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NI APOCALÍPTICOS NI INTEGRADOS, ATRAVESANDO LOS IMAGINARIOS
DE CIUDAD EN INSTAGRAM: Estudio de Caso de la Cuenta Bogotá Street
Photography
Ángela Johanna Herrera Roa
Trabajo de grado para optar por el título de
Magister en Comunicación
Director
Mario Morales
Pontificia Universidad Javeriana
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Maestría en Comunicación
Bogotá
2018
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Dedicatoria
A mi padre, quien me acompaña y cuida
en cada paso que doy en la vida.
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Agradecimientos
A Dios.
A mi madre y a mi hermana quienes me dieron todo su apoyo durante este proceso, de inicio a fin.
Al profesor Jóse Miguel Pereira, por su apoyo e interés en mi proceso académico.
A mi Director de tesis Mario Morales, por su acompañamiento periódico, respetuoso y creativo.
A todos los profesores que durante el curso de mi maestría inspiraron esta temática y este documento.
A Julián, por su apoyo, por su compañía, por cada palabra, por sus enseñanzas, por todo… sin él, esto no
habría sido posible.
A Julián Chavarro, por su amistad y complicidad incondicional durante el curso de mi maestría.
A mis amigos quienes me animaron siempre a continuar y terminar… Erika, Juan Camilo, Sebastián.
A todos aquellos que en algunos momentos estuvieron en el proceso.
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CONTENIDO
JUSTIFICACIÓN ............................................................................................................................ 5 INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................... 6 Capítulo 1: Estado del Arte .............................................................................................................. 9 Instagram como red de imágenes: efectos de una red social en la cultura ...................................... 9 1.1 Indagando Instagram desde la fotografía ................................................................................. 11 1.2. Instagram y Marketing ............................................................................................................ 14 1.3 Investigaciones sobre los comportamientos de los usuarios y las representaciones sociales en Instagram. ....................................................................................................................................... 19 1.4 Instagram como dispositivo de captura de la ciudad y sus formas de vida. ............................ 23 1.5 El caso Colombiano: la dialéctica de la producción de una narrativa ..................................... 26 1.6 Conclusión ............................................................................................................................... 29 Capítulo 2: Marco Teórico ............................................................................................................. 30 2.1 La imagen y la mirada en la constitución narrativa ................................................................. 31 2.2 Las narrativas y su función estructural .................................................................................... 36 2.3 La ciudad imaginada, practicar espacios y hacer real lo imaginado ........................................ 38 2.4 La “teoría del encuadre” (framing) en el análisis de las narrativas visuales de la ciudad de Bogotá ............................................................................................................................................ 44 2.5 El giro tecnológico: limitaciones y alcances del Ciberespacio ................................................ 46 2.6 Hacia lo digital ......................................................................................................................... 61 2.7 Instagram .................................................................................................................................. 64 3. Capítulo de Análisis ................................................................................................................... 67 3.1 Las narrativas del Yo en el marco de la desintegración de la frontera interior/exterior .......... 71 3.2 La función amplificadora del Instagram en la reproducción de narrativas hegemónicas ........ 76 3.3 Entre el esquivar y el recorrer en las narrativas de la ciudad ................................................. 79 3.4 Análisis métrico de la cuenta Bogotá Street Photo .................................................................. 86 4. Conclusión: grandes hallazgos ................................................................................................... 99 5. Referencias Citadas .................................................................................................................. 103
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JUSTIFICACIÓN
Con la cada vez más penetrante intervención de las nuevas Tecnologías de la Información y la
Comunicación (TICs) en la irreductible producción y reproducción de las narrativas de ciudad, se
hace impostergable construir marcos de análisis para comprender el modo concreto en que dichos
mecanismos se articulan en lo que experimentamos hoy como la vida en la ciudad.
Estudiar la ciudad desde la comunicación implica analizar la tensión irreductible entre las
prácticas y los discursos que posicionan cierto tipo de imaginarios, y los mecanismos que
“median” en el proceso. Decifrar su lógica y funcionamiento constituye un paso fundamental para
los estudios de comunicación contemporánea.
Las redes sociales progresivamente han reconfigurado el modo en que se fija la agenda de los
medios masivos de comunicación en general. Poner en interrogación sus alcances y limitaciones
como productores de significados y de opinión pública, permitirá intervenciones políticas y
estéticas más precisas y meditadas.
Instagram se configura como una red especializada en compartir fotografía y video, dista de otras
redes sociales en tanto permite a los usuarios visualizar únicamente imágenes fijas o en
movimiento. En las condiciones actuales de hegemonía de la imagen, este específico tipo de
dispositivos plantea un reto investigativo como parte de los procesos de lucha política e
ideológica.
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INTRODUCCIÓN
El modo acelerado en que han cambiado las prácticas comunicacionales en las últimas décadas no
tiene precedente. Las generaciones que se han visto envueltas en estas transformaciones que no
cesan de propagarse, sin duda, se destacan por sus habilidades de adaptación a cambios tan
inmediatos que se pierde en el horizonte cualquier punto de referencia estable al cual acudir para
explicarlos.
La imagen fotográfica es hoy un recurso que se trivializa en un mar de capturas desechadas. Sin
embargo, en la vaguedad de esta infinita producción de imágenes se producen y reproducen
relaciones comunicativas que tienen efectos prácticos en lo que experimentamos como realidad.
En una ocasión tuve la necesidad de buscar un lugar para cenar en la llamada Zona G de Bogotá.
Debido a que este no es uno de los lugares que más frecuento, me costaba elegir la opción más
apropiada para esa noche. Desde hace un tiempo me he cuestionado por el uso que le doy a las
apps en mi dispositivo móvil, por cómo sacarles el máximo provecho para ubicarme mejor en la
ciudad, cómo ampliar el diálogo con los otros o por simple entretenimiento. Recordé que me
habían sugerido una en particular, la descargué en mi teléfono móvil, y con algo de tiempo, me
ubicó en la zona y, además, me dio la calificación de cada uno de los lugares del sector, inclusive,
me permitió ver qué amigos habían estado en el lugar y cuáles eran sus sugerencias.
Estaba frente al hecho de poder observar el lugar a través de la aplicación y luego tener una
experiencia en vivo del espacio. Esto parecía simple, entonces, comencé a compartir los lugares,
a calificar la experiencia, en fin; pero lo que me llamó realmente la atención fue la imagen,
revisar otras aplicaciones en las cuales los usuarios compartían su experiencia del espacio.
En ese tránsito por las aplicaciones en mi móvil llamó mi atención que el abanico de imágenes
tipo selfie y de la ciudad es casi infinito. Al revisarlas podía crear una historia del espacio y de la
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manera en la cual quienes no estaban conmigo lo presentaban. Así, con el teléfono en mi mano,
me he convertido en un nodo más, la extensión de mis sentidos a través de cada una de las
aplicaciones que uso, casi como si gozara de un sentido adicional. Sin embargo, antes de llegar a
mi celular, mi premisa era que los mejores recuerdos están en la memoria. Con todo, el papel, los
químicos, la exposición a la luz, tienen ese algo que tienta a la imaginación, con más o con menos
carga emocional, sobre los espacios y las experiencias.
El territorio objetivo de esta investigación se encuentra en Bogotá, la ciudad en la que he
recogido un sinnúmero de experiencias y que inspiró las preguntas que guiaron esta aventura. Y
es que mirar una fotografía años después de haber sido tomada, luego del cúmulo de experiencias
en el tiempo y el espacio como habitante de la urbe mencionada, efectivamente me hace
imaginar, recordar. Dice Diego Luna en su obra de teatro: “Cada vez nos despedimos mejor”,
que el recuerdo es volver a pasar por el corazón una y otra vez; creería que en ese paso siempre
imaginamos distinto.
La presente investigación tiene como propósito analizar la función que cumplen las redes sociales
en el complejo establecimiento1 de narrativas sobre la ciudad, su punto de referencia es el caso
particular de la cuenta Bogotá Street Photography, inscrita en Instagram, con el fin de
comprender de qué manera esta articulación dinámica genera, transforma, reafirma o reproduce
imaginarios de ciudad en los usuarios que interactúan en esta experiencia.
Para esto, en el primer capítulo se planteó un sucinto estado del arte acerca del Instagram en tanto
sistema en red, el cual tiene la cualidad particular de tomar herramientas y estrategias de otras
1 La polisemia del término nos permite jugar con la irreductible tensión entre el Devenir y el Ser en lo que experimentamos como realidad. Esto es, el término funciona como un proceso en consolidación, una dinámica, el acto de establecerse. Pero, también, significa la ya “reificada” instauración de una estructura institucional (socio-simbólica) en la materialidad física de un inmueble.
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redes sociales enfocándose en la imagen fotográfica como mecanismo de articulación de estas. En
el segundo capítulo se presenta el marco teórico en el que se expone lo relativo a la imagen y la
mirada, las construcciones narrativas de la ciudad, lo referente a los marcos interpretativos que
median en el establecimiento y consolidación de dichas narrativas, la emergencia de lo digital, y
las limitaciones y alcances de este “giro tecnológico” que se concretiza, para este caso, en
Instagram.
Finalmente, el tercer capítulo está dedicado al debate producto del análisis de la información
recolectada. En él, se operativizan las categorías analíticas extraídas de las reflexiones previas
mediante la interrogación a usuarios, observadores y a la misma red social en sus contenidos y
sus formas de despliegue. A manera de conclusión, se presentan los hallazgos, se evalúa los
alcances de la metodología y se bosquejan algunos escenarios a la luz de los objetivos planteados,
con el fin de ofrecer algunas herramientas que pueden servir para posibles intervenciones en el
ámbito de la comunicación de las nuevas tecnologías.
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Capítulo 1: Estado del Arte
Instagram como red de imágenes: efectos de una red social en la cultura
Este estado del arte pretende mostrar los principales contenidos que ha generado Instagram como
una problemática que aún no ha terminado de desarrollarse pero que, como la mayoría de los
productos de consumo cultural de la actualidad, con unos cuantos años de en el mercado se
perfila como un campo prolífico en la investigación en comunicación.
Se le conoce como el uróboros (la serpiente que se come su cola), a un símbolo de ciclo perpetuo
que se alimenta de sí mismo, de forma similar Instagram despliega su potencial: incorpora
herramientas de distintas redes sociales en una transformación incesante de su especificidad como
un mecanismo de perpetua adaptación. Esta es justamente su particular distinción, debido a su
carácter testimonial, a que opera en tiempo real, al modo en que facilita las narrativas del yo, y a
su capacidad de brindar una experiencia singlar a cada usuario, este dispositivo de mediación se
consolida como un paradigma de las redes sociales.
La red social Instagram fue lanzada el 6 de octubre de 2010 alcanzado en tan sólo unos cuantos
meses de funcionamiento millones de usuarios. Tanto fue su éxito que la corporación Facebook
compró la app en el año 2012 por 1 billón de dólares. Para el 2017, según un comunicado de la
propia red social, su número de usuarios alcanzó 700 millones de personas2. Siete años después
alcanzó un promedio de 100 millones de usuarios al año hecho que modificó, con su particular
articulación de estrategias de circulación, el modo de compartir las imágenes. Como tal,
Instagram recoge en su seno las posibilidades técnicas que los Smartphone ponen a la mano de
2http://www.eltiempo.com/tecnosfera/novedades-tecnologia/el-numero-de-usuarios-en-instagram-llega-a-los-700-millones-81992, obtenida enero de 2018
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aquellas personas que no son muy dadas a la escritura3, y de manera instantánea permite poner a
circular imágenes de todo tipo.
Las características de la foto que permite publicar Instagram consisten en un tamaño de 4:3, en
las cuales se pueden utilizar filtros sobre las fotografías, además de soportar videos que permiten
subirse en el mismo formato y con la posibilidad de aplicarle los mismos filtros. Instagram basa
su interfaz en la antigua cámara Kodak Instamatic y el formato de la cámara Polaroid de Fujifilm,
con lo que ofrece una experiencia “vintage” a la fotografía amateur digital.
Igual que Facebook y otras redes sociales cuenta con una pantalla de inicio donde se sitúan todos
los nuevos feedbacks de las páginas y personas a las que seguimos. También, es posible buscar
páginas y personas, el algoritmo de la red social permite observar páginas que tengan un tipo de
imágenes similares a las que seguimos o visitamos. Por otro parte, permite ver la actividad de
nuestros seguidores y encontrar imágenes que posiblemente nos llamen la atención y así
encontrar más páginas susceptibles para seguir.
Está breve descripción de la interfaz de Instagram nos permite introducirnos a los diferentes
planteamientos que se han dado alrededor de la red social desde su surgimiento. Debido a su
rápido ascenso dentro de las redes sociales y su carácter informal y publicitario, podrá parecer
que quizá no hay mucho que investigar allí desde el punto de vista de la comunicación. Sin
embargo, nuestra cultura actual se basa en la imagen como forma de comunicación primaria e
Instagram con su carácter de instantáneo, por la facilidad de la fotografía actual para capturar y
reproducir las imágenes, nos permite acercarnos a expresiones y lógicas antes impensables,
3 Esta afirmación corresponde al desarrollo del texto sobre todo en lo relacionado con la facilidad discreta que supone el compartir imágenes y no textos. A diferencia del twitter que exige 140 caracteres. Corresponde adicionalmente al texto de Charlotte Champion (2012).
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características propias de una floreciente cultura en línea con sus códigos y reformulaciones de la
subjetividad.
Con el objetivo de comprender las distintas dimensiones que afecta el uso del Instagram, se
dividirán los textos analizados en tres tópicos: su uso, sus aplicaciones y la capacidad que tiene
para indicarnos desde la imagen puntos relevantes para los estudios de la comunicación y la
ciudad. Relacionarse con la ciudad a través del uso de las tecnologías móviles ha promovido
también nuevas formas de representarla. Instagram puede entenderse como una aplicación
dispuesta en el dispositivo móvil que sumariza la totalidad de tecnologías visuales para compartir
en línea sin estar en físico en un lugar, o pertenecer a un espacio de intimidad con el productor de
la imagen, lo que produce una ciudad representada en todos los medios posibles para hacerlo, los
instantes más relevantes para aquellos que construyen la ciudad.
1.1 Instagram desde la fotografía
Instagram nos remite a pensar en la aparición del cine, la televisión y la cámara fotográfica como
diversas tecnologías que produjeron sentido y representaron la ciudad a través de imágenes
proporcionando acceso a diversas percepciones. Sin embargo, con su inscripción en la
experiencia cotidiana del ciudadano el tiempo-espacio adquiere otras significaciones: por
ejemplo, el lugar de lo inmediato. En el contexto actual la fotografía instantánea Polaroid pasa a
un plano de lo análogo y viejo, la nueva dinámica de lo instantáneo implica ahora la vinculación
inmediata de los contenidos a través de una red social desde la mirada de una persona cualquiera.
La principal característica de Instagram respecto de otras redes sociales es que su función
gramatical se convierte en la fotografía misma, la mirada sobre la ciudad que en sincronía con la
captura fotográfica puede compartir contenidos y socializarlos instantáneamente. En esta se
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privilegia la inmediatez y la ubicación del mensaje en la plataforma digital a través de un soporte
tecnológico.
Instagram se configura como una red especializada en compartir fotografía y video, dista de otras
redes sociales en tanto permite a los usuarios visualizar únicamente imágenes fijas o en
movimiento. En este sentido Instagram potencia la imagen como portadora y generadora de
significados más que lo escrito, lo oral o lo sonoro. Las imágenes que diariamente circulan en
internet, específicamente en la red social Instagram, constituyen el punto de partida para articular
los imaginarios y representaciones que hacen de la ciudad los usuarios de esta plataforma.
Frente a esta posibilidad autores como Enric Mira han analizado la cultura Kodak que concierne
al slogan publicitario de la época (1970), en el que se vendía la marca para capturar los
“Momentos Kodak”. Esta invitaba a las familias a utilizar la cámara para retratar sus momentos
más importantes de la vida privada, así como registrar las memorias de viajes y lugares de forma
fácil y portátil (Mira, 2014, pág. 748). Hoy, gracias a internet, cada persona se convierte en el
fotógrafo que retrata sus vivencias cotidianas, ya no con el objetivo de conservar ciertos
momentos de la vida privada con un número limitado de fotografías en el rollo (como el rollo de
12 o 36 fotografías), sino que capturar, compartir, editar fotografías se vuelve un evento
automático y con un sentido público inédito. La única limitante parece ser la de adquirir un
dispositivo tecnológico, pues al adquirir un dispositivo como un celular inteligente o una tablet
inmediatamente se cuenta con acceso a una cámara (Mira, 2014, pág. 749).
Hoy la fotografía presenta una escasa actitud reflexiva, es una práctica cotidiana casi compulsiva:
se toma la fotografía, se edita, se comparte y en minutos la saturación de imágenes en redes
sociales, que figura como un contenedor, hace que estas se enlacen entre ellas y refuercen los
significados sobre la imagen compartida ubicada en la plataforma, lo que configura un gran
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repositorio icónico que permite tener, como lo menciona Mira, “una experiencia participativa”
(Mira, 2014, págs. 749-750).
El uso de la fotografía como repositorio de imágenes pasa a convertirse en imágenes de
inmediatez dada la cantidad de fotografías que se comparten, las historias que estas pueden contar
pocas veces perduran en el tiempo, más bien se convierten en un “yo estoy aquí” que tiende a
pasar rápidamente a banalizarse (Mira, 2014, pág. 752). Sin embargo, esto no significa que no
haya una memoria de lo que se comparte en la red, sino que adquiere un nuevo significado a
razón de que permanecen en internet indefinidamente por medio de la aplicación (Mira, 2014,
pág. 751).
Según Mira, esta situación plantea la necesidad de una “ecología de las imágenes” (como
referencia al concepto de Susan Sontag), donde se reapropien y se reasocien las imágenes para
producir significados que se enmarquen en la producción y que, además, generen una estructura
que permita producir, difundir y reconstruir representaciones y experiencias de las imágenes que
circulan en la red (Mira, 2014, pág. 754). Reconocer la fotografía como un arte extraordinario
que toma elementos de lo cotidiano, pero que pondera la percepción como fin estético4 debe ser
menos habitual, “el hábito implica antiestética” (Carrillo & Calderon, 2018, pág. 2).
La imagen fotográfica, al igual que el cine, parece ser el objeto mismo, es la admiración de la
reproducción de algo que tal vez sin que hubiera sido fotografiado no habríamos visto. Cada
fotografía puede convertirse en algo nunca antes visto (Carrillo & Calderon, 2018, pág. 3). Desde
estas perspectivas, la imagen técnica de Flusser da la posibilidad de imaginar y dar sentido,
mientras que la de Bazin nos acerca a la imagen de diversas maneras, no porque se desconozca al
4 Se entiende la estética como “aquello capaz de ser experimentado”.
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mundo que allí se muestra, sino porque casi nunca vemos el mundo (Carrillo & Calderon, 2018,
pág. 10).
En este sentido, materializar y difundir la experiencia a través de la imagen de ciudad se
constituye tanto por la capacidad de esta de presentar un “espacio”, como por el modo en que las
vivencias de los sujetos evocan un discurso sobre ella. Si aceptamos la tesis de que cada
fotografía de alguna manera nos muestra una parte del mundo nunca vista, Instagram como red de
imágenes consolida una plataforma para compartir fotografías que en cierta medida son una
nueva forma del mundo que sale a la luz.
El usuario es el fotógrafo de las experiencias de los lugares, gustos y aficiones, este utiliza
diversas herramientas ofrecidas por la aplicación para que las fotografías luzcan profesionales:
filtros, marcos, edición de color y luz que en su conjunto posibilitan la modificación de la
fotografía sin necesidad de conocer los detalles técnicos de la composición e iluminación de una
buena fotografía. Por su parte, el uso del hashtag posibilita ubicar lo fotografiado en un espacio
en la red que unifica temáticas o contextos dentro y fuera de la aplicación (Manosso & Gandara,
2016, pág. 284).
