Organización sindical en el proceso de desarrollo tecnológico y de globalizacion de la economía...

UNIVERSIDAD TECNOLOGICA DE LOS ANDES

DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

DERECHO LABORAL II

TEMA: Organización sindical en el proceso de desarrollo tecnológico y

globalización de la economía de la flexibilización sindical. Presente y

futuro del sindicalismo

INTEGRANTES:

J. MARGARETT VASQUEZ UGARTE

LIZBETH HUAMAN ROBLES

ABANCAY-APURIMAC

2014

DEDICATORIA

El trabajo de investigación monográfico lo dedicamos a nuestros padres; a quienes lo debemos todo lo que tenemos en esta vida; a Dios, ya que gracias a él tenemos esos padres maravillosos, los cuales nos apoyan en nuestras derrotas y celebran nuestros triunfos.

A nuestro docente quien es nuestra guía en el aprendizaje dándonos los últimos conocimientos para nuestro buen desenvolvimiento en la sociedad.

Teófilo T. Díaz Aroco. “Derecho colectivo de trabajo” Pág. 273-279 2° edicion

MARIO PASCO COSMOPOLIS “El Futuro de los Sindicalismos en el Siglo XXI” Pag.127-142.

DERECHO LABORAL II “Relaciones Colectivas Del Trabajo Y Seguridad Social ” 2

INTRODUCCION:

La globalización constituye uno de los grandes fenómenos del mundo

económico-social, cuyo contexto se desdibuja en la integración geopolítica bajo

el imperativo de un sistema socio-cultural dominante, un mercado único y un

centro de poder multipolar hegemónico. Puede afirmarse que dicho proceso

tiene varias etapas.

La primera de ellas, cuyo origen se remonta a la época colonial, cuando la

imposición de una cultura – entendida como superior –aniquilo las estructuras

culturales y políticas del mundo conocido. Ésa fuerza cultural se fundamentó en

el catolicismo emancipador, el mercantilismo y el feudalismo, como plataforma

ideológica y política. Dejándose ver una estructura de dominación cuyo

ejercicio destaco la monarquía y el feudalismo. Donde la explotación y

crecimiento económico de las naciones estaba dado por la capacidad de

dominio bélico sobre las débiles sociedades indígenas latinoamericanas.

Cabes señalar aquí lo señalado por Moreno (1982): “Desde la etapa inicial del

descubrimiento se aprecia la influencia del mercantilismo como fundamento de

la política económica.




Una segunda etapa de globalización mundial, ocurre con el surgimiento de la

revolución industrial. La cultura hispánica se ve obligada a decidir en este

periodo- dada la desventaja tecnológica de España en el contexto mundial de

entonces que las compañías de las indias orientales se encargaran de difundir

los valores proteccionistas del imperio, a fin de preservar el control político y

comercial de sus colonias iberoamericanas.

El proceso globalizador de los mercados en este periodo fue más extenso que

el anterior. Sus herramientas principales estuvieron marcadas por la era de la

ciencia, el capitalismo clásico y la idea de progreso. Durante esa época se vivió

un fuerte enfrentamiento entre varias corrientes de pensamiento económico y

social: la discusión entre centro y periferia, por un lado; las tesis comunistas,

impulsoras de la economía de planificación centralizada donde el Estado funge

como protector y garante del desarrollo económico social; y el ideario político-

social del capitalismo libre anglosajón, cuyo origen realza el principal postulado

de Adam Smith “la mano invisible del mercado”.

Es necesario destacar aquí que la racionalidad en esta era moderna del

capitalismo Clásico giro en torno a la fuerza Musculo y el factor clave de

crecimiento económico social que lo sustenta el surgimiento de posibilidades

energéticas entre ellas se destaca el petróleo.




Organización sindical en el proceso de desarrollo tecnológico y

globalización de la economía de la flexibilización sindical. Presente y

futuro del sindicalismo

El mundo atraviesa por una onda transformadora que abarca a países de todas

las latitudes, de diverso régimen económico y distintos sistemas políticos, se

han producido cambios y se siguen produciendo, lo que ha originado una

revisión del sistema bipolar del ordenamiento internacional establecido al

término de la segunda guerra mundial.

La URSS y los países del Este de Europa abandonan los modelos del llamado

socialismo real; los países occidentales desarrollados en función del desarrollo

de la ciencia y de la tecnología, despliega la reconvención industrial, la

revolución tecnológica y la interdependencia económica, mientras los países en

desarrollo, denominados países del tercer mundo, después de un largo proceso

histórico de los movimientos nacionalistas anticoloniales o de lucha por la

delimitación de sus territorios, que aún en algunos casos persiste, se debaten

entre convertirse en áreas marginales y atrasadas frente a la economía global o

con el esfuerzo unificado del Estado- Empresarios y trabajadores.




Sin duda nos corresponde encontrar modelos de crecimiento sostenido y

modalidades de integración nacional, regional y de inserción dinámica en la

economía global; ésta última opción, implica una respuesta teórico - pragmática

correcta y adecuada a nuestra realidad, dentro de la cual corresponde al

sindicalismo adecuarse a la realidad presente con miras de alcanzar el cambio,

para contribuir al desarrollo.

