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    N O T A S

    PRESIDENCIALISMO VERSUSPARLAMENTARISMO: DOS ENFOQUESCONTRAPUESTOS

    Por DIETER NOHLEN'

    SUMARIOEL GOB IERNO COMPARADO: EVIDENCIAS TERICAS Y EMPR ICAS.C AUSAL IDAD Y PRONSTI-

    CO. ESQUE MAS RIOIDOS Y CONTEXTOS HISTRICOS.BALANCE FINAL.BIBLIOGRAFA.

    En marzo de 1987, en el Fortn de Santa Rosa, Uruguay, abramos el debatesobre reforma poltica y consolidacin democrtica en Amrica Latina en el marcode un seminario internacional que reuni a cientistas sociales europeos y latinoame-ricanos. Entonces, hace una dcada, no s interesaba co mprobar si la institucionalidadpoltica en Amrica Latina haba tenido alguna relacin con los derrumbes de lademocracia y si su reforma podra contribuir a mejorar la viabilidad y la consolida-cin de la democracia en la regin. La presencia de los participantes europeos en eldebate (1) se justific principalmente po r la experiencia europea durante la posguerraque super la historia de fracasos de las formas parlamentarias de gobierno impe-rantes en el primer tercio del siglo mediante adaptaciones del mismo sistema bsicoa parmetros de mejor funcionamiento y mayor estabilidad. Tomando tales estmulostericos e histricos y considerando los debates sobre reformas del sistema presiden-

    () Agradez co mucho el apoyo de Martn Lauga en la preparacin de la versin castellana de esteensayo. El texto, revisado y actualizado, corresponde a la conferencia pronunciada al cabo del VII CursoInteramericano de Elecciones del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH/CAPEL) en elSaln de Ex Presidentes de la Asamblea Legislativa de Costa Rica, el da 29 de noviembre de 1995.(1) Desde Espaa el politlogo (y poltico) Rafael Arias Salgado y el constitucionalista Jos JuanGonzlez Encinar, desde Alemania el historiador Detlef Junker, el constitucionalista Christoph Muller yel politlogo Dieter Nohlen.

    161Revista de Estudios Polticos(Nueva poca)Nm.99. Enero-Marzo 1998

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    cial en algunos pases de Amrica del Sur, especialmente Chile y Argentina, en elseminario se lanz tambin la idea de introducir en uno u otro pas el parlamenta-rismo. Los resultados de este encuentro fueron publicados un ao ms tarde en unlibro compilado por Dieter Nohlen y Aldo Solari en 1988 en la editorial NuevaSociedad (Caracas).En el mismo ao 1987, Juan J. Linz publicaba la primera versin de su muydifundido e influyente artculo: Presidential and Parliamentary Government. Doesit Make a Difference? (2), en el que junto con subrayar la diferencia entre ambasformas de gobierno, especialmente respecto a sus efectos, destaca el rol negativo delpresidencialismo en Amrica Latina como causante del derrumbe de las democra-cias, como elemento que impide o dificulta la transicin a la democracia y comoestructura que hace problemtica la consolidacin de la democracia. Consecuente-mente, Juan Linz se pronuncia decididamente en favor de la introduccin del parla-mentarismo en Amrica Latina, fomentando vigorosamente este proyecto tanto anivel acadmico como en la esfera del consulting poltico (vase Lazarte, 1998).La aparicin del tema institucional en el debate politolgico sobre la transiciny consolidacin democrtica en Amrica Latina, origin un perfilamiento paulatinode una dualidad de enfoques sobre sus aspectos conceptuales y metodolgicos, ascomo respecto de las consecuencias que los esfuerzos tericos tendran en el desa-rrollo poltico de la regin.

