OCUPAR-HABITAR-VIVENCIAR. Reflexiones sobre el departamento

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Carlos Vargas Beltrán Ocupar-habitar-vivencia. Reflexiones sobre el departamento y la ciudad contemporánea Revista De Arquitectura / UNIFE 5 OCUPAR-HABITAR-VIVENCIAR. Reflexiones sobre el departamento y la ciudad contemporánea OCCUPY-INHABIT-EXPERIENCE. Reflections on the apartment and the contemporary city Mg. Carlos Vargas Beltrán Arq. Resumen Se reseña y analiza la propuesta (1930) de Mies Van der Rohe sobre la transformación del modo de vida y la vivienda. Igualmente las referencias simbólicas y las trascendencias espaciales de la vivienda típica popular que hace Heidegger, y la vivienda como metáfora de la existencia del Ser. El tiempo de las vivencias humanas es el que construye esa trascendencia a contramano de la inmediatez de las experiencias contemporáneas. Finalmente un artículo de Alfredo Bryce nos da pie para reflexionar sobre la libertad y la soledad del habitante de la metrópoli donde los lazos y la construcción de espacios humanos se echan cada día mas en falta por nuestro sistema de vida impregnado de las nuevas formas económicas y productivas, que son el precio de la modernidad y que quizás nos conducen a una «sobremodernidad». Finalmente, con la conciencia que otras disciplinas nos son necesarias, también la reseña de tareas y puntos obscuros que la disciplina arquitectónica tiene que acometer para un cierto acercamiento al ritmo de los cambios. Abstract This article reviews and analyzes Mies Van der Rohe’s proposal (1930) for the transformation of the way of life and housing. It also reviews the symbolic references and the spatial transcends of Heidegger’s typical popular house, and the house as a metaphor of the existence of the Being. The time of human experiences is what builds that transcendence opposite to the immediacy of contemporary experiences. Finally, an article by Alfredo Bryce is a start to reflect on freedom and solitude of the inhabitant of a metropolis, a place where ties and the construction of human spaces are lacked because of our way of life, impregnated of new economical and productive forms which are modernity’s price, and the ones that lead us into supermodernity. Finally, acknowledging the necessity for the concourse of other disciplines, we also review the tasks and dark spots that architecture has to face for a certain approach to the pace of changes. Palabras clave: Estilos de vida, habitar, vivienda contemporánea, aceleración del cambio, impermanencia, familia. Key words Life styles, inhabit, contemporary housing, acceleration of change, impermanence, family.

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Carlos Vargas Beltrán Ocupar-habitar-vivencia. Reflexiones sobre el departamento y la ciudad contemporánea

Revista De Arquitectura / UNIFE 5

OCUPAR-HABITAR-VIVENCIAR.Reflexiones sobre el departamento y la ciudad contemporánea

OCCUPY-INHABIT-EXPERIENCE.Reflections on the apartment and the contemporary city

Mg. Carlos Vargas Beltrán Arq.

Resumen

Se reseña y analiza la propuesta (1930) de Mies Van der Rohe sobre la transformación del modo de vida y la vivienda.Igualmente las referencias simbólicas y las trascendencias espaciales de la vivienda típica popular que hace Heidegger, y lavivienda como metáfora de la existencia del Ser. El tiempo de las vivencias humanas es el que construye esa trascendencia acontramano de la inmediatez de las experiencias contemporáneas. Finalmente un artículo de Alfredo Bryce nos da pie parareflexionar sobre la libertad y la soledad del habitante de la metrópoli donde los lazos y la construcción de espacios humanosse echan cada día mas en falta por nuestro sistema de vida impregnado de las nuevas formas económicas y productivas, queson el precio de la modernidad y que quizás nos conducen a una «sobremodernidad».

Finalmente, con la conciencia que otras disciplinas nos son necesarias, también la reseña de tareas y puntos obscuros que ladisciplina arquitectónica tiene que acometer para un cierto acercamiento al ritmo de los cambios.

Abstract

This article reviews and analyzes Mies Van der Rohe’s proposal (1930) for the transformation of the way of life andhousing. It also reviews the symbolic references and the spatial transcends of Heidegger’s typical popular house, and the houseas a metaphor of the existence of the Being. The time of human experiences is what builds that transcendence opposite to theimmediacy of contemporary experiences. Finally, an article by Alfredo Bryce is a start to reflect on freedom and solitude ofthe inhabitant of a metropolis, a place where ties and the construction of human spaces are lacked because of our way of life,impregnated of new economical and productive forms which are modernity’s price, and the ones that lead us into supermodernity.

Finally, acknowledging the necessity for the concourse of other disciplines, we also review the tasks and dark spots thatarchitecture has to face for a certain approach to the pace of changes.

Palabras clave:

Estilos de vida, habitar, vivienda contemporánea, aceleración del cambio, impermanencia, familia.

Key words

Life styles, inhabit, contemporary housing, acceleration of change, impermanence, family.

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NotaIntroductoria

Resulta interesante yhasta casi perturba-dor constatar en cual-quier portal de inves-tigaciones, –sea enciencias aplicadas, enciencias sociales, entecnología o en inno-vación– la presenciade áreas de explora-ción comunes en dis-ciplinas que se desa-rrollan en terrenosfronterizos entre lasdisciplinas tradiciona-les, o en las que estasse superponen, setraslapan, creando al-

por Bachelard, no necesariamente dependen de laintroducción de nueva información en el sistema,sino de la reinterpretación de datos preexistentesque súbitamente encajan en una nueva teoría gene-ral1. Intentamos una sección transversal de conoci-mientos involucrados en esta reflexión sobre la vi-vienda de departamento.

Reflexiones

Al iniciarse el programa para la Exposición de laConstrucción celebrada en Berlín en 1930, Miesafirmó que «La vivienda de nuestro tiempo aún no exis-te»2 «… y que , «la transformación del modo de vida exigesu realización».3 Tal vez hoy Mies tendría que volvera citarlas para nosotros atender su afirmación yreflexionar sobre ella de manera activa y creativa,ya que muy poco se ha hecho desde la instituciónde la arquitectura o desde la academia, para hacertomar conciencia de las diferentes maneras de vi-vir y convivir que hoy coexisten con aquella tradi-cional de la familia nuclear, y que ya deberían ha-ber afectado y transformado profundamente lavivienda de departamento, que fue una respuesta ala manera de vivir de inicios del siglo XX, y que enlas década del 20 y 30 generaron el programa es-pacial del departamento moderno el cual pareceser el único estándar funcional espacial hasta el pre-sente.