En relación a las Organizaciones Sindicales, si bien es cierto nacieron para

defender los intereses de los trabajadores, es necesario que su representación

afronte asimismo, su interés ante los nuevos fenómenos productivos y oriente

su actividad, frente a una realidad objetiva en función al cambio. Esta pasa por

una transformación de actitudes, es decir, es necesario e importante que el

sindicato se preocupe más por la calidad del trabajo, sin limitar sus intereses a

la defensa de aspectos cuantitativos. En este contexto consideramos

indispensable que las organizaciones sindicales se involucren en el proceso

productivo participando directamente en él; para tales efectos, será

indispensable que la nueva orientación de las relaciones laborales impliquen la

fusión equilibrada de los intereses de los empresarios y de los trabajadores

organizados, el diálogo fluido indispensable para optimizar los intereses de

ambos actores de la relación laboral, trayendo consigo los más eficientes

logros en bien de la comunidad nacional e internacional.




Consideramos importante la precisión de Juan Manuel Sepúlveda y María Luz

Vega Ruiz, cuando afirman: “Las nuevas tecnologías aplicadas a la

administración del personal hacen más fáciles las relaciones con los

trabajadores, concentrando de forma general en una sola computadora los

datos de todos los trabajadores de una gran empresa, el sindicato pierde en

ese sentido su papel de mediador en la identificación y en las relaciones con el

personal. Su función con respecto a sus bases se modifica”.

Podemos afirmar que las nuevas orientaciones en materia de gestión de

recursos humanos tienden a promover una relación unitaria entre la gerencia y

los empleados, negándose a reconocer la divergencia existente entre ellos;

Osaki, nos dice: "En Estados Unidos, por ejemplo, las nuevas teorías de

gestión se ponen en práctica, a menudo, en un contexto de ausencia sindical, o

como una medida para disminuir el papel de los sindicatos en la empresa”, o

como lo advierten Juan Manuel Sepúlveda-Malbrán y María Luz Vega-Ruiz: “En

los países europeos no parecen ser aplicadas como una medida antisindical;

sin embargo, al fortalecer relaciones directas entre la gerencia y los

trabajadores, se quiebra en cierta medida el concepto de solidaridad de clase y

se reduce, en la práctica, la eficacia de la intervención del sindicato. Asimismo,

estamos de acuerdo, cuando precisan: “Probablemente este fenómeno no sea

exclusivamente laboral, sino que refleja una tendencia sociológica hacia la




fragmentación de los intereses de los ciudadanos en la sociedad

contemporánea”. Todo lo que nos lleva a considerar que los sindicatos en

función a su origen asociativo, prohibidos en principio por la ley de Chapellier

en Francia, pasaron a ser formalmente reconocidos en la segunda mitad del

Siglo XIX. Así mismo precisa Osaki: “En la actualidad, la evolución del sistema

industrial ha modificado sustancialmente su aspecto y sus actitudes, pasando a

ser, sin perder por eso su carácter esencial de defensa de sus representados,

por cuanto, podemos considerar que se constituye como un pilar fundamental

del sistema Político”.

Considerarnos que la finalidad de las organizaciones sindicales debe ser de

defensa de sus intereses gremiales, implicando al mismo tiempo su misión

fundamental, el mismo que debe orientarse al logro de los fines mediatos e

inmediatos del Derecho Colectivo do Trabajo. Por otra parte, es evidente, la

función del sindicato en un contexto político determinado, incide adecuando su

estructura al tipo de gobierno existente. Así por ejemplo, entre otros, existen

sindicatos “democráticos” propios do las sociedades pluralistas, de planificación

centralizada. A fines del Siglo XIX se produjo una división entre los dirigentes

obreros, determinando así, por una parte, la constitución del partido comunistas

y socialista, éste último en el plano económico se inclinó por un sindicalismo

reformista encaminado a buscar la mejora de la situación de los obreros




mediante el trato con los empresarios, en el plano político plantearon el cambio

económico gradual de la sociedad impulsado por el Estado y el acceso al

sufragio.

Conforme lo precisaremos analíticamente más adelante, desde un punto de

vista operativo e interno, los sindicatos pueden ser de empresa, de industria o

rama profesional, de oficios varios (general unións) y de oficio o profesión (craft

unions).

El predominio de uno u otro sistema dependerá del tipo de relaciones, de la

tradición político laboral, y de la propia fuerza del movimiento sindical.




REALIDAD PRESENTE DEL SINDICALISMO:

En las últimas décadas el mundo viene cambiando sustancialmente, el

desarrollo de la ciencia y de la tecnología han producido lo que podría

denominarse la tercera revolución industrial o tecnológica en el desarrollo de la

civilización que avanza a pasos agigantados en la postrimerías del Siglo XX y

en el presente Siglo XXI.




Cuando reflexionamos sobre la sindicación del futuro,

necesariamente debemos comenzar analizando su realidad presente

Constituye uno de los componentes de dichos cambios la globalización, en la

que las empresas multinacionales y el sistema financiero internacional

constituyen las instituciones articuladoras de la economía global. La

interdependencia de la economía, de la información y de los sistemas de

decisiones, el Ordenamiento económico - financiero del mundo está

determinado por las nuevas tecnologías de la comunicación; la Oficina

Internacional del Trabajo, refiriéndose a éste último aspecto señala: «Permiten

el diseño y ejecución de decisiones en materia de planificación estratégica».

Asimismo, refiere que “La globalización e independencia de la economía

mundial producto y al mismo tiempo dinámica de los cambios tecnológicos, ha

modificado sustancialmente el ordenamiento político del mundo”.

Principales componentes del cambio en el mundo:

Según la oficina internacional del trabajo son los siguientes

La ruptura de la bipolaridad y formación de regiones económicas

hegemónica (EE.UU, Canadá y México; Europa y Japón - Cuenca del

Pacífico);

Desplome del llamado “Campo socialista”.

Ahondamiento de las diferencias económico - sociales y tecnológicas

entre el norte y el sur.




