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La Agencia de la ONU para los Refugiados

¿NUNCA MÁS OLVIDADOS?

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Las mujeres de Darfurdeben salir en gruposnumerosos, normalmentebajo escolta militar, inclusopara recoger leña.

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P O R R A Y W I L K I N S O N

L OS ATAQUES SUELEN COMENZAR DE

madrugada. Hombres armados a ca-ballo, en camello o a bordo de destar-talados vehículos militares, acompa-ñados a veces de aviones y helicópte-ros, se lanzan repentinamente sobreuna aldea indefensa.

“Mataron a mi marido delante de mí”, refiere lasuperviviente de un reciente ataque. “Me tiraron alsuelo y me violaron. Se llevaron a uno de mis hijos. Nolo he vuelto a ver. Quemaron la aldea y mataron a todosmis vecinos antes de irse”.

La joven madre huyó a rastras de la matanza y con susotros cuatro hijos pasó varias semanas sin apenas comi-

da, agua o techo, llegando a trompicones hasta la relativaseguridad del estado vecino, Chad, desde su casa en Dar-fur, región del país más grande de África: Sudán.

Son literalmente miles las historias que sobre atro-cidades parecidas circulan a un mismo tiempo en laregión. En una trágica escalada del conflicto, por pri-mera vez un campamento oficial para personas despla-zadas sufrió un ataque en septiembre. Treinta y cuatropersonas resultaron masacradas, incluyendo al menosun hombre al que le ataron las manos a la espalda y alque un caballo arrastró hasta morir, al estilo del salvajeoeste.

Eran las últimas víctimas de un conflicto que duran-te varias décadas ha enfrentado a agricultores africa-nos negros y comunidades árabes nómadas por unosrecursos naturales escasos, y que en 2003 estalló abier-

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tamente cuando bandas armadas, algunas supuesta-mente apoyadas por el Gobierno central de Jartum, yotras que se consideraban defensoras de los granjeros,empezaron a saquear una de las regiones más desola-das e inhóspitas del mundo.

En el caos posterior, un número que oscila entre180.000 y 300.000 civiles murieron o perdieron la vidapor heridas de guerra y enfermedades. Dos millones depersonas huyeron de sus pueblos y aldeas.

El ex Secretario de Estado estadounidense, ColinPowell, calificó la campaña de asesinatos, saqueos yviolaciones por parte de uno de sus protagonistas, losdenominados janjaweed o “diablos a caballo”, nadamenos que de genocidio. John Prendergast, del grupopro-derechos humanos Crisis Internacional, describíaa los janjaweed como una “mezcla grotesca de Mafia y

Ku Klux Klan” y señalaba que “un huracán provocadopor el Gobierno había azotado Darfur”.

La situación llegó a extremos tales que, con frecuen-cia, las bandas volvían sus armas contra los trabajado-res humanitarios y sus preciosos suministros. “Lo úni-co que queda por saquear son los convoyes extranjeros”,aseguraba el líder de una tribu local.

¿POR QUÉ TAN DISTINTO?LA PESADILLA SUDANESA OBLIGÓ A AGENCIAS HUMANIta-rias como el ACNUR a hacer frente a la mayor y máscompleja operación del momento.

Pero también reactivó un problema preocupante ydifícil que la comunidad internacional lleva años inten-tando resolver sin éxito: ¿por qué millones de civilesafectados por guerras u otras persecuciones reciben aveces un trato tan distinto, obteniendo algunos impor-tantes ayudas y otros prácticamente nada?

Unos 200.000 civiles sudaneses escaparon de lasluchas huyendo al Chad. En cuanto llegaban al estadovecino quedaban protegidos por las convencionesinternacionales para refugiados, que les daban derechoa protección legal, techo, comida y agua, pese a lo ele-mental que fuera a veces esa ayuda.

Pero el grueso de las víctimas civiles, los hombres,mujeres y niños que seguían en Sudán, se enfrentabana un futuro infinitamente más peligroso, todavía bajoel imperio de su propio Gobierno y de las milicias sim-patizantes en vez de estar protegidos por tratadosinternacionales, y sin derecho a ninguna ayuda porparte de organizaciones externas.

A estos civiles, como a otros muchos millones disper-sos por el planeta, reunidos todos bajo las torpes siglasburocráticas de IDPs (Internally Displaced Persons, eninglés) o desplazados internos, se les dejó sufrir y moriren silencio durante muchos meses mientras Jartum sellaba sus fronteras y se negaba a permitir la entrada deayuda o de trabajadores humanitarios en la región.

Cuando finalmente cedió el Gobierno, el mundodescubrió horrorizado el alcance del exterminio.“Hemos fallado a esta gente durante demasiado tiem-po”, observaba posteriormente Jan Egeland, Coodina-dor de la Ayuda de Emergencia de las Naciones Unidasy, de hecho, el máximo dirigente humanitario a nivelmundial. “Aunque durante años hemos conseguido sal-var millones de vidas, nuestros sistemas de respuestahan adolecido de importantes lagunas. Las necesidadesde los desplazados internos han sido con frecuencia lasprimeras en colarse por las rendijas”.

El Alto Comisionado del ACNUR, António Gute-rres, añadía que “con demasiada frecuencia hemos lle-gado tarde y con poca ayuda”. La gestión de los despla-

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Varios millonesde angoleños hanregresado a susaldeas y pueblosdestruidos tras el alto el fuegoentre el Gobierno y las fuerzasrebeldes en 2002.

Treinta y cuatro personas fueron MASACRADAS, incluyendo al menos un hombre al que le ataron

las manos a la espalda y al que un caballoARRASTRÓ HASTA MORIR,

al estilo del salvaje oeste.

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zados internos por conflictos, manifestó, “es el mayorfracaso de la comunidad humanitaria internacional”.

Aunque sólo fuera para eso, el conflicto de Darfurservía de llamada de atención, según Egeland, y obliga-ba al mundo a afrontar una vez más el tema de las perso-nas abandonadas de hecho en el interior de sus países yprivadas de sus derechos humanos básicos. Egelanddecidió, junto con las agencias de la ONU, la Cruz Roja yotras organizaciones, replantearse por completo la cues-tión de las personas que, como los civiles sudaneses, sehabían “colado por las rendijas” y permanecían atrapa-das en unos infernales agujeros del desierto.

¿CÓMO NOS HEMOS METIDO EN ESTE LÍO?LOS POLÍTICOS, PERIODISTAS Y EL PÚBLICO EN GENERAL

suelen etiquetar a todos los civiles que huyen de una per-secución o de la guerra simplemente como refugiados,una palabra que se ha convertido en un fácil comodínpara designar a cualquier persona desplazada de su hogara causa de guerras, persecuciones o incluso desastresnaturales, como ocurrió durante el catastrófico tsunamiasiático, el terremoto de Pakistán y el huracán Katrinaque azotó Estados Unidos (ver artículo en página 22).

Con este enfoque tan simplificado, es difícil que elmundo entienda o acepte que una familia que consiguellegar al Chad pueda recibir un trato tan distinto deotra familia que ha huido de la misma aldea al mismotiempo y que vive a muy poca distancia, pero en el inte-rior de Sudán.

Hay múltiples razones, en parte políticas, en partehistóricas, influidas fuertemente por el espinoso asun-

to de la soberanía nacional y por la cambiante naturale-za de los conflictos.

El actual régimen de los refugiados se estableció tras la Segunda Guerra Mundial con la creación del AltoComisionado de las Naciones Unidas para los Refugia-dos (ACNUR) y la adopción de la Convención de Gine-bra sobre los Refugiados de 1951. La definición de la pala-bra refugiado se redactó con precisión como la de unapersona que, “debido a fundados temores de ser perse-guida por motivos de raza, religión, nacionalidad, perte-nencia a determinado grupo social u opiniones políticas,se encuentre fuera del país de su nacionalidad”.

Durante la mayor parte de la segunda mitad delsiglo XX, muchas de las víctimas inocentes provocadaspor la guerra o las persecuciones encajaron perfecta-mente en esta categoría.

En la era posterior a la Guerra Fría, sin embargo, lanaturaleza misma de los conflictos y la situación de laspersonas desplazadas empezó a cambiar.

Las guerras entre ejércitos convencionales se vie-ron superadas cada vez más por conflictos civiles inter-nos en los que había implicadas fuerzas gubernamen-tales, milicias, extremistas religiosos y gruposterroristas declarados.

Casi desapercibidos al principio, millones de inocen-tes se convirtieron en víctimas de guerra, siendo a menu-do blanco de uno o más de los contendientes armados,pero, al contrario que otros perseguidos anteriores, sintener un lugar donde refugiarse y con frecuencia sin quenadie los ayudara. No existía una red de seguridad inter-nacional para esta gente.

No fue sino hasta los últimos años delsiglo pasado cuando el mundo empezó a dar-se cuenta de la enormidad de la pesadilla quese avecinaba para los desplazados.

Cuando el Secretario General de la ONU,Kofi Annan, se dirigió a la Asamblea Gene-ral por última vez durante el pasado milenio,propuso un alejamiento radical del modo enque los gobiernos y las agencias habían esta-do manejando el problema. En definitiva,recomendó a los estados miembros que deja-ran a un lado sus poderes más celosamenteguardados —la soberanía y la inviolabilidadde sus fronteras nacionales— por el más ele-vado interés de proteger a los indefensosciviles atrapados en una guerra.

“La Carta [de la ONU] no excluye la exis-tencia de derechos al otro lado de las fronte-ras”, dijo a los delegados. “No hay duda de queimponer su cumplimiento es un paso difícilde dar. Normalmente va en contra de losintereses políticos o de otro tipo, pero existenprincipios y valores universales que superandichos intereses, y la protección de la pobla-ción civil es uno de ellos”.

P R I N C I P A L E S P O B L A C I O N E S D ED E S P L A Z A D O S I N T E R N O S D E L M U N D O *

PA Í S N º

1. Sudán 6.000.000

2. Colombia 3.400.000

3. R.D. Congo 2.330.000

4. Uganda 1.400.000

5. Irak 1.000.000

6. Turquía 1.000.000

7. Argelia 1.000.000

8. India 600.000

9. Indonesia 600.000

10. Líbano 600.000

PA Í S N º

11. Azerbayán 575.000

12. Zimbabwe 570.000

13. Myanmar 526.000

14. Costa de Marfil 500.000

15. Bangladesh 500.000

16. Somalia 400.000

17. Kenia 350.000

18. Sri Lanka 347.000

19. Angola 340.000

20. Federación Rusa 339.000

*Fuente: Proyecto Mundial para los Desplazados Internos, agosto de 2005.**El ACNUR estima que son más de dos millones.

“Aunque durante años hemos conseguido SALVAR MILLONES DE VIDAS, las necesidades de los desplazados internos han sido en

numerosas ocasiones las primeras en colarse por las rendijas”.

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Annan sugirió que la ONU, a través del Consejo deSeguridad, debería ser capaz de intervenir directa-mente, incluso en conflictos internos, autorizando unmayor número de misiones de paz preventivas, hacien-do respetar las leyes humanitarias internacionales yderechos humanos existentes e imponiendo sancionestales como embargos de armas contra los estados másrecalcitrantes.

Como era de esperar, las reacciones fueron variadas.Mientras que Holanda insistía en que el respeto por losderechos humanos se había vuelto “cada más perento-rio y el respeto por la soberanía cada vez menos riguro-so”, China señalaba que, si bien “argumentos talescomo el de que los derechos humanos primen sobre lasoberanía parecen estar en boga estos días”, el respetopor la soberanía nacional y la no interferencia en losasuntos internos eran “los principios básicos que regu-lan las relaciones internacionales”.

Con la llegada del nuevo siglo, la revista REFUGIA-DOS (N° 105) calificaba el drama enciernes como “La cuestión másCANDENTE del nuevo milenio”

25 MILLONES DE PERSONASNECESITADAS

A medio mundo de los yermosdesérticos de Darfur y de la madreque ha huido con sus hijos, en lascalurosas y secas mesetas del nores-te de Colombia, Alicia (nombre fal-so) se enfrentaba a un tipo de acoso ypersecución más insidioso y prolon-gado que los civiles sudaneses,expuestos a las incursiones relámpa-go de los jinetes armados.

El “error” de Alicia fue iniciar unacooperativa para pequeños agriculto-res que querían cultivar productosdistintos de la coca, con el fin de esca-par a la guerra de la droga entre lasfuerzas del Gobierno y los gruposarmados rivales que ha sumido al paísen cuatro décadas de guerra.

Poco después de empezar el pro-yecto, comenzaron también a llegar las coronas… todoslos días durante un mes… con el nombre de Alicia escri-to en grandes letras doradas sobre cintas de color rojochillón. Lo siguiente fueron las matanzas, de amigos ycolegas, asesinados de la forma más brutal. La adver-tencia a Alicia era clara.