1.2. Instagram y Marketing
No hay ciudadanía sin comercio. El mercadeo se ha interesado por el uso y las posibilidades que
Instagram puede dar al desarrollo de estrategias de mercado que posicionen las relaciones de los
usuarios de la red social con las marcas. El marketing se ha interesado por la capacidad que tiene
Instagram de disponer productos y mercancías en circulación. La aplicación de imágenes además
de producir grandes cantidades de contenido creativo y estético hace promoción y mercadeo de
un sinnúmero de productos, formas de vida y personajes.
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Debido a su capacidad de geolocalizar locales y ofrecer publicidad, en términos de pagar
anuncios o poner a circular el perfil de Instagram, circular los menús o promociones de un
restaurante, o la identidad de una marca, Instagram es un objeto de estudio para el Marketing y
sus disciplinas. En un artículo de la revista Marketing de mayo de 2012 se señala el potencial que
tiene Instagram para poner una marca en circulación, en dicho artículo se resalta la estrategia de
Starbucks, la cual recolecta las mejores imágenes de los usuarios de esta red social acerca de sus
vasos de café. Aunque no sea una vía directa del marketing que la compañía busca, es una fuente
indirecta de publicidad para la marca (Marketingmagazine.co.uk, 2012, pág. 4).
En efecto, la preocupación por la posibilidad de orientar a consumidores a marcas por medio de
Instagram es un asunto común en los estudios sobre la red social. Debido a que las redes sociales
permiten llegar a un gran número de personas, los antiguos instrumentos del marketing han
entrado a hacer parte de los portafolios de empresa de publicidad que manejan grandes capitales.
Además, la red social utiliza la información de las consultas de los usuarios para generar
prospectos del consumo de cada uno, las posibilidades de la red social de llegar a segmentos más
precisos de la población han demostrado ser una excelente estrategia para posicionar productos o
marcas.
Lee y Carlson en su artículo followership and social media presentan en detalle las
transformaciones que este nuevo tipo de marketing ha impreso en el modo en que los
especialistas en la materia han tenido que desarrollar con las nuevas herramientas aportadas por
las redes sociales (Carlson & Lee, 2015, págs. 81-82). En el artículo mencionado Carlson y Lee,
mediante un análisis cuantitativo planteado desde el enfoque de la inteligencia colectiva,
reflexionan sobre los consumos culturales en las redes sociales con el objeto de proporcionar
nuevas formas de desarrollar estudios de mercadeo.
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Carlson y Lee tomaron como muestra para su estudio a estudiantes universitarios que tenían
mayor acceso y tiempo frente al computador por ser su punto de trabajo más frecuente (Carlson
& Lee, 2015, págs. 83-84). Las personas que utilizan en sus profesiones los computadores o que
tienen intereses en las redes sociales son los principales segmentos de la población que suelen ser
utilizados para realizar campañas de consumo de producto y de marcas. Según sostiene la
inteligencia colectiva, las redes sociales permiten ver los patrones que se dan en una muestra
demográfica mediante la captura de información a nivel global de un mismo segmento que tienen
intereses similares. Sin embargo, la investigación concluye que no es posible saber si la
publicidad que se encuentra en internet de manera masiva en las redes sociales es efectiva, pero
que una vez se sigue una página de un producto o similares, es posible que la marca tenga
recordación y tenga posibilidad de llegar a sus principales segmentos de mercado (Carlson &
Lee, 2015, pág. 87).
Lo que resulta evidente para los investigadores es la importante necesidad de comunicar qué tiene
la población estudiada, las redes sociales son funcionales en la medida que basan su
funcionamiento en satisfacer la necesidad de comunicar. Ahora, dicho resultado es importante
para nuestro estudio si tenemos en cuenta que Instagram permite comunicar incluso a aquellas
personas incapaces de generar un discurso escrito, les permite expresar en imágenes emociones y
estados de ánimo.
En este contexto, las grandes marcas utilizan Instagram para obtener metadatos sobre el consumo
de los usuarios, pero también usan a los usuarios como consumidores influyentes en algunos tipos
de mercado. Youtubers e influencers brotan por todas las redes sociales. Aquí es importante
señalar el artículo de Liu, (et. al.) titulado Selfbranding on social media, en el que los autores
describen dos fenómenos comunes en la red social: la autopromoción y el apadrinamiento de
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marcas de usuarios que tienen altos números de seguidores y pueden ser influyentes en algún
sector del mercado (Liu, 2017, págs. 13-14). El estudio refiere especialmente a los bloggers de
moda y estilo, pero sin duda alguna, en otros campos de la vida social operan las funciones de
autopromoción de una marca incipiente, o la súbita fama de una persona del común que siendo
ella misma adquiere un apadrinamiento de marcas y empresas para influenciar a los
consumidores a inclinarse por un producto u otro.
La fotografía actualmente aparte de ser medio de expresión artística se posiciona cada vez más
como un instrumento para el trabajo investigativo, sociológico, antropológico, comunicativo,
entre otros campos que reflexionan en la imagen su capacidad para representar la realidad
percibida. Redes sociales de imágenes como Flickr e Instagram resultan ser espacios propicios
para establecer “ecologías de estudio”.
En la medida en que dichas redes sociales son, también, redes de mercado y de empleo para
pequeños empresarios y grandes marcas por igual, surgen nuevos tipos de análisis como el
crowdsourcing que consiste en la colaboración en masa del diseño, implementación o generación
de un producto, servicio o investigación de mercado, con el objetivo de asegurar y mejorar la
calidad de los mismos (Asnira & al., 2015, págs. 283-284). Debido a la rapidez de las
colaboraciones establecidas en las redes sociales se han posibilitado dichas interacciones, en
algunos casos se ha mejorado la programación de software con la colaboración de humanos
reales. CocaCola y Lego han sido de las primeras marcas en utilizar estrategia de Crowdsourcing
para desarrollar campañas publicitarias, o desarrollar nuevos y personalizados productos, con lo
que han ganado fidelidad en la relación entre el cliente y la marca (Asnira & al., 2015, pág. 283).
La investigación de Izzal Asnira (et. al.) se dirige específicamente a responder cuáles son las
motivaciones de los usuarios de Instagram para comportarse colaborativamente en la red social
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de Instagram, así como develar por qué circunstancia los usuarios de dicha red social deciden
participar y colaborar en proyectos de crowdsourcing (Asnira & al., 2015, pág. 282). Para los
autores es claro que Instagram posibilita tanto el posicionamiento de las pequeñas marcas, como
también que las grandes marcas desarrollen publicidad gratuita a través de la ubicación de los
puntos de venta y las fotografías de los alimentos o productos que el consumidor pone a circular
en línea en la red social. Esto explica por qué el crowdsourcing no es específicamente un
ejercicio consciente de colaboración a la marca (Asnira & al., 2015, pág. 287).
Se trata, entonces, de que el crowdsourcing se sostiene en las redes de comunidades online ya
constituidas y no en la solitaria fotografía de un vaso de café de Starbucks de una persona en la
zona rosa de Bogotá. Sin embargo, si este solitario consumidor de café se une a un hashtag
especifico, que se repite varios días en la red social, la tendencia puede generar un impacto dentro
de ella y generar una dinámica de crowdsourcing. Si un influencer registra su entrada a un local y
sus seguidores se identifican y replican la conducta de consumo, posiblemente el local tenga gran
movimiento.
Los detonantes para los comportamientos participativos según los autores serían tres: el personal
(entretenimiento, disfrute), el social (influencia social, interacción social) y relajar la tensión
(compañerismo, pertenencia, diversión y escapismo) (Asnira & al., 2015, pág. 287). Cada una de
estas motivaciones genera lazos colaborativos en un sentido u otro que permiten afinar los lazos
sociales y generar redes de colaboración y consumo.
Las acciones que permite la red social ya sea el taggeo, el repost, el like, el seguimiento, entre
otras similares en tema y forma, posibilita que los usuarios generen dinamizaciones de marcas y
acciones colaborativas, sin ánimo muchas veces de generar dichos resultados, como por ejemplo
llevar a la fama a una blogger de moda que transmite en vivo sus opiniones sobre una cosa u otra.
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Como tal, a pesar de que Instagram no posee un discurso argumentativo, sus sistemas de
interacción vinculan y codifican redes que permiten realizar colaboraciones en términos
mercantiles y de factores de consumo o pertenencia a un grupo o una ciudad (Asnira & al., 2015,
pág. 289). A pesar de que el artículo dedica su estudio de las motivaciones con un objetivo
enfocado al marketing, devela algunos índices de participación y colaboración en la red social
Instagram que van más allá de la mera relación entre una marca y su consumidor.
1.3 Investigaciones sobre los comportamientos de los usuarios y las representaciones
sociales en Instagram.
Las ciudades se transforman y en esa transformación sus habitantes las recorren, las viven, las
perciben distinto. En tal caso, indagar por una ciudad vista desde la fotografía digital es
pertinente, en tanto la interacción con ese espacio social está mediado por el uso de la aplicación
y la relación entre los usuarios para construir dicho espacio digital que trae de nuevo la ciudad.
Las motivaciones de los usuarios son importantes a la hora de evaluar la forma como se
relacionan con la aplicación y le dan cabida a un uso de esta.
El objeto del artículo de Eunji Lee (et. al.) Pictures speaks louder tan words se hizo a través de
entrevistas a 21 usuarios de la Instagram para establecer los motivos sociales y psicológicos
primarios de las dinámicas en esta red social. La investigación arrojó como resultado 5 motivos
que se repetían con insistencia: interacción social, archivo, autoexpresión, escapismo o evasión, y
“chismosear” (Lee & al., 2015, pág. 554).
Uno de los principales hallazgos de dicha investigación fue que de la muestra identificada los
usuarios buscaban a través de la red social encontrar personas que de otro modo no hubiesen
podido ubicar, ya fueran familiares o desconocidos, la red social brindaba una oportunidad que no
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suelen encontrar fuera de línea. Esto también se aplica a la expectativa de encontrar personas con
los mismos gustos y afinidades identificables con las miradas que se aplican en las fotografías.
Archivar los distintos momentos de la cotidianidad para compartir con otras personas con las que
se pueden identificar, o con los contactos más frecuentes en la red social, también resultó ser una
de las motivaciones más frecuentes detectadas (Lee & al., 2015, pág. 555).
Marcando de esta manera los trayectos y expresando sentimientos y consternaciones ante la
realidad social, presentando sus gustos y estilos de vida a otros con los que pueda congeniar,
como tal, Instagram es una manera de escapar de la soledad o de la vida cotidiana que el usuario
puede llegar a ver como distante e insegura, siendo un medio de autopresentación
relacionamiento social (Lee & al., 2015, pág. 555). Siguiendo la vida de artistas, de amores
platónicos, evadiendo problemas y asuntos del diario vivir, escapando a la red de imágenes,
llegando a personas de todo el mundo.
Acorde a dos investigaciones podemos decir que dos marcos descriptivos pueden identificar una
parte del uso de la red social y las imágenes que circulan por la misma: las representaciones del
cuerpo y la intención de señalar “yo estoy aquí”. Diferente a las actitudes del momento Kodak,
(de una escena familiar donde se registraba un momento de socialización, del paseo familiar que
registraba el momento de viajar fuera del hogar con objetivos turísticos), la investigación de
Charlotte Champion, je-suis-là, señala que la mixtura que las redes sociales permiten para
componer comunicaciones en una misma plataforma no es comparable a la de épocas anteriores.
Con Instagram se articulan la estética, el comercio y el carácter social y personal de una
fotografía en un mismo espacio, por ende, estudiar la fotografía de estos formatos por agencias
separadas como en el pasado es un despropósito.
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La categoría más apropiada para estudiar Instagram sería la del “uso” (Champion, 2012, pág. 84).
Para ella, la fotografía de Instagram da forma a la manera en la cual los usuarios registran y
archivan su cotidianeidad y lo que consideran digno de fotografiarse. A diferencia de la fotografía
análoga, la fotografía de Instagram no tiene como objeto facilitar el recuerdo del ritual, puesto
que se ha trasladado este motivo fotográfico de la familia reunida en un evento memorable, es lo
cotidiano, autorepresentar el cuerpo (Champion, 2012, pág. 84). Como resultado se obtiene una
reconfiguración de la actividad del usuario frente a la fotografía. Ahora el usuario además de
ritualizar los encuentros con sus familiares y las actividades para formar lazos sociales, ritualiza
todas las actividades que le son relevantes en la vida diaria, a través de la publicación de ellos en
la red social (Champion, 2012, pág. 85). Nadie comparte en Instagram algo que no le parezca de
valor fotográfico.
Otra característica de la fotografía de Instagram según Champion es el modo predeterminado del
lazo social que se produce en el acto de “compartir”, el cual es operativo intrínseco a la red
social. Compartir, pero no en una sola dirección, el alcance que una fotografía de Instagram
pueda tener en su circulación es siempre indeterminado. Es el acto de compartir por medio de una
fotografía tomada y no el compartir tomando una fotografía (Champion, 2012, pág. 86). Ya no
dice una fotografía “yo estuve aquí” en un lugar cualquiera, sino “yo estoy aquí realizando mi
ritual dominical de tomar café y leer el diario”.
Por otro lado, otra investigación titulada Instagram unfiltered: exploring associations of body
image satisfaction, Instagram #selfie posting, and negative romantic relationship outcomes,
analiza las imágenes del cuerpo en Instagram enfocada en descubrir los factores psicológicos que
están asociados al uso de Instagram en términos de representación del cuerpo y su relación con
los fallos en las relaciones de pareja o matrimonios en la vida real. La imagen corporal es
22
considerada psicológicamente la concepción mental de la forma de nuestro físico, construida
socialmente en relación con otros cuerpos y los parámetros de belleza vigentes en el cuerpo social
(Ridgway & Clayton, 2016, pág. 3).
La representación mental del cuerpo en la era de las redes sociales y las facilidades de
representación de uno mismo a partir de la selfie, han favorecido la proyección de esta
representación mental del propio cuerpo en fotografías que expresan el cuerpo de aquellas
personas que poseen una imagen corporal satisfactoria. Es decir que se autopromocionan dichas
concepciones mentales expresadas en comportamientos online como las selfies o los videos de
entrenamiento en Instagram.
El estudio mencionado se dedica exclusivamente a mirar los efectos de dichas imágenes
corporales en discusiones de pareja, o terminaciones de estas, en el contexto de dichas imágenes
publicadas en Instagram, como registro de la infidelidad y los celos como mayores indicadores de
ruptura (Ridgway & Clayton, 2016, pág. 6). Dichas situaciones son dadas en términos de los
comentarios y likes que las fotos de la persona con una imagen corporal satisfactoria puedan
tener en la red social, el impacto de dichos fenómenos no es pequeño si se piensa que tal
comportamiento es masivo y posiblemente sea un diario vivir de personas alrededor del mundo.
En efecto, la imagen registrada en Instagram parece tener una realidad tan tangible que puede
llegar a afectar profundamente las relaciones cercanas de los usuarios de esta.
El fenómeno de representación del cuerpo a través de la selfie en Instagram se presenta en el
contexto de la búsqueda de la fama y la autoafirmación de la imagen que el usuario de la red
social posee de sí mismo y busca ser reafirmado en dicho espacio. Muchas veces relacionados
con expectativas de fama, recientes cambios corporales, como operaciones, o una forma de vida
fitness que puede ser reciente o continuada (Ridgway & Clayton, 2016).
23
En contraste con los motivos sugeridos en Pictures speaks louder than words, como la búsqueda
de compañía y la búsqueda sentirse acompañado, el deseo de interacción social y reconocimiento
público de una imagen corporal satisfactoria en hombres y mujeres usuarios de Instagram sugiere
que la evasión de la realidad que permite la red puede llegar a un nivel de autoafirmación que se
prefieren abandonar las relaciones de alta calidad personales, lo que prioriza las relaciones que se
establecen de manera digital, es decir que se fortalece el narcisismo y la búsqueda de
reconocimiento público en la red social.
1.4 Instagram como dispositivo de captura de la ciudad y sus formas de vida.
Las redes sociales progresivamente se han configurado como productoras de significados
legitimadas por los usuarios y la opinión pública, lo que ha generado nuevas posibilidades de ser
y hacer en la ciudad. Las transformaciones que han vivido las ciudades durante los últimos años
gracias a la introducción de nuevas y renovadas tecnologías tienen como consecuencia la
adquisición de nuevos estilos de vida en sus habitantes.
Dice Garcia-Canclini que “la explosión urbana cuestionó el orden social segmentado y
excluyente que heredamos del siglo XIX porque visibilizó las diferencias culturales, hizo
evidentes las desigualdades sociales y, con el avance del siglo XX, también mostró la necesidad
de vincular a los que no estaban integrados al orden económico y social” (García Canclini 2004,
p. 45 -82). En efecto, las características de la ciudad actual permiten reconocer las diferencias y
contradicciones que conforman esta forma de habitación en la que se desarrollan variadas formas
de vida que se interrelacionan y se mantienen unidas por medio de las relaciones productivas.
Oscar Iván Salazar plantea desde la antropología una mirada a la movilidad, los flujos humanos y
no-humanos, y los lugares en la ciudad. Al hacer referencia a las movilidades en el espacio
24
público, Salazar permite introducirnos al tema desde experiencias cotidianas que dividirá en
superficiales y profundas: las primeras son aquellas que exigen más velocidad y refieren a las
experiencias de momentos; las segundas, son las relaciones que están atravesadas por otras
dinámicas de tiempo y espacio, como por ejemplo los encuentros que reclaman contacto físico e
inversión de tiempo con los otros y la ciudad.
En esta dicotomía es importante tener en cuenta que ninguna de las dos experiencias es mejor que
la otra, solo hay complementariedad, ya que las exigencias actuales de una ciudad, en este caso
Bogotá, demandan velocidad en las vías y en los encuentros que se dan en el transitar, pero
también espacios para la reunión, la familia, las relaciones de más profundidad.
Para que lo anterior se de en el espacio de la ciudad el uso de internet y de teléfonos móviles ha
sido una herramienta fundamental, ya que permiten crear experiencia de comunidad a distancia a
través de narraciones que ya no pertenecen exclusivamente a relatos literarios extensos como la
novela que cuenta la vida cotidiana urbana. A través de tweets, una imagen o un mensaje de voz
se cuenta la experiencia ciudadana cotidiana. Dice Salazar que “hacemos parte de una
coproducción de la ciudad, a través de las movilidades y junto con sistemas de objetos y acciones
que constantemente ponen a prueba nuestro deseo de imponer un orden urbano particular”
(Salazar Arenas, 2013, pág. 35).
En esta coproducción de la ciudad se encuentran, además, redes sociales como Twitter,
Whatsapp, Facebook, Instagram, entre otras, que en su conjunto permiten una actividad por parte
de los usuarios de tipo participativo en la que se articulan elemento como el consumo, la
producción y la interacción en red. Esta es una mirada básica del significado que tiene la
producción y el consumo de contenidos en redes sociales.
25
Estudiar la ciudad desde la comunicación siempre será el lugar para contar la historia más allá de
la arquitectura y la ingeniería; es la oportunidad para construir relatos desde los sentidos. La
fotografía como dispositivo de captura de los puntos de vista ciudadanos puede ser estudiada en
términos de la movilidades y representaciones de la experiencia urbana de la ciudad de Bogotá.
Algunos estudios sobre la relación de Instagram y la ciudad serán reseñados a continuación
demarcando las investigaciones más relevantes para el estado del arte de la presente
investigación.
El artículo investigativo How to study the city on Instagram se enfoca en el trabajo de set de
datos de la red social en dos ciudades europeas: Copenhague y Ámsterdam. Para esta
investigación se rastrearon en las fuentes fotográficas datos sobre: segregación, la formación de
subculturas, estrategias de distinción y estatus jerárquicos dentro de las mismas con el propósito
de identificar diferentes metodologías para explorar y visualizar patrones socioespaciales y
divisiones sociales dentro del espacio de la ciudad (Boy & Uitermark, 2016, pág. 1). Se tomaron
como referencia los estudios sobre barrios y localidades realizadas en la red social Twitter, así
como etnografías realizadas en diferentes ciudades utilizando las redes sociales como formas de
estudio y compilación de datos (Boy & Uitermark, 2016, pág. 2).
