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Pensar la comunicación y construir ciudadanía. El inicio de los Presupuestos Participativos de Sevilla José Manuel MORENO DOMÍNGUEZ [email protected] Francisco SIERRA CABALLERO [email protected] INTRODUCCIÓN Una de las características más destacadas del actual proceso de globalización es la articulación de un modelo de regulación institucional basado en la explotación intensiva del espacio y en la dispersión de las actividades económicas de forma descentralizada, junto con la concentración de actividades terciarias de alta remuneración como las industrias de ocio y consumo cultural. Esta lógica de la mediación reestructura el desarrollo territorial imponiendo una distribución urbana y unas necesidades de gestión y organización de la economía de la comunicación y la cultura pensadas en función de las exigencias de valorización del capital. La planificación estratégica de las ciudades introduce de este modo un modelo de desarrollo que, trascendiendo la planificación territorial o sectorial clásica, favorece el aumento de la competitividad de la ciudad, reduciendo los efectos y el impacto social negativos a partir de una idea de la gobernabilidad y la confianza que minimiza las funciones y prerrogativas del Estado y descentraliza las actividades económicas por medio de los vínculos de dependencia con el capital global. La planificación, como intervención pública que fomenta el valor competitivo de la ciudad, pasa de ser un mecanismo de reducción de los desequilibrios y desigualdades a convertirse en una política de la institucionalización de las desigualdades entre territorios y bloques sociales, constituyéndose en expresión y motor del proceso de globalización. Se actualiza la necesidad de la planificación frente al juego del libre mercado, pero se sustituye su finalidad redistributiva por objetivos productivistas, empresariales, de revalorización y apropiación privada del capital económico de determinadas regiones (Villasante/Garrido, 2002: 130). Para que este proceso sea funcional, paralelamente a la crisis de gobernabilidad y confianza en los municipios y administraciones locales, se viene propiciando, en el contexto general de globalización económica y reestructuración de los territorios y las

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Pensar la comunicación y construir ciudadanía. El inicio de los Presupuestos Participativos de Sevilla

José Manuel MORENO DOMÍ[email protected]

Francisco SIERRA [email protected]

INTRODUCCIÓN

Una de las características más destacadas del actual proceso de globalización es

la articulación de un modelo de regulación institucional basado en la explotación

intensiva del espacio y en la dispersión de las actividades económicas de forma

descentralizada, junto con la concentración de actividades terciarias de alta

remuneración como las industrias de ocio y consumo cultural. Esta lógica de la

mediación reestructura el desarrollo territorial imponiendo una distribución urbana y

unas necesidades de gestión y organización de la economía de la comunicación y la

cultura pensadas en función de las exigencias de valorización del capital. La

planificación estratégica de las ciudades introduce de este modo un modelo de

desarrollo que, trascendiendo la planificación territorial o sectorial clásica, favorece el

aumento de la competitividad de la ciudad, reduciendo los efectos y el impacto social

negativos a partir de una idea de la gobernabilidad y la confianza que minimiza las

funciones y prerrogativas del Estado y descentraliza las actividades económicas por

medio de los vínculos de dependencia con el capital global.

La planificación, como intervención pública que fomenta el valor competitivo de la ciudad, pasa de ser un mecanismo de reducción de los desequilibrios y desigualdades a convertirse en una política de la institucionalización de las desigualdades entre territorios y bloques sociales, constituyéndose en expresión y motor del proceso de globalización. Se actualiza la necesidad de la planificación frente al juego del libre mercado, pero se sustituye su finalidad redistributiva por objetivos productivistas, empresariales, de revalorización y apropiación privada del capital económico de determinadas regiones (Villasante/Garrido, 2002: 130).

Para que este proceso sea funcional, paralelamente a la crisis de gobernabilidad

y confianza en los municipios y administraciones locales, se viene propiciando, en el

contexto general de globalización económica y reestructuración de los territorios y las

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culturas autóctonas, la puesta en marcha de diversas iniciativas de participación y

regeneración democrática:

A nivel de la gestión pública, y con el objeto de propender a una re-legitimación de sus acciones, los gobiernos a nivel nacional y local están implementando algunas instancias para institucionalizar la intervención de la población en la opinión, control y evaluación de la gestión (…) Intentando aplicar la noción anglosajona de “accountability” (u obligación de rendir cuentas de los actos públicos, y de asumir responsabilidades ante los ciudadanos), en diversas áreas de trabajo de la administración pública se evalúa la posibilidad de convocar a ruedas de consultas, audiencias públicas, planificaciones participativas con la comunidad-objeto del plan, constitución de comités interáreas, etc. . . . (Rossi, 2000: 12).

En estas experiencias, el rol de la comunicación es la de promocionar y definir la

lógica institucional del desarrollo local dependiente, de acuerdo a una concepción global

de la ciudad producida según las necesidades económicas de integración competitiva en

los mercados internacionales. Por tal motivo, la planificación estratégica se concentra en

la publicidad para la atracción de las inversiones de capital y, consecuentemente, en la

disposición de la infraestructura y capital cognitivo y cultural, especialmente a través

de las acciones de acceso, movilidad y desarrollo de las comunicaciones y los recursos

telemáticos que complementan los planes de publicidad y mercadotecnia urbana.