Mientras la realidad determinante de los países occidentales desarrollados es

la revolución tecnológica, la reconversión empresarial y la interdependencia

económica, los países en desarrollo, países del tercer mundo sufren los

embates de la globalización, de la mundialización de la economía, del sistema

de privatización de la flexibilización laboral; cuya necesidad de encontrar

respuestas coyunturales han llevado a los países de acuerdo a su propia

realidad a alcanzar cierto crecimiento económico, mientas otros países se ven

afectados por una mayor crisis; lo que nos hace pensar que es preciso la

elaboración e implementación de estrategias de modernización e integración

dinámica en la economía mundial.

Retos que enfrenta el Sindicalismo:

Dentro de esta realidad en proceso de cambio, el sindicalismo enfrenta serios

problemas, entre otras altas tasas de desempleo /subempleo que condicionan

la acción sindical frente a ¡a reestructuración de la fuerza laboral, cambios en la

organización del trabajo generados por la reconversión productiva, creciente

economía informal, flexibilización de las normas positivas laborales bajo la

influencia de la tendencia neo - liberal, cuyas consecuencias son el

debilitamiento y limitación de la fuerza sindical; toca al movimiento sindical

buscar nuevas estrategias para cooperar y acelerar el proceso de cambio,

sobre todo en lo que corresponde a la reconversión productiva.




También pensamos que es preciso tener presente la diferencia sustancial entre

los movimientos sindicales de los países industrializados y los del tercer

mundo; ya que mientras en los países industrializados las organizaciones

sindicales como lo señala la Oficina Internacional del Trabajo “son homogéneos

en su composición social, estructura sindical y en tradiciones culturales y

políticas”; en los países del tercer mundo son una “suma de organizaciones

sindicales de diferente composición social, de diferentes tradiciones políticas e

ideológicas, estructura orgánica, rol en la sociedad y modalidades de acción

sindical”.

Consideramos que corresponde una concepción diferente del sindicalismo, y

sobre todo la responsabilidad que tienen de como ejercer su autonomía

sindical, frente al reto que traen consigo los cambios, le corresponde adoptar

nuevas estrategias para adecuarse a las nuevas realidades, pensamos que es

preciso un nuevo modelo sindical, inspirado, no en el conflicto de intereses,

donde las organizaciones sindicales se aferren sólo a lo suyo, como la defensa

orientada a mejorar sus ingresos y beneficios sociales, condiciones adecuadas

de trabajo, reducción de horas de trabajo etc.; pensamos que la nueva

orientación es la de unificación Empresa - Organización sindical; cuyo esfuerzo

unificado para su equilibrio debe ser administrado a través de los mecanismos

pertinentes por el Estado; Para la Organización Internacional del Trabajo “...la




tendencia a la autonomía sindical es la respuesta correcta a la presente

desarticulación de la antigua relación protectora del Estado con los sindicatos y

el reciente rol del mercado como ámbito de negociación entre sectores sociales

autónomos”, señala: “En este aspecto es necesario que el movimiento sindical

haga suya la reforma del Estado, tarea que debe ser planteada como

sustitución del Estado intervencionista en favor de un Estado regulador, que

subsume y conserva las mejores tradiciones institucionales de apoyo estatal en

materia de conquistas laborales y administración del trabajo. ..” consideramos

que se requieren de claras normas de protección que garanticen los derechos

sindicales, una negociación colectiva autónoma y el estricto cumplimiento de la

Convención Colectiva.

Los retos que debe tener en cuenta el sindicalismo y le corresponde afrontar en

forma conjunta con la empresa, son sin lugar a dudas, buscar nuevas

estrategias de apoyo a los trabajadores a fin de que las nuevas tecnologías no

impliquen despidos frente a la reconversión empresarial; así mismo, buscar

cómo afrontar la economía informal, pensamos que el reto para las

organizaciones sindicales no sólo deben ser, los trabajadores formales sino

también los trabajadores informales, los desempleados y subempleados, su

responsabilidad por el respeto de los derechos de los trabajadores, por una

mayor participación de los trabajadores en la gestión de la empresa.




Frente a una organización sindical debilitada y disminuida, en relación a la cual

Luis Amauri Suarez señala: “Obviamente a mayor desempleo, más difícil la

organización de trabajadores por el temor de estos de ser sustituidos por el

patrono en cualquier momento”; frente a la baja tasa de sindicalizados, así

como la coexistencia disfuncional de sindicatos de empresas, oficios e industria

en una misma rama o empresa, así como baja cotización sindical, grandes

diferencias de negociación entre sindicatos de gran poder de negociación y

sindicatos que carecen de ese poder, por causas como la heterogeneidad en

las economías entre otros, y sus limitaciones como consecuencia de su

deficiente desarrollo organizativo y de gestión sindical, no compensada por la

desprotección estatal a los sindicatos; corresponde a los sindicatos, la

revalorización de su autonomía y a través de nuevas estrategias asumir los

roles que le corresponde, no sólo en bien de los trabajadores sino de la

economía nacional y de la sociedad en general.




FUTURO DEL SINDICALISMO

Consideramos que referirnos al futuro del sindicalismo implica, referirnos a los

nuevos retos que le corresponde afrontar al sindicalismo para aunado al

esfuerzo del Estado y de la empresa, encontrar la solución frente al desempleo,

al subempleo, a los retos de la economía globalizada, a la flexibilización de las

normas laborales- materializando así su supervivencia y contribuyendo al

desarrollo de los países en el Siglo XXI.

