Orientaciones pastorales y legislación diocesana sobre exequias y columbarios

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DIÓCESIS DE JAÉN Boletín Ofi cial Eclesiástico 2012 Nº 2 • SEPARATA ORIENTACIONES PASTORALES Y LEGISLACIÓN DIOCESANA SOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOS DIÓCESIS DE JAÉN Boletín Ofi cial Eclesiástico 2012 Nº 2 • SEPARATA ORIENTACIONES PASTORALES Y LEGISLACIÓN DIOCESANA SOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOS

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El Obispado de Jaén ha hecho públicas el documento sobre las "Orientaciones pastorales y legislación diocesana sobre exequias y columbarios".

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DIÓCESIS DE JAÉN

Boletín OficialEclesiástico

2012

Nº 2 • SEPARATA

ORIENTACIONES PASTORALES

Y LEGISLACIÓN DIOCESANA

SOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOS

DIÓCESIS DE JAÉN

Boletín OficialEclesiástico

2012

Nº 2 • SEPARATA

ORIENTACIONES PASTORALES

Y LEGISLACIÓN DIOCESANA

SOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOS

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BOLETÍN OFICIALECLESIÁSTICO

DE LA DIÓCESISDE JAÉN

SEPARATA 2012

ORIENTACIONES PASTORALESORIENTACIONES PASTORALESORIENTACIONES PASTORALESORIENTACIONES PASTORALESORIENTACIONES PASTORALESY LEGISLACIÓN DIOCESANAY LEGISLACIÓN DIOCESANAY LEGISLACIÓN DIOCESANAY LEGISLACIÓN DIOCESANAY LEGISLACIÓN DIOCESANA

SOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOS

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Edita:Diócesis de Jaén

Imprime:Gráficas la Paz • Torredonjimeno

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I. DOCUMENTOSI. DOCUMENTOS

I. DOCUMENTOS

I. DOCUMENTOS

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I.I. DOCUMENTOS DEL SR. OBISPOI.I. DOCUMENTOS DEL SR. OBISPOI.I. DOCUMENTOS DEL SR. OBISPOI.I. DOCUMENTOS DEL SR. OBISPOI.I. DOCUMENTOS DEL SR. OBISPO

DISPOSICIONES JURÍDICASDISPOSICIONES JURÍDICASDISPOSICIONES JURÍDICASDISPOSICIONES JURÍDICASDISPOSICIONES JURÍDICAS

DECRETO DE APROBACIÓNDECRETO DE APROBACIÓNDECRETO DE APROBACIÓNDECRETO DE APROBACIÓNDECRETO DE APROBACIÓNDE LAS ORIENTACIONES PASTORALESDE LAS ORIENTACIONES PASTORALESDE LAS ORIENTACIONES PASTORALESDE LAS ORIENTACIONES PASTORALESDE LAS ORIENTACIONES PASTORALES

Y LEGISLACIÓN DIOCESANAY LEGISLACIÓN DIOCESANAY LEGISLACIÓN DIOCESANAY LEGISLACIÓN DIOCESANAY LEGISLACIÓN DIOCESANASOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOS

MONS. RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ,MONS. RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ,MONS. RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ,MONS. RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ,MONS. RAMÓN DEL HOYO LÓPEZ,Por la gracia de Dios y la Sede Apostólica, Obispo de Jaén

Se ha sometido a estudio durante varias sesiones, ante los órganos deconsulta diocesanos, unas orientaciones pastorales, como respuesta cristianaante la muerte, y otros aspectos relacionados con las exequias y columbariosen orden a la actualización de la normativa diocesana.

Se han unido a este segundo apartado dos ANEXOS que incluyen unReglamento marco en orden a la regulación de posibles construcciones decolumbarios por parte de entidades de la Iglesia Católica y un modelo sobreexpedición de títulos sobre depósitos de cenizas.

Previo examen y aprobación favorable del Fiscal general del Obispado,en virtud de lo dispuesto en el canon 391,21 del Código de Derecho Canónicoy demás facultades ordinarias, por el presente.

APRUEBO tanto las orientaciones pastorales como la legislacióndiocesana sobre exequias y columbarios, junto con los ANEXOS que seunen a la expresada normativa, en cuanto no se oponga al derecho generalde la Iglesia y a sus disposiciones litúrgicas.

Entrará en vigor el próximo día uno del mes de octubre y lo será por tresaños «ad experimentum».

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Publíquese ambos apartados en el Boletín de la Diócesis y hágase llegarun ejemplar a las Parroquias, lugares abiertos al culto público y personasjurídicas públicas en el territorio diocesano. Archívese originales en estacuría.

Dado en Jaén a día uno del mes de septiembre de dos mil doce.

+ Ramón del Hoyo LópezObispo de Jaén

Por mandato de S. E. Rvdma.Antonio Javier Cañada MoralesCanciller Secretario

Obispado de Jaén. SecretaríaNª Registro 996-2012Salida 18-09-2012

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RESPUESTA CRISTIANA ANTE LA MUERTERESPUESTA CRISTIANA ANTE LA MUERTERESPUESTA CRISTIANA ANTE LA MUERTERESPUESTA CRISTIANA ANTE LA MUERTERESPUESTA CRISTIANA ANTE LA MUERTE

ORIENTACIONES PASTORALESORIENTACIONES PASTORALESORIENTACIONES PASTORALESORIENTACIONES PASTORALESORIENTACIONES PASTORALESDiócesis de Jaén

INTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓNLa consideración de la muerte ha cambiado en la sociedad en los últimos

tiempos. Por parte de grandes sectores existe un disfrazamiento e inclusoun ocultamiento de ella, como si no fuera una realidad cercana, lo cual conllevauna incapacitación para asumirla y para darle la respuesta adecuada.

La muerte es el gran reto que tiene el ser humano de todos los tiempos yen todas las culturas, y saber encontrarle una luz, es condición indispensablepara dar sentido a toda la vida, porque muerte y vida andan muy cerca launa de la otra.

Muchas personas sienten la tentación en estos momentos, después dehaber vivido largo tiempo inmersos en la obsesión por la muerte, de ocultarlay eliminarla, e incluso de desnaturalizar su problematicidad. En una sociedadinmersa en un fuerte nihilismo, la muerte no encuentra una dimensión adecuada,prueba de ello es la ausencia de su consideración en el campo educativo,igual que en los medios de comunicación, siempre aludida de forma anecdóticay aislada de la vida, y el tratamiento llevado a cabo con los restos humanos.En una sociedad en que se adora lo joven, lo fuerte, y lo exitoso, a la muerteno es fácil encontrarle una ubicación.

Sin embargo, la muerte sigue estando muy presente en la vida aunquesólo sea a modo de exhibición, ejemplos se presentan continuamente en elcine, en los noticiarios, y hasta en los juegos infantiles. En estos casos, casisiempre viene envuelta en un lenguaje desconectado del vivir diario, sinentrar en su realidad más profunda.

Sin duda se podría afirmar que hoy el hombre se siente más perdido queen otros tiempos ante esa realidad siempre cercana, a pesar de sus avancescientíficos y de sus esfuerzos técnicos. Esta desorientación adquiere mayorénfasis en el desplazamiento desde el mundo rural al urbano. Allí la muerteera, y sigue siendo, un lugar de confluencia y de afecto entre los vecinos,mientras que en las ciudades se presenta con un rostro impersonal y anónimo.

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Este es el ambiente que está influyendo en bastantes círculos cristianos,y la causa de que muchos de estos estén viviendo una situación de perplejidady desorientación.

La nueva realidad plantea nuevos retos a una Iglesia enviada por su Señorpara dar testimonio de la esperanza, también en estos tiempos. Los nuevosretos requieren respuestas concretas audaces, sobre todo si se consideraque la Iglesia de Jesucristo tiene la misión de acompañar también a muchosbautizados alejados de su vivencia de fe, salpicados del secularismo en elque viven, pero que ante la muerte intentan avivar sus creencias dormidas.Por eso, en el cuidado pastoral, se hace cada día más necesaria la iluminaciónde la muerte, la dignificación de las celebraciones de los sacramentos cercanosa ella, como es la unción de los enfermos, incluso en la situación extrema, lasexequias, y la atención religiosa en los tanatorios. Al mismo tiempo, urgenrespuestas cristianas que sepan dar sentido a la práctica secular de lainhumación, y a la cada día más creciente costumbre de incinerar el cadávercon sus correspondientes consecuencias, como son la localización y laconservación de las cenizas.

La Iglesia en su Instrucción «De cadaverum crematione, piam etconstantem», con fecha 8 de mayo de 1963 determina que «no se trata... dealgo intrínsecamente malo o contrario a la religión cristiana», siempre que nosea expresión contraria a la resurrección. Recuerda que los restos quemadosde un cadáver merecen el mismo respeto que los restos corporales del serhumano.

No es conforme a las disposiciones canónicas de la Iglesia ni a lasensibilidad cristiana, el conservar las cenizas de los difuntos en los domiciliosparticulares, esparcidos en el mar, en los campos o en las montañas, o inclusosepultados en lugares distintos a los cementerios o columbarios, porque enestos lugares se expresa mejor la esperanza compartida de la resurrecciónde la carne y la vida eterna. La tradición cristiana tiene una preferencia porla custodia de los restos humanos, también de las cenizas, en lugaresbendecidos, significando la pertenencia del difunto cristiano a la comunidadeclesial.

Varias han sido las diócesis españolas que se han ido planteando respuestaspastorales nuevas ante la evangelización en estas situaciones. También en laDiócesis de Jaén se ha venido trabajando en este sentido, sobre todo con la

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publicación en mayo del 2003, de un directorio titulado: La Muerte y su: La Muerte y su: La Muerte y su: La Muerte y su: La Muerte y sutratamiento cristiano en la actualidad. tratamiento cristiano en la actualidad. tratamiento cristiano en la actualidad. tratamiento cristiano en la actualidad. tratamiento cristiano en la actualidad. Sin embargo la realidad históricaparece demandar ahora una mayor reflexión catequética ante los nuevosretos que la sociedad plantea, y el desarrollo de una normativa actualizada,dentro de la legislación canónica, que se ha de mantener a disposición en lasdistintas Parroquias, Monasterios y Comunidades religiosas, e Iglesiasabiertas al culto público para la oportuna aplicación, información y formaciónde los fieles sobre estas materias, manteniendo como base aquello que haceunas décadas ya se indicaba.

Vicaría de Pastoral

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LA MUERTELA MUERTELA MUERTELA MUERTELA MUERTESENTIDO Y TRATAMIENTOSENTIDO Y TRATAMIENTOSENTIDO Y TRATAMIENTOSENTIDO Y TRATAMIENTOSENTIDO Y TRATAMIENTO

I. LA MUERTEI. LA MUERTEI. LA MUERTEI. LA MUERTEI. LA MUERTEEN EL CONTEXTO SOCIO-CULTURAL ACTUALEN EL CONTEXTO SOCIO-CULTURAL ACTUALEN EL CONTEXTO SOCIO-CULTURAL ACTUALEN EL CONTEXTO SOCIO-CULTURAL ACTUALEN EL CONTEXTO SOCIO-CULTURAL ACTUAL

La presencia cotidiana de la muerte en nuestro mundo es una realidadincuestionable, porque no hay vida temporal sin muerte.

«Escoger la vida es escoger la muerte, porque la vida que vivimos esnecesariamente temporal y termina con la muerte. Pensar una vida sin pensaren la muerte es pensar lo irreal. La muerte no puede ser evadida, es unaparte de la vida; de ahí que no es posible comprender bien la vida sin pensaren la muerte, porque, amar nuestra vida como realmente es, quiere deciraceptarla como realmente es, incluyendo la muerte»1.

El tema de la muerte ha sido siempre, y seguirá siendo, uno de los másprofundos enigmas con los que se ha enfrentado la humanidad a lo largo y alo ancho del tiempo y del espacio, y, en consecuencia, dicho fenómenosiempre ha provocado multitud de reacciones en el ser humano, sean cualessean sus circunstancias existenciales.

Hoy, en una sociedad marcada por el hedonismo, la muerte se haconvertido en un tabú, muchos no saben qué hacer con ella, y así es fácil decomprobar la contradicción que ofrecen en el empeño de «matar la muerte»por un lado, ocultándola para que no ejerza influencia en la sensibilidadsocial del hombre moderno, y en el empeño de «exhibirla descaradamente»en los medios de comunicación social por otro lado, sobre todo cuando lamuerte es fruto de «violencia», especialmente provocada desde interesespartidistas en el ámbito político, social, e incluso por el fanatismo religioso.La muerte es presentada, en estos casos, como espectáculo morboso, sinque aparezca con la misma intensidad la necesidad de luchar contra todaactitud y acción violenta, que provoca tan condenable deshumanización dela sociedad. Esto ayuda a explicar el tratamiento actual un tanto extrañoque se le dispensa, como la represión de los moribundos, y el rechazo de la

1 Cf. Gélabert, M. «Creo en la Resurrección», Paulinas. Madrid, 2002, pag 27.

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angustia y del duelo. Todo envuelto en una mezcla de temor y atracción,que provoca una muerte prefabricada, insonorizada e inodora, muy higiénica,pero rodeada de mucha soledad, a la vez que distante, al haber aumentadolas expectativas de vida.

A la muerte, que siempre ha sido el gran enigma de la existencia humana,se le aísla del vivir cotidiano, como si fuera otra cosa. Mientras que semuere todos los días, porque todos los días se pierde parte de la vida.

Pero estas reflexiones no encuentran un lugar adecuado con facilidad enel pensar del hombre actual, es que «la muerte constituye un grave problemapara la sociedad secularizada. Desde que se hace general el convencimientode que el progreso es cuestión básica para la humanidad, los bienes y malesquieren pensarse dentro de esta vida y como logros de una humanidad quedomina sobre su destino. Con ello la muerte se hace más horrible; y es queella, mientras la ciencia y la técnica nos van imprimiendo en la conciencia laidea de que ya dominamos a la naturaleza y somos señores del mundo,aparece como un reducto de oscuro poderío que nos antagoniza»2.

El proceso de secularismo y agnosticismo imperante en esta sociedadprovoca la pérdida del sentido esperanzador sobre la muerte, y se ignora yse oculta cuanto pueda atentar contra una calidad de vida entendidaexclusivamente desde parámetros materialistas y utilitaristas; en esta claveno es de extrañar la llegada de voces que apuestan por técnicas de «eutanasiaa la carta» o de «abortos por plazos».

A este respecto recuerdan los Obispos españoles: «cuando la existenciase rige por los criterios de una «calidad de vida» definida principalmente porel bienestar subjetivo, medido sólo en términos materiales y utilitarios, laspalabras «enfermedad», «dolor», y «muerte» no pueden tener sentido humanoalguno»3.

A todo ello ha contribuido el resurgir y puesta en escena de penosastertulias, en algunos medios de comunicación social, sobre viejas y

2 Cf. Floristán, C. «Conceptos fundamentales del cristianismo», Trotta. Madrid, 1993,pag 845.3 Cf. CEE, Instrucción «La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad»,Edice, 2001, nº 120.

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trasnochadas teorías antropológicas, que presentan el tratamiento de lamuerte desde creencias de reencarnación, nihilismo, cientificismo, yúltimamente desde corrientes ecologistas exageradas, que proponen lanecesidad de hacer desaparecer rápidamente los cadáveres humanos parano contaminar el ecosistema.

En medio de este contexto socio-cultural actual sobre la realidad de lamuerte y su entorno, hay que señalar, como fenómeno diferenciadorimportante, que la percepción humana de la realidad de la muerte es distintaen los ambientes urbanos y en los ambientes rurales, y, aunque parezca undisparate la expresión, no es lo mismo todavía: «morir en el pueblo» que«morir en la ciudad».

1.- Morir en el pueblo1.- Morir en el pueblo1.- Morir en el pueblo1.- Morir en el pueblo1.- Morir en el puebloLa muerte en el mundo rural, a pesar de la «globalización» en donde se

inserta este momento de la historia, goza de características especiales. En elpueblo, la muerte tiene nombre y apellidos, está llena de acentos afectivos,de historias familiares, de connotaciones sociales; la muerte en el pueblodetiene el tiempo, marca diferencia con otros días ordinarios, solidariza ymoviliza a los vecinos; y todavía sigue siendo acontecimiento, y crea ambientea través del toque de campanas, de la noticia que corre, del comentario enlas esquinas, etc.

El morir en el pueblo tiene connotaciones altamente positivas desde elpunto de vista individual, familiar, social y religioso. ¡Cuántas veces secontemplan, en los ambientes rurales, profundas manifestaciones desentimientos humanos y hermosas expresiones de fe en torno a la muerte,elementos que predisponen muy positivamente a la escucha de la Palabrade Dios, a la celebración litúrgica, a la participación fervorosa en la oraciónde la Iglesia por el eterno descanso de los difuntos!4.

2.- Morir en la ciudad2.- Morir en la ciudad2.- Morir en la ciudad2.- Morir en la ciudad2.- Morir en la ciudadEl morir en la ciudad, sin embargo, produce a veces tal sensación, que

parece como si la muerte estuviese marginada por la sociedad, quedando

4 Cf. Ramiro González, «Exequias en el mundo rural», Phase 215, pag 384.

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reducida su ritualidad al ámbito de lo estrictamente privado. La muerte,como fenómeno social, aparece frecuentemente desacralizada ydeshumanizada en los ambientes urbanos actuales.

Ante esta realidad se pronuncian las Comisiones Nacionales de Liturgiade Europa en 1992 así:

«La Iglesia no puede permanecer indiferente ante la ocultación y laprivatización de la muerte. Su misión, en efecto, le encarga anunciar un sentidodel hombre y promover una vida social verdaderamente humana».