Abandonó su casa y huyó, lo mismo que han hechootros millones de colombianos durante años sin que elmundo exterior se entere realmente o le preocupe esteéxodo casi silencioso.

Cada vez que Alicia encontraba refugio, sus perse-guidores la encontraban y se veía obligada a mudarsede nuevo.

Finalmente, después de años de huir por todaColombia, llegó a Soacha, un barrio de chabolas concasas de ínfima calidad, pocos servicios básicos y sinapenas ley ni orden, pero, con todo, a sólo unos pocoskilómetros del centro de Bogotá, la capital del país. Lamayoría de los vecinos de Alicia tenían historias simi-

lares, habían abandonado sus pueblos y ciudades debi-do a las luchas y a otros tipos de persecución y buscadoseguridad en el anonimato del barrio pobre de la granciudad.

Hoy en día todas las grandes ciudades de Colombiatienen una Soacha, cinturones de pobreza alrededor deun centro opulento donde las personas desplazadasviven en la miseria, donde apenas hay policía o milita-res y donde muchos siguen a merced de los mismosgrupos armados de los que huyeron en un principio.

“Están en su país y, sin embargo, no pueden valersede la protección del Estado”, comenta Roberto Meier,Representante del ACNUR en Colombia, que recien-temente inauguró una “casa segura” en Soacha con elfin de proporcionar ayuda a Alicia y sus vecinos.

La mujer colombiana y la madre violada, cuyo maridofue asesinado ante sus propios ojos, forman parte del gru-po de 25 millones de personas que en unos 50 países ha vis-to sus aldeas y pueblos destruidos y a sus familias asesina-

das o desmembradas, que apenas posee nada —a menudoni un techo— y se encuentra básicamente desprotegido,siendo presa constante de hombres armados, en uniformeo simplemente leales a un guerrillero local.

La cifra contrasta con los 9,2 millones de refugiadosa nivel mundial.

Más de la mitad de esta población de desplazados seencuentra en África; sólo en Sudán son seis millones, elmayor grupo de desplazados del mundo. En Américahay 3,7 millones de víctimas desplazadas por conflictos,la mayor parte en Colombia, la segunda población deIDPs más numerosa del mundo.

Hay una cantidad parecida de gente dispersa porAsia, el Pacífico e incluso Europa.

Es una población en constante movimiento. Se cal-cula que en 2004 unos tres millones de personas se con-virtieron en desplazados a causa de distintos conflictos,principalmente en Sudán, la República Democráticadel Congo y Uganda.

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Muchos de losmillones dedesplazadosinternos enColombia viven en condicionespenosas. El ACNURayuda actualmentea unos 265.000 condiversos proyectos.

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Millones depersonas en todo elmundo, incluida estafamilia que viveoculta con su bebérecién nacido en laselva de Myanmar,están en peligropermanente debidoa la guerra y a lafalta de proteccióno ayuda de suspropios gobiernos.

Pero un número parecido deciviles regresaron a sus antiguoshogares durante el mismo perio-do, un millón en el Congo Demo-crático, 900.000 en Angola y otragran masa de población en Liberiay Sudán.

Por lo tanto, en el muchas vecesesquizofrénico mundo de los des-plazados, al menos en el Congo ySudán, había millones de perso-nas yendo en ambas direcciones,que huían de países asolados por laguerra o que regresaban a zonaspacificadas en ellos prácticamenteal mismo tiempo.

Mientras se producía este ince-sante torbellino de traslados y deires y venires, el total de la pobla-ción mundial de desplazadosinternos se mantuvo relativamen-te estable, aproximadamente unos25 millones durante los primerosaños del milenio. En comparación,el número de refugiados seguía sumodesto descenso durante el mis-mo período.

POCO A POCOA medida que se acentuaba elproblema de los desplazados, sedaban pasos para solucionarlo.

Tras la primera guerra del Gol-fo, y posteriormente en los Balca-nes durante los años 90, los gobier-nos, las agencias humanitarias ylos donantes intervinieron econó-mica, políticamente y con recur-sos sobre el terreno para ayudar a los millones de perso-nas atrapadas en sus países y a la gente que huía alextranjero en calidad de refugiados.

Tal vez por primera vez, el calvario de los desplaza-dos se convirtió en tema de serio debate en los pasillosdel poder.

Se nombró al abogado y diplomático sudanés Fran-cis M. Deng para el puesto recién creado de Represen-tante Especial del Secretario General de la ONU paralos Desplazados Internos, reconociéndose de este modo

que este grupo de personas sin derechos tenía necesi-dad de un “paladín”.

Tras años de delicadas maniobras legales y durasnegociaciones con gobiernos, abogados, intelectuales ycargos humanitarios, Deng publicó un pequeño folletodenominado Directrices sobre Desplazamiento Interno,un conjunto de 30 recomendaciones para la protecciónde este grupo.

Unos pocos gobiernos incorporaron algunos deestos puntos en sus marcos legales y algunos estuvie-

“Unos años atrás habría sidoimposible hablar con ningún

Gobierno sobre los derechos humanosde los desplazados internos. Hoy al

menos la mayoría de las autoridadesreconocen que poseen

derechos”.

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ron dispuestos a revisar la cuestión de la soberanía y laintervención internacional.

Walter Kälin, un experto suizo en derecho sobrerefugiados que sucedió a Deng en 2004 en un puestoligeramente distinto, esta vez como Representante delSecretario General de la ONU en Derechos Humanosde los Desplazados Internos, insistía en que “unos añosatrás habría sido imposible hablar con ningún Gobier-no sobre los derechos humanos de los desplazados. Hoyal menos la mayoría de las autoridades reconocen que

los desplazados internos poseen este tipo de derechos”.Como consecuencia del llamamiento del Secretario

General Annan a finales del pasado siglo, se puso en mar-cha lo que burocráticamente se ha calificado como un“modelo cooperativo” —trabajar juntos estrechamente—entre la ONU y otras agencias especializadas para ayudara los civiles desplazados en su propio país. Se creó unapequeña unidad especializada en desplazados en la Ofici-na para la Coordinación de Asuntos Humanitarios(OCHA) en Ginebra.

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SE CALCULA QUE HAY 25MILLONES DE DESPLAZADOS enel interior de sus propios países acausa de guerras o persecuciones,un grupo que, en los últimos años,ha sido objeto de una crecientepreocupación internacional.Pero hay también un númeroparecido de civiles, consideradostambién como desplazadosinternos, cuyo desarraigo no sedebe a ningún tipo de conflicto,sino a desastres naturales talescomo los terremotos y lashambrunas.El mandato del ACNUR no cubreespecíficamente a ninguno deestos grupos. Pese a ello, la

agencia ha participado en cercade 30 emergencias durante lastres últimas décadas ayudando apoblaciones concretas que se hanvisto desplazadas en sus paísespor la guerra y actualmenteatiende a 5,6 millones depersonas pertenecientes a estecolectivo.En circunstancias excepcionales,la agencia para los refugiadostambién ha proporcionadopersonal sobre el terreno ymaterial en emergenciasnaturales, como el tsunamiasiático de 2004 y el terremotoque asoló parte de Pakistán eIndia a finales de 2005.

Las directrices para desplazadosinternos propuestas recientementesólo abarcan el papel del ACNURen la ayuda a quienes son víctimade la guerra. Se espera que otrasagencias, como las sociedades dela Cruz Roja, sean lasorganizaciones “líderes” en lascatástrofes naturales.La Universidad de las NacionesUnidas calculaba recientementeque el número de “desplazadosmedioambientales” podríadispararse hasta los 50 millonesen los próximos años, víctimas nosólo de catástrofes como lostsunamis y los terremotos, sinotambién de la sequía, la

deforestación y la desertización.Según el rector de la Universidad,Hans Van Ginkel, la comunidadinternacional debe organizarsepara definir claramente quiénesson víctimas y de qué, y quéorganizaciones deberían ser lasresponsables de ayudar a cadagrupo.“Tenemos que definir quéqueremos decir cuando hablamosde refugiados políticos,económicos y medioambientales”,manifestaba. “Si definimos más elproblema, estaremos mejorpreparados para el nivel denecesidades que tengamos queatender”.

Actualmente, el coordinador de emergencia Ege-land informa al Consejo de Seguridad dos veces al añosobre la protección de los civiles atrapados en un con-flicto. Las operaciones de pacificación en países comoLiberia y Sudán contienen mandatos de protecciónespecíficos para civiles y las fuerzas de pacificaciónestán obligadas a intervenir para ayudar a las personasen peligro.

Durante una cumbre de la Asamblea General enseptiembre de 2005, los miembros aprobaron unadeclaración que definía su “responsabilidad de prote-ger”, comprometiendo de hecho a los gobiernos a pro-teger a sus ciudadanos contra genocidios, crímenes deguerra, limpiezas étnicas y crímenes contra la huma-nidad, y facultando a la comunidad internacional aresponder si los estados no cumplían con sus obliga-ciones.

Pero estas acciones, en gran parte voluntarias y detipo “suave”, seguían dejando enormes vacíos, e hizofalta que empeorase la crisis de Sudán para dejar al des-cubierto los fallos reales del sistema.

UNA NUEVA PROPUESTAE geland pidió urgentemente un informe inde-pendiente para “evaluar el sistema de respuesta huma-nitaria” a nivel mundial.

En 2004 se creó en Ginebra una división inter-agencias sobre desplazamientos internos que permi-tiera abordar el problema mediante una propuesta másenérgica e innovadora.

La nueva iniciativa, anunciada a fines de 2005,reforzará y mejorará el actual modelo cooperativo paralos desplazados. Se han identificado importantes lagu-nas y puntos débiles, entre ellos lo que Egeland llama la“ausencia de una clara responsabilidad operativa y deliderazgo en sectores clave”.

A las distintas agencias se las ha nombrado “líderessectoriales” para coordinar operaciones en distintas

áreas con el fin de subsanar esas carencias reciente-mente identificadas.

El ACNUR será responsable de todos aquellosaspectos relacionados con la protección, el alojamientoy la instalación y gestión de los campos para desplaza-dos internos cuando ello sea necesario.

Otras agencias tendrán un importante papel en dis-tintas áreas: el fondo infantil UNICEF en asuntoscomo agua, sistemas sanitarios y nutrición; el Progra-ma Mundial de Alimentos en logística; la Organiza-ción Mundial de la Salud, UNICEF y OCHA en teleco-municaciones, y el Programa de Desarrollo de lasNaciones Unidas en la regeneración y recuperación alargo plazo.

Las agencias designadas participarán directamen-te en las operaciones, pero también coordinarán ysupervisarán a otras organizaciones en sus respectivasáreas de actividad, dando cuenta de los resultados através de una cadena de mando a cuya cabeza seencuentra Egeland.

Se espera crear un fondo central de reserva paraemergencias de 500 millones de dólares con el queponer en marcha las operaciones de emergencia a cor-to plazo y cada agencia buscará además otros donantesdirectos para subvencionar sus nuevas operaciones.

En 2006 se lanzará una serie de proyectos piloto afin de comprobar la eficacia del nuevo planteamiento,empezando posiblemente por tres de las zonas másproblemáticas en materia de desplazados, Liberia,Uganda y la República Democrática del Congo.

Dennis McNamara, a la cabeza de la división inter-agencias en Ginebra, señala que “lo importante es que,en el futuro, todos sepan quién es el responsable y dequé es responsable, y que, en última instancia, se puedaresponsabilizar a la organización respectiva de las ta-reas que le hayan sido asignadas. Eso no era así en elpasado, cuando existían escasos mecanismos para asig-nar responsabilidades”.

Hay muchos más millones de personas necesitadas…

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De acuerdo con Egeland, la nueva iniciativa deberíaser “más eficaz, predecible y rentable”, palabras todasellas de moda en el entorno de los desplazados. “Nodebería fracasar como en Darfur en 2004”, advierte.

EL ACNUR Y LOS DESPLAZADOSEl mandato del ACNUR es específico y no cubre alos desplazados internos. Sin embargo, la agencia se hainvolucrado con ellos en diversos momentos durantemás de tres décadas.

Lo irónico del caso es que, teniendo en cuenta que laactual crisis en Sudán ha desencadenado la última ini-ciativa, fue una crisis anterior en ese mismo país la quepropició que la agencia para los refugiados se involu-crase por primera vez con los desplazados internos.

