Palestra MIEDO Final
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¿POR QUÉ TIENES MIEDO A LA MUERTE? Pedro Gaia - Madrid Octubre 2014
Buenas noches! Que la paz de Jesús sea con nosotros!
En los últimos años del siglo diecinueve nadie habría creído que los
asuntos humanos eran observados aguda y atentamente por inteligencias
más desarrolladas que la del hombre y, sin embargo, tan mortales como él;
que mientras los hombres se ocupaban de sus cosas eran estudiados quizá
tan a fondo como el sabio estudia a través del microscopio las pasajeras
criaturas que se agitan y multiplican en una gota de agua.
Con infinita complacencia, la raza humana continuaba sus ocupaciones
sobre este globo, abrigando la ilusión de su superioridad sobre la materia.
Es muy posible que los infusorios que se hallan bajo el microscopio hagan
lo mismo.
Nadie supuso que los mundos más viejos del espacio fueran fuentes de
peligro para nosotros, o si pensó en ellos, fue sólo para desechar como
imposible o improbable la idea de que pudieran estar habitados. Resulta
curioso recordar algunos de los hábitos mentales de aquellos días pasados.
En caso de tener en cuenta algo así, lo más que suponíamos era que tal vez
hubiera en Marte seres quizá inferiores a nosotros y que estarían dispuestos
a recibir de buen grado una expedición enviada desde aquí. Sin embargo,
desde otro punto del espacio, intelectos fríos y calculadores y mentes que
son en relación con las nuestras lo que éstas son para las de las bestias,
observaban la Tierra con ojos envidiosos mientras formaban con lentitud
sus planes contra nuestra raza. Y a comienzos del siglo veinte tuvimos la
gran desilusión.1 (2 min)
En el 30 de Octubre de 1938, en Estados Unidos, a las ocho de la mañana
millones de personas conectaron sus radios con un programa de teatro en el
que habitualmente se retransmitían obras teatrales. El programa, dirigido
por el joven actor Orson Welles, ya había presentado obras como el ‘El
Conde de Montecristo’, o ‘Drácula’. Para esa fecha especial, víspera de
Halloween, Welles, eligió la obra del autor ingles H. G. Wells., La Guerra
de los Mundos.
Sin embargo, a lo largo de 40 minutos, lo que parecía una emisión
radiofónica normal de los años 30, con boletines del tiempo,
presentaciones musicales, pausas publicitarias y pequeñas charlas, se fue
transformando en seguidos cortes para boletines que informaban el
desarrollo de una invasión extraterrestre, con un avance imparable y
sangriento de marcianos hacia Nueva York.
Cuanto mas dramática se ponía la emisión, mas desesperados y en pánico
se quedaban los mas de 12 millones de oyentes. Presa del pánico, la gente
comenzó a salir a la calle, abandonando sus casas y colapsando carreteras,
bomberos y comisarías de policía. Centenares corrieron a buscar armas y
esconderse en sótanos y túneles. Hubo incluso quienes acudieron a la
1 La Guerra de los Mundos, de H. G. Wells.
policía con toallas húmedas en la cara para protegerse del 'gas venenoso'
con el que atacaban los marcianos.
Tomada por la desesperación, desorientada en la ignorancia y en la
ansiedad, la gente no se dio cuenta de que se trataba simplemente de una
obra de ficción. El miedo a la muerte inminente, hizo real lo que no existía.
Un miedo, a la muerte, tan potente, que llevaba en su interior, encubierto,
todos los otros miedos: al dolor, al sufrimiento, a la nada, a la enfermedad,
al cambio, a la debilidad, a la perdida, a la oscuridad, a lo desconocido, a la
aniquilación.
(5 min)
El miedo es una de nuestras reacciones emocionales mas primitivas,
normal en todos los seres humanos y demás animales. Es necesario en
nuestro proceso evolutivo como individuos y como especie, fundamental
para el mantenimiento de nuestra vidas, y nos protege de estímulos o
actividades peligrosas, activando sistemas físicos y emocionales que
determinan nuestros comportamientos defensivos.
Por ser una reacción natural de protección, el miedo en si mismo no es
malo. Sin embargo empieza a ser negativo cuando nos impide hacer
determinadas cosas que se encuentran dentro de nuestros objetivos vitales
o dentro de nuestros objetivos de la vida cotidiana.