Existen, no obstante, otras experiencias de participación y desarrollo local, cuyo

enfoque de la participación trata de modificar tales lógicas de segregación y explotación

intensiva del espacio y del capital social. Una de las experiencias más sobresalientes es

el proyecto de Presupuestos Participativos que se inició en Porto Alegre en el año 1989

y que se ha extendido a diversas ciudades de todo el mundo. En tales iniciativas, la

planificación de la comunicación ha sido, sin embargo, ocasional y apenas

sistematizada, limitándose en la mayoría de los casos a estrategias de marketing social o

a publicidad y propaganda política institucional. En el siguiente texto, se presentan las

bases metodológicas y la experiencia de Presupuestos Participativos de la ciudad de

Sevilla, como modelo de mediación que trata de vincular la comunicación pública a la

participación ciudadana concebida más allá de su papel difusor y de los canales de

información tradicionalmente instituidos. A diferencia de otras experiencias, la

planificación de la comunicación en este proceso trata de trascender la lógica

tecnocrática que neutraliza el debate ideológico y político de la comunicación,

relegitimando las lógicas de valorización de las industrias culturales, para discutir y

cuestionar la dialéctica de regulación y privatización del espacio público, en virtud de

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una praxis de la comunicación para el desarrollo local, articulado sobre el poder

informativo y el conocimiento y capital social de las redes ciudadanas.

Concebida como una dimensión estratégica para reconstruir la ciudad y

dinamizar la ciudadanía y la gobernabilidad local, el programa de Presupuestos

Participativos de Sevilla parte de los espacios de convivencia que las redes sociales

construyen en los barrios y los distritos de la ciudad para definir un nuevo marco de

relaciones sociales que, desde una mirada ecológica, haga posible el espacio público

local como un complejo entorno de participación pluralmente constituido en el

reconocimiento de las múltiples voces y actores que lo conforman, y así poder rescatar

la palabra, las prácticas comunicativas que se generan desde los propios ciudadanos, en

la definición de un nuevo modelo de desarrollo basado en la confianza ciudadana por

manifestarse, por hacer propuestas y llegar a acuerdos, en definitiva, por transformar la

participación en la vida política como un compromiso con la comunidad y la

convivencia. De acuerdo a esta filosofía, el proyecto de Presupuestos Participativos de

Sevilla desarrolla una metodología de trabajo en red basada en la Investigación Acción

Participativa como programación de proyectos barriales descentralizados donde la

comunicación se vincula de forma directa al desarrollo local en todas las fases del

mismo.

COMUNICACIÓN, PARTICIPACIÓN Y CAMBIO SOCIAL. UN ENFOQUE SOCIOCRÍTICO

Los estudios sobre comunicación y planificación del cambio social han

concentrado buena parte de sus esfuerzos al conocimiento de la contribución de los

medios informativos al desarrollo local. La noción de campaña es, por lo general, el

concepto estratégico vinculado con tal problemática desde modelos más o menos

difusionistas (Rogers, 1973) o enfoques, por lo general, decididamente mercadológicos

y tecnocráticos (Fine, 1981) que parten en común de una misma premisa: los problemas

sociales no son reconocidos, esto es, las condiciones sociales no son identificadas por

los actores involucrados, por lo que, consecuentemente, es necesario un proceso de

movilización informativa para el cambio social, el recurso auxiliar a los medios para

facilitar la superación de los obstáculos y barreras sociales que dificultan la formación y

conciencia ciudadana sobre los retos u objetivos prosociales de la comunidad desde una

planeación asimétrica de la información pública y los recursos dispuestos a tal fin. Si

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observamos los procesos de modernización y desarrollo local basados en la aplicación

intensiva de estrategias de marketing urbano contrastadas empíricamente, la literatura

científica da cuenta de la prevalencia de una lógica del método dirigida al despliegue de

distintos mecanismos de control social de acuerdo a los objetivos de cambio normativo

cuya matriz epistemológica positiva y funcional da cuenta de una idea de la mediación

asimétrica y cosificada de la vida social (Salmon, 1989) (Rice/Paisley, 1981).

El manejo de la comunicación en este tipo de experiencias tiene por objetivo la

promoción de una autoimagen y proyección mediática positiva de la ciudad y el

desarrollo local, generando cuando conviene acuerdos y consensos institucionales,

programas concertados con el sector privado y los agentes económicos, reformas

estructurales significativas, agendas políticas compartidas y en la mayoría de los casos

la participación clientelar delegada de los ciudadanos.

Las imágenes mercadológicas de consenso y transformación urbana, y el propio

papel de la Administración Pública, dan cuenta de un modelo hegemónico que diluye y

anula el potencial antagónico de los sectores sociales subalternos desplazados por el

modo de producción capitalista y una lógica de la gobernabilidad instrumental:

Las técnicas de publicidad y de marketing sirven (de acuerdo a esta lógica) para aumentar el control comunicativo, para facilitar la dominación simbólica a través de mensajes impactantes sobre el desarrollo local. Por ello, es fácil entender que entre las ideas que se transmitan en las campañas publicitarias, ocupa un lugar principal el discurso ideológico de la inevitabilidad de la globalización y la consiguiente competencia entre territorios, así como la adhesión ineludible a valores productivistas y mercantilizadores. De este modo, lo que es un discurso ideológico al servicio de un modelo productivo neoliberal, que beneficia exclusivamente a ciertos agentes económicos y a ciertos territorios, se transmite como el único modelo de desarrollo viable y racionalmente irrefutable (Villasante/Garrido, 2002: 132).