En 1972, en un marco notablemente parecido al actual,se había declarado la paz en el sur del país tras años deguerras intermitentes. Decenas de miles de refugiadosiniciaron el regreso desde los países vecinos, pero sunúmero se vio empequeñecido por el de los civiles quetambién iniciaban el regreso desde otras zonas de Sudán,gente a la que entonces no se conocía por su apelativo deIDPs. La agencia para los refugiados intentó asistir aambos grupos de civiles y ayudar a reconstruir los lugaresarrasados por el conflicto, el mismo desafío al que elACNUR se enfrenta ahora en la región.

Desde aquella primera operación, tanto a instanciasde la Asamblea General como del Secretario General odel Consejo de Seguridad, el ACNUR ha participadoen más de 30 emergencias parecidas.

Actualmente, de un total de población aproximado de25 millones, presta su ayuda a 5,6 millones de personas.

La razón de esta repetición y duplicidad de roles esobvia. Los refugiados y desplazados internos puedenser víctimas de una misma guerra, incluso pertenecera una misma aldea, siendo su única diferencia el hechode haber cruzado o no una frontera internacional. Losconocimientos del ACNUR son aplicables a ambosgrupos en diversas circunstancias.

Pero la postura de la agencia ha sido siempre caute-losa a la hora de implicarse en profundidad, preocupa-da por estirar demasiado sus de por sí limitados recur-sos si se responsabiliza del cuidado de más millones depersonas sin derechos; por las denominadas guerras decompetencias en el cada vez más congestionado sectorde las agencias humanitarias, los gobiernos e inclusolos ejércitos; por las dificultades prácticas que afrontasu personal sobre el terreno, especialmente las cuestio-nes de seguridad, y, quizás lo más importante, por laposibilidad de diluir o comprometer su “principal”función con los refugiados.

Tanto el ACNUR como diversos gobiernos y agen-cias han expresado reiteradamente su preocupaciónsobre la posible contradicción de ayudar a ambos gru-pos al mismo tiempo. De acuerdo con esta lógica, ayu-dar a esta gente in situ, en sus propios países, podríacomplicar otra actividad esencial de la agencia: la ayu-da a los refugiados para conseguir asilo.

Los posibles países receptores podrían argüir, comohizo la antigua República Yugoslava de Macedonia en

EL MANDATO DEL ACNUR es específico y NO CUBREa los desplazados internos. Sin embargo, la agencia se ha involucrado

con ellos en diversos momentos durante más de tres décadas.

Incluso después deregresar a sushogares, los civilespueden verseexpuestos a gravesproblemas:conflictos sinresolver, casas,escuelas y clínicasdestrozadas y, en SriLanka, extensoscampos sembradosde minas por losmilitares y por elbando opuesto, laguerrilla tamil.

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Varios cientos de miles depersonas, sobre todokurdos, han regresado a suscasas en el norte de Irak yse dedican a reconstruir suscomunidades, pero en otraszonas sigue habiendo unmillón de personasdesplazadas por el actualconflicto.

¿Quién es realmente esta gente?

¿Quiénes son los desplazadosinternos?Son individuos o grupos depersonas que han tenido que huirde sus casas para escapar deconflictos armados, violenciageneralizada y abusos contra losderechos humanos. A los millonesde civiles que sobreviven acatástrofes naturales tales como lasinundaciones se les suele catalogartambién como desplazadosinternos, pero, excepto encircunstancias excepcionales, noentran dentro de las capacidadesoperativas del ACNUR.

¿Cuántos desplazados internoshay?Naciones Unidas calcula que haycerca de 25 millones en 50 países.La mitad del total mundial seencuentra en África. El ACNURatiende actualmente a 5,6 millonesde personas pertenecientes a estegrupo, además de a 9,2 millones derefugiados.

¿En qué se diferencian losdesplazados internos de losrefugiados?Ambos grupos suelen abandonarsus hogares por las mismas

razones. A un civil se le reconoceinternacionalmente como“refugiado” cuando cruza unafrontera buscando refugio en otropaís. Los desplazados internos sequedan, por las razones que sean,en el interior de su país.

¿Qué trato reciben estos grupos?Los refugiados recién llegadossuelen recibir comida, un techo yun lugar seguro en el país anfitrión.Están respaldados por un conjuntobien definido de leyes yconvenciones internacionales. Laagencia para los refugiados de laONU y otras organizacioneshumanitarias trabajan dentro deeste marco legal para ayudar a losrefugiados a empezar una nuevavida en otro país o a regresarfinalmente a sus casas.

¿Y los desplazados internos?Los desplazados internos afrontannormalmente un futuro bastantemás difícil. Pueden encontrarseatrapados en una guerra civil. ElGobierno de su país, que tal vezconsidera a esta gentedesarraigada como “enemiga delEstado”, es, en última instancia,dueño de su destino. No existen

instrumentos legalesinternacionales concretos enmateria de desplazados internos, yacuerdos generales del tipo de lasConvenciones de Ginebra resultana menudo difíciles de aplicar. Enocasiones, los donantes sonreacios a intervenir en conflictosinternos o a ofrecer una ayudaprolongada.

El debate sobre el problema delos desplazados internos se hageneralizado recientemente.¿Por qué?Tras la Segunda Guerra Mundial, lacomunidad internacionalconcentró sus esfuerzos en lasvíctimas más evidentes de eseconflicto, los refugiados. En losaños de posguerra se fundó elACNUR para alcanzar ese objetivoy se creó un marco legalinternacional para los refugiados.Con el final de la Guerra Fríaempezó a cambiar la naturaleza delos conflictos, pasando delenfrentamiento entresuperpotencias a las luchasinternas de menor magnitud. Estasguerras han generado un númerobastante mayor de víctimas enforma de desplazados internos.

¿Cómo ha reaccionado lacomunidad internacional?En el pasado, estos civiles hanrecibido una ayuda limitada. Comocustodio de las Convenciones deGinebra, el Comité Internacionalde la Cruz Roja lleva décadasejerciendo un papel activo en esteterreno. En los últimos años, otrasagencias y gobiernos han iniciadoun debate más amplio y, en 2005,reconociendo que la ayuda a losdesplazados internos ha sido unfracaso generalizado en el pasado,han adoptado lo que ellos mismosdescriben como una propuestamás coordinada, global y“predecible” para abordar elproblema.

DirectricesTambién se ha redactado el folletoDirectrices sobre DesplazamientoInterno. No son vinculantes desdeel punto de vista legal, pero sus 30recomendaciones —en las que sedefine el término desplazadointerno y la responsabilidad de losestados, además de explicarsomeramente el extenso cuerpode leyes internacionales vigentesque defienden los derechosbásicos de una persona— han sido

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Las preguntas más frecuentes en torno a uno de los colectivos más grandes y vulnerables del mundo

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1999, que no era preciso que los civiles huidos de Koso-vo entraran en un segundo país, donde tendrían dere-cho a solicitar asilo, porque ya estaban recibiendo ayu-da en su propio país.

Por el contrario, otros expertos sostienen que lasnaciones estarían más dispuestas a aceptar solicitantesde asilo si estuvieran convencidas de que se ha hechotodo lo posible dentro de un país en conflicto antes deque los civiles se vean obligados, como último recurso,a buscar la protección de unestado extranjero.

El Comité Ejecutivo del ACNUR ha reiterado que,independientemente de su implicación dentro de unpaís, “los principios sobre derechos humanos interna-cionales y derecho humanitario, así como la institucióndel asilo, no deben verse socavados bajo ninguna cir-cunstancia”.

El debate continúa. Desde las páginas de la publica-ción Forced Migration Review de la Universidad deOxford, Roberta Cohen considera la falta de una protec-

ción adecuada para los despla-zados como la “principal

No fue sino hasta los últimos años del siglo pasado cuando el mundo empezó a darse cuenta de la ENORMIDAD DE LA

PESADILLAque se avecinaba para los DESPLAZADOS INTERNOS.

diseñadas como una ayuda para losgobiernos y las organizacioneshumanitarias que trabajan con losdesplazados.

¿Con el interés que ahorasuscitan, no ha disminuido elnúmero de desplazadosinternos?La cifra global de desplazadosinternos se ha mantenidorelativamente estable -alrededorde 25 millones- en los primerosaños de este milenio. La agenciapara los refugiados ofreceasistencia actualmente a unos 5,6millones de personaspertenecientes a este grupo, unaumento del 21 por cientocomparado con 2003. Esta subidarefleja básicamente la revisión decifras llevada a cabo por elGobierno de Colombia, que pasóde casi 760.000 a dos millones, asícomo el grupo de 660.000desplazados internos registradosrecientemente en la regiónsudanesa de Darfur.

¿Cuál es la postura del ACNURen relación con los desplazadosinternos?El mandato de la agencia cubreúnicamente a los refugiados, peroen los últimos 30 años haayudado en unas 30 operacionesen todo el mundo, desdeColombia a África y Afganistán. Elacuerdo global alcanzado en2005 reforzará y hará más

explícito el papel de lacomunidad internacional y de lasagencias especializadas en laayuda a los desplazados internos.

¿Cuál es la respuesta del ACNURsobre el terreno? La situación de los refugiados y losdesplazados internos suelecoincidir en parte, y en anteriorescrisis la solución más sensata hasido una sola operacióncoordinada, especialmente en losmovimientos de repatriación,cuando los segundos seencontraban en la misma zonageográfica. Con el nuevo régimen,el ACNUR tendrá un papel de

“liderazgo” en lasáreas donde puedaaportar susconocimientos:protección,alojamiento ygestión decampamentos. Otrasagencias tendránpapeles similares enmateria de agua,sanidad, salud,alimentos y logística.Se prevé crear unfondo central devarios millones dedólares y queaumenten lascontribuciones alACNUR por parte delos donantes cuandodé comienzo la serie

de proyectos piloto que pondránen marcha las nuevas medidascooperativas en 2006.

¿Existen fricciones entre el papelque el ACNUR desempeña conlos refugiados y los desplazadosinternos?El Estatuto de la organización seha interpretado con flexibilidadpara posibilitar su trabajo con losdesplazados y la nuevacooperación reforzará este punto.En el pasado, sin embargo, hahabido alguna que otra cortapisa,incluida la falta de seguridad y lanegativa de gobiernos y algunosgrupos insurgentes a permitir el

acceso a los desplazados. Tambiénha habido ciertas dificultades a lahora de ayudar a refugiados ydesplazados simultáneamente. Porsu misma naturaleza, losprogramas diseñados para ayudara la gente in situ puedencomplicar los procedimientos deasilo. Durante el conflicto deKosovo, por ejemplo, la antiguaRepública Yugoslava deMacedonia argumentaba que noera preciso que los desplazadoscruzaran la frontera para solicitarasilo porque ya recibían ayuda ensu propio país.

¿Ha habido más cuestionesproblemáticas en el pasado?En la antigua Yugoslavia y Timor, el ACNUR decidió ofrecerprotección y ayuda a todos los desplazados atendiendo a necesidades humanitarias antes que al estatuto derefugiado. A veces, los refugiadosson un componente minoritarioen lo que esencialmente es undesplazamiento interno en masa, siendo Colombia unaimportante operación de estetipo donde el ACNUR intervieneactualmente. La reinserciónpermanente de los refugiadosque regresan puede exigirigualmente ampliar la ayuda a los desplazados internos de la región, como ocurrió enMozambique, Sierra Leona,Afganistán y Guatemala. �

UNA ESCUELA EN EL SUR DE SUDÁN.

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carencia” en los actuales esfuerzos por ayudar a este gru-po y asegura que la agencia para los refugiados debeampliar y redefinir su papel en relación con la protección.

“Con respecto a los refugiados, [el ACNUR] defiendebásicamente su derecho legal al asilo y al non-refoule-ment [el retorno forzoso a un país donde un civil puedesufrir algún tipo de persecución],” señala. “Los desplaza-

dos están en su país y deberían disfrutar de los mismosderechos que otros ciudadanos, pero no existen acuerdoslegales internacionales que los protejan”, según Cohen,que pertenece al Brookings Institution de Washington.“Proteger implica defender su integridad física y hacerefectivo el amplio abanico de derechos humanos que losrespaldan”.

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En el corazónde África, enUganda(izquierda) y enla vecinaRepúblicaDemocráticadel Congo,unos cuatromillones dehombres,mujeres y niñoshan huido desus hogares, ymuchos deellos viven casidesguarnecidosy bajo un acosopermanente.

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En ausencia de una organización específica para losdesplazados internos, han sido muchos quienes en laúltima década han abogado decididamente por que sedesigne al ACNUR como principal agencia para estatarea.

En los años 90, la entonces Alta Comisionada, Sada-ko Ogata, decidió que los problemas por intentar ayu-

dar a tantos millones de personas —la necesidad de másrecursos económicos y físicos, las complicaciones parael mandato y los recelos de otras agencias— eran excesi-vos para una sola organización, y dio marcha atrássobre esta propuesta.