Para conocer sobre el miedo, y saber como pasamos de un miedo natural,
protector, para el miedo extremo, destruidor, debemos entender su
funcionalidad en nuestro organismo, comenzando por el cerebro.
Nuestro cerebro esta constituido por tres capas interconectadas, que se han
desarrollado a lo largo de nuestra evolución como especie humana:
La primera capa, el cerebro reptiliano, se ubica en el centro. Él regula las
funciones fisiológicas involuntarias de nuestro cuerpo, la parte más
primitiva de reflejo-respuesta. No piensa ni siente emociones, sólo actúa
cuando nuestro cuerpo se lo pide: controla las hormonas y la temperatura,
el hambre, la sed, la respiración.
Sobre el cerebro reptiliano, se desarrolló una segunda capa: el sistema
límbico. En él se encuentra la amígdala, considerada la base de la memoria
afectiva. Entre las funciones y las motivaciones del sistema límbico están
el miedo, la rabia, el amor maternal, las relaciones sociales, la lucha, el
escape y evitación del dolor, y también la búsqueda del placer. Es como un
almacén de nuestras emociones y recuerdos, encargado de nuestra
conservación, individual y social.
La tercera capa es el neocórtex o cerebro racional donde se da el
pensamiento racional y abstracto. El neocórtex permite al ser humano tener
conciencia y controlar las emociones, a la vez que desarrolla nuestras
capacidades cognitivas: memorización, concentración, autoreflexión,
resolución de problemas, habilidad de escoger el comportamiento
adecuado. Desde el punto de vista material, es nuestra parte consciente,
tanto a nivel fisiológico como emocional.2
Tenemos aquí, en nuestros cerebros el instinto, la emoción y la razón,
unidos en una mecánica perfecta!
2 http://www.tratamientodepanicoyansiedad.com/ataque-de-panico-articulos/fisiologia-del-miedo.htm
Cuando detectamos un peligro, nuestra primera reacción es de
supervivencia. En la amígdala se activa un sistema de alarma y se
desencadena toda una serie de reacciones fisiológicas y psicológicas. La
amígdala entonces condiciona los sistemas ejecutivos y de autocontrol
emocional (en el neocórtex), a la vez que condiciona nuestra salud física
(en el cerebro reptiliano).
Cuando sentimos miedo, cuando somos enfrentados a un peligro, la
función de alarma en el sistema nervioso produce un aumento de actividad
de diversas funciones corporales: aumenta la presión arterial, intensifica el
metabolismo celular, incrementa la glucosa en la sangre, aumenta la
coagulación sanguínea e incluso potencia la actividad mental. De igual
manera la sangre se va a los músculos mayores, principalmente a las
piernas, para tener suficiente energía para escapar si es necesario. El
corazón comienza a trabajar a una velocidad muy por encima de lo
habitual, llevando rápidamente hormonas como la adrenalina a todo el
cuerpo y a los músculos. El sistema inmunológico se detiene, así como
todas las funciones no esenciales en el cuerpo, para prepararlo para lo que
venga: la huida o la pelea.
El miedo al dolor psicológico provoca las mismas reacciones fisiológicas
que el miedo al dolor físico. El peligro irreal, inmaterial, tiene el mismo
poder sobre nosotros que el peligro real, físico.
(10 min)
Cuando nuestra alarma de peligro se activa sin ninguna razón aparente,
ocurre un ataque de pánico. Cuando esa alarma se activa ante estímulos
específicos, de manera repetida, se da lo que llamamos de fobia. Entonces,
primero la persona siente miedo, una reacción a un factor externo, que se
transforma en un ataque de pánico, y éste evoluciona hasta convertirse en
una fobia. Por ejemplo, en un vuelo de avión, en medio a una turbulencia,
la persona siente miedo, y como la persona no puede enfrentarse a ese
peligro, el miedo evoluciona para un ataque de pánico. Si no se ameniza,
puede desarrollarse en una fobia a volar, pues la persona teme que vuelva a
sufrir un nuevo ataque de pánico mientras vuela. De hecho, el simple
pensar en un viaje, desencadena en esa persona toda una serie de
reacciones de miedo características de las fobias.