    Estas lneas de estudio sobre los regmenes polticos encontraran su expresinms elocuente en dos compilaciones publicadas en 1991 y 1994.As, en 1991, en el libro Presidencialismo versus Parlamentarismo compiladopor Dieter Nohlen y Mario Fernndez (vase tambin Nohlen, 1991), se sealaronntidamente las diferencias metodolgicas e histricas que diferenciaban a los enfo-ques sobre los sistemas de gobierno en Amrica Latina y se analizaron con grandetalle las posibilidades de reforma del presidencialismo en Amrica Latina, hacien-do hincapi en las formas muy variadas de este tipo de sistema poltico que habraque considerar para emprender tales proyectos de reforma en cada caso nacional.Ahondando en este punto, en el estudio se propona poner ms nfasis en la idea deadaptar ms que reformar los sistemas presidenciales en el sentido de alcanzarpatrones de mejor funcionamiento. Por otra parte, en el libro se destacaba la impor-tancia de los comportamientos de los actores polticos como variable de importanciarespecto al rooting de las instituciones; se llamaba la atencin sobre los cambiosreales en cuanto a lo actitudinal, especialmente en los procesos de formacin decoaliciones de gobierno o especies de este tipo de gobiernos por mayora multicoloren Chile, Bolivia y Uruguay; y se afirmaba que, incluso cuando ni siquiera en unslo pas se producan reformas constituciona les en cuanto al tipo del sistema polticovigen te, el mero debate institucional po dra tener el efecto de m ejorar la com prensinde lo institucional como restriccin y recurso por parte de los actores polticos y as

    (2) Versin castellana publicada enConsejo para la Consolidacin de la Democracia. 1988.162

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    PRESIDENCIALISMOV RSUSPARLAM ENTA RISMO : DOS ENFOQUES CONTRAPUESTOS

    contribuir al objetivo principal: la consolidacin de la democracia (vase asimismoNohlen/De Riz, 1991).En el ao 1994 se public el estudio de Juan Linz y los investigadores queparticiparon en dos seminarios internacionales sobre el tema en 1989 y 1990 enW ashington y S antiago de Chile. En esta obra, el enfoque y objetivo del pensam ientoparlamentarista de Linz se vio ratificado y an ms acentuado por el propiottulo de la obra colectiva com pilada por Juan Linz y Arturo V alenzuela: The Failure

    of Presidential Democracy, sin perjuicio de que varias contribuciones del libro nocomprueban ni confirman esta visin determinista y universalista del presiden cialis-mo. En su extensa introduccin al libro que constituye la versin definitiva de suartculo de 1987, Juan Linz ampli sus argumentos contrarios al presidencialismo, apesar de los inequvocos signos de la realidad poltica de la regin. La alusin queel autor hace a la crtica que recibi no considera sus argumentos ni las propuestasde reforma poltica. El trabajo de Linz tampoco da cuenta del significado de losintentos de reforma institucional que tuvieron lugar en Amrica Latina en estadcada. Mientras que las iniciativas de reforma constitucional respecto a la forma degobierno generalmente se frustraron, se observa un comportamiento de la clasepoltica en buena parte ms pragm tico y conforme con criterios de mejor funciona-miento del sistema presidencial. El pronosticado nu evo derrumbe de las democraciasen Amrica Latina no se produjo, observndose, por el contrario, una permanenciade la democracia en Amrica Latina nunca antes vista en su historia, y con ello unarelativizacin de la supuesta relacin causal entre sistema de gobierno y desenlacefeliz o fatal de la democracia.Lo que la realidad de la regin presenta es, en suma, una cierta flexibilidad ycapacidad de adaptacin del sistema presidencial, en medio de inmensos desafoseconmicos, sociales y polticos que estn relacionados con el agotamiento de laestrategia de desarrollo cerrada, sustitutiva y estatista y con la implementacin de laestrategia neoliberal de apertura, privatizaciones y desregulaciones. En este dificil-simo contexto socioeconm ico y de reestructuracin de la relacin Estado-sociedadno slo no se produjo el derrumbe de la democracia por los dficits del presidencia-lismo, sino que ms bien se manifiesta a nivel poltico-institucional lo que debieraser un fundamento emprico central del pensamiento institucional para AmricaLatina: La reafirmacin de la democracia presidencialista (vase Nohlen/Fernn dez,1998). Vale aadir que esta observacin emprica acerca de la permanencia y, enciertos casos, estabilidad de la democracia no implica emitir ningn juicio sobre eldesarrollo de la democracia y su permanencia y consolidacin en el futuro, asociadaa variables externas a la forma del sistema poltico.Mientras que la polmica se expandi a ms pases de Amrica Latina a travsde la republicacin de los dos artculos introductorios de Linz y Nohlen a lascompilaciones ya mencionadas de 1994 y 1991 (vase Linz/Nohlen et al, 1993;Comisin Andina de Juristas, 1993), con el correr del tiempo una cantidad cada vezmayor de cientistas sociales y constitucionalistas se incorpor al debate, manifestn-dose ms m atices y posicionam ientos respecto a la disyuntiva entre presidencialismo

