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1 NEUTRALIDAD Y PLURALISMO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LAS CAMPAÑAS ELECTORALES EN ESPAÑA: LA REFORMA DE LA LOREG POR LEY ORGÁNICA 2/2011 Prof. Dr. Artemi Rallo Lombarte Catedrático de Derecho Constitucional Universidad Jaume I de Castellón (España) I.- LA REFORMA DE LA LEY ORGÁNICA DEL RÉGIMEN ELECTORAL GENERAL (LOREG) OPERADA POR LA LEY ORGÁNICA 2/2011, DE 28 DE ENERO: LA ASIMILACIÓN DE LAS RADIOS Y TELEVISIONES PRIVADAS A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN PÚBLICOS EN SU SOMETIMIENTO AL CONTROL DE LA INFORMACIÓN ELECTORAL La Ley Orgánica 2/2011, de 28 de enero, por la que se modifica la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General ha supuesto una significativa novedad legislativa en el tratamiento de la información electoral española ofrecida por las radios y televisiones privadas al aproximar su régimen legal al de los medios de comunicación públicos sometiéndolas a los principios de igualdad y pluralismo y, en su caso, a los de proporcionalidad y neutralidad informativa- durante el período electoral. Así las cosas, el artículo 66 LOREG queda redactado del siguiente modo: «Artículo 66. Garantía de pluralismo político y social. El respeto al pluralismo político y social, así como a la igualdad, proporcionalidad y la neutralidad informativa en la programación de los medios de comunicación de titularidad pública en período electoral, serán garantizados por la organización de dichos medios y su control previstos en las Leyes. Las decisiones de los órganos de administración de los referidos medios en el indicado período electoral son recurribles ante la Junta Electoral competente de conformidad con lo previsto en el artículo anterior y según el procedimiento que la Junta Electoral Central disponga.

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NEUTRALIDAD Y PLURALISMO DE LOS

MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LAS

CAMPAÑAS ELECTORALES EN ESPAÑA:

LA REFORMA DE LA LOREG POR LEY

ORGÁNICA 2/2011

Prof. Dr. Artemi Rallo Lombarte

Catedrático de Derecho Constitucional

Universidad Jaume I de Castellón (España)

I.- LA REFORMA DE LA LEY ORGÁNICA DEL RÉGIMEN ELECTORAL GENERAL

(LOREG) OPERADA POR LA LEY ORGÁNICA 2/2011, DE 28 DE ENERO: LA

ASIMILACIÓN DE LAS RADIOS Y TELEVISIONES PRIVADAS A LOS MEDIOS DE

COMUNICACIÓN PÚBLICOS EN SU SOMETIMIENTO AL CONTROL DE LA

INFORMACIÓN ELECTORAL

La Ley Orgánica 2/2011, de 28 de enero, por la que se modifica la Ley Orgánica 5/1985,

de 19 de junio, del Régimen Electoral General ha supuesto una significativa novedad

legislativa en el tratamiento de la información electoral española ofrecida por las radios y

televisiones privadas al aproximar su régimen legal al de los medios de comunicación

públicos sometiéndolas a los principios de igualdad y pluralismo –y, en su caso, a los de

proporcionalidad y neutralidad informativa- durante el período electoral. Así las cosas, el

artículo 66 LOREG queda redactado del siguiente modo:

«Artículo 66. Garantía de pluralismo político y social.

El respeto al pluralismo político y social, así como a la igualdad, proporcionalidad y la

neutralidad informativa en la programación de los medios de comunicación de titularidad

pública en período electoral, serán garantizados por la organización de dichos medios y su

control previstos en las Leyes. Las decisiones de los órganos de administración de los

referidos medios en el indicado período electoral son recurribles ante la Junta Electoral

competente de conformidad con lo previsto en el artículo anterior y según el procedimiento

que la Junta Electoral Central disponga.

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Durante el periodo electoral las emisoras de titularidad privada deberán respetar los

principios de pluralismo e igualdad. Asimismo, en dicho periodo, las televisiones privadas

deberán respetar también los principios de proporcionalidad y neutralidad informativa en

los debates y entrevistas electorales así como en la información relativa a la campaña

electoral de acuerdo a las Instrucciones que, a tal efecto, elabore la Junta Electoral

competente.»

No obstante, conviene advertir que esta reforma legal, si bien innova el marco legal

existente hasta su aprobación, en la práctica no modifica sustancialmente el marco jurídico

vigente hasta su aprobación por cuanto el cumplimiento de estos principios ya venía siendo

exigido a los medios de comunicación públicos y a las televisiones privadas por la Junta

Electoral Central (JEC) deduciéndolos de la redacción anterior del art. 66 LOREG. Por lo

tanto, la reforma del art. 66 LOREG eleva a rango legal el cumplimiento de unos principios

que la JEC ya venía imponiendo, como doctrina propia y aplicando la jurisprudencia del

Tribunal Supremo, deduciéndolos vía interpretativa de la redacción anterior del art. 66

LOREG. Sí resulta novedoso, sin embargo, la extensión del ámbito de control de algunos

de estos principios a las radios privadas.

II.- LA INFORMACIÓN EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN PÚBLICOS Y

PRIVADOS DURANTE EL PROCESO ELECTORAL: RÉGIMEN JURÍDICO PREVIO

A LA LEY ORGÁNICA 4/2011

A:- LOS MEDIOS CLÁSICOS DE PROPAGANDA ELECTORAL: UNA

REGULACIÓN DESFASADA

La trascendencia de las elecciones como institución clave del régimen democrático obliga a

un tratamiento normativo singular del proceso de formación de la opinión pública por parte

del Derecho electoral.

No obstante, el legislador electoral español, como veremos a continuación, reguló en origen

- si tomamos como referencia el año de aprobación de la LOREG (1985) - determinados

aspectos de la propaganda electoral de forma harto detallada y desajustada con la entidad

que hoy ostentan en la realidad electoral (actos públicos, ubicación en los espacios públicos

de carteles, pancartas, banderolas, etc.). Lo cierto es que los efectos que estos medios de

propaganda electoral producen en el comportamiento electoral de los ciudadanos son

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prácticamente inocuos y, por ello, produce extrañeza, cuando no perplejidad, que

permanezca inalterada una exhaustivísima regulación normativa de la medios clásicos de

propaganda electoral. Además, debe constatarse que durante las últimas décadas ha

resultado pacífica la regulación de la propaganda electoral en los medios de comunicación

privados o en los espacios gratuitos cedidos por los medios de comunicación de titularidad

pública.

Por el contrario, ha venido resultando una clamorosa laguna el que la acción informativa de

los medios de comunicación durante las elecciones - en sus distintas modalidades

(cobertura informativa de los actos de campaña electoral, la actividad informativa política

de los medios de comunicación ajena a los actos electorales o, por ejemplo, muy

especialmente, la celebración de debates electorales en las radios y televisiones de

titularidad pública y en las televisiones privadas) - resultara tan notoriamente desfasada al

adolecer de una absoluta falta de previsión suficiente en la legislación electoral española.

Como hemos señalado, el legislador electoral español ha regulado minuciosamente

aspectos del procedimiento electoral referidos a la propaganda electoral que no se ajustan a

la entidad que hoy ostentan en la realidad electoral. La celebración de un ingente número

de actos públicos - para lo cual la Administración electoral ofrece casi todos los medios

necesarios, únicamente satisface las necesidades emotivas de los afiliados a las distintas

formaciones políticas pero, a excepción de aquéllos en que comparecen los lideres políticos

más significativos y de los que se hacen eco los medios de comunicación, poca o ninguna

repercusión electoral aportan. Otro tanto cabe afirmar respecto de la inundación de los

espacios públicos con carteles, pancartas o banderolas. Más allá de su elevadísimo coste

económico, hoy limitado por la legislación electoral - no en vano, la LO 2/2001 ha

modificado el art. 53 LOREG para establecer que, desde la convocatoria de las elecciones

hasta el inicio legal de la campaña (la precampaña), queda prohibida la realización de

publicidad o propaganda electoral mediante carteles, soportes comerciales o inserciones de

prensa, radio u otros medios digitales-, los efectos en el comportamiento electoral de los

ciudadanos son prácticamente inocuos. Por el contrario, los envíos postales de propaganda,

sobres y papeletas electorales por parte de las formaciones políticas directamente a los

ciudadanos sigue siendo un mecanismo electoral con alta rentabilidad como lo demuestra

que la legislación electoral haya amparado su gratuidad.

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B. LA PROPAGANDA ELECTORAL EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

PÚBLICOS (CESIÓN GRATUITA DE TIEMPOS DE ANTENA), EN LAS

TELEVISIONES PRIVADAS (PROHIBICIÓN DE PUBLICIDAD) Y EN LA PRENSA

ESCRITA Y RADIO PRIVADAS (PUBLICIDAD DE PAGO)

La legislación electoral española otorga un trato netamente diferente a la regulación de la

propaganda electoral según se inserte en medios de comunicación públicos o privados. Para

los primeros, la legislación prevé la obligación de los poderes públicos de facilitar

gratuitamente a las candidaturas concurrentes a las elecciones, según su grado de

representatividad social, espacios para difusión de propaganda electoral mientras que, para

los segundos (prensa y radio), se mantiene excepto en las televisiones privadas (donde

queda terminantemente prohibida) la libre inserción de publicidad electoral, únicamente

condicionada a la no superación de los límites de gasto electoral previstos en la ley.

La televisión privada: prohibición de publicidad electoral

El art. 58 LOREG regula el derecho de las candidaturas a realizar publicidad en la prensa

periódica y en las emisoras de radio de titularidad privada, sin que las tarifas aplicables a

dicha publicidad sean superiores a las vigentes para la publicidad comercial y sin que

pueda producirse discriminación alguna entre las candidaturas en cuanto a la inclusión,

tarifas y ubicación de esos espacios de publicidad (equal time clause) pero sin superar el

límite global de gasto previsto.

Por contra, en relación a las emisoras de televisión privada, (según el Artículo único de la

Ley Orgánica 2/1988, de 3 de mayo, reguladora de la publicidad electoral en emisoras de

televisión privada y, tras su derogación por la Ley Orgánica 2/2011, según el art. 60.1

LOREG), queda prohibida la contratación de espacios de publicidad electoral.

2. La prohibición de contratación de publicidad electoral en la radio y televisión públicas:

cesión gratuita de tiempos de antena

La normativa electoral española establece, como criterio general, la prohibición de

contratación por parte de las candidaturas de publicidad electoral en medios de

comunicación de titularidad pública. Prohibición ésta que alcanza a todas las emisoras de

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radio y televisión públicas, cualquiera que sea su ámbito territorial y sean de titularidad

estatal (art. 60.1 LOREG), autonómica o municipal.

Por contra, frente a esta prohibición genérica de contratación de espacios de publicidad

electoral en los medios de comunicación social públicos, la legislación electoral proclama

el derecho de los partidos federaciones, coaliciones y agrupaciones que concurran a las

elecciones a obtener, durante la campaña electoral, espacios gratuitos de propaganda

electoral en las emisoras de televisión y radio públicas (art. 60.2 LOREG) - no, sin

embargo, en las radios municipales en elecciones distintas de las municipales - y regula de

forma harto minuciosa, como se corresponde con la trascendencia de la materia, la duración

de los espacios, los criterios para su asignación y el procedimiento de distribución.

C. LA INFORMACIÓN SOBRE Y DURANTE EL PROCESO ELECTORAL: EL

MARCO LEGAL Y SUS SINGULARIDADES

Afirmar que los ciudadanos conforman su opinión electoral únicamente atendiendo a la

acción de propaganda electoral promovida por los partidos políticos durante la campaña

electoral no se ajusta a la realidad. Más bien al contrario, la propaganda electoral realizada

por los partidos políticos goza de escasa credibilidad ante los electores que presumen un

alto grado de enmascaramiento, manipulación o embellecimiento en los mensajes

electorales que les lleva a una bajísima asistencia a los actos electorales públicos

organizados por los partidos políticos y a prestar escasa atención a cualquier mensaje de

propaganda electoral aunque, incluso, éste se transmita a través de un medio de

comunicación tan atractivo y poderoso como la televisión.

Por el contrario, aunque puedan adolecer también de cierta pérdida de credibilidad, la

acción informativa de los medios de información goza de mayor capacidad de influencia en

la formación de la opinión pública en tanto se presume su imparcialidad 1, objetividad y

1 En el Exp- SUP-RAP 21/2010 y acumulados, la Sala Superior del Instituto Federal Electoral de México expone

el alcance que otorga, en el ámbito de los medios de comunicación durante el proceso electoral, a los principios

de equidad e imparcialidad: “existió una adquisición indebida de tiempos en radio y televisión…, en

contravención al principio de equidad que debe regir en los procesos electorales … si bien es cierto que ninguna

de las anteriores pruebas que se acaban de analizar son aptas para demostrar la existencia de una contratación

previa onerosa por parte de los entes denunciados con la candidata y los partidos, no menos verídico resulta que sí

prueban que al menos hubo adquisición indebida de tiempos de radio y televisión en los programas “Horizontes”

y “Entérese a las Dos”, por parte de Luz María Núñez Flores, a través de la posición privilegiada que su esposo

Javier Zavala ocupa en las empresas concesionarias de los medios aludidos, como representante legal de las

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veracidad. Por ello, los partidos políticos que concurren a las elecciones, conscientes de los

escasos efectos que en la voluntad de los electores produce la propaganda electoral, vigilan

celosamente la acción informativa de los medios de comunicación durante el período

electoral e intentan aprovecharla al máximo en su beneficio electoral - por ejemplo,

advirtiendo a sus líderes intervinientes en un acto público de la inmediata conexión en

directo de un espacio informativo de televisión -.

