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Pocasvecesen la literaturaseharetratadodemanera tanhumana,vitalyhonesta larelaciónentreunamadreysuhijacomoenApegosferoces, lasmemorias de la escritora y activista Vivian Gornick, ahora publicadas porprimeravezenespañoldesdequevieranlaluzeninglésen1987.

Gornick,unamujermadura,caminaconsumadre,yaanciana,porlascallesdeManhattan, y en el transcurso de esos paseos llenos de reproches, derecuerdosycomplicidades,vadesgranandoelrelatodelaluchadeunahijaporencontrarsupropiolugarenelmundo.Desdemuytemprano,Gornickseve influenciada por dos modelos femeninos muy distintos: uno, el de sumadre,unamujerneurótica,tercaeinteligentequededicatodasuenergíaalcuidado de su familia, que coloca el amor en el centro de su existencia yrenuncia a cualquier otro ideal; el otro, el de Nettie, la joven vecinaapasionada,inexpertaydependiente,viudaymadredeunbebé,quesolosesiente segura frente a los hombres, consciente de que es sensualidad enestadopuro.Ambas, figurasprotagónicasenelmundoplagadodemujeresqueessuentorno,representanmodelosquelajovenGornickansiaydetestaencarnar,yquedeterminaránsurelaciónconloshombres,eltrabajoyotrasmujeresduranteelrestodesuvida.

Estaeslahistoriadeunvínculodelicadoyfatigoso,deunnexoquedefineylimita al mismo tiempo, pero también es el retrato de una sociedad y unaépoca,yunaextensameditaciónsobrelaexperienciadesermujer.

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VivianGornick

ApegosferocesePubr1.0

Titivillus11.11.2017

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Títulooriginal:FierceAttachments:AMemoirVivianGornick,1987Prólogo:JonathanLethemTraducción:DanielRamosSánchez

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2

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PRÓLOGOPorJONATHANLETHEM

Al disponerse a presentar un libro que hace años que ama, uno puede encontrarsehojeando la edición anterior, dándole vueltas entre las manos, así comozambulléndose entre sus páginas para reencontrarse con ciertas frases y quedar denuevo maravillado por su enfoque y su frescura, su capacidad permanente desorprender.Podríatambiénsaltarhastaelcomienzoconlaesperanzadedescubrirquela introducción de uno ya está ahí, escrita ya, que es justo el sentimiento que esteobjetolehaproporcionadounayotravez:queconocesuspensamientos.Ellibroesunobjetoenvertiginosomovimiento,que rezumasupropiaenergíay loúnicoqueunodesearíahacerestocarlo,alterarapenassutrayectoria,paraimpulsarlohaciaelcriteriouniversal.

¿No podría limitarme a decir que hay que leer Apegos feroces, de VivianGornick?¿Queestoyaquíparainsistirenqueestelibrodebeconvertirseenbanderaenelmundoentero,comoesbanderaenmimente,unadetrásdelacualmarcho?Yaunasí,sosteniendoestaediciónantigua, reparoenquehayochocríticaspositivas,todas bastante elocuentes, todas escritas por mujeres; ¿podría ocurrir que fuera elprimerhombrequedeclara a favordeeste libro? (Compruebounaediciónanteriorquetambiéntengoenmibibliotecay,evidentemente,noeselcaso).LasmemoriasdeVivian Gornick tienen esa calidad endemoniada, brillante y absoluta que tiende aelevar un libro por encima de su contexto y provoca que sea admirado, con todajusticia,como«atemporal»y«clásico».Apesardeserunasmemoriascentradas,almenos en apariencia, en los entresijos de una relaciónmadre-hija, unasmemoriasescritas en los ochenta, antes del boom del género, por una autora asociada, conorgulloaunquenodeunmodosencillo,conelmovimientofeminista.¿Semepermiteentoncesamarloy,nodigamos,lucirlocomounfragmentodemipropiocorazón?Sí.El camino del lector hacia el hechizo de Apegos feroces no pasa por mirar conembobadacuriosidadlosdetallespersonalesdelavidadeGornickoladesumadre,ni por la identificación facilona basada en la semejanza —en circunstanciascoincidentes—,nisiquieraenlasemejanzaquesuponelacondicióndemujer.

LaidentificaciónenApegosferocesfuncionadeotramanera.Alsumergirnosenlasinceridadmordazaunqueaparentementenodeliberadadellibro,descubrimosquesencillamente nos transformamos en Vivian Gornick (o la narradora que lleva sunombre), de lamismamaneraquenos convertimos en sumadrey luego enNettieLevine, la joven, apasionada y nihilista vecina que se presenta como el tercerpersonajeprincipaldellibro,formandojuntoamadreehijaloqueRichardHowardha denominado «esa trama erótico-afectivamediante la cual triangulamos nuestras

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vidas».Pero nuestro sentimiento de transfiguración no se limita a estas tres mujeres.

Gornicknosarrastrahaciabrevesyardorosasalianzascontreshombres,maridosyamantes que jalonan el camino hacia su descubrimiento personal: Stefan,Davey yJoe.Ytambién,depaso,conotramediadocenadevecinasdelBronx,unapsiquiatray,porsupuesto,elesquivopadre.Alconcederasuvezacadaactorojosconlosquecontemplaralanarradoraqueloscontemplayvocesquerivalizanconlasdeellaenagudeza,Gornickhagrabadoafuegoestospersonajessobrelapágina.Noessoloquenadieescapeasumirada,sinoque tampocoellaescapaa ladenadie.Nohablodejusticia, una virtud sobrevalorada en la literatura, y puede que también en la vida.Podría decirse que Gornick derriba a su reparto, pero de acuerdo a ese estándar,tambiénsederribaasímisma.Prefierodecirque,aligualqueelmagoqueretiraelmantelquecubreunamesapuesta,lanarradoramilagrosamentedejaasurepartoyasímismaintactosybajoelbrillodeloquesupongoquesolopuedeserdescritocomoamor.Unamordifícil,peroasíeselamor.

Esteseríaunbuenpuntoenquedetenermiintroducción,peromesientomovidoarendirsolounpocomásdetributoatítulopersonalycomoescritoralaensayistayescritoradememoriasque,juntoaPhillipLopateyGeoffDyer,mehaenseñadotodoloquesésobrelimpiarlastonteríasqueunoescribesobremímismo.Odiotenerquehacerlecargarconelepítetode«escritoraparaescritores»,peroApegosferocesexigeserhonradacomolaobradeuna técnica impresionante,cuyomanejodeunaformadestiladadelaescenayeldiálogo,delretruquecontenidoydelusodelosespaciosenblanco sobre la página, me hace preguntarme por qué no ha abordado nunca laficción,porlaqueprofesaunamortanelocuenteensusensayosliterarios.Comolamayoríadelostextosquemásamo,Apegosferocesextraesufuerzadelmétododelaparadoja.Estáspáginascontienenmidescripciónfavoritadelmomentoenelqueunafuturaescritoracaeenlacuentadequesimplementeesunaescritora,parabienoparamalypormuyconfusoqueseaelcaminoqueseextiendeanteella.

Duranteelsegundoañodemimatrimonio,elespaciorectangularhizosuprimeraapariciónenmiinterior.Estabaescribiendounensayo,unartículodecríticadeldoctoradoque,sinprevioaviso,habíadadocomofrutounaidea,unaidearadianteybiendefinida.Lasfrasescomenzaronaabrirsecaminoenmiinterior,pugnandoporsalir,cadaunamoviéndoseágilmenteparasumarsealaprecedente.Deprontomedicuentadequeunaimagensehabíaadueñadodemí:vislumbréconclaridadsuformaysucontorno.Lasfrasesintentabanocuparlaforma.Laimageneralatotalidaddemipensamiento.Eneseinstante,sentíquemeabríaencanal.Miinteriorsevacióparadarcabidaaunrectángulodeairelimpioyespaciodespejado,quecomenzabaenmifrenteyterminabaenmisingles.Enelcentrodelrectángulo,solomiimagen,esperandoconpacienciaparadepurarse.Experimentégozocuandosupequenadamáspodríaigualarlo.

Más adelante en el libro, Gornick parece lamentar la incapacidad de dichorectánguloparacrecer,expandirseyabarcarmásaspectosdesuvida.Laparadojaesdoble. Como evidencia el libro que usted tiene entre sus manos, el mismo quedescribesuresistenciayfrustración,el triángulodeGornickhahechoprecisamenteeso:crecerhastaabarcarnosolosuvidasino,a lo largodesudesarrollo, ladesus

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lectores. Y, pese a todo lo que abarca, continúa siendo exactamente tan íntimo ylocalizado como la primera vez que lo describe: exactamente del tamaño de sucuerpo.

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APEGOSFEROCES

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Tengoochoaños.Mimadreyyosalimosdenuestroapartamento,quedaalrellanodel segundo piso. La señora Drucker está de pie, junto a la puerta abierta delapartamentodeallado,fumandouncigarrillo.Mimadreechalallaveylepregunta:

—¿Quéhacesaquí?LaseñoraDruckerseñalahaciadentroconlacabeza.—Este,quequiereecharmeunpolvo.Lehedichoquenitocarmesinpasarantes

porladucha.Yoséque«este»essumarido.«Este»siempreeselmarido.—¿Porqué?¿Tansucioestá?—dicemimadre.—Esuncerdoasqueroso—dicelaseñoraDrucker.—Drucker,eresunaputa—dicemimadre.LaseñoraDruckerseencogedehombros.—Nopuedomontarenmetro—dice.EnelBronx,«montarenmetro»erauneufemismoparairatrabajar.

Vivíenaquelbloquedepisosentrelosseisylosveintiúnaños.Entotalhabíaveinteapartamentos, cuatro por planta, y lo único que recuerdo es un edificio lleno demujeres.Apenasrecuerdoaningúnhombre.Estabanpor todaspartes,claroestá—maridos, padres, hermanos—, pero solo recuerdo a las mujeres. Y las recuerdo atodas tan toscas como la señora Drucker o tan feroces como mi madre. Nuncahablabancomosisupiesenquiéneseran,comosicomprendieraneltratoquehabíanhechoconlavida,peroamenudoactuabancomosilosupiesen.Astutas,irascibles,iletradas,parecíansacadasdeunanoveladeDreiser.Habíaañosdeaparentecalmay,derepente,cundíanelpánicoylalocura:dosotresvidasmarcadas(quizáarruinadas)yeltumultoseapagaba.Denuevocalmasilenciosa,letargoerótico,lanormalidaddelaabnegacióncotidiana.Yyo—laniñaquecrecíaentretodasellas,formándoseasuimagenysemejanza—meempapabadeellascomodecloroformoimpregnadoenunpañoapretadocontramicara.Hetardadotreintaañosenentendercuántoentendídeellas.

Mimadreyyohemossalidoadarunpaseo.LepreguntosirecuerdaalasmujeresdeaqueledificiodelBronx.

—Cómono—responde.Ledigoquesiemprehepensadoquelarabiasexualeraloquelashacíaestartan

locas.—Totalmente—afirmasinaminorarelpaso—.¿TeacuerdasdelaDrucker?Solía

decir que si no se hubiese fumado un cigarrillo mientras tenía relaciones con sumaridosehabríatiradoporlaventana.¿YZimmerman,ladeenfrente?Lacasaronalosdieciséis,odiabaaltipoamuerteysolíadecirquesisematabaeneltrabajo(era

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obrerodelaconstrucción)seríaunmitzvah[1].—Mimadresedetiene.Elvolumendesuvozdisminuye,sobrecogidaporsupropiorecuerdo—.Dehecho,élsolíatomarlaporlafuerza—dice—.Lapillabaenmitaddelsalónylaarrastrabahastalacama.—Se quedamirando al vacío durante unmomento. A continuación, me dice—: Loshombreseuropeos.Eranunosanimales.Unosauténticosanimales.—Retomaelpaso—.Una vez, la Zimmerman lo dejó fuera. Él tocó nuestro timbre. No se dignó amirarme. Preguntó si podía usar nuestra salida de incendios. Yo no le dirigí lapalabra.Cruzótodalacasaysalióporlaventana.—Mimadreseechaareír—.Esasalidade incendios, ¡québuenosserviciosnosprestó!¿TeacuerdasdeCessa, ladearriba?No,claro,seguroqueno teacuerdas.Vivióapenasunaño justodespuésdemudarnosnosotrosyluegoyafuecuandollegaronlosrusos.PueslaCessayyonosllevábamosmuybien.Simeparoapensar,semehaceraro.Apenasnosconocíamos,incluyoatodas,avecesninoshablábamos,perovivíamosunasencimadelasotrasynos pasábamos el día saliendo y entrando las unas de casa de las otras. Todo elmundo se enterabade todonadamáspasar.Unospocosmeses en el edificio y lasmujeresyaeran,digamos,íntimas.

»PuesestaCessaeraunamujerjovenyguapaquellevabacasadasolounospocosaños.Noqueríaasumarido,aunquetampocoloodiaba.Dehecho,éleraunhombrebastanteagradable.Quéquieresquetediga,noloquería,asíquesepasabatodoeldía fuera de casa.Creoque se había buscadoun amantepor ahí.En fin, tenía unamelenanegraquelellegabahastaelculo.Undía,selacortó.Queríasermoderna.Sumaridono ledijonada,pero supadre llegóa la casa, le echóunvistazoa supelocortoy learreóunbofetónquecasi lamandaalotrobarrio.Después, leordenóalmaridoqueladejaseencerradaencasaduranteunmes.Solíabajarporlaescaleradeincendioshastamiventanaparasalirporlapuertadenuestracasa.Todaslastardesduranteunmes.Undía,asuvuelta,nostomamoslasdosuncaféenlacocinayledigo: “Cessa, dile a tu padre que esto son los EstadosUnidos, Cessa, los EstadosUnidos.Eresunamujerlibre”.Ellamemiraydice:“¿Quéquieres?¿QueledigaamipadrequeestosonlosEstadosUnidos?PerosinacióenBrooklyn”.

La relación con mi madre no es buena y, a medida que nuestras vidas se vanacumulando,amenudotengolasensacióndequeempeora.Estamosatrapadasenunestrecho canal de familiaridad, intenso y vinculante: durante años surge portemporadasunagotamiento,unaespeciededebilitamiento,entrenosotras.Después,lairabrotadenuevo,ardienteyclara,eróticaensuhabilidadparallamarlaatención.Últimamente estamos amalas. Lamanera que tienemimadre de «lidiar» con losmalosmomentosesecharmeencaraagritosyenpúblicolaverdad.Cadavezquemeve,dice:«Meodias.Séquemeodias».Voyahacerleunavisitayacualquieraqueesté presente—un vecino, un amigo,mi hermano, uno demis sobrinos— le dice:«Me odia. No sé qué tiene contra mí, pero me odia». Del mismo modo, es

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perfectamentecapazdepararporlacalleauncompletodesconocidocuandosalimosa pasear y soltarle: «Esta esmi hija.Me odia».Y a continuación se dirige amí eimplora:«¿Peroquétehehechoyoparaquemeodiestanto?».Nuncalerespondo.Séqueardederabiaymealegraverlaasí.¿Yporquéno?Yotambiénardoderabia.

PeropaseamosporlascallesdeNuevaYorkjuntascontinuamente.AhoraambasvivimosenelLowerManhattan,nuestrosapartamentosestánakilómetroymediodedistancia y, cuando nos visitamos, lo hacemos a pie.Mi madre es una campesinaurbanayyosoylahijademimadre.Laciudadesnuestroelementonatural.Lasdostenemos aventuras a diario con conductores de autobús, mendigas que arrastrancarritos,acomodadoresylocoscallejeros.Pasearsacalomejordenosotras.Yoahoratengocuarentaycincoañosymimadre,setentaysiete.Estáfuerteysana.Recorrelaisla conmigo sin dificultad. Durante estos paseos no nos queremos, sino que amenudorabiamosunacontralaotra,perodetodasformaspaseamos.

Nuestrosmejoresmomentosjuntassoncuandohablamosdelpasado.Yoledigo:«Mamá,¿teacuerdasdelaseñoraKornfeld?Cuéntameesahistoriaotravez»,yellase recrea contándomela de nuevo. (Lo único que odia es el presente; en cuanto elpresentesehacepasado,comienzaaamarloinmediatamente).Cadavezquecuentalahistoria, es lamismay también es completamente distinta, porque cadavezque laoigosoymásmayorysemeocurrenpreguntasquenolehicelaúltimavez.

LaprimeravezquemimadremecontóquesutíoSolhabíaintentadoacostarsecon ella, yo tenía veintidós y la escuché en silencio: embobada y aterrorizada.Mesabíadememorialosantecedentes.Ellaeralamenordedieciochohermanos,ochodeloscuales sobrevivieronhasta laedadadulta. (Imaginaos:miabuela sepasóveinteaños embarazada). Cuando la familia llegó a Nueva York desde Rusia, Sol, elhermano menor de mi abuela y de la misma edad que su hijo mayor (su madretambiénsehabíapasadoveinteañosembarazada), ibaconellos.Losdoshermanosmayoresdemimadrehabíanllegadounosañosantesqueelrestodelafamilia,paratrabajarenlaindustriatextil,yhabíanalquiladounpisosinaguacalienteenelLowerEastSideparalosonce:bañoenelpasillo,cocinadecarbón,unahileradeoscuroscuchitrilesinteriores.Mimadre,queporentoncesteníadiezaños,dormíasobredossillasenlacocinaporquemiabuelateníauninquilino.

ASollohabíanllamadoafilasdurantelaPrimeraGuerraMundialyloenviaronaEuropa.CuandovolvióaNuevaYork,mimadre teníadieciséisañosyera laúnicahija que quedaba en casa. Así que aquí llega, un desconocido lleno de glamur, lasobrinita que había dejado atrás ahora es casi una mujer, con ojos negros, unamelenitabrillanteycastañayunasonrisaarrebatadora,encantosquefingíanosabercómoemplear(esefuesiempreelestilodemimadre:unacoqueteríadescaradalibredelamásmínimavergüenza),yempiezaadormirenunodeaquelloscuchitrilesaunpar de paredes de ella, con los padres de la chica roncando ruidosamente en elextremoopuestodelapartamento.

—Unanoche—contabamimadre—,medespertésobresaltada,noséporqué,y

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deprontoviqueSolestabaencimademí.Empecéadecir:«¿Quépasa?».Creíqueles había ocurrido algo amis padres, pero estaba tan raro que pensé que igual erasonámbulo.Nomedijoniunasolapalabra.Metomóenbrazosymellevóhastasuhabitación.Meechósobrelacama,sepusoamiladoymerodeóconlosbrazos,yempezó a acariciarme el cuerpo. Entonces me levantó el camisón y se puso aacariciarme elmuslo.Y de repenteme apartó y dijo: «Vuelve a tu cama».Yomelevanté y volví a acostarme. Nunca habló de lo que sucedió aquella noche, ni yotampoco.

Lasegundavezqueoílahistoriayoteníatreintaaños.Larepitióprácticamentepalabra por palabramientras subíamos por la avenidaLexington, a la altura de lascallesqueempiezanporsesenta.Cuandollegóalfinal,ledije:

—¿Ytúnuncaledijistenada?Ellanegóconlacabeza.—¿Yporqué,mamá?—pregunté.Abriólosojosdeparenpar,fruncióloslabios.—Nolosé—respondiódesconcertada—.Soloséqueteníamuchomiedo.—La

miré, como ella decía, «raro»—. ¿Qué pasa? —preguntó—. ¿No te gusta mirespuesta?

—No—protesté—,noeseso.Esquemeextrañaquenopronunciarasniunasolapalabra,quenomostrarastusmiedosdeningunamanera.

Laterceravezquemecontólahistoriayoestabaapuntodecumplirloscuarenta.ÍbamoscaminandoporlaOctavaAveniday,amedidaquenosíbamosacercandoalacalleCuarentaydos,ledije:

—Mamá,¿algunavezse tehaocurridopreguntarteporqué tequedastecalladacuandoSolintentóseducirte?

Melanzóunabrevemirada.Peroestavezmellevabaladelantera.—¿Adónde quieres llegar? —preguntó enfadada—. ¿Insinúas que me estaba

gustando?¿Esahíadondequieresllegar?Meentróunrisatensaymaliciosa.—No,mamá.Nomereferíaaeso.Loquedigoesquesemehaceraroqueno

dijerasnada.Volvióarepetirqueestabamuyasustada.—¡Andaya!—respondísecamente.—Me das asco—me soltó furiosa en plena calle—.La sabelotodo demi hija.

Tendríaquemandartealauniversidadparaquetesacarasunpardetítulosmás,delosabelotodo que eres. Ahora resulta que yo quería que mi tío me violase, ¿no?¡Menudaocurrencia!

Despuésdeaquelpaseo,estuvimosunmessinhablarnos.

ElBronxeraunmosaicode territorios étnicos invadidos: cuatroo cincomanzanas

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dominadaspor irlandeses, italianoso judíos,perocadaáreaconsucorrespondientecuota de irlandeses en cada manzana de judíos y de judíos en cada manzana deitalianos. Mucho se ha dicho de este cambio acaecido en el padrón municipal deNuevaYork,peroaquellosquecrecieronbajolosimproperiosirlandesesoitalianososufrieron el ostracismode sus vecinos judíos nohanquedado tanmarcados por sucondición añadida de foráneos como igualados por la vida callejera compartida.Nuestrafamiliahabíapasadounañoenunbarrioitaliano.Mihermanoyyoéramoslos únicos niños judíos del colegio y lo pasamos fatal. Ni más ni menos: fatal.Cuandonosmudamosdevueltaaunbarriojudío,paramihermanofueunalivionotenerquevolverapreocuparsedeque todas las tardesniñosque lo llamaban judíoempollónlepegasenunapaliza,perosuvidanosevioalteradaengranmedida,nienla superficie ni en el fondo. La pura verdad es que la «otredad» de italianos,irlandesesyjudíosentrenosotrosaportabagraciaeinterés,unasensaciónderefuerzoidentitarioyunfascinantealicientequesetemíaenpúblicoperoqueaescondidaserabienrecibido.

Nuestro edificio era todo de judíos a excepción de una familia irlandesa en elprimero, una de rusos en el tercero y un portero polaco. Los rusos eran altos ycallados: entraban y salían de una forma que nos resultaba muy misteriosa. Losirlandeses eran todos rubios y delgados: con ojos azules, labios finos y rostrosimpenetrables. También constituían una presencia misteriosa entre nosotros. Elporteroy sumujer tampocoeranmuyhabladores.Nunca sedirigíandeprimeras anadie.Esoes loqueconlleva, supongo,serunospocosentreotrosmuchos:quedassilenciado.

Mi madre también habría podido quedar silenciada de haber seguido viviendoentre italianos, podríahaber atrapadoa sushijos enuna angustia sinpalabras cadavezqueunvecinosehicieseamigonuestro,comohacíalaseñoraCassidycadavezquealguiendenuestroedificio lepasaba lamanoporelpeloaunade las«rubitasirlandesas». Pero mi madre no era una de tantas. Aquí, en este edificiocompletamente judío, estabaen su salsa, tenía suficiente espacioentre lapielde lapresenciasocialylacarnedeunnúcleoquenosabíanadadeellayporelcualpodíamoverse, expresarse con libertad, ser amable y sarcástica, histérica y generosa,irónica y criticona y, en ocasiones, lo que ella consideraba cariñosa: aquelcomportamiento hosco y avasallador que adoptaba cuando se veía invadida por laternuraquetantotemía.

Mi madre se distinguía en el edificio por su inglés sin acento y sus rotundasmaneras.Aunque lapuertadenuestro apartamento siemprepermanecía cerrada (seestablecíaunadistinciónentrelosqueeranlosuficientementecultosparavalorarlaintimidad que da una puerta cerrada y los brutos que dejaban siempre la puertaentornada),losvecinospodíantomarselaconfianzadellamaralapuertaacualquierhora:parapediralgoqueleshiciesefaltaenlacocina,compartirelúltimocotilleodela escalera e incluso para pedirle a mi madre que ejerciese de árbitro en alguna

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disputaocasional.Sumododeactuarenaquellassituacioneseraeldeunapersonadeunnivelsuperioravergonzadadelcomportamientopuerildesusinferiores:

—Oy,Zimmerman—sonreíaconcondescendenciacuandolaseñoraZimmerman,queseponíadesuparteantecualquierdesairerealoimaginario,veníaainformarlede la perfidia de tal o cual vecina—, eso son memeces. —O también—: Eso esabsurdo —sentenciaba bruscamente cuando le volvían a contar un chisme queconsiderabachabacanoodesinformado.Noparecíainmutarseantelanocióndequepodíanexistirdosversionesdelamismahistoriaomásdeunamaneradeinterpretarunacontecimiento.Sabíaque,encomparaciónconlasmujeresquelarodeaban,ellaestaba«desarrollada»—eraunapersonadepensamientosysentimientoselevados—,así que ¿para qué darle más vueltas? «Desarrollado» era una de sus palabraspreferidas.SilaseñoraZimmermanseponíaadargritosenlaescaleraunsábadoporlamañana,nosotras, sentadas en la cocina,queestaba justodetrásde lapuertadelapartamento,nosmirábamoslaunaalaotrae,irremediablemente,mimadresacudíala cabeza y declaraba: «Una mujer subdesarrollada». Si alguien se burlaba de losschvartzes[2],mimadremeexplicabacondetenimientoquedichossentimientoseran«subdesarrollados».Sihabíaunadiscusiónenlatiendadeultramarinossobreprecioso pesos, de nuevo escuchaba la palabra «subdesarrollado». Mi padre le sonreíacuandodecía lapalabra,nuncasupesicon indulgenciaoconorgullo.Mihermano,queyadesdelosdiezañosestabasobreaviso,sequedabamirandoinexpresivamente.Pero yo, yo absorbía el tacto de sus palabras,me empapaba de cada gesto y cadaexpresión con los que las adornaba, de cada intrincado fragmento de impulso ydeterminación. La idea de mi madre de que todos los que la rodeaban estabansubdesarrolladosyquegranpartedeloquedecíaneraridículosequedóimpresaenmícomotintesobreelmásabsorbentedelosmateriales.

El apartamento tenía cinco habitaciones, y todos los cuartos estaban comunicadosentresí.Eraunacasadevecinos,nounpasilloconcuartuchosenhilera:ningunadelasventanasdabaaunpatiodeluces.Lapuertaseabríaaunpequeñorecibidorquedaba directamente a la cocina. A la derecha de la cocina, en la entrada, estaba lanevera,encajadacontra lapared,formandoángulorectoconelbaño:unminúsculocubículo con una puerta de madera pintada cuya mitad superior era de cristalesmerilado.Pasadoelrecibidorhabíadoshabitacionesdeigualtamañoseparadasporunpardepuertasde cristal tapadas concortinas.La segundade estashabitacionesdabaalacalleyquedababañadaporlaluzdelatarde.Deestesalón,aamboslados,salíandosdormitoriosminúsculos,unodeloscualestambiéndabaalacalleyelotro,alapartetraseradeledificio.

Dadoqueelsalónyunodelosdormitoriosteníanvistasalacalle,elnuestroseconsideraba un apartamento apetecible, un apartamento «de fachada». Hace unosaños,unhombrequetambiénsehabíacriadoenelmismoedificiomedijo:«Siempre

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penséqueeraismásricosquenosotrosporquevivíaisenunapartamentodefachada».Aunquevivirenunapartamentodefachadasignificabamuchasvecesqueelmaridocobraba más que el de las que vivían tief, teier in draird (al fondo, en lo másprofundo del interno) en uno de los apartamentos que daba a la parte de atrás,vivíamos en uno de fachada porque parte de las pretensiones de mi madre de unmayorentendimientodelasnecesidadesdelavidasesustentabaensuinsistenciaenque,amenosquetuviésemosquerecurriralabeneficencia,unapartamentoquediesea la parte de atrás no tenía cabida en las consideraciones domésticas. Pero, noobstante,eraen«lapartedeatrás»dondeenrealidadvivíamoslasdos.

Laventanadelacocinadabaalcallejónquehabíaenlapartetraseradeledificio,al igual que las ventanas de las cocinas del edificio de al lado y las de otros dosedificioscuyasentradasestabanenelladoopuestodelamanzanaquecompartíamoscon dichos bloques de apartamentos. No había árboles, ni arbustos ni hierba deningúntipoenelcallejón:solocemento,alambredeespinoyestacasdemadera.Peroaunasí,recuerdoelcallejóncomounespaciodeluzdiáfanayairedulce,inundado,dealgúnmodo,deunaromaperpetuoaverdorestival.

El callejón recibía el sol de lamañana (nuestra cocina rebosaba de luz inclusoantesdelmediodía)yeraunritualcompartidoentrelasmujeresquelaropaselavaseamanosobreunatablabientempranoysedejasesecaralsol.Cruzándoseenzigzagen el callejón, del primero hasta el quinto piso, había tal vez cincuenta cuerdas detenderqueestabanatadasaestacasdemaderaplantadasenelsuelodecemento.Cadaapartamento tenía su propia cuerda que se extendía entre otras diez de la mismaestaca.Laropadecadacuerdaamenudointerferíaconlasprendasondeantesdelacuerdadeencimaodebajoylavisióndeunamujerdandofuertestironesasucuerda,tratandodeliberarabasedesacudidassucoladadeentreunaindistinguiblemarañade sábanasypantalones, erahabitual.A lavezque tirabade lacuerda,podíaestarllamandoaalguien:«Bertha-a-a.Berth-a-a.¿Estásencasa,Bertha?».Losamigosserepartíanentrelosedificiosquedabanalcallejónysepasabaneldíallamándoseunosaotrosparadarse recados («¿Aquéhora llevasaHarveyalmédico?».O«¿Tienesazúcar? Espera, que mando a Marilyn». O «Quedamos en la esquina en diezminutos»). ¡Cuánto tumultoy jaleo!Elaire transparente,elesplendorde la luz, lasmujeresllamándoseunasaotras,lossonidosdesusvocesentremezcladasconelolorde la ropa secándose al sol, todas aquellas texturas y colores tendidos al aire.Measomaba por la ventana de la cocina con una sensación de expectativa cuyo saborretengoaúnenlaboca.Yesesaborestácoloreadodeunverdetiernoybrillante.

Paramí, toda laanimacióndelapartamentoseconcentrabaen lacocinayen lavidaquetrascurríaalotroladodesuventana.Eraunentusiasmogenuino,nacidodela contradicción. Allá en la cocina hacía los deberes y acompañaba a mi madremientrascontemplabacómoorganizabayllevabaacabosudía.Ahítambiénaprendíque poseía la capacidad y la energía para desempeñar sus tareas con habilidad ydesenvoltura,peroquenolasdisfrutabanitampocoleimportaban.Nuncameenseñó

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ahacernada.Nuncaaprendíacocinar,nialimpiar,niaplanchar.Mimadreeraunacocinera competente, una limpiadora de una rapidez frenética y una lavanderaendiabladaalaquetodolaaburríasobremanera.

Aunasí,ellayyoocupábamostodalaextensióndelacocina.Aunquemimadrenuncaparecíaprestaratenciónaloqueocurríaenelcallejón,noseleescapabauna.Oíatodaslasvoces,percibíacadarevoloteodelassábanas,captabacualquierllamaday transmisión. Nos reíamos juntas del inglésmacarrónico de una, de lo bocazas eindiscretaqueeralaotra,deunchillidoporahíydeunatremendaretahíladetacospor allá. Sus incesantes comentarios sobre la vida al otro lado de la ventana mepermitieron degustar por primera vez los frutos de la inteligencia: sabía cómoconvertir el cotilleo en información. Oía una voz elevarse una nota y hacía lasiguiente observación: «Estamañana discutió con elmarido».O bajar una nota, yentonces eraque«se le hapuesto el niñomalo».O interceptabaundiálogo a todaprisa y a partir de él diagnosticaba el enfriamiento de una amistad. Esta habilidadsuyame transmitía bienestar yme arrancaba emoción. La vida parecíamás plena,más intensa y más interesante cuando mi madre otorgaba sentido a la actividadhumanaquetrascurríaenelcallejón.Duranteaquellosinstantes,sentíaunaconexiónvivaentrenosotrasyelmundoqueexistíatraslaventana.

Lacocina,laventanayelcallejón.Taleraelambienteenelqueestabaanclada,elpaisaje ante el cual se perfilaba su figura. Ahí dentro resultaba lista, graciosa yenérgica;podíaejercersuautoridadycausarimpresión.Perosentíadesprecioporsuentorno: «¡Mujeres, puaj!», exclamaba, «Tendederos y chismorreo», añadía. Sabíaqueexistíaotromundo—elmundo—,yavecespensabaquequeríaesemundo.Mal.Sedeteníaentoncesenmediodeunatarea,sequedabamirandoduranteunoslargosminutoselfregadero,elsuelo,lacocina.Pero¿dónde?¿Cómo?¿Qué?

Asíerasuexistencia:alláenlacocinateníaclaroquiénera,alláenlacocinasemostrabainfatigableperotambiénseaburría,alláenlacocinasedesenvolvíadeunaformaenvidiable,alláenlacocinasentíadesprecioporsusquehaceres.Seenfurecíapor«elvacíodelavidadelasmujeres»,comodecíaella,yalinstanteseechabaareírconunplacerquetodavíaresuenaenmisoídosalanalizarcualquieracontecimientoenrevesado que tenía lugar en el callejón. Pasiva por lasmañanas, rebelde por lastardes,sehacíaysedeshacíaadiario.Sealimentabaconansiadelaúnicasustanciadelaquedisponía,lecogíaapegoasupropiobríoyacababasintiéndosecomounatraidora.¿Cómonoentregarsecondevociónaunavidadecontrastestanextremos?¿Ycómopodíaevitaryonosentirdevociónpordichaentrega?

—¿TeacuerdasdelosRoseman?—mepreguntamimadremientraspaseamosporlaSextaAvenidaalaalturadelascallesquecomienzanporcuarenta.EralafamiliaquevivíaenelapartamentodelosZimmermanlosdosprimerosañosquepasamoseneledificio.

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—Claro que sí —respondo—. ¡Esos sí que hacían una pareja interesante! LaseñoraRosemaneraunaversiónjudíadeColette:gordayatezada,conunosenormesojosnegrosenmarcadosporunhermosorostrodezorroyunaaureoladepelorizadogrisoscuro.Jugabaalascartasconobsesión,fumabacomouncarreteroymostrabaunafaltadeinterésabsolutaporsufamilia.Ensucasasiemprehabíaunapartidadecartas en curso y, como decía mi madre, «una olla de sabe Dios qué bazofiacociéndose al fuego durante todo el día, que, para cuando llegaba el marido deltrabajo, ya debía de saber como los zapatos viejos demi abuela». Peromimadrehablabadeellaconcariño,noconánimodecriticarla.SesentíacercanaalaseñoraRoseman porque diez años antes también ella había formado parte de la Junta deInquilinosnúmero29enunedificioquequedabatresbarriosmásalládelnuestro.

Yo sabía desde muy pequeña que mis padres eran «compañeros de ruta» delPartido Comunista y que, de los dos, mi madre había sido la más activapolíticamente.ParacuandoyonacíyasehabíasubidoacajasdejabónenelBronxparareclamarjusticiaeconómicaysocial.Dehecho,formabapartedesuletaníadeprivaciones que, de no haber sido por sus hijos, habría llegado a ser una oradorapúblicadeéxito.

DurantelaGranDepresión,elPartidoComunistaapoyabaygestionabalasJuntasde Inquilinos, organizaciones creadas para combatir los desahucios por impagodelalquiler.Mimadresepusoalfrentede laJuntadeInquilinosnúmero29delBronx(«Yo era la únicamujer de todo el edificio que hablaba inglés sin acento, así queautomáticamentemeeligieronlíderporvotación»),ysiguióejerciendoelcargohastapocoantesdenaceryo,cuandomipadrelaobligóa«dejarlotodo»paraquedarseencasa con la niña. Hasta entonces, contaba, había llevado ella la junta. Mamádirigiendo la junta era un clásico de nuestra infancia. «Todos los sábados por lamañana»,me recitaba igual que otrasmadres les recitaban a sus hijos «Los cincolobitos»,«bajabahasta la sededelPartidoComunista,queestaba situadaenUnionSquare,para recibir las instruccionesdeesasemana.Despuésnosorganizábamosynos poníamos manos a la obra». Lo que le gustaba decir «Después nosorganizábamosynosponíamosmanos a la obra».Suvoz albergabaunplacermássencillo cuando repetía aquellas palabras que con ninguna otra que le haya oídopronunciar.

LaJuntadeInquilinosnúmero29estabacompuestaporlamayoríadelasmujeresdel edificio en el que por entonces vivíanmis padres: inmigrantes judías toscas yenérgicas. La confraternidad vecinal que existía entre ellas venía dada por sucamaraderíapolítica.Cuandonosmudamosaesteedificio,eldefinitivoenelBronx,ymimadre se encontró con que la señoraRoseman era nuestra vecina de al lado,parecíaquehubieraencontradonosoloaunaviejaamiga,sinoaunfamiliarencuyapresenciahubieransalidoalaluzcomplejossentimientosquebullíanensumenteyensuespíritu.TantolaseñoraRosemancomoellaapreciabanlacapacidaddelaotrade entender la actividad política que había abierto una presa llena de intensas

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emociones.Unrecuerdoparticulardelaépocaquecompartieronenlajunta,llamativamente

apolítico en opinión de las dos, las mantenía unidas y a menudo evocaban esteincidente acompañándolo con numerosas sacudidas de cabeza y un asombrocompartido.EnplenaGranDepresión,lasmujeresdelajuntaalquilaronhabitacionesdurante un verano, para ellas y sus familias, en una colonia de bungalós en lasmontañasdeCatskill.Lamayoríadelasfamiliasarrendabadoscuartoseneledificioprincipal (unoparaelmatrimonioyotropara loshijos),aunquehabíaquienessolopodíanpermitirseuno.Lasmujerescompartíancocinayloshombressubíanhastaahílosfinesdesemana.

Eranquincemujeresy,talcomorecordabamimadre,enaquellacocinalasacabóconociendo mejor que durante los dos o tres años que habían pasado trabajandojuntasenelBronx.EstabaPessy,de laquedecía:«Era tan tontaquesi lesirvieranmierda diría que era miel, pero era una buena camarada. Le mandase lo que lemandase, lo hacía sin queja ni vacilación». Estaba la Singer, «la delicadita», queodiabalavulgaridaddelresto.EstabalaKornfeld,«unamujermorenaydeaspectoapasionadoquenuncadabasuopinión,sinoqueesperabaaquelasdemáshablasenyacontinuaciónhabíaquepreguntarlequépensabadeltema.Perosiempreteníaalgointeligente que aportar». Y, cómo no, estaba la Roseman, la afable y perspicazRoseman,a laquenose leescapabauna.Susojosestabanpuestosen todaspartesmientrasrepartíalascartas.

AquelveranomimadredescubrióqueaPessy«leibalamarcha,sabesaloqueme refiero, ¿no?». Y la Singer acabó siendo una pelmaza. «Siempre andabadesmayándose.Dabaigualloquepasase,alaSingerseleponíanlosojosenblancoycaíaredonda».YlaKornfeld,bueno,laKornfelderaparadarledecomeraparte.

Los sábados, bien entrada ya la mañana, Pessy se presentaba en camisón,bostezandoy restregándose.Lasdemásseechabana reír.«Bueno,Pessy», ledecíaalguna, «qué hiciste anoche. ¿Algo interesante?». Pessy decía con un resoplido:«¿Quéhayquecontar?Puesunahacesuscosas,luegosecolocaculocontraculoyadormir.¿Quéqueréisqueoscuente?».Peroseibaponiendorojayseledibujabaunasonrisacomosiguardaseunsecreto.LaSingergirabalacara.YlaKornfeld,sentadaen un rincón de la cocina (era de las que no tenían para dos habitaciones, así quedormía en el mismo cuarto que sus tres hijos), se quedaba más callada que decostumbre.

Unsábadoporlanoche,despuésdequeloshombreshubieranvueltoalaciudad,ymientrastodasestabansentadasenelporche,deprontounadijo:«¿DóndeestálaKornfeld?».Miraronportodaspartes,perodelaKornfeld,nirastro.Comenzaronallamarla:«Kornfeld,Kornfeld».Nohuborespuesta.Entraronensucuarto:losniñosdormíanprofundamente,peroellanoestaba.Lesentróelmiedoyselanzaronensubúsqueda.Sedesplegarondedosendos(«Menudasuertelamía»,decíamimadre,«amíme tocó ircon laSinger»),cadaunaconuna linterna(«Nosabes looscuroque

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estaba el campo en aquella época»), y se pusieron a gritar por todas partes:«¡Kornfeld,Kornfeld!».

—Nospasamoscomounahoracorriendodeunladoaotro—relatabamimadre—,como locas.Entoncesechounvistazoyahí, estábamoscomoaunkilómetroymediode lagranja, tiradoenmediode la carretera,unbultonegro, inmóvil, no sesabíabien loqueera.Justoentonces, laSingercomienzaadesmayarse.Mirode lacarretera a la Singer, de la Singer a la carretera. «Cállate, Singer», le ordené. Acontinuaciónmedirigíalbultoydije:«Arriba,Kornfeld».LaSingerabrióycerrólaboca,peronoemitióningúnsonido.Elbultodelacarreteraseguíasinmoverse.Dijedenuevo:«Arriba,Kornfeld».Yentoncesse levantó.Recogía laSingery la llevéhastalagranja.

—¿CómotedistecuentadequeeralaKornfeld?—preguntélaprimeravezqueoílahistoria.

—No lo sé —respondió mi madre—. Simplemente lo supe. Lo supeinmediatamente.

Enotraocasiónlepregunté:—¿Porquécreesquehizoeso?Mimadreseencogiódehombros.—Eraunamujerapasionada.Yasabes,hacecuarentaañoslosjudíosnoerantan

atrevidos,comoalgunosqueyomesé,asíquenoteníanrelacionesconlosniñosenlahabitación…Quizáqueríacastigarnos.

Otroañomimadremedejóanonadadacuandomedijo:—LoquelepasabaalaKornfeldesqueseodiabaasímisma.Poresolohizo.Le pedí que me explicara a qué se refería con «se odiaba a sí misma». Fue

incapaz.Pero loquesemequedógrabadode lahistoriade laKornfeldesque laseñora

Roseman,queemanabamásastuciaenasuntosdesexoqueelrestodelasmujeresdeledificio juntas y consideraba a mi madre una romántica de clase obrera, le habíamostradomuchorespetoporhabersabidoqueelbultodelacarreteraeralaKornfeld.

—¿Teacuerdasdelasniñas?—mepreguntaenestemomentomimadre,mientrasnosacercamosalEdificioTime-Life—.¿Delasdoshijasquetuvoconsumarido?

LaseñoraRosemanhabíatenidounamantedejoven,uncomunistaitalianoquehabíamuertodejándolaembarazada.ComoelseñorRosemanlaadoraba,secasóconella,crioalniñocomosifuerasuhijoyluegolediodoshijasmás.

—Sí—respondo—,meacuerdodelasniñas.—¿Teacuerdasdequedurante laguerra lamáspequeña,queenaquella época

tendría como diecisiete años, pilló una neumonía? Pensaban que se moría, porentonces la gente moría de una neumonía, así que se la compré. A partir de esemomentosiempremellamó«mamá».

—Quetú¿qué?—medetuveenseco.—Selacompré,selacompré.Yasabes,losjudíoscreíamosquesiunapersonaa

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quienqueríasestabaenpeligro,lavendíasyasíespantabaselmaldeojo.—Seríe—.Sinoerantuyos,¿quélespodíapasar?

Leclavounamiradadura.Ellanohaceningúncaso.—Roseman se me plantó en la puerta y me dijo: «Mi hija se muere. ¿Me la

compras?».Asíqueselacompré.CreoquelediaRosemandiezdólares.—Mamá—le recrimino—, sabías que era una superstición de pueblerinos, un

cuentodeviejas,¿yaunasíteprestasteaello?¿Aceptastecomprarla?—Puesclaroquesí.—Pero¡mamá!Lasdoseraiscomunistas.—Escúchamebien—mecontesta—:habíaquesalvarlelavida.

Mispadresdormíanenunadelasdoshabitacionesdelmedioeibanalternando:unosañosusabanlaquedabaalapartedeatrás;otros,laquedabaalacalle;yentretanto,lahabitaciónquequedabalibreseconvertíaenelsalón.Sepasaronañosarrastrandouna enorme radio Philco y tres muebles monstruosos (un sofá al que le sobrabarellenopor todaspartesydossillones tapizadosdepañogranaterematadoconhilodorado)deacáparaallá,deunahabitaciónalaotra.

Cuando crecí me rompí la cabeza intentando saber por qué mis padres nuncahabían cogido una de las habitaciones pequeñas para ellos, por qué dormían encampo abierto, por así decirlo, y cuando tenía veintitantos años le pregunté a mimadre.Memiródurantetreintasegundosquesemehicieroneternos.Acontinuación,dijo:«Sabíamosquelosniñosnecesitabaisvuestrapropiahabitación».Ledevolvílosmismos treinta segundos.Había convertido sumatrimonio enunahistoria de amorinsufrible,noshabíaclavadoenlacruzdelamuerteprematurademipadre¿yahorameveníaconquehabíasacrificadolaintimidadnecesariaparadisfrutardelsexoporelbiendesushijos?

Mimadresedistinguíaeneledificionosoloporsu ingléssinacentoyporsusmaneras rotundas, sino también por su fama de mujer felizmente casada. No, mecorrijo.Nosolofelizmentecasada.Mágicamentecasada.Definitivamentecasada.

Mispadresfueron,creo,felicesjuntos.Sutratomutuoeracordialycariñoso,perouna idea de felicidad conyugal sofocaba el ambiente que mi madre y yocompartíamos,queconvirtiólamerarealidadenunacircunstanciaquenoeradignaderespeto,sindudaporaquelloenloquesebasaba.Sebasabaenlaactituddevotademi madre hacia la bondad de su vida de casada, acompañada de un rechazomanifiestohaciatodoslosmatrimoniosquenoeranuncalcodelsuyoylaestrechezmentaldesuscientosdemanerasdeinculcarme,alolargodemilesymilesdedías,queelamoreralomásimportanteenlavidadeunamujer.

Elamorque leprofesabamipadre tenía, enefecto,propiedadesmilagrosas:nosolocompensabaelhastíoylaansiedadquesentíamimadre,sinoqueeralacausadeambos. Incontables frasesque teníanquevercon todo loqueno le satisfacíaen la

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vidacomenzabanigual:«Créeme,sinoquisieraatupadre»,o,«Créeme,sinofueraporelamordetupadre».Hablabaabiertamentedelomuchoquehabíaodiadodejardetrabajartrassuboda(habíasidocontableenunapanaderíadelLowerEastSide),la ilusiónquelehacía tenersupropiodineroynodependerdeunapagacomounaniña,loinsulsaqueeraahorasuvidayloquelegustaríavolveratrabajar.Créanla.Sinofueraporelamordemipadre.

Todo, desde las tareas en la cocina hasta el sexo en el dormitorio quedabatransformadoporelamordemipadre,ycreoquemedicuentamuyprontodequeelsexoteníaquetransformarse.Mimadrenoodiabaelsexo,perodabalasensacióndeque se resignaba a aguantarlo. Nunca dijo que el amor físico fuese algo fútil odesagradable para una mujer, pero ciertos comentarios como «Tu padre era unhombre muy apasionado», «Tu padre siempre estaba a tono», «Tu padre podríahaberseacostadocondiezmujeresenunasolanoche»medejabanconlasensacióndequeparaquitarselaropayacostarseconunhombrehabíaqueamarlorealmente.Si no, toda la empresa se volvía en tu contra.Recuerdo los dieciséis años, conmivirginidadbajoasedioporprimeravez,levantándometodoslosdíasparaafrontarelcombatesinfinqueselibrabaentremimenteymicuerpoeimplorandoensilencioamimadre:«Peromamá,¿cómosésiloamorealmente?Loúnicoqueséesquesientodeseoyélmeempuja,meempujaaello.Enelrellanodelaescalera,enlosbancosdel parque, por la noche en la cocinamientras tú andas atareada al otro ladode lapared, a dos metros de mí, a salvo en la retaguardia mientras yo estoy en lastrincheras…».Peronoveníaayudaencamino.