Es por eso que cuando alguien con una fobia se encuentra frente al
estímulo de su miedo, su reacción es de un miedo muy intenso, a pesar de
que las circunstancias no representen realmente una amenaza para la
persona. Lo que no existe es percibido como un peligro real. La capacidad
de cambiar la atención consciente es severamente disminuida. Para
entonces, la razón ya no funciona, la persona percibe solamente el peligro
y lo magnifica. El sistema primitivo del miedo, fuerza a la conciencia a
enfocarse en el objeto amenazante, la causa de su miedo. En las fobias, la
atención se fija totalmente en el objeto de la fobia, excluyendo todo lo
demás.
Tenemos aquí el siniestro escalón del miedo, en la forma de un circulo
vicioso: Primero se activa el alerta de miedo que pone en marcha el
sistema de defensa del organismo; en seguida viene el pánico, que
desorienta el razonamiento, y al final llega la fobia, que neutraliza y
paraliza, el cuerpo y la mente. Cuando la sensación de peligro extremo
invade a la persona, el sistema límbico vuelve a reaccionar
desencadenando la respuesta de miedo, lo que hace el cerebro empezar
todo el proceso de protección al miedo otra vez.
Sentir miedo, repetidas veces, genera un estado de estrés. Cuando el estrés
se apodera de nosotros, la amígdala se activa, pero no funciona con
normalidad y esta alteración provoca que el cerebro no procese
adecuadamente la información que le llega a través de los sentidos. Se
bloquean las funciones del neocórtex: los sistemas ejecutivos y de
autocontrol emocional. Por lo tanto uno reacciona con impulsividad y sin
razón. El resultado final es una baja en nuestros niveles de bienestar y, en
consecuencia, en nuestros rendimientos, físico, psicológico y emocional.3
La fobia, el miedo extremo, sobrepone el instinto a la emoción y hace que
la emoción subyugue a la razón.
El miedo extremo sobrecarga el organismo de hormonas y estímulos
nerviosos, daña vidas y desfigura caracteres. Es un verdugo sin piedad que
ofusca a unos, hace neurótico a otros, deja inseguro a todos. Es un
monstruo que aplasta a los fuertes y vuelve loco a los débiles. Invisible y
silencioso, desestabiliza y paraliza. Aquellos que permiten al miedo entrar
en sus vidas y adueñarse de sus corazones, el os destruye y aniquila,
desorganizando las fuerzas físicas y psíquicas desde adentro hacia fuera,
arrojando a sus victimas en la mazmorra de la desesperación.4
(15 min)
3 http://www.healthmanaging.com/blog/los-tres-cerebros-reptiliano-limbico-y-neocortex/ 4 Parias en Redenção – Divaldo – Victor Hugo
Hace unos días, yo comentaba con un amigo, que es espirita desde
siempre, sobre el tema de esa conferencia: ¿Por Qué Tienes Miedo a la
Muerte? Él, que es muy gracioso, me decía que le encantaría no temer a la
muerte! Paradojalmente, me dijo, como el, muchos de los espiritas son de
los creyentes que más temen todo lo relativo a la muerte!
Y me contó la historia de dos buenos amigos espiritualistas, que se
gustaban tanto como les gustaban jugar al futbol. Y se pusieron de
acuerdo: cuando uno de ellos muriera, ese volvería para afirmar al otro que
¡si!, todo lo que habían estudiado era verdad: la vida era inmortal, los
espíritus vivían, la muerte no existía. Y así sucedió. Poco tiempo después
de fallecer, mientras su amigo desayunaba, el muerto le aparece, sonriente:
- Tomas, soy Juan! Es verdad, sigo vivo! Y hay futbol! Voy a jugar un
partido en el sábado y…
Ni mismo había terminado de hablar y el otro, ¡Ploft! se fue al piso,
tomado por el susto, victima de un infarto fulminante.
- Bueno, ahora parece que tu también vas a jugar… complementó el
muerto.
Hay espiritas, que mismo en contacto con enseñanzas que nos tranquilizan
acerca de la idea de la muerte, viven como un materialista más. Evitan ir a
cementerios, a hospitales, no pasan enfrente a casas abandonadas, no salen
de casa por la noche, no hablan de nadie que haya muerto… Por que lo
harían, dicen, ¿va que eso atrae a la muerte? ¿Mejor no jugar con la suerte
en esos temas, no os parece?