Joel Charny, vicepresidente ejecutivo del grupo pro-derechos humanos Refugees International, ha defendi-

Continúa en página 18

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ColombiaLa estimación de la cifra dedesplazados en Colombia oscilaentre los 2 y los 3,4 millones.Muchos de ellos viven enmiserables barrios de chabolas alas afueras de las principalesciudades del país. Tras décadasde conflicto civil, se haconvertido en la peor crisishumanitaria del hemisferiooccidental.

AngolaA principios de este milenio,Angola fue calificadaoficialmente como el peor lugardel mundo para criar a un hijo.Durante un cuarto de siglo deguerra, millones de personas sevieron obligadas a huir y cientosde miles perecieron. En losúltimos tres años, a raíz delacuerdo de paz entre el Gobiernoy las fuerzas rebeldes, variosmillones de personas hanregresado a sus casas, 900.000 deellas en 2004, buena prueba deque se pueden encontrarsoluciones hasta para las crisismás atroces.

R.D. CongoMás de 2,3 millones de civilesfueron desplazados en el CongoDemocrático, el tercer grupomás numeroso del mundo. Pero,en un desconcertante mosaico detraslados, aún cuando todos losdías se desplazaba a un nuevogrupo en el corazón de África,cerca de un millón de personasregresaron a sus hogares en loslugares más seguros del país.

UgandaLa situación de los 1,4 millonesaproximados de desplazados enel norte de Uganda es tanprecaria que a veces, por lasnoches, se desalojan aldeasenteras, trasladándolas a lugaresmás seguros como escuelas yfábricas (en la foto) para escaparde las milicias armadas deldenominado Ejército deResistencia del Señor, que todoslos días destruye hogares yasesina, secuestra y viola a losdesafortunados civiles.

Los DESPLAZADOS

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SudánSudán posee el mayor grupo dedesplazados internos del mundo,la asombrosa cifra de seismillones. Muchos viven encondiciones espantosas,especialmente en la región deDarfur, y siguen siendo objeto deataques militares, violaciones ysecuestros. Suelen estar muynecesitados de alimentos, agua yvivienda, y hasta los convoyes deayuda sufren asaltos armados.

Los BalcanesLos disparos han cesado en losBalcanes y más de 2,5 millonesde personas han regresado a suscasas. Pero varios cientos demiles siguen esperando unaoportunidad para volver,especialmente personas de origenserbio y minorías como losgitanos, a sus aldeas y pueblos enKosovo.

IrakTras la caída de Saddam Husseinen 2003, varios cientos de milesde personas regresaron a su tierraancestral, sobre todo kurdos delnorte del país, donde la agenciatiene programas en marcha. Sinembargo, muchos otros continúanhuyendo de sus hogares por laviolencia constante y se calculaque hay un millón de desplazadosinternos en este país.

MyanmarMillones de personas en almenos 20 países están en“permanente peligro de muerte”debido a la existencia deactividades militares junto a sushogares y aldeas. Muchos otros,como esta familia de Myanmar,no reciben ninguna ayuda de suspropios gobiernos, y es muy pocala información que se filtra almundo exterior sobre susituación.

INTERNOS del mundo

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*Estimación del ACNUR. El resto de cifras proceden del Proyecto Mundial para los Desplazados Internos, agosto de 2005.

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do siempre la propuesta de un único liderazgo. “Elmodelo de respuesta cooperativa sigue padeciendonumerosos defectos”, manifestaba en la revista Emi-gración Forzosa. Los responsables de la ONU deberían“ponerse de acuerdo para convertir al ACNUR en lapieza central de la respuesta global a los desplazamien-tos internos”, una propuesta que aportaría “claridad” aun sistema inoperante.

El Alto Comisionado Guterres definió su propia pro-puesta en agosto. El mandato tradicional de la agenciapara los refugiados no se vería comprometido, anunció,aunque aumentara su implicación con los desplazados.

La recaudación de fondos adicionales sería de vitalimportancia, dijo, pero subra-yó los mismos objetivos queEgeland: predictibilidad,coordinación y cooperación.

“Formamos parte de unequipo”, manifestó, recono-ciendo con ello lo delicado delasunto. “Estamos dispuestosa ejercer el papel de líderes enalgunas áreas, pero dentro delmarco de equipo, respetandolos mandatos de las demásagencias. No vamos a hacernada por cuenta propia”.

TIEMPOS DIFÍCILESPOR DELANTE

El futuro sigue siendoincierto. Independiente-mente de lo eficaz que pue-dan ser las respuestas deorganizaciones humanita-rias como el ACNUR antelas necesidades legales ymateriales de los desplaza-dos del mundo, lo único queresuelve una emergencia es,en última instancia, unadecisión política.

“Hemos fallado a esta gente durante demasiadotiempo”, repetía Egeland recientemente. “Con excesi-va frecuencia hemos sido el parche que cubre la herida.Pero ésta no se curará si un acuerdo político no resuel-ve el problema”.

Angola es un caso típico que pone de manifiesto nosólo las privaciones y persecuciones a las que se vensometidos sus desafortunados ciudadanos, sino tam-bién lo rápidamente que puede dársele la vuelta a lascrisis más prolongadas cuando se cuenta con la volun-tad política de los grupos enfrentados.

Hace tres años, este estado sudafricano era literal-mente un caso humanitario sin remedio. Siendo enpotencia uno de los países más ricos del continente, conabundante petróleo, piedras preciosas, minerales y tie-rra fértil, llevaba atrapado más de un cuarto de siglo enuna guerra civil, desde su independencia de Portugal.

Oficialmente era considerado como el peor lugardel mundo para criar hijos, y el legado para los jóvenesde este país, aun cuando sobrevivieran hasta la edadmadura, “sería una ancha llanura de tierra devastada”,afirmaba la ONU en aquellos momentos.

Según señalaba el Programa Mundial de Alimen-tos, “la guerra civil lleva tanto tiempo desangrando alpaís que un observador cínico podría sentirse inclinadoa pensar que todo sigue tan normal como siempre”, con“una cifra de muertos que supera los cientos de miles,más de 100.000 mutilados y varios millones de despla-zados”.

Pero cuando, en 2002, el Gobierno y las fuerzasrebeldes firmaron un acuerdo de paz, los angoleñosempezaron rápidamente un regreso en masa, muchosde ellos haciendo cientos o miles de kilómetros a piepara empezar la reconstrucción de unas aldeas arrasa-das. Se calcula que sólo en 2004 regresaron 900.000personas y, aunque la situación del país sigue siendofrágil, existe un cierto optimismo contenido en torno alque fuera uno de los conflictos más virulentos y difíci-les del mundo.

Al año siguiente, un acuerdo para compartir elpoder en el país vecino, el Congo Democrático, desatóun regreso en masa parecido. En el desmembrado esta-do de Somalia, en el Cuerno de África, se produjerontambién movimientos de población. Y gente a pie, encamiones, bicicletas, por avión o barco regresó a Libe-ria, algunas zonas de Sudán y Afganistán. Es significa-tivo el hecho de que en 2004 no se produjera ningúnconflicto de importancia.

Sin embargo, seguía habiendo tantos “puntosnegros” como progresos esperanzadores. Tal como semencionaba anteriormente, por cada civil que regresóa su casa el año pasado, otro se vio desplazado.

Si algunos gobiernos incorporaron las Directrices asus marcos legales y otros al menos alabaron de boqui-lla la idea de cumplir con sus obligaciones sobre dere-chos humanos, muchos otros ignoraron las presionesinternacionales e insistieron en la importancia del con-cepto de soberanía absoluta.

Hubo al menos 13 países en los que los gobiernos,responsables de la protección de sus ciudadanos, tuvie-ron una implicación activa en campañas militares con-tra esos mismos civiles, de acuerdo con el ProyectoMundial para desplazados dirigido por el ConsejoNoruego para Refugiados.

Casi 20 millones de civiles de 20 países distintosestaban en “permanente peligro de muerte” debido alas actividades militares que tenían lugar junto a sushogares, señalaba el Proyecto. En 19 estados ni siquierase sabía lo que ocurría en dichas guerras ni el destino demillones de personas, añadía.

Esta situación tan precaria —guerras en activo, infor-mación escasa, gobiernos en lucha contra sus propiosciudadanos— ponía de manifiesto el enorme desafío alque se enfrenta la comunidad internacional, especial-mente el ACNUR y su departamento de protección, apesar de que las principales organizaciones humanita-rias quieran ahora aumentar su oferta de ayuda.

¿Cooperarán los estados más recalcitrantes, espe-cialmente gobiernos como el de Myanmar, la Repúbli-ca Centroafricana o Nepal, que, según el ProyectoMundial para desplazados, no ofrecen ningún tipo deayuda a sus hostigados ciudadanos? ¿Cómo van a ofre-cer protección los funcionarios sobre el terreno en esaszonas donde los conflictos parecen eternos? ¿Cómo seprotegerán a sí mismos los funcionarios de protecciónen unos entornos tan hostiles?

PRINCIPALES POBLACIONES DEDESPLAZADOS INTERNOS DE

INCUMBENCIA DEL ACNUR PA Í S N .º

1. Colombia 2.000.000

2. Sudán 662.300

3. Azerbayán 578.500

4. Liberia 531.700

5. Sri Lanka 386.100

6. Federación Rusa 353.800

7. Bosnia-Herzegovina 327.100

8. Serbia-Montenegro 257.700

9. Georgia 237.500

10. Afganistán 186.900

11. Costa de Marfil 38.000

12. Croacia 12.500

MAYOR FRACASO El

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¿MOMENTOCUMBRE?

Dennis McNamara,director de la divisiónde desplazamientointerno en Ginebra,cree que, a pesar de lapreocupación que sus-citan las nuevas pro-puestas sobre despla-zados, “suponen unavance bastante radi-cal en lo que respecta ala ONU”. Y añade:“Ahora el truco consis-te en transformardichos compromisosen acciones sobre elterreno”.

Además de conven-cer a los gobiernosimplicados de que coo-peren, es preciso con-seguir el apoyo de losdonantes tradiciona-les. Muchos han mos-trado su preocupaciónpor el tiempo que lasvíctimas de los despla-zamientos internosllevan sumidas en el olvido, pero el coste de abordareste problema será enorme, al menos 1.000 millones dedólares anuales, según McNamara.

Los donantes, que tienen que cubrir una demandamundial en aumento con un presupuesto menor, hanrecibido, al igual que las agencias, algunas críticaspor el hecho de “escoger y seleccionar” las crisis enlas que intervienen. Así, mientras que catástrofescon un alto perfil mediático —como el tsunami asiáti-co— han provocado una abrumadora respuesta mun-dial y recaudado fondos casi ilimitados, las emergen-cias menos “llamativas” han recibido escasa atencióno ayuda. A algunos trabajadores humanitarios lespreocupa que, a medida que aumente su papel con losdesplazados, se transfieran fondos desde proyectos

actualmente en activo en vez de encontrar nuevasfuentes de ingresos.

Walter Kälin, el representante de derechos huma-nos de los desplazados nombrado por la ONU, cree quelos donantes responderán… dependiendo de las cir-cunstancias. “Mi sensación es que los donantes estánpreparados para actuar”, aseguraba recientemente tras

meses de consultas al más alto nivel. “Pero sólo si venque las agencias están haciendo un trabajo eficaz sobreel terreno”. También dijo que esto podía convertirse enuna situación sin salida: “Se trata claramente de un cír-culo vicioso. Las agencias no pueden realizar un traba-jo eficaz sin esos recursos adicionales”.

El resultado final lo resumía el antiguo Alto Comi-sionado Adjunto del ACNUR, Kamel Morjane, cuan-do decía: “Distinguir entre seres humanos porquepuedan o no haber cruzado una frontera no es ni éticoni práctico. La vida humana debería tener el mismovalor tanto si se es un refugiado como un desplazadointerno”.

Y el reto lanzado por un editorial del periódico Can-berra Times después de que el Secretario General de la

ONU llamase a la intervención hace más de cinco añossigue hoy tan vigente como entonces: “De cómo [la ini-ciativa de Kofi Annan] pase a la historia, como unaacción quijotesca o como un primer y valeroso pasohacia un auténtico nuevo orden mundial, depende laprosperidad, la felicidad y quizás las vidas de millonesde seres humanos”. �

Un elemento clavepara que la mayorparte de lapoblación de Liberiareanude su vidanormal ha sido eldesarme de milesde jóvenescombatientes, quehan entregado susarmas a cambio deuna pequeña suma.

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“Distinguir entre seres humanos porque puedan o no haber cruzadouna frontera no es ni ético ni práctico. La vida humana debería tener EL MISMO VALOR tanto si se es un REFUGIADO COMO

UN DESPLAZADO INTERNO”.

