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    PIERRE BOURDIEU..

    ARGELIAImgenes del desarraigo

    Obra concebida porFranz Schultheisy Christine Frisinghelli

    TRADUCCiN ALESPAOL POR ALICIA B.GUTIRREZUNIVERSIDAD NACIONAL DE CRDOBA, ARGENTINA

    EDICIN PREPARADABAJOLA DIRECCIN DEMIGUEL J. HERNNDEZ M. y HUGO JOS suREz S.

    ELCOLEGIO DEMICHOAcAN, A.e.

    G)ElColegio de Michoacnr

    CAMERAAUSTRIA ---L l b ~ r f ' : Egalill". . : . . . . ! ! . t l ' r ~ I T ( ' rRPUElLlQJ,JE fRANw;: : " , ,Centro de Estudios Mexicanosy Centroamericanos

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    305.8965BOU-a Bourdieu, PierreArgelia: imgenes del desarraigo / Pierre Bourdieuobra concebida porFranzSchuIrheis y Chrisrine Frisinghelli; traduccin alespaol porAlicia B.Gurirrez,edicin preparadabajola direccin deMiguelJ. HernndezM. y

    Hugo Jos Surez S..-- Zamora, Mich.: El Colegiode Michoacn: CameraAusrria: Centro de Estudios Mexicanos yCentroamericanos, 2008.251 p.ril.,23 cm. --(Coleccin Imgenes)ISBN 978-970-679-245-7l . Argelia - Condiciones Sociales - 1830-1962 - Exposiciones2. Fotografa -Argelia3. Sociologa y Etnologa

    NDICE

    PREFACIO A LAEDICiN EN ESPAOL 9

    CameraAustriaKunsrhausGrazLendkai I,A8020 Graz, Austria

    1. Schulrheis, Franz, coaur.Il. Frisinghelli, Christine,coaur,III. HernndezM.,MiguelJ., ed.IV.Surez S., Hugo Jos, ed.

    Imagen de porrada: Ain Aghbell, Collo, N 6/7.

    D. R .ElColegiode Michoacn,A. C; 2008, edicinen espaolCentro Pblicode InvesrigacinConacyrMarrnezde Navarrere505LasFuentes59699Zamora,[email protected] de Esrudios Mexicanos y Cenrroamericanos, 2008Minisrere desAffairesrrangeres, Pars, FranciaSierra Leona 330, Colonia Lomasde ChapuJrepec11000Mxico, D.EImpreso y hechoen MxicoPrintedandmndeinMxicolISBN 978-970-679-245-7primera edicinen espaolISBN 3-900508-47-X CameraAustria, 2003

    PIERRE BOURDlEU y ARGELIA.DE LAAFINIDAD ELECTIVA A LAOBJETIVACIN COMPROMETIDAPrlogo de Franz SchulrheisFOTOGRAFfAs DEARGELIAGUERRA y MUTACiN SOCIAL EN ARGELIAHABITUS y HBITATHOMBRES - MUJERESCAMPESINOS DESARRAIGADOSECONOMfA DE LAMISERIADE ARGELIAA BUDA.SECUENCIADE IMGENES COMPUESTA POR PIERRE BOURDIEUOBSERVACIONES RELATIVAS A LOSDOCUMENTOS FOTOGRFICOSDE PIERRE BOURDIEU (por Christine Frisinghelli)OBRAS DE PIERRE BOURDIEU SOBREARGELIANDICE DE FOTOGRAFfASREFERENCIAS DE LASCITAS

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    PREFACIO A LAEDICIN EN ESPAOL..

    En Amrica Latina, Pierre Bourdieu ha tenido un trnsito itinerantemarcado por distintos tiempos, obras y acontecimientos. Quiz suprimera incursin fue por medio del ya clsico El oficio del socilogo,traducido por Siglo XXIen 1975, que seconvirti rpidamente en unareflexin ineludible para el mundo sociolgico. En la actualidad esetexto ha sido reimpreso 25 veces con un total aproximado de 75000ejemplares. Pero sus reflexiones posteriores no fueron tan afortunadas.La distincin aparece en castellano -e n Espaa por Taurus y con unprecio elevado- una dcada ms tarde de que lo hiciera en Francia; Elsentido prctico -por la misma casa editorial- esaccesible al pblico hispano en 1991. Y as, como cuentagotas, fueron editados en castellanovarios ttulos.Un nuevo impulso sucedi luego de las apariciones pblicas deBourdieu en apoyo de los movimientos socialesy contra el neoliberalismo en eltranscurso de los 90. Una cascada de libros fueron publicados entonces con mayor fluidez: Contraftegos en 1999 (al ao siguientede laversin francesa);La miseria delmundo fue editado por elFondo deCultura Econmica en 1999 (a seisaos de la original); Respuestas. Poruna antropologa reflexiva apareci en1995 (tres aos despus). Yaparafinales de la dcada, aparecieron una gran cantidad de ttulos en variaseditoriales espaolas y latinoamericanas; hoy se puede conseguir unabuena parte de su obra en nuestra lengua. Adems, sehan escrito unaseriede librosque buscan vincular su teora con esta sociedad.Sin embargo, paradjicamente las reflexiones de Bourdieu quetienen mayor relacin con la realidad en nuestro continente (realidad

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    que nunca abord de manera directa), fueron traducidas muy tarde,casi tmidamente. Me refiero, por supuesto, alBourdieu que mira y viveArgelia.

    Argelia en lavida intelectual de Bourdieu esde fundamental importancia. Recordemos que se traslada a esepas de 1955 a 1960 para cumplir con su serviciomilitar y le toca vivirel proceso de liberacin. Comose podr apreciar en las pginas de este libro, escuando elsocilogo seconstruye y gesta su primer habitus cientfico. Ante lasduras condiciones sociales,Bourdieu debe realizar mltiples rupturas y conversiones,analticas y disciplinarias, que lepermitan dar cuenta de lo que tena enfrente. Conceptos clave de su sistema terico -como habitus, reflexividad, correspondencia, etc.- nacen en ese particular COntexto. Es ahcuando aprende a observar lo social de manera distinta, autnoma,creativa.

    Ante Argelia encendida, Bourdieu se pregunta: cmo se vive latransicin de una sociedad esencialmente rural hacia una racionalidadeconmica de mercado? Qu implicaciones analticas tiene el proceso?y sostiene que "un sistema econmico supone laexistencia de un sistema determinado de actitudes Conrespecto almundo y Conrespecto altiempo";1existeuna correspondencia entre lasestructuras econmicas ylasestructuras simblicas, seacapitalista o precapitalista, yeso es lo queesten juego en elpas.

    Aos ms tarde, en La miseria delmundo,Bourdieu sostiene que lasituacin de Argelia de los 50 essimilar a lade Francia de los 90. Peropodemos empujar ms el argumento. Sus observaciones sobre aquellasociedad tienen un paralelo remarcable con la experiencia latinoamericana, que vivi el desencuentro entre un proyecto de modernizacina ultranza con culturas rurales profundamente arraigadas. El desfaseentre una estructura de conciencia vinculada a lgicas rurales e indgenas y la racionalidad econmica capitalista -o neoliberal en las ltimasdcadas- fue y es uno de los temas analticos ineludibles para cualquierlectura de losocial en elcontinente. No hubiera sido til tener accesoala\ primeras reflexionesde Bourdieupara tenderlos puentes entresocie-

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    dades con extraordinarias coincidencias? Cmo explicar que recin enel ao 2006 sepublique en castellano el textoArgelia 60?

    La edicin en castellano de Argelia. Imgenes del desarraigo tiene laintencin de saldaralgode aquella deuday construir lospuentes necesarios entre teoras y contextos.

    Como sever a continuacin esta obra muestra otra facetade PierreBourdieu: su relacin con la fotografa, relacin compuesta por dosentradas, por un lado, laque se analiza como producto cultural, y porotro la utilizada como herramienta de trabajo para la investigacin.

    En su texto La fotografia, un arte intermedio (investigacin financiada por Kodak y publicada por primera vez en 1965), el autorreflexionasobre cmoy por qu la fotografa puede ser objeto de investigacin sociolgica. La foto, afirma, no debe ser vista en "s misma ypor si misma? sino como un producto resultado de un grupo queocupa un lugar en laestructura social. Elusode lafoto responde a funciones y necesidades sociales predeterminadas: "la imagen fotogrfica,esa invencin inslita que hubiera podido desconcertar o inquietar, seintroduce muy temprano y se imponemuy rpidamente (entre 1905 y1914) porque viene a llenar funciones que preexistan a su aparicin:lasolemnizacion y laeternizacin de un tiempo importante de lavidacolectiva"."

    Bourdieu analiza lafotografa como un producto que llevaelsello devalores estticos y ticos que pertenecen a un grupo determinado que,de la "infinidad terica de fotografas tcnicamente posibles .. . selecciona una gama finita y definida de sujetos, gneros y composiciones".4La foto as expresa, por mediacin del ethos, "las intenciones explcitasde quien la ha tomado, elsistema de esquemas de percepcin de pensamiento y apreciacin comn a todo un grupO".5 En este sentido,ninguna foto escasual,pues "nadapuedeserfotografiado fuera de loquedebe serlo".6

    Cualquier imagen, sea fotografa popular, profesional o familiar,posee significaciones -unas explcitasy otras implcitas- que respondenalgrupo que esresponsable de ella. Bourdieu pone nfasis en elhechode que las condiciones objetivas en las cualesse inserta una claseson las

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    que delimitan elescenario de lo posible, lo imposible, lo pertinente y loque debeo no ser tomadoen cuenta.

    Pero como dijimos, la relacin de Bourdieu con la fotografa no serestringe a estudiarlasociolgicamente, sino que, como socilogo, haceuso de ella, y este libroessu testimonio. En las pginasque siguen podremos ver la mirada del investigador que observa lo social con cmara enmano. La organizacin del propio texto, concebido y organizado po rFranz Schultheisy Christine Frisinghelli, tiene la intencin de mostrarla correspondencia entre su mirada y su inquietud acadmica, por elloseofrecen fotos con reflexiones cientficas de distintos momentos de suproduccin.

    La mirada de las fotos de Bourdieu nos dibuja sus bsquedas intelectuales: toma a hombres y mujeres en sus lugares de trabajo, niostrabajando o jugando, conjuntos habitacionales en el campo, campesinos, animales y caminos, bares, afiches, mensajes pintados en el suelo,lugares pblicos, paisajes urbanos y rurales. En suma: el espacio socialargelino.

    En una foto una nia teje una canasta, en otra cuida a sus hermanosmenores; adelante unos nios juegan y otros trabajan recolectandoagua, vendiendo peridicos o lustrando zapatos; todava ms adelante,ahora nios bien vestidos de clase alta, disfrutan de helados o sedivierten en un carrusel. Qu pretende mostrarBourdieu? La formacin delhabitus de gneroy de clase desde los primeros aos de vida?

