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SEÑOR, LÍBRANOS DE TODO MAL

“Dios mío a ti clame y tú me sanaste”

Oraciones de liberación y sanación

Recopilador: Hno Gabriel Celadin ssp

PRESENTACIÓN

El presente libro es una recopilación de oraciones para la liberación espiritual y física. Debemos de entenderla como una fuerza de gracia que rectifica el corazón, la mente y la voluntad de la persona que, a menudo, se encuentra desorientada.

¿QUÉ ES LA SANACIÓN?

Sanarse es volver a Dios, es convertirse de tal manera que toda nuestra persona encuentra la perfecta realización de su existencia en el misterio de Cristo, Hijo del Padre, y en la fuerza del Espíritu.

Los textos de los Profetas y del Evangelio ayudarán a iluminar nuestra realidad, pero la obra de ser seducidos la encontraremos en Dios; no será solamente fruto de un esfuerzo humano, sino de la misma gracia de Dios que actúa por medio de su palabra o acompañada de milagros, signos y prodigios (Hch 2, 22), pues al liberar a algunas personas de sus males terrenos del hambre (Jn 6, 5-15), de la injusticia (Lc 19, 8), de la enfermedad y de la muerte (Mt 11, 5), Jesús realizó unos signos mesiánicos como anticipo de la curación del pecado de la humanidad (Jn 8, 34-36).

En consecuencia, cuando una persona acepta a Cristo y decide seguirlo, comienza su proceso de curación, que no es sólo una sanación interior sino que implica la totalidad de sus actos, de sus palabras, de sus reflexiones, de sus juicios y de su capacidad de amar y trascender al plano de la relación con Dios.

Pero puede suceder que en ese proceso de búsqueda de la curación no acontezca nada. A menudo nos asalta el desaliento, probablemente porque estamos buscando acciones mágicas al margen de nuestra naturaleza de criaturas y posiblemente en Cristo Jesús no estamos viendo al Redentor de los pecados del ser humano, sino al mago que resuelve problemas particulares y nos deja asombrados.

Mediante el rezo de esta novena descubrirán con los textos de las Escrituras, no al Dios de las oportunidades mágicas, sino a Cristo Jesús, compañero de camino, quien a través de sus actos, palabras, juicios, nos enseñó a amar al Padre y dio a la vida humana el sentido del progreso y de la liberación de todo aquello que atenta contra la existencia humana y contra la integridad de la creación.

MODALIDAD PARA HACER LA NOVENA

El objetivo principal de la novena, además de pedir algún don a Dios o agradecérselo, es el de aproximarnos a Él y elevar nuestra oración por las personas que más queremos.

La novena, siendo una oración especial que se hace durante nueve días consecutivos, predispone nuestra mente para una transformación, para una conversión. De este modo, además de la oración, la novena es también una catequesis.

Para que esta novena produzca realmente frutos de gracia y conversión, sugerimos repetirla cada día en diferentes momentos de la jornada.

ORIENTACIÓN PARA CADA DÍA DE LA NOVENA

Reflexione durante nueve días seguidos sobre la sanación y el amor de Dios por nosotros, y pida al Señor su bendición y de modo particular la sanación para usted y para todos aquellos que usted quiere mucho y por quienes quiere orar de manera especial. La meditación puede ser orientada por un pensamiento bíblico apropiado que escogeremos para usted, y al cual pondremos un título orientativo para cada día.

Póngase en la presencia de Dios, recuerde a las personas por quienes desea orar, pronuncie sus nombres y haga la meditación y la oración que corresponden a cada día.

Cuando termine, quédese por algunos momentos en silencio y recordando. Concluya con: la oración del Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria al Padre.

Repita la parte que corresponde a cada día por tres veces y en diferentes momentos de la jornada.

ORACIÓN INICIAL (para todos los días)

+ En el hombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Para ponerse en la presencia de Dios

Creo, Dios mío

Creo, Dios mío, que estoy en tu presencia, que me miras y escuchas mis oraciones. Tú eres infinitamente grande y santo: yo te adoro. Tú me lo has dado todo: yo te doy gracias. Tú has sido ofendido por mí: yo te pido perdón de todo corazón. Tú eres la misericordia infinita: yo te pido todas las gracias que consideres útiles para mí.

Padre bueno, tu Hijo, Jesús, vino al mundo con la misión de restaurar la vida, y de comunicarla en abundancia. Él dijo: "El Espíritu del Dios Padre está sobre mí porque Él me ungió.

Él me envió para anunciar la Buena Noticia a los pobres; para curar los corazones heridos de quienes se arrepienten...".

Escucha, Señor, nuestra súplica de sanación; que esta sanación sea para tu mayor gloria y para nuestro bien.

Esto te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, en la unidad del Espíritu Santo.

Amén.

ORACIÓN CONCLUSIVA (Para todos los días)

Oh Dios, Padre bueno y Todopoderoso, autor de la vida y de la salvación, escucha compasivo nuestras súplicas por quienes sufren para que, recuperada su salud, puedan con alegría alabarte y proclamar tu Reino.

Esto te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, en la unidad del Espíritu Santo.

Amén.

Pedimos la bendición a nuestra Madre:

Querida y tierna madre mía, María ampárame, cuida de mi inteligencia, de mi corazón, de mis sentidos, para que nunca cometer el pecado. Santifica mis pensamientos, afectos, palabras y acciones, para que pueda agradarte a ti y a tu Jesús y Dios mío, y contigo llegue al paraíso. Jesús y María dame tu santa bendición.

+ En el hombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén

DÍA PRIMERO

“El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes pastos me hace reposar” Sal 23, 1-2

Oración inicial para todos los días. (Ver página)

Reflexión

¿Alguien de entre ustedes está sufriendo? Ore. ¿Está alegre? Cante. ¿Alguien de entre ustedes está enfermo? Llame a los presbíteros de la Iglesia para que oren por él, ungiéndolo con el óleo en el nombre del Señor. La oración hecha con fe curará al enfermo: el Señor lo sanará, y si tiene pecados, será perdonado.

Confiésense mutuamente los propios pecados y oren los unos por los otros para que sean curados. La oración del justo, hecha con insistencia, tiene mucha fuerza" (Santiago 5,13-16).

Dios te habla

"El Espíritu de Dios Padre está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado con buenas noticias para los humildes, para sanar a los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su liberación, y a los presos su vuelta a la luz. Para publicar un año feliz, lleno de los favores de Dios Padre y para consolar a los que lloran" (Isaías 61,1-2).

Oración conclusiva para todos los días (ver página)

Después de una breve meditación y de una oración, concluya con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria al Padre.

DÍA SEGUNDO

Aunque fuera por valle tenebroso, ningún mal temería, pues tú vienes conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan. Sal 23, 4


Reflexión

"Clamaron al Señor en sus angustias y El los libró de sus aflicciones. El envió su palabra para sanarlos y sacarlos de su ruina.

Den gracias al Señor por su bondad y por sus maravillas en favor de los hijos de los hombres.

Y ofrezcan sacrificios de alabanza y cuenten alegremente sus maravillas" (Salmo 107, 20-22).

"Tu palabra es lámpara para mis pasos, es luz para mi camino. Mi vida está siempre en peligro, por eso no me aparto de tu voluntad. Tú eres mi refugio y mi escudo, confío siempre en tu palabra" (Salmo 119,105.109.114).

Dios te habla

Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él, el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahvé. Y se inspirará en el temor de Yahvé. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado

Isaías 11, 1-4



DÍA TERCERO

Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor todos los días de mi vida. Sal 23,

6

Oración inicial para todos los días (ver página)

Reflexión

"Él no tenía gracia ni belleza para que nos fijáramos en El, ni era simpático para que pudiéramos apreciarlo. Despreciado y tenido como la basura de los hombres, hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento, semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara, estaba despreciado y no hemos hecho caso de Él.

Sin embargo, eran nuestras dolencias las que El llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban y nosotros lo creíamos azotado por Dios, castigado y humillado.