Las estrategias indicadas por los investigadores fueron: identificar los grupos de interés usando
análisis de las redes sociales (Boy & Uitermark, 2016, pág. 4); mapear interacciones y divisiones
sociales (Boy & Uitermark, 2016, pág. 5); identificar lugares cosmopolitas y parroquiales (Boy &
Uitermark, 2016, pág. 10). A partir de la cuantificación de metadatos aportados por la red social
se realizaron inferencias sobre la forma como se conforman los grupos o las interacciones entre
los ciudadanos y los lugares mayormente representados de cada ciudad. La información
recolectada fue de muy buena calidad debido a que la forma en que los usuarios de Instagram
26
clasifican la información arroja datos muy precisos sobre el modo de evaluar las características
mencionadas sobre la ciudad.
El proyecto de Ley Manovich selfiecity.net es quizá uno de los más amplios y generales proyecto
sobre la ciudad e Instagram. El artículo de Indaco y Manovich The image a data city: studying
the hyperlocal with social media sustenta que buena parte de la identidad de una ciudad está
compuesta por los contenidos compartidos a través de las redes sociales. El objeto de la
investigación era encontrar las relaciones hiperlocales de las ciudades contemporáneas a partirde
las imágenes producidas en Instagram en trece megaciudades. Este estudio facilitó a las marcas
geográficas que, tanto turistas como residentes de las ciudades reconocen, demarcaran en un
mapa los lugares de mayor representatividad y de menor representatividad en una ciudad
específica. El resultado de la investigación en la ciudad de Nueva York señala algunos lugares de
una alta concentración de fotografías, sobre todo aquellos lugares considerados turísticos. Sin
embargo, muchos otros espacios de la ciudad son escasa o nulamente representados por medio de
redes sociales.
1.5 El caso colombiano: la dialéctica de la producción de una narrativa
En recientes investigaciones se afirma que el fenómeno de la “producción digital de ciudad” lleva
poco más de dos décadas en Colombia, pero que su reformulación es constante y en avance.
Según el estudio de telecomunicaciones del Banco Mundial Internet comienza su crecimiento en
1994 con una relación de 0,1 por cada 100 habitantes; más tarde, en el año 2004, registra un
aumento a 9,1, mientras que para el año 2014 se tiene una relación de 52,5 (Banco Mundial,
2014).
27
Según el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Colombia es
uno de los países con más usuarios en redes sociales digitales en la región. En una de sus
publicaciones ubican a Colombia en el número 14 de los países con cuentas inscritas en Facebook
con más de 15 millones de usuarios, mientras Bogotá figura con una cifra aproximada a los 6.5
millones de usuarios (MinTic, 2013). El estudio muestra que en las zonas urbanas un 80% de la
población hace uso de Internet y seis de cada diez personas usan redes sociales.
Como resultado de la investigación de siete estudios de caso en Colombia, titulada “Revisión de
la producción de imaginarios en las narrativas digitales del microblogging”, desarrollada por
Santiago Valles Kurmen, Magister en Comunicación y Medios de la Universidad Nacional de
Colombia, se concluyó que: “la inclusión de Internet a la sociedad colombiana contemporánea ha
permitido que la creación de sentido común, en particular los imaginarios sociales, se construyan
y se transformen con mayor velocidad. Ya que los desarrollos tecnológicos permitieron que se
aumentara el flujo y la velocidad de transmisión de información, mientras el incremento de los
usuarios en la red ampliaron el número de interacciones establecidas en la sociedad” (2016).
El modo específico en que la introducción a esta prolífica manera de fabricar imaginarios
interviene en la realidad de los habitantes de la Ciudad de Bogotá, es descrita en detalle en dicha
investigación, rastreo que ponen de manifiesto el modo en que
“En el espacio virtual de la Internet se desdibuja el territorio físico, no obstante persiste
la noción de habitabilidad de un “espacio”; es así que los usuarios habitan, visitan y se
mueven dentro de la red. Esta ampliación significativa de las acciones que dependen de
un lugar físico, construyen una nueva representación de la realidad acortando la
separación entre mundo físico y virtual; por consiguiente se entiende que ambas
construcciones de realidades se integran en vez de separarse. La noción de realidad
28
derivada de las construcciones imaginarias en el nuevo escenario producen también una
doble relación con el mundo físico y el virtual.” (Valles, 2016, 93)
Este planteamiento nos remite a un tema fundamental para esta investigación. En un destacado
análisis del año 2014, titulado “Instagram más allá de lo evidente sus aportes al proceso creativo
publicitario a través de la recolección y condensación de tendencias”, se plantea un interesante
cuestionamiento con respecto a la construcción de los imaginarios:
“Al pensar en el tema de las tendencias, también surge una de esas preguntas a modo de
círculo vicioso como la del huevo o la gallina. Pero en este caso, respecto a si las
tendencias se crean o se leen. Es decir, ¿son éstas dictadas por alguien y es a partir de
entonces que comienzan a ser adoptadas por la sociedad? O por el contrario, ¿es a medida
que ciertos comportamientos, gustos y actitudes empiezan a hacerse visibles en un
colectivo que alguien los lee para mostrarlos como la tendencia del momento? ¿Qué
sucede primero? ¿de dónde parten las tendencias? ¿Del capricho de alguien o de la lectura
de una conducta?”.
La dialéctica de este proceso de generación de una narrativa es la preocupación transversal de la
mencionada investigación. En la tesis doctoral del profesor Alexis Castellanos Escobar: “Las
Imágenes Y Narrativas De La Infancia Colombiana En Los Sitios Web Del Estado. La
Emergencia De Una Ciudadanía” se intenta dar una respuesta a dicha paradoja entre lo que en la
dialéctica hegeliana de la identidad se presenta como “el fundamento” y “lo fundamentado”: “La
confección de las identidades, a pesar de su dinamismo y movilidad, responde a una construcción
generada socialmente, a partir de la integración del autorreconocimiento y del a contemplación de
la alteridad. Dicha elaboración de la identidad, ya sea personal, individual o colectiva, es fruto de
las relaciones sociales y de un cúmulo de variables internas y externas.” (2014).
29
1.6 Conclusión
En concordancia con la narrativa lógica de esta presentación del estado del arte, es en el marco de
esta tensión irreductible en la que emerge las narraciones como (parafraseando a Heidegger)
“poetas o como poemas”, como fundamento de un discurso de sentido o como inscrito en un
discurso preexistente.
Según la concepción de Jameson, fue en los debates sobre arquitectura que se gestó la
posmodernidad, dado que del modo más decisivo, en esta materia hubo una “recusación
implacable” al modernismo arquitectónico: primero, el modernismo destituye el tejido urbano
tradicional y su antigua cultura vecinal; segundo, el postmodernismo redefine los términos
mediante una suerte de “populismo estético”. Este mismo razonamiento se aplica a las
transformaciones de la información y la comunicación con el avance tecnológico.
La cuestión es que la ocurrencia de intentar separar lo “digital” de la “realidad”, en las
condiciones actuales, implica perder de vista la tensión misma que estructura “la realidad”.
Jameson lo pone en estos términos: “La ideología del mercado es en cierto modo generada por la
cosa en sí, como su imagen derivada objetivamente necesaria… ¿Es el discurso del mercado sólo
una retórica? Lo es y no lo es…” (2006; 220).
La siguiente parte de este documento, se ocupará del esclarecimiento conceptual y el análisis
teórico de los debates apenas mencionados en el concluido estado del arte, se espera con esto
plantear las bases analíticas para construir la metodología de observación y reflexión del caso
específico el cual nos convoca.
30
Capítulo 2: Marco Teórico
Las dos grandes áreas temáticas que constituyen la problemática de esta investigación son: las
narrativas de ciudad y los dispositivos tecnológicos digitales que median en este proceso,
específicamente la aplicación Instagram. Por esta razón, como primera medida, se presentará una
inicial aproximación a la problemática del sujeto y su lugar en la red socio-simbólica que
experimenta como realidad, expresada a través de la dialéctica de la imagen y la mirada.
Para comprender este proceso de construcción narrativa seguidamente se realiza un breve análisis
sobre la situación actual de la ciudad y el modo en que esto afecta a las narrativas y a los procesos
comunicacionales mediante un análisis general a las tesis de los principales exponentes del
problema de producción narrativa de la ciudad.
En una tercera parte, a partir del uso de la “teoría del encuadre” (framing) se articulará la
discusión anterior procurando sentar las bases metodológicas para el análisis específico de las
narrativas de ciudad que se posicionan en la aplicación Instagram. Con esto, se dará paso a una
reflexión esquemática donde se problematiza la cuestión de la digitalización de la vida a través
del ciberespacio mediante el uso de las nuevas tecnologías de la información, la comunicación y
el modo en que transforman la experiencia cotidiana de los usuarios.
Finalmente, se presenta Instagram en su desarrollo orgánico como red social que emerge de la
articulación de diversas estrategias incluidas en otras redes sociales. En el marco de esta
especificidad que lo caracteriza, se analiza su papel como mediación concreta de la producción y
reproducción de narrativas de la ciudad de Bogotá mediante la identificación de sus
características distintivas: su realización en tiempo real, su carácter testimonial, la presentación
de unas narrativas del yo y el modo en que cada usuario lo experimenta.
31
Habitamos un mundo que no es el mismo que vivieron las generaciones inmediatamente
anteriores. La técnica ha permeado de manera densa y problemática cada uno de los ámbitos de la
vida y reclama ser pensada no como mero instrumento, ni como pura externalidad. La presencia
de la tecnología en la cotidianidad y en el modo de ser-en–el-mundo, pone sobre la mesa la
necesidad de una problematización que es necesario abordar desde la complejidad de un nuevo
fenómeno. La cultura y las nociones de subjetividad entran en crisis al sufrir fuertes mutaciones
en la misma medida en que el repertorio moderno de certezas se emborrona. Nociones como la de
“narrativas” devienen en problemáticas desde su poder performativo que, a la vez, evidencia un
detrimento de la dimensión propia del lenguaje.
Es así como nos hallamos ante un sujeto (re)configurado, cuya relación con el mundo y con los
otros está decantada por la presencia de nuevos modos (tecnológicos) de ser, que engranados en
la dimensión compleja de lo comunicativo tienen ahora un estatus estructurante y determinante de
la experiencia misma de los sujetos.
2.1 La imagen y la mirada en la constitución narrativa
Al comienzo de su texto “Cuando las imágenes tocan lo real”, Georges Didi-Huberman afirma
que “Al igual que no hay forma sin formación, no hay imagen sin imaginación” (2007: 1), esto
quiere decir que a toda imagen la precede una estructura imaginativa que la posiciona en un lugar
con relación a los demás elementos.
Del mismo modo Ernesto Laclau, hace una clara precisión al respecto: “todo objeto se constituye
como objeto de discurso, en la medida en que ningún objeto se da al margen de toda superficie
discursiva de emergencia” (Laclau, 1987: 175). En este sentido, las narrativas producidas por los
32
usuarios de las redes sociales se articulan a una lógica discursiva que las dota de sentido y les
imprime su función.
La cuestión más relevante de esta dinámica tiene que ver con una tensión que Buck-Morss
denomina: “dialéctica de la mirada” (1989), o como la llama Didi-Huberman “la ineluctable
escisión del ver” (1997: 16). Este tortuoso cambio de lugares entre lo subjetivo y lo objetivo
establece que la mirada está del lado del objeto y no del sujeto como la intuición común lo
asumiría. Representa el punto ciego en el campo de lo visible desde el cual la imagen misma
fotografía al espectador: “lo que vemos no vale –no vive- ante nuestros ojos más que por lo que
nos mira” (Huberman, 1997: 16).
Joan Copjec afirma que la mirada es la “condición de posibilidad” de su contraparte-órgano: el
ojo (2006). Es decir, nuestro ver algo en el mundo se debe a que ese lugar que ocupamos en él y
que elude nuestro ojo nos “devuelve la mirada”. En esa medida, la mirada no es ni subjetiva ni
objetiva, encarna el cortocircuito entre las dos dimensiones: funciona como aquella imposibilidad
objetiva que sustenta nuestra subjetividad.
El privilegio de la mirada por sobre las impresiones singulares fue el punto de partida que se
asumió como propuesta analítica. En relación con este análisis de la mirada, la cuestión
destacable, sin embargo, tiene que ver con la asimetría constitutiva entre los dos planos de
observación, resumida en la clásica dialéctica entre la dimensión subjetiva versus la objetiva: la
percepción-conciencia-actividad subjetiva versus las prácticas discursivas que estructuran el
terreno que sirve como punto de referencia al sujeto para su acción.
33
En otras palabras, es que la considerada “objetividad” se basa en un gesto excedente subjetivo
que anuda la dispersión para darle un mínimo de coherencia a lo que llamamos “realidad”. En
términos de Laclau:
“El discurso se constituye como intento por dominar el campo de la discursividad, por
detener el flujo de las diferencias, por constituir un centro. Los puntos discursivos
privilegiados de esta fijación parcial los denominaremos puntos nodales. (Lacan ha
insistido en las fijaciones parciales a través de su concepto de points de capito, es decir, de
ciertos significantes privilegiados que fijan el sentido de la cadena significante. Esta
limitación de la productividad de la cadena significante es la que establece posiciones que
hacen la predicación posible […])” (Laclau: 1987, 101).
Sin este exceso subjetivo en la “realidad objetiva”, la objetividad misma de este orden se
desintegraría. Sin embargo, la contra parte objetiva que sustenta la percepción subjetiva del
observador no es propiamente un objeto concreto incluido en esta realidad objetiva, sino la propia
imposibilidad de la realidad por totalizarse : “vemos algo solo en la medida en que X elude
nuestro ojo y “devuelve la mirada” (Copjec 2006: 28). De modo que esta X representa el punto
ciego en el campo de lo visible desde el cual la imagen misma sitúa la experiencia observable del
espectador.
La asimetría radica, entonces, en la relación entre estas dos implicaciones: en el primer modo,
toda percepción singular está mediada por un orden que le da coherencia; no es que no haya una
distinción entre la multitud de impresiones subjetivas y –lo experimentado como- la realidad,
sino que esta distinción misma deriva de un acto subjetivo constitutivo, significante maestro lo
llama Laclau. En tanto que lo que posibilita la multiplicidad de experiencias observables indica
34
un antagonismo constitutivo en la “realidad objetiva”. Esta última consideración es la que
fundamenta la tesis de Didi-Huberman en cuanto que las “imágenes tocan lo Real” (2007).
En este sentigo, el problema no se da realmente en la elección entre el perspectivismo subjetivista
y el objetivismo positivista, tampoco entre la ilusión y la realidad. Por supuesto que el orden
socio-simbólico es una máquina de ficciones, pero son ficciones que desde siempre estructuran
nuestra realidad. Si se le quita a nuestra realidad las ficciones simbólicas que la regulan, se pierde
la realidad en sí misma. La propuesta de pensadores como Slavoj Zizek consiste entonces en “no
ver la realidad que hay ‘detrás’ de la ilusión, sino la realidad que hay ‘EN’ la misma ilusión”.
La ideología sería esa ficción necesaria que estructura nuestra realidad, una ficción sumamente
“real”. Por esta razón, la decisión de rastrear la superficialidad de estas narrativas visuales como
imaginarios ideológicos no debe subestimarse, establece aquello que estructura la realidad de los
ciudadanos y sus imaginarios colectivos estructurantes: “La literatura nos mostró que la fantasía y
la realidad se conjugan en la ciudad creando una única imagen y que la realidad sin la fantasía no
existe. La ciudad de la utopía es la ciudad del pensa-miento, de la razón, de la expectativa
colectiva por un mundo mejor; la sociedad que pierde sus utopías irremediablemente perderá sus
ciudades” (Pérgolis 1999).
Lo que no se puede pasar por alto es que la experiencia empírica está mediada por su
complemento abstracto estructuralmente necesario, que fluye y se hace uno con la experiencia
“espontánea” (vecú), y cuyo poder sólo puede ser franqueado por un esfuerzo de reflexión
teórica. O para decirlo en términos de Fredric Jameson:
“Lo mismo ocurre con el intento de separar ideología y realidad: la ideología del mercado
no es, lamentablemente, un lujo o adorno suplementario, ideacional o representativo, que
35
pueda ser extraído del problema económico y enviado luego a la morgue cultural o
superestructural para que los especialistas lo decepcionen. La ideología del mercado es en
cierto modo generada por la cosa en sí, como su imagen derivada objetivamente
necesaria; en cierto modo ambas dimensiones deben registrarse juntas, tanto en su
identidad como en su diferencia.” (Jameson 2006).
Así pues, la verdad no es una cuestión que aguarda detrás de los velos ideológicos por ser
descubierta, está inherentemente ligada a estas fabricaciones pero en tanto su imposibilidad
constitutiva Walter Benjamin escribía: “la verdad […] no aparece en el desvelo, sino más bien en
un proceso que podríamos designar analógicamente como el incendio del velo […], un incendio
de la obra, donde la forma alcanza su mayor grado de luz (eine Verbrennung des Werkes, in
welcher seine Form zum Höhepunkt ihrer Leuchtkraft kommt)” (2007: 1).
Esta paradoja irresoluble entre la mirada y la imagen constituye la estructura topológica de la
presente investigación; a saber, un cortocircuito estructural que abre el camino para la
subjetivación política del usuario y la posibilidad de afectar lo que constituye las narrativas de su
ciudad.
En el marco de las sobredeterminaciones que producen al sujeto-usuario, ajustado a imágenes
ideológicas que tiene como propósito contener una contradicción inherente a la misma mirada
que produce las narrativas de ciudad, es el ejercicio de confrontar estos imaginarios hegemónicos
exponiendo sus contradicciones como una negatividad radical la herramienta por medio de la se
procura romper con estas abstracciones inconsistentes, ya que son en sí mismas “imágenes” que
arden y destrozan desde adentro la mirada que las localiza sin éxito.
36
2.2 Las narrativas y su función estructural
En la tercera parte del ensayo investigativo de Luz Mary Giraldo, Ciudades Escritas Literatura y
Ciudad en la Narrativa Colombiana, titulada: "Ciudades contemporáneas. El presente, el pasado,
el futuro", la autora se ubica en una perspectiva cercana a una “ontología y a una fenomenología
de la ciudad para percibir su emergencia catastrófica en los tiempos contemporáneos” (Figueroa
2001).
Lo destacable de este análisis de cara a esta investigación es justamente la latente intuición de la
autora sobre el modo en que se perfilan la representación de los nuevos espacios urbanos:
“ciudades fragmentarias o dispersas, confluyen diversidad de memorias culturales y se
confrontan experiencias de todo tipo. Surgen así sociedades anómalas, en muchos casos
masificadas, escindidas o inestables. Se explica entonces que los imaginarios narrativos
recreen o funden ciudades correspondientes a tiempos reales o ficticios, con referencia a
pasados inmediatos o mediatos, a presentes que a su vez se transforman en pretérito y a
futuros generados desde las incertidumbres del hoy.” (Figueroa 2001)
En este sentido, lo que denomino “narrativas de ciudad” constituyen un intento abocado al
fracaso del proceso discursivo en el que se inscriben las imágenes, el cual, busca dominar
(inútilmente) lo inaprensible de la experiencia de la ciudad en sí: “Benjamin llama a esto un
analfabetismo de la imagen: si lo que está mirando sólo le hace pensar en clichés lingüísticos,
entonces está ante un cliché visual, y no ante una experiencia fotográfica” (Huberman, 2007: 9).
Sin embargo, la estructura es más paradójica de lo que parece: ¿Son estas descripciones de la
ciudad auténticas representaciones, o clichés popularizados como estereotipos culturales que
tiene en el fondo un claro propósito de distinción de estatus social?
37
La cuestión es indecidible, por lo cual la única respuesta posible es: ambos al mismo tiempo. En
lo ideológico que lo complementa, debe aseverarse que no hay una garantía “esencial” detrás de
los clichés sobre los modos de ciudad: la situación es irreductiblemente antagónica y abre el
terreno de una lucha ideológica y política irresoluble.
Ángel Rama compara la "ciudad real que sólo existe en la historia" con la llamada "ciudad letrada
[que] quiere ser fija e intemporal como los signos." El libro traza la historia de la oposición entre
estas dos ciudades desde la época colonial hasta el siglo XX. En palabras de la crítica Adela
Pineda Franco, "Rama resalta la función ordenadora y homogeneizante de la escritura en el
proceso de formación social y político de Latinoamérica al plantear el papel del intelectual como
funcionario y servidor del poder central (burocrático)."