El futuro del sindicalismo implica su responsabilidad para conjugar los intereses

de los trabajadores con los de la empresa y así en forma unificada afrontar los

retos propios del desarrollo científico - tecnológico, de la globalización de la

economía ya mencionada, así como de las tendencias del neo - liberalismo

materializadas en la flexibilización de las normas laborales, cuyo fin sin lugar a

dudas busca afrontar la solución de los graves problemas del desempleo, y del

subempleo, que siguen siendo problemas no resueltos, pues constituyen rubros

que en muchos casos se han agudizado así como sus consecuencias, toca

pues al sindicalismo afrontar el reto, preocupándose como ya antes lo hemos

señalado no sólo de quienes tienen trabajo, sino también de los desempleados,

así como de los trabajadores del sector informal.




Nos encontramos frente al reto de la calidad total, que implica la

responsabilidad de los trabajadores, de la empresa, de la organización sindical

y del Estado por alcanzar los rubros de competitividad en función del desarrollo

de la ciencias y de la tecnología y de los nuevos cambios que traen consigo;

así como de los requerimientos que exige la realidad nacional y su inserción en

la economía internacional; Jesús Allende nos dice: “Las uniones obreras y la

gerencia tendrán que dedicarse más, saber más, y hacer más para el éxito de

todos. No se trata de trabajar más horas sino de trabajar mejor, producir más

calidad y dar el mejor servicio en un ambiente de participación donde cada

parte se enfrenta a un mundo, donde todo se entrelaza de forma acelerada,

interdependiente y compleja, trayendo incertidumbre y una gran sensación de

que ya nada es permanente”.

El sindicalismo se enfrenta para insertarse en las complejidades del nuevo

sistema de trabajo, su adecuación a una transformación de los procesos y

sistemas de producción de las empresas, que exige una preparación más

eficiente de los trabajadores, acorde con las necesidades de reconversión de

las empresas, entre otros aspectos por ejemplo que respondan a un proceso

de producción informatizado y de los medios de comunicación electrónicos.

Vislumbro el sindicalismo del futuro como uno de cooperación, franco,

responsable solidaria entre empresarios, trabajadores y la sociedad en general;




uniendo conocimientos, esfuerzos y capital hacia una sola dirección, el bien

común; para lo cual consideramos indispensable la preparación competitiva del

trabajador, para su aporte en la empresa en producción y productividad, para

su eficiente participación en la gestión de la empresa, materializando el éxito de

la empresa, haciéndose acreedor a la participación justa materializada en

función al convencimiento maduro, responsable y solidario de los empleadores,

lo que implica la participación de los actores en la gestión para mejorar la

calidad de vida de la sociedad que es el hogar de todos.

EL MUNDO Y SUS CAMBIOS

Como será el mundo más adelante, qué cambios habrán de producirse, cómo

afectará ello a nuestra vida, y dentro de esas preocupaciones, pocas pueden

presentarnos tantas interrogantes como la de cómo serán los sindicatos en

adelante.

Los sindicatos no constituyen una realidad aislada dentro del mundo social

sino, muy por el contrario, están insertos en ella y forman parte importante de la

misma. No son tampoco células herméticas, impermeables al cambio social y

económico, sino que sufren la influencia, positiva o negativa, del mismo.




Hoy vivimos un mundo sustantivamente diferente al de nuestros padres,

distinto incluso a aquel en el que transcurrió nuestra juventud. Y si la vida

actual nos enfrenta a desafíos individuales, igual ocurre, incluso con mayor

intensidad y profundidad, a los grupos organizados, cuya actividad transcurre y

se desenvuelve dentro de entornos políticos, jurídicos, económicos y sociales

totalmente diversos de aquellos que se vivían pocas décadas atrás.

Los paradigmas que transforman nuestro entorno social, económico, político,

jurídico, cultural y aun personal y familiar son la globalización o mundialización,

las nuevas tecnologías, la integración, las privatizaciones, la reconversión

industrial, la descentralización productiva y, más en la entraña de nuestro

mundo del trabajo, la flexibilización laboral.

La concepción del llamado "fordismo-taylorismo", que impulsó el fabuloso

crecimiento industrial del mundo por casi todo este siglo está cediendo frente a

una nueva visión, una concepción diferente de la empresa, del modo de

producción, de la posición y función del trabajador dentro de aquélla. Los

trabajos seriales, repetitivos, monótonos, verticalizados, dentro de los cuales el

trabajador era una pieza móvil, van siendo desplazados por nuevos sistemas

en los que el hombre es el auténtico núcleo, en una empresa participativa y,

por lo tanto, más democrática.




Las nuevas horas traen nuevos retos. Las relaciones laborales dentro de las

cuales nos desenvolvimos a lo largo de décadas y que fueron nuestras

acompañantes constantes no van más. La clave es la propia readaptación, la

reconversión profesional.

Una idea precede y acompaña a este cambio: la preocupación por el hombre

como individuo, como persona. Si antes la socialización de la producción lo

convertía en un número, en un insumo, en un recurso, la nueva tecnología lo

reivindica y eleva, reconociéndolo como el elemento esencial de la producción.

En el futuro tal vez se trabajarán menos horas, pero se trabajarán mejor al

verse enriquecida la tarea del trabajador por la acción de conjunto por la mutua

alimentación del individuo y el grupo, por el incremento de las

responsabilidades. El trabajador podrá, asimismo, diseñar su propia carrera

El contexto político también ha tenido una intensa mutación; una renovada

esperanza se ha abierto con la generalización de la democracia. Esta es una

novedad que debemos aplaudir y agradecer. Sin democracia ningún desarrollo

sostenido es concebible. El desplome del mundo comunista dio al traste con

cualquier hipótesis en contrario. El desafío de la hora es conseguir que esto se

mantenga. No basta haber logrado la democratización, sino que tenemos que

llegar a la democracia, llegar para permanecer en ella.