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    y parlamentarismo. Segn Bemhard Thibaut (1996), cabe distinguir, en trminossistemticos, entre:1. La comparacin entre ambos sistemas dentro de un enfoque de puro razo-namiento terico o ideal tpico: tal es por ejemplo la postura de Juan J. Linzprincipalmente y, en medida parecida, de Arend Lijphart.2. Los estudios cuantitativos que comparan por lo general con un enfoquetemporalmente m uy reducido la performance de las democracias presidenciales yparlamentarias (Riggs, 1993; Stepan/Skach, 1993; Hadenius, 1994; entre otros).3. Los estudios que abandonan la contrastacin de los tipos bsicos y sevuelcan al anlisis de las variantes al interior del presidencialismo dentro de un

    enfoque puramente institucional, diferenciando p.e. entre sistemas con presidentesfuertes y sistemas con presidentes dbiles en relacin a la formacin y el mante-nimiento de su gabinete o en relacin al proceso legislativo. Aqu tambin hay unatendencia a concebir los supuestos mritos de distintos modelos o subtipos delpresidencialismo en cuanto a la estabilidad democrtica en trminos cuantitativos,sin considerar el contexto histrico (Shugart/Carey, 1992).4. El enfoque que seguimos nosotros de estudiar los sistemas de gobierno enestrecha vinculacin con el contexto social y poltico-estructural en el cual tienen queoperar concretamente, es decir un enfoque muy escptico en relacin a los rendimientos

    posibles de un anlisis puramente terico y/o cuantitativo. Este enfoque implica norechazar por principios o a priorini el parlamentarismo ni el presidencialismo, sinoevaluar los problemas de funcionamiento de un cierto sistema de gobierno, percibidocomo un conjunto de elementos institucionales y poltico-estructurales (vase Monsal-ve/Sottoli, 1998).EL GOBIERNO COM PARADO EVIDENCIAS TERICAS Y EMPRICAS

    Existen diferencias estructurales en tre el sistema presidencial y el parlamen tario.Este hecho es tan obvio que el slo repetir esta obviedad no debera ni despertarmayor inters ni favorecer la polmica.El caso empieza a llamar la atencin cuando las diferencias que se establecen anivel terico-sistemtico se convierten en factores causantes del desarrollo polticoa nivel histrico-emprico, es decir, cuando se pasa del mundo abstracto de laslgicas simples al mundo emprico de las circunstancias y variables complejas. Elmundo abstracto es el reino de las teoras universalistas; el mundo histrico el de lasteoras de menor alcance, de las explicaciones contextales o co ntingentes.La fuerza sugestiva del pensamiento institucional de Juan Linz radica en elsupuesto de que seria posible pasar sin ms del anlisis sistemtico propio delgobierno comparado al anlisis causal del desarrollo poltico. Se trata, pues, de lamezc la de dos lgicas distintas, algo que difcilmente puede ser percibido por quienesdescuidan cuestiones metodolgicas o slo recientemente se incorporan al debate.