La comunicación tiene por fin, en esta metodología de planificación del cambio

social, una función auxiliar y suplementaria, pensada para la reproducción del modelo

de desarrollo definido por los sectores dominantes. Esta fabricación mediática del

consenso favorece por lo mismo la sinergia de actores públicos y privados, racionaliza y

promueve el desarrollo económico despejando la incertidumbre y oposición de los

colectivos desfavorecidos. De tal forma que como muy bien señalan en el libro de

Villasante y Garrido (2002: 134):

la ciudad continúa siendo un organismo cuya estructura, funcionamiento y sentido escapan a la conciencia y la acción de los ciudadanos. Bajo la llamada difusa a la participación se oculta la existencia de diferencias y jerarquías de poder, y se

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excluye a los grupos que proponen alternativas radicales (en el sentido de afectar a las raíces mismas de la concepción, los objetivos y los métodos del desarrollo). La participación se convierte por lo general en una figuración, en una forma de aglutinar esfuerzos que producen rentabilidades privadas, en un mecanismo sutil de legitimación y control social

A nuestro entender, toda campaña está determinada por la relación entre plan de

comunicación, cambio social y proyecto ideológico. Ello exige una lectura sociocrítica,

histórica y socialmente contextualizada y políticamente reflexiva. No es posible

trasladar sin más modelos de planeación comunicativa para el desarrollo local endógeno

al margen de la dinámica de apropiación ciudadana del cambio social. Esta premisa ha

inspirado las aplicaciones latinoamericanas y europeas donde se han desarrollado

programas similares a los Presupuestos Participativos de Porto Alegre. En los

municipios de Brasil, Argentina (Rosario, Córdoba), Uruguay (Montevideo), Portugal o

España (Córdoba, Las Cabezas) donde se han desplegado este tipo de iniciativas

públicas, la idea matriz de la comunicación participativa es la necesidad de construir

democracia desde lo local según un enfoque sociopráxico.

Desde este punto de vista, la comunicación es pensada en función de un

proyecto de articulación social, como una forma de organización y estructuración de la

vida pública. Más que, como forma marginal o de oposición, la comunicación

alternativa se concibe aquí como un complejo proceso de movilización y

autodeterminación colectiva. Y en este sentido apunta en dirección a un enfoque

político, pues toda comunicación comunitaria pasa por una concepción ciudadana

determinada. Toda política alternativa de comunicación presupone una comunicación

alternativa en su contenido y organización, así como toda comunicación alternativa

demanda una política democrática de la mediación. Política que garantiza un enfoque

totalizador y holístico del proceso de cambio para la autonomía.

La comunicación integral atenta a las necesidades radicales es una comunicación

liberada, una comunicación basada en relaciones y vínculos de cooperación productiva

y una cultura de la solidaridad. Por necesidades radicales cabe entender las fuerzas

materiales que impulsan a la superación del capitalismo a partir de una praxis

emancipadora que, arraigada en la idea marxista de la determinación del sujeto

histórico, ilumina la utopía generativa de un orden social “otro”. Rodríguez Villasante

distingue a este respecto tres líneas epistemológicas o éticas de conocimiento en la

planeación del desarrollo local:

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- La lógica de adaptación funcional.

- La posición reformista o educativa.

- Y el enfoque crítico de transformación social.

Esta última estrategia exige un esfuerzo de reflexividad dialógica colectiva por

medio de la construcción social del conocimiento y la planificación participada de la

promoción local del desarrollo. En ella, las estrategias de comunicación son pensadas

desde una lógica transversal sobre la negociación y la persuasión. Esta metodología

trata de combinar la planificación de medios y la publicidad institucional con una

concepción de la comunicación participativa transversal, identificada con la

construcción de la ciudadanía y del espacio público local como definición comunitaria

de la democracia y el desarrollo municipal. La comunicación es pensada aquí, a

diferencia del modelo difusionista, como celebración y encuentro, como fiesta más que

como proclama o propaganda:

Como elementos característicos se distinguen la construcción de espacios de participación popular en la gestión local, en el ejercicio de una ciudadanía activa y en el control sobre la Administración Pública, con la vista puesta en la construcción de una nueva cultura política y ecológica. Para ello, no se establece un modelo de desarrollo determinado y un sistema de representación pública concreto. Más bien se aplican metodologías que impulsan la implicación activa de los ciudadanos, el pacto entre actores que defienden intereses dispares y la construcción colectiva del conocimiento, la planificación y la ejecución de lo acordado (Villasante/Garrido, 2002: 137).

Se trata de abrir para después cerrar las posiciones discursivas de cada grupo y

actor social alter-ando las lógicas enunciativas de los participantes, articulando espacios

de conversación para negociar entre los diferentes, movilizar a los ajenos y confrontar

posiciones antagónicas en el proceso de desarrollo local. “La participación aquí supone

donar la palabra, no esconderla, ni taparla, sino provocar su emergencia, hablar siempre

con ciudadanos, y no particulares, capaces de discernir sobre la política y lo político,

que es hablar de lo social, de las diferencias, de las desigualdades y de las

discriminaciones institucionales” (Ganuza, 2002:178). En resumen, la comunicación

participativa trata, en este sentido, de definir otra forma de ciudadanía, un espacio

público deliberativo acerca de las prioridades y necesidades de la ciudadanía que deben

ser atendidas presupuestariamente. Se trata – en palabras de Rodríguez Villasante – de

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construir conjuntos de acción más amplios entre los sectores sociales que conforman la

comunidad local:

En el mismo campo de actuación están afines y diferentes, y entre ambos aportan diversidad a la situación problemática en que se hallan. Sin embargo hay distancia entre el nosotros y el vosotros, distancia que habrá que salvar mediante los espacios de encuentro y diálogo que sean posibles. La conjunción entre estos actores, el ampliar los espacios de la participación tanto cuanto se pueda, lleva a dejar aislados los espacios de aquellas propuestas que están en contra: las surgidas de la cultura patriarcal, las que refuerzan al poder (económico, político, mediático, cultural, (. . .) detentado por el bloque social minoritario y que excluye a la mayoría de la población (Villasante/Garrido, 2002: 39).

Para que este cambio tenga lugar debe coordinarse el papel de liderazgo de los

movimientos sociales y el compromiso público de la administración local. La

planificación participativa es un proceso de movilización y organización social que trata

de dialectizar intereses y discursos conflictivos de los actores sociales que integran la

comunidad. Tenemos por tanto un entorno institucional y socialmente complejo, que

exige de la intervención una mirada integradora y atenta a las formas de articulación

entre distintos niveles de la administración, espacios sociales diversos y actores

colectivos muy diferenciados. Tenemos, en fin, un espacio que exige EN-RED/AR.