El problema es que esta respuesta puede ser nuevamente desacreditada como cliché de una
narrativa limitada que no toma en consideración la función estructurante de las prácticas del
poder oficial en la consolidación de las narrativas “otras”. Así como la gente no trata una
fotografía como obra de arte porque sea en sí mismo una obra de arte, sino porque la gente lo
considera como tal, una fotografía de la ciudad no posee ningún rasgo “esencial”, persiste en su
verdadera tensión irreductible entre estos dos niveles.
Por esta razón, la postura analítica de esta investigación se centra en las imágenes y su tensión
antagónica antes que en la multiplicidad espuria de posibles narraciones sobre las experiencias de
la ciudad de Bogotá. La falsedad de la multiplicidad de experiencias particulares, siguiendo a
Ernesto Laclau, reside en el hecho de que seguir por este camino es una forma más de totalizar el
campo social, de obliterar el antagonismo constitutivo que la atraviesa: “La sociedad no llega a
ser totalmente sociedad porque todo en ella está penetrado por sus límites que le impiden
constituirse como realidad objetiva.” (Laclau y Mouffe, 1987: 217).
38
Así como el arte sabe permanecer a una distancia crítica del mudo de la vida sin apartarse de él,
la comprensión del modo en que operan las redes sociales en el establecimiento de las narrativas
de ciudad sólo es posible si se toma como punto de referencia la mirada que sitúa tanto a las
narraciones, como a los dispositivos tecnológicos, en una fotografía en forma y contenido.
Lo que está en disputa es, finalmente, el estatus universal de las narrativas de ciudad. Sin
embargo, la universalidad de las narrativas de ciudad no es un continente neutro de múltiples
narrativas particulares, su medida común, el pasivo telón de fondo en que cada una libra sus
batallas por establecerse como el modelo hegemónico, sino la batalla misma. La brecha entre la
universalidad abstracta (las narrativas que se posicionan como aglutinantes de la identidad de
ciudad…), y las situaciones concretas que constantemente la subvierten, en tanto no encajan en
este marco universal, es la verdadera universalidad.
Comprender lo que son las narrativas de ciudad pasa por un proceso de “desclasificación y de
desidentificación” (Ranciere, 2006: 21):
“la legibilidad de las imágenes ya no está dada de antemano puesto que está privada de
sus clichés, de sus costumbres: primero supondrá suspense, la mudez provisoria ante un
objeto visual que le deja desconcertado, desposeído de su capacidad para darle sentido,
incluso para describirlo; luego, impondrá la construcción de ese silencio en un trabajo del
lenguaje capaz de operar una crítica de sus propios clichés” (Huberman, 2007: 9).
2.3 La ciudad imaginada, practicar espacios y hacer real lo imaginado
El concepto de ciudades imaginadas desarrollado por Armando Silva parte de múltiples
aproximaciones, según la propuesta de Silva, el imaginario es una construcción social que se
manifiesta de dos distintas maneras en las ciudades: el espacio percibido y el espacio tangible. En
39
cualquiera de los dos, los habitantes se remiten a su experiencia, y partir de esta, se impone en un
proceso dinámico y constante lo imaginado sobre lo real. Así, la ciudad se construye en un
entramado de relaciones que llamamos “lo urbano”, más allá de la puesta arquitectónica en el
espacio consiste en una dimensión cultural: los imaginarios construyen realidades que se hacen
públicas en el espacio urbano.
La ciudad, entonces, no está configurada tan solo como el escenario contenedor de objetos, sino
que además de ello, la ciudad se encuentra también en: el arte, en la fotografía, en las imágenes,
en la tecnología. En su ensayo, “Imaginarios Urbanos”, Silva señala que “la ciudad aparece
como una densa red simbólica en permanente construcción y expansión. La ciudad, cada ciudad,
se parece a sus creadores, y éstos son hechos por la ciudad” (Silva, 2006, pág. 23), por ende, no
está marcada únicamente por aquello que crece naturalmente o es construido, sino también por
las redes de intercomunicación y por la misma interacción social de sus habitantes, por las formas
en las cuales se relacionan con su contexto:
“ver, oler, oír, pasear, detenerse, recordar, representar, son atributos que deben ser
estudiados en cada ciudad, comparando una con otra o cada una dentro de sus
fragmentaciones territoriales o sus impulsos hacia la desterritorialización internacional,
que no significa algo distinto que instaurar otro cuerpo simbólico que impregna al
primero. Las estrategias de representación son distintas en las culturas, como lo serán en
las distintas comunidades urbanas.” (Silva, 2006, pág. 24).
Silva reconoce que los lugares peculiares en los cuales los habitantes de las ciudades se reúnen,
los más transitados o reconocidos, donde se da la vida social urbana, no se limitan únicamente a
los centros históricos, o los comercios de artesanías, sino a lugares en el que el consumo tanto
material como simbólico es el referente de movilización social. El consumo se traslada a la
40
multiplicidad de escenarios de experiencias cotidianas, como el centro comercial, lo que
constituye una mirada renovada sobre la visión de lo urbano e histórico en la ciudad como un
suceso evidente.
Silva, no desconoce las discusiones que centran la atención en la disparidad de los códigos
comunes que se resisten a ser incluidos en un metarrelato de la ciudad. Las múltiples formas en
las que se puede experimentar la ciudad tienen que ver con las experiencias individuales mismas
o con la creación de un solo código común, pero también con lo que se cuenta, lo que se ve, las
metáforas de esta construidas construyen socialmente, mediante cuyos procesos también pueden
convertirse en hegemónicas adecuándose a los objetivos e intereses en disputa por grupos de
interés.
Esta dimensión simbólica es la que en su trabajo “Consumidores y Ciudadanos” desarrolla
Néstor García-Canclini, quien se centra en el estudio de los bienes simbólicos en las ciudades. En
una primera parte, toma como referencia el caso particular de México y define el consumo como
“el conjunto de procesos socioculturales en el que se realiza la apropiación y el uso de los
productos” (García Canclini, 1995, págs. 42 - 43). Un proceso que lejos de ser irreflexivo y
caótico se consolida a través de una interacción racional y política, que no parte del capricho o
del simple gusto, “sino que participa en un escenario de disputas por aquello que la sociedad
produce y por las maneras de usarlo” (García Canclini, 1995, pág. 44).
Su investigación se concibe desde un enfoque antropológico puesto que, como se menciona en su
texto, en contraste con algunos métodos cuantitativos que hablan de la ciudad, los cualitativos
permiten que la ciudad hable. Por su parte, Jesús Martín-Barbero introduce un elemento más
dentro de este proceso de constitución de la ciudad. En su obra “De los medios a las
mediaciones”, la ciudad y lo que se consume de ella, no se ubica únicamente en la mirada
41
vertical de quienes producen y quienes consumen, sino que en esta dinámica media la familia, el
barrio, el lugar de trabajo, entre otros espacios donde se suscita la relación dialéctica entre los
procesos de comunicación y la recepción de bienes simbólicos (Martin-Barbero, 1991: 213-219).
“Por esto en lugar de hacer partir la investigación del análisis de las lógicas de la
producción y la recepción, para buscar después sus relaciones de imbricación o
enfrentamiento, proponemos partir de las mediaciones, esto es, de los lugares de los que
provienen las constricciones que delimitan y configuran la materialidad social y la
expresividad cultural de la televisión. A modo de hipótesis, que recoge y da forma a una
serie de búsquedas convergentes, aunque muchas de ellas no tengan por "objeto" la
televisión, se proponen tres lugares de mediación: la cotidianidad familiar, la
temporalidad social y la competencia cultural.” (1991: 185).
Esta noción de mediación es una categoría transversal para el análisis. Aunque Martín-barbero se
refiere en este caso a la “televisión”, más adelante, con Scolari, se reformulará el término para
comprender los nuevos fenómenos del ciberespacio (hipermediaciones). Las redes sociales serán
comprendidas, entonces, como mediaciones en el establecimiento de las narrativas de ciudad.
Otros relatos quedan únicamente para el consumo de pequeños grupos y como microexperiencias,
debido a que abren un nuevo campo de estudio que da validez a “las pequeñas historias de la
ciudad y también las grandes” (García Canclini, 1995, pág. 73). Son esas pequeñas historias a las
que refiere Martín-Barbero en su texto Prácticas de comunicación en la cultura popular, las
cuales hacen parte de una “comunicación otra”, es decir prácticas populares que no circulan en
los massmedia, sino que están en los lugares de encuentro, las plazas, los mercados y cementerios
de la ciudad de Bogotá.
42
Esta escisión que señala Martin-Barbero entre lo popular y lo otro se fundamenta en una “lucha
que remite al conflicto de clases, pero no se agota en él ya que remite también, y desde más lejos,
a la conflictiva convivencia en nuestra sociedad de dos economías: la de la abstracción mercantil
y la del intercambio simbólico” (Martín-Barbero, s.f., pág. 2). En esta última, los objetos
adquieren valor y significado en relación con los sujetos en tanto el encuentro en los lugares
mencionados no se limita a la recepción o al consumo, sino a una relación de producción en el
espacio que permite producir un discurso particular a través de las prácticas del “imaginario
mercantil”.
Mediante una topología de dos miradas, el autor diferencia la dinámica de las prácticas
comunicativas: la primera, viene dirigida desde “arriba”; y una segunda, que él define como
“prácticas populares”. Según lo afirma, el poco interés por la comunicación cotidiana, por los
“otros” discursos, esos que han sido coartados por la mercantilización social, impiden una
análisis riguroso a la formación de la ciudad: “vistas casi siempre como un fenómeno de “mal
gusto” –lo chabacano, lo “vulgar”–, o como un arcaísmo a superar; y la forma más elegante de
superarlas es folklorizarlas. Miradas desde una izquierda que enmascara frecuentemente sus
gustos de clase tras etiquetas políticas, esas mismas prácticas son vistas demasiado a priori como
alienantes y reaccionarias”.
Es por esto por lo que para pensar la ciudad como un “proceso” en constante cambio, se debe
permitir a las diferentes expresiones que expliquen el lugar que ocupan dentro de esta dinámica:
la oralidad, la escritura, o la fotografía. El acercamiento que realiza Luis Botero en el artículo de
investigación Ciudades Imaginadas: identidad y poder, es una exploración de la imagen a través
de la fotografía postal, por medio de la cual la ciudad emerge como un paisaje social, cultural y
político. En la medida en que estas imágenes constituyen el producto de un imaginario colectivo,
43
una imagen de la ciudad se nutre de las imágenes que tienen otros en la forma de creaciones
sociales (Lynch, 2015).
Una ciudad que se evoca desde la metáfora, el sueño, la poesía, es decir, una ciudad idealizada a
partir del lenguaje. No implica que sea una ciudad falsa, sino que ha sido imaginada desde lo
económico y lo cultural y construida en el espacio simbólico que, aunque sitúa diversos
imaginarios permite creer a sus habitantes que se hacen parte de una comunidad de iguales
(Anderson, 1993).
Así cada grupo social produce bienes materiales y simbólicos influyentes en la transformación de
la ciudad y en las prácticas de sus habitantes. En tal caso menciona otros medios de producción
simbólicos, aquellos que no crean nuevos imaginarios, sino que se incorporan a los ya existentes,
como las fotografías postales, las cuales muestran lugares o tradiciones que se convierten en
referentes primordiales de “lo que es” la ciudad (Botero Villegas, 1997).
Entonces la objetivación de la ciudad, consiste en mostrar lo que se reconoce y se produce en
ella, lo emblemático, lo auténtico y representativo, lo que lleva a crear un consenso alrededor del
espacio que evoca lo antiguo y lo moderno e incluso los rostros de sus habitantes en lo cotidiano,
en sus prácticas diarias en el espacio, en las maneras como imaginan bajo la idea de movimiento:
“hay algo importante, y es que no sólo los habitantes construyen simbólicamente su ciudad al
atribuirle, por ejemplo, un color, un olor y hasta un sabor, sino que ella, igualmente, construye a
sus habitantes alterando sus condiciones de existencia” (Botero Villegas, 1997).
44
2.4 La “teoría del encuadre” (framing) en el análisis de las narrativas visuales de la ciudad
de Bogotá
En 1993 Robert Entman propuso hacer del framing un paradigma de la investigación en
comunicación anotando que este había de ser concebido como un “paradigma fracturado” (1993),
en tanto no parece existir un acuerdo sobre lo que es y el modo en que se hace operativo en los
medios. Sus observaciones en relación con las prácticas profesionales de los implicados en los
medios y las teorías del objetivismo informativo, generan un temporal acuerdo con respecto a lo
que los vincula como teoría:
“Los frames y los marcos son estructuras para conocer la realidad, que aciertan al señalar
que la realidad se mira desde distintos lugares, desde distintas ventanas, y que esa realidad
cambia, siguiendo la metáfora de Tuchman, dependiendo de si la ventana por la que se
mira es grande o pequeña, de si su cristal es claro u opaco, etc. La teoría del encuadre
viene a subrayar, finalmente, que para el conocimiento de las cosas no hay un único
camino, sino que se dispone de múltiples vías, perspectivas, y maneras de acceder a la
realidad. De este modo, como respuesta al objetivismo positivista, el encuadre anula la
idea introducida por James Callaghan, quien se refería a los medios como un espejo que
muestra la sociedad” (Sábada, 2001).
Entman señala que cuando el periodista enmarca los hechos, selecciona algunos aspectos de una
realidad percibida y los hace sobresalir en el texto que construye, de tal modo que promueve una
definición particular de ese hecho o problema, una interpretación causal, una evaluación moral y
una posible solución que parten del enfoque del periodista.
45
La diferencia entre las dos teorías, el segundo nivel de la agenda y los marcos noticiosos se
encuentra en la naturaleza de la agenda de atributos. En el segundo nivel de la agenda, los
atributos destacados definen el tema central del mensaje, mientras que en la teoría de los marcos,
los atributos que se destacan pueden aparecer en todas partes de las oraciones y párrafos de la
historia. El encuadre del texto hacia un determinado enfoque se hace de manera más sutil.
En términos operativos es posible decir cuál es el tema central de una información, lo que ha
destacado el periodista como lo más importante de un hecho y que en la noticia correspondería al
lead. Por su parte, el enfoque que el periodista le ha dado al hecho, el frame en el cual lo ha
enmarcado, se evidencia a lo largo de todo el relato, en los diferentes atributos que el periodista
ha destacado en cada uno de los párrafos del texto.
La cuestión más sobresaliente que brinda esta teoría mantiene una simétrica concordancia con la
reconstrucción conceptual en la que hemos avanzado. La información que brindan los medios
opera como toda publicidad: la publicidad es también, simultáneamente, publicidad auto-
confesada de sí misma, de un estilo de vida en el que aparece. Es decir, funciona como una suerte
de metapublicidad, o publicidad reflexiva, la realidad y las noticias están interrelacionados
dialécticamente; vivimos en una “sociedad del espectáculo” (Guy Debord) en la que los medios
estructuran de antemano nuestra percepción de la realidad y hacen la realidad indistinguible de su
imagen “estetizada”.
Esta dimensión reflexiva de la información que se impone como hegemónica, funciona como
aquella materialización de algunas proposiciones o creencias que son inherentemente ideológicas,
pero también, como aquella creencia que se adecua perfectamente, y que es necesaria, para la
reproducción de las relaciones sociales existentes.
46
En relación con la ya descrita tensión dialéctica entre el sujeto y el objeto, dentro de la teoría de
la comunicación, específicamente aquella que se interesa por el papel que juegan los medios de
comunicación en el devenir de dicha tensión, surge una teoría durante las décadas de los setenta y
de los ochenta que tiene como principal objeto de estudio: “Los significados de la realidad
difundidos desde los medios de comunicación y su repercusión en los significados de esa misma
realidad para las audiencias” (Sádaba, 2001).
Este es el tema central que trata Guillermo Orozco en su estudio Medios, audiencias y
mediaciones (1997). El objetivo final de Orozco es establecer los puntos de acción posibles luego
de delimitar los alcances y obstáculos que imponen los medios a las audiencias. Su propósito es
desmitificar tanto a las posturas laudatorias de los medios como sus contra puntos apocalípticos
señalando los puntos de fuga que hacen posible que “los medios estén al servicio de las
audiencias”: “[…] generar un conocimiento, con y desde las propias audiencias, que permita
retroalimentar sus procesos particulares de recepción, apropiación y usos de los medios.
Un conocimiento que sea útil para explicitar con y para las mismas audiencias los distintos
componentes del proceso comunicativo y sus interconexiones y que les posibilite modificar sus
procesos de escucha, lectura y videncias frente a los medios, fortaleciendo sus competencias
comunicativas, organizativas y participativas para trascender su condición de espectadores a
interlocutores de los medios. (Orozco 1997).
2.5 El giro tecnológico: limitaciones y alcances del Ciberespacio
En una entrevista para Spiegel le preguntaron a Heidegger qué sistema político se adecuaba de la
mejor forma a la tecnología moderna a lo que respondió “no estoy convencido de que sea la
democracia”. En la actualidad existen, sin embargo, posturas comprometidas que estarían
47
dispuestas a confrontar dicha tesis. Algunos pensadores sostienen que esta nueva forma de
“administración de lo común”, impulsada por el avance de las tecnologías de la información y la
comunicación, provee potenciales posibilidades de emancipación: “la invención de nuevos
procedimientos de pensamiento y de negociación que pueda hacer surgir verdaderas inteligencias
colectivas se plantea con particular urgencia [...] No se reinventarán los instrumentos de la
comunicación y del pensamiento colectivo sin reinventar la democracia, una democracia
compartida en todos los lugares, activa y molecular.” (Lévy 2004, p.10).
Esta es la tesis que plantea Pierre Lévy en su obra “Inteligencia colectiva”. Tal y como él lo
entiende, las propuestas que pretendieron promover transformaciones colectivas a gran escala
pronto se vieron sobrepasadas por cambios tecnológicos inesperados: procesos centralizados,
automatizados y organizados jerárquicamente devendrían obsoletos frente a las transformaciones
tecnológicas en la información y la comunicación. Solamente hoy, con el auge del “trabajo
inmaterial”, se vuelve “objetivamente posible” una inversión revolucionaria.
Con todo, existen también planteamientos más cautos y reservados. En su trabajo “Multitudes
inteligentes” Howard Rheingold proporciona las coordenadas de un proceso en construcción que
aún no define las dimensiones de su potencial alcance: “como lo indica el propio término, las
‘multitudes inteligentes’ no siempre son benévolas. Los grupos de linchamiento y las masocracias
continúan engendrando atrocidades. La misma convergencia tecnológica que abre nuevos visos
de cooperación también posibilita una economía de vigilancia universal y dota de poder tanto a
sádicos como a los altruistas” (Rheingold, 2002, p.24).
Mediante un rastreo detallado de casos concretos, Rheingold advierte sobre los escenarios en que
se hace cada vez más clara la censura ilimitada y el control omnipresente. Esto debido
principalmente a que “los mundos virtuales, sociales y físicos están empezando a confluir, a
48
entremezclarse, a coordinarse” (Rheingold, 2002, p.24). Sin embargo, para el autor esto no quiere
decir que las proyecciones distópicas deban cooptar el destino de la imaginación, según sostiene
“uno de los principales motivos por los que decidí escribir este libro es la convicción, cada vez
más arraigada, de que nuestro conocimiento acerca del futuro de las multitudes inteligentes, el
modo en que hablamos del futuro, encierra en sí la fuerza necesaria para influir también en ese
futuro, al menos en un pequeño marco de posibilidades” (Rheingold, 2002, p.160).
