Ovidio+ +el+remedio+del+amor

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  • 1. E L R E M E D I O D E LA M O RO V I D I O

2. Traduccin: Don Germn Salinas 3. E L R E M E D I O D E L A M O R3Habiendo ledo el Amor el ttulo de esta obra,dijo: Es la guerra, lo veo, es la guerra con lo que seme amenaza. Oh Cupido!, no achaques semejantemaldad al poeta que, sumiso a tus rdenes, enarbolen cien ocasiones el estandarte que le habas confia-do. Yo no soy aquel Diomedes, cuya lanza hiri a tumadre, cuando los caballos de Marte la arrebatabana las etreas regiones. Otros jvenes no se abrasan atodas horas en tu fuego; mas yo am siempre, y sime preguntas mi actual ocupacin, te dir que es lade amar. Hay ms: ense el arte de obtener tusmercedes y somet al dictado de la razn lo que an-tes fu un mpetu ciego. No te soy desleal, amadonio; no desautorizo mis lecciones, ni mi nuevaMusa destruye su antigua labor.El amante recompensado, ebrio de felicidad,gcese y aproveche el viento favorable a su navega-cin; mas el que soporta a regaadientes el imperio 4. O V I D I O4de una indigna mujer, busque la salud acogindose alas reglas que prescribo. Por qu algn amador seecha un lazo al cuello y suspende de alta viga latriste carga de su cuerpo, o ensangrienta sus entra-as con el hierro homicida? T deseas la paz y miraslas muertes con horror. El que ha de perecer vcti-ma de pasin contrariada, si no se sobrepone a ella,cese de amar, y as no habrs ocasionado a nadie laperdicin. Eres un nio, y nada te sienta tan biencomo los juegos; juega, pues, ya que las diversionesson propias de tus aos. Podras lanzarte a la guerraarmado de agudas flechas, pero tus armas jams setien en la sangre del vencido. Marte, tu padre, pe-lee con la espada o la aguda lanza, y vuelva delcombate vencedor y ensangrentado con la atrozcarnicera. T cultivas las artes poco peligrosas deVenus, por cuyos dardos ninguna madre quedhurfana de su hijo. Haz que caiga hecha pedazosuna puerta al rigor de las contiendas nocturnas, yque otra se adorne con multitud de guirnaldas. En-cubre las citas secretas de los mozos y sus tmidasamantes, y permite que con cualquier estratagemaburlen a un marido receloso. Que el enamoradodirija ya tiernas splicas, ya violentas imprecaciones,y cante, si se le niega la entrada, en tono quejum- 5. E L R E M E D I O D E L A M O R5broso. Te bastan las lgrimas que obligas a verter,sin que te reprochen ninguna muerte, y tu antorchano merece alumbrar el horror de la pira. As dije, elAmor bati sus alas cuajadas de oro y piedras pre-ciosas, y respondime: Termina la obra comen-zada.Acudid a mis lecciones, jvenes burlados queencontrasteis en el amor tristsimos desencantos. Yoos ensear a sanar de vuestras dolencias, como osense a amar, y la misma mano que os caus laherida os dar la salud. La misma tierra alimentahierbas saludables y nocivas, y a menudo la ortigacrece junto a la rosa. La lanza de Aquiles san laherida que ella misma infiri al hijo de Hrcules.Cuanto advierto a los mancebos, creed que lo digotambin a las muchachas; doy armas a las dos partescontrarias.Si entre mis preceptos se desliza alguno que noconvenga a vuestro modo de ser, a lo menos os ser-vir de provechoso ejemplo. El fin que me propon-go es de suma utilidad: extinguir las llamas crueles ylibertar los corazones que gimen en vergonzosa es-clavitud. Filis hubiese vivido a ser yo su maestro, ysi descendi nueve veces a orillas del mar, hubieravuelto otras tantas, o ms todava; Dido, a punto de 6. O V I D I O6morir, no habra visto desde la alto de su palaciocmo la flota de los troyanos daba las velas al vien-to, ni la desesperacin hubiese armado contra elfruto de sus entraas a la madre cruel que se vengde su esposo en la sangre de los comunes hijos.Gracias a mi arte, Terco, tan apasionado por Filo-mena, no habra por su crimen merecido convertir-se en ave. Sea mi alumna Pasfae, y dejar de amar altoro; salo Fedra, y ahogar su pasin incestuosa.Entrgame a Paris, y Menelao ser dueo de Hele-na, y Prgamo no caer vencida por la hueste de losDnaos. Si la infame Escila alcanzase a leer mis li-bros, oh Niso!, no despojar tu cabeza de los cabe-llos de prpura que la ornaban. Mortales, od misadvertencias; siendo yo el piloto, la barca llegarinclume al puerto. Debisteis leer a Nasn cuandocomenzasteis a amar, y al mismo Nasn debis leerahora. Como defensor pblico, quiero libertar alque gime en la esclavitud; cada cual secunde los es-fuerzos que hago por su salvacin. Oh Febo, in-ventor de la poesa y la Medicina!, yo te invoco alprincipio de mi empresa; cie mis sienes de laureles,ven y socorre al que escribe como poeta y comomdico, pues las dos artes estn bajo tu divina tute-la. 7. E L R E M E D I O D E L A M O R7Si te arrepientes cuando an no has entregadodel todo tu corazn, entonces ser el momento dedetener los primeros pasos; destruye los grmenesrecientes de la sbita enfermedad, y que desde elprincipio de la carrera tu caballo se resista a pasaradelante. Todo cobra fuerzas con el tiempo: eltiempo madura los racimos y convierte la hierba enaltas espigas; el rbol que ofrece a los paseantesopaca sombra, al tiempo que se plant fu una dbilvara que poda arrancarse de la tierra con las manos;ahora ha cobrado fuerzas y resiste con sus vigorosasraces. Que un examen rpido y certero te d a co-nocer el objeto de tu predileccin, si quieres sacudirel yugo que se apresta a cargar sobre tu cuello. Re-blate desde el primer instante; la medicina no surteefecto si el mal se agrava con la negligencia. Apre-srate y no difieras da tras da la curacin; de noemprenderla hoy, maana te ser ms difcil.El Amor es fecundo en pretextos y encuentra sualimento en demorar las resoluciones; el da msprximo es el mejor para romper sus lazos. Verspocos ros caudalosos en la proximidad de susfuentes, y muchos que engruesan con las aguas re-cogidas de cien arroyos. Si hubieras reflexionadosobre la enormidad de tu crimen, oh Mirra!, no 8. O V I D I O8ocultara tu rostro la vergenza bajo la corteza de unrbol. Yo he visto heridas fciles de cicatrizar alprincipio, que llegaron a ser incurables por la dila-cin y el abandono. Nos gusta coger las flores deVenus y decimos de continuo: Maana an sertiempo. En el nterin y a la callada el incendio nosquema la sangre y el rbol malfico echa hondasraces. Si pasa el momento de aplicar el remedio, yel amor ya antiguo seorea tu dbil corazn, el casoofrecer enormes dificultades: con todo, no desahu-ciar al enfermo porque me llame demasiado tarde.El hroe hijo de Pen debi cortarse con enr-gica mano la parte herida de su cuerpo; no obstante,se dice que san aos despus y con su valor pusotrmino a la guerra de Troya. Yo que ha poco teaconsejaba atacar presto la enfermedad naciente,ahora ms reposado te brindo remedios tardos.Intenta, si puedes, extinguir el incendio al producir-se las llamas o as que, cansado, disminuya su propiaviolencia. Cuando veas un hombre que enloquecede furor, deja pasar su arrebato, difcil de contenerseen el primer mpetu de la clera. Es un temerario elque, pudiendo descender en lnea oblicua, se empe-a en nadar contra la brava corriente. El nimo im-petuoso y rebelde a los preceptos del arte rechaza y 9. E L R E M E D I O D E L A M O R9mira con odio a su mejor consejero: slo ser fcilcurarle cuando se deje tocar las heridas y se dispon-ga a or las voces de la razn.Quin que no est demente