.

Neruda, que hasta ese momento apa-recía claramente nihilista e individualista,a partir de este Congreso inicia un procesopersonal de politización que desarrollaráy profundizará.

Dos acontecimientos mostrarán rápi-damente la influencia que el I Congresoen París ejerce en Neruda. Uno es la muer-

Años ’30: Neruda y los Congresosde Escritores para la Defensa de la Cultura

DAVID SCHIDLOWSKYBerlín

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5317

Page 18: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 18 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

te del escritor Barbusse; el otro es la pu-blicación, a partir de octubre de 1935, dela revista Caballo Verde para la Poesía.

Henri Barbusse, escritor francés,antimilitarista y miembro del Partido Co-munista, muere el 30 de agosto de 1935,lo que es motivo para que Serrano Plaja,Àlvarez del Vayo, Neruda y GonzálezTuñón escriban un elogioso artículo sobreel escritor francés, bajo el título “Los es-critores y el pueblo”. En él dejan en clarola influencia del Congreso, sus plantea-mientos, discusiones y resoluciones en losintelectuales que viven en España.

Sobre la influencia del Congreso en larevista Caballo Verde para la Poesía, ya seha escrito bastante y no es desconocida .

Pocos meses después del comienzo dela guerra civil, en septiembre de 1936, la hojasemanal española de la Alianza de Intelec-tuales Antifascistas para la Defensa de laCultura, El Mono Azul (así llamado por losoveroles de mezclilla azul de las MiliciasPopulares), publica anónima la primera poe-sía proletaria de Neruda, “Canto a las ma-dres de los milicianos muertos”. Proletariafue la palabra que utilizó el mismo Nerudapara describírsela a Luis Enrique Délano.

4Dos años más tarde, la Guerra Civil en sucúspide, Neruda había dejado Madrid y seencontraba en París. Todavía tenía el car-go de Cónsul, pero sin puesto. A pesar deotras versiones, nunca fue destituido ofi-cialmente. Por este tiempo está publican-do junto con Nancy Cunard la revista LosPoetas del Mundo Defienden al PuebloEspañol. Ya se había separado de MarucaReyes y vivía con Delia del Carril, quienpresenta a Neruda a sus amigos intelectua-les franceses, entre ellos Louis Aragon yPaul Éluard. Con recomendación de éstos,Neruda comienza a trabajar en la Asocia-ción de Defensa de la Cultura, dirigida porAragon y que organiza el II Congreso deEscritores que se iba a efectuar en España.Con esta escasa entrada Neruda y Delialuchan por sobrevivir. Delia recibía de sufamilia una renta, pero su retraso constan-te no ayudaba a mejorar el estándar eco-nómico de ambos.

En nombre de la Asociación Interna-cional de Escritores para la Defensa de laCultura, Neruda invita a organizaciones ypersonas de América Latina al Congreso,para que la representación de «nuestraAmérica sea la más importante».

Paralelamente, la lucha en España setorna cada vez más sangrienta y la tomade posición se hace cada vez más necesa-ria. En junio de 1937 se publica un docu-mento firmado, entre otros, por LouisAragon, José Bergamín, Heinrich Mann,Tristan Tzara, Pablo Neruda, y dirigido Alos escritores y poetas de Inglaterra, Es-cocia, Irlanda y Gales. Es la respuesta a la«neutralidad» inglesa que negaba toda ayu-da a la República Española. Un mes mástarde, mientras Neruda está muy atareadocon la preparación del II Congreso de Es-critores, El Mono Azul publica el 1º de ju-lio su poema “Es así” (que con algunoscambios más tarde pasará a llamarse “Ex-plico algunas cosas”). Será uno de los másfamosos de su nuevo camino. En élradicaliza su giro poético. Ya no hay vuel-ta atrás, ha visto demasiada sangre: es unpoeta político.

El mismo día de la publicación delpoema, Neruda recibe el salvoconductode la Embajada de España en París para

ingresar a España y participar en el IICongreso Internacional de Escritorespara la Defensa de la Cultura, quecomienza pocos días después, a partir del4 de julio de 1937. Tiene una asambleade apertura en Valencia, sesiones enMadrid, Valencia, Barcelona y una sesiónde clausura en París. Se eligen Valencia,por ser la capital del Gobierno Republi-cano; Madrid, por ser el baluarte de lalucha antifascista; y Barcelona, por serla capital del estado asociado al gobiernorepublicano. Se clausura en París, capitalde los escritores exiliados (voluntarios uobligados) y de la cultura proletaria enoccidente. El primer acto del Congresoconsiste en un té de honor presidido porel Embajador Ángel Osorio Gallardo,realizado en la Embajada de España enParís el 30 de junio de 1937.

5Las delegaciones tenían sólo dos cami-nos para llegar a Valencia. Uno partía deMadrid, desde donde salieron la delega-ción española y los intelectuales que lu-chaban en las Brigadas Internacionales.El segundo partía de París. Desde allísalió el grueso de los delegados france-ses y extranjeros con los latinoamerica-nos: Vallejo, Huidobro y Neruda.

Estos delegados salieron en distintosdías. En el primer grupo se encontrabanA. Chamson, D. Marion, T. Tzara, J.Benda, A. Seghers, A. Tolstói, Fadéiev, P.R. Paz, Raúl González Tuñón, CésarVallejo, Vicente Huidobro. Arriban el 2 dejulio a Port-Bou, de allí viajan a Barcelo-na para llegar a Valencia al próximo día.El segundo grupo viaja directamente a Bar-celona: llega el 3 de julio y está bajo la di-rección de André Malraux. Lo integran C.Aveline, N. Potenza, Carlos Pellicer, JuanMarinello, Félix Pita Rodríguez, StephenSpender, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier,Octavio Paz y Pablo Neruda. Al llegar aBarcelona, a las nueve de la noche, Neruda,Spender, Malraux y Marinello hablan a unpúblico entusiasmado. A la madrugada si-guiente siguen a Valencia.

El domingo 4 de julio se encuentranen Valencia todas las delegaciones. Sólo fal-

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5418

Page 19: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 19 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

tan los que en último momento se vieronimpedidos, como Romain Rolland, ThomasMann, Louis Aragon, John Dos Passos,Ernest Hemingway, Upton Sinclair. Habíadelegaciones de veintisiete países, ademásde España y Cataluña. En la Sala Consisto-rial del Ayuntamiento de Valencia, decora-da con los símbolos del Frente Popular y delas Brigadas Internacionales, había dos pa-neles con los nombres de los caídos por lacausa antifascista. Estaban presentes JuanNegrín López, presidente del Consejo de laRepública, y Jesús Hernández, Ministro deInstrucción. Toma la palabra el españolCorpus Barga y propone una presidenciacompuesta por los franceses André Malrauxy Julian Benda, el alemán Ludwig Renn,los rusos Mijaíl Koltzov y Alexis Tolstói, eldanés Martin Andersen Nexo, el inglésWystan Hugh Auden, el norteamericanoMalcolm Cowley, los españoles AntonioMachado y José Bergamín, y Pablo Neruda,como representante de América Latina. Lapropuesta es aceptada por unanimidad y eldoctor Negrín da entonces la bienvenida ennombre de España

Como miembro de la presidencia delCongreso, Neruda participa en varias sesio-nes, pero sólo hablará una vez: en la sesiónen el Théatre de la Porte Saint Martin, enParís, el penúltimo día, el 16 de julio. Enesa ocasión hablan también H. Mann, A.Chamson, L. Hughes, J. Bergamín, K.Michaelis, N. Guillén, L. Aragon. El dis-curso de Neruda es el más corto:

El mismo día en que se abría la primera

sesión de este Congreso en Madrid, otro

más pequeño, se abría en el interior de este

mismo congreso, tan importante como

aquél, para el poeta que os habla en este

momento.