Encargada de revelar al Dios vivo, la Iglesia cree que con la muerte «lavida no termina, se transforma», según los términos del prefacio de la misade difuntos. «Lo que aquí está en juego es el corazón mismo de su fe, elmisterio de muerte y de resurrección de Cristo. Asimismo, al pedir a lacomunidad local y al vecindario que participen en el luto de una familia,afirmamos nuestra fe según la cual el difunto es miembro del cuerpo de laIglesia desde su bautismo, un hermano o hermana a quien acompañamoshacia el Señor con todos sus allegados. También hay que afirmar que, al ircontra corriente de evoluciones contemporáneas, en nombre de su mismafe, la Iglesia presta a nuestra sociedad un verdadero servicio y se muestra«experta en humanidad»; ante el aspecto morboso e inhumano de ciertasprácticas no ha de tener miedo de desempeñar un papel casi «político»,puesto que consiste en tomar partido por el hombre y la civilización»5.

Con anterioridad, ya el Cardenal Martini se dirigía en el año 1989 a losObispos de Europa con estas palabras:

«Uno de los mayores servicios que la Iglesia de Europa puede prestar alhombre de hoy es el de ayudarle a comprender el «misterio», más aún,enseñarle el modo de «habitarlo».

A la luz del misterio de Dios, que crea y ofrece una alianza, el hombre dehoy podrá entonces comprender su verdadera dignidad y el sentido de suvida, y así comprender mejor el nacimiento, el hecho de morir y la muerte»6.

5 Cf. Del comunicado de Comisiones nacionales de Liturgia de Europa. Berlín, 1992.Phase 198, pag. 507.6 Cf. Cardenal Martini, «La documentation catholique», 1989,1013-1020.

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II. JESÚS VENCE LA MUERTE Y PROMETE LA VIDAII. JESÚS VENCE LA MUERTE Y PROMETE LA VIDAII. JESÚS VENCE LA MUERTE Y PROMETE LA VIDAII. JESÚS VENCE LA MUERTE Y PROMETE LA VIDAII. JESÚS VENCE LA MUERTE Y PROMETE LA VIDA

1.- Introducción:1.- Introducción:1.- Introducción:1.- Introducción:1.- Introducción:El Credo afirma que Jesús, «padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue

crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer díaresucitó de entre los muertos»1.

La muerte de Jesús es una realidad admitida incluso por historiadoresajenos a la fe cristiana: «Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamadoJesús, si es lícito llamarle hombre, porque realizó grandes milagros... Pilatoslo condenó a la crucifixión» 2.

La primera formulación de la fe cristiana que se conserva fue escritaentre los años 54 y 57, y se encuentra en I Carta a los Corintios, 15, 3-4:«Porque yo os transmití, en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristomurió por nuestros pecados, según las Escrituras; y que fue sepultado yresucitó al tercer día, según las Escrituras».

La muerte propia de Jesús, le hace radicalmente hombre, así se expresael himno de la Carta a los Filipenses (2, 6-11):»hecho obediente hasta lamuerte, y una muerte de cruz».

Su muerte no ocurrió por accidente, «no fue causa del azar, sino quepertenece al misterio de Dios (Hch 2,23)»3. Tuvo un trasfondo valorado yadesde la primera generación cristiana. La anunció y la aceptó como cáliz porobediencia (Mc 10,38), porque «he bajado del cielo, no para hacer mivoluntad, sino la voluntad del que me ha enviado» (Jn 6,38). Lo cual no lequitó nada de su crudeza ni su dolor, como expresa la Carta a los Hebreos:«Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentóoraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchadopor su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo a obedecer»(Hbr 5, 7-8).

1 Según el orden romano, Cf. Denzinger nº 7,4-5.2 Flavio Josefo, Antigüedades judías 18, 3.3.3 Catecismo de la Iglesia Católica 599.

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La plegaria de Jesús tuvo términos dramáticos4. Fue consecuencia deunas causas más profundas y que la enriquecen de modo singular. En todocaso fue, «por nuestros pecados» (Jn 11, 50; 18,14), porque era «el Corderode Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29).

Jesús, no sólo asumió su propia muerte sin evitarla, sino que a lo largo desu vida tuvo contactos con la muerte de los hombres. Quiso iluminarla yvencerla, porque sabía que dándole luz, estaba esclareciendo toda laexistencia humana, como describió el Vaticano II: «frente a la muerte, elenigma de la condición humana alcanza su cumbre» 5.

Muy pronto la comunidad cristiana reparó en que Jesús no buscó la muerteen sí misma, ni la vio como una situación deseable. Señaló que ante ella tuvodos intentos para librarse, propios de su humanidad:

- por un lado, imploró a su Padre.- y por otro, pidió consuelo a su grupo más íntimo, cosa que noencontró.

«Llegan a un huerto que se llama Getsemaní, y dice a susdiscípulos: «Sentaos aquí mientras voy a orar» Se lleva consigoa Pedro, a Santiago y a Juan, y empezó a sentir espanto yangustia, y les dice: «Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaosaquí y velad»(Mc 14,32-34).

Si afrontó la muerte, fue como consecuencia de la obediencia a su Padre:«Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo juzgo, y mijuicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del queme envió» (Jn 5,30).

«Con las palabras pronunciadas en Getsemaní: «Padre mío, si es posible,que pase de mí este cáliz» (Mt 26,39), expresa el horror que representa lamuerte para su naturaleza humana»6. Además sabe que ningún sufrimiento yninguna muerte son naturales ni neutrales porque no salieron así de la manodel Padre. La oración le transforma, por eso se pone en pie diciendo: «Yo

4 Catecismo Iglesia Católica 2600.5 Gaudium et spes, nº 18.6 Catecismo de la Iglesia Católica 612.

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soy» ( Jn 18,7), dándole una dimensión sobrenatural a su muerte. Es capazde ponerla «detrás de sí», y eso enseña a los discípulos cuando los encuentraya resucitado. Las cicatrices de la muerte siguen estando en él, perotransformadas.

El camino desde Getsemaní hasta el Gólgota representa para Jesús elabandono de la esperanza narcisista, y la confianza total en su Padre.

Vista así, la muerte de Jesús no puede entenderse separada de suresurrección, como testimonia la I Carta a los Corintos en el texto ya aludido:«y resucitó al tercer día, según las Escrituras» (15,4). De este modo lo entendíala primitiva comunidad que lo acogió como Tradición vertebradora de su fe,lo que conlleva consecuencias importantes, ya que: «si hemos sidoincorporados a él en una muerte como la suya, lo seremos también en unaresurrección como la suya» (Rom 6,5). Así llega a escribir algún autorcristiano: «La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos;somos cristianos por creer en ella»7.

Jesús lo había anunciado: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco,y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre ynadie las arrebatará de mi mano» (Jn 10,27-28). Él había definido su misión:«yo he venido para que tengan vida, y la tengan abundante» (Jn 10,10).

Los primeros cristianos sitúan la resurrección en el centro de la fe: «SiCristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestrafe» (I Cor 15,14), explicitando aún más: «si los muertos no resucitan, tampocoCristo ha resucitado» (I Cor 15,16).

La primitiva comunidad cristiana pronto aprendió a iluminar la muertedesde:

2.- Cuatro perspectivas:2.- Cuatro perspectivas:2.- Cuatro perspectivas:2.- Cuatro perspectivas:2.- Cuatro perspectivas:a )a )a )a )a ) La muerte como lugar de dolor:La muerte como lugar de dolor:La muerte como lugar de dolor:La muerte como lugar de dolor:La muerte como lugar de dolor:Jesús no suaviza el carácter doloroso de la muerte: porque en todo caso

significa un fracaso y una convulsión, porque viene unida al dolor y a laenfermedad, y porque conlleva la separación de los seres amados.

7 Tertuliano, res. 1.1. citado en el Catecismo de la Iglesia Católica 991.

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Ante la pregunta directa del por qué ocurre la muerte, no responde. Nola libera de su carácter más agrio, pero sí la vincula a una invitación alarrepentimiento:

«En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo que losgalileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios queofrecían. Jesús respondió: «Pensáis que los galileos eran más pecadores quelos demás galileos porque han padecido todo esto» Os digo que no; y, si noos convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los quecayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que losdemás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todospereceréis de la misma manera» (Lc 13,1-5).

Participó, como judío alimentado por la Palabra de Dios, en la fe de un puebloque establecía relación entre la muerte y el pecado ya desde la narración deGénesis (2,15): «La paga del pecado es la muerte» (Rom 6, 23), comenta san Pablo.

En esa situación, supo hablar de la Vida: «Yo soy la vida» (Jn 14,6).Desde dentro del dolor, afrontó la propia muerte de forma muy distinta dela pasividad de Séneca, y gritó en la situación límite, aunque ese grito estádirigido «a» su Padre, no «contra» su Padre.

Su ejemplo provocará en la primitiva comunidad cristiana un rechazo a laidealización de la muerte. La considera desde la propia y original muerte deJesucristo, que tuvo un doble rostro: por un lado, el de la serenidad, y porotro, el drama doloroso.

b )b )b )b )b ) La muerte como lugar de amor y de encuentro:La muerte como lugar de amor y de encuentro:La muerte como lugar de amor y de encuentro:La muerte como lugar de amor y de encuentro:La muerte como lugar de amor y de encuentro:A Jesús no le arrebatan la vida, sino que Él la entrega: «Nadie me la quita

(la vida) , sino que yo la entrego libremente»(Jn 10,18). Toda su existenciaestuvo marcada por la entrega, y dentro de esa entrega, una consecuencianecesaria fue precisamente su muerte: «No hay amor más grande que dar lavida por los amigos» (Jn 15, 9-17).

Eso le llevó a estar siempre cerca de la muerte y de los muertos paralevantarlos y liberarlos. Los evangelios recogen varios ejemplos concretos:ante la hija de Jairo: «Niña, levántate» (Lc 8, 40-56); ante la viuda de Naim:«Muchacho, a ti te lo digo, levántate» (Lc 7, 14); y ante la familia de Lázaro:«Lázaro, sal afuera» (Jn 11, 43).

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Su propia muerte no fue silenciosa, sino que la concibió como lugar idóneopara el perdón:

• «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 34).• «Hoy estarás conmigo en el paraíso». ( Lc 23, 43).

Y amplió su círculo al no circunscribirla solamente al momento de dejarde existir biológicamente, sino que enseñó que toda la vida ha de estarenvuelta en el morir por los demás, como queda reflejado en el maravillosocapítulo 25 del evangelio de San Mateo.

c )c )c )c )c ) La muerte como lugar de fe y esperanza:La muerte como lugar de fe y esperanza:La muerte como lugar de fe y esperanza:La muerte como lugar de fe y esperanza:La muerte como lugar de fe y esperanza:Este aspecto es sin duda el más original porque arranca de la experiencia

misma del encuentro con el Resucitado.La muerte, que para una mirada primaria significa solamente pérdida y

tragedia, el gran fracaso del hombre, Jesús la vive y enseña a mirarla desdeotra perspectiva, ejemplo de ello es la parábola del lago del evangelio desan Juan en el capítulo 21.

No la afrontó desde la soledad, por eso ante sus garras gritó al Padre: «atus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23, 46).

La comparó con un sueño por su carácter provisional (Jn 11,11-14):«Dicho esto, añadió: Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.Entonces le dijeron sus discípulos: Señor, si duerme, se salvará. Jesús serefería a su muerte de Lázaro; en cambio, ellos creyeron que hablaba delsueño natural. Entonces Jesús les replicó claramente: Lázaro ha muerto»

Y así se hizo hijo de una tradición bíblica que venía comparando la muertecon el sueño, como refleja la Biblia en cincuenta ocasiones. Esta lección esaprendida por Pablo en la primera carta a los Tesalonicenses: «Esto es loque os decimos apoyados en la palabra del Señor: nosotros, los que quedemoshasta la venida del Señor, no precederemos a los que hayan muerto» ( I Tes4, 15).

Para Jesús, supone la vuelta a casa, porque tras la muerte empieza lavida. Con un estilo pedagógico enseña que si el grano de trigo no muere, nopodrá dar fruto (Jn 12,24). Y añade de modo contundente: «Pues el quequiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la

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salvará» (Lc 9,24). No pide a sus discípulos que busquen el dolor ni la muerteen sí mismos, sino que sean seguidores de Él que ha venido a que tenganvida y la tengan en abundancia (Jn 10,10).

Hizo cambiar a sus discípulos la relación con la muerte, como afirmaRahner: «Esto es lo propio de la muerte de Cristo: lo que era manifestacióndel pecado, lo convierte en manifestación de la gracia».

La primitiva comunidad aprende pronto a abrazar la muerte de Cristo,y vivir la propia desde el Misterio Pascual: «Por el bautismo fuimossepultados con Él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitóde entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemosen una vida nueva» (Rom 6,4). Desposeyéndola de su poder mortal dedestrucción definitiva: «La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dóndeestá, muerte, tu victoria? ¡Dónde está, muerte, tu aguijón?» (I Cor 15,54,55). Aprendiendo a traspasarla: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni elhombre puede pensar lo que dios ha preparado para los que lo aman» (ICor 2, 9).

Afrontándola sin cobardía: «Por eso no nos acobardamos, sino que,cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombreinterior se va renovando día a día» (2 Cor 4,16).

Así los primeros cristianos proclamarán desde la certeza de que su Señorva a prepararles una estancia, llamada también «vida eterna» (Jn 6,40): « Nose turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí. En la casa demi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho; porque me voy aprepararos un lugar. Cuando vaya y os preparare un lugar, volveré y os llevaréconmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros» (Jn 14, 1-3).

d )d )d )d )d ) La muerte como lugar de discernimiento:La muerte como lugar de discernimiento:La muerte como lugar de discernimiento:La muerte como lugar de discernimiento:La muerte como lugar de discernimiento:La fe que nace en Jesús habla de dos resurrecciones: una para la vida, y

otra para la condenación: «No os sorprenda esto, porque viene la hora enque los que están en el sepulcro oirán su voz; los que hayan hecho el biensaldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a unaresurrección de juicio» (Jn 5, 28-29).

Jesús había reprendido al que mira la vida sin pensar en la muerte, como elrico codicioso de la parábola (Lc 12,16-21), y enseña que la muerte es un

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lugar idóneo para la vigilancia, tal como trasmite la parábola de las vírgenesprudentes (Lc 12, 35-46).

San Pablo anima a los cristianos de Roma en este sentido: «De ningúnmodo. Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo vamos a seguir viviendoen pecado?» (Rom 6,2).

La muerte física posibilita pues el plantearse la vida de otro modo parano caer en la muerte definitiva: «Pues si vivís según la carne, moriréis; perosi con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis» (Rom 8,13).

3.- Conclusión3.- Conclusión3.- Conclusión3.- Conclusión3.- ConclusiónDesde sus primeros pasos, la Iglesia supo reflexionar sobre este

acontecimiento que humanamente la desbordaba: Cristo ha vencido la muertey se nos ha aparecido. Desde esta experiencia radical, aprende a sacar unaserie de consecuencias.

Tiene claro que Cristo en su resurrección abre un camino: «Cristo haresucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto. Si porun hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección» (I Cor 15,20 – 21). Así, «somos ciudadanos del cielo donde guardamos un Salvador:el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelode su cuerpo glorioso» (Fil 3, 20-21).

La espera en la redención de la mano de san Pablo, se constituye en labase de todo. «Para mí, la vida es Cristo y el morir, una ganancia» (Flp 1,21). Trasciende el modo neoplatónico, tan extendido en su época, queconsideraba a la materia corporal como algo nefasto, y aboga claramentepor su transformación, no por su rechazo: «Él transformará nuestro cuerpohumilde, según el modelo de su cuerpo glorioso» (Fil 3,21). Así el cuerpono es desechable, sino transformable. La razón está en haber sidoincorporados en Cristo por el bautismo (Rom 6, 5). Él es la cabeza delcuerpo, y sus discípulos son los miembros: «Pues todos nosotros, judíosy griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu,para formar un solo cuerpo» (I Cor 12, 13). Ahora, mientras queda eldolor que supone el estar en el tabernáculo corporal que llega hasta producirgemidos (2 Cor 5, 1-10), hay que elevar la esperanza, buscando las cosasde arriba (Col 3,1).

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El Credo confiesa la resurrección de la «carne». Este término «designa alhombre en su condición de debilidad y mortalidad... Después de la muerte,no habrá solamente vida del alma inmortal, sino que también nuestros«cuerpos mortales» (Rom 8,11) volverán a tener vida» 8.

El considerar a Jesús como el Nuevo Adán, vivificante (I Cor 15, 45) yprimero en el triunfo, ha posibilitado que a lo largo de la historia hayanexistido cristianos capaces de mirar la muerte desde estas dimensionesesperanzadoras, todas ellas aprendidas de su Señor: «También vosotrosahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, ynadie os quitará vuestra alegría» (Jn 16, 22). Los ejemplos abundan a lolargo de los siglos, entre ellos:

- San Ignacio de Antioquía, a comienzos del siglo II: «Mi parto seacerca» (Carta Romanos 6,1).- Teresa de Jesús, en el siglo XVI:

«Vivo sin vivir en míy de tal manera espero,que muero porque no muero».

- San Juan de la Cruz, en el mismo siglo:«Ven, muerte tan escondidaque no te siento venir,para que el placer de morirno me vuelva a dar la vida».

- Más recientemente el P. Novet: «La Vida se nos ha dado parabuscar a Dios, la muerte para encontrarlo, la eternidad para poseerlo».- Y desde posiciones fronterizas dentro de la creencia, Unamunoescribió:

«Méteme, Padre eterno, en tu pechomisterioso hogar,dormiré allí, pues vengo deshechodel duro bregar».