    En una foto, una mujer cubierta entera de blanco -hasta el rostroy la cabeza slo enseando los brazos- va por la avenida en una motoen laciudad. Adelante, un hombre de origen rural utiliza una mquinade coser de pedal . En el bar comparten la barra cuatro mujeres y unhombre, todos tomando caf, ellas cubiertas hasta el rostro y l vestidode militar; otra pareja igualmente vestida, ahora con un beben brazos,se pasea en la ciudad: la criatura es cargada po r el hombre de tra je .Cules lasfronteras de los roles sociales? Cmo definirlos?

    Una serie de imgenes muestran el desfase entre la sociedad capitalista "moderna' y las formas tradicionales argelinas. Una tienda ambulante de pequeos productos se sita frente a un cartel de cigarrillos

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    "Bastos" que promueven "elgusto francs"; una mujer vestida de blancoy c on una canasta en la cabeza, pasa po r la vitrina de una t ienda queofrece refrigeradores, televisores y radios; unos niosmiran un negociode juguetes "DinkyToys" que tiene un perro vaquero que les devuelvelamirada; otros adolescentes observan un a vitrina de comics: Fantax, Ol dBridger, Back john, Ttem .. . Cmo se transforman las estructurasmentales con la introduccin de productos de consumo forneos?

    De po r medio, lasfotos de la guerra : un afiche que sugiere "protegerse de los asesinos"; un anuncio de Kodak cubierto con panfletos quedicen "todos unidos votemos", "por un futuro mejor"; un coche al ladode un tanque en la carretera; nios paseando al lado de una barricadade alambre de pas. En esascondiciones de agitacin social, cul eslaposicin del socilogo? Qu implicacionesepistemolgicas tiene investigar en momentosdonde se arriesgala vida?

    Las fotos tomadas en un contexto de investigacin, nos enseaBourdieu, son inseparables de la reflexin misma; las imgenescaptadassociolgicamente no complementan: argumentan, razonan, explican.

    Sirvan las pginas que siguen para recordar a Pierre Bourdieu, cuyaobra tiene bien ganado un lugar en la inmortalidad.

    Hugo Jos Surez1 Bourdieu, Pierre, Travai/et trauailleurs en A/grie(con A. Darbel,J.-P. River y C. Seibel), Mouton,Pars-laHaya, 1963,pp. 24- 25.

    2 Bourdieu, Pierre(comp.), LaVtografia. Unarte intermedio,Mxico, Nueva Imagen, 1979, p.42.3 Ibid., p.39.4 [bid., p.22.5 [bid, p.67.6 Ibid., p. 44.

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    NOTADE LOS RESPONSABLESDE LAEDICINEN ESPAOL

    Lapublicacinde esta primera edicin en castellano deArgelia. Imgenesdeldesarraigo ha sido el resultado del esfuerzo colectivo que involucr aEl Colegio de Michoacn, CmaraAustria, la Fundacin Pierre Bour-dieu y el Centre d'tudes Mexicaines et Centramericaines (CEMCA).Gracias a Franz Schulrheis, presidente de la Fundacin PierreBourdieuy a Christine Frisinghelli de Camera Austria fueron concedidos losderechos al Colegio de Michoacn para realizareste proyecto editorial,mismo que fue apoyado con entusiasmo por Odile Hoffmann, direc-tora delCEMCA para colaborar en su coedicin.La traduccin de la versin en francs de Pierre Bourdieu. Imagesd'Algerie" al espaol la realizAlicia B. Gutirrez de la Universidad deCrdoba, Argentina, a quien debemos un especial reconocimiento porsu generosidad y calidad profesional en esta empresa. Cabe aclarar quelaedicin en alemn de Pierre Bourdieu In Algerien. Zeugnisse derEnt-wurzelung fue laque sirvi de modelo para organizar la edicin de lasseccionesy fotografas de la versin en castellano.

    Miguel J. Hernndez MadridHugo Jos SurezSurez

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    Pierre Bourdieu, magrs d'Algrrir. Uneaffinit!rctilJr, Francia, AcrsSud/Fondarion Lber/CameraAustria. 2003.

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    PIERRE BOURDIEU y ARGELIADE LAAFINIDAD ELECTIVAA LAOBJETIVACIN COMPROMETIDA

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    "La mirada de etnlogo comprensivo que he asumido sobre Argelia, hepodido asumirla sobre m mismo, sobre lagente de mi pas, sobre misparientes, sobre elacento de mi padre, de mi madre y recuperar todoesto sin drama, loque esuno de losgrandes problemasde los intelectuales desarraigados, encerrados en la alternativa del populismo o, al contrario, de lavergenza de sligada al racismo de clase.He podido asumirsobre gente tan semejante a los kabiles, gente con quien he pasado miinfancia, la mirada de comprensin obligada que define ladisciplinaetnolgica. Laprctica de lafotografa, en primerlugar enArgelia,luegoen Barn, ha contribuido mucho sin duda, acompandola, a estaconversin de lamirada que supona -creo que el trmino no esdemasiadofuerte-, unaverdadera conversin. Lafotografaes,en efecto, unamanifestacin de la distancia del observadorque registra y que no olvida queregistra (10 que no siempre esfcilen lassituaciones familiares, como elbaile), pero supone tambin toda laproximidad de lo familiar, atento ysensible a los detalles imperceptibles que la familiaridad le permite y leordena aprehender e interpretar en-el-campo (no sedice de alguien queseconduce bien, amistosamente, que es'atento'i}, a todo aquello infinitamente pequeo de laprctica que escapa frecuentemente al etnlogoms atento. Est ligada a larelacin que no he dejado de mantener conmi objeto, del que jams olvid que se trataba de personas, sobre lascuales sostena una mirada que llamara gustosamente, si no temiera elridculo, afectuosa,y,frecuentemente, tierna".1Las fotografas tomadas por Pierre Bourdieu durante sus investigaciones etnolgicas y sociolgicas en Argelia, en elmomento mismo de laguerra de liberacin, nos permitencompartirsu miradasobre elmundo

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    -------------- ysocial bajo otro ngulo. Escondidas cuatro dcadas entre cartones, estasfotografas dan testimonio de un viaje inicitico y de una conversinprofunda que seencuentra en elorigen de una trayectoria cientfica eintelectual extraordinaria.En Argelia, pas sacudido por una guerra anticolonial particular-mente violenta y desgarrado por anacronismos y contradicciones exa-cerbadas, seafirma, a finales de ladcada de 1950, lavocacin de PierreBourdieu por eloficio de socilogo. En ese"laboratorio social" gigante,como lmismo lodesigna, sesometer cada vezms consciente y met-dicamente, a una conversin radical, basada en un largo y lento trabajoen elsentidocuasi analtico del trmino, sobre elhabitus de filsofoquesus maestros de la Escuela Normal Superior de Pars haban intentadoinculcarle. Frente a lasituacin de crisisy a los peligros realesencontra-dos durante sus aos argelinos, el rechazo profundo al punto de vistaescolstico experimentado por el joven Pierre Bourdieu y su inaptitudpara "hacerse el filsofo", encontrarn una solucin durable, bajo laforma de una conversin de lamirada sobre elmundo social.

    CONTEXTO DE EMERGENCIA DE UNA MIRADA SOCIOLGICAEsta experiencia argelina es, en buena parte, fundadora de la aproxima-cin terica y emprica del mundo social que l desarrollar, almodode un autodidacto, en las condiciones de urgencia y de peligro que sepueden imaginar. En ese clima de violencia fsicay simblica, eljovenPierreBourdieu forja lasarmas conceptualesy las herramientasmetodo-lgicasque leservirn in situ, y ms tarde en Francia, para construir unateora completa y coherente del mundo socialy para ponerla a pruebaen los terrenos de investigacin ms diversos. Sociedad esencialmenterural, todava profundamente arraigada en sus tradiciones, segn lascualesla lgicadel intercambio estaba siempre, en buena parte, fundadasobre el honor y una "tica de hermano" (Weber), Argelia pareca opo-nerse en todo punto al espritu utilitarista del homo economicus y a s uracionalidad unidimensional ("los negocios son los negocios"). Bajo la

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    colonizacin francesa, la introduccin brutal de principios econmicosextraos en todos los sentidos del trmino (destruccin rpida de unmodo de produccin agrario y de los lazos de solidaridad tradicionalesque lo acompaan, precariedad econmica y social, desarraigo geogrficoy cultural) haca de lasociedad argelina de la poca un terreno deobservacin sociolgica particularmente rico a quien osaba plantearpreguntas del tipo: Qu ocurre con una sociedad cuando debe hacerfrente a nuevassituaciones econmicas y socialesque contradicen todaslasreglasde juego establecidasdesdegeneraciones atrs?Cmo elhabitus econmico tradicional limitael campo de los posibles de los actoreseconmicos encerrados en su lgica y de qu manera pre-estructura loque lesespensable o impensable? Cules son lascondiciones econmicasdelaccesoa laracionalidad econmica? Qu significan lostrminos"crdito" o "ahorro" en talcontexto?Eljoven Pierre Bourdieu las plantea con una madurezterica asombrosa, traduciendo aslas interrogaciones filosficas que se haba planteado durantesus estudios en laEscuela Normal Superioren preguntasde socilogo empricamente verificables. Su competencia filosfica seinverta en el anlisis de lasinterdependencias entre estructuras econmicas y estructuras temporales, su inters por una fenomenologa delas estructuras afectivas, objeto de su proyecto de tesis de doctorado,seconcreta en el anlisisde las formas de sufrimiento que resulta de laconfrontacin entre estructuras mentales y afectivas-e l habitus de losactores sociales- y lasestructuras econmicas y sociales impuestas porla sociedad colonial. Repetidas veces, Pierre Bourdieu ha sealado elestado de efervescenciay de agitacin permanentes en elcualse encontraba durante esosaos de investigacin.