Dieciséis escritores delegados de las

repúblicas de la América Hispánica,

llegados desde sus países violentos y

lejanos, desde las ciudades de su vasto

continente, se habían reunido por primera

vez y es simbólico que su primer encuen-

tro haya tenido lugar bajo el cielo y en la

tierra de Madrid, defendida y cuidada por

los hombres más puros, por los mejores

de nuestra raza.

Estábamos allá, más unidos que nunca.

Otros hombres, escritores, combatientes,

se habían citado también ese día allá, en

la ciudad heroica. Una emoción los

embargaba. Pero la unidad de sangre y de

lengua, la comunidad de historia, de

poesía y de silencio nos imponían a

nosotros, americanos ibéricos, un mensaje

de vida y de esperanza más directo y más

urgente tal vez que a todos nuestros

camaradas. Este mensaje, escrito con la

luz y la sangre puras de Madrid, este

mensaje escrito entre casas desplomadas

y terribles trozos de metralla, nos decía:

ESCRITORES DE TODOS LOS

PAÍSES; UNID A LOS PUEBLOS DE

TODOS LOS PAÍSES.

Porque hemos visto allá, de una manera

desgarradora, la lucha de la inteligencia

contra las tinieblas y la impresionante

victoria del corazón y de la esperanza del

mundo.

Camaradas, hermanos escritores de todos

los países, es por lo que hay de profunda-

mente español en nuestras raíces, en

nuestros orígenes americanos, cuyos

pueblos se identifican en este momento

con el destino de la España popular, por

lo que os agradezco vuestras palabras y

vuestros actos.

Jamás fraternidad tan grande se situó tan

cerca ni en el mismo frente de la justicia

y de la vida: nos queda únicamente

separarnos para llevar esta lucha contra

el fascismo criminal a todos los rincones

del mundo y, puesto que en España se

defiende, con una calma salvaje, la

libertad y la grandeza del hombre, en

cualquier lugar que luchemos por la

libertad y la grandeza del hombre, aunque

no la nombremos, incluso sin saberlo, será

por España por quien lucharemos, será por

España por quien combatiremos.

El significado de este Congreso paraNeruda es enorme. Por primera vez actúaen un congreso mundial y cumple comomiembro de su Presidencia un importantepapel representativo. Además, entra encontacto con una organización ideológicaque lo respalda y apoya. Su papel no esideológico, pero ahora pertenece a gremiosdonde se toman medidas para la lucha.Neruda se encuentra próximo al movimien-to comunista internacional, que lo trata condeferencia. No olvidemos que todavía escónsul y depende del Ministerio de Rela-ciones Exteriores de Chile, el cual le exigetotal neutralidad.

6Concluido el Congreso y sin esperanzas derecibir un nuevo nombramiento, Nerudavuelve a Chile en octubre de 1937. Llenode recuerdos y de experiencias inolvida-bles. Es un Neruda distinto. Su visión delmundo ha cambiado. También su poesía.Se ha definido inoficialmente como comu-nista, porque «había que elegir un cami-no». El tiempo de afirmarlo públicamente,aún no llega.

Es un regreso distinto al de 1932,cuando volvió del Oriente. Ahora es unpoeta famoso. Su prestigio es internacio-nal. Tiene un nuevo camino por delante,uno que no permite una separación entrepoesía y lucha política, entre el poeta y elcombatiente.

Neruda, Delia del Carril, RaúlGonzález Tuñón y su mujer Amparo Mom,arriban al puerto de Valparaíso y toman eltren que los conducirá a la estación

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5419

Page 20: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 20 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

Mapocho, de Santiago. Es el 10 de octu-bre de 1937. Son recibidos por amigos, co-nocidos y admiradores, como Tomás Lagoy su mujer Irma Falcón, Diego Muñoz yRegina Falcón, Rubén Azócar, LaviniaAndrade y Acario Cotapos. Se instalan enel Hotel City. Pasan la noche en una re-cepción de bienvenida en la que participagran parte de la bohemia santiaguina.

Poco después de su llegada, Nerudademostrará que sus actividades políticas enEuropa, su compromiso con la España re-publicana obedecen a una convicción y noa un capricho pasajero. Participa en la pri-mera sesión del Congreso de Solidaridadcon la España Republicana, a la que asis-ten cerca de 350 delegados de todo el país.Ésta se efectúa el 12 de octubre en el Cen-tro Republicano Español. Neruda yGonzález Tuñón son recibidos con gran-des aplausos.

El 23 de octubre, en un Restaurante deQuinta Normal se ofrece un homenaje aNeruda. Lo organizan el PEN Club, elCírculo de Escritores y el Instituto de Perio-distas. Asisten cerca de doscientos invitados.Entre los oradores se encuentran el escritorJoaquín Edwards Bello, la novelista MartaBrunet, el poeta y diputado socialista JulioBarrenechea, el novelista Alberto Romero,Rubén Azócar, que habla a nombre de losamigos de Neruda, y un representante de loshijos de Linares. Neruda responde con undiscurso político, “El pueblo está connosotros! Nosotros debemos estar con elpueblo!” Por primera vez Neruda asumepúblicamente la política del movimientocomunista.

7Oficialmente, Neruda está obligado a negarsu adhesión al Partido. Su compromisopolítico y trabajo de solidaridad con laRepública Española estaban al margen delcompromiso partidista. Así lo declara enuna entrevista a la revista Ercilla de lamisma época. Por otro lado, la importanciade Neruda para el Partido Comunista eraenorme, ya que con él llegaba todo ungrupo de intelectuales, como DiegoMuñoz, Tomás Lago, Rubén Azócar.Contrariamente a Huidobro y De Rokha,

el primero miembro del partido pero sindeseo de perder su independencia, y elsegundo obediente y humilde pero dedifícil trato, Neruda ofrecía una participa-ción mayor.

No debemos olvidar que Neruda seacerca al movimiento comunista en Euro-pa, y llega de vuelta a Chile con el aura delluchador político por una causa que es lacausa del Partido, como el «comunicadorde una epopeya, el portavoz de un dramauniversal, el anunciador de un gran peli-gro ad portas», según lo calificó VolodiaTeitelboim.

Neruda se incorpora al trabajo de so-lidaridad con España, atrayendo diferen-tes grupos a actividades organizadas porel Partido. Así, el acercamiento a laintelectualidad y la bohemia logran in-fluenciar fuertemente la futura aceptacióndel Partido en la sociedad chilena. Ya noes sólo un Partido de trabajadores, sino unoque representa una capa intelectual fuerte,con poetas, escritores, maestros, profesio-nales y científicos.♦

* * *

DAVID SCHIDLOWSKY. Nacido en Detmold, Ale-

mania, 1954, vive en Santiago de Chile desde 1955 a

1968. En 1969 emigra con su familia a Israel. Hasta

1976 vive en el kibbutz Maábarot. Después en Tel

Aviv, donde trabaja en un taller gráfico y en una edi-

torial. En 1979 se traslada a Hamburgo, y en 1980 a

Berlín, donde desempeña varias actividades labora-

les. En 1983 inicia en la Universidad Libre de Berlín

estudios de latinoamericanística y ciencias teatrales.

En 1987 viaja a Porto Alegre, Brasil, para investigar

y elaborar su monografía Historischer Roman und

jüdische Geschichte. Der Weg der Neuchristen in

Brasilien bei Moacyr Scliar, que será publicada en

1996. Entre 1987 y 1994 produce y dirige varios do-

cumentales de cine y TV, entre ellos uno sobre el au-

tor brasileño Joâo Antonio. Entre 1994 y 1999 inves-

tiga en Chile para su tesis doctoral sobre Neruda.

A partir de esa investigación Schidlowsky ha

publicado recientemente una obra monumental en 2

volúmenes: Las furias y las penas. Pablo Neruda y

su tiempo, Berlin, Wiessenschaftlicher Verlag, 2003,

en total 1336 páginas de gran interés documental.