TRABAJO DE CAMPO Y PROYECCIÓN RETICULAR

Enredar es articular lo local con lo global según una política comunicativa

transformadora que, frente a la globalización cultural imaginada y tecnocrática, realiza

la creatividad social de forma autónoma desde plataformas radicalmente

descentralizadas, participativas y plurales. Este enfoque de totalidad exige una estrategia

metodológica de intervención reticular abierta y flexible, centrada en la continua

interacción y articulación transversal, junto con técnicas de creatividad social lúdicas y

dinámicas en la exploración del proceso de participación pública a partir del

conocimiento popular y la potencia subjetiva de los actores sociales comprometidos con

el cambio. Por ello, la comunicación es un dispositivo de apertura y crítica social, de

reconocimiento del espacio público para la autoestima y valoración de las identidades

subalternas por razones de género, etnia, clase o edad.

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Metodológicamente, el programa de Presupuestos Participativos de Sevilla

contempla cuatro etapas fundamentales:

1. El diagnóstico económico y social del entorno y el mapeo cultural para

dinamizar el desarrollo local y planificar la intervención.

2. La creación de equipos de voluntarios o grupos motores por cada una de las

zonas del proceso, comprometidos con el plan de actuaciones y el proyecto de

Presupuestos Participativos de Sevilla.

3. El diseño de alianzas con las entidades y organismos públicos y privados para

crear redes de comunicación, cooperación y cambio.

4. Y la programación de proyectos, acciones e iniciativas públicas que hagan

partícipes a los ciudadanos en la construcción de la red (mujeres, agentes

sociales y culturales, empresarios, jóvenes, inmigrantes, desempleados,

asociaciones de vecinos, movimientos sociales, . . . . ).

La fase inicial del proyecto en el que se encuentra el programa de Presupuestos

Participativos comienza por donde termina: en las redes ciudadanas de interacción,

comunicación y convivencia social. El trabajo en las redes responde a la exigencia de

una metodología que trata de activar y sostener una comunicación abierta y fluida en el

espacio social, atenta a la diversidad cultural y potente para cambiar el contexto creando

una base de datos de personas y nodos sociales con capital social y cultural suficiente

para lograr la autonomía de la comunidad y el desarrollo sustentable. El mapeo aporta

en este sentido nuevas y adecuadas fuentes de información, así como agendas y

planteamientos o enfoques distintos de las noticias. Pero fundamentalmente el proceso

de mapeo tiene por fin:

1. Identificar los estereotipos e ideas preconcebidas de los ciudadanos sobre el

desarrollo local.

2. Indagar qué otras personas podrían actuar como “catalizadores” (líderes

sociales) y “conectores” (organizadores institucionales).

3. Determinar los espacios de identificación e intercambio comunitarios.

4. Observar y recoger la palabra de los ciudadanos mediante conversaciones

informales para registrar sus temas de interés.

5. Y contrastar la información con las ideas preconcebidas sobre la comunidad.

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De paso, esta estrategia de mediación trata de remover las resistencias al cambio,

las formas clientelares, corporativas y dependientes de desarrollo local sin cerrar a priori

el diseño comunicativo, debido a que cualquier experiencia de este tipo constituye un

proceso vivo, lleno de incertidumbres y que se va construyendo sobre la marcha. Y

donde, sobre todo, se entrecruzan desde un primer momento diversos intereses que

vienen marcados por las rutinas de actuación y por las relaciones predeterminadas que

se dan entre los tres actores del proyecto: los políticos, los técnicos y los ciudadanos.

En este sentido, más que plantear una plan detallado siguiendo las experiencias

de otras campañas, se procuró en todo momento que cualquier actividad que se realizase

fuera coherente con la planificación integral que estaba enfocada en varios sentidos:

- Desde el punto de vista de la comunicación interna (del propio trabajo y de las

relaciones con los técnicos y los políticos).

- En relación con los medios de comunicación (contacto con los medios locales,

evaluación y análisis del discurso periodístico, difusión publicitaria, etc.).

- Con acciones de apoyo técnico (Creación de un equipo audiovisual que

recogiese una memoria del proyecto y construyese herramientas de difusión:

videos-documental, fotografías, espacios Web).

Así, el trabajo inicial más allá de las primeras reuniones informativas por toda la

ciudad, se pretendía integrar con la formación que los denominados grupos motores,

(ciudadanos que voluntariamente se habían prestado a arrancar y apoyar desde sus

barrios la dinamización del proceso), llevarían a cabo durante los primeras meses. De

este modo, uno de los talleres que realizó con ellos fue el de trabajar la idea de

comunicación desde abajo, así como de la utilización efectiva de canales a su alcance,

para lo cual después de una introducción explicativa se tomó la siguiente matriz como

punto de partida:Muy Válido Válido Poco/Nada Válido

Socios propiosOtras asociaciones

Personas no asociadas (Individual)Población en general

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Con esta matriz de validación de canales comunicativos se pretendía comenzar

el trabajo de dinamización y de difusión del proceso a través de los propios integrantes

de los grupos motores y sus formas de comunicar, convocar o de difundir

informaciones. Más que descubrir una dinámica ideal, se pretendía resaltar la diferencia

del medio o canal según el destinatario al que nos dirijamos, de tal forma que se tomara

conciencia de que si se quería trasladar la información del Presupuesto Participativo a

toda una zona de la ciudad, había que superar los canales ya establecidos entre

asociados (a veces poco efectivos, a veces cortos de alcance...) para pensar en

herramientas eficientes y de mayor alcance que consiguiesen motivar a la población.