    UN SOCILOGO DE CIRCUNSTANCIASSintindose totalmente desposedo frente a este inmenso laboratoriosocial, en un estado de guerra que haca del terreno una verdaderaaventura, se lanz inevitablemente al trabajo, experimentando y utilizando

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    todas lastcnicas de investigacin etnolgica y sociolgicasposibles. Dela observacin participantea la entrevista en profundidad, de la recons-truccin del sistema de parentesco al anlisis del espacio domstico,pasando por el de lasvisiones y divisiones cosmolgicas del mundo, dela encuesta estadstica llevada a cabo con sus amigos que trabajan en elInstitut Nacional de laEstatistiqueet des tudes conomiques (IN5EE)a los estudios de presupuestos de los hogares, de la observacin de lasformas de divisin del trabajo y de los tipos de dominacin masculinaque les corresponden al anlisis de la lgica del intercambio de dones,de la puesta a punto de esbozos topogrficos al uso sistemtico de lafotografa como medio de documentacin y de testimonio, todas lastcnicas de investigacin, todos los procesos metodolgicos, han sidoconvocados al servicio de un infatigable trabajo en terreno. Tomabala motivacin y la energa de dos fuentes complementarias. Resueltoadversario delcolonialismo francsy de laopresin militar, Pierre Bour-dieu inscriba sus investigaciones en una gestin radicalmente poltica ycomprometida: quera dar testimonio de todo lo que vea, comprenderun mundo social desorientado y atravesado por contradicciones yana-cronismos. Frente a laviolencia insoportable de lo que observaba, ladistancia reflexivay una postura que ms tarde llamar la "objetivacinparticipante" lepermitan no caer en ladesesperacin.A esta objet ivacin comprometida corresponde su manera derecurrir al objetivo fotogrfico: materializar lasobservaciones y memo-rizarlas.Pero estas imgenes de Argelia, tales como puede vrselasen laactualidad, han adquirido otra funcin, pues pueden servir de espejo.Lassociedades contemporneas estn confrontadas a una radicalizacinneoliberal brutal del capitalismo y de su lgicamercantil. Estas fotogra-fas contribuyen, a travs de los ndices sociolgicamente pertinentesque muestran, a una mejor comprensin de las apuestas y de los efectosde lasconmociones econmicas y socialesque afectan a categoras cadavez ms amplias de la poblacin. stas estn igualmente confrontadascon un nuevo modo de funcionamiento econmico que exige manode obra perfectamente flexible, mvil, sin historias y sin ataduras,incompatibles con susdisposiciones cognitivas y ticas. El paralelo entre

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    el campesino "des-campesinado" de Kabilia ye l asalariado "des-asalariado" de lassociedades capitalistas contemporneas deviene evidente:basta con comparar los testimonios presentados en la obra colectivadirigida por Pierre Bourdieu titulada La misre du monde [Lamiseriadelmundo] con los testimonios reunidos en las obras publicadas, hacecuatro dcadas ya, bajo los ttulos Trauail et trauailleurs enAlgrie [Yra-bajo y trabajadores enArgelia] y LeDracinement[ElDesarraigo]. Y hayque creer a Pierre Bourdieu cuando observaba, hacia el final de su vida,hablando de esasinvestigaciones argelinas: "setratade mi obra msantigua y,a lavez,ms actual".Es hablar de la actualidad socialy poltica de estas imgenes; actualidad hecha posible gracias a la objetivacin sociolgica que permitael uso militante de la fotografa. Estas fotografas son por primera vezreunidas en un volumen -s i se hiciera abstraccin de las que han sidoutilizadas para ilustrar las obras precedentes de Pierre Bourdieu sobreArgelia-. Uno encuentra all esa mirada, una mirada sociolgica queconforma su unidad. Pero tambin una mirada poltica. Como variasveces lo ha sealado Pierre Bourdieu durante nuestras entrevistas, lconceba estas fotografas como una forma de compromiso poltico yno solamentecomo un testimonio: ver para hacer ver,comprender parahacercomprendeL

    IMAGENES DE ARGELIA: UN LIBRO - UNA EXPOSICINPara terminar esta introduccin, parece til evocar rpidamente lasetapas de la realizacin de este proyecto. En 1999, luego de la preparacin en lengua alemana del libro A/grie 6(j2 [Argelia 60], Pierre Bourdieu me habl de sus trabajos etnolgicosy sociolgicosen Argelia haciafinales de ladcada de 1950, ascomo de lascentenas de fotografas queentonces haba tomado. Luego de una serie de entrevistas sobre aquellapoca, y sobre elrol clave de su experiencia argelina en el nacimientode su teora del mundo social, me mostr finalmente algunas centenasde ellas;lasotras, alrededor de medio milln segn su estimacin, se

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    haban perdido luego de diversas mudanzas. Observando elgran intersque tena sobre ellas, en mi tentativa de reconstruir esta experiencia,me dio finalmente su acuerdo para hacerlas pblicas, bajo la forma deuna exposicin y de un libro, a pesar de las dudas y de las reticenciasque haba que esperar cuando uno conoce la modestia y la timidezde Pierre Bourdieu." Hemos encontrado en la revista internacionalde fotografa Camera Austria un compaero ideal. En efecto, CameraAustriadispona de todos los recursos en elcampo del arte fotogrfico yya haba publicado entrevistas con Pierre Bourdieu. ste deba jugar elrol de una suerte de informante etnogrfico, comentandolas fotografasen el orden, a lavezcronolgico, geogrfico y temtico, que sirven desoporte de lamemoria para comenzar una empresade historia oral. Sibien Pierre Bourdieu pudo acompaar este proyecto hasta el otoo de2001, se tuvo que, desgraciadamente, terminar el trabajo en su ausencia, intentando permanecer lo ms cercanamente posible al sentidoque l le daba y sin traicionarlo demasiado. Presentamos este trabajoal pblico bajo la forma de un libro y de una exposicin en elInstitutodelMundo rabe, inaugurada el 23 de enero de2003, un ao despusde su desaparicin, para rendirle homenaje y decir que l est ms quenunca presente entre nosotros.

    FRANZ SCHULTHEIS1 Extracto tomadode PierreBourdieu: Ein soziologiscberSelbstl'ermch. Frankfurr, Suhrkamp. 2002.2 PierreBourdieu, DiezuueiGesiclJterderArbeit,UniversitJtsverlag Konsranz, Consrance, 2000 ..3Tenemos mucho

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    trabaja frente a la personafotografiada. Con frecuencia, esono eraposible:si, por ejemplo, sefotografiaban mujeres en un pasen elque eso noest muy bien visto, etctera.

    En ciertos casos, he pedido autorizacin, por ejemplo, cuandoestaba en terreno en la regin de Colla o en la regin de Orlansville.All evidentemente, tomaba muchas fotos y la gente estaba muy contenta. Por ejemplo, all hay una serie de fotos sobre una circuncisin,que son bastante dramticas por otraparte, y lashe tomado a pedidodelpadre de familia, que me dijo: "Venga a fotografiar". Era un medio deintroducirme y de ser bien recibido. Enviaba luego las fotos a lagente.Ustedmismolasha revelado?He comprado un equipo para revelar,pero solamentemucho ms tarde,porque todos mis amigos fotgrafos me decan: un verdadero fotgrafoesalguien que revelal mismo, esen el revelado donde seve lacalidad ysepuede trabajar, se pueden hacer retoques. En lapoca no poda, perotena un laboratorio en Argelia donde poda pedir casi lo que queramandaba hacer placas de prueba, imgenes en pequeo, y luego pedacosas ms elaboradas discutiendo con el encargado. Como yo hacamuchas fotos, le interesaba, y por eso, le dejaba hacer, pero intentabacontrolar, as, as.En cierto modo, dearranque, ustedya eraun enamorado de lafltografla, legustabahacereso; durantesuestancia, tenaelproyecto de servirse sistem-ticamentede lafltografla?se eraunproyecto?Sque le he concedido allmucha importancia. Haba comprado cuadernos de dibujo en los cuales pegaba negativos y,por otra parte, tenacajas de zapatos en las que clasificaba las pelculas: haba compradopequeossobres de celuloidedondemeta lasfotos, indicabaun nmerosotre elsobre y los nmeros correspondan alcuaderno en elcual estaban los negativos.Tena muchos all.Tena un problema: guardo todas

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    laspelculas?He tenido tendencia a guardar mucho porque tena siempre dos funciones.Estaba lafuncin documental: hay casosen que tomaba fotografasparapoder recordar, para hacer luego descripciones, o bien objetos que nopoda llevarme y que fotografiaba; en otros casos, era una manera demirar. Hay una sociologa espontnea de la pequea burguesa (es elcaso, por ejemplo, de tal pequeo escritor pequeo burgus: en Francia, Daninos) que r idicu liza a la gen te que parte con un apara to enbandolera a hacer turismo y que, finalmente, no miran los paisajesquefotografan. Siempre pens que eso es racismo de clase. En todo caso,por mi parte , era un modo de intensificar mi mirada, miraba mucho

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    y que era casi tan grande como ella. Era muy sobria, se destacaba sobreun muro blanco.Apartir de qu momento comenz a hacerfotos sistemticamente?Des-pusdesu servicio militar?~ as es, era en la d cada de 1960: tuve la idea de tomar fotos desituaciones que me impactaban mucho porque mezclaban realidadesdisonantes. Hay una que me gusta particularmente: es una foto quetom un da de mucho sol, en pleno verano, en Orlansville, uno de los

    lugares ms calurosos de Argelia. donde hay una valla publicitaria deuna auto-escuela con una ruta que serpentea en medio de los pinos y,justo alIado, una publicidad para Frigidaire. Esta especie de mezcla meemocionaba. Otra que puse en lacubierta del libro Algrie60,2para m,era tambin muy tpica.Son dos hombres con turbante, rabes a la an tigua, que estn

    sentados sobre el estribo de un automvil (seve mi automvil, un Renault Dauphine, que est estacionado un poco ms lejos) y que estnhablandomuy seriamente.

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    La cuestin queseplantea cuandouno mira esas fotos es la siguiente: seveque no sonfotos tursticas, sinofotos que estn dirigidas o montadas. Hayuna orientacin especfica, usteddeca que tomaba unafotopara objetivar,paratomar una distancia oparaponerse fuera deltiempodurante un brevemomento. Porlo tanto, es totalmente lgico pensar que h!!:1 unarelacini ' ! t r ~ n J e c a entreel modode objetivara travs de la miradafotogrfica y laaproximacin etnolgica que ustedestaba construyendo, y los dos ojos, elojodeletnlogo, delantroplogo,y elojo delfotgrafo, deben teneruna afinidadelectiva.

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    S, sin duda, usted tiene razn. En los dos casos haba esta especie derelacin, a lavez bbjetivante y afectuosa, a la vez distante y prxima,algo as como lo gliese entiende por el humor. Hay toda una serie defotos que he tomado en la regin de Collo, en una situacin bastantedramtica en laque yo estaba bajo el control degente que tena eldere-d10de vida y de muertesobre m y sobre los que estaban conmigo, todauna serie de fotos donde lagente est bajo un gran olivo, discutiendo ybebiendo caf. Hacer fotografas era un modo de decirles: "Me intereso

    en ustedes, estoy con ustedes, escucho sus historias, voy a testimoniarsobre lo que ustedes viven".