Transcribimos por ahora la válida descripción que trae

la contracubierta:

Este libro es una extensa cronología biográ-

fica. No pretende ser una interpretación de

la poesía nerudiana, sino ante todo una bio-

grafía personal y política. Ella se centra en

la relación que Pablo Neruda mantuvo con

diferentes personas privadas y personajes pú-

blicos, con instituciones y organizaciones

chilenas e internacionales. Es un esfuerzo

por acercarse íntimamente a la vida, obra del

poeta y su tiempo. Su fundamento es el flu-

jo biográfico que mana de artículos, poemas,

prólogos, entrevistas, cartas y textos de di-

ferente índole, dispersos a lo largo, ancho y

fondo de la vida del poeta.

Es el intento de otro tipo de biografía. [Ella]

tematiza la relación entre el discurso literario

y político de Neruda. Indaga con atención los

imbricados vínculos entre poesía y política,

entre la creatividad poética y el comporta-

miento personal y político del poeta.

Con metódica acuciosidad se rastrearon, com-

pilaron y evaluaron materiales en Alemania,

Chile, Estados Unidos, Holanda, Inglaterra,

México y Rusia. De la documentación reuni-

da surgió un vasto y profundo complejo de

datos conocidos, así como una serie de he-

chos sorprendentes y hasta cierto punto insó-

litos en la vida del poeta.

Agradecemos al Dr. Schidlowsky haber unifi-

cado para nerudiana algunos pasajes de su impor-

tante biografía.

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5420

Page 21: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 21 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

Una Bibliografía Pasiva(1923-2004)

disponible en la Biblioteca de laFundación Pablo Neruda

A partir de octubre de 2006, la Biblioteca de la Fundación PabloNeruda ha puesto a disposición de sus usuarios un Fichero Computacionalque contiene un vasto conjunto de entradas bibliográficas sobre Neruda—anotadas y/o comentadas— correspondientes a ensayos, estudios críti-cos, reseñas, artículos y notas de prensa sobre vida y obra del poeta, pu-blicados en Chile y en el exterior entre los años 1923 y 2004.

En un total de 5.020 entradas o fichas, ordenadas cronológicamente, sepuede seguir la pista de la creciente atención que la obra de Neruda fuealcanzando al correr de los años en muchos países, en especial en Espa-ña, Francia, Italia, Alemania e Inglaterra.

Concebido como una extensión del material disponible en la Biblioteca,este Fichero reproduce también en forma íntegra el contenido del libro:Pablo Neruda. An Annotated Bibliography of Biographical and CriticalStudies, de Hensley C. Woodbridge y David S. Zubatski (GarlandPublishing, Inc., New York & London, 1988, 630 pp.), libro que quedaasí a disposición del consultante tanto en el impreso como en la Fichacomputacional, la que cuenta con un sistema de búsqueda que facilita yagiliza la obtención de la información.

Respecto de algunos ítemes —y en forma complementaria— este Fiche-ro ofrece la opción de ampliar la información básica contenida en unadeterminada Ficha, accediendo a otros dos niveles de profundización: 1)Información Adicional. 2) Biblioteca Virtual. (BV)En ambas categorías se amplían los contenidos de la Ficha base, siendola BV la que entrega la más completa descripción de cada ítem, transcrip-ción de contenidos, fotos de las portadas y otra información de interés.Se plantea esta BV como núcleo inicial de un sólido aparato de referen-cias bibliográficas y documentales, que podría alcanzar a futuro un am-plio desarrollo.

Compilado por iniciativa de la Fundación Pablo Neruda y redactado, es-tructurado y actualizado por Edmundo Olivares; este Fichero destaca yocasionalmente cita algunos meritorios trabajos anteriores, entre los quecabe mencionar los aportes de Alfonso Escudero, Hernán Loyola, JuanA. Epple y Laura Luche, Enrico-Mario Santí y otros estudiosos de la obrade Neruda.

— Edmundo OlivaresFundación Pablo Neruda

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5421

Page 22: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 22 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

A muchos nos alegró en Cuba, en lasegunda mitad de 1940, la noticia de

que Pablo Neruda estaría cerca de nuestraisla por haber sido designado Cónsul Ge-neral de Chile en México. Lo ratificó a JuanMarinello una carta escrita en alta mar–durante el viaje a ese destino– por Deliadel Carril, la Hormiga, su compañera deentonces. La carta, fechada el 29.07.1940a bordo del Yasukuni Maru, comenzabaasí: «Queridísimo Juan: Te escribo ennombre de Pablo. Las circunstancias lehan desbaratado el plan de pasar por LaHabana antes de México. Imagínatepoderte abrazar y abrazar a los otros ami-gos, sobre todo en estos momentos emo-cionantes del triunfo. De todas manerastiene el firme propósito de ir…».

Delia aludía a la fase de transición quevivíamos en Cuba, cuando la situación in-ternacional de lucha antifascista había pro-piciado una amplia Asamblea Constituyen-te y la sustitución de un régimen militar ydespótico por otro constitucional y demo-crático. Nuestro Partido Socialista Popu-lar (antiguo comunista) actuaba normal-mente en la vida política nacional, inclusocon representantes en las cámaras legisla-tivas, entre ellos Juan Marinello, BlasRoca, Salvador García Agüero y otros di-rigentes, electos en los comicios del01.06.1940. Ello hacía posible invitar aNeruda a nuestro país.

Pero los conflictos de 1941 entre el poe-ta y el Ministerio de Relaciones Exterioresde Chile determinaron el aplazamiento delviaje hasta la memorable mañana del sábado14.03.1942, cuando Marinello, NicolásGuillén y yo –y se me recuerda que tambiénEnrique Labrador Ruiz, Luis Martínez Pe-dro y Manolo Altolaguirre– nos reunimos enel muelle y, cuando nos fue permitido, subi-mos al vapor argentino Río de la Plata, pro-cedente de Veracruz. Después de los viejosamigos, tocó a este nuevo amigo dar a Pablo

y a Delia los abrazos de bienvenida a Cuba.A los recién llegados se les hospedó

en el Hotel Packard, situado en un lugarhistórico y estratégico de la ciudad: la puntadel pintoresco Paseo del Prado, casi frenteal legendario Castillo de la Punta y vecinoal imponente paisaje marino del Malecón,justo en la línea fronteriza de La HabanaVieja y la moderna urbe.

2Se sabe que siempre es compleja y com-prometida –en trámites y en finanzas– unainvitación oficial de tal calidad. La prime-ra presencia de Pablo Neruda en La Haba-na fue posible gracias a la siempre atentaoficiosidad del eminente polígrafo JoséMaría Chacón y Calvo, entonces al frentede la Dirección de Cultura del Ministeriode Educación, de la que fue útil fundador.Seguramente él ya conocía a Neruda des-de el Madrid de preguerra, pues coincidie-ron allí en funciones diplomáticas de suspaíses respectivos, y Chacón también cul-tivó entonces la amistad de Alberti, GarcíaLorca, Altolaguirre, y otros. Con fecha19.03.1942 Chacón hizo circular invitacio-nes al ciclo de conferencias que dictaríaPablo Neruda según el siguiente sumarioy fechas de marzo:

(1) “Viaje del tiempo y del océano”, lunes 23.(2) “Viaje a la luz de Quevedo”, jueves 26.(3) “Viaje a través de mi poesía”, sábado 28.

Las conferencias tuvieron lugar, a las17:30 horas de los tres días referidos, en elSalón de Actos de la Academia Nacionalde Artes y Letras, dentro del impresionan-te edificio colonial que fue sede del cente-nario Colegio de Belén (de los jesuitas),situado en calle Acosta esquina Compos-tela, en La Habana Vieja. [De las tres confe-rencias, la última fue más bien una lectu-ra de poemas, introducidos y comentados

por el autor. Las dos primeras fueron pos-teriormente revisadas por Neruda yrebautizadas “Viaje por las costas delmundo” y “Viaje al corazón de Quevedo”,respectivamente. Ambas, ahora en OC,tomo IV, Barcelona, Galaxia Gutenberg,2001.—ndr.]