Pero lo cierto es que la acción informativa de los medios de comunicación durante las

elecciones ha adolecido tradicionalmente de una muy escasa regulación legal.

Así, la redacción previa a la reforma de la LO 2/2011 del art. 66 LOREG establecía:

“El respeto al pluralismo político y social, así como la neutralidad

informativa de los medios de comunicación de titularidad pública

en período electoral, serán garantizados por la organización de

dichos medios y su control previstos en las Leyes. Las decisiones

de los órganos de administración de los referidos medios en el

indicado período electoral son recurribles ante la Junta Electoral

competente de conformidad con lo previsto en el artículo anterior y

según el procedimiento que la Junta Electoral Central disponga”.

Por su parte, el Artículo único, apartado 2, de la LO 2/1988, de 3 de mayo, reguladora de la

publicidad electoral en emisoras de televisión privada (hoy derogada) - y el Artículo Único,

apartado 4, de la 10/1991, de 8 de abril, de publicidad electoral en emisoras de

radiodifusión sonora municipales y el Artículo Único, apartado 3, de la LO 14/1995, de 2

de diciembre, de publicidad electoral en emisoras de televisión local por ondas terrestres

(ambas normas todavía vigentes)-disponía:

empresas concesionarias, hijo de uno de sus dueños Manuel Zavala Zavala, e incluso ambos miembros de la

asociación civil titular del canal 4, para aprovechar el tiempo y formato de los programas de televisión y radio que

nos ocupan, para difundir y posesionar su imagen ante el electorado, lo que implica una forma de adquisición

indebida de espacios o tiempo en radio y/o televisión dirigidos a influir en las preferencias electorales de los

ciudadanos. Conducta esta que permite a su vez estimar la existencia de una violación al principio de equidad…,

con la cobertura noticiosa mediante notas crónicas, reportajes, participación y entrevistas… Lo anterior, porque

los medios de comunicación evidentemente que tienen un compromiso de conducirse con imparcialidad durante el

desarrollo de los comicios electorales, el cual evidentemente se rompe cuando como en el caso sucede, existe un

conflicto de intereses, entre el interese de la sociedad de contar con información objetiva e imparcial y el del

conductor del programa noticioso de apoyar a su propia esposa en su campaña electoral como candidata a un

cargo de elección popular”.

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“El respeto al pluralismo y a los valores de igualdad en los

programas difundidos durante los períodos electorales… - por las

emisoras de televisión privada objeto de concesión por las

emisoras de radiodifusión sonora municipales y por las emisoras

de televisión local por ondas terrestres - … quedarán garantizados

por las Juntas Electorales en los mismos términos previstos en la

legislación electoral para los medios de comunicación de

titularidad pública”.

En consecuencia, el marco jurídico de la información electoral española establecía la

siguiente diferencia:

1º) Únicamente en la prensa escrita y las radios privadas la información electoral debía

ajustarse a los principios constitucionales que informan la libertad de expresión y el

derecho de información según el art. 20 de la Constitución y se garantizarse mediante los

instrumentos jurídicos ordinarios (derecho de rectificación, delitos de injurias y calumnias,

etc.).

2º) Por el contrario, en todas las radios y televisiones públicas y en las televisiones

privadas, debían respetarse, además de las referidas normas constitucionales, los principios

de pluralismo, igualdad y, en el caso de los medios públicos, neutralidad informativa, los

cuales serían garantizados por las Juntas Electorales, tanto en la información durante las

elecciones como en la información de las elecciones.

La legislación electoral española ofrecía algunos mecanismos de reacción, bien genéricos

bien para materias electorales concretas, que, aunque escasos y cuya eficacia resultaba

cuestionable, pretendían garantizar tanto la veracidad informativa de todos los medios de

comunicación durante el período electoral (derecho de rectificación o difusión de encuestas

electorales) como la efectiva vigencia de los principios de pluralismo, igualdad y

neutralidad informativa en la acción informativa de las radios y televisiones públicas y de

las televisiones privadas durante el período electoral.

El derecho de rectificación de información electoral.

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El art. 68 LOREG establece que, cuando por cualquier medio de comunicación social se

difundan hechos que aludan a candidatos o dirigentes de los partidos, federaciones,

coaliciones o agrupaciones que concurran a la elección, que éstos consideren inexactos y

cuya divulgación pueda causarles perjuicio, podrán ejercitar el derecho de rectificación , de

conformidad con lo establecido en la Ley Orgánica 2/1984, de 23 de marzo, reguladora del

derecho de rectificación, con la salvedad de que, amén de cierto acortamiento de plazos, si

la información que se pretende rectificar se hubiera difundido en una publicación cuya

periodicidad no permite divulgar la rectificación, el director del medio deberá hacerla

publicar a su costa en otro medio de la misma zona y de similar difusión.

Pero lo cierto es que las críticas vertidas sobre la efectividad del derecho de rectificación

regulado en la LO 2/1984 resultan igualmente predicables, a pesar de las especificidades

previstas en el art. 68 LOREG, respecto de la información electoral ya que, si bien estas

normas habilitan a los sujetos aludidos a requerir de un medio de comunicación - o, ante el

incumplimiento de éste, de la autoridad judicial - la rectificación de una información en la

que se difundan hechos referidos a candidatos o dirigentes políticos "inexactos y cuya

divulgación pueda causarles perjuicio", es lugar común aceptado que los efectos en la

opinión pública de la rectificación distan notoriamente de los producidos, con anterioridad,

por la noticia inexacta o falsa. Además, dichos preceptos no satisfacen las necesidades

objetivas del derecho de rectificación al limitar su ejercicio a los candidatos y dirigentes

políticos que concurran a las elecciones por ello, con buen criterio, la Junta Electoral ha

extendido su proyección, por ejemplo, a las reclamaciones de un sindicato u organización

profesional sobre la falsedad de una imputación realizada en un espacio de propaganda

electoral y a las entidades políticas (Acuerdos de 18 y 20 de junio de 1986).

b) La prohibición de publicación, difusión o reproducción de sondeos electorales

La realización de encuestas y sondeos electorales durante el período electoral adquiere

relevancia cuando pretenden ser publicados, difundidos o reproducidos por los medios de

comunicación social. Para este último supuesto, el art. 69 LOREG establece que la

publicación de encuestas y sondeos electorales entre el día de la convocatoria y el quinto

día anterior al de la votación - fecha tope para la publicación en los medios de

comunicación de sondeos electorales - deberá acompañarse de determinada información

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(denominación y domicilio de la entidad encuestadora, características técnicas del sondeo,

cuestiones planteadas, etc.) y a la Junta Electoral Central corresponderá velar porque no

contengan falsificaciones, ocultaciones o modificaciones deliberadas, y a estos efectos

podrá requerir información técnica complementaria, y por el cumplimiento de las

disposiciones referidas. En caso de violación de éstas, los medios informativos que hayan

publicado dichos sondeos estarán obligados a difundir las rectificaciones requeridas por la

Junta Electoral Central en los mismos espacios o páginas y, si esto no resultara posible, el

director del medio costeará su publicación en otro medio de comunicación de la misma

zona y de similar difusión. Las resoluciones de la Junta Electoral Central en materia de

sondeos y encuestas, no obstante, serán recurribles ante la jurisdicción contencioso-

administrativa.

En particular, el art. 69.7 LOREG impone la prohibición, durante los cinco días anteriores

al de la votación, de publicar, difundir o reproducir (esta última modalidad ha sido añadida

por la LO 2/2011 a pesar de la mayoritaria tendencia doctrinal tendente, incluso, a la

supresión legal en su conjunto de esta prohibición) sondeos electorales por cualquier medio

de reproducción. Es más, la propia JEC ha querido matizar, en su Acuerdo de 9 de marzo

de 2008, que esta prohibición alcanza a la publicación, difusión y reproducción de sondeos

electorales “por cualquier medio de comunicación en España”. Obviamente, esta

prohibición legal desconoce el alcance que hoy tiene en la información/formación de la

opinión pública el flujo de información (también, en su caso, sobre sondeos electorales) en

Internet (procedente de servidores de medios de comunicación no situados en España o

pertenecientes a páginas de Internet situadas en España pero ajenas a medios de

comunicación).

D. DESARROLLO E INTERPRETACIÓN DEL ART. 66 LOREG POR LA JUNTA

ELECTORAL CENTRAL

1º.- LA INSTRUCCIÓN DE 4 DE NOVIEMBRE DE 1985: LOS RECURSOS ANTE

LAS JUNTAS ELECTORALES CONTRA LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.

Para garantizar la efectiva vigencia de los principios de pluralismo y neutralidad en la

acción informativa de las radios y televisiones públicas y de pluralismo e igualdad en las

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televisiones privadas durante el período electoral, el art. 66 LOREG habilitaba ya (desde

su aprobación y hasta la reforma electoral de 2011) a la Junta Electoral Central para que

dispusiera un procedimiento para recurrir las decisiones de los medios de comunicación

que pudieran violar los principios informativos señalados.

Ya desde su Instrucción de 4 de noviembre de 1985 –y, tras su derogación, bajo la vigencia

de la Instrucción de 13 de septiembre de 1999-, la Junta Electoral Central facultó a los

partidos políticos (únicamente están legitimados para interponer dichos recursos los

partidos, federaciones, coaliciones y agrupaciones que concurran a las elecciones a través

de sus representantes legales) para recurrir las decisiones de los órganos de administración

de los medios de comunicación de titularidad pública y de las televisiones privadas, en

garantía del respeto al pluralismo político y social y de la neutralidad informativa, ante la

Junta Electoral Central o, celebrándose únicamente elecciones autonómicas, ante la Junta

Electoral de la Comunidad Autónoma - a no ser que éstas hubieran delegado competencias

ante la Junta Electoral Provincial en cuyo caso ésta conocería en primera instancia de los

recursos correspondientes a su ámbito territorial y su decisión sería recurrible ante la Junta

de superior categoría -.

Concluso el procedimiento previsto en el art. 3 de dicha Instrucción - interposición del

recurso, solicitud de información a los medios de comunicación, alegaciones de los

partidos concurrentes, práctica de pruebas -, la Junta Electoral competente está en

disposición de resolver el recurso a cuyos efectos y podrá adoptar "las medidas necesarias

para el restablecimiento de los principios vulnerados a que se refiere el art. 66 de la Ley

Electoral" y, si estima que los hechos deducidos en el procedimiento pueden ser

constitutivos de delito, dará traslado al Ministerio Fiscal.

Bajo la vigencia de las dos Instrucciones referidas, el carácter extremadamente genérico y

vago de los principios informativos y de las normas reactivas previstas en el art. 66

LOREG otorgará a las Juntas Electorales y, en particular, a la Junta Electoral Central, que

pueden adoptar "las medidas necesarias para el restablecimiento de los principios

vulnerados", una amplísimo margen de enjuiciamiento relativo al cumplimiento de esta

norma frente a una casuística que parecía no conocer límites y que exigía un trato diferente

en cada uno de los supuestos.

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Así, no resultaban equiparables y requerían un trato diferenciado la información política

producida durante la campaña electoral, la organización de debates electorales en radios y

televisiones públicas o privadas, las entrevistas en medios de comunicación públicos o en

televisiones privadas de líderes políticos dentro o fuera de la campaña electoral, la

programación informativa de cobertura de la campaña electoral en medios de

comunicación, las declaraciones en medios de comunicación de personajes famosos

creadores de opinión, en apoyo de una opción electoral, durante la campaña electoral o

fuera de ella, etc. A todos estos supuestos la Junta Electoral Central fue otorgando

respuestas interpretativas diferentes.