Del resultado de este taller se definieron los canales principales que los grupos

de trabajo consideraron como los más válidos de cara a llegar a la población en general,

tanto de forma masiva como de forma más individualizada. Estas ideas nos sirvieron

para, junto con el diseño inicial, comenzar a generar las primeras acciones y materiales

en torno al Presupuesto Participativo de Sevilla. Entre los canales mejor considerados se

encontraban: la cartelería y los panfletos, las reuniones, el boca a boca, los encuentros

de entidades y la megafonía, las pancartas y/o pintadas, tener puntos informativos para

los ciudadanos/as. También se mencionaron los medios de comunicación locales

(radios, televisiones), principalmente, los periódicos de difusión gratuita y los

periódicos de barrio.

No obstante, muchos destacaron la poca eficacia de algunos de estos medios

como la cartelería o los panfletos informativos si no se usan de tal forma que no se

pierdan en el anonimato de los cientos de mensajes de este tipo que nos llegan

diariamente. Para evitar esto, algunos grupos resaltaban la importancia de llegar

directamente a las redes más cotidianas de la ciudadanía, colocando este tipo de

materiales en lugares de tránsito, en espacios de encuentro y espera como los Centros

Cívicos, los ambulatorios, los colegios, etc.. Además de que esta información se

trasladase de mano en mano o llevándola a los portales de cada bloque de vecinos/as.

Evidentemente se estaba exigiendo que cualquier campaña de difusión no se quedase en

un nivel general de circulación de una información por la ciudad y que contemplase los

hábitos del ciudadano de a pie que debe ser en este caso el principal protagonista del

proceso.

Partíamos, por tanto, de la necesidad de responder a este nivel de cercanía pero,

sin embargo éramos conscientes del desconocimiento general que la población tenía

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sobre este tema, por lo que era muy difícil comenzar a trabajar desde contenidos

mínimamente contrastados o que pudiesen responder a algunas expectativas. Desde

estos condicionantes un equipo de publicitarios organizó una campaña que cumplía

fundamentalmente el objetivo de introducir en Sevilla el concepto de Presupuestos

Participativos (completamente ajeno a cualquier persona), convocando a la gente a una

cita: con su ciudad, con sus vecinos y vecinas y con la democracia. Una primera

información que a través de un tríptico apaisado y organizado de tal forma que

motivaba a abrirlo para encontrar más datos, te daba los puntos de atención a los que

podías dirigirte y aportaba la dimensión de ser algo que se estaba haciendo por toda la

ciudad.Además de una tirada masiva de estos panfletos este mensaje se llevó a los

transportes urbanos y a los MUPIS municipales (espacios publicitarios de gran tamaño

que dispone el Ayuntamiento por toda la ciudad), como forma de hacer visible que el

proceso ya estaba en funcionamiento y que ocupaba espacios cotidianos como los

autobuses o las aceras.

Por otro lado, más allá de estos medios municipales se pensó en la necesidad de

tener materiales propios que pudiesen ser usados por los grupos motores y que fuesen el

soporte de apoyo que ayudase en la labor de dinamización y difusión que se les había

otorgado. Así, además de los trípticos, se diseñaron carteles ventana y octavillas que

enmarcadas con las señas del proyecto dejaban todo el espacio interior para que fuesen

los propios ciudadanos los que les dieran uso de la mejor manera que ellos pensasen. Es

decir, creando ellos sus propios eslóganes, llamando la atención de la gente de forma

más directa y, sobre todo, llevando esta convocatoria a los puntos o lugares estratégicos

que se había concluido como los más interesantes para multiplicar la información con

eficacia. Se mezcla de esta forma dos discursos que son necesarios dentro de una

experiencia como el Presupuesto Participativo: por un lado, el Ayuntamiento presta

todo su apoyo y ofrece materiales y la infraestructura para que se realice, pero al mismo

tiempo son los mismos ciudadanos/as los que los usan de la forman que ellos creen más

efectiva, realizando una convocatoria no institucionalizada de mensajes apropiados por

la ciudadanía y transmitidos de vecino/a a vecino/a. En esta línea, el enfoque que cada

Grupo Motor está dando a sus convocatorias o a las informaciones del programa de

Presupuestos Participativos da cuenta del comienzo de una lógica generativa de la

comunicación local.

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Ya habíamos conseguido con esta campaña y con la emisión de los primeros

materiales (se imprimieron carpetas, para que cuando se entregasen documentos

estuviesen recogidos siempre de la misma forma) tener una unidad en los mensajes que

se emitían, pero el proceso seguía sin una imagen que lo identificase por completo, ya

que para esta primera campaña se tomó la silueta de un muñeco como símbolo neutral

que podía servir para convocar a cualquier persona. Tener un símbolo propio que se

asociase automáticamente con los Presupuestos Participativos nos resultaba

fundamental de cara a ir generando una identidad propia, llamativa y fácilmente

reconocible por cualquier ciudadano/a. Además con ella podríamos poco a poco darle

una autonomía al proceso que lo desvinculase de la multitud de programas que llegan

desde el Ayuntamiento y que, por supuesto, vienen con el sello y los prejuicios que éste

genera.