El lunes 23.03.1942, con natural so-lemnidad, discurrió la sesión inaugural. Laconferencia incluía un poema en memoriade un héroe cubano, el capitán AlbertoSánchez, muerto en guerra defendiendo larepública española («Y ahora os hablaréde un cubano que yace en el cementeriode Brunete…»). Neruda tuvo la amabili-dad de obsequiarme el texto recién leído,mecanografiado en papel de carta oficialdel Ministerio de Educación de Cuba, porlo que deduje que el poeta había enviadopreviamente los textos de sus conferenciaspara ser transcritos en La Habana. Esa ver-sión de la primera conferencia, que aúnconservo, la reproduje años después en LaGaceta de Cuba nº 180, La Habana, julio1979, pp. 3-8. [Para un cotejo entre dichaversión y la definitiva, véase nota de H.Loyola al texto en el recién mencionadotomo IV de OC, Barcelona 2001, páginas1.257-1.259.—ndr.]

3Pero es natural que la presencia habanerade Neruda no se limitara a conferenciasdirigidas a un público docto en respeta-bles recintos académicos. Así, el FrenteNacional Antifascista, presidido por el ju-risconsulto Ángel Alberto Giraudy, efec-tuó un acto de homenaje al poeta el vier-nes 27 a las 20:30 horas en el local delFNA, calle Egido nº 570, esquina aApodaca, durante el cual Juan Marinelloleyó su conferencia “Tránsito y residen-cia de Pablo Neruda”, después publicadapor el periódico comunista Hoy en su edi-ción del 19.04.1942.

1942: Neruda en CubaÁNGEL AUGIER

poeta e investigador cubano (1910)

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5422

Page 23: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 23 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

Otros homenajes se sucedieron en losdías siguientes. El espacio En su lugar lapoesía, de las emisoras radiales CMX dela Casa Lavín y conducido por Rafael En-rique Marrero y otros jóvenes poetas, de-dicó a Neruda una audición de gran éxitoel miércoles 1º de abril, en la que me co-rrespondió el honor de presentarlo. El do-mingo 5 de abril, la Unión Juvenil Hebreade Cuba ofreció también un homenaje alpoeta que nos visitaba en el Centro Popu-lar Hebreo de calle Zulueta 660. En esaocasión fue el escritor cubano Félix PitaRodríguez quien trazó una sugestiva sem-blanza de Neruda –su amigo de los díasparisienses y madrileños– a través de unaconferencia sobre Residencia en la tierraque publicará también el diario Hoy en suedición del 12.04.1942. Aparte los que leyóel propio autor, hubo recitaciones de poe-mas de Neruda traducidos al yiddish.

Marinello le presentó a don Carlos dela Torre, el malacólogo, entonces de 88años. Considerado uno de los hombres mássabios del país, había sido pionero de laeducación popular en los inicios de la re-pública, rector de la Universidad de LaHabana, miembro del Congreso Nacional.En cuanto malacólogo descubrió y clasifi-có una especie de caracoles cubanos, losPolymitas, de los cuales regaló a Nerudauna colección.

4Dos anécdotas. Cuando al tercer día decamaradería cordial ya nos tratábamoscon natural confianza, mi esposa Corinay yo invitamos a Neruda y a Delia a pro-bar la champola de guanábana en nues-tra casa. Sabíamos cuánta curiosidad ha-bían suscitado en Pablo las nostalgias delcónsul cubano Gustavo Enrique Musteliery Galán en Batavia, Java, durante 1930 y1931, especialmente referidas a ese néc-tar frutal.

«Justifico plenamente a mi amigoMustelier por su gran nostalgia de lachampola, que es un sensacional refrescotropical», declaró Pablo mientras me de-dicaba los libros suyos que encontró enmi biblioteca. Al respaldo de la cubiertade uno de ellos escribió: «Querido Augier,

cuánto me ha servido este libro piratea-do. Salud, Pablo», con dibujos de barcosy pajaritos. Era un ejemplar de la célebreedición Tor (Buenos Aires, 1934) de losVeinte poemas de amor y una cancióndesesperada.

La otra anécdota. A pocos días de sullegada, acudí al hotel para saludar a Pa-blo, quien aceptó un paseo por las cerca-nías. Le mostré e ilustré el monumento alos estudiantes de medicina fusilados porlos españoles en 1871, el gallardo Castillode la Punta, el Malecón. Cuando regresá-bamos al hotel se nos agregó José AntonioFernández de Castro. A Pablo se le ocu-rrió «beber un trago» en uno de los baresdel Paseo del Prado. De pie, en la barra,ellos pidieron ajenjo, y yo, poco dado a tra-gos, una modesta cerveza. Pablo senten-ció con su voz y tono inconfundibles:

–Ángel, de vez en cuando viene bienun buen ajenjo.

Y tras beber el suyo prosiguió:–El año pasado [1941] en México, a

pocas horas del acto donde debía leer “Uncanto para Bolívar”, no acertaba a termi-narlo. Entonces me tomé una copa de ajen-jo… y adiós problema.

Naturalmente, en esos días habanerosPablo ejercitó su notoria afición a curio-sear en los mercados populares. NicolásGuillén lo llevó a las playas de Varadero,en la provincia de Matanzas, y al valle deViñales en la de Pinar del Río. Fueronmuchos los amigos artistas y escritores queconquistó su difícil cordialidad, particular-mente el pintor Luis Martínez Pedro, hoytan injustamente olvidado.

–– Extractos deÁngel Augier, Pablo Neruda enCuba y Cuba en Pablo Neruda,La Habana, Ediciones Unión,

2005.

ANEXO

Recuerdos de La HabanaPABLO NERUDA

En julio 1950 Pablo y Delia están viajando –por mar–

de regreso a Europa desde México, a donde habían

llegado casi un año antes, el 28.08.1949, con Paul

Éluard y Roger Garaudy para participar en el Con-

greso Latinoamericano de Partidarios de la Paz que

debía tener lugar en septiembre. A pocos días de su

llegada a México, Neruda sufrió un ataque de

tromboflebitis durante el funeral del muralista José

Clemente Orozco. Mientras yacía en cama, convale-

ciente, reapareció un día la pelirroja que había cono-

cido en el concierto del Parque Forestal (Santiago de

Chile) a comienzos de 1946. Este reencuentro cam-

bió todo. Neruda había venido por unos días y se que-

dó diez meses en México, durante los cuales, conva-

leciente y todo, logró organizar, poner en marcha y

concluir felizmente la nada pequeña empresa de edi-

tar en gran formato su propio Canto general (publi-

cado en marzo 1950). A fines de junio fue inevitable

para el enamoradísimo vate separarse de la pelirroja

reencontrada, pero en Europa pondrá en juego todas

las astucias y maniobras que la pasión le dictará has-

ta lograr (muy pronto) el viaje de Matilde a través del

océano hasta sus brazos. El texto que sigue fue escri-

to durante la travesía de Pablo y publicado en La

Habana por el diario comunista Hoy, el 30.07.1950.

Prácticamente desconocido, aquí lo reproduzco se-

gún la versión rescatada por Ángel Augier en su libro

Pablo Neruda en Cuba y Cuba en Pablo Neruda (La

Habana, Ediciones Unión, 2005).—HL

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5423

Page 24: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 24 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

1En la infancia, las ciudades lejanas tomanformas mitológicas, entre nube y dragón…La Habana era para mí una caja de cedro,una caja de tabacos. Era en el sur del Pací-fico, en la región austral de Chile. En elinvierno, una gran convulsión de aguas ylodo y oscuridad envolvía la tierra… Lalluvia caía por meses enteros…

Es el invierno del Extremo Austral.Es negro y verde hasta las islas del Archi-piélago chileno. Luego es blanco y neva-do en los fiordos y ventisqueros de la Amé-rica magallánica. Yo encontraba La Haba-na entre las cosas de mi madre, y La Ha-bana, al abrirse, me enviaba un aroma dul-ce y cargado de tierras y mares remotos.Dentro de La Habana había menudas y nu-merosas cosas de mi madre: dedales yescapularios, trocitos de cinta y estampasde bautizos, lápices gastados hasta que yano podían cogerse. Y todo ello revestidode un perfume lejano. Era para mí esta caja,misteriosa, pero con un misterio íntimo, re-velado sólo para mí. Ya se habían ido sushabitantes, esos cigarros con sus anillos do-rados, como húsares tostados que estuvie-ran cumpliendo, rígidos y solemnes, susdeberes de convertirse en humo, como lossoldados de verdad.