Fue tratado como culpable a causa de nuestras rebeldías y aplastado por nuestros pecados. El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados" (Isaías 53,1-5).

"En mi angustia yo grité a Dios Padre, y él me respondió" (Salmo 120, 1).

Dios te habla

"Vale más pobre sano y fuerte de constitución, que rico lleno de achaques en su cuerpo. Ni hay riqueza mejor que la salud del cuerpo ni contento mayor que la alegría del corazón " (Eclesiástico 30, 14).



DÍA CUARTO

¡Dichoso el que cuida del débil y el pobre! El Señor lo protegerá y conservará con vida, le concederá felicidad en la

tierra. Sal 41, 2-3


Reflexión

"Vengan, volvamos a Dios Padre, pues si Él nos lesionó, Él nos sanará, si Él nos hirió, El vendará nuestras heridas. Dentro de poco nos dará la vida, al tercer día nos resucitará y viviremos en su presencia.

Empeñémonos en servir a Dios: caerá sobre nosotros como el aguacero, como la lluvia de primavera que riega la tierra" (Oseas 6,1-3).

"Te doy gracias, Señor, con toda mi alma, porque cuando te hablaba me escuchaste. El día en que clamé tú me escuchaste y le infundiste a mi alma valor" (Salmo 138,1.3).

Dio te habla

"Da al médico, por sus servicios, los honores que merece, que también a él lo creó el Señor. Pues del Altísimo viene la curación, como una dádiva que del rey se recibe. La ciencia del médico realza su cabeza, y ante los grandes se lo admira. El Señor puso

en la tierra medicinas, el varón prudente no las desdeña. Él mismo dio a los hombres la ciencia para que se gloriaran en sus maravillas. Hijo, en tu enfermedad, no seas negligente, sino ruega al Señor, que él te curará" (Eclesiástico 38, 1).



DÍA QUINTO

Dios es nuestro refugio y fortaleza, socorro en la angustia, siempre está a nuestro lado. Sal 46, 2


Reflexión

Jesús les dijo: "Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará. Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre echarán los espíritus malos, hablarán en nuevas lenguas, tomarán en sus manos las serpientes y, si beben algún veneno, no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán" (Marcos 16,15-18).

"Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversos males se los traían; Él les imponía las manos a cada uno y los sanaba" (Lucas 4, 40).

Dios te habla

"Por esto estén alegres, aunque por un tiempo tengan que ser afligidos con diversas pruebas. Si el oro debe ser probado pasando por el fuego, y es solo cosa pasajera, con mayor razón su fe, que vale mucho más. Esta prueba les merecerá alabanza, honor y gloria el día en que se manifieste Cristo Jesús" (1 Pedro 1: 6-7)



DÍA SEXTO

“Tu Señor eres mi escudo protector, mi orgullo, el que levanta mi frente, me acuesto y me duermo, me despierto y tú me

sostienes” Sal 3, 4-5


Reflexión

"Jesús recorría toda Galilea enseñando en la sinagogas. Predicaba la Buena Nueva del Reino y sanaba todas las dolencias y enfermedades de la gente. Por eso se extendió su fama por toda Siria. Le traían todos los enfermos, los aquejados por males y dolencias diversas, los endemoniados, lunáticos y paralíticos, y a todos los sanaba" (Mateo 4, 23-24).

"Mientras iba, una mujer que padecía desde hacía doce años de una hemorragia, se acercó por detrás y tocó el fleco de su manto. Pues ella pensaba: 'Con solo tocar su manto, sanaré'. Jesús se

volvió y, al verla, le dijo: 'Animo, hija; tu fe te ha salvado'. Y la mujer quedó curada en ese mismo momento" (Mateo 9,20-22).

Dios te habla

"Una cosa es cierta: si hemos muerto con él, también viviremos con él. Si sufrimos pacientemente con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, pues no puede desmentirse a sí mismo" (2 Timoteo 2, 11-13).



DÍA SÉPTIMO

“Te doy gracias Señor de todo corazón, voy a proclamar todas tus maravillas pues me has curado de mis dolencias” Sal 9, 2-

3


Reflexión

"Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Jesús lo vio acostado y se enteró del mucho tiempo que estaba así. Le preguntó: '¿Quieres sanar?'. El enfermo le contestó: 'Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se mueve el agua. Y mientras trato de ir ya otro se ha metido'. Jesús le dijo: 'Levántate, toma tu camilla y anda'. Al

instante, el hombre sanó, tomó su camilla y empezó a caminar" (Juan 5,5-9).

"Señor, a ti clamo, ven pronto en mi socorro, oye mi voz cuando a ti grito.

Señor, hacia ti se vuelven mis ojos, en ti me refugio, no me dejes indefenso.

Guárdame del lazo que me han tendido, de las trampas de la gente malvada" (Salmo 141,1.8.9).

Dios te habla

"Fijos los ojos en Jesús, que organiza esta carrera de la fe y la premia al final. El escogió la cruz en vez de la felicidad que se le ofrecía; no tuvo miedo a la humillación, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Piensen en Jesús, que sufrió tantas contradicciones de parte de gente mala, y no les faltarán las fuerzas ni el ánimo" (Hebreos 12, 2-3).



DÍA OCTAVO

“Te doy gracias, Señor, de todo corazón, por haber escuchado las palabras de mi boca. En presencia de los ángeles tañaré

en tu honor, me postraré ante tu presencia” Sal 138, 1-2


Reflexión

¿No saben cuál es el ayuno que me agra-da? romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos, y romper toda clase de yugo. Compartirás tu pan con el hambriento, los pobres sin techo entrarán a tu casa, vestirás al que veas desnudo y no volverás la espalda a tu hermano.

"¡Devuélveme la salud, Dios Padre y, quedaré sano! ¡Sálvame y estaré a salvo! pues mi esperanza eres tú. Mira cómo me dicen: '¿Dónde está la Palabra de Dios?' ¡Que la cumpla, pues!

A pesar de esto yo no te he obligado a lo peor, tú lo sabes bien; todo lo que ha salido de mis labios está claro para ti. No seas para mí una cosa que me da susto, tú que me proteges cuando ocurre una catástrofe" (Jeremías 17,14-17).

Dios te habla

"Sin embargo, todos los que te devoran serán devorados, todos tus opresores irán al destierro, todos tus saqueadores serán saqueados, y los que te desprecian pasarán a ser despreciados. Ya que a ti te llamaban la abandonada, nuestra presa, de quien nadie se preocupa, yo voy a devolver el vigor a tu cuerpo y voy a sanar tus llagas, dice Yahvé." (Jeremías 30, 16-17 ).



DÍA NOVENO

“Tus manos me han hecho y me han formado, instrúyeme guíame. Que tu amor sea mi consuelo, que me alcance tu

ternura y viviré” Sal 119, 69-70

Oración inicial para todos los días. (ver página)

Reflexión

Después del naufragio, Pablo y sus compañeros llegaron a una isla. "Cerca de este lugar había una propiedad perteneciente al hombre principal de la isla, llamado Publio. Este nos recibió y hospedó amigablemente durante tres días. Precisamente su padre estaba en cama con fiebre y disentería. Pablo lo fue a ver; oró y le impuso las manos, y lo sanó. A consecuencia de esto los demás enfermos que había en la isla acudieron a él y fueron sanados. Por eso nos colmaron de atenciones y, a nuestra partida nos proveyeron de todo lo necesario" (Hechos 28, 7-10).

"Señor, escucha mi oración, atiende a mi plegaria. Oh Dios fiel y justo, respóndeme. Mi espíritu desfallece y el corazón se me estremece. Que tu buen espíritu me guíe y me conduzca por buenos caminos" (Salmo 143,1.4.11).

Dios te habla

"Bendice al Señor, alma mía, alabe todo mi ser su santo Nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. El perdona todas tus ofensas y te cura de todas tus dolencias. El rescata tu vida dela tumba, te corona de amor y de ternura. El colma de dicha tu existencia y como el águila se renueva tu juventud" (Salmo 103, 1-5).