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P O R M A R I J A N A I L I C

CUANDO CAYÓ EL TELÓN, SALIMOS

todos corriendo del escenario con elsonido de fondo de los aplausos. Juntoa la puerta del camerino, había unhombre con un micrófono en la manoy otro con una cámara al hombro. Elhombre del micrófono se me acercó:

“¡Hola! Has estado fantástica enla obra. Dinos algo sobre ti. Como,por ejemplo, qué edad tienes. Cómo

y cuándo empezaste a actuar y cualquier cosa quequieras añadir…”.

Le miré a él y al micrófono. Lo primero en lo quepensé fue en las cosas que no podía decir de mí misma.

En una época lejana fui una refugiada. Aunquecreía que a esa edad sólo se podía ser niña y que mipatio de juego estaría allí mientras el mundo fuesemundo, no tardé mucho en darme cuenta de lo equivo-cada que estaba.

Esta es una historia sobre caminos: sobre el que ya herecorrido y sobre el que acabo de iniciar. El primerosigue muy fresco en mi memoria y del segundo tengoexpectivas aún borrosas.

Recuerdo haber andado ese primer camino de lamano de mi madre. Había otras familias con coches,tractores, abuelas, tías… Nosotros no teníamos nada deeso. Estábamos sólo ella y yo.

Aquel camino me resultaba desconocido y obviamen-te mi madre no lo había elegido. Durante todo el viajetuve miedo de soltar su mano. Yo tenía cinco años y ella29, y sin embargo sentía que las dos éramos muy peque-ñas.

Arrastradas por el gentío, vi nuestra aldea envueltaen llamas y humo y me pregunté qué habría sido de micompañero de cama, el pingüino de felpa. Era pensar enmis juguetes y mi corazón se llenaba de tristeza y misojos de lágrimas. Estaba cansada y quería mi cama. ¿Seacabaría algún día ese camino y, de ser así, qué nosaguardaba al final del trayecto?

Fue mientras andábamos cuando mamá y yo supimosa través de un pariente que habían matado a papá. Laspalabras enmarañadas de mi tío, pequeños fragmentosque me salpicaban la cara, no me dejaban pensar. ¡Novolvería a ver a papá!

Mamá se mantenía erguida, sin moverse, mirándosefijamente los pies, y su mano empezó a sudar. Yo no reti-ré la mía; al contrario, me arrimé más y me apreté contraella. Sin apartar la vista de sus pies, mamá asintió ensilencio, dando así por concluida la conversación.

Cuando volví a mirar a mi tío, me di cuenta de quetambién le estaba diciendo adiós a mi padre. Tal vez elfinal de esa conversación fuera también el fin de nuestrasesperanzas. Sólo entonces vi correr las lágrimas por lasmejillas de mamá.

Mamá no paró de llorar durante todo aquel caminode kilómetros interminables. Al final del trayecto nohabía nadie aguardándonos, ni un lugar donde estable-cernos. Nos iban moviendo de un sitio a otro y, sinembargo, ninguno fue nunca nuestra casa. Papá no nosesperaba en ningún lado.

En una ocasión, habiéndonos detenido a comer, miréa mamá y dije:

“Por favor, no llores”. Me acarició la cabeza y me besótiernamente en la mejilla: “Te quiero, cariño”. Con lanariz apoyada sobre su cuello y abrazada a ella, todoparecía volver a ser normal. ¡Necesitaba tan poco! Luegopensé en lo poco que se necesita cuando se es niña..

“La palabra resonaba en micabeza como una condena o como el diagnóstico de un paciente con una enfermedad incurable”

ACEPTAR EL HECHO DE SER UNA REFUGIADA

U N R E L A T O C O R T O

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21R E F U G I A D O S

La primera vezFue al llegar a nuestro destino final cuando escuché la

palabra “refugiado” por primera vez. Me resultaba incom-prensible haberme convertido en una persona definida poruna palabra que nunca había oído anteriormente. Y nuncahe sabido bien del todo cuándo tuvo lugar esa metamorfo-sis: si me convertí en refugiada al salir de la aldea, duranteel viaje o cuando llegamos al centro colectivo. Por algunarazón, imaginaba que me había hecho refugiada en el ins-tante en que murió mi padre.

Mamá trabajaba “de vez en cuando” y yo ingresé enun parvulario. Mucha gente visitaba el centro. Iban yvenían coches con letreros de enorme tamaño, y a lagente de esos coches les llamaban trabajadores humani-tarios.

En nuestro nuevo entorno, en vez de amigos, teníamosgente a la que pagaban por hacernos una visita. Eran“amigos” profesionales. Me preguntaba si también ven-drían a mi fiesta de cumpleaños y me traerían regalos, osi traerían a sus hijos para jugar conmigo. Aprendí quese trataba de un tipo distinto de amistad para el que nisiquiera es preciso saber el nombre de los demás.

Entre otras cosas, mamá consiguió un hornillo paranuestra habitación con un cartel que decía “ACNUR”.Primero intenté borrar las letras, lo cual era imposible, yluego copié el rótulo en mi libro.

“¿Para qué es esto, mamá?”, pregunté. “Nada, hija.Está ahí para que no se nos olvide que somos refugiados”.Después de aquello dejé de dibujar el cartel en mi cua-derno, e incluso evitaba mirarlo.

Cuando los niños de la escuela me llamaban “refugia-da”, la palabra resonaba en mi cabeza como una condena,o como el diagnóstico de un paciente con una enfermedadincurable. Y, de hecho, a menudo me sentía como unapaciente. Me atormentaban distintos recuerdos: recuer-dos del pasado, con mi padre en el jardín, y recuerdosbien recientes, en los que luchaba por cambiar el nombrede “refugiado” por el apelativo de “adolescente”.

Un compromisoUn día, uno de nuestros nuevos “amigos” vino a

hablarnos de ciertos préstamos y de cómo cualquiera quequisiera empezar algo podía solicitarlos.

“¿Qué te parece?”, le pregunté a mamá.“No”.“Pero, mamá, podrías intentarlo”.“No, eso no es para nosotros. Como si me lo fuesen a

dar. No soy más que una don nadie. Una refugiada más”.Más tarde, otra mañana de domingo, mamá se me

acercó con un folleto. El ACNUR iba a organizar un

grupo local de teatro y estaba invitando a los niños deentre 7 y 16 años a convertirse en actores. Continué vien-do la televisión. Mamá dijo:

“¿Y bien, qué te parece?”“¿El qué?”“Lo del teatro. Podrías apuntarte. Sería bueno para ti”.“No, eso no es para mí”.“Pienso que necesitas hacer algo además de ir a la

escuela. Creo que ser actriz te vendría muy bien”.“Bueno, tal vez. Pero no es para mí. Estoy bien como

estoy”.Nos miramos a los ojos. Me levanté y pregunté:“¿Por qué no pides ese préstamo, entonces?”“Eso es distinto”.“¿De verdad? Muy bien. Pues esto también es distinto”.“Escucha, tú eres joven. Tienes que mirar por ti

misma…”. Antes de que hubiera terminado, la interrumpí.“Mamá, escucha. La cosa es así. Si tú solicitas el prés-

tamo, yo me apunto al teatro”.Nos miramos a los ojos y me acarició la cabeza.

Sonreía tan poco que había olvidado que era capaz dehacerlo. Me hizo recordar lo guapa que era mi madre enrealidad, con los ojos más tiernos que jamás se hayan visto.

Asintió y dijo en tono firme:“De acuerdo. Lo haremos”.Llena de alegría, me levanté para darle un abrazo;

con la nariz apoyada en su cuello y abrazada a sus hom-bros, todo volvía a ser normal. Y una vez más pensé en lopoco que necesitaba. Esta vez le susurré al oído:

“¿Tienes miedo de intentarlo y fracasar?”Asintió en silencio. Era la primera vez, después haber

andado el camino, que la veía llorar.Aquella noche, antes de irme a la cama, saqué del cajón

una fotografía en la que papá me sostenía en mi bicicletanueva de dos ruedas. Le di la vuelta y leí por primera vezlas palabras: “Nunca montarás si no pruebas a hacerlo”.

Sostuve la fotografía pegada a mi mejilla y luegosusurré:

“¿Mamá?”.“¿Sí?”, respondió ella desde su cama.“Nada. Sólo quería oír tu voz”, dije.Y quiero que lo intentemos, pensé.

De pie frente a la puerta del camerino, el reporterome agarró del brazo: “Sentémonos aquí”, dijo señalan-do hacia un par de sillas al final del pasillo. El cámaranos siguió. Nos sentamos y miré a mi alrededor. Enese momento se encendió la luz roja de la cámara ypronuncié mi primera frase:

“Soy una adolescente y empecé en el grupo cuandotenía 10 años…”.

Escuché la palabra “refugiado” por primera vez.Me resultaba incomprensible haberme convertido

en una persona definida por una palabraque nunca había oído anteriormente.

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22 R E F U G I A D O S

E N S A Y O F O T O G R A F I C O‘

Repaso deluxtapuestas, las imágenes resultan

terribles y esperanzadoras a un mismotiempo. En las cálidas aguas del Golfo de Adén,

el mar escupe cadáveres sobre las impolutas pla-yas de Yemen. Los muertos tienen las manosfuertemente atadas a la espalda, víctimas de tra-ficantes o piratas. No tuvieron ninguna opor-tunidad en su desesperado intento de escapardel caos en que se encuentran sumergidas

ciertas zonas del Cuerno de África. Pero, en otraspartes de esa olvidada región, en el sur de Sudán,

cientos de miles de personas se han puesto en marchaespontáneamente, regresando a sus pueblos y aldeas trasaños de guerras, reconstruyendo sus chozas y abriendosus libros de texto en aulas agujereadas por las balas.

En Colombia, las bandas armadas ejecutan a sangrefría a chavales adolescentes en un despiadado conflictointerno de varias décadas de antigüedad que apenasda señales de encontrar una salida. Más al norte, en laciudad norteamericana de Útica, dos jovencitas estu-dian absortas en sus ordenadores y libros de texto enbusca de un futuro más brillante. Al contrario que losjóvenes colombianos, estas chicas tuvieron suerte enla arriesgada lotería mundial en la que millones de des-plazados del mundo se ven obligados a participar cadadía. Escaparon de los estragos de un conflicto similar,esta vez en las junglas de Myanmar, en el sudeste asiá-tico, pero pudieron emprender nuevas vidas tras ha-ber sido elegidas para su reasentamiento permanenteen Estados Unidos (REFUGIADOS N° 126).

En la peor crisis humanitaria del mundo actual, enDarfur, se viola a las mujeres de forma rutinaria, se ase-sina a los hombres y se los arrastra por las calles con ca-ballos y camellos, e incluso los convoyes de ayuda sonobjeto de pillaje porque ya no queda nada más que saquear.En esta región se ha arrancado de sus hogares a dos mi-llones de personas. En Afganistán, que sufrió una de-vastación parecida a la de Darfur, más de 4,4 millonesde civiles han regresado a sus casas desde finales de 2001,incluidos más de 700.000 en 2005. Esta repatriación aúnen marcha ha sido una de las operaciones de retorno demayor envergadura y éxito de la historia moderna

FUERTES CONTRASTESErika Feller, la directora de protección in-ternacional del ACNUR, resumía estas instantáneas hu-manitarias, sin duda conflictivas, y el año 2005 en gene-ral como una época de “fuertes contrastes”, marcada poruna violencia generalizada y constante, por los abusosendémicos contra los derechos humanos y la generosi-dad en declive de los donantes humanitarios tradicio-

nales, pero también como un periodo de altas tasas deretornos civiles en algunas partes del mundo y de des-censos en las cifras de las personas que solicitan asilo.

A comienzos de 2005, por ejemplo, el número mun-dial de refugiados había descendido a 9,2 millones, lacifra más baja en casi un cuarto de siglo. Los 839.000 so-licitantes de asilo registrados en los principales paísesindustriales representa asimismo la cantidad másbaja de los últimos 16 años. Estas tendencias se han man-tenido a lo largo de 2005.

Además de los retornados afganos y sudaneses delsur mencionados, había gente regresando a su tierraancestral en el corazón de África, en Angola, al oestedel continente y en partes de Irak y Sri Lanka.

En los Balcanes se celebró el décimo aniversario delos Acuerdos de Paz de Dayton, que ayudaron a acabarcon las guerras en la zona. Más de 2,5 millones de per-sonas han vuelto a sus casas en toda la región.

El denominado Plan de Acción México, firmado por20 países y considerado el más sofisticado instrumentooperativo del mundo en la protección de refugiados, haempezado a dar resultados en los países latinoamerica-nos.