    Hay, por ejemplo, toda una serie de fotos, no tienen nada de est-tico, que he tomado en un lugar que se llama Nn Aghbel, y tambinen otro que se llamaba Kerkera: los militares haban juntado genteque hasta entonces viva dispersa en las montaas, en alineacionesde casas al modo de un castrum romano, y yo haba partido solo, apie, a la montaa, contra la opinin de mis amigos, hacia los pueblosdestruidos, y haba encontrado casas a las cuales seles haba quitado el

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    techo paraobligar a la gente a partir, No haban sido quemadas pero noestaban ms habitables y ah adentro haba tinajas (era algo que habacomenzado a estudiaren otro pueblo, en Ain Aghbel: hay sitios dondetodo lo que uno llamarael mobiliario, era de tierra, fabricado, modelado por las mujeres) que sellaman en Kabilia los aqoufts, esasgrandestinajas en lascualesse mete elgrano, decoradas con dibujos, que representan con frecuencia serpientes, porque la serpiente es un s m ! > ? ~ deresurreccin.

    y por ello, estaba muy feliz de poder fotografiarlas, a pesar de ladesolacin de la situacin, yeso es muy contradictorio. He podido

    tomar fotos de esascasas y de esos muebles inmviles gracias al hechode que all no haba techo... Esto era bastante tpico de mi experiencia,que era bastante extraordinaria: estaba a la vez muy conmovido, muysensible al sufrimiento de toda esta gente, y,al mismo tiempo, habatambin una distancia del observador, que se manifestaba en el hecho-..de tomar fotos. He pensado en todo esto leyendo a Germaine Tillan,etnloga que ha trabajado en los Ames, otra regin de Argelia, y quecuenta -en su libro Ravensbrck- que, en el campo, ellaveamorir a lagente y que pona unamuescacada vez que haba un muerto. Haca su

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    trabajo de etnloga profesional y dice que eso le ayudaba a sostenerse.y yopensaba en eso, me deca que era un tipo raro: estaba all, en esepueblo donde hay un olivar, un sitio donde la gente, el primer da denuestra llegada -n o el primer da, es el segundo da, el primero, erams dramtico, no lo cuento, era algo de parhosheroico-, por lo tanto,el segundo da, la gente comenzaba a decir: "Yotena esto, yo tenaaquello, yo tena diez cabras, yo tena tres carneros", decan todos losvaloresque haban perdido y yoestaba con otros tresy anotaba todo loque poda. Registraba eldesastre y,almismo tiempo, con una suerte deirresponsabilidad -eso es verdaderamente la irresponsabilidad escolstica, me di cuenta de ello retrospectivamente-, tena en la cabezaestudiar todo esto, con las tcnicas de las que dispona -me deca sin cesar:"Mi pobreBourdieu, con lospobres instrumentos que tienes, no ests ala altura, sera necesario saber todo, comprender todo, el psicoanlisis,la economa"; implement tests de Rorschach; haca todo lo que podapara intentar comprender -y, al mismo tiempo, tena en lacabeza laintencin de recolectar los rituales, los ritos del primer da de primavera, por ejemplo. Y esa gente me COnt historias, historias de ogros yde juegos a los cuales sehan puesto a jugar: haban tomado olivas enel olivar encima de ellos, olivas no totalmente maduras, era un juego,uno tira las olivas, debe recuperarlas sobre el dorso de la mano y segnel nmero de olivas perdidas, se tiene derecho a tres o cuatro golpescon los dedos. Bajo ese olivar he interrogado a esos tipos que tenanentre treinta y cincuenta afias, y algunos de los cuales tenan un fusiloculto bajo su chilaba, sepusieron a jugar (si seperdieron dos, hay ungolpe con dos dedos, tres, tres dedos, erc.) y pegaban muy,muy fuerte,jugaban como nios. Es tpico de mi relacin con esepas. Hablar demanerajusta de todo eso, era muy difcil: no eran en absoluto camposde concentracin. Era dramtico, pero no como selo deca. Yo observaba todo eso, que era realmente tan complicado jtan por encima demis medios! Cuando me contaban -a vecesestuve dos o tres das seguidos para comprender nombres de lugares o de tribus complicados,c ~ f r a s de las prdidas de ganado, de bienes-, estaba sumergido, puestodo era bueno para tomar, y lafoto, era eso, una manera de intentar,42

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    afrontar el choque de una realidad agobiante. En un centro verdaderamente cercano de all, que se llamaba Kerkera, un centro enorme,implantado en una gran llanura pantanosa que la gente del pas no

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    Por lo tanto, desde luego son importantes esos soportesde memoria, y seranecesariover sien un segundo momento...

    cultivaba porque no tenan ni arados ni yun tas lo suf ic ientementepotentes, se haba instalado gente all, era inmenso, dos mil, tres milpersonas, era trgico, esta especie de suburbio sin ciudad y all pues,hice lacosa ms loca de mi vida: una encuestade consumo a lamaneradel INSEE'} (una encuesta de consumo es muy pesada, usted llega conun cuestionario y dice: "Ayer, qu es lo que usted ha comprado?".Velas, pan, zanahorias, usted enumera y pone s, no, usted vuelve apasar dos das despus y una tercera vez). Era un trabajo enorme -y ono estaba solo, ramos tres o cuatro-s. organizar y realizar semejanteencuesta en una situacin tan difcil; de esta encuesta no ha salido nadaextraordinario, si no que en esta poblacin, que tena la apariencia deestar completamente abrumada, homogeneizada, nivelada, reducida alltimo grado de la miseria, uno encontraba una distribucin normal,estaban todas lasdiferencias que uno encuentra en una poblacin ordinaria, una dispersin normal.Cuando uno Lo escucha, tiene la impresin de que usted no ha seguido unproyecto concreto, usted quera ir un poco por todas partesy hacer toda lasociologaenpoco tiempo.

    S, pero cmo hacerlo de otro modo? Cmo quiere usted, antealgo como eso, una realidad tan agobiante, apremiante? Evidentemente,estaba el peligro de dejarme sumergir y de hacer una crnica alucinadadonde hubiera contado todo. se es uno de los grandes errores quecomet, no tuve un diario, tena fragmentos de notas desordenadas. Hayque decirlo, eraduro; no haba tiempo, era fatigante.

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    Para volver una vez ms a estacuestin de lamirada, loaftctivo est en elcentro mismo,y luego, est el corte,que cuenta muchopara usted, un corte

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    Hubiera sido necesario... pero yo no tena la uerza, trabajaba, era inimaginable, desde las seis de la maana hasta las tres de la tarde, Sayadera elnico que resista, los otros estbamos todos reventados, eramuy,muy duro.1

    IS, yo puedo decir: "sta, era en Orlansville, sta era en Cheraa"...

    Pregunta concreta: si usted no tena diario, tericamente, estoy casiseguro que viendo fotos, usted flega a re-situar todo y de manera bastanteconfiable, y puede certeramente decir, viendo tal nia sentada en la tierra:"Eraall': no?Pues sonsoportesde memoria muy...

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    - - - - - - - - - - - - ~ "que atraviesa un mundo que est en vasde desaparecer bajosusformasconocidas y habituales, y un nuevo mundo que seimpone muy rpidamente. Porlo tanto, la no-contemporaneidadde losobjetos. En ellibroTrabajo y trabajadoresen Argelia," loque estructura lamiradasociolgicaparece sereldesfase entre estructuras temporalesy estructuras econmicas,por lotanto, sepuededecirqueuno vuelvea encontrar elmismoleitmotiven las fotos, enla miradafotogrfica sostenida sobre esemundo social...Hay una foto, para m muy tpica, que puse en lacubierta de Trabajoy trabajadores en Argelia, son obreros agrcolas, en la llanura de laMitidja, cerca de Argel. Estn en cadena, sulfatan y estn unidos poruna manguera que los enlaza a una mquina que transporta el sulfatoy avanzan de a cinco, seis, quiz ms. Eso hace ver bien lacondicin deesa gente y,al mismo tiempo, esa industrializacin del trabajo agrcolaen las grandes granjas coloniales que estaban muy adelantadas en laagricultura francesa. Haba hecho pequeas entrevistas con esa genteque, mientras ganaban un salario de miseria como obreros agrcolas,cultivaban frecuentemente su pequeo terreno para ellos, sobre lasfronteras de los grandes dominios de la colonizacin.

    ~ Frente a loqueusteddicesobre S1/manerade concebiry dehaceresas fotos,unosepreguntacmo aprehenderlas ypresentarlas demaneraadecuada. Esnecesario crear una relacin conla investigacin etnolgica y con los librosquehablande S1/S comienzos dondeustedanaliza elobjeto queseencuentratambin en las fotos: hacerun vnculo entre los dos parece evidente, perounodudaun poco, pues es un modo, aprimeravista, msespontneo y mssimplista quizquebuscar en los textos descripciones de situaciones. relatos,que hacen pensaren loqueuno veen las fotos.Es normal hacer elvnculo entre elcontenido de mis investigaciones ymis fotos. Por ejemplo, una de las cosas que ms me haba interesado\:n lapoca, era lo que yo llamaba "la economa de lamiseria' o "la eco-

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    noma del suburbio". Elsuburbio era visto, de ordinario (no solamentepor la mirada racista, sino simplemente por la mirada ingenua) comomalo, feo,desordenado, incoherente,etc., mientras que, de hecho,es ellugar de una vida muy compleja, de una verdaderaeconoma, que tienesu lgica y en la que se despliega mucho ingenio, y que ofrece a muchagente los medios mnimos de sobrevivencia, y,sobre todo, razones parav i v i r _ ~ ( ) _ ( ; ! a l m e n t e , esdecir, paraescapar al deshonor que representa. paraun hombre que se respeta, elhecho de no hacernada,de no contribuiren

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    nadaa laexistencia de su familia. Hice una cantidadde fotos al respecto,sobre todo de los buhoneros, de los vendedores ambulantes, y estabaverdaderamente pasmado por eldespliegue de ingenio y de energa querepresentaban esas construcciones inslitas que evocan una vitrina ouna tienda, o esos escaparates de objetos heterclitos sobre el suelo (esome interesaba tambin estticamente, porque esmuy barroco), por esosboticarios que interrogaba, que vendan todos los recursos de la magiatradicional de los que registraba los nombres, afrodisacos, etc. Habatambin carnicerosmuy pintorescos (esos tres grandes pilares demaderaen haz, en los cuales secuelgan los trozos de carne), tema tpico paraelfotgrafo que est a la bsqueda de lo pintoresco, de lo extico.Tenasiempre en mente algunas hiptesis sobre la organizacin del espacio:hay un plano con una estructura, una estructura de la casa; igualmente,haba observado que la estructura de la distribucin de las tumbas enlos cementerios, reproducagrosso modo la organizacin de la aldea porclanes: voya encontrarla misma estructuraen los mercados?

    Esto me hace pensar en una foto que tom en un cementerio: sobrela tumba, annima, una lata de estofado llena de agua. El sptimo dadespus de la muerte, se debe poner el agua paraamarrar elalma feme-nina; pues en ese caso, se trataba de una lata de estofado que haba con-tenido un producto tab, cerdo...Vlviendo despus a Francia, usted empez rpidamente investigacio-nes sobrela fOtografia.5 Cmo tuvo la idea?Levino del exterior,por asdecirlo?No recuerdo bien, y no quiero decir tonteras. S que estaba ligado alhecho de que Raymond Aron me haba confiado la secretara generalde un centro de investigaciones que acababa de crear; yo no estabamuyseguro de m y pens que era necesario que me las ingeniara para tenerdinero para m mismo: as , si yo haca tonteras no sera demasiadograve... Firm, pues, un contrato con Kodak.