En el vocabulario demimadre no existía el amor como tal, solo elAmor. Unsentimiento elevado, denaturaleza espiritual y tintemoral. Por encimade todo, unsentimiento que resultaba inconfundible cuando se hallaba presente e igualmenteinconfundible cuando se hallaba ausente. «Unamujer sabe si ama a un hombre»,decía.«Sinoestásegura,esquenoloama».Estaspalabrasllegabanhastamícomovenidas desde la cumbre del Sinaí. La interpretación de la variedad decomportamientos humanosque se suponenderivados del amor no era necesaria ennuestracasa.Simimadrenoeracapazdeidentificarenotramujerreaccionesaunmarido o un amante que duplicasen las suyas, no lo consideraba amor.Y el amor,decía, loera todo.Lavidadeunamujerestabadeterminadaporelamor.Cualquierindicio que probase lo contrario —y las pruebas, de hecho, abundaban— eradescartadoeignoradoporsistema,tachadodesudiscursoyvetadoporsuintelecto.Una vez, enmi presencia (yo debía de tener diez años), una amiga le dijo que seequivocabadepleno,quesuconceptodelamoreraabsurdoyqueeraesclavadelaideaque teníadelmatrimonio.Cuando lepreguntéamimadrequéqueríadecir suamigaconeso,respondió:«Esunamujersubdesarrollada.Nosabenadadelavida».

Todo vecindario tenía un tonto del pueblo o un iluminado; nosotros teníamos tres.

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EstabaTom,elrepartidordesesentaañosquetrabajabaparaelcarnicero.Igualibaalacarreraconunpaquetedecarneacuestasyderepenteseparaba,tirabaelpaquetealaacera,loregañabaconeldedoydeclaraba:«¡Nopiensollevartemásacuestas,cosaasquerosa!».EstabaLilly,unaniñamongólicadecuarentaañosquesepaseabade acá para allá convestidos infantiles y un lazo de satén rosa prendido a su pelograsiento, y que cruzaba en rojo provocando que los coches hicieran chirriar losfrenosparanoatropellarla.YestabalaseñoraKerner,unamujerdiminutacomounpájaro, que iba por ahí con el pelo envuelto en un trapo, haciendo aspavientos ymostrandounosmodalesbruscosydesquiciados.Abordabaagentequenoconocíaen la frutería,en lacarniceríaoen la farmacia, juntaba lasdosmanosen formadepuños poco firmes ante la cara, con sus ojos marrones haciendo chiribitas yexclamaba «¡Oy, pues es que estaba leyendo hoy una historia prrrreeeeciosa deliteraturarusa!¡Unahistoriadelágrimasqueharíaquehastalasalmasmásretorcidaslamentasen la injusticia delmundo!».Y a continuación, se olvidaba de qué estabahaciendoahí,sedabalavueltayseescabullíaporlapuerta.

LaseñoraKernereralamadredeMarilynKerner.Marilyneramimejoramiga.Los Kerner vivían en el apartamento de al lado, pero una planta más abajo, y enopinióndemimadreeranlomásopuestoquehabíaconrespectoanuestrafamilia.Ladiferencia se me escapaba. Los Kerner no eranmás que la familia de abajo y yopensaba:«Bueno,esqueensucasasonasí».

Marilyn era hija única. LosKerner tenían un apartamento de tres habitaciones.Marilyn y sumadre dormían en dos camas encastradas enmadera de caoba en eldormitorio; elpadredormíaenunacamaplegable juntoal sofádel salón.El señorKerner,comomipadre,trabajabaenelsectortextil.Eraunhombreapuestoycallado,con una cabellera espesa y canosa y ojos azules y fríos, que habitaba en miimaginación como una fuente perpetua de miedo y ansiedad. Su mujer y su hijacelebraban sus salidas y temían sus llegadas. Su presencia no solo interrumpíainmediatamente el jolgorio de la tarde en casa de losKerner, sino que se percibíacomo una amenaza. Cuando la señoraKerner se ponía tiesa y alerta a las cinco ymedia,alzabaundedoydecía«¡Silencio,queyaestáaquí!»,eracomosiBarbaAzulfueseaaparecerporaquellapuertadeunmomentoaotro.

YopreferíapasarlastardesencasadelosKernerqueencualquierotrositio.Eracomo no si no hubiese padres en la casa. La señora Kerner podría disfrazarse deadultopor lacalle,pero tantoMarilyncomoyo laconocíamosbien.Con la señoraKernerresultabatanobvioquelaautoridaderaunaposiciónquehabíaqueganarse,quecomencéa sospecharquequizámásdeunamadre la asumía singanársela.Laseñora Kerner resultaba encantadora y desquiciante al mismo tiempo: era másinteresante estar con ella que con cualquiermadre normal y, de unmodo curioso,muchomásinstructivo.Lapresenciademimadreresultabaimponente,peroladelaseñoraKernereraconmovedora.Eratanfrancasuaflicción,tanpalpable,quesentíaundedoclavadoenmicorazóncadavezqueseexponíaalridículoyelrechazodeun

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pardeniñasresabiadasdedoceaños.Eraunamadecasadesastrosaquenodejabanuncadeocuparsedelastareasdel

hogar.Andabatodoeldíaconuntrapoatadoenlacabeza,unplumeroenlamanoyuna expresión confusa en los ojos. Pululaba sin rumbo por la casa, sacudiendo elpolvo arriba y abajo con desgana. O se dedicaba a arrastrar una monstruosaaspiradora de hierro que al encenderse provocaba un estruendo tan horrible queparecía que un avión iba a aterrizar en el salón; la pasaba un par de veces por laalfombradeshilachada,perdíaelinterésyladejabatirada,avecesdurantedosotresdías,enelmismositiodondelahabíadesenchufado.

También horneaba: una porquería espantosa, una especie de pan de molde,siemprelamismamasaapelmazadayamediohacer.Partíauntrozo,selollevabaalanarizconmuchoceremonial,inspirabahondo,declarabaqueeraambrosíaynosloservíaaMarilynyamí.«Estárico,¿aquesí?»,decíarebosantedealegría.Yodecíaquesíconlacabezamientrasmasticabalomásrápidoposibleparatragármelo(loqueme llevaba sus tres o cuatro minutos), sabiendo que iba a notar su peso en elestómago durante el resto del día. Pero hacía por tragármelo porque sabía que laseñoraKerner se quedaríamás desconcertada de lo habitual sime lo dejaba (¿quéhabríahechomalestavez?)yporquecreoquedesdeeldíaquelaconocímeinspiróunsentimientodeprotección.

Nuncaterminabadepasarlaaspiradoraporqueenmediodelaactividadledabapordetenerse,seponíaadarvueltassintonnison(avecesolvidándosedeapagarelaparato) y echaba a correr hacia el dormitorio o la cocina, donde Marilyn o yoestábamos leyendo o dibujando, se llevaba las manos a la cara y con ojosresplandecientes exclamaba: «¡Oy, chicas! Esta misma tarde estaba leyendo unanoticiadelperiódico.Unamujer—pobre,buenayguapa—estabacruzandolacalleatodaprisaconelúltimocentavoquelequedabaenlamanoparacomprarlelecheasuhijoenfermo,quehabíadejadoencasa,soloporunminuto,paracomprarlaleche,yuncochedoblalaesquinaatodavelocidad,laengancha,latiraalsuelo,lepasaporencimaylamachaca.Gevalt![3].Lagenteseacercacorriendo.¡Haysangreportodaspartes!Elmundoenteroestáinundadodesusangre.Selallevany¿sabéisqué?Nooslovaisacreer.Nocabeenmentehumanaqueesopudiesepasar.¿Estáispreparadas?Unahoramástardeencontraronsumanoenunsumidero.Todavíaestabasujetandolamoneda».

Marilyn, si estabadibujando, seolvidabade soltar su carboncillo.Yo, si estabaleyendo,mequedabasentadaconunapáginaentre losdedos.Molestasalprincipioporverlaaparecerpor lapuerta,nossentíamos infaliblementeatrapadasporsuvozinsistenteycantarina.Elcorazónmelatíacadavezmásrápidomientrashablaba,miatención se aguzaba ante lo inesperadode sus detalles.La señoraKerner resultabacautivadora. Poseía el don de los narradores natos, es decir, aquellos para los quecadaretazodeexperienciasoloestáesperandoqueseledéformaysentidoatravésdelmilagrodeldiscursonarrativo.

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No era la necesidad filosófica de hallarle sentido a todo lo que empujaba a laseñoraKerneralanarración.Era,másbien,quevalorabalasensibilidadyparaella,las artes—lamúsica, la pintura, la literatura— eran un vehículo para la emociónpura.Contabahistorias porque anhelabavivir enunmundodebelleza, entre gentecultaysensible.Ylasensibilidad,niñas,loeratodo.Lavidadeunapersonaeraricaopobre, valía una fortunaono eramásqueundesecho, dependiendode si estabaenriquecidaporlasensibilidadodespojadadeella.

LaseñoraKernersolíadedicarnossuapasionadodiscursosobreelarte,lavidaylasensibilidadtrasconcluirunadesushistorias.Avecesseremangabaycorríahastaelpiano,quehabíasidoadquiridoporcuarentadólaresapesardelasquejasdelseñorKernerparaqueMarilyn,queloodiabaynoleponíaundedoencima,pudiesellevara la casa, a su mismísima casa, a Chopin, a Rajmáninov, a Mozart. El pianopermanecíaociosoenlaentradaaexcepcióndelasdosotresvecesalasemanaquela señoraKerner corría apresurada hacia él, limpiaba el polvo del banquito con lafalda,sesentabaconlosgestosexageradosdeunapianista,echabalosbrazosalaireyarremetíaconlosdedoslosprimeroscompasesdeLosremerosdelVolga.Esoeratodo.Eraloúnicoquesabíatocar:elcomienzodeLosremerosdelVolga.Lorepetíadiezoveintevecessinquemenguaraelinterésniporsuparteniporlanuestra.

El impulsopianísticoamenudo leasaltabadurante losúltimosmomentosde latarde,enlosque,febrilpornuestromutuoarrebatonarrativo,perdíamoslanocióndeltiempo.Mientrasaporreabalasteclas,seabríalapuertayquedábamosparalizadas.Elseñor Kerner se nos quedaba mirando en silencio. A continuación, pasaba alapartamento,dabalavueltaalllegaralsalón,volvíaalaentrada,colgabaconesmeroelabrigoenunarmarioropero(eraelhombremásescrupulosoqueheconocidoenmivida)ydecía:«Lacasaestáhechaunapocilga. ¿Aqué tehasdedicado todoeldía?».Regresabaentoncesalsalón,sesentabaenunodelossillonesdetapiceríayseponíaaleerelperiódico.Inmediatamentenosdisgregábamos:laseñoraKerneribaalacocina;Marilyn,asuhabitación,yyosalíaporlapuerta.

Unsábadoporlamañana,MarilynyyoíbamosdecaminoalaavenidaTremont,la principal arteria comercial del barrio.Nadamás salir del portal,Marilyn se diocuentadequesehabíadejadoelmonederoencasa.Subimoslasescalerascorriendo,entramosatodaprisaencasadelosKerneryabrimoslapuertadesuhabitacióndegolpe,Marilynprimero,yyotrasella.Separóensecoenelumbralyyolaembestí.Con lasmanos sobre su espalda, echéunvistazo a la habitaciónpor encimade suhombro.ElseñorylaseñoraKernerestabansobreunodelosarmazonesdemaderadecaoba,élencimadeella,amboscubiertosconunamanta,ysoloseveíalapartesuperiordesuscuerpos,desnudos.Élteníalacaraenterrada;ella,echadahaciaatrás,los ojos cerrados y la boca retorcida en un gemido silencioso. Susmanos estabanclavadas en la espalda de su marido, que le estaba chupando el cuello a ella. Laconvulsión era violenta y, me di cuenta al instante, recíproca. Una ola de calor ymiedorecorriómicuerpodesdelagargantahastalaingle.Eraaquellareciprocidad.

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Asíqueestaban losKerner, llenosdeodio, entrelazadosen secretopor el espasmosexual,yestabanmispadres,queseamabanelunoalotroperocuyolechocampabacastamenteencampoabierto.Abajolacasaeraundesastre,elmaridoestabaexiliadoenelsalón,laesposaeraunasoñadoramediolunática;arribatodoestabacomounapatena, elmarido era el centro de todo y la esposa, vehemente y obstinada. Estasdiferencias se negaron a dejar su huella en mí. No me resultaron llamativas nicruciales. Lo que sí seme quedó grabado es que tanto la señoraKerner comomimadreadorabanlaemociónromántica,yqueambaseranmujerescasadas.

Caminamospor laQuintaAvenida.Esunmaldíaparamí.Mesientogordaysola,atrapadaenmideplorablevida.Séquedeberíaestarencasatrabajandoyqueestoyaquíhaciendodehijadiligente soloparaevitarel escritorio.Es tal laansiedadqueestoypaseandoinclusocondolordeestómago.Mimadre,comodecostumbre,sabequenopuedehacernadapormí,peromidesdichaleponenerviosa.Hablayhablasinparar,hastaelsoporyelofuscamiento,sobreunaprimamíaqueseestáplanteandodivorciarse.

Mientras nos acercamos a la biblioteca, un acólito de alguna religión oriental(cabezarasurada,pieltraslúcida,unsacodehuesosenvueltoenunagasadeunrosaapagado)senosechaencimaconunacopiade lasescriturasdesugurúextendidassobrelamano.Mimadresiguecaminandomientrasquelacriaturaenvueltaengasarevolotea a nuestro alrededor, su cantinela un zumbido constante en el aire,reclamandomi atención.Al final se siente interrumpida. Se vuelve hacia él. «Pero¿estoqué es?», pregunta. «¿Qué es lo que quiere?Dígame». Él se lo dice. Ella loescucha con atención. Después, echa los hombros atrás y, encaramada a sumetrocincuentaycincodealtura,declara:«Joven,soyjudíaysocialista.Creoqueconesobastaparaunasolavida,¿nocree?».Elchicodelatúnicarosasequedacautivadoy,porunmomento,perplejo.

—Mispadressonjudíos—confiesaél—,perodesdeluegonosonsocialistas.Mimadresequedamirándolo,sacudelacabeza,agarramibrazoconfuerzaentre

losdedosymearrastraavenidaarriba.—Parecementira—dice—.Unbuenmuchachojudíoqueseafeitalacabezayva

porlacallebalbuciendoveteasaberqué.Estemundoestállenodelocos.Todossedivorcianysino,esto.¡Menudageneraciónlavuestra!

—Mamá, no empieces —respondo yo—. No me vengas otra vez con esediscursito.

—Nidiscursitoninada—mecorta—,eslaverdad.Nosésinosotroslohicimosbien, pero, desde luego, no íbamos arrastrándonos por la calle como vosotros.Teníamosorden, compostura,dignidad.Las familiaspermanecíasunidasy lagentevivíacomoesdebido.

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—Esosonchorradas.Lagentenovivíacomoesdebido, lagente llevabavidasocultas.Noirásadecirmeahoraquelagenteeramásfelizantes,¿no?

—No—capitulaalinstante—,nodigoeso.—Entonces,¿quédices?Frunceelceñoydejadehablar.Rebuscaensucabezaparadarconloquequiere

decir.Ah,yalotiene.Triunfal,acusadora,señala:—Lainfelicidadestátanvivahoyendía.Sus palabras me sobresaltan y me satisfacen. Siento placer cuando dice algo

ciertoointeligente.Llegocasiaquererla.—Eseeselprimerpaso,mamá—digoconsuavidad—.Lainfelicidadtieneque

estarvivaparaquepuedasucedercualquiercosa.Sedetieneantelabiblioteca.Noquiereoírloqueledigo,perolaconversaciónle

entusiasma. Sus apagados ojos marrones, oscuros y brillantes en mi niñez, seiluminan a medida que el significado de sus palabras y las mías penetra en supensamiento. Sus mejillas se ruborizan y su rostro tierno como un panecillo seendurecemaravillosamenteconunadefiniciónnueva.Laencuentrohermosa.Séporexperiencia que recordará esta tarde comouna hondamente placentera.También séqueserá incapazdedecirleanadieporqué.Disfrutapensando,aunqueno lo sabe.Nuncalohasabido.

UnañodespuésdequemimadreledijesealaseñoraDruckerqueeraunaputa,losDruckersemudarondeledificioyNettieLevineseinstalóenelapartamentovacío.NotengoningúnrecuerdodelamudanzadelosDruckernidelallegadadeNettie,nideningúncamiónofurgonetaquevinieraallevarseoatraerni losmuebles,ni losplatos,nilaropadeunosnidelosotros.Lagenteysusenseresparecíanevaporarsede un apartamento y otros ocupaban sin más su espacio. Qué pronto capté lanaturalezacircunstancialdelamayoríadelosapegos.Alfinyalcabo,¿quémásdabasi al vecinode al lado lo llamábamosRoseman,DruckeroZimmerman?Loúnicoque contaba es que hubiera un nuevo vecino. Nettie, sin embargo, marcaría ladiferencia.

Bajaba corriendo las escaleras una tarde después del colegio, apurándome parasalir a la calle, cuando chocamos en el descansillo a oscuras. Las bolsas de papelmarrón con las que cargaba salieron volando en todas direcciones. Las dosexclamamos «¡Ay!» y retrocedimos; yo, contra la barandilla de la escalera; ella,contra lapared con lapinturadesconchada.Meagaché,muertadevergüenza, paraayudarlaarecogerelcontenidodelasbolsasdesperdigadoporelrellanoydescubríqueteníaunabrillantematadepelorojoqueleformabauntupéyquelecaíaporlaespaldayloshombros.Susrasgoseranestrechosyangulosos(losojosalmendrados,la boca y la nariz delgadas y marcadas) y era ancha de hombros a pesar de sudelgadez.MerecordóalasimágenesdeGretaGarbo.Micorazóncomenzóalatircon

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fuerza.Nuncaanteshabíavistoaunamujerhermosa.—Notepreocupesporlasbolsas—medijo—.Salajugar.Hacesol.Notequedes

aquíencerrada.Venga,vamos.Hablaba con acento, como las demás mujeres del edificio, pero su voz era

delicada,casimusical,ysuspalabrasmecogieronporsorpresa.Mimadrenuncamehabíaapremiadoanoperdermeunplacer,aunquefuesesoloelplacerdelsolen lacalle.Bajécorriendolaescalera,emocionada.Sabíaqueeralanuevavecina.(«UnapelirrojaUkrainishe casada con un judío», había señaladomimadre con sequedadapenasdosotresdíasantes).

Unpardenochesmás tarde,mientras terminábamosdecenar, sonóel timbreymelevantéaabrirlapuerta.Ahíestaba.

—Esque…yo…—Soltóunarisavergonzosayentrecortada—.Tumadremehainvitadoavenir.

Teníaunaspectodistinto,ahíparadaenlapuerta, torpeyburda,unacampesinadecarabonita,enabsoluto lahermosacriaturadeldescansillo. Inmediatamentemesentíserenaygenerosa.

—Pase.—Meechécortésmenteaunladodeladiminutaentradaparacederleelpasoalacocina.

—Siéntese, siéntese—dijomimadre con su voz cortante pero amable, que sediferenciabadesuvozcortanteapropósito—.Tómeseuncaféyuntrozodepastel.—Le dio un empujón ami hermano—.Y tú échate a un lado.Deja que la señoraLevinesesienteenelbanco.—Unbancodemaderaconrespaldoseextendíaaunladodelamesa.Mihermanoyyoreclamamosunbuenhuecoenelbancotanrápidocomopudimos.

—¿Leapeteceunacopitadeaguardiente?Mi apuesto y caballeroso padre sonrió, orgulloso de que su esposa fuese tan

educadaconunagentil.—No, gracias —rehusó Nettie—, se me sube a la cabeza. Y, por favor —se

dirigiófervientementeamimadre—,tutéeme.Mimadreseruborizó,entrehalagadayconfusa.Comosiempre,cuandonoestaba

seguradealgo,sebatíaenretiradasoltandounainsinuación.—TodavíanohevistoalseñorLevine,¿esposible?—dijo.Paraella,estaerauna

preguntaneutral;aoídosdelosdemás,eraunenunciadocategóricoquerayabaenlaacusación.

—Claro.—Nettiesonrió—.Noestáaquí.Ahoramismoestáenalgún lugardelocéanoPacífico.

—Oy, vay, ¡está en el Ejército! —exclamó mi madre mientras el color ibaabandonando susmejillas. Estábamos en plena guerra.Mi hermano tenía dieciséisaños; mi padre, casi cincuenta. A mi madre la habían hecho sufrir. Su culpa eradesmedida.

—No —contestó Nettie con aspecto desconcertado—. Está en la marina

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mercante.NocreoqueNettiecomprendiesebienladiferencia.Desdeluego,mimadrenola

sabía.Dedicóungestoinquisitivoamipadre.Élseencogiódehombros,inexpresivo.—Es marino, mamá —se apresuró a contestar mi hermano—. Trabaja como

marinero,peronoestáenelEjército.Trabajaenbarcosparaempresasprivadas.—Pero yo pensaba que el señor Levine era judío—protestó cándidamente mi

madre.La cara de mi hermano se puso roja y luego morada, pero Nettie se limitó a

sonreírconorgullo.—Asíes—respondió.Mi madre no se atrevía a decir lo que pensaba: ¡imposible! ¿Qué judío se

prestaríaatrabajarvoluntariamenteenunbarco?Todo lo relacionado con Nettie acabó por resultar imposible. Era una gentil

casadaconunjudío,yningúnjudíoqueconocíamoshabíahechoeso.Sepasabasolala mayor parte del tiempo y, aunque en principio era libre de vivir donde leapeteciese,habíaelegidohacerloentrejudíosdeclaseobreraquenoleofrecíannisusbienes materiales ni su caridad. Una mujer cuyo atractivo sexual atraía miradasenconadasdeenvidiaycuriosidadparecía, sinembargo,valorardesmesuradamentelavidadecualquiermujersinestiloqueseganasesurespeto.Alababaprofusamentea mi madre por sus habilidades domésticas —su capacidad de estirar un sueldomagro, deque suhogar siempreoliese bienydeque los niños siempre estuviesencontentosdeestarencasa—comosiestosdonesfueranuntesoro,unavaliosadoteque le había sido negada y que simbolizaba una existencia de la que hubiese sidoexcluida.Mimadre,queaescondidasestaba tan fascinadacomo laquemásporelencanto que desprendía Nettie, se quedada mirándola pensativamente cuando estaintentabaexplicar(avecesconvaguedadeseincoherencias)lasdiferenciasquehabíaentreellas,yledecía:«Peroahoraeresunaesposa.Yairásaprendiendoesascosas.Noesnada.Nohaynadaqueaprender».Entonces,Nettiesesonrojabadolorosamentey sacudía la cabeza diciendo que no.Mimadre no la comprendía, y ella no sabíaexplicarle.

RickLevinevolvióaNuevaYorkdosmesesdespuésdequeNettiesemudasealedificio.Presumíacomolocadesumarinoalto,morenoyconbarba—loexhibíaporlacalleantelasadolescentesconlasquehabíahechoamistad,lotrajoacasaparaqueloconociésemos,lollevabaconellaahacerlacompra—ysemostrabavisiblementecambiada. Una especie de iluminación se asentó en su piel. Sus verdes ojosalmendrados estaban salpicados de luz. Una gracia nueva retocaba sus gestos: sumodo de caminar, de mover las manos, de echarse el pelo hacia atrás. De prontohabía en ella una aristocracia de corte físico. Su belleza se hizo más intensa. Sevolvióintocable.

Vi el cambio que se había operado en ella yme quedé atrapada como por unimán.Melevantabaporlamañanaymepreguntabasiaqueldíamelaencontraríaen

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elrellanodelaescalera.Sinoeraasí,encontrabaunaexcusaparallamarasutimbre.No es que quisiera verla junto aRick: la de él era una bellezamustia, taciturna ybasta,ynohabíanadaentreellosquedespertasemiinterés.Eraaellaaquienqueríaver,soloaella.Yqueríatocarla.Mimanosiempreamenazabaconsalirdisparadademicuerpoendirecciónasucara,asubrazo,asucostado.Laanhelaba.Irradiabaunaespeciedepromesadelaqueeraincapazdeapartarme.Quería…quería…noséquéesloquequería.

Peroeljúbilofueefímero:elsuyoyelmío.Unamañana,alasemanadevolverRick,mimadreseencontróconNettiealsalirdecasa.Nettielediolaespalda.

—¿Quétepasa?—leinterrogómimadre—.Datelavuelta.Quierovertelacara.Nettie se volvió hacia ella poco a poco.Un enorme cardenal le rodeaba el ojo

derecho,queapenaspodíaabrir.—¡Diosmío!—resoplómimadre,impresionada.—Nolohizoqueriendo—loexcusóNettie—.Fueunaccidente.Queríabajaral

baraverasusamigosyyonoledejé.Lecostómuchopegarme.Tras aquel incidente recuperó el aspecto que tenía antes de que él llegara.Dos

semanasmástarde,RickLevinesehabíaidodenuevo,estavezparacuatromeses.Juróa su suplicanteesposaqueaquella sería suúltima travesía.Cuandovolvieraacasaenabril,dijo,buscaríaunbuentrabajoenlaciudadyporfinsentaríancabeza.Ellacreyóqueestavez ibaenserioyporfin ledejóque leapartase losbrazosdelcuello.SeissemanasdespuésdequeRickseembarcara,Nettiedescubrióqueestabaembarazada. A finales del tercer mes desde que él se marchara, Nettie recibió untelegramaenelqueselainformabadequeRickhabíamuertodeundisparoduranteunapeleaenunatabernaportuariaenalgúnlugardelmarBáltico.SucuerpohabíasidorepatriadoaNuevaYorkyeltemadesuseguroestabasiendoinvestigado.

El día a día de Nettie se entrelazó tan rápido con el nuestro que siempre me hacostado recordar cómo era todo antes de que viniera a vivir al lado. Se pasaba aúltimahoradelamañanaatomarseuncafé,luegoporlatardeotravez,ydebíadecenar con nosotros tres veces a la semana. Enseguidame sentí con la libertad deentrar en su casa a cualquier hora, y ami hermano le consultaba a diario sobre eldesconcertanteasuntodelsegurodeRick.

—Menudadesgracia—nodejabadedecirmimadre—.Viuda,embarazada,pobreyabandonada.

En realidad, la inesperada viudedad le permitió a Nettie inspirar pena yconvertirseenotrasinmeterseenlíos.Eracomosihubieraestadointentando,muchoantesdequesumaridomuriera,quemimadresupieraquesehallabaprivadadesusderechosdeunamaneraenlaqueellanuncaloestaría,posadatemporalmentesobreunescenarioenelquemimadreestabaarraigaday,cuandoRicklehizoelfavordebuscarselamuerte,estaverdadlatentesalióalaluz.Mimadreahorapodríasostener

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elpesode labellezadeNettie sinperder el equilibrio, yNettiepodría servirsedelbuennombredemimadresinserhumillada.Elconveniofueselladosinquecruzaranpalabra.AdiariorecibíamosenlacocinalahermosuradeNettie,yNettierecibíaeneledificiolaproteccióndemimadre.CuandolaseñoraZimmermanllamóaltimbreparapreguntarmaliciosamenteporlashiksa[4],mimadrelacortódeplenoyledijoqueandabamuyocupada,quenopodíaperdereltiempoentonterías.Despuésdeeso,nadieseatrevióacotillearsobreNettiedelantedenosotros.

Lalealtaddemimadre,unavezconcedida,erainquebrantable.Sinembargo,noleimpedíacriticaravecesaNettie;laúnicadiferenciaesqueexpresabasusreservasdeunmodomenosdirectodelhabitual.Sesentabaenlacocinaconsuhermana,mitía Sarah, que vivía a cuatro manzanas, y comentaba los hombres que habíancomenzadoaaparecer,unotrasotro,frentealapuertadeNettieenlassemanasquesiguieron a lamuerte deRick.Estoshombres eran sus compañeros, sobre todo losquehabíanembarcadoconélenaquelúltimoviaje.Acudíanadarleelpésamealaviudadeunodeellosyahablarledelasuntodelsegurodevidadelosmarinerosque,evidentemente,seleestabanegandoaNettieporlaformaenqueRickhabíamuerto.Había, decía mi madre maliciosamente, algo «raro» en la manera en la que estoshombreslavisitaban.«Ah,¿sí?»,decíamitíalevantandoconinterésunaceja.¿Quéteníaderaroexactamente?Bueno,explicabamimadre,algunossepresentabansolounavez, locualeranormal,perootrosaparecíandosyhasta tresveces,undía trasotro, y aquellos que aparecían dos y hasta tres veces tenían una pinta extraña,seguramente estaba equivocada, pero tenían pinta de estar sacando tajada de todoaquello.YlapropiaNettieactuabadeformararaconellos.Talvezesofueralomásinquietante: los extraños ademanes que Nettie parecía adoptar en presencia de loshombres.Mimadreymitíaintercambiaron«miraditas».

—¿Qué queréis decir? —pregunté casi a gritos—. ¿Qué tiene de malo sucomportamiento?Notienenadademalo.¿Porquéhabláisasí?

EnesemomentolasdossecallaronyningunarespondiónivolvióamencionaraNettieduranteelrestodeldía,almenosmientrasyoestuvedelante.

Unsábadopor lamañanaentré sin llamarencasadeNettie (supuerta siempreestaba cerrada, peronuncaponía el pestillo).Lapequeñamesade la cocina estabapegadaalaparedquehabíajuntoalapuertadelapartamento—surecibidoreramáspequeñoqueelnuestroyunoprácticamentesedabadebrucesconlacocina—ysientrabas sin avisar, «pillabas» enseguida a la gente que estaba sentada a la mesa.Aquellamañana,viaunhombrealtoydelgadodepelopajizosentadoalamesadelacocina.FrenteaélestabasentadaNettie,conlacabezaagachadahaciaelmanteldealgodón estampado que tanto me gustaba (nosotros teníamos un hule brillante yaburrido).Teníaelbrazoestirado,ysumanodescansabainmóvilsobrelamesa.Lamanodeaquelhombre,enormeydenudillosvoluminososysobresalientes,tapabalasuya. Contemplaba la cabeza agachada de Nettie. Entré por la puerta como unaexhalación, un torbellino de indiscreción de nueve años. Nettie se sobresaltó y

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levantó la cabeza rápidamente. En sus ojos había una expresión que veríamuchasveces en los años venideros, pero que aquel día vi por primera vez y, aunque noposeía laspalabrasparadefinirla, tuve la concienciade sentirme sacudidapor ella.Estabaevaluandolaimpresiónqueestaescenameacababadeprovocar.

Es una tarde nublada de abril, gris y templada, el aire porta el dulzor de la nuevaprimavera. El tipo de clima que induce a que se agiten sentimientos sin nombreescondidosenresquicios insondables.Almismotiempo,eselaniversariodelguetode Varsovia. Mi madre quiere asistir a la reunión anual de conmemoración en elHunterCollege.Mehapedidoquevayaconella.Mehenegado,peroheaceptadoacompañarlapor laavenidaLexingtonhastaahí.Ahora,mientrascaminamos,narraunaanécdotaquelesucedióayerporlacalle.

—Estabaenlaavenida—mecuenta—,esperandoaquecambiaraelsemáforoyunaniñacomodesieteañosestabaamilado.Derepente,antesdequesepusieseenverde, avanzópara cruzar la calle.Tiréde ellahacia atrásyya en la acera ledije:«Bonita,nunca,peronunca,crucesenrojo.Cruzasolocuandoestéenverde».Lacríame mira con auténtica cara de pena y me dice: «Señora, lo ha entendido todo alrevés».

—Esaniñanovaallegaralosocho—comento.—Esomismopiensoyo.—Mimadreseríe.EstamosenLexington,a laalturade lascallesquecomienzanporcuarenta.Es

domingo.Lacalleestádesierta,lastiendasylosrestaurantescerrados,haymuypocagentepaseando.

—Tengoquetomarmeuncafé—anunciamimadre.Susdeseossonsimples,peroinnegociables.Losexperimentacomonecesidades.

Justoenestemomentosetienequetomaruncafé.Nonosdesviaremosdeestedeseoqueellallamanecesidadhastaquelatazadelíquidohumeantereposeensusmanosyestéapuntodealcanzarsuslabios.

—Vayamoshasta laTerceraAvenida—ledigo—.Seguroqueporallíhayalgoabierto.—Cruzamoslacalzadaynosdirigimoshaciaeleste.

—Estamañana estaba comentando con Bella—me cuenta cuando llegamos alotroladodelacallemientrasmuevelacabezadeunladoaotro—locruelqueeslagente. No lo entiendo. Tiene un hijo médico que, permíteme que te diga, es undesgraciado.Esquenoloentiendo.¿Quélecostaríallevarseasumadreundomingoalcampo?

—¿Elcampo?PensabaqueelhijodeBellatrabajabaenManhattan.—Sí,peroviveenLongIsland.—¿Yesoloconsiderascampo?—¡NoeslaQuintaAvenida!—Bueno,vale.¿Yquéhahechoahora?

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—No es lo que ha hecho ahora, es lo que hace siempre. Esta mañana estabahablandoconsusnietosyunodeloscríosledijoqueayerporlatardevinodevisitaunmontóndegenteyquelopasarontodosdemaravillacenandoenelporche.Yatepuedes imaginar cómo se sintió Bella. Llevanmeses sin invitarla. Ni el hijo ni lanueralaquierenlomásmínimo.

—Mamá,queesehijohayaconseguidosobrevivir teniendoaBellademadre,yencimasehayasacadolacarreradeMedicinayaesalgodignodeestudio,ylosabes.

—Peroessumadre.—¡PorDios!—Nomevengasconesas.Esasíypunto.Essumadre.Simpleyllanamente.Se

privódemuchascosasparadárselasaél…—¿Quécosas?¿Suslocuras?¿Suansiedad?—Lavida.Simpleyllanamente.Ellalediolavida.—Esopasóhacemucho,mamá.Nolealcanzatantolamemoria.—Quenoseacuerdedeesomepareceunabarbaridad.—Seacomofuere,noespretextoparaobligarloapedirleasumadrequepasela

tardedelsábadoconsusamigosahoraquellegalaprimavera.—Essudeberhacerlo,loquieraono.Ynomepongasesacara.Sébiendeloque

hablo.Encontramos un café en la Tercera Avenida, un bar de comida grasienta con

pretensiones, superficies de formica,mobiliario de escay, candelabros de latón conbombillas en forma de vela ardiendo en medio de una tarde pretenciosamenteoscurecida.

—¿Teparecebienaquí?—preguntamimadreanimadamente.Siledijese:«Mamá,estesitioeshorrible»,mediría:«Vayaconlatiquismiquisde

mihija.Yomecrieenunacasasinaguacalienteyconelbañoenel rellanode laescalera,peroestonoestáatualtura.Bueno,pueseligetúunsitio»,yacabaríamosrecorriéndonosagotadaslaTerceraAvenida.Peroledijequesí,mesentéconellaenunamesajuntoalaventanaymepreparéparabeberunatazadeuncaféhorrorosomientrasseguíamosconnuestraintensaconversaciónsobrepadresehijos.

—Caliente—ledicemimadrealcamarerodepesadospárpadosypelonegroqueseacercaconparsimoniahastanuestramesa—.Quieroelcafébiencaliente.

Élsequedamirandoconunacarataninexpresivaquelasdosestamossegurasdequenohaentendidobien.Acontinuaciónsevuelvehaciamíymepreguntaconunmovimientodelascejas.Mimadreleponelamanoenelbrazoy,ladeandolacabeza,lesonríedesmedidamente.

—¿Dedóndeesusted?—Mamá—ledigo.Mientrassujetaconfuerzaalcamarerorepite:—¿Dedónde?Elcamarerosonríe.

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—Griego—lecontesta—.Yogriego.—Griego—repite, como si tasase el valor de la nacionalidad que le ha puesto

delante—. Bien. Me gustan los griegos. Recuerda. Caliente. Quiero el café biencaliente.

Élsueltaunacarcajada.Mimadre tiene razón.Sabede loquehabla.Soyyo laquenoentiendecómofuncionaelmundo,noella.

Arregladoelasunto,retomaeldebate.—No insistas.Di loquequieras: ahora loshijosnoquieren a suspadres como

cuandoyoerajoven.—Mamá,¿deverdadquecreeseso?—¡Puesclaroquesí!Mimadremurióentrelosbrazosdemihermana,contodos

sushijosalrededor.¿Cómovoyamoriryo?¿Melopuedesdecir?Seguroquepasaráuna semana antes de que encuentrenmi cadáver. Pasandías sin que tenganoticiastuyas.Atuhermanoloveotresvecesalaño.¿Ylosvecinos?¿Quiénes?¿Quiénestápendientedemí?ManhattannoeselBronx,esoyalosabes.

—Exacto. De eso se trata: Manhattan no es el Bronx. Tu madre no murió enbrazosdesuhijaporquetuhermanalaquisiesemásdeloquenosotrostequeremosati.Tuhermanaodiabaatumadreylosabes.Estabaahíporqueerasudeberyporquedurantetodasuvidadecasadavivióallado.Noteníanadaqueverconelamor.Noeraunavidamejor,eraunavidadeinmigrante,unavidadeclaseobrera,unavidadeotrosiglo.

—Llámalo como quieras —me responde enfadada—, era un modo de vivirmuchomáshumano.

Nos quedamos calladas. El camarero llega con el café.Mimadre tiene la tazaentrelasmanosantesdequeélseretire.Daunsorbo,ponemalacaraunavezqueelcamareroyasehaido.

—¿Creesqueestácaliente?—pregunta—.Noestácaliente.—Puesdíselo.Sacudeelaireconlamano.—Quémásda.Melobeberéasí,tampocomevoyamorirporeso.Estáclaroquelaconversaciónlaestádeprimiendo.—Bueno, lo único que puedo decir es que si no fuese hijo suyo, Bella no se

dignaríaamirarloalacara.—Esoeslomismoalrevés,¿noteparece?Éltampocosedignaríaamirarlaala

carasinofuesesumadre.¿Aqueno?Mimadrememirafijamentedesdeelotroladodelamesa.—¿Quédices,mihijasabelotodo?—Loquedigoesquehoyendíaelamorhayqueganárselo,inclusoentremadres

ehijos.Se queda boquiabierta y los ojos se le hunden de lástima. Acabo de soltar tal

majadería que pierde la capacidad de hablar. A continuación, mientras mueve la

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cabezaadelanteyatrás,dice:—Tevoyaresponderloquemerespondióamílaniña:«Señora,lohaentendido

todoalrevés».Enesemomentoelcamareropasaconunacafetera llenadecaféhumeante.Mi

madreextiendeconfuerzalamano,ycasilehaceperderelequilibrio.—¿Eseestácaliente?—lereclama—.Esqueestenoloestaba.El camarero se encogede hombros, se detiene y le sirve café en la taza. Se lo

bebeconavidezyasientedemalagana.—Está caliente.—Al fin está satisfecha—. Vámonos ya—ordenamientras se

ponedepie—.Sehacetarde.Desandamos nuestros pasos y seguimos subiendo por la avenidaLexington. El

aireesmásdulcequeantes,mástemplado,másdenso,conunanunciodelluviaenelextremomás brillante de su superficie gris.Unadelicia.Un estallido de esperanzabrotasinprevioavisopero,comoamenudosucede,nollegamuylejos.Enlugardelimitarseacrecerrectoysincomplicaciones,serevuelve,seciernesobresímismoysevasofocandohastamorir;uncicloalqueestoyhecha,amipesar.Miroamimadreporelrabillodelojo.Debodeestarimaginándomelo,peromedalasensacióndequesurostroreflejaelmismodementeperiploemocionalllenoderodeos.Haycolorensusmejillas,perotieneunamiradadesobresaltoylabocaentreabierta.¿Quéve,mepregunto,cuandomemira?Elestadodeánimodeldíacomienzaatomarunaderivapeligrosa.

Estamosyaalaalturadelascallesquecomienzanporcincuenta.Enormeslunasde escaparates llenos de color y diseño flanquean la avenida. Qué alivio que seadomingo,lastiendasesténcerradasynohayaquetomardecisiones.Mimadreyyocompartimoselgustoporlaropa,porvernosbienvestidas,peronosoportamosirdetiendas.Ningunadelasdos.Siemprellevamoslamismavariedadescasadeprendasdevestirquehemospilladoatodaprisadelabaldaqueestabamásamano.Cuandoestamoscomoahora,anteunescaparate,obligadasaserconscientesdequeexistenmujeres que visten de forma deliberada, nos damos cuenta de nuestra comúnincapacidad y nos convertimos en lo que de verdad somos: dos mujeres coninhibicionessorprendentementesimilaresunidasenvirtuddehabervividounadentrodelaesferadelaotracasilatotalidaddenuestrasvidas.Endichosinstantes,elhechodesermadreehijaañadeuntoquepintoresco.Séqueesprecisamenteporquesomosmadre e hija que nuestras respuestas son reflejo unas de las otras, pero aun así, lapalabra«filial»parecenotenercabidaaquí.Porelcontrario,elconceptodefamilia,laideadequesomosunafamilia,devidafamiliar,parecetotalmentedesconcertante:una incertidumbre en ella, y también en mí. Estamos tan habituadas a pensar ennosotras como un par de mujeres desdichadas e incompetentes (ella, viuda; yo,divorciada),eternamenteincapacesdeconformarporsímismasunavidafamiliar.Noobstante,anteelescaparate,eltérmino«vidafamiliar»parecetenertantodefantasíaremotaenellacomoenmí.Laropaexhibidamehacesentirqueambasllevamostoda

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lavidaconfusasacercadequiénessomos,ycómollegaraserlo.Depronto,mesientodesgraciada.Sumamentedesgraciada.Unaoleadadederrota

me atraviesa. Me siento desolada, sin dirección ni objetivo en la vida, todos misafanesdiariossonconfusoseinsignificantes.Mequedosinpalabras.Nosolocallada,sino sin palabras Mi madre se da cuenta de que me he hundido. No dice nada.Seguimoscaminando,ningunadelasdosabrelaboca.

Llegamosa la calleSesentaynueve,doblamos la esquinaynosdirigimosa laentrada del auditorio Hunter. Las puertas están abiertas. Dentro, doscientos otrescientosjudíospermanecensentados,escuchandolostestimoniosqueconmemoransu inenarrable historia. Estos testimonios son el engrudo que losmantiene unidos.Mantienenvivoelrecuerdoypersuaden.Sananyconectan.Otorgansentidoalavidadelaspersonas.Losdiscursossesucedenmonótonamente.Mimadreyyoestamosdepieenlaacera,juntasysolas,frentealsonidoqueflotahacianosotrasyquetejeunacultura.

—Somos un pueblo maldito —declara el conferenciante—. Periódicamentesomos destruidos, volvemos a plantar cara a la adversidad y renacemos. Ese esnuestrosino.

Laspalabrascausanenmimadreelefectodelaadrenalina.Susmejillasrecobranelcolor.Las lágrimas iluminansusojos.Se le tensa lamandíbula.Se le tonifica lapiel.

—Entra conmigo—me dice suavemente, pensando queme ayuda—.Entra. Tesentirásmejor.

Ledigoquenoconlacabeza.—Serjudíayanomesirvedeconsuelo—replico.Me aprieta con fuerza el brazo.Ni niega ni confirmamis palabras, se limita a

mirarmefijamente.—Recuerda—medice—.Eresmihija.Fuerte.Tienesqueserfuerte.—¡Ay, mamá! —protesto, y mi vida asustadiza y ávida de libertades emerge

desdemiinteriorysederramapormirostrodepielsuave,elmismoqueellamehadado.

Nettie dio a luz un día de agosto terriblemente caluroso después de un parto decincuentahorasquecasilaparteporlamitad.Elbebépesócasicincokilosymedio.LollamóRichard.Desdeelmomentoquemimadreyyoacompañamosaambosdelhospitalacasa,comenzamosacriarlojuntoaNettiey,aveces,inclusoensulugar.Ledimossustentodediversasclasesyde tantoen tanto, ledimos también lavida.Era un bebé enfermizo, que desarrollaba crisis asmáticas que solo se aliviabaninhalandovahos.Invariablemente,eranmimadreomihermanoquienessesentabanbajo el humidificador improvisado (una toalla colocada sobre una olla de aguahirviendo)conelniño,queseahogaba,ynuncaNettie,alaqueseconsiderabainútil

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duranteestascrisis.Sededicabaadarvueltasporlahabitaciónyatirarsedelpelotanprontocomocomenzabanadarlepitosalniño.

Nettie, como pronto se comprobó, no tenía dotes de madre. Muchas mujerescarecendeellas.Reproducenlosgestosyademanesquerecuerdandelasmujeresenlas que han sido entrenadas para convertirse y esperan que todo salga bien. PeroNettiehabíasidoentrenadaparaatraer,noparadomesticar,yestabaenlainopia.Eraincapaz de dominar el arte de preparar purés, de hervir pañales, de bañar en elfregadero…Susdedoserantorpes,susmovimientosinútiles,ysumenteeraincapazde asimilar el más rudimentario esquema de organización. Su cocina apestaba apañalesusados,elniñoestabasucioyteníalapielirritada,elfregaderorebosabadecacharrossinlavarconunacostradelechequemada.LapropiaNettieseencontrabaenunestadodeperpetuoaturdimiento.Andabasiempredandovueltasporlacocinaconlaspiernasdesnudas,el tupédeshecho,elceñofruncidoyeldedoíndicesobreloslabios,intentandorecordardóndehabíapuestosindarsecuentaalgunacosaquelehacíafalta…Vamosaver,¿dóndehabrédejadoaesebebé?

Richiesobrevivióenunmaremágnummudo.Tengoel recuerdodeverloundíaen el brazo derecho deNettie, con el pañal lleno de caca, la cara pringada de losrestos de sus dos últimas comidas y los deditos agarrados a unmechónde cabellorojo, aferrándosea lavida,mientras sumadredavueltas sinpararenunestadodealarmasilenciosa.Comoellaestáensilencio,aéllellevaunratoalarmarse.Hayensurostrouninterésdesconcertadoquepocoapocosedesmoronaconvirtiéndoseenpánico.

ElsilenciodeNettie.Esaeraotracosaque laseparabade lasotrasmujeresdeledificio.Entrelasdemás,larespuestamásinmediataalaconfusiónolanecesidaderaun estallido verbal de muchos decibelios. No ocurría lo mismo con Nettie. Suincapacidadlahabríacongraciadoconlasvecinas,habríacreadounaaperturanaturaldentro de sumundo—«Oh, enséñeme, cuénteme, ¿es así como lo hace?, muchasgracias, señoraZimmerman-Roseman-Shapiro-Berger, sabeusted tantodeesto…Yyosoyunaignoranteyestoycontentísimadeaprenderloquepuedaenseñarme»—,peronopodíahacerlo,nisabíasiquierapordóndeempezar.Antelasvecinassesentíadesprotegidayeracallada,recelosa,ocultabasunecesidad.Contodasexceptoconmimadre.

Mimadre fue el salvavidas deNettie durante el primer año de vida deRichie.Tampocoesquemamáhiciera tantascosasporella,aunquecadapoquitodeayuda(subirleacasapanyleche,quedarseconRichieduranteunahora,bañarloodarledecomer de vez en cuando) sin duda le hacíamás llevadera la existencia. Era, sobretodo,quemamásiempreestabaahícomodepositariadesuansiedad.Periódicamente,mamásecolabaenlacocinadeNettieyendosotreshorasdetrabajoconcentradoponía orden y lo dejaba todo como los chorros del oro. A continuación,miraba aNettiecomodiciendo«Ahorayaestá todo listo.Puedesempezaravivir».Nettie lededicabaunasonrisadeorejaaoreja,laregabadebesosyabrazosytresdíasdespués

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volvíaaestartodocomoantes.Nettieaceptabaeltrabajodemimadrenocomounamujerjovenqueobservaaunamásmayorparaaprenderahacerloellamisma,sinomás bien como una niña que es temporalmente salvada por algo así como unavoluntariosahermanamayor.Y,enefecto,NettiesecobijabajuntoaRichiecomosifuesenniñoshuérfanos:lecantabaaloídoyseacurrucabaasulado,escondidoslosdosdurantedíasbajolassábanasdelacamamatrimonialqueocupabalamayorpartedeloqueenteoríaeraelsalón,peroqueenlaprácticanoloera.