ORACIONES ESPECIALES

Consagración del día a Dios

Señor, comienza un nuevo día y me hallo todavía enfermo, entre estas cuatro paredes.

Cuando todo iba bien no sabía apreciar la alegría de levantarme de un salto, y de abrir las cortinas para que penetrara la luz a raudales en mi habitación.

No apreciaba la felicidad que supone ofrecerte de rodillas mi cuerpo que despertaba, mis ojos, mis brazos, mis pies, todos mis músculos, y prepararme a una nueva jornada de trabajo.

Ha sido necesaria esta enfermedad, Señor, para hacerme comprender que la salud es un don de tu bondad y que yo era un ingrato.

Para reparar mi indiferencia de entonces, te ofrezco mi cuerpo inmovilizado, mi frente enfebrecida, mis manos inactivas, mis horas de insomnio, este largo día que me espera.

Desde ahora uno mis sufrimientos a los tuyos por las intenciones…

(Se presentan las propias intenciones)

Te presento las alegrías que me van a procurar las visitas que espero. Te agradezco todas las atenciones que van a tener conmigo, y de las que se ven privados tantos enfermos.

Te ofrezco también esos instantes en que tendré la impresión de estar un poco abandonado, mientras la vida sigue su curso a mi alrededor; has que sea entonces feliz estando solo contigo.

Concédeme en cada instante de este día fuerza para aceptar sonriendo o al menos sin rebelarme, la prueba del sufrimiento.

Que yo sea un enfermo fácil de cuidar; que yo dé buen ejemplo, con mi paciencia, mi delicadeza, mi servicialidad, aun en los momentos en que necesito los servicios de los demás.

Que yo sepa mostrarme sinceramente agradecido. Y que de esta manera me porte como discípulo tuyo, Señor Jesús, también cuando me visita la enfermedad. Amén

Para la curación física

Señor Jesús, creo que moriste por mí en la cruz, pero que aún estás vivo, compartiendo tu vida de resucitado.

Creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar, en tu Palabra y en cada uno de los que en ti creemos.

Tú eres mi Salvador, mi único Salvador y Señor de mi vida. Me rindo totalmente a tu señorío, para vivir como hijo de Dios en este mundo; libre del pecado y de la muerte.

Te doy gracias, Señor, por ser el Buen Pastor que das la vida por tus ovejas para que tengan vida y vida en abundancia.

Señor Jesús, tú tienes hoy el mismo poder que tenías en Galilea y Jerusalén para sanar a los enfermos, porque nos amas y nos quieres felices, tanto en éste como en el otro mundo.

Tú eres, Señor, la salud de los enfermos y la esperanza de los oprimidos.

Ya has tomado sobre ti todas nuestras dolencias, y por tus santas llagas hemos sido curados.

Yo me apropio, por la fe, los méritos de tu cruz y el valor de tu sangre preciosa, para gozar y hacer míos los frutos de tu muerte y resurrección.

Hoy, Señor, te presento todas mis enfermedades, y te pido que me sanes, porque tú eres el mismo ayer, hoy y siempre, y tu mano me alcanza hasta el momento y situación en que me encuentro…

Ahora, Señor, te suplico que tengas compasión de mis sufrimientos físicos, mis enfermedades corporales y el dolor que padezco a causa de ellos.

De manera especial cura la raíz que esté provocando este dolor; ya sea un trauma, una herida emocional o cualquier tipo de trastorno en el interior de mi persona.

Me pongo en tus manos de Buen Pastor, para que hagas en mí según tu plan, que es mejor que el mío.

Jesús, dame la vida en abundancia que ganaste por mí en la cruz.

Te entrego no solo mis enfermedades, sino que me presento yo mismo como enfermo, que necesita del poder de tu sangre

preciosa para ser sanado en todas las áreas de mi persona y de mi vida.

Tú me prometiste, Jesús, que pidiéramos en tu nombre al Padre, nos escucharía.

Confiado en tu promesa y animado por tu Palabra, te pido, Padre en el nombre de Jesús, la sanación de mi cuerpo que sufre.

Y que esta curación sirva para que mi fe crezca y me abra a las maravillas de tu amor, para que también sea testigo de tu poder y de tu compasión.

Jesús, por el poder de tus santas llagas, por tu santa cruz y por tu preciosa sangre, sáname y sana este santuario de tu Espíritu Santo, que es mi cuerpo.

Por la gloria del Padre del cielo, sana a los enfermos de mi familia y a mis amigos.

Haz que crezca en la fe y la esperanza para que tu reino se siga extendiendo más y más a través de los signos y prodigios de tu amor.

Te lo pido por intercesión de María Santísima, tu madre, que estaba presente en la cruz y fue la primera en contemplar tus santas llagas.

Estoy tan seguro de tu amor, que aun antes de conocer el resultado de mi oración, en fe, te digo: gracias, Señor, por lo que tú vas a hacer en mí y en cada uno de los enfermos que te he presentado.

Declaro en la fe que tu amor me está sanando, pues tienes todo poder en el cielo y en la tierra.

Te alabo y te bendigo, Señor Jesús.

Amén.

P. Tardif

Para la sanación interior

Gracias, Padre porque a la luz del Espíritu comprendemos que Jesús es el Buen Pastor que ha venido para que tengamos vida, y la tengamos en abundancia.

Hoy, Padre, me quiero presentar delante de ti como tu hijo necesitado.

Tú me llamas por mi nombre y conoces mi corazón con sus heridas y traumas. Tú sabes todo lo que he querido alcanzar y no he logrado, así como también lo que hice o me hicieron, lastimándome y dejándome heridas en mi mente y en mi corazón.

Tú conoces mis limitaciones, mis errores y mi fragilidad.

Sabes cuándo y cómo me humillaron, me rechazaron o ignoraron; otros traicionaron mi confianza, dejando profundas heridas de desconfianza, miedo e inseguridad en mi vida.

Me siento lastimado porque algunos jugaron conmigo y me usaron para sus beneficios personales.

A veces no fui amado y otras fui amado con un amor deformado.

Estas heridas causaron en mí una coraza de insensibilidad para defenderme de otros dardos, pero también me dejaron débil e inseguro. En ocasiones soy tan agresivo, y en otras sometido a la voluntad de los demás o esclavo de vicios o actitudes

enfermizas en mis relaciones, porque estoy herido por otras personas y por mí mismo.

Hoy, Padre, te pido que, por el amor que le tienes a tu Hijo Jesucristo, derrames tu Santo Espíritu sobre mí, para que el calor de su amor sanador penetre en lo más íntimo de mi corazón y me haga criatura nueva, a la imagen y semejanza de tu Hijo.

Tú que sanas los corazones destrozados y vendas las heridas sana aquí y ahora mi alma, mi mente, mi memoria y todo mi interior.

Entra en mí, Señor Jesús, como entraste en aquella casa donde estaban tus discípulos llenos de miedo, y les dijiste: “La paz esté con ustedes”. Dame tu paz.

Te pido paz en mi familia, pero también paz en mis sentimientos descontrolados, paz en mis afectos desordenados y paz en mis pensamientos negativos que me atormentan.

Libera mi corazón, pero aún más, dame un corazón nuevo; generoso, afable y bondadoso. Renueva mi corazón.

Necesito una nueva efusión de Espíritu Santo que transforme todas las cosas y me configure a imagen y semejanza de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Haz brotar en mí los frutos de la presencia del Espíritu para que viva feliz, con la alegría de dar, más que de recibir.

Enséñame, Señor, a encontrar el aspecto positivo de todo cuanto he sufrido, para que no viva resentido con mi pasado, sino que te alabe y te bendiga, porque si no todo es bueno, ciertamente todo sirve para bien de los que te aman.

Señor Jesús, todo lo que he vivido o sufrido pasó por tu trono de amor y sabiduría y lo entrego para que me hagas criatura nueva, con un corazón renovado que ame y sienta como tú, que piense como tú con una nueva mente.

Transforma la alegría de la esperanza. Te doy gracias, Padre, por lo que estás haciendo hoy en mi vida, tocando las raíces de mis motivaciones y purificando mis intenciones.