impedir a la ma-dre llorar en los funerales de su hijo? No son pro-pias tales circunstancias para inculcarle resignacin.Despus que vierta abundantes lgrimas y alivie elcorazn atribulado, ser el momento de moderar sudolor con persuasivas palabras. La medicina es elarte de aprovechar el tiempo: el vino que se receta asu debido tiempo es saludable, y daoso si se pierdela oportunidad. Si no combates los defectos en laocasin propicia, slo conseguirs irritarlos y en-cenderlos mucho ms. Apenas te sientas necesitadode los recursos de mi arte, escucha mis consejos,rehuye la ociosidad que favorece al amor, lo sus-tenta una vez nacido y es la causa y el alimento demal tan delicioso. Si vences la ociosidad rompers elarco de Cupido, y blanco de tu desprecio, caernpor el suelo sus antorchas apagadas. Como el plta-no ama las vides, el lamo las aguas y las caas delpantano las tierras cenagosas, as Venus se complaceen la ociosidad. Quieres ahuyentar al amor? Elamor odia al trabajo; ocupa las horas, y tu saludquedar asegurada. La indolencia y el sueo no inte- 10. O V I D I O10rrumpido durante largas horas, el juego de los dadosy el exceso en el beber que trastorna la cabeza, sinproducir hondas llagas, quebrantan las energas delnimo, que falto de prevencin se rinde a las ase-chanzas amorosas. Cupido es el compaero de losholgazanes y odia a los que trabajan. Da a tu ociosi-dad cualquier ocupacin que la entretenga; dedcateal foro, a las leyes o a defender a los amigos; fre-cuenta los sitios en que los candidatos se disputanlas dignidades urbanas, o vuela a conquistar los lau-reles del sanguinario Marte, que tanto honran a lajuventud, y la voluptuosidad te volver pronto lasespaldas. Ah tienes al partho que pelea huyendo,nueva ocasin de magnficos triunfos, que ya ve lasarmas de Csar resplandecer en sus propios cam-pos. Vence simultneamente las saetas de Cupido ylas de los parthos, y ofrece a los dioses tutelares dela patria un doble trofeo. No bien fue herida Venuspor la lanza del rey de Etolia, orden a su amadorque se encargase de los cuidados de la guerra. Mepreguntis por qu Egisto incurri en el adulterio?La razn se adivina pronto: estaba ocioso, mientraslos dems prncipes peleaban en guerra interminablefrente a las murallas de Ilin, adonde la Grecia ha-ba transportado todas sus fuerzas. Si hubiese queri- 11. E L R E M E D I O D E L A M O R11do lanzarse a los peligros de la guerra, no tena conquin sostenerla; si dedicarse al foro, en Argos sedesconocan los procesos. Hizo lo que pudo a fin deentretener el tiempo, y se dedic al amor. As seapodera de nosotros Cupido y as reina en los cora-zones.Los campos y sus diferentes cultivos producensumo deleite al nimo, y las cuitas ms graves cedena tales ocupaciones. Doma los toros, oblgalos a do-blar el cuello bajo la carga del arado, y con la agudareja hiende el suelo endurecido; deposita en losabiertos surcos las semillas de Ceres, que el campote pagar un da con usura; observa las ramas en-corvadas con el peso de los frutos, tanto que apenasel rbol resiste las copiosas riquezas que ha produ-cido; mira los arroyos cul se deslizan con suavemurmullo, y el rebao de las ovejas que pace la frtilgrama. All las cabras trepan por los montes, escalanlas agudas rocas y presto ofrecern las ubres llenasde leche a los cabritos; aqu el pastor modula suscantos con la flauta de caas desiguales, y cerca des-cansan sus fieles compaeros, los perros guardianesdel rebao. Ms lejos, en las profundas selvas, yen-se los mugidos de la vaca que llama al becerro ex-traviado. Qu decir de las abejas dispersas por el 12. O V I D I O12humo del tejo, cuando les castran la miel de las re-bosantes colmenas? El otoo nos regala sus frutos,el esto se engalana con las mieses, la primavera secie de flores y el fuego del hogar nos defiende delinvierno. Todos los aos en poca fija el vendimia-dor coge los maduros racimos, que se convierten enmosto bajo sus desnudos pies,- en poca sealada elgan corta las hierbas, recoge los haces y con losdientes del rastrillo limpia de broza la pradera queseg. T mismo puedes sembrar las plantas en elhmedo huerto y conducir all las aguas tranquilasdel arroyo. Ha llegado la sazn de injertar? Hazque la rama adopte otra distinta y el rbol se vista dehojas que no son suyas. As que estos placeres em-bargan la atencin, el amor pierde su violencia yhuye con dbiles alas.Si no, dedcate a la caza. En mil ocasiones seentreg Venus a vergonzosa fuga, vencida por lahermana de Febo. Ahora persigas la tmida liebrecon el perro de sutil olfato, ahora tiendas las redesen la maleza de los bosques, y espantes al gil ciervocon tus estratagemas, y veas caer al jabal herido portus dardos, sin acordarte de las bellas, te entregarspor la noche al sueo que alivia las fatigas y dars atus miembros un saludable descanso. 13. E L R E M E D I O D E L A M O R13Es ocupacin ms tranquila, pero muy entrete-nida, la de perseguir a los pjaros, caza de poca en-tidad, ya con las redes, ya con la liga, o la de ocultarbajo el cebo el corvo anzuelo, que por su dao seclava en la boca del vido pez. Con estos u otrosmedios debes engaar las horas, hasta que rompaslos lazos que te oprimen. Sobre todo huye, porfuertes que sean los vnculos que te encadenan, hu-ye lejos y emprende viajes de larga duracin. Llora-rs al solo recuerdo de la amiga que abandonas, ytus pasos se detendrn a menudo en la mitad delcamino; pero cuanto ms esfuerzo te cueste la sepa-racin, ponlo mayor en realizarla; insiste, y que tuspies rebeldes prosigan adelante. No temas las llu-vias, ni la fiesta extranjera del sbado, o el funestoaniversario de la batalla de Allia; no inquieras lasmillas que has recorrido, sino las que te faltan porrecorrer, ni busques pretextos que te detengan enun lugar prximo; no cuentes los das, no vuelvascon frecuencia las miradas hacia Roma, huye sindescanso: gracias a la fuga, el partho vive an segurode sus enemigos. Alguien calificar de duros mispreceptos, y confieso que lo son; mas a qu reme-dios dolorosos no nos sometemos por recobrar lasalud? Enfermo beb muchas veces pociones amar- 14. O V I D I O14gas que me repugnaban, y con ganas de comer seme negaban los alimentos que peda. Por sanar tucuerpo resistirs el hierro y el fuego, o muerto desed, no dars a tus secos labios una gota de agua; yno tolerars por salvar tu alma la dureza del reme-dio Esta parte de nuestro ser tiene valor ms creci-do que la corporal. El principio de mi arte exigegrandes sacrificios, mas slo cuesta trabajo vencerlos primeros momentos. Observa cmo el yugooprime al toro que lo sufre por vez primera, y cmoduele al potro volador la silla que nunca aguant.Acaso dejas con pena el hogar paterno; sin embargolo dejars, deseando en seguida volver a pisarlo; yno te llaman los Lares de tu abuelos, sino el afectohacia tu amiga que encubre su flaqueza con pompo-sas palabras. As que hayas partido, el campo, loscompaeros de viaje y las sorpresas del caminoproporcionarn mil solaces a tus cuitas. No piensesque basta huir; prolonga la ausencia hasta que elfuego pierda toda su fuerza y no se oculte una brasabajo las cenizas. Si te apresuras a volver antes de lacompleta curacin, el amor rebelde probar de nue-vo en tu pecho sus armas crueles, y en vez de apro-vecharte la ausencia, te sentirs ms febril, ms 15. E L R E M E D I O D E L A M O R15ardoroso, y con tu alejamiento