La cobertura informativa de los actos de campaña electoral en las radios

y televisiones de titularidad pública y en las televisiones privadas debía

ajustarse al principio de proporcionalidad en la representación de la

entidades políticas concurrentes. La duración de la información relativa a

cada entidad política en los programas especiales informativos de la

campaña electoral respetaría el pluralismo político y la neutralidad

informativa si se aplicaba la proporcionalidad basada en los resultados de

las anteriores elecciones equivalentes (generales o autonómicas) o, en

concreto, en la presencia de grupos parlamentarios con representación en

las Cortes Generales, Asambleas Legislativas de las Comunidades

Autónomas o Corporaciones Locales y siempre que se respetase la

proporcionalidad en los tiempos de emisión y se velase por el debido

tratamiento de la imagen y del contenido de la información. No resultaría

admisible, sin embargo, a riesgo de comprometer la prohibición

constitucional de la censura previa, la aprobación previa de dichos

espacios informativos por cada entidad política y competería a la

Dirección u órganos de administración del medio de comunicación

programar dicha cobertura informativa y no a la Junta Electoral Central

La programación de entrevistas con los líderes políticos en las radios y

televisiones de titularidad pública y en las televisiones privadas constituía

una modalidad de información electoral que podía tornarse conflictiva y,

por ello, la Junta Electoral ha venido advirtiendo que en las entrevistas

programadas por los órganos de dirección del medio público de

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comunicación tienen derecho a intervenir representantes de cada una de

las entidades políticas concurrentes a las elecciones que, teniendo

representación en la última legislatura, lo solicitasen y que dichas

entrevistas deberían grabarse simultáneamente o adoptando el mecanismo

necesario para que cada uno de los líderes políticos, al grabar su

entrevista, no tuviera conocimiento de las entrevistas de los demás

(Acuerdos de 11 y 17 de octubre de 1989). No resultaría aplicable a la

duración de estas entrevistas la proporcionalidad de tiempos que rige, de

conformidad con la legislación electoral, la asignación de espacios

gratuitos de propaganda electoral a las entidades políticas concurrentes a

las elecciones en las radios y televisiones públicas (Acuerdo de 5 de marzo

de 1992). La neutralidad electoral del medio informativo puede verse

cuestionada, sin embargo, por multitud de situaciones difícilmente

enjuiciables (como cuando en una entrevista a personaje famoso creador

de opinión pública éste se pronuncia aisladamente a favor de una entidad

política).

La Instrucción de 24 de marzo de 2011 - en desarrollo de la nueva redacción del art. 66

LOREG que faculta a las Juntas Electorales a controlar la vigencia de los principios de

pluralismo, igualdad, proporcionalidad y neutralidad en los medios de comunicación

públicos y en las televisiones privadas y de los principios de pluralismo e igualdad en las

radios privadas – desarrolla también un sistema de recursos genérico ante las Juntas

Electorales conforme al siguiente esquema:

Respecto de los programas emitidos por la radio y televisión públicas “con

incidencia electoral”:

Las actuaciones y los programas emitidos durante el periodo

electoral por los medios de comunicación de titularidad pública con

incidencia electoral podrán ser objeto de impugnación ante la Junta

Electoral competente.

Estarán legitimados para presentar este recurso los representantes

generales o de las candidaturas.

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El recurso habrá de basarse en la vulneración de los principios de

pluralismo político y social, de igualdad, de proporcionalidad o de

neutralidad informativa.

Las Juntas Electorales resolverán los recursos adoptando las medidas

necesarias para el restablecimiento de la efectividad de los principios

vulnerados a que se refiere el artículo 66 de la Ley Electoral.

Respecto de los programas emitidos por la radio y televisión privadas

“con incidencia electoral”, los recursos sólo podrán basarse en la

vulneración de los principios de pluralismo e igualdad en las radio.

Ahora bien, cuando los recursos contra las televisiones privadas tengan

por objeto entrevistas y debates electorales, o información específica sobre

la campaña electoral, también podrán fundarse, además de en los

principios de pluralismo e igualdad, en la violación de los principios de

neutralidad informativa y de proporcionalidad.

2º.- LA INSTRUCCIÓN DE 13 DE SEPTIEMBRE DE 1999: LOS DEBATES

ELECTORALES

En su Instrucción de 13 de septiembre de 1999, la JEC completó la regulación ofrecida por

la anterior Instrucción (que quedó derogada) en dos aspectos sustanciales.

En primer lugar, la JEC estableció un procedimiento específico de recurso contra los

acuerdos de distribución de espacios gratuitos en los medios de comunicación de

titularidad pública. Así, se establecía que, acordada por la Junta Electoral competente, a

propuesta de la correspondiente Comisión de Radio y Televisión, la distribución de

espacios gratuitos en los medios de comunicación de titularidad pública, en favor de las

entidades políticas concurrentes a los procesos electorales, la Junta Electoral competente

publicaría en el Boletín Oficial del Estado o, en su caso, en el de la Comunidad Autónoma

o en el de la Provincia, anuncio en el que se haría constar la fecha de adopción del referido

acuerdo. Las entidades políticas que se considerasen afectadas podrían en el plazo de un día

siguiente a la publicación del anuncio examinar en las dependencias de la Junta Electoral

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competente el acuerdo adoptado y, en su caso, los antecedentes del mismo y formular

dentro del mismo plazo preclusivo de puesta de manifiesto los recursos que estimasen

pertinentes en defensa de su derecho.

Pero, en segundo lugar, la principal novedad de esta Instrucción residía en una somera

regulación del procedimiento de organización de debates electorales en los medios de

comunicación públicos y en las televisiones privadas. De tal forma que, a tenor de la

Instrucción, los medios de comunicación que durante los períodos electorales decidieran

emitir debates o entrevistas con representantes de las entidades políticas concurrentes a las

elecciones deberían ponerlo en conocimiento de la Junta Electoral competente, según el

ámbito de difusión del medio de que se trate, con cinco días de antelación al inicio de la

emisión de los debates o entrevistas, con indicación de la fecha y hora de emisión, de las

entidades políticas invitadas y aceptación por las mismas, en su caso, y de la duración de

los debates o entrevistas. La Junta Electoral competente anunciaría inmediatamente en el

Boletín Oficial que correspondiera, haber recibido la comunicación aludida en el párrafo

anterior, con el fin de que en el plazo preclusivo de un día desde la publicación, las

entidades políticas afectadas pudieran examinar la comunicación remitida por el medio y

formular los recursos que estimasen pertinentes.

Como se observará, la Instrucción de 1999 no entraba a regular de forma general o

completa la organización de debates electorales en los medios de comunicación sino que se

limitaba a prever un mecanismo procedimental preventivo que impidiera el que la iniciativa

organizativa de tales actividades mediáticas pudiera derivar en hecho consumado y

atentatorio contra los principios electorales de pluralismo, igualdad y neutralidad que la

LOREG prescribe. Más allá de la apariencia de mera regulación procesal que pudiera

ofrecer, de la relevancia de esta novedad prevista en la Instrucción da buena cuenta el

Acuerdo de la JEC de 23 de noviembre de 2010. Dicho Acuerdo confirmó otro dictado por

la JEP de Barcelona por el que se prohibía la celebración de un debate televisivo en TV3

entre los candidatos de CiU y PSC cuya celebración no había sido comunicada a la Junta

con anterioridad a los cinco días previos a la celebración del debate. La JEC afirmó en

dicho Acuerdo que la JEC venía exigiendo en la organización de dichos debate debe

hacerse con cierta previsión y antelación suficientes de manera que se permita garantizar la

igualdad de los contendientes. La Instrucción de 1999, recuerda la JEC, lejos de ser un

mero elemento formal, constituye un instrumento imprescindible para garantizar el

15

pluralismo político y la igualdad entre los candidatos ya que los plazos referidos en la

mencionada Instrucción y la forma en que ha de dirigirse la comunicación sobre la

organización de los debates (con indicación de la fecha y hora de emisión, de las entidades

políticas invitadas y aceptación de las mismas y de la duración del debate) persiguen el

respeto de la igualdad de las candidaturas no invitadas al debate.

La justificación histórica de esta novedad operada por la Instrucción exige que nos

detengamos en la trascendencia de los debates electorales y en los conflictos y criterios que

han acompañado su existencia durante los últimos años y, en particular, con anterioridad a

la Instrucción de 1999.

Los debates electorales en las radios y televisiones de titularidad pública y en las

televisiones privadas constituyen - muy especialmente, si dichos debates son

protagonizados por los candidatos a las más altas magistraturas del Estado (por ejemplo,

Presidencia del Gobierno de la Nación) - el momento crucial de la campaña electoral en la

formación de la opinión pública electoral. "Nos ha faltado una semana ... o un debate" .

Con esta críptica afirmación Felipe González expresaba durante la noche electoral del 3 de

marzo de 1996 su convicción de que la celebración de un debate electoral televisado

González-Aznar durante la campaña electoral precedente hubiera permitido superar la

escasa diferencia de votos que definitivamente separaron al PP del PSOE en dichas

elecciones generales (1´16 %, apenas trescientos mil votos en favor del PP).

La añoranza del ex-líder del PSOE encontraba sólido fundamento en el hecho reconocido

de que los debates electorales bilaterales que enfrentaron a Aznar y González en Antena

3TV y Tele 5 con motivo de las elecciones a Cortes Generales del 6 de junio de 1993

otorgaron a este último la posibilidad de remontar los oscuros presagios demoscópicos y le

permitieron lograr una nueva victoria electoral. Desafortunadamente para el PSOE, la

abultada victoria del PP augurada por los sondeos electorales publicados con anterioridad a

los comicios del 3 de marzo de 1996 aconsejó a los dirigentes del PP evitar riesgos

innecesarios y los llevó a negarse a la celebración de debates electorales televisados

González-Aznar, si bien encubriendo dicha pretensión con fórmulas alternativas de debates

trilaterales (Aznar-González-Anguita) que resultarían inaceptables para el PSOE. Otro

tanto ocurrió con motivo de las elecciones generales de 2000. Otro tanto ocurrió en 2004

16

cuando Mariano Rajoy, por razones de oportunidad electoral similar, negó un debate

electoral televisado a José Luis Rodríguez Zapatero.

Lamentablemente, los históricos debates electorales de 1993 entre los líderes máximos de

las principales opciones electorales en liza González-Aznar no gozaron de la deseable

continuidad, resultando abortados en 1996, 2000 y 2004, y sólo siendo reiniciados con

motivo de las elecciones generales de 2008. Todo ello aunque resulte indudable hoy que

los debates electorales constituyen el instrumento por excelencia de una idea

constitucionalmente correcta de campaña electoral basada en la concurrencia no sólo

formal sino cualitativa o material, en el contraste entre las diversas opciones electorales en

términos de discusión, en el debate frente a la propaganda, en el diálogo frente al

monólogo.

Sobre la existencia de debates electorales televisivos, en tanto "realidad perfectamente

identificable cuya repercusión en la campaña electoral lato sensu es innegable, valorada

ésta desde la perspectiva de la realidad social" (STS de 13 de febrero de 1996), se ciernen

numerosas lagunas, interrogantes y dificultades interpretativas - 1) la ausencia de un marco

normativo suficiente; 2) los límites de la Autoridad de control; 3) el respeto al principio de

igualdad de oportunidades; 4) la plena vigencia efectiva de los derechos y libertades

constitucionales y sus límites; 5) la libertad de armas electorales - que la JEC y el TS han

intentado superar.

El art. 66 LOREG se limitaba (1985-2011) a establecer que el respeto al pluralismo

político y social, así como la neutralidad informativa de los medios de comunicación,

conformará la acción informativa de los medios de comunicación en período electoral. En

consecuencia, las televisiones públicas y privadas deberán adecuar su acción informativa

en período electoral al respeto de los principios de pluralismo y neutralidad lo que permite

concluir, como ha afirmado la STS de 13 de febrero de 1996, que la intervención

informativa de la televisión en las campañas electorales no es libre, sino que tiene claros

elementos de limitación inducibles de la legislación electoral. El verdadero interrogante, no

obstante, perdura: ¿cómo hacer efectivos el pluralismo y la neutralidad informativa en los

debates electorales televisivos?

17

A pesar de las limitaciones expuestas, la Junta Electoral Central afirmó tempranamente,

con afortunado e irreprochable criterio, que la legislación electoral española no prohíbe los

debates televisivos durante el período electoral en los que comparezcan los líderes políticos

(Acuerdo de 22 de octubre de 1982) y recordó que los debates electorales televisados no

sólo se ajustaban a las exigencias del art. 66 LOREG sino que daban cumplimiento al

mandato constitucional del art. 20.3 de nuestra Carta Magna al garantizar el acceso a los

medios de comunicación social de carácter público a los grupos políticos significativos

(Acuerdo de 29 de mayo de 1987).

La Junta Electoral Central ha venido delimitando los criterios organizativos de dichos

debates electorales que darían cumplimiento a las exigencias derivadas de los principios de

pluralismo, igualdad y neutralidad informativa ponderando, por un lado, de forma harto

juiciosa y prudente, su intervención garantista con el ejercicio efectivo de la libertad de

información y, por otro, definiendo criterios objetivos que concreten la exigencia de

igualdad de trato electoral en la celebración de debates electorales.

Los medios de comunicación deben respetar escrupulosamente el pluralismo político y la

neutralidad informativa, evitando causar perjuicios irreparables de forma consciente y

voluntaria a candidatos concurrentes a las elecciones, a riesgo de incurrir en graves

responsabilidades penales y administrativas.

La Junta Electoral Central entiende que la celebración de debates electorales es un

elemento concurrente al fortalecimiento y desarrollo del proceso democrático pero no

puede imponer que la información electoral se realice en forma de debates, bien generales o

sectoriales bien plurales o bilaterales.

La programación de dichos debates electorales corresponde a la dirección del medio de

comunicación y ésta deberá remitir a la Junta Electoral con la antelación suficiente la

decisión adoptada para, ante potenciales recursos, evitar perjuicios irreparables.