El apartamento de Nettie era el más pequeño, el peor iluminado y el menosamuebladodeledificio.Lacocina,quecompartíaconlanuestralasvistasalcallejónylaluzdelamañana,eralaúnicahabitaciónagradable.Trasellahabíadoscuartosdetamañodesigualcuyasventanasdabanaunmurodeladrillo.Unadeellasdeberíahaber sido el salón y la otra, un comedor, peroNettie no sabía cómoorganizar unsalón.Lahabitaciónmásgrandeconteníaunacamamatrimonial,unacómoda,unaspocas estanterías y una mesa esquinera desvencijada. La otra se convirtió en untrastero,unarmariograndedondepodíaapartardelavistalopeordesudesordensinremedio.

Aunasí,paramíelapartamento,comolapropiaNettie,estabadotadodeencantoyesperanza.Noconocíalapalabra«belleza»,asíquenoeracapazdeexpresarquelabellezaestabaausenteennuestracasa.SolosabíaquepequeñosfragmentosdedeleitevisualtransformabanelminúsculoapartamentodeNettieymehacíansentirmefelizeilusionada en cuanto cruzaba su puerta.Lamaternidad la había enloquecido, habíatrastocadosusextravagantesyencantadoreshábitoshogareñosylahabíaarrojadoalcaos,pero,contodo:lacamaestabacubiertaporunacolchadecachemirdefinalanaucraniana,habíauncandelabrodeplatasobreladesvencijadamesaesquinera,delaparedcolgabaunicono,lamesitaplegabledecartóndelacocinaestabaocultaporunllamativomanteldeestampadosgeométricosyenelalféizardelaventanahabíaunenorme geranio podado siempre con esmero, con la tierra húmeda y oscura y lashojasdeunverdevivo.Enlosdíasdepocaluz,elrojobrillante,elnegroyelverdeeran motivo de regocijo. No eran los objetos en sí —nosotros poseíamos unmaravilloso samovar de bronce en el salón en el que no reparé hasta que tuveveinticincoaños—,eralaformaqueteníaNettiedecolocarydisponerlascosas,undonparaesparcirgraciaybellezadondeantesnoexistían.Yademás,porsupuesto,estabanlosencajes.LosencajesdeNettieportodaspartes.

Nettieteníatalentocomoencajera.PrecisamentetrabajabaenuntallerdeencajecuandoconocióaRickLevine.Sabíahacervestidosyabrigos,pañosycolchas,peronunca emprendía labores de tal calado. Se limitaba a los tapetes, las fundas dealmohada,ylosantimacasaresparalosrespaldos;apañosyadornosparadarvidaaldiminuto apartamento. Nunca tenía una idea específica o un diseño fijo en mentecuando se sentaba ahacer encaje, solo se centraba en la tarea.Se apostaba enunasilla de la cocina cadavezqueRichie sequedaba frito al final de la tardeoyadenoche (nunca lo ponía a dormir, esperaba a que cayese rendido), enroscaba una

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medidadelsuaveysedosohilodealgodónentornoalamuñecayalíndice,cogíalaagujadeganchillodeaceroyseponíaaello.Trabajabaparaahogarlaspenas,paraentretenerseyparaaplacarsusnerviosalterados(nohabíamomentoenelqueNettieno estuviese recuperándose de la maternidad). No se tomaba su talento en serio.Observando cómo trabajaba, saltaba a la vista que sentía interés —los diseñosparecían emerger de la aguja y cogerla por sorpresa, quería saber cómo iba a salircadalabordeencaje—,perosuinterésnoeraconstante:tanprontoestabaabsortayconcentrada,comoderepentedescartaba lapiezay ladabaporolvidada.Elencajeera para ella pocomás que una compañíamedianamente apreciada, una compañíacuandoestabanerviosaorelajada,esperanzadaotensa,excitadaodesinflada.

Si contara las horas quemepasé sentada a lamesa de aquella cocinamientrasNettiehacíaencaje,llegaríaalosdosotresaños.Solíapasarmelastardesahí,aveceshastalahoradelacena.Trabajabaelencajemientrasyoobservabaelmovimientodelaagujaynossumergíamosenunacompañíamutua.Ellasededicabaafantasearenvozaltaalavezquetrabajabayyolaescuchabamuyatentamente.

«¿Noseríamaravillososi…?»erasucomienzoritual.Apartirdeestafrase, ibatejiendo historias de salvación que incluían amor o dinero tan fácilmente comodesenredaba el hilo sedoso de entre sus dedos. Como en los argumentos de lasnovelasrosasqueleía(suslabiossemovíanamedidaquesuojoseibadesplazandopocoapocoporlasuperficiedelapágina),susfantasíaseransimplonas,repetitivasytediosas.Lasquetratabandedinerosolíanserdeesteestilo:«¿Noseríamaravillosoque una ancianita estuviese cruzando la calle y un camión estuviese a punto deatropellarla y que yo la salvase y que me dijese “¡Ay, querida!, ¿cómo podríaagradecérselo?Tome,parausted”ymedieseelcollarquellevasepuestoyqueyolovendiesepormildólares?».Obien:«¿Noseríamaravillososiestuviesesentadaenunbancodelparquey,metidaentrelastablillas,hubieseunabolsadepapeldeestrazaquenadieseatrevieseatocardeloarrugadaysuciaqueestaba,yqueyolaabrieseyquedentrohubieramildólares?».(Afinalesdeloscuarenta,enciertosambientes,mildólaresequivalíanaunmillón).

Lashistoriasque ibande amor le resultaban infinitamentemás atrayentesy lasabordabaconmuchomásdetalle:«¿Noseríamaravillososiyomebajasedeltranvíay resbalaseyme torcieseun tobilloyme llevasenalhospitalyqueelmédicoqueacudieseaauxiliarmefuesealtoyguapoyamableyeducadoymemirasealacara,yyoalasuya,ynopudiésemosapartarlosojoselunodelotrocomosiestuviésemospegadosconcola,quenoshubiéramospasadolavidabuscándonoselunoalotroyqueahoranonosatreviésemosaapartarlamiradaapenasunminutoyquemedijese:“Llevoesperandotantoporti,¿quierescasarteconmigo?”,yqueyoledijese:“Perosiustedesmédico,unhombredecarrerayyosoyunapobremujer,ignoranteysinestudios.Lepondríaenevidencia”,yqueélmedijese:“Debo tenerteami lado, lavidanomerecelapenasintiynohaynadamás”,ydesdeesteinstanteestuviéramosjuntosparasiempre?».

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Enocasiones,alcabodeunahoraomásdehistorias,medecía:«Ahoracuéntametúloquetegustaríaquetepasase».Yyoledecía:«¿Noseríamaravillososihubieseuna inundación o una epidemia o una revolución y, aunque soy una niña pequeña,fuesenabuscarmeymedijesen:“Hablastanmaravillosamentebienquedebessacaralagentedeestedesastre”?».Nuncafantaseabacondineroniamor,siempresoñabaconquedabadiscursoselocuentesquemovíanamilesdepersonasasentirlavidayaactuar.

Nettie se quedaba mirándome cuando le contaba lo que me gustaría quesucediese.Lachispadesusojostitilabaysuságilesdedosseapaciguabansobresuregazo.Creoque siempre tenía la esperanzadequeaquella vez fuesedistinta, queaquella vez llegara con una historia más parecida a las suyas, una que le hicierasentirsebien,noraranidesconcertada.Perodebíadesaberqueeramuchopedir.Sino,mehubierapedidomásvecesdelasquelohizoquelehablasedelamagiaqueyoanhelaba.

Cuandoteníacatorceaños,losencajesdeNettietuvieronunpapelmuyimportanteenunafasededesarrollocrucialdemividainterior.Fueelañoquesiguióalamuertedemipadre, el añoenelquecomencéa sentarmeen la escalerade incendiospor lasnochesainventarmehistoriasenmicabeza.Elambientedenuestracasaeraeldeunamorgue.Lapenademimadreeraprimitivayapabullante:devorabatodoeloxígenodelaire.Unaintensasensacióndeembotamientoseapoderabademicabezaydemicuerpocadavezquevolvíaalapartamento.Ningunodenosotros—nimihermano,niyo, ni mucho menos mi madre— encontraba consuelo en los otros. Solo noshallábamos en un exilio común, atrapados en un pesar compartido.La soledad delespíritumeembargóporprimeravezdemaneraconscienteyvolvíelrostrohacialacalle,hacialaensoñadoraymelancólicasensualidadinteriorquesehabíaconvertidoenelúnicoaliviodeloqueyoprontopercibícomounestadocontinuodepérdidaydederrota.

Comencé a sentarme en la escalera de incendios en la primavera y me seguísentandoallí cadanochea lo largodeaquelprimerverano,desmedidamente largo,conmimadreechadaenelsofáqueteníaamiespalda,lamentándose,llorando,yaveces dando gritos de madrugada, y mi hermano vagando sin rumbo, leyendo ocaminando de arriba abajo. La única conversación que teníamos era la de unosparientes mínimamente educados: «¿Me das un vaso de agua?», o: «Cierra laventana, que hay corriente», o: «¿Bajas a la calle? Trae leche cuando vuelvas».Descubríquepodíasentirmemejorconsolocolgarlaspiernasdelalféizaryvolverelrostroalexterior,lejosdelahabitaciónquehabíadetrásdemí.

Las sucias callejas de barriada a las que daban las ventanas de nuestra casa setransformabanconlaoscuridadyelsilencio.Habíaenelairenocturnounaclaridad,unasuavidadyunaplenitudindescriptiblementedulcesqueintensificabanelmágico

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aislamiento que perseguía y que pronto se convirtió en un vehículo para laensoñación. Un ansia de fantasía se activaba tan pronto como me sentaba con laespalda apoyada contra la fachada del apartamento ymis ojos apuntaban hacia lacalle.Estasquimerasnoestabanmuylejosdelos«¿Noseríamaravillososi…?»deNettie, pero suponían un paso importante. Lasmías empezaban con «Supongamosque…»yproseguíannoconhistoriasdesalvacióninmediata,sinoconfantaseosenun «sentido más amplio». Es decir, las cosas siempre acababan mal, pero en ladebaclehabíagrandeza.Lamoralejademishistoriaseraprecisamentequelavidaestrágica.Estar«enestadode tragedia»equivalíaasalvarsede loqueyoasumíaqueeranlosbanalespesaresdemipropiavida,alosquenoencontrabaningúnsentido.Salvarmedeaquelsinsentido,presumíayo,loeratodo.Laamplituddesentidoeralaredención.Eranlosiniciosdeunaescritoraadolescente:habíacomenzadoamitificar.

Yaentradoelverano,unamujeralaquenuncaanteshabíavistoaparecióporelbarrioycomenzóapasearsedenochepordelantedenuestramanzana,recorriendolaacera frentea la escalerade incendiosdondeyomesentaba.Nunca laveíadedía,peroaparecíapuntualmentealasoncedelanoche.Eradelgadaydepielpálida.Unamaraña de cabellos negros se le enredaba en torno a la cara. Tenía los hombroshuesudosyestrechos.Llevabamaquillajeyzapatosdetacón.Lasmediasdenailonlequedabanholgadasy arrugadas a la alturade los tobillos y en sumanerade andarhabía una especie de desconexión entre sus músculos, como si hubiera sidodesbaratadadeungolpecomounamarionetay lahubieranvueltoaarmardemalamanera. A veces llevaba puesto un chal ligero con un estampado de diseñostropicales. Era una criatura absolutamente peculiar para aquellas calles, tanrebosantesderespetabilidaddeclaseobrera,peroyoaceptésuapariciónsinpararmeapensar, igualquehacíaconel restode rarezashumanasdeledificio.Oalmenos,esopensabayo.

Una noche, a comienzos del otoño,mientras observaba cómo se zarandeaba alcaminar, volví la vista al salón, donde mi hermano estaba leyendo y mi madredescansabaechadaenelsofá.Ledijeamihermanoqueseacercasea laventanayseñaléalamujerqueibaporlacalle.

—¿Lahasvisto?—lepregunté.—Sí,claro—respondió.—¿Quiénes?—Unaprostituta.—¿Unaqué?—Unapersonasinhogar—puntualizómimadre.—Ah—dijeyo.Enaquelmomentomedicuentadequelamujerdelacallemehabíaconmovido.

Su presencia, su aspecto habían despertado algo enmi interior. Sentí que era unacriaturarota,rotayenferma,ymepuseaimaginarqueyolacuraba.Aquellaimagense abrió entonces paso a través de la gasa de mi pensamiento semiconsciente e

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inmediatamente se desarrolló. Mientras yo la curaba, ella iba cambiando: sushombrosseensanchaban,sucutisse limpiaba,supeloseacomodabay,sobre todo,susojosadquiríangravedadyresolución.Aunasí, lasnochesseibanhaciendomásfríasyellatiritababajoaquelvestidoligeroyaquelchalhechotrizas.Meimaginabacómo la arropaba con un tejido agradable que al tiempo que la calentaba tenía elpodermágicodeacelerarelprocesodecuración.Durantemuchotiemponopudeverconclaridaddequématerialsetrataba.¿Eradelgadoogrueso?,¿lisooestampado?,¿oscuroo claro?Perounanoche loobservé conatenciónyvi que era encaje.Unaseriedeimágenesfugacesmedejaronconfusa.VilacaradeNettieenmarcadaporunretaldesupropioencaje.Meviamímisma,alaprostitutayaNettie,alastresconnuestrascarasapretadascon tristezacontraaquellospequeños retalesdeencaje.Nisiquieraunmantodeencajeparaninguna,soloretazosyretales,ylastresllorábamosnuestrapenacontraaquellosretazosdetela.

PaseamosendirecciónoesteporlacalleVeintitrés.EselfinaldelajornadaycientosdetrabajadoressalenentorrentedelMetropolitanLifeBuilding.Mimadre,expertapaseanteurbana(sinmencionarsuhabilidadparacazarasientosenelmetro),seabrepasoacodazosentrelamultitud,yyolasigojustodetrás.Vaavanzandoconpremurahastaqueunhombrelebloqueaelpasoapropósito.Ellaseechahacialaizquierdayél se echa hacia la izquierda. Ella se echa hacia la derecha y él se echa hacia laderecha. Mi madre se queda mirando fijamente el pecho del hombre y entonces,raudacomounpájaroasustado,alzalavistaasucara;despuésdetodo,estoesNuevaYork.Durante un instante todos sus sistemas de respuesta se desconectan.Deja dereaccionar.Selimitaaquedarseallí.Entonces,derepente,vuelveaserella.

—¡Maddy!—legritamimadrealhombre—.MadisonShapiro.¡VayaporDios!Ahorametocaamídesconectarme.ConozcoperfectamenteelnombredeMaddy

Shapiro,peronoreconozcoelrostroquetengoantemí.¡Ah,ahoraloentiendo!NoesporquellevemásdeveinteañossinveraMaddyShapiro,esporquesehaoperadolanariz.Measombraquemimadre lohayareconocidobajoesanuevacaraque llevapuesta.

Elhombrequeestádepieantenosotrastienecincuentaaños.Supeloensortijadoescastañoycanoso,susojossondeunazulglaciar,elcuerpoquehaybajoeltrajebien cortado es delgado y sexi, y lo embellece la línea recta y estrecha de unahermosanariz:unanarizquenoresultademasiadolarganidemasiadocorta,queessimplemente perfecta. En una vida anterior aquella nariz era un apéndiceofensivamentejudío,siemprearrastrandoenteralatristecaradeljovenMaddyhastael fondomismo de su alma. Sumadre, la señora Shapiro, que vivía en el tercero,siempreloperseguíaporlacalleconelvasodelechequenosequeríaterminar.Losniñoslegritaban«Bébete-la-leche-Maddy-bébete-la-leche»yaMaddylecrecíaaunmáslanariz,ylabocaseleprecipitabahaciaeladustosilencioqueadoptabacomo

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permanentemecanismodesupervivencia.Cuando éramos adolescentesMaddy nos sorprendió a todos una noche en una

fiestadelvecindarioconsuextraordinariahabilidadparabailarelfox-trot(«UnFredAstairedelmontón»,sentenciómimadre).Nospreguntamosdóndehabríaaprendidoabailarasí.NoeralaformadebailarqueseaprendíaviendoaAstaireelsábadoporlatardeenlapenumbradeuncineniensayandopasosasolasfrentealespejo.Esebaile se aprendíadirectamentede alguien.Pero ¿quién? ¿Dónde? ¿Cuándo?¿TeníaacasoMaddyunavidaenotrositio?Noshicimoslapregunta,peronadieesperaba,nimuchomenosbuscaba,unarespuesta.

Apenas veíamos a Maddy una vez que comenzó el instituto, pero una noche,mientrasMarilynKerneryyoandábamoshaciendoeltontoenmihabitación,Maddyentróyseunióanosotras.Comenzamosajugara«¿Quéquieresqueseatumarido(otuesposa,Maddy)?».Yodijequeelmíoteníaquesermuyinteligente.Marilyndijoqueenrealidadnoqueríamarido,peroque,siteníaqueteneruno,teníaquedejarlehacerle lo que ella quisiera.Maddy se puso a bailar por la habitación con los ojoscerradosysosteniendoentresusbrazosaunaparejaimaginaria:«Tienequeserguapadeverdad»,dijo,«ytienequeserunagranbailarina».Loquenopodíadecirtodavía,almenosenparteporqueaúnnoestaba seguroni élmismo, eraque,másqueunagranbailarina,teníaqueserungranbailarín.

—Meencontréatumadrehaceunosmeses—comienzaadecirlemimadre—ymecontóquenuncalallamas.¡Menudosestáishechos!—Lamiroadmirada.NohavistoaMaddyShapiroenmásdeveinteañosysesienteconlalibertadde…

Maddy se echa a reír y le daun abrazomientras la gente nos empuja al pasar,molestaporbloquearlessuabstraídopasohaciaelmetro.

—Menudas estáis hechas vosotras—responde con cierto cariño en la voz. Lomiro.SéquesilaseñoraShapiroleestuvieradiciendoesto,Maddysesonrojaríadeenfado y sufrimiento, pero en boca de mi madre esas frases suenan amablementehorribles,profusamenteexasperantes.Deesosmomentosdedesapegonaceelrelatoquecontamosdenuestrasvidas.

—Nadacambia,¿verdad?—Maddysacudelacabeza.—No,noesverdad—contestamimadreastutamente—.Túhascambiado.Nosé

loquees,peroeresunapersonacompletamentedistinta.—Completamenteno—replicaMaddy—.Despuésdetodo,mehareconocido,¿a

que sí?DentrodelnuevoMaddyusted sabíaque todavía estaba el antiguoy lohalocalizado.Noselapuedeengañar,¿aqueno?

Vaya,vaya,Maddy.Una ronda más de preguntas y respuestas y alcanzamos el límite del interés

mutuo. Intercambiamosnúmerosde teléfono,nosprometemosseguirencontactoynosmarchamossabiendoquenovolveremosavernosjamás.

MimadreyyoseguimoscaminandoendirecciónoesteporlacalleVeintitrés.Meagarradelbrazoyseinclinahaciamí,entonodeconfesión.

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—Dimeunacosa—dice—.¿Maddyesesoquellamanhomosexual?—Sí—contesto.—¿Yquéhacenloshomosexuales?—pregunta.—Pueslomismoquetú,mamá.—¿Aquéterefieres?—Follanigualquetú.—¿Ycómolohacen?¿Pordónde?—Porelculo.—Esodebedoler.—Avecessí,perolamayoríadelasvecesno.—¿Ysecasan?—mediceriéndose.—Algunossí,perolamayoríano.—¿Ysesientensolos?—Tansoloscomonosotras,mamá.Ahora está en silencio. Se queda mirando al vacío de esa forma extraña y

abstractaquehaadoptadoduranteelúltimoañomásomenos.Detrásdeesamiradadistantesesientesola,peroestesolaesdiferentedelsolaalqueestoyhabituada,elquedeformasus rasgosenunamuecadeamargura,elque lahace recrearseensustristezasydecepciones.Estesolaessuave,noagrio,estállenodeinterés,ynotieneniápicedeautocompasión.Ahora,cuandoentrecierralosojoslohaceparaasimilarconmayor claridad lo que sabe, para concentrarse en lo que ha vivido. Se sacudecomosiestuvierasaliendodeunsueñopenetrante.

—Lagentetienederechoavivircomoleapetezca—dicetranquilamente.

Mipadremurióalascuatrodelamañanaundíadefinalesdenoviembre.Alascincoymedianosenviaronuntelegramadesdeelhospitalenelquellevabaingresadounasemana,aterrorizado,bajouna tiendadeoxígenoquedecíanque lesalvaría lavidaperoqueyosabíaqueno.Lehabíandadotresinfartosencincodías.Elúltimoacabómatándolo. Tenía cincuenta y un años. Mi madre, cuarenta y seis. Mi hermano,diecinueve.Yyo,trece.

Cuando llamaron a la puerta,mi hermano fue el primero que se levantó de lacama;mamáloseguíaydespués ibayo.Nosapelotonamosen ladiminutaentrada.Mihermanoestabaenlaentrada,bajolaluzdeunabombilladesesentavatios,conlamiradafijaenunbilletedepapelamarillopálido.Mimadre leclavólasuñasenelbrazo.

—Papáhamuerto,¿no?,¿no?Mihermanosederrumbócontraelsueloycomenzaronlosgritos.—¡Ay!—gritómimadre.—¡Ay,Dios!—gritómimadre.—¡Ay,Dios,ayúdame!—gritómimadre.

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Las lágrimassederramaronydesbordaron, inundaronel rellano,seextendieronporlacocina,atravesaronelsalón,golpearonlasparedesdelosdosdormitoriosynosarrastraroncomounamarea.

Mujeres plañideras y hombres temerosos rodeaban amimadredía y noche.Setirabadelpelo, sedesgarraba lacarneysedesmayabasincesar.Nadieseatrevíaatocarla.Estabasola,encerradaenunciclodepeculiarcuarentena.Lacercabanperonoseadentraban.Sehabíavueltomágica.Estabaposeída.

Conmigohicieronloquequisieron.Pasándomedeunosaotrosenunéxtasisdecompasiónritual,meaislaronmásquesimehubieranignorado.Meahogaroncontrasus pechos, me cebaron con comida que era incapaz de digerir, aterrorizaron misoídosconunparloteodeconsuelosanestesiantes.Miúnicaesperanzaeraretirarme.Dejédereaccionaryasímequedé.

De vez en cuando, el lloroso ojo de mi madre reparaba en mí. En aquellosmomentoschillabaminombreydecía:

—¡Huérfana!¡Ay,Dios!¡Tehasquedadohuérfana!Nadie tuvo el valor de recordarle que, según las costumbres judías, solo eras

huérfana si tumadremoría, ymedio huérfana si semoría tu padre. Puede que nofueraunacuestióndevalor.Puedequecomprendieranqueenrealidadnosereferíaamí,sinoasímisma.Lahabíaembargadounsentimientodepérdida tanprimigenioquehabíaacaparadotodalapena.Lapenadetodos.Ladelaesposa,ladelamadreyladelahija.Lapenalahabíallenadoylahabíavaciado.Sehabíaconvertidoenunrecipiente,enunconducto,enunamanifestación.Unafluidezextraordinaria,sensualyagotadora,eraahorasuya.Yacíasobreelsofáhechaunamuñecadetrapo,conlosojosinexpresivos,sinpoderver,conlalenguaasomandoporlabocaentreabierta,ylos brazos colgando sin fuerza.De pronto, se incorporaba de una sacudida, con elcuerpo tenso y alerta, ojo avizor, la frente regada de sudor y una vena del cuellolatiéndole.Dosminutosmás tarde daba vueltas en el sofá, se postraba y se dejabacaer al suelo, blanca como el papel, con los ojos fuertemente cerrados y la bocafirmementeapretada.Sepasóasíhoras.Días.Semanas.Años.

Meveíaamímismacomounapiezadeatrezodentrodeltremendodramaquefueellutodemimadre.Nomeimportaba.Nosabíaquédebíadesentirynohabíatenidotiempo de averiguarlo. En realidad, tenía miedo. No me negaba a tener miedo.Supongoqueesuna reacción tanbuenacomocualquierotra.Soloque tenermiedoimponíaciertasresponsabilidades.Porejemplo, implicabanoapartarniunsegundolosojosdemimadre.Nuncalloré.Niunasolavez.Oíaunaseñoramurmurar:«Estaniñanoesnormal».Recuerdopensar:«Estamujernoentiendenada.Papáyanoestáymamá puede irse en cualquiermomento. Si lloro, no podré verla. Si no la veo,desaparecerá.Yentoncesmequedarésola».Asícomenzómiobsesiónconscientedetenersiempreamimadrealavista.

El día en que enterramos a papá, empezó a nevar en mitad de la noche.Retorciéndoseenelsofáempapadodellanto,mimadreviocaerlanieve.

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—¡Ay, qué desgraciada soy!—gritaba—. ¡Te está nevando encima, amormío!¡Estáscompletamentesolobajolanieve!

Encasa,unnuevocalendariohabíacomenzadoamarcarelpasodel tiempo: laprimeravezquenevósobre la tumbadepapá, laprimeravezque llovió,elprimerverdor del verano, el primer tono dorado del otoño. Cada primera vez quedabaanunciadaconunlamentotenueyagudoquecomenzabaaclavarsecomounaagujaenmicorazónparaacabarhaciéndoloenmicabeza.

El funeral. Veinte años después, cuando trabajaba como periodista en OrienteMedio, presenciaba casi todas las semanas funerales árabes: cientos de hombres ymujeres corrían por las calles rasgándose las vestiduras, profiriendo gritosanimalescos a unvolumen aterrador, desmayándose, siendopisoteados,mientras lamultitudsearremolinabasindejardechillar.Otrosoccidentalesquecontemplabanlaescenaamiladosacudíanlacabezaconasombroanteunaimagentanexóticaqueensu fuero interno lesconvencíadequeaquellagentenoeracomoellos.Paramí,encambio,todoresultabacompletamentefamiliar,soloquealgomásruidosodeloquelo recordaba, y la locura estaba bastantemás repartida. Enmi recuerdo,mimadreocupabaatodashoraselcentrodelescenario.

Cuandome desperté la mañana del funeral, estaba tirada sobre el mismo sofádondesehabíapasadolasúltimascuarentayochohorasvestidaconunaropaquenoquiso cambiarse, ya llorando. El llanto era rítmico, repetitivo: comenzaba con unlamentoenvozbajayprontoalcanzabauntonodeestridenciaparairaminorandoamedidaqueagotabasusfuerzashastaqueretomabaelquejidoinicial.Cadaciclosecompletabaencuestióndedosotresminutosyserepitiósinvariaciónalolargodeaquellainterminablemañana,mientrasochoodiezpersonas(mihermanoyyo,unoscuantos tíos y tías y los vecinos) deambulábamos sin rumbo por el apartamento;entrandoysaliendodelacocina,entrandoysaliendodelsalón,entrandoysaliendodelosdormitorios.

Norecuerdoningunaconversación,comotampocorecuerdonisiquieraunabrazosinpalabras.Entrenosotros erahabitual el comportamiento explosivo en tantoquenoscostabaconsolarconternura,perofuemamálaquenossumióenelsilencio.Elsufrimientodemamáelevabalamuertedepapá,noshacíaalrestopartícipesdeunhecho trascendental, nos transmitía que había sucedido algo que no íbamos a sercapaces de soportar, de sobrellevar o que, como mínimo, nos dejaría anulados aperpetuidad.Aunasí,mamáeralaqueacaparabaelfocodelafunción,mientrasnosmovíamossin lágrimasnivozentreunlodazaldegrispesadumbre.Eracomosisuespectacular abandono nos hubiera absorbido a todos, como si nos hubiésemosconvertidoenespectadoresdesupropiapérdidaenvezdeestardelutonosotros.Eramamá la que estaba en nuestras mentes mientras vagábamos por el sombríoapartamento—¿quiénpodríaacordarsedepapáenmediodesemejantetumulto?—,era a mamá a la que había que vigilar y atender; mamá, cuya mortal agoníaamenazaba con derrumbarla del todo. El desastre parecía inminente en lugar de

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acabardeproducirse.A mediodía, la casa rebosaba de gente que, en vez de ir directamente a la

funerariacomoselehabíadicho,sepresentóenelapartamento.Fueronlosquenosllevaron al límite. A cada nuevo rostro que aparecía delante de ella, mi madre sesentía obligada a ofrecerle un aluvión fresco de lamentos y sollozos.Mi terror sedisparó. Seguro que ahora alcanzaba un grado de histeria del que nunca serecuperaría.

Llególahoradelevantarladelsofá,estirarlelaropaysacarlaporlapuerta.Tanprontocomolemovieronlaspiernas,comenzóasentirespasmosyaretorcerseentreconvulsiones. Los ojos se le pusieron en blanco y el cuerpo, flácido; sus pies senegaronatocarelsueloyhuboquearrastrarlahastalapuertacomoauncondenadoamuerte, llevada por un tropel de hombres y mujeres que lloraban, suplicaban,chillabanysedesmayabanporcontagiosolidario.

En la funeraria intentó subirse encima del ataúd. En el cementerio trató dearrojarse a la tumba abierta. Hubo otros momentos del funeral dignos de serrecordadosparasiempre—mihermanosequedóinconsciente,yomequedémirandotanfijamenteelféretroquetuvieronqueapartarmededelante,uncamaradapolíticodeclaró ante la tumbaquemipadrehabía sidounobrero explotado en losEstadosUnidos—, pero a todos estos momentos les falta claridad o nitidez. Quedanempañadosfrentealbrilloimplacabledelataquedelocurademimadre.

Eldíadelfuneralpareciódurardiezdías.Nuncahabíamenosdedocepersonaspululando por el apartamento. Mi madre yacía sobre el sofá llorando ydesmayándose.Unoauno,cadahombreycadamujerpresentefueturnándoseparaestarasulado,lamirabaimpotenteduranteunosminutos,leasegurabaquelopeoryahabía pasadoy a continuación le decía que la vida eraasí.Queyano sepodíahacer nada. Que tenía que ser fuerte y seguir adelante. Dicho esto, la persona selevantaba aliviada y se dirigía a la cocina, donde había siempre de dos a cuatromujeres esperandopara servirleuna tazadecafé,uncuencode sopayunplatodecarneconverduras.(Norecuerdoquenadiecocinara.Todoslosdíasaparecíaporartedemagiacomidayapreparada).

La cocina era con diferencia el lugar más interesante en el que estar.Invariablemente, dos de lasmujeres que estaban ahí eranmi tía Sarah y la señoraZimmerman, que sentíanmenos que un vínculo afectuoso hacia susmaridos y sinduda consideraban que elmatrimonio era un sufrimiento. Ambas, sin embargo, sehabíanquedadosinargumentosantelaasombrosareaccióndemimadre.AunquedevezencuandolairreprimibleseñoraZimmerman,mientrasremovíalasopapuestaacocer,murmuraba:«Míralaahítiradallorandocomounaloca.Sialllegaracasameencontrase a mi marido muerto, sería una bendición del cielo». Sarah se quedabacallada,perosiemprehabíaalguienenlacocina,otratía,unaprima,unaamiga(¿porqué siempre parecía haber allí una mujer con un sombrero negro y un velopunteado?)quereprendíaalaseñoraZimmerman:

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—¡Por favor, señora! —decía—. Ella no es usted. Y tenga un poco deconsideraciónporeldifunto,sinoleimporta.

LaseñoraZimmermanseponíarojayabríalabocapero,antesdequesaliesedeellasonidoalguno,Sarah leponía lamanoenelbrazoy lerogabaquenomontaseunaescena.Yopermanecíasentadaenelbancodemadera,amenudoacurrucadabajoelbrazodeNettie.Animadaporelintercambiodepareceres,mesentíadecepcionadaporlainterrupcióndeSarah.Acontinuación,Nettiebajabalacabezaysentíasubocasonriente contra mi pelo. Me hacía sentir tan bien como cuando la señoraZimmerman hablaba. Y al cabo de un breve rato, la señora Zimmerman volvía ahablar.Yotrarespuestaacrecortabaelaire.

Yodesconocíaqueno todamujerqueenviudabaarmabaelberrinchequearmómamá,peromedaba cuentadeque la conversaciónde la cocina era enormementeinteresante. Una hablaba de manera mordaz, otra de manera especulativa y unatercera de manera imperiosa. La charla no dejaba títere con cabeza, desprendíagenialidadyaportabaempaquee intensidada lasala.Nettie,comonopodíaserdeotromodo,apenas intervenía,pero sucuerpo,amenudoencontactodirectoconelmío,hablabapor ella conun lenguajeoculto, inquietoydistraído.Nomeenterababien de lo que ocurría en la cocina, pero la capacidad de respuesta de aquellasmujeresme decía que aquello era un asunto candente. ¡Y cómometían baza!Meencantaba. Me sentía nutrida y protegida, complacida y reconfortada. Recuerdo,sobretodo,lasensacióndealivio.

No había dulzura en ninguna parte, ni en la cocina ni en el salón; no existíaelementoamorosoocalmanteconelqueaplicarseunacura,nisiquieraparafrotarseunaherida.Apesardeello, ladiferenciaentreelsalónylacocinaeraladiferenciaentre el ahogo y la supervivencia. El salón era un temor monótono, cuajado ysofocante. En cambio, en la cocina se podía tomar aire profundamente, aguantarlohastalaasfixiayluegosoltarlootragarlo.Enlacocinahabíavolumeneintensidadyel ambiente sufría un continuo vaivén, se apagaba para después volver a agitarse.Habíamovimientoyespacio,luzyaire.Sepodíarespirar.Sepodíavivir.

Nettieestabaencasagranpartedeltiempo.Amilado,noaldemamá.Rondabaporlapuertaolaentrada,sesentabatímidamenteenlacocina,peroapenasentrabaen el salón. Todas aquellas respetables señoras judías: no podía abrirse paso entreellasparallegarhastamamá.Decuandoencuandocruzabaelumbralysequedabade pie como una niña, retorciendo las manos tras la espalda.Mimadre tenía queavistarlaprimero,estirarelbrazoygemir:«¡Nettie,heperdidoamiamor!»paraqueNettiesesintieselibre(esdecir,conlaobligación)deacudiralacarrera,arrodillarsejuntoalsofáyromperallorar.

Conmigo,sinembargo,nosolosesentíalibre,sinotambiénigualynecesaria.Sesentaba conmigo en el bancode la cocina,mepasaba el brazopor el cuello enunabrazorelajadoymepeinabaloscabellosconsuslargosdedos.Lasdossabíamosquenoposeíanilasabiduríanilaautoridadparacalmarmiangustia(nisiquieraservíade

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confidente,puesaellalecostabamenoshablarconmigoqueamíconella),perosípodía convertirse en otra huérfana, acurrucarse a mi lado, tal y como hacía conRichie, para que me sintiese acompañada y proporcionarme así el consuelo de sucuerpocálidoeindefenso.

Algo más comenzó a suceder durante aquellas horas de velatorio quecompartimosenelbancode lacocina.Cuando lasmujereshablabandehombresymatrimonio,yyosentíalasonrisasecretadeNettiesobremipeloycómoahogabalarisacontramiespalda,unaemocióndesconcertantemerecorría.Nettiesabíaalgoqueninguna de las presentes sabía y yo notaba que ella deseaba atraerme hacia eseconocimiento,quemeunieseaella,quemeconvirtieraensuamigadeverdad.

Lainvitaciónestabaimplícitaeneldesplazamientodesucuerpocontraelmío,ensu libertad y en su intimidad. Sus movimientos eran rítmicos; su abrazo,reconfortante.Me acarició el pelo y el hombro.Me sentía calmada y sedada.Meapoyécontraella.Sutactocomenzóavolverseinsistente.Mesentíarrastrada.Haciaqué, no lo sabía.Era como siNettie estuviese situada en la bocade algooscuroysuavequemeatrajese.Su cuerpomedecía: «Ven.No temas.Yo te ayudaré».Unaneblinadeensueño seextendiópormicabezaypormipechohastadisolverse.Yodormitabaapoyadaenella:abiertadeseosaexcitada.

Derepente,elterroraparecióenformadehormigueo.Teníalasensacióndeestarprecipitándomede cabezahaciadelante.Aquel lugar suaveyoscuro resultó serunnegrovacío.¿Yella?¿Quiéneraella?Solounamuchachitaquesonreíaensecreto,unaniñagrande.Cuando intercambiábamos fantasías siempremesentíamayorqueella.Simeinternabaenlaoscuridadconella,seríamosdosniñassolas.¿Cómopodíaconfiarenella?Noeralapersonaenquiendepositarmiconfianza.Micuerposepusorígido en sus brazos. Ella dio un brinco, tan perdida como yo en aquel instantehipnótico,sorprendidayalarmadaporlorepentinodemiretirada.

—Quieroirconmamá—dije.Los ojos de Nettie se volvieron opacos y, como un gato, estiró el cuello y

recolocólosbrazosylaspiernas.Teníasupermisoparairmedelamesa.Enelsalónmeechéenelsuelojuntoamimadre,queinmediatamenteapretómi

cabeza contra sus pechos. Sus fuertes brazos me ciñeron y sus gemidos mesacudieron.Encuestióndesegundos,elpoderdeladormecedorembelesodeNettiesehabía disipado. Sentí un escalofrío, como si me hubiese escapado por los pelos.Notabamiangustiafríayrepugnante.Dejéquemamámeestrujasecontrasucálidoregazo.Nomeresistí.Misitioestabaconmamá.Conella lacosaestabaclara:mecostabarespirar,peromesentíasegura.

Haestadolloviendoyahora,alaunadelatarde,duranteunminutoymedio,NuevaYork parece recién lavada. Las calles refulgen bajo la pálida luz primaveral. Loscoches desprenden una felicidad desempolvada. Los escaparates centellean

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distraídamente.Hastaparecequelaspersonashansidorehechas.CaminamosporlaOctavaAvenidaparabajarhastaelVillage.Enlaesquinadela

OctavaconGreenwichhayunahamburgueseríadelacadenaWhiteTowerdondeungrupodeindigentesconresidenciapermanentehacendeanfitrionesa losforasterosque acuden desde la calle Cuarenta, Chelsea e incluso el Bowery. Esta tarde, lacuadrilla de la esquina, amenudo escandalosa, definitivamente está de capa caída,inmunealcambiodeclima.Mientrastraspasamoslaspuertasdellocal,sinembargo,uncaballeroseseparadelgrupo,dadosotrespasosinsegurosynoscortaelpaso.Seplantabalanceándosefrenteanosotras.Esnegro,deentreveinticincoysesentaañosdeedad.Tienelacaracortadaehinchada,ysuspárpadospermanecenprácticamentecerrados. Su pelo es como un centenar de rabitos de cerdo estropajosos yenmarañados,sesujetalospantalonesconuntrozodecuerda,calzaunoszapatosunpar de númerosmás grandes y lleva los pies desnudos. Igual que el pecho, visiblebajo un mugriento abrigo de tweed que se le abre cada vez que se mueve. Estacriatura nos planta cara, tiende las palmas de susmanos hacia arriba y se pone ahablar:

—Señoritas,¿medejanmildólaresparaunmartini?—nospregunta.Mimadrelomiradirectamentealacara.—Yaséquehayinflación—responde—,pero¿mildólaresporunmartini?El hombre se queda con la boca abierta. Es la primera vez, desde sabe Dios

cuándo,queunadesusvíctimashareparadoensuexistencia.—¡Quéhermosaesusted!—lebarboteaamimadre—.Hermosísima.—Fíjate—medicemimadreenyiddish—Fíjateenél.Elhombrevuelvesuspárpadosamodorradoshaciamí.—¿Quéhadicho?—mereclama—.¿Quéhadicho?—Hadichoqueleparteselcorazón—lerespondo.—¿Esohadicho?—Susojosapenasseabren—.¿Esohadicho?Loconfirmoconungestodelacabeza.Segirahaciamimadre.—Llévameacasayhazmeelamor—lecanturreagalantemente.Yenmediodela

calle,aplenaluzdeldía,comienzaaaullarlealaluna—.Tenecesito—leululaamimadremientrassedoblasobresímismo,conelpuñoenelestómago—.Tenecesito.

Mimadreasiente.—Yotambién tengonecesidades—lerespondesecamente—.Pero,porsuerteo

pordesgracia,túnoeresloquenecesito.Y me empuja para que rodee al ahora inmóvil indigente. Paralizado por la

atenciónrecibida,yanonoscortaráelpaso.Atravesamos Abingdon Square y entramos en Bleeker Street. El gentrificado

WestVillagenos rodea,nonosconcedepaz,peronoscalma.Caminamosmanzanatras manzana de almacenes de antigüedades, tiendas de productos gourmet yboutiques,sindecirpalabra.Pero¿cuántoaguantamosmimadreyyosinhablar?

—Puesestoyleyendolabiografíaquemedejaste—dice.

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Mirohaciaellacondesconciertoyentoncescaigoenlacuenta.—¡Ah!—Sonríoencantada—.¿Teestágustando?—Escúchamebien—comienza.Lasonrisasemeborradelacarayelestómago

semeencoge.Ese«Escúchamebien»significaquevaacriticarellibroqueledejé.Vaadecir:«¿Qué?¿Quécuenta?¿Quécuentaqueyonosepaya?Yovivíesaépoca.Yameloconozco.¿Quépuedecontarmeesteescritorqueyonosepaya?Nada.Atitepuedeinteresar,pero¿amí?¿Cómomevaainteresar?».

Yseguirádándolevueltasunayotravez,comohacecuandocreequenoentiendealgo,tienemiedoybuscarefugioeneldesprecioylacríticadespiadada.

EllibroqueledejéesunabiografíadeJosephineHerbst,unaescritoradelosañostreinta, unamujer obstinada, tenaz y embravecida, entusiasmada por la política, elamorylaescritura,queluchóportodohastasuúltimoaliento.

—Escúchamebien—medicemimadreenesetonodecondescendenciaqueellaconsideraconciliador—.Igualatiteinteresaeltema,peroamíno.Vivíesaépoca.Yame loconozco.¿Quépuedoaprenderyodeesto?Nada.A ti tepuede interesar,peroamíno.

Invariablemente,cuandohablaasí,mehierve lasangreyantesdequedejendebrotarfrasesdesuboca,yalaestoyfustigando.

—Eresunaignorante,notienesniidea,solounapersonaincultahablaríaasí.Elhechodequehayasvividoaquellaépoca,comotúdices,solohacequeelambienteteresulte familiaryesoenriquece la lectura,nosignificaque túpodríashaberescritoese libro.Haypersonasconuna formaciónmilvecesmejorque la tuyaque lohanleídoyhanaprendidodeél,perotúeresincapazdeaprendernadadeél.

Yseguiremosdándolevueltasyvueltashastaestropearlatardeentera.Sinembargo,enelúltimoañohacomenzadoadarseunaextrañacircunstancia.

Enocasiones,nome llegaahervir lasangre.Me irrito,peropermanezco tranquila.Noentro encólera,nohagode la tardeunholocausto.Hoy, alparecer, sobrevieneunodeesosmomentos.Mevuelvohaciamimadre, lepasoelbrazopor laespaldaaúnfirme,colocomimanoderechasobresubrazoyledigo:

—Mamá,siellibronoteinteresa,nopasanada.Melopuedesdecir.—Memiraconreserva,conlosojoscomoplatos,mediovueltahaciamí;ahorasíquemuestrainterés—.Pero no digas que no puedes aprender nada de él, que no vale nada.Esindignodeti,dellibroydemí.Nosrebajasatodoscuandodiceseso.

Escúchame.Cuántasabiduría.Ytodaellaobtenidahacediezminutos.Silencio.Unlargosilencio.Caminamosotramanzana.Silencio.Miraabstraídaal

vacío. Me adelanto, acompasando mis pasos a los suyos. No digo nada, no lapresiono.Otramanzanaensilencio.

—LaJosephineHerbstesta—comentamimadre—,laarmóbuena,¿no?Felizyaliviada,ledoyunabrazo.—Tampocosabíabienloquehacíaperosí,mamá,laarmóbuena.—Letengoenvidia—meespetamimadre—.Le tengoenvidiaporqueviviósu

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vida.Yonovivílamía.

Mamásepusoatrabajaralascincosemanasdemorirmipadre.Élnoshabíadejadodosmil dólares. Trabajar o no trabajar no era una cuestión debatible. Pero cuestaimaginarquéhubierapasadosilanecesidadeconómicanolahubieraforzadoasalirdecasa.Talcomoestaban lascosas,medaba lasensacióndequesehabríapasadoveinticincoañosechadasobreunsofáenunahabitaciónmedioaoscurasconlamanoenlafrenteymurmurando:«Nopuedo».Aunasí,podíayesohizo.

Sepusolafajaysuviejotrajegris,secalzósusrecioszapatosnegrosdeante,seaplicó polvos demaquillaje, se pintó los labios y tomó elmetro para acudir a unaagenciadeempleodelcentrodondeconsiguióuntrabajodeempleadaenunaoficinapor veintiocho dólares a la semana. Después de aquello, se levantaba todas lasmañanas,sevestía,bebíacafé,mehacíauna listade lacompra,meladejabaen lacocinaalladodeldinero,recorríacuatromanzanashastallegaralabocadelmetro,comprabaelTimes,loleíaenelvagón,sebajabaenlacalleCuarentaydos,entrabaensuedificiodeoficinas,sesentabaensupuesto,cumplíaconsujornada,volvíaacasaalascinco,entrabaporlapuerta,sedesplomabasobreelbancodelacocinaparacenaralgoyluegosobreelsofá,dondeinstantáneamentesesumíaenunadepresiónqueacogíaconelmismoplacerqueunbañocaliente.Eracomosisehubierapasadoeldíatrabajandoparaganarseelabatimientoquelaesperabafielmentealfinaldesureticenteviajealavidacotidiana.

Los fines de semana, por supuesto, la depresión no remitía. Un paño fúnebrenegroymudocaíasobreelapartamentodurantetodoelsábadoyeldomingo.Mamáni cocinaba, ni limpiaba ni hacía la compra. No hablaba de nimiedades, elintercambiodebanalidadesquellenalasaladepresenciahumanaydeclaraelinterésporestarvivo.Noreía,nireaccionabanitomabaparteenningunadelascharlasquehabitualmente los demás teníamos en la cocina:mi tía Sarah,Nettie,mi hermano,yo…Decíalomínimoyaunentoncessuvozeratensa,lastimera,empujandosiempreasuinterlocutorarecordarcondetallesu«condición».Sidescolgabaelteléfono,suvoz descendía un tono cuando respondía; en caso contrario, no confiaba en que lapersonaquellamabafueracapazdecalibraradecuadamentelanaturalezainmutabledesupadecimiento.Durantecincoañosnofuealcine,niaunconciertonianingúnactopúblico.Trabajabaysufría.

La viudedad le otorgó un estado de superioridad. Al rehusar recuperarse de lamuertedemipadre,habíadescubiertoquesuvidaestabadotadadeunaseriedadquesus años en la cocina le habían negado. Se pasó treinta años entregada a dichaseriedad.Nuncasecansódeella,nuncaseaburrióniseimpacientóensucompañía,siemprehallónuevasformasdemantenervivoelinterésquemerecíayquesindudasehabíaganado.

Guardarlutoporpapáseconvirtióensuocupación,ensuidentidad,ensuimagen

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anteelmundo.Añosmás tarde,mientraspensabaenelambientepolíticoenelquehabíamosvivido(elmarxismoyelPartidoComunista),medicuentadequepersonasquetrabajabancomofontaneros,panaderosocosturerasseconsiderabanpensadores,poetasyestudiososporquepertenecíanalPartidoComunista,viquemimadrehabíaasumidosuviudedaddeunamaneramuysimilar.Esolaelevóasusojos,laconvirtióen una persona relevante espiritualmente al tiempo que otorgaba intensidad a supesadumbreyretóricaasudiscurso.Lamuertedepapáseconvirtióenunareligiónque contaba con su propio ceremonial y doctrina. Una «mujer-que-ha-perdido-al-amor-de-su-vida»eraahorasuortodoxiayleconcedíaunaatencióntalmúdica.