Pero contrastando enormemente con estos sucesospositivos, el número de personas desplazadas por con-flictos que aún viven en sus propios países se mante-nía en la innamovible cifra global de 25 millones. Lasprincipales agencias humanitarias, entre elllas el AC-NUR, decidieron que era preciso adoptar un nuevo en-foque de mayor colaboración para abordar el pro-blema con garantías de éxito (ver página 2).

Igualmente, las informaciones más recientes cata-logaban a otros 11 millones de personas como “apátri-das” o personas sin un país propio que muchas vecesni siquiera tienen acceso a los derechos humanos másbásicos, como educación, vivienda e incluso el dere-cho a morir legalmente.

La seguridad siguió siendo una importante fuentede quebraderos de cabeza. Millones de refugiados y dedesplazados internos, como los de Sudán y Colombia,los boat people de camino a Yemen o los africanos queintentaban llegar a Europa a través del mar Medite-rráneo y de diversos enclaves españoles en territorioafricano, sufrían amenazas diarias. Los propios traba-jadores humanitarios padecieron continuos ataques.Varios de ellos murieron en Afganistán, Sudán yotros países durante el año.

“La protección no es una elección, sino una obligación”,tuvo que recordar Erika Feller a los países que asistían ala reunión anual del Comité Ejecutivo del ACNUR. Du-rante el mismo encuentro, el Alto Comisionado, Antó-

Y

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23R E F U G I A D O S

ano 2005nio Guterres, advirtió que el actual régimen de protec-ción se encuentra amenazado debido a los políticos po-pulistas y a las campañas alarmistas de los medios de co-municación, que han creado una atmósfera de xenofo-bia y de creciente intolerancia en algunas partes del mundo.

TEMBLOR GENERALIZADOY entonces, hasta la tierra se desplazó… dosveces… espantosamente… a finales de 2005 en lasmontañas y valles del Himalaya entre Pakistán e India,sepultando miles de pueblos y remotas aldeas en lo altode las montañas… y anteriormente, a finales de 2004,a lo largo de las playas bañadas por el sol y bordeadasde palmeras del Océano Índico.

En pocos minutos, las dos catástrofes naturales arrui-naron las vidas de millones de personas.

Más de 200.000 personas murieron cuando las pla-cas tectónicas de la India y Birmania chocaron en laslejanas profundidades de la superficie terrestre el 26de diciembre de 2004, desencadenando un terremotosubmarino y una ola gigantesca y asesina, de hasta 30metros de altura, denominada tsunami, que se estre-lló contra las costas de al menos 13 países. Fue uno delos terremotos más mortíferos de la historia, siendo suduración de casi 10 minutos, cuando un temblor “nor-mal” dura unos pocos segundos.

El planeta entero se deslizó al menos varios centí-metros y se registraron terremotos de menor entidaden puntos tan alejados como Alaska. Aunque quienessufrieron lo peor del tsunami fueron países como In-donesia, Sri Lanka y Tailandia, hubo muertos en lu-gares tan distantes como Port Elizabeth, en Suráfrica,a 8.000 kilómetros del epicentro.

En la catástrofe del Himalaya murieron unas 80.000personas y, semanas más tarde, cuando el invierno y lasfuertes nevadas atenazaban la región, seguía la carreracontra reloj para salvar las vidas de un número incon-table de civiles que se enfrentaban a algunas de lasmás duras condiciones meteorológicas del planeta, prác-ticamente desguarnecidos y sin alimentos.

En estas crisis, los gobiernos y las agencias huma-nitarias tuvieron que hacer frente a dilemas y desafíossin precedentes, con las consiguientes “lecciones apren-didas”.

El ACNUR, por ejemplo, no suele involucrarse enemergencias naturales, pero fue tal la magnitud de es-tas catástrofes que, además de sus actuales proyectoscon refugiados, se apresuró a unirse a casi todas las or-ganizaciones disponibles para enviar a buena parte desu personal sobre el terreno y artículos de emergencia-tiendas, mantas, hornillos de cocina, cubiertas de plás-

tico y alojamientos temporales- desde sus almacenesen todo el mundo a las regiones afectadas.

En un esfuerzo por ganarle la partida a las inmi-nentes nevadas del Himalaya, la agencia organizó desdevarios países un transporte aéreo de suministrosjunto con los aviones de carga de la OTAN, el mayorpuente aéreo humanitario desde la operación que du-rante tres años ayudó a alimentar a la capital bosnia,Sarajevo, en el transcurso de la guerra de los Balcanes,a principios de los años 90.

La respuesta al tsunami fue tan abrumadora que, ex-trañamente, se produjo una reacción negativa. Sólo a SriLanka llegaron por lo menos 500 organizaciones carita-tivas que, a menudo, se obstaculizaban unas a otras, unasituación que había sido endémica en anteriores crisisde refugiados. La Cruz Roja criticó posteriormente a lasagencias por no haber sabido coordinar sus operaciones.

Los dos terremotos pusieron de relieve la natura-leza caprichosa y frágil de la recogida de fondos en lascrisis humanitarias.

El tsunami desató una arrolladora respuesta inter-nacional, en parte porque una multitud de cámaras decine profesionales y amateur, videoteléfonos y cáma-ras fijas grabaron el desastre en el acto; en parte porquealgunas de las víctimas eran turistas de países ricos, yen parte porque el acceso a las zonas más afectadas erarelativamente bueno.

Se enviaron miles de millones de dólares. Tanto esasí que algunas agencias devolvieron fondos no em-pleados a los donantes. Oxfam asegura que gran partede la ayuda que llegó fue a manos de ricos terratenien-tes en vez de a las víctimas más afectadas.

En comparación con la generosidad del tsunami, y apesar de los llamamientos cada vez más desesperados yla llegada amenazante del invierno, la ayuda para lasvíctimas del terremoto de Pakistán fue muy pequeña ytardía, exactamente por las razones contrarias al tsunami:en parte porque la mayoría de la destrucción y el sufri-miento no quedó dramáticamente grabada en película nise emitió a una audiencia mundial conmocionada; enparte porque en la región no había turistas o extranjerosclaramente a la vista, y en parte porque las zonas más afec-tadas eran prácticamente inaccesibles.

Casi todo el mundo reconoce que la comunidad in-ternacional tiene que mejorar la ayuda a las personas des-plazadas: refugiados, desplazados por desastres natura-les o por guerras en el interior de sus países. Se han adop-tado estrategias y se han organizado proyectos. El año queviene supondrá una prueba importante para saber si es-tas organizaciones son capaces de traducir sus palabrasen hechos.

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EL TSUNAMI DEL OCÉANO ÍNDICO y sus posteriores efectosmarcaron el comienzo del año. Un terremoto igualmentedevastador en Paquistán completó un annus horribilis. Entre ambosdesastres naturales, murieron cerca de 300.000 personas y las vidasde otros cientos de miles quedaron destrozadas. La agencia para losrefugiados de la ONU, que ya ayuda a más de 19 millones dedesplazados, vació, no obstante, sus almacenes de artículos deemergencia como tiendas y mantas, organizó transportes aéreos,entre ellos un puente aéreo a Paquistán en coordinación conaviones de la OTAN, y envió personal sobre el terreno a las regionesen un esfuerzo sin precedentes por ayudar a las víctimas afectadas.

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27R E F U G I A D O S

INTENTAR ESCAPAR DE LA GUERRA ODE LAS PERSECUCIONES EN BUSCA DEUNA VIDA MÁS SEGURA puedeocasionar tantos muertos como elpropio conflicto. Un número incalculablede víctimas, como los cuerpos de estossomalíes y etíopes arrojados por el mar a las costas de Yemen y las abandonadasembarcaciones de los traficantes, no loconsiguen nunca. Otros caminan miles dekilómetros por tierras inhóspitas, comoeste africano que duerme en medio deldesierto del Sahara, o se lanzan a unpeligroso viaje por mar con destino a su soñada nueva vida en Europa.

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MILLONES DE REFUGIADOS Y DE DESPLAZADOSINTERNOS se pusieron en marcha durante el año. Muchosregresaban a sus hogares, algunos tras años o décadas deexilio: a lo largo del continente africano, en Angola,Liberia, República Democrática del Congo, Sudán y otrospaíses, así como en Afganistán e Irak. Pero también seregistró un gran número de nuevos desarraigados, algunosde ellos, irónicamente, en estados que, como Sudán, elCongo Democrático e Irak, recibían a otros grupos deciviles que habían huido de anteriores conflictos.

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EN UNA ÉPOCA DECRECIENTE XENOFOBIA,IMPEDIMENTOS FÍSICOSY LEGALES Y ABUSOScontra los derechoshumanos de losdesplazados en muchasregiones del mundo, elACNUR insistía de nuevoen que la protección de civiles inocentes esuna obligación y no unaelección. Pero lasbarreras seguíancreciendo: la frontera en el enclave español de Ceuta; solicitantes de asilo de India yBangladesh detenidos en Eslovaquia; tabloidesbritánicos y su guerracontra los solicitantesde asilo.

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“Hemos falladoa esta gente

durante demasiado

tiempo”

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deRegreso a los campos

LIBERIA

R E F U G I A D O S I

Tras 14 años de guerra civil en Liberia ydos años de transición, hay un caminoabierto para la repatriación de miles derefugiados. La nueva Presidenta, EllenJohnson-Sirleaf, primera mujer al frente

de un estado africano, ha hecho un llamamiento paraque retornen y contribuyan a reconstruir el país.

África Occidental es una parte muy turbulentadel continente, que ha conocido los peores horroresde una sangrante guerra. En Liberia, bajo un cielomagnífico, el conflicto hizo que la vida de miles depersonas quedara desgarrada por la pérdida de unhogar o de una parcela de tierra sobre la que labrar el

futuro. Han pasado dos años y varios meses desde elfinal de la guerra civil, que duró 14 años. Como de-cíamos, el país ha elegido a una mujer como Presi-denta, Ellen Johnson-Sirleaf, que, momentos antesde jurar su cargo, se dirigió a los miles de refugiadosliberianos que aún se encuentran fuera del país parapedirles que volvieran a casa.

A pesar de que medio millón de liberianos regre-saron tras el alto el fuego, casi 190.000 continúan re-partidos por todo el Occidente africano. Uno de elloses Patrick Sumaine, que, con apenas 15 años de edad,tuvo que abandonar su casa en la aldea de Changioni,huyendo de los combates en su país, desangrado porel conflicto interno. Pasó siete años en el campo derefugiados de Nyahedu, en Guinea Conakry, donde

Regreso a los camposLIBERIA

Por Edu Compte y Gemma de Cast i l lo Convoyes deretorno derefugiados aLiberia,organizados por el ACNUR.

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el ACNUR le ofreció un alojamiento y la posibilidadde reatomar sus estudios.

En el campo de refugiados, Patrick conocería aMary, una joven de su propia aldea que posterior-mente se convertiría en su esposa. Cuando, en 1999,siete años después de su huida, Patrick decidió aban-donar Guinea y regresar a Liberia, volvió a encon-trarse con aquella niña, que ya era una mujer. Se ca-saron a finales de 2001 y empezaron a hacer planespara el futuro, pero en África la fortuna es esquiva yla suerte les deparó una nueva huida, esta vez juntosy hacia el sur, tratando de alcanzar Sierra Leona.

Fue peligroso cruzar la frontera, controlada porguerrilleros que utilizaban a las personas para trans-

portar alimentos desde Sierra Leona. Todavía deses-perada, la pareja decidió cruzar la ribera del río Bohasta alcanzar la ciudad de Zimmi, situada en lafrontera. Era febrero de 2002 y se alojaron en el cam-po de refugiados de Gerihun. En diciembre de 2005,Patrick y su familia se unieron a un convoy del ACNUR que se dirigía a la ciudad de Foya, en el nor-te de Liberia. Desde allí volvieron a su aldea natal.Habían pasado 13 años desde su primera huida.

“La aportación de cada liberiano es esencial”. Sonpalabras de la Presidenta Johnson, a la que muchosllaman Mamá Johnson y Dama de Hierro, refirién-dose a la enorme tarea de reconstruir el país. Hoy Pa-trick tiene 28 años y dos hijas nacidas en el exilio.Ruth, la mayor, nació el mismo mes y el mismo añoque se firmó el acuerdo de paz en Liberia, en agostode 2003. La pareja tiene ahora un nuevo proyecto:montar una sastrería en su aldea natal, después de laformación que Mary recibió en esta materia durantesu estancia en el campo de Sierra Leona. �

Edu Compte es fotógrafo y Gemma de Castillo, Voluntaria de la Delegación del ACNUR en España

R E F U G I A D O SII

Especial España©

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A pesar de que medio millón de liberianos regresaron tras el alto el fuego,casi 190.000 continúan repartidos por todo el Occidente africano.

