Palabrería 2012

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La revista del IES La Ería

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P a l a b r e r í a La revista del IES La Ería. Oviedo. Número 5. Junio de 2012

SUMARIO

Gente de La Ería Adiós al instituto de las aspas amarillas, 3

Vida cotidiana y estudio, 4 ¡Conectando!, 6

Callejeros en La Ería, 8 Colecciones muy, muy especiales, 9

Construyendo la convivencia, 11 Excelencia en ortografía, 12 Deportistas de La Ería, 13

Destino: la cafetería de La Ería, 14

Cosas que pasan en La Ería Días de letras y música, 15 El pasillo de las artes, 17 El rincón del ajedrez, 18

Ver… para creer, 19 Maestría en cooperativismo, 20

Jugamos por Europa, 21 Érase una vez… El Habla , 22

La Ería, un instituto viajero

Viaje a Covadonga, 23 La ruta de la mística, 24

Viaje al Madrid de los literatos, 25 A Granada con las matemáticas, 27

Viaje de estudios a Italia, 28 Proyecto Planet Health, 29

Sección Bilingüe

Una semana en Broadstairs, 31 Entrevista con Kate Newton, 32 La Semana Angloamericana, 33

Miscelánea

Por favor, que nos traigan una escoba, 34 Músicas de ayer y hoy, 35

La adolescencia según Dickens, 37

Cuentos y poemas ganadores del concurso literario IES La Ería , 38

Postales ganadoras del concurso de

San Valentín, 50 8

editorial Este es nuestro número cinco. «No hay quinto malo» se dice, y así debe ser ahora que cumplimos un largo lustro de Palabrería, nuestra revista, la del instituto La Ería. Más de 1800 días de experiencias, de aprendizajes que relatáis año tras año para que vuestra huella en este instituto deje un rastro si cabe más imborrable. Nuevos autores se suman a construir Palabrería, nuevos puntos de vista, renovados estilos e intereses. También nos abandonan «viejas» colaboradoras, una vez cumplido su periplo por nuestros pasillos: Beatriz Álvarez, Irene Caunedo, Irene Díaz, María G. Perotti o Natalia Ferreras. Tampoco podíamos olvidar –en realidad siempre va a estar aquí- a nuestra Magda, y decimos nuestra porque ella per-tenece a Palabrería y Palabrería a ella pertenece también como autora de algunas de sus primeras y últimas páginas. Un abrazo a todas vosotras y que vuestros mejores sueños se cumplan. ¡Hasta pronto, palabreros y palabreras!

Han hecho este número de palabr ería

Rut García Barrios, Ester Gómez Arias, Antón Llanes López, Olmo Tamargo Suárez, Julián de Teresa Blanco (1º ESO A); Arturo Concejo Lorenzo, Mateo Estrada Paredes, Javier Morán Rodríguez, Guillermo Pérez Alonso, Iván Rodríguez Ovín, Luis Sánchez Ferreiro, Lara Sánchez García, Giuliana Nina Tonesi (1º ESO B); Juan Carlos Macías Cienfuegos (1º ESO E); Ester Chamadoira González, Lucía Cosío de Lucas, Sara Cué Artime, Oscar Fernández Suárez, Alfonso de la Fuente Sanz, Alba Menéndez Cao, Élida Pallas Menéndez, David Rodríguez González (2º ESO A); Sara Alonso Fernán-dez, Miguel Aparicio Alonso, Ángela Cordero Cordero, Gonza-lo Ferro Espina, David López Fandos (2º ESO B). Colectivo 2º ESO E. Colectivo 3º ESO A. Raquel Díaz Eguiagaray, Arturo Ferro Espina, Raquel Iglesias Méndez, Javier Pérez Mesa (3º ESO A); Alicia Baragaño Freije, Selene Bermejo Rodríguez (3º ESO B); Henar Milán Medrano (3º ESO C); Belén Gómez Tor-terolo, Aída González Fernández (3º ESO D); Lidia Llano Pa-redes (3º ESO E); Andrea Gallinal Arias (4º ESO A); Adrián García Parra, Andrea Pires Luis (4º ESO C); Bárbara Jiménez Álvarez (4º ESO D). Colectivo 4º ESO D (Música); Jorge Otero Revuelta, Andressa Souza Martins (1º BCH A); Rocío Rodrí-guez Fernández (1º BCH D); Jaime Fernández Ortega (1º BCH E); Lara García Fernández, Laura Sánchez Sánchez (2º BCH A), Magda Rodríguez Dehli (2º BCH C).

Diseño / maquetación: Departamento de Actividades Complementarias y Extraescolares. Imprime: HiFer Artes Gráficas Depósito Legal:

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Adiós al instituto de las aspas amarillas Glups... Parece que también nosotros nos hicimos mayores

Magda Rodríguez Dehli

Un viernes más de mayo, como siempre la fragancia del pollo revoloteando por las escaleras, los gritos de los que salen al patio a hacer Educa-ción Física a primera hora. El último examen. De pronto, entre los nervios generales, las neuronas saturadas de atragantones de información y el sue-ño que ya debe de ser crónico, irrumpe una sensa-ción muy extraña: el último. Sin signos de exclama-ción ni interrogación. Es una realidad así, a palo seco, ab-solutamente desconcertante, aunque llevemos un año es-perándola. Seis cursos en La Ería nos han convertido en veteranos, en viejos lobos de mar que pueden columpiarse en la me-cedora contando a grandes voces historias de antaño: «Yo estuve en el chamizo, y vi le-vantar el polideportivo», «yo participé en el Comenius Eur-hope, vi nacer PalabrEría, chillé «¡Pompón madre-ñes!» en Grecia. Y tantos y tantos otros asuntos personales, granos y hormonas que no vienen de-masiado al caso. Los años del instituto coinciden con la edad de la risa floja y, por muy agobiantes que hayan podido ser estos junios pasados, nos han sobrado, como a todas las generaciones, las oportunidades para hacer buen uso de ella cuando debíamos y cuando no. Tampoco nos podemos quejar de haber gastado poco la maleta; como quien no quiere la cosa, tal vez solo lleguen a su-perarnos algún día los del Bilingüe... Ser los mayores da un poco de vértigo. Cuando era yo la que miraba hacia arriba temerosa de los que se les pasaría por la cabeza a aquellos grandullones que bloqueaban los pasillos, no veía la cantidad de exámenes/ trabajos/apuntes que se amontonaban detrás de aquellas caras estresadas. Supongo que cada uno tiene que estrellarse por su propio pie al llegar a segundo, pero no me lleva la conciencia guardarme un par de recomendaciones: para poder vivir, hay que ir siempre un paso por delante de la programación desde septiembre (porque, aunque el otoño se presente con una amable sonrisa, después la programación no du-dará en echarse a correr por delante de ti con dramáticas consecuencias); y estudiar con visión de futuro, haciendo esquemas hasta del forro de los libros. En efecto, hay dos semanas «de vaca-ciones» para preparar la PAU; pero el estado ca-tatónico al que te arrojan los idus de mayo (entre

otras cosas, por infringir el primer punto) no las convierte precisamente en los quince días más productivos de tu existencia. La PAU. Ese monstruo de seis cabezas, cuatro para algunos afortunados que no hacen los exá-menes de la fase específica, que sale de las entra-ñas de uniovi para abalanzarse sobre la carne jo-ven de los institutos. Sí, es tan terrible como dicen,

sobre todo por su virtud de amargar la vida al prójimo con su presencia, por su halo de tensión antológica, por las míticamente afiladas notas de corte. En fin, hay ya algún que otro millón de es-pañoles que ha pasado por ella y sigue vivo... así que no cunda el pánico. Ahora, viejo lobo de mar pe-ro en barco diferente al de los oyentes, recorro el pasillo del instituto que se ha que-

dado vacío y silencioso; pero como si estuviese en Comala (en segundo de Bachillerato lo entender-éis), escucho los ecos de las clases de todo este tiempo, de amigos y no tan amigos, de proyectos, música, teatro y locuras, de conocimientos que (sorprendentemente) acabaron ganando el terreno de nuestras cabezas. Hoy somos (o deberíamos ser) más sabios, más adultos, más capaces de comprender y de crear. Un pasito más cerca de nuestros sueños, muchos a una tirada de piedra de la universidad. Y hoy que toca despedirse de todo lo que ha sido La Ería para la promoción de 2012... parece que duele marcharse sin acariciar el lomo del querido cuélebre que ha velado nues-tras legañas matutinas, nuestros pinchos y fotoco-pias y nuestras estampidas a las 14.30. Solo una cosa más: no tengáis miedo a deci-dir, no dudéis ante el Bachillerato. Todos quere-mos un futuro feliz; miento, lo que queremos es nuestro futuro feliz. El de unos está en las cien-cias, el de otros en las letras, el de aquellos en las artes, a nivel universitario o de ciclo. Sigue tu pro-pio camino, por mucho que oigas a tu alrededor: un humanista no es un científico perdido para el mundo, sino otro pilar necesario en esta tierra. Y, en vista de las cifras recientes, probablemente con gran ventaja en la eterna cuestión de las «salidas». Estudia, si esa es tu dirección, y sigue la brújula adonde sientas que está tu norte, sin temor a equivocarte, porque también hay vuelta atrás. Y, sobre todo, nunca renuncies a nada.

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V i d a co t i d i a n a y es t u d i o Encuesta sobre los hábitos del alumnado del IES La Ería

Lara García Fernández Laura Sánchez Sánchez Los alumnos de 2º de Bachillerato hemos realiza-do una investigación de mercado para conocer los hábitos del alumnado del instituto y la relación de estos con los resultados académicos. Este es-tudio forma parte del proyecto «Conocer para educar», desarrollado en nuestro instituto dentro del «Contrato Programa», que es una iniciativa de la Consejería de Educación para promocionar la autonomía de los centros educativos. La inves-tigación sobre los hábitos de consumo se centró en una encuesta y los alumnos seleccionados para hacerla fueron de 2º y 4º de la ESO.

A continuación os ofrecemos un resumen y valo-ración de una parte de los resultados; la informa-ción más detallada y los datos completos sobre los

hábitos coti-dianos y de ocio se puede encontrar en el informe fi-nal elaborado para el pro-yecto y que se

enviará a la Consejería de Educación y Cultura. Las variables que hemos creído que podían estar relacionadas con las notas se organizan en torno a cuatro bloques objeto de estudio: hábitos de vida

metodología de estudio, hábitos de ocio, compatibi-lidad de horarios de la familia y grado de integra-ción y satisfacción personal. Hemos estudiado la correlación entre estas variables y los resultados académicos y la conclusión fue que ninguna los determinaba por sí sola. Posteriormente, agrupamos los resultados en fun-ción del número de suspensos y buscamos algunos hábitos, que pudieran ser más frecuentes entre los alumnos que suspenden más de 4, para intentar corregirlos en un futuro y ver si esto afecta a los

resultados escolares. Entre las conclusiones se puede destacar que tan solo un 6,67% hace un desayuno completo. Se detectan hábitos de desayuno inadecuados en un 20,69%, que no desayuna nada. El número de alumnos que no desayunan se va incrementando claramente a medida que au-menta el número de suspensos. Para saber la compatibilidad de horarios de las familias, escogimos como indicador el tipo de cena y la conclusión es que el 81,03 % del alumnado cena a un horario establecido y com-partido con la familia. El 90% del alumnado que aprueba todo o suspende una siguen una rutina a la hora de cenar, mientras que el 58,33 % del alumnado que suspende más de cinco tienen cenas menos organizadas.

Alumnado de 2º ESO C

Alumnos y alumnas de 4º ESO E

El número de alumnos que no desayunan se va incrementando claramen-te a medida que aumenta el número de suspen-

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También nos pareció que podía ser influyente la preocupación de las familias por los estudios de los alumnos y los resultados fueron estos: El 25% del alumnado que suspenden más de cinco, afirma que nadie les controla y al 41 % cuando hablan con el tutor. Además, en 4º se aprecia un aumento de la falta de control por los padres en alumnos que suspenden más de cuatro materias y se incrementan las visitas a tutores en el alum-nado que suspende más de cinco.

A través de los indicadores utilizados, podríamos decir que el conjunto del alumnado describe su entorno familiar como un entorno formado por familias estructuradas y preocupa-das por los resultados académicos de sus hijos.

No obstante, al analizar conjuntamente el control que tratan los padres de ejercer sobre la realización de las tareas de sus hijos y las res-puestas del alumnado que suspende más de 4 ma-terias, encontramos algunas contradicciones. El

100% de los alumnos que suspenden más de cuatro dice que hace las tareas siempre y un 58,33 % de los que suspenden más de cinco.

Un análisis cualitativo de los tutores de 2º

de la ESO trata de dar respuesta a esta discre-pancia. En cuanto a la relación inversa de reali-zación de las tareas y los resultados académi-cos encontramos que los alumnos con peores resultados dicen ser los que más tiempo dedican a estudiar y hacer tareas. Por lo tanto, los tuto-res creen que es una percepción errónea de concepto. El concepto que dichos alumnos tiene de «estudiar» y el esfuerzo que le dedican no se corresponde en absoluto con el nivel de exigen-cia que se requiere. Por lo tanto el seguimiento, ayuda y dedica-

ción de los padres, en el caso de alumnos que sus-penden más de 4 materias no parece estar siendo

eficiente. Los tutores opinan que este grupo de

alumnos necesita un control más exhaustivo y lograr un plan de actuación conjunto y compro-miso conjunto con la comunidad educativa. Se tratará de establecer un plan de trabajo perso-nalizado para cada alumno y una supervisión diaria del cumplimiento de dicho plan. En cuanto al tipo de ayuda que los alumnos tienen también presenta diferentes grados de eficiencia. En 2º de la ESO el alumnado con ayuda de algún familiar aprueba todo o suspen-de dos o tres. Mientras que el 40% de los alumnos que suspenden cuatro o cinco mate-rias acuden a una academia. Estos resultados reafirman la utilidad de la ayuda por parte de algún familiar y ponen en cuestión la eficiencia de acudir a academias, al menos, como única forma de ayuda.

Alumnos y alumnas de 4º ESO A

Alumnos y alumnas de 4º ESO D

Alumnos y alumnas de 4º ESO C

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Algunos alumnos de 2º de ESO hemos decidido hacer una encuesta sobre nuevas tecnologías y uso de nuestros móvi-les y ordenadores al resto de compañeros de curso, y de ella, sacar este informe. La encuesta, que constaba de die-

cinueve preguntas, fue realizada a 91 alumnos de los cinco diferentes segundos de ESO de nuestro instituto; a partir de sus datos hemos sacado estos resultados y conclusiones: El 100% de los encuestados, es decir 91 personas, tiene ordenador en casa y 89 de ellos con conexión a internet; este es un dato que hace diez años sería sorprendente. Nos da una idea de el gran cambio que ha sufrido nuestra sociedad en tan solo una década, porque como es evi-dente en el año 2002 no todo el mundo pose-ía un ordenador. Los estudiantes, como confirma esta encuesta, usamos el ordenador e internet para realizar tareas, ver vídeos, escuchar y descargar música, jugar online, descargar software, chatear… es fácil apreciar las dife-rencias entre las páginas masculinas y feme-ninas, mientras que ellas ven ropa o zapatos o cotilleros de famosos, ellos consultan resul-tados deportivos o visitan la web de su equi-po favorito. La mayoría, de un 40 % aproxi-madamente, indica que dedicamos más de una hora diaria al ordenador e internet. «All

¡ C o n e c t a n d o ! Así dedicamos nuestro tiempo a las tecnologías de la comunicación

Sara Alonso Fernández Ángela Cordero Cordero Miguel Aparicio Alonso Sara Galán Vallina

day, all night» nos decía una alumna al preguntarle cuanto tiempo diario estaba conectada, y aunque siempre hay casos aislados que lo usan muy poco hay mu-chos que están en el término medio. Esto da pie a que nuestros padres hayan llega-do a la conclusión de que lo que más nos duele es que nos quiten nuestro ordena-dor, por eso el 70% de nosotros hemos recibido alguna vez como castigo la prohi-bición de usar a «nuestro pequeño».

Las páginas web más frecuentadas para trabajos escolares son Wikipedia y el Rincón del Vago, y también se mencionan otras como la RAE o el diccionario Wordre-ference; para nuestro entretenimiento usa-mos webs como «Minijuegos.com», «Desmotivaciones», «One Direction Girls» y para la actualidad deportiva y futbolística «Marca.com» y la página oficial del Real Oviedo. Youtube para ver vídeos o escu-char música… pero hay muchas más. Menos habitual es usar internet para parti-cipar en algún espacio educativo, aunque un compañero de 2º C asegura participar en el blog «Memorias de mi clase» y en la

Alumnos de 2º ESO E en el aula de música

Alumnos de 2º ESO A

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sec-ción Bilingüe participan en un Moodles de inglés y de tecnología. Una compañera de 2º ESO A asegura tener un blog en el que escribe cuentos. Claro que no podemos olvidarnos de nuestras queridas redes sociales: gana Tuenti por mayoría aplastante, con casi un 90%, tuenti.com es la red social más utili-zada por los adolescentes, pero tampoco debemos olvidar la popularidad que está adquiriendo Twitter en tan poco tiempo, ni los millones de seguidores que tiene Face-book. 82 de los 91 encuestados piensan que las redes sociales son útiles, y los ar-gumentos para defenderlas son muy varia-dos: «Si, porque nos permiten comunicar-nos con los demás» , «Si, porque si te olvi-das de algo o de apuntar los deberes ahí están tus amigos para ayudarte», «porque si no estoy en Internet me aburro», «Porque me comunico con mis amigos», «Porque chateas con la gente», «porque se habla en vacaciones con compañeros que están lejos» « Para hablar con la gen-te que no has visto desde hace mucho» nos decían. Volviendo a Tuenti , también hemos pre-guntado por las páginas que siguen nues-tros compañeros y qué les parecían. Las opiniones son muy variadas, así, una com-pañera de nuestro grupo las sigue «porque te sientes identificado» mientras que un alumno de 2º ESO D asegura que no parti-cipa en ninguna «porque no me parece razonable, educativo ni interesante». Algu-nas de las que mencionan tiene nombres tan sorprendentes como son estas: «A ver

si somos más de 10000 vagos», «Hagamos que el robot de LMFAO tenga más fans que Justin Bieber», «Vivo en un país donde se ase-sinan toros, pero es delito ver una peli online», «Odiamos a Justin Bieber», «¿Encontraré a 500.000 personas que vean los Simpsons?», «Yo también creo que la música de los liste-nings de inglés es la más cutre del mundo». Por último llegamos al tema teléfono móvil: un 92%, aproximadamente, tiene teléfono móvil; los mo-delos más frecuentes son: las famosas «Blackberries», y marcas legendarias como Samsung, Nokia, LG , Sony Ericsson. Las re-des sociales también están presentes en nues-tros móviles y están ahí entre aplicaciones tan habituales como la cámara, la radio o el repro-ductor MP3…, como asegura Lydia Solares su

móvil tiene «de todo, chati». Hay que añadir además las nuevas aplicaciones para cha-tear desde nuestros móviles, tales como el Whatsapp o el Blackberry Messenger, que también son utilizadas por gran número de alumnos. Aunque muchos lo niegan y no sabe-mos si esta cifra es del todo fiable, sólo 49 alumnos confie-san haber utilizado su móvil en clase alguna vez. Éstas son algunas de las respuestas que nos dan a la pregunta sobre el uso de los teléfonos móviles en clase: «Si, para charlar con un amigo y porque me aburría mucho y para pasarlo bien», «Para distraerme y que pase el tiempo más rápido», «Si, para mirar la hora y por la calculadora», «No, porque no lo tengo, me lo confiscaron», «No, porque soy buen chi-

co». En algún caso confiesan que no lo usan porque «me lo quitan». Aquí ponemos fin al artículo agradecemos esos momentos de risa que nos han hecho pasar los graciosos que han puesto cosas como que tenían un Alcatel «to bua-pu» o que eran buenos chicos, pero también les pedimos que se tomen la encuesta en serio, dado que nos ha lleva-do unas horas de trabajo y paciencia que hemos tenido que sacar hasta de debajo de las piedras.

Alumnos y alumnas de 2º ESO B

Alumnado de 2º ESO D

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« C a l l e j e r o s » e n L a E r í a Lugares donde pasamos nuestro tiempo libre

Alumnos y alumnas de 2º ESO E* En este artículo lo que pretendemos es explicar donde nos gusta pasar el tiempo libre que tenemos en la zo-na de La Ería, así que se pueden diferenciar distintas secciones según los lugares. Los Parques son lugares típicos para pasar el tiempo libre. En nuestra zona hay varios y los más cercanos son el Parque Miñor, el Parque del Oeste y el Parque del Caballo, aunque en este tipo de emplazamiento hoy día a nosotros ya no nos divierte estar mucho rato. Ya no solemos ir al parque a jugar porque nos parece que es para niños pequeños por lo cual buscamos otros tipos de entretenimientos. Cuando vamos es por-que quedamos con gente conocida para hablar. Un lugar habitual para pasar el tiempo libre son los Centros Comerciales , en la zona de la Eria se encuentra, en el Calatrava, el centro comercial Modoo, el cual no es que tenga una gran variedad de ocio pe-ro el cual está muy bien, también ya más alejados, fuera de nuestra zona, tenemos el centro comercial Los Prados en el que si encontramos distintas activi-dades de ocio como por ejemplo: el cine, el paintball y un gran número de sitios para comer y tomar algo. Cuando vamos a los centros comerciales nos dedica-mos a dar vueltas, vemos tiendas y sacamos fotos. En cuanto a los Cines , siempre es divertido que-dar con los amigos un fin de semana para irse todos juntos a ver una película y de este modo pasar un rato agradable. En la zona de La Ería no hay posibilidad de ir al cine, así que no queda otro remedio que ir a Los Prados en su centro comercial o también, algo más lejos, al Parque Principado. Hoy día a los jóvenes ya no nos agradan tanto es-tar en parques o cosas así, por lo que buscamos Locales para pasar un tiempo divertido con los amigos. Lo ideal es salir, divertirse y escuchar música que nos gusta. To-do eso junto creo que solo se puede encontrar fuera de La Ería cuando los fines de semana vamos a dar una vuelta por la zona del Rosal y también por la calle Mon. El horario viene a ser de 6 de la tarde hasta las 11 de la noche aunque en ocasiones podemos estar hasta más tarde. Cuando vamos estamos con amigos y familiares mayores como primos. La gente también suele realizar algún tipo de De-porte aparte de porque es muy sano, porque nos gusta. Aproximadamente una tercera parte de la gente de clase realiza alguna actividad deportiva de forma sistemática. Los deportes que se practican son la natación, bádmin-ton, baloncesto, tenis, futbol, kárate y halterofilia. La ma-yoría estamos federados en algún equipo deportivo (Oviedo, Palacio de los Deportes, Club de Bádminton…). En la zona de La Ería podemos encontrar distintos tipos de instalaciones deportivas, como la del campo municipal Hermanos Llana en el cual juega el Astur Club de fútbol,

también tenemos la Escuela de Tenis del Par-que del Oeste, cerca del campo del Oviedo. También están las instalaciones deportivas del Cristo en el cual se pueden practicar dife-rentes actividades como fútbol, natación, te-nis, pádel etc. También ya algo más alejadas se encuentra el campo del club Vallobín. * Inés, Jonathan, Omar, Jimmy, Luis, Madalina, Walyffer, Fernando, Marilyn, Alba, Joselyn, Daniel, Lucía, Alexis, Andrea, Yeray, Khady y Sergio.

