Petróleo y Gas, más cerca de lo que imaginamos (Management Herald, 2015)

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VOCES esde el auge de Vaca Muerta, se habla de hidrocarburos en casi todos lados. Sin embargo, a la mayoría de nosotros, nos sigue pareciendo un tema ajeno y re- servado para expertos. Pero no debería ser así, el petróleo y el gas están más cerca de lo que ima- ginamos y tienen un fuerte impacto en nuestra calidad de vida. Hace un par de años, los argentinos descubrimos que el riquísimo territorio en el que vivimos al- bergaba en sus entrañas un enorme potencial en recursos de gas y petróleo no convencionales. Desde entonces, se habla mucho de Vaca Muer- ta, de la posibilidad de lograr el autoabasteci- miento energético, de la distribución de la renta petrolera y de los miles de puestos de traba- jo que podrían generarse con el desarrollo de es- tos recursos. A mucha gente esto le resulta algo contradic- torio, y es por una razón simple: no es habitual ponernos a pensar en el valor de los recursos hidrocarburíferos, dado que desde hace mucho los hemos incorporado como parte de nuestras vidas. De alguna manera, los naturalizamos. No estamos pensando a lo largo del día si por la no- che tendremos gas para cocinar o calefaccionar- nos, o si habrá naſta en las estaciones de servicio. Son cosas que “están”. Mucho menos, en la ver- dadera epopeya diaria de extraer estos recursos desde las profundidades de la tierra, transpor- tarlos, procesarlos y distribuirlos. A veces, in- cluso, hasta nos damos el lujo de pensar que los hidrocarburos “ya fueron” y deberían dar paso a nuevas fuentes de energía renovables, como la solar o la eólica. Por eso, es necesario un pe- queño repaso por la realidad para recordar la im- portancia de este recurso, que ha permitido el más espectacular salto en la calidad de vida de la humanidad desde hace más de un siglo. Recién entonces comprendemos las perspectivas que abre Vaca Muerta. D 18 EL PETRÓLEO Y EL GAS: MÁS CERCA DE LO QUE IMAGINAMOS Gabriela Oliván Magíster en Comunicación Institucional, Universidad Austral. Especialista en comunicación y sustentabilidad en la industria del petróleo y del gas. No es habitual ponernos a pensar en los recursos hidrocarburíferos; los hemos incorporado como parte de nuestras vidas. 18

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esde el auge de Vaca Muerta, se habla de hidrocarburos en casi todos lados. Sin embargo, a la mayoría de nosotros, nos sigue pareciendo un tema ajeno y re-

servado para expertos. Pero no debería ser así, el petróleo y el gas están más cerca de lo que ima-ginamos y tienen un fuerte impacto en nuestra calidad de vida. Hace un par de años, los argentinos descubrimos que el riquísimo territorio en el que vivimos al-bergaba en sus entrañas un enorme potencial en recursos de gas y petróleo no convencionales. Desde entonces, se habla mucho de Vaca Muer-ta, de la posibilidad de lograr el autoabasteci-miento energético, de la distribución de la renta petrolera y de los miles de puestos de traba- jo que podrían generarse con el desarrollo de es-tos recursos.A mucha gente esto le resulta algo contradic-torio, y es por una razón simple: no es habitual ponernos a pensar en el valor de los recursos hidrocarburíferos, dado que desde hace mucho los hemos incorporado como parte de nuestras vidas. De alguna manera, los naturalizamos. No estamos pensando a lo largo del día si por la no-che tendremos gas para cocinar o calefaccionar-nos, o si habrá nafta en las estaciones de servicio.

Son cosas que “están”. Mucho menos, en la ver-dadera epopeya diaria de extraer estos recursos desde las profundidades de la tierra, transpor-tarlos, procesarlos y distribuirlos. A veces, in-cluso, hasta nos damos el lujo de pensar que los hidrocarburos “ya fueron” y deberían dar paso a nuevas fuentes de energía renovables, como

la solar o la eólica. Por eso, es necesario un pe-queño repaso por la realidad para recordar la im-portancia de este recurso, que ha permitido el más espectacular salto en la calidad de vida de la humanidad desde hace más de un siglo. Recién entonces comprendemos las perspectivas que abre Vaca Muerta.