8 Catecismo de la Iglesia Católica 990.

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Hoy, en un mundo plural y tecnológico, la muerte sigue siendo unaexperiencia determinante. Para la filosofíafilosofíafilosofíafilosofíafilosofía, apoyada en la razón, la muertepermite mantener abierta la pregunta sobre el sentido de la vida; y para lafe,fe,fe,fe,fe, apoyada en Cristo, la muerte abre la puerta a la esperanza y a laresponsabilidad por el otro, que es un hermano. «El sentido cristiano de lamuerte es revelado a la luz del Misterio Pascual de la muerte y resurrecciónde Cristo, en quien radica nuestra única esperanza» 9. La esperanza de serreclamados por el mismo Cristo a quien pertenecemosreclamados por el mismo Cristo a quien pertenecemosreclamados por el mismo Cristo a quien pertenecemosreclamados por el mismo Cristo a quien pertenecemosreclamados por el mismo Cristo a quien pertenecemos (I Cor 6,19-20), recuerda que sigue teniendo sentido la costumbre secular vividacomo obra de misericordia de «enterrar a los muertos» 10, como signo deesa espera.

Desde Cristo se puede superar la reacción instintiva y primaria, y afirmarcon el autor del Apocalipsis (21, 4):

«Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo,ni llanto, ni dolor, porque lo primero ha desaparecido».

Cantando la plegaria secular y solidaria:«Requiem æternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis».(«Concédeles el descanso eterno, Señor, y que brille para ellos la luzperpetua.»).

9 Catecismo de la Iglesia Católica 1681.10 Catecismo de la Iglesia Católica 2300.

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III.- LA MUERTEIII.- LA MUERTEIII.- LA MUERTEIII.- LA MUERTEIII.- LA MUERTEEN LA MISIÓN PASTORAL DE LA IGLESIA DE HOY.EN LA MISIÓN PASTORAL DE LA IGLESIA DE HOY.EN LA MISIÓN PASTORAL DE LA IGLESIA DE HOY.EN LA MISIÓN PASTORAL DE LA IGLESIA DE HOY.EN LA MISIÓN PASTORAL DE LA IGLESIA DE HOY.

El eje nuclear de la fe cristiana y de la teología eclesial sobre el sentidode la muerte humana está centrado en el misterio de Jesucristo, muerto yresucitado, como expresa la Constitución Conciliar sobre la Iglesia (LG) y laConstitución Conciliar sobre la Sagrada Liturgia (SC): «Por el bautismo, enefecto, nos configuramos en Cristo: «porque también todos nosotros hemossido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo» (1 Cor 12,13). Con este sagrado rito se representa y realiza la unión con la muerte yresurrección de Cristo: «con El hemos sido sepultados por el bautismo, paraparticipar en su muerte; mas, si hemos sido injertados en Él por la semejanzade su muerte, también lo seremos por la de su resurrección» (Rm 6, 4-5)»1.

Ante corrientes sociales tan desacralizadoras y deshumani-zadoras sobrela muerte en el mundo de hoy, se hace urgente proclamar con la Iglesia el«evangelio de la Vida eterna y de la Resurrección de los muertos en Cristo».La visión cristiana de la muerte, fruto de nuestra fe en Jesucristo muerto yresucitado, encierra un gran contenido sobrenatural y humano, que loscristianos debemos manifestar y ofrecer con gozo, mediante una ilusionadaactualización de la pastoral exequial, como servicio evangelizador yhumanizador a la sociedad actual.

1.- La muerte en la «dimensión evangelizadora» de la Iglesia.1.- La muerte en la «dimensión evangelizadora» de la Iglesia.1.- La muerte en la «dimensión evangelizadora» de la Iglesia.1.- La muerte en la «dimensión evangelizadora» de la Iglesia.1.- La muerte en la «dimensión evangelizadora» de la Iglesia.a) Pastoral de enfermosa) Pastoral de enfermosa) Pastoral de enfermosa) Pastoral de enfermosa) Pastoral de enfermosLa dimensión evangelizadora de la Iglesia advierte que, para «evangelizar

la muerte», es importante y necesario en primer lugar: «evangelizarpreviamente la enfermedad y el dolor» con una adecuada «pastoral deenfermos», que ha de intensificarse en los momentos próximos al desenlacefinal, sobre todo preparando para una recepción consciente y fructuosa delos Sacramentos propios, como son Penitencia, Unción de enfermos yEucaristía.

1 Cf. Lumen gentium, 7.

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Es muy importante igualmente que la Parroquia, por medio del sacerdotey de un grupo de laicos sensibles al dolor y la enfermedad, y la Capellaníadel hospital, se hagan presentes a las «familias de los enfermos» en momentostan dolorosos, conscientes de que también los familiares están muynecesitados de acompañamiento humano y espiritual en esas situaciones.

b) Carácter pascualb) Carácter pascualb) Carácter pascualb) Carácter pascualb) Carácter pascualLa dimensión evangelizadora de la Iglesia sobre la muerte ha de proclamar,

fundamentalmente, su «carácter pascual», es decir, el hecho redentor de laMuerte y Resurrección de Jesucristo por nosotros, y nuestra inserción en Élpor la fe y el bautismo, como dice la Constitución Conciliar sobre la SagradaLiturgia: «El rito de las exequias debe expresar más claramente el sentidopascual de la muerte cristiana»2.

La muerte, según la fe cristiana, no es solamente término de la condiciónitinerante del hombre sobre la tierra, sino también comienzo del estadodefinitivo de la vida eterna; así lo profesamos en nuestra fe cuando hacemosnuestras las palabras de la Sagrada Escritura: «si por el bautismo fuimossepultados en la muerte con Cristo, seremos resucitados, al igual que Él,para vivir una vida nueva» (Rom 6,4; Col 2,2). La Iglesia proclama que: «lavida de los que creen en Cristo no termina, se transforma, y al deshacersenuestra morada terrenal adquirimos una mansión eterna en el cielo»3.

La centralidad del «carácter pascual» de la muerte se hace presentelitúrgicamente en el rito exequial a través de:

- la oraciónoraciónoraciónoraciónoración: «por esta fe que profesamos, concede a nuestro(a)hermano(a), que acaba de participar en la muerte de Cristo, resucitartambién con Él en la luz de la vida eterna»4,

2 Cf. Sacrosanctum Concilium, 81.3 Cf. Misal Romano, prefacio I de difuntos.4 Cf. Ritual de exequias, pag 147.

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- la presencia del «cirio pascual encendidocirio pascual encendidocirio pascual encendidocirio pascual encendidocirio pascual encendido» junto al féretro,«símbolo del cuerpo glorioso y resucitado de Cristo»5,- la «aspersión de agua bendita sobre el cadáveraspersión de agua bendita sobre el cadáveraspersión de agua bendita sobre el cadáveraspersión de agua bendita sobre el cadáveraspersión de agua bendita sobre el cadáver», recordandosu condición de bautizado, según la expresión «por el bautismo fuistehecho(a) miembro de Cristo resucitado: el agua que ahoraderramaremos sobre tu cuerpo nos lo recordará»6.

c) Sentido penitencialc) Sentido penitencialc) Sentido penitencialc) Sentido penitencialc) Sentido penitencialLa dimensión evangelizadora de la Iglesia sobre la muerte debe proclamar

también su «sentido penitencial», dado que la muerte está, desde el principio,en estrecha relación con el pecado, según nos recuerda San Pablo: «Por unsolo hombre entró el pecado y por el pecado la muerte, y la muerte sepropagó a todos los hombres, puesto que todos pecaron» (Rom 5,12; 6,23;I Cor 15, 21-23).

El Catecismo de la Iglesia católica enseña al respecto: «Intérpreteauténtico de las afirmaciones de la Sagrada Escritura y de la Tradición, elMagisterio de la Iglesia enseña que la muerte entró en el mundo a causa delpecado del hombre. Aunque el hombre poseyera una naturaleza mortal,Dios lo destinaba a no morir. Por tanto, la muerte fue contraria a los designiosde Dios Creador, y entró en el mundo como consecuencia del pecado. Lamuerte corporal, de la cual el hombre se habría liberado si no hubiera pecado,es así «el último enemigo» del hombre que debe ser vencido»7.

El sentido penitencial de la muerte no debe ser considerado solamenteen una dimensión meramente negativa, es decir, como si la muerte fuesesólo condena del pecado, sino también en un sentido positivo, es decir, quela muerte es en Jesucristo liberación del pecado; así lo recuerda San Pabloen la conjunción de las dos frases siguientes:

5 Cf. Ritual de Exequias, pag. 122. dicen también las orientaciones del episcopadoespañol en el nº 46 del Ritual de Exequias: «este rito –que es optativo- tiene comofinalidad significar y subrayar la relación que se da entre la muerte del cristiano y laresurrección de Cristo, realidad que ilumina la muerte de los que en Él creyeron».6 Cf. Ritual de exequias, pag 132.7 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1008.

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- «si por el delito de uno solo reinó el pecado y por el pecado lamuerte, por la justicia de uno solo ha llegado a todos la reconciliacióny la vida» (Rom 5, 18-20).- «estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de estecuerpo para vivir con el Señor» (2 Cor 5,8).

El sentido penitencial de la muerte nace, pues, de la esperanza en laresurrección y de la presumible necesidad de purificación al salir de estemundo, ya que, para entrar a formar parte de la Iglesia del cielo y gozar asíde la presencia inmediata de Dios para siempre, es necesario recuperarpreviamente la belleza original de imagen de Dios tras la purificación de lasheridas que el pecado, ya perdonado, produce en el hombre. Afirma elCatecismo: «Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, peroimperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación,sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidadnecesaria para entrar en la alegría del cielo»8

Desde este sentido penitencial de la muerte es necesario saber «conjugarlas experiencias del dolor humano y de la esperanza cristiana». No estáajustado el expresar un exagerado optimismo resurreccional en lascelebraciones exequiales, como quien pinta de color de rosa la muerte,intentando anestesiar el dolor humano que nunca niega la fe, como tampococonviene, abundando en el derramamiento de lágrimas, ocultar el carácterpascual de la muerte del cristiano. Ni acentuar tanto la resurrección quedifumine el acontecimiento de la muerte, ni quedarse en el dolor de la muerte«entristecidos como los que no tienen esperanza» (I Tes 4,13).

d) Comunión de los santosd) Comunión de los santosd) Comunión de los santosd) Comunión de los santosd) Comunión de los santosLa dimensión evangelizadora de la Iglesia sobre la muerte anuncia también

el misterio de la «comunión de los santos», según el cual todos los bautizados,como miembros del cuerpo místico de Cristo, no solamente están unidos ala comunidad cristiana peregrina, sino también a la comunidad celestial delos que ya se fueron, es decir, de los bienaventurados, entre los que, sinduda, estarán familiares y amigos de cada uno.

8 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1030.

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Dice el Concilio Vaticano II: «Hasta que el Señor venga en su esplendorcon todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, susdiscípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican;mientras otros están glorificados, contemplando claramente a Dios mismo,uno y trino, tal cual es»9.

Mas todos, en forma y grado diverso, viven unidos en una misma caridadpara con Dios y para con el prójimo, y cantan idéntico himno de gloria anuestro Dios. «Pues todos los que son de Cristo por poseer su Espíritu,constituyen una misma Iglesia y mutuamente se unen en El»10 .

El misterio de la comunión de los santos, firmemente proclamado en lafe de la Iglesia, posibilita, a través de la oración, una ayuda inigualable parael perdón de los pecados del difunto y su consiguiente entrada en la gloriaeterna de Dios, porque «la unión de los miembros de la Iglesia peregrina conlos hermanos, que durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera seinterrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con lacomunicación de los bienes espirituales»11.

El Ritual de Exequias es rico en expresiones que hacen referencia a laparticipación de los difuntos en la comunión de los santos:

- «que tenga parte en la asamblea de los santos»,- «que los mártires y santos, junto con los ángeles, lo reciban y loconduzcan a la ciudad santa de Jerusalén»,- «que le des parte en el gozo de tus elegidos»,- «que se vea inundado de gozo en la asamblea de los santos», etc.»12.

9 L.G. 49.10 Cf. Lumen gentium, 49.11 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nº 955.12 Cf ritual de exequias, pags. 117, 127, 148.

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e) Rezar por los muertos y por los vivose) Rezar por los muertos y por los vivose) Rezar por los muertos y por los vivose) Rezar por los muertos y por los vivose) Rezar por los muertos y por los vivosComo consecuencia del misterio de la comunión de los santos, la dimensión

evangelizadora de la Iglesia sobre la muerte proclama e intensifica la prácticade la «oración por los difuntos» desde los primeros tiempos del cristianismo,«honrando así su memoria y ofreciendo sufragios por ellos, «pues es unaidea santa y piadosa orar por los difuntos para que se vean libres de suspecados». Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sinotambién hacer eficaz su intercesión en nuestro favor»13. De ahí que la primeraintención de la oración por los difuntos en la Iglesia sea con carácter de«sufragio por su eterno descanso»:

- «pidamos que le perdone sus faltas y le conceda una mansión de paz»,- «Señor Dios, perdón de los pecadores...»,- «que nuestro hermano... obtenga el perdón de todos sus pecados, afin de que resucite glorioso»,- «ningún hombre es inocente ante ti, si tú mismo no perdonas sus culpas»,- «para que, libre de la muerte, absuelto de sus culpas, reconciliadocon el Padre...»,- «y, si en algo pecó contra ti durante esta vida, que tu amormisericordioso lo purifique y lo perdone»14.

Junto a la oración de sufragio por el eterno descanso de los difuntos estátambién la «oración por los vivos», es decir, la oración de súplica e intercesiónpor el consuelo y esperanza para los familiares y amigos dolientes, imitandoasí al Señor Jesús, que consoló a la madre viuda de Naim que enterraba a suúnico hijo, como a Jairo desconsolado por la muerte de la hija, y a lasapenadas Marta y María por la pérdida de su hermano Lázaro (Lc 8, 49-52;Jn 11,23). El consuelo que la Iglesia suplica se fundamenta en la fe y esperanzaque nos ofrece el poder y la misericordia de Dios para con sus fieles, podery misericordia manifestados en Cristo. Así animaba Pablo a los tesalonicenses:«Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos,para que no os entristezcáis como los demás que no tienen esperanza. Porque

13 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nº 958.14 Cf. Ritual de exequias, pag. 138, 147, 154, 175, 183, 198.

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si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevaráconsigo a quienes murieron en Jesús (...) Consolaos mutuamente con estaspalabras» (1 Tes. 4, 13.18).

2.- Visión de la muerte desde la antropología cristiana como2.- Visión de la muerte desde la antropología cristiana como2.- Visión de la muerte desde la antropología cristiana como2.- Visión de la muerte desde la antropología cristiana como2.- Visión de la muerte desde la antropología cristiana comoservicio al hombre actual.servicio al hombre actual.servicio al hombre actual.servicio al hombre actual.servicio al hombre actual.

Ya se ha abundado anteriormente sobre la dificultad que presenta lamuerte en los tiempos actuales a lo hora de afrontarla y de integrarla en lamisma vida. La gran influencia a la que el hombre se siente sometido porfilosofías exotéricas, postmodernas, panteístas, y en definitiva neopaganas,le llevan a afrontar la muerte sin una esperanza personal que le libere delviejo mito del «eterno retorno» que supone un continuo ciclo de la vida, yque al mismo tiempo le saque de su soledad más radical concediéndole unapersonalidad original.

Ahora conviene hacer una serie de reflexiones desde la antropologíadesde la antropologíadesde la antropologíadesde la antropologíadesde la antropologíaque aporta la fe cristiana, como resultado del encuentro con Cristo Jesússeñor de vivos y muertosseñor de vivos y muertosseñor de vivos y muertosseñor de vivos y muertosseñor de vivos y muertos, en lenguaje entendible por el hombre de hoy.

a) La muerte, parte de la vida.a) La muerte, parte de la vida.a) La muerte, parte de la vida.a) La muerte, parte de la vida.a) La muerte, parte de la vida.La Iglesia ha de potenciar la dimensión humanizadora sobre la muerte,

afirmando el crecimiento de la libertad responsable en las personas, que lelleva a concebir: que el hecho de morir es parte esencial de la existenciahumana y; por el contrario, la pretensión de ignorar u ocultar el hecho de lamuerte, es signo de alienación e inmadurez, ya que intentar sociológicamente«matar la muerte» es, en definitiva, provocar la deshumanización del hombre.

La muerte es inherente a la condición humana. Aprender a vivir la muerte,asumiéndola conscientemente como un paso a cuidar y respetar, sin cederante posturas preventivas de miedo ante ella, es aprender a consideraríntegramente la propia identidad de la naturaleza humana, sin caer en posturasde evasión, resentimiento, huída, frustración, signos todos ellos de inmadurez.María Zambrano recordaba que no es la última hora la que hace la muerte,sino la que termina. El hombre no quiere morir y permanece en él el afán deperdurar, por eso siempre se ha preguntado: si la muerte es todo, ya nadatiene sentido; y si no lo es, entonces ¿qué ocurrirá tras de ella? El sentido de

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la muerte remite al sentido de la vida, como afirmaba Julián Marías: hay quelocalizar la muerte en la vida, intentar entenderla desde la vida. Ésta nopuede concebirse de espaldas a la muerte. En este sentido hay que ponderarla gran aportación que hace el humanismo cristiano.

b) El hombre como espíritu encarnado.b) El hombre como espíritu encarnado.b) El hombre como espíritu encarnado.b) El hombre como espíritu encarnado.b) El hombre como espíritu encarnado.El hombre no es un ser compuesto por dos partes alma, por un lado, y

cuerpo, por otro. El hombre es una unidad corporeo-espiritual. Lacorporalidad no es una parte del hombre sino el modo de ser del hombre.Por lo tanto cuando hablamos de cuerpo no señalamos únicamente unadimensión material, física o biológica, por ejemplo cada siete años cambiamostodas las células, pero no cambiamos de cuerpo. No sólo se tienese tienese tienese tienese tiene un cuerpo,sino que se esse esse esse esse es un cuerpo. De modo semejante se afirma que el hombre esespíritu, no concebido como una parte independiente del hombre, sino en sutotalidad: el espíritu es encarnado, corporalizado. Con el término espíritu oalma se designa aquella dimensión del hombre que es específica respecto aotros seres animados: su inteligencia y voluntad, su libertad, su conciencia,su mente, cuyo ejercicio se lleva a cabo siempre en, y mediante el cuerpo.