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C o l e cc io n e s mu y, m u y, e s p e c i a le s Oscar Fernández Suárez Alfonso de la Fuente Sanz

Uno de cada cuatro españoles son coleccionistas y uno de cada tres americanos también lo son. Esta actividad se adapta a las nuevas tecnologías y modos actuales al utilizar como vehículo inter-net. La venta de productos coleccionables por in-ternet ha sido en parte responsable del éxito de la compra y venta, como el caso de EBay, el sitio de comercio electrónico más grande del mundo, que surge como una plataforma para que coleccionistas encontraran per-sonas con intereses similares y pu-dieran intercambiar productos. Hemos querido investigar cómo anda esto del coleccionismo aquí en La Ería y hemos llegado a la conclusión de que esta actividad está muy bien representada. Empe-zaremos con Juan Vegega , alumno de 3º ESO C, coleccionista de co-ches antiguos. Su colección tiene alrededor de 52 coches. Empezó a coleccionar a los 3 años, cuando su padre le trajo un coche antiguo de Barcelona y ahora cuando su padre se marcha de viaje le trae un coche. Pero el no es el único coleccionista en su familia: su madre y su herma-na coleccionan monedas y sellos antiguos. La mayoría de sus coches se los han traído sus padres de Ma-drid, Barcelona, Salamanca o Valen-cia, y su coche más lejano es de las Islas Balea-res. También conoce a gente coleccionista de co-ches como los suyos, como su amigo Bruno. Sus coches son su bien más preciado, por eso las guarda en estanterías y están colocados por tama-ño, y una vez por mes les quita un poco el polvo. Para él su coche favorito es su Cadillac descapo-table. Mucho antes de coleccionar coches sus pri-mos tenían un Cadillac y a él le encantaba; en-tonces su padre fue a una exposición de coches y encontró una maqueta idéntica a la de sus primos y se la llevó. Desde entonces no ha parado de co-leccionar coches, y los que le quedan…

Otra coleccionista es Ana Lombardía , de 1º ESO B, que colecciona bolas de cristal de Navidad. Ana ni más ni menos tiene alrededor de treinta bolas.

Esta afición comenzó hace unos cinco años, por casualidad, cuando los padres de Ana le regalaron por Navidad una bola, y su tía, sin querer, la rom-pió. Un día su tía se fue de viaje y le trajo a Ana una nueva bola. Le hizo tanta ilusión que cada vez que un familiar suyo se iba de viaje le traían una bola y así es como comenzó esta afición. En su familia su prima también colecciona bolas. Ana

tiene bolas de multitud de ciudades tan lejanas como Ámsterdam, Londres, Bruselas, Praga, Ro-ma, Dubrovnik y El Cairo… Todas sus bolas están organizadas en unas estanterías en su habitación. A Ana le gustaría conseguir una de Australia y a la que más cariño tiene es la de la catedral de Pra-ga que fue la primera de la colección.

Nuestra siguiente coleccionista es Giuliana Tone-si , también de 1ºB. Su afición, coleccionar cáma-ras fotográficas. Aproximadamente tiene 30. Esta afición empezó hace un año, porque su hermana hizo un curso de fotografía y le pareció muy intere-sante. Desde entonces su hermana y ella se dedi-can a coleccionar cámaras antiguas. Algunas las ha comprado y dependiendo de la antigüedad cuestan más o menos. Las cámaras las tiene colo-cadas en estanterías y otras en cajas, pero la joya

De izq. a dcha. Sentados: Giuliana, Javier y Miguel. De pie: Ana, Randy y Juan.

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de su colección es una cámara Lomo 135BC del año 1973. Para ella es bastante complicado en-contrar cámaras antiguas. Coleccionar instrumentos folklóricos es la afición de nuestro siguiente coleccionista, Randy José

Yunga, alumno de 1º ESO B. De momento posee nueve. Empezó hace unos seis meses cuando su hermano empezó a coleccionarlos. Todos sus instru-mentos son de Ecuador. Los objetos los guarda en una estantería y el instrumento más apreciado por él es el Charango,

porque le gustan sobre todo los de cuerda. Proba-blemente su siguiente adquisición sea un Ronda-dor (tipo de zampoña, flauta de tubos). En la foto Randy muestra la zampoña, el charango y dos flautas. La afición de nuestro siguiente protagonista es coleccionar objetos relacionados con la película de Star Wars, su nombre es Miguel Iraola (3º ESO C). Tiene una enorme colección, posee más de 80 figuras. Esta afición empezó cuando tenía cuatro años, cuando le regalaron una figurita des-pués de ver la primera película. Pero él no es el único coleccionista de su familia, su madre colec-ciona discos de los Rolling Stones. La pieza más cara de su colección (casi 60 euros) es una nave de sesenta centímetros de largo por veinticinco centímetros de ancho. Incluso tiene una figura que le han traído de U.S.A: es una estatua de Darth Vader de 1,30m. Le gustaría tener una figura en plata de la Estrella de la Muerte. Todas sus figuras las guarda en una vitrina de cristal. Nuestro siguiente protagonista es Mateo Estrada (1º ESO B). Colecciona minerales y postales. Su espíritu coleccionista le viene de su tío, que colec-ciona monedas antiguas y sellos. Tiene alrededor de 50 minerales y 35 postales. Su afición por las postales empezó hace un año cuando su tío le re-galó unas de la selección Española de Futbol. Y la afición a los minerales comenzó hace unos 5 años, cuando fue a una competición de bateo de oro, donde se vendían minerales. La postal del lugar más lejano es la de Paraguay, y de Brasil es

uno de sus minerales. Su mineral favorito es una esmeralda y de sus postales la preferida es una de la Selección Española de fútbol donde aparece David Villa. Le encantaría -aunque lo ve difícil- tener un diamante. Pero antes de tener estas afi-ciones ya coleccionaba monedas antiguas. El interés de Javier Morán es coleccionar sellos; tiene la astronómica cifra de 1000 sellos. Empezó su afición cuando tenía nueve años, cuando le re-galó su tía veinte y le gustaron tanto que se han convertido en su pasión. Los sellos más raros son de Rusia. Guarda todos sus sellos en álbumes perfectamente clasificados. Javier no sólo colec-ciona sellos sino también imanes. Otro gran coleccionista de minerales es Arturo Concejo. Arturo tiene más de ochenta minerales. Siempre le han gustado los minerales pero, desde sólo hace 3 años, ha empezado a coleccionarlos. Algunos los ha encontrado en sus excursiones por el campo y otros los ha comprado. Según su pro-pietario toda su colección tiene un valor superior a los 600 euros. Su mineral favorito es la magnetita que también le sirve de imán. El mineral que más le costó con-seguir fue el oro. Para Artu-ro coleccionar es su gran pa-sión, siempre ha estado guar-dando pines, maquetas de puentes, mone-das y chapas. Nos gustaría acabar contan-do un chiste: un médico aconse-ja a su paciente gallego: -a su edad y cuando se está solo lo más importante es tener un buen hobby.-yo tengo un hobby.-¿Qué hobby?-Tengo abejas.-Y ¿dónde tiene los pana-les?-las tengo en mi dormitorio.-Y ¿no le pican?-No, están en el armario.- Pero, ¿cuándo abre el armario no se le vienen encima?-No pueden por-que las guardo en una caja.-¿Pero la caja tendrá agujeritos?-¿Para qué?- Para que respiren, sino se mueren.-¿Y?.-Pero usted está loco, ¿no le im-porta que se mueran las abejas?-Pero, ¡si nada más que un hobby! Queremos dar las gracias a todos los que han hecho posible estas letras.

Ana muestra tres bolas de su colección

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C o n s t r u y e n d o l a c o n v i v e n c i a Hablamos con los compañeros participantes en el taller «Alumno ayudante»

Rut García Barrios Ester Gómez Arias

En este curso, desde el mes de febrero al de abril, algunos alumnos de 1º de ESO participaron en el taller «Alumno ayudante» en las horas de tu-toría. Hablamos con Mª José Álvarez Villanueva que nos explicó que el taller lo daba una organiza-ción llamada MAPA (Mediadores Asociados del Principado de Asturias), el taller tenía como objeti-vo formar y desarrollar la capacidad de ayudar y de acompañar y de ser ayudado y acompañado. Se

decidió poner en marcha este taller en La Ería como una vía para tratar de abordar los conflictos entre alumnos y que se debían de intentar resolver con el diálogo y el entendimiento de las causas, ya que son las maneras más importantes que tene-mos los seres humanos para limar nuestras dife-rencias. La idea era contribuir a que los chicos re-ciban conocimientos y también una educación de tolerancia y respeto hacia los demás, donde la ex-clusión por los motivos que sean (étnicos, sociales, religiosos…) queda excluida. En las distintas sesiones se ha trabajado a través de diversas dinámicas, como las de escu-char a los estudiantes o las técnicas de resolución de conflictos y mediaciones. Hemos hablado tam-bién con algunos alumnos que participaron en el taller, y también con otros que se han visto en algún tipo de diferencia con otros compañeros. Los alumnos entrevistados son: Lucas Turrado, Olmo Tamargo (1º A), Sergio Gutiérrez, Ares Fernández (1º B), David Fernández, Borja Revuelta, Adrián Valdés, Álvaro Llera y Axel Chaparro (1ºC).

¿Qué os parece el taller del alumno ayudante? Lucas: me parece fantástico, porque nos ayuda a saber las necesidades que tienen cada compañero y así poder ayudarlo. Sergio: a mí, personalmente, me gustó, porque así ayudaré a mis compañeros. ¿Qué harías para mejorar tu actitud con los compañeros? Olmo: por mi parte ser más amable con ellos y por otro intentar que no me fastidien.

Si tuvieras que ayudar a un alumno, ¿cómo lo harías? David: primero, tener la actitud de no molestar a nadie, y luego, ver qué es lo que necesita. Axel: yo también procurar no molestar a nade, pero, según de quién se trate, decirle que no se tome tanto a pecho lo que le dicen. ¿Qué harías si un alumno te molestara? Borja: ir a decírselo al tutor para que me deja-ra en paz. ¿Cómo quieres ser tú en el futuro: el que ayuda o el ayudado? Álvaro: el que ayuda, no el ayudado. Imagina que eres un niño que estás solo, sin amigos, ¿cómo te sentirías? Adrián: me sentiría muy deprimido, muy ago-biado, auténticamente desplazado. Seguro que tienes algún compañero que está apartado ¿has intentado rescatarlo»? Ares: muchas veces, pero hay quien se aparta y no desea estar con nadie.

¿Qué hacen los alumnos para dejar a un niño sin amigos, solitario? Axel: insultos, peleas, dejarle de lado. Muchas ve-ces se hacen estas cosas contra el que es nuevo en el instituto o porque no habla nuestro idioma. ¿Qué harías tú para hacerte amigo de una per-sona que no tiene a nadie? Olmo: escucharle, ser amable y respetar sus se-cretos. Si a un amigo tuyo le dejaran de lado, ¿le ayu-darías y cómo? Sergio: por supuesto que le ayudaría, le consolaría y le diría que no tiene importancia lo que le dicen, que es para provocar un poco, que no es en serio. ¿Queréis que otros años haya el proyecto del alumno ayudante? Todos: sí, nos encantaría. Y de hecho, Mª José nos ha dicho que en el próxi-mo curso se podría intentar crear un grupo de alumnos mediadores, que tuvieran un local propio con un buzón de sugerencias y cartelería y que tu-viera funciones durante los recreos en los patios.

Alumnos entrevistados y participantes en el taller

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E x c e l e n c i a e n o r t o g r a f í a E n t r e v i s t a c o n M a g d a R . D e h l i

Alicia Baragaño Freije Selene Bermejo Rodríguez

¿Cómo eran las pruebas? La prueba en Asturias tenía varias partes: había que puntuar un escri-to; luego, entre varias palabras escoger la correcta según el con-texto y finalmente utilizar las letras adecuadas (h, j, v, b…) para una serie de palabras incompletas. En Madrid había un dictado de oracio-nes que había que puntuar en los lugares adecuados; también había otra prueba en la que había que escribir las palabras en el contexto de una oración. En la fase hispa-noamericana dictaban una palabra (80 en 3 horas y media) su defini-ción y una frase para situarla en el contexto adecuado. ¿Qué te resultó más difícil en el concurso? Para mí lo más difícil fueron las palabras de la fase Asturiana. En México el problema eran los Ameri-canismos, además había cierta dificultad con las «c» y las «s», había palabras en las que dudabas. ¿Qué fue lo más interesante de la experiencia? Era increíble la cantidad de gente que allí había de todas las zonas hispanohablantes, parecía un mini ONU. Es increíble que gente que vive tan lejos pueda hablar el mismo idioma. Pero además está la diversidad; me acuerdo de una chica que necesi-taba una horquilla y de tanto preguntar llegamos a oír más de diez formas distintas de nombrarlo. ¿Cómo reaccionaste al pasar a la final? Estaba emocionada, pensaba que no podía ser verdad, porque cuando empecé había gente que estaba súper preparada. Carmen (la jefa del Depar-tamento de Lengua) me daba ánimos, y cuando fui para hacer una llamada enseguida vinieron los pe-riodistas con los micros y los cámaras. ¿Cómo fue el recibimiento en La Ería? ¡Emocionante! Casi tengo que volver a salir. Agra-dezco mucho a Armando y a su clase por haber hecho el cartel. Cuando entré en clase con el som-

Este año hemos decidido hacer una entrevista a Magda R. Dehli, colaboradora de siempre de Palabrería, autora de musicales, conocida por sus actuaciones y experta concursante: en 1º de ESO resultó ganadora del concurso literario «El pequeño consumidor». También representó a nuestra región en el concurso de Coca-Cola y en esta revista hemos podido leer todos los años sus cuentos ganadores del concurso literario. También es una experta en ciencias, pues participó en las Mini Olimpiadas de Química en 3º de ESO y en las de Matemáticas en 3º y 4º de ESO (en Asturias) y 1º de BCH (nacionales). Después de seis años en La Ería, acaba de terminar segundo de Bachillerato, pero además este curso ha sido muy importante para ella porque ha sido campeona regional y nacional del concurso Hispanoamericano de Ortografía y también se-gunda clasificada en México (fase hispanoamericana). Queríamos saber cómo había vivido la experiencia.

brero mejicano todos mis compa-ñeros empezaron a aplaudir. ¿Cuál es el secreto para tener una ortografía perfecta? Lo mejor es leer mucho, lo que te guste, y sin pensar en la ortografía, porque cuando lees, indirectamen-te te fijas en las palabras mientras te diviertes. Además es bueno afi-cionarse desde niños. ¿Crees que el uso de SMS afecta a la forma de escribir? No. Depende del registro general. Lo importante es saber dónde es-cribes, tener cuidado con el len-guaje que se utiliza en cada caso. No es lo mismo hablar con un ami-go que hacer un trabajo. ¿Qué haces en tu tiempo libre?

Cuando tenía: leer, escribir, antes pintaba, ¡ah! y la vida social, salir con mis amigos, el teatro, los idio-mas…La música no sé si considerarla como hobby, pero disfruto mucho con ella. ¿Qué es lo que más te inspira? ¡Hay tanto! Todas las personas tienen algo que enseñar. Se podría decir que soy un mix de los que me rodean; no sabría decirte alguien en especial, parientes, amigos… todos ayudan. ¿Cómo hacer muchas cosas, al igual que tu y conseguir un buen rendimiento en ellas? Proponérselo. Querer y creer, una vez que te con-vences casi nada se convierte en error. Se puede todo… Aunque un día solo tiene 24h y hay que sa-ber dónde está el límite. Es necesario dormir. ¿Qué tienes pensado estudiar en un futuro? Relaciones internacionales y dirección de orquesta. Y para finalizar, ya que este es tu último año en La Ería; ¿cómo valoras tu paso por el instituto? ¡Fantástico! (creo que demasiado bien). He apren-dido un montón de cosas aparte de las básicas, con las olimpiadas, el teatro, la música, intercam-bios y viajes (jeje). La Eria siempre te ayudará si quieres hacer algo, las propuestas siempre valen.

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D e p o r t i s t a s d e L a E r í a Belén Gómez Torterolo Aida González Fernández

Un año más, en «Gente de La Ería» no podían faltar nuestros deportistas de siempre. Este año os vamos a contar cosas de tres compañeros que practican deportes un poco especiales, bueno al menos no tan habituales como pueden ser el fútbol o el balonmano de los que en La Ería hay tantos seguidores.

Alba Quirós tiene 13 años, está en 2º de la ESO y su dedica a la halterofilia. Empezó a practicar este deporte con solo diez años aunque cree que la edad adecuada serían los catorce. La persona que la llevó a realizar este deporte fue su padre. Entrena en el Palacio de los Deportes tres días a la semana du-rante dos horas y su entrenamiento consiste princi-palmente hacer calentamiento y levantar pesas. Los pesos máximos que levanta son 35 kilos en «press de banca» y 90 kilos de piernas. Dice que ganar le aporta ilusión, y alegría lo que le motiva para seguir entrenando y presentándose a competiciones. Nun-ca se ha planteado dejarlo y quiere seguir practicán-dolo por el resto de su vida. Siete especial admira-ción hacia Freddy Tenorio, campeón de mundo. Otros hobbies que tiene son la natación y escuchar música. Cree que el deporte no se valora en nuestra sociedad, pero que tampoco es necesario un respal-do especial para el femenino. David Álvarez tiene 17 años, está en 4º de la ESO y su especialidad es el Kick- Boxing, que es un de-porte de contacto de origen japonés en el cual se

mezclan las técnicas de combate del boxeo con las de algunas artes marciales como el kárate. David ha ganado 3 campeonatos asturianos. Comenzó a practicar este deporte cuando tenía 13 años por la influencia de unos amigos que también lo practica-ban. Entrena en el Atlas dos días a la semana du-

rante dos horas y los restantes realiza físico. Su entrenamiento consiste en esti-rar, practicar técnicas y realizar comba-tes. Piensa que las cualidades que hay que tener para practicar este deporte son resistencia, agilidad y fuerza. Su equipa-miento consiste sobre todo en protectores bucales, guantes y casco acolchados y pantalones especiales. Le gusta todo lo relacionado con este deporte excepto los golpes recibidos. Además de kick-boxing practica snow y surf y le gusta montar en bici. Anima a las personas que no reali-zan deporte a hacerlo porque es saluda-ble, divertido y «conoces gente nueva», entre otras muchas cosas. Alguna vez, «en defensa propia», David ha hecho uso de las técnicas aprendidas. Ángela Cordero estudia 2º de la E.S.O y practica equitación desde los seis años por influencia de su prima. Con catorce años ya ha ganado dos campeonatos y tres títulos. Dice que no le cuesta compa-

ginar los estudios con el entrenamiento puesto que entrena solamente dos días a la semana durante una hora. En el entrenamiento lo primero es preparar al caballo, hacer calentamiento y por último practicar ejercicios. Para practicar este deporte hay que tener mucho equilibrio, decisión y no hay que tener miedo a los caballos, al contrario, cree que una de las ventajas de este deporte es estar en con-tacto con los animales. Lo peor de este deporte pa-ra Ángela es limpiarle los cascos al caballo y tam-bién el peligro que puede traer una caída. Nunca se ha planteado dejarlo puesto que le encanta. La gen-te suele decir que es un deporte pijo pero en reali-dad no lo es, aunque reconoce que la equipación es cara y consiste en: casco homologado, pantalones - con protecciones en las rodillas- botas, polainas y guantes de cuero, además de la tortuga, que es op-cional (un caparazón para protegerse el tronco) y es un poco incómoda. Para los campeonatos hay que llevar otra ropa que consiste en: unos pantalones blancos, camisa blanca, chaqueta parecida a una americana negra y una especie de pañuelo, el pelo hay que llevarlo recogido (si se te ve algo de pelo te descalifican) casco, botas negras y guantes blancos.

De abajo hacia arriba: Ángela, Alba y David

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Destino: la cafetería de La Ería E ntre vi s t a a Ju a n M a nu e l J i me n a A l c ai de

Esther Chamadoira González Élida Pallas Menéndez

Todos los años queremos que Palabrería nos per-mita conocer nuestro instituto desde un punto de vista distinto, diferente al que se puede tener desde las aulas. Ya hemos pasado por secretaría, por la conserjería y por el AMPA, y este año nos hemos ido a la cafetería, donde está Juan Manuel Jimena, al que le hemos hecho una pequeña entrevista.

¿Cuántos años llevas trabajando en La Ería? Pues este es el segundo año ¿Has trabajado en otros centros o cafeterías? Llevo 25 años trabajando en hostelería, no he tra-bajado en otros centros pero sí en dos cafeterías más, el «Chester» y el «Clarín», en el que llevo tra-bajando diecisiete años. ¿Has trabajado en otras cosas antes? No, nunca he trabajado en otras cosas aparte. Este trabajo es el que me gusta. Y, por las tardes, ¿tienes algún otro trabajo? Trabajo en el «Clarín» ¿Te gusta tu trabajo? ¿Lo mejor y lo peor? Sí que me gusta, como ya dije antes. Lo peor son los horarios, trabajo a todas horas. ¿Crees que el precio de los productos es razo-nable y rentable para los alumnos? Creo que sí, los precios están lo más ajustados po-sibles, llevamos un montón de tiempo sin cambiar

el precio de los pinchos, vamos a aguantar todos como podamos. ¿Por qué desaparecieron las «Jumpers»? Las «Jumpers» cumplían la ley pero los alumnos se dedicaban tan solo a tirar las bolsas al suelo sin preocuparse de que luego hay que limpiarlas, y con personal de baja, eso no es posible, entonces deci-dieron quitarlas para colaborar a la limpieza. ¿Qué pincho es el más vendido? ¿Y la bebida? En los pinchos el rey sin duda es el de pollo y en cuanto a las bebidas la pepsi. ¿Y qué chuches se venden más? Lo que más se vende es el «Square» y las palme-ras de chocolate. ¿Se notan diferencias entre el primer y segundo recreo aparte de la duración? En el primer recreo se vende menos ya que es más pronto y hay menos hambre y tiempo. ¿Se vende lo mismo todos los días de la sema-na? ¿Y según la época del año? No se notan diferencias en cuanto a ese aspecto, pero sí que se nota cuando hay una excursión (ya que hay menos gente) o cuando llueve (porque la gente de Bachillerato entra dentro). ¿Compran lo mismo los alumnos de más edad y los más pequeños? Los pequeños compran cosas más golosas, mien-tras que los más mayores compran más pinchos. ¿Y en cuanto a los profesores? Los profesores son todos más bien de café. ¿Empleáis algún producto o tomáis alguna me-dida ecológica? Usamos papel reciclable y un aceite especial de freír que también se recicla. ¿Tenéis que seguir alguna medida especial por ser la cafetería de un centro educativo? Hay que seguir un reglamento y tomar alguna otra medida higiénica. ¿Se produce algún «simpa»? Sí, pero con ello ya se cuenta desde antes de hacer los precios. Ya que estamos en un centro educativo, ¿qué estudios has cursado? Estudié en la fábrica de armas e hice la rama de electricidad, aunque no terminé. Desde la cafetería, ¿ves muchas diferencias en-tre los estudiantes actuales y los de antes? Noto mucha diferencia, ahora la gente tiene mucha más capacidad y oportunidades para estudiar. Por último ¿podrías dar alguna recomendación a los alumnos? Os recomiendo que, como alumn@s aprovechéis todas las oportunidades que tenéis.