En casos específicos, como el de la literatura, existen destacados análisis (Vouillamoz 2000) en
los que se intenta comprender las transformaciones que introducen los “modelos tecnológicos
interactivos”, así como la identificación de las posibilidades que ofrece la “hipermedia”. La
enseñanza que se extrae de estas inquietudes tiene que ver más con el modo en que se explican
estos cambios, esto es un esfuerzo por abordar el fenómeno superando las limitaciones
temporales y espaciales del linealismo histórico y la oposición de entidades positivas como
objetos autocontenidos, un procedimiento estándar heredado de la joven modernidad. De este
modo lo plantea Núria Vouillamoz:
“La irrupción de un nuevo estadio no supone por lo tanto una ruptura con el anterior, sino
la presencia de otros fenómenos que vienen a añadirse para proponer modelos culturales
alternativos. Lo que significa que el planteamiento correcto de los hechos no debe ser qué
sustituye a qué, sino qué aporta el entorno digital respecto del entorno impreso, es decir,
una aproximación al valor diferencial: qué desplazamientos suscita, qué ideas matiza o
pone en crisis, etc.” (Vouillamoz, 2000, p.187).
Desde el punto de vista de Vouillamoz, aunque no hay duda de la incidencia revolucionaria de los
avances tecnológicos, las posturas entusiastas que rayan con la ficción, así como las predicciones
desesperanzadas que vaticinan la desintegración inminente, impiden concebir la mediación
49
temporal (y en progreso) de esta cooproducción de múltiples dimensiones en lo que
experimentamos como la realidad: “La aportación de la tecnología no debe entonces enfocarse
desde posturas radicales, no conviene dejarse llevar por una visión triunfalista del fenómeno pero
tampoco es aconsejable una tendencia apocalíptica o catastrófica. Hay que contrastar, eso sí, la
existencia de un proceso cultural de extraordinarias repercusiones en el ámbito de las
comunicaciones y del desarrollo del conocimiento humano” (Vouillamoz, 2000, p. 188).
Como hemos visto, las coordenadas del debate oscilan entre posturas afirmativas que celebran los
resultados potenciales de las transformaciones en la comunicación y la información; posturas
paranoicas que ven en ello una inminente catástrofe de lo humano y posturas moderadas que
están a la expectativa de las posibilidades. En lo que todos concuerdan, sin embargo, es en que el
proceso está en marcha y sus repercusiones ya se han comenzado a sentir desde hace algunas
décadas. De acuerdo con la concisa formulación de Katherine Hayles:
“Si mi mayor pesadilla es una cultura habitada por post-humanos que consideren sus
cuerpos como accesorios de moda más que como fundamento de su ser, mi sueño es una
versión de lo post-humano que incluya las posibilidades de las tecnologías de la
información sin dejarse seducir por fantasías de poder ilimitado y de inmortalidad
incorpórea, una versión que reconozca y celebre la finitud como una condición del ser
humano, y que comprenda la vida humana como inserta en un mundo material de gran
complejidad, un mundo del que dependemos para seguir sobreviviendo” (Hayles, 1999,
p.5)
En un informe encargado por el Consejo de Europa sobre las implicaciones culturales de las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) digitales, Levy elabora una serie
de ensayos bajo el nombre cibercultura. En general, designa de este modo “al conjunto de los
50
sistemas culturales surgidos en conjunción con dichas tecnologías digitales” (Levy 2007). El
documento se divide en tres partes: definiciones, propuestas y problemas, en las que él intenta
desarrollar una serie de paradojas con las que se confronta esta emergente dimensión de
reconfiguración social.
En la tercera parte, se dedica a la reflexión de la cibercultura como un “programa” en desarrollo.
En la primera sección de dicha parte, formula, lo que según él constituye la “esencia de la
cibercultura”, esto es: “la universalización sin totalización”. Para desarrollar su tesis como
primera medida contrasta dispositivos técnicos utilizados con anterioridad que a diferencia del
ciberespacio devenían totalizantes. Así mismo, analiza el papel de los medios de comunicación
de masas en estos procesos de cerramiento.
Los resultados del análisis son concluyentes, el ciberespacio se presenta como un decodificador
incesante de producción en fuga de espacios inacabados de posibilidades: “Cuanto más se amplía
el ciberespacio, más se convierte ‘en universal’, y menos totalizador se vuelve el mundo
informacional. Lo universal de la cibercultura está tan desprovisto de centro como de líneas
directrices. Está vacío, sin contenido particular. O más bien, los acepta todos puesto que se
contenta con poner en contacto un punto cualquiera con cualquier otro, sea cual sea la carga
semántica de las entidades relacionadas” (Levy 2007: 84).
Uno de los momentos más inquietantes de la propuesta de Levy ocurre cuando, en referencia y
uso de la teoría de los sistemas, establece una ingenua analogía entre el ciberespacio y los
“sistemas ecológicos”. Para Levy, como un hecho “natural”: “un ‘nicho’ particular no podrá
acoger un número demasiado grande de especies concurrentes. La variedad inicial en general
desaparece en beneficio de algunas formas de vida dominantes. Aunque muchas marcas
51
coexistan, los principios técnicos obedecerán tarde o temprano a un pequeño número de normas
internacionales” (Levy 2007: 85).
Como lo pone de manifiesto Zizek “La forma más sencilla de aislar el conjunto de relaciones
sociales que sobredeterminan el funcionamiento del ciberespacio es fijarse en la ‘ideología
espontánea del ciberespacio’, el llamado ciberrevolucionarismo, cuya tesis básica es que el
ciberespacio (o la World Wide Web) es un organismo ‘natural’ que evoluciona por sí mismo
(Woolley 1992)” (1998, p.45). Es crucial aquí la disolución de la diferencia entre “cultura” y
“naturaleza”: la “naturalización de la cultura” (concebir el mercado, la sociedad, etcétera, como si
fueran organismos vivos) tiene como reverso la “culturalización de la naturaleza” (concebir la
propia vida como un conjunto de informaciones con capacidad para auto-rreproducirse: los genes
son “memes”).
Lo que subyace a este símil es la lógica de la “hegemonía” desarrollada por Ernesto Laclau y
Chantal Moufe en su texto Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la
democracia (1985). Lejos de ser un hecho “natural”, la tendencia de la cibercultura a “hacer
sistema, la tensión a lo universal” (Levy 2007: 84) es, por el contrario, resultado de una lucha
ideológico-política por establecer un punto de vista particular como “hegemónico”. La lucha por
la hegemonía es un mecanismo artificial propio de lo humano, generado por su imposibilidad
constitutiva de consolidarse en una homeostasis natural.
El problema del abordaje de Levy es que desestima la función de la forma en la producción de la
realidad. Tanto para Claude Lefort (2002), como para Jacques Ranciere (2006), la forma nunca es
una “simple” forma, sino que implica una dinámica propia que deja huellas en la materialidad de
la vida social. Por ello, cuando Levy describe con ingenuidad:
52
“Aunque sólo fuera en el plano de las infraestructuras técnicas, los promotores de
sistemas de explotación (como Windows, UNIX o Mee OS), de lenguajes de
programación (como C o Java), de programas de aplicación (como Wordo Netscape)
esperan generalmente que sus productos se conviertan o continúen siendo unos
‘estándares’. Un programa se convierte en estándar cuando, para un uso particular
(gestionar los recursos de un ordenador, programar aplicaciones interactivas para Internet,
escribir, navegar por la web, etc.) es utilizado mayoritariamente portado el mundo.”
(1997: 84-85) (Resaltado propio)
Levy subestima el modo en que la actualidad se privatiza el conocimiento general. Lejos de ser
neutrales “estándares”, estas infraestructuras sobredeterminan la experiencia misma del
ciberespacio con consecuencias políticas, sociales y económicas no reductibles a las de un mero
“instrumento técnico” aséptico y desprovisto de historia y relaciones de poder. Del mismo modo
que el lenguaje no es un simple “instrumento”, aquella versión mecanicista clásica del proceso
comunicativo del llamado “modelo canónico de la comunicación” que funciona como la metáfora
de la aguja hipodérmica, la elogiada “Encamación máxima de la transparencia técnica” (Levy
2007: 83) oculta la regulación de una intrincada red de organismos públicos y empresas con sus
intereses particulares. Los usuarios acceden a programas y archivos que se guardan en búnkeres
con procesadores bajo un clima controlado, pero para administrar una “nube” es preciso un
sistema de vigilancia que controle su funcionamiento y que por definición está oculto a los
usuarios.
“Los ideólogos del ciberespacio sueñan con un nuevo paso adelante en la evolución, en
virtud del cual dejaremos de ser meros individuos “cartesianos” condenados a interactuar
mecánicamente, y la “persona” cortará su vínculo sustancial con un cuerpo individual para
53
concebirse a sí misma como parte de una nueva Mente holística que vivirá y actuará a su
vez a través de él o ella, pero lo que pierden de vista con esta “naturalización” de la World
Wide Web y del mercado son el conjunto de relaciones de poder —decisiones políticas,
condiciones institucionales— necesarias para que medren «organismos» como Internet (o
el capitalismo, o el mercado...)” (Zizek 1998).
El contraste más ejemplificante lo plantea Levy en su descripción del caso concreto del trabajador
contemporáneo, quien debe abandonar su identidad estática y fluctuar mediante posiciones de
sujeto variables: “A partir de los años setenta, para el obrero, el empleado, el ingeniero, era cada
vez menos posible heredar la tradición de un “oficio”, asumirla y trasmitirla casi sin cambiarla,
acomodarse durablemente en una identidad profesional. No solo se transformaban las técnicas a
un ritmo acelerado, sino que se hacía necesario aprender a comparar, regular, comunicar y a
reorganizar su actividad” (Levy, 2004, p.14).
El análisis de Levy, inspirado en las hipótesis de Bernard Perret, tiene algunos puntos débiles que
nos ayudan a comprender por qué este tránsito de una administración centralizada, hacia unos
procedimientos aparentemente incontenibles en sus potenciales democratizantes, han degenerado
en su opuesto simétrico: la privatización de la inteligencia colectiva.
Lévy subestima el grado en que el capitalismo de hoy en día ha privatizado exitosamente, por lo
menos en el corto plazo, la inteligencia colectiva, así como el grado en que, más que la burguesía,
los mismos trabajadores se están volviendo superfluos (con números cada vez mayores
volviéndose no solo temporalmente desempleados sino estructuralmente no-empleables). Una
consecuencia del alza en la productividad generada por el impacto exponencialmente creciente
del conocimiento colectivo no es, tal como parecía haber esperado Marx, la auto-disolución del
capitalismo, o como lo hubiese esperado Levy: “la atención hacia la inteligencia colectiva
54
presupone una nueva atención hacia lo humano como tal” (Lévy, 2004, p. 17); sino la
transformación gradual del beneficio generado por la explotación del trabajo en renta apropiada a
través de la privatización del conocimiento.
Resulta tentador oponer a este concepto de “inteligencia colectiva” el desarrollo que hace Marx
con su noción de “intelecto general” para referirse al conocimiento colectivo en todas sus formas,
desde la ciencia hasta el knowhow práctico. Marx, leído desde enfoque de la inteligencia
colectiva, habría estado limitado por la historia: entendió el “intelecto general” como algo similar
a una agencia de planificación central. Por el contrario, el modo en que Lévy responde a la
pregunta: ¿Qué es la inteligencia colectiva? es para destacar su dispersión espacial, su
retroalimentación incesante y actualizada, y sus efectos prácticos para cada una de las
singularidades que la componen en términos de competencias múltiples:
“una inteligencia repartida en todas partes, valorizada constantemente, coordinada en
tiempo real, que conduce a una movilización efectiva de las competencias. Agregamos a
nuestra definición esta idea indispensable: el fundamento y el objetivo de la inteligencia
colectiva es el reconocimiento y el enriquecimiento mutuo de las personas, y no el culto
de comunidades fetichizadas o hipóstasiadas.” (Lévy, 2004, p.19)
La posibilidad de privatizar el intelecto general fue algo que Marx nunca previó en sus escritos
sobre el capitalismo (en gran parte porque pasó por alto su dimensión social). No obstante, está
en el centro de las actuales luchas por la propiedad intelectual: al aumentar el papel del intelecto
general—basado en el conocimiento colectivo y la cooperación social—en el capitalismo
posindustrial la riqueza se acumula sin guardar proporción alguna con el trabajo empleado en su
producción.
55
En su manuscrito Grundrisse (“Elementos fundamentales para la crítica de la economía política”),
Marx señaló que la estructura material misma del centro de producción industrial decimonónico
traduce la relación de dominación capitalista (el trabajador como mero apéndice subordinado a
una maquinaria propiedad del capitalista); lo mismo aplica para el ciberespacio: en las
condiciones sociales del capitalismo tardío, la materialidad misma del ciberespacio genera
automáticamente un espacio abstracto e ilusorio de intercambio “sin fricciones” donde se diluye
la particularidad de la posición social del participante.
Al hacerse de la propiedad del conocimiento general, como con el caso del software de
Microsoft, Bill Gates se apropia de la renta derivada de la privatización de este. Así mismo,
cualquier intento actual de vincular el alza y la caída del precio de un recurso escaso con el alza y
la caída de los costos de producción o el precio de la explotación del trabajo carecería de sentido:
los costos de producción son insignificantes como proporción del precio que se paga por el
producto, un precio que en realidad es la renta que los dueños del recurso pueden exigir gracias a
su reserva limitada.
Esto es lo que Rheingold tiene en mente cuando menciona las batallas por el file-sharing.
Siguiendo a Robert Wright, Rheingold resalta cómo “la metatecnología del capitalismo combinó
entonces la moneda y la escritura para desencadenar un poder social sin precedentes […] la clase
comercial emergente reivindicaba medios democráticos de gobernanza no por puro altruismo,
sino con el fin de adquirir la libertad de comprar y vender y hacer contratos”.
Aquellos que celebran como un hito democrático las transformaciones que surgen de la
revolución de la información y la comunicación, limitan el estatus de la producción material a la
participación en el intercambio simbólico. Sin embargo, esta oposición solo oculta las
contradicciones materiales que siguen persistiendo “por detrás” de la “igualdad y flujo libre
56
digital”: por un lado, la pura planificación-programación “creativa” y “sin fricciones”, llevada a
cabo en campus y rascacielos vidriados, pero, por otro lado, su realización material llevada a cabo
cada vez más en talleres clandestinos del Tercer Mundo.
Para Lévy, el resultado del crecimiento de la inteligencia colectiva no puede ser otro que el de la
revalorización de las capacidades individuales: “bajo el régimen salariado, el individuo vende su
fuerza o su tiempo de trabajo de modo cuantitativo y fácilmente mensurable. Ahora bien, este
régimen podría pronto ceder su lugar a la valorización directa de su actividad - es decir, de sus
competencias cualitativamente diferenciadas - por productores independientes o pequeños
equipos” (Lévy, 2004, p 18).
Lejos de basarse en la capacidad y atributos singulares, el procedimiento de evaluación usado
para decidir qué trabajadores reciben los beneficios de este modelo que se impone, es un
mecanismo arbitrario de poder e ideología, sin ningún nexo serio con la capacidad real. El
mercado mundial, tal como Fredric Jameson ha dicho, es “un espacio en el que todos han sido
trabajadores productivos alguna vez, y en el que el trabajo en todas partes ha comenzado a
valuarse a sí mismo fuera del sistema”. El reconocimiento financiero que se le da a estos nuevos
“gerentes moleculares” sin una identidad fija sobre su labor (Levy 2004) existe no por razones
económicas sino políticas, en aras de mantener una “clase media” con el propósito de la
estabilidad social.
Lo que pasa por alto Lévy, contrario a sus expectativas, es que una consecuencia del alza en la
productividad generada por el impacto creciente del conocimiento colectivo es un cambio en el
papel del desempleo. Es el mismo éxito del capitalismo (mayor eficiencia, productividad
incrementada, etc.) lo que produce mayor desempleo y convierte en innecesarios a más y más
trabajadores: “Los que fabrican escasearán y su trabajo, con el equipamiento necesario,
57
amplificado, se mecaniza cada vez más. Los oficios del procesamiento de la información están en
suspenso, pues dentro de poco las redes de comunicación con inteligencia incorporada cumplirán
ellas mismas la mayoría de esas tareas.” (Lévy, 2004, p.28).
Y aunque se esperaría que, a menor necesidad de trabajo duro, se obtendría mejor calidad de vida
para todos (“Como última frontera, descubrimos lo humano mismo, lo no automatizable: la
apertura de mundos sensibles, la invención, la relación, la recreación continua del colectivo”
(Lévy, 2004, p.28)), por el contrario, la categoría del desempleado se ha expandido
consecuentemente para abarcar a un amplio rango de personas: desde los desempleados
temporales, los que ya no son empleables y los desempleados permanentes, hasta los habitantes
de ghettos y las invasiones y, finalmente, las poblaciones enteras y los Estados excluidos del
proceso capitalista global. Dicho de otra manera, la oportunidad de ser explotado en un empleo
de larga duración se percibe ahora como un privilegio.
No obstante, el planteamiento final de Rheingold es que “las nuevas tecnologías crean nuevas
oportunidades de cambios de poder y, en cada fase, desde la escritura hasta el internet, éste cada
vez se descentraliza más” (Rheingold, 2002, p.240). Lo que no significa tampoco que esto
conlleve a un mundo más democrático.
Cuando Heidegger habla de la “esencia de tecnología” se refiere a un marco que esquematiza el
modo en que nos relacionamos con la realidad. Por ello, esta “esencia tecnológica” no está en la
suma o las variaciones de determinados dispositivos tecnológicos (cada nuevo aparato inteligente,
o red social popularizada), sino en la capacidad de estructurar el modo en que nos relacionamos
con la realidad, tal y como lo establecerá adelante Scolari con su noción de Hipermediación.
Zizek, en concordancia con esta premisa, señala que: “llevada al extremo, la tecnología no
designa una compleja red de máquinas y actividades, sino la actitud hacia la realidad que
58
asumimos cuando nos involucramos en dichas actividades: la tecnología es el modo en que la
realidad se nos revela en la actualidad” (Zizek, 2014, p.39).
Para Heidegger el problema tecnológico no es que todo se salga de control por lo inesperado del
resultado óntico del desarrollo de este, sino que desaparezca la dimensión ontológica como tal.
Lo que parece estar en el núcleo de la discusión es, sin embargo, un tema que algunos pensadores
han nominado “Acontecimiento”: ¿es un acontecimiento un cambio en el modo en que la realidad
se presenta ante nosotros, o se trata de una transformación devastadora de la realidad en sí
misma? O para ponerlo en términos de Katherin Hayles: “el movimiento mediante el cual aquello
que ha sido utilizado para generar un sistema pasa, por un cambio de perspectiva, a formar parte
del sistema que genera” (Hayles, 1999, p. 8).
En la obra de Fredric Jameson, “El giro Cultural”, él sostendrá que entre las diferencias más
significativas entre los momentos del auge del modernismo y del posmodernismo es “…el
surgimiento de un nuevo tipo de bidimensionalidad o falta de profundidad, un nuevo tipo de
superficialidad en el sentido más literal: quizás la característica formal suprema de todo el
posmodernismo” (Jameson, 2000: 26). Sin embargo, en relación con el ciberespacio, habría que
invertir la concepción habitual que opone la profundidad de los contenidos visuales fotográficos a
la superficialidad del kitsch comercial. En realidad, el problema del kitsch es que es demasiado
“profundo”, “manipula arcanas fuerzas libidinales e ideológicas” (Zizek 2008), mientras que el
auténtico arte de la fotografía sabe permanecer en la superficie y sustraerse de su contexto más
profundo de realidad histórica.
Lo que está en juego en el diagnóstico de Jameson es el pronosticado advenimiento del régimen
del Ultimo Hombre nietzscheano, la fórmula marxista según la cual con el capitalismo “todo lo
sólido se disuelve en el aire”; o la noción deleuzeana de la desterritorialización incesante del
59
capitalismo (socavamiento de toda forma tradicional estable de interacción humana). Pero, en un
preciso sentido: la idea latente de una pérdida de “auténtica” realidad (que promueve la falsa
elección entre: la referencia simple y directa a la realidad externa de lo que hay fuera del
ciberespacio, o la actitud opuesta de “no hay realidad externa, la vida misma no es más que otra
ventana del hipertexto”), y la consecuente suspensión cognitiva y dialéctica entre esencia y
apariencia5: “Este tipo de juego de espejos entre lo real y lo simulado, con sus peligros inherentes
(la imitación y la falsificación) hacen parte de la gramática de este nuevo contexto social
comúnmente denominado ciberespacio” (Barreneche 2006: 1).