Donde hay un grueso déficit es en lo social. Aunque en Chile parecería haber

logrado reducir a niveles mínimos el desempleo, en Argentina, Perú y otros

países de la región (y aún en países desarrollados como España y Francia)

han trepado a registros inusitados e impensados; muchas de las medidas

legislativas adoptadas apuntan precisamente a combatirlo. Ackerman, después

de detectar "la instalación de un desempleo ya no cíclico o casual, sino

estructural", apunta la "tendencia hacia puestos de trabajo escasos, altamente

calificados y, probablemente, bien remunerados", de donde explica que el

desempleo no tienda a disminuir sino, por el contrario, a permanecer e incluso

incrementarse.

Y está también el subempleo, compañero de viaje de la informalidad. La

informalidad es, a su vez, uno de los monstruos de la vida moderna. Atacada

rudamente por quienes la consideran una forma perversa de producción, que

se coloca al margen de la legalidad o abiertamente contra ella, es defendida

por otros como amortiguador de los conflictos al permitir salidas a los

desfiladeros sociales provocados por la modernidad.

La informalidad crea innumerables puestos de trabajo, pero de ínfima calidad.

El trabajador carece en ellos de jornada definida, de descanso semanal o

anual, de remuneración mínima, de prestaciones de seguridad social, y no

cuenta con representación sindical ni tiene acceso a convenios colectivos.




1.-EL SINDICATO: VOCACIONES Y TENDENCIAS

Buscando definir un perfil que caracterice al sindicalismo, lo intentaremos a

través de las que, a nuestro entender, han sido sus vocaciones y sus

tendencias más persistentes, por no decir consustanciales. Valga, sin embargo,

la advertencia de Mario Ricciardi en el sentido de que "con una sola palabra

sindicatos se alude a realidades muy diferentes entre sí”.

1.1-Tendencia generalizadora:

Es meta constante de todos los sindicatos, en todas partes del mundo, tratar de

afiliar y, naturalmente, representar al mayor número de trabajadores, a la

totalidad si ello fuere posible. Esta tendencia se refleja en todo y cualquier

ámbito de su actividad: la empresa, la rama de actividad, el gremio, la región, el

país, el mundo.

Esta propensión a la expansión es natural. El sindicato basa su poder

fundamentalmente en su capacidad para aglutinar a partir del viejísimo

postulado: "la unión hace la fuerza". No en vano, la denominación de sindicato

en idioma inglés es “trade union”, que hace directa e inequívoca referencia a

este valor




1.2-Vocación unificadora o igualadora:

Quizás uno de los rasgos más definitorios del sindicalismo sea su natural

impulso para buscar crear condiciones salariales y de trabajo homogéneas

entre los trabajadores, que lo coloca con frecuencia entre Escila y Caribdis: la

igualación entre todos ellos, afiliados o no, pertenecientes o no a la

organización, versus la búsqueda de mejoras para sus propios miembros aun a

costa de quebrantar esa vocación.

1.3-Solidarismo:

La base del sindicalismo es el aporte individual y el reparto colectivo. Quizás

aquí encuentra adecuada respuesta el dilema antes enunciado.

1.4- tendencia reivindicativa:

Aunque la expresión "reivindicación" tiene un inevitable sabor marxista, dado

que deriva de la teoría de la plusvalía como origen del capitalismo y de la

empresa privada, puede ser utilizada por su alta expresividad para conjugar lo

que es, posiblemente, el objeto central de todo sindicato: la búsqueda de

mejores remuneraciones y condiciones de trabajo, canalizadas a través del

derecho a la petición colectiva y el ejercicio de la negociación colectiva.




“el taylorismo-dice Ricciardi- exasperaba los ritmos de trabajo , el peso de la

jerarquía, la fatiga y el sindicalismo organizaba las luchas por ritmos de

trabajo más humano, horario más cortos, retribuciones más altas”.

1.5- tendencia conflictual:

El sindicato es un órgano de lucha. Puede serlo también de colaboración o

cooperación, pero sin abdicar de su propensión a instrumentalizar los medios

de autodefensa para respaldar los derecho y, en especial, los interesados de

los agremiados y de los trabajadores en general .

Estas son, nuestro juicio, las notas que pueden caracterizar al sindicato, al

menos al que hemos conocido tradicionalmente y actualidad. Resta ver

cuáles de estos rasgos permanecerán y cuales habrán de modificarse o

adaptarse al ritmo de los nuevos tiempos.

2.- EL SIDICATO EN LA COYONTURA: EL DECLIVE SINDICAL

A los ojos vistos el sindicalismo atraviesa por una grave crisis, acaso la más

honda de toda la historia, que se pone de manifiesto en los indicadores

siguientes:




La tasa de afiliación sindical ha descendido prácticamente en todas partes.

Las cifras y proporciones demuestran que hoy los sindicatos tienen menos

adherentes y siguen cayendo.

En parte ha contribuido a ello el proceso de flexibilización , en especial el

limitarse los alcances de la estabilidad laboral de allí donde existe, y al

fomentarse la contrataciones temporal, resultados de todo lo cual es la

precarización de los puestos de trabajo.

El trabajador eventual es menos proclive a la sindicalización en parte para

salvaguardar su propia permanencia en la empresa, que depende más de la

voluntad del empresario que del poder del sindicato. Consecuentemente, hay

un número creciente de trabajadores que prefiere permanecer al margen de

toda afiliación sindical.