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D í a s d e le t r a s y m ú s i c a Lara Sánchez García Giuliana Nina Tonesi

Hola lectores, alumnos, alumnas y pro-fesores de La Ería. Debemos informa-ros de que tenemos un instituto muy bueno que realiza actividades muy di-vertidas y entretenidas. En este aparta-do de la revista os hablaremos de las actividades artísticas del centro en este curso 2011-2012, como la música, el teatro, la lectura de poemas… En primer lugar queremos contaros que el 22 de noviembre, Santa Cecilia, hubo actuaciones en el hall principal para celebrar el Día de la Música, en la que participaron dos alumnas muy co-nocidas en el centro, Magda Rodríguez Dehli (guitarra) y Raquel Iglesias Méndez (trompa), que interpretaron varias obras de Francisco Tárrega y Beethoven. Un mes después hubo un musical muy navideño, «El regreso» re-presentado por alumnos de ESO y Bachillerato, y también se celebró el Concurso de Talentos, organiza do por los alumnos de 1º de Bachi-llerato para obtener fondos para el viaje de estudios. En el concurso participaron muchos alumnos de la ESO y Bachillerato. En el concurso hubo de todo, un monologuista con el que el publico rió sin parar, unas bailarinas a las que aplaudieron sin cesar, un mago que dejó boquiabier-to a toda persona que estaba en la sala y unos rockeros que hicieron ponerse en pie a todo el mundo con su versión del tema «Highway to hell» de ACDC. Del 23 al 27 de abril se celebró la Semana del Libro. En esta semana las actividades que más destacaron fueron las obras de teatro realizadas por alumnos del centro, la lectura de poesía con música en directo y las actuaciones en el hall a la hora del recreo. La primera obra, «Yerma»,

Mini-entrevista a las ganadoras del Concurso de Talentos

¿Qué o quiénes os animó a presentaros al concurso?

-Elena: fui yo. Más bien las apunté sin que lo supieran.

-¿Cómo os sentisteis al saber que habíais ganado el concurso?

-Alicia y Andressa: no nos lo podíamos creer. Lucía: pensábamos

que lo decían en broma. Elena: no participamos por ganar el pre-

mio sino por pasarlo bien y disfrutar bailando.

-En la coreografía hubo distintos tipos de baile ¿cuál es el que vo-

sotras preferís?

-Todas: el Funkie definitivamente

Raquel Iglesias y Magda R. Dehli el día de Santa Cecilia

Andressa, Alicia, Lucía y Elena en un momento de su interpretación

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trata de una chica llamada Yerma que lamentablemente no puede tener hijos. Esta situación hace que las mujeres del pueblo hablen de ella a sus espaldas. Esta obra nos gustó mucho, seguro que estos chicos se lo curraron un montón para aprenderse las coreografías que bailaron y las frases que tenían que de-cir. Los personajes principales estaban interpretados por Ainoa Fraile (Yerma) y Sergio Santano (Juan). La obra fue dirigida por Alba García Díez, profesora de Lengua y Literatura. La segunda obra «Posdata» fue interpretada por los alumnos de 2º ESO B. Esta obra se desarrolla en un au-tobús escolar y trata sobre el acoso es-colar que le hacen a un compañero y después de dialogar acaban por escri-birle una carta pidiéndole perdón por todo el daño que le causaron. Esta obra nos gustó también porque nos puede enseñar lo crueles que pueden ser algu-nos compañeros con otros. Seguro que estos chicos y chicas tuvieron que traba-jar también muy duro para aprenderse toda la obra. En el reparto, los persona-jes principales fueron Eduardo Amaya (conductor), Beatriz López (profesora), Eva Fernández (Eva), Jennifer Brito (Lourdes), Gonzalo Ferro (Juanjo) y Mi-guel Aparicio (David). Esta obra fue dirigida por Covadonga Brasa Márquez, profesora de Inglés a la que Benigno García Iriarte, de Orienta-ción, le ayudó a construir el gran au-tobús rojo donde se desarrolla la obra. Hubo también lecturas de poemas por parte de alumnos de 4º ESO acom-pañados por música de guitarra clásica en directo y cerca del salón de actos hubo durante toda la semana un puesto en el que se vendieron libros. También a lo largo de la semana se hicieron actividades en el hall, en las que se hubo dramatizaciones de obras literarias y se cantaron canciones basa-das en poemas. El viernes al segundo recreo la gente enloqueció con la ver-sión de «Knockin' on Heaven's Door» de Guns N´Roses interpretada por los chi-cos de la banda de rock de Bachillerato. ¡Y la música sigue! Los alumnos de 2º ESO Bilingüe están preparando el musical Grease para despedir el curso.

Escena final de «Yerma»

Representación de «Posdata»

Actuación del grupo de rock

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Descubrimos los secretos del pasillo de las artes Arturo Concejo Lorenzo Mateo Estrada Paredes

Algo ha cambiado en uno de los pasillos del instituto, algo que lo hace más llamativo: unos preciosos mu-rales del siglo XX pintados en la pared del pasillo en el que se encuentran las aulas de plástica y música. Sin duda es difícil que alguien pase por allí sin perca-tarse de la belleza de estos murales que han sido creados por los alumnos de 4º de E.S.O. Les hicimos una entrevista a estos alumnos para saber cómo había sido el trabajo, y afirmaron que les gustó muchísimo la idea, porque después de hacer dibujo lineal era empezar algo como más artístico, aunque lo vieron muy difícil. Varían de opi-nión en cómo creían que les iba a quedar: unos pensaban que les iba a quedar peor de cómo les quedó, otros afirman que siempre piensas que te va a quedar mejor. La idea de hacer los murales fue del profesor de Plástica, Armando Alonso, pero a la vez suya, porque eligieron las obras que más les gustaban de un archivo de 150 obras que les en-señó el profesor. Luego hay otros inventados. Para hacer los murales emplearon diversas técni-cas, en principio un proyector para proyectar en la pared el dibujo original, pero al final no pudieron utilizarlo del todo porque no ocupaba todo lo que ellos iban a pintar, así que tuvieron que hacerlo a mano alzada. Emplearon brochas y esponjas. El trabajo les llevó más de un mes, tres horas a la semana, de 12 a 14 horas por mural. Para algunos el más difícil es el que está en el aula de Plástica, que es el más grande, para otros todos son igual de fáciles o difíciles. En cuanto al que más les gusta hay distintas opiniones, para unos el mural del aula, para otros el «Desnudo azul» de Matisse, o el «Amarillo, rojo y azul» de Kandinsky, también «El pensador», de Rodin. Por supuesto este trabajo contó para la nota, sacaron un 9.5, y no es para extrañarse des-pués de lo bien que les quedó. Además de trabajar y aprender mucho y valorar más el arte del siglo XX, saben

cuál es su pintor favorito, pero además se lo han pasado muy bien, genial, y les encantó pintar a lo grande. Dicen que sus compañe-ros al ver su trabajo les felicitaron porque estaba muy bien y que los profesores les pi-den uno igual para su departamento. También dicen que en el futuro les gustaría hacer algo parecido para adornar sus casas cuando se independicen, pero no actualmen-te ya que a sus padres no les convence que vayan pintando las paredes de casa. La idea de continuar pintando en otras paredes del instituto no les pone de acuerdo, unos opinan que sí, porque quedaría muy bien, otros no están tan convencidos porque conlleva mu-cho trabajo. Ahora cuando pasan por el pasi-llo les llama la atención y creen que da vida al centro y es divertido, que es como entrar en un mundo diferente, y se sienten orgullo-sos porque es su trabajo y «porque vamos a estar en el instituto toda la vida por nuestras obras» Debemos agradecer a estos compañeros de 4º de ESO de Plástica y a su profesor… por hacer nuestro instituto más bonito.

Los alumnos trabajando en la obra de Picasso

Gael y Marina trabajan en «Amarillo, rojo y azul»

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E l r i n c ó n d e l a j e d r e z Juan Carlos Macías Cienfuegos Javier Morán Rodríguez Olmo Tamargo Suárez

Algo ha cambiado en La Ería. En cuanto sue-na el timbre que avisa del recreo todos salimos co-rriendo de las clases. Unos van al patio, otros a la cafetería, algunos a esa esquina, a ese sitio que les gusta mucho… y desde este curso hay un lugar nue-vo que a un grupo nos encanta, y es el «Rincón del ajedrez», que lo podéis ver a la entrada del instituto, al lado de la biblioteca. Allí está nuestro territorio, donde podrás encontrar ocho tableros de ajedrez y ponerte a jugar… si es que llegas a tiempo, porque está muy solicitado. Hemos hablado con algunos de estos «fans» del ajedrez y les hemos hecho tres preguntas: ¿Te gus-ta el ajedrez?, ¿qué opinas del ajedrez? , ¿Qué te parece que haya ajedrez en el instituto? A Lin Xu, de 1ºESO E le gusta el ajedrez, opina que es interesante y le parece que es instructivo que lo haya en el instituto. Nel García Romero y Alfredo Alonso Santiago, de 1º ESO A coinciden en sus opi-niones: les encanta el ajedrez y opinan que está muy bien. A los dos les parece que está bien que se pueda practicar en el instituto. También hemos hablado con Antonio Pérez Puchal, profesor de Lengua, que fue quien impulsó que hubiera ajedrez en el instituto. Antonio practica aje-drez desde el año 1972. Si tuviera que elegir una palabra para definir el ajedrez elige la palabra «maravilloso». Para Antonio el ajedrez no es un de-porte o un simple pasatiempo, sino una actividad intelectual. Terminamos nuestra charla con él dándonos un consejo a los futuros ajedrecistas, y es este: que no seamos ajedrecistas, que seamos ma-temáticos, físicos, pintores, músicos…

U n a c l a s e r á p i d a d e a j e d r e z El ajedrez es un juego de estrategia, en el que parti-cipan dos jugadores y hay dos «ejércitos»: las blan-cas y las negras, cada uno de ellos se compone de dieciséis piezas que son: ocho peones, dos torres,

dos caballos, dos alfiles, el rey y la reina. El tablero tiene sesenta y cuatro casillas blancas y negras al-ternadas. Al comenzar el juego las piezas se organi-zan de la siguiente manera: en la primer línea del tablero se ubican las piezas mayores (rey y reina, alfil, caballo, torre) y en la segunda línea los peo-nes, cada pieza una al lado de otra ocupando un casillero sin importar el color del mismo. Las piezas mayores de la primer línea se colocan de la siguien-te forma: a cada extremo las torres, a su lado los caballos, luego los alfiles y en las casillas del centro el rey y la reina. La reina siempre ocupa la casilla de su propio color, mientras que el Rey la de color opuesto, quedando la reina a la izquierda del rey. Los movimientos del peón son: hacia delante una casilla por vez menos en el primer movimiento que hacen («romper» la línea) que pueden optar por moverse dos casillas a la vez, además «comen» una casilla en diagonal. Las torres mueven en línea recta cuantas casillas se quiera; los caballos mue-ven en forma de L y puede saltar piezas. El alfil mueve en diagonal todas las casillas que quieras. La dama se mueve hacia delante o atrás, en diago-nal, vertical u horizontal, combinando los movimien-tos del alfil y la torre. El rey igual que la dama pero este último solo una casilla por turno.

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V e r . . . p a r a c r e e r a n é c d o t a s e n L a E r í a

Lucía Cosío de Lucas Sara Cué Artime

Aunque la imagen de un instituto puede ser de serias y aburridas clases a veces ocurren cosas curiosas que hacen más divertido venir al instituto. Estas situaciones pueden pasar en cualquier curso, en el momento menos esperado y en cualquier asignatura. Os vamos a contar algunas de ellas. El año pasado, en la que era la clase de 1º B de la ESO, transcurría un día normal y estaban dando Ciencias Naturales. Hacía calor por lo que tenían la ventana abierta. De pronto, una paloma, entró en la clase provocando el descontrol y el nerviosismo de los alumnos. La profesora, para calmar la situación, dijo: -¿Por qué armáis tan-to «revuelo»?- imitando el vuelo de la paloma en esa última palabra. Otra de las anécdotas sucede en una clase de Lengua, de 2º A de la ESO. El profesor tiene por costumbre llegar a clase con páginas sueltas de un diccionario, darle unas cuantas a cada alumno y que este busque una palabra, diga en alto su definición y sus compa-ñeros averigüen de qué palabra se tra-ta. En esta actividad también hay que decir la letra inicial de la palabra escogi-da. Es como una versión de «Pasapalabra». En su turno correspon-diente, un compañero, con mucha se-guridad y un tono algo altivo, gritó: -¡Por la C de Pamplona!- Y bastantes cosas hay que decir de nuevos profesores que no conocen demasiado a los alumnos; en este caso vamos a hablar de una de las profesoras del departamento de Lengua, a la que le tocaba hacer una guardia a 1º A de la ESO. Coincidió que los alumnos tenían un examen, así que la de guardia les entregó las hojas. Como les vio algo nerviosos quiso tranquilizarles diciendo, en broma, que si alguno de ellos tenía chuletas las tira-ra a la basura. Para su sorpresa un alumno se le-vantó en silencio para dirigirse a la papelera y tirar dos chuletas. Sobre exámenes hablamos también en la si-guiente anécdota que dicen que sucedió hace unos años en una clase de Historia. A la cuestión «Franco murió en: una alumna respondió «fermo». También con el profesor de Tecnología han sucedi-do varias anécdotas como estas tres que os conta-remos. Cierto día, los alumnos estaban haciendo un trabajo con el ordenador, para el cual el profe-

sor les mandó que escribieran en negrita. Uno de los alumnos no se dio cuenta, así que cuando el profesor pasó por detrás de él y vio que estaba escribiendo normal gritó: -¡Dale a la negrita! ¡Dale a la negrita! ¡Dale a la negrita! En otra ocasión, un chico estaba sentado en primera fila comiendo pipas tan tranquilamente sin ni siquiera intentar disimular ante el profesor, cuando este le riñó el alumno se mostró extrañado y contestó: -Pero profesor, si estoy poniendo las cáscaras apartadas en un papel.

Y los exámenes no son para menos; en un ejerci-cio se mandaba representar un gráfico, uno de los alumnos no recordaba cómo era, sin embargo puso en el ejercicio: página 16, gráfico 2. Y para acabar os vamos a contar una anécdota bastante curiosa que nos contaron y que sucedió en 2010 en la actividad extraescolar «Rutas Lite-rarias», en Soria, con alumnos de 4º de ESO. Al hacer la visita a la Laguna Negra el autobús se quedó atascado porque el conductor no contaba con la nieve que había. Acudió la guardia civil y protección civil al «rescate» de los alumnos y les llevaron a un pueblo cercano. La anécdota fue noticia en los medios regionales y nacionales. Estas son algunas de las divertidas razones por las que nunca olvidaremos nuestro paso por La Ería, por todos los momentos y anécdotas pasa-das ¡y las que quedan por pasar!

Alumnado de 1º ESO B

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Maestría en cooperativismo Andrea Pires Luis

Con el fin de promover la cultura emprendedora entre el alumnado de Secundaria, la sociedad dependiente del Principado de Asturias Valnalón desarrolla el programa EJE, actualmente ofertado como asignatura optativa de 4º de la E.S.O. De esta forma el alumnado crea y gestiona su propia

empresa que, bajo la forma de cooperativa escolar, supone tomar decisiones y asumir responsabilidades reales. Otra de las iniciativas puestas en marcha por Valnalón, tam-bién para favorecer las actividades emprendedoras, respon-de al nombre de ENTAMAR. En este caso, jóvenes de Pri-maria y de Secundaria constituyen diversas cooperativas con el fin de poner en marcha y ejecutar en el mes de junio un evento juvenil en el que puedan participar jóvenes de otros centros educativos de la región. El Colegio La Ería participa en esta experiencia a través de una cooperativa integrada por alumnos de 5º y 6º. Un grupo de alumnas de EJE de nuestro Instituto fuimos a visitarles para compartir su expe-riencia como cooperativistas en EJE. Así fue el encuentro: El pasado día 12 de abril a las cuatro de la tarde, tres alum-nas de 4º de la ESO fuimos al colegio de La Ería a hablarles a los alumnos de quinto y sexto de Primaria sobre EJE (Empresa Joven Europea), la asignatura que se realiza en cuarto de la ESO y es dirigida por Valnalón con la finalidad de desarrollar nuestra capacidad emprendedora. Quedamos con Verónica, la chica que coordina la cooperati-va escolar que llevan los niños de primaria, JES (Jóvenes Emprendedores Sociales), y ella nos llevó a la clase donde

se reúnen todos los jueves a las cuatro de la tarde dos representantes de cada clase de quinto y sexto, para llevar a cabo su proyecto. Nosotros les hablamos de todo lo que hacemos en nuestra clase relacio-

nado con esta asignatura, les explicamos que estamos divi-didos en cuatro departamen-tos: Dirección, que son los que se encargan de dirigir la «empresa», y entre quienes se encuentran el director, la secretaria y el tesorero; depar-tamento de Marketing, depar-tamento de Administración y departamento de Producción. Les hablamos de nuestras co-operativas socias, del merca-dillo que pensábamos hacer el 24 de mayo en Oviedo, de los productos que íbamos a ven-der, de otros mercadillos que se realizaron en el instituto a lo largo del curso para recau-dar dinero, de la visita que hicimos a Valnalón, etc. Ellos muy atentos nos escucharon y nos preguntaron algunas du-das que tenían sobre la asig-natura, las cuales nosotras

respondimos encantadas. Una vez que nosotras acabamos, ellos nos contaron en que consistía su cooperativa para la que habían puesto muy emocionados a princi-pio de curso 2,50 euros con el fin de obte-ner resultados y unos pocos de beneficios. Su recurso para obtener beneficios era similar al nuestro, hacer una serie de «mini-mercadillos» en el colegio y repartir el di-nero obtenido entre los participantes. Su cooperativa no estaba dividida en departa-mentos, simplemente tenían un director, que para elegirlo realizaron unas eleccio-nes con discursos y todo para saber que a quien ponían a cargo de su «empresa» sabía lo que hacía. El nombre de su co-operativa es Asturovi, y en el evento final en junio harán teatrillo con sombras, tea-tro de marionetas y juegos tradicionales. Finalmente para despedirnos nos sacamos unas fotos con ellos y les dimos el e-mail de nuestras cooperativas para que pudie-ran ponerse en contacto con nosotros.

Andrea Pires, Naiara Bengoa y Jessica Cedeño con los alumnos del proyecto JES

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J u g a m o s p o r e u r o p a Jorge Otero Revuelta Andressa Souza Martins

El regreso a las aulas tras las vacaciones de Semana Santa, contra todo pronóstico, no tuvo nada de normal, aún con los típicos comentarios sobre las mejores anécdotas de nuestro viaje de estudios. Nuestra profesora, Emma, nos infor-maba que nos había apuntado a un concurso convocado por el Parlamento Europeo a través de la Cámara de Comercio de Asturias y la Federación Asturiana de Concejos. Sabíamos que el concurso versaba sobre la Unión Europea y al principio creíamos que se desarrollaría dentro del aula, de-biendo de enviar algún tipo de trabajo por internet…¡¡pero no!!, había que ir a concursar, en vivo y en directo, contra otros cinco institutos y colegios asturianos.

Se formaron dos equipos, de tres alumn@s cada uno, uno salió de nuestra clase, 1º A, integrado por Covadonga Unzue-ta, Marina Pereiro y Eduardo González y el otro equipo estaba integrado por otras tres alumnas de 1ºE, Sara García, Inés García y Marta Ordóñez. La profe iba dando la información sobre el desarrollo del con-curso, al parecer consistiría en realizar varios juegos y el ga-nador sería el equipo que de media obtuviera la mejor puntua-ción. Para preparar las pruebas había una serie de preguntas tipo para usar, ¡menudo tocho , cerca de 100 páginas de pre-guntas! …. El objetivo estaba claro: ¡evitar el ridículo! El día 27 de abril los integrantes de los equipos, la profe y Na-talia, la profe de prácticas que acompañó para animar, se fue-ron hasta el palacete de la Lila…. Como dice Emma ¡al menos ya hemos ganado el pincheo que prometieron darnos al finali-zar y un montón de amigos que podremos hacer allí! Allí estaban los equipos «rivales»… el Alfonso, los Domini-cos, además de La Ería de Oviedo; de Gijón participaban el Mata Jove y el Codema. La tensión se mascaba en el ambien-te y todo el mundo sonreía para disimular el nerviosismo y qué cosas… el comentario general era el mismo… allí nadie lleva-

ba preparado nada y todos iban a ver qué pasaba ¡parecía la entrada a un examen del instituto! Empezó el día con unas charlas por parte de la concejala de Participación Ciudada-na del Ayuntamiento de Oviedo, Silvia Junco Martínez; el director general de la Cámara de Comercio de Oviedo, Pedro Rodríguez; y el presidente de la FACC, Antonio de Luis Solar, que hablaron de la importancia de reforzar el sentimiento de pertenencia a la UE y de conocer tanto al

resto de países que la integran como a las instituciones. El concurso empezó en dos me-sas distintas, en cada mesa hab-ía un equipo representante de cada instituto, el primer juego «Euroca» consistía en lanzar un dado y avanzar por un tablero con un mapa de la UE, respon-diendo a preguntas sobre la Unión, usando mímica para que adivinaran o dibujando, como en el Pictionary. Cuando llegó el turno al equipo de nuestra clase, 1º A ¡estuvieron jugando sin fa-llar durante más de media hora! , lo que permitió ganar la prueba, ¡pues sí que sabían al-

go! El otro equipo que representa-ba a la Ería no falló ninguna pre-

gunta y en su primer turno llegó hasta ponerse a un «1» de la meta, la mala suerte hizo que no ganaran el juego, pues debían de sacar el 1 exacto para entrar y el ¡maldito dado no se lo daba! El segundo juego, «Eurosabes», es como un trivial. Aquí las cosas no les fueron tan bien y acabaron terceros… la victoria corría peligro. En una mesa se desató una gran rivalidad entre el equipo de La Ería y el del Codema, en el otro equipo la guerra era con los del Mata Jove... El tercer juego era «Europalabra», una versión cutre del «Pasapalabra»… la suerte fue que el rosco que tocó al equipo fue bastante fácil y resultaron vencedo-res, aunque todavía se desconocía qué había pasado en la otra mesa. Cuando en la entrega de premios oímos La Ería y los nombres de nuestros compañeros de 1º A como ganadores no lo podíamos creer ¡si, si, si, que se van a Madrid!