Si en 1930 Mies percibía que los cambios en la so-ciedad, y la aceleración e intensidad de ellos esta-ban transformando el modo de vida, hoy, en queestos cambios se han multiplicado, y agregado comocapas geológicas, estratos que envejecen rápidamen-te dejando una huella efímera en nuestra concien-cia. La transformación del modo de vida deberíaestudiarse, entenderse y resolverse desde la arqui-tectura y no serle ajena como lo es.

Podemos interrogarnos porque no parece tareaurgente ni necesaria modificar la vivienda, sea el

1 «…En fin, un tercer factor a considerar en el progreso de cualquier ciencia -aparte de los dos señalados, el descubrimientofortuito y la elaboración de nuevos modelos teóricos- consiste en la introducción de nuevas técnicas en el proceso de toma dedatos. Así, el advenimiento de la tectónica de placas, que supuso el paso a la madurez de la geología, se larvó gracias a la aplicaciónde nuevas técnicas geofísicas que permitieron elaborar una «geología de los océanos» hasta entonces prácticamente inexistente. Yotro tanto cabría decir en el caso de la «segunda revolución biológica» que supuso el descubrimiento de los ácidos nucleicos yla elaboración de lo que hoy es la biología molecular». «La Evolución y sus Metáforas». Pp. 189. Agustí, J., Colecc. Metatemas 33Tusquets edit. 1994.

2 Pensar-Componer/Construir-Habitar. Jean Francois Lyotard, Massimo Cacciari, Michael Nyman, Luis Fernández-Galiano, JoséQuetglas, et alt, Francisco Jarauta. Editor Francisco Jarauta. Arteleku, Cuadernos n°9, San Sebastián 1994.

3 Publicado en Die Form, nº 27, Junio de 1931, pág. 241.

La personificación de laArquitectura y la cabañaprimitiva, según Laugier, pp.55 La casa de Adan en el Paraiso.Joseph Rykwert.

dominio de una disciplina, áreas en las que las es-tructuras clásicas de la disciplina se revelan cortas olimitadas y caemos en cuenta que necesitamos denuevos enfoques ante los hechos humanos con-temporáneos que nos ayuden a clasificarlos demejor manera.

Hoy tenemos la percepción de que hay otras disci-plinas involucradas en resolver las interrogantesplanteadas; de que es necesario un corte transversaldesde una vastedad de conocimiento para acer-carnos críticamente a hechos sociales contempo-ráneos que gravitan en la arquitectura.Estos procesos de recambio de paradigma o de«corte epistemológico», según el término acuñado

guna geografía nue-va y casi inexploradade áreas –superficies–de conocimientosque no aparecencomo de exclusivo

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concepto de la misma o su programa espacial,preguntarnos como es que aún nos parece acepta-ble el programa funcional del apartamento, quesigue siendo el mismo desde hace 80 años, si lafamilia4 y sus relaciones así como el desenvolvi-miento de sus actividades ha sufrido múltiples trans-formaciones desde entonces.

Aquí podemos recordar la descripción de la caba-ña tradicional5 que hace Martín Heidegger6: «Sobrela pendiente de un ancho valle rodeado de montañas en laparte Sur de la Selva Negra, a una altitud de 1,150 m, selevanta una pequeña cabaña de esquí, las medidas en plantason de 6 por 7 metros. El bajo tejado colgante cubre treshabitaciones; la cocina, que también es sala estar, un dormi-torio y un estudio.», con este párrafo inicia Heideggersu texto «Por qué vivo en provincias». Y aunque

caciones de tradición y memoria dentro de estacabaña, dice Heidegger:

«Pensemos por un momento en una casa de campo (...) queun habitar todavía rural construyó hace dos siglos. Lacasa la ha levantado el empeño de instalar unívocamenteen las cosas; tierra y cielo, divinos y mortales. Ha empla-zado la casa en la ladera de la montaña que está a res-guardo del viento, entre las praderas, en la cercanía de lafuente. Le ha dejado el tejado de tejas de gran alero, que,con la inclinación adecuada, sostiene el peso de la nieve y,llegando hasta muy abajo, protege las habitaciones contralas tormentas de las largas noches de invierno, No haolvidado el rincón para la imagen de Nuestro Señor, de-trás de la mesa comunitaria, ha obviado en la habitación loslugares sagrados para el nacimiento y ‘el árbol de la muerte’,que así es como se llama allí al ataúd; y así, bajo el tejado, a lasdistintas edades de la vida les ha marcado de antemano laimpronta de su paso por el tiempo. Un oficio, que ha surgido élmismo del habitar, que necesita además sus instrumentos yandamios en cuanto cosas, ha construido la casa de campo».

Heidegger expone aquí una argumentación contrala vida inauténtica y desenraizada de las ciudades.Quisiéramos resaltar de manera decidida el signifi-cado de «lugar» en contra o a diferencia de «espa-cio», ya que Heidegger le confiere adicionalmentela categoría de sagrado; a lugares especificos den-tro de la casa, como al lugar de dar a luz o nacer8

y al lugar transitorio donde la muerte se instala ennuestra casa para revelarnos nuestra precariedad ylo inevitable del fin. Pero en esta cabaña a diferen-cia de los departamentos modernos, hay memo-ria, hay lugar, y hay naturaleza9, esta cabaña estaimpregnada de permanencia, alejada por comple-to de la transitoriedad del «vivir» contemporáneo.

ésta es ya una primera enumeración de los ambien-tes de la cabaña y los usos que él les ha destinado,será posteriormente7 donde nos enfrente a signifi-

La cabaña primitiva, según J. F. Blondel. pp. 78La casa de Adan en el Paraiso. Joseph Rykwert.

4 En las comedias americanas para la tv, gran parte de las situaciones y vivencias de los personajes se desarrollan al interior dedepartamentos de distribución típica, que podrían haber sido construidos en el primer cuarto del siglo pasado para una manerade vida que por entonces, fue afectada por nuevas maneras de producir y consumir. A ello se sumaba la reciente producción deequipamiento doméstico específico para estas viviendas y su modo de vida, el desarrollo de la llamada línea blanca, (a diferenciade la manera de vivir del campo, una manera de vivir poco afecta a modificaciones en el tiempo). Tampoco parece sorprendernosque la mayoría de nuevas comedias para adultos, aun las de cartoons están compuestas por familias disfuncionales.