El proceso de retorno de Sierrra

Leona a Liberia, en una secuencia

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R E F U G I A D O S III

Especial España

Se tarda dos días en piragua para llegar a laUnión Embera, un pequeño poblado cons-truido en un meandro del Río Salaqi, en lasprofundidades de la selva tropical colombia-na. El poblado lo forman unas pocas chozas

de madera sobre pilares; no hay tiendas, escuelas ni hos-pitales. Incluso los muertos tienen que ser llevados ríoabajo para ser sepultados en otra parte. La Unión Embe-ra es lugar de acogida de varios de los 400 miembros delgrupo indígena embera, la mayor comunidad de esta et-nia que queda en Chocó. Sus antepasados han vividoaquí durante siglos, aislados del resto del país por una es-pesa selva a la que se puede acceder sólo por río. Al igualque otros indígenas en Chocó, los embera se ven in-fluenciados por el círculo vicioso de la codicia y la vio-lencia que caracteriza el conflicto colombiano.

Limitando al oeste con el Pacífico y al norte con elAtlántico, Chocó es una de las regiones más castigadaspor la violencia en Colombia. Grupos armados irregula-res controlan grandes extensiones en este terreno, don-de imponen su visión de la justicia a las comunidades in-dígenas y mantienen estrictos bloqueos en los ríos. En laUnión Embera, no hay otra cosa para comer que los pro-ductos del bosque: yuca y plátanos. La gente dice que de-be pedir permiso al grupo armado irregular que contro-la la zona para salir del poblado. Incluso cuando les per-miten bajar río abajo para comerciar –y así poder co-mer–, sólo pueden volver con unas pocas provisiones. Lafalta de libertad es más difícil de soportar que la pobreza.

“Nuestros padres y abuelos solían cazar por todas par-tes en estos bosques –dice Ulyses, un joven embera de 22años–. Para que un joven se haga hombre, debe cazar ytraer alimento a su familia. Los jóvenes están tristes por-que no podemos dar un paso fuera de la aldea para aden-trarnos en el bosque.” Están tan tristes que, en los dos úl-timos años, 18 jóvenes se han suicidado en la Unión Em-bera y otros muchos lo han intentado. Los ancianos nun-ca han conocido tragedias similares. De madrugada, loscuranderos tradicionales cantan para ahuyentar los ma-los espíritus que acechan a los jóvenes. Pero Ulyses, cuyohermano se ahorcó el año pasado, no culpa a los espíritus:“Los jóvenes aquí tienen demasiadas cosas en la mente–declara–. Los grupos armados tratan de reclutarnos yamenazan con matarnos. A veces, cuando alguien dice

que te va a matar, piensas que es mejor quitarte la vidaantes que esperar a que otro lo haga.”

Alertados por la asociación indígena local, el ACNURtrabaja con las personas de Embera para ayudar a estosjóvenes y mujeres desesperados. El enfoque es doble: losancianos invierten tiempo educando a los jóvenes sobresu cultura y creencias, mientras el ACNUR les enseñacuáles son sus derechos como ciudadanos colombianos ycómo pueden presionar para obtenerlos El proyecto pa-rece estar arrojando resultados positivos: en los últimosseis meses, no ha habido ningún suicidio.

“Para mí ha sido muy conmovedor darme cuenta deque sólo por el hecho de venir aquí, la gente ha comen-zado a sentir menos miedo –dice Joan Jenkins, miembrodel ACNUR a cargo del proyecto–. En realidad, nosotrossólo llegamos aquí con nuestras camisetas del ACNURy les decimos lo que es suyo por derecho. Sólo por estarcon ellos se sienten protegidos y eso les hace felices.”

En este remoto lugar donde las instituciones del Es-tado no llegan y el mundo exterior solo ha traído violen-cia y problemas, cualquier ofrecimiento de ayuda puedebastar para devolverles la esperanza. A menudo, todo loque esta gente espera es poder seguir viviendo en el ho-gar de sus antepasados.

En toda Colombia, los indígenas están siendo expul-sados de sus territorios mediante amenazas, constante

(sigue en pág. IV)

Por Mar ie-Hélène Verney

Indígenas colombianos,atrapados en un conflicto

que dura ya 40 años

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Especial España

Visita del Alto Comisionadoa Madrid y Brasilia

Los días 20 y 21 de diciembre de 2005, el Al-to Comisionado de la Naciones Unidad pa-ra los Refugiados, António Guterres, reali-zó su primera visita oficial a España trasasumir sus funciones al frente de la agen-

cia en junio pasado. Durante su estancia, Guterres man-tuvo encuentros con el Rey D. Juan Carlos, con el Presi-dente del Gobierno y con varios ministros, así como conlas ONG que trabajan en el campo del asilo y el refugio.

La visita del Alto Comisionado tuvo lugar poco des-pués de los acontecimientos ocurridos en las vallas fron-terizas de Ceuta y Melilla con Marruecos, que supusie-ron una de las crisis migratorias más importantes de losúltimos años en España. Sobre estos hechos, el Alto Co-misionado declaró que “enviar inmigrantes al desiertosin agua ni comida es una clara e inaceptable violaciónde los derechos humanos. En los movimientos migrato-rios hay gente que no puede ser devuelta a países dondesus vidas o sus derechos están en peligro”. Guterres exi-gió una rigurosa distinción entre inmigrantes y candi-datos al asilo, pidiendo que se respetase la vida y la dig-nidad de todos.

En la reunión mantenida con el Presidente RodríguezZapatero, el Alto Comisionado apreció el gesto de solida-ridad demostrado por España al aceptar que se sometan asu consideración casos de reasentamiento, tanto comoparte de la estrategia global de protección y búsqueda desoluciones que promueve el ACNUR como por ser unejemplo tangible de solidaridad internacional. Guterresreiteró también su apreciación por el incremento de lascontribuciones a los programas del ACNUR así comopor las considerables mejoras que, en materia de asilo, sehan ido introduciendo en España en este último año.Asimismo, elogió el compromiso del Gobierno de no re-bajar sus actuales estándares de protección en el contextode la trasposición de las Directivas de la Unión Europea.

La implicación creciente de España en el ACNURayudará a equilibrar las decisiones políticas en materiade migración y asilo y los esfuerzos para acortar la bre-cha existente entre la ayuda de emergencia y el desarro-llo. Guterres se felicitó por el compromiso de España deentrar en el grupo de países que constituyen los mayoresdonantes de la agencia.

También Brasil recibió la visita oficial del Alto Comi-sionado en el mes de noviembre. En el transcurso de lamisma, Guterres destacó el papel de liderazgo del paísen la región y, en su encuentro con el Presidente Lula daSilva, rindió tributo a la tradicional política brasileña deapertura y tolerancia en la acogida de refugiados. Brasilacoge hoy a más de 6.000 personas de incumbencia delACNUR de casi 60 nacionalidades diferentes, la mayo-ría del continente africano.

El Alto Comisionado se reunió también con los em-bajadores del Grupo de Países de América Latina y elCaribe para discutir la puesta en marcha del Plan de Ac-ción de México, y el Gobierno de Brasil se ofreció paraser el anfitrión de una reunión internacional de evalua-ción del Programa Mundial de Alimentos, prevista parafinales de 2006.

António Guterres elogió, durante su reunión con elComité Nacional de Elegibilidad, la legislación brasileñasobre refugio, aprobada en 1997 y considerada un buenejemplo para la región. Destacó, además, el programabrasileño de reasentamiento, especialmente el procedi-miento de aprobación “fast-track” que, en 72 horas, eva-lúa los casos urgentes. Y, durante la Asamblea Nacionalde la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, recono-ció la importancia de la sociedad civil en la acogida delos refugiados, principalmente a través de la Iglesia Ca-tólica, que hace más de 30 años viene desarrollando unaimportante labor al respecto. �

Françesca Fontanini es Responsable de Relaciones Externas de la Delegación del ACNUR en España

(viene de pág. III)presión y, a menudo, violencia física de uno u otro grupoarmado. Poco a poco abandonan sus tierras, engrosandoasí las cifras de los dos millones de desplazados internosdel país y trasladándose, en primer lugar, río arriba, deun asentamiento a otro, y más tarde, a las ciudades. De-jan atrás su cultura, su modo de vida tradicional y los es-píritus de sus antepasados, que, según sus creencias, ha-bitan en las aguas de los ríos y en los árboles del bosque.

“Cuando dejan todo esto atrás, ya es demasiado tarde

–dice Roberto Meier, Representante del ACNUR en Co-lombia–. Podemos hacer muchas cosas para ayudarles:conseguirles una casa, darles asistencia o encontrarlesun trabajo, pero ellos han perdido su ser y, sin eso, no tie-nen ánimo para seguir adelante; de esta manera, puedendesaparecer comunidades enteras y, con ello, no sólo aca-bará perdiendo Colombia, sino toda la Humanidad.” �

Marie-Hélène Verney es Oficial de Información Pública de la Oficina del ACNUR en Ginebra

Por F rançesca Fontan in i

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Especial España

El pasado mes de diciembre, el Centro deAcogida para Refugiados (CAR) de Alco-bendas, en Madrid, abrió sus puertas alequipo del ACNUR para llevar a cabo acti-vidades de sensibilización con los solicitan-

tes de asilo y los refugiados que allí residen, en el contextode los 16 días de activismo para la eliminación de la vio-lencia de género convocados por la ONU.

¿Cómo frenar la violencia contra mujeres y niñas? Asíarrancó un intenso y amistoso debate, en el que participa-ron 70 residentes de ambos sexos y de más de una decenade países. Durante el mismo, afloraron temas relaciona-dos con la violencia doméstica y las prácticas tradiciona-les perjudiciales para la salud, como la mutilación genitaly el matrimonio forzoso, entre otras.

Las latinoamericanas rompieron el hielo poniendo so-bre la mesa el papel que desempeña la mujer como res-ponsable de la casa, de los hijos y del sustento, así como sudestacado liderazgo en las comunidades locales, que hapropiciado en muchos casos la adopción de leyes paraproteger sus derechos. A pesar de ello, muchas destaca-ban que la violencia contra las mujeres y el machismo es-taban muy arraigados, y que no contaban con una protec-ción efectiva de sus autoridades.

También los hombres se unieron al debate, recono-ciendo que, para eliminar la violencia, ellos debían invo-lucrarse plenamente en el proceso. “En mi país, las muje-res están oprimidas -comentaba un joven kurdo de 35años-. En vez de ser consideradas como parte integrantede la familia, son tratadas como invitados especiales. Elobjetivo es conseguirles marido y que se vayan de casa”.

Un pequeño grupo de africanas vencieron su timidezy comentaron cómo la mutilación genital femenina estáampliamente extendida en África bajo la errónea creen-cia de que se trata de un mandato religioso, que ayuda apreservar la virginidad y la fidelidad de las mujeres, quelas purifica e incluso que ayuda a proteger a los reciénnacidos de la muerte por contacto con el clítoris de lamadre.

El CAR, dependiente de la Dirección General para laIntegración de los Inmigrantes-DGII (Ministerio de Tra-bajo y Asuntos Sociales), tiene capacidad para alojar concarácter temporal a unas 80 personas. Con la asistenciadel equipo técnico del centro, los solicitantes de asilo y losrefugiados recién llegados a España intentan rehacer sus

vidas, superando el choque cultural, el desarraigo y mu-chas de las duras experiencias vividas.

“Para nosotros es una gran satisfacción ver cómo nues-tros residentes se van independizando, acompañados desus familiares, encuentran trabajo y avanzan en su desa-rrollo personal y social, especialmente las mujeres -señalaFlor Salvador, Directora del CAR de Alcobendas, testigode la evolución del Centro desde su creación en 1989,cuando comenzó a trabajar como psicóloga -. Nos vienena visitar o contactan con nosotros para comunicarnos suslogros, con lo que vemos que los objetivos se cumplen”.

Estos dieciséis años dan la oportunidad de hacer unbalance positivo, a todas luces, en el que tienen cabida his-torias con un sabor agridulce: desde quienes no han sidocapaces de superar su situación y su sufrimiento psicoló-gico, atentando contra sí mismos, hasta los que se hanquerido casar en el propio centro, con ceremonia, convitey tarta incluidos, bajo los oficios de los trabajadores delCAR, a modo de familia extensa.

Son cuatro los centros de acogida que la DGII tiene enEspaña, y esta actividad sobre la “no violencia contra lasmujeres y niñas” es sólo una de las muchas que organizancon el objetivo de promover la integración de los refugia-dos en las comunidades de acogida. “Pretendemos dar es-tabilidad, seguridad y apoyo individualizado especializa-do a los refugiados, en un momento crucial de su procesovital”, concluye Flor Salvador. �

Mª Jesús Vega es Responsable Adjunta de RelacionesExternas de la Delegación del ACNUR en España

Solicitantes de asiloy refugiados debaten sobreviolencia de género

Por Mar ía Jesús Vega

Un grupo demujeres, en talleresorganizados paraellas en el CAR deAlcobendas(Madrid).