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    PRESIDENCIALISMO y RSUSPARLAMENTARISMO DOS ENFOQUES CONTRAPUESTOS

    Como bien sabemos, Juan Linz es un excelente conocedor de la historia de unsinnmero de pases, por lo que le resulta fcil fundamentar su argumentacincontra-presidencialismo y pro-parlamentarismo con exhausivo material histricoproveniente de los m s diversos pases. No obstante, pese a la abundancia de ejem-plos histricos, la lgica de su investigacin no es histrica sino abstracta o pura; esla lgica de la coherencia. En palabras de Giovanni Sartori, su discurso buscarelaciones universales, relaciones que permanecen invariables, cualesquiera sean loscasos especficos a los cuales que se puedan referin>. Maneja relaciones atempora-les, sucesiones que no son cronolgicas sino ideales (Sartori, 1992: 147, 149). Enfuncin de la lgica no contradictoria, la historia, la empiria, juega un papel sloauxiliar: los ejemplos especficos le sirven para jun tar evidenc ia histrica que aco m-pae al desarrollo argumentativo. Este tratamiento de la historia, sin embargo, no esapropiado para comprobar las hiptesis, dado, primero, que se dejan fuera de aten-cin los casos histricos que no se adecan a las relaciones sistemticas que seestablecen o en otros trminos no se utiliza el mtodo comparativo comoinstancia de control; y, segundo , que los ejemplos ilustrativos tom ados en cuenta sontratados bajo el supuesto delceteris paribus, mientras que para bien comprender lahistoria y las relaciones que estamos estudiando hay que presumir un ceteris nonparibus. La lgica de la razn se contrapone a la lgica de lo razonable. Siguiendoa Sartori (21992, 151) podemos concluir que las relaciones universales y atempo-rales formuladas para una lgica pura, no valen para una lgica emprica..., si noestn debidamente ponderadas. As, parece extremadam ente discutible el supuestode que la lgica que establece la diferencia entre presiden cialismo y pa rlame ntarism oy la validez de la opcin parlam entarista sea capaz de resolver el problema plantead ode la opcin ms adecuada de entre las formas de gobierno, problema que requiereun conocimiento emprico, o sea histrico ms integral, una comprensin de todo elcontexto especfico y especialmente de las relaciones vinculadas con el fenmeno ola relacin que estamos estudiando.

    CAUSALIDAD Y PRONSTICOLa importancia de estas consideraciones metodolgicas se evidencia en el exa-men de una de las tesis centrales del pensam iento parlam entarista. Se trata de la tesislanzada por Arturo Valenzuela de que la democracia en C hile habra sobrevivido sien esa poca el pas andino hubiera contado con un sistema parlamentario (vaseValenzuela, 1978; 1994).Fue el presidencialismo el causante del derrumbe de la democracia chilena?Siguiendo esta lgica hipottica, la historia de Chile nos conduce a pensar de

    inmediato en otros supuestos de tipocounterfactual, como por ejemplo: si hubiera existido el ballotage, Salvador Allende no habra sido elegido en1970,y as la democracia chilena no habra llegado a su punto mu erto (vase en estesentido, Taagepera/Shugart, 1989: 1);165

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    si hubiera existido el mecanismo de la reeleccin, Eduardo Fre Montalvahabra triunfado en los comicios; si la Democracia Cristiana hubiera presentado otro candidato en lugar delizquierdista Radomiro Tomic, por ejemplo Bernardo Leighton, Alessandri, el apo-derado de la derecha, no se habra presentado como candidato y la DemocraciaCristiana habra podido continuar su mandato; si el partido de centro, la Democracia Cristiana, hubiera seguido la prcticadel tradicional partido de centro en Chile, el Partido Radical, esto es, la prctica deacuerdos y alianzas, no habra perdido las elecciones de 1970 (vase Scully, 1992); si los partidos marxistas no hubieran negado la sal y el agua al gobierno deEduardo Frei Montalva con su programa de nacionalizaciones y de reformas estruc-

    turales (abolicin del latifundio), se habra formado una gran alianza de los partidosmodernizantes para cambiar el pas.En todos estos supuestos casos entre otros la democracia chilena habrapodido sobrevivir. Esto relativiza rotundamente la capacidad explicativa del derrum-be de la democracia que se le atribuye al presidencialismo por pensar que el parla-mentarismo hubiera llevado a otro historical outcome. Existen, en realidad, unsinnmero de posibles factores causantes o momentos circunstanciales, que dehaber sido otro, o de hecho de haber tenido otro comportamiento, habran podido