Desde el punto de vista de la razón, el conocedor de algo, de sus causas y
efectos, no le debería tener miedo. Sin embargo, ese miedo a la muerte es
comprensible por el eje de la emoción. Según Christophe André, medico
psiquiatra francés, especializado en tratamientos de las fobias,
“no debemos someternos a nuestros temores, pero es necesario que
escuchemos: son un sistema de alarma maravilloso para enfrentarnos a los
peligros. Sin embargo a veces este mecanismo se estropea. Como si fuera
una especie de alergia, el miedo se disparan y se convierte en fobia.
Somos tan responsables de estos grandes miedos, exagerados e
incontrolables, como lo seríamos de ser alérgicos, diabéticos o asmáticos.
El miedo es fruto de conflictos heredados en el pasado, de sufrimientos
insoportables, de desequilibrios en la educación en la infancia, o de valores
culturales equivocados.
No elegimos tener miedo, mucho menos estar aterrados. Pero, en cambio,
podemos elegir aprender a comprender el miedo, a fin de enfrentarnos
mejor a él.”5
Si uno se pone a pensar, a razonar sobre la vida, concluye rápidamente que
en lo de la muerte no hay ninguna novedad! Porque todos conocemos, y
vivimos, todos los días, el proceso general de la naturaleza. Algo nace, se
desarrolla, y después fenece. El día, que nace y termina por la tarde. O una
construcción que se derrumba y se desvanece con el tiempo.
(20 min) 5 Christophe André – Psicología del Miedo
Si la tenemos tan cercana, la existencia de la muerte no nos debería generar
ninguna sorpresa. Pero, no es eso lo que ocurre. La muerte puede con
nosotros. Experimentamos lo inevitable como algo inesperado, como una
sorpresa inaceptable.
De repente de la risa se hizo el llanto,
silencioso y blanco como la bruma;
de las bocas unidas se hizo espuma,
y de las manos abiertas se hizo espanto.
De repente la calma se hizo viento
que de los ojos apagó la última llama,
y de la pasión se hizo el presentimiento
y del momento inmóvil se hizo el drama.
De repente, no más que de repente,
se volvió triste lo que fuera amante,
y solitario lo que fuera contento.
El amigo cercano se hizo distante,
la vida se volvió una aventura errante.
De repente, no más que de repente.6
Como poetiza Vinicius de Moraes en el Soneto de la Separación, no es
fácil vivir una separación. Ni hablar de la separación producida por la
muerte. Por eso debemos respetar el momento, y aquellos que lo
atraviesan. El duelo es necesario en la adaptación a la nueva situación. Es
fundamental para entender que con el tiempo, todo se va a ajustar.
La verdad es que el fallecer nos impacta. La razón se desvanece y la
emoción se destapa. Verificar lo falible que somos, nos pone incómodos,
nos agobia y hace realidad el miedo más generalizado en los seres
humanos: el miedo a la muerte.
Vivimos entonces en una gran gimnasia mental: como animales, llevamos
adentro el instinto natural de la supervivencia. No queremos la muerte. Sin
embargo, como seres racionales, tenemos la conciencia de que hemos de
morir algún día. Por lo tanto, para vivir, debemos ser capaces de olvidar la
realidad de la muerte, llevando nuestra mente a pensar en otra cosa.
Aunque debemos ser capaces de aceptar la muerte cuando las
circunstancias nos obligan a tenerla cerca.
La gran mayoría de la gente no es fuerte el suficiente para tener éxito en
esa difícil gimnasia mental.7 Solo aquéllos que disfrutan del regalo de la fe
religiosa cuentan con las armas y herramientas para hacerse mayores que el
miedo a la muerte. En el momento del desenlace, solo a través de la fe es 6 Soneto de la Separación, Vinicius de Moraes 7 Christophe André – Psicología del Miedo
que el creyente moribundo atravesará una puerta de entrada. Los no
creyentes, verán en la muerte sólo una puerta de salida. Y cegados,
aturdidos, muchos caen agotados, enredados en la fobia, en el miedo
extremo. 8
La fe es una fuerza que nace con el alma; es la certeza instintiva de la
Sabiduría de Dios, que es la sabiduría de la vida misma. La fe es la
confianza en el bien, que no se detiene frente el mal. Para hallar el bien y
asimilar su luz, no alcanza con admitir su existencia. Es indispensable ir a
su encuentro con una disposición íntima de perseverancia y fervor. Para
realizar algo, es necesario tener una actitud positiva de confianza.9
Pero, si no tenemos confianza, si no creemos, ¿como podemos realizar lo
que sea? Si no realizamos, no experimentamos, no podemos nos conocer.