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El pEtrólEo y El gas: más cerca de lo que imaginamos

Gabriela Oliván

magíster en comunicación institucional, universidad austral. especialista en comunicación y sustentabilidad en la industria del petróleo y del gas.

No es habitual ponernos a pensar en los recursos hidrocarburíferos; los hemos incorporado como parte de nuestras vidas.

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Por empezar, los hidrocarburos consti-tuyen el 86% de nuestra matriz energé-tica. Es decir, el 86% de la energía que mueve a la Argentina se genera con gas y con petróleo. Incluso la electricidad. El 70% de la electricidad de nuestro país se produce en usinas a través de la combustión de hidrocarburos (el resto, mediante las represas en los ríos y en nuestras centrales nucleares). En el mundo, este porcentaje es menor; de alrededor de un 50%. Sin embargo, allí aparece el carbón, que ocupa apro-ximadamente un 30% de la matriz mun-dial. Por eso, en cierto sentido, tenemos una matriz moderna, dado que en nues-tro país casi no se utiliza carbón mine-ral; este emite cinco veces más gases de invernadero que el gas natural, re-curso que representa el 50% de la ma-triz energética argentina. Vale decir que cuando tomamos un co-lectivo, cuando arrancamos el auto, cuando prendemos una lamparita, la TV o el aire acondicionado, cuando en-cendemos la estufa o una hornalla, es-tamos consumiendo hidrocarburos. No hay ninguna otra fuente más eficiente y que genere menos impacto en el medio ambiente (exceptuando la nuclear que requiere de enormes inversiones). Las renovables, como la eólica y la fotovol-taica, pueden ser excelentes comple-mentos, pero técnicamente no pueden reemplazar aún a las energías fósiles en cuanto a la masividad y la previsión en el despacho. Veamos, a modo de ejemplo, algunas cifras relacionadas con los hidrocar-buros.

Con el petróleo se produce combusti-ble. Naftas y gasoil para el parque au-tomotor argentino que asciende a 10 millones de vehículos y que en 2014 sumó unas 700.000 unidades.

Con el gas, nos calefaccionamos, coci-namos y generamos energía eléctrica. Energía que en los últimos 50 años cre-ció a un ritmo promedio de un 3% anual, y que es condición indispensable para el desarrollo industrial de un país. Más aún, gracias al desarrollo de petro-química, el petróleo se volvió práctica-mente omnipresente. Porque casi todo lo que no es derivado del metal, del vi-

drio o del agua, es derivado del petró-leo o del gas.Con petróleo se elabora el polietileno con que se fabrican la mayoría de los plásticos. Por eso, podemos decir que los muebles, electrodomésticos, ollas de teflón, los interiores de placares, la computadora, el celular, los juguetes de nuestros hijos y hasta el cepillo de dien-tes, tienen petróleo. La ropa y el calzado también. Porque en su gran mayoría están hechos con fibras sintéticas como el poliéster, el nailon o la lycra. En el campo de la salud, la petroquími-ca ha hecho aportes fundamentales. Desde reactivos como la aspirina has-ta solventes para extraer los principios activos de las plantas con los que se preparan antibióticos, vacunas y vita-minas. Los polímeros derivados del pe-tróleo se aplican a órganos artificiales y prótesis. Los plásticos, resinas y hules a guantes de cirugía, cámaras de oxígeno, sondas, placas radiográficas, jeringas e instrumental médico en general.Por último, con sustancias derivadas del petróleo se fabrican pinturas, diluyen-tes, gomas, colorantes, acrílicos adhe- sivos y hasta cosméticos.Por eso, podemos decir que los hidro-carburos vienen moldeando y mejoran-do nuestra calidad de vida desde hace casi 100 años. Frente a nosotros tene-mos la oportunidad única de que lo ha-gan aún más, sobre todo si asumimos con madurez el desafío de desarrollar los recursos no convencionales que la mano de Dios supo poner debajo de nuestros pies.

Cuando arrancamos el auto, cuando prendemos una lamparita, la TV o el aire acondicionado, cuando encendemos la estufa o una hornalla, estamos consumiendo hidrocarburos.

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