Papánuncamepareciótanrealmientrasvivíacomounavezmuerto.Siemprefueuna figura en cierto modo imprecisa, benigna y sonriente, siempre detrás deldramatismoconelquemamáimpregnabaelamormarital,quedevinoysemantuvocomo el instrumento necesario para la devastación perpetua demimadre.Era casicomo si hubiera vivido con papá para prepararse para estemomento. Su aflicciónresultabatanabsorbentequeparecíaunmandato.Ciertamente,paramí,imprimióunnuevoordenalmundo.

Elairequerespirabaestabaembebidodesudesesperación,quelovolvíadensoyadormecedor,fascinanteypeligroso.Sudolorseconvirtióenmielementonatural,mipatria de residencia, la ley ante la que me inclinaba. Me dominaba, me hacíareaccionar contrami voluntad. Anhelaba incesantemente alejarme de ella, pero nopodíasiquieraabandonarlahabitacióncuandoellaestabapresente.Temíasuregresodel trabajo, pero siempre estaba allí cuando ella volvía a casa. En su presencia, laansiedadhinchabamispulmones(sufríaopresiónenelpechoyavecessentíacomosiunarodehierromeaprisionaralacabeza),peromeencerrabaenelbañoyllorabaaraudalesporsuculpa.Losviernesmepreparabaparadosdíasininterrumpidosdesuspirosyllantos,ylamisteriosareprimendaqueladepresiónviertealairecomounescape continuo de gas cuando el piloto de luz se ha apagado.Me despertaba conculpa y me acostaba con culpa, y los fines de semana la sensación de culpa seacumulabacomounaleveinfección.

Mehizodormirconelladuranteunañoydurante losveinteañossiguientesnopudesoportarqueunamujermerozara.Comoteníamiedoadormirsola,echabaunbrazo sobre mi estómago, me atraía hacia ella y sin darse cuenta me clavaba losdedosnerviosa,distraídamente.Yomeencogíacadavezquemetocaba;ellanuncasediocuenta.Ansiabaarrimarmealapared,peronuncallegabaaalcanzarlaporqueellasiempre tiraba demí.Mi cuerpo se convirtió en una columna de dolorosa rigidez.Deberíahabersentidoemoción,peronohaydudadequemegenerabarechazo.

Estuvo dos años arrastrándome al cementerio cada dos o tres domingos por lamañana. El cementerio quedaba enQueens. Esto implicaba coger tres autobuses yviajarduranteunahorayquinceminutosalaidayotrotantoalavuelta.Cuandonossubíamosaltercerautobús,seponíaallorar.Yolaabrazabaimpotente.Suslamentoscadavezsonabanmásfuerte.Inflamadoporlaincomodidad,elbrazoquelepasaba

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por los hombros seme entumecía, yme quedabamirando hacia el suelo de gomanegra.Elautobúsalcanzaba laúltimaparada justocuandoella llegabaalbordedelsíncope.

—Hayquebajarse,mamá—lerogabaentresusurros.Sesacudíalapenadeencimaconreticencia(odiabaperderimpulsounavezque

sehabíaenfrascadoenunlamentoserio)ybajabalentamentedelautobús.Encuantoatravesábamoslaspuertasdelcementerio,sinembargo,recobrabafuerzasalserviciode su causa. Me agarraba del brazo y me arrastraba a lo largo de kilómetros delápidas(parecequeningunadelasdosnosacordábamosnuncadelaubicaciónexactadelatumba),tropezandocomounaborracha,haciendoesesychillando:

—¿Dóndeestápapá?¡Ayúdameaencontrarapapá!Hanperdidoapapá.¡Yavoy,amormío!¡Espera,esperaunpoco,queyallego!

Acontinuaciónencontrábamoslatumbayseabalanzabasobreella,alcanzadaporfinenmediodeunarrebatodedescargaemocionalculminante.Devueltaacasaeracomo una muñeca de trapo. ¿Y yo? Paralizada y muda, daba gracias por habersobrevividoalterrordelashorasprecedentes.

Unanoche,cuandoteníaquinceaños,soñéquetodoelapartamentoestabavacío,despojado de muebles y pintado de un blanco esplendoroso, las habitacionesradiantesporlaluzdelsolylablancuradelasparedes.Unalargacuerdaseextendíaa lo largo del apartamento, enroscándose a la altura de la cintura por todas lashabitaciones.Seguílacuerdadesdemicuartoalapuertadeentrada.Allí,ocupandoel hueco de la puerta, se hallaba mi padre fallecido, con el rostro de color gris,rodeadodeneblinay tinieblas,con lacuerdaatadaa lacintura.Cogí lacuerdaconmismanosyempecéatirardeella,peropormuchoquelointentasenopodíasacarlodelumbral.Deprontoapareciómimadre.Pusosusmanossobrelasmíasycomenzóatirarasuvez.Yotratabadequitármeladeencima,enfurecidaporsuinterrupción,pero ella no desistía y yo estaba tan empeñada en tirar de él queme dije: «Vale,dejaréquesequedeconélsientrelasdosconseguimosmeterlodentro».

Duranteañospenséqueelsueñonoprecisabadeinterpretación,perohoyendíacreoqueanhelabasacaramipadredelumbral,nopor laculpay lacompetitividadsexual,sinoparaliberarmedemimadre.Meponíalapieldegallina.Estabaentodaspartes,encima,dentroy fuerademí.Su influjoseasíacomounamembranaamisfosasnasales,amispárpadosyamibocaabierta.Laintroducíaenmícadavezqueinhalabaaire.Meadormecíadentrodesuatmósferaanestesiante,nopodíaescapardelanaturalezaapabullanteyclaustrofóbicadesupresencia,desuser,desuasfixianteysufrientecalidaddemujer.

Noteníaniideadenada.Una tarde, elmismo añoque tuve aquel sueño, estaba sentada conNettie.Ella

tejíaencajeyyobebíaté.Nettieempezóasoñarenvozalta.—Meparecequeesteañovasaconoceraunchicoverdaderamenteencantador

—dijo—.Alguienmayorquetú.Apuntodeacabarlacarrera.Dispuestoaconseguir

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unbuentrabajo.Seenamorarádetiytecasarásmuypronto.—Esoesridículo—dijemuyseria.Nettiedejóquesusmanos,conelencajeaúnentreellas,cayeransobresuregazo.—Suenasigualquetumadre—respondióconsuavidad.

Esoesridículo.Avecesmedalasensacióndequenacídiciendo«Esoesridículo».Saledemíconlamismafacilidadquelaretahíladebuenos-días-buenas-tardes-que-pases-buen-día-cuídate. Es mi respuesta automática más habitual. La variedad decomentarios ajenos que permite que las palabras «Eso es ridículo» pasen de micerebroamilenguaesasombrosa.

—El adulterio es la causa de que elmatrimonio funcione hoy en día—afirmaalguien.

—Esoesridículo—respondoyo.—EdgarAllanPoeeselescritormásinfravaloradodelaliteraturaestadounidense

—afirmaotro.—Esoesridículo.—Eldeporteinfluyeenlosvaloresdelagente.—Esoesridículo.—Laspelículasinfluyenenlasfantasíasdelagente.—Esoesridículo.—Sipudiesetomarmeunañosabáticomividacambiaría.—Esoesridículo.—¿Sabesquelamayoríade lasmujeresquesufrenmaltratosenieganadejara

susmaridos?—¡Esoesridículo!Hace tresañosmeencontréaDorothyLevinsonpor lacalle.Nosdimosvarios

besosyabrazos.Sepusoarepetirminombre.Acontinuaciónsonrióymepreguntó:—¿Siguesdiciendo«Esoesridículo»?Mequedémirándolafijamente.Nolahabíavistodesdequeteníatreceaños.Sentí

cómo la sangreme azotaba lasmejillas. «Sí», afirmé, «lo sigo haciendo».Echó lacabezahaciaatrásycasiledauninfartodelarisaqueleentró.Meinvitóenelactoacenar aquella noche con sumarido y con ella en un restaurante. ¡Una noche pararecordar!

Dorothy Levinson. Tan bella que al verla te daba un vuelco el corazón. Ahíestaba,concincuentaaños,delgada,adorable,rebosantedeagudoingeniojudíoyuncariñoquesereflejabaenlasarrugasdesusojos,conunacaratanparecidaaladesumadreaesaedad:tiernaybondadosa,levementedesconcertada,levementetriste.

LosLevinson.Los había queridomuchísimo a todos—aDorothy, a los cuatrochicos, a aquellos padres tan locos—, pero sobre todo había querido a Davey, elmenor de los chicos, cuando los dos teníamos doce años. Y cuánto había sufrido

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porqueélnomecorrespondía.Ahíestabaél,delgadoyatlético,teníaunacabelleradelustrosos rizos negros y unos ojos brillantes y oscuros (todas las niñas andábamosdetrásdeél)yahíestabayo,rechoncha,hurañayconcomplejodesuperioridad.Lacosanoteníamuchofuturo.

LosLevinsonerannuestrosamigosdeverano.Desdemisdiezamis treceañosestuvimos veraneando en los Ben’s Bungalows en las Montañas de Catskill. Doscontingentesdominaban lacoloniadebungalós:gentecomonosotros,delBronx,ygente como los Levinson, del Lower East Side. O, como decía mi madre: «lospolíticamenteilustradosylosgánsteresjudíos».

En las montañas, los gánsteres judíos les sacaban ventaja a los políticamenteilustrados.Aprendíanprontodóndeestabanlasdiversionesenelcampoycorríanasuencuentro con la misma resolución con la que iban a Grand Street en busca deambiente.Seadentrabanenellagomásquenosotros,sealejabanlomásposibleenbusca de frutas silvestres y se internaban en el bosque más adentro que nadie.Bailabandurantelastormentaseléctricas,dormíanalrasoenelmontelasnochesdecalor, se esforzaban por perder la virginidad tan pronto como fuera posible y enhacérselaperdertambiénalosdemás.

LosmásretorcidosysalvajeseranlosLevinson—desdeSonny,elmayor,hastaDorothy, la única hija, pasandopormi amadoDavey—.Eran todos tan bellos quedolíamirarlosdirectamente.Durantedosveranosseguidoscompartimosunbungalódoble con ellos y yo estaba permanentemente fuera de mí cada vez que abrían ocerrabandeunportazolapuertaconmosquiterasujetaporelmismomarcoendebleque la nuestra. Recuerdo aquellos veranos como destellos de sedosos rizos negrosbajoelsoldelmediodíaomiradasfugacesenladeslumbrantesombradeunpardeojososcuroscolmadosdeunarisaintrigante.Siempreestabanyendoaalgunaparteoplaneandoalgo.Cualquiercosaquehicieseneraimitadaporelresto.Alládondeibanellos, todoelmundoqueríair.Anhelabaquemepidieranquelesacompañase,peronuncalohacían.Mequedabaenelbungalóconmimadreo leyendocercasobre lahierba,mientrasqueellosechabanacorrerhacialaintensidaddeldulceaireestivalparaatraparranasysalamandras,explorarcasasabandonadas,zambullirseunayotravezenellago,sentirelsolquemandosumorenapieldesnudahastamuchodespuésdequeamímehubieranllamadoparacenar.

Dorothy,sumaridoyyofuimosaunrestaurantedelVillageylacharlaseenfocódellenoenelpasado.ElmaridodeDorothy,contable,sabíaquenoteníanadaquehacerysecontentóamablementeconhacerdepúblicoaquellanoche.Dorothyyyo,absorbidas por cada recuerdo—Grand Street, el Bronx, Ben’s Bungalows—, nosinterrumpíamosalhablarynosreíamosacarcajadasporcualquiercosa.

Dorothynodejabadepreguntarsimeacordabadecosas.«¿Teacuerdasdelacasaabandonadadelbosque?»,«¿Teacuerdasdecuandoíbamosapormorasaesemontequequedaba tan lejos?»,«¿Ydecómosenosquedabaelculodespuésdeecharnossobrelaszarzasadarnosellote?»,«¿Teacuerdasdelocariñosasymalhabladasque

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eran las mujeres que se sentaban en el porche los domingos por la noche?». LosrecuerdosdeDorothyestabanllenosdedetalles,losmíoseranrudimentarios.Nosoloporqueteníaochoañosmásqueyo,sinoporqueeraunaLevinson.Habíavividotodoconmuchamásintensidadqueyo.

Entretanto, yo no dejaba de preguntarle. «¿Cómo está Sonny?», «¿Cómo estánLarry y Miltie?», «Y tu padre, ¿cómo está?». (No pregunté por su madre porquehabía muerto, ni tampoco por Davey, que ahora era rabino y vivía en Jerusalén,porquenoqueríasaber).

—¿Sonny?—mepreguntóDorothy—.Loúnicoquehacemos juntoses terapia.Terapiaymásterapia.CuandoSonnyestabaenelejército,mamácayóenferma.Papálaabandonó.Sonnyvolvióacasa,sepusoderodillasalospiesdelacamayledijo:«Yo te cuidaré, mamá». Pero ella dijo: «Que venga Jake». Sonny salió delapartamento.Mástarde,medijo:«Cuandomedicuentadequeaélloqueríamásqueamí, me dije: “Que se vaya lamierda”». Pero nunca lo superó. Tiene unamujerestupenda,buenoshijosyvivecercademí.Sabrásquetodosseguimosviviendoenelcentro,¿no?Seguroquesí.AsíqueSonnyentraenelapartamento,seencuentraconuna amiga mía que está sentada en el sofá, contempla la situación, señala con lacabezaeldormitorioydice:«Tenemosquehablar»,ymiamigaseechaareír.Peroesoestodo.Enrealidadnohablamosdemucho.Vieneamicasa,hacemosterapiayvuelvealasuya.¿Larry?Puesahorapesa110kilos.Tienenovia,perosigueviviendoenelviejoapartamentodeEssexStreet;opinaquecomosolollevaseisañosconellatodavíanodeberíacomprometersedemasiado.¡YDavey!¿Noteapetecesaberquéesdeél?¡LodeDaveyesprodigioso!¡Aquiénselehubiesepasadoporlacabezaquemihermanitoibaasalirtanespiritual!Peroasíhasido:esespiritual.

Casi digo «Eso es ridículo».Me contuve justo a tiempo. Pero nome lo podíacallar.DespuésdeasistirensilencioalrecitalsobreSonnyyLarry,ahorasentíaqueteníaquehablar.

—Ay, Dorothy—le contesté, creo que con mucha delicadeza—. Davey no esnadaespiritual.

Dorothybajó lamiraday fruncióel ceño.Cuandovolvióa alzar lamirada, losojoslebrillabanysubocaesbozabaunasonrisaincierta.

—¿Quéquieresdecirconeso?—SiDaveysehubieramarchadodevuestracasadeEssexStreetalosdieciocho,

hoyendíanoseríatanespiritual—dije—.Loquebuscaesunmododeordenarsuvida y no posee las herramientas para hacerlo. Por eso se ha vuelto religioso. Elhecho de que sea rabino en Jerusalén es un síntoma de lo perdido que está, no decómosehaencontradoasímismo.

Dorothyasintió.Cuandohabló,suvozdenotabaunacalmapocoespontánea.—Supongoqueesunaformadeverlo—dijo.Yomereíymeencogídehombros.

Cambiamosdetema.Seguimoshablandoyvolvimosa rememorarunayotravez lasanécdotasde la

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coloniadebungalós.Dorothyeraquienhablabalamayorpartedeltiempo.Amedidaquefueronpasandolashoras,acabósiendolaúnicaquehablaba.Lohacíacadavezmásrápidoylasfrasesseamontonabanunassobreotras.Comenzóasaliralaluzunmosaicodememoriaemocional:cómomeveíaamí,cómoveíaamimadre,cómoveía a mi madre en comparación con la suya. Comencé a sentirme incómoda.Dorothylorecordabatodocontantanitidez.Habíatenidounaauténticafijaciónpornosotros.Especialmentepormimadre.

Reía con entusiasmomientras hablaba. Su risa la hacía balancearse adelante yatrás.Derepente,memiródirectamentealacaraydijo:

—Túnuncadisfrutastetantocomonosotros.Siemprefuistemuycríticacontodo.Paralaedadqueteníaserasasombrosa.Escomosisupiesesqueerasmásinteligentequelosqueterodeabanysiempretedierascuentadeloestúpido,absurdooridículo—tu palabra preferida— que resultaba todo. Tumadre también era mejor que lasdemás.Loera,loera.Tupadrelaadoraba.Solíanpasearjuntos;éllepasabaelbrazoporlacinturayellaseagarrabaaél;Dios,cómoseagarrabaaél,seagarrabacomosile fuese la vida en ello, se aferraba a él como a un bote salvavidas ymiraba a sualrededorparaque todoelmundoviese lo felizqueeraconsuamantísimoesposo.Eracomosiquisieseponercelosasalasdemásmujeres.¿Ymimadre?Mipadresoloaparecíaundíadurantetodoelverano.Tumadrelahacíallorar:«MiradlobienqueseportaélconellaymiradcómoesJakeconmigo.Lotienetodo,yonotengonada».

Dorothyvolvióareírse,comositemiesehablarsinreírse.—Mimadreeramuybuena,teníauncorazónenorme.¿Ytumadre?Tumadreera

muy organizada. Mi madre se quedaba en vela junto a sus hijos cuando estabanenfermos,yhacíalomismocontigo.Tumadreentrabaenlacocinacomounsargentoyledecíaalamía:«Levinson,dejadellorar,ponteunsostényarréglateunpoco».

Másrisas,ahoraconunsaboramargo.Dorothyhizoesfuerzosparadejareltemademimadreylasuya.Derepente,hizoquesusrecuerdosseremontasenhastaantesdeconocermeycomenzóahablarnosdelosmísticosjudíosqueibandecoloniaencoloniadebungalóscuandoellateníaochoodiezaños.

—Todas lasmujeres tenían que sentarse en círculo a oscuras—relataba— conunavelasobrelamesa.Lamédiumcerrabalosojos,temblabaydecía:«Habesich,tischele. ¡Elévate, mesilla! (¿Y lo hacía? ¡Pues claro!)». Las mujeres se ponían agritaryadesmayarse.«¿Erestú,Moishe?Oy,gevalt!¡EsMoishe!».Ymásgritosydesmayos.

Dorothymelanzóunaintensamiradayañadió:—Tumadrehabríairrumpidoallí,habríaencendidolaluzyhabríadicho:«¿Pero

quétonteríaesesta?».ElmaridodeDorothyyyonosquedamosmirándolaboquiabiertos.Antesdeque

élpudiesedetenerla,seinclinóhaciamíymesusurró:—Nuncatequiso.Nuncaquisoanadie.A lamañanasiguientemedicuentadeque,aunqueyonohabíadicho«Esoes

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ridículo»antesdehumillaraDavey,Dorothysíhabíaoídolaspalabras.Lamadrequehabitabaenellahabíaoídoalaquehabitabaenmí.

Hoyhevueltoaveralhombre.Estavezhabíanpasadocincoaños.Mimadreyyonos encontrábamos en la parte alta de Broadway, buscando una zapatería que noshabían recomendado por sus zapatos, especiales para andar. Cuando estábamosllegandoalacalleOchentaytres,doblólaesquina.Meencogísinquerer.

—¿Quépasa?—preguntómimadre.—Nada—respondí yo. Pero sus ojos siguieron los míos y vio que me había

quedado atrapada por el rostro de un hombre como el de cualquier otro de loscincuenta con pinta de indigentes con los que una puede cruzarse en un paseo deveinteminutosporBroadway.

—¿Quiénes?—meinterrogó—.¿Loconoces?—¿Teacuerdasdeaquelhombre,haceaños,queseplantóenelportal?Alque

sigoviendodevezencuando.—Sí,claro.¿Esél?Asentí.Yelladirigiósuatrevidamiradaurbanahaciaél.Sucedió hace doce años. Yo por entonces vivía en la Primera Avenida, en la

esquina con la calle Veinte, en un apartamento de dos habitaciones de paredesblancas, bañadopor la luzdel este y un árbol fuera que enprimaveray enveranollenabalaventanadepájarosyhojas.

Al otro lado de la calle se encontraba Stuyvesant Town, uno de los proyectosinmobiliariospara laclasemediamásantiguosde laciudad.Enmi ladodelacallehabíaviviendashabitadasporirlandeseseitalianos.Gentequehabíanacido,crecido,contraídomatrimonioycriadoasupropiafamiliaenaquellosmismosapartamentos.AtodosnosuníaelruidoytrajíndelaPrimeraAvenida.CuandomitíaSarahvinoahacermeunavisitaporprimeravez,seasomóporlaventana,aspiróelhumodelostubosdeescapeyexclamó:

—¡Justoloquemeencanta!¡Follón!¡Muchofollón!Yosentíalomismo.AdorabalaPrimeraAvenida.Laadorabaymesentíasegura

enella.Lagente echabaeldía sentadaa laventanaobservandoa losvecinos.Lostenderostomabannotadecadarostrofamiliarydesconocidoquepasabapordelantede sus escaparates. La ecuación era sencilla: perdías anonimato pero ganabasprotección.

Una mañana de sábado de junio salí corriendo hacia el supermercado quequedaba a una manzana de mi casa para comprar un brik de leche. La avenidaresplandecía con las primeras luces del sol. El aire era dulce, templado y estabacargadodepolen.Alavueltasufríunataquedealergiaprimaveral.Estornudabatanfuertequenopodíamoverme:mequedéindefensaenplenacalle,sujetándomepara

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hacer frente al ataque racheado que se había apoderado de mi cuerpo. Cuando laarremetidallegabaasufin,soloquedabaunestornudomás,lonoté,levantélacabezaalaexpectativadequedarlibredeella.Enesemomentomisojossecruzaronconlosdeunhombrequesedirigíahaciamíentrelamultituddelamañana:eradelgadoyparecía mediterráneo, de unos cuarenta años, vestía camisa blanca y pantalonesnegrosyllevabasucomidaenunabolsadepapeldeestraza.Uncamarero,penséyo,que se dirige hacia su trabajo. Al expulsar el último estornudo, mi cuello y mishombrossealzaroncomoactoreflejoyenesemomentomereímirándolealosojos.Estaba claro queme reía demí misma. No cabía otra interpretación remotamenteposible del gesto. El hombre ni me devolvió la sonrisa. Sus ojos se posaron unsegundosobremíyseapartaroninstantáneamente.Prosiguiósucamino.Yyoelmío.

Crucélacalleyentréenelportaldemipequeñoedificio.Mientrasmedisponíaameter la llave en la puerta, sentí una mano sobre el hombro.Me di la vuelta. Elhombredelacamisablancayloszapatosnegrosestabadetrásdemí,bloqueándomeel paso. Sus ojos estaban inyectados de cólera. Su boca estaba retorcida en unextremo,teníaloslabiosblancosdetantoapretarlos.Lepalpitabaelcuello.

—¿Estáscansadadevivir?—meincrepó.«Ay,Dios»,pensé.—¿Quéquieredecir?—lepreguntéconeducación.—Teestabasriendodemí.¿Qué?¿Estáscansadadevivir,eh?—Lohaentendidomal—lesusurrédescaradamente—.Meestabariendodemí

misma.Me dan ataques de estornudos yme estaba riendo porque estornudaba tanfuerte que no podíamoverme.Nome estaba riendo de usted. ¿Le pareció quemeestabariendodeusted?¡Ay,no!

Nooyónadadeloqueleestabadiciendo.Mantuvosurostroapretadocontraelmío.Alcontrario,lacóleradesusojossevolviómásintensa.Miróelllaveroqueyososteníaenlamano.

—¿Vivesaquí?—dijo.Hizoungestoconlamanohaciaarriba—.Venga—dijo—.Sube.

—No—balbucí—.Novivoaquí.Vengodevisita.—Sube—repitió—.Venga,sube.—Novivoaquí.Nopodemossubir.Enunarranquedefuerzanacidodelterror,coloquélamanosobresupechoyle

diunempujón.Perdióelequilibrioy tropezódeespaldas.Loapartédeungolpeyechéacorreratravesandolamuchedumbre.Corríhastaelfinaldelamanzana,luegohastalasiguienteymemetíenelsupermercado.Mequedédentro,justodetrásdelascajas, resoplando. No sabía qué hacer, adónde ir, con quién hablar. Sin aviso, locotidianosehabíaconvertidoenunapesadilla.

Mepasétreintaminutosdeambulandoporelsupermercadoyacontinuaciónsalídeallíapasoveloz,conlacabezagacha,ymealejédeledificio;poralgunarazónyanollevabaenlamanoelbrikdeleche.Horasmástarde,totalmenteagotada,volvía

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laPrimeraAvenidaycrucéelumbraldemipuertaatodavelocidadysinquenadieme importunase, y no dejé el apartamento durante el resto de aquel día ni aquellanoche.

Tresañosmástardediviséalmismohombredelacamisablancaylospantalonesnegrosen lacalleCatorceEste.Erafinalesdeotoño.Llevabaunachaquetafinadecuero y abrazaba un paquete de papel de estraza contra su pecho. Me retirérápidamenteaunportalparaquedarfueradesucampodevisión.Teníaexactamenteelmismoaspectoquehacíatresaños,peroamedidaqueseacercabacomprobéquetropezabaalandaryquesusojosrezumabanunaterribleansiedad.

CuatroañosdespuéslovolvíaverenlacalleOchoEste.Ahorateníaelcabellosembradodecanas,lapielamarillentayelmentóncubiertodeunaincipientebarbablanca.Alllegaramialtura,salídelportalenelquemehabíaagazapado.Memiróatravesándome.Sumirada, talcomosospechaba,erafija,aunquenocaptabaloqueteníadelante.

Ahora,cincoañosmástarde,estabaenBroadway;elpelodeuncolorgrissucio,losojosdelocoyelpasorenqueante,sacudíalasmanosenelaire.Llevabaropadeunalbergueysuaspectoeratanenfermizoquedabanganasdeingresarloduranteunmesenunhospitalsinnisiquieradiscutirlo.

Mimadrememiróconcuriosidad.—¿Cómopodíastenermiedodealguienasí?—mepreguntó—.Podríashaberlo

tiradoalsuelodeunmanotazo.—Mamá,hacedoceañosnoestabaasí.Créeme.LosiguiómirandofijamentemientrasarrastrabalospiesporBroadway,chocando

conlagenteaizquierdayderecha.—Osestáishaciendoviejoslosdos—contestó—.Túytustemores.

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Tengo catorce años. Es una noche de finales de primavera. Empujo la puerta delapartamento de Nettie. La cocina se halla inmersa en una especie de penumbraviolácea,suave,plena,intensa.Lahabitaciónestávacía:bañadaporaquellaamorosamedia luz, pero vacía. Me detengo. La puerta no estaba cerrada, debe de haberalguienencasa.Caminohastaelcuartointerior.Medetengoenelmarcodelapuerta.La luzaúnesmás tenueaquí.Mivistaseadapta.VeoaNettieyalcuraacostadossobre la colcha estampada de la cama. Ella está desnuda y él, vestido. Él estátumbadobocaarriba.Ellayacesobreél.Élmantienerígidoelcuerpo,eldeellasedesborda.Veosusonrisamedioaoscuras.Semuevesobreélcomounagataycomounagataobservacondetenimientoinclusomientrasronronea.Arquealaespaldaysealzasoloparavolveracaersobreél.Elpechodeellareposasobrelamanoinermedesuamante.Unaenergíameatraviesacomouna sacudidaeléctrica.Los sientoa losdos.Dentrodemí.Lasientoaellaylosientoaél.Soyelpechoysoylamano.Soyelplacerdeellayeldolordeél.Meestremezco.Elestremecimientoseconvierteenuntembloryeltemblorenunasacudida.Lasacudidameponebruscamenteencontactocon algo que hay cerca. Miro al suelo. A mi lado está Richie, con cinco años,amarradoaunasilla,contemplandolaescenaquediscurresobrelacama.Retrocedo,girándomehacialapuertadeentrada.

Alamañanasiguiente,Nettieestásentadaconunvestidodefloresalamesadelacocina, cosiendo una falda, con la cabeza agachada, sonriendo para sus adentros.Levantahaciamílamirada,susojosverdesfalsamenteinocentes.

—¿Vinisteanoche?—mepregunta.Estamañanatodossomossusenemigosderrotados.Concalma,pienso:«Odiaa

loshombres».

¿Cómo comenzó? ¿Cuándo empezó a recorrer las calles? ¿O a sentarse junto alestanquedelasbarcas?¿Cuándotrajoalcuraacasaporprimeravez?¿Oalhombredelparque?¿CuándoaparecióeldueñodelapolleríaqueseparecíaaIósifStalinenlapuerta,bientempranoporlamañana?¿CuándosepresentóporprimeravezenelapartamentoWhitey,elúnicodelincuenteserioquehabíaenelbloque?MamádijoquealañodemorirRick.

—Durante un año se portó bien—solía señalar—.Y luego se puso a hacer lacalle.

¿Cuándo comencé a darme cuenta? ¿Y qué opinión tenía? ¿Cuándo supe porprimeravezalgodeellaenunmundoenelque loshombreseran sexo,peroy lasmujeres?¿Nosesuponíaqueteníamosqueapartarnoscuandoloveíamosllegar?

Marilyn Kerner y yo montábamos en bici por el parque del Bronx un día definales de mayo después del colegio. Esta era nuestra actividad diaria desde que

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comenzabalaprimaverahastaqueterminabaelotoño.Entrábamosenelparqueadosmanzanas de nuestra casa, cerca del acceso al zoo, y nos poníamos a pedalear. AvecescruzábamoselparqueatodavelocidadsindetenernoshastaelBronxParkEast,a una hora larga de casa. A veces íbamos a lugares especiales, algún risco conmatorralesquehubiéramosreclamadocomopropio.Avecesnosconformábamoscondar vueltas por el parque y hablar, más interesadas en la conversación que en laexcursiónenbicicleta,peroaunasíenreconfortantemovimiento.Sobrelasbicisnossentíamoslibresyvalientes:exploradorasinteligentesentierraextraña.Lacalle,yolosabía,eramía—lacalleeratratohumano,experienciadevida,enlacalleyoeralareina—,pero¿yenelparque?LoscuadrosdeHenriRousseaumerecuerdanacómome sentía en el parque. Podía vislumbrar lo salvaje y lo primitivo en un rincónajardinadodelmundorehechocuidadosamenteparaemularelenredooriginalyahíibayo,defrente,laniñajudíaenbicicletaincapazdeimaginarsedeotramaneraquehablando.

Aunasí,nospasábamosaquellas tardesdeprimaverapedaleando,elvientoyelrevueloquelevantábamoseranreflejodeloquecrecíaennuestrointerior,laluzylavelocidadirradiaban,labicicletaeraunaráfagaextraordinaria,excitanteyaterradora,unsobresaltodeemociones.

SiguiendoelsenderoqueveníadelzoohabíaninstaladoesclusasalolargodelríoBronx y creado un pequeño lago y una cascada. En el lago había barcas que sealquilabanporhorasenunacasetaconstruidaenelextremomáscercanoalacascada.Habíasidovistosamentedecoradayestabasituadaaorillasdel lagoenunpatiodecementodeformacircularconstruidoporelserviciodeparques,conbancosenhileracolocados en forma de semicírculo por el borde. Los bancos se pintaban de verdebrillante cada primavera. Desde ciertos ángulos de los bancos, el lago parecía noacabarsenunca.Habíaidoallagomilveces,conocíacadacurvadesutrazado,sabíaexactamentepordóndediscurríansusconfinesyaunasí,cadavezquemesentabaenlosbancos,soñabaconelaguaeimaginabaquealotroladodelacurva,fuerademivista,ellagoseextendíahaciaunmisteriosocanalyseinternabaporunlugarenelquenohabíaestadojamás.Pensabaquetodoelmundoquesesentabaenlosbancosquedabanalaguateníalosmismospensamientos,quelosbancosestabanllenosdesoñadores,quelagenteibaallíparasoñar.

Marilynyyohacíamosunaexcursiónenbiciqueacababaenlosbancos.Eraunaexcursión corta, pero tan ardua que parecía que durase todo un día, y cuandoatardecía tempranolahacíamosparanosentirquenosrobabantiempodebicicleta.Tomabasunsenderoalotroextremodelacascadaquesubíaporuntramopedregososobreelrío,serpenteabaeibaadaraunamalezaintrincadayespesa,atravesabaunpromontorio de roca negra lisa y sinuosa en la cima y luego iba haciendo curvasraudasendirecciónallago,bajabadespreocupadamentehacialacasetadelasbarcasatravésdeuntrechodeunapraderíadespejadayhierbasaltas,elmundoenterobajoun cielo despejado y el viento en los pulmones, una emoción de la que nunca te

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recuperarías,frenandocontodaslasfuerzasjustocuandoibasachocarcontraelpatiodecemento.Goce.Elrecorridoerapurogoce.

Esatardedemayo,MarilynyyobajábamosennuestrasbicicletasporelpradoymientrasfrenábamosvimosaNettiesentadaenunbancodelaterrazainferior,lamáscercanaalagua.Nomuylejosdeellahabíasentadounhombrequeyonohabíavistoantes. Ellos parecían conocerse, pero, almismo tiempo, parecían no conocerse. Elhombreestabasentadoconlosbrazosestiradossobreelrespaldodelbanco,conlaspiernas tendidashaciadelante.Llevabaunsombrerode fieltromarróncaladohaciadelanteyteníaunpalilloenlaboca.SurostronoestabaorientadodirectamentehaciaNettie,sinoenángulohaciaella.Nettietambiénparecíaestarsentadadeunaformapeculiar. La mitad superior de su cuerpo apuntaba directamente al lago, pero lainferior estaba torcida hacia el hombre, su esbelto talle aún más alargado por supostura. Llevaba un vestido ligero de verano aunque apenas estaba mediada laprimavera.Sumelenapelirrojalecaíaporloshombros.Llevabalaspiernasalaireyenlospiesunpardesandaliasdetacónalto.Columpiabaunapiernaadelanteyatrásylasandaliaseledescalzabaporel tobillocadavezquesupiernaasomaba.Sabía,incluso antes de detener la bicicleta, que los dos, sentados en aquella postura,apuntandoelunoalotroperosinmirarsedirectamentealacara,hablabandealgo.Laposturaeramásqueelocuente.Nopodíadescifrarelmensaje,perogolpeóconfuerzacontralaluzdemisojos,laalegríademipechoylaenergíaquerecorríamisbrazosypiernas.

Marilyn también se había fijado en Nettie y en aquel hombre. Sin consultarloentrenosotras,detuvimoslasbicisaciertadistanciadelosbancosparaqueNettienonos viese y nos sentamos apoyadas en los manillares. Ninguna de las dos hablóduranteunbuenrato,noslimitamosaobservar:

—Estácoqueteandoconél—dijoMarilynenvozbaja.—¿Aquéterefieres?—lepregunté.—Esundesconocidoyestácoqueteandoconél.—¿Cómolosabes?—¿No tedas cuentapor cómoestán sentados?Y, aparte, esoes loquevienea

hacerlagenteaquí.—Vengaya.¿Cómosabeseso?—Todoelmundolosabe.—¿Estássegura?—Segurísima.Demodoquelagentequeveníaaquíporlastardesenprimaverayveranonolo

hacíaparasoñarconcanalesinesperadosdeaguaquequedabanfueradesucampodevisión,sinoquemarcabanelrumbodelaaventurahumanaqueaguardabaenelbancodeal lado.MequedémirandofijamenteaMarilyn,perolacreí.Sabíamásdeestascosasqueyo.

¿Dónde,mehepreguntadosiempre,seencontrabaRichieaquellatarde?Mamáde

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hecho dijo que Richie se pasaba la mayor parte del tiempo con Nettie, que él leproporcionabamásvalorylegitimidad.Sinmencionarquenoteníaanadieconquiendejarlonisitioparahacerlo.Mepreguntabacómoseenterabadetodomamá,yaqueNettie nunca comentó con nosotras sus incursiones callejeras. Deducíamos lasandanzasdesusconsecuencias.Veíamosahombresentrarysalirdesuapartamento.Algunos venían una vez y no regresaban, otros venían dos o tres veces y otrosestuvieron viniendo semanas o meses. No creo que les cobrase dinero. Lo másprobableesquelespermitieseregalarlecosas(unabrigoparaelinvierno,unabolsadelacomprallena,unaexcursiónalacosta),peroNettienolohacíapordinero.

Lostraíadefuera:depaseosporlosbarrioscontiguos,desusviajesenmetroalcentro. Al cura lo sacó de ahí. Tras su boda conRick había decidido no volver aponerelpieenunaiglesiayestabacriandoaRichieparaquesupiesequeerajudío,peroacausadesusoledadseveíaatraídahaciaelconsuelomásarraigadodesuvida.Se tomó en serio su apostasía y pensaba que no era adecuado acercarse al altar,tendersederodillasopedirlacomunión,perosededicabaabuscariglesiasdetodaclase para sentarse en los bancos del fondo y darse un breve respiro en el interioriluminadoporlapenumbradelasvelasmientrasRichiejugueteabaconlosbotonesdesuvestido,hipnotizadoporlosresuellosdesupechomientrassuspiraba,temblabayllorabaunpoco.

UndíadeambulabaporlosgrandesalmacenesdelacalleTreintaycuatro.PasópordelantedeunaiglesiacercadeGimbel’s.Siguiendounimpulso,entróyfuehastaelconfesionario.Elsacerdoteerajovenyseguroquequedóconmovidoenseguidaporsusmurmullosquebrados, susvulnerabilidadessusurradas, sumarginalidadconfesaentre las mujeres judías que le negaban compasión y amistad, que no veían lossentimientos de su corazón, que no se daban cuenta de lo sola que estaba en estemundo,protegidascomoestabanporsusmaridosysubuenareputación.Elcura laanimóavolveryaquesedesahogasedenuevo.Regresóunayotravez.Elsacerdotesedecíaasímismoqueestabaatendiendoensucasaaunafeligresaenapuros.

—Lodevoróamordiscos—decíamimadre—.Estuvoviniendodurantemeses.Ella se excitaba tanto que lo devoró a mordiscos. Le vieron las marcas y lepreguntaronquedóndehabíaestado.¿Yquépodíadecir?Asíqueloencerraronenelmonasterio.

—Mamá,noesunmonasterio—lacorregí—.EsunaiglesiaquequedacercadeGimbel’s.

—Como leches lo llamen —contestó con impaciencia. Odiaba que leinterrumpiesenelhilodelahistoriaconcorrecciones.

Elsacerdoteestuvomesesviniendo.Deesomeacuerdo.Unavezaparecióalfinalde la tarde, a veces se presentaba dos veces a la semana, pero aquella noche deprimaveracuandolosvienlacamaprobablementefuecuandolodevoróamordiscos,porquenotengorecuerdodehaberlovueltoaverdesdeentonces.

Debiódepasarmuchosmalostragos.Recuerdolamañanaenlaqueeldueñode

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la pollería se presentó en su casa. Eran las siete y de repente se oyó un ruidotremendo en el rellano. Mamá abrió la puerta de golpe y ahí estaba Iósif Stalin,plantadoantelapuertadeNettieconunpollodesplumadoenunamanoyNettieencamisón con otro pollo en la mano, pegándole en la cara con el ave desolladamientraschillaba:«¿Porunpollo?¿Tecreesquevoyahacerloporunmíseropollo?».

Pero todo el mundo, y mamá la primera, pensaba que se lo buscaba. Laconsiderabanprovocativa,sugerentey tentadora.Sipedíasmásdetalles, lescostabadártelos. Las frentes se arrugaban, los párpados se entrecerraban y las bocas sefruncían.Nadiesabíadecirtequéteníademalo.Porotrolado,nadiesedesdecía.Noes loque llevapuesto,comentabaunavecina,escómo lo lleva.Noes loquedice,sinocómolodice.Noeslacaraquepone,eslacaraquetiene.¿Entiendesaloquemerefiero?Nosabríadecirexactamentequées,peroyoséaloquemerefiero.Yoasentía.Tambiénsabíaaloquesereferían.

Recorríalamanzanadeunmodoquemehacíasentirincómodadesdequecumplídiezaños.Ningunadelasmujeresdelbarriocaminabacomoella.Losandaresdeunamujerpuedenserenérgicosoperezosos,perolosdeellasinevitablementellevabanelritmodeunamadecasaquehasalidoahacerrecados;suspiernasestabanunidasasu torso con el mero propósito de posibilitar un desplazamiento práctico, nocaminaban para sentir su cuerpo enmovimiento o para que los demás se fijasen oreaccionasen ante él. Pero Nettie sí. Se movía a pasos largos y muy estudiados.Movíaprimerounapiernay luego laotra, cimbreando las caderas.Todoelmundosabíaqueestamujernoibaaningúnlado,quecaminabaporcaminar,parasentirelefectoquecausabaenlacalle.Susandaresacentuabanlascarnesocultasbajolaropa.Ibadeclarando:«Estecuerpo tieneelpoderdedespertar tudeseo».Nohabíanadiecomoellaenmilkilómetrosalaredonda.Loshombresylasmujereslaansiabanporigual.Era horrible.Yopercibía cómo iba despertandopasiones, pero esas pasionesparecíanvinculadasalcastigo,noalprivilegio.Lamaneraenquelagentelamiraba—lacrueldaddeloshombres,larabiadelasmujeres—medabamiedo.Sentíaquesehallaba en peligro. Nettie caminando por la acera se entretejió con la tela demisprimerasangustias.

Ella,claroestá,ibasinmiedoatodaspartes.Seexhibíaencadarincón.Cadaparde ojos que se posaban sobre ella eran correspondidos por los suyos: grandes,inocentesyprovocativos.Aquellamaliciasexualcorríatanlibrementeporsusvenasque constituía su esencia: primitiva, calculadora, tenaz; rabiosa en el fondo;impulsadaaactuarcondesvergüenzadebidoaunapremianteimperativoqueoponíaresistenciaaunlimiteexteriorcambiante,enteramentedeterminadoporlomalquesesentía consigo misma y con su vida cualquier día de la semana. No conocía otramaneradesentirsemejorqueprovocandoeldeseoasupaso.Sabíaquelamanerademenearlascaderas,deelevarpocoapocolospárpados,depasarseconlanguidezlamanoporsumelena,despertabapromesasenlaentrepierna.Losabía.Eraloúnicoquesabía.Pensabaqueeseconocimientoledabapoder.Pensabaquesucrueldadera

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poder: «Tú sentirás, peroyono»,decía su cuerpobamboleante, «y eso tehará a tidébilyamí,fuerte».Perocomprendíasusituaciónapenasconimperfección.Era,alfinyalcabo,unacampesinadeunaaldeadeUcraniaconpocasentendederas.Richieseenterabamásqueelladeloquesucedíaenrealidadyunatórridanochedeverano,cuandoyoteníadiecisieteañosyélocho,medemostróloquesabía.

Estábamos a finales de agosto. Hacía un calor intenso y severo. Un caloracumulado que nunca llegaba a evaporarse del todo de las calles ni de losapartamentos.Unosufríaelcalorconmayoromenorintensidad.Porlasnoches,lopeor del bochorno del mediodía iba amainando y una tenue brisa entraba por lasventanas, que dejábamos abiertas porque tenían mosquiteras. Un voluptuosidadconvaleciente se adueñaba de las habitaciones en penumbra. Comenzábamos arecuperarnosdelenvitedeldía.

Yoestabasentadaenelsofádelsalónenplenamodorra,intentandoaprovecharlaúltimahorade luzdeldíapara leer.Richie,ami lado,estabareclamandoatención.Era un niño hermoso de ojos oscuros y pelo negro, de piel clara y mejillassonrosadas, sonrisa irresistibleyunavozcomo lade sumadre, suavee insinuante.Sabíaqueennuestracasateníamásderechosqueobligaciones.Conscientedeello,sepermitía rozar el descaro, aunque raramente cruzó un límite del que no pudieseretirarse a tiempo. Esta noche en particular, no obstante, Richie quería que yoestuvieseconél.Loapartédeuncodazosinquitarlavistadelapágina.Rechazómirechazo.

—Richie—dijeconcrispación,conlavistaaúnpuestaenellibro—,ahorano.—Sí—contestó—,ahora.—¡Queno!—¡Quesí!Meentrólarisa,peroseguíleyendo.Richieseencaramóamiregazoysepusoa

jugar con la parte de delante de mi vestido, de cuello halter, blanco y de tela deverano,sujetoporunacremalleraqueibadelcuelloalombligo.Lediunosgolpecitosdistraídosydébilesen lamanos,sindejarde leer.Pusosusbrazosalrededordemicuello y apretó sus labios abiertos contra mi garganta. Pasmada, sentí su boca enacciónsobremí.Loempujéconfuerzaperoyaerademasiadotarde:habíapercibidomi vacilación. Siguió agarrado amí, apretándose contrami pecho como si tuviesederechosobremí.Erafuerte,másfuertequeyo.Nosenzarzamosenunapeleacomosiambosfuésemosadultosoambos,niños.Derepente,enungestoincreíble,Richiemebajó lacremalleradelvestidohastaelfinal,memetióunamanopordebajodelsujetadorylaotradentrodemisbragas.Antesdedarmecuentadeloquepasaba,mehabíaatrapadounpezónentredosdedosyestabadirigiendoeldedocorazóndesuotramanohaciamisingles.Melevantécomounacentella,enunsúbitoespasmo.Enmediosegundohabía logradoapartarle lasmanosysujetarlopor lasmuñecashastainmovilizarlo.Lomiréalacaraconasombro.Élmedevolviólamirada.Pudeverensurostroloqueélvioenelmío.Ytambiénpudeverelefectoquecausabanenéllas

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cosasqueveía.Sucararebosabadetriunfo,interésyexcitación.Ytraslaexcitación,algoaúnmáscurioso:unaespeciedetristeza,deseriedad.MeacordédelRichiedecinco años amarrado a aquella silla, contemplando aNettie y al sacerdote sobre lacolchaestampadadelacama.Habíaidoaprendiendodesdeaquellanoche.Sabíaquela vida de su madre no era un ejercicio de poder, sino un intercambio dehumillaciones.Ahoraestabaprobandoloquehabíaaprendido.

Undía glorioso, el de hoy:NuevaYork se recorta en el trasparente sol otoñal, losedificiossedibujanconnitidezcontraelcielodespejado,lascallesestánabarrotadasde pirámides de frutas y verduras, hay floresmetidas en jarrones de papelmachédispuestos en círculos sobre la acera, quioscos de prensa con sus vivos blancos ynegros. En la avenida Lexington, en particular, una efusión de hermoso ajetreohumanoalmediodía,unadensidaddeapetitosurbanosyensimismamientos.

He quedado conmimadre para caminarmás tarde, pero he subido hasta aquítempranoparadarunavueltaamiaire,sentirelsol,empaparmedelacalleyestarenelmundosinlasentrometidasinterpretacionesdeunacompañíatanvolublecomolasuya. En la calle Setenta y tres, dejo la avenida Lexington y me dirijo hacia elWhitneyconeldeseodeecharunúltimovistazoaunaexposicióntemporal.Mientrasme acerco al museo, unos dibujos de expresionismo alemán expuestos en elescaparatedeunagaleríareclamanmiatención.Entro,mevuelvohacialaparedmáscercana amí yme encuentro cara a cara con dos grandes acuarelas deNolde, susfamosasflores.HecontempladoamenudolasfloresdeNolde,peroahoraescomosilasvieraporprimeravez:esedifuminadointensoyexuberantey,deprontomedoycuenta, intencionado de sus contornos.Veo la imperiosa cualidad del propósito deNolde,laconcienzudapacienciaconlaquelasfloreslomantienenabsorto,laclaraytercaconcentracióndelartistaenelsujeto.Laveo.Ypienso:eslaconcentraciónloqueotorgaintensidadalaobra.Elespacioquehayenmiinterioraumentadetamaño.Ese rectángulo de luz y de aire que hay en mi interior, donde el pensamiento seesclarece,el lenguajebrotay la respuestasevuelve inteligente,ese famosoespaciorodeado de soledad, ansiedad y autocompasión se abre de par en par mientrascontemplolasfloresdeNolde.