    La fotografa era un objeto que me interesaba. Tena en la cabeza,evidentemente, que la nica prctica con dimensin artstica que era

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    accesible a todos, era la fotografa, y que elnico bien cultural univer-salmente consumido era tambin la fotografa. Por aqul rodeo, pues,iba a poder hacer una teora esttica general. Era, a la vez,muy modestoy muy ambicioso. Habitualmente se dice que las fotos populares sonhorribles, etc., y yoquera, en primerlugar, comprender por qu era ase intentar dar cuenta, por ejemplo, de la Ironralidad de esas imgenes,por elhechode que allse manifiestan relaciones entre las personas, porun montn de cosas que hablan de la necesidad y,al mismo tiempo,tenan un efecto de rehabilitacin. Y luego emprend el anlisis de unacoleccin de fotos, lade mi amigo de la infancia que se llama Jeannot,las he mirado una a una, me heimpregnado deellas, pienso que encontr muchas cosas en esa caja dezapatos.Pero ya cuando estaba enArgelia tomandofotografias, usteddijo tambinque ha observado a los fotgrafos de oficio; usted dice: "YO no hubieratomado la misma foto" o "La hubiera tomado de otro modo': a veces"Hubiera hecho como ellos': Hayya una reflexividad en el uso de lafotoy,por tanto,es como un debut, un ncleo departidapara lareflexin ...Es verdad. Si bien los fotgrafos profesionales llegaban a veces a hacerfotos que me hubiera gustado hacer, incluso las cosas ms bizarras,hacan tambin muchas cosas que yo no hubie ra hecho , que eransimplemente pintorescas. Pienso que no les era fcil tomar, salvo poraccidente, una visin no convencional de esta sociedad, sin otra herra-mienta que lacategorade lo pintoresco, tejedores en su oficio, mujeresregresando de la fuente. Entre mis fotos ms "tpicas", hay una, unamujer con velo, montada sobre una motoneta, que, sin duda, hubieranpodido hacer. Ese es el aspecto ms "fcil" de lo que intentab\,aprehender. Tengo una ancdota que expresa bien mi experiencia de esepas (un pas bizarro, donde experimentaba sin cesar un sentimientotrgico -estaba muy ansioso, soaba con ello por la noche- y donde,~ i embargo, no dejaba de ver cosas divertidas, que me hac an rer osonrer), una historia que expresa muy bien esta experiencia doble,contradictoria o ambigua, que siempre he t en ido mucha pena en

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    expresar o en hacer comprender aqu en Francia, o incluso en Argelia,a ciudadanos argelinos de origen burgus -pienso en una joven estudiante, originaria de una gran familia de Koulouchlis, que participabaen nuestras encuestas en medio urbano (me escribi recientemente)y que no poda impedirse experimentar un sentimiento de temormezclado con horror frente a gente que a m me impactaba mucho,hasta en las estrategias un poco irrisorias o lamentables, por las cualesintentaban poner en escena, o hacer valorar, su miseria y su desgracia-. (Es la razn por la cual me gustaba mucho lamirada de hombrescomo Mouloud Ferraoun, cuando me contaba sus enredos con lospadres de alumnos, o Abdelmalek Sayad que sostena sobre la genteque encontrbamos, una mirada frecuentemente a la vez, divertida yun poco tierna). Vuelvoa mi historia: un da que yosalade una playade estacionamiento, una mujercon velo, joven, viendo que yo dudabaen pasar con mi automvil, sevolvihacia m y,bajo su velo, me dice:"Entonces, tesoro, tu me aplastas]?".Loquediceme recuerda, al menos unpoco, la observacin de Gnther Grassqueprobablemente ustedrecuerde tambin. Dijo: ';Lasociologfa es dema-siado seria!"No es verdad! En absoluto, peroloquelnoha comprendido, esqueno hubiese sidoposible hacer entrarla risa en Lamiseria del mundo."ElDesarraigo.' que separecemucho aLa miseria delmundo,noda demasiado lugar a esecostado gracioso.Ypor otra parte, siquisiera un modeloliterario para expresar experiencias tan terribles, hasta en sus aspectosms divertidos, pensara ms bien en Arno Schmidt. Me ocurre con frecuencia lamentar no haber tenido un diario. Estabamuy comprometidocon mi "deber" de investigador y de testigo, y ponalo mejor de m, conlosmedios que tena, para transmitirexperiencias extraordinarias y,desgraciadamente!, universales,lasde todos losxodos y de todas lasguerrasde liberacin. Ocurra tambin que yo no quera contentarme con testimoniar, a lamanerade un buen reportero, quera desprender lalgicay los efectos transhistricos de esos grandes desplazamientos forzados

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    de poblacin. Y luego, hay una censura del decoro acadmico que haceque haya un montn de cosasque uno no suea, incluso, con contar. Yloque yo lecuento en estemomento, esprobable que hacetreinta aosno hubiese podido decrselo, o bien, lo hubiera dicho pero, quizs, nocomo he osado decirlo ahora.Ahoraustedpuedepermitrselo, de todasmaneras, la obra est ah, ustedpuedeexaminarla retrospectivamente, para mostrar el rostro oculto.

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    De hecho, la preocupacin por ser serio, cientf ico, me ha llevado areprimir la dimensin literaria: he censurado muchas cosas. Pienso quedurantetodo elprimerperiododelCentro de sociologaeuropea, haba,sin que eso fuera una consigna, un estmulo tcito a censurar todo loque era filosofa y literatura. Era necesario respetar las reglas tcitas delgrupo. Eso pareca impdico, narcisista, complaciente. Pues, me ocurrecon frecuencia, lamentar hoy no haberconservado rastros utilizables deesta experiencia. Es verdad que he vivido entonces muchas cosas queme han separado de mis contemporneos intelectuales. He envejecidomucho ms rpidamente.. . S, sera necesario que algn da intentara,con un grabador, decir loque me vuelvea lamentemirando las fotos .. .Unapreguntapersonalpara terminar:quroljuega, en su opinin, estaexperiencia argelina, enel contexto delautosocioandlisis queustedacabadeesbozar ensu ltimo curso enelCollege?Yvette Delsaut haba escri to un texto al respecto, donde deca muyacertadamente que Argelia eslo que me ha permitido aceptarme a mmismo. La mirada de etnlogo comprensivo que he asumido sobreArgelia, he podido asumirla sobre m mismo, sob re la gen te de mipas, sobre mis parientes, sobre el acento de mi padre, de mi madre yrecuperar todo esto sin drama, lo que es uno de los grandes problemasde los intelectuales desarraigados, encerrados en la alternativa del populismo o, alcontrario, de lavergenza de sligada al racismo de clase.Hepodido tornar sobregente tan semejante a los kabiles, gente con quienhe pasado mi infancia, la mirada de comprensin obligada que definela disciplina etnolgica. Laprctica de la fotografa, en primer lugar enArgelia, luego en Barn, ha contribuidomucho sin duda, acompandola, a esta conversin de la mirada que supona -creo que el trminono esdemasiado fuerte-, una verdadera conversin.La fotografa es, en efecto, una manifestacin de la distancia\::1 observ ~ d o r que registra y que no olvida que registra (10 que no siempre esfcilen las situaciones familiares, como elbaile), pero supone tambin toda

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    laproximidad de lo familiar, atento y sensible a los detalles imperceptibles que lafamiliaridad le permite y le ordena aprehender e interpretaren-el-campo (no se dice de alguien que se conduce bien, amistosamente, que es "atenro'P), a todo aquello infinitamente pequeo de laprctica que escapa frecuentemente al etnlogo ms atento. Est ligadaa larelacin que no he dejado demantener con mi objeto, del que jamsolvid que se trataba de personas, sobre las cuales sostena una miradaque llamara gustosamente, si no temiera el ridculo, afectuosa, y,frecuentemente, t ierna. Por esta razn, jams he dejado de llevar a caboentrevistas y observaciones (ashe comenzado siempre cada una de misinvestigaciones, sobre cualquier tema que fueran) en ruptura con lasrutinas del socilogo burocrtico (encarnado para m por Lazarsfeld yelBureau de Columbia,que instituan eltaylorismo en la investigacin)que no accede a las encuestassino por encuestadores interpuestos y que,

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    a diferencia del etnlogo ms pusilnime, no tiene ocasin de ver ni alaspersonas interrogadas, ni a su entorno inmediato. Las fotos que unopuedevolver a vercon tranquilidad, como losregistros que puede volvera escuchar (sin hablar del video), permiten descubrir los detalles inad-vertidos a primera vista y que no se pueden observar detenidamente,por discrecin, durante laencuesta (pienso por ejemplo en losinterioresdel obrero metalrgico de Longwy o de su vecino argelino, en elcursode laencuesta deLamiseria delmundo).1 Esta entrevista hasido publicadacon anterioridad(alemn/ingls) en Camera Austria, nm. 75,Graz,2001, acompaada de una introduccin de FranzSchulrheis.2 Algrie60. Structuresecouomiqueset structttres temporelles, Paris,Mnuit, 1977.3 lnstitut Natonalde laSraristique etdes tudes conomques(Nota de laedicin en espaol)4 Traoail ettrauailleurs enAlgrie (con A. Darbel et al.), Pars,Minuit, 1964.5 UII art moyen. Essai surles magessociaux delaphotographie (avec L. Boltanski etnl.) , Pars,Minuit,

    1965. [Lafttografia. Un arreintermedio, Mxico, Nueva Imagen, 1979].6 Lamisen:du monde, Pars,Seuil, 1993. [Lamiseria del mundo, BuenosAires, FCE, 1997] [N. delaT.]7 LeDmcinement, Pars,Minuir, 1964. [N. delaT.]

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    ,Las consecuencias sociolgicas de la guerra sesitan en dos rdenes muydiferentes que no hay que confundir: por una parte, lasmutacionessocio-lgicas determinadas por el slo hecho de que laguerra existe; por otraparte, lastransformaciones y lasconmociones acarreadas por la conductamisma de laguerra, por los choques culturales que ha provocado y porlas medidas de orden poltico o militarque han sido tomadas para hacerfrente a lasituacinde guerra.El primer tipo de transformaciones merece ser considerado en primerlugar. En efecto, lasola existencia de la guerra ha suscitado una transfor-macin radical de lasituacin, esdecir, delcampo sociolgico en elcual serealizan los comportamientos, almismo tiempo que una mutacin de laactitud de losindividuos insertos en esasituacin, respecto de la situacinmisma. seessin duda, desde el punto de vista sociolgico, el aconteci-miento ms importante que ha sobrevenido en Argelia despus de cientotreinta aos. Todo ocurre como siesta sociedad que, ms o menos cons-cientemente, haba elegido detenerse y encerrarse sobre s, que opona atoda intrusin de la novedad mil murallas invisibles e inexpugnables, sehubieraabierto bruscamente, sehubiera vuelto a poneren marcha repen-tinamente. Cmo interpretar esta suerte de mutacin brusca y global,cuyos mil detallados rasgostestimonian?Esque la guerra constituye el primer cuestionamiento radical del sis-tema colonial y, loque esms importante, elprimercuestionamientoqueno fuera, como en otro tiempo, simblico y,de un cierto modo, mgico,sino realy prctico. Se ha visto que muchos rasgosculturales, tales comoel apego a ciertos detalles indumentarios (por ejemplo, elvelo o el tur-bante), a cierto tipo de conductas, de creencias, de valores, podan apa-recer como unamanera de expresar,simblicamente, esdecir, a travsdelos comportarnienros implcitamente investidos de la funcin de signos,el rechazo a adherir a la civilizacin occidental identificadacon el ordencolonial, lavoluntad de permanecer en s, de afirmar ladiferencia radicale irreductible, de negar la negacin de s, de defender una personalidadamenazada y asediada. En la situacin colonial, todo renunciamiento a

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    esosrasgosculturales dotadosde un valor de smbolos hubierasignificado,objetivamente, el renunciamiento a sy la obediencia aceptada a la otracivilizacin.