habrs agravado losmales que padeces.Deja a otros la creencia de que son tiles lashierbas nocivas de Hemonia y los secretos de lamagia: el recurso de los maleficios est de puro an-tiguo desacreditado. Mi inspiracin en versos reli-giosos te brinda remedios inocentes. Por consejomo no se evocarn las sombras del sepulcro, ni unavieja hechicera con sus infames cantos conseguirque la tierra se entreabra, ni traspasar de unoscampos a otros las doradas mieses, ni har palidecersbitamente el disco del sol. Como de costumbre, elTber correr a sepultarse en las olas del Ocano yla luna proseguir su curso arrastrada por blancoscorceles. Ningn pecho calmar sus zozobras conlos encantamientos y el Amor no se dar a la fugapor la pestilencia del azufre encendido. Princesa deColcos, de qu te sirvieron las plantas cogidas en laribera del Fasis, cuando queras permanecer en lamansin de tus padres? Qu te aprovecharon, Cir-ce, las hierbas de Persa, al impulsar un viento bo-nancible las naves de taca? Echaste mano de cienardides para impedir la marcha del astuto husped,mas no por eso dej de huir a toda vela con la ma-yor seguridad. Nada perdonaste para matar el fuego 16. O V I D I O16que te abrasaba, pero el amor rein largo tiempo enel alma que pretenda rechazarlo. Pudiste mudar alos hombres en mil formas diferentes, no subs-traerte a las leyes que dominaban tu corazn. Cuan-do ya se dispona a partir el rey de taca, dcese quepretendiste detenerle con tales razones: No te su-plico ahora lo que antes, bien lo recuerdo; sostenami esperanza, que quieras ser m consorte, y eso queme imaginaba digna de llamarme tuya, por ser unadiosa y la hija del potente Febo; slo te ruego queno apresures la partida, como merced te pido la di-lacin; qu menos pueden demandarse mis votos?Ves el mar alborotado? Teme su furia; dentro depoco el viento soplar ms favorable a tus velas.Qu causa te mueve a la fuga? Aqu no resurge unasegunda Troya, ni un nuevo Reso llama al combatea sus compaeros. Aqu reinan el amor y la paz; ay!,yo sola sufro crueles heridas y toda la tierra se so-meter gustosa a tu dominio. As habl; pero Uli-ses lev las ncoras y el viento que impela las navesdesvanece las intiles quejas de Circe, que recurre alos medios acostumbrados sin atenuar la violenciade su pasin. Por consiguiente, t que solicitas demi arte el alivio de tus males, no tengas confianzaen los sortilegios ni en los cantos mgicos. 17. E L R E M E D I O D E L A M O R17Si un motivo poderoso te obliga a permaneceren Roma, oye la conducta que en ella te aconsejo se-guir. Alma grande la de aquel que rompi las cade-nas que le sujetaban, perdiendo el sentimiento deldolor. Si alguien revela tan supremo esfuerzo, yo medeclaro su admirador, y digo que no necesita misconsejos; mas t que no aciertas a separarte deldolo amado, t que quieres ser libre y no puedes,habrs de recibir mis lecciones. Ten presentes a to-das horas las infidelidades de tu aviesa amiga, y noborres de tu memoria las prdidas que te ocasiona.Ella me ha quitado esto y lo otro, y no contenta detales rapias, me ha forzado su avaricia a vender enalmoneda la casa de mis padres. Qu juramentos,me hizo la prfida y cuntas veces los viol, y cun-tas permiti que yaciese tendido en su puerta! Ellaama a otro, le fastidian mis agasajos, y un mercachi-fle goza las noches que me son debidas. Padezcantodos tus sentidos al recuerdo de las injurias siem-pre vivas, que han de desarrollar los grmenes delodio, y pluguiese al cielo que estuvieras elocuente alreprocharle sus maldades; pero no, qujate slo, y laelocuencia sin pretensiones acudir a tus labios. Enotro tiempo lleg a ser objeto de mi solicitud unajoven cuyo carcter no se avena con m modo de 18. O V I D I O18ser; como Podalirio, curaba mi enfermedad con mispropios remedios, y, lo confieso, el mdico anduvo,bastante torpe en la curacin del enfermo. Slo meaprovech reflexionar da tras da sobre los defectosde mi amiga, y continuando en el mismo tema logrrecuperar la salud. Qu mal formadas tiene miamiga las piernas!, exclamaba, y, a decir verdad, noeran tan despreciables. Cun poco hermosos susbrazos!, y realmente eran hermossimos. Qucorta de talle!, y no haba tal. Qu impertinenteen sus continuas peticiones!, y esta fu la principalcausa de mi odio. Los males se tocan con los bienesy, vctimas del error, convertimos a veces las virtu-des en gravsimos defectos.Cuanto puedas, mira desde el punto de vistams desfavorable las dotes de tu amada, y que turbetu buen juicio la lnea que separa el mal del bien.Llmala rechoncha si est llena de carnes; si es mo-rena, califcala de negra, y puedes notar de flaca a laque alardea de su esbeltez; si no te ofenden sus tos-cas maneras, tenla por desvergonzada, y si aparecemodesta, desprciala por inspida. Ms todava: ex-hrtala con frases persuasivas a lucir las habilidadesque menos posea. Si carece de voz, exgele quecante, o que baile, si no sabe mover los brazos; en- 19. E L R E M E D I O D E L A M O R19rdate con ella en larga conversacin, si habla comoun ganapn; pdele que taa la lira, si ignora pulsarsus cuerdas; si anda sin garbo, invtala a moverse, ysi sus glndulas excesivamente voluminosas le cu-bren el pecho, qutale la faja que te las disimula.Tiene feos los dientes?; cuntale historietas que laprovoquen a risa. Lagrimean sus ojos?; hblale decosas que la hagan llorar. Dars un golpe decisivo sicorres por la maana a su casa y la sorprendes antesde preparar su tocado. Los adornos nos seducen;con el oro y las piedras preciosas se ocultan las ma-cas, y la joven viene a ser una mnima parte de supropia persona. Entre tantos perifollos, apenas ad-viertes lo que de veras hayas de admirar. El amor sevale de la riqueza como de una gida que fascinanuestros ojos. Presntate de improviso, sorprndeladesarmada, y la infeliz patentizar los defectos quele roben tu admiracin. Mas no fes demasiado eneste aviso: la belleza cautiva a muchos con su apa-rente abandono y desprecio del arte. Tampoco im-pide el decoro que te presentes a la vista de tu ama-da en el momento de embadurnarse la cara con lasdrogas que al efecto prepar. All descubrirs susfrascos con mejunjes de mil colores, y vers fluir lagrasa sobre su clido seno. Aquellas drogas, oh Fi- 20. O V I D I O20neo!, apestan como los manjares de tu mesa, y msde una vez han revuelto con las nuseas mi estma-go. Ahora voy a indicarte lo que te ser muy til enel mismo instante del placer: para ahuyentar el amorprecisa recurrir a todo. La vergenza me prohibedescender a ciertas minuciosidades, pero tu agudezasuplir lo que falte en mis palabras.Das atrs se revolva contra mis escritos un cri-ticastro porque, a su juicio, mi Musa se pasaba delibertina; mas en tanto que agrade al lector y minombre recorra el Universo, me importa poco queste y aqul digan pestes de mi obra. La envidia de-primi el ingenio del sublime Homero; seas quienseas, Zoilo, tienes el nombre de envidioso. Lenguassacrlegas se ensaaron contra tus versos, oh poeta,que condujiste a Italia los dioses vencidos de Troya!La envidia persigue al que descuella, los vientos al-borotan las alturas, y los rayos fulminantes de Jovehieren las cumbres elevadas. T, censor adusto, quete escandalizas de mi licencia, si tienes un adarme desentido, aprende a juzgar las cosas en su justo valor.Las guerras heroicas piden el metro del cantorMeonio, que no se acomoda a la expansin de