Así debe quedar claro que el hombre es un ser realmente corpóreo, yque es más que la mera dimensión orgánica de su existencia. El hombre es unser unitario y por lo tanto, es la persona humana la que se considera a símisma de forma espontánea sujeto único de acciones espirituales ycorporales. Alma y cuerpo por lo tanto han sido creados para integrarsemutuamente, formando un único ser que actúa como una sola naturaleza.

c) La corporidad humana y la muerte.c) La corporidad humana y la muerte.c) La corporidad humana y la muerte.c) La corporidad humana y la muerte.c) La corporidad humana y la muerte.El hombre es un ser mortal. La muerte nos hermana con todos los seres

vivos, pero la muerte del hombre no es puramente la muerte biológica de suorganismo, sino la muerte que afecta a toda la vida humana y personal. Es elfin de la biografía, la ruptura de los planes y proyectos, la separación conlos amados y con la comunidad. La vida después de la muerte no borra lamuerte, ni le quita nada de fin y de ruptura, puesto que la supervivenciadespués de la muerte en ningún caso cabe pensarla como pura continuidadde la vida presente. La muerte es corporal, pero afecta al hombre entero.

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Es el hombre el que muere. Si la dimensión espiritual o el alma pervive, elhombre en cuanto tal, no. El hombre muere, puesto que es esa unidadpsicosomática.

Lo anterior tiene implicaciones a la hora de concebir lo que es el cuerpohumano. Una vez muerto, el cadáver, hablando con propiedad, deja de serel cuerpo humano. Se puede hablar de restos, de cadáver…, pero nopropiamente del cuerpo humano. Éste siempre remite a un espíritu encarnado.Los restos o cadáver, son un símbolo de la persona que vivía pero no unaparte de ella . La persona ya no está allí. Una visión dualistadualistadualistadualistadualista, el hombrecomo un compuesto de dos partes cuerpo y alma, o una visión monistamonistamonistamonistamonista, elhombre reducido a pura materia, ni hacen justicia a la realidad del ser humano,ni responden a la tradición cristiana.

Desde esta visión, los restos mortales merecen un respeto y un tratamientoadecuado en virtud de lo que representan no tanto por lo que son.

Según la tradición católica, el alma, o dimensión espiritual del hombre,pervive aguardando la resurrección final de los muertos o de la carne.Momento en que ese alma volverá a informar su cuerpo. Será la inagotablefuerza de Dios, la que resucite al hombre dotándolo de una dimensión corporaltransfigurada. Por tanto, no se trata de la misma materia de la que se separótras la muerte. Entre la existencia resucitada y la terrena no hay parangón.Será un cuerpo glorioso, transformado, que no se verá condicionado por elespacio y el tiempo, al que por lo tanto no le afectará ni la muerte, nininguna de las limitaciones propias de la condición material de la existenciahistórica, «serán como ángeles del cielo» (Mc 12,19). San Pablo utilizadeterminadas categorías para hablar de él (I Cor 15, 38. 57), pero sobretodo, en estos términos: «en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuandosuene la última trompeta; porque sonará, los muertos resucitaránincorruptibles, y nosotros seremos transformados» (I Cor 15, 52). Pocomás se puede afirmar, pues se trata de un principio de vida nuevavida nuevavida nuevavida nuevavida nueva en nadaparecida a la vida anterior, de la cual no existe ningún tipo de experienciaempírica.

Con todo, lo que ha de quedar claro es que el hombre es un espírituencarnado, y que todo él es imagen y semejanza de Dios, en ello radica sudignidad. Al hablar de cuerpo no se incluye la misma realidad material, nisiquiera una parte del hombre, sino el propio espíritu encarnado. Dios, y

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sólo Él en la Resurrección, volverá a recrear el cuerpo para que el espíritulo vuelva a informar. Será el hombre el que resucitará pues el está constituidocomo una unidad . Ese cuerpo resucitado no será un compuesto de la materiatemporal, sino que será un cuerpo glorioso, no sometido ya a las leyes delespacio, del tiempo ni de la muerte.

Lo anteriormente expuesto ayuda a comprender el tratamiento que hade corresponder a los restos mortales desde la antropología cristiana por loque ellos representan, e igualmente la afirmación de que no existe ningunaobjeción a la donación de órganos.

d) La muerte, acontecimiento esperanzadord) La muerte, acontecimiento esperanzadord) La muerte, acontecimiento esperanzadord) La muerte, acontecimiento esperanzadord) La muerte, acontecimiento esperanzadorVistas así las cosas, la Iglesia ha de procurar que el hecho de morir sea un

acontecimiento humanizador:- convirtiendo algo que de suyo es disgregador, como la misma muerte,en acontecimiento integrador, recordando que la muerte sueleconvocar y reunir frecuentemente más que la vida, siendo en ocasionesmomento propicio para estrechar lazos familiares y sociales;- protestando contra el carácter fatalista de la muerte, que algunosdifunden al considerarla el gran fraude de la vida. Para el cristiano, lamuerte nunca tiene la última palabra, porque el Señor Jesús, asumiendola muerte como sacrificio redentor y resucitando de entre los muertosal tercer día, «como primicia de los que murieron» (Hch 26, 23; I Cor15,20), confirma la esperanza de la vida eterna a los hombres. Hemossido, pues, creados y destinados por Dios Padre para la «Vida»;- intensificando el uso de un adecuado lenguaje en las celebracionesexequiales, de tal forma que ensamble correctamente los seriosinterrogantes que la muerte suscita y las certezas que ofrece la fe. Ellenguaje simbólico y real, que ofrece abundantemente la Palabra deDios, evoca el sentido de la muerte como peregrinación y viaje,descanso y sueño reparador, liberación y transformación, nuevonacimiento y configuración con Cristo, etc., que sirve para aproximarla asimilación del misterio, aunque no desentrañe su esencia.

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IV.- LA DONACION DE ÓRGANOS DE UN CADÁVER.IV.- LA DONACION DE ÓRGANOS DE UN CADÁVER.IV.- LA DONACION DE ÓRGANOS DE UN CADÁVER.IV.- LA DONACION DE ÓRGANOS DE UN CADÁVER.IV.- LA DONACION DE ÓRGANOS DE UN CADÁVER.

1.- Nueva situación1.- Nueva situación1.- Nueva situación1.- Nueva situación1.- Nueva situaciónLa donación de órganos, tanto de seres vivos como de fallecidos, es uno

de los grandes avances que desde hace unas décadas la ciencia vieneposibilitando. «Los trasplantes de tejidos y de órganos constituyen una granconquista de la ciencia médica y son ciertamente un signo de esperanzapara muchas personas que atraviesan graves y a veces extremas situacionesclínicas...Esto nunca hubiera podido suceder si el compromiso de los médicosy la competencia de los investigadores no hubieran podido contar con lagenerosidad y el altruismo de quienes han donado sus órganos»1. Lo cualprecisa de una clara respuesta moral desde la fe cristiana.

El progreso técnico contemporáneo facilita cada vez más instrumentospara ejercer el egoísmo y la cerrazón en el propio corazón, pero igualmenteese progreso abre nuevos caminos de socialización. La globalización, aunquetiene su origen en el mundo económico, también facilita caminos desolidaridad, concretamente en un campo prodigioso como es el mundo delos transplantes. En él parece estar lográndose una forma más alta defraternidad. Al compartir órganos del propio cuerpo o del de un familiarfallecido, se está posibilitando la conversión de la muerte en algo de vida.Es éste un tema que debe llenar de alegría también a los cristianos: enfermoscardiacos, hepáticos, diabéticos, con ceguera, etc. pueden tener solución asu dolor en el trasplante motivado por razones comprometidas por la fe.

Asombra comprobar que entre los motivos que frenan más la generosidadde muchos en la donación de órganos destacan las razones o prejuiciosreligiosos. El respeto casi sagrado que durante siglos se ha predicado haciael propio cuerpo hace que algunos creyentes se resistan a llevar a cabo ladonación de órganos.

Por otra parte, la falta de información y mentalización previas, la situacióntraumática y dolorosa que los familiares experimentan ante la muerte de susseres queridos, los respetos humanos, el miedo al «qué dirán», y los ritosfunerarios tan anclados en la tradición cultural, dificultan o impiden esa donación,

1 Benedicto XVI. Discurso 7 noviembre de 2008.

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y pueden conducir a la idea de que son los otros los que deben ayudar en estesentido, o hacen pensar que «cada uno debe resolver sus problemas».

Es momento de disipar temores, por eso conviene tener claro que parala moral cristiana la donación de órganos en general es compatibledonación de órganos en general es compatibledonación de órganos en general es compatibledonación de órganos en general es compatibledonación de órganos en general es compatiblecon la fecon la fecon la fecon la fecon la fe, siempre que se salven unas condiciones previas, como apunta ladoctrina del Magisterio de la Iglesia..

2.- Doctrina cristiana2.- Doctrina cristiana2.- Doctrina cristiana2.- Doctrina cristiana2.- Doctrina cristianaEl contexto general debería excluir siempre la especulación y, dentro del

respeto al cuerpo, verdadero templo del Espíritu Santo (I Cor 6,19), lajustificación primera y más auténtica es sin duda ninguna la caridad: «Dadgratis, lo que gratis habéis recibido» (Mt 10,8), imitando al Señor Jesús quienafirmó que «nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos»(Jn15,13). Él mismo se puso de ejemplo y alentó con sus palabras cuandoafirmando que: «lo que hicisteis con uno de estos, mis hermanos máspequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt.25,40). ¿Y quién es más pequeñueloque el enfermo?, recuerdan los obispos españoles2.

El Catecismo de la Iglesia Católica, dentro del apartado que dedica alrespeto que se le debe a los muertos, afirma de modo breve que: «el dongratuito de órganos después de la muerte es legítimo y puede ser meritorio»3.Y en otro lugar explicita más esta doctrina básica declarando que la donaciónes un acto noble y meritorio que debe ser alentado como manifestación desolidaridad generosa. Admisible moralmente si el donante o susrepresentantes dan explícito consentimiento4.

La doctrina cristiana al respecto arrancó con el papa Pío XII en los añoscincuenta del siglo pasado cuando se comenzaron a llevar a cabo los primerostrasplantes y las transfusiones de sangre5.

2 Conferencia Episcopal Española. Secretariado Comisión Episcopal de Pastoral. Ladonación de órganos.. Octubre 1984.3 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica nº 2301.4 Cfr. Catecismo de la Iglesia catolica nº 2296.5 PÍO XII, A los delegados de la Asociación italiana de donadores de córnea y de laUnión italiana de ciegos, 14 mayo 1956, en AAS 48 (1956).

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Juan Pablo II interpretó las donaciones como «un regalo hecho al Señorpaciente, que en su pasión se ha dado en su totalidad y ha derramado susangre para la salvación de los hombres». En la encíclica Evangelium Vitaealudió, aunque de modo breve, al tema de los transplantes de órganos endos ocasiones: por un lado condenó el recurrir a la eutanasia para disponerde mayor disponibilidad de órganos para el transplante6; y más adelanteafirmó que «merece especial reconocimiento la donación de órganos,realizada según criterios éticamente aceptables, para ofrecer una posibilidadde curación e incluso de vida, a enfermos tal vez sin esperanzas»7.

En agosto del año 2000, en el XVIII Congreso Internacional de la Sociedadde Transplantes, Juan Pablo II defendió más explícitamente la donación deórganos como «un auténtico acto de amor». Allí afirmó que «cada donaciónde un órgano por la salud y el bien de otra persona es un gesto que es ungenuino acto de amor. No sólo se trata de dar algo que pertenece a nosotros,sino también de dar algo de nosotros mismos porque por virtud de su unióncon el alma, el cuerpo humano no puede ser considerado un conjunto detejidos, órganos y funciones; es más bien una parte constitutiva de la personaque se manifiesta y expresa a través de él». Y finalmente puso en guardiasobre una serie de problemas consecuentes como es el mismo concepto demuerte, y los criterios de distribución de los órganos en las listas de espera,que siempre han de establecerse desde la justicia, lo que exige que estos «nosean discriminatorios (basados en la edad, sexo, raza, religión, condiciónsocial) o utilitaristas. Para determinar quién tiene la precedencia en larecepción de órganos hay que atenerse a valoraciones inmunológicas yclínicas».

La enseñanza de Benedicto XVI también se ha ocupado del tema de ladonación de órganos y de los transplantes en varias ocasiones, pero deforma especial lo hizo en el Discurso a los Participantes en el CongresoInternacional sobre la Donación de Órganos organizado por la AcademiaPontificia para la Vida el 7 de noviembre de 2008. Siguiendo en línea decontinuidad de la doctrina de sus antepasados pontífices, añadió a la vezaspectos novedosos.

6 Cfr. E V nº 15. 1995.7 Cfr. E V nº 86.

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Concibe la donación dentro de lo que llama la «lógica de la gratuidad».«En efecto, existe una responsabilidad del amor y de la caridad quecompromete a hacer de la propia vida un don para los demás, si se quiereverdaderamente la propia realización. Como nos enseñó el Señor Jesús, sóloquien da su vida podrá salvarla (cf. Lc 9, 24)». Y acudiendo a motivacionesmás místicas, refiere la donación como «un regalo hecho al Señor paciente,que en su pasión se ha dado en su totalidad y ha derramado su sangre parala salvación de los hombres».

Dada la complejidad que el tema va presentando en los últimos tiempos,pide el Pontífice volver a reflexionar en esta conquista de la ciencia, paraque por la multiplicación de peticiones, no se alteren los principios éticosque han de sustentarla, para ello se remite a su propia enseñanza en la encíclicaDeus caritas est donde afirmó que «el cuerpo nunca podrá ser consideradocomo un mero objeto»8, de lo contrario en el tema de los transplantes seimpondría la lógica del mercado. «El cuerpo de toda persona, junto con elespíritu que es dado a cada uno individualmente, constituye la unidadinseparable en la que está impresa la imagen de Dios mismo. Prescindir deesta dimensión lleva a perspectivas incapaces de captar la totalidad delmisterio presente en cada persona. Por tanto, es necesario que en primerlugar se ponga el respeto a la dignidad de la persona y la defensa de suidentidad personal». Ya en este sentido anteriormente Juan Pablo II habíaafirmado que el cuerpo humano no puede ser considerado como un complejode tejidos, órganos y funciones, sino que es parte constitutiva de la persona.

3.- Condiciones.3.- Condiciones.3.- Condiciones.3.- Condiciones.3.- Condiciones.Las condicionescondicionescondicionescondicionescondiciones que el Papa Benedicto XVI enumera que han de confluir

en la moralidad de los transplantes son las siguientes:- No poner en peligro la salud ni la propia identidad, que en el caso delos cadáveres sólo correspondería al segundo elemento.- Eliminar criterios discriminatorios y utilitaristas, porquedesnaturalizarían el mismo gesto de donación.

8 Cfr. Deus caritas est, 5.

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- Desechar el abuso en personas inocentes, como pueden ser los niños,y la destrucción de los embriones humanos aunque ésta se entiendapor fines terapéuticos, porque «considerar el embrión como «materialterapéutico» contradice los fundamentos culturales, civiles y éticossobre los que se basa la dignidad de la persona».- Que sea siempre expresión de un gesto de la gratuidad por parte delos familiares del fallecido, y así ha de ser entendido por el que recibeel órgano, que «debería ser consciente del valor de este gesto, ya quees destinatario de un don que va más allá del beneficio terapéutico.Lo que recibe es un testimonio de amor que debe suscitar tambiénuna respuesta generosa, de modo que crezca la cultura del don y dela gratuidad».- Garantizada la libertad para que el trasplante no se interprete comoun acto coercitivo o de abuso. Juan Pablo II había utilizado la expresión«eventual consenso por parte de los parientes».- Los órganos vitales sólo puede extraerse de un cadáver respetandose dignidad propia.

4.- La muerte4.- La muerte4.- La muerte4.- La muerte4.- La muerteUn problema, que va implícito en todo esto, es el hecho mismo de la

muerte, condición indispensablecondición indispensablecondición indispensablecondición indispensablecondición indispensable para que un órgano vital pueda sertransplantado.

Pío XII se había ocupado del tema llegando a afirmar que «es competenciadel médico el dar una determinación clara y precisa de la ‘muerte’ y del‘momento de la muerte’ de un paciente que muere sin recobrar la conciencia…La respuesta no puede inducirse de principios religiosos y morales y,consiguientemente, es un aspecto que está fuera de la competencia de laIglesia»9.

Juan Pablo II posteriormente había reparado en el asunto, apuntandoque el diagnóstico de la muerte constituye un dilema ético básico ya que «eléxito de la intervención depende de la rapidez con que los órganos son

9 Mayo 1956.

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extraídos del donante después de su muerte. ¿En qué momento tiene lugarlo que nosotros llamamos la muerte? Éste es el punto crucial del problema».

Respetar el hecho mismo de la muerte implica que «el respeto debido a lavida humana prohíbe sacrificarla, directa y positivamente, aun cuando seaen beneficio de otro ser humano al que se creería tener razón de favorecer».Y añadía el Papa que «los científicos, los analistas, los eruditos, debencontinuar sus investigaciones y sus estudios a fin de determinar lo másexactamente posible el momento exacto y la señal irrecusable de la muerte.Porque, tomada esta determinación, el conflicto aparente entre el deber derespetar la vida de una persona y el deber de cuidar o incluso de salvar lavida a otro desaparece».