En tu nombre, Señor Jesús, perdono a todos quienes me han ofendido y al mismo tiempo pido perdón a todo aquel que yo herí o lastimé.

Sí Jesús, que tu Padre responda a mis plegarias cuando las hago en tu nombre, confiando no en mis méritos, sino sólo en tu sangre preciosa.

Te lo estoy pidiendo con María, la que estaba en las bodas de Caná cuando no había vino a tú respondiste a su deseo, transformando el agua en vino.

Te doy gracias de todo corazón porque tú me sanas, me liberas, rompes las cadenas de la esclavitud y me das la libertad.

Gracias, Señor Jesús, porque soy templo de tú Espíritu y ese templo no se puede destruir, porque es la Casa de Dios.

Te doy gracias, Espíritu Santo, por la fe expectante que me has dado y que me permite estar seguro de que Jesús cumple sus promesas.

¡Qué grande eres, Señor Dios, Trino y Uno!

¡Bendito y alabado seas, Señor! Amén.

P. Tardif

Señor escucha nuestros corazones

Te suplico, Señor

Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos. Haz caso de mis gritos de auxilio, mi Rey y mi Dios.

A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz, por la mañana te expongo mi causa y me quedo aguardando. Señor, guíame con tu justicia, porque tengo enemigos: alláname tu camino.

Que se alegren los que acogen a ti, con júbilo eterno; protégelos para que se llenen de gozo los que aman tu nombre.

Porque tú, Señor. Bendices al justo, y como un escudo lo rodea tu favor.

Salmo 5

Señor de misericordia

Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo, salva a tu servidor que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti; porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan.

Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica.

Salmo 85

Todo lo que pidan

Yo haré todo lo que ustedes pidan en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi nombre, yo lo haré.

Juan 14, 13-14

También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.

Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se les abrirá. ¿Hay algún padre entre ustedes que dé a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquello que se lo pidan!

Lucas 11, 9-13

Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios e mi nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.

Marcos 16, 17-18

Letanías de liberación

Cristo Hijo de Dios vivo. Ten piedad de nosotros

Tú que por nosotros fuiste tentado por el diablo. Ten piedad de nosotros

Tú que liberaste a los atormentados por espíritus inmundos. Ten piedad de nosotros

Tú que diste a tus discípulos el poder sobre los demonios. Ten piedad de nosotros

Tú que estás sentado a la derecha del Padre intercediendo por nosotros. Ten piedad de nosotros

Tú que vendrás a juzgar a vivos y muertos. Ten piedad de nosotros

Nosotros que somos pecadores. Te rogamos óyenos

Para que nos perdones. Te rogamos óyenos

Para que seas indulgente. Te rogamos óyenos

Para que nos fortalezcas y asistas en tu servicio santo. Te rogamos óyenos

Para que eleves nuestros deseos a las cosas celestiales. Te rogamos óyenos

Para que hagas que tu santa Iglesia te sirva con segura libertad. Te rogamos óyenos

Para que concedas paz y concordia a todos los pueblos de la tierra. Te rogamos óyenos

Para que nos escuches. Te rogamos óyenos

De la angustia, la tristeza y las obsesiones. Nosotros te rogamos, líbranos, Señor

Del odio, la fornicación y la envidia. Nosotros te rogamos, líbranos, Señor

De los pensamientos de celos, de rabia y de muerte. Nosotros te rogamos, líbranos, Señor

De todo pensamiento de suicidio y de aborto. Nosotros te rogamos, líbranos, Señor

De toda forma de desorden en la sexualidad. Nosotros te rogamos, líbranos, Señor

De la división de la familia, de toda amistad mala. Nosotros te rogamos, líbranos, Señor

Oración

Oh Dios, que te complaces en la misericordia y el perdón: acoge nuestras peticiones y que tu infinita misericordia seamos liberados por tu piedad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

Oración para el recuentro con Dios

Señor Dios, apiádate de mí, que, a causa de muchas insidias, me he perdido, sálvame de la mano de mis enemigos y ven a buscarme si estoy perdido, acógeme cuando me encuentres y no me abandones, así podré agradarte por siempre, porque sé que me has redimido con tu fuerza. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

Oración de protección

Dios todopoderoso, que das cobijo a los afligidos en tu casa y conduces a los cautivos a la prosperidad, mira mi aflicción y ven en mi auxilio; derrota al enemigo malvado, para que, una vez vencida la acción del adversario, la libertad me conduzca a la paz, de modo que restablecido en la piedad serena, proclame

que eres admirable tú que diste fuerza a tu pueblo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

Oración en el sufrimiento

Te ofrezco corazón divino de Jesús, y por medio del inmaculado Corazón de María, Madre de la Iglesia, en unión al sacrificio eucarístico, mis oraciones y acciones, alegrías y sufrimientos de este día: en reparación de mis pecados y por la salvación de todos los hombres, en la gracia del Espíritu Santo, para gloria de Dios Padre.

Oración de acción de gracias por la felicidad

Señor, estoy contento, porque me amas a pesar de mi indignidad.

Señor, estoy alegre, porque te amo a pesar de mis miserias.

Señor, soy feliz, porque puedo a veces hacerte amar a los demás a pesar de mi ineptitud.

Señor, estoy contento, porque puedo sufrir por ti.

Señor, estoy alegre, porque estás presente en la Eucaristía.

Señor, estoy feliz, porque eres mi huésped divino e iluminas mi vida con tu luz.

Señor, estoy contento, porque eres mi fortaleza en los desfallecimientos.

Señor, estoy feliz, porque eres mi luz en las oscuridades del camino.

Señor, estoy alegre, porque eres mi consuelo en las angustias.

Señor, estoy contento, porque eres mi riqueza en mi pobreza.

Señor, estoy alegre, porque me has pedido mucho y me has dado mucho más.

Señor, soy feliz, porque eres mi Padre, mi hermano, mi amigo, mi salvador, la vida de mi vida, porque eres mi todo.

Señor, estoy contento, porque eres la belleza, la bondad, el camino, la verdad y la vida.

Señor estoy alegre, porque eres la felicidad eterna de los seres queridos que he perdido ya.

Señor, estoy feliz, porque creo que la muerte es solo un “hasta luego”.

Señor, te agradezco, por la creación y los hombres, que son el reflejo de tu perfecta bondad.

Señor, te agradezco los beneficios interminables que me das la creación eterna, los bienes que me has dado y ya no tengo, lo que todavía poseo y los que espero de tu misericordia infinita en este mundo y en el otro para mí. Amén.

Oración ante la adversidad

Oh, salvador paciente, tú aceptaste como voluntad de tu Padre celestial el amargo cáliz de tu pasión y de tu muerte.

Escucha mi lamento, haz que tu ejemplo me anime a soportar mis sufrimientos como una porción de tu resignación.

Que la paciencia con que yo soporto mis dolorosos momentos exprese la profundidad de mi amor hacia ti, mi Cristo crucificado. Amén

Dios fuente de la vida

Oh Dios omnipotente, fuente de vida y remedio de todo mal, dame la seguridad de tu presencia para que pueda confiar solo en ti.

Para que, cubierto por tu amor y tu poder, pueda recibir la sanación y la salvación, según tu divina voluntad.

En todos mis dolores, tú solo eres mi fortaleza. Gracias, Señor, por estar conmigo. Amén.

Mis hermanos enfermos y yo

Señor Jesús mío, dejando de pensar solo en mí, en mis dolores y cansancios; he descubierto el mundo extenso de todos los que hoy, en una u otra medida, sufren a causa de alguna enfermedad; en sus casas u hospitales, solos o acompañados; con la fe como fuerza o debilitados interiormente por la ausencia de Dios.

Señor, hoy quiero pedirte por ellos. Quiero decirte que, ahora con tu amistad, he comenzado a descubrir el lazo misterioso de amor que me une a todos los hombres; pero de una manera muy especial a los enfermos.

En ese lazo misterioso de unión estás tú, tu dolor, tu pasión, tu muerte. Y también tu Resurrección.