5 La pequeña cabaña estaba situada en Todtnauberg, en la Selva Negra, la Universidad de Friburgo la cedió a Heidegger por el cargode Rector que ocupó en 1933.

6 La buena vida. Visita guiada a las casas de la modernidad. pág. 44 Iñaki Abalos. GG. Barcelona 2002.7 Será en la conferencia: «Construir-Habitar-Pensar» que pronunciará en el Darmstädter Gespräch en 1951 destinada a los arquitectos

que tras la guerra, iban a reconstruir las ciudades alemanas. Frente a la enormidad del reto que tenían por delante, Heideggerenfoca su reflexión en aquella cabaña donde en 1926 termina de escribir «Ser y tiempo».

8 Al principio de la vida, Aristóteles le llama «el alma».9 «Eran estos lugares (...) los que podrían devolver al hombre contemporáneo una dignidad que la técnica contrapuesta a la

naturaleza eliminaba. Lugar, Memoria y Naturaleza, se contraponían frontalmente a Espacio, Tiempo y Técnica, por primera vezde una forma completamente articulada, dando lugar a un giro que prácticamente podría describir todos los cambios de valoresque han ido sucediéndose en el panorama arquitectónico desde finales de los sesenta hasta fechas recientes.»

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Para Heidegger, Habitar no era un acto sencillo ycarente de sustancia, el va a relacionar la existenciay el pensar existencial en un doble sentido, el mate-rial y el metafórico. Esta vinculación será tan inten-

sa que la casa la identificará de manera metafóricacon su sistema filosófico. Heidegger tomará la casacomo el mejor modelo sobre el cual desarrollar supensamiento filosófico, el que llegará a ser un pen-samiento sobre el habitar. El habitar es el contextodel ser y es aquella dimensión que le es propia paradenotar su existencia.

Alrededor del ser está dispuesto aquello externo alser, pero no ajeno ni extraño sino familiar, cuyaexistencia gravita para ayudar a resolver esta pre-gunta ontológica. Aquello externo es la manifesta-ción de su materialidad, la externalidad de suvivenciar, de su tiempo existencial, no del tiempocronológico. El transcurso de los hechos y vivenciasque conforman el pasado, el presente y cierta idea defuturo sólo son vivenciables, (sólo pueden ser vivi-dos) desde la subjetividad del propio sujeto.

Todo ello, los objetos familiares10 y las percepcio-nes del tiempo existencial asociado a ellos describeal propio sujeto. De esta manera para el ser quehabita esta casa y que se piensa e interroga a sí mis-mo y sobre sí mismo, la casa es bastante más que unescenario neutral, porque su pensamiento habitará lacasa. En la casa y desde la casa se enfrentará tambiéna lo duro y poco amable del mundo, en y desde lacasa intenta generar una comprensión de ese mun-do que sabe lo puede angustiar. Tal comprensiónes pues vital para poder proyectarse en él.

Ahora bien, aunque podemos considerar comometáfora la casa, la construcción de la habitaciónes el ser de la filosofía existencial ya que en ella sedesarrolla el habitar auténtico y por lo tanto el serpuede alcanzar su autenticidad. Sin embargo estacasa no es un escenario neutral –lo decíamos an-teriormente– sino la expresión de nuestras viven-cias, un reflejo de la resolución exitosa o no denuestros conflictos y por lo tanto en ella encuentralugar aquello acogedor e íntimo, como también loinhóspito, lo que se opone, lo que nos incapacitapara el pleno desarrollo del ser-ahí. Alienación ydesarraigo. Sin embargo, ya que es el lugar de laresolución de nuestros conflictos, de aquello que seopone o nos incapacita, no son más que expre-

10 Decía Walter Benjamin: «Si entramos en un cuarto burgués la impresión más fuerte será, por muy acogedor que parezca, la de que nada tenemosque buscar en él. Nada tenemos que buscar en él, porque no hay en él un sólo rincón en que el morador no haya dejado su huella: chucheríasen los estantes, velillos sobre los sofás, visillos en las ventanas, rejillas ante la chimenea. Una hermosa frase de Bertold Brecht nos ayudará a seguir,a seguir lejos: «borra las huellas» dice el estribillo en el primer poema del «Libro de lectura para los habitantes de la ciudad». Pero en este cuartoburgués se ha hecho costumbre el comportamiento opuesto» de «Experiencia y Pobreza» en Discursos Interrumpidos I, Madrid, Taurus, 1973.

Cabañas primitivas y el origen de la arquitectura, segúnChambers. pp. 89 La casa de Adan en el araiso. JosephRykwert.

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siones de nosotros mismos, quizás incitadas desdela externalidad del ser, de la realidad exterior. Así,la modernidad, aunque no sólo en ella, ha propa-gado (impregnado sería mejor decir) de inauten-ticidad a la vivienda.

La modernidad ha podido instalar un desarraigoen la vivienda, en la medida que la técnica nos per-mitía alejarnos de ella ampliando nuestra capaci-dad de interactuar con el medio, de doblegarlo anuestro interés, utilizando el conocimiento y con«el uso abusivo de nuestra técnica»11. Sin embargo, nopodemos de dejar de anotar que la misma técnicaestá propiciando una vivienda que ya acoge tam-bién el trabajo12, y aunque parezca una visión opti-mista de la misma, lo cierto es que conforma unaestrategia que substrae a la casa de su capacidad dereflexión, llenándola de actividades laborales y pro-ductivas, de trabajo, inundándola de información,con la promesa de conocimiento y ocio y aho-rrando al sistema el costo del espacio físico de ta-les labores.

Imágenes del destierro

De manera general y algo aleatoria la cinemato-grafía norteamericana construirá, casi a mediadosdel siglo pasado, imágenes poderosas de la vidaurbana –quizás porque su acelerada industrializa-ción post bélica, los enfrentaría primero que nadiea los conflictos sociales propios de la metrópoli–

con todos los problemas asociados a ella, clara-mente la ciudad aparece como el espacio urbanodonde aquellos comportamientos desarraigados(inauténticos al decir de Heidegger) tienen expre-sión y personaje que los encarne. El cine sólo esta-ba recogiendo las ficciones creadas en la literaturanorteamericana que intentaban poner en escena unaimagen del destierro, como aquellas que EdwardHopper plasmaría en su obra pictórica, o aquellaemblemática «El mundo de Cristina» de AndrewWyeth.