Sobre el tema del momento de la muerte, el Papa polaco tuvo diversasintervenciones, pero tal vez la de mayor claridad se condensara en el discursoque pronunció para el XVIII Congreso Internacional de la Sociedad deTransplantes cuando, después de animar a este modo de vivir la caridad yrefiriéndose al momento desde donde debería partir el transplante, dijo que«los órganos vitales sólo se pueden extraer del cuerpo de un individuo«ciertamente muerto». Aquí nace «una de las cuestiones más debatidas enlos círculos bioéticos actuales», el problema de «la constatación de la muerte».En este sentido, «es oportuno recordar que existe una sola ‘muerte de lamuerte de lamuerte de lamuerte de lamuerte de lapersona’persona’persona’persona’persona’, consistente en la total desintegración de aquel complejo unitarioe integrado que es la persona en sí misma…La muerte de la persona entendidaen este sentido radical es un evento que no puede ser directamente verificadopor ninguna técnica científica ni metódica empírica. Pero, la experienciahumana enseña también que la muerte de un individuo produce inevitablementesignos biológicos»10.

Avanzando este mismo sentido, Benedicto XVI años más tarde supoañadir que «la ciencia, en estos años, ha hecho progresos ulteriores paraconstatar la muerte del paciente», sin indicar que en ello se incluye la muertecerebral o el cese de funciones vitales como la respiración, la circulación, laactividad del sistema nervioso. Pide un consenso científico claro «paraconstatar la muerte del paciente», sin albergar la mínima sospecha de arbitrio.En estos casos, citando el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica,

10 Agosto de 2000.

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afirma que «debe asumirse como criterio principal el respeto por la vida deldonante de manera que la extracción de órganos sólo tenga lugar tras haberconstatado su muerte real»11. Y «cuando no se haya alcanzado todavía lacerteza, debe prevalecer el principio de precaución»12.

5.- Últimas exhortaciones pastorales.5.- Últimas exhortaciones pastorales.5.- Últimas exhortaciones pastorales.5.- Últimas exhortaciones pastorales.5.- Últimas exhortaciones pastorales.Los obispos españoles, han seguido este sentir de la Iglesia y, preocupados

por iluminar a las iglesias particulares a ellos encomendadas, se habíanpronunciado ya en octubre de 1984 con una Exhortación Pastoral firmadapor los componentes del Secretariado de la Comisión de Pastoral. Así definíanla intencionalidad de su trabajo: «Deseamos expresar, en esta ExhortaciónPastoral, nuestro estímulo y aliento a los enfermos y familiares que sufren yesperan nuestra generosidad, a las asociaciones de enfermos que con empeñollevan a cabo una labor de sensibilización, a los equipos médicos que contanto esfuerzo y entrega luchan por estar al día y ofrecer a los enfermos unavida mejor, a los órganos legislativos y administrativos y a los medios decomunicación social que han mostrado su sensibilidad y preocupación por elproblema. Y queremos también mostrar nuestro reconocimiento a los queya han decidido donar sus órganos en caso de muerte».

Haciendo alusión al modo como era acogida la posibilidad del transplanteen la sociedad española del momento en que ellos escriben y, conscientesde que muchos cristianos presentaban sospechas por motivos religiosos,llegan a afirmar: «Nosotros, como pastores de la Iglesia, tenemos la obligaciónde disipar esos temores disipar esos temores disipar esos temores disipar esos temores disipar esos temores». Aunque exigen algunas condiciones paragarantizar la moralidad de los trasplantes de muerto a vivo, como son: «queel donante o sus familiares obren con toda libertad y sin coacción; que sehaga por motivos altruistas y no por mercadería, que exista una razonableexpectativa de éxito en el receptor; que se compruebe que el donantes estárealmente muerto». Razones que les hacen sentirse, como ellos mismosafirman, en continuidad con la doctrina papal comenzada por Pío XII.

11 Nº 476.12 Cfr. Discurso de noviembre 2008.

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Especialmente claro es su lenguaje cuando afirman que «cumplidas estascondiciones, no sólo no tiene la fe nada contra tal donación, sino que lalalalalaIglesia ve en ella una preciosa forma de imitar a Jesús Iglesia ve en ella una preciosa forma de imitar a Jesús Iglesia ve en ella una preciosa forma de imitar a Jesús Iglesia ve en ella una preciosa forma de imitar a Jesús Iglesia ve en ella una preciosa forma de imitar a Jesús que dio lavida por los demás. Tal vez en ninguna otra acción se alcancen tales nivelesde ejercicio de la fraternidad. En ella nos acercamos al amor gratuito yeficaz que Dios siente hacia nosotros. Es un ejemplo vivo de solidaridad. Esla prueba visible de que el cuerpo de los hombres puede morir, pero que elamor que los sostiene no muere jamás». Y añaden que, «así, el donantecristiano debe de iluminar su gesto como expresión de alta fraternidad, y«convertir así una muerte en algo de vida»13.

En este contexto general, la Conferencia Episcopal Española llegó aredactar en diciembre de 2000 el Testamento Vital, que si bien no trata eltema de la donación de órganos, sí marca la ambientación en la que el cristianoha de afrontar la muerte y sus consecuencias.

13 Cfr. Secretariado Comisión Episcopal de Pastoral. La donación de órganos. 25 deoctubre de 1984.

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TESTAMENTO VITALTESTAMENTO VITALTESTAMENTO VITALTESTAMENTO VITALTESTAMENTO VITALA mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario:Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de

los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que estadeclaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumidade forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como si setratara de un testamento.

Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios,pero no es el valor supremo y absoluto. Sé que la muerte es inevitable ypone fin a mi existencia terrena, pero creo que me abre el camino a la vidaque no se acaba, junto a Dios.

Por ello, yo, el que suscribe, pido que si por mi enfermedad llegara aestar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por mediode tratamientos desproporcionados; que no se me aplique la eutanasia (ningúnacto u omisión que por su naturaleza y en su intención me cause la muerte) yque se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.

Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propiamuerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento en paz, con lacompañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana, también pormedio de los sacramentos.

Suscribo esta declaración después de una madura reflexión. Y pido quelos que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Designo para velar porel cumplimiento de esta voluntad, cuando yo mismo no pueda hacerlo, a

________________________________________________________ .Faculto a esta misma persona para que, en este supuesto, pueda tomar

en mi nombre, las decisiones pertinentes. Para atenuaros cualquier posiblesentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración.

Nombre y apellidos: _______________________________________.Firma:

Lugar y fecha: ___________________________________________.

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Varios han sido los episcopados interesados en su labor pastoral poreste tema, valga como ejemplo, por la sinceridad de las palabras contenidas,la nota publicada por la Comisión de Acción Social de la ConferenciaEpiscopal de Francia, cuando se expresaba en estos términos: «Invitamos auna reflexión personal y a hablarlo en familia y en el interior de las comunidadesparroquiales o de las asociaciones cristianas. Al hacer este llamamiento, nopretendemos hacer una presión indebida sobre las conciencias. Os invitamossobre todo a tomar conciencia de que la muerte puede llegar a nosotros o anuestros seres queridos de forma imprevista, y que a veces esta muertepuede convertirse en la ocasión para realizar un acto de solidaridad de granvalor»14.

Actualmente, transcurridas ya varias décadas desde que vienen siendouna realidad los transplantes de órganos, tanto de seres vivos como dedifuntos, en la sociedad parece ser ya un hecho bastante asumido, y cadadía quedan menos recelos al respecto, sobre todo de tipo religioso. La mismaTeología Moral es unánime en aconsejar los transplantes como un modosublime de caridad. En palabras de un de los moralistas actuales: «es ungesto sin duda de caridad heroica. Quien lo realiza se conforma másíntimamente con Cristo, que da su vida en rescate por todos»15.

Y en palabras de Benedicto XVI: «El camino real que es preciso seguir,hasta que la ciencia descubra nuevas formas posibles y más avanzadas deterapia, deberá ser la formación y la difusión de una cultura de la solidaridadque se abra a todos, sin excluir a nadie. Una medicina de los trasplantescoherente con una ética de la donación exige de todos el compromiso derealizar todos los esfuerzos posibles en la formación y en la informaciónen la formación y en la informaciónen la formación y en la informaciónen la formación y en la informaciónen la formación y en la informacióna fin de sensibilizar cada vez más a las conciencias en lo referente a unproblema que afecta directamente a la vida de muchas personas. Seránecesario, por tanto, superar prejuicios y malentendidos, disipardesconfianzas y temores para sustituirlos con certezas y garantías,permitiendo que crezca en todos una conciencia cada vez más generalizadadel gran don de la vida»16.

14 Año 199615 Gino Concetti. L’Obsservatore Romano 27 octubre 1997.16 Noviembre 2008.

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V.- V.- V.- V.- V.- LA INCINERACIÓN.LA INCINERACIÓN.LA INCINERACIÓN.LA INCINERACIÓN.LA INCINERACIÓN.

La «cremación e incineración de los cadáveres», que de modosignificativamente creciente se va extendiendo en nuestra sociedad actual,también requiere, como realidad novedosa, una reflexión para ayudar a lacompresión y discernimiento de las cuestiones que plantea, y para aunarcriterios y comportamientos a la hora de establecer una pastoral adecuada.

Como planteamiento general se ha de tener claro que la inhumación y laincineración son dos formas distintas de actuación sobre los cadáveres delos difuntos, ya que «ambas formas son lícitas y están permitidas por laIglesia en la ac-tua-lidad, aunque gocen de distinta valoración», según disponeel Código de Derecho Canónico: «la Iglesia aconseja vivamente que seconserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos; sinembargo, no prohíbe la cremación, a no ser que haya sido elegida por razonescontrarias a la doctrina cristiana»1.

1.- Respeto hacia los cadáveres1.- Respeto hacia los cadáveres1.- Respeto hacia los cadáveres1.- Respeto hacia los cadáveres1.- Respeto hacia los cadáveresLa persona humana, hombre o mujer, es considerada, según la concepción

cristiana, como «ser en unidad de alma espiritual y cuerpo material». Dice laconstitución conciliar Lumen Gentium: «En la unidad de cuerpo y alma, elhombre, por su misma condición corporal, es una síntesis del universomaterial, el cual alcanza por medio del hombre su más alta cima y alza la vozpara la libre alabanza del Creador. No debe, por tanto, despreciar la vidacorporal, sino que, por el contrario, debe tener por bueno y honrar a supropio cuerpo, como criatura de Dios que ha de resucitar en el último día»2.

Si a la unidad substancial de la persona humana se añade la visión cristianadel cuerpo humano, en cuanto que es «templo del Espíritu Santo»( I Cor 3,16-17; 2 Cor 6,16), y la profesión de la fe en la «resurrección de la carne enel último día» (Jn 6, 39-40; Rom 8, 11; I Tes 4, 14; I Cor 6, 14; 2 Cor 4, 14;Flp 3, 10-11), se encuentran razones más que suficientes para que la Iglesia

1 Cf. Canon 1176, 3.2 Cf. Lumen gentium, 14.

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sea cuidadosa y vigilante sobre «el tratamiento y la veneración debidos alcuerpo de cada bautizado, también después de su muerte». Contrariamente,a la Iglesia le duele cualquier manipulación incorrecta de los restos mortalesde los difuntos, como las que recientemente se anuncian como técnicas detanato-praxia, consideradas más propias de una cultura paganizante osecularista.

¿Cuál y cómo ha sido la tradición milenaria del Pueblo de Dios, en elamor y respeto a los difuntos? Es momento oportuno para reparar en unbreve recorrido a través de los usos y costumbres funerarias, tanto en elAntíguo como en el Nuevo Testamento, para finalizar en la práctica milenariade la Iglesia, que llega hasta los tiempos actuales.

2.- Tradición en el Antiguo Testamento2.- Tradición en el Antiguo Testamento2.- Tradición en el Antiguo Testamento2.- Tradición en el Antiguo Testamento2.- Tradición en el Antiguo TestamentoYa en el Antiguo Testamento los israelitas, llevados por su sentido religioso

y desde la escucha de la Palabra de Dios, se preocupaban mucho de rodearcon amor y respeto los cuerpos de los difuntos, considerando un debersagrado «darles sepultura».

Tal convicción les hacía sentir que era un deshonor o una falta de respetomantener insepultos a los cadáveres (Is 34, 3; Sal 79, 2; Ecl 6,3); es más, uncadáver insepulto era considerado como persona «castigada de Dios» (Dt28,26; 2 Re 9,10; Jer 7,33; 14, 16; Ez 29,5). Consecuentemente, hayconstancia de que los judíos tenían la costumbre de enterrar a «difuntosabandonados» (Tob 12, 11-13) que se encontraban y que no tenían familiareso amigos conocidos, como también solían dar sepultura incluso a los «propiosenemigos»(I Re 2, 31; 2 Re 9,34).

Las «tumbas» eran consideradas como lugares dignos de honor y, por lomismo, se mantenían con un gran respeto; se construían en cuevas naturaleso en cuevas excavadas en la roca, como asimismo cavando fosas en elsuelo; solían «blanquearse» para que fuesen reconocidas como lugar sagradoy así fuesen respetadas por cuantos transitaban a su alrededor.

3.- Tradición en el Nuevo Testamento3.- Tradición en el Nuevo Testamento3.- Tradición en el Nuevo Testamento3.- Tradición en el Nuevo Testamento3.- Tradición en el Nuevo TestamentoEn la tradición cristiana se continúan aplicando las costumbres judías

sobre el respeto y amor a los difuntos, y sobre el deber de darles sepultura.

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Baste recordar, según los textos evangélicos, los enterramientos de Juan elBautista (Mt 14,12), Lázaro (Jn 11, 1-44), el hijo de la viuda de Naím (Lc7,12) etc.

Mención aparte merece la «sepultura de Jesús», que el evangelista SanJuan la narra en los términos siguientes: «Después de esto, José de Arimatea,que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió aPilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió.Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. Fue también Nicodemo –aquel queanteriormente había ido a verle de noche- con una mezcla de mirra y áloe deunas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos conlos aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar. En el lugar dondehabía sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, enel que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día dela Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús» (Jn20, 38-42).

Desde sus mismo orígenes, la fe cristiana profesa: «Creo en Jesucristo,muerto y sepultado», es decir, confiesa que Jesús, tras su muerte en cruz,fue depositado en un sepulcro, y permaneció en él hasta el momento de suresurrección.

La inhumación, es decir, «depositar el cadáver en tierra», se convierte, apartir de la sepultura de Jesús, en «imperativo» para los primeros cristianos,que enterrarán a sus muertos, a imitación del Maestro, y en «signo de identidadcristiana», frente a otras costumbres paganas del entorno.

Es evidente que la inhumación del cadáver en las entrañas de la tierraposee un fuerte simbolismo bíblico, haciendo referencia a los relatos dellibro del Génesis sobre la creación del hombre: «entonces Yahvé Diosformó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento devida, y resultó el hombre un ser viviente» (Gn 2,7); así, el cuerpo, formadopor Dios Creador del barro de la tierra, es devuelto al mismo Dios Creador,depositándolo en la tierra, cuando llega la muerte. También se aplica a lasepultura la lección evangélica, manifestada en la expresión: «si el granode trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da muchofruto» (Jn 12,24), simbolismo que aprovechará bellamente el apóstol SanPablo para enseñar sobre el modo de la resurrección de la carne (I Cor15,35-50).

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El Ritual de exequias dice en las Orientaciones: «La Iglesia deposita elcuerpo del difunto en las entrañas de la madre tierra, como el agricultorsiembra la semilla en el surco, con la esperanza de que un día renacerá conmás fuerza, convertido en cuerpo transfigurado y glorioso»3

El Catecismo de la Iglesia Católica recoge y subraya este aspectosimbólico de la inhumación con la siguiente expresión: «La Iglesia que, comoMadre, ha llevado sacramental-mente en su seno al cristiano durante superegrinación terrena, lo acompaña al término de su caminar para entregarloen las manos del Padre. La Iglesia ofrece al Padre, en Cristo, al hijo de sugracia, y deposita en la tierra, con esperanza, el germen del cuerpo queresucitará en la gloria»4.

4.- Tradición en la Iglesia4.- Tradición en la Iglesia4.- Tradición en la Iglesia4.- Tradición en la Iglesia4.- Tradición en la IglesiaLa Iglesia, desde los primeros siglos, construye cementerios, a veces en la

modalidad de catacumbas, para reposo de sus fieles difuntos y para poderhonrar a los mártires. Pasado el tiempo, construye cementerios en sus propiostemplos o en zonas colindantes, hasta que, posteriormente se desplazan azonas exteriores de las poblaciones por razones de higiene pública.

Desde su fe y esperanza en la resurrección de los muertos, ha entendidoy ha enseñado que el enterramiento de los fieles difuntos es siempre un«acto religioso», y que las tumbas deben ser bendecidas como «lugarsagrado». La «aspersión e incensación del cuerpo de los difuntos» en lacelebración ritual de exequias, y la norma eclesiástica de que «los cadávereso sus cenizas se depositen en lugar sagrado», avalan significativamente elcuidado maternal de la Iglesia por los fieles difuntos, como corresponde a lacondición de hijos de Dios, e hijos de la misma Iglesia.

A partir de mediados del siglo veinte, tras la renovación litúrgica conciliar,se da un paso importante en la normativa disciplinar de la Iglesia, al permitirla cremación de cadáveres, si hay causa justa, pero «prohíbe celebrar ritoreligioso en el crematorio y celebrar rito de exequias sobre las cenizas»5.