La JEC ha mantenido que la efectividad de los principios electorales de igualdad,

pluralismo y neutralidad exige la garantía de acceso a los debates de las candidaturas

respetando tanto una proporcionalidad adecuada basada en su representación institucional

equivalente parlamentaria o local) como la libertad de la televisión en la definición de los

formatos informativos.

Ante la programación de un debate entre los candidatos de los dos partidos con mayor

representación parlamentaria en una televisión privada, se reconoce el derecho de las

18

demás candidaturas que cuenten con representación parlamentaria a participar en otros

debates bilaterales o plurilaterales que pudieran organizarse por las televisiones privadas,

previa audiencia de dichas candidaturas, o, en su caso, a que se compense su ausencia con

suficiente y adecuada información de las citadas entidades políticas.

Si una televisión organiza sendos debates electorales televisivos entre el primer y el

segundo partido más votados y entre el primer y el tercer partido más votados deberá

realizar la misma transmisión en ambos casos y dar suficiente y adecuada cobertura

informativa a la campaña electoral relativa a las restantes entidades políticas concurrentes

manteniendo entre todas ellas la proporcionalidad adecuada.

No resulta admisible la pretensión de un partido extraparlamentario solicitando idéntico

tiempo de debate, aunque en espacios diferentes, a los otorgados a partidos con

representación parlamentaria.

No resulta admisible la solicitud de participación en un debate electoral en el marco de

unos comicios de naturaleza diferente a aquélla de la que se ostenta representación

institucional.

Resultando voluntaria la participación de un candidato en un debate, no es admisible que

un medio de comunicación anuncie su participación en el mismo cuando no se ha aceptado

la invitación a participar – por cuanto se crean expectativas en la opinión pública que no se

ajustan a la realidad y afectan negativamente a la imagen del candidato-.

La realidad electoral española demuestra que la delimitación de criterios efectuada por la

Junta Electoral Central ha permitido la celebración de debates electorales en las

televisiones públicas y privadas pero, mientras que los debates bilaterales o plurilaterales,

sectoriales o generales, apenas han generado conflicto cuando han sido protagonizados por

líderes políticos autonómicos o por líderes políticos de ámbito estatal de segunda fila, no

puede afirmarse lo mismo de la organización de debates electorales televisivos con los

líderes principales de los partidos políticos concurrentes a las elecciones generales.

Dos televisiones privadas inauguraron, como ya ha sido expuesto, la fórmula del debate

electoral bilateral entre los máximos representantes de las fuerzas políticas con motivo de

las elecciones a Cortes Generales celebradas el 6 de junio de 1993 no sin suscitar una

polémica política y jurídica que exigió el pronunciamiento del Tribunal Supremo. El

acuerdo alcanzado por el PSOE y el PP para la celebración de sendos debates televisivos

González-Aznar en 1993 en Antena 3TV y en Tele 5 fue recurrido por Izquierda Unida

19

ante la Junta Electoral Central alegando que la organización y difusión de dichos debates

vulneraba los principios democráticos de pluralismo político y social, representatividad,

neutralidad informativa, equidad e igualdad, así como los derechos previstos en el art. 20. 1

y 3 de la Constitución.

Mediante Acuerdo de 21 de mayo de 1993, la Junta Electoral Central desestimó dicho

recurso aplicando los criterios interpretativos ya expuestos e, interpuesto recurso

contencioso-administrativo contra dicho Acuerdo, el Tribunal Supremo lo rechazó

mediante Sentencia de 13 de febrero de 1996 - principal pronunciamiento jurisprudencial

hasta la fecha existente sobre la organización y transmisión de debates electorales en

televisión-. Ciertamente, en dos ocasiones más, de menor entidad, se ha pronunciado el

Tribunal Supremo sobre los debates electorales en los medios de comunicación. La STS de

10 de octubre de 2000 entendió ajustado a los principios de neutralidad informativa y

pluralismo político el que la JEC ordenara a una televisión autonómica la retirada de

cualquier silla o asiento vacíos de representantes de partidos que voluntariamente hubieran

decidido no asistir a un debate electoral por entender que dicha “silla vacía” podría

considerarse un acto de crítica hacia dicho partido. La STS de 16 de noviembre de 2009

resolvió que el significativo diferente horario (programación especial versus programación

ordinaria) de transmisión de sendos debates electorales (bilateral versus multilaterale) de

partidos – todos ellos con grupo parlamentario - contraviene el “interés público” de la

sociedad en estos espacios, vulnera la igualdad de los contendientes, no satisface la

exigencia de pluralidad y atenta contra la neutralidad informativa exigida legalmente

La STS de 13 de febrero de 1996 proclamó que la igualdad de trato informativo durante

las elecciones, no puede concebirse en un sentido mecánico sino, de conformidad con la

legislación electoral, como proporcionalidad, esto es, atendiendo a la representatividad

adquirida en anteriores contiendas electorales.

No sería aceptable que una determinada cadena seleccionase a su arbitrio a los partidos que

contienden en la campaña electoral, ofreciendo a unos concurrencias informativas que se

les niegan a otros, si todos se encuentran en las mismas condiciones, pues ello quebraría el

tratamiento igualitario a que todos tienen derecho.

20

Pero la pretensión de un partido político de participación en un debate simultáneo con otros

dos líderes de los partidos con mayor representación parlamentaria constituye un exceso al

intentar imponer un determinado formato informativo que vulneraría la libertad del medio

de comunicación.

Por último, el Tribunal Supremo, reproduciendo los criterios de la JEC, concluye que los

principios de igualdad, pluralismo y neutralidad informativa quedan garantizados tanto

mediante debates bilaterales entre varios lideres de partidos con mayor representación

parlamentaria como mediante debates plurilaterales, no pudiendo impedirse la celebración

de debates electorales televisivos cuando exista acuerdo entre los partidos y las televisiones

y siempre que, respetando el principio de proporcionalidad, se conceda, de la mejor forma

posible, a las demás formaciones similar posibilidad.

Algunas escasas voces parten de la idea de democracia como orden político abierto y no

consolidatorio que requiere de las elecciones un carácter libre y competido, sin ventajas o

privilegios, con una concurrencia perfecta en el proceso electoral basada en la absoluta

igualdad de armas, y rechazan que la ordenación de debates electorales repose en una

aplicación estricta del principio de proporcionalidad o excluya la presencia de fuerzas

extraparlamentarias. Pero la posición mantenida por la JEC y por el Tribunal Supremo goza

de un apoyo doctrinal mayoritario al adecuarse a los principios legales y constitucionales

que informan el proceso electoral.

Sin lugar a dudas, éste es el criterio predominante en la práctica totalidad de los regímenes

democráticos. Frente a los escasísimos ejemplos de igualitarismo electoral mecánico, la

práctica totalidad de los regímenes democráticos consolidados establecen un tratamiento

igual entre todos los partidos sobre la base de la representatividad social y política,

teniendo esencialmente en cuenta los últimos resultados electorales.

La legislación electoral española atiende las necesidades derivadas de la consideración del

Estado Democrático como orden político abierto y no consolidatorio - garantizando, por

ejemplo, la reserva de lugares gratuitos para la colocación de propaganda (arts. 55 y 56

LOREG), un acceso mínimo a los espacios gratuitos de propaganda electoral en los medios

de comunicación de titularidad pública (art. 64 LOREG) o, mediante la posibilidad de

contratar publicidad electoral en la prensa y radio privadas sin discriminación entre las

21

candidaturas (art. 58 LOREG) - pero huye de garantizar una igualdad completa entre las

candidaturas por cuanto las regulaciones legales persiguen la igualdad de oportunidades

proporcional al apoyo social de las distintas alternativas, no una igualdad total, evitando el

sepultamiento propagandístico de unos candidatos por otros pero sin equiparar las

candidaturas de amplio apoyo social y parlamentario con aquéllas otras, siempre existentes,

que se presentan a título individual y con el soporte de sus medios personales.

No puede, sin embargo, traducirse miméticamente la proyección del principio de igualdad

de oportunidades de igual forma en la información electoral y en los debates electorales

televisados. Estos últimos - y de forma abrumadoramente concluyente cuando son

protagonizados por los candidatos a la Presidencia del Gobierno de la Nación con opciones

verosímiles de victoria - persiguen satisfacer el muy particular interés informativo de los

electores por presenciar dicha confrontación ideológica y programática.

Interés legítimo de los electores que se vería devaluado y defraudado con la presencia en

dichos debates de aquellas terceras opciones políticas con muy escasas posibilidades de

alcanzar responsabilidades gubernamentales y que innegablemente justifica su exclusión de

los mismos- recuérdese, por ejemplo, la negación de dicha posibilidad a Julio Anguita en

los debates electorales televisados de 1993 o a Ross Perot en las elecciones presidenciales

estadounidenses de 1996 -. No en vano, el prestigio sobre el que se asienta la tradición

estadounidense de debates electorales televisados no se ha visto dañado por la sustracción a

los mismos de la equal oportunities rule. La reforma en 1959 de la Federal

Communications Act vino a excluir de la vigencia estricta de dicho principio los debates

electorales de forma que la Federal Communications Commission desde 1978 amparó la

exclusión de candidatos presidenciales de partidos minoritarios de los debates televisivos

entre los candidatos de los grandes Partidos Demócrata y Republicano, no porque su

obligada presencia comportase una violación de las libertades previstas en la Primera

Enmienda, sino porque la Federal Communications Act reconoce únicamente un derecho

limitado de acceso a los candidatos para adquirir espacios en las televisiones (CBS vs.

Federal Communications Commission, 1981).

El principal de los problemas que la verificación real de una modalidad de campaña

dialogada, confrontada y no meramente propagandística, sin lugar a dudas, radica en la

incuestionable libertad de los contendientes en la elección de los mecanismos de captación

22

de votos lo que, sin ir más lejos, nuestra historia electoral reciente ha evidenciado cuando,

tras inaugurarse la celebración de debates electorales entre los principales líderes en las

elecciones generales de 1993, esas mismas fuerzas políticas fueron incapaces de acordar su

celebración en las elecciones generales de 1996, 2000 y 2004.

Como afirma la STS de 13 de febrero de 1996, ningún partido tiene la obligación de

participar en un debate electoral y el desaprovechamiento por parte de los partidos de la

oferta de participación en un debate electoral que se ajuste a estos principios, siguiendo su

propia táctica electoral, únicamente adquiere relevancia política y no jurídica.

No es menos cierto, sin embargo, que, si la verdadera formación de una opinión pública

electoral libre se alcanza en mayor grado durante las campañas electorales mediante la

dialéctica confrontativa, a los poderes públicos y, en particular, al legislador corresponde

estimular e incentivar tanto la celebración de debates electorales televisados como la

presencia en los mismos de las candidaturas concurrentes a las elecciones. A estos efectos,

deben recordarse las diferentes iniciativas políticas y parlamentarias dirigidas a imponer la

obligatoriedad de debates electorales televisados. En particular, ya el art. 105.2 del Estatuto

de Andalucía establece que la Ley Electoral Andaluza regulará la obligación de los medios

públicos de comunicación de organizar debates electorales entre las formaciones políticas

con representación parlamentaria.

3º.- LA INSTRUCCIÓN DE 24 DE MARZO DE 2011: PRINCIPALES NOVEDADES

1.- LA PUBLIFICACIÓN DE LAS RADIOS Y TELEVISIONES PRIVADAS. LA

PROPORCIONALIDAD 2 COMO PRINCIPIO. LA TEORÍA COMPENSATORIA

2 Sobre los requisitos que debe cumplir la cobertura informativa de las actividades electorales en México,

la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en el Expediente SUP-JRC 215/2005,

ha establecido: “cuando lo que se quiere es dar a conocer un acontecimiento el ámbito de una noticia, la

información debe ser veraz y objetiva. Esas características se deben cumplir con mayor razón en el ámbito de las

noticias electorales, pues la libertad de expresión debe encontrarse en armonía con el derecho a ser votado, porque

ninguno de los dos es superior al otro, de modo que la extensión de uno constituye el límite o la frontera para el

otro, por lo cual a través del ejercicio de la libertad de expresión de los medios de comunicación, se debe

garantizar que la cobertura informativa concedida a los contendientes en un proceso electoral tenga pretensiones

serias de veracidad y objetividad, además de ser equitativa en función de la actividad de cada candidato o fuerza

política.

Esto es, que la cobertura equitativa de los partidos, coaliciones o candidatos, en los espacios periodísticos

o noticiosos (en general), debe ser proporcional a la cantidad y cualidad de las actividades proselitistas

23

Ilustrativo y significativo resulta el enunciado del propio Título de la Instrucción de 24 de

marzo de 2011 de la Junta Electoral Central – “de interpretación del artículo 66 de la Ley

Orgánica del Régimen Electoral General, en lo relativo a las garantías de respeto a los

principios de pluralismo, igualdad, proporcionalidad y neutralidad informativa por los

medios de comunicación en periodo electoral”-.