Esto debilita al sindicato tanto en su capacidad de convocatoria cuanto en su

poder de negociación, pero también en su fuerza económica y en su posibilidad

de penetración ideológica.

2.- Las nuevas tecnologías no son, al menos en un primer momento,

generadoras sino más bien destructoras de puestos de trabajo. El fenómeno

que hoy remueve los cimientos de nuestra estabilidad social es el desempleo.

Los sindicatos no afilian a desocupados. Antes bien, los ignoran y hasta los




desdeñan. Uno de los pecados mortales por los que en algún momento serán

enjuiciados históricamente es haberse preocupado exclusivamente de la

acumulación, de beneficios, que llegaron a tornarse privilegios para quienes

tenían un empleo, con olvido culpable de todo:, aquellos que carecen de él.

Así, quien tenía un empleo lo tenía todo: remuneración, jornadas limitadas,

horario rígidos, descansos, protección frente a toda contingencia, seguridad en

el empleo y hasta garantías que ultra pasaban la relación laboral

proyectándose a la familia.

Quien carece de un empleo, en cambio, carece de todo Pues bien, en muchos

de nuestros países hoy son más los desocupados y los subempleados que

quienes tienen un empleo adecuado.

3.- La indetenible expansión del sector informal. Como quiera que en

economías sin crecimiento efectivo el sector formal y el informal deben

compartir un idéntico espacio, la composición de la población económicamente

activa (PEA) varía al decrecer la fracción asalariada. Esto introduce un cambio

en el mercado de trabajo. "Ya no son los asalariados del estrato moderno

quienes únicamente copan la escena en el mercado laboral. La relación

salarial ha dejado progresivamente de predominar en el mundo del trabajo. Ello

explica también, en parte, lo señalado en el punto anterior, ya que el sector

formal es precisamente aquél del que tradicionalmente se nutre el sindicalismo,




que hasta ahora ha sido siempre derecho de los trabajadores subordinados o

dependientes.

Los trabajadores son hoy más escépticos acerca de las virtudes y de los logros

del sindicalismo. Spyropoulos la califica como "crisis de credibilidad"161. En la

relación costo/beneficio, los trabajadores valoran ahora más las ventajas de la

moderación frente a las durezas de la confrontación; están más dispuestos a

disminuir a cambio de sufrir menos sacrificios. Tradicionalmente, el campo de

cultivo de los sindicatos no ha sido tanto el del diálogo como el del conflicto. En

nuestros países - como hace notar Efrén Córdova el sindicalismo adoptó el

modelo francés "impugnador, impregnado de influencias ideológicas y de

vocación extra laboral"; pero en materia de contratación se importó el modelo

norteamericano "que concibe ese proceso como una relación antagónica"

La crisis económica, por otro lado, "ha deparado transformaciones

fundamentales en los ordenamientos jurídicos laborales. Se señala que el

modelo clásico del derecho del trabajo es un modelo que presupone la

expansión económica o al menos, la estabilidad económica. El modelo

tradicional de la legislación tutelar para los trabajadores, es un modelo de

distribución de la riqueza, en tanto que en períodos de depresión económica

"es un modelo de creación de riqueza y no de redistribución".




Otra situación, no producida por la crisis sino, tal vez, por el bienestar y el

progreso, pero que en nuestros países se manifiesta de un modo distinto y

desigual, es la "tercerización" de la economía.

Las sociedades menos desarrolladas basan su economía prácticamente en las

actividades extractivas: agricultura, minería, pesquería, con un mínimo de valor

agregado. El desenvolvimiento económico vino acompañado o fue producido

por la industrialización, proceso secundario de transformación de los bienes en

manufacturas. Hoy asistimos a un crecimiento acelerado de los servicios, tanto

públicos como privados: educación, salud, transporte, comunicaciones,

bienestar y recreo son necesidades que la sociedad impone y brinda cada vez

en mayor abundancia.

El sindicalismo ha sufrido su más serio embate en el campo ideológico. Por un

lado, las ideas liberales han ocupado todo el espacio y adquirido enorme

prestigio social, así como las de izquierda lo han perdido. Hace algunos años

pocas personas se atrevían a defender en público la legitimidad del lucro o a

tocar con el pétalo de una rosa a la "clase trabajadora". Todos pensaban en los

derechos y nadie reclamaba los deberes. Hoy las cosas han dado un vuelco

trascendental.




Con lo sucedido en la Unión Soviética, en los países del este europeo, en

Alemania, los místicos del izquierdismo perdieron su Olimpo, se quedaron sin

dioses ni semidioses. A todo esto no puede ser ajeno el sindicato. Fueron ellos

algunos de los principales propagandistas, y hoy se dan de cara con sus

propias ilusiones desvanecidas, con un discurso que se ha ido vaciando de

contenido, con un auditorio ya no cautivo, sino vigilante.

3.-LOS SINDICATOS DE CARA AL FUTURO

3.1. Nuevos centros de imputación

El "mercado" de los sindicatos en búsqueda de afiliados ha sido el de los

trabajadores formales. La flexibilización y otros fenómenos como la

tercerización, al igual que el avance de la informalidad, han minado la creación

de puestos de trabajo en el sentido acostumbrado, y abierto más bien nuevas

formas de trabajo que no corresponden a esos moldes.