3 Cf. Ritual de exequias. Orientaciones, nº 9.4 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1683.5 Cf. Instrucción del Santo Oficio «Piam et constantem» (1963)

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4 9DIÓCESIS DE JAÉN

Pocos años después, concretamente en el año 1969, el «Ordo exequiarum»suprime alguna de las prohibiciones anteriores, permitiendo que los ritosprevistos para la capilla y junto al sepulcro puedan celebrarse en elcrematorio.

Actualmente, la disciplina eclesiástica, a través del Código de DerechoCanónico de 1983, permite la práctica de la incineración entre los cristianoscatólicos: «La Iglesia aconseja vivamente que se conserve la piadosacostumbre de sepultar el cadáver de los difuntos; sin embargo, no prohíbela cremación, a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a ladoctrina cristiana»6.

En el mismo sentido, el Ritual de Exequias, en sus Orientaciones Pastorales,recuerda que: «el rico simbolismo de la inhumación es lo que explica laresistencia de la Iglesia a admitir otro tipo de práctica con respecto a loscadáveres. Sin embargo, actualmente no se prohíbe la cremación, con talque no suponga desprecio del dogma de la resurrección de los muertos;también la incineración de los cadáveres puede compaginarse con la creenciaen la resurrección y ser indicio de fe en el poder de Dios que es capaz deretornar las cenizas a la vida gloriosa»7.

Es lógico que, por la tradicional reticencia de la Iglesia hasta hoy sobre laincineración, no se haya desarrollado una «ritualidad» adecuada. Actualmente,los documentos eclesiales comienzan a ofrecer orientaciones litúrgicas ypastorales para vivir cristianamente el momento de la cremación del cadáverde un cristiano.

Aunque se prefiere que los ritos exequiales se celebren ante el cadáver«antes de ser incinerado», está previsto que, en algún caso, si la familiasolicita razonablemente que la cremación tenga lugar antes de los ritosexequiales, puede celebrarse el rito o misa exequial ante la urna que contienelas cenizas, previa autorización del Ordinario del lugar8.

6 Cf. Canon 1176,3.7 Cf. Ritual de exequias. Orientaciones, nº 10.8 Cf. Ritual de exequias. Libro VI, capítulo VII titulado «Celebración de las exequiasen casos de cremación del cadáver. Celebración de las exequias ante la urna de lascenizas» pag 1106-1117.

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5.- Contexto socio-cultural actual5.- Contexto socio-cultural actual5.- Contexto socio-cultural actual5.- Contexto socio-cultural actual5.- Contexto socio-cultural actualEn el contexto socio-cultural actual, la opinión se divide en pro y en

contra de la inhumación y en pro y en contra de la incineración.Por un lado, los defensores de la concepción unitaria del ser humano

defienden la «inhumación» y luchan contra la incineración, porque, segúnellos, ésta vulnera la totalidad del hombre; en este sentido, judíos ymusulmanes, incluso cristianos seguidores de la antropología bíblica unitaria,todavía hoy se muestran contrarios a la cremación de cadáveres porconsiderarla una destrucción antinatural del ser humano.

Por otro lado, sin embargo, emerge con fuerza, en la actual sociedadoccidental, la práctica de la «cremación e incineración» como formaalternativa a la inhumación y, aunque se reconocen que dicha práctica hasido siempre más propia en las culturas orientales, defienden la mayorcreatividad simbólica, que supone la incineración, en cuanto representapurificación del cuerpo y sublimación del espíritu a través del fuego.

En todo caso, habría que estar atentos a las motivaciones que provocanla incineración; algunos analistas del tema advierten de que, en muchos casos,la cremación e incineración en este contexto socio-cultural occidentalobedece a motivaciones muy variadas, que conviene analizar y tener encuenta a la hora de actuar pastoralmente, sobre todo cuando afecta al casoconcreto y particular, y siempre desde la visión de fe.

En el tema de las cremaciones e incineraciones pueden darse:- motivos «urbanísticos»: ante el crecimiento de las ciudades, y laconsiguiente escasez de suelo y revalorización de espacios, lostradicionales cementerios son considerados por algunos diseñadores,como un derroche inaceptable de espacios no edificables.- motivos «económicos»: en conexión con lo anterior, la adquisiciónde un espacio sepulcral en lugares superpoblados supone pagarcantidades económicas muy elevadas, por lo que muchas familias seinclinan por la incineración como forma más económica de tratamientode los difuntos a medio y largo plazo.- motivos «antropológicos»: la sociedad actual, caracterizada por lamovilidad continua y la masificación, provoca en algunas personas laexperiencia de vivir en soledad y morir en el anonimato, lo que

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aprovechan algunas corrientes ideologizadas de secularismo para sugerirla práctica de la incineración como fórmula de «protesta póstuma»contra la deshumanización social.- motivos incluso «pseudoreligiosos»: algunos pretenden con laincineración acelerar la liberación del espíritu destruyendo cuanto antesel peso de la materia irremediablemente corruptible, que le tieneencarcelado; otros, por el contrario, desde el nihilismo, tambiénpretenden conseguir con la incineración del cuerpo mortal la destruccióntotal del ser humano, sin advertir que el espíritu es inmortal.- motivos «empresariales»: la creciente «profesiona-lización de lamuerte», ejercida honestamente en la mayoría de los casos por lasempresas del sector, obliga a estar alerta ante algunas empresas que,desde el mero afán de lucro, presentan la incineración con undesafortunado reclamo publicitario.

Desde la fe cristiana, es muy importante que, sea cual sea el proceso dedescomposición del cadáver, hay que ayudar a vivir la esperanza de quienconfiesa que «cree en la resurrección de los muertos y en la vida eterna».

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RESPUESTA CRISTIANA ANTE LA MUERTERESPUESTA CRISTIANA ANTE LA MUERTERESPUESTA CRISTIANA ANTE LA MUERTERESPUESTA CRISTIANA ANTE LA MUERTERESPUESTA CRISTIANA ANTE LA MUERTE

LEGISLACIÓN DIOCESANALEGISLACIÓN DIOCESANALEGISLACIÓN DIOCESANALEGISLACIÓN DIOCESANALEGISLACIÓN DIOCESANASOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOS

I.- LAS EXEQUIASI.- LAS EXEQUIASI.- LAS EXEQUIASI.- LAS EXEQUIASI.- LAS EXEQUIAS

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducciónLa liturgia exequial es para muchos el único medio y ocasión para percibir

la fe y esperanza de la Iglesia, centrada en el misterio de Jesucristo, vencedorde la muerte y del pecado. Como se dice en las Orientaciones del Ritual deExequias, los funerales cristianos tienen importantes elementos catequéticos1.

Debe prepararse con gran esmero para responder, desde la fe, a lasmúltiples cuestiones que el hombre se plantea de cara a la muerte y a suúltimo destino, siempre siguiendo el Ritual de la Iglesia, y seleccionandobien las fórmulas adecuadas a las circunstancias concretas del momento.

Estas celebraciones deberán estar impregnadas de un profundo espíritueclesial, «porque las acciones litúrgicas no son acciones privadas, sinocelebraciones de la Iglesia, que es «sacramento de unidad», es decir, pueblosanto congregado y ordenado bajo la dirección del Obispo»2, valorando laacción de gracias al Padre por los bienes recibidos a través de los difuntosa los que se despiden, la oración de sufragio por el eterno descanso deéstos, y la oración de súplica por el consuelo y esperanza de los familiaresdolientes.

Así mismo, deberá alejarse el lenguaje de glorificación celestial o terrenalde los difuntos, como si de un homenaje se tratara; sin embargo, antes delrito conclusivo y no en la homilía, «es lícito y puede ser oportuno aludir altestimonio cristiano de la vida del difunto, si éste constituye motivo deedificación y de acción de gracias a Dios»3.

1 Cf Ritual de exequias, Orientaciones, nº 67.2 Cf. Sacrosanctum Concilium, 26.3 Cf. Ritual de exequias. Orientaciones, nº 52.

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Esta liturgia debe ser participada al máximo por familiares, amigos yfieles de la comunidad cristiana, para lo cual es muy importante aprovecharlas horas anteriores, horas de velatorio, preparando a dicha participación,sobre todo, fomentando el máximo nivel de disposición interior ysobrenatural.

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5 5DIÓCESIS DE JAÉN

NORMATIVA DIOCESANANORMATIVA DIOCESANANORMATIVA DIOCESANANORMATIVA DIOCESANANORMATIVA DIOCESANAArt. 1. El lugar de las exequiasArt. 1. El lugar de las exequiasArt. 1. El lugar de las exequiasArt. 1. El lugar de las exequiasArt. 1. El lugar de las exequias44444.....

§1. El lugar de la celebración de las exequias para un fiel cristiano esgeneralmente la propia iglesia parroquial (c. 1177, §1). Sin embargo,se pueden celebrar las exequias en otra iglesia, con el consentimientodel que la rige y habiéndolo comunicado al párroco propio del difunto.§2. Sólo pueden celebrarse las exequias en una iglesia, no en un oratorioo en una capilla privada, salvando las excepciones del c. 1179, del §4y los derechos adquiridos5.§3. Se pueden celebrar las exequias en las capillas de tanatorios oestablecimientos funerarios siempre que cumpla lo establecido en loscc. 1215, §16 y 1217, §17.§4. Las exequias de residentes en un asilo se pueden celebrar en lacapilla del lugar, comunicándolo al párroco propio del difunto.§5. No se permite la celebración de las exequias en las llamadas «salasde ritos fúnebres» o «salas ecuménicas».§6. No se permite la celebración de las exequias en los columbarios.

4 Por ‘iglesia’ se ha de entender lo establecido en los cc. 1214-1222. Las capillas deasilos o comunidades religiosas son, sensu stricto, oratorios, pero en esta normativase habla de ellas como ‘capillas’, y no son las ‘capillas privadas’ de las que se habla enlos cc. 1226-1229. Las capillas de tanatorios o centros funerarios se consideran‘iglesias’ sólo por lo que se refiere a la celebración de las exequias. La normativa yrequisitos sobre la bendición de una capilla en establecimientos funerarios estándeterminados en la legislación diocesana vigente (Orientaciones, pp. 47-49).5 Según el c. 1225 el Ordinario puede autorizar las celebraciones sagradas que no sepuedan realizarse en los oratorios y capillas privadas, en el caso: la celebración exequial.6 «No puede edificarse una iglesia sin el consentimiento expreso del Obispodiocesano, dado por escrito».7 «Concluida la construcción en la forma debida, la nueva iglesia debe dedicarse o almenos bendecirse cuanto antes, según las leyes litúrgicas». Para su utilización paraexequias, incluida la Santa Misa, se precisara la aprobación del Ordinario. Cuandoestos servicios del tanatorio afecten a más de una parroquia de la misma localidad ode su zona, el Ordinariosolicitará el parecer y el acuerdo de los respectivos párrocospara la aprobación en cada caso por el mismo Ordinario Diocesano.

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Art. 2. Ministro de las exequias.Art. 2. Ministro de las exequias.Art. 2. Ministro de las exequias.Art. 2. Ministro de las exequias.Art. 2. Ministro de las exequias.§1. El ministro de la celebración exequial es el párroco propio cuandose realice en la iglesia parroquial.§2. Cuando las exequias tengan lugar fuera de la iglesia parroquial lacelebración corresponde a:

1. El capellán si lo hubiere.2. El párroco propio del difunto.3. El párroco del lugar de la capilla.

§3. Cualquier sacerdote o diácono puede presidir las exequias,comunicándolo al ministro a quien corresponde la celebración exequialpor razón del lugar.

Art. 3. La Misa exequial.Art. 3. La Misa exequial.Art. 3. La Misa exequial.Art. 3. La Misa exequial.Art. 3. La Misa exequial.§1. Como normal general las exequias se celebrarán dentro de la Misaexequial.§2. La Misa exequial no se celebrará8.

1. En los días establecidos por la disciplina litúrgica de la Iglesia9.2. Cuando el sacerdote, por oficio, tenga que celebrar dos Misasen días ordinarios o tres Misas los domingos y fiestas de fiestas de fiestas de fiestas de fiestas deprecepto, según la disciplina canónica de la Iglesia (c. 905, § 2)10

8 Por supuesto, en los casos en que no sea posible, se pueden celebrar las exequias sinMisa y continuar con la praxis de celebrar una Misa funeral por el difunto el díaconvenido entre el párroco y los familiares del difunto.9 Solemnidades del Señor, de la Virgen María y de los apóstoles; domingos deAdviento, Cuaresma y Pascua. El Delegado Episcopal de Liturgia deberá señalaranualmente el calendario litúrgico de los días en que no se permita la misa exequialpara el conocimiento público de todos los fieles. Se procurará que figure en el cancelo tablón de anuncios correspondiente.10 Teniendo en cuenta el c. 905, §1, esta norma supone la aprobación por parte delObispo de que el sacerdote, con «causa justa» como es la celebración exequial puedacelebrar dos misas en un día y de que, por «necesidad pastoral» que supone lacelebración exequial, pueda celebrar una tercera misa (la exequial) los domingos en

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3. En la iglesia parroquial, los días de precepto dominical ofestivo cuando sea posible, se celebrará la misa exequial fueradel horario establecido de misas.

§3. Los días en que no sea posible celebrar la misa exequial, el Capellándel tanatorio o establecimiento funerario si lo hubiere, puede celebrarla Santísima Eucaristía en sufragio por los distintos difuntos cuyoentierro o cremación tenga lugar ese día.

Art. 4. Inscripción en el Libro de defunciones (cc. 535, §1 y 1182).Art. 4. Inscripción en el Libro de defunciones (cc. 535, §1 y 1182).Art. 4. Inscripción en el Libro de defunciones (cc. 535, §1 y 1182).Art. 4. Inscripción en el Libro de defunciones (cc. 535, §1 y 1182).Art. 4. Inscripción en el Libro de defunciones (cc. 535, §1 y 1182).§1. El párroco anotará con exactitud, de acuerdo a los libros obrantesen el archivo parroquial y aprobados por el Ordinario, los datos deldifunto de quien se han celebrado las exequias.§2. Si las exequias no se han celebrado en la iglesia parroquial, seanotará la defunción en el libro de la parroquia propia del difunto o, sino la tuviera, en la del lugar donde se celebren las exequias.§3. El Capellán o quien ha celebrado las exequias fuera de la iglesiaparroquial velará porque se anoten diligentemente los datos de ladefunción.

Art. 5. Oblaciones.Art. 5. Oblaciones.Art. 5. Oblaciones.Art. 5. Oblaciones.Art. 5. Oblaciones.§1. Las oblaciones u ofrendas por la celebración de las exequias yestablecidas por los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Granada,corresponden a la iglesia parroquial donde se celebren las exequias.§2. Si las exequias no se celebran en la iglesia parroquial, la oblacióncorresponde al párroco propio del difunto o, si no lo tuviera, al párrocodel lugar de la capilla donde se celebren las exequias.§3. Por lo que se refiere a la Misa exequial, el celebrante puede detraerde la oblación establecida el estipendio que le corresponde según derecho.

que sea posible. De no poder hacerlo el sacerdote que le corresponde por oficio,podrá la familia del difunto buscar a otro sacerdote o diácono y proponérselo alpárroco correspondiente para su autorización, a no ser que sea el propio párrocoquien solicite el favor a otro compañero.

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Art. 6. Las exequias y la incineración.Art. 6. Las exequias y la incineración.Art. 6. Las exequias y la incineración.Art. 6. Las exequias y la incineración.Art. 6. Las exequias y la incineración.§1. Se recomienda vivamente la celebración de las exequias ante elcadáver, antes de la cremación.§2. Por causa grave el párroco puede admitir, a petición de la familiadel difunto, que las exequias se celebren ante la urna que contiene lascenizas.

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II.- LOS COLUMBARIOS:II.- LOS COLUMBARIOS:II.- LOS COLUMBARIOS:II.- LOS COLUMBARIOS:II.- LOS COLUMBARIOS:

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducciónDesde tiempos muy remotos, los cristianos han tenido la costumbre, a

diferencia de otros usos, de enterrar a sus propios muertos.En un principio esto se hacía en espacios públicos destinados para ello,

así san Pedro fue enterrado en la «necrópolis» (ciudad de los muertos) dela colina del Vaticano, y san Pablo en la que había junto a la Vía Ostiense.Pero a mitad del siglo II, comenzaron con la costumbre de inhumar loscadáveres en terrenos propios para uso exclusivo de cristianos. Ejemplosmuy notables de ello son las catacumbas. A estos espacios, muy pronto seles comenzó a llamar «cementarios», o dormitorios. Y en la Edad Media,«camposantos».

Los cristianos siempre han tenido gran respeto y estima por loscementerios, porque por medio de ellos han expresado la virtud de laesperanza, y la comunión de los santos. El Código de Derecho Canónicotrata el tema de los cementerios dentro del apartado destinado a «Lugaresy Tiempos sagrados», en el marco de la función de santificar que tiene laIglesia. No es, pues, un mero trámite, aunque contenga solamente cuatrocánones, desde el 1240 al 1243.

Los columbarios, o lugares donde se depositan las cenizas, en lasOrientaciones normativas de la Iglesia, han de ser equiparados por extensióna «los cementerios».

La palabra «columbario» (columbum), tiene origen etimológico latino,y significa «palomar», por su apariencia externa, ya que inicialmente eranunas construcciones funerarias a modo de pequeños nichos, como palomares,donde se guardaban las cenizas de los fallecidos.

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NORMATIVA DIOCESANANORMATIVA DIOCESANANORMATIVA DIOCESANANORMATIVA DIOCESANANORMATIVA DIOCESANA

Art. 1. Art. 1. Art. 1. Art. 1. Art. 1. En la Diócesis de Jaén puede promover la construcción de uncolumbario eclesiástico cualquier persona jurídica pública canónica, deacuerdo a cuanto se establece en la presente normativa particular11.