Como nos recuerda esta Instrucción, desde la adopción de la de 13 de septiembre de 1999

(a la que viene a derogar) se han producido diferentes circunstancias que aconsejan

sustituirla: 1) la reforma legal en materia audiovisual llevada a cabo por la Ley 7/2010, de

31 de marzo de Comunicación Audiovisual que ha supuesto la generalización de la

televisión digital, con un incremento muy significativo de los canales de titularidad

privada; 2) la aprobación de la Ley Orgánica 2/2011, de 28 de enero, que ha incorporado

un nuevo párrafo segundo al artículo 66 de la LOREG, en el cual se establece que las

emisoras de titularidad privada durante el periodo electoral deberán respetar los principios

de pluralismo e igualdad y que, además, las televisiones privadas habrán de respetar

también los principios de proporcionalidad y neutralidad informativa en los debates y

entrevistas electorales así como en la información relativa a la campaña electoral – de

hecho, a propósito de las televisiones privadas, la propia Ley Orgánica 2/2011 ha

encomendado a la JEC la aprobación de «Instrucciones» que permitan una cierta

concreción del alcance de los principios que, por mandato expreso de la Ley, son de

aplicación a estas emisoras de televisión durante el periodo electoral-; 3) la conveniencia de

incorporar a la Instrucción la doctrina de la JEC en relación a los “planes de cobertura

informativa de los medios de comunicación de titularidad pública”.

Sin duda, la Instrucción de 24 de marzo de 2011, a diferencia de las anteriores, sí ha

supuesto un amplio y global desarrollo de las escuetas previsiones contenidas en el actual

art. 66 LOREG sin limitarse a prever mecanismos de reacción frente a las trasgresiones de

la LOREG y contemplando una pluralidad de criterios y principios que deben informar la

desarrolladas por los interesados, en la medida en que estén demostradas esas actividades, por lo que podría

establecerse que la regla de proporción equitativa consiste, en principio, en que a mayor actividad política,

corresponde la generación de mayor información, y en sentido contrario, con lo cual se daría cabal cumplimiento

al principio referido”.

24

actividad informativa de la práctica totalidad de los medios de comunicación durante el

proceso electoral.

En resumen, la Instrucción de 24 de marzo de 2011 establece las siguientes importantes y

novedosas reglas:

. La vigencia de los principios y del control sobre la actividad informativa de los medios de

comunicación no se limitan a la campaña electoral sino que se extienden al conjunto del

“período electoral” entendido éste como el “período comprendido entre la fecha de

publicación de la convocatoria de las elecciones en el boletín oficial correspondiente y el

día mismo de la votación” (art. 1º); lo que abre la puerta, sin duda, al establecimiento de

criterios diferenciadores del control sobre los medios de comunicación entre la

“precampaña” y la “campaña electoral” (como es regla en otros países de nuestro entorno)

. Reproduciendo el art. 66 LOREG, la Instrucción extiende el control de la Administración

Electoral y la vigencia de los principios de garantía de la información electoral a la

totalidad de los medios de comunicación públicos y privados (exceptuando siempre la

prensa escrita pero incorporando, como gran novedad, a las radios privadas) modulando la

intensidad del control en función de los medios de comunicación afectados conforme al

siguiente esquema:

Los medios de comunicación públicos (radios y televisiones nacionales, autonómicas y

locales) se ven sometidos al máximo grado de control e intervención de las Juntas

Electorales:

Los órganos de dirección y administración de los medios de comunicación de

titularidad pública deberán garantizar el respeto al pluralismo político y social, así

como a la igualdad, la proporcionalidad y la neutralidad informativa “en toda su

programación”. Las decisiones de los órganos de dirección y administración son

recurribles ante las Junta Electorales competentes.

Los Planes de cobertura informativa de la campaña electoral que elaboren los

órganos de dirección de los medios de titularidad pública serán objeto de control

previo/preventivo por la Administración Electoral al ser obligatorio su

25

sometimiento a las Juntas Electorales competentes – e incluyendo en los mismos los

debates, entrevistas y programas específicos de naturaleza electoral, así como los

criterios sobre la información específica relativa a la campaña electoral-. Además,

las candidaturas podrán recurrir ante las Juntas Electorales los planes de cobertura

informativa de la campaña electoral.

La “información específica relativa a la campaña electoral” deberá respetar los

principios de pluralismo, igualdad, proporcionalidad y neutralidad informativa; lo

que, entre otros, supone, en la práctica, lo siguiente:

La duración de la información dedicada a cada formación política se ajustará

proporcionalmente a los resultados obtenidos en las últimas elecciones equivalentes en el

ámbito de difusión del medio.

La información dedicada a cada formación política se emitirá de conformidad con los

criterios previamente acordados en los planes de cobertura informativa, y, en su defecto,

aplicando el criterio de mayor a menor, por el orden de los resultados logrados por cada

formación política en dichas elecciones.

Podrá proporcionarse información sobre aquellas candidaturas que no se presentaron o no

obtuvieron representación en las últimas elecciones sin que, en ningún caso, éstas últimas

puedan obtener una cobertura informativa mayor que ninguna de las formaciones políticas

que obtuvieron representación en las últimas elecciones.

Los “debates electorales o entrevistas” serán organizados o difundidos a criterio de

los órganos de dirección de los medios pero respetando los principios de pluralismo

político, neutralidad informativa, igualdad y proporcionalidad y, en particular, los

siguiente criterios:

En la organización de esos debates o entrevistas deberán tener

particularmente en cuenta los resultados obtenidos por cada

formación política en las últimas elecciones equivalentes.

En el caso de que un medio decida emitir un debate entre

representantes de las dos candidaturas que obtuvieron mayor número

de votos en las últimas elecciones equivalentes, deberá emitir otros

debates bilaterales o plurilaterales, o proporcionar información

26

compensatoria suficiente sobre las demás candidaturas que también

hayan conseguido representación en las últimas elecciones

equivalentes.

Los medios de comunicación privados (radios y televisiones privadas)

. Durante los periodos electorales, los órganos de dirección de las emisoras de radio y

televisión de titularidad privada deberán garantizar el respeto a los principios de pluralismo

e igualdad en la acción informativa con incidencia electoral.

. Por primera vez, también las radios privadas se someten a los principios electorales de

control informativo si bien en mínima intensidad al declararse la vigencia exclusivamente

de los principios de pluralismo e igualdad y sin que ello les imponga, a priori, formatos

informativos específicos.

Sin embargo, la inequívoca referencia de la Instrucción a las radios privadas choca con la

confusa y técnicamente defectuosa referencia contenida en el art. 66. LOREG al diferenciar

el tratamiento electoral entre “emisoras de titularidad privada” y “televisiones privadas”.

Una interpretación literal de este precepto en sus justos términos (y a pesar de una ausente

referencia expresa a las radios privadas) invita a considerar incluidas a éstas en la

referencia al término “emisoras” para que la diferenciación realizada adquiera sentido y no

resulte absurda. No obstante, conviene advertir que ni la Exposición de Motivos de la Ley

Orgánica 2/2011 ni el Informe de la Subcomisión de la Comisión Constitucional sobre

modificaciones al régimen electoral ni las referencias recogidas en los Diarios de Sesiones

durante la tramitación de la reforma electoral amparan (si no más bien lo contrario) la

extensión de las referencia a las “emisoras de titularidad privada” tanto a las televisiones

como a las radios privadas.

. En todo caso, la distinción operada por el art. 66.2 LOREG entre los principios

predicables a la radio y televisión privada sobre cualquier información con incidencia

electoral (pluralismo e igualdad) y los principios predicables sólo de las televisiones

privadas cuando la actividad informativa se concreta en debates, entrevistas o información

sobre la campaña electoral (pluralismo, igualdad, proporcionalidad y neutralidad) obligará

27

en el futuro a una mayor presión y delimitación del objeto específico de garantía que emana

de cada uno de dichos principios.

c) Las televisiones privadas

Además, las televisiones privadas, durante el periodo electoral, deberán respetar, además de

los principios de igualdad y pluralismo, también los principios de proporcionalidad y

neutralidad informativa en los debates y entrevistas electorales, así como en la información

relativa a la campaña electoral que decidan realizar, como establece el citado artículo 66.2

de la LOREG y conforme a los siguientes criterios adicionales:

Sobre la información con “incidencia electoral” 3:

3 La Sala Superior del Instituto Federal Electoral de México, en el Exp. SUP-RAP 7/2011 ha entrado a analizar

cuando una supuesta “información con incidencia electoral” puede considerarse ejercicio del derecho a la

información o “espacio de propaganda electoral”. La Sala Superior niega que resulte calificable como

“información” por haberse emitido pueda de los espacios informativos del noticiera televisivo. Además, lo

cataloga como “propaganda electoral ilícita” al no ubicarse dentro de los bloques reservados a estos efectos por el

IFE. En este sentido se afirma: “existe una razón toral, sobre las características de la transmisión denunciada, para

considerar que, opuestamente a lo afirmado por la televisora, dicha transmisión no es una nota informativa … Esa

razón fundamental consiste en que la transmisión fue realizada fuera de noticiero y dentro del espacio destinado a

la publicidad comercial”; esto es, se trata de “transmisión de un espacio en televisión, que contiene imágenes y

sonido con información con características de propaganda electoral, difundida fuera de noticiario, entre una pausa

hecha por el presentador de las noticias, después de la cual se presenta el material objeto del procedimiento

sancionador junto con los comerciales, y que no fue ordenada por el Instituto Federal Electoral. Por todo ello, “la

autoridad responsable concluyó que la conducta cometida por las citadas concesionarias, no infringió únicamente

el orden legal asociado a la organización de las elecciones (principio de legalidad), sino que dicha conducta alteró,

a favor de la coalición denunciada, la equidad en el acceso a las prerrogativas que en radio y televisión tienen los

partidos políticos”. Como nos recuerda esta Sentencia, “La ley fundamental prohíbe la difusión en radio y

televisión de cualquier clase de propaganda o contenido destinado a influir en las preferencias del electorado, ni a

favor o en contra de partidos políticos o candidatos a puestos de elección popular sin autorización del Instituto

Federal Electoral … La Carta Magna reconoce que la libertad de expresión está tutelada plenamente frente al

Estado y que toda persona tiene esa tutela invariablemente, inclusive frente a cualquier naturaleza que tenga la

autoridad integrante del Estado. Este derecho de libertades está no solamente orientado a que el ciudadano cuente

con esa garantía, sino que también el Estado garantice que en el ejercicio de dicho derecho, ya sea de manera

activa o pasiva. De esa forma, el goce, ejercicio y tutela los derechos fundamentales de expresión e información

se encuentran reconocidos y garantizados en los citados artículos 6 y 7 de la Constitución Política de los Estados

Unidos Mexicanos así como en distintos tratados internacionales. Sin embargo, por indispensables que son estos

derechos en el funcionamiento de nuestro Estado democrático de Derecho, su ejercicio no es de carácter absoluto

o ilimitado, porque encuentra límites en otros derechos, principios, valores y directrices políticas que se reconocen

en la propia Constitución y tratados internacionales. Así, conforme a los artículos referidos, el ejercicio de los

derechos de libertad de expresión e información, encuentra límites cuando mediante el uso de ellos se: a) ataque a

la moral, b) afecten los derechos de tercero, c) provoquen algún delito, d) perturben el orden público, y e) afecten

la vida privada y paz pública. Asimismo, algunas de esas limitantes se relacionan particularmente con la emisión

de propaganda electoral como modalidad específica de ejercicio de la libertad de expresión, por ejemplo, el

artículo 41, apartado C, de la Constitución Federal, establece respecto al contenido de esa propaganda que los

partidos políticos, en la propaganda política o electoral que difundan, deberán: a) abstenerse de expresiones que

denigren a las instituciones y a los propios partidos, o b) que calumnien a las personas. Relacionado con lo

anterior, como es sabido, mediante una reforma constitucional realizada en el dos mil siete, el Poder Revisor de la

28

El principio de proporcionalidad obliga a atender preferentemente a

los resultados obtenidos por cada formación política en las últimas

elecciones equivalentes

Nada impide proporcionar otra información sobre aquellas

candidaturas que no se presentaron o no obtuvieron representación

en las últimas elecciones siempre que éstas últimas no reciban una

cobertura informativa mayor que las formaciones políticas que

obtuvieron representación en las últimas elecciones.

Sobre los debates electorales:

Las televisiones privadas deciden libremente organización o difusión

de entrevistas o debates electorales.

Deberán tener particularmente en cuenta los resultados obtenidos por

cada formación política en las últimas elecciones equivalentes.