Los habitantes que a mí me reservabaesta caja eran más importantes. Eran la Famay la Gloria, cada una con una hoja de pal-mera, cada una cubriéndose apenas con unvelo plateado, del que sobresalían en formaturbadora cuatro pechos de diosas adelan-tadas y valientes. Pero bajo el arco de pal-mas, que tanto más prestigio daban que ellaurel de cocina porque venía de las alturasde un cielo azulísimo, había siempre dosfiguras de hombres rizados y embigotados,que eran para mí los padres de La Habana ylos Almirantes del Tabaco.

Pasaron los años que me condujeronpor el mar a otros sitios, a otros puertos, aotras desembocaduras. En Batavia, Java, enlargas conversaciones con un cubano fueprecisándose para mí la bella ciudad quetodavía perduraba en mi corazón. Fue uncubano llamado Gustavo Enrique Mustelierquien me predicó la habanidad y me hizo

hijo predilecto, aunque desconocido, de ella.Este Mustelier que, aunque con el pelo to-talmente blanco, debe vivir aún, enérgico ypatriótico, en alguna casa llena de flores delVedado, fue entonces, en el año 1930, consu bastón con cachas de marfil y sus cami-sas de gruesas rayas, en las que yo admira-ba sus mancuernos y alfileres en forma deherradura, fue para mí, además de un admi-rable amigo, la imagen del elegante de LaHabana, hombre de inagotable repertorio yde rigurosa conducta.

Como no teníamos nadie más conquien hablar en nuestro idioma, conMustelier recorrimos calles y casas y él meilusionó con esas champolas de guanába-na, que iban a ser realidad alguna vez paramí en la casa de Augier y de Fernández deCastro. Como yo, hombre austral, era máscallado que Mustelier, o mucho más calla-do, en cerca de dos años de compañía que-dé yo mucho más ilustrado sobre los sabo-res y los cielos, el café y la política haba-nera de aquellos tiempos, de lo que él demí supiera de mi país…

Ya por esos años salió a bullir la efi-gie de Julio Antonio Mella, discóbolo ase-sinado en las calles de México y quedó allídonde cayó una luminosa sangre que aúnilumina a todos nuestros jóvenes america-nos. Una imagen diferente se hizo de LaHabana en mi ánimo: se transformó LaHabana en una mezcla insondable de luz ycrueldad. La lucha de los estudiantes llegóa la épica y como un cetáceo insólito elodio chapoteaba, levantando llama san-grante desde la reluciente arena.

2Después me recibieron en La Habana, y lue-go vi que eran parte de su rostro y de supensamiento, Juan Marinello y NicolásGuillén, Enrique Labrador Ruiz y LuisMartínez Pedro. Éstos me dieron la profun-didad y la corriente que en ellos perduraadentro del torbellino de La Habana, comoagua de las montañas, agua multiplicada enlos mil espejos cambiantes de la isla.

También me rodeó, como un abrazode mar, la vitalidad de un pueblo luchador.Este pueblo era el aguerrido y alegre y le-gendario, de tanto ámbito en la rumorosa

América. Este pueblo era de canto y de com-bate. Entré en La Habana con toda la sole-dad del Sur y al primer golpe casi me des-vanecí: era tanto el rumor, la actividad so-nora, su bullicio de colmena colmada. Es-tuve en el corazón de la ciudad palpitante,en los primeros momentos sin pertenecer-me a mí mismo, inmóvil, resistiendo loschoques de la urbe humana, tapizada depapeles y gritos. Pero pronto me hice partede la ola vital, me sentí miembro america-no, cantor, uno más de la copa frondosa queeleva su multitud blanca, negra y sonorajunto al mar mágico que la sostiene.

La Habana es el racimo más impor-tante y más dulce de Cuba, puesto que,apenas se sale de ella, se llega a la natura-leza, al silencio de la naturaleza, que es unpoco menos Cuba que La Habana.

Yo recorrí el valle de Viñales y decla-ro que hay pocos paisajes tan inabarcablesy arrobadores. Vi levantarse los mogotesdesde el Valle Verde, como islas preclaras,vegetales y enhiestas, y repetirse estas co-lumnas como desde el fondo de un mar se-reno, con un movimiento rítmico, en supauta de la altura. No en balde allí, comopájaros extraños, viven las caracolas pin-tadas, dando un toque de azufre o de jacin-to a la secreta espesura.

También contemplé, estupefacto, lasaguas marinas de Varadero, aguas únicasque parcelaron la turquesa oceánica y sedividieron el más compacto fulgor de lamariposa azul.

Don Carlos de la Torre me dijo mu-chas veces: «Los caracoles de tu patria separecen a tu poesía, en la forma y en elcolor oscuro». Él asistió puntualmente amis llamadas conferencias en que apare-cían, de cuando en cuando, algunos de missombríos poemas de antaño.

Si pudiéramos imaginarlo, eterna-mente vivo, en su ciencia inmortal, yo lovería dentro de una esplendorosa conchade nácar marino, como un gran ‘ermita-ño’, llevando sobre su ancha frente lumi-nosa el abanico radiante de aquellas pal-meras plateadas que anunciaran para mí,en la infancia, el encanto, el aroma y lagenerosa sabiduría de La Habana.♦

Alta mar, julio de 1950.

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5424

Page 25: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 25 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

Un soneto para Nerudaen su centenario

ÁNGEL AUGIER

En la región austral donde perdurael cósmico fragor que alzó tu vida,

le creció al mundo, en toda su medida,la justa dimensión de tu estatura.

Tu canto es una llama que encendidapermanece, contra la noche oscurade una edad de miseria y amargura,donde gime la paz, como ave herida.

Tu generoso corazón violento,tempestad más de sangre que de viento, su canto alzó desde las propias venas.

Y por ser el amor su ámbito abierto,siempre clamó por un futuro cierto:

una vida sin hambre ni cadenas.

La Habana, julio 12, 2004.

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5425

Page 26: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 26 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

Adioses

Javier García Méndez (1945-2006)

El crítico y ensayista uruguayo Javier GarcíaMéndez (Montevideo 1945), radicado enFrancia, murió a causa de un doble derramecerebral que le dejó en estado de coma desdeel viernes 3 de marzo.

Ampliamente reconocido en el ámbitode los estudios de la literatura latinoa-mericana, García Méndez, que teníasesenta y un años al momento de su muerte,dedicó gran parte de su vida a la cátedra,inves-tigación y análisis de textos literariosde escritores latinoamericanos y ha dejadouna decena de originales investigacionessobre la obra de Jorge Luis Borges, GabrielGarcía Márquez, Pablo Neruda, AlejoCarpentier y Julio Cortázar.

El original método del análisis de lostextos utilizado por García Méndez (basadoen el estudio del discurso de Mijaíl Bajtíny la materialidad del texto de HenryMeschonnic) llamaron la atención de losestudiosos de varias universidades hispa-noamericanas que lo tuvieron comomaestro huésped.

En su juventud trabajó como redactorpublicitario, periodista y locutor de laradio, hasta que finalmente ingresó en elmedio universitario gracias a un doctoradopor la Universidad de Quebec en donde seespecializó en teoría literaria y particu-larmente en literatura hispanoamericana.Luego vino una serie de publicaciones ysu ingreso como profesor estable y mástarde como catedrático en el sistemauniversitario francés en donde se desem-peñó hasta el día de su muerte.