Desde aquellos policiales serie B de fines de loscuarenta y cincuentas, con inolvidables personajesencarnados por James Cagney o Humprey Bogard,aún con rasgos de heroicidad, hasta ser retomada

El mundo de Cristina» de Andrew Wyeth.

11 «Repensar el ser, volver a los orígenes de la filosofía, –repensar la casa volver a interpretar su sentido existencial– es, pues, un únicotrabajo, una misma tarea que se enfrenta necesariamente a la moderna alienación tecnológica.Este discurso –en gran medida una argumentación en contra de la banalización del pensamiento sobre la casa y sus habitantes enla modernidad–, acabará teniendo finalmente una influencia poderosísima en las revisiones de la modernidad que surgen a finalesde los sesenta hasta el punto de hacer obligatorio, para comprender nuestro tiempo, sólo a través de este pequeño refugiopodremos reconocer en toda su complejidad la presencia de la casa existencial.Tres son los argumentos clave que nos facilita Heidegger para aprender a habitar y poseer espiritualmente esta casa: en primer lugaruna conocida charla en la que desarrolla una sistemática investigación etimológica sobre el significado del vocablo bauen(construir); en segundo lugar una imagen heurística sorprendente, la descripción de un puente, desarrollada en la mismaconferencia para ayudarnos a interpretar el significado de su idea sobre un habitar auténtico; en tercer lugar, un reportaje gráficoque no sólo nos permite conocer las características de la casa de la Selva Negra sino también la forma en que Heidegger se instalóy habitó en ella.Así pues, estos tres momentos compondrán los pasos principales del recorrido… pero Heidegger no está solo en este trayectopor la crítica existencial al proyecto moderno; simultáneamente un influyente arquitecto berlinés se niega a seguir los dogmas dela modernidad, sean en su versión expresionista o en su versión sachlich, y se niega también a entender la tradición como algomeramente reaccionario. Heinrich Tessenow, significativamente recuperado para la crítica profesional en los setenta como unareferencia crucial contra los epígonos modernos, desarrolló un completo cuerpo teórico, de gran paralelismo al propugnado porHeidegger, a través de varios tratados cuya sencillez también a menudo se confundió con inocencia.» La buena vida. op.cit.

12 «Los arquitectos ya están proyectando viviendas hipermodernas, telemáticas y cableadas. En las afueras de Toronto se están construyendounos poblados pensados para los teletrabajadores. Casas inteligentes, verdaderas centrales de mando dotadas de sistemas devideoconferencia, videoteléfono, y conexión con las redes telefónicas ISDN [Integrated Services Digital Network], las líneas denúmero que permiten enviar y recibir audio y vídeo, faxes de alta resolución y trasmisiones televisadas interactivas.» A time to Hearth.W. Pasini. Grijalbo, Barcelona 2000.

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la ciudad por los personajes urbanos, semi-derrotados, amorales o abiertamente antihéroes,de los 60´s, pero con códigos de honor perso-nales por los cuales arriesgan la vida, pasando porlos homenajes continuos a la vida urbana de WoodyAllen, como «Manhattan», con personajes que pu-lulan en ella, conflictuados entre sí, conflictuadoscon los servicios de la ciudad, pero extrañamentefascinados con el entorno urbano, reconciliadoscon él. En estos filmes, las vivencias y las accionesde los personajes comunes y diarios, están máscerca de la idea de subsistencia física y emocional yaún lejos de la idea de permanencia, de la concien-cia de un ser histórico en un lugar que le es propio,de un devenir al mundo, por el contrario, la inme-diatez, la contingencia de las situaciones a las que seenfrentan los personajes no permiten una sedimen-tación de vivencias que transfieran a la concienciauna cierta trascendencia de los actos, por cotidia-nos que ellos sean. Esa contingencia deviene enoposición a la historia personal13.

Por la misma época, obras y autores como«Manhattan Transfer» de William Faulkner y granparte de la obra de John Dos Passos nos narrabanya –casi como oposición a «Babbit» (tributo a lanaciente vida de suburbio) de Sinclair Lewis– estasvicisitudes que utilizarían las calles y el entorno urbanometropolitano como escenario, como escenografíamayor, reemplazando a aquella intimista, siempre enprimer plano las habitaciones de departamentos enáreas céntricas aunque algo degradadas.

Historia de los tranvías en Lima. 1902.

13 Ya decía Christian Norberg-Schulz: «Si las cosas cambian demasiado rápidamente, la historia se torna imposible.» Arquitectura Occidental.Edit. GG. Bcn. 1998.

Podríamos presumir que esta cinematografía ame-ricana prefiguró la vida doméstica urbana de losdepartamentos, con bastante anticipación al esta-blecimiento generalizado de los bloques de vivien-da multifamiliar como modo de vida en Lima.

Asimismo, se establecen ciertas características so-ciales propias de la urbe, derivadas de las formaseconómicas y productivas, tales como la disolu-ción y temporalidad de los lazos familiares yamicales, en contraposición con su fuerza y per-manencia en la provincia. La dureza de lacotidianidad urbana (más como resultado de lasexigencias laborales y económicas) parece la con-dición específica heredada del tránsito a la socie-dad industrial, en realidad, a la implantación de lamáquina y la automatización en la producción enla vida diaria.

En literatura también surgirán los temas urbanosasociados a una cierta indiferencia de «El otro».Enrique Congrains en «No una sino muchas muertes» ySebastián Salazar Bondy en «Lima la horrible» y «Losgallinazos sin plumas» de Julio Ramón Ribeyro, sinolvidar a Mario Vargas LL. en «La Ciudad y los pe-rros» o las tempranas «Los cachorros» y «Los jefes»,producen en los 60´s un género urbano duro, des-carnado, en los que aparecen dos temas doloro-sos, por un lado el tránsito de la adolescencia a laadultez en la urbe y por otro el «recién llegado»,aquel que aprenderá de la manera doliente los usosy abusos de la ciudad, que es la imagen de laalteridad que se niega y que al igual que elindigenismo de José María Arguedas también en«Los ríos profundos» relata de otra manera que el ca-mino hacia el mito es el mismo. Ambos relatanviajes hacia el estupor de quien ha quedado sin si-tio donde estar: de donde se viene ya no existe, yno hay lugar adonde ir. Esta es la imagen de laciudad. Aquel espacio de la urbe que existe comoantinomia de la cabaña, de la reflexión que entroncacon la naturaleza en cuanto nosotros mismos perosobre todo, con un tiempo –el del habitar– que síhace historia y no es pura inmediatez y sucesióncontinua e indiscriminada de puro presente, deconsumo de experiencia e imagen desaforada,como en la ciudad del eterno hoy.