Los dos equipos participantes de La Ería con las profesoras acompañantes

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« É r a s e u n a v e z … ¡ e l h a b l a ! » Antón Llanes López Julián de Teresa Blanco

Hablar, hablar y hablar sin parar. Esto lo hacemos muy bien los alumnos de 1º ESO A (y algunos más también). Nos han reñi-do, nos han castigado, se han quejado en las evaluaciones, se lo han dicho a nues-tras familias ¡los sabe todo el mun-do! pero seguimos hablando fuer-te, suave ¡hasta en inglés! Y si no podemos nos mandamos notitas o hacemos gestos para contarnos cosas… eso sin contar con los que se atrevan a enviar mensajes con el móvil (aunque eso lo hacen los mayores). ¿Y de qué cosas habla-mos? Pues no siempre del sujeto y el predicado, de la historia de Espa-ña o de las células sino de algo que en ese momento es importantísimo, vital y fundamental. Pudo ser una coincidencia o pudo ser una decisión muy pensada a ver si así nos entendían mejor pero el caso es que en el mes de febrero todos los cursos de primero de la ESO visitamos en la Losa la expo-sición organizada por La Caixa «Érase una vez…. el habla». La exposición explicaba el origen y evolución del lenguaje. Cuenta cuándo y cómo apareció la capacidad de hablar en nuestros antepasados, qué partes del cuer-po humano la hicieron posible, los aspectos esenciales que caracterizan el lenguaje humano y cómo ha evolucionado. Y es que existe comunicación a distintos niveles y con diferentes complejidades e intensidades; la hay incluso a nivel mi-croscópico. Los animales se comunican. Sin embargo, tener la capacidad de articu-lar pensamientos y sentimientos, y poder expresarlos frente a otros seres es una fa-cultad únicamente de los humanos. Esto es lo que nos caracteriza como especie. En la exposición pudimos ver las diversas formas del habla resumidas y divididas en tres par-tes: Una era sobre la comunicación en los se-res vivos, porque así como los humanos entablamos conversaciones, los animales ya sea para reproducirse, alimentarse, competir o evitar ser depredados realizan

actos comunicativos con otros animales, que consisten en el intercambio de señales. Las señales les permiten a los animales estar más informados. Y estas señales pue-den ser sonoras, pero también de otro tipo, como las quí-micas (el olor de las mofetas).

Otra parte era para explicar la aparición del lenguaje en la evolución del hombre, y es que el lenguaje es una ven-taja de la evolución. ¿Cómo podemos saber cuándo em-pezaron a hablar nuestros antepasados sin tener pruebas físicas de ello? Pues porque desde el punto de vista de la fisiología, sabemos cuál es el nivel de desarrollo que de-terminados órganos deben tener para hacer posible el habla: cómo debía ser la laringe, la faringe, las cavidades orales y nasales y hasta nuestro cerebro. Esto es útil pa-ra determinar a partir de cuándo nuestros antepasados poseían la capacidad de hablar. Por último también vimos que el lenguaje es más que un sistema de signos codificado ya que la condición necesa-ria para que el intercambio de información se produzca es que tanto el emisor como el receptor conozcan el códi-go. Es tan simple como que si una chica habla sólo el chino y nosotros sólo el castellano, por más que nos diga y le digamos cosas, no podremos entendernos. Esperamos que si habéis tenido la suerte de visitar la exposición hayáis disfrutado de ella tanto como lo hemos hecho nosotros.

Alumnos de 1º ESO A durante la visita a la exposición

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V i a j e a C o v a d o n g a Guillermo Pérez Alonso Iván Rodríguez Ovín Luis Sánchez Ferreiro

Esta excursión se celebró en el día veinticuatro de ma-yo de 2012 y fueron a ella los alumnos de religión de primero de la ESO. En el viaje de ida en el au-tobús, lo normal en estos casos: a grito pelao. Nuestra primera parada fue en Can-gas de Onís, la primera ca-pital de España. Después fuimos a ver el Dolmen de Santa Cruz, pero no pudi-mos verlo porque estaba cerrado, y vimos y cruzamos el puente «romano», que en realidad se construyó durante el reinado de Alfonso XI de Castilla y León (es un monumento históri-co). También fuimos debajo del puente; unos tiraban piedras, otros se mojaban los pies… Y luego cogimos el autobús y fui-mos a Covadonga. Tuvimos que hacer un camino desde donde aparcó el autobús hasta el lugar donde estaba la Basílica, es de-cir, un kilómetro y medio cami-nando y con cuesta; esto se llama ir de peregrinación. Al llegar nos dieron tres horas libres para hacer lo que quisiéramos; se ju-gaba al fútbol, se hacían guerras de agua, se comía, simplemente se charlaba bajo un sol reluciente. Visitamos la Basílica, paseamos por la expla-nada del Santuario, compramos ¡como no!algunos recuerdos; otros compañeros visita-ron el Museo y luego fuimos a la Santa Cue-va a rezar y allí algunos ponían velas en ofrenda a la Santina y se sacaron muchas fotos. Luego al salir bebimos de la «la fuente de los siete caños», el agua de la que dicen que si bebes de ella te casarás dentro de un

año. Finalmente fuimos a Ribadesella a comer y a pasar el resto de la tarde. En principio íbamos a ver la cueva de Tito Bustillo, pero debido a que era tarde y hacía un día tan veraniego nos dirigimos a la playa, donde se ju-gaba al fútbol o la gente se bañaba. De regreso continuamos a grito pelao, cantado, contan-do chistes, comentando el día y pasándonoslo bien. Fue un día para recordar, la mejor excursión de todas. El próximo año en Religión mucho más.

«Peregrinación» a Covadonga

El grupo de excursionistas en el puente de Cangas de Onís

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El primer recuerdo que conserva-mos es más bien penoso. Había demasiada gente en los autobu-ses y casi nos quedamos en tie-rra, ya que no teníamos planea-da la distribución; pero al final, cambiando algunos asientos conseguimos entrar todos en los autobuses y nos dirigimos hacia nuestro destino: Salamanca. Una vez allí, tras un tiempo libre para comer comenzaron a ense-ñarlos la ciudad y explicarnos las construcciones que allí había. La plaza mayor, la universidad y la catedral son los mejores ejemplos de to-dos los lugares que visitamos. Nos contaron historias muy interesantes de la ciudad y nos explicaron varias curiosida-des. ¿Sabíais que los estu-diantes hacían «grafiti» en las paredes cuando aprobaban el doctorado? Y no podía ser menos, ya que tenían que pasar tres duros exámenes. El alumno aprobado salía por la puerta grande de la universidad y era aclamado por el pueblo, haciendo este una corrida de toros en su honor; pero si sus-pendía la corrida de toros se convertía en una somanta de palos al alumno. A los alumnos primerizos solían colocarles en una de las puertas de la universi-dad y les pedían que buscaran una rana (típica de Salamanca), la cual les daría suerte en sus estudios. Además en la fachada de este edificio puede encontrar-se un astronauta. Tras esta her-mosa visita nos dejaron algo más de tiempo libre y tras esto nos

enviaron a Ávila, ciudad en la que nos quedaríamos a dormir esos días. Tras llegar, tener los correspondientes problemas con las habita-ciones salimos por la ciudad para cenar y pasear por ella hasta volver al hotel. Al día siguiente fuimos al Parque de Atracciones de Madrid y tras va-rias horas de fuertes emociones probando todo tipo de cacharros re-gresamos a los autobuses que nos llevarían de vuelta a Ávila. El tercer día visitamos Ávila. Fue muy emocionante, por la mañana recorrimos los lugares mas ilustres de la ciudad, entre ellos la muralla, así como las distintas iglesias y calles importantes. La muralla es real-mente impresionante. Por otro lado visitamos la antigua casa natal de

Santa Teresa ahora recons-truida en igle-sia, pero en la que por su-puesto, la vida de la santa abulense si-gue muy pre-sente, desde que era una niña hasta que se cum-plieron sus últimos días. Sin duda es digna de ad-mirar la Basíli-ca de San Vi-cente, conoci-

da como la iglesia perfecta en honor a los tres mártires de la ciudad, Vicente, Sabina y Cristeta, des-taca por su perfecta orientación así como su estructura y su estilo ar-quitectónico. De singular belleza es sin duda también la catedral, real-mente fue toda una suerte que se encontrara tan cerca del hotel por-que su perfecta estructura era imponente, quizás la única pega que podríamos encontrarle a estos monumentos, es su desgaste, ya que debido al tipo de piedra utilizado han quedado muy erosionadas. A continuación dejamos la ciudad para entrar al monasterio de los car-melitas descalzos, el mismo en el que Teresa vivió durante mas de 20 años de su vida y del que incluso llego a ser la madre superiora; por su puesto nos encontramos con algunas de las reliquias que se conser-van de su época. Finalmente hicimos una parada en Alba de Tormes (Salamanca) don-de pudimos ver algunas de las reliquias mas preciadas de Santa Tere-sa, como su brazo o el baúl en el que reposan sus restos mortales. Por desgracia y tras unas cuantas horas de pesado viaje llegó el momento de despedirse de los amigos que nos habían acompañado durante el trayecto, pasamos 3 días llenos de risas y diversiones pero al final ca-da uno debía de regresar a casa, con el recuerdo de lo que fue una excursión mítica y con la esperanza de volver a vernos muy pronto.

Parada durante el paseo por la muralla de Ávila

La ruta de la mística: Ávila y Salamanca Lidia Llano Paredes Henar Milán Medrano

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Viaje al madrid de los literatos

Raquel Díaz Eguiagaray Arturo Ferro Espina Raquel Iglesias Méndez

Recuerdo que un miércoles como otro cualquiera, a las cinco y media de la mañana, hora en la cual la inmensa mayoría de gente duerme, otras veintitrés personas y yo nos estábamos levantando, con la mayor ilusión y ganas de partir hacia la capital de España. En el autobús los chicos (sentados atrás) dieron una hora y media de respeto para la gen-

te que quería dormir, pero en cuando este tiempo pasó, encendieron sus altavoces y todo el autobús se puso a cantar canciones. El viaje pasaba despacio y la música amenizaba el ambiente. Hicimos una para-da de media hora en Valladolid. Después volvimos a coger el ritmo para llegar a eso de las doce de la mañana a Alcalá de Henares donde visita-mos la Universidad. El guía, estudiante allí, explicaba muy bien; primero hizo reseña de toda la historia de la universidad, mandada construir por el cardenal Cisneros. Posteriormente vimos también la sala donde en principio se hacían los exámenes de doctorado y actualmente se hace entrega de los premios Cervantes. Comimos cada uno donde preferimos y después de descansar un poco fuimos a ver la casa donde nació y vivió el gran Cervantes. La ca-sa (museo) estaba muy bien organizada pero nos gusto mucho más a todos la de Lope de Vega (la cual visitamos el segundo día). Después de esto subimos de nuevo al autobús que nos llevó hasta Madrid. La mayoría estábamos asombrados con la gran ciudad. Llegamos al Hostal Aguilar y pese a su poco glamour era más que suficiente. Rápidamente nos asignaron las habitaciones, nos preparamos y nos citamos en la puerta del hostal desde donde iríamos todos juntos al teatro. Recuerdo que nos costó encontrarlo, por el lío con los nombres de calles, pero al final de tanto paseo para arriba y para abajo de la Gran Vía, llegamos para ver «Toc toc» con tiempo de sobra para intercambiar sitio con otros compañeros y estar más a gusto. La obra era una comedia bas-

tante buena, y todo el público la comentó a la salida. Trataba sobre unos «locos» que sufrían trastornos que no podían con-trolar. A todos nos gustó mucho y nos reímos bastante, sobre todo porque una señora (sentada al lado de Carmen, la profesora) tenía una de esas risas contagiosas y se reía an-tes de que pasara nada. Des-pués de tener nuestra risotera-pia (aunque a algunos la derro-ta del Barcelona les ennegreció la tarde) fuimos a la Puerta del Sol, al Km 0, donde nos reuni-mos durante toda la excursión. Carmen y María (las profeso-ras) nos dijeron la hora a la que tendríamos que volver a estar en ese punto y fuimos a cenar. A las 12:00 ya estábamos todos donde habíamos quedado para volver todos juntos al hotel y descansar del día que había-mos pasado. El segundo día comenzaba con una ducha matutina que daba gusto, desayunamos en la cho-colatería San Ginés, en la cual, por el pasotismo del servicio, la profesora tuvo problemas para concordar que habíamos reser-vado. Después de un copioso desayuno, comenzó la aventura por las calles de Madrid. Empe-zamos con la visita al Congre-so, donde los leones fueron ob-jeto de deseo. Seguidamente empezó nuestra visita al «Madrid de los Literatos»: la calle Huertas, las casas de Quevedo, de Cervantes (dónde paradójicamente había una tienda de ortopedia). En cada uno de estos sitios leímos algu-nos fragmentos de obras de estos escritores. Después fui-mos a la Casa Museo de Lope de Vega donde entramos dividi-dos en tres grupos. La casa nos

Visita a Alcalá de Henares. Estatua de Don Quijote y Sancho

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gustó a todos, era muy típica y parecía que te adentrabas en una aventura del Siglo de Oro. En el cuarto de invitados se podía ver una espada encima de una silla que a todos nos recordó bas-tante al capitán Alatriste (ya que nos habíamos exa-minado de una de sus aventu-ras hacía po-co). Una breve visita al Teatro Español y nos dirigimos a los mentideros, donde se coti-lleaba en la época y luego vimos la igle-sia de San Se-bastián donde reposan los restos del Fénix de los Ingenios, Lope de Vega. Volvi-mos a tener tiempo libre para comer, en el que algunos futboleros encontraron una alucinante tienda de fútbol, «Futbolmanía», que no dejaba nada que desear. Por la tarde empren-dimos marcha al Madrid de los Aus-trias, la época de mayor esplendor y de mayor decadencia del Imperio español. Vimos el Palacio Real sólo por fuera, ya que había un evento que no permit-

ía las visitas, también vimos la catedral de la Almudena, la Plaza Mayor, la ca-sa de Calderón de la Barca. Después pasamos por la calle del Codo, en la que se batieron todos los grandes lite-ratos y por el convento de religiosas jerónimas, llamadas «Las Carbone-ras», que son famosas por sus dulces, pero desafortunadamente no les que-daban. También estuvimos en el Mer-cado de San Miguel donde la curiosi-dad nos invitó a vivir una pequeña aventura. Después de cenar fuimos de

nuevo al Madrid de los Literatos, para escuchar música Jazz en directo, aunque solo fue durante apenas diez minutos mereció la pena. Otros compañeros aprovecharon el tiempo para conocer a unas «agradables y encantadoras» chicas americanas, que, como

nosotros, se iban al día siguiente. Can-sados volvimos al hostal y algunos nos quedamos una hora en una de las habitaciones que nuestros compañe-ros tenían. Des-pués (y sin armar jaleo) «cada mo-chuelo fue a su olivo», como nues-tra profesora Car-men había indica-do. Esa mañana volvimos a desayu-nar un chocolate con numerosos churros. En ella la profesora se puso a hablar en francés con unos franceses

por si querían nuestros churros; todos quedamos sorprendidos por ver a nuestra profesora hablando francés. Des-pués del desayuno acabamos nuestro viaje con mucho ritmo vi-sitando el Madrid de los Borbones: Cibeles, Neptuno -con imá-genes de accidente de bus urbano incluido- la Biblioteca Nacio-nal, el edificio de la Real Academia Española, el café Gijón, la famosa Puerta de Alcalá, Retiro (con un asombroso encuentro con un famoso, y un placentero rato remando). También vimos muchas tiendas exclusivas, el Prado, Atocha... Comimos y jun-tos volvimos al hotel para bajar las maletas al autobús, y em-prender el camino de vuelta, pero eso sí, parando a ver el San-tiago Bernabéu, donde unos cuantos nos hicimos una foto. Hay que apuntar que los seguidores del Barcelona cantaron su him-no con gran desaprobación de los forofos del Madrid. Después de esto subimos al autobús y con los diferentes juegos y sorteos que las profesoras habían organizado para hacer un repaso de todo lo que habíamos visto, con muchos pre-mios y risas llegamos a Rueda, famosa por su vino, para parar otra media hora. Antes de la llegada a Oviedo nuestro delegado del año pasado, Arturo, (el cual también ha ayudado en este es-crito) nos recordó a todos lo bien que lo habíamos pasado. Creo que ninguno de nosotros olvidaremos la frase: «parece que fue ayer cuando vinimos, y no, fue antes de ayer». Finalmente llega-mos a Oviedo a la hora prevista, fue un poco triste, tres días que parecen poco, pero dan para mucho. A todos nos gustó bastante, ya que era un viaje con nuestros compañeros y en el programa había sitios e historias de gran interés, así que todos estamos muy agradecidos con la organi-zación de este viaje, y con como salió todo y por supuesto supo-nemos que no hace falta decir que ha sido un placer conocerte, María. ¡Hasta pronto Madrid!

Lecturas ante la casa de Quevedo

En la casa de Lope de Vega parecía que te adentrabas en una aventura del Siglo de Oro. Una espada en el cuar-to de invitados nos recordó al Capitán Alatriste.

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A Granada con las matemáticas Bárbara Jiménez Álvarez

Adrián García Parra

A las 8 a.m. del pasado veinticinco de noviembre un autobús con un grupo de alumnos de todos los 4º de la ESO, algunos nerviosos y otros, emocionados, se dirigía a Granada para pasar allí un fin de semana inol-vidable. Después de un viaje de 12 horas, llegamos a Granada. Nuestra prime-ra parada fue el Aben Humeya, un bonito hotel no muy lejos del centro de la ciudad donde nos alojaríamos todo el fin de semana. Una vez allí tuvimos media hora para asearnos y a continuación dar un pequeño paseo pa-ra conocer mejor la ciudad y cenar algo, ya que está-bamos todos hambrientos. La mayoría por no decir todos optaron por un menú en el Burger King. Exhaus-tos pero muy contentos por estar allí fuimos al hotel para acostarnos y reponer fuerzas para disfrutar el día que nos esperaba. Tras un madrugón al que pocos estábamos acos-tumbrados, desayunamos en el hotel y nos dirigimos al parque de las ciencias a ver la exposición de MC. Escher. Sus obras experi-mentaban con diversos métodos de representar (en dibujos de 2 ó 3 dimensio-nes) espacios paradójicos que desa-fiaban a los modos habituales de representación. Al principio de la exposición nos dieron un cuaderno donde debíamos rellenar los datos de diversas obras de Mc Escher mientras un guía nos explicaba las características de cada obra y su relación con las matemáticas. Más tarde el autobús nos recogió para ir a la Alhambra y seguir viendo el re-sto de la exposición que se encon-

traba allí. Una vez en la entrada, como habíamos llegado pronto, bajamos hasta la zona turística para comer algo y comprar regalos. La Alhambra nos dejó sorprendidos a todos, tanto a los alumnos como a las profesoras que nos acompañaban. El resto de la expo-sición fue también muy impresionante, una serie de dibujos diferen-tes a los que habíamos visto en el Parque de las Ciencias y para terminar, en una gran sala oscura había cuatro pantallas delante de cuatro sillones blancos y cada pantalla representaba una cade-na de dibujos que se movían y cambiaban a medida que iban des-de una pantalla hacia la siguiente y de ésta a la siguiente y así su-cesivamente. Cuando nos recogió de nuevo el autobús para llevarnos a cenar estábamos más que exhaustos pero eufóricos después de un día

tan increíble y tras aprender tantas cosas nuevas. Pero antes de ir a cenar el autobús nos llevó hasta una zona de esta hermosa ciu-dad desde la que se podía ver la Alhambra prácticamente entera, de manera que aquella experiencia se hiciera aún más inolvidable si era posible. Al día siguiente recogimos nuestras cosas y con tristeza nos des-pedimos tanto de la ciudad como de ese divertidísimo fin de sema-na, que había pasado tan velozmente. Y aunque a algunos nos aburría la idea de volver a pasar casi doce horas en el autobús de vuelta, todos coincidimos en que mereció la pena ir hasta Granada, una ciudad que creo que ninguno olvidaremos jamás

El grupo de alumnos participantes ante el Parque de las Ciencias de Granada

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Jaime Fernández Ortega

V i a j e d e e s t u d i o s a I t a l i a

Nuestra aventura empezó el 23 de marzo a las 3 de la tar-de; partimos del instituto hacia el Aeropuerto de Asturias, donde cogimos un vuelo a Madrid, y desde allí, tras espe-rar un buen rato, el avión hacia nuestro destino final, Ro-ma, donde llegamos sobre las 12 de la noche. Tras coger los buses que nos llevaron al hotel, reparto de habitacio-nes y a disfrutar del viaje. En nuestro primer día en Roma visitamos el centro históri-co, empezando por la basílica de San Pietro in Víncoli y después un tour guiado por el Coliseo y el Foro Romano donde se encuentra el Templo de Venus. A la hora de co-mer nos dirigimos a la Fontana di Trevi donde nos dejaron

tiempo libre tras perdernos por las transitadas calles de la ciudad. Por la tarde visitamos el Panteón, la Plaza Navona y para terminar, la Plaza de España. Por la noche, algunos cumplimos con nuestra obligación de adolescentes de via-je de estudios y dormimos más bien poco. No sabíamos lo maquiavélicos que podían llegar a ser nuestros profeso-res; lo descubriríamos al día siguiente en el viaje hasta Pompeya. En este trayecto de unas tres horas aproxima-damente hay que destacar las estratagemas de los profe-sores para castigar a los que habían alborotado por la no-che en el hotel, y el mayor castigo que hay era no dejarnos dormir y para ello se servían de armas como música étni-ca, agua o una campana… El tercer día estuvimos en el Vaticano y por la tarde partimos hacia Montecatini (a 50km de Florencia) previa

parada en Siena para visitar la Toscana. La segunda noche que pasamos en Montecatini hicimos un intento de salir de fiesta, pero la discoteca estaba llena y el ambiente no era muy agradable…. El cuarto día de viaje lo pasamos visi-tando Florencia, uno de los mejores días ya que nos dejaron seis horas libres para andar a nuestro aire por los mercadillos, heladerías, pizzerías y ristorantes de una de las ciuda-des con mas historia de Italia. Aquí coincidi-mos con otros institutos de Oviedo como el

Aramo o el Alfonso II, en-contrándonos amigos y parientes como si estuvié-ramos en la Escandalera. A esta altura del viaje ya se nos iba notando el can-sancio en la cara. Al día siguiente partimos hacia Venecia, y por el ca-mino paramos en Pisa. El cansancio se apoderaba de nosotros y se notaba, ya que lo primero que hici-mos al llegar a la torre fue tirarnos en el prao a des-cansar, pero aun nos que-daba energía para más… Al llegar al hotel, reparto de habitaciones y a bus-carse la vida para cenar. Más tarde hubo un segun-

do intento de ir de fiesta, este con más éxito que el anterior. Era la penúltima noche del viaje y fue la mas movi-da, los profesores lo saben bien… Para ter-minar, el último día estuvimos en Venecia donde muchos pudieron disfrutar de un pa-seo en góndola por los canales. ¡Espectacular! Ese mismo día viajamos a Milán desde donde salía nuestro avión de vuelta. Proba-blemente esta haya sido la semana que mas rápido se nos ha pasado de toda nuestra vi-da y desde luego, un recuerdo inolvidable. Apreciamos mucho la valentía de esos cinco profesores que se atrevieron a acompañar-nos, gracias por vuestra paciencia.