Y sin conocernos, como podemos vivir? Sin vivir, como podemos creer?
Por eso nos resulta tan difícil tener y mantener la fe. Porque somos
extranjeros en el país de nosotros mismos. Somos extraños a nuestra propia
realidad, a nuestra propia vida.
(25 min)
Juana de Angelis, en el libro “El hombre integral”, hace un gran análisis
social y psicológico sobre los días en que vivimos. Días desordenados,
llenos de momentos anárquicos. Son parte de una etapa en nuestra
evolución social donde el materialismo se asocia al individualismo,
creando un remolino de emociones a desencontrarse, de violentas pasiones
8 Julian Barnes 9 Pensamiento y Vida - EMMANUEL
sin rumbo. Aturdidos, hemos perdido la dirección de Dios, hemos perdido
la dirección de nosotros mismos!
Somos una gran aglomeración de personas huecas, maniquís despejados de
ideales. Si preguntamos a cualquier persona, cual es tu gran recto en la
vida, ella va a contestar: bueno, ganar dinero. Y para que? Para tener
poder! Para que? Para disfrutar! Y después? Aun no lo he pensado… nos
va a contestar.
Olvidamos que mas importante que tener, es SER. Ser una persona plena!
Cuando uno ES, su poder, o lo que tiene, queda en segundo plano. Porque
cuando uno ES, uno puede todo. Puede porque es libre, porque es lleno de
ideales!
Pero bajo las grandes presiones en que vivimos, somos victimas de por lo
menos alguno de los 4 grandes enemigos psicológicos del hombre. Son
cuatro gigantes que nos aplastan y que nos llevan a utilizar mecanismos
psicológicos de la autodefensa, haciendo mas difícil el uso adecuado de
nuestra individualidad.
El primer enemigo es la Rutina. La mayoría de nosotros lleva vidas
rutinarias, hacemos las mismas cosas siempre, casi sin emocionarse. Eso
nos complace, pues no hay sorpresas, buscamos la previsibilidad. En
principio, eso no es un problema, la búsqueda de la previsibilidad es la
búsqueda de la seguridad, fundamental para nuestra supervivencia. Pero en
esa autoprotección, nos dejamos llevar por la rutina, y elegimos vegetar
casi sin ideal. Pasamos a no pensar, todo es automatizado y apáticos, nos
dejamos consumir por la monotonía y el desinterés.
Un gran amigo mío, siempre ha mantenido una conducta recta, honesta. Es
un ejemplo íntegro de una muy buena persona. Dada su personalidad
metódica, ha basado toda su vida, en sistemas y reglas. Por su profesión, de
ingeniero, la precisión y la previsibilidad siempre le fueran de lo más
natural. De ahí, empezó a emplear en su rutina, hábitos que le parecían
infalibles. Salía de casa siempre a la misma hora, cruzaba la calle en el
mismo punto, comía en el mismo comedor, siempre la misma comida.
Llegó hasta a estudiar la rotación optima del soporte del microondas para
que su taza de café, después de girar en el tiempo determinado, pudiera
parar en la misma posición, con la manija apuntando hacia la puerta. Según
el, eso le ha economizaba esfuerzo y algunos segundos en su desayuno.
Hasta que su microondas se estropeo y lo tuvo que cambiar por un otro.
Sin embargo, la vida es una sucesión de imprevistos.
(30 min)
Hoy en día, ya en una edad más avanzada, ese amigo esta encasillado en
una auto obsesión, que le permite apenas tener una interacción social. Nada
es acorde a sus necesidades y sistemas personales: sus pocos amigos le
invitan a comer en horas inadecuadas, en restaurantes que no sirven la
comida que le apetece; dice que sus hijos viven lejos, siendo que están en
el barrio al lado del suyo; ya no viaja, pues, ansioso, esta seguro que va a
tener una crisis de pánico y va a morir.
Sufre, en su rutina segura, en soledad, temeroso de la muerte.