Constitución determinó, en el artículo 41, apartado A, referido, que el Instituto Federal Electoral sería la autoridad

única para la administración del tiempo correspondiente al Estado en radio y televisión destinado a sus propios

fines y al ejercicio del derecho de los partidos políticos nacionales para hacer uso de los medios de comunicación

social. A la par, dispuso lo siguiente: 1. Que los partidos políticos en ningún momento podrán contratar o

adquirir, por sí o por terceras personas, tiempos en cualquier modalidad de radio y televisión. 2. Que ninguna otra

persona física o moral, sea a título propio o por cuenta de terceros, podrá contratar propaganda en radio y

televisión dirigida a influir en las preferencias electorales de los ciudadanos, ni a favor o en contra de partidos

políticos o de candidatos a cargos de elección popular. Lo anterior, conduce a estimar que dentro de las citadas

prohibiciones previstas en la normatividad electoral, no se comprenden los tiempos de radio y televisión que se

empleen para la difusión de las distintas manifestaciones periodísticas, ni por ende, es procedente exigir un

formato específico en el diseño de los programas o transmisiones que se realizan en radio o televisión, por tanto,

tales conductas son permitidas y garantizadas por el ordenamiento jurídico mexicano, siempre y cuando no se

trate de propaganda electoral difundida sin autorización del Instituto Federal Electoral. En atención a estas

directrices constitucionales, en el artículo 350, apartado 1, inciso b) del Código Federal de Instituciones y

Procedimientos Electorales se dispone que constituyen infracciones de los concesionarios o permisionarios de

radio y televisión la difusión de propaganda política o electoral, pagada o gratuita, ordenada por personas distintas

al Instituto Federal Electoral. Por tanto, se puede observar que el ejercicio de libertad de expresión e información

que tienen los concesionarios o permisionarios de televisión, encuentra límites cuando difunden propaganda

electoral, pagada o gratuita sin autorización del Instituto Federal Electoral, incluyendo desde luego, a sus

dirigentes, militantes, simpatizantes o candidatos. Por otro lado, conforme con lo dispuesto en la base III,

apartados A y B, del artículo 41 de la Constitución federal, se advierte que al Instituto Federal Electoral, le

corresponde administrar los tiempos que correspondan al Estado en radio y televisión destinado a sus propios

fines y al ejercicio del derecho de los partidos políticos nacionales, en este sentido, los partidos políticos,

precandidatos o candidatos, autoridades o terceras personas, no podrán contratar o adquirir en cualquier

modalidad tiempos en radio o televisión. Asimismo, conforme al apartado C), base III, del dispositivo legal de

referencia, tratándose de propaganda electoral que difundan los partidos políticos, no deberá contener expresiones

que denigren a las instituciones, a los propios partidos políticos, o que calumnien a las personas. De lo anterior, se

concluye que el Instituto Federal Electoral es la única autoridad facultada para administrar el tiempo del Estado en

radio y televisión al que tienen derecho los partidos políticos en procedimientos electorales tanto federales como

locales, tal y como lo ha establecido el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación”.

29

Si una televisión decide emitir un debate entre dos candidatos que

obtuvieron mayor número de votos en las últimas elecciones

equivalentes, deberá emitir otros debates bilaterales o plurilaterales,

o proporcionar información compensatoria suficiente sobre los

demás candidatos que también hayan conseguido representación en

las últimas elecciones equivalentes.

Como puede observarse, la gran novedad ofrecida por la Instrucción de 24 de marzo de

2011, en desarrollo de la nueva redacción del art. 66 LOREG ofrecida por la LO 2/2011,

consiste en el sometimiento, en mayor o menor o grado, a las radios y televisiones privadas

a un régimen de control informativo durante el período electoral que viene, cuando no a

equipararlas, a aproximar su régimen legal al de los medios de comunicación públicos –

“publificando”, sin lugar a dudas, su estatuto jurídico durante el proceso electoral-. Y ello a

pesar de que se haya intentado diferenciar su modalidad de control atendiendo al diferente

estatuto jurídico del que gozan como la JEC proclama en su propia Instrucción de 24 de

marzo de 2011: “En relación a la exigencia a los medios de titularidad privada del respeto a

los principios de proporcionalidad y neutralidad informativa, esta Junta entiende que el

inequívoco mandato legal en este punto debe cohonestarse con los derechos fundamentales

consagrados en el artículo 20 de la Constitución -el derecho a la libertad de expresión y

difusión de ideas y opiniones, y el derecho a comunicar y recibir libremente información

veraz- y con la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado, reconocida en

el artículo 38 de nuestra norma fundamental. Ello aconseja dispensar un tratamiento

diferenciado a los medios públicos y privados, modulando las prescripciones que la

Instrucción de la Junta Electoral Central de 13 de septiembre de 1999 establecía para las

emisoras de titularidad pública en su aplicación a las emisoras de televisión de titularidad

privada”.

Existe, no obstante, una cuestión de principio que cualquier aproximación a la regulación

de la información electoral ha venido tradicionalmente cuestionándose: ¿debiera aplicarse

idéntico o similar régimen normativo a los medios de comunicación públicos y privados y,

en particular, a las televisiones públicas y privadas?. En otras palabras, ¿la televisión

pública debe adecuar su acción informativa electoral no sólo al ejercicio de derechos y

libertades constitucionales sino, también, en tanto ente público, a la garantía del pluralismo,

30

de la neutralidad y de los intereses generales mientras que las televisiones privadas deben

someterse únicamente a la efectividad de los derechos y libertades constitucionales pero sin

límites añadidos?.

Nadie ha cuestionado jamás la exigencia de límites y de vigilancia de la acción informativa

electoral de la radio y televisión pública por cuanto su actuación se ha traducido,

históricamente, en un uso partidista muy alejado de su estatuto legal y constitucional.

El interrogante clave se cierne sobre si las radios y televisiones privadas deben verse

sometidas durante el período electoral a idénticos límites y vigilancia que las públicas o,

por el contrario, su acción informativa durante el período electoral debiera ampararse

únicamente en la maximización de las libertades de empresa, expresión e información.

Estas preguntas, lejos de constituir un ejercicio intelectual irrelevante u ocioso, resultan

harto pertinentes pues han generado una intensa polémica entre partidarios y múltiples

detractores de la nueva regulación aportada por el art. 66 de la LO 2/2011 y la Instrucción

de 24 de marzo de 2011 que lo desarrolla en la medida en que ha sometido a reglas y

control al conjunto de los medios de comunicación, imponiéndoles, incluso, formatos

informativos en la información relativa a las candidaturas durante la campaña electoral.

En favor de la opción privatista se afirma que la equiparación restrictiva de la actividad

funcional de las televisiones privadas, imponiéndoles en su actividad informativa electoral

casi idénticos criterios que a la televisión pública, adolecería de dudosa cobertura

constitucional por cuanto dicha acción informativa electoral debiera ser producto,

únicamente, del pluralismo de dichos medios privados y del respeto a la libertad de

información de sus profesionales.

Por contra, afirmar dicha libérrima acción informativa de las televisiones privadas en

período electoral desconocería que las libertades de expresión e información quedan

limitadas constitucionalmente por el respeto al resto de los derechos constitucionales (art.

20.4 CE) y, entre ellos, al derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a cargos públicos

(art. 23.2 CE). Ciertamente, nuestra jurisprudencia constitucional, ponderando los

conflictos suscitados en la colisión de las libertades de expresión e información con otros

derechos constitucionales ha privilegiado los primeros respecto de los segundos por

31

entender que la efectividad de aquéllos constituye garantía principal en la formación de una

opinión pública libre como elemento estructural de un Estado Democrático.

Pudiera afirmarse que la formación de una opinión pública electoral libre exige, con

mayor motivo, la maximización de las libertades de expresión e información frente a

cualquier pretensión controladora de su ejercicio pero, si aceptamos que la trascendencia de

las elecciones como institución clave del régimen democrático obliga a un tratamiento

normativo singular del proceso de formación de la opinión pública en período electoral y,

en particular, a una ponderación del ejercicio de estas libertades constitucionales que

garantice la vigencia efectiva de dichos principios electorales (concurrencia,

competitividad, igualdad) en el todopoderoso medio de comunicación de masas televisivo.

Máxime cuando, como ha tenido el acierto de apreciar la STS de 13 de febrero de 1996,

aunque la participación en debates televisivos tiene la caracterización de información, visto

desde el medio de comunicación televisión, para los contendientes representa una

oportunidad de propaganda de sus programas y ofertas y, en consecuencia, difícilmente

puede negarse la calificación de acto de campaña electoral.

Por ello, resulta razonable el ponderado criterio del legislador electoral al regular la

proyección de determinados derechos y libertades en el período electoral. La obligación de

los medios de comunicación públicos de facilitar gratuitamente a las candidaturas espacios

para la difusión de propaganda electoral (arts. 60 a 67 LOREG) no alcanza a la libertad de

empresa en las televisiones privadas pero ésta se ve limitada al resultar proscrita la

contratación de espacios de publicidad electoral en la televisión privada (Ley Orgánica

2/1988) o al prescribirse el derecho de las candidaturas a realizar publicidad en la prensa y

radios privadas sin que pueda producirse discriminación en cuanto a su inclusión, tarifas y

ubicación (art. 58 LOREG).

Si bien la información durante y sobre las elecciones en la prensa escrita privada se

ajustará a los principios constitucionales que informan las libertades de expresión e

información según el art. 20 de la Constitución en las radios privadas deberán atenderse

los principio de igualdad y pluralismo, en las televisiones privadas deberán respetarse

también, amén de dichas normas constitucionales, los principios de proporcionalidad y

neutralidad informativa. Diferencia de trato que indudablemente deriva de la extraordinaria

32

vis expansiva que la televisión, a diferencia de otros medios de comunicación privados,

proyecta en la formación de la opinión pública.

Además, el otorgamiento de un régimen normativo particular a la actividad informativa

electoral tanto de las radios y televisiones públicas como de las privadas, sometida a

vigilancia y control, se ubica en las tendencias más actuales de intachables regímenes

democráticos de nuestro entorno.

En Francia , la Ley núm. 89-25, de 17 de enero de 1989, que creó el Conseil Supérieur de

l´Audiovisuel, le otorgó la facultad de dirigir a las radios y televisiones públicas y privadas

idénticas recomendaciones vinculantes durante la campaña electoral. Estas

recomendaciones obligaban a aplicar, en la cobertura informativa de la actualidad no

vinculada a la elección, la règle des trois tiers (Gobierno, mayoría parlamentaria y

oposición disponían de un tiempo informativo igual) y, en la cobertura informativa de la

actualidad vinculada a la elección, prescribían el respeto de la igualdad y equilibrio entre

candidatos, formaciones políticas y apoyos electorales externos. Las violaciones por parte

de radios y televisiones de esta igualdad informativa entre candidatos podía comportar,

incluso, si el juez electoral las considera de influencia suficiente para alterar el resultado

del escrutinio, la anulación de la elección (Decisión del Consejo Constitucional, de 3 de

diciembre de 1981, en el Caso AN, Seine-et-Marne, 4ª circunscripción ).

Con mayor tradición histórica, en el Reino Unido a la Independent Television Commission

(art. 6 de la Broadcasting Act de 1990) correspondía dirigir directivas de obligado

cumplimiento a las televisiones privadas que asegurasen el cuidado y la imparcialidad de

los informantes frente a las controversias políticas o sindicales o en relación a la política

pública. Y, en Estados Unidos , la vigencia de los principios de imparcialidad y pluralismo

informativo durante la campaña electoral es confiada a una Autoridad federal de vigilancia

como la Federal Communications Commission (Federal Communications Act de 1934).

En consecuencia, resulta irreprochable la opción publicista adoptada por la legislación

electoral española al someter el tratamiento informativo de las radios y televisiones

privadas durante el período electoral a los mismos o similares principios, límites y

controles que a la radio y televisión pública y, en particular, al admitir que las decisiones

de los órganos de administración de estos medios en período electoral sean recurribles ante

33

la Junta Electoral competente, de acuerdo con el procedimiento dispuesto por la Junta

Electoral Central.

No es menos cierto, que el art. 66 LOREG (y su Instrucción de desarrollo de 24 de marzo

de 2011) habilitan a la Junta Electoral Central (JEC) para fijar el procedimiento mediante el

cual serán recurribles ante la Administración electoral las decisiones de los medios de

comunicación públicos y privados que pudieran contravenir dichos principios informativos

durante el período electoral. Hay que reconocer que la JEC ha asumido, un comprometida

tarea implementadora del ordenamiento electoral al desarrollar la LOREG mediante

Instrucciones cada vez más ambiciosas y delimitando los criterios de verificación del

respecto a la legislación electoral por parte de los medios de comunicación; y, además, se

ha configurado como Autoridad garantizadora del pluralismo, la igualdad, la

proporcionalidad y la neutralidad en la acción informativa electoral del conjunto de los

medios de comunicación públicos y privados..

Sin embargo, la Junta Electoral Central, en tanto Autoridad de control de la acción

informativa de los medios de comunicación durante el período electoral y garantizadora de

los principios de igualdad, proporcionalidad, neutralidad y pluralismo, adolece de sendas

limitaciones: su falta de especialización y su pasividad.

Ciertamente, su irreprochable condición de Administración independiente viene

plenamente avalada por el origen (azar y consenso parlamentario) y calidad de sus

miembros (mayoritariamente, notables juristas de extracción judicial y académica)

constituyendo dicha independencia condición sine qua non pero no suficiente para

garantizar la neutralidad y el pluralismo en la información electoral de los medios de

comunicación.