    influir en el desarrollo de la democracia en Chile. Como ocurre con otros casosanlogos, cabe recordar que, en el caso del derrumbe de la democracia de W eimar,un historiador alemn que revis la literatura al respecto menciona en total ms desesenta factores causantes (vase Junker, 1988). As, la tesis de Valenzuela se reducea una hiptesis muy discu tible, y an ms si se considera que los supuestos avanzadospor m eran, en su poca, temas que se discutan en C hile; por ejem plo: Tomic intentformar con los partidos marxistas una gran alianza de izquierda detrs de su candi-datura, pero fracas; sectores de la Democracia Cristiana propusieron reemplazar aTom ic por Leighton, pero no tuvieron x ito; se inici una m aniobra contra la eleccinde Allende por el Congreso que habra resultado en nuevas elecciones con la candi-datura de Frei, maniobra q ue tampoco result (vase Nohlen, 1973; Huneeus, 1981 ;Tagle, 1992). Sin embargo, en la poca de la poltica a la cual nos referimos, laalternativa parlamentaria no apareca ni como proyecto concreto ni en el debategeneral. Por el contrario, la reforma constitucional de 1969 fortaleci el rol delpresidente en el sistema poltico , dotndolo con el plebiscito com o arma para superarun posible conflicto con el parlamento. As, el planteo de Arturo Valenzuela no slorepresenta uno de los muchos supuestos imaginables, sino que es quizs el menosplausible desde un punto de vista histrico dado que, como ya seal, no estuvo enningn momento presente en las alternativas discutidas en ese entonces.Por otra parte, hay que tomar en cuenta la magnitud de consenso poltico quehubiera requerido la introduccin del parlamentarismo en Chile como en cualquierotro pas con grandes tradiciones presidencialistas. Vale considerar tambin que loscambios institucionales no son neutros polticamen te y que las fuerzas polticas, ms

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    an en tiempos de alta conflictividad poltica, los evalan de acuerdo a criterios depoder. Ahora bien: El supuesto de poder alcanzar un acuerdo sobre la reformainstitucional de tal orden equivale a desvalorizar el propio proyecto parlamentarista,dado que con este mismo consenso se hubiera resuelto fcilmente el conflicto entrepresidente y mayora parlamentaria en el esquema presidencialista, origen segnel anlisis de Arturo Valenzuela y Juan Linz del derrumbe de la democraciachilena.Este dbil supuesto de tipo contrafactual se convierte en el pensam iento de JuanLinz en the classic instance en lo que se refiere a cmo el presidencialismo hafacilitado y agravado la crisis de la democracia (D iamond /Linz, 1989: 24), es decir,es tomado como fundamento para plantear una afirmacin universalmente vlida,como base terica para el pronstico. Este pronstico consiste en el anuncio delprobable fracaso de las democracias presidenciales en Amrica Latina, as debeentenderse el ttulo de su obra colectiva: The Failure of Presidential Dem ocracy.Pero cabe puntualizar que un pronstico en las ciencias sociales es vlido slo en lamedida en que la teora en la cual se base sea empricamente sustentable.Es interesante observar que algunas contribuciones en el libro compilado porJuan Linz y Arturo Valenzuela llegan a cuestionar la afirmacin sugerente del ttulode la obra.En primer lugar, porque no se le atribuye al sistema de gobierno una relevanciacentral respecto a la cuestin de la gobernabilidad, pareciendo difcil to point topresidentialism as the insurmountable obstacle (de acuerdo a Jonathan Hartlyn ensu trabajo sobre Colombia, p. 320). En segundo lugar, porque en Amrica Latinaexiste una fuerte tradicin de forma de gobierno presidencialista que se relacionaestrechamente con la cultura poltica de los pases respectivos (como argumentaCynthia McClintock en su trabajo sobre Per, p. 389). Adems, porque surgirandificultades considerables al tratar de manejar exitosamente el parlamentarismo,pudiendo aparecer nuevos problemas y agudizarse otros ya existentes (segn Cathe-rine M. Conaghan en su contribucin sobre Ecuador, p. 351). McClintock intuye,entre otras cosas, que el parlamentarismo would increase spoils-oriented activitiesamong lites (389). Por ltimo, en tercer lugar, porque se teme que podra minarsela legitimidad del sistema poltico. En las democracias an no consolidadas, estetemor se ilustra en la disposicin de g rupos estratgicos, especialmente los militares,a aceptar ms bien la autoridad de un presidente que la de un jefe de Gobiernodependiente del Parlamento.En las contribuciones dedicadas a los pases particulares se arroja luz sobre elcontexto en el cual tiene que discutirse la cuestin institucional. La evidencia lati-noamericana se torna as ambivalente. De este modo, al igual que todo en la vidaexhibe ventajas y desventajas, hay argum entos en contra del presidencialismo y otrosa su favor. En ningn caso histrico la alternativa del parlamentarismo es tanconvincente como aparece en la argumentacin terica. Pruebas en este sentidobrindan los escasos resultados de introducir reformas en direccin parlamentariahasta el presente. Del cuestionamiento coyuntural del presidencialismo en la ciencia