lasdelicias voluptuosas. El tono de la tragedia es ro-busto; a su fuerza conviene el elevado coturno; al 21. E L R E M E D I O D E L A M O R21zueco de la comedia sienta mejor un estilo llano. Elyambo libre por dems, ora rpido, ora arrastrandoel ltimo pie, lncese como un dardo contra los ene-migos; la blanda elega cante los amores provistosde la aljaba, y como dulce amiga retoce a su capri-cho. La fama de Aquiles rechaza los versos de Ca-lmaco, y Cidipe no merece los cantos de Homero.Quin sufrir que Tais represente el papel de An-drmaca? Pues lo mismo desatina el que da a An-drmaca el papel de Tais. Tais inspira mis cantosque rebosan libertad. Renuncio a la venda de lasvestales; Tais es mi herona. Si mi numen respondea la alegra del asunto, logr la victoria, y faltarn alacusador las pruebas de mi delito.Revienta de despecho, mordaz envidia; ya heconquistado gran fama, y aun ser mayor si conti-no, del modo que comenc. Te apresuras demasia-do; como yo viva tendrs que dolerte en milocasiones, porque en mi cerebro bullen proyectosde otros muchos poemas. Amo la gloria, y el honorconquistado, estimula mi genio. Nada ms se fatigami corcel al comenzar la ascensin de la montaa.La elega se reconoce tan deudora a mis esfuerzoscomo la noble epopeya a los de Virgilio. Con estorespondemos ala envidia. Poeta, refrena tu corcel y 22. O V I D I O22gira en el crculo que te has trazado. As que te in-citen los placeres tan gratos a la juventud y se acer-que el momento de la noche prometida, a fin de queno te dominen los transportes de la amiga que es-trechas ardoroso en tus brazos, quiero que antesbusques y tropieces una cualquiera que satisfaga tusanhelos de voluptuosidad. El placer que sigue in-mediato a otro es menos intenso, y diferido tienemenos aliciente. Con el fro buscamos el sol; si stenos quema, la sombra, y el agua deleita a la bocaangustiada por la sed. Me sonroja, pero lo dir: entus luchas pasionales, elige la postura que creas me-nos favorable a tu amiga. La cosa no es difcil; pocasse confiesan a s mismas la verdad y reconocen lu-nar alguno en su belleza. Entonces, te lo ordeno,abres todas las ventanas y a plena luz contempla lasmculas de su cuerpo. Mas as que hayas agotado elplacer hasta las heces, y tu cuerpo y tu alma se de-rrenguen de lasitud, tanto que, lleno de hasto, qui-sieras no haber tocado jams a ninguna mujer, y teprometas no tocarla en mucho tiempo, graba en tumemoria las macas fsicas notadas, y no apartes uninstante de ellas tu consideracin. Tal vez alguienme objete, y no sin fundamento, que estos mediossirven de poco. Cierto; pero si aislados son inefica- 23. E L R E M E D I O D E L A M O R23ces, ayudan mucho reunidos. La pequea vboramata con su mordedura al toro corpulento, y unperro de escaso poder contiene a veces la embestidadel jabal. Aprovecha, pues, la fuerza del nmero,rene las advertencias que te dirijo, y forma con to-das un haz apretado. Mas como son tan distintoslos caracteres y fisonomas de las personas, no todasse han de guiar por mis prevenciones. El hecho queno ofende a tu conciencia, a juicio de otro acasoconstituye un delito. ste sinti paralizarse su amoren mitad de la carrera, porque el cuerpo desnudo desu amiga dej al descubierto las partes vergonzosas,aqul porque al incorporarse cansada de los deleitesde Venus not seales repulsivas en el inmundolecho. Los que pudisteis mudar de conducta por tanleves motivos, jugabais con el fuego: tan dbil era lallama que encenda vuestros pechos. Mas que el ni-o alado ponga bien tirante la cuerda de su arco;presto la turba de los heridos vendr a pedir eficac-simos auxilios. Qu dir del que se oculta y sor-prende a su amada en el momento de hacer susnecesidades, y ve lo que la decencia siempre haprohibido que se vea? No quieran los dioses queaconsejemos a nadie este atrevimiento; tales recur-sos, aunque provechosos, no deben ponerse en 24. O V I D I O24prctica; pero apruebo que tengis al mismo tiempodos queridas, y el que pueda aumentar el nmeroaun se sentir ms fuerte. Cuando la inclinacin sedivide entre dos personas, la influencia de la unadebilita el poder de la otra. Los ros caudalososmenguan divididos en multitud de arroyos, y la lla-ma se extingue quitndole la lea de que se alimen-ta. Una ncora no basta a sujetar las barnizadasnaves, ni un solo anzuelo a quien pesca en las co-rrientes aguas. El que de antemano se prepar undoble solaz, desde entonces asegur su victoria so-bre la fortaleza enemiga. Ya que te entregaste contan poca cautela a una sola, busca al menos desdeahora su nueva rival. El infiel Minos, subyugado porProcris, traicion a Pasfae, y la primera esposa ven-cida cedi el puesto a la segunda. El hermano deAnfloco sepult en el olvido a la hija de Fegea des-de el momento que Calirroe le admiti en su lecho,y Enone hubiese dominado a Paris muchos aos sino se lo arrebatara la concubina de Esparta. Lahermosura de Procne habra satisfecho al tirano deOdrisia, a no palidecer ante la de su hermana, aquien retena prisionera.Mas a qu me detengo con tan innumerablesejemplos que producen fatiga? Siempre un nuevo 25. E L R E M E D I O D E L A M O R25amor acaba con el precedente. La madre de varioshijos soporta mejor la prdida de uno de ellos que laque exclama llorosa: T eras mi nico consuelo.No vayas a figurarte que te alecciono con nuevasmximas: ojal me perteneciese la gloria de esta in-vencin. El hijo de Atreo ya las conoci, y cmono creerlas lcitas el que dispona a su arbitrio detoda la Grecia? Vencedor del enemigo, cautiv yam a la joven Criseida; pero su anciano padre albo-rotaba el campo a fuerza de lamentos. Viejo estli-do, por qu lloras as? Los dos amantes son felices,y con tu empeo por rescatarla, vas a perder a tuhija.Calcas, seguro de la proteccin de Aquiles, pideque se restituya la cautiva, que por fin volvi a lacasa paterna, y entonces exclama el hijo de Atreo:Hay otra que compite con su beldad, y lleva elmismo nombre variando la primer slaba; exijo queAquiles me la ceda de buen grado, ponindose en lojusto; de lo contrario sentir la fuerza de mi poder.Aqueos, si alguien de vosotros vitupera mi resolu-cin, sabr lo que vale el cetro empuado por mimano vigorosa; pues si siendo yo el rey no consigoque Briseida participe de mi lecho, habr de dar li-cencia a Tersites para que me suplante en el reino. 