Mis hermanos enfermos y yo enfermo estamos unidos a ti, a tu dolor, a tu amor, a tu misericordia.

Por eso comienzo a entender que, por ti, el sufrimiento tiene un nuevo sentido: compartimos el dolor contigo.

Te pido por mis hermanos enfermos: dales fuerza y fe, paciencia y esperanza. Que encuentren el cariño y la atención de los suyos.

Que descubran el valor de sufrir unidos a ti. Que no los atrape la soledad, que descubran los signos de la misericordia y te descubran como amigo, apóstol y maestro del dolor. Amén

Para la paz del corazón

Señor, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para las que sí pedo y sabiduría para conocer la diferencia viviendo cada día con serenidad, disfrutando cada momento con calma, aceptando las penalidades como sendero que conduce a la paz, acogiendo, como lo hiciste tú, este mundo pecador tal como es, no como me gustaría que fuera.

Confiando que tú, Señor, enderezarás todas las cosas si me someto a tu voluntad, para que pueda ser razonable feliz en esta vida y plenamente dichoso con Él para siempre en la otra. Amén

Señor ayúdame a comprender

Señor Jesús, sé que me amas y tu amor por mí te llevó a padecer las espinas, los clavos y la cruz, hasta el calvario.

Ayúdame a comprender que mi sufrimiento es mi cruz, que mi lecho es mi calvario.

Dame la paz con tu amor; guíame hasta que logre comprender que en cada cruz está oculta tu gracia.

Con tu santa ayuda acepto con alegría este sufrimiento y todas las adversidades de cada día como medio para expresar mi amor; como medio para decirte “gracias”. Amén

Para obtener la salud

¡Espíritu Santo, creador y renovador de todas las cosas, vida de mi vida! Te adoro, te doy gracias y te amo en unión con María Santísima.

Tú que das la vida y vivificas todo el universo, consérvame en buena salud; líbrame de las enfermedades que la amenazan y de todos los males que la acosan.

Con la ayuda de tu gracia, prometo usar siempre mis fuerzas para mayor gloria tuya, para mi propio bien y para el servicio de mis hermanos.

Te ruego también que ilumines con tus dones de ciencia y de inteligencia a los médicos y a quienes cuidan a los enfermos, para que conozcan las verdaderas causas de las enfermedades que amenazan la vida, y pueden descubrir y aplicar los remedios más eficaces para defenderla y sanarla.

¡Virgen Santísima, Madre de la vida y salud de los enfermos!, a ti confío mi humilde oración. Dígnate, Madre de Dios y Madre nuestra, acompañarla con tu poderosa intercesión. Amén

Oración de sanación del rencor y la envidia

Señor Jesús, tú has enviado a curar los corazones heridos y atribulados,, te ruego que cures los traumas que provocan turbaciones en mi corazón; te ruego, en especial, que cures aquellos que son causa de pecado.

Te pido que entres en mi vida, que me cures de los traumas psíquicos que me han afectado en tierna edad y de las heridas que han provocado a los largo de toda mi vida. Señor Jesús, tú

conoces mis problemas. Los pongo todos en tu corazón de Buen Pastor. Te ruego, en virtud de aquella gran llaga abierta en tu corazón, que cures las pequeñas heridas que hay en el mío. Cura las heridas de mis recuerdos, a gin de que nada de cuanto me ha acaecido, me haga permanecer en el dolor, en la angustia, en la preocupación.

Cura, Señor, todas esas heridas íntimas que son causa de enfermedades físicas. Yo te ofrezco mi corazón, acéptalo, Señor, purifícalo y dame los sentimientos de tu corazón divino. Ayúdame a ser humilde y benigno. Concédeme, Señor, la curación del dolor que me oprime por la muerte de las personas queridas. Haz que pueda recuperar la paz y la alegría por la cereza de que tú eres la resurrección y la vida.

Hazme testigo auténtico de tu Resurrección, de tu victoria sobre el pecado y la muerte, de tu presencia viviente entre nosotros. ¡Amén!

Oración para sanar la depresión

Señor siento el desierto en mi corazón. Las cargas son muchas y ya no tengo fuerzas. Señor, sopla sobre mí, infúndeme tu Santo Espíritu y llévate esta depresión que me consume por dentro.

Aleja de mi todo espíritu de tristeza, de angustia, de agobio, de cansancio. Aleja todo espíritu de soledad, de falta de constancia.

Señor dame una señal que me escuchas. Tú sabes Señor que te amo pero hay veces que me cuesta reconocerlo. Tengo un aguijón, como Pablo clavado en mi corazón que me hace débil.

Pero sé Señor, que tú me levantarás de mis debilidades, que tú me sanarás, que alejarás todo tipo de espíritu que quiere

enfermarme y alejarme de ti. Dame la fortaleza de tu Santo Espíritu, ilumíname con tu Palabra, hazme salir de esta prisión que me ahoga, que me asfixia.

Señor bendíceme, sáname. Señor, tú que has sanado a los leprosos, a los paralíticos, a los ciegos, sáname. Por eso yo te digo, Jesús hijo de David, ¡ten piedad de mí!

Levántame de esta oscuridad, dame tu luz, dame tu misericordia, perdona mis pecados y los de mis ancestros. Libérame de toda depresión que pudieran haber heredado de mis antepasados.

Pasa sanando todo momento traumático de mi nacimiento, de mis primeros años de vida. Sana las etapas de mi vida. Enséñame a perdonar y a perdonarme. Llena mis espacios vacíos de amor con tu amor y tu misericordia. Llévate este aliento de muerte y hazme resucitar como a Lázaro. Quítame las vendas de la tristeza. Llévatela, no las quiero.

Dame el don de la alegría, dame el don de la fe. Lléname con tu Espíritu, Señor. Amén

Oración de sanación por un niño enfermo

“fue, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había en Cafarnaúm un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a él y le rogó que descendiera y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir.

Entonces Jesús le dijo: si no ven señales y prodigios, son incapaces de creer. El oficial del rey le dijo: “Señor, desciende antes que mi hijo muera”. Jesús le dio: “Vete, tu hijo vive”. El hombre creyó en la palabra de Jesús y se fue.

Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirlo, y le dijeron: “Tu hijo vive”. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a mejorar. Le dijeron: “Ayer, a la hora séptima, se le pasó la fiebre. El padre entendió, que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: “Tu hijo vive”. Y creyó él con toda su casa. (Jn 4, 46-53)

(un momento de silencio para que la Palabra de Dios con su poder penetre en tu corazón y te sientas movido a un acto de fe: Dios puede hacerlo otra vez)

Oración.

Amado Señor, tú conoces el corazón de tus hijos, y no te quedas indiferente ante el pobre que te suplica. Tú sabes que nos preocupa el bienestar de nuestros niños, tú comprendes la preocupación de los papás ante la enfermedad de alguno de sus hijos. Vengo hoy, como el funcionario real del Evangelio, a pedirte que desciendas y sanes a nuestro niño/a (hombre con fe al niño/a enfermo por quien se está orando de manera especial y el mal que lo aqueja)

Ahora, señor, a ti que quieres que tengamos vida en abundancia, te pido que por el poder del misterio de tu infancia y de tu vida oculta en el hogar de Nazaret, sanes al niño/a quien tú conoces y amas. Cuida de su cuerpo y de su alma. Pasa tu mano sanadora sobre él para que sienta tu alivio, tus cuidados y se restablezca prontamente, según tu voluntad.

Oración de sanación física

Mi Dios, yo te amo, te alabo y te bendigo.

Te bendigo y te doy gracias. Y te suplico, amado mío, que por los méritos de tu pasión, de tu muerte y de tu cruz, te dignes, con tu poder, tocar y sanar a todos los que sufrimos, a todos los que estamos enfermos y necesitamos tu sanación.

Que con el poder santísimo de tus cinco llagas, de tu preciosa Sangre, de tu costado abierto, de tu ley creativa, de tu ternura infinita, órdenes en mí la sanación.