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Oteando al final de la calle Utopía.

«… cada cosa que quiero poseer,se me vuelve opaca.»

Andrè Gide

Acercándose a este ser perdido en la lontananza delas esquinas y calles del hoy urbano pero siempreen rápido movimiento, con una prisa congénita asu nacer existencial en la urbe, casi de manerainmisericorde, Alfredo Bryce nos describe una fa-ceta solitaria, poco comunitaria y casi nihilista deeste ser, en Rostro de Muchedumbre14 dice:

«Debido al fuerte y creciente individualismo, la dismi-nución de las prácticas religiosas y la desaparición delas comunidades familiares, el individuo, en tanto sercultural y social, ha quedado solitariamente convertidoen su propio horizonte y religión (…). En realidad,se encuentra perdido en una sociedad que no le ofrecepuntos de referencia y que le ha ido creando un senti-miento de soledad, a medida que lo ha ido privando delsentimiento de pertenecer a una comunidad.»

Los lazos fraternales, los lazos de solidaridadpercibidos desde la identificación con «el otro»enfrentado a condiciones y retos semejantes, sediluyen ante la perspectiva de una libertad indivi-dual que le enfrenta a asumir esas condiciones si esque lo desea, o no, de tal manera que no se identi-ficará con todos aquellos con una biografía seme-jante sino sólo con aquellos que en su misma situa-ción han asumido «libremente» la responsabilidadante sí mismos por la misma decisión.

De alguna manera, ya nos parece ésta, una cons-trucción derivada del actual sistema económico ycomo estrategia, bastante nefasta sino perversa, alintentar hacer parecer que es una elección libre elaceptar cualquiera de las formas productivas que–de manera subrepticia– pretenden reemplazar oabdicar de la voluntad de construir el ser, de cons-truir el habitar, por medio de una vida inauténticaque la modernidad nos plantea, ha descubierto algo

peor aún que ser explotado: no ser explotado, serconsiderado un excedente, sin valor alguno para laeconomía, en esta situación ni siquiera existe la con-dición de libertad en la que podemos decidir, si noexiste una condición económica de trabajo remu-nerado la primera condición de ejercitar libertadno es posible. Nada podemos elegir sin una ocu-pación económica que nos permita hacer uso detal libertad.

Tal libertad –concebida así, en estos términos– noes tal, no existe. Y aún en esa condición «favora-ble» de «ocupado» nada es un lecho de rosas, lasoledad será el único manto con el cual envolversu «libertad» de consumo, pero no la libertad dehabitar en su ser, no la libertad derivada de la tras-cendencia de sus actos para su propia vida.

«Tras la desaparición de la organización social co-munitaria, el hombre ha quedado solo. Sin embar-go, los lazos sociales no se han roto del todo, sinoque han cambiado de naturaleza. La sociedad, aligual que la familia, es en la actualidad contrac-tual15 y poco o nada comunitaria. En esta sociedadcontractual, los individuos se adhieren libremente ala colectividad. …

Al volverse contractual, la sociedad le ha dado máslibertad a cada persona. Y ha sido al hacer uso deesta libertad que el hombre de hoy, encerrado en loscompartimientos de su individualismo, se ha queda-do solo16 …

Lo que hoy buscan los hombres es cohesión, antes queadhesión, ya que ésta puede implicar una pérdida deautonomía.»

Al sobreponer esa autonomía, esa noción de liber-tad, con indiferencia o por encima de la libertad delos demás, su libertad es una libertad vacua, insus-tancial, que de poco le sirve para alcanzar la di-mensión del propio habitar. Como la casa existeen el campo, no puede prescindir de ese contextopara su propia realización, el habitar existe en la

14 Revista Quehacer # 131. Lima. 2001.15 Contractual: Adj. Procedente del contrato o derivado de él. (Contrato: Convención jurídica manifestada en forma legal por virtudde

la cual una o varias personas se obligan a favor de otra u otras al cumplimiento de una prestación de dar, de hacer o no hacer.). Elcontrato es (…). Sólo el que produce obligaciones patrimoniales.

16 También la noción de patria se ha ido diluyendo en la de nación. La patria implicaba la identidad muy fuerte y colectiva de un paísen el que se alineaban, sus «padres» y sus «hijos». La nación en cambio, se refiere cada vez más a una sociedad atomizada y no a unacomunidad de destino. A. Bryce E.

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presencia activa de los demás que también habi-tan, en la misma condición de libertad que él.

Una de las características que simboliza muy bienla vida urbana –testimoniada por muchos fotó-grafos– es la existencia de grandes colectividades,de muchedumbres si usamos un término que ade-más indica su paso fugaz por el escenario urbano;las calles de cualquier ciudad. Alfredo Bryce conti-nua:

«La soledad es un fenómeno ligado a la existencia demuchedumbres, y, más precisamente, de muchedumbresde individualistas. En medio de una muchedumbre, elindividuo tiene la impresión de no ser más que un ele-mento irreconocible de una masa, y les es imposibleexperimentar una sensación de pertenencia. No en-cuentra nada ni nadie que pueda ayudarlo a sentirsediferente. …

…el credo de la igualdad se ha fortalecido hasta elpunto que los seres se parecen más cada día: tienen, enefecto, rostro de muchedumbre. Con ello se ha logradoexacerbar en la colectividad la noción de diferencia. Yuna de las maneras que le ha sido otorgada al indivi-duo de hacer notar su diferencia es la soledad. Al su-mergirse en ella, al habitarla a fondo, el hombrereencuentra su identidad y retoma contacto con sussentimientos personales. A esto se debe que los solita-rios sean hoy los pioneros de lo que serán las nuevasrelaciones entre la sociedad y los individuos. Abando-nado también a su sensibilidad, el individuo descubre,cada vez con mayor amargura, el abismo que separasus deseos de la realidad.