26. O V I D I O26As dijo, recibi a esta joven en compensacin de laprimera, y olvid la antigua cuita en sus brazosamorosos; del mismo modo, imitando a Agamenn,abrsate en dos llamas a la vez, y que tu pecho sedivida entre dos mujeres. Dnde encontrarlas?, mepreguntas. Anda, djate guiar por mis reglas, y bienpronto tu nave se llenar de lindas jvenes.Si mis preceptos se estiman de algn valor, yApolo por mi boca ensea algo que sea til a losmortales, aunque te tuestes, desdichado, en el fuegodel Etna, haz por aparecer en presencia de tu amadams fro que el hielo; simula hallarte sano aunque teaflija la dolencia, y re estrepitosamente cuando ten-gas motivos para llorar. No te ordeno romper loslazos que te sujetan en los crticos momentos de laexaltacin desbordada, no soy capaz (le imponerteleyes tan duras, sino que disfraces tus sentimientos,que afectes haber recuperado la tranquilidad, y loque finjas bien hoy, maana ser una verdad. Cienveces, por evitar la embriaguez, quise parecer dor-mido, y fingiendo dormir, acab por rendirme alsueo; y me re otras tantas del mancebo que se en-gaaba a s mismo fingindose enamorado, y caapresa, cual torpe cazador, en sus propias redes. Elamor se nos introduce en el alma por la costumbre, 27. E L R E M E D I O D E L A M O R27y por la costumbre llega a olvidarse. El que tengabro y se imagine libre, acabar sindolo realmente.Si tu prenda te dice que vayas a gozar la noche quete ha prometido, no faltes; si acudes y encuentras lapuerta cerrada, llvalo en paciencia. No recurras alas splicas o las amenazas, ni por eso vayas a ten-derte desesperado en el fro umbral; y a la maanasiguiente no la recrimines por el engao, ni le dejesver las seales del dolor impresas en tu aspecto. Yadepondr su altivez observando tu indiferencia, yste ser un beneficio que debas a mis lecciones.Procura, en fin, engaarte de veras hasta que logresverte libre del cautiverio. El potro rechaza con fre-cuencia los frenos que pretenden sujetarlo. Oculta lautilidad de tus designios, y vendr a suceder lo quete propones. El pjaro se burla de las redes que sedescubren demasiado. Por que no viva tan satisfe-cha que te abrume a fuerza de desprecios, mustratealtivo con ella, y su arrogancia ceder a tu entereza.Su puerta se halla por casualidad abierta?; pues,aunque te llame, pasa sin entrar, Te concede unanoche?; duda si podrs acudir en la que te indica. Apoca paciencia que tengas, esto es fcil de soportar,y por ende te permito distraerte en los brazos decualquier mujerzuela. 28. O V I D I O28Quin osar tachar mis preceptos de excesiva-mente severos, cuando represento el papel de unhbil conciliador? Cuanto varan los caracteres hu-manos, tanto varan mis reglas, y a las mil especiesde enfermedades acudo con mil distintos remedios.Hay dolencias que apenas alcanza a curar el rigordel hierro, y otras que se aplacan con los jugos deciertas hierbas saludables. Si eres dbil, y no tienesresolucin para huir y librarte de tus cadenas, y elAmor, cruel, oprime tu cerviz con su planta, cesa deluchar, deja que los vientos impulsen tus velas, ysigue, ayudado del remo, la direccin que te impo-nen las olas. Necesitas templar la sed ardiente que tedevora, lo, reconozco, y te permito calmarla en me-dio del ro; pero bebe mucho ms de lo que reclamatu ansiedad, hasta que arrojes por la boca el aguaque acabaste de sorber. Goza sin descanso de tuamada, sin que nadie te lo prohiba; dedcale tus no-ches y tus das; apura el placer hasta la saciedad, ysta se encargar de la curacin de tus males; per-manece junto a ella aunque puedas vivir sin tenerladelante, y as que te hayas hartado de placeres, y losexcesos te produzcan hasto, ya no te agradar pisarlos umbrales de su casa aborrecida. El amor perduralargo tiempo alimentado por los celos; si quieres 29. E L R E M E D I O D E L A M O R29ahogarlo en tu pecho, ahoga la desconfianza. Todala ciencia de Macan sera impotente para sanar alque teme perder su querida o que un rival se la qui-te. La madre de dos hijos siempre sufre ms poraquel que sirve en el ejrcito, cuya vuelta es tan in-segura.Junto a la puerta Colina lzase un templo vene-rable, al que di su nombre el elevado monte Erix;all reina el Olvido del Amor, que sana los corazo-nes enfermos sumergiendo sus antorchas en las frasondas del Leteo; y all corren los jvenes a pedirle elalivio de sus penas, y las doncellas locamente ena-moradas de un hombre insensible. Este numen mehabl as (dudo si fue el verdadero Cupido o la ilu-sin de un sueo, pero me inclino a lo ltimo): Oht, que, solcito, ya enciendes, ya extingues las lla-mas de Venus, Ovidio!; aade a tus lecciones esteprecepto mo: represntese cada cual el cuadro desus males, y olvidar sus amoros. El cielo los harepartido a todos en cantidad ms o menos conside-rable. Aquel que ha tomado dinero en prstamo,tema el puteal, tema a Jano y la pronta vuelta de lascalendas. El que tenga un padre duro de condicin,aunque todo le salga a medida del deseo, lleve siem-pre por delante la dureza de su progenitor. El otro 30. O V I D I O30que vive en la estrechez con una esposa sin dote,atribuya al matrimonio el principio de sus desdichas.Si posees en tu frtil heredad una via de exquisitosracimos, concibe el temor de que stos se sequen alnacer. El que espera su nave de arribada, represn-tese la violencia del oleaje y el litoral cubierto conlos restos del naufragio. Al uno llena de angustia elhijo que sali a campaa, al otro la suerte de su hijanbil; y a quin no afligen mil causas de inquietud?Oh Paris, cmo hubieses aborrecido a tu Helenareproducindote en la imaginacin el desastroso finde tus hermanos! El dios hablaba todava, cuandosu imagen infantil se desvaneci con mi sueo, si enverdad aquello fu un sueo. Qu hacer? Palinuroabandona el barco al furor de las ondas, y navega ala fuerza por rutas desconocidas. Oh t que arias,evita la soledad, siempre funesta! Adnde huyes?Entre la turba estars bien seguro. No tienes nece-sidad de aislarte; el aislamiento agravara tus zozo-bras, que hallarn grande alivio en las reunionesnumerosas. Si permaneces solo, te dominar la tris-teza, y la cara de tu prenda abandonada se ofrecera tu vista como si fuese su misma persona; la nochees ms triste que la claridad del da, porque en ella lefalta al desdichado el consuelo de los amigos que 31. E L R E M E D I O D E L A M O R31distraen las penas. No rehuyas la conversacin, nocierres la puerta de tu casa, ni sepultes el atribuladosemblante en las tinieblas; ten siempre cerca de ti unPlades que consuele a Orestes; en tales casos laamistad es un blsamo que cicatriza profundas lla-gas. La soledad de las selvas, no puso el colmo a ladesesperacin de Filis? La verdadera causa de sumuerte se explica por el abandono. Vagaba con loscabellos alborotados, como la turba de las Bacantesque suelen ir cada tres aos a celebrar las orgas deBaco en el monte Edn, y ya tenda la vista a lo le-jos por la inmensa llanura del mar, ya muerta de fa-tiga se desplomaba en la arenosa playa. PrfidoDemofonte!, gritaba a las insensibles olas, y lossollozos interrumpan sus quejas lastimeras. Unaestrecha senda, cubierta de opacas sombras, condu-ca hasta el litoral, y la desdichada lo recorre ya porla novena vez. Sabr mi resolucin , dice, y cu-bierta de palidez, mira la faja que cie su pecho, mi-ra las ramas de los rboles, vacila, condena el hechoque se apresta a realizar, tiembla y se lleva las manosal cuello. Desgraciada Filisi, ojal no te encontrarassola en aquel trance; los rboles de la selva, desnu-dndose de sus hojas, no habran llorado tu suertelamentable. 