Para este caso, pretendíamos que el sello fuese propio y que al mismo tiempo,

fuese elegido por los propios vecinos y vecinas como forma de apropiarse del proceso

ya desde sus símbolos. De esta forma, se realizó un concurso público para encontrar el

logotipo que mejor identificase esta experiencia. Las normas de presentación de los

trabajos se simplificaron al máximo y se difundieron por toda la ciudad, para que

cualquier persona con algún interés por el diseño o por dibujar pudiese presentar sus

propuestas. De casi un centenar de trabajos recibidos, fueron elegidos por un Jurado de

profesionales expertos en la materia (un técnico de participación ciudadana, una

profesora de Diseño, una diseñadora de la empresa que había realizado la primera

campaña publicitaria y un pintor) los tres logotipos finalistas. Sin embargo, la elección

del ganador correría a cargo de los propios ciudadanos/as que votarían durante las

asambleas donde se presentaba el primer borrador de autorreglamento por el diseño que

les resultaba más atractivo. En este caso, el logotipo que se ha convertido en el sello de

todo el proceso y que ya se utiliza en cualquiera de los materiales que se difunden y que

desde su concepción ya se pensó de forma que tuviese un uso lo más versátil posible

como destacaron el equipo de diseño del mismo:

Si bien la imagen se diseñó para que tuviera una impronta clara y comunicativa, también se consideró que fuese susceptible de ser incorporada por otras personas y colectivos sin dificultad. Esto se situaba justo en el límite de la eficacia del propio dispositivo, pero lo hacía compatible a largo plazo con la apropiación e implicación de los ciudadanos en el proceso. Se trataba de generar un icono de bordes blandos que, además pudiese ser dibujado, pintado, grafitado manualmente por personas en aquellos lugares donde el Presupuesto Participativo interviniese o fuera a intervenir: plazas, aceras, farolas, calles, etc...(Marta Pelegrin y equipo)

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El hecho del concurso no sólo quedó ahí, sino que generó además otra actividad

que recorrió toda la ciudad, ya que con todos los diseños presentados se organizó una

exposición itinerante que recorrió muchos de los Centros Cívicos de Sevilla y que

permitió tanto a las personas que habían participado como a cualquier ciudadano/a

interesado, poder ver y mostrar su opinión sobre todas las propuestas recogidas.

Este tipo de actividades dentro de la propia novedad que supone una experiencia

como ésta en una ciudad europea del tamaño de Sevilla ha servido para generar aspectos

noticiosos de los que la prensa se ha hecho eco de forma continuada. Si bien los

aspectos relacionados con la propia dinámica de la política municipal (discusiones entre

partidos, dinero en juego, áreas a debate, etc.) tenían este amplio seguimiento, era

necesario sacar de la escena de los partidos políticos todo lo que aparecía en los medios

de comunicación, para conseguir generar otro tipo de noticias. Noticias que no se

queden únicamente en el espacio político que determinan los medios y que sólo

reconoce las voces de los representantes del Ayuntamiento como las únicas capacitadas

para manifestarse determinando, por tanto, la agenda de temas de interés público frente

a otras informaciones donde los ciudadanos están ejerciendo su capacidad para hablar,

para elegir, para ser partes de la comunidad en un proceso de toma de decisiones como

el Presupuesto Participativo, que desborda los límites de los que nos determinan como

lo político. El objetivo no es otro que conseguir que lo público “deje de ser un asunto

privado de aquellos que legítima y delegativamente están insertos en la trama de lo

público y desde donde se ejercita lo político. Lo público es, ahora, espacio común,

espacio de convivencia, de deliberación y de disputabilidad” (Ganuza, 2002a: 78)

donde, podemos añadir, todos estamos invitados a la participación como protagonistas

que generan sus propias acciones más allá de lo institucionalizado.

En este sentido, el hecho de realizar una exposición, de organizar unas jornadas

de discusión en la Universidad, de hacer una entrega de premios, de montar un

espectáculo de animación de calle, son noticias que desplazan el protagonismo desde

los políticos hacia el propio proceso que, por sí mismo, va más allá de lo que nos

propone el Ayuntamiento.

Esto no quita que al mismo tiempo a partir de un clima de confianza en el

proceso se intente también generar credibilidad desde la escena política. Está claro que

muchos ciudadano/as necesitan encontrar pruebas de que el gobierno de su municipio

apoya sin fisuras el Presupuesto Participativo como señal de cambio en la

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administración municipal. Así, por ejemplo, después del fuerte proceso de discusión que

generó el autorreglamento ciudadano, se convocaron una jornadas donde las dos

universidades de la ciudad mostraban su interés por apoyar, discutir y constituir un

grupo de evaluación que siguiese el desarrollo del mismo. Estas jornadas estuvieron

presididas por el Alcalde de la ciudad que manifestó su confianza en el proyecto en un

discurso que fue ampliamente difundido a través de los medios de comunicación. En

este sentido, creemos que es necesario compatibilizar acciones que vengan desde la

institución con otras que generen los propios ciudadanos, así como alternar los medios

alternativos de comunicación sin abandonar las redes mediáticas que están configurando

los ciudadanos como resultado del proceso participativo que vive la ciudad.

A partir de esta idea matriz, afrontamos una segunda fase del proceso donde se

plantean dos objetivos fundamentales: Por un lado, conseguir trasladar el sentido y los

objetivos de una experiencia como los Presupuestos Participativos y, por otro, hacer una

convocatoria masiva que animase a la participación para las asambleas de priorización

de propuestas de cara a que éstas fuesen lo más plurales posibles, además de formativas.

Para lo primero se trabajó en la idea de difundir un material pedagógico que

sirviese de apoyo para trabajar con diferentes colectivos en espacios determinados como

podían ser Centros de Adultos, Institutos de Educación Secundaria, talleres de barrio,

etc. El resultado fue la edición de un cuadernillo muy visual que se integraba dentro de

la nueva imagen simbólica y que explicaba de forma muy sencilla el paso de la política

municipal convencional a la política municipal participativa, incluyendo información

sobre las partidas a debate, así como de la organización específica del proceso.