EnelvestíbulodelmuseomedetengoenlaexposiciónpermanentedelcircodeAlexanderCalder.Comoeshabitual,hayunaconcentracióndegentealrededorqueríey sequedaboquiabierta ante loprodigiosode lospedazosde telay alambredeCalderquesuspiran,lloranyseregocijan.Amiladohaydosmujeres.Mefijoensusrostrosylasdespachoalinstante:rubiasdemedianaedaddelMedioOeste,conojosazulesyensoñadores.Entonces,unaexclama:

—Escomounasegundainfancia.Laotrarespondeconsequedad:—Mejoraúnquelaprimera.

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Estoy sorprendida, complacida, avergonzada. Pienso: «Qué tonta eres porasombrartecomounaestúpidaanteelhechodequelamujerpudieradeciraquello».Denuevo,sientoqueelespacioquehayenmiinteriorseensanchainesperadamente.

Ese espacio.Comienza en el centrodemi frentey termina en el centrodemisingles.Varíadetamaño;unasvecesestananchocomomicuerpoyotras,tanestrechocomounarendijaenelmurodeunafortaleza.Enlosdíasenlosqueelpensamientofluyelibrementeo,mejoraún,seesclarececonesfuerzo,seexpandemagníficamente.En los días en los que la angustia y la autocompasión lo anegan, se encoge, ¡quérápido se encoge!Cuando el espacio es amplio y lo ocupo plenamente, degusto elaire,sientolaluz,mirespiraciónseacompasaysevuelvemáspausada.Mesientoenpazyemocionada,fueradelalcancedeinfluenciasoamenazas.Nadapuedetocarme.Estoyasalvo.Soylibre.Pienso.Cuandopierdolabatalladelpensamiento,loslímitesseestrechan,elairesecontamina,laluzsenubla.Todoesvaporyniebla,ymecuestarespirar.

Hoyesundíaprometedor,tremendamenteprometedor.Vayaadondevaya,vealoquevea,roceloquerocemimiradaomioído,elespacioirradiaexpansión.Quieropensar.No, loquequierodeciresquehoyquieropensardeverdad.Eldeseosehaanunciadoconlapalabra«concentración».

Voyalencuentrodemimadre.Vuelo.¡Estoyvolando!Quieroregalarleunpocodeestaesplendorosidadquerevientaenmiinterior,insuflarlemiinmensaalegríadevivir.Soloporqueeslapersonaqueconozcodesdehacemástiempoyporqueenestemomentoamoatodoelmundo,inclusoaella.

—¡Ay,mamá!¡Quédíahetenido!—ledigo.—Cuéntame—meresponde—.¿Estemestehallegadoparaelalquiler?—Escucha,mamá—insisto.—EsareseñaqueescribisteparaelTimes—prosigue—,¿seguroquetelavana

pagar?—Mamá,cállateya.Déjamequetecuenteloquesiento—replico.—¿Por qué no llevas nada de abrigo encima?—me grita—. Estamos casi en

invierno.Elpilotodelespacioquehayenmi interiorempiezaaparpadear.Susmurosde

derrumban hacia dentro. Seme corta la respiración. Trago lentamente yme digo:«Tencalma».Amimadreledigo:

—Túsíquesabesquédecirycuándo.Esnotableestedonquetienes.Medejasinpalabras.

Perono lopilla.Nosabequeestoysiendo irónica.Ni tampocosabequemehadejadohechapolvo.Nosabequemetomosuangustiademanerapersonal,quemesientoaniquiladaporsudepresión.¿Cómopuedesaberlo?Nisiquierasabequeestoydelantedeella.Silecontasequeparamíescomolamuertequenisiquierasepaqueestoy ahí, me miraría desde esos ojos en los que se agolpa una afliccióndesconcertada,estaniñadesetentaysieteaños,ygritaríaairada:

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—¡Noloentiendes!¡Nolohasentendidonunca!

Mamá y Nettie se pelearon y yo entré en el City College. En lamemoria demissentimientos ambos sucesos acarrean igual importancia. Ambos inauguraron unconflicto abierto, ambos abrieron una brecha entre mi inconsciente y yo, ambosfueronvividoscomosubversivosybeligerantes.Enefecto,elconflictoentreNettieymimadreparecíaunplanestratégicoparasitiaryconquistar.Tanincoherentecomolapropiaguerra,atravesadoderabiayengaño,conobjetivosaparentementeconfusosy siemprenegados, sinperdernuncadevista al enemigo: el corazón inteligentedeunachicaquesinotomabapartidoporunaperderíaalasdos.ElCityCollegeparecíaigual de preocupado por sitiar la mente ignorante, si no el corazón inteligente.Benévolaensuintento,apenasunpasaporteparalatierraprometida,launiversidad,evidentemente, era la auténtica invasora.Violentómis emocionesmásde loquenimamániNettie hubieran soñadoque era posible,me separó de las dos, provocóyalimentóunavidanocompartidadentrodemicabezaqueseconvirtióenunactodetraición.Vivíaentrelosmíosperohabíadejadodeserunodeellos.

Creo que esto nos sucedía a la mayoría de los que íbamos al City College.Seguíamos usando el metro, seguíamos recorriendo las calles de costumbre entreclase y clase, seguíamos volviendo a nuestros barrios al acabar el día, hablábamosconnuestrosamigosdel institutoynosacostábamosennuestrascamasdesiempre.Pero en secreto habíamos comenzado a vivir en un mundo dentro de nuestrascabezas, donde leíamos, hablábamos, pensábamos de una manera que nosdiferenciabadenuestrospadres,de lavidadomésticayde lade lacalle.Habíamossidoiniciados,habíamosaprendidoladiferenciaentrelasideasqueseocultabanylasqueseexpresaban.Estonosconvirtióenunossubversivosdentrodenuestrospropioshogares.

Comomiles de personas antes que yo han dicho: «Para nosotros era o el CityCollege o nada». Disfrutaba de la solidaridad que esas palabras evocaban, perorechazabalaprivaciónqueimplicaban.EnelCityCollegemesentabaahablarenunacafetería subterránea hasta las diez o las once de la noche con media docena decompañerosalosquetampocolesapetecíavolveraBrooklynoalBronxyfueenesacafetería donde mi formación arraigó. Ahí aprendí que Faulkner era los EstadosUnidos,queDickenserapolítica,queMarxerasexo,JaneAustenlaideadecultura,queyoproveníadeunguetoyqueD.H.Lawrenceeraunvisionario.Ahícuajómiamorporlaliteraturayfloreciómiasombroantelavidaintelectual.Descubríquelasideastransformabanalaspersonasyquelasconversacionesintelectualespodíansertremendamenteeróticas.

Nunca dejábamos de hablar. Quizá porque no hacíamosmuchomás (limitadospor el temor al sexo y nuestra economía de clase obrera, ni íbamos al teatro nihacíamoselamor),peronocabedudadequesihablábamostantísimoesporquela

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mayoríadenosotrosnoshabíamospasadodesdelosseisañosleyendodentrodeunsilencioembotelladoyelCityCollegeresultósernuestraliberacióntotal.Noeraalclaustro al que debía el City su reputación de calidad intelectual, sino a susestudiantes, a nosotros.No es que destacásemos intelectualmente, no, pero nuestraenergía voraz daba vida a aquel lugar.La idea de vida intelectual ardía en nuestrointerior. Mientras perseguíamos ideas nos sentíamos reconocidos, ante nosotrosmismosyantelosdemás.Elmundocobrabasentido,teníamosenquéapoyamos,unlugarenelmundoparanosotros.ElCityCollegemehizoconscientedelacohesióninternacomovalorprimordial.

Creo que mi madre tuvo muy pronto sentimientos enfrentados sobre mí y launiversidad,aunquehabíaqueridoqueyofuesealafacultad,deesonohayduda,ysuempeñoporqueasífueselehabíainfundidofuerzas(enmediodelprimerañodesuviudezmeordenóqueeligieseelitinerarioacadémicoenelinstitutoenlugardelcomercial);inclusosepusodeuñascuandoseplanteócomotemadediscusiónenlafamilia:

—¿Dóndeestáescritoquelahijadeunaviudadeclaseobreratengaqueiralafacultad?—lepreguntóunodemistíosunsábadoporlamañanamientrassetomabauncaféennuestracocinadurantemiúltimoañodeinstituto.

—Aquíesdondeestáescrito—lereplicógolpeandofuertementelamesaconeldedocorazón—.Aquímismoesdondeestáescrito.Lachicavaalauniversidad.

—¿Porqué?—insistiómitío.—Porquelodigoyo.—Pero¿porqué?¿Quécreesquevaaconseguirconeso?—Nolosé.Loúnicoqueséesqueeslista,quesemereceunaformaciónyquela

va a tener. Esto son los Estados Unidos. Las chicas no son vacas que pacen a laesperadequelascrucenconuntoro.

Me quedé mirándola. ¿De dónde había salido eso? Mi padre llevaba muertoapenascincoaños,estabaenplenaetapadeviudedad.

Lasituaciónestabacargadadeconflictividadybravuconería.Sentíalaspalabrasquepronunciaba,perosabíaloquesignificaban.Nisiquierasabíaloquequeríadecircon «una formación». Cuando después de licenciarme se enteró de que yo no eramaestra,actuócomosi lahubieran timado.Ensumenteuna jovenentrabaporunapuerta con un cartel que decía «facultad» y salía por otra con un cartel que decía«maestra».

—¿Quieres decir que no eres maestra? —me dijo mientras abría los ojosdesmesuradamenteysusdosfuertesmanosdepositabanmitítulosobrelamesadelacocina.

—No—lecontesté.—¿Yaquétehasdedicadotodosestosaños?—mepreguntóconserenidad.—Aleernovelas—respondí.Sequedócortadaantemidesfachatez.

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Pero en realidad no era una cuestión de lo que podía o no podía hacer conmitítulo.Eramospersonasquesabíamossaliradelante;nuncadudódequeencontraríaelmodo. No, lo que la sacaba de quicio, y nos dividía, era que yo pensase por mímisma.Nohabíacomprendidoqueiralauniversidadsignificabaquecomenzaríaapensar: con coherencia y en voz alta. Esto la dejó descolocada. Mis frases sevolvieronmáslargasalcabodeunmesdecomenzarlasprimerasclases.Máslargas,más complejas, construidas con palabras cuyo significado no siempre conocía. Yonuncahabíapronunciadounapalabraqueellanoconociese.Oformadounaoracióncuya lógica no pudiese seguir. O hilvanado una opinión a partir de un conceptoabstracto.Laponíade losnervios.Surostrocomenzabaaadquirirelaspectodeunanimalastutoencuantoyocomenzabaunaoraciónquenoterminaríaantesdelanzartresfrasesalaire.Laastuciadesencadenabaelenfado,elenfadoprovocabalaira.

—¿Qué estás diciendo? —me gritaba—. ¿Qué estás diciendo? ¡Habla encristiano!Enestacasatodoshablamoselmismoidioma.¡Háblalotútambién!

Su forma de reaccionar me dejaba estupefacta. No la entendía. ¿No le hacíailusiónquepudiesedeciralgoqueellanocomprendiese?¿Nosetratabadeconseguireso?Yoeralavanguardia.Ibaaabrirlelaspuertasdeunmundonuevo.Loúnicoqueteníaquehacereraadoraralapersonaenlaquemeestabaconvirtiendoy,encambio,larechazaba.Yopronunciabamisnuevasfrasesyellasevolvíaenmicontracomosihubieracometidounactodeinfamiaahímismo,enlamesadelacocina.

Ella,sobradecirlo,estabatanconfusacomoyo.Nosabíaporquéseenfadabaysialguien le hubiera dicho que se enfadaba, lo habría negado y habría encontrado elremedioparapersuadirsetantoasímismacomoacualquieraqueleprestaseoídosdequeestabaorgullosadequeyofuesealafacultad,peroquenohacíafaltaquefueseunaresabiada.¿Esoerairalauniversidad?Mira,porejemplo,alseñorLewis,eldelseguro,unhombreconunaformacióncomopocos,selicencióenelCityCollegeen1929,¡fíjatebien,1929!,ynunca tedejabaenevidencia,siempreseexpresabaconfrasessencillas,peroluegotequedabaspensandoenloquehabíadicho.¡Asíescomotienequehablarunapersonaconestudios!Ynocomolamocosaestaqueentraenlacocinaasoltarsuspalabros,susfrasessinpiesnicabeza…

Yo tenía diecisiete años y ella, cincuenta. Yo aún no había madurado comodiscutidora digna de tener en cuenta, perome hacía respetar como contendiente yella, naturalmente, le daba mil vueltas a cualquiera. Las reglas estaban puestas, yningunadecepcionabaa laotra.Cadaunapicabaconstantementeenel ceboque laotra le ponía delante. Nuestras broncas hacían saltar la pintura de las paredes,resquebrajarseellinóleodelsueloytemblarloscristalesdelasventanas.Llegábamoscasialasmanosymásdeunaveznosacercamosalacatástrofe.

Una tarde de sábado estaba echada en el sofá mientras yo leía en una sillacercana.Distraídamente,mepreguntó:

—¿Quélees?Distraídamente,lerespondí:

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—Unahistoriacomparadadelconceptodeamordurante losúltimos trescientosaños.

Semequedómirandounmomento.—Esoesridículo—dijolentamente—.Elamoreselamor.Eslomismoentodas

partesyentodaslasépocas.¿Quéhayquecomparar?—Eso no es cierto en absoluto—contraataqué—. No tienes ni idea de lo que

hablas.Essolounconcepto,mamá.Esoeselamor.Solounconcepto. ¡Túpiensasqueesuna funcióndelmisterioso ser inmutable, peronoes así!Esmás, no existealgotalcomoelmisteriososerinmutable…

Bajólaspiernasdelsofácontalvelocidadquenolasvimoverse.Cerrólasmanosenpuños,entornólosojosyvociferó:

—Yoa ti temato.Víborademisentrañas,yoa ti temato. ¿Cómo teatrevesahablarmeasí?

Entoncesvinohaciamí.Erapequeñayfornida,comoyo,peromesacabatreintaaños.Melevantédelasillaantesdequesubrazomerozaseyechéacorrerycorrerporelapartamento,disparadahaciaelbaño,queeralaúnicahabitaciónconpestillo.Lamitadsuperiordelapuertadelbañoeraunpaneldecristalesmerilado.Llegójustomientrasyoechabaelpestilloynoledio tiempoafrenar.Atravesóelcristaldeunpuñetazoparaalcanzarme.Sangre,gritos,cristalesrotosaambosladosdelapuerta.Esatardepensé:«Unadelasdosvaamoriracausadeesteapego».

Agravando nuestras disputas, estimulando nuestra angustia y agrandando nuestraconfusión estaba el sexo. Los chicos y yo, la virginidad y yo, sobrevivir a todoaquello y yo. Salvaguardar mi virtud era una preocupación primordial. Cualquierchicoquetraíaacasaponíanerviosaamimadre.Nopodíaevitaradelantarseensuspensamientoshastaelinevitablemomentoenqueelmuchachoamenazaríasuinterésprimordial. Pero sabía que el peligro venía no tanto de ellos como demí. Con suinusitada fijación por el amor romántico, y su certeza de que las chicas de migeneraciónvivíancon igualdesdichaque lasde la suya lapérdidade lavirginidadantesdelmatrimonio,noobstantesabíaqueenmísehabíadesatadoalgoquenuncasehabíadesatadoenella;queellayyonoéramosenestecasoaliadasenunacausacomún.Sillegabaamedianochearrebolada,conlaropayelcabellorevueltosyfeliz,ellame estaba esperando tras la puerta (saltabade la cama tanpronto comooía lallaveenlacerradura).Meatrapabaelbrazoentreeldedopulgaryelcorazónymeinterrogaba: «¿Qué te ha hecho? ¿Dónde?», como si estuviese interrogando a unacolaboracionista.

Unavez,convencidadequemehabíaacostadoconunchicoconelqueestabasaliendo,mepellizcóelbrazohastaquesemepusieronlosojosenblancodedolor.

—Te lo has beneficiado, ¿verdad? —me acusó con voz plana, acusadora yderrotada.Aquelerasueufemismopreferidoparareferirsealasrelacionessexuales

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—.Telohasbeneficiado,¿verdad?Lafrasesiemprehacíamellaenmí.Lasentíaenmisterminacionesnerviosas.El

melodramadelarepresión,lamaliciadelapasividad,lairaporlaausenciadepoder,todoestabaconcentradoenaquellaspalabrasylosupedesdelaprimeravezquelasoí.Cuandolaspronunciaba,nosenfrentábamoslaunaalaotraenunatierradenadiededimensionesinciertas,peroinequívocas.

Nettienosescuchabaconestupefacciónyconevidente regocijo, convencidadeque cada discusión seria que teníamos me iba acercando poco a poco hacia ella.Aquelañosehizoevidentequehabíaempezadoacompetirconmamápormilealtad.Deseabaejercerlainfluenciaprincipalsobremí.Loqueellasabíasobrehombresymujeres, sobre la vida y el mercado, sobre educación y el marido adecuado mesacaríade la zonade la claseobreradelBronxyme llevaría a la zonade la clasemediadelBronx.Todaslasmadresdelvecindariosabíanqueelobjetivoeraese—SelmaBerkowitzfuelaprimeradelaquenosenteramosqueseoperólanarizporquesufamiliaplaneabamudarsealConcourse[5]yconseguirle«unmaridomédico»—yNettiepensabaqueyopodíallegarmáslejosquecualquieradeaquellasmujeres.¿Mimadre? Mi madre era Anna Karenina. ¿Qué sabía ella de cómo maniobrar en elmundo real para que una chica se convirtiese en el mejor partido? Nada,absolutamentenada.

Nettiemeapartabaelcabellodelacara,dabaunpasoatrásymemirabaconojoscríticos.

—Tusojossontumejorbaza—decía—.Llevaelpelodeformaquelagentesefijeenélnadamásverte.

Meestirabalafaldaporlacaderaylablusaporloshombros.—Tienesuntiposexi—señalaba—.Llevaropasencilla.Sinperifollos.Entornabapensativalosojosyañadíaotroconsejosobrecómodebíaconducirme

para causar la mejor impresión. Estaba colocando un objeto en un espacioenmarcado.Así,merecordaba,eracomosedesenvolvíaunamujerenelmundo.Searreglabaysepresentaba,yloqueesperabaobtenerdelavidaveníadeterminadoporello. Nettie quería que memorizase cómo se conducía para que yo la mejorase.Esperabanosoloquelaimitase,sinoquetambiénlasuperase.

Sabíaqueenseñarmeaserunaseductoradehombresconllevabaunpeligro,peroelpeligronoerasucampo.Sucampoeraprepararmepara,entrelasdos,sacarmeelmayorpartidoposibleenlavida.Huelgadecirquesimeconvertíaenlabeldaddeledificiocorríaelriesgodeservioladaydequedarmeembarazada,peroasíeranlasreglasdeljuego,¿no?Unachicatienequesersensata.Saberdarlomínimoposiblepara conseguir lomáximoposible era algo que tenía que habermamadode la tetamaterna. Mi virginidad daba igual. Tarde o temprano me acostaría con alguien,independientemente de lo que ella o quien fuese dijera. El problema sería, porsupuesto, quedarme embarazada. Eso sí que sería un problema. Seguro que nonecesitaba que me explicaran cómo evitarlo, ¿no? Era una chica lista, una

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universitaria.Ahora,veamos,elverdedefinitivamenteestucolor.Peronadade esto arraigó enmí.Estaba en trancedurante nuestras sesiones de

feminidad.LaformaqueNettieteníadehablardeloshombreseraemocionante(¡sudesprecio estaba tan bien trabajado!) y me encantaba verla arreglarse, pero yo nolograbaconcentrarmeen la tareaque teníaentremanosysuobjetivoúltimoseguíaconstituyendo paramí una abstracción.Yo quería que la ropame quedara como aella, pero no lo suficiente. Cuando estaba con ella, me quedaba embobada con elglamur de la costura, pero al alejarme volvía a caer en mis viejos y descuidadoshábitos de vestir y no recordaba qué iba con qué y cómo combinarlo todo.Definitivamente,noeracapazderecordarquelaformadevestirmeycomportarmeeran las herramientas de aquel oficio, instrumentos de futuro provecho, un mediofundamentalparalograrlaimagenquetraeríaamiesferadeinfluenciaalhombrequepodíaproporcionarmetantavidaymundocomoteníaderechoaesperar.

Noesquedudasede lanecesidaddecultivarmis encantos: ¿quiénerayoparaponerendudaloquetodoamialrededorparecíasuscribir?¿Noeramimadreigualcuando me decía con cada aliento que exhalaba: «La vida es insoportable sin unhombreallado»?¿YnomeestabadiciendoNettieenrealidad:«Loshombressonunascopero tienesquecazarauno»?Elmensajenoestabaabiertoa interpretaciones,hastaunniñodetresañoshabríasidocapazderepetirlo:«Sinoconsiguesunmarido,eres tonta». «Si consigues uno y lo pierdes, eres inepta». Sabía, de modoinconsciente, que esta era una verdad innegociable. Pero era incapaz de prestarleatención.YoeracomounadeesaschicasmodernasdelasnovelasdelsigloXIX:«Sí,sí,peroenestemomento,no».

En aquelmomento, había solo dos cosas que reclamabanmi interés: hablar delibroseideasenlafacultadyexcitarmemientrasmebesabaconPaul,RalphoMartyenelportal,enlosbancosdelparqueoenelasientotraserodeuncoche.Criaturadeexperienciasinmediatas,nomesentíaimpelidaporlosbeneficiospotencialesdeunfuturo que no podía ver ni palpar. Pero insisto, ¿quién se veía impelido por ellos?Todaséramoscriaturasdeexperienciasinmediatas,ningunadenosotraspostergabalagratificación. Nettie decía que me estaba animando a sacarme partido para podersacar buena tajada, pero de hecho era ella la que estaba enganchada a la prácticadiariadelaseducción.Mimadredecíaquenecesitabaelamorparaexperimentarlavidaenunplanosuperior,perodehechoellutoporsuamorperdidoeraelplanomásaltodevidaqueellahabíaalcanzado.Todasnosentregábamosanuestrosplaceres.Nettiequeríaseducir,mamáqueríasufriryyoqueríaleer.Ningunadenosotrassabíacómoimponerseunadisciplinaquecondujesealaconsecucióndeunavidafemeninaidealycorriente.Y,dehecho,ningunadenosotraslologró.

Apesardetodo,nuncanoslibramosdelaideadeunavidaasíydíaadía,mesamesyaño trasaño,nos sumíamoscadavezmásenelconflicto.Eraunhechoquecuantomásinsegurasnossentíamos,mássuperioresmoralmentenoscreíamos.Cadauna de nosotras necesitaba sentirse especial, diferente, destinada a un fin superior.

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Divididas entre nosotras, nos negábamos el apoyo mutuo. En secreto, cada unaidentificabaenlasotrasunrepertorioderasgosindeseablesdeloscualessemanteníaapartada,comosiladisociaciónequivaliesealasalvación.

—¡GraciasaDiosquenosoyasí!—sedecíacadaunaasímismadelasotras,almenos una vez al día. Pero la crítica no implicaba unamejora. No conseguíamosdesprendernosnidenuestrasfantasíasnidenuestrarabia.Bajounasuperficieintacta,cadaunaseconsumíaensilencio.Eradichaconsunciónloqueestabaacabandoconnosotras.LadisputaentremamáyNettie,cuandoestalló,seextendióalavelocidaddeunincendioforestal.Nacidadeuncalorsubterráneo,ardiótanfuerteytanrápidoqueenpocossegundosaniquilótodo:enesesuelonadavolveríaacrecer.

Mecuestarecordarelmomentoenelquemedicuentaporprimeravezdequeeltonodecadaunahabíacomenzadoacambiarnotablementealhablardelaotra,peroundíamimadredijo:

—Aloúnicoquesededicaesaesamenearelculoporlaacera.¿Porquénoseponeatrabajar?Esunavergüenzaparalasmujerescómosecomporta.

Levanté lavistade lamesade lacocina(yoestabahaciendolosdeberesyella,planchando). Había pronunciado esas mismas palabras con frecuencia pero,anteriormente, ladurezasiemprehabíaquedadodiluidaporunaexasperaciónensuvozquedenotabaafecto.Ahoraeltono,aligualquesuspalabras,erasolosevero.

—Pues no trabaja —dije sin alterarme—. ¿Y qué? ¿Te parece mal que estécobrandoeldesempleo?

—Loquemeparecemalnoesquecobre.Escómosecomportaconloshombres.Loencuentroasqueroso.

—¿Deverdad?Pueslamayoríadelasmujeresenvidiaesecomportamiento.Lesgustaríasertanbuenascomoellaeneso.

—¡Yomemoriríaantesqueserasíconunhombre!—respondiómimadre.Laspalabraslereventabanenlaboca.

—¿Enserio?—murmuré—.¿Temoriríasantes?Apartó la vista de la tabla de planchar, volvió su rostro haciamí y con la voz

temblandodedespreciomesoltó:—Eresunaniña,nosabesnadadelavida,nada.Derepentemesentí incómoda.¿Dequéestábamoshablando?Esdecir,¿dequé

estábamos hablando en realidad? Siempre se había visto obligada a moderar suscríticashaciaNettie.Ahora,ciertaosadíalallevabaadejaraunladolacontención.¿Porqué?¿Quéledabatantarabia?Laluzdelatarde,siempresuaveenlacocina,parecía debilitarse perceptiblemente, palidecer y atenuarse. Una frágil amenazaflotabaenelaire.Meestremecíysentíansiedad.Lamelancolíameasfixiaba.

Undía, por lamismaépoca,Nettieyyo estábamosprobándonosunosvestidosviejosquehabíarescatadodelfondodelarmario.Mepusounjerseyceñidoylasdosnosdimoscuentaalavezdelofemeninoquesehabíavueltomicuerpo.LasmanosdeNettieseunieronencantadas.

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—¡Vaya!—exclamó—.¡Estásespectacular!—Seempezóa reírcomounaniñatraviesa—.Comollevesestoporlacalle,atumadreledaalgo.

Yotambiénmereí,pero,pordebajodelarisa,algoseactivó.«Escierto»,pensé,«odiaríavermevestidaasí,loconsideraríaunatraición».

—Diríaquevashechaunazarrapastrosa—dijoNettie—.Diríaqueparecesyo.Volvídegolpelacabezahaciaella.—Ellanuncahadichoquevashechaunazarrapastrosa.—Igualno,perolopiensa.—¿Porquédiceseso?—Anda,venga.—Estásmuyequivocada—lerespondí—.Tequiereysepreocupaporti.—¿Igual que se preocupa por ti cuando te pellizca hasta que ves las estrellas?

«¿Quétehahecho?¿Dóndetelohahecho?».Mepuserojaysentíqueestabasiendodesleal.—Tiene envidia —declaró Nettie con vehemencia—. Ahí tirada en el sofá,

consumida,cincoañossinquelahayatocadounhombre.Sabesloquesedice,¿no?Si no lo usas, lo pierdes. Pues eso le pasa a tumadre. Quiere que yo también lopierda.Ytú.

Lo que me descolocó no fueron las palabras. Ya las había oído antes, u otrasparecidas. Fue la amargura de la voz de Nettie: inesperada y ácima. De nuevo laansiedadflotabaenelaire,ydenuevomesentíamenazada.Algotristeydesesperadobullíaenelambiente.Aquellacongojamedejóanestesiada.Sentíaquelaenergíaseevaporabademicuerpo.

Unatardededomingoafinalesdeotoño,estábamoslastresenlacocina.Nettiemeestabahaciendounpeinadonuevoymamá,enuninsólitoramalazodecocinera,estabahaciendotortitasdepatata.Elambienteentrenosotraseradistendido.Sarahsehabíapasadounahoraporcasay,comosiempre,habíatraídounosjugososcotilleosdelacalle.Hoyhabíaentradoporlapuertadiciendo:

—LaseñoraKernercadadíaestápeordelacabeza.Meacabodecruzarconellay¿aquenosabéisquémehadicho?

Mamáaportólatransiciónretórica.—¿Quétehadicho?—Me ha dicho que el vello púbico le arde porque el vecino de abajo le envía

radiaciones.—¿Queeé?—exclamamoslastresalunísono.ANettieleentrótalataquederisaquetuvequesujetarlaparaquenosecayese

delbanco.—Dios mío; Dios mío. —Mamá sacudió la cabeza y se llevó una mano a la

mejilla—.Estáparaquelaencierren.—¿En serio que dijo vello púbico?—pregunté. Sarah asintió—. ¿Y radiación?

¿Dijoradiación?—Sarahvolvióaasentir—.¿Loveis?—declarévictoriosa—.Yaos

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decíayoqueeraunamujermuyinteligente.Puesbien,unpardehorasmástarde, todavíateníamosenlacabezaalaseñora

Kerner. Mamá levantó el borde de una tortita del aceite chisporroteante, echó unvistazoalapartedeabajoyanunció:

—Esamujernodeberíahabersequedadoencasa.Tendríaquehabersebuscadountrabajo.

Ami lado,Nettie sepuso rígida.Yo tambiénmepusealerta.Aquellaspalabraspodíanserelpreludioa laclasedecríticaveladaquemamáemitíacon frecuencia.Fingiendo estar hablando de otra cosa, soltaba un discurso, claramente dirigido aNettie,sobrelasvirtudesdetrabajar.

—¿Cómoibaaponerseatrabajar—pregunté—siesincapazdehacernada?—Sihubieraqueridohaceralgo,lohabríahecho.Quererespoder.—¿Algopor loque lepagaran?ElseñorKernerdiceque ledeberíanpagarpor

hacerqueellanosalgadecasa.—Sinprevioaviso,habíadestiladounfragmentodesabiduríaacercadelmatrimonio—.Pensándolobien,aéllepaganjustoporeso.¿Porquéotromotivotrabajaélsinoesparaqueellanosalgadecasa?

Nettiedejóescaparunarisabreve.Aúnnoestabaseguradecuálerasuposturaenaquelladiscusión.

—Quélistalaniña—refunfuñómimadredemaneraominosa—.Siellatrabajara,élnotendríaqueencerrarlaencasa.Noestaríamaldelacabezaypodríamandaralmaridoalcarajo.¿Nosetehapasadoporlacabeza,sabelotodo?Mehedadocuentadeque, cuandounamujernopuedemandar aunhombreal carajo, con frecuenciaacabaloca.

Nettie, llegada a este punto, estaba mirándose las uñas y sonriendo para susadentros.Mamáseapartóinesperadamentedelastortitas.Violasonrisa.

—Túcreesquelosmandasalcarajo,¿no?—dijoconsuavidad.Nettie y yo intercambiamos una mirada fugaz. Mamá percibió nuestra

complicidadysesintióexcluida.—Te crees más que nadie porque no trabajas, ¿verdad?—gritó—. ¿A que sí?

Puestevoyadecirunacosa.¿Sabesloquevandiciendodetiporahí?—¡Mamá!Lacaralívida,loslabiosapretados,elpálpitodesucuello:mimadreluchabapor

no perder los nervios. Demasiado tarde. La propia Nettie estaba lívida y se habíalevantadodelbanco.

—¿Quédicendemíporahí?—preguntóconunapeligrosasonrisaenlavoz.—Dicenque…—¡Mamá!¡Para!¡Paraya!Nettie se dirigió a la puerta de la cocina.Yo la seguí.Mamá fue tras nosotras.

Nettie salió a la entrada. Lo mismo hice yo. Mamá se interpuso entre las dos.Conciliadoramente,posósusdedossobreelbrazodeNettie.Nettieapartólosdedosdesubrazoy,conunamanoenelpomodelapuerta,siseó:

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—Sabesquesiemprelegusté.Duranteuninstantequeduróunsiglolastrespermanecimosinmóviles,apiñadas

en ladiminutaentrada.Ningunase inmutó.Labocasemeabrióyno fuicapazdecerrarla.LamanodeNettieseguíadescansandosobreelpomo.Losdedosdemamáacariciaron el aire. La luz de la tarde, llena de amenaza y ansiedad, cayó sobrenosotrasdesdelalejanaventanadelacocina.

«Seacostóconmipadre»,pensé,yunaemocióninmensarecorriómicuerpo.—Puta—susurrómimadre—.Putaguarra.Saldeestacasa.Nettiecerródeunportazoymamáatravesócorriendoelapartamento.Searrojó

sobreelsofáyestallóensollozos,enlágrimasdesgarradas.Divididaentrelalástimaylafascinación,medediquéacontemplarladurantetodoeltiempoquepermanecióallítumbada.Sepasóhorasllorando.

Mesesmástarde,volvíaacasadesdelafacultadalasseisdelatarde.Cuandoestabaapuntodemeterlallaveenlacerradura,lapuertadeNettieseabrió.

—Entra—mesuplicó.Mequedécon la llaveen lamanoy losojospuestosenella.Podíaoíramimadretrajinandoalotroladodelapuerta—.Porfavor—susurróNettiedenuevo—.Soloseráunsegundo.Noseenterará.

Teníaelrostrodesencajadoacausadelesfuerzoquelesuponíasuplicar.Lallaveestabaauncentímetrode lacerradura.Norecuerdo loquepensé,pero recuerdo loquesentí:«Sientroahíconella,estoytraicionandoamamá;sino,estoyrenunciandoalsexo».Entré.

Eratanjoven.Noteníani ideadequetraicionaramamánogarantizabaquenorenunciaríaalsexo.

—¿Porquénoeres capazde encontrar aunbuenhombreque tehaga feliz?—mepreguntamimadre—.Alguienbuenoysencillo.Niunintelectualniunfilósofo.

BajamoscaminandoporlaNovenaAvenidadespuésdeunconciertomatinalenelLincolnCenter.Extiendeunamanoconlapalmabocaarriba.

—¿Por qué eliges a un shlemiel[6] tras otro? Dime, ¿lo haces aposta parafastidiarme?¿Oquépasa?

—Por Dios, mamá —respondo débilmente—. Yo no «elijo» a los hombres.Simplemente estoy aquí, en el mundo. Las cosas pasan, nace una atracción yreaccionas ante ella. A veces, en algún lugar recóndito de la mente, durante unafracción de segundo, piensas: «¿Esto podría ir a más? ¿Es posible que llegue aintimarconestehombre?¿Queseconviertaenmipareja?».Perolamayorpartedeltiempoapartasesepensamientoporqueestaesnuestravida,mamá.Líos.Aventuras.Pasionesquesiguensucurso.Inclusocuandoincluyencasarse.

Sabequetengotodaslasdeperder,asíqueselanza:

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—Pero¿unalcohólico?—pregunta.—Unexalcohólico,mamá.—Alcohólico,exalcohólico,lomismoda.—¡Mamá!Llevacuatroañossinprobarunagota.—Tambiénllevadossemanassinllamarte.Marilyn Kerner me había dicho casi lo mismo. Marilyn (nunca se casó), que

ahora tiene cuarenta y seis años, es abogada y vive en el UpperWest Side, siguesiendounavozcensoraenmivida.Cuandonodeseoelconsuelofácildelaculturaterapéutica, sino la apreciación implacable de la abanderada del Bronx, llamo aMarilyn.En el vocabulariodeMarilynno tienen cabida los eufemismos.PrepárateparaunanálisisquetevaadejarKOonollamesaMarilyn.Perolahabíallamadoparainvitarlaaopinarsobremiarrebatomásrecienteyellatambiénmehabíadicho:

—¿Unexalcohólico?Nosuenamuyprometedor.—PeroMarilyn—protesté—,siesjustolocontrario.Yahapasadoporello.Seha

sentido tan impotente como una mujer. Ha adquirido experiencia. Créeme. Estehombre está extraordinariamente desprotegido. La amistad entre nosotros ha sidomaravillosa:concadapalabra,cadagesto,cadacomportamiento,mehadicho:«Soytanvulnerableaestocomotú,tansensibleatusmiedoseinseguridadescomoalosmíos».

—Pues con los suyos no ha sido muy sensible—respondióMarilyn—. Se hapasadoquinceañosmacerandoenalcohol.

—Ahora es otro—repliqué—.PorDios, ¿es que nadie semerece una segundaoportunidadenelBronx?

—Noeseso—apostillóMarilyn—.EsquesieresdelBronx,nopasasporaltoloqueesevidente.Notelopuedespermitir.

Ahora, por supuesto, la evidencia juega en mi contra. Este hombre y yo nosconocimosenuncongresodeperiodismo.Eldeseoprendiórápidoylafelicidadnoscogióporsorpresa.Pasamosjuntosunmes.Luegonosseparamos,yohabíavueltoaNueva York y él, al Medio Oeste para completar un encargo. PlaneamosreencontrarnosseissemanasdespuésenNuevaYork,yqueélmellamaríaencuantoyo llegaraacasa.Yahanpasadodossemanas:ninguna llamada.Sedesplazadeunsitioaotro.Notengomaneradecontactarconél.Hansidodossemanasdetristezaacumulada.Esloprimeroenloquepiensonadamásdespertarme,yloúltimoantesde irmea lacama.Duermotanmalquemuchasvecesmedespiertoenmitadde lanoche,mepongoarecordaryeldolormeciega.Aestasalturas,nosoyunpersonajedeunrelatodeDorisLessing,soyunrelatodeDorisLessing.Elmundoesunespacioacotadollenodeobsesiones.Recorrosuextensiónconaire lúgubrey losojosfijos,una mujer moderna condenada a saber que la experiencia del amor se volverá areproducir repetidamente a una escala cada vez menor, pero siempre con uncomplementoíntegrodefiebreynáusea,intensidadynegación.

Entretanto,mientrascaminamos,laciudadnosdevuelveunaversióncallejeradel

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drama con el que estoy lidiando. Estamos en la zona del mercado italiano. Nosrodeanhombresocupadosenlafaenadeentregarpedidosdecarne,verdurasyotrosproductos. Pero en Nueva York nada se separa, así que las vidas de las personastambiénseentreganporlacalle.Unhombredepiefrenteaunacabinatelefónicalaemprendeapatadascontraellacomounlocomientrasgritaalaparato:«¡Tehedichoquevoy!¿Notehedichoyaquevoy?¿Porquénodejasdepreguntarmesivoy?».Enla esquina, tres chicas de instituto, maquilladas a rabiar y vestidas con ropa deimitacióndealta costura, caminanhaciendopiñaentre ellas.Cuandopasamosa sulado,una le estádiciendoa lasotrasdos: «Yyo ledije: “Tony,no temeacerquestanto,nomegustanloshombresquesemeacercantanto”».

Mimadreyyoescuchamosconatenciónalhombredelacabinayalachicadelaesquina.Caminamosdosmanzanassindecirpalabra.Depronto,mimadrememiradereojoydice:

—¿Sabesquédicenlosrusos?Ledigoqueno,quenoséquedicenlosrusos.Diceunafraseenrusoytraduce:—Siquieresmontarentrineo,tienesqueestardispuestoaarrastrarlo.Alasdosnosentralarisaycuandollegoacasamesientodepurada.Suenaelteléfononadamásentrarenmiapartamento.EsMarilyn.—¿Tehallamado?—No.—Bueno…—comienzaadecir.—Leheescritounacarta—ledigo.—¿Unacarta?¿Paraqué?—Primero, para poner fin a esta pasividad. Esta espera inútil es horrible. Y

tambiénporquequieroquesepaloquepiensodetodoesto.Debodecirqueloqueheescritoesbrillante.

—¿Sí?—recelaMarilyn.—Sí—le contesto. Procuro obviar el tono circunspecto de su voz—. ¿Quieres

oírlo?Recuerdopartesenteras.—Vale.—Puesbueno,heempezadodiciéndolequeaunquemehadolidomuchoquesus

sentimientosnohayanduradomásdediezminutosenelmundoreal,puedoasumirloyvivirconello.Peroqueloquenoasumoesquenoshayahechovolveracaerenlacrueldaddeladesfasadadinámicahombre-mujer,convirtiéndomeenunamujerqueesperaunallamadaquenuncallegayaélenunhombrequedebeevitaralamujerqueespera.Lehedichoquepensabaqueéramosamigosconuninterésmutuoenserpersonas civilizadas, personas en las que se podía confiar aunque estuviesenenamoradas.

—Estábien—opinaMarilynconreserva—,peroquemuybien.—Ahoravienelapartebrillante.Lehepreguntadocómoesposiblequenohaya

sidocapazdeponerseenmilugar,deimaginareldolorylaaprensiónquehesentido,

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denoexperimentar lanecesidaddecogerel teléfonoaunque solo fueraparadecir:«Mira, no quiero seguir con esto». Que ha sido concretamente eso lo que me haparecido ofensivo, incluso aterrador. Escucha bien. Le escribí: «Ese fracaso de laimaginación compasiva, cuando se da entre dos personas que han intimado, semeasemeja a un desastre natural. Me invade de asombro y temor. El mundo pareceentonces un lugar salvaje, sin esperanza de tierna estima». ¿No me ha quedadogenial?

Silencio.Unlargoeinesperadosilencio.Después,Marilynsuspira.—Eresigualitaatumadre—dice.—¿Cómo?—chillo—.¿Aquévieneeso?—Sigues eligiendo a tiposmarginales como este, idealizándolos y luego no te

entraenlacabezaquenosepanaloqueestán.Teasombraquetehaganestoati.¿Nosedancuentadequedeberíassertúlaquelosdejaraaellos,noellosati?Yluegoactúasconsuperioridad.

—¿Yenquésepareceesoamimadre?—Tumadreidealizóunmatrimonioycuandoesteladejó…Rellenatúelespacio

enblanco.

Mi hermano semarchó de casa nadamás acabar la carrera yNettie no cruzaba elumbral de nuestra puerta. Estábamos solas en el apartamento mamá y yo, comosiempre había supuesto que acabaríamos. Se echaba sobre el sofá y se quedabamirandoalvacío.Yomeasomabaporlaventana.Sumiradaeraimpávida,silenciosa,acusadora.Nada laperturbaba.Yomesentabaen lahabitación,decía loquesemepasabaporlacabezaynosucedíanada,absolutamentenada.Eracomosinohubierahablado. Su rechazo era poderoso.Me hipnotizaba,me intimidaba hasta lograrmisumisión.

Incapazdeobtenerloqueesperabadelavida,loquepensabaquelehacíafalta,loquesentíaqueleeradebido,mimadredesaparecióbajounmantodeinfelicidad.Bajoestemantosesentíafrágil,inválidaydignadelástima.Cuandoseledecíaquesu incesante melancolía resultaba oprimente para los que estábamos obligados apresenciarla,sequedabasorprendida.Subocaysusojoscentelleabanconresquemorydecía:«Nopuedoevitarlo.Asíescomomesiento.Solopuedoactuarsegúnloquesiento». En secreto, consideraba su estado de depresión como una muestra desensibilidad,dequeposeía sentimientosmás intensosyunespíritu refinado.Nosehacíaalaideadequesucomportamientoafectasealosdemásparamal,ylanocióndequeexisteciertoniveldeinteracciónsocialpordebajodelcualnoestápermitidocaer le resultaba ajena.Era incapaz de ver que su infelicidad persistente constituíaunaacusaciónyunacrítica.«Tú»,decíaconcada suspirode resentimiento,«túnoeres laadecuada.Túnopuedesproporcionarconsuelo,niplacernimejora.Pero túeresmimáspreciadotesoro.Latareaquetehasidoencomendadaesladeentender,

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tudestinoesvivirsabiendoquenobastasparasanarmividadesuscarencias».Antetalvoluntadsuperior,yomeperdíporcompleto.Latrampa,evidentemente,

esqueellanopodíarecibir.Noqueríanada;yoloqueríatodo,loquefuese.Yomeenfurecía y le recriminaba («¡Brilla el sol! ¡Es un pecado quedarse aquí dentro!»),peroenmiinteriormeestabavolviendoapáticayaborregada,aletargadayatontada.

Fijadas a nuestra ventana había unas anticuadas barandillas hechas de tiras delatón con los bordes enroscados que sobresalían resueltamente hacia el aire de lacalle,abombándoseparaformarunaespeciedefalsobalcón.Llevabanahídesdequellegamosyseguiríanahícuandonosfuésemos,peroyonoposeíalasuficientenociónhistórica para ver el asunto bajo esa perspectiva y me devanaba la cabezapreguntándome por qué no las habían quitado ahora que mi hermano y yo ya noéramosniños,sindetenermeapensarqueseguíahaciendounusoexcelentedeellas.

Los fines de semaname pasaba horas y horas asomada a la ventana del salón,apoyadacon todomipeso sobre la curva interiorde labarandilla, deespaldas a lahabitación, con mi madre echada sobre el sofá detrás de mí. Era muy parecido acuandomesentabadenochesobreelalféizardelaventanaalotroextremodelasalacon las piernas apoyadas en la escalera de incendios, aunque había una diferenciaesencial entre las dos maneras de sentarse. Por las noches, sobre la escalera deincendios,fantaseabaportodoloaltoasomadaalmundo.Duranteeldía,apoyadaenlabarandilla,meconvertíaen laprincesade la torre,unaprisioneraqueansiaba lacalle bajo sus pies ymi sensación de aislamiento se volvía abrumadora.Miraba agente que conocía (niños que jugaban, amigos que se reían, parejas que iban depaseo),comodesdeunadistanciainconmensurablehaciaunaformadevidaajenaamí y permanentemente fuera de mi alcance. Ser la mitad de una comunicaciónhumana cualquiera en el ilimitado mundo exterior parecía, durante las horas quepasabaasomadaalaventana,impensable.Estoes,inimaginable.

Lo imaginable siempre había resultado problemático. Cuando era una niña, elaspectodelascosasmeinvadía:profundo,estrecho,intenso.Lamugredelacalle,elaireblanqueadodelafarmacia,lasvetasdelsuelodemaderadelabibliotecaapiedecalle,lasbarrasdequesoenlaneveradelatiendadealimentación.Metomabatodotanenserio,deunmodotanliteral.Carecíadeimaginación.Prestabaunaespeciedeneciointerésalaspectoyaltactodelascosas,dirigiendounaintensamiradainteriorhaciaelrostroprototípicodelmundo.Aquellascalleserantodaslascalles,aquellosedificios eran todos los edificios, aquellasmujeres y hombres, todas lasmujeres ytodosloshombres.Nopodíaimaginarotracosaqueloqueteníaenfrente.

Laliteralidaddelasemocionesdeaquellaniñacontinuóejerciendosuinfluencia,como si al sistema nervioso le hubieran administrado un shock y el flujo deimaginaciónsehubiesedetenido.

Podía sentir con intensidad, pero era incapaz de imaginar.El granito gris de lacalle, el amarillo del queso de la tienda y el melancólico tono parduzco de losedificios seguían estando allí, soloque ahora se tratabade lamujer del sofá, de la

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chica asomada a la ventana, del confinamiento que nos ponía coto y que yocontemplaba con la misma intensidad interior que siempre había expulsado a lafuerza laposibilidady la incertidumbre.Pasaríanañosantesdeaprenderqueaquelextraordinario enfoque, aquel énfasis excluyente, también recibía el nombre dedepresión.

Miraba por la ventana como si se tratase de una estampamágica, la vacuidadgranuladadelairedetrásdemísesuspendíacomounpesomuerto,arrastrándonosalas dos a la profundidad de todos los años que habían sido o que serían. Nosconvertimos, mi madre y yo, en mujeres condicionadas por la pérdida,desconcertadasporlalasitud,unidasenlapenaylarabia.TrasHiroshimasehallaroncadáveres de personas que en el momento de morir llevaban puestos kimonosestampados.Labombahabíadeshecholatelasobreaquelloscuerpos,peroeldiseñode loskimonoshabíapermanecido impresosobresupiel.Añosmás tarde, lleguéaconsiderarquelahondayabúlicapasividaddeaquellaépocasehabíaconvertidoeneldiseñomarcadoafuegoenmipiel,mientrasqueeltejidodemipropiaexperienciasehabíafundidohastadesaparecer.