Visita a la iglesia de San Pietro in Víncoli. Roma

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Desde hace unos años La Ería pertenece a este proyecto educativo llamado Comenius cuyo principal objeti-vo es tratar temas educativos de interés común y mejorar el nivel de inglés de los estudiantes. La asocia-ción en la que participamos en estos dos cursos 2010-2011 y 2011-2012 está formada por siete países eu-ropeos: Alemania, Italia, Polonia, República Checa, Inglaterra, Francia y España y lleva por nombre «Planet Health» y sus principales objetivos son tener una mayor conciencia de la salud y de los efectos que la dieta y el ejercicio pueden tener sobre la misma y sobre la calidad de vida a largo plazo. El curso pasado el pro-yecto comenzó con una reunión en nuestro instituto, y también hubo encuentros en Praga y Francia. En es-te curso el primer encuentro –sólo de profesores- fue en Polonia en el mes de septiembre.

P ro y e c t o P l a n e t H e a l t h Recorremos Europa con el Programa Comenius

Rocío Rodríguez Fernández Raquel Iglesias Méndez Javier Pérez Mesa

El viaje a Alemania para participar en este proyec-to fue una experiencia inolvidable y sin duda una actividad en la que aprendimos muchas co-sas. Allí viajamos Adrián Rodríguez y Raquel Ma-tute (alumnos de tercero y cuarto de la ESO) y Alberto Lorenzo y yo de primero de Bachillerato acompañados de las pro-fesoras Dulce María, Marta García y Ana González. El 18 de ene-ro de este año tomamos el vuelo hacia Alemania; después de aterrizar en el aeropuerto de Düsseldorf nos dirigimos a Monchengladbach ciudad en la cual nos alojamos. Ese día todos los alumnos y profeso-res cenamos juntos y fue una primera toma de con-tacto en la cual, cabe decir, ya hicimos los primeros amigos. El jueves 19 a primera hora nos reunimos todos para la presentación del programa y para informarnos de cómo se iban a desarrollar todas la actividades; más tarde y durante la mañana visita-mos el colegio de los participantes alemanes y co-nocimos a la directora de su centro que nos dio la bienvenida mediante un discurso. Tras ver las ins-talaciones del centro fuimos a practicar deporte al polideportivo ya que además de los hábitos saluda-bles el deporte era el tema principal del proyecto. Cada país explicó alguno de sus deportes más po-pulares y luego todos los practicábamos, nosotros los españoles presentamos el juego del pañuelo, más tarde comimos en la cantina del colegio donde nuestros compañeros alemanes nos cocinaron. Por la tarde visitamos el castillo de Rhydt dónde un gu-ía nos explicó en inglés toda su historia. Esa misma tarde tuvimos algo de tiempo libre para conocer la

ciudad junto con los compañeros del proyecto y así practicamos el idioma. Durante los siguientes días realizamos diversas actividades, una de ella fue visitar la ciudad de Colonia. Además de ver su gran Catedral estuvimos en el museo de los deportes, uno de los más importantes de Europa. Conocimos la ciudad y tuvimos la oportunidad de cenar en un restaurante tradicional. Una de las cosas por las que destaca esta ciudad es por sus famosos y con-curridos carnavales. Junto con nuestros compañeros de otros países realizamos diversos trabajos a lo largo de la estan-cia, presentaciones, juegos en común, power points que eran presentados en las reuniones. El viaje nos dio la oportunidad de practicar el inglés no sólo con compañeros ingleses sino con otros de otras nacionalidades por lo que también aprendi-mos algunas cosas básicas de italiano o alemán. Para despedimos el último día se celebró una fiesta de despedida en el hotel donde todos nos inter-cambiamos las direcciones de correo y redes so ciales para permanecer en contacto, algo que hoy

De izq. a dcha.: Raquel Matute, Alberto Lorenzo, Adrián Rodríguez y Rocío Rodríguez.

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estamos haciendo. Además de aprender, este pro-yecto nos dio la oportunidad de hacer amigos. El día 16 de marzo las profesoras Dulce Mª Prida Cayado (coordinadora) y Beatriz Sopeña Velasco (Dpto. de Inglés), así como cuatro alumnos, Raquel Iglesias, Arturo Ferro, Elizabeth Ndaw y Francisco Javier Menéndez de 3º ESO A participamos en el

encuentro en Fasano (Italia) del proyecto Comenius «Planet Health». Para la ida cogimos tres aviones: Oviedo-Madrid, Madrid-Roma y, al día siguiente, Roma-Bari. La noche del martes al miércoles la pa-samos en Roma. Vimos un poco de la ciudad: el Coliseo, el Capitolio, bastantes iglesias, la Fontana de Trevi… incluso nos dio tiempo a ver el Hard Rock porque tenía mucho interés para algunos alumnos. Al llegar a Bari, un minibús nos llevó a Fasano donde nos reco-gieron las familias. El jueves tuvimos oportunidad de asistir a una clase de Geografía en la escuela y luego nos prepararon una bienvenida, con baile y canto incluidos. Por la tarde fuimos a una playa. El viernes era el día deportivo. Las inglesas nos enseñaron a jugar al criket. Después jugamos al pañuelo (nuestro juego), a campos medios y por último a balonmano. Mientras tan-to los profesores trabajaron en el pro-yecto, cosa que al acabar los juegos nos tocó a nosotros. Consistía en una presentación PowerPoint sobre la his-toria de los juegos olímpicos. Por la tarde visitamos Alberobello, un pueblo turístico con casas típicas italianas. Y para terminar con el día tuvimos una fiesta. El sába-do visitamos Lecce, la llamada «Florencia del sur» por sus edificios. También fuimos a Otranto, una ciudad a pie de playa y muy turística. Ya para termi-nar, como fin de nuestro viaje, nos despedimos de todos los estudiantes y de nuestras familias y otra vez el largo viaje, los tres aviones de vuelta a casa pero esta vez sin dormir en Roma.

El día dos de mayo mis compañeros Covadonga Lorenzo (2º ESO A), Laura Díaz, Alejandra García, Pablo López y yo (3º ESO A) nos reunimos en Ranón con nuestros profesores Dulce Mª Prida y Félix Martín para poner rumbo a Leeds, con escala en Barcelona. Aterrizamos en el aeropuerto de Le-eds (condado de West Yorkshire) a las tres de la tarde aproximadamente y nos dirigimos en autobús

urbano al centro de Leeds. Cuando llegamos al centro, fuimos al «Etap hotel» a coger nuestras habitacio-nes. Allí conocimos al grupo de estudian-tes alemanes y fuimos a cenar a un restau-rante francés donde conocimos al grupo checo. Al día siguiente nos levantamos temprano para coger un bus e ir a la «Kettlehorpe» High School, en Wakefield. Una vez allí, los alumnos ingleses nos reci-bieron tocando instrumentos, cantando y bailando. Después de su presentación, nos enseñaron el colegio y nos acompañaron a ver unas esculturas en un parque. Por la tarde, fuimos a comer «fish and chips» co-mida típica inglesa.

En el tercer día, también tuvimos que levan-tarnos temprano para ir otra vez al colegio, a dispu-tar las olimpiadas previstas en el proyecto «Planet Health» en la que nosotros, el equipo español, ga-namos el trofeo de balonmano. Esa misma tarde, fuimos a un restaurante indio, cuya comida era muy picante. En el cuarto y último día, fuimos a visitar York una ciudad bastante im-portante y famosa de Inglaterra. En York, visitamos

una casa del terror en la que todos, incluso profeso-res, pasamos mucho miedo. Al acabar, fuimos a visitar York, la catedral y demás sitios importantes. Por la tarde, fuimos a una «outlet» de compras. Por la noche fuimos a una pizzería italiana a cenar, y nos despedimos de todos los integrantes del Come-nius. Al día siguiente fuimos al aeropuerto de Leeds rumbo de vuelta a Oviedo.

Izquierda a derecha: Raquel, Arturo, Elizabeth y Francisco en Otranto

Covadonga Lorenzo, Laura Díaz, Alejandra García, Pablo López y Javier Pérez.

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La semana del 19 al 26 Junio de 2011 los alumnos de la Sección Bilingüe de las clases de 1º ESO A y 1º ESO B, nos fuimos de viaje a un pueblo costero del sureste de Inglaterra llamado Broadstairs, en el con-dado de Kent. Salimos de Ranón, aeropuerto de As-turias, sobre las 16:00 horas. Una vez en el aeropuer-to de Stansted, cogimos un autobús que nos llevó hasta Broadstairs en un viaje de aproximadamente una hora. Al llegar allí, nuestras respectivas familias nos estaban esperando. Los días estaban distribuidos de la siguiente manera: por la mañana teníamos clase, al acabar es-ta teníamos un tiempo libre para comer. Por la tarde

hacíamos una actividad y al acabar íbamos con nuestras fa-milias a cenar, a eso de las 18:30. También tenía-mos tiempo para descansar des-pués de la cena, pero no podía-mos salir a la calle. Por la no-che, teníamos más actividades y, al finalizar, íbamos a casa a «dormir». Las activi-dades que hici-mos por la tarde fueron: una parti-

da a la bolera en Margate, una yincana en la que teníamos que buscar pistas por el pueblo, la visita a Canterbury, también fuimos de compras al centro comercial y, por último, fuimos a la playa, donde solo tres valientes nos baña-mos en el agua helada. Las actividades que realizamos por la noche estaban todas relacionadas con el canto y el baile menos la última que consistió en un concurso de pre-guntas. En nuestra opinión la actividad más entreteni-da fue la Barn Dance. El sábado fuimos a Londres la jornada comple-ta. Visitamos muchos monumentos, como el Big-Ben y el Parlamento, la abadía de Westminster, el parque de St. James, el palacio de Buckingham y la Columna de Nelson en la plaza de Trafalgar. Después hicimos un descanso en Covent Garden. Sobre las seis de la tarde regresamos a Broadstairs. Al día siguiente, do-mingo 26, volvimos a Oviedo.

During the week of 19 to 26 June 2011, Bilingual Section students from classes of 1st A and 1st B, took a trip to a coastal town in the southeast of England called Broadstairs, in Kent county. We left Ranón, the Asturias airport, at about 16:00. Once at Stansted airport in England, we took a bus to Broadstairs and travelled for about one hour. When we got there, our families were wait-ing for us. The days were distributed in the following way: in the morning we had class, at the end of them, we had free time to have lunch. In the after-noon we did an activity and when we fin-ished it we went with our families to have dinner at about 18:30. We also had time to relax after dinner, but we could not go outside. At night, we had another activity and, upon its completion, went home to «sleep». The ac-tivities we did in the afternoon were: a game at a bowling alley in Margate, a gymkhana in which we had to look for clues in the village, visiting Canterbury, we also went shopping at the mall and finally we went to the beach, where only four brave people bathed in the icy water. The activities we did at night were all related to singing and dancing but the last consisted of a quiz. In in our opinion the most entertaining activ-ity was the Barn Dance. On Saturday we went to London the full day. We visited a lot of monuments such as Big-Ben and the Houses of Parliament, Westminster Ab-bey, St. James Park, Buckingham Palace and Nelson´s Column in Trafalgar Square. After that we were very tired and we had a rest in Covent Garden. At about 18:00 we returned to Broad-stairs. The following day, Sunday 26, we went back to Oviedo.

A week in Broadstairs Una semana en Broadstairs David López Fandos David Rodríguez González

Los alumnos participantes durante la visita a Canterbury

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Why did you choose Oviedo instead of another town to improve your Spanish? I chose it by accident I didn't want to stay in a hot city so I chose a city in the north. We suppose you had an idea about Spain and Spanish people before coming. Has this opinion changed? In what sense? Yes, it has changed. Before, I thought that Spanish people weren't as friendly. Tell us a favourite corner in Oviedo. My favourite place is the old town, but I also spend a lot of time in «Calatrava». What or who did you miss most during your stay in Oviedo? My cat Syd. My life in Spain is perfect but I miss my cat so much. What did you usually do in your spare time? In my spare time I went shop-ping and visited other cities. Have you visited any other Spanish town? Which ones? Which one did you like best? Yes, I´ve been to Madrid, Bar-celona, Bilbao, Santander, San Sebastián, Santiago de Com-postela, León, and... I think that's it San Sebastián, but I have to say Oviedo (laughs). Have you met Spanish peo-ple? or did you usually go out with foreigners? I met many Spanish people but I went out with Eng-lish people that live in Oviedo. Is education at La Ería School very different from the English one? I think this school is very similar to the school in England, but the classrooms are different. What or who did you miss most when you are back in England? All my students and the teachers too. How was your experience as a teacher? Did you like it? Will you be teacher in the future? Yes, I would love to be a teacher. What was the most striking thing for you? Probably how Oviedo is not so different to the United Kingdom. Have you improved your Spanish? I hope so. What will you do when you go back to England? Have you got any plans yet? I will study one more year, maybe I will come to Spain or be an English assistant in another country.

¿Por qué elegiste Oviedo en lugar de otra ciudad para mejorar tu español? Elegí Oviedo por casualidad, no quería vivir en una ciudad cálida y elegí una ciudad en el norte Suponemos que tenías una idea sobre España y los españoles antes de venir. ¿Ha cambiado tu opinión? ¿En qué sentido? Si que cambió. Antes no pensaba que los españoles eran tan simpáticos Dinos cuál es tu lugar favorito de Oviedo. Mi lugar favorito es el casco antiguo, pero también

paso mucho tiempo en el Cala-trava. A qué o a quien has echado más de menos durante tu estancia en Oviedo. A mi gato Syd. La vida en Es-paña es perfecta, pero echo mucho de menos mi gato. ¿Qué hiciste habitualmente en tu tiempo libre? Iba a comprar y a conocer otras ciudades. ¿Has visitado otras ciudades españolas? ¿Cuáles? He estado en Madrid, Barcelo-na, Bilbao, Santander, San Se-bastián, Santiago de Compos-tela, León y.. y creo que mi favorita es San Sebastián, pero tengo que decir Oviedo (risas). ¿Has conocido gente espa-ñola o salías habitualmente con extranjeros?

Conocí a muchos españoles, pero salía con ingleses que viven en Oviedo. ¿Es la educación en La Ería muy diferente de la inglesa? Creo que el instituto es similar a los ingleses, pero las aulas son diferentes. ¿Qué o quienes echarás más de menos cuando vuelvas a Inglaterra? Echaré de menos a todos mis alumnos y también a los profesores. ¿Cómo fue tu experiencia como profesora? ¿Te gustó? ¿Serás profesora en el futuro? Si, me encantaría ser profesora. ¿Qué fue lo más sorprendente para ti? Probablemente que Oviedo no es tan diferente del Reino Unido. ¿Has mejorado tu español? Espero que sí. ¿Qué harás cuando vuelvas a Inglaterra? ¿Ya tienes planes? Estudiaré un año más. Puede que vuelva a España o sea profesora asistente en otro país.

Interview with our language assistant, Kate Newton Alumnos y alumnas de 3º ESO A

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The Anglo American week La semana Angloamericana

Two months ago, in March, we celebrated for the first time in our High School «The Anglo-American Week». During the week, we did different activities related to the United Kingdom and the United States. Our assistant teacher, Kate Newton (UK) and the assistant teacher of the IES Sánchez Las-tra, Alex Johnson (USA) helped us with the activi-ties. We prepared all kinds of activities. For one of them, we put some objects in the assembly hall that Alex and Kate, or even some English teachers, had brought from the US and the UK. The objects stayed in the hall so that the stu-dents could see them. We had to fill in a question-naire about the origin and the use of these ob-jects. We saw many objects, from the most typical American football and baseball t-shirts to the British teabags. The teachers chose some of the best questionnaires and rewarded the students with little prizes like pens or magnets with the UK or US flags on them. At the end of the week Alex and Kate gave us a talk. They explained the differences between their own countries; they talked about the food, the typi-cal sports, the holidays and the customs in each country. The talk was very entertaining and enjoy-able and the two teachers did a great job. On Fri-day afternoon, 23rd March, we held a small party in which Alex, Kate and some students repeated the talk, this time in Spanish, for our relatives. We also ate some typical desserts and sweets from the UK and the US which were prepared by the students themselves. So after the talk, it was time to eat, and we even enjoyed a ukelele concert given by Alex. It was a very interesting week, we all had a lot of fun and we would like to repeat it in coming years.

El pasado mes de marzo, celebramos en el instituto por primera vez «La Semana Anglo-Americana». Consistió en diferentes actividades relacionadas con el Reino Unido y los Estados Unidos que reali-zamos a lo largo de toda la semana con la ayuda de nuestra lectora de inglés, Kate Newton (Reino Unido), y el lector del IES Sánchez Lastra de Mie-res al que invitamos, Alex Johnson (EE.UU). Hubo actividades de todo tipo, en una de ellas se colocaron en el salón de actos diferentes objetos, traídos por los lectores o los propios profesores de

inglés, pertene-cientes a estos dos países. A lo largo de la se-mana todos los alumnos fueron viendo estos objetos y relle-nando un cues-tionario sobre su procedencia y utilidad. Había desde los más típicos balones de fútbol ameri-cano, hasta las bolsitas de té inglesas. De entre los mejo-res cuestiona-rios se escogie-ron a varios ga-

nadores de cada curso y se les entregaron premios como pequeñas figuritas y bolígrafos, todos ellos con motivos de USA o UK. A finales de la semana, los dos lectores dieron di-versas charlas a los alumnos, hablando de sus paí-ses de origen, de la comida, los deportes típicos, las fiestas y las costumbres en cada país. Kate y Alex hicieron un excelente trabajo y las charlas fue-ron muy entretenidas y amenas. El viernes 23 por la tarde, se celebró un acto en el que Kate y Alex, con ayuda de los alumnos, repitieron la charla, esta vez en español, para los familiares de estos. Tam-bién se probaron dulces típicos de estos países elaborados por los alumnos, así que después de la charla llegó la hora de comer e incluso asistimos a un pequeño concierto de Alex con el ukelele. Fue una semana interesante en la que todos nos divertimos y esperamos repetir en años venideros.

Alex Johnson explica el sistema educativo en Estados Unidos

Andrea Gallinal Arias

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Por favo r, que nos t ra igan una escoba A n á l i s i s p o l í t i c o l i g e r a m e n t e d e s p a v o r i d o

Magda Rodríguez Dehli

¿Política?, bufido y pasar la página. Por favor... más no. Ya tenemos bastante con tres elecciones en un año, las noticias que nos asaltan allá donde vamos (hasta en Botsuana) y las perlitas de los viernes. Y por si fuera poco, Sociales, Ciudadan-ía, Ética, Historia, Filosofía, Geografía. ¿Va a de-jarme vivir mi vida esa camarilla de oligarcas en su mundo? Ese es precisamente el problema: que no es su mundo, aunque quieras verlo así, aunque ellos no lo conciban de otra manera. La triste realidad es que acaba siendo tu mundo y siendo el mío; y, ante tales circunstancias, hay que quejarse por lo menos un poco. Así están las cosas . Un presi-

dente pusilánime es sucedido por otro presidente peligroso, sin mayor diferencia sustancial; la eco-nomía ha hecho plof y, por el camino que lleva-mos, más plof que va a hacer todavía, porque ahí siguen intactas las dos arcas sagradas del país. Por muy mal que estén las clases medias y bajas (cada vez más bajas), nunca prescindiremos ni de los fondos para corrupción ni de los fondos para la banca, cuya honestidad millonaria tal vez sea me-jor no entrar a discutir en este momento. Y mien-tras unos se van a casa tras hundir el panorama y recibir otro deslumbrante premio que hace misera-ble al mismo tío Gilito, ¿cuántos se quedan sin empleo, sin piso, sin las ayudas que precisamente ahora son más necesarias? España entra en reacción, sorprendida ante un batacazo doloroso sobre todo por la altura

(demasiado irreal) desde la que nos precipitamos. Estamos dando los primeros pasos de una etapa de conflictividad social, que por el aspecto de estos primeros días tal vez tengan que estudiar a con-ciencia nuestros nietos para la PAU. Pero lo nuestro es la educación, uno de los secto-res en los que cualquier recorte puede resultar más delicado. Somos la base del futuro, un futuro tan público como que será de todos, pase lo que pase con los obstáculos para entrar a la universidad, las restricciones de presupuesto o las bajas que no se cubren. Y protestamos. Protestamos porque enten-demos que, aunque hay que colaborar desde todos los ámbitos, para apretarse el cinturón no hace falta

estrangular al mañana. Pero, ¿estamos protestando de la manera correcta? El mecanis-mo de la huelga lleva funcionan-do durante cerca de doscientos años como máximo instrumento de protesta, primero obrera y lue-go generalizada. El problema está en que hoy en día las huel-gas provocan exactamente lo que pretendemos evitar con ella: el deterioro del sistema público, el alza de los precios y el daño a otros trabajadores, conduciendo invariablemente a una acelera-ción del desastre económico. Los pelos se ponen de punta cuando se leen manifiestos de intencio-nes como el que colgaba no ha mucho de la puerta de nuestro

centro, proclamando un descenso general de la ca-lidad de la enseñanza como arma asesina. ¿Y ase-sinará a alguien más que a nosotros, los alumnos, el estar peor formados; cambiará mucho la vida en Moncloa unos cuantos cientos más de papelerías y librerías quebradas? ¡Queremos un mundo mejor, no podemos olvidarlo, y hay que construirlo pese al embate de las circunstancias! Lo cual, desde luego, no quiere decir que renunciemos a combatirlas; si no hacemos ruido, si no nos ponemos las camise-tas verdes, solo nos hundiremos más en las profun-didades de un Estado de Torcido. Tenemos que ser fuertes para pegar fuerte, si se prefieren estos términos. Apostar por la educación es el mayor desafío para poder contar el día de ma-ñana con una nueva clase política, financiera y em-presarial que ya no consienta un escándalo más en esta selva en la que barritan, lejanos, los elefantes.