La rutina es una oxidación en la mecánica de los ideales, una gran enemiga
con potencial de convertir el individuo en una copia desvanecida de si
mismo. Y cuando se acerca la muerte, que le parece una sorpresa
insospechada, experimenta un sobresalto: todo lo que tenia controlado,
toda una vida desarrollada en la seguridad extrema, no le ha servido para
nada. Y se desespera, se angustia sin basis emocional o psicológica para
recomponerse.
Atrapados en la rutina, caemos mas fácilmente victimas de la ansiedad. En
general somos ansiosos, estamos envueltos en estímulos sociales que
potencian nuestra ansiedad. Vivimos mentalmente en un lugar que nunca
llegara a existir. Cuando estamos fuera, como ahora, queremos ya ir a casa,
y cuando llegamos en casa, pensamos, ojala llegue pronto mañana. Por la
mañana, pensamos, en la reunión, en la cita que tendremos, en la comida.
Cuando comemos, que vamos a hacer por la noche. En el fin de semana,
pensamos en las vacaciones, y cuando nos vamos de viaje, deseamos
volver a casa. Y todo empieza otra vez, en una noria de emociones
irrealizadas!
La ansiedad es un dispositivo psicológico que usamos para evitar
problemas. Sin embargo, terminamos por transformarnos en el problema.
Vivimos en la ansiedad, y anulamos nuestra vida real, transfiriendo nuestra
atención a algo inexistente.
El ansioso, por mas intranquilo y excitado que parezca, esta siempre
inmóvil, preso en sus pensamientos egocéntricos. Entorpecido por el toxico
de la ansiedad, el acido que le corroe por adentro. Y frente a la muerte, la
ansiedad potencia el drama. Mientras la muerte es solamente una idea, una
posibilidad, el ansioso la percibe real. Y cuando esta llega de verdad, el
ansioso se pierde en un tenebroso laberinto de incertidumbres, aferrado a la
angustia desarrollada en el miedo anticipado.
De la incertidumbre, de la oscuridad, de nuestra falta de comprensión de lo
que nos rodea, nace el miedo. El agresor se hace agresivo porque tiene
miedo de ser agredido. El perezoso no trabaja porque tiene miedo al
fracaso. El tímido, egoísta, no interactúa socialmente por miedo a la no
aceptación de si mismo. El que experimenta la síndrome del pánico, no
sale a la calle porque siente que algo de malo le va a suceder. Vivimos la
hora del miedo. Tenemos miedo a todo! Y a todos. El miedo se adueña de
nuestras vidas, porque no tenemos nuestra estructura emocional fuerte y
saludable para enfrentarlo. Abandonados en tantos miedos, tenemos miedo
a la muerte, y pasamos a tener miedo a la vida.
Dominados por el miedo, preferimos vivir en la soledad. Estamos el
periodo de la soledad, de las personas solitarias. No importa si tenemos
familia, amigos, grupos, actividades sociales, al final estamos aislados. No
obstante solo existe la soledad, solo existe solitarios, porque nadie desea
ser solidario. Porque no amamos, no tenemos la paciencia, la bondad, la
perseverancia, para entender y aceptar al próximo. Porque cuando nos
proponemos a amar, a estar de verdad involucrados en el interés al
semejante, pasamos a tener a alguien con nosotros.10 Sin compartir
experiencias, uno se angustia con el día en que no estará junto a sus seres
queridos. La muerte, la representación del no existir, del olvido, de la
aniquilación, del abandono, se transforma en un verdugo insoportable.
La rutina, la Ansiedad, El miedo y la Soledad son los cuatro enemigos que
nos turban el camino para encontrar la dirección de Dios. Pero como nos
10 Divaldo, Juana de Angelis, El hombre integral.
dijo Jesús, el reino de Dios esta dentro de vosotros. Para encontrarlo, no es
necesario salir de nosotros, basta bucear en nosotros mismos, en hacer un
viaje interior. En ese viaje, vamos a descubrir que somos mucho mas
poderosos de lo que creíamos. Que llevamos adentro la capacidad de
superación de nuestras faltas y limitaciones. Descubrimos que la vida
material es un medio, no un fin. Percibimos que no es el parecer lo que
importa, sí nuestras realizaciones. Aceptamos que somos almas, energías,
espíritus inmortales, que la muerte no existe, que la vida, esa vida, es una
etapa más en nuestra caminada rumbo a la perfección y a Dios.