Su naturaleza como garante de todo el proceso electoral y la absoluta falta de medios

específicos han obligado históricamente a la Junta Electoral Central a adoptar una notoria

pasividad en el control de la acción informativa de los medios de comunicación durante el

período electoral. Ahora bien, resulta de justicia reconocer que, tras la Instrucción de 24 de

marzo de 2011 (y, en la práctica, con anterioridad)), la JEC ha asumido un papel destacado

en el control preventivo de los medios de comunicación públicos al imponer la exigencia

de someter a control previo el Plan de cobertura informativa de la campaña electoral –

34

adoptando, en consecuencia, una novedosa posición activa frente a su tradicional pasividad

o perfil reactivo -. Pero, en todo caso, la falta de especialización y la pasividad de la Junta

Electoral Central obligan a presumir notorias dificultades en el cumplimiento de la alta

función que la legislación electoral le atribuye.

Dificultades éstas resueltas en países de nuestro entorno. En Francia, por ejemplo, la Ley

núm. 89-25, de 17 de enero de 1989, atribuyó la obligación de asegurar el respeto del

pluralismo informativo al Conseil Supérieur de l´Audiovisuel y, a tal fin, otorgó medios

materiales suficientes a esta Autoridad administrativa independiente, de carácter

permanente, y la facultó para reglamentar la actividad informativa, con anterioridad a cada

elección, de las radios y televisiones públicas y privadas. No en vano, con motivo de las

elecciones presidenciales de 1995, el Conseil Supérieur de l´Audiovisuel asumió la

organización del debate televisivo Chirac-Jospin celebrado, durante la segunda vuelta

electoral, el 2 de mayo de 1995.

2.- LA IMPOSICIÓN DE FORMATOS INFORMATIVOS 4 (TIEMPO Y ORDEN DE

EMISIÓN) A LOS MEDIOS PÚBLICOS

4 Sobre la intervención del Instituto Federal Electoral de México en la definición de los formatos

informativos de la campaña electoral y de las características que debe cumplir la información durante el proceso

electoral para no ser calificada como propaganda ilícita, la Sala Superior del Instituto Federal Electoral, en el

Expediente SUP-RAP280/2009, nos recuerda: “En forma armónica, en la legislación secundaria (artículo 49,

párrafo 7, del Código Federal de Instituciones y procedimientos Electorales) se prescribe que el Consejo General

del instituto Federal Electoral se reúne con las organizaciones que agrupan a los concesionarios y permisionarios

de radio y televisión para presentar las sugerencias de lineamientos generales aplicables a los noticieros respecto

de la información o difusión de las actividades de precampaña y campaña de los partidos políticos.

Es indiscutible que la disposición legal está referida a los noticieros y no a otros géneros periodísticos,

que se transmitan en radio y televisión; sin embargo, ello no es obstáculo para advertir que el carácter indicativo u

orientador de los lineamientos está originado en los alcances jurídicos de las libertades de expresión y el derecho

de la información, sobre todo en el carácter independiente de los comunicadores …

… Es decir, no existen disposiciones legales que, con carácter imperativo, regulen los términos y

condiciones a que deben sujetarse las entrevistas o reportajes y, mucho menos, un tipo administrativo sancionador

(nullum crimen, nulla poena, sine lege praevia, stricta et scripta) que sancione ciertas prácticas que ocurren en el

ejercicio periodístico, salvo que se trate de situaciones de simulación que impliquen un fraude a la Constitución y

a la ley.

La atribución de mérito conferida al Consejo General para vigilar que las actividades de los partidos

políticos nacionales y de quienes participan en los procesos electorales se desarrolle con apego a lo previsto en la

normativa constitucional y la legal, a través de la vía de los procedimientos administrativo sancionadores

ordinarios o especiales, no puede desconocer el carácter expansivo de la libertad de expresión, la necesidad de

proteger el derecho a la información y el carácter plural del debate político en una contienda electoral. Dicha

facultad debe ejercerse, en una forma prudente, responsable y casuística, para que, a través de un sano ejercicio de

ponderación de los principios y valores que, aparentemente, entran en conflicto, se armonicen los alcances de cada

derecho o libertad con la protección de otro u otros, y así coexistan pacíficamente en el marco de un Estado

constitucional y democrático de derecho.

35

De esta forma se garantiza que la atribución del Consejo General para vigilar el adecuado desarrollo del

proceso electoral, no llegue a constituir una interferencia o intromisión que desvirtúe la libertad de expresión, así

como las campañas electorales y el propio debate político, mediante la supresión de la vigencia de alguno de los

derechos involucrados por privilegiar la supuesta defensa de otro.

Tal atribución del Consejo General debe identificarse como un instrumento de control prudente,

responsable y casuístico, y no como un mecanismo que, de manera exacerbada, limite injustificadamente la acción

comunicativa de los diversos actores políticos y sociales, por lo que sólo debe actualizarse cuando real y

evidentemente, en una forma grave, se trastoquen los límites predeterminados en la Constitución federal y en la

legislación electoral, inclusive, cuando constituyan y así se demuestre que a partir de lo que debe ser un ejercicio

legítimo de un derecho fundamental, auténticamente, se está en presencia de actos de simulación o auténticos

fraudes a la Constitución General de la República y la ley que subviertan los principios y valores que ahí se

reconocen como propios de un régimen democrático y constitucional.

En efecto, no podrá limitarse dicha libertad ciudadana, a menos que se demuestre que su ejercicio es

abusivo, por trastocar los límites constitucionales, por ejemplo, cuando no se trata de un genuino ejercicio de un

género periodístico, y exista una clara y proclive preferencia por un precandidato, candidato, partido político o

coalición, o bien, animadversión hacia alguno de ellos, y así lo evidencien las características cualitativas y

cuantitativas del mensaje.

Es decir, lo expuesto no soslaya que el ejercicio responsable de las libertades fundamentales de

expresión, información y prensa escrita, durante el desarrollo de los procesos comiciales, por parte de los partidos

políticos, precandidatos, candidatos, ciudadanos y cualquier otra persona física o moral, incluidas las empresas de

radio y televisión, no tan sólo implica respetar los límites que la propia Constitución Federal les establece en los

artículos 6 y 7, sino además, conlleva evitar que a través de su uso y disfrute, se colisionen otros valores

contenidos en el propio Pacto Federal, como la equidad en el acceso de los partidos políticos a los medios de

comunicación, entre ellos la televisión.

Por ello, no sería válido aducir el ejercicio de la libertad de expresión o el derecho a la información,

cuando a través de su práctica durante los procesos electorales, se incurra en abusos o decisiones que se traduzcan

en infracciones de las reglas que garantizan el debido acceso a las frecuencias de radio y canales de televisión por

parte de los partidos políticos.

En efecto, el ejercicio de ciertas garantías fundamentales no puede servir de base para promocionar

acceso indebido a los canales de televisión, en su caso, a un partido político o candidato, porque no sería válido

extender el ámbito protector de las normas de cobertura previstas en los artículos 6 y 7 de la Constitución, hasta el

grado de quebrantar las prohibiciones previstas en la propia constitución, en su artículo 41, aplicables a los

partidos políticos y candidatos respecto de su derecho a promocionarse en los espacios televisivos, dado que la

administración única de estos tiempos en materia electoral corresponde al Instituto Federal Electoral.

En otras palabras, el criterio sostenido por esta Sala Superior no permite posibles actos simulados, a

través de la difusión de propaganda encubierta que, sólo en apariencia, sea una entrevista, crónica, reportaje o nota

informativa, pero que, en realidad, tenga como propósito promocionar o posicionar a un candidato o partido

político, con independencia de si el concesionario o permisionario del canal de televisión, recibió un pago por ello

o procedió de manera gratuita, pues en ese caso, se actualizaría la infracción administrativa prevista en el artículo

350, párrafo 1, inciso b).

Con los elementos que antes se han analizado, se puede arribar a la conclusión de que cuando se realizan

reportajes en tiempos de campaña respecto de un partido político o un candidato, lo lógico es que en dicho

reportaje se presente imágenes del tema del mismo, así como que se haga referencia a sus actividades o

propuestas, puesto que el reportaje pretende aportar una información exhaustiva y objetiva en torno al objeto o

tema del mismo.

En ese orden de ideas, si en un reportaje un candidato lleva a cabo actos de propaganda electoral, ese

proceder se debe considerar lícito al amparo de los límites constitucionales y legales establecidos, pues una de las

funciones de los medios de comunicación es poner a disposición de la ciudadanía todos los elementos que

considere de relevancia para el conglomerado social, entre los que, por supuesto, en tiempo de campaña electoral

se encuentran las propuestas concretas de gobierno de los candidatos.

Sin embargo, como se mencionó, la ponderación de los diferentes valores y principios involucrados

implica que en ejercicio de la labor periodística existen limitaciones a las que se deben atender a efecto de evitar

que través de un supuesto trabajo de información se cometan fraudes a la ley o simulaciones. Estas limitaciones en

36

Si la Instrucción de 4 de marzo de 2011 ha zanjado el tradicional debate sobre el

sometimiento de los medios de comunicación privados a los principios informativos que

disciplinan el proceso electoral – y que resultan de pacífica aplicación a los medios

públicos-, asimilando en gran medida los unos con los otros, no es menos cierto que han

sangrado las heridas por otro costado por el ha apostado también singularmente la

Instrucción: la imposición de formatos informativos (por ejemplo, los tiempos y orden)

referidos a los actos de campaña electoral durante los espacios informativos de los medios

de comunicación públicos).

Como ya hemos avanzado, la Instrucción somete a control los Planes de cobertura

informativa de la campaña electoral que elaboran los órganos de dirección de los medios de

titularidad pública y, en particular, obliga a que la “información específica relativa a la

campaña electoral” respete los principios de pluralismo, igualdad, proporcionalidad y

neutralidad informativa; de forma que: a) la información dedicada a cada formación

política deberá gozar de una duración proporcional (nunca matemática pues resultaría

sencillamente imposible) a los resultados obtenidos en las últimas elecciones equivalentes

en el ámbito de difusión del medio; b) la información dedicada a cada formación política se

emitirá de conformidad con los criterios previamente acordados en los planes de cobertura

el caso del reportaje deben consistir en: 1. Objetividad. Esta característica implica que los reportajes en torno a

partidos políticos y sus candidatos se desarrollen de manera equilibrada de tal forma que a través de dichas

crónicas se busque como finalidad principal aportar datos e información veraces en torno al objeto del reportaje.

La objetividad de un reportaje necesariamente implica que exista una clara diferenciación entre las opiniones del

reportero y las del partido o candidato a efecto de no generar confusiones en el electorado. 2. Imparcialidad. Lo

que significa que el reportaje no debe ser tendencioso, esto es, en forma alguna debe presentar al partido o

candidato en cuestión como la mejor o la peor opción, o bien buscar hacer apología o denostación de las personas

o sus propuestas. 3. Debida contextualización del tema, candidato, partido o hecho materia del reportaje. Si

un reportaje se caracteriza por proporcionar mayor información que cualquier otro género periodístico, entonces

es claro que dicho reportaje debe encontrarse debidamente identificado como tal y la información que busca

proporcionar tiene que encontrarse debidamente contextualizada, de tal forma que no se genere confusión en el

electorado. 4. Forma de transmisión. A diferencia de la de los promocionales o spots, el reportaje debe

concretarse a un número limitado de transmisiones y en un contexto específico que no la haga perder su calidad de

labor periodística, es decir, el reportaje es un género periodístico y no publicitario como el spot o promocional. 5.

Período de transmisión. Dada la posibilidad de que los reportajes políticos en torno a partidos o candidato

muestren imágenes de propaganda electoral, hagan referencia a propuestas políticos, o bien, los candidatos lleven

a cabo actos de promoción su transmisión debe sujetarse a los mismos términos que las limitantes establecidas

respecto de la propaganda electoral, por ejemplo, la época de veda, o bien, el período entre la finalización de las

precampañas y el inicio de las campañas electorales, por mencionar algunos. 6. Gratuidad. Si el reportaje es

producto principalmente de la iniciativa del reportero a efecto de ahondar y profundizar en torno a un tema, hecho

o personaje de relevancia, entonces es claro que los reportajes que se realicen en materia política respecto de

partidos o candidatos en forma alguna deben implicar el pago de una contraprestación económica por concepto de

realización del reportaje y, mucho menos de su transmisión o difusión, porque ello implicaría la contratación o

adquisición de espacios en los medios masivos de comunicación en contravención a las disposiciones aplicables.

37

informativa, y, en su defecto, aplicando el orden del criterio de mayor a menor, por el

orden de los resultados logrados por cada formación política en dichas elecciones; c) podrá

informarse sobre candidaturas que no se presentaron o no obtuvieron representación en las

últimas elecciones sin que, en ningún caso, éstas últimas puedan obtener una cobertura

informativa mayor que ninguna de las formaciones políticas que obtuvieron representación

en las últimas elecciones.