Art. 2. Art. 2. Art. 2. Art. 2. Art. 2. Sólo se puede construir un columbario fuera de la iglesia (c.1242) por tanto, si se ubica en otro lugar de la misma como una cripta, éstadebe tener un acceso totalmente independiente del de la iglesia.

Art. 3. Art. 3. Art. 3. Art. 3. Art. 3. La persona jurídica canónica promotora de un columbarioeclesiástico debe gozar de la propiedad del inmueble en el que se instalará.Pueden, junto al titular del inmueble, participar en la iniciativa otras personasjurídicas públicas canónicas.

Art. 4. Art. 4. Art. 4. Art. 4. Art. 4. Si el lugar donde se pretende ubicar el columbario es un lugarcontiguo al de culto o cualquier otro lugar, deberá acreditarse que se gozade la propiedad del inmueble completo y no de una parte.

Art. 5. Art. 5. Art. 5. Art. 5. Art. 5. En el supuesto de que se construya edificio nuevo o se habitepara tales fines, fuera del Templo o del inmueble de una Comunidad religiosa,deberá inscribirse en el Registro de la propiedad correspondiente.

Art. 6. Art. 6. Art. 6. Art. 6. Art. 6. El columbario eclesiástico sólo puede recibir las cenizas de losfieles difuntos, de acuerdo al contrato establecido, siempre que no les hayansido negadas las exequias eclesiásticas por los supuestos del c. 1184, §1.

Art. 7. Art. 7. Art. 7. Art. 7. Art. 7. En cada columbario habrá, en la medida de lo posible, un«cenizario» o lugar común en donde se depositarán las cenizas de los fielesdifuntos que no puedan disponer del uso del nicho correspondiente.

Art. 8. Art. 8. Art. 8. Art. 8. Art. 8. Debe presentarse ante el Ordinario del lugar un Proyecto deConstrucción donde consten, entre otros, una memoria descriptiva de lascaracterísticas de la instalación, titularidad del inmueble, localización deaccesos al columbario, presupuesto, plazos de ejecución, proyecto definanciación, los términos de la relación entre las distintas personas jurídicasque puedan participar en la construcción, tarifas y reglamento de uso delcolumbario. Igualmente, si el caso lo requiere, se debe incluir un plan deaplicación de la normativa fiscal y administrativa. (modelo en el Anexo 1).

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Art. 9. Art. 9. Art. 9. Art. 9. Art. 9. Las construcciones de columbarios deben respetar la normativacanónica y civil sobre las disposiciones de requisitos sanitarios y se debensolicitar las licencias oportunas ante quien corresponda12.

Art. 10. Art. 10. Art. 10. Art. 10. Art. 10. El proyecto, antes de su aprobación por el Obispo diocesano,se someterá al estudio de la Comisión Diocesana de Obras, pasando despuésde su informe a la consideración del Colegio de Consultores y de AsuntosEconómicos diocesanos.

Art. 11. Art. 11. Art. 11. Art. 11. Art. 11. Aprobado el proyecto y finalizada su construcción, ésta secomunicará al Ordinario quien comprobará si la obra se ajusta al proyectopresentado y a las posibles modificaciones establecidas.

Art. 12. Art. 12. Art. 12. Art. 12. Art. 12. El Obispo diocesano, una vez cumplido lo anterior, aprobaráel uso del columbario y dará licencia para su bendición.

Art. 13. Art. 13. Art. 13. Art. 13. Art. 13. Los gastos que se originen como consecuencia de la tramitacióndel expediente serán satisfechos en la Secretaría General del Obispado,conforme a las tasas aprobadas para la Provincia Eclesiástica.

Art. 14. Art. 14. Art. 14. Art. 14. Art. 14. La persona jurídica propietaria del columbario rendirá cuentassobre sus resultados económicos anualmente, conforme a lo dispuesto porel Código de Derecho Canónico (Cf. cc. 1287, §1, 319 y 637).

Art. 15. Art. 15. Art. 15. Art. 15. Art. 15. El 20% de los ingresos netos que devenguen de la actividaddel columbario deberán ser aportados por la persona jurídica titular al FondoDiocesano para la Construcción de Nuevos Templos.

Art.16. Art.16. Art.16. Art.16. Art.16. Las tarifas y precios fijados por la titularidad del columbario,así como sus posibles incrementos y actualizaciones, deberán contar con elvisto bueno del Ordinario del lugar y se entenderán como ayuda o limosna ala entidad eclesiástica para sus fines propios de culto, caridad yevangelización.

Art. 17. Art. 17. Art. 17. Art. 17. Art. 17. Se abrirá en Secretaría general del Obispado un libro de Registrode Columbarios Eclesiásticos autorizados en el territorio diocesano,archivándose asimismo los correspondientes expedientes en el archivo diocesano.

11 El c. 1241, §2 dice que «también otras personas jurídicas… pueden tener sucementerio» y por tanto, análogamente un columbario.12 Decreto 95/2001, de 5 de abril, por el que se aprueba el Reglamento de policíasanitaria mortuoria (B.O.J.A., núm. 50 de 3 de mayo de 2001).

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ANEXO 1ANEXO 1ANEXO 1ANEXO 1ANEXO 1

REGLAMENTO MARCO PARA LOS COLUMBARIOSREGLAMENTO MARCO PARA LOS COLUMBARIOSREGLAMENTO MARCO PARA LOS COLUMBARIOSREGLAMENTO MARCO PARA LOS COLUMBARIOSREGLAMENTO MARCO PARA LOS COLUMBARIOS

PREÁMBULOPREÁMBULOPREÁMBULOPREÁMBULOPREÁMBULOLa promesa en la resurrección que hace Cristo marca toda la vivencia

cristiana (I Cor 15,14), pero esa resurrección incluye a la persona completa,su dimensión material y espiritual, verdad expresada con las palabras delCredo: «Creo en la resurrección de la carne».De ahí que la Iglesia a lo largode la historia haya mantenido un cuidado especial de los restos mortales desus hijos, en espera de la resurrección, depositándolos en lugares comunes,llamados cementerios (dormitorios), donde el respeto y la veneraciónayudasen a ir comprendiendo el misterio de la muerte y la resurrección.

La Iglesia ha tenido preferencia por la inhumación de los cadáveres, aunqueno rechaza la incineración, siempre que ella no sea expresión contraria a laresurrección. Entiende que los columbarios son una extensión de loscementerios, y así han de ser considerados.

A la Iglesia Diocesana, Madre de los bautizados, y especialmente a laParroquia, competen la custodia de las cenizas de sus hijos en espera de lavictoria de Jesucristo, como cuando ellos caminaban en esta tierra fortaleciósu fe por medio de los sacramentos.

La Diócesis de Jaén autoriza la promoción de columbarios por parte decualquier persona jurídica pública canónica, sirviendo de referencia elpresente REGLAMENTO MARCO, el cual tendrá que ser aplicado encada caso.

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TÍTULO I.- TRÁMITES PARA LA CONSTRUCCIÓNTÍTULO I.- TRÁMITES PARA LA CONSTRUCCIÓNTÍTULO I.- TRÁMITES PARA LA CONSTRUCCIÓNTÍTULO I.- TRÁMITES PARA LA CONSTRUCCIÓNTÍTULO I.- TRÁMITES PARA LA CONSTRUCCIÓNY BENDICIÓN DE LOS COLUMBARIOS.Y BENDICIÓN DE LOS COLUMBARIOS.Y BENDICIÓN DE LOS COLUMBARIOS.Y BENDICIÓN DE LOS COLUMBARIOS.Y BENDICIÓN DE LOS COLUMBARIOS.

Art. 1.- Art. 1.- Art. 1.- Art. 1.- Art. 1.- Con carácter previo a la tramitación del expediente, seconcertará una entrevista con el Secretario General del Obispado, al objetode clarificar las líneas esenciales del proyecto de promoción de un columbarioeclesiástico.

CAPÍTULO I.- SOLICITUDCAPÍTULO I.- SOLICITUDCAPÍTULO I.- SOLICITUDCAPÍTULO I.- SOLICITUDCAPÍTULO I.- SOLICITUDArt. 2.- Art. 2.- Art. 2.- Art. 2.- Art. 2.- Deberá enviarse al Obispado la siguiente documentación:

1. Solicitud dirigida al Vicario General.2. Nota simple del Registro de la Propiedad del inmueble donde sepretende construir el columbario, y autorización de la propiedad.3. CIF del promotor y, en el caso de que sea una hermandad ocualquier otra asociación de fieles, oficio de la inscripción en el Registrode Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia.4. Copia del Acta con el Acuerdo del Consejo de Pastoral y deAsuntos Económicos, de la Junta Directiva, o de la persona jurídica.5. Anteproyecto de construcción, en el que deberán constar, almenos, los siguientes elementos:

a. Memoria descriptiva de las características de la instalaciónque se proyecte realizar.b. Plano de localización dentro del inmueble y accesos.c. Plazos de ejecución previstos.d. Presupuestos y plan de financiación.

Art. 3.-Art. 3.-Art. 3.-Art. 3.-Art. 3.- Tras el estudio de esta documentación por parte de losorganismos diocesanos competentes, éstos emitirán:

1. Informe sobre el Anteproyecto demás requisitos.2. Informe del Vicario de Pastoral sobre la oportunidad pastoral delproyecto.

Art. 4.- Art. 4.- Art. 4.- Art. 4.- Art. 4.- De acuerdo con estos informes, se concederá, en su caso,autorización escrita para iniciar los trámites ante los organismos civilescompetentes.

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6 5DIÓCESIS DE JAÉN

CAPÍTULO II.- CONSTRUCCIÓNCAPÍTULO II.- CONSTRUCCIÓNCAPÍTULO II.- CONSTRUCCIÓNCAPÍTULO II.- CONSTRUCCIÓNCAPÍTULO II.- CONSTRUCCIÓNArt. 5.- Art. 5.- Art. 5.- Art. 5.- Art. 5.- Desarrollo de la construcción:

1. Tramitación por el promotor ante el Ente Local correspondientey, en su caso, ante otros organismos pertinentes (Colegio deArquitectos…) de los permisos y licencias necesarios, los cuales sepresentarán en la Secretaría General para su estudio técnico por partedel departamento correspondiente del Obispado.2. Autorización escrita del Ordinario, y construcción según lodispuesto en el Proyecto de Obra.

Art. 6.-Art. 6.-Art. 6.-Art. 6.-Art. 6.- Finalizada la construcción del columbario, el promotor enviaráa la Secretaría General el Certificado Final de la obra firmado por arquitectodirector.

Art. 7.- Art. 7.- Art. 7.- Art. 7.- Art. 7.- El arquitecto diocesano emitirá un informe verificando laadecuación al Proyecto previamente presentado.

CAPÍTULO III.-CAPÍTULO III.-CAPÍTULO III.-CAPÍTULO III.-CAPÍTULO III.- BENDICIÓNBENDICIÓNBENDICIÓNBENDICIÓNBENDICIÓNArt. 8.- Art. 8.- Art. 8.- Art. 8.- Art. 8.- Una vez presentado por el Promotor un borrador de las normas

concretas de funcionamiento del columbario en conformidad a lo establecidoen el presente Reglamento, al Departamento de Asuntos Jurídicos y demásorganismos diocesanos competentes realizarán las siguientes actuaciones:

1. Visto Bueno del Ordinario del lugar a las normas de funcionamiento.2. Decreto del Ordinario del lugar autorizando la bendición solemnedel columbario eclesiástico.3. Inscripción en el Registro de columbarios eclesiásticos en la CuriaDiocesana.

Art. 9.- Art. 9.- Art. 9.- Art. 9.- Art. 9.- El día y la hora señalados se realizará la ceremonia de bendiciónsiguiendo las normas litúrgicas establecidas para dichos recintos.

CAPÍTULO IV.- TASAS ADMINISTRATIVAS DIOCESANASCAPÍTULO IV.- TASAS ADMINISTRATIVAS DIOCESANASCAPÍTULO IV.- TASAS ADMINISTRATIVAS DIOCESANASCAPÍTULO IV.- TASAS ADMINISTRATIVAS DIOCESANASCAPÍTULO IV.- TASAS ADMINISTRATIVAS DIOCESANASArt. 10.- Art. 10.- Art. 10.- Art. 10.- Art. 10.- En el momento de formalizar su solicitud, el promotor del

columbario hará una provisión de fondos a determinar, y que hará efectivaen dos plazos.

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6 6 BOLETÍN OFICIAL ECLESIÁSTICO

Art. 11.- Art. 11.- Art. 11.- Art. 11.- Art. 11.- El Promotor se compromete a satisfacer los gastosdevengados por los servicios técnicos externos como estudios del proyectoy visitas por parte del Arquitecto diocesano, y cuanto sea necesario encasa caso.

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6 7DIÓCESIS DE JAÉN

TÍTULO II.- SOBRE LOS DERECHOSTÍTULO II.- SOBRE LOS DERECHOSTÍTULO II.- SOBRE LOS DERECHOSTÍTULO II.- SOBRE LOS DERECHOSTÍTULO II.- SOBRE LOS DERECHOSDE DEPÓSITO DE CENIZAS DE DEPÓSITO DE CENIZAS DE DEPÓSITO DE CENIZAS DE DEPÓSITO DE CENIZAS DE DEPÓSITO DE CENIZAS EN EL COLUMBARIOEN EL COLUMBARIOEN EL COLUMBARIOEN EL COLUMBARIOEN EL COLUMBARIOO EN EL RECINTO DE LA CRIPTA DEL TEMPLOO EN EL RECINTO DE LA CRIPTA DEL TEMPLOO EN EL RECINTO DE LA CRIPTA DEL TEMPLOO EN EL RECINTO DE LA CRIPTA DEL TEMPLOO EN EL RECINTO DE LA CRIPTA DEL TEMPLO.

CAPÍTULO I.- DISPOSICIONES GENERALESCAPÍTULO I.- DISPOSICIONES GENERALESCAPÍTULO I.- DISPOSICIONES GENERALESCAPÍTULO I.- DISPOSICIONES GENERALESCAPÍTULO I.- DISPOSICIONES GENERALESArt. 12.- Art. 12.- Art. 12.- Art. 12.- Art. 12.- Por Decreto de ______ de ______ de dos mil doce el

Obispo de Jaén, don ____________________________________,autorizó la edificación de unas instalaciones para el depósito de cenizas defieles cristianos difuntos en __________________________________,de la ciudad de ________________________________________.

A partir de esta fecha la dirección de la entidad titular asumirá los derechosy obligaciones de cuantos contratos se formalicen al respecto.

Art. 13.- Art. 13.- Art. 13.- Art. 13.- Art. 13.- La Dirección de la Parroquia la ostentan el cura párroco, encalidad de presidente, o el Vicario parroquial si lo hubiere, y dos miembrosdel Consejo Parroquial de Asuntos Económicos elegidos por el Párroco porun quinquenio indefinidamente renovable. Las decisiones se tomarán a tenordel c. 119.2.

Art. 14.- Art. 14.- Art. 14.- Art. 14.- Art. 14.- El recinto destinado a tales depósitos estará sometido en suactuación, organización y relación con los usuarios a las normas del presenteReglamento y subsidiariamente a la normativa canónica vigente en cadamomento.

Art. 15.- Art. 15.- Art. 15.- Art. 15.- Art. 15.- El presente Reglamento tiene como objeto regular lascondiciones y formas de prestación del servicio de custodia de cenizas asícomo las relaciones entre la propiedad del columbario y los usuarios.

Art. 16.- Art. 16.- Art. 16.- Art. 16.- Art. 16.- Este Reglamento podrá ser modificado por el Obispodiocesano, previa propuesta del titular del columbario. El Obispo diocesano,antes de proceder a su modificación escuchará a los organismos competentesdiocesanos y aquellos peritos en la materia que estime oportunos, incluidoslos interesados, concediéndoles un plazo para que puedan expresar su parecery, en su caso, rescindir el contrato.

Art. 17.- Art. 17.- Art. 17.- Art. 17.- Art. 17.- El titular del columbario velará por el mantenimiento del ordenen el recinto de la Cripta, así como por la exigencia del respeto adecuadopor ser lugar sagrado y por la función del mismo. Para ello son de obligadocumplimiento las siguientes normas:

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6 8 BOLETÍN OFICIAL ECLESIÁSTICO

a. Los visitantes se comportarán en todo momento con el respetoadecuado al recinto sagrado.b. La dirección del titular del columbario asegurará la vigilancia generaldel recinto, si bien no será responsable de los robos o deterioros quepudieran tener lugar en los columbarios.c. Se prohíbe la venta ambulante y la realización de cualquier tipo depropaganda en el interior del recinto del columbario.d. Con el fin de preservar el derecho a la intimidad y a la propiaimagen de los usuarios, no se podrán obtener fotografías, dibujos opinturas de los columbarios. Las visitas generales o parciales quedaránsujetas, en todo caso, a la concesión de autorización especial, porparte del titular del columbario.e. Las inscripciones de los Columbarios deberán estar en consonanciacon el respeto debido a la función del recinto, y mantendrán el ornatoy conservación de acuerdo con los usos y costumbres religiosas.f. Cualquier inscripción necesita la previa aprobación del titular delcolumbario dada por escrito.

Art. 18.- Art. 18.- Art. 18.- Art. 18.- Art. 18.- El depósito de cenizas se llevará a cabo en unidadesdenominadas columbarios en conformidad con las disposiciones civiles.