32. O V I D I O32Joven que sientes los rigores de tu amiga, don-cella que sufres los desvos del mancebo, huid de lasoledad, aleccionados por el ejemplo de Filis. Unmozo que obedeci fielmente los consejos de miMusa, consigui arribar a puerto de salvacin; mastropezando una turba de amantes fervorosos, vino arecaer, vctima de los dardos que Cupido llevabaocultos. Si amas y quieres verte libre, evita la com-paa de los enamorados: este contagio alcanza alhombre lo mismo que a los rebaos. Mientras losojos contemplan las heridas ajenas, sintense heri-dos a su vez, y al ponerse los cuerpos en contacto,se transmiten muchas dolencias. En un campo deridas glebas suele suceder que mane el agua filtradade prximo ro; as resurge el amor que pareca ex-tinguido, si no evitamos la compaa de los queaman; pues en este particular todos somos ingenio-sos para engaarnos. Tal que por fin estaba sano,recay por la vecindad de un enfermo; otro se sintidesfallecer a la presencia de la que fue su amiga; lacicatriz, mal curada, descubri la antigua herida, ymis lecciones no le sirvieron de ningn provecho.Con dificultad te defenders del incendio que des-truye la casa vecina; te ser, pues, conveniente nofrecuentar los sitios donde pase tu amada. No acu- 33. E L R E M E D I O D E L A M O R33das al prtico en que ella suele distraerse, y evitatropezarla en las visitas que la educacin te prescri-be. Qu sacars de reanimar a su vista la llama casiapagada? Si puedes, trasldate a otro hemisferio. Elestmago hambriento no es dueo de contenerseante una mesa bien surtida, y el arroyo que salta in-cita la congoja del sediento. Difcil empresa la dedetener al toro que ve a la ternera, y el potro gene-roso relincha cuando divisa la yegua.Aunque me obedezcas, no es bastante queabandones a tu dueo, si quieres pisar indemne laplaya; exijo que te despidas de su madre, de su her-mana, de la nodriza que le sirvi de confidente, y decuantas personas tengan con ella la menor cone-xin. Teme que un siervo o una criada con fingidaslgrimas se te acerque suplicante a saludarte ennombre de su seora, y no le preguntes cmo seencuentra, por ms que te interese el saberlo. Echaun candado a la lengua, y tu discrecin alcanzar eldebido premio. T, que pregonas los cien motivosque tuviste para romper definitivamente con ella, ylas muchas razones que provocaron tus fundadasquejas, cesa en las lamentaciones, vngate mejorcallando, y as llegars a olvidarla sin sentimiento.Preferible es que calles a manifestar que la despre- 34. O V I D I O34cias. El que confiesa a todos que no ama, ama toda-va. Se extingue la llama con ms seguridad poco apoco que pretendiendo ahogarla de sbito. Retratecon paso lento, y ser cierta tu libertad. El torrentesuele precipitarse con ms violencia que el cursososegado del ro; mas la carrera del uno es breve, yla del otro incesante. Que tu pasin efmera se des-vanezca como nube en los aires, y se aplaque porgrados sin esfuerzo. Es un crimen aborrecer hoy ala que amabas ayer: tan rpidas mudanzas slo con-vienen a caracteres violentos y atroces; basta que note preocupes de ella: el que trueca el amor en odio,o ama o siente el fin de sus males. Espectculo tor-pe el de dos amantes ayer unidos tiernamente, quese aborrecen de pronto como dos irreconciliablesenemigos. La misma Venus desaprueba semejantesquerellas. Es cosa comn acusar a la delincuente yquererla. Cuando el resentimiento desaparece, elamor, libre de lazos, se aleja con prontitud.Serv un da de testigo a cierto joven cuya amigaacudi al juicio en litera, y sus palabras todas fulmi-naban contra ella horrendas amenazas. Ya se dispo-na a formalizar la querella, cuando dice: Que salgade la litera. Sale, y a la vista de su prenda, qudasemudo, los brazos se le caen y las tablillas se le esca- 35. E L R E M E D I O D E L A M O R35pan de las manos; corre a abrazarla, y exclama: Hasvencido. Creo ms seguro y conveniente separarsesin reir que desde el tlamo pasar a los litigios fo-renses. Deja que se aproveche tranquila de los re-galos que le hiciste; tan pequeo sacrificio te re-portar bienes sinnmero. Cuando la casualidad osreuna en el mismo sitio, no olvides emplear las ar-mas que puse a tu disposicin. Si el trance te obligaa pelear, lucha valerosamente; Pentesilea caer alrigor de tus dardos. Piensa entonces en tu rival, enla puerta cerrada a tus pretensiones y los falsos jura-mentos en que puso por testigos a los dioses. Noperfumes tu cabello porque vayas a visitarla, no teesmeres en componer los pliegues ondulantes de latoga, ni pongas tanto empeo en agradar a la que yano te pertenece, y arrglate, en fin, de modo que ellano sea para ti ms que una de tantas.Voy a revelarte los obstculos que se oponenprincipalmente a nuestros designios, y que cada cualse instruya por la propia experiencia. Abandonamostarde nuestras pretensiones, porque confiamos ser.amados todava. A todos nos embriaga el amorpropio, y nos infunde una necia credulidad. No fesen juramentos; hay cosa ms falsa; los mismos dio-ses inmortales les niegan todo valor; ni te conmue- 36. O V I D I O36vas por el llanto de las que ensean a sus ojos a llo-rar con oportunidad. El albedro de los amantes seve, combatido por mil estratagemas, como la pie-drezuela de la playa resbala de aqu para all, arras-trada por las ondas marinas. No declares qumotivos tienes para desear la ruptura, ni confieses lacausa de los dolores que padeces en secreto; no lereproches sus deslealtades, porque te abrumar consus razones; al revs, procura que su causa parezcamejor que la tuya: el que calla da pruebas de entere-za, y el que llena de oprobios a su amada, le pideuna contestaci6n que le satisfaga. No me atrevo,imitando al rey de taca, a sumergir en el ro las fu-riosas saetas y las antorchas del Amor; no intentocortarle las alas de prpura, ni aflojar las cuerdas desu arco divino con mis lecciones. Mis cantos se li-mitan a daros consejos; seguidlos, amantes. T, Fe-bo, numen de la salud, como siempre lo has hecho,favorece mi empresa. Ya te veo, ya oigo sonar tulira, y las flechas de tu aljaba; por estas seales reco-nozco al dios que me ayuda. Coteja con la prpurade Tiro la lana teida en la caldera de bronce deAmiclas, y sta te parecer ms grosera; as vosotroscomparad vuestras amigas con las ms hermosas, ycada cual comenzar por avergonzarse de la suya. 37. E L R E M E D I O D E L A M O R37Juno y Palas resplandecieron igualmente hermosas ala vista de Paris; mas comparadas con Venus, lasdos quedaron vencidas. Y no slo la compares porel cuerpo, sino tambin por su genio y habilidades,y, sobre todo, que la obcecacin no ofusque tu en-tendimiento.De poca entidad es lo que me queda por adver-tiros; sin embargo, fu til a muchos, entre los cua-les me cuento. No te entretengas en leer las misivasque guardes de tu dulce amiga: el temple ms firmevacila con tan peligrosa lectura. Aun a tu pesar, en-trgalas al fuego, y exclama: Que este fuego devorem ardor. La hija de Testo abras con un tizn asu hijo ausente, y t vacilas en arrojar a las llamasesos prfidos billetes? Si puedes, aparta de ti suimagen;, qu placer sacars de una muda represen-tacin? Este delirio perdi a Laodamia. Asimismo teafligir la vista de muchos sitios; huye de aquellosque por haber sido testigos de tus dichas, te pro-duzcan impresiones dolorosas. Aqu estuvo, aquse acost; ste es el tlamo en que dormimos, aqume hart de placer durante larga noche. Con lasmemorias se renueva el amor, se abre la cicatriz re-ciente, y los enfermos recaen a la menor impruden-cia. Como si aplicas azufre al fuego casi extinguido, 38. O V I D I O38vuelve a tomar cuerpo, hasta producirse un granincendio, del mismo modo, si no evitas lo que re-crudece tu pasin,, se convertir en hoguera la llamaque fu casi nada. Las naves de Argos hubiesenquerido alejarse del promontorio de Cafarea y delfaro que encendi6 Nauplio por vengar la muerte desu hijo; el cauto marinero se regocija de haber pasa-do el estrecho de Escila; as t huye de frecuentarlos sitios que un da te fueron tan agradables; enellos estn tus Sirtes, tus rocas Acroceranias, y desdeellos vomita la implacable Caribdis las olas que aca-ba de tragar.Hay otros remedios cuyo empleo no debe orde-narse a nadie, que son infalibles