Los sindicatos tendrán que abandonar sus arcaicos métodos de reclutamiento y

preocuparse de manera más directa y eficaz de esos grupos de trabajadores

no tradicionales. En vez de refugiarse en la gran empresa, donde los cuadros

son homogéneos y están fácilmente al alcance, tendrá que orientar sus

esfuerzos hacia la pequeña y la mediana empresa, que es la generatriz de

empleo, a cuyo objeto tiene que replantear sus formas de estructuración, que




en América Latina, con contadas excepciones, ha estado concentrada en la

empresa, para aventurarse hacia sindicatos verticales y horizontales capaces

de aglutinar contingentes tan dispersos como son los de las organizaciones

empresariales reducidas. En otras palabras: si la empresa elefantiásica está en

declive y si las mayores fuentes de empleo estarán en las empresas de mínimo

nivel, la forma de organización sindical a nivel de empresa no es funcional, y

deberá evolucionarse hacia un sindicalismo de escala, que pueda reunir y

unificar muchos grupos dispersos.

De otro lado, el sindicato no puede permanecer al margen -y dejar marginados-

a los informales y a los desocupados. Si hasta ahora los sindicatos se han

orientado sólo a captar y a representar a los trabajadores formales, cuyo

número y proporción está en franco descenso, los sindicatos tienen que

imaginar nuevos modelos que les permitan captar, organizar y representar

adecuadamente a quienes carecen de un empleo formal, sea porque pululan

en la informalidad, sea porque son independientes, sea que se encuentren en

la grave situación de desempleo, que es hoy una ominosa y creciente realidad,

instalada en casi todas las economías.

El futuro del sindicato, en este nuevo panorama social, lo obligará a ser un

"actor capaz de mediar entre las exigencias más inmediatas del trabajo y los




intereses generales, situándose como interlocutor de los empresarios y del

poder político en la formación de las políticas económicas y sociales

3.2. Diversificación versus homogeneidad

Quizás el aspecto que resume paradigmáticamente los cambios en el entorno

sea la acentuación del individualismo, basado en la competitividad. Durante

décadas, muchos de nuestros países, en especial los de Latinoamérica,

adoptaron como proyecto de desarrollo uno basado en la sustitución de las

importaciones y el crecimiento del mercado interno, dentro de la doctrina

conocida como cepaliana; ello se sustentaba en la protección de la producción

local a través de barreras arancelarias, manipulación de las tasas de cambio,

subsidios directos e indirectos y, en general, la creación de cercos contra la

apertura comercial competitiva. El fenómeno se vivía a nivel de los países y

dentro de ellos. Correlativamente, los trabajadores disfrutaban de elevados

índices de protección del que resultaba emblemática la estabilidad laboral.

Hemos visto que la doctrina imperante ahora es exactamente Ia contraria:

apertura de los mercados, abatimiento de las barreras arancelarias y para-

arancelarias, libertad de mercados -incluido el mercado de trabajo-, integración

de bloques regionales, globalización de la economía.




En lo laboral, el correlato se da a través de un descenso marcadísimo de los

niveles de protección (flexibilización), del abandono de mecanismos

colectivistas, del auge de la diversificación. Todo ello se resume en

individualismo y competitividad, allí donde el sindicato había propugnado

uniformación y homogeneidad.

Hoy el trabajador debe basarse en sí mismo, en su esfuerzo, en su capacidad,

más que despersonalizarse en la masa y obtener los derechos a través de la

acción colectiva.

3.3 individualismo o solidaridad:

De aquí el que habrá de ser probablemente el mayor escollo: el divorcio entre

el pensamiento clásico del sindicato, imbuido retroalimentado en la mentalidad

de los propios trabajadores, y el nuevo pensamiento de éstos, que los empuja a

logros personales, a conquistas individuales, a progreso aislado. De esta

forma se dualizan, por un lado, las adhesiones individuales y los procesos de

integración individual del trabajador a la empresa y, por otro lado, las

estructuras asociativas de los trabajadores, es decir, las instancias de

participación colectiva, A lo que agrega que "la adhesión del trabajador a su

organización sindical se ve mediatizada por la presencia de estructuras de

trabajo de pequeña talla que demandan la adhesión. Las identidades




colectivas tienden a desdibujarse al interior de las diversas instancias de

integración a la empresa”.

Spvropoulos destaca que "nuevas actitudes y comportamientos individuales

ante el trabajo y la vida laboral hacen su aparición bajo el impulso de una

mejor educación, de la influencia de los grandes medios de información y de la

posibilidad para todos de comunicarse en cualquier instante". Para un número

creciente de trabajadores, la acción colectiva que preconizan los sindicatos

puede parecer menos atractiva que las satisfacciones que procura el éxito

profesional individual.

Si antes se trataba de lograr condiciones igualitarias, subordinando los

intereses individuales a los supremos intereses colectivos, hoy se agita una

reevaluación del individuo, de sus potencialidades, de sus legítimos intereses

basados en la capacidad y el esfuerzo personales.