    El hecho sociolgico esencial es, quiz, que la guerra, solamente pors misma, constituye un lenguaje, que presta al pueblo una voz, y unavoz que dice "no". Tambin, entre los miembros de la casta dominada ylos miembros de la casta dominante, seinterpone siempre otra presenciaque RaymondAron ha llamadoen algn lugar,"eltercer hombre". Desdeentonces, el encanto del cara-a-cara se encuentra roto; la relacin deldominante y del dominado no puedeejercersems en su pureza esencial.La lgicade lahumillacin y del desprecio seencuentra quebrada.

    Desde el momento en que la negacin radical est instalada en elcorazn mismo del sistema, real, concreto, temible, capaz de preocupar alagran Francia, capaz de determinarla inquietudy laangustiade los europeos hasta entonces seguros e inquebrantables, capaz de provocar crisisministeriales, debates en las Naciones Unidas, programas, conferenciasy discursos, visitas de ministros y de observadores extranjeros, desde elmomento en que elmundo entero seencuentracoaccionado a reconocerla existencia de esta negacin, todas lasnegaciones mgicas y los rechazossimblicos pierden una gran parte de sufuncin y de su significacin.

    As, cada argelino puede asumirse y asumir los prstamos profundosque hatomado de lacivilizacin occidental, puedeincluso confesary confesarse'como me deca uno de elloscon una sonrisa, que est "integrado";puede proclamar, sin caer en contradicciones, que adhiere a los valoresde la civilizacin occidental e incluso a su estilo de vida; puede inclusonegar, sin negarse, una partede su propia herencia cultural. La negacinqueda, permanente e inalterable. El tradicionalismo colonial revesta,esencialmente, una funcin simblica: jugaba el rol, objetivamente, deun lenguaje de rechazo. Por elhecho de que la negacin existe, en lascosasmismas, negacin que constituyela sumade todos losrechazosindividuales, la innovacin aportada por Occidente puede ser recibida sin que laacJptacin exprese laobediencia.

    Losrenunciamientos msmanifiestos, y tambinJos ms espectaculares,son quizs los que conciernen a las tradiciones in)estidas de un valoresencialmente simblico, tal como llevarel velo o el turbante. En efecto,62 63

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    a lafuncin tradicional del velo, vena a agregarse, como en sobreimpresin, una funcin nueva,en referenciaalcontextocolonial.Sin llevarmuylejos el anlisis, puede verse, en efecto, que elvelo esantetodo una defensade la intimidad y una proteccin contra la intrus in. Y, confusamente,los europeoslo han percibido siempre como tal. Al llevar elvelo, lamujerargelina crea una situacin de no-reciprocidad; como un jugador desleal,ellave sin ser vista, sin dejarse ver.Yes toda la sociedad dominada que , atravs del velo, rechazala reciprocidad, que ve, que observa, que penetra,sin dejarse ver, observar, penetrar. Es frecuente escuchar en boca de loseuropeos proclamaciones indignadas contra esta suerte de deslealtad,ese rechazo a jugarel juego, que hace que los argelinos tengan acceso a laintimidad de los europeos mientrasque prohben todo acceso a su propiaintimidad. Elvelo puede, pues, ser considerado como el smbolo del cierresobre s.Ahora bien, en elcurso de los ltimos aos, seobserva, entre lasjvenes esposas y las jvenes hijas, una tendencia muy marcada al abandono del velo, con unadisminuciny una regresin en elmomentodel 13de mayo [1958] -llevar elvelo retomaba entonces su sentido de negacinsimblica,y su abandonopoda ser entoncesaprehendido , objetivamente,como signo de obediencia- y, actualmente, una reanudacin muy netadel movimiento, observableincluso en lascampaas. Esta transformacinglobal de la actitud aparece tambin en otros dominios. Ciertas instituciones eran, con razn o sin ella, confusamente aprehendidas por losmiembros de lacasta dominadacomo solidarias de lasituacin colonial yde hecho recibidas con mil reticencias. As, por ejemplo, la enseanza delamedicina. Larelacin entre el enfermo yel mdico, entreel alumno y elmaestro, seejerca en el marcode lasituacin colonial y tomaba de ellasusentido. Las prescripciones del mdico y las enseanzas del maestro o delinstructor podan ser intuitivamente sentidas (sin que los fundamentosde ese sentimiento afloraran necesariamente a la conciencia) como tantosesfuerzos para imponer las normas de una civilizacinextranjera.

    Las resistencias y las reticencias han hecho lugar, desde hace algunosaos, a una extraordinaria sed de instruccin, que el ingreso escolar hadado laocasin de observary que apareceen otrosmil signos. 1A pesardelimportante esfuerzo que ha sido llevado a cabo para multiplicar las clasesy los maestros, el nmero de nios que no han podido encontrar lugaren64

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    las escuelas permanece, uno lo sabe, considerable. Y todos los maestros,sobre todo en las ciudades, han sufrido la embestida y el asedio de lospadres que venan a exigir la inscripcin de sus hijos. La instruccin delasnias, ocasin, hasta una fecha reciente, de lasms fuertes resistencias,constituye actualmente el objeto de un profundo inters, al igual que lainstruccin de losvarones.

    Peroel hecho esenciales,quiz, que lo que era resistido hasta entoncescomo una coaccin impuesta o como un don gracioso, es actualmentereclamado como un deber. Esto aparece con evidencia, a travsdel comportamiento de los padres que vienen a pedir la inscripcin de sus hijosen los registros escolareso incluso, de esasmujeres que sepresentan, cadamaana, en la puerta de los centros sociales.La actitud del mendigo queviene a solicitar humildemente un don benfico, ha hecho lugar a unadisposicin de espritu reivindicativo y seguro que conduce a reclamarcomo deberes los cuidados y servicios. La actitud de sumisin devotaestaba ligada, confusamente, a una actitud de dimisin motivada por elsentimiento, confesado o inconfesado, de que el europeo era inimitablee inigualable, sea en derecho, sea de hecho. Los miembros de la castadominadahan podido admitir a veces,sino en sus conciencias y en susvoluntades, almenos en sus actitudes, que lasdiferencias de esratus traducan diferencias de naturaleza. No esnatural,cuando elorden sociales talque, para el individuo de lacastadominada, laexperiencia de la relacincon elsuperior, se trate del patrn, del mdico, del maestro de escuela odel polica, sesuperpone y seconfunde con la experiencia de la relacincon el europeoi" En consecuencia, el argelino tiende a componerse unpersonaje de rabe-para-el-francs. El que va a solicitar un empleo a unfrancs, sabe que es necesario expresarse de una cierta manera, que esnecesariollegara tiempo, que esnecesario asegurar un cierto rendimiento,y as sucesivamente. Eleuropeo no aprehende de l ms que esa mscaray ese rol. Ocurre con frecuencia que esta actitud sea torpe y forzada, queel argelino llevesu personaje como un traje de mal corte y que d lugar,'por lapreocupacin de ser irreprochable y conforme a lo que seespera del, a laacusacin de disimulacin o de falsedad. Un ejemplo bastar parailustrar esteanlisis: en una casafrancesa,el hijode laempleada domsticaargelina esrecibido un da como invitado; durante toda laduracin de66

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    la comida, la madre se comporta como empleada domstica, silenciosa,activa, solcita. En elmomento del caf, esinvitada a sentarse entre losanfitriones. De golpe, ella cambia totalmente de actitud, a la manerade un actor contenido entre bastidores. Aparece plena de dignidad y dedistincin; participa en la conversacin; todo en ellase ha transformado,hasta su manerade sentarse en lasilla,de sostener lacabezao de sonrer.

    La act itud de protecc in abusiva que conduce a desposeer a unasociedad de la preocupaciny de la responsabilidad de su propio destino,tiendea desarrollar en ellauna actitud de dimisin resignada, de replieguesobre sy de indiferenciarespecto a su propio destino. Tambin lapolticapaternalista de asistencia tiene por efecto, en elmejor de los casos,ubicar aquienes son su objeto en la posicin de nios irresponsables e inconscien-tes,desprendidos de toda inquietud concerniente a su propiasuerte y,almismo tiempo, indiferentes, o si se quiere ingratos, respecto de aquellosque "tanto hacen por ellos".

    An ms, laguerra ha cambiado muchascosas. En efecto, ha propor-cionado a esepueblo,largo tiempo mantenidoa raya, laocasin de apare-cery de aparecerse como adulto, conscientey responsable; leha permitidotambin formarse la experiencia de la disciplina libremente asumida, enresumen, de la autonoma. Se sabe, por ejemplo, que los repudios eranextremadamente frecuentes en Argelia y,segn un folleto oficial, "es enesedominio que laintervencin de unamedidade autoridadserasaluda-ble,pues no parece que los musulmanes estn, almenos por elmomento,muy dispuestos a renunciara eseprivilegio",3Ahorabien, ha bastado que,en diversas regiones de Argelia, el Ejrcito de Liberacin Nacional decre-tara directivas precisas, para que se pudiera observar una regresin muyneta del nmero de repudios. En otros dominios, laautonoma del Ejr-cito de Liberacin ha podido realizaren unos das lo que ciento treintaaos de "accin civilizadora" no haban podido hacer. Se cuenta que endiversos sitios, procesos que arrastraban desde aos, poniendo ambaspartes en ello cierta complacencia, pudieron ser regulados en algunosminutos por el arbitraje de los combatientes del Ejrcito de LiberacinNacional. La experiencia de una disciplina libremente consentida porargelinos para argelinos en nombre del inters comn, ha hecho caermuchas otras resistenciasconsideradas comnmente como insuperables.68

    Pero, hecho importante, lamayor parte de lasdisciplinas asimpuestaseran en todo punto idnticas en su contenido a las que la administracinfrancesa se haba esforzado siempre en hacer respetar. El Ejrcito deLiberacin Nacional recauda los impuestos, controlael estado civil,alveescuelas a veces, etc. De igual modo, las tcnicas introducidas son pro-piamente occidentales, ya se trate de las tcnicas medicinales, sanitarias,jurdicas o administrativas. As, retomando por su cuenta a institucionesy tcnicas que, para la conciencia popular, aparecan como indisociablesdelsistema colonial y que, por esta razn, suscitaban actitudes ambivalen-tes,imponiendo consignas y directivas anlogasen su contenido y en suformulacin a lasque hubiera podido decretar laadministracin francesa,elFrente de Liberacin Nacional parece haber roto el lazo intuitivamentesentido que una a esasinstituciones y a esastcnicas con elsistema dedominacin colonial. Slo por ese hecho, ellasse han encontrado afecta-das por un cambio designo.