recursos si losaconseja el azar. Que Fedra pierda sus riquezas, yNeptuno salvar a su nieto, conteniendo al mons-truo que espant sus temerosos corceles. Reduce aPasfae a la indigencia, y amar con ms seso: lasriquezas, alientan el desenfreno de la lujuria. Porqu ninguno sedujo a Hcale y ninguna a Iro? Por-que ste era indigente y aqulla pobre. La pobrezano tiene con qu alimentar el amor; sin embargo, noes suficiente razn para que la desees. Ms conve-niente te ser no asistir a las representaciones tea-trales, mientras no hayas vencido del todo la 39. E L R E M E D I O D E L A M O R39dolencia que angustia tu pecho. All se enerva elnimo a los acordes de la ctara, al son de la flauta yla lira, del canto y la danza con sus movimientoscadenciosos; all se representan a diario ficticias pa-siones, y el actor, con arte maravilloso, te ensea lospeligros que has de precaver y los placeres que la-bran la felicidad.Lo digo a mi pesar, no leis a los poetas erti-cos; autor desnaturalizado, me revuelvo contra mispropios escritos. Huye de Calmaco, que no es ene-migo del amor, y del poeta de Cos, tan nocivo comoel primero. Safo, en verdad, me inspir gran ternurahacia mi amiga, y en el viejo de Teos no aprend lamayor rigidez de costumbres, Quin leer sin pe-ligro los versos de Tibulo, o los de vate dominadoslo por Cintia? Quin puede permanecer indife-rente despus de la lectura de Galo? Hasta mis ver-sos no s qu tienen de sugestivos, y si Apolo queme los dicta no me engaa, siempre es un rival lacausa primera de nuestros daos. No te imaginesnunca que lo tienes, y cree que tu amada descansasola en el lecho. Orestes am con febril vehemenciaa Hermone desde el instante que ella acept lacompaa de otro varn. De qu te quejas, Mene-lao? Pasaste a Creta sin tu esposa, permaneciste all 40. O V I D I O40largo tiempo privado de sus caricias, y as que Pariste la arrebat, juzgaste insoportable vivir un instantesin su compaa, y el amor de otro exacerb el tuyo.Lo que ms llor Aquiles al perder a Briseida fueverla conducir al lecho del hijo de Plistenes; y cre-edme, no lloraba sin razn. El vstago de Atreo hi-zo con ella lo que forzosamente haba de hacer, amenos de declarar su vergonzosa impotencia. Yohubiera hecho otro tanto, porque no soy ms sabioque l, y esto di motivo a su funesta rivalidad conAquiles. Cuando juraba por su cetro no haber toca-do nunca a Briseida, seguramente no crea que sucetro fuese un dios.Quiera el cielo que tengas el valor de pasar sindetenerte por el umbral de tu abandonada amiga, ylos pies no desmientan tu resolucin; lo tendrs, silo quieres con firmeza; mas entonces es preciso queaceleres el paso, y claves las espuelas en los ijares delrpido corcel. Figrate su casa como el antro de losLotfagos o las Sirenas, y ayuda las velas con el em-puje de los reinos. Deseara tambin que cesases.de mirar como un enemigo al rival de quien an-tes te dolas con amargura; aunque el odio te em-bargue, saldale afectuoso, y el da que puedasabrazarle estars curado del todo. 41. E L R E M E D I O D E L A M O R41Por ltimo, cumpliendo las obligaciones de unmdico advertido, os prescribir los manjares deque habis de absteneros y los que podis tomar.Reputo nociva cualquiera planta bulbosa, provengade Daunia, de la costa de Libia o de Megara; con-viene no probar la raqueta estimulante y lo que pre-disponga el cuerpo a los deleites de Venus : mssaludable te ser la ruda, que enciende el brillo delos ojos, y la que adormezca en tu sangre los impul-sos de la sensualidad.Me preguntas qu te prescribo con respecto alvino, y voy a darte la contestacin antes de lo queesperas. El vino predispone el nimo al placer, si nose apura con abundancia; mas la embriaguez entor-pece nuestros ardientes deseos. Con el viento seaviva la llama, y con el viento se extingue; si es lige-ro la alimenta, si huracanado la destruye. O no teembriagues, o, si lo hicieres, sea tan grande la borra-chera, que te libre de todos los cuidados: en tal al-ternativa, el justo medio es siempre daoso.He acabado mi obra: coronad de guirnaldas micansada nave; por fin llega al puerto adonde dirigasu rumbo. Hombres y mujeres, que sanasteis por la 42. O V I D I O42bondad de mis avisos, algn da daris a vuestropoeta piadosas acciones de gracias.FIN DE EL REMEDIO DEL AMOR 43. E L R E M E D I O D E L A M O R43NOTASVerso 5. Tydides. -Diomedes, hijo de Tideo yDeipile, que ocup a la muerte de Adrasto el tronode Argos, acudi a la guerra troyana con ochentanaves, conducindose en ella como uno de los cam-peones ms intrpidos y resueltos, pues luch con-tra Hctor y con los mismos dioses y diosas quefavorecan la causa de Troya, hiriendo con la lanza aVenus, ultraje que sta veng ms tarde arrojandoen los brazos de un adltero a su esposa Egiatea.V. 55. Vixisset Phylis. -En nota anterior dijimosque Filis, locamente enamorada de Demofn, encuanto perdi la esperanza de su regreso, se mat yqued transformada en rbol.V. 59. Contra sua viscera. -Juzgamos casi ociosoadvertir que esta madre desnaturalizada es la queveng la infidelidad de Jasn en la sangre de sus 44. O V I D I O44propios hijos, y huy a travs de los aires en un ca-rro conducido por dragones alados.V. 61. Arte mea Tereus. -En el libro sexto de LasMetamorfosis narra el autor la leyenda de Tereo, espo-so de Procne y seductor de su cuada Filomela;brutal hazaa que ocasion la desgracia de toda lafamilia.V. 63. Da mihi Phasiphaen. - La bestialidad de Pa-sfae y sus consecuencias se han anotado al tratar deLos Amores.V. 73. Publicus adsertor. -El pretor que daba li-bertad a las esclavas con la varilla llamada vindicta.V.100. Myrrha. -Mirra, la hija de Ciniro, meta-morfoseada en el rbol balsmico as llamado, por elincesto que cometi con su padre, la cual di a Al-fieri el argumento de una de sus mejores tragedias.V.111. Paeantius heros. -Filotectes, hijo de Pen ycompaero de Hrcules, acept de ste las flechasbaadas en la sangre de la Hidra de Lerna, el msfunesto don que pudo recibir, pues habindoselecado una de ellas sobre el pie, le produjo herida dehedor tan insoportable, que los griegos le abando-naron en Lemnos.V.152. Vade per... candida castra. -Recomiendacomo distraccin poderosa el acudir a las reuniones 45. E L R E M E D I O D E L A M O R45donde se presentaban a solicitar las magistraturasurbanas los candidatos revestidos de blancas togas,emblema de la pureza de sus intenciones, no siem-pre en consonancia con los actos ejecutados en eldesempeo de los cargos populares que obtenan.V. 156. Caesaris arma. -Octavio encomend aCayo, hijo de Agripa, la direccin de la guerra con-tra los parthos, que haba de restaurar en el lejanoOriente el honor de las armas romanas, vengando laderrota de Craso.V. 213. Tu tantum, i. -Vale la pena de no echaren saco roto el consejo. Ojos que no ven, coraznque no llora, reza el adagio, y nada rompe tan prestolos lazos de Cupido como el huir lejos, muy lejos,del sitio de nuestro cautiverio.V. 220. Allia nota. -En las inmediaciones delAllia, afluente del Tber, los galos, con su caudilloBrenno, destrozaron el ejrcito romano, y siemprese tuvo por nefasto el aniversario de tan desastrosocombate.V. 249. Haemoniae... terrae. -La Tesalia, frtil enplantas venenosas.V. 260. Vivo sulfure. -Alude a las purificacioneshechas con el azufre encendido, que se pasaba tresveces en torno de la cabeza. 