De hecho, el solitario de hoy parece bastante más aisla-do que el de las sociedades precedentes, a pesar de que,paradójicamente, el primero vive su condición en mediode los demás y el segundo se alejaba del mundo. Absur-da, común y vulgar, la soledad ha perdido el lustre y elsentido que en otros tiempos le dieron los filósofos, loshombres de fe y los artistas.»

Memoria, lugar y naturaleza, propugnadas porHeidegger, no parecen encontrarse precisamente

en este esbozo de la vida contemporánea. En sulugar y casi en condición de contingencia aparecencomo sucedáneos; el tiempo efímero, el puro ins-tante del ahora.

En vez de lugar compramos un «espacio» y la téc-nica suplantando groseramente la naturaleza.

He aquí las condiciones de la inautenticidad. Másaún, estas condiciones pueden ser «aceleradas» ensu percepción sensorial mediante la tecnología,trasladandonos de la modernidad a la sobre-modernidad, aumentando la sensación de levedady transitoriedad, también de vacío. Ya no sólotelepresencias, también tele-existencias.

Real versus realidad

Marc Augé hace un comentario17 a propósito desu obra «Los no lugares»18 en relación a las nocio-nes de sobremodernidad y no lugar. Dice.

«la sobremodernidad se caracterizaría por la acelera-ción o el refuerzo de los factores constituitivos de lamodernidad, y por un triple exceso (de información, deimágenes y de individualidad) que crearía en los sectorestecnológicamente más avanzados de la sociedad unascondiciones prácticas de la instantaneidad y de la ubi-cuidad de las que habla Paul Virilio. Los no lugaresserían los espacios contemporáneos en los que se traduceesta sobremodernidad y en los que no hay posibilidadde leer ni la identidad, ni la relación, ni la historia.Corresponden a los espacios de la circulación, de lacomunicación o del consumo en los que coexisten lassoledades sin que creen ningún vínculo social ni tan si-quiera emoción social: resulta imposible analizar unasala de espera de [el aeropuerto] Roissy-Charles deGaulle».

¿Qué puede generar estos factores constitutivos dela sobremodernidad? En primer lugar el haber in-tegrado a nuestra percepción cotidiana una granaceleración19 de los cambios, originada por la di-námica productiva del consumo que (como diceAuge: de información, de imágenes y de indivi-

17 Ficciones de fin de siglo. Auge, M., serie Antropología, Gedisa editorial, Barcelona. 2001.18 Los no lugares. Espacios del anonimato. Augé, M.,19 Hace muy poco, Javier Marías, en un artículo titulado Déme un respiro decía lo siguiente: «Algo demasiado raro está ocurriendo

con nuestra percepción del tiempo; o aún peor, con nuestra comprensión. Hace ya mucho que la aceleración generalizada trajo comoconsecuencia que los hechos recientes nos parezcan enseguida antiguos, y que cuanto cesa se nos convierte en remoto casi inmediatamentedespués de su cesación. La destrucción de las Torres Gemelas ya resulta lejana, y quizás más todavía la Guerra de Afganistán, que sin

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embar go fue posterior. Ambos acontecimientos se dieron bajo el mandato de [G. W.] Bush, que acaba de cumplir sólo 3 años al frente de laCasa Blanca y en cambio produce la sensación de llevar ahí un par de lustros (…)Pero si pensamos en Clinton, que ya cesó, los mismos tres años transcurridos desde su marcha parecen no lustros sino decenios. Es como sicada persona o situación que cesa, que deja de tener vigencia, sufriera al instante el efecto de un abismo temporal: en el momento en que espasado, se ve engullido por éste, como si este además fuera un magma que ya no admite los matices ni las gradaciones –pasado reciente,lejano o remoto-; como si cuanto acaba, o caduca, o se para, o prescribe (no digamos si desaparece o muere), fuera trasladado en el acto auna región uniforme y en todo caso distante a la que se llama así, pasado.O más simplemente: cuanto termina es ya viejo o antiguo, por el mero hecho de haber terminado.Pero la aceleración no se conforma, y he observado que empieza a tragarse, incluso, lo que todavía es presente o lo era hasta un minuto antes(…). Quizá es que hoy no se concibe o no se entiende, que las cosas que se consumen lleva tiempo y trabajo hacerlas. O acaso se deba todoa un fenómeno más amplio que afecta a todos los ámbitos, en esta época no de ficciones, sino de farsas: el desdén por lo que existe, lafascinación por lo inexistente (…)» Artículo publicado en la revista semanal EP(S), del diario El País (España)08.02.2004.

20 El shock del futuro edit. Plaza & Janes, Barcelona. 1971.21 La cita de Marek es de Yestermorrow, NY. Alfred Knopf págs. 20-21.1961.22 Boulding, The Meaning of the 20th Century. Pp.7. Nueva York. Harper & Row. 1964.23 Esta 800ava. generación marca una ruptura tajante con toda la pasada experiencia humana, porque durante el mismo se ha invertido la

relación del hombre con los recursos. Esto se pone de manifiesto sobre todo en el campo del desarrollo económico. Dentro de un sólolapso de vida, la agricultura, fundamento primitivo de toda civilización, ha perdido su predominio en todas las naciones. En la actualidad,en una docena de países importantes la agricultura emplea menos del 15 por ciento de la población activa.Más aún: si la agricultura es la primera fase del desarrollo económico, y el industrialismo la segunda, hoy podemos ver que existeotra fase –la tercera– y que la hemos alcanzado súbitamente. Allá por el año de 1956, los Estados Unidos se convirtieron en laprimera nación donde más del 50 por ciento de la mano de obra no campesina dejó de llevar el mono azul de la fábrica o deltrabajo manual. Dentro del mismo lapso de vida, una sociedad ha conseguido, por primera vez en la historia humana, no solamentelibrarse del yugo de la agricultura, sino también, en unas pocas décadas, del yugo del trabajo manual. Así nació la primera economíade servicio del mundo.

dualidad) a su vez genera un gran volumen deimágenes e información y de percepción de cam-bios, por lo tanto, la generación de imágenes aso-ciadas a esa información.