Su presencia en universidadesmexicanas impartiendo seminarios(especialmente en la Universidad deGuadalajara) dejó numerosos seguidores.Entre la bibliografía de García Méndezdestacan: Espejos abominables (sobre laescritura de Borges), UniversidadAutónoma de Querétaro, 1984; El sersocial del texto literario (una interpre-tación sobre la narrativa de Gabriel GarcíaMárquez), Universidad Autónoma deQuerétaro,1985; El bandoneón desde eltango, vlb Éditeur, Montreal, Canadá,1987; La dimension hylique du roman,Quebec, Le Preambule, 1990; A la escu-cha de la novela latinoamericana,Universidad de Guadalajara, 2000; Diezcalas en el hacer de la poesía de PabloNeruda, Universidad de Rennes, 2001;Lectura de Los pasos perdidos de AlejoCarpentier, Editorial Ellipses, París, 2002y la edición crítica de Los Premios, deJulio Cortázar, Prólogo de Javier GarcíaMéndez, Editorial Cátedra, Letras Hispa-noamericanas, París, 2005.

Aquí mismo, en La Jornada Sema-nal del 27 de septiembre de 1998 sepublicó un ensayo (“El discurso comoacto”) sobre los últimos momentos en lavida de Salvador Allende en donde secomprueba, bajo el método empleado porel ensayista, la congruencia entre lapalabra y los hechos.

–Juan Antonio IslaLa Jornada Semanal, México 02.04.2006

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5426

Page 27: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 27 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

publicaciones

Canseco-Jerez Alejandro y Teitelboim Volodia, Pablo Neruda en noir et blanc:images d’une vie et d’une œuvre, ed. Somogy: Maison de l’Amériquelatine, Paris, 2004, 79 p.

Duprez Gilbert-Maurice, Entretiens avec Pablo Neruda [Enregistrement sonore].1, [Entretiens n° 1, 2, 3 et 4, diffusés les 7, 8, 9 et 10 septembre 1970],Institut National de l’Audiovisuel (France, 1986), 1 disque compactenregistrable (59 min 37 s).

Franco Jean et Tarroux-Follin Christiane, Des avant-gardes à l’engagement:Residencia en la tierra, Canto general de Pablo Neruda, Université Paul-Valéry, Montpellier 2000, 315 p.

García Méndez Javier, Diez calas en el hacer de la poesía de Pablo Neruda:Residencia en la tierra y Canto general, Presses Universitaires de Rennes:Rennes 2001, 198 p.

Hachtroufi Fariba, Le Chili, sur les traces de Neruda, éd. Seuil : Paris, 2005, 159 p.Jimeno Grendi Orlando, Neruda: l’océan s’appelle Pablo, trad. de l’espagnol

Chili) par l’auteur; préface de Ingrid Tempel, éd. Indigo & Côté-femmes:Paris, 2004, 79 p.

Kalfon Pierre, L’encre verte de Pablo Neruda: chroniques chiliennes, éd. Terrede Brumes: Rennes, 2003, 118 p.

Le Bigot Claude, Lectures de Neruda: Résidence sur la terre, Chant général,Presses Universitaires de Rennes: Rennes, 2000, 131 p.

Le Corre Hervé, “La tierra se llama Juan: vers une poétique de l’énonciation”,Les Langues Néo-latines nº 315, Paris, 2000.

Marcenac Jean et Couffon Claude, Pablo Neruda, éd. Seghers: Paris, 2004,282 p.

Ponce Néstor, Residencia en la tierra, Canto general de Pablo Neruda, éd. duTemps: Paris, 2000, 239 p.

Sicard Alain, Alain Sicard commente Résidence sur la terre de Pablo Neruda,éd. Folio: Paris, 2003, 239 p.

Sicard Alain et Moreno Turner Fernando, Diccionario del Canto general dePablo Neruda, éd. Ellipses: Paris, 2000, 255 p.

Sicard Alain, Pablo Neruda : une utopie poétique, éd. Messène: Paris, 2000, 155 p.

— Dominique CasimiroUniversité de La Sorbonne Nouvelle (Paris III)

Bibliografía recientesobre Neruda en Francia

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5427

Page 28: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 28 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

Edmundo OLIVARES, Pablo Neruda /Tras las huellas del poeta itinerante, 3 vols.Santiago, LOM Ediciones, 2000-2004.Vol. 1: Los caminos de Oriente, 2000, 459 pp.

Vol. 2: Los caminos del mundo, 2001, 671 pp.

Vol. 3: Los caminos de América, 2004, 824 pp.

Las estadías de Neruda fuera de Chile, des-de la primera al Oriente en 1927 hasta laúltima en México (1940-1950); ese es eltelón de fondo sobre el cual EdmundoOlivares Briones despliega la monumen-tal biografía (por tamaño y aporte) del Pre-mio Nobel, que LOM ediciones publicó entres tomos.

Pero, ¿qué tiene de extraordinaria estabiografía que ya conmueve y que se iráconsolidando como un clásico difícil de su-perar en lengua castellana?

Primero, la original y excelente ideadel plan: Oriente, España y México. Elloimplica algo que fácilmente pasamos poralto: su sentido de la estructura, de un or-den sobre el cual proyectar y organizar lavida del poeta, que adquiere un sentido,un contenido muy especial.

Se trata de un itinerario que abarca lomás fundamental y significativo de su exis-tencia, una especie de Bildungsroman, de

La Odisea

El lejano Oriente, sus estadías en Rangún,en Colombo y en Batavia se nos aparecenrodeadas de ese obsesivo y delirante ero-tismo juvenil, en un clima de humedad ytemperatura abrumadora donde las muje-res, despojadas de todas las convencionessociales con respecto al sexo, son panterasque oscilan entre el zarpazo y el abrazo bal-sámico que sumerge al autor en un sofo-cante sentimiento de deleite y sospecha.

De esta atmósfera, de este tipo de mu-jeres que tan lograda descripción haceSándor Márai en su magistral novela El úl-timo encuentro, donde vivió uno de los per-sonajes, sale ese poema de amor no supera-do en nuestra lengua, “Tango del viudo”.

Pero, a la vez, en los últimos años de supermanencia, sentimos el impacto de su so-ledad, su apuro por contraer matrimonio conAlbertina Azócar y luego su precipitado ma-trimonio con María Antonia Hagenaar. Todoen medio del impacto que produjo la depre-sión económica norteamericana, que arras-tró al resto de la tierra a una situación inéditade desempleo y hambruna.

Luego en España, la amistad caluro-sa y espléndida de la mayoría de los escri-

novela de formación, de aprendizaje de símismo, de la sociedad y del mundo del per-sonaje Neruda. Lo que no es poco decir,porque de esta manera se destacan de ma-nera relevante tres momentos muy espe-ciales de su vida y del mundo y las cir-cunstancias que lo rodearon.

Los tres tomos de Tras las huellas...pueden leerse como un viaje desde lo másprofundo de su interioridad hasta la plenatoma de conciencia, no sólo de la sociedady del mundo político en esos momentos,sino de su identidad personal y colectivacomo destino cultural e histórico de latino-americano.

A estos tres momentos de su historiapersonal corresponden los libros de Resi-dencia en la tierra, España en el corazóny Alturas de Macchu Picchu, que se com-pleta con el Canto general.

Es esta biografía la del mayor poetade América y uno de los más grandes delsiglo XX. Sin embargo, lo que más se apre-cia es la estrategia del narrador que en nin-gún momento toma partido a favor o encontra, sino que deja que los documentoshablen por sí mismos. Esto lo logra conuna información abrumadora que, parasuerte de sus lectores, no se nota.

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5428

Page 29: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 29 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

tores de la generación del ’27 (GarcíaLorca, Vicente Aleixandre, Rafael Albertiy Miguel Hernández). Pero también el co-mienzo de la guerra civil mientras era cón-sul, el asesinato de su más querido poeta,García Lorca; la masacre por los franquis-tas, los aviones sobre Madrid y la inter-vención de los ejércitos fascistas de Hitlery Mussolini. Eran los indicios de la Segun-da Guerra Mundial.