46. O V I D I O46V. 261. Phasiacae... terrae. -La regin de Colcos,regada por el Fasis.V. 263. Perseides. -Persa, hija del Ocano, esposadel Sol y madre de Circe, Pasfae y Perseo.V. 264. Neritias rates. -Las naves de Ulises,construdas con las maderas del monte Nerito entaca.V. 272. Dulichium. -Sobrenombre del mismoUlises, como rey de la isla Duliquio.V. 282. Rhesus. -El rey de Tracia muerto porUlises y Diomedes al llegar en socorro de los troya-nos.V.290. Deme...fidem. -Ovidio acredita discerni-miento no vulgar rebelndose contra la creencia delpoder de los encantos y maleficios.V. 302. Sub titulum. - As se llamaba el anunciode la finca que se venda en pblica subasta.V. 313. Podalirius. -El hijo de Esculapio, tan en-tendido como su padre en el conocimiento de lashierbas medicinales.V.355. Phineu. -Sobre el brbaro y hediondo su-plicio que los dioses impusieron a Fineo, ya hemosdicho lo bastante en nota anterior.V.366. Zoile. -Zoilo, natural de Arifpolis, enTracia, segn Vitrubio, se distingui en la repblica 47. E L R E M E D I O D E L A M O R47de las letras por sus crticas acerbas contra Homero,pretendiendo convertir este nombre glorioso enobjeto de befa e irrisin; y tan satisfecho estaba desus abortos censorios, y tan oprimido a la vez por lamiseria, que tuvo la audacia de presentarse a Ptolo-meo y leerle tan desalmadas crticas, con la esperan-za del premio que recompensara sus desvelos; peroel monarca de Alejandra, ms atento al decoro realque a los ladridos de aquel miserable, le contestque sabiendo ms que Homero, no necesitaba elfavor de nadie, puesto que en su ingenio tena lamina capaz de enriquecerle, y le despidi con enojode su presencia. Acusado un da del crimen de pa-rricidio, sufri el suplicio de la cruz y pas a la pos-teridad con el calificativo de Homeromastix, o azotede Homero.V. 367. Et tua... carmina. -Tampoco faltaron a Vir-gilio detractores, y entre ellos se cuenta a CarvilioPicto, que escribi una stira feroz contra La Enei-da, sin que le detuviese la consideracin de que elautor quiso entregarla al fuego por impedirle lamuerte su correccin escrupulosa, y que a pesar deesta falta de lima, es el poema heroico sin rival de laliteratura latina. 48. O V I D I O48V. 372. Maeonio... pede. - El verso Meonio o elexmetro, propio del herosmo.V. 376. Usibus e mediis. -La vida ordinaria y sucorrespondiente lenguaje, que no se permite alzar eltono con el arrebato de las violentas pasiones ni laelevacin de las empresas heroicas. Excusado cre-emos advertir que por el zueco se sobrentiende lacomedia, y el coturno representa la tragedia.V. 382. Cydippe. -Sobre la estratagema de Aconciopara obtener la mano de Cidipe, Calmaco escribiun poema ertico del que nos quedan escasos frag-mentos esparcidos en las pginas de los gramticos.V. 383. Andromaches- Los razonamientos de An-drmaca en La Iliada, propios de la esposa verecun-da y madre amantsima, no se parecen nada, nideben parecerse, a los de la cortesana Tais, que consus astucias burlaba la sagacidad de los siervos msbellacos y trapalones.V. 396. Quantion Virgilio. - La comparacinadolece de inmodesta, y poco exacta adems. Virgi-lio no admite competidor en la epopeya y la didcti-ca; Ovidio, sin menoscabo de su gloria, veseforzado a compartirla con elegacos como Tibulo,Galo y Propercio. 49. E L R E M E D I O D E L A M O R49V. 453. Minos. -Hijo de Licasto, rey y legisladorde Creta y esposo de Pasfae, tuvo relaciones conProcris, fugada de su tierra por temor a la venganzade Cfalo.V.455. Amphilochi frater. -Alcmen el parricidahuy a Fegea, dominio de Psopis, quien despus depurificarlo, le di en matrimonio a su hija Arsinoe;pero la nueva tierra le rechazaba por su crimen; tu-vo que huir; lleg a las mrgenes del Aqueloo, y eldios de este ro, le entreg en segundas nupcias aCalirroe.V. 457. Oenone. - La esposa de Paris antes decometer el rapto de Helena, a quien llama Ebalia, deEbalio, uno de los primeros reyes de Laconia.V. 459. Odrysio. -Tereo dominaba la regin deTracia denominada Odrisia.V. 467. Atrides. - El hijo de Atreo, Agamenn.V. 482. Thersites. - El campen ms flojo, char-latn y risible de la hueste aquea.V. 546. Machaonia. - Macan, hijo de Esculapio ymdico celebrrimo.V. 549. Est prope Collinam. -Cerca de la puertaColina y prximo al Quirinal alzbase el templo deVenus. Ericina, as llamada por recibir especial cultoen el famossimo monte Erix, de Sicilia. 50. O V I D I O50V.561. Qui puteal Fanumque. -El Puteal, del pozoen cuya proximidad administraban los pretores jus-ticia; los usureros y negociantes se reunan en la pla-za vecina del templo de Jano, lugares, ambos pocogratos a los que estrechaba con la ley en la mano unacreedor implacable.V. 577. Palinurus. -Piloto de la nave de Eneas,que cay al mar y encontr la muerte en el pro-montorio de Lucania, desde entonces conocido porel nombre de este desdichado marinero.V. 593. Adomio... Balcho. - Epteto de Baco pormonte Edn, de la Tracia, donde fu en extremoreverenciado; sus orgas se celebraban con estruen-do y algazara cada tres aos, trieterica, en memoria dela expedicin a la India.V. 660. Appias. - Sobrenombre con que se conocaa Venus Genitrix, por su templo cercano a la fuenteAppia.V. 676. Penthesilea. -Toma a la reina de las Ama-zonas por la joven contra la cual se revuelve elamante, como Aquiles contra Pentesilea, para caerrendido en presencia de su soberana hermosura.V. 707. Amyclaeis. -Amiclas, ciudad del Pelopo-neso, a las mrgenes del Eurotas, cuyos tintes deprpura no resistan el parangn con los de Tiro. 51. E L R E M E D I O D E L A M O R51V. 735. Capharea. - Las rocas de Cafarea, al piede un promontorio de la isla Eubea, ofrecan esco-llos dificiles a la navegacin. Nauplio, ansioso devengar la muerte de su hijo Palamedes, encenda porlas noches un faro en sitio tan peligroso con el pro-psito de atraer las naves de los griegos para que seestrellasen miserablemente, como lo consigui, rea-lizando tan siniestra venganza.V. 739. Syrtes... Acrocerana. - Las Sirtes, dos gol-fos del Norte de frica, el uno mayor que el otro, ylos dos igualmente peligrosos. Los montes Acroce-ranios, en el Epiro, y cuyas estribaciones baa elAdritico, recibieron tal nombre por la frecuenciacon que azotaban sus cimas las descargas del rayo.V. 740. Charybdis. - A este pavoroso escollo delestrecho de Mesina le di nombre una mujer gloto-na que rob los toros de Hrcules y sucumbi a losrayos de Jove, cayendo precipitada en el mar, dondeobedece a su natural famlico, tragndose y vomi-tando las naves que se ponen a sus alcances.V. 747. -Hecalen... Iron. - Hecale, una vieja pobr-sima, en cuya casa hall Teseo hospitalidad. Iro, elmendigo que se atrevi a luchar con Ulises, antes deque se diera a conocer como el rey de taca, tantosaos ausente de su tierra. 52. O V I D I O52V. 760. Coe. - El poeta de Cos, Filetas.V. 762. Teia Musa -Las canciones de Anacreon-te.V. 778. Plisthenio. - Agamenn, hijo de Plistenes,quien al morir lo recomend, junto con Menelao, asu hermano Atreo, que educ a los dos sobrinoscon solcito celo.V. 789. Lotophagos. - Este pueblo que habitabalas islas Zerbi, al Norte de frica, se alimentaba conel fruto del loto, de sabor tan delicioso que, segnHomero, los que una vez lo coman se olvidaban almomento de la patria, como aconteci a los com-paeros de Ulises.V. 797. Daunius... bulbus. -La Daunia de Apulia,una de las regiones de Italia que producan enabundancia las plantas bulbosas.