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    poltica no ha surgido hasta ahora ninguna reforma estructural de tipo parlam entariaen Amrica Latina, quedando por verse si para bien o para mal de la consolidacindemocrtica.

    ESQUEMAS RGIDOS Y CONTEXTOS HISTRICOSCom o sabem os, una caracterstica de la vertiente parlamentarista del pensam ien-to institucional es la de percibir las alternativas en el gobierno com parado en trmi-nos esquemticos, reduciendo a un mnimo la gran variedad histrica de las institu-ciones polticas. En la misma alternativa presidencialismo versusparlamentarismo,el supuesto dualismo es cuestionable, como lo seala Giovanni Sartori mediante sutesis neither-nor en su contribucin al libro de Linz y Valenzuela (Sartori, 1994a:106-118), es decir ni presidencialismo ni parlamentarismo, sino una forma de semi-presidencialismo.Ms cuestionables an resultan ser las relaciones esquemticas como por ejem-plo entre formas de gobierno y sistemas electorales o entre formas de gobierno ysistemas de partidos polticos. Arend L ijphart elabor una matriz de cuatro e ntradas,combinando presidencialismo y parlamentarismo, por un lado, y representacin pormayora y representacin proporcional, por el otro, llegando al siguiente rankingnormativo (Lijphart, 1992: 932-942):1. parlamentarismo con representacin proporcional;2. parlamentarismo con representacin por mayora;3. presidencialismo con representacin por mayora;4. presidencialismo con representacin proporcional.Qu desilusin para Amrica Latina Ocupa el ltimo puesto. Pero, francamen-te ,este esquema con su carga normativa no es muy sabio, entendiendo que sabiduratiene algo que ver con la experiencia, con la empiria, en la conceptualizacin de M ax

    Weber, con la historia.Se puede objetar, primero, que el orden de preferencia de los sistemas polticosdepende de factores co ntingentes; segundo, que lo mismo es vlido para los sistemaselectorales, tercero, que la combinacin de formas de gobierno con sistemas electo-rales potencia la incertidumbre respecto a la conveniencia de la mezcla no slo anivel de la asesora poltica como universal political advice, sino tambin a nivelpuramente terico. No veo posibilidad ninguna de establecer un orden que pone elparlamentarismo con representacin proporcional por encima del parlamentarismocon representacin mayo ritaria. Por lo dem s, las categoras utilizadas son demasia-do amplias para permitir conclusiones normativas precisas. La bondad y la validezde la combinacin, su xito en el caso histrico concreto, depende mu cho del subtipo,o mejor dicho, de la adaptacin del tipo bsico a circunstancias contingentes ynecesidades funcionales, como p.ej. la estructura de la sociedad, patrones de com-portamiento poltico, el formato y la dinmica del sistema de partidos polticos, etc.