Ricciardi advierte incluso que "el paso de una estrategia predominantemente

homogenéizate a una que tiende a acoger y representar las diferencias, corre

el riesgo de hacer oscilar demasiado bruscamente el péndulo sindical de un

extremo al otro, del generalizado compartir la ideología de la igualdad a la

extemporaneidad de los más diversos impulsos reivindicativos. Es, sin

embargo, previsible que el futuro del sindicato dependerá del éxito de la




búsqueda de un punto de equilibrio entre estas dos exigencias contrapuestas y

que esto dependerá, a su vez, de la disposición de eficaces vías de

comunicación democrática entre representantes y representados, y de la

existencia de un aparato sindical culturalmente preparado y no excesivamente

burocratizado"

3.4. Nuevas tendencias en la negociación

Una tendencia marcada en la contratación colectiva reciente apunta a la

desconcentración, a una negociación más próxima al centro de trabajo y al

puesto de trabajo mismo, allí donde prevalecía el convenio por categoría o

rama de actividad, lo que refleja por un lado la marca ideológica del

neoliberalismo, que alienta la competitividad y recusa, por ende, la fijación de

reglas uniformes que aten los costos laborales a criterios que no sean los de

estricta productividad; y, por otro lado, el fenómeno de horizontalización o

tercerización de la producción, que reduce la dimensión de la empresa

mastodóntica y propicia la creación de múltiples unidades de nivel medio y

pequeño. La tendencia descentralizadora de la negociación se da no sólo en

las actitudes empresariales sino incluso a nivel legal, pues normas como la

chilena impulsan, y como la peruana inducen el micro negociación.




El sistema negocial está, aunque gradualmente, "orientándose hacia prácticas

que dejan mayor espacio a la valoración de la cualificación y, al menos en

parte, a la adecuación entre las exigencias de la productividad y las del

individuo'"

Se advierte también, en otro orden de cosas, cambios en la iniciativa negocial,

tradicionalmente reservada a los trabajadores. Hoy son muchos los casos en

que las empresas promueven la renegociación de cláusulas anticuadas,

excesivamente onerosas o rígidas o antitécnicas, para remozar las

convenciones colectivas y adecuarlas a los nuevos condicionamientos técnicos,

económicos y productivos.

Natural consecuencia de ello es que la negociación unidireccional a que hemos

estado acostumbrados, que acumulaba beneficios en favor de los trabajadores,

tolera más bien revisiones o retrocesos, en lo que se conoce como

"negociación peyorativa".

Lo más importante, sin embargo, son los cambios en la lógica de la

negociación distributiva hacia la negociación de ganancia mutua o de doble

ganancia, negociación por objetivos específicos o negociación basada en

intereses. Ello impone, con las nuevas perspectivas, cambios metodológicos

tales como la necesidad de .compartir información entre los interlocutores,




antes coto reservado a cada parte y que hoy puede llevarlas incluso a utilizar

un banco de datos común; la acción en base a la identificación de los

problemas, más que la simple atención de las peticiones o demandas

recíprocas; la apertura y mantenimiento de canales fluidos de diálogo e

intercomunicación, en lugar de los esquemas cerrados tradicionales; y la

concentración en los intereses comunes y no en las diferencias conflictuales,

que fueron siempre el foco magnético de todas las tratativas.

3.5: concentración versus confrontación:

En el pasado, el teorema sindical era muy claro: prosperar en el conflicto. Hoy,

el dilema confrontación versus compromiso adquiere dramática vigencia. La

confrontación supone contar con un grado muy alto de disciplina, un liderazgo

basado en la confianza absoluta, metas claras y logros concretos. Cuando esos

ingredientes se dan, los trabajadores están siempre dispuestos al

enfrentamiento aguerrido, que mucho contribuye además a galvanizar la unidad

y el poderío sindicales.

Hoy esos elementos aparecen resquebrajados la ideología debilita, los líderes

flaquean, las metas se vuelven irreales. Inalcanzables, y los logros son cada

vez menos sustanciosos. La posibilidad de recuperar los salarios perdidos por

una huelga, verbigracia, se hace cada vez más difícil y puede hasta




desaparecer; el trabajador advierte que lo que ha invertido es irrecuperable, y

eso le sucede una y otra vez, cada vez más frecuente dolorosamente el

cambio de actitud se impone, entonces, como una vía de supervivencia. No

para que el sindicato prospere, sino para que no desaparezca.




CONCLUSIÓN:

Los desafíos para el sindicato de cara al futuro implican revisar sus vocaciones

y tendencias. Si sucintamente las hemos caracterizado como a) tendencia a la

generalización, hoy se ve enfrentado a nuevos centros de imputación que

obligan a los sindicatos a orientar sus esfuerzos más hacia ciertos grupos

específicos: las mujeres, los independientes, los desocupados; b) vocación

homogeneizadora, que se enfrenta a un acentuado impulso de los trabajadores

a la individualización; c) el solidarismo se ve cara a cara con el imperante

individualismo; d) las reivindicaciones clásicas ceden terreno frente a nuevas

formas de negociación, que son de doble vía y suponen un alto grado de

concesiones peyorativas y; e) finalmente, en vez del conflicto lo que se avizora

a futuro es mayor énfasis en la concertación, mayor grado de compromiso de

los sindicatos.

Son de tal magnitud estos desafíos que los sindicatos tendrán que mudar en

prácticamente todo; sin perder sus esencias, sin abdicar de sus postulados,

tendrán que adaptarse por la fuerza imperativa de las cosas. Parte de ese

cambio pasa por interesarse y comprometerse más en campos novedosos

como la capacitación y los servicios sociales a sus afiliados.

Finalmente es necesario señalar que hoy por hoy, la debilidad política de los

trabajadores es el mejor contexto para que la ofensiva del capital pueda

imponer sus políticas flexibilizadoras sin mayor oposición.




BIBLIOGRAFIA:

1. Teófilo T. Díaz Aroco. “Derecho colectivo de trabajo” Pág. 273-279

2° edicion.

2. Mario Pasco Cosmopolis. “el futuro de los sindicatos el el siglo

XXI” Pág. 127-142.

3.- PLÁ RODRÍGUEZ, Américo, Curso de Derecho Laboral, Tomo IV,

Volumen I, Editorial Idea, Montevideo, 1999.

4 INTERNET




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