Comencéairmedecasaalosdiecinueveañosyseguíyéndomehastaquemecaséenelsalónalosveinticuatroaños,enunruidosoactodefequeanuncióqueelhechosehabía completado. Mi marido era bajo (de mi altura), rubio («de aspectoinsignificante»,comodijomimadre)yextranjero(nosabíahablarmiidioma).Nosunió una mutua pasión por las artes, pero él era un pintor visionario y en mí laliteraturahabíadespertadolacapacidadcrítica.Éleracalladoyyoeratodopalabras.En él la represión era demoníaca; enmí, explosiva. Lamayor parte del tiempo lopasabadándolevueltasa lacabezayunpardevecesalañoseemborrachabahastaquedar inconsciente.Yopermanecía sobriayuna lengua afilada erami inseparablecompañía.Todaslasdiferenciaserannegociablesexceptouna:yohablabamejorqueélyempleabalaspalabrascomoarma.Aquellonosdesequilibróirremediablemente.Nada más abrir la boca el poder era mío: tenía la facultad de rebanar, cortar ytrinchar; de arremeter, machacar y hostigar. Él estaba indefenso ante aquelsorprendenteasedio.Engranmedida,asídebíadesercomoqueríayoquefuesenlascosas,aunquenocabedudadequeenaquelentoncesnoeracapazdeverestasimplerealidadquemeempujabaentodasmisrelacionesconloshombres.Elrecorridoquemehabíallevadohastaaquelhombreyaquelmatrimonionoeradifícildereconstruir(cualquier niño asiduo a la consulta de un psicólogo podía haber ofrecido unadescripcióncreíbledel terrenopsicológico),peroyopermanecíaen la inopiayconlospiesvariosmetrosporencimadelsuelo.

Unamujerdelmovimientodijounavez:«Todaséramosestrellasogroupies».Porgroupies se refería a lasmujeres que flotaban en torno a la órbita de los hombrescorrientescon losquesehabíancasadoya losqueseguíanunidas.Porestrellasse

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refería al resto de nosotras: las que nos sublevábamos y pataleábamos contra eldestino impuesto y no podíamos procurarnos unmatrimonio decente ni apartarnostotalmente de él. Recuerdo comenzar el doctorado en Berkeley y hacer frente porprimeravezalasdosclasesdemujeresqueconformabanesemodelo.Mástardemedicuentadequetodoestabaahí,enaquelestrechomundillo:lasrelacionesentrelossexoscomonuncamáslasvería.

El departamento de Inglés de Berkeley era en sí un modelo de las relacioneshumanasexistentes.Estabanlosquedetentabanelpoder:loscatedráticosbrillantesycélebres;y losque loansiaban: los jóvenesbrillantesdispuestosaconvertirseeneldiscípulo, el protegido, el hijo y el compañero intelectual. Juntos, profesor yprotegido, formaban eslabones entrelazados en la cadena del amiguismo queasegurabalacontinuidaddelaempresaalaqueseentregaban:laliteraturainglesaenlauniversidad.

Codoacodoconloshombresjóvenessehallabanlasestudiantesfemeninas.Lamayoría provenía delMedioOeste, llevaba vestidos de cuello babero, permanecíacalladayeltercerañoseemparejabaconunodelosjóvenesprometedores.Muchasde estas mujeres brillaban con luz propia: una escribía poesía intelectual, la otrapsicoanalizabaaHenryJames,unatercerareinterpretabaelpoema«LaReinaHada».Era interesante observar cómo losmiembros del departamento hablaban de una deestasmujeresunavezqueseconvertíaenlamitaddelafuturaparejadeacadémicos.Antes nadie la mencionaba. Ahora se referían a ella en tono callado, como si losinterlocutoresseencontrasenenunahabitacióndehospitalyhablasendeunenfermo,eirremediablementeunaacababaoyéndolosdecir:«PobreJoan.Tienemuchotalento,sí.Porsupuesto,cómonovaacasarseconMark,quealfinyalcaboesbrillanteyleofrecerálaúnicavidadignadeservivida,pero¡loquepodríahaberconseguido!».Lamezcla de ritual y alivio en la voz del hablante era al mismo tiempo peculiar ypalpable.

Luego estaba el resto de estudiantes femeninas. Intensas de un modocompletamentedistinto.Atrevidas,difíciles,«agitanadas»(esdecir,judíasdeNuevaYork), con una inteligencia desarrollada y no sutil, una sensibilidad agresiva y norecatada, unos modales sorprendentes por su excesiva franqueza, sin gracia nimodestia,desconcertantes.EstasmujeresnoseenamorabandeMark,quesesentabaasuladoenIntroducciónalaLiteraturaMedieval.Estudiabanconél,debatíanconél,aveceshasta se acostabanconél, perono se casabanconél.Ni él conellas.ParaMarkestasmujereseranexóticas,unestímulotemporalqueunoseconcedíaantesdeentregarse de lleno a la vida real. Para las mujeres, Mark era un zángano conambiciones, listo pero precavido, deseoso de adoración sin discusiones. En suma,estosjóvenesdeseosossetemían,sedespreciabanyseinspirabanlosunosalosotros.Ensu fuero interno,creo, lamayoríadeellosanhelabaestablecervínculos.Peroelsecretoquedababienguardado.

Loshombreserancapacesdeconvertirlaansiedadenunaidentidadprefabricada.

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Obteníansudoctorado,secasabanconJoanyemprendíanlasendacuidadosamentediseñadaquese leshabíaasignado.Lasmujeresno tenían tantasuerte.¿Conquiénpodíanidentificarse?¿Haciadóndedebíanir?EnBerkeleyyosabíaadondeiban.Seliabanconprofesorescasados,activistasnegros,matemáticosantisociales…osalíanpor los bares que había al otro lado de la avenida Shattuck (la barrera social deBerkeley), donde encontraban aventureros en lugar de estudiantes de doctorado:camareros, pintores, nómadas de aire lírico, pescadores que volvían de Alaska,cultivadores de maría venidos de Oregón. Sus vidas estaban fracturadas. De díavivíaninmersasenlapoesíarenacentistaylaactividaddeldepartamentodeLengua,y de noche se acostaban con hombres que cruzaban la avenida Shattuck con unvisadodeveinticuatrohoras.Lasaventurassexualeseranunacontecimientoquesolomuy de vez en cuando se convertía en experiencia. De algún modo importanteaquellas mujeres permanecían tan inocentes frente a la vida, frente a sus propiasvidas,comoMarkyJoan,quedejabanpasarlosañosenunouotroremotocampusuniversitario.

Huelgadecirentrequégrupohallémidifícilacomodo.HabíallegadoaBerkeleyarrastrando una lista de apegos «inadecuados». Yo ya sabía que tenía problemasirresolublesconlosMarksdeestemundo,problemasqueyopensabaqueteníansuorigenenlasinseguridadesdeellos,ensusmiedos,ensusmecanismosdedefensa.Yo estaba preparada. Eran ellos los que no deseaban una esposa que les replicase,ellos los que tenían miedo de una mujer como yo. El desprecio se destilaba enaquellas palabras: «miedo a una mujer como yo». Dicho miedo era ruin, bajo,enfermizo, vil y rastrero. Un hombre temeroso de una mujer como yomerecía laclasedereprimendaquelodejabaparalizadodecinturaparaabajo.

Yo no salía por los bares del otro lado de la avenidaShattuck, pero bastante amenudo me las arreglaba para encontrar hombres con esa combinación devulnerabilidad y fortaleza necesaria para desprender atractivo sexual. Nuncaalcanzaba,claroestá,lasatisfacciónplena.Enesasrelacionessiemprehabíaalgoqueno funcionaba.MaryMcCarthy había escrito acerca de los hombres de los que susosias en la ficción se había enamorado: si eran inteligentes, resultaban pocoagraciados; sieranviriles, resultabanestúpidos.Dichaecuación la interpretábamos,tanto yo como muchas de mis amigas, como un conocimiento ganado a pulso.Citábamos aMcCarthy entre nosotras en tono triunfal. Su elegante prosa elevabanuestracondicióndesdeelniveldelaquejahastaeldeverdadinmutable.

Lo que no asimilaba era lo siguiente: en cada uno de aquellos encuentros unineludibleelementodecontrol recaíasobremí.Siunhombreerabajooestúpidooincultooextranjero,mesentía losuficientementesuperiorcomoparaarriesgarmeaabrirmea la ternura.Podíasentirmeincómodaenelámbitosocial,peromehallabaliberada. El amor era una ciénaga de proporciones apabullantes. Se extendió a susanchas una vez que dejé atrás el firme terreno de la mísera y bendita soledad.Acostarse con un hombre significaba comenzar a ahogarse en la necesidad. Un

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contrapesoeraabsolutamente,norelativamente,sinoabsolutamentenecesario.Stefannoeraestúpidoniinculto,peroerabajito,extranjeroyartista.Sedevanaba

lossesos intentandobuscar laspalabras,nohablabami idiomaconfluidezyyonopodía evaluar su obra aunque sí podía ser escéptica sobre ella. También era uncatóliconopracticantedotadodeuncelomisioneroparalapinturaqueapelabaconfuerzaami fervorosomoralismo.Esto inclinó labalanzahaciaelmatrimonio.Nosconocimosunanocheenuna fiestaenNorthBeach,nomuy lejosde laescueladeartedondeélestudiaba,einmediatamentecomenzamosadebatirsobreelsentidodelArte,elprivilegiodetenerlaoportunidaddededicarnosaél,lapromesaylagloria,elsentidoylatrascendencia.Laconversaciónnosfascinaba.Quedábamosunayotravezparavolveraescucharsalirdenuestrasbocaslaspalabrasmágicas.Muyprontocomencéaimaginarunavidajuntos,intensaydeprincipioselevados,entregadaalaideadelaGranObra.

¿Y él? ¿Qué buscaba él en mí? Lo mismo, precisamente lo mismo. Yo, enapariencia,encajabaperfectamenteenelpanoramadevidaqueimaginabaparaél.YoestudiabamidoctoradoenLiteratura:esoerabueno.Eraunajudíaextremadamentemoralista:esoeraaúnmejor.Rendíacultoalareligióndelarte:esoeralomejordetodo.Nosdecíamosmutuamentequeconlaestabilidaddeunavidaencomúnambosnosentregaríamosalagranobraquesabíamosqueestábamosdestinadosacrear.Eraunmatrimonionacidodel fantaseoespiritual.Nonosdeseábamoselunoalotro,niquímica ni románticamente. La desgracia que tenía que ser vivida antes de aquelsencilloconocimientoeranuestra.

Llamé a casa y anuncié queme casaba. Al otro lado de la líneamimadre sequedómuda.Cuando recobróelhabla fueparamaldecirmepormeterleencasaungentil.«¡Peromamá,sisomoscomunistas!».Secalmóymepreguntócuándoibaavolver aNuevaYork y qué clase de boda quería. «Casera», le respondí riéndome.«Gracias,mamá».

Regreséymeabrazóconfuerzayenfadada.Lointentó,perolehervíalasangre,porqué,creoqueapenas lo sabía…,ah, sí, ibaacasarmeconungentil.Yoestabaeufórica.Comencéasentirmeasediada.AhorateníaaúnmásganasdecasarmeconStefan, creía, de las que jamás tendría de ninguna otra cosa en el mundo. Debíalucharporlaintegridaddelamoralquemimadreseoponía,lucharamuertecontraella.Perotodoslosdíasalasdocedelmediodíameinvadíaunaoleadadenáuseayelcaosgolpeabadentrodemicabeza.¿Quéestabahaciendo?¿Porquémecasaba?¿Porquéme casaba con él? ¿Quién era él? Iba a presentarme ante un juez y hacer unjuramento,ibaallamar«marido»aesehombre,adoptarsuapellido…Sentíaquemehundía…«Noledesmásvueltas,yaestarde,yaesdemasiadotarde.Siestavezganaella,laqueestaráperdidaserástú».

La víspera de la boda una actividad frenética invadió nuestra cocina. Todo elmundoechóunamano:Sarah,laseñoraZimmerman,Marilynysumadrelimpiaban,cocinaban,reían,hablaban…Cuandovuelvoarecordarlo,medoycuentadeque la

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únicadiversiónespontáneasucedióeldíaantes,enlacocina,mientraspreparábamoselfestejo.Esdecir,ellas,lasdemás,selopasaronbien.Nimamániyolohicimos.Elrostrodemamáeraunamáscaradetensión.Trabajómuchoybien,ayudóatodoelmundo,respondióa laspreguntasdetodos,perounanubededepresiónlarodeaba.La presencia viva y cálida de mi madre había desaparecido. En su lugar, estabaaquella lejanía que posaba como ella. Su ansiedad me resultaba insoportable. Mesacabadequicio.Necesitabaquereaccionase,queestuvieseamilado.Lonecesitaba.Alnorecibirloquenecesitaba,caíenunestadodeansiedadquemedejócasimuda.Enferma de miedo y pánico, daba vueltas por la sala sonriendo débilmente:esforzándomealmáximo,pensaba.Nosconvertimosendosactricesenfrentadasenlacocina.Lasdemásmujerespusierontierradepormedio,dirigiéndoseanosotrasconcuidado, como se hace con las personas desequilibradas en potencia. Enfurecidapensé:«Estazorranosestáaguandolafiesta».Peroentoncesmedicuentadequelaconversación de las demás era tan desenfadada y escandalosamente vulgar comosiempre.Soloyoestabahechapolvo.Soloyoreaccionabaantelamiserablepenademamáconunaaúnmásmiserable.

Aúltimahoradelatardesenosacabaronelazúcarylaharina.Mamásequitóeldelantalydijoquenecesitabatomarunpocoelaireyquebajabaacomprar.Nopodíaperderladevista.«Teacompaño»,ledije.Mimadreasintiósinpalabras,comosinohubieraesperadootracosa.

Salimos de casa y caminamos trabajosamente por la manzana de edificios.Estábamosa finalesde agosto.Yo llevabaunvestido ligerodelveranoanterior.Eldobladillo se me había descosido aquella misma mañana y lo había sujetado conalfileres. En aquel momento, mientras caminábamos, una brisa ligera agitó mivestido,dejandoalavistalosalfileres.Mimadredijobruscamente:

—¿Quéeseso?Seguísumirada.—Esta mañana se me descosió el dobladillo.—Me encogí de hombros—. No

encontrabaelcosturero.Justoenaquellugaryenaquelmomento,enplenacalle,amitaddecaminoentre

nuestracasaylatienda,perdiólacabeza.—¡Dasasco!—megritó—.¡Asco!Míratebien,mírate.¡Eresundesastre!¡Esoes

loqueeres!¡Undesastre!¿Cuándoaprenderás?¿Creesqueaprenderásalgunavez?Porqueyocreoqueno.

Lagentecomenzóavolverse,peroellanosedabacuenta.Derepente,seechóatemblar.Supielperdióelcolor.Apretósucaracontralamía.

—Nuncasecasarácontigo—siseó.El pecho se me partió en dos y un dolor y una agitación rabiosa y asustada

corrieronvelozmentehastaelespacioquesehabíaabierto.Estabacelosa,Diosmío,estaba celosa.No era solo porqueme casaba, era porque ese glamuroso gentilmeestaba abriendo las puertas almundo. Podía verlo en sus ojos. Nos quedamos ahí

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clavadas, inmóviles.Sentí quemi rostro seponía tan ceniciento comoel suyo.Sinintercambiarniunapalabramás,nosseparamos launade laotrayproseguimoselcaminoalatienda.

Desde la tarta a lamúsica y a la ropa, toda la boda fue casera.Apartamos losmuebles en los dormitorios, abrimos las puertas de cristal que separaban las doshabitacionescentrales,pusimosunamesaconcomidaenunextremoyaunamigoquetocabaelacordeónenelotroy,enelcentro,untropeldegentecomió,bebióybailó, gritandode alegríaydisfrutandode la ceremonia.Rápidamente, el ambientegenerócalidez,intimidadyafectofilial.LosúnicosdesconocidosenlabodaéramosStefanyyo.Permanecimosjuntosdentrodeunaislaenmitaddelsalón.Enestaislacadaunodenosotrosseencontrabasolo.Élnoteníaaningúnamigoalavistaylasconversacionesenyiddishlehacíansentirseterriblementeincómodo.Yoteníaaunaamigaalavista,perolatensiónenelrostrodeStefanmeseparabadelosmíos.Loquenoshabíaatraídoyllevadohastaesemomentosehabíaconvertidoderepenteenunaabstraccióndesesperada.Noéramoscapacesdeparticiparnidecontrarrestarelpoder del ritual heredadoque se representaba en nuestro honor. Para completarmiaislamiento,estaba la imagendemamáenmovimientocontinuo, sirviendocomida,ensubocaunasonrisafija,lamanoextendidahaciaarribarechazandofelicitaciones.

StefanyyoregresamosaCaliforniaynosdispusimosaconvertirenunhogarunpisode cinco habitaciones en North Beach. El lugar estaba hecho una ruina (paredesderruidas, techos desconchados, suelos rotos), pero las habitaciones eranproporcionadasy la luz transformadora,ycreoquepensamosqueal finaldeaquelproyecto acabaríamos siendo un matrimonio de verdad. Nos pusimos a trabajarponiendoenellonuestroscorazones,primeroaligeradosporlaperspectivadelatareaque teníamos ante nosotros, después cada vez más pesados mientras noche trasnoche,díatrasdía,intentábamosnegociarlaterroríficarealidadalaqueunimpulsoerrantenoshabíaunido.Porvezprimeracomprobamosloajenosqueéramoselunoalotro.Yonoteníaniunapizcadeespíritubohemioenmicuerpoyélnoteníaniunade conformismo. Yo no soportaba la incoherencia en mi entorno físico, él nosoportaba una habitación que pareciera acabada. Yo apreciaba la claridad depensamiento, a él le atraían las revelaciones místicas. Cada día nos traía largosmomentosdedesdichadelosquetardábamoshorasenrecuperarnos.Cadanochenosllevábamos a la cama nuestra confusión, nuestro anhelo, nuestra intensidadparalizante.Soloencontadasocasionesnosbrindaronalivionuestroscuerpos,ysoloduranteapenasunahora.Fuemiprimeraexperienciadeamorsexualcomométododecatarsis,enlaqueunasedespiertatansolaalamañanasiguientecomosehabíaacostadolanocheanterior.

Elapartamentoengeneraleraamplio,perocadaunadelashabitacionesresultabarelativamentepequeña.ElproblemaprincipalloconstituíaeltallerdeStefan.Cuando

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nos casamoshabíamos acordadoque, para consolidar nuestravida juntosy ahorrardinero,éldejaríaelespaciososótanoenelquehabíaestadoviviendoeinstalaríasutallerenelapartamento.Unahabitaciónconaparienciadetorrerodeadadeventanasysituadaenlapartemásalejadadelapartamentonoshabíaparecidoideal.Ahora,depronto,nosdábamoscuentadelpocoespaciodesueloquealbergabaelcuartodelatorre. Bueno, ya nos ocuparíamos de ello llegado el momento. Mientras tanto,decidimos que empezaríamos por la cocina, que estaba justo junto a la puertaprincipal,yqueiríamosavanzandopocoapoco.Aquello,dijeyo,eralológico.Sí,convino Stefan, aquello era lo lógico. Cuando vuelvo a recordarlo, lo veo claro:habitación por habitación, le hicimos hueco a la distancia, medimos la deriva ypusimosenprácticalapérdida.

Setratabadeunaenormecocinaprofesionaldelasdeantes,contresventanales,unfregaderoamplioypocoprofundoinstaladosobreunaencimerademaderayunbanco y unamesa de obra. Enlucimos las paredes, pintamos y colocamos linóleo.Cuando la habitación quedó terminada y la mesa y el banco relucían de blanco,Stefanpintóunacenefanaranjaalrededordelbordedelamesa.Aquelnaranja.Enlosdíasmásdolorososaquelnaranja, intensoybrillante,meanimabael corazónymerenovaba el espíritu.Amenudo, cuandome acuerdo del apartamento, es la cenefanaranja que rodeaba lamesa de la cocina lo primero que veo. Luego la oscuridadllegayloenvuelvetodo.

Fue en la cocina donde empecé a comprender el significado de la palabra«esposa». Ahí estábamos, una pareja de veinticuatro años: un día éramos unaestudiantededoctoradoyunartista,yaldíasiguienteéramosmaridoymujer.Antessiempre habíamos puesto juntos sobre la mesa las rudimentarias comidas quetomábamos. Ahora, de pronto, Stefan estaba cada noche en su taller, dibujando oleyendoyyoestabaenlacocina,esforzándomeporprepararyservirunacomidaqueambos pensábamos que debía ser adecuada. Recuerdo pasarme hora y mediapreparando algún espantoso plato de cuchara sacado de una revista femenina paraterminarengulléndololosdosendiezminutos,pasarmedespuésunahoralimpiandoloscacharrosyquedarmemirandoelfregadero,pensando;«¿Seráestoasídurantelossiguientescuarentaaños?».

Descubríquemehorrorizabacocinar:nopodíaasimilarsuvalorsocial, ledabavueltas sin parar a por quéme tocaba amí proporcionar aquel servicioque ambosrequeríamos por igual y seguí siendo obstinadamente inepta durante mucho mástiempodelnecesario.Perounamañana, tresmesesdespuésdenuestraboda,Stefanmedijo:«Hacesuncaféasqueroso»,ymequedédestrozada.Aningunode losdosnos había preocupado antes la calidad del café o dónde conseguirlo, bueno o no.Ahora, de repente, la mala calidad del café que bebíamos era deficiencia mía.Dispuestaacorregiraquelerrorseñalado, fuihastauncafé italianocalleabajoy ledijeconpenaalosjubiladosqueandabanporallí:«Mimaridodicequehagouncaféasqueroso».Secongregaronamialrededorinmediatamente.Unodijoqueeraculpa

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delcaféenvasado;otro,delacafetera;untercero,delagua.Compréunacafeteradefiltro, café en grano y agua mineral. Aun así, el café era asqueroso. Demasiadoaguado, demasiado fuerte, demasiado flojo, demasiado amargo; a veces resultabainteresante, pero nunca delicioso.Unanoche, durante una fiesta, un pintor quemedoblabalaedadmerevelóconciertafatiga:

—El truco está en lasmedidas.Mídelo todo con precisión y te aseguro que tesaldrábien.

Tenía razón.Aprendí amedir y la desgracia del café terminó tan pronto comohabía empezado: como si hubiera conducido por un banco de niebla durante unanocheenlaquelavisibilidadesbajadeporsí.

Era unamuestra de juventud e ignorancia que nos tragásemos enteras aquellasrespuestas estereotipadas a las palabras «marido» y «mujer». Nuestras propiasfantasíasdenormalidadnose inclinabanenaquelladirección.Mientras íbamosdeldormitorioalsalónydelestudioaltaller,sentíamoscadavezconmayorintensidadladificultadrealdelcaminoquehabíamosemprendido,lamagiaquesesuponíaqueelmatrimonio debía ejercer en nosotros. Nos veíamos fundamentalmente comopersonasapasionadasporeltrabajocreativo.Elapartamentoreformadoibaaserunadeclaración de intenciones, sería un reflejo de nuestros elevados principios desolidaridad.Pero,dealgúnmodo,aquellugarsenegóaponerdesuparte.Noéramoscapacesdeadivinarelporqué.Cadahabitaciónrematadaparecíaflotarenelespacio,permanecerclaramenteseparada,sinfluirnipropiciar la intimidad.Nosdevanamoslos sesos —sé que Stefan tanto como yo— para dar con lo que no acababa defuncionar, pero no estábamos en posición de hacer más que quedarnosdesconcertados. Seguimos recorriendo sin rumbo aquel distribuidor, entrando enaquellas habitaciones llenas de ventanas, en busca de una esquiva integración queestábamossegurosdequehabíamosdejadoextraviadaenalgúnlugar.

Casi todos los apartamentos de estudiantes de doctorado estaban llenos decerámicamexicana,alfombrasdeesparto,esterillas.Yosugeríevitartodoaquello.Eldormitorio,porejemplo,dijeyo,teníaqueserfrescoyrefrescante,unlugarderetiroy recuperación. («¿De qué?», me pregunto ahora). «Pintemos las ventanas de grisclaro»,decía,«ribeteemoslasventanasdeblancoycubramoslacamaconunacolchade algodón azul grisáceo». A Stefan le pareció original e inmediatamente se pusomanosalaobraconmigoparahacerrealidadeldiseño,perocuandoacabamoshabíaalgoqueno acababade cuadrar.Lahabitaciónno invitaba a entrar.Denuevo, nosquedamosdesconcertados.Todos loselementoseran sindudahermosos.Que fueseunahabitaciónen laquecadanocherecreáramosnuestrafaltadeconexión,que lasparedesgrisclaroestuviesensalpicadasdesoledadyquelacolchadealgodónazulgrisáceo nunca se arrugase espontáneamente eran pensamientos para los queliteralmentenoteníamospalabras.

Lomismo sucedía conmi estudio. Compramos una viejamesa demadera quepensabaqueme serviría perfectamente comoescritorio y una silla de listonespara

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acompañarla. Construimos estanterías para los libros, colgamos un tablón deanunciosenlapared,pusimosunamecedorajuntoalaventanaydenuevoelegíuncolor quemepareció discreto pero animado.Ahora sí, nos decíamos, ahora sí quetrabajaría.Pero lamesaerademasiadoaltaydemasiadomaciza, lasillaestabamalhechayresultabaincómoda,eltablóndelaparedpermanecíaextrañamentedesnudoyelcolormeprovocabaansiedad:unbeisqueenelboteparecíacálidoresultófríosobre lapared.Yluegoestabatodoel temadelos libros.Stefanmehabíasugeridointegrar nuestras bibliotecasyparami asombro,meoí amímismadiciendo: «No,quiero tener mis libros separados». Se puso muy rojo y se calló. Vi que le habíahecho daño y mi primer impulso fue retractarme de lo que había dicho, pero elimpulsonoerafuerteynoloseguí.Loslibrosdelestudioseguíansiendosolomíos,peroyanoobteníaplaceralcontemplarlos.Cuandomesentabaenlamecedora,miojorecorríalosestantesenbuscadealgoqueleer,sentíaunlevedoloralrecordarlomuchoquehabíatrabajadoStefanparamontarlosestantesyparaayudarmeacolocarloslibros.Eldolormedificultabaleer,einclusopensar,enesahabitación.

El salón era una rémora. Creo que los dos lo sabíamos incluso entonces. Ahípusimos una alfombra de esparto,metimos flores de papel en cacharros de arcilla,arrojamos una cubierta de llamativas rayas sobre el sofá cama. El único toqueoriginaldel cuartonoera funcional.Encontramosunamesadecentrodecristal enuna tienda de beneficencia. El cristal estaba descolorido, la base de maderaseriamentemellada.Stefan lijó lamadera.Vertióunchorroespesodepinturacolorsienasobrelasuperficiedecristalyotrochorrodecolorblanco.Acontinuación,sesentójuntoalamesay,brochaenmano,sepusoadirigirlosdoschorrosdepinturaen movimientos circulares, como un director de orquesta, riendo de placer perotrabajandoconconcentración (cualquieraplicacióndepinturamerecíaunaatenciónprofunda).Elresultadofueunaabstracciónvibrantecolocadaenhorizontalenmitaddelasala.Lapinturaestabatanmaravillosamenteincrustadaqueningunatazateníariesgoderesbalar.

Lamesa pintada, al igual que la cenefa naranja, era el toque de luz que dabavivacidadalatristemelancolíaqueseacumulabaenaquellashabitacionesdeformasimposiblesbañadasporlaluzdequinceventanas.Enprincipioestábamosdeacuerdoentodo,peroeneldíaadíaparecíaquenuncaqueríamoslomismoalavez.Losdosacabamos pensando que estábamos siempre conformándonos o cediendo.Invariablemente,unodenosotrossesentíamal.«¡Yosoloquierounavidanormal!»,me gritaba a mí misma. «¿Por que cuesta todo tanto? ¿Por qué siempre estamosenfadados o en tensión, en doloroso desacuerdo sobre esto, aquello o lo de másallá?».

Mi comportamiento me parecía perfectamente razonable. Stefan eradesconcertante.Tozudoyempecinado,pensabayo.Sobretodolosdomingos.Stefansepasabalosdomingosensutaller(primeroenlaescuelayluegoencasa).

—Peroeldomingo—protesté—eseldíaquetenemosparaestarjuntos.—«¿Para

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quémecasésino?»,pensé.—En esto no pienso ceder —respondió—. Debo pasar el día en el taller.

Contemploellienzo,estudiolaobra,merecupero.Nopuedoafrontarlasemanasinotengoesedíaparamí.Tratadeentenderme.

—¿Yquéteparecepartedeldía?—intentéengatusarlo—.Trabajaporlamañanaysaladarunavueltaconmigoporlatarde.

Memiróconsusojosazules,fríoseindescifrables.—No. Necesito el día entero. —Después, añadió—: ¿Por qué no trabajas tú

también?Ahorametocabaamíponercaradedesconcierto.—Perosiesdomingo—repetí.Lafrialdaddiopasoalaburla.—Solounaburguesatienequesalireldomingoapasear—dijo—;unartista,no.Yconesomefuideahídandounportazo.El viernes por la mañana en que empezamos a trabajar en el taller de Stefan,

discutimos abiertamente sobre ya no recuerdo qué, perome quedé profundamenteafectada por la conversación.En lugar de irme con él a enyesar y pintar (como élhabíahechoconmigoenmiestudioyenelrestodehabitacionesdelacasa),mesumíenunaterribledepresióndelaquenopodíareponerme.Durantetresdíasfuiincapazde reaccionar y casi incapaz de hablar. Vagaba sin rumbo por el apartamento orecorría las calles. Stefan montó el estudio él solo. Cada vez que salía delapartamento o volvía a él, miraba desde el recibidor hacia el marco de la puertaabierta donde lo veía trabajar hora tras hora en un silencio solitario, subido a unaescalera,rascandoconunaespátulalapartesuperiordelosmarcosdelosventanalesde aquella habitación circular inundada de luz. Me invadía el remordimiento.Anhelaba liberarmedemipropia rigidez, quemepersuadiesenpara reconciliarnos.HastatiempodespuésnomedicuentadelofuriosoquedebiódeponerseStefanpormi negativa a trabajar en su habitación cuando él nunca se había negado,independientemente de cómo se sintiese, a trabajar en las mías. No dije nada. Éltampoco.

Ellunesyahabíarecobradolacapacidaddehablarycomencéatrabajarasuladoenelestudio,peronoaclaramosloquellevábamosdentro.Fuimoseducadosalahoradelacenaeinclusodurantelahorasiguientequepasamosenelsalón.Después,élsefuealacamayyomequedéleyendo.Cuandomeacostéasulado,oestabadormidoofingióqueloestaba.Durantelosdíasquesiguieron,lahorriblecortesíadiopasoaun especie de tensa consideración. La tensión, como una infección leve, erasoportable.Nosacostumbramosaunambientedetirantezdomésticaquemeparecíaquesedisiparíadeunmomentoaotro.Medespertabaporlasmañanasymedecía:«Hoy.Hoysevaaacabartodo».Peromelevantabayelaireempezabaacargarsedeaquellasuavedesdichamolecular.

Mesentéenlamecedoraconlamiradaperdida.Stefanentróenlahabitacióny

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sugirióquefuéramosadarunavuelta.Yolevantéel librodelregazoydijequeno,que teníaque terminar el capítulo.Aldía siguiente,propuso ir al cine.No, ledije,estabademasiadocansada.Laterceranoche,habíaunafiestaenlaescuela:«Vetú»,ledije,«yonotengoganas».Sequedóenlapuertamirándomeduranteunbuenrato.Acontinuación,sepusoagritar:

—¡Teofrezcaloqueteofrezca,noteparecebien!¿Oesquesoyyoelquenoteparecebien?¿Eh?¿Eseso?Daigualloquehaga,nuncatevaaparecerbienporqueyonosoyeladecuado.¿Noeseso?Asíescomomehacessentir.Todoeltiempo.Nosoloahora.Todoeltiempo.Nuncaestáscontenta,siempreestásdisgustada.Contodo.Noponesdetuparteparaquelascosasvayanmejor.Loúnicoquehacesessentarteenesadichosamecedoraconcaradedecepción.

MimadreyyopasamospordelantedelHotelPlazaamediodía,decaminoalparque,dondevamosacomer.Entornoalafuentequehaydelantedelhotel,hayungentío:sentados, de pie, caminando hacia la acera para comprar brochetas de carne,refrescos,pretzels,falafel,rollosdehuevoyperritoscalientes.Comendeenvoltoriosdepapeldealuminio,bebenderecipientesdeplástico,seentretienenconlosartistascallejerosquepasanlagorra:bailarinesdebreakdance,mimos,cuartetosdecuerda…Unodelospocosquenopasanlagorraesunpredicadorfundamentalistaquevadeun lado a otro de la fuente, gritando de modo ensordecedor a la gente que pasa:«¡Vaisairdecabezaalinfierno!¡Nimañananiestanoche!¡Ahoramismo!».Cometeel errordeparar amimadre,que lodespachaconunbrusco«Pero¿quéproblematieneusted?»(nopuedepermitirseandarperdiendoel tiempoconeste individuo)ysiguecaminando.

Me río. Hoy estoy entusiasmada. Hoy soy una artista callejera. Siempre headmirado la valentía, la destreza y el dominio de los que actúan con éxito ante eltranseúntepúbliconeoyorquino.Anochehabléduranteungranencuentropúblicoenelcentro:sobrelasbarricadasdelfeminismoradical,aunquesinpasarlagorra.Hablécondesenvolturaybien,ymemetíalpúblicoenelbolsillo.Avecesnomepasa;peroanoche, sí. Anoche, toda la pericia que he adquirido para estas cosas estaba amiservicio,yyolosabía.Saberlofueloquemehizoserclara,lúcida,comunicativayexpresiva. El público se conmovió. Lo sentí, y después lo que había sentido seconfirmó.

Mimadreseencontrabaentreelpúblico.Nolavidespués,porqueestabarodeadadegentequenomedabarespiro.Hoy,justoahora,esnuestroprimerencuentrodesdeque pisé el escenario ayer por la noche.Me está sonriendo ahoramismo, y se ríeconmigoante loplacenterodeldía, lamultitud,unaNuevaYorkquedespliega susencantosportodaspartes.Estoyexpectante.Estáapuntodedecirmelomaravillosaqueestuveanoche.Abrelabocaparahablar:

—¿A que no sabes con quién soñé anoche? —me dice—. ¡Con Sophie

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Schwartzman!Estoyperpleja,medescoloca.Estonomeloesperaba.—¿SophieSchwartzman?—pregunto.Pero bajo mi sorpresa, una semilla de temor comienza a crecer en este día

resplandeciente.SophieSchwartzmanhabíavividoennuestroedificiodurantealgunosaños,yella

ymamásehabíanhechoamigas.DespuésdequelosSchwartzmansemudasenaotrovecindario del Bronx, nuestras dos familias siguieron tratándose porque las dosmujeres se llevaban bien. Los Schwartzman tenían tres hijos: Seymour,Miriam yFrances. Seymour llegó a ser un compositor famoso y se cambió el nombre aMalcolmWood.Miriamcrecióy sevolvió igual que sumadre.Frances, una chicaguapa con «ambición», se casó con un hombre rico. Sophie lleva muerta por lomenosdiezaños.Yyollevomásdeveintesinveraningunodesushijos.

—Soñé que estaba en casa de Sophie —dice mi madre cruzando la calleCincuentaynueve—.Francesentró.Habíaescritounlibro.Mepidióqueloleyese.Lo hice y nome gustó demasiado. Se enfadómuchísimo. Le gritaba a sumadre:«¡Quenovuelvaporaquí!».Mesentífatal.Mepartíaelcorazón.Ledije:«Sophie,pero ¿qué es esto? O sea, después de todos estos años, ¿ya no puedo seguirviniendo?».

Mi madre se vuelve hacia mí cuando llegamos a la acera y, con una enormesonrisaenlacara,medice:

—Pero a continuación fuemaravilloso.Medesperté ¡y resultó que todo era unsueño!

Parececomosillevaraplomosenlospies.Mecuestaponerunodetrásdeotro.Mimadre no se da cuenta de que he reducido la marcha. Está concentrada en suasombrosahistoria.

—¿Soñasteesoanoche,mamá?—Sí.—¿Despuésdemicharla?—Sí,claro,porsupuesto.Aver,justodespuésno.Cuandolleguéacasaymefui

adormir.Entramos en el parque, buscamos un banco, nos sentamos y sacamos nuestros

bocadillos.Nohablamos.Ambasnoshemosquedadoensimismadas.Alcabodeunrato,mimadredice:

—¡Figúrate!SoñarconSophieSchwartzmandespuésdetantosaños.

Una noche, cuando Stefan y yo llevábamos algo más de un año de casados, elteléfonosonóamedianoche.Cogíelaparato, respondíyalotro ladode la línea, lavozdemamásollozóminombre:

—¡Mamá!¿Quéhapasado?—grité—.¿Quéocurre?

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—Nettie—llorabamimadre—.Nettie.¡Hamuerto!—¡Ay,mamá!¡Diosmío!—Cáncer.Teníacáncerdeestómago.—Nisiquierasabíaqueestabaenferma.—Niyo.Fue todomuyrápido.Yasabesquenomehablabaconella,quehace

años que no entraba en su casa, no sabía nada.Llevaba unas cuantas semanas condolordeestómago.Alfinalsepuso tanmalqueRichie llamóal timbreymepidióque llamase al hospital. Así que entré. Estaba tumbada, doblada sobre sí misma,dandoalaridoscomounanimal.Llególaambulanciayselallevó.Tressemanashadurado.Hamuertoestatarde.

—¿Fuisteaverlaalhospital?—No,no.—¿Porquéno?—Nopodíair.Nopodía.—Eseterribleorgulloquetienes.—Ah—respondió.Podíaversumanocortandoelairejuntoalteléfono—.Eres

unacría.Noentiendesnada.—Lo que entiendo es que la dejaste morir sola, sin nadie a su lado excepto

Richie.Esoloentiendomuybien.Silencio.Alosdoslados.—Nopodíairaverla.Nopodía.Mássilencio.—Estabapodridapordentro—dijomamá—.Consumida.Todosesoshombresla

consumieron.—¡PorDios,mamá!¿Deverdadcreeseso?¿Creesqueelsexodacáncer?—Bueno,ellateníacáncer.¿Ono?—Ay,mamá.—Nomevengascon«Ay,mamá».Sébiendeloquehablo.Colgué yme eché con cuidado hacia atrás.Un pesomacizo se había instalado

sobre mi pecho. Si me movía muy rápido, o tal vez si solo me movía, podríaquedarmesinrespiración.Stefansesintióconmovidoporloqueacababadeoír.Meacarició la cara y los hombros y me besó varias veces. Después me acarició lospechos, la barriga, los muslos. De repente, un violento erotismo se cernió sobrenosotros.Hicimoselamorconfuria,ylloré.Elpesoselevantó.

Porelmomentoquedéliberadadeldolorpor lamuertedeNettie,peronodelasombríaculpaqueelladespertabaenmí.Cuandomedisponíaatumbarmeporterceravezaquellanoche,vielrostrodeNettieflotandoenlaoscuridadantemisojos,consus labios, como siempre, apretados, sus ojos fijosmirándome con desaprobación.Invariablemente,elrecuerdodesuimagenmehizosentirmeansiosayextrañamenteavergonzada.

Enlosañosquetranscurrierondesdequemamáyellasepelearonhastamiboda,

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apenasmehabíaacordadodeella.Nohacíafalta.Comoelapartamento,losmueblesy lacalle,estabaahí sinmás,aunque raramentenosveíamos (aquellapelea fuemiprimera demostración de la distribución psicológica del espacio compartido).Después de mi boda, Nettie parecía aflorar continuamente en mis pensamientos,especialmentecuandoStefanyyohacíamoselamor.Enaquellosinstantes,sentíalafuerza de su presencia conmás intensidad y desaprobación. Sematerializaba en alairecomoparaecharmeencara:«¿Yparaestomalgastéyocontigomiconocimientoganadoapulso?».

Durante mucho tiempo, bastantes años, de hecho, Stefan y yo describimos latensiónquehabíaentrenosotroscomointensidad.(Sabíamosquelatensióneraparamal,perolaintensidad,¡oh, laintensidad!).Hacerelamoreracasi invariablementeuna experiencia fuerte y explosiva, una liberación acumulada de la tristeza quemarcabatantosdenuestrosdías.Laatmósferadenuestrasprimerasdiscusionesnuncasedisipó,pocoapoconosacostumbramosaellacomoseacostumbraunoaunpesosobre el corazón que constriñe la libertad de movimiento pero que no impide lamovilidad: muy pronto, caminar contraído se vuelve natural. La ausencia dedespreocupaciónytranquilidadentrelosdossevolviócotidiana.Podíamosvivirconelloy,desgraciadamente,esohicimos.Nosolovivimosconello,sinoquecaímosenelhábitodedescribirnuestradificultadcomounacuestióndeintensidad.

Ladificultaderacrónica,noocasional.Devezencuando,unaminuciacualquierahacíaquealgunodelosdosestallase.Surgíaunroceylosdosnossentíamosdolidos.Enlugardeventilarlaofensarápidayabiertamente,ningunodenosotrosdecíanada.Pasábamos minutos, horas, días en silencio. Al final de la semana, la ansiedadresultabaagobiante.Cadamañanarespirábamosaliviadosalseparanos:yo,parairaldepartamentodeInglésalotroladodelabahía;Stefan,parairalaescueladearteenla cima de la colina. Durante el día, mi sensación de agravio se disipabairremediablemente.Invadidadeternura,planeabacruzarlapuerta,echarlelosbrazosalcuelloaStefan,cubrirlelacaradebesosydecirle:«¿Quétonteríaesesta?».Perocuandodeverdadcruzabalapuerta,surostroparecíadepiedrayloprimeroqueleoíadecirera:«Estamañanatehasdejadolapastadedientessintapar»;traslocualdaba media vuelta, entraba en la cocina, me hacía un café y desaparecía en miestudio.AvecesStefanveníaalacocinamientrasyoestabapreparandoelcafé.Veíacómounavenamarcadalepalpitabaenelcuellomientrasbebíaunvasodeagua,odosmanchasblancasdestacabanensusmejillas.Peroyonodecíanada,yéltampoco.Salía conmi café como si tuviese algo importantísimo que hacer.A continuación,dejabacuidadosamente entreabierta lapuertadel estudio.Sipasabapordelantemeveíasentadaenlamecedoraconlamiradaperdida,laimagenperfectadelaacusaciónyladesdicha.Alfinal,cuandoelaireera tanespesoqueapenaspodíamosrespirar,uno de los dos estallaba. Casi siempre era Stefan. Se clavaba de rodillas ante lamecedora,merodeabalaspiernasconsusbrazosymurmuraba:

—¿Quétepasa?Cuéntame.

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Entoncesyomeechabaallorarygritaba:—¡Nopuedoseguirasí!¡Nopuedotrabajar!¡Nopuedopensar!Ynosíbamosalacama.Siempreera«¡Nopuedotrabajar!¡Nopuedopensar!».Aquellaeralainvocación

divinaentrenosotros,laletanía,elcántico,laconfesiónceremonialquenoserotizabay restauraba. O él gritaba «¡No puedo trabajar!» o lo hacía yo, y aquella fraseperforaba la cámara de compresión dentro de la cual nos habíamos sellado. Laincapacidadparatrabajareralaúnicaconfesiónquepodíamoshacernosmutuamentesin vergüenza ni temor. Mediante el acto de anunciar dicha fragilidad nosrecordábamoslanaturalezasuperiordenuestrasensibilidadcomúnynossentíamosasalvodelreprochequecadaunotemíadelotro.Sentirsedesgraciadoennombredeltrabajoera,enúltimainstancia,blindarnoselunocontraelotro.

Aun así, aquellos años supusieron un verdadero arranque para mí. Sí queintentaba sentarme ante el escritorio y pensar. La mayoría de las veces fracasabamiserablemente. La mayoría, pero no todas. Durante el segundo año de mimatrimonio, el espacio rectangularhizo suprimeraapariciónenmi interior.Estabaescribiendo un ensayo, un artículo de crítica del doctorado que, sin previo aviso,había dado como fruto una idea, una idea radiante y bien definida. Las frasescomenzaron a abrirse camino en mi interior, pugnando por salir, cada unamoviéndoseágilmenteparasumarsealaprecedente.Deprontomedicuentadequeunaimagensehabíaadueñadodemí:vislumbréconclaridadsuformaysucontorno.Lasfrasesintentabanocuparlaforma.Laimageneralatotalidaddemipensamiento.Eneseinstante,sentíquemeabríaencanal.Miinteriorsevacióparadarcabidaaunrectángulo de aire limpio y espacio despejado, que comenzaba en mi frente yterminabaenmisingles.Enelcentrodelrectángulo,solomiimagen,esperandoconpaciencia para depurarse. Experimenté gozo cuando supe que nada más podríaigualarlo.Ningún«Tequiero»delmundopodría tocarlo.Dentrodeaquelgozomesentía segura y erótica, emocionada y en paz, a salvo de cualquier amenaza oinfluencia. Comprendí todo lo que necesitaba comprender para poder actuar, vivir,ser.

Porsupuesto,loperdímuchasveces.Nosololoperdí,sinoquelleguéapercibirquemedabamiedo.Unanoche,duranteunafiestaenBerkeley,meuníaungrupodepersonas que estaban fumandomaría.Me senté en el círculo y le di una calada alporro cuandome lo pasaron.Al cabo de unos segundos sentí que el rectángulo seformaba dentro demí y que emitía una luz intensa, titilaba y se movía por todaspartes,noerafijoydefinidocomodecostumbre.Unminutomástarde,susparedescomenzaronajuntarse.Sabíaqueencuantolasparedessetocasen,elalientodemicuerposeextinguiríaymoriría.Estabasentadaenunahabitaciónllenadeamigosyconocidos,conStefantambiénpresente,ymedijeconcalma:«Estássola.Ellosnoloentienden.Nohayformadequeloentiendan.Dentrodeunosminutosestarásmuerta,yningunodeellospuedeayudarte.Estássolaenesto,completamentesola».Nopodía

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hablar,apenaspodíarespirar.Cuandolosbordesestabanapuntodetocarse,elpánicomehizoponermedepie.

—Meencuentromal—declaréenvozalta—.Meencuentrofatal.¡Ay,Dios,meencuentromuymal!¡Ayudadme!¡Meencuentromal!

Stefanmellevóacasa,ydurantetodoelcaminomehablósuavemente.Paséañossinvolverafumarmaría.

Stefan sabía más sobre el trabajo que yo, pero dudo que mucho más. Leatormentaba la discrepancia entre sus ideas pictóricas y su habilidad para ejecutaresas ideas sobre el lienzo, y continuamente hacía de su tormento un drama. Sederrumbabaenmediodeltaller,fumaba,decíatacos,arrojabapinturacontraellienzopero,sospecho,noseparabaapensardemasiadosobreelproblemaqueteníaantesí.Lanocióndequeeltrabajoesunatareapacienteyconstante—nimásnimenos—,noeraunasabiduríaquehubieraasimiladomejorqueyo.

Una noche, se pasó un rato largo frente a tres pinturas. De súbito, comenzó aromperlasapatadas.

—¡Unamierda!—lesgritó—.¡Soisunamierda!Ysaliódandounportazo.A lasdosde lamadrugada, sonó el timbre.Ahí estabaStefan,másmuertoque

vivo,enbrazosdeunpintoramigosuyo.Apestabaamierdayvómito,teníalosojoscerrados,elcuerpocombadoyarrastrabaasuamigohaciaelsuelo.

—Joder,Stefan—gritóelamigo—.¡Pontedepie!Elamigomemiró,pusocaradedesesperaciónydijo:—Seemborrachótanrápidoquenilovivenir.Derepentesaliódelbaryechóa

correrporlacalleaullandocomounindio.Intentéqueparase,perocuandoseponeasínohayquienloagarre.Corrióhaciadoshombresyunamujerqueandabanporlacalle. Antes de alcanzarlo, ya le había levantado el vestido a la mujer y dado unmordisco en el culo. Los tíos estaban a punto de darle una paliza, pero llegué atiempo.