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Testimonios desde el terreno

Fue un año intenso en Lago Agrio,un enclave situado en la AmazoníaEcuatoriana. A tan solo 14 kilóme-

tros, las orillas del fronterizo río San Miguelvieron el cruce de miles de personas huyen-do del conflicto en el departamento de Pu-tumayo, en Colombia. Allí, una guerra en-

tre grupos arma-dos irregularespor el control te-rritorial, los recur-sos y sus diferen-tes ideologías re-sulta una tragediadiaria para milesde personas. Mu-chas de ellas hanbuscado seguridaden Ecuador y se

han visto obligadas a iniciar una nueva vidaempezando prácticamente de la nada.

La magnitud de la situación es tal que elACNUR estima que, desde 2001, unos

250.000 colombianos habrían entrado enEcuador. Ante esta situación, la agencia seempeña, con la colaboración de las autorida-des locales, el pueblo ecuatoriano y la comu-nidad internacional, en brindar nuevasoportunidades de vida a estas personas. Coneste empeño, y con la capacidad de recupe-rarse y de iniciar una nueva vida de los re-fugiados, esperamos que 2006 traiga a todosnuevos caminos, nuevas oportunidades yuna renovada determinación para afrontarlos retos diarios por grandes o insuperablesque parezcan. ¡Un feliz año 2006!

Óscar Butragueño, Oficial de Campo en Lago Agrio, Ecuador

Pasar las Navidades en el Sur deSudán no forma parte de los pla-nes de mucha gente y, sin embar-

go, existe más de una persona que, comoyo, de forma voluntaria, decidió unirse alequipo de emergencia del ACNUR desti-nado a asistir en la repatriación de refu-giados sudaneses. La nostalgia, la morriñaen mi caso, es una de las cosas más difíci-les de llevar para los que trabajamos en es-tas fechas. Y, sin embargo, a pesar de la fal-ta de tantas cosas, la ausencia de familia yamigos, la inseguridad, las minas antiper-sonales y la malaria, me siento la personamás afortunada del mundo, pues estoyhaciendo el trabajo que siempre soñé.

Estas Navidades aprendí que los suda-neses son muy parecidos a los gallegos enque, como dicen en mi tierra, pueden es-tar perdidos por el mundo pero siempre

saben el camino de vuelta a casa. Los sudaneses están regresando des-

pués de 21 años de guerra civil, en su ma-yoría por sus propios medios, aunque losmás vulnerables lo hacen con ayuda delACNUR y otras organizaciones. Ni PapáNoel ni los Reyes Magos llegan al Sur deSudán, pero la fraternidad sí. El mejor re-galo para muchos sudaneses es poder re-gresar a su tierra después de tantos años.

Este año, con la ayuda del GobiernoEspañol, la Agencia Española de Coopera-ción Internacional y ciudadanos como túy como yo, muchos sudaneses pudieronhacerlo. En fin de año brindamos por unretorno seguro y digno a todos los refugia-dos del mundo en 2006. ¡Feliz año nuevo!

Óscar Sánchez Piñeiro, Oficial miembrodel equipo de emergencias en Sudán

Navidadesen Sudán

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Especial España

Nuevas oportunidadesen Ecuador

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R E F U G I A D O S VII

Especial España

Trabajo para el ACNUR desde hacemás de 15 años. Mi primer puestofue en Honduras, donde el trabajo,

desde el principio, me apasionó. Es verdadque no fue fácil adaptarse al sufrimientohumano diario. Proteger a gente que tieneque dejar atrás su país, sus vivencias, suslazos, su historia... y sufre.

Pero el pensamiento de que lo que ha-cíamos era útil para que las cosas no fue-ran aún peores, era y es extremadamentegratificante. No sentirte solo, sino rodeadode gente como tú, también dispuesta aayudar: colegas del ACNUR, las ONG, elpersonal de otras agencias... De año en año,mi experiencia se ha enriquecido, compar-tiendo mi vida con todas estas personasque tanto han entregado y tanto se han sa-

crificado. Es por eso que, cuando la situa-ción lo permite, les ayudamos a regresar asu tierra de una forma digna y segura,muy distinta de la que un día emprendie-ron, y a empezar una nueva vida.

Sudán, mi actual destino, sigue convul-so. La situación en Darfur no se estabiliza,pero nuestra presencia ayuda a que no sedeteriore más. En el Sur esperamos ayu-dar al regreso de 70.000 personas antes dejunio, cuando comienza la estación de llu-vias. Confiamos en que los movimientosque ahora comienzan sirvan para que losgobiernos y los países donantes aumentensus fondos para la repatriación.

Javier López Cifuentes, RepresentanteAdjunto de las operaciones en Sudán

Ayudando en Darfur

DDesde la provincia del Equateur,en la Republica Democrática delCongo (RDC), lo que os puedo con-

tar es que estamos repatriando refugiadosque residen en la propia República delCongo y en la República Centroafricana.Aunque con muchas dificultades, en 2005hemos conseguido asistir al retorno de5,000 personas, es decir, un millar de fami-lias. El movimiento de refugiados se haceen barcazas, piraguas y canoas a través delos ríos Oubangui y Congo. Después trasla-damos a los retornados en camión hastapuntos cercanos a sus lugares de origen.

Los retornados reciben protección porparte de las autoridades de RDC y delACNUR, así como utensilios domésticos,herramientas y materiales para reconstruirsus casas, aperos de labranza y pesca, ración

de comida para tres meses, asistencia sani-taria gratuita durante seis meses, asistenciaescolar durante tres meses y asistencia es-pecializada para mujeres en edad de repro-ducción.

A lo largo de 2006, esperamos poder re-patriar a 20.000 personas. Pero esta opera-ción no cuenta con la financiación que ne-cesita y por ello hemos solicitado 4,5 millo-nes de dólares para poder continuar connuestro trabajo. Personalmente, me com-prometo a que todos los fondos públicos yprivados sean empleados con la mayor efi-cacia y puedan llegar al mayor número depersonas posible.

Alfredo Fernández Figueruelo, Jefe de la Oficina en Libenge,

República Democrática del Congo

Tras la conclusión, en for-ma ciertamente exitosa,del proceso de repatria-

ción voluntaria en Angola, porfin el año 2006 será el de la rein-tegración sostenible en las prin-cipales áreas de retorno y despla-zamiento del país.

Para el Alto Comisionado delas Naciones Unidas para los Re-fugiados, será un año crucial,siendo nuestro principal objetivola atención a prioridades como lamejora de los servicios básicos(salud, educación, saneamiento,acceso a agua potable); la rehabi-litación de las infraestructurasproductivas y sociales; los pro-yectos de creación de ingresos yempleo, así como la promociónde campañas de consolidación dela paz, la reconciliación y la di-vulgación de los Derechos Hu-manos.

ALIANZAS Y ESFUERZOSDesde el ACNUR, intentamos

promover, junto con el Gobiernode Angola, el establecimiento dealianzas estratégicas, así como ca-talizar esfuerzos para que los paí-ses donantes y otros actores dedesarrollo apoyen y se involucrenen programas de reintegraciónen estas áreas remotas, desfavore-cidas y de difícil acceso, donde seconcentra la mayoría de la pobla-ción retornada y un buen núme-ro de desplazados internos.

El fin último y nuestro reto enel programa en Angola es pro-mover la integración de la pobla-ción retornada en un proceso dedesarrollo humano sostenible.

Enrique Valles, Oficial de Reintegración

en Luanda, Angola

De vuelta al Congo

Retomar la vida enAngola

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Especial España

Comisión Coordinadora de Refugiados en español: Carlos Boggio,Representante del ACNUR en España. Por parte de la Secretaría deEstado de Inmigración y Emigración: Estrella Rodríguez Pardo, Di-rectora General de Integración de los Inmigrantes; Miguel ÁngelAznar Nieto, Subdirector General de Intervención Social; RobertoAmurrio Íñigo, Jefe de Área de Gestión de Programas. Responsablede la versión española de Refugiados: Françesca Fontanini.

Refugiados es una publicación de la Sección de Información Públicadel Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.Las opiniones expresadas por nuestros colaboradores no coincidenforzosamente con las del ACNUR. Los términos empleados y losmapas incluidos no suponen una toma de posición por parte delACNUR en cuanto al estatuto jurídico de ningún territorio o lasautoridades del mismo. Refugiados se reserva el derecho de editartodos los artículos antes de su publicación. Los textos y fotos sincopyright puedes ser reproducidos sin autorización previa. Por fa-

vor, citen al ACNUR. Las fotografías, excepto las que tienen copy-right, pueden obtenerse sólo para usos profesionales. Edición espa-ñola: 16.200 ejemplares, financiada por el Gobierno español a travésde la Dirección General de Integración de los Inmigrantes.

ISSN 0252-791 X

D.L.: M. 43.567-1984

Impresión en España:GRÁFICAS ARIAS MONTANO, S.A.

UNHCR - ACNURP.O. Box 25001211 Ginebra 2, Suizawww.unhcr.chwww.acnur.org

N ° 1 2 9 - 2 0 0 6

Subvencionado por:La Agencia de la ONU para los Refugiados

EEl programa deportivo “El mundo nece-sita jugadores” fue creado en 2004 por laOficina Regional del ACNUR en Argen-tina con el objetivo de dar visibilidad a lasituación de los refugiados y recaudar

fondos para los programas de la agencia relacionadoscon la educación, microcréditos y clases de idioma espa-ñol, así como para la adquisición de prendas deportivaspara los jugadores, gastos de transporte, etc.

Otro de los propósitos del programa es alentar a losrefugiados a participar en actividades deportivas y cul-turales que contribuyan a su integración en la sociedadargentina. Actualmente, 45 refugiados de variadas na-cionalidades, como Perú, Nigeria, Ghana, Colombia o

Etiopía, juegan al fútbol una vez por semana, esforzán-dose por estar entre los 16 componentes del equipo. Ennoviembre de 2005, refugiados de Colombia, Congo, Li-beria y Ghana representaron a sus respectivos países enun “mundialito” amistoso de fútbol. Mario Pironi, con-sultor de la agencia y encargado de Deporte, se enorgu-llece al ver “el entusiasmo demostrado por los jóvenesrefugiados y el importante crecimiento a nivel futbolís-tico”.

El año 2005, declarado “Año Internacional del De-porte para el Desarrollo y la Paz”, trajo además una se-rie de actividades deportivas que permitieron a la agen-cia tener una amplia visibilidad, potenciando el interésde deportistas y empresarios en apoyar a los refugiados.En septiembre, conjuntamente con la Unión Africanadel Cono Sur, se organizó una maratón que tuvo lugaren el pintoresco barrio de La Boca en Buenos Aires, ac-tividad en la que participaron más de 800 atletas.

Otra forma de apoyo por parte de los deportistas du-rante 2005 fue la exhibición de un cartel con el logotipodel ACNUR, sostenido por los jugadores de fútbol mi-nutos antes de los partidos Vélez Sarsfield-River Plate eIndependiente-Boca Juniors. Lo mismo ocurrió en elpartido de rugby disputado entre el equipo argentino deLos Pumas y los Springboks de Sudáfrica.

Por su parte, la empresa argentina “Las Pampas Po-lo” organizó en torno a la conmemoración del Día de losDerechos Humanos (10 de diciembre) el primer partidode polo denominado “Polo por los Derechos Humanos”a beneficio de los refugiados. El evento –apadrinado porel polista argentino de alto nivel Ernesto Trotz– contócon la participación de polistas nacionales e internacio-nales. En enero de 2006, un particular torneo de golftuvo lugar en Punta del Este (Uruguay), donde los juga-dores eran, entre otros, renombrados polistas argenti-nos, como Freddy Green, Pablo Santamarina o Costi Vi-gil, así como el excorredor de Fórmula Uno francés Jac-ques Laffitte. Tales eventos solidarios tendrán proyec-ción hacia otros países de América Latina en 2006.

Estas actividades forman parte de la respuesta a laconvocatoria del ACNUR y han generado una cadenasolidaria en la que tenistas, atletas, futbolistas, polistas,golfistas, clubes, empresarios y actores de la sociedad ci-vil se han ido adhiriendo para brindar su apoyo. �

Virginia Pico es Adjunta de Información Pública de la Delegación del ACNUR en Argentina

refugiadosEl deporte,aliado de los

Por segundo año, el programa deportivo “El mundonecesita jugadores” logra avances significativos.

Por V i rg in ia P ico

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