Según Ranciere (1996), en la actualidad resulta crucial establecer la distinción entre la apariencia
y el concepto posmoderno del simulacro. La cuestión es que, en la actualidad, con la
modificación que promueven las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, la
apariencia (como ficción simbólica) es forcluida en la experiencia de simulación posmoderna, es
decir, esta última hace que se repliegue lo que en términos de Lévi-Strauss se denomina la
“eficacia simbólica” (1996). Zizek nos presenta un preciso ejemplo de cómo entender esta
distinción:
“… es fácilmente discernible en el dominio de la sexualidad, como la distinción entre la
pornografía y la seducción: La pornografía "lo muestra todo", es "sexo real", y por esa
misma razón produce un mero simulacro de sexualidad, mientras que el proceso de
seducción consiste enteramente en el juego de apariencias, insinuaciones y promesas, y de
tal modo evoca el elusivo dominio de la Cosa sublime suprasensible.”
5 En la Ciencia Lógica Hegel realiza este análisis sobre dicha dialéctica: “[…] lo que es no es una mera ilusión (Schein), sino la apariencia (erscheinung) de la esencia. La apariencia revele y oculta la esencia al mismo tiempo. Si no la ocultara la esencia, sería una mera ilusión, y si no la revelase, no sería apariencia. A la inversa, la esencia no es un mero más allá. Está encarnada en el mundo mediante la apariencia. Es la hasta ahora no existente realidad lo que es”.
60
Ahí reside también el problema del ciberespacio y la realidad digital: lo que se halla amenazado
por la realidad digital no es la “realidad” disuelta en la multiplicidad de los simulacros, sino, al
contrario, la apariencia misma. Esto es, la posibilidad de transformar la propia realidad a través
del influjo de las imágenes en los otros y en sí mismo. Esta potencialidad, propia de la
“apariencia” y no del simulacro, es obliterada por la movilización de imaginarios kitsch
profundamente arraigados en el presupuesto de la “elección libre”.
En este sentido, la función de las redes sociales en el establecimiento de narrativas sobre la
ciudad se vuelve sumamente ambivalente. En el marco de la casi individualización de los
productos tecnológicos, se debería poner de manifiesto que cuanto más personalizado está el
dispositivo que media entre el usuario y la red global, cuanto más fácil y “transparente” es su
funcionamiento, más depende de una compleja organización de programadores y facilitadores, un
vasto circuito de máquinas que coordinan las experiencias de usuarios. En resumen, interfaz
significa precisamente que mi relación con el otro nunca es faz-a-faz, que siempre se halla
mediatizada por una maquinaria digital interpuesta que ocupa el lugar de red sociocultural, un
orden simbólico anónimo que permanece siempre más allá de mi comprensión.
Si bien la estructura de este nuevo orden que regula de antemano mi interacción en la red, es
radicalmente diferente de la mediación que se configuraba en otros tiempos, el punto de
referencia aunque frágil y ambiguo determina la manera en que cada expresión digital se
establece; es cierto, en el ciberespacio se “puede ser lo que se quiera”, se es libre de escoger
alguna identidad simbólica (personalidad digital), pero se deberá escoger una que siempre
traicionará de algún modo al usuario, que nunca será plenamente adecuada, el usuario debe
asumir ser representado por algún elemento significativo. Por otro lado, si en el ciberespacio
“todo es posible”, pero al precio de asumir una imposibilidad fundamental: no se puede evitar la
61
mediación de la interfaz que separa por principio (como sujeto de la mediación) del representante
simbólico.
2.6 Hacia lo digital
Un acercamiento a los nuevos medios hace necesaria la inclusión de los estudios de Carlos
Scolari. En Los ecos de McLuhan el autor utiliza el término “ecología de medios”, concepto que
toma de Neil Postman (1970) quien señala que “la emergencia de un nuevo medio no se limita a
ser añadido a lo que ya existe: ese medio cambia todo su entorno” (Scolari, 2015, pág. 31). Un
estudio de los medios de comunicación teniendo en cuenta el entorno significa que, de acuerdo
con McLuhan, los medios de comunicación forman parte de los sentidos del hombre, constituyen
una extensión y permean las percepciones que se tienen del entorno.
Para analizar cualquier tecnología McLuhan propuso preguntarse: ¿qué extiende el medio? ¿Qué
se vuelve obsoleto? ¿qué recupera, en qué revierte? (Scolari, 2015, pág. 33). El medio, entonces,
otorga una segunda capa de significado que proviene del significado original, socialmente
construido, el cual refuerza una connotación social en tanto los receptores no reciben
sencillamente mensajes sino formas de interrelacionarse desde lo oral, lo escrito y las imágenes.
Scolari, citando a Barthes, indica que los textos connotan significados más allá de su significado
literal, lo que se entiende como denotación. Es en este proceso relacional en el que el medio
establece una reformulación del modo en que le mensaje afecta el vínculo social. Denotación y
connotación a menudo se describen respecto de niveles de representación o niveles de significado
(Scolari, 2015). Es por medio de estas reflexiones que Scolari aborda el tema semiótico
teóricamente y de manera aplicada con el enfoque de ecología de medios, para llevar el discurso a
la producción de sentido y a la construcción de significados a través de los medios de
62
comunicación. En la actualidad, se incluye el uso de nuevas interfaces que surgen de aplicaciones
como Twitter o Facebook, “la interfaz como un lugar o ambiente donde se produce la interacción;
desde esta perspectiva, la interfaz es una frontera entre dos sistemas, o mejor, un entorno de
traducción entre los sujetos —sus experiencias, objetivos y deseos— y los dispositivos técnicos”
(Scolari, 2015, pág. 41).
La televisión, por ejemplo, transmite en tiempo real lo que ocurre en dichas plataformas,
convierte la interfaz en una red de hipertexto para el consumo y la producción de un sinnúmero
de contenidos y dispositivos que se relacionan entre sí y entre los usuarios. Surgen, sin embargo,
interrogantes aún sin resolver con precisión: ¿cómo llegan los nuevos medios a establecer
relaciones entre los usuarios y la ciudad?, ¿es nueva esta relación?, ¿estaba presente en los
antiguos medios?
Es aquí donde el concepto de “hipermedición” puede ser de utilidad. Según Scolari: “las
hipermediaciones apuntan a la confluencia de lenguajes, la reconfiguración de los géneros y la
aparición de nuevos sistemas semióticos caracterizados por la interactividad y las estructuras
reticulares. Los estudios hipermediáticos privilegian el trabajo en las orillas de los discursos
mediáticos, en las zonas de contaminación semiótica dentro de los entornos digitalizados.” (2008:
115): Sin embargo, “las hipermediaciones no niegan a las mediaciones, sólo miran los procesos
comunicacionales desde una perspectiva diferente y los ponen en discurso desde otra perspectiva”
(2008: 116).
La ciudad actual como un sistema político, administrativo y económico, pero también urbano,
escenario de acción entre los ciudadanos, es la definición por la que opta Gabriel Benitez para
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introducir el tema de la “ciudad digital” o Telepolis6. Benitez, realiza una investigación llevada a
cabo en España y México, en la que acentúa una ciudad que se gestiona y administra a través de
las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), como un proceso que pone de
manifiesto dominios de las fuerzas del mercado y las estrategias utilizadas a través de las mismas
aparentemente para resolver los problemas de la urbe, pero que por el contrario dan como
resultado indiferencia política (Muxí 2009). Una ciudad digital se acerca a un universo cada vez
más desmaterializado, a una comunicación de hiperconexiones, subraya Benítez, su
planteamiento final es que se debe disminuir la brecha digital para permitir la construcción de un
capital sociotécnico incluyente.
Los procesos de globalización en el siglo XX tienen que ver en gran medida con el surgimiento
de las TIC, sistemas de flujo de datos en distintos dispositivos de emisión, recepción y
almacenamiento de lo que se ha llamado “el internet de las cosas”, la sociedad red (Castells,
2006). La inversión pública en las TIC permite conectar gente, procesos, datos, objetos, es decir,
una ciudad que se construye en el aparataje económico y cultural, pero también una delgada línea
entre la disolución de lo público y lo privado. Una ciudad digitalizada hace evidente el monitoreo
en la urbe y de sus habitantes a través de cámaras, redes o sistemas de geoposicionamiento.
Paul Virilio (1996) establece los contornos de la ambigüedad constitutiva inscrita en el concepto
“mediatización”. Según Virilio, originalmente, esta idea designaba una situación en la que el
sujeto quedaba privado de su capacidad directa e inmediata de tomar decisiones. La
mediatización de nuestro cuerpo (su inserción en la red de medios electrónicos), supone que
6 “Telépolis es un concepto acuñado por el filósofo español Javier Echeverría para designar a la ciudad electrónica y digital que tiene lugar en los flujos de las redes telemáticas, para distinguirla como espacio social de los entornos naturales y urbanos. Ver: Echeverría, Javier. Telépolis. Madrid: Destino, 1994.” (Barreneche 2006)
64
quede expuesto a la amenaza de una “proletarización” radical: el sujeto se ve potencialmente
reducido a una experiencia regulada por la máquina.
El “universo conectado” es psicótico en la medida en que parece materializar la alucinación de
que una fuerza externa controla directamente la mente humana. En otras palabras, la
externalización de la red socio-simbólica en la pantalla digital explica la dimensión
inherentemente paranoica de nuestro universo conectado. O, dicho aún de otro modo, es un lugar
común afirmar que la posibilidad de trasladar su conciencia a un ciberespacio informático libera
finalmente a las personas de sus cuerpos, pero también lo es decir que libera a las máquinas de
“sus” personas.
2.7 Instagram
Como ya se mencionó Instagram creció rápidamente en popularidad. Durante los dos primeros
meses de su lanzamiento alcanzó un millón de usuarios. En cuatro años ese número alcanzó
aproximadamente doscientos millones de usuarios mensuales activos y veinte mil millones de
fotos compartidas. Para 2017 la aplicación tenía setecientos millones de usuarios mensuales
activos, lo que lo hacía aún más popular que Twitter, y se había utilizado para compartir más de
cuarenta mil millones de fotos.
Mucho de este crecimiento se debe a la capacidad adaptativa de esta red social como paradigma
de despliegue de las demás redes. La manera en que articula las estrategias más prolíficas de las
demás redes sociales es una metáfora explícita del modo en que se reproducen las redes sociales
en general (la ya señalada metáfora de uróboros). Esta red social juega con aspectos ideológicos
hegemónicos de la cultura posmoderna llenando potencialmente los vacíos, la distancia entre la
identidad simbólica pública del sujeto y su trasfondo imaginario (idealizado). Las fantasías se
65
exteriorizan cada vez más en el espacio simbólico público, la esfera de la intimidad se socializa
de forma cada vez más directa. La violencia de este pasaje se da a pesar de que, o más bien
precisamente porque, “nada ocurre realmente en la realidad corporal”, el núcleo idealizado más
íntimo se desnuda de forma mucho más directa y deja al usuario totalmente vulnerable e
indefenso.
Instagram es una combinación de las palabras entre "instantáneo" y "telegrama", sin embargo, es
muy bien sabido que las imágenes cargadas en Instagram, aunque tomadas en tiempo real, hacen
parte de un discurso que construye quien crea la cuenta. Basta con seguir el feed de una cuenta
para notar cierto “aire de familia”, como lo llamaba Benjamin. De modo que, no se trata
simplemente de capturar “todos” los momentos de una historia de vida, es más bien la elección de
ciertas situaciones y escenarios los que se ponen en juego en esta “simulación”.
Como lo establece claramente el profesor Carlos Barreneche: “la comunicación socioemocional
en entornos tecnológicamente mediados, aunque parezca contradictorio, se fundamenta sobre un
fantasma de indeterminación del con quién se está” (2006: 2). En este caso puede ser de ayuda
una lectura psicoanalítica de las instancias del yo para comprender la función de las tecnologías
digitales de la imagen en los procesos narrativos que se generan en el uso de aplicaciones como
Instagram.
Freud usa tres términos diferentes para referirse a la instancia que fuerza al sujeto a actuar
éticamente: habla del yo ideal (idealich), ideal del yo (ich-ideal) y el superyó (Über-ich). Lacan
introduce una precisa distinción entre estos tres términos: el “yo ideal” define la imagen
autoidealizada del sujeto (cómo le gustaría ser, cómo le gustaría que lo vieran los demás); el
“ideal del yo” es la instancia cuya mirada trata de impresionar con su imagen de yo, el “gran
66
Otro” que lo mira y lo fuerza a dar lo mejor de sí, el ideal que trata de seguir y de alcanzar; y el
superyó es la misma instancia en su aspecto vengativo, sádico y punitivo7.
Por un lado, es posible encontrar quienes al percibir su propia imagen como un mero juego se
permiten suspender las inhibiciones usuales que le impiden dar salida a su “lado oscuro” en la
vida real, y exteriorizar libremente todos sus potenciales libidinales. “El contexto virtual al
permitir la interacción anónima y por tanto socialmente segura, posibilita que individuos tímidos
o “reprimidos” puedan encontrar un escape psicológico y desplegar con facilidad en un
“ambiente de fantasía” el contenido de ciertos deseos, que de otra forma no hubiese sido posible”
(Barreneche 2006: 3).
Pero también es posible encontrar el caso opuesto, en el que un sujeto evita confrontar su
situación real fantaseando en la exposición de imágenes antagónicas a su realidad. Escenificar
una fantasía en la realidad digital nos permite desactivar la dialéctica irresoluble del deseo y el
rechazo inherente a él. En la realidad digital se puede simular sin hacerlo realmente, y evitar de
este modo la ansiedad que trae consigo esta actividad en la vida real: como sé que en realidad no
lo estoy haciendo, la inhibición y la vergüenza quedan en suspenso.
Para traducir a conceptos los dos polos de esta indecidibilidad, Sherry Turkle (1995) recurre a la
oposición entre “esquivar” y “recorrer” las dificultades de la vida real: se puede seguir una lógica
escapista y simplemente esquivar las dificultades de la vida real en la realidad digital, o bien se
puede usar la realidad digital para descubrir y explorar la inconsistencia y la multiplicidad de
componentes de las identificaciones subjetivas.
7 Ideal del yo o yo ideal, es el título del capítulo 3 de su texto El yo y el ello en Freud. La distinción que elabora Lacan está en su obra La ética del psiconalaisis.
67
3. Capítulo de Análisis
Como resultado del análisis de la información recolectada, logrado a partir de la elaboración
teórica y conceptual presentada en un comienzo, las dos grandes temáticas que establecen las
coordenadas de esta investigación (las narrativas de ciudad y la mediación de los dispositivos
digitales en su establecimiento) encontraron un punto de articulación, que para ser comprendido
se hace necesario desarrollar dos posturas generales que fueron tendencia durante el proceso de la
investigación (las cuales siguen la metáfora que Umberto Eco usa en su obra Apocalípticos e
Integrados (1984)).
En un principio, el optimismo apasionado de quien se embarca en un proyecto lleno de
expectativas y esperanzas impidió establecer los contornos de los procesos implicados en el
establecimiento de las ya señaladas narrativas. Absortos por la inmediatez de lo espectacular y lo
excéntrico, fueron neutralizadas las capacidades del discernimiento crítico: la ingenuidad del
sentido común y la intuición no son referentes robustos en la época de la biopolítica de lo
sensible. Ya lo había vaticinado con anterioridad Hegel: “no es precisamente grato darse cuenta
de cómo la insipiencia y completa falta de conocimiento pone en el mercado sino arbitrarias
combinaciones de una fantasía desorganizada por ideas disueltas, engendros que no son ni carne
ni pescado, ora libertad de pensamiento, ora incluso genialidad” (Hegel 1967).
El excitante mundo de la innovación y el desarrollo tecnológico empujó las ilusiones hacia la
costa de la celebración acrítica de los dispositivos digitales. Un mundo de inagotables
posibilidades: con la mediación8 de los dispositivos digitales, las “narrativas” combinan
8 Martin-Barbero le otorga al concepto ciertas especificidades: “He ahí según Morin la verdadera mediación, la función de medio, que cumple día a día la cultura de masa: la comunicación de lo real con lo imaginario.” (1991: 66); “El campo de lo que denominamos mediaciones se halla constituido por los dispositivos a través de los cuales la hegemonía transforma desde dentro el sentido del trabajo y la vida de la comunidad.” (1991: 207). Por su parte, Scolari hace algunas precisiones con respecto a la situación actual de la “mediación”: “Ahora bien, dado que no nos
68
fragmentos visuales con otros sonidos, textos, imágenes, videoclips, etc., y es esta confrontación
de elementos lo que produce la infinidad de nuevas elaboraciones sin obstáculos aparentes (una
intuición ya detectada en Luz Mary Giraldo (Figueroa 2001)).
En la otra orilla, luego de indagar un poco en los debates más pujantes sobre el tema, rápidamente
se puso de manifiesto una postura opuesta que rayaba con la paranoia y las delirantes versiones
de los apocalípticos teóricos de la conspiración. Desde Jean Baudrillard a Paul Virilio, se
imputaron denuncias acerca de la catástrofe inminente que la inmersión en el ciberespacio genera,
una clase de experiencia delirante en un universo imaginario de alucinaciones.
El error es el mismo en ambos mitos: es cierto, estamos ante una explosión de las posibilidades
de lo sensible, y también, frente a un mundo de la vida (Lebenswelt)9 no transparente de
simulacros (Baudrillad), pero este nuevo mundo de la vida presupone ya el trasfondo de un
estructurado universo digital.
Se supone que la interfaz (Scolari, 2015) debe ocultar el funcionamiento de los procesos y
mecanismos que hay detrás y simular hasta donde sea posible la experiencia cotidiana. Sin
embargo, el precio de esta ilusión de continuidad con nuestros entornos cotidianos es que el
usuario se “acostumbra a una tecnología opaca”10: lo que ocurre tras la pantalla se nos manifiesta
como totalmente impenetrable, incluso invisible. Para repetir el juego de palabras de Sherry
interesa tanto estudiar los medios digitales sino las nuevas “mediaciones” (Martín-Barbero, 1987), podemos dar un ulterior salto semántico y reflexionar sobre el concepto de hipermediación. Pasaríamos de esta manera del objeto al proceso. O, como decía hace dos décadas Martín-Barbero, perderíamos el objeto para ganar un proceso: el proceso de hipermediación. Al hablar de hipermediación no nos referimos tanto a un producto o un medio sino a procesos de intercambio, producción y consumo simbólico que se desarrollan en un entorno caracterizado por una gran cantidad de sujetos, medios y lenguajes interconectados tecnológicamente de manera reticular en-tre sí. Cuando hablamos de hipermediaciones no estamos simplemente haciendo referencia a una mayor cantidad de medios y sujetos sino a la trama de reenvíos, hibridaciones y contaminaciones que la tecnología digital, al reducir todas las textualidades a una masa de bits, permite articular dentro del ecosistema mediático. Las hipermediaciones, en otras palabras, nos llevan a indagar en la emergencia de nuevas configuraciones que van más allá -por encima- de los medios tradicionales. 9 http://www.lapaginadelprofe.cl/sociologia/habermas/haber2lebenswelt.htm, obtenida marzo 2018 10 http://lab.cccb.org/es/la-opacidad-tecnologica-lo-que-no-vemos-en-las-maquinas/, obtenida marzo 2018
69
Turkle, la actitud contemporánea “se toma las cosas por lo que valen como interfaz” (“take things
at face value” -tomarse las cosas por lo que parecen- “take things at interface value” -tomarse las
cosas por lo que... valen como interfaz”) (Turkle 1995).
El universo actual, es el universo de la confianza ingenua en la pantalla que vuelve irrelevante
cualquier examen de “lo que hay detrás de ella”. “Tomarse las cosas por lo que valen como
interfaz” supone una determinada actitud fenomenológica, la actitud de “confiar en los
fenómenos”11. Sin embargo, esto no nos debería llevar a la dicotómica elección entre: la
referencia simple y directa a la realidad externa de lo que hay fuera del ciberespacio, o la actitud
opuesta de “no hay realidad externa, la vida misma no es más que otra ventana del hipertexto”.