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    Arend Lijphart, una de las grandes figuras en la ciencia poltica, con contribu-ciones de primer orden ltimamente en el mbito de los sistemas electorales (Lijp-hart, 1994), problematiza tambin la regla de toma de decisiones propia del sistemapresidencial, la regla mayoritaria qu e, como es sabido, es la nica aplicable cuandose trata de elegir no a un rgano colegiado, sino a un rgano u nipersonal (Lijphart,1994a: 91-105). Es obvio, entonces, en comparacin con el parlamentarismo, lamayor cercana del presidencialismo a la forma de toma de decisiones por mayora;pero a partir de ello sacar la conclusin de que la democracia m ayoritaria sera meno sviable, incluso menos democrtica, parece muy aventurado. Vale recordar que elejemplo clsico de un sistema parlamen tario, el caso britnico, ha sido justificado enla teora del go bierno representativo comom ajority rule y sigue an hoy funcionandoas. Recordemos asimismo la famosa afirmacin del gran terico del sistema parla-men tario, el ingls Walter B agehot quien, dicho sea de paso, brilla por su ausenciaen el discurso de la vertiente parlamentarista de tipo dem ocrtico-consensual :thePrincipie of Parliament parliamentary governm ent) is obedience to leaders (Ba-gehot, 1961: 125). Compartimos, en trminos generales, la conviccin de que enAmrica Latina, en funcin de una mayor gobemabilidad, vale promover formas ycomportamientos de concertacin, de compromiso, la conviccin de que convienereducir los abismos ideolgicos y evitar las lgicas del todo o nada o del avanzar sintransar. Sin em bargo, me opong o a minusvalorar o incluso desprestigiar la forma detomar decisiones por mayora, o el gobierno por mayora unicolor.Otros investigadores analizan la relacin entre las formas de gobierno y laestructura del sistema de partidos. Se trata de una relacin sumamente importante,dado que efectivamente el funcionamiento del sistema poltico, incluso su clasifica-cin en el universo de las formas de gobierno pu ede dep ender del formato del sistemade partidos polticos y de la interaccin de sus integrantes.Sin em bargo, esquematizar la relacin en trminos de que el bipartidismo c ons-tituira un sistema m s idneo para el presidencialismo o para la consolidacin d e lademocracia, como se afirma en base a una comparacin de cuatro casos latinoame-ricanos (Chile, Uruguay, Costa Rica y Venezuela) es bastante arriesgado. No setoman en cuenta las dems variables que intervienen, ni tampoco se estudian lasrelaciones de causalidad recprocas. En suma: la descontextualizacin es el funda-mento metodolgico de tales afirmaciones, pero al mismo tiempo tambin de susequivocaciones.Esto es especialmente cierto respecto al presidencialismo latinoamericano, elcual aparece muy esquematizado como la alternativa a superar en la confrontacincon el parlamentarismo, tam bin tratado com o si en la realidad existiera un solo tipode parlamentarismo. Permtanme no entrar en este tema, pero s apuntar que laestabilidad poltica en Europa Occidental despus de la Segunda Guerra Mundial,posterior a las respectivas democratizaciones de sus sistemas polticos, tiene algoque ver con la adaptacin del parlamentarismo a las circunstancias de cada casonacional, crendose as diferentes variantes del sistema parlamentario.

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    En Amrica Latina, el presidencialismo vara enormemente tanto en las consti-tuciones com o en las prcticas polticas. Desde el punto de vista constitucional, cabedistinguir bsicamente entre el presidencialismo reforzado, el presidencialismo puro,el presidencialismo atenuado y el presidencialismo parlamentarizado.En la prctica, valdra la pena diferenciar an ms, tomando como criterios lascostumbres y los estilos polticos (por ejemplo: en Uruguay, los constirucionalistaslocales insisten en que la Constitucin sera parlamentarista; pero nadie se opone acaracterizar la prctica poltica como presidencialista), la mayor o menor jerarqui-zacin del sistema, la organizacin del ejecutivo (es decir, la relacin p residente-g a-binete siempre que ste exista y la relacin presidente-parlamento mediada porel sistema de partidos polticos influida por la distancia ideolgica entre ellos yla composicin poltica del parlamento afectada por el sistema electoral, etc.En suma: m s all de lo caracterstico del presidencialismo que sirve para distinguir-lo del parlamentarismo en trminos categoriales, existen dentro del presidencialismolas ms diversas combinaciones respecto a la relacin de los rganos polticos, elpresidente y el parlamento, sus orgenes, funciones, modos de interaccin, etc. Anteesta situacin, y ms an cuando el objetivo es reformar la relacin existente, esimperioso contextualizar el debate.