(35 min)
Es eso lo que viene a decirnos la doctrina Espirita: ¡LA MUERTE NO
EXISTE! Viene a decirnos que nuestras vidas no pueden ser vacías, ni
deshabitadas de objetivos!
En general preguntamos afligidos cual será nuestra misión en la Tierra.
Preguntamos a los cielos, al invisible, en oraciones sentidas o en frívolos
cultos esotéricos. Deseamos tener responsabilidades grandiosas, y
olvidamos las palabras de Jesús, ¿De qué le sirve a un hombre ganar el
mundo entero y perder su alma? Y no escuchamos nuestra voz interior que
nos avisa que todos tenemos una misión, que puede ser grande o pequeña
socialmente, pero que en verdad es una misión común, es la misión de la
auto iluminación.
El espiritismo viene entonces a destapar nuestros paneles de luz y a nos
ayudar a triunfar con nuestro Dios interior. A través del concepto de la
reencarnación, nos acuerda que somos seres inmortales, que adquirimos la
certeza de que la vida es única, y indestructible.
Viene a llamarnos, despertando a nuestras conciencias adormecidas, que la
muerte no existe! Que entramos en el cuerpo por la puerta de la
concepción. Y salimos del cuerpo por la puerta de la desencarnación,
siguiendo siempre en la vida. La tarea interrumpida, por un instante, no se
ha terminado, volveremos, otra vez, para seguir en ella.
El espiritismo nos alienta, al decir que la vida no es el abrumarse con el
pasado o el ilusionarse con el futuro. La vida es a todo momento, nuestro
presente. Es la oportunidad inmediata que tenemos, en la tierra o en el
cielo, aquí o en el mas allá, de sembrar nuestra iluminación, de superar la
sombra de la muerte que insistimos en llevar adentro. La muerte de
nuestros sueños, de nuestros ideales, de nuestras voluntades. Muerte que
experimentamos en vida, cuando nos abandonamos en la jungla de nuestras
imperfecciones.
En la “Oración en el día de los muertos”, del libro Religión de los
Espíritus, Emmanuel espanta a la obviedad con sabiduría, para llamar
nuestra atención, los encarnados vivos-muertos:
¡Señor Jesús!11
Mientras nuestros hermanos en la Tierra se consagran hoy al recuerdo de
los muertos-vivos que se liberaron de la carne, oramos también por los
vivos-muertos que todavía se ajustan a la estructura física...
11 Religión de los espíritus, Emmanuel
Por los que yacen sepultados en palacios silenciosos, huyendo al trabajo,
como quien se reduce a cadáver, poco a poco, para el sepulcro;
Por los que se fortalecieron gradualmente en la autoridad convencional,
adornando su propia inutilidad con títulos preciosos, a semejanza de bellos
epitafios inútiles;
Por los que anestesiaron la conciencia en el vicio, transformando las
alegrías desvariadas del mundo en portones abiertos para la larga bajada a
las tinieblas;
Por los que enterraron su mente en los cofres de la avaricia, enclaustrando
la existencia en una cueva de oro;
Por los que paralizaron la circulación de la sangre, en los excesos de la
mesa;
Por los que se momificaron en el féretro de la pereza, temiendo las cruces
redentoras y las calumnias honrosas;
Por los que se inmovilizaron en el paraíso doméstico, enquistándose en el
egoísmo entorpecedor, como desmemoriados, descansando en el espacio
estrecho del ataúd...
Y te rogamos todavía, Señor, por los muertos de las penitenciarías que
escucharon las sugestiones del crimen y claman ahora en el dolor del
arrepentimiento;
Por los muertos de los hospitales y de los manicomios que gimen,
relegados a la soledad, en la noche de la enfermedad;
Por los muertos de desánimo que se rindieron en la lucha a las puñaladas
de la ingratitud;
Por los muertos de desesperación que cayeron en suicidio moral, por
desertores de la renuncia y de la paciencia;
Por los muertos de añoranza que lamentan la falta de los seres por los
cuales darían su propia vida;
Y por esos otros muertos desconocidos y pequeñitos que son los niños
entregados a la calle, exterminados en la fosa del olvido...