    En razn del cambio de contexto, la relacin entre los miembros dela casta dominante y los miembros de la casta dominada se encontrtambin modificada. La guerra ha revelado a cada uno que la situacinde dominante puede ser cuestionaday, al mismo tiempo, lasituacin dedominado. Con el principio de la guerra, la descolonizacin ha comen-zadoya.

    La guerra era, en primer lugar, como una aventura por episodios,vivida por cada argelino da a da y en el horizonte de su pueblo. Pocoa poco, mediante los intercambios de informaciones, a travsde la con-frontacin de las experiencias, cada uno viene a saber que los mismosacontecimientos se producen en diferentes lugares. El sentimiento deestar comprometido en una aventuracomn, de sufrir una suerte comn,de compartir las mismas preocupaciones, de afrontarlos mismos adver-sarios, ha determinado un ensanchamiento del espacio social; el puebloreplegado sobre s, microcosmos cerrado en el que viva el campesino, seha abierto; elsentimiento de solidaridad seha extendido hasta loslmitesde Argelia. Esta solidaridad, profundamente experimentada, se expresaa travs de mil conductas: los usureros han prcticamente desaparecido,ya sea porque hubiesen sido objeto de sanciones muy populares, ya seaporque, en nombre de ese sentimiento nuevo, seotorguen prstamos sin

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    inters; reclamar una deuda contrada antes de 1954 esconsideradocomodeshonroso: cuando sobreviene una disputa basta, la mayor parte de lasveces, con que un mediador se interponga, invocando lasolidaridad detodos los argelinos, para que cese elconflicto. La fraternidad era experimentada antao como el hecho de pertenecer, de manera real o ficticia, ala mismaunidad social (ms o menos amplia) o bien a la misma religin.En laactualidad, el trmino fraternidad tiendea devenir sinnimo de solidaridad nacionaly pierde toda coloracin tnica o religiosa.

    As, la guerra, por su solaexistenciay por la toma de concienciaqu e hasuscitado, bast para determinar una verdadera mutacin sociolgica. Aeste fenmeno global, vienen a agregarse las perturbaciones y las conmociones qu e son las consecuencias directas e inmediatas de la conducta delaguerra y entre las cuales se pueden sealar, por orden de importancia,los fenmenos de migracin interior, voluntaria o forzosa, la inseguridadgeneralizada, las medidas tomadas por laadministracin y el ejrcito, enfin, laintensificacin considerabledel contagio cultural.

    El pueblo argelino conoce en la actualidad una verdadera dispora.Los desplazamientosde poblaciones, forzados o voluntarios, han tomadoproporciones gigantescas. Segn estimaciones, el nmero de personasdesplazadas se sita entre un milln y un milln quinientos mil, siendoesta ltimacifra lams prximaa larealidad. Sepuede admitir, sin riesgode error, que un argelino de cada cuatrovive fuera de su residencia habitual. Los fenmenos de migracininterna son, en realidad, muy complejos, y toman formas muy diversas. De tal manera, los reagrupamientos noconstituyen ms qu e un aspecto de ellos. Es frecuente, por ejemplo, quelos pueblos abandonados po r sus habitantes que han partido a laciudad,sean ocupadospor gente que viene de regiones menos calmas o ms miserabies," sobre todo en Gran Kabilia y en Pequea Kabilia.

    La migracin interna toma tambin la forma del xodo hacia las ciudades, que semuestran a los campesinos como un refugio contra lamiseria y lainseguridad. "Estoes elparaso -se escucha decircon frecuencia enArgel-. Ustedest fuera de latempestad". La gente que trabaj en Francia,con frecuencia hace ir a su famil ia a una ciudad, a lo de un'bermano oun pariente, cuando no pueden hacerla llegar a Francia. A veces, tomanalgunos das de vacaciones y ellos mismos van a buscarla. Los suburbios70

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    coso En resumen, todo ocurre como sila toma de conciencia de laruptura(ms que la ruptura propiamente dicha) hubiera hecho surgir en ellaelsentimiento de tener que adaptarse a un mundo nuevo frente al cual,hasta entonces, poda permanecerextraa.

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    no dejan de incrementarse. Los antiguos habitantes de Casbah que hanpodido reubicarse en otra parte para huir de los controles y de las persecuciones, son reemplazados por la muchedumbre de campesinos que seamontonaen condiciones inverosmiles.

    Por otraparte, esconocida lasituacin miserablede la mayor parte delas poblaciones reagrupadas. Muchos centros de reagrupamiento no sonotra cosa, paraemplear una expresin tomada de un estudio oficial, que"hogares de miseria" o, sise prefiere suburbios rurales. Segn este estudio,en efecto, rodo indicaque el tercio de los reagrupamientos son viables;en ese caso, los reagrupados tienen accesoa sus tierras o bien disponen detierras concedidas; elproblema de lasubsistenciano seplantea y elhbitatesadecuado. Se puede concluirque en los otros dos tercios, elproblemade lasubsistencia se plantea, y se planteade modo particularmente graveen los reagrupamientos (un tercio) llevadosa cabo pararespondera imperativos operacionales y "destinadosa desapareceren cuanto laseguridadseencontrara reestablecida" .

    Elsimple hecho del cambio de residencia -que romela forma de unreagrupamiento, de una partida parala ciudad,o paraFrancia- estdestinado a determinarunamutacin global de laactitudrespecto del mundo;elhecho de vivir en un entorno nuevo acarrea una ruptura con la tradicin, rupturaque seencuentraacabada, en lamayorparte de loscasos,porla imposibilidad, experimentada como provisoria o como definitiva, devolvera laresidencia habitual. Puede versemedianteel anlisisde un caso:se trata de una mujer de aproximadamente sesenta aos que habitaba laciudad desde los catorce aos, y que no haba dejado de tener relacionesestrechas con su pueblo de origen (PequeaKabilia) a donde volvaa cadaao parapasar algunos meses. En 1955, el rerorno al pueblo se vuelveimposible. Esta rupturadefinitivade los lazoscon elmedio familiar y tradicional, rupturaque una estada de cincuentaaos en laciudad no habapodido operar totalmente, acarrea un cambio global de laactitud respectodel mundo, y particularmente respecro de las tcnicas occidentales.Mientras que antes ellase contentaba con hacer los trabajos fuertes, conexclusin de los trabajos de tcnica europea, ahoraseha puesto a plancharya tejer.Antao, jams hubieraprobado un plato que no conociera. Noescuchaba laradio y no seinteresaba nadapor losacontecimientos polti-72 73

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    El hombre comunitario deja lugar al hombre gregario, desarraigado,arrancado de las unidades orgnicas y espirituales en las cuales y po r lascuales exista, separado de su grupo y de su terruo, ubicado frecuentemente en un a situacin material tal que incluso no sabra recordarel antiguo ideal de honor y de dignidad. La guerra y sus secuelas, losreagrupamientos de poblaciones y el xodo rural, no hacen sino precipitar y reforzar el movimiento de desagregacin cultural que el contactode civilizacionesy la situacin colonial haban desencadenado. Ms, estemovimiento seextiendeestavezal dominio que sehaba encontrado relativamente protegido porque haba permanecido al abrigo, parcialmente,de las empresas de colonizacin y porque las pequeas comunidadesrurales, replegadas sobre s mismas en la fidelidad obstinada a su pasadoy a su tradicin, haban podidosalvaguardar los rasgosesenciales de unacivilizacinde lacual,en adelante, no sepodrhablar ms sino en pasado.Una nebulosa de pequeas comunidades, fuertemente estructuradas,

    l'hace lugar a un conjunto de partculas individuales, sin ataduras ni races.Los antiguos valores de honor se derrumban al contacto con las crueldades y las atrocidades de la guerra. Un viejo kabil deca: "N o es unhombre quien, al finalizar todo esto, podr decir, yo soy un hombre".La imagen ideal de sy los valores que leestn asociados son expuestos alaprueba ms cruel. Estn las violaciones y los raptos de mujeres; estnlas escenas en elcurso de lascuales el marido esinterrogado y empujadoo abofeteado en presencia de las mujeres. Me contaban que, en un aciudad de Gran Kabilia, los militares van a acompaar a las mujeres alafuente que seencuentra un poco alexterior de la aglomeracin, a finde protegerlas. A lavuelta, algunas de ellasvan a beber el caf co n ellos olos invitan. "El joven militarviene a lacasa.El viejo, defensor del honor,qu e ha recibido del exilado el encargo de velar po r su mujer o su hija,sabe qu e no puede decir nada. Sufre y secalla en el r incn. Un da, elmilitaraporta para comer. El toma su partey se calla.Est arruinado".

    Como una mquina infernal, laguerra hace tabula rasade las realidades seciolgcas, machaca, tritura y dispersa lascomunidades tradicionales,pueblo, clan o familia. Miles de hombres adultos estn en el monte,en los campos de concentracin, en prisin, o refugiados en Tnez y en

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    Marruecos; otros han partido hacia las ciudades de Argelia o de Francia,dejando a su familia en el pueblo o en centros de reagrupamiento, otrosestn en el ejrcito francs; otros estn muertos o desaparecidos. No sonms que familias dispersasy desgarradas. Regiones enteras, en Kabilia porejemplo, estn vacasde hombres. En una clnica sostenida po r religiosas,cerca de Chabel eI-Ameur, no sehacen partos desde hace variosmeses.

    Seasiste a una mutacin de larelacin de hecho entre el hombre y lamujer. Muchas mujeres, y no solamente las viudas, se encuentran investidas de responsabilidades y de tareas que hasta entonces incumban almarido. Mu y frecuentemente, la mujer debe asegurar la subsistencia dela familia, au n cuando ella recibelaayuda de un hermano o de un to.Suespacio de vida, hasta entonces extremadamente reducido, se encuentraampliado. Se desplaza en la ciudad europea, entra en lasgrandes tiendas,tomael tren para ir avisitar a su marido o a un hermano, realizagestiones,cumple con las formalidades administrativas. De su universo cerrado ysecreto,hace irrupcin en elespacio abierto, antaodejado a loshombres.Comprometida en la guerra, sea directamente, sea indirectamente, seacomo actor, sea como vctima, llevada po r lafuerza de lascosas a asumirun rol nuevo. La argelina, mujer casadao muchacha, ha adquirido, en elcurso de los ltimos aos, una mayor autonoma. El estallido del bloquefamiliar conduce a cada miembro del grupo a tomar conciencia de supersonalidad, al mismo tiempo que de sus responsabilidades. Las jvenescitadinas escapan a los controles tradicionales y a lapresin de laopinin,fundamento esencial del orden de las comunidades aldeanas. Adems,resulta que la ausencia del padre lasdejaenteramente libradas a s mismas.Muchas jvenes, sobre todo en las ciudades, estn ho y en lasituacin deaquellos que los kabiles llaman "el hijo de la viuda" (aun cuando todavatienen a su padre), es decir , sin pasado, sin tradiciones, sin ideal de s,abandonados a smismos. La autoridad del padre, aunque mu y vivaan,se encuentra frecuentemente alterada. No es ms aprehendida como elfundamento de todos los valoresy elordenadorde todas las cosas.Es quelamayor partede lagente joven y de lasmujeres jvenes seadhieren a unnuevo sistema de valores en nombre del cual las tradiciones seencuentrancuestionadas.