El establecimiento de los criterios anteriores ya adoleció de una amplísima contestación

(singularmente, por parte del conjunto de la profesión periodística pero, también, de

amplios sectores doctrinales) desde que la JEC inaugurara su exigencia bastante antes de

incorporarlos a la Instrucción de 24 de marzo de 2011 en desarrollo de la LO 2/2011. De

hecho, el Tribunal Supremo dictó Sentencia el 19 de octubre de 2009 resolviendo un

conflicto de idéntica naturaleza Con motivo de las elecciones generales de 9 de marzo de

2008, la JEC admitió un recurso interpuesto por el PP y CiU contra el Plan de Cobertura

Informativa previsto por la Corporación RTVE con motivo de las elecciones generales del

9 de marzo de 2008 en lo relativo a la información sobre los actos de campaña electoral de

las distintas entidades políticas ubicada al final de los Telediarios (la denominada "crónica

río") y dispuso que esa cobertura se realizase "con arreglo a un criterio ponderadamente

proporcional al número de votos obtenido por cada una de las entidades políticas en las

anteriores elecciones al Congreso de los Diputados, aplicando dicha proporcionalidad día a

día". Añadía la JEC que ese criterio debería "aplicarse con carácter preferente a cualquier

otro" y que, a partir de él, "deberá RTVE, antes del inicio de la campaña electoral,

determinar el tiempo de información que haya de corresponder a cada formación política".

Este criterio de la JEC fue recurrido ante el TS por el Col.legi de Periodistes de Catalunya,

la Asociación de la Prensa de Madrid y el Colexio Profesional de Xornalistas de Galicia,

por entender que el acuerdo en cuestión infringía el derecho fundamental a la libertad de

información reconocido por el artículo 20.1 d) de la Constitución al imponer "la sujeción,

día a día, de la información sobre la campaña electoral que ofrezcan RTVE y RNE a un

tiempo (y, hay que entender también, a un orden) preestablecido de forma proporcional al

resultado obtenido por cada una de las entidades políticas en las anteriores elecciones".

Para los recurrentes, 1) la imposición de un minutaje y de un orden predeterminados

restringe la libertad de información porque obliga a RTVE a administrar los tiempos, no en

función de criterios profesionales sino de los resultados precedentes y con un orden que

38

prescinde del interés informativo; 2) estas restricciones inciden indirectamente en el

contenido de la información limitando la capacidad de los servicios informativos de ofrecer

información veraz y pueden obligar a los profesionales de RTVE a "proporcionar como

noticia banalidades sin interés para cubrir los minutos destinados a una determinada

formación política" prescindiendo de "eventuales noticias de mayor interés, por haber sido

agotado ya el tiempo que pueden dedicar a otra" o a "destacar en el orden de presentación

de la información electoral la relativa a una u otra candidatura, no en función del interés

informativo de las noticias, sino de anteriores resultados electorales"; 3) incluso, apunta

que "propician y favorecen que estas formaciones políticas intenten controlar o suministrar

el propio contenido de la información que se facilita en su "cuota" del espacio

informativo". En los recurrentes consideraban que se había asimilado indebidamente la

información sobre la campaña electoral a la propaganda por cuanto la limitación impuesta

por la JEC a la libertad de información no podía justificarse en el pluralismo y la

neutralidad informativa ni resultaba, en absoluto, necesaria y proporcional. En su

contestación, la JEC advirtió que este recurso descansaba en conjeturas o sospechas de que

los profesionales de RTVE se vean obligados a incluir banalidades como si fueran noticias

o a presentar la información electoral en un orden distinto del que resultaría de su interés

cuando, sin amargo, lo habitual es que esos profesionales se limiten a resumir la

información sobre los actos de campaña y a emitirla en el orden de mayor a menor que se

sigue en los debates parlamentarios y en su reproducción posterior por los medios de

comunicación. Se trata en definitiva, de un criterio que la Junta Electoral Central lleva

aplicando de forma reiterada.

En concreto, el Acuerdo de la JEC de 27 de febrero de 2008 reiteró que, salvo acuerdo

unánime las formaciones políticas concurrentes a un proceso electoral, el criterio para la

difusión de la información sobre la campaña electoral sea, de mayor a menor, el de los

resultados obtenidos en las últimas elecciones equivalentes por las formaciones políticas

concurrentes a las elecciones. Al entender de la JEC, este criterio tiene carácter objetivo,

evita la aleatoriedad en la aparición de las diferentes fuerzas políticas; está repetidamente

utilizado en la LOREG (arts. 56.2, 57.3, 61, 62, 63, 64, 65, 67, etc.), es pacíficamente

admitido por las formaciones políticas y está siendo aplicado de manera uniforme por los

medios de comunicación públicos.

39

Finalmente, la JEC alegó que el acuerdo recurrido no restringía el contenido del derecho

fundamental a la libertad de información sino que se limitaba a establecer una mínima

modulación formal en unos ámbitos material (la cobertura informativa de los actos de

campaña electoral al final de los telediarios) y temporal (los quince días de duración de la

campaña) de forma congruente con la finalidad de garantizar los principios de igualdad,

neutralidad y pluralismo político y que respeta el de proporcionalidad.

La STS de 19 de octubre de 2009 concluye que el recurrido Acuerdo de la JEC altera en

dos extremos el Plan de cobertura informativa de RTVE en lo relativo a la "crónica río" de

los telediarios: 1) la traducción en tiempo de la información dedicada a los actos de

campaña de cada formación política que ha de ser proporcional a los resultados obtenidos

en el Congreso de los Diputados en las elecciones precedentes, proporcionalidad que se

debe dar día a día; 2) y, aunque no se desprende expresamente del acuerdo, el orden de

mayor a menor en que debe emitirse, ya que los actores lo dan por supuesto y la Junta

Electoral lo admite. Se trata, en consecuencia de aspectos externos (tiempo dedicado a

cada candidatura y orden) a la información sobre los actos de campaña electoral en los

telediarios (pues solamente a ellos se refiere el acuerdo) y nada dice, ni podría decirlo, del

contenido de la información que sólo puede ser realizada por los profesionales de RTVE

con arreglo a sus criterios informativos.

La STS de 19 de octubre de 2009 entiende:1) que la supuesta imposición de emitir

banalidades a falta de noticias sobre los actos de campaña de una candidatura con

verdadero interés informativo resulta hipotética y poco plausible vista la intensa actividad

que despliegan durante la campaña electoral las distintas candidaturas; 2) que la alteración

del orden que derivaría del interés informativo resulta también hipotética y, además, la

brevedad del espacio dedicado a los actos de campaña, el escaso tiempo que corresponde a

los de cada candidatura, junto al carácter secuencial (una crónica-río) del bloque,

relativizan la relevancia de un orden cuyas razones de existencia conocen los electores por

su reiteración a lo largo de los años; 3) que la posibilidad de que las formaciones políticas

pretendan suministrar ellas mismas los contenidos de la información a difundir en ese

espacio de los telediarios tampoco se desprende del acuerdo recurrido.

En fin, la STS de 19 de octubre de 2009 concluye que la Junta Electoral Central tiene la

responsabilidad, en período electoral, de garantizar el respeto al pluralismo político y social

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y a la neutralidad informativa. Los medios de titularidad pública ven reforzado el deber de

objetividad que impone el artículo 103.1 de la Constitución. Deber de respetar el

pluralismo y los valores de la igualdad que también pesa sobre las televisiones privadas

objeto de concesión por disposición expresa. Respeto que hace efectivo la Junta Electoral

Central y, desde esas premisas normativas han de entenderse el acuerdo impugnado y las

modulaciones de tiempo y orden que impone, justificadas por el propósito de mantener las

condiciones de pluralismo e igualdad en la contienda electoral a partir de criterios

consolidados en la práctica y confirmados en sede jurisprudencial (STS de 2 de octubre de

2006 ) como son los de atender a los resultados de las elecciones precedentes en la

distribución del tiempo de información sobre los actos de campaña de cada formación

política concurrente a las elecciones. Preservación del pluralismo político y de la igualdad

que justifican la proporcionalidad diaria en vez de la referida al conjunto de la campaña

electoral dado el dinamismo que la caracteriza y el impacto que la televisión ejerce sobre

ella. El Acuerdo de la JEC se proyecta sobre aspectos del tiempo dedicado a cada

formación política y del orden en que se emite en el bloque informativo que dedican los

telediarios a los actos de la campaña electoral de las diferentes candidaturas. Acuerdo que,

más allá de esas facetas temporales y ordinales, no impone ni limita los contenidos

informativos que libremente elaboren los profesionales concernidos.

NOTA BIBLIOGRÁFICA Sobre la evolución del sistema de garantías del sufragio puede consultarse en A. RALLO LOMBARTE: Garantías Electorales

y Constitución , CEPC, Madrid, 1997, págs. 33 a 68. Igualmente, pueden consultarse las particularidades de determinados

períodos históricos en "Creación del censo electoral y primeros intentos de judicialización de las garantías electorales en

España (1834-1877)", Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol (Estudios de Historia, Derecho y

Política en homenaje a Joaquín Tomás Villarroya) , núms. 9-10, 1995; "Origen y evolución de la Administración electoral

española (1890-1931)", Estudios de Derecho Público. Homenaje a Juan José Ruiz-Rico, tecnos, Madrid, 1997 y "El Tribunal

de Garantías Constitucionales como Tribunal de Garantías Electorales", Revista de Estudios Políticos , núm. 92, 1996. Sobre la

naturaleza y principios informadores de la Administración electoral como Administración independiente puede verse A.

RALLO LOMBARTE: Garantías Electorales y Constitución , CEPC, Madrid, 1997, págs. 193 a 240. En particular, sobre la

composición, estatuto de sus miembros y competencias de la Junta Electoral Central, véanse, en la misma obra, págs. 245 a

264. Con anterioridad, tuvimos ocasión de reflexionar en torno a las paradojas y disfunciones político-constitucionales que se

vierten sobre las denominadas Administraciones independientes en "Poderes neutrales exentos de control gubernamental:

reflexiones constitucionales", Revista de las Cortes Generales , núm. 36, 1995, págs. 105 a 136 y, con posterioridad, en La

constitucionalidad de las Administraciones independientes, Tecnos, Madrid, 2002.

Puede aproximarse a diversas problemáticas contemporáneas en el ámbito de la libertad de comunicación en A. RALLO

LOMBARTE: Pluralismo informativo y Constitución, Tirant lo Blanch, Valencia, 2000; "El derecho a recibir información

plural", La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su 50 aniversario, Bosch, Barcelona, 1998, 587 a 596;

"Medios de comunicación y democracia: apuntes para una reforma", Estudios de Derecho Constitucional. Homenaje al

Profesor Dr. D. Joaquín García Morillo, tirant lo blanch, Valencia, 2001, págs. 223 a 250; "Pluralismo político e

información", Claves de Razón Práctica, núm. 96, octubre, 1999, págs. 76 a 80; "La garantía del pluralismo informativo en

Francia. El Consejo Superior del Audiovisual", Revista Española de Derecho Constitucional, núm. 59, 2000, págs. 93 a 138.

Singularmente, sobre la propaganda e información electoral, A. RALLO LOMBARTE "Paradojas y retos en la libre formación

de la opinión pública durante el proceso electoral", Corts. Anuario de Derecho Parlamentario , núm. 6, 1998, págs. 281 a 318;

"Debates electorales y televisión", Revista de las Cortes Generales, núm. 44, 1998, págs. 64 a 81; “El único supuesto de

41

garantía efectiva del pluralismo informativo interno: el período electoral”, Pluralismo informativo y Constitución, Tirant lo

Blanch, Valencia, 2000, págs. 387 a 411.

El tratamiento doctrinal español de la información electoral puede encontrarse, además, en R. GARCIA MAHAMUT:

“Modelos de comunicación política: el caso de España”, Cuadernos del Instituto Federal Electoral, IFE, México, págs. 1 a 24;

J.I. WERT: "Perspectivas de reforma del régimen electoral: campañas, medios de comunicación y encuestas electorales", La

reforma del régimen electoral , CEC, Madrid, 1994; E. ARNALDO ALCUBILLA: "Procesos electorales y opinión pública",

Revista de las Cortes Generales , núm. 34, 1995 y El carácter dinámico del régimen electoral general, CEPC, Madrid, 2002;

L. GALVEZ MUÑOZ: "La prohibición de difundir encuestas electorales: ¿una norma inconstitucional?", Revista de las Cortes

Generales , núm. 41, 1997 y Régimen jurídico de la publicación de las encuestas electorales, Madrid, 2002.

Sobre los trabajos preparatorios de la reforma de la LOREG operada por la Ley Orgánica 2/2011, véase El Informe del

Consejo de Estado sobre la reforma electoral: Texto del informe y debates académicos , CEPC, Madrid, 2009 y, en particular,

sobre el tema de la información electoral, en el mismo volumen, O. SANCHEZ MUÑOZ: “Cuestiones relativas a la

financiación de los gastos electorales y al desarrollo de la campaña en los medios de comunicación”…, págs. 617 a 656. Del

mismo autor, La igualdad de oportunidades en las competiciones electorales, CEPC, Madrid, 2007. Tras la Ley

Orgánica 2/2011, puede consultarse AAVV: Estudios sobre la Reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral

General: La reforma continua y discontinua, Instituto de Derecho Público, Madrid, 2011.