    BALANCE FINAL

    Como conclusin pueden formularse unas observaciones finales. La polmicareproducida exhibe un cuadro de marcados antagonismos: por un lado, la negacin del presidencialismo; por otro lado, una apreciacinhistrica del presidencialismo, sus logros, recursos, limitaciones y falencias segnel tiempo y el lugar; por un lado, el anlisis monocausal y unidireccional basado en la adjudicacinde un valor dominante a la variable institucional; por otro lado, el diagnstico

    multicausal y de causalidad circular, basado en la conviccin de que existe unainterrelacin e interdependencia de los factores y que la institucionalidad poltica esslo un factor, importante s, pero relativizado a la vez por otros, como por ejemplola cultura poltica, el desarrollo econ mico y social, la historia propia de los diferen-tes pases, sus experiencias y aprendizajes, la estructura del Estado y dem s factores,los cuales son quizs ms importantes que el factor institucional mismo; por un lado, la recomendacin de dar un salto categorial de un sistema degobierno al tipo alternativo; por otro, la recomendacin de reformas incremntales,de adaptacin del presidencialismo a los desafos de un mejor funcionamiento ymay or gobem abilidad, sin excluir por eso reformas que van ms all de la modalidadde adaptacin siempre y cuando esto resulte conveniente en el caso concreto encuestin; por un lado, la valorizacin de las propuestas de reforma de acuerdo a criteriosde medicin de la distancia entre estas propuestas y la receta general de un sistema17

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    PRESIDENCIALISMO VF RSUS PARLAMENTARISMO OSENFOQUES CONTRAPUESTOS

    parlamentario;porotro,lavalorizacinde lasdiferentes propuestas segn parmetrosde lateora del gobierno comparado y queconsideren seriamente loscontextosconcretosyelementos especficosdelpasencuestin.Sin emb argo, mientrasquelapolmicaesantagnica,lasalternativassediferen-cian entres: porunlado,larigidez,porotro lado,laflexibilidaddeunapropuestaqueauncuando sepronuncia enfavor deadecuacionesde lossistemas polticosdentrodelmolde presidencialistaque loscaracteriza,nodescartadeninguna manerareformasqueponganenteladejuicioelmolde presidencialistayavancenmsendireccin a un sistema mixto o semi,o hacia procesos dereforma quelleguenfinalmente al parlamentarismo.No obstante,hay queestudiar bienlosprosyloscontras. C uandolaimagendelparlamentoesmala, peorquela delpresidentedeturno; cuandolaimagende lospartidos p olticosesmala, peorqueladelejecutivoenejercicio; cuandolaimagendelospolticosesmala, peorqueladel personal ejecutivo como sealan muchossondeos, difcilmente puede imaginarsequeelparlamentarismo pueda co nducirauna mayor consolidacinde lademocracia.La recomendacinnoconsiste pues,enprimer lugar,enunmodelodesistema poltico, sinoen elmtododedebatir, diseary consensuar reformas conviabilidad poltica y que porsupuestonoponganenpeligrolo yalogrado,lafrgil permanenciade lademocraciaenAm rica Latina.Lapropuesta de reforma tienequerespetar tradiciones p olticas, cu lturas p olticasyestructuras polticas, caractersticas propiasdecada caso n acional. Esta precaucines imperiosa.La alternativa presidencialismo-parlamentarismo sugierelaexistenciayoportu-nidadde unareceta m gica.Noesas.Elproblemaes mscomplejo,lahistoriamsrica, la capacidad social-tecnolgicamsrestringida,ymucho mayorlaresponsabi-lidaddeaquellosquepropicianeimplementan reformasen elsistema poltico, d adoque,endefinitiva,son lassociedades latinoamericanas m ismaslascuales disfrutarno padecernlasconsecuenciasdetoda reformaono-reforma poltica.

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