Protesta por las medidas en Educación ante La Ería

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m ú s i c a s d e a y e r y d e h o y

Alumnos y alumnas * Música. 4º ESO D

Oviedo, Asturias 2012. ¿Qué hacemos cuando queremos escu-char música? Es tan fácil como poner tu ordenador y descargar música de Internet , enchufar tu mp3 ó mp4 o abrir la carpeta de

música de tu móvil, poner la radio, la televisión o ver una actuación en un local, teatro, en una fiesta…. pero ¿y hace cien años? ¿hubiéramos podi-do hacer estas cosas en 1912? ¡No!, ni la mitad de es-tas cosas se podían hacer un siglo atrás. No existía ordena-dor y mucho menos Internet, tampoco la radio de entreteni-miento ni la televisión; ya se había inventado el gramófono a finales del XIX, pero no todo el mundo tenía la posibilidad de tenerlo, ni mucho menos. Por supuesto el teléfono móvil era un medio inexistente para escuchar música, ya que apa-reció hacia 1970. Para conseguir la información relacionada con la música hace 100 años investigamos en el periódico El Noroeste,

diario de Gijón que se publicó desde 1897 hasta 1936, y que se puede leer fácilmente en internet en: www.hemerotecagijón.es. Por desgracia no encontramos la prensa ovetense de la época en internet . Si hay algo que en todos estos años no ha cambiado son los luga-res donde escuchar la música en directo –prácticamente la única manera en 1912 de disfrutar de ella- estos son los teatros: el Cam-poamor de Oviedo y Jovellanos de Gijón ya existían entonces, aunque hubo muchos más que ya no están, como el Teatro Celso de Oviedo, el Dindurra de Gijón, el Vital Aza de Sama o los llama-dos Teatro-Circo entonces, el Campos Elíseos en Gijón y el Somi-nes en Avilés. Hoy día hay también muchos bares a los que pode-mos acudir a ver un concierto; hace 100 años eran los cafés los lugares habituales para ver actuaciones, el café Colón de Gijón. Los cines, además de las sesiones de «cinematógrafo» tenían música y varietés, como en el Cine Modernista de Gijón. ¿Y quienes actuaban en estos teatros y cafés? En el Jovellanos aparecen cantantes y bailarinas como Aurora Jouffré, famosa to-nadillera conocida como la Pequeña Goya, la Argentinita, popular

entre el público por su canción «Ven y ven» y la canzonetista Ideal Pepita, y parejas como los cómi-cos-cantantes Sultana y Chileno, Las Oropesas, los Gonza-Littos; incluso actuaban acróbatas como Los Wernoff y los artistas chinos Chung Ling. Todos estos se podían incluir dentro de lo que se conoce como espectáculo de varietés, que eran frecuente también en el cine Modernista y el Café Colón, donde en agosto actuaban «la graciosa y notable bailarina Mari-Celi», el «notable guitarrista Arturo Santos» «los excéntricos cómicos Les Ace-lel», «la hermosa Canzonetista Pa-quita Escribano» o el cuadro de baile las hermanas Pilarcillas. En el Pabellón Iris de Avilés o en el Tea-tro Celso de Oviedo tenían pareci-das actuaciones, con cantantes como «La Fornarina» y «La Cheli-to» respectivamente. Está claro que en esos días sin micrófono, amplificadores y demás cacharros actuales no sabían lo

que era el indie pop, el heavy, el rap y lo más parecido a esas tona-dilleras y canzonetistas sería la Pantoja, que acaba de cantar en el auditorio de Oviedo. Si hablamos de música clásica, ya las sociedades Filarmónicas de

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Oviedo y Gijón organizaban con-ciertos en el Campoamor y el Jo-vellanos -de música de cámara so-bre todo- con el Cuarteto español o el niño violinista Pepito de la Vega. En el teatro Dindurra hubo durante todo el verano de 1912 una com-pañía de zarzuela, que interpretó obras como «Molinos de viento», «El Príncipe Casto», o «La corte del faraón». Sabemos incluso los precios de las funciones «la humil-de grada 20 céntimos, la butaca, una peseta». En la actualidad el coste de una entrada puede rondar los 30 euros, como mínimo. Fuera de los teatros y cafés tam-bién se hacía música al aire libre,

sobre todo en verbenas y fiestas patronales. Así, podemos leer que en la fiesta ovetense por excelen-cia, San Mateo, el programa de espectáculos eran tan o más exten-so que ahora, aunque la música la tocaban sobre todo bandas de música, como la del Regimiento del Príncipe y otra civil o la municipal de Mieres. Había muchas verbenas por calles como el Rosal, Campoa-mor, Magdalena, Cimadevilla o la Plaza de la constitución. Abunda-ban también las gaitas y tambores y la novedad ese año fue la llegada de la Rondalla de Zaragoza. Las bandas de música, las «músicas del país» (gaitas y tam-bores) y también los organillos (pianos de manubrio) estaban en casi todas romerías y fiestas, como las de Sotrondio, Ciaño, Naveces, la Felguera, Candás o Villaviciosa.

En las del Roble en Hevia (Siero) el reportero cuenta: «vi á muchas parejas, que á los acordes do las músicas del país, organillos y un bandín de Oviedo, lucían sus habilidades terpsicoria-nas» (habilidades en el baile). En las fiestas de Santiago de Sama se dice que el último día, a las 12:00 de la noche, se bailó la danza prima durante una hora. Las formas para amenizar otro tipo de celebraciones eran muy parecidas. Muy importante fue la visita del rey a Asturias ese vera-no, y para celebrarlo, el día 18 de julio, en Gijón se organizó una verbena –hasta las cinco de la mañana- en la que hubo hasta tres bandas de música, seis organillos, «varietés», danza prima y un concurso de bailes asturianos «amenizados por el célebre gaitero de Libardón y el no menos célebre tambor de la Abadía». También muy interesante fue la Garden Party celebrada por la Cruz Roja en Gijón (en los jardines de la fábrica de cervezas la Estrella de Gijón) para recaudar fondos y en la que hubo también bandas y organillos. Muy diferente fue la Jira a Santomillano, llamada Fiesta de la Democra-cia, del 28 de julio, a la que fueron la Banda de Sama, el Orfeón de la Juventud de la Felguera y la Banda y Orfeón de Mieres. Está claro que los bailes eran quizás uno de los grandes atractivos de toda celebración, pues incluso en la Romería Anticlerical (25 de agosto) hubo dos bandas y organillos «para que haya bailes a gra-nel», y no solo en verano, ya el 31 de enero en Gijón estaban pre-parando con mucho entusiasmo un baile de mascaras para el 10 de febrero. Otros actos en los que también hay presencia musical son por ejemplo la llegada del barco a vapor PIO IX al puerto de Ribade-sella que fue amenizada por un pianista. Ya tenemos constancia, incluso de que la música se utilizaba en la publicidad, aunque fuera escrita, como en el anuncio de Licor del Polo el dentífrico que «como la buena música no se pasa de moda». La importancia de todos estos actos explica que hace cien años hubiera tantas bandas de música en Asturias (Oviedo, Gijón, Lan-greo, Mieres, Avilés, Noreña) especializados en tocar piezas de bai-le –sobre todo pasodobles- y adaptaciones de obras para orquesta. También había rondallas (Langreo, Gijón) y orfeones (Avilés, Mie-res, Langreo, Gijón, Oviedo) Está claro que nuestros antepasados ya sabían divertirse muy bien, incluso trasnochar hasta las cinco de la mañana (como poco) y que bailaban a tope, aunque no hubiera discotecas, DJs ni música dance. Las bandas de música, las gaitas y tambores siguen hoy día sonando en nuestras fiestas patronales, aunque algo menos, pues tienen una dura competencia en los conciertos de la catedral y la

música de los chiringuitos (al menos aquí en Oviedo). A pesar de las diferencias lo que está claro es que hace cien años, como hoy, la música era muy importante y tenía un papel decisivo en las formas de entretenerse en el tiempo de los asturianos y los ovetenses. * David Álvarez, Naiara Bengoa, Jessica Cedeño, Noelia Echevarría Jennifer Noboa, David Pérez, Yolanda Suárez, Mateo Suárez.

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Según se dice, los adolescentes leemos muy poco. Puede que en general sea cierto, pero a mucha gente que yo co-nozco le encanta leer. Lo que ocurre es que todos leemos libros del mismo tipo y sobre los mismos temas: amor, fan-tasía… Cuando me di cuenta de esto, me dije: « ¿Por qué no probar a leer otras cosas?» Y así lo hice. El que este año se celebre el bicentenario de Charles Dic-kens ha sido una buena excusa para acercarme a él, ya que era un escritor que desconocía y sus obras no tienen nada que ver con lo que yo normalmente leo. Charles Dickens nació el 7 de Febrero de 1812. Empezó a trabajar a los doce años en una fábrica de betún y pegaba las etiquetas de las latas por seis monedas a la semana, por-que necesitaba el dinero para mantener a su familia, ya que su padre estaba en la cárcel. Su infancia fue muy dura y la mayor parte de sus obras tratan de experiencias similares, ambientadas en la época victoriana, durante la revolución industrial. El libro que elegí fue Oliver Twist. Ya había oído hablar de él y algunos de mis amigos habían visto la película, aunque yo no sabía de qué iba. Ahora que ya lo he leído, puedo decir que refleja claramente la pobreza y las diferencias sociales que había en el siglo IX. Me ha parecido muy curioso saber que Dickens no escribió esta obra como un libro desde el principio, sino que lo iba publicando por entregas en una re-vista. Esto le obligaba a crear suspense al final de cada capí-tulo para que la gente comprara el próximo número. En esta obra, probablemente la más conocida de Charles Dickens, se relata la historia de un niño huérfano nacido en Londres que vive experiencias terribles: a los nueve años se convierte en el esclavo de un encargado de la funeraria pa-

rroquial, luego le secuestran unos ladrones, descubre que su hermanastro es un delincuente… A pesar de todo, también le sucede al-guna cosa buena, como cuando es acogido por una familia que le cuida como a un hijo. Una de las cosas que más me han llamado la atención sobre este autor es que, a pesar de las duras escenas que aparecen en el libro (maltratos, muertes, asesi-natos…), su tono es con frecuencia irónico, como queriéndoles dar un toque

L a a d o l e s c e n c i a s e g ú n D i c k e n s

Alba Menéndez Cao

de una gracia que no tienen. Otro aspec-to que me ha fascinado de Dickens es el cuidado que pone en describir los lugares y los personajes, de tal manera que pue-des hacerte una idea casi exacta de ellos. Utiliza frases muy largas, lo que hace que a veces me hayan resultado difíciles de entender. Hay enormes diferencias entre un adoles-cente de hoy en día y un adolescente en la época de Dickens. Me sorprende a qué temprana edad empezaban a trabajar y cómo los trataban. Este libro me hizo ver la suerte que tenemos al poder aprender tantas cosas en el instituto y poder hacer actividades extraescolares, no tener que trabajar para conseguir un plato de comi-da y tener dinero suficiente para, de vez en cuando, comprarnos algunos capri-chos. Leyendo este libro he aprendido mucho sobre la sociedad, costumbres o historia de Inglaterra en esa época y tam-bién sobre la forma de escribir de este autor inglés y todo ello mientras pasaba un rato muy entretenido. Así que sin duda os animo a leerlo. ¡Ya veréis cómo os gusta!

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Concurso literario Concurso literario Concurso literario

Nivel I. Primer premio. Alba Menéndez Cao. 2º ESO A

D esde pequeña aquel animal me había fascinado. Las personas de la tribu no se solían fijar en esas cosas, ya que que el nuevo potro del Jefe fuera

blanco no era ni mucho menos un hecho rele-vante, pero me daba la impresión de que yo era la única que no tenía nada que hacer y digamos que aquello era lo más interesante que había sucedido desde hacía días. Cada mañana me acercaba al cercado donde el Jefe tenía a sus caballos y observaba al potro.

Poco a poco nos fuimos co-giendo confian-za y Eco (así lo había llamado,

aunque no fuera mío) sólo se dejaba acariciar por mí. Con los años sentía que Eco y yo está-bamos unidos por una especie de cuerda irrom-pible. Él fue creciendo, a la vez que yo, y se convirtió en un precioso caballo de ojos azules y crines sedosas y largas como la lana. Y si el chamán de la tribu me hubiera concedido tres deseos, lo primero que pediría sería no haber crecido nunca. Porque si no hubiera crecido, seguro que aquel día no habría llegado. El día en el que la cuerda que nos unía a Eco y a mí se rompió. El peor día de mi vida. Era el último día de otoño y toda la tribu había-mos caminado hacia las montañas. Allí tenía-mos un territorio para pasar el invierno en el que las rocas nos protegían de las múltiples avalan-chas de nieve. Cuando llegamos, los Bashark atacaron. Eran una tribu que solían vivir en los bosques que había cerca de las montañas e iban únicamente armados con unas flechas pro-vistas de un veneno mortal de serpiente. Las mujeres y los niños nos refugiamos detrás de las rocas mientras los hombres luchaban. Los cuerpos caían al suelo como la lluvia en una tormenta, y pronto, los pocos Bashark que que-daban huyeron. Sí, habíamos vencido pero, ¿a qué precio? Salí de detrás de la roca donde es-taba escondida y paseé la vista por el terreno. Vi el cuerpo de mi padre y me acerqué con cui-dado. Tenía los ojos muy abiertos y una flecha clavada en el pecho. Las lágrimas resbalaron por mis mejillas y con manos temblorosas le cerré los ojos. De repente oí un débil relincho. Me levanté y vi a Eco, que caminaba hacia mí. Parecía cansado, lo que era normal después de una batalla, pero me alegré de que estuviera bien. -¡Eco!- grité, corriendo hacia él y dándole un abrazo- Menos mal que estás… ¿Eco? El animal se cayó al suelo con un gemido. En-

tonces vi que tenía una flecha en la pata. A pe-sar de mis cuidados, Eco no sobrevivió. Junto con los cuerpos sin vida de los guerreros, todos se enterraron aquella noche. A la mañana siguiente me desperté temprano. A pesar de que no había dormido mucho, no tenía sueño y me fui a lavar a un río cercano. El agua era tan cristalina que me vi reflejada en ella. Pe-ro no sólo vi mi rostro; había también el de otra persona. Me giré bruscamente y vi a un mucha-cho. -¿Quién eres?- pregunté. -Puedo ayudar-te.- respondió él, sin hacer caso a mi pregunta. -¿Ayudarme a qué? No necesito ayuda. El mu-chacho sonrió. -Prepara tus cosas-dijo- Nos vamos. -¿Irnos? ¿A dónde? -Si quieres recupe-rar a tu padre y a Eco, tienes que venir a Insthar conmigo. -¿Cómo sabes que…? -Coge tus co-sas. Date prisa. Me quedé callada; me había asustado el tono autoritario del chico. Volví a mi tienda para llenar un saco de piel de comida y agua para el viaje. No me despedí de nadie; prefería no hacerlo. El muchacho y yo partimos enseguida. Atravesamos el bosque con paso ligero. Yo no sabía qué era Insthar ni tampoco dónde estábamos, pero él parecía muy seguro y decidí no hacer preguntas. El bosque era enor-me y tardamos dos días en cruzarlo. Cuando salimos de él, me quedé impresionada; delante de nosotros solo había agua. Era tanta que, al fondo, se juntaba con la línea del cielo. Nunca había visto tanta junta. Y sentí miedo. -¿Vamos a cruzarlo?- pregunté. El muchacho tardó un rato en responder. - Sí, al fondo está Insthar. Ya era hora de saber a dónde me dirigía, así que se lo pregunté. -¿Qué es Insthar? Él volvió a sonreír. -Insthar,-comenzó-es el templo de la sacerdotisa Kea. Ella es la única que puede co-municarse con Acantha, la diosa de la vida. Ella te dirá qué debes hacer. Alrededor de su tem-plo, se extiende un jardín de rosas de distintos colores. Cada flor cura una enfermedad e inclu-so algunas devuelven la vida... Sólo la sacerdo-tisa Kea puede arrancar esas rosas y necesita el permiso de Acantha.-hizo una pausa- Ayúda-me a construir una balsa; la necesitamos para cruzar el mar. -¿Mar? ¿Toda esta agua se llama «mar»? El chico asintió. Nos pusimos a recoger troncos (una tarea bastante costosa) y con ayu-da de unas lianas que crecían entre los árboles, construimos una pequeña balsa. Llegó la noche y me acurruqué bajo un árbol. -¿Cómo te llamas?- me preguntó el muchacho, mientras encendía una hoguera. -Shanda. ¿Y tú? -Lianh. Me gustaba su nombre. -Cuéntame más cosas sobre ese templo. Lianh sonrió. -La sa-

Dos rosas

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Concurso literario Concurso literario Concurso literario

cerdotisa Kea tuvo un hijo. Cuando el niño tenía trece años, conoció a una muchacha que vivía en el bosque. Cada tarde, el niño salía del tem-plo para ir a visitarla y al cabo de unos años, los dos se enamoraron. Una tarde, estaban pasean-do por el jardín de la sacerdotisa, cuando la mu-chacha vio entre los rosales una flor transparen-te. El muchacho le había dicho que no arrancara ninguna rosa, pero olvidando la advertencia, la cogió cuando él no miraba.- suspiró- Días des-pués, la muchacha murió, y el hijo de la sacer-dotisa se escapó del templo. -Pobre…- mumuré. Lianh sonrió. Y en aquel momento aquella me pareció la sonrisa más bonita de todas. Des-pués de comer unos frutos que había sacado de mi bolsa, me dormí. Y, aunque tenía mucho sueño, noté que la mano de Lianh cogía la mía con cuidado, como si temiera despertarme. A la mañana siguiente, Lianh y yo arras-tramos la balsa hasta la orilla y cuando intenté subir de un salto, me caí al agua. Lianh se em-pezó a reír. -¡Jajaja! ¡Estás empapada! -¿Te parece gracioso? Te vas a enterar- dije mientras le salpicaba. -¡Para, para!-gritó. Después de pasar un rato riéndonos, los dos subimos a la barca y con ayuda de unas ramas, nos despla-zamos poco a poco mar adentro. Estábamos empapados y al cabo de unas horas comenza-mos a sentir el frío. Pero no podíamos parar. Llevábamos tres días remando, cuando vi algo en el agua. -¿Has visto eso?- pregunté alarma-da. Lianh se inclinó sobre el agua. -No, ¿el qué? -Nada, habrán sido imaginaciones mías. Pasa-ron las horas y el muchacho continuó hablándo-me de Insthar. Cada poco nos quedábamos quietos, mirándonos, y yo me ruborizaba. Cuan-do pasaba eso, él siempre se reía, y eso me tranquilizaba. Me gustaba estar con él. A la ma-ñana del quinto día, cuando ya se divisaba en el horizonte una parte de la isla en la que estaba el templo, volví a ver la sombra en el agua. -¿Es que no lo has visto esta vez?- Él volvió a mirar. -Yo no he visto nada- dijo negando con la cabe-za. Pero esta vez estaba segura de que había visto algo, y me incliné sobre el agua. -Ten cui-dado, a ver si te vas a caer… -Tranquilo, no me va a… Me quedé paralizada. Unos enormes ojos rojos me miraban desde el agua. -Li…Li…Lianh- dije con voz temblorosa señalando al mar.- Ahí hay algo… No tuvo tiempo de hacer nada. Un enorme tentáculo salió del agua y, co-giéndome por la cintura, me arrastró hacia el fondo. Intenté liberarme, pero aquella criatura me apretaba cada vez con más fuerza, y me faltaba el aire. Los pulmones me quemaban y creí que me ahogaba… Pero Lianh se zambulló en el agua y, con el cuchillo que llevaba en mi bolsa, logró herir a la criatura, que me dejó libre. El chico me arrastró hacia la superficie. Y me

puso boca arriba en la balsa. -¡Shanda, despier-ta!- gritó zarandeándome -Por favor, despierta! Yo estaba aturdida y sin fuerzas y los ojos se me cerraban solos. Él cada vez estaba más ner-vioso, pero avanzó enérgico hacia la isla. Antes de perder el sentido por completo, le oí susurrar: -Tengo que llegar a Insthar, tengo que llegar… No la puedo perder otra vez. Sentí que me picaba la garganta y em-pecé a toser. De mi boca salía cada vez más agua. Tosí y tosí hasta que me quedé sin fuer-zas y mi respiración se volvió acompasada. Me di cuenta de que estaba tumbada sobre algo blando. Me incorporé lentamente y vi que esta-ba sobre un montón de hierba. ¿Qué era aque-llo? Enfrente de mí estaba el mar y en la orilla, la balsa. ¿Lianh había remado hasta la isla por ella? Por cierto, ¿dónde estaba Lianh? Me le-vanté para ir a buscarle. Mis dedos se hundie-ron en la arena. No pude seguir caminando porque las piernas me fallaban y me caí al suelo. Justo en ese mo-mento apareció el muchacho, car-gando con ramas para hacer una hoguera. -¡Shanda!- gritó -¡Estás bien! Yo sonreí. Lianh vino corriendo hacia mí y yo dejé que me cogiera en brazos. -Shanda, Shanda…-no pa-raba de repetir. Una lágrima resbaló por su meji-lla. Me quedé asombrada. -Lianh, ¿estás lloran-do?-pregunté mientras me ponía de pie en el suelo. Él me abrazó con más fuerza. -Estaba tan preocupado… -Tranquilo, no pasa nada- dije apartándole el flequillo rubio de la frente- Estoy bien. La que me tengo que preocupar soy yo… Has conseguido llegar a la isla tu solo. -Eso no importa- dijo mirándome a los ojos- He estado a punto de perderte por segunda vez… Nunca me lo perdonaría. -¿Qué? ¿Por segunda vez? -Eres tan parecida a ella… -¿Ella? ¿Quién es ella? - Shanda, yo soy el hijo de la sacerdotisa Kea… Todos estos días te he contado mi historia y ca-da vez estaba más seguro de que tú tienes el alma de aquella niña que conocí en el bosque, años atrás… Te quiero, Shanda. Pensé que te perdía de nuevo…- las lágrimas recorrían las mejillas del muchacho. -Lianh…Es… Es lo más bonito que me han dicho en mi vida… La marea empezó a subir y cuando el agua llegó a tocar nuestros pies, sus labios rozaban los míos. Aquel día, los habitantes de la isla de Insthar

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estaban más alterados que nunca. ¡El hijo de la sacerdotisa Kea había vuelto y se iba a casar! Todos ayudaban a decorar la isla para la cere-monia. Los miembros de mi tribu habían sido invitados. Todos estaban muy felices. La noche antes de la boda salí a cabalgar a lomos de

Eco. Era tan maravilloso verlo otra vez… Mi pa-dre también estaba perfectamente. Aquel fue el mejor día de mi vida. La sacerdotisa Kea se pasó buena parte del tiempo cuidando su jardín en el que, desde que Lianh y yo habíamos llega-do, dos nuevas rosas crecían brillantes.