La impermanencia

Este triple exceso no tiene hoy otra significaciónque «la muerte de la permanencia» la consagración delo fugaz. Este era el título original de un capítulode aquella obra con la que Alvin Toffler20, nos in-tentaba enfrentar a la velocidad del cambio y susefectos en la vida social y en las personas y de comoel cambio en sus múltiples niveles de percepcióntiene un origen común: la tecnología. Ya nos decíaque para Kurt W. Marek,21 autor de «Dioses, tum-bas y sabios», declaraba que «nosotros, en el siglo xx,estamos terminando una era de la humanidad que empezóhace cinco mil años... No estamos, como presumió Spengler,en la situación de Roma al nacer el Occidente cristiano, sinoen la del año 3000 a. de J.C. Abrimos los ojos –al nacer–como el hombre prehistórico y –en nuestra adultez– vemosun mundo completamente nuevo.»

Kenneth Boulding22, eminente economista y pen-sador social observa que, «en lo que atañe a muchasseries estadísticas relativas a actividades de la humanidad,la fecha que divide la historia humana en dos partes iguales

está dentro del campo del recuerdo de los que vivimos hoy(…)». Nuestro siglo XX representa la Gran LíneaDivisoria en el centro de la historia humana. Y asíafirma

«Yo nací, aproximadamente, en el punto medio de lahistoria humana hasta la fecha. Han pasado casi tan-tas cosas desde que nací, como habían ocurrido antes.

(…) si los últimos 50.000 años de existencia delhombre se dividieran en generaciones de unos sesen-ta y dos años, habrían trascurrido, aproximadamen-te, 800 generaciones. Y, de estas 800, más de 650habrían tenido las cavernas por escenario.

Sólo durante los últimos setenta lapsos de vida ha sidoposible, gracias a la escritura, comunicar de unos lap-sos a otros. Sólo durante los últimos seis lapsos de vidahan podido las masas leer textos impresos. Sólo du-rante los últimos cuatro ha sido posible medir el tiempocon precisión. Sólo durante los dos últimos se ha utili-zado,m el motor eléctrico.

Y la inmensa mayoría de los artículos materiales queutilizamos en la vida cotidiana actual ha sido inventa-da dentro de la generación actual, que es la que hace elnúmero 800"23.

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Las sociedades donde el desarrollo económico yel tecnológico han sido mayores, los más avanza-dos, son quienes se han movido en esa dirección, lade los cambios acelerados. Pero hoy, los cambiosse han posesionado de las grandes metrópolis, don-de quiera que se encuentren, sea Europa, América,o Asia.

«Un siglo o dos de industrialismo.Y ahora se abre ante nosotros el superindustrialismo24

(…) no sólo hemos extendido el alcance y la escala delcambio, … sino que también hemos alterado radical-mente su ritmo».

En nuestro tiempo hemos liberado una fuerza socialcompletamente nueva: una corriente de cambios tanacelerada que influye en nuestra percepción y sentidodel tiempo, revoluciona el tempo de la vida cotidiana yafecta incluso a nuestra manera de «sentir» el mundoque nos rodea. Ya no «sentimos» la vida como lasintieron los hombres del pasado.

Esta es la diferencia última que separa al verdaderohombre contemporáneo de todos los demás.Pues esta aceleración yace detrás de la imper-manencia, la transitoriedad, que empapa y tiñe nues-tra conciencia, afectando radicalmente a nuestramanera de relacionamos con lo otras gentes, conlas cosas, con todo el universo de las ideas, del artey de los valores.

Para comprender lo que nos sucede, al penetrar enla era del superindustrialismo, debemos analizar elproceso de aceleración y enfrentarnos con el con-cepto de transitoriedad. Si la aceleración es unanueva fuerza social, la transitoriedad es su réplicapsicológica, y, sin una comprensión del papel querepresenta en el comportamiento humano contem-poráneo, todas nuestras teorías sobre la personali-dad, toda nuestra psicología, seguirían siendopremodernas.

Consideraciones finales

– La Producción actual de vivienda, (con todaprobabilidad un 95%) casi toda la ofertadisponible, está destinada exclusivamente a lafamilia Nuclear.

Edificio Flatiron, edificio en acero de 87 mts de altura.New York, 1902

24 Todavía no existe un término amplio o totalmente aceptado para designar la nueva fase de desarrollo social hacia la que parece quecorremos. Daniel Bell, sociólogo, inventó el término posindustrial para des¡gnar una sociedad cuya economía se fundaprincipalmente en los servicios, en la que dominan las clases profesional y técnica, en la que es crucial el conocimiento teorético, enla que la tecnología intelectual –análisis de sistemas, construcción de modelos, etc.– está muy desarrollada, y en la que la tecnologíaes, al menos potencialmente, capaz de desarrollarse por sí misma. Este término ha sido criticado porque parece indicar que lasociedad venidera no estará fundada en la tecnología, implicación que Bell rechaza rotunda y concretamente.El término predilecto de Kenneth Boulding, «poscivilización», se emplea para contrastar la futura sociedad con la «civilización»,como era de comunidades estables, de agricultura y de guerra. El inconveniente del termino «poscivilización» es que parecesugerir un curso más o menos bárbaro. Boulding rechaza esta mala interpretación con la misma energía que Bell. Zbigniewprefiere la denominación «sociedad tecnocrática», con la que quiere indicar una sociedad principalmente fundada en los avancesde las comunicaciones y de la electrónica. Puede objetarse que, al hacer tanto hincapié en la tecnología, e incluso en una formaespecial de tecnología, olvida los aspectos sociales de la sociedad.McLuhan empleó los términos «pueblo global» y «era de la electricidad», con los que cae en el mismo error de describir el futuroa base de dos dimensiones bastante pequeñas: las comunicaciones y la unión. También pueden emplearse otros muchos términos:

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trans-industrial, pos-económica, etcétera. Por mi parte, después de todo lo dicho, prefiero «sociedad superindustrial». Aunquetambién resulta insuficiente. Con él pretendo significar una sociedad compleja, que avanza velozmente y que depende de unatecnología sumamente adelantada y de un sistema de valores posmaterialista.

– Las modificaciones de comportamiento de laspersonas producto de sus ocupaciones eco-nómicas y de su estilo de vida no tienen unacorrespondencia espacial en el diseño de la vi-vienda, ni están capacitados los arquitectos parainterpretar estos cambios sociales en un pro-grama espacial funcional.