Miré a Stefan, que se caía sobre el suelo del rellano y pensé: «¿Quién es estehombre?¿Quéestoyhaciendoaquí?».Creoquenuncadejédepensar«¿Quéestoyhaciendo aquí?». Él se emborrachaba y yo me deprimía. Él se consumía y yo lomiraba con desaprobación. Él acuchillaba sus pinturas y yo sentía desprecio yasombro.

Unavez,cuandollevábamosunasemanaacumulandotensión,Stefanentróenelestudio,dondeyofingíaqueleía.Sehincóderodillasymerodeólaspiernasconlosbrazos.Yobajélavistahaciaélyéllaalzóhaciamí.

—¿Bueno?—dijosuavemente—.¿Cuántotiempoestavez?Extendílamanoyleapartéloscabellosdelafrente.Éltomómimanoentrelas

suyasymebesólapalma.Yomelevanté.Fuimoshastaeldormitorioenroscadosenunabrazodesesperado.VielrostrodeNettieflotandoenelaireantemí,moviéndoseadelanteyatrásenungestodenegación:«Estonoes loqueyoteníapensadopara

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ti»,decía.Stefanyyonostendimossobrelacama.—¡Ámame!—susurró.Meapretécontraél,loabracéconfuerza.—Esohago,esohago—respondítambiénentresusurros.Yeracierto,tanciertocomomeeraposible.Loamaba,deverdadloamaba.Pero

solohastaciertopunto.Másalládeesepunto,habíaalgoopacoenmíquenocedía.Podíaver laopacidad.Podíapalparlaysaborearla.EntremisentimientoporStefan—talvezporcualquierhombre,noestabasegura—yyoseinterponíaunaespeciedemembranatransparenteatravésdelacualpodíasusurrar«Esohago»ylograrqueelsusurroseoyeseperonosesintiese.Nettiesobrevolabaelaire.Suimagenestabaalalcance de la mano, cálida y viviente. Yo estaba cara a cara frente a ella, sinobstáculos,sininterferencias.Elcasoesquemelapodíaimaginar.Nettiemeparecíareal,Stefanno.

Convivimos durante cinco años. Un día, Stefan se fue de casa para no volver.Nuestro matrimonio se había terminado. En efecto, ¿por qué no? Ambos noshabíamos cansado de luchar entre nosotros. Ambos queríamos respirar enhabitacioneslibresdeaquellaopresivatensión.Queríamosesomásqueestarjuntos.Desmantelé el piso, lo vendí todo, dejé los cursos de doctorado (que siempre mehabíanparecidounaabstracción)yvolvíaNuevaYork.Teníatreintaañosymesentíaaliviada de estar sola.Memudé al pequeño apartamento de la PrimeraAvenida yconseguíuntrabajoderedactoraenunsemanal.Arregléelapartamentoyenseguidaresultóacogedor.Loscoloresquedaronbienestavez:ningunasorpresaentreelcolordelboteyelde lapared.Encarguéquemehicieranunescritorioperfectoparamí:suficientemente alto, suficientemente macizo y suficientemente manejable. Mepasabalosdíastrabajandoyporlasnochesmeechabaenelsofáaleer.Sinembargo,amenudo,perdíalaconcentraciónporleerdemasiadorápidoyentoncesmepasabaahítendidahoras,conlamiradaperdida.

Aquellosfueronlosañosenlosquealasmujerescomoyolasllamaban«Nueva»,«Liberada», «Sin pareja» (yo prefería «Sin pareja», y sigo haciéndolo) y,efectivamente,me sentía nueva, liberada y sin pareja cuandome sentaba frente alescritorio;peroporlasnoches,tumbadaenelsofá,conlamiradaperdida,mimadresematerializabaenelairefrenteamícomodiciéndome:

—Notanrápido,querida.Túyyoaúntenemoscosaspendientes.

Nos encontramos en Delancey Street, y nos dirigimos hacia el puente deWilliamsburg.Mimadremehasorprendidohoyalllamarmeparaproponerme:

—¿Te apetecedar hoyunpaseopor el puente hastami barrio de siempre? (SufamiliasehabíatrasladadoaBrooklynunosañosantesdequeconocieraamipadreyWilliamsburghabíasidosuúltimobarriodesoltera).

—Peromamá—lerespondo—,siodiaselLowerEastSide.Siempreteniegasa

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cruzarHoustonStreet. (Cuandonos visitan parientes de Israel que quieren ir hastaOrchardStreet, los acompañahastaHouston, señalaalotro ladode seis carrilesdetráficoyseva).«YatengomuyvistaOrchardStreet»,lesdice.

—Bueno,porpasearporelpuente,meaguantaréconelEastSide.Aparte,hacetreintaañosquenopasoporDelanceyStreetytengocuriosidad.

Mientras atravesamos la sucia calle atestada de inmigrantes, ahora negros ypuertorriqueñosenlugardejudíoseitalianos,semaravillaantelocambiadoqueestátodo.Ledigoquenoha cambiadonada, solo el color de la gente y el idiomaquehablan.El ansiosoajetreoa la cazadel clientedeDelanceyStreet—las tiendasderopabarata,loscarritosdezapatosrevueltos,laropadecamarebajadayelmobiliarioa plazos, las miles de tiendas clandestinas que venden chucherías y cuchillas deafeitar,cordonesytabaco,linternasyperchas—,todosigueensusitio.

NosaproximamosaEssexStreetymimadredice:—¿TeacuerdasdelosLevinson?Mepreguntosilatiendaseguiráabierta.¡QuesimeacuerdodelosLevinson!—Pues claro que me acuerdo de los Levinson—respondo—. Sí, creo que la

tiendasigueabierta.—¿Trabajaráalgunodeloschicosahí?Elmásjovencito,eraDavey,¿no?,simal

norecuerdo,senegóahacerlo.Tratasteconélmásadelante,¿noescierto?—Sí,senegó.Ysí,tratéconél.—¿Lovesalgunavez?Hacediezaños,enlacalleCatorce,unhombrefornidoymediocalvoquellevaba

un abrigo de tweed informe, con cabellos sedosos y cetrinos arremolinándosealrededor de una frente despejada y unos ojos oscuros empequeñecidos tras unasgafasdemonturanegramepreguntódubitativo:

—¿Erestú?Medetuveymirécondetenimientoaldesconocido.—Davey—dije—.¡DaveyLevinson!Mesonrió.—¿Aquétededicas?—Soyperiodista,Davey.Trabajoparaperiódicosyrevistas.Sequedómirándome.Estabasegurodequenohabíaentendidolodelperiodismo

olodelosperiódicos.Entoncesmedijo:—¿TegustaBaudelaire?—YsacóunlibrodeBaudelairedeunbolsillodeltweed

—.¿Tegustaelzen?—añadió—:Tambiéntengodezen.—Sacóunlibrodezendelotrobolsillo.

Tresdíasmástarde,acabamosenlacama.—Hayunmontóndecosasquenoséhacer—dijoDavey—,perosihayalgoque

séhaceresfollar.Era tan bueno como aseguraba. Perdimos la consciencia juntos y así seguimos

duranteseismeses.

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Niegoconlacabeza.No,yanosigoviendoaDavey.—Menudapandaerais.—Mimadre se ríemientrasnosacercamosa laantigua

tiendaderopadelaesquinadeEssexconDelancey—.¿Teacuerdasdetodos?¿DeloscuatrochicosydeDorothy?¿Ydeella,de lamadre?«Levinson», ledecíayo,«quita la bolsa de enemas de lamesa antes de que llegue tumarido a casa.Y loszapatostambién».Peronomehacíacaso.Solollorabaporqueélnolaquería.¿Yél?¿JakeLevinson?Seacostabaconcadamujerqueentrabaacomprar.Noibaalcampoaverlosentodoelverano.Igualunfindesemana.Ellasemetíaenlacocina,vestidasiempreconaquelvestidomojadodeandarporcasayllorabayllorabaporqueélnolaqueríaysushijoslallamabanimbécil.

»Eratanguapa,lapobre—dicemimadremientrascaminaentreelestruendoylabasuradeDelanceyStreet—.Morenayadorable, comosushijos.Perogorda. ¡Oy,qué gorda estaba! ¿Te acuerdas de lo gorda que estaba?Y se puso aúnmás gordaconforme pasaron los años.Una vez vine a hacerle una visita, aquí, justo aquí—señalaEssexStreet—,alapartamentoqueteníanencimadelatienda.¿Teacuerdas?Viniste conmigo.Penséqueocupaba toda lahabitación, encómoharíapara saliroentrar.Peroerabuenacomolaquemás,esosí.Cuandotepusistemalayyomemoríadeagotamientosepasó toda lanochedespiertaponiéndotecataplasmasdemostazasobre el pecho. ¿Te acuerdas? ¡Fue terrible! Lo único que quería era a Jake, y loúnicoquetuvofuenochesenvelaconniñosenfermos.

LaseñoraLevinsonsepasóelrestodesuvidadespiertaporsushijosyloqueespeor, infinitamente peor: sus hijos también se pasaron la vida así. Gritando ychillando,dandogolpesconlospuñoscerrados,entregándosealsexoyalasdrogas,ala escuelanocturnayalmatrimonio,yningunodeellosdejóEssexStreet.CuandoDaveyyyovolvimosaencontrarnos,yateníaunhijodedieciséisaños.Habíadejadoembarazada a una chica del barrio («Me la follé sobre el fregadero de la cocinamientrassuspadresescuchabanlaemisorayiddishenlahabitacióndeal lado»)yalos diecinueve años ya era esposo y padre y vivía en la misma calle que susprogenitores.(Davey,opinandosobrelavidafamiliar:«Cuandomihijoerapequeñomimujer lo acostaba sin ninguna protección.Le dije que colocara almohadas a sualrededor,peromedijoqueno.Unanocheestábamosviendolateleydesdeelcuartodealladooíungolpesecodeesosquenoseolvidan.Entréymeloencontrétiradoen el suelo como una cucaracha boca arriba, atontado.Volví al salón. Le arreé talguantazoenlosmorrosquetodavíaledebendeestardoliendo»).

NosacercamosalaccesoalpuentedeWilliamsburg.—¡Cuánto tráfico hay!—se quejamimadre—. ¿Cómo hacemos para llegar al

puente?Estoyconfusa.Hastayoestoyconfusa.Nohayquienencuentre lapasarela.Doyvueltasymás

vueltas entre tubos de escape y grasa de hamburguesa, música rock y madreschillonas.De repente,DelanceyStreet resulta abrumadora.El frenético amasijo, elruido,laprisaformanunaopresión.Mequedoparadaymesientomalrecordandolo

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cariñosoquellegóaserDaveyy,alfinal,igualdeopresivoqueaquelmomento:todoruidoyfrenesí,untumultodemiseriaeimpotencia.

CuandoDaveyyyoestábamosjuntos,volvimosunatardedeveranoalosBen’sBungalows.Ellugarresultabatriste,silencioso,llenodepolvo,estabasumidodesdehacía mucho en el abandono y la dejadez. En el autobús, Davey se había puestomelancólico.

—Diríaquehetenidounavidadesdichada—dijo—.Nosoloporloquehasido,sino por lo que es la vida.Me siento decepcionado.No solo porque no poseo lashabilidadescreativasquemegustaría.Mesientodecepcionadoporquelosárbolesnomehablan,nilahierba,nilasflores.Mesientodecepcionadoporquelasmoscasmeconfundenconmierdadecaballo.

YcuandollegamosaBen’synospusimosacaminarporentre las instalacionesdesiertas,dijo:

—Me alegro de haber vuelto aquí. De haber vuelto y ver que todo estáabandonado,destrozadoeinvadidoporlamaleza.Porqueesaeslaverdad.Mealegrodehabervueltoparaverlaverdad.Sino,puedequesiemprehubiéramospensadoqueéramosnosotros.Queéramosnosotroslosquehabíamosfracasado,ynolosdemás.Que éramos nosotros los que de algún modo habíamos perdido el tren, los quehabíamos tomado el camino equivocado o dejado pasar la oportunidad de nuestrasvidas.

Davey siempreme hablaba en plural, como si nuestras vidas y destinos fuesenuno,y supongoquemientrasmeacostabaconél teníaderechoaconsiderarmeunaLevinson honoraria. Pero yo pataleé y protesté contra aquel uso del plural yacabamosdesesperados.

Cuandome lo encontré en la calleCatorce, era trabajador social, residía en lasviviendas deGrand Street y estaba empleado en la oficina de prestación social deChinatown.Nohacíaotracosaqueiraltrabajoyleer.Leíaenelmetrodecaminoaltrabajo,ensumesadurantelahoradelacomidaydespuésdecenarenlacama,unenormearmazóndecaobaencajadocontra lapareddeuncuartoquepor lodemásestabadesnudo.LeíaaThomasMannyaHermanWouk,aBernardMalamudyaRodMcKuen, aDylanThomasy aPhilipWylie, aMarcelProust y aAlanWatts.ParaDavey,lalecturaeraunhazdeláser—fino,enfocado,intenso—queseabríacaminoenmediodeunainmensaoscuridad.Pocoantesdecumplirlostreinta,trasdejarasumujerysuhijo,descubriólaterapia,yelpsicoanálisisseconvirtióenelgrandramade su vida.Absorbió su lenguaje y sus ideas de lamisma forma en que leía a losgrandes:asimilandoelconocimientodeformaaislada.

Declaraba:«Lairaestemor»yseñalabaentrespárrafosadmirablementeconcisosporquéesteeleganteclichéseguíasiendodignodenuestraatención.Soltabapíldorasde conocimiento en forma de epigrama. «Las personas son como bolas de billardespuésdehabersidogolpeadasporlabolablanca,cadaunadeellassaledisparadahacia un lado, se golpean constantemente unas a otras, se apartan unas a otras a

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golpes, llenas de avaricia, envidia, violencia y celos». Y a continuación, me dabainstrucciones morales: «Debes observar todo sin culpa ni alabanza, aceptación nirechazo». Aquellas perlas de pensamiento nunca parecían concluir nada o estarrelacionadas entre sí de forma relevante.Su inteligencia era comoun tramodevíaferroviaria escindido de la conexión principal por ambos extremos, con unmíserovagón moviéndose adelante y atrás entre estaciones, imitando el movimiento y latravesía.

Mientrastanto,nopodíacreerquemeestuvieseacostandoconDaveyLevinson.Cadavezquelohacíamos,mesentíacomosituviesedoceytreintaycincoañosalmismotiempo.Lodeseabaansiosamente,hurgabaensuinteriorynadaerasuficiente.Meentregabasinescatimaryrecibíasinescatimar.Hacíamoselamoratodashoras,comíamoscomidachinaa las tresde lamañanay jugábamosalneoyorquino juegodelanálisismutuo.Mástardecomencéarechazarloyaretirarme,avolvermecontraélcomounaserpiente, a sorprendermeya rabiarporencontrarmedenuevoconél(«¿Cómohevueltoaestepunto?¿Cómohevuelto?»),perodurantemuchosmesestodoloquedecíamosohacíamosmecausabaplacer.

Daveyconstituíaunarecapitulacióndemihistoriaconloshombres—cuandoloconsiderabapoderoso,yonohabíaluchadolosuficienteenunadiscusión;cuandoloveíadébil,mevolvíaunamujerllenadedeseo—,conladiferenciadequeconDavey,vislumbréporprimeravezelesquemacompleto.Vimicautiverioymeavergoncédemiliberación.¡Cuántomeenfadéymeasustécuandoviconclaridad!¡Ycuántomedolió haberlo logrado gracias a Davey! Porque conocía bien a Davey. Podíavisualizarlohastaelmismocentrodesuser.Amabasudeseoyreconocíasusmiedos:eranlosmíos.SabíacómoDaveyhabíaacabadosiendocomoerayensupresenciasabíatambiéncómohabíaacabadoyosiendocomoera.Duranteunatemporada,esteconocimientoabiertamentecompartidotrabónuestraamistad.Entrenosotrosexistíauna ternura callada hacia nuestros orígenes comunes. La manera de dormir erarepresentativadenuestrarelación:yacíamosenroscadoscaraacara.

Unlunesporlamañana,cuandoseiba,Daveydijo:—Esperoquetusemanaseaproductiva,constructivaycreativa.Asentí,lorodeéconmisbrazos,enterrémislabiosensucuelloymurmuré:—Sinavaricia,violencia,envidiaocelos.Seruborizó,rioymeabrazóconmásfuerzatodavía.Peroseacercabaeldíaen

quedejaríadereíry,porsupuesto,deabrazarmeconmásfuerza.Le había confesadomismiedos e inseguridades. Él se los tomó en serio, tal y

comoseesperadeunamante.Perono se tomóen serio loque implicaban.YomeausentabaamenudodeNuevaYorkporasuntosdetrabajoyélsiempresequedabaaguardando mi regreso. Comenzó a darse cuenta, creo, no solo de que mi luchaconmigomismaacausademitrabajoeraalargoplazoyquemitrabajomealejaríaunayotravezdeél,sinodequeélnoestabacomprometidodelamismamaneraconnadaynoteníanadaqueloapartasedemí.

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Cuandollevábamosjuntosseismeses,Daveydesapareció.Nosupenadadeélyno conseguí localizarlo, ni por correo, ni por teléfono. Pasaron dos semanas.Entonces,undía lo llaméy él cogió el teléfono.Lo saludéy comenzóahablar enlenguas.Parecíaposeídoporunaextrañachácharapsicológica-metafísica-espiritual.Yonodejabaderepetir:

—¿Dequémehablas?Alfinal,conunavozaltayclara,medijo:—Debesexorcizarelespíritudetupadre.Tusnaturalezasmasculinayfemenina

pugnanentresí.Noeresunamujercompletayyosolopuedocasarmeconunamujercompleta.

Recibíestainformaciónensilencio.Acontinuacióndije:—Bueno…mientrastanto…¿podemoslimitarnosafollar?El sábado siguiente pasamos juntos unas agotadoras y obsesivas veinticuatro

horas.Hicimoselamorsinpararymehablósinpausa.Unayotravez,merepitió:—Yosoyeluniverso.Debesabrirtuspiernas,expandirtuúterohaciamí.Enmí

seunirátodoloqueeres,todalapoesía,labondad,laternura,laagresividad,todoloqueesvibrante,resplandeciente,todoloqueestávivoyesbelloeneluniverso.Sitecasas conmigo tus hijos serán todos viriles, robustos, poetas, creadores demúsica,plenosdemajestad.Sino,seránmaricasylesbianas,malvadosyenfermizos.

Mecanturreó,mesiseóymeescupió.Solodejamos lacamaunavezpara ir alcine.Sentadosenlaoscuridad,sinquehubierarelaciónalgunaconloquesucedíaenlapantalla,meagarródelbrazoymesusurróaloído:

—Lomasculinoylofemeninosonuno.Túnodejasqueseanuno.Entiestánlomasculinoylofemenino,laluzylatiniebla,lanegrurayelvacío.Dejaquesejuntenyserásuna,estaráscompletayserástodo,elhombreylamujer,elhumanouniversal.

ElmartesdelasemanasiguientemefuideNuevaYorkparacubrirunanoticia.Unahoraantesdepartir,Daveymellamó:

—Norespondas—mesiseó—.Soloescuchaloquetevoyadecir.Dejaquetodofluya por tu mente como te he enseñado. Deja que fluya, que la atraviese. Acontinuaciónpiensaenello.

Tosí.—¡Tehedichoquenorespondas!Silencio.Unlargosilencio.Yacontinuación:—Tupadreeraunabrujaytehechizó.Tehizoculpable,poresotesientescomo

unaidiotaeinferior.Esaestuauténticamisióncomoreportera.Viajasdeunladoaotro tratandodeencontrara tupadreocualquiercosaque lorepresente.Cuandoloencuentres, dejarás de viajar. Descuelga la foto de tu padre de la pared de tuhabitación. Es la bruja que hay en tu interior la que la mantiene ahí arriba.Descuélgala y ponla mirando a la pared. Descuélgala. Y, recuerda, no hables connadie.Nicontumadrenicontusamigos.Connadie.SoloconDios.

Dejódehablar.Yonomeatrevíaabrirlaboca.Entoncesdijo:

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—Adiós.Teamo.Cuandoestéspreparadatendremoshijos,ytúteconvertirásenlareinadeIsrael.

Unmesmástarde,Daveysehabíainmersoeneljudaísmoortodoxo.Delanochea la mañana se convirtió en un judío del siglo XVIII que llevaba ropajes negros,tirabuzones a los dos lados de la cabeza y una larga barba entrecana. Volvimos aencontrarnosunavezmás.SeinclinósobrelamesadeunsuciorestaurantekosherenEastBroadwayparaadvertirmedequedebíaconvertirmeenunabuenaesposajudía;delocontrario,mialmaseperderíaparasiempre.Sualientosobremicaraeracálidoy agrio. Finalmente, sentí su pánico y su terrible deseo. En mi interior, lo rehuí,asqueada.Estaeslaúltima,pensé,definitivamenteeslaúltima.

—Ahí hay un policía—señalamimadre—. Pregúntale cómo se llega hasta elpuente.

Nos acercamos al policía que está en medio de la isleta, los coches pasan anuestroladoentodasdirecciones.

—¿Cómosellegahastaelpuente?—lepregunto.Elpolicíasequedamirándome.—¿Paraqué?—Queríamoscruzarloandando.—Estáusteddebroma.—No,enserio.¿Porquélodice?—Señora, cada semana entre tres y siete personas son asaltadas en el puente.

¿Quéprobabilidadcreequetienenustedesdos?Lerecomiendoencarecidamentequeseolvidedehacerlo.

—Yaveo—dicemimadreconapatía—.AsíquenadahacambiadoenDelanceyStreet.

—Anda,mamá.Vamosacogerelmetro.

Me senté ante el escritorio y me esforcé en pensar. Así es como me gustabadescribirlo.Duranteaños,dije:«Meesfuerzoenpensar»,delamismamaneraquemimadredecíaqueseesforzabaenvivir.Mamápensabaquemerecíaunamedallaporsacarlaspiernasdelacamaporlamañanaysupongoqueyotambién,porsentarmeanteelescritorio.

En el pequeño apartamentode alquiler de laPrimeraAvenida la niebla entrabainclinadaporlaventana.Elvaporespesabaelaireylaneblinallenabalahabitación.Me sentaba con los párpados bien abiertos frente a la niebla, el vaho y la bruma,intentandodiscernir a travésdemispensamientos, atrapados en laoscuridad.Cadapocassemanas,elairesedespejabadurantemediosegundoy¡rápido!,escribíaunpardepárrafosdeprosalegible.Pasabatiempo.Muchotiempo.Muchotiempomuerto.Al final, una página. Luego, dos. Cuando reunía diez páginas, me apresuraba aimprimirlas. Miraba mis párrafos impresos: los examinaba con detalle. «¡Qué

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pequeño!», pensaba. «¡Qué pequeño es todo! Llevo tanto tiempo ahí sentada paraescribir estaspáginasy son tanpoca cosa».Unhombremedijo:«Buencomienzo.Lástima que no hayas tenido tiempo para desarrollarlomás».Unamujer comentó:«Loquepodríashacersinotuviesesquecumplirconlosplazosdelaprensa.Esunapenaqueelgobiernonoconcedasubsidiosparaesto».Empecéahablar.Lapenasedisolvióenmibocaysellómislabiosconpegamento.¿Quédiríasipudiesehablar?¿Yaquiénselodiría?

Seguí«esforzándome».

Dos añosdespuésdedejar aDaveyLevinson sentado en aquel restaurantedeEastBroadway,lehiceunaentrevistaaJoeDurbinparaunartículoqueestabaescribiendosobreunahuelgade alquileres.Eraun sindicalistade izquierdasyunavuelta a lasfigurasrománticasdeminiñez.Elmovimientosindicalera lapasióndeJoe.Habíasido funcionario en elCIO[7], había conocido a todos los dirigentes obreros desdeJohnL.Lewis hastaWalterReuther, y había sindicado a lo largo de todo elmapahistórico: enCalifornia en los años treinta, enMichiganen los cuarenta, enNuevaYorkenloscincuenta.Mesacabaveinteañosyestabacasado.Ladiferenciadeedadme dio el control. A la semana de la entrevista me llamó para invitarme a cenar.Estuvimosjuntosseisaños.

Laconexiónfueinmediatayprimaria.Sindiscusiónnianálisis,nostrasladamosal núcleo del sentimiento directamente. Con un único gesto fluido habíamosalcanzadotantolapazcomolaemoción.

—Casa—medijomicuerpo—.Estoyencasa.No se me ocurrió preguntarle a Joe lo que le decía a él su cuerpo: parecía

innecesario.Mevisitabacasitodoslosdías,llamabacuandodecíaqueibaallamaryveníacuandodecíaqueibaavenir.Élestaba,losabíaperfectamente,másentregadoinclusoqueyoalatareademantenerelraudoflujodelapasión.Lainseguridadnonospondríafreno.Joeeratanbuenorganizadorenelamorcomoenlapolítica:juntoconelmovimientosindical, loquemásadorabaeranlasmujeres.Esdecir,adorabasentirse vivo a través del acto de amor y le embargaba una gran ternura hacia elagentedelavitalidadrenovada.

Medicuentadequenoeraamíaquienadoraba.Sabíaqueeralaconcupiscenciaque había despertado en él y, con todo, me tumbaba sobre la cama sonriendo ensecreto para mis adentros, justo como si lo que considerase cierto no lo fuese enabsoluto.PodríapensarsequemehabíaconvertidoenNettie.

«Noesamíaquienama»,medecíaamímismamientrasseinclinabasobremí,«eslasensaciónquedespiertoenél»,yjustoacontinuacióndejabadecreerenloquemehabíadichoamímisma.Nopodía.Nadieentalestadodeembriaguezpuede.Ydealgunamaneranoera tandescabelladonocreermeamímisma.ConJoeestabaaprendiendomejoralgoqueyasabía:queelsexoganatiempo.Descubríquecadavez

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quenosacostábamosnosveíamosarrastradoshaciaunintercambiodesentimientosquenoscogíaunayotravezporsorpresa.Lasorpresanoshacíavolverapormás.Así,permanecimosatrapadosenunabrazoqueprovocabaquedevezencuandonosmirásemosalacaraelunoalotro.

Teníaunmillóndebatallitasynoparabadecontarlas.Hombrealtoy follonerocuyavozdominabalahabitación,aJoeloabsorbíaincesantementesupropioafándebuscarleelsentidoalascosas.Creoquecadavezquecontabaunaanécdotaesperabaencontraralgonuevoenellaqueexplicaramejor lascosasquelavezanterior.Concasisesentaaños,estehombredesconocíaelsignificadodelsosiegomental.Sualmasealimentabadelalucha:reaccionabaantetodo.Silostérminosdeunadiscusiónleeranajenos,confusaslascircunstanciasenlasqueseencontraba,oininteligiblesunaseriedegestos, inmediatamente traducía los términos, descifraba la circunstanciayelaboraba una interpretación que lo persuadiese de que captaba lo que sucedía. Leparecíaintolerablevivirenunmundoquenocomprendiese.Sinoentendíalascosas,nopodíaactuaryactuarerasunecesidad.

Enestesentidonoscompenetrábamosestupendamente.Yohabíaalbergadodudastoda mi vida sobre cómo actuar pero, por otro lado, tampoco podía soportar unminuto,unahoraaldíaenunestadodeindiscriminadacapacidaddereacciónverbal.Teníaunaopiniónsobretodo.Esmás,miansiedadantelaausenciaderespuestaenlosdemáseramonumental.Anteelsilencio,hablabaconrapidezyduranteuntiempoabrumadorparallenarloqueyosentíacomoelvacío,dejándomeagotadaamímismayalosquemehabíanechadosobreloshombroslaacuciantenecesidaddepronunciarpalabras, palabras y más palabras. Con Joe estaba en la gloria. Teníamos unmecanismoincorporadodedescargayreabastecimiento.Hablábamoshastaelfrenesí,luego hacíamos el amor de forma salvaje y maravillosa, después nosdesenganchábamosycontinuábamoshablando.

Nuestrodiálogonoeraexactamenteunaconversación.Ejecutadoaunaltonivelde velocidad y ruido, consistía en una serie de confrontaciones a cámara rápida.Afirmación, negación, defensa: esa era la manera que teníamos de concebir eldiálogo.Ycuantomásinsistenteeraelencaramiento—esdecir,cuantomásvolátilyexplosivo—,másestimuladosy tranquilos, creo,nosquedábamos.Esteapetitoqueteníamosdesostenernuestraopiniónhastaelfinaleraunamedidadelofundamentalque era el armaque ambos concebíamos que era la inteligencia elocuente. Si cadaunodenosotros lograbaconvenceralotrodequeviese laverdadbajo supuntodevista, elmundo giraría sobre su eje y todo lo que nos frustraba se vaciaría en unespacioinocuo.

Enrealidad,noprestábamosdemasiadaatenciónalhechodequenospeleábamosconstantemente.Nosreíamosdelestereotiposocialquerepresentábamos:lafeministay el izquierdista enzarzados en una batalla erótica. Pensábamos que, como nodejábamosdehablar, teníamosunaconexión.En realidad, soloconectábamosen lacama.Depie,defendíamosnuestrasposturas.Consideradoelalboroto,ahorallamala

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atenciónquelassorpresassiguieranllegando.Undía,cuandoyallevábamosjuntosseisuochomeses,salimosadarunpaseoy

nosencontramosaunaamigamíadelcolegio.Propusoquetomáramosuncafé.Joe,creyéndose socialmente responsable y para encandilar a mi amiga, acaparó laconversación. En otras palabras, no dejó que la conversación avanzase. Si una denosotrasdecía:«Hayunapieldeplátanoenlaacera»,Joecontestaba:«Hablandodepielesdeplátano,estomerecuerdaaunavezqueestabaenFlint,Michigan,y…»,ynos soltaba una historia de veinte minutos sobre sindicatos. Mi amiga estabadesconcertada. Joe no se dio cuenta de nada. Unos minutos después, repitió laoperación.Sihubiésemosestadolosdossolos,mehabríapuestohechaunafuriaconél. Dadas las circunstancias, mantuve la boca cerrada y me quedé mirándolo.Comencéaverloatravésdelosojosdemiamiga.Looícomopenséquelooiríaella.Imaginé lo que estaba pensando: «He aquí un fanfarrón prepotente con el que esmejor nomezclarse, del que esmejor alejarse, con el que resulta agotador acordarcualquiercosa».

Derepentemesentísola,horriblementesola.—Volvamos a casa—dije en cuanto dejamos ami amiga—.Nome encuentro

muybien.Joe levantó la mano para llamar a un taxi. Una vez en el apartamento, me

arranquélaropayloarrastréhastalacama.—Pensabaquenotesentíasbien—dijo.—Sihacemoselamormesentirémejor—leexpliqué.Peronofueasí.Meseguíasintiendosola.Joenosediocuenta.Estabaapoyado

sobrelasalmohadas,conlaspiernasestiradassobrelacama,yparloteabaañadiendodetalles a la historia de Flint, Michigan, acariciándome ininterrumpidamente,inconscientemente, mientras hablaba. Yo estaba recostada sobre su pecho,sintiéndomecadavezmásaislada.

—¡Para!—grité—.¡Porfavor,para!¡Para!Labocade Joe secerróenmitaddeuna frase.Echó lacabezahaciaatrás.Sus

ojosbuscaronlosmíos.—¿Quétepasa,cielo?—medijo.Nuncamehabíaoídoantesesetono.—Escúchame—lesupliqué—,soloescúchame.Asintiósinapartarlosojosdemí.—Nomeconocesnada—dije—.Tecreesquesoyesamujerhabladorayliberada

quevarompiendomoldes,tanimpetuosayseguradesímismacomotú,dispuestaacomerseelmundocomotú,yyonosoyparanadaasí.Hacerelamorahorameestáhaciendosentirsolaynosabescómoesmivida.

Volvióaasentir.Le dije cuánto había ansiado una vida como la suya, pero que nunca la había

tenidoyquesiempremehabíasentidomarginada,enterradavivaenlaoscuridad,y

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que todas las palabras que pronunciaba no eran capaces de disipar la sensación deaislamiento. Le conté cómo a veces me despierto de repente en plena noche, mesiento en la cama yme encuentro sola enmitad delmundo. «¿Dónde está todo elmundo?»,mepreguntoenvozalta,ytengoquetranquilizarmediciendo:«Mamá,enChelsea;Marilyn,enlacalleSetentaytres;mihermano,enBaltimore».Lalista,leconfesé,espatética.

Habléyhablé.Seguí y seguí, sinpausani interrupción.Cuandomedetuvemesentí aliviada (a solas, pero no sola) y, rápidamente, avergonzada. Estaba muycallado.«Vaya»,pensé,«qué tonta eresporhaberle contado todoesto.No legustanadaesto,niunapizca,nisiquieratieneniideadeloqueestáshablando».Entonces,Joedijo:

—Cariño,vayavidainteriormásricaquetienes.Abrílosojoscomoplatos.Interioricélaspalabras.Reídealegría.¡Queguardara

aquellafraseensuinterior!¡Quehubierapronunciadoaquellafrasequeguardabaensuinterior!Enaquelmomentoloamé.Porvezprimera,loamé.

—¿Ysumujer?—decíamimadre.—¿Ytú?—decíanmisamigas.Metopéconunaconocidaporlacalle.Llevabapendientesdeplatayelcabello

grisrizado,susojosbailabanconinterés,susonrisaeraacogedoraycomprensiva.—Vasanecesitarmuchoaguanteymuchoautocontrol—medijo.Aquellamujerentendíamejorelasunto.TodosasumíanqueyosabíaquelaesposadeJoeeralaesposa,yyolaotramujer,

yque Joe era el premiodestinadoa tocarle aunade lasdos, aunqueesenoera elcaso. «¿Por qué —pensaba— podría querer yo que Joe dejase a su esposa? Yentonces,¿quéharía?¿Meterloenmiapartamento?Esdemasiadopequeño.Además,puedequenomegusteirmesolaalacama,perosíquemegustalevantarmesola.Sí,cuando se vame duele, pero no tanto. Estoy a gusto con la situación.Y, además,resultainteresante».

LaesposadeJoeeraunenteabstractoparamí.Nimesentíaculpablenicelosa.EstosedebíaaquenosentíacelosacausadeJoe,cuyosdonesparalavida(donesdelosquehacíauso tanto en la organización sindical comoen los asuntos amorosos)incluíanunatotalfiabilidadyunhumornotablementeconstante.Hombredeinmensoapetito y energía, Joe sabía dedicarle el tiempo que merecía a todo. Cuando meacompañaba,estabatanabsolutaeincondicionalmentepresentequenomesentíaniprivadaniposesivacuandono lohacía.Porprimeravez, loqueunamantehiciesecuandonoestabaconmigonomecausaba lamásmínimapreocupación.Dehecho,considerabaquenoeraasuntomío.Fuetodaunaexperiencia.

Imagínense.Vivía completamente para el presente, sin ninguna garantía formalmás allá de la llamada de teléfono del día siguiente por la mañana, y estaba

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interesada: ni triste ni llorosa ni asustada ni resentida, solo interesada. «Esta —razonabayo—esuna circunstancia en laqueuna claramentenopuede llegar aunacuerdo.Lociertoesqueunonuncallegaaunacuerdo.Estaaventuranoesmásquelaverdaddesnuda,sinfiltros.¿Puedesaceptarlootevasaderrumbarenausenciadeun espejismo?». En efecto, aguante y autocontrol eran lo que hacía falta pararesponderalapregunta.Estuvealaaltura.Comencéaacariciarlaideadevivirsinunfuturo: teníamos poco tiempo para perderlo en comportamientos inadecuados. Vicómoimpulsoserróneosseextinguíanantesdepodercausarproblemas.Vicómounaira refleja cedía el paso a un entendimiento analítico. Vi cómo las pequeñasindulgencias se reprimían y cómo prevalecía una especie de severa justiciaemocional. Vi todo esto, y todo me complació. Entonces llegó un día en el quetambiénviqueaprenderavivirsinfuturoesunejercicioestéril:loqueparecevidaenunjardínvalladoesenrealidadvidaenelpatioremozadodeunaprisión.LamujerdeJoecontinuósiendounenteabstracto,peroelmatrimoniodeJoeseconvirtióenunconfinamientoimponente.

Ocupábamos un universo compuesto por una habitación y una temporada: midormitorio durante las tardes de diario. A medida que fue pasando el tiempo,ocupamosdichouniversomásymásplenamente.Elansiasemultiplicabaenansia,eldeseo en deseo. Nunca teníamos bastante porque nunca llegó a ser bastante. Yosiempredeseabamás.

—Más,no—medijounaamigaserenamente—.Suficiente.Túquieressuficiente.Uno o dos años después caí en la cuenta de que lo que yo quería no era

exactamente más, o ni siquiera suficiente. Era un mundo más amplio para queentrasennuestrossentimientos.Lavidaprecisadeespacioasícomodeaireyluz,unlugarparalaexploraciónyelautodescubrimiento.Loslímitesdelaexploracióndelavida de nuestros sentimientos veníanmarcados por elmatrimonio de Joe y dichoslímites estaban cerca. No importaba lo que sintiésemos, nuestro amor no podíaredactarleyesnicartografiarterritorio.Noexistíapaísdeexperienciaqueatravesar,nicostaquealcanzar,ninúcleoquepenetrar.Estábamosenposesióndeunpequeñoespaciointeriorenalgúnlugarenmediodeunafértilregióndeproporcionesignotas.En torno a aquel espacio se alzaban fronteras de firme estabilidad. El amor podíahacerse más intenso, pero nunca expandirse hasta ocupar un territorio hecho a supropiamedida.Larealidaddellímitepreestablecidomecorroíapordentro.

Por aquella misma época, me di cuenta de que el rectángulo dentro del cualnacíanomoríanmisideastambiéneraunpequeñoespaciointeriorenelquesehabíaapiñadomivida laboral, envezdehaber talladoel trabajo apartir del cuerpomásgrandedeunyolibreconlaformayextensióndelterritorioquenecesitabaocupar.

Duranteuninstante,mealejédemímisma.Viquemehallabasuspendidadentrodemipropiavida.Solounapequeñaporcióndeella tenía sustancia, el restoyo losoñaba despierta. Joe y el tiempo que yo pasaba ante el escritorio eran intentosparejos por alcanzar un destino manifiesto. Me alejé aún más y vi que no podía

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imaginar cómo comenzaría a tomar posesión del resto del territorio, tanto en eltrabajocomoenelamor.

Demodoque,pocoantesdecumplirloscuarenta,llevabaunavidadefantasíatantoen el trabajo como en el amor: intensa, ensoñadora, propia de una chiquilla: uncomplemento necesario para la empobrecida realidad. La doble naturaleza de estaensoñacióncompulsivamellevóarealizarundescubrimientobastantetrascendente.

Una semana de verano, cuando Joe y yo llevábamos juntos dos años, mesorprendíamímismatrabajandoinusitadamentebien.Mesentabaanteelescritorioymeconcentraba.Nosemeponían losojosvidriososcontemplando laspalabras,nome revolvía enmi silla sufriendo la confusión y la fatiga. En cambio,me sentabacadamañanacon lamenteclaray,hora trashora, trabajaba.El rectángulosehabíaabiertodeparenparypermanecíaabierto:enelcentroemergióunaidea.Entornoaaquellaideaseformóungranentusiasmoquemeinvadióporcompleto.Comencéafantasear con la idea, a adelantarme a ella, a visualizar su particular fuerza y suímpetu mucho antes de que se mostrase con claridad. De este fantaseo surgieronimágenesydelasimágenes,unaintegridaddelenguajeypensamientoquemedejabaatónitacadavezquese repetía.Al finalde lasemana, teníaunmontóndematerialescritosobremimesa.Elviernesporlatardedejéaunladoeltrabajo.Ellunesporlamañana lo repasé y vi que las páginas tenían mérito, pero la idea estaba malconcebida.Noacababadefuncionar.Tendríaqueabandonartodoloquehabíahecho.Mesentídesmoralizada.Elperíododeinspiraciónlaboralestaballegandoasufin.Laoscuridady el vapor volvieron a cernirse sobremí, el rectángulo semarchitó y yovolvíaarañardolorosamentepequeñosmomentosdeclaridad,comodecostumbreycomosiempre.Aunasí,resultabaapasionanterecordarlashorasquehabíadedicadoaellobajoelinflujodemivisión.Mesentífortalecidaporelesfuerzolaboralsostenidoalquemehabíanllevadomisfantasías.

Duranteaquelmismoperíodo,Joeyyoalcanzamosunnuevoniveldeintensidad.Todaslastardesalascuatroardíamosynosahogábamos.Duranteaquellospeligrososdías parecía como si nos estuviéramos aproximando a unmomento de clímax. Alatardecer,cuandoélyasehabía ido,yosalíaapasearbajoeldulzorde lasúltimasluces del día, fantaseando sobre los dos. Juntos ahora, juntos en el futuro, los dospaseando, los dos en la cama, los dos haciendo el tonto. Los dos.Me dejé llevaraquella semana, todo nervios de la emoción, melancólica dulzura, anhelo aldescubierto.Entonces,unatarde,mesentíafligidaydespojada,asustadadecaminarsola por la calle, soñando una vida con un hombre que estaba en otra parte y quesiempre estaría en otra parte. Me estremecí y sentí náuseas. Me entró dolor deestómago. Aquella noche me fui temprano a la cama y me desperté de un sueñointermitenteparavolveraencontrarmeenmediodeunparajedesnudo.Laprofundaoleada de sugestión ensoñadora en torno a la cual mi cuerpo se había acurrucado

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durantetodalasemanaseconvirtióenunnidodegusanosquedevorabamisentrañas.«Oh»,pensé,«estoesre-pug-nan-te».

Melevantéyescribíenmidiario:«Elamoresunafuncióndelavidaemocionalypasiva,dependientedeotroidealparaalcanzarunaresoluciónsatisfactoria:laposturaprimitivaenlaquenacemos.Eltrabajoesunafuncióndelavidaexpresivayactivay,aunque fracase, uno conserva el conocimiento fortalecedor del yo que actúa. Solocuando se niega el acceso a la vida imaginativa, uno se entrega por completo alamor».

Mesentéenmiescritorioalascuatrodelamadrugadacontemplandoelsecante,las estanterías, el ordenado confort demi rincón de trabajo y pensé: «Mamá rindecultoalaltardelAmor,perosueternoaburrimientolodicetodo».

Volvíalacama.Porlamañanacontinuaríalabatalla.Siempreeraporlamañanacuandocontinuabalabatalla.Nuncaenelmomento.NieneltrabajoniconJoe.Noeracapazdeverquecadaunodeelloseraelmodoqueteníadehuirdelotro.ConJoemeentregabaalgoce,evitabaeldolorpurodeltrabajoconstante.Coneltrabajomeendurecía frente a la «irrupción» del amor: me bastaba con un hombre casado.Duranteañosmedije:«Porlamañana».Loque,claroestá,nuncaocurrió.

Joe era el hombremás social que haya conocido nunca. Su sentido de la vida eragenérico: en cualquier momento, cualquiera de entre veinticinco personas podíaocuparel lugardelamujer, laamanteolaamiga.Considerabapuerilpensarquelafelicidadhumanarecaíaenunvínculoocircunstanciaparticular.Decíaquelaclaveestaba en recrear el mayor mundo posible en cualquier pedacito que nos hubieratocado en suerte. No sentía la punzada de nuestro confinamiento como yo. Encambio,sedecía:«Estoes loque tenemosanuestradisposición,veamoscómonoslasarreglamosconloquetenemos»,yseponíamanosalaobra.

Nunca dejó de irradiar vida hasta mí, hacia mí, para mí. Siempre estabainventandonuevosplaceresyamenidadesqueañadíanchispaymagnitudanuestrarelación.Tomábamoschampánenlacama,comíamosostrasenelcentroyhacíamosviajessorpresaalacosta.Metraíaloslibrosquemehacíanfalta,meenviabarecortesdeprensaadiario,selasarreglabaparaquedarseporlanochecuandomenosmeloesperabaypreparabaeldesayunoporlamañana.Nuestravidaemocionalerauntemaabsorbente para mí y acabó siéndolo también para él. Se deleitaba con la amplianaturalezadeldebate,seinternabaenélsinmiedoniactituddefensivayprontomeatrapabaconelsustentocotidianoqueestacharlameproporcionaba.

Yocontemplabaconternurayasombrocómosepartíalaespaldacadadíanosolopara ganarsemi confianza ymi amor, sino también para pensar todo el tiempo encómopodíamostenermás.Joenuncasintióquenotuvierasuficiente,peroéltambiéndeseaba más y siempre estaba confabulando para conseguirlo. Yo no pensabademasiado en aquello. Parecía natural que yome limitase a dejarme llevar por la

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oleadadeabundanciaquenosllegabaalosdos.Undía,duranteelotoñodenuestroterceraño,Joemecontóqueunamigosuyo

teníaunbarcoyqueestabapensandoencomprárselo.ElbarcoestabafondeadoenelCaribeyJoeibaatomarunaviónparaecharleunvistazodossemanasdespués:

—Venteconmigo—mepropuso—.Lopasaremosgenial.Tendremosdoso tresdíasparanosotrossolos,quizámás.

Yo estaba libre y la propuesta llegó como un regalo inesperado. Lo cubrí debesos.«¡Quéhombremásmaravilloso!»,pensé.Siempretanpendiente.

TomamosunvueloalCaribeunmartesporla tarde.Aquellanochecenamosenuna terraza que daba a una bahía turquesa e hicimos el amor en una habitaciónpintadadeblancomientraselairenocturnoentrabapor lascontraventanasabiertas,dulceysuave.Dicha.Dichademartesporlanoche.Dichademiércolestodoeldía.Dicha tambiénde jueves.Elviernespor lamañananospreparamospara regresaraNuevaYork.Hicimoselequipaje,dejamoselhotelynosdirigimosalaeropuertoconnuestrocochedealquiler.Derepente,nosoportélaideaderegresar.Lepuselamanoenelbrazoylesupliqué:

—Quedémonoselfindesemana.Llamaatumujerydilequenecesitasunoodosdíasmásparalodelbarco.

Joevolviólacabezahaciamí.Vicómoselecomenzabaaarrugarlafrenteyseleachicabanlosojos:

—Corazón,yonovuelvoaNuevaYork—dijo—.Mimujerllegaestanoche.Fuesutonodevozloquenuncaheolvidado.Elleveyconfusofastidioquehabía

en él.Como si, por supuesto, yamehubiera informadode elloyno comprendiesecómosemehabíapodidoolvidar.Recuerdohaberpensadomástarde:luzdegas.

—¿Qué?—respondí—.¿Quéhasdicho?—Hedichoquemimujerllegaestanoche.Yatelodije.Estoyseguro.—¿Cómoteatreves?—dije—.¿Cómocoñoteatreves?Casisesaledelacalzada.Pero,ensulugar,detuvoelcocheysellevólasmanos

alacabeza.Mequedémirandohacialainhóspitamañanatropicalquedeslumbrabaporelcalorylaneblina.

—Se me ha debido de olvidar —dijo Joe—. Perdóname. Fue un lapsus dememoriaconveniente,estoyseguro.Semeolvidóporquepenséque,si losabías,elviajeseestropearía.

—Esoesdespreciable.—¿Porqué?—gritó—.¿Porquéesdespreciable?Yoqueríaquenoslopasáramos

bien.Penséquenoseríaasísisabíasdeantemanoquenovolveríamosjuntos.¿Quétienedemalo?Noslohemospasamosestupendamente,¿ono?

—Memanipulaste.Teguardasteinformación.Decidisteportucuentaqueeramásimportantequenoslopasáramosbienaqueyosupieraloquedebíasaber.Teimportómáslasituaciónqueyo.

—Esonoescierto—dijo.

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Pero era cierto. Para Joe, la situación siempre era más importante que losimplicados en ella. Dado que nos pasábamos la vida en el dormitorio, hasta esemomentonohabíatenidolaoportunidaddesufrirenmiscarnesloquehacíamuchotiempoquemiintelectosabía.

Mimadreestabacontentadequetuvieseaalguienaquienamar.Alprincipiosemeechó encima igual que había hecho con Stefan, incluso peor: «¿Qué se siente alrobarleelmaridoaotra?»,peroahoraserecuperabaantesdesusconfusaspataletaspormíyloshombres.Nadamáscerrardeunportazo,laoídecir:«¡Vuelve!¡Vuelve!Noqueríadecireso».