Por otro lado, para animar a la participación se hizo un envío masivo localizado

de cartas a todos los hogares de la ciudad (260.000) donde desde la Delegación de

Participación Ciudadana se informaba de la fecha y lugar de la Asamblea

correspondiente a la persona que recibía la información, que además incluía un folleto

que explicaba las inversiones y actividades que se podían solicitar durante este primer

año intentando facilitar al máximo la idea de algo tan ajeno como un Presupuesto

(Participativo) aclarando que allí Vas, propones y votas. Así de fácil, nuevo reclamo que

centrará toda la segunda fase del trabajo de difusión.

Con esta segunda campaña se pretendía ya ir a lo concreto, a historias reales que

se podrían solucionar con el Presupuesto Participativo y que se visualizaban con

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imágenes identificativas (nada ya de muñecos, se trata ya de personas de carne y hueso).

Estas nuevas imágenes volverían a usarse en cartelería y autobuses, pero también –con

la demanda de los grupos motores- a través de las televisiones y radios locales y

regionales que emitieron durante los diez días anteriores a las Asambleas spots y cuñas

de unos 20 segundos. El hecho de que apareciese el proceso en las televisiones locales

parecía darle mayor credibilidad entre los participantes que sentían orgullo de estar

implicados en una experiencia que ganaba en relevancia y conseguía “aparecer” en la

televisión.

Al mismo tiempo se apoyó esta difusión desde un nivel mucho más localizado

con un grupo de animación de calle que, guiados por personas de cada barrio,

organizaban un itinerario por espacios de encuentro (plazas, mercados, etc.) motivando

a la gente y anunciando las fechas de las asambleas, a la vez que difundiendo los

materiales que se habían realizado. Paralelamente, el equipo técnico, a través de

diferentes colectivos, ha iniciado el proceso de articulación de grupos motores de la

comunicación alternativa, tejiendo redes de compromiso para el desarrollo de los

Presupuestos Participativos por medio de las mesas temáticas, los comités de barrio, las

asambleas y talleres y los grupos de trabajo de acuerdo con las conclusiones de las I

Jornadas Internacionales de Participación, Comunicación y Desarrollo Comunitario en

el que tuvo lugar el taller de Comunicación y Desarrollo Local, dirigido a diseñar

estrategias de comunicación para el cambio, provocar los temas y visiones públicas de

la comunicación ciudadana, y anudar voluntades entre movimientos sociales y técnicos

locales de la administración municipal implicados en los Presupuestos Participativos.

En esta fase, la comunicación es pensada como un recurso de información,

animación y movilización social de los ciudadanos y colectivos sociales comprometidos

con el cambio del desarrollo local a fin de sumar voluntades en la investigación, la

planificación y seguimiento del proceso. “A semejanza de la planificación estratégica,

en la participativa es necesario difundir públicamente la iniciativa de desarrollo, pero

eliminando el carácter de mero público destinatario que se asigna a ella a la población.

Tal difusión no puede restringirse a un acto público de firma de un convenio o a la

presentación a los medios de comunicación locales” (Villasante/Garrido, 2002: 146).

Diremos, a modo de resumen, que la publicidad y la mercadotecnia cumplen

aquí un papel secundario en el proyecto: la de motivar a la población en las acciones por

medio de la activación de los mecanismos afectivos, lúdicos y convivenciales. Por el

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contrario, es prioritario el acceso y participación colectiva en el reconocimiento y la

identificación cultural de Sevilla como resultado no de una planificación tecnocrática

impuesta por la publicidad sino más bien como resultado de la rearticulación pública de

la comunidad.

La lógica de la comunicación participativa y de la planeación democrática del

desarrollo local exige, a este respecto, un enfoque coherente e integral. En la estrategia

de mediación es preciso pensar transversalmente el proceso integrando tanto los

espacios públicos y redes informales de solidaridad y convivencia de la ciudadanía

como los medios convencionales de información y los canales institucionales de la

Administración Pública.

CRÍTICA DE LA MEDIACIÓN Y ALTERNATIVAS DE FUTURO

Los dos principales retos de la experiencia de Presupuestos Participativos en

Sevilla es, por un lado, complejizar y articular redes densas de participación y conflictos

de competencias, al tiempo que se coordinan mejor las formas representativas y la

calidad de la participación local. A tal fin, es necesario redefinir el rol de los mediadores

y empresas locales de comunicación ante el proceso de movilización y participación

ciudadana. Cabe plantearse a este respecto si es viable una estrategia metodológica de

implicación y complicidad – en el sentido, de una mediación compleja y constituyente

del proceso – de los medios e informadores locales. Por otra parte, el impacto de la

cobertura mediática sobre los ciudadanos y movimientos sociales puede reforzar o

limitar el proceso. Por lo que habría que evaluar el papel de estos en el proceso de

movilización y cambio social, así como explorar las posibles estrategias metodológicas

de compromiso con el proceso de las empresas locales de información. En esta función

es recomendable la alianza de medios, integrando a periodistas de radio, prensa y

televisión para promover, localmente, una campaña de diálogo público. Pero es

necesario, además, cambiar la gramática cultural, “los códigos estéticos y las reglas de

comportamiento que determinan la representación de los objetos y el transcurso normal

de situaciones en un sentido que se percibe como socialmente

conveniente” (Villasante/Garrido, 2002: 220).

La reflexión sobre las formas de representación informativa y/o estética de la

cultura popular y las claves formales de la planificación de la comunicación para el

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cambio social ha sido apenas explorada en la teoría y la praxis de la comunicación

alternativa. Si bien en teatro y educación popular existe una amplia literatura en la

materia, los análisis de la comunicación participativa sobre formas y estéticas culturales

han quedado casi siempre relegados, al igual que la dimensión económica de este tipo

de experiencias e iniciativas públicas.