Por todos esos hermanos, no ignoramos que lloras también como lloraste
sobre Lázaro muerto...
Y trayendo igualmente hoy a cada uno de ellos la flor de esperanza y la
lumbre de la oración, sabemos que tu amor infinito nos iluminará el valle
de la muerte enseñándonos el camino de la eterna resurrección.
(40 min)
Jesús es el sol que vence todos los obstáculos, la luz que disipa nuestras
sombras interiores y guía nuestros caminos. El espiritismo es el espejo que
amplifica el alcance de la luz de Jesús.
Solo el conocimiento de la reencarnación, de la inmortalidad del alma nos
liberta de concepciones seculares, arraigadas en nuestras memorias.
Solamente la fe religiosa razonada, estructurada en el discernimiento y en
la certeza del espíritu inmortal, es capaz de aniquilar en definitivo el miedo
a la muerte.
Conocedores de que la muerte no existe, y de que tenemos la posibilidad
de comunicación con los que ya se fueran, o con los que se hayan quedado,
los espiritas tenemos la obligación de calmar los dolores de los hermanos
que aun sufren en la ignorancia y gritan en la falta de fe.
Porque son muchos los que atraviesan el desconsuelo de la incomprensión.
Y pocos la soportan resignados.
Cartola, uno de los mas grandes cantautores brasileños, fue un músico
autodidacta, nacido en una favela de Rio de Janeiro. Mismo con una vida
llena de limitaciones materiales y grandes tribulaciones físicas, después de
recibir el diagnostico de su fatal cáncer de tiroides, él compuso esa sensible
apología al deseo de superación de los límites de la muerte física.
AUTONOMÍA:
Es imposible en esta primavera, lo sé
Imposible, pues lejos estaré
Aunque pensando en nuestro amor, amor verdadero
Ah! si yo tuviera autonomía
Si yo pudiera, lo gritaría
No me voy, no lo quiero
Esclavizaron de esa manera un desafortunado corazón
Se requiere una nueva abolición
Para devolverme mi libertad
Si yo pudiera, gritaría, Amor
Si yo pudiera, pelearía, Amor
No me voy, no lo quiero
La conciencia de la vida eterna nos anima a desobedecer a nuestros
miedos. Nos da fuerzas para retomar nuestra autonomía. Informados de
que la muerte ocurre solo en el cuerpo, que es el preludio de una nueva
vida, de un nuevo florecer, pasamos a no tener miedo a tener miedo.
Enfrentar a la muerte nos permite descubrirla como una ley natural y
necesaria para el progreso del alma. Empezamos así a vislumbrar el
regreso del espíritu a su verdadera libertad.
Al modificar nuestra visión sobre la muerte, aprendemos que la separación
de nuestros seres queridos es momentánea, que seguimos juntos, que
apenas vivimos, por breves instantes, en patrias distintas.
Cuando ponderamos que fallecer es un punto y coma, y no un punto y final
en la gran aventura de nuestras vidas, volvemos nuestra mirada a nuestros
hermanos iletrados de la esperanza.
Sin olvidar que hasta poco éramos nosotros a debatirnos en la
desesperación, respetamos el despertar conciente de cada individuo,
honrando el libre albedrío de nuestros semejantes, sabedores de que el
alarma interior de la verdad espiritual resonará para cada uno a su propio
tiempo.
Al reflexionar sobre la defunción, descifraremos que ella es el gran juez de
nuestras almas, el reflejo de nuestros actos, pensamientos y conductas
agregados a lo largo de los años. Es el remate de lo que somos.
Por eso debemos cuidarnos, todo el tiempo, para vivir en paz y hacer de la
muerte, por mas triste o asombrosa que sea, un punto de inflexión de
nuestras almas, una renovación en la eternidad.
Sembrando la tranquilidad y la confianza en nuestras vidas, aprenderemos
a relajar y a meditar, disfrutando de la seguridad de que la muerte, cuando
no provocada, es la bendición que Dios envía, como la noche estrellada,
cuando llega el fin del día.
Adueñados de nosotros mismos, recuperamos la libertad de nuestras almas.
Soberanos de nuestra vida inmortal, mantendremos nuestra autonomía para
seguir siempre adelante, estudiando, conociendo y aceptando que la muerte
no es nada menos que una gran lección para todos.
Que la paz de Jesús siga con nosotros.