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Nivel I. Segundo premio. Carmen García Riaño. 2º ESO C

H ola. Me llamo Paula, tengo los ojos verdes y el pelo marrón claro, pero no rubio. Según mis papás voy a primero de primaria del colegio de la Ería. Ni

mamá ni yo somos ricas, pero papá sí, porque él vive en el campo, y tiene una casa muy gran-de, con piscina y todo. Mi mamá me dijo que se separó de mi papá cuando yo tenía un año; pero

yo solo sé que se separan los hermanos siame-ses, no mis papás. Para mí, vivir en la ciudad es malo, porque el humo de los coches me hace toser. Lo mejor del campo, es que no hay tantos coches con su humo malo. Allí hay pajarillos, ardillas, un es-tanque con patos, un huerto… Aunque por las noches mi mamá se inventa cuentos muy boni-tos. Mi papá tiene animales en su casa, a montones. La última vez que fui, tenía un perro, un pastor alemán. También tenía patos en la parte trasera de la casa, y cuando yo me acercaba, se volv-ían como locos al verme, siempre siguiendo a su mamá pata. Además, hay un huerto gigante, y mi padre me enseñó cómo cultivar tomates y fresas. Hay un invernadero, pero solo tiene pi-mientos, que no me gustan para nada. Cuando estoy en el campo, siempre me gusta ir al desván de la casa, para jugar al escondite con papá. Siempre gano yo, porque mi papá es de-masiado grande para esconderse tras mis pelu-ches. Yo estoy acostumbrada a subirme a los árboles del jardín. Pero mi mamá siempre me riñe si me subo a la cama, y me grita que me baje de ahí ahora mismo, o me podré romper la cabeza. Papá me lleva, siempre que puede, a un sitio con vacas que huele raro, y dice que allí compra la leche. Por cierto, que siempre se me olvida, el pueblo de mi papá es Las Caldas, y es muy bonito. También me gusta porque tiene un parque. He decidido que quiero irme con mi papá a vivir en el campo, porque me dijo por teléfono que está pensando en comprarse un caballo, marrón y de crines color paja. Yo quiero llamarle café, porque los caramelos que mas me gustan son

los de café, y están súper ricos. Ahora, creo que le diré a mama si puedo irme con papá. -¡Hija, la cena está en la mesa, que se te enfría la sopa de fideos!- me grita mamá desde la cocina. Al llegar mi mamá tiene una cara muy seria, como cuando habla con el vecino de abajo, que arma jaleo cada vez que hay partido. -Paula, me he dado cuenta de que estás tris-te… ¿Hay algo que quieras decirme?- -Sí, quiero irme con papá al campo. Me dijo que compraría un caballo.- - Pero… ¿No eres feliz aquí conmigo?- me susurro ella, triste. -Sí y no. Aquí hay coches con humo malo, pe-ro tú me lees cuentos por la noche-. Le res-pondí. -Ya… ya hablaremos mañana, y ahora cena, tesoro-. Al día siguiente, mi mamá, mientras desayuná-bamos, me contó que a ella también le gustaba el campo, pero que le quedaba lejos de casa y que tendríamos que coger el tren. Coger el tren… El tren. A mí me gusta mucho el tren, y que mamá me haga barquitos con el ticket que ella siempre saca de una máquina que yo odio, porque no llego a ver la pantalla. Pensé que si me voy con papá al campo, tendré que coger el tren. No supondrá un problema, porque ya puedo subirme al asiento yo sola. Porque ya soy mayor. Y punto. Ahora lo complicado sería ir a la casa de papá sin que mamá se entere... Me parece que se enfadará si me voy sin que ella lo sepa, pero no me importa. Cuando estaba viendo la tele, mamá llegó al salón. -Tesoro, mañana tengo que ir a la casa de tu tía Ludi, así que estaré fuera un fin de semana porque se hizo daño en un brazo y lleva esca-yola. -Pero... Vendrá Susi, ¿no?- Le pregunté, yo. Susi era una vecina de nuestro piso, aunque de la otra escalera. Mamá y ella se conocieron en un curso de memoria. Sí, cariño; vendrá Susana a cuidarte. Y ahora acuéstate. Al día siguiente, cuando me desperté, mamá ya se había marchado a casa de Ludi, porque

Las aventuras de Paula

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ya oía a Susi hablar con mi madre por teléfo-no. Sí, sí… Entendido, se lo diré a Laura… ¡A Paula, perdón!- dijo ella muy rápido. Al parecer, el curso de memoria no le había servido para nada. -Hola, Susi!- Le grité yo desde la cama, por-que no me apetecía levantarme. -Hola, cielo- dijo ella entrando en la habita-ción. –Te he dejado el desayuno en la mesa de la cocina-. Me explicó ella en voz alta. Al parecer, se había quedado también un poco sorda. -¡Tráeme la leche y las fresas de papá a la cama, que aquí estoy calentita!- Le pedí yo. - Vale. ¡Si es que te consiento demasiado!- Dice ella, entrando en la cocina. Me levanté de un salto, y decidí ir a darle un susto a Susi. Cuando llegué a la cocina, me acerqué porque ella estaba de espaldas. -¡Buuu!-grité, hasta quedarme sin aire. -¡Ahhhh!- y se le cayó la leche al suelo.-¡Paula, no seas perico!- Dijo ella con los pelos de punta, como cuando yo metí los dedos en el enchufe hace tiempo y le daba calambrazos a mi madre. -Ahora, me voy a echar la siesta, que ayer no dormí nada, porque estaba trabajando-. Tenía ojeras. Pero que muchas ojeras… Bue-no, no tantas… No parecía un disfraz. -¡Ok, Susi!- le dije yo, haciendo un saludo mili-tar. Cuando estaba acabando las fresas, la oí roncar; pero mucho más fuerte que papá. «Este es el momento para marcharme»- Pensé. Cuando mamá iba a coger el tren; siempre, primero y antes de nada, cogía su dinero, su carné, y sus mejores zapatos. Así que cogí mi paga de tres euros, mi carné del cole y mis zapatos rojos de charol. También me puse un abrigo y salí de casa.

Me puse a caminar hacia la estación, porque ya sabía el camino de memoria. Pero tuve que parar por lo agotada que estaba. Al llegar había mucha gente. Al abrirme paso entre las personas, vi al papá de Berta, mi amiga. -¡Hola!- le grité-¡Porfa, llévame a Las Caldas; que quiero ir con mi papá!- -Tu mamá no sabe nada, ¿no?- ¿Dónde está?- me preguntó, acuclillándose. -Ella si lo sabe. Mi cuidadora está roncando- le dije. -Vale, te llevaré, pero haré antes una llamada Y se alejó. Yo intenté seguirle, pero enseguida la perdí. Muy pronto le vi volver. -Tu mamá estará enseguida en Las Caldas, y tu papá irá a la estación de allí. Venga, vámo-nos-. Y subimos al tren. En poco tiempo, pude sub-irme al asiento yo sola. En seguida llegamos a la estación de Las Caldas; y en cuanto baja-mos, vi a papá hablando con mamá. No pa-recían enfadados. -¡Hola, Paula!- me dijeron los dos y me dieron un gran abrazo. Y yo se lo devolví. -Mamá, quiero que vivamos los tres en el cam-po. Papá tiene un caballo.- -Tesoro, ya veremos… Pero podremos que-darnos en el campo por este mes, ya que hay vacaciones- me explicó mamá. -Paula, ¿quieres ir a ver a Café esta misma tarde? Te enseñaré a cuidarlo.- Dijo papá.---Ejem… Yo debería irme ya, señores… Tengo cosas que hacer-Explicó el papá de Berta. -¡Oh!... Entiendo… Muchísimas gracias por todo, Lucas- Le dijo mamá -Será mejor que volvamos a casa… Quiero ver a Café- Les dije yo, en voz alta. -Vale, tesoro- me dijo mamá. Y ya está.

Nivel II. Primer Premio. Henar Milán Medrano. 3º ESO C

C uando en la empresa me comunicaron el traslado a Cuenca, no me gustó nada. En mi Galicia natal había vivido mis 30 años en un pueblecito lleno de

encanto, donde se contaban cuentos e historias increíbles de hadas y brujas, y no me apetecía vivir en ninguna otra ciudad. Pero cuando vi Cuenca, con sus casas colgantes y sus calles estrechas, recordé las historias que se contaban por las noches en mi pueblo y una ligera sonri-sa apareció en mi rostro. Alquilé una de esas casas típicas de Cuenca, antigua y sin muebles, y empecé a buscar un mobiliario que no desentonara. Miré en guías,

pregunté a vecinos y busqué en Internet por tiendas de muebles antiguos, y di con «El desván de Brígida». Estaba en una calle de ca-sas viejas, con puertas de madera maciza y ba-jos con tiendas de siempre, con telarañas y des-

conchones. El cristal del escaparate tenía algu-nas pequeñas grietas en las esquinas y los ob-jetos expuestos parecían estar algo sucios, pero decidí entrar aun por su destartalado aspecto. El interior no parecía mucho más cuidado que lo que se podía ver por fuera, la luz casi no entra-

Al otro lado del espejo

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ba gracias a los bártulos que adornaban cada esquina del pequeño solar y estaba cada vez más convencido de que el dueño tenía fobia a la limpieza. Mientras curioseaba unas bolas de cristal de un pequeño estante escuché el tinti-neo de unas bolas de marfil que decoraban una cortina que debía dar a parar al almacén. El rui-do lo había provocado una anciana de edad avanzada al correr dicha cortina para pasar a la misma sala en la que yo me encontraba. Su vestimenta me recordaba a las brujas que nos describían a los niños de mi pueblo: un largo vestido negro; unas botas con la punta larga, también negras; y tapando toda la demás vesti-menta una caperuza igual de negra que todo lo demás que le tapaba el pelo, seguramente blan-co. Esa vestimenta hacía que su blanquecina y arrugada piel resaltase tanto como sus grandes ojos azul cielo, los cuales me miraban fijamente. No sé de donde saqué el valor para acercarme a ella y preguntarle si vendía muebles o decora-ción antiguos. Ella levantó su escuálido y arru-gado brazo y señaló con un dedo huesudo y con una uña larguísima a una de las esquinas más oscuras de toda la tienda que no había visto hasta ese momento. Me acerqué allí intentando no volverme para tener que volver a ver a aque-lla estremecedora señora y curioseé todo lo que podía con tan poca luz, hasta que un ligero rayo de luz exterior hizo brillar algo que llamó mi cu-riosidad, y lo saqué a la luz para poder verlo más detenidamente. Se trataba de un enorme espejo con un marco que parecía de oro maci-zo. Aunque algo sucio, era el espejo más bonito que había visto, y ya me lo podía imaginar col-gado en las paredes de mi casa. Todos los otros muebles que había en esa zona estaban carcomidos y estropeados, por lo que no miré más y me llevé a casa lo antes po-sible el espejo. Tras ver con orgullo lo bien que quedaba en la entrada, decidí buscar todos los demás muebles, lo cual no me costó tanto como yo esperaba. La casa estaba perfecta, casi todos los muebles eran antiguos y los que no lo eran da-ban muy bien el pego. Ya había empezado a trabajar y no me arrepentía de haber aceptado el puesto, la empresa era mucho más organiza-da que la de Galicia y todos parecían más ale-gres, puede que fuese porque en esta plantilla cobrábamos algo más al mes. Aun después de todo el tiempo que ha pasado desde que mis muebles están en su si-tio, no puedo evitar sonreír al ver el hermoso espejo cada día que entro en mi casa; las pare-des blancas y la ventana que hay casi frente a él hacen que se realce mucho más y que el do-rado del marco brille los días de sol. Sin embar-go, las noches hacen de ese espejo un objeto

algo escalofriante, ya que no hace más que re-cordarme a la anciana de la tienda, la cual no he vuelto a ver desde aquel día. Un lunes, al volver del trabajo, dejé las llaves en un bonito cuenco artesano que me había com-prado el día anterior en una feria artesanal y presté especial atención al espejo. Me puse frente a él y lo observé detenidamente. La ima-gen que estaba viendo era totalmente irreal: era yo, pero de espaldas. Miraba el cristal de frente, pero no veía mi rostro sino la espalda del traje que vestía. Definitivamente ese día había sido muy duro y estaba demasiado cansado, veía cosas extrañas porque estaba deseando llegar a la cama y poder dormir, por lo que cené una manzana y me dormí lo antes que pude. A la mañana siguiente salí casi corriendo de casa para no perder el autobús, ya que no me gustaba mucho coger el coche para trayectos tan cortos, y no me fijé del todo en el espejo, pero estaba casi seguro de que mi perfil estaba volteado, como si corriese hacia atrás. Los días pasaba y ya ni me acordaba de que eso me había ocurrido, tenía cosas mejores que hacer, pero una noche, al levantarme a buscar un vaso de agua, fui hasta la puerta a cerrarla con llave y al ir a volver a la cama sin querer me miré en el espejo. Volví a verme al revés. Defini-tivamente el sueño me afectaba. La mañana siguiente era un sábado realmente soleado, pensé en desayunar e ir a dar un pa-seo, pero se me pegaban las sábanas así que me quedé toda la mañana en la cama. Cuando empezó a darme hambre me obligué a levantar-me, desayuné y salí de casa para tirar la basu-ra; y al volver me miré por tercera vez al espejo y no dudé más. El sueño no era el que volteaba mi imagen, sino el espejo. No me preguntéis como, pero el espejo giraba mi imagen. Si, solo mi imagen, porque todo lo demás que se refleja en él estaba correctamente. Me acerqué al es-pejo lentamente, sin dejar de observar mi espal-da, y al tocarlo… no sé cómo explicarlo, todo fue tan rápido, lo único que podría decir sin lu-gar a dudas es que estaba en mi casa, pero que esa no era mi casa. Tenía los mismos muebles y la misma estructura, pero al revés, absoluta-mente todo al revés. Algo me estaba pasando, ¿me habría da-do un golpe con el cristal al acercarme tanto al espejo? ¿Mis divagaciones habrán hecho que me desmaye y ahora estoy soñando? No encon-traba explicación más lógica que alguna de esas, sinceramente. Di algunos pasos y pisé algo, una especie de juguete de goma que chilló agudamente, haciendo eco por toda la casa. Lo recogí y miré entre curioso e intrigado, y después de dejarlo

Concurso literario Concurso literario Concurso literario

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cuidadosamente en el suelo oí unos gritos pro-cedentes de mi habitación. Unos pequeños pa-sos que se aproximaban hacia mí y en un abrir y cerrar de ojos dos niños, un niño de unos 7 años con pelo negro y grandes ojos marrones y una niña de 5 rubita y de ojos verdosos, salieron de mi habitación y se abalanzaron sobre mí. Estaba totalmente sorprendido y antes de poder reaccionar estaba en el suelo con los dos infan-tes encima de mí, llenándome la cara de besos El dolor de espalda que me provocó el golpe me

ayudó a no darme cuenta de lo que los pequeños decían, y cuando al fin se qui-taron de encima de mí y pude levantarme pude ver el perfil de un cuerpo frente a la puerta de mi cuarto. Era una mujer muy hermosa, de cabello largo y rubio oscuro, unos hermosos ojos marrones y una es-belta y atractiva figu-

ra vistiendo un impoluto camisón blanco, que se acercaba a nosotros con una sonrisa enterneci-da. Me dio un corto beso en los labios y me su-surró al oído: «Te he echado tanto de menos todo este tiempo…» En serio no entendía nada, tenía una mueca de incomprensión en el rostro que in-tenté disimular con una sonrisa, no sabía dónde estaba ni qué hacía allí pero «donde fueres, haz lo que vieres». Me quedé en ese «lugar» duran-te varios meses y, poco a poco, fui dándome cuenta de donde estaba: En el mundo al revés. Literalmente, vivía en una realidad paralela don-de se encontraba todo lo que no tenía en mi ver-dadera vida. Sinceramente me agradaba, aquí no vivía solo y era muy feliz; pero añoraba mi antigua vida de algún modo así que busqué la manera de regresar a mi «universo». No iba a ser fácil, eso estaba claro, pero una noche en la que mi «mujer» y mis dos «hijos» dormían empecé a recapitular: -¿Qué era lo último que había hecho antes de llegar aquí? Ni siquiera lo recordaba. -¿Dónde había aparecido al llegar? Tenía un vago recuerdo de la entrada de la casa, pero no era fiable. -¿Porqué estaba aquí? Aún después de tantos meses me lo seguía preguntando. Miles y miles de preguntas a las que no conse-guí encontrar respuesta se agolpaban en mi ca-beza, chocaban unas con otras buscando ser resueltas, cosa que nunca ocurrió. Empezaba a ser una rutina el intentar recordar el más mínimo

detalle, incluso empecé a tomar unas pastillas que ayudaban a la memoria y que parecía cau-sar efecto. Uno o dos meses más tarde de empezar a re-cordar, una imagen algo borrosa pero conclu-yente me salvó de ese pozo: el espejo. Cada recuerdo que tenía de mi llegada a ese lugar tenía relación con el espejo. No soy tan idiota como debo serlo desde su perspectiva, lector, sabía muy bien lo que debía hacer. Me puse frente al espejo, no había cambiado absoluta-mente nada, ni siquiera mi reflejo. Acerqué la mano al cristal y el simple y pequeño roce que se produjo me devolvió a una casa sola y silen-ciosa a la que, meses atrás, yo llamaba hogar. No me quejaba en absoluto de volver a mi vida, puesto que había conocido a una chica estupenda que acababa de llegar a la empresa y nos hicimos realmente amigos. De ser amigos pasamos a ser novios y, de ahí, a casarnos. Sinceramente, estaba realmente orgulloso de poder llamar mujer a la persona que llevaba mi bebé en su interior. Pero nada es para siempre, ¿verdad? Y mucho menos la felicidad. Un día que mi mujer estaba de compras con la que ahora era mi sue-gra, pase junto al espejo y me paré frente a él, recordando mi estancia al otro lado. Me puse algo nostálgico, y quise cruzar para ver cómo iba todo; pero me arrepentí nada más llegar allí. Todo estaba blanquecino por la niebla que ro-deaba toda la habitación y casi no podía verse nada, todo estaba difuminado. Llamé a mi fami-lia, uno a uno, pero venían muy lentamente, arrastrando los pies. La imagen que vi frente a mí me puso los pelos de punta. Estaban difu-minándose, como si una goma les borrase poco a poco, y me hizo sentir muy mal. Fui corriendo a abrazarles, mas eran como fantasmas. Toda aquella situación me ponía los pelos de punta, así que no se me ocurrió nada mejor que huir. Si, llamadme cobarde, pero ¿qué hubieseis hecho vosotros? Volví a mi verdadera vida, asustado, e intenté vivirla como si no pasase nada, aunque he de admitir que a veces «ellos» volvían a mi mente. Después de tantos años, he conseguido resol-ver el enigma de la desaparición de mi «otra familia». He estado leyendo un libro sobre el subconsciente humano, el cual nos hace imagi-nar cosas que realmente deseamos con ayuda de objetos que han aparecido recientemente en nuestra vida y que, imaginamos, pueden ayu-darnos a obtener esos deseos. Bien, ¿adivináis a quién se parecen mi mujer y mis hijos? Hasta el día de hoy el espejo no ha vuelto a fun-cionar o, al menos, no conmigo….

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Nivel II. Segundo Premio. Poesía. Luis Cabal González. 4º ESO B

Tristezas de la edad tempra-

¡Qué castigo me tocó a mí! alma de poeta y boca de político.

Jilguero dormido, ¡qué castigo me tocó a mí! ¿Por qué no puedo decir a la gente lo que creo?

¿acaso es mucho pedir? No me parece a mi,

que sea demasiado exigir. Siempre oculto lo que pienso

y ni mis confidentes han de conocer... mis pensamientos.

Mis versos no riman,

mis frases no cuadran; pero tengo una cosa clara,

que cuando escribo, no siento la desgracia,

de llevar la pesada carga que me desgarra por dentro

mientras sigo mi camino por una senda de cipreses

hacia el cruel destino. ¡Ay! que mi voz no se va a escuchar,

que nadie de mi se va a acordar, que mis palabras el viento se las ha de llevar

A la hora de la verdad, nadie ha de llorar por quien jamás demostró amistad.

Triste amistad, puñalada por detrás de aquel en quien decides confiar.

¿Qué es lo que hace al hombre buscar la compañía de los demás?

Si serpiente no muerde a serpiente jamás. Un Bruto que te da un abrazo mortal

sólo para demostrar lo que es elemental la maldad del ser humano sin más.

Nivel III. Primer Premio. Lorena López Pérez. 2º BCH E

E l cabaret, lleno de gente que bailaba, reía e incluso cantaba, tenía el aire viciado por el humo del tabaco, de las chimeneas de los asientos privilegia-

dos y de las conspiraciones que allí se trama-ban. Entre el ir y venir de las bailarinas, perfec-

tamente maquilladas y vestidas, con sus corsés de ballenas de acero, sus medias de fino hilo cogidas con ligas de puntilla y sus zapatos acharolados, los hombres más influyentes de la ciudad, algunos acompañados por sus esposas,

discutían menudencias de sus asuntos labora-les, dejando siempre a un lado los temas más complicados y difíciles de resolver. Porque para eso se había creado ese lugar, esa burbuja en el tiempo y el espacio que los separaba de sus cuestiones cotidianas, de sus discusiones acalo-radas en la oficina y del estricto régimen que imperaba en la ciudad y que regía sus vidas con mano de acero, al igual que las ballenas mode-laban el cuerpo de las deslumbrantes cabarete-ras. Entre las cortinas escarlata del pasillo más oriental del salón, dos preciosas bailarinas char-laban entre susurros ocultando sus labios rojos con polveras nacaradas. Ambas no cesaban de

Burbujas de satén

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mirar hacia la parte más alta del teatro, al palco donde sabían que se situaba siempre el dueño del local, un apolillado señor de barriga promi-nente y rizado bigote entrecano, con mal genio y falsa apariencia, pues bajo la fachada de alegre hombre de negocios se hallaba el intelectual más avispado de la época. Con ese ficticio ca-baret conseguía reunir a las personalidades más destacadas de los negocios, la política y la sociedad, y en ese olvido del mundo en que viv-ían atraparlos en su telaraña de artimañas y jue-gos oscuros, controlando las redes del régimen

autoritario. Vigilando con cautela al personal del local, dos jóvenes se habían reunido en secreto descubierto, puesto que no hay nada más oculto que aquello que está a la vista de todos. Tras años de investigaciones e intrigas al más fino estilo palaciego, las bailarinas habían urdido un plan de huida. - ¿Tienes claro lo que debes hacer, Lynnette? – preguntó la del pelo negro. Su amiga, que observaba nerviosa atenta a cualquier fugaz movimiento, asintió con un lige-ro cabeceo. - No puedes echarte atrás. Ni siquiera puedes permitirte fallar. Necesito total atención hacia ti para entrar en su despacho. Sólo tenemos un intento. Y ya sabes cuál es la alternativa. La muerte.- Concluyó, enfatizando la palabra. La otra chica se estremeció. La polvera por po-co no se cae al suelo. La morena suspiró, implo-rando que todo saliese bien e intentando confiar en la capacidad de su compañera.