A nuestro entender, el futuro de una comunicación participativa para el

desarrollo local exige una política instituyente sostenible, una economía popular urbana

capaz de reconstruir el espacio público, vinculando la comunicación al conjunto de

economías públicas y sociales del municipio. La posibilidad de éxito del programa de

Presupuestos Participativos en la ciudad de Sevilla pasa, en este sentido, por generar un

semillero de medios comunitarios que den respaldo y promuevan tanto una cultura

cívica alternativa como una economía social de la información sostenible que, a través

de redes como los telecentros, realimente la cultura local.

Finalmente, este tipo de procesos debe articular un marco evaluativo y de

análisis comparado con otras iniciativas de planificación de la Comunicación y

Presupuestos Participativos en la India, Francia, Brasil o Argentina. El desarrollo de la

metodología y el trabajo de estas y otras experiencias locales puede acabar, como

advierte Boaventura Santos, muriendo de éxito por falta de autocrítica. Para evitarlo es

imprescindible un proceso permanente de evaluación y comparación empírica en la

actualidad inexistente.

CONCLUSIONES

La metodología de planificación de la comunicación en el programa de

Presupuestos Participativos de la ciudad de Sevilla se fundamenta en dos principios

básicos: la democratización radical de las decisiones públicas y, por otra parte, la

democratización informativa. Para realizar metodológicamente ambos principios, el

plan de comunicación ha tratado de articular diversas estrategias de creatividad social:

- La convocatoria de un concurso ciudadano de logos. La construcción de la

imagen de la campaña de Presupuestos Participativos ha sido, desde el principio

abierta a la ciudadanía y objeto de evaluación pública y escrutinio por los

propios sevillanos, al fin de ponerles en situación de apropiarse de los recursos y

hacer valer su voz, afirmando la voluntad política de decidir.

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- La realización de encuentros y talleres participativos que formulan las

propuestas e innovaciones de manejo participativo de los medios de

comunicación públicos. Esta política no trata sin más de definir un juego de

roles sino de poner a los ciudadanos en situación de ser emisores: primero para

decidir la política informativa de los Presupuestos Participativos y, después, para

construir la cultura y el espacio local. A partir de la confrontación de discursos y

prácticas cristalizadas, los ciudadanos crean dispositivos y enunciados a difundir

entre la colectividad. Para ello, los vecinos son entrevistados y registran su voz y

su palabra en audio y video durante la celebración de las asambleas, se les pone

en situación de narradores de la experiencia, al tiempo que se les trata de

involucrar en el proceso de investigación-acción. Este proceso se inicia con un

taller de formación ciudadana de los grupos motores sobre el que los ciudadanos

empiezan por pensar, reflexivamente, qué redes y medios de comunicación

disponen, cómo pueden participar y comunicar la democracia participativa

dialógicamente, pero también qué discursos y representaciones gobiernan su

acción informativa para investigar y transformar la ciudad. En definitiva, el

primer taller formativo sobre Comunicación y Participación Ciudadana

diagnosticó las redes y aternativas comunicacionales disponibles por los grupos

motores para articular el proyecto de Presupuestos Participativos. En los talleres,

por otra parte, la ciudadanía de Sevilla recupera y devuelve la información,

aprende a producir discurso público, a desarrollar la creatividad y expresión

comunicativa dinamizando el decir para el hacer colectivo.

El objeto del proyecto no es pues exclusivamente el presupuesto público

municipal, sino más bien la participación, la apropiación simbólica y práxica de lo

público, el acceso y democracia cultural, la autonomía y el desarrollo de identidades

sólidas de autodeterminación reactivando las redes de confianza e implicación

ciudadana en el proceso instituyente de nuevas reglas del juego de la representación y la

participación democrática. El eje de construcción del proceso es pues la emergencia

instituyente de un nuevo poder local en el paso de la cultura de la protesta a la cultura

política del conflicto y de la negociación. Por ello, la transparencia y visibilidad de las

luchas políticas democráticas sobre la distribución de los recursos públicos exige en el

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proceso una mediación informativa movilizadora no simplemente reproductora o

difusionista:

Con el Presupuesto Participativo se avanza hacia una nueva formulación de la democracia de la cotidianeidad que, sin cuestionar el logro histórico de la representación democrática, profundiza en nuevos espacios decisionales y aporta una creativa riqueza en la democratización de las relaciones del poder local con la sociedad. De este relación surge una nueva esfera pública, no estatal, desde la que se desarrollan mecanismos de control social sobre lo institucional (Genro/De Souza, 2000: 9).

El cometido final del proyecto es pues la cogestión de una esfera pública no

estatal ni mediatizada. Se trata, en fin, de articular una democracia de alta intensidad,

productiva y creativa socialmente, como un proceso de aprendizaje y autoeducación

popular que trasciende enormemente la simple idea de involucrar a los ciudadanos en la

ejecución puntual de una parte de los presupuestos municipales.

La participación popular no sólo se restringe a lo inmediato, al localismo de las reivindicaciones y demandas, sino que, cuando se estimula, se transforma en un poderoso instrumento de planificación y de apropiación de los grandes y diversos problemas de la gestión urbana y ambiental, así como de dominio sobre el aparato del Estado, tradicionalmente alejado y reacio a la participación y al control popular.(Pont, 2003: 27 )

La construcción de la ciudadanía en torno al proyecto comunicacional de

Presupuestos Participativos es además un proyecto de articulación productiva del

desarrollo local dirigido, como en Porto Alegre, a impulsar la economía urbana, el

sistema cultural comunitario, las infraestructuras y transportes locales, la vida pública

en definitiva. En este sentido, el alcance político del programa viene determinado por la

capacidad de transformación del sistema de relaciones entre Estado, poder local y

ciudadanía, así como por la capacidad de reformulación de las mediaciones (simbólicas,

políticas y económicas).

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