– La adquisición de una vivienda es tan costosaque exige los esfuerzos laborales de una parejapor quince o veinte años de su vida producti-va. Durante ese tiempo, sus necesidades espa-ciales variaran notable y constantemente. Sinembargo las disposiciones espaciales del de-partamento son notablemente rígidas y pocoflexibles a esas variaciones de uso y compor-tamiento en el tiempo.

– El modelo de familia nuclear ha monopoliza-do la producción de vivienda, sin embargo

según el último censo Metropolitano en Limasólo el 54% de las viviendas son ocupadas poresta forma social, la de la familia nuclear. Elrestante 46% tiene otras formas de asociacióno vida familiar para las cuales no han sido pre-vistas esas viviendas.

– La tendencia social de esta variación está enaumento. Aumentará el número de empareja-mientos o parejas de hecho, en todos los nive-les sociales, por muchas razones, se retrasa laedad del matrimonio, aumentará el númeroporcentual de divorcios y también de nuevasformas de asociación para convivir o simple-mente existir.

– Aparecerán nuevos tipos de «familia», aleján-dose de la noción clásica de parentesco y defamilia, sea que se las reconozca o no.

Grafica estadística de España. pp. 13. La vivienda contemporánea. Paricio, I y Sust, X.

Grafica estadística de España. pp. 13. La vivienda contemporánea. Paricio, I y Sust, X.

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– La función reproductiva se está desligando delmatrimonio y aún de la pareja. Ésta irá siendoasumida por la mujer casi en exclusividad y ennúmero creciente. Cae la tasa de nacimientosen las metrópolis, sin interesar el modo de vidao el nivel económico.

– Aumenta el número de personas que vivensolas. Indiferentemente del género, la edad ocondición económica.

– Se extiende más la edad promedio de las per-sonas de edad autosuficientes. Aumenta la va-riedad de electrodomésticos y de electrónicadedicada al ocio, que buscan «espacio» en lavivienda y «comunicación» con el exterior, de-mandando más energía.

– Se continuarán extendiendo hacia la ciudadmuchas de las funciones esenciales de la casa,desde la alimentación, pasando por las activi-dades sociales, y la recreación. La ciudad se hahecho esponjosa, «absorbiendo» las activida-des domésticas.

– La vivienda se ha vuelto «transparente» a la«mirada » de Internet, a los controles a distan-cia, a los sistemas inteligentes, etc. A la vez de-seamos cierta «opacidad» necesaria para que elconcepto «intimidad» aún signifique algo ennuestros días.

– Habitar es un proceso en el tiempo y es im-portante comprender esto. O la vivienda sehace flexible o nosotros comenzamos a fluir–a mudarnos– de un espacio adecuado a nues-tras necesidades, a otro, según nuestro estado.Deberíamos tener la opción de permanenciao propiedad transitoria. Que el capital acu-mulado o el valor inmueble, se desplacen ymueva con nosotros y no se fije, aprisio-nándonos a un sitio.

– Se ha creado un problema ético al priorizar elminimizar las áreas de circulación, evitando lasrelaciones interpersonales de los integrantes deuna familia. ¿Podemos seguir denominando«inútiles» o «desperdiciadas» las áreas que faci-liten el encuentro de los integrantes de la fami-lia dentro de la vivienda?

– No es posible afirmar con precisión si la vi-vienda producida hoy contempla una pers-pectiva de género. Pero la cocina, tradicional-mente ligada a las labores femeninas se siguedenominando área «de servicio». Paradójica-mente, ya no hay servicio. La cocina se ha trans-formado radicalmente en los últimos 20 años.Antes de que esta publicación se amarille porel tiempo, las refrigeradores o neveras se po-drán comunicar directamente con los super-mercados para solicitar y comprar las existen-cias que se nos agoten.

– A pesar de los augurios sobre el traslado delas labores al hogar, hoy vemos que el trasladoes sólo parcial y en los sectores profesionalesmás independientes. En los hogares pobres lalucha es a la inversa, es por sacar o extraer laslabores productivas de ahí, y que sean sólohogares.

Esbozo de tareas de investigación para lavivienda de departamentos.

Queremos en estas líneas finales delinear derrote-ros de reflexión y pensamiento sobre temas y asun-tos en los que debemos hurgar con ciencia, coninteligencia y también con pasión, para recuperar elespacio del habitar, ese habitar donde el hombrealcance su plena conciencia, su realización.

Una tarea importante es la de hacer comprensiblea los ojos de los arquitectos el contexto y entorno

Vista de Limatambo. Pp. 35. Rev. Waka nº XXI FAUAUNI 2006.

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de la vida cotidiana contemporánea, la situaciónsocial, económica y psicológica del núcleo familiar,los factores de este tipo que han ido afectando yhaciendo presión sobre la institución denominadafamilia y sobre el hombre actual en la ciudad con-temporánea. Necesitamos una perspectiva socio-lógica y una antropológica con la que podamostrabajar los arquitectos.

Esto parece llevarnos a una necesaria definición deciudad que involucre más aspectos que la defini-ción arquitectónica o urbana tradicional no estácontemplando. Esta definición debería partir deltipo de economía terciaria o de servicios que estatendiendo a ser la cualidad y característica másdominante de las ciudades metrópolis, en las queesta economía de servicios está apareciendo y con-solidando nuevas formas de trabajo, en las queprima la generación y producción de servicios y elmanejo y producción de información, que generaefectos como el trabajo virtual, la interconexión y

la presencia virtual, las redes de información, lapersonalización de los servicios según nuestras ne-cesidades y horarios, la traslación de muchas fun-ciones de la vivienda a la ciudad y, también porcontraparte, muchas de las actividades exteriores ala vivienda, sobre todo relacionadas con el ocio,que hoy pueden y se han interiorizado.

En la economía, deberíamos conocer las estrate-gias que nos permitan desarrollos equilibrados ycambios permanentes en el tiempo, conservar nues-tros recursos no renovables, extender masivamen-te la conciencia sobre el uso de las energías y recur-sos, y como emplearlos al diseñar y construir demanera responsable, reflexionar sobre la univer-salización (globalización) de ciertas prácticas deconsumo. Entender y anticipar la configuración yexigencias de los mercados económicos interna-cionales y sus efectos en los nuestros, el tipo de pro-ducción arquitectónica y las respuestas desde el Esta-do. He aquí tareas de importancia y de urgencia.

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