Un hombre llegó entonces y cogió a la despista-da planificadora por la cintura, acercándola a él para que su voz se oyese por encima del es-truendo de los instrumentos y las risas del salón. - Hoy estáis bellísima, Lady Sybille. Espero que su actuación sea tan perfecta como siempre. He traído a unos amigos conmigo y les he contado maravillas de usted, así que no me gustaría que los defraudase.- Su fría mirada se clavó en la de la mujer, esperando una respuesta. - Por supuesto, Sir Dupont. Hoy he preparado

algo especial que espero sea de su agrado- respondió ella, inclinando la mirada y ocul-tando los ojos bajo un espeso abanico de pestañas, tal como había aprendido tiem-po atrás. El hombre, or-gulloso y galán, la soltó, besán-dole la mano en una efímera despedida y se alejó por el pa-sillo, petulante. Lynnette, que había perma-necido en si-lencio, casi

oculta entre las sombras de las cortinas que

marcaban el inicio del corredor, se acercó a su amiga, más tranquila. Sin una palabra, se despi-dieron con un caluroso abrazo y cada una se dirigió a una parte opuesta del local. Lady Sybille, más intrépida y sagaz que su com-pañera, se internó en el pasillo, todo él recubier-to de madera oscura, con cortinajes de color escarlata cada ciertos metros. Siguiendo el es-quema que había hecho tiempo atrás, fue si-guiendo corredores, dejando atrás pequeños salones y habitaciones, hasta llegar a su objeti-vo. Una puerta doble, de madera ricamente ta-llada y ornamentada con incrustaciones de oro, la separaba de su billete de huida. Con un par de pasos recorrió la distancia que abarcaba la majestuosa entrada y pisó los tablones del suelo con extrema habilidad hasta encontrar el indica-do. Con un leve crujido el listón se delató cerca-no a la desconchada pared. La bailarina se arro-

Entrega de premios del concurso literario: de izq. a dcha.: Lorena López, Carmen García, Alba Menéndez, Magda R. Dehli, Henar Milán, Raúl Yebra (director) y Luis Cabal.

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Concurso literario Concurso literario Concurso literario dilló delante de él y lo levantó con presteza, libe-

rando su contenido. Una fina llave de oro con exquisitos grabados. Así era el estilo del dueño del cabaret, todo opulencia fingida. Despacio, intentando hacer el menor ruido posi-ble, Lady Sybille abrió la puerta del despacho y se metió dentro, cerrando tras de sí. El estudio reflejaba la personalidad del hombre tanto o más que su propia alma. El escritorio, una enorme mesa de roble pulido, barnizado y decorado con grabados, ocupaba gran parte de la estancia. Presidiéndolo una enorme lámpara de vidrio ver-de semitransparente y oro; la silla, de cuero marrón envejecido y tras esto, un enorme tanque de agua. Dentro del depósito de cristal nadaban peces tropicales de todos los tamaños, formas y colores. El fondo, recubierto de piedras y crista-les de muchas tonalidades, contaba además con figuras como baúles y hasta un barco pirata. La mujer se aproximó a la cuba con ojos re-lucientes. Meses atrás, cuando obtuvo el hal-lazgo, no se lo podía creer. La llave de su prisión había estado tan cerca… y nadie se había dado cuenta hasta ese momento. Se quitó el guante blanco de satén hasta los codos que llevaba y lo sujetó con la otra mano, pues no quería dejarlo en la oficina, por si algo salía mal. Se inclinó so-bre el tanque de forma cuidadosa y metió la mano por la parte de arriba. El agua se mantenía caliente gracias a unas lamparitas que irradiaban calor. Se acercó al baúl central, del que col-gaban unos pequeños collares de perlas, segu-ramente de adorno, y abrió la tapa. Dentro, una piedra de tenue color naranja relucía bajo un bril-lante haz de luz pálida. No tenía una forma defi-nida pero sus contornos se encontraban suaviza-dos por delicadas curvas. Cogió la roca y la sacó del agua, dedicando unos segundos a observarla detenidamente para memorizar su textura, su brillo y su calidez. Sí, el mineral resultaba cálido en comparación con su piel. Transmitía calor. Maravillada por aquel milagro de la ciencia, lo ocultó en una bolsita de satén entre los pliegues de su falda rosa. Se puso el guante, mojándolo levemente, y salió del despacho, cerrando la puerta con llave tras de sí y escondiendo el llavín en el sitio donde lo había encontrado. Tras com-probar que no había nadie en los alrededores se dirigió a una salita no muy lejana. Lynnette to-davía no había regresado, tal y como habían planeado así que se sentó a esperar en un sillón tapizado con una tela de flores en tonos rosas, morados y lilas. Minutos más tarde, los zapatos de su amiga resonaron en el corredor. Se asomó cautelosa entre los cortinajes que separaban el corredor de la pequeña estancia y, al comprobar que su compañera ya estaba allí, suspiró aliviada Creo que nadie ha sospechado nada.

Aun así, tenemos poco tiempo. ¿Lo tienes? Lady Sybille sonrió. De los pliegues de la falda extrajo la piedra de ámbar y se la enseñó a Lynnette, quien asintió con la cabeza, intentan-do alejar los nervios que la invadían interior-mente. - Aquí está la llave de nuestra prisión, Lynn. Aquí descansa el tiempo, metido en ámbar, dormido para todos aquellos que se encuen-tran en estos lóbregos pasillos, evitando o in-tentando olvidar todo lo que ven ahí fuera, sus preocupaciones, sus temores más profundos. Esta es la clave para acceder a un mundo des-conocido para nosotras, un mundo aterrador para aquellos que lo conocen. Con esto- sacu-dió un poco el mineral- llegaremos a la socie-dad real, saldremos de este triste escalón del que no nos dejan movernos, del que no pode-mos librarnos. Podremos ser libres, ir donde nos apetezca y bailar cómo y dónde queramos, como nos prometieron antes de encerrarnos aquí. La ansiada libertad que tanto añoramos está aquí enjaulada, mi dulce Lynn, separada de nosotras por unas finísimas paredes de ámbar. No me sueltes. Y con estas palabras, las dos amigas se abra-zaron, sujetando la piedra con fuerza, ajenas a lo que les deparaba el futuro, la salida. Sin ser conscientes de que los que huían de la reali-dad exterior lo hacían por algún motivo. En perfecta sincronía, ambas tiraron al suelo el mineral, que estalló convirtiéndose en peque-ños fragmentos anaranjados. Ya estaba. Habían roto el tiempo metido en ámbar. Habían llegado a la salida. Lady Sybille despertó con un agudo do-lor de cabeza. Se había dado un fuerte golpe al aparecer de la nada en ese extraño bosque de rectos árboles grises. Miró a su alrededor, buscando a Lynnette. Descansaba un poco más allá, recostada entre las raíces de uno de esos insólitos arbustos. Se levantó, dolorida, y caminó torpemente hacia ella, por el suelo marchito. Suponía que no tardaría en aparecer la gente que había empleado esa entrada para acceder al cabaret y para entonces ellas ya debían estar lejos. Despertó a su amiga con unas ligeras sacudi-das. Aturdida aún, Lynnette atendió a sus ex-plicaciones y asintió, de acuerdo con la líder de su reducido grupo. No muy lejos se podían ver unos altos edificios simétricos, todos de forma cuadrada, pintados en gris. Se dirigieron hacia allí con presteza, alejándose del lugar donde comenzaban a aparecer figuras ataviadas con trajes de fiesta. Separándolas de la extraña ciudad, una valla no muy alta se erigía con aspecto amenaza-dor. Sin dudarlo, treparon por ella, arañándose

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la piel y rompiendo parte de sus coloridos vesti-dos. Arrancaron los retales de tela de la verja, por si a alguien se le ocurría seguirlas y conti-nuaron, esquivando a un hombre armado que parecía un guardia de seguridad. Se internaron en la ciudad, asombradas de lo que veían. La gente, casi uniformada, vestida de gris de pies a cabeza, caminaba en estricta fila, apática y con pies rígidos. Los edificios, las tiendas, los coches, las fuentes y los árboles eran todos iguales, apenas matizados con distintas tonali-dades de gris. El ánimo de las jóvenes decayó totalmente. Habían escapado de un reducido espacio de represión tiránica para caer en las garras de otro aún peor, la sociedad real autorreprimida. ¿Dónde quedaban los jardines, las risas y la lluvia de los días en los que ellas aún no esta-ban obnubiladas por el magnífico Cabaret Luna Roja? ¿Dónde los días de sol, los árboles fruta-

les y la libertad de ir a cualquier parte en cual-quier momento? Todo había quedado destruido bajo el mando de las premisas demagógicas de un mundo en el que sólo importaba la produc-ción, en el que se olvidaba al rebaño de perso-nas que acudían a su puesto de trabajo todos los días. Por esa razón, el dueño del cabaret había amasado esa fortuna con su secreto lu-gar de reunión. Todas esas personas que lo visitaban frecuentemente pretendían huir de ese gris plomizo que colonizaba cualquier re-ducto de color que avistaba. Las bailarinas se miraron a los ojos durante un instante y echaron a correr al lugar en el que habían aparecido, esperando fervientemente que aún siguiesen ahí los visitantes del cabaret para poder camuflarse entre ellos y volver a su pequeña burbuja de satén.

Nivel III. Primer Premio. Magda Rodríguez Dehli. 2º BCH C

L o primero fue una sensación húmeda. Húmeda y tal vez salada, lo más extraño que me había envuelto a lo largo de mi corta vida. Ciego por la cortina de lluvia

de la que intentaba huir por todos los medios, por lo que tiene de peligrosa para individuos como yo, mi pensamiento inicial fue el de haber llegado definitivamente al final. Podría decirse que dema-siado joven... Pero, en fin, los bichos alados de unos pocos milímetros de eslora nacemos desti-nados a jugar con ello. Dos fuertes impulsos en dirección opuesta. Nada. Aquel medio acuoso debería haberme re-sultado familiar pero había algo más, algo pega-joso que retenía mis patitas adheridas. Resignar-me... No veía otra solución. Tal vez se trataba tan sólo de otro cambio de fase y tenía que acostum-brarme a mis nuevas condiciones como al pasar del huevo al agua, del agua a la pupa o de la pu-pa a las circunstancias en las que me hallaba apenas unos segundos antes. Qué vida esta, siempre de acá para allá, llena de trajines y cam-bios. Alguna vez me pareció entender que no es así como se espera que piense un mosquito de apenas unas horas de edad, no al menos lo que he visto en otros. Aunque, desde luego, a cada uno le basta con preocuparse de lo que pasa por su propia cabeza. Revolviéndome en mi limitado espacio, me vi acotado por un fondo blanco, con un círculo marrón y otro negro y algunas rayitas (decorativas, me figuro) de color rojo, y a mi fren-te una copia exacta en movimiento del mundo del que procedía, con ciertas intermitencias negras bastante intrigantes. Aunque quizás no fuese aquello lo que se movía, sino que las sacudidas

constantes de mis peculiares paredes me es-taban arrastrando a mí hacia alguna parte. Cada vez tenía más claro que tenía que irme de allí, estuviera donde estuviese, a toda cos-ta. Empecé a rascar con todas mis fuerzas –débiles, lo reconozco, más después del impac-

to y de las dificultades respiratorias que se me planteaban– y a agitar frenéticamente mis pa-tas buscando un orificio. Pero, ¡horror!, lo que conseguí fue que una rama doblada, mucho más grande que yo, se acercase y se restre-gase contra la superficie frontal de mi cubícu-lo, que también empezó a plegarse y compri-mirse, dejándome en la más completa oscuri-dad. No sé cómo sobreviví, pero me juré a mí mismo que no volvería a intentar nada pareci-do. Así que me acurruqué, contemplando las curvas que delimitaban mi ventana, esperando a que sucediera el próximo acontecimiento. En ese momento sentí una punzada de algo que no pude definir, pero que me dejó un nudo en la tráquea y dos adjetivos, miserable y an-helante, que no sabía si llegaría a compren-der. Y de pronto, detrás del silencio de la ciudad, distinguí un sonido nuevo. Una repeti-ción acompasada de cosas distintas, apenas audible, que traía consigo una ligera sensa-ción de bienestar. Recordé, aún medio embo-tado, aquello que salía por las puertas de los depósitos de comida donde entra y sale la gente con bolsas llenas. Un sistema cierta-

Gotas de lluvia

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mente curioso, pero muy práctico a mi modo de ver. ¿Dónde estaba yo metido? Una voz. Me estremecí desde las puntas de las alas hasta las antenas; palpándome los tímpa-nos, verifiqué que aquello no estaba sonando como mis zumbidos, ni siquiera estaba sonan-do. Lo percibía dentro de mi cabeza, pero pro-cedía del exterior. Y seguía y seguía sin que lo afectara mi estupor ni mis sacudidas. Me detu-ve, aterrorizado ante la idea de que pudiese vol-ver la rama articulada sobre mí, y me centré en aquellas vibraciones que adquirían significado en mi mente. Aún me dejó más helada mi san-gre fría el que las ideas –palabras, imágenes sentimientos– que me llegaban funcionaban co-mo otro cerebro distinto al mío, con el que se tropezaban. Aún con temor, pero irresistible-mente atraído, me asomé al pozo. Mañana examen. Demonios, cómo me pica el ojo... A ver cómo me organizo para repa-sar los temas de genética y terminar de retocar el trabajo de investigación. Y matemáticas para el viernes, no sé quién pretende mirárselas an-tes de la víspera. Da igual que intente sacar lo que sea que me haya entrado, solo me voy a irritar más la zona. Vamos a ver, las partes del

ojo... ¡Ay!, ya no me acuerdo de nada, y solo hace dos meses que lo vimos. Menos mal que no entra en PAU. Y Carlos que quiere celebrar su cumpleaños esta se-mana, y a saber cómo le explico yo al rena-cuajo que estoy de

exámenes. Pero da igual, da igual todo... Me pregunto qué pensará en realidad el profesor de biología de mí. Yo lo veo tan lejos, tan ajeno allí detrás de la mesa y de los apuntes, siempre hablándonos de las células y sus actividades; no lo conozco en realidad absolutamente nada, y sin embargo paso más horas en el mismo edi-ficio que él que junto a mi madre a lo largo de una semana. Las células –que vaya pasada de lecciones, las de biología este curso– son el mu-ro entre un hombre y unos muchachos, un muro que se tarda días y días en recorrer con la mano pero que no se erosiona al tacto. Y pasarán los nueve meses, y el compañero de mesa al que apenas conocí en septiembre será mi amigo durante muchos años, pero me separaré de es-te hombre apenas sin cambiar dos palabras. Yo no sé quién es él, y él no sabe quién soy yo; pero los dos podemos hablar de células con el debido respeto. La distancia es una convención, no podemos huir de ella, es una forma impuesta totalmente necesaria. Pero se están perdiendo

dos humanos sin tener conciencia de ello, ni ellos mismos ni su entorno. Nos pensamos co-mo máquinas; unos seres de hierro, otros de hormonas y alcohol. Profesores sin piedad; es-tudiantes llenos de serrín inmaduro. Y qué bien nos creemos a veces lo contrario, que los unos vemos a los otros, que sabemos intercambiar zapatos. Que el muro se ha roto, que podemos conocernos. Pero todas esas células hacen falta mientras funcione un solo estereotipo... y aún quedan muchos vivos. Bueno, en realidad... los dos somos células. Semáforo en rojo. Voy a haberme convertido en anfibio para cuando lle-gue a casa, no quiero ni pensar en la que me espera por haber salido sin paraguas... ¡Pero para qué quiero yo ir cargando con un paraguas el resto de la mañana! Eso sí, si tengo la des-gracia de ponerme enfermo, qué trimestre me espera... Ponte en verde, semáforo, ponte en verde, por las barbas de Morse... Tantos vaivenes como llevaba, ya estaba empe-zando a marearme, aunque hacía mucho que había dejado de entender. Por lo visto, me hab-ía metido dentro de un ojo, si hacía caso a aquellas palabras, que debían de ser la voz del propietario. O más bien el pensamiento... Con un escalofrío, revolví mis ocelos, percatándome de que nunca se me había pasado por la cabe-za cuánto saben en realidad de mí, y la poca privacidad que me ofrecen en caso de intrusión. La cercanía con el cerebro deja escapar un flujo peligroso. ¿O tal vez me estaba fundiendo yo con otra mente? Cuando llegó la calma, me atreví a acer-carme un poco más al borde, para otear el hori-zonte y fijarme un poco más en mi nuevo com-pañero. Vi abajo, a lo lejos, aquella rama que tanto quebradero de cabeza me estaba dando, y dibujé para mi sorpresa el contorno de una jo-ven mano humana, agarrando con fuerza una cincha que colgaba del hombro. Ahora ya todo tenía un poco más de sentido. Un chico cargan-do con una bolsa pesada; debía de venir tam-bién del depósito de jóvenes, un sitio del que salen a espuertas a determinada hora del día dispersándose. Ya rozando el suelo, se alterna-ban dos pies, uno tras otro, dos bultos negros rodeados de blanco (¿por qué los humanos tie-nen unos pies tan distintos unos de otros?, ¿será que las hembras los usan para alimentar-se, como hacen las nuestras con la trompa?), moviéndose con rapidez mojada entre la desga-na y el hastío. Y al otro lado del diluvio, otra fi-gura y otra vara iluminada. Semáforo, por favor, ya bastante tristes van a ser las notas que traigo... Si ahí enfrente está Lucía, otra que vuelve de clase, otra que necesita nota. Lleva la misma cara que yo. Pero cómo no vamos a ser grises... Dicen que el co-

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lor lo dan las ilusiones, y lo que son las mías... – ¡Hasta luego, Lucía! –retumbó por todas partes, dejándome hecho un ovillo sobre mí mis-mo. Vale, eso sí había sido una voz exterior. Sospechas confirmadas. Ya no me hace ilusión soñar con lo mismo que soñaba antes, sólo veo delante de mí el salto de obstáculos eterno, día tras día, sin fin. Noches de estudio y mañanas de exámenes seguidas por más de lo mismo, y cada vez más lejano el mundo en el que antes me gustaba perderme. Me duele cada centímetro de esa cuerda con la que voy empaquetando mis sueños, para man-darlos afuera, a ese lugar donde se rompen sin preguntar. No son las notas; es todo lo demás, todos los ladrillos con los que iba a construir mi vida y para los que ya no queda espacio. ¡Cómo me duele el ojo!, en cuanto llegue a casa voy a ir corriendo a mirar a ver qué es lo que tengo dentro. No es este curso... es el que viene, el otro, el otro, el adulto que se cierne sobre mí. Y ser adulto consiste en decir adiós. No, no puede ser, no puedo creérmelo. Brrr, vaya frío que hace hoy. Quiero seguir jugando al «mañana voy a hacer», quiero sonreír a mis proyectos, quiero hacer castillos de mis sueños. A veces me pregunto con qué derecho pienso todo esto, si aún tengo la suerte de poder elegir mi propio camino. ¡Pero qué duro es elegir, encontrar mi etiqueta! ¡Yo no quiero que me encierren en un archivador! ¡Quiero ser yo, con todas mis locu-ras y mis historias, mis sueños y mis fracasos! ¡Que sean míos, no un préstamo aceptado por mí dentro de una serie industrial! ¿Cómo me perdonaré mañana a mí mismo cuando me haya tullido con mis propias decisiones, cuando haya escogido el método por el que dejar de lado a una parte de mí? Pero los días tienen veinticua-tro horas, y el hombre sólo una vida. ¡Y soy ado-lescente, y no quiero esa vida! Dios mío, qué tonterías se me pasan por la cabeza algunas veces. Ya está empezando a florecer la mimosa del patio de atrás, venga, campeón, que ya que-da menos para las vacaciones. Las cosas no pueden ser tan terribles después de todo. O tal vez sí... ¿Dónde metería yo las llaves? A ver... el móvil... el cable del iPod… Este chico iba a acabar conmigo con tanto movi-miento. En medio de un grueso velo de neblina me esforzaba por seguir algo... seguir algo... Apenas comprendía ya nada, solo me llenaba de agua cada vez que pretendía respirar. No era una sensación del todo desagradable, sólo pa-recida a aquella vez que me incliné demasiado sobre un vaso de fragante agua roja, más apaci-ble quizás... Lo verdaderamente convulso era lo que me estaba transmitiendo el chico. No sabía lo que quería decir, pero me estaba haciendo

sentir francamente mal. Y sus intentos de risa, al final, era lo que más me dolía. Pero sí, cada vez más lejos, cada vez más lejos... Qué dramas más poco glamurosos, los míos. Si me sigue incordiando así, me arranco el ojo, ¡qué es esto! Como si ningún español hubiera hecho exámenes antes que yo, como si no hubiese un millón de cosas más importantes que arreglar. Pero es que... hay tanto detrás... Y ya va siendo hora, por lo menos, de reconocér-melo a mí mismo... En ese momento perdí su hilo. Una gran ola vino sobre mí de donde menos lo esperaba. Desde mi suelo, empezó a subir muy peligrosa-mente el nivel de agua. Yo ya no podía defen-derme. Entonces lo comprendí. Era yo el que tenía que despedirse. Desde que había salido del huevo había tenido presente que esto tendr-ía que ocurrir de una forma más o menos trági-ca (nunca me planteé que algo pudiera ser ver-daderamente trágico para mí), pero serena. Una fase más en el ciclo. Pero ahora... ahora visto de cerca... no era lo mismo ni siquiera que unos minutos antes... no quería separarme de este chico, que me había abierto la puerta a su mun-do, no quería volver a estar solo. ¡Así se llama-ba la punzada: soledad! De pronto, sabía cosas que nunca hubiera sabido, tenía acceso a la despensa de aquel cerebro amigo. Amigo... Qué palabra más bonita... Sí, quería ser su amigo, quería escuchar más, tal vez hablar yo... Debe de ser que los sueños humanos son como la granada de Perséfone... No me quiero ir, no, no... Y él, ¿dónde está? Lo siento a mucha dis-tancia, como si estuviese en una región de su pensamiento demasiado íntima. Apenas entien-do algo. ¿Me entiende él a mí? Solo sé que hay pena detrás de sus ondas... mucha pena, húme-da y tibia, que no tiene nada que ver con lo que me ha transmitido en un principio... pero ha es-tado siempre ahí... Y sé que esa gran ola que viene sobre mí – ¡no, por favor!–, esa gran ola se llama lágrima. Y ya viene, ya me empuja, ya me deslizo fuera de mi última casa, ante mí se abren las fauces del exterior. La temida mano esconde algo que, desde luego, no tiene un as-pecto muy convincente para abrir una puerta. Me parece que entiendo. Yo también quiero llo-rar, no es aún mi momento... De pronto vuelvo a oír su pensamiento, la última vez, totalmente ajeno... ... Si al menos tú supieses lo que realmente me ronda la cabeza... Envuelto en una masa de agua, yo ya soy agua, aire, una gota más de esa lluvia arrecian-te que inunda todo. La imagen de un muchacho chorreante llevando la mano a los ojos, sin po-der reprimir un gesto de alivio, sin cambiar su mirada triste. Silencio.

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