Te doy gracias, Jesús por tu bondad y misericordia, pues tu poder y tu luz han iniciado ya mi sanación. Yo sé que tu bendición no ha entrado en el vacío; sé que has obrado maravillas para mi cuerpo y espíritu.

Gracias por lo que estás haciendo y harás. Te alabo, te bendigo y te doy gracias, mi Dios, mi todo, mi amado hermano, mi salvador. Bendito seas, alabado seas ahora y por siempre. Amén

Oración a María Santísima por la salud de los enfermos

Oh Virgen María, salud de los enfermos, que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo, participando íntimamente de sus dolores, acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de él, para que las semillas esparcidas sigan produciendo frutos abundantes en los años venideros.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia ti. Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto, plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones, para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.

Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro sí, seguros de que Dos sabe sacar de todo mal un bien más grande

Virgen Inmaculada, haz que los frutos sean para nosotros y para nuestros seres queridos, prenda de un renovado empuje en la vida cristiana, para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado encontremos la abundancia de la misericordia de Dios y la alegría sin fin del Cielo. Amén

Oración de la medalla de San Benito

La Santa Cruz sea mi luz. No sea el demonio mi guía, retírate satanás, no me aconsejes cosas vanas. Son malas las cosas que brindas, bebe tú ese veneno.

Oración del enfermo

San Juan Pablo II

Señor, Tú conoces mi vida y sabes mi dolor, Haz visto mis ojos llorar, Mi rostro entristecerse, Mi cuerpo lleno de dolencias Y mi alma traspasada por la angustia. Lo mismo que te pasó a ti Cuando, camino de la cruz, Todos te abandonaron Hazme comprender tus sufrimientos Y con ellos el Amor que Tu nos tienes. Y que yo también aprenda Que uniendo mis dolores a Tus Dolores Tienen un valor redentor por mis hermanos.

Ayúdame a sufrir con Amor, Hasta con alegría. Sí no es ¨posible que pase de mi este cáliz¨. Te pido por todos los que sufren: Por los enfermos como yo Por los pobres, los abandonados, los desvalidos, los que no tienen cariño ni comprensión y se sienten solos.

Señor: Sé que también el dolor lo permites Tú Para mayor bien de los que te amamos. Haz que estas dolencias que me aquejan, Me purifiquen, me hagan más humano, Me transformen y me acerque más a Ti.

Amén.

Bendición de la Iglesia para los enfermos

Señor, tú que llevaste nuestras enfermedades y soportaste nuestros dolores, ten piedad de nosotros.

Cristo, tú que sentiste compasión de la multitud y pasaste por la tierra haciendo el bien y curando a los enfermos, ten piedad de nosotros.

Señor, tú que enviaste a tus apóstoles a imponer las manos sobre los enfermos, ten piedad de nosotros.

El Señor Jesucristo esté contigo para protegerte. Esté adelante para conducir y atrás para guardarte.

Mire por ti, te conserve y te bendiga.

Dios Padre te dé su bendición. Amén

Dios Hijo te conceda la salud. Amén

El Espíritu Santo te ilumine. Amén

Guarde y salve tu vida. Amén

Llene de luz tu corazón y te lleve a la vida eterna. Amén

ORACIONES POR LOS ENFERMOS EN DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS

Por un enfermo: para que se reintegre a su trabajo

Te rogamos, Redentor nuestro, que por la gracia del Espíritu Santo cures el dolor de este enfermo, sanes sus heridas, perdones sus pecados, ahuyentes todo sufrimiento de su cuerpo y de su alma y le devuelvas la salud espiritual y corporal; para que, restablecido por tu misericordia, se incorpore de nuevo a los quehaceres de su vida. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/. Amén.

Por un enfermo: para que Dios lo reconforte

Señor Jesucristo, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos quisiste asumir nuestra condición humana; mira con piedad a N., que está enfermo (a) y necesita ser curado (a) en el cuerpo y en el espíritu.

Reconfórtalo (a) con tu poder para que levante su ánimo y pueda superar todos sus males, y ya que has querido asociarlo (a) a tu Pasión redentora, haz que confíe en la eficacia de su dolor para la salvación del mundo.

Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/. Amén.

Por todos los enfermos

Te confiamos, Señor, los enfermos, los niños que sufren, los hombres y mujeres incapaces de trabajar, los ancianos cuyas fuerzas declinan, y también los agonizantes. Dales tu luz y tú fuerza, para que su sufrimiento tenga en la fe un sentido y puedan confiarse a ti.

Líbralos de sus males por tu misericordia. Ten piedad de los que sufren desequilibrio nervioso y haz brillar tu luz en medio de su desvarío.

R/. Amén.

Por un familiar enfermo

Señor, ya ves nuestra situación. Estamos tristes porque un ser querido está enfermo de gravedad. Te pedimos por él, por todos los que sufren a su alrededor.

Pero queremos vencer nuestro egoísmo y orar por todos los enfermos del mundo.

Por los enfermos de todos los hospitales, admirablemente atendidos, pero que padecen solos, separados de sus familias.

Por todos los operados, cuyo dolor les resulta intolerable al despertar.

Por los niños enfermos condenados a arrastrar toda la vida un cuerpo lacerado.

Por todos los ancianos tenidos por incurables y tratados como tales.

Quisiéramos ser su portavoz cerca de ti, ofrecerte su sufrimiento e implorar tu misericordia por sus impaciencias, rebeldías, blasfemias y cobardías ante la vida.

Ayúdanos a hacernos cargo de su Asistencia. A ser útiles en la medida en que todavía podemos valemos, a aprovechar nuestras

posibilidades humanas en favor de los demás. Enséñanos a todos a cumplir tu voluntad.

Oración por la madre enferma

Señor, mamá está enferma; no puede ocuparse de nosotros como antes.

Tú sabes lo necesaria que te era en Nazaret la Santísima Virgen. ¡Por el amor que tenías a tu Madre, devuélveme la mía, Señor!

Pero si juzgas que ella puede ayudarnos más con sus sufrimientos que con la habilidad de sus manos, ¡hágase tu voluntad, Señor!

Consérvale su ánimo y que esta prueba la santifique más aún.

Dame delicadeza para que yo evite lo que puede contrariarla y que le ayude, lo mejor que pueda, en las ocupaciones de la casa.

(Tú mismo podrás componer fácilmente una oración por tu padre).

Oración por un niño enfermo

Señor, tú invitaste a los niños a venir hacia ti para poder poner tus manos sobre ellos y para bendecirlos. Te suplicamos que extiendas ahora tu mano sobre este niño para aliviar su dolor, para librarlo de todas sus dolencias.

Que tu misericordia le devuelva la salud del cuerpo y del alma, a fin de que, con corazón agradecido, pueda siempre amarte y servir siempre a su prójimo.

Te lo pedimos a ti, que nos amas y vives por los siglos de los siglos. R/. Amén.

Oración por los moribundos

Oh Dios, lleno de poder y de amor, que, al decretar la muerte, le abriste al hombre con tu misericordia las puertas de la vida eterna; mira con piedad a tu hijo (a) que lucha en agonía, para que, asociado (a) a la pasión de Cristo y sellado con su Sangre, pueda llegar a tu presencia limpio (a) de todo pecado.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIONES PARA QUIENES ASISTEN A LOS ENFERMOS

Oración de la enfermera

Señor Jesucristo, fuente de santidad y de salud. Permanece conmigo hoy y siempre, mientras esté con los enfermos confiados a mis cui-dados.

Pon tu mano sobre mi cabeza para que toda mi fortaleza venga de Ti y sirva sólo para tu gloria.

Haz que yo te encuentre en todos aquellos a quienes curo sus heridas y sufrimientos; haz que yo te sirva en todos aquellos a quienes fortalezco y doy una esperanza; da a mis fatigas y a los padecimientos de mis hermanos, un lugar en tu pasión a fin de que completemos lo que falta al dolor por el cual Tú has santificado al mundo y salvado nuestras almas.

No permitas que lo humano que hay en mí perjudique la obra divina que me has encomendado.