Nuestra actual condición de mediadores en la transición a las nuevas maneras de relaciones
sociales atravesadas por dispositivos digitales nos permite darnos cuenta de lo que se pierde y de
lo que se gana en el proceso (Vouillamoz 2000; Rheingold 2002). Esta ventaja, exige un tipo de
actitud en la que nos resistamos al poder de seducción de estos dos mitos, ya que una percepción
como de esta que hoy somos depositarios se hará imposible en cuanto se establezca plenamente
de forma articulada la experiencia con las nuevas tecnologías.
Tecnología y el intercambio de bienes simbólicos (García Canclini, 1995) están
inextricablemente entrelazadas, “el conjunto de procesos socioculturales en el que se realiza la
apropiación y el uso de los productos” (García Canclini, 1995, págs. 42 - 43) está ya inscripta en
las propias características tecnológicas de las redes sociales. Más precisamente, con lo que
tratamos aquí es con un proceso de transición a nuevas formas inusitadas de relaciones
11 Heidegger describió como propios del mundo de la vida cotidiana, la experiencia del individuo finito que se ve lanzado a una situación cuyas coordenadas no vienen reguladas por reglas claras y universales, de modo que debe encontrar poco a poco su camino dentro de ella.
70
socioculturales, en las que la forma misma de los dispositivos digitales anuncia la modificación
del horizonte hermenéutico de nuestra experiencia cotidiana.
El modo en que se llegó a estas conclusiones tiene que ver con un proceso de descarte y
aprobación, de ajustes y adaptaciones para conseguir estrategias metodológicas ajustadas a los
objetivo de acuerdo con algunas sugerencias como la de Scolari cuando propone puntos de
referencia para analizar las hipermediaciones: “la experiencia acumulada por las investigaciones
etnográficas, los estudios culturales y la tradición comunicológica latinoamericana constituyen
una amplia base desde la cual abordar estos procesos” (2008: 116).
En esta investigación se utilizaron diferentes herramientas investigativas que buscaban ofrecer,
mediante la combinación de técnicas y modos de análisis, una aproximación a las tensiones y los
antagonismos constitutivos del establecimiento de narrativas de la ciudad y la “mediación” de las
redes sociales en este proceso. Para ello, se realizó un análisis de la articulación estas dos
dimensiones incorporando la perspectiva de la gente, de forma muy similar a cómo lo realizan los
estudios etnográficos.
Esto posibilitó confrontar tres posturas fundamentales de la labor etnográfica: primero, lo que la
gente hace, esto es, las prácticas que realizan y las relaciones que establecen para adelantar estas
prácticas. Segundo, lo que la gente dice que hace, esto es, lo que se cuenta cuando se les pregunta
por lo que hacen. Este es el nivel donde las personas presentan ante el investigador su versión, la
cual puede variar significativamente o poco de lo que realmente hacen dependiendo de muchos
factores. Y, tercero, lo que la gente debería hacer, es decir, lo que se considera como el deber ser.
Con todo, en la labor etnográfica estos tres niveles no deben ser confundidos, pero todos tres son
igualmente importantes para comprender y describir las relaciones entre prácticas y significados
71
para unas personas en particular. El análisis de estás lógicas que complementan los imaginarios
públicos oficiales, mediante prácticas no reconocidas, o bien mediante la idealización de
escenarios que desplazan el énfasis de los antagonismos, constituye el resultado final de la
investigación en general.
Lo que hay que entender es esa brecha entre lo que se hace y lo que se dice que se hace, lo que
implica que el investigador entienda que la forma como la gente se representa y presenta ante
otros constituye una fuente importante de investigación sobre los sentidos de la vida social para
esas personas. Lo mismo sucede con lo que se debería hacer. No hay que confundirlo con lo que
la gente hace, pero en sí mismo y por su diferencia con lo que la gente hace, se constituye en una
grandiosa fuente sobre el universo moral de las personas con las cuales se está trabajando.
3.1 Las narrativas del Yo en el marco de la desintegración de la frontera interior/exterior
Las opiniones que ofrecieron los representantes de esferas profesionales cercanas a la temática de
la cuenta, en relación con lo que es la aplicación a la cual está inscrita, su función (política,
económica y cultural) y el papel que juega en la interacción con los usuarios, enmarca uno de los
peligros de la digitalización de la experiencia cotidiana:
“Recursos para promover la creatividad y referentes Útil para conocer el trabajo de las demás
personas”; “… trabajo y expresar desde mi ojo fotográfico las diferentes escenas de ciudad
que se presentan día a día.”; “Es una aplicación útil para hacer una mayor exposición de la
apariencia en términos de lo inmediato. También, es una plataforma que afianza la relación
entre el consumo y el reconocimiento entre los inscritos allí y los seguidores”; “Es una
72
ventana abierta a todo tipo de usuario para dar a conocer su punto vista a través de
imágenes”12.
En la medida en que la tecnología es capaz de generar la experiencia de una realidad “objetiva”,
se desdibuja la diferencia entre la realidad y la simulación. Las imágenes fotográficas buscan ser
cada vez más “hiperrealistas”. Se tiende a percibir ante todo el color y el contorno, no tanto la
profundidad y el volumen. El problema es que, sin un punto ciego en el campo de visión, sin un
punto elusivo desde el cual el objeto nos devuelva la mirada (Buck-Morss 1989, Huberman,
1997) dejamos de “ver algo”, es decir, el campo de visión se reduce a una superficie lisa y la
“realidad misma” pasa a ser percibida como una alucinación visual, debido a que no existe la
distancia que permite la producción narrativa del sentido de la imagen.
Uno de los datos de mayor interés que se obtuvo para los objetivos de esta investigación tiene que
ver con los contenidos que privilegian los usuarios al interactuar con la aplicación Instagram
(como dato al margen, un total del 92 % de los encuestados ha utilizado la aplicación, pero el 100
% conocen de su existencia13).
Aunque la mayoría destacó la publicación de selfies como el tipo de imagen que según su
percepción suben con mayor frecuencia los usuarios, los ítems de paisajes y vida cotidiana fueron
las categorías que los encuestados prefirieron como el contenido que ellos subirían, tanto en sus
cuentas, como en la interacción en Instagram en general, aunque la categoría de retratos y selfies
también ocupó un lugar importante en las estadísticas:
12 Extraído de las entrevistas realizadas a: artistas, arquitectos, fotógrafos, comunicadores, entre otros. Véase: anexos 13 Resultado de las encuestas realizadas a una población-muestra de sujetos entre los 20 y los 30 años, estudiantes universitarios de diferentes carreras de los cuales soy docente y con los que se efectuó el trabajo durante un semestre.
73
¿Según su percepción qué clase de imágenes suben los usuarios con mayor frecuencia?
¿Si es usted usuario de la aplicación, podría contarnos ¿qué tipo de imágenes prefiere tener en su
cuenta?
74
¿Cuál contenido privilegiaría usted para subir a Instagram?
Narrar en espacios digitales permite a los usuarios cuestionar la idea misma de su Yo, o la
autoidentidad del sujeto perceptor y experimentar de este modo el mecanismo ideológico de su
producción: la aparente arbitrariedad de su producción/construcción. Esta progresiva
“subjetivización” (se desdibuja la distinción entre la “realidad objetiva” y su apariencia, la
identidad del yo que percibe algo -sea apariencia o “realidad objetiva”- se disuelve) es
estrictamente correlativa al proceso contrario, la progresiva “externalización” del núcleo de la
subjetividad14. La paradójica coincidencia de estos dos procesos opuestos tiene su origen en el
hecho de que, con el surgimiento de la interacción en redes sociales, asistimos a la desaparición
del límite que separa lo interior de lo exterior.
Esta misma ambigüedad determina la forma en que los usuarios se relacionan con sus identidades
digitales. Por un lado, mantiene una actitud de distancia y de exterioridad, como si solo “jugaran”
con falsas imágenes; experimentan la ilusión creada o reforzada por las herramientas que la
aplicación pone a su dispocisción, así como los ajustes previos que pueda dársele a las imágenes,
14 La paradoja del espacio público actual es que la manera de convertirse en una persona pública es mostrar públicamente la vida privada (hobbies, asuntos amorosos, gustos personales, etc.). Una obsesiva pulsión de exponerse frente al público.
75
como un modo de liberarse, por un momento, de su “identidad” concreta. Por otro lado, la
identidad digital que fabrican puede ser “más ellos mismos” que su personalidad en la “vida real”
(su autoimagen “oficial”), ya que saca a la superficie aspectos que nunca se atrevería a admitir en
la vida real.
Los dos aspectos se hallan, por supuesto, inextricablemente ligados entre sí. El hecho mismo de
percibir la propia imagen como un mero “juego” le permite al usuario suspender las inhibiciones
usuales que le impiden dar salida a su “lado oscuro” en la vida real y exteriorizar libremente
todos sus potenciales libidinales. Sin embargo, también se puede decir que el usuario fantasea con
esta versión “oscura” de sí mismo para evitar confrontar su fragilidad en la vida real.
Durante una actividad previa a las encuestas con la población/muestra, se les pidió que ellos
mismos hicieran el ejercicio de capturar imágenes fotográficas expuestas ante todos
posteriormente. Además, también se observaron otras imágenes de una cuenta de la alcaldía de
Bogotá, que mostraba, desde el enfoque y los objetivos de su lugar de enunciación como
representante oficial de la ciudad, su propia versión de ciudad. En un proceso comparativo con lo
que ellos decían era la “vida real”, algunos denunciaban que estas cuentas “solo reproducen
estereotipos”15, que la aplicación estaba diseñada “para vender, venderse uno, no creo que
pudiera existir algo más ahí”16. Una serie de objeciones que hicieron a varios cuestionarse el
ejercicio y descartarlo como banal y poco productivo.
Para especificar aún más lo que hay de falso en la fabricación ficcional del mundo que crea la
aplicación Instagram, en tanto proyección idealizada de lo que le gustaría a los usuarios que vean
de ellos (lo que en el marco teórico se define como ideal del Yo (Freud 1923)), se debería
15 Diario de campo Marzo de 2018 16 Diario de campo Marzo de 2018
76
distinguir de la simple imposibilidad material de realizar los cambios digitales logrados gracias a
los ajustes que permite realizar el dispositivo a la imagen, de la falsedad idealizada. Hacer lucir la
realidad tal como se produce en las imágenes de Instagram es (probablemente) imposible, pero
los escenarios idealizados relacionados con este tipo de experiencias son, sin embargo,
“verdaderos” por los conflictos libidinales que expresan.
Se puede seguir una lógica escapista y simplemente esquivar las dificultades de la vida real
mediante la producción de imágenes fotográficas estilizadas, o bien se puede usar la realidad
digital para descubrir y explorar la inconsistencia y la multiplicidad de componentes de las
identificaciones subjetivas por las que optan los usuarios. En este segundo caso, la suspensión de
las reglas simbólicas que regulan la actividad en la vida real le permite al usuario escenificar-
exteriorizar un contenido reprimido que de otro modo serían incapaz de afrontar.
3.2 La función amplificadora del Instagram en la reproducción de narrativas hegemónicas
En consecuencia, el problema de estas críticas perspicaces hechas en contra de las redes sociales,
no es la falta de precisión al desenmascarar los contenidos ocultos detrás de las técnicas de
“embellecimiento” que permiten estos dispositivos. Es decir, que los usuarios crean
ingenuamente que es posible realizar las hazañas sobredimensiondas que posibilita la fabricación
narrativa del Instagram con sus imágenes:
“En cambio, la imagen digital ya no representa nada porque se ha emancipado del objeto,
se ha hecho autoreferente cuando a partir del código (1’s y 0’s) da a luz al objeto en vez
de iluminarlo. Si la imagen analógica representaba una imagen especular (una de las
metáforas utilizadas para denominar a la fotografía era “espejo con memoria”) en cambio,
77
y gracias a la posibilidad de manipulación técnica de la imagen, la imagen digital es pura
difracción, identidad fugitiva” (Barreneche 2006: 4).
… el problema es una inconsistencia más radical observada por quienes perciben una
obstrucción, un fallo en dichas imágenes, que se hace más explícita con denuncias como: “vi la
foto de las casas pintadas en ciudad Bolívar, yo viví allá, y lo mejor que se ve son niños con
mocos en las narices...” “es que la gente solo se toma selfies...”. La experiencia de la
carencia/inconsistencia/obstáculo es, según estas afirmaciones, la prueba de que eso es un mero
simulacro.
Sin embargo, el hecho de que los mismos sujetos expuestos luego a unas encuestas cuyos
interrogantes eran mucho más personales, desligados del ámbito de reflexión académica,
abandonaran su postura crítica, y por el contrario, señalaran con entusiasmo las experiencias y
actividades que facilitaba el uso de estas aplicaciones, demuestra que la imperfección de las
narrativas de ciudad es, pues, al mismo tiempo, un signo de su digitalidad (cuando es aplanado en
el ejercicio de idealización, no reductible a las redes sociales) y un signo de su realidad (cuando
interroga –lo que experimentamos como- la realidad desde su inconsistencia).
Como se mencionó en el marco teórico con respecto al modo en que opera la agenda setting de
segundo nivel (McCombs, 1994; McCombs y Evatt, 1995; McCombs y Campana, 1996;
McCombs y Estrada, 1997), “las redes sociales como Twitter, Facebook y los blogs son un gran
amplificador de los medios tradicionales”. Del mismo modo, Instagram define sus contenidos
amplificando la agenda intermedial de los medios tradicionales, por ello las imágenes que
predominan en la cuenta comparten similitudes estético-políticas que transitan en la establecida
estructura diferencial de lo verdadero, lo bueno y lo bello. A partir de estos consolidados puntos
78
de referencia se configuran las narrativas hegemónicas que serán visibilizadas en el ejercicio de
interacción de los usuarios.
En parte, a esto se refiere la opacidad tecnológica de la que se habló en un comienzo. La
percepción de los entrevistados es bastante reveladora a este respecto. Según ellos, la cuenta
analizada funciona apenas como una "herramienta" de difusión cultural: “política y económica
poca y cultural mucho al ser encuentros sociales en imagen”; “Ampliar el entendimiento de cada
población en distintos lugares del planeta”; “esta aplicación puede llegar a trascender
culturalmente en el mundo con tan solo buscar cuentas extranjeras, es posible conocer talentos de
otros países y su forma de ver la realidad desde la fotografía.”; “La aplicación permite establecer
un dialogo constante con todo tipo de público, ya sea de tema político, comercial cultural, entre
otros, pues es posible direccionar la búsqueda de temas puntuales según el interés del individuo”;
“termina siendo una aplicación que por su uso permite rastrear tendencias sobre qué es
importante según clase.”17
Pocos cuestionan su papel como “mediador”: “se ve más Instagram que la misma televisión,
estamos expuestos a un sin fin de contenido y la gran mayoría obedece a la publicidad. Esta
plataforma cumple cabalmente su función que es publicitar nosotros decidimos si ver (política,
economía o cultura) todas están.”18
El interrogante que surge, que corresponde a los mismo objetivos de la investigación, tiene que
ver con la función de las redes sociales como reproductora de imaginarios y narrativas
hegemónicas que invisibilizan antagonismos constitutivos de la realidad en la ciudad: ¿no es la
17 Entrevista Luis Alejandro Gómez Niño Fotógrafo (marzo 8 de 2018); Entrevista a Waldor Rueda Fotógrafo (marzo 8 de 2018); Entrevista a Daniela Suárez Medina, Arquitecta (marzo 8 de 2018); Entrevista a Johany Arevalo Valencia, Arquitecto (marzo 8 de 2018); Entrevista a Ana María Herrera, Arquitecta Junior (marzo 8 de 2018) 18 Entrevista a Johany Arevalo Valencia, Arquitecto (marzo 8 de 2018)
79
progresiva informatización de nuestra vida cotidiana en el uso del Instagram, o de las redes
sociales en general, una manera refinada de ceder la voluntad en la medida en que el sujeto se
encuentra cada vez más “mediado” y pierde poder de forma casi imperceptible, bajo la falsa
apariencia de que lo gana?
La mediación del usuario (su inserción en la red de medios electrónicos), supone que queda
expuesto a la amenaza de una exclusión radical: el sujeto se ve potencialmente reducido al puro
predicado, pues incluso su experiencia personal puede ser robada, manipulada, regulada por la
red de regulación.
3.3 Entre el esquivar y el recorrer en las narrativas de la ciudad
Según el análisis de la información recolectada, la aplicación Instagram (en un nivel general) y la
cuenta BogotáStreetPhoto (BSP) (en un nivel particular), aunque no establecen unos parámetros
explícitos detallados acerca de sus limitantes en contenidos y procesos de selección, sí provee un
conjunto básico de reglas (las coordenadas del universo ficcional de la “fotografía” como
mecanismo de especialización y refinamiento de la imagen, el conjunto de acciones que son
permitidas realizar dentro de este espacio ditgial, etc.), el cual sirve de base al compromiso activo
(intervención, improvisación) de quien interactúa.
Resulta crucial mantenernos en una ambigüedad radical respecto a cómo afecta el exponerse a los
contenidos de esta cuenta en el establecimiento de narrativas de la ciudad. La interacción con la
cuenta puede intensificar nuestra experiencia concreta de la ciudad; una nueva sensibilidad,
nuevas maneras de placer y displacer frente a ella, nuevas prácticas y discursos, nuevos
Imaginarios Urbanos (Silva 2006). Pero también abre la posibilidad de que, en el marco de las
reglas propias de esta red social, específicamente de la cuenta BSP, se robe literalmente la
80
capacidad productiva del usuario en el establecimiento de dichas narrativas, hasta el punto de que
ya no puedan considerarlas como creadas por ellos mismos.
Se encontraron dos usos generales que percibieron los interpelados sobre las narrativas que nos
presenta la cuenta: la lineal, laberíntica aventura de un solo camino (Murray 1997) “Da a conocer
más lo que es la vida en Bogotá, hace ver más allá de las cosas malas en la que la ciudad esta
contextualizada”; “son fotos del día a día”; “la narración de una historia en una imagen”19.
Y, Por otro lado, la indeterminada e hipertextual forma de ficción en rizoma: la ruta de un solo
camino guía al usuario hacia una comprensión y preferencia de una única solución dentro de la
estructura de diferenciación entre lo aceptable y lo indeseable. Por otro lado, el rizoma
hipertextual no privilegia ningún orden de lectura ni interpretación. No hay una síntesis última o
"mapa cognitivo" (Jameson 2002), ninguna posibilidad de unificar los fragmentos dispersos en un
marco narrativo abarcativo. Según la perspectiva de algunos de los usuarios y observadores20, el
usuario parece estar irreductiblemente indeterminado en direcciones conflictivas poco claras. Los
usuarios simplemente se sumergen en una inconsistente complejidad de múltiples referencias y
conexiones.
19 Entrevista a Johany Arevalo Valencia, Arquitecto (marzo 8 de 2018) 20 Resultados de las encuestas y entrevistas, véase en los Anexos.
81
La paradoja es que esta definitiva e “indefensa” confusión, esta falta de una orientación final,
según se lee en los resultados de la investigación, lejos de causar una angustia insoportable, es
extrañamente reaseguradora. La misma falta de un punto final de clausura sirve como un tipo de
negación que protege al usuario de enfrentar el trauma de su finitud (los antagonismos concretos
que se experimentan en la ciudad). Un universo idealizado de imágenes liberado de la amenaza
de la mortalidad, así como contra la imposición contingente de contradicciones empíricas
concretas; lo que el escenario fotográfico parece representar es una "negación de la finitud", un
universo en el cual, como en los dibujos animados, un ser humano sobrevive a cualquier
catástrofe.
Es fácil percibir la crucial diferencia entre este “recorrer” en una continua exposición desde
diferentes ángulos a las contradicciones y antagonismos y el “esquivar” en el hipertexto
rizomático. Mientras que para la primera modalidad se ponen en escena diferentes
narrativizaciones que refieren a algún antagonismo que se resiste a la simbolización (en último
término muchas fallas en intentar dominar la contradicción), el no encontrar un punto definitivo e
irreversible en el universo múltiple, el hecho de que siempre haya otros caminos que explorar, es
un modo de encontrar refugio en realidades alternativas cuando parece que se alcanzó un punto
muerto.