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    Esto esverdad sobre todo entre los jvenes de quince a veinte aos:formados en la guerra, habitados po r el radicalismo propio del adolescente, vueltos hacia el fututo e ignorando todo de un pasado en el cuallos ms ancianos -hagan lo que hicieren- estn enraizados, ellos estnfrecuentemente animados de un espritu de revuelta y de un negativismoque a veces los separan de sus hermanos mayores. Yel cisma psicolgicoentre lasgeneraciones est frecuentemente agravado por la separacin dehecho. Elmantenimiento de latradicin supona elcontacto continuo delasgeneraciones sucesivas ye l respeto reverencial para con los ancianos.En las comunidades aldeanas, lainfluenciade los ancianos seprolongabaincluso ms all de la infancia, ye l adulto continuaba sometindose a laautoridad de su padre , tanto tiempo como viviera a su lado. Con la dispers in de lafamilia, es la continuidad misma de la tradicin la que seencuentra fundamentalmente cornprornetida,

    As, junto a otras influencias tales como lade laeducacin que refuerzala pre sin de los jvenes y su deseo de emancipacin, o del contagiocultural que tiende a oponer el estilo de vida y el s is tema de valores delas diferentes generaciones, la guerra ha conmocionado elsistemade lasrelaciones que se establecen entre los miembtos de la familia argelina.La familia desgarrada est a un paso de ser una familia desagregada si noencuentra un nuevo equilibrio. Que los efectos de laguerrahayan podidoalcanzar tan fuertemente a la sociedad argel ina y a su corazn mismo,prueba hasta qu punto el cuestionamiento ptovocado po r la guerra esradical y brutal.

    "Estamos en elSiglo XIV ...". Siglo del fin del mundo donde todo loque era la regla devienela excepcin, y todo lo que era defendido, permitido. Los hijos no respetan ms a los padres, lamujer va almercado, y assucesivamente.Laconciencia popular expresa aslaexperiencia de un universo invertidodonde todo vaa contrapelo:veen eldesordeny elcaosquelarodeaelmundo del fin, anunciador del fin del mundo. Peto elfin de esemundo estambin vivido como el anuncio de un mundo nuevo.

    Lasociedadargelina sufre una conmocin tan radical como esposible.No haydominio que est protegido. Los pilares del orden tradicional hansido estremecidos o derribados por lasituacin colonial y la guerra. La

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    burguesa urbana ha sido desagregada; losvaloresque encarnaba han sidoarrastrados por la irrupcin de las ideologas nuevas. Losgrandes feudos,frecuentemente comprometidos por el apoyo que otorgabana laadministracin colonial y asociados por ello, para elpueblo, alsistemade opresin,han perdido, la mayora de las veces,su potencia materialy su autoridadespiritual. Lamasa rural que opona un conservadurismo obstinado a lasinnovaciones propuestas por Occidente seha encontrado arrastrada en eltorbellino de laviolenciaque hace tabula rasadelpasado. El Islam mismo,por habersido utilizado, ms o menos conscientemente, como una ideologa revolucionaria, ha cambiado progresivamente de significacin y defuncin. En resumen, laguerra, en razn de su naturaleza, de su duracin y de su amplitud, ha determinado una revolucin radical. Se puedeaugurar que lapaz retomadadejardescubrir una Argelia completamentediferente de laArgelia en lacual laguerraha comenzado, unaArgelia ptofundamente revolucionaria porqueprofundamente revolucionada.

    Hacer un anlisis sociolgico de las consecuencias de la guerra, noes solamente establecer la constatacin de las ruinas y el inventario delos escombros, En efecto, la mutacin radical que hoy tiene lugar enArgelia, no presenta solamente aspectos negat ivos . La leccin de loshechos proporciona los elementos de una polticacapaz de transformaren algo bueno esta experiencia catastrfica de ciruga social. Parece que--contrariamente a lo que siempre se haba afirmado- todo es posibleen Argelia, a condicin de que esas masas, que lasituacin colonial y laguerra hacen surgir destruyendo los conjuntoscomunitariosen los cualesestaban enraizados, puedan, en total libertad y en plena responsabilidad,asumirsu propio destino. Entones, el agregado de tomos desorientadosy sacudidos dejarquizellugar a un nuevo tipo de unidad socialfundadano ms en la adhesin orgnica a los valores entregados por la tradicinsecular, sino en laparticipacin activa, creadora y deliberada, en una obracomn.

    tudesmditerranennes, 1960, pp. 25-37.1 Un sondeoefectuado en una bibliotecade losalrededores deArgeliaha mostrado que losadultosleenmucho y,sobre todo, leen obras de alto contenidoliterario. Lalectura de losperidicos franceses (Le

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    monde,en particular) motivada originariamentepor un deseo de informacin polItica, ha contri-buidoenormementea desarrollar estased de instruccin,de lacualpodraencontrarse,quizs, lallaveenesta frasede un nio argelino referida porRoberr Davezies (LeFront, d.de Minuir). "SiArgeliaeslibrey yo no puedo leer,no sirvede nada".2Tambin esverdadero lorecIproco. Muchoseuropeos deArgelia mehan dicho cunto sehan asom-brado,durantesu primerviajea Francia,al vera francesestrabajarcorno peones o barrenderos,o bienhabitar tugurios "como rabes".3 LaFemmemusulmane, Argel, 1958.4 Seestablecen acuerdos entre los refugiados y los antiguos habitantesdel pueblo, por ejemplo, en loqueconciernealrepartode lascosechas.

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    HABITUS y HBITAT

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    Lo esencial es, en efecto, agrupar a ese pueblo que est por todas partesyque no esde ninguna parte; lo esencial para nosotros, eshacerlo apre-hensible. Cuando lo tengamos, podremos entonceshacer muchas cosasque hoy nos son imposibles y que nos permitirn, quizs, aduearnosdesu espriru luego de habernos adueado de su cuerpo.

    Capitn Charles Richard,tudesur l'insurrectiondu Dabra (I845-1846)

    Soy lorens, me gustan laslneas rectas.Lagente, aqu, est malquistadacon lalnea recta.

    Lugarteniente de Kerkera, 1960.LeDracinement; p. 19.

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    Laguerra y larepresin han acabado loque lapolticacolonial y la generalizacin de los intercambios monetarios haban comenzado. Las regionesms fuertemente alcanzadas por esta descampesinizacin son las quehasta entonces haban estado relativamente protegidas, porque habanpermanecidoal abrigo de lasempresas de colonizacin; en efecto, esen lasregiones montaosas que las pequeas comunidades rurales, replegadassobre smismas en lafidelidad obstinada a sus tradiciones, habanpodidosalvaguardar los rasgos esencialesde una cultura de laque desde entoncesno sepodr hablar ms sino en pasado. Esas en elcasode las Kabilia, delAures, de los Nemencha, de los Bibans, del Hodna, del Atlas Midjien, delacadenadel Titteri, del Ouarsenis, donde la cultura tradicional se habamantenido relativamente inalterada, a pesar de los secuestros consecutivosa lasinsurrecciones, a pesar de la creacin de unidades administrativasnuevas y de tantas otras medidas, a pesar,en fin, de las transformacionesdeterminadas por elsimple contagio cultural. En 1960, laszonas montaosas donde elEjrcito de Liberacin Nacional sehaba implantado msrpida y fuertemente -ms incluso que en las zonas fronterizas-, habansido casitotalmentevaciadasde sushabitantes, reagrupados en lasllanurasde pie de monte o instalados en laciudad.Todo ocurre como si esta guerra hubiera proporcionado la ocasin derealizarhasta el fin, la intencin latente de la poltica colonial, intencinprofundamente contradictoria: desintegrar o integrar, desintegrar paraintegrar o integrar para desintegrar, esentre esos dos polos opuestos queha oscilado siempre la poltica colonial, sin que la eleccin fuera clara ysistemticamente aplicada, de manera que unas intenciones contradictoriaspodan animar unos responsables diferentes en el mismo momento,o el mismo responsable en momentos diferentes. Lavoluntad de destruirlas estructuras de la sociedad argelina ha podido, en efecto, inspirarse enideologas opuestas: una, dominada por la consideracin exclusiva delinters del colonizadory por preocupaciones de estrategia, de tctica o deprpselitismo, se ha expresado frecuentemente con cinismo; la otra, asimilacionista o integracionista, no esms generosa sino en apariencia.

    Le Dracinement, p. 23.86

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    Imponiendo sistemticamente una organizacin idntica del hbitat,y ello hasta en las regiones de ms difcil acceso (por lo tanto, las msfavorables a la conducta de una guerra revolucionaria), la empresade reagrupamiento ha actuado en el sentido de la homogeneizacinde la sociedad argelina. Sin embargo, las transformaciones del ordeneconmico y social dependen tanto de las caractersticas ecolgicas,econmicas, socialesy culturales de lassociedades perturbadas, cuantode laforma y de laintensidad de laaccin perturbadora.Tambin, paracomprender plenamente el sentido y el alcance de esta accin, es nece-sario saber que las diferencias que se deban a laetniay a lastradicionesculturales han sido redobladas en el curso de la historia colonial.A lamanera delcolonizador romano,los oficialesencargados de organi-zarlas nuevascolectividades comienzanpor disciplinar al espacio comosi, a travsde l, esperaran disciplinar a los hombres. Todo est ubicadobajo elsigno de lo uniforme y de loalineado: construidas segn normasimpuestas en emplazamientos impuestos, lascasasse disponen, tiradasa cordel, a lo largo de anchas callesque dibujan elplano de un castrumromano o de un pueblo de colonizacin. En elcentro, la plaza con latrada caracterstica de los pueblos franceses, escuela, ayuntamiento,monumento a los muertos . Y se puede pensar que si el t iempo y losmedios no lehubieran faltado, losoficialesSAS(SeccionesAdministra-tivas Especializadas), enamorados de la geometra, hubieran sometidotambin el terruo a lasleyesde lacenturia.

    Le Dracinement, p. 29Y26.

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    Las constancias y las vueltas de