Guárdame silenciosa para que hable con paciencia y con piedad; permanece conmigo en todas mis relaciones con aquellos cuyos cuerpos cuido, a fin de que un día sus almas sean conmovidas por tu amor y la mía sea salva por el amor que les tengo. Y

cuando en fin, Señor Jesús, mi trabajo haya terminado y se acerque la hora de mi muerte, concédeme un sitio entre tus ángeles, cerca de tu Santísima Madre, Salud de los Enfermos, Esperanza de los moribundos, y Fortaleza de todos los que te sirven. Amén.

La oración del médico católico

(Álvaro Jiménez Cadena S.J.)

Gracias, Señor, ¡por haberme hecho médico!

Concédeme que yo nunca traicione mi profesión altísima.

Gracias, Señor, por haberme confiado la noble misión de colaborar contigo en la defensa de la vida humana.

Nunca mancillaré mis manos atentando contra la criatura no-nacida; ni mancharé mi conciencia usurpando tus derechos inalienables, como Señor único de la vida.

Gracias, Señor, por los conocimientos científicos de que me has hecho partícipe.

Que no perjudique yo a ningún paciente, por mi ignorancia culpable.

Gracias, Señor, por la estima y el respeto que me tributan mis con-ciudadanos, y por la confianza que depositan en mí tantas personas.

Que jamás me aproveche yo de mi prestigio, para explotar a los demás, ni para abusar nunca de su buena fe.

Gracias, Señor, por los luminosos testimonios de generoso altruismo con que has ennoblecido mi profesión, y que en

algunos casos han llegado hasta el heroísmo supremo del sacrificio propio para salvar al hermano.

Señor, que en este mundo moderno, yo sea un valiente testigo tuyo, por mi fe en Ti, por mi intachable ética profesional, por mi compromiso cotidiano de creer, de esperar y de amar.

Quiero renovarte hoy el juramento de mi profesión:

"Me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la humanidad... Practicaré mi profesión con conciencia y dignidad. Mi primera preocupación será la salud de mi paciente... Mantendré el máximo respeto por la vida humana desde el momento de su concepción".

Oración a Jesucristo médico

(Álvaro Jiménez Cadena, S.J.)

Señor Jesús, tú pasaste por la vida haciendo el bien y sanando a los enfermos.

Ante la bondad de tu corazón y el poderío de tu voz, los cojos caminaban, los sordos volvían a escuchar, los ciegos admiraban de nuevo la luz del sol, los mudos recobraban el don de la palabra, la piel de los leprosos quedaba limpia y fresca como la piel de un niño... Tu poder y tu bondad llamaban a los muertos y ellos volvían a la vida, desde el lecho mortuorio, o desde el ataúd, o de lo hondo del sepulcro... Tú, Señor, eres ¡la resurrección y la vida!

Concédeme también a mí pasar, como tú, por la vida haciendo el bien a mi alrededor, defendiendo el don precioso de la vida humana y tutelando la salud. Que mi vida profesional sea, como

la tuya, una encarnación "de los valores de amor, de bondad, de alegría, de justicia, de paz, a los que aspira el corazón humano (Juan Pablo II). Señor, que yo gaste mis energías propias para defender la vida y la salud ajenas, para restablecer su normal eficiencia y para promover su pleno desarrollo. Amén.

SALMOS DE ACCIÓN DE GRACIAS

Salmo 30 (29)

Alabanzas de gratitud al Señor

Señor, yo te alabo porque tú me libertaste, porque no has permitido que mis enemigos no se burlen de mí.

Señor, mi Dios, te pedí ayuda, y me sanaste;

Tú, Señor, me salvaste de la muerte; me diste vida, me libraste de morir. "ustedes, fieles del Señor, ¡cántenle himnos!, ¡alaben su santo nombre!

Porque su enojo dura un momento, pero su buena voluntad, toda la vida. Si lloramos por la noche, por la mañana tendremos alegría.

Yo me sentí seguro, y pensé: "Nada me hará caer jamás". Tú, Señor, en tu bondad me afirmaste en lugar seguro. Pero, me negaste tu ayuda y el miedo me dejó confundido.

A ti, Señor, clamo; a ti, Señor, suplico: ¿qué se gana con que yo muera, con que sea llevado al sepulcro? ¡El polvo no puede alabarte ni hablar de tu fidelidad!

Señor, óyeme y ten compasión de mí; Señor, ¡ayúdame! "Has cambiado en danzas mis lamentos me has quitado el luto y me has vestido de fiesta.

Por eso, Señor y Dios, no puedo quedarme en silencio: ¡te cantaré himnos de alabanza y siempre te daré gracias!

Salmo 116(114-115)

Oración de gratitud

Amo al Señor porque ha escuchado mis súplicas, porque me ha prestado atención ¡Toda mi vida le invocaré! La muerte me enredó en sus lazos, la angustia del sepulcro me alcanzó y me hallé preso del miedo y del dolor. "Entonces invoqué el nombre del Señor y le rogué que me salvara la vida. EI Señor es justo y compasivo nuestro Dios es todo ternura. EI Señor cuida de los sencillos. Cuando yo estaba sin fuerzas me salvó. Ahora sí, puedo volver a sentirme tranquilo.

Porque el Señor ha sido bueno conmigo, porque me ha librado de la muerte, porque me ha librado de llorar y de caer. Seré obediente al Señor en el mundo de los que viven. Yo tenía fe, a pesar de que decía que era grande mi aflicción. "Desesperado, afirmé que todo hombre es mentiroso. ¿Cómo podré pagar al Señor todo el bien que me ha hecho? ,Levantaré la copa de la salvación ¡e invocaré su nombre! '"Cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo. Mucho le cuesta al Señor ver morir a los que le aman. ¡Oh Señor, yo soy tu siervo! ¡Yo soy el hijo de tu sierva! Tú has roto los lazos que me ataban. ,En gratitud, te ofreceré sacrificios,

He invocaré, Señor, tu nombre. 18Cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo, 19en los atrios del templo del Señor ¡en medio de ti, Jerusalén! ¡Alabado sea el Señor!

CÁNTICO DE LAS CRIATURAS

(san Francisco de Asís)

Altísimo, omnipotente, buen Señor, tuyos son los loores, la gloria, el honor y toda bendición. A ti sólo, Altísimo, convienen y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas, especialmente el hermano sol, el cual hace el día y nos da la luz.

Y es bello y radiante con grande esplendor; de ti, Altísimo, lleva significación.

Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas; en el cielo las has formado claras, y preciosas, y bellas.

Loado seas mi Señor, por el hermano viento, por el aire, y nublado, y sereno, y todo tiempo, por el cual a tus criaturas das sustentamiento.

Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil, y humilde, y preciosa, y casta.

Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego con el cual alumbras la noche, y es bello, y jocundo, y robusto, y fuerte.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana madre tierra la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Loado seas, mi Señor, por quienes perdonan por tu amor y soportan enfermedad y tribulación.

Bienaventurados los que las sufren en paz, pues de ti, Altísimo, coronados serán.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar; ¡ay de aquellos que mueran en pecado mortal!

Bienaventurados aquellos que acertaren a cumplir tu santísima voluntad, pues la muerte segunda no les hará mal.

Loen y bendigan a mi Señor y denle gracias y sírvanle con gran humildad.

Invocaciones a la Trinidad

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Solo a Dios honor y gloria.

Bendigamos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo; sea alabado y ensalzado por los siglos de los siglos.

Te invocamos, te alabamos, te adoramos, oh santa Trinidad. Esperanza nuestra, salvación nuestra, honor nuestro, oh sata Trinidad. Líbrame, sálvame, vivifícame, oh santa Trinidad.

Santo, santo, santo es el Señor, Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que vendrá.

A ti el honor y la fuerza, oh santa trinidad, a ti la gloria y el poder por los siglos de los siglos.

A ti la alabanza, a ti la gloria, a ti la acción de gracias por los siglos de los siglos, oh santa Trinidad.

Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, ten piedad de mí.