82
Una primera hipótesis que se arriesga con esta inicial aproximación es que, mediante el uso de
dispositivos digitales (redes sociales), con su capacidad de externalizar muchas de las más
íntimas fantasías de los usuarios en todas sus inconsistencias, se abre la posibilidad única de
escenificar21, de “actuar” el soporte idealizado de la experiencia de la ciudad. Podría pensarse que
al ser expuestos de forma acritica y repetitiva a estos contenidos idealizados, los usuarios serían
reducidos a las limitaciones impuestas por estas fantasías, pero, por otro lado, una externalización
de este tipo permite tratar las fantasías ideológicas expuestas de un modo lúdico y así adoptar
hacia ellas un mínimo de distancia.
Esto es algo que no depende tanto de la tecnología en sí como del modo en que se inscribe en la
sociedad. La función “mediadora” de los dispositivos digitales demuestra la existencia de alguna
clase de equivalente de “marco” (o Framer). Para que el usuario se involucre en la cuenta Bogotá
Street Photo debe operar dentro de un mínimo conjunto de reglas impuestas externamente y
aceptadas como coordenadas o reglas simbólicas. En las entrevistas realizadas a representantes de
gremios relacionados con la temática de la cuenta señalan algunas de las características de estas
normas:
“Derechos de Autor, Tabúes”22; “La composición, la técnica y hasta la narración
de una historia en una imagen.”23; “Que tienen que ser buenas composiciones en
fotografía”24; “Al parecer que tengan un enfoque netamente urbano, que muestre la ciudad
con varias ópticas”25; “según las fotos, se nota que la toma debe tener un contenido claro y
21 Murray llama adecuadamente “la puesta en acto como una experiencia transformativa” (Murray 2006). 22 Entrevista Luis Alejandro Gómez Niño Fotógrafo (marzo 8 de 2018) 23 Entrevista a Waldor Rueda Fotógrafo (marzo 8 de 2018) 24 Entrevista a Daniela Suárez Medina, Arquitecta (marzo 8 de 2018) 25 Entrevista a Johany Arevalo Valencia, Arquitecto (marzo 8 de 2018)
83
estético relacionado al cotidiano de la ciudad, si no cumple con esto, de entrada será un
impedimento”26.
Prueba de esto son también las categorías y los criterios de selección que los encuestados
enumeraron cuando fueron interrogados sobre el tipo de imágenes y los temas predilectos que
ellos consideraban “deseables” para su interacción con la cuenta:
¿Cuáles cree usted que son los criterios con que las personas inscritas en la cuenta
Bogotastreetphoto eligen las fotografías?
26Entrevista a Ana María Herrera, Arquitecta Junior (marzo 8 de 2018)
84
¿Qué imágenes subiría usted a la cuenta Bogotastreetphoto?
La paradoja es, sin embargo, que muchas veces la modalidad en que el usuario acepta dichas
reglas es la de la “renegación fetichista”, la cual sigue el axioma “lo sé muy bien… pero sin
embargo...”. Es decir, con frecuencia el usuario aun sabiendo muy bien que no está frente a la
realidad de inconsistencias y tensiones propias de su ciudad, en el momento en que se confronta a
una imagen fotográfica de la cuenta, goza de ella como si no hubiera distinción entre estas
modalidades de experiencia, o incluso niega que existan las mencionadas coordenadas: “No se
85
hace evidente ningún tipo de limitación hacia las imágenes, parece una cuenta incluyente”27;
“Ninguna limitación encuentro en la página”28.
Está distancia consciente o inconsciente, por lo demás, no puede ser interpretada simplemente
como una limitación que se le impone al usuario para una “autentica” experiencia, ni tampoco
como un modo “seguro” de permanecer en un lugar externo no comprometido hacia el universo
“artificial” de la imagen-ficción fotográfica que otorga el carácter a la cuenta: la distancia es más
bien una condición positiva de la inmersión.
Contrariamente a lo que afirman los críticos culturales acerca de la supresión de la distancia
simbólica que hace posible una mínima actitud crítica o reflexiva, aquellos que la ven como la
perspectiva distópica de unos individuos que recaen en una inmersión psicótica presimbólica, si
el usuario quiere hacer parte de esta comunidad debe “marcar el límite” para confiar en un
conjunto de señales que designan claramente que está tratando con una ficción.
Contra estos temores de los teóricos del ciberespacio se debe entonces discernir con precisión en
las improvisaciones, frecuentemente poco elaboradas y ambiguas, sobre “reglas del ciberespacio”
del Instagram, y de la cuenta misma, tipo: “las fotografías que le gustaron al dueño de la
cuenta”29; “absurdas nociones de ética y censuramiento.”30 El esfuerzo por establecer claramente
los contornos de un nuevo espacio de ficciones simbólicas, en el cual se participa plenamente en
la modalidad de negación, es decir, se es consciente de que “esto no es la vida real”.
Esto no debe llevarnos a la conclusión apresurada de que esta cuenta es apenas un mecanismo
que opera como una defensa contra la “realidad” y sus antagonismos. Como ya se señaló, esta
27 Entrevista a Johany Arevalo Valencia, arquitecto (marzo 8 de 2018) 28 Entrevista a Olmo Uscátegui Ramírez, antropólogo (marzo 8 de 2018) 29 Diario de campo 28 de Marzo 2018 30 Diarios de campo 28 de Marzo 2018
86
puesta en escena de las fantasías e idealizaciones también abre la posibilidad de atravesar los
antagonismos mediante la lúdica exposición de los soportes ideológicos que los mantiene
enmascarados.
3.4 Análisis métrico de la cuenta Bogotá Street Photo
Teniendo en cuenta que las métricas de Instagram no se limitan únicamente a seguidores e
interacciones, se construyó un panorama del movimiento de la cuenta usando distintas
herramientas de medición: Metricool, Socialbeakers, Keyhole y Locowise. La razón por la cual se
hicieron pruebas con diferentes herramientas tiene que ver con las limitaciones y vacíos con los
identificados durante su utilización. Las fortalezas de algunas eran los vacíos de otras, por
ejemplo: las gratuitas solo permitían un mes de valoración y diagnóstico, por lo que se realizó
una búsqueda de alguna que permitiera obtener gráficas de un periodo no menor de seis meses.
Además, otros requisitos que se perfilaron como indispensables determinaron la herramienta a
utilizar: estadísticas por publicaciones, acciones, seguimientos, imágenes publicadas, hashtags,
likes, comentarios, interacciones y alcance.31
Por estas razones (aunque es posible acceder a los gráficos de las otras herramientas en la sección
de anexos), se decidió trabajar con Locowise debido a que era la más completa y la única que
cumplía con la totalidad de los requerimientos. En sus particularidades cada una ofrecía por
separado estadísticas de seguidores e interacciones (Metricool), estadísticas por número de likes,
post en distribución mensual y uso de filtros (Social Bakers), estadísticas por hashtags, nube de
palabras (Keyhole), pero sólo Locowise incluía todas en su menú de análisis, lo único que no
contempla la herramienta escogida es la ubicación y el sentimiento. Con todo, se debe aclarar que
31 Como dato adicional, las stories -las historias de 24 horas o transmisiones en tiempo real- no fueron tenidas en cuenta, ya que implicaba un campo de estudio que desbordaba los objetivos de la investigación
87
es incorrecto hablar de alcance neto mensual en términos de usuarios, ya que ninguna
herramienta ofrece este dato, ni siquiera el propio Instagram. Ppor tanto, lo único a lo que se
puede aspirar es a un alcance aproximado, estimado (Estimated Reach).
El análisis se realizó en un periodo de tiempo transcurrido entre el 1 de noviembre de 2017 y el 1
de mayo de 2018. A la fecha, las audiencias con que contaba la cuenta sumaban un total de 2783,
con un número de 43 posts, 7245 interacciones, 7238 Me gusta, y 57 comentarios. Uno de los
indicadores que permitió diagnosticar esta herramienta fue el compromiso-interacción (o
engagement). Según los resultados arrojados por el mecanismo, el perfil tuvo un aumento en el
compromiso-interacción del 40.32%, con un aumento de 4929 en me gusta y comentarios a
comparación del mismo periodo el año anterior.
88
Mediante un proceso estadístico, la herramienta también permitió establecer unas predicciones de
audiencia para un periodo de tiempo comprendido entre mayo de 2018 a abril de 2019. En un año
y según el crecimiento de audiencia en los seis meses rastreados, el crecimiento pronosticado
sería e 65,7%, más de la mitad de los usuarios que en la actualidad siguen la cuenta.
Entre el mes de noviembre de 2017 y abril de 2018 el perfil agregó 922 seguidores, lo que
representa un aumento del 50,35% en comparación con el período anterior.
89
El contenido publicado con mayores interacciones tuvo lugar los lunes, martes y sábado en los
horarios de 1 pm, 4 pm y entre 6:30 pm y 8:30 pm. Posiblemente, debido a que los usuarios de la
cuenta acceden a ella e interactúan en días y horas con poca interferencia de otras actividades.
El día de mayor compromiso-interacción entre los usuarios según la información recolectada fue
el martes. El día y horario con mayor número de posts fue el sábado entre las 6 y las 6:30 de la
tarde. La frecuencia relativa de publicación fue de un post por día.
90
91
92
93
El desglose del compromiso-interacción se midió en términos de los hashtags (#), algunos de los
más utilizados por el administrador de la cuenta son: #streetphotography, #southamerica, #night,
#friday, #bogotacity, #ligth, #art, #analog, #bogotá, #love. Un indicador bastante relevante a la
hora de identificar los temas que le interesan en su cuenta.
� POST TOP CONTENT BOGOTASTREETPHOTO
Ig Post Top Content
Report from 01/11/2017 to 01/05/2018
� 4 86 � 4
Wed, 01/11/17
26.18% ER
� 287 � 3
Sun, 03/12/17
14 .0 5% ER
� 271 � 4
Tue, 21/11/17
13.95% ER
� 313 � 2
Wed, 17/01/18
13.57% ER
� 24 5 � 1
Tue, 26/12/17
11.13% ER
� 231 � 2
Wed, 13/12/17
10 .92% ER
� 226 � 1
Wed, 06/12/17
10 .81% ER
� 232 � 0
Sun, 17/12/17
10 .72% ER
� 208 � 0
Sat, 25/11/17
10 .36% ER
� 24 7 � 3
Sun, 01/04/18
9.35% ER
� 196 � 6
Fri, 22/12/17
9.23% ER
� 215 � 2
Tue, 06/02/18
8.96% ER
Page 1 of 1
94
Por otro lado, la tasa de participación más alta la herramienta la ubica en los posts de fotografías,
con un 44,99%, un promedio de compromiso e interacción del 23, 52%, un promedio de likes de
23.64%, y un pormedio de comentarios de 10, 26 %, algo esperado dada la naturaleza de la
cuenta.
95
Finalmente, Locowise construye una “nube de palabras de respuesta”, en la que destaca las
palabras más usadas en los comentarios: gracias, love, genial, bogotastreetphoto, son algunas de
estas. Esto nos da una señal de las temáticas que generan mayores dinámicas entre los usuarios de
la cuenta.
96
Aunque la herramienta se mostró bastante útil para realizar un diagnosticó muy general de la
cuenta, existe también una cantidad notable de información que cuesta vincular a un fundamento
consistente. Por ejemplo, aunque el número de inscritos va en aumento (según los instrumentos
de medición), esta información no es suficiente para concluir que se está forjando un sólido
respaldo en torno a la cuenta. Su uso puede ser meramente recreativo y ocasional, por lo que el
acceso de los usuarios depende de razones contingentes muy inestables que exigen un análisis
más detenido de las variables de fluctuación.
Así mismo, las variaciones en el engagement, al ser registradas estadísticamente con apenas
distinciones temporales muy generales y ambiguas, impiden establecer con precisión los motivos
de las variaciones en sus dinámicas. Para los objetivos de esta investigación, este mismo concepto
resulta bastante restrictivo y parcial a la hora de brindarnos información relevante sobre el papel
97
de la cuenta en la construcción de narrativas de la ciudad. El gesto de estandarización, propio de
este tipo de análisis, aplana los resultados en su propósito de simplificar, desestimando lo que el
instrumento reduce a información marginal en un proceso de selección que prioriza lo
cuantificable y lo “evidente”.
Las conclusiones que se pueden extraer de este tipo de codificación resultan demasiado intuitivas
e ingenuas. En el caso de la categorización del “sentimiento”, por ejemplo, los criterios de
selección no dan cuenta de los juegos del lenguaje inscritos en la dinámica de la comunicación.
Figuras como la ironía, el sarcasmo o el autosabotaje activo no pueden ser considerados por las
restricciones interpretativas de los instrumentos mecánicos de medición. Incluso, consignar el
número de “Me gusta” nos da muy poca información de los motivos de las fluctuaciones.
Ningún servicio ofrecido puede tener tanto control de la ambigüedad, no porque no sepan lo
suficiente, sino porque saben demasiado. Por ello, la solución intuitiva de fortificar el volumen de
98
datos con que se cuenta no produce mejoras significativas. Por el contrario, a pesar de los
complejos programas que detectan variaciones e interacciones, los softwares son incapaces de
interpretar y evaluar correctamente la cantidad de datos multiplicada, con errores básicos e
inevitables como calificar una imagen que para los usuarios es desagradable y éticamente
cuestionable, como deseable, dada la cantidad de registrada (y viceversa).
Cuando se comparan diferentes descripciones de una misma imagen (una experiencia, una
realidad… Bogotá), el procedimiento habitual consiste en centrarse en lo que todas ellas tienen en
común, y este núcleo común pasa a ser considerado entonces como la “realidad objetiva”,
mientras que las diferencias en la descripción se atribuyen a efectos distorsionantes de las
percepciones subjetivas parciales.
La propuesta de este análisis fue exactamente la contraria: se procuró identificar en las múltiples
narraciones hechas acerca de una misma “experiencia”, no lo que los diferentes relatos tiene en
común, sino las características que difieren en esos relatos. Lo que indica el antagonismo
fundante invisibilizado, no-incluido por las diferentes narraciones oficiales sobre una
experiencia, son precisamente esos cambios, las variaciones, las omisiones y las discrepancias
entre los sucesivos relatos.
99
4. Conclusión: grandes hallazgos
Mucha de la literatura actual32 considera que uno de los rasgos fundamentales de las condiciones
que establecen la articulación entre las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, y
la forma socio-cultural que se viene forjando es, la “interactividad”: “por lo que respecta a los
receptores, del consumo activo, rebelde y contrahegemónico de las mediaciones entramos en otra
dimensión donde el usuario colabora en la producción textual, la creación de enlaces y la
jerarquización de la información” (Scolari 2008: 116). Sin embargo, uno de los principales
hallazgos de esta investigación, es, justamente, el de la engañosa manera en que se ejerce dicho
intercambio.
La palabra engagement es precisamente la manera en que dentro de la jerga de análisis digital se
intenta comprender, medir y proveer de herramientas para la “maximización” de esta interacción.
Aunque el auge de este concepto se da dentro de la publicidad, el término también es usado por
analistas de redes enfocados a la comunicación. En el marco de esta investigación, sin embargo,
esta herramienta no pareció la más ajustada, debido a que si bien cuantifica la “compulsión” de
los usuarios por “interactuar” y vincularse sensiblemente con la propuesta, deja de lado otro
aspecto que como señala Slavoj Zizek constituye el reverso inmediato de este “frenesí”:
“Quienes alaban el potencial democrático de los nuevos medios, generalmente se enfocan
precisamente en estas características33, en cómo el ciberespacio abre la perspectiva de que
una gran mayoría de la gente escape al papel de observador pasivo que sigue un
espectáculo escenificado por otros, y participe activamente, no sólo del espectáculo, sino
32 que como señala Scolari: “construyen su mirada científica a partir de los nuevos espacios participativos de comunicación y de su irrupción en lo masivo” (2008: 115) 33 “actúo recíprocamente cada vez más con ella, entrando en una relación dialógica con ella, al escoger los programas, a través de la participación en los debates en una comunidad virtual, en la determinación directa del resultado de la trama en las así llamadas “narrativas interactivas” (Zizek 2006: 263)
100
cada vez más en el establecimiento de las propias reglas del mismo... Pero ¿no es, sin
embargo, el otro lado de la interactividad la interpasividad?” (Zizek 263).
La idea de interpasividad (un término inventado por Robert Pfaller) quizá puede proporcionar la
clave, o al menos una de ellas, para comprender el modo en que opera esta engañosa
“participación” del usuario en el establecimiento de las narrativas de ciudad en las que median las
redes sociales. Para Zizek “la característica distintiva de la interpasividad es que con ella el sujeto
no deja de estar, incluso frenéticamente, activo, pero desplaza de ese modo hacia el Otro la
pasividad fundamental de su ser” (Zizek 2001: 117).
Parece que la celebrada “interactividad” de las redes sociales, se reduce a una frenética tarea por
“hacer mucho, para que nada cambie realmente”. La estructura misma de las redes permite
exponer en público una cantidad inusitada de fantasías reguladas de antemano, que finalmente, no
tendrán ningún efecto performativo, constituyen un gesto vacío que ha perdido toda “eficacia
simbólica” (Lévi-Strauss 1996), y cuyo único propósito es impedir que los antagonismos que
subyacen a la multiplicación de versiones, emerja definitivamente.
La proliferación de imágenes desafiantes y post rebosantes de indignación en las redes, por
ejemplo, lejos de forjar un potencial crítico frente al estado de cosas, funciona como una válvula
de escape frente a los callejones sin salida y las limitaciones concretas con las que se enfrentan
los los usuarios día a día:
“Uno se tienta entonces de citar la provocativa tesis de Alain Badiou: “es mejor no hacer
nada que contribuir a la invención de caminos formales que hagan visible lo que le
Imperio reconoce ya como existente” Es mejor no hacer nada que comprometerse en actos
localizados, cuya función última es hacer que el sistema funcione mejor (actos como
101
brindar espacios para la multitud de nuestras subjetividades, etc.) Hoy la amenaza no es la
pasividad, sino la pseudoactividad, la urgencia de “estar activo”, de “participar”, de
enmascarar la vacuidad de lo que ocurre […] Quienes están en el poder suelen preferir
incluso una participación “crítica”, un diálogo, al silencio –para embarcarnos en un
“diálogo”, para asegurar de que nuestra pasividad está quebrada-.” (Zizek 2005: 9)
Del mismo modo, el paso a la supuesta explosión de las múltiples perspectivas enmascara la
situación contraria: que tenemos un Uno de múltiples variaciones, funciona como un contenedor
vacío de “mismidad” y lo que ha desaparecido es la posibilidad de la diferencia como tal.
En la medida en que en las narrativas de ciudad que se establecen como hegemónicas, cumplen la
función de referente (framer) a la hora de “limitar” las variaciones “aceptadas” por las redes
sociales como dispositivos reguladores de la información en circulación, los aspectos antagónicos
que en concreto definen las condiciones de posibilidad de los ciudadanos en Bogotá, son
aplanados en el ejercicio estético/político de digitalización de lo “espectacular” (Debord 1970).
Es decir, todo aquello que el usuario considere que genera un “impacto” en el público entusiasta -
yo ideal- (inscrito en la manera misma en que reaccionan quienes se fascinan por las imágenes
que el usuario publica medido por el engagment).
Sin embargo, a pesar de que las redes sociales sirven para exteriorizar las fantasías más íntimas
en toda su inconsistencia, esta dinámica también abre a la práctica de la fotografía artística una
posibilidad única de escenificar, de “actuar”, el soporte imaginario de nuestra existencia. Lejos de
ser sometidos y esclavizados a dichas fantasías, las redes sociales también pueden permitir tratar
estos soportes de modo lúdico y terapéutico, y ganar de este modo, un mínimo de distancia hacia
ellos. En resumen, alcanzar un modo de confrontar de forma directa y atravesar estos soportes
idealizados pero constitutivos.
102
En suma, el modo en que funcionan las redes sociales en el establecimiento de las narrativas de
ciudad no es algo que esté directamente inscrito en sus propiedades tecnológicas, depende más
bien de la red de relaciones sociosimbólicas (de poder y dominación, la hipermediación) que
desde antes sobredeterminan la forma en que nos afecta.
103
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