El tercer tomo corresponde a Méxi-co y a la paulatina y definitiva vocaciónlatinoamericanista y de militante de la iz-quierda de Neruda que le atrae, en susaños de senador, la persecución del presi-dente traidor, González Videla, y su hui-da por los caminos y las distintas casasque lo ocultan y lo protegen hasta salirpor el sur a San Martín de los Andes enArgentina y luego a Europa.

Lectura que embruja

Todas las virtudes en la organización dellibro, la estrategia imparcial del narrador,del interés que adquieren las circunstan-cias políticas y sociales que acompañan lavida del poeta, no serían suficientes paraatraparnos en su lectura si no fuese por lafinura de los análisis, por los matices deun lenguaje sin retórica, por su estilo ter-so, sobrio e inteligente.

Las mil quinientas páginas de los trestomos se leen sin decaer en ningún momento.Al terminarlas, nos sorprende la figura del poe-ta por años denostada y disminuida por el des-prestigio causado por la envidia y la miseriade múltiples detractores, al punto que no loconocíamos en su verdadera dimensión.

Queda claro en esta extensa biografíaque, aparte de algunas debilidades del poe-ta, pecados mayores o menores, no hay es-critor en lengua castellana que se le puedacomparar por el prestigio, la influencia poé-tica, la certeza y profundidad de su pensa-miento americanista, ni por la admiracióndemostrada por los más grandes escritoresy artistas del siglo XX. Hasta tal punto queni el éxito de un Vargas Llosa, de un GarcíaMárquez o de cualquier otro en esta era depoderosas fuerzas mediáticas, puedecomparársele con el nombre y prestigio que

tuvo como poeta, como ente político y so-cial, ni tampoco por la inquina que desper-tó entre sus enemigos o la adhesión entresus simpatizantes y amigos.

— Jaime Valdivieso

de Rocinante, nº 76,

Santiago, febrero 2005

Diego CARCEDO, Neruda y el barcode la esperanza. La historia del salva-mento de miles de exiliados españolesde la guerra civil.Madrid, Ediciones Temas de Hoy,2006. 320 páginas.

El traslado de más de dos mil refugiadosespañoles a Chile, en 1939, es una de lasgrandes empresas humanitarias de nuestropaís. Ella, por sí sola, convierte a Nerudaen un héroe civil.

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5429

Page 30: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 30 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

La investigación sobre este hechonotable, si no es abundante, sí es acuciosay completa, y se encuentra principalmenteen los libros de Edmundo Olivares, PabloNeruda: los caminos del mundo. Tras lashuellas del poeta itinerante II (1933-1939); Jaime Ferrer Mir, Los españoles delWinnipeg, el barco de la esperanza, y Ju-lio Gálvez, Neruda y España.

El libro de Diego Carcedo no entregamucha información nueva, salvo en algu-nos aspectos relacionados con la contribu-ción que prestaron a Chile algunos de losespañoles que llegaron en el barco, comolas obras portuarias y otras de ingenieríarealizadas por los hermanos Víctor y RaúlPey; la modernización de la flota pesqueraa la que aportaron los pescadores gallegos,asturianos y vascos, que sentó las basespara el desarrollo de la industria conserveranacional, y la fábrica de materiales eléc-tricos que instalaron Antonio Carcavilla ysu hijo Eduardo, entre otras actividades.

En materia de cultura señala aportesmás conocidos, como la fundación de lalibrería y editorial Orbe, de Joaquín Almen-dros, y la renovación del diseño gráfico deMauricio Amster. Es lamentable que alhablar de Leopoldo Castedo incurra enerrores tan garrafales como éste: «...el his-toriador Francisco Encina ... le ofreció tra-bajar con él como secretario. Necesitabaque con cierta urgencia resumiese en docevolúmenes los cuarenta gigantescos tomosde la historia de Chile que había escrito».Carcedo duplicó los volúmenes de la His-toria de Encina y cuadruplicó los del resu-men que hizo Castedo, sin decir una solapalabra sobre uno de los aportes importan-tes que hizo el historiador español a eseresumen, que fue el de reunir una impor-tante iconografía histórica de Chile.

El autor incurre en otras imprecisio-nes como ésta: «[Neruda] recibió un ofi-cio por el que se le trasladaba a Méxicocon el rango de primer secretario de laEmbajada». El nombramiento, como sesabe, fue de Cónsul Particular de 2ª clasey Cónsul General en México. O como laafirmación según la cual, mientras se en-contraba escondido en el departamento deVíctor Pey, Neruda se dedicaba a leer no-

velas policiales y a escribir «ripios políti-cos», lo que es cierto, pero incompleto,puesto que la ocupación más importantede Neruda en esos días era la conclusiónde Canto general.

Carcedo aporta también algunas hi-pótesis importantes, especialmente aque-lla sobre la influencia que habría ejercidoel dirigente socialista español IndalecioPrieto sobre el gobierno chileno, al que-jarse de que Neruda no tomaba en cuentaa la organización que él encabezaba, laJARE, privilegiando al servicio de emigra-ción afín al sector de Negrín, el SERE, y alos militantes del Partido Comunista. Lasquejas de Prieto habrían sido una de lascausas de las dificultades que tuvo Nerudacon el gobierno de Aguirre Cerda.

Entrega también Carcedo algunosdatos interesantes, que no recuerdo haberleído en otra parte, sobre los polizontesque viajaron en el Winnipeg, y que lo abor-daron tanto en Trompeloup como en la islaGuadalupe, y sobre el destino final delbarco que fue hundido por un submarinoalemán.

El libro de Carcedo es poco rigurosoen cuanto a referencias e identificación decitas y de fuentes. Combina la parte do-cumental con la novelesca. Usa recursospropios de la ficción. Escenifica ciertassituaciones y construye estas escenas va-liéndose de la imaginación: «Poco a pocoel áspero tono de voz del diputado con-servador se iba elevando. Apoyado con lasdos manos en el atril, ya la cara conges-tionada y las uñas clavadas en las palmasde las manos, prosiguió...» — escribe alreconstruir la sesión de la Cámara de Di-putados en la que se trató el tema de losrefugiados españoles.

En algunos momentos, por ejemplocuando relata la visita de los cuáqueros quevan a ofrecer ayuda a Neruda, el autor des-cribe la escena como si hubiese estado pre-sente en la misma: «Se miraron uno al otrounos instantes y los dos al mismo tiempolevantaron los ojos hacia Neruda, que sehabía erguido en la silla y aguardaba sinpestañear. Daba la impresión de que am-bos estaban haciendo cálculos mentales yque se transmitían los datos de sus sumas

Hernán LOYOLA, Neruda. La bio-grafía literaria, volumen 1: 1904-1932.Santiago, Planeta-Seix Barral, 2006.— 565 pp.

La biografía es un género que nunca hatenido buenos exponentes entre nosotros ysus cultores entregan vidas de santos ovendettas, a diferencia de lo que sucede enel ámbito angloamericano y francés, dondeexiste una industria editorial en torno altema. Corriendo el riesgo de caer en el peorde los lugares comunes, diremos que estaregla muestra excepciones. En Chile, esaexcepción tiene un nombre: Hernán Loyola.

El otro cliché consiste en decir queLoyola es la persona que más sabe deNeruda en el mundo. Esto es absolu-tamente cierto. Pero nada podía garantizarque él fuera capaz de componer Neruda.La biografía literaria, sin duda el mejortexto de su especie producido en el país.La hazaña del catedrático presentadistintos niveles de interpretación; debidoa razones de espacio, destacaremos sóloun par de ellos.

y multiplicaciones sólo con la mirada. Ha-cía mucho calor en aquel despacho peque-ño y agobiante...»

Más que como trabajo de investiga-ción, el libro de Carcedo tiene valor comoun medio de divulgación de una notablehazaña civil, que los chilenos deberíamosconocer y valorar tanto como las gestasmilitares. Los recursos, propios del relatode ficción que utiliza, contribuyen a suamenidad y pueden ponerlo al alcance delectores a los que tal vez no lleguen las in-vestigaciones más rigurosas.