CAPÍTULO II.- SERVICIOS Y REQUISITOSCAPÍTULO II.- SERVICIOS Y REQUISITOSCAPÍTULO II.- SERVICIOS Y REQUISITOSCAPÍTULO II.- SERVICIOS Y REQUISITOSCAPÍTULO II.- SERVICIOS Y REQUISITOSArt. 19.- Art. 19.- Art. 19.- Art. 19.- Art. 19.- La prestación del servicio de custodia de cenizas se llevará a

cabo por la dirección del titular del columbario. Las cenizas serán entregasal titular con el fin de depositarlas en el columbario asignado, quedando lallave del mismo bajo la custodia exclusiva de esta Dirección.

Art. 20.- Art. 20.- Art. 20.- Art. 20.- Art. 20.- El derecho a la prestación del servicio de depósito de cenizasse adquiere por la obtención del Título de Derecho de Depósito; el archivode la Parroquia o la entidad titular del columbario dispondrá de libro deRegistro de adjudicaciones.

Art. 21.- Art. 21.- Art. 21.- Art. 21.- Art. 21.- La adjudicación de columbarios sólo será efectiva mediantela correspondiente concesión. Para su vigencia será imprescindible la entregade las cantidades periódicas correspondientes a que hace referencia alartículo 26.b del presente Reglamento y el cumplimiento de los requisitosque se establecen en el mismo.

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6 9DIÓCESIS DE JAÉN

Art. 22.- Art. 22.- Art. 22.- Art. 22.- Art. 22.- Si el titular del derecho de depósito decidiera voluntariamenterescindir el contrato, podrá hacerlo con la sola obligación de comunicarlopor escrito a la entidad titular del columbario, la retirada de cenizas y laliquidación de las cantidades pendientes -si las hubiere-. A partir de esemomento cesará la obligación de sufragar los gastos de mantenimiento yconservación. Por el contrario, si una vez finalizado el tiempo de concesióndel depósito el titular, su/s causahabiente/s o persona/s con título o interéslegítimo quisieran prorrogar el período de depósito de cenizas, podrá/n hacerlosi la disponibilidad y las condiciones del columbario lo permitieran, con arregloa las condiciones vigentes en el momento de producirse la prórroga.

Art. 23.- Art. 23.- Art. 23.- Art. 23.- Art. 23.- El titular del columbario se compromete a celebrar unaEucaristía al año, y en algunas ocasiones especiales, en sufragio por laspersonas cuyos restos han sido depositados.

CAPÍTULO III.- DERECHOS Y DEBERES DE LOS USUARIOSCAPÍTULO III.- DERECHOS Y DEBERES DE LOS USUARIOSCAPÍTULO III.- DERECHOS Y DEBERES DE LOS USUARIOSCAPÍTULO III.- DERECHOS Y DEBERES DE LOS USUARIOSCAPÍTULO III.- DERECHOS Y DEBERES DE LOS USUARIOSArt. 24.- Art. 24.- Art. 24.- Art. 24.- Art. 24.- La concesión del Derecho de Depósito de cenizas otorga a

su titular, o herederos, el derecho de conserva-ción o custodia de las cenizasen el columbario asignado, por el tiempo que determine el contrato segúnmodelo diocesano.

Art. 25.- Art. 25.- Art. 25.- Art. 25.- Art. 25.- Además otorga los siguientes derechos:a. Determinación en exclusiva de las inscripciones que deban figuraren las lápidas de los columbarios, que deberán estar de acuerdo conlo determinado en el artículo 5.e del presente Reglamento.b. Exigir a la dirección de la titularidad del columbario la prestaciónde servicios de conservación y custodia con la diligencia, decoro yrespeto exigidos por la naturaleza de la prestación, así como la limpiezageneral del recinto y cuidado de las zonas generales.

Art. 26.- Art. 26.- Art. 26.- Art. 26.- Art. 26.- La obtención del Título del Derecho de Depósito de cenizas,implica para su titular, o herederos, el cumplimiento de las siguientesobligaciones:

c. Conservar el Título expedido por la dirección de la titularidad,cuya acreditación será necesaria para atender la solicitud de lademanda de prestación de servicio. En caso de extravío deberáponerlo en conocimiento del concedente a la mayor brevedad posible,

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7 0 BOLETÍN OFICIAL ECLESIÁSTICO

para la urgente expedición de un duplicado del mencionado Título,previo el oportuno expediente, con audiencia del interesado.d. Abonar las contraprestaciones correspondientes a los serviciosgenerales contratados. A estos efectos, el órgano competente de ladirección de la entidad titular aprobará, anualmente, las mismas quedeberá comunicar, para su aprobación, al Ordinario de lugar.e. Observar en todo momento un comportamiento adecuado con loestablecido en el presente Reglamento.f. Comunicar a la dirección de la entidad titular, la persona o personasa quienes corresponden las cenizas depositadas.

Art. 27.- Art. 27.- Art. 27.- Art. 27.- Art. 27.- No está permitido realizar ningún tipo de obra en loscolumbarios ni en su recinto. Así mismo, tampoco está permitido colocarfloreros, pilas, velas o cualquier otro elemento decorativo similar en lasfachadas de los columbarios, ni en cualquier otro lugar de su recinto.

Art. 28.- Art. 28.- Art. 28.- Art. 28.- Art. 28.- Los interesados en suscribir un contrato de uso de caráctertemporal, deben dirigirse directamente al presidente de la entidad titular,para determinar el donativo correspondiente.

Art. 29.- Art. 29.- Art. 29.- Art. 29.- Art. 29.- En el escrito de solicitud se deberá incluir, al menos:a. El nombre y los apellidos del solicitante, circunstancias personales,domicilio, teléfono y número de Documento Nacional de Identidad oPasaporte.b. Nombre de los familiares con derecho a enterramiento (Esta listapodrá ser modificada por el solicitante en cualquier momento).

Art. 30.- Art. 30.- Art. 30.- Art. 30.- Art. 30.- Período de uso del columbario.La adjudicación de columbarios sólo se hará efectiva mediante la

correspondiente concesión, la entrega del donativo que se establezca y elcumplimiento de los demás requisitos. El periodo de uso será de forma generalde 25 años.

Art. 31.- Art. 31.- Art. 31.- Art. 31.- Art. 31.- La entidad titular no se hace responsable ante la posiblesuplantación de beneficiarios si por negligencia o abandono del titular o suscausahabientes fueran suplantados los derechos por otros familiares a losinicialmente previstos. En todo caso, todo depósito de cenizas deberá sercomunicado a la propiedad e inscribirse en el archivo y en el expedientecorrespondiente.

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7 1DIÓCESIS DE JAÉN

Art. 32.- Art. 32.- Art. 32.- Art. 32.- Art. 32.- El Título del Derecho de Depósito de cenizas se podrá extinguirpor el incumplimiento de las obligaciones contenidas en el presente Reglamentoy de acuerdo con las normas y procedimientos en él establecidos. En talcaso, la dirección de la entidad titular podrá trasladar dichas cenizas a undepósito común, estableciendo en las urnas la debida identificación de lasmismas, las cuales estarán a disposición de los familiares que determine laLey para su traslado, debiendo hacerse cargo de ellas los familiares máscercanos o causahabientes de los familiares fallecidos. En caso de discrepanciaentre familiares, deberán ser éstos quienes resuelvan las diferencias y designenentre quienes tengan igual derecho a la persona que les represente frente ala entidad titular. En caso de que nadie las reclame, y tras un tiempoprudencial, pasarán a un cenizario.

Art. 33.- Art. 33.- Art. 33.- Art. 33.- Art. 33.- Las adjudicaciones de los Títulos de Derecho de Depósito seincluirán automáticamente en el Registro a que se refiere el artículo 20 delpresente Reglamento.

Art. 34.- Art. 34.- Art. 34.- Art. 34.- Art. 34.- En los supuestos de extravío del documento acreditativo delTítulo y para la expedición de duplicado, se atendrá a los datos que figurenen el registro correspondiente, salvo prueba en contrario, mediante eloportuno expediente. La corrección de errores materiales, o de hecho, delos datos contenidos en el Registro, podrá realizarse por la dirección de laentidad, o a instancia del Titular/usuario del Derecho de Depósito.

Art. 35.- Art. 35.- Art. 35.- Art. 35.- Art. 35.- La modificación de cualesquiera otros datos que puedanafectar al ejercicio del Derecho de Depósito se reali-zará por los trámitesprevistos en el presente Reglamento, previa audiencia del titular.

Art. 36.- Art. 36.- Art. 36.- Art. 36.- Art. 36.- Podrán ostentar la titularidad del Derecho de Depósito,cualquier persona física, jurídica o agrupación de ellas en régimen decotitularidad, con capacidad legal y en uso de los derechos civiles.

Art. 37.- Art. 37.- Art. 37.- Art. 37.- Art. 37.- En los supuestos de fallecimiento, presunción de muerte,ausencia legal de la titularidad o extinción de la persona jurídica, podránejercer los derechos de depósito la persona, o personas que acrediten serlos causahabientes de los que consten como titulares, lo cual se acreditarácon arreglo a Derecho.

Art. 38.- Art. 38.- Art. 38.- Art. 38.- Art. 38.- El ejercicio de los derechos implícitos en el título del derechode depósito, corresponden en exclusiva al titular determinado con arreglo alpresente Reglamento.

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7 2 BOLETÍN OFICIAL ECLESIÁSTICO

Art. 39.- Art. 39.- Art. 39.- Art. 39.- Art. 39.- El cambio de titular del Derecho de Depósito podrá efectuarsepor transmisión intervivos o mortis causa. Dicho cambio implicará laaceptación por el nuevo titular de las normas contenidas en este Reglamento.

Art. 40.- Art. 40.- Art. 40.- Art. 40.- Art. 40.- El titular adquirente en el momento de la adjudicación, o encualquier momento posterior, podrá solicitar la inclu-sión en el registrocorrespondiente.

Art. 41.- Art. 41.- Art. 41.- Art. 41.- Art. 41.- En el supuesto de fallecimiento del titular del Derecho deDepósito, y hasta tanto no se provea la nueva titularidad, la dirección de laentidad titular, sin perjuicio de terceros, podrá expedir un Título provisionala nombre del familiar con la relación de parentesco más próxima que losolicite, previa acreditación documental de dicho parentesco. A estos efectos,la dirección de la entidad titular, podrá exigir certificado de defunción delanterior titular. La sustitución del titular del derecho llevará aparejada lasubrogación del nuevo titular en todos los derechos y obligaciones delanterior.

Art. 42.- Art. 42.- Art. 42.- Art. 42.- Art. 42.- La dirección de la entidad titular, por razones de obras ocausa mayor, podrá ubicar las cenizas temporalmente en depósitossemejantes habilitados al efecto, comunicándolo por escrito a los titulares.

Art. 43.- Art. 43.- Art. 43.- Art. 43.- Art. 43.- El Derecho de Depósito se extingue en los siguientessupuestos:

g. Con carácter general, por incumplimiento de las obligaciones deltitular contenidas en el artículo 20 del presente Reglamento. A estosefectos, la dirección de la entidad titular, instruirá expediente, conaviso al interesado, en el que se establecerá, en su caso, de formafehaciente el incumplimiento.h. Con carácter específico, por el incumplimiento del titular de lasobligaciones contenidas en el artículo 20.b del presente Reglamento,por un período superior a un año. Transcurrido este plazo, la direcciónde la entidad titular, notificará al titular que en caso de no efectuar laentrega de la contraprestación en un plazo máximo de veinte días seiniciaría la tramitación de un expediente para declarar la extinción delDerecho de Depósito.i. Por finalización del periodo temporal contratado. Que será de formageneral por 25 años.

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7 3DIÓCESIS DE JAÉN

Art. 44.- Art. 44.- Art. 44.- Art. 44.- Art. 44.- La dirección de la entidad titular como instrumento deplaneamiento y control de las actividades y servicios tendrá un registro delos siguientes servicios o prestaciones: Registro de Columbarios, Registrode Traslado y Registro de Donativos.

Art. 45.- Art. 45.- Art. 45.- Art. 45.- Art. 45.- El presente Reglamento entrará en vigor el día de supublicación en el Boletín del Obispado de la Diócesis de Jaén.

Art. 46.- Art. 46.- Art. 46.- Art. 46.- Art. 46.- La petición de los derechos de depósito de cenizas y lasuscripción de este documento implica la aceptación expresa de todas lasestipulaciones contenidas en él así como de la normativa canónica aplicableen cada momento.

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7 4 BOLETÍN OFICIAL ECLESIÁSTICO

ANEXO 2ANEXO 2ANEXO 2ANEXO 2ANEXO 2

TÍTULO DE DEPÓSITO DE CENIZASTÍTULO DE DEPÓSITO DE CENIZASTÍTULO DE DEPÓSITO DE CENIZASTÍTULO DE DEPÓSITO DE CENIZASTÍTULO DE DEPÓSITO DE CENIZAS

INTRODUCCIÓN:INTRODUCCIÓN:INTRODUCCIÓN:INTRODUCCIÓN:INTRODUCCIÓN:Distintas instituciones eclesiales, parroquias, cofradías u otros organismos

pueden ser autorizadas por parte de la Iglesia para la construcción decolumbarios. El compromiso que se adquiere a la hora de erigir este serviciocon respecto a los difuntos y a sus familiares, es eclesial y no personal, poreso ha de estar pensado para que permanezca por el tiempo establecido,más allá de las personas físicas que en un momento determinado llevan acabo la dirección de la entidad titular.

Para dar estabilidad, al tiempo que uniformidad diocesana, es necesarioelaborar un TÍTULO DE DEPÓSITO DE CENIZAS según el modeloestablecido que se expone a continuación.

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7 5DIÓCESIS DE JAÉN

TÍTULO DE DEPÓSITO DE CENIZASTÍTULO DE DEPÓSITO DE CENIZASTÍTULO DE DEPÓSITO DE CENIZASTÍTULO DE DEPÓSITO DE CENIZASTÍTULO DE DEPÓSITO DE CENIZASD. ___________________________________________________,

con domicilio en c/ _________________________________________

nº _________, piso____, letra ____ de la localidad de _____________,

Provincia _______________, con DNI nº: ______________________,

o Pasaporte nº______________________, ha contribuido con un donativo

económico que asciende a la cantidad de __________, lo que le otorga el

DERECHO DE DEPÓSITO DE CENIZAS para _____ personas, en el

columbario ____________________, número _____, letra _____, en la

cripta del citado Templo, por un tiempo de _______________, yateniéndose a lo estipulado en el Reglamento de Derechos de Depósito deCenizas obrante en este documento y del que se le hace entrega, firmandoante mí, en calidad de Párroco, como testimonio de conformidad.

Se le hace entrega asimismo del recibo oficial del expresado donativo, aefectos fiscales de exención en la Declaración de la renta de las personasfísicas.

Firman el presente acuerdo por ambas partes y por duplicado en

_______________, a _____ días del mes de __________ del año_____.

El Presidente de la Entidad Titular El Beneficiario

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7 7DIÓCESIS DE JAÉN

ÍÍÍÍÍ NDICENDICENDICENDICENDICESEPARATA 2012SEPARATA 2012SEPARATA 2012SEPARATA 2012SEPARATA 2012

ORIENTACIONES PASTORALESORIENTACIONES PASTORALESORIENTACIONES PASTORALESORIENTACIONES PASTORALESORIENTACIONES PASTORALESY LEGISLACIÓN DIOCESANAY LEGISLACIÓN DIOCESANAY LEGISLACIÓN DIOCESANAY LEGISLACIÓN DIOCESANAY LEGISLACIÓN DIOCESANA

SOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSSOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOSI. DOCUMENTOSI. DOCUMENTOSI. DOCUMENTOSI. DOCUMENTOSI. DOCUMENTOS

I.I. DEL SR. OBISPOI.I. DEL SR. OBISPOI.I. DEL SR. OBISPOI.I. DEL SR. OBISPOI.I. DEL SR. OBISPODDDDDISPOSICIONESISPOSICIONESISPOSICIONESISPOSICIONESISPOSICIONES J J J J JURÍDICASURÍDICASURÍDICASURÍDICASURÍDICAS

DECRETO DE APROBACIÓN DE LAS ORIENTACIONESPASTORALES Y LEGISLACIÓN DIOCESANASOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOS ....................................................... 5

RESPUESTA CRISTIANA ANTE LA MUERTE.ORIENTACIONES PASTORALES

INTRODUCCIÓN ................................................................................... 7LA MUERTE SENTIDO Y TRATAMIENTO.I. LA MUERTE EN EL CONTEXTO SOCIO-CULTURAL ACTUAL.. 11II. JESÚS VENCE LA MUERTE Y PROMETE LA VIDA.................... 15III.- LA MUERTE EN LA MISIÓN PASTORAL

DE LA IGLESIA DE HOY. ................................................................ 25IV.- LA DONACION DE ÓRGANOS DE UN CADÁVER. .................. 35

TESTAMENTO VITAL..................................................................... 43V.- LA INCINERACIÓN. ...................................................................... 45

LEGISLACIÓN DIOCESANA SOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOS .... 53I.- LAS EXEQUIAS ................................................................................ 53NORMATIVA DIOCESANA ................................................................ 55II.- LOS COLUMBARIOS: .................................................................... 59NORMATIVA DIOCESANA ................................................................ 60

ANEXO 1. REGLAMENTO MARCO PARA LOS COLUMBARIOS ......... 63ANEXO 2. TÍTULO DE DEPÓSITO DE CENIZAS .................................... 74

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DIÓCESIS DE JAÉN

Boletín OficialEclesiástico

2012

Nº 2 • SEPARATA

ORIENTACIONES PASTORALES

Y LEGISLACIÓN DIOCESANA

SOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOS

DIÓCESIS DE JAÉN

Boletín OficialEclesiástico

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Nº 2 • SEPARATA

ORIENTACIONES PASTORALES

Y LEGISLACIÓN DIOCESANA

SOBRE EXEQUIAS Y COLUMBARIOS

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SEPARATA

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