Invocaciones a Nuestro Señor Jesucristo

Jesús, Hijo de Dios vivo, ten piedad de mí

Jesús, imagen del Padre, ten piedad de mí

Jesús, Sabiduría eterna, ten piedad de mí

Jesús, resplandor dela luz eterna, ten piedad de mí

Jesús, Palabra de vida, ten piedad de mí

Jesús, Hijo de la Virgen María, ten piedad de mí

Jesús, Dios y hombre, ten piedad de mí

Jesús, Sumo sacerdote, ten piedad de mí

Jesús, heraldo del reino de Dios, ten piedad de mí

Jesús, camino, verdad y vida, ten piedad de mí

Jesús, pan de vida, ten piedad de mí

Jesús, vid verdadera, ten piedad de mí

Jesús, hermano de los pobres, ten piedad de mí

Jesús amigo de los pecadores, ten piedad de mí

Jesús, médico del alma y del cuerpo, ten piedad de mí

Jesús, salvación de los oprimidos, ten piedad de mí

Jesús descanso de los abandonados, ten piedad de mí

Tú que viniste a este mundo, ten piedad de mí

Tú que libraste a los oprimidos por el diablo, ten piedad de mí

Tú que estuviste colgado en la cruz, ten piedad de mí

Tú que aceptaste la muerte por nosotros, ten piedad de mí

Tú que yaciste en el sepulcro, ten piedad de mí

Tú que descendiste a los infiernos, ten piedad de mí

Tú que resucitaste de entre los muertos, ten piedad de mí

Tú que subiste a los cielos, ten piedad de mí

Tú que enviaste el Espíritu Santo sobre los Apóstoles, ten piedad de mí

Tú que te sientas a la derecha del Padre, ten piedad de mí

Tú que vendrás a juzgar a vivos y muertos, ten piedad de mí,

Por tu encarnación, líbrame, Señor

Por tu nacimiento, líbrame, Señor

Por tu bautismo y santo ayuno, líbrame, Señor

Por tu pasión y cruz, líbrame, Señor

Por tu muerte y sepultura, líbrame, Señor

Por tu santa resurrección, líbrame, Señor

Por tu admirable ascensión, líbrame, Señor

Por el envío del Espíritu Santo, líbrame, Señor

Por tu gloriosa venida líbrame, Señor

Invocaciones al crucificado

Sálvame, Cristo Salvador, por la fuerza de la Cruz, tú que salvaste a Pedro en el mar, ten piedad de mí.

Por la señal de la santa Cruz, de nuestro enemigo líbranos, Señor, Dios nuestro.

Por tu Cruz, sálvanos, oh Cristo Redentor, tú que muriendo destruiste nuestra muerte y resucitando restauraste la vida.

Tu Cruz adoramos, Señor, tu gloriosa pasión contemplamos: ten misericordia de nosotros, Tú que padeciste por nosotros.

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu Cruz has redimido al mundo.

Invocaciones a María Virgen

Consoladora de los afligidos, ruega por nosotros. Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.

Dígnate aceptar mis alabanzas, oh Virgen santa; hazme fuerte contra tus enemigos.

Madre mía, confianza mía

María, Virgen Madre de Dios, ruega a Jesús por mí

Dignísima Reina del mundo, Virgen perpetua María, intercede por nuestra paz y salvación, tú que engendraste a Cristo Señor, Salvador de todos.

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos del enemigo, y ampáranos en la hora de la muerte.

Socórreme, oh Santa Madre de Dios, en todas mis tribulaciones, angustias y necesidades, alcánzame de tu Hijo querido la liberación de todos los males y de los peligros de alma y cuerpo.

Acuérdate, Virgen María, que jamás se ha oído decir, que ni uno solo de cuantos han acudido a tu protección e implorado tu socorro haya sido desamparado por ti. Yo pecador, animado con esta confianza, acudo a ti, oh Madre, a ti vengo, ante ti me presento con dolor. No desprecies, Madre del Verbo, mis súplicas, antes bien inclina a ellas tus oídos y dígnate atenderlas favorablemente.

Invocación a san Miguel Arcángel

Arcángel san Miguel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del demonio. Pedimos suplicantes que Dios lo mantenga bajo su imperio; y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja con el poder divino, en el infierno a Satanás y los otros espíritus malignos, que andan por el mundo tratando de perder las almas. Amén.

Invocación al Espíritu Santo

Espíritu Santo, por intercesión de la Reina de Pentecostés sana mi mente de la superficialidad, de la ignorancia, el olvido, la dulzura, el prejuicio, el error y la hipocresía y concibe en mí la sabiduría, Jesucristo Verdad. Sana mi afectividad de la indiferencia, la desconfianza, las malas inclinaciones, pasiones, sentimentalismos y apegos, y concibe en mí los gustos, sentimientos e inclinaciones de Jesucristo Vida.

Sana mi voluntad de la flaqueza, la superficialidad, la inconstancia, pereza, resistencia, actitudes negativas y concibe en mí a Jesucristo Camino.

Eleva mi mente con el don de la inteligencia, mi saber con el don de la sabiduría, el conocimiento con el don de la ciencia, la prudencia con el don de consejo, la justicia con el don de la piedad, la fuerza espiritual con el don de la fortaleza, y la templanza con el temor de Dios. Amén

Invocación a Jesús Maestro

Jesús Maestro, santifica mi mente y aumenta mi fe. Jesús docente en la Iglesia, atrae a todos a tu escuela. Jesús maestro, líbrame del error, de los vanos pensamientos y de las tinieblas eternas.

Jesús, camino entre el Padre y nosotros, todo lo ofrezco y todo lo espero de ti. Jesús, Camino de santidad, hazme tu fiel imitador.

Jesús Camino, hazme perfecto como el Padre que está en los cielos. Jesús Vida, vive en mí para que yo viva en ti.

Jesús Vida, haz que yo viva eternamente el gozo de tu amor. Jesús Verdad, que yo sea luz del mundo.

Jesús Camino, que yo sea ejemplo y modelo para la humanidad. Jesús Vida, que mi presencia lleve a todas partes gracia y consuelo.

Índice

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PRESENTACIÓN

¿Qué es la sanación?

Modalidad para hacer la novena

Orientación para cada día de la novena Oración inicial Oración conclusiva Día primero Día segundo Día tercero Día cuarto Día quinto Día sexto Día séptimo Día octavo Día noveno

ORACIONES ESPECIALES

Consagración del día a Dios Para la curación física Para la sanación interior Señor escucha nuestros corazones Señor de misericordia Todo lo que pidan Letanías de liberación Oración para el recuentro con Dios Oración de protección

Oración en el sufrimiento oración de acción de gracias por la felicidad

Oración ante la adversidad Dios fuente de la vida Mis hermanos enfermos y yo Para la paz del corazón Señor ayúdame a comprender Para obtener la salud Oración de sanación del rencor y la envidia Oración para sanar la depresión Oración de sanación por un niño enfermo Oración de sanación física Oración a María Santísima por la salud de los enfermos Oración de la medalla de san Benito Oración del enfermo san Juan Pablo II Bendición de la Iglesia para los enfermos

ORACIONES POR LOS ENFERMOS EN DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS

Por un enfermo: para que se reintegre a su trabajo Por un enfermo: para que Dios lo reconforte Por todos los enfermos Por un familiar enfermo Oración por la madre enferma Oración por un niño enfermo Oración por los moribundos

ORACIONES PARA QUIENES ASISTEN A LOS ENFERMOS

Oración de la enfermera Oración del médico católico (Álvaro Jiménez Cadena S.J) Oración a Jesucristo médico (Álvaro Jiménez Cadena S.J)

ORACIONES DE AGRADECIMIENTO

Salmos de acción de gracias Oración de gratitud Cántico de las criaturas

Invocaciones

Invocaciones a la Trinidad Invocaciones a nuestro Señor Jesucristo Invocaciones al crucificado Invocaciones a María Virgen Invocaciones a san Miguel Arcángel Invocaciones al Espíritu Santo Invocación a Jesús Maestro

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