— Darío Oses

Fundación Pablo Neruda

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5430

Page 31: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 31 ]NERUDIANA – nº 2 – 2006

El monumental trabajo pudo habersido una exégesis académica valiosa,aunque árida. En cambio, es una obratransparente, accesible para cualquierlector, bajo la única condición de que leinterese Neruda (¿existen posibilidades deque a alguien inteligente o sensible no leatraiga Neruda?). Además, se trata de unanarración tan bien escrita, tan elegante, quehasta los escépticos quedarán encantadosal descubrir, una vez más, al poeta nacionalmás conocido del orbe. En otras palabras,el profesor universitario consigue lo quecasi nadie ha logrado en el medio local:unir a los especialistas y al público culto.

Desde el principio, Loyola pone enclaro que abordará al ciudadano y al

temprana madurez de un hombre cuyavocación debió sortear barreras infran-queables, vencidas por la voluntad y unaserie de felices conjunciones. Quizá seaimportante recalcar que Loyola posee unacultura amplísima, aplicándola, de maneranatural, al objeto de su investigación. Lasinfluencias, los tropiezos, la aparición delos esfuerzos líricos iniciales, son relatadosen forma paralela al desarrollo delmuchacho que llegó a ser una formidablepersonalidad política e intelectual. Elpanorama histórico que brinda Neruda setraduce en páginas apasionantes; Loyolase pasea con soltura a través de laefervescencia social, artística, ideológicadel surgimiento de la modernidad. Suspuntos de vista son, por cierto, de izquier-da. Tratándose de Neruda, actor de primerafila, senador, candidato a la Presidencia dela República por el Partido Comunista, esimposible imaginar una aproximacióndiferente.

Sin embargo, lo más asombroso enla carrera de Neruda es la cantidad delagunas que mantuvo sin elucidar. ¿Porqué dejó de llamarse Neftalí Reyes, porqué denominó Veinte poemas de amor...a su colección de versos más famosa, aquién debemos el título Residencia en latierra (1 y 2)? Son, entre muchas,preguntas sin respuestas adecuadas hastala fecha. Loyola las contesta cuandopuede, especula, se detiene en aspectosminuciosos, avanza y retrocede conintrepidez, nunca aburre y es tan honestocomo para dejar hipótesis abiertascuando sabe tanto.

Las mujeres son las protagonistas enla trayectoria de Neruda y aquí destacanAlbertina Azócar, Teresa Vásquez, LauraArrué, el temible huracán Josie Bliss,María Antonia Hagenaar. Loyola nos debela continuación de este tomo; con todo,Neruda... será, por mucho tiempo, el librodefinitivo acerca de este fabulosopersonaje.

— Camilo MARKS

Revista de Libros nº 901—en El Mercurio,

Santiago, edición del 11.08.2006.

creador lírico, en suegocentrismo y, a la vez, en su

portentosa aptitud para volcarsehacia los otros, su carácter en

extremo sociable. Para los quecrecimos admirando a ese fenómeno

de la naturaleza, encandilados ante el genionerudiano, este tomo de Loyola contienehallazgo tras hallazgo. Creíamos saber algoy ni siquiera estábamos cerca de la verdad.Lejos de la beatería, del temor reverencial,si bien cercano gracias a la amistad de 20años con el vate y a la aplicación de cincodécadas, Loyola entra en la intimidad deun humano, demasiado humano, peroincomparable en su creatividad e inspira-ción. Y nos vuelve a demostrar que el com-promiso férreo con una causa no es sinó-nimo de lasitud ni de incompetencia.

Neruda... se extiende desde 1904hasta 1932, con breves fragmentos queesbozan los antepasados del bardo.Asistimos a la infancia, adolescencia y

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5431

Page 32: nerudiana - fundacionneruda.org 20530.pdf · Un soneto para Neruda 25 en su centenario ÁNGEL AUGIER Adioses: Javier García Méndez 26 JUAN ANTONIO ISLA Publicaciones 27 Neruda y

[ 32 ] NERUDIANA – nº 2 – 2006

«Quien huye del mal gusto cae en el hielo», dijo PabloNeruda.

Neruda no era especialista en aforismos, su poesía gene-ralmente evita cualquier ingenio frío y se lanza, sin con-templación, a una tempestad de palabras, signos y volca-nes desatados que hacen que el lector pierda cualquier sen-tido crítico o analítico, seducido por la inmensidad, la in-timidad, la verdad sorprendente de sus versos lanzada aciegas por encima de todas las convenciones. Neruda noquería ser un pensador, aunque frase como la anterior prue-ba que sí tenía un perfecto control sobre su trabajo poéti-co, regido todo por una idea, la de una libertad incontinen-te, que no quiere restarse a nada ni a nadie.

Se suele criticar a Neruda por publicar y escribir de-masiado, por dejar pasar como buenos versos malísimos,por recurrir sin pudor a la cursilería, al barroquismo o laautocita. Neruda, en cambio, parecía saber, que en esa fal-ta de retención, en ese aparente descuido, residía la fuerzade su escritura. Seguro de su talento y de su originalidad,Neruda podía echar mano a todos los materiales, todos losregistros, todos los horrores y todos los colores. Sabía mejorque nadie que el tiempo y los lectores harían la selecciónpor él.

De joven fue justamente esa falta de miedo al ridícu-lo o al mal gusto lo que lo hizo el poeta más valioso y másvaliente de su generación. El tímido no temía la risa de losserios, el pobre niño de Temuco, no le tenía miedo al lujo,el vanguardista no temía hacer uso del manantial de loslugares comunes.

Se negaba a ser correcto, parco, cuidadoso, no por re-beldía sino porque sabiamente intuía que el milagro poéticosólo sucede cuando ya no te niegas a ser la vergüenza de lafamilia, o de la universidad, o de la capilla vanguardista en

Neruda y el hieloRAFAEL GUMUCIO

Universidad Diego Portales

que te has refugiado. La musa sólo le canta al que ya noquiere ser un caballero. Sólo acompaña al que no se niega adejar entrar en su verso no sólo a los amigos, o a los parien-tes, sino a los forasteros ruidosos, a los inconvenientes es-tafadores, a la gente fea, a la gente rara, a las ideas recibi-das, a los pobres delirantes y a los sabios sin dientes.

La frase de Neruda explica también por qué la litera-tura chilena, y en particular la narrativa, avanza y se es-tanca, juega a ser una estatua, para moverse, cuando semueve, con convulsiones espásticas. Es el miedo al malgusto, que se convierte en un miedo al gusto mismo, loque nos impide escribir con libertad esperada. Libertadque no sólo no teme al exceso sino que lo usa para susfines, de la que Neruda es uno de nuestros pocos voceros.

Hay algo profundamente contrario al gusto y a la in-tuición nacional en la obra de nuestro poeta nacional. Elbarroco gozoso, el panteísmo desatado poco o nada tie-nen que ver con un país conservador, callado y mínimoque ama tanto los detalles que es capaz de perder el senti-do del todo. O quizás, al revés, el carácter profundo denuestro imaginario común es nerudiano, es decir desver-gonzado, torrencial, desatado, y sólo la superficie es ca-llada, tímida, parca e inglesa. El diálogo entre esas dosformas de ser nosotros mismos, entre este secreto torrentey esa pública austeridad, creó detrás de Neruda toda unatradición poética. Parra, Lihn y Teillier intentaron recon-ciliar el amor por el buen gusto, o el terror hacia el malgusto, con el impulso poético nerudiano. La belleza desus fracasos es lo que hace grande la poesía chilena.

Neruda lanzó la primera piedra sobre el lago conge-lado. Los peces que de pronto han respirado debajo de lacapa de frío hablan ahora, siguen hablando, no hay mane-ra ya de callarlos.

Santiago, noviembre 2006.

nerudiana 2.p65 19/8/08, 13:5432