Y lo decía de corazón. En cuestión de minutos parecía haber aceptado lascondicionesdenuestra relaciónyaceptóa Joeen sucasa.Dehecho, teníamuchasganasdequefueseaverla.Paraella,Joeeraunafiguraconglamuryunapersonademundo, un hombre de fuerza, osadía y resolución. Estremeciéndose de coquetodeleite,dijoadmirada:«¡Quédesparpajotieneesehombre!».

Nopodíaevitarcotillearconlafamilia.Cuandomistíosymistíaspreguntabanpormí, decía: «No te puedo contar nada», enun tono tan insinuante y jugosoqueinmediatamenteatraíatodasuatenciónyprocedíadeinmediatoainformarlesdequeme había convertido en protagonista de una trágica historia de amor. Nuestrosparientes, cómono, se apresuraronamostrarse condescendientes conellahaciendogaladesualarmismomoral:unhombrecasado,unaconmociónyunescándaloquenuncaantes sehabíadadoennuestra familia.Mamáse sintióofendida (aquellonofiguraba en el guión) y declaró altanera que había detalles del asunto que no teníalibertadparadiscutir.QuedecidiesenporellosmismossilamujerdeJoeestabalocaoteníasífilis,oseencontrabaenunestadoprolongadodeestooaquello.

LamujerdeJoeeraunproblema.Unavezquemamásepusodenuestrolado,suconviccióndequeestábamosconvirtiendoasuesposaenunavíctimaseconvirtióenfuentedeunconflictoquelaatormentaba.Resolvióelconflictosoñandounayotravezque«lamujer»seplantabaenlapuertademicasaconunarmaenlamanoymedisparabaabocajarro.

MamásabíaqueJoeeraunhombredeapetitoyvoluntad.Veíacómodominabalaconversación,ocupabamásespaciodelque le correspondíayhacíapolitiqueoparalograrloquequería,peropensabaquenovalíalapenadefendersusprincipiosanteaquelrasgodecaráctermásbiendesagradable.ConsiderabaunamenudenciaqueJoeme impusiesesuvoluntad.«Hombres»,suspirabaconresignación.¿Quémásdaba?«¿Tequiere?¿Seportabiencontigo?¿Quequiereactuarcomounhombre?Dejaquelohaga.Atinoteperjudica,nosignificanada».

Enelcuartoañodenuestrarelación,sumujercayógravementeenfermadeformatan repentinaque resultóalarmante.Parecíaque ibaamorir. Joedeambulabacomoaturdido. Sentía un gran cariño por su esposa, nunca la dejaríamientras viviese y

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ahoraqueseestabamuriendotemíaporella.Aunasí,suspensamientoseranconfusosy sus sentimientos estaban divididos. Nadie pronunció una palabra acerca delsignificadopotencialqueestegirode losacontecimientos teníaparanosotros,perotodos estábamos expectantes. Horrorizados pero expectantes y, sin percatarnos deello,comenzamosaactuarcomosiJoeyyofuésemosacasarnospronto.

Unatarde,poraquellaépoca,mamáySarahsepasaronpormicasaatomarcafé.Las dos hermanas siempre andaban juntas, y siempre andaban riñendo. Unaconversacióncorrienteentreellaseraunentretenidísimoataque.«Unmuchachosehacaídoen la calle»,decíaSarah,por ejemplo.«Se lehanpuesto losojos enblanco,brazosypiernasse le ibanen todasdirecciones.Es laprimeravezquehevistounataquedeepilepsia».Ymimadrereplicaba:«Pero¿quédices?Nosabesloquedices.Loquehasvistoeraaundrogadicto.¿Sabesloqueesundrogadicto?».AntelocualSarah decía, negando con la cabeza: «Tu madre. Se cree que, como no le crecencebollasenlacabeza,eslamujerdelrabino»[8].Siempredisfrutabamuchoconsusvisitas.

Alascuatroymedia,Joesepresentó.—Disculpad—dijo sonriente—. Espero no interrumpir, pero hoy esmi día de

suerte. Esta mañana hemos firmado un contrato por el que llevábamos mesespeleando.Hepensadoquepodríamoscelebrarlo.

Sacóunabotelladevinodeunabolsadepapelysedesplazóatodavelocidadporelsalónsindejardehablarmientrascolocabacuatrocopassobrelamesita,abríalabotellayservíaelvino.

Los ojos de mamá bailaban de placer. Para ella, Joe era siempre motivo decelebración. Tomó la copa que él le ofrecía y se bebió de un trago su contenidolíquido.

—¡Ay,no!—seruborizóintensamenteSarah—.Yonopuedotomarvinoduranteeldía.

—Claro que puede —dijo Joe, tendiéndole su copa llena. Ella la aceptó conreticencia.

Joeyyoalzamosnuestrascopas.Todosbebimos.Joeperorabamientrasmamáyyo emitíamos los sonidos femeninos convenientes («¡Qué maravilla!», «¿Deverdad?»,«¡Esestupendo!»),peroSarahsequedómuycallada.Sentíunapunzadaalveramivolubletíasilenciadadeformatanabrupta.

Cuandonuestras copas sevaciaron, Joevolvióa levantar labotellay la tendió,primero haciamí. Elevémi copa para ponerla a la altura de su brazo alzado.Mesirvió.Acontinuacióntendiólabotellahaciamamá,quedijo:

—Yanomás.Sarahapartólabotelladedelante,alarmada.—Ah,venga—insistióJoe,golpeandoconlabotellalacopademamá.—Bueno, anda.—Amamá le entró una risa nerviosa. Joe llenó su copa y se

volvióhaciaSarah,que,convozfirme,dijo:

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—No,gracias.Noquieromás.—Ande,anímese—dijoJoe,inclinandolabotellahaciaella.SarahcubrióSucopaconlamano.—No—dijo—.Nopuedo.—Joe,cuéntame—dijomamá—,¿cómofueestamañanaconlapatronal?Joeseechóareírysepusoacontarlelahistoriaporterceravez,peroalcabode

unminutooasí,sevolviódenuevohaciaSarahconlabotelladevinoenlamano.—Venga—dijo.Sarahsequedódescolocada,perovolvióataparlacopaconlamanoyadecirque

noconlacabeza.—Deverdadquenoquieromás—dijo.—¡Claro que quiere! —dijo Joe—. No sea tímida. —Y comenzó a darle

empujoncitosenlamanoconlabocadelabotella—.Ande,ande,ande…Mamábajólavistahaciasucopa.Sarahparecíaextremadamentedesconcertada.PusemimanosobreladeJoe.Élmemiró.—Yaesmayorcita—ledije—.Sidicequeno,esqueno.Duranteuninstante,trasdecirleaquello,nosquedamosinmóviles,mimanosobre

lasuya,nuestrasmiradasfijas launaen laotra.Peroentonces,Joeapartó lamano,sonrióydijo:

—Vale,lohepillado.Eraunhombreverdaderamenteafable.Nosabíaserdeotramanera.A las cincoymedia, los tres se levantaronpara irse. JoeayudóaSarahcon su

abrigoyyo,amamáconel suyo.Mequedéen lapuertamientrasellascaminabanhaciaelascensor.Enmitaddelrellano,mamásedetuvo:

—Mehedejadolasllaves—gritó.Cuandollegóamialtura,viquelasllevabaenlamano.Pasópordelantedemí

paraentrarenelapartamento,conaspectoinquieto.—¿Dóndelashabrédejado?—repetía,comosihablaseconsigomisma.—Peromamá,silastienesenlamano.—¡Ay, Dios santo! —Pero se quedó ahí parada, con aire de desconcierto. A

continuación, puso sumano enmi brazo—. No te cases—dijo, y salió disparadahaciaelrellano.

La mujer de Joe no murió. Se recuperó, y nosotros seguimos como antes de suenfermedad,connuestraexplosividadhabitualuncuarto,unquintoyunsextoaño.Elnuestroeraun intercambioprimitivodeenergías—laconversacióndesbordante, elsexoextático—quenuncamudósunaturaleza.Devezencuando,entreelruidoyelhumo,unodenosotrosvislumbraba lamaneraenqueelotroordenabaelmundoy,duranteunmomento,sentíacómolatíaelcorazónalfinaldeunlargorazonamiento.Peroelmomentoestabacondenadoapasar.Siunodelosdossequedabademasiado

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tiempo escuchando lo que el otro había dicho en realidad, enseguida nosdescubríamosaladeriva.Aquellacrudaenergíaentrenosotroseraloqueamábamos.Discutirnosexcitaba.

En el centro de aquella relación alborotada, compleja y llena de conversación,nuestraconexiónmantuvosuerotismo.Nosotros,queconversábamosdurantehoras,días,mesesyañoscontantapasión,dábamosporhechoqueperderíamoselinterésenelmomento en que uno de nosotros dejase de excitarse en la cama.Yo sabía queaquellaeralaverdadlatenteentrenosotros,lodecíaenvozalta—amenudo—y,aunasí, parecía que no sabía lo que querían decir aquellas palabras. Entre que uno lovislumbra fugazmente y se siente empujado a actuar se extienden kilómetros deangustiaporlanegociación.

—Nuestraconexióneserótica—decíayoperiódicamente.—¿Ah,sí?—respondíaJoecontonodeinterés.—Ningunode nosotros reacciona ante la formao el contenido específico de la

menteodelespíritudelotro.Nosconectamossoloatravésdelaexcitaciónsexual.Élsereíasinparar.Comosiyoacabasedeinventarlarueda.—Sí, cariño—decía con paciencia—.Así sucede entre hombres ymujeres.La

conexión, como dices, es erótica. ¿Y qué? ¿Qué problema hay en que se noscaractericedeesamanera?

—Lo odio —decía yo—. Lo encuentro insultante. Siempre lo he encontradoinsultante.

—Puesbueno—decíaél—.Supongoquetendrásqueseguirsiendoinsultadaporunoscuantosmilesdeañosdehistoria.

Nolellevélacontrariaenelmomento.Enlugardeeso,mesumíenunaespeciedeserena inactividadde laquesolomeesforzabaporsalirbrevemente,cuandomesentía descolocada durante una conversación, exiliada en mis pensamientos, ogeneralizadaenmiser(«Lasmujeressois…»).Despuésvolvíaacalmarmeydurantemeses dejaba pasar todo. El vínculo erótico tenía sus ventajas y estas,inevitablemente,hacíaninclinarselabalanza.

En primer lugar, estaba la magnitud del amor sexual en sí mismo. El deseogarantizaba ternura.La ternuradescartaba el peligro.Unavez fueradepeligro,mesentíalibrepararetirarmealaabsorbentevidasecretademipropioabandono.Enlacamanoteníaqueseryomisma.Podíaabandonarmeyaunasísentirmesegura.Salíade aquel abandono y ahí estaba Joe, aferrado a mí, más digno de confianza quenunca,ahoraquehabíarecibidonuevamentepruebadesuspropiospoderesvitales.

Noteníaqueseryomisma.ConJoe,porprimeravez,sentílafascinacióndenotenerqueserunamisma:elauténticoalivio.Durantetodamividahabíasospechadoque no era lo bastante interesante, ni lo bastante especial ni poseía el talentosuficienteparamantenerlaatencióndelosquebuscabanmiamistadomiamor.Teníalacapacidaddeatraeralagente,esoescierto,pero¿tambiénladeretenerla?Nuncaestaba segura. Ahora, al parecer, no necesitaba estarlo. La conexión erótica me

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concedíaunaplazamiento.Nomesentíapresionadaporcaptarelinterésoganarmeelrespeto a diario. Las cartas estaban sobre la mesa: podía relajarme. Comprendí elenormeatractivodelmatrimonio.Implicarseunamisma,sola,yanoeraunrequisito:laotramitadpodíahacereltrabajo.Losencuentrosacampoabiertoenelmundoyanoimplicabanexponersealpeligro.

Todoaquelloresultabainteresante,peroenelfondodemiser,ledabalaespalda.Durante el sexto año de nuestra relación comencé repetir «Nuestra conexión eserótica»conregularidadmonótonaysiempreconunaespeciederabiaapagadaenmivoz. Lo que quería decir, claro está, es que no estaba conectando eróticamente.Nuestrasdisputashabíancomenzadoahacermellaenmí.Laconfrontacióndejódeexcitarme. Ya no estallaba con la velocidad ni el ardor previsibles. De repente,teníamos una mala semana, no nos acostábamos juntos. Cuando nos veíamos, yoestaba indolente y desorientada. La atención de Joe divagaba abiertamente.Luchábamoscontracorriente,conversandodurantehoraymedia.

—Estamosdesacompasados—decíaunodelosdos.—Unaetapagris—confirmabaelotro.—Lasemanaquevienetodovolveráasercomoantes.Ylasemanasiguientetodovolvíaasercomoantes…,duranteunoodosdías.Poco a poco nos íbamos alejando, y ambos lo sabíamos. El ambiente estaba

envenenadodeconfusiónyremordimiento.Yomeponíareticente:—Estonopuedeseguirasíparasiempre,yalosabes.Joeseponíaserio.—Cortemosahoramismo.Peroseguíamos.UnanocherecibíunallamadadeteléfonodemiamigaLinda:—¿TodobienentretúyJoe?—mepreguntó.—Sí,claro.¿Porquélodices?—Esquemehaestadollamando.—¿Cómoquetehaestadollamando?—Mehapedidoquenosviéramosvariasveces.Yacaboderecibirunacartasuya

muyinquietante.Elcorazónmegolpeóviolentamenteelpecho.—¿Quieresdecirquesetehainsinuado?—Noestoysegura,perocreoquesí.—Nomelopuedocreer.¿Cómoibaaatreverseainsinuarseaunaamigamía?—Eso pensé yo, pero la carta es tan provocativa que pensé que tenía que

informarte.—Sí,claro,porsupuesto.Gracias,muchasgraciasporllamar.LindaeraunaperiodistasindicalconlaqueJoehabíacoincididomuchasvecesen

micasa.Puedequesusllamadastuvieranquevercontemasdetrabajo.Sí,teníaquesereso.Teníanqueverconsutrabajo.Melomencionaríadurantelasemana.

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Pero no me lo mencionó durante aquella semana, ni durante la siguiente.Entretanto,yohabíaquedadoconLinda,yellamehabíaenseñadolacarta:eraunainvitaciónabiertaparatenerunaaventura.

Leconté a JoequeLindamehabía llamadoyquemehabía enseñado la carta.Estabaperplejo.

—¿Tehallamado?Nomelopuedocreer.¿Quéclasedeamigaesesa?—Unabuenaamiga,esoesloquees.—Puesparamí,no.—¿Quieresdecirqueteníaquehabersecallado?—Esoesexactamenteloquequierodecir.—Noquenodeberíashaberteinsinuado,sinoqueseloteníaquehabercallado,

¿eseso?—Nomevengasconesas.Nopiensodefenderme.Nohesentidoningúnreparo

con mi mujer durante todos estos años como para sentirlos ahora contigo. Hacemuchotiempoquelascosasentrenosotrosnovanbien.Enloqueconciernealsexo,meconsiderounespíritulibre.

—Pero ¿por qué con una amiga mía? ¿No te das cuenta de que eso esinadmisible?

—Enabsoluto.¿Haciaquiénvaasentirseunoatraídosinoeshacialasamigasdesusamigas?QuemesientaatraídohaciaLindanoesningúnpecado,peroqueellatelo cuente, sí.No entiendo por qué querría una amiga tuya decirte algo que podríahacertedaño.

Mequedémirándolofijamente.Realmente,Joenoloentendía.—Si Linda se queda callada —dije—, los dos compartís un secreto.

Automáticamentedejodeestarenigualdad.Meconviertoenlaesposaengañada,laque no tiene información. ¿Cómo pudiste interpretar tan mal a Linda como parapensarquemeharíaalgoasí?¿Porqué?¿Porunsimplerevolcón?

—Gilipolleces. En mi opinión, no es así en absoluto. Si no le apetecía, deacuerdo. Cierra el pico y todo sigue como antes. Llevo toda la vida haciéndoleinsinuacionesalasmujeresdemisamigosy,sí,tambiénalasamigasdemimujer.Enningún caso ninguna de las mujeres fue corriendo a contárselo a su marido, nininguna de las amigas corrió a contárselo amimujer. Es una estupidezmezquinapensar que se está invocando a la «honestidad» cuando se hace una llamada paraanunciarintencionesadúlteras.

—Dicesesoporquetehaspasadolavidaentregentequeconsideraelmatrimonioprimordial. Las humillaciones que los hombres y las mujeres soportan dentro delmatrimonio sonmenos importantes para vosotros que elmatrimonio en sí. ¡Eso esdesagradable!¿PorquéíbamosacompartirLindayyoesosvalores?¿Enquémundocreesquevivimos?

—No sé de qué narices hablas. Esto pasa a todas horas, todos los días de lasemana.Asíescomofuncionaelmundo,eselinstintomásbásicoquehay,notiene

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nadaqueverconlaamistad.—Supongoquedeesosetrata—dijelentamente—.Hemosdadoconelquiddela

cuestión.Creoque, sin lugaradudas, esdesagradableque te insinúesaunaamigamía,peroatinoteparecemalporquecreesqueelamornotienenadaqueverconlaamistad.

—Eresuna ingenua—dijoJoesuavemente—.Con todo loquesabes,yaúnnosabesquesetratadeunarelaciónantagonista.Noexistelaamistadenelamor.

—Rechazoesadefinición—dije—.La rechazodepleno.Sielamores solounvínculoromántico,queleden.

—Eresunacría—dijoJoe—.Elamornoesmásqueeso.Nohayvueltadehoja.—Puespasarésinél—dije—.Asínopuedovivir.Élnodijonada.Nosmiramosalacaraelunoalotroduranteunlargoinstantede

silencio.—Supongoqueerainevitable—dije—queyotambiénmeconvirtieraenlamujer

engañada.—Siempreletocaaalguien—reconocióJoe—.Aveces,inclusoamí.Ydepronto,todoseacabó.

Queríaponerme laszapatillasdedeporteydarunpaseoporelmundo,delBatteryhastaelpuenteGeorgeWashington,perounmazazodefatigameobligóatumbarmeenelsofádondemequedémirandoalvacío.Entoncessentíauténticadesesperación.Pormuchoqueprocurasediferenciarmedeella,parecíaquesiempreacababacomomamá,echadaenelsofáconlamiradaperdida.YnuncacontantaintensidadcomocuandodescubríqueacostarmeconJoehabíasidocomoacostarmeconmipadre,noporque fuese mayor que yo y estuviese casado, sino porque era un hombre cuyavisióndelmundohacía inevitable la ecuaciónhombre-marido-padre,mujer-esposa-niña.

Repasé mi vida con los hombres: Stefan, Davey, Joe.Me habían parecido tandistintoslosunosdelosotros,peronohabíaaprendidonadadeaquellasrelaciones,habíaestadoescondiéndomeconlostres.Eracasicomosihubieraescogidohombresquegarantizasenqueacabaríallegandoaestemomento,deprimidayparalizadaporelfracasodelamor.

Alcabodeunrato,melevantédelsofá.Nosalíacaminarporelmundo—lejosdetocartierrafume,sentíqueibaaladerivaporunmarnaufragado—,sinoquemesentéalescritorio.Meaferréal trabajocotidiano: tampocoesquesemedieramuybien,peronuncadejédecreerqueelescritorio—ynolaresoluciónsatisfactoriadelamor—podríasermisalvavidas.

Fuialaconsultadeunapsicóloga.Lecontétodo.Volvíacontarletodootravez.Y

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otravez.Cadavezquelecontabatodo,mepreguntaba:—¿Porqué?—¿Porqué?—repetíayoperpleja.—Sí,¿porqué?—respondíaellaconcalma.Siempremepreguntabaporqué.¿Porquétefaltaelaliento?¿Porquételimitasa

ese rectángulo? ¿Por qué solo un pequeño espacio interior siempre asediado? ¿Porquéelespacionoseamplíayseexpandehastallenartuvida?¿Porqué?

Amedidaque losporqués caían sobremí, yo corría, corría por las calles de laciudad,lascallesdemivida.Mesentabaencadenadaanteelescritorio,corriendo.Sinaliento,agotada,frenética.¡Escribeunborrador!¡Escribeunborrador!Nohayaire,nohaytiempo.Puedequealgúnundíahayaaireytiempo,ahoralimítateaesbozarlo.Elrectánguloseestácerrando.Trabajarápido,másrápido.Nopuedo.Tengoundolorenelcostado.Apenaspuedosentarmefrentealamáquinadeescribir.Mesientomal,estoy a punto de desmayarme, aguanta un poco, otra media hora delante de lamáquinadeescribirymecaeréalsuelo.Mejorseráquemeencadeneaella,sino…

—¿Por qué?—preguntaba—. ¿Por qué encadenarte a la máquina de escribir?¿Por qué luchar por tiempo y aire? ¿Porqué solo ese pequeño fragmento de buenaescrituradentrodeunespacioestrecho,rodeadodeesaretóricadepánicoyfaltadealiento?

—Ese rectángulo —le expliqué al fin— es un fugitivo, un subversivo, uninmigrante ilegal en el país de mi ser. No tiene derechos civiles. Siempre estáescapando.

—¿Yunamujerconmarido?—preguntaba—.¿Esella laciudadananaturaldelpaís?¿Laquetienelosderechos?

—Creo…,puedequesí…,talvezsí.—Ymequedésorprendidaporlatristezademivoz—.Tienerazón.Puedequeseaeso.

—Bueno, pues entonces habrá que casarte—dijo enérgicamente—. Nada másfácil.

—¡No!—gritéacaloradamente—.No,noyno.Ymilvecesno.—Vale—dijo.—Nocreoquepuedahacerlo.—Golpeélapalmadeunamanoconelpuñodela

otra—.Nopuedonaturalizaralinmigrante.Volvióapreguntarporqué.Yestavez,cuandomelopreguntó,mevidepieenlaentradadecasaconmamáy

Nettie,lapálidaluzcargadadeamenazayangustiacayendosobrenosotras.Aquellaentrada.Esunperfume,unaespeciedeéteraromatizado.Loinhalo.Meembargaymeseda.Estoydepieenlaentrada,excitadayatenta,suspendidaeinmóvil.

—¿Porqué?—insistió—.Quierosaberporqué.¿Porquénoquieresabandonaresepasadizooscuroyestrecho?

Mimadresematerializóenelaire,surostrosuave,débil,tristementeinteligente.Seinclinóconímpetuhaciadelante.Teníatantointerésenlapreguntacomoyo.Pero

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permanecíensilencio.Noteníarespuesta.Entonces,lapsicólogadijo:—¿Yquéhaydeloshombres?—¿Loshombres?—repetíimpasible.—Sí,loshombres—dijoconcalma.—¡Jesús!—estallé—.¡Nopuedorespondertambiénaeso!Despuéshablémáslentamente.Soloamedidaquehablabamedicuentadequelo

queyohabíadichoeracierto.—No—contestécontranquilidad—.Nocreoquepuedaaprenderahacereso.—Debeshacerlo—dijoaúnconmáscalma—.Debestrabajarydebesamar.Mamá y Nettie me rodearon suavemente con sus brazos. Sí. Sonrieron,

entrelazandosusbrazosamialrededorenmediodelapálidaluz.Debeshacerlo.

Los años se suceden rápidamente… cuarenta y seis, cuarenta y siete, cuarenta yocho…Yano existe el pasado, solo el presente…setentayocho, setentaynueve,ochenta. Ochenta. Dios mío, mi madre tiene ochenta años. Estamos inmóviles,mirándonoslaunaalaotra.Seencogedehombrosysesientaenelsofádesusalón.

Vino ami casa esta tarde.Tomamos algo, luego salimos a cenar por la zona yacabéacompañándolaasucasa.Ellapreparócaféyhablamos,miramosfotografías,algunas viejas (Estados Unidos, 1941), otras todavía más viejas (Rusia, 1913) yleímosjuntascartasdeunfajoquehemosmanoseadocincuentavecesalolargodemi vida; cartas dirigidas a ella en 1932, escritas por un tal Noah Shecter, antiguocatedrático de Literatura en Rumanía y, en la época de la redacción de la carta,encargadodelapanaderíadondemimadretrabajabacomocontable.Lascartassonnotables: románticas fantasías decimonónicas escritas por un hombre solitario quevivíaenelBronx,casadoconunamujersin intereses intelectualesycontresniñosnecesitados,que tenía lacabeza llenade Ibsen,GorkiyMozart,yquesedejabaelcorazóncadanocheamedianocheen suscartasaunavasijavacíade receptividad,vanidosa y de ojos marrones (mi madre con dieciocho años), que leía aquellosderrochesdepasiónalasochodelamañanaantesdeiratrabajarparaveralhombreque las había escrito, rígido y formal, vestido con un cuello duro, con el mismoaspectoqueFranzKafkaenlacompañíadesegurosdondetrabajaba.Ahora,sesentaañosmástarde,sostengoentrelasmanoscientosdecuartillasamarillentascubiertasde una caligrafía europea profusamente garabateada, la tinta negra hace yamuchomarrón,ydescubroatravésdelosdesvelosnocturnosdeNoahShecterquemimadredebíadeentender lopletóricoquesesentía justodespuésdehabervistoBrand, deIbsen,representadaenunteatrodelacalleCatorce,yloimperativoqueerahacerlesaber lo bien que los actores habían capturado el significado esencial de esta obraextraordinaria.Nos rodeancartasy fotografías (laveoconel aspectoquedebíadetenerlaprimeravezquelasleyó):fragmentos,retales,historiascontadasunayotra

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vezdelavidaquefueydelaquenopudoser.Sobretododelaquenopudoser.Unpeso tristeycalladoseciernesobremimadreaquellanoche.Hoyestámuy

guapa—sucabellosuaveyblanco,supielsuaveylisa,elcutismarchitoquevuelvearesplandecer—, pero los años se arrastran en su interior y en sus ojos veo eldesconcierto,elpersistentedesconcierto.

—Todaunavidapasada—diceconvozqueda.Midolorestangrandequenomeatrevoasentirlo.—Exacto—digosinénfasis—.Novivida.Solopasada.Lablanduradesurostroseendureceyselemarcanlosrasgos.Memiray,con

vozapesadumbrada,diceenyiddish:—Estovasaescribir:«Desdeelcomienzoyaestabatodoperdido».Entoncesnossentamosjuntas,ensilencio,sinimplicarnoslaunaconlaotra,solo

dosmujeresqueescrutanlaoscuridaddetodaesavidaperdida.Mimadrenoparecenijovennivieja,soloprofundamenteabsortaporloterribledeloqueveantesí.Yyonoséquésoyasusojos.

Siempre hemos paseado, ella y yo. Ahora no siempre salimos a pasear. Ahoratampocodiscutimossiempre.Yanosiemprehacemos lascosasquesolíamoshacer.Ya no existe un siempre. Las rutinas comienzan a resquebrajarse. Esteresquebrajamiento tiene sus propios placeres y sorpresas. De hecho, «sorpresa» esahoralapalabraclaveentrelasdos.Nopodemosdependerdelcambio,perosídelasorpresa.Sin embargo, tampocopodemosdepender siemprede ella.Estonos tieneentretenidas.

Unanochevoyaverlaacompañadadeunviejoamigo,unhombreconelquemecrie, alguien que las dos conocemos desde hace treinta años. Digo «conocemos»después de mucho considerarlo. Este hombre es un poco lunático. Un lunáticoinspirado,esosí,perounlunáticonoobstante.Él,al igualqueDaveyLevinson,hacrecidosinningúntipodeguíamoralyhablaunaespeciedeimaginativogalimatías.Eslaúnicamaneraqueconocedesobreviviralaangustiacotidianadeldíaadía.

Tomamos café con bizcocho.Estoy comiendo demasiado bizcocho.Esmás, dehecho, lo estoy engullendo.Mimadre, viéndome, se está poniendo de los nervios.Grita:

—¡Paraya!¡PorDios,dejadecomerasí!¿Esquetedaigualengordarunkilo?Mañanateodiarásporello.¿Dóndeestátumotivación?

Mi amigo, sentado a mi lado, con la cabeza echada adelante y hacia abajo ygiradahaciaunlado,mirándolacomoellocoquees,seponeasoltartonteríassobrelamotivación.

—Ya sabréis, cómo no, que la motivación es vida —dice—. La misma vida.Vienedellatínmotus,quesignificamoverse,ponerenmarcha,emprender…

Mimadre lomira. Puedo ver en su cara que no entiende la estructura de esas

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frases.Sesientedemenos:sinoentiendealgo,interpretaquelaestánllamandotonta.Suexpresiónsetransformaenunaderutilantedesdén:

—¿Tútecreesquemeestáscontandoalgoquenosepa?—dice—.¿Tecreesquenacíayer?

Hastaaquí,ningunasorpresa.Unasemanamástardeestoysentadaensuapartamentotomandoeltéconellay,

sinveniracuento,medice:—Cuéntamelodetuaborto.Sabequeabortéalostreintaaños,peronuncahasacadoeltema.Yoséqueella

abortó tres veces durante laGranDepresión, pero tampoco lomenciono nunca.Yahora, de pronto, esto. Su expresión es impenetrable. No sé qué ha provocado supreguntaynoséquédecirle.¿Deberíacontarle laverdado…?¡Quédemonios!Laverdad.

—AbortéconlaspiernascontralaparedenunapartamentodelacalleOchentayocho Oeste, con Demerol inyectado en vena por un médico cuya consulta era laesquinamismadelacalleCincuentayochoconlaDécimaAvenida.

Asiente a medida que hablo, como si estos detalles le resultasen familiares,inclusocomosiyalosesperase.Acontinuación,dice:

—Yo lohiceenel sótanodeunclubnocturnodelGreenwichVillage,pordiezdólares,conunmédicoquelamitaddelasvecesquetedespertabaslohacíasconlamanoensupene.

Lamiroconadmiración.Mehaigualadopuntoporpuntoyhasubidolaapuesta.Lasdosnosechamosareíralmismotiempo.Sorpresa.

Otranocheestoysentadaasumesayhablamosdelavezquesepusoatrabajarcuandoyoteníaochoaños.Esunaanécdotaquenuncamecansodeoír.

—¿Yquétehizotomarladecisión,mamá?Osea,¿porquéesavezynootra?—Siemprehabíatenidoganasdeponermeatrabajar,siempre.¡Dios,cuántome

gustabatenermipropiodineroenelbolsillo!Fueenplenaguerra,cuandoledabasunapatadaaunapiedraytesalíanveintetrabajos.Nopuderesistirme.

—¿Yquéhiciste?—Pues una mañana leí los anuncios por palabras, me vestí, bajé al centro en

metroysolicitéun trabajo.Diezminutosdespuésya lo tenía.¿Cómose llamaba lacompañía?Semehaolvidado.

—AngelicaUniformCompany—respondoalinstante.—¡Te acuerdas! —me sonríe plácidamente—. Fíjate. Se acuerda. Yo no me

acuerdo,peroellasí.—Ahorasoyladepositariadetuvida,mamá.—Sí,sí.Ahora,veamos,¿pordóndeíbamos?—Bajastealcentroytedierontrabajo.—Ah,sí.Puesentonceslleguéacasayledijeapapá:«Tengountrabajo».—¿Ycómoreaccionó?

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—Mal. Muy mal. No quería que trabajase. Me dijo: «Ninguna otra mujer delbarrio trabaja, ¿porqué ibas ahacerlo tú?».Yyo le contesté:«Meda igual loquehagan lasdemásmujeresdelbarrio,yoquiero trabajar».—Sequedacon lamiradaperdidaenesterecuerdomientrassacudelacabeza.Suvozsequiebra—.Peronofuebien,nofuenadabien.Nodurémucho.

—Ochomeses—digo.—Sí,ochomeses.—¿Yporqué,mamá?¿Porquésoloochomeses?—Papáestabadestrozado.Nodejabaderepetirme:«Losniñostenecesitan».—¡Quéestupidez!—lainterrumpo—.Meacuerdodequeyoestabaemocionada

porquetrabajases.Meencantabairconlallavecolgadaalcuelloycorríaparallegaracasatodaslastardesparahacercosasquetefacilitasenlatarea.

—Yluegomedijo:«Estásperdiendopeso».—Tesobrabancomodiezkilos.Eraestupendoqueestuviesesperdiendopeso.—¿Quéquieres que te diga?—me replica—.O la casa iba a ser undesastre o

vosotrosibaisaserfelices.Yoqueríaserfeliz.Élnoqueríaqueyotrabajase.Asíquelodejé.

Nosquedamoscalladasunrato.Después,digo:—Mamá,sifueseahoraypapátedijesequenotrabajases,¿quéharías?Semequedamirandounbuenrato.Tieneochentaaños.Susojosestánapagados,

su pelo es blanco, su cuerpo es frágil. Toma un sorbo de té, deja la taza y dicetranquilamente:

—Lediríaquesefuesealamierda.Sorpresatotal.Estamosen labibliotecadelLincolnCenterparaunconciertounsábadopor la

tarde.Hemosllegadotardeytodoslossitiosestáncogidos.Nosquedamosdepieenelsalóndeactosaoscuras,apoyadascontralapared.Empiezoapreocuparme.Séquemimadrenovaaaguantardepielasdoshorasymedia.

—Vámonos—lesusurro.—Shhhh—responde,apartandoelaireconlamano.Miroamialrededor.Enlabutacadepasilloquehayjuntoamí,unniñopequeño

se remueveensuasiento.Asu ladoestásu jovenmadre. Juntoaella,otroniño;ydespués,elpadreyesposo.Lamujer retiraalniñode labutaca, losientasobre lasrodillasyconungestoinvitaamimadreasentarse.Mimadreseinclina,lebrindaalamadresusonrisamásdeslumbranteydiceconzalamería:

—Cuandotengasochentaañosyquierasunasientoduranteunconcierto,volveréytecederéuno.

La madre se queda encantada. Se vuelve hacia su marido para compartir suagrado.Nihablar.Élsequedamirandoconhostilidadamimadre.Heaquíunhijojudío que no ha olvidado. Su reacción me coge de improviso y me recuerda loseductoraquehasidosiempremimadre,loreaciaqueesadesprendersedesumás

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viejaartimaña,lopeligrosoydignodedesconfianzaqueeseseencantoquetiene.Sigue y sigue. Están pintando mi apartamento. Paso dos noches en su sofá.

Cuandome quedo a dormir en su casa,me gusta preparar el café por lamañana,porque ella se ha acostumbrado a tomarlo flojo y a mí me gusta fuerte.Mientrastanto,sehaconvencidodequesucaféflojoeslamaneracorrectadeprepararelcaféy,aunquemehadicho:«Vale,sinotegustamicafé,hazlotú»,seponeamiladoenlacocinaymedainstruccionesdecómoprepararlocomoella.

—Yabasta—dicemientraspongocaféenlacafetera.—No,todavíano—digoyo.—Yaestá.¡PorDios,yabasta!—Mamá,compruébalotúmisma.¿Vesloquequedaaúnparallegaralamarca?Mira.Laevidenciaesirrebatible.Nohaysuficientecaféenlacafetera.Seaparta

demilado,elbordedesumanocortaelaireensuacostumbradogestoderechazo.—Ah,déjameenpaz—diceconunaindignaciónhondaytemblorosa.Observo cómo retrocede. Su actitud displicente será lo último que pierda. De

hecho,nuncadesaparecerá.Eselemblemadesudiscurso,elidiomadesuser,loquelafundaasuspropiosojos.Eldespreciohacialosdemásessuluchaparaalzarsedeentrelasbestias,demarcardistinciones,dediscernirentrelocorrectoyloincorrecto,deno restarle importancia a nada, dedejar siempre las cosas claras.Depronto, suvidaejercepresiónsobremicorazón.

Ninguna de las dos tenemos el mismo interés por la justicia que antes. Nuestroantagonismoyanoesimplacable:hemossobrevividoanuestravidaencomún,sinojuntasalmenossíunaenpresenciadelaotra,yentrenosotrasahorasehaestablecidounapeculiar camaradería.Pero la costumbrede acusar ybuscar la revancha es tanmarcadaquenuestrasconversacionesúltimamenteresultanuntantoalocadas.

—¡Ay,porloquehepasadoenestavida!—suspiramimadre.—Nohaspasadopornada—lereplico.—Hayquetenervalor—mechilla—paradecirmeeso.Silencio.Enfado.Separación.Inesperadamente,suexpresiónserelajaydice:—¿Sabesacuántoestáahoraelquesofresco?Notelovasacreer.A2,58lalibra.Y yo estoy dispuesta, estoy dispuesta. Cuando veo la furiosa autocompasión

desvanecerse de su rostro, permito que la mía se evapore. Si en medio de unintercambiodeprovocacionesdice:«Bueno,soylamadrequetehatocado.Conotratehabría idomejor,mala suerteque tehaya tocado esta», yyo asiento: «Yque lodigas», ambas nos echamos a reír a la vez. Ninguna de las dos, al parecer, deseaperpetuarelcombatediciendolaúltimapalabra.Nosasombraporigual,creo,habervividolosuficienteparaserreceptivasduranteeternidadessimplementeaestarjuntasenelmundo,másqueconcentrarnosenloquecadaunarecibeodejaderecibirdela

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otra.Peroestaecuanimidadinimaginablecarecedecapacidaddepermanencia.Andaa

laderiva,sepierde,brilladeprontoconsospechosaintensidadyseniegaaaparecercuandomás se la necesita, o aparece con las fuerzasmermadas.La situación entrenosotrasesvolátil.Elcambioconstanteesnuestrarealidadcotidiana.Lainestabilidadesunasombroimpregnadodemisterioypromesa.Yanoandamosalagresca.Hemosalcanzadoungradodedistanciapermanente.Atisbolosplaceresdelalejamiento.Estepedacitode espaciomeproporciona la intermitenteperoútil emoción resultantedecreerquecomienzoyterminoenmímisma.

EsagostoyNuevaYorkseencuentrasitiada.Unamontañadecalorsofocanteejercepresiónsobrelascallesdelaciudad.Noexisteniunagotadevoluptuosidadestivalbajoestebochorno.Elcalorsoloresultaopresivo.

AyermesentéconunamigoabebertéheladoenPaleyPark,arecuperarnosunmomento del agotamiento del día. El muro de agua que se precipitaba a nuestrasespaldasformabaunpatiodetresparedesdemilagrosofrescor.Miramosendirecciónalacallequeresplandecíaasoloquincemetrosdedondeestábamossentados.

Miamigoyyo,decostumbreparlanchines,hablamosconindiferenciadeestoyaquello:proyectosdetrabajofuturosypresentes,unapelículaquehabíavistoél,unlibroqueestabaleyendoyo,elúltimolíoamorosodeunamigocomún.Pensabaqueestabarespondiendoigualqueélatodanuestracharlaintrascendente,peroderepentemedijo:

—Muestrasunafaltadeinterésmanifiestaenloshombres.—¿Porquédiceseso?—pregunté.—El restodemujeresqueconozco (esmás,uhombres), si llevan tanto tiempo

comotúadosvelas,noseloquitandelacabeza.Eslaprioridad.Perotúno.Dalasensacióndequetúnuncapiensaseneso.

Mientrashablabamevisualicétumbadaenunacamaamediatarde:elrostrodeun hombre se hundía en mi cuello, su mano recorría lentamente mi muslo hastaalcanzarmicaderaynuestroscuerposestabanmarcadosconlíneasdecálidaluzqueentrabaporlosresquiciosdelaspersianas.Laimagenmeatravesó,abrasándomeencuestióndesegundos.Mesentíaturdidaporlapérdida:ladiversiónyladulzuradelamor,sudelicia,sudestello.Traguéairecondificultad.

—No—dije—.Supongoqueno.

La vida es difícil: es gloria y castigo. Las ideas son emoción, una compañíaglamurosa.Lasoledadmedevorapordentro.Cuandoelequilibrioentrelaluchaylaautocompasiónsemantiene,mesientocomounadelas«MujeresSinPareja»[9]—esdecir,meveodentrodeuncontinuodeeseasombrosoesfuerzoquesehaprolongado

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doscientosaños—ymesientofortalecida,dotadadeunnuevoespíritu,deunanuevavoluntad. Cuando el equilibrio se pierde, siento como si me enterraran viva en elfracasoylaprivación,sinamorniconexión.Lasamistadessonfortuitas,prevalecenlosconflictos,eltrabajoeslasumadesusincapacidades.

Estanochependodeunhilo,ymesientoapenascapazdenoderrumbarme.Estoysentadaalamesadelacocinademimadre,bebiendocafé.Acabamosdeterminardecenar.Ellaestáenelfregadero,lavandolosplatos.Lasdosestamosmuytensasestanoche.

—Esporelcalor—dice.Elapartamento tieneaireacondicionado,peroa lasdosnosgustademasiadoel

airedeverdad.Hemosapagadoelaparatoyabiertolasventanas.Duranteunminuto,laabarrotadayruidosaavenidaquediscurrepordebajoinvadelacocina,peromuypronto el tumulto se disuelve en un rumor de fondo. Volvemos casi sin pausa anuestraincansablepesadumbre.

Mi madre está familiarizada con todo lo que ocupa mi mente. También estáacostumbradaalordenhabitualdemiletaníadequejas:trabajo,amigos,dinero.Estanoche, la conversación de ayer en Paley Park parece entrar deslizándose por laventanaconelsensualaireveraniegoy,paramisorpresa,medescubrodiciendo:

—Noestaríamaltenerunpoquitodeamorahoramismo.Esperoquemimadreseríaydiga:«¿Quétehadadoestanoche?».Enlugarde

eso, sin ni siquiera levantar la vista de los platos, entra enmodo automático ymedice:

—Bueno,talvezahorapuedassentirunpocodecompasiónpormí.Levantolavistalentamentehaciaella.—¿Qué?—pregunto. No estoy segura de haber oído bien—. ¿Qué acabas de

decir?—Hedichoquetalvezahorapuedasentenderloquefuemividacuandomurió

papá. Lo que lleva siendo todos estos años.Ahora que eres tú la que sufre por laausenciadeamor,talvezpuedasentenderme.

Me quedomirándola fijamente. Lamiro y lamiro. Entoncesme levanto de lamesa,latazasecae,melanzocontralapareddelacocinacomounanimalenjaulado.Laollaquemimadreestálavandorepicacontraelfondodelfregadero.

—¿Dequénaricesestáshablado?—grito—.Pero¿dequéestáshablando?¿Deamorotravez?¿Yluegootravez?¿Esquenovoyaoírtehablardeotracosaquenoseaelamorhastaquememuera?¿Esquemividanosignificanadaparati?¿Nadaenabsoluto?

Elterrorlahadejadoparalizadadelantedelfregadero,tienelosojosclavadosenmí,loslabiospálidos,elcolorhaabandonadosucara.Creoquelevoyaprovocaruninfarto,peronopuedoparar.

—Es cierto.—Estoy furiosa y mi voz suena homicida debido al esfuerzo quehagopornoalzarla—.Nohetenidoéxito.Nienelamornieneltrabajo,nienmis

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esfuerzos por llevar una vida ejemplar. También es cierto que no he tomadodecisiones, no he tomado partido, que en mi vida he avanzado a traspiés porqueestabaenfadadayteníacelosdelmundoquequedabafuerademialcance.Pero¡aunasí!¿Esquenomerezcoreconocimientoporhaberdadoconunabuenaidea,mamá?¿Ladequeunadeberíaintentarvivirsupropiavida?¿Esonocuenta,mamá?¿Esonocuentanada,mamá?

Su miedo se disuelve en compasión y remordimiento. Últimamente está tanmaleablequeteparteelcorazón.

—No,no—protesta—,vivimosenunmundodistinto,enunaépocadistinta.Noqueríadecirnada.Porsupuestoquemerecesreconocimiento.Todoelreconocimientodelmundo.Notealteres tanto.Intentabasolidarizarmecontigo,peromeequivoquéconlaspalabras.Esqueyanosécómodirigirmeati.

De repente, el flujo de palabras se detiene. Otro pensamiento ha llamado suatención.Lalíneadedefensavira.

—¿Notedascuenta?—ruegaenvozbaja—.Loúnicoqueyoteníaeraelamor.¿Quétenía?Noteníanada.Nada.¿Yquéibaatener?¿Quépodíatener?Todoloquedicesdetuvidaescierto,entiendoqueesmuycierto,perotúhastenidotutrabajo,tienestutrabajo.Yhasviajado.Dios,¡hasviajado!Hasrecorridomediomundo.¡Loquehabríadadoyoporviajar!Yosoloteníaelamordetupadre.Eralaúnicadulzurademivida.Asíqueamabasuamor.¿Quépodíahaberhechoyo?

Peroquesenosrompaelcorazónalasdosnoesnuestroestilo.—Esonoesexcusa,mamá—digo—.Teníascuarentayseisañoscuandomurió

papá. Podrías haberte asomado a la vida. Otras mujeres con muchísimas menosposibilidadeslohicieron.Túqueríasquedarteatrapadaenlaideadelamordepapá.¡Quélocura!Tehaspasadotreintaañosatrapadaenlaideadelamor.Podríashabertenidounavida.

Aquíterminalaconversación.Seacabaronlassúplicas.Suexpresiónseendurece.Secreceanteunainflexibilidadquerecuerda.

—Asíque—recurrealyiddish,lalenguadeldesafíoylaironía—sobremilápidavasaponer:«Desdeelprincipiofueaguapasada».

Dejalosplatosdelfregadero,sesecaconcuidadolasmanosenunpañoycruzahastaelsalón,pasandopordelantedemí.Yomequedoenlacocinacontemplandolosdibujosdellinóleodelsuelo,peroalcabodeunratovoytrasella.Estátumbadaen el sofá, tapándose la frente conunbrazo.Mehundo enunabutacaqueno estálejosdelsofá.ElsofáyestabutacaestáncolocadoscomoestabanennuestrosalóndelBronx.Noesdifícilsentirquecasinoshemospasadolavidaenteraellatumbadaenesesofáyyo,sentadaenestesillón.

Estamoscalladas.Porqueestamoscalladas,resultamásdifícileludirelruidodelacalle.MerecuerdaquenoestamosenelBronx,queestamosenManhattan:paralasdos,elviajehasidomásqueunaseriedeparadasdemetro.Yaunasí,estanoche,este salón se parece tanto a aquel otro, y la luz, la tenue luz de verano, parece de

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pronto una versión empañada de aquella otra luz pálida, la que nos bañaba en laentrada.

Mimadrerompeelsilencio.Conunavozsorprendentementelibredeemoción—unavozdistanciada,curiosa,quesolodesearecabarinformación—,mepregunta:

—¿Porquénotevasya?¿Porquénoteapartasdemivida?Novoyadetenerte.Veolaluz,oigolacalle.Lamitaddemíestádentro;laotramitad,fuera.—Yaséqueno,mamá.

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Notasdeltraductor

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[1]«Mandatodivino»enhebreo.<<

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[2]«Negros»enyiddish.<<

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[3] Yiddish. Exclamación de sorpresa, incredulidad, o simplemente utilizada paraenfatizar.<<

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[4]Términodespectivoparaunamujerjovennojudía.<<

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[5]AvenidaprincipaldelBronxyreferentedeéxitosocialparalapoblaciónjudíadelaépoca.TomWolfedescribiólacallecomo«lanuevatierradeCanaán».<<

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[6]Inútil,inepto.<<

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[7]Congressof IndustrialOrganizations (CongresodeOrganizacionesIndustriales).Uno de los principales sindicatos de los Estados Unidos, fundado en 1935 comoCommitteeforIndustrialOrganization(ComitéparalaOrganizaciónIndustrial).<<

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[8]Expresiónaskenazi.Equivalea«Creersemáslistaquenadie».<<

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[9] The Odd Women. Novela escrita en 1893 por George Gissing que hablafundamentalmentedelroldelasmujeresenlasociedadylosprimerosmovimientosfeministas.EltítulohacereferenciaalhechodequeenlaInglaterravictorianahabíamuchasmásmujeresquehombresy, consecuentemente, sequedaban sinpareja.Eltérmino «odd», además de «impar», también significa «raro», algo que aludedirectamentealestilodevidaqueacababanllevandoestasmujeressinmaridoaojosdelasociedaddelaépoca.<<

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